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Políticas judiciales y Nuevo Gobierno Judicial

Retos y tareas del Consejo de la Judicatura Federal

Fernando Serrano Migallón

Presentación.

Las sociedades, como entidades políticamente organizadas en Estados,


han mostrado dos hitos esenciales: el régimen constitucional y la división de
poderes. Desde su surgimiento, en Occidente, permitieron la conformación de los
Estados, el establecimiento de relaciones internacionales más allá de las simples
coyunturas accidentales y lograron que la sociedad alcanzara puntos de equilibrio
y diálogo necesarios para su desarrollo. Si bien hoy no podemos entender al
Estado de Derecho fuera del concepto democrático, tampoco podríamos
entenderlo sin lo que ahora nos parece natural, la división de poderes.

El Poder Legislativo ha mostrado un desarrollo estable, como depositario de


la soberanía en la mayor parte de los regímenes constitucionales y como
asamblea deliberante responsable principal de la creación del marco jurídico. El
Ejecutivo, a su vez, ha sido quien cuenta con mayor capacidad efectiva y con más
facultades. El Poder Judicial, en cambio, ha mostrado un gran mecanismo de
transformación y adaptación, en muchos casos, como depositario, por lo menos en
parte, del poder público en tanto que es el que se pronuncia, en última instancia,
sobre la aplicación del marco legal, tanto en las relaciones entre personas, entre
éstas y los órganos del Estado y de estos últimos entre sí. Hoy, el Poder Judicial
es más de lo que pudo haber imaginado Montesquieu, es un generador de
derecho, un promotor de políticas públicas, un árbitro inter pares y un moderador
del ejercicio soberano; baste pensar en algunos episodios de la historia reciente
de México, en que su decisión ha sido definitiva.

Esa propia dinámica de transformación se ha impuesto como una serie de


retos para el ejercicio de la impartición de justicia; desde la capacitación en
nuevas áreas del conocimiento jurídico relacionadas con las prácticas sociales,
políticas y tecnológicas, hasta el establecimiento de conceptos y políticas
derivadas de nuevas realidades culturales y demográficas. La creación del
Consejo de la Judicatura Federal, dentro de la reforma constitucional de 1994, no
sólo contribuyó a ordenar y encauzar el desarrollo de la actividad jurisdiccional y
del funcionamiento de los órganos del Poder Judicial, sino que se convirtió, a lo
largo del tiempo, en un elemento fundamental para la determinación de políticas
públicas y de gobierno judiciales.

Esta necesidad de orden y perspectiva obedece a que la acción política del


Poder Judicial está acotada por su propia naturaleza. Si aceptamos que la
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creación de políticas públicas, en cualquier área del poder del Estado, impacta a
grupos de interés y que genera conductas nuevas y proscribe otras, entonces
debemos aceptar que estas creaciones obedecen a un proceso de negociación
política. Sin embargo, el Judicial es el único de los poderes que carece de esta
característica, pues su razón de ser es la justicia y ésta no es negociable; de tal
modo, los espacios del oferente y del demandante, las posiciones flexibles y
aquellas que puedan serlo, son espacios en los que no figura ni puede figurar la
administración de justicia. El Consejo de la Judicatura como órgano concentrador
de las razones y también como orientador de las prácticas, depende tanto de la
calidad de sus argumentos como de su capacidad para exponerlos y comunicarlos
dentro y fuera del ámbito judicial. En este sentido, fiel a sus principios de
independencia e imparcialidad, el Consejo de la Judicatura ha incidido en la
creación de nuevas formas de administrar justicia, de cumplir con eficiencia su
labor y, sobre todo, de contribuir a que los jueces y magistrados, en uso de sus
facultades legales logren un marco jurídico más democrático, coherente y
funcional.

