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y malos tratos
contra niños, niñas
y adolescentes
Eva Giberti
(Compiladora)
Prof. María Elena Naddeo; Dra. Daniela Arias; Dra. Virginia Berlinerblau;
Lic. Cora Bertini; Dra. María Inés Bringiotti; Dra. Angeles Burundarena;
Lic. Sandra De Luca; Lic. Cristina Erbaro y equipo; Lic. Nicolás Fariña;
Lic. Carmen Frías; Lic. Alicia H. Ganduglia; Lic. Jorge Garaventa
Lic. M. Federica Otero; Dra. Liliana Peluso; Dr. Carlos Rozanski;
Lic. Nélida Sisini; Dra. Cecilia Sosa; Dr. Fernando Valsechi;
Dra. Gabriela Vázquez.
CURSO DESTINADO
A DOCENTES Y PROFESIONALES
Organizado por el Consejo
de los Derechos de Niños, Niñas
y Adolescentes de la Ciudad
de Buenos Aires. 2003-2004
Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires
Abuso sexual y malos tratos contra niños, niñas y adolescentes :
perspectiva psicológica y social / compilado por Eva Giberti -
1a ed. - Buenos Aires : Espacio Editorial, 2005.
288 p. ; 23x16 cm. (Ciencias Sociales)
ISBN 950-802-211-6
ESPACIO
EDITORIAL
editora - distribuidora
importadora - exportadora
Simón Bolívar 547, 3º p. Of. 1
(C 1066 AAK)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Tel.: (011) 4331-1945
E-mail: espacioedit@ciudad.com.ar
www.espacioeditorial.com.ar
1a edición, 2005.
Impreso en la Argentina - Printed in Argentina.
LA FOTOCOPIA
Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 MATA AL LIBRO
Y ES UN DELITO
© 2005 Espacio Editorial
ISBN: 950-802-211-6
Prólogo
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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Resumen histórico
Este volumen incluye las conferencias que forman parte del ciclo
“Los cursos del Consejo”, organizados por el Consejo de los Derechos de
Niños, Niñas y Adolescentes desde el año 2001, algunos de ellos con
el auspicio de la Escuela de Capacitación de la Secretaria de Educación.
La finalidad de los mismos, en cumplimiento de lo previsto por la Ley
114 de la Constitución de la Ciudad de Bs. As., reside en ofrecer capa-
citación gratuita a docentes y profesionales. Razón por la cual se han
elegido temas vinculados con la situación actual de la niñez y la adoles-
cencia en nuestro país, específicamente en la Ciudad Autónoma de Bs.
As. Si bien debemos reconocer que entre el público contamos con asis-
tentes provenientes de provincias.
Cuando se realizaron los cursos referidos a Niñez y los que se ocuparon
de Adolescencia, los asistentes solicitaron, como uno de los temas para te-
ner en cuenta, el maltrato y el abuso sexual. Con ese motivo el Consejo de
los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes abrió un espacio destinado
a la actualización del tema.
El curso que dio origen a la actual publicación, que edita las conferen-
cias llevadas a cabo durante septiembre, octubre y noviembre de 2003, fue
el segundo que referido a abuso sexual y maltrato organizó el CDNNyA. La
solicitud de reiteración de estos temas se convirtió en una constante que
condujo a la decisión de continuar manteniendo este aporte que advierte
la gravedad del problema.
Los conferencistas invitados llegaron a sus encuentros con nosotros
aportando el máximo de sus competencias y de su dedicación al tema. Ca-
da uno expuso sobre el tema previsto, respondió preguntas del público y
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Eva Giberti
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Los cursos del Consejo
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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Los Cursos del Consejo
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
bién ellos al aporte de una nueva perspectiva para el análisis del abuso
sexual y maltrato contra niños y niñas.
El material que se obtuvo de la desgrabación de las conferencias se
mantiene en espera, para diseñar nuevos volúmenes que permitan ofre-
cer a la comunidad los contenidos de la experiencia, y el rigor y la origi-
nalidad de sus autores.
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Una pregunta engañosa
acerca del maltrato
y del abuso sexual
contra niños y niñas
Coordinadora del Curso. Lic. en Psicología (UBA). Asistente Social (UBA). Docente en la Especialización en
Violencia Familiar (UBA) y en la Especialización en Derecho de Familia (UBA). Idem Maestría en Problemas
y Patologías del Desvalimiento (UCES). Co-dirigió la Maestría en Ciencias de la Familia (Univ. Nac. Gral. San
Martín). Asesora del Area Adopción del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes. Entre sus
libros están: Politicas y Niñez (en colaboración), Incesto paterno filial (Con S. Lamberti et alter), La Mujer
y la violencia invisible (con Ana Fernández), Hijos del rock, y La familia, a pesar de todo.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
que podría admitirse como curiosidad preocupada por parte de los adultos,
también puede interpretarse como intento no consciente de derivar la aten-
ción ciudadana hacia una evaluación de índole histórica.
La pregunta interroga dirigiendo (y esperando) la respuesta hacia una
contestación convivencial: “En realidad estas cosas siempre ocurrieron.
Ahora se habla más, la gente se atreve a denunciar, los chicos en gene-
ral están advertidos…”; respuesta que tiende a tranquilizar a quien pre-
gunta. “Si siempre ocurrió, entonces no es tan grave; si no fuera por los
medios de comunicación no se sabría…” O sea, estamos frente a la ten-
dencia que conduce a encubrir la gravedad de lo que sucede, neutrali-
zándolo mediante la generalización “siempre ocurrió”. Se recurre a la
frase consagrada por el imaginario social que omite la responsabilidad
social aquí y ahora.
Conviene discernir entre maltrato, por una parte, y por otra abuso sexual
contra niños, niñas y adolescentes. El maltrato constituye una dimensión
abarcativa que incluye los abusos sexuales y los incestos como forma espe-
cífica de maltrato explicitado mediante prácticas sexuales impuestas por los
adultos, en detrimento de los derechos de niños y niñas. Dichas prácticas
están reguladas por el abuso de poder. Otras formas de maltrato consisten
en amenazas, castigos fisicos, negligencias, etc., y se instituyen también
como abuso de poder sin que el niño o la niña sean demandados como
acompañantes sexuales.
Si revisamos la historia de la niñez y la historia de las civilizaciones
encontraremos, detallada, la enunciación de las ferocidades cometidas
contra niños y contra niñas. Lo cual no autoriza a aliviarse ni a desen-
tenderse de los padecimientos actuales de nuestras niñas y niños. No
hay razón alguna para tranquilizarse, por el contrario, es preciso regis-
trar que determinados adultos pueden ser —y eligen ser—peligrosos pa-
ra cualquiera de ellos.
La parentalidad no garantiza trato considerado hacia los/as más pe-
queños/as: las familias son capaces de instituirse como núcleos de vio-
lencia contra ellos/as. Las instituciones escolares pueden incorporar ma-
los tratos físicos y psicológicos, y la experiencia pone de manifiesto, que
el abuso sexual contra niños y contra niñas encontró en el ámbito esco-
lar un territorio que excepcional y coyunturalmente permitió disponer de
criaturas según las preferencias del abusador.
Frente a esta sistematización de delitos y agravios, los datos históricos
nos interesan debido a la investigación y análisis de las situaciones en épo-
cas diversas, según las geografías y las características de las organizacio-
nes sociales de las distintas comunidades. Pero actualmente nos atañe el
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Una pregunta engañosa
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Palabras inaugurales
Profesora de Historia (UBA). Actual Presidenta del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes
del GCABA. Fue Legisladora de la CABA (2000-1997). Concejala de la CABA (1997-1993). Delegada gremial
docente en la CTERA (1992-1983). Miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Docentes de
Enseñanza Media y Superior. Coautora e impulsora de importantes iniciativas legislativas en materia de
derechos de la infancia y género (Ley 114: Protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescen-
tes; Ley 269: Creación del Registro de deudores alimentarios; Ley 474: Creación del Plan de igualdad de
posibilidades y de trato entre varones y mujeres; Ley 418: Salud sexual y reproductiva, entre otras).
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Palabras inaugurales
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
En este sentido, este Curso que hoy se inicia, con la coordinación de Eva
Giberti y la presencia de los panelistas invitados que con desinterés y ge-
nerosidad aportan su impresionante trayectoria y compromiso en esta te-
mática, seguramente será un nuevo momento en el que podamos revisar y
encontrar nuevas estrategias en temas que los chicos de la Ciudad de Bue-
nos Aires y de todo nuestro país están demandando, y que es ni más ni me-
nos que hacer justicia y reparar tanto daño y tanto sufrimiento.
Este es uno de los mandatos y una de las obligaciones que tenemos por
la Constitución de la Ciudad y por la Ley 114. Vuelvo a darles la bienveni-
da y a decirles que estamos a disposición de ustedes con relación a estos
y otros temas que en el futuro podamos seguir abordando.
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1
Equipo de Trabajo: Patricia Aschieri, Mariana García, Natalia Llorca, Karina Mouzo, Beatriz Rego,
Mercedes Romera, Delia Surra, Carla Villalta, Carmela Vives.
Introducción
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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1 . Cristina Erbaro y equipo
En relación con este tema, aún hoy, casi 6 años después de su san-
ción, la Ley 114 sigue siendo para muchos, y también para algunos or-
ganismos del Estado, “la ley del Consejo”; esto coloca al “organismo es-
pecializado” en el lugar del único responsable de su cumplimiento y vi-
gencia. Este es el segundo año que lo venimos planteando, ya que nos
parece otro de los obstáculos a vencer.
Entonces, una primera pregunta es hasta qué punto las prácticas insti-
tucionales y sociales se han adecuado a la normativa. Partimos de la idea
de que todavía falta un largo trecho por andar.
Por lo tanto, una de las tareas más importantes, todavía pendientes,
consiste en instalar un debate crítico constructivo, tendiente a incorporar
en las prácticas cotidianas el paradigma de la protección integral.
La normativa vigente modifica la relación Estado-sociedad-familia que
planteaba el modelo de la situación irregular o patronato del Estado. Po-
dríamos decir que es el Estado el último en intervenir directamente sobre
niñas, niños y adolescentes, pero es el primer obligado en garantizar polí-
ticas públicas que posibiliten a las familias cumplir con su rol en la crian-
za de sus hijos como sujetos de derechos.
Esto se desprende de la lectura de la Ley 114. En su Art. 6, al referir-
se a la efectivización de derechos, dice que “la familia, la sociedad y el Go-
bierno de la Ciudad tienen el deber de asegurar la efectivización de sus de-
rechos y procurar su desarrollo integral”.
El Art. 18, al referirse al derecho a la dignidad, reitera el mismo or-
den: “es deber de la familia, la sociedad y el Gobierno de la Ciudad pro-
teger la dignidad de niños, niñas y adolescentes impidiendo que sean
sometidos a trato violento, discriminatorio, vejatorio, humillante, intimi-
datorio, a prostitución, explotación sexual o a cualquier otra condición
inhumana o degradante”, fortaleciendo las relaciones familiares como
ámbito privilegiado para el niño.
El Art. 25 establece que “los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a
ser criados por sus padres y a permanecer en su grupo familiar de origen, en
una convivencia sustentada en vínculos y relaciones afectivas y comunitarias”.
En este marco, podemos preguntarnos: ¿qué situaciones deben presen-
tarse para que los padres o uno de ellos vean restringida o suprimida su
patria potestad respecto del hijo? ¿Qué habilita al Estado a intervenir en la
vida familiar? ¿De qué manera?
Nos interesa enfatizar en la última pregunta, porque en su respuesta se
definen cuestiones esenciales para la vida de un sujeto.
El tema que nos convoca es una de las cuestiones en las que el Estado
debe intervenir. Para quien fue abusado, maltratado, víctima de incesto pa-
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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1 . Cristina Erbaro y equipo
Aquí cabe hacerse otra pregunta: ¿qué podemos hacer en el tema que
nos convoca desde la promoción de derechos?
