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Es 2 Sociales: | perspectivas comparadas Ciencia Politica isto) MOVIMIENTOS SOCIALES: PERSPECTIVAS COMPARADAS OPORTUNIDADES POLITICAS, ESTRUCTURAS DE MOVILIZACION Y MARCOS INTERPRETATIVOS CULTURALES Editado por Doug McAdam John D. McCarthy Mayer N. Zald Traduccién de Sandra Chaparro isto) Serie Ciencia Politica, dirigida por Ramén Méiz Coleccién Fundamentos n.° 157 Titulo original: Comparative Perspectives on Social Movements © Cambridge University Press, 1996 © Ediciones Istmo, S. A., 1999 Sector Foresta, 1 28760 Tres Cantos Madrid - Espafia Tel.: 91 806 19 96 Fax: 91 804 40 28 Disefio de cubierta: Sergio y Emesto Ramirez ISBN: 84-7090-331-4 Depésito Legal: M. 17.837-1999 Impresién: C+, S. L,, San Sebastian de los Reyes (Madrid) Impreso en Espatia / Printed in Spain Reservados todos los derechos. De acuerdo a lo dispuesto en el articulo 270 del Codigo Penal, podran ser castigados con penas de multa y privaci6n de libertad quienes reproduzcan o plagien, en todo o en parte, una obra literaria, artistica o cientifica, fijada en cualquier tipo de soporte, sin la preceptiva autorizacién. {NDICE REG .“ 9 PRPS aera areata pen enna aoe ern ene ete EY I_INTRODUCCION....... 19 Oportunidades, estructuras de movilizacién y procesos enmar- cadores: hacia una perspectiva sintética y comparada de los movimientos sociales. DOUG MCADAM, JOHN D. MCCARTHY y MAYER N. ZALD ..... 21 I. OPORTUNIDADES POLITICAS...... 47 1. Origenes terminolégicos, problemas actuales y futuras line- as de investigacién. DouG McADa¢o..... 49 2. Estado y oportunidades: la estructuracién politica de los vik z = 3. Movimientos sociales y Estado: algunas ideas en torno a la represi6n policial de la protesta. DONATELLA DELLA Porta.. 100 4. Oportunidades y creacién de marcos en las revueltas de 1989 en el Este de Europa. ANTHONY OBERSCHALL .... 143 5._Oportunidades y creacién de marcos interpretativos en Ja tran- Se lad nl ie Rusia E Pak ve Vi 182 Il. ESTRUCTURAS DE MOVILIZACION ... 6. Adoptar, adaptar e inventar limites y oportunidades. JoHN D. 203 7. La estructura organizacional de los nuevos movimientos sociales en su contexto polftico. HANS PETER KRIEsI. 221 8. El impacto de los contextos nacionales sobre la estructura de los movimientos sociales: un estudio comparado transnacio- nal y entre movimientos. DIETER RUCHT..... 262 9. La organizacién como marco: identidad colectiva y estrate- gia politica en el movimiento sindicalista norteamericano (1880-1920). ELISABETH S. CLEMENS 10. El colapso de un movimicnto social: estructuras de movili- zacién, creacién de marcos interpretativos y oportunidades politicas en el caso de los Knights of Labor. Kim Yoss 288 320 IV. PROCESOS ENMARCADORES 11. Cultura, ideologia y creacién de marcos estratégicos. MAYER N. ZALD. 367 369 12. Marcos interpretativos de la oportunidad politica. WILLIAM A. GAMSON y DAVID S. MEYER .... 389 13. El acceso a la agenda publica y a la agenda del gobierno: medios de comunicacién y sistema electoral. Joun D. McCartny, JACKIE SMITH y MAYER N. ZALD.. 413 14. Discurso de los medios, publicidad de los movimientos y la creacién de marcos para la accién colectiva: ejercicios ted- Ticos y empiricos sobre la construccién de significados. BERT KLANDERMANS y SJOERD GOSLINGA 15. Marcos interpretativos y tdcticas utilizadas por los movi- mientos: dramaturgia estratégica en el Movimiento Ameri- cano Pro-Derechos Civiles. DOUG MCADAM....... BIB RG RRE Rca ro occas ccecpmamiummenimaesurcorunameans AO RESENA BIOGRAFICA DE LOS AUTORES Elisabeth S. Clemens es Assistant Professor de Sociologia en la Universidad de Arizona. Su interés esta centrado en la interrelaci6n entre el andlisis politico y el organizacional. Actualmente est4 a punto de publicar The People’s Lobby: Organizational Innovation and the Rise of Interest Group Politics, 1890-1920. Se trata de un estudio sobre las consecuencias de la movilizacién popular llevada a cabo por trabaja- dores, granjeros y mujeres en un intento por transformar el estado. Donatella della Porta enseifia politica local en la Facultad de Cien- cias Politicas de la Universidad de Florencia. Ha realizado su labor de investigaci6n en Francia, Italia, Espafia, la Republica Federal de Ale- mania y los Estados Unidos. Se interesa por los movimientos sociales, la violencia politica, el terrorismo, la corrupcién politica, las deficien- cias administrativas, el orden ptiblico y los temas relacionados con la policia. Tiene muchas publicaciones sobre todos estos temas que han aparecido en diversas revistas y antologjas en Italia y en el extranjero. Entre los libros que ha publicado cabe citar Terrorismo e violenza poli- tica (que co-edita con Gianfranco Pasquino), J terrorismi in Italia (edi- tora), Il terrorismo di sinistra, Lo scambio occulto: Casi dio corruzio- ne politica in Italia, y Social Movements and Violence. William A. Gamson es profesor de sociologfa en el Boston Colle- ge y fue presidente de la Asociacién American de Sociologia. En su obra mis reciente, Talking Politics analiza la forma en que la gente habla y piensa sobre temas politicos. Tiene en cuenta asimismo la forma en que se asimilan