You are on page 1of 3
El drbol el bosque: La ciudad letrada y su concepto de poder Florencia Garramufio Uno de los problemas de La ciudad letrada de Angel Rama podria sor planteado a partir de la antigua disputa entre los estudios tex- tualistas y los estudios més sociol6gicos de la literatura, Una atenci6n més detenida al texto mismo -podrfa proponer este planteo dicots- mico-, al tipo de construccién y de legitimi- dad que los letrados construyeron en sus tex- tos, podria haber hecho que La ciudad letrada no perdiera la especificidad de las propias préc- ticas de los intelectuales en una concepeién de- masiado homogeneizadora sobre el lugar de Jos mismos en distintos momentos de la his- toria latinoamericana, ni desconociera la acti- vvidad de algunos letrados que funcionaron por afuera de esa fortaleza de poder que fue la cit- dad letrada, Sin dudas, algo de eso hay, y qui- 245 el mayor éxito de lectura que tuvo La trans- culturacién narrativa de América latina se deba, no tanto a la formulacién de un concepto te6rico que tendria miltiples usos ~aungue tam- bién criticas—para el andlisis de las culturas la tinoamericanas, porque de hecho también el concepto téorico de los letrados y de la ciu- dad letrada ingres6 en multiples formulacio- nes, sino al andlisis detenido y productivo, ex- haustivo y no meramente fragmentario, de algunos textos fundamentales del canon lati- noamericanista, Esa vieja disputa, sin embargo, parece un poco pobre para apreciar tanto las ventajas Universidad de San Andrés / CONICET como las virtudes del texto de Rama, ¥ qui- zs hasta habrfa que proponer que fue la misma La ciudad letrada uno de los textos funda- mentales que form6 parte de la gran masa de textos de critica lteraria latinoamericanista que ‘puso, junto con otros, bajo una luz de sospe- cha esa polaridad. Porque la elaboracién del concepto de ciudad letrada le permite a Rama insertar los textos ~es cierto que demasiado po- cos, y €s cierto que desde una visiOn, por mo- ‘mentos, un tanto generalizadora-en una trama cultural més amplia que tos explicay ala que ellos mismos explican y a su vez problemati- zan: El periquillo sarniento de Fernandez Lizardi o Primero Sueio de Sor Juana ingre- san en su texto como receptéculos y cataliza- dores de conflictos que son culturales antes que textuales, y que encuentran en esos escritos no S60 el sitio de su manifestacién -su archivo-, sino también un espacio productivo de ideo- logias y de transformaciones. Y la gran ven- taja que esta perspectiva trae para el anlisis, cultural es que permite distanciarse de las au- topercepciones producidas por los propios in- telectuales: de allf, también, el fuerte anti telectualismo de la mirada de Rama. Entiendo por lo tanto que esa vieja disputa entre textualistas y sociol6gicos, por un lado, ha sido exitosamente resuelta en algunos en- sayos de eritica literaria que con magistral equi librio han logrado iluminarzonas de la cultura Priemas, Ravista do historia imtolectual, N* 10, 2006, pp. 198-107 Jatinoamericana hasta entonces en sombra gra- cias al andlisis de textos y poemas desde una perspectiva hasta cierto punto similar si t0- amos en cuenta s6lo esa pretensién de in- sertarel texto en una trama cultural~a la pre- tensi6n culturalista de Rama, ¥, ademds, que resuelve en una dicotomfa metodologica algo que sin embargo no es del orden de Ia meto- dologia—que se analice més, o menos, el texto— sino de los principios teéricos en los que ese método se sustenta La por momentos excesiva homogeneiza- cién de experiencias y textos disfmiles y su desconocimiento de las diferencias que atra- viesan esas culturas y se ebelan frente al prin- cipio homogeneizador no deriva en La ciu- dad letrada tanto de que analiza muy a vuelo de pajaro los textos de esos intelectuales cu- yas posiciones sociales quieren verse refle- Jadas en sus textos, sino de una concepeién el poder, y de la relacién entre intelectuales y poder, por momentos demasiado rfgida y estitica. Es precisamente esa relacién entre intelec- tuales y poder la que Rama se propone estu- dar ~siguiendo en esto una larga tradici6n de ‘andlisis de los intelectuales, impulsada sin duda por el concepto mismo de intelectual como lun concepto claramente ligado con el poder y la politica desde sus primeras formulaciones-, Esa delimitacién de su estudio se manifiesta, cepto de ciudad letrada, Dice Rama, en su ya clasica definicién: Enel centro de toda ciudad, segiin diversos grados