Si bien en los últimos años la problemática de los malos tratos ha al-
canzado mayor visibilidad, es necesario trabajar aún más en la perspectiva
de la incorporación del paradigma de la protección integral en todos los ám-
bitos por los que el niño atraviesa.
La Ley 114 “obliga” a todos los ciudadanos de la Ciudad de Buenos
Aires. Obliga, entre otras cosas, a establecer formas diferentes de vin-
culación con las niñas, los niños y los adolescentes. Los derechos de los
chicos deben tener su correlato en las obligaciones de las instituciones
públicas o privadas por las cuales transitan durante su crecimiento. De-
bemos entonces preguntarnos por el lugar que se le asigna a la palabra
del niño en cada una de ellas.
Un niño que realiza el aprendizaje cotidiano de ser escuchado y
que se desarrolla en el marco de relaciones democráticas dentro de
las instituciones, tiene mayores posibilidades de contrastar su realidad
familiar y no instaurarla como el único modelo de relación que existe
y al que debe someterse.
En este mismo sentido, los profesionales que trabajan en instituciones
que garantizan espacios de escucha, tienen mayores posibilidades de “dar-
se cuenta” para “ver” que algo está pasando.
Un Estado que toma posición es un Estado que se obliga. Se obliga a
que su posición no se vea reducida a una mera declaración de principios,
sino a contar con las políticas públicas adecuadas y necesarias, a darles
prioridad en la asignación de los recursos.
Se obliga también a no desarrollar propuestas, acciones que vulneren
derechos o puedan llegar a violarlos; léase seguimientos, disposiciones,
pericias, declaraciones, interrupciones en los vínculos significativos de
su vida cotidiana, con familiares y amigos, para las víctimas de malos
tratos o abuso sexual.
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1 . Cristina Erbaro y equipo
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Centro de Atención Centro de alojamiento para niños de 6 a Servicio de acceso por derivación
Transitoria 21 años en situaciones de emergencia.
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1 . Cristina Erbaro y equipo
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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1 . Cristina Erbaro y equipo
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1 . Cristina Erbaro y equipo
te de uno de los padres”; “marido ebrio las golpea”; “la mamá con-
sume drogas y dice que se va a suicidar y matar a la hija”.
- Reducción a la servidumbre
- Tráfico de estupefacientes
- Otras
• Otros.
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DERECHOS Consultas %
A NO SER DISCRIMINADO 41 0,41
A SER INFORMADO 132 1,33
DEFENSA 95 0,96
DESARROLLO HUMANO/AUTONOMIA 380 3,84
CONVIVENCIA FAMILIAR 2.930 29,61
FAMILIA/CUOTA ALIMENTARIA 917 9,27
IDENTIDAD 862 8,71
MEDIDAS DE PROTECCION C/ SITUACIONES DE VIOLENCIA 1687 17,05
MEDIDAS DE PROTECCION ESPECIAL DE DERECHOS 208 2,10
NIVEL DE VIDA ADECUADO 2.098 21,20
OTROS 234 2,36
S/I 312 3,15
TOTALES 9.896 100
1 Por ejemplo, en las Defensorías una mujer puede consultar por una situación de vio-
lencia familiar y requerir también la tramitación de la documentación de los hijos. En
este caso, se considera que los motivos de consulta son dos, uno referido a alimen-
tos y otro a documentación. Estos dos motivos son luego convertidos en derechos,
es decir, agrupados en categorías.
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1 . Cristina Erbaro y equipo
17 % Derecho a medidas
de protección
contra situaciones
de violencia
Otros derechos
83 %
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27 % Negligencia
Maltrato
73 %
15 % Violación
Abuso
85 %
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1 . Cristina Erbaro y equipo
Línea 102
31 % Cantidad de
motivos de
consulta.
Medidas de
protección contra
situaciones de
violencia.
69 %
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
27 % Negligencia
Maltrato
73 %
6% Violación
Abuso
94 %
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1 . Cristina Erbaro y equipo
10 % Medidas de
protección con
situaciones de
violencia
Otros motivos
de consulta
90 %
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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1 . Cristina Erbaro y equipo
14 %
Medidas de
protección contra
situaciones de
violencia
Otros motivos
86 % de ingreso
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Consideraciones finales
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Un espacio de escucha
y visibilización de situaciones
de vulneración de derechos
de chicos y chicas: la Línea 102
Licenciada en Psicología. Master en Psicología Clínica (UNB, Brasil). Integrante del Consejo de los Derechos de
Niñas, Niños y Adolescentes (GCBA). Docente 1ª regular, Carrera Psicología, e investigadora de la Universidad
de Buenos Aires. Coordinadora del libro Infancia, Vulneración de Derechos e Intervenciones en la Urgencia.
Editorial Espacio, 2004.
Las voces de todos los niños deben ser escuchadas y tomadas en cuen-
tas, y particularmente aquellas que denuncian desgarradoras situaciones de
vulneración y/o violación de derechos.
Con el objeto de escuchar esas voces, tomarlas en cuenta e interve-
nir con y junto a ellas es que se crea dentro del ámbito del Consejo de
los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, una línea telefónica gra-
tuita para todos los chicos, chicas y adultos de la Ciudad de Buenos Ai-
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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2 . María Federica Otero
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2 . María Federica Otero
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
jetivo de la restitución de los derechos, pero también para conocer las priori-
dades de necesidades actuales en la población infanto-juvenil de la CABA.
Se promueven así, a través de estudios, relevamientos, diagnósticos e
investigaciones, propuestas de políticas publicas de la infancia, diseños de
programas específicos con el fin de hacer cumplir los derechos de los chi-
cos y chicas, canalizando sus propias inquietudes.
Asimismo, creemos que la Línea 102 es un avance importantísimo
en cuanto a la concientización, la viabilidad de las denuncias contra vio-
laciones de derechos de los chicos, la escucha de la voz de los chicos,
la visibilización de situaciones de malos tratos; a la luz de la Ley 114 y
no de la revictimización.
La demanda en la Línea 102 aumenta constantemente. Esto no sólo se
debe al aumento de situaciones de vulneración de derechos, sino también,
felizmente, al conocimiento del servicio por parte de la población.
Resta todavía mucho trabajo desde los equipos profesionales para so-
brepasar obstáculos que tienen que ver con la práctica profesional. En es-
te sentido continuamos trabajando.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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3
Evaluación psiquiátrica
forense de niños y niñas
ante denuncias
de abuso sexual
Médica, especialista en Psiquiatría Infanto-Juvenil y en Medicina Legal; Médica Forense de la Justicia Na-
cional. Autora de “Maltrato Infantil: El testimonio del niño que alega maltrato” (con el Dr. Daniel Pantin), re-
vista La Prensa Médica Argentina, Vol. 83, N° 4, 1996. Coautora del libro Violencia Familiar y Abuso Se-
xual, compilación de Viar y Lamberti, Ed. Universidad. 1998. “El ‘Backlash’ y el abuso sexual infantil”, re-
vista Electrónica de la Asociación Argentina de Psiquiatría Infantil. Premio bienal “Aniceto López” otorgado
por la Asociación Médica Argentina al mejor trabajo sobre: “Abuso Sexual Infantil: examen del menor en la
práctica forense” (con la Dra. Estela Palomero), 1994. Premio anual “Cátedra de medicina legal”, 1995; tí-
tulo del trabajo: “El silencio de los inocentes: mitos y realidades del abuso sexual infantil”.
Introducción
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Estas preguntas no son nuevas, tanto para la ciencia como para la ley.
La investigación científica acerca de estas preguntas se remonta a más de
cien años atrás. Pero en los últimos años el número creciente de denuncias
52
3 . Virginia Berlinerblau
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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3 . Virginia Berlinerblau
tos tipos de información que acerca de otros. Por ejemplo, puede ser rela-
tivamente fácil desviar a un niño de 4 años en los detalles tales como el
color de los zapatos u ojos de alguien, pero es mucho más dificil desviar al
mismo niño acerca de hechos que le son personalmente significativos, ta-
les como si fue golpeado o desvestido.
Habrá que captar el lenguaje del niño y adaptarse a él según su nivel de
maduración y desarrollo cognitivo para facilitar su comunicación. Por ejemplo,
los niños pequeños pueden responder solamente aquella parte de la pregunta
que ellos entienden, ignorando las otras partes que pueden ser cruciales para
el interés del adulto. Por lo tanto es conveniente usar frases cortas, palabras
cortas, y especificar la significación de las palabras empleadas.
Es importante detenerse en la descripción de los detalles y, si es po-
sible, obtener la historia más de una vez, ya que el relato puede variar
o puede emerger nueva información. Los entrevistadores también nece-
sitan tener en cuenta que a veces la información que los niños intentan
aportar es certera, pero su relato acerca de esto puede parecer no sólo
erróneo, sino extraño para un adulto. Por ejemplo, un niño puede decir
que “un perro volaba” sin aclarar al entrevistador que era un muñeco
con el que jugaba a que podía volar.
Aunque los debates acerca de las habilidades de los niños en esta
área probablemente continúen por años, los profesionales de la salud
mental pueden hacer contribuciones sustanciales a la Justicia al explo-
rar técnicas que ayuden a los niños a comunicar sus experiencias de
manera precisa y completa.
Las consideraciones evolutivas son cruciales en la determinación de la
competencia de un niño para testificar. La edad cronológica, el nivel de fun-
cionamiento psicosocial, el estado mental y emocional, así como también la
naturaleza y cualidad de la dinámica y el compromiso familiar, tienen una in-
fluencia decisiva en la capacidad del niño testigo para satisfacer los elemen-
tos estándar. El contexto mismo de la entrevista puede ser determinante. La
intimidación no sólo conduce a los niños a encerrarse y responder cada vez
menos a las preguntas; también puede incrementar su subjetividad.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
• Recuerdo libre
• Recuerdo asistido
• Reconocimiento
• Recuerdo guionado
• Recuerdo reprimido o recuperado
Entender estos tipos de memoria son útiles para entender los obstácu-
los prácticos que enfrentan los entrevistadores.
56
3 . Virginia Berlinerblau
Recuerdo libre
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Recuerdo asistido
Un niño usa pistas cuando algún estímulo lo lleva a evocar algo del pa-
sado. El estímulo “trae de vuelta el recuerdo”. Algo dispara una asociación
mental en la mente del niño entre el estímulo y la cosa —persona, lugar, o
evento— que es almacenada en la memoria. Entonces, un niño puede ver
un auto que le recuerda el auto conducido por el secuestrador.
En muchos casos, la pista que dispara la memoria es una pregunta. Co-
mo los niños pequeños tienen un déficit relativo en el recuerdo libre al ser
comparados con niños mayores y con adultos, los entrevistadores frecuen-
temente descansan en pistas a fin de asistir a la memoria para aprehender
lo que los niños recuerdan. Un niño que dice muy poco en respuesta a pre-
guntas de final abierto puede aportar información vital cuando las pregun-
tas golpean pistas para recordar. Lamb y colaboradores (1995) describen
algunas de las dificultades que enfrentan los entrevistadores: “frecuente-
mente es necesario comenzar a preguntar preguntas más focalizadas bien
temprano en las entrevistas con niños pequeños. ...Las expresiones suges-
tivas deberían ser evitadas siempre que sea posible. Cuando un niño no
se dirige a ciertos puntos en respuesta a preguntas de final abierto y
apuntes directivos, sin embargo, puede ser necesario para los investiga-
dores preguntar preguntas dirigidas o sugestivas”.
El recuerdo asistido se desarrolla tempranamente en la vida. A la edad
de 4 años, los niños generalmente son eficientes en el recuerdo asistido.
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3 . Virginia Berlinerblau
Reconocimiento
Recuerdo guionado
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Olvido
Amnesia infantil
Los eventos que ocurren antes del segundo o tercer cumpleaños fre-
cuentemente se pierden en la memoria posterior. El término “amnesia in-
fantil” es usado para describir este fenómeno normal del desarrollo.