los discursos emitidos por los medios de comunicacién, asi como la cultura politica que se refleja en todos estos procesos. Actualmente dirige el Media Research and Action Project en el Bos- ton College, un grupo centrado en el estudio del papel desempefiado por los medios de comunicacién y las nuevas estrategias en el 4mbito de Ja educacién publica propuestas por organizaciones dedicadas a pro- mover el cambio social. Sjoerd Goslinga trabaja en el Departamento de Psicologia Social de la Universidad Libre de Amsterdam, en los Paises Bajos. Participa en un programa de investigacién conjunto entre la Universisdad Libre de Amsterdam y la Federacion de Sindicatos de los Trabajadores (CNV). Le preocupan, bdsicamente, la participaci6n sindical y la accién en el Ambito industrial. Bert Klandermans es profesor de psicologia social aplicada en la Universidad Libre de Amsterdam, Paises Bajos. Investiga la moviliza- cién y participacién en movimientos sociales. Actualmente estudia las protestas campesinas en los Paises Bajos y Espaiia y las reacciones de los movimientos y contra-movimientos en el caso de la transici6n social y politica en Africa del Sur (junto a Johan Olivier). Es el editor de Social Movements, Protest and Contention, una serie de libros sobre movi- mientos sociales. Su Social Construction of Protest: Social Psycholo- gical Principles of Movement Participation est4 en imprenta. Ha edi- tado junto a Craig Jennings The politics of Social protest: Comparative Perspectives on States and Social Movements (1995) y, con Hanlk Johnston Social Movements and Culture (1995). Hans Peter Kriesi es profesor de ciencia politica en la Universidad de Ginebra, Suiza. Ha ensefiado en la Facultad de Ciencias Politicas, Sociales y Culturales de la Universidad de Amsterdam y en el Socio- logical Institute de Zdrich. Ha participado en un amplio ntimero de estu- dios sobre movilizacién de movimientos sociales en Europa Occiden- tal. También ha analizado los grupos de interés que existen en tomo al mundo de los negocios, la participacién de los ciudadanos suizos en procesos de democracia directa y la estructura y los procesos de toma de decisin del sistema politico suizo. Actualmente realiza andlisis com- parados sobre la movilizacién de los nuevos movimientos sociales de Europa Occidental, el radicalismo de derechas, y el potencial de con- ducta ecologista entre ciudadanos suizos. Doug McAdam es profesor de sociologia en la Universidad de Ari- zona. Es el autor de Political Process and the Development of Black Insurgency 1930-1970 (1982) y de Freedom Summer (1988), asi como de muchos artfculos sobre la dinamica propia de los movimientos socia- les. Actualmente investiga sobre el papel desempefiado por los movi- mientos sociales en el 4mbito del cambio demogrdfico y la globaliza- ci6n de los procesos propios de los movimientos sociales. John D. McCarthy es Ordinary Professor de sociologia y miem- bro del Life Cycle Research Institute de la Universidad Catélica de Amé- 10 rica en Washington D.C. En los tltimos afios ha estado estudiando el movimiento norteamericano contra la conduccién bajo los efectos del alcohol y prosigue sus andlisis sobre la protesta en Washington D.C. (junto a Clark McPhail y Jackie Smith). También analiza (junto a Jim Castelli) las organizaciones comunitarias de ayuda a los pobres. David S. Meyer es Assistant Professor de ciencia polftica en el City University Graduate Center y el City College de Nueva York. Es el autor de A Winter of Discontent: The Nuclear Freeze and American Politics (1990) y de muchos articulos publicados en revistas de cien- cia politica y sociologia. Le interesan las relaciones existentes entre politicas puiblicas, protesta y politica institucional. En la actualidad estudia los ciclos de la protesta antinuclear en la historia de América y la interaccién movimientos - contramovimientos en el problema del aborto. Anthony Oberschall es profesor de sociologia en la Universidad de Carolina del Norte, Chapel Hill. A lo largo de su carrera profesio- nal ha investigado y escrito sobre movimientos sociales y accién colec- tiva. Es el autor de Social Conflict and Social Movements (1973) y de Social Movements: Ideologies, Interests and Identities (1993). Dieter Rucht es Senior Researcher en el Social Science Center, Berlin. Es autor, co-autor y editor de muchas obras sobre movimientos sociales, entre las que destacan Research on Social Movements: The State of Art in Western Europe and the USA (1991) y Modernisierung und Neue Soziale Bewegungen: Deutschland, Frankreich und USA im Vergleich (1994). Actualmente investiga sobre las protestas registradas en las ultimas cuatro décadas en Alemania (Occidental) y sobre las infta- estructuras de los movimientos en Berlfn y Leipzig. Sidney Tarrow es Maxwell M. Upson Professor of Government de la Universidad de Comell. Es autor y editor de muchos libros sobre movimientos sociales y partidos politicos en Francia e Italia. Public6é Power in Movement: Social Movements, Collective Action and Politics (1994) en la serie Cambridge Studies in Comparative Politics. Kim Voss es Associated Professor de sociologia en la Universi- dad de