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Los colores se pueden asociar con sentimientos, emociones o diferentes conceptos abstractos. Por ejemplo, el verde se
asocia al concepto de la sostenibilidad, la ecología, el azul a la tecnología o la limpieza, el rojo a la pasión, etc. Sin embargo
estas asociaciones son más o menos arbitrarias y cambiantes, y normalmente querremos transmitir el concepto de forma
independiente de una moda o tendencia. Se trata de que un color se escoja por una razón, porque transmite una sensación,
un sentimiento o una emoción, para que su elección sea parte de los conceptos que queremos asociar a una pieza creativa,
imagen corporativa o lo que necesitemos, lo que hará que esas emociones se puedan asociar al objeto que estamos creando.
La relación entre el color y las emociones es conocida desde hace tiempo. No solo porque la luz de un día o el tono de una
estancia puedan influir en nuestro estado de ánimo sino porque los colores que vestimos o utilizamos pueden tanto ser reflejo
de cómo nos sentimos como influir en nuestros sentimientos del día. Esta misma equivalencia sirve para escoger colores en
el proceso creativo, y el conocimiento de la relación color-emoción nos va a ayudar a transmitir nuestro mensaje de una
manera mucho más efectiva. Ajustar los sentimientos asociados a un determinado color nos proporcionará una herramienta
para llegar a resultados mucho más perdurables.
Por tanto, si creamos un círculo cromático con todo el espectro visible y añadimos parámetros de luminosidad, dejando los
tonos de luminosidad baja en el centro del círculo y aumentando la luminosidad hacia fuera, podemos establecer una
correlación entre una determinada emoción y un color o una zona del espectro cromático y además añadir una intensidad a
esa emoción en función de su luminosidad.
Por ello, utilizar colores suaves, en la zona externa y más luminosa de la rueda de color, denota ambigüedad, baja
emotividad, incluso apatía, mientras que los colores intensos y oscurecidos tienden a expresar decisión, emociones intensas,
implicación personal… Esto lo debemos tener en cuenta a la hora de definir una gama cromática en un trabajo, y nos sirve
de guía para cumplir nuestro briefing.
Genéricamente se pueden establecer las siguientes relaciones entre colores primarios/secundarios y emociones básicas, así
como el blanco y el negro:
Luego la intensidad de la emoción básica y su “tono” dependerán de su posición en la rueda de color y cuán hacia dentro o
fuera se coloquen. Y de la misma manera que los colores se matizan según se acercan a otro (los primarios se combinan en
secundarios, luego en terciarios, etc), las emociones hacen lo mismo. Las del grupo de enfado, por ejemplo, pueden pasar
de la distracción a la frustración en función de si están cerca del morado o cerca del naranja. Y no es por casualidad que en
inglés “blue” signifique también “triste” ;-D. Gráficamente:
Este gráfico funciona como una guía genérica, pues luego debemos tener en cuenta las armonías y combinaciones de colores
así como la concordancia con otros conceptos asociados no emocionales, pero eso es parte de otro artículo. Así que de
momento nos quedaremos con dos conceptos básicos:
colores claros.
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