El hecho de que los adultos raramente recuerden eventos de la muy
temprana infancia no significa que los niños de dos y de tres años de edad
carecen de la habilidad para recordar eventos recientes. Bauer (1994) des-
cribe una investigación psicológica de la memoria en niños muy pequeños,
escribiendo que “niños tan pequeños como de tres años de edad ya tiene
representaciones bien organizadas de eventos familiares... Niños tan pe-
queños como de dos años y medio de edad pueden brindar relatos verba-
les de hechos pasados”. El efecto de la amnesia infantil justifica el escep-
ticismo cuando los niños mayores y los adultos describen “recuerdos” de
abuso durante la infancia o la niñez muy temprana.
Estrés y recuerdo
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3 . Virginia Berlinerblau
Sugestibilidad
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Construyendo reportajes
con preguntas de final abierto
62
3 . Virginia Berlinerblau
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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3 . Virginia Berlinerblau
La conducta del entrevistador con el niño y con los cuidadores del niño
debería ser calma, cálida y acogedora. El entrevistador debe asumir el rol
de un obtenedor de información neutral y debería trabajar para evitar pre-
concepciones acerca de si el niño fue o no abusado. Este acercamiento for-
talecerá la entrevista al poner al niño y su familiar a gusto, y estimulará su
confianza en el entrevistador.
65
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
plora mayores detalles siguiendo una respuesta del niño a una pregunta de
final abierto o focalizada. Las preguntas específicas algunas veces llevan a
respuestas cortas: ¿de qué color era su remera?, es una pregunta específi-
ca. Preguntas tales como ¿la remera era roja? requieren respuestas por sí
o por no, por ello no son aconsejables. Si esas preguntas son directivas o
sugestivas puede depender del contexto en que la pregunta es hecha (por
ejemplo, el niño mencionó antes o no que alguien vestía remera).
Una pregunta dirigida, sesgada, sugestiva y/o tendenciosa es una pre-
gunta que sugiere que el entrevistador está buscando una respuesta en par-
ticular; es aquella que sugiere al testigo la respuesta que el interrogador de-
sea. Por supuesto, las preguntas dirigidas vienen en blanco y negro y en in-
numerables tonos de grises. Pocos negarían que la pregunta “¿te tocó la co-
la, no es cierto?” no solamente es dirigida, sino en alto grado, ya que es
esencialmente una declaración de hecho seguida por un pedido de consen-
timiento. Un ejemplo adicional de una pregunta dirigida es “Él te llevó allí
tres veces, ¿no es cierto?”.
Si la pregunta del entrevistador introduce información que el niño no ha-
bía mencionado previamente, se incrementan las posibilidades de error en
la información obtenida. Un análisis certero requiere la consideración de
cada pregunta en su turno, juntamente con el análisis de la pregunta que
la precedió. Cada pregunta es una puntada del tapiz; para ver el patrón, es
necesario pararse y mirar el conjunto.
Las preguntas de opciones múltiples deberían ser usadas sólo para cla-
rificar el develamiento. El entrevistador no debería efectuar preguntas direc-
tas que incluyan a una persona específica o una acción específica, salvo pa-
ra clarificar información ya brindada. Una vez que el niño provee una res-
puesta a una pregunta de opciones múltiples o a una pregunta directa, el
entrevistador debería retornar a preguntas más abiertas.
También deberemos tener en cuenta que diferentes culturas tienen mo-
delos narrativos diferentes.
Cada niño es único. No hay una única manera correcta de entrevistar ni-
ños, no hay un protocolo que los profesionales deban seguir siempre. Los
entrevistadores improvisan a medida que la entrevista se va desplegando,
y la flexibilidad es la orden del día, acorde a las necesidades del niño.
También debemos tener en cuenta que no es probable que una sola pre-
gunta inapropiada provoque un reporte falso de abuso.
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3 . Virginia Berlinerblau
E. PSIQUIATRICA E. FORENSE
Principios Basada en conceptos Basada en la evidencia
y pautas teóricas y pautas legales
Con confidencialidad Sin confidencialidad
Objetivos Diagnóstico/ Tratamiento Obtener información no
contaminada del evento
Métodos No dirigido Dirigido
No estructurado Estructurado
Obtener información subjetiva Obtener información objetiva
Técnicas Interacción verbal Interacción verbal
Uso de juegos/ juguetes Uso de muñecos
Contenidos Subjetivo/ Emocional Recuerdo del evento: lugar,
Fantasías/ Conflictos tiempo, hora, etc.
Conducta del abusador
Conducta de la víctima
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3 . Virginia Berlinerblau
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3 . Virginia Berlinerblau
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Los muñecos anatómicamente correctos (MAC) y los dibujos, así como los
dibujos de figuras simples, son herramientas útiles para entrevistar niños que
puedan haber experimentado abuso sexual. Tales facilitadores son muy útiles
cuando son usados como modelos anatómicos y para fines demostrativos. Su
uso como pistas para facilitar el recuerdo es más controversial.
Los muñecos anatómicos, los muñecos no anatómicos, los dibujos ana-
tómicos, los dibujos libres (incluyendo pero no limitándose a dibujos de
simples figuras; dibujos de la familia kinética; dibujos de lugares y/o instru-
mentos relevantes para el abuso), y ciertos juguetes que se usan en el ám-
bito terapéutico, tales como muñecas y teléfonos, son comúnmente usados
en el contexto de la entrevista, especialmente con niños muy pequeños.
En general, es recomendable que el entrevistador evite usar la caja de jue-
go como facilitador de la comunicación del niño, por la importancia de man-
tener la distinción entre fantasía y realidad en el contexto de la entrevista.
El uso de los muñecos “anatómicamente correctos” es ciertamente un
tema controvertido y es necesario saber que no es necesario usarlos en
estos casos ni son un test para detectar abuso sexual.
Podrían ser útiles para facilitar el obtener información, descubrir termi-
nología de partes anatómicas y permitir al niño que no puede hablar o di-
bujar qué pasó, mostrarnos lo que sucedió.
Es importante evitar utilizar los muñecos como modo de entrenar, diri-
gir o instruir al niño, y tampoco los muñecos deben ser usados como un
74
3 . Virginia Berlinerblau
atajo para una evaluación más comprensiva del niño y de la familia del ni-
ño. Además los hallazgos no deben ser analizados aisladamente, ya que
por sí mismos no proveen respuestas confiables o prueban definitivamente
si ocurrió o no el abuso.
Los lineamientos de la Sociedad Profesional Americana sobre el Abuso
de Niños (APSAC) que fueron publicados en 1995 señalan que:
Hay consenso general acerca del cuidado que hay que tener al usar los
MAC con niños menores de 5 años.
Los dibujos de los niños pueden ser muy útiles al asesorar sobre ASI,
con dibujos espontáneos, así como el proponerles dibujar un hombre o una
mujer, la familia kinética o autorretratos, pedirles que dibujen qué pasó, o
dónde. Los niños son capaces de dibujar y describir dónde está el imputa-
75
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
do. Lo útil de la asociación de los dibujos radica en los efectos que gene-
ra la información que ponen al descubierto. Hay algunos hallazgos en los
dibujos que son sugerentes de abuso sexual en general: el dibujo de los ge-
nitales o la alternativa de evitar cualquier carácter sexual en conjunto.
Nuevamente es necesario aclarar que estos dibujos son usados como
una herramienta, como parte de la evaluación, no pueden ser juzgados
aisladamente para decidir si el abuso ha ocurrido o no.
Conclusiones
76
3 . Virginia Berlinerblau
Bibliografía
77
4
Obstáculos institucionales
de la intervención en casos
de abuso sexual infantil.
Algunas respuestas
Juez de Cámara —por concurso— del Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 de La Plata, Provincia de
Buenos Aires. Miembro de la Asociación Internacional de Derecho Penal. Miembro Fundador de la Asocia-
ción Argentina de Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil (ASAMPI). Miembro del Foro para la Justicia De-
mocrática (FOJUDE). Autor de artículos publicados sobre abuso infantil y coautor de los libros Abuso sexual
en la infancia (2002) y Maltrato Infantil. Riesgos del compromiso profesional (2003). Autor del libro Abu-
so sexual infantil. ¿Denunciar o Silenciar? (2003). Docente del Curso de Posgrado: Abordaje Interdisciplina-
rio del Abuso Sexual Infanto-Juvenil; Facultad de Psicología, UBA (2004).
79
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
de, es fundamental, y ahora vamos a ver por qué, comenzando por las ca-
racterísticas del fenómeno.
En primer lugar, el secreto. En el abuso sexual infantil impera la ley del
silencio, hay una cifra negra enorme. En realidad la cantidad exacta de he-
chos que integran la cifra negra nunca se puede saber, ni del abuso infan-
til ni de los demás delitos, por eso se llama precisamente así. No hay en la
Argentina estadísticas serias sobre el tema. Hay algunos estudios muy ais-
lados que no tienen significación, pese al esfuerzo que puedan haber hecho
los autores, por no ser sistemáticos y sostenidos en el tiempo.
En los últimos años, y aunque no sea posible cuantificar la aludida
cifra negra, es evidente que se ha hecho más visible la existencia del fe-
nómeno como tal, han aumentado las denuncias y la trascendencia me-
diática de los casos que se investigan en la Justicia. Eso sí es aprecia-
ble, porque aunque no haya comenzado un trabajo serio de cuantifica-
ción, se empezó a hablar mucho más de este fenómeno del que a lo lar-
go de la historia casi nada se decía.
Hay que aclarar que por más que se hable más del tema y se vayan di-
fundiendo más las características del fenómeno, el secreto va a seguir exis-
tiendo siempre en el acto individual concreto del abusador y su relación con
la víctima. Lo que va a ser distinto es lo que pase en el entorno, tanto de
uno como de otro, y a su vez, muchas veces, de lo que pase en el entorno
va a depender la propia vida o el futuro de la víctima.
En segundo lugar hay que señalar la confusión. La confusión que se ge-
nera en las víctimas es otra de las características importantes porque éstas
viven una mezcla de sentimientos de culpa, de auto recriminación, de ira,
de terror. En los casos en que hay un conocimiento previo o algún tipo de
vínculo familiar o de convivencia, a todo eso se agrega el afecto.
Tener en cuenta el estado de confusión —después vamos a volver
también sobre esto— es fundamental para poder apreciar la diferencia
con el resto de los delitos.
La tercera característica es la violencia. La violencia siempre está pre-
sente en el abuso sexual infantil, en todos los casos, sin excepción; no hay
abuso sexual infantil sin violencia, y cuando estamos hablando de violen-
cia, incluimos tanto la violencia física como la psicológica. El reconocimien-
to de la violencia física no trae mayores inconvenientes, por ser en general
fácilmente verificable, y no hay mayor resistencia a aceptarla, aunque pue-
da haber dificultades a la hora de interpretar su origen, especialmente en
casos de maltrato o abuso sexual tanto infantil como de adultos.
Pero, donde se producen las mayores dificultades es en la violencia
psicológica. En los últimos años hubo una gran evolución en el recono-
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4 . Carlos Rozanski
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
82
4 . Carlos Rozanski
niño, puede llegar a ser igualitaria, siempre que se respeten las necesida-
des de esa criatura. Deja de serlo, en cambio, cuando no se respetan esas
necesidades, y es cuando el abusador aprovecha esa asimetría y la va a
transformar en un elemento a su favor, lo cual le va a permitir a su vez, ha-
cer todo lo que en adelante quiera con su víctima.
En ese sentido, tener en cuenta la asimetría es un requisito indispen-
sable para una intervención respetuosa y protectora. A veces parecería
que hace falta poner un cartelito en muchos tribunales o en otras depen-
dencias donde se interviene en casos de maltrato y abuso, para que se
tenga presente esa asimetría.
Lo que acabo de decir es una breve síntesis sobre las características
principales del fenómeno. Vamos a ver ahora las principales consecuen-
cias del abuso.