California, Berkeley. Es la autora de The Making of the Ame- rican Exceptionalism: The Knights of Labor and Class Formation in the Nineteenth Century (1993). Actualmente lleva a cabo un estudio comparado sobre la asimilacién de las derrotas a través de los marcos interpretativos por parte de los activistas sindicalistas ingleses y nor- teamericanos. Mayer N. Zald es profesor de sociologia, trabajo social y admi- nistracién de empresas en la Universidad de Michigan. Ha publicado extensos trabajos sobre organizaciones complejas, bienestar social y sociologfa politica. Aparte de algunos ensayos sobre movimientos ll sociales, en la actualidad estudia los problemas referentes a la inte- rrelaci6n existente entre la sociologia como ciencia y las humanida- des. En 1986 y 1987 fue vicepresidente de la American Sociological Association. En 1994 fue elegido miembro de la American Academy of Arts and Sciences. Elena Zdravomyslova es Senior Research Fellow en el Instituto de Sociologia de la Academia Rusa de las Ciencias (en San Petersbur- go). Es la autora de Paradigmas de la Sociologia occidental de movi- meintos sociales (1993, en ruso) asi como de diversos artfculos sobre movimientos sociales y procesos politicos en la Rusia contempordnea. Actualmente estudia el papel desempefiado por los movimientos socia- les en Jas transformaciones politicas, la formaci6n de identidades poli- ticas y nacionales y la construccién del simbolismo politico emergente en Rusia. 12 PREFACIO Situdndonos en 1995, resulta realmente diffcil explicar a un lego hasta qué punto se han producido transformaciones en el ambito de los estudios sobre movimientos sociales. Si bien este campo cobré impor- tancia a partir de los aiios sesenta y setenta debido a las turbulencias politicas, hasta bien entrada la década de los ochenta, los estudiosos europeos y, especialmente, los americanos, trabajaban de forma relati- vamente independiente, ignorando la labor realizada por sus colegas. Uno de los primeros contactos entre académicos de diferentes pafses se dio durante dos conferencias organizadas por Bert Klandermanns, Hans Peter Kriesi y Sidney Tarrow. Las reuniones tuvieron lugar en la Uni- versidad de Cornell y la Universidad Libre de Amsterdam en los vera- nos de 1985 y 1986. Gracias al estimulo que supuso esta toma de con- tacto, en los afios siguientes se incrementé notablemente el intercambio de informaci6n entre especialistas de diversos paises. Entre 1986 y 1992 se celebraron al menos cinco reuniones internacionales de especialis- tas. Una de las ms productivas fue la de Berlin, realizada en julio de 1990 gracias a la financiacién de la unidad de investigacién sobre «Asuntos Ptiblicos y Movimientos Sociales» del Wissenschaftszentrum de Berlin. De hecho, bajo la direccién de Friedhelm Neidhardt, este cen- tro se ha erigido en uno de los nticleos centrales desde el cual se ha cre- ado una red internacional de especialistas. En estas reuniones internacionales decidimos organizar un ciclo de conferencias. La mayoria de los ensayos que componen este volumen fueron, en su redaccién original, papers presentados por los participan- tes. De hecho, la conferencia titulada «Oportunidades, estructuras de movilizacién y procesos enmarcadores» se presento en el Life Cycle 13 Research Institute de la Universidad Catélica de América en Washing- ton D.C, en agosto de 1992. Hay que sefialar que desde entonces han tenido lugar al menos cuatro conferencias internacionales en las que han participado especialistas en movimientos sociales; incluyendo las reuniones celebradas en Amsterdam y Ginebra durante el verano de 1995. Ademis, los especialistas de multiples pafses gozaron de una nueva opor- tunidad para reunirse e intercambiar puntos de vista en las sesiones orga- nizadas por el Working Group on Collective Behavior and Social Move- ments en el seno del decimotercer Congreso Mundial de la International Sociological Association, celebrado en Bielefeld en julio de 1994, Resumiendo, en la actualidad existe una red tan densa de contactos entre especialistas americanos y europeos, que resulta dificil hablar del «punto de vista americano 0 europeo» en lo que a movimientos sociales respecta. El impacto intelectual de estos contactos ha sido espec- tacular y muy saludable. Se podrfan mencionar, en concreto, dos efec- tos importantes. En primer lugar, hay que decir, que la toma de contacto con otras perspectivas ha acabado con el provincialismo que caracteri- zaba con anterioridad a este tipo de estudios. En segundo lugar, y pues- to que ahora cuentan con datos de distintos Ambitos geogrdficos, los especialistas se han visto obligados a adoptar un punto de vista ms cen- trado en la comparacién. Ambos «logros» intelectuales quedan fiel- mente reflejados en los presentes ensayos. En todos los casos el enfo- que es, en mayor o menor medida, comparado. Ademias, todos los autores utilizan un lenguaje teérico ecléctico, surgido como conse- cuencia de la proliferacién de ttiles herramientas analfticas, desarro- Iladas en los ultimos diez afios con motivo de los contactos que se han ido dando entre perspectivas «rivales». En el Ambito académico no es frecuente que se