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MONOGRAFÍAS
Derecho administrativo
en Iberoamérica (2ª edición)
INAP
INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
DERECHO ADMINISTRATIVO
EN IBEROAMÉRICA
(2ª edición)
DERECHO ADMINISTRATIVO
EN IBEROAMÉRICA
(2ª edición)
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comuni-
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tual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelec-
tual (arts. 270 y sigs. del Código Penal).
Edita:
INSTITUTO NACIONAL DE ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
www.inap.es
ISBN: 978-84-7351-295-4 (formato papel); 978-84-7351-296-1 (formato electrónico)
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tales de la contratación pública.
ÍNDICE
Introducción
Santiago González-Varas Ibáñez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
1. El Derecho comparado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
2. Retos jurídicos del Derecho comparado iberoamericano y de la
Hispanidad como comunidad cultural y política. Referencias par-
ticulares a España y a Portugal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
7
ÍNDICE
8
ÍNDICE
9
ÍNDICE
10
ÍNDICE
11
ÍNDICE
España
Santiago González-Varas Ibáñez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 631
1. Evolución y modelo regulativo de la Administración Pública, base
constitucional y concepto de Derecho administrativo y fuentes . . . 631
2. Organización administrativa, en especial el Estado y los munici-
pios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 638
3. El procedimiento administrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 639
4. Actos y disposiciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 643
5. Los contratos de la administración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 650
6. El Derecho administrativo sancionador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 656
7. La discrecionalidad administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 658
8. El control judicial de la Administración: contencioso-administra-
tivo y otros modos de solución de controversias, en especial los
arbitrajes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 660
9. Otras técnicas de control de la Administración . . . . . . . . . . . . . . . 661
10. La responsabilidad administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 662
11. El servicio público, los mercados de interés general (liberaliza-
ción, privatización, regulación) y su régimen de competencia . . . 665
12. La función pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 668
13. El urbanismo, medio ambiente y ordenación del territorio. . . . . . 670
14. Bienes públicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 674
Guatemala
Rolando Escobar Menaldo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 675
1. Evolución de la Administración Pública guatemalteca . . . . . . . . . 675
2. Fundamento jurídico de la Administración Pública. . . . . . . . . . . . 676
3. Fuentes del Derecho administrativo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 677
4. Organización administrativa, en especial el Estado y los munici-
pios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 678
5. El procedimiento administrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687
6. El acto administrativo, su ejecución, principio de autotutela, los
recursos en la vía administrativa.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 691
7. Los contratos de la Administración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 706
8. El Derecho administrativo sancionador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 708
12
ÍNDICE
13
ÍNDICE
14
ÍNDICE
15
ÍNDICE
Puerto Rico
William Vázquez Irizarry . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1309
1. Evolución y modelo regulativo de la Administración Pública . . . 1309
2. Organización administrativa: el Estado y los municipios . . . . . . . 1314
3. El procedimiento administrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1317
4. El acto administrativo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1327
5. Los contratos de la Administración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1329
6. El Derecho administrativo sancionador . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1338
7. La discrecionalidad administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1339
8. El control judicial de la Administración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1340
9. La responsabilidad administrativa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1344
10. El servicio público . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1347
11. La función pública . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1350
12. El urbanismo y ordenación del territorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1353
16
ÍNDICE
17
INTRODUCCIÓN
1. EL DERECHO COMPARADO
19
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
20
INTRODUCCIÓN
21
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
cia y de vinculación a la mejor oferta, que son la esencia del contrato adminis-
trativo frente al civil.
En suma, es innovador, original y progresista reconocer «un Derecho admi-
nistrativo iberoamericano».
Todo libro supone siempre una aportación con respecto a las contribuciones
anteriores o del momento, pero representa también la apertura de un camino por
donde poder avanzar en un futuro inmediato. Aunque este libro pueda ser un
paso adelante en cuanto al Derecho comparado iberoamericano y en cuanto al
Derecho comparado en general, es claro que el propio libro plantea más allá
una serie de mensajes de futuro, por si algún jurista tiene a bien realizar algún
esfuerzo añadido que nos permita a todos progresar en esta dirección.
Es decir, haría falta primeramente un estudio que aplicara genuinamente el
método jurídico comparado analizando las similitudes y contrastes entre los
Derechos expuestos para, posteriormente, extraer ideas o referencias de progre-
so para mejorar o perfeccionar nuestros Derechos. Así por ejemplo, Perú o Pa-
namá aportan desarrollos de interés en cuanto al sistema de control de las adju-
dicaciones contractuales. Y en general es preciso profundizar en un sistema de
control judicial adecuado a la realidad administrativa superando el deficiente
modelo de los «recursos de amparo» en materias administrativas. En este senti-
do, el capítulo de este libro dedicado a España contiene varios mensajes que
pueden servir de pauta para el perfeccionamiento de los Derechos de otros Es-
tados.
Así, pensamos que el propio «concepto funcional» del Derecho administra-
tivo español es trasladable a los distintos Derechos iberoamericanos, porque
puede aportar el quid para delimitar la extensión y límites del Derecho adminis-
trativo.
Habría además que profundizar en otro genuino fin del Derecho comparado
que es el logro de regulaciones comunes.
Con todos los materiales que aporta esta publicación que presentamos se
podría hacer la labor mencionada.
Es significativo cómo, sin el esfuerzo de nadie, sin embargo estos Derechos
mantienen las similitudes que sostienen.
Es preciso actuar con el debido realismo evitando posturas de excesivo idea-
lismo jurídico tendentes a la simple traslación de reglas de Derecho cuando
22
INTRODUCCIÓN
estas sean demasiado avanzadas en relación con la realidad social llamada a ser
regulada. El Estado de Derecho tiene varios niveles. Por ejemplo, en un deter-
minado país en que no exista jurisdicción contencioso-administrativa puede ser
suficiente con introducir una jurisdicción. O podrá ser suficiente con un mode-
lo objetivo basado en una sola pretensión anulatoria dejando al arbitrio judicial
la determinación de las consecuencias concretas derivadas de la anulación en
aplicación de la ley. Puede estar llamado al fracaso pretender introducir un sis-
tema más avanzado. En cambio, se puede aspirar a introducir una concepción
subjetiva, logrando una perfecta adecuación entre los derechos subjetivos y las
pretensiones concretas de los recurrentes.
El Derecho comparado tiene un rigor metodológico especial, tal como des-
tacan los tratadistas de Derecho comparado. En este sentido, esta obra ha inten-
tado un mínimo de rigor metodológico. El valor de la obra estaría en haber se-
guido un mismo guión los distintos Derechos que la integran. No se trata, pues,
de sumar simplemente contribuciones de distintos autores iberoamericanos.
Hemos pretendido realizar una obra de Derecho comparado sin obviar qué exi-
ge el Derecho comparado. No obstante, también en este ámbito somos cons-
cientes de que la obra es mejorable.
El Derecho comparado, por otra parte, aspira al conocimiento de la verdad.
Esta labor es difícil a veces en un mundo invadido de tópicos.
Es preciso reflexionar acerca de la Hispanidad, qué intereses ha de represen-
tar, qué significado tiene en el mundo. Y, en otro plano, habrá que admitir, con
debido realismo, hasta dónde podemos llegar.
Ya decíamos anteriormente que lo característico del Derecho iberoamerica-
no es una especial relación con Europa o Norteamérica, si bien no es esto in-
compatible con defender nuestros valores comunes y no los que no son estric-
tamente nuestros. Dentro de España también es preciso normalizar la Hispanidad
como vía de progreso y fomentar las relaciones con Portugal.
Los investigadores de España tienen en Europa y en Iberoamérica un cam-
po de referencia. Después de tantos esfuerzos durante los últimos años miran-
do hacia la organización interna del Estado, ahora es preciso mirar hacia el
exterior.
23
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
Juan Carlos Cassagne*
25
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
leyes dictadas por el Congreso como consecuencia de las facultades que le atri-
buye la ley suprema2.
Tanto las normas como los principios constitucionales tienen operatividad
por sí mismos, no siendo indispensable que las declaraciones, derechos y ga-
rantías, que consagra la Constitución, deban ser reglamentados3.
2
En tal sentido, la Corte Suprema ha dicho que: «[...]esta Corte ha establecido que las provincias
las leyes sancionadas por el Congreso Nacional en ejercicio de facultades constitucionales» (Fallos,
173:128, consid. 4°; 266:408, consid. 5° y otros), y tal doctrina la ha fundado en el principio de supre-
macía consagrado en el art. 31 CN, aplicable, toda vez que «estén en juego los planes trazados o la
política adoptada por el Congreso teniendo en vista los intereses del país como un todo» (CS, diciem-
bre 22-1987, «Estado Nacional c/ Provincia de Santiago de Estero»).
3
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. I, Buenos Aires, 1990, p. 208;
Linares QUINTANA, Segundo, Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, t. V, Buenos Aires,
1955-1963, pp. 373 y 374.
4
ALTAMIRA, Pedro G., Curso de Derecho Administrativo, Depalma, Buenos Aires, 1971, p. 61.
5
Fallos, 257:99 y causa «ESSO Petrolera Argentina c/ Nación Argentina s/ repetición», resuelta
el 5 de junio de 1968. Véase asimismo: Díez, Manuel María, Derecho Administrativo, t. I, 2ª ed.,
Buenos Aires, 1974, p. 475 y Goldschmidt, Werner, Introducción al Derecho, Buenos Aires, 1967,
pp. 188 y 200.
6
Entre otros, el caso de «Fibracca Constructora SCA c/ Comisión Técnica Mixta de Salto Gran-
de», resuelto con fecha 7 de julio de 1993 (Fallos, 433: XIII), considerando 3.
26
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
En sentido material, se entiende por ley todo acto o norma jurídica que crea,
modifica o extingue un derecho de carácter general y obligatorio, mientras que,
de acuerdo al criterio formal, la ley consiste en el acto emanado del Órgano
Legislativo, conforme a un procedimiento preestablecido.
Para la primera de las concepciones –que es la que se aplica a las funciones
estatales– la raíz objetiva o material del acto que es producto de la función le-
gislativa se encuentra tanto en las leyes emanadas del Congreso como en los
reglamentos que dicta el Poder Ejecutivo.
De ese modo, los caracteres esenciales de la ley –en su sentido material–
están constituidos por la generalidad y la obligatoriedad7.
Como fuente del derecho, la noción técnica de ley en sentido material debe
combinarse con el criterio formal, sin que esta circunstancia implique descono-
cer la función materialmente legislativa que cumple el Poder Ejecutivo a través
de la utilización de la potestad reglamentaria.
En principio, la ley formal solo puede ser derogada o modificada por otra
ley, dictada por el Órgano Legislativo de acuerdo al procedimiento previsto
salvo que el texto expreso de la ley hubiera autorizado al Poder Ejecutivo a
derogarla o modificarla. Así lo exige el principio del paralelismo de las compe-
tencias y la llamada preferencia de la ley, como fuente del Derecho8.
7
Para Bidart Campos, ley es todo acto del Parlamento que crea Derecho nuevo y originario, no
BIDART CAMPOS,
Germán J., El Derecho Constitucional del Poder, t. I, pp. 352 y 355, Buenos Aires, 1967).
8
El art. 17 CC prescribía, en la redacción anterior a la reforma introducida en el año 1968, que
«Las leyes no pueden ser derogadas en todo o en parte sino por otras leyes [...]». No obstante, que este
(CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho Administrativo, T. I, pp. 104-105, Buenos Aires, 1977; BORDA,
27
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Guillermo A., La Reforma de 1968 en el Código civil, p. 29, Buenos Aires, 1974; apunta este autor
que el art. 17 constituía un resabio del positivismo jurídico y una aplicación exagerada de los arts. 19
y 22 CN).
9
La Corte Suprema ha dicho que, en Derecho Administrativo, la retroactividad no se presume
sino que rige el principio opuesto. Véase: «Domínguez, Albero c/ UNR» de fecha 15-X-1985.
10
Art. 3° CC. La irretroactividad de una norma debe ser declarada expresamente, no procediendo
su admisión en forma tácita o presunta. La ley retroactiva no puede alterar situaciones jurídicas ya
constituidas o cuyos elementos existentes tienen un valor jurídico propio. (Véase: Fallos, 138: 47).
11
CASSAGNE, Juan Carlos, El Acto Administrativo, pp. 49 y ss.
28
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
término de diez días hábiles (art. 80 CN). El acto de promulgación debe abar-
car, en principio, todas las disposiciones de la ley sancionada.
Antes de su promulgación, el Poder Ejecutivo se encuentra posibilitado para
ejerce la potestad constitucional de vetar la ley en forma total o parcial siempre
que las partes no observadas posean autonomía normativa y su aprobación par-
cial no altere el espíritu ni la unidad del proyecto sancionado por el Congreso
(arts. 80 y 83 CN)12.
En cuanto a los requisitos de publicidad, el art. 2° del CC –con la reforma
introducida por la ley 16.504– prescribe que «las leyes no son obligatorias sino
después de su publicación, y desde el día que determinen. Si no designan tiem-
po, serán obligatorias después de los ocho días siguientes al de su publicación
oficial».
1.4. El Decreto-Ley
1.5. El reglamento
12
La reforma constitucional de 1994 consagró la legitimidad del veto parcial (art. 80). En oca-
sión de la promulgación parcial que realizó el Poder Ejecutivo respecto de la ley 16.881, que reguló
el denominado contrato de trabajo, la Corte Suprema de Justicia de la Nación declaró la invalidez de
la promulgación sosteniendo que «el proyecto sancionado por el Congreso Nacional constituía un
todo inescindible de modo que las normas no promulgadas no han podido separarse del texto legal
sin detrimento de la unidad de este». Sostuvo, también, el alto tribunal que, «como regla las dispo-
siciones de una ley están vinculadas entre sí» y «que no cabe asegurar que el Congreso hubiera
sancionado el proyecto en caso de excluirse algunas de sus normas capitales. De ahí que el Poder
Ejecutivo no pudo, en su momento, proceder como procedió, sin invadir atribuciones propias del
Congreso y sin asumir en la especie la calidad de legislador» (Fallos, 268: 352, LL t. 127, p. 166,
con nota de Alberto Robredo).
13
BIDART CAMPOS, Germán J., Derecho Constitucional del Poder, t. I, p. 334, Buenos Aires, 1967.
-
sidente de la República a causa de la disolución del Congreso.
29
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
14
BENVENUTTI, Feliciano, Appunti di Diritto Amministrativo, p. 36, Padova, 1959.
15
GARRIDO FALLA, Fernando, op. cit., p. 290; MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Admi-
nistrativo, t. I, pp. 245-246; WALINE, Marcel, Droit Administratif, pp. 117 y ss., París, 1963; ALESSI,
Renato, Sistema Istituzionale del Diritto Amministrativo Italiano, p. 255, Milano, 1958.
16
XIFRA HERAS, Jorge, Formas y fuerzas políticas, p. 270, Barcelona, 1958; CASSAGNE, Juan Car-
los, El Acto Administrativo, p. 101, postura que ha seguido Linares (LINARES, Juan F., Derecho Admi-
nistrativo, pp. 63 y ss., Buenos Aires, 1986).
17
Ley 19.549, arts. 11, 24 y 25; el decreto reglamentario n° 1759/72 (t.o. ordenado 1883/91) uti-
liza la misma terminología (art. 103 y ss.).
18
Véase HUTCHINSON, Tomás, La Ley Nacional de Procedimientos Administrativos, pp. 447 y ss.,
Buenos Aires, 1985.
19
La doctrina alemana ha diferenciado los denominados reglamentos jurídicos de los reglamen-
tos administrativos. Véase: FORSTHOFF, Ernst, Tratado de Derecho Administrativo, t. I, 201, Madrid,
1958. Nuestra doctrina en general distingue los reglamentos propiamente dichos de los reglamentos
internos. SAYAGUES LASO, op. cit., -
to jurídico del administrativo por cuanto todos los actos de alcance general suponen el dictado de
normas jurídicas.
30
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
20
LNPA, art. 11 y RLNPA, art. 103 (t.o. por decreto 1883/91).
21
RLNPA, art. 83 (t.o. por decreto 1883/91), ver «Estado Nacional c/ Arenera El Libertador
SRL», del 29-V-1989, Rev. DF 47, Nov. 1989, n° 497, p. 426, resuelto por la Corte Suprema de Justi-
cia de la Nación, donde se sostuvo que no hay derecho al mantenimiento de leyes o reglamentos (Ver
también «Tiendo c/ ENTEL» del 27-II-1986).
22
RLNPA (t.o. por decreto 1883/91), art. 83. CASSAGNE, Juan Carlos, op cit., p. 105.
23
Ley 19.549, art. 24 incs. a) y b) y dec. 1759/72, art. 73 (t.o. por decreto 1883/91). Asimismo, ver
CASSAGNE, Juan Carlos, op. cit., p. 102.
24
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, Legislación Delegada, Potestad Reglamentaria y Control judi-
cial, pp. 279 y ss., Madrid, 1970; y GARRIDO FALLA, Fernando, op. cit., t. I, p. 251 quien recuerda el art.
30 de la Ley de Régimen Jurídico de la Administración del 26 de julio de 1957, que establece: «Las
resoluciones administrativas de carácter particular no podrán vulnerar lo establecido en una disposi-
ción de carácter general, aunque aquellas tengan grado igual o superior a estas. Sobre su obligatoriedad
31
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
para la Administración en el Derecho norteamericano y francés, ver MAIRAL, Héctor A., La doctrina de
los propios actos y la Administración Pública, pp. 97 y ss., Buenos Aires, 1988.
25
DIEZ, Manuel María, op. cit., t. I, pp. 419 y ss.
26
El Derecho Administrativo italiano también acepta el principio; en tal sentido puede verse ZA-
NOBINI, Guido, Curso de Derecho Administrativo, Parte General, t. I, p. 105, trad. del italiano, Buenos
Aires, 1954; al respecto Mairal ha puntualizado la necesidad de que el principio no se aplique en forma
indiscriminada o irrazonable (op. cit., pp. 100 y ss.) en el mismo sentido se ha pronunciado la Corte
Suprema en el caso «Arenzón» (Fallos, 306: 400).
27
Según PARADA VÁZQUEZ
el principio de igualdad, vid: Derecho Administrativo, t. I, p. 64, Madrid, 1989.
28
Dictámenes de la Procuración del Tesoro de la Nación, n° 4, p. 84, que cita los siguientes pre-
cedentes de la colección de dictámenes: t. 34, p. 201; t. 87, p. 145; t. 97, p. 241; t. 100, p. 191; t. 102,
p. 213; y t. 114, p. 495.
29
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, p. 248.
30
«Los decretos reglamentarios son tan obligatorios para los habitantes como si sus disposiciones
se encontraran insertas en la propia ley [...] y se consideran parte integrante de la misma ley» (Fallos,
48: 430; 187: 449 y 234: 166).
32
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
Reglamentos delegados
Se trata de normas generales dictadas por la Administración en base a una
autorización o habilitación del Poder Legislativo, regulando materias de com-
petencia del legislador.
Como la facultad para dictarlos no emana de la potestad reglamentaria
sino de la habilitación legal33, se trata de una actividad de carácter excepcio-
31
El concepto de reglamento autónomo es controvertido: GARRIDO FALLA, Fernando, op. cit., t. I,
p. 426; ZANOBINI, Guido, op. cit., t. I, p. 106; y DÍEZ, Manuel María, op. cit., t. I, p. 426, entienden,
entre otros autores, que son los dictados en asuntos cuya competencia le corresponde a la Administra-
ción de acuerdo con la distribución de funciones realizada por la Constitución, o para regular el ejerci-
cio de poderes que le han sido conferidos discrecionalmente a la Administración por el ordenamiento
jurídico. En cambio, MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, p. 252, excluye de la noción de reglamento
autónomo a los derivados de las facultades discrecionales acordadas por la ley.
32
En tal sentido, DOCOBO, Jorge José, «El Reglamento de Procedimientos Administrativos», JA,
sec. Doctrina, 1972, p. 705. Así se desprende de la propia Exposición de Motivos de la LNPA.
33
Para Bianchi los reglamentos ejecutivos son una especie de reglamentos delegados ubicando su
fundamento constitucional en el ex art. 67 inc. 28 CN (La delegación legislativa, Buenos Aires, 1990,
p. 52). No estamos de acuerdo con la tesis que considera a los reglamentos ejecutivos como una especie
de reglamentos delegados, pues todos los antecedentes del ex art. 86 inc. 2 (art. 85 inc. 2 del Proyecto
de Alberdi, art. 82 de la Constitución de 1826 y la Constitución de Cádiz de 1812) y la tradición anglo-
leyes. La mayor parte de las leyes requiere de una ulterior actividad de la Administración para poderlas
aplicar. El argumento de Bianchi según el cual «no resulta aceptable constitucionalmente que el Con-
greso dicte una ley que carezca de fuerza ejecutiva por falta de operatividad de sus disposiciones y que
sea necesaria la intervención del Presidente, a efectos de sacar a la ley de esa suerte de estado inercial»
(BIANCHi, Alberto B., op. cit., p. 126) nos parece inconciliable con el sistema previsto por la Constitu-
ción y por sus fuentes.
33
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
34
DÍEZ, Manuel María, op. cit., t. I, pp. 428 y ss. y pp. 437 y ss. En el caso «Raúl Oscar Mouviel
y otros s/desórdenes», la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos,
18 CN exige indisolublemente la doble precisión por la ley de los hechos punibles y de las penas a
aplicar, sin perjuicio de que el Órgano Legislador deje a los Órganos Ejecutivos la reglamentación de
las circunstancias o condiciones concretas de las acciones reprimidas y de los montos de las penas
dentro de un mínimo y un máximo. En este caso se declaró inconstitucional un reglamento sobre faltas
o edictos policiales sancionado por el Jefe de la Policía Federal. Cabe destacar que teniendo en cuenta
la opinión del Procurador General de la Nación, expuesta con anterioridad al fallo de la Corte, por ley
35
GARRIDO FALLA, Fernando, op. cit., t. I, p. 281, enseña que en el Derecho español la delegación
-
a materias determinadas y señalando las bases o criterios que han de servir de límite al decreto regla-
mentario. Sobre el tema, véase: DÍEZ, Manuel María, op. cit., t. I, p. 452.
36
Un examen más detallado del art. 76 CN lo efectuamos en nuestro Derecho Administrativo, t. I,
Lexis Nexis Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2002, pp. 379 y ss.
34
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
37
En este aspecto, la reforma se ha inspirado en Bielsa quien había señalado que, en dichos casos,
la delegación limitada no se opone a ningún principio constitucional (BIELSA, Rafael, Derecho Admi-
nistrativo, t. I, 3ª ed., Buenos Aires, 1937, pp. 288-290). Ver también: COMADIRA, Julio Rodolfo, «Re-
ED
162-1134.
38
Es decir, un «concepto jurídico indeterminado» incorporado a la Constitución Nacional (sobre
conceptos jurídicos indeterminados, véase: CASSAGNE, Juan Carlos, «La revisión de la discrecionalidad
administrativa», en Revista de Derecho Administrativo, n° 3, pp. 95 y ss.).
39
Publicado en LL 1994-B, 643; ED 156-316.
40
Fallos, 246: 345; 280: 25; 315: 1820.
41
SAGUÉS, Néstor Pedro, «Derecho Constitucional y derecho de emergencia», LL, 1990-D, sec.
Doctrina, pp. 1039 y ss.
35
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
42
Ha señalado Bidart Campos que: «la práctica abusiva que en la cuestión exhibe el Derecho
Constitucional material a partir de 1989 obliga a interpretar y aplicar el art. 99, inc. 3 con extremada
severidad y excepcionalidad pese a la jurisprudencia complaciente de la Corte en el caso ‘Peralta’ de
1990» (BIDART CAMPOS, Germán J., Tratado Elemental de Derecho Constitucional Argentino, t. VI,
p. 434, Buenos Aires, 1995).
43
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, pp. 266-267; CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho Administra-
tivo, t. I, 4ª ed., Buenos Aires, 1994, p. 136; el criterio sostenido por la Corte en el caso «Peralta»
(considerando 29) para validar esta clase de reglamentos señala la necesidad de que no se altere la
política legislativa.
36
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
44
BIDART CAMPOS, Germán J., op. cit., t. VI, pp. 431-432; en idéntico sentido: PÉREZ HUALDE,
Alejandro, Decretos de necesidad y urgencia, Buenos Aires, 1995, p. 244.
45
COMADIRA, Julio R., op. cit., pp. 6-7.
46
El RLNPA vigente en el orden nacional –Decreto 1759/72 (t.o. por Decreto 1883/91)– estable-
ce en su art. 2, que los ministros, secretarios de Presidencia y órganos directivos de los entes descen-
tralizados podrán dirigir o impulsar la acción de sus inferiores jerárquicos mediante órdenes, instruc-
de los trámites. Cabe destacar que no solo los órganos mencionados pueden dar órdenes de carácter
47
DÍEZ, Manuel María, op. cit., t. T, p. 462. La Procuración del Tesoro de la Nación reiteradamen-
te ha dictaminado que las circulares o directivas son de cumplimiento obligatorio (Dictámenes de la
Procuración del Tesoro de la Nación, n° 1, pp. 30, 54, 77 y 94).
48
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, pp. 311-312, recuerda que el Derecho Administrativo no
solo estudia las relaciones entre la Administración y los particulares, sino también lo referente a la
organización administrativa y, en particular, las relaciones de la Administración con sus agentes.
37
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los reglamentos de organización son los dictados para estructurar los orga-
nismos o entidades del Estado, atribuyéndoles competencias, delegándoles fun-
ciones, creando cargos, etc. Se trata de una actividad que no vincula o carece de
efectos respecto de terceros, rigiéndose por los mismos principios jurídicos que
las circulares.
Dado que se trata de una actividad interna de la Administración, las circula-
res y los reglamentos organizativos no requieren de publicación49.
49
El RLNPA, en su actual texto ordenado (Decreto 1883/91), solo exige la publicación de actos
de alcance individual (art. 39).
50
La Ley 20.744 prevé que el contrato y la relación de trabajo se rigen por las convenciones co-
lectivas o laudos con fuerza de tales (art. 1 inc. c). GOLDSCHMIDT, Werner, op. cit., p. 194, considera que
son fuentes del Derecho aun cuando se trata de repartos autónomos.
51
BIDART CAMPOS, Germán J., Derecho Constitucional, t. I, Buenos Aires, 1968, p. 780 y «El
convenio colectivo de trabajo como fuente contractual y extracontractual», ED, 45-815, sostiene que
su naturaleza no es contractual; BARRA, Rodolfo C., «Cogestión administrativa y autoadministración»,
Universitas, n° 3, Buenos Aires, 1973, pp. 24 y ss.
52
Ley 13.653 (t.o. año 1955) y Fallos, 244: 196; 245: 271; 250: 234, y Plenario de la Cámara
Nacional de Apelaciones del Trabajo, «Imperiale c/ YPF», JA, 1961-VI, 325.
38
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
cipal, excepto que por acto expreso se los incluya en la misma o en el régimen
de los convenios colectivos de trabajo53.
1.9. La equidad
53
Ley 20.744, art. 2 inc. a).
54
Para su desarrollo más extenso nos remitimos a nuestro libro Los principios generales del De-
recho en el Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1988, pp. 29 y ss.; ver también: ALTAMIRA GIGENA,
Julio I., Los principios generales del Derecho como fuente del Derecho Administrativo, Buenos Aires,
1972, pp. 12 y ss.
55
Ver: BARBE PÉREZ, Héctor, Los principios generales del Derecho como fuente del Derecho
Administrativo en el Derecho Positivo uruguayo, Montevideo, 1958, pp. 9 y ss.
39
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
56
aplicación de las normas positivas repugnaba a la justicia. En tal sentido, aun cuando en el ámbito de
Derecho Civil, sebe recordarse que el art. 1071 CC, establece que la ley no ampara el ejercicio abusivo
-
cerlos o al que exceda los límites impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres. Sobre
la redacción dada al artículo por la ley que reformó el CC, véase: BORDA, Guillermo, La reforma de
1968 del Código Civil,
Positivo injusto debe ser rechazada de plano.
57
DÍEZ, Manuel María, op. cit., t. I, p. 477.
58
GARRIDO FALLA, Fernando, op. cit., t. I, pp. 325-326 (nota 17). Se dice que mientras el preceden-
te consiste en una resolución sustantiva de la Administración, las prácticas administrativas constituyen
40
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
59
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, op. cit., t. I, pp. 70 y ss. Los autores
sostienen que aun cuando el precedente no posea un valor normativo estricto «pueden tener un cierto
valor vinculante para la propia administración, en el sentido de que apartarse de él en un caso concreto
puede ser índice de un trato discriminatorio, de una falta de buena fe, de una actitud arbitraria».
60
Ley 12.954, art. 6 y dec. 34.952/47, art. 4.
61
Lo apuntado en el texto no implica contradecir la concepción institucionalista sobre la Admi-
nistración que hemos sostenido antes y que permite visualizar la existencia de un conjunto de órga-
nos permanentes que se diferencian del Gobierno. Ello demuestra que el concepto de Administra-
ción es una idea análoga en el sentido de que se aplica a varios objetos de un modo que no es del todo
idéntico ni del todo diferente. El sentido subjetivo que usamos en el texto es meramente descriptivo
o formal.
41
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
62
GONZÁLEZ CALDERÓN, Juan A., Curso de Derecho Constitucional, Buenos Aires, 1943, pp. 147-
148.
42
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
63
BIDART CAMPOS, Germán J., op. cit., t. II, p. 73.
64
VALIENTE NOAILLES, Carlos, Manual de Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, T. I, Buenos Aires, 1970, pp. 3 y ss.
65
BIDART CAMPOS, Germán J., op. cit., t. II, p. 73.
66
Ibidem, p. 91, donde señala que la publicación y promulgación de las leyes no constituyen fun-
ciones legislativas.
67
Fallos, 247: 646, in re, «Fernández Arias, Elena c/ Poggio, José s/ sucesión»; VALIENTE NOAI-
LLES, Carlos, op. cit., pp. 33-34.
43
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3. LA ADMINISTRACIÓN DESCENTRALIZADA
Descentralización territorial
Descentralización institucional
68
GARRIDO FALLA, Fernando, Administración Indirecta del Estado y Descentralización Funcio-
nal, pp. 105 y ss.
69
LANDI, Guido y POTENZA, Giuseppe, Manuale di Diritto Amministrativo, ed. Giuffrpe, Milano,
1971, pp. 374-384.
70
CASSAGNE, Juan Carlos, «Problemática y aspectos administrativos de la regionalización indus-
trial», LL, t. 155, pp. 1096 y ss.
71
VITTA, Cino, Diritto Amministrativo, t. I, UTE, Torino, 1962, p. 164, quien señala que este tipo
-
72
Nota que por otra parte había señalado, hace ya medio siglo, el gran jurista francés HAURIOU
(Précis de Droit Administratif et de Droit Public, París, 1906, p. 105).
44
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
Entidades autárquicas
Son aquellas que se caracterizan por llevar a cabo cometidos típicamente
administrativos (no industriales y comerciales) con un régimen esencial de De-
recho Público. Tal es el supuesto, entre nosotros, de las universidades73.
73
LUQUI, Juan Carlos, , Depalma, Buenos Aires, 1968.
74
BREWER CARÍAS, Allan Randolph, Las Empresas Públicas en el Derecho Comparado, Caracas,
1967, pp. 65 y ss., especialmente pp. 73 y 74.
75
naturaleza comercial o industrial) la norma prescribe que todo lo atinente al «servicio público» se rige
por el Derecho Público.
76
VEDEL, Georges, Droit Administratif, París, 1968, pp. 641 y ss.
77
CASSAGNE, Juan Carlos, «Condición y régimen jurídico de la empresa Ferrocarriles Argenti-
nos», ED 31-1048 y ss.
45
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
78
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1965, pp. 641-642.
79
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, p. 642.
80
Santiago del Estero, Ley 2.296; Buenos Aires, Ley 7.647; Córdoba, Ley 5.350; Jujuy, Ley 1.886.
81
Mendoza, Ley 3.909; Salta, Ley 5.348; Tucumán, Ley 4.537; Chubut, Ley 920 (t.o. por Decreto
Entre Ríos, Ley 7.060 (1983); Neuquén, Ley 1.284; La Rioja, Ley 4.044.
82
CABRAL, Julio E., «Ámbito de aplicación de la ley nacional de procedimientos administrativos»,
Acto y Procedimiento Administrativo, Buenos Aires, 1975, pp. 1 y ss.
83
La LNPA fue redactada por una comisión integrada por los doctores Adalberto E. Cozzi, Carlos
A. Young y Héctor Jorge Escola, y es evidente que ella ha contribuido a juridizar en grado sumo la
actividad de la Administración Pública. En el año 1977 sufrió ajustes parciales por la Ley 21.686.
84
Reglamento de la LNPA aprobado por dec. 1.759/72. Este Reglamento también fue reformado
aprobó un texto ordenado; véase CANOSA, Armando N., Los recursos administrativos, Buenos Aires,
1996, pp. 42 y ss.
46
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
85
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, op. cit., p. 374.
86
ABAD HERNANDO, Jesús Luis, «Notas sobre las reformas a la ley de procedimiento administrati-
vo», Comercio y Justicia, introducción, , Córdoba, 1978.
87
Ver y comparar: GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús, Los recursos administrativos, Madrid, 1960, p. 21;
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, op. cit., t. II, p. 418; BIELSA, Rafael, De-
recho Administrativo, t. V, Buenos Aires, Ateneo, 1956, p. 135; ESCOLA, Héctor Jorge, Tratado Gene-
ral de Procedimiento Administrativo, Buenos Aires, Depalma, 1973, p. 254; SAYAGUÉS LASO, Enrique,
Tratado de Derecho Administrativo, t. I, Montevideo, 1963, pp. 470-471; GARRIDO FALLA, Fernando,
Régimen de impugnación de los actos administrativos, Madrid, 1956, p. 288; GORDILLO, Agustín A.,
Procedimiento y Recursos Administrativos, p. 89.
88
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, op. cit., t. II, p. 419.
89
En contra: BIELSA, Rafael, op. cit., t. V, p. 135; PEARSON, Marcelo M., Manual de Procedimien-
to Administrativo, Buenos Aires, Abeledo-Perrot, 1976, pp. 18 y ss.
47
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
90
Art. 71 del RLNPA.
91
Dichos procedimientos son la reclamación administrativa previa (art. 30 y ss., LNPA, texto se-
gún Ley 25.344) y el llamado reclamo impropio exigido para impugnar directamente reglamentos ad-
ministrativos en sede judicial (art. 24, inc. a, LNPA).
92
BIELSA, Rafael, Derecho Administrativo, t. V, Buenos Aires, Depalma, 1964, p. 190.
93
ZANOBINI, Guido, Corso di Diritto Amministrativo, t. II, Milano, 1958, p. 71; BIELSA, Rafael, op.
cit., t. V, p. 136.
48
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
94
ALESSI, Renato, op. cit., t. I, p. 242.
95
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. II, p. 251; sobre la aplicación de la LNPA a las personas
públicas no estatales véase: MONTI, Laura N. y MURATORIO, Jorge I., «La aplicación de la Ley Nacional
de Procedimientos Administrativos a los actos de los entes públicos no estatales», REDA, nro. 14,
pp. 517 y ss., Buenos Aires, 1993, señalan que «es útil no atribuir mentalmente un régimen de derecho
público a cualquier actividad» (p. 523) al comentar el fallo de la Corte dictado en la causa «Colegio de
Abogados de la Cap. Fed. c/ M.E.B. s/ cobro de sumas de dinero».
96
GARRIDO FALLA, Fernando, Tratado de Derecho Administrativo, t. I, 11ª ed., pp. 43-47, admite
la posibilidad de que los órganos Judicial y Legislativo realicen actuaciones administrativas; plantean-
-
plazarla por la personalidad jurídica del Estado (op. cit., p. 46).
97
RIVERO, Jean, op. cit., pp. 93 y ss., París, 1977; ver también GARCÍA TREVIJANO FOS, José Anto-
nio, Los actos administrativos, pp. 95-97, Madrid, 1986.
49
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
opinión, o si, también incluye en ella a los actos cuya estructura fuera bila-
teral98, en tanto la voluntad del administrado participa en la declaración ju-
rídica.
Sin embargo, las diferencias existentes entre los contratos y los actos unila-
terales no justifican en el Derecho administrativo la configuración de géneros
diferentes pues, tal como acontece en el Derecho Privado, ambas categorías son
especies del acto jurídico administrativo.
En consecuencia, todo contrato celebrado por el Estado en ejercicio de fun-
ciones administrativas constituye esencialmente un acto jurídico administrati-
vo99, dado que el concepto de contrato incluye mediante notas comunes la cua-
lidad del género acto jurídico, sin que a ello obsten las notas propias que
disminuyen la universalidad del género100.
La unilateralidad o bilateralidad del acto administrativo pueden darse tanto
en su formación como en los efectos. Así, por ejemplo, el permiso del dominio
público constituye un acto de formación bilateral pues la declaración se integra
con el concurso de dos voluntades que se funden, aun cuando sus principales
efectos o consecuencias sean unilaterales101.
98
BIELSA, Rafael A., op. cit., t. II, pp. 171 y ss.; MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. II, pp. 226 y ss.;
FIORINI, Bartolomé A., Teoría jurídica del acto administrativo, pp. 32 y ss.; posición que entendemos
aplicable analógicamente. Esto es así tanto más si se advierte la bilateralidad que existe en los llamados
actos privados de la Administración o actos de objeto privado, los cuales si bien tienen un régimen
jurídico distinto poseen las mismas características estructurales en cuanto a los sujetos intervinientes.
En el derecho uruguayo se acepta que el acto bilateral y especialmente los contratos forman parte del
concepto de acto administrativo (PRAT, Julio A., Derecho Administrativo, t. III, vol. 2, p. 9, Montevi-
deo, 1978), con apoyo en el derecho positivo.
99
FIORINI, Bartolomé A., op. cit., p. 33.
100
MANS PUIGARNAU, Jaime M., Lógica para juristas, Barcelona, 1969, pp. 43-44.
101
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. II, p. 233.
102
SAYAGUÉS LASO, Enrique, op. cit., t. I, pp. 396-397.
50
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
La utilización del criterio material para acotar el concepto del acto adminis-
trativo, encuadrándolo en límites precisos, cuyo contenido y contornos obede-
cen a la homogeneidad de su régimen jurídico junto a la esencial finalidad que
lo nutre, conduce necesariamente a la separación de aquellos actos emitidos por
la Administración en ejercicio de funciones materialmente legislativas.
Si se abandona el criterio formal o subjetivo para clasificar las funciones,
corresponde excluir del concepto de acto administrativo a los reglamentos,
cuyo carácter abstracto y generalidad de efectos, denotan su pertenencia al ám-
bito de las actividades legislativas en sentido material104. Esta circunstancia es
la que tipifica y caracteriza todo el régimen jurídico de los reglamentos, acer-
cándolos, en muchas de sus notas peculiares, al régimen de las leyes en sentido
formal (vgr. sistema de publicidad).
103
MAIRAL, Héctor A., «Los meros pronunciamientos administrativos», en Derecho Administrati-
vo, obra colectiva en homenaje al profesor doctor Miguel S. MARIENHOFF, ABELEDO-PERROT, Buenos
-
nistración –que compartimos– Mairal invoca la doctrina de la Corte expuesta en el caso «Serra» (LL,
1995-A-397).
104
LAUBADÈRE, André de, op. cit., t. I, p. 65.
105
En sentido similar, PARADA VÁZQUEZ, José R., Derecho Administrativo, t. O. Pons, Madrid,
1989, pp. 145-146.
106
CRETELLA JUNIOR, José, «Principios fundamentales del Derecho Administrativo», en Estudios
en homenaje al Profesor López Rodó, Tº I, Universidad Complutense, Madrid, 1972, p. 57.
51
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
107
LINARES, Juan F., Efectos suspensivos de los recursos ante la Administración, LL 85-906 y ss;
GORDILLO, Agustín, El acto administrativo, p. 131.
108
LINARES, Juan F., op. cit. -
tiva (que la doctrina denomina también ejecutoriedad propia) y que en su obra posterior acepta que
constituye una facultad exorbitante cuando lo permite la ley, apoyándose en el art. 12, LNPA, para
concluir que no es un principio absoluto (conf. LINARES, Juan F., Derecho Administrativo, Astrea,
Buenos Aires, 1986, pp. 148-149).
109
Art. 12, Ley 19.549.
110
En nuestra obra: La ejecutoriedad del acto administrativo, pp. 68 y ss.
111
Que estatuye: «El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas pro-
vinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni
otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o la fortuna de los argentinos queden
a merced de gobiernos o personal alguno. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insana-
traidores a la patria».
52
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
112
CASSAGNE, Juan Carlos, op. cit., p. 69.
113
Universidad del Museo Social Argentino, Buenos Aires, 1972, pp. 112-113.
114
CASSAGNE, Juan Carlos, op. cit., pp. 68 y ss.
115
Para el desarrollo más extenso nos remitimos a CASSAGNE, Juan Carlos, op. cit., pp. 21 y ss.
53
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
116
Cuya existencia data del legendario arrêt Terrier, del 6 de febrero de 1903, cuando el Consejo
de Estado francés sostuvo que «todo lo que concierne a la organización y funcionamiento de los servi-
cios públicos, propiamente dichos, ya actúe la Administración por vía de contrato, ya lo haga por vía
de autoridad, constituye una operación administrativa, que es, por su naturaleza, del dominio de la ju-
risdicción administrativa». Ampliar en GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón,
Curso de Derecho Administrativo, T. I, 10ma. Ed. Civitas, Madrid, 2000, pp. 677 y ss.
54
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
117
Régimen de Contrataciones de la Administración Nacional, aprobado por Decreto 1.023 de
2001, art. 5° incisos c) y d), en adelante RCAN.
118
Sobre la concepción funcional del poder adjudicador, véase: GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Santia-
go, Tratado de Derecho administrativo, 8 Tomos, Editorial Civitas, Madrid 2008 (tomo de contratos).
119
Se utiliza aquí el concepto material u objetivo sobre función administrativa cuyas notas esencia-
les son la concreción, continuidad e inmediatez para satisfacer mediante un régimen de derecho público
común. Sobre los distintos criterios que se han dado respecto de la noción de Administración Pública o
función administrativa, nos remitimos a El Acto Administrativo, 1ª ed., ABELEDO PERROT, Buenos Aires,
1981, pp. 60 y ss. Al respecto, entendemos que la concepción mixta o residual que algunos autores
propician puede considerarse como un buen ejercicio intelectual pero, sin embargo, no proporciona una
explicación real ni lógica a la luz de la naturaleza y régimen jurídico de cada función estatal.
55
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
120
Ley 13/95 (Ley de Contratos de las Administraciones Públicas).
56
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
121
Ley de contabilidad, art. 56, inc. 3º, ap. i; principio que también se extiende a los contratos
administrativos atípicos. Ver: SAYAGÜES LASO, Enrique, Tratado de Derecho Administrativo, T. I, Ta-
122
CASSAGNE, Juan Carlos, La Ejecutoriedad del Acto Administrativo, ABELEDO PERROT, Buenos
Aires, 1970, pp. 79-81.
123
Al respecto nos remitimos a El acto administrativo cit., p. 118 y ss., y a nuestro Derecho Ad-
ministrativo, T. II, ABELEDO PERROT, Buenos Aires, 1994, pp. 62 y ss. Véase, asimismo, la Ley 19983.
124
Ya que no es concebible la existencia de derechos subjetivos en las entidades descentralizadas
superiores a los del propio Estado (en sentido estricto, es decir, la persona pública Estado).
125
Sobre el concepto de entidad estatal descentralizada ver nuestro trabajo «Las entidades estata-
les descentralizadas y el carácter público o privado de los actos que celebran», LL, T. 143, pp. 1.172
y ss.
126
BIELSA, op. cit., T. II, p. 175; BERÇAITZ, op. cit., pp. 240-241; FIORINI, op. cit., T. I, p. 414; DIEZ,
op. cit., T. II, p. 440 y ss.; MARIENHOFF, op. cit., T. III-A, pp. 85 y ss.; señala al respecto Bielsa que la
57
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
necesidad de distinguir los contratos civiles o comerciales, que celebra la Administración, de los con-
tratos administrativos, es tan evidente e incuestionable, que toda discusión sobre ello es obvia y que «la
administrativos o no, tiene su explicación en el principio de que todos los bienes del Estado están su-
jetos a un sistema patrimonial uniforme y responsable» (op. cit., T. II, p. 175, nota 24).
127
DE LAUBADÈRE, op. cit., T. I, p. 29 y ss.; BENOIT, Francis Paul, op. cit., p. 595 y ss.; SANDULLI,
Aldo M., Manuale di Diritto Amministrativo, 10ª ed., Jovene, Nápoles, 1979; GARRIDO FALLA, op. cit.,
T. II, pp. 37 y ss.
128
GORDILLO, Agustín A., Empresas del Estado, Macchi, Buenos Aires, 1966, pp. 84-86.
129
Conf. MARIENHOFF, op. cit., T. III-A, pp. 124 y ss.
130
En España, la denominada sustantividad del contrato administrativo y la admisión correlativa
del contrato de la administración regido por el derecho privado viene siendo sostenida por distintos
autores: VILLAR PALASI, José Luis, Lecciones sobre Contratación Administrativa, Facultad de Derecho
de la Universidad Complutense, Madrid, 1969; MONEDERO GIL, Óscar, Doctrina del Contrato del Es-
tado, Instituto de Estudios Fiscales, Madrid, 1977; ARIÑO ORTIZ, Gaspar, Contrato del Estado y ‘Com-
mon Law’, en el estudio prólogo hecho al libro de MONEDERO GIL antes citado, y DE SOLAS RAFECAS,
op. cit., pp. 22 y ss., esp. p. 41, nota 46 .
58
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
131
Véase: DE SOLAS RAFECAS, op. cit., pp. 32-33.
132
MARTÍN-RETORTILLO BAQUER, Sebastián, El Derecho Civil en la Génesis del Derecho Adminis-
trativo y de sus Instituciones, Civitas, Madrid, 1996, pp. 108 y ss.
133
DE SOLAS RAFECAS, op. cit., pp. 37-38
134
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, Curso de Derecho Administrati-
vo, T. I, Civitas, Madrid, p. 505 y ss.
135
En este sentido, los autores mencionados en la nota precedente (op. y lugar cit.) expresan que
«No se trata de que la Administración pueda decidir libremente sobre el alcance real de lo pactado, sino
de asegurar una decisión que provisionalmente permita continuar la obra, servicio o suministro contra-
tado sin interrupciones perjudiciales para el interés general».
136
DE SOLAS RAFECAS, op. cit., pp. 39-40.
59
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
137
MARIENHOFF, op. cit., T. III-A, pp. 376 y ss.
138
Fallos, 316:
212 (1993); en ese fallo, el Alto Tribunal adoptó la tesis sustantiva para considerar que un contrato de
suministro celebrado con la ex EnTel revestía carácter administrativo en virtud de su objeto que con-
En rigor, no se trataba en el caso de un servicio sino de un suministro y el atraso en los pagos fue de
bastante magnitud pero esto no cambia el razonamiento jurídico que consideramos correcto, no obstan-
te la injusticia de la sentencia en lo que concierne a los hechos de la causa y su interpretación.
139
MARIENHOFF, op. cit., T. III-A, p. 377, nº 730.
140
MERTEHIKIAN, Eduardo, «La excepción de incumplimiento contractual y su aplicación al con-
trato de obra pública», LL 1994-D, 311.
141
MARIENHOFF, op. cit., T. III-A, pp. 399-403. Algunos autores como Benoit en Francia y Durán
potestas
variandi, véase DURÁN MARTÍNEZ, Augusto, «Ejecución de los contratos administrativos», en
Contratación Administrativa, Montevideo, 1968, p. 64. El principio de la mutabilidad unilateral del
contrato administrativo también ha sido sostenido en la doctrina brasileña: OLIVEIRA FRANCO SOBRINHO,
Manoel de, Contratos Administrativos, Saraiva, San Pablo, 1981, pp. 50-51.
60
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
142
ARIÑO ORTIZ, Gaspar, Teoría del Equivalente Económico en los Contratos Administrativos,
Instituto de Estudios Administrativos, Madrid, 1968, pp. 248 y ss.
143
61
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
62
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
148
Véase: GARCÍA BELSUNCE, Horacio, «Régimen penal tributario. Concurso de sanciones», en LL,
1990-C, p. 918, sostiene que el ilícito tributario posee naturaleza penal no obstante que la sanción es
administrativa.
63
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
149
BARO, Daysi, La relación de empleo público, p. 50, Buenos Aires, 1982; considera que la falta
disciplinaria es «todo acto realizado por un funcionario, susceptible de causar daño directa o indirecta-
mente al funcionamiento del servicio público».
150
Véase: VILLEGAS BASAVILBASO, Benjamín, Derecho Administrativo, t. I, Buenos Aires, 1949,
p. 122; DÍEZ, Manuel María, Derecho Administrativo, t. I, Buenos Aires, 1974, p. 276; GARRIDO FALLA,
Fernando, op. cit., t. II, p. 141, nota 81.
151
Ver: HEINZ, Mattes, Problemas de Derecho Penal Administrativo, trad. del alemán, Edersa,
64
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
tración aplique las llamadas penas contravencionales, aun cuando sin plantear-
se a fondo el problema de la despenalización, aspecto este que, en nuestra orga-
nización constitucional, adquiere un singular relieve en mérito a la potestad de
las provincias para legislar en materia contravencional154.
Ahora bien, es evidente que el derecho penal administrativo no configura
una disciplina autónoma155. Sus fundamentos se encuentran hoy día superados
(no hay que olvidar que esta concepción es la sucesora156 de las teorías que
sustentaron el llamado derecho penal de policía) toda vez que si las sanciones
poseen naturaleza represiva, por menos graves que ellas fueran, las contraven-
ciones contienen, en estos casos, idéntica sustancia penal que los delitos, no
existiendo un derecho penal subjetivo de la Administración sino del Estado157.
La consecuencia de todo ello es que si las contravenciones o faltas poseen
naturaleza penal, su diferencia con los delitos constituye, en principio, una
cuestión de grado y, por tanto, cuantitativa158, siendo aplicables en materia con-
travencional y en los llamados delitos administrativos, las reglas y principios
que prescribe el Código Penal, máxime cuando para estos últimos existe una
disposición expresa del ordenamiento (art. 4º del Código Penal) que así lo esta-
tuye159. En tal sentido, si bien puede hablarse de una superación de las bases que
hacen a la fundamentación autónoma del derecho penal administrativo y, espe-
cialmente, de los postulados de la escuela de Goldschmidt160, no puede desco-
nocerse que, aun en el ocaso de esta escuela, ella ha influido decisivamente en
el proceso de despenalización, ocurrido tanto en nuestro país como en el dere-
cho comparado, proceso que se caracteriza por conferir la atribución de aplicar
penas a la Administración, al menos en una suerte de primera instancia y sujeta
siempre a la revisión judicial. Ello plantea también entre nosotros la cuestión
inherente a la concurrencia de potestades entre la nación y las provincias, en
materia contravencional.
154
Véase: MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1987,
pp. 603 y ss.
155
Conf. CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho Administrativo, t. I, Buenos Aires, 1986, pp. 181-182.
156
HEINZ, Mattes, op. cit., p. 494.
157
Ibidem, p. 205, nota 272.
158
GARCÍA BELSUNCE, Horacio, op. cit., pp. 58, 61 y 75.
159
Ver: SPOLANSKY, Norberto, «Culpabilidad, la responsabilidad solidaria de las sociedades anó-
nimas y la de sus directivos», en LL, 1978-D, p. 235.
160
Véase: AFTALION, Enrique R., Derecho Penal Administrativo, Buenos Aires, 1955, pp. 75 y ss.;
este autor sustenta una postura adversa al reconocimiento de la autonomía del derecho penal adminis-
trativo y sostiene la unidad fundamental de todo el derecho represivo (op. cit., pp. 11 y ss.).
65
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
161
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, Buenos Aires, 1982, pp. 165 y ss.
162
Así lo prescribe, en Alemania Federal, la Ley del 24 de mayo de 1968 sobre ilícitos adminis-
trativos, véase al respecto: PARADA VÁZQUEZ, José Ramón, Derecho Administrativo, t. I, Madrid, 1989,
pp. 349-350; HEINZ, Mattes, op. cit., pp. 234 y ss.
163
En el leading case de la jurisprudencia de la Corte Suprema el conocido caso «Fernández
derecho a interponer recursos ante los jueces ordinarios; b) negación a los tribunales administrativos
excepción de los supuestos en que, existiendo opción legal, los interesados hubiesen elegido la vía
administrativa, privándose voluntariamente de la judicial» (considerando 19 de la causa «Fernández
Arias Elena y otros c/Poggio José [Sucesión]» publicada en Fallos de la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, t. 247, p. 652 del año 1960).
164
Tal como ocurre en el derecho alemán. En cambio, en Italia el recurso contra una sanción ca-
rece de efectos suspensivos. Dice al respecto Parada Vázquez que «en todo caso, hay que destacar
críticamente que el sistema italiano ofrece menos garantías que el alemán, ya que el recurso ante el juez
no provoca la suspensión de la ejecución de la sanción».
66
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
165
LEVENE, Ricardo (h.), op. cit., pp. 43-44.
166
VILLEGAS BASAVILBASO, Benjamín, op. cit., t. V, p. 257; SOLER, Sebastián, op. cit., t. I, Buenos
Aires, 1956, pp. 247 y ss.
167
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. IV, Buenos Aires, 1987, p. 591.
El autor observa que ambos contienen idénticos elementos constitutivos.
168
LEVENE, Ricardo (h.), op. cit., p. 44.
169
CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho Administrativo, t. I, pp. 179-182.
170
La imputabilidad consiste en la atribución de un hecho u omisión a una persona determinada
mientras que la antijuridicidad denota la lesión del bien jurídico que genera la ilicitud objetiva de cada
conducta. A su vez, la culpabilidad implica un juicio de reproche subjetivo que por una falta o defecto
imputable por culpa o negligencia, o bien, por el obrar doloso del agente. Sin embargo, en la doctrina
del derecho penal la imputabilidad se asimila a la capacidad de delinquir (véase: FONTÁN BALESTRA,
Carlos, Tratado de Derecho Penal, t. III, Buenos Aires, 1990, p. 139).
67
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
171
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. IV, p. 542.
172
Véase: LINARES, Juan Francisco, «La competencia y los postulados de la permisión», en Revis-
ta Argentina de Derecho Administrativo, n.º 2, Buenos Aires, 1971, pp. 14 y ss.
173
CASSAGNE, Juan Carlos, op. cit., t. I, p. 240.
174
AJA ESPIL, Jorge A., op. cit., p. 160.
175
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I; Buenos Aires, 1977, pp. 249 y ss.
176
Véase: AJA ESPIL, Jorge A. (op. cit., p. 161) quien observa que dicha tesis tiene sustento en lo
que denomina facultades propias o inherentes del Poder Ejecutivo.
68
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
177
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. I, p. 255, sostiene que la zona de reserva de la Administra-
ción encuentra su fundamento en los preceptos contenidos en los incs. 1º y 7º del art. 99 de la CN.
178
Véase: LEVENE, Ricardo (h.), op. cit.
facultades entre la Nación y las Provincias en materia de legislación de faltas».
179
In re «Cimadamore Esio Bruno», Fallos, t. 191, pp. 249-250.
180
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, Curso de Derecho Administrativo,
t. II, pp. 148 y ss., Madrid, 1981, observan que, en tales casos, la potestad sancionatoria es una potestad
-
bién, del primero de los autores citados, el trabajo que publicó en Civitas, nº 10, pp. 399-400, Madrid,
1976, titulado «El problema jurídico de las sanciones administrativas». En nuestra opinión, la categoría
69
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
de las llamadas sanciones de autoprotección no incluye a las sanciones tributarias, sean estas de natu-
raleza penal o resarcitoria.
181
GUASTAVINO, Elías P., Tratado de la jurisdicción administrativa y su revisión judicial, t. I,
Buenos Aires, 1987, pp. 300-301.
182
Así lo prescriben algunas leyes especiales (vgr. art. 28, Ley 20680).
183
Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, t. 297, p. 360, publicado en LL, 1977-C,
p. 129 con nota de MICELE, Mario R., titulada «Recursos judiciales contra sanciones aplicadas por ór-
ganos de la Administración».
70
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
La pena de multa
184
VILLEGAS BASAVILBASO, Benjamín, Derecho Administrativo, t. V, Buenos Aires, 1954, pp. 302-
que hay penas accesorias que mantienen siempre una relación de dependencia con la sanción principal.
A su vez, mientras el carácter paralelo de una pena alude a una distinta naturaleza aunque con idéntica
magnitud (vgr. prisión o arresto de un año) las sanciones alternativas permiten la elección entre dos
penas de naturaleza y magnitud diferentes (ej. infracción reprimida con multa o prisión). Por supuesto,
conjuntamente, tal como sería una contravención para la que se establezca una pena de multa y de
arresto, simultáneamente.
185
BIELSA, Rafael, «Naturaleza jurídica de la multa administrativa», JA, t. 60, p. 25.
186
FONTÁN BALESTRA, Carlos, op. cit., t. III, Buenos Aires, 1990, pp. 375-376.
187
La jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación (Fallos, t. 179, pp. 54 y ss.) ha
71
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La prisión y el arresto
La prisión y el arresto son penas de idéntica naturaleza que afectan la liber-
tad ambulatoria y que solo difieren en punto a la posibilidad de exigirle al con-
denado a una pena de prisión algún trabajo obligatorio188, lo que no se justifica
en el mero arresto189, cuya duración suele ser menor que la pena de prisión.
Inhabilitación
Otra figura sancionatoria que viene a limitar la autonomía personal, aunque
con otro alcance que las penas privativas de la libertad, es la denominada inha-
bilitación, que incide sobre la autonomía para realizar las propias actividades
que venía ejerciendo el autor de una falta o contravención. A diferencia de otras
penas, la inhabilitación opera para el futuro, pues su fundamento radica en la
protección de la sociedad frente al riesgo de que el sancionado pueda volver a
cometer infracciones que afecten desde el orden público hasta cargos profesio-
nales inherentes a los servicios públicos. En otras ocasiones, la pena de inhabi-
litación se impone como medida accesoria para castigar un delito penal y evitar
la producción de daños directos a las personas, tal como ocurre con las inhabi-
litaciones para conducir, a raíz de la comisión de un delito.
Existen diferentes clases de inhabilitación variando su régimen en tanto
ellas comporten una limitación general o especial de derechos, o bien, su dura-
ción sea perpetua o temporal.
188
VILLEGAS BASAVILBASO, Benjamín, op. cit., t. IV, pp. 303-304.
189
En contra: MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. IV, nro. 1557, p. 602, considera que se trata de
penas similares, no aceptando la exigencia del trabajo obligatorio en las penas contravencionales. En
nuestra opinión y tal como es utilizado en distintos Estados norteamericanos, el trabajo obligatorio, en
el caso de faltas o contravenciones, cumple una función preventiva de gran ejemplaridad social.
190
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. IV, n.ºs 1561-1562-1563, pp. 604-605.
72
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
191
Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, t. 185, p. 25, en el caso «Soc. Anón.
multas y no existiendo disposición especial alguna sobre la prescripción de la acción ni de las penas
son de aplicación los principios generales del Código Penal».
192
Art. 59 del Código Penal.
193
Véase: LOZANO, Blanca, La extinción de las sanciones administrativas y tributarias, Madrid,
1990, p. 185; apunta esta autora que la condonación administrativa al igual que el indulto penal, tradu-
ce una potestad «esencialmente discrecional en cuanto a la oportunidad de la concesión y la extensión
194
FORSTHOFF, Ernst, Tratado de Derecho Administrativo, trad. del alemán, Centro de Estudios
Constitucionales, Madrid, 1958, p. 132, sostiene que si bien frente a los llamados conceptos de valor
no es dable, en principio, ninguna potestad discrecional (p. 126) algunos de ellos «son de naturaleza
tan general, que su aplicación empírica y, por lo tanto, su interpretación solo es posible dentro de de-
terminados límites y en el marco de normalidades dadas ya como presupuestas. Aquí no hay que eli-
minar completamente la facultad discrecional. Conceptos de valor de esta especie son, por ejemplo, el
interés público, el interés del Estado, el bien común, etc.». En cambio, el grupo de conceptos –referidos
a hechos, situaciones y circunstancias empíricas– no admiten nunca la discrecionalidad sino que au-
menta la densidad del control judicial.
73
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Por esta circunstancia, si se parte del reconocimiento de que todos los con-
ceptos (sean determinados o indeterminados) presentan un halo de certeza y
una zona de penumbra, que contiene siempre algún grado de indeterminación,
hay que concluir en que la interpretación se torna siempre necesaria a través del
control que realiza el Poder Judicial, puesto que no existe diferencia cualitativa
entre ambos196. Esto ocurre tanto con los llamados conceptos empíricos como
con respecto a los conceptos de valor197.
Hay que advertir, sin embargo, que las posibilidades de una actividad con-
formadora (aunque subsidiaria) del orden socio-económico que lleva a cabo la
Administración Pública encuentran actualmente un campo propicio para el de-
sarrollo de la discrecionalidad a fin de mantener la vigencia del interés público
y proteger los derechos de los particulares. Esto puede notarse en la evolución
de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal de Alemania que, a
través de la aplicación del la «teoría de la esencialidad», actúa en un doble sen-
tido: por una parte, amplía la reserva de ley a nuevos campos de la Administra-
195
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás R., Curso de Derecho Administrativo,
9ª ed., t. I, Civitas, Madrid, 1999, pp. 451 y ss.; SAINZ MORENO, Fernando, Conceptos jurídicos, inter-
pretación y discrecionalidad administrativa, 1ª ed., Civitas, Madrid, 1976, esp., pp. 234 y ss.: GARCÍA
DE ENTERRÍA, E., «La lucha contra las inmunidades del poder en Derecho Administrativo», Rap nº 38,
Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1962; GARRIDO FALLA, Fernando, Tratado de Derecho Admi-
nistrativo, 10ª ed., t. I, Tecnos, Madrid, 1987, pp.183/185; ENTRENA CUESTA, Rafael, Curso de Derecho
Administrativo, 9ª ed., t. I-1, Tecnos, Madrid, 1986, pp. 176/177.
196
SAINZ MORENO, Fernando, op. cit., p. 249.
197
FORSTHOFF, Ernst, op. cit., pp. 124/132.
198
BULLINGER, Martín, La discrecionalidad de la Administración Pública. Evolución, funciones,
control judicial, Revista Jurídica Española La Ley, del 30/10/1987. Derecho Público y Derecho Priva-
do, trad. del alemán, Madrid, 1976.
74
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
199
BULLINGER, Martin, op. cit., p. 1
200
SAINZ MORENO, Fernando, op. cit., p. 250.
201
El primero que propició, entre nosotros, la doctrina de los conceptos jurídicos indeterminados
judicial», LL 1980-D-1306 y ss.), siendo luego sostenida por nosotros (CASSAGNE, Juan Carlos, Dere-
cho Administrativo, 7ª ed., t. I, LexisNexis/ Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2002, pp. 236 y ss) y, más
tarde, por Barra (BARRA, Rodolfo C., Contrato de obra pública, t. II, Ábaco, Buenos Aires, 1986,
pp. 23 y ss.); Bianchi (BIANCHI, Alberto B., El writ of certiorari en nuestra Corte Suprema como con-
cepto jurídico indeterminado, ED 125-857), Gambier (GAMBIER, Beltrán, El concepto de ‘oferta más
conveniente’ en el procedimiento licitatorio público (La doctrina de los conceptos jurídicos indetermi-
nados y el control judicial), LL 1988-D-744, y Tawil (TAWIL, Guido S., El proceso de capitalización
de deuda. Cuestiones y perspectivas, ED 129-915 y ss., esp., p. 921).
202
GIANNINI, Máximo S., Diritto Administrativo, t. I, GIUFFRÈ, Milán, 1970, p. 489.
75
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
203
Ibidem, p. 488.
204
MARIENHOFF, Miguel S., Tratado de Derecho Administrativo, t. II, 4ª ed. act., ABELEDO-PERROT,
Buenos Aires, 1993, p. 435; GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho Administrativo, t. I, MACCHI, Bue-
nos Aires, 1974, pp. X-23 y ss.; GAMBIER, Beltrán, op. cit., p. 752; SESÍN, Domingo J., Administración
Pública. Actividad reglada, discrecional y técnica, 2ª ed. actual. y ampl., LexisNexis, Buenos Aires,
1994, pp. 184-187; FIORINI, Bartolomé A., Derecho Administrativo, ts. I y II, 2ª ed., act., ABELEDO-PE-
RROT
administrativa como manifestación inherente a la función administrativa destruye la división que se
hace entre discrecionalidad técnica y discrecionalidad administrativa, pues ambas son manifestaciones
de apreciación valorativas de la facultad determinativa de la Administración. La discrecionalidad admi-
-
tivo, y aun cuando acontece que uno de los objetos de esta actividad determinante tenga carácter técnico.
Si debe apreciarse la clausura de un inmueble por su inseguridad; si debe clausurarse un lugar público
por plaga contagiosa; si debe decomisarse un alimento peligroso para la salud humana; o si debe suspen-
derse, por ser peligrosa, la forma de construir un puente, etc., es indiscutible que los elementos que el
-
co. Estos antecedentes de carácter técnico los apreciará por medio de patrones jurídicos, en cuanto estos
hay discrecionalidad técnica sino apreciación técnica y toda apreciación es producto de la razonabilidad.
Aquí se repetía el mismo error de antes entre acto discrecional y apreciación discrecional.
205
Por todo ello, discrepamos con el criterio que ha sustentado la Sala 4ª de la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal (integrada por los Dts. Hutchinson, Galli y
Miguens) acerca de la mentada discrecionalidad técnica en un caso donde se impugnó la arbitrariedad
in re
«Ipesa, Guía de la Industria SA v. ENTEL s/ordinario» del 15/10/1985). Allí se expresó que: «Cabe
decidir, como principio, que el juzgamiento de los méritos de los participantes en un procedimiento de
pertenece al ámbito de la discrecionalidad técnica del Poder Administrador que escapa al control del
Poder Judicial».
76
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
206
La Corte Suprema, en el caso «Solá, Roberto y otros v. Estado nacional – Poder Ejecutivo
s/empleo público» (Fallos 320: 2509 (1997) y en ED 178-224) reconoció la amplitud del control judi-
-
pecto de los elementos reglados del acto discrecional como el juicio acerca de la razonabilidad o arbi-
trariedad de la decisión, ver: CASSAGNE, Juan Carlos, Una sentencia trascendente de la Corte que
declara la nulidad en un decreto del Poder Ejecutivo, ED 178-687.
77
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
en este juzgamiento, donde habrá que revisar casi siempre cuestiones de hecho,
radica la verdadera función de fiscalización que realizan los jueces sobre la
actividad administrativa.
78
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
207
Si bien existe la responsabilidad internacional del Estado, este tema pertenece al Derecho In-
ternacional Público.
208
No obstante las críticas que nos merece la adopción del sistema civilista en cuanto se apoya
fundamentalmente en la noción de culpa.
79
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
209
Ver: Suprema Corte de Mendoza, 4-IV-1989, in re «Torres, Francisco c/ Prov. de Mendoza»,
LL del 17-VII-1989, con nuestro comentario.
80
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
210
Cuando un acto o hecho es voluntariamente ilegítimo «es más grave que la simple injusticia y
equivale a un daño mayor». Santo Tomás, Tratado de la Justicia, Cap. V, art. 4, (II-II, q. 67).
211
Es el criterio establecido en el art. 10 de la Ley Nacional de Expropiaciones 21.499.
212
La Corte Suprema de Justicia de la Nación consagró expresamente esta tesis en el caso, «Can-
tón, Mario Elbio c/ Gobierno Nacional» (Fallos, 301:405 y ss.). Allí se sostuvo que el resarcimiento
debía comprender el daño emergente para restaurar el equilibrio patrimonial alterado por el accionar
legítimo de la Administración. Se trató de una demanda donde se perseguía la reparación de los perjui-
cios provocados por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional n.° 2118/71 que prohibió la importación
de determinados productos con el objeto de nivelar la balanza de pagos y proteger la industria nacional
que afectó contratos concluidos y en vías de ejecución. Luego de admitir que esa actividad lícita del
cuando afecte derechos amparados por garantías constitucionales» (art. 17 CN) la Corte aplicó, por
analogía, para establecer la medida de la indemnización, el criterio estatuido en el artículo 10 de la Ley
21.499. Al respecto, resulta ilustrativo destacar lo expuesto en el considerando 8° de dicho precedente,
como una demostración más del carácter justo y novedoso que presenta la evolución de las institucio-
nes administrativas en la realidad de la jurisprudencia. Dijo la Corte que, admitida la procedencia del
resarcimiento del particular por los daños provocados por la actividad lícita (nosotros preferimos decir
legítima) del Estado, «la reparación debe atender, ante la falta de normas expresas sobre el punto, al
modo de responder establecido en instituciones análogas (art. 16 CC), debiendo aceptarse en la especie
que la expropiación es la que guarda mayor semejanza con el supuesto planteado, por el ámbito en que
viables para determinar el perjuicio sufrido por la demandante, no siendo procedente las propias del
Derecho común relativo a la responsabilidad civil» (Fallos, 301:407).
81
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
213
WALINE, Marcel, «La noción de servicio público», en LL, t. 75, p. 945, señala que «con la mis-
ma expresión servicio público, se designan, según el día, la ocasión o las circunstancias cosas muy
diferentes», sobre el concepto de servicio público; véase: SILVA CENCIO, Jorge A., Servicio Público y
Concesión de Servicios Públicos, Montevideo, 1980, pp. 15 y ss.
214
DE CORAIL, Jean Louis, La crise de la notion juridique de service public en droit administratif
français, París, 1954, pp. 1 y ss.; en nuestro país: GORDILLO, Agustín A., Tratado de Derecho Adminis-
trativo, t. 2, Buenos Aires, cap. XIV, pp. 12-14.
215
Concepción que, sin embargo, no se observa en materia contractual en aquellos países, como
Francia, que han montado la noción de contrato administrativo, en razón del objeto, sobre la base de
un concepto amplísimo de servicio público que equivale, en los hechos, a la propia función adminis-
trativa. Sin embargo, ello no trastrueca la noción técnica estricta pues aquella concepción extensiva
solo tiene sentido como cláusula general determinante de la naturaleza del contrato y de la competencia
jurisdiccional para resolver las controversias que se suscitan con motivo de la celebración, ejecución,
82
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
216
MAIORANO
RADA, nº 14.
217
La Procuración del Tesoro de la Nación ha dicho que «la concesión de un servicio público
asegurar el funcionamiento del servicio y otorgar una cierta estabilidad económica a su prestación, el
concesionario se subroga a los poderes públicos en un conjunto de potestades y privilegios» (Dictáme-
nes, t. 112, p. 177).
218
Véase: DE LA CUÉTARA, Juan Miguel, La actividad de la Administración, Madrid, 1983,
pp. 169-170.
219
CANASI, José, Derecho Administrativo, t. 2, Buenos Aires, p. 12.
220
OYHANARTE, Julio, La expropiación y los servicios públicos
este autor que «la presencia o la ausencia del servicio público depende por entero de una decisión legal,
83
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La idea objetiva del servicio público221 se combina con dos aspectos comple-
mentarios que permiten configurar el llamado servicio público propio a saber:
a) la declaración legislativa que una actividad de prestación configura un
servicio público (publicatio) y,
b) las notas que perfilan los caracteres de su régimen jurídico (regularidad,
continuidad, igualdad, obligatoriedad y prerrogativas de poder público).
En rigor, todo servicio público (ya sea propio o impropio) consiste en una
prestación obligatoria y concreta222, de naturaleza económica-social, que satis-
face una necesidad básica y directa del habitante (correos, transportes, electri-
cidad, etc.)223.
De lo expuesto se sigue –en primer término– que la noción de servicio pú-
blico propio se limita a los que presta el Estado directa o indirectamente –ya sea
por concesión o atribución legislativa (vgr. las sociedades del Estado)– sin que
influya la forma jurídica que posea la entidad prestataria.
En segundo lugar, hay que advertir que, ante la insuficiencia de la iniciativa
privada, el Estado suele realizar también –en concurrencia con los particulares–
actividades de interés público, de titularidad privada (por ejemplo: enseñanza y
salud pública). En tal caso, aparece una virtual coincidencia entre el régimen
del servicio público propio y el que corresponde a las actividades de interés
público que lleva a cabo el Estado ya que, en ambos supuestos, se aplica el ré-
gimen común y propio de la función administrativa.
lato sensu, que puede ser expresa o tácita. Cuando es expresa, por supuesto el texto de la ley suprime
atribuye de modo expreso el carácter de servicio público a determinada actividad, pese a que, en prin-
del legislador».
221
Seguida, en general, por nuestra doctrina: MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. II, Buenos Aires,
1981, pp. 21 y ss.; DIEZ, Manuel María, Manual de Derecho Administrativo, t. 2, Buenos Aires, 1979,
pp. 16 y ss.
222
LINARES, Juan Francisco, Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1986, pp. 510-511. Del ca-
rácter obligatorio de la prestación derivan importantes consecuencias jurídicas tanto en punto al dere-
cho de los usuarios a reclamar el cumplimiento efectivo del servicio como en lo que respecta a su
exigibilidad por parte de la Administración Pública cuando las prestaciones se encuentran a cargo de
personas privadas y, al importar una restricción al principio de la libertad, la noción de servicio públi-
co debe ser excepcional.
223
La concepción objetiva no ha sido aceptada por Laubadère para quien no existen servicios
públicos por naturaleza sino criterios subjetivos que emanan de la intención de los gobernantes (Traité
de Droit Administratif, t. I, nº 997 y ss, París, 1970, p. 547), lo que ha merecido la crítica de la doctrina
(VEDEL, Georges, Derecho Administrativo, traducción de la 6ª ed. francesa, Madrid, 1980).
84
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
224
La noción restringida del servicio público ha sido postulada por la jurisprudencia de la Cámara
Comercial –Sala III– en el caso «Inversor S.C.P.A.» publicado en LL, 1980-D-558, con nota de Hora-
85
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
229
Véase: VEDEL, Georges, op. cit., trad. del francés, pp. 645 y ss.
230
Véase: MAIORANO, Jorge Luis, op. cit., pp. 15 y ss.
231
-
cio de taxis. Un concepto más amplio de servicio público impropio es sostenido por Marienhoff inclu-
yendo algunas actividades como el expendio de pan, carne y leche (op. cit., t. II, pp. 39-40) que para
nosotros constituyen actividades privadas que el Estado puede reglamentar en ejercicio del poder de
policía.
232
ESTRADA, Juan Ramón de, «Enseñanza privada y servicio público», ED, t. 119, pp. 955 y ss.,
especialmente pp. 964-967, y BARRA, Rodolfo Carlos, «Hacia una interpretación restrictiva del concep-
to jurídico de servicio público», LL, 1983-B-363.
233
MANZANEDO, J.A.; HERNANDO, J.; GÓMEZ REINO, E., Curso de Derecho Administrativo Econó-
mico, p. 485, Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1970; FARGOSI, Horacio P., «La
Estudios en Homenaje a Isaac Halperin,
p. 739. En contra: LABANCA, Jorge, Actividad bancaria como servicio público y autorización para
funcionar como banco, en JA, 1967-VI, Sec. Doc. p. 811.
86
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
provoca una mutación o extensión del régimen jurídico del servicio público,
cuando las actividades son prestadas por los particulares. De ese modo, no ri-
giendo la obligatoriedad se mantiene el principio de la libertad, el cual prevale-
ce también sobre la regla de la igualdad que veda el acceso a la prestación en
condiciones discriminatorias, principio que configura un verdadero derecho
subjetivo de admisión, reservado al particular que realiza la prestación234.
Tratándose de actividades de titularidad privada originaria el derecho a ejer-
cerlas por parte de los particulares es pleno, lo que no significa, sin embargo,
que sea absoluto ya que, en principio, todo derecho subjetivo tiene que ejercer-
se conforme a las leyes que lo reglamentan (art. 14, Cont. Nac.), teniendo en
cuenta, además, que reglamentar un derecho no es degradarlo ni suprimirlo o
limitarlo irrazonablemente, sino hacerlo compatible con el derecho de los de-
más, y en este caso, con el interés general o público235.
En cambio, la realización de servicios públicos está dentro de la finalidad236
que asume el Estado a través de la publicatio (cuando son propios o en el caso
de los llamados impropios, mediante la respectiva declaración legal), supone
siempre la observancia de reglas que implican la obligatoriedad de la prestación
con prevalencia de la igualdad sobre la libertad, lo que se justifica en virtud del
carácter primordial que reviste la atención de determinadas necesidades colec-
tivas.
En definitiva, salvo que se configure la publicatio tales actividades no son de
titularidad estatal ni su otorgamiento se rige por las técnicas de la concesión
de servicios públicos237 ni del permiso.
234
La jurisprudencia –en el caso «Fundación San Martín de Tours»– ha considerado que los cole-
gios privados no se encuentran obligados a aceptar a todos los aspirantes a ingresar e hizo lugar a una
acción de amparo tendente a anular la intervención dispuesta por el Ministerio en el registro de inscrip-
ciones (conf. Sala IV de la Cám. Nac. de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal, sen-
tencia de fecha 15-IX-81 publicada en LL, 1982-B-364, con nota de Barra).
235
Fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, t. 136, pp. 161 y ss., en el conocido caso
«Ercolano c/Lantieri Renshaw».
236
OLIVEIRA FRANCO SOBRINHO, Manoel de, Os Servicios de Utilidade Pública, Curitiba (Brasil),
1940, p. 9.
237
DÍEZ, Manuel María, op. cit., t. 2, p. 13.
87
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Importa advertir también que, en virtud de que las reglas generales que rigen
el funcionamiento de los servicios públicos no se encuentran muchas veces le-
gisladas de un modo expreso, el régimen jurídico se configura igualmente sobre
la base de determinados principios generales del derecho239, como el de la con-
tinuidad del servicio público, el cual se desprende de la naturaleza de la propia
actividad que hay que satisfacer de un modo intermitente.
238
En sentido similar: BENOIT, Francis Paul, Droit Administratif, París, 1968, pp. 775-777. La
doctrina de nuestro país considera que estas reglas y principios constituyen los caracteres del servicio
público: BIELSA, Rafael, Derecho Administrativo, t. I, 3ª ed. Imprenta de la Universidad del Litoral,
Santa Fe, 1937, p. 118; MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. II, pp. 62 y ss.; VILLEGAS BASAVILBASO,
Benjamín, op. cit., t. III, p. 56; GORDILLO, Agustín A., Estudios de Derecho Administrativo, Buenos
Aires, 1963, p. 35; mencionando como tales a la continuidad, regularidad, igualdad y generalidad.
Algunos autores incluyen, con razón, también, a la obligatoriedad (Sayagues Laso y Marienhoff), lo
que tiene trascendencia en punto al derecho del usuario para reclamar la prestación.
239
Ver: CASSAGNE, Juan Carlos, «Los principios generales del derecho en el derecho administrati-
vo», Buenos Aires, 1988, p. 91, y DÍEZ, Manuel María, Derecho Administrativo, t. III, Buenos Aires,
1967, p. 207.
240
-
laridad, la igualdad y la obligatoriedad de la prestación de la respectiva actividad. En cuanto a la lla-
mada uniformidad ella no es otra cosa que una faceta de igualdad. A su vez, no creemos que la gene-
ralidad deba ser ni sea un principio en esta materia, toda vez que cabe admitir la prestación de servicios
parciales en determinados lugares sin lesión a la igualdad.
88
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
El principio de la igualdad
La igualdad, entre nosotros, se encuentra reconocida en el artículo 16 de la
Constitución Nacional que prescribe que todos los habitantes son iguales ante
la ley; sin embargo, vinculado con el principio general del derecho que consti-
tuye la base del citado precepto, dicha igualdad se extiende ante la Administra-
ción246 y frente a los prestatarios del servicio público que al colaborar con la
función administrativa se someten a su régimen exorbitante.
241
Véase y ampliar en CASSAGNE, Juan Carlos, La reglamentación del derecho de huelga en los
servicios esenciales, ED, diario del 13-8-90, pp. 1 y ss.
242
MARIENHOFF, Miguel S., op. cit., t. II, pp. 64 y ss. En tal sentido, la interpretación razonable del
art. 14 bis, CN, no implica consagrar el derecho de huelga de un modo absoluto pudiendo la ley regla-
243
-
mente restablecido a través de la Ley 20638. A su vez, la Ley 17183 faculta a las autoridades a sancio-
de la actual legislación para garantizar la continuidad de los servicios públicos, véase: VIVOT, Julio,
«La huelga de los empleados públicos y en los servicios públicos», en Derecho del Trabajo, t. XLIV-
B, Sección Doctrina.
244
VEDEL, Georges y DELVOLVE, Pierre, op. cit., p. 1110; CHAPUIS, René, Droit Administratif Gé-
néral, t. I, París, 1986, p. 444.
245
VILLEGAS BASAVILBASO, Benjamín, op. cit., t. III, p. 61.
246
Ver: CASSAGNE, Juan Carlos, «La igualdad en la contratación administrativa», en Cuestiones de
Derecho Administrativo, Buenos Aires, 1987, p. 97.
89
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
De ese modo, la igualdad juega como una garantía para los usuarios del
servicio en el sentido del derecho que poseen a que se les dispense igual trata-
miento, jurídico y económico, sin efectuar discriminaciones, a menos que estas
se funden en la desigual condición o situación en que objetivamente se encuen-
tra cada usuario. La igualdad se refiere tanto al acceso al servicio como al pre-
cio o tasa que perciba el prestatario.
En general, la aplicación del principio de igualdad, que no presenta mayores
inconvenientes cuando se trata de actividades regidas por un estatuto o regla-
mento, suele plantear algunos problemas cuando el vínculo entre el usuario y
quien presta el servicio es de naturaleza contractual. En tales casos, la igualdad
no debe considerarse conculcada cuando se pactan precios diferentes en fun-
ción de la magnitud de las prestaciones, lo que suele ocurrir en el servicio de
energía eléctrica247.
La obligatoriedad
La configuración del régimen jurídico del servicio público quedaría despro-
vista de sentido si no se asegurara la prestación efectiva del mismo y la conse-
cuente satisfacción de las necesidades colectivas. A ello tiende, precisamente,
el principio de obligatoriedad que predica no solo una vinculación entre el Es-
tado y el prestatario (en los supuestos de los llamados servicios públicos impro-
pios) sino el derecho de los usuarios que utilizan el servicio para reclamar ante
quienes lo prestan (ya sea el Estado o los particulares) su realización efectiva248.
247
Esto ocurre, en general, en los llamados servicios públicos industriales o comerciales. En el
caso del servicio público de electricidad, en Argentina al igual que en otros países, suelen pactarse
condiciones especiales cuando se trata de empresas que consumen grandes cantidades de energía eléc-
trica, lo que no se ha considerado violatorio, en Francia, del principio de igualdad (véase: VEDEL,
Georges y DELVOLVE, Pierre, op. cit., p. 1113).
248
Véase: VEDEL, Georges y DELVOLVE, Pierre, op. cit., p. 1114, y entre nosotros: MARIENHOFF,
Miguel S., op. cit., t. II, Buenos Aires, 1981, pp. 78 y ss. DÍEZ, Manuel María, Manual de Derecho
Administrativo, t. II, p. 23.
249
Decreto 1421/2002.
90
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
250
Art. 60 Ley 24076 (Ente Nacional Regulador del Gas) y art. 64 Ley 24065 (Ente Nacional
Regulador de la Electricidad).
251
En la medida en que resulten aplicables los capítulos relativos al ingreso, deberes y prohibicio-
nes, conforme a las cláusulas convencionales homologadas por Decreto 66/1999.
252
Ley 25164, art. 3º, .
253
Los agentes administrativos que se desempeñan en el ámbito del Poder Judicial están sujetos
de un régimen integrado por una acordada de la Corte Suprema de 1952 (Decreto 1285/58), la Ley
24946 (Ministerio Público y 24937 (Consejo de la Magistratura)), mientras que los empleados del
Poder Legislativo se rigen por la Ley 24600.
254
Ley 25164, art. 23.
91
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
255
CANOSA, Armando N., El debido proceso adjetivo en el procedimiento administrativo, Lexis-
Nexis, Buenos Aires, 2005, pp. 57 y ss.
256
Ley 25164, arts. 39, 40 y 41.
92
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
257
Este precepto constitucional fue incorporado con motivo de la reforma constitucional del año
1994. Hasta ese momento, la competencia estatal para regular sobre esta cuestión no había sido dele-
gada por las provincias a la Nación, quedando reservada a la esfera local.
258
GELLI, María Angélica, Constitución de la Nación Argentina. Comentada y concordada, t. I, La
Ley, Buenos Aires, 2008, pág. 572.
259
Ley 25675, art. 30.
93
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
260
USLENGHI, Alejandro, «Problemática del Derecho urbanístico actual», en Servicio Público, Po-
licía y Fomento, RAP, Buenos Aires, 2005, pág. 742.
261
Ver al respecto: VERGARA BLANCO, Alejandro, «El novísimo derecho de bienes y recursos na-
turales en Chile. Publicatio y derechos reales administrativos», REDA n.º 49, Lexis-Nexis, Buenos
Aires, 2004, pp. 576 y ss.
94
EL DERECHO ADMINISTRATIVO ARGENTINO
95
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA1
Juan Lixmar Zoto Alvarado
1
El presente trabajo, acorde a las directrices encomendadas, está desarrollado para ofrecer al
lector una visión panorámica de la evolución y situación contemporánea de las principales institucio-
nes del Derecho Administrativo en Bolivia; razón por la que no nos detendremos a efectuar un análisis
incisivo ni a desarrollar grandes elucubraciones de carácter doctrinal; por el contrario, es nuestro pro-
pósito ser en lo posible claros y sintéticos, mostrando la evolución legislativa y en algunos casos el
desarrollo jurisprudencial que se dio en la materia. Para su redacción se ha seguido el «guión» ofrecido
por el director de la obra, Dr. Santiago González-Varas Ibáñez, al cual consigno mi admiración y es-
pecial agradecimiento por invitarnos a ser copartícipes en lo que nos corresponde a la redacción de la
presente obra.
2
Mediante Decreto Supremo Nº 48 de 18 de marzo de 2009 se dispone utilizar la denominación
«Estado Plurinacional de Bolivia» para referirse al Estado boliviano; sin embargo, nosotros, nos limi-
tamos a utilizar la acepción «República de Bolivia», porque es el único término que se registra en la
Constitución.
3
Constitución Política del Estado, aprobada a través de Referéndum en fecha 25 de enero de 2009
y promulgada el 7 de febrero de 2009.
97
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4
Sobre la concepción constitucional y del Derecho Administrativo léase a Sánchez Morón: él no
concibe posible contemplar el Derecho Administrativo vigente, su evolución e interpretación al mar-
gen de la Constitución. SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: «Derecho Administrativo. Parte General», Ed. Tec-
nos, Madrid, 2009, pp. 73-75.
5
A inicios de la década de 1980 se instaura nuevamente en Bolivia un régimen democrático,
después de haber sufrido una cadena de gobiernos dictatoriales que desestimaron un sistema constitu-
cional.
6
VEDEL, G. y también reconocida por
MUÑOZ MACHADO VEDEL, Georges,
Les Bases Constitutionnelles Du Droit Administratif, EDCE, París, 1980, pp. 21-51. MUÑOZ MACHADO,
Santiago, Tratado de Derecho Administrativo y Derecho Público General I, Tercera ed., Iustel, 2011,
Madrid, pp. 735-738.
7
-
ticas, favoritismos o discriminaciones. En palabras de Sánchez Morón, «la Administración es una
institución servicial o vicarial. No tiene, jurídicamente hablando, intereses propios». SÁNCHEZ MORÓN,
Miguel, op. cit., p. 74.
98
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
del todo uniformes, sino dispares y no aportan mayor claridad; esta es la razón
por la que nosotros, como punto de partida, nos adscribimos a la teoría defini-
toria del Derecho Estatutario, ya que el Derecho administrativo no es ni el De-
recho propio de algunos órganos o de un poder, ni tampoco el Derecho propio
de una función, sino que es un «Derecho de naturaleza estatutaria, en cuanto se
dirige a la regulación de las singulares especies de sujetos que se agrupan bajo
el nombre de Administración Pública, sustrayendo a estos sujetos del Derecho
común»8.
Hechas ya estas aclaraciones, podemos pasar a reseñar las fuentes del De-
recho administrativo boliviano, las cuales las dividimos en formales y mate-
riales.
Las fuentes formales para el Derecho administrativo boliviano provienen de
un acto emanado por órgano formal del Estado o un ente superior de derecho
público internacional9, entre ellos, conforme señala el parágrafo II del artículo
410 de la Constitución, están: la propia Constitución, los Tratados y Convenios
internacionales10, las Leyes, Decretos Supremos, Estatutos Autonómicos, las
Cartas Orgánicas y el resto de legislación departamental, municipal e indígena.
Este tipo de fuentes tienen carácter directo e inmediato porque sirven de funda-
mento en la toma de decisiones del servidor público para el cumplimiento de
los fines de la Administración.
Las fuentes materiales provienen del acto creador de otros sujetos distintos
al de los entes que dan origen a las disposiciones antes mencionadas; las fuentes
materiales están constituidas por principios que en alguna forma inspiran al
dimanar de nuestro derecho, entre ellas están la jurisprudencia, la costumbre, la
doctrina jurídica, el uso de la práctica administrativa, y los actos de expresión
de valoraciones jurídicas de sujetos que no son órganos estatales. Este tipo de
fuentes tiene un carácter mediato o subsidiario, ya que el administrador, al mo-
mento de tomar una decisión, utiliza, ante la ausencia de una norma concreta,
por analogía los principios generales del derecho, la doctrina, etc.; mas bien
diferente es la situación de la jurisprudencia, ya que la tendencia de nuestro
Tribunal Constitucional le otorga un lugar esencial como fuente directa del
8
El criterio general es emitido por el profesor García de Enterría, quien para arribar a ese linea-
miento hace una distinción entre Derechos generales y derechos estatutarios. GARCÍA DE ENTERRÍA,
Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón: Curso De Derecho Administrativo. I, Ed. Thomson
Reuters/Civitas, 15ª Ed., Navarra, 2011, pp. 48-57.
9
Sobre el particular, en el Derecho Administrativo boliviano, REVILLA QUEZADA, Alfredo, Curso
de Derecho Administrativo Boliviano, Ed. Ferrari Hermanos, Bolivia, 1945.
10
Verbigracia, señalamos, la Convención Interamericana Contra la Corrupción (Responsabilidad
Administrativa), suscrita en Caracas el 29 de marzo de 1996, de la cual Bolivia es signataria, habiendo
99
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
11
El fundamento jurídico III.2. de la STC 1781/2004-R de 16 de noviembre de 2004 señala que
«[…] La posición de la jurisprudencia constitucional en el sistema de fuentes del Derecho […] se
constituye en vinculante y obligatoria para el resto de los órganos del poder público, particularmente
para jueces y tribunales que forman parte del poder judicial, cuya base y fundamento es la fuerza de la
cosa juzgada constitucional que le otorga el constituyente a las sentencias proferidas por la jurisdicción
constitucional, tanto en su parte resolutiva o decisum, como en sus fundamentos jurídicos que guarden
una unidad de sentido con la parte resolutiva, de forma que no se pueda entender esta sin la alusión a
aquellos, es decir la ratio decidendi o razón de la decisión».
12
Cabe recordar que hasta entonces Bolivia no existía como tal y lo que existía era el Alto
Perú.
13
Sobre los principios de organización administrativa y sus sistemas de administración territorial,
no territorial o instrumental; diferencias y compatibilidades; se recomienda en la obra dirigida por
BERMEJO VERA, José: Derecho Administrativo Básico Parte General, Ed. Aranzadi. Thomson/ Civitas,
séptima edición, 2007, pp. 123-130.
14
Ley Nº 31 de 19 de julio de 2010, «Ley Marco de Autonomías y Descentralización. Andrés
Ibáñez».
15
Ley Nº 1178 de 20 de julio de 1990, «Ley de Administración y Control Gubernamentales».
100
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
pero también para otros criterios16 relativos la esencia de cada entidad como sus
costumbres, personalidad y los fines generales inmanentes que persigue.
Como señalamos, el territorio es para la organización administrativa boli-
viana un elemento constitutivo ya que sobre él se definen las unidades de con-
vivencia política y democrática, puesto que se gobierna por instituciones admi-
nistrativas representativas de la ciudadanía, por una «Entidad Territorial»17; los
entes que administran una unidad territorial (departamento, municipio, etc.)
gozan de una personalidad jurídica propia y con ella una alternativa de poderes
o prerrogativas propias del Derecho administrativo, ya que están investidas
de autogobierno, potestades reglamentarias, organización, programación, pla-
nificación, poder expropiatorio, ejecutividad de sus actos, control social, etc.
(arts. 2 y 270 Constitución y art. 7 Ley 1178 y art. 13 Ley de Autonomías).
De acuerdo con la legislación vigente, empero con un fin didáctico, nosotros
esquematizamos la organización administrativa del Estado boliviano, en Admi-
nistración General del Estado; Administraciones de las Unidades Territoriales;
y Administraciones Regionales e Indígenas Originarias Campesinas18.
16
Como las normas relativas a la esencia de cada entidad, por ejemplo las «Normas Básicas del
Sistema de Organización Administrativa», aprobada por Resolución Suprema Nº 217055 de 30 de
mayo de 1997.
17
Entidad Territorial: es la institucionalidad que administra y gobierna en la jurisdicción de una
101
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
21
El artículo 1 de la Ley Nº 1113, de 19 de octubre de 1989 «Ley Orgánica de Municipalidades»,
ya reconocía el carácter autonómico de las municipalidades.
22
Datos registrados en la Federación de Asociaciones de Municipalidades de Bolivia, ver: http://
102
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
103
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
23
Ley Nº 2341 de 23 de abril de 2002. «Ley de Procedimiento Administrativo».
104
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
por el otro lado la LPA, con carácter excepcional no se aplicará a aquellos actos
de la Administración que tengan salvedad expresa en la Ley, entre ellos están:
los actos de Gobierno referidos a las facultades de libre nombramiento y remo-
ción de autoridades, los actos del Defensor del Pueblo, los del Ministerio Públi-
co, los actos emitidos dentro los regímenes agrario, electoral y del sistema de
control gubernamental, las demás actuaciones de la Administración Pública
que por su naturaleza se encuentren reguladas por normas de derecho privado;
y los procedimientos internos militares y de policía que se exceptúen por ley
expresa (art. 3 LPA). Las entidades administrativas de los órganos constitucio-
nales, Poder Judicial y Legislativo desempeñan sus funciones conforme proce-
dimientos especiales.
24
Sobre el principio de la legalidad de la Administración y su aplicación singular en la ley y la
doctrina GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón: Curso de Derecho
Administrativo. I, op. cit., pp. 455-468.
-
sor BERMEJO VERA, José: Derecho Administrativo, op. cit., pp. 276-279.
25
Es de suma importancia que en la Administración pública boliviana, los servidores públicos no
solamente conozcan, sino apliquen estrictamente en el dimanar de sus actividades, los principios con-
tenidos en la Ley, este proceder generará un cambio positivo en el desarrollo de la relación cada vez
más compleja entre Estado y ciudadanos. La base de este criterio es emitido por GERKE MENDIETA,
Carlos y GERKE SILES, Marcela. «La nueva ley de procedimiento administrativo en Bolivia», Revista de
Administración Pública, España, Nº 159, 2002, pp. 467 y 468. Se recomienda esta lectura puesto que
los autores también efectúan una síntesis histórica del procedimiento administrativo boliviano.
105
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
106
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
107
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
26
Se sugiere un estudio analítico a la obra de GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo: Revolución Francesa
y Administración Contemporánea, Ed. Civitas, cuarta edición, 2005, España. Leer en especial el epí-
grafe: «La interpretación de la división de los poderes como exención del ejecutivo. Exención de la
justicia: los antiguos Parlamentos».
27
Sobre las corrientes que surgen a partir de la escuela francesa, sus impulsores, teorías y críticas,
léase a GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón: Curso de Derecho
Administrativo. I, op. cit., pp. 567-582.
28
Estamos convencidos de las críticas que realiza García de Enterría a esta tendencia jurídica
(pp. 568, 569); empero no estamos de acuerdo con la concepción que otorga sobre el acto administra-
tivo (p. 571) GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón, op. cit. En este
108
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
29
Sobre el sistema de organización administrativa y la Administración Pública boliviana nos re-
mitimos al subtítulo 2 de este trabajo.
109
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
30
Decreto Supremo Nº 0181 de 28 de junio de 2009, «Normas Básicas del Sistema de Adminis-
tración de Bienes y Servicios» (NB-SABS).
31
Parte considerativa del Decreto Supremo Nº 181.
110
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
Las respuestas a estos planteamientos han sido otorgadas más por inercia y
fuerza de la norma que por una doctrina nacional conformada32, pues la realidad
práctica ha demostrado a lo largo del tiempo, así no haya habido una respuesta
teórica-científica, que (la potestad del Estado, la presencia subjetiva de la Ad-
ministración como requisito sine qua non33, la identidad sustancial de la Admi-
nistración, la exorbitancia, el distinto actuar de la Administración en convenios
y conciertos, etc.), la necesidad de garantizar el control financiero del Estado en
sus contrataciones, la igualdad de concurrencia de los operadores económicos
ante las licitaciones y la necesidad de afrontar y combatir –por cierto, nada in-
frecuentes– espectros de favoritismo y corrupción, hicieron necesaria la emi-
sión de normas específicas de contratación administrativa y su sometimiento a
un régimen jurídico público competente.
32
No obstante, ante la carencia de escritores nacionales, se suplió esa ausencia con tratadistas
33
Sobre la presencia de la Administración, como requisito inexcusable en la contratación adminis-
trativa, léase a GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón, op. cit.,
pp. 723-726.
34
Bolivia fue una de las primeras colonias españolas en rebelarse. Las revueltas se multiplicaron
-
cia, el 6 de agosto de 1825, y tomó el nombre de Bolivia el 11 de agosto del mismo año.
Desde el comienzo de su existencia como Estado independiente, Bolivia tuvo períodos de ines-
como Argentina, Perú, Chile, Brasil y Paraguay. Se recomienda al lector interesado en la historia
de Bolivia, leer a MESA GISBERT, Carlos Diego: Historia de Bolivia, Ed. Gisbert, 7ª ed., 2011, Bo-
livia.
111
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
35
El artículo 2 de la Ley 1178, agrupa las actividades de la Administración Pública en tres secto-
res, constituidos por sistemas:
a) Para programar y organizar las actividades:
– Programación de Operaciones.
– Organización Administrativa.
– Presupuesto.
b) Para ejecutar las actividades programadas:
– Administración de Personal.
– Administración de Bienes y Servicios.
– Tesorería y Crédito Público.
– Contabilidad Integrada.
c) Para controlar la gestión del Sector Público:
– Control Gubernamental, integrado por el Control Interno y el Control Externo Posterior.
El lector interesado sobre la descripción y composición de cada una de estas categorías puede
112
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
36
Sobre la teoría general de distinciones, naturaleza y clases de contratos, léase la obra de GARCÍA
DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón, op. cit., pp. 699-710.
37
Así por ejemplo, la Ley N° 2027 de 27 de octubre de 1999. «Ley del Estatuto del Funcionario
Público»; el Decreto Supremo Nº 26115 de 16 de marzo de 200. «Normas Básicas de Administración
de Personal».
38
-
ciamiento externo, destacando créditos y donaciones efectuadas por el Banco Interamericano de Desa-
rrollo, y Banco Mundial. Estas entidades económicas para operar con los distintos países regulan sus
contrataciones en el caso del BID con sus «Políticas Básicas y Procedimientos de Adquisiciones del
BID de 1995», y en el caso del BM con las Normas: Selección y Contratación de Consultores por
Prestatarios del Banco Mundial. Versión revisada en octubre de 2006 y mayo de 2010, y con las Nor-
mas Adquisiciones con Préstamos del BIRF y Créditos de la AIF, de mayo de 2004.
39
Este es el caso del Reino de España en el que se cernió gran polémica sobre la distinción entre
contratos administrativos y privados. Sobre el particular puede leerse a GIMENO FELIÚ, José María:
Contratos Públicos: Ámbito de Aplicación y Procedimiento de Adjudicación. La incidencia de las
Directivas comunitarias en el Ordenamiento jurídico español, Ed. Cívitas, 2003, España, pp. 92-103.
Así también del mismo autor léase Novedades de la Ley de Contratos del Sector Público de 30 de oc-
tubre de 2007 en la Regulación de la Adjudicación de los Contratos Públicos, Ed. Cívitas /Thomson
Reuters, 2010, pp. 179-181.
113
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
les que pertenecen a un orden clásico; es así que el inc. a) del parágrafo I del
artículo 1 establece que el subsistema de contratación de bienes y servicios,
regula la contratación de obras, bienes, servicios generales y servicios de con-
sultoría40; por otra parte, se añade a esta lista otro tipo de figuras contractuales,
como los contratos de concesión administrativa (arts. 5, inc. e, y 78) y otros que
revisten especial interés por el objeto de su contratación; es el caso de la con-
tratación con financiamiento del proponente, donde se permite que el propo-
nente oferte la provisión de bienes o ejecución de obras con una propuesta de
financiamiento parcial o total, para cubrir la inversión por sí mismo o mediante
compromiso de terceros (art. 75 NB-SABS)41; la contratación llave en mano,
por la cual el operador económico adjudicado se compromete a la entrega de
una obra terminada, que contempla desde el diseño, ejecución de la obra, su
puesta en marcha, su equipamiento, capacitación, transferencia intelectual y
tecnológica (art. 76 NB-SABS)42; el contrato de leasing, por el que las entida-
des públicas de acuerdo a la naturaleza de sus actividades y para el logro de sus
objetivos específicos, pueden contratar, mediante un leasing financiero u ope-
rativo, el arrendamiento y/o adquisición de bienes (art. 84 NB-SABS)43.
40
Ya que esta obra tiene más un carácter descriptivo que de cuestionamiento teórico, nos limita-
obstante nos detendremos en aquellos que por su situación revisten novedoso interés.
41
-
-
terminando el documento de respaldo que lo sustenta. El contrato deberá señalar con precisión el
42
Las contrataciones llave en mano podrán realizarse en proyectos donde sea racionalmente más
económico otorgar a un mismo contratante el diseño, la ejecución de la obra y la puesta en marcha
referida a instalaciones, equipamiento, capacitación, transferencia intelectual y tecnológica.
43
El contrato de leasing es aquel mediante el cual el arrendador traspasa el derecho a usar un bien
a cambio del pago de rentas de arrendamiento durante un plazo determinado al término del cual el
arrendatario tiene la opción de comprar el bien arrendado pagando un precio determinado, devolverlo
o renovar el contrato (art. 5, inc. r NB-SABS).
44
La norma señala valores, sin embargo para referirnos a una nomenclatura de la teoría general de
la contratación administrativa, nosotros haremos referencia a principios.
114
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
45
Desde un punto de vista del derecho comparado, resulta por demás provechoso un análisis sobre
las modalidades y procedimientos de contratación efectuados en la Unión Europea a través de su Di-
rectiva 2004/18 CE del Parlamento y del Consejo de 31 de marzo de 2004 sobre coordinación de los
procedimientos de adjudicación de los contratos públicos de obras, de suministro y de servicios» y su
implementación en el derecho español. Sobre el particular resulta indispensable referirse a algunas de
las obras de los que consideramos máximos representantes teóricos del Derecho de la contratación
pública en España: GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, S. El contrato administrativo, Ed. Cívitas, Madrid, 2003;
GIMENO FELIÚ, José María: Contratos Públicos: Ámbito de Aplicación y Procedimiento de Adjudica-
ción y Novedades de la Ley de Contratos del Sector Público; MORENO MOLINA, José Antonio, Contra-
to público: Derecho Comunitario y Derecho español, Ed. McGraw-Hill, Madrid, 1996; MORENO MO-
LINA, José Antonio y PLEITE GUARDAMILLAS, Francisco: La nueva Ley de Contratos del Sector Público.
Estudio sistemático. Ed. La Ley, primera reimpresión de la edición primera, Madrid, 2008.
115
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
46
SAN MIGUEL RODRÍGUEZ, Walker, El Derecho Admi-
nistrativo Sancionador en Bolivia, Plural Editores, Bolivia 2005. Pionero, no cabe duda, en la investi-
gación jurídica sobre esta temática en Bolivia.
47
Vid.: SÁNCHEZ MORÓN, Miguel, op. cit., pp. 669-674.
116
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
políticas del medio ambiente (art. 345 Constitución), sanciones por el despido
injustificado de personal (art. 49 Constitución), sanciones por el incumplimien-
to de obligaciones de la función pública (art. 237 Constitución), hasta sanciones
contra los servidores públicos que manifiesten conductas racistas (arts. 16-23
Constitución). No obstante lo indicado y si bien reconoce la potestad sanciona-
dora de la Administración, también establece limitaciones en cuanto a su regu-
lación y ejercicio otorgando al administrado de medios y recursos excepciona-
les que paralizan determinaciones arbitrarias de los servidores públicos
especialmente en cuanto aquellas que implican directa o indirectamente la pri-
vación de libertad (art. 114 Constitución); la acción de «Amparo Constitucional
contra actos u omisiones ilegales o indebidos de los servidores públicos, o de
persona individual o colectiva, que restrinjan, supriman o amenacen restringir
o suprimir los derechos reconocidos por la Constitución y la ley» (art. 128
Constitución); y la «Acción Popular» que procede contra todo acto u omisión
de las autoridades o de personas individuales o colectivas que violen o amena-
cen con violar derechos e intereses colectivos, relacionados con el patrimonio,
el espacio, la seguridad y salubridad pública, el medio ambiente y otros de si-
milar naturaleza reconocidos por la Constitución (art. 135 Constitución).
117
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
48
Sobre el desarrollo histórico del control jurisdiccional de la actividad discrecional, léase a Gar-
cía de Enterría, que efectúa un análisis destacado desde la perspectiva del Derecho francés. GARCÍA DE
ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ RODRÍGUEZ, Tomás Ramón, op. cit., pp. 488-491. Por otra parte, y con
igual mérito, desde la perspectiva del Derecho de los Estados Unidos de Norteamérica, MUÑOZ MA-
CHADO, Santiago, op. cit., pp. 469-473.
49
Código de Procedimiento Civil aprobado por Decreto Ley 12760 de 06 de agosto de 1975, ele-
vado a rango de Ley por Ley 1760 de 28 de febrero de 1997.
118
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
50
Constitución Política de la República de Bolivia de 1967. Con reformas introducidas por la Ley
Nº 1585 del 12 de agosto de 1994, Texto Concordado de 1995 sancionado por Ley Nº 1615 del 6 de
febrero de 1995, y reformas introducidas por Ley Nº 2410 del 8 de agosto de 2002.
51
Las potestades regladas (normadas) son aquellas en las que el órgano administrativo se limita al
varias soluciones igualmente correctas e indiferentes para el Derecho, entre las cuales la Administra-
ción opta con arreglo a criterios de oportunidad, mérito y conveniencia. Ideas centrales de BERMEJO
VERA, José, op. cit. pp. 241-243.
53
«[…]el principio de legalidad administrativa, supone la total sumisión a las leyes vigentes de
carácter general, de manera que se constituye en un verdadero límite a la discrecionalidad de los servi-
dores públicos, quienes no pueden interpretar y aplicar arbitrariamente las normas, dicho principio y
todo el accionar de la Administración Pública, se delimita además en que los actos administrativos
los agentes del Estado.» (STS Sala Plena: 170/2008, EXP. N° 156/2004, cursiva nuestra).
119
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
54
Así también la Sentencia Constitucional 1038/2006-R, ha establecido que: «[…] la discreciona-
lidad tiene como límite los derechos fundamentales, a cuyo respeto se encuentran comprometidos to-
dos los Estados. Es así, que en ningún caso las autoridades administrativas, respecto de los extranjeros
pueden desconocer la vigencia y alcance de los derechos fundamentales ni los inherentes a la persona
humana, garantizados en la Constitución Política del Estado y en los Tratados Internacionales, así se
encuentren en condiciones de permanencia irregular[...]» (cursiva nuestra).
55
Sin perjuicio y de la forma más sintética (ya que no corresponde a la estructura de esta obra) nos
alineamos al criterio del profesor García de Enterría, el contencioso-administrativo tiene su origen en
120
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
121
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
58
Código de Procedimiento Civil, aprobado por Decreto Ley Nº 12760 de 06 de agosto de 1975,
Ley Nº 018 de
16 de junio de 2010.
59
Hasta hace pocos años el recurso contencioso-administrativo exclusivamente era una atribución
que correspondía resolver a la Corte Suprema de Justicia; empero debido a la cantidad de procesos que
se sustanciaban en los distintos gobiernos municipales, el artículo 10 de la Ley Nº 3324 de 18 de enero
de 2006, «Reformas a la ley de Organización Judicial», facultó a las Cortes Superiores de Distrito en
Sala Plena, el conocimiento y resolución de los procesos contencioso-administrativos señalados en la
Ley de Municipalidades, correspondientes a los municipios de todo el departamento o distrito judicial.
60
La versión inicial del Código de Procedimiento Civil, disponía que la autoridad demandada en
los procesos contencioso-administrativo, debía ser el Fiscal General de la República; sin embargo, la
779 del CPC substituyó al Fiscal General de la República por la autoridad jerárquicamente superior.
122
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
61
Decreto Supremo Nº 26319 de 15 de septiembre de 2001 Reglamento de Recursos Jerárquicos
para la Carrera Administrativa.
123
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Una de las causas por las que en Bolivia no se hizo un uso continuo del pro-
ceso contencioso-administrativo es porque el ciudadano contaba alternativa-
mente de otros medios constitucionales para hacer prevalecer sus derechos
frente a la Administración Pública. Así por ejemplo y mirando un poco atrás en
la historia constitucional, vemos que el lesionado en sus derechos gozaba del
«Recurso Directo de Nulidad», que fue instaurada por vez primera en la Cons-
titución Política del Estado de 1861 (art. 65 Constitución de 1861)64, este recur-
so que fue sistematizado posteriormente en el artículo 140 de la Constitución de
1938 otorgó a la justicia ordinaria, la facultad de resolver recursos directos de
nulidad que se deduzcan, contra todo acto o resolución de autoridad pública que
no fuese judicial, es decir, del funcionario público que se hubiese excedido en
sus facultades.
Posteriormente, la Constitución Política del Estado de 1967 incorpora en el
texto de su artículo 19 el «Recurso de Amparo Constitucional» que estuvo es-
tablecida contra todos los actos ilegales o las omisiones indebidas de los fun-
cionarios públicos o particulares que restrinjan, supriman o amenacen restringir
o suprimir los derechos y garantías de la persona.
Actualmente, la Constitución de 2009 otorga al ciudadano una pluralidad de
acciones constitucionales como medidas tutelares ante la vulneración de sus
62
La disposición adicional Tercera de la Ley 24 de junio de 2010, «Ley Del Órgano Judicial»,
establece un proceso de transición máximo de dos (2) años para que los distintos códigos que rigen la
63
http://boliviadecide.blogspot.com/2011/07/nuevos-codigos-de-procedimientos-y.html (consulta:
6 de agosto de 2011).
64
En el mismo sentido lo hicieron las Constituciones de 1868, art. 79; Constitución de 1871,
art. 82, Constitución de 1878, art. 111, Constitución de 1880, art. 111.
124
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
125
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
126
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
127
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
65
La Constitución de Weimar, formuló en su artículo 131 el principio de «si en el ejercicio de la
-
ros, la responsabilidad alcanza por principio al Estado o a la Corporación a cuyo servicio se hallase el
funcionario».
66
Ley que aprobó el Decreto del Poder Ejecutivo de 4 de abril de 1879, sobre expropiación por
causa de necesidad y utilidad pública.
128
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
No obstante que el camino legal está llano, no existe hasta la fecha una nor-
ma adjetiva, es decir, no existe un procedimiento legal por el cual el afectado
efectivice el reclamo por sus derechos infringidos; por esta razón, no hace mu-
chos años el órgano central del Estado, verbigracia a efectos de reparar econó-
micamente a familiares de personas fallecidas y heridos sobrevivientes de he-
chos que han tenido como consecuencia daños materiales y morales producidos
por acción de agentes del Estado, ha creado un Fondo de Reparación económi-
ca para el damnificado, a través del Decreto Supremo Nº 2479370 y aún con más
reciente data se promulgó la Ley Nº 3955 de 6 de noviembre de 2008 con simi-
lares efectos de reparación económica.
67
Aparte de el Decreto citado, el gobierno también se hizo responsable de este tipo de afectados a
través Decreto Ley Nº 7614 de 3 de mayo de 1967.
68
Ley Nº 2175 de 13 de febrero de 2001, Ley Orgánica del Ministerio Público.
69
Decreto Supremo Nº23318-A de 3 de noviembre de 1992, «Reglamento de la Responsabilidad
por la Función Pública».
70
Decreto Supremo Nº 24793 de 4 de agosto de 1997.
129
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
71
Sobre el particular, vid. a GERKE MENDIETA, Carlos y GERKE SILES, Marcela, op. cit., p. 471.
72
Este Decreto Supremo describe los diferentes tipos de responsabilidades que pueden atribuirse
130
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
74
Las bases legales de estas reformas fueron el Decreto Supremo 21060 de estabilidad macroeco-
nómica y la Ley Nº 843 de Reforma Tributaria.
75
Ley Nº 1330 de 24 de abril de 1992, Ley de Privatización.
76
Decreto Supremo Nº 22836 de 14 de junio de 1991, posterior a este Decreto también se emitió
el Decreto Supremo Nº 23358 de 11 de diciembre de 1992.
131
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
77
Ley Nº 1544 de 21 de marzo de 1994, Ley de Capitalización.
78
Existe una gran confusión con los conceptos capitalización y privatización. La privatización es
un proceso mediante el cual las tareas son transferidas del sector público al sector privado. Este proce-
no debe pasar el 50% de las acciones, para que el Estado asuma el control de la empresa.
79
Ley Nº 1604 de 21 de diciembre de 1994, Ley de Electricidad.
80
Ley Nº 1632 de 5 de julio de 1995, Ley de Telecomunicaciones.
81
Ley Nº 1689 de 30 de abril de 1996, Ley de Hidrocarburos.
82
Ley Nº 1600 de 28 de octubre de 1994, Ley SIRESE.
132
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
rrollo económico y social del país, los campos de intervención del SIRESE son
los sectores de telecomunicaciones, electricidad, hidrocarburos, transportes y
saneamiento básico83.
Como consecuencia de estas medidas y otras de carácter impopular relacio-
nadas sobre todo con la exportación de hidrocarburos, se generaron escisiones
en el ejecutivo que determinaron la dimisión de los gobernantes de la época, lo
que permitió la ascensión del Sr. Evo Morales a la Presidencia de la República
el año 2006, desde ese entonces y conforme a su programa político, el Gobierno
actual, ha restituido al derecho propietario del Estado las principales empresas
privatizadas; para este fin se han emitido el Decreto Supremo Nº 28701 de Na-
cionalización de los Hidrocarburos84; el Decreto Supremo Nº 2902685 por el que
se revierte al dominio del Estado boliviano el Complejo Metalúrgico Vinto; el
Decreto Supremo Nº 2954486 por el que se decide nacionalizar el paquete accio-
nario de la empresa ETI EUROTELECOM INTERNATIONAL NV en Empre-
sa Nacional de Telecomunicaciones S.A. ENTEL S.A.; el Decreto Supremo
Nº 49387 por el que se nacionaliza a favor de la Empresa Nacional de Electrici-
dad ENDE el paquete accionario de las plantas generadoras de energía eléctri-
ca. Sin embargo, cabe mencionar que como consecuencia de las nacionalizacio-
nes y ante la insatisfacción económica de las empresas afectadas, actualmente
el Estado boliviano soporta seis procesos de arbitraje internacional, por el que
las empresas afectadas solicitan indemnizaciones superiores a las previstas por
el gobierno88.
83
Sobre la regulación en Bolivia, puede leerse a OTERO CANEDO, María Alejandra: «El sistema de
el 1 de agosto de 2011).
84
Decreto Supremo Nº 28701 de 1 de mayo de 2006, Héroes del Chaco.
85
Decreto Supremo Nº 29026 de 7 de febrero de 2007.
86
Decreto Supremo Nº 29544 de 1 de mayo de 2008.
87
Decreto Supremo Nº 493 de 1 de mayo de 2010.
88
Información que puede ser consultada en:
89
«Los funcionarios públicos no podrán ser privados de sus empleos, sino por delito que merezca
esta pena, y después de haber sido oídos y juzgados». (Art. 343 del Código Penal Boliviano de 1834).
Sobre la evolución histórica que tuvo la normativa boliviana sobre la función pública, resulta inte-
resante la sinopsis que realizó SERRATE PAZ, José Mario: «El Control de la Administración Pública en
Bolivia», en http://www.bibliojuridica.org/libros/5/2396/25.pdf. (consulta: 30 de julio 2011), a lo que
habrá que agregar que la regulación de la función pública en el Código Penal, resulta lógica debido a
que la sistemática jurídica de nuestros primeros códigos penal, civil, procesal (Códigos Santa Cruz),
133
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
tuvieron un profuso acento francés, debido a que nuestros primeros legisladores –comisión de juristas
bolivianos de la época– se constituyeron en Europa con el propósito de estudiar el Derecho francés y
así elaborar la redacción de un sólido cuerpo de normas legales acorde a la coyuntura de la época. Lo
mencionado no tendría trascendencia si dejamos de mencionar que para el sistema francés, la Admi-
nistración Pública debía estar exenta de cualquier tipo de injerencia, inclusive la judicial, por lo que
cualquier acto que atentara contra los fonctionnaires era considerado como un atentado y una interfe-
rencia contra la Administración.
90
Ley Nº 2027 de 27 de octubre de 1999, Estatuto del Funcionario Público.
134
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
Por otra parte, los servidores públicos tienen incompatibilidad en sus gestio-
nes, que devienen no tanto por razones de índole política, sino más bien por
razones estrictamente funcionariales y de parentesco, pues se está ante razones
de eficacia administrativa que deben prevalecer y no de imparcialidad o neutra-
lidad política91, es así que el artículo 11 del Estatuto del Funcionario Público
prohíbe ejercitar más de una actividad remunerada en la Administración Públi-
ca, realizar negocios o celebrar contratos privados, estrechamente relacionados
o contratos con el desempeño de sus tareas en la función publica; además de
estas incompatibilidades los funcionarios de carrera no podrán ejercer funcio-
nes en la misma entidad, cuando exista una vinculación matrimonial o grado de
parentesco hasta segundo grado de consanguinidad y segundo de afinidad; sin
embargo, los funcionarios de carrera docente del Servicio de Educación Públi-
ca, los de salud en el área rural y servicio exterior, quedan excluidos de la in-
compatibilidad a que se refiere el de las incompatibilidades por parentela.
La excepción a estas incompatibilidades es dada a los docentes universita-
rios, maestros del magisterio fiscal, médicos y paramédicos, dependientes del
servicio de salud, así como aquellas personas que realicen actividades cultura-
les o artísticas, podrán cumplir funciones remuneradas en diversas entidades de
la Administración Pública, siempre que mantengan su compatibilidad horaria.
91
Hemos querido sustraernos totalmente de las tendencias político-partidistas que se dan en nues-
tro país; sin embargo, como explicamos al inicio de este acápite también es nuestro principal objetivo
hacer una aproximación lo más realista posible al funcionamiento de la función pública; esto determi-
na ineludiblemente hacer mención a algunos aspectos que caracterizaron la vida institucional del país,
pero que sin duda se han vuelto mucho más latentes y crónicos en los últimos años; nos referimos a que
de méritos para el acertado desempeño de la función pública, en virtud de un principio básico de admi-
nistración, es una quimera; tampoco parece importar de dónde provienen los recursos para el pago de
salarios, limitando con ello la asignación de fondos para obras y servicios, en desmedro de los planes
de desarrollo y los requerimientos de la población. Por otro lado, han sido muchas las denuncias públi-
cas de coacción ya que se exige a los pocos funcionarios apartidistas a inscribirse en la agrupación
política a que pertenece la máxima autoridad ejecutiva de una institución, y al mismo tiempo, se obliga
al funcionario a efectuar contribuciones económicas mensualmente bajo amenaza de destitución en
caso contrario.
135
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
92
Vid.: LEDO GARCÍA, Carmen: «Urbanización, Pobreza y Redistribución Espacial de la Población
Boliviana», en el número extraordinario dedicado al I Coloquio Internacional de Geocrítica (Actas del
Coloquio). Iberoamérica ante los retos del siglo XXI. Scripta Nova Revista Electrónica de Geografía y
Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona Nº 45, 1 de agosto de 1999.
93
La anterior Constitución Política del Estado de 1967, en su artículo 200, fue la que reconoció el
carácter autónomo de las municipalidades.
94
Bolivia en la actualidad cuenta con 337 gobiernos autónomos municipales.
95
Señalamos que aún está vigente puesto que tenemos conocimiento que en el nuevo paquete de
normas complementarias de la Constitución Política del Estado y la LMAD, se va proyectando una
nueva Ley de Municipalidades.
136
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
96
Ley Nº 1333 de 27 de abril de 1992, Ley del Medio Ambiente.
137
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Para los filósofos representantes del Derecho natural, entre ellos John Loc-
ke, la propiedad es un elemento fundamental sobre el cual se yerguen básica-
mente todos los demás derechos; la property, como él la denominó, era un
continente que abarcaba además de la propiedad –en su sentido estricto– a una
serie de derechos y libertades, incluido el derecho a la libertad y a la vida mis-
ma97. Estas aportaciones teóricas junto a otras corrientes filosóficas, sucesos
históricos y algunos preceptos que se constituyeron de carácter universal como
97
LOCKE, John: Segundo Tratado Sobre el Gobierno Civil. Un ensayo sobre el verdadero origen,
Ed. Alianza, 2002, pp. 55-76.
138
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
98
Para los propósitos que busca esta obra, solo nos limitaremos a indicar esta distinción de bienes
99
Verbigracia la STC Nº 0055/2006 de 28 de junio de 2006, STC 0019/2005 de 7 de marzo de
2005, STC 0014/2010 de 20 de septiembre de 2010, etc.
100
El parágrafo II del artículo 339 de la Constitución, señala: «Los bienes de patrimonio del Esta-
do y de las entidades públicas constituyen propiedad del pueblo boliviano, inviolable, inembargable,
-
ción, inventario, administración, disposición, registro obligatorio y formas de reivindicación serán re-
gulados por la ley».
139
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
101
La doctrina es uniforme en considerar a la imprescriptibilidad, inalienabilidad e inembargabi-
lidad como rasgos esenciales de los bienes demaniales, a continuación señalamos como ejemplo a al-
-
tibilidad son parte de los elementos subjetivos del dominio público: DROMI, Roberto: Derecho Admi-
nistrativo, Ed. Ciudad Argentina, 2001, pp. 756-758. Los principios de inalienabilidad, inembargabili-
dad e imprescriptibilidad constituyen una clara pauta para determinar los tipos de bienes que al legis-
lador estatal le corresponde: MARTÍN REBOLLO, Luis: Leyes Administrativas, Ed. Thomsom/Aranzadi,
2007, pp.174 y 175. Véase un estudio más profundo de GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo: «Sobre el
principio de inembargabilidad, sus derogaciones y límites constitucionales y sobre la ejecución de
sentencias condenatorias de la Administración», en Revista Española de Derecho Administrativo
(REDA), Nº 52, octubre-diciembre 1986. El dominio público está caracterizado por sus notas de im-
prescriptibilidad, inalienabilidad e inembargabilidad: BERMEJO VERA, José: Derecho Administrativo.
Parte Especial, Ed. Thomsom/ Civitas, 2006, p. 335. Los bienes de dominio público, son res extra
comercium, su régimen jurídico se inspira en los principios de inalienabilidad, imprescriptibilidad e
inembargabilidad: SÁNCHEZ MORÓN, Miguel: op. cit., p. 745.
102
STC Nº 0019/2005 de 7 de marzo de 2005, fundamento jurídico III.3.5 (la cursiva es nuestra).
140
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
103
Lastimosamente, en ninguna parte del texto constitucional se señala cuáles son los bienes de
dominio público; por eso, conforme las características que se establecen en el parágrafo II del artículo
339 son bienes de dominio público los bienes que pertenecen al patrimonio del Estado, y los bienes que
pertenecen a las entidades públicas.
104
Un ejemplo claro del régimen jurídico al que están adscritos los bienes demaniales lo otorga el
artículo 357 de la Constitución que establece que «ninguna persona ni empresa extranjera, ni ninguna
persona o empresa privada boliviana podrá inscribir la propiedad de los recursos naturales bolivianos
-
ción o seguridad».
141
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
105
STC Nº 0019/2005 de 7 de marzo de 2005, fundamento jurídico III.3.5.
106
STC Nº 0019/2005 de 7 de marzo de 2005, fundamento jurídico III.3.5.
142
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
107
Vid. MUÑOZ MACHADO, Santiago, op. cit., p. 250.
108
En el campo municipal, la Ley de Municipalidades 2028 considera como bienes patrimoniales
municipales, sujetos a régimen jurídico privado, aquellos que no están destinados a la prestación de un
servicio público y que son administrados conforme a los principios del derecho privado; estos bienes
143
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
BIBLIOGRAFÍA
144
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BOLIVIA
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ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
Diogo de Figueiredo Moreira Neto
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
en 5 de octubre de 1988.
148
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
2
FIGUEIREDO MOREIRA NETO, Diogo de. Curso de Direito Administrativo. Río de Janeiro: Editora
Forense, 15ª ed., 2010.
149
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3
El autor ha sido uno de los miembros de la Comisión Especial de Juristas encargada de la redac-
ción del Anteproyecto de Ley que, sin ninguna alteración, ha sido convertido en Ley por el Congreso
Nacional.
150
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
4
MEDINA OSORIO, Fábio, Direito Administrativo Sancionador. São Paulo: Editora RT, 2000, p. 80.
155
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
156
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
residuo de legitimidad, con vistas a que su aplicación pueda ser más justa y
adecuada en cada caso.
No hay, por tanto, rigurosamente, ni un «poder discrecional» ni, tampoco,
un «acto discrecional», sino una función discrecional, que viene implícita en el
comando de la norma, que, por tanto, es redactada, de propósito, defectiva de
ciertos elementos de densificación que serían necesarios para permitirle una
aplicación inmediata.
Los avances de la dogmática de la apertura de la decisión administrativa
durante el siglo XX, una de las respuestas encontradas para superar las crecien-
tes dificultades para que la ley acompañe de cerca y eficientemente los cam-
biantes fenómenos sociales, llevaron, incluso, a la búsqueda de una confortable
ampliación de la selección de alternativas abiertas para las aplicaciones admi-
nistrativas más justas de la ley.
Con ellas se llega a la tercera y más reciente técnica de apertura –la que se
produce con la deslegalización–. Efectivamente, es en las hipótesis en que el
ordenamiento jurídico prevé una deslegalización, que se produce la más amplia
multiplicación de alternativas de acción administrativa, ya que no se trata solo
de una tarea de integrar una norma para ejecutarla, sino de la apertura de todo
un nuevo y extenso campo de ejercicio no solo de funciones ejecutivas tradicio-
nales sino de funciones múltiples e híbridas, o sea: no solamente para producir
normas sublegales, como para ejecutar comandos y para actuar en la composi-
ción de conflictos.
Este conjunto de funciones transferidas con la deslegalización –normativas,
ejecutivas y parajudiciales– además de otras, como las de planeamiento y con-
trol, permiten que la Administración pueda dar un tratamiento infralegal (o su-
blegal, como se prefiera) ponderado, sea in concretu, sea in abstractu, a miría-
das de nuevas situaciones a ser regladas de modo a que logre realizar, del modo
más justo, eficiente y efectivo posible, la finalidad pública indicada en la ley
delegalizadora.
Pero, como se adelantó, paralelamente a cada una de esas ampliaciones
de las posibilidades de selección de acciones administrativas, hay necesidad de
desarrollar correspondientes institutos de control, ya no más para verificar la
legalidad estricta de los actos, como ocurría en el pasado reciente, sino tam-
bién para verificar la satisfacción de los otros y más modernos parámetros de
juridicidad, más exigentes y sofisticados, como lo son los que verifican la legi-
timidad, la licitud (moralidad), la razonabilidad, la proporcionalidad, la efi-
ciencia y hasta la efectividad de las opciones administrativas
El uso inteligente, sin exageración y con perfecta conciencia del alcance de
cada uno de esos nuevos parámetros de juridicidad, hace de la actividad de
control uno de los campos del Derecho administrativo en que se constatan los
más significativos logros de perfeccionamiento institucional.
157
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164
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
el Título III /Organización del Estado, Capítulo VII –de la Administración Pú-
blica, específicamente en su Sección II/de los Servidores Públicos–.
Entre los principales comandos nacionales para la función pública está la
regla que garantiza la accesibilidad de los cargos, empleos y funciones públicas
a todos los brasileños que cumplan los requisitos establecidos en ley, así como a
los extranjeros, en la forma que sea prevista en ley propia (art. 37, I).
Otra regla de igual importancia consagra el principio del mérito para el as-
censo a cargo o empleo público, haciendo depender la investidura de la aproba-
ción en concurso público de pruebas o de pruebas y de títulos, de acuerdo con
la complejidad del cargo o empleo, con excepción de los nombramientos para
cargos y funciones de confianza (art. 37, II).
Un punto extensamente detallado se refiere a la remuneración de los ocu-
pantes de cargos, funciones y empleos públicos, diferenciando formas remune-
ratorias, estableciendo límites y disciplinando las acumulaciones remuneradas,
entre otras previsiones (art. 37, X a XVII).
La sección específica dedicada a los servidores públicos obliga a las Admi-
nistraciones Públicas de todos los niveles a crear consejos de política de admi-
nistración y remuneración del personal (art. 39, caput), a crear escuelas de go-
bierno, para la formación y perfeccionamiento de los servidores públicos (art. 39,
§ 2º) y a aplicar recursos presupuestarios provenientes de los ahorros con los
gastos corrientes en programas de calidad y productividad, entrenamiento y de-
sarrollo, modernización y racionalización del servicio público, incluso bajo la
forma de remuneración adicional o premio de productividad (art. 39, § 7º).
La misma sección también dispone sobre la seguridad social específica de
los servidores públicos, que pasarán al retiro remunerado: 1) por invalidez;
2) obligatoriamente, a los setenta años de edad, y 3) voluntariamente, bajo con-
diciones combinadas de tiempo de ejercicio en el servicio público y tiempo de
contribuciones a los respectivos sistemas de seguridad (art. 40, §1º), no siendo
posible que la remuneración del servidor retirado sobrepase la que recibía en
actividad (art. 40, § 2º).
Todos los servidores públicos estatutarios, nombrados para cargos de pro-
veimiento en carácter efectivo, en virtud de concurso público, serán estables
con tres años de ejercicio (art. 41, caput), después de evaluados por una comi-
sión instituida para esa finalidad (art. 41, § 4º), y solamente lo perderán: 1) en
virtud de sentencia judicial pasada en autoridad de cosa juzgada; 2) mediante
proceso administrativo en que sea asegurado amplia defensa; o 3) mediante
procedimiento de evaluación periódica de desempeño, en la forma prescrita por
ley complementaria a la Constitución y asegurada la amplia defensa (art. 41,
§ 1º, I, II y III).
Invalidada la pérdida del cargo por decisión judicial, el servidor será reinte-
grado con todos sus derechos (art. 41, § 2º).
165
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los militares (art. 42, para los militares de los Estados, y 142, para los mili-
tares federales), la magistratura (art. 93), el ministerio público (art. 128), la
abogacía pública (arts. 131 y 132) y la defensoría pública (art. 134), se some-
ten a reglas constitucionales específicas para cada una de esas carreras, que
deberán ser observadas por sus respectivos estatutos –federales o estaduales
(recuérdese que los Municipios no poseen las carreras arriba nombradas).
166
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
167
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los bienes públicos, por tradición de las sucesivas Cartas Políticas republi-
canas de Brasil (que son, con la única excepción de la de 1937, Constituciones
de una Republica Federativa), siempre han sido relacionados relativamente a la
Unión y a los Estados miembros.
Así es que la Constitución de 1988 contiene un elenco de once categorías de
bienes públicos de la Unión (art. 20, I a XI) y de cuatro categorías de bienes
públicos de los Estados (art. 26, I a IV), no existiendo mención de los bienes
públicos municipales, porque ninguna categoría les ha sido concedida con ex-
clusividad.
Por su importancia económica se pueden subrayar algunos de los bienes
reservados para la Unión, como, desde luego, la riqueza hídrica, formada por
lagos, ríos y corrientes de agua en tierras de su dominio o que bañen más de
un Estado, sirvan de límites con otros países o se extiendan a territorio extran-
jero o de este provengan (art. 20, III); los recursos naturales de la plataforma
continental y de la zona económica exclusiva (art. 20, V, explicitados en la
Ley nº 8617/93); el mar territorial (art. 20, VI, también reglado en la Ley
8617/93); los potenciales de energía hidráulica (art. 20, VIII) y los recursos
minerales, incluyendo los del subsuelo (art. 20, IX, y el Código de Minas,
Ley nº 9314/96).
En cuanto a los Estados, la Constitución incluye entre sus bienes todas las
aguas superficiales o subterráneas, fluyentes, emergentes o en depósito, excep-
to, en este último caso, y en la forma de la ley, las decurrentes de obras de la
Unión, como canales, represas, reservatorios o pantanos, cisternas etc.
168
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN BRASIL (2011)
169
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
BIBLIOGRAFÍA
170
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO CHILENO
Alejandro Vergara Blanco1
1
2
Texto elaborado para el Coloquio sobre Derecho Administrativo Iberoamericano (Universidad
de Alicante, Alicante, octubre 2004), organizado por el profesor Santiago González-Varas Ibáñez.
Consigno mi admiración por la obra del profesor González-Varas, dentro de la cual cabe esta iniciativa
bajo su dirección, y mi agradecimiento por sus atenciones y desvelos en Alicante. Para su redacción se
ha seguido el «guión» propuesto por el equipo coordinador.
171
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3
La Comisión de Estudio de la Nueva Constitución estimó necesario «establecer en el artículo
es más, el Tribunal Consti-
tucional destacó en su fallo rol Nº 53 de 1988 que: «el artículo 1º de la Carta Fundamental consti-
tuye uno de los artículos fundamentales en que se basa la institucionalidad, ya que por su profundo
-
prete en su misión de declarar y explicar el verdadero sentido y alcance del resto de la preceptiva
constitucional».
172
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Principio de juridicidad
Mención especial cabe realizar sobre el principio de juridicidad, pues en lo
que respecta a la organización administrativa, el mismo cubre toda la Adminis-
tración Pública. En efecto:
(i) todo servicio público, cualquiera sea su naturaleza, requiere ser creado
por ley;
(ii) las funciones de estos servicios deben ser determinadas por ley;
(iii) su dotación de cargos permanentes, la planta de servicio, debe ser fija-
da por ley;
(iv) las atribuciones de estos cargos, deben igualmente establecerse por ley;
y
(v) las remuneraciones de los cargos públicos también han de ser fijadas
por ley.
En cuanto a la actuación administrativa, su validez se ve condicionada a la
concurrencia de tres requisitos:
i) la existencia de una previa investidura regular de sus integrantes, es
decir, que accedan a sus cargos a través de elección o nombramiento;
ii) a la competencia, esto es, que la actuación de que se trate se encuadre
dentro de las atribuciones asignadas por ley; y
iii) que se ejerza en la forma prescrita por la ley, es decir, debe ajustarse
tanto exigencias de formación del acto, como las de carácter externo o
solemnidades.
4
Art. 6º. Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las normas dicta-
das conforme a ella. /Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de
dichos órganos como a toda persona, institución o grupo. /La infracción de esta norma generará las
responsabilidades y sanciones que determine la ley.
Art. 7º. Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus integrantes,
dentro de su competencia y en la forma que prescriba ley. /Ninguna magistratura, ninguna persona ni
grupo de personas pueden atribuirse, ni aún a pretexto de circunstancias extraordinarias, otra auto-
ridad o derechos que los que expresamente se les hayan conferido en virtud de la Constitución o las
leyes. /Todo acto en contravención a este artículo es nulo y originará las responsabilidades y sancio-
nes que la ley señale.
173
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Organización administrativa
Desde un punto de vista orgánico, la «Administración Pública» es un «con-
junto de autoridades y servicios públicos» y, como actividad, desde un punto de
vista material, es «aquella función del Estado orientada a prestar servicios y a
promover el desarrollo sustentable de la nación, de la región o de la comuna,
según se desprende del contexto de nuestra Constitución Política»5.
La Constitución dispone en su artículo 24º que «el gobierno y la administra-
ción del Estado corresponden al Presidente de la República, quien es el Jefe del
Estado». Acto seguido, el artículo 33 de la Constitución indica a los Ministros
de Estado como «colaboradores directos e inmediatos del Presidente de la Re-
pública en el gobierno y administración del Estado», y los ministerios de los
cuales ellos son titulares son los órganos entre los cuales se distribuye sectorial-
mente la competencia administrativa atribuida de un modo general al Presiden-
te de la República. A ellos les corresponde el estudio y la proposición de las
políticas, planes, programas y proyectos relacionados con la materia de su res-
pectivo sector competencial y también la elaboración de las normas destinadas
a asegurar su cumplimiento.
En síntesis, la Administración del Estado ha de estar, pues, estructurada, en
nuestro ordenamiento, bajo la autoridad superior del Presidente de la Repúbli-
ca, con el cual se relacionarán todos los órganos administrativos, por interme-
dio del respectivo ministerio, ya por la jerarquía, si son servicios dependientes,
ya por la supervigilancia, si la ley les da autonomía.
Excepcionalmente, como veremos infra, la Contraloría General de la Repúbli-
ca, a pesar de ser un órgano de la Administración del Estado, escapa de la órbita
administrativa presidencial, pues el Presidente no puede ni dirigirla, ni mandarla,
ni dictarle normas obligatorias, ni responsabilizar disciplinariamente a su perso-
nal, ni revisarle sus actos (solo con limitaciones, puede insistir en decretos y re-
soluciones objetadas por el Contralor). A su vez tampoco es posible ubicar a la
Contraloría bajo la tutela o supervigilancia presidencial, pues ningún poder de
esta especie se prevé sobre el órgano de control. La razón está en que ha sido es-
tablecido como un organismo autónomo6, conforme lo define el artículo 87 de la
Constitución y por tanto se rige por esta última y su propia Ley Orgánica.
Dada la analizada regulación constitucional, es que se ha señalado por la
doctrina nacional, con razón, que se ha producido una «constitucionalización»
de la Administración Pública.
5
Este es un concepto contenido en el art. 3º de la Ley Nº 18.575, de 1986, Orgánica Constitucio-
nal de Bases Generales de la Administración del Estado.
6
Esta misma naturaleza tiene el Banco Central, según lo declara el artículo 97 de la Constitución
Política de 1980. Sus funciones propias de la administración activa o ejecutiva son las indicadas en el
artículo 13 de su ley orgánica (Ley N° 18840), esto es, «propender al desarrollo ordenado y progresivo
de la economía nacional, mediante las políticas monetarias, crediticias, de mercado de capitales, de co-
mercio exterior y cambios internacionales, del ahorro y demás que le sean encomendadas por la ley».
174
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
7
En este sentido se puede citar un fragmento del Mensaje Presidencial de Patricio Aylwin, al co-
mienzo de la legislatura ordinaria del Congreso Nacional el 21 de mayo de 1993: «Tengo la convicción
que la Administración Pública chilena es honesta y proba. Podrá tildársela de lenta, engorrosa, trami-
el aparato administrativo del Estado chileno requiere una modernización, para ponerlo más a tono con
-
ciente [...]Desburocratizar no es solo disminuir funcionarios, que en muchos casos son menos de los
175
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Constitución Política del Estado, arts. 1º (incisos 4 y 5), 5, 6º, 7º, 19Nº 26, 24, 33, 87.
Ley Nº 18575, de 1986, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administra-
ción del Estado.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
2. ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA
176
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
177
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
9
-
nen las Municipalidades como «corporaciones autónomas de derecho público, con personalidad jurídi-
participación de la comunidad local y de ejercer las atribuciones que le indica la ley. El número de
concejales es conforme al número de electores de cada comuna. Su elección se realiza por votación
directa, conforme un sistema de representación proporcional (Ver art. 62 Ley Nº 18.695).
11
El Consejo Económico y Social Comunal está compuesto por representantes de la comunidad
local organizada y es un órgano de consulta de la Municipalidad.
178
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Constitución Política del Estado, arts. 3º, 24, 38 (inciso 1º), 62, 107 (inciso 1º).
Ley Nº 18575, de 1986, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administra-
ción del Estado.
Ley Nº 18685, de 1988, Orgánica Constitucional de Municipalidades. Reformada por
Ley Nº 19.130, Diario Oficial del 19 de marzo de 1992.
Ley Nº 19175, de 1993, Orgánica Constitucional sobre Gobierno y Administración
Regional.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
179
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
12
El resultado de este trabajo de CONARA está en su Informe Final: Seminario nacional sobre
procedimientos administrativos (Tomo I) e Informe sobre procedimientos administrativos. Comisión
Nacional de la Reforma Administrativa (Tomo II), Santiago, Chile. 1980. Cabe destacar que en este
trabajo participó como consultor el Catedrático de Derecho Administrativo español, profesor Francis-
co González Navarro, quien fue precursor en muchas ideas y desarrollos en la materia. Desde estas
páginas le brindamos un merecido recuerdo y homenaje.
180
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
13
Los principios que consagra esta ley son la escrituración, la gratuidad, la celeridad, la economía
procedimental, el principio de contrariedad, de imparcialidad, de abstención, de la no formalización y
de la inexcusabilidad, impugnabilidad y de la transparencia y publicidad. Ver artículos 5 al 16.
14
-
guientes términos: «Es una sucesión de actos trámites vinculados entre sí, emanados de la Administra-
terminal». Agrega en su inciso 2° «El procedimiento administrativo consta de las siguientes etapas:
181
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
15
CORDERO VEGA, Luis, El Procedimiento Administrativo, Editorial Lexis Nexis, Santiago de Chi-
le, 2003, pp. 50 y 51.
16
Ver D.L. 1289 de 1976, Orgánica de Municipalidades, art. 5º transitorio letra c y Ley Nº 18695,
art. 82.
17
-
nistración, y producidas además determinadas circunstancias, se entenderá o podrá entenderse denega-
da u otorgada la petición o el recurso formulado por los particulares».
18
(i) Debe haber una disposición expresa que prevea el silencio administrativo. (ii) Debe haber
una solicitud dirigida a la administración. (iii) Debe existir una «inactividad» de la administración.
(iv) En la práctica esta inactividad se traduce en una falta de servicio. Puede ser material, que se tradu-
ce en un no hacer de la Administración dentro del marco de su competencia ordinaria, o formal que es
182
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Sobre la derogación
Al respecto, la derogación (como efecto) cumple la función de salvar las
antinomias (contradicciones entre dos preceptos vigentes), en especial el caso
de la derogación tácita19. El Código Civil en su artículo 52 al respecto señala
que: «La derogación de las leyes podrá ser expresa o tácita./Es expresa, cuan-
do la nueva ley dice expresamente que deroga la antigua./Es tácita, cuando la
nueva ley contiene disposiciones que no pueden conciliarse con las de la ley
anterior «. Agrega en su artículo 53 lo siguiente:» La derogación tácita deja
vigente en las leyes anteriores, aunque versen sobre la misma materia, todo
aquello que no pugna con las disposiciones de la nueva ley».
petición. (v) La inactividad puede estar originada en: causas estructurales, orgánicas o negligencia por
parte de la administración para dar cumplimiento a las obligaciones que son inherentes a su cargo. (vi)
La inactividad debe darse durante un cierto lapso de tiempo. (vii) Debe existir la posibilidad de resol-
ver para la administración.
19
Vid., en general, sobre derogación: VIDAL,
las leyes», en: VV.AA., La técnica legislativa ante la elaboración de la ley. Valparaíso, CEAL-UCV,
1998, pp. 237-288; y sobre antinomias, vid. pp. 265-267.
183
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
184
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
185
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4. EL ACTO ADMINISTRATIVO
20
En este sentido, el máximo tribunal de nuestro país, la Corte Suprema, ha señalado: «la Admi-
nistración Pública actúa por medio de actos administrativos, y para que estos alcancen su real efecto y
proyección, es necesario que tales actos emanen de autoridad responsable, que se concreten en un
contenido bien determinado y que se les dé a conocer debidamente, pues solo así resultarían obligato-
rios y permitirían ser cumplidos y acatados». Corte Suprema, sentencia en Revista de Derecho y Juris-
prudencia, T. LXXIX (1982), Nº 3, sección 5ª.
21
Artículo 3º, inciso 2 de la Ley Nº 19880.
22
Otras posturas a nivel nacional han sido considerar el acto administrativo como sinónimo de
actividad de la Administración, ver PANTOJA B., Rolando, Concepto de Acto Administrativo, Editorial
Jurídica de Chile, 1960, o como una declaración de contenido variado, ver CALDERA DELGADO, Hugo,
El Acto Administrativo, legalidad, efectos, impugnación (Editorial Jurídica de Chile), 1981.
23
Artículo transcrito supra nota 4.
186
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
cas. En otras palabras, será «legítima» la autoridad cuya investidura derive del
ordenamiento constitucional, a condición que su instalación en el poder se haya
verificado en conformidad con los requisitos y el procedimiento preestableci-
dos en aquel, así se desprende del artículo 7º de la Constitución que dispone en
su inciso 1º: «Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura
regular de sus integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescri-
ba la ley».
24
Ver artículos 1º inciso 4, 6º inciso 1, 7º y 32 Nº 8 de la Constitución.
187
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
25
CALDERA DELGADO, Hugo, El acto administrativo, legalidad efectos e impugnación, cit., p. 72.
26
Artículo 15 inciso 2° la Ley Nº 19880.
188
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
189
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
27
Conforme lo indica el artículo 1546 del Código Civil, «Los contratos deben ejecutarse de buena
fe y por consiguiente obligan no solo a lo que en ellos se expresa, sino a todas las cosas que emanan
precisamente de la naturaleza de la obligación, o que por la ley o la costumbre pertenecen a ella», de
lo cual se deriva un principio general de derecho.
190
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
28
Datos estadísticos extraídos de RAMÍREZ ALUJAS, Álvaro: Modernización de la gestión pública.
El caso chileno (1994-2000), Universidad de Chile, 2001.
191
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
29
Esquema que se sigue, igualmente, en nuestro libro Derecho Eléctrico. Santiago, Editorial Jurí-
dica de Chile, 2004, pp. 317-327; de ahí que los ejemplos que utilizo en este escrito son de la normati-
va eléctrica, pero aplicables a toda potestad sancionatoria.
Por ejemplo, los artículos 15 y ss. de la Ley 18410 que crea en 1985 la Superintendencia de Elec-
tricidad y Combustibles.
No obstante, ver SOTO KLOSS, Notas, op. cit., y ARÓSTICA, Algunos, op. cit., aceptan con reservas
esta potestad de la Administración.
El énfasis es agregado.
30
Por ejemplo, los artículos 15 y ss. de la Ley 18410 que crea en 1985 la Superintendencia de
Electricidad y Combustibles.
31
No obstante, ver SOTO KLOSS, Notas, op. cit., y ARÓSTICA, Algunos, op. cit., aceptan con reservas
esta potestad de la Administración.
192
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Al respecto, por su texto tan expresivo, solo nos basta con transcribir lo que
ha señalado la Sentencia del Tribunal Constitucional, Rol Nº 244, 26/8/1996 (a
propósito de la Ley de Caza), en sus considerandos 9º, 10º, 11º y 12º:
«9º. Que, los principios inspiradores del orden penal contemplados en
la Constitución Política de la República han de aplicarse, por regla general,
al Derecho administrativo sancionador, puesto que ambos son manifesta-
ciones del ius puniendi propio del Estado;
10º. Que, entre ellos, es necesario destacar los principios de legalidad y
de tipicidad, los cuales no se identifican, sino que el segundo tiene un conte-
nido propio como modo de realización del primero. La legalidad se cumple
con la previsión de los delitos e infracciones y de las sanciones en la ley,
pero la tipicidad requiere de algo más, que es la precisa definición de la
conducta que la ley considera reprochable, garantizándose así el principio
constitucional de seguridad jurídica y haciendo realidad, junto a la exigen-
cia de una ley previa, la de una ley cierta;
11º. Que, en este sentido, ambos principios se encuentran consagrados
en los incisos séptimo y octavo del Nº 3º del artículo 19, de la Carta Funda-
mental, de acuerdo con los cuales «Ningún delito se castigará con otra pena
que la que señale una ley promulgada con anterioridad a su perpetración, a
menos que una nueva ley favorezca al afectado», y «Ninguna ley podrá es-
tablecer penas sin que la conducta que se sanciona esté expresamente des-
crita en ella.»;
12º. Que, de esta forma, la Constitución precisa de manera clara que
corresponde a la ley y solo a ella establecer al menos el núcleo esencial de
las conductas que se sancionan, materia que es así, de exclusiva y excluyen-
te reserva legal, en términos tales, que no procede a su respecto ni siquiera
la delegación de facultades legislativas al Presidente de la República, en
conformidad con lo que dispone el artículo 61, inciso segundo, de la Cons-
titución Política»32.
De lo anterior podemos desprender claramente que el ius puniendi del Esta-
do, ya sea en su manifestación penal o administrativa, dada la evidente natura-
leza común, en su ejercicio debe respetar los mismos principios de legalidad y
tipicidad, y sus derivados. En otras palabras, aunque exista una dualidad de
sistemas represivos del Estado, en ambos casos, por su unidad material, aunque
el procedimiento sea distinto, se han de respetar estos principios de fondo: es el
mismo ius puniendi del Estado. Entonces, los principios conocidos general-
mente como del derecho penal, hay que considerarlos como principios genera-
les del derecho sancionador, y el Tribunal Constitucional ha señalado clara-
mente que tales principios tradicionales del derecho penal se aplican a la esfera
sancionatoria administrativa33.
32
El énfasis es agregado.
33
Si bien con algunos «matices», como señala la doctrina más autorizada (vid. GARCÍA DE ENTE-
RRÍA y FERNÁNDEZ, Curso de Derecho Administrativo, II, p. 170).
193
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
34
En materia eléctrica, por ejemplo, cabrá revisar si el tipo que se establece en el art. 15 inc. 1º de
la Ley N° 18410/1985 cumple medianamente este principio, al referirse a «infracciones de las le-
yes…», de un modo tan genérico, que debe ser precisado y graduado en cuanto a sus sanciones, según
la gravedad de sus resultados, establecidos en los incs. 3º y 4º de tal disposición legal.
35
FERRADA B., Juan Carlos, «Los órganos reguladores de actividades económicas relevantes en
Chile: una visión panorámica», Revista Chilena de Derecho, Vol. 30 Nº 2, 2003, pp. 271-286
36
Ejemplo de ello, han sido a nivel nacional las reformas legislativas introducidas en el sector
eléctrico para fortalecer las atribuciones de los órganos administrativos reguladores, que permitan
prever y enfrentar adecuadamente procesos de crisis energética como la vivida en el año 1999 (Ley
Nº 19613/99), o las atribuciones más amplias de la Subsecretaría de Telecomunicaciones [Subtel] en
materia de interconexión y defensa de los usuarios del servicio público telefónico (Ley Nº 19302/1994).
37
Vid. CURY, op. cit., p. 80.
194
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
38
Este principio de la presunción de la inocencia quiere decir, entonces, que en un procedimiento
sancionatorio administrativo, como el procedimiento que la Superintendencia de Electricidad y Com-
bustibles [SEC] puede llevar adelante, es la propia Administración [la SEC], en la fase de instrucción
del procedimiento sancionatorio, la que debe aportar las pruebas que implican responsabilidad de
quienes soporten una sanción.
195
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Este es un tema en el que cabe avanzar en Chile, pues no existe una arraiga-
da conciencia, en especial de la jurisprudencia, sobre la necesidad de hacer
respetar por la Administración los principios desarrollados de un sano ejercicio
de la potestad administrativa sancionatoria.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
196
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
39
CORDERO VEGA, Luis, «Limitando la Ley de Procedimiento Administrativo. Una interpretación
intolerable», Revista Chilena de Derecho, Vol. 30 Nº 3, año 2003, pp. 549-552; y FERRADA BÓRQUEZ,
Juan Carlos y BORDALÍ SALAMANCA, Andrés, «Facultades Juzgadoras de la administración, una involu-
ción en relación al principio clásico de la división de los poderes», en Revista de Derecho (Universidad
Austral de Chile), Vol XIII-2002, pp. 189-205.
40
En este mismo sentido se han pronunciado los Tribunales superiores de justicia, principalmente
a través de numerosos fallos de recursos de protección, desatacándose nociones de la potestad discre-
cional como «Facultad en que el administrador debe optar razonablemente por la elección más con-
veniente» (1982), «Facultad ejercida por la autoridad sujeta a los límites de la razonabilidad, de la
buena fe y de la ordenación del poder» (1984).
197
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Fundamental, de modo que si de ella se aparta y realiza una acción ilegal, ope-
rarán los resguardos previstos por la ley.
41
El artículo 20 de la Constitución consagra esta acción para el evento en que cualquier persona
por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación, perturbación o amenaza en el le-
gítimo ejercicio de los derechos y garantías de contenido patrimonial establecidas en el artículo 19 de
la Constitución.
42
Opinión del comisionado Sr. Waldo Ortúzar, en Acta de sesiones de la Comisión Constituyente,
Nº 214.
198
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Auto Acordado de la Corte Suprema, de 1992, sobre Tramitación y fallo del recurso de
protección.
Constitución Política de 1980, arts. 19 y 20.
Ley Nº 18575, de 1986, Orgánica Constitucional de Bases Generales de la Administra-
ción del Estado.
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
Desde el punto de vista de los órganos que realizan o ejecutan algún grado
de control respecto de la Administración podemos distinguir: a) Control parla-
mentario, que compete al Congreso Nacional, b) control que ejerce la propia
Administración, a través de servicios u órganos que forman parte de su estruc-
tura, como por ejemplo las Superintendencias, c) control ejercido por la Contra-
loría General de la República, y d) el control jurisdiccional, que corresponde a
los Tribunales de Justicia, sean estos ordinarios o especiales.
199
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
43
FERRADA BÓRQUEZ, Juan Carlos, «El principio del control en la Administración del Estado. El
principio de control en la década 1990-2000», La Administración del Estado de Chile. 1990-2000,
Santiago, EdiarConoSur, 2001, p. 621.
44
La situación generada bajo la Constitución de 1925 consistió fundamentalmente en que los
Tribunales Ordinarios, sistemáticamente se excusaron de conocer reclamos de ilegalidad o arbitrarie-
dad de los actos de la Administración, alegando en su favor la existencia de tribunales «especiales»,
ante lo cual se declaraban incompetentes para conocer de estos asuntos. Esta situación alcanzó graves
ribetes entre los años 1967 a 1973, en razón de la Reforma Agraria y tribunales especiales constituidos
solo para efectos de las expropiaciones ejecutadas al amparo de ella.
45
Ley de Reforma Constitucional Nº 18825, del 17 de agosto de 1989, artículo único Nº 17. Re-
forma aprobada por plebiscito de 30 de julio de 1989.
200
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
-
Si es difícil usualmente identi-
ficar el juez habilitado para resolver un conflicto, en nuestro país ello tiene di-
ficultades irritantes, pues en el caso de la jurisdicción administrativa, esta no
existe orgánicamente, y cabe recabarla en los tres órdenes de jurisdicción exis-
tentes.
En efecto, funcionalmente, la justicia chilena comprende tres órdenes de
jurisdicción:
a) El orden constitucional: la justicia constitucional. Le corresponde tanto
al Tribunal Constitucional (juez a priori y control concentrado: declara-
ción de insconstitucionalidad de los proyectos de ley) como a la Corte
Suprema reunida en Pleno (juez a posteriori: declaración de inaplicabi-
lidad por insconstitucionalidad de las leyes para causas específicas, sin
efectos generales).
En el primer caso (del TC) se trata de contencioso anulatorio de leyes, y
en virtud de la sentencia el proyecto de ley no se podrá convertir en ley.
En el segundo caso, la sentencia solo tiene efectos relativos para la causa
en que se invoca y declara la inaplicabilidad; la ley sigue vigente.
b) El orden administrativo: la justicia contencioso administrativa. No hay
organicidad alguna; más bien una gran dispersión, como analizamos in-
fra. Le corresponde tanto al Tribunal Constitucional, como a los Tribu-
nales ordinarios y especiales de justicia, que integran el poder judicial,
como a otros tribunales que no forman parte del poder judicial.
46
Establecido en el artículo 20 de la Constitución Política de 1980.
47
PIERRY ARRAU, Pedro, «Conferencia Inaugural: Lo Contencioso Administrativo y el Recurso de
Protección», Revista Chilena de Derecho, Vol. XIV, 1991-1992, p. 159.
201
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
202
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Aun a riesgo de difundir algo ya muy conocido, para los efectos de este
trabajo panorámico, es necesario señalar los hitos fundamentales de la ausencia
de contencioso administrativo especializado en Chile.
a) La CP de 1925 contenía una disposición, que se tornó de aquellas que
dramáticamente hubo que llamar «programáticas», en virtud de la cual se
previó la creación de tribunales administrativos. Al mismo tiempo la ley
limitaba la jurisdicción del Poder Judicial a las causas civiles y crimina-
les que establecía la ley. A raíz de eso, la doctrina y la jurisprudencia
judicial de la época mayoritariamente entendieron que en virtud del prin-
cipio de la separación de poderes, tales tribunales no tenían la competen-
cia para conocer causas de la materia contencioso administrativa.
En virtud de ello se concluía que se trataba de un vacío legal y que mien-
tras el legislador no actuara, los Tribunales ordinarios debían abstenerse
de llevar a juicio a la Administración.