En primer lugar hay que citar los daños físicos. No me voy a extender
en la cuestión, por razones de tiempo y porque están enumerados en to-
da la bibliografía especializada. Sólo voy a decir que se trata de aquellos
daños que presenta la criatura en su cuerpo y que tienen que ver con
trastornos específicos del abuso. Existen además aquellos que son ines-
pecíficos y que solamente como síntesis menciono: algunos trastornos
psicosomáticos, dolores, alteraciones alimentarias, algunos casos de bu-
limia y anorexia, enuresis y encopresis. Esto no quiere decir que cuando
hay anorexia y bulimia o encopresis hay abuso, lo que estoy diciendo es
que son inespecíficos, y que hay que tenerlos en cuenta en el contexto
adecuado. Les doy un ejemplo de esto.
En Bariloche, donde yo integraba la Cámara del Crimen, hubo un caso
que juzgamos, que vale la pena contar. Una señora muy humilde había lle-
vado a su criatura, una nena, a revisarla por una lastimadura en el men-
tón. La médica que la estaba atendiendo sintió olor a materia fecal. Como
no encajaba la edad de la criatura con la incontinencia de esfínteres, la re-
visó íntegramente, y ahí entonces descubrió que había síntomas muy con-
cretos de abuso sexual. Eso fue denunciado por la médica y terminó en un
juicio donde fue condenado fue el hermano biológico de la criatura, que
abusaba de ella hacía tiempo, y después se comenzó a investigar lo suce-
dido con una hermanita menor, en hechos que probablemente la tenían
también como víctima.
Esto lo menciono por la encopresis en sí como indicador inespecí-
fico de abuso, y además por la importancia que tiene que distintos
profesionales que interactúan con chicos presten atención. En este ca-
so, una médica que estaba atendiendo una lesión en el rostro de una
criatura, prestó atención al olor a materia fecal, la examinó, denunció,
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4 . Carlos Rozanski
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
lución de las diferentes disciplinas que integran una y otra área. En las
ciencias sociales no jurídicas la evolución en los últimos veinte años ha
sido geométrica. En el caso concreto del abuso sexual infantil, el avan-
ce en el conocimiento de las características del fenómeno y en sus con-
secuencias, se produjo de una manera vertiginosa en comparación con
los siglos de ignorancia e impunidad que caracterizaron la historia del
maltrato y abuso de niñas y niños.
En cuanto al ámbito del Derecho, hay que hacer una diferenciación.
Se receptó este tipo de avances en todo lo que tiene que ver con la nor-
mativa, por eso tenemos una Convención sobre los Derechos del Niño
que integra la Constitución Nacional, así como todas las leyes que se
dictaron en consonancia con ella. En ese sentido, el Estado argentino no
tiene ningún problema en firmar este tipo de Convenciones, el problema
es cómo hacemos después para bajarlas a la práctica cotidiana. Lo cier-
to es que se ha producido un enorme avance en el ámbito jurídico des-
de lo normativo, al reconocer estos derechos, comprometiéndose el Es-
tado a que sean respetados. La otra cara de esto es que en la práctica
cotidiana del Poder Judicial no se han receptado estos avances. Esto tie-
ne importancia trascendental y ahora vamos a ver por qué.
Tradicionalmente, para el Derecho Penal el objetivo primario de la inter-
vención era el esclarecimiento de los hechos y la eventual sanción de algún
responsable. Esto fue así durante muchísimos siglos. Hoy, la normativa
constitucional que yo planteaba, y el conocimiento al cual se llegó en el res-
to de las áreas de ciencias sociales, indican que las cosas han cambiado.
La prioridad hoy en la intervención judicial, según la Constitución Nacional,
es la protección integral de los niños; en el tema que nos ocupa, de los ni-
ños víctimas. En segundo lugar, como objetivo secundario, está el esclare-
cimiento del hecho y la virtual sanción del responsable.
Esto significa que si aceptamos esta inversión de que en primer lugar va a
estar la protección y en segundo lugar el esclarecimiento, vamos a intervenir
de una manera distinta. Y, si esa intervención es la adecuada y se respetan los
derechos tal cual dicen las normas, se facilita el objetivo secundario, que es el
esclarecimiento del hecho y la eventual sanción del responsable.
Intervenir mal, sin proteger, silenciando, sin tener en cuenta las carac-
terísticas que yo estaba describiendo antes, lo que hace precisamente es
alejar la posibilidad del esclarecimiento de los hechos. Porque cuando a
una criatura abusada que se le hacen infinidad de pericias y se le pregun-
ta de todas las maneras posibles, qué le pasó, lo va a decir también de nu-
merosas maneras distintas, y eso, como vamos a ver después, casi siem-
pre lleva a la impunidad.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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4 . Carlos Rozanski
de todas aquellas cosas que tenemos en nuestra cabeza y que nos ha-
cen ver las cosas de una manera o de otra. A la suma de las experien-
cias que hemos tenido, de lo que aprendimos, de lo que leímos, de lo
que escuchamos, de lo que vivenciamos. Todo eso junto, se traduce en
un cristal desde el que percibimos la realidad de una manera determi-
nada, eso es lo que en esta ocasión vamos a llamar ideología. En sínte-
sis, la suma de toda nuestra cultura.
Esa ideología que en este tema específico está construida de una ma-
nera, yo diría, alarmantemente generalizada, está solventada en mitos,
estereotipos y prejuicios. Esto es algo que no podemos dejar de tener en
cuenta porque esos mitos, estereotipos y prejuicios son los que nos van
a hacer ver las cosas de una manera o de otra, y en consecuencia ac-
tuar de una manera o de otra.
Cuando en la Justicia tomamos decisiones, la decisión es el resultado
de una evaluación previa; y la evaluación va a ser hecha en función de lo
que estamos percibiendo y la percepción, a su vez, va a estar condiciona-
da precisamente por nuestra ideología.
Ejemplo de algo que pasa muy frecuentemente y no está demasiado estu-
diado, pero que se puede advertir a diario, es el doble estándar, que consiste
en la aplicación de normas distintas a un mismo grupo de personas.
En el caso concreto del abuso sexual infantil, y yo diría de los delitos se-
xuales en general, es muy sencillo percibir el doble estándar en relación con
los delitos contra la propiedad. En los juicios de uno y otro delito es posi-
ble observar la distinta actitud que con frecuencia se tiene en la Justicia
frente a un delito u otro.
Ustedes nunca van a ver que en un tribunal a la víctima de un robo, por
ejemplo a la que despojaron del auto, le pregunten si lo exhibió de alguna
manera provocadora para el ladrón, lo mismo con un reloj o cualquier otro
objeto. Pero en los juicios por delitos sexuales, el tenor y el tono de las pre-
guntas es notablemente distinto. Este es un fenómeno que debe advertirse
y hacerse notar para que los juzgadores que actúan de esa manera tomen
conciencia de esa actitud y la modifiquen.
Hay un caso en el que intervine que es útil para graficar lo dicho. Se
trataba de una chica de 18 años que fue violada al finalizar un baile. Dos
jóvenes que habían estado en el lugar, escucharon sus gritos y la auxilia-
ron, deteniendo al agresor y llamando a la policía. Los dos testigos decla-
raron luego en la seccional policial sobre el episodio, siendo ambos pregun-
tados literalmente: “Para que diga el testigo si la chica bailaba provocati-
vamente...”. Lo que trato de significar con esto es que la presencia de esos
estereotipos es posible advertirla sin dificultad.
91
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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4 . Carlos Rozanski
la mujer que se fuera con las monedas. Al hombre le dijo que la siguiera y
le sacara la bolsa. Al rato, el hombre volvió agitado diciendo que alcanzó a
la joven pero no pudo sacarle la bolsita porque la tenía agarrada muy fuer-
te. Sancho hizo traer nuevamente a la mujer y le hizo devolver las mone-
das diciéndole que si hubiera protegido su virtud como lo hizo con las mo-
nedas, nada le habría pasado.
Esta cita es un ejemplo más de los recursos a los que se suele apelar
cuando se actúa influenciado por mitos, estereotipos y prejuicios como los
que rodean los delitos sexuales.
En el caso, es claro que el alegato fiscal violó los derechos de la vícti-
ma a tener un juicio justo, porque el debido proceso no es solamente para
los imputados, sino que además se les debe a las víctimas.
El segundo grupo de obstáculos, es el de los institucionales. La mayo-
ría de nosotros pertenecemos a instituciones. En el seno de las institucio-
nes se producen diversos fenómenos que actúan como obstáculos para in-
tervenciones respetuosas. Hay por ejemplo ganancias y pérdidas. Esto fue
descripto hace mucho tiempo por Freud, quien decía que el hombre cam-
bió una parte de su felicidad por una parte de seguridad. Este es un con-
cepto muy importante para entender el origen mismo de las instituciones,
y en especial por qué los hombres se juntan fundándolas y en última ins-
tancia por qué no podríamos sobrevivir sin ellas.
El problema se presenta cuando nos damos cuenta de que muchas ve-
ces las instituciones no son exactamente lo que creíamos, que no están he-
chas a nuestra medida. Cuando percibimos que dentro de ellas hay sufri-
miento, que la ilusión que uno tiene cuando entra a la institución se va per-
diendo, esa pérdida de ilusión es importantísima porque causa estragos. Es
muy difícil afrontar el costo de esa desilusión. Entre otros muchos fenóme-
nos, en las instituciones hay también violencia, dependencia, miedo a los
cambios, ambivalencia y mitos como el de los fundadores. En ese sentido,
es muy duro igualmente el descubrimiento de que los fundadores no eran
como nos dijeron que eran y nosotros tampoco somos ni vamos a ser co-
mo lo que se supone que eran ellos.
Los ejemplos citados de fenómenos que se producen en el interior de
muchas instituciones, tienen que ver con los factores que van a influir pa-
ra que se intervenga de una manera o de otra en todos los casos judiciales
y en especial de delitos sexuales.
Antes mencioné el burn out, y quería hacer algunas precisiones. Se
trata de un fenómeno que literalmente significa incinerarse, quemarse,
achicharrarse dentro de una actividad específica. En este caso vincula-
do a la violencia y al trabajo con víctimas de violencia y también con
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
victimarios. Hay una crisis muy grande que sufren quienes a diario tra-
bajan en esos ámbitos. Esto incluye por supuesto a los jueces, que tra-
bajan tanto con la víctima como con el victimario. Este fenómeno que se
puede producir en la actividad profesional de quienes están en contacto
con violencia o con víctimas de violencia, se diferencia del estrés funda-
mentalmente en que el burn out afecta la identidad profesional, mien-
tras que el estrés no.
La importancia de tener en cuenta esta clase de fenómenos radica en
que, quien dentro de una institución tiene afectada su identidad profe-
sional por trabajar en la problemática en sí misma y no recibir la con-
tención institucional adecuada, no está en condiciones de proteger ade-
cuadamente a las víctimas. En nuestro país, aún no se ha tomado la de-
bida conciencia de la dimensión del problema y de sus consecuencias
para los profesionales que lo padecen, y en el tema que nos ocupa, pa-
ra las víctimas a quienes se desprotege.
En otras palabras, no tomar conciencia adecuada de esto y no procu-
rar los niveles aceptables de capacitación, tiene como consecuencia que
el espectro de gente que está trabajando mal sea muy grande y que por
momentos el panorama sea desalentador. Lo único que ayuda a tener es-
peranzas es que estemos hoy hablando de esto y que haya tanta gente
interesada en discutir este fenómeno.
Si bien no es posible en esta ocasión dar respuesta a todos los inte-
rrogantes que plantea un tema como el abuso infantil, se puede en cam-
bio ensayar algunos conceptos que creo se imponen para superar las tra-
bas que venimos señalando.
A mi entender, el primer paso para empezar a remover estos obstáculos es
el conocimiento serio de las características y consecuencias del fenómeno.
En segundo lugar, es imprescindible que se cuestionen las prácticas ac-
tuales, y debe hacerse desde todos los ámbitos posibles.