Gestión y Transparencia Administrativas

La gestión y transparencia administrativas son hoy dos de los elementos


fundamentales para el funcionamiento correcto de cualquier institución pública; sin
embargo, es en la impartición de justicia donde ambos elementos constituyen el
alma de la relación entre el servidor público y la población. La sociedad debe
conocer la forma en que ésta se desarrolla y percibir así sus alcances, sus
limitaciones y, al mismo tiempo, los juzgadores deben generar altas cuotas de
confianza en los gobernados, esta relación es una de las condiciones básicas de
la convivencia pacífica en nuestros tiempos. De ahí que en el marco de las
políticas y de gobierno judiciales, se haga necesario diseñar medios de
comunicación incluyentes, abiertos, democráticos y transparentes para que los
mitos, los prejuicios y los ataques interesados, cedan su lugar a sensaciones
compartidas de seguridad, confiabilidad y funcionalidad. Para ello, las facultades
de administración, vigilancia y disciplina, conferidas constitucionalmente al
Consejo de la Judicatura, se constituyen no sólo como tareas, sino como
compendios valorativos que puestos en contacto con la sociedad, contribuyan a la
mejor relación entre impartidores de justicia, justiciables y la sociedad.

Como un requisito para que el Consejo pueda cumplir la función


coordinadora y directiva de las políticas públicas inherentes a la impartición de
justicia, resulta conveniente trabajar con mayor eficiencia en la mejora de la
administración interna del organismo, de modo tal que la descentralización de las
tareas conferidas al pleno del Consejo puedan ser trasladadas a unas comisiones
más fuertes que tomen decisiones de mayor trascendencia sometidas al pleno y
puedan resolver, con eficiencia y celeridad las que correspondan al ámbito de sus
atribuciones; de este modo, confirmaría su tarea rectora en el campo de las
políticas internas de la actividad judicial.

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Con base en la reciente expedición de la Ley Federal Anticorrupción en
Contrataciones Públicas, es necesario que el Consejo de la Judicatura analice la
forma en la que las normas de dicha ley pueden incidir en el ámbito de la actividad
judicial.

Políticas de Gestión Judicial

La experiencia histórica reciente ha demostrado cómo, a partir de la


determinación de políticas y de gobierno judiciales, emprendidas al interior del
Poder Judicial y promovidas por el Consejo de la Judicatura, ha logrado transmitir
mensajes valorativos que son captados y aplicados por la sociedad. Es digno de
destacar la tarea emprendida por años en torno al tema de la equidad de género.
Como todavía no es una tarea acabada, es imperativo mantener las políticas y el
análisis que construyan una imagen real de la tarea de la mujer en su entorno
laboral.

El Consejo de la Judicatura como encargado de la administración de


justicia, tiene como tarea final proveer de los medios necesarios para que cada
uno de quienes tienen en sus manos los valores más importantes de la sociedad:
libertad y justicia, dispongan de espacios y elementos materiales adecuados para
desarrollar sus funciones; pero además, su propia dinámica lo instituye como un
guía y como un elemento de confianza para la sociedad. La colectividad espera
que su sistema de impartición de justicia funcione sin contratiempos, rápida y
confiablemente, que se pueda recurrir a él con la certeza de que serán respetados
sus derechos.

En ese marco valorativo hay algunas políticas que merecen particular


atención; por ejemplo, el avance en los procesos de innovación tecnológica en la
función jurisdiccional, así como los progresos en materia de inteligencia artificial,
en los elementos de coadyuvancia de la impartición de justicia, en la
automatización y resguardo de archivos o en el acceso a fuentes de información
de precedentes y razonamientos jurídicos; los juicios en línea y las notificaciones
digitales que son ya el presente en algunos procedimientos judiciales. El
establecimiento de estos procesos no es fácil, debe considerar aspectos como la
planeación y diseño de la solución aplicativa, la construcción de la plataforma
tecnológica, la capacitación de los recursos humanos que administran el sistema
de justicia en línea, así como la estrategia de comunicación que difunde sus
beneficios y ventajas entre los usuarios. El Consejo, responde a la delicada tarea
de manejar esta enorme masa crítica de conocimiento y de buenas prácticas en
este contexto tecnológico; no puede ni debe olvidarse que la tecnología, por sí
misma, no soluciona problemas, sino que constituye un elemento para facilitar las
decisiones acertadas tanto en el aspecto técnico como en el social y el jurídico.