Esto produjo una gran indefensión de los particulares en sus pretensiones
de frente a la Administración, en aquellos casos en que esta lesionaba sus
derechos; sin perjuicio del papel limitado que cabe reconocer a la Con-
traloría General de la República48.
b) El texto primigenio de la CP de 1980, sin embargo, persistió en la idea
de la creación especializada de estos tribunales de lo contencioso admi-
nistrativo. Así, en su art. 38 inc. 2° reiteró la necesidad de creación de los
«tribunales contencioso-administrativos que determine la ley»; y, en se-
guida, en el art. 79 CP restringió la potestad del poder judicial solo a los
«negocios de su competencia», fórmula que excluía, entonces, a la mate-
ria contenciosa administrativa. Todo parecía indicar que esta vez los tri-
bunales especiales administrativos no quedarían solo en el texto desnudo
de la CP, sino que serían creados. Pero ello no ocurrió así…
c) En 1989, mediante plebiscito, la CP de 1980 fue modificada en variados
aspectos, y en la materia se incluyeron las dos siguientes modificaciones:
1°) se suprimió la frase «contencioso-administrativo» del art. 38 inc. 2°
48
Vid., SOTO KLOSS, Derecho Administrativo, op. cit., 1996, t. 1, p. 357; y SILVA CIMMA, Derecho
Administrativo, op. cit., 1994, p. 192.
203
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Entonces, cabe preguntarse, ante qué jurisdicción pueden recurrir los parti-
culares que se sientan lesionados por actos de la administración, tanto para
solicitar la anulación de tales actos (contencioso de anulación o de excès de
pouvoir) y la consiguiente indemnización (contencioso indemnizatorio o de
responsabilidad; o de plena jurisdicción). Debemos recordar que en Chile no
existe, como se ha señalado, ni una jurisdicción ni un procedimiento especial o
de efecto general supletorio para las contiendas contencioso administrativas
La respuesta lógica sería la siguiente: que se recurriese ante el Poder Judi-
cial respecto de las causas contra actos de la Administración. Pero ello envuel-
-
tenciosos especializados establecidos en diversas materias especiales (amparo
económico; reclamaciones a la autoridad sanitaria; a la autoridad eléctrica, y
otros), cabe referirse al contencioso de general aplicación.
8.5. Las vías ordinarias (ante el lento juez judicial) en un país sin
contencioso-administrativo
49
Vid., SOTO KLOSS, El recurso de protección, 1992, pp. 397 y ss.; SILVA CIMMA, op. cit., 1994,
p. 193.
204
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Las dos vías anteriores, podríamos decir, son las ordinarias en un sistema
que carece de una jurisdicción especializada de lo contencioso administrativo
de general aplicación. Pero es indudable que este cauce tiene todas las dificul-
tades de la justicia ordinaria, su lentitud y la falta de remedios urgentes, o de
verdaderas medidas cautelares.
Y ante la falta de esa jurisdicción, cada vez que un particular se enfrenta con
la Administración y no es posible recurrir a otras vías de reclamo (administra-
tivas: ante la Contraloría General de la República; o jurisdiccionales: ante la no
existencia de un recurso especial de los contencioso-administrativos, como es
el caso municipal, o eléctrico, o de aguas, u otros; en fin, ante la respuesta in-
adecuada de los juicios de primera instancia señalados en el párrafo anterior:
nulidad y responsabilidad), la vía de acción más utilizada, desde su creación en
1976-1980, es el recurso de protección.
-
titucionales no fue creado como un sustituto de la jurisdicción contencioso-ad-
ministrativa; pero a pesar de eso, dada la fuerte presión de los justiciables, y la
laxa interpretación que las Cortes han dado a algunas garantías constituciona-
les, en gran medida esta vía se ha convertido en una jurisdicción doble:
a) por una parte, sigue respondiendo al molde primigenio de la CP, como
amparo de garantías constitucionales de contenido patrimonial, y al res-
pecto hay una nutrida, notable y valiosa jurisprudencia; y
205
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
b) por otra parte, encontramos aquí el cauce por donde los justiciables que
se enfrentan a lesiones en sus derechos provenientes de actos de la Ad-
ministración, han convertido, con algún éxito, esta acción en un conten-
cioso no solo cautelar sino con sentencias claramente anulatorias, con el
mismo efecto de un proceso de exceso de poder.
50
FERRADA, BORDALÍ y CAZOR, 2003, op. cit., p. 74
51
Ibidem, p. 77
206
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
52
VERGARA, «La propietarización», 1990, op. cit.
207
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
BAÑADOS, Felipe, -
», Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo
85, año 1988, p. 125.
BERTELSEN REPETTO, Raúl, «El recurso de protección y el derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación: examen de quince años de jurisprudencia» en
Revista Chilena de Derecho, Vol. 25, Nº 1 (enero-marzo de 1998), pp. 139-174.
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BULNES ALDUNATE, Luz, «El recurso de protección y las atribuciones exclusivas del
Senado y la Cámara de Diputados», Revista Chilena de Derecho, Vol. 16, Nº 2
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DÍAZ CRUZAT, Andrés, «Esquema del recurso de protección», Gaceta Jurídica, Nº 106,
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autónomos: crítica a una errada interpretación», Revista Chilena de Derecho,
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ca: un principio de solución», Revista Chilena de Derecho, Vol. 26, Nº 3 (julio-
septiembre 1999), pp. 761-181.
FERRADA BÓRQUEZ, Juan Carlos, «El principio del control en la Administración del Es-
tado». (El principio del control en la década 1990-2000). En La Administración del
Estado de Chile. 1990-2000.
JUNTA DE GOBIERNO (consultor: Rolando PANTOJA BAUZÁ), Los Tribunales Contencioso
Administrativos. Antecedentes para su estudio, Santiago, 1982, p. 440. Es posible
encontrar en esta útil recopilación los textos de doctrina, jurisprudencia y proyectos
relativos a la materia de todo el siglo XX.
MOHOR ABUAUAD, Salvador y VARAS, Paulino, «Documentos oficiales y cronología del
autoacordado sobre tramitación y fallo del recurso de protección dictado por la Cor-
te Suprema el 27 de junio de 1992» en Gaceta Jurídica Nº 149, año 1992, p. 7.
MOHOR ABUAUAD, Salvador, «El recurso de protección», Gaceta Jurídica Nº 44, año
1984, p. 8.
NAVARRO BELTRÁN, Enrique, «Recurso de protección y derecho a vivir en un medio
ambiente libre de contaminación». Revista Chilena de Derecho, Vol. 20, Nº 02 y 03
(1993), pp. 595-601.
OELCKERS C., Osvaldo; PIERRY A., Pedro; PITTO D., Hernán; DANIEL A., Manuel. «Lo
Contencioso Administrativo», Jornadas sobre lo Contencioso Administrativo Es-
cuela de Derecho, Universidad Católica de Valparaíso, noviembre de 1975, Edi-
ciones Universitarias de Valparaíso, 1976.
208
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
209
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
53
un trámite de control de la juricidad de la declaración
orgánica unilateral de un ente dotado de potestades administrativas, declaración que formalizada
en decretos o resoluciones según disponga la ley, no es sino un proyecto de acto administrativo»,
vid. SOTO KLOSS, Eduardo, La Contraloría General de la República. 50 años de vida institucional
(1927-1977). Departamento de Derecho Público (Facultad de Derecho de la Universidad de Chile,
1977), p. 175.
54
Ley Nº 10336 Orgánica Constitucional de la Contraloría General de la República.
55
Decreto Nº 2421 -
zación y Atribuciones de la Contraloría General de la República», 1964.
210
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
56
CONTRALORÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA, Doctrina Institucional (Documento aprobado por re-
solución exenta Nº 1556, de 25 de octubre de 2000).
211
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
212
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
57
FERRADA B., Juan Carlos, «La responsabilidad patrimonial de la Administración del Estado de
Chile: una breve revisión del estado actual de la discusión», en La responsabilidad patrimonial del
Estado (compilador: Marín González, Juan Carlos, México, Editorial Porrúa, 2004), pp. 107-135.
58
Ver, entre otros, FIAMMA, Gustavo, «La acción de constitucionalidad de responsabilidad y la
responsabilidad por falta de servicio», Revista Chilena de Derecho, Vol. 16 Nº 2, 1989, pp. 434 y ss.
59
El artículo 38 inciso 2º CP señala: «Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por
la Administración del Estado, de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los
tribunales que determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al funcionario
que hubiere causado el daño».
213
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
60
Este artículo establece un principio general de responsabilidad de la administración estatal y
señala: «El Estado será responsable por los daños que causen los órganos de la Administración en el
ejercicio de sus funciones, sin perjuicio de las responsabilidades que pudieren afectar al funcionario
que los hubiere ocasionado».
61
El artículo 42 dispone: «Los órganos de la Administración serán responsables del daño que
causen por falta de servicio. No obstante, el Estado tendrá derecho a repetir en contra del funcionario
que hubiere incurrido en falta personal».
214
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
BIBLIOGRAFÍA
62
En el caso de la electricidad, solo el sector de la distribución (desde 1982) y el transporte (desde
2004) son considerados servicio público, quedando desregulada la generación.
215
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
63
Sobre el servicio público eléctrico y temas relativos al tema, ver VERGARA BLANCO, Alejandro,
Derecho Eléctrico (Editorial Jurídica, Santiago Chile, año 2004).
64
CARMONA SANTANDER, Carlos, Derecho Administrativo Avanzado: La Actividad Prestacional o
Servicio Público
Universidad Católica de Chile), p. 40.
65
Vid. la publicación del MINISTERIO DE ECONOMÍA, Experiencias regulatorias de una década y
propuestas para el futuro (Santiago, LOM ediciones, 2000).
66
Ver artículo 19 Nº 21 de la Constitución.
216
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
217
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Decreto con Fuerza de Ley (D.F.L.) Nº 1 de 1982, fija texto de la Ley General de Ser-
vicios Eléctricos.
Decreto con Fuerza de Ley (D.F.L.) Nº 382 de 1988, fija Ley General de Servicios
Sanitarios.
Ley Nº 18168 de 1982 General de Telecomunicaciones.
Ley Nº 18410 de 1985 crea la Superintendencia de Electricidad y Combustible (SEC).
Ley Nº 18575 de 1986, Orgánica Constitucional de Bases de la Administración del Estado.
Ley Nº 18902 de 1990, crea la Superintendencia de Servicios Sanitarios.
BIBLIOGRAFÍA
67
de 1989.
218
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
68
Se vinculan también en el orden constitucional los artículos 24, 33, 60 N°1 en relación al art. 38,
62 N° 2 y 4 y art. 19 N° 17, 32 N°s
69
Ver artículo 1° Ley N° 18834.
219
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Especial mención merece este tema, dado que en el año 1999, comienza a
regir en nuestro país la Ley N° 19653 sobre Probidad administrativa aplicable
a los órganos de la Administración del Estado, la que junto con establecer la
obligación legal para los funcionarios de la administración del Estado de obser-
var el principio de probidad administrativa, procede a definir esta como «la
exigencia de observar una conducta funcionaria intachable y un desempeño
honesto y leal de la función o cargo, con preeminencia del interés general,
sobre el particular»70.
Constitución Política de 1980, arts. 24, 32 Nos 9, 12, y 18, 33, 38, 60 y 62 Nos 2 y 4.
Ley Nº 18575 de 1986, Orgánica Constitucional de Bases de la Administración del
Estado.
Ley Nº 18834 de 1989, que fija el Estatuto Administrativo.
Ley Nº 19563 de 1999, sobre Probidad Administrativa en los Órganos de la Adminis-
tración del Estado.
BIBLIOGRAFÍA
70
Nuevo artículo 54, inciso 2° de la Ley N° 18575, Orgánica Constitucional de Bases Generales
de la Administración del Estado.
220
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
13.1. Urbanismo
71
72
propiedad horizontal.
73
La fecha exacta de nacimiento de este Ministerio fue el 16 de diciembre de 1965.
74
Hasta antes de la creación del señalado Ministerio existían alrededor de 23 instituciones que se
dedicaban a la vivienda social.
75
221
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
76
77
78
79
Se entiende por terreno rústico todo aquel que tenga una aptitud agrícola, ganadera o forestal.
80
Ver Política Nacional de Uso del Borde Costero.
222
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
Decreto con Fuerza de Ley Nº 458 de 1976, aprueba nueva Ley General de Urbanismo
y Construcciones.
Decreto Supremo Nº 47, de 1992, fija nuevo texto de la Ordenanza de la Ley General
de Urbanismo y Construcciones.
Ley Nº 19300 de 1994, aprueba Ley sobre Bases Generales del Medio Ambiente.
Decreto Supremo Nº 95 de 2001, fija el Reglamento del Sistema de Impacto Ambiental.
Decreto-Ley Nº 1939 de 1979, establece Normas sobre Adquisición, Administración y
Disposición de Bienes del Estado.
Decreto Supremo Nº 166 de 1999, fija el Reglamento del Consejo Consultivo de la
Comisión Nacional y Comisiones Regionales del Medio Ambiente.
Decreto Supremo Nº 94 de 1995, establece el Reglamento que fija el procedimiento
para establecer planes de prevención y descontaminación.
81
Marina tiene a su cargo las concesiones marítimas, (ii) la Dirección de Obras Portuarias la implemen-
tación de obras como defensas ribereñas, habilitación de muelles, (iii) el Ministerio de Vivienda y
Urbanismo la aplicación de planes reguladores en zonas costeras, (iv) el Ministerio de Bienes Nacio-
nales tiene a su cargo la regularización de la propiedad de las caletas de pescadores, (v) la Secretaría
223
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
BARRA GALLARDO, Nancy, Ley Nº 19.300: Historia y perspectiva actual, Memoria para
optar al grado de Licenciado en Derecho de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, 1995.
CALDERA DELGADO, Hugo, «La garantía constitucional del derecho de propiedad y la
propiedad», Revista Chilena de Derecho, Vol. VI, 1979, pp. 312-335.
CAMUS ROCUANT, Lucía y SIMPSON ORELLANA, Edith, Análisis de algunos aspectos de la
legislación habitacional y urbanística chilena. Pautas para una reforma urbana
habitacional. Memoria de prueba para optar al grado de Licenciado en Ciencias
Jurídicas y Sociales. Universidad Católica de Valparaíso, 1971.
CONAMA, Políticas, instrumentos, educación e investigación ambientales. Compe-
tencias Ambientales, Documento Nº 8, Serie Jurídica, noviembre 1996.
FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Miguel Ángel, «Instrumentos jurídicos para una política urba-
na», Revista Chilena de Derecho, Vol. XX, 1993, pp. 261-270.
FOXLEY, Juan Cristóbal, Protección eficaz del medio ambiente, aspectos jurídicos de la
preservación ambiental, Memoria para optar al grado de Licenciado en Derecho de
la Pontificia Universidad Católica de Chile, 1991.
JARA AMIGO, Rony, «Instrumentos jurídicos para una política urbana», Revista Chilena
de Derecho, Vol. 20 Nºs 2 y 3, 1993, pp. 261-270.
RAJEVIC MOSLER, Enrique, «Derecho y legislación urbanística en Chile», Revista de
Derecho Administrativo Económico, Facultad de Derecho Pontificia Universidad
Católica, Vol II, Nº 2 (2000), pp. 527 a 548.
Nuestro Código Civil dispone: «Se llaman bienes nacionales aquellos cuyo
dominio pertenece a la nación toda./Si además su uso pertenece a todos los
habitantes de la nación como el de las calles, plazas, puentes y caminos, el mar
adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o bienes
públicos»82.
La enumeración contenida en la definición anterior es solo ejemplar, no
taxativa pues conforme otras disposiciones del mismo Código podemos
señalar también como bienes públicos los ríos y lagos navegables por bu-
ques de más de cien toneladas83, 84. Luego también son consideradas dentro
82
Artículo 589 del Código Civil chileno.
83
Artículo 595 del Código Civil chileno.
84
Existe a nivel nacional un catastro realizado por la Subsecretaría de Marina perteneciente al
224
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
navegables por buques de más de cien toneladas en razón de las distintas Gobernaciones Marítimas o
Capitanías de Puerto. Ver Decreto Supremo Nº 11 y 12 de 1998.
85
Artículo 5º del Código de Aguas: «Las aguas son bienes nacionales de uso público [...]».
86
Libre, en tanto cualquier persona, nacional o extranjera puede desarrollar en estos espacios toda
actividad no prohibida por la ley, contraria a la moral o las buenas costumbres, sin necesidad de una
87
Gratuito, en tanto a unidades adicionales en el uso del bien se les puede atribuir costo cero. Por
ejemplo, tratándose de una playa pública, su acceso es gratuito independientemente que la visite una
persona o cien.
88
Igualitario, en tanto sea libre, pues el libre uso se realiza justamente garantizando la igualdad
real y efectiva de los ciudadanos.
89
También hay otros artículos en el mismo cuerpo legal como el 1810 por el cual se dispone que
no pueden venderse aquellas cosas cuya enajenación está prohibida por ley o el art. 2498 que establece
que se gana por prescripción el dominio de los bienes raíces o muebles, que están en el comercio hu-
mano, y que se han poseído con las condiciones legales.
90
Esta característica tiene como excepción que opere la desafectación del bien respectivo como
bien nacional de uso público, dejando de prestar la utilidad a la cual estaba destinado, pudiendo enton-
ces ser enajenado. Un caso reconocido por la doctrina nacional es el que puede presentarse respecto de
la «playa de mar» por el fenómeno conocido como «degradación». Este ocurre cuando se retira el mar
y aquella zona terrestre que las olas bañaban y desocupaban alternativamente hasta las más altas ma-
reas pasa a ser una franja de tierra sobrante, quedando en consecuencia desafectada como bien nacional
225
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
226
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
227
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Todos estos bienes se rigen por el derecho común (esto es, el derecho
civil), y cualquier alteración de su estatuto de adquisición está regulado
por el art. 19 nº 23 CP.
1. Los bienes privados (o propios) de los particulares. Tradicionalmen-
te han estado regulados en un texto codificado, en donde se establece
una legislación aplicable a todos los bienes de particulares (ya sea
personas naturales o jurídicas, de las que llamamos de derecho priva-
do). Tales bienes privados de un particular (artículo 582 del Código
Civil) se rigen por el derecho llamado «común» creado para ello;
pero, es en el fondo el régimen que corresponde solo a los bienes de
tales personas, y que es común supletorio solo respecto de los bienes
de otros titulares sometidos al régimen privado, que se enumeran en
seguida (pero tal régimen privado no podrá ser en ningún caso suple-
torio del régimen de los bienes públicos: hay una incompatibilidad de
naturaleza y principios, ab origine: es la consecuencia de la dualidad
publicatio/apropriatio).
2. Los bienes privados (o propios) del Estado/fisco. También llamados
«fiscales», están sometidos a este mismo régimen general de bienes
privados, por lo que sobre ellos el Estado/fisco tendrá propiedad; se
los ha podido apropiar, por su naturaleza. El «Estado», como fisco, es
una verdadera persona jurídica de derecho público, a cuyos órganos
se les destinan algunos bienes. Así, los órganos del Estado, para llevar
adelante sus tareas (arts. 6 y 7 CP) deben adquirir bienes, con los fon-
dos que obtiene por la vía tributaria (obviamente que históricamente
el fisco ya tiene un patrimonio).
Los bienes fiscales o bienes del Estado, se rigen por el «derecho co-
mún», al igual que todo otro bien privado. La propia legislación vi-
gente es explícita: tienen la misma naturaleza de un bien privado; lo
que ocurre es que su titular es una persona jurídica de derecho públi-
co: el fisco. Además, según la ley estos bienes del Estado «se somete-
rán a las normas del derecho común», y a lo que señalen, en cuanto a
su uso y goce a favor de los particulares, las leyes especiales. De este
modo, por ejemplo, la Ley de Servicios Eléctricos, pone en un pie de
igualdad a los bienes fiscales con los demás bienes de particulares,
pues ambos están sometidos al régimen jurídico de los bienes «priva-
dos».
En todo lo que no se diga en estatutos legales especiales, estos bienes
del Estado quedan sometidos a la legislación «civil» o «común» de
los demás dominios; así, por ejemplo, todos los bienes fiscales son
perfectamente prescriptibles (art. 2497 CC); pues la imprescriptibili-
dad no es un privilegio de los bienes fiscales; y ello difícilmente po-
dría establecerse por ley, dada la necesaria igualdad de régimen con
los bienes de particulares.
228
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
92
-
rial de la República, y de los ríos y lagos navegables por buques de más de cien toneladas. Facultad
consagrada en Decreto con Fuerza de Ley Nº 340 de 1960 sobre «Concesiones Marítimas», artículo
1º. Decreto Supremo Nº 660 de 1988 que aprobó nuevo Reglamento sobre Concesiones Marítimas,
art. 2º.
229
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
93
El mar territorial es
extendiéndose hasta la distancia de las doce millas» (art. 593 del Código Civil). En este espacio se
entiende que el país tiene plenitud de soberanía y su objetivo general es de defensa nacional.
94
La zona contigua es «aquella faja marítima situada más allá del límite externo del mar territo-
rial y que se extiende hasta las 24 millas» (art. 593 del Código Civil).
95
La zona económica exclusiva, también llamada mar patrimonial, es «aquella parte del mar
adyacente sobre el cual el estado ribereño goza del derecho de conservar y explotar las riquezas del
mar, de su suelo y subsuelo» (art. 596 del Código Civil).
96
una vía
vehicular de cualquier tipo que comunica con otras vías y que comprende tanto las calzadas como las
ceras entre dos propiedades privadas o dos espacios de uso público o entre una propiedad y un espa-
cio de uso público».
97
Camino público es «toda vía de comunicación terrestre destinada al libre tránsito, situada
fuera de los límites urbanos de una población y cuyas fajas son bienes nacionales de uso público».
-
98
«aquellos cons-
truidos a expensas de personas particulares en tierras que les pertenecen, no son bienes nacionales,
aunque los dueños permitan su uso y goce a todos».
99
Esta Dirección fue creada por el Decreto Nº 1037 del Ministerio de Obras Públicas en 1969 en
cumplimiento de la Ley Nº 16640 de Reforma Agraria.
100
Conforme al artículo 6º del Código de Aguas: «El derecho de aprovechamiento es un derecho
real que recae sobre las aguas y consiste en el uso y goce de ellas, con los requisitos y en conformidad
a las reglas que prescribe este Código. Este derecho es de dominio de su titular, quien podrá usar,
gozar y disponer de él en conformidad a la ley». Otras características de este derecho de aprovecha-
miento lo constituyen que: (i) Es un derecho real mueble por naturaleza, pero si las aguas estuvieren
(ii) Se expresa en volumen por unidad de tiempo. (iii) Es de libre disposición. (iv) Puede hipotecarse.
(v) Puede ser embargado y ser objeto de medidas precautorias. (vi) No es de ejercicio obligatorio, ni
230
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO CHILENO
BIBLIOGRAFÍA BÁSICA
-
rrenos de dominio público necesarios para hacerlo efectivo. (viii) Conlleva la facultad de imponer las
servidumbres necesarias para su ejercicio.
101
Citado en ÁLVAREZ TORRES, Sandra, El Borde Costero y su uso, Tesis en Derecho, Santiago,
231
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
232
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)*
Jaime Orlando Santofimio Gamboa1
* Texto elaborado para el Coloquio sobre Derecho Administrativo Iberoamericano, organizado por
el profesor Santiago González-Varas Ibáñez, Universidad de Alicante, Alicante, octubre 2004. Para su
redacción se ha seguido el «guión» propuesto por el equipo coordinador. Actualizado a julio de 2011.
1
Universidad Externado de Colombia.
233
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
2
GARCÍA GALLO, Alfonso, Principios Rectores de la Organización Territorial Indiana en el si-
glo XVI. AHDE, T I, 1924, p. 341.
234
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
3
Ibidem.
4
OTS CAPDEQUÍ, José María. Historia del Derecho Español en América y el Derecho Indiano,
Madrid, Aguilar, 1969.
235
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5
SÁNCHEZ BELLA, Ismael, La Jurisdicción de Hacienda en Indias. AHDE, T XXIX, 1959, p. 185.
236
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
6
GARCÍA GALLO, op. cit., p. 336.
237
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
7
OTS CAPDEQUÍ, José María, Apuntes para la Historia del Municipio Hispanoamericano del Pe-
ríodo Colonial. AHDE, 1924, pp. 94 y 95.
8
Ibidem, p. 96.
9
Ibidem, p. 122.
238
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
239
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Por otra parte, desde el punto de vista exclusivo de las entidades territoria-
les, el sistema acepta la posibilidad de la existencia de regiones con un régimen
jurídico prácticamente indefinido después de diez años de vigencia de la Cons-
titución. Los artículos 306 y 307 de la Carta incorporan esta interesante moda-
lidad de organización territorial, en primer lugar, como entidad estrictamente
administrativa y, en segunda instancia, como un modelo de entidad político
territorial con los mismos derechos y prerrogativas de las otras formas de dis-
tribución territorial tipificadas en el texto constitucional, generando una especie
de alternativa para la división del territorio colombiano. Vidal Perdomo en-
cuentra, a partir de la particular redacción de la Constitución en esta materia,
una especie de puerta abierta para que Colombia pase de país unitarista al de
10
Corte Constitucional, sentencias C-723 de 2004 y C-063 de 2005.
11
Ibidem.
240
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
12
VIDAL PERDOMO, Jaime, La Región en la Organización Territorial del Estado. Bogotá: Univer-
sidad del Rosario, 2001, p. 12.
241
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
13
Corte constitucional, sentencia C-879 de 2003; auto 100 de 2008.
242
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
este mismo carácter respecto de los servidores públicos, los cuales, según lo
dispuesto en el artículo 121 constitucional, se encuentran vinculados en primer
grado de manera funcional a lo que la Constitución política disponga: «Ningu-
na autoridad del Estado podrá ejercer funciones distintas de las que le atribuyen
la Constitución y la ley».
En diferentes oportunidades la Corte Constitucional se ha pronunciado reafir-
mando el carácter de la norma jurídica del texto constitucional; en sentencia de
mayo de 1992 indicó la corporación que al instituir el ordenamiento estatal la
Constitución «funda» el ordenamiento jurídico de este. «La Constitución se erige
en el marco supremo y último para determinar tanto la pertenencia al orden jurí-
dico como la validez de cualquier norma, regla, o decisión que formulen o profie-
ran los órganos por ella instaurados»14. En sentencia de junio del mismo año se
ratificó este concepto, indicando que la Constitución es una norma directamente
aplicable; de aquí que una de sus características sea su obligatoriedad y eficacia15.
Y en pronunciamiento de 1993, que se ha venido ratificando por la Corte: «La
Constitución es norma de normas, pero en modo alguno es norma ordinaria que
solo se distingue de las demás en razón de su jerarquía formal. La Constitución es
el eje central del ordenamiento jurídico […] La Constitución como eje central del
ordenamiento debe ser acatada por todas las personas y órganos del Estado»16.
Al interior del sistema se han tipificado algunas reglas que consolidan el
principio de jerarquía normativa en derecho colombiano: el artículo 93 consti-
tucional, que incluye en nuestro régimen positivo la regla de la prevalencia de
los tratados y convenios internacionales aprobados por Colombia y referentes
a los derechos fundamentales sobre las normas internas, incluso las que tratan
estados de excepción; el artículo 20 del Código Sustantivo del Trabajo al darle
preferencia al subsistema normativo laboral sobre todo aquel subsistema del
mismo nivel que lo contradiga; el artículo 240 del Código de Régimen Político
y Municipal, que establece la jerarquía normativa en materias nacionales, terri-
toriales y locales; el artículo 5º de la Ley 57 de 1887, que instituyó la jerarquía
normativa a partir del texto constitucional; y el artículo 12 de la Ley 153 de
1887, que se refiere al principio de las normas reglamentarias.
Dentro del contexto de la Constitución normativa se desprenden, pues, en el
derecho colombiano, cinco importantes cláusulas o supraprincipios rectores de
la totalidad de su actividad y continente de algunos otros que los confirman;
de esta forma podemos decantar de la Constitución de 1991: «base o supraprin-
cipio del Estado de derecho», «base o supraprincipio del Estado democrático»,
«base o supraprincipio del Estado social»; «base o supraprincipio del Estado
unitario»; y «base o supraprincipio de la integración»; los cuales, a su vez, son
14
Corte Constitucional. Sentencia T-006 del 12 de mayo de 1992. Mp Eduardo Cifuentes Muñoz.
15
Corte Constitucional. Sentencia C-434 del 25 de junio de 1992. Mp Fabio Morón Díaz.
16
Corte Constitucional. Sentencia C-531 del 11 de noviembre de 1993. Mp Eduardo Cifuentes
Muñoz.
243
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
244
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
245
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
que no encaja dentro de las atribuciones legislativas específicas del artículo 150
superior entonces tal norma es, por ese solo hecho, inconstitucional, ya que ello
implicaría desconocer que en el constitucionalismo colombiano la cláusula ge-
neral de competencia está radicada en el Congreso»17.
Lo anterior no significa que el Congreso pueda desconocer el ámbito de
atribuciones constitucionales de otros órganos del Estado ni las restricciones
que expresamente el constituyente le hubiere establecido. Debemos recor-
dar que en Colombia, si bien es cierto que el Congreso tiene la regla general
de competencia legislativa, no significa esto que otros órganos del Estado por
autoridad de la Constitución puedan proferir normas jurídicas vinculantes de
carácter general. Ahora bien, lo que sí puede el Congreso válidamente es re-
formar sus leyes e interpretarlas. En este sentido la Corte ha sido clara en esta
competencia de la corporación emanada de la misma naturaleza de lo legisla-
tivo ordinario: «Corresponde al Congreso, como titular de la función legislati-
va, la cláusula general de competencia para expedir las normas interpretativas
de la ley, de modo que, por este aspecto –la invocación de la competencia para
interpretar normas legales por vía de autoridad–, la rama correspondiente ha
actuado dentro de la órbita constitucional de sus atribuciones. La interpreta-
ción toca necesariamente la materia tratada en las normas que se interpretan,
de modo que si la Constitución ha señalado ciertos trámites y exigencias para
que el Congreso legisle acerca de un tema, ellos son aplicables tanto a la nor-
ma básica que desarrolla la función correspondiente como a las disposiciones
que se dicten para desentrañar su sentido por vía de autoridad. La expedición
de una norma que dice interpretar otras, si de veras responde a ese propósito,
no es ni puede ser, sin que pierda tal carácter, la ocasión para modificar o adi-
cionar la legislación preexistente, ni para introducir excepciones a reglas gene-
rales ya establecidas, menos todavía si mediante aquella denominación se
pretende eludir el cumplimiento de los requisitos constitucionales para la ex-
pedición de normas sobre la materia abordada. En esta última hipótesis la ley
sería, además, inconstitucional»18.
17
Corte Constitucional. Sentencia C-527 del 18 de noviembre de 1994. Mp Alejandro Martínez
Caballero.
18
Corte Constitucional. Sentencia C-270 del 13 de julio de 1993. Mp José Gregorio Hernández
Galindo.
246
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
19
Corte constitucional, sentencias C-1436 de 2000 y C-620 de 2004.
20
Artículo 3 de la Ley 1437 de 2011, Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencio-
so Administrativo.
247
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Siendo por lo tanto los principios generales del derecho de aplicación irre-
mediable al Derecho administrativo con el propósito de sustentarlo y funda-
mentarlo, en la medida en que constituyen la base ideológica del mismo21, el
problema fundamental de su manejo al nivel que nos ocupa es el de la identifi-
cación o individualización de esos principios generales, puesto que, como lo
señala Leguina Villa, «sigue cerniéndose sobre los mismos, si no la mayor os-
curidad, sí al menos grandes dosis de opacidad, porque ciertamente, en la me-
dida en que parecen no formar una categoría jurídica unitaria, los principios
jurídicos generales siguen siendo para muchos un concepto complejo, oscuro,
huidizo (Bobbio), de significación multívoca o ambigua (Morange), suscepti-
ble por lo mismo de albergar productos o mercancías de diferente naturaleza, y
cuya utilización en la práctica jurídica acusa a menudo una cierta falta de rigor
técnico»22.
Las anteriores inquietudes doctrinales, sin embargo, no deben ofrecernos
mayor dificultad si entendemos que el derecho no es un simple sistema norma-
tivo, sino que comprende igualmente principios y valores de fácil identificación
a partir del contexto ideológico, político, económico y social en que se inspira
la Constitución, en lo que denomina la doctrina como principios dimanantes de
las instituciones positivas y de las reglas de construcción, organización y es-
tructura de cada ordenamiento jurídico.
21
«Se trata no solo de principios generales, sino a menudo de regulaciones que la doctrina y, sobre
todo, la jurisprudencia concretan, desarrollan y perfeccionan hasta en los detalles. Así se formó, por
-
vorables [...] Otros principios generales del Derecho administrativo son, por ejemplo, aquellos relati-
vos al ejercicio de la discrecionalidad, a los requisitos del derecho público subjetivo, a la necesidad y
proporcionalidad de la actuación administrativa, a la acción de restablecimiento de la situación altera-
da, al comportamiento ajustado a las exigencias de la buena fe [...], a la prohibición del abuso de dere-
cho». MAURER, Harmut. Derecho administrativo. Parte General. Madrid: Marcial Pons. «La decisión
-
tivo, de un lado, a través de la obligación de legitimación (A), y de otro, ante todo, a través de las
exigencias de publicidad y la búsqueda del consenso en torno a las decisiones estatales (B). Dicha de-
cisión tiene como objetivo la organización de un orden orientado al bien común a través de decisiones
libres de la comunidad sobre sí misma […] De ahí que en una Sentencia de 1990 el Tribunal Federal
Administrativo se expresara como sigue: El principio democrático es un principio objetivo del Estado,
el cual aun en la medida en que se funda en el consenso entre Estado y ciudadanos y en la transparen-
cia de la actividad estatal, no autoriza sin más consecuencias jurídicas concretas en favor de ciuda-
danos individuales». SCHMIDT-ASSMANN, Eberhard. La teoría general del derecho administrativo como
sistema. Madrid, Marcial Pons; INAP, 2003, p. 99.
22
LAGUNA VILLA, Jesús, «Principios Generales del Derecho y Constitución». RAP, Nº 114 (sep-
248
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
23
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo, . Madrid:
Civitas, 1986, pp. 17-69.
24
Sentencia C-083 de 1995.
249
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
25
Corte Constitucional. Sentencia SU 640 del 5 de noviembre de 1998. Mp Eduardo Cifuentes
Muñoz.
250
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
26
Alguna referencia en nuestro Tratado de Derecho Administrativo, T.I., Universidad Externado
de Colombia. Bogotá, 2003, p. 445.
251
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
27
Ley 1437 de 2011. Artículo 10. Deber de aplicación uniforme de las normas y la jurisprudencia. Al
resolver los asuntos de su competencia, las autoridades aplicarán las disposiciones constitucionales, legales
y reglamentarias de manera uniforme a situaciones que tengan los mismos supuestos fácticos y jurídicos.
252
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
Con este propósito, al adoptar las decisiones de su competencia, deberán tener en cuenta las sentencias de
253
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
nes, en donde cada una de ellas cede espacios de soberanía quedando sometida,
incluso en cuanto al régimen administrativo, a parámetros, principios, normas
y reglas desarrolladas por instituciones supranacionales que inciden en la es-
tructuración y legalidad de las decisiones de quienes ejercen funciones admi-
nistrativas en cada uno de los Estados miembros.
Ramelli Arteaga, al estudiar la trascendencia incontenible del derecho inter-
nacional sobre el Derecho administrativo, destaca precisamente que después de
la Segunda Guerra Mundial el fenómeno adquirió proporciones significativas
en materias como los derechos fundamentales, el trabajo, la economía, e inclu-
so en la misma legalidad de los actos administrativos. En Colombia, no obstan-
te los adelantados sobre la materia durante la vigencia de la Constitución de
1886, el tema adquiere sustento material innegable con la entrada en vigencia
de la Carta de 1991, en donde se admite expresamente la vinculación jurídica
del derecho interno de la república a las previsiones del ordenamiento interna-
cional. En otras palabras, la legalidad internacional se convirtió en determinan-
te y orientadora del ejercicio de competencias de las autoridades administrati-
vas y de las contencioso-administrativas28.
La Corte Constitucional le ha otorgado respaldo doctrinal a esta concepción
interpretativa de los ordenamientos internacional y público interno del Estado
colombiano. Al respecto sostuvo que, «de igual forma, resulta primordial señalar,
para efectos del asunto bajo examen, lo dispuesto en el artículo 9º superior, según
el cual las relaciones exteriores del Estado se basan ‘en el reconocimiento de los
principios del derecho internacional aceptados por Colombia’. Esta máxima fun-
damental –consagrada así por el constituyente– significa ni más ni menos que
nuestro país se acoge en un todo a los principios del derecho internacional
que han sido aceptados, no solo dentro de los parámetros de los tratados públicos,
ya sean estos bilaterales o multilaterales, o de los acuerdos suscritos dentro del
marco de los organismos internacionales a los cuales el Estado ha adherido –en
particular, la Organización de la Naciones Unidas, ONU–, sino también a aque-
llos que se derivan de los usos y costumbres internacionalmente consagrados»29.
En el caso del Derecho administrativo colombiano son variados los campos
donde el derecho internacional es base indiscutible. «La ampliación de la demo-
cracia en los procesos de internacionalización económica, responde a la exigen-
cia común de encontrar patrones similares que permitan comprometer la volun-
tad de los Estados, en el desenvolvimiento de reglas claras y previsibles acordes
con la ideología política de la organización estatal. En efecto, el ideario de la
democracia internacional, supone la existencia de dos obligaciones. Una de
contenido tácito o implícito, que se encuentra en el pacto mutuo de no agresión,
28
RAMELLI ARTEAGA, Alejandro, «El derecho Internacional como fuente del Derecho Administra-
tivo: análisis comparativo entre los Regímenes Jurídicos Colombiano y Francés». Ponencia, Jornadas
Internacionales de Derecho Constitucional y Administrativo. Universidad Externado de Colombia,
Bogotá, DC 2000, p. 2.
29
Corte Constitucional. Sentencia C-170 del 20 de abril de 1995. Mp Vladimiro Naranjo Mesa.
254
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
30
«La integración comunitaria que comporta el Acuerdo de Cartagena y los demás instrumentos
que lo ha desarrollado, y especialmente las competencias normativas que se reconocen a los órganos
comunitarios, encuentran un fundamento de validez en las normas de la Constitución de 1991. La in-
ya no la reconoce como un poder supremo absoluto e ilimitado del Estado, sino como algo limitado y
restringido por la interacción de los demás Estados dentro de la comunidad internacional, lo cual ob-
-
255
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
31
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso Administrativo. Sección Primera. Sentencia del 10
de noviembre de 1992. Cp Ernesto Rafael Ariza Muñoz.
256
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
personería jurídica. Las empresas sociales del Estado y las empresas oficiales de
servicios públicos domiciliarios. Los institutos científicos y tecnológicos. Las so-
ciedades públicas y las sociedades de economía mixta. Las demás entidades admi-
nistrativas nacionales con personería jurídica que cree, organice o autorice la ley
para que formen parte de la Rama Ejecutiva del Poder Público. La Administración
Pública se integra por los organismos que conforman la Rama Ejecutiva del Poder
Público y por todos los demás organismos y entidades de naturaleza pública que
de manera permanente tienen a su cargo el ejercicio de las actividades y funciones
administrativas o la prestación de servicios públicos del Estado colombiano.
La Presidencia de la República, los ministerios y los departamentos admi-
nistrativos, en lo nacional, son los organismos principales de la Administra-
ción. Así mismo, los ministerios, los departamentos administrativos y las su-
perintendencias constituyen el Sector Central de la Administración Pública
Nacional. Los organismos y entidades adscritos o vinculados a un Ministerio o
un Departamento Administrativo que gocen de personería jurídica, autonomía
administrativa y patrimonio propio o capital independiente conforman el Sector
Descentralizado de la Administración Pública Nacional y cumplen sus funcio-
nes en los términos que señale la ley. Las gobernaciones, las alcaldías, las se-
cretarías de despacho y los departamentos administrativos son los organismos
principales de la Administración en el correspondiente nivel territorial. Los
demás les están adscritos o vinculados, cumplen sus funciones bajo su orienta-
ción, coordinación y control en los términos que señalen la ley, las ordenanzas
o los acuerdos, según el caso. Las asambleas departamentales y los concejos
distritales y municipales son corporaciones administrativas de elección popular
que cumplen las funciones que les señalan la Constitución política y la ley.
257
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
258
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
259
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
32
SCHÄFFER, Heinz. «El procedimiento administrativo en Austria. Origen, desarrollo, situación
Anuario Iberoamericano de Justicia
Constitucional, Nº 9, Madrid, 2005, pp. 423-424: «[…] Austria en 1925, tras muchos años de trabajos
preliminares y con aprovechamiento de cincuenta años de jurisprudencia continuada del Tribunal
-
-
riormente también se ha convertido en modelo para diferentes países. Ello tenía en 1925 el sentido, y
decir, también en aquel tiempo se procedía bajo la regla de reducir la proliferación normativa, lo que
llevaría a un estatuto jurídico transparente y consolidado de cada uno de los procedimientos. Asimis-
260
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
nar el carácter absoluto del ejercicio del poder. Bajo este contexto, sostiene SANDULLI, el procedimien-
to no solo representa la forma sino también la sustancia de la función administrativa.
34
MERKL, Adolfo. Teoría general del derecho administrativo, Granada, Comares, 2004, p. 284.
35
Son, en consecuencia, intereses de esta naturaleza aquellos que se relacionan con el provecho
-
nado, desbordando de esta manera la concepción eminentemente clásica de derecho subjetivo de
corte individualista. Se trata, por lo tanto, de un fenómeno colectivo, ligado al concepto de lo públi-
co, que nos lleva, desde la perspectiva de la pertenencia, a entenderlo como propio de todos, de cada
uno de los miembros de una colectividad sin distinción alguna por el solo hecho de estar en comu-
nidad, reconduciéndose, por lo tanto, por los senderos de una especie de derecho subjetivo común,
por lo tanto objeto de protección mediante la intervención policiva previa del poder administrativo
del Estado, mediante las actuaciones administrativas. Puede consultarse: LÓPEZ CALERA, Nicolás.
¿Hay derechos colectivos? Individualidad y socialidad en la teoría de los derechos, Barcelona,
Ariel, 2000, pp. 167 y 168. LOZANO-HIGUERO Y PINTO, Manuel. La protección procesal de los intere-
ses difusos
8 de junio del 2004 (M. P.: Rodrigo Uprimny Yepes). «[…] Los intereses difusos y colectivos,
protegidos por las acciones populares, hacen referencia a derechos o bienes indivisibles, o suprain-
dividuales, que se caracterizan por el hecho de que se proyectan de manera unitaria a toda una co-
lectividad, sin que una persona pueda ser excluida de su goce por otras personas. Estos derechos e
intereses colectivos se asemejan entonces, mutatis mutandi, al concepto de «bien público», que ha
sido profusamente estudiado y debatido en la literatura económica, en la medida en que los intereses
colectivos y los bienes públicos tienden a caracterizarse porque en ellos no existe rivalidad en el
goce del bien no impide que otros puedan gozar del mismo (ausencia de rivalidad en el consumo), y
por ende el goce de ese bien por otras personas no disminuye su disponibilidad. Y de otro lado, esos
bienes se caracterizan porque se producen o salvaguardan para todos o no se producen o salvaguar-
dan para nadie, ya que no es posible o no es razonable excluir potenciales usuarios o consumidores
(principio de no exclusión). Por consiguiente, si el bien público o el interés colectivo se encuentran
en buen estado, todos los miembros de la colectividad pueden gozar de ellos en forma semejante; en
cambio, una afectación del bien público o del interés colectivo tiene impacto sobre toda la comuni-
dad, pues todos se ven afectados por ese deterioro […]».
36
Se hace esta aclaración en la medida en que el antecedente tanto el concepto de acto administra-
tivo, como posteriormente el de procedimiento administrativo se produce en el contexto del individua-
lismo jurídico. La teoría del acto administrativo de contenido individual según los trabajos de los teó-
ricos franceses del derecho administrativo y luego la del procedimiento administrativo surgen, por lo
-
261
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
do. El concepto de acto administrativo de contenido individual, no así el de contenido general, surge,
por lo tanto, según lo reiterado, como esencialmente protector de los derechos subjetivos individuales,
lo cual se acentúa con los aportes de la doctrina alemana al acudir para su consolidación sustancial a
los desarrollos del negocio jurídico. Lo anterior implica que los conceptos de procedimiento adminis-
trativo y de acto o decisión administrativa de carácter individual, personal o concreta estén arraigados
a elementos jurídicos restrictivos que hacen que el mundo del proceso y de la decisión se circunscriban
al contexto exclusivo del sujeto directamente interesado en las resultas de la actuación, en cuanto titu-
lar de un derecho subjetivo característicamente individualista, según las construcciones civilistas sobre
la materia, sin que se admita, en manera alguna, la presencia deliberativa de otros intereses que no sean
los estrictamente relacionados con el derecho subjetivo central en discusión.
37
BELADIEZ ROJO, Margarita. , Madrid, Marcial
Pons, 1994, pp. 118 y ss.
38
BREWER-CARÍAS, Allan R. El derecho administrativo y la ley orgánica de procedimientos admi-
nistrativos, Colección Estudios Jurídicos, nº 16, Caracas, Jurídica Venezolana, 1992, p. 13. Durante los
primeros años del Estado institucionalizado, el ejercicio de la función administrativa se incorporaba
dentro de una especie de oscurantismo que negaba cualquier posibilidad de discusión previa, con la
administración, por parte de las personas que pudieren resultar afectadas con sus decisiones de carácter
individual. La administración se había hecho depositaria de todos los poderes, potestades y derechos,
quedando el particular simplemente en situación de deber, sujeción y subordinación, sin tener realmen-
te derechos ni disponer de mecanismos para exigir la garantía de su derecho. La reacción del Estado de
262
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
de legalidad y acatamiento del orden jurídico por parte de las autoridades a través
de procedimientos verdaderamente garantísticos y participativos39, 40.
La administración abandona en consecuencia cualquier plano de arbitrariedad
y de ejercicio de poder unilateral para colocarse en posición garantística, admitien-
do que por su naturaleza las personas que se le relacionen tienen derechos que
pueden reclamar ante ella, y que por lo tanto su participación y contradicción re-
sulta vital para la consolidación de instituciones verdaderamente democráticas41.
«[…] Ya no es un particular indefenso el que la administración va a tener en fren-
te, en las relaciones jurídicas, sino un particular bien armado con muchos derechos
legales y con muchos mecanismos jurídicos para garantizar esos derechos y con-
trolar cualquier actitud que signifique la desmejora de esas garantías»42,43.
La importancia del acercamiento de la administración al proceso es tan grande
que en la práctica la legalidad, al igual que los demás principios, reglas y valores
del ordenamiento jurídico solo podría garantizarse en la medida del estableci-
miento de mecanismos claros sobre el comportamiento de los órganos y de los
servidores del Estado con la participación armoniosa de los ciudadanos y demás
sujetos y personas interesadas, en procura de adoptar las decisiones que corres-
pondan, de lo contrario las decisiones correspondientes estarían viciadas por vio-
lación del debido proceso en especial del derecho de audiencia y defensa44,45.
39
Ley 1437 de 2011. Artículo 42. Contenido de la decisión. Habiéndose dado oportunidad a los
interesados para expresar sus opiniones, y con base en las pruebas e informes disponibles, se tomará la
decisión, que será motivada. La decisión resolverá todas las peticiones que hayan sido oportunamente
planteadas dentro de la actuación por el peticionario y por los terceros reconocidos.
40
Decreto 01 de 1984. Artículo 35. Habiéndose dado oportunidad a los interesados para expresar
sus opiniones, y con base en las pruebas e informes disponibles, se tomará la decisión que será moti-
vada al menos en forma sumaria si afecta a particulares. En la decisión se resolverán todas las cuestio-
nes planteadas, tanto inicialmente como durante el trámite.
41
Vid. Corte Constitucional, sentencia T-018 de 2009. «[…] Se concluye entonces que la discre-
cionalidad con la que puede contar la administración en determinados eventos no puede confundirse de
manera alguna con arbitrariedad, ya que dicha discrecionalidad no es absoluta, sino que se circunscribe
le dan fundamento a la misma; además, por cuanto la decisión adoptada por la Administración debe
-
crecional de la arbitraria y del abuso de las facultades otorgadas.
42
BREWER-CARÍAS, op. cit., p. 14.
43
CASSESE. Las bases del derecho administrativo, MAP, Madrid, 1994, p. 237: «El procedimiento
resulta importante en cuanto establece límites a la actividad administrativa […]». «[…] Como sostiene
CASSESE, la ciencia jurídica administrativa venía ignorando este aspecto fundamental del proceso, inte-
-
samente son de alguna importancia, e igualmente por criterios inmediatistas que hacían más importan-
44
Ley 1437 de 2011. Artículo 137. Nulidad. Toda persona podrá solicitar por sí, o por medio de
representante, que se declare la nulidad de los actos administrativos de carácter general. Procederá
cuando hayan sido expedidos con infracción de las normas en que deberían fundarse, o sin com-
petencia, o en forma irregular, o con desconocimiento del derecho de audiencia y defensa, o mediante
45
nulidad. Toda persona podrá solicitar por sí, o por medio de representante, que se declare la nulidad de
263
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
los actos administrativos. Procederá no solo cuando los actos administrativos infrinjan las normas en
que deberían fundarse, sino también cuando hayan sido expedidos por funcionarios u organismos in-
competentes, o en forma irregular, o con desconocimiento del derecho de audiencias y defensa, o me-
diante falsa motivación, o con desviación de las atribuciones propias del funcionario o corporación que
46
NIETO, Alejandro, «El procedimiento administrativo en la doctrina y legislación alemanas»,
op. cit.
debe ofrecer a los asociados; señala al respecto que «el procedimiento administrativo se presenta como
también, como una garantía del pleno respeto de los derechos de los ciudadanos en sus relaciones con
la Administración Pública […]». LUCIANO PAREJO ALFONSO, Alfredo. , Ma-
drid, MAP y BOE
cumplimiento real y efectivo de los cometidos estatales.
47
GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús. «Las prerrogativas de la administración en el procedimiento administrati-
vo», en Procedimiento administrativo, Tucumán, Uasta, 1982, p. 91. FRAGA, op. cit., p. 254: «El acto
administrativo requiere normalmente para su formación estar precedido de una serie de formalidades y
otros actos intermedios que den al autor del propio acto la ilustración e información necesarias para guiar
su decisión […] al mismo tiempo que constituyen una garantía de que la resolución se dicta, no de un
modo arbitrario, sino de acuerdo con las normas legales […]». Jesús González Pérez es más explícito al
Traslada el fenómeno a los
estadios de la autodefensa y la autocomposición, para demostrar cómo estos mecanismos encauzadores
no son otra cosa que el freno institucional a la arbitrariedad. El procedimiento administrativo, sostiene,
surgió como una garantía del administrado frente al ejercicio de la autodefensa administrativa: «Ya que
la administración ostenta esos privilegios exorbitantes, se dijo, sometamos al menos a unas normas for-
males su ejercicio. De aquí que se haya hablado de una autodefensa procesalizada […]».
264
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
48
El profesor Jaime Vidal Perdomo, entonces Senador de la República, sostuvo en la ponencia
para primer debate al proyecto de ley, «por el cual se concedían facultades extraordinarias, al Presiden-
te de la República, para reformar el Código Contencioso Administrativo», lo siguiente: «[…] no ha
existido en Colombia una ley sobre este procedimiento gubernativo o administrativo general; es claro
que disposiciones con fuerza de ley –y leyes propiamente dichas– y decretos reglamentarios, se han
dictado para los llamados procedimientos especiales; así aparecen los complejos y detallados en cues-
tiones de impuesto de renta, aduanas, extensión del dominio o adquisición de bienes para programas
de reforma agraria, para citar algunos ejemplos».
265
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
266
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
49
Ley 1437 de 2011. Artículo 99. Documentos que prestan mérito ejecutivo a favor del Estado.
Prestarán mérito ejecutivo para su cobro coactivo, siempre que en ellos conste una obligación clara,
expresa y exigible, los siguientes documentos:
267
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1. Todo acto administrativo ejecutoriado que imponga a favor de las entidades públicas a las que
alude el parágrafo del artículo 104, la obligación de pagar una suma líquida de dinero, en los
casos previstos en la ley.
2. Las sentencias y demás decisiones jurisdiccionales ejecutoriadas que impongan a favor del te-
soro nacional, o de las entidades públicas a las que alude el parágrafo del artículo 104, la obli-
gación de pagar una suma líquida de dinero.
3. Los contratos o los documentos en que constan sus garantías, junto con el acto administrativo
que declara el incumplimiento o la caducidad. Igualmente lo serán el acta de liquidación del
contrato o cualquier acto administrativo proferido con ocasión de la actividad contractual.
4. Las demás garantías que a favor de las entidades públicas, antes indicadas, se presten por cualquier
concepto, las cuales se integrarán con el acto administrativo ejecutoriado que declare la obligación.
5. Las demás que consten en documentos que provengan del deudor.
268
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
269
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
50
Código Contencioso Administrativo. Artículo 81: «Procedimientos Especiales. En los asuntos
departamentales y municipales, se aplicarán las disposiciones de la parte primera de este código, salvo
cuando las ordenanzas o los acuerdos establezcan reglas especiales en asuntos que sean de competen-
cia de las asambleas y concejos.»
51
Corte Constitucional, Sentencia C-252 de 26 de mayo de 1994, magistrados ponentes: Vladimi-
ro Naranjo Mesa y Antonio Barrera Carbonell: «[…] Estima la Corte, que a partir de la expedición de
la Constitución de 1991, con la salvedad hecha en relación con los procedimientos especiales que
pueden existir en el orden distrital, departamental y municipal, todo Procedimiento Administrativo
Especial debe regularse a través de la ley, e incorporarse al Código Contencioso Administrativo, como
los procedimientos administrativos especiales constituyen materia esencial y básica de la primera par-
te del Código Contencioso Administrativo, que regula los procedimientos administrativos […] un
nuevo Procedimiento Administrativo Especial que se establezca, a partir de la Constitución Política de
1991, necesariamente debe hacerse por el legislador y no a través de facultades extraordinarias […] un
-
tuyen excepciones en relación con el procedimiento general ordinario establecido en el mencionado
Código […]».
270
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
52
AIBAR, Eduard y URGELL, Ferrán. Estado, burocracia y red, Ariel, Barcelona, 2007, pp. 23-55.
271
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
272
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
53
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo. Curso de derecho administrativo, Volumen I, Madrid, Civitas,
1999, p. 533.
54
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Sentencia del 14 de julio de
está contenida una declaración de voluntad de una entidad pública (Consejo Nacional de Televisión)
273
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
cuyos efectos son los de impedirle al demandante la transmisión del Programa Recreativo Dramatizado
Extranjero Telenovela «CARA SUCIA», por los motivos allí señalados. Estas declaraciones de volun-
tad reúnen los requisitos que la doctrina y la jurisprudencia demandan para que exista acto administra-
tivo. 1. Declaración de voluntad. 2. De origen administrativo y 3. Que proyecte sus efectos en el ámbi-
to jurídico […] Esta Corporación, por su parte, ha sostenido que el acto administrativo es esencialmen-
te una declaración de voluntad destinada a producir efectos de derecho. Tiene entre otras consecuen-
cias la de estar sometido al control jurisdiccional (Sentencia de abril 20 de 1983. Consejero Ponente
Dr. Joaquín Vanin Tello) […] En esas condiciones, se desvirtúa la argumentación del accionante, se-
gún la cual no existe «acto administrativo de ninguna naturaleza, ni siquiera oral por parte de Inravi-
-
mador de televisión […] Existiendo pues acto administrativo, el accionante puede impugnarlo median-
te la vía gubernativa inicialmente y posteriormente mediante la acción judicial correspondiente». El
concepto voluntarista para la determinación del contenido de acto administrativo individual, denota
incorporo para el estudio de la institución la teoría del negocio jurídico. Consejo de Estado, Sala de lo
Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia del 16 de febrero de 2001. Cp. Olga Inés
Navarrete Barrero, exp. 3531 «actos administrativos, «conductas y abstenciones capaces de producir
efectos jurídicos y en cuya -
cia». Los actos administrativos constituyen la expresión unilateral de la voluntad de la Administración
por medio de la cual se crea, en forma obligatoria, una situación jurídica de carácter general, imperso-
nal o abstracta, o bien, de carácter subjetivo, individual y concreto, es decir, que se trata de una deci-
sión capaz de producir efectos jurídicos y, en consecuencia, de vincular a los administrados [...]». En
similar sentido Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia
del 14 de octubre de 1999. Cp. Manuel S. Urueta, A., Exp 5064.
274
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
55
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Auto del 9 de marzo de expe-
diente 1725, Cp. Lucrecio Jaramillo Vélez: «[…] Voluntad administrativa. Otro elemento esencial del
acto administrativo es la existencia de una voluntad estatal válida exteriorizada en una declaración
expresada en forma legal. El acto administrativo se aprecia a través de esa declaración, pero lo esencial
es la voluntad real del órgano administrativo».
56
DUGUIT, León. Manual de Derecho Constitucional, Madrid, Francisco Beltrán Librería Españo-
la y Extranjera, 1926, p. 99. Duguit es supremamente claro en este aspecto. Sostiene precisamente que
si el acto administrativo individual es manifestación de voluntad, en cuanto ostenta doctrinalmente el
carácter de acto jurídico, esa voluntad no puede estar distanciada en un Estado de derecho de la ley
y del derecho objetivo. Se trata de una condición fundamental para deslindar esta voluntad de la perso-
nal del servidor público.
275
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
na. Estaríamos frente a la regla general en relación con la voluntad en los even-
tos en que la administración debe reconocer un derecho, imponer una sanción,
decidir una controversia, otorgar un permiso o una licencia, en fin, cuando se
trate de poner término a un procedimiento administrativo57. Sin embargo, por
vía de expresa definición normativa determinadas situaciones jurídicas adquie-
ren vida por simples actuaciones de las autoridades en donde no interviene en
absoluto la voluntad. El ejemplo lo encontramos en el inciso 3 del artículo 84
del Código contencioso administrativo, que considera para todos los efectos
acto administrativo de carácter individual a los de certificación y registro. En
este sentido, actos como los de mera certificación o simple conocimiento, actos
de información o de comunicación siempre y cuando creen situaciones jurídi-
cas o impongan obligaciones58.
El cuarto determina que las manifestaciones unilaterales de voluntad no
solo pueden provenir de los órganos de la rama ejecutiva del poder público,
sino también de cualquier autoridad de los otros poderes u órganos autóno-
mos e independientes, e incluso de los particulares, a los que les hubieren sido
atribuidas funciones administrativas. El ejercicio de otras funciones –legisla-
tivas o judiciales–, así estén atribuidas a órganos que por naturaleza sean ad-
ministrativos, no serían actos administrativos, y lo contrario, si la función
administrativa es desarrollada por cualquiera de los otros órganos del poder
público o por particulares producirá por excepción actos administrativos. Se
trata, sin duda alguna, del mejor ejemplo de articulación entre los criterios
material y formal al interior del concepto de acto administrativo. En esta pers-
pectiva, el acto administrativo podría ser producido, por regla general, por los
órganos del poder ejecutivo, y por regla de excepción, por las autoridades
legislativas, judiciales o de las entidades autónomas e independientes e inclu-
so por los particulares, cuando les hubieren sido atribuidas funciones admi-
nistrativas.
El quinto caracteriza al acto administrativo por su naturaleza decisoria, esto
es, por poseer la fuerza suficiente para crear situaciones jurídicas a partir de su
57
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia del 16
de febrero de 2001. Cp. Olga Inés Navarrete Barrero, Exp 3531 «[…] También por vía de doctrina se
han efectuado importantes aportes orientados a puntualizar la existencia de un acto administrativo y, a
distinguirlo de otro tipo de actos, como las llamadas circulares de servicio, cuyo alcance es el de ins-
truir, orientar o coordinar a la administración, pero jamás tienen la virtualidad de obligar, ejemplo los
ex-
tralimitación de funciones, o por error de técnica administrativa, a través de un acto de servicio, trátese
de una circular o de una carta de instrucción, se expidan decisiones, que son verdaderos Actos Admi-
nistrativos, evento en el cual, sin duda alguna, pueden ser demandables por vicios en su formación,
ante la jurisdicción en lo contencioso administrativo […]». En similar sentido Consejo de Estado, Sala
de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia del 14 de octubre de 1999. Cp. Manuel
S. Urueta, A., Exp. 5064.
58
GARCÍA DE ENTERRÍA, 1999, op. cit., p. 537. El autor otorga un tratamiento no absoluto al elemen-
to de la voluntad en el acto administrativo individual, sostiene, retomando los trabajos de Zanobini, que
también el acto puede ser la manifestación de juicio, conocimiento o deseo de la administración.
276
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
59
FORSTHOFF, Ernest. Tratado de Derecho administrativo, Madrid, Instituto de Estudios Políticos,
1958, p. 282: «[…] el acto administrativo es un concepto jurídico, que tiene que cumplir una función
dentro del derecho. Por eso solo puede comprender aquellos actos de los que emana directamente un
efecto jurídico […]».
60
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Cuarta, Sentencia de 22 de
enero de 1987, C. P. Hernán Guillermo Aldana Duque, exp. 549. En igual sentido, Sección Primera,
Sentencia de 5 de agosto de 1991, C. P. Yesid Rojas S., exp. 1588: «[…] es elemento esencial el carác-
-
ción jurídica. Solo entonces, dicho acto, se coloca en condiciones de ser susceptible de control juris-
diccional […]». Sección Segunda, Sentencia de 18 de diciembre de 1991, C. P. Álvaro Lecompte
Luna, exp. 3936. Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Senten-
cia del 16 de febrero de 2001. Cp. Olga Inés Navarrete Barrero, exp. 3531: «[…] La producción de
efectos en el plano externo, esto es, frente a los particulares, constituye precisamente el punto medular
-
cos […]» En similar sentido Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Pri-
mera, Sentencia del 14 de octubre de 1999. Cp. Manuel S. Urueta, A., exp. 5064.
277
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
61
BETANCOR RODRÍGUEZ, Andrés. El Acto Ejecutivo, Madrid, Centro de Estudios Constitucionales,
1992, pp. 337 y ss.
62
GARCÍA DE ENTERRÍA, 1999, op. cit., pp. 481 y ss.
63
CASSAGNE, Juan Carlos. La Ejecutoriedad del Acto Administrativo, Buenos aires, Abeledo-Pe-
rrot, 1971, pp. 49-55.
64
Ibidem, p. 52.
278
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
65
Consejo de Estado, Sala de Consulta y Servicio Civil, concepto de 11 de marzo de 1968. C.P.
Alberto Hernández Mora.
66
KELSEN, Hans. Teoria Pura do Direito, versao Condensada pelo Autor, Sao Paulo, Editora Re-
vista dos Tribunais, 2002, p. 105.
279
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
67
GALLEGO ANABITARTE, Alfredo et alii. Acto y Procedimiento administrativo, Madrid, Marcial
Pons, 2001, p. 29.
68
Consejo de Estado ha expresado que no es posible reglamentar determinado tipo de leyes, argumenta-
-
cisión de la Sala de Negocios Generales del 25 de septiembre de 1944, expreso lo siguiente: «Al precisar
del Estado carece de competencia constitucional para reglamentar las leyes que versan sobre materia
ejercicio de la potestad reglamentaria, porque las relaciones jurídicas que origina el derecho privado
contractual, la institución de la propiedad, las acciones civiles para ejercitar los derechos en juicio, el
derecho de castigar y las formas de proceder, no pueden ser del resorte del poder administrativo, sino de
competencia privativa de la ley».«Esta jurisprudencia está acorde con las enseñanzas de los tratadistas.
servicios públicos’. Y, como es sabido, el funcionamiento normal de los servicios públicos es lo que
constituye la actividad regular de la administración. La tesis de que la potestad reglamentaria solo puede
versar sobre las leyes administrativas se funda en la consideración de que si la potestad reglamentaria
tiene por objeto habilitar al Gobierno para que pueda dictar las medidas necesarias ‘para la cumplida
ejecución de las leyes’, mal puede extenderse a los Códigos Civil, Penal, Judicial, etc., respecto de los
cuales no cabe el concepto de ejecución por parte del Gobierno, sino el de aplicación por parte de las
autoridades jurisdiccionales, y para la cumplida aplicación de dichos códigos lo que tiene cabida es la
interpretación, la cual con autoridad solo corresponde al legislador, según el precepto de la Constitu-
ción: eius est interpretari cuius est legem condere». En providencias posteriores la corporación ha re-
chazado esta tesis limitativa aceptando la posibilidad de que el presidente se ocupe por vía reglamentaria
de todo tipo de leyes. Puede en efecto consultarse auto del 17 de febrero de 1962 en donde se expresa lo
siguiente: «[…] El artículo 120, ordinal 3, de la Carta no establece distinciones de naturaleza alguna en
consagrar diferencias que el mandato constitucional repele. La distinción solo se consagra en función de
la necesidad de la reglamentación, y de la competencia del órgano encargado de hacerla. El enunciado
-
glamentaria, carece de soporte constitucional si se plantea de manera absoluta […]». En sentencia de 10
de octubre de 1962, se reitera lo anterior al indicar que «el grado de la reglamentación lo señala tácita-
mente y en cada caso el propio cuerpo legislativo. Tanta será la materia reglamentable por el ejecutivo,
cuanta determine la necesidad de realizar el estatuto expedido por las cámaras. En la sentencia de 24 de
mayo de 1973, el Consejo de Estado advirtió, enfáticamente, que era reglamentable en primer término
69
Consejo de Estado, Sala Plena de lo Contencioso Administrativo, Sentencia de febrero de 2000 Cp.
Javier Díaz Bueno, Exp. S-7018: «La potestad de reglamentar las leyes es atribución solo del Presidente de
la República, y no de otras autoridades administrativas, que ha de ejercer, desde luego, con la colaboración
del ministro del ramo o director de departamento administrativo correspondiente, según lo establecido en
el artículo 115 de la Constitución. Los límites de la potestad reglamentaria están señalados en cada caso
por la necesidad de que sea cumplida debidamente la ley de que se trate, de manera que si la ley suministra
todos los elementos indispensables para su cumplimiento, nada habrá de agregársele y, por consiguiente,
no habrá oportunidad para el ejercicio de la potestad reglamentaria; pero si faltan en ella detalles necesarios
280
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
rias de otras normas diferentes a las leyes, como los acuerdos u ordenanzas por
parte de los alcaldes y gobernadores en ejercicio de sus atribuciones legales.
Así mismo, por mandato constitucional las corporaciones administrativas de
elección popular en ejercicio de sus competencias expiden normalmente actos
de carácter general de contenido normativo70. En esta misma dirección la gran
mayoría de las autoridades administrativas cuando expresamente se encuentren
habilitadas por la ley para dictar normas generales lo hacen por la vía de actos
de esta naturaleza, como los ministros, jefes de departamentos administrativos
superintendentes, en fin todos aquellos que deban crear derecho o reglas vincu-
lantes con fuerza genérica, eventos en los cuales técnicamente no estamos ante
el ejercicio de la potestad reglamentaria, sino del cumplimiento normal y ordi-
nario de atribuciones a través de actos administrativos generales71.
para su correcta aplicación habrá lugar a proveer a la regulación de esos detalles, en ejercicio de la potestad
reglamentaria. En otros términos, tanta será la materia reglamentable cuanta determine la necesidad de dar
cumplimiento a la ley, y la potestad reglamentaria de las leyes está referida a cualesquiera leyes, sin distin-
ciones, que no las establece la norma constitucional […] El poder reglamentario lo otorga directamente la
expida normas de carácter general para la correcta ejecución de la ley. Por ser una atribución propia que le
además por ser atribución inalienable, intransferible e inagotable, no tiene un plazo para su ejercicio y es
irrenunciable, aunque no es un poder absoluto pues se halla limitado por la Constitución y la ley, ya que al
70
Consejo de Estado, Sala plena de lo contencioso administrativo, Sentencia de febrero de 2000
Cp. Javier Díaz Bueno, exp. S-7018: «Distinta de esa potestad para reglamentar la ley, es la facultad
de las asambleas departamentales para administrar recursos y para establecer tributos que le atribuyen
los artículos 287, numeral 3, y 338 constitucionales. Se trata no de la potestad de reglamentar la ley
para hacer posible su adecuado cumplimiento, que eso es reglamentar la ley, sino de cumplir una fun-
ción propia, la de administrar recursos y establecer tributos, y ello mediante actos de carácter general».
71
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativa, Sección Primera, Sentencia de 29 de
octubre de 1.976:»Esta competencia tiene, como se ve, origen legal y no es desarrollo de la potestad
reglamentaria que, en principio, solo le corresponde al Gobierno, ni tampoco constituye el desarrollo
de una delegación. Una cosa es la reglamentación de la ley, cometido que no requiere texto legal que
lo autorice o reitere; y otra, muy diferente, la adscripción de competencia a un ministerio para que
cumpla o ejecute una misión determinada, aspecto que debe estar expresamente señalado en la ley. El
hecho de que esta facultad deba traducirse, de ordinario, en decretos de carácter general o abstracto no
la asimila a la citada potestad, causa de los reglamentos que para la cumplida ejecución de las leyes
debe dictar el Gobierno, dentro de los marcos o límites que implícita o explícitamente se deriven de la
ley reglamentada, pero no más […]».
72
Corte Constitucional. Sentencia C-1162 del 6 de septiembre de 2000, M.P. José Gregorio Her-
nández.
281
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
directa de la carta expiden actos de carácter general en los asuntos de sus com-
petencias; el ejemplo lo encontramos en el controlador general de la nación, las
autoridades del Banco de la República, el Consejo Nacional Electoral, entre otros.
73
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia del 6 de
abril de 2000, Cp. Olga Inés Navarrete Barrero, Exp 5373: «El acto acusado, en cuanto contiene deci-
siones con efectos particulares y generales, a la vez, resulta ser un acto administrativo mixto, según lo
ha reconocido la Sala en providencias anteriores. También ha expresado la Sala que este tipo de actos,
en cada una de las disposiciones de efectos individuales o concretos, viene a constituir una disposición
propia de un acto condición, o dicho de otro modo, legal y reglamentario, en tanto coloca o inserta a
cada uno de los inmuebles por ellos relacionados en el régimen general contenido en los mencionados
decretos, del cual, por lo tanto, pueden ser excluidos en cualquier época». El carácter mixto de este tipo
de actos permite que sean demandables tanto en acción de simple nulidad, como de nulidad y restable-
cimiento del derecho. Sin embargo, quien pretenda algo más que la simple desaparición de los efectos
jurídicos del acto, como sería el caso de indemnizaciones por perjuicios, necesariamente debe acudir a
la acción de nulidad y restablecimiento, dentro del término de caducidad. Esta providencia es reitera-
ción de las sentencias de fechas 21 de marzo de 1996, Exp. 3575, Ponente: Dr. Ernesto Rafael Ariza
Muñoz; 18 de marzo de 1999, Exp. 5253, Ponente: Dr. Juan Antonio Polo Figueroa y 12 de agosto de
1994, Exp. 5500, Ponente: Dr. Juan Antonio Polo Figueroa.
282
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
74
VIDAL PERDOMO, «La noción de contrato estatal», Ponencia, p. 2. Señala este autor que la caracte-
rística fundamental del régimen jurídico aplicable a la Administración Pública en materia de contratos,
durante muchos años, fue la de acudir al Código Civil para su regulación. Se presentaba una especie de
identidad entre los contratos del Estado y los de los particulares: «Por ello, en el Código Contencioso
Administrativo de 1941 (Ley 167 de aquel año), se prohibía que fueran acusadas ante esa jurisdicción las
resoluciones de las autoridades que tuvieran origen en un contrato». La reforma constitucional de 1945
abrió las puertas para que el Consejo de Estado comenzara a conocer de estos litigios, al suprimir del
conocimiento de la Corte Suprema de Justicia «los negocios contenciosos en que tenga parte la Nación».
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia del 17 de febrero
de 1977, C. P.: Jorge Valencia Arango: «Hasta la vigencia del Decreto 528 de 1964, era claro que toda
controversia contractual en que fuera parte el Estado era de competencia de la justicia ordinaria […]».
75
JIMÉNEZ SALGADO, Gabriel y LÓPEZ RAMÍREZ, Benjamín. Contratos de la Administración Públi-
ca. Compilación y notas, Bogotá, Ministerio de Gobierno, 1974. Para efectos de entender la gran
cantidad de normas que se comenzaron a expedir en el derecho nacional en materia de contratación, a
partir de los años 30 y hasta la entrada en vigencia del Decreto 150 de 1976, se puede consultar con
provecho esta obra.
76
PAREJA, Carlos H. Curso de derecho administrativo. Teórico y práctico, Bogotá, Edit. A. B. C.,
1937, p. 161.
283
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
77
-
trinal; posteriormente por la legislación, a partir del artículo 16 del Decreto 222 de 1983, teniendo impor-
tancia en especial para la determinación de la jurisdicción competente para el juzgamiento de las contro-
versias surgidas del contrato estatal. Con la entrada en vigencia de la Ley 80 de 1993, artículos 32 y 75,
se termina en el derecho colombiano con la diferencia entre contratos de derecho público y de derecho
derecho privado, aunque debe anotarse que el legislador para ciertas entidades ha diseñado un contrato
estatal sujeto, por regla general, al derecho privado, y excepcionalmente al derecho administrativo.
284
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
dicha libertad. Y que el Estado, al igual que los particulares, por regla general
debía actuar en el tráfico jurídico ordinario en condiciones de igualdad; por lo
tanto, resultaba inevitable abandonar las rígidas estructuras que sobre contrata-
ción estatal el Estado intervencionista había montado a partir de los años 60, en
pretendida sustantividad del contrato administrativo, y abrirle paso a un sistema
mucho más coherente con los fenómenos de la economía y la globalización,
frente a los cuales los entes públicos no podían estar ausentes, ni mucho menos
excluidos; con todas las consecuencias que este planteamiento implicaba desde
el punto de vista jurídico, en la medida que llamaba a modificar las estructuras
sustentadas en los principios y dogmas de estricto Derecho administrativo.
79
Corte Constitucional. Sentencia C- 949 del 5 de septiembre de 2001. M.P Clara Inés Vargas
Hernández. «De conformidad con lo dispuesto en el último inciso del artículo 150 de la Constitución
Política, al Congreso de la República compete “expedir el estatuto general de contratación de la Admi-
nistración Pública y en especial de la administración nacional”, cláusula que puede suscitar algunas
inquietudes, particularmente en lo que concierne al sentido de la expresión “estatuto general” que si
bien a primera vista parece estar aludiendo a determinada tipología legislativa –las leyes estatutarias o
que exista un estatuto que regule toda la actividad contractual del Estado con arreglo a unos principios
universales. Por lo anterior, cree la Corte que el mandato establecido en el artículo 150 Fundamental,
para que el Congreso dicte un estatuto general de contratación de la Administración Pública y en espe-
constitucionales del Estado Social de Derecho, toda vez que el cumplimiento de estas metas requiere
del aprovisionamiento de bienes y servicios por parte de los órganos públicos mediante la contratación.
En este orden de ideas, es innegable el carácter instrumental que ostenta el contrato estatal, puesto que
285
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
80
Corte Constitucional. Sentencia C- 949 del.5 septiembre de 2001. M.P. Clara Inés Vargas Her-
nández: «Con fundamento en la autorización contemplada en el canon 150 Superior para regular los
dos premisas fundamentales: la autonomía de la voluntad y la incorporación de los principios del dere-
actividad estatal había originado para esa época el exceso de trámites y la abundancia de procedimien-
tos. Igualmente, el estatuto contractual se fundamenta en los principios de transparencia, economía y
responsabilidad (art. 23 de la Ley 80 de 1993), en el postulado de la buena fe establecido en el artículo
83 de la Carta Política, y de conformidad con los principios que rigen la función administrativa consa-
grados en el artículo 209 Fundamental».
81
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Auto del 20 de
agosto de 1998, C. P. Juan de Dios Montes, exp. 1042.
286
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
82
VIDAL PERDOMO, op. cit., p. 11. Destaca este autor que el artículo 13 de la Ley 80 de 1993 lo que
hace es una simple remisión al Código Civil y al Mercantil, sin desconocer que de todas maneras el legis-
-
re precisamente el artículo 13 en su inciso 1º. Por otra parte, la interpretación de esta disposición, sostiene
contractual del Estado. Una indebida lectura de la disposición podría llevar a equívocos: «No todos los
contratos que pueda celebrar el Estado se encuentran contemplados en el Código Civil o el Código de
Comercio […]». Existen contratos, como el de obras públicas, típicamente administrativo, que no puede
ser reemplazado, por ejemplo, por el de arrendamiento de obra regulado en el Código Civil, «lo cual no
sería un avance del derecho sino un retroceso […]». En nuestra opinión, en casos como estos prevalecería
la ley contractual estatal colombiana, y por lo tanto de aplicación preferente y restrictiva, por lo que haría
83
Corte Constitucional. Sentencia C- 949 del 5 de septiembre de 2001. M.P. Clara Inés Vargas
Hernández: «Particularmente, en cuanto atañe al postulado de la autonomía de la libertad entiende la
Corte que su objetivo consiste en otorgarle un amplio margen de libertad a la administración para que,
dentro de los límites que impone el interés público, regule sus relaciones contractuales con base en la
consensualidad del acuerdo de voluntades, como regla general. La consecuencia obvia de este princi-
pio es la abolición de los tipos contractuales, para acoger en su lugar una sola categoría contractual: la
del contrato estatal, a la cual son aplicables las disposiciones comerciales y civiles pertinentes, salvo
en las materias reguladas particularmente en dicha ley».
84
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. Auto del 20 de agosto
de 1998, C. P.: Juan de Dios Montes Hernández, exp. 1402 de 1998, en Banco de datos jurídicos (salvo
indicación en contrario, se hace referencia, siempre, a «Contratación Estatal»). Sobre la problemática del
derecho público y privado en la ley de contratación del Estado expuso el Consejo: «como ya lo ha expresa-
do la Corporación, mediante la Ley 80 de 1993 la actividad contractual del Estado quedó bajo la denomina-
ción del contrato estatal, caracterizado por tener un régimen jurídico mixto, integrado por normas de dere-
cho público y de derecho privado. En efecto, el precitado artículo 32 prescribe que los actos generadores de
privado o en disposiciones especiales, o derivados del ejercicio de la autonomía de la voluntad’, así como
incorpora regímenes provenientes de otras áreas diferentes del derecho público, como son el derecho civil
y comercial o de naturaleza especial, e igualmente lo pactado en ejercicio del principio de la autonomía de
la voluntad de las partes contratantes, siempre y cuando no vayan contra la ley o derecho ajeno. Sin menos-
la cual la entidad contratante está investida de una posición especial y privilegiada en la relación contractual;
el contrato estatal es en esencia una institución que se inscribe dentro de los negocios jurídicos bilaterales:
estos se constituyen en fuentes generadoras de derechos y obligaciones, en ejercicio del principio de auto-
nomía de la voluntad de las partes para obligarse recíprocamente. Por esta razón le son aplicables principios
y regulaciones provenientes del derecho privado, siempre y cuando no entren en contradicción con el régi-
men público. Así, por ejemplo, el artículo 14 de la Ley 80 de 1993 establece de manera expresa en cuáles
contratos se deberán pactar las cláusulas exorbitantes al derecho común de terminación, interpretación y
prescindirá de dicha utilización, como sucede con los que se celebren con personas públicas internacionales,
287
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
en los de empréstito, donación, arrendamiento, etc. Por otra parte, existen contratos estatales que por dispo-
pública, al cual, por virtud del numeral 5 artículo 32, del estatuto contractual, ‘le serán aplicables las normas
85
Ley 1150 de 2007.
Artículo 14. Del régimen contractual de las empresas industriales y comerciales del Estado, las
288
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
Empresas Industriales y Comerciales del Estado, las sociedades de economía mixta en las que el Esta-
-
dades Públicas con participación mayoritaria del Estado superior al cincuenta por ciento (50%), estarán
sometidas al Estatuto General de Contratación de la Administración Pública, con excepción de aque-
llas que se encuentren en competencia con el sector privado nacional o internacional o desarrollen su
actividad en mercados monopolísticos o mercados regulados, caso en el cual se regirán por las dispo-
siciones legales y reglamentarias aplicables a sus actividades económicas y comerciales, sin perjuicio
de lo previsto en el artículo 13 de la presente ley. Se exceptúan los contratos de ciencia y tecnología,
que se regirán por la Ley 29 de 1990 y las disposiciones normativas existentes.
El régimen contractual de las empresas que no se encuentren exceptuadas en los términos señala-
dos en el inciso anterior, será el previsto en el literal g) del numeral 2 del artículo 2º de la presente ley.
Artículo 15. El parágrafo 1º del
artículo 32 de la Ley 80 de 1993, quedará así:
«Artículo 32. […] Parágrafo 1º. Los Contratos que celebren los Establecimientos de Crédito,
289
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
86
Sobre los contratos atípicos o innominados puede consultarse, entre otros, ARRUDA FRANÇA,
Pedro. Contratos atípicos, Río de Janeiro, Edit. Forense, 1985; ESCOBAR SANÍN, Gabriel. Negocios ci-
viles y comerciales, T. II, «Los contratos», Medellín, Biblioteca Jurídica Diké, 1994, p. 373.
290
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
87
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección Tercera. C. P.: Germán
Rodríguez Villamizar, exp. 16862: «Ahora bien, en relación con la forma y solemnidades propias de
los contratos que celebran las entidades públicas, los artículos 39 la Ley 80 de 1993 y 25 del Decreto
679 de 1994 contienen la exigencia de que tales acuerdos deben constar siempre por escrito y, así
mismo, prevén que solo en casos excepcionales se permite que la contratación estatal pueda efectuarse
sin el lleno de las formalidades plenas; sin embargo, debe siempre existir orden escrita en la cual cons-
te el objeto del contrato y la contraprestación».
291
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
88
El poder disciplinario preferente de la Procuraduría General de la Nación está consagrado en los
artículos 118 y 277 numeral 6 de la Carta Política, al consagrar que corresponde al Ministerio Público
asociados (C.P., arts. 2° y 209). Por ello, el derecho disciplinario «está integrado por todas aquellas nor-
mas mediante las cuales exige a los servidores públicos un determinado comportamiento en el ejercicio
de sus funciones, ya que los servidores públicos no solo responden por la infracción a la Constitución y a
las leyes sino también por la omisión o extralimitación en el ejercicio de sus funciones (C.P., art. 6°)».
292
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
6. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
90
ARROYO JIMÉNEZ. «Ponderación, proporcionalidad y derecho administrativo», en ORTEGA y DE
LA SIERRA. Ponderación y derecho administrativo, Marcial Pons, Madrid, 2009, p. 48.
91
La potestad es reglada en los casos del cumplimiento estricto de las exigencias normativas com-
pletas, determinadas agotadoramente por las normas superiores. La norma determina al extremo, agotan-
do el contenido y supuestos de su operancia, constituyendo un supuesto normativo completo y una potes-
-
cicio de una actividad o derecho en las condiciones vinculantes y obligatorias de la norma correspondien-
te, por el particular-administrado. La doctrina expone como caso tipo de las licencias sujetas a potestades
regladas, las de carácter urbanístico en especial las de construcción, que están sujetas a la legalidad estric-
ta, contenida en las normas superiores territoriales, urbanísticas y en especial en los planes de ordena-
miento territorial, en donde la actividad de la administración se agota exclusivamente en la confrontación
-
lar el respeto y acatamiento de las condiciones requeridas en dichas normas.
293
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
92
RAMÓN FERNÁNDEZ, Tomás. De la arbitrariedad de la administración, Madrid, Civitas, 1994, pp. 82-89.
93
RODRÍGUEZ DE SANTIAGO. La ponderación de bienes e intereses en el derecho administrativo,
Marcial Pons, Madrid, 2000, pp. 31 y ss. Puede consultarse del mismo autor: «Ponderación y actividad
ORTEGA y DE LA SIERRA. Ponderación y derecho administrati-
vo, op. cit
De manera clara sostiene el profesor Rodríguez de Santiago que «[…] El punto de partida es, por una
o las aguas continentales, etc.) sin que se otorgue a quien ha de decidir sobre ella un amplio margen de
libertad conformadora. Por otra parte, sin embargo, es evidente que libertad conformadora y sujeción
a la ley se encuentran en una tensión de principio […]». El sometimiento a la ley de la administración
conformadora, es decir, la administración poseedora de habilitación para actuar a través de la discre-
cionalidad, se hace no a partir de una base normativa reglada, sino mediante normas que simplemente
-
cipios– que generalmente se encuentran en tensión unas con otras.
94
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-734 de 2000. «[…] La discrecionalidad absoluta entendida
294
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
las han dictado, pues ello iría, al menos en ocasiones, en contra de las exigencias de la racionalidad prácti-
ca. El que esto sea así, se encuentra estrechamente conectado con un extremo que aparece justamente re-
marcado en la obra de Tomás R. Fernández: el poder público es un poder funcional, otorgado en conside-
por eso establecer ningún paralelismo con lo que ocurre con los contratos entre particulares, es decir, a
propósito de los poderes privados (PAREJO, pp. 38 y ss.). Lo que hace que la posición del juez, en uno y otro
-
car (en términos jurídicos) su comportamiento. Dicho de otra forma, la autonomía –en cuanto valor moral–
solo puede predicarse de los individuos. […]». «[…] Una consecuencia de lo anterior es que la motivación
de los actos administrativos (en particular, de los actos discrecionales) no puede verse como un simple re-
el haber cumplido unos ciertos requisitos de forma; por ejemplo, en el caso del planeamiento urbanístico,
el haber confeccionado una Memoria que contenga referencias a una serie de aspectos, de manera seme-
jante a como, en una sentencia judicial, el aspecto formal viene dado por la existencia de antecedentes
fondo que se dan en favor de una determinada opción; por ejemplo, las razones para otorgar a un terreno
esgrimidos en una sentencia para considerar como probado un hecho o para interpretar una norma en un
de explicitud pero, obviamente, una simple decisión (o su resultado: un acto administrativo) en favor de la
cual no se aporta ninguna razón es un acto no motivado, como lo sería una resolución judicial que carecie-
ra de antecedentes de hecho y de fundamentos de Derecho o que se limitara a enunciar una serie de hechos
y de normas sin dar, por ejemplo, ninguna razón de por qué se considera como probado un determinado
hecho. Como es bien sabido, existen resoluciones judiciales que no necesitan ser motivadas, debido a su
escasa trascendencia y a razones de economía; es decir, en el fondo, debido a razones de la propia raciona-
lidad práctica: no cabría un discurso racional si hubiera que fundamentarlo todo, sin ninguna excepción, en
cada momento. Pero este no es el caso de los actos discrecionales de la Administración, por lo que me pa-
295
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
los mismos desdibujen los marcos que el derecho les concede a las autoridades para su expedición. En
concreto, plantea que todas las decisiones de la administración son susceptibles de control judicial,
dentro de las cuales necesariamente están incluidos los actos discrecionales, que de ninguna manera se
admite que puedan ser arbitrarios. Para estos efectos, incluso este tipo de acto debe caracterizarse por
estar motivado, es decir, debe estar basado en razones y no ser la mera expresión de la voluntad del
servidor público que lo produce. La discrecionalidad no puede confundirse con el deseo personal o
contrarios a la realidad, es decir, no pueden contradecir los hechos reales que llevan a la adopción de
la misma. Las razones y la decisión administrativa discrecional deben ser coherentes entre ellas, las
primeras deben corresponder materialmente a lo que se decide. Agrega Fernández que los anteriores
aspectos deben servir de marco para que el juez administrativo controle los actos de carácter discrecio-
nal, no solo frente a la simple ley, sino básicamente, y en esto la tesis del autor se ha considerado radi-
cal, frente al derecho mismo, por lo que se trata de un control contencioso de juridicidad y no de simple
administración invoca para la expedición de un acto discrecional y de ser ciertas que las mismas sean
reales y además congruentes con la decisión que se está adoptando. La decisión judicial puede llevar a
la nulidad del acto correspondiente o, excepcionalmente, a la sustitución de la decisión administrativa
discrecional por una decisión judicial, si no es posible otra solución. De esta forma, reacciona este
autor contra la posibilidad de confundir discrecionalidad con arbitrariedad; destaca que si bien es cier-
to que históricamente se dio esta posibilidad, en la actualidad es totalmente inadmisible. Discreciona-
lidad no solamente no es arbitrariedad, sino que implica igualmente la posibilidad de ejercer, como lo
advertimos, control sobre cualquier acto fundado en el ejercicio de facultades discrecionales, incluso
en cuanto impliquen análisis de oportunidad para la adopción de decisión. «[…] Si en el principio,
como hemos visto, fue la excepción, el principio ahora es el sometimiento pleno de toda la actuación
-
tud y sin limitación alguna […]».
98
Sala Plena de lo Contencioso administrativo. Sentencia del 4 de marzo de 2003. Cp. Manuel
Segundo Urueta Ayola, exp. Nº 110010324000199905683 02.
296
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
99
Estatuto de la Administración de Justicia, Ley 270 de 1996, artículo 43, «Estructura de la Ju-
risdicción Constitucional. La Corte Constitucional ejerce la guarda de la integridad y supremacía de la
Constitución en los estrictos y precisos términos de los artículos 241 al 244 de la Constitución Política.
El Consejo de Estado conoce de las acciones de nulidad por inconstitucionalidad de los decretos dista-
dos por el gobierno, cuya competencia no corresponda a la Corte Constitucional. También ejercen ju-
risdicción constitucional, excepcionalmente, para cada caso concreto, los jueces y corporaciones que
deban proferir las decisiones de tutela o resolver acciones o recursos previstos para la aplicación de los
derechos constitucionales».
100
Consejo de Estado. Sala Plena de lo Contencioso administrativo. Sentencia del 4 de marzo de
2003. Cp. Manuel Segundo Urueta Ayola, exp. Nº 110010324000199905683 02 «Establecido así el
hecho de que en el ordenamiento jurídico colombiano existe un control difuso de constitucionalidad,
cuyos titulares son la Corte Constitucional y el Consejo de Estado, forzoso es concluir que ambos son
órganos límites en el ejercicio de sus propias competencias, a menos que uno de ellos no respete los
estrictos y precisos términos que le impone la Constitución en el cumplimiento de su función de con-
trol, caso en el cual su decisión se torna ilegítima. De otra parte, el Consejo de Estado, por disposición
del constituyente, tiene la calidad de «tribunal supremo de lo contencioso administrativo», según man-
dato vinculante del numeral 1 del artículo 237 de la Constitución Política. En esa condición de tribunal
supremo, no tiene superior que pueda interferir en el ejercicio de sus funciones en la administración de
justicia, por la elemental razón de que dejaría de ser supremo, si sus fallos pudieran ser determinados
por otra autoridad judicial o política. Solamente en el evento de que se reforme la Constitución en di-
cha materia, ello sería posible. Existe una única hipótesis en el ordenamiento jurídico colombiano, en
donde las decisiones del Consejo de Estado y de la Corte Suprema de Justicia pueden ser revisadas por
la Corte Constitucional. Se trata de las sentencias de tutela que, de ser seleccionadas, pueden ser con-
expresamente, como sucede con los fallos de tutela. En los demás casos, en el ejercicio de su labor de
interpretación de la ley o de la Constitución, cuando se tiene competencia para ello, el único control
posible, si el Consejo de Estado o la Corte Suprema de Justicia violan la Constitución es el juicio de
responsabilidad política que debe adelantar el Congreso de la República. Habida cuenta, entonces,
de su calidad constitucional de «tribunal supremo de lo contencioso administrativo», sus decisiones no
son susceptibles de cuestionamiento posterior por órgano alguno. Sería necesaria una reforma consti-
tucional para que ello fuera posible y como esta no ha tenido lugar, cualquier pretensión de interferen-
cia en la autonomía que debe caracterizar el cumplimiento de su función jurisdiccional, es inaceptable
297
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
expresamente a los jueces inmiscuirse en los asuntos del poder ejecutivo e incluso estableciendo penas
para quienes lo intentaran, «las funciones judiciales son distintas y permanecen siempre separadas
de las funciones administrativas. Los jueces no podrán, so pena de prevaricato, perturbar de modo al-
guno las operaciones de los cuerpos administrativos, ni citar ante ellos a los administradores en razón
de sus funciones». Principio que posteriormente fue recogido en la Constitución de 1791 y consolidado
en la napoleónica del año VIII. Estos hechos son considerados por la doctrina como los determinantes
-
damente en la justicia administrativa continental.
103
Sobre las razones para incorporar al derecho colombiano el concepto de dualidad de jurisdic-
ción, creando la Contenciosa Administrativa de manera paralela a la ordinaria, puede consultarse nues-
tra obra Tratado de Derecho Administrativo, Tomo I, Universidad Externado de Colombia, 2003, ca-
pítulo tercero. Así mismo, la obra de ARGUELLO, Alcibíades y BUENAHORA, Luis, Derecho Administra-
tivo, Talleres de Ediciones Colombia, Bogotá, 1927, pp. 45 y ss.
104
Durante casi 100 años, todo el siglo XIX y los primeros años del siglo XX, nuestra justicia admi-
-
francesa de la justicia especializada no es más que una extraña imposición, por lo demás tardía, en el
derecho colombiano. Negamos, en consecuencia, la posición de quienes sostienen un desarrollo parale-
lo de la justicia administrativa colombiana y la francesa. El artículo 42 del acto legislativo Nº 3 de 1910
298
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
funcional total de la jurisdicción ordinaria en asuntos contencioso administrativos; pues litigios subjeti-
vos de naturaleza contractual, responsabilidad extracontractual del Estado, algunos asuntos declarativos
período como mixto; la razón de esta continuidad con dos jurisdicciones prácticamente conociendo de
litigios de la Administración Pública, nos demuestra el arraigo del sistema judicialista colombiano y la
imposibilidad de ruptura total frente a la importación francesa.
105
La idea de incorporar en la cúspide de nuestro principio de legalidad a la Constitución Política
no es nueva en el derecho colombiano, desde los mismos inicios del control Jurisdiccional Contencioso
Administrativo, el legislador ordenó sistemáticamente que el control jurisdiccional de los actos adminis-
trativos debía inicialmente hacerse a partir de la Carta Fundamental. Por ejemplo, el artículo 110 del
Código de Régimen Político y Municipal de la Ley 4 de 1913 dispuso respecto de las ordenanzas depar-
tamentales que, «Es nula toda ordenanza que sea contraria a la Constitución y a las leyes, o cuando
viole derechos particulares legalmente adquiridos». Sin embargo, con anterioridad, desde la vigencia de
la Ley 153 de 1887, ya se hacía referencia a la jerarquía normativa con cabeza en la Constitución Polí-
Gobierno, expedidos en ejercicio de la facultad reglamentaria, tienen fuerza obligatoria, y serán aplica-
dos mientras no sean contrarios a la Constitución, a las leyes ni a la doctrina legal más probable».
106
Ahora bien, el principio de legalidad en la versión revolucionaria de la supremacía de la ley es
sustancialmente una consecuencia de la soberanía nacional, en cuanto voluntad general emanada del
pueblo o nación. La ley determina el sendero para el ejercicio de los poderes públicos. Las autoridades
299
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
se deben, a partir de la revolución, a la ley; y actúan dentro de los marcos y limitaciones que esta de-
termine. Se trata en consecuencia del alumbramiento de un régimen de legalidad, en donde la libertad
de los ciudadanos se obtenía a través del ejercicio de la actividad pública, conforme a los postulados
-
-
dicaba precisamente este autor que: «llamo, pues, república a todo Estado regido por leyes, bajo cual-
quier tipo de administración que pueda hallarse, porque entonces solamente gobierna el interés
público». Esta concepción es recogida en la declaración de 1789 en sus artículos 5º, 6º, 7º y 8º, que
encierran en su conjunto la idea esencial de la legalidad del poder: de la legalización del ejercicio del
poder. La sujeción permanente y cotidiana del poder a los mandatos de la ley. Su adecuación para
evitar cualquier abuso o desbordamiento. Tratándose de las relaciones entre la legalidad y la constitu-
cionalidad, el desarrollo de los postulados sobre la supremacía de la ley, nos ofrece en el caso francés
unas peculiaridades que tradicionalmente apartan a los continentales de la concepción norteamericana
respecto de la supremacía de la Constitución política. Si bien es cierto que las tres Constituciones se
expidieron en el período revolucionario (1791, 1793 y 1795), constan de una parte dogmática donde
se hace énfasis en la declaración de derechos de los ciudadanos, y por otra, la parte instrumental sobre
la distribución del poder; un problema se notaba latente frente al carácter de voluntad general que le
atribuía la ley, y que en los procesos interpretativos llevaron a serias discrepancias sobre la teoría de
la supremacía de la Constitución y la negación de su control. Los postulados de supremacía se desva-
necían en Francia ante la contundencia y dinámica del carácter que la legalidad había adquirido, gra-
cias a la teoría roussoniana. Si bien es cierto que la declaración francesa pretendió tener un valor su-
pralegal, esto es, de límite al ejercicio de los poderes, entre ellos el legislativo, al establecer que una de
la Constitución de 1791 expresamente estableció su supremacía al indicar que «el poder legislativo no
podrá hacer ninguna ley que produzca agravio o ponga obstáculo al ejercicio de los derechos naturales
y civiles consignados en el presente Título I», lo cierto es que el predominio de la voluntad general hizo
que se olvidara durante muchos años la supremacía constitucional en Francia. Hasta 1971, y eso en un
proceso que se inicia con la Constitución de 1958, se admitió por el Consejo constitucional, el control
de constitucionalidad de las leyes. En estos aspectos, la Constitución norteamericana y sus interpreta-
ciones se adelantaron al constitucionalismo francés. Esta postura interpretativa revolucionaria descan-
sa en el concepto de voluntad general, que se constituye con sus manifestaciones (ley) en el centro del
sistema mismo. La ley, como tal, no solo articula derechos sino que también se constituye en el instru-
mento idóneo a través del cual se impone el único poder legítimo de la sociedad política. De esta for-
ma, ante el evidente antagonismo entre Constitución y ley, la voluntad general impone la segunda,
convirtiéndose en el punto de referencia efectivo para la determinación del principio de legalidad.
107
WEIL, Prosper, Derecho Administrativo, Civitas, Madrid, 1994, pp. 45 y ss. GARCÍA DE ENTE-
RRÍA
del siglo XX. Una visión histórica y comparativista», RAP, Nº 152, mayo-agosto 2000, p. 93.
300
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
108
El control de constitucionalidad, que emana indiscutiblemente de la ideología constitucional
del clásico principio francés de la legalidad y del control de la legalidad. El mismo carácter de norma
jurídica suprema que se le reconoce a la Constitución, implica que se generen los mecanismos nece-
sarios para la preservación de esa inmensa construcción y que no sea deteriorada con su incumpli-
miento o desconocimiento por parte de los poderes. En Estados Unidos, los desarrollos constitucio-
nales tomaron unos rumbos diversos a los del derecho europeo. El Congreso de Estados Unidos no
está concebido con la misma omnipotencia de los Parlamentos. La soberanía parlamentaria impedía
pensar que sus decisiones pudieran ser objeto de control alguno. Organizar un control de la constitu-
volonté générale. Sin
embargo, esta tara no la padecía el Congreso estadounidense. Por esta razón, la Constitución de Esta-
dos Unidos siempre fue considerada como ley superior que sometía sus postulados a la totalidad de
sus poderes. La jurisprudencia de la Corte Suprema de Estados Unidos reconoció desde 1803 esta
característica y la existencia de controles para su preservación. En el famoso y renombrado caso de
Marbury vs. Madison, el juez Marshall sostuvo precisamente que «la Constitución controla cualquier
acto legislativo que se le oponga […], un acto legislativo contrario a la Constitución no es ley […],
una ley del Congreso que contradiga la Constitución debe considerarse inexistente […] los tribunales
deben tener en cuenta la Constitución; la Constitución es superior a toda ley ordinaria del legislativo
[…], la Constitución, y no dicha ley ordinaria, tiene que regir en aquellos casos en que ambas serían
aplicables […]. Una ley contraria a la Constitución es nula y los tribunales están obligados por dicha
Constitución».
109
Consejo de Estado. Sala Plena de lo Contencioso administrativo. Sentencia del 4 de marzo de
2003. Cp. Manuel Segundo Urueta Ayola, exp. Nº 110010324000199905683 02 «La Constitución Política
de 1991 fortaleció el papel del Consejo de Estado como órgano de control de la actividad estatal no sola-
mente en el campo del tradicional y clásico control de legalidad sino también en materia de control de
301
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
constitucionalidad, ya que además de las competencias de que gozaba de acuerdo con las normas de la
Constitución anterior, las cuales se conservan, hoy cuenta con nuevas competencias de naturaleza consti-
tucional. Un primer elemento que debe tenerse presente es el hecho de que la propia Constitución política
consagra como mecanismo autónomo, diferente de la acción de simple nulidad, la acción de inconstitucio-
nalidad. De acuerdo con el numeral 2 del artículo 237 constitucional, son atribuciones del Consejo de Es-
tado: «Conocer de las acciones de nulidad por inconstitucionalidad de los decretos dictados por el Gobier-
no Nacional, cuya competencia no corresponda a la Corte Constitucional». De otra parte, el numeral 9 del
artículo 37 de la Ley 270 de 1996 le asigna a la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo la función de
«conocer de las acciones de nulidad por inconstitucionalidad de los decretos expedidos por el Gobierno
Nacional, cuya competencia no corresponda a la Corte Constitucional». En el mismo orden de ideas, el
-
so Administrativo en el sentido de asignarle a la Sala Plena de lo Contencioso Administrativo el conoci-
miento. «De las acciones de nulidad por inconstitucionalidad que se promuevan contra los Decretos de
carácter general dictados por el Gobierno Nacional, que no correspondan a la Corte Constitucional, cuya
inconformidad con el ordenamiento jurídico se establezca mediante confrontación directa con la Constitu-
ción Política y que no obedezca a función propiamente administrativa». Se observa, de acuerdo con las
normas que vienen de citarse, que en materia de control de constitucionalidad el Consejo de Estado tiene
una cláusula general de competencia en relación con los decretos que el gobierno expida en el cumplimien-
to de los cometidos estatales, mientras que la Corte Constitucional tiene en la misma materia una compe-
tencia de excepción. Además de la acción de nulidad por inconstitucionalidad contra los decretos del Go-
bierno Nacional así como de la acción de simple nulidad, en donde se plantean, por regla general, proble-
mas directos de legalidad, sin que ello excluya confrontaciones directas con la norma constitucional, exis-
ten otros casos en los que el juez administrativo interpreta y aplica las normas constitucionales, como su-
cede en las acciones de pérdida de investidura, de tutela y populares y de grupo. Puede concluirse, enton-
ces, que el derecho colombiano consagra un sistema de control difuso de constitucionalidad, en donde el
Consejo de Estado como tribunal supremo de lo contencioso administrativo tiene un papel en el control de
constitucionalidad así como unas competencias plenamente autónomas, cuyo ejercicio no es susceptible
de control ulterior por órgano estatal alguno».
302
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
303
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
304
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
pio de legalidad frente a actos de las asambleas que pudieren afectar a una
persona, se asignaba su conocimiento a los tribunales ordinarios, o a la primera
autoridad judicial del distrito donde habitara el ciudadano agraviado. La norma
indicaba lo siguiente: «[…] Todo individuo que se crea agraviado por actos de
las asambleas, por considerarlos contrarios a la Constitución o a la ley, que
violen derechos civiles, puede pedir su anulación ante el tribunal del respectivo
distrito judicial. Al efecto presentará un escrito en el cual enumere las disposi-
ciones que acuse de nulidad. Este escrito se presentará personalmente al secre-
tario del tribunal, si el peticionario reside en el mismo lugar, o a la primera
autoridad judicial del distrito de su residencia en caso contrario […]».
Ahora bien, lo cierto es que quienes lograron sistematizar la evolución euro-
pea de las instituciones de control a la administración fueron los juristas france-
ses, que se imponen con su dogmática organizadora de los conceptos jurídicos
y mecanismos de garantía de los derechos a partir del impulso ideológico brin-
dado por la revolución de su país, que se expandió inevitablemente impregnan-
do la cultura jurídica de Occidente. Como producto de estas circunstancias se
desarrollaron, como se estudió ampliamente en el capítulo primero de este
tomo, los denominados recursos contenciosos administrativos de anulación y
de plena jurisdicción. El primero de ellos conformado en el derecho francés por
un gran número de recursos de naturaleza objetiva que pretenden el restableci-
miento del orden jurídico y no los derechos de los particulares, entre los cuales
se ha destacado por su importancia el denominado recurso por exceso de poder,
posible contra toda decisión administrativa con el fin de hacer prevalecer el
principio de legalidad.
El recurso de plena jurisdicción, que se venía formando históricamente con
anterioridad a la Revolución francesa, se destaca por su naturaleza subjetiva,
garantía procesal de derechos individuales, que pretende el restablecimiento de
los mismos cuando hubieren sido desconocidos por las autoridades públicas.
En el derecho francés se agrupa bajo este concepto una pluralidad de pretensio-
nes que tienen relación con diferentes actividades de la administración. En este
sentido se entiende que hacen parte del recurso de plena jurisdicción las preten-
siones contractuales de reparación, electorales y tributarias.
En derecho colombiano, la técnica de los recursos contenciosos administra-
tivos es recibida parcialmente, con el título de acciones contenciosas adminis-
trativas en la Ley 130 de 1913, bajo la doble modalidad de acción objetiva y de
cuasi subjetiva; la primera tendente al restablecimiento del orden jurídico y
denominada acción de nulidad o ciudadana, y la segunda dirigida exclusiva-
mente a obtener la nulidad de los actos violatorios de los derechos civiles, que
no tenía una denominación específica en la Ley 130 de 1913, y a la cual la
doctrina de la época calificó como de acción privada, que si bien es cierto tenía
un actor cualificado, que lo era todo ciudadano agraviado con una ordenanza
departamental o un acuerdo municipal, tan solo podía obtener del tribunal una
declaratoria de nulidad y no un restablecimiento de sus derechos. A través del
305
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310
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
110
Consejo de Estado. Sala de lo Contencioso administrativo. Sección Tercera. Sentencia de febre-
ro 26 de 1998. Cp. Daniel Suárez Hernández, exp. Nº 11477. Banco de Datos en Contratación Estatal.
Universidad Externado de Colombia: «La antigua institución de la jurisdicción arbitral, que Laubadere
por los órganos jurisdiccionales del Estado, sino por árbitros que, para el caso controvertido son desig-
nados por las partes, fue acogida por la legislación colombiana en diferentes momentos de nuestra
evolución procesal, concretamente por el Título XLVII del Libro 2° del Código Judicial de 1931 (Ley
311
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
105 de ese año) y por la Ley 2ª de 1938, y luego, en forma más detallada por los actuales Códigos de
Procedimiento Civil (Decreto 1400 y 2019 de 1970) y de Comercio (Decreto 410 de 1971). Por referir-
uno de los intervinientes podía ser una persona pública, la aplicación de las disposiciones sobre arbitra-
cumplió corrientemente en la práctica». Mediante una de estas remisiones expresas (fuera de las analó-
gicas y supletorias) en que el derecho administrativo echa mano de la normatividad civil y comercial, la
Ley 4ª de 1964 sobre contratos administrativos, expresamente reguló la materia de la cláusula compro-
misoria en dichas convenciones, mediante la siguiente norma: «Artículo 13. Las entidades a que se re-
las diferencias que se presenten con los contratistas». Despejando toda posible duda sobre el uso de la
institución arbitral en los contratos administrativos, el derecho administrativo colombiano por la norma
transcrita no solo admite la solución arbitral sino que remite a los términos, vale decir al procedimiento
y formas en que debe efectuarse el arbitramento, a la Ley 2ª de 1938, que no es de la órbita de aquel
derecho sino de la órbita del derecho comercial. Esta remisión subsiste hasta hoy, y continúa subsisten-
la ley, como una forma no solo de descongestionar los despachos judiciales sino de lograr que en forma
-
beza del legislador la facultad de desarrollar los institutos de la conciliación y el arbitramento, como
-
tación, los principios y valores que inspiran la Carta fundamental».
312
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
313
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314
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
La acción de tutela
La acción de tutela constituye el instrumento básico, de origen constitucio-
nal, garantizador de los derechos subjetivos fundamentales de los asociados
colombianos, por consiguiente de la convivencia humana, sustento indispensa-
ble y estructural en toda sociedad que se pretenda desarrollada en el plano po-
lítico y jurídicamente organizada. En este sentido, es decir, en el de salvaguar-
dar los destinos individuales reconocidos en la Carta Fundamental, la tutela
complementa oportunamente en el devenir de nuestra nacionalidad el amplio
espectro de instituciones y mecanismos legales existentes en la búsqueda del
equilibrio cotidiano de las relaciones del ciudadano, el Estado y el universo de
lo civil. Con su establecimiento, el constituyente introduce el más amplio sen-
dero de gestión directa de los asociados ante los órganos judiciales del Estado,
en búsqueda de perentorias soluciones de los conflictos suscitados respecto de
sus derechos fundamentales; litigios que otrora resultaban insolutos, por las
tortuosas vías tradicionales impregnadas de excesivo ritualismo e instancias
costosas y en muchos casos de imposible acceso. Con la vigencia de la Carta
Política de 1991 se ha estructurado en la raíz misma de los derechos ciudadanos
una acción de carácter judicial, a través de la cual se puede reclamar del Estado
la protección de los derechos constitucionales fundamentales, de manera rápida
y eficiente.
8. LA RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA
315
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
316
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
112
ORLANDO MELO, Jorge. La Evolución Económica de Colombia, Publicado en Nueva Historia de
Colombia, Tomo II, Planeta Colombiana Editorial S.A., Bogotá, 1989, p. 84. Si bien es cierto que la
característica económica dominante de la Colombia del siglo XIX fue la de una comunidad sumida en
el modelo liberal, que dejaba las puertas abiertas a la iniciativa privada, fue común que el Estado inter-
viniera y participara en la actividad económica que había existido durante la época del gobierno espa-
recaudos para el fortalecimiento de los ejércitos a través de políticas aduaneras y de tarifas en el comer-
-
día que se pudiera objetar el papel del Estado en razón de su debilidad. «Esto explicaba la resistencia
de los primeros gobiernos, pese a las explícitas manifestaciones de fe en lo que podríamos llamar un
modelo liberal de desarrollo, a reducir las tarifas aduaneras, los impuestos internos y sobre todo a
entregar a los intereses privados monopolios tan productivos y atractivos como los del tabaco y el
aguardiente».
317
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113
ORLANDO MELO, op. cit., p. 86. La realidad económica de los particulares que se caracterizaba
318
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
115
Unidad de Investigaciones Jurídico Sociales «Gerardo Molina», Universidad Nacional de Co-
lombia, Servicios Públicos Domiciliarios Publicado por el Ministerio de Justicia y el Derecho, Bogotá
D.C., 1997, p. 27. Se destaca en esta investigación cómo ante la insatisfacción general de tarifas, co-
departamentos, la prestación de ciertos servicios básicos para la población, en algunos casos directa-
116
Ley 113 de 1928 sobre utilidad pública en materias de aguas y regulación de tarifas.
117
ORLANDO MELO, op. cit., p. 70. La ausencia de unos servicios públicos debidamente organiza-
XIX. La caracte-
rística de nuestras ciudades era por aquella época la de centros urbanos acumulados de desechos, ba-
-
tros urbanos más importantes a introducir servicios públicos con ostensible abandono de los sectores
rurales. Sostiene este investigador retomando a Hettner «Viaje por los Andes», p. 66, que en ciudades
como Bogotá, Capital de la República, por 1880: «las cloacas eran todavía canales abiertos que co-
rrían por la mitad de la calle. El agua se obtenía en fuentes públicas».
319
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
118
Unidad de Investigaciones Jurídico Sociales «Gerardo Molina», op. cit., pp. 25-27.
119
Véase la exposición de motivos al proyecto de reforma constitucional puesto a consideración
del Congreso Nacional por el ministro de Gobierno Darío Echandia, en septiembre de 1934. Anales de
la Cámara de Representantes, Nº 55, 25 de septiembre de 1934.
120
VIDAL PERDOMO, Jaime. «La Reforma Constitucional de 1936, un Programa Liberal, Prólogo al
libro». En La Reforma Constitucional de 1936, Álvaro Tirado Mejía y Magdala Velásquez, Editorial
Oveja Negra, Bogotá D.E., 1982, pp. 8-11. «Echandia, conocedor de las tesis de León Duguit y de las
nuevas instituciones, lo advierte explicando que el proyecto sustituye la concepción excesivamente
individualista de los derechos privados que distingue a la Constitución de 1886 por otra que conside-
ra que el derecho individual debe ejercitarse como una función social y debe tener como límite la
conveniencia pública».
121
TIRADO MEJÍA y VELÁSQUEZ, op. cit., pp. 313-314. Pueden consultarse las interesantes discusio-
nes que se dieron en el Congreso de la República durante el trámite de la reforma en torno al pensa-
miento de León Duguit, debate de la Sesión Plenaria del 9 de enero de 1936.
320
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
122
Le asignó atribuciones al Estado y a los municipios en asuntos relativos al agua potable. Creó
de infraestructura relativa al agua potable: consagró al Ministerio de Obras Públicas como el órgano de
inspección y vigilancia del sector.
123
Sobre suministro de energía eléctrica.
124
Surgen entidades nacionales de carácter descentralizado como INSFOPAL, INAGUAS, ICT,
entre otros.
125
Se crean, en la gran mayoría de los municipios del país, las famosas empresas de servicios
públicos o empresas de servicios varios, en donde se concentraban la totalidad de funciones y sectores
relativos a los servicios públicos fundamentales y principalmente a los que hoy denominamos domici-
liarios.
321
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
126
VIDAL PERDOMO, Jaime. Historia de la Reforma Constitucional de 1968 y sus Alcances Jurídi-
cos, Universidad Externado de Colombia, Bogotá D.E., 1970, pp. 218 y 219.
127
CORTE CONSTITUCIONAL
se desarrolla de manera particular en los servicios públicos domiciliarios, en la medida en que se orien-
tan a satisfacer las necesidades básicas esenciales de las personas. Por lo tanto, la idea de tales servicios
no puede concebirse en otra forma, teniendo en cuenta el inescindible vínculo existente entre la pres-
tación de los mismos y la efectividad de ciertas garantías y derechos constitucionales fundamentales de
las personas, que constituyen razón de la existencia de la parte orgánica de la Carta y de la estructura
salud, etc.».
322
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
En los términos del artículo 365 constitucional, los servicios públicos son
inherentes a la finalidad social del Estado128; es deber del Estado asegurar su
prestación eficiente a todos los habitantes del territorio nacional. Los servicios
públicos estarán sometidos al régimen jurídico que fije la ley, podrán ser pres-
tados por el Estado, directa o indirectamente, por comunidades organizadas o
por particulares129. En todo caso, el Estado mantendrá la regulación, el control
y la vigilancia de dichos servicios130. El artículo 367 superior agrega, de mane-
ra específica, que la ley fijará las competencias y responsabilidades relativas a
la prestación de los servicios públicos domiciliarios, su cobertura, calidad y fi-
128
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-741 de 2003. «El ejercicio de esta potestad está orientado
por varios deberes relevantes a la hora de regular los servicios públicos domiciliarios: (i) el deber de
-
ción a las necesidades básicas insatisfechas de saneamiento ambiental y de agua potable; (iii) el deber
de garantizar la universalidad de la cobertura y la calidad en la prestación de los servicios públicos
domiciliarios; y (iv) el deber de garantizar los derechos y deberes de los usuarios. […] Estos criterios
-
cia y control–, no es ilimitado, porque el ejercicio de dicha potestad debe estar encaminado a la conse-
-
dor a derechos como la libertad de asociación, el derecho a la participación, la libertad de empresa y la
129
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-353 de 2006. «Según la Constitución, la prestación de los
servicios públicos puede hacerla el Estado, directa o indirectamente, por comunidades organizadas, o
por particulares; esta previsión está en consonancia con lo previsto en el artículo 333 Superior, que
garantiza el libre ejercicio de la actividad económica y la iniciativa privada dentro de los límites del
bien común, asegurando la libre competencia económica como un derecho, correspondiendo al Estado
impedir la obstrucción o restricción de la libertad económica. Actividad que además está sujeta a unos
determinados límites como son: el ejercicio libre dentro del bien común; la libre competencia implica
también responsabilidades, la empresa tiene una función social que conlleva obligaciones, el Estado
evitará o controlará cualquier abuso que las empresas o personas realicen por su posición dominante
en el mercado y la ley delimitará el alcance de la libertad económica cuando lo exija el interés social,
el ambiente y el patrimonio cultural de la Nación».
130
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencias C-1162 de 2000 y C-741 de 2003. «En materia de liber-
tad de empresa en la prestación de servicios públicos domiciliarios, esta Corte ha resaltado que ‘en
el Estado social de derecho la libertad económica no es de carácter absoluto, pues debe recordarse
que, además de la empresa, la propiedad también es una función social (art. 58 CP) y que la liber-
tad económica y la iniciativa privada tienen su garantía y protección supeditadas al predominio del
interés colectivo (art. 333 CP)’, y en consecuencia su ejercicio está sometido no solo a las pautas
los servicios públicos domiciliarios que dicte el Presidente, sino también a las directrices que les
señalen las comisiones de regulación. […] Lo anterior evidencia que el ejercicio de los derechos de
asociación, de participación, de libertad de empresa y de libre competencia en materia de servicios
prestación, la calidad del servicio y la ampliación de la cobertura a los sectores más necesitados en
para poder prestar servicios públicos domiciliarios, pasa la Corte a recordar el régimen legal de la
participación de las organizaciones solidarias y de las empresas de servicios públicos en la presta-
ción de los mismos».
323
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
131
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-150 de 2003. «Esta Corporación ha sostenido que ‘en
cabeza del Estado radica la obligación de garantizar que la prestación de los servicios públicos sea
que prestarlos directamente. La Constitución no establece tal compromiso, pues prevé la posibilidad
de que los mismos sean prestados no solo por el Estado sino también por comunidades organizadas o
por particulares (art. 365 de la C. P). De manera tal que todos tienen igual vocación’. Precisamente,
atendiendo dicho presupuesto, la Ley 142 de 1994 contempló en su artículo 10 el derecho de las per-
sonas a organizar y operar empresas que tengan por objeto la prestación de los servicios públicos do-
pues allí opera como regla general la libre iniciativa sin permisos previos (art. 333 Constitución Polí-
tica)».
324
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
133
PALACIOS MEJÍA, Hugo. El derecho de los servicios públicos, Bogotá, Derecho Vigente, 1999,
p. 22.
134
VIDAL PERDOMO, «Mito y realidad del servicio público», ponencia en el Congreso Internacio-
nal El derecho administrativo ante el nuevo siglo, Madrid, 2000.
135
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-955 de 2007. «El régimen constitucional de los servi-
diseñados ad hoc por el legislador para ello, a través de los cuales se cumplen funciones de interven-
ción económica por mandato de la ley, y que buscan lograr el objetivo constitucional de que la
queden libradas únicamente a las fuerzas económicas del mercado. […] En ciertas ocasiones, la
función de regulación socio económica adquiere especial trascendencia, por cuanto mediante ella se
normativiza una actividad o un servicio cuyo cumplimiento o prestación involucra la efectividad de
derechos fundamentales, como sucede en el ámbito de la prestación de los servicios públicos. […]
de un carácter técnico, sectorial y permanente, y están llamadas a ser ejercidas de conformidad tanto
con la Constitución como con la ley y las disposiciones gubernamentales, y en todo caso sujetas a
las formalidades previstas en el Código Contencioso Administrativo y los controles pertinentes de
carácter administrativo y judicial».
136
PALACIOS MEJÍA, op. cit., pp. 4-6. Para el autor, a partir de la Constitución Política de 1991 se
-
se una base economicista para su conformación jurídica y por lo tanto las referencias legislativas a las
actividades prestacionales y asistenciales a la comunidad deben hacerse a partir de los principios y
325
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
137
Ibidem, p. 22.
138
CONSEJO DE ESTADO. SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO. SECCIÓN TERCERA. Sentencia del
5 de agosto de 1999. Exp. ACU 798. «[…] función pública es toda actividad ejercida por los órganos del
-
Estado que no puede jamás concebirse como análoga a la de un particular, aun cuando se trate de una
empresa; por manera que no resulta acertado deducir que toda prestación de un servicio público com-
porta el ejercicio de función pública, aunque, en ocasiones, bien puede existir coincidencias entre el
ejercicio de esta y la prestación de aquel […] puede decirse que la función pública participa en todo caso
del poder del Estado, y que es de carácter siempre jurídico, mientras que el servicio público es de carác-
ter material y técnico y en muchas de sus manifestaciones no puede utilizar el poder público […]».
139
CONSEJO DE ESTADO. SALA DE LO CONTENCIOSO ADMINISTRATIVO. SECCIÓN TERCERA. Auto del 18
de noviembre de 1999. Exp. ACU 1016. «[…] El servicio público es una actividad que desarrolla la
administración, en forma directa o delegada, con el objeto de satisfacer las necesidades de los adminis-
trados, esto es: el interés general. Por lo tanto, son diferentes los conceptos de función pública y servi-
cio público. Así lo ha señalado reconocida parte de la doctrina. En efecto, Roberto Dromi sobre el
punto dice: ‘Funciones públicas. Atañen a la defensa exterior, para resguardo de supremas necesidades
326
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
de orden y de paz y a la actuación en derecho, para la tutela de los propios valores jurídicos como or-
-
nitario, que no son de forzosa ejecución estatal directa’. De conformidad con lo expuesto, resta con-
cluir que la prestación del servicio público de educación por los particulares, no comporta el ejercicio
de funciones públicas, en cuanto no corresponde al desarrollo de competencias atribuidas a los órganos
o servidores del Estado. Por consiguiente, las universidades particulares prestadoras del servicio públi-
co de educación, no ejercen funciones públicas, y por lo mismo, no pueden ser demandadas en ejerci-
cio de la acción de cumplimiento […]». [sic]
140
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-218 de 1995. «[…] La Corte no atribuye a las decisiones
del colegio el carácter de actos administrativos. El ejercicio del servicio público educativo, por sí mis-
mo, no equivale al desempeño de función pública ni al despliegue de una potestad administrativa. Los
actos y omisiones del establecimiento, así tengan relevancia jurídica, en principio no tienen la natura-
leza de actos administrativos […]».
141
CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-052 de 1996. «[…] los actos académicos son objeto de
tutela en razón a que no están sujetos al control jurisdiccional por parte de la justicia contencioso-ad-
ministrativa […]. Por consiguiente, dice la Corte Constitucional: si no son susceptibles de control
contencioso-administrativo, el único medio de defensa que tiene la persona frente a actos académicos
será el de control constitucional ante los casos de violación de derechos fundamentales […]».
142
TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE CUNDINAMARCA. Sección Primera. Subsección A. Sentencia del 9
de febrero de 2006. Exp. 2001-0509.
327
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
328
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
329
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
En los términos del artículo 125 constitucional los empleos en los órganos y
entidades del Estado son de carrera. Se exceptúan los de elección popular, los
de libre nombramiento y remoción, los de trabajadores oficiales y los demás
que determine la ley. Los funcionarios, cuyo sistema de nombramiento no haya
sido determinado por la Constitución o la ley, serán nombrados por concurso
público.
El ingreso a los cargos de carrera y el ascenso en los mismos se hará previo
cumplimiento de los requisitos y condiciones que fije la ley para determinar los
méritos y calidades de los aspirantes. El retiro se hará: por calificación no satis-
factoria en el desempeño del empleo; por violación del régimen disciplinario y
por las demás causales previstas en la Constitución o la ley.
En ningún caso la filiación política de los ciudadanos podrá determinar su
nombramiento para un empleo de carrera, su ascenso o remoción.
El Congreso Nacional expidió la Ley 909 de 2004 por la cual se expiden
normas que regulan el empleo público, la carrera administrativa, gerencia pú-
blica y se dictan otras disposiciones. Esta nueva legislación sobre carrera admi-
nistrativa establece un sistema para evaluar a los funcionarios, tanto a los del
sistema de carrera como los que no están en esta situación.
330
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
331
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
332
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
tivas, al aplicar los mecanismos urbanísticos, estarían obrando por fuera del
principio de legalidad propuesto por el legislador en esta materia, en donde in-
sisto, la base de su operancia depende fundamentalmente del contenido del plan
de ordenamiento territorial. Así las cosas, la dinámica de nuestro derecho urba-
nístico se obtiene a través de una interesante interrelación entre la regulación
legal y la norma local.
Por ejemplo, para el adecuado ejercicio de un instrumento jurídico vital para
el urbanismo como lo es la expropiación, el artículo 60 de la Ley 388 de 1997,
que modificó el artículo 12 de la Ley 9 de 1989, señala expresamente que «toda
adquisición o expropiación de inmuebles que se realice en desarrollo de la pre-
sente ley se efectuará de conformidad con los objetivos y uso del suelo estable-
cidos en los planes de ordenamiento territorial», concepto que se reitera en el
parágrafo del artículo 8 de la misma ley, cuando al referirse a las actuaciones
urbanísticas, entre ellas las de determinar espacios libres para parques, áreas
verdes públicas y la expropiación de terrenos y mejoras, indica que «las accio-
nes urbanísticas aquí previstas deberán estar contenidas o autorizadas en los
planes de ordenamiento territorial o en los instrumentos que los desarrollen o
complementen, en los términos previstos en la presente ley». Significa lo ante-
rior, que no podría promoverse ningún tipo de adquisición o expropiación de
terrenos para efectos de desarrollar proyectos de utilidad pública o interés so-
cial, que no estén contenidos o autorizados por las autoridades locales que ex-
piden los planes de ordenamiento territorial.
Es más, que si se profiere algún instrumento administrativo que desarrolle
los planes de ordenamiento territorial, por ejemplo, para la determinación de
espacios libres para parques (artículo 8 numeral 4 de la Ley 388 de 1997) y,
consecuentemente, autorice la adquisición o expropiación de los mismos (artí-
culo 8 numeral 10 de la Ley 388 de 1997), sin estar reglados en la norma local,
la conducta y decisiones correspondientes de la autoridad estarían viciadas en
su legalidad. Dichas actuaciones deben estar previamente por lo menos men-
cionadas, señaladas o de alguna manera contenidas o autorizadas en el corres-
pondiente plan de ordenamiento territorial, con el fin de que el instrumento las
desarrolle. De esta forma, por lo menos para el ejemplo expuesto, el legislador
le ha otorgado al derecho local un poder vinculante importante, consolidándolo
como componente importante de nuestro derecho urbanístico.
De no ser así, se desconocería incluso el objeto mismo de la ley de ordena-
miento territorial (artículo 6 de la Ley 388 de 1997), cuando señala que de los
grandes propósitos de la existencia de los planes de ordenamiento territorial,
esto es, de la intervención de las autoridades locales sobre el territorio, es no
solo el de orientar su desarrollo y aprovechamiento, sino también, el de la defi-
nición previa de necesidades o prioridades como principio de orden, con el
propósito de evitar la improvisación en las futuras actuaciones de las autorida-
des en definir «los programas y proyectos que concreten estos propósitos» (ar-
tículo 6 numeral 3 de la Ley 388 de 1997).
333
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
De igual manera, los contratos que se llegaren a realizar o los actos de ex-
propiación sobre inmuebles que se produzcan con desconocimiento del anterior
principio, estarían igualmente incursos en situación de nulidad absoluta, insub-
sanable. Una actuación pública incursa en la prohibición del artículo 20 inci-
so 2 podría eventualmente considerarse como manifiestamente contraria a la
ley. De aquí la necesidad de que la Administración Pública, cuando se encuen-
143
Corte Constitucional, Sentencia C-216 del 09 de junio de 1993, M.P. Dr. José Gregorio Her-
nández Galindo: «Se hace posible el excepcional procedimiento de la expropiación y se afecta median-
te este el derecho del propietario no para dar satisfacción a intereses privados, sino por razones que
-
puestos y requisitos que la Carta exige. En las normas demandadas no se plasma una posibilidad de
expropiación por interés distinto al público, ni se produce la situación descrita en la demanda, según la
cual unos particulares expropiarían a otros».
334
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
tre frente a situaciones como estas, adopte de inmediato los correctivos perti-
nentes, revocando los actos correspondientes.
Así las cosas, el plan se torna entonces en el elemento central de nuestro
derecho urbanístico144, básicamente en lo local, como lo hemos visto. Constitu-
ye a todas luces el complemento ideal de una legislación general y abstracta en
asuntos urbanísticos, para el caso colombiano de la contenida en las Leyes 9 de
1989 y 388 de 1997. El legislador ha depositado en el plan, para ser desarrolla-
das por las autoridades locales, la más amplia y variada gama de atribuciones
tendentes a establecer regulaciones y expedir normas en materia urbanística
que se caracterizan por su concreción, especialidad e individualización de la
materia, que hacen que este conjunto normativo, sin perder su carácter de regla-
mento, no pueda asimilarse a un simple conjunto normativo ordinario general y
abstracto, como tradicionalmente se entiende al reglamento en los ordenamien-
tos jurídicos.
Someter el plan a un tratamiento conceptual clásico dentro de la categoriza-
ción de reglamentos impediría cumplir los propósitos y finalidades esperados
de un plan normativo urbanístico, cual es el de referirse en concreto al proble-
ma urbano adoptando soluciones dentro del amplio esquema de posibilidades y
alternativas recomendadas para tratar los conflictos territoriales y urbanos. Si
bien es cierto, el plan por su naturaleza constituye un claro ejemplo de regla-
mento, sin perder su papel estelar en la defensa y protección del interés general,
difiere sustancialmente de los reglamentos tradicionales o clásicos en el carác-
ter especial y específico de sus disposiciones, que no obstante su vigencia ge-
nérica para la comunidad determinan condiciones directas y limitativas de de-
rechos como el de propiedad, constitutivas de obligaciones y deberes, llegando
incluso a prefijar el contenido mismo del concepto de propiedad145.
Una simple aproximación a la ley de ordenamiento territorial nos permite
visualizar la magnitud de los asuntos que en concreto deben estar tratados en el
plan y de paso la enorme discrecionalidad de que las autoridades locales son
investidas en cuanto a lo genérico de las materias asignadas. Un simple repaso
144
Ley 388 de 1997, artículo 9º. Plan de ordenamiento territorial. El plan de ordenamiento territo-
artículo 41 de la Ley 152 de 1994, es el instrumento básico para desarrollar el proceso de ordenamien-
metas, programas, actuaciones y normas adoptadas para orientar y administrar el desarrollo físico del
territorio y la utilización del suelo. Los planes de ordenamiento del territorio se denominarán:
a) Planes de ordenamiento territorial: elaborados y adoptados por las autoridades de los distritos
y municipios con población superior a los 100.000 habitantes.
b) Planes básicos de ordenamiento territorial: elaborados y adoptados por las autoridades de los
municipios con población entre 30.000 y 100.000 habitantes.
c) Esquemas de ordenamiento territorial: elaborados y adoptados por las autoridades de los muni-
cipios con población inferior a los 30.000 habitantes.
145
DELGADO BARRIO, Javier. El Control de la Discrecionalidad del Planeamiento Urbanístico.
Madrid: Civitas, 1993, pp. 17 y 18.
335
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
146
-
pio, de común acuerdo con la autoridad ambiental de la respectiva jurisdicción para su
protección y manejo adecuados.
m) Determinación y reserva de terrenos para la expansión de las infraestructuras urbanas.
n) Todas las demás que fueren congruentes con los objetivos del ordenamiento del territorio.
147
Ley 388 de 1997, artículo 10. «Determinantes de los planes de ordenamiento territorial. En la
elaboración y adopción de sus planes de ordenamiento territorial los municipios y distritos deberán
tener en cuenta las siguientes determinantes, que constituyen normas de superior jerarquía, en sus
propios ámbitos de competencia, de acuerdo con la Constitución y las leyes:
1. Las relacionadas con la conservación y protección del medio ambiente, los recursos naturales y la
prevención de amenazas y riesgos naturales, así: a) Las directrices, normas y reglamentos expedi-
dos en ejercicio de sus respectivas facultades legales, por las entidades del Sistema Nacional
Ambiental, en los aspectos relacionados con el ordenamiento espacial del territorio, de acuerdo
con la Ley 99 de 1993 y el Código de Recursos Naturales, tales como las limitaciones derivadas
uso del suelo en lo concerniente exclusivamente a sus aspectos ambientales. b) Las regulaciones
336
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
sobre conservación, preservación, uso y manejo del medio ambiente y de los recursos naturales
renovables, en las zonas marinas y costeras; las disposiciones producidas por la Corporación
Autónoma Regional o la autoridad ambiental de la respectiva jurisdicción, en cuanto a la reserva,
alindamiento, administración o sustracción de los distritos de manejo integrado, los distritos de
conservación de suelos, las reservas forestales y parques naturales de carácter regional; las normas
337
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
148
Ley 99 de 1993. Título I. Fundamentos de la política ambiental colombiana, artículo 1º. Princi-
pios Generales Ambientales. La política ambiental colombiana seguirá los siguientes principios genera-
les: 1. El proceso de desarrollo económico y social del país se orientará según los principios universales
y del desarrollo sostenible contenidos en la Declaración de Río de Janeiro de junio de 1992 sobre Medio
Ambiente y Desarrollo. 2. La biodiversidad del país, por ser patrimonio nacional y de interés de la huma-
nidad, deberá ser protegida prioritariamente y aprovechada en forma sostenible. 3. Las políticas de pobla-
ción tendrán en cuenta el derecho de los seres humanos a una vida saludable y productiva en armonía con
la naturaleza. 4. Las zonas de páramos, subpáramos, los nacimientos de agua y las zonas de recarga de
acuíferos serán objeto de protección especial. 5. En la utilización de los recursos hídricos, el consumo
humano tendrá prioridad sobre cualquier otro uso. 6. La formulación de las políticas ambientales tendrá
los particulares darán aplicación al principio de precaución conforme al cual, cuando exista peligro de
338
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN COLOMBIA (2011)
fomentará la incorporación de los costos ambientales y el uso de instrumentos económicos para la pre-
vención, corrección y restauración del deterioro ambiental y para la conservación de los recursos natura-
les renovables. 8. El paisaje por ser patrimonio común deberá ser protegido. 9. La prevención de desastres
será materia de interés colectivo y las medidas tomadas para evitar o mitigar los efectos de su ocurrencia
serán de obligatorio cumplimiento. 10. La acción para la protección y recuperación ambientales del país
es una tarea conjunta y coordinada entre el Estado, la comunidad. las organizaciones no gubernamentales
y el sector privado. El Estado apoyará e incentivará la conformación de organismos no gubernamentales
para la protección ambiental y podrá delegar en ellos algunas de sus funciones. 11. Los estudios de im-
pacto ambiental serán el instrumento básico para la toma de decisiones respecto a la construcción de
ambiental del país, conforme a la Constitución Nacional, será descentralizado, democrático y participati-
vo. 13. Para el manejo ambiental del país, se establece un Sistema Nacional Ambiental, SINA, cuyos
14. Las instituciones ambientales del Estado se estructurarán teniendo como base criterios de manejo inte-
339
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
del código civil, el uso y goce que para el tránsito, riego, navegación y cuales-
quiera otros objetos lícitos, corresponden a los particulares en las calles, plazas,
puentes y caminos públicos, en ríos y lagos y, generalmente en todos los bienes
de la Unión de uso público, estarán sujetos a las disposiciones de este código y
a las demás que sobre la materia contengan las leyes.
En el inciso tercero del artículo 674 se establece una categoría diferente
de bienes contrapuesta a los de uso público y son los conocidos como bienes de
contenido económicos del Estado. Indica la disposición que «los bienes de
la unión cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes, se llaman bienes
de la unión o bienes fiscales». Estos bienes se caracterizan por estar en el co-
mercio y en tráfico jurídico conforme a las reglas de orden público que los rijan.
De conformidad con su conceptualización son bienes esencialmente enajena-
bles; imprescriptibles; por lo general embargables; entre los principales bienes
de esta categoría tenemos los siguientes: edificios públicos, oficinas públicas;
predios del Estado o de las diferentes entidades públicas como cuarteles, fincas,
minas; los dineros públicos, impuestos, etc.
Adicional a los anteriores existen otros tipos de bienes como los baldíos que
son únicamente aquellos rurales de propiedad de la nación y sujetos a un régi-
men especial de interés general; estos bienes se encuentran sujetos a lo dispues-
to en la Ley 160 de 1994 o Ley de reforma agraria. Subsisten en algunas partes
del país la herencia colonial de los bienes ejidos o bienes de propiedad de la
comunidad, no del Estado. Entre nosotros estos bienes están sometidos a un
régimen especial a partir de la Ley 41 de 1948 y destinados básicamente a aten-
der necesidades de vivienda para personas desposeídas.
Por otra parte, a partir de la vigencia de las leyes básicas sobre urbanismo,
como lo son la 9 de 1989 y 388 de 1997, se ha incorporado el concepto de es-
pacio público que puede comprender tanto bienes públicos como privados149.
149
Ley 9 de 1989, artículo 5. Entiéndase por espacio público el conjunto de inmuebles públicos y los
elementos arquitectónicos y naturales de los inmuebles privados, destinados por su naturaleza, por su uso
o afectación, a la satisfacción de necesidades urbanas colectivas que trascienden, por tanto, los límites de
los intereses individuales de los habitantes. Así, constituyen el espacio público de la ciudad las áreas re-
queridas para la circulación, tanto peatonal, como vehicular, las áreas para la recreación pública, activa o
fuentes de agua, parques, plazas, zonas verdes y similares, las necesarias para la instalación y manteni-
miento de los servicios públicos básicos, para la instalación y uso de los elementos constitutivos del
amueblamiento urbano en todas sus expresiones, para la preservación de las obras de interés público y de
los elementos históricos, culturales, religiosos, recreativos y artísticos, para la conservación y preserva-
ción del paisaje y los elementos naturales del entorno de la ciudad, los necesarios para la preservación y
vegetativos, arenas y corales y, en general, por todas las zonas existentes o debidamente proyectadas en
uso o el disfrute colectivo. PAR. Adicionado. L. 388/97, art. 117. El espacio público resultante de los
procesos de urbanización y construcción se incorporará con el solo procedimiento de registro de la escri-
las áreas públicas objeto de cesión y las áreas privadas, por su localización y linderos. La escritura corres-
pondiente deberá otorgarse y registrarse antes de la iniciación de las ventas del proyecto respectivo.
340
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
Aldo Milano S.1
1. INTRODUCCIÓN
1
Universidad Escuela Libre de Derecho, San José, Costa Rica.
2
De conformidad con lo establecido por el artículo 10 de la Constitución Política, corresponde a
«una Sala especializada de la Corte Suprema de Justicia declarar, por mayoría absoluta de sus miem-
341
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
bros, la inconstitucionalidad de las normas de cualquier naturaleza y de los actos sujetos al Derecho
Público. [...]». El artículo 48 constitucional le asigna la competencia para conocer, además, de los re-
cursos de habeas corpus y de amparo.
3
Así resulta de lo dispuesto por el artículo 13 de la Ley de la Jurisdicción Constitucional Nº 7135
del 5 de octubre de 1989.
342
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
los Poderes del Estado. Se decanta el Alto Tribunal por la idea de una «[…]
separación de funciones, es decir, de la distribución de ellas entre los diferen-
tes órganos estatales»4.
4
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 6829-93 de las ocho y trein-
ta y tres horas del veinticuatro de diciembre de mil novecientos noventa y tres. En el mismo sentido
véanse, entre otras, las Sentencias Nº 1011-95 de las quince horas cincuenta y un minutos del vein-
tiuno de febrero de mil novecientos noventa y cinco; Nº 3939-95 de las quince horas cincuenta y
cuatro minutos del dieciocho de julio de mil novecientos noventa y cinco; Nº 3575-96 de las once
horas dieciocho minutos del doce de julio de mil novecientos noventa y seis y Nº 1018-97 de las
catorce horas con cuarenta y cinco minutos del dieciocho de febrero de mil novecientos noventa y
siete, entre otras.
5
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 6579-94 de las quince horas
doce minutos del ocho de noviembre de mil novecientos noventa y cuatro.
6
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1876-90 de las dieciséis horas
del diecinueve de diciembre de mil novecientos noventa y la 2527-94 de las quince horas con treinta
minutos del treinta y uno de mayo de mil novecientos noventa y cuatro, entre otras.
7
HERNÁNDEZ VALLE, Rubén, Temas Claves de la Constitución Política, Investigaciones Jurídicas,
S.A., San José, 1999, pp. 80 y 81.
8
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Evolución Histórica desde su Creación
1989-2003, p. 6.
343
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Normas escritas
Según lo establece el artículo 6 de la LGAP, el ordenamiento jurídico admi-
nistrativo está constituido por la Constitución Política, como norma de normas,
los tratados internacionales, las leyes y demás actos con valor de ley, los decre-
tos del Poder Ejecutivo que reglamentan las leyes, así como los de los demás
Supremos Poderes en materia de su competencia; los reglamentos autónomos y
de servicio del Poder Ejecutivo y los reglamentos de los demás entes descentra-
lizados.
Como se ve, la norma citada descarta, de plano, cualquier duda en torno al
valor normativo y de aplicación directa de la Constitución, como también su
consabida supremacía en la pirámide normativa.
En lo que a los Tratados internacionales se refiere, interesa destacar el hecho
de que la jurisprudencia contencioso administrativa ha visto en estos, también,
una fuente normativa de aplicación directa, con supremacía por encima de la
ley9.
La ley, en su concepto formal, de acuerdo con el régimen jurídico costarri-
cense, es la norma que resulta del procedimiento legislativo que compete a la
Asamblea Legislativa conforme al artículo 121 constitucional. Para su plena
eficacia, la ley requiere sanción del Ejecutivo y su publicación. Por otra parte,
de conformidad con lo dispuesto por el artículo 129 de la Constitución, la ley
«no queda abrogada ni derogada, sino por otra posterior», lo cual alude al
concepto de la fuerza de ley, directamente relacionado con el de la jerarquía
normativa.
Aunque excepcionales, los actos con valor de ley son admitidos en el régi-
men jurídico costarricense. Pueden distinguirse al menos dos distintos tipos: los
de facto, algunos de ellos vigentes, y que fueron adoptados por la Junta Funda-
dora de la Segunda República a mediados del siglo pasado, entre los cuales
destaca el que creó una entidad autónoma a la cual se delegó monopólicamente,
la prestación del servicio de energía eléctrica y de telecomunicaciones10, y ade-
más, aquellos que se adopten con ocasión de calificadas circunstancias de ur-
gencia administrativa (art. 180, párrafo 3 de la CP). Jinesta Lobo, distingue en
el ordenamiento jurídico costarricense, dos distintos supuestos de estado de
urgente necesidad: el estado de sitio (art. 141.4 CP) y el estado de defensa na-
cional (art. 121,6) y 147 1) CP) 11.
9
Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia Nº 202-99 de las dieciséis
horas del quince de junio de mil novecientos noventa y nueve.
10
Se trata del Decreto-Ley de la Junta Fundadora de la Segunda República Nº 499 de 9 de abril de
1949.
11
JINESTA LOBO, Ernesto, Tratado de Derecho Administrativo, pp. 154 y 155.
344
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
Normas no escritas
La insuficiencia del derecho escrito para cubrir la totalidad de supuestos de
hecho que la realidad social genera, ha sido manejada por la LGAP –art. 7– a
partir de la incorporación al Bloque de Legalidad, de las normas no escritas –la
costumbre, la jurisprudencia y los principios generales–, a las cuales se asigna
la tarea de «interpretar, integrar y delimitar el campo de aplicación del orde-
namiento escrito», asignándoseles «el rango de la norma que interpretan, inte-
gran o delimitan». En el caso de que deban suplir la ausencia o insuficiencia de
normas escritas, dice el párrafo segundo del citado artículo, que dichas fuentes
«tendrán el rango de ley»12.
Interesa destacar, en el manejo de las normas no escritas que realiza la
LGAP, el papel que asigna a los principios generales de derecho, ya no solo
como integradores del Ordenamiento Jurídico, sino además, como fuente para
la autorización implícita de los actos de la Administración, tal y como resulta
de lo dispuesto por el artículo 14 párrafo 1 de la citada ley13.
A esta consideración, cabe agregar la acogida de los Principios de Autosufi-
ciencia y Autointegración del Ordenamiento Jurídico Administrativo que pos-
tula el artículo 9 ibidem, lo cual ha ratificado el Tribunal Contencioso Adminis-
trativo, Sección Segunda14. Efectivamente, no solo se reconoce la posibilidad
de acudir a normas no escritas para suplir la insuficiencia de las normas escri-
tas, sino que además, conforme a la disposición citada, se declara la indepen-
dencia del ordenamiento jurídico administrativo, por lo que el derecho privado
12
En efecto, explica Ortiz Ortiz, que «Cuando el principio suple la ley en el supuesto de laguna,
su rango debe ser el de la ley. En esta hipótesis el principio es fuente primaria, como la ley, dada la
ausencia total de regulación expresa. Y como la ley, debe reputarse subordinada únicamente a la
345
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
o común y sus principios, solo podrán servir para integrar el Derecho adminis-
trativo, en caso de ausencia de norma escrita o no escrita del derecho público.
El Presidente de la República
El Presidente de la República, de elección popular cada cuatro años, posee
tanto deberes y atribuciones de su exclusivo resorte15, como otros que comparte
con el Ministro del ramo16.
En la primera hipótesis, la Presidencia de la República adopta competencias
en calidad de órgano administrativo simple, mientras que la segunda lo hace,
más bien, como uno de los centros de acción que compone el Poder Ejecutivo,
órgano administrativo de carácter complejo desigual17.
Además de las atribuciones que le confiere la Constitución Política, el Pre-
sidente de la República, como órgano simple, posee las definidas por el artículo
26 de la LGAP. Dentro estas facultades, destaca la de «dirimir en vía adminis-
trativa los conflictos entre los entes descentralizados y entre estos y la Admi-
nistración Central del Estado»18. Dicha facultad fue oportunamente objeto de
un cuestionamiento de constitucionalidad, al estimarse que podría quebrantar la
autonomía de los entes descentralizados o autónomos. La tesis no fue, sin em-
bargo, acogida por el Tribunal Constitucional, para el cual «no existe inconsti-
tucionalidad alguna en la medida en que el conflicto de competencia verse so-
bre las atribuciones asignadas por ley al ente en cuanto a sus fines y propósitos,
en relación con la obligada coordinación que debe existir con la Administra-
ción Pública central, es decir, materia de gobierno»19.
15
Se trata de las establecidas por el artículo 139 constitucional.
16
Son las previstas por el artículo 140 de la Carta Magna.
17
En ese sentido: ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Tesis de Derecho Administrativo, Tomo II, Biblioteca
Jurídica DIKE-Editorial Stradtmann, edición 2002, p. 66.
18
Los artículos 78 a 80 de la LGAP, regulan el procedimiento a seguir para la resolución de con-
346
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
20
Cabe aclarar que el Ministro actúa, también, en calidad de órgano simple. Se le reconocen,
mediante el artículo 28 de la LGAP, atribuciones cuyo ejercicio le concierne «exclusivamente», al
decir de esa misma norma, las cuales están referidas a su posición de superior jerárquico supremo del
Ministerio de que se trate.
21
ORTIZ ORTIZ, op. cit., Tomo I, p. 277.
22
Ibidem, p. 273.
23
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 6345-97 de las 8:33 horas del
6 de octubre de 1997 de la Sala Constitucional.
24
Entre ellas, solicitar a la Asamblea Legislativa la declaratoria de estado de defensa nacional,
ejercer el derecho de gracia, nombrar y remover los funcionarios diplomáticos, nombrar los directores
de las instituciones autónomas, etc.
347
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
25
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, La Municipalidad en Costa Rica, Madrid, 1987, p. 37.
26
JIMÉNEZ MEZA, Manrique, Constitución Política Comentada de Costa Rica, McGraw Hill,
p. 694.
27
JINESTA LOBO, Ernesto, Tratado de Derecho Administrativo, p. 99.
28
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1613-91 de las catorce horas
seis minutos del veintiuno de agosto de mil novecientos noventa y uno.
348
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
29
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2934-93 de las quince horas
veintisiete minutos del veintidós de junio de mil novecientos noventa y tres.
30
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2934-93 de las quince horas
veintisiete minutos del veintidós de junio de mil novecientos noventa y tres.
31
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, La Municipalidad en Costa Rica, pp. 66 y 67.
349
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
32
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia N° 3309-94 de las 15:00 horas
del 5 de julio de 1994.
350
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
trate; ch) derecho del administrado de hacerse representar y asesorar por abo-
gados, técnicos y otras personas calificadas; d) notificación adecuada de la
decisión que dicta la administración y de los motivos en que ella se funde y
e) derecho del interesado de recurrir la decisión dictada». «El derecho de de-
fensa resguardado en el artículo 39 ibídem, no solo rige para los procedimien-
tos jurisdiccionales, sino también para cualquier procedimiento administrativo
llevado a cabo por la Administración Pública; y que necesariamente debe dár-
sele al accionante si a bien lo tiene, el derecho de ser asistido por un abogado,
con el fin de que ejercite su defensa».
Con esa fórmula, el Alto Tribunal acoge la definición del debido proceso en
vía gubernativa que sentara una vieja sentencia de lo contencioso administrati-
vo, confirmada por la antigua Sala de Casación33 y que se inspirara en la doctri-
na argentina, concretamente, en la obra de Héctor Jorge Escola.
Posteriormente, cientos de resoluciones de la Sala han considerado ese pro-
nunciamiento como base para estimar o desestimar la violación del debido pro-
ceso administrativo en la vía de amparo. Sin embargo, el haz de garantías fun-
damentales que intervienen en el procedimiento administrativo, no se reduce a
tales formalidades o garantías instrumentales.
Un reciente fallo de redacción del magistrado Jinesta Lobo, ha venido a
sistematizar con depurada técnica jurídica, la dinámica en que se desenvuelve
el procedimiento administrativo desde la óptica constitucional. Se ha señalado
así, que «El Derecho a una justicia pronta y cumplida del ordinal 41 de la
Constitución Política no se limita, en el Derecho administrativo, al ámbito ju-
risdiccional, esto es, a los procesos que conoce la Jurisdicción Contencioso
Administrativa creada en el artículo 49 del mismo cuerpo normativo supremo,
sino que se proyecta y expande con fuerza, también, a la vía administrativa o
gubernativa previa a la judicial, esto es, a los procedimientos administrativos.
De modo y manera que es un imperativo constitucional que los procedimientos
administrativos sean, igualmente, prontos, oportunos y cumplidos en aras de
valores constitucionales trascendentales como la seguridad y la certeza jurídi-
cas de los que son merecidos acreedores todos los administrados. Precisamen-
te por lo anterior, los procedimientos administrativos se encuentran informa-
dos por una serie de principios de profunda raigambre constitucional, tales
como los de prontitud y oportunidad (artículo 41 de la Constitución Política),
más conocido como de celeridad o rapidez (artículos 225, párrafo 1°, y 269,
párrafo 1°, de la Ley General de la Administración Pública), eficacia y eficien-
cia (artículos 140, inciso 8, de la Constitución Política, 4°, 225, párrafo 1°, y
269, párrafo 1°, de la Ley General de la Administración Pública), simplicidad
y economía procedimentales (artículo 269, párrafo 1°, ibidem). Estos princi-
pios rectores de los procedimientos administrativos, le imponen a los entes
33
Sala de Casación, Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 110 de las diez horas del diecisiete
de noviembre de mil novecientos setenta y ocho.
351
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
El mismo fallo de reciente cita explica que es posible distinguir entre los
procedimientos administrativos de naturaleza «constitutiva» y aquellos «de
impugnación»35. Entre los primeros, dejando de lado los regulados por nor-
mas dispersas por el ordenamiento, la LGAP distingue entre el ordinario y
sumario.
En ambos casos, conforme a lo dispuesto por el artículo 214.1 de la LGAP,
«su objeto más importante es la verificación de la verdad real de los hechos
que sirven de motivo al acto final». Por otra parte, solo ocasionará nulidad
de lo actuado, «la omisión de formalidades sustanciales», por las cuales ha de
entenderse aquellas «cuya realización correcta hubiera impedido o cambiado
la decisión final en aspectos importantes, o cuya omisión causare indefensión»
–art. 223–.
El procedimiento ordinario administrativo se ha reservado –art. 308– para
aquellos casos en que el acto final pueda causar «perjuicio grave al administra-
34
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2003-14690 de las trece horas
con cincuenta y cuatro minutos del doce de diciembre del dos mil tres.
35
Se dijo en el fallo: «En materia de procedimientos administrativos, es menester distinguir entre
el de naturaleza constitutiva y el de impugnación. El primero tiene como principal propósito el dictado
-
sada –en un sentido favorable o desfavorable–, y el segundo está diseñado para conocer de la impug-
-
va–. El procedimiento constitutivo puede ser, a modo de ejemplo, los procedimientos ordinario y
sumario normados en la Ley General de la Administración Pública o cualquier otro especial por razón
contenidas en el numeral 367, párrafo 2°, de la Ley General de la Administración Pública y en los
Decretos Ejecutivos números 8979–P del 28 de agosto y 9469–P del 18 de diciembre, ambos de 1978».
352
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
353
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
cho, en virtud del acto final. El interés de la parte ha de ser actual, propio y
legítimo y podrá ser moral, científico, religioso, económico o de cualquiera
otra índole».
36
Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Tercera, Sentencia Nº 600-2002 de las nueve
horas y quince minutos del veintiuno de junio del dos mil dos.
37
JINESTA LOBO, Ernesto, Tratado de Derecho Administrativo, Tomo I, pp. 305-309.
354
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
38
Entiéndase, según la semántica de la LGAP, un decreto con contenido reglamentario.
355
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
39
Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia número 348-98 de 11 horas
del 14 de octubre de 1998. En el mismo sentido, Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Segun-
da, Sentencia número 232 de las doce horas del diecisiete de julio del 2002.
40
SABORÍO VALVERDE, Rodolfo, , Editorial Alma Ma-
ter, San José, 1986, pp. 51-53.
41
Se trata del supuesto previsto por el artículo 148 de la LGAP que establece que la regla según
la cual, el recurso administrativo no tiene efectos suspensivos automáticos, por regla general, sin per-
juicio de que, por estarse frente a la posibilidad de que se causen perjuicios graves o de imposible o
difícil reparación, la autoridad que decide el recurso, decida suspender los efectos del acto impugnado.
42
El CPCA admite la suspensión del acto impugnado, como la de cualquier otra medida cautelar,
«cuando la ejecución o permanencia de la conducta sometida a proceso, produzca graves daños o
perjuicios, actuales o potenciales, de la situación aducida, y siempre que la pretensión no es temeraria
o, en forma palmaria, carente de seriedad» –art. 21–.
356
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
43
SABORÍO VALVERDE, Rodolfo, , p. 53.
44
Se trata del caso en que el acto es revocado –art. 152 y ss. de la LGAP–, anulado –art.159
LGAP–, por desaparición de las causas que dieron lugar a su adopción –art. 159– o bien por renuncia
del particular de los derechos derivados del acto. SABORÍO VALVERDE, Rodolfo,
acto administrativo, p. 53.
45
En ese sentido, véase Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 5120-95
de las veinte horas treinta y nueve minutos del trece de setiembre de mil novecientos noventa y cinco.
357
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Se habla así de una «…ineficacia congénita del acto nulo»46, la cual a su vez
ocasiona la imposibilidad jurídica, que no material, de su ejecución por parte de
la propia Administración, al grado que se declara la responsabilidad solidaria
de aquella y del funcionario que haga ejecutar un acto viciado de nulidad –arts.
146.1 y 3 y 170.1 de la LGAP–47.
En caso de ser ejecutorio, la LGAP –art.149– pone a disposición de la Ad-
ministración diversos medios de ejecución administrativa, a saber:
– la ejecución forzada mediante apremio sobre el patrimonio del particular,
para aquellos casos en que exista un crédito líquido de la Administración;
– la ejecución sustitutiva, para el caso de obligaciones susceptibles de ser
cumplidas por un tercero y
– el cumplimiento forzoso, para el caso de que la obligación sea personalí-
sima, de dar, hacer o tolerar o no hacer, pudiendo convertirse en daños y
perjuicios según el criterio prudencial de la Administración.
Al respecto, se ha dicho que se trata de medios que han sido reconocidos a
la Administración, como producto de la «autotutela ejecutiva administrativa
(que exime de la necesidad de acudir al auxilio judicial para que la coacción
legítima pueda ponerse en servicio de la ejecución práctica de los derechos de
un sujeto desconocido, resistidos o atropellados por los demás)»48.
Resta referirse a las nulidades del acto administrativo, tema al que se de-
dica atención en diversos niveles del Ordenamiento Jurídico Administrativo.
Así por ejemplo, conforme a lo establecido por el artículo 49 constitucional,
«la desviación de poder será motivo de impugnación de los actos administra-
tivos», con lo que se deja de manifiesto el especial interés de que el acto ad-
ministrativo atienda, como requisito de validez, los fines fijados por el Orde-
namiento Jurídico.
El CPCA, por su parte, alude en el artículo 1 párrafo 2, también de forma ex-
presa, a los vicios del acto administrativo, si bien lo hace formulando una defini-
ción amplia de los motivos de ilegalidad: «comprenden cualquier infracción, por
acción u omisión, al ordenamiento jurídico, incluso la desviación de poder».
Antes, la LGAP había venido a desarrollar con mayor detalle tales patolo-
gías. De esta forma, el artículo 129 regula el vicio de incompetencia, mientras
que el quebrantamiento de formalidades esenciales se regula en el artículo
223.1, por ejemplo.
46
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, La vía de hecho en Costa Rica, en Estudios en Honor de Pedro J. Frías,
Volumen X de la Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba, junio de 1994,
p. 535.
47
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Tesis de Derecho Administrativo, Tomo II, pp. 511 y 512.
48
GONZÁLEZ CAMACHO, Óscar, Consideraciones prácticas en torno al proceso ejecutivo, San José,
1995, p. 112.
358
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
49
SABORÍO VALVERDE, Rodolfo, , p. 83.