Es importante que desde las distintas disciplinas y con el punto de
vista de la incumbencia que tengan, el trabajador social desde el Traba-
jo Social, el psicólogo desde la Psicología, el médico desde la Medicina,
pero cada uno desde su disciplina, cuestionen las prácticas que dañan
a las víctimas. Para eso, el mejor camino es el mencionado conocimien-
to de las características del fenómeno teniendo muy en cuenta los obs-
táculos, tanto los institucionales como los personales. Esa precaución
nos permitirá cuestionar sin inmolarnos en el intento, ya que es sabido
que quienes osan plantear cambios institucionales de esta clase, suelen
ser a su vez víctimas de persecuciones en muchos casos insoportables.
En ese sentido, uno de los riesgos también muy importante es que si un
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4 . Carlos Rozanski
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Preguntas
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4 . Carlos Rozanski
Sí. Más allá de que hay dos códigos de procedimientos distintos, los
fenómenos que se dan en uno y otro ámbito son idénticos porque es
una cuestión ideológica, y eso atraviesa el Código. Ustedes van a ob-
servar lo mismo en todos lados. Si ustedes van a Salta, van a ver
que si una mujer destrozada por los golpes va a hacer una denun-
cia, muchas veces le van a tomar una exposición. Ahí uno puede
preguntarse: ¿pero cómo, el policía de Salta se comunicó con el de
Río Negro?, ¿cómo sabe el de allá que el de acá también la toma co-
mo exposición y no como denuncia? Lo que pasa es que esto es al-
go que trasciende la frontera de una provincia, tiene que ver con una
actitud, con un estereotipo, con una ideología.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
En esos casos, hay que tener en cuenta que uno no se puede ha-
cer cargo de ese chico, porque no es la tarea del que se acaba de
enterar hacerse cargo de esa criatura. Lo que sí tiene que hacer-
se cargo es de la necesidad de hacer conocer el hecho, es decir,
de llevar a esa criatura a alguno de los lugares habilitados. Tanto
en Capital Federal como en la provincia de Buenos Aires, como en
todo el resto del país, hay una cantidad enorme de instituciones,
empezando por la Policía y pasando por las fiscalías o por los juz-
gados penales de turno. En todas esas instituciones tienen la obli-
gación de hacerse cargo por lo menos en lo inmediato, después
harán las derivaciones del caso.
Lo primero que se debe hacer es llevar a esa criatura a un lugar de
los que yo estoy mencionando, y sobre todo exigir que se intervenga
inmediatamente.
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4 . Carlos Rozanski
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6. ¿Qué rol le cabe al resto de las ONGs para cambiar estos últimos
puntos que se señalaron?
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5
Lic. en Psicología (UBA). Psicólogo Clínico. Ex docente de la UBA y la Univ. del Salvador. Especialista en
Maltrato y Abuso Sexual Infantil. Fundador y ex Director del Centro de Psicología y Psicopedagogía Clíni-
ca, Mar del Plata. Ex Coordinador de Psicólogos y de la Casa de Reinserción Social de Isla Silvia, CON-
NAF (Consejo Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia). En la actualidad es Fundador y Moderador de
los foros electrónicos “Etica y Psicología”, “Psicología y Niñez”, “Clínica y Psicopatología Hoy” y “Pen-
sar Cromanón”. Co-autor del libro Adopción- La caída del prejuicio, y diversos artículos en distintas re-
vistas de la especialidad.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Voy a dividir esta presentación en dos partes. Por un lado me referiré a al-
gunas cuestiones generales sobre abuso y maltrato que creo que no han sido
abordadas por otras disertantes, para cerrar haciendo una breve reseña de qué
son los foros y las listas, cómo se pueden implementar como herramienta de
denuncia, formación e información, y tratar de contarles, si da el tiempo, qué
fue esa serie de acciones que nació en Internet y tuvo su desarrollo concreto
en lo que denominé en su momento la movida santiagueña.
Cuando empezó la primera edición de este curso que se dicta este año
por tercera vez y tiene ya anunciada la cuarta implementación para abril de
2005, manifesté que era uno de los emprendimientos más serios en la ma-
teria de que yo tuviera conocimiento. Lejos estaba de imaginarme que con
el paso del tiempo me convertiría en uno de los disertantes, por lo que pue-
do afirmar que este hecho hace para mí un poco de Cafetín de Buenos Ai-
res, ya que de chiquilín lo miraba de afuera. Y aquí terminan las analogías
poéticas, porque a partir de que comprendí que gran parte de mi actividad
profesional estaba signada vocacionalmente por aportar algo en la pelea por
mitigar el sufrimiento de la niñez, la poesía se volvió turbia ante una coti-
dianeidad que desgarra.
Ya es harto sabido que la historia del maltrato y el abuso sexual hacia
la niñez nace con la historia misma de la humanidad, pero, como bien se-
ñaló Eva Giberti en la apertura de este mismo curso el año pasado:
104
5 . Jorge Garaventa
sistemático, ca.
(Del lat. systematicus).
1. adj. Que sigue o se ajusta a un sistema.
2. adj. Dicho de una persona: Que procede por principios, y con rigidez
en su tenor de vida o en sus escritos, opiniones, etc.
105
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Freud ni Lacan han escrito una sola linea para desresponsabilizar al sujeto
por sus actos. Es más, conocidas son algunas anécdotas donde el maestro
vienés reprendía severamente a sus pacientes por algunas descortesías o
desprecios de origen inconsciente pero que a su entender no los libraba de
tener que asumir la autoría en los hechos e intelectual.
Entonces, para ir mostrando el horizonte ideológico del que parto, el
maltrato y abuso sexual hacia la niñez son eso, maltrato y abuso. Esta-
mos hablando del efecto de una situación desigual donde el poderoso
utiliza su superioridad para el placer que le proporciona su víctima ani-
quilada y sometida.
Hay cosas en las que ya no podemos plantearnos ninguna ambigüedad.
No se puede seguir pensando el maltrato como una herramienta correctiva
equivocada pero bien intencionada, ni el abuso sexual infantil como una
compulsión sin freno.
Ni el maltrato tiene por objeto una niñez sana, ni el abuso responde a
una necesidad sexual.
Cuando hace unas semanas veíamos los restos de lo que alguna vez fue
Diego Maradona, era difícil sustraerse a su discurso: “Mi padre me pegaba,
mucho, pero tenía razón, claro que tenía razón, quería lo mejor para mí, só-
lo que yo no lo entendía”, para agregar minutos después: “Jamás le podría
pegar a mis hijas, no me lo perdonaría jamás con todo lo que las amo. Una
vez la empujé a Dalma, no le pegué, me saqué y de impotencia la empujé
apenas. Me quería cortar las manos. Le pedí perdón de rodillas. Nunca po-
dría pegarles. Sería monstruoso... imperdonable”.
La disociación entre lo vivido en su niñez y este presente es el ingredien-
te necesario para no contactarse con la soledad y el desasosiego que el mal-
trato ocasiona. La culpa cierra el círculo de sumisión. Diego es la rama tor-
cida. El padre le pega porque es mal hijo. Él empuja a su hija porque es
mal padre. Se droga porque es mala persona. Sólo un nuevo castigo, la in-
ternación compulsiva por su interés superior, lo redimirá de su naturaleza
maligna. Pero será un mal paciente...
Carmen Frías, actual Directora de Niñez del Gobierno de la Ciudad,
nos decía el año pasado en este mismo curso:
106
5 . Jorge Garaventa
bito que por esta misma cultura patriarcal era imposible que se abrie-
ra a otras miradas; con lo cual las peores de las situaciones podían
continuar sucediendo, encerradas tras los muros de una casa y disi-
mulados en lo que supuestamente son los modelos ideales de familia.
La familia es una organización, y es una organización que por la mis-
ma interacción de sus miembros tiende a ser generadora de conflictos;
no siempre los conflictos que se desarrollan en el ámbito familiar de-
vienen situaciones de maltrato infantil o situaciones de abuso sexual
infantil pero algunas veces sí, y me parece que esto, partir de que mu-
chas de estas situaciones se dan dentro de las familias, implica el pri-
mer reconocimiento para hacer un abordaje adecuado.
La impronta del patriarcado hace que las familias se organicen de
acuerdo a las jerarquías de poder, que son absolutamente desiguales
y a partir de las cuales en muchas ocasiones se naturalizan las situa-
ciones de violencia, dominación, la creencia de que los hijos son pro-
piedad privada de los padres, lo cual implica que cada uno hace con
esa propiedad privada lo que cree que puede y tiene ganas de hacer.”
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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5 . Jorge Garaventa
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5 . Jorge Garaventa
vínculo sexual genital con ella que persiste en el tiempo y porque le exi-
ge a la niña guardar silencio acerca de dicha relación, circunstancias
que tipifican el hecho con características propias.”
Algunos testimonios
“No podía hablar. Por eso me desahogo ahora; por el daño tan enor-
me que me hizo ese silencio.” “Estoy encontrando ese grito. Pero pa-
ra encontrarlo tuve que empezar a buscarlo y el camino ha sido muy
doloroso. Buscando el grito me encontré con la culpa. O botaba la cul-
pa o no encontraba el grito. Decidí botarla, por eso sé que ese grito lo
voy a encontrar. Era la culpa la que no me dejaba ver el camino.”
“Por muchos años viví con tantos miedos, con tal de no enfrentar
el más grande de todos: el recordar que mi papá era el monstruo
111
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Quiero aclarar que la afirmación que circula acerca de que los abusado-
res han sido niños abusados no se corresponde con lo que se encuentra en
la clínica. Los adultos que han sido niños abusados desarrollan en general
patologías absolutamente distantes de la agresión hacia los otros. Más
bien, desde sus eternas sensaciones de vacío, desvalorización, cosificación
y desamparo pueden tender a repetir situaciones de sumisión y abuso en
todas sus formas aún de adultos.
Traduzcamos, por un momento, todos estos horrores en sufrimiento de
los niños y las niñas y preguntémonos, a partir de allí, cómo se construye,
con esta niñez, una sociedad feliz y esperanzada en el futuro.
Para terminar esta parte quiero leerles fragmentos de una carta de un
paciente a un familiar.
Si bien cuento con la autorización de él para su difusión, he alterado los
datos de forma que no pueda ser identificado.
112
5 . Jorge Garaventa
113
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
realidad de lo que han vivido. De una manera tan profunda que pro-
voca el OLVIDO (recuerden esto).
Por otro lado, de parte de los chicos hay un mecanismo de disocia-
ción que se pone en juego para poder soportar esas situaciones de
una violencia indescriptible.
Los chicos agredidos separan de su memoria y esconden en un lugar
oscuro de su alma los recuerdos de lo que han vivido.
Finalmente la agresión sexual de los adultos que deberían cuidarlos
provoca en los niños una emoción tan fuerte, que si se expresara en
el momento no podrían soportarla y yo creo que morirían en ese pro-
ceso. Como una tristeza y una conmoción tan grandes que acabaría
por matarlos. De manera que la solución es encapsular en un lugar
escondido de la memoria las situaciones de abuso.
Esto trae dos consecuencias. La primera es que produce un adulto
absolutamente frío y desconectado de sus sentimientos (es el caso
de mi hermano xxx) y la otra es que el adulto que fue un niño abu-
sado, al guardar esa emoción dentro suyo vive eternamente aquella
situación como presente y sobrevive en un mundo donde el miedo es
lo que regula todas sus decisiones (es el caso de mi otro hermano).
Recuerden que el adulto que fue un niño abusado ya NO RECUER-
DA LO QUE HA VIVIDO, por las amenazas de sus padres y por la
disociación de que antes hablé.
Bueno, disculpen todo este discurso pero me parece que es necesa-
rio para entender lo que ha pasado conmigo y con mis hermanos.
Bien, como dije antes, yo debería haber olvidado toda la violencia y
el abuso que sufrí y entonces habría sido un adulto triste, frustrado,
aburrido, asustado pero “normal”.
Pero el plan de mis padres salió mal. Yo RECORDÉ.