cuente con la posi- bilidad de Mevar a cabo una revisién empirica y teérica, sistematica y en profundidad, de todo un extenso campo de estudio. Los trabajos en colaboraci6n que contiene este volumen nos han dado esa oportunidad. Mas concretamente, fue nuestra decision de llevar a cabo una labor de investigaci6n intensiva para introducir cada una de las tres secciones, lo que nos Ilev6 a dar un repaso al desarrollo teérico de los tres con- ceptos principales. Estamos convencidos de que esta tarea ha contri- buido a promocionar un progreso real, al poner en relacién el cimulo de conocimientos diversos que caracterizan a este campo. Quien tenga alguna duda al respecto haria bien en comparar los trabajos citados en la secci6n relativa a «oportunidades politicas» (incluyendo la intro- duccién) con las discusiones «cldsicas» del concepto (p. ej. Eisin- ger, 1973; McAdam, 1982; Tilly, 1978) que en la actualidad parecen meramente introductorias. Algo similar ocurre cuando se comparan los clasicos trabajos sobre la organizacién de los movimientos sociales de 14 Zald y Ash (1966) y de McCarthy y Zald (1973, 1977), con las contri- buciones relativas al «estado de la cuestién» que se incluyen en éste volumen en la seccién referente a estructuras de movilizacién. Posi- blemente sea sélo en la seccién de procesos enmarcadores —incluida en este volumen— donde se aprecie apenas un ligero progreso respecto de trabajos realizados con anterioridad (Mellucci, 1985; Snow y otros, 1986). Todos atribuimos este avance general al efecto sinérgico gene- rado por la internacionalizacién del discurso que se ha venido dando entre especialistas en movimientos sociales. Sin embargo, no hay que felicitarse en exceso. La gran mayoria de los datos de los que actualmente disponen los especialistas, se refie- ren, casi exclusivamente, a democracias avanzadas y a movimientos contempordneos. Por tanto, quizd no sea correcto hablar de una comu- nidad «internacional» de especialistas en movimientos sociales, cuan- do agrupa exclusivamente a estudiosos norteamericanos y de Europa occidental. Si ha mejorado tanto nuestra comprensién de las dinémi- cas de acci6n colectiva por medio de la comparaci6n de casos y situa- ciones que se han dado en un medio politico relativamente homogéneo, se puede imaginar sin esfuerzo, lo mucho que aprenderiamos si pudié- ramos ampliar la perspectiva, e incluir procesos que han tenido lugar en tiempos y lugares muy diferentes. Esto nos lleva a planteamos dos posibles vias de accién. En primer lugar, deberfamos intentar ampliar la comunidad de especialistas sobre movimientos sociales, de modo que se pudiera contactar también con aquellos cuyo campo de estudio se centra, tanto en paises periféricos o semiperiféricos, como en todo tipo de contextos no democraticos. El capitulo de Elena Zdravomyslova, incluido en este volumen, en el que se compara el desarrollo de dos movimientos muy distintos en Leningrado/San Petersburgo durante la etapa de protesta de la perestroika, es un buen ejemplo de lo provechoso que podria resultar el poner en practica esta alternativa. En segundo lugar, como especialistas en movimientos sociales, debemos prestar mayor atenci6n al papel desempejiado por la historia a la hora de con- figurar el contexto en el que se desarrolla la accién colectiva. Si bien es cierto que en los tltimos veinte afios historiadores e investigadores sociales orientados hacia la historia han empezado a mostrar interés por los movimientos sociales y las revoluciones, lo cierto es que atin hoy en dia la gran mayoria de los politdlogos y socidlogos que trabajan en este campo tienen s6lo conocimientos superficiales de los trabajos més relevantes llevados a cabo por los historiadores. Consideramos que esta negligencia ha resultado ser perjudicial para nuestro campo de estu- dio. No hace falta mds que leer las contribuciones de Elisabeth Clemens y Kim Voss a este volumen para apreciar lo mucho que se podria avan- zar combinando los métodos y perspectivas de la historia con las herra- 15 mientas analiticas desarrolladas por nuestra pequeiia comunidad de espe- cialistas. Asi pues, nuestro préximo reto sera doble. Habr4 que conso- lidar te6rica y empfricamente los resultados obtenidos por una comu- nidad de especialistas que, a su vez, deberia ampliarse, incorporando a quienes investigan sobre la accién colectiva en lugares y tiempos muy diferentes. Permitanme cerrar este prefacio con unas notas més prosaicas en las que pueda expresar mi agradecimiento a las innumerables personas que, de alguna manera, han contribuido a hacer posible este volumen. Este libro es tan suyo como nuestro. No sdlo han Ilevado a cabo una excelente labor intelectual, sino que ademas la han realizado con un sen- tido de la responsabilidad impecable. Normalmente, quien intenta rea- lizar labores de edici6n en trabajos colectivos se enfrenta a la pesadilla de tener que coordinar el trabajo de miiltiples autores. En este caso hemos contado con la bendicién de trabajar con especialistas que, por asf decir- lo, consiguieron lo imposible escribiendo al menos tres borradores dis- tintos de sus contribuciones, a la par que se atenfan estrictamente