50
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Tesis de Derecho Administrativo, Tomo II, p. 520.
51
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2003-14690 de las trece horas
con cincuenta y cuatro minutos del doce de diciembre del dos mil tres.
359
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
360
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
52
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 3669-06 de las quince horas
del quince de marzo de 2006.
53
JINESTA LOBO, Ernesto, El Nuevo Proceso Contencioso-Administrativo, Escuela Judicial, San
José, 2006, pp. 127 y 128.
361
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
54
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 998-98 de las once horas
treinta minutos del dieciséis de febrero de mil novecientos noventa y ocho.
55
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2633-93 de las dieciséis horas
tres minutos del nueve de junio de mil novecientos noventa y tres.
362
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
56
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 6432-98 de las diez horas con
diez minutos del cuatro de setiembre de mil novecientos noventa y ocho.
57
Véase la resolución R-DC-17-2011 de las once horas del diecisiete de febrero.
363
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
58
Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia 1019-F-2006 de las dieciséis horas
veinticinco minutos del veintiuno de diciembre. Ver concretamente el Considerando VII.
59
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1265-1995 de las quince
horas treinta y seis minutos del siete de marzo de mil novecientos noventa y cinco.
60
Idem.
61
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2000-8193 de las quince
horas con cinco minutos del trece de setiembre del dos mil.
62
Entre ellos, el «Derecho General a la Justicia», el «Derecho General a la Legalidad», el «Dere-
cho al Juez Regular»; los «Derechos de Audiencia y Defensa», implementados mediante garantías
como el derecho a la intimación, a la imputación de cargos y de audiencia; el Principio de Inocencia;
el «Principio in dubio pro reo»; los «Derechos al Procedimiento», entre ellos, el de amplitud de la
prueba; la legitimidad de la prueba; la inmediación de la prueba; la identidad física del juzgador;
el «Derecho a una Sentencia Justa», traducido en las garantías del Principio Pro Sententia y de Con-
de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Nº 1739-1992 de las once y cuarenta y cinco
horas del primero de julio de mil novecientos noventa y dos.
63
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2000-8193 de las quince
horas con cinco minutos del trece de setiembre del dos mil.
364
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
64
JIMÉNEZ MEZA, Manrique, Justicia Constitucional y Administrativa, San José, 1999, p. 103.
65
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 7203-1998 de las dieciocho
horas del siete de octubre de mil novecientos noventa y ocho.
66
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 7203-98 de las dieciocho
horas del siete de octubre de mil novecientos noventa y ocho.
67
JIMÉNEZ MEZA, Manrique, Justicia Constitucional y Administrativa, pp. 71-73.
68
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2000-8193 de las quince
horas con cinco minutos del trece de setiembre del dos mil.
69
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2002-6514 de las catorce
horas con cincuenta minutos del tres de julio del dos mil dos. En sentido similar, ver Sentencias
Nº 5287-93, Nº 7491-94, Nº 5799-96, Nº 6687-96, Nº 5946-97 y Nº 5276-99 de la misma Sala.
70
En ese sentido, JIMÉNEZ MEZA, Manrique, Justicia Constitucional y Administrativa, pp. 113-
133.
71
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 6211-1993 de las diecisiete
horas del veinticuatro de noviembre de mil novecientos noventa y tres.
365
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
las públicas en cuanto que terceros frente a la que actúa»72. Tal consideración
se ve satisfecha, para el aludido tribunal73, 74, por las disposiciones del Libro
Segundo de la LGAP ya aludido atrás, cuyas formalidades permiten el pleno
goce de las apuntadas garantías de tipo instrumental.
8. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
72
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1739-1992 de las once y
cuarenta y cinco horas del primero de julio de mil novecientos noventa y dos.
73
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2000-8193 de las quince
horas con cinco minutos del trece de setiembre del dos mil.
74
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2001-11830 de las once horas
con veintidós minutos del dieciséis de noviembre del dos mil uno. En el mismo sentido, véase Sala
Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2001-10198 de las quince horas con
veintinueve minutos del diez de octubre del dos mil uno.
75
76
«[...] al hacer uso de esa discrecionalidad puede incurrir la Administración en defectos o vicios
de forma, de procedimiento o de desviación de poder, que ineludiblemente deben estar sometidos al
control jurisdiccional, para que la justicia administrativa sea lo que debe ser en un Estado de Derecho
como el nuestro». Asamblea Legislativa, Expediente Nº 300, folio 1.
77
Asamblea Legislativa, Expediente Nº 300, folio 2.
366
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
dos, porque la ley señala un concepto facultativo. Esos supuestos que otorgan
al órgano administrador provienen de expresa disposición jurídica y no de una
libre actividad, sobre o fuera de la concepción legalista; además, determinar
los límites de la discrecionalidad en la actuación administrativa, es cuestión de
fondo, de procedencia y no de admisibilidad del reclamo, como erróneamente
está hoy día establecido en Costa Rica. En concordancia con lo expuesto, se
afirma que en todo acto, por más reglado que sea, existe un poder discrecional
de mayor o menor grado; y que todos los actos dictados en uso de la discrecio-
nalidad, por más libres que se supongan, derivan de una actividad más o me-
nos reglada»78.
Aprobada la reforma constitucional, al decir de Ortiz Ortiz, se hizo posible
la recepción en nuestro ordenamiento jurídico de los «...principios e institu-
ciones fundamentales del proceso administrativo español, inspirado en el
francés»79.
Con posterioridad, mediante la LGAP se introducen disposiciones dirigidas
a regular el ejercicio de potestades con contenido discrecional.
Se trata de los artículos 15, 16, 158 y 160 de dicha disposición legal, de los
cuales, su redactor deriva como efecto, la definición de límites al ejercicio de la
potestad discrecional, a saber, la obligada «observancia de los principios de
racionalidad, de justicia y de utilidad (o conveniencia), con la presuposición o
bajo el supuesto de que existen otras reglas de conducta, no jurídicas, ni decre-
tadas, fundadas en la realidad social y natural, que vienen incorporadas a la
norma y a su aplicación al caso, para hacerla posible y compatible con aque-
llas y con los valores y principios de un Estado de Derecho»80.
La Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, ha entendido que «la
labor jurisdiccional consiste en determinar la oportunidad del acto, revisan-
do para ello si la Administración escogió bien y adecuadamente el motivo y
el contenido para la realización del fin, y que tenga las condiciones mínimas
requeridas para lograrlo», lo cual ha dado lugar, por ejemplo, a anular un
acto en que no estaba el fin propuesto, a partir del contenido dado por la Ad-
ministración81.
Es claro que la entrada en vigor del CPCA, ha permitido al justiciable contar
con instrumentos de corte procesal para hacer valer los límites a la discreciona-
lidad impuestos por la norma de fondo, es decir, la LGAP.
78
Asamblea Legislativa, Expediente Legislativo Nº 300, folio 12, pág. 6 del Dictamen.
79
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Espíritu y Perspectivas de una Reforma de la Justicia Administrativa en
Costa Rica, Revista Judicial Nº 49, Año XV, marzo de 1990, p. 110.
80
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, «Límites y contralor de la discrecionalidad administrativa en Costa
Rica», Revista Judicial Nº 28, Año VIII, marzo de 1984.
81
Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 283, de las catorce y quince horas
del veintiuno de setiembre de mil novecientos noventa.
367
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
82
GONZÁLEZ CAMACHO, op. cit., p. 485.
83
84
Véase, in totum, JINESTA LOBO, Ernesto, La Dimensión Constitucional de la Jurisdicción Con-
tencioso-Administrativa, Editorial Guayacán, San José, 1999, p. 216.
368
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
85
Esto ha hecho que, como explica Ortiz Ortiz, se produzca una «clara discrepancia entre el
texto constitucional y el legal en punto al objeto de la misma jurisprudencia: el artículo 49 garantiza
«la legalidad de la función administrativa», en tanto que el artículo 1.1. –de la LRJCA– limita aquella
a conocer de la «legalidad de los actos y disposiciones de la Administración Pública sujetos al Dere-
cho Administrativo». Ibid.
86
La iniciativa se tramita en el Expediente Legislativo Nº 15134. Puede consultarse el texto de la
propuesta de reforma en: www.racsa.co.cr/asamblea/proyecto/buscar/exped12.htm
369
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
87
GONZÁLEZ VARAS IBÁÑEZ, Santiago, Problemas procesales actuales de la jurisdicción conten-
cioso-administrativa, Consejo General del Poder Judicial, Madrid, 1993.
88
Se ha dicho al respecto, «En síntesis, [...] pareciera haber marcada sujeción de lo contencioso-
administrativo latinoamericana al modelo anulatorio francés, por virtud de lo cual, ni en sentencia, ni
en ejecución, es posible en L.A. condenar a la Administración a la realización de actos que han dejado
de ser discrecionales en el caso (aunque lo sean en la ley) o, al menos, a la observancia de límites y
las pretensiones del acto victorioso». ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Espíritu y Perspectivas de una Reforma
de la Justicia Administrativa en Costa Rica, p. 117.
89
Se señala en el proyecto, en su art. 18.2, en relación con las pretensiones que se estiman admi-
sibles, lo siguiente:
«2. También será admisible:
a) contra las actuaciones de la Administración Pública;
b) contra las omisiones de naturaleza administrativa, una vez transcurrido el plazo de un mes,
luego del requerimiento efectuado a la Administración Pública;
c) en lo que respecta a las relaciones jurídico-administrativas, así como de su existencia, inexis-
tencia o contenido, y
d) para el control del ejercicio de la potestad administrativa, discrecional y reglada».
370
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
Como muestra del decidido rumbo definido hacia la ruptura del dogma de la
proscripción del arbitraje en Derecho administrativo, el legislador costarricense
quiso insistir en materias especialmente delicadas y en las cuales el conflicto de
intereses entre el Estado y los ciudadanos, requiere, por su naturaleza, una
pronta y justa resolución.
90
Dispone el artículo 2, textualmente, lo siguiente: «Toda persona tiene el derecho de recurrir al
diálogo, la negociación, la mediación, la conciliación, el arbitraje y otras técnicas similares, para
solucionar sus diferencias patrimoniales de naturaleza disponible».
91
Señala dicha disposición, en lo que interesa: «Todo sujeto de derecho público, incluyendo el
Estado, podrá someter sus controversias a arbitraje, de conformidad con las reglas de la presente ley
y el inciso 3), del artículo 27 de la Ley General de la Administración Pública».
92
«Artículo 27-1. Corresponderá a los Ministros conjuntamente con el Presidente de la Repúbli-
ca las atribuciones que les señala la Constitución y las leyes, y dirigir y coordinar la Administración,
tanto central como, en su caso, descentralizada, del respectivo ramo.
2. Corresponderá a ambos también apartarse de los dictámenes vinculantes para el Poder Ejecu-
tivo.
3. Corresponderá a ambos, además, transar y comprometer en árbitros los asuntos del ramo».
371
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
93
Dice la norma, «ARTÍCULO 27. Arbitraje. En cualquier etapa de los procedimientos, las partes
podrán someter a arbitraje sus diferencias, de conformidad con las regulaciones legales y los instru-
mentos vigentes del derecho internacional. Cuando la diferencia verse sobre la determinación del
precio justo y el diferendo se rija por la legislación procesal costarricense, el arbitraje será de peritos
y los gastos correrán por cuenta del ente expropiador.
Los peritos deberán ajustarse a los criterios de valoración establecidos en el artículo 22 y a los
honorarios indicados en el artículo 37, ambos de esta Ley. Cuando se recurra a mecanismos de arbi-
traje estipulados en instrumentos internacionales vigentes en Costa Rica, se estará a las regulaciones
allí contenidas. Si la diferencia versa sobre la naturaleza, el contenido, la extensión o las caracterís-
ticas del derecho o bien por expropiar, la discrepancia se resolverá antes de determinar el justo pre-
cio, mediante un arbitraje de derecho, con los gastos a cargo de ambas partes».
372
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
94
Dispone el artículo 61 de la LCA, lo siguiente: «Artículo 61. Recibo de la Obra. La Administración
cumplimiento de los términos de la contratación, lo cual hará constar en el expediente respectivo, sin
perjuicio de las responsabilidades correspondientes a las partes, sus funcionarios o empleados, o a las
373
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Por su parte, el artículo 3996 de la misma ley ratifica tal mecanismo de reso-
lución de conflictos, al estimar que se trata de una cláusula a considerar en el
contrato que habrán de suscribir las partes.
Debe resaltarse de las dos normas, la expresa admisión del arbitraje como
mecanismo de resolución de conflictos, autorización que es abierta y no restric-
tiva en cuanto a la materia arbitrable.
Ahora bien, es preciso hacer ver una inconsistencia en la regulación. Como
se ve, el artículo 4 indica, textualmente, que «El cartel del concurso deberá
autorizar la vía del arbitraje como solución alterna a los tribunales de justi-
cia», mientras que, por su parte, el artículo 39 ibidem establece que «En el
contrato podrán fijarse cláusulas de resolución alterna de conflictos».
Como se ve, la acogida, al menos de parte del legislador, de la vía arbitral
para la resolución de conflictos, ha sido contundente. Queda ahora la tarea a la
jurisprudencia de confirmar esa vía, mediante pronunciamientos que vengan a
ratificar la amplitud con que se ha querido introducir este mecanismo alterno de
solución de conflictos.
con fundamento en la presente ley. Asimismo, los tribunales nacionales serán los únicos competentes
puedan surgir durante la vigencia de los contratos. El cartel del concurso deberá autorizar la vía del
arbitraje como solución alterna a los tribunales de justicia.»
96
Señala la norma:
374
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
97
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Nº 1618-91 de las catorce horas y dieciséis
minutos del veintiuno de agosto de mil novecientos noventa y uno.
98
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Nº 1953-97 de las quince horas seis minu-
tos del ocho de abril de mil novecientos noventa y siete.
99
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Nº 1322-91, de las ocho horas cincuenta y
ocho minutos del diez de julio de mil novecientos noventa y uno.
375
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
100
Ley Nº 7428 del 7 de setiembre de 1994.
101
Ley Nº 7494 del 2 de mayo de 1995.
102
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 7730-2000 de las catorce
horas con cuarenta y siete minutos del treinta de agosto de 2000.
376
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
103
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 4079-1995 de las diez horas
con cincuenta y siete minutos del veintiuno de julio de 1995. En el mismo sentido, véase la Sentencia
Nº 4078-95 de las diez horas con cincuenta y cuatro minutos del veintiuno de julio de 1995.
104
Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Primera, Sentencia Nº 289-2001 de dieciséis
horas del doce de setiembre de 2001.
105
En cuanto a la tácita, se trata de la construida a partir de una interpretación sistemática de los
artículos 11 –Principio de Legalidad–; 45 –Inviolabilidad de la Propiedad Privada– y 46 –Libertad de
Empresa–, «conjunto de normas que viene rematado por el artículo 41, que garantiza que “ocurriendo
a las leyes, todos han de encontrar reparación conforme a ellas de todos los daños o injurias inferidas
por el Estado a la persona, a su propiedad o a sus intereses morales”, imponiendo así al legislador
tutelar la integridad patrimonial, personal y espiritual del individuo, ante cualquiera.» ORTIZ ORTIZ,
Eduardo, Tesis de Derecho Administrativo, Tomo III, Editorial Stradtmann-Biblioteca Jurídica Diké,
edición 2002, pp. 274 y 275.
377
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
tendió el autor que dicha norma «claramente sienta como directa la responsa-
bilidad patrimonial del Estado [...]»106.
El tema no había sido objeto de atención del Tribunal Constitucional costa-
rricense, al menos de forma expresa y vertical, sino hasta fecha reciente, en que
mediante la Sentencia Nº 2004-05207 de las catorce horas con cincuenta y cin-
co minutos del dieciocho de mayo del dos mil cuatro redactada por la magistra-
do Jinesta Lobo, se examinó una demanda de inconstitucionalidad en contra de
una norma legal que exoneraba, objetivamente, de toda responsabilidad al pres-
tatario del servicio público de agua potable, en caso de la prestación defectuosa
o insuficiente de dicho servicio. A propósito de esa impugnación, la Sala Cons-
titucional construyó la noción del Principio Constitucional de la Responsabili-
dad Administrativa107 108.
A nivel legal, el ánimo codificador de la LGAP hizo que se incluyera en su
articulado la temática de la responsabilidad administrativa, la cual vino a regu-
lar partiendo de una concepción que ahora puede decirse, resultó en líneas ge-
nerales congruente con el parámetro de constitucionalidad definido en el fallo
que viene de citarse.
Como explicara oportunamente su principal redactor, el articulado de la
LGAP en esta materia se inspiró, en gran medida, en la Ley de Expropiación
Forzosa de España de 16 de diciembre de 1954109.
106
Ibidem, p. 273.
107
Para la Sala, a diferencia de lo indicado por Ortiz Ortiz, la Constitución no consagra explíci-
tamente el principio de responsabilidad patrimonial de la Administración Pública, aunque sí se en-
cuentra implícitamente contenido en el Derecho de la Constitución, «siendo que puede ser inferido
a partir de una interpretación sistemática y contextual de varios preceptos, principios y valores
constitucionales»
«con-
sagración constitucional del principio de igualdad en el sostenimiento de las cargas públicas (artí-
que no tienen el deber de soportar y el principio de la solidaridad social (artículo 74), de acuerdo
esta la que debe soportar las lesiones antijurídicas causadas a uno o varios administrados e injus-
tamente soportadas por estos».
108
«pieza clave y esencial del Estado social y
democrático de Derecho»
se sustenta en « ». Entre los
«servir de control o garantía para las situaciones jurídicas
sustanciales de los administrados», así como la de asumir la tarea, junto con la jurisdicción contencio-
so administrativa, de defender «a los administrados frente a las prerrogativas y privilegios formales y
materiales con que la propia Constitución provee a los entes públicos para el cumplimiento de sus
cometidos»
en adelante insalvable, a saber: la normativa infralegal en materia de responsabilidad administrativa
debe «adecuarse al parámetro constitucional de una responsabilidad administrativa objetiva y direc-
ta, estándole vedado establecer conductas administrativas exentas o inmunes a este y menoscabando
los derechos fundamentales resarcitorios y al buen funcionamiento de los servicios públicos de los que
son titulares todos los administrados.»
109
ORTIZ ORTIZ, op. cit. p. 271.
378
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
Así las cosas, el resultado final de tal regulación dio pie para que tanto en
la Jurisprudencia110, la doctrina111, como en los antecedentes administrativos
de tipo consultivo de la Procuraduría General de la República112, se haya en-
tendido que conforme al régimen de responsabilidad administrativa definido
por la LGAP, la responsabilidad del Estado y sus instituciones es objetiva y
directa113.
Esto hace que la culpa grave o dolo en la conducta del funcionario que ins-
trumenta la conducta administrativa, solo tiene interés que se evalúe, para acre-
ditar su responsabilidad personal y solidaria, según lo establece el artículo
199.1 ibidem en relación con los artículos 211 al 213 y lo ha entendido la juris-
prudencia114.
Por otra parte, es preciso señalar que la responsabilidad administrativa, se-
gún dispone la Ley de cita, puede originarse en el «funcionamiento legítimo o
ilegítimo» o bien, en el funcionario «normal o anormal»115 de la Administra-
110
Entre otras, véase la Sentencia Nº 81 de 1984 la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia,
reiterada por la misma Sala, en diversos fallos, entre ellos, el Nº 132 de las quince horas del catorce de
agosto de 1991 y el Nº 113 de las dieciséis horas del once de octubre de 1995.
111
Como explica Ortiz Ortiz, antes de la vigencia de la LGAP, «la jurisprudencia y la ley de CR
regulaban como indirecta la responsabilidad del Estado, pues contemplaban y hacían efectiva tam-
de la LGAP[...]». ORTIZ ORTIZ, op. cit. p. 278. En cuanto a la naturaleza objetiva de la responsabilidad
administrativa, el mismo autor señaló: «Con el advenimiento de la responsabilidad objetiva, por acto
legítimo o funcionamiento normal de la Administración, que crea la LGAP, ha cesado la importancia
del caso fortuito como causa de exoneración de la responsabilidad civil de la Administración, pues en
tal régimen la culpabilidad del autor es también irrelevante o innecesaria. Solo exonera la ausencia
de un vínculo de causalidad entre el daño y la conducta del accionado o eventual responsable». ORTIZ
ORTIZ, op. cit., p. 296.
112
Entre otros, véase el dictamen C-059-93 de 3 de mayo de 1993.
113
Desde este punto de vista, como lo ha estimado la Jurisprudencia, «para que surja el deber de
indemnizar deben darse tres elementos, a saber, la existencia de un daño o lesión (que debe ser cierto,
real y efectivo –no meramente eventual o hipotético–, y evaluable en dinero), una actuación u omisión
de una autoridad pública y un nexo causal entre ambas, de forma que el daño causado le sea imputa-
ble al Estado...» Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Segunda, Sentencia Nº 449-2003 de
las quince horas del doce de setiembre del dos mil tres.
114
En ese sentido, Tribunal Contencioso Administrativa, Sección Segunda, Sentencia Nº 30-2004
de las trece horas y treinta minutos del veintiséis de abril de dos mil cuatro.
115
Para la Procuraduría General de la República, «los conceptos de normalidad y anormalidad
hacen referencia a los estándares de calidad que se exijan en un determinado momento histórico y
jurídicos indeterminados que para su concreción se necesitará recurrir a la legalidad técnica, es de-
también que dentro del concepto de anormalidad –siguiendo la doctrina antes citada– se encuentran
comprendidas aquellas situaciones en que el servicio ha funcionado mal, no ha funcionado o ha fun-
-
tración por omisión, o sea, cuando existiendo un deber funcional de actuar o una necesidad de dili-
gencia funcional, no se actúa causándose un daño. Consecuentemente, cuando el numeral 190
determina que la Administración responde por funcionamiento normal o anormal está incluida la
posibilidad de hacerla responsable por inactividad administrativa, siempre que conforme al ordena-
miento jurídico exista un deber funcional de actuar o el cumplimiento de una conducta debida». Dic-
tamen C-052-1999, de 16 de marzo de 1999.
379
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
116
En ese sentido, véase el citado Dictamen C-052-1999.
117
Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 435-F-03 de las diez horas del
veintitrés de julio del dos mil tres.
118
ORTIZ ORTIZ, op. cit., pp. 285 y 286.
380
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
La anormalidad del daño, para Ortiz Ortiz, se produce siempre que «impli-
que un trato desigual frente al resto de los consociados que se encuentren en
situaciones de hecho y jurídica sustancialmente iguales; y esa desigualdad
solo se dará cuando el daño sufrido exceda claramente del nivel de sacrificio
que debe soportar todo ciudadano en esa situación, en aras de la solidaridad
social»119.
Con referencia a este mismo tema, uno de los supuestos previstos por el
párrafo tercero de la misma norma, es el de la responsabilidad por daños causa-
dos por una ley formal –art. 194.3–, el cual ha sido objeto de atención de parte
de la Jurisprudencia. Interesa destacar, en ese sentido, lo dispuesto en la Sen-
tencia de la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia Nº 108-91 de las
14:15 horas del 3 de julio de 1991, en que se declaró la obligación de indemni-
zar «los daños y perjuicios cuando se ejerce» la potestad de legislar. Cabe
destacar que, al menos en ese caso, la indemnización fue plenaria, es decir, no
se limitó a reconocer los daños irrogados, sino que además se reconocieron los
perjuicios, lo cual, podría pensarse, obedeció a que los hechos son anteriores a
la vigencia de la LGAP, si bien el juzgamiento se produjo estando ya en plena
vigencia.
119
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Expropiación y Responsabilidad Públicas, San José, 1996, p. 74.
120
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 141-94 de las catorce horas
cincuenta y cuatro minutos del once de enero mil novecientos noventa y cuatro.
121
En ese sentido, véase Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 54 de 12 de
julio de 1989.
381
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
12.1. Generalidades
122
Procuraduría General de la República, Dictamen C-081-98 de 5 de abril de 1998.
123
Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 806-F-03 de las quince horas cinco
minutos del veintiocho de noviembre de dos mil tres.
124
Tribunal Contencioso Administrativo, Sección Segunda, Sentencia Nº 130-2000 de las diez
horas quince minutos del doce de mayo del dos mil.
125
La expresión es de GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Santiago, Los mercados de interés general: tele-
comunicaciones y postales, energéticos y de transportes, Granada, 2001, pp. 1-10.
382
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
126
Se ha dicho sobre el tema que «la reforma que adicionó un nuevo párrafo al art. en estudio,
-
dor –relaciones de consumo– y del usuario –relaciones de servicio público– [...]». ECHANDI GURDIÁN,
María Lourdes, «Artículo 46 de la Constitución Política», en Constitución Política Comentada de
Costa Rica, McGraw Hill, México, 2001, p. 190.
127
Procuraduría General de la República, Dictamen C-169-99 de 22 de agosto de 1999. En el
mismo sentido, véase el Dictamen C-373-2003 de 26 de noviembre de 2003.
128
Procuraduría General de la República, Dictamen C-152-2000 de 7 de julio del 2000. En el
mismo sentido, consúltese el Dictamen C-373-2003 de 26 de noviembre de 2003.
383
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
blico de Bordeaux, promovidas por Gaston Jeze a principios del siglo XX y que
la doctrina caracteriza como la concepción subjetiva.
Y es que así lo ha entendido también la Sala Constitucional en el fallo que
se cita en el aludido dictamen C-373-2003, conforme a la cual «la determina-
ción de si una necesidad es de interés público no es una cuestión jurídica, sino
de hecho y circunstancial, que obliga –como ya se dijo– a un juicio de oportu-
nidad y conveniencia. No existen actividades que por "naturaleza" o imperati-
vos del Derecho Constitucional sean propias del servicio público, sino que eso
dependerá de cada sociedad, sus necesidades y en el ámbito –privado o públi-
co– en que estas se satisfagan de mejor manera [...]"129.
En esa resolución, la Sala alude expresamente al artículo 3, inciso a) de la
Ley Nº 7593, conforme al cual, se entiende por servicio público «el que por su
importancia para el desarrollo sostenible del país sea calificado como tal por
la Asamblea Legislativa […]».
Para la Procuraduría, en el dictamen de cita, lo establecido en esa disposi-
ción legal, sin embargo, «no significa que solo existe servicio público si expre-
samente la ley indica que se trata de un servicio público o bien, si expresamen-
te está contemplado en el artículo 5° de la Ley de la ARESEP. En efecto,
aparte de que dicho artículo es una disposición de rango legal que no vincula
al legislador, cabe recordar que comúnmente el legislador crea servicios pú-
blicos sin señalar expresamente que la actividad que regula y atribuye a la
Administración es servicio público, lo que no desdice de la naturaleza jurídica
de esa actividad. Basta, al efecto, que la actividad haya sido legalmente con-
siderada de interés público. Se cumple, así, el principio de que la publicatio,
acto de declaración de una actividad como de interés público, se realiza a
través de la ley, en virtud del principio de reserva legal».
Ahora bien, como es sabido, conforme a la Escuela Clásica del Servicio
Público, en toda prestación de un servicio de esa naturaleza, media un interés
general que se ve así satisfecho. De ahí que el régimen jurídico que rige la acti-
vidad del prestatario, deba ser de Derecho Público según doctrina del Arrêt
Blanco de febrero de 1873, régimen que ocasiona la salida de la actividad del
mercado de los hombres, para quedar su prestación a cargo del Estado, sea de
forma directa o indirecta. Para el segundo caso, una vez conferida la respectiva
concesión, el prestatario quedará sometido a las conocidas «lois Rolland»
(principios de continuidad, igualdad y adaptación del servicio público), así
como a una relación jurídica con respecto a la autoridad competente, en la cual,
queda a cargo de esta última, además de la vigilancia de la actividad, la fijación
de la tarifa o precio por la prestación del servicio, conforme a los principios de
igualdad, causalidad, certeza, irretroactividad y de razonabilidad.
129
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 517-98 de 14:32 hrs. del 26
de agosto de 1998.
384
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
130
En concreto, el de los servicios públicos de suministro de energía eléctrica en todas sus etapas;
telecomunicaciones; acueductos y alcantarillados; combustibles derivados de hidrocarburos; riego y
avenamiento cuando es prestado por una empresa pública o por medio de concesión o permiso; trans-
porte público remunerado, salvo el aéreo, que se reserva a lo establecido en la normativa especial de la
materia; los servicios marítimos y aéreos en los puertos nacionales; transporte de carga por ferrocarril;
recolección y tratamiento de desechos sólidos e industriales.
131
Según dispone el artículo 30 de la Ley de la ARESEP, «Serán de carácter ordinario aquellas
que contemplen factores de costo e inversión». Estas peticiones deberán presentarse «al menos una vez
al año» «que consideren variaciones
importantes en el entorno económico, por caso fortuito o fuerza mayor y cuando se cumplan las con-
diciones de los modelos automáticos de ajuste».
385
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
132
En torno a este procedimiento, la Sala Constitucional ha considerado que «II. El procedimiento
citarse el servicio al costo, el respeto al equilibrio entre los intereses del usuario y del prestatario, el
costos no aceptables, conforme a los principios de la regulación de los servicios públicos. En el pre-
sente caso, según informa el Regulador General y se constata por la lectura de la resolución impug-
-
procedimiento especialmente establecido para ello en la Ley 7593, por lo que resulta improcedente su
pretensión de que se anule en la vía de amparo la resolución cuestionada.» Sala Constitucional de la
Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2002-07029 de las catorce horas con cincuenta y dos minutos
del dieciséis de julio del dos mil dos.
386
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
jar los precios, tarifas y tasas de los servicios públicos regulados por la ley
[...]»133. Es decir, se estimó que el medio elegido por el legislador para satisfa-
cer el fin, resultaba apropiado y razonable, vista la actividad de regulación de
tal ente.
A propósito de esa misma impugnación, el Tribunal Constitucional estimó
que la ARESEP, al ejercer su potestad sancionatoria, actúa en calidad de tribu-
nal administrativo, ejerciendo por ello, función administrativa, con lo cual se
descarta el alegato según el cual, al ejercer potestades sancionatorias e inquisi-
tivas, se estaba frente a una delegación inconstitucional de funciones propias
del Poder Judicial.
De paso, se deja en evidencia así por parte de la Sala Constitucional, que las
decisiones adoptadas en tales procedimientos, una vez agotada la vía adminis-
trativa, son susceptibles de ser impugnadas en la vía de lo contencioso adminis-
trativo, como en efecto sucede.
133
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2002-1485 de las catorce
horas con cuarenta minutos del trece de febrero del dos mil dos.
387
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
gada por tiempo limitado y con arreglo a las condiciones y estipulaciones que
establezca la Asamblea Legislativa».
Al respecto, la Sala Constitucional ha estimado que «para un elenco de
bienes, servicios y recursos han sido constitucionalmente definidos los límites
del mercado y del tráfico económico. La Constitución no establece una unifor-
me intensidad de demanialidad ni de reserva al sector público de servicios o
recursos esenciales. Según el artículo 121 inciso 14, el que ahora nos ocupa,
los servicios inalámbricos [al igual que las fuerzas que puedan obtenerse de
las aguas del dominio público] "no podrán salir definitivamente del dominio
del Estado". Pública es la titularidad; han sido constitucionalmente vinculados
a fines públicos y su régimen es exorbitante del derecho privado. No obstante,
cabe la explotación por la Administración Pública o por particulares, de
acuerdo con la ley o mediante concesión especial otorgada por tiempo limitado
y con arreglo a las condiciones y estipulaciones que establezca la Asamblea
Legislativa"134.
A partir de esa consideración, solo es posible la prestación de los servicios
públicos de suministro de energía eléctrica y de telecomunicaciones, en el caso
de que una disposición legal –ley marco– atribuya a un órgano o ente público a
otorgar concesiones o bien, mediante una concesión especial otorgada por la
Asamblea Legislativa.
Como se verá, la ausencia de esas «leyes marco» en ambos sectores fue su-
perada, hasta ahora, tan solo en el ámbito de las telecomunicaciones. Esta omi-
sión legislativa, con tino, ha sido calificada como una inactividad legislativa
viciada de inconstitucionalidad, por quebrantar el derecho a la libre elección
que declara en beneficio de los usuarios, el artículo 46 párrafo último de la
Constitución Política135.
134
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 5386-93, de las dieciséis
horas del veintiséis de octubre de mil novecientos noventa y tres.
135
En ese sentido, se ha dicho que «a partir de la citada reforma del artículo 46 constitucional,
ha desaparecido la discrecionalidad política del Estado de aprobar o no aprobar una legislación
como esa. Hoy, desde el punto de vista jurídico constitucional, el Estado está obligado a cumplir con
su deber de aprobar dicha normativa. De no hacerlo, incurrirá en una conducta inconstitucional,
como está sucediendo ahora». ECHANDI GURDIÁN, María Lourdes, «Apertura en telecomunicaciones:
Obligación jurídica del Estado», El Financiero, Nº 417, 23-29 de junio del 2003, p. 36.
388
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
136
Procuraduría General de la República, Dictamen C-069-97 de 7 de mayo de 1997.
137
Procuraduría General de la República, Dictamen C-348-2001 de 17 de diciembre de 2001.
389
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
der tal cantidad, «será necesaria una autorización legislativa especial», según
lo dispone el artículo 11 de la Ley citada.
En lo que a la etapa de transmisión de energía, es preciso señalar que está,
en lo fundamental, sometida a la intervención monopólica del ICE, entidad que
ha desarrollado la infraestructura necesaria para cumplir con esa tarea.
En lo que a las etapas de distribución y comercialización de la energía, ade-
más de esa entidad, participan tan solo algunos pocos prestatarios, en sectores
geográficos de la Nación claramente definidos138, en vista de las aludidas limi-
taciones para la entrada de más competidores.
De las telecomunicaciones
Como se ha señalado, a propósito de lo establecido por el artículo 121 inciso
14), los servicios inalámbricos solo podrán ser explotados por particulares o la
propia Administración, si así lo dispone una concesión especial otorgada por
la Asamblea Legislativa, o bien, si se obtiene una concesión de carácter admi-
nistrativo, otorgada por el órgano o ente que autorice una «ley marco».
En concreto, con relación a los servicios inalámbricos y el espectro electro-
magnético, la Sala Constitucional se ha pronunciado en diversas ocasiones, es-
tableciendo que se trata de bienes demaniales139 cuya explotación solo es lícita,
en caso de estar autorizada mediante una concesión especial otorgada por tiem-
po limitado y de acuerdo con las condiciones y estipulaciones que establezca la
Asamblea Legislativa, o bien, de acuerdo con la ley.
Así las cosas, examinado el ordenamiento jurídico, es posible establecer
que, si bien no se puede hablar de una concesión exclusiva o de carácter mono-
pólico140, es lo cierto que durante décadas y hasta muy recientemente, única-
138
Se trata de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz, para el sector central de San José. Dicha
entidad es propiedad en un cien por ciento, del ICE. Para el caso de la provincia de Cartago, se ha au-
torizado a la Junta Administrativa del Servicio Eléctrico de Cartago JASEC, actualmente regida por la
Ley Nº 7799 del 29 de mayo de 1998. En la provincia de Heredia, interviene en la distribución y co-
mercialización de energía, la Empresa de Servicios Públicos de Heredia, hoy regida por la Ley Nº 7789.
En otras zonas del país, participan en la prestación de estos servicios públicos, diversas cooperativas
-
139
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2002-6053 de las catorce
horas con treinta y ocho minutos del diecinueve de junio del dos mil dos.
140
«El Decreto-Ley Nº 449 de 1949 otorgó una concesión al Instituto Costarricense de Electrici-
-
tal concesión no otorgó una condición exclusiva o monopolística al ICE, como tampoco lo hizo luego
390
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
391
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
141
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 19-95 de las quince horas
cincuenta y cuatro minutos del tres de enero de mil novecientos noventa y cinco.
392
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
142
MURILLO ARIAS, Mauro, Ensayos de Derecho Público, San José, 1988, p. 165.
143
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1696-92 de las quince horas
treinta minutos del veintitrés de agosto de mil novecientos noventa y dos.
144
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 4788-93 de las ocho horas
cuarenta y ocho minutos del treinta de setiembre de mil novecientos noventa y tres.
145
Sala Segunda de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 0036-98 de las diez horas del seis
de febrero de mil novecientos noventa y ocho. En idéntico sentido, aunque para el caso de las relacio-
nes de los servidores del ICE con entidad, véase Sala Segunda de la Corte Suprema de Justicia, Sen-
tencia Nº 149-99 de las quince horas del dos de junio de mil novecientos noventa y nueve.
146
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1696-92 de las quince horas
treinta minutos del veintitrés de agosto de mil novecientos noventa y dos.
147
Se trata, entre otras, de la Normativa de Relaciones Laborales (CCSS) publicada en la Gaceta
Nº 137 de 16 de julio de 1998; Ley del Personal de la Asamblea Legislativa Nº 4556 y sus reformas;
Estatuto del Servidor Judicial, Ley Nº 5155 y Ley de la Carrera Judicial Nº 7338. Además, el Código
Municipal, Ley Nº 7794, incluye, dentro de sus disposiciones, el Título V, relativo a «El Personal
Municipal».
393
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
148
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Tesis de Derecho Administrativo, Tomo II, p. 147.
149
Se trata de las dispuestas en el artículo 111 párrafo 3 y 112 de dicha Ley.
150
MURILLO ARIAS, Mauro, Ensayos de Derecho Público, p. 192.
151
Ibidem, p. 193.
394
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
152
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2002-314 de las diecisiete
horas con ocho minutos del veintidós de enero del dos mil dos.
153
ORTIZ ORTIZ, op. cit., pp. 150 y 151.
154
ORTIZ ORTIZ, Eduardo, Expropiación y Responsabilidad Públicas, p. 134.
395
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Para Ortiz Ortiz, las notas esenciales de las limitaciones, desde una óptica de
justicia distributiva, según «aparecen todas en el art. 45 de la Carta o las de la
doctrina prodigada en su examen», son las siguientes: (i) tienen origen legisla-
tivo, de modo que son legítimas solo frente a ley formal, que requiere votación
de dos tercios de la totalidad de los votos de la Asamblea Legislativa, que las
impongan; (ii) más que de un sacrificio particular, se trata de una «prohibición,
que crea un deber jurídico[...] de no hacer o, a lo sumo, de soportar la inmisión
del Estado en la propiedad para fines públicos, deber que se agrega a los po-
deres o facultades del propietario, sin desnaturalizarlos ni destruirlos»;
(iii) están sustentadas en fines de interés social, esto es, fines «externos», en-
tiéndase «extraño y prevalente en relación con los fines de la propiedad como
entidad al servicio del propietario»; (iv) «no pueden ser concretas ni singula-
res»; (v) son «una reserva de la ley, relativa y perforable por la delegación en
reglamentos autorizados, bajo la guía y dentro del marco que la ley indique»
característica que reputa el autor como esencial155.
155
Ibidem, pp. 145-149.
156
Ibidem, pp. 151-155.
396
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
157
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 5097-1993 de las diez horas
con veinticuatro minutos del quince de octubre del mil novecientos noventa y tres.
158
En ese sentido, Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 1167-1992
de las quince horas y treinta minutos del seis de mayo de mil novecientos noventa y dos 5305-93 de las
diez horas seis minutos del veintidós de octubre de mil novecientos noventa y tres.
159
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 4205-96 de las catorce horas
treinta y tres minutos del veinte de agosto de mil novecientos noventa y seis.
160
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 5097-93 de las diez horas
veinticuatro minutos del quince de octubre de mil novecientos noventa y tres. Véase además, de la
misma Sala, la Sentencia Nº 2345-96 de las nueve horas veinticuatro minutos del diecisiete de mayo
de mil novecientos noventa y seis.
161
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 4205-96 de las catorce horas
treinta y tres minutos del veinte de agosto de mil novecientos noventa y seis.
397
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
162
Véase el detalle de los avances de los trabajos hasta ahora desarrollados en: www.mideplan.
go.cr/pndu/presentacion.htm
398
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
163
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 4205-96 de las catorce horas
treinta y tres minutos del veinte de agosto de mil novecientos noventa y seis.
164
-
ción administrativa de lo urbanístico, compuesta, como se vio, por las Municipalidades, el Ministerio
–arts. 15, 19 y siguientes–. Se dispone también el procedimiento a seguir para su aprobación, lo cual
incluye la consulta pública de su contenido, de previo a ser aprobado mediante acuerdo del Concejo
La
Gaceta -
rrollo de urbanizaciones y de fraccionamientos.
165
En ejercicio de la competencia que le atribuye al INVU el citado Transitorio II de la Ley de
-
glamento, mediante el cual se viene a introducir reglas precisas en torno a los fraccionamientos –Capí-
tulo II–; Urbanizaciones –Capítulo III– y disposiciones relativas a desarrollos habitacionales. Discuti-
da su constitucionalidad, en vista de su carácter meramente reglamentario, a pesar de la cual incluye la
de áreas para uso comunal, la Sala Constitucional estimó que en realidad, en este caso, «no se está
frente a una disposición de carácter general emanada por el Instituto Nacional de Vivienda y Urba-
nismo sin fundamento de disposición legal, sino que se trata del desarrollo reglamentario de disposi-
-
399
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
169
Sentencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Nº 2004-1923 de las ca-
torce horas con cincuenta y cinco minutos del veinticinco de febrero del dos mil cuatro.
400
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
401
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
170
Según el artículo 6 del Reglamento, existen las categorías B, B1, B2 y C, según sea el nivel de
impacto ambiental potencial.
402
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
171
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2306-1991, de las 14:45
horas del 6 de noviembre de 1991.
172
Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, Sentencia Nº 2725-94 de las 15:18 horas
del 9 de junio de 1994.
403
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
173
Procuraduría General de la República, Dictamen C-077-1999 de 21 de abril de 1999. En el
mismo sentido, véase OJ.002-2002 de 9 de enero de 2002.
174
Dice la norma:
«Artículo 121
-
mente a la Asamblea Legislativa:
14) Decretar la enajenación o la aplicación a usos públicos de los bienes propios de la
Nación.
a) Las fuerzas que puedan obtenerse de las aguas del dominio público en el territorio
nacional;
b) Los yacimientos de carbón, las fuentes y depósitos de petróleo, y cualesquiera otras
sustancias hidrocarburadas, así como los depósitos de minerales radioactivos existentes en el
territorio nacional;
c) Los servicios inalámbricos.
Los bienes mencionados en los apartes a), b) y c) anteriores solo podrán ser explotados por
la Administración Pública o por particulares, de acuerdo con la ley o mediante concesión es-
pecial otorgada por tiempo limitado y con arreglo a las condiciones y estipulaciones que esta-
blezca la Asamblea Legislativa.
Los ferrocarriles, muelles y aeropuertos nacionales estos últimos mientras se encuentren
en servicio no podrán ser enajenados, arrendados ni gravados, directa o indirectamente, ni
salir en forma alguna del dominio y control del Estado».
175
Dicen las normas:
«Código Civil Nº 63 del 28/10/1887
Artículo 261. Son cosas públicas las que, por ley, están destinadas de un modo permanen-
te a cualquier servicio de utilidad general, y aquellas de que todos pueden aprovecharse por
estar entregadas al uso público. Todas las demás cosas son privadas y objeto de propiedad
404
DERECHO ADMINISTRATIVO COSTARRICENSE
TABLA DE ABREVIATURAS
Constitución Política CP
particular, aunque pertenezcan al Estado o a los Municipios, quienes para el caso, como per-
sonas civiles, no se diferencian de cualquier otra persona.»
Artículo 262. Las cosas públicas están fuera del comercio; y no podrán entrar en él, mien-
tras legalmente no se disponga así, separándolas del uso público a que estaban destinadas».
405
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN CUBA
Andry Matilla Correa*
1. INTRODUCCIÓN
407
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
408
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
tereses privados (individuales); pues en ella opera la realización del interés pú-
blico (arista social), pero con la impostergable exigencia de no desproteger y
desconocer la esfera de libertad individual de los administrados (arista indivi-
dual). El Derecho administrativo es, pues, el campo jurídico por excelencia
donde debe conciliarse, en la operatividad, la actuación de intereses públicos
(poder público) con la observancia de los derechos y libertades propios del in-
dividuo (del hombre, como unidad básica de la sociedad), para, por ese medio,
proveer verdaderamente a la buena marcha del grupo social y dar respuesta
adecuada a sus requerimientos vitales en cuanto tal. Esta reflexión es punto de
partida para entender que las diversas técnicas de actuación (en lo sustancial y
en lo formal) a las que se recurran en el desenvolvimiento de la función admi-
nistrativa, deben tender a garantizar la coherencia en la correlación imposterga-
ble entre el ejercicio del poder público (y la consecución del interés público) y
el respeto a los derechos individuales y a la esfera de libertad de los administra-
dos (ciudadanos).
Solo esperamos que esta posibilidad que se nos ha abierto para participar en
esta obra colectiva, sea un espacio desde donde podamos coadyuvar a promo-
ver el interés por el conocimiento y el acercamiento a la realidad jurídico-admi-
nistrativa cubana, necesitada urgentemente de perfeccionamiento y reconside-
raciones, pero en la que no están ausentes los esfuerzos en esa dirección, que
más temprano que tarde deben irse materializando. Así, solo aspiramos aquí a
esa promoción de acercamiento e interés por las cuestiones iusadministrativas
cubanas; no como curiosidad o en busca de reafirmar recelos políticos, sino
desde la convicción de que, como parte del espacio iberoamericano, y como
herederos de una cultura jurídica similar, con nuestras peculiaridades patrias,
hay mucho más en la forma de ver y de ser del Derecho administrativo en Cuba
que le une a la comunidad de su entorno geográfico, histórico y cultural, que
aquello que le puede separar.
409
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
410
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
1
Sobre MORILLA y su primera obra de Derecho Administrativo puede verse en Cuba: LANCÍS Y
SÁNCHEZ, Antonio, «La primera obra cubana de Derecho Administrativo», en Anuario de la Facultad
de Ciencias Sociales y Derecho Público. 1950, Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público, Uni-
versidad de La Habana, La Habana, pp. 167 y sigs.; y MATILLA CORREA, Andry, Los primeros pasos de
la ciencia del Derecho Administrativo en Cuba. José María Morilla y el Breve tratado de Derecho
Administrativo (1847), Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, 2011 (de este texto hay también
versión disponible en e-Archivo: http://hdl.handle.net/)
2
Véase lo que desarrollamos al respecto en: MATILLA CORREA, Andry, Los primeros pasos de la
ciencia del Derecho Administrativo en Cuba. José María Morilla y el Breve tratado de Derecho Ad-
411
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
ministrativo (1847), Universidad Carlos III de Madrid, Madrid, 2011 (de este texto hay también ver-
sión disponible en e-Archivo: http://hdl.handle.net/).
412
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
3
Sobre este tema ver nuestra obra en preparación: Breve historia de la justicia administrativa en
Cuba.
413
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4
De la década de 1920 han de ser también la siguientes obras: LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio y MAR-
TÍNEZ SÁENZ, Joaquín, Ensayos de Derecho Administrativo, Tomo I, Imprenta y Papelería de Rambla,
Bouza y CA, Habana, 1922; LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio, Sumarios de las lecciones de Derecho Admi-
nistrativo explicadas en la Academia de Derecho, recopiladas por Juan Antonio MENDOZA, Habana,
1923; SEGURA CABRERA, Andrés, «Derecho Administrativo», en SEGURA CABRERA, Andrés, Programa
para los ejercicios teórico y práctico para la provisión de notarías, Librería «La Moderna Poesía», La
Habana, 1924; DACOSTA, Arístides M. y SMITH, Carlos J., Apuntes de Derecho Administrativo (Adap-
tados a las explicaciones de clase), Ipm. y Papelería «La Universal», Habana, 1927; LANCÍS Y SÁNCHEZ,
Antonio, Notas de Derecho Administrativo. Segundo Curso
Aurelio ESPINOSA en las clases del Dr. Antonio LANCÍS Y SÁNCHEZ, Imp. y Lib. «La Propagandista»,
Habana, 1928.
414
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Desde nuestro punto de vista, ese será el tiempo de mayor desarrollo cientí-
fico del Derecho administrativo en Cuba. Durante el que desarrollan su obra
fundamental autores como los ya mencionados Julián Modesto Ruiz y Gómez,
quien en 1935 da a la luz un completo texto sobre el régimen jurídico del per-
sonal de la Administración Pública5, y que para nosotros es, quizás, el texto más
completo sobre materia que para ese tiempo existía en lengua hispana; Rafael
Santos Jiménez y Fernández, quien en 1945 publicó un magnífico Tratado de
Derecho Electoral; y Antonio Lancís y Sánchez, autor del más internacional y
conocido de los manuales cubanos escritos, al menos hasta los últimos dos de-
cenios del siglo XX6. Estos tres autores van a reunir una importante obra –de
corte general, en especial– en materia de Derecho administrativo, derivada so-
bre todo de su experiencia docente en las aulas universitarias7.
5
RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Principios Generales de Derecho Administrativo. El personal de
la Administración Pública, 1era edición, Cultural, S.A., La Habana, 1935.
6
LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio, Derecho Administrativo. La actividad administrativa y sus manifes-
taciones, 3era edición, Cultural, S.A., La Habana, 1952 (las dos ediciones anteriores son de 1942 y
1945).
7
Repasemos aquí solo los textos generales de Derecho Administrativo debidos a estos tres auto-
res: LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio, Conferencias de Derecho Administrativo, 2° Curso, Versión mimeo-
ESPINOSA, Habana, 1939; LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio, Derecho Administrativo, Se-
gundo Curso, Primera Parte y Segunda Parte, Departamento de Publicaciones, Facultad de Derecho,
Universidad de La Habana, La Habana, 1941; RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Derecho Administrativo,
Primer curso
-
ferencias dictadas por el autor al impartir la asignatura durante el curso académico; hay varias repro-
ducciones que corresponden a cursos académicos diferentes); JIMÉNEZ Y FERNÁNDEZ, Rafael Santos,
Derecho Administrativo (Segundo curso), Departamento de Publicaciones, Facultades de Derecho,
Ciencias Sociales y Derecho Público, Universidad de La Habana, La Habana, s/a. (este formato res-
impartir la asignatura durante el curso académico; hay varias reproducciones que corresponden a cur-
sos académicos diferentes); RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Derecho Administrativo (Primer curso),
Copias de clases, Editado por el Centro de Estudios Profesionales Universitarios, Departamento de
Publicaciones, Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Derecho Público, Universidad de La Ha-
bana, La Habana, s/a.; RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Elementos de Administración Pública, Instituto
de Administración Pública, Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público, Universidad de La Ha-
bana, La Habana, s/a.; RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Derecho Administrativo. Primer curso, Copias
de clases, Departamento de Publicaciones, Facultades de Derecho y Ciencias Sociales y Derecho Pú-
blico, Universidad de La Habana, La Habana, Curso 1950-1951; RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Prin-
cipios de Derecho Administrativo. Primero y segundo semestres, Material de clases, 4ta edición, Escue-
la de Ciencias Comerciales, Universidad de La Habana, La Habana, 1955 (la 1era edición de este texto
es de 1947; la 2da edición es de 1950; la 3era edición es de 1954; en todos los casos editado por la Es-
cuela de Ciencias Comerciales de la Universidad de La Habana; también es posible encontrar esta obra
separada en los fascículos correspondientes al primer y segundo semestres que incluía); RUIZ Y GÓMEZ,
415
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Pero, en este período que nos ocupa, junto a ellos han de colocarse otros
nombres imprescindibles del iusadministrativismo cubano de ese tiempo. Así,
hay que mencionar como destacados a Adriano Carmona y Romay (uno de los
nombres cumbres del municipalismo cubano, que llegó a ser profesor titular de
la cátedra de Gobierno Municipal en la Facultad de Ciencias Sociales y Dere-
cho Público de la Universidad de La Habana); Enrique Hernández Corujo (que
alcanzaría renombre como constitucionalista y fue profesor titular de Historia
Constitucional en la universidad habanera)8; y a Fernando Álvarez Tabío, un
magistrado judicial que en la década de 1950 se convirtió en el más destacado
autor cubano en materia de Derecho Procesal Administrativo9. Aunque, cierta-
mente, la lista de autores con obra escrita relacionada con tópicos del Derecho
administrativo es más extensa; sin olvidar un todavía joven Héctor Garcini
Guerra que, ya en el segundo tercio de la década de 1950, estaba como profesor
agregado de Derecho administrativo I10, bajo la titularidad de Ruiz y Gómez.
Es necesario advertir que en el segundo lustro de la década de 1940, surge la
Universidad de Oriente, en la ciudad de Santiago de Cuba, donde se incluye la
enseñanza del Derecho; e incluso existían universidades privadas con la de Vi-
llanueva que también asumían dicha enseñanza (estas universidades privadas
fueron eliminadas luego del advenimiento de la Revolución cubana); pero sin
que en este tiempo alcanzaran significación en el quehacer científico en materia
de Derecho administrativo.
Con el triunfo revolucionario de enero de 1959, bajo el liderazgo de Fidel
Castro Ruz, se abre para Cuba una nueva era histórica que determinó una rup-
416
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
tura política, económica y social, con el estado de cosas que había venido de-
senvolviéndose en el país antes de esa fecha. Con la subida al poder de una
nueva visión política, desconocida como ejercicio práctico en la realidad inter-
na hasta ese tiempo, comenzó un movimiento transformador (con todo lo que
ello implica) en todas las esferas de la dinámica social nacional; agudizado
además por el enfrentamiento con Estados Unidos y la necesidad de supervi-
viencia y consolidación de la Revolución cubana como proyecto y realidad
socio-política. Como es lógico suponer, esos cambios alcanzaron al sistema
jurídico y muy especialmente dentro de él, por sus características, a la rama
administrativa. Si bien es cierto que ese movimiento transformador de la reali-
dad cubana alcanza el poder con el nacimiento de 1959, no puede decirse que
este se ha manifestado en una línea homogénea –que ha tenido una única etapa,
con la carencia de matices en su realización– desde ese momento hasta hoy;
sino todo lo contrario.
En el año 1961 se declara el carácter socialista de la Revolución cubana y se
decide abiertamente el comienzo de la construcción del modelo de sociedad
socialista, contando además con el apoyo económico e ideológico de la enton-
ces comunidad de países socialista que lideraba la URSS. El inicio de la etapa
de construcción del socialismo supuso para Cuba la necesidad de una transfor-
mación sustancial, radical y profunda de las concepciones económicas, políti-
cas, sociales e ideológicas de típica orientación capitalista.
Para el Estado cubano, este enrumbamiento hacia el socialismo, sirviéndose
de los cambios graduales que en todas las esferas de la sociedad cubana se ve-
nían operando desde el triunfo de enero de 1959, implicó también –como es
dable suponer– un cambio teórico y práctico en las concepciones jurídicas que
fundamentaban toda la actuación estatal, en las finalidades que un Estado de
nuevo tipo debía cumplir, y en las formas para alcanzar esas finalidades. Por
supuesto que ello también representó para la Administración Pública cubana un
nuevo enfoque jurídico integral de su actividad, de las nuevas necesidades que
la Administración Pública socialista debía satisfacer, y de los medios jurídicos
a utilizar para responder a esas finalidades.
De más está decir que esa situación no solo hizo eco en las normas jurídicas
administrativas, sino, especialmente, en la concepción y papel a desempeñar
por muchas de las instituciones jurídicas administrativas. Asimismo, ello con-
llevó el inicio de un cambio en la manera de concebirse y de ser de nuestro
Derecho administrativo, pues comenzaron rápidamente a ser abandonadas bue-
na parte de las tradicionales ideas que, con sus necesarias mutaciones, habían
imperado en nuestro ordenamiento jurídico administrativo, en su desarrollo
desde el siglo XIX y la primera mitad y algo más del XX, y que nos habían llega-
do, básicamente, de España, Francia, Italia, Alemania, y algunos países de La-
tinoamérica (es decir, ideas forjadas y propias del catalogado como «Derecho
administrativo burgués»); para abrazar de lleno, y aplicar en la práctica, las que
se formaron al amparo del sistema socialista de Europa del Este, y que hasta ese
417
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
momento eran ajenas como soporte teórico y experiencia real a nuestro sistema
jurídico.
La expresión del primer momento de esas transformaciones socialistas, en
lo conceptual y en lo objetivo, en relación con la concepción sistémica del De-
recho administrativo entre nosotros, puede vislumbrarse en la obra general que
se escribe en ese período inicial, el Manual de Derecho Administrativo, de la
autoría de Héctor Garcini Guerra y Miguel Reyes Saliá11. En este nuevo tiempo,
y luego de los resultados que se derivaron de la reforma universitaria que se
promovió unos pocos años después del triunfo revolucionario de 1959, Héctor
Garcini Guerra asumió la responsabilidad de llevar las riendas de la enseñanza
del Derecho administrativo en la primera universidad cubana (Universidad de
La Habana), y emergió como la figura más importante del quehacer científico
en el iusadministrativismo cubano en lo que restaba del siglo XX, aun luego de
su fallecimiento a finales de los años de 1980.
La cristalización jurídica de todo ese largo proceso de transformaciones que
se vivió en Cuba a lo largo de la década de 1960 y la primera mitad de 1970,
tuvo lugar con la adopción de la Constitución cubana de 1976, a la que siguie-
ron, en lo que restaba de esos años de 1970 y los de 1980, la adopción de im-
portantes disposiciones normativas sobre temas de organización administrativa
y algunas relativas a la actividad administrativa, aunque aún quedaban algunas
normas vigentes –aunque con cierto grado de desuso– facturadas en la época
prerrevolucionaria, incluso desde el tiempo colonial.
Previamente a la promulgación del nuevo texto constitucional, en lo Proce-
sal Administrativo se había adoptado una nueva norma rectora para este orden,
la Ley Nº 1261 de 1974; realmente, una norma que para nada hubo de cubrir y
albergar los adelantos y las necesidades que el desarrollo teórico y práctico del
control jurisdiccional de la Administración Pública –máxime de una Adminis-
tración Pública socialista como la cubana y sus particularidades–, en pos de su
efectiva funcionalidad, había puesto al descubierto en más de siglo y medio de
evolución al respecto. Poco después, esa Ley Nº 1261 hubo de ser sustituida por
la Ley Nº 4 de 1977, Ley de Procedimiento Civil, Administrativo y Laboral,
ajustada al nuevo orden constitucional, pero que no varió sustancialmente lo
que había introducido su predecesora; con lo que el Derecho Procesal Adminis-
trativo ha quedado atrofiado hasta hoy entre nosotros, en lo práctico y en lo
conceptual. Atrofia que, incluso, hubo de reforzarse con no pocas disposiciones
normativas que han venido después y con el magro desenvolvimiento que ha
tenido la jurisprudencia al respecto.
En definitiva, se hace necesario reconocer que, luego del triunfo de la Revo-
lución en 1959, y en contraste con lo que venía aconteciendo en los lustros an-
11
GARCINI, Héctor y REYES, Miguel, Manual de Derecho Administrativo, Tomo I, Parte General,
Escuela de Ciencias Jurídicas, Facultad de Humanidades, Universidad de La Habana, La Habana,
1963.
418
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
12
GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, Editorial Pueblo y
Educación, La Habana, 1986 (la 1era edición es de 1981, con reimpresión en 1982 y 1984).
13
De esta época pueden verse, además, como obras generales de Derecho Administrativo: GARCI-
NI, Héctor/ REYES, Miguel y CABRERA, Marta, Derecho Administrativo I, Fascículo I, Principios Gene-
rales (primera parte), 1era edición, Edición Revolucionaria, Editorial Pueblo y Educación, Instituto
Cubano del Libro, La Habana, 1976 (de este texto hay una impresión posterior que responde a los si-
guientes datos: Derecho Administrativo I, Fascículo I, Principios Generales (primera parte), Imprenta
de la Dirección de Instrucción, Sección de B.M.E., Ministerio del Interior, La Habana, 1979; también
hay otra reproducción por los Talleres Universitarios de Camagüey, Camagüey, 1981); GARCINI, Héc-
tor, Derecho Administrativo, Segunda parte, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana, La
Habana, 1978; DIRECCIÓN DE INSTRUCCIÓN, Derecho Administrativo, Dirección de Instrucción, Ministe-
rio del Interior, Imprenta de la Dirección de Instrucción, Sección de B.M.E., MININT, La Habana,
1979 (este texto es en esencia un breve resumen de la obra de Héctor GARCINI); GARCINI GUERRA,
Héctor, Elementos del Derecho Administrativo, Primera y Segunda partes, Selección de los aspectos
básicos del texto destinado al curso dirigido de la enseñanza superior, elaboración y revisión a cargo
de Pío Arnoldo PARADA A. y Lidia PAREDES V., Curso para técnicos medios en Derecho Laboral, Di-
rección de Capacitación, CETSS, Ciudad de La Habana, 1983; RODRÍGUEZ PÉREZ, Homero, Derecho
Administrativo, Texto único, Edición Provisional, Dirección de Capacitación, MINJUS-CETSS, La
Habana, 1989; VALDIVIA ONEGA, Marisabel/ VIZOSO GARCÍA, María de los Ángeles y CASTANEDO ABAY,
Armando, Separata de Derecho Administrativo, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana, La
Habana, 1989.
14
Varias fueron las obras de Derecho Público de los países socialistas de Europa del Este, en es-
tiempo. Varias de ellas contenían cuestiones o segmentos propios del Derecho Administrativo; y en
especial sobre la rama jurídico administrativa, se tradujo en Cuba: VASILENKOV, P. T. y otros, Derecho
Administrativo soviético, traducción de José D. PERAZA CHAPEAUX, tomado de la edición original en
ruso, Editorial Pueblo y Educación, Ciudad de La Habana, 1989.
419
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La década de los años noventa del siglo pasado fue una década importante
para Cuba, en la que se vio sumergida una crisis económica originada, princi-
palmente, por la desaparición del campo socialista y otros factores de peso,
tanto internos como externos (especialmente el recrudecimiento del bloqueo
norteamericano). Para hacerle frente a la situación, se promovieron algunas
reformas en el orden socio-económico cubano y se hizo necesario reformular
algunos presupuestos del desarrollo social y económico que hasta ese momento
habían operado en la práctica socialista que imperaba en Cuba.
Las transformaciones jurídicas ante esa situación tuvieron como evidente
punto de partida la reforma de la Constitución acaecida en 1992, la más intensa
de las que hasta tres realizadas hasta este momento.
El plano jurídico administrativo sintió con especial fuerza los nuevos cam-
bios. La Administración Central del Estado asumió algunas readecuaciones, la
Administracion local también, se adoptaron nuevas disposiciones legales –al-
gunas de ellas vinieron a derogar vetustas normativas que databan todavía de
finales del siglo XIX, con dudosa eficacia y efectividad entre nosotros– en mate-
ria, por ejemplo, de minas, puertos, pesca, medio ambiente; aparecieron las
concesiones administrativas luego de caer estas en desuso en el tráfico jurídico
cubano desde la década de 1960; y se abrió mayor espacio a la inversión extran-
jera y a las formas de actuación económica a partir de empresas mixtas. Ade-
más se permitió –no sin restricciones importantes– la presencia del sector pri-
vado cubano en algunas actividades productivas y prestacionales en una
pequeña escala, a partir de la figura que en este tiempo se acuñó bajo el nombre
de «trabajador por cuenta propia».
En la primera década y poco más de lo que va de siglo, otras decisiones
legales se han adoptado en que han repercutido en el universo iusadministra-
tivo cubano; en especial ante la coyuntura que ha vivido Cuba a partir del se-
gundo lustro de la misma. Nuevas adecuaciones en el plano de la organización
de la Administración Central del Estado, un decreto-ley sobre «Patrominio
estatal», la creación de la Contraloría General de la República, el decreto-ley
sobre organización y funcionamiento del Consejo de Ministros; medidas de
relanzamiento de la participación del sector privado cubano en algunos espa-
cios productivos y prestacionales, aun bajo la figura del «trabajador por cuen-
ta propia».
Todo lo cual nos dice que hay configurado hoy un momento muy interesan-
te para el Derecho cubano, con necesarias e insoslayables perspectivas de tran-
formación en las que el Derecho administrativo ha de ocupar un espacio impor-
tante. A nuestro entender, los principales retos que para Cuba se abren hoy, se
plantean, en buena medida, en el campo del régimen jurídico de su Administra-
ción Pública y del funcionamiento administrativo, de las relaciones Estado-in-
dividuo y de la necesidad de proveer a la satisfacción del interés común, pero
bajo la inexcusable premisa del equilibro entre el ejercicio del poder público y
el respeto y salvaguarda de los derechos de los ciudadanos.
420
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Luego del fallecimiento del profesor Héctor Garcini Guerra en las postrime-
rías de la década de 1980, hubo de pasar a ocupar la condición de profesor
principal de la asignatura de Derecho administrativo en la primera facultad de
Derecho del país (Universidad de La Habana) el profesor Armando Castanedo
Abay; desempeñándose en esa condición hasta la actualidad.
También otras facultades de Derecho, ubicadas en importantes ciudades del
país, aparecen gradualmente a partir de finales de la década del 1940 y lo que
hubo de restar del siglo XX, consolidándose algunas que habían surgido para
esas fechas prerrevolucionarias y otras que nacen luego del triunfo de la Revo-
lución como centros docentes de consideración en el desarrollo de la enseñanza
del Derecho (en especial las Facultades de Derecho de las Universidades de
Oriente –Santiago de Cuba–, de la Universidad Central de Villa Clara y de la
Universidad de Camagüey). A ese panorama universitario hay que sumar ade-
más otras Facultades de Derecho, de nueva formación en universidades de otras
provincias del país (hoy en casi todas, incluido el municipio especial Isla de la
Juventud) en el primer decenio de este siglo XXI. Pero, lo cierto es que en todo
este tiempo no ha cuajado en esos otros recintos docentes distintos a los de la
universidad habanera, un movimiento científico, mínimamente visible, en tor-
no al Derecho administrativo, que se sume a los aportes que tradicionalmente
se potenciaron desde la casa de altos estudios capitalina; una tradición que,
aunque menguada desde lustros antes, no está apagada del todo.
Con la pérdida de la influencia que la antigua URSS y el antiguo bloque
socialista de Europa del Este ejercía sobre Derecho cubano, el Derecho admi-
nistrativo en Cuba, como espacio de quehacer científico menguado pero no
ausente del todo, puede decirse que ha entrando, desde la década de 1990 pero
con mayor visibilidad a partir de este inicio del siglo XXI, en otra etapa en su
desarrollo, que solo el tiempo y los avances que sea capaz de mostrar en el pla-
no de la elaboración científica han de señalar las características de la misma15.
15
Al respecto puede ser ilustrativo ver las siguientes obras: AA.VV., Estudios de Derecho Admi-
nistrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002; y AA.VV., Temas de Dere-
cho Administrativo cubano, 2 Tomos, 2da reimpresión de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», Ciu-
dad de La Habana, 2010 (la 1era edición es de 2004, del mismo sello editorial, con una primera
Cuba una impresión del importante texto español: GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERMÁNDEZ, To-
más-Ramón, Curso de Derecho Administrativo español, 2 tomos, 4 partes, Editorial Félix Varela, La
Habana, 2006.
421
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16
GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, Editorial Pueblo y
Educación, La Habana, 1986, p. 27
422
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
423
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424
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
425
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
nal17. Su formulación no deja lugar a dudas en este punto, pues recoge que todos
los órganos del Estado, sus dirigentes, funcionarios y empleados, actúan dentro
de los límites de sus respectivas competencias y tienen la obligación de obser-
var la legalidad socialista y velar por su respeto en la vida de toda la sociedad.
La consagración del principio de legalidad en ese artículo es de marcada impor-
tancia para el papel que desempeña la Constitución como fuente jurídicoadmi-
nistrativa; dicho principio es uno de los resortes primordiales que mueven y
determinan la existencia de la rama administrativa. Es de destacar la presencia
de tal principio dentro del capítulo I denominado «Fundamentos Políticos, So-
ciales y Económicos del Estado», pues realza formalmente su fuerza y repercu-
sión al elevarse a la categoría de fundamento político de nuestro Estado, por
encima de una declaración de simple principio que rige el funcionamiento de
los órganos estatales. Entendemos, con la inclusión del principio de legalidad
en la letra del texto constitucional y la ubicación en el capítulo en que se en-
cuentra, que se está exaltando y apuntalando la posición primordial de ese texto
en el sistema de fuentes del Derecho administrativo cubano, además de ser
consecuente con el rol que esta norma superior debe desempeñar. Al llevar en
sí una disposición que impone a los órganos y agentes de la Administración una
obligación de tal envergadura, no solo está refrendando una conducta que ellos
deben cumplir, sino también una garantía formal para evitar arbitrariedades en
el actuar administrativo y para el respeto a los Derechos Fundamentales de los
administrados frente a los mismos. Y por si fuera poco, se le está imprimiendo
una condición superior a esa obligación por figurar dentro de la Norma Supre-
ma y en el interior de un capítulo que, por su contenido, es cualitativamente
relevante.
Si seguimos el hilo del articulado constitucional encontramos también en el
capítulo VII, Derechos, Deberes y Garantías Fundamentales, la presencia del
principio de legalidad al señalarse en el artículo 66 que el cumplimiento estric-
to de la Constitución y de las leyes es deber inexcusable de todos.
La presencia expresa del principio de legalidad en los artículos 10 y 66,
sobre todo, de la Carta Magna cubana representa la constitucionalización del
mismo y su elevación a la categoría de precepto con rango superior por inser-
tarse en el contenido de la disposición jurídica rectora del sistema de Dere-
cho. Desde nuestra perspectiva, su ubicación en el interior de la Constitución
realza formalmente la trascendencia jurídica del principio para el orden posi-
tivo vigente.
17
Sobre el principio de legalidad en relación con la Administración Pública en Cuba, puede verse:
MATILLA CORREA, Andry, «Notas sobre la ley y el principio de legalidad en el ordenamiento jurídico
cubano», en AA.VV., Memorias del VI Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo. VIII Jorna-
das de Derecho Constitucional y Administrativo, Universidad Externado de Colombia, Bogotá, 2007,
pp. 430 y sigs.; y ARIAS GAYOSO -
tración Pública», en MATILLA CORREA, Andry (Coordinador), Panorama de la Ciencia del Derecho en
Cuba. Estudios en homenaje al profesor DrC. Julio Fernández Bulté, Facultad de Derecho, Universi-
dad de La Habana, Leonard Muntaner, Editor, Palma de Mallorca, 2009, pp. 165 y sigs.
426
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
427
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
428
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
do se destinen a los fines del desarrollo del país y no afecten los fundamentos
políticos, sociales y económicos del Estado (artículo 15 párrafo segundo); ade-
más prevé la transmisión de otros derechos sobre esos bienes a las entidades
autorizadas, conforme a lo establecido legalmente (artículo 15 párrafo tercero),
lo que permite entender que, en este último caso, se convierte en normativa
superior permisiva de figuras como las concesiones administrativas o el arren-
damiento. Igualmente establece la intervención directa del Estado en la activi-
dad económica, el comercio exterior, la salud, la educación, el deporte, la cul-
tura, la protección del medio ambiente, la seguridad social, etc.
Al reconocer la propiedad de las empresas mixtas y las asociaciones econó-
micas que se constituyen conforme a la ley (artículo 23), está reconociendo y
permitiendo formas de actividad administrativa como las empresas (socieda-
des) mixtas y los contratos de asociación económica.
Por supuesto que con las referencias anteriores no se agota en extremo la
conexión entre la Constitución y el orden jurídico-administrativo en Cuba;
pero, lo dicho aquí es, sin duda, un referente mínimo que permite insinuar, de
inicio, el anclaje de elementos fundamentales de dicho orden jurídico-jurídico
administrativo desde el propio espacio normativo constitucional en nuestro
país.
18
Para Cuba, ver especialmente: GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida
y ampliada, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1986, pp. 57 y sigs.; y nuestro trabajo: «Comen-
tarios sobre las fuentes del Derecho Administrativo cubano (Excepto el reglamento)», en AA.VV.,
Temas de Derecho Administrativo, Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial «Félix Varela»,
La Habana, 2006, pp. 33 y sigs.
429
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5.1. La Constitución
5.2. La ley
430
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431
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
19
Para Cuba, en los últimos tiempos, puede verse: GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo,
2da edición corregida y ampliada, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1986, pp. 63 y sigs.; y
CAÑIZARES ABELEDO, Diego Fernando, «Acerca de la facultad reglamentaria de la administración esta-
tal», en en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición,
Editorial «Félix Varela», La Habana, 2006, pp. 220 y sigs
432
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
20
Ver el apartado uno de ese dictamen en Boletín del Tribunal Supremo Popular, Edición ordina-
ria, Año 6, Nº 1, 1979, Tribunal Supremo Popular, La Habana, pp. 26 y 27.
433
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437
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21
En Cuba, el principal esfuerzo al respecto, podemos cifrarlo en: HERNÁNDEZ CORUJO, Enrique,
Procedimientos administrativos internos, 2da edición, Editorial Lex, La Habana, 1960, pp. 47 y sigs.
438
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Entre las atribuciones de las Asambleas Provinciales del Poder Popular, se-
gún el artículo 105, incisos g y h de la Constitución, y el artículo 7, incisos i y
j, del Reglamento de dichas Asambleas, se encuentran las de determinar,
conforme a los principios establecidos por el Consejo de Ministros, la organi-
zación, funcionamiento y tareas de las entidades encargadas de realizar las ac-
tividades económicas, de producción y servicios, educacionales, de salud, cul-
turales, deportivas, de protección del medio ambiente y recreativas, que están
subordinadas al órgano de administración provincial. Igualmente, tiene la de
adoptar acuerdos sobre los asuntos de administración concernientes a su demar-
cación territorial y que, según la ley, no correspondan a la competencia general
de la Administración Central del Estado.
Importante es también el artículo 109 de la Constitución que refrenda que
las entidades que se organizan para la satisfacción de las necesidades locales a
fin de cumplir sus objetivos específicos, se rigen por un sistema de disposicio-
nes entre las que se encuentran los acuerdos de los órganos locales a los que se
subordinan.
De la lectura de esas atribuciones podemos percatarnos que las Asambleas
Provinciales cumplen funciones normativas en el ámbito de sus límites territo-
riales, aunque no puede decirse que sean muy amplias; más bien se circunscri-
ben a lo apuntado en los artículos referenciados. Con todo y eso, los acuerdos y
disposiciones que adoptan son de obligatorio cumplimiento para los sujetos a
que se refieren en todo el territorio provincial.
El Reglamento de las Asambleas Provinciales le señala, en su artículo 9,
inciso h, al Presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular la facultad
de dictar cuantas disposiciones sean necesarias para el mejor ejercicio de sus
funciones y adoptar decisiones en relación con aquellos problemas que requie-
ran atención urgente en los períodos comprendidos entre las sesiones de la
Asamblea, dando cuenta a esta posteriormente. Por lo tanto, pensamos que tam-
bién esas disposiciones deben tenerse presentes al tiempo de considerar las dis-
posiciones con fuerza normativa en el plano local.
En el perímetro de su competencia, encontramos como funciones de las
Asambleas Municipales del Poder Popular: adoptar acuerdos y dictar disposi-
439
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5.8. La jurisprudencia
22
Ver: DEL CUETO, José A., Discurso leído en la solemne apertura de los Tribunales el día dos de
septiembre de 1918, Librería e Imprenta «La Moderna Poesía», La Habana, 1918, pp. 3 y 14 y 15.
23
Otro texto importante en el Derecho cubano es: SÁNCHEZ DE BUSTAMANTE Y MONTORO, Antonio,
La jurisprudencia en la jerarquía de las fuentes del Derecho positivo cubano, 2da edición, Jesús Mon-
tero, Editor, La Habana, 1937.
440
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5.12. La costumbre
444
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Con la entrada en vigor en el país del Código Civil de 1889, y hasta 1988 en
que fue abrogado (por la Ley Nº 59 de 1987), la costumbre, merced al articula-
do de esa disposición, se reconoció formalmente como la primera de las fuentes
supletorias en el ordenamiento interno. En efecto, el artículo 6, párrafo segun-
do, de ese cuerpo normativo, prefijaba que cuando no hubiera ley exactamente
aplicable al punto controvertido, se aplicaría la costumbre del lugar y, en su
defecto, los principios generales del Derecho.
Sin embargo, y a despecho de la regulación normativa referida, la cuestión
de la eficacia de la costumbre como fuente jurídica no era tan simple y no fue
del todo lineal, adquiriendo una fisonomía diferente después del triunfo revolu-
cionario de enero de 1959.
Para el Derecho administrativo cubano, la costumbre no integra formalmen-
te hoy el bloque de fuentes que lo informan y sostener otra cosa es incurrir, a la
luz de los planteamientos del sistema positivo vigente, en una equivocada apre-
ciación.
Con independencia de ello, creemos en la posibilidad de que la realidad
desvele prácticas de los administrados que materialmente se relacionan con el
actuar de la Administración Pública, y en función de esa materialidad es que tal
vez puedan trascender hacia el Derecho administrativo cubano, si bien con una
menor intensidad que en otras ramas más propicias a esa trascendencia, por las
propias características del Derecho administrativo y también con una repercu-
sión más atenuada que la que acompaña a otras fuentes como la jurisprudencia
o el precedente administrativo. No descartamos que la vida social de la comu-
nidad propicie conductas de sus miembros que se reflejan en todos los ámbitos
de esa existencia. Para nosotros, pues, en nuestro país la costumbre puede ser
fuente jurídico-administrativa material (no hay nada que objetivamente excluya
esta idea); así como también lo pueden ser las prácticas administrativas. En
resumidas cuentas, este es un tema muy poco explorado en Cuba y que merece
una mayor atención de la que aquí le damos. Una conclusión al respecto que
pretenda ser definitiva y que sea mal enfocada y apresurada, pudiera pecar de
seguir viejas ideas dogmáticas descontextualizadas o de querer abrir una nueva
brecha tozudamente y poco ajustada al Derecho y a la misma vida jurídica.
445
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
que toma como punto de partida determinadas reglas que sirven como patrón
para la edificación del ordenamiento jurídico (léase aceptación o no y formula-
ción de instituciones jurídicas); detrás de cada norma cubana, y del conjunto de
ellas, hay un principio al que responden como base para concebir esas normas
o ese conjunto. En consecuencia, los principios generales del Derecho son
fuente material del sistema positivo.
Para el círculo específico del Derecho administrativo cubano, en una situa-
ción que marca fisonomías diferentes a las que existían antes de 1959 y en los
variados períodos por los que internamente ha navegado la Revolución, es pal-
pable como la aceptación o no de instituciones administrativas y su formula-
ción o adecuación, responden a convicciones precisas, que no son más que
formas de ver el desenvolvimiento de la función administrativa y el de la Ad-
ministración Pública, y que son consideradas por el legislador como criterios
bases para la creación de sus normas. La presencia y vida de las instituciones
administrativas cubanas dependen estrechamente de verdaderos principios que
sigue el legislador en su labor. Esa circunstancia se hace patente por sí misma,
sobre todo por la gran dispersión normativa que impera en nuestro ordenamien-
to administrativo y la imperfección que abunda en él, permitiendo que no se
pierda la unidad de ese ordenamiento. En ocasiones, solo la determinación de
ciertos principios que quiso seguir el legislador o reglamentador cubano es lo
que permite entender el sentido de las normas administrativas, pues por la im-
perfección que revisten se hace harto difícil su asimilación técnica. Sin duda,
los principios generales juegan un importante papel como fuente material y
medio de orientación del Derecho administrativo en Cuba; más allá de que no
se quiera ver ese papel superficialmente, por la poca existencia de cuestiones
verdaderamente administrativas en la vida jurisdiccional cubana. Tal vez, don-
de realmente se evidencia la importancia de esos principios como fuente admi-
nistrativa es en la actividad normativa más que en la jurisdiccional, por esa
condición material y orientadores que ellos adquieren; y nos atrevemos a ase-
verar que junto con la jurisprudencia y el precedente administrativo son de las
fuentes materiales que adquieren mayor significación para nosotros a la luz del
ordenamiento positivo cubano y la realidad que día a día se vive en nuestro
mundo jurídico interno.
24
En el caso cubano, luego de la entrada en vigor de la Constitución de 1976, puede verse GUERRA,
Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, Editorial Pueblo y Educación, La
446
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Habana, 1986, pp. 168 y sigs.; GARCÍA CÁRDENAS, Domingo, La organización estatal en Cuba, Edito-
rial de Ciencias Sociales, La Habana, 1981; GARCINI GUERRA, Héctor, «El sistema de Gobierno y de
Administración en la República de Cuba», en Revista Jurídica, Nº 1, 1983, Departamento de Divulga-
ción del Ministerio de Justicia de la República de Cuba, La Habana; FERNÁNDEZ PAZ, Juan A., «El
sistema jurídico del Gobierno», en Revista Cubana de Derecho, Año XVI, Nº 28, Enero-Marzo, 1987,
Órgano de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, La Habana; MONTES DE OCA RUIZ, René G., «La
Administración estatal en Cuba revolucionaria», en Revista Cubana de Derecho, Nº 4, 1991, Editada
por la Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad La Habana; FERNÁNDEZ PAZ, Juan Antonio, «El
Gobierno Central y los Gobiernos Locales», en Revista Cubana de Derecho, Nº 7, 1992, Unión Nacio-
nal de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana; LEZCANO CALCINES, José Ramón, «La organización de
la Administración Pública», en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo II, 1era reimpresión
de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2006.
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25
Para Cuba, al respecto puede verse, en los últimos lustros, entre otros: FERNÁNDEZ PAZ, Juan
Antonio, «El Gobierno Central y los Gobiernos Locales», en Revista Cubana de Derecho, Nº 7,
1992, Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana; PÉREZ HERNÁNDEZ, Lissette y
PRIETO VALDÉS, Martha, «La descentralización de las decisiones a favor de los Municipios. Un reto
y una necesidad para los pueblos», en PÉREZ HERNÁNDEZ, Lissette y PRIETO VALDÉS, Martha (Compi-
ladoras) et al, Temas de Derecho Constitucional cubano, 2da reimpresión, Editorial «Félix Varela»,
Ciudad de La Habana, 2004; también se publicó en DÁVALOS DOMÍNGUEZ, Roberto (Compilador),
Desarrollo local y descentralización en el contexto urbano, III Taller de Desarrollo Urbano y Parti-
cipación, diciembre de 1998, Departamento de Sociología, Facultad de Filosofía e Historia, Univer-
sidad de La Habana, La Habana, 2000; PÉREZ HERNÁNDEZ, Lissette y PRIETO VALDÉS, Martha, «Va-
loración del Municipio en la organización del Estado en función de un Proyecto de ley de los
Municipios para la República de Cuba», en PÉREZ HERNÁNDEZ, Lissette (Compiladora), Selección de
lecturas sobre el Estado y el Derecho, Curso de Formación de Trabajadores Sociales, s/e, Ciudad de
La Habana, 2000; VILLABELLA ARMENGOL, Carlos, «El municipio cubano y el modelo estatal. Estudio
teórico-funcional», en Anuario del Centro de Investigaciones Jurídicas. 2004, Centro de Investiga-
ciones Jurídicas, Ministerio de Justicia, Ciudad de La Habana, 2005; PÉREZ HERNÁNDEZ, Lissette,
AÍDA. Ópera Prima de Derecho Adminis-
trativo, Año 4, OPUS Nº 7, Enero-Junio 2010, Revista de la Asociación Internacional de Derecho
Administrativo, México, D.F.
453
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
454
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
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459
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26
Sobre el acto administrativo en Cuba, en los últimos tiempos, puede verse: GUERRA, Héctor,
Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, Editorial Pueblo y Educación, La Habana,
1986, pp. 109 y sigs.; CASTANEDO ABAY
Revista Jurídica, Nº 27, Año VIII, Abril-Junio, 1990, Departamento de Divulgación del Ministerio de
Justicia de la República de Cuba, La Habana (una versión de este trabajo se publicó además en AA.VV.,
Estudios de Derecho Administrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002; y
en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial
«Félix Varela», La Habana, 2006); LÓPEZ ÁLVAREZ, Valentín F., «La nulidad del acto administrativo»,
en Revista Cubana de Derecho, Nº 8, 1992, Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana.
27
Por ejemplo, veamos cómo se expresaba el profesor Armando CASTANEDO ABAY: «La necesaria
existencia del acto administrativo no se debe única y exclusivamente a que la Administración Pública
tenga que tener algún medio para hacer válidas, legales y ejecutorias sus decisiones, sino por algo
mucho más importante aún, «el acto administrativo es el nexo imprescindible entre la Administración
460
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
vo», AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial
«Félix Varela», La Habana, 2006, pp. 248 y sigs.
28
GARCINI GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, ob. cit.,
pp. 110 y 111.
29
CASTANEDO ABAY Temas de
Derecho Administrativo, Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», La Haba-
na, 2006, pp. 248 y sigs.
30
Boletín del Tribunal Supremo Popular, Edición ordinaria, Año 6, Nº 1, 1979, Tribunal Supremo
Popular, La Habana, pp. 26 y 27.
461
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
31
Puede verse, por ejemplo: LEZCANO CALCINES, José Ramón, «El procedimiento administrativo»,
en AA.VV., Estudios de Derecho Administrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Ha-
bana, 2002, pp. 268 y sigs. (publicado también en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo,
Tomo II, 1era reimpresion de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2006).
32
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón, Curso de Derecho Administrativo,
Tomo I, 14ta edición, Thomson-Civitas, Editorial Aranzadi, S.A., Cizur Menor (Navarra), 2008, p. 517.
33
Ver: GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás-Ramón, Curso de Derecho Adminis-
trativo, Tomo I, ob. cit., pp. 521 y sigs.
462
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
diata ejecución, sin interferencias que la retarden, esto es, sin intervención de
órganos estatales ajenos a ella ni previa declaración jurisdiccional»34.
Para hacer ejecutorios los actos administrativos, la Administración Pública
cuenta con determinados medios coactivos que el ordenamiento jurídico pone a
su disposición. Cuatro han sido los principales medios o mecanismos coactivos
a los que ha aludido principalmente la doctrina cubana en este tiempo, en la
figura del profesor Garcini, quien afirmaba que, en caso necesario, la Adminis-
tración puede emplear normalmente las formas de coacción siguientes: la eje-
cución subsidiaria, la sanción coercitiva, la coacción inmediata y la exacción o
cobranza; para seguidamente acotar: «La enumeración de los medios no debe
entenderse en el sentido de una gradación. El medio debe emplearse en relación
adecuada al resultado que se aspire por la Administración. La que –llegado el
caso– puede verse obligada a emplear esos medios coercitivos para que la im-
peratividad de sus disposiciones no se vea desconocida. Ese empleo ha de ser
siempre en forma conveniente, oportuna y sobre todo proporcionada al fin im-
puesto, para lograrlo rápida y eficazmente y debe utilizar el medio que sea más
a propósito en relación a la medida que ha de cumplimentarse con la posibilidad
de combinar los medios y aplicar al propio tiempo más de uno o el más grave
en subsidio del más leve, si con este no se vence la resistencia del particular»35.
Sobre los recursos en vía administrativa en Cuba, resulta curioso constar
como en este tópico, luego de traer un interesante desarrollo doctrinal en las
décadas de 1940 y 1950, donde aparecieron importantes obras al respecto36,
hubo una declinación en el interés por su tratamiento, una vez rebasados los
primeros momentos de la década de 1960, y que se extiende hasta hoy; al punto
de que hubo de llegar a desaparecer de los principales manuales de referencia
en materia jurídica-administrativa que se escribieron en este tiempo, y que ha
ocupado solo un espacio limitado en alguno de los estudios de Derecho admi-
nistrativo de los últimos años37.
Sin embargo, que haya declinado el interés teórico al respecto no significa
que en la práctica los recursos en vía administrativa hayan perdido importancia,
34
GARCINI GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, ob. cit.,
p. 255.
35
GARCINI GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, ob. cit.,
pp. 260 y 261.
36
V. gr.: RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Procedimientos administrativos, Copias de clase, Depar-
tamento de Publicaciones, Facultades de Derecho, Ciencias Sociales y Derecho Público, Universidad
de La Habana, La Habana, s/a; LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio y ESTRADA Y ZAYAS, Edmundo, El Recurso
de Alzada ante el Presidente de la República, 2da edición revisada y adicionada por los autores, Edito-
rial Lex, La Habana, 1951; HERNÁNDEZ CORUJO, Enrique, Procedimientos administrativos internos,
2da edición, Editorial Lex, La Habana, 1960.
37
Es el caso de: LEZCANO CALCINES, José Ramón, «El procedimiento administrativo», en AA.VV.,
Estudios de Derecho Administrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002,
pp. 270 y ss. (publicado también en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo II, 1era reimpre-
sion de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2006).
463
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Incluso, en algunos casos –que no son pocos, por cierto– los recursos en la
vía administrativa se configuran como los únicos mecanismos de impugnación
de los actos administrativos y, en este sentido, de protección del administrado
frente al actuar de la Administración Pública, por cuanto la propia legislación
impide el acceso a la vía judicial como mecanismo de control y protección de
los derechos de los administrados (y del interés público) frente al funciona-
miento administrativo. Y no nos referimos aquí a ventilar cuestiones en materia
administrativa cuya cuantía no convierte en oportuno la apertura de la vía judi-
cial para ventilarlas; sino a controversias en las que están en juego aspectos
importantes con afectaciones a los derechos de los administrados y del propio
interés general que debe protegerse y garantizarse.
Realmente, parece ser que aún conserva cierta vigencia entre nosotros el
Reglamento del Procedimiento Administrativo, de factura española decimonó-
nica, dictado por el Real-Decreto de 23 de septiembre de 1888, vigente en Cuba
38
Boletín del Tribunal Supremo Popular, Edición ordinaria, Año 6, Nº 1, 1979, Tribunal Supremo
Popular, La Habana, pp. 26 y 27
464
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
465
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
39
Ampliar en nuestro trabajo: «Sobre el contrato administrativo y el Derecho Administrativo cu-
bano», en MORENO MOLINA, José Antonio y MATILLA CORREA, Andry (Coordinadores), Contratos pú-
blicos en España, Portugal y América Latina. Un estudio de Derecho comparado, Grupo Difusión,
Difusión Jurídica y Temas de Actualidad S.A., Madrid, 2008, pp. 131 y sigs. Sobre el contrato admi-
nistrativo, recientemente también se han publicado en Cuba, del profesor Armando CASTANEDO ABAY:
«Ideas acerca del contrato de gestión de servicios públicos», en AA.VV., Estudios de Derecho Admi-
nistrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002; y «Volvamos sobre el con-
trato de gestión de servicios públicos», en: AA.VV., Temas de Derecho Administrativo cubano,
Tomo II, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2006.
466
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
467
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
relaciones contractuales. De ahí que ese ámbito objetivo se mostrara regido por
normas sectoriales y en una composición reguladora fragmentada.
Finalmente, la cuarta anotación que creemos oportuno realizar es la de que,
hasta los días que corren –más allá del hecho de la inaplicación actual del con-
trato administrativo–, se echa en falta entre nosotros un estudio científico con
cierto acabado que asuma y presente, desde lo nacional y en ese plano científi-
co, una visión sistematizada de la categoría contractual o de las cuestiones
esenciales que involucra en cuanto tipo jurídico general. También hay que
apuntar la «sequía» en el completamiento de trabajos científicos de alcance
objetivo más específico, igualmente con cierto acabado y con una perspectiva
de generalidad, sobre las principales especies de contratos administrativos que
han tenido anclaje en la vida jurídica cubana. Aunque, justo es decir, la contra-
tación administrativa no ha sido un punto ausente del interés de la ciencia crio-
lla del Derecho administrativo, y su tratamiento ha estado presente dentro de
obras generales o en ensayos monográficos, pero que no alcanzan a cubrir la
deuda científica que tenemos con dicha institución jurídica-administrativa.
Los orígenes conceptuales y funcionales del sistema de contratación admi-
nistrativa en Cuba –como de toda la base jurídica histórica relativa a la activi-
dad administrativa–, y el acercamiento primigenio a esa institución jurídica-
administrativa, hay que cifrarlos en el modelo español del período, cuyo diseño
presentaba puntos de relación con el que se desenvolvía también en Francia;
país este último que ha tenido en su haber un rol fundamental en la construcción
jurídica del contrato administrativo, a través de su Consejo de Estado y de su
doctrina científica.
Por lo tanto, la base jurídica histórica de la contratación administrativa en
nuestro país, se planteó y comenzó a desarrollarse a partir del modelo de con-
trato administrativo que nos llegó a través de las disposiciones normativas que
se emitían, al respecto, para la colonia, desde la Península Ibérica; así como en
las ideas de la ciencia iusadministrativa francesa y la española que servían de
referente al efecto.
La conclusión más importante que se puede derivar, en lo jurídico, del ba-
lance sobre la situación del contrato administrativo dentro del contexto nacio-
nal decimonónico, es el hecho de que cobró carta de asentamiento y operativi-
dad efectiva dentro del tráfico jurídico-administrativo cubano, traído de la
mano de la metrópolis; y que la mecánica legal y conceptual sobre la que se
posicionó el mismo, fijó, para Cuba, su adscripción al modelo de contratación
administrativa de hechura franco-española. De tal suerte, el principal legado
que para nosotros trascendió del siglo XIX al XX, en lo relativo a la contratación
administrativa, fue su presencia y uso real como técnica de ordenación de rela-
ciones jurídicas administrativas entre la Administración Pública y los particula-
res, referente básicamente a obras y servicios públicos, a través de un grupo de
normas jurídicas de procedencia española, donde no pocas de esas disposicio-
nes prolongaron su vigencia temporal hasta bien entrada la centuria siguiente.
468
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
469
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
470
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
471
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
interrogantes configuran, de por sí, otra «historia» a la que habrá que referir-
se en otro momento, pues está cargada de matices y de una complejidad que
es imposible resumir consecuentemente en el corto espacio con el que aquí
contamos.
472
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Baste decir, en relación con la primera pregunta –en lo que no toca a los
vínculos jurídico contractuales entre las entidades administrativas y los particu-
lares, pues estos se eliminaron de la práctica o quedaron bajo la técnica contrac-
tual privada fundamentalmente en aquellos casos en que no había conexión
directa con el interés público– que, en el Derecho socialista cubano, tomaría
operatividad la interpretación –también nos llegaría por la vía del antiguo blo-
que socialista, sobre todo de la URSS y la República Democrática Alemana
(RDA); dato este que hay que tener en cuenta en lo atinente al tema que nos
mueve aquí, por la posición histórica que respecto a la contratación pública
había imperado en el ordenamiento jurídico alemán desde antes de la división
en las dos Alemanias– de que las relaciones económicas derivadas directamen-
te del funcionamiento administrativo del Estado eran objeto del Derecho Eco-
nómico, rama jurídica entendida –no sin polémica– como distinta del Derecho
administrativo40; y que fue referida, entre otras definiciones, de la siguiente
manera: «[...] el Derecho Económico regula las relaciones que se establecen
entre las organizaciones socialistas y sus subdivisiones con ocasión de la direc-
ción de la actividad económica y de la realización de la misma. Estas relaciones
se denominan relaciones económicas, y las mismas surgen en el proceso de la
reproducción socialista. No obstante, en el proceso de la reproducción socialis-
ta se establecen no solo relaciones económicas, sino también relaciones labora-
les y relaciones dirigidas a la satisfacción de las necesidades materiales de los
ciudadanos. El objeto del Derecho Económico está formado no por todas las
relaciones vinculadas a la reproducción socialista, sino solamente por una parte
de las mismas: las relaciones económicas»41.
De tal suerte, surge a la luz categoría del contrato económico (propia del
Derecho Económico) que, entre otras formas, ha sido referido como «acuerdo
de carácter planificado entre organizaciones socialistas, orientado a fijar sus
derechos y deberes económicos»42. La principal recepción normativa en Cuba
de esa categoría (el contrato económico fue un tema que suscitó una importan-
te atención en la literatura jurídica cubana luego de la década de 1960, especial-
mente entre los años 70 y 80 del siglo pasado), tuvo lugar a través del –hoy
obsoleto, pero vigente– Decreto-Ley Nº 15 de 1978, «Normas básicas para los
40
RODRÍGUEZ GRILLO, Luisa (Colectivo de autores bajo la direc-
ción de) et al., Apuntes de Derecho Económico, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana,
Ministerio de Educación Superior, Ciudad de La Habana, 1984, p. 16– que: «El Derecho Administra-
tivo regula las relaciones administrativas, es decir, a las relaciones de dirección y no a las patrimonia-
les.» Agregándose: «El Derecho Económico regula las relaciones económicas en las que los elementos
-
cias de carácter entre las relaciones reguladas por el Derecho Económico y el Derecho Administrativo,
existe la diferencia entre los sujetos, ya que en las relaciones económicas participan fundamentalmen-
te las organizaciones socialistas y sus unidades estructurales, mientras que los sujetos de las relaciones
administrativas pueden ser ciudadanos individuales».
41
LÁPTEV, V. (Redactor responsable) et al., Derecho Económico, Traducido del ruso por Lic. René
GOMÉZ MANZANO, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, Editorial Progreso, Moscú, 1988, p. 32.
42
LÁPTEV, V., Capítulo VI «Derecho económico», en ob. cit., p. 212.
473
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
43
Para Cuba, en los últimos lustros, puede verse, principalmente: VEGA VEGA, Juan, La legisla-
ción penal y algunas regulaciones administrativas, Editorial de Ciencias Sociales, Ciudad de La Ha-
bana, 1984; VEGA VEGA, Juan, El sistema jurídico de la disciplina social, Colección de Estudios Jurí-
dicos, Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana, s/a; GÓMEZ TRETO, Raúl, «La nueva
legislación cubana de infracciones administrativas», en Revista Jurídica, Nº 9, Año III, Octubre-Di-
ciembre, 1984, Departamento de Divulgación del Ministerio de Justicia de la República de Cuba, La
Habana; VEGA VEGA, Juan, «Las contravenciones», en Revista Cubana de Derecho, Año XVII, Nº 33,
Abril-Junio, 1988, Órgano de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, La Habana; La penalización, la
474
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
dad de actuación punitiva que se encuadra objetivamente dentro del marco fun-
cional administrativo.
Directamente, el Derecho administrativo sancionador no encuentra una re-
ferencia expresa en el texto constitucional vigente.
La potestad sancionadora de la Administración Pública en Cuba se hace
presente actualmente en ámbitos diversos. Si se tienen en cuenta los diferentes
espacios donde la Administración Pública cubana despliega su función y el
ejercicio de sus potestades –la sancionadora y la disciplinaria–, no resulta difí-
cil ver que el Derecho administrativo Sancionador se materializa a través de un
número considerable de disposiciones normativas de rango diverso (leyes, de-
cretos-leyes y reglamentos) que regulan pluralidad de contravenciones con di-
versos procedimientos para el ejercicio de ese poder jurídico de sanción. Sal-
tando a la vista la falta de un procedimiento administrativo común en esta
materia, que coadyuve a enfrentar los efectos de la gran dispersión y fragmen-
tación que existe al respecto, y la falta de organicidad en la ordenacion de esta
materia entre nosotros.
Asimismo, en el panorama cubano relacionado con el poder punitivo del
aparato público y relacionado con el tema sancionador administrativo, se hace
presente la variante establecida en el apartado 8.3 del Código Penal vigente el
cual establece: «En aquellos delitos en que el límite máximo de la sanción apli-
cable no exceda de un año de privación de libertad, o de multa no superior a
trescientas cuotas o ambas, la autoridad actuante está facultada para, en lugar
de remitir el conocimiento del hecho al Tribunal, imponer al infractor una mul-
ta administrativa, siempre que en la comisión del hecho se evidencie escasa
peligrosidad social, tanto por las condiciones personales del infractor como por
las características y consecuencias del hecho».
Como se ha hecho notar entre nosotros44, el Derecho administrativo sancio-
nador en Cuba adolece de una lamentable falta de sistematicidad, fruto de la
475
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
45
Para Cuba, en los últimos tiempos, puede verse: LÓPEZ ÁLVAREZ, Valentín, «La discrecionalidad
administrativa. La discrecionalidad y el coadyuvante de la Administración. Necesidad de su perfeccio-
namiento en el ordenamiento cubano», en Revista Cubana de Derecho, Nº 15, Enero-Junio, 2000,
Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana; CAÑIZARES ABELEDO, Fernando Diego, «Lo
reglado y lo discrecional en lo administrativo», en AA.VV., Estudios de Derecho Administrativo cu-
bano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002 (publicado también en Fernando Diego,
«Lo reglado y lo discrecional en lo administrativo», en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo,
Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2006); ARIAS GAYOSO,
Pública», en Revista Jurídica, Tercera época, Año 1, Nº 2, Julio-Diciembre, 2008, Ministerio de Justi-
cia, Ciudad de La Habana, 2009; MARCHECO ACUÑA, Benjamín, «El control judicial de la potestad
discrecional de la administración pública en Cuba», en Revista Facultad de Derecho y Ciencias Polí-
ticas, vol. 39, Nº 110, Enero-Junio de 2009, Medellín; ARIAS GAYOSO, Grethel, «A vueltas con la dis-
crecionalidad administrativa», en Novum jus, Volumen 4, Nº 1, Enero-Junio, 2010, Revista de la Fa-
cultad de Derecho, Universidad Católica de Colombia, Bogotá, D.C.; y además en Revista de Derecho,
Nº 5, Diciembre, 2010, Publicación arbitrada de la Universidad Católica del Uruguay, Konrad Aden-
auer Stiftung, Universidad Católica, Montevideo.
476
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
siglo XX. Por lo tanto, gran parte de los actos de la Administración Pública, por
ser consecuencia directa del ejercicio de la potestad discrecional, quedaban al
margen del control judicial en materia administrativa. Algo que realmente no
ha variado hasta hoy.
En relación con lo anterior, una interesante jurisprudencia del Tribunal Su-
premo, fechada inicialmente en la década de 1930, había considerado: «La po-
testad discrecional es jurídica y no arbitraria, debiendo encontrar apoyo en un
precepto legal y ejercerse por autoridad competente, utilizando el procedimien-
to adecuado, sin que baste la referencia a la necesidad de conservar o restable-
cer la paz para comprender en la aludida potestad las determinaciones de
la Audiencia, cuando la naturaleza del acto o de la materia sobre que versa la
cuestión, no pertenezca al orden político o de Gobierno, al orden público o a
la defensa del territorio, de lo que se deduce que donde existen normas preesta-
blecidas, el acto es siempre reglado y procede la vía contencioso-administrati-
va, aunque las resoluciones se inspiren en los fines y propósitos indicados y se
invoquen para cohonestarla el artículo 68 de la Constitución, que en ningún
caso autoriza a actuar con abstracción o infracción de la ley». Ello puede evi-
denciarse en otras sentencias como la Nº 20 de 30 de enero de 1933; la Nº 76 de
9 de marzo de 1933; la Nº 89 de 16 de marzo de 1933.
Un importante autor del Derecho administrativo y Procesal Administrativo
de Cuba, con una destacada obra al respecto antes del triunfo revolucionario de
1959, Fernando Álvarez Tabío, ante la pregunta de si debían existir actos que
escaparan al contencioso jurisdiccional, haciendo suyo lo escrito por el francés
Gastón Jèze y por el español Cirilo Martín Retortillo, explicaba que era sabido
que la tendencia del Estado de Derecho era responder negativamente a esa pre-
gunta y que ningún acto jurídico repugnaba naturalmente al control jurisdiccio-
nal. Recalcaba que la aspiración era reducir la omnipotencia de la Administra-
ción a límites jurídicos y concretar la esfera de acción libre e incontrovertible
que a ella se le reconocía, robusteciendo así las garantías ciudadanas solemne-
mente proclamadas en las Constituciones, aunque no siempre respetadas por
los órganos activos del Poder Público46.
Después del triunfo revolucionario de 1959, la situación práctica en torno a
la discrecionalidad administrativa no dio un vuelco a favor de su mejor cons-
trucción y compresión, mucho menos en lo atinente a su control judicial.
De hecho, ya con la vigencia de una nueva ley procesal cubana, la Ley de
Procedimiento (Proceso) Civil, Administrativo y Laboral de 1977 (hoy Ley de
Procedimiento Civil, Administrativo, Laboral y Económico), contentiva del
proceso administrativo, se mantiene expresamente la exclusión de los actos
emanados del ejercicio de la potestad discrecional del contencioso-administra-
tivo cubano. Situación que se ve respaldada cuando el Consejo de Gobierno del
46
ÁLVAREZ TABÍO, Fernando, El Proceso Contencioso-Administrativo…, ob. cit., pp. 380 y 381.
477
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
47
Es el caso de los pronunciamientos que realizara Diego Fernando CAÑIZARES ABELEDO cuando
acogía: «La discrecionalidad tiene lugar cuando falta una norma administrativa, cuando la norma deja
libre al órgano estatal para la solución de un asunto, cuando la norma existente hace depender la deter-
minación o el objeto del acto de elementos que la administración debe apreciar, (…).». Más adelante
decía: «Existe discrecionalidad cuando el mandato de la ley y el actuar administrativo se encuentran en
íntimo ligamen, o cuando la relacion es más amplia, es decir, cuando existe libertad de opción en el
actuar, según la oportunidad económica, política y social, lo que deja bien claro que la discrecionalidad
de los hechos, elementos que constituyen, sin duda alguna, límites al capricho». Y además sostenía:
«(…) la discrecionalidad (…), es libertad de opción entre alternativas igualmente justas, no incluidas
en el texto de la ley y, por ello, dejadas en la decisión al juicio subjetivo de la administración». Ver:
CAÑIZARES ABELEDO, Fernando Diego, «Lo reglado y lo discrecional en lo administrativo», en AA.VV.,
Temas de Derecho Administrativo, Tomo I, 1era reimpresión de la 1era edición, Editorial «Félix Varela»,
La Habana, 2006, pp. 238 y 239 (publicado también en AA. VV., Estudios de Derecho Administrativo
cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002).
478
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
48
Al respecto en Cuba, puede verse, últimamente: GRILLO LONGORIA, Rafael/DE VERA SÁNCHEZ,
Guillermo y GRILLO GONZÁLEZ, Carlos R., Derecho Procesal Civil III (Medios de impugnación y Pro-
cesos especiales) -
cativos del Instituto Politécnico Nacional, México D. F., 1997. (De este texto hay reimpresión poste-
rior); LÓPEZ ÁLVAREZ, Valentín, «La discrecionalidad administrativa. La discrecionalidad y el
coadyuvante de la Administración. Necesidad de su perfeccionamiento en el ordenamiento cubano»,
en Revista Cubana de Derecho, Nº 15, Enero-Junio, 2000, Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad
de La Habana; LEZCANO CALCINES, José Ramón, «El procedimiento administrativo», en AA.VV., Estu-
dios de Derecho Administrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002 (publi-
cado también en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo II, 2da reimpresion de la 1era edi-
479
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
por los autores nacionales que se han ocupado de su estudio a lo largo de este
tiempo. De hecho, las referencias en torno a la normativa anterior a la vigencia
de la Ley española de 13 de septiembre de 1888 (Ley Santamaría de Paredes),
cuando se han hecho, han sido muy someras; y no necesariamente con el interés
de precisar y reconstruir, en extenso, los antecedentes del contencioso-adminis-
trativo en Cuba, a partir de un enfoque que permita apreciar la línea evolutiva
que ha presentado la ordenación jurídica del proceso administrativo entre noso-
tros, antes del «reinado» de esa ley española de 1888. Por otro lado, los análisis
han quedado fundamentalmente elaborados durante las seis primeras décadas
del siglo XX, ante la muy escasa existencia de estudios sobre los temas pro-
pios del proceso administrativo que se puede constatar desde que se abre la
etapa revolucionaria en enero de 1959 y que se extiende hasta los días actuales.
ción, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2010); CARRASCO CASÍ, María, «Acceso a la justicia en el
Derecho Administrativo», en Justicia y Derecho, Nº 7, Año 5, Diciembre, 2006, Tribunal Supremo
Popular, Ciudad de La Habana; MARCHECO ACUÑA, Benjamín, «El control judicial de la potestad dis-
crecional de la administración pública en Cuba», en Revista Facultad de Derecho y Ciencias Políticas,
vol. 39, Nº 110, Enero-Junio de 2009, Medellín; ARREDONDO SUÁREZ, Inés y GARCÍA GONZÁLEZ, Orlan-
do, «La revisión civil y administrativa conforme al Decreto-Ley 241-06», en Justicia y Derecho,
Nº 13, Año 7, Diciembre, 2009, Tribunal Supremo Popular, Ciudad de La Habana; PÉREZ URQUIZA,
XIX. Breves apuntes para su historia», en
MATILLA CORREA, Andry (Coordinador), Panorama de la Ciencia del Derecho en Cuba. Estudios en
homenaje al profesor Dr. C. JULIO FERNÁNDEZ BULTÉ, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana,
Leonard Muntaner, Editor, Palma de Mallorca, 2009; PÉREZ URQUIZA, Yalenni y ARIAS GAYOSO,
480
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
481
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
482
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
49
ÁLVAREZ TABÍO, Fernando, El Proceso Contencioso-Administrativo. (Doctrina, Legislación,
Jurisprudencia), Editorial Librería Martí, La Habana, 1954, p. 7.
483
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
484
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
485
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
486
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487
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
488
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
50
ÁLVAREZ TABÍO, Fernando, Procedimiento contencioso-administrativo. Ley y reglamento vi-
gentes y proyecto de Ley de Enjuiciamiento Administrativo, Editorial Librería Martí, La Habana,
1958, p. 263
489
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
490
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
cia auxiliándose para ello de sus comisiones. Lo mismo hace para el caso de
las Asambleas Municipales del Poder Popular, esta vez por el artículo 106,
inciso ch.
Como un elemento interesante dentro de la dinámica de organización del
poder público en Cuba, la Constitución acoge la figura de los Consejos Popula-
res (desarrollados por la Ley Nº 91, «De los Consejos Populares», de 13 de julio
de 2000), amparando (artículo 104, primer párrafo de la norma constitucional)
que estos consejos se constituyen en ciudades, pueblos, barrios, poblados y
zonas rurales; están investidos de la más alta autoridad para el desempeño de
sus funciones; representan a la demarcación donde actúan y a la vez son repre-
sentantes de los órganos del Poder Popular municipal, provincial y nacional. Y,
dentro del funcionamiento que se le asigna a los mismos, se establece el del
ejercicio del control y la fiscalización de las entidades existentes en su área de
acción (artículo 104, tercer párrafo).
Además, como particularidad del caso cubano, no debe olvidarse que el ar-
tículo 5 reconoce: «El Partido Comunista de Cuba, martiano y marxista-leninis-
ta, vanguardia organizada de la nación cubana, es la fuerza dirigente superior
de la sociedad y del Estado, que organiza y orienta los esfuerzos comunes hacia
los altos fines de la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad
comunista». De ahí que no es difícil comprender que junto al juego de los con-
troles que opera dentro del aparato estatal, pueda colocarse el control que ejerce
el Partido Comunista de Cuba (PCC) sobre dicho aparato, y en especial sobre el
funcionamiento administrativo.
Dentro de los mecanismos de control que operan actualmente en la realidad
cubana, ocupa un lugar importante la actividad que al respecto desarrolla la
Fiscalía, un complejo organizado que, tributario en su configuración y funcio-
namiento de las ideas provenientes del antiguo campo socialista europeo orien-
tal al respecto, es definido constitucionalmente (artículo 127, primer párrafo)
de la siguiente manera: «La Fiscalía General de la República es el órgano del
Estado al que corresponde, como objetivos fundamentales, el control y la pre-
servación de la legalidad, sobre la base de la vigilancia del estricto cumplimien-
to de la Constitución, las leyes y demás disposiciones legales, por los organis-
mos del Estado, entidades económicas y sociales y por los ciudadanos; y la
promoción y el ejercicio de la acción penal pública en representación del Esta-
do»; a lo que se agrega en el segundo párrafo de ese propio artículo que la ley
determina los demás objetivos y funciones, así como la forma, extensión y
oportunidad en que la Fiscalía ejerce sus facultades al objeto expresado. La Ley
Nº 83, de 11 de julio de 1997, con el nombre «De la Fiscalía General de la Re-
pública», es la que desarrolla las cuestiones básicas esenciales de la organiza-
ción y el funcionamiento de la Fiscalía, complementada por el reglamento de
dicha norma legal.
De reciente creación en nuestro país es la Contraloría General de la Repúbli-
ca, por la Ley Nº 107, «De la Contraloría General de la República», de 1 de
491
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
agosto de 2009. Por definición legal (artículo 1, apartado 1), ese ente es un órga-
no estatal, estructurado verticalmente en todo el país, que se le subordina jerár-
quicamente a la Asamblea Nacional del Poder Popular, al igual que al Consejo
de Estado de la República de Cuba. En el apartado 3 de ese mismo artículo pri-
mero se indica que el objetivo y misión fundamental de la Contraloría General
de la República es auxiliar a la Asamblea Nacional del Poder Popular y al Con-
sejo de Estado, en la ejecución de la más alta fiscalización sobre los órganos del
Estado y del Gobierno; en razón a ello propone la política integral del Estado en
materia de preservación de las finanzas públicas y el control económico-admi-
nistrativo, una vez aprobada, dirigir, ejecutar y comprobar su cumplimiento, así
como dirigir metodológicamente y supervisar el sistema nacional de auditoría;
ejecutar las acciones que considere necesarias con el fin de velar por la correcta
y transparente administración del patrimonio público; prevenir y luchar contra la
corrupción. Según el artículo 3, apartado 1, de la referida Ley Nº 107, la Contra-
loría General de la República posee autonomía orgánica, funcional y administra-
tiva respecto a las demás instituciones del Estado y orienta su actuación a dirigir,
regular, organizar, controlar y ejecutar de manera directa y reglada, las acciones
de auditoría, supervisión y control que se requieran, según lo que al respecto se
regule en esa ley y sus disposiciones complementarias.
Además de estos últimos elementos de control externo de la Administración
Pública en Cuba, debemos ver, como otro ejemplo, que el artículo 98 de la
Constitución, inciso i), le atribuye al Consejo de Ministros como atribución,
la de dirigir la administración del Estado, y unificar, coordinar y fiscalizar la
actividad de los organismos de la Administración Central y de las Administra-
ciones Locales. En el ámbito local, según el Acuerdo Nº 6176, del Consejo de
Ministros, contentivo del Reglamento de las Administraciones Locales del Po-
der Popular, en el artículo 8, el Consejo de la Administración (provincial y
municipal) es el órgano de dirección de la administración local, tiene carácter
colegiado, dirige las entidades económicas, de producción y de servicios de su
nivel de subordinación y su función primordial es promover el desarrollo eco-
nómico y social de su territorio; dirige la actividad administrativa a él subordi-
nada y controla la de las entidades de su territorio, independientemente del ni-
vel de subordinación.
Junto al control externo de la Administración Pública, que no se agota en los
ejemplos anteriormente esbozados, hay que señalar igualmente dentro del sis-
tema de control al que esta se ve sometido, al control interno. El cual es defini-
do positivamente (valoraciones de esa definición a un lado) por el artículo 3 de
la Resolución Nº 60 de 2011, de la Contralora General de la República, como:
«[...] el proceso integrado a las operaciones con un enfoque de mejoramiento
continuo, extendido a todas las actividades inherentes a la gestión, efectuado
por la dirección y el resto del personal; se implementa mediante un sistema in-
tegrado de normas y procedimientos, que contribuyen a prever y limitar los
riesgos internos y externos, proporciona una seguridad razonable al logro de los
objetivos institucionales y una adecuada rendición de cuentas».
492
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
51
BRITO Y MEDEROS, Lincoln E., El Estado y su responsabilidad, Monografía jurídica, s/e, La
Habana, 1952; CARMONA ROMAY, Adriano G., Mis dictámenes en el Ministerio de Estado, Editorial
Librería Martí, La Habana, 1953; LEÓN GIGATO, Teresa C./GARCÍA HENRÍQUEZ, Francisco E./PÉREZ
TORRES, Francisco y VALDÉS LOBÁN, Eurípides, «Trascendencia jurídico-económica de la responsabi-
lidad material», en Revista Jurídica, Nº 7, Año III, Abril-Junio, 1985, Departamento de Divulgación
del Ministerio de Justicia de la República de Cuba, La Habana; FERNÁNDEZ-NESPRAL, Ulises, «La res-
ponsabilidad materiales de dirigentes, funcionarios y demás trabajadores», AA.VV., Memorias. Even-
, Delegación de Base UNJC-CETSS, Comité Estatal de Trabajo y
Seguridad Social, La Habana, Diciembre, 1986; HIDALGO PÉREZ, Martha J., «El Decreto-Ley Nº 92,
Sobre la responsabilidad material de los dirigentes, funcionario y demás trabajadores», en Revista Ju-
rídica, Nº 11, Año IV, Abril-Junio, 1986, Departamento de Divulgación del Ministerio de Justicia de
la República de Cuba, La Habana; GUILLÉN LANDRIÁN
revisión de los reglamentos disciplinarios», en Revista Jurídica, Nº 15, Año V, Abril-Junio, 1987,
Departamento de Divulgación del Ministerio de Justicia de la República de Cuba, La Habana; FERNÁN-
DEZ-NESPRAL, Ulises, «Responsabilidad material y responsabilidad penal», en Revista Cubana de De-
recho, Año XVII, Nº 33, Abril-Junio, 1988, Órgano de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, La
Habana; LEY GUTIÉRREZ, Letisia Hilaria/BERTOT MONTANO, Magalys/BORRAS ESCALONA, Esther Balbi-
na/RIVERA LEVIS, Jorge Emilio/LÓPEZ-CHÁVEZ AGUILERA, Néstor Isidro/TAMAYO VERDECIA, María Es-
trella y ADAD CAPOTE, Lourdes E., «La responsabilidad material», en AA.VV., Ponencias. Derecho
Laboral y otros, Conferencia Jurídica Nacional, Organización Nacional de Bufetes Colectivos, La
493
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Habana, 1989; LÓPEZ GONZÁLEZ, Carmen, «Consideraciones generales sobre aplicación del Decreto-
Ley Nº 92», en AA.VV., Ponencias. Derecho Laboral y otros, Conferencia Jurídica Nacional, Organi-
zación Nacional de Bufetes Colectivos, La Habana, 1989; CASTANEDO ABAY, Armando, «Notas acerca
Estudios de
Derecho Administrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002; publicado
también en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo, Tomo II, Editorial «Félix Varela», La Haba-
na, 2004.
52
El artículo 25 del cuerpo constitucional señala que se autoriza la expropiación de bienes, por
razones de utilidad pública o interés social y con la debida indemnización; y que la ley establece el
procedimiento para la expropiación y las bases para determinar su utilidad y necesidad, así como la
forma de la indemnización, considerando los intereses y las necesidades económicas y sociales del
expropiado.
494
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
495
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
53
GARCINI, Héctor y REYES, Miguel, Manual de Derecho Administrativo, Tomo I, Parte General,
Escuela de Ciencias Jurídicas, Facultad de Humanidades, Universidad de La Habana, La Habana,
1963, pp. 49 y 50.
54
GARCINI, Héctor y REYES, Miguel, ob. cit., p. 50.
55
GARCINI, Héctor y REYES, Miguel, ob. cit., p. 50.
496
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
56
GARCINI, Héctor y REYES, Miguel, ob. cit., p. 50.
57
Sobre concesiones administrativas puede verse, recientemente, en nuestro país: LANZA LÓPEZ,
María Teresa, «La concesión administrativa de servicio público», en AA.VV., Estudios de Derecho
Administrativo cubano, Editorial «Félix Varela», Ciudad de La Habana, 2002; publicado también en
AA.VV., Temas de Derecho Administrativo cubano, Tomo II, Editorial «Félix Varela», La Habana,
2004; MATILLA CORREA, Andry, «Aproximación teórico-práctica a los procedimientos de selección del
concesionario», en RAP. Revista Argentina del Régimen de la Administración Pública, Año XXVI,
Nº 304, 2004, Ediciones RAP, S.A., Buenos Aires. Argentina; publicado también en Doctrina Pública,
XXVI-1, Ediciones RAP, S.A., Buenos Aires, 2004; y en AA.VV., Temas de Derecho Administrativo
cubano, Tomo II, Editorial «Félix Varela», La Habana, 2004; MATILLA CORREA, Andry, Introducción
al régimen jurídico de las concesiones administrativas en Cuba, Centro de Estudios de Administración
Pública, Universidad de La Habana, Editorial Universitaria, La Habana, 2009; MATILLA CORREA, An-
-
sión administrativa», en MOLINA BETANCUR, Carlos Mario y RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, Libardo (Coordi-
nadores académicos), El Derecho Público en Iberoamérica: Evolución y perspectivas. Libro
homenaje al profesor Jaime Vidal Perdomo, Tomo II, Universidad de Medellín, Editorial Temis S.A.,
Bogotá-Colombia, 2010; MATILLA CORREA, Andry, «Base conceptual de la concesión administrativa»,
497
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
apéndice que le afecta, 2da edición, corregida y aumentada, La Habana, 1924; SÁNCHEZ BEATO, Carlos,
Manual de funcionarios y empleados, Imp. Arroyo, Fernández, CA, La Habana, 1925; LLACA Y ARGUDÍN,
Francisco, Legislación sobre jubilaciones y pensiones de funcionarios y empleados públicos, Compila-
RUIZ Y GÓMEZ, Julián
Modesto, «La toma de posesión del cargo», en Revista Cubana de Derecho, Año V, Nº 2, 1928, Sección
doctrinal, Imprenta de F. Verdugo, La Habana; HERNÁNDEZ CORUJO, Enrique, La edad constitucional
para cargos públicos, Estudio de los incisos segundos de los artículos 46, 49, 65 y 82 de la Constitución,
Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza y CA, La Habana, 1932; HERNÁNDEZ CORUJO, Enrique, Los car-
gos técnicos y prácticos en las Administraciones democráticas, Imprenta y Papelería de Rambla, Bouza
y CA, La Habana, 1933; RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, Principios Generales de Derecho Administrati-
vo. El personal de la Administración Pública, 1era edición, Cultural, S.A., La Habana, 1935; LLACA Y
ARGUDÍN, Francisco, Legislación sobre jubilaciones y pensiones de funcionarios y empleados públicos,
BUFETE
RUIZ-SIERRA FERNÁNDEZ, Legislación vigente en materia de jubilaciones y pensiones de funcionarios y
empleados públicos de la República de Cuba, Anotada y concordada hasta el día 30 de noviembre de
1936, Publicación del Bufete Ruiz-Sierra Fernández, La Habana, 1936; LANCÍS Y SÁNCHEZ, Antonio, «La
498
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
renuncia de los cargos públicos», en Revista del Colegio de Abogados de La Habana, Año II, Vol. II,
Nos 9-10, Julio-Diciembre, 1939, Colegio de Abogados de La Habana, La Habana (de este trabajo hay
publicación como folleto independiente); ÁLVAREZ MENA, Máximo, Servicio Civil. Leyes, decretos, sen-
tencias, resoluciones, formularios y comentarios en relación con la Administración Pública, Tomo I,
Editado por Seoane, Fernández y Cía., La Habana, 1942; ÁLVAREZ MENA, Máximo, Servicio Civil. Leyes,
decretos, sentencias, resoluciones, formularios y comentarios en relación con la Administración Pública,
Tomo II, Editado por Seoane, Fernández y Cía., La Habana, 1943; LAZCANO Y MAZÓN, Andrés María, Ley
, Editorial
Lex, La Habana, 1943; LAZCANO Y MAZÓN, Andrés María, Ley de Jubilación de Funcionarios y Emplea-
dos Públicos, Editorial Librería Selecta, La Habana, 1948; D’ESTÉFANO PISANI, Miguel A., Servicio y
retiro civil, Jesús Montero, Editor, La Habana, 1951; DÍEZ DEL VALLE, Manuel, La Administración Públi-
ca en Cuba. Principales problemas y posibles soluciones, Editorial Lex, La Habana, 1953; ÁLVAREZ
CASTELLÓN, Wilfredo y GARCÍA GONZÁLEZ, Antonio (Editores), Deberes y derechos de funcionarios y
empleados públicos, 3era edición (ampliada), P. Fernández y CIA, S. en C., La Habana, 1957; D’ESTÉFANO
PISANI, Miguel A., Retiro Civil, Jesús Montero, Editor, La Habana, 1959; CÓRDOVA Y ÁLVAREZ, Luis,
Nueva Legislación del Retiro Civil, Editorial Librería Selecta, La Habana, 1960.
60
Ver, por ejemplo: RUIZ Y GÓMEZ, Julián Modesto, «La Carrera Administrativa en Cuba», en El
Abogado, Año I, Nº I, 7 de agosto de 1939, La Habana; LÓPEZ ROVIRA, Guillermo, Homenaje a la futura
ley de la carrera administrativa, Imp. Belascoaín, La Habana, 1942; MORÉ, Armando P., Discurso «La
Carrera Administrativa», en Revista del Colegio de Abogados de La Habana, Año VI, Vol. VI, Nº 39,
Septiembre, 1943, Colegio de Abogados de La Habana, La Habana; HERNÁNDEZ CARTAYA, Enrique, Dis-
curso «La Carrera Administrativa», en Revista del Colegio de Abogados de La Habana, Año VI, Vol. VI,
Nº 39, Septiembre, 1943, Colegio de Abogados de La Habana, La Habana; MARTÍNEZ, José Agustín, Dis-
curso «La Carrera Administrativa», en Revista del Colegio de Abogados de La Habana, Año VI, Vol. VI,
Nº 39, Septiembre, 1943, Colegio de Abogados de La Habana, La Habana; FERNÁNDEZ SUPERVILLE, Ma-
nuel, «La Carrera Administrativa», en Revista del Colegio de Abogados de La Habana, Año VII, Vol. VII,
Nº 43, Enero, 1944, Colegio de Abogados de La Habana, La Habana; DE CASTRO-PALOMINO MOLINS, Ra-
fael, «La Carrera Administrativa y los Graduados Universitarios», en Revista del Colegio de Abogados de
La Habana, Año VII, Vol. VII, Nº 49, Julio, 1944, Colegio de Abogados de La Habana, La Habana; CO-
LEGIO NACIONAL DE DOCTORES EN CIENCIAS SOCIALES Y DERECHO PÚBLICO, Conferencias y debates sobre la
carrera administrativa, Editorial Lex, La Habana, 1949; «Anteproyecto de la Ley de la Carrera Adminis-
Revista Cubana de Derecho Público, Vol. 1, Nº 1, Enero-
Marzo, 1951, La Habana (bajo ese nombre se publicó independiente en 1944 la ponencia de la Ley por
Antonio LANCÍS Y SÁNCHEZ); SEHWERERT, Arnaldo, «Breves ideas en torno a la implantación de la Carrera
Administrativa», en Revista Cubana de Derecho, Año XXXI (Nueva Serie), Nº I (110), Enero-Marzo,
1959, La Habana; SEHWERERT, Arnaldo y DORTICÓS, Osvaldo, Carrera Administrativa, Una contribución
de la Universidad del Aire del Circuito CMQ, La Habana, Febrero de 1959; CARMONA Y ROMAY. Adriano
G., , Imprenta de la Universidad de La
Habana, Facultad de Ciencias Sociales y Derecho Público, Universidad de La Habana, La Habana, 1959.
499
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
61
GARCINI GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, ob. cit.,
p. 156.
500
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
62
Así, por ejemplo, puede verse: VALLADARES Y MORALES, Ángel Luis, Condicionales de los re-
partos en los terrenos urbanizados del Término Municipal de La Habana, Imp. y Pap. «La Universal»,
La Habana, 1923; CARMONA Y ROMAY, Adriano G., El Urbanismo en Cuba. Programa, La Habana,
1929; CARRERA JÚSTIZ, Francisco, «Doctrina del Urbanismo», en Revista de Derecho y Administración
Municipal, Nº 74, Abril, 1936, Buenos Aires; ANGULO PÉREZ, Andrés, Temas Municipales. Compila-
ción de artículos, Imprenta Cuba Intelectual, La Habana, 1936; CARMONA Y ROMAY, Adriano G., Una
Tesis Polémica: El Urbanismo en la Docencia Universitaria, Imp. «H C», La Habana, 1937; CARMONA
ROMAY, Adriano G. (Ponente)/CAPABLANCA, Ramiro/ANGULO, Andrés/MARTÍNEZ INCLÁN, Pedro y FER-
NÁNDEZ DE CASTRO, Miguel, La enseñanza del urbanismo en la República de Cuba (Informe presentado
27 de agosto), P. Fernández y CA, S. en C., La Habana, 1938; DUQUE, Francisco M. y BELLVER, Julio
G., Jurisprudencia en materia de policía urbana, La Habana, 1939; DE VEGA RAMONTEU, Ignacio,
Ordenanzas de construcción para la Ciudad de La Habana y pueblos de su Término Municipal, La
Habana, 1940; MARTÍNEZ INCLÁN, Pedro, Código de urbanismo. Carta de la Atenas – Carta de La
Habana, (Una contribución a la promulgación de la Carta de América, tomando como base la de Ate-
nas, del grupo del CIAM francés, la cual constituye ya un cuerpo organizado de doctrina urbanística),
Imp. P. Fernández y CIA., S. en C., La Habana, 1949; VALLADARES Y MORALES, Ángel Luis, Urbanis-
mo y construcción, 2da edición, Impresores: P. Fernández y CIA., S. en C., La Habana, 1955; SÁNCHEZ
ROCA, Mariano, -
tadas y puestas al día con sentencias del Tribunal Supremo, 3era edición, Editorial Lex, La Habana,
1956; FRANCO, José Luciano, Instituciones locales. Urbanismo, Publicaciones del Instituto Interameri-
cano de Historia Municipal e Institucional, La Habana, 1959; SÁNCHEZ ROCA, Mariano, Estudio y
orientaciones sobre la Ley Constitucional de Reforma Urbana. Texto Íntegro y Sumario Alfabético,
Folletos de Divulgación Legislativa, Cuaderno Extraordinario, Octubre de 1960, Editorial Lex, La
Habana, 1960; VEGA VEGA, Juan, La Reforma Urbana de Cuba y otras leyes en relación con la vivien-
da MINISTERIO DE JUSTICIA, Exposición de la
, Ministerio de Justicia, La Ha-
bana, Noviembre, 1977; VEGA VEGA, Juan, «La Revolución cubana y la cuestión de la vivienda», en
Revista Cubana de Derecho, Año XIV, Nº 24, Enero-Junio, 1985, Órgano de la Unión Nacional de
Juristas de Cuba, Ediciones Cubanas, Ciudad de La Habana; VEGA VEGA, Juan, «La Ley General de la
Vivienda», en Revista Jurídica, Nº 10, Año IV, Enero-Marzo, 1986, Departamento de Divulgación del
Ministerio de Justicia de la República de Cuba, La Habana; VEGA VEGA, Juan, Comentarios a la Ley
General de la Vivienda, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1986; DÁVALOS FERNÁNDEZ, Rodol-
fo, «La nueva Ley General de Vivienda», Revista Cubana de Derecho, Año XVIII, Nº 38, Julio-Sep-
tiembre, 1989, Órgano de la Unión Nacional de Juristas de Cuba, La Habana; FERNÁNDEZ NÚÑEZ, José
Manuel, «Derecho Urbanístico y Ordenamiento Urbano en Cuba», en Revista Cubana de Derecho,
Nº 12, Enero 1997 – Diciembre 1998, Unión Nacional de Juristas de Cuba, Ciudad de La Habana;
DÁVALOS FERNÁNDEZ, Rodolfo, La Nueva Ley General de la Vivienda, 2da edición, Editorial «Félix
Varela», Ciudad de La Habana, 2003 (la primera edición de esta obra data del año 1990 y salió bajo el
sello de la Editorial de Ciencias Sociales); RIVERO VALDÉS, Orlando, «La vivienda en Cuba», en MATI-
LLA CORREA, Andry (Coordinador), Introducción al Estudio del Derecho, Editorial «Félix Varela»,
Ciudad de La Habana, 2003; ESPINOSA JIMÉNEZ, Melquiades M. y HERNÁNDEZ MARTÍNEZ, Rebeca, Ley
General de la Vivienda. Concordada y anotada con las disposiciones complementarias del Instituto
501
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
científica que presenta en otros países; algo que llama la atención, sobre todo si
tenemos en cuenta la realidad que ha rodeado el tema urbanístico y el de vivien-
da luego del triunfo revolucionario de 1959.
En la actualidad, existe en Cuba una profusa legislación urbanística y sobre
las cuestiones de vivienda en particular. Revelándose este como uno de los
sectores jurídicos en general, y jurídico-administrativo en particular, más sen-
sibles por las implicaciones sociales e individuales que ha tenido en el plano
nacional; y porque en la práctica (factores de todo orden han influido en ello)
aún no se ha logrado dar respuesta a todas las exigencias insoslayables e impos-
tergables que ese ámbito objetivo ha demandado, y está latente como un come-
tido que la actuación púbica en Cuba –por la manera en que jurídicamente se ha
asumido el tema de vivienda en nuestro país luego de 1959 (un sector en que la
intervención administrativa ha resultado de ordinario muy intensa)– debe forta-
lecer.
Entre nosotros, existe la Ley Nº 65, Ley General de la Vivienda, de 23 de
diciembre de 1988, que, con diversas modificaciones, algunas tan recientes
como en los propios días en que redactamos estas líneas, es norma ordenadora
principal de las cuestiones generales sobre ese tema de vivienda y sus implica-
ciones urbanísticas; con una gran candidad de normativa reglamentaria com-
plementaria y relacionada con ello que hace realmente laberíntico y complejo
el ordenamiento positivo vigente al respecto.
En relación con lo anterior, existe como organismo administrativo adscrito
hoy al Ministerio de la Construcción, el Instituto Nacional de la Vivienda que,
junto al Instituto de Planificacion Física (subordinado al Consejo de Ministros
por Acuerdo Nº 6686 del Comité Ejecutivo de dicho Consejo), son las dos en-
tidades administrativas en el orden central con las principales competencias
relacionadas con la materia urbana y de ordenación del territorio.
En los últimos lustros del siglo pasado y el tiempo que corre del XXI, el Dere-
cho Ambiental ha tomado un interesante auge dentro del contexto cubano, tanto
desde el lado de las inquitudes científicas63, cuanto del desarrollo normativo.
Nacional de la Vivienda, las provenientes del Consejo de gobierno del Tribunal Supremo Popular y
las sentencias de la Sala de la Especialidad del propio máximo órgano de justicia, así como comenta-
, Colección De Iuris, Ediciones ONBC, Organización Nacio-
nal de Bufetes Colectivos, Ciudad de La Habana, 2009.
63
-
mente mínima: FERNÁNDEZ-RUBIO LEGRÁ, Ángel, La Ley 81 del Medio Ambiente de la República de
Cuba en 141 preguntas y respuestas, Centro Coordinador de Estudios de Dirección, Ministerio de
Educacion Superior, La Habana, 1999; DI CAGNO, Vittorio, La protección del medio ambiente en Cuba,
Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005; VIAMONTES GUILBEAUX, Eulalia (Coordinadora), De-
recho Ambiental cubano, 2da edición actualizada y aumentada, Editorial «Félix Varela», La Habana,
502
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
2007; HERNÁNDEZ TORRES, Vivian (Coordinadora), Retos y Tendencias del Derecho Ambiental Con-
temporáneo, Sociedad Cubana de Derecho Constitucional y Administrativo, Proyecto ECOIURE, Edi-
ciones ONBC, Organización Nacional de Bufetes Colectivos, La Habana, 2011; REY SANTOS, Orlando,
Fundamentos del Derecho Ambiental, Ediciones ONBC, Organización Nacional de Bufetes Colecti-
vos, La Habana, 2011.
503
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
64
En ete orden de ideas, después del triunfo revolucionario, puede verse: ÁLVAREZ TABÍO, Fernan-
do, «La propiedad socialista», en Revista Cubana de Jurisprudencia, Año I, Nº 11, Noviembre de
1962, La Habana (publicado además en ÁLVAREZ TABÍO, Fernando, Política y legalidad, Editorial de
504
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
Ciencias Sociales, La Habana, 1977); GARCINI, Héctor y REYES, Miguel, Manual de Derecho Adminis-
trativo, Tomo I, Parte General, Escuela de Ciencias Jurídicas, Facultad de Humanidades, Universidad
de La Habana, La Habana, 1963; HERNÁNDEZ MÁS, Orestes, Derecho sobre bienes, Fascículo I, Edito-
rial Pueblo y Educación, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973; GARCINI, Héctor, Derecho Ad-
ministrativo, Segunda parte, Facultad de Derecho, Universidad de La Habana, La Habana, 1978; CAN-
TÓN BLANCO, Luis E., Conferencias de Propiedad y Derechos Reales, Curso Dirigido, Ministerio de
Educación Superior, Editora de la ENPES, La Habana, 1982; MIR PÉREZ, Juan, Derecho de Propiedad,
2 tomos, Facultad de Derecho, Universidad de Oriente, ENSPES, Santiago de Cuba, 1984; GARCINI
GUERRA, Héctor, Derecho Administrativo, 2da edición corregida y ampliada, Editorial Pueblo y Educa-
ción, La Habana, 1986; PÉREZ-ANAY SANTIESTEBAN, Carlina Alejandra/PONS LARA
PÉREZ DÍAZ, Olga Lidia/ÁLVAREZ GIL, Ana Luisa y LANTARÓN PÉREZ, Araceli, «El régimen jurídico
de la propiedad en Cuba», en I Concurso Provincial de Temas de Derecho, Editado por el Órgano de
Divulgación del Ministerio de Justicia, Ciudad de La Habana, 1988; RODRÍGUEZ PÉREZ, Homero, Dere-
cho Administrativo, Texto único, Edición Provisional, Dirección de Capacitación, MINJUS-CETSS,
La Habana, 1989; RAPA ÁLVAREZ, Vicente, Propiedad y otros derechos sobre bienes, Facultad de De-
recho, Universidad de La Habana, Ministerio de Educción Superior, La Habana, 1990.
505
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
506
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN CUBA
En razón del artículo 139 del Código Civil, los bienes estatales asignados a
las empresas y otras entidades se encuentran bajo la administración de estas, las
que, dentro de las limitaciones establecidas en la ley, en consonancia con sus
fines y las tareas de planificación, ejercen el derecho de posesión, disfrute y
disposición de dichos bienes.
El Estado puede conceder derechos de usufructo o superficie sobre tierras de
propiedad estatal. También puede conceder en usufructo o arrendamiento me-
dios de producción, terrenos, edificaciones, instalaciones industriales, turísticas
o de cualquier tipo, de conformidad con lo dispuesto en la ley (artículo 140 del
Código Civil).
En un sentido más intenso, las referencias que podemos desgajar del Código
Civil, en relacion con los bienes públicos, no se agotan en los preceptos men-
cionados, pero con ellos queda una idea de la realidad al efecto en Cuba.
En 2002, se da un paso importante dentro del régimen jurídico ordenador de
los bienes públicos, al dictarse el Decreto-Ley Nº 227, del Patrimonio Estatal,
de 8 de enero de 2002. Una norma que por primera vez luego de la entrada en
vigor de la Constitución de 1976, entraba a regular algunas de las necesarias
cuestiones patrimoniales públicas, y que requerían una norma positiva que se
ocupara propiamente de ello (aunque sea de un modo imperfecto como lo hace
como esta, pero su sola existencia tiene ya cierto mérito).
En este Decreto-Ley Nº 227 se establece (artículo 1, apartado 1) que el
patrimonio estatal es el conjunto de bienes y derechos sujetos al régimen de
propiedad estatal socialista de todo el pueblo y los adquiridos, construidos o
creados por el Estado; también forman parte del patrimonio estatal los bienes
y derechos que no son propiedad de alguna otra persona (apartado 2); no
prescriben las acciones del Estado para reivindicar sus bienes y derechos
(apartado 3).
De acuerdo con el artículo 2, apartado 1, de esa disposición legal, los bie-
nes que integran el patrimonio estatal son: a) de uso público, los que por su
naturaleza o fines se permite el libre acceso y disfrute de todas las personas
en el territorio nacional; b) de servicio público, los que por su naturaleza o
destino sirven al desempeño de las funciones del Estado. Además, son bienes
del patrimonio estatal los asignados a la defensa nacional y a la seguridad y
el orden público, con independencia de su naturaleza, los que están sujetos a
un régimen especial según lo dispuesto en la legislación vigente (artículo 2,
apartado 2). En las disposiciones complementarias a este Decreto-Ley se es-
tablecerá el régimen de los bienes que se relacionan en los incisos a) y b) del
apartado anterior.
Según el artículo 3 del Derecto-Ley Nº 227, los bienes y derechos del patri-
monio estatal se adquieren por: a) título oneroso o gratuito a favor del Estado
cubano; b) comiso y decomiso; c) nacionalización; d) expropiación; e) confis-
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EL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL ECUADOR
Joffre Campaña Mora1
1. NOTA INTRODUCTORIA2
1
Catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad Espíritu Santo de Guayaquil. Director
General de Goberna y Derecho.
2
Para la elaboración de este trabajo ha sido de invaluable ayuda la participación del abogado Fe-
lipe Cabezas Klaere, especialmente en la búsqueda de casos judiciales que sustenten varias de las
3
Quien asumió el cargo el 15 de enero de 2007, por un periodo de 4 años. Sin embargo, luego de
la aprobación de la nueva Constitución, en 2008, la Asamblea Constituyente dispuso adelantar los
comicios para todas las dignidades del país. Tras esto, Rafael Correa asumió su segundo mandato el 10
de agosto de 2009, que concluye el 10 de agosto de 2013.
4
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
trescientos sesenta días, se aprueben otras, como por ejemplo, la ley que regule el funcionamiento de la
Corte Constitucional y los procedimientos de control de constitucionalidad, la ley que regule los recursos
hídricos, usos y aprovechamiento del agua, que incluirá los permisos de uso y aprovechamiento, actuales
y futuros, sus plazos, condiciones, mecanismos de revisión y auditoría, para asegurar la formalización y
la distribución equitativa de este patrimonio, la ley que regule la participación ciudadana, la ley de co-
municación, las leyes que regulen la educación, la educación superior, la cultura y el deporte, la ley que
regule el servicio público, la ley que regule la Defensoría Pública, las leyes que organicen los registros
de datos, en particular los registros civil, mercantil y de la propiedad, la ley que regule la descentraliza-
ción territorial de los distintos niveles de gobierno y el sistema de competencias, la ley penal y la ley de
procedimiento penal en materia militar y policial; la ley que regule la seguridad pública y del Estado.
8
Así por ejemplo, en los casos resueltos por la Corte Constitucional para el Periodo de Transición:
-
9
Pequeña ciudad de la provincia de Manabí, cuna de Eloy Alfaro, en la cual se reunió la Asamblea
Nacional Constituyente que preparó la Constitución que nos rige.
10
Con la llegada al poder del Ab. Jaime Roldós Aguilera, quien gobernó desde el 10 de agosto de
1979 hasta el 24 de mayo de 1981 en que falleció al estrellarse el avión en que viajaba.
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11
Disposición similar existía en la Constitución de 1998, pese a lo cual se ha reivindicado esta
norma como originaria de la Constitución de Montecristi, en una falacia que penosamente se observa
en la casi generalidad de jueces.
12
Como lo ha señalado en varias ocasiones el profesor Jaime Rodríguez Arana.
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13
derogatoria señaló: «Deróguense todas las disposiciones generales y especiales que se opongan a esta
Ley y de manera particular las siguientes: [...] 9. Las normas especiales de contratación pública que
contengan otras leyes».
14
señala: «Art. 283. Delegación a la economía social y solidaria y a la iniciativa privada.- La delegación
a la economía social y solidaria se realizará para promover la naturaleza social y solidaria del sistema
-
co corresponde a este sector de la economía y que se establezcan con claridad los mecanismos de soli-
daridad o redistribución correspondientes. Solo de manera excepcional los gobiernos autónomos des-
centralizados regionales, provinciales, metropolitanos y municipales, podrán delegar la prestación de
servicios públicos de su competencia a la iniciativa privada. Esta delegación se realizará mediante acto
normativo del órgano competente cuando el gobierno autónomo descentralizado respectivo no se en-
cuentre en capacidad técnica y económica de gestionar directamente un servicio público o en caso de
calamidad pública o desastre natural. La falta de capacidad técnica o económica para la gestión directa
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orgánicas; las leyes ordinarias; las normas regionales y las ordenanzas distri-
tales; los decretos y reglamentos; las ordenanzas; los acuerdos y las resolu-
ciones; y los demás actos y decisiones de los poderes públicos».
En caso de conflicto entre normas de distinta jerarquía, la Corte Constitucio-
nal, las juezas y jueces, autoridades administrativas y servidoras y servidores
públicos, lo resolverán mediante la aplicación de la norma jerárquica superior.
La jerarquía normativa considerará, en lo que corresponda, el principio de
competencia, en especial la titularidad de las competencias exclusivas de los
gobiernos autónomos descentralizados».
Adicionalmente, el Estatuto del Régimen Jurídico y Administrativo de la
Función Ejecutiva al regular el Registro Oficial, establece un sistema de fuentes
que es interesante considerar:
«Art. 215. Competencia. Sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 5
del Código Civil, el Registro Oficial tiene como atribución principal la de
publicar:
a) Las leyes expedidas por el Congreso Nacional y sancionadas por el
Presidente de la República o aquellas que se aprueben por el ministerio de la
ley, así como los decretos, acuerdos o resoluciones aprobados por el Congre-
so Nacional; no se publicarán en el Registro Oficial aquellas disposiciones
formalmente denominadas leyes que no hubieren sido sancionadas por el
Presidente de la República o deban entrar en vigor por el ministerio de la ley.
b) Los actos normativos expedidos por los órganos y entidades de las
funciones Legislativa, Ejecutiva o Judicial, el Tribunal Supremo Electoral,
incluyendo los respectivos reglamentos orgánicos –funcionales o aquellos
que sin tener la calidad reglamentaria deben ser conocidos por la nación
entera en virtud de su importancia política o por mandato expreso de una
ley–.
c) Las sentencias expedidas con ocasión de los recursos de casación por
la Corte Suprema de Justicia y las resoluciones del Pleno y salas del Tribunal
Constitucional que versen sobre los casos contemplados en el artículo 276 de
la Constitución Política de la República».
Destacan de una parte los decretos, acuerdos o resoluciones aprobados por
el H. Congreso Nacional, los actos normativos de las funciones Legislativa,
Ejecutiva y Judicial, así como del Tribunal Supremo Electoral, y los fallos de
casación, que en caso de ser reiterativos en tres ocasiones son de cumplimiento
obligatorio.
Por supuesto, el debate se centra en si efectivamente todas aquellas disposi-
ciones de inferior jerarquía que la Constitución y la ley pueden ser consideradas
fuentes del Derecho administrativo. En mi opinión sí, al tenor del reconoci-
miento expreso de su existencia en la propia Constitución. La particularidad
viene dada entonces no por su existencia sino por la materia que a través de
estas disposiciones puede regularse.
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Caso 280-06-1, fallo expedido el 21 de junio de 2011, magistrados Juan Gómez Franco, Fausto
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16
El resaltado es mío.
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4. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
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Sabido es que generalmente se piensa que las leyes aún pueden ser interpre-
tadas de acuerdo con las anacrónicas disposiciones del artículo 18 del Código
Civil. Aún en nuestras Universidades se enseñan de forma exegética estas re-
glas de interpretación, que constituyen el único referente obligatorio para los
jueces y abogados.
Sin embargo, si aceptamos que el nuevo valor fundamental que influye en la
interpretación de la ley es la Norma Constitucional, con sus propios mecanis-
mos de interpretación, no resulta difícil comprender que la interpretación cons-
titucional se convierte en factor fundamental para dilucidar tan grave dilema
que representa interpretar una ley.
En este sentido, han sido varios los esfuerzos desplegados en los últimos
tiempos y específicamente, con la expedición del Decreto Ejecutivo Nº 2824
que se publicó en el Registro Oficial Nº 623 de 22 de julio de 200217, en que se
optó por situar como referente máximo de la interpretación de la normativa le-
gal a la Constitución Política de la República.
Por ello, se señaló en el Decreto en mención que: «No cabe duda de que el
principal consenso de una sociedad es su Constitución, que no es otra cosa que
el instrumento jurídico que recoge los intereses de los diferentes actores socia-
les de un Estado. Resulta evidente que en la medida en que en un Estado se
respete ese consenso básico, se habrá dado un gran paso hacia el logro de la paz
social. Un Estado en el que no se respetan los consensos consagrados en la
Norma Fundamental no puede ser denominado de Derecho y en consecuencia
no ofrece las garantías para el recto desenvolvimiento de sus habitantes».
Al señalar que: «Nuestra Constitución y los derechos que ella reconoce, no
constituyen únicamente un conjunto de principios inspiradores del ordenamien-
to jurídico secundario, sino verdaderas normas jurídicas de aplicación inmedia-
ta y directa por parte de cualquier juez o tribunal», el Presidente de la Repúbli-
ca efectuó una valoración de especial trascendencia, señalando una nueva
concepción para hacer efectiva la función principal del Estado que consiste
precisamente en hacer respetar los derechos que la Constitución protege, tal
como lo señala la Norma Suprema, según el cual, «el más alto deber del Estado
consiste en respetar y hacer respetar los derechos humanos que garantiza esta
Constitución».
El reconocimiento expreso de esta nueva concepción permitió afirmar en el
Decreto Nº 2824 que «uno de los elementos en que se sustenta este consenso
básico es el de la supremacía de la Constitución previsto en el artículo 272,
según el cual esta prevalece sobre cualquier otra norma legal, lo que trae como
consecuencia que las disposiciones de leyes orgánicas y ordinarias, decretos-
leyes, decretos, estatutos, ordenanzas, reglamentos, resoluciones y otros actos
17
Que tuve la suerte de someter a consideración del entonces Presidente de la República, cuando
me desempeñé como su asesor jurídico externo.
519
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
18
Actuando como asesor jurídico externo de la Presidencia de la República diseñé el plan de for-
talecimiento de la seguridad jurídica en el país, el mismo que fue aprobado en todas sus partes por el
Presidente de la República.
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19
Ministerios de Estado y ha servido de modelo para importantes trabajos que en la actualidad realiza
la Comisión de Legislación del Congreso Nacional, tal cual consta por ejemplo de la reciente reco-
de 2004.
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Los actos así dictados se presumen legítimos y deben cumplirse desde que
se dicten y se notifiquen, salvo los casos de suspensión previstos en el Estatuto.
Los actos de la Administración Pública serán ejecutivos, salvo las excepciones
establecidas en el Estatuto y en la legislación vigente. Se entiende por ejecuti-
vidad la obligación que tienen los administrados de cumplir lo dispuesto en el
acto administrativo.
La Administración Pública Central e Institucional no puede iniciar ninguna
actuación material de ejecución de resoluciones que limite derechos de los par-
ticulares sin que previamente haya sido adoptada la resolución –acto adminis-
trativo– que le sirva de fundamento jurídico. El órgano que ordene un acto de
ejecución material de resoluciones estará obligado a notificar al particular inte-
resado la resolución que autorice la actuación administrativa. La Administra-
ción Pública, a través de sus órganos competentes en cada caso, podrá proceder,
previo apercibimiento, a la ejecución forzosa de los actos administrativos, salvo
en los supuestos en que se suspenda la ejecución de acuerdo con la ley, o cuan-
do la Constitución o la ley exijan la intervención de los tribunales para efectos
de dicha ejecución. La ejecución forzosa por la Administración Pública Central
se efectuará, respetando siempre el principio de proporcionalidad y por los me-
dios previstos en la ley. Si fueran varios los medios de ejecución admisibles se
elegirá el menos restrictivo de la libertad individual. Si fuese necesario entrar
en el domicilio del afectado, la Administración Pública deberá obtener el con-
sentimiento del mismo o, en su defecto, la oportuna autorización judicial. Si en
virtud de acto administrativo hubiera de satisfacerse cantidad de dinero, se se-
guirá el procedimiento coactivo previsto en el Código Tributario, salvo lo pre-
visto en leyes especiales.
Los actos administrativos que impongan una obligación personalísima de no
hacer o de soportar, podrán ser ejecutados por compulsión directa sobre las
personas en los casos en que la ley expresamente lo autorice y dentro siempre
del respeto debido a su dignidad y a los derechos reconocidos en la Constitu-
ción. Si tratándose de obligaciones personalísimas de hacer, no se realizase la
prestación, el obligado deberá resarcir los daños y perjuicios a cuya liquidación
y cobro se procederá en vía administrativa.
Son anulables los actos de la administración que incurran en cualquier in-
fracción del ordenamiento jurídico, incluso la desviación de poder. No obstan-
te, el defecto de forma solo determinará la anulabilidad cuando el acto carezca
de los requisitos formales indispensables para alcanzar su fin o dé lugar a la
indefensión de los interesados. La realización de actuaciones administrativas
fuera del tiempo establecido para ellas solo implicará la anulabilidad del acto
cuando así lo imponga la naturaleza del término o plazo, salvo que se hubiese
producido el silencio administrativo, en cuyo caso la actuación será nula de
pleno derecho.
Todos los actos administrativos expedidos por los órganos y entidades so-
metidos al Estatuto del Régimen Jurídico y Administrativo de la Función Eje-
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ministrativa aparece como una utopía que debe ser dejada de lado en la medida
que existan elementos operativos de racionalización del poder, en el entendido
de que un margen de discrecionalidad es inevitable en el diseño de la actividad
administrativa del Estado. Esta consideración, que constituye una nota explica-
tiva sobre la imposibilidad de que la ley contenga todas las posibilidades de la
actuación administrativa, está absolutamente relacionada con las denominadas
facultades implícitas, que recoge la legislación del Ecuador en el Estatuto del
Régimen Jurídico y Administrativo de la Función Ejecutiva, cuando señala que
«los órganos administrativos serán competentes para resolver todos los asuntos
y adoptar todas las medidas y decisiones que los consideren razonablemente
necesarios para cumplir con sus objetivos específicos determinados en la ley no
obstante que dichos asuntos, medidas y decisiones no hayan sido expresos y
detalladamente a ellos atribuidos».
Más adelante señala el decreto:
– Que la aceptación de la existencia de potestades y discrecionalidades exi-
ge determinar los límites de su aceptación, es decir, si el ordenamiento
estatal consciente en la existencia de facultades discrecionales, no puede
hacerlo de manera ilimitada, por ello es que se señala que deberán estable-
cerse al menos dos elementos primarios:
a) cuál es la realidad en que se presenta la actuación discrecional de la
administración o, lo que es lo mismo, cuáles son las necesidades del
Estado contemporáneo que deben responder a actuaciones discrecio-
nales, lo que nos llevará a la debatida cuestión de la discrecionalidad
técnica, que es donde hoy se concentra el debate acerca del control; y,
b) cuál es el ámbito de control de las actividades discrecionales, lo que
nos conducirá a la cuestión de la justificación de la decisión adminis-
trativa y a su necesaria administración.
Como se observa, de una parte se contempla la justificación de las actuacio-
nes discrecionales, en función de las necesidades del Estado contemporáneo, lo
que implica encausar a la discrecionalidad desde el punto de vista de las cues-
tiones técnicas; y de otra, la necesidad de que la actuación discrecional no que-
de exenta del control administrativo y judicial, a través de la revisión de
la motivación de la decisión, en concordancia y conforme a la previsión de la
Constitución que obliga a que (las resoluciones de los poderes públicos que
afecten a las personas deberán ser motivadas. No habrá tal motivación si en la
resolución no se enunciaren normas o principios jurídicos en que se hallen fun-
dados, y si no se explicare la pertinencia de su aplicación en los antecedentes de
hecho).
Frente a la concepción clásica del sistema de pesos y contrapesos como me-
canismo de control político entre diversos centros de poder, el decreto es cons-
ciente de su insuficiencia, por lo cual preparación de un reglamento de control
de discrecionalidad se torna en una necesidad. Así, el decreto señala «que el di-
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De Defensa, Sr. Javier Ponce Cevallos y del Interior, José Serrano Salgado.
24
Los hechos referidos en líneas anteriores han motivado que varias personas presenten una de-
manda en contra del Estado ecuatoriano con dos objetivos: el primero, el que se repare a los perjudica-
dos por tal abuso de poder; el segundo, que se siente un precedente para que nunca más un funcionario
público abuse del poder constitucionalmente conferido, por muy loables que puedan ser sus intencio-
nes. El juicio es el número 0164-2011 y se sustancia en el Tribunal Distrital de lo Contencioso Admi-
nistrativo de Portoviejo.
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desde el día siguiente a aquel en que adquiera firmeza la resolución por la que
se impone la sanción. Interrumpirá la prescripción la iniciación, con conoci-
miento del interesado, del procedimiento de ejecución, volviendo a transcurrir
el plazo si aquel está paralizado durante más de un mes por causa no imputable
al infractor».
Refiere también el Estatuto el caso de la concurrencia de infracciones: «Na-
die podrá ser sancionado por un hecho que haya sido sancionado penal o admi-
nistrativamente, en los casos en que exista identidad del sujeto, hecho y funda-
mento».
Establece también garantías especiales respecto del procedimiento: «1. El
ejercicio de la potestad sancionadora requerirá procedimiento legal establecido.
2. En ningún caso se podrá imponer una sanción sin que se haya tramitado el
necesario procedimiento».
Consagra los derechos de los presuntos responsables: «Los procedimientos
sancionadores garantizarán al presunto responsable los siguientes derechos: a
ser notificado de los hechos que se le imputen, de las infracciones que tales
hechos puedan constituir y de las sanciones que, en su caso, se les pudieran
imponer, así como de la identidad del instructor, de la autoridad competente
para imponer la sanción y de la norma que atribuya tal competencia; a formular
alegaciones y utilizar los medios de defensa admitidos por el ordenamiento ju-
rídico que resulten procedentes».
Se contempla la adopción de medidas de carácter provisional: «Cuando así
esté previsto en las normas que regulen los procedimientos sancionadores, se
podrá proceder mediante resolución motivada a la adopción de medidas de ca-
rácter provisional que aseguren la eficacia de la resolución final que pudiera
recaer». Se ratifica la presunción de inocencia prevista en la Constitución:
«1. Los procedimientos sancionadores respetarán la presunción de no existen-
cia de responsabilidad administrativa mientras no se demuestre lo contrario.