Yo recordé y no sólo eso, sino que tuve la fuerza para crecer y para
buscar el cariño que me diera la polenta para destruir y mandar al
carajo todo ese edificio de mentiras que ellos construyeron.
La historia de estos 10 últimos años es para mí la historia de la recu-
peración de mis recuerdos, de un entrenamiento tremendo para lograr
expresar la tristeza y la violencia que llevaba dentro, de abrirme final-
mente para que el cariño empiece a entrar y mi vida empiece, después
de 37 años, a ser una vida para disfrutar de la buena vida.
Les cuento rápidamente mi historia.
A los 26 años me fui de la casa de ellos. Inmediatamente se me secó
el pelo y se me empezó a caer. Yo sentí dentro mío una señal de alar-
ma y de violencia.
114
5 . Jorge Garaventa
Fui a la casa de ellos y les dije que yo sabía que habían abusado
de mí, que no los iba a ver nunca más y que se iban a ahogar en
su propia mierda.
Lo mismo hice con mis hermanos.
Con respecto a ellos dos, lo único que les importa es que esta situación
no salga a la luz. Y yo puedo tolerar muchas cosas de muchas perso-
nas, pero lo que no tolero es a los hijos de puta que para cuidarse ellos
no tienen ningún escrúpulo, ninguna duda en desear que su propio her-
mano se muera viviendo una vida de mierda y enloqueciendo.
Bien, ahora las cosas se dieron vuelta, yo resulte mejor y más fuer-
te, he hecho un laburo bestial y ahora los que se van a joder son
ellos, pero YA NO SON MI PROBLEMA. YO ME SAQUÉ LA MIERDA
DE ADENTRO Y AHORA POQUITO A POCO Y CON MUCHÍSIMO
ESFUERZO ME ESTOY LIMPIANDO LA MIERDA QUE ME QUEDÓ
PEGADA. AL FIN PUEDO DISFRUTAR DE MIS AMIGOS, DE LAS
MUJERES, DE TOMAR VINO, DE TOMAR SOL, DE LA CARRERA DE
HISTORIA QUE ESTOY TERMINANDO, DE LA CARRERA DE
FILOSOFÍA QUE ESTOY EMPEZANDO Y DE LA MÚSICA QUE HE
EMPEZADO A RECUPERAR…
Mi padre tuvo cáncer de prostata, estuvo 6 meses sin poder ir a
mear y sin decir nada. Cuando se lo detectaron le había tomado
los pulmones y los huesos. La única manera de salvarlo (el hijo de
puta sobrevivió) fue CASTRARLO. Le sacaron los testículos (la
vida a veces hace justicia). Así vivió 10 años más, absolutamen-
te enloquecido y humillado. Nadie lo quiere, es una persona que
no recibe cariño de ningún lado. Mi madre lo odia y lo único que
hace es manejarlo como un forro.
Al día de hoy no sé si aún vive o no, y no es mi problema, para mí
ya está muerto, igual que ella.
Lo último que supe es que el cáncer había retornado y que estaba
muy avanzado y se iba a morir pronto.
Yo sé que lo que escribí es durísimo, pero creo que la verdad trae
consigo el cariño y el cariño cura a las personas, y eso es por lo que
vale la pena encontrarnos.
Les mando un abrazo enorme
desde Buenos Aires, el 17 de octubre.”
116
5 . Jorge Garaventa
Listas de correo
Cuando Internet revoluciona las comunicaciones en el mundo hace
siete u ocho años, y en nuestra América subdesarrollada hace poco más
de dos, lo hizo a través de dos componentes fundamentales de su uni-
verso, el chat y el mail.
Efectivamente, como harto se ha dicho ya por ahí, de golpe las distancias
y los tiempos se achicaron o desaparecieron dando lugar a la inmediatez; pero
además se reabrieron canales de intercambio defectuosos, clausurados o
impedidos, y la proximidad fue mediatizada por la red de redes.
Dado que no es la informática el tema que hoy nos convoca sino la
utilidad de determinadas aplicaciones a nuestra ciencia, aclaro, me
atajo, que la descripción es de trazos gruesos, lo que garantiza la deli-
neación, tal vez desprolija y simplista, de un perfil, además no necesa-
riamente el único ni el más importante.
Dicen los románticos que el chat vino a reemplazar el encuentro de dos
a conocerse en la calle, el café o en aquellas revistas que publicaban avi-
sos de amistad, y que el mail rememora la casi enterrada costumbre del
carteo que desempolva las siempre vigentes ganas de decirle algo signifi-
cativo a otro o a otra. Pero no sólo de amor. Si bien es fácil imaginar a
Freud escribiéndole un mail diario a Marta Bernais, no es nada difícil ima-
ginarlo chateando apasionadamente con Fliess, polemizando vía electróni-
camente con Einstein sobre la guerra, mandando mails con copia oculta a
algunos analistas de lo que le dice a otros, e increpar desde su computa-
dora inocente y enérgicamente a Hitler, que se negaba a comprender que
aunque no lo respetara como judío debía respetarlo como científico.
Eso sí, ya nos hubiera resuelto una cuestión ética: todos sus pacientes
tendrían su dirección de mail, mandaría cadenas haciendo una colecta para
el hombre de los lobos y finalmente tendría firma digital para poder seguir
rigiendo con mail de hierro, y sin temor a equívocos, los destinos de la IPA.
Volvamos a la lista de correo. Es un grupo de direcciones de mail, volunta-
riamente alojadas en un servidor o computadora central, con uno o más mode-
radores o administradores que generalmente han sido los creadores de la lista.
Pueden ser abiertas, o cerradas (no pueden ingresar más miembros),
públicas o privadas y finalmente moderadas o no.
Que una lista sea moderada implica que el administrador recibe cada
pedido de ingreso y cada mensaje y tiene atribuciones para aprobar al
nuevo miembro o la circulación de los mensajes.
Pero la división principal es: a) lista de distribución; b) foro de dis-
cusión por mail.
117
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Hacía ya bastante tiempo que pensaba que había que plantearse otro
debate profundo en la profesión que fuera más allá de nuevas o viejas
corrientes teóricas, independiente de técnicas de abordaje; un debate que
abarcara el corazón de la profesión.
Me imaginaba, imagino, un preguntarse que infiltre el corazón de la praxis.
En grande hay un modelo, aquel setentino que deviene en la ruptura de
APA y termina soltando las amarras del demonio del psicoanálisis para per-
mitir su definitiva llegada a sectores más amplios de la profesión en parti-
cular y de la población en general. Esa me la contaron, la leí, la estudié,
llegué a la profesión 10 años después, me formé e intercambié con sus pro-
tagonistas. Tiene que ver con este hoy.
El segundo modelo, más modesto, no menos importante, con tremen-
das tareas aún en realización o pendientes, tiene lugar en los primeros años
de los ‘80, con una Argentina devastada (¡vaya coincidencia!), una guerra
perdida, otra más, que en un amanecer, nublado, pero amanecer al fin,
empezaba a iluminar sus contornos: 30.000 desaparecidos, hambre, deso-
cupación, un ejército derrotado, pero soberbio y autoritario (¡un ejército,
bah!) que pretendía entregar una primavera democrática sólo por un ratito.
Sostengo, y eso se ve muy claro hoy, retomando un concepto de Guillermo
Martín, hoy desaparecido, en su intervención como panelista de las Jornadas
sobre Derechos Humanos de la APDH en 1984 en el Teatro San Martín, que
la culpa fue por ese entonces el motor de la masiva conciencia popular sobre
las violaciones a los derechos humanos. Hoy podríamos decir que es también
el combustible que alimenta al antimenemismo generalizado.
Pero volvamos al modelo al que iba a referirme: sostengo que a partir
de 1982 aproximadamente se da un cuestionamiento masivo al carozo de
la teoría y la práctica.
Entre las muchas secuelas que la dictadura militar nos deja, la siste-
mática violación a los derechos humanos a la que habíamos sido expues-
tos lleva necesariamente a la confrontación de los instrumentos con los que
trabajamos. Difícilmente se podía enfrentar entonces la realidad nueva con
nuestros viejos instrumentos.
Teníamos por dónde empezar; como en todo desafío, ya había adelantados:
colegas, psicólogos, psiquiatras, y otros trabajadores de salud mental que
durante el gobierno de facto habían trabajado con afectados directos y comen-
zaban a teorizar sus experiencias con más fuerza. A nivel institucional se me
ocurre, por ejemplo, el equipo terapéutico de Madres de Plaza de Mayo.
118
5 . Jorge Garaventa
119
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Cierro la página, ya casi con las luces del día amenazando llegar. Voy a
chequear mi correo antes de apagar la PC. Un mail me informa: “Sr. admi-
nistrador: la dirección jorgegaraventa@ciudad.com.ar ha sido suscripta a
la lista. Con esta suman 1 (uno), los integrantes”. Mandé convocatoria a
toda mi lista de direcciones. Sonreí y apagué. Ocho horas después el últi-
mo correo rezaba: con esta suman 39 los integrantes. Varios otros saluda-
ban la iniciativa. La pequeña aventura se había puesto en marcha.
Han transcurrido 42 meses desde entonces; más de 5.000 personas,
en su mayoría profesionales, han circulado por ella intercambiando
cerca de 20.000 mensajes en los más encendidos debates, y en el fiche-
ro se encuentran alojados casi 300 trabajos, muchos inéditos, muchos
de los integrantes de la lista.
Lo que parecía una demanda personal no era otra cosa que un eslabón
más de un movimiento colectivo que buscaba un cauce para transitar,
segados los canales clásicos.
Algo del narcisismo se fortalece y se resiente en todo esto. Ya no podría
disponer libremente de la lista. Hoy sus integrantes, socios por legitimidad,
no lo permitirían.
Decía que la lista cumple con un doble requisito; es decir, por un lado
es lista de distribución, lo que implica que los integrantes reciben toda la
información que instituciones y particulares envían al moderador, y por otro
lado foro de discusión por e-mail, donde hemos elegido la modalidad de
que los mensajes de todos llegan a todos. De esta forma el debate se va
ramificando de forma intensiva.
A veces, como una metáfora imperfecta, me gusta pensar la lista como un
Club Social, de esos de barrio o de pueblo. Hay parroquianos que están todo
el tiempo, otros que van de vez en cuando, los que están en la luna, los que-
rellantes, los conciliadores y el barman moderador, que paulatinamente va
conociendo el gusto de todos porque además de las tertulias, casi todos tienen
una comunicación personal con él. También están los socios que sólo pagan
la cuota y no aparecen nunca, y, ¿por qué no?, los socios de honor.
De esto sí se habla
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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5 . Jorge Garaventa
que también publicó El Liberal de aquella provincia, lo cual, ante tanto movi-
miento público, obligó al juez a dar marcha atrás en las medidas.
Las niñas y su madre volvieron a Santiago, la medida cautelar siguió
vigente pero el expediente quedó paralizado. Era una espada de Damocles
sobre la cabeza de la niña y una evidente privación de justicia.
Nace entonces la red Vida Digna en Santiago del Estero, con la que
organizamos una primera actividad: una conferencia de prensa y una char-
la para profesionales en la provincia.
La conferencia de prensa tuvo mucha repercusión. Una frase penosamen-
te acertada que dije en ese momento fue el eslabón para la movida siguiente:
“...esperemos que no sea necesaria una María Soledad en Santiago del Estero
para ponernos de pie contra el abuso y la corrupción...” Dos meses después
eran asesinadas las adolescentes de la Dársena.
Junto a la red decidimos una serie de actividades que incluían cuestio-
nes políticas, profesionales-formativas, de género y de denuncia que cul-
minarían en conferencia de prensa, participación en la marcha de familia-
res de las jóvenes asesinadas y un psicodrama público.
La repercusión en los medios, en la Justicia y en la población en
general fue tal que no pocos santiagueños sostienen que fue un grano
más para la caída del poder de entonces. De hecho, nuestras denuncias
fueron incluidas tanto en el pedido como en las fundamentaciones de la
intervención a la provincia.