a los requerimientos de calendario que se les habia planteado. Queremos rei- terar nuestro asombro y, nuevamente, expresar nuestro agradecimiento. Creemos que la fuerza que tienen las contribuciones individuales se debe, en parte, a la especie de «retroalimentacién» que para los auto- res pudieron suponer las conferencias celebradas en la Universidad Caté- lica, en 1992; conferencias en las que estas contribuciones se presen- taron por vez primera. Por tanto queremos hacer extensivo nuestro agradecimiento a todas aquellas personas que tomaron parte en las con- ferencias; ademds de nuestros autores, David Allison, Dan Cress, John Crist, Bob Edwards, Craig Jenkins, Alberto Melucci, Kelly Moore, Friedhelm Neidhardt, Ron Pagnucco, Michele Pinkow, Gretchen Rod- key, Jennifer Sell, Jackie Smith, David Snow y Suzanne Staggenborg. Por lo demas, estas conferencias no hubieran podido realizarse sin las aportaciones econémicas de toda una serie de personas. La Office of International Research de la Universidad de Michigan, el Departa- mento de Sociologia de la Universidad de Arizona y el Life Cycle Rese- arch Institute de la Universidad Catélica concedieron modestas becas a los organizadores a efectos de que se pudieran planificar y realizar las conferencias. Ademas, el Goethe Institut de Washington D.C., el Ger- man Academic Exchange Service y et Centre of Philanthropy de la Uni- versidad de Indiana brindaron un apoyo econdémico muy valioso. Nues- tro agradecimiento a los directores de estas instituciones. Por tiltimo, queremos dejar constancia de que no habriamos podi- do organizar estas conferencias sin la ayuda del personal del Life Cycle Research Institute de la Universidad Catélica. Dorothy Kane administr6 el presupuesto, arregl6 todo lo relativo a viajes y alojamiento y consi- 16 guid que todo siguiera su curso mientras duraron las conferencias. Para ello conté con la ayuda de Zita Kelly que, a pesar de tener que realizar pesadas tareas de copia nunca formul6 queja alguna, al igual que Mar- tin Scanlan y Daniel McGrath. No tenemos palabras para expresar nues- tra gratitud a todas estas personas, completamente entregadas antes, durante y después de las conferencias. A la hora de preparar la edici6n por encargo de Cambridge Uni- versity Press contamos asimismo con la valiosisima ayuda de mucha gente. Esencial en este aspecto fue Barbara McIntosh, que no s6lo meca- nografié varios de los capitulos, sino que, ademés, pasé largas horas colaborando en la confecci6n de la bibliografia que acompaiia a los tex- tos. Ademas, algunos de los articulos fueron ciudadosamente prepara- dos para la edicién inglesa. Dan Madaj fue nuestro copy-editor. Finalmente, no podemos dejar de expresar nuestro profundo agra- decimiento por la ayuda recibida por parte de todo el personal asocia- do al proyecto en Cambridge. Tal vez tengamos la mayor deuda de gra- titud con el editor de la coleccidn, Peter Lang; la primera persona que mostré interés por el proyecto. También debemos mencionar a nuestro editor en Cambridge, Alex Holzman, que Ilev6é a cabo sus miltiples res- ponsabilidades con gran pericia y eficiencia. Pero también quisiéramos agradecer a Tom Vanderbilt su ayuda en cuestiones editoriales y a Cyn- thia Benn la magnifica labor de correccién realizada, asi como a los dos lectores andnimos, las observaciones respecto de articulos concretos que resultaron de gran utilidad al poner de manifiesto algunas caren- cias que pudieron ser subsanadas en revisiones posteriores. 17 I. INTRODUCCION Oportunidades, estructuras de movilizacién y procesos enmarcadores: hacia una perspectiva sintética y comparada de los movimientos sociales Douc McApaM, JoHN D. McCartuy y MAYER N. ZALD En una obra de amplia difusién, publicada en los afios sesenta, el socidlogo Daniel Bell proclamaba el «fin de las ideologfas». A prin- cipios de los sesenta, muchos cientificos sociales crefan que la socie- dad hab/fa alcanzado un estadio de desarrollo que permitirfa sustituir el conflicto ideolégico por un consenso pragmitico y mas pluralista. Bell y sus colegas no podfan estar mds equivocados. El mismo aiio que se publicaba el libro de Bell, estudiantes de color realizaban sentadas en toda la zona sur de los Estados Unidos. A su vez, estas sentadas revitalizarfan un moribundo movimiento pro derechos civiles, asi como la tradicién del activismo izquierdista, latente en Norteamérica desde los afios treinta. En la década siguiente, el pais se vio desgarrado por disturbios urbanos, manifestaciones antibélicas masivas, huelgas de estudiantes y asesinatos politicos. A nivel mundial proliferaron los movimientos estudiantiles: en Francia, México, Italia, Espaiia, Japon, Pakistan y muchos otros paises. En Checoslovaquia, el ejército Sovié- tico reprimi6é brutalmente un intento por reformar y humanizar el ros- tro del Comunismo. Resumiendo, en los afios sesenta se asistié, precisamente, a una pro- liferacién de] tipo de movimientos sociales y revoluciones que, segtin Bell, eran cosa del pasado. A lo largo de los tiltimos veinticinco afios se ha ido poniendo de manifiesto la pobreza de su argumento. En todo caso, en las tiltimas décadas, los movimientos