2. Los hechos declarados y probados por resoluciones judiciales penales firmes
deberán ser considerados por la Administración Pública Central respecto de los
procedimientos sancionadores que substancien. 3. Los hechos constatados por
funcionarios a los que se reconoce la condición de autoridad, y que se formali-
cen en documento público observando los requisitos legales pertinentes, ten-
drán valor probatorio sin perjuicio de las pruebas que en defensa de los respec-
tivos derechos o intereses puedan señalar o aportar los propios administrados.
4. Se practicarán de oficio o se admitirán a propuesta del presunto responsable
cuantas pruebas sean adecuadas para la determinación de hechos y posibles
responsabilidades. Solo podrán declararse improcedentes aquellas pruebas que
por su relación con los hechos no puedan alterar la resolución final a favor del
presunto responsable».
Se reitera la obligación constitucional de motivar las actuaciones públicas:
«1. La resolución que ponga fin al procedimiento habrá de ser motivada y re-
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8. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
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Of. 006-VPPAM-CGE-011 de 28 de junio de 2011, suscrito por una funcionaria de la Contralo-
ría General del Estado.
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Los conjueces que admitieron a trámite la acción signada con el Nº 480-10-2 fueron: el doctor
Mario Velásquez Saltos, el doctor Héctor Yerovi Kenide y el abogado César Bodero Rodas.
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Así, se ha denunciado los siguientes tratados: Tratado entre la República del Ecuador y Estados
Unidos de América, sobre promoción y protección de Inversiones, de fecha 27 de agosto de 1993;
Acuerdo entre la República del Ecuador y la Confederación Suiza, sobre la protección y el fomento de
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las Inversiones, de fecha 2 de mayo de 1968; Convenio entre la República del Ecuador y la República
de Venezuela, para la promoción y protección de recíprocas inversiones, de fecha 28 de noviembre de
1993; Convenio entre la República del Ecuador y la República de Chile para la promoción y protección
recíprocas de inversiones, de fecha 27 de octubre de 1993; Tratado entre la República del Ecuador y la
República Federal de Alemania, sobre fomento y recíproca protección de inversiones de capital, de
fecha 21 de marzo de 1996; Convenio entre la República del Ecuador y la República Francesa, para la
promoción y protección recíprocas, de fecha 7 de septiembre de 1994, etc.
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En cuanto a la forma de prestación, los artículos 315 y 316 disponen que «el
Estado constituirá empresas públicas para la gestión de sectores estratégicos, la
prestación de servicios públicos, el aprovechamiento sustentable de recursos
naturales o de bienes públicos y el desarrollo de otras actividades económicas.
Las empresas públicas estarán bajo la regulación y el control específico de los
organismos pertinentes, de acuerdo con la ley; funcionarán como sociedades de
derecho público, con personalidad jurídica, autonomía financiera, económica,
administrativa y de gestión, con altos parámetros de calidad y criterios empre-
sariales, económicos, sociales y ambientales[...]» y que «el Estado podrá dele-
gar la participación en los sectores estratégicos y servicios públicos a empresas
mixtas en las cuales tenga mayoría accionaria. La delegación se sujetará al in-
terés nacional y respetará los plazos y límites fijados en la ley para cada sector
estratégico. El Estado podrá, de forma excepcional, delegar a la iniciativa pri-
vada y a la economía popular y solidaria, el ejercicio de estas actividades, en los
casos que establezca la ley».
La Ley de Modernización del Estado, Privatizaciones y Prestación de Ser-
vicios por parte de la Iniciativa Privada regulaba los procesos de delegación
al sector privado de los servicios públicos y su privatización, estableciendo la
posibilidad de que el Estado delegue «[...] a empresas mixtas o privadas la
prestación de los servicios públicos de agua potable, riego, saneamiento,
fuerza eléctrica, telecomunicaciones, vialidad, facilidades portuarias, aero-
portuarias y ferroviarias, servicio postal u otras de naturaleza similar. La par-
ticipación de las empresas mixtas o privadas se hará mediante concesión,
asociación, capitalización, traspaso de la propiedad accionaria o cualquier
otra forma contractual o administrativa de acuerdo con la ley. El Estado cum-
plirá con su obligación de atender la educación y la salud pública de los ecua-
torianos conforme los mandatos de la Constitución y sin perjuicio de la acti-
vidad que, en dichas áreas, cumpla el sector privado. La exploración y
explotación de los recursos naturales no renovables cuya propiedad inaliena-
ble e imprescriptible pertenece al Estado, podrá hacerse a través de empresas
públicas, mixtas o privadas.
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des, serán siempre públicos y contarán con una adecuada promoción en los
medios nacionales de comunicación y el conocimiento por parte de los posi-
bles interesados de las especificaciones, modalidades, condiciones y caracte-
rísticas de la delegación, a fin de permitir la participación y competencia de
todos los interesados».
Esta ley, sin embargo, fue parcialmente derogada con la expedición de
la Ley Orgánica del Sistema Nacional de Contratación Pública, por lo que en la
actualidad no existe normativa aplicable al caso, salvo el Código Orgánico de
la producción, que si bien contempla la posibilidad de efectuar delegaciones al
sector privado, no ha establecido mecanismos para su realización.
Frente a la posibilidad de interrupción de los servicios públicos, no origi-
nada en situaciones eximentes de responsabilidad, la Constitución señala que
«las personas tienen derecho a disponer de bienes y servicios de óptima cali-
dad y a elegirlos con libertad, así como a una información precisa y no enga-
ñosa sobre su contenido y características. La ley establecerá los mecanismos
de control de calidad y los procedimientos de defensa de las consumidoras y
consumidores; y las sanciones por vulneración de estos derechos, la repara-
ción e indemnización por deficiencias, daños o mala calidad de bienes y ser-
vicios, y por la interrupción de los servicios públicos que no fuera ocasionada
por caso fortuito o fuerza mayor»; «las empresas, instituciones y organismos
que presten servicios públicos deberán incorporar sistemas de medición de
satisfacción de las personas usuarias y consumidoras, y poner en práctica
sistemas de atención y reparación. El Estado responderá civilmente por los
daños y perjuicios causados a las personas por negligencia y descuido en la
atención de los servicios públicos que estén a su cargo, y por la carencia de
servicios que hayan sido pagados, estableciendo además la responsabilidad
para las personas que los presten: «las personas o entidades que presten ser-
vicios públicos o que produzcan o comercialicen bienes de consumo, serán
responsables civil y penalmente por la deficiente prestación del servicio, por
la calidad defectuosa del producto, o cuando sus condiciones no estén de
acuerdo con la publicidad efectuada o con la descripción que incorpore. Las
personas serán responsables por la mala práctica en el ejercicio de su profe-
sión, arte u oficio, en especial aquella que ponga en riesgo la integridad o la
vida de las personas».
La Constitución consagra la gratuidad de ciertos servicios públicos, como
los de salud y educación y establece la acción de protección para proteger su
efectiva prestación: «la acción de protección tendrá por objeto el amparo direc-
to y eficaz de los derechos reconocidos en la Constitución, y podrá interponerse
cuando exista una vulneración de derechos constitucionales, por actos u omi-
siones de cualquier autoridad pública no judicial; contra políticas públicas
cuando supongan la privación del goce o ejercicio de los derechos constitucio-
nales; y cuando la violación proceda de una persona particular, si la violación
del derecho provoca daño grave, si presta servicios públicos impropios, si actúa
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28
Con anterioridad a la expedición de la reciente Constitución, en el caso signado con el Nº 355-
S-2004, el Juez Noveno de lo Civil de Guayaquil, dictó una resolución declarando con «lugar el Am-
paro Constitucional presentado y concede a la recurrida el plazo de 15 días para que restablezca la
prestación del servicio de agua potable a los recurrentes que ha sido, indebidamente, interrumpido». El
plazo se explica por la necesidad de ejecutar ciertas obras civiles y guarda concordancia con los nuevos
preceptos constitucionales.
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y regulación, quienes tengan intereses en las áreas que vayan a ser controladas
o reguladas o representen a terceros que los tengan. Las servidoras y servidores
públicos se abstendrán de actuar en los casos en que sus intereses entren en
conflicto con los del organismo o entidad en los que presten sus servicios».
Refiere también que «el ingreso al servicio público, el ascenso y la promo-
ción en la carrera administrativa se realizarán mediante concurso de méritos y
oposición, en la forma que determine la ley, con excepción de las servidoras y
servidores públicos de elección popular o de libre nombramiento y remoción.
Su inobservancia provocará la destitución de la autoridad nominadora».
Define además que «serán servidoras o servidores públicos todas las perso-
nas que en cualquier forma o a cualquier título trabajen, presten servicios o
ejerzan un cargo, función o dignidad dentro del sector público».
Finalmente, prohíben el nepotismo y el desempeño simultáneo de más de un
cargo público, a excepción de la docencia cuando el horario lo permite, y las
acciones de discriminación de cualquier tipo.
552
EL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL ECUADOR
miento por parte del Estado en todos sus niveles y por todas las personas
naturales o jurídicas en el territorio nacional. 3. El Estado garantizará la parti-
cipación activa y permanente de las personas, comunidades, pueblos y naciona-
lidades afectadas, en la planificación, ejecución y control de toda actividad que
genere impactos ambientales. 4. En caso de duda sobre el alcance de las dispo-
siciones legales en materia ambiental, estas se aplicarán en el sentido más favo-
rable a la protección de la naturaleza.
Define la responsabilidad por daños ambientales como objetiva. Dispone
que todo daño al ambiente, además de las sanciones correspondientes, «impli-
cará también la obligación de restaurar integralmente los ecosistemas e indem-
nizar a las personas y comunidades afectadas. Cada uno de los actores de los
procesos de producción, distribución, comercialización y uso de bienes o servi-
cios asumirá la responsabilidad directa de prevenir cualquier impacto ambien-
tal, de mitigar y reparar los daños que ha causado, y de mantener un sistema de
control ambiental permanente. Las acciones legales para perseguir y sancionar
por daños ambientales serán imprescriptibles».
Establece la consulta de forma previa a la toma de decisiones que puedan
afectar el medio ambiente: «Art. 398. Toda decisión o autorización estatal que
pueda afectar al ambiente deberá ser consultada a la comunidad, a la cual se
informará amplia y oportunamente. El sujeto consultante será el Estado. La ley
regulará la consulta previa, la participación ciudadana, los plazos, el sujeto con-
sultado y los criterios de valoración y de objeción sobre la actividad sometida a
consulta. El Estado valorará la opinión de la comunidad según los criterios es-
tablecidos en la ley y los instrumentos internacionales de derechos humanos. Si
del referido proceso de consulta resulta una oposición mayoritaria de la comu-
nidad respectiva, la decisión de ejecutar o no el proyecto será adoptada por re-
solución debidamente motivada de la instancia administrativa superior corres-
pondiente de acuerdo con la ley».
Asimismo, señala que:
«En caso de daños ambientales el Estado actuará de manera inmediata
y subsidiaria para garantizar la salud y la restauración de los ecosistemas.
Además de la sanción correspondiente, el Estado repetirá contra el opera-
dor de la actividad que produjera el daño las obligaciones que conlleve la
reparación integral, en las condiciones y con los procedimientos que la ley
establezca. La responsabilidad también recaerá sobre las servidoras o ser-
vidores responsables de realizar el control ambiental. Para garantizar el
derecho individual y colectivo a vivir en un ambiente sano y ecológica-
mente equilibrado, el Estado se compromete a: 1. Permitir a cualquier per-
sona natural o jurídica, colectividad o grupo humano, ejercer las acciones
legales y acudir a los órganos judiciales y administrativos, sin perjuicio de
su interés directo, para obtener de ellos la tutela efectiva en materia am-
biental, incluyendo la posibilidad de solicitar medidas cautelares que per-
mitan cesar la amenaza o el daño ambiental materia de litigio. La carga de
la prueba sobre la inexistencia de daño potencial o real recaerá sobre el
553
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
554
EL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL ECUADOR
se encuentren en las áreas cubiertas por las aguas del mar territorial y las zonas
marítimas; así como la biodiversidad y su patrimonio genético y el espectro
radioeléctrico. Estos bienes solo podrán ser explotados en estricto cumplimien-
to de los principios ambientales establecidos en la Constitución».
Es importante destacar que el artículo 407 ibidem, prohíbe la actividad ex-
tractiva de recursos no renovables en las áreas protegidas y en zonas declaradas
como intangibles, incluida la explotación forestal. Excepcionalmente dichos
recursos se podrán explotar a petición fundamentada de la Presidencia de la
República y previa declaratoria de interés nacional por parte de la Asamblea
Nacional, que, de estimarlo conveniente, podrá convocar a consulta popular.
La tendencia actual en el Ecuador es la de utilizar una nueva categoría para
incluir a los bienes del Estado, independientemente de su naturaleza: se trata de
los «recursos públicos». Así, la Ley Orgánica de la Contraloría General del
Estado señala en el artículo 3 que:
«Para efecto de esta Ley se entenderán por recursos públicos, todos los
bienes, fondos, títulos, acciones, participaciones, activos, rentas, utilidades,
excedentes, subvenciones y todos los derechos que pertenecen al Estado y a
sus instituciones, sea cual fuere la fuente de la que procedan, inclusive los
provenientes de préstamos, donaciones y entregas que, a cualquier otro títu-
lo, realicen a favor del Estado o de sus instituciones, personas naturales o
jurídicas u organismos nacionales o internacionales.
Los recursos públicos no pierden su calidad de tales al ser administrados
por corporaciones, fundaciones, sociedades civiles, compañías mercantiles y
otras entidades de derecho privado, cualquiera hubiere sido o fuere su ori-
gen, creación o constitución hasta tanto los títulos, acciones, participaciones
o derechos que representen ese patrimonio sean transferidos a personas na-
turales o personas jurídicas de derecho privado, de conformidad con la ley».
Los cambios y utilización poco adecuada del lenguaje jurídico en las diver-
sas disposiciones normativas han hecho difícil estructurar un esquema claro.
Incluso la vigencia de leyes especiales tales como el Código de Policía Maríti-
ma o la Ley de Pesca y Desarrollo Pesquero, utilizan expresiones poco felices,
mezclando conceptos e instituciones. No se diga de disposiciones más recientes
especialmente en los regímenes pesquero, eléctrico y petrolero.
Por otra parte, el Código Civil define como bienes nacionales aquellos cuyo
dominio pertenece a la Nación toda. Si además su uso pertenece a todos los
habitantes de la Nación, como el de las calles, plazas, puentes y caminos, el mar
adyacente y sus playas, se llaman bienes nacionales de uso público o bienes
públicos. Asimismo, los nevados perpetuos y las zonas de territorio situadas a
más de 4.500 metros de altura sobre el nivel del mar. Los bienes nacionales
cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes se llaman bienes del Esta-
do o bienes fiscales.
Son bienes del Estado, todas las tierras que, estando situadas dentro de los
límites territoriales, carecen de otro dueño. Las plataformas o zócalos submari-
555
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
556
EL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL ECUADOR
557
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
Henry Alexander Mejía1
1
Doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Barcelona, profesor titular de Derecho
Administrativo y Derecho Constitucional en la Facultad de Jurisprudencia y Ciencias Sociales, de la
Universidad de El Salvador, y Director del Departamento de Derecho Público de dicha Facultad.
Miembro del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo.
559
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
2
RODRÍGUEZ RUÍZ, N. (p), Historia de las Instituciones jurídicas salvadoreñas, Publicación de la
Corte Suprema de Justicia, San Salvador, 2006, pp. 51 y ss. En igual sentido FORTÍN MAGAÑA, R.,
Constituciones Iberoamericanas, El Salvador, Universidad Nacional Autónoma de México, México
DF, 2005.
3
Vid. MÉNDEZ, J. M., El Constitucionalismo y la vida Institucional centroamericana, Ponencia en
el marco del Seminario de historia contemporánea de Centro América, Editorial Universitaria, El Sal-
vador, 1960, p. 9.
560
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
561
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4
El principio de legalidad constituye uno de los pilares del sistema liberal democrático, intro-
XVIII, consistía en establecer la idea según
propósito era oponerse al régimen absolutista donde no estaba sujeto limitaciones en el ejercicio del
poder. Es así que prescribió la Constitución francesa de 1791 según la cual «no existe autoridad
superior a la de ley. El rey no reina más que por ella, y solo en nombre de la ley puede exigir obe-
diencia». De igual manera, la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, sos-
tuvo en el art. 5 «todo lo que no está prohibido por la ley no puede ser impedido y nadie puede ser
forzado a hacer lo que ella no ordena». Desde entonces los funcionarios actuaban en el ejercicio de
sus potestades, siempre que la ley no se los prohibiera. A este sistema se le llamó «sistema de vin-
-
ción austriaca de 1920, donde dispuso en su art. 18 que la Administración no puede actuar, sino
sobre el fundamento de una disposición de la ley que establecía una atribución precedente. Esto hace
más rígido el accionar de los gobernantes, dado que no podrán actuar si la ley no lo permite, es decir,
todo lo que no está permitido se les es prohibido, distinto al anterior sistema, según el cual los fun-
cionarios podían actuar si la ley no se lo prohibía; este sistema se llama «sistema de vinculación
positiva», que es el que rige en el ordenamiento salvadoreño. Sobre un amplio desarrollo del tema,
vid. por todos: GARCÍA DE ENTERRÍA, E., y RAMÓN FERNÁNDEZ, T., Curso de Derecho administrativo,
Vol. 2, octava edición, Madrid: Civitas, 1998, pp. 423 y ss.
562
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
5
Así lo ha manifestado la SCA en reiterada jurisprudencia, para mencionar alguna. Vid. la Sen-
tencia del 29 de febrero de 2008, ref. 30-2005.
6
Vid. en la doctrina salvadoreña a SORIANO, S., La constitucionalización de las fuentes del Dere-
cho salvadoreño, en AA.VV., «Teoría de la Constitución Salvadoreña», Publicación de la CSJ, en
Derecho administrativo vid. MENA GUERRA, R., Una aproximación a las fuentes del Derecho adminis-
trativo: desde la óptica del ordenamiento salvadoreño, San Salvador: Editorial Guanaxia-Centro de
Estudios Jurídicos, 2009.
7
contravengan la Constitución salvadoreña, y el art. 149 de la misma le otorga la potestad a los jueces
de declarar inaplicables aquellos tratados que tengan disposiciones contrarias al texto constitucional.
8
una declaración de la voluntad soberana que,
manifestada en la forma prescrita en la Constitución, manda prohíbe o permite».
563
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Interno del Órgano Ejecutivo (art. 167.1). Posteriormente están las ordenan-
zas, que son dictadas por los Concejos Municipales para normar aspectos pro-
pios de sus competencias según prescriben los arts. 204.4 de la Constitución y
4 del Código Municipal.
Asimismo el ordenamiento salvadoreño reconoce a la costumbre como
fuente del Derecho, solo cuando la Ley se remita a ella según prescribe el art. 2
del Código Civil, y pese a que algunos ordenamientos se remiten a ella9, esta ha
quedado en desuso por la poca sistematización de la misma conllevado a su
nula aplicación. Por otra parte, se reconoce un valor y una función elemental a
la jurisprudencia, emanada de la SCA y de la Sala de lo Constitucional (en ade-
lante SC), en la construcción y desarrollo del Derecho administrativo salvado-
reño por la labor pretoriana que realiza fundamentalmente la SCA, teniendo el
carácter de fuentes subsidiarias en el sistema de fuentes formales en el orden
salvadoreño.
9
La Ley General Marítimo-Portuaria en los arts. 145, 147 y 156 expresa remisiones a la costum-
bre, en cuanto a los contratos de carga y transporte de personas. En igual sentido el art. 5 de la Ley
Orgánica de Aeronáutica Civil.
564
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
565
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La descentralización institucional
Este tipo de descentralización se manifiesta por medio de las Instituciones
Oficiales Autónomas, las cuales son creadas en virtud del art. 225 de la Consti-
tución, donde el Estado aparta de la masa patrimonial de la Hacienda Pública
para constituir una entidad con patrimonio específico y con personalidad jurídi-
ca propia, distinta a la del Estado. Son entes creados y extintos en virtud de la
566
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
ley formal, lo cual puede ser a iniciativa del Presidente de la República. Son
entidades con autonomía administrativa, lo cual las hace independientes del
Órgano Ejecutivo, tienen un presupuesto especial y su propio sistema de salario
aprobado por el Órgano Legislativo (art. 227).
No todos los entes de este tipo tienen el mismo nivel de autonomía admi-
nistrativa y financiera, ya que la gran mayoría el director o el presidente que
preside dicha institución, son nombrados por el Presidente de la República,
tales como: Asociación de Acueductos y Alcantarillados, el Instituto Salvado-
reño del Seguro Social, la Comisión Hidroeléctrica del río Lempa, el Fondo
Social para la Vivienda, el Fondo Nacional para la Vivienda Popular, la Comi-
sión Ejecutiva Portuaria Autónoma y las diferentes Superintendencias que
fueron creadas en virtud de los cambios impulsados por la privatización de los
servicios públicos, como los entes regulados de las entidades prestatarias de
tales servicios, tales como la Superintendencia de Competencia, la Superinten-
dencia de Electricidad y Telecomunicaciones y la Defensoría de Protección al
Consumidor, entre otras.
Dentro de las anteriores entidades autónomas se exceptúa la Universidad de
El Salvador, cuyo rector y demás autoridades son electos, según la normativa
interna de la Universidad, no teniendo injerencia sobre la política educativa de
educación superior el Órgano Ejecutivo, salvo en materia presupuestaria que de-
pende del ramo de educación como todas las instituciones oficiales autónomas.
567
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
568
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
569
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
10
La expresión de acto administrativo surgió después de la Revolución Francesa. No obstante,
expresión de acto administrativo es la ley francesa del 16 de agosto de 1790 que prohibía a los tribunales
judiciales el conocimiento de operaciones de los órganos administrativos. La misma prohibición se
instauró en la ley de 16 Fructidor del año III relativa a los actos de la Administración de cualquier espe-
cie. Vid. DIEZ, M. M., Manual de Derecho Administrativo, t. 1, Plus Ultra, Buenos Aires, 1980, p. 172.
11
han destacado en la ciencia del Derecho administrativo desde el siglo pasado Alemania, Francia, Italia
y España, en América Latina, tenemos Argentina, Colombia, México, Venezuela y Costa Rica, como
citaremos en el desarrollo de nuestro trabajo, Vid.: BOQUERA OLIVER, J. M., Estudios sobre el acto ad-
ministrativo, Civitas, Madrid. 1993, pp. 16 y ss.; COCUELLA MONTANER, L., Curso de Derecho Admi-
nistrativa, Vol. 1, Civitas, Madrid 1999, pp. 345 y ss.; DELGADILLO, GUTIERREZ, L. H., Elementos de
Derecho Administrativo, Primer Curso, Limusa Editores, México, 1998, pp. 167 y ss.; DROMI, R., El
acto administrativo, Ediciones, Buenos Aires, 1997, pp. 16 y ss.; ENTRENA CUESTA, R., Curso de Dere-
cho Administrativo, Vol. 1, Tecnos Madrid, 1999, pp. 171 y ss.; y GUAITA, A., El concepto de Acto
Administrativo, en «REDA», nº 24, p. 1; PARADA VASQUEZ, R., Derecho Administrativo, Parte Gene-
ral, Marcial Pons, 1999, pp. 92 y ss.
12
El concepto surge en Francia, como manifestación del principio de separación de poderes entre
la Administración y Justicia, en virtud de que se trataba de un acto jurídico exento de poder jurisdic-
cional del juez en cuanto el producto de la autoridad administrativa y es por ello, sometido al control
Vid. GARCIA DE ENTERRÍA,
E., Curso de Derecho administrativo, Vol. 1, Civitas, Madrid, 1997, p. 534.
13
GAMERO CASADO, E. y FERNADEZ RAMOS, S., Manual de Derecho Administrativo, cuarta edición,
Tecnos, Madrid, 2007, pp. 359 y ss.
14
Citado por CALDERÓN MORALES, H. H., Manual de derecho administrativo: una perspectiva de
Guatemala y España, en AA. VV., «Los Recursos Administrativos en Guatemala» Manuel Ballbé y
570
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
571
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
18
Vid. al respecto la auto Interlocutoria de la SCA, del 22 de mayo de 2000, ref. 230-C-2002.
572
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
19
decisión al interesado en el plazo de sesenta días, contados desde la fecha de presentación de la solici-
ha sido negada, cuando la demanda se base en esta disposición, la revisión judicial se contrae a con-
frontar el acto desestimatorio presunto, con las razones –de hecho y de derecho– por las cuales el de-
mandante considera que lo solicitado le ha sido ilegalmente denegado. Vid. Sentencia de SCA, ref. del
8 de septiembre de 2003, ref. 136-P-2002.
20
GAMERO CASADO, E., op. cit., pp. 112-113, sostiene que en la doctrina salvadoreña, los actos
administrativos tienen en algunas ocasiones efectos retroactivos en los casos siguientes: 1) actos que
se dicten en sustitución de otros que hayan sido anulados y 2) actos que produzcan efectos favorables
y no lesionen derechos de terceros. Esto está consonancia con el art. 21 de nuestra Constitución que se
573
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
21
Vid. GORDILLO, A., Tratado de Derecho Administrativo, Volumen III, octava edición, Depalma,
Buenos Aires, 2003, pp. 2 y ss.
22
Sentencia de la SCA, del 12 octubre de 2003, ref. 113-R-99.
23
La SC, en Sentencia de Amparo del 27 de noviembre de 2003, ref. 421-2002, estableció que
dependiendo de la incidencia de los actos administrativos en la esfera jurídica de un particular, aquellos
pueden bifurcarse en actos favorables, cuando declaran, reconocen o amplían la esfera jurídica del
particular; y actos desfavorables o de gravamen, cuando inciden privando o restringiendo derechos o
intereses jurídicamente protegidos, o colocan al particular en situación de desventaja. La primera clase
interpone o se interpone fuera del plazo; cuando de acuerdo a la ley no admiten recurso y no se ejerce
la acción contenciosa dentro del plazo legal de sesenta días; o cuando habiendo hecho uso del recurso
574
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
administrativo, una vez resuelto, no se ejercita la acción contenciosa en dicho plazo. Vid. Sentencia de
la SCA, de 2 mayo de 2005, ref. 127-G-2002.
25
Sobre este tema es la doctrina argentina quien ha tratado ampliamente el tema Vid. por todos a:
AA.VV., Manual de Derecho Administrativo, Ismael Farrando (h) y Patricia R. Martínez (Directores),
Depalma, Buenos Aires, 2000, pp. 227 y ss.
26
CALDERÓN MORALES, H. H., op. cit
ha cumplido con todas las formalidades del procedimiento administrativo y los requisitos de fondo y
de forma que señala la ley, se produce el acto que se presume legítimo y comienza a producir efectos
27
28
PÉREZ DAYAN, A., Teoría General del Acto Administrativo, Porrrúa Pérez, México, 2006, p. 62.
575
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
del cumplimiento del fin propuesto del acto dictado, y consecuentemente resul-
tando contraproducente al interés general.
Aspectos básicos
29
FRAGA, G., Derecho Administrativo, edición vigésimocuarta, Ed. Porrúa Pérez, México, 1985,
pp. 404 y ss.
576
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
administrativa una revisión del propio acto, a fin de que dicha autoridad lo
revoque, lo anule o lo reforme en caso de encontrar la ilegalidad del mismo»30.
La jurisprudencia de la SCA31, en cuanto a la naturaleza jurídica de los re-
cursos, la ha fijado desde una doble perspectiva: como garantía para el adminis-
trado, en virtud de estar afectados por actos de la Administración, en la medida
que les asegura la posibilidad de reaccionar ante ellas, y eventualmente de eli-
minar el perjuicio; asimismo, representan la oportunidad para la propia Admi-
nistración de corregir sus actos. El otro matiz de la SCA, es que constituye un
medio para el ejercicio del derecho de defensa que establece la ley a favor del
administrado, para deducir ante un órgano administrativo una pretensión de
modificación o revocación de un acto administrativo dictado por ese órgano o
por un inferior jerárquico.
30
De la misma manera, la SCA ha manifestado que los recursos administrativos son la vía por la
que se reputa ilegal. Vid. Sentencia del 22 de enero de 1998, ref. 27-T-97.
31
Vid. Sentencia del 22 de enero de 1998, ref. 38-F-97.
32
Vid. GARCÍA DE ENTERRÍA, E. y RAMÓN FERNÁNDEZ, T., Curso de Derecho administrativo II, oc-
tava edición, Civitas, Madrid, 1998, pp. 517 y ss.
577
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
33
Sobre la teoría del interés legítimo, puede verse la sentencia del 24 de marzo de 1998, ref., 106-
M-95.
578
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
34
Como paradigma a seguir, la Ley española 30/1992 del Régimen Jurídico de las Administracio-
nes Públicas y del Procedimiento Común, estipula de forma expresa en el art. 111 que los recursos
administrativos pueden suspender la ejecución del acto recurrido, cuando concurra algunas de las si-
guientes circunstancias: a) que la ejecución pudiera causar perjuicios de imposible o difícil reparación,
b) que la impugnación se fundamente en una de las causas de nulidad de pleno derecho.
35
El recurso de revisión que estipula la LACAP, en el art. 77 establece quince días para que se resuel-
va, de no ser así, da como resultado el silencio administrativo de carácter positivo a favor del peticionario.
36
Al respecto sobre las nulidades vid. GAMERO CASADO, E., Derecho administrativo, en la mono-
grafía «El acto administrativo», Publicación del Consejo Nacional de la Judicatura y de la Escuela de
Capacitación Judicial, San Salvador, 2001, pp. 81 y ss. En la jurisprudencia salvadoreña puede consul-
tarse la sentencia de la SCA pronunciada el 20 de junio de 2005, ref., 87-V-02, donde establece la
forma en que pueden impugnarse actos administrativos nulos de pleno derecho.
579
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
mento del acto administrativo que, como tal, condiciona su validez37. Además,
la motivación de la resolución le sirve a la Administración para reafirmar ante
el recurrente, que sus actos se encuentran apegados al principio de legalidad, y
le garantiza el derecho de defensa, ya que el administrado puede controvertir
los argumentos jurídicos plasmados en la resolución de parte de la Administra-
ción, cuando plantee el recurso administrativo ante el superior jerárquico.
Por otra parte, al resolver el recurso, el administrado no puede ser desmejo-
rado en el acervo de sus derechos o intereses legítimos, de una forma más gra-
vosa en relación a la resolución que recurre. Así por ejemplo, si una persona
pide la ilegalidad de una sanción administrativa de suspensión del cargo sin
goce de sueldo, no puede el órgano superior modificar la resolución imponién-
dole la sanción de destitución, aun encontrando razones de mérito, por tanto
queda proscrita la reformatio in peius.
37
Vid. al respecto Sentencia del 20 de marzo de 98, ref. 75-A-95.
38
SANTAMARÍA PASTOR, J. A., Principios de Derecho Administrativo, Vol. II, 2ª edición, Centro de
Estudios Ramón Aceres, S.A., Madrid, 2000, pp. 55-56.
39
SANTOFINIO GAMBOA, J. O., sostiene que el proceso de creación de las leyes de procedimientos
administrativos lo inició Austria como primer país europeo que estableció un régimen sistemático de
procedimientos administrativos, por medio de la Ley de 21 de julio de de 1925, esto como fruto de la
-
Congreso Federal expidió en 1946 la Federal Administrative Act, aplicable a las Agencias Federales
de procedimientos Administrativos (Tratado de Derecho Administrativo, Tomo II, 4ª edición, Univer-
sidad Externado de Colombia, Bogotá, 2004, p. 174). Por otra parte, además, el ordenamiento español
580
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
la ordenación legal de los procedimientos administrativos. A partir del 19 de octubre de 1889 se pro-
mulgó su primera Ley de Bases de Procedimientos Administrativos (conocida como Ley de Azcárate
obligaba al Ministerio a crear sus propios reglamentos. Luego, en 1958, se crea una Ley de Procedi-
miento Administrativo; era mucho más completa, reguló todos los aspectos generales de los procedi-
mientos; sin embargo subsistían otros procedimientos sectoriales que llegaron a desplazar a dicha Ley.
Hasta llegar a la actual Ley 30/1992 del Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Común. Véase por todos: GARCÍA DE ENTERRÍA, E., RAMÓN FERNÁNDEZ, T., Curso de
Derecho Administrativo II, 5ª edición, Civitas, Madrid, 1998, pp. 439-450.
40
No obstante, al legislador salvadoreño solamente le ha interesado crear una ley para uniformar
los Procedimientos que se llevan a cabo ante los Registros Públicos en nuestro país. Nos referimos a
La Ley de Procedimientos Uniformes para la Presentación, Trámite y Registro o Depósito de Instru-
mentos en los Registros de la Propiedad Raíz e Hipotecas, Social de Inmuebles, de Comercio y de la
Propiedad Intelectual, vigente desde de junio de 2004.
41
La SC está sujeta a su conocimiento: el enjuiciamiento de los actos administrativos que, en un
momento determinado, vulneran un Derecho consagrado en la Constitución salvadoreña.
42
Al respecto vid. -
ñol: AGÚNDEZ FERNÁNDEZ, A., Las Administraciones Públicas y el Procedimiento Común: Ley
, Granada, 2ª edición, 1999; GARRIDO FALLA, F.,
y FERNÁNDEZ PASTRANA, J. M., Régimen Jurídico y Procedimiento de las Administraciones Públi-
cas (un estudio de la Ley 30/1992), Madrid, 3ª edición, 2000; GONZÁLEZ PÉREZ, J., y GONZÁLEZ
NAVARRO, F., Comentarios a la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento común (Ley 30/1992, de 26 de noviembre), Madrid 2ª edición, 1999; LEGUINA VI-
LLA, J., y SÁNCHEZ MORÓN, M., La nueva Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públi-
cas y del Procedimiento Común, Madrid, 1993; LÓPEZ NIETO Y MALLO, El Procedimiento adminis-
trativo de las Administraciones Públicas, Pamplona, 1993; PARADA VÁSQUEZ, R., Régimen Jurídico
de las Administraciones Públicas y del procedimiento común (Estudio comentario, texto de la Ley
30/1992 de 26 de noviembre), Madrid, 2ª edición, 1999. En la doctrina latinoamericana los Manua-
-
cionar algunos autores: COMADIRA, J. R., Derecho Administrativo, Buenos Aires, Abeledo-Perrot,
1996; GORDILLO, A., Tratado de derecho administrativo, Buenos Aires, Fundación de derecho ad-
ministrativo, 1998-2000; RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ, L., Curso de Derecho Administrativo, Santa Fe de
Bogotá, Temis, 1995.
43
RACIONERO CARMONA, F., Temas de Derecho Administrativo I, Texto de Apoyo 3, Publicación
del Consejo Nacional de la Judicatura y Escuela de Capacitación Judicial, San Salvador, 2004, p. 64.
581
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
44
CASSAGNE, J. C., Derecho Administrativo I, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1997, p. 216.
45
de producción del acto administrativo, de emanar al mundo jurídico, constituye un elemento formal del
acto, y por consiguiente condiciona su validez. En este sentido, puede verse la Sentencia de la SCA
del 20 de marzo de 1998, ref. 75-A-95.
46
La nota escrita por el otrora ministro de Justicia Dr. Rubén Hernández Valiente, dirigida a la
Presidencia de la República solicitándole iniciativa de ley del Proyecto de Ley de Procedimientos Ad-
ministrativos, manifestó en libelo de la nota «que lo que se pretende conseguir es un doble orden de
objetivos. En primer lugar se pretende agilizar el desarrollo de los procedimientos administrativos para
una mayor realización de las pautas de actuación de la Administración, en orden al cumplimiento de los
582
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
583
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
47
El art. 5 de la Ley de Ética Gubernamental letra «G» estipula de manera literal: «Deber de ex-
-
perior, quien resolverá sobre el punto y en su caso designará un sustituto».
584
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
acceso al expediente terceras personas que pueden verse afectadas por el acto
administrativo, como ocurre en el procedimiento donde el Ministerio de Medio
Ambiente y Recursos Naturales, de acuerdo a la Ley de Medio Ambiente arts. 25
y ss., se somete a consulta pública el expediente en torno al Estudio de Impacto
ambiental. En un segundo supuesto que la decisión administrativa en sí, pueda
afectar derechos o intereses legítimos de otras personas, tales como otorga-
miento de plazas para entrar a la carrera administrativa. Para que sea conside-
rado como tal, debe intervenir en el procedimiento de manera personal, o por
medio de apoderado.
585
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
48
Sobre este tema, véase autointerlocutoria de la SCA, ref. 80-P-98.
586
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
Principio de legalidad
Este principio es regulado por el art. 86 de la Constitución en relación al
art. 15, de la misma Constitución, el cual consiste en que los poderes públicos
están sujetos a la misma Constitución y a las leyes, por lo que toda sanción no
puede ser aplicada por la Administración si no es de conformidad a las compe-
tencias que le prescriban las normas jurídicas habilitantes. No puede la Admi-
nistración establecer sanciones administrativas, sino es que la ley las haya pres-
crito con anterioridad.
Sobre este principio, la SC sostiene que el principio de legalidad asegura a
los destinatarios de la ley que sus conductas no pueden ser castigadas, sino en
49
Al respecto, en general, de la potestad sancionadora de la Administración Pública Vid. NIETO,
A., Derecho administrativo sancionador, edición totalmente reformada, Tecnos, 2005; PARADA VÁS-
QUEZ, R., El poder sancionador de la Administración y la crisis del sistema judicial penal, en Revista
de Administración Pública, núm. 67, 1972, pp. 41 y ss.; SANTAMARÍA PASTOR, J. A., Principios de De-
recho Administrativo, Volumen II, 2ª edición, Editorial Centro de Estudios Ramón Areces, S.A., Ma-
drid, 2000, pp. 367 y ss.
587
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
50
Sentencia del TC 127/1990.
51
La SC, en sentencia de Inconstitucionalidad, del veintitrés de marzo de 2001, ref. 8-97 Acu-
mulados, declaró inconstitucional las disposiciones sancionatorias donde se podrían disolver una
moral. Por constituir conceptos jurídicos indeterminados, y efecto contrario al Derecho constitucio-
nal a la seguridad jurídica. Además, la Sentencia de la SCA, del veintiuno de dos mil nueve, ref. 281-
C-2002.
52
Así lo ha establecido la Sentencia de la SCA, del siete de julio de 2005, ref. 333-C-2004.
588
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
Principio de irretroactividad
Este principio manda de que solo podrán ser de aplicación las leyes sancio-
nadoras vigentes en el momento de cometerse la infracción, constituye al igual
que el principio de legalidad, es una expresión del Derecho a la seguridad jurí-
dica dentro de cualquier Estado de Derecho. Adecuando el art. 21 de nuestra
Constitución, al ámbito de nuestro estudio se podrán sancionar infracciones
administrativas delimitadas por ley anterior a su comisión y dichas disposicio-
nes no se aplicarán con efecto retroactivo, salvo que favorezca al presunto in-
fractor. La irretroactividad no es aplicable en nuestro ordenamiento jurídico al
campo procesal, por lo cual se aplicará el procedimiento sancionador vigente
con el que inició la Administración al momento de cometer la infracción; en
consecuencia con él tendrá que terminarse. Asimismo, se establece la posibili-
dad de la retroactividad de las normas sancionadoras, si favorecen al presunto
infractor. Esto a nuestro juicio debería proscribirse en infracciones ambientales
muy graves, en virtud de las consecuencias de los daños ambientales, por lo
menos no deben de exonerar el resarcimiento de los daños y perjuicios ambien-
tales, por los intereses de incidencia colectiva que están de por medio.
Principio de culpabilidad
En lo que atañe a la responsabilidad o culpabilidad en materia de sanciones
administrativas nuestro marco constitucional recoge principios y limitaciones
aplicables a la potestad sancionatoria, destacándose el establecido en el art. 12
de la Constitución. Según el cual: «toda persona a quien se le impute un delito
se presumirá inocente mientras no se pruebe su culpabilidad conforme a la ley
y mediante juicio público». Tal principio, garante de la presunción de inocen-
cia, excluye la posibilidad de imponer sanciones sobre la base en criterios de
responsabilidad objetiva, es decir, prescindiendo de la existencia de dolo y cul-
pa (nulla poena sine culpa).
La SCA, en este sentido, ha sido categórica en manifestar conforme el «prin-
cipio de culpabilidad» en materia administrativa sancionadora supone que solo
será sancionable si la acción ha sido realizada a título de dolo o culpa, además
53
Vid. Sentencia de Inconstitucionalidad del once de noviembre de 2003, ref. 16-2001.
589
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
debe de mostrarse el nexo de culpabilidad (un ligamen del autor del hecho y el
resultado) como requisito sine quo non para la configuración de la conducta
sancionable. En consecuencia no podrá sancionarse, ante una trasgresión de un
precepto administrativo conforme a los criterios de la responsabilidad objetiva,
únicamente si ha existido negligencia o imprudencia del sujeto54. En otras pala-
bras, cuando se trata de una relación jurídica exclusivamente entre el adminis-
trado y la autoridad administrativa, para la imposición de sanciones es necesa-
rio establecer la culpabilidad antes de determinar la responsabilidad. En efecto,
en todo ordenamiento sancionador rige el criterio de que la responsabilidad
puede ser exigida solo si en el comportamiento del agente se aprecia la existen-
cia de dolo o culpa.
Principio de proporcionalidad
El principio de proporcionalidad exige que en las intervenciones del Estado
en la esfera privada, defendida por los derechos fundamentales, los medios uti-
lizados se mantengan en proporción adecuada a los fines perseguidos. La pro-
porcionalidad de una regulación o acto ha de establecerse, pues, con referencia
al objeto de protección y ordenación intentado en cada supuesto, con referen-
cia al derecho fundamental que resulte o pudiere resultar lesionado.
Es de aclarar sobre tal principio –tal como lo advierte la doctrina penal–, que
su delimitación no es fácil, en tanto que debe distinguirse previamente entre
conceptos jurídicos indeterminados y discrecionalidad. Por una parte, la pro-
porcionalidad es un concepto jurídico indeterminado que no atribuye discrecio-
nalidad al órgano que debe observarla, sino que le obliga a encontrar una única
solución justa, aunque al mismo tiempo, en la concreción del concepto según
las circunstancias particulares del caso, haya de otorgarse a los órganos un cier-
to margen de apreciación55.
Por otro lado, el ejercicio de potestades discrecionales no conduce a una
absoluta libertad de actuación, pues en el Estado de Derecho ha ido cobrando
fuerza la idea de que la discrecionalidad posee ciertos elementos reglados que
restringen la libertad del órgano actuante, entre los que se encuentra la propor-
cionalidad del medio para la consecución del fin.
El principio de prescripción
El orden administrativo sancionador tiene aplicación el instituto de la «pres-
cripción de las infracciones administrativas» para excluir la posibilidad, de una
indefinida persecutoria de las infracciones por parte de la Administración. Así,
el Estado, ante poderosas razones jurídicas y de utilidad social basadas en los
54
Vid. Sentencias de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del veintisiete de febrero de 1998.
Ref. 8 CH-92, Sentencia del veinticuatro de febrero de 1998, Ref. 29-G-91 y Sentencia del veinticuatro
de febrero de 1998. Ref. 36-G-95.
55
Vid. Sentencia de Inconstitucionalidad del once de noviembre de 2003, ref. 16-2001.
590
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
efectos que produce el paso del tiempo –que van desde la disminución del inte-
rés represivo hasta el desaparecimiento de la adecuación entre el hecho y la
sanción como consecuencia de las modificaciones acaecidas por el transcurso
del tiempo–, renuncia a ejercitar el ius puniendi que le corresponde al declarar
extinta la responsabilidad administrativa.
Además, la necesidad de la prescripción como causal de extensión de las
infracciones administrativas obedece al principio de seguridad jurídica confi-
gurado constitucionalmente, pues es evidente que el reproche sancionador no
puede venir a exigirse siempre56. Lastimosamente, el orden jurídico administra-
tivo ambiental salvadoreño –como en general–, no establece un régimen de
prescripción de las infracciones, lo cual todavía mantienen resabios propios
de regímenes antidemocráticos, aspectos contrarios al Derecho Constitucio-
nal de la seguridad jurídica.
Aunque no hay ningún inconveniente que pueda aplicarse el régimen de las
prescripciones establecidas en nuestro Código Penal. Pero para ello, será la ju-
risprudencia la que tendría que establecer el matiz de su aplicación en el ámbi-
to del Derecho administrativo sancionador, algo que en la actualidad no está
definido por ella, por tanto en este sentido existe una clara violación a dicho
principio.
56
Vid. Sentencia de Inconstitucionalidad del 11 de noviembre de 2003, ref. 16-2001.
57
La teoría de la sujeción especial estatuye que es posible sancionar, en virtud del poder discipli-
nario de la Administración por el mismo sujeto-hecho, pero con diferente fundamento, por ejemplo
puede sancionarse penalmente a un policía por daños a bienes de la institución y disciplinariamente por
infracción grave a la Ley Orgánica de la Policía. Vid. GARCÍA DE ENTERRÍA, E. y RAMÓN FERNÁNDEZ, T.,
Curso de Derecho Administrativo II, 5ª edición, Civitas, Madrid, 1998, pp. 179 y ss.
591
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
6. CONTRATACIÓN ADMINISTRATIVA
Pese que desde las Constitución de 1886 (art. 131), estipulaba que todo con-
trato que realizara el Poder Ejecutivo con fondos públicos debía someterse a
licitación pública, los órganos de la Administración Pública salvadoreña siguie-
ron aplicando el régimen jurídico de los contratos regulados en Código Civil,
ya que no había regulación secundaria al respecto.
Este mandato es recogido nuevamente por la Constitución de 1939 (art. 162),
y la Asamblea Legislativa dicta la primera Ley de Suministro. En consecuen-
cia, comienza a someterse la contratación al régimen de Derecho Público; sin
embargo esta ley quedó derogada luego de la caída del régimen dictatorial del
general Hernández Martínez, y se decreta la segunda Ley de Suministros de la
República en 1945 y su Reglamento de ejecución; ambos entraron en vigor el 1
de enero de 1946; esta se diferenciaba de la ley de 1939, porque crea una Pro-
veeduría General de la República, con el carácter de empresa oficial del Estado,
dependiente del Ministerio de Economía, constituida por cinco departamentos
(secretaría, compras, almacenes, contabilidad y auditoría de compras); tenien-
do como facultad primordial realizar las compras de bienes y servicios de las
entidades administrativas de la Administración Pública.
Básicamente Proveeduría General de la República era el ente oficial de su-
ministrar mercaderías a las dependencias oficiales de la Administración, estaba
encomendada al Proveedor General de la República y Sub-Proveedor que fun-
58
Vid. Sentencia de amparo del cuatro de mayo de 1999, ref. 231-98.
59
SENDÍN GARCÍA, M. A., La concurrencia del proceso penal con el procedimiento sancionador en
el Derecho Administrativo español, en «Revista Iberoamericana de Derecho Público y Administrati-
vo», Año 9, núm. 9, San José de Costa Rica, p. 158.
592
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
gía en defecto del primero. La ley confería las facultades de suscribir los con-
tratos de suministros que se celebrara el Estado con personas particulares. En
cuanto al procedimiento de compra y suministro era muy simplificado, bastaba
hacer anuncios en lugares visibles al público para que los particulares concu-
rrieran a presentar sus ofertas, o bien mandando circulares a empresas determi-
nadas que se encontraran en el registro que llevara la Proveeduría al respecto.
Lo destacable de esta ley, pese a la época, estipuló que la adjudicación del
contrato administrativo no era en virtud de la oferta con menos precio, sino la
que conviniera los intereses del Estado. Posteriormente, al instaurarse el Esta-
do benefactor con la Constitución de 1950, surge la necesidad que el Estado
haga mayor inversión pública en la construcción de carreteras nacionales, y
con tal fin, se dicta en 1953 la Ley específica de Suministros para el Ramo de
Obras Públicas, otorgándole facultades para que el Ministerio de Obras Públi-
cas contara con su propio Proveedor Específico y dándole a dicho Ministerio
atribuciones para contratar. Luego, al darse el Golpe de Estado del 15 de octu-
bre de 1979, la tercera Junta Revolucionaria que se instauró en ese periodo de
facto, dicta la Ley de Suministros del Ramo de Salud Publica y Asistencia So-
cial, para que también el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social con-
tara con su propia Proveeduría específica, con el fin de agilizar las compras en
el ramo de salud.
En 1983 se decreta las Disposiciones Generales y Especiales de Presupues-
tos y se establece en los Capítulos IV y V, aspectos especiales relacionados con
las compra de vehículos y bienes muebles, suministro respecto a las Institucio-
nes Oficiales Autónomas, y suministro en el ramo de Defensa y Seguridad Pú-
blica, aspecto que era necesario para el Gobierno, ya que nos encontrábamos en
plena guerra civil, que agobió al país hasta 1992. Un aspecto que se estipuló es
que se determinó las excepciones donde no intervendrá la Proveeduría General
de la República en lo relacionado con las compras y suministros. A finales de
diciembre de 1983 se decreta la Constitución, que se encuentra vigente hasta la
fecha, y se prescribió en el art 234, (1) y (3).
«Cuando el Estado tenga que celebrar contratos para realizar obras o
adquirir bienes muebles en que hayan de comprometerse fondos o bienes
públicos, deberán someterse dichas obras o suministros a licitación pública,
excepto en los casos determinados por la ley» [...]
«Lo dispuesto en los incisos anteriores se aplicará a las Municipalidades».
593
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
594
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
palidades podrán asociarse para crear una UACI, la cual tendrá las funciones y
responsabilidades de las municipalidades que la conformen, según lo prescrito
por el art. 9 de la LACAP.
Para complementar el desarrollo de la LACAP, el presidente Elías Antonio
Saca (2004-2009) en el año 2005, haciendo uso de su potestad reglamentaria,
decreta el Reglamento de la ley (RLACAP), con el objetivo de complementar
la ley en lo relativo a los requisitos formales del contenido de los contratos ad-
ministrativos, acreditación de los contratistas y esencialmente la operatividad
del procedimiento de selección del contratista, en cada una de sus modalidades
de contratación y las garantías exigidas por la ley a los contratistas.
Luego, en el 2006 entra en vigor el Tratado Libre Comercio entre Centroa-
mérica y República Dominicana con Estados Unidos de América (CAFTA-DR),
se regula aspectos en el Capítulo Nueve; aspectos los cuales se le aplicarán a las
personas naturales y jurídicas de los Estados suscribientes, cuando realicen con-
tratos públicos, excluyendo los acuerdos referentes a donaciones y préstamos y
las regulaciones entre empleados públicos, estando esta regla en concordancia
con el objeto de la LACAP.
Pese a que la LACAP es una ley que ha venido a modernizar el marco de las
contrataciones de la Administración Pública, ha tenido reformas muy sustan-
ciales, siendo las más esenciales las que se realizaron en mayo de 2011. Estas
reformas modificaron 80 disposiciones legales del contenido de la LACAP, con
la finalidad de ampliar el ámbito de aplicación de la LACAP, dentro de los
cuales están: las contrataciones del mercado bursátil que realicen las institucio-
nes de Bolsas legalmente establecidas y la aplicación a los asocios público-
privados, esto como consecuencia de la futura ley de asocio entre las inversio-
nes públicas y privadas que se pretende decretar.
Asimismo, amplía las exclusiones con el fin de agilizar los procesos de con-
tratación administrativa, a los servicios bancarios financieros, que no sean se-
guros celebrados por la Administración, la concesión de derechos de imagen y
patentes que son propiedad del Estado, las operaciones de colocación de títulos
en el mercado internacional, las adquisiciones del servicio exterior, el servicio
de distribución de energía eléctrica y agua potable y finalmente quedan exclui-
das las obras de construcción bajo el sistema de administración que realicen las
municipalidades. Esta reforma ha conllevado que el Presidente de la República
esté elaborando un sinnúmero de reformas para que estén en concordancia con
las reformas de la LACAP, que necesitan un nuevo desarrollo y ejecución, a
través de un reglamento que esté en correspondencia con las reformas.
595
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
con esta establecen el objeto de cada uno de ellos; así como las diferentes for-
malidades que estarían precedidas en cada contrato. La LACAP, pese a que es
taxativa, en la regulación de los mismos, establece la regla que las instituciones
podrán contratar según el derecho común, pero se aplicará la misma en cuanto
a su preparación, adjudicación y cumplimiento, según fuere aplicable (arts. 22
y 24). Dentro de los contratos regulados por la LACAP, tenemos:
Contrato de suministro
Es un contrato que fue regulado por la extinta Ley de Suministros; para la
LACAP tiene por objeto la adquisición y el arredramiento de bienes muebles
mediante una o varias entregas por el contratista. Dentro de este contrato quedan
comprendidos los servicios técnicos, profesionales y de mantenimiento en gene-
ral relacionados con el patrimonio de las instituciones, así como los servicios de
vigilancia, limpieza u otros similares. Estos contratos se celebrarán de acuerdo
596
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
Contrato de consultoría
El objeto de este contrato es requerir de parte de la institución contratante
servicios especializados, tales como: toma de datos, investigación y estudios
para la realización de cualquier trabajo técnico; estudio y asistencia en la redac-
ción de proyectos, anteproyectos modificación y otros, dirección, supervisión y
control de ejecución de obras e instalaciones; servicios de carácter intelectual
no permanente; y cualquier servicio técnico, económico, industrial, comercial
o cualquier otro análogo.
Para que la institución pueda contratar a una persona natural o jurídica en el
carácter de consultor, deberán acreditar la capacidad académica, profesional y
científica, experiencia según sea el caso. Asimismo, en los contratos de consulto-
ría que tuvieren por objeto el diseño, supervisión y control y dirección de la eje-
cución de obras e instalaciones, la Administración no podrá adjudicarla a las mis-
mas empresas que estuvieren ejecutando contratos de obra pública, ni a las
empresas vinculadas jurídicamente a estas, en las que el contratista pueda ejercer
directa o indirectamente una influencia dominante por razón de propiedad, parti-
cipación financiera y otras similares, «so pena de nulidad» (arts. 123, 124 y 125).
597
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
forma temporal, bajo su vigilancia y control y a cuenta y riesgo del ente concesio-
nario. El plazo y demás condiciones se determinarán de acuerdo al contrato co-
rrespondiente (art. 131 bis). En este contrato la Administración otorga activida-
des prestacionales a sujetos privados, donde ellos deben de asumir como que
actúan en nombre de la Administración; estas actividades suelen ser de recolec-
ción de desechos sólidos, sanitarias asistenciales, de transporte, incluso en un ré-
gimen de competencia con las empresas privadas, mas no en monopolio, porque
el art. 110 de la Constitución los prohíbe, salvo cuando sean a favor de Estado y
de los Municipios. Además, establece el art. 113 de la aludida Constitución que
cuando los servicios concesionados, no se presten en buena forma podrá asumir-
los y en consecuencia dar por extinto el contrato por la causa del rescate.
598
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
599
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
60
Como caso relevante es el autointerlocutorio de la SCA del 13 de julio de 2007, ref. 164-P-
2003, donde para decidir se mandó llamar hasta tres suplentes, habiendo existido siete votos en una
resolución interlocutoria, los magistrados suplentes adujeron que conformaron Sala, queriendo hacer
valer su criterio.
600
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
61
Sobre un análisis muy detallado de la Jurisdicción Contenciosa Administrativa salvadoreña,
donde apoyamos ampliamente nuestro trabajo son las obras de GAMERO CASADO, E., Monografías de
Derecho Administrativo: La Jurisdicción Contenciosa Administrativa y El acto administrativo, Publi-
cación del Consejo Nacional de la Judicatura y Escuela de Capacitación Judicial, San Salvador, 2001,
y AYALA, J. M., et al., Manual de Justicia Administrativa, Publicación del Consejo Nacional de la Ju-
dicatura y Escuela de Capacitación Judicial, San Salvador, 2003. Véanse también los tomos sobre
contencioso-administrativo de S. GONZÁLEZ-VARAS, Tratado de Derecho administrativo, Editorial Ci-
vitas, Madrid, 2008.
62
La SCA ha establecido que no todos los actos administrativos de trámite pueden ser impugna-
dos por esta vía. Solo los siguientes: a) los que deciden directa e indirectamente, el fondo del asunto,
b) los que generen una situación de indefensión o un perjuicio irreparable a derechos o intereses legí-
timos, c) los que impiden continuar el procedimiento. Tal postura ha sido congruente con la doctrina y
el Derecho comparado, que sostiene que los actos de trámite son recurribles de forma autónoma por
excepción, cuando: «aún bajo la apariencia de actos procedimentales no resolutorios del fondo del
asunto, de hecho vienen a decidirlo, por poner término al procedimiento o suspender o hacer imposi-
ble su continuación…», acotando que el resto de actos de trámite no son impugnables separadamente,
entonces todas las irregularidades o vicios de los actos de trámite. Vid. Sentencia de la SCA del 14 de
octubre de 2003, ref. 199-A-2001.
63
El art. 3. b), de la LJCA, establece que constituye como tal: «el ejercicio de potestades adminis-
».
64
-
ción legal que habilita al particular, la interposición de la pretensión contenciosa administrativa, cuando
la autoridad después de haber transcurrido sesenta días hábiles, contados desde la fecha de la solicitud y
no ha dado respuesta a su solicitud. Vid. Sentencia de la SCA del 11 de noviembre de 1997, Ref. 8-U-94.
65
El art. 3, c) de la LJCA estipula que pueden impugnarse actos administrativos que se pronuncia-
ren en aplicación de disposiciones de carácter general de la Administración Pública, fundada en que
tales disposiciones adolecen de ilegalidad.
601
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Materias excluidas
Nuestra LJCA, al igual que muchas leyes, hace referencia a las materias que se
encuentran excluidas de la competencia de la SCA; así encontramos en el art. 4,
los ámbitos que no son impugnables, aunque es de aclarar que este precepto no
debe de entenderse de manera literal, puesto como ya nos referimos la LJCA es
una ley preconstitucional, y dicha disposición en algunos aspectos es contraria a la
Constitución que entró en vigencia el 20 de diciembre de 1983. En este sentido, la
SCA declaró inaplicable los literales d) y e) del art. 4 respecto a las exclusiones del
control de los actos administrativos del Tribunal del Servicio Civil67 y el Consejo
Superior de Salud Pública68, y que posteriormente la SC declaró inconstitucional69.
El art. 4 a) de la LJCA, excluye expresamente la impugnación de los actos
políticos de gobierno, ante la JCA. Estas exclusiones en un Estado de Derecho
son contrarias al Derecho a la protección constitucional, ya que estos actos, al
igual que actos discrecionales, están sujetos a requisitos reglados –competencia
y procedimiento–, controlables jurisdiccionalmente.
El art. 4 b), excluye las actuaciones de la Administración Pública cuando no
actúe con poderes soberanos, y cuando intervenga como un particular sus deci-
siones estarán sometidas ya sea al Derecho civil o mercantil, tales como: con-
tratos de compraventa, donación, permuta, arrendamiento y demás negocios
análogos sobre bienes inmuebles y valores negociables, o los contratos de obras
materiales o inmateriales destinados a fines patrimoniales, pecuniarios o lucra-
tivos, las controversias que surjan en este ámbito estarán sometidas al Derecho
privado. Sin embargo, apunta la SCA, que cuando se trate de actos derivados
con prerrogativas soberanas dentro del trámite de dicha actividad privada, sí
estarán sujetas a la JCA, por ser verdaderos actos administrativos, aplicando la
teoría francesa de los actos separables70.
La LJCA en el art. 4 ch) y d) excluye materias que se encuentran atribuidas
a jurisdicciones administrativas específicas, determinadas en función de la ac-
tividad especializadas, aunque esto no signifique que todos sus actos se encuen-
tren excluidos, ya que los que se refieran a nombramientos, adjudicaciones de
66
Así los sostuvo la SC, en Sentencia de Amparo, del 9 de febrero de 1999, ref. 384-97.
67
Vid. Sentencia SCA del 28 de abril de 2000, ref. 18-Z-98, así como la del 26 de mayo de 2000,
pronunciadas en los procesos 24-O-98 y 59-B-98.
68
Vid. Sentencia del 29 de octubre de 1996, ref. 108-M-1996.
69
La Sentencia de la SC, Inc., del 22 de octubre de 2004, ref. 9-2003.
70
Vid. Sentencia de la SC, Inc., del 22 de octubre de 2004, ref. 9-2003.
602
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
Principios básicos
El proceso contencioso administrativo, en nuestro país es un verdadero jui-
cio, cuya finalidad es la defensa de los derechos o intereses legítimos del admi-
71
Vid. autointerlocutorio del 20 de junio de 2006, ref. 105-L-2004, donde se declara inadmisible
la demanda presentada por representantes del Partido Político de los Trabajadores. Por considerar que
la denegatoria de inscripción constituye función electoral.
72
Vid. Sentencias de la SCA, del 7 de agosto de 2001, ref. 161-C-2000, y del 25 de febrero de
2003, ref. 99-S-99.
603
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
nistrado, que hayan sido vulnerados por la Administración. Tiene como propó-
sito de reafirmar y fortalecer la legalidad misma, al tener el carácter revisor de
las actuaciones administrativas. Nos encontramos ante un verdadero proceso
jurisdiccional, donde las partes procesales –ante jueces especializados– tienen
todos los derechos y garantías constitucionales para hacer valer sus pretensiones
y alegaciones en iguales condiciones, presentando todo tipo de prueba distinta a
la que se presentó en sede administrativa, salvo la proscrita por la LJCA.
En consecuencia, al tenor de nuestra LJCA, se configuran principios proce-
sales que deben de respetarse y que resultan del Derecho Procesal en general.
Siguiendo a Gamero Casado73, la mayor parte derivan del Derecho de protec-
ción jurisdiccional74, del que constituye manifestaciones singulares, dentro de
los cuales podemos destacar los siguientes: principio contradictorio, audiencia,
pro actione, principio de oficialidad.
73
GAMERO CASADO, E., op. cit., pp. 9-15.
74
-
lidad de darle vida a todas las categorías jurídicas subjetivas integrantes de la esfera jurídica del indi-
viduo, al poder válidamente reclamar frente a actos particulares y estatales que atenten contra la con-
servación, mantenimiento, defensa y titularidad de tales categorías. Todo ciudadano de acudir al órga-
no estatal competente para plantearle, por la vía procesal, cualquier vulneración constitucional en la
conservación, defensa, mantenimiento y titularidad de sus derechos. (Vid. Sentencia de Amparo del 16
de octubre de 2006, ref. 407-2004). El nuevo Código Procesal Civil y Mercantil, lo ha instaurado en el
art. 1 como un principio esencial en que se fundamenta el proceso.
75
Sobre un breve comentario del tema puede consultarse mi trabajo: Los Recursos Administrati-
vos: Una referencia a la normativa universitaria, en «Revista de Derecho», Universidad de El Salva-
dor, núm. 1, época VI, 2006.
604
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
La legitimación activa
Este tema reviste relación con las ideas antes expuestas, porque la legitima-
ción indica quiénes son los titulares de la relación material –pretensor y deman-
dado– que se intenta dilucidar en el ámbito del proceso, y cuya participación
76
A guisa de ejemplo podemos mencionar los actos de la Administración que extinguen un con-
trato administrativo, según los arts. 100 y ss., de la LACAP.
77
En el ordenamiento salvadoreño, se tienen las disposiciones de las leyes administrativas si-
guientes: art. 97 de la Ley del Medio Ambiente, art. 55 de Ley de Áreas Naturales Protegidas, art. 148
de Ley de Protección al Consumidor, art. 48 de la Ley de la Superintendencia de Competencia.
78
Vid. Sentencia de la SCA del 27 de septiembre de 1995, ref. 21-H-91; en igual sentido autos
interlocutorios del 6 de enero de 2003, ref. 293-C-2002, del 8 de enero de 2003, ref. 291-C-2002.
79
La SCA ha reconocido la interposición de recursos no reglados, que tienen como efecto que si
estos son resueltos en forma desestimatoria por la Administración, dentro de los sesenta días posterio-
res al primer acto, la nueva declaración de voluntad de la Administración produce el efecto de suspen-
der el plazo para acceder a esta jurisdicción. A contrario sensu
-
tanto no impugnable ante esta jurisdicción de acuerdo al art. 7, b) de la LJCA. De acuerdo al Derecho
al acceso a la jurisdicción, resulta potestativo para el administrado la impugnación de la resolución que
desestima el recurso no reglado, pues como ha sido advertido en líneas anteriores, su único efecto es
habilitar un nuevo cómputo de sesenta días para interponer la demanda contenciosa administrativa de
acuerdo al art. 11 LJCA. Vid. Sentencia del 23 de diciembre de 2004, ref. 155-S-2002.
605
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
80
Vid. GONZÁLEZ PÉREZ, J., Derecho Procesal Administrativo Hispanoamericano, Temis, Bogotá,
1985, p. 115.
81
Vid. Sentencias de la SCA del 17 de enero de 1997, ref. 29-H-95 y del 15 diciembre de 1997,
ref. 32-F-96.
82
Vid. Autointerlocutorio del 12 de mayo de 2005, ref. 354-C-2004.
606
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
83
Vid. el autointerlocutorio de la SCA, del 7 de febrero de 2007, ref. 301-2006, donde se admite
la demanda presentada por la Asociación Herencia Natural y de la Federación Unidad Ecológica Sal-
vadoreña, contra el Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), por haber emitido la
resolución número 6314-5227-2007, de fecha cinco de mayo de dos mil seis, en la que se otorga per-
miso ambiental al proyecto denominado «Ampliación de campo de golf exclusivamente del Club Cam-
pestre Cuscatlán», el cual considera nulo de pleno derecho. En igual sentido, el autointerlocutorio de
la SCA, del 26 de marzo de 2007, ref. 73-2007, la SCA admite la demanda presentada por la Fundación
de Vecinos del Arrecife de los Cóbanos, que se abrevia FUNDARECIFE, contra el MARN, por haber
emitido la Resolución MARN-Nº 7440-1360-2006, de fecha quince de diciembre de dos mil seis, en la
que se otorga permiso ambiental a la Sociedad Jordán S.A. de CV, para realizar ciertas actividades
relativas a la construcción de un embarcadero de lanchas con capacidad máxima de 128 lanchas de
diferentes dimensiones.
84
La SC reconoció la teoría de los intereses difusos con el auto de admisión de la demanda de
607
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Legitimación pasiva
En el proceso contencioso, la legitimación pasiva no corresponde al funcio-
nario de turno, sino al cargo u órgano institucional. Es así que los funcionarios
no han sido demandados en su carácter personal, sino precisamente como fun-
cionarios de la Institución. De lo anterior se colige que de conformidad a lo
preceptuado en el art. 10 letra b) de la LJCA85 está permitido demandar ya sea
a los funcionarios o autoridades a través de quienes las entidades realizan las
funciones, o a la entidad misma, y que en concordancia con tal postura, las
disposiciones de la ley de la materia hacen referencia a «la autoridad o funcio-
nario demandado», es decir, se reitera que será parte en el proceso contencioso
–y debe intervenir como tal– el ente u órgano emisor del acto. En consecuencia,
tendrán las facultades para presentar el informe que justifique la legalidad del
acto administrativo (alegaciones iniciales), es decir, la contestación de la de-
manda (art. 24 LJCA), así como las pruebas a favor de la Administración y
alegaciones conclusivas dentro del proceso (arts. 26, 27 y 28 de la LJCA).
Además, esto conlleva la imposibilidad de que un órgano de una determina-
da Administración recurra contra los actos de otros órganos que forman la mis-
ma estructura jerárquica, salvo que la misma se decida iniciar un proceso de
lesividad, según se prescriben el art. 8 de la LJCA. En este sentido, es ilustrati-
vo el ejemplo de Gamero Casado86, donde manifiesta que la Dirección General
de Impuestos Internos y Aduanas no puede interponer un recurso contencioso
contra el Tribunal de Apelaciones de Impuestos Internos y Aduanas. Sin em-
bargo, la SCA ha reconocido los contenciosos interadministrativos87 entre Ad-
ministraciones, cuando una de ellas dicte actos administrativos que afecten a
derechos o intereses legítimos de otra. Esto virtud, que la Administración Pú-
blica salvadoreña se compone de diversos órganos administrativos que tienen
personalidad jurídica propia, que le da la calidad de actuar por sí sola.
85
Es el «Órgano Institución» que se encuentra pasivamente legitimado en el proceso contencioso
administrativo. Vid. Sentencia del 25 de septiembre de 1998, ref. 37-G-95.
86
GAMERO CASADO, E., op. cit., p. 74.
87
A manera de ejemplo tenemos la Sentencia de la SCA, del 29 de julio de 2004, ref. 266-M-2002.
608
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
una pretensión con el actor, no está facultado para retrotraer los trámites
procesales ya cumplidos, entra al proceso en el estado en que se encuen-
tre, sin alterar el mismo, es decir, no podrá modificar el thema dicendi
que está circunscrito a las partes principales. Solo podrá plantear argu-
mentos y exponer alegaciones, ya sea oponiéndose o arguyendo a favor
del actor. Su intervención surte efecto al momento de emitir la sentencia
definitiva, ya sea manteniéndose su derecho o sucumbiendo en las pre-
tensiones con el actor, condenándole en costas y en daños y perjuicios si
diere lugar.
b) El Fiscal General de la República: El art. 13 de la LJCA establece la
intervención en el proceso contencioso el Fiscal General de la República,
en defensa de los intereses del Estado y de la Sociedad. Este mandato es
una particularidad de nuestro proceso, ya que su función se limita a dar
informes u opiniones imparciales sobre las pretensiones de las partes, sin
que sus argumentos puedan incidir en el fallo correspondiente. Inclusive
nada le impide solicitar la presentación de pruebas para esclarecer los
hechos. Sin embargo, a tenor del Derecho procesal moderno, su inter-
vención de amicus curiae se prescindirá, cuando sea este el que interpon-
ga la demanda en el ejercicio de sus funciones constitucionales, en de-
fensa de la legalidad y de los intereses del Estado.
La tutela cautelar
La tutela cautelar constituye una necesidad esencial del proceso contencioso
administrativo, sobre todo a favor del particular que suele ser mayormente vul-
nerable dentro del proceso sobre todo por la excesiva duración del mismo88.
Con su imposición se pretende evitar las posibles frustraciones, tanto de la tra-
mitación del proceso, como de la efectividad de la sentencia que lo culmina, en
caso de ser estimatoria; se pretende asegurar el cumplimiento de la decisión de
fondo. Las medidas cautelares son las herramientas procesales a través de las
cuales se persigue dotar de eficacia la decisión que dicte el órgano jurisdiccio-
nal al pronunciarse sobre el fondo del asunto sometido a su conocimiento89.
La SCA podrá acordar la medida cautelar al admitir la demanda (art. 16.1
LJCA), ante la amenaza presentada por los efectos del acto; en el transcurso
o tramitación del mismo a solicitud de cualquiera de las partes (arts. 20 a 22
de la LJCA); aunque la LJCA no lo prescribe expresamente, haciendo una
integración con el Derecho procesal común podría solicitarse de manera pre-
liminar y funcionalmente operaría como una verdadera medida precautelar.
En los casos en que la SCA ordene a la autoridad o funcionario suspender los
efectos del acto impugnado y no obedeciere el mandato judicial, se aplicaran
88
Al respecto puede consultarse: MARINONI, L. G., y ARENHART, Processo Cautelar, Ed. Revista
Dos Tribunais, Sâo Paulo, 3ª reimpresión, 2008.
89
Así lo ha prescrito la SC, en Inc. del 12 de julio de 2005, ref. 59-2003.
609
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La sentencia definitiva
La sentencia definitiva constituye la forma normal de terminación del pro-
ceso contencioso administrativo, deberá de dictarse en el plazo de doce días
hábiles (algo que no pasa en la práctica funcional de la SCA). Contiene dos
aspectos básicos: 1) su contenido formal y 2) sus efectos. El art. 31 de la LJCA
señala que la sentencia definitiva debe contener las formalidades siguientes:
a) la relación de los hechos y cuestiones jurídicas que se controvierten (thema
decidendum); b) los argumentos principales de cada parte procesal; c) los fun-
damentos legales que la SCA estime convenientes, citando doctrina de los ex-
positores del Derecho, principios del Derecho, jurisprudencia y leyes (ratio
dicendi y obiter dictum); d) la relación de la admisión o desestimación de la
prueba vertida en el proceso (thema probandi), así como la valoración de la
90
Es de reconocer que la moderna doctrina procesal la distingue de la «tutela anticipada y la tute-
la cautelar». Vid. en este tema: MARINONI, L. G., Anticipacâo da tutela, Ed. Revista Dos Tribunais, Sâo
Paulo, 2009.
91
Vid. un análisis cronológico del tema GARCÍA ENTERRÍA, E., La batalla por la medidas cautela-
res, Ed. Civitas, 2ª edición, Madrid, 1995.
92
A manera de ejemplo, Vid. las sentencias de la SCA, del 30 de junio de 2006, ref. 21-2006; se
le solicitó que se autorizara a una sociedad la importación de bienes mientras se tramitaba el proceso;
del 30 de octubre de 2007, ref. 209-2007, se solicitaba el nombramiento interino de una plaza de pro-
fesor universitario I, en el área de matemática de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad
de El Salvador; del 14 de enero de 2008, ref. 468-2007, se solicitaba que se le ordene al Director de
Comercio e Inversiones que devuelva la cantidad del seis por ciento, por exportaciones diversas.
610
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
misma, respecto al objeto del proceso; e) el fallo donde determina sus efectos y
la obligatoriedad de las partes.
Por su parte, el art. 32 de la LJCA determina los puntos en que recaerá la
sentencia y sobre la base del principio de congruencia sobre los hechos contro-
vertidos en el proceso. Veamos sus efectos:
a) La declaratoria de legalidad o ilegalidad del acto administrativo: Este
aspecto constituye el elemento básico de la sentencia, puesto que deter-
minará si el acto administrativo impugnado está acorde a la legalidad
fijada en el ordenamiento jurídico.
b) Restablecimiento del derecho violado: En este caso la SCA deberá de
ordenar las providencias que fueren necesarias para volver las cosas en
el estado en que se encontraban, autorizando o reconociendo el ejercicio
de un derecho, devolver la cantidad líquida cobrada ilegalmente, reinsta-
larle en su cargo de servidor público, más cantidades líquidas provenien-
tes de salarios, y prestaciones sociales, para este según prescribe el
art. 39 de la LJCA, la SCA hará del conocimiento del titular de la insti-
tución, Ministerio de Hacienda y a la Corte de la República, para que
autoricen la incorporación de la partida al Presupuesto General de la
Nación, del siguiente año fiscal.
c) Condena de costas y daños y perjuicios: Aquí hay que deslindar dos as-
pectos, en primer lugar: la condena de costas, que según nuestro Derecho
Procesal, deberá condenarse a todo aquel que no pruebe sus pretensio-
nes, excepciones o que abandone la acción incoada; segundo el resarci-
miento de daños y perjuicios (art. 34 LJCA) que procede cuando el acto
se ejecutó en todo en parte de manera irremediable y se hace difícil vol-
ver las cosas en el estado que se encontraba, y el efecto restitutorio de la
sentencia no se hace posible. En este caso, deberá de probar la existencia
del daño si la SCA no lo haya estimado en el fallo y la tasación de los
daños materiales o morales que dieren lugar, respondiendo directamente
el funcionario y subsidiariamente la Administración, siguiendo la direc-
triz del art. 245 de la Constitución.
Ejecución de la sentencia
Uno de los puntos más débiles de todo el sistema de la garantía jurisdic-
cional frente a la Administración, en el que se ha reflejado con toda intensi-
dad la desconfianza administrativa frente al control judicial, ha sido desde
siempre la fase de ejecución de la sentencia. La LJCA, en el art. 33, establece
que una vez «pronunciada la sentencia definitiva y se le notificara a todas las
partes, y se certificara a la autoridad o funcionario demandado». En este
sentido, el art. 34.1 LJCA determina que recibida la referida certificación, el
funcionario o autoridad practicará las diligencias para su cumplimiento den-
tro del plazo de treinta días, contados desde aquel en sea recibida. Al transcu-
rrir el plazo anterior, y si la sentencia no se cumple, a solicitud de parte le
611
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
El proceso de lesividad
Es un proceso especial, aunque no consta de manera expresa en un apartado
en la LJCA. La jurisprudencia de la SCA lo ha denominado como un proceso
contencioso administrativo con características especiales, sin que esa especiali-
dad signifique una desviación de los principios fundamentales que en él subya-
cen y se sujeta a las reglas procesales aplicables a lo que podría denominarse el
proceso ordinario.
Según el art. 8 de la LJCA se estatuye como un instrumento procesal para
revocar actos administrativos firmes, de carácter favorable, es decir, generado-
res de derechos subjetivos a la esfera de un particular. Es una manifestación
objetiva del Derecho a la seguridad jurídica prescrito en el art. 2 de nuestra
Constitución, ya que la Administración para anular dichos actos no podrá ha-
cerlo a muto proprio, sin que siga este procedimiento especializado.
Además prescribe la aludida disposición, para que se inicie este procedi-
miento, previamente el órgano superior, deberá de acordar «la lesividad al in-
terés público» del acto administrativo que se pretende revocar, dentro de los
cuatro años siguientes a la fecha en que se pronunció el acto. El acuerdo de le-
sividad tendrá que ser publicado en el Diario Oficial; pero la LJCA no estable-
ce plazo preciso a la Administración para que haga la publicación respectiva,
generando inseguridad jurídica, puesto que la misma podría retardar el tiempo,
para interponer la demanda, debido a que los sesenta días comienzan a contarse
a partir de la publicación en el Diario Oficial. Aunque la LJCA no lo diga de-
berá hacerlo en un plazo razonable.
La demanda deberá de contener los requisitos formales del art. 10 de la
LJCA, en lo que fuere aplicable a la pretensión de la declaratoria de lesividad
al interés público, pero se exige que se anexe a la presentación de la demanda,
el ejemplar del Diario Oficial, donde se publicó el acuerdo de lesividad. El
art. 29 de la LJCA, dispone que una vez se admitida la demanda se dará trasla-
do de esta por quince días al administrado afectado, para que formule la contes-
93
Esta disposición dispone: «Los funcionarios públicos, civiles o militares que tengan conoci-
-
rán comunicarlo a la mayor brevedad a las autoridades competentes para su juzgamiento, y si no lo
hicieren oportunamente serán considerados como encubridores e incurrirán en las responsabilidades
penales correspondientes».
612
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
94
Sentencia de la SCA, del 11 de septiembre de 1998, ref. 26-I-96.
95
Sentencia de la SCA, del 31 de octubre de 2006, ref. 295-A-2004.
613
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
cios y proveer al Estado recursos inmediatos, los cuales serían utilizados para
cancelar la deuda a corto plazo e invertir en infraestructura social o gasto social.
La segunda generación de reformas (entre 1990 y 1993) aparece con la venta de
empresas del Estado que no producían estrictamente servicios públicos, tales
como las cementeras, los hoteles y los ingenios, entre otras96.
96
Las privatizaciones en El Salvador se inscriben en el conjunto de reformas institucionales conte-
nidas en los Programas de Estabilización Económica y de Ajuste Estructural, desde los cuales se busca-
ba la liberalización de la economía a través de la desregulación de precios y la apertura externa, y la
-
blico. Merece destacar una curiosa coincidencia en el interés expresado por las compañías transnaciona-
les –especialmente en el ámbito de las telecomunicaciones y energía– en la adquisición de las empresas
614
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
615
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
En año 2011, con el propósito del Estado de unificar los entes que vigilan la
prestación de los servicios financieros, se ha creado la Ley de Supervisión y
Regulación del Sistema Financiero, donde la Superintendencia del Sistema Fi-
nanciero, estará integrada al Banco Central y tendrá las atribuciones de fiscali-
zar las operaciones bancarias y financieras propiamente tal, el mercado de va-
lores y el sistema de ahorro de pensiones, en consecuencia todas atribuciones
de las Superintendencias del Sistema de Ahorro para Pensiones y el Mercado
de Valores, quedan en la nueva Superintendencia del Sistema Financiero fusio-
nándose sus competencias. Por tanto, quedan derogadas las Leyes Orgánicas de
creación de las referidas superintendencias del Sistema Financiero para fundar
una sola.
Por otra parte, la Constitución por estar sustentada en la filosofía de un Es-
tado intervencionista, contiene disposiciones que obligan a los poderes públi-
cos, con el fin de garantizar la libertad empresarial y proteger a los consumido-
res, se prohíben las prácticas monopolísticas, salvo a favor del Estado y de los
municipios, por lo cual la competencia en los mercados puede ser asimétrica,
pero cuando es prestada por entes públicos (art. 110.1 y 2). En efecto, se pro-
mulga la Ley de la Competencia en el 2004, creando la Superintendencia de la
Competencia, para sancionar a las empresas que realicen prácticas monopolís-
ticas y contrarias al libre juego de la oferta y de la demanda en los mercados
salvadoreños. Posteriormente, se crea una nueva Ley de Protección al Consu-
midor, con el propósito de instaurar un marco moderno que vele por consumi-
dores y usuarios por medio de una Defensoría de Protección al Consumidor, en
un sistema servicios públicos prestados por empresas privadas.
616
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
nes estatales por el elemento humano que presta servicios personales a la Ad-
ministración en un régimen de suprasubordinación.
Por otra parte, cabe mencionar sobre las personas no comprendidas en la
carrera administrativa, ha sostenido la jurisprudencia constitucional: que se en-
cuentran los funcionarios públicos de elección popular, los funcionarios polí-
ticos y los de confianza, como además los empleados públicos de confianza, los
trabajadores vinculados por una relación laboral y las personas que contratan
con el Estado para la prestación de un servicio técnico o profesional, siempre
que el servicio prestado no sea de aquellos que forman parte de la organiza-
ción y funcionamiento normal del órgano estatal o ente público respectivo»97.
En todo caso, si un servidor público no se encuentra regulado por ninguna
ley, se les aplica en cuanto a los derechos y prohibiciones de la Ley del Servicio
Civil, pero para efectos de destitución o despido se les aplica la Ley reguladora
de los Empleados no Comprendidos en la Carrera Administrativa de 1990,
pero esta ley solo se les aplica a empleados y si tiene el carácter de funcionario
debe remitirse al régimen jurídico sectorial como sucede con los miembros de
los Consejos Municipales.
La regulación del ingreso a la función pública ha sido reglamentada por la
Ley de Servicio Civil, que data desde 1960, cuya finalidad especial –al menos
desde el punto de vista formal–, es regular las relaciones de la Administración
con sus funcionarios y empleados; garantizar la protección de estos y la eficien-
cia de la propia Administración, organizando la carrera administrativa median-
te la selección y promoción del personal sobre la base del mérito y la aptitud
(art. 1). Para su aplicación, la ley crea como organismos competentes las Comi-
siones de Servicio Civil y el Tribunal de Servicio Civil (art. 6). El art. 7 dispone
que exista en cada una de las dependencias de la Administración Pública una
Comisión de Servicio Civil, la cual, entre otras facultades, seleccionará los can-
didatos que sean elegibles para ingresar en la carrera administrativa (art. 12).
En cuanto al Tribunal de Servicio Civil, este gozará de las atribuciones que le
confiere el art. 13, entre las cuales se encuentra la de conocer, en recurso de
revisión y de nulidad, las resoluciones definitivas pronunciadas por las Comi-
siones de Servicio Civil, así como las reclamaciones que se presenten contra las
demás resoluciones de las Comisiones o de los jefes de dependencia.
El art. 20 de la ley establece que la selección de personal para ingresar a la
carrera administrativa se hará mediante pruebas de idoneidad, en las que se
admitirán únicamente a los solicitantes que reúnan los requisitos del art. 18,
excepto para los cargos expresamente determinados por la ley. Además, el
art. 68 de la Ley establece la nulidad de cualquier nombramiento hecho en con-
travención a sus disposiciones, siendo el Tribunal de Servicio Civil el órgano
competente.
97
617
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Tal como hemos apuntado, la Ley del Servicio Civil tiene como propósito
regular el estatuto de la función pública, pero en virtud de las excepciones del
art. 4 que la Ley prescribe, ha creado regímenes especiales de ordenación. Te-
niendo leyes específicas que regulan a la función pública, para mencionar algu-
nas tenemos las siguientes:
a) La Ley de la Carrera Administrativa Municipal, cuyas disposiciones,
aplicables a todas las municipalidades del Estado (art. 4), tienen como
uno de sus objetivos garantizar el ingreso de personal idóneo a la Admi-
nistración Pública municipal sobre la base del mérito y la aptitud, así
como a través de procedimientos que permitan la participación en igual-
dad de condiciones de quienes aspiren a desempeñar cargos públicos
municipales (art. 23).
b) La Ley de la Carrera Judicial, cuyo objetivo, entre otros, es regular la
forma y requisitos de ingreso de los funcionarios y empleados judiciales
a la carrera con base en el mérito y la aptitud, que en sus arts. 15 y 16
establece que los aspirantes a cargos con jurisdicción o sin esta serán
sometidos a procedimientos de selección técnica, los cuales deberán ga-
rantizar la objetividad. Tales procedimientos comprenderán concursos
de oposición y el paso por la Escuela de Capacitación Judicial.
c) La Ley de la Corte de Cuentas de la República, que en su art. 7 dispone
que el Presidente de la Corte nombrará, removerá, concederá licencias y
aceptará renuncias a los funcionarios y empleados de la misma, también
contratará, en forma temporal, profesionales o técnicos con conocimientos
especializados para efectuar labores específicas o dar apoyo en funciones
propias de la Corte, salvo lo dispuesto en el art. 196.3 de la Constitución.
d) La Ley Orgánica de la Fiscalía General de la República, que en su
art. 46 establece la Carrera Fiscal para regular las relaciones de servicio
entre la Institución y sus funcionarios, así como el art. 49 que dispone
que la reglamentación de la Carrera Fiscal deberá normar fundamental-
mente aspectos tales como la selección, ingreso y contratación del perso-
nal mediante concurso público de oposición.
e) Existen otros regímenes especiales de regulación de los servidores públi-
cos como los regulados en la normativa de la Universidad de El Salvador.
618
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
no tienen más facultades que las otorgadas por la Constitución y la ley –prin-
cipio de legalidad–, es pertinente que cualquier alteración al contenido esen-
cial, ya sea de derechos y garantías fundamentales o violaciones graves a
nuestra Constitución, trae como resultado la correspondiente responsabili-
dad. En este sentido la jurisprudencia constitucional ha sostenido que «la
responsabilidad de los funcionarios del Estado, es una de las grandes con-
quistas de la democracia y de inexorable existencia en el Estado Constitu-
cional de Derecho, pues significa la sujeción del poder público al imperio
del derecho»98.
El precepto constitucional general sobre la responsabilidad se encuentra re-
gulado en el art. 245, el cual dice: «Los funcionarios y empleados públicos
responderán personalmente y el Estado subsidiariamente, por los daños mate-
riales o morales que causaren a consecuencia de la violación a los derechos
consagrados en esta Constitución». Sin embargo, constan otras disposiciones
que hacen alusión a la responsabilidad, así tenemos la responsabilidad por error
judicial debidamente comprobado y por la retardación de justicia (art. 17), res-
ponsabilidad por vulneración al domicilio y la morada (art. 20), la responsabi-
lidad del Consejo de Ministros, aunque en este caso es solidaria por ser un or-
ganismo colegiado (art. 171). En todos estos casos la responsabilidad es directa
para el funcionario o funcionarios como es el caso del Consejo de Ministros y
subsidiariamente responde el Estado.
98
Vid. Sentencia de Amparo del 24 de mayo de 1999, ref. 40-98.
619
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
99
Vid. Sentencia de Amparo del 26 de agosto de 1998, ref. 317-97.
620
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
11.1. Concepto
En un primer término, es el art. 571 del Código Civil, que hace alusión a los
bienes nacionales, estableciendo que son aquellos que pertenecen a la nación
toda y cuyo uso y goce le pertenece a todos los habitantes, como las calles,
plazas, puentes y caminos, el mar adyacente y sus playas. Además, el art. 575
consigna la definición de playa como la extensión de tierra que las olas bañan
y desocupan alternativamente hasta donde llegan en las más altas mareas, acá
debe entenderse que se refieren a las playas marítimas, lacustres y fluviales que
existan en el territorio de la República; por otra parte, los arts. 576 y 577 esti-
pulan que los ríos y todas las aguas que corren por cauce natural y los lagos y
lagunas que puedan navegarse por buques de más de cien toneladas, son bienes
nacionales de uso público. Además deben incluirse como parte del acervo de
los bienes de uso público, de conformidad a la Ley del Patrimonio Cultural, los
sitios arqueológicos y museos públicos, y según la Ley de Libro, las bibliotecas
y hemerotecas públicas.
Por lo tanto, esta clase de bienes se caracterizan por estar fuera del comercio
y efecto son bienes inalienables, imprescriptibles e inembargables, según nues-
tro Código Civil (arts. 1488 y 2232) y respecto a los bienes de uso público del
Municipio el art. 62 del CM.
Sin embargo, el mismo cuerpo normativo distingue en el referido art. 571,
que el Estado tiene bienes nacionales que su uso no está afecto al uso público,
como sucede con el mobiliario de la oficina, vehículos, maquinaria, entre otros
bienes muebles que sirven para el funcionamiento de la Administración, por lo
tanto se encuentran sujetas a un régimen de protección, ya que no están afectas
al uso público. La afectación es un mecanismo jurídico que se destina al uso del
621
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
bien, por eso un bien de dominical puede dejar de serlo si desafecta, ya sea por
acto administrativo como puede ocurrir con las municipalidades (art. 62 del
CM) y por ley como ocurrió con la emisión de la Ley Especial para la desafec-
tación y traspasos de los terrenos del tramo ferroviario en desuso desde la
Estación de Santa Lucía en el Municipio de Santa Ana, hasta la Antigua Esta-
ción de Cutumay Camones del mismo municipio de 2000. Esta tuvo el propósi-
to de transferir los bienes estatales del ferrocarril a familias de bajos recursos
para que habitaran en dichos inmuebles.
Respecto a los mecanismos de protección de los bienes de uso público, el
Código Civil, en los arts. 580 y 581, establece una serie de medidas tenden-
tes a proteger los bienes de usos públicos. Que nadie podrá construir sino por
permiso especial de autoridad competente, obra alguna sobre las calles, pla-
zas puentes, playas. Asimismo, no podrán construirse columnas, pilastras,
gradas, umbrales y cualquiera de otras construcciones que sirvan para la co-
modidad u ornato de los edificios o hagan parte de ellos, no podrán ocupar
ningún espacio, por pequeño que sea, de la superficie de las calles, plazas,
puentes, caminos y demás lugares de propiedad nacional que fueran. Los
dueños de las tierras contiguas a la playa no podrán poner cercos, ni hacer
edificios o construcción alguna dentro de la distancia de diez varas de la
playa.
De las anteriores limitaciones que se imponen, es para garantizar el uso ple-
no de todos los habitantes, y el hecho de realizar construcciones menoscabarían
la finalidad para la cual han sido destinados los bienes de uso público. En con-
secuencia, la SCA declaró ilegal la autorización otorgada por el Ministerio de
Obras Públicas, y mandó a demoler el edificio donde se encontraba construido
el restaurante «Mundo Marino», ya que dicha construcción se hizo en la playa
de Puerto de la Libertad100.
No obstante, la Administración podrá bajo los requisitos del ordenamiento
autorizar o dar en concesión de tales bienes con el carácter de uso privativo a
los particulares, pero no debe vulnerarse la finalidad de la dominialidad de los
bienes para lo cual han sido afectos, así también esa prerrogativa será de forma
temporal.
Otras de las protecciones de los bienes de uso público, es la que estipula
nuestra Constitución en el art. 233 que dice: «Los bienes de la Hacienda Públi-
ca y los de uso público solo podrán donarse o darse en usufructo. Como dato o
arrendamiento, con autorización del Órgano Legislativo, a entidades de inte-
rés general». Implicando que para celebrar este tipo de contratos válidamente
se requiere de dos requisitos ineludibles: la autorización del Órgano Legislativo
y la especial naturaleza del sujeto con quien ha de celebrarse el contrato, una
entidad que no persigue fines de lucro o particulares.
100
Vid.
622
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623
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
624
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO SALVADOREÑO
tos noventa y tres, publicado en el Diario Oficial Nº 22, Tomo 318, correspon-
diente al dos de febrero del mismo año, y del Decreto Legislativo Nº 433, emi-
tido y publicado en las mismas fechas que el anterior; por medio de los cuales
la Asamblea Legislativa establece como zona protectora del suelo y declara
como zona de reserva forestal una porción del inmueble denominado «El Espi-
no», y emite disposiciones relativas al aprovechamiento, desarrollo y ordena-
miento de tal inmueble», SC expuso, al respecto «que si bien nuestra constitu-
ción no enuncia expresamente dentro del catálogo de derechos fundamentales
el Derecho a un medio ambiente sano, es imprescindible reconocer que las
obligaciones prescritas en el art. 117 y otras disposiciones de la ley suprema
no importan un contenido prestacional a favor de los recursos naturales –lo
cual es jurídicamente imposible– sino de las personas que conforman la colec-
tividad, es decir, quienes satisfacen sus necesidades materiales, mediante el
aprovechamientos de tales recursos naturales».
En consecuencia, los límites prescritos a esa actividad son establecidos a
favor de la persona humana, lo que conlleva ineludiblemente al reconocimiento
de que tal derecho a gozar a un medio ambiente sano, tiene rango constitucional
y consecuentemente es obligación del Estado proteger a las personas en la con-
servación y defensa del mismo, todo ello porque el derecho a la vida, analizan-
do en su relación con el principio de dignidad de la persona humana y la con-
cepción personalista que inspira la constitución salvadoreña, no significa una
simple existencia psicobiológica, sino que implica una existencia propia de su
calidad humana, en la que obviamente el entorno ambiental o ecológico desem-
peña un papel primordial101.
Así también, en la Sentencia de Amparo pronunciada el 26 de junio de
2003102, reafirma que el Derecho a un medio ambiente tiene un carácter implí-
cito, dentro del texto constitucional, además sostiene que es un Derecho que
nace de las exigencias ético-jurídicas derivadas de la dignidad, la libertad y la
igualdad inherentes a la persona humana; que, tanto la doctrina como el Dere-
cho comparado, enlazan el Derecho al medio ambiente con la dignidad de la
persona en el sentido que el ser humano tiene derecho a habitar y disfrutar su
entorno vital en un régimen de armonía entre lo útil y lo grato y de acuerdo con
sus características naturales y culturales103. Por tanto, es claro que la finalidad
101
Vid. Sentencia de Inconstitucionalidad, ref. Inc. 5/93.
102
Vid. Sentencia de Amparo ref. 242-2001.
103
Actualmente existe una fuerza expansiva de la doctrina constitucional y jurisprudencia extran-
jera en reconocer además el derecho al agua como derecho fundamental por ejemplo por parte de la
jurisprudencia emanada de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica, la
cual en la Sentencia 4654-2003 de las 15:44 hrs. del 27 de mayo de 2003, que al efecto dispuso: «…la
Sala reconoce, como parte del Derecho de la Constitución, un derecho fundamental al agua potable,
derivado de los derechos fundamentales a la salud, la vida, al medio ambiente sano, a la alimentación
y la vivienda digna, entre otros, tal como ha sido reconocido también en instrumentos internacionales
sobre Derechos Humanos aplicables en Costa Rica, fundamentalmente en el Sistema Interamericano
de Derechos Humanos, donde el país se encuentra particularmente obligado en esta materia por lo
dispuesto en el artículo 11.1 del Protocolo Adicional a la Convención Americana sobre Derechos
625
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Humanos en Materia de Derechos Económicos». Vid. al respecto a PEÑA CHACÓN, M., El Derecho al
agua, en «Medio Ambiente y Derecho, REDAm» núm. 17, Universidad de Sevilla. http//:www.sica.
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630
ESPAÑA
Santiago González-Varas Ibáñez1
1
Catedrático de Derecho administrativo.
2
Derecho privado en sentido jurídico material y procesal. Es difícil situar el origen del Derecho admi-
nistrativo ya que encontramos regulaciones de este tipo desde siempre, pero en sentido moderno su
origen suele situarse en el siglo XIX, al igual que en otros muchos Estados. El Derecho administrativo
ha ido evolucionando desde entonces.
631
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
632
ESPAÑA
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
el sujeto que las desempeñe será válida la aplicación del Derecho privado. El
control de legalidad (tema que preocupa al Derecho público) será conseguido
fundamentalmente por la aplicación del Derecho de la competencia y, en parti-
cular, por la sujeción a ciertos principios de igualdad, proporcionalidad y trans-
parencia que conlleva la técnica del abuso de posición dominante. Este control
desde el Derecho privado, consiguiendo un criterio de legalidad pública, se ha
revelado más efectivo e incluso más correcto que aquel otro de la aplicación de
los derechos fundamentales en este tipo de situaciones. En torno a este segundo
grupo de funciones o actividades el problema podrá ser el de la extensión o
posibilidad de la iniciativa pública de mercado y no solo el referido al control
de la actividad misma, pero este es otro tema.
Tercero, las actividades administrativas prestacionales o serviciales. A dife-
rencia del primer grupo de funciones públicas estas actividades de prestación o
servicio no necesariamente han de desarrollarse por una Administración o sus
entidades. Es posible que sea así, pero también que se desarrollen por el sector
privado, tal como corrobora la nueva legislación de telecomunicaciones, ener-
gética, transportes, etc.
Eso sí, cuando las desarrolle la Administración o sus entidades, el régimen
jurídico no debe o puede diferir en esencia del Derecho administrativo. Lo ló-
gico y correcto es que se aplique este Derecho (se cumple así el concepto de
Derecho administrativo y lo que ello representa desde el punto de vista de las
garantías jurídicas). Pero si se aplica el Derecho privado no cabe, al menos,
eludir las normas o principios esenciales del Derecho público. Para lograr la
debida iuspublicación de las relaciones jurídicas y conseguir que no se eluda
una norma de Derecho administrativo de necesario cumplimiento, se manifies-
tan distintas técnicas aplicables que conjuntamente pueden designarse como
«Derecho administrativo privado», principalmente actos separables y levanta-
miento del velo y el fraude de ley administrativa, pero en general el control
judicial que obliga a cumplir leyes y principios de Derecho administrativo.
Son «técnicas» en gran parte de vocación judicial y garantista, que se pre-
sentan como remedios en un plano de efectividad o como soluciones inmedia-
tas al referido problema que conlleva la opción a favor del Derecho privado y
la ruptura del sistema o equilibrio de garantías, siempre partiendo de que no
cabe duda de que la solución más correcta no es otra o debería ser otra que la
aplicación directamente del Derecho administrativo. Los juristas en general, así
como los órganos jurisdiccionales del orden contencioso-administrativo, por
definición, son sensibles a la tutela de los derechos de los particulares y garan-
tizarán a estos frente a posibles fraudes de ley administrativa de obligado cum-
plimiento que protagonice la Administración o sus entidades.
Durante los últimos años la legislación administrativa ha conseguido con-
firmar que este tipo de leyes (de contratos públicos, de procedimiento o juris-
dicción) se aplican a la Administración o a sus entidades cuando estas cum-
plan funciones administrativas. Este hecho significa, primero, la confirmación
634
ESPAÑA
635
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
636
ESPAÑA
Las relaciones jurídicas pueden ser bilaterales (es decir entre particular y
Administración o su entidad) o triangulares, pues la Administración a veces es
destinataria de una petición de actuación contra un tercero obligado a cumplir
una determinada disposición administrativa. Relaciones jurídicas triangulares
típicas son aquellas que se manifiestan en relaciones de vecindad, por ejemplo
aquellos casos en que un vecino pide a la Administración que actúe frente a un
establecimiento molesto.
3. El Derecho administrativo español es un Derecho continental o legisla-
do. Pero juegan un papel importante los principios generales del Derecho admi-
nistrativo
En la práctica jurídica administrativa los principios generales del Derecho
administrativo encuentran una constante aplicación. En el fondo, muchos de los
procesos judiciales se resuelven sobre la base de la aplicación de principios. El
fundamento o quid de la sentencia estará en la preselección de uno u otro prin-
cipio por parte del órgano jurisdiccional. Una vez seleccionado aquel, la con-
clusión jurídica siempre será congruente con el mismo. El quid está, por lo
tanto, en la determinación del principio aplicable. Es esta una labor que a diario
caracteriza la práctica jurídica.
Como ha puesto de manifiesto la mejor doctrina, de necesaria invocación en
este contexto, «hay razones más específicas para asignar un valor más relevan-
te que en otros sectores a la técnica de los principios generales del Derecho en
el Derecho administrativo [...]». En este, en efecto, «se producen, necesaria-
mente, problemas de justicia, o, si se prefiere, de ajuste entre situaciones, inte-
reses y derechos [...]. Si la Administración, sujeto de relaciones jurídico-admi-
nistrativas, tiene calidad para producir por sí misma normas jurídicas, no será
excepcional que en estas normas se sobrevaloren los intereses propios de la
Administración como sujeto [...]. En fin, la posición jurídica de la Administra-
ción está en buena parte construida sobre las llamadas potestades discreciona-
les, que supone en alguna medida una libertad respecto de la Ley. También el
sistema de los principios generales se hace inevitable para que esa libertad no
se traduzca en arbitrariedad pura y simple»3.
«En resolución, pues, todo el Derecho, pero de manera muy particular el
Derecho administrativo, se constituye necesariamente sobre un sistema de
principios generales del Derecho que no solo suplen a las fuentes escritas,
sino que son los que dan a estas todo su sentido y presiden toda su interpre-
tación como hoy recoge ya el artículo 1.4 CC. Esos principios generales no
proceden por deducción de primeras verdades morales, sino que son princi-
pios técnicos que articulan sobre todo el mecanismo básico del Derecho que
son las instituciones; y su desarrollo y perfección es un fruto de la vida jurí-
3
GARCÍA DE ENTERRÍA, E. y FERNÁNDEZ T.R., Curso de Derecho administrativo, 12 edición, Ma-
drid, 2004, p. 87.
637
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4
Ibidem, p. 91.
5
SÁNCHEZ MORÓN, M., Derecho administrativo, Parte General, Madrid, 2010, pp. 226 y ss.
6
SORIANO, J.E. y ROMERO REY, C., Legislación básica de régimen local, Madrid, 2009.
638
ESPAÑA
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
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ESPAÑA
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4. ACTOS Y DISPOSICIONES
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
646
ESPAÑA
En estos casos el particular que cuenta con el acto favorable sujeto a revisión
de la Administración actuará como demandado en el proceso judicial frente a la
Administración demandante que invocará la ilegalidad de su acto.
La revisión puede producirse a instancia de tercero interesado. Los interesa-
dos podrán formular solicitudes para lograr esta revisión. Por su parte, el órga-
no competente para la revisión de oficio podrá acordar motivadamente la inad-
misión a trámite de las solicitudes formuladas por los interesados, sin necesidad
de recabar dictamen del Consejo de Estado u órgano consultivo de la Comuni-
dad Autónoma, cuando las mismas no se basen en alguna de las causas de nulidad
del artículo 62 o carezcan manifiestamente de fundamento, así como en el su-
647
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
648
ESPAÑA
este sentido, STS de 22 de noviembre de 2006 (rec. núm. 4084/03); STSJ del
País Vasco de 8 de febrero de 2007 (JUR 2007\126969); STS de 28 de noviem-
bre de 2001; STS de 22 de diciembre de 1999 RJ 804.
Además de la revisión en el sentido expuesto, «las Administraciones Públi-
cas podrán revocar en cualquier momento sus actos de gravamen o desfavora-
bles, siempre que tal revocación no constituya dispensa o exención no permiti-
da por las leyes, o sea contraria al principio de igualdad, al interés público o al
ordenamiento jurídico».
La revisión de oficio debe distinguirse finalmente de la rectificación de
errores. La LRJAP-PAC afirma que «las Administraciones Públicas podrán,
asimismo, rectificar en cualquier momento, de oficio o a instancia de los inte-
resados, los errores materiales, de hecho o aritméticos existentes en sus actos».
El error generalmente no significa una simple habilitación para la rectifica-
ción de errores, ya que si se declaran derechos por la Administración debe ha-
cerse uso de la declaración de lesividad (STS de 4 de mayo de 1993 RJ 3687).
No han faltado, no obstante, fallos flexibles en la utilización o interpretación de
la «corrección de errores» (STS de 26 de febrero de 1987 RJ 3376). Puede se-
leccionarse la STS de 23 octubre 2001 RJ 2002\128 donde se ponen de mani-
fiesto este tipo de limitaciones jurídicas.
Según el artículo 109 de la LRJAP-PAC ponen fin a la vía administrativa:
– Las resoluciones de los recursos de alzada.
– Las resoluciones de los procedimientos de impugnación a que se refiere el
artículo 107.2.
– Las resoluciones de los órganos administrativos que carezcan de superior
jerárquico, salvo que una Ley establezca lo contrario.
– Las demás resoluciones de órganos administrativos cuando una disposi-
ción legal o reglamentaria así lo establezca.
– Los acuerdos, pactos, convenios o contratos que tengan la consideración
de finalizadores del procedimiento.
Los recursos administrativos deben interponerse siguiendo las indicaciones
formales del artículo 110 de la LRJAP-PAC. Por otra parte, la regla general es
la no suspensión de la ejecución del acto (artículo 111 de la LRJAP-PAC) y
rigen los principios de audiencia (artículo 112 de la LRJAP-PAC) y de con-
gruencia (artículo 113 de la misma Ley).
Actos impugnables (artículo 107 de la LRJAP-PAC) son las resoluciones
(no así las disposiciones) o los actos de trámite si deciden directa o indirecta-
mente el fondo del asunto, determinan la imposibilidad de continuar el procedi-
miento, o producen indefensión o perjuicio irreparable a derechos e intereses
legítimos. La oposición a los restantes actos de trámite podrá alegarse por los
interesados para su consideración en la resolución que ponga fin al procedi-
649
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
7
Otros problemas actuales se comentan por SORIANO GARCÍA, J.E., Lucha contra la morosidad y
contratación administrativa (grupos de presión, captura del regulador y administración pública ante
las relaciones comerciales), Madrid, 2009.
650
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653
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
cia el peso del control recae en la CNC, teniendo las sentencias de la jurisdic-
ción contencioso-administrativa (a través de la Audiencia Nacional o del
Tribunal Supremo), un valor a veces puramente testimonial o reiterativo de lo
resuelto por aquella otra instancia de control. En cambio, todavía actualmente,
conforme al modelo tradicional de las Leyes jurisdiccionales de 1956 y 1998,
en sede contenciosa se enjuician todos los elementos de juicio, incluidos los
aspectos técnicos, con la ayuda de pruebas periciales que, como es notorio, a
veces pueden protagonizar el escenario de la justicia, optando muchas veces el
juzgador (en especial cuando existe pericial judicial) por una remisión a tal in-
forme.
En tercer lugar, otra referencia es, a nivel jurídico comparado, la que aportan
los Estados de Centroeuropa, donde llevan ya años aplicando una regulación de
características muy próximas a la que se acaba de introducir en España por la
reforma de la Ley 30/2010 en cuanto al régimen de plazos de recursos y de
medidas cautelares. Como antes advertíamos en tales Estados la ausencia de
tradición histórica ha podido favorecer la pronta instauración de este tipo de
modelos (de control no judicial de las adjudicaciones contractuales) que preten-
den lograr una mayor adecuación con el interés real del sujeto y con ello una
justicia primaria y no secundaria.
Otra solución distinta a la articulada por la Ley 30/2010 habría sido la de
instaurar un «proceso especial» dentro de los procesos especiales de la jurisdic-
ción contencioso-administrativa, en este ámbito del control de la adjudicacio-
nes contractuales; pero es discutible, como ya hemos comentado, que la juris-
dicción contencioso-administrativa pueda cumplir por entero, por sí sola, las
distintas exigencias que imponen las directivas europeas, en especial de la di-
rectiva 2007/66.
Esta tendencia de instaurar un Tribunal español Administrativo Central de
Recursos Contractuales tras la Ley 30/2010 se advierte en distintos Estados y
no solo europeos, como ilustran perfectamente los casos de Panamá y de Perú,
donde ha mermado el peso del control judicial y se ha trasladado en gran medi-
da a instancias de control próximas al actual Tribunal español Administrativo
Central de Recursos Contractuales.
La consideración del contrato administrativo bajo la lógica del Derecho de
la competencia no hace cambiar el sistema jurídico administrativo tradicional
existente entre nosotros.
Es claro que en España, al igual que en el resto de Europa, siempre ha estado
presente que el Derecho europeo es ante todo un Derecho de la competencia.
Pero no hemos llegado a reflexionar sobre la posibilidad de ordenar los contra-
tos administrativos (y menos su sistema de control) bajo esta ratio. Desde lue-
go, Europa no obliga a esta consideración de los contratos bajo el Derecho de
la competencia, si bien, como es sabido, sí obliga a respetar principios que
materialmente hablando son también propios del Derecho de la competencia: es
654
ESPAÑA
8
La Ley de Defensa de la Competencia (LDC) de 3 de julio de 2007, que entró en vigor el 1 de
septiembre de 2007, sustituye o deroga la precedente de 17 de julio de 1989, reformada sensiblemente
por la Ley 52/1999, de 28 de diciembre. La Comisión Nacional de la Competencia presenta una estruc-
tura piramidal centrada en la existencia de dos órganos separados, la Dirección de Investigación y el
Consejo, que realizan con independencia sus respectivas funciones de instrucción y resolución bajo la
supervisión y coordinación del presidente, apoyado en un conjunto de servicios comunes.
655
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
656
ESPAÑA
dos años y las leves a los seis meses; las sanciones impuestas por faltas
muy graves prescribirán a los tres años, las impuestas por faltas graves a
los dos años y las impuestas por faltas leves al año […]».
– Concurrencia de sanciones: «no podrán sancionarse los hechos que hayan
sido sancionados penal o administrativamente, en los casos en que se apre-
cie identidad del sujeto, hecho y fundamento».
En segundo lugar se regulan los principios del procedimiento sancionador:
– Garantía de procedimiento: «el ejercicio de la potestad sancionadora re-
querirá procedimiento legal o reglamentariamente establecido».
– Derechos del presunto responsable a ser notificado de los hechos que se le
imputen, de las infracciones que tales hechos puedan constituir y de las
sanciones que, en su caso, se les pudieran imponer, así como de la identi-
dad del instructor, de la autoridad competente para imponer la sanción y
de la norma que atribuya tal competencia. Y a formular alegaciones y
utilizar los medios de defensa admitidos por el Ordenamiento Jurídico que
resulten procedentes.
– Presunción de inocencia: «los procedimientos sancionadores respetarán la
presunción de no existencia de responsabilidad administrativa mientras no
se demuestre lo contrario».
– Los hechos declarados probados por resoluciones judiciales penales fir-
mes vincularán a las Administraciones Públicas respecto de los procedi-
mientos sancionadores que sustancien.
Junto a las sanciones puede estudiarse la reparación de daños causados a la
Administración. En principio, los daños a la Administración o a bienes jurídico-
públicos no habrían de presentar especificidad alguna, debiendo la Administración
ejercitar las acciones de reparación de daños ante la jurisdicción civil siguiendo las
pautas propias del Derecho común. Y en este contexto puede situarse también el
tema de la indemnización civil a favor del Estado derivada de delito o falta.
Ocurre, sin embargo, que la legislación administrativa logra establecer un
régimen específico cuando los daños se causan a la Administración, esencial-
mente el régimen de autotutela administrativa ejecutoria para la reparación de
daños, sin perjuicio de otras peculiaridades de la legislación sectorial que par-
ten de la forma en la que se presentan específicamente los daños causados a la
Administración.
Por otra parte, el régimen ejecutorio para la reparación de daños se presenta
como un apéndice o consecuencia del Derecho administrativo sancionador, ya
que la referida ejecutoriedad proviene del hecho de la acumulación entre la
sanción y la reparación que prevé la legislación administrativa9.
daños es la STS de 14 de marzo de 1996 RJ 2561: la Administración había decretado «tres providen-
657
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
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ESPAÑA
tes entre sí. Un ejemplo puede ser la sentencia del TSJ Cataluña núm. 462/1999,
de 19 de mayo (JT 1999\1237).
Durante los últimos tiempos se ha hablado largamente de este tema de la
discrecionalidad en relación con los pronunciamientos anulatorios. La intro-
ducción de las pretensiones procesales prestacionales y la consiguiente previ-
sión legal de sentencias de condena plantea también la cuestión de los límites
del control judicial cuando la Administración tenga (en virtud del ordenamien-
to jurídico) discrecionalidad para actuar o no actuar en el caso concreto. Un
caso paradigmático puede ser el ámbito del Derecho de policía, ya que es gene-
ralmente discrecional la decisión acerca de si debe actuarse en defensa de bie-
nes jurídicos individuales o colectivos.
En principio, las acciones procedentes para lograr la realización por parte de
la Administración, de una actuación o prestación, son las que se prevén en los
artículos 29 y 32 de la LJCA. En este sentido, es claro, como recuerda por otra
parte la Exposición de Motivos de la LJCA de 1998, que, en estos casos, la
obligación ha de estar suficientemente concretada, a efectos de que el órgano
jurisdiccional pueda decretar dicha orden de actuación frente a la Administra-
ción.
No obstante, los Juzgados y Tribunales habrán de comprobar si la inicial
discrecionalidad administrativa (para actuar o permanecer inactiva) puede o no
reducirse o eliminarse judicialmente.
Para ello es preciso aplicar ciertos criterios de interpretación a efectos de
poder extraer un interés legítimo cuyo ejercicio obligue a la Administración a
realizar una prestación aun cuando tenga inicialmente discrecionalidad para
ello.
En este sentido, puede justificarse en el caso concreto dicha reducción judi-
cial de la potestad discrecional, a efectos entonces de poder obligar a la Admi-
nistración a actuar (por ejemplo, tomando las medidas oportunas contra la cau-
sación de ruidos o contra un establecimiento insalubre) aplicando el criterio de
la «puesta en peligro de bienes jurídicos esenciales» o cuando la inactividad
causara la «lesión de un derecho fundamental» (por ejemplo, la vida, la integri-
dad física, la intimidad, etc.).
Igualmente, el Tribunal o Juzgado podrá constatar una «desviación de po-
der por el no ejercicio de la potestad administrativa», concretamente cuando
la Administración no actúa, incumpliendo o separándose del fin previsto en la
norma.
Estos criterios de reducción de la discrecionalidad pueden tener una especial
utilidad, procesalmente, a efectos de tutelar debidamente las posiciones jurídi-
cas de terceros. Se trata concretamente de las pretensiones prestacionales en
favor de terceros. Tras la LJCA de 13 de julio de 1998 existen cauces procesa-
les aptos para tutelar estos intereses o derechos. No solo la pretensión prestacio-
659
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
nal de los artículos 29 y 32, sino también las medidas cautelares positivas del
artículo 136.
Procesalmente, en relación con estos casos de discrecionalidad administra-
tiva y pretensiones prestacionales pueden distinguirse dos tipos de sentencia de
condena: primero, las sentencias que consiguen reducir la discrecionalidad a
una única solución o decisión jurídica. Segundo, las sentencias que se limitan a
establecer un marco dentro del cual ha de moverse la decisión administrativa
discrecional.
660
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10
En especial STS de 8 de octubre de 1998 RJ 7903 y SSTS de 17 de febrero de 1998 RJ 1677
y 6 de marzo de 1998 RJ 2491, en relación con la STC 28/1997, de 13 de febrero de 1997.
663
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11
Nos explica R. RIVERO (en VV.AA., El silencio administrativo, urbanismo y medio ambiente,
Valencia, 2006, p. 278) que en casos de inactividad administrativa además del silencio positivo «otra
consecuencia, consagrada por el Tribunal Constitucional, es la incompatibilidad con la tutela judicial
efectiva de toda posición de ventaja que adquiera la Administración como consecuencia del incumpli-
miento de su obligación de resolver (sentencias del Tribunal Constitucional 6/1986 y 204/1986). Una
vez que la Administración no ha actuado como es debido pierde su legitimidad para exigirle al interesa-
do que siga correctamente los pasos procedimentales rigurosamente». «El incumplimiento de la obliga-
ción de resolver es un supuesto de mal funcionamiento de la Administración». De manera que los per-
juicios derivados de la mala administración no deben ser asumidos por los propios perjudicados.
12
Vid. GONZÁLEZ PÉREZ, J., Comentarios a la LRSV 6/1998, 1998, p. 703.
664
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que, a pesar de que no cabe la indemnización por daños futuros, procede indem-
nizar las lesiones patrimoniales de futuro acaecimiento, siempre que estas sean
de «anticipada certeza de su acaecimiento en el tiempo», tal como pone de
manifiesto la STSJ de La Rioja de 23 de marzo de 2001 (JUR 178778): «Cabe
integrar dentro del concepto del daño efectivo también aquellas lesiones patri-
moniales de futuro acaecimiento, siempre que estas sean de «anticipada certe-
za de su acaecimiento en el tiempo».
Para resolver un mismo problema social (la necesidad de que todos los ciu-
dadanos tengan cubiertas necesidades básicas por un precio asequible que pue-
de ser inferior al coste de prestación) surgen dos sistemas posibles, el de servi-
cio público y el de mercado o servicio de interés general.
Ciertas actividades han de realizarse, por imperativos sociales, por un precio
inferior al coste real de prestación o de mercado (por ejemplo, a la hora de lle-
var una carta desde un pueblo remoto de montaña a otro igualmente incomuni-
cado). Es decir, por exigencias sociales de elemental comprensión existen cier-
tas actividades cuya prestación ha de realizarse a un precio inferior respecto del
precio que representaría su coste real de prestación, es decir, un precio similar
al que abonan otros usuarios o ciudadanos por la misma actividad considerada
objetivamente en las áreas o zonas del servicio más rentables.
Este tipo de circunstancias están en la base misma del servicio público. Tra-
dicionalmente se ha venido entendiendo que para resolver este «problema» el
sistema que se impone es aquel en cuya virtud el Estado, responsable último de
resolver el problema o reto expuesto, se reserva las distintas áreas y zonas y
ramas de prestación. De esta manera, reservándose el Estado el completo de
estas áreas y ramas de prestación, se justifica que aquello que obtiene el Estado
en las partes rentables lo destine a financiar la parte no rentable del servicio en
favor de otros colectivos que abonan menos de lo que sería el precio real de
prestación.
Esta lógica se reflejó abiertamente en la sentencia Corbeau del TJCE, sen-
tencia que respondió a una cuestión prejudicial de un órgano jurisdicional penal
belga (se acusaba de delito de atentar contra los monopolios públicos) en el
sentido de considerar posible que el Estado belga se reservara en exclusiva las
distintas líneas de prestación del servicio postal (estaba en cuestión la línea
rentable entre Lieja y Bruselas) porque con el beneficio de prestación en esta
línea de prestación (cuyo coste, en efecto, era superior al posible coste de mer-
cado) el poder público se permitía sufragar el déficit de prestación de zonas o
líneas no rentables.
665
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Pero a los pocos años comenzó la liberalización del servicio postal. Y por
eso el valor de esta sentencia es testimonial o histórico, al servir para explicar
la lógica del servicio público en su quid financiero esencial antes de la liberali-
zación posterior.
Junto a esta vía de financiación se impone aquella otra del presupuesto públi-
co, que puede llevar a asumir (conforme esta lógica del servicio público) el déficit
público, si ello es necesario, con tal de lograr resolver el problema apuntado.
Ocurre que más recientemente se argumenta que no es este el modelo único
concebible para dar solución a este problema. Se ha descubierto otra opción
posible. Podrá esta convencer más o menos que aquella otra (no se desea por mi
parte entrar en este debate jurídico-político, pues tan solo se trata solo de afir-
mar la posibilidad misma de otro sistema alternativo para resolver este proble-
ma apuntado).
Me refiero al modelo alternativo de mercado, que incide en los conceptos de
liberalización, del Derecho de la competencia, de regulación-desregulación y
de privatización. El problema referido financiero, que origina el servicio públi-
co, se resolvería aplicando otras técnicas diferentes de aquellas que aporta el
servicio público: en vez de las técnicas de las subvenciones cruzadas y de la
asunción del déficit vía presupuesto público, el problema apuntado, lejos de ser
ignorado por este sistema alternativo, tiene respuesta a través de otras claves
diferentes de aquellos que aporta el servicio público. En primer lugar es preciso
citar el servicio universal. Según esto, se definen primero las áreas o prestacio-
nes deficitarias y se calcula el coste financiero de prestación. Segundo, se nom-
bra a un operador que preste este servicio. Tercero, se repercute entre todos los
operadores de mercado el coste del déficit de prestación. Este sistema se impo-
ne en los ámbitos de los servicios de telecomunicación y postales. Como pode-
mos comprobar, en este sistema el problema social queda resuelto conforme a
la propia lógica de mercado. En segundo lugar, otra clave del sistema de mer-
cado para resolver el «problema social» referido de asunción de servicios de
prestación exigible pero no rentable es la técnica de las «obligaciones de servi-
cio público» que se impone en el ámbito de los transportes. Según esto, el poder
público define las líneas de transporte de obligada prestación, pero no renta-
bles, para un determinado operador. El operador obligado tiene, entonces, un
derecho subjetivo ora a que se suprima la obligación, ora a ser compensado con
la parte deficitaria del servicio prestado a través del presupuesto público.
Otra de las claves del servicio público es la libertad de organización del ser-
vicio, que tiene tres manifestaciones. La primera, la libertad de la Administración
de optar por una forma de gestión directa o indirecta (por ejemplo, respectiva-
mente, un organismo autónomo o un concesionario). La segunda, la libertad de
la Administración de optar por una forma de Derecho público (por ejemplo, un
organismo autónomo) o de Derecho privado (una sociedad mercantil). La terce-
ra, cuando sea posible el monopolio, la libertad de optar por un operador único o
por varios operadores, ya que la posibilidad legal del monopolio no implica la
666
ESPAÑA
obligación del monopolio. Puede haber servicio público con varios concesiona-
rios. El ejemplo de la televisión es claro. Cuando existe un servicio público, el
número de operadores lo fija el Estado: aunque hubiera técnicamente posibilidad
para varios operadores, el dueño del servicio (el Estado) define el número de
operadores posibles en todo caso, siempre que exista un servicio público.
Las distintas libertades mencionadas anteriormente no son absolutas, pues
existen límites jurídicos en estas decisiones de organización de los servicios
públicos, ya que no es lógico ni comprensible que por optar la Administración
por una u otra forma de gestión (en el sentido expuesto) pueda cambiar sustan-
cialmente el régimen jurídico de la entidad operadora. Más bien, si se cumplen
funciones administrativas hay que cumplir el Derecho administrativo (crite-
rios funcionales) o al menos el Derecho administrativo privado, es decir, el le-
vantamiento del velo y los actos separables, evitando fraudes posibles de ley
administrativa de obligado cumplimiento conforme al carácter público de la
función, independientemente de la forma jurídica de la entidad de referencia.
También estos principios del servicio público pueden ser contrapuestos me-
diante los correlativos del régimen de mercado de interés general. Frente al
posible monopolio al que puede tener del servicio público se sitúa la liberaliza-
ción que impone la libre entrada de operadores en la prestación del servicio, y
la regla de autorización como título habilitante. De este modo, siempre que
exista disponibilidad técnica y económica se podrá prestar la actividad. La libe-
ralización se realiza por norma. Depende principalmente de que la Unión Euro-
pea dicte normas aplicándola. Lo que ha hecho en infinidad de sectores.
Y encontrará genuino sentido el Derecho de la competencia, es decir, el
Derecho que se aplica a los operadores de mercado por realizar una función
mercantil. Sin embargo, el Derecho de la competencia es per se compatible con
los monopolios (aunque incompatibles con la liberalización si esta se produce).
Así, por ejemplo, en estos casos, el abuso de posición dominante se aplica al
monopolista y consigue evitar posibles abusos en las relaciones jurídicas entre
el monopolista y los usuarios del servicio o proveedores al monopolista.
También podrá manifestarse la «privatización». A diferencia de la liberali-
zación, no estamos tanto ante una exigencia de Derecho como ante una decisión
política. Si se privatiza es por motivos políticos internos de cada Estado. No
obstante, es cierto que la liberalización provoca un efecto privatizante porque,
tras liberalizar el mercado, es difícil que la empresa pública soporte el empuje
y modos de actuar de sus competidores privados.
Finalmente, la «regulación» explica la nueva función de la Administración,
más reguladora que interventora o gestora.
En conclusión existen dos modelos en términos explicativos o ideales. Pri-
mero el de servicio público, pero en el sentido expuesto. Y el de mercado, ba-
sado en los conceptos expuestos (liberalización...) y en las técnicas que lo com-
ponen (destacamos «servicio universal» e «interconexión»).
667
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Ahora bien, este sistema referido en último lugar no es ni puede ser un sim-
ple régimen de mercado. Es un mercado, sí. Pero de interés general. El término
mercado parece conveniente porque, en efecto, estamos ante mercados, si-
guiendo el propio tenor literal de las leyes reguladoras de los mismos. Pero sin
olvidar los condicionantes públicos, que son infinitos en estos sectores que aca-
ban aglutinando a veces formas y caracteres de ambos modelos ideales que
conviene tener claros conceptualmente.
Otro principio del servicio público, que encuentra igualmente respuesta en
el régimen alternativo de mercado, es el de equiparación entre red única y ope-
rador único. En todo caso se piensa, en tiempos del servicio público, que es más
económico, y por tanto lógico, que exista una red única con operador único
porque, de construirse dos redes, el coste del servicio sería mayor considerando
que debería repercutirse entonces el coste de realización de la obra o infraes-
tructura en los usuarios. Es decir, conviene a estos, y por tanto a todos, red
única con operador único.
Para otros, la práctica ha llevado a demostrar que, a pesar de esta lógica, no es
necesariamente este el planteamiento. Más bien, el sistema de mercado se basa,
primero, en un posible derecho de libre creación de redes. Segundo, en un posible
derecho de uso compartido de las infraestructuras (otorgando aviso a posibles in-
teresados de la obra que va a realizarse para que pueda ejercitarse este derecho). Y
tercero y fundamentalmente en un derecho a interconectar con las redes existentes.
668
ESPAÑA
13
MARTÍN REBOLLO, L., Leyes administrativas, 13 edición, Pamplona, 2007.
669
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
del Estatuto, continúan vigentes hasta que se apruebe la Ley de la Función Pú-
blica de la AGE en tanto no se opongan al Estatuto (artículos 29 de la Ley de
Medidas, 68 y 71 de la Ley de 1964). Por su parte el artículo 9.2 del Estatuto
(reserva del ejercicio de funciones públicas a los funcionarios) es de aplicación
inmediata y directa en la Administración estatal.
Todo este galimatías explica que, con posterioridad al Estatuto, tuvieran que
dictarse unas relevantes Instrucciones para la aplicación de aquel (Resolución
de 21 de junio de 2007) que van informando sobre la concreta aplicación de sus
contenidos.
El Estatuto Básico del Empleado Público define las clases de empleados
públicos –funcionarios de carrera e interinos, personal laboral, personal even-
tual– regulando la nueva figura del personal directivo. Este último (según afir-
ma la Exposición de Motivos del Estatuto) «está llamado a constituir en el fu-
turo un factor decisivo de modernización administrativa, puesto que su gestión
profesional se somete a criterios de eficacia y eficiencia, responsabilidad y con-
trol de resultados en función de los objetivos. Aunque por fortuna, no han fal-
tado en nuestras Administraciones funcionarios y otros servidores públicos
dotados de capacidad y formación directiva, conviene avanzar decididamente
en el reconocimiento legal de esta clase de personal, como ya sucede en la ma-
yoría de los países vecinos».
Según la Exposición de Motivos del Estatuto Básico del Empleado Público,
«en cuanto al régimen disciplinario, el Estatuto, de conformidad con su carácter
básico, se limita a ordenar los principios a que debe someterse el ejercicio de
esta potestad pública respecto de los empleados públicos, tipifica las infraccio-
nes muy graves y amplía el abanico de posibles sanciones. Por lo demás se re-
mite ampliamente a la legislación que, en su desarrollo, dicten el Estado y las
Comunidades Autónomas en el ámbito de sus respectivas competencias».
En el citado Estatuto, en el Título VII se regula el «régimen disciplinario».
En efecto, «los funcionarios públicos y el personal laboral quedan sujetos al
régimen disciplinario establecido en el presente Título y en las normas que las
Leyes de Función Pública dicten en desarrollo de este Estatuto» (artículo 93:
«Responsabilidad disciplinaria»). Las sanciones pueden consultarse en el artí-
culo 96 del Estatuto.
670
ESPAÑA
671
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
672
ESPAÑA
673
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
En España todos los bienes públicos tienen un régimen especial. Sin embar-
go, es clásica y oportuna la diferenciación entre bienes de dominio público y
bienes patrimoniales. En los primeros de dan las exorbitancias más notables
que, en el caso español, incluso se plasman en la propia Constitución (artícu-
lo 132), ya que los demaniales son imprescriptibles, inalienables e inembarga-
bles. No obstante, cualquiera de estas tres reglas podría debatirse, ya que han
dejado de ser dogmas absolutos.
En el ámbito estatal la normativa la encontramos principalmente en distintas
leyes sectoriales, de aguas, de costas, de carreteras, etc., lo mismo que en el
ámbito regional. En cambio, en el local se encuentra una normativa propia, de
considerable precisión dedicada a regular exclusivamente los bienes locales,
tanto mediante preceptos de rango legal como reglamentario.
La utilización puede ser, básicamente, general o especial. En este último
caso se impondrá la concesión demanial. La protección de estos bienes implica
la posible imposición de sanciones para la salvaguarda de fines públicos inhe-
rentes a tales bienes.
14
SORIANO, J.E. y BRUFAU CURIEL, P., Claves del derecho ambiental, Madrid, 2010.
674
GUATEMALA
Rolando Escobar Menaldo1
1
Catedrático de Derecho administrativo. Decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
de la Universidad Rafael Landívar.
675
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
2
MARTÍNEZ MORALES, Rafael, agrega además que este derecho regula de manera fundamental las
actividades o tareas que realizan esos órganos del poder ejecutivo. Derecho Administrativo, 2ª edición.
México, 2001, p. 1.
676
GUATEMALA
colaboración y fiscalización entre tales órganos, con el objeto de que los produ-
cidos por el Estado se enmarquen dentro de una unidad jurídico-constitucional,
tal y como lo ha interpretado dicha norma la Corte de Constitucionalidad gua-
temalteca.3
Otra norma que constituye la base constitucional de la Administración
Pública es el artículo 224 de la Carta Magna, norma que esta sea descentra-
lizada, entendiéndose por descentralización el proceso mediante el cual el
Gobierno central delega la ejecución y el control administrativo de ciertas
funciones a entes distintos de sí mismo o a sus entidades autónomas y des-
centralizadas.
Por su parte, la Ley del Organismo Ejecutivo4 desarrolla los preceptos cons-
titucionales sobre la organización, atribuciones y funcionamiento del Organis-
mo Ejecutivo, señalado que las competencias de este se encuentran en el ejerci-
cio de la función administrativa y la formulación y ejecución de las políticas de
gobierno con las cuales deben coordinarse las entidades que forman parte de la
Administración. Dicha Ley también dispone sobre los principios que rigen la
función administrativa, entre los que destacan los de solidaridad, subsidiaridad,
transparencia, probidad, eficacia, descentralización y participación ciudadana.
Básicamente en la Constitución Política de la República y la Ley del Organis-
mo Ejecutivo se encuentra el fundamento jurídico de la Administración Públi-
ca, de la cual se desarrollan otras leyes que contribuyen a facilitar el ejercicio
de esta función estatal, y, como indica la propia normativa constitucional, con-
tribuyen a obtener como fin supremo el bien común y garantizar a los habitan-
tes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desa-
rrollo integral de la persona.
3
Corte de Constitucionalidad, Gaceta Nº 26, Expediente Nº 290-91, Editorial Serviprensa, Gua-
temala, 2001, p. 11.
4
Decreto Nº 114-97 del Congreso de la República.
677
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5
Ley del Organismo Judicial, Decreto 2/89 del Congreso de la República. El artículo 9 de dicha
ley dispone además sobre la supremacía de Constitucional, indicando que los Tribunales observarán
siempre el principio de jerarquía normativa y supremacía de la Constitución Política de la República,
sobre cualquier ye o tratado, salvo los tratados o convenciones sobre derechos humanos, que prevale-
cen sobre el derecho interno. Las leyes o tratados prevalecen sobre los reglamentos. Carecen de validez
las disposiciones que contradigan una norma de jerarquía superior.
678
GUATEMALA
perior del Organismo Ejecutivo, quien actuará siempre con los ministros, en
Consejo de Ministros o separadamente con uno o más de ellos, en todos los
casos en que de sus actos surjan relaciones jurídicas que vinculen a la Adminis-
tración Pública. El desarrollo de las funciones y atribuciones de dichos órganos
se encuentra dispuesto en la Ley del Organismo Ejecutivo antes citada.
El despacho de los negocios de Organismo Ejecutivo se hace a través de
catorce ministerios, siendo estos los siguientes:
– Ministerio de Agricultura, Ganadería y Alimentación
– Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda
– Ministerio de Cultura y Deportes
– Ministerio de Desarrollo Social
– Ministerio de Economía
– Ministerio de Energía y Minas
– Ministerio de Finanzas Públicas
– Ministerio de Gobernación
– Ministerio de la Defensa Nacional
– Ministerio de Relaciones Exteriores
– Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social
– Ministerio de Trabajo y Previsión Social
– Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales
– Ministerio de Desarrollo Social.
Debe mencionarse que en la organización administrativa estatal, además de
la centralización que es la forma de organización en la que las funciones de
administración se encuentran concentradas en los órganos superiores, encontra-
mos a las entidades descentralizadas, autónomas y empresas públicas no finan-
cieras. Las entidades autónomas son aquellas instituciones a las que la propia
Constitución Política de la República les otorga esta naturaleza y que han sido
creadas por esta; como ejemplo podemos citar a las Municipalidades, la Uni-
versidad de San Carlos de Guatemala, el Comité Olímpico Guatemalteco, el
Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, la Escuela Nacional Central de
Agricultura y el Banco de Guatemala, entre otras. Estas instituciones gozan de
cierta independencia de decisiones y se rigen por leyes propias y específicas,
con personalidad jurídica y patrimonio propio, cuyo objetivo es que puedan
operar con mayor flexibilidad en el manejo de los recursos, para el mejor cum-
plimiento de las funciones para lo que fueron creadas. Aun cuando algunas de
ellas tienen autonomía funcional, su objetivo principal no radica en el lucro de
los bienes y servicios que producen.
Por su parte, hay entidades descentralizadas que tienen un nivel intermedio
entre la centralización y la descentralización, porque, aunque se deleguen cier-
tas competencias y funciones, no tienen concentrado el poder de decisión. Estas
679
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
entidades son aquellas que actúan bajo la autoridad del Gobierno central, con
cierto grado de independencia, en cuanto a su condición jurídica, responsabili-
dad y manejo de los recursos, en funciones gubernamentales especializadas. En
atención a la Política Nacional de Descentralización regulada en la Ley General
de Descentralización, Decreto número 14-2002 del Congreso de la República,
define la desconcentración como: «el traslado de funciones desde un nivel su-
perior a otro inferior de la misma organización. Es un mecanismo para acercar
la prestación de los servicios a más ciudadanos y ciudadanas o en más territo-
rios distintos de la sede territorial de la Administración central». Ejemplo de
estas pueden citarse: la superintendencia de administración tributaria, el Insti-
tuto Guatemalteco de Turismo, etc.
Las empresas públicas no financieras son las empresas cuya propiedad y
control corresponden al Gobierno central o al Gobierno local; estas venden al
público los bienes y servicios que generan y les corresponde el manejo de acti-
vos y pasivos financieros, así como llevar sus registros contables completos,
que distinguen los gastos de producción y los gastos de formación de capital.
Ejemplo de esta organización la encontramos en el Instituto de Fomento de
Hipotecas Aseguradas.
680
GUATEMALA
ción del gobierno colonial, por lo tanto los gobiernos locales no poseían auto-
nomía ni capacidad para elegir a sus miembros. Posterior a la independencia,
las municipalidades asumieron un papel importante en los espacios políticos.
Las peticiones de autonomía municipal implícitas en los movimientos indepen-
dentistas se convirtieron en una necesidad política de afirmar los valores demo-
cráticos dentro del ideario de construir la república independiente.
La constitución del Estado de Guatemala, promulgada el 11 de octubre de
1825, tres años después de declarada la independencia con España, estableció
tres niveles para la administración territorial: departamentos, distritos y muni-
cipios. Se ordenaba además que todo pueblo con más de 200 habitantes tendría
una municipalidad de elección popular e integrada por un máximo de 3 alcal-
des, 10 regidores y 2 síndicos. La mayor parte de los municipios guatemaltecos
nacieron a la vida independiente dotados de grandes extensiones de tierra ejida-
les, ya que la Corona española le garantizaba a cada pueblo un mínimo de
1.700 hectáreas, aunque muchos municipios, por compra o merced real, incre-
mentaron significativamente sus ejidos. El 28 de septiembre de 1836, en la Ley
11ª. Decreto de la Asamblea Legislativa, se fijan las atribuciones del gobierno
y tranquilidad interior de sus respectivos pueblos y la seguridad de las personas
y propiedades. Para evitar conflictos de competencia con niveles intermedios,
especialmente con las asambleas de distritos, se declaró que las municipalida-
des les concernían lo que es propio y peculiar de cada pueblo y a las asambleas
lo que es del interés de más de uno de los pueblos del circuito. En cada munici-
pio había un gobernador designado por el magistrado de distrito a propuesta de
la respectiva municipalidad, quien ejercía las funciones de ejecutor de las dis-
posiciones de la municipalidad y de juez de paz.
En el período liberal, el gobierno surgido de la revolución liberal de 1871
emite una nueva normativa para los gobiernos locales, denominada «Ley para
las municipalidades de los pueblos de la República» (Decreto 242), que les
asignó competencias similares a las de la Ley 11ª. Se elimina el cargo de gober-
nador y las funciones de juez de paz fueron asignadas al alcalde. Sin embargo,
puede apreciarse de dicho texto que las funciones municipales sufrieron impor-
tantes recortes, debido sin duda alguna a la fuerte tendencia centralista del go-
bierno de Justo Rufino Barrios. El principal efecto de la reforma liberal en los
municipios fue el virtual desmantelamiento de la propiedad ejidal, emitida con
el objeto de acelerar el proceso de privatización de la tierra a favor de los pro-
ductores de café. Las autoridades municipales fueron siempre de elección po-
pular, aun cuando generalmente se trataba de elecciones con muy escasa parti-
cipación, con base en listado de electores manejados por los jefes políticos
departamentales.
Con la revolución de octubre de 1945, surge como principio importante la
descentralización del poder ejecutivo, la autonomía del poder judicial y de la
Universidad de San Carlos de Guatemala y la organización democrática de las
municipalidades mediante elección popular de sus miembros. La Constitución
681
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
de 1845 recoge ese principio, estableciendo así mismo que «los municipios se
rigen por corporaciones municipales autónomas». Posteriormente, en 1964 sur-
ge la Ley de Municipalidades, que contempla entre las atribuciones de la Admi-
nistración municipal mantener las vías urbanas y regular las urbanizaciones y
otros servicios públicos.
En la Constitución de 1956 se da un retroceso con relación a la autonomía y
competencias municipales, ya que la autonomía se limita a aspectos técnicos y
se ordena que las municipalidades se clasifiquen por categorías para fijar los
alcances de su régimen. Como avance aparece que el ejecutivo destine un por-
centaje de presupuesto general (sin especificar monto) para invertirlo en las
principales demandas de los municipios. En 1957 se emite el Código Munici-
pal, en el que se establece de forma clara lo relativo a las potestades de las
municipalidades de regular y atender los servicios públicos clasificados como
esenciales y discrecionales.
La Constitución de 1965 señala que el régimen autónomo de las municipa-
lidades comprende la facultad de disponer de sus propios recursos y la adminis-
tración de los servicios públicos locales. Por su parte la Constitución de 1985
(vigente), con el objeto de garantizar la autonomía de las municipalidades, es-
pecialmente en lo relativo a su patrimonio, regula con más claridad lo referente
a la asignación del porcentaje del presupuesto de ingresos y egresos del Estado,
fijando en un 10% con destino exclusivo para la realización de obras de infraes-
tructura y servicios públicos que beneficien a la población. En esta Constitu-
ción se suprimen las categorías municipales.
El 20 de octubre de 1988 entra en vigor el Decreto 58-88 del Congreso de
la República, Código Municipal, que tiene como fin adecuar las disposiciones
relativas a las municipalidades a la Constitución Política de la República, así
como dar una mayor y mejor definición y organización del régimen municipal,
respaldando en forma absoluta el concepto de su autonomía y su independen-
cia económica y funcional. Posteriormente se deroga este y se emite un nuevo
Código Municipal6 (el vigente), que como señala su normativa tiene por obje-
to desarrollar los principios constitucionales referentes a la organización, go-
bierno, administración y funcionamiento de los municipios y demás entidades
locales determinadas en este Código y el contenido de las competencias que
correspondan a los municipios en cuanto a las materias que estas regulen. Dis-
pone así mismo de aspectos importantes propios del municipio guatemalteco,
otorgándole una importancia fundamental al considerarlo como la unidad bá-
sica de la organización territorial del Estado y espacio inmediato de participa-
ción ciudadana en los asuntos públicos. Se caracteriza primordialmente por
sus relaciones permanentes de vecindad, multietnicidad, pluriculturalidad y
multilingüismo, organizado para realizar el bien común de todos los habitantes
de su distrito.
6
Decreto 12-2002 del Congreso de la República de Guatemala.
682
GUATEMALA
Organización
En Guatemala, el municipio está considerado como el conjunto de personas
individuales que, caracterizadas primordialmente por sus relaciones permanen-
tes de vecindad y asentadas en determinado territorio, están organizadas en
institución de derecho público, para realizar el bien común de todos los habitan-
tes de su distrito. El municipio como institución autónoma de derecho público
tiene personalidad y capacidad jurídica para adquirir derechos y contraer obli-
gaciones y, en general, para el cumplimiento de sus fines en los términos legal-
mente establecidos.
Su organización tradicional comprende cantones, barrios, aldeas y caseríos.
En Guatemala no existen las comarcas, lo que existe son las comunidades indí-
genas y campesinas. La organización de su gobierno tampoco varía en ningún
municipio, en todos es la misma. Integran el municipio los elementos básicos
siguientes, establecidos en el artículo 8 del Código Municipal:
683
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
a) la población,
b) el territorio,
c) la autoridad ejercida en representación de los habitantes, tanto por el
Concejo Municipal como por las autoridades tradicionales propias de las
comunidades de su circunscripción,
d) la comunidad organizada,
e) la capacidad económica,
f) el ordenamiento jurídico municipal y el derecho consuetudinario del lu-
gar, y
g) el patrimonio del municipio.
Consejo Municipal
Corresponde con exclusividad al Concejo Municipal el ejercicio del gobier-
no del municipio, velar por la integridad de su patrimonio y garantizar sus inte-
reses en base a los valores, cultura y necesidades planteadas por los vecinos,
conforme a la disponibilidad de recursos. Lo integra el alcalde, los síndicos y
los concejales, todos electos directa y popularmente en cada municipio de con-
formidad con la ley de la materia. Tiene su sede en la cabecera del distrito
municipal, y es el órgano superior deliberante y de decisión de los asuntos mu-
nicipales.
Entre algunas de sus atribuciones que la ley le asigna podemos mencionar
las siguientes: la iniciativa, deliberación y decisión de los asuntos municipales;
el ordenamiento territorial y control urbanístico de la circunscripción munici-
pal; la convocatoria a los distintos sectores de la sociedad del municipio para la
formulación e institucionalización de las políticas públicas municipales y de los
planes de desarrollo urbano y rural del municipio, identificando y priorizando
las necesidades comunitarias y propuestas de solución a los problemas locales;
el control y fiscalización de los distintos actos del gobierno municipal y de su
administración; el establecimiento, planificación, reglamentación, programa-
ción, control y evaluación de los servicios públicos municipales, así como las
decisiones sobre las modalidades institucionales para su prestación, teniendo
siempre en cuenta la preeminencia de los intereses públicos; la aprobación,
control de ejecución, evaluación y liquidación del presupuesto de ingresos y
egresos del municipio, en concordancia con las políticas públicas municipales;
la aceptación de la delegación o transferencia de competencias; el planteamien-
to de conflictos de competencia a otras entidades presentes en el municipio; la
emisión y aprobación de acuerdos, reglamentos y ordenanzas municipales; etc.
El alcalde
El alcalde representa a la municipalidad y al municipio; es el personero legal
de la misma, sin perjuicio de la representación judicial que se le atribuye al
síndico; es el jefe del órgano ejecutivo del gobierno municipal; miembro del
684
GUATEMALA
685
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Las mancomunidades
En Guatemala, conforme el Código Municipal, las mancomunidades son
asociaciones de municipios que se instituyen como entidades de Derecho públi-
co, con personalidad jurídica propia, constituidas mediante acuerdos celebra-
dos entre los concejos de dos o más municipios, de conformidad con este Códi-
7
BARRIOS, Lina. La Alcaldía Indígena en Guatemala: de 1944 al presente. Instituto de Investiga-
-
mala, 1998, p. 141.
686
GUATEMALA
5. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
5.1. Concepto
8
GIMENO SENDRA, Vicente, Ley de régimen jurídico de las administraciones y el procedimiento
común, concordancia, comentarios y jurisprudencia. Madrid, 1997, p. 186.
687
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5.2. Características
5.3. Principios
9
CASTILLO GONZÁLEZ, Jorge Mario, Derecho Procesal Administrativo, Guatemala: Centro de Im-
688
GUATEMALA
Iniciación
Los procedimientos pueden iniciarse como es sabido de oficio, es decir, los
inicia la propia Administración en el ejercicio de las atribuciones que le son
propias. El interés público exige que los órganos administrativos puedan dar
inicio al procedimiento para garantizar el buen orden administrativo cuyo obje-
tivo también es la satisfacción de una necesidad general, los cuales deben ser en
forma sencilla, rápida, que sean eficientes y oportunos. Ese interés general re-
clama por consiguiente que los procedimientos puedan iniciarse de oficio, pro-
cedimientos que dada la variedad de problemas y necesidades colectivas exis-
ten un gran número de estos.
También puede iniciarse a instancia de parte interesada, con fundamento en el
derecho de petición que establece la Constitución Política de la República y la
Ley de lo Contencioso-Administrativo10 en cuya normativa se encuentran una
serie de normas que regulan las actuaciones de la Administración previo a la etapa
judicial representada en nuestro caso en el proceso contencioso-administrativo.
Audiencia
Dependiendo de la gestión que se trate se le da audiencia al interesado de los
resuelto por la administración a efecto que presente sus argumentaciones y
10
El artículo 1 de la misma cuando hace referencia al derecho de petición señala que las peticiones
-
cadas dentro del plazo de treinta días, contados a partir de la fecha en que haya concluido el procedi-
miento administrativo.
689
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Período de prueba
La palabra prueba puede tomarse en su acepción de fin (prueba en sí misma)
o en su acepción de medio (medios de prueba). En la primera, el término hace
referencia a la demostración de la exactitud de un hecho, del cual depende la
existencia del Derecho. En la segunda, se llama medio de prueba a cada una de
las formas que pueden utilizarse para obtener dicha demostración. En materia
administrativa, nuestro Derecho positivo regula que podrán utilizarse todos los
medios de prueba admitidos en Derecho común. Para ello, aplicamos los que
norma el Código Procesal Civil y Mercantil, aunque en la práctica se utiliza
especialmente la prueba documental.
Resolución
La resolución como efecto primordial, la exigibilidad y ejecutoriedad de los
dispuesto por la Administración. En esta fase del procedimiento, la Administra-
ción ha concluido la etapa de obtener toda la información necesaria para poder
emitir su declaración. El administrado también ha tenido la oportunidad de
aportar los argumentos, pruebas y justificaciones sobre lo manifestado por la
Administración.
La Administración procede entonces a emitir una resolución cuyas caracterís-
ticas fundamentales son las siguientes: es un acto administrativo de naturaleza
definitiva, es impugnable por medio de los recursos según corresponda, pone fin
al procedimiento administrativo y hace por lo tanto exigible y ejecutable según el
caso la misma. Esta resolución como la indica la Ley de lo Contencioso-Admi-
nistrativo debe ser emitida por la autoridad competente, con cita de las normas
legales y reglamentarias en que se fundamente. Es prohibido tomar como resolu-
ción los dictámenes que haya emitido un órgano de asesoría técnica o legal.
690
GUATEMALA
Notificación
Es el acto por el cual se informa o da noticia al administrado de lo resuelto
por la Administración. Para que las resoluciones produzcan el efecto primordial
que les es propio, es decir, la ejecutoriedad del acto, es preciso que sea notifi-
cada. La fecha de notificación es muy importante en esta etapa puesto conlleva
la iniciación del cómputo del plazo para ejercitar los medios de impugnación
correspondiente en el supuesto que no se esté de acuerdo con lo resuelto. El
artículo 3 de la Ley de lo Contencioso-Administrativo señala sobre esta obliga-
ción de la Administración11.
11
continuar con el trámite deberá constar fehacientemente que el o los interesados fueron debidamente
-
12
BIELSA, Rafael, Derecho Administrativo, t. II, Buenos Aires, Argentina: Ediciones Roque de
Palma, 1955, p. 3.
13
FRAGA, Gabino, Derecho Administrativo, México: Editorial Porrúa Pérez, 1952, p. 148. Para él
-
vos no alcanza a dar una idea adecuada de los diversos actos en la Administración, ni de los motivos
de sus diferencias, por lo que considera importantes hacer una caracterización de los más importantes.
691
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Distintos han sido los autores que han desarrollado una clasificación de los
actos administrativos, quienes los agrupan en relación con determinados puntos
de vista. Así por ejemplo, Eric Meza Duarte los concentra atendiendo a carac-
terísticas comunes de este: por la forma en que se dicta y los efectos del acto,
en preparatorios, principales, complementarios y de ejecución; apreciando la
manera en que se manifiesta la voluntad del órgano que los dicta, en simples y
compuestos; por la forma en que el ordenamiento jurídico regula la actividad de
la Administración, en reglados y discrecionales; atendiendo el ámbito de efica-
cia del acto, en internos y externos, generales y especiales o particulares, y
considerando el contenido del acto, de aprobación, autorización, admisión,
concesión, renuncia, etc.15
14
FRAGA, op. cit., p. 176.
15
MEZA DUARTE, Eric, Derecho Administrativo guatemalteco, Guatemala: Tipografía Nacional,
1970.
692
GUATEMALA
6.2. Su ejecución
16
BARCELONA LLOP, Javier, Ejecutividad, ejecutoriedad y ejecución forzosa de los actos adminis-
trativos, España: Servicio de publicaciones de la Universidad de Cantabria, 1995, p. 56.
693
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
suceden entre sí, de orden ejecutivo, cuyo objeto es el cobro de los adeudos fir-
mes, líquidos y exigibles a favor de la Administración, ante jueces específicos
que conocen de esta materia. El proceso económico coactivo es un proceso judi-
cial de jurisdicción privativa, cuyo ejercicio del mismo incumbe exclusivamente
a los funcionarios judiciales que la ley determina; tiene como objetivo último
ejecutar una resolución emitida por la propia Administración, y sale de la esfera
administrativa para su ejecución y cumplimiento. Otro ejemplo de acuerdo a
nuestra legislación es la declaratoria de lesividad, la que es declarada por la Ad-
ministración, pero su revisión cuando hay desacuerdo de los afectados, está a
cargo de un órgano jurisdiccional, el Tribunal de los Contencioso Administrati-
vo, quien confirma o revoca esa declaratoria. En la vía judicial también se pue-
den ejecutar actos de la Administración en el ámbito penal, civil, laboral, etc.
Considerada esta como la potestad que permite articular los medios de eje-
cución que garanticen la eficacia de la actividad administrativa, sujeta a los lí-
mites que establece la propia Constitución Política de la República. La autotu-
tela administrativa es de carácter general y posee por esencia autonomía de las
decisiones de los órganos jurisdiccionales, sus decisiones son ejecutoriadas por
la propia autoridad, impuestas incluso en forma coactiva, de conformidad con
lo que para el efecto establezca la misma ley, siempre teniendo en cuenta el fin
supremo, el bien común, el interés de la generalidad.
En atención a este principio, la Administración puede revisar sus propias
actuaciones, sus propios actos, inclusive revocarlos como veremos más adelan-
te, siempre insistimos, resguardando el derecho constitucional de defensa de los
administrados. La autotutela se manifiesta de determinadas formas, distin-
guiéndose fundamentalmente dos: una declarativa y otra ejecutiva. La primera
se refiere a la prerrogativa de la Administración de emitir actos que permitan
crear, modificar, revocar derechos de los administrados, sin la intervención de
los tribunales de justicia y sin contar además con la aquiescencia del destinata-
rio de la resolución. La ejecutiva o forzosa, como también se le ha llamado, es
aquella que permite la ejecución obligada de los actos de la Administración
cuyos destinatarios se resistan a su cumplimiento en forma voluntaria; su ejecu-
ción puede ser incluso coactiva.
Como antes mencionamos, no puede ser la autotutela ilimitada, sino que
tiene sus demarcaciones que fija la propia Constitución Política de la República
y las leyes respectivas.
694
GUATEMALA
695
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
696
GUATEMALA
697
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Subjetivos
a) El recurrente:
Como indicáramos, el recurrente es quien interpone el recurso, el cual debe
haber sido parte del expediente o aparecer con interés en el mismo. Debe tener
legitimación para actuar, es decir, debe tener la aptitud para interponer el recur-
so, por haberse visto afectado en sus derechos o en sus intereses por el acto que
impugna. El recurso no podrá ser interpuesto por una persona que no tenga ese
legítimo interés, que no sea titular de derechos subjetivos. Por lo tanto, esa le-
gitimidad de intervenir en el recurso administrativo supone el reconocimiento
por parte del ordenamiento jurídico al recurrente, otorgándole la facultad de
iniciar el procedimiento.
El recurrente puede comparecer en lo personal o a través de su representan-
te legal de conformidad con el artículo 11 de la Ley de lo Contencioso-Admi-
nistrativo, que norma como otro de los requisitos del memorial de interposición
de los recursos que estos deben estar firmados por el recurrente o su represen-
tante legal.
698
GUATEMALA
Objetivo
a) Acto impugnable:
Solamente son impugnables las resoluciones definitivas, es decir, cuando
estas han puesto fin a un asunto y han sido debidamente notificadas, cuando ya
699
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
no se admite por ello una revisión de oficio, cuando la autoridad no pueda por
sí modificar su propia decisión.
De las normas de la Ley de lo Contencioso-Administrativo (artículos 3 y 4)
podemos establecer que estas resoluciones deben reunir determinados requisi-
tos tales como haber sido emitidas por la autoridad competente, estar razona-
das, atender al fondo del asunto, ser redactadas con claridad y precisión, citar la
base legal en que se fundan y ser notificadas a los interesados personalmente.
Se prohíbe expresamente tomar como resolución los dictámenes que haya emi-
tido un órgano de asesoría técnica y legal. Descarta también cualquier posibili-
dad de interponer los recursos contra las providencias de trámite, informes, etc.
En la doctrina y en otras legislaciones existe cierta discusión respecto a cuándo
es una resolución definitiva y cuándo una resolución que ha causado estado. Indi-
can que una resolución que causa estado es aquella que no es susceptible de recur-
so administrativo, mientras que una resolución definitiva es un acto que constitu-
ye la manifestación final de un asunto. Nuestra legislación en ese sentido
establece que las resoluciones objeto de impugnación a través de los recursos
administrativos son aquellas que atienden el fondo del asunto, que han puesto fin
al mismo y han sido notificadas. En lo que respecta a resoluciones que han causa-
do estado, la ley toma este aspecto como un requisito que debe reunir la resolu-
ción administrativa que será objeto de revisión en un proceso contencioso admi-
nistrativo. Para el efecto el artículo 20 de la Ley de lo Contencioso-Administrativo
norma que «causan estado las resoluciones de la Administración que decidan el
asunto, cuando no sean susceptibles de impugnarse en la vía administrativa, por
haberse resuelto los recursos administrativos».
700
GUATEMALA
Plazo
La ley señala que el plazo para la interposición del recurso es de cinco (5)
días siguientes al de la notificación de la resolución impugnada. Estos días son
hábiles, de conformidad con lo regulado en la Ley del Organismo Judicial, apli-
cable en atención al artículo 28 de la Ley de lo Contencioso-Administrativo.
Entre los efectos que encontramos de la interposición de los recursos, está el
hecho de que la interposición no suspende por sí misma la eficacia del acto
impugnado, salvo en los concretos supuestos en que una disposición así lo es-
tablezca expresamente con carácter excepcional (por ejemplo, la imposición de
multas). Además, el plazo tiene como efecto principal el de interrumpir el pro-
ceso de firmeza del acto recurrido, es decir, hace que la resolución de mérito no
cause estado, por haber sido susceptible de impugnación a través de un recurso
administrativo, obligando asimismo a la administración a pronunciarse.
701
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Las audiencias
Sobre las audiencias en algunas legislaciones han estimado que no es necesa-
rio repetir un trámite que ya tuvo lugar en el procedimiento de elaboración de la
decisión recurrida, lo cual pareciera ser justificado. Sin embargo, es necesario,
puesto que permite a los interesados y otros entes asesores de la administración
conocer nuevos elementos que servirán a esta para decidir con más equidad.
En el caso de los recursos de revocatoria y reposición, cuyo trámite se en-
cuentra establecido en la Ley de lo Contencioso-Administrativo, se corren au-
diencias en el orden siguiente:
1. A todas las personas que hayan manifestado su interés en el expediente
administrativo y hayan señalado lugar para ser notificadas.
2. Al órgano asesor, técnico o legal, que corresponda, según la naturaleza
del expediente. Esta audiencia se omitirá cuando la organización de la
institución que conoce del recurso carezca de tal órgano.
3. A la Procuraduría General de la Nación; esta audiencia se omitió recien-
temente en aspectos de carácter tributario.
Las audiencias antes citadas se concederán por el plazo de cinco días en
cada caso. Dichos plazos son perentorios y no podrá prorrogarse. Con el objeto
de que tales plazos se cumplan, la ley indica que causa responsabilidad (no dice
de qué clase y qué sanción debe aplicarse) a los funcionarios del órgano admi-
nistrativo asesor y de la Procuraduría General de la Nación cuando no evacuen
dichas audiencias en el plazo antes citado.