Lo anterior reviste particular importancia, ya que de ser aprobado el


proyecto de la Nueva Ley de Amparo, actualmente en revisión, y que contempla el

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juicio de amparo en Línea, obliga a la instalación de nuevos sistemas electrónicos
y la capacitación de sus usuarios.

Para el Consejo, en su tarea de la determinación de políticas judiciales y,


particularmente en su gobierno interno, el tema de la dilación de los
procedimientos debe ser fundamental; entre las causas de dicho fenómeno
pueden encontrarse algunas tan variadas como la inactividad de las partes, la
forma en que se fijan las audiencias, la lentitud en el pronunciamiento de los
acuerdos, la todavía incipiente oferta de resolución alternativa de conflictos, la
complejidad de los casos o de la legislación, pero sobre todo, la inexistencia de
sistemas eficientes para verificar el estatus del tiempo de las diversas etapas
procesales, particularmente en el tema de los retrasos en el proceso derivado del
sistema de notificaciones. Resulta urgente la necesidad de incidir en el diseño de
procesos en los juzgados a través de la estandarización, la reingeniería de los
procedimientos, el avance en los sistemas de información para la gestión judicial
y la calidad del servicio.

Los procesos de ciudadanización y democratización emprendidos tanto por


el Estado como por la sociedad organizada, se han manifestado a través de
acciones concretas en beneficio de los justiciables, en la búsqueda de la
transparencia en el ejercicio del poder y la rendición de cuentas. Así, el Consejo
de la Judicatura Federal por esencia está comprometido en la recta
administración, en el respeto a los derechos humanos y la aplicación del Derecho
Internacional como fines en sí mismos, y a explicar la tarea jurisdiccional en un
lenguaje cercano a la población.

Federalismo Judicial y Cooperación.

No menos importante resulta el tema del federalismo judicial, el cual debe


partir de la base del respeto a la autonomía de los estados. Transitar de la revisión
de los tribunales federales a la actuación de los tribunales locales, que redunda en
la incompetencia de estos últimos para proteger derechos por la vía del amparo,
pues basta con que se argumente en un juicio del orden local la violación de un
derecho fundamental para que dicho proceso se transforme en competencia
federal. Es así como surge la necesidad de evolucionar, incitando una
colaboración decidida de las entidades federativas en la protección de los
derechos fundamentales, en conjunto con el Poder Judicial de la Federación.

Junto con el poder de convocatoria de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, se deben fomentar foros nacionales en los que converjan, sin distinción de
jerarquía sino en su calidad común de impartidores de justicia, los representantes,
locales y federales, de los diversos órganos jurisdiccionales, con el único propósito
de compartir experiencias, manifestar necesidades y colegir rutas hacia el
fortalecimiento de un verdadero federalismo judicial.

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Reformas Constitucionales en materia Penal, Derechos Humanos y Amparo.

En el momento actual de la República, los derechos humanos, su


protección vía amparo y la justicia penal, se han convertido en tres de los
principales aspectos de la agenda pública. El Consejo de la Judicatura Federal
está llamado a corresponder a esta preocupación colectiva con eficiencia y
oportunidad.