sociales y las revolucio- 21 nes se han convertido en un rasgo distintivo —si bien no siempre apre- ciado— del panorama politico. En los afios setenta, los fundamentalis- tas isl4micos arrebataron el poder al shah de Iran. Los sandinistas depu- sieron a Somoza en Nicaragua. Grupos terroristas en Italia y en Alemania incrementaron sus ataques a instalaciones militares, politicas y simbolos de la hegemonia corporativa. Durante los afios ochenta se asistié a procesos similares. En las Islas Filipinas, el asesinato, en 1984, del rival polftico mds antiguo de Fer- dinand Marcos, Benigno Aquino, generé una revuelta popular que aparté a Marcos del poder. En los Estados Unidos, el temor creciente ante la amenaza nuclear desencaden6 una campafia, a nivel nacional, a favor de la no proliferacion nuclear. En Africa del Sur, un movimiento antia- partheid renovado forz6 la excarcelaciOn de su lider tradicional, Nelson Mandela. El fin de la década result6 tan inverosimil como asombroso, cuando, uno tras otro, los regimenes del Pacto de Varsovia se hundie- ron bajo la presién ejercida por las revueltas populares. Desde el punto de vista académico, tanto en Europa como en Esta- dos Unidos, el estudio de los movimientos sociales y las revoluciones, catalizados por las turbulencias de los afios sesenta y avivados por el surgimiento de una mirfada de movimientos a lo largo del ultimo cuar- to de siglo, se ha convertido en una industria en expansién en el ambi- to de las ciencias sociales. En los tltimos veinte afios, utilizando pers- pectivas diferentes, socidlogos, polit6logos e historiadores han creado una rica tradici6n académica, tanto tedrica como empirica, en lo refe- rente al estudio de los movimientos sociales y las revoluciones. Parece haber Iegado la hora de hacer inventario de un tipo de estudios que pro- lifera como los hongos. Creemos que, revisando esta profusién de tra- bajos, se pueden discemir las lineas maestras de una perspectiva sinté- tica y comparada respecto de los movimientos sociales, que trascenderia cualquiera de las perspectivas teéricas especfficas sobre este tema. En el presente libro se opta por esta perspectiva, si bien se intenta, asimis- mo, ampliarla y aplicarla de forma comparada. La sintesis emergente Cada vez més frecuentemente, los expertos en movimientos socia- les de diversos paises, oficialmente representantes de tradiciones tedri- cas distintas, destacan, a la hora de analizar el surgimiento y desarro- Ilo de los movimientos sociales y revoluciones, tres grupos de factores, a saber: 1) La estructura de oportunidades politicas y las constriccio- nes que tienen que afrontar los movimientos sociales. 2) Las formas de organizaci6n (tanto formales como informales) a disposicién de los 22 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. sociales. 2) La determinaci6n de la relacién existente entre forma orga- nizativa y tipo de movimiento. 3) La comprobacién de la influencia que sobre los movimientos pueden ejercer, tanto las estructuras estatales como el tipo de «cultura organizativa» en un pais dado. Procesos enmarcadores La combinacién de oportunidades polfticas y estructuras de movi- lizacién dota a los grupos de un cierto potencial para la accién. Sin embargo, la uni6n de estos dos elementos resulta insuficiente para expli- car el fenémeno de la accién colectiva. Existe un elemento mediador entre oportunidad, organizacién y accién, a saber, los significados com- partidos y conceptos por medio de los cuales la gente tiende a definir su situacién. Resulta imprescindible que las personas, como minimo, se sientan agraviadas por una situacién determinada y crean que la accién colectiva puede contribuir a solucionar esa situaci6n. Faltando alguna de estas dos percepciones resulta altamente improbable que la gente se movilice aunque cuente con la oportunidad de hacerlo. A su vez, la presencia o ausencia de este tipo de percepcién se debe a una compleja dindmica de psicologia social que algunos colegas (Snow y otros, 1986; Snow y Benford, 1988) denominaron procesos enmarca- dores. De hecho Snow no s6lo acuiid, o mejor dicho, modificé y aplicé el concepto de Erving Goffman al estudio de los movimientos sociales, sino que al hacerlo contribuy6 a cristalizar y articular el descontento creciente que mostraban los especialistas, debido a la escasa atenci6n que desde la perspectiva de movilizacién de recursos se dedicaba a las emociones y los sentimientos. Al reafirmar su importancia, Snow y sus colegas no sélo se basaban en los estudios de Goffman, sino tam- bién, curiosamente, en la tradicién del conductismo colectivo cuyo papel estelar como paradigma habjan intentado eliminar los tedricos de la movilizaci6n de recursos. Siempre en el seno de esta corriente teérica mas antigua, tanto Smelser (1962) como Turmer y Killian (1987) asig- naron un papel decisivo a las ideas. Snow no ha sido el nico que ha querido amar la atencién sobre la importancia, en el caso de la accién colectiva, de una dimensién mis cognitiva, mds ideal-valorativa. Existen otras dos nuevas tenden- cias que sefialan Ja importancia de las ideas 0, dicho de una forma mas general, de la cultura, a la hora