La resolución
Concluidas las diligencias anteriores (audiencias y diligencias para mejor
resolver), dentro de los quince (15) días siguientes deberá dictarse la resolución
702
GUATEMALA
El silencio administrativo
En materia de recursos administrativos no podemos dejar de mencionar lo
relativo al silencio administrativo, puesto que cuando la voluntad del órgano
administrativo no es expresada, surge el silencio administrativo como una ga-
rantía para el administrado, como una presunción legal que atribuye una no
actuación administrativa y deja el camino abierto al proceso contencioso admi-
nistrativo. La ley sustituye por sí misma la voluntad no declarada.
Nuestra legislación establece que cuando han transcurrido treinta (30) días a
partir de la fecha en que el expediente se encuentre en estado de resolver, es decir,
703
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Recursos ordinarios
– Los que pueden interponerse en general, ante la misma autoridad que dic-
tó la resolución que agravia al particular, quien también le corresponderá
resolver el recurso. Estos recursos agotan la vía administrativa y abren la
posibilidad de continuar expresando la inconformidad a través de un pro-
ceso judicial (contencioso-administrativo). Produce cierta confusión ter-
minológica la denominación que encontramos que le dan los distintos paí-
ses, quienes lo llaman de reconsideración, reposición (Guatemala),
oposición, advertencia, recurso gracioso, etc., duda que aclararemos cuan-
do revisemos cómo esta regula en nuestra legislación. Este recurso es re-
suelto por el mismo órgano que lo dictó.
– Los que pueden interponerse para que sean conocidos por la autoridad
jerárquica de la entidad que dictó la resolución impugnada (revocatoria,
como se denomina en la legislación guatemalteca).
704
GUATEMALA
Recursos especiales
Regularmente estos recursos se interponen ante un órgano que no es el su-
perior jerárquico del que dictó el acto objeto del recurso. Algunas legislaciones
le llaman de apelación, de alzada, jerárquico impropio, siendo utilizado gene-
ralmente para manifestar inconformidad por parte del administrado contra reso-
luciones emitidas por los órganos superiores de entidades descentralizadas,
cuyos actos impugnados son conocidos por el Ejecutivo. Se dice que es un re-
curso jerárquico impropio en cuanto que el ente no está sometido stricti iuris a
la jerarquía del Organismo Ejecutivo.
Como hemos comentado, los recursos administrativos aseguran la defensa del
administrado frente a la Administración, cuyo diligenciamiento de acuerdo a
nuestra legislación debe impulsarse por escrito, observándose el derecho de de-
fensa y asegurando la celeridad, sencillez y eficiencia, como también su gratuidad.
El legislador, con el objeto de evitar confusiones creadas por el variado nú-
mero de recursos existentes en las diferentes leyes, norma en la Ley de lo Con-
tencioso-Administrativo, Decreto 119-96 del Congreso de la República (artícu-
lo 17), que los recursos de revocatoria y reposición serán los únicos medios de
impugnación ordinarios en toda la Administración Pública centralizada y des-
centralizada o autónoma. Respecto a esta disposición, es preciso señalar:
a. Que solamente en ese artículo, se hace alusión a los recursos ordinarios;
no hay ninguna regulación sobre otra clase de recursos, como por ejem-
plo los extraordinarios o especiales. Por lo tanto, excluye de la ley a los
recursos extraordinarios, entendidos como tales de acuerdo a la doctrina
aquellos que no se establecen para hipótesis concretas.
b. Que la finalidad de limitar el ámbito de los recursos obedece seguramen-
te a la confusión que se presenta tanto para el administrado como para la
705
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
706
GUATEMALA
dice Gabino Fraga17 al indicar que estos contratos tienen una naturaleza pecu-
liar, teniendo en cuenta que una de las partes contratantes es el Estado, ya que
la competencia de la Administración y de sus agentes es regulada, no por la ley
civil, sino por leyes constitucionales y administrativas. Indica además que esa
normativa prescribe requisitos de forma y solemnidades especiales distintas de
las que rigen en dichas leyes civiles, imponiendo las leyes administrativas una
serie de restricciones en cuanto a los objetivos que pueden ser en materia de
contrataciones.
17
FRAGA, op. cit., pp. 540 y 541.
18
Decreto 57-92 del Congreso de la República.
707
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
19
BARRATI, G., Contributo allo studio della sanzioni administrative, Milán: Giuffre, 1984, p. 46.
708
GUATEMALA
20
Roberto ISLAS MONTES, señala además sobre este principio que en la función legislativa del
mismo es determinante la estricta aplicación de principio de legalidad porque de ello depende la vali-
dez de la creación de la ley y por consiguiente que esa creación sea valida, teniendo en consideración
que cuando se produce la ley, debe respetarse el ordenamiento supremo y de ninguna manera puede
violentarse; el producto de dicha función no puede contradecir ninguna norma suprema, estará sujeto
Anuario de Derecho Constitucional
Latinoamericano, Montevideo, Uruguay: Fundación Konrad-Adenauer, Mastergraf srl, 2009, p. 105.
709
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
710
GUATEMALA
9. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
711
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
10.1. Contencioso-Administrativo
21
VIRGA, Pietro, Il Provedimento Amministrativo, Milano: 1972, p. 19.
712
GUATEMALA
713
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
10.3. Organización
714
GUATEMALA
715
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
todo acto por el cual los organismos del Estado, sus entidades descentralizadas
y autónomas, unidades ejecutoras, las municipalidades y las empresas pública
estatales o municipales, por una parte, y un ente público o privado por otra,
expresan su voluntad de adquirir derechos y contraer obligaciones.
Concesiones administrativas. Se entiende por concesión la facultad que el
Estado otorga a particulares, para que por su cuenta y riesgo construyan, pro-
duzcan, monten, instalen, mejoren, adicionen, conserven, restauren y adminis-
tren una obra, bien o servicio público, bajo el control de la entidad pública
concedente, con o sin ocupación de bienes públicos, a cambio de una remune-
ración que el particular cobra a los usuarios de la obra, bien o servicio. (Artícu-
lo 95 de la Ley de Contrataciones el Estado.)
No obstante lo antes indicado, es importante hacer notar que la Ley de Con-
trataciones del Estado al hacer alusión a la jurisdicción contencioso-administra-
tiva, norma que toda controversia relativa al cumplimiento, interpretación, apli-
cación y efectos de los contratos celebrados con motivo de la aplicación de la
citada ley, se someterá a la jurisdicción del Tribunal de lo Contencioso Admi-
nistrativo, siempre que no existiere sometimiento a la jurisdicción arbitral me-
diante cláusula compromisoria o convenio arbitral.
3. Por silencio administrativo.
En nuestra legislación los recursos administrativos constituyen un presu-
puesto procesal previo a acudir al órgano jurisdiccional. Regularmente la etapa
final de estos procedimientos la constituye una resolución que declare con lugar
o sin lugar el recurso interpuesto. Si transcurre el plazo que fija la ley, 30 días
a partir de la fecha en que el expediente se encuentre en estado de resolver y no
se adopta una decisión, se reputa que el recurso ha sido rechazado, que el acto
impugnado se entiende ha sido confirmado, por agotada la vía gubernativa,
quedando por lo tanto expedita la vía judicial a través del proceso contencioso
administrativo.
La Administración, al no haber emitido expresamente su decisión, debe en-
tenderse como desestimación del recurso; es una denegatoria tácita como se
apuntó. Como explicáramos en el tema relacionado con los recursos adminis-
trativos, al hacer referencia al silencio administrativo, el administrado según
convenga a sus intereses puede obligar a la Administración a que se pronuncie
a través de una acción de amparo.
El administrado puede también acudir al Tribunal de lo Contencioso-Admi-
nistrativo, puesto que partiendo de la base de la denegatoria ficta de un recurso
por ejemplo, está facultado para iniciar el proceso, teniendo competencia para
conocer estos casos el tribunal citado.
Es importante destacar que hay corrientes que estiman que el silencio
administrativo es inadmisible en un Estado contemporáneo, puesto que los
ordenamientos jurídicos deben establecer la obligación de la respuesta en
716
GUATEMALA
toda petición del administrado y por ese incumplimiento, como toda viola-
ción de una norma jurídica, debe ser sancionada, tanto desde el punto de
vista reparatorio como punitivo. Personalmente, dada la realidad de nuestra
Administración, somos partidarios del silencio como medio que dispone el
administrado para considerar resuelta desfavorablemente su petición y darle
la oportunidad de que la resolución que impugna sea revisada por el órgano
judicial competente.
4. Por acto o resolución que hayan sido declarado lesivo para los intereses
del Estado.
Entendemos por lesivo lo que causa daño, lesión, lo que perjudica. Cabanellas
define la acción de lesividad como la cualidad que hace anulable por los tribuna-
les de la jurisdicción contencioso-administrativa, un acto de la Administración
que lesiona los intereses públicos de orden económico o de otra naturaleza. El
Lic. Jorge Mario Castillo González, al referirse a la acción de lesividad, indica
que es el derecho de petición que ejercita la propia Administración con el objeto
de revocar una resolución administrativa que no puede revocarse de oficio.
En Guatemala por costumbre se ha utilizado la expresión acción de lesivi-
dad; la ley solamente habla de acto o resolución que haya sido declarado lesivo.
No obstante la importancia que tiene esta, es regulado con notaria deficiencia
en la Ley de lo Contencioso-Administrativo; así encontramos que solamente
los siguientes artículos hacen referencia a ello:
Artículo 20. El último párrafo de este artículo establece que si el proceso
contencioso-administrativo es planteado por la Administración por sus actos o
resoluciones, no será necesario que concurran los requisitos siguientes: a) que
la resolución haya causado estado, y b) que vulnere un derecho del demandan-
te, reconocido por una ley, reglamento o resolución anterior. Se establece ade-
más en esta norma que el acto o resolución lesiva para los intereses del Estado
debe así ser declarado en Acuerdo Gubernativo emitido por el Presidente de la
República en Consejo de Ministros. Dicha declaración solo podrá hacerse den-
tro de los tres años siguientes a la fecha de la resolución o acto que la origina.
Artículo 23. Hace referencia al plazo para iniciar el proceso contencioso-
administrativo; indica que es de tres meses contados a partir de la fecha de la
publicación del Acuerdo Gubernativo que declaró lesivo el acto o resolución.
El objeto de iniciar un proceso de esta naturaleza es para que el órgano ju-
risdiccional (Tribunal de lo Contencioso-Administrativo) decida si la resolu-
ción en cuestión es o no lesiva a los intereses del Estado.
717
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
asuntos que específicamente se regulan en la ley, que impide que dicho órgano
jurisdiccional analice y resuelva la pretensión de la parte actora.
Al respecto Ignacio Burgoa en su obra El Juicio de Amparo manifiesta que
«en el ámbito de la abstracción, la improcedencia de la acción se traduce en la
imposibilidad de que esta, en concepción genérica, logre su objeto, es decir,
la dirección del derecho sobre la cuestión de fondo o substancial que su imagi-
nario ejercicio plantea». En nuestra realidad jurídica, la improcedencia se ma-
nifiesta en la existencia de un impedimento para que el órgano jurisdiccional
competente analice y resuelva determinados asuntos. Así encontramos que de
conformidad con el artículo 21 de la Ley de lo Contencioso-Administrativo, es
improcedente este proceso, en los siguientes:
1. En los asuntos referentes al orden político, militar o de defensa, sin per-
juicio de las indemnizaciones que procedan.
Desde el punto de vista doctrinario hay uniformidad en considerar que los
actos políticos o de gobierno escapan del control jurisdiccional al que se some-
ten los actos administrativos, en virtud de que la función de gobernar no es la
administrar, ya que la función de gobernar es una función de planificación, de
dirigir, de establecer directrices, acciones que ocurren antes de que se materia-
lice dicha función en actos administrativos. Por ejemplo, la política económica,
la política fiscal, etc., no pueden ser impugnadas a través del contencioso-admi-
nistrativo. Igual sucede con los asuntos militares y de defensa, que por tratarse
de aspectos de seguridad nacional, tampoco caen en esta competencia. Eso no
significa, como dice la ley, pueda indemnizarse a quienes resulten afectados
cuando proceda de las acciones derivadas de esos asuntos.
2. En asuntos referentes a disposiciones de carácter general sobre salud e
higiene públicas, sin perjuicio de las indemnizaciones que procedan.
Por la naturaleza de estos asuntos, en los que la salud e higiene son funda-
mentales para el desarrollo de la población del Estado, el que a través de sus
instituciones específicas procura por la prevención, promoción, recuperación,
rehabilitación de los habitantes, resultaría contraproducente que las decisiones
que se tomen en ese sentido, estuvieran sujetas a esta jurisdicción. Lo anterior
hace referencia a disposiciones de carácter general, por lo que las decisiones
que en particular se tomen en materia de salud e higiene, sí procede su conoci-
miento a través del contencioso-administrativo.
Aquí como en el anterior inciso, aplica lo referente a la indemnización a que
tiene derecho quien resulte afectado por esas decisiones de carácter general.
3. En los asuntos que sea competencia de otros tribunales.
Como lo establece claramente el Código Procesal Civil y Mercantil, es obli-
gación de los tribunales conocer de oficio las cuestiones de su competencia,
bajo pena de nulidad de lo actuado y responsabilidad del funcionario. Es impro-
cedente el contencioso-administrativo cuando conozca de otros asuntos que no
718
GUATEMALA
22
Decreto 67-95 del Congreso de la República de Guatemala.
719
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
está facultada para revisar sus mismas decisiones; los órganos de supervisión
que existen en las dependencias; el tribunal de lo Contencioso-Administrati-
vo que le compete examinar la juridicidad de las resoluciones de la Administra-
ción. El mismo Congreso de la República ejerce control de la Administración a
través de la interpelación de los ministros quienes están en la obligación de
presentarse en el Congreso a contestar las interpelaciones que se les formulen
por cualquier acto de gobierno, salvo aquellas que se refieran a asuntos diplo-
máticos u operaciones militares pendientes.
La propia Constitución también contiene un capítulo (III) del Título V espe-
cíficamente relacionado con el régimen de control y fiscalización, disponiendo
que la Contraloría General de Cuentas es una institución técnica descentraliza-
da, con funciones fiscalizadoras de los ingresos, egresos y en general de todo
interés hacendario de los organismos del Estado, los municipios, entidades des-
centralizadas y autónomas, así como de cualquier persona que reciba fondos del
Estado o que haga colectas públicas. También están sujetos a esta fiscalización
y control los contratistas de obras públicas y cualquier otra persona que, por
delegación del Estado, invierta o administre fondos públicos, incluyendo los
actos de enajenación de bienes nacionales. Su organización, funcionamiento y
atribuciones son determinadas en su ley orgánica23.
Existen además en el ámbito judicial, los tribunales de cuentas, que contri-
buyen al control de la Administración a través del juicio de cuentas. Este por
objeto de establecer de manera definitiva si el patrimonio nacional o de las
instituciones, entidades o empresas sujetas a fiscalización, han sufrido pérdidas
en el manejo de su hacienda, la restitución o pago correspondiente en caso de
responsabilidad y la imposición de sanciones de acuerdo con la ley.
La Constitución Política de la República de Guatemala prevé la existencia
del referido Tribunal, específicamente en el artículo 220, que establece que la
función judicial en materia de cuentas será ejercida por los jueces de la primera
instancia y el tribunal de segunda instancia de cuentas.
Al igual que las personas individuales, las personas públicas son también
responsables cuando causan un daño como consecuencia de una acción con-
traria a la ley. Sobre el particular, Benoit señalaba que «la responsabilidad
administrativa es un derecho del particular a ser indemnizado de toda lesión
injusta.» La responsabilidad de la Administración Pública no elimina la del
funcionario o autoridad causante directo del daño, pero el particular perjudi-
cado puede optar por exigir la responsabilidad directa a la Administración, y
corresponde a esta ejercer cuando proceda la acción de regreso contra aque-
23
Decreto 31-2002 del Congreso de la República de Guatemala.
720
GUATEMALA
24
Decreto 89-2002 del Congreso de la República de Guatemala y sus reformas.
721
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Variados han sido los conceptos que se han dado sobre qué se entiende por
servicio público, generando una histórica discusión doctrinaria sobre su sig-
nificado y alcances. Gabino Fraga sobre el particular indica que «es parte de
la actividad estatal creada con el fin de dar satisfacción a una necesidad de
interés general que de otro modo quedaría insatisfecha, mal satisfecha o insu-
ficientemente satisfecha». Por su parte, Eric Meza Duarte dice que «es la se-
rie de actividades realizadas por entidades estatales o por su encargada para
satisfacer por medio de prestaciones concretas inmediatas e individualizadas
una necesidad colectiva y sujetas al régimen de Derecho público que imponga
su adecuación, continuidad y regularidad». Casi todos los autores coinciden
en que las actividades que tiendan a satisfacer las necesidades públicas pue-
den considerarse un servicio público, destacando sus características propias
como la continuidad, regularidad, igualdad, generalidad, obligatoriedad, so-
ciabilidad, etc.
25
Decreto 1748 del Congreso de la República de Guatemala.
722
GUATEMALA
723
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
26
Decreto 16-2010 del Congreso de la República de Guatemala.
724
GUATEMALA
delegable, excepto en los casos señalados por la ley, y no podrá ejercerse sin
prestar previamente juramento de fidelidad a la Constitución».
Debe existir un marco legal que regule las relaciones del empleo público, los
funcionarios y la Administración Pública. En Guatemala, la Constitución Políti-
ca de la República dispone en su artículo 108 sobre las relaciones del Estado y
sus entidades descentralizadas o autónomas con sus trabajadores, que se rigen
por la Ley de Servicio Civil, con excepción de aquellas que se rijan por leyes o
disposiciones propias de dichas entidades. Es decir, el estatuto de la función
pública de nuestro país se encuentra establecido en la citada ley. En la parte
considerativa de la misma señala los objetivos y principios que la inspiran, des-
tacando que esta «debe garantizar a la Nación la eficiente operación de los ser-
vicios públicos; afirmar y proteger la dignidad de los trabajadores del Estado;
remunerar el correcto desempeño de cada cargo público en forma justa y deco-
rosa; establecer que a igual trabajo desempeñado en igual salario; estabilizar el
desempeño de los distintos puestos de la Administración Pública mediante la
eliminación de factores de preferencia puramente personal de los respectivos
nombramientos, ascensos y despidos; proporcionar que la Administración Pú-
blica invierta sus recursos económicos en forma ordenada y cuidadosa en el
pago de servicios personales, mantenimiento estos gastos dentro del mínimo
compatible con las necesidades del país, y, en especial, reconocer que la relación
de trabajo de los empleados del Estado constituye una función pública, cuyo
acertado desempeño es fuente de deberes y de derechos especiales».
De lo anteriormente se desprende la existencia de un régimen estatutario
establecido que regula la relación de empleo público acorde a los preceptos de
la misma Constitución Política de la República, cuyas disposiciones deben ser
acatadas por empleados y funciones del sector público; en caso contrario se les
aplicarán las sanciones que la Ley de Servicio Civil dispone en su el régimen
disciplinario.
15.1. El urbanismo
725
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Esta materia ha sido también preocupación del Derecho, dadas las implica-
ciones que tiene para la generalidad, haciendo por lo tanto necesaria su regula-
ción. Según Antonio Casare, «el Derecho urbanístico es el conjunto de normas
jurídicas que por sí mismas o a través del planeamiento que regulan establecen
el régimen urbanístico de la propiedad del suelo y la ordenación urbana, y regu-
lan la actividad administrativa encaminada al uso del suelo, la urbanización y
edificación». Hoy día esa dimensión jurídica resulta muy importante, teniendo
en cuenta varios fenómenos sociales que se producen, verbigracia, la migración
del interior de los países a ciudades grandes, en nuestro caso a la capital de la
República.
27
Decreto 1427 del Congreso de la República.
726
GUATEMALA
727
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
28
MORA RUIZ, Manuela, «Tendencias del derecho administrativo ambiental: análisis de legislación
y jurisprudencia», Huelva, España, disponible en: http://www.uhu.es/derechoyconocimiento. (Consul-
ta: 3/3/2012.)
728
GUATEMALA
29
CANO, Guillermo, Derecho, política y administración ambientales, Buenos Aires: Ediciones de
Palma, 1978.
729
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
730
GUATEMALA
731
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
Edmundo Orellana1
Antecedentes
La Administración Pública hondureña estuvo regulada, durante la domina-
ción española, por las normas que dictaban la Corona, el Virreinato de Nueva
España y la Capitanía General de Guatemala, y también tuvieron vigencia la
Constitución de Bayona y la Constitución de Cádiz, aunque no incidieron nota-
blemente en la organización y funcionamiento de su Administración Pública.
Luego de la independencia, su primera regulación republicana se encontró en la
primera Constitución hondureña de 1825, emitida bajo la vigencia de la Cons-
titución Federal del Estado Centroamericano de 1821.
1
Profesor de Derecho Administrativo de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la UNAH y abogado
con un doctorado en Bolonia, Italia. Ha sido Magistrado en la Corte de Apelaciones de lo contencioso-
administrativo, primer Fiscal General de la República, Embajador ante la ONU, diputado propietario y
Secretario de Estado en los Despachos de Gobernación y Justicia, Relaciones Exteriores y, Defensa.
Actualmente alterna la Cátedra con el ejercicio profesional.
733
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Poder ejecutivo
En el Capítulo del Poder Ejecutivo regula tres órganos, a saber: Presidencia
de la República, Consejo de Ministros o Consejo de Secretarios de Estado y
Secretarías de Estado. Estos constituyen la Administración centralizada.
2. ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA
2.1. Organización
734
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
Los órganos del Poder Ejecutivo son los siguientes: Presidente de la Repú-
blica, Consejo de Ministros y Secretarías de Estado.
Presidente de la República
El órgano superior es el Presidente de la República, electo directamente por
el pueblo, por simple mayoría de votos para un período presidencial de cuatro
años, cuyos requisitos son los siguientes: hondureño por nacimiento, mayor de
treinta años, estar en el goce de sus derechos políticos y ser del estado seglar.
Concurren en él las siguientes calidades: Jefe del Estado, en virtud de la cual
representan al Estado, celebra tratados y, previa aprobación del Legislativo, los
ratifica, recibe Cartas Credenciales de los embajadores y recibe a los represen-
tantes de los organismo internacionales; Jefe del Gobierno, por lo que tiene atri-
buida la función de «dirigir la política general del Estado»; Jefe del Poder Eje-
cutivo, el que «ejerce en representación y para beneficio del pueblo», y Jefe de
la Administración Pública, por lo que a él corresponde «la administración gene-
ral del Estado», lo que se traduce, según la LGAP, en la «suprema dirección y
coordinación de la Administración Pública centralizada y descentralizada».
Los sustitutos del Presidente son los tres Designados a la Presidencia, elec-
tos conjuntamente con aquel. Lo pueden sustituir en caso de ausencias tempo-
rales y definitivas. En caso de que falten absolutamente los Designados, lo
sustituirá el Presidente del Congreso Nacional y, a falta de este, el Presidente de
la Corte Suprema de Justicia. Solo en un caso, que la Constitución califica de
excepcional, la sustitución corresponderá al Consejo de Ministros, presidido
por el Secretario de Estado del Interior, a saber: cuando la elección de Presiden-
te y Designados no estuviere declarada un día antes del veintisiete de enero.
Consejo de Ministros
El Consejo de Ministros o Consejo de Secretarios de Estado está integrado
por los «Secretarios de Estado, convocados y reunidos en la forma prevista por
la ley». Su presidencia corresponde al Presidente de la República y, en su de-
fecto, con instrucciones de este, por el Secretario de Estado del Interior, y ac-
tuará como Secretario del mismo el Secretario de Estado en el Despacho de la
Presidencia.
Sus decisiones se adoptan por simple mayoría y en caso de empate el Presi-
dente tiene voto de calidad. Cuando se reúna sin la conducción del Secretario
del Interior y en ausencia del Presidente, las decisiones adoptadas serán confir-
madas por este para adquirir validez.
Los Secretarios de Estado serán solidariamente responsables por las decisio-
nes adoptadas en Consejo de Ministros en las sesiones que hubiesen participado,
salvo que en las actas respectivas hubiere dejado constancia de su voto negativo.
735
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Entre las funciones del Consejo de Ministros tenemos las siguientes: autori-
zar la negociación de operaciones crediticias a largo plazo de la Administración
Pública centralizada o descentralizada, aprobar el proyecto de plan nacional de
desarrollo antes de enviarlo al Congreso Nacional, aprobar el plan operativo
anual, formular y aprobar el proyecto de presupuesto general de ingresos y
egresos, resolver las cuestiones de competencia que se susciten entre dos o más
secretarías de Estado, dirimir, en forma definitiva, las cuestiones de competen-
cia que se susciten entre dos o más entidades de la Administración Pública
descentralizada o entre cualquiera de estas y la Administración Pública centra-
lizada y modificar el presupuesto general de ingresos y egresos de la República,
en los casos señalados en la Constitución de la República.
Las deliberaciones del Consejo de Ministros son secretas y el Presidente
podrá declarar reservadas algunas de las decisiones tomadas.
736
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
737
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los municipios son creados por ley, independientes de los Poderes del Esta-
do y gozan de autonomía política, porque sus autoridades son electas y pueden
formular su política de conformidad con la visión que proclame el partido polí-
tico que se imponga en las elecciones.
El municipio consta de tres elementos, a saber: territorio, población y orga-
nización.
El territorio se denomina término municipal, definido como «el espacio geo-
gráfico hasta donde se extiende la jurisdicción y competencia de un munici-
pio». No podrá ser inferior de cuarenta kilómetros cuadrados y debe ser conti-
nuo. Siempre estarán ubicados dentro de un departamento y sometidos a una
sola jurisdicción departamental, por lo que ninguna modificación o cambio en
el término municipal tendrá el efecto de modificar la extensión del departamen-
to al que pertenece.
La población está integrada por los habitantes, que pueden ser nacionales o
extranjeros. Estos pueden ser vecinos o transeúntes.
El vecino, a su vez, puede ser residente habitual, residente temporal o con
residencia alterna. El primero es el que está domiciliado en el municipio. El
temporal es el que permanece por un tiempo mayor de seis meses. Cuando sean
de residencia alterna en dos o más municipios, se considerará vecino de aquel
en que resida la mayor parte del año, aunque estuviese inscrito también en otro
municipio.
El transeúnte es el que temporalmente se encuentra en el municipio y no
exceda su temporalidad de seis meses.
La organización la constituye la Municipalidad, es decir, el órgano de go-
bierno y administración del municipio, de carácter deliberativo y legislativo,
electo por el pueblo y máxima autoridad dentro del término municipal.
La municipalidad es una persona jurídica cuyo órgano supremo está integra-
do por las autoridades electas siguientes: alcalde, a quien corresponde la repre-
sentación legal, vicealcalde y regidores. Son electos para un período de cuatro
años, por simple mayoría y en aplicación al sistema de proporcionalidad que se
determina por los cocientes y residuos electorales, de modo que en la integra-
ción resultan representados todo los que alcancen el mínimo de votos para con-
siderarlos dentro de los cocientes o residuos electorales municipales.
Para ser munícipe se requiere lo siguiente: ser mayor de dieciocho años,
hondureño por nacimiento, nacido en el municipio o estar residiendo consecu-
tivamente por más de cinco años, estar en el pleno ejercicio de sus derechos
civiles y políticos, y saber leer y escribir.
Las municipalidades también pueden emitir sus propias normas y son autár-
quicos, administran independientemente sus recursos y recaudan sus propios
ingresos y los impuestos decretados por ley. Los municipios pueden organizar-
738
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
739
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4. EL ACTO ADMINISTRATIVO
4.1. Noción
4.2. Elementos
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
órgano emisor, de modo que la finalidad del acto está afectada por la finalidad
para la que es atribuida la competencia, incluidas las potestades discrecionales,
las que deben ejercerse dentro de los límites de las mismas y en función del fin
para el que hubiesen sido atribuidas.
Los elementos formales son la forma y el procedimiento. Los actos se pro-
ducirán por escrito, según el ordenamiento jurídico, pero se admiten excepcio-
nes, cuando la Ley, las circunstancias o la naturaleza del acto exijan o permitan
una forma distinta, como las manifestaciones tácitas (comportamiento de la
Administración Pública que sea unívoco e incompatible con una voluntad dis-
tinta) o el silencio administrativo (el positivo, denominado «afirmativa ficta»
–que es la regla general–, y el negativo), que son reconocidas por la LPA expre-
samente; las derivadas de las circunstancias o la naturaleza del acto, como la
verbal (orden policial de disolver una reunión), gestos (movimiento de brazos
y manos de los agentes de tránsito ordenando el tráfico vehicular), sonidos (se-
ñales acústicas de los silbatos de los agentes de tránsito), luces (las del semáfo-
ro) y signos (las señales en las calles y carreteras). El procedimiento adminis-
trativo es el medio por el cual se exterioriza la voluntad de la Administración
en un acto final con efectos jurídicos.
741
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4.5. Retroactividad
4.6. Invalidez
742
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5. PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
5.2. Principios
5.4. Fases
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
el período de prueba, que no podrá ser inferior a diez ni superior a veinte días y
podrá acordarse de oficio o a instancia de parte, y con la audiencia de los inte-
resados, que consiste en dar vista a estos para aleguen sobre lo actuado y sobre
el valor y alcance de las pruebas producidas.
La terminación puede ser normal o anormal. Es normal cuando concluye
con una resolución expresa en la que se estime o desestime lo pedido o una re-
solución presunta. Cuando se presume la resolución, se trata del silencio admi-
nistrativo, cuya regla general es el silencio positivo denominado «afirmativa
ficta». Cuando concluye anormalmente, es por medio del desistimiento o la
caducidad de la instancia.
5.5. Revisión
Revisión de oficio
La anulación cuando se trate de actos nulos procederá de oficio y en cual-
quier momento, por el órgano que dictó el acto o por el superior, previo dicta-
men favorable de la Procuraduría General de la República. Cuando se trate de
actos anulables, procederá la anulación de oficio cuando el acto infrinja mani-
fiestamente la ley y no haya adquirido el carácter de firme, pudiendo el superior
decretar la anulación siempre que hubiere requerido al inferior, cuando se trate
de una competencia que la ley expresamente atribuya a este, para que revise el
acto y hubiere emitido su actuación sin motivo justificado, o bien puede decre-
tarlo sin seguir este procedimiento cuando el inferior lo hubiere dictado en el
ejercicio de una función delegada por el superior.
La modificación y la revocación procederán cuando desaparecieren las cir-
cunstancias que lo motivaron o sobrevinieren otras que, de haber existido a la
sazón, el acto no habría sido dictado, y cuando el acto no fuere oportuno o
conveniente a los fines del servicio para el cual se dicta. Producirán efecto des-
de su fecha, contrario a la anulación que produce efecto desde la fecha del acto
cuya anulación se decreta.
Las potestades de anulación, de modificación y de revocación no podrán
ejercerse cuando por prescripción de acciones, por el tiempo transcurrido u
otras circunstancias, su ejercicio resultase contrario a la equidad, al derecho de
los particulares o a las leyes. En todo caso, solamente darán lugar a indemniza-
ción cuando esta esté prevista expresamente en una ley.
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
6.1. Regulación
La ley
La Constitución de la República manda que la adjudicación de los contratos
se realice mediante los procedimientos de selección de conformidad con la ley.
Esta es la Ley de Contratación del Estado.
747
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Supletoriedad de la LCE
La LCE será de aplicación supletoria en los siguientes contratos: contratos
de Gestión de Servicios Públicos, de Concesión de Uso del Dominio Público
o de Concesión de Servicios u Obras Públicas; y los contratos de compra-ven-
ta, permuta, donación, arrendamiento, préstamo u otros de contenido patrimo-
nial que celebre la Administración Pública, sin perjuicio de las solemnidades o
requisitos de forma que para la validez de dichos contratos exigiere el Derecho
Privado.
Los procedimientos
Los procedimientos reconocidos son los siguientes: licitación, concurso y
contratación directa.
La licitación es el procedimiento utilizado para adjudicar los contratos
para cuya celebración lo importante es determinar previamente el precio más
conveniente. Se adjudican mediante este procedimiento los contratos de obra
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
751
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
8. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
752
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
del fin para el que esta fue atribuida. Si del análisis realizado se concluye que
solamente existe una solución posible, sustentada en criterios administrativos o
bien de orden científico o técnico, la decisión no se toma en ejercicio de la po-
testad discrecional, porque esta exige que existan dos o más opciones entre las
cuales la autoridad administrativa debe decidir, no porque razones administra-
tivas, científicas o técnicas así lo impongan, sino porque estas razones permiten
a la autoridad administrativa escoja razonablemente una u otra opción.
La escogencia, por supuesto, estará precedida siempre de una evaluación de
la situación fáctica, aplicando un proceso racional de investigación en el que se
comprueba la existencia de los presupuestos normativos previstos para emitir la
decisión. Será la identificación de varias opciones posibles de entre todas las
analizadas, lo que habilitará a la autoridad el ejercicio de la potestad discrecio-
nal. En ese momento, corresponderá a esta escoger, inevitablemente, entre to-
das las que razonablemente pueden seleccionarse, según los dictámenes eva-
cuados, la que sea más oportuna, conveniente o equitativa.
La relación entre la causa invocada y la solución escogida en función del fin
para el que fue conferida la potestad ofrece la posibilidad de establecer la co-
nexión lógica entre aquella y esta a efecto de determinar su apego al ordena-
miento jurídico.
Cuando la potestad discrecional ha sido ejercida sin seguir estas reglas, el
acto que contiene la decisión definitiva estará afectado por el vicio que nuestra
legislación reconoce como «Desviación de Poder», que la legislación define
como «el ejercicio de potestades administrativas para fines distintos de los fija-
dos por la Ley». Corresponde a la Jurisdicción de lo Contencioso-Administra-
tivo controlar el ejercicio de la potestad discrecional, mediante la verificación
de que la autoridad se mantenga dentro de los límites previstos en la norma y en
función del fin para el que fue atribuida la potestad.
9.1. Introducción
753
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los Juzgados de Letras son los que actúan en primera o única instancia, las
Cortes de Apelaciones en la segunda instancia y en materia de casación corres-
ponde a la Corte Suprema de Justicia, por medio de la Sala respectiva.
Las partes son el demandante, el demandado y el coadyuvante. El deman-
dante podrá ser el administrado o la Administración. El primero es la persona
natural o jurídica con capacidad procesal y legitimación para demandar, pero
no podrá incoar el juicio cuando actúe por delegación o como meros agentes o
mandatarios de la entidad cuyo acto se impugne. La Administración podrá de-
mandar la ilegalidad o anulación de un acto propio, firme y creador de algún
derecho subjetivo, siempre que acredite haber declarado en sede administrativa
que el acto impugnado es lesivo a los intereses públicos que ella representa.
El demandado puede ser el Estado, las instituciones autónomas, las munici-
palidades, los entes públicos no estatales o las personas a cuyo favor derivaren
derechos del propio acto impugnado.
El coadyuvante es la parte que interviene adhiriéndose a la pretensión de
una de las partes. Se subordina a la parte a cuya pretensión se adhiere, por lo
que no se le permite actuar independientemente.
La representación y defensa del Estado corresponde a la Procuraduría Gene-
ral de la República por mandato constitucional; la representación de la institu-
ciones autónomas corresponde al órgano que ostente la representación legal; la
representación de las municipalidades corresponde al Alcalde, quien tiene
la representación legal de la entidad. En los dos últimos casos, la defensa co-
rresponde a profesionales del Derecho.
En el caso de los particulares, su comparecencia está determinada por su
capacidad procesal. Si son menores de 21 años, comparecerá su representante
legal, salvo en los casos previstos en la ley en los que puede comparecer perso-
nalmente. La defensa estará a cargo de profesionales del Derecho.
754
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
No pueden ser revisados por esta jurisdicción los actos siguientes: firmes;
confirmatorios de actos firmes; que sean reproducción de otros anteriores ya
firmes; que pongan término a la vía administrativa como previa a la judicial; y
los que se dicten en virtud de una ley que expresamente los excluya de la vía
contencioso-administrativa.
Las cuestiones que no son del conocimiento de esta jurisdicción son las si-
guientes: las de orden civil, mercantil, laboral, penal o agrarias y aquellas que,
aunque relacionadas con actos de la Administración Pública, se atribuyan por
una ley a otra jurisdicción; y las que susciten sobre los actos de relación entre
los Poderes del Estado con motivo de las relaciones internacionales, defensa
del territorio nacional y mando y organización militar, sin perjuicio de las in-
demnizaciones que fueren procedentes cuya determinación sí corresponde a la
Jurisdicción de lo contencioso-administrativo.
Esta jurisdicción conoce de las cuestiones siguientes: las referentes al cum-
plimiento, interpretación, resolución, rescisión y efectos de los contratos admi-
nistrativos de obra pública, suministros, consultoría y los demás regulados por
la Ley de Contratación del Estado, y todo lo relativo a los contratos de servicios
profesionales o técnicos que celebren los Poderes del Estado; las que se susci-
ten sobre la responsabilidad patrimonial del Estado y de las entidades estatales;
la ejecución de las resoluciones que se adopten en aplicación de la Ley de la
Carrera Judicial y que tengan por objeto reintegros o el pago de las indemniza-
ciones; las relativas a los actos, particulares o generales, emitidos por las enti-
dades de Derecho Público, tales como colegios profesionales y cámaras de co-
mercio e industrias, siempre que la ley no los someta a una jurisdicción especial,
755
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Son las peticiones concretas sobre las cuales las partes exigen que el Juez se
pronuncie en un determinado sentido.
Son tres las pretensiones: pretensión de anulación; pretensión de reconoci-
miento de una situación jurídica individualizada; y pretensión de adopción de
las medidas necesarias para el pleno restablecimiento de la situación jurídica
individualizada.
756
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
menzará a contar desde el día siguiente a esta; cuando la notificación sea me-
diante publicación, el plazo se iniciará a partir del día siguiente de la misma;
cuando se trate de una denegación presunta, el plazo comenzará a partir del día
hábil siguiente a aquel en que se entiende desestimada la petición.
Para la Administración, el plazo es de dos meses, contado a partir del día
hábil siguiente a la declaración de lesividad de la resolución impugnada.
Presentada la demanda, dentro de las cuarenta y ocho horas siguientes se
procederá a su admisión, si procediere. En el mismo auto ordenará la publica-
ción sucinta del contenido de la misma, en el Diario Oficial La Gaceta, con la
finalidad de que quien tenga interés pueda personarse en el proceso.
Podrá declararse inadmisible la demanda cuando conste cualquiera de las
siguientes causas: falta de jurisdicción o incompetencia; que la acción se dedu-
ce contra alguno de los actos no susceptibles de impugnación; que ha expirado
el plazo para la presentación de la demanda; o que no se ha agotado la vía ad-
ministrativa. Previamente, el juzgado hará saber a las partes el o los motivos en
que se funde, para que dentro de los diez días siguientes se pronuncien al res-
pecto.
El demandado tendrá veinte días hábiles para contestar la demanda, los que
se contarán a partir del día siguiente al emplazamiento. Los coadyuvantes se
entenderán emplazados por la publicación sucinta del contenido de la demanda
ordenada por el tribunal.
Con la contestación la Administración demandada acompañará el expedien-
te administrativo respectivo, que de no presentarse completo podrá el actor
pedir al juez que se presenten los antecedentes para completarlo y este procede-
rá a acordar lo pertinente.
Si no se presenta la contestación en tiempo y forma, se declarará en rebeldía
a la Administración demandada, en cuyo caso se solicitará el expediente al ór-
gano en donde se encuentre, bajo la responsabilidad personal de su titular.
Defensas previas
No se oponen al fundamento jurídico-material de la pretensión sino a los
requisitos procesales de la acción. Se reconocen las siguientes: las que se fun-
den en los mismos motivos para declarar inadmisible la acción en sentencia
definitiva; litis pendencia; y falta de agotamiento de la vía administrativa.
Pueden presentarlas los demandados y los coadyuvantes dentro de los cinco
días hábiles siguientes al emplazamiento. Si no se alegan las defensas previas
dentro de este plazo, no se les dará curso ni se atenderán. Se tramitarán en pieza
separada y no interrumpirán el curso del procedimiento, por lo que no suspende
el plazo para contestar la demanda. Del escrito de defensas previas se dará tras-
lado a la parte demandante y se fijará una audiencia dentro de los cinco días
757
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Prueba
Si la cuestión debatida es de puro derecho o cuando hubiere conformidad
entre las partes acerca de los hechos, no procederá el recibimiento a prueba.
La apertura a pruebas procede únicamente cuando exista disconformidad en
los hechos y estos sean de indudable trascendencia para la resolución del caso.
El juzgado puede decretar de oficio o a instancia de parte el recibimiento a
pruebas. Pero en el segundo supuesto, se acordará siempre que en los escritos
de demanda o contestación se expresen con claridad los puntos de hecho sobre
los que haya de versar la prueba. El periodo de prueba será de treinta días para
proponer y ejecutar la prueba, pudiéndose ampliar hasta por veinte días más
cuando hubiere de evacuarse prueba fuera del Departamento en donde esté el
Juzgado.
Los medios de prueba son los reconocidos por la legislación procesal civil.
Concluida la fase probatoria, el Juez podrá acordar, antes o después de la cita-
ción para sentencia, la práctica de cualquier diligencia de prueba que estime
procedente. Concluidas las pruebas, se dará audiencia a los interesados para
que estos presenten sus conclusiones y en el mismo auto que se decrete finali-
zada la fase de conclusiones, se citará a las partes para sentencia.
Sentencia
Se dictará dentro de los diez días hábiles siguientes al auto de citación para
sentencia.
En la sentencia se contraerá a lo siguiente: inadmisibilidad de la acción y
procedencia o improcedencia de la acción.
Se declara inadmisible la acción por cualquiera de las circunstancias si-
guientes: falta de jurisdicción; cuando se interpusiere por persona incapaz, no
representada debidamente o no legitimada; cuando tuviere por objeto actos no
revisables en esta jurisdicción; que recayere sobre cosa juzgada; que la deman-
da se presente fuera de los plazos legales; que el escrito adolezca de defectos
formales que impidan verter pronunciamiento en cuanto al fondo del asunto.
La sentencia podrá declarar improcedente la acción cuando se ajustare a
derecho el acto impugnado.
758
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
Procedimientos especiales
La LJCA reconoce tres procedimientos especiales, a saber: en materia tribu-
taria, en materia de personal y en materia de licitaciones o concursos.
Los incidentes
Las cuestiones incidentales que se susciten en el proceso deben tramitarse
en pieza separada y sin suspender el curso de los autos.
La suspensión del acto impugnado se tramita como incidente y procede
cuando la ejecución del acto impugnado (que no se interrumpe con la presenta-
ción de la demanda) hubiere de ocasionar daños o perjuicios de reparación im-
posible o difícil. Se podrá pedir en cualquier estado del proceso, en primera o
en segunda instancia. Del escrito de suspensión se dará vista a la Administra-
ción por el plazo de tres días para su contestación, y presentada esta o transcu-
rrido el plazo, el tribunal resolverá lo procedente.
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
10. EL ARBITRAJE
760
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
761
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
12. LA RESPONSABILIDAD
La responsabilidad contractual del Estado está regulada por las reglas gene-
rales contenidas el Código Civil, Código de Comercio, Ley de Contratación del
Estado y demás leyes aplicables.
La responsabilidad extracontractual, en cambio, está regulada en la Consti-
tución de la República, en el Código Civil y en la Ley de la Jurisdicción de lo
Contencioso-Administrativo.
Las reglas sobre responsabilidad extracontractual contenidas en el Código
Civil regularon el tema para todas las personas, naturales o jurídicas, hasta la
aprobación de la actual Constitución de la República, en la que se incluyeron
disposiciones para normar la materia en relación con el Estado.
762
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
763
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los servicios públicos están regulados por la legislación que crea, organiza
y asigna competencias a la entidad que los presta.
La energía eléctrica, el agua potable y la telefonía son servicios que se pres-
tan por instituciones autónomas. Sin embargo, se utiliza la modalidad de con-
cesionar a los particulares su prestación. Particularmente en el caso de agua
potable y de telefonía móvil. Excepcionalmente, se permite bajo esta modali-
dad la prestación del servicio de energía eléctrica.
El servicio de transporte público está totalmente concesionado a los particu-
lares.
Las concesiones se otorgan a empresas privadas o a organizaciones comuni-
tarias. Las otorgan el Estado o las municipalidades, según a quien corresponda
la competencia. Las concesiones otorgadas en materia de agua a empresas par-
764
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
ticulares no han tenido los resultados esperados, por los elevados costos y la
falta de control que sobre las mismas ejercen las municipalidades. En cambio,
cuando se trata de organizaciones comunales la prestación del servicio ha sido
un éxito, porque los mismos usuarios son los que dirigen la organización.
Los regímenes reconocidos por nuestra legislación son, por tanto, los si-
guientes: régimen de servicio civil, regulado por la Ley de Servicio Civil; régi-
men de la carrera docente, regulado por el Estatuto del Docente; régimen de la
carrera judicial, regulado por la Ley de Carrera Judicial.
El régimen del servicio civil, según la Constitución, es aplicable a todos
aquellos que se encuentren fuera de la carrera docente, carrera militar y carrera
judicial. Los requisitos para ingresar al régimen del servicio civil son los si-
guientes:
1) ser hondureño mayor de 18 años de edad y estar en posesión de los do-
cumentos necesarios para acreditar su identidad personal;
2) tener comprobantes de estar al día en el pago de los impuestos o de estar
exento de ellos;
3) acreditar buena salud y buena conducta;
4) llenar las condiciones especiales exigidas para el cargo;
5) haber sido aprobado en los exámenes de competencia, de conformidad
con los requisitos establecidos en esta Ley;
6) haber obtenido el nombramiento respectivo, y
7) haber pasado satisfactoriamente el período de prueba.
Dentro de este régimen el legislador reconoce los regímenes especiales si-
guientes: régimen de los servidores del Poder Legislativo, régimen del servicio
exterior, régimen de los médicos, régimen de los dentistas, régimen de los quí-
mico-farmacéuticos y régimen de los fiscales.
La carrera del docente está creada en la Constitución y regulada por el Esta-
tuto del Docente, y los requisitos para ingresar a la misma son los siguientes:
ser hondureño por nacimiento; estar en el goce de los derechos civiles; acreditar
la identidad y los requisitos para ocupar el puesto conforme al Estatuto y sus
instrumentos operativos; estar afiliado a un colegio magisterial y solvente y
estar inscrito en el Escalafón de la carrera docente. El reclutamiento se lleva a
cabo mediante concursos generales y especiales. Los primeros se efectuarán
anualmente; los segundos son los que se practican para cada puesto, por lo que
se producirán cada vez que surja una vacante.
La carrera judicial esta regulada por la Ley de Carrera Judicial, en la que se
establecen como requisitos para ingresar a la misma los siguientes: ser hondu-
765
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
15.1. Urbanismo
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
2
Arts. 118, segundo párrafo, , LM, y 66, Reglamento.
767
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
Los instrumentos de registro técnico asociados a los planes son los siguien-
tes: Mapa Nacional de Zonificación Territorial; los sistemas de catastro nacio-
nal; registro de la propiedad; sistemas de catastro municipales; planes regulado-
res municipales y sus respectivos mapas; mapas de zonificación municipales de
uso y ocupación de suelos; el registro nacional de normativas del ordenamiento
territorial; y otros que registren usos, ocupaciones, derechos, afectaciones, ser-
vidumbres que recaigan sobre el suelo, sus anexidades o cualquier otro factor
que se pueda expresar en el plano territorial.
El Sistema de Información Territorial lo constituye el conjunto de sistemas
informáticos, censales, estadísticos, catastrales, de propiedad y bases de datos
de referencia territorial que manejan las distintas instituciones gubernamentales
y que se harán concurrir en un sistema de información integrada, conforme se
regula en esta Ley.
El Consejo Nacional de Ordenamiento Territorial, adscrito a la Secretaría de
Estado del Interior, es el órgano colegiado que propone y da seguimiento a las
políticas, estrategias y planes. El Comité Ejecutivo de Ordenamiento Territorial
es el órgano operativo de este, responsable de dar seguimiento sus decisiones.
Consejos de Ordenamiento Territorial funcionan en cada departamento del país
y en las mancomunidades.
La Dirección General de Ordenamiento Territorial, adscrita al Ministerio
del Interior, será el órgano de apoyo técnico del sistema.
El Código Civil dispone que «bienes nacionales» son aquellos cuyo domi-
nio pertenece a la nación toda. Los clasifica en bienes de «uso público» y «bie-
nes fiscales». Los primeros son los que su uso pertenece a todos los habitantes
de la nación; los segundos, también llamados «bienes del Estado», son aquellos
cuyo uso no pertenece generalmente a los habitantes.
Los bienes públicos son de dos tipos, los nacionales y los municipales. Los
nacionales pertenecen al Estado y los municipales a las municipalidades. En
los municipales se comprenden los «ejidos» para la existencia y desarrollo de los
municipios.
Son bienes nacionales y municipales de uso públicos los siguientes: playas,
hasta una distancia de diez metros contados desde la marea más alta; los par-
ques, calles, avenidas, puentes, riberas, litorales, lagos, lagunas y ríos; obras de
dotación social y de servicios públicos, así como los bienes destinados a estos
propósitos; bienes que tengan valor histórico o cultural afectados a un servicio
público, y las áreas verdes.
Las autoridades nacionales y municipales están obligadas a garantizar a to-
dos los habitantes del término municipal el libre acceso a los bienes de uso
773
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
público (áreas verdes, aceras, playas, parques públicos, urbanos o rurales, dere-
cho de vías o zonas para el paso de todo tipo de personas o vehículos). Ninguna
persona ni entidad puede cobrar el acceso a estos bienes. La única excepción la
constituye el supuesto de recuperación de la inversión mediante el sistema de
contribución por mejoras, por parte de la municipalidad.
Los propietarios ribereños están obligados a permitir el acceso a playas, lagos
y ríos, dejando espacios adecuados para calles no inferiores a 15 metros, cada
100 metros en las áreas urbanas y cada 300 en áreas rurales; quien incumpla esta
obligación será sancionado por la municipalidad respectiva. En caso de invasión,
la autoridad debe restituirla o habilitarla inmediatamente al uso público.
Los bienes inmuebles, sean nacionales o municipales, de uso público no
podrán enajenarse, gravarse, embargarse o rematarse. En caso de contraven-
ción, la transacción será nula y los involucrados incurrirán en responsabilidad
administrativa, civil y penal.
Los derechos sobre los bienes de uso público son imprescriptibles y no son
objeto de transacciones ni podrán decretarse medidas judiciales que afecten
derechos del Estado o de las municipalidades sobre los bienes de uso público.
Los bienes de uso público lo son por su condición natural (playas o ríos) o
porque se incorporan al uso público. En ambos casos su calificación debe con-
tenerse en un acto jurídico. En la ley, en el primer caso, y, en el segundo caso,
en una decisión administrativa emitida por la autoridad competente.
Los que resultan ser de uso público mediante afectación, se distinguen entre
los que nacen destinados al uso público, como las calles y los cementerios, y los
que nacen como bienes fiscales y que por una decisión posterior quedan afecta-
dos al uso público.
La desafectación de un bien de uso público está prevista en los casos si-
guientes: cuando cese la prestación del servicio público y cuando el bien devi-
niere innecesario para la prestación del mismo y no se afectase la seguridad y
bienestar de la colectividad.
BIBLIOGRAFÍA
Nacional
Para estudiar el Derecho administrativo hondureño, se recomienda consultar
las obras siguientes:
FLORES VALERIANO, Enrique, Curso de Derecho Administrativo, Editorial Universitaria.
MONCADA SILVA, Efraín:
Derecho Administrativo y Administración Pública, Tegucigalpa: Editorial Uni-
versitaria.
774
DERECHO ADMINISTRATIVO HONDUREÑO
Extranjera
Para estudiar el Derecho administrativo en general, se recomienda consultar
toda la bibliografía calificada.
775
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO MEXICANO
Jorge Fernández Ruiz
777
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
778
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
1
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo, Introducción al estudio del derecho, 34ª ed., México: Porrúa, 1982,
p. 52.
779
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
780
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
781
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
782
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
cia del Distrito Federal, la Oficialía Mayor, la Contraloría General del Distrito
Federal y la Consejería Jurídica y de Servicios Legales. La Secretaría de Segu-
ridad Pública y la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, como
señala el artículo 15 de la Ley Orgánica de la Administración Pública del Dis-
trito Federal, se rigen por sus respectivas leyes orgánicas. El esquema de la
Administración Pública centralizada del Distrito Federal es el siguiente:
Jefe de Gobierno del Distrito Federal
Secretarios
Procurador General de Justicia del Distrito Federal
Oficial Mayor
Contralor General
Consejero Jurídico y de Servicios Legales
De acuerdo al artículo 15 de la Ley Orgánica de la Administración Pública
del Distrito Federal, las Secretarías del Gobierno del Distrito Federal son las
siguientes:
Secretaría de Gobierno
Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda
Secretaría de Desarrollo Económico
Secretaría del Medio Ambiente
Secretaría de Obras y Servicios
Secretaría de Desarrollo Social
Secretaría de Salud
Secretaría de Finanzas
Secretaría de Transportes y Vialidad
Secretaría de Seguridad Pública
Secretaría de Turismo
Secretaría de Cultura
Como señala el artículo 15 de la Ley Orgánica de la Administración Pública
del Distrito Federal, la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal se
sitúa en el ámbito orgánico del Distrito Federal y se rige por su propia ley orgá-
nica.
Compete a la Contraloría General del Distrito Federal el despacho de las
materias relativas al control y evaluación de la gestión pública de las dependen-
cias, órganos desconcentrados y entidades paraestatales del Distrito Federal.
A semejanza de la Administración Pública federal centralizada, su homólo-
ga del Distrito Federal cuenta con la Consejería Jurídica y de Servicios Socia-
les, a la que principalmente compete el despacho de los asuntos relativos a la
orientación, asistencia, publicación oficial y coordinación de asuntos jurídicos;
783
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
784
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
Las demás secretarías tienen igual rango entre sí, y sus titulares, lo mismo
que el de la Secretaría General de Gobierno, se auxilian de los subsecretarios,
directores, subdirectores, jefes de unidad, jefes de departamento y demás servi-
dores públicos que establezcan otras disposiciones legales y los reglamentos; su
representación esquemática, bajo el mando del Gobernador del Estado, es la
siguiente:
Gobernador del Estado de México
Secretario General de Gobierno
Secretarios
Subsecretarios
Directores
Subdirectores
Jefes de Unidad
Jefes de Departamento
Acorde con el artículo 17 de la Ley Orgánica de la Administración Pública
del Estado de México, tanto el Secretario General de Gobierno como los demás
secretarios, independientemente de sus funciones específicas, pueden formular
proyectos de ley, reglamentos, decretos y acuerdos de las materias de su com-
petencia, y están facultados para celebrar contratos y suscribir convenios por
acuerdo del Ejecutivo, en dichas materias.
En la esfera municipal existe una administración específica propia. Así, por
ejemplo, la fracción I del artículo 73 de la Constitución particular del Estado de
Jalisco, dispone:
Cada Municipio será administrado por un Ayuntamiento de elección po-
pular que residirá en la cabecera de la municipalidad y no habrá ninguna
autoridad intermedia entre este y el Gobierno del Estado.
La administración municipal usa, también, las formas organizacionales de la
centralización, descentralización y desconcentración administrativas, que dan
lugar a la administración municipal centralizada, descentralizada y desconcen-
trada, respectivamente.
La Administración centralizada municipal queda bajo el mando del presi-
dente municipal y se suele integrar, en los municipios importantes, con la secre-
taría, la sindicatura, la tesorería, la o las oficialías mayores y las direcciones, los
departamentos, las administraciones y las oficinas u otras dependencias admi-
nistrativas que se encargan de la prestación de servicios públicos o de activida-
des específicas.
La desconcentración administrativa consiste en el traslado parcial de la
competencia y el poder decisorio de un órgano superior a uno inferior, ya sea
preexistente o de nueva creación, dentro de una relación de jerarquía entre am-
bos, por cuya razón el órgano desconcentrado se mantiene en la estructura de la
785
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
786
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
2
Vid. SERRA ROJAS, Andrés, Derecho administrativo, 12ª ed., México: Porrúa, 1983, t. 2, p. 273.
3
El artículo 15 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo previene: La Administración
Pública Federal no podrá exigir más formalidades que las expresamente previstas en la Ley.
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
4
Apéndice de jurisprudencia de 1917 a 1965 del Semanario Judicial de la Federación. Sexta
Parte, núm. 47, p. 108.
789
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
790
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
que lo conducen debe orientarse por criterios de legalidad, lealtad, justicia, im-
parcialidad, eficiencia, eficacia y honradez.
El principio de moralidad administrativa informa a nuestra Constitución
política en sus artículos 113 y 134, así como en los artículos 47 de la Ley
Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos y 7 de la Ley Fede-
ral de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, el últi-
mo de los cuales a la letra dispone: «Será responsabilidad de los sujetos de
la Ley ajustarse, en el desempeño de sus empleos, cargos o comisiones, a las
obligaciones previstas en esta, a fin de salvaguardar los principios de legali-
dad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficiencia que rigen en el servicio
público».
El principio general de seguridad jurídica conforma un pilar insustituible del
procedimiento administrativo, por ser, como explica Joseph T., «la garantía
dada al individuo de que su persona, sus bienes y sus derechos no serán objeto
de ataques violentos, que si estos llegan a producirse le serán aseguradas por la
sociedad protección y reparación»5.
La seguridad jurídica es, pues, principio determinante del procedimiento
administrativo que se habrá de traducir en la garantía que el estado debe dar,
a través del orden jurídico, de preservar y proteger no solo la vida y la inte-
gridad física de todo individuo, sino también sus libertades, bienes y derechos
contra todo acto indebido ya sea de otros particulares o de las autoridades, ya
que estas últimas solo podrán afectar a la esfera del gobernado en ciertas con-
diciones y previa satisfacción de requisitos específicos que, según Ignacio
Burgoa Orihuela, constituyen las garantías de seguridad jurídica, pues como
bien hace notar:
Estas implican, en consecuencia, el conjunto general de condiciones,
requisitos, elementos y circunstancias previas a que debe sujetarse una cier-
ta actividad estatal autoritaria para generar una afectación válida de dife-
rente índole en la esfera del gobernado, integrada por el summum de sus
derechos subjetivos. Por ende, un acto de autoridad que afecte el ámbito
jurídico particular de un individuo como gobernado, sin observar dichos
requisitos, condiciones, elementos o circunstancias previos, no será válido
a la luz del derecho6.
El principio de supremacía del interés público sobre el interés privado se
inserta formalmente en el orden jurídico mexicano a través de diversos artí-
culos constitucionales, 3, 25, 27 y 28, entre otros, y que en materia adminis-
trativa atañen especialmente a los procedimientos administrativos de expro-
piación y de concesión de servicios públicos y de bienes del dominio de la
Federación.
5
DELOS, Joseph T., LE FUR, Louis, et al., , trad. Daniel Kuri Breña, 4ª ed.,
México: UNAM, 1967, p. 47.
6
BURGOA ORIHUELA, Ignacio, Las garantías individuales, 6ª ed., México: Porrúa, 1970, p. 494.
791
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
792
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
793
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
7
Vid. MARTÍNEZ MORALES, Rafael I., Derecho administrativo. Segundo Curso, México: Harla,
1991, p. 219.
794
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
uno de los elementos del acto administrativo. Según observara Gabino Fraga:
«A diferencia de lo que ocurre en el Derecho privado, la forma en el Derecho
administrativo tiene normalmente el carácter de una solemnidad necesaria no
solo para la prueba sino principalmente para la existencia del acto y es que en
esta última rama del Derecho el elemento formal constituye una garantía auto-
mática de la regularidad de la actuación administrativa»8.
En cuanto a la ejecución del acto administrativo, en razón de su carácter de
ejecutoriedad, se puede ejecutar coactivamente contra la oposición de los inte-
resados, sin que la autoridad u órgano que lo emita requiera contar con el con-
curso del órgano jurisdiccional.
Respecto del acto administrativo, el principio de autotutela entraña la facul-
tad de la Administración Pública de corregirlo, perfeccionarlo e, incluso, revo-
carlo. La omisión de los elementos y requisitos señalados en las fracciones de
la I a la X, del artículo 3 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo,
producen la nulidad del acto administrativo, misma que será declarada por el
superior jerárquico de la autoridad que lo emita, salvo que provenga del titular
de una dependencia, en cuyo caso la nulidad la declarará él mismo.
En la labor de corregir, perfeccionar y, en su caso, revocar, el acto adminis-
trativo se inscribe el recurso administrativo que conlleva el ánimo de la Admi-
nistración de hacerlo sin intervención de otros órganos del poder público y lo
identifica como un instrumento de autocontrol de la misma, para mantener su
actuación dentro de los límites de la normativa aplicable; lo que no impide con-
siderar al recurso administrativo como un instrumento de defensa del interesa-
do contra los excesos de la Administración Pública cometidos en su perjuicio,
por la violación de sus derechos subjetivos.
En los términos del artículo 83 de la Ley Federal de Procedimiento Adminis-
trativo, los actos y resoluciones de las autoridades administrativas que pongan
fin al procedimiento administrativo, a una instancia o resuelvan un expediente,
pueden ser impugnados por los interesados afectados, mediante la interposición
del recurso de revisión o, en ciertos casos, por la vía jurisdiccional.
El recurso de revisión previsto en la Ley Federal de Procedimiento Admi-
nistrativo, publicada en el Diario Oficial del 4 de agosto de 1994, substituyó a
diversos recursos previstos en diferentes leyes administrativas, que fueron de-
rogados por el artículo segundo de la ley en cita, pero dejó intocados los esta-
blecidos en las materias de carácter fiscal, responsabilidades de los servidores
públicos, justicia agraria y laboral, así como al Ministerio Público en ejercicio
de sus funciones constitucionales.
El artículo 86 de la Ley Federal de Procedimiento Administrativos previene
que el escrito de interposición del recurso de revisión deberá expresar:
8
FRAGA, Gabino, Derecho administrativo, 29ª ed., México: Porrúa, 1990, p. 270.
795
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
796
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
miento a ciertas normas jurídicas, muchas de las cuales son distintas de las del
Derecho privado. «Estos contratos forman, dentro de los contratos de la admi-
nistración, la categoría particular de los contratos administrativos»9.
El contrato administrativo es una forma de crear obligaciones, y sus correla-
tivos derechos, como resultado de una relación bilateral consensual, frecuente-
mente caracterizada por la situación privilegiada que una de las partes –la
Administración Pública– guarda respecto de la otra –un particular–, en lo con-
cerniente a las obligaciones pactadas, sin que por tal motivo disminuyan los
derechos económicos atribuidos a la otra parte.
A. Principios rectores del contrato administrativo
La teoría del contrato administrativo y su regulación jurídica descansan en
diversos principios; entre ellos destacan los de legalidad, continuidad, mutabi-
lidad, y equilibrio financiero.
De acuerdo con el principio de legalidad, el contrato administrativo debe
sujetarse a un régimen jurídico determinado con precisión. En México, la Ley
de Adquisiciones y Servicios del Sector Público y la Ley de Obras Públicas y
Servicios Relacionados con las Mismas, regulan los contratos administrativos
relativos a la adquisición y arrendamiento de bienes muebles, obra pública y
prestación de servicios de diversa naturaleza, que celebren las unidades admi-
nistrativas de la Presidencia de la República, las Secretarías de Estado, los de-
partamentos administrativos, la Procuraduría General de la República, los orga-
nismos descentralizados, las empresas de participación estatal y fideicomisos
públicos de la Administración Pública Federal, así como los que celebren las
entidades federativas con cargo total o parcial a fondos federales.
Conforme al principio de continuidad, la ejecución de los contratos adminis-
trativos no debe interrumpirse ni retrasarse, a efecto de que puedan alcanzar
cabal y oportunamente su finalidad.
De conformidad con el principio de mutabilidad, el contrato administrativo
–merced al ius variandi de la Administración Pública–, dentro de ciertos lími-
tes puede ser unilateralmente modificado por esta, en aras del interés público, y
en clara contradicción al principio contractual proveniente del derecho romano
pacta sunt servanda, por lo cual se suele considerar al de mutabilidad como el
más importante de los principios rectores del contrato administrativo.
De acuerdo con el principio del equilibrio financiero, conocido también
como principio de la ecuación financiera, en el contrato administrativo se debe
mantener el equilibrio financiero establecido en su celebración, a efecto de que
las partes no resulten perjudicadas –o que los perjuicios ocasionados se reduz-
can a su mínima expresión–, por una relación que pierde equidad, ya por causas
9
BREWER CARÍAS, Allan Randolph, Las instituciones fundamentales del derecho administrativo y
la jurisprudencia venezolana, Caracas, 1964, p. 182.
797
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
798
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
799
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
ble en todos ellos, lo cual no ocurre así, entre otras razones, por urgencia, por
existir un único posible cocontratante o por las que aduce el citado artículo 134
constitucional, para asegurar al Estado las mejores condiciones disponibles en
cuanto a precio, calidad, financiamiento y demás circunstancias pertinentes.
En consecuencia, la licitación no constituye ni siquiera un elemento no
esencial del contrato administrativo, sino un requisito previo a su celebración
que se satisface mediante un procedimiento administrativo específico mediante
el cual se selecciona –de entre todos los aspirantes cuya idoneidad moral, téc-
nica y financiera quedó previamente comprobada– al cocontratante que haya
presentado la mejor oferta, que no necesariamente la más baja o la más alta.
C. Los contratos administrativos más usuales en el orden jurídico mexicano
En México, la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector
Público nombra y regula tres tipos de contratos y con ello los determina como
contratos nominados; todos ellos principales, sinalágmáticos, onerosos, con-
mutativos y formales, a saber: de adquisición de bienes muebles, de arrenda-
miento de bienes muebles y de servicios relativos a bienes muebles. Igual ocu-
rre con la Ley de Obras Públicas y Servicios Relacionados con las Mismas
respecto del contrato de obra pública y el de servicios relacionados con la mis-
ma, y con la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica acerca del contrato
de suministro de energía eléctrica.
Se trata en todos esos casos de contratos administrativos, tanto por ser siem-
pre la Administración Pública una de sus partes como por estar regulados por
un régimen jurídico de derecho público, que en nuestro país está inserto, prin-
cipalmente, en el artículo 134 constitucional y en las tres leyes mencionadas,
todas ellas de orden público.
Tales contratos son principales, por subsistir por sí mismos y tener fin pro-
pio; son sinalagmáticos, por generar obligaciones recíprocas tanto para la Ad-
ministración Pública como para su cocontratante; son a título oneroso, por ob-
tener cada una de las partes sendas prestaciones a cambio de otras que han de
realizar, consideradas como equivalentes; son conmutativos, por ser ciertas,
desde su celebración, las prestaciones a cargo de las partes; y son formales
porque deben constar por escrito y para suscribirlos la Administración Pública
debe cubrir varias formalidades.
a) Contrato de adquisición de bienes muebles
El de adquisición de bienes muebles es uno de los más usuales contratos
administrativos nominados, mediante el cual la Administración Pública se pro-
vee de los bienes muebles necesarios para el desempeño de sus actividades.
b) Contrato de arrendamiento de bienes muebles
Regulado en México principalmente por los mismos ordenamientos jurídi-
cos relativos al de adquisición de bienes muebles, el contrato administrativo de
800
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
801
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
802
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
Para reprimir o castigar a los infractores del orden jurídico, el Estado aplica
sanciones de distinto tipo: penales y administrativas. Las imposición de las
primeras se hace de acuerdo a los principios y normas del Derecho Penal y
queda a cargo de la autoridad judicial; en cambio, las segundas son impuestas,
de conformidad con los principios y preceptos del Derecho administrativo, por
la autoridad administrativa.
En México, el Derecho administrativo sancionador encuentra fundamento
en el artículo 21 constitucional, que en su parte relativa establece:
Compete a la autoridad administrativa la aplicación de sanciones por
las infracciones de los reglamentos gubernativos y de policía, las que única-
mente consistirán en multa o arresto hasta por treinta y seis horas; pero si
el infractor no pagare la multa que se le hubiese impuesto, se permutará este
por el arresto correspondiente, que no excederá en ningún caso de treinta y
seis horas.
803
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
804
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
10
ACOSTA ROMERO, Miguel, Teoría general del derecho administrativo, México, Porrúa, 1997,
p. 1002.
805
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Entre los actos más importantes del poder público figuran los relacionados
con el tesoro público; de ahí la importancia de garantizar a los contribuyentes,
que aportan una porción de sus riquezas para el sostenimiento del Estado, la
seguridad de que el producto de sus contribuciones se emplea en los propósitos
autorizados legalmente.
Uno de los peligros permanentes en todo Estado es la posible corrupción de
sus agentes; el propósito de prevenirla y evitarla demanda su control, mediante
el desempeño de una actividad dirigida a vigilar, verificar, comprobar y evaluar
las actividades de los órganos, dependencias y servidores públicos a cuyo cargo
está el manejo de los fondos, valores, recursos, bienes y derechos del propio
Estado.
806
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
807
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
11
Vid. BURGOA ORIHUELA, Ignacio, El juicio de amparo, 32ª ed., México: Porrúa, 1995, p. 184.
808
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
12
SOLÓRZANO Y PEREYRA, Juan, Política indiana, Madrid: Imprenta Real de la Gazeta, 1776, t. II,
p. 273.
13
LARES, Teodosio, Lecciones de Derecho administrativo, México: Imprenta de Ignacio Cumpli-
do, 1852.
809
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
810
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
– las que se dicten en materia de pensiones civiles, sea con cargo al Erario
Federal o al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajado-
res del Estado;
– las que se dicten sobre interpretación y cumplimiento de contratos de
obras publicas, adquisiciones, arrendamientos y servicios celebrados por
las dependencias de la Administración Pública Federal;
– las que nieguen la indemnización o que, por su monto, no satisfagan al
reclamante y las que impongan la obligación de resarcir los daños y per-
juicios pagados con motivo de la reclamación, en los términos de la Ley
Federal de Responsabilidad Patrimonial del Estado o de las leyes adminis-
trativas federales que contengan un régimen especial de responsabilidad
patrimonial del Estado;
– las que requieran el pago de garantías a favor de la Federación, el Distrito
Federal, los Estados y los municipios, así como sus organismos descentra-
lizados;
– las que traten las materias señaladas en el artículo 94 de la Ley de Comer-
cio Exterior;
– las dictadas por las autoridades administrativas que pongan fin a un proce-
dimiento administrativo, a una instancia o resuelvan un expediente, en los
términos de la Ley Federal de Procedimiento Administrativo;
– las que decidan los recursos administrativos en contra de las resoluciones
que se indican en las demás fracciones de este artículo;
– las que se funden en un tratado o acuerdo internacional para evitar la doble
tributación o en materia comercial, suscrito por México, o cuando el de-
mandante haga valer como concepto de impugnación que no se haya apli-
cado en su favor alguno de los referidos tratados o acuerdos;
– las que se configuren por negativa ficta en las materias señaladas en este
artículo, por el transcurso del plazo que señalen el Código Fiscal de la
Federación, la Ley Federal de Procedimiento Administrativo o las dispo-
siciones aplicables o, en su defecto, en el plazo de tres meses, así como las
que nieguen la expedición de la constancia de haberse configurado la re-
solución positiva ficta, cuando esta se encuentre prevista por la ley que rija
a dichas materias, salvo en aquellos casos en los que se pudiere afectar el
derecho de un tercero, reconocido en un registro o anotación ante autori-
dad administrativa;
– las sanciones y demás resoluciones emitidas por la Auditoría Superior de
la Federación, en términos de la Ley de Fiscalización y Rendición de
Cuentas de la Federación, y
– las señaladas en las demás leyes como competencia del tribunal.
Para los efectos de la competencia del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y
Administrativa, las resoluciones se considerarán definitivas cuando no admitan
recurso administrativo o cuando la interposición de este sea optativa.
813
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
que dispuso que «los secretarios del despacho darán a cada cámara, luego que
estén abiertas sus sesiones anuales, cuenta del estado de su respectivo ramo».
El 6 de diciembre de 1977 se publicó en el Diario Oficial de la Federación
la adición del tercer párrafo al artículo 93 constitucional, del tenor siguiente:
«Las Cámaras, a pedido de una cuarta parte de sus miembros, tratándose de los
diputados, y de la mitad, si se trata de los senadores, tienen la facultad de inte-
grar comisiones para investigar el funcionamiento de dichos organismos des-
centralizados y empresas de participación estatal mayoritaria. Los resultados de
las investigaciones se harán del conocimiento del Ejecutivo Federal».
Como se advierte fácilmente, las referidas facultades de control de la Admi-
nistración Pública atribuidas por el artículo 93 constitucional son bastante ino-
cuas, porque en el sistema presidencialista vigente, a diferencia del parlamen-
tario, las críticas que puedan hacer las Cámaras legislativas a los secretarios del
despacho y a los titulares de las entidades paraestatales no tienen mayor reper-
cusión, habida cuenta que dichas críticas o censuras no son traducibles en san-
ciones.
821
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
822
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
III. Utilizar los recursos que tenga asignados y las facultades que le ha-
yan sido atribuidas para el desempeño de su empleo, cargo o comisión, ex-
clusivamente para los fines a que están afectos.
IV. Rendir cuentas sobre el ejercicio de las funciones que tenga conferi-
das y coadyuvar en la rendición de cuentas de la gestión pública federal,
proporcionando la documentación e información que le sea requerida en los
términos que establezcan las disposiciones legales correspondientes.
V. Custodiar y cuidar la documentación e información que por razón de su
empleo, cargo o comisión, tenga bajo su responsabilidad, e impedir o evitar su
uso, sustracción, destrucción, ocultamiento o inutilización indebidos.
VI. Observar buena conducta en su empleo, cargo o comisión, tratando
con respeto, diligencia, imparcialidad y rectitud a las personas con las que
tenga relación con motivo de este.
VII. Comunicar por escrito al titular de la dependencia o entidad en la
que preste sus servicios, las dudas fundadas que le suscite la procedencia de
las ordenes que reciba y que pudiesen implicar violaciones a la ley o a cual-
quier otra disposición jurídica o administrativa, a efecto de que el titular
dicte las medidas que en derecho procedan, las cuales deberán ser notifica-
das al servidor publico que emitió la orden y al interesado.
VIII. Abstenerse de ejercer las funciones de un empleo, cargo o comi-
sión, por haber concluido el periodo para el cual se le designó, por haber sido
cesado o por cualquier otra causa legal que se lo impida.
IX. Abstenerse de disponer o autorizar que un subordinado no asista
sin causa justificada a sus labores, así como de otorgar indebidamente li-
cencias, permisos o comisiones con goce parcial o total de sueldo y otras
percepciones.
X. Abstenerse de autorizar la selección, contratación, nombramiento o
designación de quien se encuentre inhabilitado por resolución de autoridad
competente para ocupar un empleo, cargo o comisión en el servicio público.
XI. Excusarse de intervenir, por motivo de su encargo, en cualquier for-
ma en la atención, tramitación o resolución de asuntos en los que tenga inte-
rés personal, familiar o de negocios, incluyendo aquellos de los que pueda
resultar algún beneficio para él, su cónyuge o parientes consanguíneos o por
afinidad hasta el cuarto grado, o parientes civiles, o para terceros con los que
tenga relaciones profesionales, laborales o de negocios, o para socios o so-
ciedades de las que el servidor publico o las personas antes referidas formen
o hayan formado parte.
El servidor público deberá informar por escrito al jefe inmediato sobre la
atención, trámite o resolución de los asuntos a que hace referencia el párrafo
anterior y que sean de su conocimiento, y observar sus instrucciones por
escrito sobre su atención, tramitación y resolución, cuando el servidor publi-
co no pueda abstenerse de intervenir en ellos.
XII. Abstenerse, durante el ejercicio de sus funciones, de solicitar, acep-
tar o recibir, por si o por interpósita persona, dinero, bienes muebles o in-
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
826
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
14
París: Paul Dupont, Editeur, 1906.
827
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15
DUGUIT, León, Las transformaciones del derecho público, trad. Adolfo Posada y Ramón Jaén,
Madrid: Librería Española y Extranjera, 1926, p. 85.
16
WALLINE, Marcel, «La noción de servicio público», La Ley, t. 75, julio-septiembre, Buenos Ai-
res, 1954, p. 1.
17
ARIÑO ORTIZ, Gaspar, et al, -
cio público, Madrid: Civitas, 1999.
828
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
del derecho privado; cuando tal actividad la reconoce la ley como servicio pú-
blico y la desempeña directamente la Administración Pública o, indirectamen-
te, por medio de particulares en quienes delega su ejecución, por ejemplo, bajo
el régimen de concesión, estaremos frente a un servicio público propio o pro-
piamente dicho.
En cambio, si la actividad técnica destinada a satisfacer una necesidad de
carácter general no está considerada por la ley como servicio público y, por
tanto, puede ser desarrollada directamente por particulares, por no estar atribui-
da a la Administración Pública ni al Estado, estaremos entonces ante un servi-
cio público impropio o impropiamente dicho, por lo que no es una creación de
la ley, sino que deriva de un permiso, de una licencia o autorización de carácter
administrativo que destraba el ejercicio de un derecho individual limitado, de
realizar una actividad privada que, a diferencia de la actividad comercial ordi-
naria, obliga a su titular a prestar el servicio a quienquiera que lo requiera y en
el orden en que se presente, con apego a una regulación jurídica especial que
rebasa la órbita del derecho ordinario.
Para que un servicio público lo sea, debe estar investido de ciertos caracteres
jurídicos esenciales, sin los cuales queda desnaturalizado, por cuya razón el Es-
tado tiene la obligación de asegurar que dicho servicio revista tales rasgos dis-
tintivos o caracteres esenciales, a efecto de garantizar la idónea satisfacción de
la necesidad de carácter general que trata de satisfacer, en cualquier caso en que
esta se individualice, pues como apunta Marcel Waline, «el servicio público es
el más enérgico de los procedimientos de intervención administrativa, última
ratio del Estado para asegurar la satisfacción de una necesidad colectiva cuando
la iniciativa privada, por una razón cualquiera, no es suficiente para asegurarla»18.
La doctrina reconoce como caracteres jurídicos esenciales del servicio pú-
blico a la generalidad, a la igualdad, a la regularidad y a la continuidad, a los
que algunos autores agregan otros, aisladamente.
Tanto la legislación como la jurisprudencia y la doctrina se han preocupado
por definir al servicio público, y, como se puede comprobar fácilmente, es en la
legislación en donde se ha registrado el menor número de intentos definitorios
de esta categoría jurídica, lo que contrasta con la doctrina, en la que existen
tantas definiciones como autores se han ocupado del servicio público.
La Ley del Régimen Patrimonial y del Servicio Público del Distrito Federal
define al servicio público en los siguientes términos:
Artículo 128. Para efectos de esta ley, se entiende por servicio público la
actividad organizada que se realice conforme a las leyes vigentes en el Distrito
Federal, con el fin de satisfacer necesidades de interés general en forma obliga-
toria, regular y continua, uniforme y en igualdad de condiciones.
18
WALLINE, Marcel, Manuel elementaire de droit admiistratif, París: Sirey, 1933, p. 333.
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
– alumbrado público;
– limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos;
– mercados y centrales de abasto;
– panteones;
– rastro;
– calles, parques y jardines y su equipamiento, y
– seguridad pública y tránsito.
Las constituciones particulares de los Estados de la República abren la posi-
bilidad de concesionar los servicios públicos municipales; empero, en ellas se
prohíbe la concesión de los servicios públicos de seguridad pública y tránsito,
lo que evidencia la circunstancia de que no se trata de servicios públicos sino
de funciones públicas, entendidas como actividades esenciales del Estado que
conllevan el ejercicio de su imperio, de su potestad, de su autoridad, vamos, de
su soberanía, sin cuyo ejercicio el ente estatal se encamina a su desaparición,
por cuya razón son indelegables; además, en algunos Estados también se prohí-
be concesionar el servicio público de suministro de agua potable.
832
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
impartan los cursos necesarios para que los trabajadores puedan adquirir
los conocimientos para obtener ascensos conforme al escalafón y procu-
rar el mantenimiento de su aptitud profesional;
-
dencia, el arrendamiento o la compra de habitaciones baratas;
-
nes, en dependencia diferente a la de su adscripción;
-
nos del artículo 111 de la presente ley, y
834
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
– Hacer las deducciones, en los salarios, que soliciten los sindicatos respec-
tivos, siempre que se ajusten a los términos de esta ley.
– Integrar los expedientes de los trabajadores y remitir los informes que se
le soliciten para el trámite de las prestaciones sociales, dentro de los térmi-
nos que señalen los ordenamientos respectivos.
Por su parte, el artículo 44 de la ley en cita establece como obligaciones de
los trabajadores de base, las siguientes:
– desempeñar sus labores con la intensidad, cuidado y esmero apropiados,
sujetándose a la dirección de sus jefes y a las leyes y reglamentos respec-
tivos;
– observar buenas costumbres dentro del servicio;
– cumplir con las obligaciones que les impongan las condiciones generales
de trabajo;
– guardar reserva de los asuntos que lleguen a su conocimiento con motivo
de su trabajo;
– evitar la ejecución de actos que pongan en peligro su seguridad y la de sus
compañeros;
– asistir puntualmente a sus labores;
– no hacer propaganda de ninguna clase dentro de los edificios o lugares de
trabajo, y
– asistir a los institutos de capacitación, para mejorar su preparación y efi-
ciencia.
Las relaciones laborales del personal de base son reguladas por la Ley Fede-
ral de los Trabajadores al Servicios del Estado, en los términos del artículo 8 de
la misma:
Quedan excluidos del régimen de esta ley los trabajadores de confian-
za a que se refiere el artículo 5; los miembros del Ejército y Armada Na-
cional con excepción del personal civil de las Secretarías de la Defensa
Nacional y de Marina; el personal militarizado o que se militarice legal-
mente; los miembros del Servicio Exterior Mexicano; el personal de vigi-
lancia de los establecimientos penitenciarios, cárceles o galeras y aque-
llos que presten sus servicios mediante contrato civil o que sean sujetos al
pago de honorarios.
De conformidad con el artículo 5 de la LFTSE, son trabajadores de confian-
za, en términos generales, los que desempeñan tareas de dirección, inspección,
vigilancia, fiscalización, auditoría, manejo de fondos o valores, control de ad-
quisiciones y contratos, almacenes e inventarios, así como labores de investiga-
ción científica, asesoría y consultoría, así como las actividades propias de los
agentes del ministerio público, de policía y de las secretarías particulares.
Implica el servicio civil de carrera la profesionalización de los servidores
públicos basada en requisitos específicos de ingreso, permanencia y ascenso,
835
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
que reconocen y valoran los méritos; incluye, por tanto, un proceso de forma-
ción profesional integral que conlleva una permanente capacitación y actualiza-
ción, por lo que puede entenderse como un sistema regulador del ingreso, per-
manencia y promoción, fundado en el desempeño y capacidad profesional.
La idea del servicio civil de carrera está orientada, pues, por el propósito de
profesionalizar a los servidores públicos a efecto de dar continuidad a los pro-
gramas del sector público, para lo cual se requiere propiciar la permanencia en
el empleo de ciertos servidores públicos que se capaciten y se mantengan actua-
lizados en el desempeño idóneo de las tareas a su cargo, habida cuenta de que
se trata de servidores públicos especializados, ubicados en los mandos medios
y en los inmediatos a los mandos superiores del aparato burocrático.
Con un enfoque sistémico, se pueden determinar como elementos del servi-
cio civil de carrera, los siguientes:
– un elemento normativo, consistente en la ley o estatuto que lo rige;
– un elemento meritorio para la selección, permanencia y ascenso del perso-
nal, consistente en el catálogo de méritos que deben tomarse en cuenta,
con determinación del valor de cada uno de ellos;
– un esquema de permanencia en el empleo, basado en la calidad de desem-
peño;
– una clasificación sistematizada de puestos;
– un tabulador de puestos con inclusión de los correspondientes salarios, y
– un programa de capacitación y desarrollo de personal.
La permanencia en el empleo del personal del servicio civil de carrera abate
el costo de preparación y capacitación del mismo, al evitarse que cada nueva
administración substituya al personal capacitado con personal no preparado, lo
que redunda en el aprovechamiento de los cuadros profesionales de experiencia
y alta capacitación, lo que, a su vez, propicia la continuidad de planes y proyec-
tos de mediano y largo plazo.
En razón de su seguridad en el empleo, el servidor público de carrera se
ubica en una posición intermedia entre el personal de base y el de confianza no
adscrito al servicio de carrera. En rigor, el servidor público de carrera viene a
ser personal de confianza, habida cuenta que desempeña tareas o labores de las
que se acaban de mencionar.
El servidor público que ocupa cargo de confianza no incluido en la plantilla
de personal del servicio de carrera, lo hace de manera provisional en tanto se
adjudica en firme a una persona específica, y se considera personal de confian-
za de libre designación, el cual carece de inamovilidad en el empleo, a diferen-
cia del personal de confianza del servicio civil de carrera, cuya permanencia
en el empleo está condicionada a que apruebe los programas de capacitación,
las evaluaciones anuales y, en su caso, los exámenes especiales que le corres-
pondan.
836
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
de enlace; los referidos rangos incluyen los niveles de adjunto, homólogo u otro
equivalente, sin importar la denominación que se le asigne.
El servidor público de base podrá ingresar al servicio profesional de carrera
a condición de contar con licencia o de haberse separado de la plaza que ocupa,
toda vez que no puede permanecer activo en ambas situaciones.
La Ley del Servicio Profesional de Carrera de la Administración Pública
Federal atribuye a los servidores públicos de carrera, los derechos siguientes:
– disfrutar de estabilidad y permanencia en el servicio en los términos y
condiciones previstas en la propia ley;
– obtener el nombramiento de servidor público de carrera cuando cubra los
requisitos señalados en la ley;
– recibir las remuneraciones inherentes a su cargo, así como los demás be-
neficios y estímulos que se establezcan;
– ascender a un cargo diferente una vez cumplidos los requisitos y procedi-
mientos señalados en la ley;
– obtener capacitación y actualización profesional para el mejor desempeño
de sus actividades;
– ser evaluado de acuerdo con los principio rectores de la ley y conocer el
resultado de los exámenes correspondientes, en un plazo no mayor de se-
senta días;
– siempre que no resulte aprobado en alguna evaluación, ser evaluado de nue-
vo previa la capacitación respectiva, de acuerdo con lo que la ley prevé;
– ser miembro del Comité de selección para designar a un servidor público
de la jerarquía inmediata inferior;
– emplear los medios de defensa establecidos en la ley, para impugnar las
resoluciones dictadas en aplicación de la misma;
– obtener indemnización en los términos de ley, siempre que sea despedido
injustificadamente, y
– los demás derivados de la ley, de su reglamento y demás ordenamientos
aplicables;
Por contra, los servidores públicos de carrera tienen a su cargo las siguientes
obligaciones:
– realizar sus labores con estricto apego a los principios de legalidad, obje-
tividad, imparcialidad, eficiencia y demás que rigen al servicio profesional
de carrera;
– desarrollar sus tareas con el debido cuidado y esmero, con observancia de
las instrucciones impartidas por sus superiores jerárquicos;
– participar en las evaluaciones establecidas para su permanencia y desarro-
llo en el servicio profesional de carrera;
838
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
en la extensión que fije la ley, las aguas del subsuelo pueden ser libremen-
te alumbradas mediante obras artificiales y apropiarse por el dueño del
terreno, pero cuando lo exija el interés publico o se afecten otros aprove-
chamientos, el ejecutivo federal podrá reglamentar su extracción y utiliza-
ción y aun establecer zonas vedadas, al igual que para las demás aguas de
propiedad nacional.
– La zona económica exclusiva situada fuera del mar territorial y adyacen-
te a este, que se extenderá a doscientas millas náuticas, medidas a partir
de la línea de base desde la cual se mide el mar territorial. En aquellos
casos en que esa extensión produzca superposición con las zonas econó-
micas exclusivas de otros Estados, la delimitación de las respectivas zo-
nas se hará en la medida en que resulte necesario, mediante acuerdo con
estos Estados.
– La plataforma continental y los zócalos submarinos de las islas, cayos y
arrecifes.
– Los fuertes, los cuarteles, los almacenes de depósito y demás bienes in-
muebles destinados por el Gobierno de la Unión al servicio público o al
uso común.
– Los bienes de uso común a que se refiere el artículo 7 de la ley a saber:
propiedad nacional;
857
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
a la ley de la materia;
bienes nacionales.
– Los bienes muebles e inmuebles de la Federación.
– Los bienes muebles e inmuebles propiedad de las entidades.
– Los bienes muebles e inmuebles propiedad de las instituciones de carácter
federal con personalidad jurídica y patrimonio propios a las que la Cons-
titución Política de los Estados Unidos Mexicanos les otorga autonomía.
– Los demás bienes considerados por otras leyes como nacionales.
– Los bienes nacionales se sujetan al régimen de dominio público o a la re-
gulación específica que señalen las leyes respectivas.
De conformidad con lo dispuesto por la Ley General de Bienes Nacionales,
se sujetan al régimen de dominio público de la Federación:
– los bienes señalados en los artículos 27, párrafos cuarto, quinto y octavo;
42, fracción IV, y 132 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos;
– los bienes de uso común a que se refiere el artículo 7 de la Ley General de
Bienes Nacionales;
– las plataformas insulares en los términos de la Ley Federal del Mar y, en
su caso, de los tratados y acuerdos internacionales de los que México sea
parte;
– el lecho y el subsuelo del mar territorial y de las aguas marinas interiores;
– los inmuebles nacionalizados a que se refiere el artículo decimoséptimo
Transitorio de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos;
– los inmuebles federales que estén destinados de hecho o mediante un or-
denamiento jurídico a un servicio público y los inmuebles equiparados a
estos conforme a esta ley;
– los terrenos baldíos, nacionales y los demás bienes inmuebles declarados
por la ley inalienables e imprescriptibles;
– los inmuebles federales considerados como monumentos arqueológicos,
históricos o artísticos conforme a la ley de la materia o la declaratoria co-
rrespondiente;
– los terrenos ganados natural o artificialmente al mar, ríos, corrientes, la-
gos, lagunas o esteros de propiedad nacional;
858
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO MEXICANO
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Karlos Navarro1
Pocos países han tenido una evolución tan compleja y problemática como la
que ha experimentado Nicaragua a lo largo de su historia. La inestabilidad po-
lítica y las alternancias en el poder, no solo de las personas o los grupos políti-
cos, sino también de las ideologías y concepciones económicas y sociales, han
sido más que frecuentes.
Este factor no podía dejar de afectar a la evolución del ordenamiento jurídi-
co encargado de encauzar y dirigir la realidad social, política y económica sub-
yacente a la misma. Afirmación especialmente cierta para una rama tan apega-
da a la política y a los cambios sociales como lo es el Derecho administrativo.
Realidad, como es sabido, extraordinariamente sensible a las transformaciones
sociales.
La más marcada consecuencia que esto ha traído consigo ha sido la incapa-
cidad para llevar a cabo la construcción del ordenamiento jurídico administra-
tivo desde una perspectiva unitaria, pues se ha erigido como fruto de impulsos
1
Doctor en Derecho Administrativo, Universidad de Salamanca, España. Master en Contratacio-
nes del Estado y Administración Pública, Universidad de Castilla La Mancha, España. Master en
Historia, Universidad de San Petersburgo. Master en Historia y Ciencias Política, Universidad Cen-
troamericana. Licenciado en Derecho, Historia y Pedagogía. Ha coordinado las comisiones de parte de
la Asamblea Nacional para la elaboración de los proyectos de ley del Régimen Jurídico de las Admi-
nistraciones Públicas y Procedimiento Administrativo Común y de lo Contencioso-Administrativo. Ha
participado en la redacción de las leyes de Costa, de Aguas, de Educación, etc. Coordinador de Post-
grado en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua. Miembro de la Real Academia de Legisla-
ción y Jurisprudencia de España y de la Academia de Derecho de Costa Rica, Paraguay, Argentina,
Salvador. Miembro del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo. Presidente de la Academia
de Legislación y Jurisprudencia de Nicaragua. Profesor honorario de la Universidad para la Paz, de
Naciones Unidas.
861
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
diversos, procedentes de las más diversas influencias, que han ido configuran-
do un conglomerado variable, imposible de incardinar en ninguna de las fami-
lias o construcciones jurídicas clásicas. Ningún país del mundo puede afirmar,
ciertamente, que su Derecho se enmarque de forma absoluta en una tradición
jurídica determinada; sin embargo, el caso de Nicaragua es al respecto desta-
cable, dada la intensidad, y sobre todo la confusión, con lo que a lo largo de su
convulsa historia se ha ido produciendo esa mixtura de soluciones jurídicas
diversas.
Eso explica, en buena medida, que a pesar de existir, como es evidente, dada
la entidad y riqueza histórica de un país como Nicaragua, un importante apara-
to administrativo desde muy temprano, no exista en este país un sistema desa-
rrollado de Derecho administrativo. En la regulación jurídica de esa estructura
pública es frecuente encontrar figuras y conceptos propios del Derecho admi-
nistrativo continental europeo, de base francesa (piénsese, por ejemplo, en la
figura de la concesión administrativa, que aparece frecuentemente en la norma-
tiva de Nicaragua), que conviven con soluciones jurídicas procedentes de otras
latitudes (la influencia norteamericana debe ser también aquí, como en tantos
otros campos, especialmente reseñada).
A ello se añade un factor bastante común en toda Latinoamérica, como es la
tendencia a reproducir las instituciones jurídicas europeas y estadounidenses.
De nuevo aquí Nicaragua asume un papel destacado, pues precisamente en
la materia que nos ocupa se manifiesta una notable carencia de construcciones
originales en sentido estricto, y se percibe un tratamiento de la materia deudor
en exceso de los estudios llevados a cabo en otras latitudes.
Los efectos de esta intensa importación se ven agravados por la más que
marcada carencia en el tratamiento de la materia por la doctrina nicaragüense,
que se ha ocupado bastante poco de los problemas iusadministrativos. Esto no
impide, por supuesto, que existan también en este país algunos estudios, muy
meritorios además, sobre el tema2. Pero son tan solo excepciones particulares,
simples islas en un inmenso océano de olvido. Motivado, quizás, por la escasa
aplicación práctica que esta rama del Derecho ha tenido hasta el momento en
Nicaragua.
En su conjunto, todos estos factores determinan que el Derecho administra-
tivo de Nicaragua se presente como un conjunto que adolece de un alto grado
2
Así, puede citarse la obra de Palma MARTÍNEZ, Derecho Administrativo, Teórico y Positivo, Edi-
torial Nuevos Horizontes, Managua, 1947; bastantes años más tarde vio la luz la obra de RIZO OYANGU-
REN, A., Manual Elemental de Derecho Administrativo, Editorial Universitaria, León, Nicaragua, 1992;
recientemente, la bibliografía sobre la materia se ha visto enriquecida por una notable obra de ESCORCIA,
Flavio J., Derecho Administrativo. Juan Bautista ARRIEN publicó en el año 2009 Derecho Administrati-
vo, Editorial UCA. En el año 2010 se publicó la obra Derecho Administrativo, tomo I, de Karlos NAVA-
RRO y Miguel Ángel SENDIN
con ella el Derecho Administrativo nicaragüense pasa «de la adolescencia a la madurez».
862
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
-
se con relación a la aplicación efectiva que puedan tener en un Estado determinado». IVANEGA, Miriam
Mabel, Mecanismos de control público y argumentaciones de responsabilidad. Buenos Aires: Edito-
rial Ábaco de Rodolfo Desalma, 2003, p. 285.
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4
MEILÁN GIL, «El principio de participación en la Constitución Española», en Revista Iberoame-
ricana de Derecho Público y Administrativo, Nº 5, 2005, p. 29. Apunta H. H. Calderón Morales que la
«Constitución como ley fundamental es algo más que un simple programa de gobierno, o expresión de
deseos; es, como su nombre lo indica, una verdadera ley Suprema». CALDERÓN MORALES, H.H., «El
Derecho Constitucional y el Derecho Administrativo en Guatemala», en El marco constitucional del
Derecho Administrativo en Iberoamérica, Quito, 2006, p. 55.
866
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
La ley
Concepto y características
Al término ley se le pueden asimilar significados diversos. Así, frente a un
concepto amplio de la misma, por el que se entendería toda norma escrita (con-
cepto material de ley), se utiliza un concepto técnico más restringido, por el que
se conoce al producto jurídico emanado del Poder Legislativo que, en cuanto
tal, asume un valor determinado en el sistema de fuentes del Derecho (ley for-
mal). Es obviamente este segundo el que a nosotros interesa y en el que nos
vamos a centrar.
Tomado en este sentido, la ley no se define, en realidad, por su carácter nor-
mativo, pues no tiene ni siquiera que darse este, sino por su especial valor: por
ser una norma subordinada a la Constitución pero dotada sin embargo de supe-
rioridad jerárquica respecto al reglamento.
Esta específica posición en el sistema de fuentes del Derecho deriva de su
vinculación a la voluntad popular, en cuanto producto normativo elaborado por
el Parlamento, directamente elegido por los ciudadanos y, por tanto, represen-
tante directo de estos. Frente a ello el reglamento, dotado de una mera legitima-
ción indirecta, al proceder del Gobierno y la Administración, asume una posi-
ción secundaria, mientras que la Constitución, expresión directa de la voluntad
soberana, en cuanto emanada de un poder constituyente y no meramente cons-
tituido, como ocurre con la ley, asume una posición de superioridad respecto a
esta última.
869
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Clases de leyes
En el Derecho de Nicaragua se deben distinguir, tomando en lo esencial la
tipología elaborada por Flavio Escorcia, tres grandes tipos de leyes: leyes cons-
titucionales, leyes especiales y leyes ordinarias5.
5
ESCORCIA, Flavio Jorge, op. cit., nota 2, p. 105.
870
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Las leyes ordinarias pueden definirse desde el punto de vista negativo como
aquellas que no son ni constitucionales ni especiales. Pero no se gana gran cosa
con dicha definición. Es más correcto, por ello, categorizarlas como aquellas
cuya aprobación se lleva a cabo siguiendo el procedimiento legislativo ordina-
rio previsto en los arts. 140-143 CN.
Se convierten con ello en la categoría o tipo básico de ley, del que se desglo-
san determinados textos legales, cuya aprobación sujeta la Constitución a re-
quisitos especiales. Dentro de las leyes no ordinarias se pueden distinguir a su
vez dos tipos, uno específico, calificado por la propia Constitución como cons-
titucionales; y otro, genérico, en el que se agruparían todos los supuestos de
leyes no ordinarias que no son constitucionales, que vamos a designar, siguien-
do la tipología ya mencionada de Flavio Escorcia, como leyes especiales.
Las leyes constitucionales se caracterizan porque su reforma exige que se
siga el procedimiento establecido para la reforma parcial de la Constitución,
con la excepción del requisito de las dos legislaturas (art. 195 CN). No necesi-
tan sanción del Poder Ejecutivo (art. 141 CN). Son leyes constitucionales la
Ley Electoral, la Ley de Emergencia y la Ley de Amparo (art. 184 CN).
Las leyes especiales vendrían a constituir una categoría residual en la que se
incluyen todos aquellos supuestos en los que, sin exigirse los requisitos que de-
terminan la calificación como ley constitucional, se impone un procedimiento de
aprobación que presenta alguna peculiaridad respecto al exigido para aprobar
leyes ordinarias. En realidad, no son una categoría uniforme, pues el rasgo espe-
cífico que las convierte en especial varía según el supuesto de que se trate.
Lo más usual es que ese elemento específico sea la exigencia de una mayo-
ría cualificada para su aprobación. Así, por ejemplo, la Ley de Municipios,
cuya aprobación y reforma requiere del voto favorable de la mayoría absoluta
de los diputados (art. 177 CN), o la ley reguladora del régimen de autonomía de
los pueblos indígenas y las comunidades étnicas de la Costa Atlántica, que re-
quiere para su aprobación y reforma de la mayoría establecida para la reforma
de las leyes constitucionales (art. 181 CN).
Sin embargo, en ocasiones la peculiaridad es de otra naturaleza, como por
ejemplo, la Ley de Presupuesto General de la República, que se convierte en
especial por corresponder exclusivamente al Presidente de la República la ini-
ciativa legislativa para su aprobación (art. 113 CN).
Reglamento
Concepto
El reglamento es una norma de carácter general dictada por el Gobierno o la
Administración, que se caracteriza por tener rango inferior a la ley, y estar, por
tanto, subordinada a esta, no pudiendo tener un contenido contrario a la misma,
pues en tal caso sería nula.
871
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
872
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Clases de reglamentos
Dependiendo de su relación con la ley se pueden distinguir tres tipos de re-
glamentos: ejecutivos o delegados, independientes o autónomos y de necesi-
dad: a) reglamentos ejecutivos son aquellos que vienen vinculados a una ley, a
cuyo desarrollo se orienta su existencia; b) reglamentos independientes serían
los que se dictan sin relacionarse con una ley previa; c) reglamentos de necesi-
dad son los que de manera excepcional se pueden dictar para hacer frente a una
situación especialmente urgente, pudiendo en atención a ello tener un conteni-
do contrario a la ley, si bien de manera estrictamente provisional, mientras
perdura esa situación de necesidad.
Tratados internacionales
Los tratados internacionales son una fuente tradicional del Derecho en prác-
ticamente todos los países de nuestro entorno de creciente importancia durante
873
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Jurisprudencia
El término jurisprudencia es susceptible de ser interpretado con sentidos y
significados muy diversos. Sin embargo, en un sentido técnico preciso, que es
con el que lo utilizamos aquí, se refiere a la doctrina emanada de las resolucio-
nes judiciales. Si bien, aun tomado en este sentido técnico, es posible diferen-
ciar dos grandes conceptos de jurisprudencia.
Por un lado, se puede definir a la doctrina como la doctrina que puede ex-
traerse de las resoluciones que dictan todos los órganos judiciales al ejercitar
las funciones de juzgar y hacer ejecutar lo juzgado.
Esta línea es la que se ha seguido por una parte de la doctrina nicaragüense
para definir la jurisprudencia. En tal sentido se pronuncia Rizo Oyanguren, que
la define como las «decisiones de los tribunales resolviendo cuestiones de de-
recho».
Algunos autores, sin embargo, ofrecen una definición más estricta, según la
cual solo sería jurisprudencia la doctrina emanada de las resoluciones dictadas
por el Tribunal Supremo del país.
Esta posición la ha defendido dentro de la doctrina nicaragüense Flavio Es-
corcia, que define la jurisprudencia como «un conjunto de sentencias que deter-
minan un criterio acerca de un problema jurídico omitido u oscuro en los textos
positivos o en otras fuentes del Derecho. Es decir, la jurisprudencia es la inter-
pretación que el Tribunal Supremo de un país, establece en los asuntos de que
conoce, es la práctica judicial constante»6.
La doctrina nicaragüense oscila entre las dos concepciones. Así, una parte
de la misma tiende a considerar que la jurisprudencia no es fuente del Derecho,
sino un simple medio para fijar la interpretación de las leyes (Rizo Oyanguren,
Flavio Escorcia). En tal sentido, señala el primero de ellos que en «principio la
jurisprudencia no debe considerarse como una fuente, porque la función judi-
cial de donde proviene no tiene por finalidad crear el Derecho, sino aplicarlo en
6
ESCORCIA, op. cit., pp. 136-137.
877
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
los casos en que haya controversia, de tal manera que, por regla general, la ju-
risprudencia constituye un medio importante para fijar la interpretación de las
leyes»7.
La postura contraria es defendida, sin embargo, por Escobar Fornos, que
considera que «decir que la jurisprudencia no es fuente de Derecho significa
desconocer aquellas situaciones que la ley no es capaz de resolver y que el
juez tiene que llenar la laguna legal; aquellas situaciones en que la ley es
oscura, con vaguedades o contradictoria, en cuyo caso el juez tiene discre-
cionalidad y creatividad jurídica para aclarar, determinar y resolver; el valor
normativo que adquiere la jurisprudencia cuando es obligatoria sometiendo
a los jueces y tribunales inferiores como si fuera una ley; la función de los
jueces y tribunales que actualizan el Derecho a los nuevos tiempos que así lo
demandan, o sea, la aplicación del viejo Derecho a casos que quizás jamás
pensó el legislador; la creatividad de ciertas sentencias de los tribunales
constitucionales; las deficiencias de los argumentos y reglas de hermenéuti-
ca que por sí solas en ocasiones no ayudan a los jueces y tribunales a fallar
los casos, y en otras con contradictorias, por lo que el juez debe ser prudente
y creativo en la decisión del caso; en fin, a una serie de situaciones en que el
juez es creativo».
Con carácter general, la jurisprudencia no genera un efecto vinculante sobre
los demás tribunales, ni siquiera respecto al propio órgano judicial que la dictó.
De tal forma que un órgano judicial puede apartarse de los precedentes judicia-
les, propios o ajenos, si bien con determinadas limitaciones, deberá aportar
justificación suficiente y objetiva de los motivos de ese apartamiento.
Dicha doctrina luce claramente en el art. 13 LOPJ, que establece que los
«jueces y magistrados deben resolver de acuerdo a los fallos judiciales prece-
dentes y solo podrán modificarlos explicando detalladamente las razones que
motiven el cambio de interpretación».
Esta disposición supone, sin duda, un importante paso en la búsqueda por
unificar la jurisprudencia de los distintos órganos integrantes del Poder Judi-
cial8.
El precedente administrativo
Se entiende por precedente administrativo la doctrina que puede extraerse
de las resoluciones dictadas por la Administración en asuntos sustancialmente
idénticos.
7
RIZO OYARGUREN, op. cit., p. 57. En sentido similar también ESCORCIA, op. cit., pp. 136-137.
8
Señala ESCOBAR FORNOS que este precepto es «un avance en la uniformidad de la jurisprudencia
en manos de todo el poder judicial. No es únicamente una uniformidad general formulada por la Corte
Suprema de Justicia, sino una uniformidad exigida para cada juzgado y Tribunal de Apelaciones, y la
Corte Suprema de Justicia para evitar que los funcionarios judiciales, irrespetando el principio de lega-
lidad o igualdad, fallen constantemente en forma diferente un mismo caso», op. cit., p. 762.
878
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Doctrina científica
Cuando hablamos de doctrina científica nos referimos a los resultados deri-
vados de la labor docente e investigadora de los expertos en Derecho. En Nica-
ragua, Escobar Fornos la ha definido como «las investigaciones, estudios, obras
y exposiciones de los jurisconsultos»9.
No existen en el ordenamiento jurídico de Nicaragua referencias específicas
al papel de la doctrina como fuente del Derecho. El tratamiento de la cuestión
no difiere, en consecuencia, del que se ha realizado por la ciencia jurídica con
carácter general en otros países.
Cabe, por tanto, dar por buena para el Derecho nicaragüense la posición más
difundida que niega a la doctrina el carácter de auténtica fuente del Derecho,
siendo tan solo un medio para conocer este. Su valor no es, en consecuencia,
más que la capacidad de la influencia que le proporciones la autoridad de su
autor o de lo argumentos en los que se apoye10.
En tal sentido se ha pronunciado la doctrina nicaragüense que se ha enfren-
tado a dicha cuestión. En dicha línea se pronuncia Rizo Oyanguren, que la sitúa
9
-
formas legislativas; al estudio de las normas jurídicas, con objeto de sistematizar el Derecho y cada una
de sus ramas; descubrir los principios generales del Derecho y de cada una de sus ramas; estudiar e
interpretar la ley para facilitar su aplicación y señala las reglas de la interpretación; criticar la jurispru-
dencia de los jueces y tribunales. Estos suelen fundar sus sentencias en la opinión de los jurisconsul-
tos». Ibidem, p. 753.
10
En tal sentido se pronuncia ALBALADEJO
Derecho, sino puro medio para conocerlo (fuente de conocimiento). Esta doctrina no tiene más valor
-
gumentos en que se la apoya; pero no obliga a los tribunales a fallar según ella, aunque sea unánime.
Cosa distinta es la conveniencia de estudiarla para poder medir su valor intrínseco y decidir sobre la
conveniencia o inconveniencia de seguirla». Ibidem, p. 138. En el mismo sentido, LACRUZ VERDEJO et
al., op. cit., p. 186.
879
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
11
RIZO OYARGUREN, op. cit., pp. 57-58.
12
Señala ESCOBAR FORNOS que la doctrina «ya no es una fuente igual o superior a la ley, sino
auxiliar de la ley. En el sistema actual, el Derecho depende más de los jueces que de la opinión de
los jurisconsultos, prevaleciendo sobre esta fuente la ley. No se concibe una Ley de Citas o algo si-
milar en esta época. Las legislaciones no la reconocen como fuente formal, sino como real», op. cit.,
pp. 754-756.
13
Señala al respecto C. M. LÓPEZ que «el Derecho Administrativo en nuestra patria presenta nive-
les muy modestos. Ha sido, más bien, una rama del Derecho Público un tanto descuidada y a veces
desvalorizada. Son pocos sus cultivadores. Sigue siendo un Derecho para unos cuantos iniciados. Casi
diríamos que se trata de un Derecho esotérico. Nuestros autores, por otra parte, han sido muy escasos.
Además no todo lo que se ha escrito tiene la misma calidad. La existencia de obras generales es limi-
tadísima». «Prólogo» al libro de ESCORCIA, Flavio J., Derecho Administrativo. León, Nicaragua, 2002,
pp. 7-8.
14
PALMA MARTÍNEZ, I.: Derecho Administrativo, Teórico y Positivo, Editorial Nuevos Horizontes,
Managua, 1947.
880
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
15
RIZO OYARGUREN, A.: Manual Elemental de Derecho Administrativo. Editorial Universitaria,
León, Nicaragua, 1992.
16
Véase, por ejemplo, LÓPEZ; C. M.: «Concepto y naturaleza del procedimiento administrativo».
17
Véase, por ejemplo, sus trabajos ARRÍEN SOMARRIBA, J. B.: «El contencioso-administrativo en
Nicaragua», en Cuadernos de Investigación de la UCA nº 7. Colección Jurisprudencia. También «Los
recursos administrativos en España y Nicaragua», Clase de Derecho Contencioso-administrativo (fo-
lleto). Universidad Centroamericana. Derecho Administrativo (Acto, procedimiento, recursos, contra-
to y contencioso administrativo. UCA. 2010.
881
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
882
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Los órganos de la Administración Pública son las unidades entre las que se
divide la competencia del Estado en materia administrativa y sus titulares son
aquellas personas físicas que forman y exteriorizan la voluntad de este.
Es necesario, entonces, distinguir entre el órgano y su titular, pues mientras el
primero representa una unidad abstracta, una esfera de competencia, el titular
representa una persona concreta que puede cambiar sin afectar el órgano y que
tiene, además de la voluntad que en la esfera de competencia del órgano represen-
ta la del Estado, una voluntad dirigida a la satisfacción de sus propios intereses.
18
ESCORCIA, Flavio J., Derecho Administrativo (Primera Parte), UNAN. León, p. 314.
883
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
sona jurídica no puede actuar sino por conducto de las personas físicas natura-
les, a quienes se denominan funcionarios públicos.
884
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
das al ente son las tareas o actividades que el órgano puede legítimamen-
te realizar.
b) Criterio territorial: supone que el órgano administrativo cuenta con un
despliegue territorial de su aparato organizativo en las distintas aéreas o
divisiones o territoriales; tendríamos así, según la organización política
de cada país, competencias nacionales, provinciales y municipales, o fe-
derales, estaduales y comunales, etc.
c) Criterio jerárquico: implica la distribución de competencias diferencia-
das para cada escalón jerárquico del aparato administrativo.
d) Criterio de fragmentación: establece una diferenciación en cuanto a las
distintas fases del procedimiento administrativo.
e) Competencia en razón del grado. Por último, en razón del grado, cabe
distinguir según si la competencia ha sido atribuida a los órganos máxi-
mos o ha sido distribuida en distintos órganos, diferenciados de los órga-
nos superiores. Como clasificación de la competencia en razón del gra-
do, pues, puede hablarse fundamentalmente de competencia centralizada,
desconcentrada y descentralizada.
Clases de competencia
a) Por su forma de atribución la competencia puede ser genérica o específi-
ca; específicas son las que resultan atribuidas a un órgano concreto, y
genéricas son que son asignadas globalmente a la entidad.
b) Por la rigidez de la atribución, entre estas tenemos competencia absoluta
o exclusiva, alternativa, concurrente, indistinta y compartida.
1. Competencia exclusiva: se dice que aquella que solo permite decidir
al órgano que la tiene atribuida y a ningún otro.
2. Competencia alternativa: es aquella que permite su ejercicio a un ór-
gano distinto aunque de la misma entidad. Tenemos como ejemplo la
delegación y la avocación.
3. Competencia compartida: es la atribuida a varios órganos en distintas
fases de organización, ejecución o control.
4. Competencia concurrente: es la que se da en relación con una misma
materia, pero por títulos jurídicos diferentes que están atribuidos a
órganos distintos.
5. Competencia indistinta: supone la posibilidad de actuación en un pla-
no de igualdad de dos o más órganos.
Sin embargo, se puede delegar la competencia por medio de dos técnicas
relacionadas con el principio de jerarquía; estos son la delegación y la avoca-
ción. Veremos rápidamente los conceptos de estas dos figuras.
885
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Delegación de competencia
Se define a la delegación como el acto procesal por el cual el órgano supe-
rior traslada su competencia normal a uno inferior, en línea y en grado y sobre
un determinado asunto. Esta es muchas veces necesaria por el exceso de traba-
jo o las dificultades de traslado de lugar para la realización de funciones.
Avocación de competencia
La avocación es el proceso inverso de la delegación, o sea, que el superior
ejerza competencia que corresponde al inferior. Al igual que respecto a la dele-
gación, se sostiene de la avocación que no es legítima salvo que la ley la haya
autorizado expresamente.
886
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
La centralización administrativa
La centralización administrativa es la forma fundamental en la cual se en-
cuentran organizadas las entidades públicas de carácter administrativo.
La principal cualidad de la centralización administrativa es que las entida-
des centralizadas se encuentran relacionadas entre sí por un vínculo jerárquico.
En la cúspide de la Administración Pública centralizada se encuentra el Pre-
sidente de la República y subordinados a él se localizan todos aquellos órganos
públicos inferiores.
Como autoridad administrativa, el Presidente de la República constituye el
jefe de la Administración. Ocupa el lugar más alto de la jerarquía administrati-
887
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
888
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
1) Ministerio de Gobernación.
2) Ministerio de Relaciones Exteriores.
3) Ministerio de Defensa.
4) Ministerio de Hacienda y Crédito Público.
5) Ministerio de Fomento, Industria y Comercio.
6) Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.
7) Ministerio Agropecuario y Forestal.
8) Ministerio de Transporte e Infraestructura.
9) Ministerio de Salud.
10) Ministerio del Trabajo.
11) Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales.
12) Ministerio de la Familia.
13) Ministerio de Minas.
4. Las Secretarías de Estado. Estas son dependencias que asisten al Presi-
dente de la República, en las múltiples tareas del gobierno. Según el
Decreto número 55-98, reglamento al art. 11 de la Ley 290, las funciones
que desempeñan las Secretarías son por delegación presidencial y los
secretarios tienen rango de ministros. Las Secretarías que existen actual-
mente son seis:
a) Secretaría de la Presidencia.
b) Secretaría Técnica.
c) Secretaría de Comunicación Social.
d) Secretaría de Acción Social.
e) Secretaría Privada.
f) Secretaría Personal.
Descentralización administrativa
Se puede definir la descentralización como la transferencia de competencias
de la Administración central a la Administración descentralizada, que está
compuesta por una serie de entes (entes públicos menores) que, junto con el
Estado, tienen encomendada la realización de los fines públicos.
La descentralización supone la existencia de otras personas jurídico-públi-
cas dentro del Estado que administran bajo su responsabilidad determinadas
materias o servicios. Los requisitos para que se produzca la descentralización
son los siguientes:
Entre los requisitos objetivos se requiere la transmisión de competencia o
disminución de la tutela o vigilancia. La transmisión de competencia es la ma-
nifestación típica de la descentralización y hay que decir que no es suficiente
889
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Para mí, estos eran –y siguen siendo– los siguientes: primero, la designa-
ción o elección de autoridad; segundo, la atribución de competencia es-
pecifica (exclusiva o compartida), pero siempre de necesario ejercicio
por el ente que la tiene atribuida, y tercero, el carácter ejecutivo de sus
decisiones y el carácter estricto y tasado de los poderes de revisión y
890
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
19
ARIÑO ORTIZ, G., «Principios de descentralización y desconcentración», Documentación Admi-
nistrativa, núm. 215, abril-junio de 1988, pp. 24, 25 y 26. Del mismo autor: «Realidad y dogmática de
la descentralización. Notas para la delimitación de un concepto», Estudio homenaje al profesor LÓPEZ
RODÓ
891
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
892
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
La desconcentración administrativa
La desconcentración administrativa se define como la transferencia de com-
petencias realizada por un órgano superior a otro u otros subordinados. Los
requisitos que se han de dar son los siguientes:
– se ha de producir un traslado de la titularidad de la competencia de un ór-
gano superior a otro inferior;
– no habrá desconcentración si lo que se transfiere es solo el ejercicio de la
competencia y no su titularidad;
– disminución de la subordinación de los órganos inferiores respecto a los
superiores, y
– la desconcentración (a diferencia de la descentralización) se da entre órga-
nos de un mismo ente.
Hay varios tipos de desconcentración:
– desconcentración horizontal: cuando el destinatario es un órgano central,
como por ejemplo la transferencia de competencias de un subsecretario a
un director general, y
893
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
894
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Órganos de Gobierno
Según el propio Estatuto en su artículo 15, los órganos de gobierno y admi-
nistración que deben existir en cada una de las Regiones Autónomas de la Cos-
ta Atlántica, son fundamentalmente dos: un Consejo Regional y un Coordina-
dor Regional.
El Consejo Regional se encuentra conformado por cuarenta y cinco miem-
bros elegidos mediante el sufragio universal (art. 19 del Estatuto). Los cuarenta
y cinco miembros han de ser electos en quince circunscripciones que demarca
la Ley Electoral (art. 142). El Consejo es un órgano de representación política
de los ciudadanos que integran la población regional y ostentan la máxima au-
toridad normativa. Las atribuciones del Consejo se encuentran en el Estatuto,
art. 21.
Una vez electo el Consejo Regional, este elige entre sus miembros a un
Coordinador Regional. También se elige una Junta Directiva. Al Coordinador
Regional le corresponde las funciones ejecutivas de la región, representa a su
región y nombra a los funcionarios administrativos y hace cumplir las ordenan-
zas del Consejo.
895
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
896
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
vió este título primero. Dicha decisión, sin duda acertada, quiso que una mate-
ria tan relevante, como lo es el procedimiento administrativo, fuera objeto de
regulación en un texto legislativo diferente, que diese una mayor entidad a la
materia, como ocurre en los países más avanzados. El caso de España es para-
digmático al respecto, donde dicha materia está regulada en la Ley 30/1992, de
Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Admi-
nistrativo Común.
En el año 2001 la bancada sandinista retomó este Título, y lo presentó como
iniciativa de ley en la Asamblea Nacional. El referido proyecto contemplaba:
1) la finalidad de la ley, como la eficaz satisfacción del interés público en el
quehacer de la Administración y su ámbito de aplicación en toda la ac-
tuación pública, sujeta al Derecho administrativo;
2) la iniciación del procedimiento administrativo, que se puede producir de
oficio o a petición de parte interesada;
3) la ordenación e instrucción del procedimiento administrativo, ocupándo-
se de la necesidad de que se impulse de oficio en todos sus trámites, las
normas de actuación administrativa, los medios de prueba y la audiencia
del interesado;
4) terminación del procedimiento administrativo por medio de resolución
motivada, la notificación, la ejecutoriedad del acto administrativo y el
silencio administrativo;
5) los recursos en la vía administrativa, comprendiendo el de revisión y el
de apelación;
6) normas comunes al acto administrativo, la nulidad y anulabilidad de los
actos;
7) el agotamiento de la vía administrativa, y
8) la irrevocabilidad de los actos administrativos declarativos de derechos
en la vía administrativa.
A pesar del notable esfuerzo de los redactores de este proyecto de ley, era
evidente que presentaba notables carencias.
897
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
899
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
sería un certificado sobre cualquier dato que conste en los archivos administra-
tivos.
No entendemos la razón por la que la normativa nicaragüense no reconoce
como un supuesto de acto administrativo las declaraciones de deseo. Por tales
debe entenderse aquellas en las que la Administración hace expresa cuál es la
solución que considera adecuada a un determinado asunto, manifestando así su
opinión al respecto, por ejemplo, una propuesta. En nuestra opinión, la falta de
mención expresa no impide su carácter de acto administrativo a este tipo de
declaraciones.
Otra nota importante del acto administrativo es su unilateralidad. Asimismo
una última nota que se debe tener en cuenta para caracterizar el acto adminis-
trativo es que, como ya señalamos, es una realidad distinta al reglamento (art. 14
LJ), que, como también vimos en su momento, debe ser diferenciado del acto
administrativo por su carácter normativo, que se traduce en su capacidad para
innovar el ordenamiento jurídico.
Elementos subjetivos
El primer grupo de requisitos que deben concurrir en el acto administrativo
hace referencia al sujeto que los dicta. Se trata de la necesidad de que el acto
provenga de quien tiene la capacidad y cumple los requisitos necesarios para
poder dictarlo.
Tratándose de la Administración Pública que, como es sabido, no es más
que una ficción, una persona jurídica sin sustancia real, que opera, por tanto, no
por sí misma, pues es materialmente imposible, sino a través de las personas
físicas que la componen (autoridades y empleados públicos), debe distinguirse
entre los requisitos subjetivos que deben concurrir en el sujeto en cuanto órga-
no y los que recaen sobre la persona titular del órgano.
En cuanto a los requisitos relativos al titular del órgano, vienen a constituir
un conjunto de condicionantes que operan sobre la persona física que ocupa la
titularidad del órgano al que corresponde dictar el acto.
El primero de esos requisitos es la regularidad de la investidura, esto es, que
el nombramiento del funcionario o autoridad que sea titular del órgano sea vá-
lido. Lo que excluye la legitimidad para dictar del acto tanto a la persona que
carece totalmente de ese nombramiento, actuando, por tanto, como un impos-
900
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
tor, como a los supuestos en los que el nombramiento ha cesado ya, o todavía
no se había recibido.
En segundo lugar, es preciso que el titular del órgano se encuentre en situa-
ción de imparcialidad respecto al asunto que trata de resolver. Entendiendo que
no se dará esta cuando concurra alguna causa que comprometa esta, haciéndole
tomar partido por motivos propios a favor de alguna determinada posición.
Un ejemplo en tal sentido en el ordenamiento jurídico de Nicaragua lo en-
contramos en el art. 13 LCE, que establece que no podrá participar en cualquier
etapa de proceso de licitación el servidor público que tenga en esta un interés
personal, familiar o comercial, incluyendo aquellas licitaciones de las que pue-
da resultar algún beneficio para el mencionado servidor público, su cónyuge o
sus parientes hasta el tercer grado de consanguinidad y segundo de afinidad.
Esta prohibición rige aún en el caso de levantamiento de incompatibilidades.
El incumplimiento de esta condición, sin embargo, no tiene siempre trascen-
dencia anulatoria, pues se suele considerar que, sin perjuicio de la responsabi-
lidad en que pueda incurrir el empleado o autoridad pública responsable, la in-
tervención de persona en la que no concurre los requisitos de imparcialidad
exigidos por el ordenamiento jurídico no invalida por sí misma el acto, sino que
es preciso para que ese efecto se produzca que dicha circunstancia afecte a la
legalidad objetiva del acto.
En todo caso, hay que tener presente la efectiva capacidad de influencia del
sujeto que debió abstenerse, pues si la intervención de este carecía de entidad
suficiente como para influir en el contenido del acto, nunca podrá tener virtua-
lidad invalidatoria.
Por último, será preciso que en la autoridad o funcionario cumplan los requi-
sitos generales para poder actuar jurídicamente, esto es, que esté dotado de ca-
pacidad de obrar y que no concurran en él vicios del consentimiento, bien sean
error dolo o violencia.
Aunque no hay una absoluta uniformidad en la solución, debe tenerse en
cuenta que la concurrencia de esta falta de capacidad o vicios de la voluntad se
valora de forma diferente en el Derecho administrativo que en el Derecho civil.
Así, como punto de partida debe admitirse, como señala un sector de la doctri-
na, que no afectarán a la validez del acto si este es conforme con el ordenamien-
to jurídico.
Si bien esta solución debe matizarse, aceptando la posición de aquellos que
admiten esta solución como regla general, pero excluyéndola para aquellos su-
puestos en los que se ejercitan potestades discrecionales. Supuesto de excep-
ción al que se debe añadir también, como de forma certera, en nuestra opinión,
postula otro sector de la doctrina, el vicio consistente en la violencia. Tanto en
el primer caso, por no existir parámetros que permitan concluir acerca de lo
acertado de la decisión, como en el segundo, por constituir una infracción penal
901
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Elemento teleológico
El elemento teleológico del acto administrativo es el fin de este, debiéndose
entender por tal aquel objetivo que el órgano autor del acto pretende conseguir
con su emisión.
Este componente del acto administrativo entraña una gran relevancia, pues
la Administración no puede hacer uso de sus potestades sino es para perseguir
la finalidad específica para la que se atribuyen estas. La utilización de sus po-
deres para otro objetivo distinto, sea legal o no, vicia el acto administrativo,
provocando su invalidez. A esta desviación del fin propio que debe pretender el
acto se la denomina desviación de poder.
Así lo ratifica el ordenamiento jurídico nicaragüense, que define la desvia-
ción de poder como «el ejercicio de potestades administrativas para fines dis-
tintos de los establecidos por el ordenamiento jurídico o que no concordaren
con el logro del interés público y el bien común» (art. 2. 6 LJ) y lo dota de
trascendencia invalidante, en cuanto el art. 14 LJ lo incluye entre los elementos
que deben servir de base para el examen de la legalidad de los actos y disposi-
ciones generales.
902
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Elementos objetivos
El acto administrativo debe tener un contenido posible, tanto física como
legalmente, ser lícito y determinado o determinable.
El elemento del acto administrativo, sin duda alguna, más polémico es el de
la causa, que ha generado una considerable polémica doctrinal en el ámbito
administrativo, hasta el punto de que una parte de la doctrina ha tomado partido
por eludirla, por su carácter extremadamente conflictivo.
Para un sector de la doctrina se debe entender por tal el interés público o fin
específico que se pretende satisfacer en el caso concreto, esto es, la adecuación
del contenido del acto al fin que justifica la atribución de la potestad que se
ejercita. Otros entienden por tal el supuesto fáctico o hechos determinantes
previstos en la norma para que se de la consecuencia jurídica en ella prevista.
Hay también quien considera que causa es la representación y valoración que el
sujeto realiza de los hechos. Se ha defendido, igualmente, que por tal debe en-
tenderse el móvil o motivo de la realización del acto, esto es, las circunstancias
de hecho y de derecho que determinan su emisión.
En nuestra opinión, el fin concreto que produce el acto constituye el elemen-
to finalista de este, que queda perfectamente cubierto a través de la desviación
903
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
de poder. Es por ello más adecuado considerar como causa los hechos determi-
nantes.
De esta forma, el substrato fáctico subyacente al acto se convierte en ele-
mento del mismo, permitiendo el control de dos aspectos relevantes:
a) la constatación de los hechos a los que se liga el ejercicio de la potestad,
y
b) la valoración de los hechos y, con ello, la adecuación de la solución que
ofrece el acto administrativo a los hechos que lo justifican.
Elementos formales
La forma del acto administrativo es el medio material del que se sirve este
para manifestarse en el exterior, haciéndose perceptible por los sentidos.
Lo más habitual es que el acto administrativo adquiera forma escrita, pues
así lo exige la necesidad de constancia y prueba de este, que se deriva, a su vez,
de tres factores: su carácter recepticio, que hace precisa su notificación o publi-
cación; su capacidad para crear, modificar o extinguir relaciones jurídicas; y el
hecho de que sean fruto de la intervención de una pluralidad de órganos o suje-
tos, que hace preciso dejar constancia de su intervención.
Debe aclararse, no obstante, que cuando hablamos de escritura debemos
hacerlo en sentido amplio, incluyendo no solo los escritos que constan en for-
mato papel, sino también lo que consta en otro tipo de soportes proporcionados
por las nuevas tecnologías, como por ejemplo los de tipo informático.
En algunas ocasiones, sin embargo, el acto administrativo utiliza otros me-
dios de hacerse presente, como la forma verbal (por ejemplo, una orden directa
de un superior a un subordinado) o incluso, aunque hay quien considere lo
contrario, otras modos de exteriorización (como por ejemplo, un faro o un se-
máforo).
En principio, el acto administrativo no tiene porque plegarse a un formato
formal determinado, pero en ocasiones el ordenamiento jurídico puede prever
que asuma un determinado modo de manifestación.
Dentro de los elementos formales debe citarse, sin duda, la tramitación del
oportuno procedimiento administrativo. Como en su momento veremos con
detalle, este es una garantía tanto del acierto de las decisiones de la Administra-
ción como de la adecuada defensa de los derechos de los ciudadanos, lo que lo
convierte en un requisito esencial para la adopción de cualquier acto adminis-
trativo.
El art. 14 LJ establece que tendrá trascendencia anulatoria «el quebranta-
miento de las formas esenciales».
Parece que debe entenderse de dicha estipulación que invalidara el acto la
falta absoluta de procedimiento, o la tramitación tan nimia que se equipare a
904
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
905
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Nótese, por tanto, que no basta con la mera falta de motivación o con el ca-
rácter defectuoso de esta para que pueda determinar la invalidez del acto, sino
que es preciso, además, que produzca efectos nocivos en el administrado.
Actos que agotan la vía administrativa y actos que no agotan la vía admi-
nistrativa
Una primera clasificación importante es la que distingue entre los actos que
agotan la vía administrativa y los que no agotan la vía administrativa. La dife-
rencia entre unos y otros reside en que los primeros expresan de modo definiti-
vo la voluntad de la Administración, por lo que pueden ser impugnados direc-
tamente ante la jurisdicción contencioso-administrativa (esto es, ante un órgano
judicial).
Los segundos, sin embargo, no expresan de forma definitiva la voluntad de
la Administración, por lo que no pueden ser impugnados ante la jurisdicción
contencioso-administrativa directamente. De tal forma que si no estamos de
acuerdo con ellos debemos impugnarlos ante un órgano administrativo, inter-
poniendo contra ellos el correspondiente recurso administrativo (esto es, debe-
mos impugnarlos ante un órgano administrativo y no ante un órgano jurisdic-
cional). Ahora bien, eso no impide que en último extremo podamos recurrir
esos actos ante un tribunal, pues la resolución que resuelve ese recurso adminis-
trativo será ya una resolución que agota la vía administrativa, y que podremos,
si no es conforme a nuestros intereses, impugnar ante un tribunal contencioso-
administrativo.
El art. 2. 5 LJ denomina como agotamiento de la vía administrativa a la ac-
ción por la que se convierte un acto que no agota la vía administrativa en un
acto que agota la vía administrativa y, por lo tanto, susceptible de enjuiciamien-
to ante la jurisdicción contencioso-administrativa. Debiéndose entender por tal
«haber utilizado en contra de una resolución administrativa producida de mane-
ra expresa o presunta, o por vía de hecho, los recursos administrativos de revi-
sión y apelación, cuando fueren procedentes, de tal forma que dicha resolución
se encuentre firme causando estado en la vía administrativa».
Para que se produzca el agotamiento de la vía administrativa es preciso que
se haya hecho uso de los recursos administrativos correspondientes en tiempo
y forma y que se hubiera notificado una resolución expresa (art. 46. 1 LJ).
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tos objetivos. Cauce formal que es, como se puede haber inferido de lo dicho
anteriormente, de obligatorio seguimiento por parte de la Administración.
En esencia el procedimiento administrativo va a consistir en una sucesión de
actos administrativos, que se concatenan de forma coordinada y coherente. Así,
el procedimiento va a comenzar con un acto (acuerdo de iniciación), por el que
se inicia el procedimiento; va a continuar con una serie de actos destinados a
hacer posible la correcta resolución del mismo (prueba, informes, etc.), y va a
concluir con un acto definitivo o resolución, por el que se resuelven las cuestio-
nes planteadas en él.
De esta forma, sin que se pierda por ello el carácter unitario del procedi-
miento, este se va a manifestar como un conjunto de actos que, a pesar de estar
relacionados entre sí, no pierden su individualidad propia.
Entre todos estos actos se debe hacer una distinción, diferenciándose, por un
lado, entre los actos de trámite y la resolución. Actos de trámite son todos los
anteriores a la resolución, y se caracterizan porque no tienen sentido en sí mis-
mos, sino que la única razón de su existencia es que se pueda dictar en un de-
terminado momento la resolución que ponga fin al procedimiento.
Hay, no obstante, un grupo de autores que niega esta concepción, negando
la consideración de auténticos actos administrativos a los actos de trámite, que
serían simples actuaciones procedimentales, frente a los actos definitivos y ac-
tos cualificados, que se equiparan a estos, que serían los verdaderos actos admi-
nistrativos.
Esta distinción es trascendental a efectos prácticos, pues solo la resolución
o acto definitivo es, como regla general, impugnable por separado. Los demás
actos no pueden impugnarse por sí mismos, debiéndose esperar a que se dicte
la resolución, que es lo que será impugnable. Regla que encuentra su justifica-
ción en razones evidentes de economía procesal, pues una continua impugna-
ción de los actos de trámite podría fácilmente paralizar el procedimiento, ha-
ciendo eterna su tramitación.
Existen, sin embargo, algunas excepciones a esta regla general, pues hay
algunos actos de trámite que por su importancia se equiparan a una resolución,
y pueden ser objeto de impugnación separada. Se trata de un conjunto de actos
administrativos (actos de trámite cualificados), que a pesar de ser actos de trá-
mite, van a asumir una importancia similar para el administrado a la que tiene
una resolución. De tal forma que, si no se permitiese su impugnación separada,
generarían una indefensión.
La cuestión es, entonces, que actos de trámite tienen esa condición cualifi-
cada. El criterio clave es que vayan a ocasionar efectos irreversibles para el
interesado, bien porque impidan la continuación del procedimiento, porque de-
cidan directa o indirectamente sobre el fondo del asunto o porque produzcan
indefensión o perjuicio irreparable.
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Categorías de invalidez
Se suelen distinguir tres categorías de invalidez: inexistencia, nulidad de
pleno derecho y anulabilidad.
Inexistencia
Se considera que un acto es inexistente cuando adolece de fallos tan grose-
ros que impiden su propia consideración como tal, pues le faltan los elementos
esenciales mínimos que se exigen para su propio existir.
La gravedad de tales deficiencias marca que el acto inexistente carezca de
todo efecto jurídico, hasta el extremo de que puede ser desconocido por
cualquier sujeto sin necesidad de que su invalidez sea declarada formalmen-
te por un órgano administrativo o judicial. Sin perjuicio, obviamente, de que
se pueda hacer valer esta deficiencia en un procedimiento de impugnación
en cualquier momento, pues, obviamente, sufre un vicio imprescriptible e
insubsanable.
Algunos autores se han mostrado contrarios al reconocimiento de la inexis-
tencia en el ámbito administrativo, alegando que se trata de una categoría con-
fusa, difícilmente distinguible de la nulidad de pleno derecho, con la que se
confunde, y de dudoso encaje en el Derecho administrativo en el que opera la
presunción de validez de los actos administrativos, que hace inviable en la prác-
tica la posibilidad de hacer valer dichos vicios sin emprender un procedimiento
formal de impugnación. A lo que otros añaden que resulta contraria al principio
de tipicidad que rige la actuación administrativa.
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Hay también quien de forma más matizada, sin rechazar la categoría, se li-
mita a señalar su falta de sentido, en cuanto se confunde con la nulidad de pleno
derecho.
Otros, sin embargo, pese que admiten la suma dificultad que entraña deslin-
darla de la nulidad de pleno derecho, admiten su existencia por razones prácti-
cas, en cuanto permite salvar las deficiencias en la predeterminación de los
actos nulos de pleno derecho, permitiendo dar el máximo grado de invalidez a
actos que adolecen de vicios de extrema gravedad, pero que no están previstos
en el ordenamiento jurídico como tales.
Este último factor debe ser especialmente destacado a la hora de tomar una
decisión sobre esta cuestión, dado el peculiar contexto en el que se mueve el
Derecho administrativo de Nicaragua. Ciertamente la inexistencia es una cate-
goría que opera al margen de una consagración legal expresa, es un conjunto de
defectos de gravedad extrema, que se entiende que despliegan su fuerza invali-
datoria por sí mismos, por su propia naturaleza. Esto hace que, pese a sus incon-
venientes, merezca la pena, en nuestra opinión, mantener esta categoría, como
una solución de urgencia para poder declarar la invalidez con el máximo rigor
para supuestos no contemplados expresamente como nulos de pleno derecho
por el ordenamiento jurídico de Nicaragua, pero que constituyan conductas de
tal gravedad que merezcan dicha sanción. Supuesto nada infrecuente, desgra-
ciadamente, dadas las serias lagunas que presenta este ordenamiento jurídico al
respecto, como veremos.
A pesar de ello, no deja de ser la inexistencia una figura poco clara, que
genera una cierta inseguridad jurídica y que tiene difícil encaje en el Derecho
administrativo al chocar con la presunción de validez de los actos administrati-
vos. A nuestro juicio, por ello, lo más conveniente es que se dicte pronto una
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Anulabilidad
La anulabilidad es la sanción que reciben con carácter general los actos ad-
ministrativos afectados por algún vicio de invalidez. De tal forma que se con-
vierte en una suerte de categoría residual: serán anulables todos los actos infec-
tados por un vicio que carece de la gravedad para ser considerado como de
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nulidad de pleno derecho, pero con la suficiente entidad como para determinar
la invalidez, esto es, que no constituye una irregularidad no invalidante.
No hay una posición unánime acerca de la sanción que debe comportar la
desviación de poder. Con carácter general se suele considerar como una causa
de anulabilidad. De todos modos hay quien discrepa de esta calificación, bien
demandando su conversión en todo caso en una causa de nulidad de pleno de-
recho, bien considerando que debería distinguirse según la desviación consista
en la persecución de un fin distinto al exigido por la norma, pero público, o un
fin privado del agente, siendo en el primer caso causa de anulabilidad y en el
segundo de nulidad de pleno derecho.
Cuando se trata de vicios de anulabilidad, se da un plazo al administrado
para impugnarlos. Trascurrido este, el vicio deviene inatacable, presumiéndose
que ha sido consentido por el afectado y quedando firme a todos los efectos. Se
puede afirmar, por ello, que son vicios que sanan con el paso del tiempo.
La persecución de los vicios de anulabilidad queda exclusivamente entrega-
da a los afectados por la misma, esto es, puede hacerse valer tan solo por los
interesados.
El acto anulable puede ser, asimismo, convalidado, mediante la eliminación
del defecto que impedía su validez, con lo que queda sanado y produce sus
efectos normales.
En el ordenamiento jurídico de Nicaragua podemos encontrar un ejemplo en
el art. 38 LCE, que permite admitir las ofertas que presenten defectos de forma,
omisión o errores leves, que no modifiquen sustancialmente los principios de
igualdad, transparencia y economía de la oferta y puedan corregirse en la propia
oferta o dentro del plazo común que fije el Comité de Licitación (art. 38 LCE).
La anulabilidad produce efectos ex nunc, esto es, desde el momento en que
se declara esta por el órgano administrativo o judicial competente, respetándo-
se, en consecuencia, los efectos producidos por el acto hasta que se produce su
efectiva invalidación.
A diferencia de la nulidad de pleno derecho, la anulabilidad requiere de un
pronunciamiento expreso de un órgano administrativo o judicial competente
que la haga valer, por lo que la resolución o sentencia que declare la misma
tiene carácter constitutivo.
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extraordinarios (esto es, aquellos en los que solo se pueden alegar determinados
vicios fijados por el ordenamiento jurídico).
No obstante, el recurrente no podrá basar la impugnación en aquellos vicios
o defectos que el mismo haya causado.
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Suspensión
La interposición de los recursos administrativos no suspende la ejecución
del acto, pero la autoridad que conoce del recurso podrá acordarla de oficio o a
petición de parte, cuando la misma pudiera causar perjuicios irreparables al
recurrente (art. 42 LPE).
Esta breve y restrictiva referencia a la suspensión, que deja además un mar-
gen excesivo al juzgador, es la única regulación que se establece en el ámbito
de los recursos administrativos en orden a la posibilidad de adoptar medidas
cautelares. Dicha medida debe ser interpretada de forma amplia, con base en el
Derecho a la tutela judicial efectiva, en los términos que vimos en su momento.
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tanto, un órgano vinculado al que dictó la resolución, por lo que tampoco suele
ser muy frecuente la apreciación de este tipo de recursos.
No existe disposición alguna que limite las causas de impugnación, por lo
que debemos entender que ambos recursos (recurso de revisión en vía adminis-
trativa y recurso de apelación en vía administrativa) son recursos ordinarios, en
los que podrá hacerse valer cualquier causa con fuerza invalidante, bien sea
determinante de la nulidad de pleno Derecho o de la anulabilidad.
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La LCSP contiene una regulación expresa de los principios que van a infor-
mar la contratación administrativa, que concreta en ocho grandes reglas: prin-
cipio de eficacia, publicidad, transparencia, igualdad y libre concurrencia, vi-
gencia tecnológica, de control, debido proceso e integridad.
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gundo lugar, garantiza la elección de la oferta más adecuada, con lo que se sa-
tisfacen dos exigencias esenciales: la igualdad de los distintos candidatos que
optan a la selección, pues van a recibir un trato desigual solo en la medida en
que existan razones objetivas que lo justifiquen, y la tutela del interés público,
que se va a ver obviamente beneficiado al optarse por la oferta más ventajosa
para el mismo.
Procedimientos de contratación
Los procedimientos de contratación aparecen regulados en el art. 27 LCSP,
que distingue:
1. Licitación:
a) Pública.
b) Selectiva.
2. Contratación simplificada.
3. Contrataciones menores.
4. Concurso.
La LCASP define que licitación es el procedimiento administrativo de ca-
rácter concursal mediante el cual el órgano o entidad del sector público realiza
un llamado público, convocando a los interesados para que, sujetándose al plie-
go de bases y condiciones, formulen propuestas, de entre las cuales selecciona-
rá y aceptará la mejor oferta.
Fase preparatoria
En esta fase se cumplen los presupuestos que tornan jurídicamente posible
la manifestación de voluntad contractual administrativa. Es puramente interna
de la Administración, sin intervención ni participación de los administrados,
oferentes o terceros interesados. Incluye los análisis jurídicos, contables, finan-
cieros, económicos, políticos y de factibilidad física de la obra o servicio objeto
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Fase esencial
Esta fase comprende la licitación propiamente dicha, o sea, los actos dirigi-
dos a lograr la manifestación de la voluntad común del ente público licitante y
de un tercero contratista. En esta fase, como en la siguiente, las relaciones que
se entablan son bilaterales pero afectan o pueden afectar a terceros. Se desarro-
lla a través del llamado a licitación, la publicación del anuncio, la apertura de
las ofertas, la admisión de oferentes, el estudio de las propuestas, la preadjudi-
cación y la adjudicación.
Los actos correspondientes a esta fase y que están contenidos en la LCASP
son: convocatoria a licitación (art. 33), aclaraciones y homologación del pliego
de condiciones (art. 34), corrección del pliego de base y condiciones (art. 35),
presentación de las ofertas (art. 36, art. 37, art. 38, art. 39 y art. 40), modifica-
ción o retiro de las ofertas presentadas (art. 41), aclaración de ofertas (art. 44),
descalificación del oferente (art. 45), rechazo de las ofertas (art. 46) y elabora-
ción del dictamen de recomendación (art. 47).
Fase integrativa
La fase integrativa o de adjudicación da lugar a la voluntad objetiva y a su
exteriorización en un contrato, perfeccionado en la forma en que el derecho
positivo lo prevea, ya sea notificación de la adjudicación, aprobación de la ad-
judicación, homologación o instrumentación escrita.
Los actos correspondientes a esta fase y que están contenidos en la LCASP
son: resolución de adjudicación (art. 48), readjudicación (art. 49), declaración
de licitación desierta (art. 50) y suspensión o cancelación del procedimiento de
licitación (art. 51).
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elaboración del pliego a un tercero, el que una vez efectuado lo discutirá con el
órgano que tiene a su cargo la contratación.
Fase esencial
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a) Convocatoria a licitación
La licitación se inicia en el momento en que la Administración Pública ma-
nifiesta expresa y abiertamente su intención de encontrar a un particular que
pretenda junto con ella celebrar un contrato para la prestación de diversos ser-
vicios y en determinadas condiciones.
La convocatoria a la licitación pública es la invitación general e indetermi-
nada que se formula a todos los posibles interesados en contratar con la Admi-
nistración Pública.
El art. 33 de la LCASP establece que el llamado a licitación lo hará el Área
de Adquisiciones del organismo o entidad licitante, el cual deberá publicarse en
el portal único de contratación o en los medios que para el efecto disponga el
Reglamento.
b) Aclaraciones y homologación del pliego de condiciones
El art. 34 de la LCASP indica que en toda licitación, el órgano o entidad li-
citante, por conducto del Área de Adquisiciones, tendrá la obligación de señalar
lugar, hora y fecha límite para recibir y aclarar cualquier duda que tuvieren los
pliegos de bases y condiciones.
En toda licitación pública, dentro de los cinco (5) días hábiles del período de
presentación de ofertas, habrá una reunión de homologación de la que se elabo-
rará un acta en la que se deben incluir los acuerdos del caso. El acta se hará
llegar a todos los oferentes a través de cualquier medio establecido en el pliego
(art. 34 LCASP).
En todo caso en los procesos de licitación podrán los oferentes, dentro del
primer tercio del plazo para presentar ofertas, formular objeción escrita ante
el Área de Adquisiciones, cuando se considere que el pliego de bases y con-
diciones es contrario a los principios y disposiciones del procedimiento apli-
cable, o cuando el pliego vulnere las normas en que debe fundarse (art. 34
LCASP).
c) Corrección del pliego de base y condiciones
El órgano o entidad licitante, por intermedio del Área de Adquisiciones y
dentro de un plazo no mayor de tres (3) días hábiles contados después de
celebrada la reunión de la homologación, podrá efectuar modificaciones de
oficio o a petición de cualquier proveedor participante, con el objeto de pre-
cisar o aclarar el pliego de bases y condiciones. Para tales efectos, el Área de
Adquisiciones deberá elaborar «Acta Motivada» y notificarla a los provee-
dores participantes a través de los medios establecidos en el pliego (art. 35
LCASP).
La corrección podrá ser modificación simple o modificación sustancial; será
modificación simple aquella que no cambie el objeto de la contratación, ni
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Fase integrativa
La adjudicación tiene lugar una vez concluida la etapa de valoración de las
propuestas.
Constituye el acto administrativo, emitido por el licitante, por el que se de-
clara la oferta más conveniente y simultáneamente se la acepta, individualizan-
do la persona del contratista. Importa una declaración unilateral de voluntad
emitida por el licitante, por medio de sus órganos competentes, y dirigida a la
celebración del contrato. Con ella se distingue la mejor oferta y se elige al lici-
tador más idóneo, atribuyéndole la ejecución de la obra, servicio o suministro
objeto de la contratación.
a) Resolución de adjudicación
La adjudicación constituye un acto de la Administración Pública que contie-
ne la decisión unilateral del órgano convocante, que determina cuál es la pro-
puesta más ventajosa y, en consecuencia, la declara aceptada.
La máxima autoridad administrativa de la entidad u organismo licitante de-
berá dictar una resolución motivada para adjudicar total o parcialmente la lici-
tación, declararla desierta o cancelarla de acuerdo a lo dispuesto en la presente
Ley (art. 48 LCASP).
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Una vez emitida la resolución será notificada a los oferentes; en caso que
estos no recurran contra ella en el plazo establecido, será firme y se publicará.
b) Readjudicación
La readjudicación podrá realizarse al oferente que hubiere sido calificado en
el orden de prelación cuando el adjudicado original haya sido notificado para
firmar el contrato y no lo hiciere dentro del plazo fijado en la notificación por
la entidad licitante o no presentare la documentación necesaria para la formali-
zación del contrato (art. 49 LCASP).
Asimismo, cuando por cualquier razón termine anticipadamente el contrato
sin haberlo ejecutado en más del treinta por ciento (30%) del mismo, la entidad
podrá optar por adjudicar el contrato al siguiente oferente de la prelación, en
cuyo caso se ajustará proporcionalmente el valor de su oferta (art. 49 LCASP).
c) Declaración de licitación desierta
El art. 50 LCASP establece las situaciones en las que la máxima autoridad
administrativa del organismo o entidad licitante, mediante resolución motiva-
da, deberá declarar desierta la licitación, siendo estas:
1. Cuando no se presentare oferta alguna.
2. Cuando se rechazaren todas las ofertas, fundamentando en tal supuesto,
las razones técnicas y económicas basado en el incumplimiento del plie-
go de bases y condiciones.
3. Cuando en el proceso de evaluación se comprueban errores sustanciales
respecto a las especificaciones contempladas en el pliego de bases y con-
diciones.
4. Cuando no esté de acuerdo con el dictamen del Comité de Evaluación,
fundamentando su desacuerdo en razones de interés público.
Cuando se declare desierta una licitación, se podrá iniciar nuevamente el
proceso con una reducción del cincuenta por ciento (50%) en los plazos, previa
revisión del pliego de bases y condiciones que sirvió de base en la licitación,
incluyendo los ajustes que sean necesario sin que se altere el objeto a contratar.
La resolución que tenga por desierta un proceso de contratación no hará in-
currir en responsabilidad contractual o precontractual alguna al órgano o enti-
dad licitante.
d) Suspensión o cancelación del procedimiento de licitación
El licitante tiene la posibilidad de desistir del procedimiento antes de la per-
fección del contrato, aunque ya se hayan evaluado las ofertas.
Así el art. 51 de la LCASP establece que si durante el desarrollo del proce-
dimiento de contratación administrativa se suscitan situaciones de caso fortuito
o fuerza mayor que impidan el normal desarrollo del procedimiento cuya solu-
ción pueda ser superada dentro de un plazo prudencial que no sea superior a
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7. CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO
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El dieciocho de junio del año dos mil uno, José Antonio Bolaños Tercero
presentó ante la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua un recurso de incons-
titucionalidad contra de la Ley de Regulación de la Jurisdicción de lo Conten-
cioso-Administrativo.
El recurrente expresaba en su recurso que el artículo 119 de la Ley, en su
párrafo segundo viola la Constitución Política de Nicaragua, al establecer como
causal de destitución de los magistrados de la Sala de lo Contencioso-Adminis-
trativo del Supremo Tribunal, por la Asamblea Nacional, el no fallar en el plazo
fijado por dicha ley, asumiendo dicho órgano legislativo facultades de juzgar y
ejecutar lo juzgado, que son propias del Poder Judicial de conformidad con los
arts. 158 y 159 de nuestra Constitución Política, constituyéndose la Asamblea
Nacional en un Tribunal de Justicia, invadiendo el ámbito de competencia del
Poder Judicial y contradiciendo los arts. 34 numerales 3, 4 y 9, 19, 129, 130 y
158, todos de la Constitución Política.
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
del año 2010 todas las materias propias del ámbito y extensión del contencio-
so-administrativo expuestas en los artículos 1, 14 y 15 de la Ley Nº 35020.
En parte, apunta Juan Bautista Arrien, esto se debió a los siguientes factores:
Primero, la incidencia doctrinaria de dos obras de Derecho administrativo de
autores nicaragüenses, una del Dr. Karlos Navarro y otra de mi autoría. Segun-
do, la sentencia de inconstitucionalidad de la Ley Nº 350 no afectó ni el artícu-
lo 14 ni el 15 de dicha normativa que contiene el ámbito y extensión del con-
tencioso nicaragüense, por lo que sin ningún problema la Sala es competente
para conocer demandas en contra de actos administrativos. Por último, y no por
ello menos importante, la labor de asesoría del Dr. Cairo Manuel López Sán-
chez, asesor de la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Corte Suprema
de Justicia de Nicaragua (2005-2010) y uno de los redactores de la Ley Nº 350.
Finalmente, y producto de la sentencia de inconstitucionalidad a la que ha
sido sometida la Ley Nº 350, se ha organizado una comisión en la Asamblea
Nacional para que se elabore una nueva ley de la Jurisdicción Contenciosa Ad-
ministrativa, que estará coordinada por el doctor Karlos Navarro y asesorada
por importantes administrativas del ámbito iberoamericano, entre los que pode-
mos mencionar a Jesús González Pérez, José Luis Meilán Gil, Jaime Rodríguez
Arana, José Antonio Moreno Molina y Javier Barnes (España), Ernesto Jinesta
Lovo (Costa Rica), Jorge Fernández Ruiz, Francisco Eduardo Velázquez, Fran-
cisco J. Gorjón Gomez y Alma Patricia Domínguez (México), Carlos Botassi y
Alejandro Pérez Hualde (Argentina), Rogelio Gestal (Brasil), Giuseppe Franco
Ferrari (Italia), Sven Muller-Grune y José Martínez (Alemania) y Juan Bautista
Arrien (Nicaragua).
8. LA RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA
20
Se puede consultar la sentencia Nº 1-2009, del veintiocho de agosto del dos mil nueve, de las
diez de la mañana emitida por la Sala de lo contencioso-administrativo de la Corte Suprema de Justicia
que en su considerando II sostiene que dicha Sala tiene competencia no solo para conocer demandas
en contra de Disposiciones de carácter general sino también en contra de actos de aplicación individual
una vez agotada la vía administrativa. Por su parte, en el considerando IV de la misma sentencia se
sostiene que: La presente demanda contencioso-administrativa, es una de las primeras que ESTA
SALA DE LO CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO está resolviendo en contra de un acto administra-
tivo de tipo particular, concreto e individualizado, pues solo había conocido y admitido demandas en
contra de actos administrativos de carácter general, abstractos e impersonales, como el resuelto en la
Sentencia Nº 4, dictada a las 12:30 p.m., del 26 de marzo de 2007, entre «El Cazador Sociedad Anóni-
ma», Vs. El Presidente de la República, Ing. Enrique Bolaños, por haber dictado el Decreto Nº 28-
2005, Reglamento a la Ley Nº 510, Ley Especial para el Control y Regulación de Armas de Fuego y
Municiones, Explosivos y otras materias relacionadas, así como otras demandas de tipo general como
aumento en tarifas de agua y energía eléctrica. Comentario a esta sentencia puede leerse en: ARRIÉN
SOMARRIBA, Juan Bautista, «Sistema de juzgados y tribunales de lo contencioso-administrativo en Ni-
caragua», Tesis doctoral. Inédita.
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A pesar de ser la idea del servicio público una de las instituciones básicas
del Derecho administrativo, no existe una definición estable de la misma. His-
tóricamente, es una técnica relativamente reciente, aunque no es su modernidad
lo que produce su falta de categorización, sino más bien su estrecha relación
con la realidad histórica y política, que explica tanto su falta de precisión como
su constante evolución.
Por tal razón, el servicio público, al igual que la Administración, es fácil de
describir pero difícil de definir porque, al igual que esta y que el ordenamiento
jurídico que la rige, el Derecho administrativo es un producto histórico que
depende en buena parte de la idea que en cada momento se tenga del Estado,
que es, a su vez, un elemento sometido a un continuo proceso de cambio y
transformación. Todo ello provoca que el servicio público sea un elemento que
va a variar al modificarse los fines que el Estado vaya asumiendo.
Esta falta de consenso en la definición de este instrumento del Derecho ad-
ministrativo también se debe, en parte, a que a través del tiempo el concepto ha
tenido que adaptarse al rol que en cada momento asumía el Estado en la Econo-
mía.
Desde este punto de vista, podemos enmarcar la evolución del término ser-
vicio público, en las siguientes etapas:
Primera etapa: Inicialmente la idea del servicio público fue un concepto
sociopolítico, algo así como la transposición liberal del «servicio al Rey»,
que surge justamente bajo una determinada concepción del dualismo Estado-
sociedad, propio de la Revolución Francesa, pero carece de un significado
jurídico preciso.
La ideología liberal reducía las funciones del Estado a las tradicionales de
Defensa, Hacienda y Justicia, y a funciones de fomento y de intervención en las
actividades de los particulares, pero en estos últimos casos limitadamente y
dejando al libre juego del mercado y a la iniciativa privada el desarrollo del
orden economicosocial. Sin embargo, desde mediados del siglo XIX, como con-
secuencia de la desamortización, la Administración tiene que hacerse cargo de
941
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21
Para un estudio sobre la repercusión de estos nuevos postulados sobre los servicios públicos
puede verse GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, Tratado de Derecho Administrativo, Tomo 8, Madrid: Civitas,
2008.
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El Instituto tenía dentro de sus objetivos que todas las «empresas de servicio
público de energía eléctrica, ya sean estatales, particulares o municipales, esta-
rán sujetas a la supervigilancia del Instituto». Según esta ley el Instituto podría
exigir a las empresas que le presenten cada seis meses los datos estadísticos y
contables, y un estado detallado de sus operaciones, con el fin de conocer el
cumplimiento de las obligaciones que les impone su carácter de concesionarios
de un servicio público.
También el Instituto tenía a su cargo el estudio y la formulación de planes
de planificación y desarrollo del sistema nacional de electrificación: estableci-
miento de bases para el funcionamiento, regulación y supervisión de la genera-
ción, transmisión, distribución, comercialización, utilización y consumo de la
energía eléctrica del país.