La reforma constitucional en materia penal puede considerarse uno de los


principales cambios en el sistema de procuración y administración de justicia en
las últimas décadas, ahora, basado en un proceso acusatorio y oral, regido por los
principios de publicidad, contradicción, concentración, continuidad e inmediación,
que tiene por objeto el esclarecimiento de los hechos, proteger al inocente, evitar
la impunidad y la reparación del daño causado por el delito. La entrada en vigor de
la Reforma Penal, su establecimiento y la modernización del Sistema Penal
Mexicano que ésta implica, se asume que no sólo es necesaria, sino también
viable. Sin embargo, su aplicación enfrenta retos en términos de financiamiento,
organización y ejecución, que no han sido del todo resueltos y que exigen atención
inmediata, tanto en el aspecto de la capacitación como de la infraestructura
necesaria para su éxito.

Aunado a la Reforma Penal, el Poder Judicial enfrenta el reto de hacer


efectiva la reforma de Derechos Humanos que ha generado no sólo un amplio
espacio de intercambio de opiniones académicas, sino un beneficio en el ejercicio
de los derechos de las personas. El artículo primero constitucional, en conjunción
con las sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en contra
del Estado mexicano y con la decisión de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación que reafirma la obligación del control de convencionalidad y crea un
sistema de inaplicación de normas jurídicas, permite que el Consejo de la
Judicatura acreciente su esfuerzo por sensibilizar a los jueces y magistrados, a
través de cursos y talleres, en el uso y aplicación del derecho internacional de los
derechos humanos. No obstante la obligación de respetar, proteger y promover los
derechos humanos son exigidas a todas las autoridades, son los jueces y
magistrados en quienes recae, en última instancia, la garantía de su pleno su
ejercicio.

Debido a la importancia que revisten estas tres reformas constitucionales, el


Consejo de la Judicatura deberá fortalecer las medidas administrativas que
aceleren su puesta en marcha.

Transparencia y Protección de Datos.

En el mismo sentido, las tareas del Consejo deben estar presididos por la
importancia que tienen, para la sociedad contemporánea, tanto los derechos
humanos como el tema de la transparencia y la rendición de cuentas; el tema no

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es fácil y debe ser abordado con sumo cuidado; los derechos humanos de acceso
a la información pública, la protección de datos y la libertad de expresión, se
encuentran en contacto permanente y éste no resulta siempre armonioso sino que
parece estar presidido por lo que bien se puede llamar una tensión natural entre
ellos. En el más estricto marco de cumplimiento a la Ley, la determinación del
alcance del acceso a la información pública y de la protección de datos
personales, debe caracterizarse por un ejercicio de ponderación en el cual se
procure la coexistencia armónica de los dos bienes o valores jurídicos en conflicto:
por una parte, un derecho fundamental y, por la otra, el interés público
representado por las diversas excepciones a la protección de dichos derechos.

El hecho de que las sentencias sean públicas, que las audiencias se


realicen en el contexto de los medios de comunicación, con el único límite del
respeto a la vida privada de los individuos, al interés superior de los menores y a
la protección de los datos personales, parece ser también una medida para que
todos estemos en presencia de lo que puede y debe ser conocido. En su tarea de
coadyuvante en la formación de políticas públicas, debe tender como es ahora, a
que la mayor parte de la tarea judicial permanezca a la vista del ciudadano.

De esa manera, debe alentar la transparencia en aquellas áreas sensibles


para la sociedad como son los aspectos patrimoniales del Estado, ampliar la
presencia del Poder Judicial y con el concurso de la población, establecer criterios
claros, democráticos y abiertos para transparentar esta función.

Es necesario revisar, y en su caso proponer las adecuaciones que


considere adecuadas, la disposición legal que obliga al Consejo de la Judicatura a
que todas sus sesiones, sin importar materia, sean privadas.

Capacitación y Carrera Judicial

Es este momento de transformación el principal elemento que justifica


reforzar la función de capacitación que tiene en sus manos el Consejo de la
Judicatura; no debe olvidarse que de dicho sistema, derivan la certeza, fiabilidad y
pertinencia de los procedimientos para el ingreso y la permanencia de todos los
funcionarios judiciales, de ahí que la capacitación que se imparte a los miembros
del poder judicial deba ser auto reflexiva, es decir, no sólo que sea un proveedor
de información sino, al mismo tiempo, que fomente capacidades y destrezas, que
permita guiar el aprendizaje y que quien se beneficia de sus servicios, aprenda a
aprender y a mejorar su propio razonamiento; debe también encontrar, la forma de
brindar elementos de información para la toma de decisiones que determinen el
ingreso de los funcionarios judiciales, así como de los elementos necesarios para
establecer las políticas de formación de la escuela judicial.