de explicar el surgimiento y desarrollo de movimientos sociales y revoluciones. Los especialistas en nuevos movimientos sociales se percataron de que, en muchos casos, eran, pre- cisamente esos elementos culturales lo que convertfa a los nuevos movi- mientos sociales en movimientos con voluntad de ruptura respecto del pasado. Por tanto, no es de extrafiar que muchos de los mas destacados 26 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ellos la conviccién de que la mayoria de los movimientos politicos y revoluciones se catalizan debido a cambios sociales que convierten al orden politico establecido en algo mas vulnerable o més receptivo al cambio. Pero estas oportunidades politicas s6lo son uno de los requi- sitos necesarios. No es probable que se aprovechen si no existe una infraestructura organizativa, formal o informal, capaz de canalizar los procesos. Por ultimo, junto a los requerimientos estructurales de opor- tunidad y organizacién hay que mencionar la importancia de significa- dos y definiciones —marcos— compartidos por los partidarios del movi- miento emergente. Esta es la aportacién decisiva de los teéricos de los nuevos movimientos sociales y los estudiosos de las conductas colec- tivas: el impulso a la accién se halla ciertamente vinculado a la vulne- rabilidad estructural, pero es, basicamente, un fenémeno cultural. Una vez reconocida la importancia de cada uno de los tres facto- res, resulta fundamental afiadir que despliegan efectos interactivos y no independientes. Al margen de lo fundamental que, retrospectivamente, pueda parecer una oportunidad, ésta no seré tal si no es reconocida por un grupo de actores suficientemente organizados que compartan una determinada forma de apreciar la situacién. Esta definici6n de los ori- genes de la accién colectiva implica reconocer la importancia critica de dos tipos de dindmicas relacionadas entre sf. En primer lugar, habria que mencionar la relaci6n existente entre procesos enmarcadores y los distintos tipos de oportunidades polfticas «objetivas» que se supone faci- litan el surgimiento de la acci6n colectiva. Lo cierto es que hay cam- bios que catalizan Ja movilizacién, y no sdlo porque muestren tener efectos «objetivos» sobre las relaciones de poder, sino también preci- samente porque promueven procesos enmarcadores que minan atin mas la legitimidad del sistema, poniendo en cuesti6n su resistencia al cam- bio. Asi pues, no tiene sentido preguntarse si la reformas de Gorba- chev contribuyeron a poner en marcha las revoluciones en el Este de Europa porque alteraron Ia estructura politica de los pafses del antiguo pacto de Varsovia, o porque hicieron posible que la gente cobrara con- ciencia de la ilegitimidad del sistema y su vulnerabilidad. Evidente- mente, sus reformas tuvieron ambos efectos. La negativa de Gorbachev aintervenir militarmente en ayuda de los paises del Pacto de Varsovia, dio alas a la accién colectiva, tanto debilitando, objetivamente, a las fuerzas que ejercian el control social en estos regimenes, como elevando la percepcién piiblica de Ja ilegitimidad y vulnerabilidad del sistema. Las oportunidades politicas se incrementan sélo si existe una interac- cién entre ellas y los cambios estructurales y de percepcién que ellas mismas contribuyen a catalizar. Existe una dindmica reciproca similar que definirfa la relaci6n entre organizaci6n y procesos enmarcadores. Estos tiltimos, evidentemente, 30 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. otro, es posible que surjan (0 reaparezcan) movimientos reformistas que entienden que, por medio de estas transferencias de poder, pueden obte- ner el apoyo de ciertas elites. Esto se percibié claramente en los Esta- dos Unidos durante los mandatos de Kennedy y Johnson; una época de importantes movilizaciones por parte de la izquierda. Asimismo, durante los afios de mandato de Reagan y Bush hubo un marcado incre- mento de los movimientos de protesta, en este caso protagonizados por grupos de derecha. Tal parece pues que los movimientos revolucionarios y de reforma mas amplios surgen, no como consecuencia del funcionamiento ruti- nario de bloques estables de elites, sino, precisamente, en esos raros momentos de cambio en los que se desestabilizan las alianzas de gobier- no previamente existentes. En el caso del movimiento Pro Derechos Civiles norteamericano se aprecié y explot6 adecuadamente el distan- ciamiento creciente entre dos miembros importantes de la New Deal Coalition: los Dixiecrats del sur y los Labor Liberals del norte. En el caso de las revoluciones, practicamente todos los especialistas han sefia- lado la importancia que, para la movilizacién, revisten las disensiones en el seno de las elites (Goldstone, 1991; Skocpol, 1979). La conclusién mds importante que cabe extraer de todo esto es que resulta evidente que el tipo de movimiento social que pueda surgir en un momento dado dependerd de las oportunidades politicas especificas que lo catalicen. Sabiamos que éstas determinaban el momento de su surgi- miento, pero debemos aceptar que también tienen una gran influencia respecto de la forma que adopten. Las estructuras de movilizacién y procesos enmarcadores