Otra importante ley que se aprueba en 1957 es la de Industrias Eléctricas,
que en el capítulo I, inciso IV, establecía «estimular la inversión del capital
privado a largo plazo en las actividades de la industria eléctrica, asegurándo-
sele una justa utilidad y el recobro de las inversiones efectuadas en obras e
instalaciones dedicadas al servicio público V) fijar los requisitos a que debe
sujetarse el otorgamiento de concesiones y permisos necesario para desarro-
llar actividades relativas a la industria eléctrica». En el artículo 5, «se consi-
deran de utilidad pública todas las actividades relacionadas con la industria
eléctrica comprendidas en la presente ley». El artículo 7, establece que «las
actividades de la industria eléctrica dedica al abastecimiento regular de ener-
gía para el uso del público constituyen un servicio público». Más adelante, en
esta ley se establece que «las concesiones y permisos para ejercer actividades
de la industria eléctrica con aprovechamiento de energía hidráulica, se otor-
garán subordinándolos a la preferente satisfacción de los intereses generales
relativos a la alimentación, a la salud pública, a la agricultura, a la protección
contra las inundaciones, a la conservación y libre circulación de los peces y
al retorno de las aguas a sus cauces» (art. 9). El artículo 29 habla de que los
concesionarios «de servicio público de electricidad están obligados (…) a
suministrar energía para el servicio público, a todo el que la solicite dentro de
la zona fijada en el contrato de concesión, sin establecer preferencia alguna,
salvo que el concesionario demuestre ante la Comisión que existe impedi-
mento técnico o económico para hacer el suministro, sujetándose en todo
caso a lo que establezca el Reglamento de la presente ley» (II).
Agua
A inicios de los años cincuenta se crea la Oficina de Recursos Hidráulicos y
Agua Potable, que funciona bajo la dependencia del Ministerio de Fomento y
Obras Públicas. En el considerando de la ley, se puede leer: «Se hace necesario
para el desarrollo económico del país resolver de una manera permanente los
problemas referentes a Fuerzas Hidráulicas, irrigación, drenaje, abastecimien-
tos y purificación de aguas, acondicionamiento de ríos, lagos y puertos, para
947
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Radiocomunicación
En el Decreto Nº 9B, en el artículo 10, inciso f, se habla que «la estación
pública de radiocomunicación es una estación abierta al servicio público, ya
sea de la propiedad del Estado o de particulares o compañías a quienes el
948
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Estado hay concedido derecho para establecerlas, por medio de contratos par-
ticulares».
Servicio de correos
La declaración de esta actividad como servicio público se encuentra en la
Ley de Especies y Filatelia, de 1944, que en su art. 1 establece que «constituye
las especies postales los sellos o estampillas de correo interior e internacional,
ordinario o aéreo, y las tarjetas y sobres timbrados para uso exclusivo del ser-
vicio público de correos de Nicaragua». Esta ley fue reformada en 1956; sin
embargo, el artículo primero no sufre modificación alguna.
En 1971 se creó TELCOR (Telecomunicaciones y Correos), que vino a
reemplazar las actividades de telecomunicaciones a la Dirección General de
Comunicaciones. En el artículo 1 se establece: «Créase la Dirección General
de Telecomunicaciones y Correos de Nicaragua, cuyo nombre abreviado
será TELCOR, la cual será una entidad estatal descentralizada, con persona-
lidad jurídica, patrimonio propio, plena capacidad para adquirir y ejercer
derechos y contraer obligaciones, de duración ilimitada, y con domicilio en
la ciudad de Managua, pero podrá establecer agencias en el interior de la
República y representaciones o agencias en el exterior. Esta entidad sustitu-
ye a la Dependencia Administrativa, que a la fecha ha fungido como progra-
ma del Ministerio de Defensa, con el nombre de Dirección General de Co-
municaciones». Sin embargo, es en el artículo 26 en donde se declara a esta
actividad como de «servicio público y general, los servicios que dentro de
esta ley, prestare cualquier sociedad u organización de que TELCOR llegare
a formar parte».
949
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
950
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
951
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
952
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
Sin embargo, el terremoto de 1972 y la guerra civil de los años ochenta, tu-
vieron como consecuencia, por una parte, la destrucción de la ciudad de Mana-
gua, y, por otra, la inmigración del campesinado a la ciudad, lo que produjo un
desorden, un caos habitacional.
953
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
955
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
956
DERECHO ADMINISTRATIVO NICARAGÜENSE
957
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
Carlos Gasnell Acuña1
1. INTRODUCCIÓN
1
Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad de Panamá. Posee un Postgrado
en Derecho Administrativo otorgado por la Universidad de Salamanca, una Maestría en Derecho Ad-
ministrativo y Tributario por la Universidad Complutense de Madrid y un Diploma de Estudios Avan-
zados de Doctorado otorgado por esta universidad. Actualmente se encuentra preparando su tesis doc-
toral. A nivel académico, es profesor de Derecho Administrativo en la licenciatura y a nivel de post-
grado en la Universidad Santa María la Antigua (USMA). Desde el año 2010 es vicepresidente ejecu-
tivo del capítulo panameño de Transparencia Internacional.
959
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Arturo Hoyos, Roy Arosemena, Ernesto Cedeño, Carlos Ayala Montero, Maru-
ja Galvis y Marelissa Abrego, así como las compilaciones de Jorge Fábrega
Ponce, entre otros juristas que han contribuido en las últimas décadas a que
tengamos una incipiente doctrina en materia de Derecho administrativo, aun-
que con una marcada tendencia hacia la parte procesal.
Ruego me disculpen si se me ha escapado alguna obra o persona que haya
realizado escritos o realizado algún aporte importante a la literatura jurídica
sobre temas del Derecho administrativo panameño.
De igual manera son destacables artículos publicados en revistas jurídicas
como la revista Lex del Colegio Nacional de Abogados, la revista Iustitia et
Pulchritudo de la Universidad Santa María la Antigua, el Semanario Jurídico y
Empresarial de Sistemas Jurídicos S.A., la revista Administración Pública al
Día o la revista Gestión Pública de la Procuraduría de la Administración junto
con sus Cuadernos Administrativos, y en revistas editadas en la Universidad de
Panamá por estudiantes, como la revista Novum Ius.
En consecuencia, nuestra jurisprudencia en materia administrativa, ante la
escasez de las fuentes nacionales se alimenta en gran medida de la doctrina pro-
veniente de España, Colombia, Argentina, Francia e Italia. Solamente hay que
analizar las sentencias de la Sala Tercera de la Corte Suprema de Justicia para
observar la alusión a doctrina extranjera, lo cual hace necesario que los adminis-
trativistas panameños nos esforcemos, a pesar de la falta de apoyo e incentivos
para la investigación, por realizar aportes a la doctrina que sirvan de base para el
debate sobre los diferentes temas del Derecho administrativo, tan necesario para
avanzar en materia de organización administrativa, contar con mejores procedi-
mientos administrativos, mayor responsabilidad de la Administración por la
mala prestación de los servicios públicos, sanciones administrativas respetando
criterios de proporcionalidad, contrataciones públicas más eficientes y transpa-
rentes; en fin, una Administración Pública que se maneje de acuerdo a los pará-
metros que indica la Ley, pero que se vaya modernizando de acuerdo a las más
modernas tendencias relacionadas con la buena gestión pública.
Reconocidos autores han sostenido que si alguna rama del Derecho tuvo un
desarrollo particular e importante en el siglo XX en Europa, es el Derecho admi-
nistrativo. Afirmación que puede entenderse por la gran cantidad de normas
que se dictaron en la mayoría de los países de Europa de una u otra manera
impregnando con normas de carácter administrativo casi la totalidad de las ac-
tuaciones de los particulares.
960
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
2
BREWER-CARÍAS, A.R., Principios del Derecho Administrativo en América Latina, Bogotá: Legis
S.A., 2003, p. IXL.
961
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3
MORGAN, 1982, p. 29.
962
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
4
Ibidem, pp. 31-45.
5
Ibidem, p. 49.
963
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
6
GARCÍA DE ENTERRÍA y FERNÁNDEZ, 2004, pp. 44-52.
964
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
3. ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA
7
PARADA, 2003, pp. 72-80.
965
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
966
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
967
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
8
BREWER-CARÍAS, p. 185.
968
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
969
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
9
CHAMORRO BERNAL, F., La Tutela Judicial efectiva, Barcelona: Bosch, 1994, p. 49.
970
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
971
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
10
GARRIDO FALLA y FERNÁNDEZ PASTRANA, 1995, pp. 173-174.
972
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
5. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
Hasta el año 2000, la República de Panamá no contaba con una ley que re-
gulara el procedimiento administrativo común. El procedimiento administrati-
vo, ante la falta de un procedimiento general, se desarrollaba de acuerdo a las
leyes y reglamentaciones de las diferentes instituciones, y, ante la falta de estas,
sobre la base de los principios del procedimiento judicial (Código Judicial o de
Enjuiciamiento Civil) compatibles con el proceso ante la Administración y los
poderes exorbitantes de la misma. De igual modo el procedimiento estaba in-
formado por la Ley de lo Contencioso-Administrativo y la doctrina jurispru-
dencial de la Sala Tercera de lo Contencioso-Administrativo que servía de
orientación a la Administración para delimitar conceptos y procedimientos.
Como antecedentes legislativos concretos, como lo ha reseñado Sheffer en
su obra El procedimiento administrativo en Panamá, antes de la aprobación de
la Ley 38 de 2000 solamente había normas anacrónicas del Código Administra-
tivo, un apartado de la Ley 135 de 1943 que regula sin profundidad los recursos
en la vía administrativa y otras normas inoperantes que regularon el derecho
de petición de base constitucional, y otras leyes de los años ochenta (Ley 33 de
11
GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, 2008, tomo de contencioso-administrativo, para un conocimiento de
las técnicas de control de la discrecionalidad.
973
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
12
SHEFFER TUÑON, 2002, pp. 38-41.
974
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
que debe entenderse que una vez decidido el recurso de forma desfavorable al
administrado, el acto puede ejecutarse en su contra con las consecuencias nega-
tivas que esto conlleva, lo cual es valorado por la Administración ante la posi-
bilidad de interposición de recursos ante el contencioso-administrativo. Restará
a la Sala de lo Contencioso-Administrativo en vía jurisdiccional decretar si
procede la suspensión del acto administrativo en sede judicial.
La nueva Ley de Procedimiento Administrativo incorpora a su normativa el
recurso de hecho ante el inmediato superior de la autoridad que denegó la con-
cesión del recurso de apelación o que lo concedió en un efecto distinto al que
corresponde y el recurso de revisión administrativa como una alternativa cuan-
do la Administración haya incurrido en violaciones expresas.
La Ley 38 de 2000 prevé la posibilidad de interponer un recurso extraordi-
nario, el de revisión. Se incluyen nueve supuestos que podrían servir de susten-
to a este recurso, entre ellos carencia absoluta de competencia y falta de opor-
tunidad para presentar o practicar pruebas, entre otros que constituyen un
exceso, frente a un tratamiento más restringido observado en otras legislacio-
nes, como la española, venezolana, costarricense, hondureña y argentina.
La Ley contiene una innovación no siempre usual en materia de técnica le-
gislativa: un glosario que forma parte del articulado, con más de cien definicio-
nes que ayudan a interpretar los conceptos vertidos en la Ley, lo cual puede ser
orientador o desorientador dependiendo del contexto; no obstante, dichas defi-
niciones han servido de sustento jurisprudencial para delimitar el alcance de
ciertos conceptos aplicados a una realidad concreta.
La definición de acto administrativo que contiene la Ley en su numeral pri-
mero del artículo 201 es un ejemplo claro de los problemas interpretativos que
puede conllevar el restringir un concepto dentro de la Ley para efectos orienta-
dores o de interpretación. Esto lo analizaremos al desarrollar el tema referente
al acto administrativo.
Algunos sectores de la comunidad jurídica panameña consideran que en
cierta medida el procedimiento administrativo se judicializó al trasladar esque-
mas del Código Judicial o Ley de Enjuiciamiento Civil al ámbito administrati-
vo, en donde el Estado siempre ha tenido una posición diferente a la del admi-
nistrado.
De acuerdo a Jaime Franco, cuando afirma que la Ley 38 de 2000 ha judi-
cializado el proceso administrativo, se alude a la introducción de conceptos,
figuras jurídicas y términos propios del procedimiento judicial dentro del pro-
cedimiento administrativo o gubernativo.
Un ejemplo claro, indica Franco, se observa con la aparición de impedi-
mentos y recusaciones, la aceptación de la acción exhibitoria como medio de
aseguramiento de prueba, la sana crítica como principio de apreciación de las
pruebas, el desistimiento de la petición, el recurso de revisión, figuras que
975
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
13
FRANCO, 2004.
976
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
14
de 1946, que guarda relación con la violación a la ley por parte de la Administración.
977
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
978
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
A partir del año 2000 ha habido diferentes iniciativas para revisar la Justi-
cia Contencioso-Administrativa; no obstante, no se ha presentado a la discu-
sión de la Asamblea de Diputados un proyecto de Ley que sirva de base para
el debate sobre la actualización de la Ley 135 de 1943, reformada por la
Ley 33 de 1946, que es nuestra legislación vigente de lo contencioso-admi-
nistrativo. Adan Arnulfo Arjona, ex magistrado de la Sala Tercera, en un ar-
tículo publicado en la revista Gestión Pública, recoge los aspectos de dicha
legislación que merecen ser revisados y reformados. Este autor destaca que el
hecho de que nuestra legislación data de la década de los cuarenta, no quiere
decir que la misma no haya evolucionado a través de un gran esfuerzo juris-
prudencial mediante «constructivas interpretaciones actualizadoras»; no obs-
tante, señala que es necesario modernizar dicha legislación sobre la base de
las siguientes acciones a seguir:
1. precisar la naturaleza de las acciones ejercitables ante la Justicia Conten-
cioso Administrativa;
2. establecer normas sobre gestión y actuación;
3. una mayor publicidad de las acciones de nulidad;
4. establecer procedimientos especiales, tales como los procedimientos
abreviados en materias específicas;
5. reformar el rol del Procurador de la Administración en los procesos con-
tencioso-administrativos;
6. que el agotamiento de la vía administrativa sea potestativo;
7. amplitud de medidas cautelares;
8. crear mecanismos más eficientes y efectivos para lograr la ejecución de
las sentencias condenatorias contra el Estado, y
9. la creación de instancias intermedias de carácter jurisdiccional adminis-
trativo15.
15
ARJONA, Adán Arnulfo, «La Reforma del Régimen Contencioso-Administrativo en Panamá:
ideas para la Acción», Gestión Pública, noviembre de 2006 (1ª ed.), Panamá: Procuraduría de la Ad-
ministración, 2006.
979
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
980
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
Otra sentencia que cabe destacar en materia arbitral y que fue dictada con
motivo de una demanda de inconstitucionalidad presentada en representación de
una empresa concesionaria del Estado fue la dictada por la Corte Suprema de
Justicia el 13 de diciembre de 2001. Esta sentencia declaró inconstitucionales los
párrafos primero y tercero del artículo 17 del Decreto Ley 5 de 8 de julio de 1999
que permiten al tribunal arbitral decidir sobre su propia competencia (principio
competence-competence)
981
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
El Habeas Data
La misma suerte que la Defensoría del Pueblo corrió la institución del Ha-
beas Data, originalmente regulada únicamente a nivel legal y posteriormente
elevada a rango constitucional en el año 2004.
La Ley 6 de 22 de enero de 2002, «que dicta normas para la transparencia en
la gestión pública, establece la acción de Habeas Data y dicta otras disposicio-
nes», contiene en su Capítulo II lo relativo a la libertad de acceso a la informa-
ción, sobre la cual descansa la acción del Habeas Data, indicando en sus prime-
ros artículos que toda persona tiene derecho a solicitar sin necesidad de
sustentar justificación o motivación alguna, la información de acceso público
en poder o conocimiento de las instituciones indicadas en la Ley.
El Capítulo V desarrolla lo referente a la legitimación para promover la ac-
ción, los tribunales competentes para conocer de la acción y los requisitos para
promoverla, haciendo especial énfasis en la ausencia de formalidades en su
trámite.
Rigoberto González en su libro El Habeas Data, siguiendo la clasificación
de Oscar Puccinelli, sostiene que en la Ley 6 de 2002 se regulan tanto el Ha-
beas Data propio como el impropio, es decir, tanto la garantía al acceso a la
información o dato personal de quien la reclama, como el que persigue dotar a
toda persona que así lo haya solicitado, del acceso a las fuentes de información
de carácter público16.
La Ley 6 de 22 de enero de 2002 fue reglamentada con posterioridad por el
Decreto Ejecutivo 124 de 21 de mayo de 2002. El artículo 8 de este decreto
reglamentó el concepto de «persona interesada», trastocando el sentido del ac-
16
GONZÁLEZ, 2002, pp. 47-48.
982
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
ceso a la información de carácter público, al señalar que «para los efectos del
artículo 11 de la Ley 6 de 22 de enero de 2002, es persona interesada aquella
que tiene relación directa con la información que solicita».
Esta relación directa fue interpretada por la Administración y por un gran
número de sentencias de los tribunales que tramitan la acción de Habeas Data
de una manera restringida, negando acceso a la información de carácter público
por falta de prueba de la condición de directamente relacionado con la informa-
ción solicitada. En sentencia de 2004, se rectificó el concepto de «persona inte-
resada» en cuyo espíritu se inspiraba la Ley.
El Decreto Ejecutivo restrictivo fue derogado en septiembre de 2004 y la
institución elevada a rango constitucional en ese mismo año como medida de
protección de cualquier nuevo abuso, estableciéndose que «toda persona», tie-
ne derecho a solicitar información de acceso público o de interés colectivo que
repose en bases de datos o registros a cargo de servidores públicos o de perso-
nas privadas que presten servicios públicos siempre que este acceso no haya
sido limitado por disposición escrita y por la Ley, y el derecho a promover la
acción de Habeas Data para hacer valer el derecho de acceso a la información
pública o de acceso libre.
6. CONTRATACIÓN PÚBLICA
983
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
17
Procedimiento de contratación introducido por la Ley 69 de 6 de noviembre de 2009.
984
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
18
La Ley 41 de 10 de julio de 2008 introduce como una causal para proceder a la contratación
de importancia estratégica para el desarrollo nacional», considerándose como contratos de urgente in-
que celebre la Asamblea Nacional hasta un monto de B/.50,000.00, previa autorización de la Directiva
de la Asamblea, y, en último lugar, se ubica una excepción fuera del artículo 56, exonerándose de la
obligación de celebrar actos públicos cuando se trate de contratos de consultoría que no excedan la
2008, que reforma la Ley 22, el avance original de la Ley 22, aumentándose las excepciones, represen-
tan en cierta medida un retroceso respecto a la concepción original de reducir las excepciones de con-
-
ción técnica que debe constar en la exposición de motivos, por lo que le corresponderá a la sociedad
civil evaluar si el sustento técnico es o no válido y cónsono con el espíritu del nuevo sistema. Lo
cierto es que la reglamentación de la ley introduce una fórmula para los casos de algunas contratacio-
-
985
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
19
Artículo 172 (procedimiento para anunciar la intención de contratación directa). En los casos de
los literales [a], [f] y [h] del artículo 166 de este reglamento, la entidad contratante deberá publicar su
intención de contratar directamente con un determinado proveedor en el Sistema Electrónico de Con-
trataciones Públicas PanamaCompra por un período no menor de cinco (5) días hábiles. Dicha publi-
cación deberá contener como mínimo lo siguiente:
a) Descripción detallada de los bienes o servicios.
b) Monto del contrato.
c) Nombre del proveedor.
Si no se presentan otros interesados con capacidad de proveer el bien, obra o servicio requerido a
través de medios impresos o electrónicos, se procederá a solicitar la excepción de procedimiento de
selección de contratista y la autorización para contratar directamente. En caso contrario, la entidad
solicitante levantará un informe técnico que incluya las solicitudes de los interesados y las razones que
-
te procederá a solicitar la excepción de procedimiento de selección de contratista y la autorización para
contratar directamente, o en su defecto a realizar el procedimiento de selección de contratista que co-
rresponda. Parágrafo: Lo dispuesto en este artículo no será de aplicación al procedimiento de contrata-
ción menor, ni a los casos de simple prórrogas de arrendamiento de bienes inmuebles (art. 57 L 22-
2006).
20
El Decreto Ejecutivo 188 de 27 de noviembre de 2009 reglamenta los procedimientos de selec-
ción de contratista vía electrónica en el Sistema Electrónico de Contrataciones PanamaCompra.
986
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
21
Transcribo la autocrítica del Tribunal de Contrataciones Públicas que hace el propio presidente
de este tribunal, don Francisco Fernández Fredes: «[...] muchos países como Francia, España, Argen-
tina o Perú, entre otros, poseen tribunales de ámbito jurisdiccional amplio en lo contencioso adminis-
trativo para resolver controversias que se susciten en las relaciones entre el Estado y los particulares.
-
larizadas y a eso responde este tribunal de la contratación. A mí personalmente me hubiera gustado
más establecer un tribunal de lo Contencioso-Administrativo de competencia más amplia en primera
instancia y en segunda instancia someter esto a la Cortes de Apelaciones a través de una jurisdicción
especializada en salas Contencioso-Administrativa, que es el modelo español». Según el Presidente del
Tribunal, la denominación exacta de este órgano judicial colegiado debería haber sido Tribunal de
Licitación Pública, porque no interviene ni en la fase previa a la aprobación de las bases ni en eventua-
les controversias que se promuevan después de la adjudicación del contrato, ni tampoco durante la
ejecución de este [...]». (Fuente: Boletín electrónico ChileCompra Informa, nº 33, octubre 2005.)
22
2008 incluye la competencia del Tribunal para conocer del recurso de apelación contra la resolución
administrativa del contrato y la inhabilitación del contratista. La Ley 69 de 2009 incluye la competen-
cia del Tribunal para conocer sobre la resolución por la cual se rechazan las propuestas.
987
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
988
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
23
El problema relacionado con los criterios y metodologías de evaluación se reduce con una co-
rrecta utilización del Registro de Proponentes, el cual fue introducido en la Ley, pero no contiene to-
davía un desarrollo reglamentario que permita reducir a un mínimo los aspectos a evaluar en los actos
públicos.
24
El Título IV del Reglamento de la Ley de Contratación Administrativa española, Real Decreto
1098/2001 de 12 de octubre (existe una nueva Ley española de Contratos del Estado desde noviembre
989
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
de 2007) establece un procedimiento para la revisión de precios. El citado reglamento propone una
fórmula polinómica, salvo que no sea aplicable a un contrato por sus peculiaridades, lo que permitirá
utilizar una fórmula especial. La fórmula propuesta para la previsión, en los casos de contratos de obras
y suministro de fabricación es la siguiente: K = K1
actualización para la parte de la anualidad objeto de la previsión; K1
fórmula aplicable al contrato, en el mes que se procede a realizar la previsión, aunque la revisión no
procediera por no haberse ejecutado el 20 por 100 del presupuesto o no hubiera transcurrido un año
desde la fecha de la adjudicación del contrato; n = número de meses dentro de la anualidad en la que
procede la revisión; IIPC = variación en tanto por uno del índice general de precios al consumo previs-
to para los doce meses siguientes. El artículo 105 del mencionado Decreto sigue desarrollando la forma
en que se realiza el cálculo; sin embargo, lo que pretendemos dejar plasmado es la necesidad de buscar
fórmulas a objeto de evitar la improvisación cuando en los pliegos no se haya previsto previamente una
fórmula matemática, la cual debería ser uniforme, para realizar el correspondiente ajuste sobre la base
del equilibrio contractual.
25
Artículo 82 (reformado por el artículo 8 de la Ley 41 de 2008), Contrato de Consultoría. Quedan
comprendidos dentro de los contratos de consultoría los contratos que tienen por objeto la intervento-
ría, asesoría y gerencia de obras o de proyectos, así como la dirección, la programación, el análisis, el
diseño, los planos, los anteproyectos y servicios similares […] Parágrafo 2. Se exceptúan del procedi-
miento de selección de contratista y autorización de contratación directa, las consultorías que no sobre-
pasen de trescientos mil balboas (B/.300,000.00).
990
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
991
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
992
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
7. LA RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA
993
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994
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
26
Demanda contencioso-administrativa de indemnización interpuesta por el licenciado Rubén
Cogley, en representación de Maylin Hurtado, para que se condene al municipio de Panamá y/o la
Dirección Municipal de Aseo Urbano y Domiciliario, al pago de ciento veintiocho mil setecientos
veintiún balboas [B/.128,721.00], en concepto de daños materiales y morales que fueron causados por
accidente de tránsito.
995
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
27
URETA, Manuel S., «El fundamento Constitucional de la responsabilidad extracontractual del
Estado», en VV.AA., La Responsabilidad de la Administración Pública en Colombia, España, Fran-
cia e Italia, Universidad Externado de Colombia, 1986, pp. 163 a 181. (Sentencia de 2 de junio de
2003: Moisés de Mayo vs. Ministerio de Gobierno y Justicia. Cfr. Sentencia de 2 de agosto de 2007:
José Delgado vs. Policía Nacional).
996
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
997
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998
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
Estatales, hasta ese momento propiedad del sector público, o realizados por este
sector.
Los servicios públicos prestados directamente por el Estado, como la tele-
fonía y el suministro de energía eléctrica, sufrieron un proceso de privatiza-
ción en la citada década, mientras que la prestación del servicio de agua pota-
ble sigue en manos del Estado y es prestado directamente a través de una
entidad autónoma denominada Instituto de Acueductos y Alcantarillados Na-
cionales (IDAAN).
Mediante la Ley 5 de 1995, se transforma la estructura legal del servicio de
telefonía de empresa pública a privada y se convierte en una sociedad anónima
denominada INTEL, S.A. Se faculta al Gobierno Nacional a vender en licita-
ción pública internacional hasta el 49% de sus acciones, garantizándole al com-
prador un contrato de concesión para la prestación y explotación del servicio de
telecomunicaciones en exclusividad por cinco (5) años y un contrato de plena
administración de la empresa.
Así, el 29 de mayo de 1997 le hicieron efectivo el traspaso de las acciones a
28
Informe sobre las telecomunicaciones en Panamá preparado por Doris Nieto, Contraloría Gene-
ral de la República, septiembre de 2004.
999
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
29
RIVERA, S. Jorge, El Mercado Mayorista de Electricidad en Panamá, Tesis de Grado para optar
por el Título de Licenciado en Derecho y Ciencias Políticas, Universidad de Panamá. 2003, pp. 11-14.
1000
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
1001
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
trámites legales y a no más de una vez por la misma causa penal, administrati-
va, policiva o disciplinaria.
En sentencia de 18 de marzo de 1999 (antes de la aprobación de la Ley 38
de 2000, reguladora del procedimiento administrativo general), la Corte Supre-
ma de Justicia sostuvo lo siguiente:
Si bien ambos son distintos, existe una tendencia a la judicialización del
procedimiento administrativo no contencioso, y sobre todo, al procedimien-
to administrativo sancionador, que con frecuencia ejerce la Administración
Pública en nuestros países. Esta judicialización conlleva crecientemente el
reconocimiento del derecho de defensa y, en algunos casos, del mismo debi-
do proceso en el procedimiento administrativo [...]
Dicho principio incluye en el procedimiento administrativo sancionador
aspectos tales como el derecho del administrado a ser oído; a que se le noti-
fique; a ser sancionado por una entidad competente; a que se produzca la
contradicción... y sobre todo, la facultad de hacer uso de los medios de im-
pugnación previstos en la Ley 135 de 1943 contra el acto administrativo
sancionador […]
Considera la Corte debidamente fundada la alegación del representante
judicial de los amparistas, pues resultan palmarias las irregularidades me-
diante las cuales se emitieron los actos impugnados, ya que los documentos
contentivos de la actuación de la autoridad demandada, se observa de mane-
ra clara, la ausencia de un procedimiento previo a la sanción que les permi-
tiera a los sancionados ser oídos, aportar pruebas en su defensa y contradecir
la pretensión punitiva de la administración30.
La Ley 38 de 2000, a diferencia de la legislación española, no contiene un
título dedicado a la regulación de los principios de la potestad sancionadora y
del procedimiento sancionador. En consecuencia, a falta de procedimiento es-
pecial consignado en norma legal o reglamentaria, se aplicarán los procedi-
mientos y reglas que se le aplican a todos los procesos sujetos al procedimiento
general o común.
La facultad de imponer sanciones por las infracciones al ordenamiento jurí-
dico se encuentran en las leyes que regulan materias específicas. Por ejemplo,
la Ley General de Ambiente de la República de Panamá, Ley 41 de 1998, esta-
blece sanciones administrativas por infracciones medioambientales:
Artículo 114. La violación a las normas contempladas en la presente Ley,
constituye infracción administrativa, y será sancionada por la Autoridad Na-
cional del Ambiente con multa que no excederá de diez millones de balboas
con cero centésimo (B/.10,000,000.00) El monto de la sanción corresponde-
rá a la gravedad de la infracción o reincidencia del infractor, de acuerdo con
lo establecido en los reglamentos respectivos.
30
Sentencia del Pleno de la Corte Suprema de Justicia de 18 de marzo de 1999. Amparo de Ga-
rantías Constitucionales incoado por Ubaldo Davis vs. Ministerio de Gobierno y Justicia).
1002
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
1003
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La Ley 57 de 1946 delimita con claridad qué debe entenderse por utilidad
pública e interés social (respectivamente) en sus artículos 1 y 2. El artículo 1 al
respecto señala lo siguiente:
Se declaran obras de utilidad pública la apertura y construcción de calles
y de vías de toda clase en el territorio de la República; los terrenos necesarios
para tales obras, así como los destinados para caminos vecinales de cualquier
clase que ellos sean, y los ensanches y mejoras de cualesquiera clases en las
vías de comunicaciones que se dejan mencionadas; los acueductos, acequias,
oleoductos y todas las demás obras análogas para el servicio público; las vías
férreas, telegráficas y telefónicas; los parques, estaciones, aeropuertos, etc.
Y cualesquiera de índole similar que sean necesarias para el servicio público.
En relación con el interés social para que haya una correcta diferenciación,
el artículo 2 indica lo siguiente:
1004
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN PANAMÁ
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BIBLIOGRAFÍA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
Jorge Elías Danós Ordóñez1
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
quedó truncada por razones de oportunidad política. Sobre el capítulo que contiene dedicado a la Ad-
ministración Pública hemos realizado un análisis en «La Constitucionalización de la Administración
Pública», publicado en Revista Peruana de Derecho público, administrativo y constitucional, núm. 4.
Lima, enero-junio de 2002, p. 13.
3
«Art. I. Ámbito de aplicación de la Ley. La presente Ley será de aplicación para todas las enti-
7. las demás entidades y organismos, proyectos y programas del Estado, cuyas actividades se
realizan en virtud de potestades administrativas y, por tanto se consideran sujetas a las normas
8. las personas jurídicas bajo el régimen privado que prestan servicios públicos o ejercen función
administrativa, en virtud de concesión, delegación o autorización del Estado, conforme a la
normativa de la materia.
1012
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1013
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
ministrativas pueden estar sometidas a otras ramas del Derecho, pero en cuanto
ejercen prerrogativas de poder público el Derecho preponderante es precisa-
mente el Derecho público.
En cuanto a la dimensión institucional y finalista de la Administración Pú-
blica como servidora de los intereses generales, dicha orientación está consa-
grada en el artículo III del Título Preliminar de la Ley de Procedimiento Admi-
nistrativo General, cuando a la vez de establecer la finalidad de la citada ley,
señala que corresponde a la Administración Pública servir exclusivamente «a la
protección del interés general, garantizando los derechos e intereses de los ad-
ministrados y (que su actuación se realice) con sujeción al ordenamiento cons-
titucional y jurídico en general», dispositivo legal que enfatiza la misión insti-
tucional de la Administración Pública en orden a la satisfacción de los intereses
generales, en armonía con los derechos de los particulares y sometido al orde-
namiento jurídico.
Como se señaló al comienzo de este trabajo, aunque la Constitución Peruana
no contiene un precepto que regule el régimen de Administración Pública de
manera específica, sí consagra una serie de principios y reglas que a no dudarlo
configuran la base de los aspectos fundamentales del Derecho administrativo,
entre los cuales cabe mencionar:
a) La organización del Gobierno con carácter descentralizado en tres nive-
les territoriales: nacional, regional y local, a cargo del Poder Ejecutivo,
de las regiones y las municipalidades, que cumplen funciones de orden
político y también de carácter administrativo.
b) La vinculación de la Administración Pública a los derechos de la persona
consagrados por la Constitución.
c) Los mecanismos de control de la Administración, que comprenden,
(i) los de carácter político a través de los procedimientos parlamenta-
rios de interpelación y censura de ministros, estación de preguntas,
comisiones investigadoras, pedidos de información a la Adminis-
tración Pública, invitaciones a funcionarios públicos, etc.;
(ii) los controles de carácter jurídico que se materializan mediante el
proceso contencioso-administrativo (art. 148) y los procesos cons-
titucionales de amparo, habeas corpus, de cumplimiento, y habeas
data, para la protección de los derechos fundamentales, o el proceso
de acción popular para el control de la legalidad de las normas re-
glamentarias (art. 200);
(iii) los controles mediante mecanismos de democracia semidirecta
complementarios de la democracia representativa como es el caso
de los procesos de consulta popular para la revocación de las auto-
ridades elegidas, remoción de autoridades designadas, exigencia de
rendición de cuentas, iniciativa legislativa popular para proponer
1014
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
4
Hemos desarrollado el tema en «La participación ciudadana en el ejercicio de las funciones ad-
ministrativas en el Perú», trabajo presentado como ponencia al III Foro Iberoamericano de Derecho
Administrativo celebrado en la Universidad de la Coruña del 6 al 8 de octubre 2004, dedicado al «Prin-
cipio de Participación en el Derecho Administrativo Iberoamericano», en homenaje al Profesor Dr.
José Luis Meilán Gil.
1015
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
(art. 102, nº 1), la potestad del Poder Ejecutivo para dictar disposiciones
reglamentarias (art. 118 nº 8), la atribución conferida a las regiones y las
municipalidades para que puedan expedir ordenanzas regionales o muni-
cipales (art. 246, nº 6 y 248), respectivamente, con rango de ley, en su
respectiva jurisdicción, así como normas reglamentarias.
h) Se consagra la potestad de expropiación por parte del Estado, la que solo
opera por causa de seguridad nacional o necesidad pública declarada por
ley expedida por el Congreso de la República y previo pago en efectivo
de por parte del Estado de indemnización justipreciada que compense el
precio del bien materia de expropiación (art. 70), y se establece el régi-
men básico de los bienes de dominio público (art. 73) caracterizándoles
como inalienables e imprescriptibles, sin perjuicio de que pueden ser
entregados en concesión a los particulares para su aprovechamiento eco-
nómico. Asimismo se califica a los recursos naturales como «patrimonio
de la Nación» (art. 66).
i) Se consigna un capítulo específico titulado «Función Pública» que esta-
blece los aspectos básicos del régimen jurídico del personal de la Admi-
nistración Pública, entre los que se cuenta la reserva a ley para regular la
carrera administrativa de los servidores públicos (art. 40) y la obligación
de presentar declaración jurada de bienes y rentas de los funcionarios o
servidores que administran o manejan fondos del Estado (art. 41), entre
otras reglas.
5
Constitución, art. 51: «La Constitución prevalece sobre toda norma legal; la ley, sobre las demás
normas de inferior jerarquía, y así sucesivamente. La publicidad es esencial para la vigencia de toda
norma del Estado».
1016
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
6
Constitución, art. 200: «Son garantías constitucionales: [….] 4. La Acción de Inconstitucionali-
dad, que procede contra las normas que tienen rango de ley: leyes, decretos legislativos, decretos de
urgencia, tratados, reglamentos del Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas
municipales que contravengan la Constitución por la forma o en el fondo».
7
Art. V. Fuentes del procedimiento administrativo:
1. El ordenamiento jurídico administrativo integra un sistema orgánico que tiene autonomía res-
pecto de otras ramas del Derecho.
2. Son fuentes del procedimiento administrativo:
2.1. Las disposiciones constitucionales.
2.2. Los tratados y convenios internacionales incorporados al Ordenamiento Jurídico Nacional.
2.3. Las leyes y disposiciones de jerarquía equivalente.
2.4. Los decretos supremos y demás normas reglamentarias de otros poderes del Estado.
2.5. Los demás reglamentos del Poder Ejecutivo, los estatutos y reglamentos de las entidades,
así como los de alcance institucional o provenientes de los sistemas administrativos.
2.6. Las demás normas subordinadas a los reglamentos anteriores.
2.7. La jurisprudencia proveniente de las autoridades jurisdiccionales que interpreten dispo-
siciones administrativas.
2.8. Las resoluciones emitidas por la Administración a través de sus tribunales o consejos
regidos por leyes especiales, estableciendo criterios interpretativos de alcance general y
debidamente publicadas. Estas decisiones generan precedente administrativo, agotan la
vía administrativa y no pueden ser anuladas en esa sede.
2.9. Los pronunciamientos vinculantes de aquellas entidades facultadas expresamente para
absolver consultas sobre la interpretación de normas administrativas que apliquen en su
labor, debidamente difundidas.
2.10. Los principios generales del decreto administrativo.
1017
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
8
MORÓN, Juan Carlos, «Comentarios a la nueva Ley del Procedimiento Administrativo General»,
Gaceta Administrativa, Lima, 1ª ed., 2001, p. 49.
9
Como señala Ramón Huapaya dicha regla tiene el propósito de reivindicar la aplicación de las
entidades administrativas, en contraste con quienes pretenden la aplicación indiscriminada de los pre-
ceptos del Código Procesal Civil a los procedimientos administrativos, en «El artículo V de la Ley de
Procedimiento Administrativo General o el Derecho administrativo como ordenamiento jurídico», pu-
blicado en AA.VV., «Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo General, Ley Nº 27444»,
2ª parte, Lima: Ara Editores, 2003, pp. 91 y 94.
10
He trabajado el tema de fuentes del Derecho desde la perspectiva del Derecho tributario en
DANÓS ORDÓÑEZ, J.E., «La incidencia de la nueva Constitución en las fuentes del Derecho tributario».
Revista del Foro del Colegio de Abogados de Lima, Año LXXXII, nº 1, Lima: 1995, pp. 39 y ss.
1018
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
11
Constitución. Art. 55. Los tratados celebrados por el Estado y en vigor forman parte del Dere-
cho nacional; en tal sentido la Ley Nº 26647 sobre Perfeccionamiento de los Tratados dispone en su
artículo 3 que estos «entran en vigencia y se incorporan al Derecho nacional, en la fecha en que se
cumplan las condiciones establecidas en los instrumentos internacionales respectivos». Sobre el tema:
1019
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1020
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
16
Constitución. Disposición Final y Transitoria Cuarta. Las normas relativas a los derechos y a las
libertades que la Constitución reconoce se interpretan de conformidad con la Declaración Universal de
por el Perú.
17
por el Presidente de la República, siempre que versen sobre las siguientes materias:
1. derechos Humanos;
2. soberanía, dominio o integridad del Estado;
3. defensa Nacional, o
para su ejecución.
18
a estos sin el requisito de la aprobación previa del Congreso en materias no contempladas en el artícu-
lo precedente En todos esos casos, debe dar cuenta al Congreso.
1021
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
19
Reglamento del Congreso de la República. «Procedimiento de control sobre los tratados inter-
-
te de la República al amparo del artículo 57 de la Constitución Política se denominan «tratados inter-
nacionales ejecutivos» para efectos internos, aun cuando fuere diferente la denominación que en los
mismos convenios internacionales se expresen, y solo pueden versar sobre materias distintas a las
contempladas en el artículo 56 de la Constitución Política. Los tratados internacionales ejecutivos no
tienen rango de ley, o que exijan desarrollo legislativo para su cumplimiento. Dentro de los tres (3) días
útiles posteriores a su celebración, el Presidente de la República debe dar cuenta al Congreso o a la
Comisión Permanente de los tratados internacionales ejecutivos a que dé curso. La omisión de este
trámite suspende la aplicación del convenio, el cual, si ha sido perfeccionado con arreglo a las normas
anterior, y a más tardar dentro de los tres (3) días útiles, el Presidente del Congreso remite copia a las
Comisiones de Constitución y Reglamento y de Relaciones Exteriores del Congreso de la República,
las que estudian y dictaminan los tratados internacionales ejecutivos puestos en su conocimiento en el
1022
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
del Tribunal Constitucional (art. 200, nº 4), que podrá determinar si se han
cumplido los trámites previstos en la Constitución para la formalización de los
tratados internacionales, cualquiera que fuera su especie.
En reciente jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano en la que se
resolvió la controversia constitucional acerca de la pertinencia de la aprobación
de un tratado internacional por la vía ejecutiva (simplificada, administrativa)20,
dicho organismo estableció dos reglas que nos parece conveniente resaltar: (i)
en caso de presentarse dudas sobre el titular de la competencia o atribución para
aprobar un tratado internacional en el caso de materias que no son exclusivas
del Congreso para su aprobación mediante tratados ordinarios (art. 56) sino que
pueden ser compartidas con el Gobierno, considera el Tribunal Constitucional
que debe operar una presunción de competencia a favor del Poder Ejecutivo
porque es la instancia de Gobierno que gestiona las actividades y prestaciones
públicas más cercanas a los ciudadanos, y, en segundo lugar (ii), recomendó al
Poder Ejecutivo hacer uso del mecanismo previsto en el artículo 89 del regla-
mento del Congreso de la República para someter a consulta de las Comisiones
de Constitución y Reglamento y de Relaciones Exteriores del Congreso el texto de
los tratados internacionales ejecutivos que proyecte celebrar o ratificar, a fin
de que estas los estudien, de modo que se respete las competencias del Congre-
so en materia de control ex ante de los tratados ejecutivos, pero dejando cons-
tancia de que la opinión de las citadas comisiones o condiciona la decisión final
del Poder Ejecutivo, como señala el artículo 89 del Reglamento del Congreso.
En relación con la posición de los tratados en el Derecho interno es preciso
determinar el rango con que tales instrumentos se han de incorporara al ordena-
miento jurídico y la forma de solución de las posibles contradicciones entre los
propios tratados y las restantes fuentes del Derecho interno.
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional que le reconoce a los tratados
internacionales sobre Derechos Humanos rango constitucional proclama su pri-
macía sobre otras fuentes de Derecho interno, en tal sentido se señala que:
33. Si […] los derechos reconocidos en los tratados internacionales de
Derechos Humanos tienen rango constitucional, debe concluirse que dichos
tratados detentan rango constitucional. El rango constitucional que detentan
trae consigo que dichos tratados están dotados de fuerza activa y pasiva pro-
pia de toda fuente de rango constitucional; es decir, fuerza activa, conforme
a la cual estos tratados han innovado nuestro ordenamiento jurídico incorpo-
rando a este, en tanto derecho vigente, los derechos reconocidos por ellos,
pero no bajo cualquier condición, sino a título de derechos de rango consti-
tucional. Su fuerza pasiva trae consigo su aptitud de resistencia frente a nor-
mas provenientes de fuentes infraconstitucionales, es decir, ellas no pueden
20
Es el caso de la sentencia recaída en el Expediente Nº 00002-2009-PI/TC, 5/2/2010, con motivo
de una demanda interpuesta por un determinado número de congresistas contra el Acuerdo de Libre
Comercio entre el Gobierno de la República del Perú y el Gobierno de la República de Chile, que fuera
aprobado como tratado ejecutivo y formalizado mediante Decreto Supremo.
1023
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
En tal sentido, no cabe duda que los demás tratados internacionales ordina-
rios y ejecutivos tienen una relación de subordinación a la Constitución y por
ende se encuentran localizados en la citada segunda categoría normativa de la
pirámide jurídica nacional, entre las leyes y las normas con rango de ley; así se
desprende en la regla contenida en el segundo párrafo del artículo 57 conforme
al cual los tratados que afecten disposiciones constitucionales deben ser apro-
bados por el mismo procedimiento que rige la reforma de la Constitución y de
lo previsto por el numeral 4) del artículo 200 que menciona a los tratados entre
la relación de normas con rango de ley susceptibles de ser objeto del proceso de
control de constitucionalidad ante el Tribunal Constitucional.
Las relaciones con otras fuentes del Derecho interno, sobre todo con las
normas dotadas de rango de ley, son más complejas. A estos efectos debe dis-
tinguirse entre las dos categorías de tratados a los que aluden los artículos 56 y
57 de la Constitución.
21
Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en los Expedientes nº 0025-2005-PI/TC y
0026-2005-PI/TC, 25/4/2006.
22
Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expediente nº 047-2004-AI/TC, 24/4/2006,
que en su Fundamento Jurídico 61 señala que «[…] la pirámide jurídica nacional debe ser establecida
en base a dos criterios rectores, a saber: a) Las categorías. Son la expresión de un género normativo que
o por sus normas reglamentarias. Ellas provienen de una especie normativa; es decir, aluden a un con-
junto de normas de contenido y valor semejante o análogo (leyes, decretos, resoluciones, etc.). b) Los
grados. Son los que exponen una jerarquía existente entre las normas pertenecientes a una misma cate-
goría. Tal el caso de las resoluciones (en cuyo orden decreciente aparecen las resoluciones supremas,
las resoluciones ministeriales, las resoluciones viceministeriales, etc.)[…]».
1024
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
lamentaria, a que se refiere el artículo 56, están dotados de plena fuerza activa
para modificar, suspender o derogar leyes u otras normas de ese rango.
En cambio, los denominados «tratados ejecutivos», contemplados en el artí-
culo 57, que son aprobados por el Gobierno sin intervención del Congreso, ca-
recen de eficacia para modificar o derogar leyes limitando su ámbito de acción
a las disposiciones de carácter reglamentario. Esto se desprende de lo previsto
por el segundo párrafo del artículo 56 conforme al cual todos los tratados que
incidan sobre una ley o requieran de medidas legislativas para su ejecución,
exigen autorización del órgano legislativo.
Con relación a las normas que se dicten o aprueben con posterioridad a la
entrada en vigencia de los tratados internacionales, debe resaltarse que todos los
tratados sin excepción ostentan una fuerza pasiva resistente frente a las leyes.
En el ordenamiento peruano los tratados internacionales impactan en el ám-
bito del Derecho administrativo nacional principalmente en el campo de la con-
sagración de los Derechos Humanos, que como se ha referido ostentan catego-
ría constitucional y por ende vinculan a todos los poderes públicos y a los
propios ciudadanos; y también en lo referido a las políticas de integración entre
varios Estados, de garantías a los inversionistas y de Libre Comercio que con-
llevan el establecimiento de medidas de carácter administrativo en orden a fa-
cilitar las actividades económicas, las que pueden ser de aplicación directa por
las entidades administrativas de los Estados comprometidos o servir de paráme-
tro vinculante para su posterior desarrollo legislativo con el objeto de facilitar
su aplicación por la Administración Pública correspondiente.
En lo que respecta a los Derechos Fundamentales, la influencia de los trata-
dos internacionales que reconocen Derechos Humanos y de la jurisprudencia
expedida por las Cortes Internacionales creadas para resolver los conflictos so-
bre su aplicación, como es el caso de la Comisión y de la Corte Interamericana
de Derechos Humanos cuyas 23 resoluciones expedidas sobre el Perú en los
últimos años han tenido repercusión directa en vastos ámbitos del Derecho ad-
ministrativo peruano. Así ha sucedido con el potenciamiento del derecho al
debido procedimiento administrativo y correlativamente al derecho de defensa,
lo que sido recogido por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano.
Una de las principales manifestaciones de dicha influencia lo constituye la sen-
tencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que resolvió un caso
en el que se había producido el retiro arbitrario de la nacionalidad reconocida
por acto administrativo formal a una persona casi 30 años antes. En dicho caso
la Corte23 estableció que se habían vulnerado los Derechos Humanos al debido
proceso y la defensa al demandante porque no se le había otorgado previa au-
diencia para que pudiera manifestar lo que convenía a su derecho. Este criterio
de la Corte Interamericana ha sido recogido por el Tribunal Constitucional pe-
23
Caso Ivcher Bronstein vs. Perú, sentencia de 6 de febrero de 2001, fundamentos 100 a 110.
1025
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1026
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
24
Art. 106. Mediante leyes orgánicas se regulan la estructura y el funcionamiento de las entidades
del Estado previstas en la Constitución, así como también las otras materias cuya regulación por ley
orgánica está establecida en la Constitución. Los proyectos de ley orgánica se tramitan como cualquier
1027
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1028
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
26
Art. 104. El Congreso puede delegar en el Poder Ejecutivo la facultad de legislar, mediante
-
toritativa. No pueden delegar las materias que son indelegables a la Comisión Permanente. Los decre-
tos legislativos están sometidos, en cuanto a su promulgación, publicación, vigencia y efectos, a las
mismas normas que rigen para la Ley. El presidente de la República da cuenta al Congreso o a la Co-
misión Permanente de cada decreto legislativo.
27
Art. 101. 4) No pueden delegarse a la Comisión Permanente materias relativas a reforma cons-
titucional, ni a la aprobación de tratados internacionales, leyes orgánicas, Ley de Presupuesto y Ley de
la Cuenta General de la República.
28
ARAGÓN, Manuel, Constitución y democracia, Madrid: Tecnos, 1988, p. 126.
1029
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
29
Art. 118. Corresponde al Presidente de la República: […] 19) Dictar medidas extraordinarias,
-
-
gar los referidos decretos de urgencia.
1030
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1031
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1032
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
se va a aprobar. Así sucede con numerosas leyes aprobadas en los últimos años,
en las que se establece que el respectivo reglamento deberá ser dictado con el
refrendo de determinados ministros, o con normas como el artículo XIV del
Título Preliminar del Código Tributario, que establece que toda norma regla-
mentaria que verse sobre materia tributaria requiere ser dictada con el refrendo
del Ministro de Economía y Finanzas.
Al respecto cabe traer a colación que el numeral 3) del artículo 11 de la Ley
Orgánica del Poder Ejecutivo30 establece de conformidad con la Constitución
que los decretos supremos «pueden requerir o no el voto aprobatorio del Con-
sejo de Ministros según disponga la ley. Son rubricados por el Presidente de la
República y refrendados por uno o más ministros, a cuyo ámbito de competen-
cia correspondan […]».
En lo que se refiere a la extensión material de la potestad reglamentaria, en
principio el Presidente de la República puede dictar reglamentos sin necesi-
dad de expresa habilitación legislativa, porque su potestad constituye una au-
torización general de potestad reglamentaria, desprovista de condicionamien-
tos, conferida directamente por la Constitución. Por tal razón, las leyes
sobreentienden que el Presidente de la República está facultado por la Cons-
titución para dictar el correspondiente reglamento de desarrollo y usualmente
se limitan a establecer qué ministros deben participar en su refrendo y los
plazos para dictarlo.
Existen materias que la Constitución dispone que deban ser aprobadas di-
rectamente por el Gobierno mediante decreto supremo, sin requerir el concur-
so de una ley previa que les sirva de marco de referencia. Tal es el caso de los
artículos 71 y 137 anteriormente analizados y del primer párrafo del artículo
74 de la Constitución en la parte que dispone que la aprobación de los tipos
tributarios denominados aranceles y tasas «se regulan mediante decreto su-
premo». Independientemente de que se pueda discutir si los decretos supre-
mos que se dictan en base a los preceptos constitucionales citados constituyen
verdaderos reglamentos independientes o autónomos, conforme a la clasifica-
ción estudiada anteriormente31, lo cierto es que confieren competencia al Go-
bierno para desarrollar mediante decretos supremos determinadas materias
estableciendo una suerte de «reserva de administración» consagrada constitu-
cionalmente, lo que no impide que mediante leyes se puedan establecer algu-
nas reglas o pautas para el dictado de tales decretos supremos, pero sin des-
30
Ley Nº 29158, promulgada el 18 de diciembre del 2007.
31
Boquera Oliver distingue los conceptos de reglamentos independientes y reglamentos autóno-
mos; para este autor solo serían reglamentos autónomos los que se puedan dictar en base a una reserva
reglamentaria establecida por la Constitución. BOQUERA OLIVER, José María, «Enjuiciamiento e inapli-
cación judicial de Reglamentos», Revista Española de Derecho Administrativo (REDA), nº 40, nota al
pie de p. 9. También FERNÁNDEZ FARRERES, Germán, «Medidas de seguridad y vigilancia en cajas,
bancos, cajas de ahorro y otras entidades», Revista de Administración Pública (RAP), nº 100-102,
1983, nota al pie de p. 16, p. 2578.
1033
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
32
Dice Rebollo Puig: «El principio de juricidad impide ejercer la potestad atribuida en el artícu-
lo 97 (de la Constitución española) para dictar reglamentos sobre materias no administrativas, es decir,
-
gramente a los particulares o a otros poderes públicos». REBOLLO PUIG, Manuel, «Juridicidad, legalidad
y reserva de ley como límites a la potestad reglamentaria», Revista de Administración Pública, nº 125,
1991, pp. 112 y 113. Participa de la misma opinión Morón Urbina: «Administración no puede preten-
der reglamentar normas legales que no corresponda aplicar […], esto es, que sea un asunto normativo
administrativizado, en el sentido que es la Administración la llamada a ejecutarlo. No toda ley es sus-
ceptible de reglamentación». MORÓN URBINA, Juan Carlos, «Aportes para el estudio del nuevo régimen
de la acción popular en el código procesal constitucional», en VV.AA., El Derecho procesal constitu-
cional peruano. Estudios en homenaje a Domingo García Belaúnde, tomo II. Lima: Grijley, 2005,
p. 1098.
33
Aunque referido a la Constitución de 1979, que sin embargo contenía una regulación del ré-
gimen de los reglamentos similar a la Constitución de 1993 vigente, recordamos que en el año 1990
se dictó el Decreto Supremo Nº 024-90-JUS, anunciado como reglamentario de la Ley 23506, Ley
reguladora de los procesos constitucionales de habeas corpus y de amparo para la tutela de derechos
constitucionales. Sin embargo el mencionado reglamento fue duramente cuestionado porque esta-
blecía regulaciones al trámite de los citados procesos restringiendo las potencialidades de los mis-
1034
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
sentarse situaciones en las que las leyes que regulen las materias referidas
puedan demandar expresamente la colaboración de los reglamentos en el de-
sarrollo de sus contenidos.
Se puede afirmar que la Constitución política peruana confiere potestad
reglamentaria originaria exclusivamente al Presidente de la República, y en
forma tácita, en tanto que les reconoce autonomía política-normativa, a los
poderes territoriales descentralizados (Regiones y Municipalidades), asimis-
mo también confiere potestad reglamentaria en forma tácita a los organismos
constitucionales a los que otorga autonomía para el ejercicio de sus funcio-
nes, los que como se ha señalado anteriormente requieren de una norma de
rango legal que precise los alcances y la forma del ejercicio de dicha potestad
reglamentaria. Sin embargo, la realidad demuestra que en el ordenamiento
jurídico peruano son numerosas las disposiciones legales que encomiendan
su desarrollo reglamentario a autoridades y entidades administrativas de me-
nor jerarquía que la descrita hasta el momento en la organización administra-
tiva. Por citar algunos ejemplos, cabe recordar que en materia tributaria han
sido frecuentes las veces que el Código tributario y otras leyes tributarias han
habilitado directamente a la Administración Tributaria para desarrollar as-
pectos importantes de la tributación mediante reglamentos dictados por su
titular y no mediante Decretos Supremos. Así sucede también con los orga-
nismos reguladores de la inversión privada en servicios públicos y las conce-
siones de infraestructura de transporte a los que la ley marco que establece su
régimen jurídico les atribuye amplias potestades normativas para dictar nor-
mas reglamentarias sobre las obligaciones o derechos de las entidades o acti-
vidades supervisadas o de sus usuarios, normas de procedimiento e incluso
tipificar infracciones y determinar las correspondientes sanciones adminis-
trativas34.
En resumen, la acotada dispersión subjetiva del poder reglamentario que se
ha experimentado en la realidad del ordenamiento jurídico-administrativo pe-
ruano constituye un proceso que se desarrolla al margen al texto expreso del
glosado numeral 8) del artículo 118 de la Constitución, pero que no considera-
mos contrario a esta. En el derecho peruano, como en otros ordenamientos que
cuentan con un régimen constitucional-administrativo semejante al nuestro, se
acepta pacíficamente que el otorgamiento de potestad reglamentaria no provie-
ne únicamente de la Constitución, porque también puede ser conferida median-
-
das acciones de garantía. Por dichas razones el Congreso aprobó la ley Nº 25398, complementaria
de la citada Ley Nº 23506, en la cual recogió prácticamente la totalidad del citado reglamento, que
fue dejado sin efecto.
34
Numeral c) del artículo 3 según texto reformado por la Ley Nº 27631. Sobre el tema MARTÍN
TIRADO, Richard, «Análisis de la “función normativa” de los organismos reguladores de la inversión
privada en servicios públicos. La dicotomía del rol del Estado en la actividad económica: subsidiarie-
dad y solidaridad», Ius et Veritas, nº 24, Lima, 2002, p. 93. TOVAR MENA, Teresa, «La potestad norma-
tiva de los organismos reguladores», Normas Legales, Tomo 334, Lima. 2004, p. 25.
1035
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
35
En el Derecho español, Santamaría Pastor sostiene que el artículo 97 de la Constitución españo-
la que, de manera semejante al precepto constitucional peruano anteriormente glosado, atribuye al
Gobierno potestad reglamentaria «como órgano titular primario y general de la misma […] no prohíbe
que por normas de rango inferior puedan efectuarse atribuciones concretas de esta potestad a favor de
órganos distintos o inferiores al Gobierno» (SANTAMARÍA PASTOR, op. cit., p. 760); en la misma orien-
-
da de manera efectiva a la Constitución, lo puede todo y cuando lo está puede hacer todo lo que la
Constitución no le prohíbe». (BOQUERA OLIVER, op. cit., p. 5).
36
SANTAMARÍA PASTOR, op. cit., p. 761.
37
La Ley Nº 27444 de Procedimiento Administrativo General consagra el carácter inalienable de
las competencias administrativas (art. 63) y prohíbe la delegación de «las atribuciones para emitir
normas generales» (art. 67.2).
1036
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
38
BOQUERA OLIVER, op. cit., p. 6.
39
GALLEGO ANABITARTE, Alfredo y MENÉNDEZ REXARCH, Ángel, «Comentarios al artículo 97 de la
Constitución española. Funciones de Gobierno», Comentarios a la Constitución Española de 1978,
Óscar Alzaga (dir.), Tomo VIII, Cortes Generales, Madrid: Editorial de Derecho Reunidas, 1988,
p. 165.
1037
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1038
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1039
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
No han sido escasas las veces que en los últimos años se hayan registrado
controversias acerca del cumplimiento de las reglas de publicidad de las nor-
mas reglamentarias. El incumplimiento de tales reglas, ya sea por la omisión
total de publicidad o por el cumplimiento parcial o defectuoso, como sucede
cuando se publica solamente la norma que aprueba formalmente el reglamento
(mediante decreto o resolución) pero no se publica el texto del reglamento mis-
mo, trae como consecuencia la ineficacia de dicho reglamento, es decir que no
surta efectos jurídicos y que por tanto carezca de capacidad para vincular u
obligar a alguien.
En cuanto a la normatividad que pueden expedir las regiones y las municipa-
lidades, la Ley de Bases de la Descentralización Nº 27783 establece que las nor-
mas expedidas por los distintos niveles de Gobierno se sujetan al ordenamiento
jurídico establecido por la Constitución Política y las leyes de la República.
Conforme a la Ley Orgánica de Gobiernos Regionales Nº 27867 correspon-
de al respectivo Consejo Regional en su calidad de órgano legislativo y fiscali-
zador aprobar las ordenanzas regionales que tienen por objeto normar asuntos
de carácter general o que son materia de su competencia, la organización y la
administración del Gobierno Regional. A la Presidencia Regional corresponde
dictar los decretos regionales que constituyen normas reglamentarias para la
ejecución de las ordenanzas regionales, que establecen los procedimientos ne-
cesarios para la Administración Regional y resuelven o regulan asuntos de or-
den general y de interés ciudadano. Las citadas normas regionales deben publi-
carse en el Diario Oficial El Peruano, también en el diario encargado de las
publicaciones judiciales en la capital de la Región y deben incluirse además en
el portal electrónico del respectivo Gobierno Regional.
A nivel municipal, según lo dispone la Ley Orgánica de Municipalidades
Nº 27972, corresponde a los respectivos Consejos de las Municipalidades Dis-
tritales o Provinciales, en virtud de su rol de órgano legislativo y fiscalizador de
las citadas entidades de Gobierno local, aprobar las ordenanzas municipales
que en las materias de su competencia son las normas de mayor jerarquía en la
1040
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
40
Art. 200. «Son garantías constitucionales: 4) La Acción de Inconstitucionalidad, que procede
contra las normas que tienen rango de ley: leyes, decretos legislativos, decretos de urgencia, tratados,
reglamentos del Congreso, normas regionales de carácter general y ordenanzas municipales que con-
travengan la Constitución en la forma y el fondo».
1041
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
En lo que respecta a las relaciones de las ordenanzas con las leyes nacionales
el Supremo Intérprete de la Constitución Peruano ha señalado a través de su ju-
risprudencia que las normas y disposiciones emitidas por los gobiernos locales,
como es el caso de las ordenanzas municipales, a pesar que el ordenamiento pe-
ruano les otorga de manera expresa el rango de ley, no pueden invalidar o dejar
sin efecto en sus respectivas circunscripciones las normas expedidas por otros
niveles de Gobierno, como las normas de los gobiernos regionales, las leyes apro-
badas por el Congreso de la República o las normas del Gobierno Nacional, por-
que estarían vulnerando el Principio de Lealtad Nacional comprendido dentro del
Principio de Unidad del Estado, además de ignorar que el citado Tribunal Cons-
titucional ostenta el monopolio de rechazo de las normas con rango de ley.
Los decretos regionales y decretos de alcaldía son normas de carácter regla-
mentario, subordinadas a las respectivas ordenanzas regionales y municipales,
por lo que el control jurisdiccional de su legalidad y/o constitucionalidad se
realiza a través del proceso constitucional de Acción Popular que cualquier
persona sin necesidad de alegar interés o beneficio alguno puede incoar ante el
Poder Judicial.
Finalmente, como bien señala Juan Carlos Morón41, el artículo V del Título
Preliminar de la Ley de Procedimiento Administrativo General Nº 27444 no
solo establece un listado ordenado de fuentes jurídicas en sentido estricto, sino
que también consagra un conjunto de fuentes que dicho autor denomina «de in-
tegración» que no responden al principio de jerarquía que ordena las relaciones
entre las demás fuentes y cuya finalidad esencial es orientar la interpretación de
los operadores jurídicos. Nos estamos refiriendo a los numerales 2.7, 2.8, 2.9 y
2.10 del citado artículo V conforme al cual: (i) la jurisprudencia emanada de
fallos judiciales que interpreten disposiciones administrativas (recaída en proce-
sos contencioso administrativos o constitucionales); (ii) la jurisprudencia de los
tribunales administrativos (Tribunal Fiscal, Consejo de Minería, Tribunal de
Defensa de la Competencia y de la Propiedad Intelectual de INDECOPI, Tribu-
nal del Consejo Superior de Contrataciones y Adquisiciones-CONSUCODE,
etc.) que constituyen órganos administrativos colegiados encargados de resolver
controversias en última instancia administrativa; (iii) los pronunciamientos vin-
culantes de autoridades administrativas facultadas para absolver consultas sobre
la interpretación de normas administrativas, y (iv) los Principios Generales del
Derecho administrativo, constituyen todos referencias autorizadas legalmente
para interpretar y delimitar el campo de aplicación del ordenamiento administra-
tivo específico respecto del cual han sido emitidas.
En el ordenamiento jurídico peruano la jurisprudencia es reconocida como
fuente del derecho en forma expresa por los numerales 2.7 y 2.8 del glosado
41
En «Comentarios a la nueva Ley del Procedimiento Administrativo General», Gaceta Jurídica,
3ª ed., Lima, 2004, p. 94. También: GUZMÁN NAPURÍ, Christián, La Administración Pública y el Proce-
dimiento Administrativo General, Lima: Página Blanca Editores, 2004, pp. 115 y ss.
1042
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
42
Art IV. Principios del procedimiento administrativo. 1. El procedimiento administrativo se sus-
tenta fundamentalmente en los siguientes principios, sin perjuicio de la vigencia de otros principios
generales del Derecho administrativo: 1.1 Principio de legalidad; 1.2 Principio del debido procedi-
-
lidad; 1.6 Principio de informalismo; 1.7 Principio de presunción de veracidad; 1.8 Principio de con-
material; 1.12 Principio de participación; 1.13 Principio de simplicidad; 1.14 Principio de uniformi-
dad; 1.15 Principio de predictibilidad; 1.16 Principio de privilegio de controles posteriores.
1043
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
43
Dice el numeral 1) del art. II de la Ley de Procedimiento Administrativo General que el proce-
dimiento administrativo se sustenta fundamentalmente en la relación de principios que establece la ley
«sin perjuicio de la vigencia de otros principios generales del Derecho administrativo» y en el último
párrafo del numeral 2) del mismo artículo se reitera que «La relación de principios anteriormente
enunciados no tiene carácter taxativo».
1044
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1045
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
44
LPAG. Art. 75. Deberes de las autoridades en los procedimientos. Son deberes de las autorida-
des respecto del procedimiento administrativo y de sus partícipes, los siguientes: 2. Desempeñar sus
funciones siguiendo los principios del procedimiento administrativo previstos en el Título Preliminar
de esta Ley.
1046
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
45
Hemos trabajado el tema en «El régimen de los contratos estatales en el Perú», publicado en
AA.VV., Derecho administrativo contemporáneo. Ponencias del II Congreso de Derecho Administra-
tivo. Lima: Palestra Editores, 2007, pp. 92 y 93. La sentencia del Tribunal Constitucional citada es la
recaída en el Expediente Nº 020-2003-AI/TC de 17/5/2004, disponible en: http://www.tc.gob.pe/cgi-
bin/searchtout.cgi
46
Principios que caracterizan el citado proceso como dinámico, permanente, irreversible, demo-
crático, integral, subsidiario y gradual.
47
Principios de unidad, transparencia, participación y subordinación, con sus correspondientes
1047
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
la anotada tendencia un buen número de las disposiciones dictadas por los or-
ganismos reguladores de servicios públicos y de concesiones de infraestructura
en ejercicio de sus potestades normativas, especialmente los reglamentos de
carácter autónomo que se dictan regulando el trámite de diversos procedimien-
tos administrativos especiales, los que por regla general son aprobados cuidan-
do de consagrar una relación de principios que tienen por objetivo constituir los
parámetros o pautas para la aplicación e interpretación del reglamento en cues-
tión, los mismos que se aplican sin perjuicio de que puedan ser de aplicación
supletoria los principios del procedimiento administrativo previstos en la LPAG
u otros principios del Derecho administrativo.
48
«Prólogo», en MODERNE, Franck, Principios generales del Derecho público, Chile: Editorial
Jurídica de Chile, 2005, p. 14.
1048
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
49
Tal es el caso del Tribunal Fiscal, del Consejo de Minería, del Tribunal de Contrataciones del
Estado, del Tribunal Registral, del Tribunal de Defensa de la Competencia y de la Propiedad Industrial,
entre otros... Hemos analizado el régimen de los tribunales administrativos y su rol como mecanismos
de control de la Administración Pública en: «El proceso contencioso administrativo en el Perú», publi-
cado en AA.VV., «Derecho procesal», II Congreso Internacional, Lima, Fondo de desarrollo editorial
de la Universidad de Lima, 2002, pp. 373 y 374.
50
GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo y FERNÁNDEZ, Tomás Ramón, Curso de Derecho administrativo,
Tomo I, Madrid: Civitas, 1997, p. 432.
1049
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
da, esta última vinculada al deber genérico de motivación de los actos adminis-
trativos con el objeto de permitirle al administrado poder controlar las decisiones
administrativas51.
El principio de impulso de oficio se traduce en el deber de la Administra-
ción, como gestora del interés público, de desarrollar toda la actividad que sea
necesaria para llegar a la decisión final, sin perjuicio de la mayor o menor par-
ticipación que puedan tener los interesados en la realización de las actuaciones.
Ello se justifica porque la actuación administrativa debe estar orientada a satis-
facer los intereses públicos y por ende la simple inacción de los administrados
no debe determinar normalmente la paralización del procedimiento.
El principio de razonabilidad, también conocido como proporcionalidad en
otros ordenamientos, postula la adecuación entre medios y fines, de modo que
la Administración Pública no debe imponer ninguna carga, obligación, sanción
o prestación más gravosa que la que sea indispensable para cumplir con las
exigencias del interés público.
El principio de imparcialidad opera tanto cuando la Administración resuelve
procedimientos en los que existen intereses contrapuestos entre particulares,
como sucede en las licitaciones, concursos, en los denominados procedimien-
tos trilaterales, e incluso cuando tramita solicitudes de licencias, autorizacio-
nes, permisos, etc. en los que pueden existir interesados en impugnar un acto
administrativo que a su vez beneficia a otro, como también incide en los proce-
dimientos que se tramitan únicamente entre un particular y la Administración
(procedimientos lineales); en ambos casos el principio de imparcialidad asegu-
ra que la Administración permita la participación igualitaria de los interesados.
Mediante el principio de informalismo se pretende que la Administración
Pública excuse a los interesados de la inobservancia de exigencias formales no
esenciales que impidan obtener una decisión sobre el fondo de la cuestión ob-
jeto del procedimiento. Este principio se concibe siempre a favor del adminis-
trado y nunca de la Administración, no pudiendo esta última invocarlo para
eludir el cumplimiento de facultades regladas. El objetivo es evitar que el pro-
cedimiento administrativo sea concebido como una carrera de obstáculos en
contra del administrado, las más de las veces impuestos por la rutina burocráti-
51
MORÓN URBINA, Juan Carlos, Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo General,
Lima: Gaceta Editores, 2011, pp. 63 y ss.; ESPINOSA-SALDAÑA, Eloy, «Debido proceso en procedimien-
tos administrativos, su viabilidad y las experiencias peruana y mundial sobre el particular», Revista
Jurídica del Perú nº 18, Trujillo: Ed. Normas Legales, 2001, p. 2; GUZMÁN NAPURÍ, Christian, «El de-
1050
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
52
Art. 2. Toda persona tiene derecho: 5) A solicitar sin expresión de causa la información que
requiera y a recibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga el pedi-
do. Se exceptúan las informaciones que afectan la intimidad personal y las que expresamente se exclu-
yan por ley o por razones de seguridad nacional.
53
Es el caso del Texto Único Ordenado de la Ley Nº 27806 de Transparencia y Acceso a la Infor-
mación Pública aprobado mediante Decreto Supremo Nº 043-2003-PCM de 24.04.2003 que establece
obligaciones de difusión activa (difundir información mediante portales vía Internet) y pasiva (facilitar
el acceso a la información solicitada) por parte de la Administración.
54
Art. 2. Toda persona tiene derecho: 17) A participar, en forma individual.
1051
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
55
Especialmente la sentencia recaída en el proceso de inconstitucionalidad promovido por el Go-
bierno nacional contra las ordenanzas regionales que declaraban patrimonio cultural la hoja de coca
recaída los expedientes Nº 0020-2005-PI/TC y 0021-2005-PI/TC, de 27 de setiembre del 2005. Las
referencias son a los fundamentos jurídicos 44, 45, 48 y 57 de la citada sentencia.
1052
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
56
Así sucede con el artículo 118 de la Constitución vigente que lista una relación de competencias
formalmente asignadas al Presidente de la República, algunas de las cuales solo pueden ser ejercidas
1053
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
por él directamente, pero otras son de competencia del Gobierno en términos generales o de los entes
que lo integran.
57
Las atribuciones están consagradas en el artículo 125 de la Constitución y en el artículo 16 de la
Ley Nº 29158, Ley Orgánica del Poder Ejecutivo.
58
Son competencias que el legislador deriva del artículo 123 de la Constitución, precepto que
también la asigna la función de refrendar los decretos legislativos, los decretos de urgencia y los demás
decretos y resoluciones que señalen la Constitución y la ley.
1054
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
59
Concepción que hemos criticado en nuestro trabajo sobre «El régimen de los servicios públi-
cos en la Constitución peruana», publicado en AA.VV., Orlando Vignolo (coord.), Teoría de los
servicios públicos, Lima: Grigley, 2009, p. 17. Hoy en día la LOPE precisa en su artículo 22.3 que
los ministros de Estado «son responsables de la dirección y gestión de los asuntos públicos de su
competencia».
60
Conforme al artículo 106 de la Constitución mediante las leyes orgánicas se «regula la estructu-
ra y funcionamiento de las entidades del Estado previstas en la Constitución, así como también las
otras materias cuya regulación por ley orgánica está establecida en la Constitución […]», lo que deter-
mina que el estatuto organizativo a nivel legal de los poderes del Estado en sus tres niveles territoriales
(a excepción del Congreso de la República que se rige por su reglamento con fuerza de ley) y los orga-
nismos constitucionalmente autónomos tiene que ser aprobado mediante una ley orgánica que para su
aprobación requiere el voto de más de la mitad del número legal de miembros del Congreso.
1055
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
61
1056
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
llo de las industrias que son materia de su actividad regulatoria. Finalmente, los
organismos técnicos especializados del Poder Ejecutivo se crean para hacerse
cargo de políticas de Estado de largo plazo, de carácter multisectorial o intergu-
bernamental que requieren de un alto grado de independencia funcional, o para
establecer instancias funcionalmente independientes que otorguen o reconoz-
can derechos a los particulares para el ingreso a los mercados o el desarrollo de
actividades económicas oponibles a otros sujetos de los sectores público o pri-
vados, conforme a la LOPE deben ser dirigidos por un Consejo Directivo, pero
paradójicamente, a pesar de que formalmente se pretende otorgársele indepen-
dencia funcional, la LOPE dispone que deben sujetarse a los lineamientos téc-
nicos del Ministerio al que están adscritos con quien coordinan sus objetivos y
estrategias, así como la aprobación de su política de gasto en el marco de la
política general del Gobierno. Actualmente existen en el Poder Ejecutivo alre-
dedor de 40 organismos públicos algunos de los cuales tienen una dimensión
(presupuestal y administrativa) mayor que algunos ministerios.
Conforme al diseño constitucional todas las entidades públicas del Poder
Ejecutivo requieren estar adscritas a un ministerio para que el respectivo minis-
tro pueda ser eventualmente el responsable político ante el Congreso de la Re-
pública en razón de la potestad de dirección general que le compete. Se trata a
no dudar de otra institución de origen parlamentario que se complementa con el
artículo 120 de la Constitución que dispone la nulidad de los actos del Presiden-
te de la República que carecen de refrendación ministerial y que se basa en que
el Presidente de la República no es pasible de responsabilidad política ante el
Parlamento.
Las competencias del Poder Ejecutivo están consagradas por la Constitución
y las respectivas leyes sectoriales. Es indudable que el Presidente y los ministros
ejercen funciones de gobierno y administrativas. Las funciones de gobierno o
dirección política son jurídica y cualitativamente diferentes a las funciones de
carácter administrativo, estas últimas desarrolladas principalmente a través de su
propia organización administrativa63. La Ley Nº 27783, Ley de Bases de la Des-
centralización (en adelante, LBD64), establece en su artículo 2665 una relación de
63
Como bien señala el profesor Victor Baca aunque la Constitución no proporciona argumentos
para realizar una distinción subjetiva entre Gobierno y Administración, sí realiza la distinción entre
-
te de la República la función de «dirigir la política general del Gobierno» (numeral 3) y también
«ejercer las demás funciones de gobierno y administración que la Constitución y las leyes le enco-
miendan», Los actos de Gobierno. Un estudio sobre su naturaleza y régimen jurídico, Universidad de
Piura, 2003, p. 168.
64
La Ley de Bases de la Descentralización aprobada con carácter de ley orgánica desarrolla los
preceptos constitucionales referidos al Capítulo de la Descentralización articulando las competencias
entre los tres niveles territoriales de Gobierno, sin perjuicio de la regulación que en cumplimiento del
mandato constitucional mediante leyes orgánicas se desarrolla la estructura y funcionamiento del Po-
der Ejecutivo, de las regiones y los gobiernos locales.
65
Art. 26. Competencias exclusivas: 26.1 Son competencias exclusivas del gobierno nacional:
a) diseño de políticas nacionales y sectoriales; b) defensa, seguridad nacional y Fuerzas Armadas;
1057
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1058
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
68
Sobre el concepto de organismo constitucional: GARCÍA PELAYO, Manuel, «El “estatus” del Tri-
bunal Constitucional», Revista Española de Derecho Constitucional, nº 1, Madrid, 1981, p. 20; GÓMEZ
MONTOSO, Angel J., Madrid: Centro de Estudios Constitu-
cionales, 1992, p. 310; TRUJILLO RINCÓN, María Antonia,
del Estado, Madrid: Publicaciones del Congreso de los Diputados, 1995, p. 42; DANÓS O., Jorge,
«Aspectos orgánicos del Tribunal Constitucional», Lecturas sobre temas constitucionales, nº 10,
Lima: CAJ, p. 290; y DONAYRE M., Christian, «Entre la autonomía y la autarquía del Jurado Nacional
de Elecciones: la irreversibilidad de sus decisiones en sede jurisdiccional en cuestión», Revista Dere-
cho, nº 59, Lima: PUCP, 2007, p. 118.
69
La Constitución de 1993 ha sido parcialmente objeto de reforma en el Capítulo referido a des-
centralización mediante la Ley de Reforma Constitucional Nº 27680 de 7 de marzo del 2002, para dar
cobertura al reinicio del proceso de descentralización que posteriormente ha sigo legislativamente de-
sarrollado a través de la Ley Nº 27783 de Bases de la Descentralización de 17 de julio del 2002, la Ley
Nº 27867 Orgánica de Regiones de 18 de noviembre del 2002, la Ley Nº 27927 Orgánica de Munici-
palidades de 27 de mayo del 2003, el Decreto Nº 955 de Descentralización Fiscal de 5 de febrero de
2004, la Ley Nº 28273 del Sistema de Acreditación de los Gobiernos Regionales y Locales de 9 de
julio de 2004 y la Ley Nº 28274 de Incentivos para la Integración y Conformación de Regiones, tam-
bién de 9 de julio de 2004.
1059
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
70
Ley Nº 28390 de 17 de noviembre del 2004 para la Reforma Constitucional del artículo 74 de
la Constitución que regula el poder tributario.
71
Es recomendable la lectura del Informe de la Defensoría del Pueblo Nº 133 (2008), titulado
marco conceptual bajo el cual se organiza el Estado en sus tres niveles de Gobierno, así como se des-
cribe y analiza el procedo de descentralización y sobre todo los problemas detectados en el ejercicio de
la autonomía municipal.
1060
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
72
Como ya se señaló hoy en día en el Perú solo existen con carácter transitorio los «gobiernos
regionales» con sus autoridades debidamente elegidas asentados sobre la tradicional demarcación de-
partamental. La siguiente fase indispensable del proceso de descentralización es que se constituyan las
«regiones» sobre la base de la integración de la población de dos o más departamentos, sobre la base
de referéndums de las respectivas poblaciones.
73
gobierno como «el derecho y la capacidad efectiva del Gobierno en sus tres niveles, de normar, regular
una de las autonomías de orden político, administrativo y económico. Respecto de la autonomía polí-
su competencia, aprobar y expedir sus normas, decidir a través de sus órganos de gobierno y desarro-
llar las funciones que le son inherentes».
1061
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1062
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
74
Así lo señala el ilustre profesor Jesús González Pérez en el prólogo a la obra del profesor vene-
zolano Allan BREWER-CARÍAS, Principios del procedimiento administrativo en América Latina, Bogo-
ta: Legis, 2003, p. XX.
75
Aprobada por el Congreso de la República en base a un anteproyecto preparado por una comi-
sión de juristas designadas por el Ministerio de Justicia en 1997 y que tuve el honor de presidir. Sobre
el tema: Jorge DANÓS ORDÓÑEZ, «El proceso de elaboración y aprobación de la nueva Ley del Procedi-
miento Administrativo General» y «Comentarios a la nueva Ley del Procedimiento Administrativo
General», en AA.VV., Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo General, Lima: Ara
Editores, 2001, pp. 17 y 37, y ss.
1063
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
tan realizar con eficacia el interés general de la sociedad, pero a la vez estable-
ce mecanismos para garantizar las posiciones subjetivas de los ciudadanos en
sus relaciones con la Administración.
Entre los aportes más significativos de la citada Ley se encuentra el conjun-
to de principios que regulan la actuación de la Administración Pública en sus
relaciones con los ciudadanos consagrados por el artículo IV de su Título Pre-
liminar, los cuales constituyen los elementos estructurales o fundamentales de
la regulación de los procedimientos administrativos, pero no solo de los conte-
nidos en dicha Ley sino también del gran número de procedimientos especiales
o sectoriales existentes en virtud del carácter supletorio de toda ley general y
por mandato expreso del numeral 3) del artículo II del Título Preliminar76.
La LPAG es una de las normas capitales del Derecho administrativo perua-
no, porque constituye el referente normativo necesario para el funcionamiento
de las entidades que conforman la Administración Pública en el Perú.
Mediante la regulación del procedimiento administrativo se disciplina la ac-
tividad de la Administración Pública. El funcionario está sujeto a un cauce
formal legalmente establecido que le obliga a realizar determinadas actuacio-
nes, le faculta a utilizar potestades exorbitantes y le impone el deber de sujetar-
se a una extensa relación de principios que tienen por finalidad procurar el
mejor cumplimiento de las funciones la ley les asigna, todo ello dentro de un
marco constitucional que a la par de establecer los cometidos que debe cumplir
la administración y sus funcionarios, consagra los derechos fundamentales de
las personas que la administración debe respetar y defender, así como hacer
posible su vigencia.
El procedimiento administrativo es un mecanismo diseñado legalmente para
encauzar jurídicamente la actividad de la Administración Pública y constituye
uno de los instrumentos centrales que nuestro ordenamiento administrativo es-
tablece para el control jurídico de la actuación de las entidades administrativas.
Cuando el régimen legal dispone que la Administración Pública está obliga-
da a desarrollar las funciones que tiene a su cargo sujetándose a las reglas de un
procedimiento administrativo legalmente establecido, su propósito es asegurar
que las entidades que forman parte de ese complejo organizativo conocido
como Administración Pública cumplan los cometidos que tienen legalmente
asignados para la tutela de los intereses públicos que atañen a la colectividad,
pero sin menoscabo de los derechos de los particulares. La regulación de todo
procedimiento administrativo tiene o debe tener como regla para su diseño, de
una parte, el procurar armonizar la necesidad de establecer instrumentos o pre-
rrogativas para asegurar la eficacia de la actuación administrativa en orden a la
76
Art. II, 3): «Las autoridades administrativas al reglamentar los procedimientos especiales, cum-
plirán con seguir los principios administrativos, así como los derechos y deberes de los sujetos del
procedimiento, establecidos en la presente ley».
1064
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1065
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1066
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1067
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
77
-
trativos iniciados a pedido de parte en procedimientos de aprobación automática o de evaluación pre-
via, en este último caso con aplicación del silencio administrativo positivo o negativo, y de consignar-
los como se verá a continuación en el respectivo Texto Único de Procedimiento Administrativo,
TUPA, fue introducido por primera vez en el ordenamiento administrativo peruano el año 1991 con el
objeto de adecuar el funcionamiento de la Administración Pública al en ese entonces nuevo marco ju-
-
vada razón por la cual se dictó el Decreto Legislativo Nº 757 denominado Ley Marco para el Creci-
miento de la Inversión Privada que estableció las citadas medidas como parte de un conjunto que res-
desarrollo de las actividades económicas restringiendo la libre iniciativa privada y restando competiti-
vidad a las empresas.
1068
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
78
«El silencio administrativo como técnica de garantía del particular frente a la inactividad formal
de la Administración Pública», Ius et Veritas, Lima, año VII, nº 13, p. 227.
1069
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
79
Estas características del silencio administrativo negativo están legislativamente consagradas en
los numerales 3), 4) y 5) del art. 188 de la LPAG.
80
Estas características están legislativamente consagrados en los numerales 1) y 2) del art. 188 de
la LPAG.
1070
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
81
En nuestra opinión los procedimientos administrativos de aprobación automática son mucho
positivo, porque le permiten obtener lo solicitado con la sola presentación de su solicitud en la mesa de
partes de la respectiva entidad administrativa.
1071
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1072
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
82
El Decreto Legislativo Nº 1029 introduce varias otras reformas a la LPAG que responden al
referido objetivo de moderar la aplicación del silencio administrativo positivo, las que describiremos a
lo largo de este estudio introductorio.
1073
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1076
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
83
Denominación que adquiere por mandato de los artículos 20 y 23 Decreto Legislativo Nº 1033,
Ley de Organización y Funciones del Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Pro-
piedad Intelectual, INDECOPI. Antes era conocida como Comisión de Acceso al Mercado. Sugeri-
1077
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
85
SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso, Fundamentos de Derecho administrativo I, Madrid: Centro
de Estudios Ramón Areces, 1988, p. 864, y EMBID IRUJO, Antonio, El ciudadano y la Administración,
Madrid: INAP, 1996, p. 41.
86
Art. 51. Contenido del concepto administrado. Se consideran administrados respecto de algún
procedimiento administrativo concreto: 1. quienes lo promuevan como titulares de derechos o intere-
ses legítimos individuales o colectivos; 2. aquellos que, sin haber iniciado el procedimiento, posean
derechos o intereses legítimos que pueden resultar afectados por la decisión a adoptarse.
1078
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
La LPAG regula en los artículos 103 a 112 las diferentes formas de inicia-
ción del procedimiento administrativo, ya sea de oficio o a pedido de parte. En
especial los artículos 105 a 112 desarrollan las distintas modalidades como los
particulares pueden promover un procedimiento administrativo. El artículo 105
de la Ley se refiere al derecho de los particulares a formular denuncias respecto
de hechos que puedan conocer contrarios al ordenamiento jurídico, sin necesi-
dad de acreditar interés especial en la materia. Aunque la norma no le reconoce
la calidad de parte en el respectivo procedimiento administrativo, el numeral 3)
señala que el rechazo de la denuncia debe ser comunicado al que la formuló,
regla que guarda consonancia con la establecida en el numeral 6) del artícu-
lo 235 ubicado en la sección que regula el procedimiento administrativo sancio-
nador, conforme al cual la resolución que determina la comisión de una infrac-
ción y por ende la aplicación de una sanción administrativa, o de lo contrario la
decisión de archivar el procedimiento, deberá también ser notificada a quien
1079
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1080
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
87
COLOM PASTOR, Bartolomeu, El derecho de petición, Madrid: Marcial Pons, 1997, pp. 86 y 87.
Señala: «el ciudadano en principio no tiene derecho al logro de lo pedido y solo tiene derecho a los aspec-
tos procedimentales del derecho de petición, esto es, a una resolución fundada, dictada siguiendo un
procedimiento», y por tanto «hay que recordar que si bien no existe ni un derecho un interés legítimo al
logro de lo pedido puede construirse un interés legítimo al procedimiento y a la observación del derecho».
1081
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1082
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
88
ABERASTURY, Pedro, y CILURZO, María Rosa, Curso de procedimiento administrativo, Abeledo-
Perrot, Bs As, 1998, p. 146.
1083
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
89
CANOSA, op. cit., p. 252.
1084
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1085
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1086
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
90
La mayor parte de esta sección la hemos tomado de nuestro trabajo «La participación de los
ciudadanos en la toma de decisiones en la Administración Pública en el Perú», Colectivo Estudios en
Homenaje a don Jorge Fernández Ruiz. Universidad Autónoma de México, 2005.
91
Curso de Derecho administrativo, 5ª Edición, Madrid: Civitas, 1998, vol. II, p. 83.
1087
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
92
Como señala Juan Carlos MORÓN URBINA que la LPAG «ha dado preponderancia a la introduc-
ción del principio de participación administrativa como elemento indispensable para la revolución
democrática en la actuación administrativa», lo cual es una exigencia derivada de que la Administra-
ción Pública «es la estructura organizativa del Estado que más cercana está a la ciudadanía por el nivel
de los intereses públicos». En: «Comentarios a la nueva Ley del Procedimiento Administrativo Gene-
ral», Gaceta Jurídica, Tercera edición revisada, Lima, 2004, pp. 80 y 469.
93
Título Preliminar, artículo IV, Principios del Procedimiento Administrativo, numeral 1.12)
Principio de participación.
1088
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
94
GORDILLO, Agustín, Tratado de Derecho administrativo, Tomo 2, La defensa del usuario y del
administrado, 2ª Edición, Buenos Aires: Fundación de Derecho Administrativo, 1998, pp. X-8 y X-9.
1089
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1090
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
95
CIERCO SEIRA, La participación de los interesados en el procedimiento administrativo, Bolonia:
Real Colegio de España, 2002, p. 256.
1091
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
96
Art. 188. Efectos del silencio administrativo.
1. Los procedimientos administrativos sujetos a silencio administrativo positivo quedarán auto-
máticamente aprobados en los términos en que fueron solicitados si transcurrido el plazo esta-
blecido o máximo, la entidad no hubiera comunicado al administrado el pronunciamiento.
presente Ley.
3. El silencio administrativo negativo tiene por efecto habilitar al administrado la interposición de
los recursos administrativos y acciones judiciales pertinentes.
4. Aun cuando opere el silencio administrativo negativo, la Administración mantiene la obliga-
a conocimiento de una autoridad jurisdiccional o el administrado haya hecho uso de los recur-
sos administrativos respectivos.
5. El silencio administrativo negativo no inicia el cómputo de plazos ni términos para su impug-
nación.
97
He trabajado el tema en «El silencio administrativo como técnica de garantía del particular
frente a la inactividad formal de la Administración», Ius et Veritas Nº 13, 1996, pp. 225 y ss.
1092
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
aunque opere el silencio administrativo por el solo vencimiento del plazo para
terminar el procedimiento administrativo la Administración no la exime de la
obligación de resolver de manera expresa hasta que el particular opte por inter-
poner los recursos administrativos o iniciar los procesos judiciales que la Ley
le franquea.
El silencio administrativo de carácter positivo en cambio sí genera un ver-
dadero acto administrativo tácito de la Administración porque en dicho supues-
to se entiende otorgado lo pedido por el administrado si su petición se ajusta a
lo previsto en el ordenamiento jurídico. A diferencia del silencio negativo en el
que la falta de pronunciamiento de la Administración dentro de los plazos pre-
vistos por la Ley no la exime de resolver las cuestiones planteadas si el particu-
lar no ha optado por interponer el recurso administrativo o la demanda judicial
correspondiente, en el caso del silencio positivo el vencimiento del plazo para
que la Administración adopte una decisión supone el otorgamiento de la auto-
rización o licencia solicitada por el particular, de modo que la Administración
ya no puede resolver en forma expresa en sentido contrario al otorgamiento
positivo o revocarlo, salvo que su contenido se oponga al ordenamiento jurídi-
co y, en consecuencia, solo en ese supuesto la Administración podrá declararlo
nulo mediante el procedimiento de revisión de oficio establecido en el artícu-
lo 202 de la Ley.
Respecto de la característica del silencio administrativo negativo conforme
a la cual su producción no inicia el cómputo de plazos para su impugnación
según lo dispone el numeral 5) del artículo 188, recientemente, mediante el
Decreto Legislativo 1067, se han introducido modificaciones en el régimen le-
gal del proceso contencioso administrativo recogidos en el numeral 4) del ar-
tículo 19 de su Texto Único Ordenado aprobado mediante Decreto Supre-
mo Nº 013-2008-JUS, según el cual cuando con motivo de la tramitación de un
procedimiento administrativo en una instancia que agota la vía administrativa
se produce el silencio negativo no se computará plazo para que el interesado
pueda interponer la correspondiente demanda. Adicionalmente se establece que
carece de eficacia el pronunciamiento realizado por la Administración no obs-
tante haber sido notificada con la demanda contencioso-administrativa que
pone de manifiesto la decisión del interesado de utilizar el silencio negativo.
Asimismo, si el pronunciamiento expreso de la Administración se emite luego
de producido el silencio negativo, pero antes de que se le notifique a la Admi-
nistración que el interesado ha interpuesto la demanda, se faculta al actor para
solicitar al órgano jurisdiccional que conoce del proceso contencioso-adminis-
trativo que incorpore como pretensión la impugnación de dicho acto adminis-
trativo expreso o la conclusión del proceso.
Como ya se ha comentado anteriormente, mediante el Decreto Legislati-
vo Nº 1029 se ha incorporado un nuevo numeral 6) al artículo 188 para disponer
que en los procedimientos administrativos que se inicien con motivo de los re-
cursos administrativos que interpongan los interesados para impugnar la aplica-
1093
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
ción de una sanción se aplicará por regla general el silencio administrativo ne-
gativo, a excepción de aquellos casos en los que el particular haya optado
previamente por la aplicación del silencio negativo en una instancia administra-
tiva recursiva anterior, caso en el cual sí será de aplicación el silencio adminis-
trativo positivo en las siguientes instancias que deberían resolver el recurso
administrativo que se haya interpuesto.
En el artículo 191 de la LPAG se establece que el denominado abandono
como forma de terminación anormal del procedimiento solo se produce en los
procedimientos iniciados a solicitud del administrado y siempre que dicho parti-
cular haya incumplido con la realización de algún trámite que le haya sido reque-
rido. El abandono nunca puede producirse por el mero transcurso del tiempo ni
por razones imputables a la Administración porque está rigurosamente obligada a
ceñirse al principio de impulso de oficio en todos los trámites del procedimiento.
Finalmente, creo conveniente recordar que en nuestro medio la nueva
Ley Nº 27444 de Procedimiento Administrativo General ha regulado de manera
específica a los que denomina «procedimientos administrativos trilaterales»
(arts. 219 a 228) para encauzar aquellos supuestos en los que la Ley confiere
potestades a los órganos de la Administración Pública para resolver en sede ad-
ministrativa controversias que enfrente a dos o más particulares entre sí, sin
perjuicio de que en caso de inconformidad con lo resuelto por la Administración
la parte que se siente afectada en virtud del derecho a la tutela judicial puede
acudir a la justicia para cuestionar la legalidad de la decisión administrativa.
Al respecto es necesario tener presente que a diferencia de los ordenamien-
tos de algunos países de nuestro entorno cuya jurisprudencia o doctrina acepta
que la Administración Pública pueda ejercer facultades de carácter jurisdiccio-
nal, en el Perú nuestro marco constitucional no permite que las entidades admi-
nistrativas puedan ejercer potestades jurisdiccionales porque se trata de una
función estatal reservada al Poder Judicial o a los organismos previstos consti-
tucionalmente (Tribunal Constitucional, Jurado Nacional de Elecciones, etc.).
En dicho contexto la LPAG peruana, al caracterizar como «procedimientos ad-
ministrativos trilaterales» a aquellos que sirven de cauce para que la Adminis-
tración Pública pueda ejercer las competencias cuando la Ley le encarga resol-
ver controversias entre dos particulares, está cumpliendo con el citado mandato
constitucional al señalar que el ejercicio de dichas competencias tienen carácter
administrativo y de ni ninguna manera jurisdiccional.
4.1. Definición
La LPAG no solo establece las reglas que regulan el cauce formal por el que
debe discurrir la actividad de la Administración Pública en sus relaciones con
1094
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
los ciudadanos, sino que también comprende la regulación del régimen de los
actos administrativos como producto típico de la actuación administrativa o
resultado final de los procedimientos administrativos, estableciendo sus ele-
mentos esenciales, la forma de elaboración y las reglas para determinar la vali-
dez y eficacia de los mismos, independizando su tratamiento legislativo respec-
to de institutos análogos como el acto jurídico regulado por el Código Civil.
El numeral 1) del artículo 1 de la LPAG consagra una definición de acto
administrativo coincidente con las definiciones más usuales de la doctrina y la
legislación comparada. El acto administrativo constituye una manifestación de
voluntad, lo que supone siempre la exteriorización de un proceso intelectual de
cognición o juicio que conforme al artículo 5.1 puede consistir en una decisión,
opinión o constatación por parte de la Administración y que está destinada a
producir efectos jurídicos sobre los intereses, obligaciones o derechos de los
administrados. Por tal razón no son consideradas actos administrativos por el
numeral 1.2.2) las actuaciones puramente materiales de la Administración que
se realicen desprovistas de la cobertura de un acto administrativo, las cuales son
conocidas como hechos administrativos porque no implica una exteriorización
intelectual sino puramente material.
Asimismo, los actos administrativos deben proceder de una autoridad, fun-
cionario u organismo que forma parte de la Administración Pública, lo cual
excluye a los actos jurídicos que realicen los administrados para iniciar, o al
interior de, un procedimiento administrativo como cuando presentan solicitu-
des, interponen recursos, etc. Por ser un acto de carácter esencialmente unilate-
ral tampoco están comprendidos los contratos que celebre el Estado con los
privados o los convenios interadministrativos por cuanto son producto de un
acuerdo de voluntades y no de una decisión administrativa unilateral. Además,
los actos administrativos deben ser producto del ejercicio de potestades regidas
por normas del Derecho público, lo que también excluye a las actuaciones que
en ocasiones lleva a cabo la Administración sujetándose a las normas del Dere-
cho privado como cualquier particular.
En el numeral 1.2.1) del citado artículo 1 se precisa que los actos de admi-
nistración interna de las entidades administrativas, en ocasiones también cono-
cidos por la equívoca denominación de «actos de la Administración», no esta-
rán regulados por las normas de la Ley, salvo en lo que se refiere a las
disposiciones del Título Preliminar y por aquellas normas de la Ley que expre-
samente los comprenda, como es el caso de los artículos 7 («Régimen de los
actos de administración interna») y 28 («Comunicaciones al interior de la Ad-
ministración») entre otros, lo cual se justifica en la necesidad de permitirle a la
Administración organizarse internamente de forma más dinámica según crite-
rios de celeridad, flexibilidad y eficacia, ya que se trata de actuaciones que no
están sujetas a las mismas garantías y requisitos que los actos administrativos
que sí tienen repercusión sobre los particulares. La LPAG regula lo que podría-
mos denominar las «actuaciones externas» de las entidades administrativas, es
1095
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
98
MORON URBINA, Juan Carlos, «El nuevo régimen de los actos administrativos en la Ley Nº 27444»,
AA.VV., Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo General Ley Nº 27444, 2ª parte, Lima:
Ara Editores, 2003. pp. 153 y ss.
99
Art. 2. Modalidades del acto administrativo. 2.1 Cuando una ley lo autorice, la autoridad, me-
diante decisión expresa, puede someter el acto administrativo a condición, término o modo, siempre
que dichos elementos incorporables al acto, sean compatibles con el ordenamiento legal, o cuando se
.
100
Art. 4. Forma de los actos administrativos. 4.1) Los actos administrativos deberán expresarse
por escrito, salvo que por la naturaleza y las circunstancias del caso, el ordenamiento jurídico haya
previsto otra forma, siempre que permita tener constancia de su existencia.
1096
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
101
Respecto de la importancia de la motivación de los actos administrativos: TAWIL, Guido San-
tiago, y MONTI, Laura Mercedes, La motivación del acto administrativo, Buenos Aires: Depalma,
1998; FERNANDO PABLO, Marcos, La motivación del acto administrativo, Madrid: Tecnos, 1993, y ZE-
GARRA VALDIVIA, Diego, «La motivación del acto administrativo en la Ley Nº 27444, nueva Ley de
Procedimiento Administrativo General», AA.VV., Comentarios a la Ley del Procedimiento Adminis-
trativo General Ley Nº 27444. 2ª parte, Lima: Ara editores, 2003, p. 177.
1097
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
102
interés público.
103
CASSAGNE, Juan Carlos, Derecho administrativo, Tomo II, 5ª edición, Buenos Aires: Abeledo-
Perrot, 1996, pp. 20, 21.
104
BOQUER OLIVER, José María, «Grados de ilegalidad del acto administrativo», Revista de Admi-
nistración Pública, nº 100-102, 1983, Madrid, p. 1003.
1098
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
105
NIETO, Alejandro, Estudio preliminar a la obra de Margarita Beladiez Rojo
de los actos administrativos, Madrid: Marcial Pons, 1994, p. 23.
106
GORDILLO (op. cit., p. XI-36) proporciona algunos ejemplos de actos administrativos que con-
sidera inexistentes: una decisión adoptada por quien no es órgano estatal; o siendo un órgano estatal
1099
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
actúa con evidente o grosera incompetencia, o el contenido es imposible de hecho, absurdo, impreciso,
contradictorio, etc.
107
CASSAGNE (op. cit., p. 184) es un acérrimo crítico del concepto de acto inexistente y considera
que los supuestos de defecto grave pueden ser incluidos dentro de la categoría de nulidad absoluta,
mientras que si se tratare de un grosero comportamiento material de la Administración se estaría ante
la denominada «vía de hecho administrativa», que, en el caso peruano, la Ley de Procedimiento Admi-
nistrativo General los excluye expresamente del concepto de acto administrativo en el artículo 1.2.2
cuando alude a «los comportamientos y actividades materiales de las entidades». LINAREZ JARA, Mario,
«Régimen de invalidez del acto administrativo en la Ley del Procedimiento Administrativo General».
ADVOCATUS, nº 5, -
trativo inexistente, los actos administrativos que no contengan los presupuestos mínimos constitutivos
invalidarlos de inmediato».
108
Art. 10. Son vicios del acto administrativo, que causan su nulidad de pleno derecho, los si-
guientes: 1. La contravención a la Constitución, a las leyes o a las normas reglamentarias. 2. El defec-
1100
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
to o la omisión de alguno de sus requisitos de validez, salvo que se presente alguno de los supuestos de
consecuencia de la aprobación automática o por silencio administrativo positivo, por los que se adquie-
re facultades, o derechos, cuando son contrarios al ordenamiento jurídico, o cuando no se cumplen con
los requisitos, documentación o trámites esenciales para su adquisición. 4. Los actos administrativos
que sean constitutivos de infracción penal, o que se dicten como consecuencia de la misma.
109
MORÓN, Juan Carlos, «Comentarios a la nueva Ley de Procedimiento Administrativo General»,
Gaceta Jurídica, Lima 2001, pp. 137 y 138. NUÑEZ LOZANO, Mª del Carmen, Las actividades comunica-
das a la Administración. La potestad administrativa de veto sujeta a plazo, Madrid: Marcial Pons, 2001.
1101
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
110
Así lo establece el artículo 188.2 de la LPAG, «el silencio administrativo tiene para todos los
1102
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
112
LPAG. Artículo 207. Recursos administrativos: 1. Los recursos administrativos son: A. recurso
de reconsideración; B. recurso de apelación, y C. Recurso de revisión. 2. El término para la interposi-
ción de los recursos es de quince (15) días perentorios, y deberán resolverse en el plazo de treinta (30)
días.
113
1103
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
114
Artículo 12. Efectos de la declaración de nulidad: 1. La declaración de nulidad tendrá efecto
declarativo y retroactivo a la fecha del acto, salvo derechos adquiridos de buena fe por terceros, en
cuyo caso operará a futuro. 2. Respecto del acto declarado nulo, los administrados no están obligados
a su cumplimiento y los servidores públicos deberán oponerse a la ejecución del acto, fundando y
motivando su negativa. 3. En caso de que el acto viciado se hubiera consumado, o bien sea imposible
retrotraer sus efectos, solo dará lugar a la responsabilidad de quien dictó el acto y en su caso, a la in-
demnización para el afectado.
1104
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
115
MEIER E., Henrique, Teoría de las nulidades en el Derecho administrativo, Caracas: Editorial
Jurídica Alva S.R.L., 2001, p. 253.
1105
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
116
LPAG. Artículo 14. Conservación del acto. 1 Cuando del vicio del acto administrativo por el
incumplimiento a sus elementos de validez, no sea trascendente, prevalece la conservación del acto,
procediéndose a su enmienda por la propia autoridad emisora. 2 Son actos administrativos afectados
por vicios no trascendentes, los siguientes: 2.1 el acto cuyo contenido sea impreciso o incongruente
parcial; 2.3 el acto emitido con infracción a las formalidades no esenciales del procedimiento, conside-
rando como tales aquellas cuya realización correcta no hubiera impedido o cambiado el sentido de la
-
nistrado; 2.4 cuando se concluya indudablemente de cualquier otro modo que el acto administrativo
hubiese tenido el mismo contenido, de no haberse producido el vicio, y 2.5 aquellos emitidos con
omisión de documentación no esencial. 3 No obstante la conservación del acto, subsiste la responsabi-
lidad administrativa de quien emite el acto viciado, salvo que la enmienda se produzca sin pedido de
parte y antes de su ejecución.
1106
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
117
Op. cit., p. 95. Para este autor, perdida la posibilidad de que la Administración subsane su acto,
solo cabe que el juez declare la nulidad.
118
Op. cit., p. 233, pie de p. nº 56.
1107
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
119
GONZÁLEZ PÉREZ, Jesús, Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo, Madrid: Civi-
tas, 1991, pp. 436 y ss.
120
SANTAMARÍA PASTOR, Juan Alfonso y PAREJO ALFONSO, Luciano, Derecho administrativo. La
Jurisprudencia del Tribunal Supremo, Madrid: Centro de Estudios Ramón Areces, 1992, pp. 357 y
359.
1108
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
121
HALPERIN, David Andrés, y GAMBIER, Beltrán, -
tivo, Buenos Aires: Depalma, 1989.
1109
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4.3. Ejecución
La ejecución coactiva
Es el procedimiento administrativo que utilizan las entidades públicas frente
a los administrados para hacer efectivas las consecuencias jurídicas del acto
administrativo que esta emita. Es semejante al procedimiento de ejecución que
en España es conocido como procedimiento administrativo de apremio. En el
Perú se lleva a cabo a través de determinados funcionarios (ejecutor y auxiliar
coactivo) en los que se singulariza el ejercicio de las facultades de coacción
directa de la Administración. Solo el ejecutor, y no cualquier otro funcionario
o autoridad administrativa, es el llamado legalmente a establecer las intensas
atribuciones que le confiere la Ley para forzar a los particulares al cumplimien-
to de las obligaciones de carácter público. El trámite del procedimiento de eje-
cución, en especial para el cobro de acreencias pecuniarias a favor de la Admi-
1110
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
nistración Pública, está regulado por dos leyes especiales: el Código Tributario,
que regula exclusivamente la ejecución de acreencias tributarias a favor de ad-
ministración tributaria del Gobierno Nacional, y la Ley Nº 26979, que regula
principalmente el procedimiento de ejecución coactiva para el cobro de otras
deudas pecuniarias de carácter público (multas) y las acreencias tributarias a
favor de las municipalidades122.
La ejecución subsidiaria
Para exigir el cumplimiento de prestaciones materiales cuya satisfacción no
es estrictamente personal, la Ley faculta que la Administración pueda buscar su
cumplimiento a través de un sujeto distinto al obligado original (art. 198).
La multa coercitiva
Constituye un medio de ejecución indirecta y no la aplicación de una san-
ción administrativa. Para poder ser utilizada la entidad debe estar expresamente
autorizada por una ley especial, porque la Ley Nº 27444 de Procedimiento Ad-
ministrativo General no faculta su utilización sino que tan solo regula su régi-
men. Procede en aquellos casos en que no es posible la ejecución subsidiaria o
la compulsión sobre la persona del obligado.
122
DANÓS ORDÓÑEZ, Jorge, y ZEGARRA VALDIVIA, Diego, El procedimiento de ejecución coactiva,
Lima: Gaceta Jurídica Ed., 1999.
1111
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
123
Sobre el tema, el ilustre profesor Jesús González Pérez ha estudiado el régimen peruano en:
«La revisión de los actos en vía administrativa en la ley del procedimiento administrativo general».
Revista Peruana de Derecho Público. Nº 2. Lima: 2001, pp. 35 y ss.
1112
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
124
COMADIRA, Julio Rodolfo, Buenos Aires: Edito-
rial Ciencias de la Administración, 1998. pp. 55-58.
1113
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1114
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
125
Lo que encuentra fundamento en el poder jurídico de control que en la organización adminis-
trativa ejercen los superiores jerárquicos respecto de los subordinados.
126
-
1115
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
de la fecha en que el acto haya quedado consentido (artículo 202.3). Por tanto,
a diferencia de otros países que en sus ordenamientos administrativos han esta-
blecido que la potestad de la Administración para invalidar sus propios actos
administrativos puede ejercerse en cualquier momento, sin plazos límites, fun-
dado en que solo procede respecto de actos administrativos viciados de nulidad
absoluta, es decir, definitivamente contrarios al ordenamiento legal y que por
ende no pueden convalidarse por el simple transcurso del tiempo o la falta de
impugnación oportuna por los interesados, en la Ley sí se han establecido pla-
zos para que la Administración Pública pueda ejercer de oficio dicha potestad,
ya sea para invalidar sus actos en sede administrativa o para promover su revi-
sión a cargo del Poder Judicial.
Existe un quinto requisito no recogido por la Ley, pero sí establecido por la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional con sustento en los principios y de-
rechos constitucionales del debido procedimiento y de defensa. Nos referimos
a la obligación de las autoridades administrativas de otorgar al administrado
destinatario del acto en cuestión (que por ende podría ser afectado o perjudica-
do por su posible declaratoria de nulidad) la oportunidad para que dentro de un
plazo adecuado pueda formular los argumentos que estime convenientes para
apuntalar la legalidad del citado acto administrativo. Así en la sentencia recaída
en el Expediente Nº 0884-2004-AA/TC (Caso Eusebia Judith Buendía Fernán-
dez), el Tribunal declaró que:
En el presente caso, aun cuando la emisión de la citada resolución afec-
taba derechos e intereses de la actora, no se le ha concedido a esta la oportu-
nidad de defenderlos. Así, si bien es cierto que la norma atributiva de la po-
testad de anulación (artículo 202 de la Ley del Procedimiento Administrati-
vo General) no lo indica expresamente, «[...] deriva razonablemente del
principio del debido procedimiento administrativo y de los artículos 3.5,
161.2, 187.2, que ninguna autoridad administrativa podrá dictar una anula-
ción de oficio, sin otorgar previamente audiencia al interesado para que pue-
da presentar sus argumentos a favor de la sostenibilidad del acto que le reco-
noce derecho o intereses. Adicionalmente a ello, la resolución anulatoria de
oficio debe ser notificada a los administrados concernidos a fin de que ten-
gan la posibilidad de controlar su legalidad.127
127
Fundamento 3º de la referida sentencia.
1116
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
128
Así opinaba el Dr. Antonio Valdez Calle, quien integró la Comisión que elaboró el proyecto
que sirvió de base para la aprobación del citado reglamento en sus Comentarios a las Normas Genera-
les de Procedimientos Administrativos, Lima 1969, quien en la p. 108 comenta que «no hay inconve-
129
1117
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
132
Sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el proceso de inconstitucionalidad promovido
El Peruano del
27-6-2001, p. 205197. El Tribunal consideró que se violaba el principio de igualdad al otorgar facultad
al Estado para promover la revisión de sus propios actos ante el Poder Judicial en cualquier momento
con carácter imprescriptible, mientras que a los particulares se le establecía un plazo notablemente más
breve para acceder a la tutela judicial mediante el proceso contencioso-administrativo.
133
Artículo 218. Agotamiento de la vía administrativa. 2. Son actos que agotan la vía administra-
1118
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
134
La versión original del Anteproyecto elaborado por la Comisión constituida por el Ministerio
de Justicia mediante Resolución Ministerial Nº 198-97 JUS de 22 de setiembre de 1997 que sirvió base
-
bados en la citada Ley: dos (2) años para declarar la nulidad en sede administrativa y tres (3) años, a
contar desde el vencimiento del plazo anterior, para promover la revisión a cargo del Poder Judicial
mediante el proceso contencioso administrativo.
135
Dice el profesor Juan Carlos Morón («El proceso de lesividad: El contencioso promovido por
la Administración», Proceso y Justicia Revista de Derecho Procesal Civil, Nº 3, Lima, 2002, p. 33),
que el mencionado tipo de proceso «se fundamenta en la voluntad legislativa de evitar que la Adminis-
acto que ella misma ha dictado y cuyos efectos se han incorporado ya al patrimonio del administrado.
Con su incorporación se pretende resguardar a los administrados de avasallamientos administrativos,
premuniéndole un escenario en el cual le sea más factible ejercer su derecho de defensa».
1119
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1120
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
136
Un órgano colegiado «es aquel cuyo titular es un grupo de personas físicas que concurren con-
juntamente a la formación de la voluntad administrativa, que será única y expresión de la decisión del
1121
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
órgano […] La esencia de todos los órganos colegiados es la plurisubjetividad». ABRUÑA PUYOL, An-
tonio, y BACA ONETO, Víctor, Notas al curso de Derecho administrativo, pro manuscrito, p. 228.
137
En este punto debe tenerse en cuenta lo indicado por Bermejo, en cuanto a la primacía del
principio de legalidad por sobre del de seguridad jurídica, expuesta en los siguientes términos: «el
principio de legalidad implica que la Administración debe revisar sus propios actos cuando advierta en
ellos alguna ilegalidad, pues los actos ilegales, como las normas ilegales, no deben ocupar espacio en
el Ordenamiento Jurídico ni producir efectos, pero el principio de seguridad jurídica, por el contrario,
exige que los derechos e intereses reconocidos al administrado por la propia Administración Pública
no lo sean en precario, esto es, sometido permanentemente a la posibilidad de eliminación o anula-
ción». BERMEJO VERA, José, Derecho administrativo básico: Parte general, 8ª ed. Pamplona: Thomson
Civitas, 2008, pp. 259-260.
138
Sentencia recaída en el Exp. 810-97-AA/TC, del 2 de abril de 1998, f.j. 3.
1122
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
139
Dicho numeral indica que «la resolución que declara la nulidad, además dispondrá lo conve-
niente para hacer efectiva la responsabilidad del emisor del acto inválido».
140
Ley Nº 27584, según Texto Único Ordenado aprobado mediante Decreto Supremo Nº 013-
2008-JUS. Artículo 13. Legitimidad para obrar activa. También tiene legitimidad para obrar activa la
entidad pública facultada por ley para impugnar cualquier actuación administrativa que declare dere-
1123
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
aquella produce a la legalidad administrativa y al interés público, y siempre que se haya vencido el
141
«Proyecto de ley que regula el proceso contencioso-administrativo» elaborado por la comisión
designada por el Ministerio de Justicia mediante Resolución Ministerial Nº 174-2000-JUS y publicado
El Peruano de 5 de julio de 2001.
1124
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
decisiones que rechazan las solicitudes de registro (cuando se observan los títu-
los presentados), lo que puede ser conocido en última instancia administrativa
por el tribunal administrativo registral, pero los actos administrativos de regis-
tro son inimpugnables e irrevisables de oficio en sede administrativa. Dicha
exclusión se fundamenta en que los actos administrativos de registro previstos
concretamente por el Código Civil versan sobre relaciones jurídicas privadas
(acto jurídico objeto de inscripción) cuyas controversias el legislador establece
que debido a su carácter estrictamente privado deben ser ventiladas exclusiva-
mente ante el Poder Judicial.
En lo que respecta a la facultad de contradicción se establece que solo son
impugnables aquellos actos de las autoridades administrativas que se pronun-
cian en forma definitiva sobre las materias sometidas a su conocimiento, no
pudiendo impugnarse los actos de mero trámite. Al respecto es importante re-
cordar que el procedimiento administrativo es definido por el artículo 29 de la
Ley de la LPAG como el conjunto o sucesión de actos y diligencias tramitados
por la Administración Pública conducentes a la emisión de un acto administra-
tivo definitivo que decida sobre el fondo de la materia y que genere efectos
sobre los administrados. A efectos de determinar cuáles de los actos generados
durante la tramitación de un procedimiento administrativo pueden ser objeto de
impugnación por los posibles interesados o afectados, en la LPAG también se
distingue entre actos administrativos de trámite y actos administrativos defini-
tivos, así como entre actos de trámite que afectan gravemente a los participes
en un procedimiento administrativo y que por tanto pueden ser directamente
impugnados por los afectados y los actos administrativos de trámite que no
participan de esa característica y por tanto no pueden impugnarse separadamen-
te del acto administrativo definitivo que resuelve el tema de fondo sometido a
decisión de la Administración.
Conforme al artículo 206.2 de la LPAG procede interponer recursos contra
los actos administrativos definitivos que ponen fin a la instancia y se pronun-
cian sobre el fondo del asunto y solo por excepción contra los actos administra-
tivos de trámite que determinen la imposibilidad de continuar el procedimiento
o produzcan indefensión.
Se entiende por actos administrativos definitivos aquellos que ponen fin a
una instancia del procedimiento administrativo, sea la primera o una ulterior,
decidiendo sobre el fondo de la cuestión planteada142.
Es importante distinguir al acto administrativo definitivo respecto de otros
dos conceptos que podrían llevar a confusión, nos referimos a: (i) los actos que
142
CANOSA, Armando, Los recursos administrativos, Buenos Aires: Editorial Abaco, 1996, p. 93.
-
dimiento y concluyen la instancia administrativa, cualquiera que sea su contenido», en «El nuevo régi-
men de los actos administrativos en la Ley Nº 27444», AA.VV., Comentarios a la Ley de Procedimien-
to Administrativo General Ley Nº 27444. Segunda parte, Lima: Ara Editores, 2003. p. 153.
1125
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
causan estado, es decir, los que agotan la vía administrativa, contra los cuales
no cabe recurso alguno en sede administrativa porque solo procede su cuestio-
namiento ante el Poder Judicial mediante el proceso contencioso administrati-
vo, y (ii) los actos firmes143, que son aquellos no impugnados dentro de los
plazos legales y que por ende han quedado consentidos, perdiendo los interesa-
dos toda posibilidad de cuestionarlos, al margen de que causen o no estado. El
acto administrativo firme es un acto irrecurrible o insusceptible de ser impug-
nado en vía administrativa o en sede judicial; en doctrina se dice metafórica-
mente que genera efectos de «cosa juzgada administrativa».
Un acto administrativo que causa estado es un acto administrativo definitivo
y no de trámite que agota la vía administrativa, pero en cambio no todo acto
administrativo definitivo constituye un acto que causa estado, porque puede
suceder que no agote la vía administrativa y pueda, por tanto, impugnársele en
vía de recurso.
Los actos administrativos de trámite son actos instrumentales para el dic-
tado de otro acto administrativo final, al que preparan y hacen posible; son
actos destinados a ser asumidos o modificados (absorbidos) por un acto de-
cidor posterior, que sirven para impulsar el procedimiento, y, a diferencia de
los actos definitivos no ponen término al procedimiento administrativo por-
que carecen de contenido decisorio y voluntad resolutiva sobre el tema de
fondo.
Por regla general los actos de trámite no son impugnables en forma direc-
ta o autónomamente antes que se produzca la resolución final (definitiva), por
las siguientes razones: (i) porque no expresan la voluntad definitiva de la
Administración Pública; (ii) porque no producen efectos de resolución, dado
que no se pronuncian sobre el fondo del asunto puesto que se trata de simples
eslabones de un procedimiento en el que se emitirá un acto decisorio final y,
principalmente, (iii) porque no inciden en forma efectiva y suficiente sobre la
esfera jurídica de los particulares, alterando, modificando y/o extinguiendo
sus derechos.
Señala García-Trevijano144 un argumento adicional de carácter práctico que
justifica la regla general de la irrecurribilidad autónoma de los actos de trámite;
reside en la necesidad de facilitar la actividad administrativa evitando que se
perjudique o paralice el funcionamiento de la Administración Pública como
podría suceder si los administrados impugnaran todos y cada uno de los actos
de trámite que fueran sucediéndose a lo largo de la tramitación del respectivo
procedimiento administrativo, de forma que se impida o dificulte gravemente
su efectiva conclusión.
143
144
GARCÍA-TREVIJANO, José Antonio, La impugnación de los actos administrativos de trámite.
Madrid: Montecorvo, 1993, pp. 81 y 105.
1126
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
145
CIERCO SEIRA, César, La participación de los interesados en el procedimiento administrativo,
Bolonia: Real Colegio de España, 2002. pp. 281-282.
146
VILLAR EZCURRA, José Luis, «Los actos administrativos de trámite: el acto reiterativo y la inde-
fensión del particular», Revista de Administración Pública, nº 86, 1978, pp. 336 y 337.
1127
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1128
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
147
Como bien señala Juan Carlos Morón para abrir la posibilidad de que la autoridad instructora
pueda cambiar el sentido de su decisión «la ley exige que se presente a la autoridad un hecho tangible
y no evaluado con anterioridad, que amerite la reconsideración» (Comentarios a la Ley del Procedi-
miento Administrativo General, Lima: Gaceta Jurídica, 2004, p. 556).
1129
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
148
En contra: GUZMÁN NAPURI, Christian, El procedimiento administrativo, Lima: Ara Editores
2007, p. 280, para quien el recurso de apelación en la LPAG «no admite la presentación de nueva
prueba».
1130
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
149
MORÓN, Juan Carlos, «La suspensión de la cobranza coactiva por la interposición de la deman-
da contencioso-administrativa. Una apreciación constitucional», Actualidad Jurídica, Tomo 142,
Lima: Gaceta Jurídica, 2005, p. 16. TIRADO, José Antonio. «La ejecución forzosa de los actos adminis-
trativos en la Ley Nº 27444», AA.VV., Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo Gene-
ral Ley Nº 27444. Segunda parte, Lima: Ara Editores, 2003, p. 355.
1131
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
150
DANÓS ORDÓÑEZ y ZEGARRA VALDIVIA, op. cit., 1999, p. 74.
1132
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
151
DANÓS ORDÓÑEZ
llamadas resoluciones que causan estado». Revista de la Academia de la Magistratura, nº 1, Lima:
1998, pp. 207 y ss.
152
ZEGARRA VALDIVIA, Diego, El Contrato Ley. Lima: Gaceta Jurídica Ed., 1997, pp. 62 y ss.; LI-
NARES, Mario, El contrato estatal. Teoría general del contrato estatal. Análisis del TUO de la Ley de
contrataciones y adquisiciones del Estado y su Reglamento, Lima: Grijley, 2002, pp. 1 y ss. El profesor
Iñigo Sanz Rubiales de la Facultad de Derecho de Valladolid analiza las singularidades anotadas de los
contratos del Estado en el ordenamiento administrativo peruano en su ponencia presentada en el Primer
Congreso peruano de Derecho Administrativo celebrado los días 22, 23 y 24 de abril del 2004, «Algu-
nos problemas de la regulación de los contratos públicos en el Derecho peruano», AA.VV., Derecho
administrativo, Lima: Asociación Peruana de Derecho Administrativo y Jurista Editores, 2004. pp. 649
y ss.
1133
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1134
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
153
Participa de la misma opinión Ricardo SALAZAR CHAVEZ en su artículo «Régimen de contrata-
ción estatal en el Perú», AAVV., Ponencias presentadas en el seminario-taller internacional «La con-
tratación estatal: propuesta de estrategias para impulsar el desarrollo con transparencia y equidad»,
CONCUCODE, Lima, 2005, p. 82.
1135
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1136
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1137
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
154
Código Civil: «art. 1373. El contrato queda perfeccionado en el momento y lugar en que la
aceptación es conocida por el oferente».
155
Reglamento de la LCAE: «art. 197. Perfeccionamiento del contrato. El contrato se perfeccio-
na con la suscripción del documento que lo contiene […].» Regla radicalmente diferente a la que
establece el Derecho español en el que los contratos estatales se perfeccionan con el acto adminis-
trativo de adjudicación. Vid. MARTÍNEZ LÓPEZ-MUÑIZ, José Luis, «Naturaleza de los contratos públi-
cos a la luz del Derecho español, su fundamento y sus consecuencias», Derecho administrativo,
Homenaje al profesor Miguel S. Marienhoff, Juan Carlos Cassagne (dir.), Buenos Aires: Abeledo-
Perrot. 1998, p. 953.
1138
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
Respecto de los conflictos que se pueden generar desde que se inicia la eje-
cución del contrato hasta su culminación ya se ha comentado anteriormente que
la LCE ha establecido que la vía obligada para resolver toda controversia es la
conciliación o el arbitraje. El laudo que se expida con motivo de un proceso de
arbitraje no puede ser objeto de impugnación ante el Poder Judicial, salvo los
casos excepcionales de fraude taxativamente contemplados en la Ley General
de Arbitraje.
Pero como ya se explicó al iniciar esta sección, la LCE solo regula una
parte de la actividad pre o contractual de la Administración Pública en el
Perú, es decir, solo cuando el Estado es el adquirente y egresa recursos públi-
cos con tal fin, pero no regula, por ejemplo, la hipótesis en que el Estado sea
el vendedor y más bien obtiene ingresos por sus operaciones. Estos casos es-
tán normados por las disposiciones que regulan el régimen de administración
de los bienes del Estado156 que establece que para disponer de tales bienes la
Administración deberá ceñirse por regla general al procedimiento de subasta
pública.
156
Ley Nº 29151, Ley General del Sistema Nacional de Bienes del Estado del año 2007 y su re-
glamento aprobado mediante Decreto Supremo Nº 007-2008-VIVIENDA.
157
Constitución: «art. 66. Los recursos naturales, renovables y no renovables, son patrimonio de
1139
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
159
Ley Orgánica de Recursos Naturales: «art. 23. La concesión, aprobada por leyes especiales,
otorga al concesionario el derecho para el aprovechamiento sostenible del recurso natural concedi-
do, en las condiciones y con las limitaciones que establezca el título respectivo. La concesión otorga
a su titular el derecho de uso y disfrute del recurso natural concedido y, en consecuencia, la propie-
-
-
cial exijan para mantener su vigencia. Las concesiones son bienes incorporales registrables. Pueden
ser objeto de disposición, hipoteca, cesión y reivindicación, conforme a las leyes especiales. El ter-
cero adquirente de una concesión deberá sujetarse a las condiciones en que fue originariamente
1140
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
establezcan las leyes especiales de cada recurso natural que utilicen dicha mo-
dalidad.
Utilizan la figura de la concesión: la Ley General de Minería; la Ley Nº 26848
Orgánica de Recursos Geotérmicos; la ley Nº 27308 Forestal y de Fauna Silves-
tre para los recursos forestales maderables y no maderables, que exige la reali-
zación de procedimientos administrativos de subasta y concurso público para
otorgar la concesión en algunos casos160; y la Ley de Telecomunicaciones para
la que el uso del espacio radioeléctrico requiere de una concesión u autoriza-
ción previa del servicio de telecomunicaciones correspondiente. La realización
de actividades de servicios turísticos y recreativos en un área natural protegida
es autorizada también mediante la técnica concesional.
Recurren en cambio a otras figuras administrativas, que se expresan en
actos administrativos que por naturaleza son unilaterales, para otorgar dere-
chos de aprovechamiento de recursos naturales a favor de los particulares: La
Ley Nº 29338 general de recursos hídricos (licencias, autorizaciones o permi-
sos de uso de agua) y la Ley General de Pesca aprobada mediante Decreto Ley
Nº 25977161. En cambio la Ley Nº 26221 Orgánica de Hidrocarburos aunque
no utiliza el mecanismo de la concesiones, ni tampoco el de las licencias, au-
torizaciones o permisos administrativos, sí recurre a otras figuras contractua-
les como es el caso de los que denomina contratos de licencia y contratos de
servicios, para autorizar a los privados llevar a cabo actividades de explora-
ción y/o explotación de hidrocarburos.
Como se puede apreciar constituye una opción del legislador utilizar la figu-
ra administrativa que más acomode a los fines públicos en juego a fin de otor-
gar derechos a los particulares para la explotación de recursos naturales; por tal
razón algunas leyes sectoriales recurren a la concesión ya sea que se exprese en
un simple acto administrativo (minería) o que se formalice en un contrato sus-
crito entre el Estado en su rol de concedente y el concesionario particular (re-
cursos forestales, geotérmicos, etc.), mientras que otras leyes prefieren la utili-
zación de las figuras de las licencias, autorizaciones o permisos (aguas, pesca)162,
otorgada. La concesión, su disposición y la constitución de derechos reales sobre ella, deberán ins-
cribirse en el registro respectivo».
160
-
diante Resolución Jefatural Nº 131-2003-INRENA de 18 de setiembre del 2003. Es la única concesión
de recursos naturales en que se ha previsto en la cláusula 34 del formato de contrato que las controver-
sias entre Estado concedente y los concesionarios pueden resolverse mediante arbitraje.
161
El art. 43 de la Ley establece que para realizar operaciones de pesca se requiere obtener «per-
miso de pesca» y que solo se exige concesión cuando se pretenda la utilización o explotación de in-
fraestructura pesquera de propiedad del Estado o la realización de actividades de acuicultura en terre-
nos públicos, fondos o aguas marinas o continentales.
162
Una relativamente reciente sentencia del Tribunal Constitucional peruano recaída en el Expe-
diente Nº 00013-2007-AI, de 13 de julio del 2007, ha señalado que el artículo 14 de la Ley de Radio y
Televisión que permite el uso del espacio radioeléctrico mediante autorización «habrá de entenderse
como una concesión», por mandato del artículo 66 de la Constitución y de lo regulado por el artícu-
lo 24 de la Ley Nº 26921 Orgánica de recursos naturales.
1141
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
163
Puede consultarse el texto de la Sentencia en: http://www.tc.gob.pe/cgi-bin/searchtout.cgi
1142
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
164
Según Texto Único Ordenado aprobado por Decreto Supremo Nº 013-93-TCC de 28 de abril
de 1993, reglamento aprobado por Decreto Supremo Nº 06-94-TCC, el mismo que ha sido objeto de
1143
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
166
Aprobada mediante Decreto-Ley Nº 25844 de 6 de noviembre de 1992, y reglamentada
mediante Decreto Supremo Nº 009-93-EM de 19 de febrero de 1993.
167
Reglamentada mediante Decreto Supremo Nº 042-99-EM de 14 de setiembre de 1999 que
aprueba el «Reglamento de distribución de gas natural por red de ductos». Vid. HUAPAYA, Ramón,
Análisis del marco jurídico aplicable al servicio público de distribución de gas natural por red de
ductos. Trabajo inédito.
1144
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
168
En el Perú el régimen común en materia de organización y competencias de los organismos
reguladores en el Perú ha sido establecido por la Ley Nº 27332 denominada Ley Marco de Organismos
Reguladores de la Inversión Privada en Servicios Públicos y su reglamento aprobado mediante Decre-
to Supremo Nº 024-2005-PCM, de 8 de junio del 2005. He analizado el tema en «Los organismos re-
guladores de los servicios públicos en el Perú: Su régimen jurídico, organización, funciones de resolu-
ción de controversias y de reclamos de usuarios», publicado en colectivo «Inversión privada en servi-
cios públicos», Revista Peruana de Derecho de la Empresa, nº 57, Lima 2004, pp. 59 y ss.
1145
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
169
Ley Nº 27701 que establece disposiciones para garantizar la concordancia normativa entre los
procedimientos de privatización y concesiones con la legislación regulatoria.
1146
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
sión, por parte del Estado, el concedente, que en el caso de obras públicas de
infraestructura de transportes, generalmente es representado por el Ministerio
de Transportes y Telecomunicaciones como titular de las respectivas infraes-
tructuras que tienen carecer de bienes de dominio público, y por la otra, el
concesionario, que en muchos casos se obliga a constituir una empresa dedica-
da específicamente a gestionar la concesión otorgada. Pero también es impor-
tante la participación del organismo regulador, que en el caso específico de las
concesiones de infraestructura de transporte de uso público se le conoce por sus
siglas Ositrán, porque si bien no forma parte del contrato de concesión, por
mandato legal tiene a su cargo la supervisión del cumplimiento de los compro-
misos derivados de dicho contrato y ejerce un conjunto de potestades sobre
el mismo que será objeto de análisis en la siguiente sección de este trabajo170.
Las concesiones pueden otorgarse bajo alguna de las siguientes modalidades171:
A. Concesión a título oneroso. A través de esta modalidad el Estado impone
al concesionario, en contraprestación por la cesión de la explotación o la
ejecución de la respectiva infraestructura, el pago de una determinada
contribución en dinero o una participación sobre sus beneficios a favor
del Estado.
B. Concesión a título gratuito. El Estado otorga la concesión sin cobrarle
concepto alguno al concesionario.
C. Concesión cofinanciada por el Estado. A través de esta modalidad el
Estado se encarga del financiamiento (subvención) parcial de las inver-
siones que demandará al concesionario la ejecución de la obra o la explo-
tación de la misma. Esta modalidad de concesión se utiliza para conce-
siones de infraestructura que demandan inversiones elevadas y que los
estudios técnico-económicos de tráfico y/o demanda demuestran que no
pueden ser financiados solo con el cobro que realice el concesionario a
los usuarios de la misma (peajes, etc.), pero que debido al interés público
en la realización de la obra el Estado considera conveniente asegurar su
realización participando en el financiamiento. En los casos que el cofi-
nanciamiento otorgado por el Estado involucre el otorgamiento de fian-
zas, avales y garantías que en cualquier forma comprometa su crédito o
capacidad financiera, por mandato del literal l) del artículo 22 de la
Ley Nº 27785 debe requerirse la opinión previa de la Contraloría General
de la República sobre el respectivo proyecto de contrato de concesión.
D. Concesión mixta. Cuando concurran más de una de las modalidades se-
ñaladas.
170
Sobre régimen de concesiones: ZEGARRA VALDIVIA, Diego, «Concesión administrativa e inicia-
tiva privada», Themis, nº 39, Lima, 1999, p. 99, y GÓMEZ DE LA TORRE BARRERA, Andrés, «Concesión
Iuis et Veritas, nº 22, Lima, p. 73.
171
Informe. Edición Especial de Derecho Administrativo de diciembre de 1998 del Estudio Beni-
1147
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
172
Ley Nº 27783 de Bases de la Descentralización: arts. 35 d) y 37; Ley Nº 27867 Orgánica de
Gobiernos Regionales: art. 34; Ley Nº 27972 Orgánica de Municipalidades: arts. 9, 18); 20, 24) y 25);
33; 59; 65 y 66; 69, 8) y 11); 79, 2.1); 80, 2.1) y 4.1); y 81, 1.4), 1.7) y 1.9).
173
Tal es el caso de la Municipalidad Metropolitana de Lima, que ha creado su propio marco legal
para los procesos de concesión en su ámbito, el que está recogido en el Texto Único Ordenado del
Reglamento de las Inversiones Privadas en Obras Públicas de Infraestructura y de Servicios Públicos
Locales para la Provincia de Lima aprobado mediante Decreto de Alcaldía Nº 166 de 16 de diciembre
del 2002. Varias otras municipalidades se han dotado también de su propio régimen legal sobre la
materia pero la mayor parte de las veces copiado de la legislación nacional, lo que hace pensar en la
inutilidad de su creación. Sin embargo las municipalidades pueden realizar convenios con Proinver-
sión para encargarle la realización de procesos de concesiones, caso en el cual se aplican las normas
del TUO aprobado mediante Decreto Supremo Nº 059-96-PCM.
1148
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
174
Nos referimos al citado TUO de las Normas con Rango de Ley que regulan la entrega en con-
cesión al sector privado de las obras públicas de infraestructura y de servicios públicos aprobado me-
diante DS Nº 059-96-PCM; el Decreto Legislativo Nº 674 Ley de Promoción de la Inversión Privada
para las Empresas del Estado; el Decreto Legislativo Nº 757 Ley Marco para el Crecimiento de la In-
versión Privada; el Decreto Legislativo Nº 662, Régimen de estabilidad jurídica para la inversión ex-
tranjera; la Ley Nº 28059 Marco de Promoción de la Inversión Descentralizada, los dispositivos perti-
nentes anteriormente citados de las leyes orgánicas de regiones y de municipalidades, las leyes modi-
http://www.proinversion.gob.pe/
175
Reglamentado mediante Decreto Supremo Nº 146-2008-EF, que ha sido objeto de sucesivas
176
MORÓN URBINA, Juan Carlos, La generación por iniciativa privada de proyectos de inversión
sobre recursos estatales. Nuevas perspectivas de colaboración público-privada y la revisión de la
noción de interés público.
1149
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
177
HUAPAYA, Ramón y VERGARAY DÁRRIGO, Giuliana, «Algunos apuntes con relación a la “parti-
cipación público-privada” y su vinculación con el Derecho administrativo y la inversión en infraestruc-
tura y servicios públicos», Administración Pública, Derecho administrativo y regulación, Lima: Ara
editores, 2011, pp. 539 y ss.
178
Con las únicas excepciones de la Ley Nº 27943 del Sistema Portuario Nacional y su reglamen-
to aprobado mediante Decreto Supremo Nº 003-2004-MTC, que establecen algunas reglas especiales
para los procesos de promoción de la inversión privada en infraestructura portuaria, y de la Ley Nº 27782
y su reglamento aprobado mediante Decreto Supremo Nº 001-2003-MINCETUR, que tienen por obje-
to el desarrollo de proyectos de inversión privada en la actividad turística en la zona del denominado
Proyecto Playa Hermosa-Tumbes.
179
Participa de la similar opinión Diego ZEGARRA (Servicio público y regulación. Marco institu-
cional de las Telecomunicaciones en el Perú, Lima: Palestra, 2005, p. 368) para quien la bilateralidad
1150
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
del contrato de concesión constituye una garantía del concesionario frente al poder estatal; en la misma
línea Enrique Delgado dice que «aunque la concesión implica un trámite complejo, al estar contenido
en un contrato se hace más valioso para el inversionista que una simple autorización que podría ser
revocada más fácilmente» («La discrecionalidad administrativa en la emisión de títulos habilitantes
para operar servicios de telecomuniaciones, Revista Derecho y Sociedad Asociación Civil, nº 26, Lima,
agosto de 2006, p. 177).
1151
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
sectores de la economía del país, mediante los cuales el Estado otorga a los
co-contratantes determinadas seguridades jurídicas que implican reconocer-
les un estatuto jurídico particular, convirtiendo en inalterables las reglas jurí-
dicas vigentes al momento de suscripción del contrato, de tal suerte que aun-
que fueren modificadas o derogadas dichas reglas durante las vigencia del
contrato por actos del Estado en general (especialmente los legislativos), no
le serán aplicables.
En otras palabras, el contrato-ley o también denominado convenio de esta-
bilidad jurídica, tiene por efecto la ultra-actividad del marco legal vigente a la
fecha de suscripción del convenio; su consagración constitucional impide que
el Estado pueda modificar unilateralmente sus términos, incluyendo la vía le-
gislativa180.
El Tribunal Constitucional peruano en la sentencia que dictó con motivo del
proceso de inconstitucionalidad promovido por un grupo de congresistas cues-
tionando la constitucionalidad del carácter de contrato-ley que tiene el contrato
de concesión de Telefónica del Perú S.A. para la prestación de los servicios
públicos de telecomunicaciones tuvo oportunidad de pronunciarse sobre la na-
turaleza y alcances de los contratos-leyes señalando que181:
Por su propia naturaleza, a través del contrato-ley, el Estado busca atraer
inversiones privadas (de capital) a fin de que promuevan aquellas activida-
des que el Estado considera que vienen siendo insuficientemente desarrolla-
das, de acuerdo con los planes y objetivos que se pueden haber trazado en el
diseño de la política económica del Estado. Tienen como contenido propi-
ciar un marco de seguridad a los inversionistas […].
En opinión del intérprete supremo de la Constitución en el Perú:
Mediante el contrato-ley los Estados han previsto fórmulas contractua-
les mediante las cuales se ha otorgado a los co-contratantes ámbitos de
seguridad jurídica, a fin de favorecer la inversión privada dentro de sus
economías.
Existen dos regímenes legales de contratos-ley: el que podemos denomi-
nar régimen general y varios regímenes especiales. El primero, el régimen
180
Han trabajado el tema de los contratos-leyes: Diego Zegarra Valdivia, El contrato-ley. Los
contratos de estabilidad jurídica, Gaceta Jurídica Editores, Lima, 1997; Antonio Pinilla Cisneros.
Los contratos-ley en la legislación peruana. Universidad de Lima. 1999; José Daniel Amado y Luis
Miranda, «La seguridad jurídica en la contratación con el Estado: el contrato-ley», Themis, nº 33,
Lima; Oscar Trelles De Belaúnde, «El contrato administrativo, el contrato ley y los contratos de con-
cesión de servicios públicos», Themis, nº 44, Lima, p. 237, y Jorge Santisteban de Noriega, «Consti-
tución, privatización y servicios públicos. El blindaje jurídico que protege a los contratos-ley en el
Perú», Homenaje a Jorge Avendaño,
2004, p. 577.
181
Sentencia del Tribunal Constitucional Expediente Nº 005-2003-AI/TC de 3 de octubre del
2003 interpuesta por un grupo de congresistas de la República. El texto se puede revisar en: http://
www.tc.gob.pe/cgi-bin/searchtout.cgi
1152
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
182
Montos de inversión mínima establecidos por el artículo 2 de la Ley Nº 27342 de 1 de sep-
-
versión.
183
Las seguridades y garantías que el marco legal que denominamos general de los contratos-ley
expresamente establece comprende las siguientes materias: régimen tributario del impuesto a la renta;
régimen de libre disponibilidad de divisas; derecho de libre remesa de utilidades, dividendos, capitales
y otros ingresos; no discriminación; los regímenes de contratación de trabajadores; los regímenes de
1153
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1154
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
184
En su oportunidad llamamos la atención sobre este problema en nuestro trabajo «Notas acerca de
la potestad sancionadora de la Administración Pública», Ius et Veritas, Nº 10, Lima. 1995, pp. 151 y ss.
1155
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1156
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
185
Comisión de juristas designada por el Ministerio de Justicia mediante la Resolución Ministe-
rial Nº 194-97-JUS que elaboró un proyecto de Ley que sirvió de base para la aprobación de la vigente
LPAG y que tuve el honor de presidir.
186
-
sión que elaboró el proyecto de Ley que dio origen a la LPAG: «Quienes conformamos la comisión
elaboradora del anteproyecto adoptamos conscientemente la decisión de diseñar las pautas mínimas
comunes para que todas las entidades administrativas con aptitud para la aplicación de sanciones sobre
los administrados, la ejerzan de manera democrática, previsible y no arbitraria», en «Comentarios a la
Ley de Procedimiento Administrativo General», Gaceta Jurídica, 7ª ed., Lima, 2008, p. 627.
1157
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
187
Como bien señala Juan Carlos Morón, el criterio general-especial de las normas administrati-
vas es relativo porque «una misma disposición puede ostentar ambas calidades, según sea la calidad de
la otra norma administrativa con la cual se le compare»; de este modo la regulación del procedimiento
sancionador es especial respecto de las demás normas de la LPAG, pero general si se contrasta con
otras normas legales sancionadoras especiales como las contenidas en el Código Tributario, en las
normas de los regímenes de servicios públicos, etc., en: «Comentarios a la Ley de Procedimiento Ad-
ministrativo General», Gaceta Jurídica, 7ª Ed., Lima, 2008, p. 31.
1158
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
188
Dice la profesora Elisenda Malaret: «Es preciso no olvidar en ningún momento que el gran reto
del Derecho administrativo como derecho peculiar, como derecho propio de la Administración, ha sido
público y privado: la relevancia de los principios constitucionales», AA.VV., Derecho público y Dere-
cho privado en la actuación de la Administración Pública, Marcial Pons. 1999, p. 12.
189
Artículo 229. Ámbito de aplicación de este capítulo. 1. Las disposiciones del presente capítulo
disciplinan la facultad que se atribuye a cualquiera de las entidades para establecer las infracciones
administrativas y las consecuentes sanciones a los administrados. 2. En las entidades cuya potestad
sancionadora está regulada por leyes especiales, este capítulo se aplicará con carácter supletorio. La
potestad sancionadora disciplinaria sobre el personal de las entidades se rige por la normativa sobre la
materia.
1159
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
190
Artículo 234. Caracteres del procedimiento sancionador. Para el ejercicio de la potestad san-
cionadora se requiere obligatoriamente haber seguido el procedimiento legal o reglamentario estable-
cido caracterizado por […].
191
un poder de sancionar dirigido a castigar infracciones a la relación de servicio que une a los funciona-
rios públicos con la Administración Pública, la consideramos una potestad de sanción “interna” de
-
cuado funcionamiento de la organización administrativa […] frente a determinadas conductas de los
sujetos –los funcionarios– que la integran», en El régimen disciplinario de los funcionarios públicos
de la administración del Estado, Tiranto Lo Blanch, Valencia, 1996, p. 15.
1160
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
192
1161
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
194
En el artículo IV de su Título Preliminar. Hemos trabajado el régimen de los principios en «Los
principios generales del Derecho en el Derecho administrativo peruano», ponencia presentada al
VII Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo realizado en Valladolid y Salamanca, septiembre
de 2008, publicado en AA.VV., «Los principios en el Derecho administrativo iberoamericano», Junta
de Castilla y León, 2008, pp. 533 y ss.
195
Artículo 230. Principios de la potestad sancionadora administrativa. La potestad sancionadora
de todas las entidades está regida adicionalmente por los siguientes principios especiales […].
196
Dice la jurisprudencia constitucional: «[...] Los principios de culpabilidad, legalidad, tipicidad,
entre otros, constituyen principios básicos del Derecho sancionador, que no solo se aplican en el ámbi-
to del Derecho penal, sino también en el del Derecho administrativo sancionador […]». (Fund. 8).
Exp. Nº 2050-2002-AA/TC (Caso Carlos Israel Ramos Colque).
1162
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
197
El profesor Christian Guzmán Napurí critica la excesiva amplitud con la que se permite que la
GUZMÁN NAPURÍ, 2002,
op. cit., p. 338).
1163
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
198
En los procedimientos referidos a la imposición de sanciones de tránsito, era posible que el
-
tamente la correspondiente sanción (multa) sin más trámite y sin dar oportunidad de ejercer su defensa
al sancionado.
1164
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1165
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1166
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
199
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional sobre lo sancionador administrativo comenzó a
producirse recién luego de la entrada en vigencia de la LPAG; da cuenta de esta circunstancia Willy
Pedreschi Garcés en «Análisis sobre la potestad sancionadora de la Administración Pública y el proce-
dimiento administrativo común», AA.VV., Comentarios a la Ley del Procedimiento Administrativo
General, Ley nº 27444, Ara editores, Lima, 2003, p. 517.
1167
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
200
Artículo 229. Ámbito de aplicación de este capítulo [...] 2 Las disposiciones contenidas en el
presente capítulo se aplican con carácter supletorio a los procedimientos establecidos en leyes especia-
les, las que deberán observar necesariamente los principios de la potestad sancionadora administrativa
-
ministrativo sancionador. Los procedimientos especiales no podrán imponer condiciones menos favo-
rables a los administrados que las previstas en este capítulo.
1168
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
201
La exposición de motivos que explica las reformas introducidas por el Decreto Legislati-
vo Nº 1029 se encuentra en los archivos electrónicos del Sistema Peruano de Información Jurídica
(SPIJ) del Ministerio de Justicia. La parte referida a las reforma introducida en el texto del artículo 229
resume la explicación que sobre la misma propuesta se realiza en la Exposición de Motivos del proyec-
to de Ley elaborado por la Comisión Técnica designada por el Ministerio de Justicia mediante Resolu-
ción Ministerial Nº 026-2006-JUS para proponer reformas a la LPAG, la cual tuvimos el honor de
presidir y que ha servido de inspiración directa para la reforma del citado artículo 229.
202
-
to Pereira Chumbe, para quien la mayor parte de los principios contenidos en el artículo 230 de la
LPAG no pueden ser preteridos por una ley especial debido a su naturaleza constitucional, en «La
potestad sancionadora de la Administración y el procedimiento administrativo sancionador en la
Ley Nº 27444ª», Comentarios a la Ley de Procedimiento Administrativo General, AA.VV., Ara Edi-
tores, 2001, p. 292.
203
Respecto del principio de la aplicación del principio especialidad normativa en el Derecho
administrativo, recomendamos la lectura del trabajo de José Antonio Tardío Pato, precisamente titula-
do «El principio de especialidad normativa (lex specialis) y sus aplicaciones jurisprudenciales», publi-
cado en Revista de Administración Pública nº 162, Madrid, 2003, pp. 189 y ss. En la jurisprudencia
constitucional peruana la sentencia recaía en el Expediente Nº 047-2004-AI/TC, de 24 de abril de
1169
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
preferente respecto de las normas generales que puedan regular temas con-
tenidos en dichas leyes especiales. Tal es el caso de la Ley de Contratacio-
nes estatales, aprobada mediante Decreto Legislativo Nº 1017, que en su
artículo 5 dispone que sus preceptos y los de su correspondiente reglamento
se aplican preferentemente a cualquier otra norma que pueda regular aspec-
tos de su temática. En nuestra opinión el mandato del artículo 229.2 de la
LPAG que ordena la aplicación preferente de las reglas generales de lo san-
cionador sobre la regulación contenida en leyes especiales se impone tam-
bién sobre las leyes sancionadoras preexistentes que dispongan expresamen-
te lo contrario.
Solo una norma legal dictada en fecha posterior a la vigencia del nuevo
texto del artículo 299.2 podría realizar una regulación diferente a las previsio-
nes generales sobre la potestad y del procedimiento sancionador consagrado
por la LPAG, pero sujeto a que establezca dicha regla en forma expresa y a
que no podrá transgredir los principios y reglas derivados directamente de la
Constitución conforme a la interpretación desarrollada por el Tribunal Cons-
titucional.
En cualquier situación, es innegable el papel unificador que en el ejercicio
de la potestad y el procedimiento sancionador tiene la LPAG, porque aun
cuando en los casos concretos la Administración competente tenga que definir
sobre el alcance de una regulación sectorial, deberá utilizar las disposiciones
de la ley general para determinar el concreto alcance de los preceptos conteni-
dos en la ley especial, porque la LPAG se yergue como referente necesario que
condensa las ideas básicas del régimen sancionador y que en tal virtud consti-
tuye el parámetro o criterio interpretativo que deberán utilizar las entidades de
la Administración Pública para determinar los alcances de todas las normas
sobre la materia.
7. LA DISCRECIONALIDAD DE LA ADMINISTRACIÓN
204
La única excepción la constituye la sentencia del Tribunal Constitucional recaída en el Expe-
diente Nº 0090-2004-AA/TC, demandante Juan Carlos Callegari Herzo, de 5 julio 2004, en que el ci-
tado Alto Tribunal analiza los caracteres de la discrecionalidad administrativa y sus clases.
1170
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1171
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
205
Art. 148. Las resoluciones administrativas que causen estado son susceptibles de impugnación
mediante la acción contencioso-administrativa.
1172
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
206
Artículo 3 de la Ley del Proceso Contencioso-Administrativo Nº 27584. Exclusividad del pro-
ceso contencioso-administrativo. Las actuaciones de la Administración Pública solo pueden ser im-
pugnadas en el proceso contencioso-administrativo, salvo los casos en que se puedan recurrir a los
procesos constitucionales.
207
Art. 200. Son garantías constitucionales: 1. la acción de Habeas Corpus; 2. la acción de Ampa-
ro; 3. la acción de habeas data; 4. la acción de inconstitucionalidad; 5. la acción popular, y 6. la acción
de cumplimiento.
1173
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
208
He trabajado el tema en «El proceso contencioso administrativo en el Perú», Derecho procesal,
II Congreso Internacional, Universidad de Lima, Lima: Fondo de Desarrollo Editorial., 2002, p. 350.
Disponible en: www.bidding.com.br/ev_ibero/artigos.html
209
Art. 139. Son principios y deberes de la función jurisdiccional: 3. La observancia del debido
proceso y la tutela jurisdiccional.
1174
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
210
He analizado los conceptos «causar estado» y «agotar la vía administrativa» como sinónimos
que
causan estado», Ius Et Veritas, nº 16, Lima, 1988, p. 151, y en la Revista de la Academia de la Magis-
tratura, nº 1, Lima 1998, p. 209, y «El proceso contencioso-administrativo en materia tributaria»,
Themis, nº 41, Lima, 2000.
211
dispuestas por el Decreto Legislativo Nº 1067 del año 2008, lo que motivó que el Gobierno aprobara
el Texto Único Ordenado de la Ley Nº 27584, Ley que regula el proceso contencioso-administrativo,
mediante Decreto Supremo Nº 013-2008-JUS. Las referencia que se hagan en este trabajo a la Ley del
-
mas reguladoras del régimen del citado proceso.
1175
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
212
PRIORI POSADA, Giovanni F., Comentarios a la Ley del Proceso Contencioso-Administrativo.
Lima: Ara Editores, 2002, 2ª ed. También: HUAPAYA TAPIA, Ramón, El objeto del proceso contencioso-
administrativo en la Ley Nº 27584, tesis de bachiller sustentada en el 2004 en la Universidad de Lima,
luego ampliada y publicada con el título de Tratado del proceso contencioso-administrativo, Lima: El
Jurista, 2006. También el catedrático Juan José Diez Sánchez en su ponencia. «Comentarios en torno
a la Ley del Proceso Contencioso-Administrativo del Perú». En la obra colectiva promovida por la
Asociación Peruana de Derecho Administrativo Derecho administrativo, que recoge las ponencias
-
dad Católica del Perú, abril de 2004, Jurista Editores, Lima, pp. 167 y ss). Es ilustrativo el Informe
Defensorial Nº 121 del 2007 que formula «Propuestas para una reforma de la Justicia Contencioso-
Administrativa desde la perspectiva de acceso a la justicia».
213
Sobre el tema: ESPINOSA-SALDAÑA BARRERA, Eloy, «El nuevo proceso contencioso-administra-
Normas Legales, Tomo 319, Volu-
men II, Lima, diciembre de 2002, pp. 1 y ss. También publicado en Jurisdicción Constitucional, im-
partición de justicia y debido proceso, Ara Editores, Lima, 2003, pp. 253 y ss.
1176
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
214
controles posteriores, sin perjuicio de la vigencia de otros posibles principios generales del Derecho
administrativo.
1177
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
215
Conforme a la reforma dispuesta al artículo 11 por la Ley Nº 29782 de julio del 2011.
1178
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
216
MORÓN URBINA, Juan Carlos, «El proceso de lesividad: el contencioso promovido por la Admi-
nistración», Proceso & Justicia, Revista de Derecho Procesal, nº 3, Lima: Asociación Civil Taller de
Derecho, pp. 30 y ss. HUAPAYA, Ramón, Administración Pública, Derecho administrativo y regula-
ción, Lima: Ara Ed., 2011, pp. 463 y ss.
217
El régimen general aplicable a dichos procedimientos administrativos se encuentra regulado,
con carácter general, en los artículos 219 a 238 de la Ley Nº 27444, Ley de Procedimiento Adminis-
trativo General.
1179
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1180
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
218
BORRAJO INIESTA, Ignacio, «Prueba y jurisdicción revisora», Civitas, Revista Española de De-
recho Administrativo (REDA), nº 61, 1989.
219
Según dicha posición la función de los jueces en el contencioso-administrativo se limita a
«examinar sentado lo que la Administración había resuelto de pie», citado por BORRAJO INIESTA, op.
cit., pie de página 1.
1181
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
ción resolviendo las pretensiones de las partes a la vista de los hechos acredita-
dos en el momento de dictar sentencias, hayan sido probados en el proceso o
fuera de él». En opinión de Borrajo Iniesta, debe tenerse en cuenta que las
«normas sobre prueba (que) se aplican en el seno de un procedimiento adminis-
trativo, son utilizadas con una finalidad diferente a la de las pruebas judiciales.
No son ya practicadas por un juez que debe dirimir un conflicto para mantener
la paz jurídica; son aplicadas por un administrador, que debe realizar determi-
nados fines materiales en satisfacción de concretos intereses generales. La fina-
lidad institucional de las normas probatorias en el seno de un proceso judicial
[…] es sustentar una sentencia: una decisión definitiva en derecho, que, entre
otras cosas, declara los hechos que ocurrieron, narra la versión jurídicamente
veraz. En cambio, la finalidad institucional de las normas probatorias en el seno
de un procedimiento administrativo es posibilitar la eficacia de la actuación
administrativa, que sus decisiones sean lícitas, acertadas y oportunas. Con ello,
entre otras cosas, se consigue minimizar los conflictos con los afectados por las
medidas administrativas; pero no impedirlos y menos sustituirlos por una solu-
ción contencioso-administrativa».
220
RIVERA ORTEGA, Ricardo, El Estado vigilante, Madrid; Tecnos, 2000, p. 216.
221
GONZÁLEZ-CUELLAR SERRANO, Nicolás, La prueba en el proceso administrativo (objeto, carga
y valoración), Editorial Colex, 1992, p. 10.
222
SARMIENTO GARCÍA, Jorge, «Introducción al procedimiento y al proceso administrativo», en el
colectivo «Protección del Administrado», Buenos Aires: Ediciones Ciudad Argentina, 1996, p. 37.
1182
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1183
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
223
CPC, artículo 616. Casos especiales de improcedencia. No proceden medidas cautelares
para futura ejecución forzada contra los Poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, el Ministerio
Público, los órganos constitucionales autónomos, los Gobiernos regionales y locales y las Universi-
dades. Tampoco proceden contra bienes de particulares asignados a servicios públicos indispensa-
bles que presten los Gobiernos referidos en el párrafo anterior, cuando con su ejecución afecten su
normal desenvolvimiento.
224
En especial con la sentencia recaída en los procesos de inconstitucionalidad tramitada con los
expedientes Nº 0015-2001-AI, 0016-2001-AI y 004-2002-AI, del 1 de febrero de 2004.
1184
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
felizmente en algunos casos los jueces, invocando el segundo párrafo del artí-
culo 138 de la Constitución225, que les permite ejercer el control difuso de in-
constitucionalidad, han procedido a ejecutar directamente sus sentencias,
inaplicando al caso concreto las normas que pretenden restringir sus poderes,
por considerarlas contrarias a los derechos de los justiciables consagrados en la
Constitución.
De otro lado, el numeral 41.1 de la Ley Nº 27584 establece que el personal
al servicio de la Administración Pública, cualquiera que fuera el régimen de su
vinculación con la misma, se encuentra sujeto a la obligación de cumplir la
sentencia emitida en el proceso, actuando como parte sometida plenamente al
control del Poder Judicial; en virtud de lo cual se indica que el mismo se en-
cuentra prohibido de calificar el contenido de la sentencia o sus fundamentos,
restringir sus efectos o interpretar sus alcances, quedando obligados a realizar
todos los actos necesarios para la completa ejecución de la resolución judicial.