Lo que iba ocurriendo fue transmitido a diario al Foro, lo cual permitió
que muchos integrantes se sintieran partícipes de esas actividades.
La movida santiagueña.
La pre tarea
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5 . Jorge Garaventa
La reunión de Etica
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5 . Jorge Garaventa
Pacará dando la merienda a los 100 niños que asisten al comedor que
han armado. Sólo para 100, se lamenta Gladis; necesitamos para 200
pero no conseguimos. Es el castigo por no ser juaristas, agrega.
El otro comedor del barrio, solventado por la Iglesia, sólo acepta dos
miembros por familia en un barrio de proles numerosas. El Pacará
ha sido declarado por el gobierno responsable de los delitos que en
general comete la policía o sus protegidos. La humildad hace creíble
este mito creado para una provincia prejuiciosa, patriarcal y con
insalvables distancias de clase social.
Hasta la llegada de los enviados por el Gobierno nacional, la policía
custodiaba el barrio y no dejaba salir de allí a los jóvenes... ¿El peca-
do?: todos trabajaban en el Mercado de Abasto, hasta que el año pasa-
do se privatizó y los nuevos dueños decidieron que no querían a los
delincuentes de ese barrio, y a los delincuentes se les antojó pedir expli-
caciones, creerse por un momento que tenían derecho. 20 jóvenes del
barrio están alojados en el penal, la mayoría con causas armadas,
según constató la CIDH; en realidad, 19: uno no toleró la espera del
despertar santiagueño y se suicidó la semana pasada.
No obstante, el cerco sigue porque está en la cabeza de los santiague-
ños, de muchos, y ellos, por ende, no tienen derecho a circular.
Palizas y torturas son parte de la cotidianeidad. Ahora han cesado.
parece que tuvieran miedo, dicen, algo está pasando en la provincia.
La otra tortura sigue... ¿cómo llenar el día, qué hacer?; ¿el futu-
ro? ¿qué es eso?
De la cocina nos traen, ahora con confianza, a un niñito desnu-
trido que están recuperando. Es por él que se armó el lío el año
pasado, el que salió en todos los diarios. Lo tenemos escondido
porque, como no se puede hablar de desnutrición, vienen de
Salud Pública y se lo llevan y no nos dejan verlo. Ya ha pasado
con otros. Los secuestran.
Allí estábamos, en una provincia que oficialmente no tiene desnutri-
dos estábamos frente a uno de ellos. Tampoco hay analfabetismo.
Somos la basura, la lacra bajo la alfombra. Si conseguimos traba-
jo nos echan cuando saben que somos de acá. Dicen que nos dro-
gamos... a veces podemos, ni para eso tenemos. No hay peor tor-
tura que esperar que pase el día para que llegue otro igual.
Ahora parece que algo está cambiando pero... nosotros somos del
Pacará.
Un abrazo y un beso emocionado a cada uno fue la despedida.
Habíamos pasado la prueba de saborear el mate sin asco a la bom-
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El psicodrama en la plaza
y un hasta pronto esperando
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Bibliografía
Curso: “Los malos tratos y los abusos contra niñas, niños y adolescentes”
-CD-. Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes.
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. 2003.
FERNANDEZ, Eduardo. De los malos tratos en la niñez y otras crueldades.
Editorial Lumen. 2002.
GARAVENTA, Jorge. Niñez y sufrimiento en la sociedad del siglo XXI. 2003.
——. Ética y psicología. De una iniciativa individual a un movimiento colec-
tivo. 2001.
GIBERTI, Eva; LAMBERTI, Silvio; VIAR, Juan; YANTORNO, Noemí. Incesto
paterno-filiar. Una visión multidisciplinaria. Editorial Universidad. 1998.
MONZON, Isabel. La violencia de la desmentida.
ROZANSKY, Carlos. Abuso sexual infantil, ¿denunciar o silenciar? Ediciones
B Argentina. 2003.
133
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134
6
Licenciada en Servicio Social, con especialización en Trabajo Social psiquiátrico. Psicóloga Social. Ex docente de
la UBA en la Carrera de Trabajo Social. Docente de la Capacitación en el Fuero de Familia en temas de familia,
infancia y problemática sobre maltrato y ASI en la Unión de Empleados de la Justicia Nacional. Asistente Social
durante 16 años en Defensoría Pública de Menores e Incapaces, con especificidad en problemática de violencia
familiar y maltrato infantil. Ex-coordinadora de la Unidad de Intervenciones Especiales en el Consejo de los De-
rechos de Niños, Niñas y Adolescentes, GCABA. Autora de artículos sobre infancia y exclusión en la Revista de
Ciencias Sociales de la UBA; así como en la revista del Consejo Profesional de Servicio Social Colaboradora en
el libro Infancia, vulneración de derechos e intervención en la urgencia. Actualmente Directora general de In-
fancia y Adolescencia de la Secretaría de Desarrollo Social del GCABA.
Uno de los temas importantes cuando uno habla del abordaje desde
el Trabajo Social sobre la problemática del abuso sexual infantil es la ne-
cesidad de la interdisciplina en los equipos. Personalmente, hace mu-
chos años que ejerzo mi muy querida profesión de trabajadora social, y
creo que realmente no se puede abordar ninguna temática sin la presen-
cia de la interdisciplina, pero, me parece que específicamente cuando
estamos trabajando con temáticas concernientes a maltrato infantil y
abuso sexual infantil, la interdisciplina es uno de los pilares absoluta-
mente fundamentales para que el trabajo sea correcto, para que el abor-
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6 . Carmen Frías
torno, pese a los contraataques que cada tanto tenemos los que trabaja-
mos la temática de maltrato y abuso sexual.
Por eso me parece que esta posibilidad de que todo aquello que fue in-
visibilizado por siglos de dominación pudiera abrirse a partir de los estu-
dios y las investigaciones sobre género, a los que trabajamos la temática
de abuso sexual nos permitió tener andariveles más seguros por los cuales
caminar y por los cuales poder implementar distintas estrategias de abor-
daje de esas situaciones.
Yo creo que uno de los problemas por los cuales esta posibilidad de
acercarnos a la temática del abuso sexual y del maltrato tuvo un costo
muy importante y significativo. Aún hoy lo es, porque este acercamien-
to deja al desnudo que uno de los grandes mitos occidentales y cristia-
nos, esto es, la familia, no siempre es un lugar privilegiado de paz, bie-
nestar y afecto. Esta imagen idílica, sumamente idílica y mentirosa, qui-
zás muchas veces retardó... es más, yo creo que aún hoy con diversos
movimientos impide un acercamiento y tratamiento adecuado a las víc-
timas, sobre todo, y esto lo digo con un estricto conocimiento de causa
(valga la palabra), en ámbitos judiciales.
La familia es una organización, y es una organización que por la mis-
ma interacción de sus miembros tiende a ser generadora de conflictos;
no siempre los conflictos que se desarrollan en el ámbito familiar devie-
nen en situaciones de maltrato infantil o en situaciones de abuso sexual
infantil, pero algunas veces sí, y me parece que esto, partir de que mu-
chas de estas situaciones se dan dentro de las familias, implica el pri-
mer reconocimiento para hacer un abordaje adecuado. La impronta del
patriarcado hace que las familias se organicen de acuerdo a las jerar-
quías de poder que son absolutamente desiguales y a partir de las cua-
les en muchas ocasiones se naturalizan las situaciones de violencia, do-
minación, la creencia de que los hijos son propiedad privada de los pa-
dres, lo cual implica que cada uno hace con la propiedad privada lo que
cree que puede y tiene ganas de hacer.
No todas las familias asumen este modelo familiar; o sea, yo no es-
toy acá “tirando abajo la institución familiar” y diciendo que todas las fa-
milias son perturbadoras y que la interacción en todas las familias es a
partir de vínculos perversos; de ninguna manera; pero hay familias que
sí tienen este tipo de interacción vincular entre sus miembros. Hay mu-
chas familias que creen que éste es el único modelo de familia, y es un
modelo que cierra y se cierra permanentemente al afuera y que es pro-
fundamente patriarcal y autoritario.
Como el tema de mi charla con ustedes es el abordaje de estas situacio-
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
nes de abuso sexual infantil desde el Trabajo Social, me parece que resulta
necesario echar una mirada, aunque sea cortita, sobre esta disciplina.
En este salón me he encontrado con varias colegas, con lo cual me
parece que se impone una reflexión acerca del Trabajo Social. Es una ca-
rrera apasionante, pero yo, que personalmente volvería a elegirla, sos-
tengo que ha tenido varios defectos de nacimiento en nuestro país y en
varios países de nuestra América Latina que, sin embargo, se pudieron
embarcar antes que nosotros en una profunda reconceptualización de lo
que la carrera significó. Digo, esta profesión ha sido heredera directa y
muchas veces entusiasta de determinadas actitudes y accionares de las
damas de beneficencia.
Aparte, ha sido una carrera marcadamente femenina, pero femenina
en lo que los estereotipos de la femineidad consideran. Una, para ser
trabajadora social tenía que ser buena, tenía que tener una vocación de
servicio permanente, tenía que ser amante de los niños, tenía que ser
una profunda defensora de la familia... y yo acá quiero hacer hincapié:
una profunda defensora de la familia, pero de la familia como célula bá-
sica de la sociedad y con una tendencia a que se estereotipara en ese
modelo que era un único modelo que surgía de las clases dominantes y
que no se podía cuestionar. Esta actitud de defensa de la familia impli-
caba que las trabajadoras sociales —ya que hasta ese momento era una
carrera con marcada mayoría femenina en sus aulas— fueran defenso-
ras de un modelo de familia, no de los diferentes modelos de familia que
existen, porque por ejemplo, y con la impronta que marcaban las carac-
terísticas heredadas de ciertas actitudes benéficas y absolutamente sal-
víficas, en todo caso, con una actitud sumamente mesiánica cuando ha-
bía modelos familiares, que generalmente se daban en clases sociales
desfavorecidas, que contradecían el modelo social imperante; las traba-
jadoras sociales o las asistentes sociales, según las denominaciones de
las épocas, corrían a salvar a esos niños o niñas que estaban inmersos
en esas familias que no les resultaban favorecedoras.
Por eso me parece que hay como una marca de nacimiento, pese a que
este ejercicio benéfico de la profesión giró en un momento a un tecnicismo
muy imbuido de paradigmas desarrollistas y con una importación de deter-
minados modelos de intervención, como en tantas otras profesiones en de-
terminada época histórica nuestra. Yo estaba releyendo algunos autores y,
por ejemplo, uno que los trabajadores sociales han conocido, porque histó-
ricamente, sobre todo a los de mi generación, se les imponía como lectura
obligatoria para aprobar algunas materias, un trabajador social yanqui, Ha-
milton, planteaba que el Trabajo Social como método, en todo caso, lo que
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6 . Carmen Frías
tenía que hacer era no modificar las situaciones del contexto social en el
cual se desarrollaban los seres humanos y en todo caso promocionar, si se
podía, a los seres humanos sufrientes; pero lo que sí era una opción clara
del Trabajo Social era que, aquellas personas que tenían alguna molestia o
que tenían algún problema con el entorno se pudieran adaptar a este en-
torno. Me parece que éste es uno de los karmas, permítanme la palabra,
que nuestra profesión aún continúa arrastrando en algunos terrenos, y por
esto traigo a colación esta breve reseña histórica de los costados más ne-
fastos de esta profesión, que inciden profundamente en los abordajes des-
de el Trabajo Social en las situaciones de abuso sexual infantil.