Los procesos de evaluación, ascenso y permanencia, deben implicar


criterios académicos rigurosos, establecer márgenes confiables de equidad y
transparencia en las decisiones, que se base en la evaluación sobre el posible

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desempeño de los funcionarios judiciales en el cargo a ocupar. Que examine el
conocimiento y evalúe las competencias determinadas en perfiles profesionales
científicamente formulados. Para la determinación de las políticas formativas y de
capacitación del Consejo, es fundamental el criterio de consolidar de manera
permanente la profesionalización de los cargos judiciales, mejorar los perfiles de
competencia laboral y generar confianza y transparencia entre los miembros del
Poder Judicial.

Es necesario, que dentro de los criterios formativos que aliente el Consejo


figuren aspectos tales como la necesidad de capacitación en materia de
información y protección de datos personales, el mantenimiento y profundización
de la comunicación entre los encargados de la capacitación judicial, la
incorporación de la costumbre internacional, la cada vez más cercana
colaboración con las escuelas de derecho, las autoridades educativas federales y
locales, los colegios de abogados y organizaciones civiles con conocimientos
especializados y, particularmente incidir con mayor fuerza en la sensibilización del
cambio constitucional en el tema de los derechos humanos.

En la tarea del Consejo de la Judicatura en esta materia, es fundamental


que los cursos, talleres, seminarios y publicaciones tengan como finalidad esencial
una orientación pragmática que permita a los integrantes del Poder Judicial operar
de manera efectiva.

Mejorar los perfiles del personal que labora dentro del Poder Judicial es la
meta de la carrera judicial, siendo dos sus objetivos primordiales; el primero,
garantizar la independencia, idoneidad y permanencia de sus integrantes del; y
segundo, optimizar el servicio de impartición de justicia. Para continuar
cosechando logros en este campo es necesario perfeccionar la normatividad que
regula el ingreso, la estabilidad, el ascenso y la terminación del cargo como
funcionario; por tanto éste es un quehacer esencial del Consejo.

Disciplina Judicial

Asimismo, es preciso reforzar los pasos que este órgano ha dado para
afinar y transparentar al mayor grado posible las bases en las que descansan las
resoluciones que fincan responsabilidades disciplinarias a los impartidores de
justicia. La ética, probidad y mérito son los ejes que deben continuar orientando el
desarrollo de la función jurisdiccional, y al ser éstos sus componentes esenciales,
su fortalecimiento deviene en un propósito cotidiano que no es posible soslayar en
la actividad del Consejo. Al propio tiempo, la capacitación óptima y permanente
que garantice la especialización del juzgador es un tema que es indispensable
robustecer día a día como parte de la gestión judicial que tiene a su cargo.

Para asegurar que los juzgadores se dirijan en su tarea bajo los principios
de imparcialidad y honestidad, el Consejo de la Judicatura es la instancia facultada

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para instaurar procedimientos disciplinarios y en su caso las sanciones a las que
haya lugar.

En materia de disciplina judicial, el Consejo puede fortalecer su contacto


con las entidades públicas y privadas cuyo objetivo sea la promoción de la
transparencia y la simplificación administrativa, enriquecer así su propia
experiencia y conocimiento; la disciplina judicial debe inspirar confianza en los
ciudadanos y debe basarse en el principio fundamental de la aplicación irrestricta
de la norma y en el principio de rendición de cuentas.