Conviene precisar que en el cumplimiento del deber de ejecutar las sentencias
estimatorias recaídas en los procesos contencioso-administrativos, el personal
al servicio de la Administración no actúa en ejercicio de potestades administra-
tivas, sino como parte vencida en juicio, en igualdad de condiciones respecto
del demandante y sometido a la potestad jurisdiccional de dictar sentencia e
imponer su contenido.
225
Constitución, artículo 138, segundo párrafo. En todo proceso, de existir incompatibilidad entre
1185
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1186
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
Los procesos que sirven para la tutela de los derechos constitucionales pue-
den ser formulados por cualquier persona que se considere afectada en sus de-
rechos por actuaciones u omisiones de entidades administrativas, funcionarios
públicos o incluso por particulares. Señala el artículo 1 del Código Procesal
Constitucional226 que regula los mencionados procesos que su finalidad es
«proteger los derechos constitucionales, reponiendo las cosas al estado anterior
a la violación o amenaza de violación de un derecho constitucional, o dispo-
niendo el cumplimiento de un mandato legal o un acto administrativo».
En lo que respecta a las reglas de competencia, tratándose de Lima y de la
Provincia Constitucional del Callao el respectivo proceso se inicia ante los de-
nominados jueces especializados en Derecho público; en los demás distritos ju-
diciales como está organizado el Poder Judicial en el Perú son competentes para
conocer los procesos de habeas corpus los jueces especializados en la materia
penal, mientras que respecto de los demás procesos constitucionales (amparo,
habeas data y acción de cumplimiento) la competencia corresponde a los jueces
civiles. En segunda instancia en Lima y Callao es competente para conocer en
vía de apelación la Sala Superior de Derecho Público, mientras que en los distri-
tos judiciales de provincias la competencia corresponde a las respectivas salas
especializadas en lo civil. En caso que el fallo de segunda instancia resulte favo-
rable al demandante, el proceso concluye y no cabe formular otro recurso para
impugnar la sentencia. Conforme a la Constitución de 1993 solo en caso que el
Poder Judicial resuelva desfavorablemente las demandas de habeas corpus, am-
paro, habeas data y acción de cumplimiento cabe que el demandante formule
recurso de agravio constitucional para que su pretensión sea resuelta en última
instancia por el Tribunal Constitucional, quien falla sobre el fondo del asunto.
Como se puede apreciar la Corte Suprema no conoce del trámite de los procesos
constitucionales citados, salvo en los casos que la violación de un derecho cons-
titucional se origine en una orden judicial, porque en esta última hipótesis el
proceso se inicia ante la Corte Superior y la Corte Suprema conoce en vías de
apelación. Otro aspecto importante a destacar es que al Tribunal Constitucional
peruano solo pueden acceder los demandantes de los procesos constitucionales
que no han encontrado acogida a sus pretensiones de tutela constitucional ante
el Poder Judicial y nunca los demandados, como sería el caso de las entidades
administrativas y los funcionarios o servidores públicos.
Como se ha señalado anteriormente, los procesos constitucionales que es-
tamos comentando tutelan diferentes derechos constitucionales. El habeas
corpus conforme a su origen histórico sirve exclusivamente para la protección
de la libertad personal o de los derechos conexos a ella, los que por regla ge-
226
Aprobado mediante Ley Nº 28237 vigente a partir del 1 de diciembre del 2004, elaborado en
base a un proyecto preparado por un grupo de trabajo conformado por seis profesores de Derecho
constitucional, procesal, administrativo y penal en el que tuvimos el honor de participar. AA.VV.,
Código procesal constitucional. Comentarios, exposición de motivos, dictámenes e índice analítico,
Lima: Palestra Editores, 2004.
1187
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
neral solo pueden ser restringidos por mandato judicial y no por actuaciones
administrativas.
En cambio el habeas data protege solo dos derechos constitucionales, los
cuales tienen incidencia en el ámbito administrativo. Es el caso del derecho
reconocido por el numeral 5) del artículo 2 de la Constitución que tiene toda
persona «a solicitar sin expresión de causa la información que requiera y a re-
cibirla de cualquier entidad pública, en el plazo legal, con el costo que suponga
el pedido», exceptuándose solo las informaciones que afecten la intimidad per-
sonal y las que expresamente se excluyan por ley o por razones de seguridad
nacional, además de la información comprendida en el secreto bancario y la
reserva tributaria. Por tanto, cualquier persona que considere no atendida por la
Administración Pública su solicitud de acceso a la información que obra en su
poder, está constitucionalmente facultado para formular demanda de habeas
data a fin de que los jueces ordenen a los funcionarios administrativos obrar
conforme al principio de transparencia. Así ha sucedido en casos que adquirie-
ron publicidad iniciados por organizaciones dedicadas a la protección del me-
dio ambiente que exigieron y obtuvieron sentencias favorables que ordenaban
a los ministros del sector competente entregar los estudios de impacto ambien-
tes y otros documentos relevantes para la protección del medio ambiente. El
segundo derecho susceptible de ser tutelado por el habeas data es el denomina-
do por la doctrina constitucional «derecho a la autodeterminación informativa»
o a la «libertad informática» que para garantizar la intimidad personal y fami-
liar permite que toda persona tenga la potestad de conocer y acceder a las infor-
maciones que le conciernen archivadas en bancos de datos públicos o privados,
exigir la corrección o cancelación de datos inexactos o indebidamente procesa-
dos y disponer sobre su transmisión.
El proceso de cumplimiento227 otorga a los particulares la garantía jurisdic-
cional de poder reaccionar contra la abstención administrativa ya sea que esta
se manifieste en inactividad formal, es decir, por la omisión en la producción de
un acto administrativo individual o de una disposición reglamentaria de carác-
ter general, o por la inactividad material, consistente en la simple inejecución
de un acto debido. En un anterior trabajo228 he sostenido que la denominada
«acción de cumplimiento» no configura propiamente un proceso constitucional
porque no está destinada a tutelar ningún derecho constitucional en especial. En
el citado trabajo opiné que «se trata en verdad de un mecanismo procesal refe-
rido esencialmente al control jurisdiccional (objetivo) de la Administración,
que en lugar de estar consignado en el capítulo de las garantías destinadas a la
protección de los derechos constitucionales, bien pudo ser considerado como
227
Constitución, artículo 200. Son garantías constitucionales: 6) La acción de cumplimiento, que
procede contra cualquier autoridad o funcionario renuente a acatar una norma legal o un acto adminis-
trativo, son perjuicio de las responsabilidades de ley.
228
«El amparo por omisión y la acción de cumplimiento en la Constitución peruana de 1993»,
Lecturas Constitucionales Andinas, nº 3, Lima: Comisión Andina de Juristas, 1994, p. 206.
1188
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
229
Como en efecto posteriormente ha sido contemplado por la vigente Ley Nº 27584 Reguladora
del Proceso Contencioso-Administrativo que entre las actuaciones impugnables señaladas por el nume-
ral 2) de su artículo 4 considera a «la inercia y cualquier otra omisión de la Administración Pública».
230
ABAD Y., Samuel, El proceso constitucional de amparo, Lima: Gaceta Jurídica Ed., 2004.
231
La jurisprudencia del Tribunal Constitucional peruano dictada desde la vigencia del Código
Procesal Constitucional ha establecido los criterios para que los procesos constitucionales como es el
caso del amparo y del proceso de cumplimiento constituyan únicamente una vía subsidiaria a los pro-
1189
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
cesos ordinarios para el cuestionamiento de las actuaciones administrativas como es el caso del proce-
so contencioso-administrativo.
232
Código Procesal Constitucional, art. 44. Plazo para la interposición de la demanda. El plazo
para interponer la demanda de amparo prescribe a los sesenta días hábiles de producida la afectación,
siempre que el afectado hubiese tenido conocimiento del acto lesivo y se hubiese hallado en posibili-
dad de interponer la demanda. Si esto no hubiese sido posible, el plazo se computará desde el momen-
to de la remoción del impedimento. Tratándose del proceso de amparo iniciado contra resolución judi-
-
dido. Para el cómputo del plazo se observarán las siguientes reglas: 1) el plazo se computa desde el
momento en que se produce la afectación, aun cuando la orden respectiva haya sido dictada con ante-
rioridad; 2) si la afectación y la orden que la ampara son ejecutadas simultáneamente, el cómputo del
plazo se inicia en dicho momento; 3) si los actos que constituyen la afectación son continuados,
el plazo se computa desde la fecha en que haya cesado totalmente su ejecución; 4) la amenaza de eje-
cución de un acto lesivo no da inicio al cómputo del plazo; solo si la afectación se produce se deberá
empezar a contar el plazo; 5) si el agravio consiste en una omisión, el plazo no transcurrirá mientras
ella subsista, y 6) el plazo comenzará a contarse una vez agotada la vía previa, cuando ella proceda.
1190
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
233
Artículo 188. Efectos del silencio administrativo. 188.5. El silencio administrativo no inicia el
cómputo de plazos ni términos para su impugnación.
234
He comentado los errores en la conceptualización del silencio administrativo negativo por
parte de la jurisprudencia en el Perú en el trabajo «El silencio administrativo como técnica de garantía
del particular frente a la inactividad formal de la administración», Ius et Veritas, nº 13, Lima: Revista
de estudiantes , 1996,
pp. 225 y ss.
235
Código Procesal Constitucional, Art. 45. Agotamiento de las vías previas. El amparo solo pro-
cede cuando se hayan agotado las vías previas. En caso de duda sobre el agotamiento de la vía previa
se preferirá dar trámite a la demanda de amparo. Artículo 46. Excepciones al agotamiento de las vías
previas. No será exigible el agotamiento de las vías previas si: 1) una resolución que no sea la última
en la vía administrativa, es ejecutada antes de vencerse el plazo para que quede consentida; 2) por el
agotamiento de la vía previa la agresión pudiera convertirse en irreparable; 3) la vía previa no se en-
cuentra regulada, o si ha sido iniciada, innecesariamente por el afectado, o 4) no se resuelve la vía
1191
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
236
Salvo que se trate de resoluciones de medidas cautelares que declaren la inaplicación de nor-
mas legales autoaplicativas (es decir en ejercicio del control difuso de constitucionalidad de las leyes
en un caso concreto), en cuyo caso la apelación se otorga con efecto suspensivo, conforme a la reforma
dispuesta por la Ley Nº 28946 de 2006.
1192
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
cautelares respecto de actos administrativos dictados por las regiones y las mu-
nicipalidades al disponerse que el juez que conoce la petición de una medida
cautelar debe correr traslado por el término de tres (3) días a la parte demanda-
da para que exprese su posición.
Respecto de las pruebas, a diferencia del proceso contencioso-administrativo
en los procesos constitucionales para la protección de derechos fundamentales
casi no hay actividad probatoria. El Código Procesal Constitucional establece
que no existe etapa de pruebas en los procesos constitucionales como el ampa-
ro237, lo que no impide la presentación de pruebas de carácter instrumental o la
realización de las diligencias que el juez de la causa considere necesarias sin
dilatar los términos, no requiriéndose notificar previamente a las partes sobre la
realización de las diligencias. La reducida actividad probatoria se explica en ra-
zón del carácter extraordinario del proceso de amparo que la jurisprudencia ha
establecido que solo debe proceder en caso que no existan otras vías procesales
igualmente idóneas para que los particulares puedan tutelar sus derechos.
Las sentencias recaídas en los procesos de amparo participan del mismo
carácter de las denominadas por un sector de la doctrina administrativa como
«sentencias de plena jurisdicción» porque los jueces están facultados para reco-
nocer una situación jurídica individualizada y disponer la adopción de medidas
para el pleno restablecimiento de dicha situación, de modo que pueden impo-
nerle a la Administración vencida la realización de todo tipo de prestaciones,
cuando sea necesario para restablecer el actor en el goce de sus derechos cons-
titucionales vulnerados. Como se ha comentado anteriormente, el carácter ple-
no de la tutela susceptible de ser alcanzada por los justiciables vía los procesos
constitucionales, en mi opinión, abona a favor de la obligatoria caracterización
del proceso contencioso-administrativo en el Perú como uno que no puede te-
ner un rol inferior al del proceso del amparo. La diferencia principal entre am-
bos procesos reside en el ámbito de protección comprendido en su radio de
acción, porque mientras que vía el amparo se tutelan exclusivamente derechos
de rango constitucional, no protegidos por los demás procesos constitucionales,
en el contencioso-administrativo encuentran acogida pretensiones de tutela de
derechos o intereses creados por normas legales.
El Código Procesal Constitucional establece que las sentencias recaídas en
los procesos constitucionales para la tutela de derechos fundamentales tendrán
carácter de jurisprudencia vinculante cuando de ellas se pueda desprender prin-
cipios de interés general, lo que no impide que en nuevos casos los jueces pue-
dan apartarse de dicho precedente siempre que sustenten debidamente la nueva
resolución.
237
Art. 9. Ausencia de etapa probatoria. En los procesos constitucionales no existe etapa probato-
ria. Solo son procedentes los medios probatorios que no requieren actuación, lo que no impide la rea-
lización de las actuaciones probatorias que el juez considere indispensables, sin afectar la duración del
1193
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Hoy en día en el Perú todas las controversias que se generen con motivo de
la ejecución de los contratos de adquisición de bienes o servicios, o de los con-
238
Dicho proceso lo he analizado en: La garantía constitucional de la acción popular, Lecturas
sobre Temas Constitucionales, nº 4, Lima: Comisión Andina de Juristas, 1990, pp. 153 y ss.
1194
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
tratos de obra pública, por expreso mandato legal se deben resolver a través de
procesos arbitrales, conforme lo ordena la Ley de contrataciones del Estado.
Hasta antes de la citada norma cuando se generaba algún conflicto entre el Es-
tado y un contratista con motivo de la realización de una obra pública el afecta-
do podía impugnar la decisión del Estado ante un tribunal administrativo deno-
minado Consejo Superior de Licitaciones y Contratos de Obras Públicas
(CONSULCOP), cuya resolución a su vez podía ser cuestionada ante el Poder
Judicial mediante el proceso contencioso-administrativo por cualquiera de las
partes. Un diseño similar, aunque con matices, existía también en el ámbito de
los contratos de adquisición de bienes y servicios.
Como se puede apreciar, es evidente que el legislador peruano no ha querido
que la solución de controversias contractuales entre el Estado y sus contratistas
se resuelva ante el Poder Judicial seguramente por desconfianza en la celeridad
de la administración de justicia y de la especialización de los magistrados.
Similar sucede con los contratos de concesión de servicios públicos o de
obras públicas que el Estado peruano ha suscrito en los últimos años, en los que
el común denominador ha sido incorporar cláusulas que consagran la vía arbi-
tral para resolver las controversias que se generen durante la ejecución de tales
contratos. Más aún, en la mayor parte de los contratos de concesión que he te-
nido oportunidad de revisar se establece que en consonancia con diversos trata-
dos internacionales multilaterales para la protección de inversiones las contro-
versias de mayor magnitud deberán ser resueltas por un tribunal arbitral con
sede en el extranjero y constituido conforme a las reglas de un determinado
centro de arbitraje internacional.
La difusión del arbitraje en materia administrativa en el Perú ha llegado in-
cluso a un ámbito que normalmente sería incompatible con su naturaleza como
lo es el proceso de expropiación. Conforme a la nueva Ley Nº 27117 General
de Expropiación vigente a partir de 1998, el sujeto pasivo de una expropiación
que no se oponga a la misma pero que no esté de acuerdo con determinados
aspectos puede voluntariamente solicitar que se realice un arbitraje que tendrá
exclusivamente como objetivo determinar el valor del justiprecio que el Estado
debe pagarle por su propiedad o que se determine la obligación del Estado de
expropiarle la totalidad del predio si es que la parte remanente no tendría utili-
dad económica para él.
Los ejemplos reseñados que evidencian la extensión alcanzada por el arbi-
traje en el ámbito de la Administración Pública peruana han sido expresamente
ratificados por el artículo 4 de la nueva Ley de Arbitraje, aprobada mediante
Decreto Legislativo Nº 1071 del año 2008 con el siguiente tenor:
LGA, artículo 4. Arbitraje del Estado Peruano.
1. Para los efectos de este Decreto Legislativo, la referencia a Estado
Peruano comprende el Gobierno nacional, los Gobiernos regionales, los Go-
biernos locales y sus respectivas dependencias, así como las personas jurídi-
1195
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
239
«El proceso contencioso-administrativo en materia tributaria», Themis, nº 41, Lima, 2000, pp. 73 y ss.
240
Para Fernando DE LA RÚA, Jurisdicción y Administración. Relaciones, límites y controles. Re-
cursos judiciales, Buenos Aires: Lerner Editores, 1979, pp. 134 y 137, los tribunales administrativos
constituyen «órganos administrativos de aplicación», los caracteriza como «cuerpos administrativos
que no ejercen un control de la administración sino en la Administración: cumplen una actividad fun-
cional interna. Ellos emiten la voluntad del poder administrador la cual, si el interesado no recurre a la
énfasis es mío).
1196
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1197
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1198
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1199
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1200
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
241
Art. 238.6. Cuando la entidad indemnice a los administrados, podrá repetir judicialmente de
autoridades y demás personal a su servicio la responsabilidad en que hubieran incurrido, tomando en
cuenta la existencia o no de intencionalidad, la responsabilidad profesional del personal involucrado y
su relación con la producción del perjuicio. Sin embargo, la entidad podrá acordar con el responsable
el reembolso de lo indemnizado, aprobando dicho acuerdo mediante resolución.
242
DOMÉNECH PASCUAL,
Revista de Administración Pública,
nº 180, Madrid, 2009, pp. 142, 146 y 147.
1201
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
243
Art. 283.2. La declaratoria de nulidad de un acto administrativo en sede administrativa o por
resolución judicial no presupone necesariamente derecho a la indemnización.
1202
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
244
Art. 238.2. En los casos del numeral anterior, no hay lugar a la reparación por parte de la Ad-
ministración cuando el daño fuera consecuencia de caso fortuito o fuerza mayor, de hecho determinan-
te del administrado o de tercero. Tampoco hay lugar a reparación cuando la entidad hubiera actuado
razonable y proporcionalmente en defensa de la vida, integridad o de los bienes de las personas o en
salvaguarda de los bienes públicos o cuando se trate de daños que el administrado tiene el deber jurí-
dico de soportar de acuerdo con el ordenamiento jurídico y las circunstancias.
1203
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
245
MARTÍN REBOLLO, Luis, «La responsabilidad patrimonial de las administraciones públicas en
España», Propiedad, expropiación y responsabilidad. La garantía indemnizatoria en el Derecho euro-
peo y comparado, Javier Barnes (coord.), Madrid: Tecnos, 1995, pp. 831 y 832.
1204
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1205
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Para poder brindar una visión panorámica que permita entender la situación
actual de los servicios públicos y los mercados de interés general en el Perú, es
indispensable remontarnos al proceso de reforma del Estado operado a partir de
la década de los 90 con los inicios del Gobierno del entonces presidente electo
Alberto Fujimori. El eje central de la reforma estuvo centrado en la necesidad
de equilibrar las cuentas fiscales de un país que al terminar la década de los 80
padecía de una severa crisis fiscal, hiperinflación y el aislamiento del sistema
financiero internacional.
En dicho contexto la reforma emprendida del Estado sintonizó plenamente
con un modelo económico mundial de carácter liberal246 que preconizaba la
reducción del aparato estatal y la apertura de los mercados a la competencia.
En lo funcional los aspectos más importantes de la reforma pueden sinteti-
zarse en lo siguiente:
– Se aprobaron dispositivos legales con el objetivo de liberalizar mercados
en los que habitualmente el Estado ejercía el monopolio o se encontraba en
manos de pocos agentes económicos y sometidos a fuertes distorsiones
en perjuicio de los consumidores. En igual medida se desregularon activi-
dades económicas sometidas a intensas intervenciones administrativas, la
246
Pease señala que la reforma del Gobierno lo colocó en la línea del documento denominado
Consenso de Washington que propuso un conjunto de políticas de corte neoliberal que proponían una
profunda reducción del aparato del Estado para concentrarlo en las funciones básicas o esenciales.
PEASE, Henry,
Universidad Católica del Perú y Fondo de Cultura Económica, 2003, p. 192
1206
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
247
Para el profesor Julio Comadira, «la independencia funcional de los entes reguladores es, asi-
mismo, decisiva, porque la experiencia ha demostrado que el poder político es no pocas veces incapaz
política». COMADIRA
reguladores», Derecho administrativo, Buenos Aires: Abeledo Perrot, 1996, p. 253.
1207
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
248
Mediante Decreto Legislativo de 5/11/1991. Sobre el tema: IZAGUIRRE, Karina, «La privatiza-
ción de las telecomunicaciones», AA.VV., Implementación de políticas públicas en el Perú, Augusto
Álvarez Rodrich y Gabriel Ortiz De Zevallos (eds.), Lima: Editorial Apoyo, 1995, p. 42.
249
Creado mediante Ley Nº 26917, 23/1/1998.
250
Mediante Ley Nº 26734, pub: 31/12/1996, posteriormente se le agregaron competencia para la
supervisión de la normativa ambiental y de seguridad en las actividades de extracción de hidrocarburos
y de mineras, por lo cual sus siglas cambiaron a OSINERGMIN.
251
Creada mediante Decreto Ley Nº 25965 de 19/12/1992, aprobándose su Ley General Nº 26284
el 27/12/1993.
252
Publicada el 29/7/2000 y reglamentada mediante Decreto Supremo Nº 032-2001-PCM,
29/3/2001.
1208
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
253
Publicada el 5/8/2000.
254
Publicada el 16/4/2002.
255
El Reglamento General de OSIPTEL aprobado por D.S. Nº 008-2001-PCM, 2/2/2001; el Re-
glamento General de SUNASS aprobado por D.S. Nº 017-2001-PCM, 21/2/2001; el Reglamento Ge-
neral de OSITRAN aprobado por D.S. Nº 010-2001-PCM, 7/2/2001 y Reglamento General de OSI-
NERG aprobado por D.S. Nº 054-2001-PCM, 9/5/2001.
1209
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
256
Artículo 32. Organismos Reguladores. Los Organismos Reguladores: 1. se crean para actuar
en ámbitos especializados de regulación de mercados o para garantizar el adecuado funcionamiento
de mercados no regulados, asegurando cobertura de atención en todo el territorio nacional; 2. están
adscritos a la Presidencia del Consejo de Ministros; 3. dentro de sus respectivos ámbitos de compe-
sus lineamientos técnicos, sus objetivos y estrategias; 5. determinan su política de gasto de acuerdo
con la política general de Gobierno, y 6. están dirigidos por un Consejo Directivo. Sus miembros son
designados mediante concurso público. La Ley establece los requisitos y el procedimiento para su
-
mente comprobada, y con el voto aprobatorio del Consejo de Ministros. La Ley establece el proce-
dimiento para su cese.
1210
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
dad del Poder Ejecutivo esté adscrita a un ministro para que sea el responsable
político ante el Parlamento, razón por la que se les adscribe a la Presidencia del
Consejo de Ministros, lo que denota la importancia que se les asigna en la es-
tructura de la Administración Pública y a la vez permite desvincularlos formal-
mente de los ministerios que establecen las políticas sectoriales de desarrollo de
las industrias que son materia de su actividad regulatoria.
La Ley Marco de los Organismos Reguladores y las leyes y demás disposi-
ciones reglamentarias especiales que disciplinan su régimen establecen el con-
junto de funciones y potestades de carácter público (supervisora, reguladora,
normativa, fiscalizadora, solución de controversias entre empresas y solución
de reclamos de los usuarios) que se les atribuye para cumplir de la manera más
eficaz el objetivo de interés general que constituye su cometido.
En el caso del Perú en principio podemos afirmar que los organismos regu-
ladores de la inversión privada en servicios públicos son entidades que actúan
dentro del marco de la normativa vigente establecida para cada tipo de servicio
público y la que se derive de los respectivos contratos de concesión, cuya mi-
sión es de carácter supervisor o de control de la actividad desarrollada por las
empresas prestadoras de servicio público y de los compromisos contraídos en
los citados contratos de concesión, que ejercen potestades de regulación econó-
mica principalmente en materia de determinación de tarifas, promoción de la
competitividad en los mercados, determinación de niveles de calidad y cober-
tura del servicio, y garantía de las condiciones de acceso a la actividad y utili-
zación de las redes, con el objeto de generar condiciones de competencia donde
fuere posible, pero que concurren con los ministerios de los respectivos secto-
res en el ejercicio de otras manifestaciones de dicha función reguladora, aunque
con matices, a quienes también corresponde dictar normas que inciden de ma-
nera decisiva sobre la prestación de los servicios públicos.
El proyecto de reforma constitucional elaborado por la Comisión de Consti-
tución del Congreso de la República propuso otorgarles rango constitucional a
los organismos reguladores de servicios públicos, como ya sucede en nuestro
ordenamiento constitucional con otras entidades como es el caso de la Superin-
tendencia de Banca y Seguros, que fuera consagrada como organismo constitu-
cional desde la Carta de 1979. Según dicho proyecto los organismos regulado-
res de los servicios públicos e infraestructura de uso público, cuyo número y
denominación específica no identifica el proyecto, tendrían personalidad jurídi-
ca de Derecho público y autonomía dentro de sus respectivas leyes orgánicas.
Les corresponderá «supervisar, regular y fiscalizar la prestación de los servicios
públicos y la racional utilización de la infraestructura nacional de uso público,
y de cautelar los intereses de los usuarios, los inversionistas y del Estado». El
gobierno de cada organismo regulador estaría a cargo de un Consejo Directivo
integrado por cinco (5) miembros designados por el Poder Ejecutivo, como el
día de hoy, pero su Presidente necesitará ratificación del Senado. Como se pue-
de apreciar con el nuevo diseño constitucional propuesto los organismos regu-
1211
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
257
-
pecial referencia al Enargas, Enre, CNT y Etoss)», Derecho administrativo, Buenos Aires: Abeledo-
Perrot, 1996, p. 253.
258
«Los nuevos entes regulatorios». Revista de Derecho Administrativo, nº 14, pp. 489 y ss.
259
«Dos grandes momentos en cien años de derecho administrativo: la década de los cincuenta y
la constitución de 1978», AA.VV., El Derecho español en el siglo XX, Colección Garrigues y Ander-
sen, Marcial Pons, 2000, pp. 59 y 60.
1212
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
260
«Las agencias independientes: un análisis desde la perspectiva jurídico-constitucional»,
AA.VV., Privatización y liberalización de servicio, Anuario de la Facultad de Derecho de la Univer-
sidad Autónoma de Madrid, nº 3 (1999), p. 166.
1213
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
11.4. Funciones
261
«Lineamientos para la conformación de un ente de control del transporte terrestre», AeDP,
nº 13, 2000, Buenos Aires: Ad hoc, p. 59.
262
«A propósito de la tutela cautelar frente a las decisiones de los nuevos entes reguladores»,
AA.VV., Derecho administrativo, op. cit., 1998, p. 1354.
1214
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
263
«El acto administrativo regulatorio», AA.VV., Acto administrativo y reglamento, Jornadas Or-
ganizadas por la Universidad Austral, Facultad de Derecho, Buenos Aires: Ediciones RAP, 2002.
264
Teoría general de los servicios públicos, Buenos Aires: Ed. Ad hoc, 1999, pp. 410 y 411.
265
Sobre la evolución del concepto de servicio público en el Perú: ZEGARRA VALDIVIA, Diego, «La
noción de servicios públicos en el sistema jurídico peruano: Una aproximación», Ponencia en el Primer
1215
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Congreso Peruano de Derecho Administrativo, 22, 23 y 24 de abril de 2004. En: AA.VV., Derecho ad-
ministrativo, Lima: Asociación Peruana de Derecho Administrativo y Jurista Editores, 2004, pp. 511 y ss.
266
Mediante Ley Nº 26734.
267
Decreto Legislativo Nº 908, 3/8/2000.
1216
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
268
Ley Nº 26917, 23/1/1998.
269
La Dirección General de Aeronáutica Civil cuenta con una Dirección de Infraestructura Aero-
portuaria; la Dirección General de Transporte Acuático cuenta con una Dirección de Puertos; la Direc-
ción General de Caminos cuenta con una Dirección de Infraestructura Vial; la Dirección General de
Ferrocarriles cuenta con una Dirección de Infraestructura Vial Ferroviaria.
270
Tratado de Derecho administrativo, Tomo 1, Fundación de Derecho administrativo, Buenos
Aires, 1997, p. XV-3.
1217
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1218
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
271
Estos principios han sido expresamente recogidos por la jurisprudencia del Tribunal Constitu-
cional Peruano recaída en el Expediente Nº 00034-2004-PI/TC del 15 de febrero del 2005, la que he-
mos reseñado en nuestro trabajo «El régimen de los servicios públicos en la Constitución peruana», en
VV.AA., Orlando Vignolo (coord.), Teoría de los Servicios Públicos, Lima: Grigley, 2009, pp. 13 y ss.
1219
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
272
público a actividades que venían operando con dicha calidad, porque considera que al prestarse en
mercados altamente competitivos, por la existencia de varios operadores que compiten por ofrecer
público, es decir, que el Estado asume la garantía de la prestación del servicio a los ciudadanos, se
encuentran satisfechos.
1220
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
ción») para establecer las reglas de juego a las cuales deben sujetarse los agen-
tes económicos en el desarrollo de sus actividades.
273
Dice el profesor Juan Carlos Cassagne: «En rigor, el servicio público, como síntesis de una
actividad prestacional que satisface necesidades primordiales de los habitantes, constituye el objeto de
la regulación económica» (AA.VV., La crisis de los servicios públicos en Argentina, Universidad
Católica Argentina/Editorial Universitas Argentina, 2006, p. 381).
1221
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1222
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
274
STC recaída en el Expediente Nº 008-2005-PI/TC, de 12 de agosto de 2005, con motivo de la
demanda interpuesta por don Juan José Gorriti y más de cinco mil ciudadanos, Fundamento Jurídi-
co Nº 44.
275
Informe Defensorial Nº 1 «El cese por causal de excedencia: evaluando los alcances del Decre-
to Ley Nº 26903», aprobado mediante Resolución Defensorial Nº 014-97-DP, p. 17.
1223
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1224
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
276
Estudio de la Constitución Política de 1998,
Fondo Editorial, 1999, p. 422.
1225
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
parte del Estado y por ende están sujetas a diversas normas legales que buscan
garantizar la buena administración de los recursos asignados por el Estado a sus
empresas, como es el caso de las Ley de Contrataciones y Adquisiciones del
Estado, las directivas que emite Fondo Nacional de Financiamiento de la Acti-
vidad Empresarial del Estado, FONAFE, o la Ley del Sistema Nacional de
Control, entre varias otras.
En nuestra opinión, la citada prohibición de doble percepción de remunera-
ción por parte del Estado constituye un mandato constitucional que por las razo-
nes anotadas anteriormente (impedir situaciones de privilegio económico o de
abuso de poder) se aplica cualquiera que fuera la relación jurídica de empleo
(funcionarial o laboral privada) que mantenga el trabajador con una entidad esta-
tal, ya se trate de una organización de carácter administrativa (ministerio, región,
municipalidad, etc.) o empresa del Estado, que le devengue una retribución, re-
muneración, emolumento o ingreso bajo cualquier denominación, siempre que la
fuente de financiamiento constituyan recursos públicos, del tesoro o pagados a
través de empresas estatales cuyos recursos –como bien señala Juan Carlos Mo-
rón Urbina277– califican como recursos públicos para fines de control.
En el artículo 41 de la Constitución se consagra un conjunto de reglas en
orden a garantizar la transparencia y la responsabilidad en el ejercicio de la
función pública; en tal sentido se establece la obligación de los funcionarios y
servidores públicos de presentar declaración jurada de bienes y rentas al tomar
posesión del cargo, durante el ejercicio y al cesar de los mismos, las mismas
que son publicadas en el Diario Oficial. Se faculta al Fiscal de la Nación para
proceder a formular denuncia ante el Poder Judicial contra funcionarios respec-
to de los cuales se presuma enriquecimiento ilícito y se establece que debe du-
plicarse el plazo ordinario de prescripción de delitos contra el patrimonio cuan-
do el afectado es el Estado.
Finalmente, el artículo 42 reconoce los derechos de sindicación y huelga de
los servidores públicos, excluyendo de su ejercicio a los funcionarios del Esta-
do con poder de decisión y los que desempeñen cargos de confianza o de direc-
ción, así como los miembros de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional.
Por mandato del artículo 153 de la Constitución los miembros del Ministerio
Público y del Poder Judicial también se encuentran excluidos en el goce de los
derechos de libertad sindical y huelga.
Si bien la negociación colectiva no ha sido recogida en el capítulo de la
Constitución referido a la Función Pública, la jurisprudencia del Tribunal Cons-
titucional recaída en el proceso de inconstitucionalidad interpuesto para que se
declare la inconstitucionalidad de varios artículos de la Ley Nº 28175, Ley
Marco del Empleo Público, señala que en el Perú es posible aplicar al régimen
277
Comentario al art. 40. La Constitución comentada. Análisis artículo por artículo, Obra colec-
tiva, Walter Gutierrez (dir.), Gaceta Jurídica, Congreso de la República del Perú, Tomo 1, p. 665.
1226
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
278
STC recaída en el Expediente Nº 008-2005-PI/TC, de 12 de agosto de 2005, Fundamento Jurí-
dico Nº 32 y 53.
1227
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Progresión en la carrera
Caben dos modalidades de progresión de los servidores públicos en la carre-
ra administrativa:
– el ascenso del servidor de un nivel inferior al nivel inmediato superior de
su respectivo grupo ocupacional;
– pero también es posible que la progresión en la carrera administrativa se
exprese a través del cambio del grupo ocupacional del servidor.
El ascenso se debe producir mediante concurso convocado al efecto para lo
cual los servidores deben cumplir con dos requisitos fundamentales: tiempo
mínimo de permanencia señalado para el respectivo nivel ocupacional y capa-
citación requerida para el siguiente nivel. En el concurso de ascenso se deberán
valorar los siguientes factores (art. 11): los estudios de formación general y de
capacitación que haya realizado el servidor, los méritos individuales adecuada-
mente evaluados y el desempeño laboral.
Para el cambio de grupo ocupacional el servidor deberá cumplir con los si-
guientes requisitos: acreditar los títulos y grados académicos o certificaciones
necesarias para la pertenencia al grupo ocupacional al que se aspira, cumplir un
tiempo mínimo de permanencia en el respectivo nivel de carrera, acreditar estar
1228
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1229
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
rizar plazas con relación a las que están ocupadas al 31 de diciembre del año
anterior», con lo cual virtualmente se dejó sin efecto procesos técnicos esencia-
les que caracterizan al régimen de carrera administrativa, como lo constituyen
el ingreso mediante concurso, la incorporación a la carrera mediante nombra-
miento y la expectativa de progresión en la carrera, y otros estímulos como
la mejora remunerativa, procesos cuya desactivación trae consigo que práctica-
mente desaparezca el régimen de carrera administrativa.
Las mencionadas restricciones presupuestarias para acceso de personal ne-
cesario para la Administración Pública mantenidas durante muchos años han
generado las siguientes consecuencias nocivas:
– Todas las entidades públicas tienen un gran número de plazas vacantes y
muchas se han visto obligadas a cubrir los cargos directivos con personal
ascendido prescindiendo de la realización de un concurso de méritos, lo
cual, de un lado, elimina la competencia y, por ende, el deseo de supera-
ción de los trabajadores, y de otro lado impide convocar a profesionales
ajenos a la carrera que podrían haber ofrecido mejores calificaciones. Asi-
mismo, las normas sobre revisión de ceses colectivos han generado que
buen número de los despedidos durante la década pasada con motivo de
evaluaciones realizadas irregularmente se encuentren esperando que las
entidades de las que fueron cesados los reincorporen a trabajar, lo que ha
traído como consecuencia que varias entidades públicas prefieran mante-
ner las plazas vacantes para que no sean cubiertas por dicho personal que
está pendiente de ser repuesto y que en sustitución se recurra a la contra-
tación de trabajadores mediante los contratos denominados de «servicios
no personales», prolongando el círculo vicioso.
– Precisamente la medida más usual adoptada por las entidades para esca-
bullirse de las restricciones presupuestales ha consistido en recurrir a la
utilización de la figura de la «contratación de servicios no personales»,
que no se registran en la planilla, porque el egreso es contabilizado en la
partida presupuestaria correspondiente a «transferencia por bienes y ser-
vicios». Sin embargo, comoquiera que las leyes de presupuesto en la mis-
ma medida prohibían también la contratación por servicios no personales
para funciones permanentes o previstas en el respectivo reglamento de
organización y funciones de la entidad, las entidades preferían proceder a
la contratación a través de empresas de servicios, por lo que el personal
contratado por la modalidad de «servicios no personales» no es contabi-
lizado en forma transparente, lo cual perjudica las posibilidades de que se
cuente con datos fiables acerca del número de personas que trabajan para
el Estado.
Régimen de remuneraciones
El Decreto Legislativo Nº 276, que regula la carrera administrativa, tuvo
entre sus objetivos principales dar cumplimiento al mandato del artículo 60 de
1230
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
279
La unidad remunerativa del sector público para el año 2007 para determinar el ingreso de los
altos funcionarios y autoridades del Estado fue establecida mediante Decreto Supremo Nº 046-2006-
PCM; los Decretos de Urgencia a los que se ha hecho referencia son el DU Nº 024-2006 y DU Nº 038-
2006.
280
Sin embargo varias de las empresas estatales se crearon sobre la base o asumiendo corporacio-
nes o servicios que anteriormente eran prestados directamente por el Estado y en los cuales se aplicaba
el régimen administrativo para sus trabajadores, lo que en su momento generó paradójicamente la
aplicación de un régimen mixto para el tratamiento de sus trabajadores, al coexistir en el interior de una
misma empresa trabajadores pertenecientes a la carrera administrativa y otra parte de trabajadores su-
jetos al régimen laboral privado.
1236
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1237
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
281
Se les reconoce algunos derechos que hasta entonces estaban negados a los contratados bajo
social y de pensiones; una jornada semanal máxima de 48 horas, descanso semanal pagado de al
menos 24 horas continuas y un descanso físico pagado de 15 días calendario continuo por cada año
de servicio.
1238
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Régimen Laboral
Categoría Promedio
276 728 SNP
Fuente: SIAF e información remitida por entidades públicas según Circular 049, septiembre 2004.
1240
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
Esta comisión realizó la primera evaluación «oficial» del régimen del em-
pleo público dando cuenta del caos normativo existente, razón por la que reco-
mendó la formulación de un nuevo régimen de carrera administrativa para los
funcionarios y profesionales en el que se establezcan: i) los requisitos de ingre-
so por concurso público; ii) que ponga el debido énfasis en la profesionaliza-
ción y/o especialización; iii) dar contenido legal a los denominados contratos
de servicios no personales, que reconozca a los trabajadores los derechos esta-
blecidos en la Constitución; iv) implementar el pago de remuneraciones vía
planilla única; v) incentivos en función mérito individual e índices de producti-
vidad, etc.
1241
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1242
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
282
FONDEVILA ANTOLÍN, Jorge, Constitución y empleo público, Prólogo de Luciano Parejo, Grana-
da: Comares, 2000.
283
Nos referimos a la Declaración de Santo Domingo: IV Conferencia Iberoamericana de Minis-
tros de Administración Pública y Reforma del Estado», realizada en Santo Domingo en junio del 2002
y a la Carta Iberoamericana de la Función Pública aprobada por la V Conferencia Iberoamericana de
Ministros de Administración Pública y Reforma del Estado realizada en Santa Cruz-Bolivia en junio
de 2003, que se pueden leer en: www.clad.org.ve
1243
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1244
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1245
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
284
La Ética en la Administración Pública, 2ª ed., Madrid: Cuadernos Civitas, 2000, p. 88.
1246
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
285
constituyen infracciones por responsabilidad administrativa funcional y materia de una directiva apro-
bada mediante Resolución de Contraloría Nº 333-2011-CG que desarrolla aspectos del respectivo pro-
cedimiento administrativo disciplinario.
1247
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1248
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
expansión urbana, así como las áreas de protección o de seguridad por riesgos
naturales; las áreas agrícolas y las áreas de conservación ambiental, y (ii) apro-
bar el Plan de Desarrollo Urbano, el Plan de Desarrollo Rural, el Esquema de
Zonificación de Áreas Urbanas, el Plan de Desarrollo de Asentamientos Urba-
nos y demás planes específicos de acuerdo con el Plan de Acondicionamiento
Territorial (art. 79). Correlativamente a las municipalidades distritales les co-
rresponde aprobar el plan urbano o rural distrital, según corresponda, con suje-
ción al plan y a las normas municipales provinciales sobre la materia.
En el ordenamiento jurídico peruano no existe como en otros países una ley
nacional que establezca el régimen general del ordenamiento territorial o del
suelo, como se puede apreciar de las normas glosadas; la competencia sobre las
citadas materias ha sido conferida en parte a los Gobiernos regionales pero el
rol principal se ha otorgado tradicionalmente a las municipalidades provincia-
les en sus respectivas circunscripciones, las cuales son autónomas para decidir
sobre la ordenación (acondicionamiento) del territorio y planificación urbana
(destino de los suelos). En la regulación de estas materias existen diversas nor-
mas dictadas por las propias municipalidades que establecen mecanismos de
participación ciudadana, vía la realización de audiencias públicas y otras moda-
lidades de publicidad y participación, con carácter específico para la aproba-
ción de los planes de acondicionamiento territorial y desarrollo urbano, para la
aprobación del correspondiente plan urbano distrital y para los cambios de los
planos de zonificación por las municipales distritales286.
En lo que respecta al medio ambiente la Constitución peruana, a la par que
consagra el derecho fundamental de toda persona «a gozar de un ambiente
equilibrado y adecuado al desarrollo de su vida» (art. 2, numeral 22) y por ende
susceptible de protección jurisdiccional mediante los procesos constitucionales
de tutela de derechos constitucionales que hemos comentado anteriormente,
dedica un capítulo titulado «Del ambiente y los recursos naturales» en el que
establece que corresponde al Estado determinar la política nacional del ambien-
te (art. 67) y le asigna la obligación de promover la conservación de la diversi-
dad biológica y de las áreas naturales protegidas (art. 68), así como promover
el desarrollo sostenible de la Amazonía (art. 69).
La regulación legislativa de carácter nacional en materia ambiental ha sido
especialmente prolija en los últimos años en consonancia con las preocupacio-
nes ciudadanas sobre dicha materia. Se cuenta con una Ley General del Am-
biente287 que asigna un rol preponderante a la participación del ciudadano, o de
286
Ordenanza Nº 620 de la Municipalidad Metropolitana de Lima, publicada el 4 de abril del 2004.
287
Ley Nº 28611, que deroga el anterior Código del Medio Ambiente que fuera aprobado median-
te Decreto Legislativo Nº 613 de 1990. Aparte de la citada Ley General del Ambiente, las leyes más
importantes en materia ambiental son las siguientes: la Ley Nº 26821 Orgánica para el Aprovecha-
miento Sostenible de los Recursos Naturales de 26 de junio de 1997; la Ley Nº 26834 de Áreas Natu-
rales Protegidas de 30 de junio de 1997; la Ley Nº 27314 General de Residuos Sólidos de 21 de julio
de 2000; la Ley Nº 27446 del Sistema Nacional de Evaluación del Impacto Ambiental de 23 de abril
1250
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
de 2004; la Ley Nº 28245 Marco del Sistema Nacional de Gestión Ambiental de 8 de junio de 2004; la
Ley Nº 28256 que regula el Transporte Terrestre de Materiales y Residuos Peligrosos de 18 de junio
de 2004, la Ley Nº 28271 que regula los Pasivos Ambientales de la Actividad Minera de 2 de julio de
2004; la Ley Nº 29325 que crea el Sistema Nacional de Evaluación y Fiscalización Ambiental, y la Ley
Nº 29338 General de los Recursos Hídricos de 2008.
288
Código del Medio Ambiente, art. 1. Título Preliminar. Es obligación del Estado mantener la
calidad de vida de las personas a un nivel compatible con la dignidad humana. Le corresponde prevenir
y controlar la contaminación ambiental y cualquier proceso de deterioro o depredación de los recursos
naturales que pueda interferir en el normal desarrollo de toda forma de vida y de la sociedad. Las per-
sonas están obligadas a contribuir y colaborar inexorablemente con estos propósitos.
289
Derecho administrativo ambiental, Dykinson, 2ª ed., Madrid: 2001, p. 104.
1251
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
290
El régimen organizativo y funcional de la OEFA ha sido posteriormente ampliado mediante la
Ley Nº 29325 que crea el denominado Sistema Nacional de Evaluación y Fiscalización Ambiental.
291
Art. 73. Los bienes de dominio público son inalienables e imprescriptibles. Los bienes de uso
público pueden ser concedidos a particulares conforme a ley, para su aprovechamiento económico.
1252
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1253
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
por:
a) Bienes de dominio público: aquellos bienes estatales, destinados al
uso público como playas, plazas, parques, infraestructura vial, vías férreas,
caminos y otros, cuya administración, conservación y mantenimiento corres-
ponde a una entidad; aquellos que sirven de soporte para la prestación de
cualquier servicio público como los palacios, sedes gubernativas e institu-
cionales, escuelas, hospitales, estadios, aportes reglamentarios, bienes reser-
vados y afectados en uso a la defensa nacional, establecimientos penitencia-
rios, museos, cementerios, puertos, aeropuertos y otros destinados al cumpli-
1254
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN EL PERÚ
1255
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
La expropiación solo podrá ser autorizada, en cada caso, por Ley expresa
del Congreso, a iniciativa del Poder Ejecutivo, regiones o Gobiernos locales.
Tales disposiciones introducen tres importantes innovaciones en relación con el
régimen legal precedente: a) el Congreso no puede autorizar expropiaciones
para determinada generalidad de casos, debiendo expedir una ley autorizativa
para cada caso concreto; b) la ley autorizativa de la expropiación solo podrá ser
promulgada a iniciativa del Poder Ejecutivo, regiones o Gobiernos locales, y c)
el Poder Ejecutivo no es el único detentador de la potestad de presentar inicia-
tivas legislativas de expropiación.
En cada ley autorizativa deberá señalarse, por lo menos, lo siguiente: a) la
razón de necesidad pública o seguridad nacional que justifica la expropiación,
y b) el uso o destino que se dará al bien o bienes a expropiarse.
La expropiación debe fundarse necesariamente en una de las siguientes
causas:
a. Necesidad pública: en líneas generales, la necesidad pública está relacio-
nada con la urgencia que representa para la sociedad en su conjunto el
hacer o no hacer determinada cosa.
b. Seguridad nacional: la seguridad nacional tiene relación con la protec-
ción que debe darse a la sociedad y al Estado frente las amenazas exte-
riores o internas. Es posible considerar que el contenido de esta causal
pueda comprender el caso de guerra y el de calamidad pública.
1256
INTRODUÇÃO AO DIREITO
ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS1
João Caupers2
Vera Eiró3
1
Principais abreviaturas:
CA – Código Administrativo
CCP – Código dos Contratos Públicos
CPA – Código do Procedimento Administrativo
CPTA – Código de Processo nos Tribunais Administrativos
CRP ou Constituição da República Portuguesa
ETAF – Estatuto dos Tribunais Administrativos e Fiscais
RRCEEPCP – Regime da Responsabilidade Civil Extracontratual do Estado e das demais Pessoas
Colectivas Públicas
STA – Supremo Tribunal Administrativo
TCA – Tribunal Central Administrativo
2
Professor Catedrático da Faculdade de Direito da Universidade Nova de Lisboa.
3
Doutoranda na Faculdade de Direito da Universidade Nova de Lisboa.
1257
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Mas foi no ano de 1832 que foram publicados os célebres Decretos n.os 23,
24 e 25, que procederam à reorganização da justiça, da administração pública e
da administração tributária, segundo um modelo tão «francês», que até o pre-
âmbulo dos diplomas foi parcialmente traduzido de um manual de direito admi-
nistrativo escrito naquela língua4.
Fez então a sua entrada em Portugal o chamado sistema de administração
executiva, inspirado nas seguintes ideias principais:
– sujeição da administração pública a regras próprias, originalmente de fon-
te jurisprudencial, que vieram a constituir um novo ramo do direito, o di-
reito administrativo;
– poder conferido à administração pública, em áreas mais ou menos exten-
sas da sua actividade, de tomar decisões susceptíveis de se projectarem na
esfera jurídica de terceiros sem prévia validação de um tribunal;
– controlo da administração pública por tribunais especiais, os tribunais ad-
ministrativos.
O direito administrativo português tem como fonte primeira a CRP.
Se não parece demasiado complexo apontar o sentido da distinção, no plano
material, entre normas de direito constitucional e normas de direito administra-
tivo, associando as primeiras aos aspectos fundamentais da estruturação da co-
lectividade – designadamente no que respeita aos intervenientes na vida políti-
ca desta – e ligando as segundas à organização da administração pública, ao
exercício da actividade administrativa pública e ao relacionamento desta com
os cidadãos, já a distinção no plano formal é mais complicada: de facto, encon-
tram-se na CRP inúmeras normas que fazem parte do direito administrativo,
como ocorre com o artigo 199.º (competência administrativa do Governo), com
os artigos 235.º a 265.º (autarquias locais) e com os artigos 266.º a 272.º (admi-
nistração pública). Esta circunstância não deve causar estranheza, uma vez que
a lei fundamental (por isso que é fundamental) contém normas estruturadoras
dos diversos ramos do direito – do direito penal ao direito fiscal, do direito do
trabalho ao direito da família. Pode mesmo dizer-se, por isso, que o direito
constitucional tem uma natureza diversa da de todos os outros ramos do direito.
Num plano inferior à Constituição, encontramos uma enorme massa de
leis – leis da Assembleia da República, decretos-leis do Governo, decretos le-
gislativos regionais, (das regiões autónomas dos Açores e da Madeira) – que
constituem o grosso das fontes de direito administrativo.
Mas não só o direito nacional português constitui fonte do direito adminis-
trativo aplicável em Portugal. Existe já um significativo conjunto de regras ju-
rídicas de produção comunitária que delineiam os traços e estabelecem os prin-
4
Tratou-se da obra de Charles-Jean BONNIN, Abrégé des principes d’administration, cuja terceira
edição foi publicada em Paris, em 1829.
1258
INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
1259
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
O princípio da proporcionalidade
O termo proporcionalidade corresponde, em matemática, a uma ideia de
variação correlativa de duas grandezas; enquanto conceito jurídico-administra-
tivo, as grandezas conexionadas são os benefícios decorrentes da decisão admi-
nistrativa para o interesse público prosseguido pelo órgão decisor e os respecti-
vos custos, medidos pelo inerente sacrifício de interesses dos particulares
(também se pode designar esta ideia por racionalidade da decisão).
O conceito jurídico-administrativo de proporcionalidade, conforme consa-
grado na CRP (artigo 266.º, n.º 2) e no CPA (artigo 5.º), decompõe-se em três
níveis de apreciação:
a) A exigibilidade do comportamento administrativo, tendo este de consti-
tuir condição indispensável da prossecução do interesse público.
1260
INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
1261
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
1263
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
caso as empresas públicas sob forma societária, criadas pelo Estado (eventual-
mente associado a outras pessoas colectivas públicas) ou por outra ou outras
pessoas colectivas públicas legalmente habilitadas para tal, sob a forma de so-
ciedade anónima.
Note-se a propósito que, nos termos do Decreto-Lei n.º 558/99, de 17 de
Dezembro, na redacção constante da Lei n.º 55-A/2010, de 31 de Dezembro, o
conceito de empresa pública passou a designar duas espécies de unidades em-
presariais:
a) As entidades públicas empresariais, dotadas, como se disse, de persona-
lidade jurídica pública e criadas por decreto-lei.
b) As outras empresas públicas, desprovidas de personalidade jurídica pú-
blica e criadas como sociedades constituídas nos termos da lei comercial.
Em conjunto, estes dois grupos de empresas públicas – e um terceiro, cons-
tituído pelas empresas participadas –, formam o sector empresarial do Estado.
Sublinhe-se ainda que todas as empresas públicas se regem, em princípio,
pelas normas jurídicas aplicáveis às empresas privadas. Regras próprias do di-
reito público somente se aplicam, nos termos dos respectivos estatutos, às em-
presas habilitadas a exercer poderes de autoridade e, em matéria de extinção
das unidades, às entidades públicas empresariais. Deve notar-se, porém, que o
Tribunal Constitucional português entendeu já que regras de direito administra-
tivo se deveriam aplicar à actividade das empresas públicas, porquanto a «adop-
ção de formas de direito privado não afasta o carácter público do substrato
financeiro e patrimonial dessas entidades e o carácter público da actividade
que desempenham e dos meios de que se servem ou comprometem»5.
Outro grupo de exemplos de pessoas colectivas de estatuto privado inte-
grantes da administração indirecta do Estado é constituído pelas fundações e
associações criadas por este para prosseguir objectivos seus.
A administração autónoma (correspondente à Selbstverwaltung dos alemães
ou à autarchia dos italianos) é constituída por pessoas colectivas que não foram
criadas pelo Estado, prosseguindo interesses públicos próprios das colectivida-
des que as instituíram.
Até há não muito tempo, propendia-se para considerar que todas as entida-
des públicas integrantes da administração autónoma apresentavam uma base
territorial, remotamente originada nas relações de vizinhança. Hoje, admite-se
que, para além deste tipo de entidades – regiões autónomas e autarquias lo-
cais –, também integram a administração autónoma entidades públicas de ori-
gem associativa, fundadas em relações de proximidade distinta da geográfica,
designadamente a solidariedade profissional – são as associações públicas.
5
Acórdão do Tribunal Constitucional n.º 496/2010, de 15 de Dezembro (Processo n.º 964/09, 3ª
Secção, Relator Vítor Gomes).
1264
INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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3. O PROCEDIMENTO ADMINISTRATIVO
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INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
alguém, por forma a que esta pessoa ou entidade veja alterada, em sentido fa-
vorável ou em sentido desfavorável, a sua situação jurídica perante a adminis-
tração pública.
Quando é solicitado um parecer a um órgão consultivo, este produz um acto
jurídico, que traduz uma certa forma de ver o problema que lhe foi colocado.
Quando a consulta é imposta pela lei, o órgão consultado sabe que a sua audi-
ção (ou a falta dela) produz efeitos jurídicos, possibilitando a tomada de uma
decisão formalmente correcta; em qualquer caso, sabe também que a sua opi-
nião produz ainda outros efeitos jurídicos, na justa medida em que condiciona
o órgão com competência para decidir.
Mas também sabe que este condicionamento é limitado: em regra, o órgão
com competência dispositiva sobre a matéria pode decidir em sentido oposto ao
do parecer, sendo certo que terá, nesta hipótese, de fundamentar o seu acto – e de
o fazer com especial cuidado, pois terá de contrariar os argumentos do parecer.
Por outras palavras: o órgão consultivo sabe que o seu estatuto competencial
lhe permite influenciar uma alteração no mundo; mas também sabe que esse
mesmo estatuto não lhe permite determinar essa alteração. Esta somente pode
resultar da vontade do órgão com competência dispositiva sobre a matéria. É
exactamente por isto que um parecer não estatui, não é uma decisão. E é tam-
bém por esta razão que uma eventual impugnação judicial visa o acto – a deci-
são – e não a opinião – o parecer.
O que dissemos sobre o parecer aplica-se, por identidade de razão, às infor-
mações burocráticas, às diligências instrutórias e a outros comportamentos ge-
radores de efeitos jurídicos, mas também desprovidos de sentido decisório.
Em suma, adoptamos um conceito de acto administrativo composto de cinco
elementos e que pode ser assim formulado: o acto administrativo é um acto
jurídico unilateral com carácter decisório, praticado no exercício de uma activi-
dade administrativa pública, destinado a produzir efeitos jurídicos numa situa-
ção individual e concreta.
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mente uma espécie de contratos diferente dos outros, contratos típicos da admi-
nistração pública, contratos administrativos.
Neste contexto, o Código dos Contratos Públicos aprovado em 2008, que
regula o procedimento de formação dos contratos públicos e o regime da exe-
cução dos contratos administrativos, manteve uma distinção que vinha já do
CPA: o contrato administrativo é, nalguns dos seus elementos essenciais, dife-
rente do contrato civil e está hoje colocado no mesmo plano do acto administra-
tivo, enquanto meio normal de exercício da actividade administrativa pública.
A par da categoria contrato administrativo e sob a decisiva influência do direi-
to da União Europeia – hostil a qualificações jurídicas de que possam resultar li-
mitações à aplicação subjectiva das suas normas –, o CCP inclui, já o referimos,
disposições que regulam o procedimento de formação dos designados contratos
públicos. Cientes de que esta se tratará apenas de uma regra geral – que sofre al-
gumas excepções de que não cuidaremos neste espaço – poder-se-á dizer que os
contratos administrativos são uma espécie dentro do género contrato público. Por
outras palavras, o procedimento de formação dos contratos administrativos segue,
na maioria das vezes, as regras de formação dos designados contratos públicos.
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7. A DISCRICIONARIDADE ADMINISTRATIVA
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Publicadas no Diário da República dos dias 19 e 22 de Fevereiro, respectivamente.
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INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
Noção
Cada pretensão dirigida aos tribunais administrativos deve adoptar um de-
terminado meio processual, isto é, uma forma tipificada de a veicular, sem o
que não pode ser recebida pelo tribunal.
Os meios processuais próprios da jurisdição administrativa distribuem-se
por dois grupos: os meios principais e os meios acessórios. A diferença entre
uns e outros assenta no critério da autonomia: a utilização de cada meio princi-
pal é independente do eventual uso de qualquer outro meio processual; já a
utilização de um meio acessório se encontra na dependência de outro meio
processual, este de carácter principal.
Os meios processuais principais, pelo seu lado, também se podem subdivi-
dir em dois grupos: os meios processuais urgentes – que beneficiam de regras
que visam acelerar a sua tramitação – e os outros meios processuais – que são
tramitados a uma velocidade, digamos, normal.
Na nossa lei actual os meios processuais principais urgentes são:
a) As impugnações em matéria eleitoral.
b) As impugnações de actos de natureza pré-contratual relativamente aos
contratos expressamente elencados na lei.
c) As intimações para prestação de informações, consulta de processos ou
passagem de certidões.
d) A intimação para protecção de direitos, liberdades e garantias.
Os outros meios processuais principais são:
a) A acção administrativa comum.
b) A acção administrativa especial.
Quanto aos meios processuais acessórios, encontram-se englobados no gru-
po dos processos cautelares.
Na impossibilidade de abordarmos todos os meios processuais, iremos con-
centrar-nos em dois, escolhidos em função da inovação que representam no
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8.7. Arbitragem
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muito mais adequada a resolver este tipo de litígios do que o recurso a um tri-
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INTRODUÇÃO AO DIREITO ADMINISTRATIVO PORTUGUÊS
outra entidade pública é exclusiva: (a) Quando o autor da conduta ilícita haja actu-
ado no exercício da função administrativa e por causa desse exercício, com culpa
leve (artigo 7.º, n.º 1); (b) Quando os danos causados sejam imputáveis ao funcio-
namento anormal do serviço, mas não tenham resultado de um comportamento
concretamente determinado ou não seja possível apurar a respectiva autoria (artigo
7.º, n.º 3). Se o agente actuou com dolo ou culpa grave, no exercício das suas fun-
ções e por causa desse exercício, o Estado ou outra entidade pública são solidaria-
mente responsáveis com o titular do órgão, funcionário ou agente (artigo 8.º, n.º 2).
A responsabilidade objectiva pelo risco está regulada no artigo 11.º do RR-
CEEPCP. Como já adiantámos, a sua razão de ser assenta na ideia de compen-
sar as vantagens que o exercício de determinadas actividades particularmente
perigosas proporciona àquele que as exerce, ou em favor de quem são exerci-
das, com o dever de suportar os danos que elas causem a terceiros. As situações
mais frequentes de responsabilidade pelo risco ocorrem nos domínios das obras
públicas, do armazenamento e manipulação de explosivos, do mau funciona-
mento de semáforos e do chamado «risco social» – motins, guerra, etc.
O RRCEEPCP prevê ainda casos em que o Estado é chamado a indemnizar
quando a sua actuação – lícita – provoca danos especiais e anormais (artigo
16.º). Trata-se de casos que não consubstanciam verdadeiras situações de res-
ponsabilidade, porquanto a indemnização, mais do que uma consequência da
prática do acto, consubstancia pressuposto da validade do acto danoso. Nestes
casos, nem todos os danos são indemnizáveis: na verdade, constitui pressupos-
to específico da obrigação de indemnizar que o prejuízo incida sobre uma pes-
soa ou um grupo, sem afectarem a generalidade das pessoas, e que ultrapasse os
custos próprios da vida em sociedade. A razão de ser deste regime é o princípio
da justa repartição dos encargos públicos: não seria justo que aquele que sofreu
um prejuízo causado por um comportamento administrativo praticado no inte-
resse e para proveito da colectividade não fosse ressarcido.
É este regime de indemnização pelo sacrifício que explica que uma expro-
priação por utilidade pública faça nascer na esfera jurídica do expropriado o
direito a uma indemnização, que a própria CRP exige justa. É também este
princípio que serve de fundamento ao direito a uma indemnização em face da
inexecução da sentença de um tribunal administrativo, justificada por uma cau-
sa legítima de inexecução.
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William Vázquez Irizarry1
1
Profesor de Derecho Administrativo. Universidad de Puerto Rico.
2
Sobre la relación jurídico-constitucional entre Puerto Rico y Estados Unidos, vid. TRIAS MONGE,
J. Puerto Rico: Las penas de la colonia más antigua del mundo. San Juan: 1999 y ALVAREZ GONZALEZ,
J.J. Derecho Constitucional de Puerto Rico y Relaciones Constitucionales con los Estados Unidos –
Casos y Materiales. Bogotá: 2009, pp. 387-590.
3
Véase TRIAS MONGE, J. El choque de dos culturas jurídicas en Puerto Rico. Hato Rey, 1991.
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4
A través del escrito intercambio el uso de «administración pública» y «agencia administrativa» para
referirme al organismo público que sirve como unidad institucional del procedimiento administrativo.
5
ÁLVAREZ GONZÁLEZ, op. cit., pp. 8-11. TRIAS MONGE, J. III Historia Constitucional de Puerto
Rico, Río Piedras, 1982.
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mission) creada en el 1887 y que poco tiempo después fue estructurada como
un ente con variados atributos de autonomía.6
Lo anterior es importante pues a partir de ese momento, y en el trascurso de
las próximas décadas, se comenzaron a crear otras entidades de este tipo. Sus
características principales eran: 1) estar bajo la dirección de un cuerpo compuesto
por varios funcionarios denominado junta o comisión; 2) nombramiento de estos
funcionarios por un término extendido, y 3) restricciones para que su destitución
por parte del presidente tuviera que ser por justa causa con el derecho a algún tipo
de audiencia. Los últimos dos puntos están estrechamente relacionados. Los tér-
minos usualmente eran de cinco o siete años, siendo lo más importante que exce-
dieran los cuatro años del presidente que los nombraba. Aunque este conservaba
la facultad de destituirlos, no podía ser por su plena voluntad sino condicionado
de la manera antes descrita. Esto estaba predicado en la idea de que estos nuevos
organismos estaban siendo creados para atender problemas de carácter técnico
que requerían un conocimiento especializado. Se estimaba que el tipo de determi-
nación que estaban llamados a tomar estos organismos no tenían, ni debían, res-
ponder a consideraciones políticas. Si las decisiones requerían conocimiento es-
pecializado, la dirección debía entonces recaer en expertos, no en políticos. La
manera de lograr esto era aislando a estos funcionarios a través del diseño estruc-
tural descrito. Este objetivo estaba tan claro que incluso se plasmó en la forma en
que estos organismos han sido denominados desde entonces en el sistema de
gobierno de Estados Unidos: agencias independientes.
Estos entes reguladores debían cumplir su encomienda mediante dos funcio-
nes básicas: la adjudicación y la reglamentación. Lo primero suponía la autori-
dad para resolver controversias, ya fuera entre el Estado y los ciudadanos o in-
cluso entre ciudadanos privados. Lo segundo, la potestad reglamentaria,
implicaba la creación de normas de aplicación general con fuerza de ley. En
ambos casos se trataba de funciones que la Agencia Administrativa recibía por
vía de una delegación del Poder Legislativo, es decir, del Congreso de Estados
Unidos. Aquí se encuentra una de las controversias fundacionales del Derecho
administrativo norteamericano. Se trata del planteamiento de que bajo el sistema
constitucional de ese país no era posible que tal tipo de delegación se hiciera a
un ente adscrito al Poder Ejecutivo. Dicha posibilidad se consideraba contraria
al principio de separación de poderes, conforme al cual el Poder Ejecutivo debía
limitarse a aplicar las leyes, no a legislar ni a adjudicar controversias.
El dilema culminó por partida doble en el 1935 con dos fallos del Tribunal
Supremo de Estados Unidos: Panama Refining Co. vs. Ryan, 293 US 388 (1935)
y A.L.A. Schechter Poultry Co. vs. United States, 295 US 495 (1935). Culminó
en el sentido de que finalmente ese foro dictaminó que, en efecto, la Constitución
norteamericana supone límites al tipo de delegación que puede recibir una Agen-
6
BREYER, S.G., STEWART, R.B., SUNSTEIN, C.R., VERMEULE, A. y HERZ, M.E., Administrative Law
and Regulatory Policy, 7 ed., Nueva York: 2011, pp. 15-29.
1311
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7
FERNÁNDEZ QUIÑONES, D., Derecho administrativo y ley de procedimiento administrativo unifor-
me, Bogotá, 2000, pp. 307-371.
1313
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lativa, cuerpo que ostenta la facultad para «crear, suprimir, consolidar y reorga-
nizar municipios, modificar sus límites territoriales y determinar lo relativo a su
régimen y función» (Constitución de Puerto Rico, artículo 6, sección 1). Esto
responde a lo que en Estados Unidos se conoce como la doctrina Dillon, con-
forme a la cual los municipios son considerados criaturas legislativas y única-
mente pueden actuar de acuerdo a la autoridad que les ha conferido el poder
legislativo8. En este sentido, no hay espacio para reclamar espacios de autono-
mía como elemento inherente al funcionamiento de un Gobierno local. Cual-
quier pretensión en esa dirección debe desprenderse de un mandato legislativo.
Existe, sin embargo, una interesante limitación a procesos de eliminar o con-
solidar municipios que supone un enfoque orgánico respecto a la naturaleza de
esta unidad política. Se trata de la condición conforme a la cual cualquier medi-
da en esa dirección requiere ser «ratificada, en referéndum, por la mayoría de los
electores capacitados que participen en el mismo en cada uno de los municipios
a suprimirse o consolidarse» (Constitución de Puerto Rico, artículo 6, sección 1).
La facultad legislativa no es absoluta y se supedita a un criterio básico de auto-
determinación por parte de los habitantes de los municipios afectados.
Lo anterior explica la dimensión constitucional. Ahora bien, en términos de
política pública, en 1991 se aprobó la denominada Ley de Municipios Autóno-
mos que opera como una ley base del Gobierno municipal y sus principales
procesos de administración (Ley Nº 81 del 30 de agosto de 1991, 21 LPRA §§
4001-4958). Dicha Ley procura reconocer mayores facultades a los gobiernos
municipales respecto a regímenes anteriores y establece una estructura de dele-
gación de competencias que el gobierno central puede transferir a los munici-
pios. Aunque el tipo de competencia puede variar, el enfoque principal gira en
torno a la delegación de autoridad para planificar el ordenamiento territorial.
El Gobierno municipal procura reproducir parcialmente el esquema de se-
paración de poderes al contar con un ejecutivo a cargo de un alcalde y un le-
gislativo en manos de una Legislatura Municipal. Mientras el primero ostenta
un poder de Gobierno y una potestad reglamentaria a nivel municipal, el se-
gundo tiene la capacidad de generar normas con fuerza de ley de aplicación
limitada al territorio del municipio. Estas suelen ser denominadas ordenanzas
municipales.
Sobre el sitial de los municipios en la estructura del Estado, cabe reconocer
una perenne tensión entre la noción fundacional de que los municipios son me-
ras criaturas creadas por la legislatura y sujetas al control e interés del Gobierno
central, y el continuo reclamo de mayor autonomía. Al respecto, es importante
resaltar el Artículo 1.004 de la Ley, 21 LPRA § 4002, el cual establece por vía
legislativa una norma interpretativa en previsión a futuras controversias judi-
ciales. Dispone así que:
8
FRUG, G. E., City Making, Princeton, 1999, pp. 26-53.
1316
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Los poderes y facultades conferidos a los municipios por esta Ley o cual-
quier otra ley, excepto disposición en contrario, se interpretará liberalmente,
en armonía con la buena práctica de política pública fiscal y administrativa,
de forma tal, que siempre se propicie el desarrollo e implantación de la polí-
tica pública enunciada en esta Ley de garantizar a los municipios las faculta-
des necesarias en el orden jurídico, fiscal y administrativo para atender efi-
cazmente las necesidades y el bienestar de sus habitantes.
Es justo afirmar que esta disposición no ha tenido el efecto contundente que
parece invocar el lenguaje citado.
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
3.1. Reglamentación
9
VÁZQUEZ IRIZARRY, W. «Participación ciudadana en la reglamentación administrativa en Estados
Unidos y Puerto Rico: premisas y nuevos paradigmas». Revista de Gestión Pública, Vol. 1, n.º 1, Chi-
le: 2002.
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3.2. Adjudicación
10
Departamento de Estado de Puerto Rico, http://www.estado.gobierno.pr.
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car que deben ser funcionarios o empleados de la Agencia. Por otro lado, se
dispone que un oficial examinador no tiene que ser abogado, lo cual parecería
implicar que los jueces administradores, quienes adjudican, sí deben serlo. La
otra implicación de lo descrito es que un oficial examinador no tendría que ser
funcionario o empleado de la Agencia. De hecho, es práctica común que las
Administraciones Públicas utilicen para esta función a abogados en la práctica
privada de la profesión a quienes se les otorga un contrato de servicios profe-
sionales. En todo caso lo más importante es que también en este punto el fallo
en Tosado Cortés flexibilizó el mandato legislativo al interpretar no solo que
los oficiales examinadores pueden recibir una delegación para adjudicar, sino
que lo que pueden hacer aun cuando sean abogados por contrato y no laboren
en la Agencia Administrativa.
Resulta oportuno recordar que una adjudicación puede producirse bajo dos
escenarios principales. En el primero, la Administración Pública asume el rol
de querellante y el ciudadano es el querellado. En el segundo, la controversia es
entre dos personas privadas.
El escenario de la Agencia como parte promovente hace surgir el problema
conocido como combinación de funciones. Esto es, un funcionario de una Ad-
ministración Pública presenta la querella ante esa misma institución, quien en-
tonces designa un oficial examinador o a un juez administrativo que responde a
la institución, para que presida el proceso. Durante el mismo es de esperar que
ambas partes, querellante y querellado, estén representados por abogados y en
el caso del primero será también un funcionario de la Agencia. El resultado fi-
nal también lo decide la misma Agencia. Lo anterior plantea para muchos un
problema esencial de ser juez y parte en un proceso. La contestación tradicional
para ello es que la combinación de funciones se da a nivel institucional y no
personal (Henríquez vs. C.E.S., 120 DPR 194, 1987, y Garriga Villanueva vs.
Municipio de San Juan, 176 DPR 182, 2009).
Respecto al proceso del litigio en los tribunales ordinarios, el proceso de
adjudicación en las Agencias prescinde de la fase de intercambio de prueba.
Esto es, aunque las partes tienen un Derecho a presentar prueba el día de la
audiencia y a refutar la que se presente en su contra, como norma general, esto
no supone la oportunidad de solicitar información o documentos a la parte
contraria de forma previa y en preparación a la audiencia. La Ley exceptúa los
procesos donde el Estado es la parte promovente, en cuyo caso la parte quere-
llada tiene derecho a utilizar los mecanismos de intercambio de prueba. Esto
suele incluir la remisión formal de preguntas a la otra parte a través de lo que
se conoce como un interrogatorio o bien un requerimiento de documentos.
También se permite la utilización de estos mecanismos cuando el reglamento
de adjudicación de la Agencia así lo contemple y quien presida el proceso lo
autorice.
La Ley no requiere una audiencia como requisito en toda adjudicación. Si la
controversia es una que se remite a un aspecto de mera interpretación legal, sin
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necesidad de desfilar prueba testifical, la LPAU permite que se dicte una reso-
lución sumaria11. Esto no quiere decir que sea puramente optativo para la Ad-
ministración Pública celebrar o no una audiencia. Si la naturaleza de la contro-
versia supone que su adjudicación solo es posible dirimiendo credibilidad de
testigos, resolver la misma sin una audiencia pudiera constituir un abuso de
discreción y eso es fundamento para una impugnación.
En los casos en que se celebre una audiencia, la misma será pública a menos
que una parte solicite lo contrario mediante escrito debidamente fundamentado
y así lo autorice el funcionario que presida el proceso «si entiende que puede
causar daño irreparable a la parte peticionaria» (Sección 3.11 de LPAU, 3 LPRA
§ 2161). La Ley dispone que la audiencia debe ser conducida con relativa infor-
malidad reconociendo a ambas partes la oportunidad «para una divulgación
completa de todos los hechos y cuestiones en discusión, la oportunidad de res-
ponder, presentar evidencia y argumentar, conducir contrainterrogatorio y so-
meter evidencia en refutación, excepto según haya sido restringida o limitada
por las estipulaciones en la conferencia con antelación a la vista» (Sección 3.13
de LPAU, 3 LPRA § 2163). Esto último se refiere a una reunión que convoca
la Administración Pública previa a la audiencia con el objetivo de planificar
cómo esta habrá de desarrollarse.
Ya sea previa celebración de audiencia o mediante la evaluación de argu-
mentos por escrito de las partes, el proceso de adjudicación concluye con la
preparación de una orden o resolución final por parte de la Administración
Pública. Como regla general, la misma debe ser emitida dentro de (90) noventa
días desde que el caso quede sometido por las partes. Esta orden debe poner fin
a todas las controversias. En términos de contenido, debe «incluir y exponer
separadamente determinaciones de hecho si estas no se han renunciado, conclu-
siones de derecho, que fundamentan la adjudicación, la disponibilidad del re-
curso de reconsideración o revisión según sea el caso» (Sección 3.14 de LPAU,
3 LPRA § 2164).
Nótense dos componentes fundamentales de la decisión final. De un lado, la
estructura de determinaciones de hecho y conclusiones de derecho reproduce lo
que el ordenamiento exige a las sentencias dictadas por los tribunales. El efecto
funcional de esto es exigir que la determinación administrativa sea una motiva-
da. De otra parte, es requisito indispensable que se señalen los remedios poste-
riores que tiene disponible la parte que no resulte satisfecha por la orden o re-
solución final. Esto no se limita a mencionar los recursos disponibles, sino que
supone expresar los términos aplicables para acudir a los foros disponibles en
busca de amparo y especificar cuáles son estos. Procede invalidar una determi-
nación que incumpla con estos requisitos de notificación.
11
cuanto a la atención de los asuntos en controversias. En este caso se trata estrictamente de poder pres-
cindir de la audiencia.
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3.3. Investigación
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4. EL ACTO ADMINISTRATIVO
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Lo cierto es que cualquiera que sea la razón, hoy día es posible afirmar que
la inexistencia de un régimen especial de contratación gubernamental es más
que nada una pretensión. La realidad es que existe variada legislación, mucha
de ella relativamente reciente, mediante la cual se establecen un sinnúmero de
requisitos que debe cumplir todo contrato con el Gobierno. Por otro lado, la
propia jurisprudencia ha generado interpretaciones donde se muestra muy
consciente de las consecuencias de lo que decida sobre los recursos públicos
implicados en la reclamación. Cabe afirmar entonces que, por constituir un
asunto de gran interés para el funcionamiento y la fiscalización gubernamental,
la jurisprudencia y la legislación especial han sentado bases restrictivas para la
contratación con el Gobierno.
Antes de explicar estos desarrollos debemos situar el contexto en que se
producen. En primer lugar, hay un marco de referencia constitucional para el
tema a través de dos disposiciones de la Constitución pertinentes a la contrata-
ción con el Gobierno. De un lado, la Sección 9 del artículo 6 expresa que «las
propiedades y los fondos públicos serán utilizados exclusivamente para fines
públicos y para el sostenimiento y funcionamiento de las instituciones del Esta-
do, siempre fundamentando el uso en una disposición legal». Asimismo, la
sección 10 del mismo artículo establece que «ninguna ley concederá compen-
sación adicional a un funcionario, empleado, agente o contratista por servicios
al Gobierno, después que los servicios hayan sido prestados o después que se
haya formalizado el contrato». Podemos apreciar en ambas instancias una polí-
tica pública a favor del buen manejo de fondos públicos.
En esa misma dirección, un tema recurrente en todo lo relacionado a la con-
tratación con el Estado es la preocupación por la corrupción. Mucha de la legis-
lación reciente, más que crear contornos generales de obligaciones y derechos
de las partes en relaciones contractuales con el Estado, en realidad responde a
preocupaciones fundamentales en torno al control y fiscalización de los fondos
públicos. Algo parecido sucede con la jurisprudencia.
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12
Antes, el Tribunal Supremo había establecido que «[l]a doctrina de enriquecimiento injusto es
casi tan antigua como el Derecho mismo. Es un corolario de equidad. Lo que equivale a decir que es
un corolario del concepto de la justicia mismo». Silva vs. Comisión Industrial 91 DPR 891, 898 (1965).
La doctrina de enriquecimiento injusto «informa todo el ordenamiento jurídico». ELA vs. Cole, 164
DPR 608, 624 (2005).
13
El Contralor de Puerto Rico es el encargado de examinar los ingresos y manejos de cuentas y
desembolsos del Estado, de sus agencias, organismos y municipios. Dicha autoridad le fue conferida
en el artículo 3, sección 22 de la Constitución.
1331
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Este último requisito fue uno de los que más controversia generó producto
de escenarios donde la Administración por alguna razón no había remitido la
copia del contrato a la Oficina del Contralor dentro del término dispuesto por
ley. El Tribunal llegó incluso a resolver que dicha omisión hacía nulo el contra-
to [Las Marías Reference Laboratory Corp. vs. Municipio de San Juan, 159
DPR 868 (2003)]. El asunto requirió la intervención del Poder Legislativo y la
Ley de 1975 fue objeto de una enmienda mediante la Ley Nº 17 del 31 de mayo
de 2004. A partir de entonces se aclaró que el incumplimiento con remitir copia
del contrato a la Oficina del Contralor no conlleva la nulidad del mismo, sino la
prohibición de efectuar desembolso o requerir servicios hasta que se cumpla el
requisito14.
El hecho de que la Asamblea Legislativa tuviera que rectificar una decisión
errónea del Tribunal no debe en modo alguno desmerecer el importante rol que
juega la Oficina del Contralor en el proceso de contratación gubernamental.
Aunque el esquema original de la Ley era que cada Agencia Administrativa
debía crear su propio registro de contratos y la remisión de una copia al Contra-
lor era para propósitos de facilitar sus auditorías, hoy día la realidad es otra.
Con el beneficio de recibir copia de todos los contratos gubernamentales otor-
gados en Puerto Rico, la Oficina del Contralor se dio a la tarea de crear su
propio registro de contratos y actualmente el mismo está disponible en el portal
de Internet del organismo. Se trata de una contribución fundamental en térmi-
nos de transparencia en cuanto el registro cuenta con un sistema de búsqueda
que permite identificar datos básicos de los contratos, incluyendo la agencia
contratante, la persona contratada, el tipo de servicio y la cuantía del contrato15.
14
Para un recuento más detallado del tema, véase VÁZQUEZ IRIZARRY, W., «Análisis del Término
del Tribunal Supremo 2008-09, Derecho Administrativo», 79 Revista Jurídica de la Universidad de
Puerto Rico 647, 687-694 (2010).
15
Véase: http://www.ocpr.gov.pr/indice_registro_de_contratos.htm
1332
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dos públicos, para luego hacer referencia a la lista contenida en el artículo 3. Allí
se mencionan los siguientes: 1) apropiación ilegal agravada, en todas sus modali-
dades; 2) extorsión; 3) fraude en las construcciones; 4) fraude en la ejecución de
obras de construcción; 5) fraude en la entrega de cosas; 6) intervención indebida
en los procesos de contratación de subastas o en las operaciones del Gobierno;
7) soborno, en todas sus modalidades; 8) soborno agravado; 9) oferta de soborno;
10) influencia indebida; 11) delitos contra fondos públicos; 12) preparación de
escritos falsos; 13) presentación de escritos falsos; 14) falsificación de documen-
tos, y 15) posesión y traspaso de documentos falsificados. Cabe indicar que la
convicción o declaración de culpabilidad no se limita al foro local, sino que tam-
bién incluye procesos en tribunales de Estados Unidos e incluso en otros países.
Para estos casos se aclara que la prohibición aplicará a los delitos «cuyos elemen-
tos constitutivos sean equivalentes a los de los referidos delitos».
La infracción de este mandato de ley tiene como consecuencia «la rescisión
automática» de los contratos vigentes a la fecha de la convicción o declaración
de culpabilidad. Además, en casos de que la comisión del delito haya afectado
directamente un contrato gubernamental, el Gobierno tendrá derecho a exigir la
devolución de las prestaciones que hubiese con relación al mismo.
La misma Ley contiene medidas de control para propiciar que las Agencias
puedan evitar su infracción o para corregir las violaciones que puedan ocurrir.
De entrada, es claro que la entidad pública que desee cumplir con la ley enfren-
-
resa establecer una relación legal tiene en su pasado una situación que la inha-
1333
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16
Sobre estos dos fallos y aspectos generales de la Ley, véase una discusión crítica en VÁZQUEZ
IRIZARRY, W., «Análisis del término del Tribunal Supremo 2006-07, Derecho Administrativo», 77
Revista Jurídica de la Universidad de Puerto Rico 783, 813-820 (2008).
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cionar las sanciones que le ayuden a cumplir con los objetivos estatutarios,
siempre que haya obrado dentro del marco de su conocimiento especializado y
de la ley» [Associated Insurance vs. Comisionado, 144 DPR 425, 438 (1997)].
Después de todo, al momento de pasar juicio en un proceso de impugnación de
la decisión, la tutela judicial «no depende de si el tribunal considera que la san-
ción sea muy fuerte o no. La determinación de si la sanción es la que correspon-
de imponer en cada caso es esencialmente de naturaleza administrativa».
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
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revisable por los tribunales. Allí se concluyó que no procedía debido a que se
trataba de una determinación que responde a la discreción administrativa de la
Agencia Administrativa, por lo que descansa en su sano juicio y responde a su
política administrativa especializada. Lo mismo se reiteró luego en Federación
de Maestros vs. Molina Torres, 160 DPR 571 (2003), donde el Tribunal Supre-
mo expresó que esto deriva de jurisprudencia de Estados Unidos conforme a la
cual «existe una presunción de no revisabilidad con relación a las determinacio-
nes administrativas que han sido encomendadas a la discreción de la Agencia».
Aunque la explicación del Tribunal Supremo es muy limitada, hay partes
del fallo donde se contrapone la discreción administrativa a la «discreción le-
gal». Esta última sí estaría sujeta a la revisión por parte de los tribunales.
La contradicción solo es aparente si consideramos el contexto del tipo de
discreción implicada en los dos fallos citados. En ambos casos se trataba de la
determinación de una Agencia Administrativa de no presentar una querella.
Esto es, la decisión de no iniciar un proceso en contra de una persona por enten-
der que no se había configurado un incumplimiento a leyes y reglamentos. Por
analogía se trata de la clásica determinación del ministerio público sobre si
procede iniciar o no un proceso criminal. La razón por la cual se entiende que
este tipo de decisión es «discrecional» en el sentido de no ser «revisable», es
porque los tribunales carecen de los criterios adecuados para poder sustituir el
juicio de los funcionarios en estos casos sin que terminen imponiendo sus pro-
pias visiones de cómo administrar.
Lo anterior es una postura válida, pero aceptar eso es muy distinto a justifi-
car expresiones tan generales que termina haciendo el Tribunal Supremo en los
referidos fallos donde parece equiparar discreción a no revisión. Son decisiones
que procede ver realmente en el contexto limitado antes explicado.
De hecho, la realidad es que su alcance es aún más cerrado si lo vemos a la
luz de lo dispuesto en la sección 3.16 de LPAU, 3 LPRA sec. 2166, donde se
indica que una Agencia tiene un deber de notificar su decisión de no iniciar un
procedimiento adjudicativo y que la persona afectada puede impugnar dicha
determinación en recurso de revisión ante los tribunales. Se trata de una norma
muy reveladora en tanto parecer limitar ese espacio de discrecionalidad absolu-
ta que antes discutíamos.
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ciones atender los recursos de revisión judicial que presente la parte adversa-
mente afectada por una determinación final de la Agencia Administrativa.
No obstante, el ordenamiento también contempla la posibilidad de que en
determinadas circunstancias una parte acuda al foro judicial a través de lo que
se denominan recursos extraordinarios. Estos casos no suponen un procedi-
miento previo ante la Agencia, por lo que se deja a un lado el requisito de acudir
ante el Tribunal de Apelaciones. Estos recursos extraordinarios se ven por lo
regular ante el Tribunal de Primera Instancia del mismo modo que cualquier
litigio civil.
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8.3. Finalidad
La LPAU es clara en que solo una parte adversamente afectada puede acu-
dir ante el Tribunal de Apelaciones. Esto supone entonces la aplicación de
criterios de legitimación activa donde el peticionario ante el foro judicial acre-
dite (1) que fue parte en el proceso administrativo y (2) que la determinación
final le afectó adversamente.
El asunto ha generado dificultades en tiempos recientes luego de un fallo
donde el Tribunal Supremo asumió un enfoque extremadamente riguroso al
evaluar si la persona que impugna judicialmente demostró ser una parte adver-
samente afectada (Fundación Surfrider vs. ARPE, 178 DPR 563 (2010) y Lo-
zada Sánchez v. AEE, 2012 TSPR SO). El problema es cómo conciliar este tipo
de visión restrictiva con una política de apertura a la participación en los proce-
sos a nivel administrativos. Una persona puede ser bienvenida al proceso ante
la Administración Pública bajo criterios muy liberales sobre quién puede parti-
cipar, solo para encontrar posteriormente que no satisfizo los del tribunal para
poder impugnar judicialmente la decisión.17
8.5. Término
17
Para un comentario más detallado sobre este asunto, véase VÁZQUEZ IRIZARRY, W., «Análisis del
término del Tribunal Supremo 2009-10, Derecho Administrativo», 80 Revista Jurídica de la Universi-
dad de Puerto Rico 637 (2011).
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8.8. Reglamentos
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9. LA RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA
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solicitud separada para que sea el Gobierno quien asuma el pago del dictamen
judicial. Ambas decisiones son revisables en los tribunales (Torres Santiago
vs. Depto. de Justicia, 181 DPR 969 (2011)).
En relación con los servicios públicos en Puerto Rico, hay dos aclaraciones
de rigor. De un lado se trata de otro tema donde la relación con Estados Unidos
es relevante pues algunas de las actividades que serían objeto de regulación en
cuanto a servicios públicos están bajo la autoridad del Gobierno federal de Es-
tados Unidos. Esto es así en variados ángulos de asuntos como la regulación de
las telecomunicaciones o la prohibición de prácticas monopolísticas.
Por otra parte, una realidad que distingue el servicio público en este país es
que en lo concerniente al menos a la electricidad y el agua, ambos permanecen
todavía en manos de empresas estatales. Aunque en el caso del último hubo un
experimento de privatización de la fase de administración hace una década, hoy
día son servicios que se prestan directamente por las empresas públicas conoci-
das como Autoridad de Energía Eléctrica y la Autoridad Acueductos y Alcan-
tarillados. Más allá de algunas leyes especiales que controlan lo relativo a mo-
dificación de tarifas y suspensión de servicios, la responsabilidad primaria
sobre el funcionamiento y operación de ambas empresas recae en manos de sus
respectivas juntas de directores.
Es importante mencionar que existe un organismo administrativo llamado
Comisión de Servicio Público, pero el alcance de sus facultades es limitado. El
tema principal que atiende es la regulación de todo lo relacionado a la transpor-
tación y la carga de agregados.
El área de servicio público de mayor crecimiento reciente en temas de regu-
lación administrativa es probablemente las telecomunicaciones. En el año 1997
el Gobierno de Puerto Rico vendió la compañía telefónica estatal y creó un ente
regulador, la Junta Reglamentadora de Telecomunicaciones (Ley Nº 213 de 12
de septiembre de 1996).
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11.1. En general
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los empleados públicos, a excepción de los excluidos por la propia Ley, esta-
rían cubiertos por un solo sistema de personal. Se aspiraba a que una vez uni-
ficado el personal del servicio público bajo una sola Administración, se forta-
lecería el principio del mérito y todo empleado sería seleccionado, adiestrado,
ascendido y retenido en su empleo en consideración únicamente a sus capaci-
dades y mérito.
El aspecto centralizado del sistema descansaba en un organismo administra-
tivo denominado Oficina Central de Administración de Personal. Por otro lado,
en todas aquellas decisiones que retenía cada Administración y en torno a la
cuales el empleado resultaba afectado, este tenía la oportunidad de presentar
una apelación mediante un recurso administrativo ante otro organismo denomi-
nado Junta de Apelaciones del Sistema de Administración de Personal.
El desarrollo posterior debe verse en el contexto del debate en torno a la
sindicación de empleados. Se planteaba si era o no conveniente brindarle el
derecho a los empleados del Gobierno central de poder negociar convenios
colectivos con el Gobierno. Sobre este tema la Constitución de Puerto Rico
dispone en su Carta de Derechos que «[l]os trabajadores de empresas, negocios
y patronos privados y de agencias o instrumentalidades del Gobierno que fun-
cionen como empresas o negocios privados, tendrán derecho a organizarse y a
negociar colectivamente con sus patronos por mediación de representantes de
su propia y libre selección para promover su bienestar» (Constitución de Puerto
Rico, artículo 2, sección 17). La sección 18 añade que para asegurar ese dere-
cho, estos tendrán «el derecho a la huelga, a establecer piquetes y a llevar a
cabo otras actividades concertadas legales».
Como bien señalan estas disposiciones, la Constitución cobija el derecho
a organizase y el derecho a huelga de los empleados del sector privado y de
las «instrumentalidades del Gobierno que funcionen como empresas o nego-
cios privados». Esto no significaba, sin embargo, que se prohibía hacer exten-
sivo el derecho a organizarse a otros empleados como determinación de polí-
tica pública.
Eso fue precisamente lo que ocurrió al aprobarse la Ley Nº 45 del 25 de fe-
brero de 1998. La política de dicha Ley, conocida como la Ley de Relaciones
del Trabajo para el Servicio Público de Puerto Rico, especifica que «[l]a orga-
nización de sindicatos de empleados del sector público y la negociación colec-
tiva deberán orientarse por criterios de productividad y de mejoramiento de los
servicios al pueblo al menor costo posible» (3 L.P.R.A. §1451). Esta Ley enfa-
tiza la aplicación del principio de mérito y establece mecanismos de quejas y
arbitraje para resolver disputas. Precisa señalar que tal derecho a negociar ex-
cluyó de forma clara y directa el derecho a la huelga.
La adopción de esta Ley supuso una transformación radical del servicio pú-
blico en el Gobierno central y volvió, en algunos sentidos, obsoleta la Ley de
1975. Aunque todavía quedaban empleados a quienes no cubría la nueva legis-
1351
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Puerto Rico cuenta con setenta y ocho municipios, cada uno con su estruc-
tura de Gobierno. La Ley de Municipios Autónomos de Puerto Rico, Ley
1352
PUERTO RICO
Puerto Rico cuenta con una Ley de Ética Gubernamental que creó la Oficina
de Ética Gubernamental y estableció un Código de Ética que reglamenta la
conducta de todos los funcionarios y ex funcionarios de la rama ejecutiva del
Gobierno de Puerto Rico, incluyendo a los empleados de las corporaciones
públicas y municipios. La Ley de Ética Gubernamental del Estado Libre Aso-
ciado de Puerto Rico, Ley Nº 1 de 3 de enero de 2012, tiene el objetivo de
«promover y preservar la integridad de los funcionarios e instituciones públicas
del Gobierno». El Código establece determinadas prohibiciones en la conducta
de los empleados, dispone circunstancias donde la actuación puede ser objeto
de dispensa y define las sanciones administrativas y penales que conlleva su
incumplimiento.
1353
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1354
PUERTO RICO
1355
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
Olivo A. Rodríguez Huertas1
1
Licenciado en Derecho Universidad Eugenio María de Hostos (1987). Máster en Derecho de la
Contratación Pública (2010) y especialista en Fiscalidad Internacional (2007), ambos de la Universi-
Católica Madre y Maestra (PUCMM), de la Universidad Iberoamericana (UNIBE) y del Instituto Glo-
bal de Altos Estudios en Ciencias Sociales (IGLOBAL), de la República Dominicana. Co-autor de las
obras Manual Teórico-Práctico de Libre Acceso a la Información Pública, Aspectos Dogmáticos,
Criminológicos y Procesales del Lavado de Activos y Constitución Comentada. Miembro del Foro
Iberoamericano de Derecho Administrativo, de la Asociación e Instituto Iberoamericano de Derecho
Público y Administrativo «Prof. Jesús González Pérez», y de la Asociación Internacional de Dere-
cho Administrativo. Miembro Honorario de la Asociación Mexicana de Derecho Administrativo.
Miembro del Consejo Consultivo de la Revista de Derecho Público de Venezuela, del Consejo Edito-
rial de la Revista de Administración Pública de la República Dominicana y del Consejo Editorial de la
Revista Dominicana de Ciencias Jurídicas que auspicia la Fundación Global Democracia y Desarrollo
(FUNGLODE).
1357
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
2
En fecha 8 de mayo del año 1848, se promulga la Ley 138, mediante la cual se establece un
Colegio Seminario en la capital de la República. El artículo 10 de la Ley dispuso que en dicho Colegio
3
BONNIN, Charles-Jean, Principios de Administración Pública, México: Fundación de Cultura
Económica, 2004, p. 94.
1358
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
4
SANG, Mu-Kien A., Buenaventura Báez. El Caudillo del Sur (1844-1878). INTEC, pp. 25 y 199.
1359
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
11. En el primer cuarto del siglo XX, nuevos eventos se producen en rela-
ción a la enseñanza del Derecho administrativo. En 1912, el Presidente provi-
sional Dr. Ramón Báez, mediante el Decreto Nº 5376, puso en vigor el Código
Orgánico y Reglamentario de Educación Común, instrumento normativo a tra-
vés del cual se reglamentaba, en un solo texto, la educación primaria, secunda-
ria y universitaria.
12. En lo que respecta a la educación universitaria en la Facultad de Dere-
cho y Ciencias Políticas de la Universidad de Santo Domingo, el artículo 874
del Código Orgánico y Reglamentario de Educación Común dispuso incluir en
el segundo curso la asignatura Derecho administrativo Dominicano, conjunta-
mente con Derecho romano, Derecho civil y Derecho penal.
13. Asimismo, el artículo 885 del mencionado Código disponía que la Fa-
cultad de Derecho tuviera adscrita una Escuela de Estudios Administrativos y
Financieros en la que se otorgaba un título de Diploma de Bachiller en Estudios
Administrativos y Financieros. Entre las materias que se impartían para obtener
ese grado académico figuraba el Derecho administrativo.
14. Algunos años después, en 1918, y ya en plena intervención militar nor-
teamericana, el gobernador militar H.S. Knapp, almirante del U.S. Navy, emi-
tió la Orden Ejecutiva 145 que contenía, entre otras normas relativas a la Edu-
cación, la Ley General de Estudios, que en su artículo 45 exigía para obtener
el título de Licenciado en Derecho civil, aprobar una materia denominada Le-
gislación administrativa dominicana. Así, en el artículo 45, «las materias re-
queridas para obtener el título de licenciado en Derecho civil son 1) Derecho
constitucional, 2) Derecho civil, 3) Derecho penal, 4) Legislación administra-
tiva dominicana, 5) Derecho comercial, 6) Derecho internacional público,
7) Derecho internacional privado, 8) Procedimiento civil y 9) Procedimiento
criminal».
15. El padre del Derecho administrativo dominicano, Don Manuel de Jesús
Troncoso de la Concha, explica el cambio introducido, en tiempos de oprobio
para la soberanía nacional, en la denominación de la asignatura Derecho admi-
nistrativo dominicano por Legislación administrativa dominicana, de la si-
guiente manera:
Cuando en el año de 1917 se iba a proceder a la reforma de las leyes del
servicio de Educación, los señores Jacinto R. de Castro y Julio Ortega Frier,
miembros de la comisión encargada de preparar el proyecto de reformas,
propusieron que en el grupo de las asignaturas del plan de estudios de la
Facultad de Derecho se sustituyese la expresión Derecho administrativo por
la de Legislación administrativa dominicana. Explicaron su proposición di-
ciendo –y esto era exacto– que el estudio del Derecho administrativo en
nuestra Universidad se circunscribía a la exposición de los principios gene-
rales de esa rama de la ciencia jurídica, con muy poca aplicación de ellos a
la legislación nacional, de lo cual resultaba que los alumnos quedaban ayu-
nos del examen de muchas leyes dominicanas del orden administrativo cuyo
1360
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
5
TRONCOSO DE LA CONCHA, Manuel De Jesús, Elementos de Derecho administrativo, Imprenta
Listín Diario, 1938. Prefacio. Esta obra fue objeto de una actualización en la década de los 80 del siglo
pasado, que estuvo a cargo del Dr. Raymundo Amaro Guzmán.
6
7
TRONCOSO DE LA CONCHA, Manuel de Jesús. Elementos de Derecho Administrativo Dominicano,
4ª ed., p. 7.
8
AMIAMA, Manuel A. Prontuario de Legislación Administrativa Dominicana, Editorial Tiempo,
1987, p. 5.
1361
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
dad, los tratados internacionales distintos a los de derechos humanos, las leyes
adjetivas y los reglamentos que dictan las autoridades administrativas9, mien-
tras que la fuente no escrita le corresponde a los principios generales del Dere-
cho administrativo.
9
La jurisprudencia constitucional de la Suprema Corte de Justicia ha reconocido que autoridades
administrativas distintas del Presidente de la República tienen competencia para dictar reglamentos de
ejecución de las Leyes. En una sentencia dictada en fecha 15 de marzo de 2006, en ocasión de una
acción directa de inconstitucionalidad de la Ley de Registro Inmobiliario, dijo: «en el estado actual de
nuestro ordenamiento jurídico y conforme la Constitución de la República, el Presidente de la Repú-
general obligatorias para sus destinatarios; que, sin embargo, dada la imposibilidad de que el Primer
Mandatario vele personalmente por la aplicación de todas las leyes, el poder de reglamentación ha sido
extendido a otras entidades de la Administración Pública o descentralizadas de esta, razón por la cual
dicha facultad puede ser ejercida, además del Presidente de la República, por la autoridad u organismo
público al que la constitución o la ley haya dado la debida autorización». Este criterio es afín a la opi-
nión de la destacada administrativista dominicana Rosina de la Cruz Alvarado: «El principio es pues,
que solo el Presidente de la República es titular del Poder Reglamentario; sin embargo, ese principio
conoce temperamentos, ya que puede ser atribuido, en virtud de un texto legal a un Secretario de Esta-
do o a un organismo descentralizado, como ocurre con nosotros con la Junta Monetaria y como vere-
mos que ha sido atribuido a la Administración Tributaria». («El Poder Reglamentario de la Adminis-
tración Tributaria», Estudios Jurídicos, Volumen IV, Número I, Enero-Abril de 1994).
10
Esta noción del Bloque de Constitucionalidad se aplica a partir de la Resolución 1920 con bas-
tante frecuencia en la Jurisprudencia constitucional de la Suprema Corte de Justicia, tanto en las de
control concentrado de constitucionalidad, como en las de control difuso.
1362
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
11
Sentencia del 4/8/2004 de la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia: «una norma o acto,
público o privado, es válido cuando, además de su conformidad formal con el bloque de constituciona-
para garantizar esos principios la Constitución nacional en su artículo 46, dispone: «son nulos de pleno
derecho toda ley, decreto, resolución o acto contrario a esta Constitución».
12
Art. 74.3.
13
Art. 138.
14
Arts. 138.1 y 142.
15
Art. 138.2.
16
Arts. 134-136.
17
Art. 141.
18
Idem.
19
Arts. 196 y ss.
20
Art. 148.
21
Art. 147.
22
Arts. 40.13 y 40.17.
23
Art. 51.1.
1363
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
distinción dentro de los bienes, de aquellos que son del dominio público y los
que pertenecen al dominio privado24.
28. Varias leyes que tienen una gran incidencia en aspectos vitales de la
actividad administrativa del Estado, como la Ley de la Seguridad Social27, la
Ley de Función Pública28 y la Ley de Municipios29, han sido estructuradas en
base a principios que sirven de pauta de interpretación para el resto del articu-
lado de esas respectivas leyes.
24
Art. 93.2, letra b).
25
El DR-CAFTA, generó una importante transformación de numerosas leyes administrativas y el
dictado de una Ley de Contrataciones Públicas.
26
Artículos 26.1 y 26.2 de la Constitución de la República.
27
La Ley 87-01, que instituye el Sistema Dominicano de la Seguridad Social consagra en su Artí-
culo 3 los principios fundamentales del Sistema: universalidad, obligatoriedad, integralidad, unidad,
28
La Ley 41-08, de Función Pública, establece en su Artículo 3, los siguientes principios funda-
-
cional, irrenunciabilidad, tutela jurisdiccional.
29
La Ley 176-07 del Distrito Nacional y los Municipios señala en su Artículo 6, como principios
-
1364
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
30
Artículo 29, Ley 1494, de 1947.
31
Artículo 3, de la Ley 13-07. La razón de esta previsión se debe a que los Juzgados de Primera
32
Artículo 4, letra e), de la Ley 183-02, promulgada el día 21 del mes de noviembre del año 2002.
33
Ese principio se encuentra incorporado de manera expresa en el artículo 4, letra d) de la Ley
Monetaria y Financiera Nº 183-02: «Los reglamentos y los instructivos tendrán siempre un alcance
general y lo dispuesto en ellos no podrá ser objeto de alteración singular por actos dictados por el
mismo órgano que emitió la disposición reglamentaria».
34
Artículo 4, letra a) de la Ley 183-02.
35
Idem.
36
Artículo 4, letra c) de la Ley 183-02.
1365
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
37
La Constitución de la Republica hace referencia a la desconcentración en el artículo 141. Al
igual que sucede en el Derecho comparado, en la República Dominicana la desconcentración existe a
-
sonalidad jurídica a los Distritos Municipales, el régimen jurídico de la Administración local consi-
deraba a los mismos como órganos de naturaleza desconcentrada a lo interno de la persona pública
municipio.
38
Art. 138 de la Constitución.
39
Por disposición de la Constitución del 2010, el termino Secretaría de Estado ha sido sustituido
por el de Ministerios.
1366
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
40
AMIAMA, op. cit., p. 635.
41
1367
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
42
Art. 200.
43
Art. 128.3, letra d.
44
Art. 55, numeral 26.
1368
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
45
Art. 102 de la Ley 176-07.
46
Art. 104 de la Ley 176-07.
47
Vid. Nº 31.
48
Art. 17, letra K de la Ley 358-05.
49
Art. 20 de la Ley Nº 42-08.
50
Art. 1, letra d) de la Ley 183-02.
51
El artículo 1, letra d) de la Ley Monetaria y Financiera 183-02, contempla el dictado por parte
1369
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
52
En relación con este último aspecto, existen algunas leyes administrativas que regulan algunos
aspectos del funcionamiento de sus órganos colegiados. Ejemplo de ello lo encontramos en la Ley
Monetaria y Financiera (art. 13); la Ley del Distrito Nacional y los Municipios (art. 58); la Ley del
Mercado de Valores (art. 36); la Ley que crea el Sistema Dominicano de la Seguridad Social (art. 24);
la Ley de Competitividad e Innovación Industrial 392-07 (arts. 7 al 9).
53
HUTCHINSON, Tomas, Régimen de procedimientos administrativos, 7ª ed., Editorial Astrea,
p. 32.
54
Es el caso, por citar un ejemplo, de la Ley General de Medio Ambiente y Recursos Natura-
les 64-00, que al referirse en el párrafo II, del artículo 167, a la revocación de las autorizaciones señala
que las mismas se «aplicarán conforme al proceso administrativo correspondiente mediante resolución
podrá
ser recurrida conforme al procedimiento administrativo».
55
A pesar de que ya han transcurrido varios años de la promulgación de esta Ley, aún la Junta
Monetaria del Banco Central no ha dictado el referido reglamento.
1370
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
señala que ese reglamento deberá respetar los principios de legalidad, seguri-
dad jurídica, interdicción de la arbitrariedad, motivación de los actos que res-
trinjan la esfera jurídica de los interesados, jerarquía normativa, eficacia, razo-
nabilidad, economía, transparencia, celeridad, preclusión de plazos, publicidad
y debido proceso.
57. La Ley 176-07, del Distrito Nacional y los Municipios, por su parte,
tiene un capítulo56 dedicado al procedimiento administrativo, y, a pesar de
que estipula un reenvío reglamentario al Concejo Edilicio, máxima autoridad
normativa y fiscalizadora de los municipios, adelanta que la tramitación ad-
ministrativa, en el ámbito municipal se desarrolla mediante procedimientos
de economía, eficacia y coordinación, incentivando la implementación de
procedimientos informáticos57.
58. La inexistencia, con carácter general, en el Derecho administrativo do-
minicano de un procedimiento administrativo común a todos los órganos y en-
tidades de la Administración Pública, no significa la ausencia en ámbitos parti-
culares de actividad administrativa de un procedimiento administrativo
reglamentado. Tal es el caso en materia de actos administrativos reglamenta-
rios58, ya que la Ley General de Libre Acceso a la Información Pública estable-
ce que las entidades públicas que pretendan adoptar reglamentos relativos a
requisitos o formalidades que rigen las relaciones entre los particulares y la
Administración o se exijan a las personas para el ejercicio de sus derechos y
actividades, tienen la obligación de publicarlo con suficiente antelación a su
expedición59. El reglamento de la Ley, en sus artículos 45 y siguientes, detalla
el procedimiento consultivo previo, en esta materia.
59. Asimismo, en materia de actos administrativos que afecten los derechos
y obligaciones de las personas, en aplicación del artículo 8.1 de la Convención
Americana de Derechos Humanos, los órganos y entidades de la Administra-
ción están obligados, con carácter previo, a respetar el derecho de ser oído del
posible afectado60, norma esta que forma parte del Bloque de Constitucionali-
56
Título X, Capítulo I (artículos 129 al 133).
57
Artículo 130 de la Ley 176-07.
58
Algunas leyes dictadas con anterioridad a la regla general establecida en la Ley 200-04 dispo-
nían la obligatoriedad de acudir a un procedimiento consultivo previo al ejercicio de sus potestades
normativas. Tal es el caso de la la Ley General de Telecomunicaciones, y de la Ley Monetaria y Finan-
ciera.
59
Artículo 23, de la Ley 200-04.
60
La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de la destitución
de los magistrados del Tribunal Constitucional de la República del Perú, dijo: «De conformidad con la
separación de los poderes públicos que existe en el Estado de Derecho, si bien la función jurisdiccional
compete eminentemente al Poder Judicial, otros órganos o autoridades públicas pueden ejercer funcio-
nes del mismo tipo [...]
oída por un “juez o tribunal competente” para la “determinación de sus derechos”, esta expresión se
-
luciones determine derechos y obligaciones de las personas. Por la razón mencionada, esta Corte con-
sidera que cualquier órgano del Estado que ejerza funciones de carácter materialmente jurisdiccional,
1371
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
dad, y que, además, algunas leyes que facultan a órganos administrativos para
aplicar sanciones administrativas así lo recogen expresamente61.
60. A finales del 2011, auspiciado por el Comisionado de Apoyo a la Refor-
ma y Modernización de la Justicia y por el Ministerio de Administración Públi-
ca, ha sido redactado un anteproyecto de Ley de Derechos de las Personas en su
Relación con la Administración y de Procedimiento Administrativo, que propo-
ne un régimen general de procedimiento administrativo que incorpora no solo
el procedimiento administrativo de primera y segunda generación, sino que se
extiende a las nuevas formas de relacionarse de que dispone la Administración
que ha dado lugar a los llamados procedimientos administrativos de tercera
generación que con brillantez ha sido expuesto por el catedrático español Javier
Barnes Vásquez62.
61. La aprobación de una normativa que regule con carácter general los
procedimientos administrativos constituye, en el marco del nuevo régimen
constitucional, una necesidad inaplazable, toda vez que conforme a lo dispues-
to en el artículo 138.2 de la Carta Fundamental del Estado la Ley regulará «el
procedimiento a través del cual deben producirse las resoluciones y actos admi-
nistrativos, garantizando la audiencia de las personas interesadas», con las ex-
cepciones que se establezcan.
62. El acto administrativo ha sido definido por Vedel como «un acto jurídi-
co emitido unilateralmente por la Administración con el objeto de modificar el
ordenamiento jurídico mediante las obligaciones que impone o por los derechos
que confiere63». Dicho de otro modo, «la Administración puede modificar las
situaciones jurídicas por su sola voluntad, sin el consentimiento de los interesa-
dos. Es esta una característica de la potestad pública64».
63. A pesar de que autorizada doctrina nacional cuestiona que los reglamen-
tos sean actos administrativos65, en la República Dominicana, desde el punto de
tiene la obligación de adoptar resoluciones apegadas a las garantías del debido proceso legal en los
términos del artículo 8 de la Convención Americana» (www.cajpe.org.pe/guia/debi.htm).
61
Art. 72, de la Ley Monetaria y Financiera 183-02. Art. 111 de la Ley de Mercado de Valores
19-00. Art. 82.2 de la Ley General de Telecomunicaciones 153-98.
62
Derecho administrativo iberoamericano, Buenos Aires: Ediciones RaP, p. 413. El profesor
Barnes, conjuntamente con Ricardo Rivero y Jaime Rodríguez Arana Muñoz tuvieron a su cargo la
redacción de este anteproyecto.
63
VEDEL, Georges, Derecho administrativo, Ediciones Aguilar, p. 128.
64
RIVERO, Jean, Derecho administrativo, p. 100.
65
AMIAMA, op. cit., p. 4: «Es una de las más discutidas cuestiones del Derecho público (hay que
decirlo así para indicar que el tema excede del campo estrictamente jurídico-administrativo), la de si los
1372
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
opinión es la más antigua, y es la más simplista, puesto que se atiene a un factor formal inmediatamente
advertible siempre, o sea el hecho de que los reglamentos son dictados por el Presidente de la República.
La tesis que sostiene el carácter legislativo material de los reglamentos, ha sido apoyada por el eminente
tratadista francés Leon Duguit. Esta tesis parece la más concorde con la historia y con la realidad».
66
En la legislación administrativa dominicana, tanto los reglamentos como los actos individuales
de las autoridades administrativas, son considerados como actos administrativos. Ejemplo de ello lo
encontramos en la Ley General de Telecomunicaciones y en la Ley Monetaria y Financiera. Sin em-
bargo, mientras la primera permite su impugnación por ante la jurisdicción contencioso-administrati-
va, la Ley Monetaria y Financiera en el artículo 4, letra d), traza un régimen particular de impugnación
de las decisiones reglamentarias que dicten los órganos que conforman la Administración monetaria y
de los mismos. Este tema ha sido tratado más ampliamente por el autor en su trabajo «El acto adminis-
trativo: su asimilación en el ordenamiento jurídico dominicano», aparecido en el nº 119, de la Revista
de Derecho Público de la Editorial Jurídica Venezolana.
67
VEDEL, op. cit., p. 139.
68
presunción previa».
69
El artículo 4, letra a), de la Ley Monetaria y Financiera, consagra la presunción de legalidad de
ejecutorio. Por su parte, el artículo 99 de la Ley General de Telecomunicaciones dispone que los actos
administrativos del órgano regulador serán de obligado cumplimiento. Igualmente la Ley del Distrito
Nacional y los Municipios consagra en la letra b) del Párrafo del Artículo 8, la presunción de legitimi-
dad de los actos y disposiciones normativas que emitan los Ayuntamientos.
70
AMIAMA, op. cit., p. 640. Otro reconocido profesor de Derecho Administrativo, René MUESES
HENRÍQUEZ, en su obra Derecho Administrativo Dominicano al analizar este tema opina que «si el acto
1373
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
es revocado dentro del año de su expedición, no procede el recurso», lo que hace suponer que para
nuestro legislador los derechos adquiridos con motivo de un acto administrativo solo nacen después del
año (pp. 101 y 102).
71
Art. 376, del Código de Trabajo.
72
Art. 5, de la Ley 122-05.
73
Art. 350 del Código Tributario.
74
Art. 17, letra K), de la Ley General de los Derechos del Consumidor o Usuario 358-05.
75
Las Instituciones Fundamentales del Derecho Administrativo y la Jurisprudencia Venezolana,
Publicaciones de la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1964.
76
AMIAMA, op. cit., p. 632.
1374
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
77
El párrafo I del artículo 57 del Código Tributario dispone que la interposición del recurso de
reconsideración «suspende la obligación de efectuar el pago de impuestos y recargos determinados,
hasta que intervenga decisión sobre el mismo».
78
El párrafo I del artículo 37 de la Ley de Mercado de Valores 18-00 dispone que el recurso de
apelación contra los actos del Superintendente de Valores «no suspenderá la ejecución de la decisión
objeto de apelación, excepto cuando la misma conlleve la aplicación de sanciones administrativas».
79
El Reglamento que Establece Normas y Procedimientos para las Apelaciones por ante el Con-
sejo Nacional de Seguridad Social, aprobado mediante Resolución 124-02 del 16 de febrero de 2005 y
la Resolución 125-02 del 1 de marzo de 2005, dispone que los recursos de apelación interpuestos
contra los actos del Superintendente de Pensiones o del Superintendente de Salud y Riesgos Laborales
tendrá efecto suspensivo.
80
Varias leyes administrativas que prevén expresamente este recurso establecen plazos dentro de
los cuales deben ser interpuestos. Por ejemplo, el Código Tributario dispone que el plazo para la inter-
posición del recurso de reconsideración es de veinte (20) días, y la Ley General de Telecomunicaciones
81
Sin embargo varias leyes administrativas establecen plazos más amplios, como la Ley 146-02,
de Seguros y Fianzas, que dispone que el recurso jerárquico contra las decisiones del Superintendente
1375
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
82
Arts. 41 y ss.
83
Ley 1494, de 1947.
1376
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
84
1377
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
85
Han sido excluidos expresamente del régimen jurídico aplicable a la contratación pública, los
contratos de préstamos o donaciones con otros Estados o entidades de Derecho público internacional,
como los organismos multilaterales de crédito (Banco Mundial, Banco Interamericano de Desarrollo);
los contratos de crédito público; los contratos de empleo público, los cuales se encuentran sujetos a la
Ley de Función Pública, y los contratos entre entidades públicas.
86
No se aplica la legislación sobre contratación pública a contratos que por disposición legislativa
se encuentran sometidos a un estatuto particular: (a) concesión de servicios públicos de telecomunica-
ciones, sujeta a lo dispuesto en la Ley General de Telecomunicaciones 153-98; (b) concesiones para
distribución y generación de electricidad, sujetas a lo dispuesto en la Ley General de Electricidad 125-
01; (c) concesiones mineras, sujetas a la Ley de Minería 146 de 1971, y (d) enajenación de inmuebles
del dominio privado del Estado, regulados por la Ley 119 de 1964.
1378
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
87
Art. 32 de la Ley 340-06.
1379
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
88
CASTAÑOS GUZMÁN, Julio M., El Poder Judicial y las sanciones tributarias, Santo Domingo:
Capeldom, 2000.
89
Citado por GUERRERO, Juan Manuel, «Constitucionalismo dominicano y potestad sancionatoria
de la administración», Revista de Administración Pública, nº 5.
1380
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
7. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
90
GUERRERO DE JESÚS, op. cit.
1381
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
91
Estas funciones jurisdiccionales le fueron traspasadas en el año 1950 a la Cámara de Cuentas de
1382
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
Instancia, para conocer de los recursos de amparo frente a actos de la administración que vulneren
derechos fundamentales de las personas, constituyendo este recurso un mecanismo a través del cual se
obtenían las medidas cautelares frente a la Administración.
93
Estos órganos jurisdiccionales son el Tribunal Contencioso Tributario y Administrativo y los
Juzgado de Primera Instancia, que conocen del contencioso-administrativo municipal.
94
Artículo 1. Traspaso de Competencias. Se dispone que en lo sucesivo las competencias del
Tribunal Superior Administrativo atribuidas en la Ley 1494, de 1947, y en otras leyes, así como las
del Tribunal Contencioso-Administrativo de lo Monetario y Financiero, sean ejercidas por el Tribunal
Contencioso Tributario instituido en la Ley 11-92, de 1992, el que a partir de la entrada en vigencia de
la presente ley se denominará Tribunal Contencioso Tributario y Administrativo.
95
Artículo 4. Agotamiento facultativo vía Administrativa. El agotamiento de la vía administrativa
será facultativo para la interposición de los recursos, contencioso-administrativo y contencioso tribu-
tario, contra los actos administrativos dictados por los órganos y entidades de la Administración Públi-
ca, excepto en materia de servicio civil y carrera administrativa.
96
Párrafo del artículo 1 de la Ley 13-07.
97
Hay que reconocer que la Cámara de Cuentas en funciones de Tribunal Superior Administrativo
otorgó medidas cautelares en el curso de la instrucción de procedimientos contencioso-administrativo,
1383
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
a pesar de que no existía un texto que de forma expresa las previera. En una sentencia del 10 de sep-
tiembre del año 2002, señaló que «es de principio que para que la suspensión provisional de la ejecu-
ción de un acto administrativo tenga lugar es necesario la reunión de los siguientes elementos: 1) que
el acto impugnado sea ejecutorio por su propia naturaleza; 2) que su ejecución sea susceptible de
causar al solicitante de la suspensión perjuicios graves; 3) que los motivos en que se apoya la solicitud
de suspensión tengan carácter de seriedad».
98
Artículo 7. Medidas Cautelares. El recurrente podrá solicitar, en cualquier momento del proce-
so, por ante el Presidente del Tribunal Contencioso Tributario y Administrativo, la adopción de cuantas
medidas cautelares sean necesarias para asegurar la efectividad de una eventual sentencia que acoja el
recurso contencioso-administrativo o contencioso tributario. Esta petición se someterá mediante ins-
tancia separada del recurso principal. Una vez recibida, el Presidente del Tribunal, o el de una de sus
Salas que designe mediante auto, convocará a las partes a una audiencia pública que celebrará dentro
el asunto en un plazo no mayor de cinco (5) días. Párrafo I. Requisitos para la adopción de medidas
cautelares. El Presidente del Tribunal Contencioso Tributario y Administrativo, o el de una de sus
Salas, adoptará la medida cautelar idónea siempre que: (a) pudieran producirse situaciones que impi-
-
ciones y documentos aportados por el solicitante, sin prejuzgar el fondo del asunto, parezca fundada la
pretensión; y (c) no perturbare gravemente el interés público o de terceros que sean parte en el proceso.
Si de la medida cautelar pudieran derivarse perjuicios podrá exigirse la constitución de una garantía o
acordarse las medidas que sean adecuadas para evitar o paliar dichos perjuicios. En este caso la medida
cautelar adoptada no se llevará a efecto hasta que se acredite el cumplimiento de la garantía.
99
Párrafo IV del Art. 7. Medidas cautelares anticipadas. Las medidas cautelares podrán ser solici-
tadas al Presidente del Tribunal Contencioso Tributario y Administrativo, antes de iniciarse el proceso
contencioso-administrativo. En caso de que la medida cautelar sea concedida, el recurso contencioso-
administrativo o contencioso tributario deberá presentarse en el plazo previsto en esta ley; de lo con-
trario, se ordenará su levantamiento y se condenará a la parte solicitante al pago de las costas. En caso
de que el administrado haya interpuesto recurso en vía administrativa el plazo para interponer el recur-
-
dida en virtud del artículo 12 de la Ley de Procedimiento de Casación dominicana.
1384
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
101
Sentencia del 9 de enero de 1988.
102
Sentencia del 10 de mayo de 2006.
103
Art. 185 de la Constitución.
104
Arts. 164 a 167.
105
Art. 5 de la Ley.
1385
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
127. La responsabilidad del Estado y demás entes públicos, así como de sus
funcionarios, es una consecuencia de la cláusula del Estado de Derecho que la
Constitución proclama.
128. Como ha expresado uno de los grandes maestros del Derecho admi-
nistrativo español, Jesús Leguina: «la indemnización expropiatoria y el re-
sarcimiento de daños son los institutos jurídicos básicos que garantizan la
integridad patrimonial de los particulares frente a los poderes públicos. Am-
bos institutos comparten la función de dejar indemnes los patrimonios priva-
dos que sean sacrificados o que resulten lesionados por la acción administra-
tiva110».
129. Fundamentado en ello, es que los entes públicos deben reparar a las
personas por los daños que sufran en su patrimonio derivado de las acciones u
omisiones ilegales de la autoridad pública, como también de las que se originen
de su actuación lícita. Es esta una particularidad del instituto de la responsabi-
106
Art. 93.2
107
Art. 128.2, letra d), de la Constitución.
108
-
109
La Contraloría General de la República es el órgano de control interno, dependiente del Poder
110
LEGUINA, Jesús, Discurso pronunciado con motivo del Doctorado Honoris Causa que le otorgó
la Universidad Castilla-La Mancha.
1386
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
111
DE LA CRUZ ALVARADO, Rosina, «La responsabilidad de las personas públicas», Revista Estudios
Jurídicos, Volumen VII, número i, enero-abril de 1997.
1387
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
112
Art. 6, letra d), de la Ley 183-02.
113
Art. 45 y ss.
1388
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
114
Art. 219.
115
Art. 74.2.
1389
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
116
Art. 50.1. No se permitirán monopolios, salvo en provecho del Estado. La creación y organiza-
ción de esos monopolios se hará por ley.
117
Art. 50.1, parte .
118
Promulgada en fecha 16 de enero de 2008.
1390
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
119
Art. 128.2, letra a).
120
Art. 128.2, letra b).
121
Art. 145 de la Constitución.
122
Art. 3, de la Ley 41-08.
1391
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
123
Artículos 18 y siguientes de la Ley 41-08.
124
Artículos 58 y siguientes de la Ley 41-08.
125
Artículos 67 y siguientes de la Ley 41-08.
126
Artículos 77 y siguientes de la Ley 41-08.
127
AMIAMA, op. cit., pp. 149 y 150. TRONCOSO DE LA CONCHA se había referido a esta teoría seña-
lando que era una de las materias más interesantes del Derecho administrativo. (Elementos de Derecho
administrativo, p. 105.)
1392
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
128
Sentencia de fecha 18 de abril de 2000.
129
Decreto 523-09.
130
Decreto 524-09.
131
Decreto 525-09.
132
Decreto 527-09.
1393
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
133
Art. 13.
134
Artículos 30-32 de la Ley 64-00.
135
Art. 19 de la Ley.
136
Art. 126 de la Ley.
137
Párrafo del Art. 126 de la Ley.
1394
DERECHO ADMINISTRATIVO DOMINICANO
138
Art. 93.2, letra b).
1395
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
139
AMIAMA, op. cit., pp. 166-167.
1396
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO URUGUAYO
Carlos E. Delpiazzo*
* Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Mayor de la República Oriental del
Uruguay. Profesor de Derecho Administrativo, profesor de Informática Jurídica y de Derecho Telemático,
y director del Instituto de Derecho Administrativo en la Facultad de Derecho de dicha Universidad. Profe-
sor de Derecho Administrativo, director del Programa Master de Derecho Administrativo Económico
(PMDAE), y profesor de Derecho Informático en la Facultad de Derecho de la Universidad de Montevi-
deo. Autor de 61 libros y más de 350 trabajos publicados en el país y en el exterior. Profesor invitado del
Instituto Nacional de Administración Pública (España). Profesor visitante de la Especialización en Dere-
cho Administrativo de la Universidad de Belgrano (Argentina). Profesor extraordinario visitante de la
Universidad Católica de Salta (Argentina). Miembro del Instituto Uruguayo de Derecho Administrativo,
del Instituto de Derecho Administrativo de la Universidad Notarial Argentina, de la Asociación Argentina
de Derecho Administrativo, de la Asociación de Derecho Público del Mercosur, de la Academia Interna-
cional de Derecho Comparado, de la Asociación Andrés Bello de juristas francolatinoamericanos, de la
Asociación Iberoamericana de Derecho Administrativo, y de la Asociación Internacional de Derecho Ad-
ministrativo. Secretario General del Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo.
1
GROSS ESPIELL, Héctor, Evolución constitucional del Uruguay, Montevideo: F.C.U., 2003, 3ª ed.
actualizada.
2
DELPIAZZO, Carlos E., «Bases conceptuales de la organización administrativa uruguaya», Revista
de Administración Pública Uruguaya, Nº 22, Montevideo, 1998, pp. 61 y ss.
1397
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
3
Idem. «Marco constitucional del Derecho Administrativo Uruguayo», en V Foro Iberoamerica-
no de Derecho Administrativo (Quito, 2006), pp. 105 y ss.; y REAL, Alberto Ramón, «Bases constitu-
cionales de la Administración Pública», Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, año X,
Nº 1-2, Montevideo, 1959, pp. 417 y ss.
4
MARTINS, Daniel Hugo, Introducción al Derecho administrativo, Montevideo: F.C.U., 1982,
pp. 95 y ss.
5
Carlos E., Derecho Administrativo Uruguayo, México: Porrúa/UNAM, 2005, pp. 8 y ss.
1398
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
6
Idem. Dignidad humana y Derecho. Montevideo: U.M., 2001, pp. 17, 41, 75 y 88 y ss.
7
MARTINS, Daniel Hugo, «Los primeros cien años de la enseñanza del Derecho administrativo en
la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad de la República», Revista Uruguaya de
Derecho Constitucional y Político, t. XII, Nº 67-71, Montevideo, 1996, pp. 553 y ss.
1399
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
8
DELPIAZZO, Carlos E., Derecho Administrativo General, Montevideo: A.M.F., 2011, vol. 1,
caps. 5-11.
9
Idem. «Reconocimiento de los principios generales de Derecho en el Derecho administrativo
uruguayo», Jaime Arancibia y José Ignacio Martínez (coords.) La primacía de la persona. Estudios en
homenaje al Prof. Eduardo Soto Kloss, Santiago de Chile: Legal Publishing, 2009, pp. 229 y ss.; y
BRITO, Mariano R.; CAJARVILLE PELUFFO, Juan Pablo; DELPIAZZO, Carlos E., y DURÁN MARTÍNEZ, Au-
gusto, Los principios en el Derecho Administrativo Uruguayo. Montevideo: A.M.F., 2009.
10
BARBE PÉREZ, Héctor. «Los principios generales de Derecho como fuente de Derecho Adminis-
trativo», Estudios en memoria de Juan José Amézaga, Montevideo, 1958, pp. 37 y ss.
1400
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
11
DELPIAZZO, Carlos E., «La Constitución como fuente principal del Derecho administrativo uru-
guayo», Revista de Direito Administrativo & Constitucional, año 10, nº 40, Belo Horizonte, 2010,
pp. 73 y ss.
12
Idem. «La ley y el reglamento. Características, tipos y marco normativo en Uruguay», Memo-
rias del VI Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo, Bogotá: Universidad Externado de Co-
lombia, 2007, pp. 289 y ss.
13
Idem. «Acto administrativo y reglamento en el Derecho uruguayo», Jornadas sobre Acto Admi-
nistrativo y Reglamento, Buenos Aires: Edit. Ciencias de la Administración, 2002, pp. 571 y ss.
14
Idem. «Alcances y límites del Derecho de la Integración», Revista de Derecho Público, nº 13.
Montevideo, 1998, pp. 45 y ss.; y «El Derecho de la integración frente a la Constitución uruguaya»,
Revista Actualidad en el Derecho Público, nº 9, Buenos Aires, 1999, pp. 107 y ss.
1401
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
15
Idem. «Fuentes del Derecho de la Integración». En. AA.VV. El Derecho de la Integración del
Mercosur. Montevideo: U.M., 1999, pp. 67 y ss.
1402
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
1403
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
tivas o Propuestas». Y añade: «las Directivas serán obligatorias para los Es-
tados partes».
Junto a las indicadas fuentes, pueden señalarse otras fuentes del Derecho
administrativo uruguayo, tales como los tratados, los contratos que celebra la
Administración, los convenios colectivos del sector público, los actos adminis-
trativos, las prescripciones administrativas de orden interno, la doctrina, la ju-
risprudencia, las costumbres, prácticas y precedentes16.
16
DELPIAZZO, 2011, op. cit., vol. 1, cap. 11.
1404
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
2. ORGANIZACIÓN ADMINISTRATIVA
17
Idem. Bases conceptuales…, op. cit., p. 65.
18
Idem. Derecho administrativo especial, Montevideo: A.M.F., 2009, vol. 1, 2ª ed. actualizada y
ampliada, cap. 2.
1405
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
19
BARBAGELATA, Aníbal Luis, El Consejo de Ministros en la Constitución Nacional. Montevideo:
20
CASSINELLI MUÑOZ, Horacio, «La delegación de atribuciones en la Constitución uruguaya»,
Cuaderno de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, nº 19, Montevideo: 1967, pp. 149 y ss.
21
DELPIAZZO, 2009, op. cit., vol. 1, 2ª ed., pp. 45 y ss.
1406
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
En tanto que sistema orgánico, cada Ministerio está compuesto por el aludi-
do órgano jerarca, que recibe el mismo nombre, y por un conjunto de dependen-
cias, llamadas presupuestalmente Unidades Ejecutoras, que no siempre son
órganos y que, en su organización interna, se subdividen en múltiples reparti-
ciones, dependiendo de su complejidad, que ordinariamente se denominan Di-
visiones, Departamentos y Secciones (yendo del mayor nivel al menor nivel
dentro de la jerarquía).
Por lo que refiere al Ministerio como órgano, el mismo tiene una posición
constitucional doble, ya que, por un lado, está subordinado al órgano Poder
Ejecutivo mientras que, por otro lado, tiene la calidad de jerarca de los servicios
integrantes del subsistema respectivo. Este fenómeno, denominado de centrali-
zación derivada o de centralización en la centralización, no se da respecto de la
masa funcional del sistema sino de aquellas funciones propias del jerarca como
tal. En virtud de esta figura, un órgano –en el caso, el Ministerio– sin ver alte-
rada su posición o grado en la línea funcional, recibe potestades jerárquicas
propias, adquiriendo la calidad de jerarca derivado.
1407
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
22
DURÁN MARTÍNEZ, Augusto, «La Presidencia de la República: naturaleza, posición institucional,
situación de su personal y resolución de recursos administrativos», Revista Uruguaya de Derecho
Constitucional y Político, t. II, nº 7, Montevideo, 1985, pp. 2 y ss.
23
DELPIAZZO, 2009, op. cit., vol. 1, 2ª ed., cap. 5.
24
SILVA CENCIO, J., La descentralización por servicios en la Constitución de 1967, Montevideo:
F.C.U., 1971; PRAT, J. A., Los entes autónomos en la descentralización funcional uruguaya, Montevi-
deo: A.M.F., 1971.
1408
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
25
CASSINELLI MUÑOZ, Horacio, Derecho público, Montevideo: F.C.U., 1999, pp. 246.
26
DELPIAZZO, Carlos E., «Nuevas perspectivas de la descentralización», -
forma constitucional de 1996, Montevideo: F.C.U., 1997, pp. 107 y ss.
27
DELPIAZZO, Carlos E., Autoridades departamentales y municipales, Montevideo: A.M.F., 2010,
pp. 9 y ss.
1409
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
28
Idem, 2009, op. cit., vol. 1, 2ª ed., pp. 134 y 141 y ss.
29
Ibidem, pp. 134 y 143 y ss.
1410
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
Seguidamente, el art. 278 establece que «el Intendente podrá atribuir a co-
misiones especiales la realización de cometidos específicos, delegando las fa-
cultades necesarias para su cumplimiento». Dichas comisiones especiales cons-
tituyen grupos de individuos comisionados por el Intendente para actuar en
conjunto, misionalmente, al fin especial resultante del encargo atribuido espe-
cíficamente. Para el desempeño del mismo, la Constitución prevé expresamen-
te que el Intendente les proveerá de «las facultades necesarias» mediante una de
las modalidades de la centralización, cual es la delegación de atribuciones.
También dependen del Intendente los Directores Generales de Departa-
mento, que son algo así como los Ministros del Intendente. Respecto a los
mismos, dispone el art. 279 que «el Intendente determinará la competencia de
las Direcciones Generales de Departamento y podrá modificar su denomina-
ción». Añade el art. 280 que «los Directores Generales de Departamento ejer-
cerán los cometidos que el Intendente expresamente delegue en ellos». Quie-
re decir que las Direcciones Generales de Departamento son órganos
dependientes del Intendente, que actúan mediante desconcentración, o sea, en
ejercicio de atribuciones propias (las que se hayan determinado por acto le-
gislativo departamental o mediante reglamento conforme al art. 279) o a tra-
vés de la delegación de las atribuciones que le haga el Intendente (según la
previsión del art. 280).
Finalmente, corresponde referirse a las Autoridades Locales ya que, al tenor
del art. 262, inc. 2º de la Constitución, «podrá haber una Autoridad Local en
toda población que tenga las condiciones mínimas que fijará la ley. También
podrá haberla, una o más, en la planta urbana de las capitales departamentales,
si así lo dispone la Junta Departamental a iniciativa del Intendente». De acuer-
do al art. 1º de la citada Ley Nº 18.567, dichas autoridades locales –antes deno-
minadas Juntas Locales conforme a lo previsto en la Disposición Transitoria y
Especial letra Y)– se llamarán Municipios30.
En orden a su integración, el art. 287 de la Carta prevé que «el número de
miembros de las Autoridades Locales, que podrán ser unipersonales o pluriper-
sonales, su forma de integración en este último caso, así como las calidades
exigidas para ser titular de las mismas, serán establecidos por la ley».
Agregaba la Disposición Transitoria y Especial letra Y) de la Constitución
que, mientras no se dicte dicha ley, «se llamarán Juntas Locales y tendrán cinco
miembros», que podrán ser electivos o designados por el Intendente.
A partir de la Ley Nº 18.567, se establece que «se denominarán Municipios»
(art. 1º) y que «serán órganos integrados por cinco miembros y sus cargos serán
de carácter electivo», distribuyéndose por el sistema de representación propor-
cional integral (art. 9º).
30
Idem, 2010, op. cit., pp. 28 y ss.
1411
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1412
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
31
Ibidem, pp. 38 y ss.
1413
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
De acuerdo al art. 11, inc. 1º de dicha Ley Nº 18.567, «el primer titular de la
lista más votada del lema más votado dentro de la respectiva circunscripción
territorial se denominará Alcalde y presidirá el Municipio», mientras que «los
restantes miembros se denominarán Concejales».
En caso de ausencia temporal o definitiva, el Alcalde será sustituido en sus
funciones por el titular electo que le siga en la misma lista o, en su defecto, por
el primer titular de la segunda lista más votada del lema más votado en la cir-
cunscripción (art. 11, inc. 2º).
Conforme al Capítulo IV de la multicitada Ley Nº 18.567 se normatiza acer-
ca «De las atribuciones y cometidos del Municipio y sus integrantes», de modo
que se distingue entre las atribuciones y cometidos del órgano municipal
(arts. 12 y 13) y las atribuciones de los Alcaldes y los demás Concejales como
integrantes del mismo (arts. 14 y 15).
Aunque la mayoría de dichas atribuciones confiadas a los Alcaldes y Con-
cejales son de propuesta y colaboración, también las hay de administración
activa, en cuyo caso puede entenderse que se verifica una suerte de desconcen-
tración –aunque limitada– dentro de la desconcentración.
3. PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
32
Idem, Texto ordenado de procedimiento administrativo. Montevideo: F.C.U., 2008.
33
Idem. «El procedimiento administrativo y las nuevas tecnologías de la información», Revista
Uruguaya de Derecho constitucional y político, t. VIII, nº 48, Montevideo, 1992, pp. 420 y ss.
1414
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
34
Idem. «El principio de contradicción en el procedimiento administrativo de impugnación», Re-
vista Uruguaya de Estudios Administrativos, año IV, n° 2, Montevideo, 1980, p. 99 y ss.; y «De la
publicidad a la transparencia en la gestión administrativa», Revista de Derecho, año II, nº 3, Montevi-
deo: 2003, pp. 113 y ss.
1415
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
servir con objetividad los intereses generales con sometimiento pleno al Dere-
cho y debe actuar de acuerdo con los siguientes principios generales:
a) imparcialidad;
b) legalidad objetiva;
c) impulsión de oficio;
d) verdad material;
e) economía, celeridad y eficacia;
f) informalismo en favor del administrado;
g) flexibilidad, materialidad y ausencia de ritualismos;
h) delegación material;
i) debido procedimiento;
j) contradicción;
k) buena fe, lealtad y presunción de verdad salvo prueba en contrario;
l) motivación de la decisión, y
m) gratuidad.
Los principios señalados servirán también de criterio interpretativo para re-
solver las cuestiones que puedan suscitarse en la aplicación de las reglas de
procedimiento».
La regulación positiva del desenvolvimiento del procedimiento administra-
tivo común (aunque también, con variantes, de los procedimientos especiales)
permite su disección en etapas o momentos35.
En cuanto a su inicio, según el art. 15 del RPA, el procedimiento adminis-
trativo puede comenzarse de oficio por la Administración o ser promovido por
un interesado.
En el primer caso, «la autoridad competente puede actuar por disposición de
su superior, por propia iniciativa, a instancia fundada de los correspondientes
funcionarios o por denuncia» (arts. 15 y ss.).
En cambio, cuando el procedimiento comienza a instancia de uno o más
interesados, la «petición o exposición que se formule ante cualquier órgano
administrativo se efectuará en papel simple (florete, fanfold o de similares ca-
racterísticas)», pudiendo utilizarse también «formularios proporcionados por la
Administración», sin perjuicio de la comparecencia «por fax u otros medios
similares de transmisión a distancia» (art. 19).
Las presentaciones deberán ser suscritas por los gestionantes «con su firma
usual» (art. 21) y «acompañarse de copia o fotocopia firmada, la que será de-
35
Idem, 2009, op. cit., vol. 1, cap. 17.
1416
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
1417
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1418
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
36
Idem. «Informatización de la actividad administrativa. Hacia el expediente electrónico en Uru-
guay», Revista Actualidad en el Derecho Público, nº 6, Buenos Aires, 1997, pp. 3 y ss.; y «Regulación
del procedimiento administrativo electrónico», AA.VV., Procedimiento administrativo electrónico,
Montevideo: O.N.S.C., 1998, pp. 151 y ss.
1419
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
37
Idem. «Nuevo horizonte para la automatización administrativa en Uruguay. A propósito de la
aprobación del Decreto Nº 65/998 sobre procedimiento administrativo electrónico», Revista de Dere-
cho de la Alta Tecnología, año X, nº 116, Buenos Aires, 1998, pp. 24 y ss.; e «Informatización del
procedimiento administrativo común», VI Congreso Iberoamericano de Derecho e Informática, Mon-
tevideo, 1998, pp. 776 y ss.
38
Idem. «Noción y regulación del procedimiento y del acto administrativos electrónicos». Estu-
dios de Derecho Administrativo, nº 1, Montevideo: La Ley Uruguay, 2010, pp. 79 y ss.
1420
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
39
Idem. «Notas para una caracterización actual del acto administrativo», Anuario de Derecho
administrativo, tomo IX. Montevideo, 2002, pp. 25 y ss.
40
SAYAGUÉS LASO, Enrique, Tratado de Derecho Administrativo, tomo I, Montevideo, 1963,
pp. 389 y ss.
41
CAJARVILLE PELUFFO, Juan Pablo, Dos estudios de Derecho administrativo, Montevideo: Edit.
Universidad, 1988, p. 73.
1421
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
42
DELPIAZZO, Carlos E., Régimen jurídico de los recursos administrativos, Montevideo: F.C.U.,
1984, p. 33.
43
Idem. «Los recursos administrativos. Enfoque comparado regional», Revista de Administración
Pública Uruguaya, 27, Montevideo, 1999, pp. 99 y ss. y «Recursos administrativos nos Directos bra-
1422
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
sileiro, uruguayo e argentino», AA.VV., As leis de processo administrativo, Sao Paulo: Malheiros,
2000, pp. 242 y ss.
1423
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1424
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
44
Idem, 2005, op. cit., pp. 439 y ss.
45
Idem. «Agotamiento de la vía administrativa», Revista de Administración Pública Uruguaya,
año II, nº 5, Montevideo, 1987, pp. 55 y ss.
1425
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
5. CONTRATOS DE LA ADMINISTRACIÓN
46
Idem. «La contratación pública en Uruguay», MORENO MOLINA, J.A., y MATILLA CORREA, A.
(coord.), Contratos públicos en España, Portugal y América Latina. Madrid: Difusión, 2008, p. 707 y
ss.; «Estado actual de la contratación administrativa», Rev. de Derecho Público, nº 17. Montevideo:
2000, pp. 111 y ss.; «Caracteres e innovaciones en la contratación administrativa», Direito Administra-
tivo & Constitucional, nº 13, Curitiba, 2003, pp. 97 y ss.
47
DELPIAZZO, Carlos E., Manual de contratación administrativa, Montevideo: Edit. Universidad
1996, tomo 1, 3ª ed., pp. 18 y ss.; y Contratación administrativa, Montevideo: U.M., 1999 (reedición
2005), pp. 9 y ss.
1426
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
En base a ambos datos, es dable advertir cómo existen elementos que permi-
ten diferenciar los contratos de la Administración de los que no lo son.
En primer lugar, habrá aspectos formales diferenciales, ya que cuando inter-
viene la Administración, ella actúa según reglas y principios que le son propios.
En segundo término, en cuanto al fin, se perseguirá un interés público o una
utilidad pública. Debe descartarse en este sentido la expresión servicio público
para no connotar aquella vieja doctrina que prácticamente identificaba al servi-
cio público con el Derecho público.
En tercer lugar, en función de estos dos criterios de la singularidad de la
Administración y del carácter teleológico o finalista de su actuación, se deriva
la posibilidad de distinguir distintos tipos de contratos en orden al régimen ju-
rídico a que estén sometidos. Así, la Administración podrá celebrar contratos
regulados exclusivamente por el Derecho público, como ocurre por ejemplo
con la concesión de servicio público o con el contrato de obra pública; contratos
análogos con ciertas figuras contractuales de Derecho privado, como el contra-
to de suministro que guarda analogía con el contrato de compraventa de bienes
muebles, o contratos celebrados por la Administración que son típicos del De-
recho privado, como por ejemplo la hipoteca.
No obstante, aun en esta última hipótesis de celebración de contratos regi-
dos por el Derecho privado, la singularidad que deriva de la participación de la
Administración y el fin público perseguido determinan que haya igualmente
regulación por el Derecho público, aun en este tercer tipo de contratos y así, por
ejemplo, las normas sobre competencia para contratar serán normas típicamen-
te de Derecho público. Igualmente, las normas que refieren al procedimiento a
seguir para seleccionar a la contraparte con la cual contratar también van a estar
reguladas por el Derecho público. Asimismo, el modo como se forma la volun-
tad del órgano público estatal está regido por normas de Derecho público que
hacen a su competencia, y la forma a través de la cual se manifiesta esa volun-
tad de la Administración también está regulada por el Derecho público.
Quiere decir que cuando se habla de que la Administración celebra contratos
típicos de Derecho privado la alusión al Derecho privado prácticamente está
referida exclusivamente al objeto contractual, ya que en orden a la competen-
cia, al procedimiento, a la voluntad y a la forma regirá siempre un conjunto de
normas típicas de Derecho público.
La regulación positiva de la contratación administrativa en nuestro país no
se encuentra codificada en disposiciones orgánicas sobre la materia, sino dis-
persa en múltiples normas que regulan los procedimientos administrativos de
selección de los contratantes –especialmente la licitación pública– y distintos
aspectos de los diversos contratos posibles48.
48
Idem. Normas y principios de la contratación administrativa, Montevideo: F.C.U., 2002.
1427
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
49
Idem. Texto Ordenado de Contabilidad y Administración Financiera, Montevideo: F.C.U.,
2010, 8ª edición actualizada.
50
Idem. «Procedimientos alternativos y contingentes a la licitación pública», Recopilación de
conferencias. Montevideo: UTE, 1999, pp. 55 y ss.
51
Idem. -
tiva», Anuario de Derecho administrativo, tomo XIII, pp. 65 y ss.; y «Los principios generales en la
contratación pública», CASSAGNE, J.C., y RIVERO ISERN, E. (dirs.) La contratación pública, tomo 1,
Buenos Aires: Hammurabi, 2007, pp. 543 y ss.
1428
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
52
Idem. «Concepto de sanción administrativa y tipos», Actividad sancionatoria de la Administra-
ción. Montevideo: La Ley Uruguay, 2010.
53
LORENZO, Susana, Sanciones administrativas. Montevideo: Faira, 1996, pp. 68 y ss.
54
CAJARVILLE PELUFFO, J.P., Procedimiento administrativo. Montevideo: Idea, 1992, pp. 20 y ss.;
DURÁN MARTÍNEZ, A. «Principios del procedimiento disciplinario», AA.VV. Procedimiento adminis-
trativo, Montevideo: UCUDAL, 1991, p. 82.
55
FRUGONE SCHIAVONE, H., «Principios fundamentales del procedimiento administrativo»,
AA.VV., Procedimiento administrativo, Montevideo: Acali, 1977, pp. 35 y ss.
1429
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
56
Idem. «Principios del procedimiento administrativo», AA.VV. El nuevo procedimiento admi-
nistrativo, Montevideo: Pronade, 1991, pp. 35 y 36.
1430
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
7. DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
57
MÉNDEZ, A., «Las sanciones administrativas», La Justicia uruguaya, tomo I, sección Doctrina,
Montevideo: 1940, pp. 7 y ss.
58
SAYAGUÉS LASO, 1963, op. cit., tomo I, pp. 405 y ss.
59
BRITO, Mariano R., «De la razonabilidad del acto administrativo: la cuestión de su contralor
jurisdiccional anulatorio», Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales, año XXIII, nº 3-4.
Montevideo, 1979, pp. 171 y ss.
60
Idem. -
sa la discrecionalidad», Estudios de Derecho Administrativo en homenaje al centenario de la Cátedra
de Derecho Administrativo, tomo II. Montevideo: 1979, pp. 29 y ss.
61
DELPIAZZO, 2011, op. cit., vol. 1, cap. 15.
1431
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
c) de buena fe, y
d) de carácter técnico.
A dichos límites, deben agregarse los impuestos por los principios generales
de Derecho que, en nuestro ordenamiento jurídico, integran el concepto de «re-
gla de Derecho» según lo explicita el art. 23, lit. a) del Decreto Ley orgánico del
Tribunal de lo Contencioso-Administrativo Nº 15.524 de 9 de enero de 1984.
En primer lugar, la idea de razonabilidad es uno de los más valiosos están-
dares jurídicos de nuestro tiempo, que constituye un límite infranqueable a toda
actividad del Estado.
La razonabilidad del comportamiento se debe apreciar en primer lugar se-
gún las reglas de la lógica.
Además, la razonabilidad debe apreciarse según las reglas técnicas de la
materia de que se trate.
Aun desde la valoración jurídica, la razonabilidad implica ponderar adecua-
damente los intereses contenidos en el sector del ordenamiento jurídico que
vincula la actuación respectiva. Es que la actividad administrativa, en cuanto
medio para la obtención de un fin, debe ser apta o idónea para obtenerlo y esta
es una cuestión de legitimidad y no de mérito porque la vinculación de la Ad-
ministración al fin debido es cuestión de legitimidad y no de oportunidad o
conveniencia.
En definitiva, el principio de razonabilidad impone que toda intervención
pública sobre la actividad de los ciudadanos sea idónea, indispensable y pro-
porcionada, es decir, adecuada en relación al fin debido, necesaria respecto a
los demás medios igualmente eficaces, y proporcionada en la ecuación costo
beneficio y en el respeto de los derechos involucrados.
En opinión del Tribunal de lo Contencioso-Administrativo, «la jurispruden-
cia debe siempre controlar si las potestades discrecionales se ejercieron razona-
blemente, pues el ámbito de libertad de la Administración no autoriza un ejerci-
cio arbitrario de sus atribuciones (así: sentencia Nº 205 de 15 de mayo de 1989).
En segundo lugar, cabe señalar que la incorporación de la desviación de
poder a nuestro ordenamiento significó la afirmación positiva de que la activi-
dad administrativa tiene un fin debido y la consagración también positiva de la
regla según la cual la no coincidencia del fin querido (designio o intención) con
aquel, vicia y hace anulable al acto dictado con violación de este límite de la
discrecionalidad.
Al respecto, ha dicho el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo que «la
desviación de poder se particulariza por trasuntar un contenido o elemento sub-
jetivo, psicológico, caracterizado por la voluntad –generalmente encubierta o
disimulada– de lograr determinado fin» (así: sentencia Nº 846 de 6 de noviem-
bre de 1991).
1432
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
62
FRUGONE SCHIAVONE, H., «La discrecionalidad administrativa», Revista de la Facultad de Dere-
cho y Ciencias Sociales, año XXVI, nº 1, Montevideo, 1982, pp. 79 y ss.
1433
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
63
DELPIAZZO, Carlos E., Desafíos actuales del control, Montevideo: F.C.U., 2001, pp. 57 y ss.
64
Idem. «Apuntes para una revisión del contencioso-administrativo uruguayo», Revista de la Fa-
cultad de Derecho, nº 17, Montevideo, 2000, pp. 51 y ss.; «Imprescindible reorganización de lo con-
tencioso-administrativo», Revista de Derecho de la Universidad de Montevideo, año VI, nº 12, Mon-
tevideo, 2007, pp. 123 y ss.; y «Nuevamente sobre soluciones posibles a los problemas organizativos
del contencioso anulatorio», Revista de Derecho de la Universidad de Montevideo, año IX, nº 18,
Montevideo, 2010, pp. 89 y ss.
1434
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
(arts. 317 y ss. ), y la posibilidad de crear por ley «órganos inferiores dentro de
la jurisdicción contencioso-administrativa» (art. 320).
El Tribunal de lo Contencioso-Administrativo es un órgano jurisdiccional
especializado independiente de los tres poderes de gobierno, el cual fue instituí-
do en la reforma constitucional de 1952, atribuyéndole, de modo exclusivo, el
contencioso de anulación de los actos administrativos dictados por las entida-
des estatales y, de modo compartido con la Suprema Corte de Justicia, el con-
tencioso interadministrativo; a su vez, se facultó a la ley para asignarle el cono-
cimiento del contencioso de reparación, quedando en manos del Poder Judicial
la jurisdicción represiva y por lesión de derechos e intereses legítimos, aunque
por la interpretación mayoritariamente seguida, en caso de provenir dicha le-
sión de actos administrativos, debía obtenerse su anulación como condición
previa a la acción de reparación patrimonial. Con la reforma constitucional de
1997 se ha puesto fin a dicho condicionamiento de la acción reparatoria al esta-
blecer en el nuevo texto del art. 312 que «el actor podrá optar entre pedir la
anulación del acto o la reparación del daño por este causado».
Consecuentemente, nuestra Constitución ha organizado el proceso conten-
cioso-administrativo de anulación no como un juicio al acto (contencioso obje-
tivo) sino como un litigio entre partes (contencioso subjetivo) en el que se cues-
tiona la legitimidad del acto.
En su mérito, corresponde distinguir entre los requisitos de admisibilidad y
de fondo de la acción anulatoria de actos administrativos que se sustancia ante
el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo65.
La Constitución regula los presupuestos de admisibilidad de la acción anu-
latoria en los arts. 309 y 319, los que permiten distinguir entre los relativos al
acto objeto de impugnación, a la persona del accionante y a la interposición de
la acción.
En cuanto a las condiciones requeridas para que un acto sea susceptible de
impugnación ante la jurisdicción anulatoria, derivan de la naturaleza del mismo
y de sus caracteres.
En primer lugar, debe enfatizarse que el Tribunal de lo Contencioso-Admi-
nistrativo conoce, en instancia única, de las demandas de nulidad contra actos
administrativos. Por lo tanto, quedan excluidos los actos legislativos y jurisdic-
cionales.
Aclara el Decreto-Ley Nº 15.524 de 9 de enero de 1984 que se consideran
objeto de acción de nulidad «los actos administrativos unilaterales, convencio-
65
Idem. «La justicia administrativa en Uruguay», CISNEROS, Germán; FERNÁNDEZ RUIZ, Jorge, y
LÓPEZ OLVERA, Miguel Alejandro (coord.), Justicia administrativa, México: UNAM, 2007, pp. 147 y
ss.; «Los contenciosos administrativos de anulación y reparación en el Derecho uruguayo», Revista de
Derecho Público, nº 108, Caracas, 2006, pp. 7 y ss.; y «Régimen contencioso-administrativo urugua-
yo», GARCÍA, Marta (coord.), Derecho contencioso-administrativo iberoamericano, La Coruña: 2010.
1435
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
nales o de toda otra naturaleza» (art. 23, lit. a), «los que sean separables de los
contratos» (art. 23, lit. b) y «los que se hayan dictado durante la vigencia de la
relación estatutaria que vincula al órgano estatal con el funcionario público»
(art. 23, lit. c), sean de efectos particulares o generales (según surge del art. 25).
En segundo lugar, debe tratarse de actos administrativos «definitivos», es
decir, a cuyo respecto se haya agotado la vía administrativa mediante la inter-
posición de los recursos correspondientes y la autoridad competente se haya
pronunciado (expresa o fictamente) sobre los mismos. Como dice el art. 24 del
Decreto-Ley Nº 15.524, los actos definitivos «constituyen la última manifesta-
ción de voluntad» de la Administración.
En tercer lugar, el acto debe ser susceptible de causar agravio en sentido
jurídico (no material) o, en términos del citado art. 24, ser «creador de la situa-
ción jurídica lesiva que se resiste con la acción de nulidad».
Con referencia a los requisitos relativos a la persona del accionante, la
Constitución reclama la titularidad de un derecho subjetivo o de un interés di-
recto, personal y legítimo violado o lesionado por el acto.
Respecto a los requisitos referentes a la interposición de la acción, cabe se-
ñalar que la misma debe formularse por escrito (arts. 58 y ss. del Decreto-Ley
Nº 15.524) y presentarse «son pena de caducidad» dentro de los 60 días corridos
y siguientes al agotamiento de la vía administrativa (art. 9º de la Ley Nº 15.869),
plazo que se suspende durante las ferias judiciales y la llamada Semana de Tu-
rismo (art. 10 de dicha Ley) y que se puede reabrir en caso de pronunciamiento
expreso posterior a la configuración ficta de dicho agotamiento.
Los presupuestos de fondo de la acción anulatoria surgen del mencionado
art. 309 de la Carta, a cuyo tenor la jurisdicción anulatoria alcanza a los actos
administrativos «contrarios a la regla de Derecho o (dictados) con desviación
del poder».
En cuanto a la contrariedad a la regla de Derecho, que configura la ilegiti-
midad del acto, cabe señalar que el art. 23, lit. a) del Decreto-Ley Nº 15.524 –en
norma que reitera a la letra el texto del anterior art. 345 de la Ley Nº 13.318 de
28 de diciembre de 1964– considera tal «todo principio de derecho o norma
constitucional, legislativa, reglamentaria o contractual».
Al respecto, corresponde destacar la importancia de las referencias a los
principios generales de Derecho y a los contratos como reglas de Derecho, lo
que disipa toda duda acerca de la posibilidad de juzgamiento por el Tribunal de
lo Contencioso-Administrativo de los actos que sean violatorios de principios
incluso no expresados en el Derecho positivo66 o que impliquen un apartamien-
66
DELPIAZZO, Carlos E., «Recepción de los principios generales de Derecho por el Derecho posi-
tivo uruguayo», en AA.VV., Los principios en el Derecho administrativo iberoamericano, Actas del
VII Foro Iberoamericano de Derecho Administrativo, La Coruña: Netbiblo, 2008, pp. 607 y ss.
1436
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
Por otra parte, aunque pueda parecer innecesario, el multicitado art. 23,
lit. a) del Decreto-Ley Nº 15.524 agrega a la desviación de poder constitucio-
nalmente prevista, los supuestos de abuso y exceso de poder, no contemplados
en la norma antecedente.
Además del control jurisdiccional (ejercido por los órganos del Poder Judi-
cial y por el Tribunal de lo Contencioso-Administrativo) y del control parla-
mentario, la Constitución prevé el control administrativo de la gestión econó-
mico-financiera de la Administración. A su vez, por vía legislativa, se ha
desarrollado el control administrativo interno de dicha gestión, y lo que ha dado
en llamarse el control social.
67
Idem. «Contencioso de los contratos administrativos», Anuario de Derecho Administrativo,
tomo VIII, Montevideo, 2000, pp. 155 y ss.; y «Los contratos como reglas de Derecho», RODRÍGUEZ
ARANA, Jaime (coord.) et al., Fuentes del Derecho administrativo, IX Foro Iberoamericano de Derecho
Administrativo, Buenos Aires: R.A.P., 2010, pp. 667 y ss.
68
Idem. «Tribunal de Cuentas», Montevideo: A.M.F., 1982, pp. 35 y ss.
1437
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
69
Idem, 2009, op. cit., pp. 263 y ss.
1438
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
1439
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Aclara la norma que «en los casos en que el Tribunal hubiere cometido a sus
auditores […] la función de intervención preventiva de gastos y pagos a que
refiere el art. 211, lit. B) de la Constitución de la República, las observaciones
que formulen estos dentro del límite atribuido a su competencia, se entenderán
como realizadas por el Tribunal de Cuentas» (inc. 4º), sin perjuicio de que este
«podrá avocar dicho control» (inc. 5º).