se hallan fuertemente relacionadas con las opor- tunidades. De nuevo, el movimiento Pro Derechos Civiles norteameri- cano permite ilustrar correctamente esta afirmacién. Parece ser que la amplitud y el ambito de actuacién del movimiento se debi6, en primer y bAsico lugar, a las interpretaciones que se realizaron respecto de las rea- lineaciones politicas y las disensiones entre elites que presagiaban. En este caso, no se puede considerar que el «tipo» de oportunidad que se brindaba tuviera algo que ver con la estructura organizativa concreta que el movimiento adopté, ni con la ideologia que desde él se promulgaba. Para comprender estos fenémenos, es preciso recurrir a las estructuras de movilizacién concretas y a los procesos enmarcadores que caracteriza- ron al movimiento en sus inicios. Estos dos factores se hallan claramen- te interrelacionados. En el caso del movimiento Pro Derechos Civiles, la movilizaciOn inicial se llev6 a cabo, basicamente, en el seno de la igle- sia negra (McAdam, 1982; Morris, 1984). Teniendo en cuenta el papel central que la iglesia, como instituci6n, desempefié en los primeros momentos de la lucha, no resulta sorprendente que Ja forma inicial del movimiento tuviera una fuerte pregnancia religiosa. Esta caracteristica se 34 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. nacionales muy distintos. El resultado es que el punto de vista que se ofrece siempre ha tenido una importante faceta comparada. Aun no hemos conseguido hacer explicita esta caracteristica implicita de nues- tra teorfa. Para intentar hacerlo retomaremos, nuevamente, los tres con- ceptos centrales sefialando c6mo, en nuestra opinién, podria utilizarse cada uno de ellos para arrojar cierta luz sobre las diferencias y simili- tudes existentes entre movimientos de diversos paises. Oportunidades politicas Como ya se ha sefialado, en la mayor parte de la investigacién sobre oportunidades politicas se ha intentado mostrar cémo los cambios en algtin aspecto del sistema politico crean nuevas posibilidades para la accién colectiva, posibilidades que son aprovechadas por una o varias personas que encauzan la protesta (Costain, 1992; McAdam, 1982; Tarrow,1989a). Asi pues, el concepto ha sido utilizado, mayoritariamente, en relaci6n con los estudios de caso como factor explicativo del surgi- miento de un movimiento concreto o de un ciclo de protesta. Sin embat- go, recientemente, se ha empleado el término de forma muy diferente en la investigacién; de una forma explicitamente comparada. En vez de centrarse en el papel que desempeiia el incremento de las oportunida- des politicas a la hora de analizar el surgimiento de movimientos con- cretos, los especialistas han comenzado a comparar entre sf los movi- mientos que se originan en los distintos paises, intentando explicar las diferencias que se perciben en las dimensiones, forma u organizacién, asi como el grado de éxito alcanzado, tenicndo en cuenta las divergen- cias existentes en las estructuras formales del poder politico. Asi, por ejemplo, Myra Marx Ferree (1987) ha intentado analizar las divergencias entre los movimientos de corte feminista de Estados Unidos y de Alemania Occidental, centrandose, sobre todo, en las dife- rencias politicas e institucionales existentes entre ambos pafses. Algo similar ha sido puesto de manifiesto por Christian Joppke (1991), cuan- do, en su intento por analizar las divergencias existentes en el surgi- miento y desarrollo de los movimientos antinucleares en los Estados Unidos y Alemania Occidental, atribuye las variaciones a las diferen- cias existentes en el contexto politico en el que se han desarrollado los movimientos. Dieter Rucht (1990) también estudié los movimien- tos antinucleares, pero amplié el campo de estudio hasta incluir Fran- cia, los Estados Unidos y Alemania Occidental. No obstante, al hacer- Jo, utiliz6 un esquema interpretativo basado en «la diferencia existente en la estructura de las oportunidades politicas», diferencia que expli- cara las divergencias en «el desarrollo, las estrategias, las formas orga- nizativas, el tipo de actividades y los resultados obtenidos». Por tlti- 42 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. cialmente importante en el caso del estudio de 1) su surgimiento y 2) su desarrollo posterior y el posible abandono de la accién colectiva. Por Ultimo, hemos mencionado, brevemente, la naturaleza esencialmente comparada del problema y propuesto estudios empiricos que ayudarian a desarrollar esta tiltima perspectiva. Resulta obvio que el aspecto comparado nos parece realmente importante. Gran parte de la riqueza de datos y resultados que aporta el presente volumen se debe a la participacién y perspectiva de espe- cialistas de distintos pafses. Con este libro no s6lo queremos sintetizar los resultados obtenidos por medio de un discurso de corte transnacio- nal, sino también recomendario y contribuir a su desarrollo. Porque sélo traspasando los limites que el estudio empirico sobre movimientos socia- Jes de base nacional impone, podemos tener la esperanza de lograr una mejor comprensi6n de la accién colectiva. 46

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