que alcanzaban su plenitud en las ciudades virreinales, hubo una ciudad le- trada que componta el anillo protector del poder y el ejecutor de sus érdenes. * Angel Rama, La ciudad lerada, Hanover, Ediciones del Nome, 1984, p. 25, No s6lo en esa formulacién la relacién con el poder es definitiva, sino que sobre todo es ella misma definida: se trata de una relacién entre intelectuales y poder en el que éstos se definen como protectores y ejecutores de Ias drdenes del poder. No se trata de una relacién simplista y determinista, sin embargo: Rama complejiza lun poco Ia cuestiGn y propone una relacién més fluida entre intelectuales y poder, proponién- dose investigar también los circuitos y las ins- tituciones de poder que los mismos intelec- tuales erearon e imaginaron.? La concentracién en esa relacién pauta, también, la estructura- i6n de los capftulos del libro y se convierte asf en el que podrfa denominarse el principio historizador de La ciudad letrada: de la eiu- dad escrituraria a la ciudad revolucionada, lo ue se persigue es la forma en la que va ma- nifestindose de maneras diferentes esa rela- cin entre intelectuales y poder, y el poder de los intelectuales. En todos estos casos, Rama privilegia lugares positivos del poder —la par- ticipacién de los letrados en el Estado, la uni- versidad, las instituciones educativas~ por so- bre otras formas de circulacién del poder de las ideas, mds dispersivas y tal vez menos per- ceptibles a primera vista. Desde esta concepcién tebrica del poder, uno de los problemas que surgen del texto de Rama si se lo piensa como una historia de los intelec- tuales no es simplemente que se centra en el lugar social del intelectual o letrado con res- pecto al poder, desconociendo ciertas estrate- gias textuales que, en determinados momentos, ya pesar de la participacién de esos letrados ‘en esas estnucturas positivas del poder, podrian 2%, La ciudad tetrada, op. cit. . 30: "Con demasiads frecuencia en los andlsis marxitas, e ha visto a Ws in- lelectuales como merot ejeeutantes de los mandstos de las Insttuciones (cuando no de las elases) que los em= pean, perdiendo de vita su peculiar funeion de produc- {ores, en tanto coneiencias que elaboran mensajes, y, sobre todo, su especficidad como disenadares de mo: delos cultural, destinados ala canformacién de ideo logtas pablcas” 196 legar a minar ese poder. No es s6lo que inte lectuales asociados con el Estado pdieron a pe- sar de sus acciones estatales negociar en sus tex- tos operaciones que podrian haber ido en contra de ese poder, sino sobre todo que desde esta concepci6n te6rica se desconoce el poder de cciertas ideas producidas por intelectuales ~o ¢s- critores, 0 artistas— al margen del Estado y de sus instituciones; ideas que sin embargo ad- 4uirieron un poder muy fuerte en las culturas de sus épocas, quizésno tanto visibles en s{mis- mas en el momento mismo de su gestacién, pero sfen la incidencia que éstas tuvieron en otros intelectuales y artistas 0 en la definicién de un clima cultural ¢ ideot6gico. Dos ejemplos més ‘© menos contempordncos: la importancia de Macedonio Feméndez y sus ideas para as ela- boraciones posteriores de Borges y de la van- ‘Buardia argentina de los afios 1920, y la genial cristalizacién de un modemismo antimoderista en Lima Barreto, que se manifests, también, ‘més alld del mismo y que supo condensar, ade- ‘ms, toda una larga tradici6n de critic dernidad que forms parte importante de Ja cul- tura brasiefia moderna desde por lo menos fi- nes del siglo xix.3 El gran riesgo, entonces, es perder de vista cOmo el poder —estatal o cultu- ral- se construye también a partir de esas otras Posicionese ideas marginales, y perder de vista el funcionamiento a menudo dispersivo y frag- mentado de las ideas y del poder. sa limitacién, sin duda de grandes conse- ccuencias en el texto de Rama, no debe ser con- fundida con una limitacién metodol6gica; per- cibir mejor sus orfgenes teéricos puede llegar a ser importante en el momento de pensar una historia de 1os intelectuales latinoamericanos, no s6lo para reflexionar sobre qué otras z0- nas deben ser incorporadas, sino también para poder recuperare! legado de Rama de unama- neta productiva. 0 2 Uso de los eldsicos de la cultura latinoamericana -ci- ‘ado por el propio Ruma-, Os Sertdes de Euclides Da ‘Cunha, condensa de forma luminose esta auoeriica re- flexiva de la propia modernidad a algunos de sus prine\- pios fandadores. 197

You might also like