A tenor de la norma parcialmente transcripta se infiere que, ordinariamente,
el Contador auditor será un funcionario «designado» por el Tribunal de Cuen-
tas, el cual pertenecerá a sus cuadros funcionales (en cuyo caso estará íntegra-
mente subordinado al Tribunal de Cuentas) o podrá pertenecer a la organiza-
ción controlada, como ocurre con los Contadores centrales (en cuyo caso se
verificará una situación de jerarquía múltiple).
Desde el punto de vista del procedimiento de actuación del Contador au-
ditor, establece el art. 97 del TOCAF que, en caso de observación del gasto o
pago, «deberá documentar su oposición y si el ordenador respectivo insistiera
en el mismo, se comunicará tal resolución al Tribunal sin perjuicio de dar
cumplimiento al acto dispuesto bajo la exclusiva responsabilidad de dicho
ordenador».
En cuanto al control permanente, establece el art. 211, lit. E) de la Consti-
tución, que compete al Tribunal de Cuentas «intervenir en todo lo relativo a la
gestión financiera de los órganos del Estado, Gobiernos Departamentales, En-
tes Autónomos y Servicios Descentralizados, y denunciar, ante quien corres-
ponda, todas las irregularidades en el manejo de fondos públicos e infracciones
a las leyes de presupuesto y contabilidad»70.
El doble objeto del control permanente está definido por la disposición
transcripta precedentemente.
Por una parte, respecto a la intervención en la gestión financiera estatal, ella
aparece definida con similar amplitud en el art. 228 de la Constitución (que
refiere a «toda gestión relativa a la Hacienda Pública») y en el art. 94 del
TOCAF (que alude a «los actos y la gestión económico-financiera»).
Por otra parte, en cuanto a la denuncia de irregularidades, corresponde des-
tacar que el mismo ratifica el papel del Tribunal de Cuentas en cuanto a que el
mismo se limita a controlar sin asumir funciones decisorias propias de los órga-
nos de administración activa.
En cuanto al control posterior, de acuerdo al art. 211, lit. C) de la Constitu-
ción, compete al Tribunal de Cuentas examinar «la rendición de cuentas y ges-
tiones de todos los órganos del Estado, inclusive Gobiernos Departamentales,
Entes Autónomos y Servicios Descentralizados, cualquiera sea su naturaleza,
70
Ibidem, pp. 269 y 270.
1440
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
71
Ibidem, pp. 270 y ss.
72
DELPIAZZO, Carlos E., «Responsabilidad de los funcionarios públicos y de los concesionarios de
servicios públicos», Revista de Direito Administrativo & Constitucional, nº 3, Curitiba, 2000, pp. 39 y ss.
1441
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
73
Idem, 2009, op. cit., p. 262.
74
Idem, 2001, op. cit., pp. 97 y ss.
1442
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
75
Idem, «La regulación legal del control social y transparencia», Revista de Antiguos Alumnos del
IEEM, año 5, nº 1, Montevideo, 2002, pp. 29 y ss.; «Control social de la Administración y transparen-
cia», Ius Publicum, nº 11, Santiago de Chile, 2003, pp. 43 y ss.; y «De la publicidad a la transparencia
en la gestión administrativa», Revista de Derecho, año II, nº 3, Montevideo, U.M., 2003, pp. 113 y ss.
76
Idem, Estudios sobre la responsabilidad de la Administración, Montevideo: U.M., 2009, pp. 17
y ss.; «Responsabilidad de la Administración en Uruguay», Revista Iberoamericana de Administra-
ción Pública, nº 10, Madrid: INAP, 2003, pp. 31 y ss.; y «Responsabilidad del Estado y de los conce-
sionarios de servicios públicos», Anuario de Derecho Administrativo, tomo VII, Montevideo, 1999,
pp. 51 y ss.
1443
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
77
Idem, «Acerca de la imputación de la responsabilidad del Estado en el Derecho comparado ac-
tual», Suplemento de Derecho Administrativo, El Derecho, año XXXVIII, nº 9975. Buenos Aires,
2000, pp. 17 y ss.
1444
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
78
Idem, 1999, op. cit., pp. 39 y ss.
1445
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
79
MARTINS, Daniel Hugo, «La responsabilidad civil de los funcionarios públicos por daños causa-
dos a la Administración», Tercer Coloquio sobre contenciosos de Derecho público, responsabilidad
del Estado y jurisdicción, Montevideo: Edit. Universidad, 1997, pp. 155 y ss.; y ROTONDO TORNARIA,
Felipe, «Responsabilidad del funcionario», Estudios jurídicos en memoria de Alberto Ramón Real,
Montevideo: F.C.U., 1996, pp. 470 y ss.
80
SAYAGUÉS LASO, Enrique. «Los cometidos estatales», Revista de la Facultad de Derecho y Cien-
cias Sociales, año XVII, Montevideo: 1973, pp. 356 y ss.; e Idem, 1963, op. cit., tomo I, pp. 48 y ss.
81
Ibidem, p. 65.
82
SALOMONI, Jorge Luis, Teoría general de los servicios públicos, Buenos Aires: Ad-Hoc, 1999,
p. 17.
1446
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
83
DELPIAZZO, 2009, op. cit., pp. 487 y ss.; y Derecho de las telecomunicaciones, Montevideo:
U.M., 2005, pp. 18 y ss.
1447
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
84
Idem, «Instrumentos usados para la reforma del Estado en Uruguay», Revista de Derecho del
Mercosur, año 1, nº 2, Buenos Aires, 1997, pp. 67 y ss.
85
BRITO, Mariano R., y DELPIAZZO, Carlos E., Derecho administrativo de la regulación económi-
ca, Montevideo, U.M., 1998, pp. 60 y ss.
1448
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
86
DELPIAZZO, 2009, op. cit., p. 16; e Idem, 2005, op. cit., pp. 57 y ss.
1449
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
87
DELPIAZZO, 2001, op. cit., pp. 280 y ss.
88
DELPIAZZO, 2009, op. cit., pp. 537 y ss., y pp. 566 y ss.
89
DELPIAZZO, 2005, op. cit., pp. 343 y ss.
1450
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
90
Idem. «Profesionalización de la función pública en Uruguay», La profesionalización de la fun-
ción pública en Iberoamérica, Madrid: INAP, 2002, pp. 241 y ss.
1451
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
91
Idem, 1996, op. cit., pp. 460 y ss.
1452
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
92
Idem, «Contratación y presupuestación de funcionarios públicos», Estudios sobre el presupues-
to nacional, tomo II, Montevideo: C.G.N., 1986, pp. 2 y ss.; y «Criterios sustentados por la Contaduría
General de la Nación en materia de funcionarios públicos contratados», Revista Uruguaya de Estudios
Administrativos, año II, n° 1, Montevideo: 1978, pp. 123 y ss.
1453
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1454
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
93
DELPIAZZO, Carlos E., «Ética en el ejercicio de la función administrativa», Revista Iberoameri-
cana de Derecho Público y Administrativo, nº 3, San José de Costa Rica: 2003, pp. 27 y ss.; «Juridiza-
ción de la ética pública», Ius Publicum, nº 15, Santiago de Chile: 2005 y Revista de Derecho de la
Universidad de Montevideo Año III, Nº 6. Montevideo: 2004, pp. 7 y ss.; «Ética en la función pública»,
Ética y Función Pública, Quito: 2005, pp. 10 y ss.; «Imperiosa revalorización de la ética pública»,
Revista de la Red de Expertos Iberoamericanos en Gestión Pública, año 2008, nº 3, pp. 4 y ss.; y «Eti-
ca no exercicio da funçao administrativa», Revista Informativo de Direito Administrativo e Responsa-
bilidade Fiscal, nº 5. Curitiba: 2001, pp. 420 y ss.
94
Idem, «Cargos y escalafones en la organización administrativa», Anuario de Derecho Adminis-
trativo, tomo II -
tal y no estatutaria», Revista de Administración Pública Uruguaya, nº 2, Montevideo, 1986, pp. 35 y ss.
1455
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
95
DELPIAZZO, 2005, op. cit., pp. 352 y ss.
1456
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
En cambio, según el art. 183 del RPA, «el sumario administrativo es el pro-
cedimiento tendiente a determinar o comprobar la responsabilidad de los fun-
cionarios imputados de la comisión de falta administrativa y a su esclareci-
miento».
96
Idem, 2009, op. cit., pp. 463 y ss.
1457
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1458
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
1459
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
97
Idem, 2009, op. cit., capítulo 18.
1460
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
torial y Medio Ambiente. A tales efectos, dicho Ministerio tendrá en cuenta los
niveles o situaciones que puedan poner en peligro la salud humana, animal o
vegetal, deteriorar el ambiente o provocar riesgos, daños o molestias graves a
seres vivos o bienes».
Con respecto a las fuentes móviles de contaminación del aire, ya la
Ley Nº 10.007 de 5 de abril de 1941 prohibió dentro de los centros urbanos la
circulación de vehículos que usen carburantes pesados sin los dispositivos o
medios que eviten el escape de humo o de un exceso de gases tóxicos (art. 1º),
y obligó a que todo vehículo, aunque utilice carburantes livianos, tenga todas
las partes que integran su motor en condiciones de normal funcionamiento para
que la carburación y combustión se hagan con el menor desprendimiento de
humo y gases tóxicos (art. 2º).
En segundo lugar, en la medida que no puede ser considerado aisladamente,
los instrumentos jurídicos aplicables para la protección del suelo guardan estre-
cha interrelación con los dirigidos a la tutela del agua y del aire, así como con
los destinados a la regulación de sus distintos usos.
En nuestro país, el Decreto-Ley de Conservación de Suelos Nº 15.239 de 23
de diciembre de 1981 declara «de interés nacional promover y regular el uso y
la conservación de los suelos y de las aguas superficiales destinadas a fines
agropecuarios» y establece que «es deber del Estado velar por prevenir y con-
trolar la erosión y degradación de los suelos, las inundaciones y la sedimenta-
ción en cursos de agua y en los lagos y lagunas naturales y artificiales» (art. 1º).
Agrega el art. 3º que el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca «coor-
dinará y dirigirá todas las actividades tendientes a lograr un uso y manejo ade-
cuado del suelo», entre las que se destacan:
a) realizar estudios e investigaciones conducentes a la clasificación de las
tierras según su uso y manejo adecuado y a determinar las causas del
proceso erosivo;
b) determinar las normas técnicas básicas que deberán aplicarse en el ma-
nejo, conservación y recuperación de suelos;
c) fiscalizar el cumplimiento de dichas normas técnicas básicas, y
d) prohibir la realización de determinados cultivos o prácticas de manejo
suelos y aguas en las zonas que corresponda.
En tercer lugar, respecto al agua, corresponde señalar que, de acuerdo al
agregado realizado al art. 47 en la reforma constitucional de 2004, «la gestión
sustentable» de los recursos hídricos y «la preservación del ciclo hidrológico»
se consideran «asuntos de interés general», «siendo la primera prioridad el
abastecimiento de agua potable a poblaciones».
Para la preservación de la calidad de las aguas, el Código de Aguas aproba-
do por el Decreto-Ley Nº 14.859 de 15 de diciembre de 1978 establece una re-
1461
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1462
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
rial y plataforma continental (que el art. 269 de la Ley Nº 16.736 declara del
dominio y jurisdicción del Estado).
Modernamente, a influjo del Convenio sobre la Diversidad Biológica (1992)
aprobado por Ley Nº 16.408 de 27 de agosto de 1993, se ha introducido en
nuestro ordenamiento el concepto de biodiversidad o diversidad biológica, que
abarca toda la variedad de organismos vivos de cualquier fuente.
En ese marco, el art. 22 de la Ley Nº 17.283 declara «de interés general la
conservación y el uso sostenible de la diversidad biológica, como parte funda-
mental de la política nacional ambiental» y comete al MVOTMA establecer
«medidas de identificación, seguimiento y conservación de la biodiversidad,
así como asegurar la sostenibilidad de la utilización que de sus componentes se
realice y coordinar con facultades suficientes los cometidos y funciones de
otras entidades públicas y privadas en materia de conservación y uso de las
especies y sus hábitat».
En íntima conexión con lo que viene de decirse, corresponde al MVOTMA
velar por la bioseguridad, aplicando «las medidas necesarias para prevenir y
controlar los riesgos ambientales derivados de la creación, manipulación, utili-
zación o liberación de organismos genéticamente modificados como resultado
de aplicaciones biotecnológicas» (art. 23).
En quinto lugar, el régimen vigente en materia de costas es el previsto en los
arts. 153 y 154 del Código de Aguas, con las modificaciones introducidas por
los arts. 192 y 193 de la Ley Nº 15.903 de 10 de noviembre de 1987.
De acuerdo al art. 153, en su redacción actual, se establece una faja de de-
fensa en la ribera del Océano Atlántico, del Río de la Plata, del Río Uruguay y
de la Laguna Merín, de 250 metros (salvo cuando existiesen rutas nacionales o
ramblas costaneras abiertas y pavimentadas a una distancia menor) y se dispone
que «cualquier acción a promoverse en la faja de defensa de costas que modi-
fique su configuración natural, requerirá la autorización previa del Ministerio
competente, quien la denegará cuando dicha acción pueda causar efectos perju-
diciales a la configuración o estructura de la costa».
Agrega el art. 26 de la Ley Nº 17.283 que se entiende «por modificación
perjudicial a la configuración y estructura de la costa toda alteración exógena
del equilibrio dinámico del sistema costero o de alguno de sus componentes o
factores determinantes».
La contravención del régimen de protección de la faja de defensa costera
«será sancionada por el Ministerio competente, según los casos, con la obliga-
ción de eliminar los efectos de las acciones promovidas, restituyendo a la faja
su conformación original, o con la prohibición de extraer materiales. En caso de
demora o resistencia, o demora en el cumplimiento de la obligación de eliminar
los efectos de las acciones y de restituir a la faja su conformación original, el
Ministerio podrá hacerlo por sí mismo, siendo de cargo del infractor los gastos
1463
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1464
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
98
COUSILLAS, Marcelo J., Evaluación del impacto ambiental, Montevideo: I.E.E.M., 1994, pp. 81
y ss.
1465
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
tanto públicas como privadas (art. 6º), entre las cuales se incluyen los puertos
(lit. b). La reglamentación respectiva fue aprobada por el Decreto Nº 435/994
de 21 de septiembre de 1994.
Con relación al ordenamiento territorial, considerado a texto expreso por el
legislador como un cometido esencial del Estado, no se descarta la actuación de
los Gobiernos Departamentales99.
Tres aspectos se destacarán a continuación en la materia: los instrumentos
de ordenamiento territorial, las zonas turísticas de interés nacional y los llama-
dos polos de desarrollo100.
En primer lugar, por lo que refiere a los instrumentos de ordenamiento territo-
rial, de acuerdo al art. 8º de la Ley Nº 18.308, la planificación y ejecución del or-
denamiento territorial se realizará a través de los siguientes instrumentos (inc. 1º)
cuyas características formales y de contenido la ley regula detalladamente:
a) en el ámbito nacional: Directrices Nacionales y Programas Nacionales;
b) en el ámbito regional: Estrategias Regionales;
c) en el ámbito departamental: Directrices Departamentales, Ordenanzas
Departamentales y Planes Locales;
d) en el ámbito interdepartamental: Planes Interdepartamentales, y
e) Instrumentos Especiales.
La misma norma añade el señalamiento de dos aspectos comunes a los men-
cionados instrumentos, a saber:
a) que en su elaboración «se observarán los principios de información, par-
ticipación, cooperación y coordinación entre las entidades públicas, sin
perjuicio del respeto a la competencia atribuida a cada una de ellas»
(inc. 2º); y
b) que dichos instrumentos serán «complementarios y no excluyentes» de
otros planes e instrumentos destinados a la regulación de actividades con
incidencia en el territorio dispuestos en la legislación específica corres-
pondiente (inc. 3º).
En segundo lugar, con relación a las zonas turísticas de interés nacional, la
Constitución de 1967 introdujo como novedad en el art. 85, nº 9, de la Carta la
atribución al Poder Legislativo de competencia para «declarar de interés nacio-
nal zonas turísticas que serán atendidas por el Ministerio respectivo».
Más allá de la evidente finalidad del constituyente de posibilitar la creación
de un régimen promocional de determinadas zonas del país por su interés turís-
99
DELPIAZZO, Carlos E., «El ordenamiento territorial como cometido esencial del Estado», Revista
de Derecho Público, nº 29, pp. 79 y ss.
100
Idem, 2009, op. cit., capítulo 17.
1466
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
tico nacional, no surge claro del texto transcripto qué alcance tiene el verbo
«atender» y cómo se articulan las competencias del Estado (al que pertenece el
«Ministerio respectivo» como parte del sistema orgánico Poder Ejecutivo) y del
Gobierno Departamental en cuyo territorio se encuentre la zona turística acree-
dora de la calificación de «interés nacional» (y no departamental).
Sobre el particular, se sostuvo que el agregado no tiene más valor que el
enunciativo ya que nada impedía que la ley declarara de interés turístico una
zona del país, con los efectos que quisiera darle, de modo que el cometer al
Ministerio respectivo la atención de esas zonas no significa que salgan de la
competencia de los Gobiernos Departamentales.
Contrariamente, se interpretó que la expresión «serán atendidas» debe en-
tenderse en el sentido de que se le concede al Ministerio respectivo la adminis-
tración y dirección de las mismas, la cual podrá realizarse según lo determine
la ley directamente o a través de una repartición con cierto grado de desconcen-
tración, pero siempre dentro de su esfera de acción.
Desde una postura intermedia, se postuló que la norma constitucional pro-
duce una desmunicipalización cuyo alcance será determinado por el legislador
al escoger la forma en que será atendida la zona respectiva.
Por imperio del art. 17 del Decreto-Ley de turismo Nº 14.335 de 23 diciem-
bre de 1974 se dispuso que «la atención a las zonas turísticas declaradas de in-
terés nacional, previstas en el art. 85, nº 9º de la Constitución de la República,
será llevada a la práctica mediante convenios celebrados entre los Gobiernos
Departamentales correspondientes y el Poder Ejecutivo».
Esta opción por la vía convencional fue reiterada en el Decreto-Ley Nº 14.792
de 8 de junio de 1978, cuyo art. 1º declaró zona turística de interés nacional el
área ocupada por el Cantegril Country Club y Club de Golf de Punta del Este.
Al tenor de su art. 2º, «la atención, conservación, fomento y aprovechamiento
para fines públicos de los centros de atracción turística anteriormente citados se
efectuará mediante convenios celebrados entre el Poder Ejecutivo y la Inten-
dencia Municipal de Maldonado». A su vez, el art. 3º destaca la primacía del
Poder Ejecutivo en la zona turística declarada de interés nacional al disponer
que «Los fraccionamientos y enajenaciones de inmuebles así como cualquier
otro cambio de destino a concretarse en el área determinada en el art. 1º, podrán
realizarse siempre que se preserven las bellezas y recursos naturales actuales,
que signifiquen motivo de atracción y retención del turista, debiendo contar
para ello con la autorización del Poder Ejecutivo», la que deberá ser previa y
cuya ausencia «hará que los actos o contratos celebrados sean nulos de pleno
derecho» (art. 3º).
Distinta técnica fue la seguida por La ley Nº 17.555 de 18 de setiembre de
2002, cuyo art. 36 declaró de interés nacional, conforme a lo dispuesto por el
nº 9º del art. 85 de la Constitución, las siguientes zonas turísticas:
1467
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1468
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
desarrollo regional, además del VERNO, tales como el de las Cuencas Lechera
y Arrocera y el del Eje Tacuarembó-Rivera.
101
Idem, 2009, op. cit., pp. 366 y ss.
1469
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1470
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO URUGUAYO
102
Idem, 2009, op. cit., pp. 369 y ss.
1471
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
art. 483 del Código Civil, en solución reiterada en el art. 37 de la Ley Orgánica
departamental Nº 9.515 de 28 de octubre de 1935 para los bienes de propie-
dad departamental, y en el art. 69 del TOCAF, con alcance general.
Es valor aceptado que las autorizaciones legales pueden ser de carácter es-
pecífico (cuando refieren a un determinado bien) o de carácter genérico (cuan-
do habilitan la enajenación de los inmuebles que se encuentren comprendidos
en el supuesto previsto por la norma respectiva).
En tercer lugar, los bienes del dominio privado del Estado «están sujetos a
prescripción conforme a lo dispuesto por en el Título respectivo del Libro
Tercero» del Código Civil, según reza la parte final del art. 483 y lo ratifica
el art. 1194 del mismo Código.
En cuarto lugar, puesto que los bienes privados o fiscales son enajenables y
prescriptibles, parecería lógico admitir que pueden ser embargados para res-
ponder al pago de las obligaciones del ente público propietario de los mismos.
Sin embargo, la ley suele establecer la inembargabilidad.
Así, de acuerdo al art. 2363, nº 10 y 11, del Código Civil, «no son embarga-
bles:[…] las contribuciones y rentas públicas, ya sean nacionales o municipales
(y) las propiedades públicas, sean nacionales o fiscales». A su vez, conforme a
lo previsto en el art. 381, nº 8 del CGP, se establece más escuetamente que «no
se trabará embargo en los siguientes bienes: […] las propiedades y rentas públi-
cas y municipales».
A partir de que la embargabilidad es de principio y la inembargabilidad de
excepción, queda excluida toda interpretación extensiva y se impone un criterio
estricto para establecer el alcance de dichos textos legales, cuya fórmula no es
universal y comprensiva de todos los bienes y derechos estatales, sino que se
limita a «propiedades» y «rentas».
Consecuentemente, se ha sostenido que la expresión «propiedades» debe ser
entendida en su sentido natural y obvio, que alude a inmuebles, en tanto que la
expresión «rentas», interpretada en su contexto histórico, alude a los ingresos
que las entidades estatales perciben por tributos u otros conceptos, por lo que
debe inferirse que procede la embargabilidad de otros bienes y de créditos, tales
como fondos en cuentas bancarias, vehículos o mobiliario.
En quinto lugar, sucesivas leyes han declarado con carácter más o menos
amplio que los bienes del dominio privado de las entidades estatales están fuera
de toda imposición nacional o departamental, habiéndose discutido jurisdiccio-
nalmente la regularidad constitucional respecto a la última.
1472
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO
ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Allan R. Brewer-Carías1
1
Profesor de la Universidad Central de Venezuela. Adjunct Professor of Law, Columbia Law
School
2
Las obras generales sobre Derecho administrativo que se han publicado en Venezuela, son las
siguientes: J.M. Hernández Ron, Tratado elemental de derecho administrativo, Editorial Las Noveda-
des, C.A., Caracas, 1942; Tomás Polanco, Derecho Administrativo Especial, Facultad de Derecho,
Universidad Central de Venezuela, Caracas 1958; Cesar Tinoco R., Nociones de Derecho Administra-
tivo y Administración Pública, Editorial Arte, Caracas 1958; Antonio Moles Caubet, Lecciones de
Derecho Administrativo (1ª edición 1960), Editorial Mohingo, Caracas 1975, pp. 15-72; Eloy Lares
Martínez, Manual de Derecho Administrativo. (1ª edición; 1964), Facultad de Ciencias jurídicas y
Políticas, Universidad Central de Venezuela, 12ª edición, Caracas, 2001; Allan R. Brewer-Carías, Las
Instituciones fundamentales del derecho administrativo y la jurisprudencia venezolana, Facultad de
Derecho, Universidad Central de Venezuela, Caracas 1964; Allan R. Brewer-Carías, Derecho Admi-
nistrativo, Tomo I, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Ca-
racas 1975; Allan R. Brewer-Carías, Derecho Administrativo, 2 Vols., Universidad Externado de Co-
lombia, Bogotá 2005; Armando Rodríguez García y Gustavo Urdaneta Troconis, Derecho Administra-
tivo I (Guía de Estudio), Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1982; Armando Rodríguez García y Gustavo Urdaneta Troconis, Derecho Administrativo II,
Universidad Nacional Abierta, Caracas, 1983; José Peña Solís, Lineamientos del Derecho Administra-
tivo (Volumen I: La organización administrativa venezolana; Volumen II: El Derecho Administrativo
y sus fuentes), Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas,
1997; José Peña Solís, Manual de Derecho Administrativo. Adaptado a la Constitución de 1999. Vo-
lumen Primero. TSJ, Caracas, 2000; Antonio Izquierdo Torres, Derecho Administrativo Especial. Ca-
racas, 1997
1473
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
desarrollo y consolidación del Derecho público y, por ende, del Derecho cons-
titucional y del Derecho administrativo, que se inició con la elaboración de la
Constitución de 1947, de muy corta vigencia3, y luego del interregno autorita-
rio, con la redacción y entrada en vigencia de la Constitución de 23 de enero de
19614, bajo cuyo manto normativo se produjo, además, tanto el proceso de de-
mocratización del país como de la conformación del Estado social y democrá-
tico de Derecho5.
Fue precisamente durante las casi cuatro décadas de aplicación de este texto
fundamental de 1961, el que más tiempo de vigencia ha tenido en toda la histo-
ria constitucional venezolana, cuando se configuraron los principios fundamen-
tales del Derecho público que condicionan tanto al Derecho constitucional
como al Derecho administrativo contemporáneos, y que fueron recogidos por la
Constitución de 30 de diciembre de 19996.
Entre esos principios fundamentales, que se conforman como bases constitu-
cionales del Derecho administrativo construidos paulatinamente por la doctrina
y la jurisprudencia durante las décadas de vigencia de la Constitución de 1961,
en esta Introducción, nos queremos referir a los siguientes7: en primer lugar, el
principio de la supremacía constitucional y de la aplicación directa de la Consti-
tución; en segundo lugar, el principio de la formación del derecho por grados y
de la jerarquía de los actos estatales; en tercer lugar, el principio de legalidad; en
cuarto lugar, el principio de la múltiple personalidad del Estado; y en quinto lu-
gar, el principio de la separación de poderes, del carácter inter orgánico de las
funciones del Estado y del carácter interfuncional de los actos estatales.
3
Véase Allan R. Brewer-Carías, Las Constituciones de Venezuela, Academia de Ciencias Políti-
cas y Sociales, Caracas, 1997, pp. 991 y ss.
4
Véase Allan R. Brewer-Carías, La Constitución y sus Enmiendas, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 1991; Allan R. Brewer-Carías, Evolución histórica del Estado, Tomo I de Instituciones Polí-
ticas y Constitucionales, Universidad Católica del Táchira-Editorial Jurídica Venezolana, Caracas-San
Cristóbal, 1996, pp. 391 y ss.
5
Véase Allan R. Brewer-Carías, Cambio Político y Reforma del Estado en Venezuela. Contribu-
ción al estudio del Estado Democrático y Social de Derecho, Editorial Tecnos, Madrid, 1975.
6
La Constitución de 1999 fue aprobada mediante referendo el 15-12-1999 y publicada en Gaceta
Nº 36.660 de 30-12-1999. Posteriormente fue publicada con correcciones en
Nº 5.453 Extraordinario de fecha 24-03-2000. Véase Allan R. Brewer-Carías, La Constitución de 1999.
Derecho Constitucional Venezolano, Editorial Jurídica Venezolana, 2 Tomos, Caracas, 2004. En 2009
se aprobó la Enmienda Constitucional Nº 1. Véase en Nº 5.908 Extra. de 19-02-2009.
7
Véase Allan R. Brewer-Carías, Principios fundamentales del derecho público (constitucional y
administrativo), Editorial Jurídica venezolana, Caracas 2005.
1474
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
8
Véase Allan R. Brewer-Carías, Evolución histórica del Estado, Tomo I de Instituciones Políti-
cas y Constitucionales, Universidad Católica del Táchira-Editorial Jurídica Venezolana, Caracas-San
Cristóbal, 1996, pp. 501 a 505. La Sala Constitucónal en tal sentido ha indicado en sentencia Nº 2073
tenga vigencia inmediata y otorgue la cobertura constitucional, aun antes que se dicten las leyes que
desarrollen los preceptos constitucionales, ha sido doctrina de esta Sala contenida en fallos de 20 de
enero de 2000, 30 de junio de 2000 y 22 de agosto de 2001 (casos: Emery Mata, Dilia Parra y Asode-
viprilara)», en Revista de Derecho Público, Nº 83-96, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2003, p.
214. Véase además, sentencia de la misma sala Constitucional Nº 1387 de 21-11-2000, en Revista de
Derecho Público, Nº 84, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, p. 286
9
Véase José Rafael Mendoza Mendoza, «Normas programáticas u operativas», en Libro Home-
naje a Rafael Caldera: Estudios sobre la Constitución, Tomo I, Facultad de Ciencias Jurídicas y Polí-
ticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1979, pp. 151-166.
10
Véase las referencias en Allan R. Brewer-Carías, Evolución histórica del Estado. Tomo I de
Instituciones Políticas y Constitucionales, Universidad Católica del Táchira-Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas-San Cristóbal 1996, pp. 501-505.
1475
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
11
Véase sentencia Nº 332 de 14-03-2001 (Caso: INSACA vs. Ministerio de Sanidad y Asistencia
Social), en Revista de Derecho Público, Nº 85-88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, p.
492.
12
Sentencia Nº 885 -5-10-2000, (Caso: José Rojas y otros vs. Instituto Nacional de Hipódromos),
en Revista de Derecho Público, Nº 84, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, p. 106. Véase
también sentencia de la Sala Constitucional Nº 51 de 19-05-2000, Revista de Derecho Público, Nº 82,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, pp. 139-141.
13
Véase sentencia Nº 23 de 22-01-20031 (Caso: Interpretación del artículo 71 de la Constitu-
ción), en Revista de Derecho Público, Nº 93-06, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2003, p. 530.
1476
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
14
Ha dicho la Sala Constitucional: «Es un hecho bastante generalizado que los derechos funda-
-
ción, en la mayoría de las Constituciones vigentes en distintos países, son considerados de aplicación
inmediata y directa», en sentencia Nº 2748 de 20-12-2001, en Revista de Derecho Público, Nº 85-88
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, p. 390.
15
Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 609 de 25-3-2002 (Caso: Universidad Yacambú
vs. Juzgado Segundo de Primera Instancia del Trabajo y Estabilidad Laboral de la Circunscripción
Judicial del Estado Lara) en Revista de Derecho Público, Nº 89-92 Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, 2002, p. 147.
16
Véase sentencia de la Sala Político Administrativa Nº 802 de 13-4-2000 (Caso: C.A., Electrici-
dad del Centro (ELECENTRO) y Compañía Anónima de Electricidad de los Andes (CADELA) vs.
Precompetencia), en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
2000, pp. 270 y ss.
17
Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 1942 de 15-07-2003, Revista de Derecho Público,
Nº 93-96, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2003, p. 137.
1477
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
18
Véase H. Kelsen, Teoría General del Derecho y del Estado, Universidad Nacional Autónoma
de México, Imprenta Universitaria, México, D.F., 1958, p. 146; H. Kelsen, General theory of Law and
State, trans. Wedberg, rep. 1901, pp. 110 y ss.; H. Kelsen, Teoría pura del Derecho, Buenos Aires,
1981, p. 13.
19
Véase H. Kelsen, Teoría General del Estado, trad. Luis Legaz Lacambra, Editora Nacional,
México, 1954, p. 325.
20
Véase Robert Walter, La doctrina del Derecho de Hans Kelsen, Universidad Externado de Co-
lombia, Bogotá 1999, pp. 55 y ss.; Juan Carlos Upegui Mejía, «La teoría del escalonamiento normativo
y la creación de normas constitucionales. Un análisis aplicado al caso colombiano» en Luis Villar Borda
(comp.), Hans Kelsen 1881-1973, Universidad Externado de Colombia, Bogotá 2004, pp. 175 y ss.
1478
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
21
Véase Adolfo Merkl, Teoría General del Derecho Administrativo, Madrid, 1935, pp. 7-62.
Véase también H. Kelsen, “La garantie jurisdictionnelle de la Constitution (La Justice constitution-
nelle)”, Revue du Droit Public et de la Science Politique en France et a l’étranger, París, 1928, pp.
197-257.
22
H. Kelsen, Teoría pura…, cit., p. 147.
23
Por ejemplo, la Sala Político Administrativa, en sentencia Nº 733 de 30-03-2000 al referirse a
las «leyes en sentido formal, es decir, aquellos actos generales y abstractos sancionados por un cuerpo
legislativo», entiende, «si se toma en cuenta la estructura jerárquica del ordenamiento jurídico», que
«las disposiciones de carácter legal se encuentran inmediatamente después del texto Constitucional»,
en Revista de Derecho Público, Nº 81, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, p. 216
1479
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
forma en que debe hacerse, está regulada por las leyes formales. En cuanto a
las decisiones judiciales y a las actuaciones de los tribunales, las mismas están
sujetas a normas legales establecidas en leyes formales y en reglamentos. Asi-
mismo, los actos administrativos están sometidos a las leyes ordinarias, y a los
reglamentos, y así sucesivamente.
Con este método, en consecuencia, en el análisis global del ordenamiento
jurídico se puede establecer una distinción entre aquellos actos de Estado que
se dictan en ejecución directa e inmediata de la Constitución, es decir, que son
dictados directamente en ejercicio de poderes constitucionales24, y aquellos
cuya ejecución no está directamente relacionada con la Constitución y que se
dictan en ejercicio directo de poderes establecidos en normas de Derecho infe-
riores a la Constitución. Estos son actos de ejecución directa e inmediata de la
legislación y de ejecución indirecta y mediata de la Constitución.
Este principio de la formación del Derecho por grados es uno de los princi-
pios fundamentales del Derecho público que adopta la Constitución de 1999;
conforme a la cual todas las actuaciones del Estado derivan de la ejecución de
la Constitución como norma suprema «cúspide del ordenamiento jurídico»25,
en forma escalonada y sucesiva, configurándose entonces dos tipos de activida-
des estatales: aquellas que se realizan en ejecución directa e inmediata de la
Constitución, y aquellas que son de ejecución directa e inmediata de la Legisla-
ción y, por tanto, de ejecución indirecta y mediata de la Constitución26.
En efecto, partiendo de la consideración de Constitución como norma supre-
ma y como fundamento del ordenamiento jurídico, como lo declara incluso su
artículo 7, hay actividades que realizan determinados órganos del Estado en
cumplimiento de atribuciones establecidas directa y exclusivamente en la
Constitución, sin que exista o pueda existir otro acto estatal de ejecución direc-
ta e inmediata de la Constitución, como las leyes, que las regulen y que se in-
terpongan entre la Constitución y la actividad; por ejemplo, la actividad legis-
lativa de la Asamblea Nacional o la actividad de gobierno del Presidente de la
República. Además, hay otras actividades de los órganos del Estado que se
realizan en cumplimiento de atribuciones establecidas no solo en la Constitu-
ción sino básicamente en las leyes, donde por principio existe o puede y debe
24
Nos correspondió proponer en la Comisión Constitucional de la Asamblea Nacional Constitu-
yente en septiembre de 1999, la incorporación al artículo 336,2 de la Constitución de 1999 de la expre-
sión actos «dictados en ejecución directa e inmediata de esta Constitución» a los efectos de precisar las
competencias del Tribunal Supremo de Justicia en materia del control concentrado de la constituciona-
lidad.
25
Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 833 de 25-5-2001, en Revista de Derecho Público,
Nº 85-88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, p. 373.
26
Véase sobre el sistema jerarquizado o graduado del orden jurídico en el orden constitucional
venezolano Allan R. Brewer-Carías, Derecho Administrativo, Tomo I, Ediciones de la Facultad de
Derecho, Caracas, 1975, pp. 373 y ss.; Evolución Histórica del Estado, Tomo VI de Instituciones Po-
líticas y Constitucionales, Universidad Católica del Táchira-Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
San Cristóbal, 1996, pp. 107-117.
1480
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
existir un cuerpo legislativo que las regule; por ejemplo, la actividad judicial y,
precisamente, la actividad administrativa.
El primer grupo de actividades, es decir, las realizadas en ejecución directa
e inmediata de la Constitución, precisamente por ello solo están y pueden estar
sometidas a lo que dispone el texto fundamental, no teniendo competencia el
Legislador para regularlas mediante leyes27, siendo su resultado, básicamente,
los actos legislativos (leyes y los interna corporis), los decretos-leyes y los
actos de gobierno. En cambio, las actividades realizadas en ejecución directa e
inmediata de la legislación e indirecta y mediata de la Constitución, precisa-
mente por ello, además de estar sometidas al texto fundamental (como toda
actividad estatal), están sometidas a las regulaciones establecidas, además de en
la Constitución, en las leyes y en las otras fuentes del Derecho.
Estas actividades que se realizan en ejecución directa e inmediata de la
Constitución, por otra parte, solo están sometidas al control de constitucionali-
dad a cargo de la Jurisdicción Constitucional que corresponde a la Sala Consti-
tucional del Tribunal Supremo (arts. 334, 336,2 y 4); en cambio, las actividades
que se realizan en ejecución directa de la legislación e indirecta de la Constitu-
ción, están sometidas al control de constitucionalidad y de legalidad que corres-
ponden a las otras jurisdicciones del Poder Judicial, tanto a las ordinarias, como
sucede con las apelaciones y la casación en lo que concierne a la actividad ju-
dicial, como a la jurisdicción contencioso-administrativa y a la jurisdicción
contencioso-electoral (arts. 259, 297) cuando se trata de actividades adminis-
trativas28.
Las actividades administrativas, por tanto y por esencia, constituyen activi-
dades estatales que se realizan siempre en ejecución directa e inmediata de la
legislación y por tanto, en ejecución indirecta y mediata de la Constitución; y
precisamente por ello es que son esencialmente de carácter sublegal, aun cuan-
do en un momento dado no se haya dictado la legislación correspondiente que
27
-
nes tienen una relación directa con la Constitución que es el cuerpo normativo de más alta jerarquía
dentro del ordenamiento jurídico en un Estado de Derecho contemporáneo», en Revista de Derecho
Público, Nº 81, Editorial Jurídica venezolana, Caracas 2000, pp. 212, 215. Dichos actos, por tanto, ha
dicho la Sala Político Administrativa del Tribunal Supremo en sentencia de 14-09-1993 «desde el
punto de vista de su rango, son equiparables a la ley»; citada en sentencia de la misma Sala Nº 954 de
27-4-2000, en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 200o,
pp.556 y ss.
28
Como lo ha señalado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia
Nº 1268 de 06-07-2004 al referirse a los actos dictados por la Dirección Ejecutiva de la Magistratura
del propio Tribunal Supremo: «por cuanto no se trata, el que fue impugnado, de un acto del Poder
Público que hubiere sido dictado en ejecución directa de la Constitución, sino en ejercicio de función
administrativa y, por ende, de rango sub-legal, no es la jurisdicción constitucional que ejerce esta Sala
la que tiene competencia para su control. Por el contrario, y de conformidad con el artículo 259 de la
Constitución, corresponde a la jurisdicción contencioso-administrativa el conocimiento de la demanda
de nulidad que en su contra se formuló y así se decide». Véase en Revista de Derecho Público, Nº 99-
100, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2004, p. 230.
1481
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
las regule en concreto. Por ello, los actos dictados en ejecución directa e inme-
diata de la Constitución, es decir, de rango legal conforme a la teoría de la for-
mación escalonada del orden jurídico, están sometidos al control de constitu-
cionalidad por parte de la Sala Constitucional (jurisdicción constitucional), ya
que no son actos en cuya emisión el órgano respectivo pueda estar condiciona-
do por ley alguna29. En cambio, los de carácter sublegal están sometidos no solo
a la Constitución sino a la ley, el reglamento y las otras fuentes del Derecho, y
por eso es que su control corresponde a la jurisdicción contencioso-administra-
tiva y en su caso, a la jurisdicción contencioso electoral.
De lo anterior resulta que toda actividad administrativa que interesa al De-
recho administrativo es, ante todo, desde el punto de vista formal, una actividad
que siempre es de carácter sublegal, es decir, de ejecución directa e inmediata
de la legislación (así las leyes reglamentarias correspondientes no se hayan
dictado) y de ejecución indirecta y mediata de la Constitución. Por supuesto,
también las actividades judiciales son siempre de carácter sublegal, siendo la
diferencia entre una y otra de carácter orgánico, en el sentido que las activida-
des judiciales siempre las realizan órganos autónomos e independientes en eje-
cución de la función jurisdiccional, como lo son los órganos que ejercen el
Poder Judicial. En consecuencia, y en particular para el Derecho administrati-
vo, los actos administrativos dictados en ejercicio de las diversas funciones del
Estado, son actos que por esencia tienen rango sublegal30, por lo que no hay ni
puede haber actos administrativos que se dicten en ejecución directa e inmedia-
ta de la Constitución.
29
Véase lo expuesto por la Sala Constitucional en el sentido de que de todos los actos dictados en
ejecución directa e inmediata de la Constitución pertenecen a la jurisdicción constitucional, en senten-
cia Nº 357 de 11-5-2000 en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Cara-
cas, 2000, p. 447.
30
La Sala Constitucional en sentencia Nº 266 de 25-4-2000 ha considerado que los actos adminis-
trativos como actos de carácter sublegal son los «actos, normativos o no, dictados en ejecución directa
de una ley y en función administrativa», en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Ve-
nezolana, Caracas, 2000, p. 569.
31
Véase en general Allan R. Brewer-Carías, Cambio político y reforma del Estado en Venezuela.
Contribución al estudio del Estado Democrático y Social de Derecho, Editorial Tecnos, Madrid 1975.
32
Stu-
dia Jurídica, N° 1, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1957, pp. 257-340.
1482
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
mas dictados por las autoridades competentes. De ello deriva el tercer principio
fundamental del Derecho público, que es el principio de la legalidad vinculado
al sistema de fuentes del Derecho.
Este principio, en relación con los órganos de la Administración Pública,
adquiere importancia fundamental para el Derecho administrativo, y le impone
siempre a los órganos que la integran la obligación de actuar con arreglo a lo
establecido en la ley y en las otras normas jurídicas que regulan su actividad33;
y no solo las establecidas por los órganos del Estado, sino las que establezcan
los tratados internacionales, particularmente en materia de derechos humanos
que como se ha dicho tienen rango constitucional e, incluso, supraconstitucio-
nal, y las que emanen de órganos supranacionales, como habían sido las normas
de la Comunidad Andina de Naciones hasta 2006, hasta cuando Venezuela fue
Miembro de la misma.
Como lo ha puntualizado la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, en sentencia Nº 85 de 24-01-2002 (Caso: Deudores hipotecarios vs.
Superintendencia de Bancos):
El poder se ejerce únicamente a través de normas jurídicas, por lo que la
ley regula toda la actividad estatal y en particular la de la Administración; y
parte de la esencia del concepto consiste en el control judicial de la legalidad
desde lo que se va a considerar la norma suprema: la Constitución la cual
encabeza una jerarquía normativa, garantizada por la separación de poderes.
Tal concepción está recogida en la vigente Constitución, donde toda la acti-
vidad estatal está regida por la ley: leyes que emanan del Poder Legislativo
y otros poderes, y reglamentos que dicta el Poder Ejecutivo, sin que estos
últimos puedan contradecir la letra o el espíritu de la ley; mientras que la
constitucionalidad es controlada judicialmente mediante el control difuso o
el control concentrado de la Constitución34.
Por ello, este tercer principio fundamental del Derecho público en la Cons-
titución de 1999, es el de la sumisión de todos los órganos del Estado al derecho
o a la legalidad, integrada esta tanto por la norma suprema que es la Constitu-
ción (art. 7), como por todas las demás fuentes del ordenamiento jurídico y que
33
Véase Antonio Moles Caubet, «El principio de la legalidad y sus implicaciones», en Revista de
la Facultad de Derecho, N° 50, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1972, pp. 67-100 y N° 51
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1972, pp. 85-124; trabajos que luego fueron publicados
como El principio de legalidad y sus implicaciones, Universidad Central de Venezuela, Facultad de
Derecho, Publicaciones del Instituto de Derecho Público, Caracas, 1974. Véase además, Antonio Mo-
les Caubet, «Implicaciones del principio de legalidad», en Archivo de Derecho Público y Ciencias de
la Administración, Vol. II, Instituto de Derecho Público, Facultad de Derecho, Universidad Central de
Venezuela, Caracas, 1970-71, pp. 137-174; Eloy Lares Martínez, «El principio de la legalidad aplicada
a la Administración» (Discurso de incorporación como Individuo de Número), en Boletín de la Acade-
mia de Ciencias Políticas y Sociales, N° 35 Año XXXI, Caracas, abril-noviembre 1967, pp. 45-92;
Henrique Meier, «El principio de la legalidad administrativa y la Administración Pública», en Revista
de Derecho Público Nº 5, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas enero-marzo 1981, pp. 45-56.
34
Véase en Revista de Derecho Público Nº 89-92, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2002,
p. 92.
1483
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
se aplican a los diversos órganos del Estado, conforme al principio antes referi-
do de la formación del Derecho por grados.
En tal sentido, el artículo 137 de la Constitución recoge la clásica formula
de nuestro constitucionalismo, al establecer que «la Constitución y las leyes
definen las atribuciones de los órganos que ejercen el Poder Público, a las cua-
les deben sujetarse las actividades que realicen», y el artículo 141, al precisar
los principios que en particular rigen la Administración Pública, establece que
sus órganos deben actuar «con sometimiento pleno a la ley y al derecho».
Por tanto, conforme a este principio de sumisión del Estado a la ley y al
derecho, es decir, al principio de legalidad, todas las actividades de los órganos
del Estado y de sus autoridades y funcionarios, deben realizarse conforme a la
ley y dentro de los límites establecidos por la misma.
Pero por supuesto, «legalidad», en el Derecho constitucional contemporá-
neo, no es solo la sumisión a la «ley formal» como acto sancionado por el Par-
lamento, como sucedía en el siglo XIX con respecto a las acciones administrati-
vas y como consecuencia del principio de la supremacía de la ley, sino que
quiere decir sumisión al ordenamiento jurídico, incluyendo a la Constitución y
a otras fuentes de Derecho, incluyendo «las normas generales y abstractas, pre-
viamente establecidas, sean o no de origen legislativo, e inclusive provenientes
de esa misma autoridad»35.
Es evidente que el principio de legalidad, por su ámbito, desempeña un pa-
pel mucho más importante en el segundo nivel de ejecución del ordenamiento
jurídico, es decir, en aquellos actos del Estado dictados en ejecución directa e
inmediata de la legislación, y en ejecución indirecta y mediata de la Constitu-
ción, que es el ámbito propio del Derecho administrativo. Aquí, el principio de
legalidad se ha desarrollado en el pleno sentido de la palabra, particularmente
con referencia a la Administración Pública, dando origen al control judicial de
la legalidad de los actos administrativos (jurisdicción contencioso-administra-
tiva y jurisdicción contencioso-electoral) y, por consiguiente, al propio Dere-
cho administrativo. Sobre ello, la Sala Político-Administrativa del Tribunal
Supremo en sentencia Nº 1724 de 27 de julio de 2000 ha señalado:
En virtud de ello, el principio en referencia, por lo que respecta al ámbito
de la Administración Pública, se produce a través de la atribución de potes-
tades, que supone la constitución del título que habilita su actuación y define
los límites del ejercicio del Poder Público, es decir, los órganos administra-
tivos no pueden actuar más allá de los límites fijados por sus potestades, y es
por eso que constituye un elemento fundamental en la organización adminis-
trativa. En efecto, como elemento de organización, es claro que las potesta-
des son atribuidas en atención al órgano que habrá de ejercerlas y más am-
35
Véase sentencia Nº 488 de 30-3-2004 (Caso: Impugnación de los artículos 11 y 91 numeral 29
de la Ley de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal). en
Revista de Derecho Público Nº 97-98, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2004, p. 180.
1484
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
36
Véase en Revista de Derecho Público Nº 83, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, p.
105. Citada también en sentencia de la misma Sala Político Administrativa Nº 1560 de 19-7-2001, en
Revista de Derecho Público Nº 85-88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, p. 50.
37
Sobre la distribución vertical y horizontal del Poder Público, véase sentencia de la Sala Consti-
tucional Nº 355 de 11-5-2000, Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 2000, pp. 342 y ss.
38
Véase en general, sobre el Poder Público y la forma del Estado, Carlos Luis Carrillo Artiles, «La
composición del poder público en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela», Libro
Homenaje a Enrique Tejera París, Temas sobre la Constitución de 1999, Centro de Investigaciones Ju-
rídicas (CEIN), Caracas, 2001, pp. 51 a 76; C. Kiriadis Ionghi, «Notas sobre la estructura orgánica del
Estado venezolano en la Constitución de 1999», en Temas de Derecho Administrativo: Libro Homenaje
a Gonzalo Pérez Luciani, Volumen I, Tribunal Supremo de Justicia-Editorial Torino, Caracas, 2002, pp.
1031-1082; e Hildegard Rondón de Sansó, «Las transformaciones fundamentales en la organización y
dinámica del Estado derivadas de la Constitución de 1999», en Temas de Derecho Administrativo: Libro
Homenaje a Gonzalo Pérez Luciani, Volumen II, Tribunal Supremo de Justicia-Editorial Torino, Cara-
cas, 2002, pp. 619-644; Allan R. Brewer-Carías, «La descentralización política en la Constitución de
1485
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Boletín de la Academia
de Ciencias Políticas y Sociales, Nº 138, Año LXVIII, enero-diciembre 2001, Caracas, 2002, pp. 313-
359; y publicado también en Provincia. Revista Venezolana de Estudios Territoriales, Nº 7, julio-diciem-
bre 2001, II Etapa, Centro Iberoamericano de Estudios Provinciales y Locales (CIEPROL), Universidad
de los Andes, Mérida, 2001, pp. 7-92; Allan R. Brewer-Carías, «Consideraciones sobre el régimen de
distribución de competencias del Poder Público en la Constitución de 1999» en Fernando Parra Arangu-
ren y Armando Rodríguez García Editores, Estudios de Derecho Administrativo. Libro Homenaje a la
Universidad Central de Venezuela, Tomo I, Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 2001, pp. 107-136;
Allan R. Brewer-Carías, «Consideraciones sobre el régimen constitucional de la organización y funcio-
namiento de los Poderes Públicos», en Revista Derecho y Sociedad de la Universidad Monteávila, Nº 2
(abril), Caracas, 2001, pp. 135-150; Ricardo Combellas, Derecho Constitucional: una introducción al
estudio de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Mc Graw Hill, Caracas, 2001, pp.
121 y ss; Cecilia Sosa Gómez, «La organización política del Estado venezolano: el Poder Público Nacio-
nal», en Revista de Derecho Público, Nº 82 (abril-junio), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000,
pp. 71-83; María V. Espina Molina y Ornella Bernabei Zaccaro, «Nueva estructura del Estado venezo-
lano», en Comentarios a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela», Vadell Hermanos,
Editores, Caracas, 2000, pp. 65-116; César A. Loaiza Moyetones, «Los órganos del Estado», en Derecho
Constitucional. General y Particular. Actualizado con la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela del 24-03-2000, Tomo I, Universidad Santa María, Caracas, pp. 151-175.
39
Véase Allan R. Brewer-Carías, El Poder Público: Nacional, Estadal y Municipal, Tomo II de
Instituciones Políticas y Constitucionales, Universidad Católica del Táchira-Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas-San Cristóbal, 1996, pp. 111 y ss.
1486
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
40
Caso: Interpretación del artículo 304 y otros de la Constitución, en Revista de Derecho Públi-
co, Nº 97-98, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2004, p. 278.
41
Véase en general, Manuel García Pelayo, «La división de poderes y la Constitución Venezolana
de 1961», en Libro Homenaje a Rafael Caldera: Estudios sobre la Constitución, Tomo III, Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1979, pp. 1403 y 1420;
1487
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
que origina órganos independientes y autónomos entre sí que ejercen las di-
versas ramas del Poder Público que en la Constitución de 1999 formalmente
son cinco: Legislativa, Ejecutiva, Judicial, Ciudadana y Electoral. Ello origi-
na cinco complejos orgánicos diferenciados y separados del Estado, y que a
nivel nacional son respectivamente la Asamblea Nacional; el Presidente, sus
Ministros y el resto de los órganos del denominado Ejecutivo Nacional; el
Tribunal Supremo de Justicia y los demás tribunales de la República, así
como la Dirección Ejecutiva de la Magistratura y los otros órganos de gobier-
no y administración del Poder Judicial; el Ministerio Público o Fiscalía Gene-
ral de la República, la Contraloría General de la República y la Defensoría del
Pueblo; y el Consejo Nacional Electoral, sus Comisiones y Juntas. Estos cin-
co conjuntos orgánicos se encuentran separados, son autónomos e indepen-
dientes entre sí, y cada uno de ellos tiene sus competencias constitucionales y
legales específicas42.
una confusión funcional entre ellos, es decir, que cada una de las ramas del
Poder Público puede ejercer excepcionalmente competencias que, por su na-
turaleza, corresponderían, en principio, a las otras y de allí que la Adminis-
tración Pública cuente con potestades normativas (Vgr. la potestad regla-
mentaria) y jurisdiccionales (Vgr. resolución de conflictos entre particula-
res) y los órganos deliberantes y judiciales cumplan ciertas funciones típica-
Hildegard Rondón de Sansó, «La separación de los poderes en Venezuela», en Libro Homenaje a Ra-
fael Caldera: Estudios sobre la Constitución, Tomo III, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas,
Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1979, pp. 1369-1403.
42
Véase, en relación con la Constitución de 1999, Hildegard Rondón de Sansó «Las transforma-
ciones fundamentales en la organización y dinámica del Estado derivadas de la Constitución de 1999»,
en Temas de Derecho Administrativo - Libro Homenaje a Gonzalo Pérez Luciani, Volumen II. Tribu-
nal Supremo de Justicia, Caracas, 2002, pp. 619-643; Jorge C. Kiriakidis Longhi «Notas sobre la es-
tructura orgánica del Estado venezolano en la Constitución de 1999», en Temas de Derecho Adminis-
trativo - Libro Homenaje a Gonzalo Pérez Luciani, Volumen I. Tribunal Supremo de Justicia, Caracas,
2002, pp. 1031-1082.
43
Véase Allan R. Brewer-Carías, Derecho Administrativo, Tomo I, Universidad Central de Vene-
zuela, Caracas, 1975, pp. 373 y ss.
1488
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Por tanto, todos los órganos del Estado, en una u otra forma ejercen todas las
funciones del Estado, lo que responde al principio del ejercicio interorgánico de
las funciones del Estado, el cual también tiene especial importancia para el
Derecho administrativo, pues permite identificar a la función administrativa y
su ejercicio por los diversos órganos del Estado.
44
Sentencia Nº 3098 de la Sala Constitucional (Caso: Nulidad de los artículos de la Ley Orgá-
nica de la Justicia de Paz) de 13-12-2004, en Nº 38.120 de 02-02-2005 y en Revis-
ta de Derecho Público, Nº 99-100, (julio-diciembre, 2004), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas,
2004, pp. 139 y ss.
45
Véase por ejemplo, sentencia de la antigua Corte Federal (CF) de 19-6-53, en Gaceta Forense)
N° 1, 1953, p. 77; y sentencias de la antigua Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa
de 18-7-63, en Gaceta Forense, N° 41, 1963, pp. 116 y 117; de 27-5-68, en Gaceta Forense N° 60,
1969, pp. 115 y ss.; y de 9-7-69, en Gaceta Forense N° 65, 1969, pp. 70 y ss.
46
Véase la sentencia de la antigua Corte Federal de 19-6-53, en Gaceta Forense N° 1, 1953, p. 77;
y la sentencia de la antigua Corte Federal y de Casación en Sala Político-Administrativa de 18-7-63,
en Gaceta Forense N° 41, 1963, p. 116.
47
Véase sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 18-7-63, en
Gaceta Forense N° 41, 1963, pp. 116 y 117.
48
Véase la sentencia Nº 1286 de 06-06-2000, en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas 2000, p. 148.
1489
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
49
Véase Allan R. Brewer-Carías, Las Instituciones Fundamentales del Derecho Administrativo y
la Jurisprudencia Venezolana., Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1964, p. 105. Véase en
general, sobre las funciones del Estado: María E. Soto Hernández y Fabiola del Valle Tavares Duarte
«Funciones del Estado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999», en Es-
tudios de Derecho Público-Libro Homenaje a Humberto J. La Roche, Volumen II. Tribunal Supremo
de Justicia, Caracas, 2001, pp. 414-457; Gonzalo Pérez Luciani, «Funciones del Estado y actividades
de la Administración», Revista de Derecho Público, Nº 13, enero-marzo, Editorial Jurídica Venezola-
na, Caracas, 1983, pp. 21-30.
50
1490
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
53
Véase sentencia Nº 713 de 30-03-2000, en Revista de Derecho Público, Nº 81, Editorial Jurídi-
ca Venezolana, Caracas 2000, p. 191.
54
Véase la sentencia de la Sala Constitucional Nº 1447 de 03-06-2003 (Caso: Impugnación del
artículo 22 de la Ley Orgánica Del Trabajo), en Revista de Derecho Público, Nº 93-96, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas 2003, p. 192.
55
Véase por ejemplo, Art. 6, párrafo 1,10,12, Nº 37.942 de 19-05-2004. Véase,
Laura Louza Scognamiglio «La potestad reglamentaria del Poder Judicial», en Ensayos de Derecho
Administrativo-Libro Homenaje a Nectario Andrade Labarca, Volumen II, Tribunal Supremo de Jus-
ticia, Caracas, 2004, pp. 9-45.
56
Artículos 3; 14,2; y 28 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República; Artículos
29; 20; 34; 36; 40; 43; 46 y 51 de la Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo en ,
Nº 37.995 de 05-08-2004.
57
Además, artículos 32 y 29 de la Ley Orgánica del Poder Electoral en Nº 37.573
de 19-11-2002.
1491
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los órganos que ejercen el Poder Ejecutivo en esta forma, realizan fundamen-
talmente dos funciones propias: la función política y la función administrativa60.
La función política, como función del Presidente de la República, se ejerce en
ejecución directa de atribuciones constitucionales, en general sin condiciona-
miento legal alguno, traduciéndose en actos estatales de rango legal, en tanto que
la función administrativa se traduce en actos estatales de rango sublegal61.
58
Aun cuando en algunos casos podría no haber coincidencia, podría decirse que, en general, el
Presidente de la República ejerce sus atribuciones de jefe del Estado en ejercicio de la función política,
y de jefe del Ejecutivo Nacional, en ejercicio de la función administrativa.
59
Véase la Ley Orgánica sobre Estados de Excepción (Ley Nº 32), Nº 37.261 de
15-08-2001.
60
La distinción entre «gobierno y administración» es comúnmente empleada por la Constitución,
por ejemplo, en los artículos, 6, 18, 160, 169, 171, 174, 178, 185, 187, 236, 239, 251, 267. En tal sen-
tido, al referirse a los órganos del Poder Ejecutivo de los Estados en la Constitución de 1961, la antigua
Corte Suprema señaló lo siguiente: «El artículo 21 de la Constitución atribuye al Gobernador del Esta-
do, el gobierno y la administración de la Entidad, como Jefe del Ejecutivo del Estado y Agente del
Ejecutivo Nacional o en su respectiva circunscripción. En esta forma, el Poder Ejecutivo Estadal rea-
liza funciones de gobierno, como poder político y funciones que atienden a otra actividad distinta,
como poder administrador». Véase sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político-Admi-
nistrativa de 30-6-66, en Gaceta Forense, N° 52, 1968, p. 231. Cfr., sobre la distinción entre función
administrativa y función política como actividades que se realizan en ejercicio del Poder Ejecutivo, el
voto salvado a la sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Corte Plena de 29-4-65, Imprenta Na-
cional, 165, pp. 53 y ss.; y Doctrina de la Procuraduría General de la República (Doctrina PGR),
1963, Caracas, 1964, pp. 179 y 180.
61
Sobre la distinción entre los actos del Poder Ejecutivo dictados en ejecución directa de la Cons-
titución o en ejecución directa de la ley, véase sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Polí-
1492
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
tico Administrativa de 13-2-68, en Gaceta Forense, N° 59, 1969, p. 85. En todo caso, una cosa es
atribuir a la función política rango legal y otra es atribuirle «naturaleza legislativa». El decreto de res-
tricción de garantías constitucionales, por ejemplo, tiene rango legal, por cuanto puede «restringir»
acto tendría «naturaleza legislativa». Sobre esta confusión, véase Doctrina PGR, 1971, Caracas, 1972,
p. 189.
62
Por ejemplo, cuando autoriza al Presidente de la República para salir del territorio nacional. Art.
187,17 de la Constitución; o cuando reserva al Estado determinadas industrias o servicios, Art. 302.
63
La ley que decreta una amnistía, por ejemplo. Art. 186,5 de la Constitución.
64
Véase sentencia de la sala Constitucional Nº 35 de 18-02-2000 (Caso: Juan G. Medina O. vs.
Juzgado de Primera Instancia Agraria de la Circunscripción Judicial del Area Metropolitana de Ca-
racas) en Revista de Derecho Público, Nº 81, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, p.100.
Véase igualmente la sentencia de la misma Sala Constitucional Nº 2673 de 14-12-2001 (Caso: DHL
Fletes Aéreos, C.A. y otras vs. Sala Político-Administrativa del Tribunal Supremo de Justicia) en Re-
vista de Derecho Público, Nº 85-86, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, p. 314.
65
Véase sentencias de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 18-7-63, en
Gaceta Forense, Nº 41, 1963, pp. 116 y 117; de 27-5-68, en Gaceta Forense, N° 60, 1969, pp. 115 y
118; y de 9-7-69, en Gaceta Forense, N° 65, 1969, pp. 70 y ss.
1493
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
66
Cuando la Administración decide, por ejemplo, la oposición a una solicitud de registro de mar-
ca de fábrica, conforme a la Ley de Propiedad Industrial, Nº 25.227 de 10-12-1956;
cuando decide la oposición a una solicitud de otorgamiento de una concesión de explotación forestal,
conforme a la Ley Forestal, de Suelos y Aguas (Art. 6), en Nº 997, Extr., de 8-1-66; o
1494
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
1495
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
74
Véase, Allan R. Brewer-Carías, Las Instituciones Fundamentales..., op. cit., p. 115. Si el Estado
legisla, tal como lo señala Santi Romano, «no entra en relaciones de las cuales él, como legislador, sea
parte: las relaciones que la ley establece o de cualquier modo contempla se desenvuelven después entre
sujetos diversos del Estado o bien con el mismo Estado, pero no en su aspecto de legislador sino en
otros aspectos mediante órganos diversos de los del Poder Legislativo». Véase «Prime Pagine di un
Manuale de Diritto Amministrativo», en Scritti Minori, Milano 1950, p. 363, op. cit., por J. M. Boque-
ra Oliver, Derecho administrativo, Vol. I, Madrid, 1972, p. 59. «Cuando el Estado juzga –señala J.
González Pérez–, no es parte interesada en una relación jurídica; no es sujeto de derecho que trata de
realizar sus peculiares intereses con arreglo al Derecho […] cuando el Estado juzga satisface las pre-
tensiones que una parte esgrime frente a otra; incide como tercero en una relación jurídica, decidiendo
la pretensión ante él deducida con arreglo al ordenamiento jurídico», en Derecho Procesal Administra-
tivo, Tomo II, Madrid, 1966, p. 37.
75
En este sentido, la antigua Corte Suprema ha señalado al referirse a la función administrativa,
que en ella el Estado «no realiza una función creadora dentro del ordenamiento jurídico, que es la
función legislativa, ni conoce ni decide acerca de las pretensiones que una parte esgrime frente a otra,
que es la función judicial, sino que es sujeto de derecho, titular de intereses, agente propio de la función
administrativa…». Véase sentencias de la Sala Político-Administrativa, de la antigua Corte Suprema
de Justicia de 18-7-63, en Gaceta Forense, N° 41, Caracas 1963, pp. 116 y ss., de 27-5-68, en Gaceta
Forense, N° 60, Caracas, 1969, pp. 115 y ss.; de 9-7-69 en Gaceta Forense, Nº 65, Caracas 1969, pp.
70 y ss. En estas sentencias, sin embargo, como veremos, la Corte confunde la función estatal con el
acto estatal.
76
Véase sentencia de la Sala Político-Administrativa, de la antigua Corte Suprema de Justicia de
13-3-67, en Gaceta Forense Nº 55, Caracas, 1968, p. 107.
1496
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Ahora bien, al igual que lo que sucede con la función normativa, política,
jurisdiccional y de control, la función administrativa tampoco está atribuida
con carácter de exclusividad a alguno de los órganos del Poder Público. Por
ello, si bien la función administrativa puede considerarse como función propia
de los órganos ejecutivos y electorales, concretizada básicamente a través de
actos administrativos, ello no significa que la ejerzan con carácter exclusivo y
excluyente. Al contrario, todos los otros órganos del Estado también ejercen la
función administrativa, como por ejemplo la Asamblea Nacional; al autorizar
diversos actos de los órganos ejecutivos o al dictar actos relativos a su personal
o servicios administrativos, realizan la función administrativa77. Por su parte,
los órganos que ejercen el Poder Judicial o el Poder Ciudadano realizan la fun-
ción administrativa, al dictar actos concernientes a la administración del perso-
nal o de los servicios de los órganos, o al imponer sanciones78.
De todo lo anterior resulta por tanto que el concepto de funciones del Estado
es distinto al de poderes del Estado. El Poder Público, sus ramas o distribucio-
nes, constituye en sí mismo una situación jurídica constitucional individualiza-
da, propia y exclusiva de los órganos del Estado, mediante cuyo ejercicio estos
realizan las funciones que le son propias. Las funciones del Estado, por su
77
Véase sentencia de la Sala Político-Administrativa, de la antigua Corte Suprema de Justicia de
18-7-63, en Gaceta Forense, Nº 41, Caracas, 1963, pp. 116 y 117; y de 27-5-68, en Gaceta Forense,
Nº 60, Caracas, 1969, p. 115.
78
Idem. Véase además, sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativa de
0-06-2000 (Caso: Julio Rico A. vs. Juzgado Vigésimo Segundo de Primera Instancia en lo Penal y de
Salvaguarda del Patrimonio Público de la Circunscripción Judicial del Distrito Federal y Estado
Miranda), en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, pp.
286 y 415. Véase Allan R. Brewer-Carías, «Consideraciones sobre la impugnación de los actos de re-
gistro en la vía contencioso-administrativa» en Libro homenaje a Joaquín Sánchez Coviza, Universi-
dad Central de Venezuela, Caracas, 1975.
1497
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
79
Cfr., Allan R. Brewer-Carías, Las Instituciones Fundamentales del Derecho Administrativo y la
jurisprudencia venezolana, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1964, pp. 105 y ss.
80
Véase por ejemplo, sentencia de la Sala Político Administrativa, de la antigua Corte Suprema
de Justicia de 14-3-62 en Gaceta Forense, N° 35, Caracas 1962, pp. 177 y ss.
81
En tal sentido, expresamente se pronunció la antigua Corte Suprema en varias oportunidades.
Véase, por ejemplo, la Sentencia de la antigua Corte Federal de 19-6-53 en Gaceta Forense, N° 1,
Caracas 1953, p. 77; Sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 18-
7-63 en Gaceta Forense, N° 41, 1963 pp. 116 y 117; Sentencia de la Corte Suprema de Justicia en Sala
Político Administrativa de 27-5-63 en Gaceta Forense, N° 60, 1969, pp. 115 y ss.; y Sentencia de la
Corte Suprema de Justicia en Sala Político Administrativa de 9-7-69 en Gaceta Forense, N° 65, 1969,
pp. 70 y ss. No tiene sentido, por tanto, el intento que se ha hecho en la Ley Orgánica del Poder Muni-
-
cutiva», desarrollada por el alcalde a quien corresponde el gobierno y la administración; la «función
no siempre se trata de «funciones» del Estado, la coincidencia legal es imposible. Véase en Gaceta
Nº 38.204 del 08-06-2005.
1498
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
82
La distinción entre funciones del Estado que la doctrina ha realizado, muchas veces se confunde
mismos hemos incurrido en esta confusión, en Allan R. Brewer-Carías, Las Instituciones Fundamen-
tales del Derecho Administrativo y la jurisprudencia venezolana, Caracas, 1964, pp. 108 y ss. En igual
confusión incurrió la jurisprudencia de la Corte Suprema. Véase sentencias de la Corte Suprema de
Justicia en Sala Político Administrativa de 18-7-63, en Gaceta Forense, N° 41, 1963, pp. 116 y ss.; de
27-5-68, en Gaceta Forense, N° 60, 1969, pp. 115 y ss.; y de 9-7-69, en Gaceta Forense, N° 65, 1969,
pp. 70 y ss. Asimismo, en Venezuela, a pesar de su atento de «distinguir» actividad de función, Gon-
relevante jurídicamente se puede decir que es una función», en «Actos administrativos que en Vene-
zuela escapan al Recurso Contencioso-Administrativo», Revista de la Facultad de Derecho, Universi-
dad Católica Andrés Bello, Nº 6, Caracas, 1967-1968, p. 196.
83
Véase Allan R. Brewer-Carías, Derecho Administrativo, Tomo I, Universidad central de Vene-
Libro
Homenaje al Doctor Eloy Lares Martínez, Tomo I, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Univer-
sidad Central de Venezuela, Caracas, 1984, pp. 25-78.
1499
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
(art. 303) o a través de actos parlamentarios sin forma de ley (art. 187, 10).
Cuando la Asamblea Nacional ejerce sus funciones de control del gobierno y la
Administración Pública también dicta actos parlamentarios sin forma de ley
(art. 187, 3). Por último, en cuanto al ejercicio de la función administrativa por
la Asamblea Nacional, ella puede concretizarse en leyes (art. 187, 9)84, en actos
parlamentarios sin forma de ley (art. 187, 12) o en actos administrativos
(art. 187, 22).
Por su parte, cuando los órganos que ejercen el Poder Ejecutivo, particular-
mente el Presidente de la República, realizan la función normativa, esta se con-
cretiza en decretos-leyes y reglamentos (actos administrativos de efectos gene-
rales) (arts. 236, 10; 266, 5).
En el caso de los decretos-leyes85, estos pueden ser decretos-leyes delegados
dictados en virtud de una habilitación legislativa (art. 203; 236, 8), decretos-
leyes de organización ministerial (art. 236, 20)86 y decretos-leyes de estados de
excepción (art. 236, 7), los cuales tienen rango y valor de ley. Pero el Presiden-
te de la República también realiza la función política al dictar actos de gobier-
no, que son actos emanados en ejecución directa e inmediata de la Constitución
(art. 236, 2, 4, 5, 6, 19, 21), y se caracterizan frente a los actos administrativos
en que tienen el mismo rango que las leyes87. Los actos administrativos, en
84
En el pasado, por ejemplo, eran las leyes aprobatorias de contratos estatales conforme al artícu-
lo 126 de la Constitución de 1961.
85
Véase en general, sobre los decretos leyes, Antonio Moles Caubet, Dogmática de los Decretos-
Leyes, Lección inaugural Curso 1974, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Derecho, Cen-
tro de Estudios para Graduados Caracas, 1974; Eloisa Avellaneda Sisto, «Los Decretos Leyes», Revis-
ta de Control Fiscal, Nº 105, abril-junio, XXIII (1982), Contraloría General de la República, Caracas,
1982, pp. 55-116; Eloísa Avellaneda Sisto, «Los decretos del Presidente de la República», Revista de
la Facultad de Derecho de la Universidad Católica Andrés Bello, Nº 48 (diciembre), Caracas, 1993,
pp. 345-387; Eloísa Avellaneda Sisto «El régimen de los Decretos-Leyes, con especial referencia a la
Constitución de 1999», en Estudios de Derecho Administrativo–Libro Homenaje a la Universidad
Central de Venezuela, Volumen I. Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 2001, pp. 69-105; José Peña
Solís «Análisis crítico de la doctrina de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia sobre
las leyes orgánicas y los decretos leyes orgánicos», en Ensayos de Derecho Administrativo-Libro Ho-
menaje a Nectario Andrade Labarca, Volumen II. Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, 2004, pp.
375-414; y Allan R. Brewer-Carías, «Los actos ejecutivos en la Constitución venezolana y su control
judicial «en Colección Cuadernos de la Cátedra
Fundacional Doctor Charles Brewer Maucó «Historia del Derecho en Venezuela», Universidad Cató-
lica Andrés Bello, Nº 2, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, pp. 187-241.
86
Véase sobre estos decretos, Daniel Leza Betz, «La organización y funcionamiento de la admi-
nistración pública nacional y las nuevas competencias normativas del Presidente de la República pre-
vistas en la Constitución de 1999: al traste con la reserva legal formal ordinaria en el Derecho Consti-
tucional venezolano», Revista de Derecho Público, Nº 82 (abril-junio), Editorial Jurídica Venezolana,
-
va en el ámbito de la administración pública nacional», Revista de Derecho, Nº 8, Tribunal Supremo
de Justicia, Caracas, 2003, pp. 435-452.
87
Véase Juan D. Alfonso Paradisi, «Los actos de gobierno», Revista de Derecho Público, Nº 52,
octubre-diciembre, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1992, pp. 5-23; Pablo Marín Adrián, «Ac-
tos de gobierno y la sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 11 de marzo de 1993», Revista de
Derecho Público, Nº 65-66 (enero-junio), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1996, pp. 497-519.
1500
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
cambio, siempre tienen rango sublegal, es decir, se dictan por los órganos eje-
cutivos en ejecución de atribuciones directamente establecidas en la legisla-
ción, y solo en ejecución indirecta y mediata de la Constitución88. Pero además,
en los casos de ejercicio de la función jurisdiccional, de la función de control y
de la función administrativa, los órganos ejecutivos dictan, por ejemplo, actos
administrativos (arts. 259; 266, 5).
En cuanto a los órganos que ejercen el Poder judicial, cuando por ejemplo el
Tribunal Supremo de Justicia ejerce la función normativa, dicta reglamentos
(actos administrativos de efectos generales); cuando ejerce la función adminis-
trativa y la función de control sobre la administración y gobierno del Poder
Judicial (art. 267), dicta actos administrativos; y cuando ejerce la función juris-
diccional, dicta actos judiciales (sentencias) (arts. 266, 336); y los primeros
están sometidos al control de los órganos de la jurisdicción contencioso-admi-
nistrativa. Como lo ha dicho la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia en sentencia Nº 1268 de 6 de julio de 2004 (Caso: Yolanda Mercedes
Martínez del Moral vs. Comisión Judicial de la Sala Plena del Tribunal Supre-
mo de Justicia), respecto de un acto administrativo dictado por un órgano del
propio Tribunal Supremo en ejercicio de funciones de administración y gobier-
no del Poder Judicial:
En consecuencia, por cuanto no se trata, el que fue impugnado, de un
acto del Poder Público que hubiere sido dictado en ejecución directa de la
Constitución, sino en ejercicio de función administrativa y, por ende, de ran-
go sublegal, no es la jurisdicción constitucional que ejerce esta Sala la que
tiene competencia para su control. Por el contrario, y de conformidad con el
artículo 259 de la Constitución, corresponde a la jurisdicción contencioso-
administrativa el conocimiento de la demanda de nulidad que en su contra se
formuló y así se decide89.
El acto judicial, por su parte, se distingue del acto administrativo, si bien
no mediante el criterio formal de su graduación en el ordenamiento jurídico
ya que ambos son dictados en ejecución directa e inmediata de la legislación
y en ejecución indirecta y mediata de la Constitución, sí con base al criterio
orgánico y a otro criterio formal. Desde el punto de vista orgánico, el acto
judicial está reservado a los tribunales, con carácter de exclusividad, ya que
solo estos pueden dictar sentencias; y desde el punto de vista formal, la decla-
ración de lo que es derecho en un caso concreto que realizan los órganos ju-
diciales, se hace mediante un acto que tiene fuerza de verdad legal, que solo
las sentencias poseen.
Por su parte, cuando los órganos que ejercen el Poder Ciudadano realizan la
función de control (arts. 274; 281; 289), la función normativa y la función admi-
88
En este sentido es que podría decirse que la actividad administrativa se reduce a ejecución de la
ley.
89
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 99-100, (julio-diciembre, 2004), Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 2004, pp. 229 y ss.
1501
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
90
La Constitución de 1999 originalmente publicada en Nº 36.860 de 30 de diciem-
bre de 1999 y republicada en la Nº 5.453 Extraordinaria del 24 de marzo de 2000; fue
objeto de una Enmienda Constitucional Nº 1 en 2009 publicada en Nº 5.908 Extra. de
19-02-2009. Véase sobre el régimen constitucional relativo a la Administración Pública en la Consti-
1502
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
«De las disposiciones generales», del Título IV sobre «El Poder Público» de la
Constitución, se incorporó una Sección Segunda relativa específicamente a
«De la Administración Pública», con tres artículos: el 141, que establece los
principios de la Administración Pública; el 142, sobre la creación de entidades
descentralizadas; y el 143, que consagra el derecho a la información adminis-
trativa y de acceso a los documentos oficiales. Dichas normas, por supuesto, se
aplican a todo el universo de órganos que conforman la Administración Públi-
ca, y no solo a los que ejercen el Poder Ejecutivo.
1503
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
92
Regulados en general en la Ley Orgánica del Poder Ciudadano ( Nº 37.310 de
25-10-2001), y en particular en la Ley Orgánica del Ministerio Público ( N° 38.647 de
19-03-2007), Ley Orgánica de la Defensoría del Pueblo ( n° 37.995 de 5-8-2004) y Ley
Orgánica de la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fiscal (Gaceta
Nº 37.347 de 17-12-2001) Véase en general, sobre el régimen legal del Poder Ciudadano, Allan
R. Brewer-Carías et al., Ley Orgánica del Poder Ciudadano.(Ley Orgánica del Poder Ciudadano, Ley
Orgánica de la Defensoría del Pueblo, Ley Orgánica del Ministerio Público, Ley Orgánica de la Con-
traloría General de la República), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2005.
93
Regulados en la Ley Orgánica del Poder Electoral ( Nº 37.573 de 19-11-2002).
94
Regulada en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia ( Nº 39.483 de
9-8-2010. Véase en general en Allan R. Brewer-Carías y Víctor Herández Mendible, Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2010.
1504
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
demás órganos del Poder Público» (art. 1) distintos al Poder Ejecutivo. Sin
embargo, como muestra del proceso de centralización que se ha desarrollado en
el país desde 2000, la reforma de la Ley Orgánica de 2008 estableció directa-
mente que sus normas «serán aplicables a la Administración Pública, incluidos
los estados, distritos metropolitanos y municipios, quienes deberán desarrollar
su contenido dentro del ámbito de sus respectivas competencias» (art. 2), dis-
poniendo que sus normas de aplican «supletoriamente a los demás órganos y
entes del Poder Público» distintos a los del Poder Ejecutivo.
Ahora bien, respecto de todo este complejo orgánico del Estado, que es la
Administración Pública, la Constitución dispone que «está al servicio de los
ciudadanos» (art. 141), lo que se reitera en el artículo 5º de la Ley Orgánica. En
la Ley de 2001 en lugar de «ciudadanos» se había utilizado la palabra «particu-
lares» pues en la Constitución «ciudadano» responde al concepto más restringi-
do de ciudadanía relativo a los titulares de derechos políticos (art. 39), la cual
en la reforma de 2008 se sustituyó por la palabra «personas», agregando que en
su actuación la Administración Pública está dirigida a la atención de los reque-
rimientos de las personas y la satisfacción de sus necesidades», brindando es-
pecial atención a las de carácter social» (art. 5).
Por su parte, el artículo 3 de la Ley Orgánica agrega que el «principal obje-
tivo» de la organización y funcionamiento de la Administración Pública, es
hacer efectivos los principios, valores y normas consagrados en la Constitución
y, en especial, garantizar a todas las personas el goce y ejercicio de los derechos
humanos» lo que conforme se indica en el artículo 19 de la Constitución impli-
ca «garantizar a todas las personas, conforme al principio de progresividad y
sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e inter-
dependiente de los derechos humanos». Por ello, el artículo 5 de la Ley Orgá-
nica también precisa que la Administración Pública debe asegurar a todas las
personas la efectividad de sus derechos cuando se relacionen con ella, y, ade-
más, debe tener entre sus objetivos la continua mejora de los procedimientos,
servicios y prestaciones públicas, de acuerdo con las políticas que se dicten.
1505
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Esta actividad administrativa, por otra parte, no solo la cumplen los órganos
de la Administración Pública en sentido orgánico antes identificados (órga-
nos de las personas jurídicas estatales que ejercen el Poder Ejecutivo, el gobier-
no y administración del Poder Judicial, el Poder Ciudadano y el Poder Electo-
ral), sino también otros órganos del Estado como los que ejercen el Poder
Legislativo (la Asamblea Nacional, los Consejos Legislativos de los Estados y
los Concejos Municipales), o el Poder Judicial (el Tribunal Supremo de Justicia
y demás Tribunales de la República) cuando ejercen la función administrativa
(por ejemplo, administran su cuerpo de funcionarios o entran en relación con
los particulares) o la función normativa de carácter sublegal emitiendo, por
ejemplo, actos reglamentarios. La actividad administrativa como objeto del De-
recho administrativo, por ello, está también esencialmente vinculada al ejerci-
cio de las diversas funciones del Estado (normativa, de gobierno, administrati-
va, jurisdiccional y de control).
Además, la actividad administrativa que interesa al Derecho administrativo
muchas veces se realiza por particulares o por personas jurídicas de Derecho
privado, incluso de carácter no estatal, pero que en virtud de la expresa previ-
sión de ley ejercen prerrogativas del Poder Público. Así sucede, por ejemplo,
con ciertos actos de las universidades privadas o de las federaciones deportivas,
como serían los actos sancionatorios, en los casos regulados respectivamente
en la Ley de Universidades o en la Ley del Deporte, y que son considerados
como actos administrativos95.
Finalmente, no toda la actividad que realizan algunos órganos que configu-
ran la Administración Pública del Estado, como por ejemplo la que realiza el
Presidente de la República, constituye actividad administrativa, sino, como se
ha dicho, solo las actividades que sean de carácter sublegal. El Jefe del Ejecu-
tivo Nacional y otros órganos del Estado, en efecto, además de realizar activi-
dades en ejecución directa e inmediata de la legislación e indirecta y mediata de
la Constitución, ejercen actividades que son formal y sustancialmente distintas
de la anterior, realizadas en ejecución directa e inmediata de la Constitución
como son las actividades de gobierno96. De ello, resultan los actos de gobierno
que si bien interesan al Derecho administrativo, no se pueden considerar como
formando parte de la actividad administrativa97.
95
Véase Allan R. Brewer-Carías, Estado de Derecho y Control Judicial, Instituto Nacional de
Administración Pública, Alcalá de Henares, Madrid 1987, pp. 498 y ss.
96
Véase Allan R. Brewer-Carías, La justicia constitucional, Tomo VI de Instituciones Políticas y
Constitucionales, Universidad Católica del Táchira-Editorial Jurídica Venezolana, Caracas-San Cris-
tóbal 1996, pp. 199-226; y «Comentarios sobre la doctrina del acto de gobierno, del acto político, del
acto de Estado y de las cuestiones políticas como motivo de inmunidad jurisdiccional de los Estados
en sus Tribunales nacionales», en Revista de Derecho Público, Nº 26, Editorial Jurídica Venezolana,
Caracas, abril-junio 1986, pp. 65-68.
97
Sobre el sistema jerarquizado o graduado del orden jurídico, creación de la denominada Escue-
la Vienesa, véase Hans Kelsen, Teoría Pura del Derecho, Buenos Aires 1981, pp. 135 y ss; Adolf
Merlk, Teoría General del Derecho Administrativo, Madrid 1935, pp. 7-62. Sobre dicho sistema en el
constitucionalismo venezolano, véase Allan R. Brewer-Carías, Evolución Histórica del Estado, Tomo
1506
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Por otra parte debe indicarse que si bien la Administración Pública, tanto en
su connotación orgánica como en su sentido material, constituye el objeto por
excelencia del Derecho administrativo, no todo el Derecho que regula a la Ad-
ministración Pública, es decir, a los órganos estatales que la conforman o a las
actividades administrativas, es Derecho administrativo. En otros términos, en el
mundo del Derecho no existen sujetos de derecho o actividades respecto de los
cuales pueda decirse que exclusivamente se rigen por una sola rama del Dere-
cho. Así como no se puede decir que las sociedades anónimas sean sujetos de
derecho que solo se regulan por el Código de Comercio, pues también están
sometidas al Código Civil, al Código Penal y a todas las leyes de Derecho ad-
ministrativo que por ejemplo regulan diversos sectores de la economía (bancos,
seguros, mercado de capitales, etc.); en igual sentido, los órganos de la Admi-
nistración Pública, además de estar sometidos al Derecho administrativo, tam-
bién están sometidos al Derecho civil y al Derecho mercantil, por ejemplo.
Por lo demás, esos sujetos de derecho o personas jurídicas estatales que inte-
resan al Derecho administrativo no tienen una configuración uniforme, pues
pueden tener la forma de las personas jurídicas de Derecho público o la forma
jurídica de las personas jurídicas de Derecho privado. Por ello, a los órganos de
la Administración Pública, si bien regidos por el Derecho administrativo, sin
embargo en una forma u otra siempre se les interaplica de manera variable, tanto
un régimen de Derecho público como un régimen de Derecho privado98. El De-
recho administrativo, por supuesto, tiene siempre una preponderancia en esta
interaplicación, pero el mismo no comprende la totalidad de las normas que se
aplican a los órganos de la Administración Pública del Estado ni a la actividad
administrativa del mismo. En otras palabras, la Administración Pública se rige
por el Derecho administrativo, aun cuando en forma no exclusiva ni excluyente.
1507
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
esencial para la definición de esta rama del Derecho, la cual consideramos que
tiene que estar basada en la descripción de dicho objeto. Por ello, bien podría
señalarse que el Derecho administrativo es aquella rama del Derecho público
que regula los sujetos de derecho o personas jurídicas que conforman al Estado;
la Administración Pública como complejo orgánico de esas personas jurídicas
estatales, su organización y funcionamiento; el ejercicio de la función adminis-
trativa dentro de las funciones del Estado; la actividad administrativa, siempre
de carácter sublegal realizada por los órganos de las personas jurídicas estatales
en ejercicio de las funciones normativas, jurisdiccional o administrativas, o la
realizada por los particulares a quienes la ley ha autorizado para ello, su régi-
men y control; y las relaciones jurídicas que se establecen entre las personas
jurídicas estatales o las que desarrollan la actividad administrativas, y los admi-
nistrados, que moldea las formas de la actividad administrativa.
Con una definición como esta, por supuesto, no cabe hacer intento alguno de
adoptar un criterio único para definir el Derecho administrativo99. No se trata
por tanto ni de una definición orgánica, ni de una definición material, ni de una
definición formal, pues no existe un criterio clave absoluto para definir el De-
recho administrativo ni su objeto: la Administración Pública. La definición
debe elaborarse con la mezcla de los diversos criterios, lo que además responde
al contenido heterogéneo y mutable de la actividad administrativa del Estado.
En cuanto a la jerarquía de las fuentes del Derecho aplicable a la Adminis-
tración, la Ley Orgánica de la Administración Pública expresa formalmente el
principio de legalidad vinculándolo a la competencia, así:
Artículo 4º. La Administración Pública se organiza y actúa de conformi-
dad con el principio de legalidad, por el cual la asignación, distribución y
ejercicio de sus competencias se sujeta a lo establecido en la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, las leyes y los actos administrativos
de carácter normativo dictados formal y previamente conforme a la ley, en
garantía y protección de las libertades públicas que consagra el régimen de-
mocrático, participativo y protagónico
99
Véase Allan R. Brewer-Carías, «El concepto de derecho administrativo en Venezuela» en Re-
vista de Administración Pública, N° 100-102, Vol. I, Madrid, enero-diciembre 1983, pp. 685-704, y en
Estudios de Derecho Administrativo, Universidad Colegio Mayor Nuestra Señora del Rosario, Bogotá,
1986, pp. 7-24. Con el título «Bases constitucionales del Derecho Administrativo en Venezuela» en
Revista de Derecho Público, N° 16, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, octubre-diciembre 1983,
pp. 5-20; y El Derecho Público en Venezuela y Colombia, Archivo de Derecho Público y Ciencias de
la Administración, Vol. VII, 1984-1985, Instituto de Derecho Público, Facultad de Ciencias Jurídicas
y Políticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1986, pp. 215-231.
1508
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Como se ha dicho, dada la forma federal del Estado en Venezuela, que con-
forme al artículo 4 de la Constitución se lo define como un «Estado federal
descentralizado», hay tres niveles fundamentales de órganos que integran la
Administración Pública y que ejercen el Poder Ejecutivo, por lo que se puede
distinguir una Administración Pública Nacional cuyo jefe es el Presidente de la
República; una Administración Pública Estadal100, cuyos jefes, en cada uno de
los 23 estados de la Federación son los Gobernadores; y una Administración
Pública Municipal, cuyos jefes, en cada uno de los 338 municipios del país son
los alcaldes. Todos esos funcionarios son electos mediante sufragio universal,
directo y secreto.
Como se dijo, la Constitución y la Ley Orgánica de la Administración Públi-
ca contienen principios que se aplican a la Administración Pública de todos los
niveles territoriales; y en cuanto a las regulaciones específicas, las mismas se
encuentran establecidas en las leyes nacional y estadales y en las ordenanzas
municipales que se dicten por los respectivos órganos titulares de la potestad
organizativa. Estos son los que de acuerdo con el artículo 15 de la Ley Orgánica
de la Administración Pública pueden crear, modificar y suprimir dichos órganos.
Por tanto, la titularidad de la potestad organizativa solo puede ser asignada
por la Constitución o la ley101.
100
los Estados.
101
Véase Allan R. Brewer-Carías, Principios del Régimen Jurídico de la Organización Adminis-
trativa Venezolana, cit., pp. 21 y ss.
1509
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1510
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Administración Central
En cuanto a la organización de la Administración Pública Nacional Central,
el artículo 45 de la LOAP distingue dos tipos de órganos superiores de la mis-
ma: los órganos superiores de dirección y los órganos superiores de consulta,
los cuales ejercen el Poder Ejecutivo en los términos del artículo 225 de la
Constitución.
La Ley Orgánica enumera como órganos superiores de dirección de la Ad-
ministración Pública Central a los siguientes: el Presidente de la República, el
102
Véase Allan R. Brewer-Carías, «El sentido de la reforma de la Ley Orgánica de la Administra-
ción Pública», Revista de Derecho Público. Estudios sobre los decretos leyes 2008, Nº 115, (julio-
septiembre 2008), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2008, pp. 155-162.
1511
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Administración descentralizada
Además de los principios relativos a la organización de la Administración
Pública central nacional, la LOAP establece el régimen general de la organiza-
ción de la Administración Pública descentralizada tanto nacional, como estadal
y municipal; mediante la creación de personas jurídicas (entes) a las cuales se
transfiere la titularidad de determinadas competencias y la responsabilidad de
ejecutarlas (arts. 29 y 32 LOAP). Conforme a lo indicado en el artículo 29 de la
LOAP, esta descentralización funcional puede realizarse mediante la creación
de personas jurídicas con forma de Derecho público o con forma de Derecho
privado103. En cuanto a los entes descentralizados funcionalmente con forma de
Derecho público, dice la misma norma, están conformados por aquellas «perso-
nas jurídicas creadas y regidas por normas de Derecho público y que podrán
tener atribuido el ejercicio de potestades públicas»; y en cuanto a los entes
descentralizados funcionalmente con forma de Derecho privado, están confor-
mados por «las personas jurídicas constituidas de acuerdo a las normas del de-
recho privado y podrán adoptar o no la forma empresarial de acuerdo a los fines
y objetivos para los cuales fueron creados y en atención a si la fuente funda-
mental de sus recursos proviene de su propia actividad o de los aportes públi-
cos, respectivamente».
Entre las primeras, a las cuales, como se indicó, se puede atribuir el ejercicio
de potestades públicas, está la figura de los institutos públicos (que tradicional-
mente se habían denominado como «institutos autónomos», término que la
Constitución conservó (art. 142), los cuales se definen en el artículo 95 de la
LOAP como las «personas jurídicas de Derecho público de naturaleza funda-
cional», creadas por ley nacional, estadal u ordenanza municipal, dotadas de
patrimonio propio, con las competencias determinadas en estas104. La reforma
de la Ley Orgánica de 2008 eliminó la tradicional indicación de que el patrimo-
nio de estos entes descentralizados también era «independiente de la República,
de los estados, de los distritos metropolitanos y de los municipios, según sea el
caso».
Sin embargo, las formas jurídicas de Derecho público estatales no se agotan
en los institutos públicos, los cuales sin embargo son los únicos que regula la
103
Véase Allan R. Brewer-Carías, Principios del régimen jurídico de la organización administra-
tiva…, op. cit., pp. 115 y ss.
104
Véase Jesús Caballero Ortiz, Los institutos autónomos, Caracas, 1985.
1512
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
105
Véase Allan R. Brewer-Carías, Régimen de las Empresas Públicas en Venezuela, Caracas
1981.
1513
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
4. EL PROCEDIMIENTO ADMINISTRATIVO
106
Todas publicadas en Nº 6.011 Extra. de 21-12-2010.
107
Inicialmente sancionada en 2006, fue reformada en 2009. Véase Ley Orgánica de los Consejos
Comunales ( Nº 39.335 de 28-12-2009).
108
Véase en Nº 5.963 Extra. de 22-02-2010.
109
Véase en Nº 6.015 Extra. de 28-12-2010.
110
Ambas publicadas en Nº 6.017 Extra. de 30-12-2010.
111
Véase Allan R. Brewer-Carías, Claudia Nikken, Luis A. Herrera Orellana, Jesús María Alvara-
do Andrade, José Ignacio Hernández y Adriana Vigilanza, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular y
el Estado Comunal (Los Consejos Comunales, Las Comunas, La Sociedad Socialista Y El Sistema
Económico Comunal), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2011.
1514
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Ahora bien, uno de los principales signos formales del afianzamiento del
principio de la legalidad ha sido precisamente el sometimiento de la actuación
de la Administración Pública a normas procedimientales que aseguren a los
administrados un trato justo, basado en la buena fe y en la confianza legítima,
mediante la previsión de un procedimiento formalmente regulado, en el cual se
garantice el derecho a la defensa y, en general, el debido procedimiento admi-
nistrativo. A tal efecto, Venezuela no ha escapado a la tendencia general que se
puede observar en América Latina112, siguiendo el modelo español de 1958113,
de la codificación del procedimiento administrativo; habiéndose sancionado en
1982 la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos114, cuyas disposicio-
nes se han complementado, además, con las de la propia Ley Orgánica de la
Administración Pública antes mencionada y de la Ley de Simplificación de
Trámites Administrativos de 1999115. Estas últimas dictadas para racionalizar
las tramitaciones que realizan los particulares ante la Administración Pública;
mejorar su eficiencia, pertinencia y utilidad, a fin de lograr mayor celeridad y
funcionalidad en las mismas; reducir los gastos operativos; obtener ahorros pre-
supuestarios; cubrir insuficiencias de carácter fiscal, y mejorar las relaciones de
la Administración Pública con los ciudadanos.
112
Véase Allan R. Brewer-Carías, Principios del procedimiento Administrativo en América Lati-
na, Universidad del Rosario, Editorial Legis, Bogotá, 2003.
113
Véase Allan R. Brewer-Carías, Principios del Procedimiento Administrativo, Editorial Civitas,
Madrid, 1990.
114
Véase la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos en Nº 2818 Extraor-
dinaria de 1-7-81. Véase además, en Allan R. Brewer-Carías et al., Ley Orgánica de Procedimientos
Administrativos, Editorial Jurídica Venezolana, 12 edición, Caracas 2001, pp. 175 y ss.; y Allan R.
Brewer-Carías, El derecho administrativo y la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, Edi-
torial Jurídica Venezolana, Caracas 1982.
115
Véase Nº 36.845 de 7-12-99. Véase además en Allan R. Brewer-Carías et al.,
Ley Orgánica de Procedimiento Administrativos, cit., pp. 199 y ss.
1515
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
116
Véase por ejemplo, Allan R. Brewer-Carías, Las Instituciones Fundamentales del derecho ad-
ministrativo y la Jurisprudencia venezolanas, Universidad Central de Venezuela, Caracas 1964.
117
Véase Allan R. Brewer-Carías, El derecho administrativo y la Ley Orgánica de Procedimien-
tos Administrativos, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1982, pp. 133. y ss.
1516
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
1517
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Los actos del gobierno, por su parte, como se dijo, son los actos dictados por
el Presidente de la República en ejercicio solo de atribuciones constitucionales,
y que por ello no pueden estar regulados o limitados por la Asamblea Nacional
mediante leyes. Es el caso, por ejemplo, del nombramiento del Vicepresidente
Ejecutivo, de la concesión de indultos, de la convocatoria de la Asamblea Na-
cional a sesiones extraordinarias, y de la disolución de la Asamblea Nacional
(art. 236, 3, 9, 19, 21). Los actos de gobierno también son actos de ejecución
directa e inmediata de la Constitución y su definición es tanto orgánica como
formal: orgánica, pues se definen según el órgano que los dicta, y formal, por la
graduación que tienen en el ordenamiento jurídico de ser actos dictados en eje-
cución directa e inmediata de la Constitución. Por ello están sometidos al con-
trol judicial constitucional por parte de la Jurisdicción Constitucional (Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia).
La definición del acto administrativo, por tanto, en contraste con los otros
actos estatales, requiere de una mezcla de criterios, dado el carácter heterogé-
1518
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
118
-
trativo» en Libro Homenaje al profesor Eloy Lares Martínez, Tomo I, Universidad Central de Vene-
zuela, Caracas 1984, pp. 25-78.
1519
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
nido normativo. Entre estos últimos, están los reglamentos que en Venezuela
son actos administrativos.
1520
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
119
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Algunos aspectos del proceso de constitucionalización del
Derecho administrativo en Venezuela», en V Jornadas internacionales de Derecho Administrativo
Allan Randolph Brewer Carías, Los requisitos y vicios de los actos administrativos, FUNEDA, Cara-
cas, 2000, pp. 21 a 37.
120
Véase Allan R. Brewer-Carías, Contratos Administrativos, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1992, pp. 28 y ss.
121
Véase Allan R. Brewer-Carías, El Poder Público: Nacional, Estadal y Municipal, Tomo II,
Instituciones Políticas y Constitucionales, Universidad católica del Táchira, Editorial Jurídica venezo-
lana, Caracas-San Cristóbal, 1996, pp. 11 y ss.
1521
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
les de los estados o de los municipios, incluyendo los institutos públicos y em-
presas del Estado de esas entidades político-territoriales122.
122
Véase en general, Jesús Caballero Ortiz, «Los contratos administrativos, los contratos de inte-
rés público y los contratos de interés nacional en la Constitución de 1999», en Estudios de Derecho
Administrativo: Libro Homenaje a la Universidad Central de Venezuela, Volumen I, Imprenta Nacio-
nal, Caracas, 2001, pp. 139-154; Allan R. Brewer-Carías, «Los contratos de interés público nacional y
su aprobación legislativa» en Revista de Derecho Público, Nº 11, Caracas, 1982, pp. 40 a 54; Allan R.
Brewer-Carías, Contratos Administrativos, Caracas, 1992, pp. 28 a 36; Allan R. Brewer-Carías, Deba-
te Constituyente (Aportes a la Asamblea nacional Constituyente), Tomo II, op. cit., p. 173.
123
Véase Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia ( Nº 37.042 de 19-05-
2004. Véase en general en Allan R. Brewer-Carías, Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2004.
124
Véase Allan R.Brewer-Carías, «La evolución del concepto de contrato administrativo» en El
Derecho Administrativo en América Latina, Curso Internacional, Colegio Mayor de Nuestra Señora del
Rosario, Bogotá 1978, pp. 143-167; Jurisprudencia Argentina, N° 5.076, Buenos Aires, 13-12-1978,
1522
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Así como no puede haber acto unilateral dictado por los funcionarios públi-
cos que no sea un acto administrativo, tampoco existen contratos celebrados
por la Administración que no estén sometidos en alguna forma al Derecho
público, por lo que la terminología empleada en las ahora derogadas Leyes
Orgánicas de la Corte Suprema de 1976 y del Tribunal Supremo de 2004, en
realidad a lo que habían conducido era a confusiones, contradicciones y dila-
ciones. Por ello pronto no había demanda que se intentase en relación a con-
tratos celebrados por la Administración en la cual no se plantease el problema
de la competencia: si la demanda se intentaba ante la jurisdicción ordinaria, se
alegaba la naturaleza administrativa del contrato; en cambio, si se intentaba
ante el Tribunal Supremo de Justicia, se alegaba el carácter de Derecho priva-
do del contrato.
pp. 1-12; Libro Homenaje al Profesor Antonio Moles Caubet, Tomo I, Facultad de Ciencias Jurídicas y
Políticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1981, pp. 41-69; y Allan R. Brewer-Carías, Estu-
dios de Derecho Administrativo, Bogotá, 1986, pp. 61-90; y «Evoluçao do conceito do contrato admi-
nistrativo» in Revista de Direito Publico Nº 51-52, Sao Paulo, julio-diciembre 1979, pp. 5-19.
125
Véase Allan R. Brewer-Carías, Contratos administrativos, Caracas, 1992, pp. 46 y ss.; y «La
interaplicación del derecho público y del derecho privado a la Administración Pública y el proceso de
huída y recuperación del derecho administrativo» en Las Formas de la Actividad Administrativa. II
Jornadas Internacionales de Derecho Administrativo Allan Randolph Brewer-Carías, Fundación de
Estudios de Derecho Administrativo, Caracas, 1996, pp. 59 y ss.
126
-
El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R.
Brewer-Carías, Tomo II, Instituto de Derecho Público, UCV, Editorial Civitas Ediciones, Madrid,
2003, pp. 1773 y ss.
127
Véase Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa ( 39.451 de
22-6-2010).
128
Véase Ley de Contrataciones Públicas en Nº 39.503 de 6-9-2010.
1523
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
tos por entes públicos, la Ley Orgánica de la misma no establece distinción al-
guna entre contratos administrativos y otros que podrían no serlo, de manera
que todas las demandas sobre contratos públicos son del conocimiento de los
tribunales de la jurisdicción contencioso-administrativa.
Por otra parte, debe recordarse que en la determinación de cuándo se estaba
en presencia de un contrato administrativo o no, ello dependía en mucho del
interés circunstancial de la Administración, pues además de que todo contrato
que celebre tienen algún interés público envuelto o se celebra vinculado a un
servicio público, las llamadas cláusulas exorbitantes del Derecho común que
caracterizan a los contratos administrativos no necesitan estar expresas en el
texto del contrato, sino que son inherentes a las potestades de la Administración
y se presumen en los contratos estatales. Dependía, por tanto, del recurso que
hiciera la Administración en un momento dado a estas cláusulas (por ejemplo,
para rescindir el contrato) para que el contrato se calificara o no de administra-
tivo, lo que hacía insegura la distinción. De allí, incluso las dudas y variaciones
jurisprudenciales, particularmente con relación a contratos municipales de
compra-venta de inmuebles municipales, que llevó a la antigua Corte Suprema
a considerarlos algunas veces como contratos administrativos129 y otras veces
como contratos de Derecho privado130.
129
Sentencia de 11-08-83, Revista de Derecho Público, Nº 16, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1983, p. 164.
130
Sentencia de 26-06-80, Revista de Derecho Público, Nº 4, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1980, p. 146.
1524
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
131
Véase en Extra. Nº 4.153 de 28-12-1989. Véase además, en Allan R. Brewer-
Carías et al, Leyes y Reglamentos para la descentralización política de la Federación, Colección
Textos Legislativos, N° 11, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 1990.
1525
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
132
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Prologo» sobre «El régimen constitucional aplicable a las
concesiones de obras y servicios públicos», en Alfredo Romero Mendoza et al., Régimen Legal de las
Concesiones Públicas, Caracas 2000, pp. 9 a 16.
1526
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
133
Véase por ejemplo Alfredo Morles H., «La inmunidad de Jurisdicción y las operaciones de
Crédito Público» en Estudios sobre la Constitución, Libro Homenaje a Rafael Caldera, tomo III, Ca-
racas, 1979, pp. 1.701 y ss.
134
Sobre la inclusión de esta cláusula en la Constitución de 1999, véase Allan R. Brewer-Carías,
Debate Constituyente (Aportes a la Asamblea Nacional Constituyente), Tomo I, Fundación de Dere-
cho Público, Caracas 1999, pp. 209 a 233; y Debate Constituyente (Aportes a la Asamblea Nacional
Constituyente), Tomo II, Fundación de Derecho Público, Caracas 1999, pp. 174 y 175.
135
Véase Allan R. Brewer-Carías, Contratos Administrativos, cit., pp. 130 a 137.
1527
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
136
Véase Ley de Promoción y Protección de Inversiones, Decreto-Ley Nº 356 (
Extra. Nº 5.390 de 22-10-1999).
137
Véase Ley Orgánica sobre promoción de la inversión privada bajo el régimen de concesiones,
en Extra. Nº 5.394 de 25-10-1999.
138
Véase Ley Aprobatoria del Convenio sobre arreglo de diferencias relativas a inversiones entre
Estados y Nacionales de otros Estados ( Nº 35.685 de 03-04-1995.
139
Véase Allan R. Brewer-Carías, Contratos Administrativos, cit., pp. 137 y ss.
1528
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
por lo que si tienen alguna reclamación que formular cuando se puedan consi-
derar lesionados, deben acudir únicamente a los tribunales nacionales. El obje-
to de la cláusula, en definitiva, es impedir que las divergencias que puedan
surgir entre partes en un contrato estatal, en el cual una parte fuera un ciudada-
no extranjero, pudieran ser consideradas como de naturaleza internacional.
Con relación a las concesiones administrativas, como contratos estatales,
también puede identificarse en el ordenamiento constitucional venezolano, otra
cláusula de carácter obligatorio y que tiene su fundamento en el citado artícu-
lo 113 de la Constitución, que regula las concesiones para la explotación de
recursos naturales propiedad de la Nación o para la prestación de servicios de
naturaleza pública, las cuales solo pueden otorgarse «por tiempo determinado».
En el mismo sentido, el artículo 156, 16 de la Constitución prohíbe el otorga-
miento de «concesiones mineras por tiempo indefinido». Es evidente, por tanto,
de acuerdo con estas normas, la posibilidad de que el Estado otorgue con carác-
ter de exclusividad, concesiones para la explotación de bienes públicos o la
prestación de servicios públicos por tiempo limitado. La temporalidad, así, pue-
de considerarse como una característica de todas las concesiones por lo que las
leyes especiales que las regulan prevén, en general, lapsos variables, pero siem-
pre precisos, de duración de las mismas.
En este sentido, por ejemplo, las concesiones de servicios públicos munici-
pales, de acuerdo con la Ley Orgánica de Régimen Municipal, solo pueden te-
ner un plazo máximo de 20 años140; y las concesiones para el aprovechamiento
de las aguas, conforme a la Ley de Aguas, deben tener una duración máxima de
20 años141. Asimismo, las concesiones de obras y servicios públicos previstas
en la Ley Orgánica sobre Promoción de la Inversión Privada bajo el Régimen
de Concesiones142, deben tener una duración máxima de 50 años. Por último, en
cuanto a las concesiones mineras, la duración de las mismas de acuerdo a la Ley
de Minas, es de 20 años prorrogable (art 25)143.
Por otra parte, el artículo 129 de la Constitución exige la inclusión en los
contratos que celebre la República (contratos de interés público nacional cele-
brados por la República), de una cláusula de protección ambiental144 en los si-
guientes términos. En los contratos que la República celebre con personas na-
turales o jurídicas, nacionales o extranjeras, o en los permisos que se otorguen,
que afecten los recursos naturales, se considerará incluida aun cuando no estu-
140
Véase Ley Orgánica del Poder Público Municipal ( Nº 6.015 Extra. de 28-12-
2010).
141
Véase Ley de Aguas ( Nº 38.595 de 02-01-2007.
142
Véase Ley Orgánica sobre promoción de la inversión privada bajo el régimen de concesiones,
en Extra. Nº 5.394 de 25-10-1999.
143
Véase Ley de Minas, Decreto-Ley N° 295 ( Extra. Nº 5.382 de 28-09-1999).
144
Véase, en general, Alberto Blanco-Uribe Quintero, «La tutela ambiental como derecho-deber
del Constituyente. Base constitucional y principios rectores del derecho ambiental», en Revista de
Derecho Constitucional, Nº 6 (enero-diciembre), Editorial Sherwood, Caracas, 2002, pp. 31-64.
1529
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
145
Véase Allan R. Brewer-Carías, Debate Constituyente (Aportes a la Asamblea nacional Consti-
tuyente), Tomo II, op. cit., pp. 175 a 177.
146
Véase Ley Orgánica de Hidrocarburos ( Nº 38.493 de 4-8-2006).
1530
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
147
Véase Ley de Contrataciones Públicas, Decreto Ley Nº 5.929 de 11-03-2008 en
Nº 38895 de 25-03-2008. Véase el texto de la reforma de 2010 en Nº 39.503 de 6-9-
2010.
148
Decreto Ley Nº 1555 de fecha 13 de noviembre de 2001, Nº 5556 de 13-11-
2001. Véase sobre dicha Ley los comentarios que hicimos en Allan R. Brewer-Carías, «El régimen de
selección de contratistas en la Administración Pública y la Ley de Licitaciones» en Revista de Derecho
Público, Nº 42, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, abril-junio 1990, pp. 5-25.
1531
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Con estas exclusiones y ámbito reducido, se trata en todo caso, como se dijo,
de una Ley reguladora básicamente del proceso de selección de contratistas,
con normas generales respecto, entre otros aspectos, los poderes de la Adminis-
tración para controlar los contratos (art. 95), en especial, respecto de los contra-
tos de obra (arts. 112-115); los poderes de modificación de los contratos y el
régimen de variación de precios y ajustes contractuales (arts. 106-111); el régi-
men de la nulidad de los mismos (art. 99), las garantías de cumplimiento
(arts. 99-102) y el régimen de los anticipos (arts. 103-105); el régimen de los
pagos (arts. 116-119); el régimen de la terminación de los contratos (arts. 120-
127) y las causas de rescisión unilateral de los contratos (arts. 127-129); y final-
mente, el régimen sancionatorio (arts. 130-131).
149
Véase en general, Antonieta Garrido de Cárdenas, «La naturaleza del debido proceso en la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999», en Revista de Derecho Constitucio-
nal, Nº 5 (julio-diciembre), Editorial Sherwood, Caracas, 2001, pp. 89-116; Antonieta Garrido de
Cárdenas, «El debido proceso como derecho fundamental en la Constitución de 1999 y sus medios de
protección», en Bases y principios del sistema constitucional venezolano (Ponencias del VII Congreso
Venezolano de Derecho Constitucional realizado en San Cristóbal del 21 al 23 de Noviembre de
2001), Volumen I, pp. 127-144.
150
Véase sentencia Nº 123 de la Sala Constitucional (Caso: Sergio J. Meléndez) de 17 de marzo
de 2000, en Revista de Derecho Público, Nº 81, (enero-marzo), Editorial Jurídica Venezolana, Edito-
rial Jurídica Venezolana, Caracas 2000, p. 143.
1532
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
151
Véase sentencia de la sala Constitucional Nº 97 de 15 de marzo de 2000 (Caso: Agropecuaria
Los Tres Rebeldes en Revista de Derecho Público, Nº 81, (enero-marzo), Editorial Jurídica Venezola-
na, Caracas 2000, p. 148.
152
Véase sentencia Nº 224 de 24-02-2000, idem, pp. 136 y ss.
1533
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
153
Véase la sentencia Nº 3682 de 19 de diciembre de 1999, de la Sala Político Administrativa de
la antigua Corte Suprema de Justicia en Revista de Derecho Público, Nº 79-80, Editorial Jurídica Ve-
nezolana, Caracas 1999.
154
Véase en Allan R. Brewer-Carías, La justicia contencioso-administrativa, Tomo VII, Institu-
ciones Políticas y Constitucionales, op. cit., pp. 196 y ss.
155
Véase la sentencia de la Sala Constitucional Nº 321 de 22 de febrero de 2002 (Caso: Papeles
Nacionales Flamingo, C.A. vs. Dirección de Hacienda del Municipio Guacara del Estado Carabobo)
en Revista de Derecho Público, Nº 89-92, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2002.
156
Véase sentencia de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo Nº 315 de 19 de marzo de
2001, en Revista de Derecho Público, Nº 85-88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2001, pp. 103 y ss.
1534
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
8. LA DISCRECIONALIDAD ADMINISTRATIVA
157
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Los límites a la actividad discrecional de las autoridades ad-
ministrativas», » en Ponencias Venezolanas al VII Congreso Internacional de Derecho Comparado
(Uppsala, agosto 1966), publicaciones del Instituto de Derecho Privado, Facultad de Derecho, Univer-
sidad Central de Venezuela, Caracas 1966, pp. 255-279; en Revista de la Facultad de Derecho, N° 2,
Universidad Católica Andrés Bello, Caracas 1966, pp. 9-35; y en Jurisprudencia de la Corte Suprema
1930-1974 y Estudios de Derecho Administrativo, Tomo I: El Ordenamiento constitucional y funcio-
nal del Estado, Caracas 1975, pp. 15-41.
158
Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, sentencia de 1-6-2001.
1535
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
159
Véase sentencia Nº 100 de 19-05-83 en Revista de de Derecho Público, Nº 34, Editorial Jurídi-
ca Venezolana, Caracas, 1988, p. 69.
1536
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Este sistema de control judicial de las actuaciones del Estado puede de-
cirse además que es de carácter universal y cerrado, en el sentido que ningu-
no de los actos estatales puede escapar al control del Tribunal Supremo de
Justicia y de los demás tribunales que controlan la constitucionalidad y la
legalidad de los mismos; control que se ejerce, en general, además de a tra-
vés de la jurisdicción ordinaria, a través de la jurisdicción constitucional, de
la jurisdicción contencioso-administrativa y de la jurisdicción contencioso-
electoral160.
160
Véase Allan R. Brewer-Carías, Justicia contencioso-administrativa, Tomo VII, Instituciones
Políticas y Constitucionales, Universidad Católica del Táchira, Editorial Jurídica Venezolana, Cara-
cas–San Cristóbal, 1997.
1537
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
161
Véase en general Allan R. Brewer-Carías, Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.
Procesos y procedimientos constitucionales y contencioso-administrativos, Editorial Jurídica venezo-
lana, Caracas 2004.
162
En cuanto a la jurisprudencia, véase en Allan R. Brewer-Carías, Jurisprudencia de la Corte
Suprema 1930-74 y Estudios de Derecho Administrativo, Tomo V, La Jurisdicción Contencioso-Ad-
ministrativa, Vol. 1 y 2, Instituto de Derecho Público, Facultad de Derecho, Universidad Central de
Venezuela, Caracas, 1978; Allan R. Brewer-Carías y Luis Ortiz Álvarez, Las grandes decisiones de la
jurisprudencia Contencioso-Administrativa, Caracas, 1996; y Luis Ortiz-Alvarez, Jurisprudencia de
medidas cautelares en el contencioso-administrativo (1980-1994), Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1995.
163
Véase Allan R. Brewer-Carías, Estado de Derecho y Control Judicial, Madrid, 1985, pp. 281
y ss; Allan R.Brewer-Carías, Contencioso Administrativo, Tomo VII, Instituciones Políticas y Cons-
titucionales, Caracas-San Cristóbal, 1997; Antonio Canova González,
del sistema contencioso administrativo venezolano, Editorial Sherwood, Caracas, 1998; Víctor Her-
nández-Mendible, Tutela judicial cautelar en el contencioso administrativo, Vadell Hermanos edi-
tores, Caracas, 1998. Véase además, las siguientes obras colectivas: El Control Jurisdiccional de los
Poderes Públicos en Venezuela, Instituto de Derecho Público, Facultad de Ciencias Jurídicas y Po-
líticas, Universidad Central de Venezuela, Caracas, 1979; Contencioso Administrativo en Venezue-
la, Editorial Jurídica Venezolana, tercera edición, Caracas, 1993; Derecho Procesal Administrativo,
Vadell Hermanos editores, Caracas, 1997; 8ª Jornadas «J.M. Domínguez Escovar» (Enero 1983),
Tendencias de la jurisprudencia venezolana en materia contencioso-administrativa, Facultad de
Ciencias Jurídicas y Políticas, U.C.V., Corte Suprema de Justicia; Instituto de Estudios Jurídicos del
Estado Lara, Tip. Pregón, Caracas, 1983; Contencioso Administrativo, I Jornadas de Derecho Ad-
ministrativo Allan Randolph Brewer-Carías, Funeda, Caracas, 1995; XVIII Jornadas «J.M. Domín-
guez Escovar, Avances jurisprudenciales del contencioso-administrativo en Venezuela, 2 Tomos,
Instituto de Estudios Jurídicos del Estado Lara, Diario de Tribunales Editores, S.R.L. Barquisimeto,
1993.
164
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia del 30 de julio de 1976 en
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 1989.
1538
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
165
Véase la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia (LOTSJ), , Nº 37942 de
20-05-2004. Véase Allan R. Brewer-Carías, Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas 2004.
166
Véase la Ley Orgánica de la Jurisdicción Contencioso Administrativa ( 39.451
de 22-6-2010). Véase sobre la ley, Allan R. Brewer-Carías y Víctor Hernández Mendible, Ley de la
Jurisdicción Contencioso Administrativa, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2010.
167
Martín Pérez Guevara, «Prólogo», en Allan R. Brewer-Carías, Jurisprudencia de la Corte Su-
prema 1930-74 y Estudios de Derecho Administrativo, Tomo II. Ordenamiento Orgánico y Tributario
del Estado, Instituto de Derecho Público, Facultad de Derecho, Universidad Central de Venezuela,
Caracas, 1976, pp. 1-10.
168
Véase en general, Ingrid Cancelado Ruíz, «La tutela judicial efectiva y la ejecución de senten-
cias condenatorias de la Administración Pública a la luz de la Constitución de 1999», en Revista de
Derecho Constitucional, Nº 4 (enero-junio), Editorial Sherwood, Caracas, 2001, pp. 75-139; Rafael G.
Prado Moncada, «De nuevo sobre el derecho a la tutela judicial efectiva (Avances normativos a raíz de
la Constitución de 1999)», en Revista de Derecho Administrativo, Nº 9 (mayo-agosto), Editorial
Sherwood, Caracas, 2000, pp. 93-119.
1539
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
169
Véase Miguel Ángel Torrealba Sánchez, «Las demandas de contenido patrimonial en la Ley
Orgánica de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa», en Comentarios a la Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, Vol, II, FUNEDA, Caracas, 2011, pp. 299-340.
170
Véase Miguel Ángel Torrealba Sánchez, La vía de hecho en Venezuela, FUNEDA, Caracas,
2011.
171
Véase Jorge Kiriakidis, «Notas en torno al Procedimiento Breve en la Ley Orgánica de la Ju-
risdicción Contencioso-Administrativa», Comentarios a la Ley Orgánica de la Jurisdicción Conten-
cioso-Administrativa, Vol, II, FUNEDA, Caracas, 2011, pp. 167-193.
172
Véase en general la obra colectiva, Comentarios a la Ley Orgánica de la Jurisdicción Conten-
cioso-Administrativa, Vol, I y II, FUNEDA, Caracas, 2010 y 2011, respectivamente.
173
Véase en Nº 37.475 de 01-07-02. Véanse los comentarios sobre esta ley en
Allan R. Brewer-Carías, Gustavo Linares Benzo, Dolores Aguerrevere Valero y Caterina Balasso Te-
jera, Ley De Expropiación Por Causa De Utilidad Pública O Interés Social, Editorial Jurídica Vene-
zolana, Caracas 2002.
1540
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
1541
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
treinta mil unidades tributarias (30.000 U.T.) y no supera setenta mil unida-
des tributarias (70.000 U.T.), cuando su conocimiento no esté atribuido a
otro tribunal en razón de su especialidad.
8. Las demandas derivadas de la actividad administrativa contraria al
ordenamiento jurídico desplegada por las autoridades de los órganos que
ejercen el Poder Público, cuyo control no haya sido atribuido a la Sala Polí-
tico-Administrativa o a los Juzgados Superiores Estadales de la Jurisdicción
Contencioso Administrativa.
Conforme al artículo 25 de la Ley Orgánica, a los Juzgados Superiores Es-
tadales de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa se les asigna competen-
cia para conocer de:
1. Las demandas que se ejerzan contra la República, los estados, los mu-
nicipios, o algún instituto autónomo, ente público, empresa o cualquier otra
forma de asociación, en la cual la República, los estados, los municipios u
otros de los entes mencionados tengan participación decisiva, si su cuantía
no excede de treinta mil unidades tributarias (30.000 U.T.), cuando su cono-
cimiento no esté atribuido a otro tribunal en razón de su especialidad.
2. Las demandas que ejerzan la República, los estados, los municipios, o
algún instituto autónomo, ente público, empresa o cualquier otra forma de
asociación, en la cual la República, los estados, los municipios u otros de los
entes mencionados tengan participación decisiva, si su cuantía no excede de
treinta mil unidades tributarias (30.000 U.T.), cuando su conocimiento no
esté atribuido a otro tribunal en razón de su especialidad.
8. Las demandas derivadas de la actividad administrativa contraria al
ordenamiento jurídico de los órganos del Poder Público estadal, municipal o
local.
Una de las innovaciones de la Ley Orgánica de 2010 en la conformación del
proceso contencioso-administrativo de las demandas de contenido patrimonial,
como antes se ha dicho, como lo propusimos en 2004174, fue haber eliminado la
referencia a demandas que pudieran derivarse de «contratos administrativos»,
que en el pasado había condicionado la distribución de competencias judiciales
en la materia, atribuyéndose a los órganos de la misma todas las cuestiones
concernientes a los contratos de la Administración, cualquiera que sea su natu-
raleza, según la cuantía. La Ley 2010, por tanto, ha regulado la competencia en
materia de demandas de contenido patrimonial, independientemente de que
sean derivadas de responsabilidad contractual o extracontractual, y la misma ha
sido solo distribuida entre los diversos juzgados según la cuantía. Por tanto,
conflictos derivados de la ejecución de contratos del Estado, contratos públicos
o contratos administrativos corresponden según la cuantía a los diversos tribu-
nales de la jurisdicción.
174
Véase Allan R. Brewer-Carías, Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas, 2004, p. 219.
1542
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
175
Se dispuso sin embargo en la Disposición Transitoria Sexta de la Ley Orgánica que hasta tanto
entren en funcionamiento estos Juzgados de Municipio de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa,
los Juzgados de Municipio existentes son los que deben conocer de esta competencia.
1543
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1544
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
176
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Aspectos de la legitimación activa en los recursos contencio-
so-administrativos contra los actos administrativos de efectos particulares», en Revista de Derecho
Público, Nº 16, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1983, pp. 227-233.
177
Véase en Gaceta Forense, Nº 27, pp. 127-132. Véase además en Allan R. Brewer-Carías, Ju-
risprudencia de la Corte Suprema, Tomo V, Vol. I, cit., p. 293.
178
Véase Nº 14.72 Extra, de 11-06-71.
179
Véase Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2000, pp.
445 y ss.
1545
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
180
Véase en Revista de Derecho Público, Nº 82, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2002,
pp. 582-583.
1546
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
Debe mencionarse que con la Ley Orgánica, como se ha dicho, quedó total-
mente rota la tradicional dicotomía del contencioso de anulación, por un lado,
y del contencioso de los derechos, por el otro181, de manera que en el contencio-
so de los actos administrativos, además de la anulación del acto, la pretensión
del recurrente y la decisión del juez puede ser de condena a la Administración
al pago de sumas de dinero, de reparación de daños y perjuicios y de restable-
cimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por el acto anulado.
Esas pretensiones pueden tener su origen básicamente en la responsabilidad de
la Administración derivada del acto administrativo ilegal. Para estos fines, en
todo caso, la legitimación del recurrente tiene que ser algo más que «el simple
interés legítimo» del cual hablaba la Sala Político-Administrativa, como antes
se ha dicho, y tendrá que ser propia de además, un interés personal y directo,
cuando no un derecho subjetivo182.
181
Véanse los comentarios de A. Moles Caubet sobre lo que llamó «el contencioso mixto», en
«Rasgos generales de la jurisdicción contencioso administrativa» en Instituto de Derecho Público, El
control jurisdiccional de los Poderes Públicos en Venezuela, Caracas, 1979, pp. 67-77; Nelson Rodrí-
guez García, El sistema contencioso-administrativo venezolano y la jurisdicción contencioso-adminis-
trativa, Valencia, 1982, pp. 76-77.
182
Idem, pp. 74-75.
1547
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
párrafo 2º). La Ley Orgánica de 2010, sin embargo, en esta materia tampoco
reguló procedimiento contencioso específico alguno.
1548
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
183
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Introducción General al Régimen de la Jurisdicción Conten-
cioso-Administrativa», en Allan R. Brewer-Carías y Víctor Hernández Mendible, Ley Orgánica de la
Jurisdicción Contencioso-Administrativa, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2010, pp. 9-151.
Véase además, Allan R. Brewer-Carías, «Los diversos tipos de acciones y recursos contencioso-admi-
nistrativos en Venezuela», en Revista de Derecho Público, Nº 25, Editorial Jurídica Venezolana, Ca-
racas, 1986, pp. 6 y ss.
1549
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
184
Véase en general, José L. Villegas Moreno, «Los intereses difusos y colectivos en la Constitu-
ción de 1999», en Revista de Derecho Constitucional, Nº 2 (enero-junio). Editorial Sherwood, Cara-
cas, 2000, pp. 253-269; Ana E. Araujo García, «El principio de la tutela judicial efectiva y los intereses
colectivos y difusos», en El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor
Allan R. Brewer-Carías, Tomo III, Instituto de Derecho Público, Universidad Central de Venezuela,
Editorial Civitas, Madrid 2003, pp. 2703-2717; Ana Elvira Araujo, «El principio de la tutela judicial
efectiva y los intereses colectivos y difusos», Revista de derecho del Tribunal Supremo de Justicia,
Nº 4, Caracas, 2002, pp. 1 a 29; Mariolga Quintero Tirado, «Aspectos de una tutela judicial ambiental
efectiva», en Nuevos estudios de derecho procesal, Libro Homenaje a José Andrés Fuenmayor, Vol.
II, Tribunal Supremo de Justicia, Colección Libros Homenaje, Nº 8, Caracas, 2002 pp. 189 a 236; Flor
M. Ávila Hernández, «La tutela de los intereses colectivos y difusos en la Constitución venezolana de
1999», en El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R.
Brewer-Carías, Tomo III, op. cit., pp. 2719-2742.
1550
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
185
Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 656 de 30-06-2000, Caso: Defensor del Pueblo
vs. Comisión Legislativa Nacional. Citada en la sentencia de la Sala Constitucional Nº 279 de 19-2-
2002 (Caso: Ministerio Publico vs. Colegio de Médicos del Distrito Capital) como Caso: Dilia Parra
Guillén, en Revista de Derecho Público, Nº 89-92, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2002.
1551
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
con motivo del funcionamiento de los servicios públicos (art. 281,2), la legiti-
mación activa para proteger esos derechos e intereses colectivos y difusos no
está reservada en exclusiva a dicho funcionario.
Cualquier persona legitimada para intentar una acción contencioso-adminis-
trativa puede invocar la representación de intereses difusos o colectivos, siem-
pre que «el que acciona lo haga en base no solo a su derecho o interés indivi-
dual, sino en función del derecho o interés común o de incidencia colectiva»;
que «la razón de la demanda (o del amparo interpuesto) sea la lesión general a
la calidad de vida de todos los habitantes del país o de sectores de él, ya que la
situación jurídica de todos los componentes de la sociedad o de sus grupos o
sectores, ha quedado lesionada al desmejorarse su calidad común de vida»; y
«que exista un vínculo, así no sea jurídico, entre quien demanda en interés ge-
neral de la sociedad o de un sector de ella (interés social común), nacido del
daño o peligro en que se encuentra la colectividad (como tal)»186.
La Constitución, por otra parte, en su artículo 258 remite a la Ley para pro-
mover el arbitraje, la conciliación, la mediación y cualesquiera otros medios
alternativos para la solución de conflictos187. En lo que se refiere al arbitraje, en
materia administrativa ello está aceptado, tal como se regula en el ámbito inter-
no en la Ley de Arbitraje Comercial188, y en el ámbito internacional, siempre
que conforme a la naturaleza del objeto del contrato, por ejemplo por su carác-
ter comercial, pueda establecerse la cláusula arbitral conforme al artículo 151
de la Constitución189, conforme se ha analizado anteriormente.
186
Véase sentencia Nº 1048 de 17-08-2000 (Caso: William Ojeda vs. Consejo Nacional Electo-
ral), en Revista de Derecho Público, Nº 83, (julio-septiembre), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas
2000, pp. 325 y ss.
187
Sobre el arbitraje como medio alternativo de justicia véase la sentencia de la Sala Constitucio-
nal del Tribunal Supremo Nº 186 de 14-02-2001, en Revista de Derecho Público, Nº 85-88, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, 2001, pp. 253 y ss.
188
Artículo 4 de la Ley de Arbitraje Comercial ( Nº 36. 430 de 07-04-1998. Véase,
Allan R. Brewer-Carías, «El arbitraje y los contratos de interés nacional», en Seminario sobre la Ley
de Arbitraje Comercial, Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Caracas 1999, pp. 169-186.
189
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Algunos comentarios a la Ley de Promoción y Protección de
Inversions: Contratos Públicos y Jurisdicción», en Irene valera (Coord.), Arbitraje comercial interno e
-
les, Caracas 1999, pp. 279-288.
1552
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
190
Véase sobre esto Allan R. Brewer-Carías «Aspectos del control político sobre la Administra-
ción Pública» en Revista de Control Fiscal, Nº 101, Contraloría General de la República, Caracas,
1981, pp. 107 a 130.
191
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Los poderes de investigación de los cuerpos legislativos y sus
limitaciones, con particular referencia a los asuntos secretos», Revista de Derecho Público, Nº 10,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1982, pp. 25 a 42.
192
Véase Ley Sobre el Régimen para la Comparecencia de Funcionarios y Funcionarias Públicos
y los o las Particulares ante la Asamblea Nacional o sus Comisiones (Ley Nº 30), en
Nº 37.252 del 2 de agosto de 2001.
1553
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
los funcionarios públicos, así como de los particulares «preservando los dere-
chos fundamentales, garantías y principios constitucionales, a los fines del
cumplimiento efectivo de las funciones de control y de investigación parlamen-
taria que sobre el Gobierno nacional, estadal y municipal, y sobre la adminis-
tración descentralizada, le correspondan» (art. 3).
Cuando con motivo de la comparecencia de un funcionario público, persona
natural o representantes de personas jurídicas, se determinen fundados indicios
que hagan presumir la existencia de ilícitos administrativos que comprometan
el patrimonio público, conforme se establece en el artículo 19 de la Ley, «las
actuaciones de la Asamblea Nacional o de la Comisión respectiva constituyen
medios de prueba vinculantes, para que la Contraloría General de la República
abra la averiguación correspondiente sobre la responsabilidad administrativa de
las personas involucradas». Si en esos casos se determinan fundados indicios
de la comisión de ilícitos penales, también dispone el artículo 20 de la Ley que
«las actas de las comparecencias constituyen actuaciones preliminares simila-
res a las exigidas en la fase preparatoria del juicio penal», las cuales adminicu-
ladas deben ser pasadas al Ministerio Público para que ejerza la acción corres-
pondiente contra las personas involucradas.
193
Véase José Ignacio, Hernández G., «La Contraloría General de la República», Revista de De-
recho Público, Nº 83 (julio-septiembre), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 2000, pp. 21-38.
194
Nº 37.347 del 17 de diciembre de 2001.
1554
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
hubiere lugar con motivo de las infracciones y delitos cometidos contra el pa-
trimonio público y de los cuales tenga conocimiento en el ejercicio de sus atri-
buciones; y ejercer el control de gestión y evaluar el cumplimiento y resultado
de las decisiones y políticas públicas de los órganos, entidades y personas jurí-
dicas del sector público sujetos a su control, relacionadas con sus ingresos,
gastos y bienes.
A los efectos de desarrollar estos principios constitucionales relativos al sis-
tema nacional de control fiscal (art. 290), se ha sancionado la Ley Orgánica de
la Contraloría General de la República y del Sistema Nacional de Control Fis-
cal195, la cual en su artículo 9, sujeta a sus disposiciones y al control, vigilancia
y fiscalización de la Contraloría General de la República, a todos los órganos y
entidades del Estado, en los tres niveles territoriales.
En efecto, un principio fundamental que rige para todos los órganos del
Estado, es decir, que ejercen el Poder Público, y por supuesto para la Adminis-
tración Pública, es el regulado en el artículo 139 de la Constitución, que recoge
otra norma tradicional de nuestro constitucionalismo, y es el principio de la
responsabilidad individual de los funcionarios públicos en el ejercicio del Po-
der Público196. Dispone dicha norma que «el ejercicio del Poder Público acarrea
responsabilidad individual por abuso o desviación de poder o por violación de
esta Constitución o de la Ley». Esta norma recoge el principio del artículo 121
de la Constitución de 1961, pero agregando a la ahora la «desviación de poder»
dentro de los supuestos que generan responsabilidad del funcionario, vicio de
los actos administrativos que reafirma su rango constitucional.
195
N° 37.347 del 17 de Diciembre de 2001.
196
Véase en general, Jesús Caballero Ortiz, «Consideraciones fundamentales sobre la responsabi-
lidad administrativa en Francia y en España y su recepción en la Constitución venezolana de 1999», en
Estudios de Derecho Público: Libro Homenaje a Humberto J. La Roche Rincón, Volumen II. Tribunal
Supremo de Justicia, Caracas, 2001, pp. 255-271; Luis A. Ortiz-Álvarez, «La responsabilidad patrimo-
nial del Estado y de los funcionarios públicos en la Constitución de 1999», en Estudios de Derecho
Administrativo: Libro Homenaje a la Universidad Central de Venezuela, Volumen II. Imprenta Nacio-
nal, Caracas, 2001, pp. 149-208.
1555
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1556
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
las personas no podían pretender que los entes estatales los indemnizaren sino
por daños causados por «autoridades legítimas en ejercicio de su función públi-
ca»; y del artículo 206, que regulaba la jurisdicción contencioso-administrativa
(equivalente al artículo 259 de la Constitución de 1999), al atribuirle a los tri-
bunales de dicha jurisdicción competencia para dictar sentencias de condena
«al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios originados
en responsabilidad de la Administración».
A propuesta nuestra197 se incluyó en la nueva Constitución una norma expre-
sa en la materia, con el siguiente texto:
Artículo 140: El Estado responderá patrimonialmente por los daños que
sufran los particulares en cualquiera de sus bienes y derechos, siempre que
la lesión sea imputable al funcionamiento de la Administración Pública.
197
Véase Allan R. Brewer-Carías, Debate Constituyente (Aportes a la Asamblea nacional Consti-
tuyente), Tomo II, Fundación de Derecho Público, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas 1999, pp.
184 y ss.
198
Véase en general, Luis Ortiz Álvarez, La Responsabilidad Patrimonial de la Administración
Pública,
que condenan al Estado al pago de sumas de dinero», en El Derecho Público a comienzos del siglo
XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías, Tomo II, Instituto de Derecho Público,
UCV, Civitas Ediciones, Madrid, 2003, pp. 2310-2329; María E. Soto, «Régimen constitucional de
la responsabilidad extracontractual de la Administración Pública», en Revista LEX NOVA del Cole-
gio de Abogados del Estado Zulia, Nº 239, Maracaibo, 2001, pp. 49-72; Luis A. Ortiz-Álvarez, «La
responsabilidad patrimonial del Estado y de los funcionarios públicos en la Constitución de 1999»,
en Estudios de Derecho Administrativo: Libro Homenaje a la Universidad Central de Venezuela,
Volumen II, Imprenta Nacional, Caracas, 2001, pp. 149-208; Ana C. Núñez Machado, «La nueva
Constitución y la responsabilidad patrimonial del Estado», en Comentarios a la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela», Vadell Hermanos Editores, Caracas, 2000, pp. 35-64; Abdón
Sánchez Noguera, «La responsabilidad del Estado por el ejercicio de la función jurisdiccional en la
Constitución venezolana de 1999», en Revista Tachirense de Derecho, Nº 12 (enero-diciembre).
Universidad Católica del Táchira, San Cristóbal, 2000, pp. 55-74; Luis Ortiz-Álvarez, «La respon-
sabilidad patrimonial del Estado y de los funcionarios públicos en la Constitución de 1999», en
Revista de Derecho Constitucional, Nº 1 (septiembre-diciembre), Editorial Sherwood, Caracas,
1999, pp. 267-312;
artículo 140 de la Constitución sobre responsabilidad patrimonial del Estado», en Revista de
Derecho Administrativo, Nº 15 (mayo-diciembre), Editorial Sherwood, Caracas, 2002, pp. 207-222;
Alfonso Rivas Quintero, Derecho Constitucional, Paredes Editores, Valencia-Venezuela, 2002, pp.
276 y ss.
1557
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
199
Véase Carlos A. Urdaneta Sandoval, «El Estado venezolano y el fundamento de su responsabi-
lidad patrimonial extracontractual por el ejercicio de la función legislativa a la luz de la Constitución
de 1999», en Revista de Derecho Constitucional, Nº 5 (julio-diciembre), Editorial Sherwood, Caracas,
2001, pp. 247-301.
1558
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
en la Constitución de 1961, del cual «no cabe duda que dicha responsabilidad
debe ser apreciada de manera objetiva descartándose la culpa del funcionario
como fundamento único del sistema indemnizatorio». En consecuencia,
la Sala, apartándose del criterio restringido que había sido establecido por la
Sala Político-Administrativa200, resolvió que «la responsabilidad patrimonial
del Estado no debe ser considerada como una garantía en favor de los entes
públicos; por el contrario, su consagración constitucional exige que la misma
sea interpretada por los jueces en sentido amplio y progresista como una ga-
rantía patrimonial del administrado frente a las actuaciones de la Administra-
ción generadoras de daño»201.
200
Véase la sentencia Nº 943 de 15-05-2001.
201
Véase la sentencia Nº 2818 de 19-11-2002 (Caso: Ramón Oscar Carmona Vásquez, en Revista
de Derecho Público, Nº 89-92, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2002, pp. 113 y ss.
202
Estudios
sobre la Constitución Española. Homenaje al Profesor Eduardo García de Enterría, Madrid 1991,
pp. 3839 a 3853; Ignacio de León, «A cinco años de la Constitución Económica de 1999. Un balance
de la gestión», Jesús María Casal, Alfredo Arismendi y Carlos Luis Carrillo Artiles (Coord.), Tenden-
cias Actuales del Derecho Constitucional. Homenaje a Jesús María Casal Montbrun, Tomo II, Uni-
versidad Central de Venezuela/Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2008, pp. 379-406.
203
Véase lo que expusimos ante la Asamblea, en Allan R. Brewer-Carías, Debate Constituyente,
Tomo III, op. cit., pp. 15 a 52.
204
Véase en general, Henrique Meier, «La Constitución económica», en Revista de Derecho Cor-
porativo, Vol. 1, Nº 1. Caracas, 2001, pp. 9-74; Dagmar Albornoz, «Constitución económica, régimen
tributario y tutela judicial efectiva», en Revista de Derecho Constitucional, Nº 5 (julio-diciembre),
Editorial Sherwood, Caracas, 2001, pp. 7-20; Ana C. Núñez Machado, «Los principios económicos de
la Constitución de 1999», en Revista de Derecho Constitucional, Nº 6 (enero-diciembre), Editorial
Sherwood, Caracas, 2002, pp. 129-140; Claudia Briceño Aranguren y Ana C. Núñez Machado, «As-
pectos económicos de la nueva Constitución», en Comentarios a la Constitución de la República Bo-
livariana de Venezuela, Vadell Hermanos, Editores, Caracas, 2000, pp. 177 ss., Jesús Ollarves Irazá-
bal, «La vigencia constitucional de los Derechos Económicos y Sociales en Venezuela», Libro
Homenaje a Enrique Tejera París, Temas sobre la Constitución de 1999, Centro de Investigaciones
Jurídicas (CEIN), Caracas, 2001, pp. 159 a 192; Rafael Ortiz Ortiz, «Derechos fundamentales y las
actividades económicas de interés general», en Revista de Derecho, Nº 22, Tribunal Supremo de Jus-
ticia, Caracas, 2006, pp. 123-202.
1559
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
205
Véase en Revista de Derecho Público, N° 85-88, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2001,
pp. 212-218.
206
Idem. Véase sobre dicha sentencia, José Ignacio Hernández, «Constitución económica y privati-
zación (Comentarios a la sentencia de la Sala Constitucional del 6 de febrero de 2001)», en Revista de
Derecho Constitucional, Nº 5, julio-diciembre-2001, Editorial Sherwood, Caracas, 2002, pp. 327-342.
1560
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
En estas relaciones está otro de los elementos claves del Derecho adminis-
trativo contemporáneo: el necesario equilibrio, en un régimen democrático, que
tiene que establecerse entre los poderes y prerrogativas de los órganos de la
Administración Pública y los derechos de los particulares o administrados, lo
cual plantea unas especiales exigencias en un régimen de derechos y garantías
ciudadanas.
1561
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
207
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Comentarios sobre la noción del servicio público como acti-
vidad prestacional del Estado y sus consecuencias» en Revista de Derecho Público, N° 6, Editorial
Jurídica Venezolana, Caracas, abril-junio 1981, pp. 65-71 «El régimen constitucional de los servicios
públicos» en El nuevo servicio público. Actividades reservadas y regulación de actividades de interés
general (electricidad, gas, telecomunicaciones y radiodifusión) VI Jornadas Internacionales de Dere-
cho Administrativo Allan Randolph Brewer-Carías, Caracas 2002, Fundación de Estudios de Derecho
Administrativo, Caracas 2003, pp. 19-49; José Ignacio Hernández G., «Un ensayo sobre el concepto
de servicio público en el derecho venezolano», Revista de Derecho Público, Nº 89-92, Editorial Jurí-
dica Venezolana, Caracas 2002, pp. 47-75.
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
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DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
1564
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
208
Ley Orgánica para la Prestación de los Servicios de Agua Potable y de Saneamiento (Ley
Nº 75), Nº 5.568 Extraordinario de 31-12-2001.
209
Por ejemplo, la Ley de Armonización y Coordinación de Competencias de los Poderes Públi-
-
ticos y de Electricidad (Decreto-Ley Nº 1.507), Nº 37.319 de 07-11-2001.
210
Ley Orgánica del Transporte Ferroviario Nacional ( N° 5.889 Extra. de
31-7-2008.
211
Véase Ley General de Puertos ( Nº 39.140 de 17-03-2009).
212
Véase Ley Orgánica de Telecomunicaciones ( Nº 39.610 de 7-2-2011).
1565
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
213
Véase Ley Orgánica de Reorganización del Sector Eléctrico ( Nº 39.494 de
24-8-2010).
214
Véase en general, Víctor Rafael Hernández-Mendible, José Ignacio Hernández G, Allan R.
Brewer-Carías y José Araujo-Juárez, Nacionalización, Libertad de Empresa y Asociaciones Mixtas,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 2008
215
Véase Gaceta Constituyente (Diario de Debates), Noviembre 1999-Enero 2000, Sesión de
14-11-99, Nº 44, pp. 3 ss. Véase nuestro voto salvado en primera discusión en Allan R. Brewer-Carías,
Debate Constituyente, Tomo III, op. cit., pp. 209 y 210.
1566
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
216
Véase nuestros comentarios sobre ese proceso en Allan R. Brewer-Carías, «Aspectos organiza-
tivos de la industria petrolera nacionalizada», en Archivo de Derecho Público y Ciencias de la Admi-
nistración, Instituto de Derecho Público UCV, Vol. III, Tomo I, Caracas 1981, pp. 407 a 492.
217
Así se reguló, en la Ley Orgánica de Hidrocarburos de 2001, reformada en 2006, -
cial Nº 38.493 de 4-8-2006, mediante la cual se derogó la Ley de Nacionalización Petrolera de 1975.
218
Véase Ley Orgánica de Hidrocarburos ( Nº 38.493 de 4-8-2006).
219
Véase en general, Ley de Regularización de la Participación Privada en las Actividades Pri-
marias Previstas en el Decreto Nº 1.510 con Fuerza de Ley Orgánica de Hidrocarburos (Gaceta
n° 38.419 de 18-4-2006); Ley de Migración a Empresas Mixtas de los Convenios de Asocia-
ción de la Faja Petrolífera del Orinoco; así como de los Convenios de Exploración a Riesgo y Ga-
nancias Compartidas (Decreto Ley Nº 5.200) ( n° 38.632 de 26-02-2007); Ley sobre
los Efectos del Proceso de Migración a Empresas Mixtas de los Convenios de Asociación de la Faja
Petrolífera del Orinoco; así como de los Convenios de Exploración a Riesgo y Ganancias Compar-
tidas Nº 38.785 del 08-10-2007). Véase sobre este proceso en Allan R. Brewer-Ca-
rías, «La estatización de los convenios de asociación que permitían la participación del capital pri-
vado en las actividades primarias de hidrocarburos sucritos antes de 2002, mediante su terminación
1567
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
Por otra parte, en cuanto al régimen de las regulaciones legales a las activi-
dades económicas, la expansión del sector público ha llevado al ahogamiento
progresivo del sector privado, por las regulaciones draconianas que progresiva-
mente se han venido estableciendo, con regímenes sancionatorios que ha auto-
rizado a la Administración a ocupar y apropiarse de industrias y servicios, in-
cluso sin compensación, configurándose como confiscaciones administrativas.
220
Véase nuestro voto salvado en primera discusión en Allan R. Brewer-Carías, Debate Constitu-
yente, Tomo III, op. cit. pp. 210 y 211.
221
Véase Ley Orgánica de Ordenación de las Empresas Productoras de Cemento, Decreto Ley
Nº 6.091, Nº 5.886 Extra. de de 18-6-2008); Ley Orgánica de Ordenación de las Em-
presas que Desarrollan Actividades en el Sector Siderúrgico en la Región de Guayana, Decreto Ley
Nº 6.058 Nº 38.928 de 12-5- 2008; Ley Orgánica que reserva al Estado bienes y servi-
cios conexos a las actividades primarias de Hidrocarburos, Nº 39.173 de 7-5-2009.
222
Véase Allan R. Brewer-Carías, «La reforma constitucional en Venezuela de 2007 y su rechazo
por el poder constituyente originario», en José Ma. Serna de la Garza (Coord.), Procesos Constituyen-
tes contemporáneos en América latina. Tendencias y perspectivas, Universidad Nacional Autónoma
de México, México 2009, pp. 407-449; «La proyectada reforma constitucional de 2007, rechazada por
el poder constituyente originario», en Anuario de Derecho Público 2007, Año 1, Instituto de Estudios
de Derecho Público de la Universidad Monteávila, Caracas 2008, pp. 17-65; «La reforma constitucio-
nal en Venezuela de 2007 y su rechazo por el poder constituyente originario», en Revista Peruana de
Derecho Público, Año8, Nº 15, Lima, Julio-Diciembre 2007, pp. 13-53.
223
Véase en Nº 5.890 Extra. de 31-07-2008.
1568
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
224
Véase en Nº 6.011 Extra. de 21-12-2010.
225
Véase Ley Orgánica del Sistema Económico Comunal ( N° 6.011 Extra. de 21-
12-2010). Véase, Allan R. Brewer-Carías, «Introducción General al Régimen del Poder Popular y del
Estado Comunal (O de cómo en el siglo XXI, en Venezuela se decreta, al margen de la Constitución, un
Estado de Comunas y de Consejos Comunales, y se establece una sociedad socialista y un sistema
económico comunista, por los cuales nadie ha votado)», en Allan R. Brewer-Carías, Claudia Nikken,
Luis A. Herrera Orellana, Jesús María Alvarado Andrade, José Ignacio Hernández y Adriana Vigilan-
za, Leyes Orgánicas sobre el Poder Popular y el Estado Comunal (Los consejos comunales, las comu-
nas, la sociedad socialista y el sistema económico comunal), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas
2011, pp. 9-182.
226
El rechazo popular se efectuó mediante el referendo de diciembre de 2007 en el cual se rechazó
la reforma constitucional en la cual se proponía su creación; y en las elecciones parlamentarias de
septiembre de 2010, en la cual el pueblo mayoritariamente votó contra el Presidente y sus políticas
socialistas.
1569
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
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PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
227
Para lo cual sus redactores, basándose quizás en algún «Manual» vetusto de revoluciones co-
munistas fracasadas, parafrasearon en la Ley, lo que Carlos Marx y Federico Engels escribieron hace
más de 150 años, en 1845 y 1846, sobre la sociedad comunista, en el conocido libro La Ideología
Alemana, al referirse a la sociedad primitiva de la época, en muchas partes aún esclavista y en todas,
declarando que la «división del trabajo y la propiedad privada» eran «términos idénticos: uno de ellos,
referido a la esclavitud, lo mismo que el otro, referido al producto de esta».Véase Karl Marx and Fre-
derich Engels, »The German Ideology», en Collective Works, Vol. 5, International Publishers, New
York 1976, p. 47. Véanse además los textos pertinentes en http://www.educa.madrid.org/cms_tools/
1571
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
228
Al referirse al trabajo en la misma obra La ideología alemana, Marx y Engels hablaron de la
1572
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
229
N° 6.011 Extra. de 21-12-
N° 5.990
Extra. de 29-7-2010) Véase los comentarios a esta última en Allan R. Brewer-Carías, «Comentarios
en Revista de Derecho Público», Nº 110, (abril-junio 2007), Editorial Jurídica Venezolana, Caracas
2007, pp. 79-89.
1573
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
230
Véase N° 37.522 del 6 de septiembre de 2002. Véase en general, Jesús Caballe-
ro Ortíz, «Bases constitucionales del derecho de la función pública», Revista de Derecho Constitucio-
nal, Nº 5, julio-diciembre-2001, Editorial Sherwood, Caracas, 2002, pp. 21 a 46.
231
Véase nuestra propuesta en Allan R. Brewer-Carías, Debate Constituyente (Aportes a la Asam-
blea Nacional Constituyente), Tomo II, op. cit. p. 182. Véase en general Allan R. Brewer-Carías, El
Estatuto del funcionario público en la Ley de Carrera Administrativa, Caracas, 1971.
232
En general, sobre el régimen constitucional de los funcionarios públicos, véase Antonio de
Pedro Fernández, «Algunas consideraciones sobre la función pública en la Constitución de la Repúbli-
ca Bolivariana de Venezuela», en Estudios de Derecho Administrativo: Libro Homenaje a la Univer-
sidad Central de Venezuela, Volumen I, Imprenta Nacional, Caracas, 2001, pp. 307-342.
1574
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
233
Véase sentencia de la Sala Constitucional Nº 2399 de 29-08-03 (Caso: Interpretación de las
normas contenidas en los artículos 4 del Régimen Transitorio de Remuneraciones de los más Altos
Funcionarios de los Estados y Municipios, Comisión Legislativa Nacional de 2000).
234
Véase Ley Orgánica de Emolumentos, Pensiones y Jubilaciones de los Altos Funcionarios y
Altas Funcionarias del Poder Público ( Nº 39.592 de 12-1-2011).
1575
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
235
Véase Allan R. Brewer-Carías, «La distinción entre las personas públicas y las personas priva-
Re-
vista de la Facultad de Derecho, Nº 57, UCV, Caracas, 1976, pp. 115 a 135. La distinción se puede
apreciar, también, por ejemplo, en el texto del artículo 322.
236
Véase en general, Fortunato González Cruz, «El ambiente en la nueva Constitución venezolana»,
en El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías,
Tomo III, Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones, Madrid, 2003, pp. 2917-2923; Germán
Acedo Payáres, «La Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999 y los denominados
‘Derechos Ambientales», en El Derecho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profe-
sor Allan R. Brewer-Carías, Tomo III, Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones, Madrid,
2003, pp. 2925-2978; Alberto Blanco-Uribe Quintero, «La tutela ambiental como derecho-deber del
Constituyente. Base constitucional y principios rectores del derecho ambiental», en Revista de Derecho
Constitucional, Nº 6 (enero-diciembre). Editorial Sherwood, Caracas, 2002, pp. 31-64; Alberto Blanco-
Uribe Quintero, «El ciudadano frente a la defensa jurídica del ambiente en Venezuela», en El Derecho
Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías, Tomo III,
Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones, Madrid, 2003, pp. 2995-3008; y Véase Luciano
Parejo Alfonso, «El derecho al medio ambiente y la actuación de la Administración Pública», en El De-
recho Público a comienzos del siglo XXI. Estudios homenaje al Profesor Allan R. Brewer-Carías, Tomo
III, Instituto de Derecho Público, UCV, Civitas Ediciones, Madrid, 2003, pp. 2979-2994.
1576
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
237
Véase la Ley Orgánica del Ambiente en Nº 31.004 de 16-06-1976.
1577
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
238
Nº Extra. 3.238 de 11-08-1983. Véase además, Allan R. Brewer-Carías, Ley
Orgánica para la Ordenación del Territorio, Caracas, 1983.
239
Nº 33.868 de 16-12-1987. Véase además, Allan R. Brewer-Carías et al., Ley
Orgánica de Ordenación Urbanística, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1988.
1578
PANORAMA GENERAL DEL DERECHO ADMINISTRATIVO EN VENEZUELA (2012)
(art. 2), así como la Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos de 1999 (art. 1)240.
La Constitución, por otra parte, también declara que «las costas marinas son
bienes del dominio público» (art. 12), lo cual se había complementado en la
Ley de Conservación y Saneamiento de Playas de 2000 (art. 2) y se reguló en
la Ley de Zonas Costeras241. Por otra parte, en cuanto a las aguas, el artículo 304
de la Constitución establece que «todas las aguas son del dominio público de la
Nación, insustituibles para la vida y el desarrollo», lo que también se reguló en
la Ley de Aguas242.
Además, otras normas constitucionales también regulan bienes del dominio
público, aun cuando sin utilizar este calificativo jurídico; se trata, por ejemplo,
de las «armas de guerra», respecto de las cuales el artículo 324 declara que solo
el Estado puede poseerlas y usarlas, de manera que «todas las que existan, se
fabriquen o se introduzcan en el país pasarán a ser propiedad de la República
sin indemnización ni proceso» (art. 324). Por otra parte, el artículo 303 de la
Constitución dispone que «por razones de soberanía económica, política y de
estrategia nacional, el Estado conservará la totalidad de las acciones de Petró-
leos de Venezuela, S.A., o del ente creado para el manejo de la industria petro-
lera», lo que implica una declaratoria indirecta de dominio público de dichas
acciones societarias, que son inalienables.
Ahora bien, la declaratoria de todos estos bienes como del dominio público
en la propia la Constitución implica limitaciones a la potestad contractual de los
entes públicos, particularmente por la inalienabilidad de los mismos, lo que
implica la prohibición de cualquier contrato de interés público que pueda signi-
ficar la enajenación de estos bienes.
Sin embargo, la propia Constitución prevé el régimen de concesiones para
la explotación de los bienes que sean «recursos naturales propiedad de la Na-
ción», las cuales pueden ser otorgadas con exclusividad o sin ella, por tiempo
determinado, y asegurando, siempre, «la existencia de contraprestaciones o
contrapartidas adecuadas al interés público» (art. 113). En cuanto a las conce-
siones mineras, en particular, se dispone en el artículo 156, 16 de la Constitu-
ción que «el Ejecutivo Nacional no podrá otorgar concesiones mineras por
tiempo indefinido»243.
Aparte de estas disposiciones constitucionales, por supuesto, los bienes del
dominio público se han definido tradicionalmente en el Código Civil conforme
240
Véase Ley Orgánica de Hidrocarburos Gaseosos, Decreto-Ley N° 310 (
N° 36.793 de 23-09-1999).
241
Véase Ley de Zonas Costeras, Decreto-Ley Nº 1.468 ( Nº 37.349 de 19-12-
2001).
242
Véase Ley de Aguas ( Nº 38.595 de 02-01-2007).
243
Véase Allan R. Brewer-Carías, «Prólogo» sobre «El régimen constitucional aplicable a las
concesiones de obras y servicios públicos», en Alfredo Romero Mendoza (Coordinador) et al., Régi-
men Legal de las Concesiones Públicas, Caracas 2000, pp. 9 a 16.
1579
DERECHO ADMINISTRATIVO EN IBEROAMÉRICA
al criterio de la afectación al uso público, como las vías públicas, los ríos, los
lagos, el mar y las plazas y los fuertes de guerra (art. 534).
Por otra parte, de acuerdo con el artículo 542 del Código Civil se consideran
como tierras baldías los bienes inmuebles que no tengan dueño, los cuales se
configuran como parte del dominio privado de los Estados de la Federación.
Por ello, el artículo 164, 5 de la Constitución ahora le atribuye a los estados la
administración de las tierras baldías, aún cuando «el régimen» de las mismas
debe ser establecido por ley nacional (art. 156, 16).
Como bienes del dominio privado de los estados, las tierras baldías pueden
ser objeto de contratación, en el sentido de que, por ejemplo, pueden ser enaje-
nadas o arrendadas, con una sola excepción que establece la Constitución y es en
relación con las tierras baldías existentes en las dependencias federales y en las
islas fluviales o lacustres, las cuales «no podrán enajenarse y su aprovechamien-
to solo podrá concederse en forma que no implique, directa ni indirectamente, la
transferencia de la propiedad de la tierra» (art. 13). Las «dependencias federa-
les» a que alude esta norma son las islas marítimas no integradas en el territorio
de un Estado de la federación, así como las islas que se formen o aparezcan en
el mar territorial o en el que cubra la plataforma continental (arts. 7 y 11).
Entre los bienes inmuebles de los Municipios, la Constitución define a los
ejidos, presumiendo además que son tales «los terrenos situados dentro del área
urbana de las poblaciones del Municipio, carentes de dueño, sin menoscabo de
legítimos derechos de terceros, válidamente constituidos» (art. 181). Los eji-
dos, a pesar de que conforme al artículo 181 de la Constitución «son inaliena-
bles e imprescriptibles», la misma norma agrega que «solo podrán enajenarse
previo el cumplimiento de las formalidades previstas en las ordenanzas muni-
cipales y en los supuestos que las mismas señalen».
En relación con los baldíos y ejidos, por supuesto, también se aplica el régi-
men de concesiones antes indicado, conforme al mencionado artículo 113 de la
Constitución.
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INAP ISBN 978-84-7351-295-4
P.V.P.
49,00 €
(IVA incluido)