Los procedimientos de responsabilidad administrativa son los elementos


fundamentales para el cumplimiento de la disciplina judicial, pero deben ser
entendidos como el conjunto de trámites, en el marco de una secuela procesal que
implique respeto a los derechos de quienes han de ser sometidos a los mismos.
Por tal motivo, podría emprenderse la elaboración de un catálogo de las conductas
que deben ser sancionadas con el rigor que exige, para casos similares, la
dogmática penal, y establecer como consecuencia un nuevo proceso de
responsabilidad administrativa. Este nuevo proceso, debe incluir un cuerpo
interpretativo coherente, precisar las facultades de investigación, los
procedimientos de queja, los criterios para la solicitud de constancias, los criterios
relativos a la determinación de quejas infundadas o improcedentes.

Conclusiones

Una de las más legítimas aspiraciones de nuestro tiempo es una


transformación integral y profunda al sistema de impartición de justicia, un cambio
profundo que devuelva la tranquilidad a la sociedad y que se base en la
construcción de una cultura de la legalidad y el fortalecimiento de la confianza de
los ciudadanos en las instancias jurisdiccionales. Para conseguirlo, el papel del
Consejo de la Judicatura Federal es de fundamental importancia, sobre todo,
porque a través del manejo responsable de las tareas jurisdiccionales, se
transmite a la sociedad el mensaje del desarrollo extensivo de la cultura de la
legalidad como motor del acceso a la justicia.

Es obligación del Estado que todos sus funcionarios, pero particularmente


los del Poder Judicial, por la trascendencia y visibilidad de su actividad, cuenten
con las seguridades requeridas para el ejercicio de sus funciones, por lo que es
indispensable establecer un programa tendente a evitar las posibles extorsiones
que se hicieren a jueces y magistrados, así como procurar su seguridad física.

Al igual que el ejercicio de otras funciones públicas, las circunstancias


recientes han golpeado la imagen que los ciudadanos percibimos del servicio del
Poder Judicial; un mensaje difuso y un lenguaje complejo siembran la confusión
entre asuntos tan diversos como la administración y la procuración de justicia; el
diálogo difícil entre juzgadores y ciudadanos dificulta la función jurisdiccional

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sometiendo al escrutinio popular temas de decisión técnica, cuya característica no
puede quedar soslayada.

La impartición de justicia, dentro de las funciones del Estado, es quizás la


que requiere de manera más clara un comportamiento ético de quien la ejecuta y
que debe convertirse en una especie de cátedra permanente de civilidad y
legalidad. Esta divisa debe ser básica para las tareas del Consejo, nunca se será
lo suficientemente insistente en la idea de que la administración de justicia debe
su legitimidad tanto de su origen constitucional, como de la eficiencia en su
ejercicio, que logre inspirar a los ciudadanos la seguridad de vivir en un Estado de
Derecho

Sin lugar a dudas, el carácter del Consejo de la Judicatura Federal, en los


años por venir es fundamental para el mejoramiento de los servicios de
administración de justicia, tanto en su gestión directiva, como en la incidencia de
las tecnologías de vanguardia y el uso extensivo de los controles automatizados,
así también en el sentido de la formación de políticas públicas definitivas que
tiendan a fortalecer la confianza ciudadana en nuestro sistema de impartición de
justicia.

El Consejo de la Judicatura Federal debe, al mismo tiempo, fortalecerse


desde el punto de vista interno y no verse solamente como un órgano que vigile la
función judicial, a partir de la investigación e imposición de sanciones, sino como
un elemento de cohesión al interior del propio Poder Judicial a través del apoyo
efectivo al ejercicio de la función judicial y la protección a los miembros de la
judicatura.

En el Poder Judicial de la Federación dentro de su esquema de


organización, tiene al Consejo de la Judicatura, como la fuente de la ética
institucional y al organismo encargado de garantizarla. En un momento en que la
sociedad es cada vez más activa y más participante, las funciones del Consejo de
la Judicatura reviste una particular importancia.

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