A pesar de estas falencias que he contado respecto del Trabajo Social,
se ha transitado un largo camino en la profesión y ha crecido de una ma-
nera muy importante y muy intensa la rigurosidad académica. Tenemos
nuevas generaciones de trabajadores sociales que tienen una currícula
mucho más amplia que la que teníamos nosotros, que tienen una mira-
da mucho más desprejuiciada que la que tuvimos nosotros, y que están
menos marcados por estas herencias. Pero en el tema que a nosotros nos
convoca, incluso con los profesionales que se han recibido, que se han
formado hace poco, me parece que las situaciones de abuso sexual in-
fantil por la densidad que poseen, despiertan en todos nosotros algo que
tiene que ver con el orden del horror, de tener ante nosotros, en estas ins-
tituciones en las cuales se supone que todo tiene que ser armonioso, ma-
ravilloso, como la familia, como la escuela, como los lugares donde los
chicos y las chicas tienen que estar cuidados, la aparición de lo sinies-
tro, que es aquello que cotidianamente no nos asombra pero que de re-
pente en algún momento se termina convirtiendo en algo muy horroroso;
a veces produce situaciones de paralización y entonces uno, para no es-
tar paralizado, recurre a aquellas viejas y habituales conductas que lo
sostenían y que medianamente lo defendían, y eso a veces produce inter-
venciones nefastas desde el punto de vista del Trabajo Social en el abor-
daje de las situaciones de abuso sexual infantil.
Me parece que la aparición de estas situaciones que paralizan lo que
produce es que no se pueda interpelar correctamente a estas familias o si-
tuaciones familiares o no familiares, situaciones con conocidos de la fami-
lia digamos; como que no se puede interpelar de manera correcta todo
aquello que implican las situaciones de desigualdad o las situaciones de
vulnerabilidad en las que se encuentran los niños y las niñas que se ven in-
mersos en situaciones abusivas, porque no se pueden realmente poner en
juego los mecanismos profesionales para que las intervenciones sean co-
rrectas, ya que no se puede interpelar al horror.
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Con relación a esto, ustedes dirán, sobre todo los que no son traba-
jadores sociales, que parece una verdad de Perogrullo, pero yo les ase-
guro que no es así, que esto es un deslizamiento que fácilmente se pro-
duce en los trabajadores sociales, sobre todo desde que cundió en el gre-
mio la posibilidad de convertirse casi mágicamente, diría yo, con un esti-
lo de “cursos Ilvem” —y perdónenme la ironía, porque son ironías dolo-
rosas porque implican la autocrítica y la crítica a la profesión que uno
ha elegido—, en terapeutas familiares, y produjeron situaciones absolu-
tamente iatrogénicas con sus intervenciones, realizando diagnósticos
que no eran diagnósticos sociales. Algo que recuerdo porque lo trabajé
muchísimo con un grupo de trabajadores sociales con los cuales tuve un
curso de capacitación, es que el trabajador social a veces ignora, y a ve-
ces no, el poder que tiene un informe social y el diagnóstico que emana
de ese informe social sobre todo en los ámbitos de la Justicia donde hay
trabajadores sociales.
Yo voy a hablar de un fuero que conozco muchísimo, que el es fuero
civil de familia; allí el informe del trabajador social es el que de alguna
manera direcciona bastante las resoluciones que luego toman los jueces,
no sólo en la temática del abuso sexual infantil o en la temática del mal-
trato infantil, sino también en la de la adopción, en la de los problemas
de tenencia, los regímenes de visita; con lo cual es un arma de muchí-
simo poder. Esto implica que uno tiene que tener un concepto absoluta-
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esté vinculada con el papá o con la mamá, aunque éstos hayan produ-
cido daños terribles y devastadores.
Entonces empieza a circular la teoría de la revinculación, que de úl-
tima es la teoría que avala la impunidad. No sólo la avala sino que ade-
más es terriblemente torturante, porque enfrenta a la víctima con su
victimario cuando la víctima no sólo tiene la vulnerabilidad propia de
las víctimas sino que se le suma la vulnerabilidad de sus pocos años y
de su condición de niño, niña o adolescente, sumado esto a la situación
terrible y dramática que se da en los casos de abuso sexual intrafami-
liar, en donde conviven en el niño o en la niña abusados la sensación
de profundo odio hacia quien lo abusa y al mismo tiempo de profundo
amor, porque es su papá o es su mamá. Poner en juego todo esto al mo-
mento en que, livianamente, mediante un auto judicial se indica la re-
vinculación, es una situación absolutamente torturante para los chicos
y para las chicas.
No sé si les quedó claro a qué me refería cuando hablaba de revincula-
ción, pero en todo caso lo seguimos en otro momento.
Preguntas
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Por supuesto que sí, yo creo que ante cada presentación que los abo-
gados hagan, hay que plantear la inconstitucionalidad de la Ley de
Patronato; me parece que esa es la única manera, la persistencia y
el no rendirse, pero también planteando la inconstitucionalidad; hay
que trabajar en forma conjunta desde los organismos de derechos
humanos y desde toda la sociedad para que realmente se convierta
en un clamor la derogación de la Ley de Patronato.
5. Con referencia a los casos que usted comentó en los que había
intervenido: ¿qué pasó con el primer caso relatado?, ¿está toda-
vía en trámite?
Sí, creo que merece una redefinición, pero me parece que la redefi-
nición de estos modelos de intervención tiene que ver con la deroga-
ción de la Ley de Patronato. La Ley de Patronato lo que hace es con-
firmar el patriarcado. Con respecto a nuestros jueces y nuestras jue-
zas, acá no hay distinción de género, no es que las juezas sean más
sensibles que los jueces, a veces las juezas por emular la actitud de
los jueces son en algunos momentos mucho más rígidas y menos
permeables a estas situaciones que aquéllos.
Me parece que ellos tienen una mirada muy rígida con respecto a las
situaciones familiares, que no pueden correrse de esa verticalidad y
ese poder omnímodo que a veces sienten que tienen los que ejercen
en la Justicia. No sé si quedó realmente contestada la pregunta; yo
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6 . Carmen Frías
creo que hay que redefinir las intervenciones de los trabajadores so-
ciales y de los otros operadores del servicio de justicia, porque los
jueces son también operadores del servicio de justicia, pero me pa-
rece que la gran redefinición es poder derogar la ley de patronato,
que es un resabio de nuestra cultura patriarcal. Poder discutir en un
mano a mano y con fundamentación teórica artículos como los que
se publicaron en el diario La Ley y plantear investigaciones teórica-
mente fundamentadas desde nuestros lugares para que se pueda re-
conceptualizar acerca de todo esto.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Coincido, sí, creo que habría que revisar la causa, pero creo que en
esta mamá se debe haber producido algo que también se ha produ-
cido en muchos de nosotros como ciudadanos, que es una descon-
fianza profunda y un hastío frente a la inactividad de la Justicia. No
creo que esté en calidad de fugitiva, me parece que este papá, el se-
ñor T. digamos, ya dejó de interesarse en su chiquita; lo grave es
que, primero, el señor T está suelto, y puede volver a tener otra hiji-
ta, que será la próxima en la lista de situaciones abusivas.
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6 . Carmen Frías
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
12. ¿Puede conocerse cuál es el fallo, expediente, artículo que cita del
año 2000?
Bueno, sí, lo cito con todas las palabras: es un artículo del Dr. Eduardo
Cárdenas que salió a principios o la primera quincena del mes de sep-
tiembre en el periódico La Ley, el título del artículo creo que era “El abu-
so de las denuncias sobre abuso”, y es un artículo en el cual no sólo se
descalifica el accionar de las instituciones públicas de nuestra ciudad,
que fueron las primeras que salieron a la palestra a trabajar en los con-
sultorios de nuestros hospitales y de los centros de salud sobre este te-
ma, desde la política pública; aparte carga contra profesionales con
nombre y apellido, los trata de dogmáticos y de talibanes, más o me-
nos, y se produce un profundo retroceso en todo lo que se había avan-
zado en el abordaje de las situaciones de abuso sexual infantil. Ese pro-
fundo retroceso tiene que ver con que se produce un terrible envión de
situaciones de muchísima reacción en el ámbito judicial.
Se trata del ex juez de familia Dr. Eduardo Cárdenas.
13. La mamá del primer caso ¿dónde tendría que haber realizado la
denuncia?
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6 . Carmen Frías
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
16. ¿Puede explayarse con referencia a los casos de madres viudas con
niños varones?, ¿es posible que en esos casos se dé un abuso mo-
ral de avasallamiento mental?
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6 . Carmen Frías
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
decir, los escritos de los abogados, así como los dictámenes del defen-
sor de menores, engrosaron aún más el expediente judicial.
Los informes de otra de los profesionales, la trabajadora social, con-
fluyeron en un mismo cuerpo de expediente; ese no es trabajo inter-
disciplinario ni es trabajo en equipo. El segundo caso sí se trabajó en
forma interdisciplinaria desde el inicio, dentro del equipo de orienta-
ción escolar que detecta la situación de esta niñita, posteriormente
en la defensoría zonal que toma el caso... o sea que ahí sí hubo un
trabajo interdisciplinario.
En el primero de los casos no hubo posibilidad de seguimiento por-
que la mamá, con una actitud que de última perjudicó a ella y a la
chiquita, porque no pudieron percibir la cuota alimentaria, pero que
realmente se curaron en salud, como hubiera dicho mi abuelita, no
hubo posibilidades de realizar seguimiento.
En la otra situación sí se realizó un seguimiento, aunque yo ya no es-
toy más en el lugar de trabajo donde había intervenido en estos ca-
sos, o sea, no sé en estos momentos como continúa el caso.
160
7
Asesora General Adjunta de Menores del Ministerio Público del Poder Judicial de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires. Miembro Pleno del Consejo de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de la Ciudad de
Buenos Aires. Profesora de la carrera de Especialización en Derecho de Familia, Facultad de Derecho, UBA.
Profesora Asociada de Derecho Civil I, Univ. de Flores, Bs. As. Profesora Titular y Coordinadora de la Maes-
tría Interdisciplinaria en Familia-Salud-Derecho- Educación, Universidad del Salvador, Facultad de Psicolo-
gía y Psicopedagogía.
tes, que ventilaban las conductas de los padres en un pasado lejano, y ha-
ciendo mérito de ellas se debería decidir sobre el futuro de los chicos “re-
tribuyendo el pasado a los padres” y en más de una ocasión funcionando
este método como una sanción para los niños. De haberme mantenido afe-
rrada a dicha lógica, lo que se habría obtenido en múltiples ocasiones son
decisiones vacías de contenido actual para los niños y por ende sin utilidad
alguna para el crecimiento familiar.
En materia de familia, imaginemos un juicio de tenencia donde hay un
conflicto entre dos padres que se pelean por el ejercicio de la patria potes-
tad sobre sus hijos. Hasta el año 1986 me atrevo a decir, primero que no
había ningún profesional de la interdisciplina caminando por los pasillos de
Tribunales, porque el psicólogo no tenía nada que hacer allí, porque era otra
la incumbencia que tenía. Por otra parte se evaluaba el futuro de los chi-
cos en función de pruebas producidas tres o cuatro años atrás y evaluadas
por el juez para disponer o atribuir la tenencia de los hijos en función de la
conducta del padre o la madre en el pasado, con lo cual la sentencia que
finalmente se dictaba operaba a veces como una sanción para ellos. Es de-
cir, al momento de la sentencia tal vez los niños convivían con aquél de sus
padres que, según las pruebas atrasadas y evaluadas, había fallado al otro
cónyuge, y el cambio de tenencia reparaba al inocente, pero podía sancio-
nar a los hijos a futuro al punto de modificarse todo su sistema de vida.
Hay un caso que fue increíble. Una madre fue demandada por su ex
marido —quien había formado una nueva familia y había tenido un hijo
de su nueva unión— por cambio de tenencia de las hijas en función de
la conducta desplegada por ella en ocasión de un viaje al exterior. Se le
achacaba a esta madre una vida ligera, frívola y de descuido hacia sus
hijas. Para ello se acompañaba como prueba fundamental una foto pu-
blicada años atrás en una revista que la mostraba en algún lugar del
mundo bailando con Philippe Junot, calificado de play boy internacional.
Aún no se había sancionado la ley de divorcio. Ese hecho se presentaba
como prueba basal para demostrarle al juez la mala conducta materna
y en consecuencia el descuido que ello significaba para la vida de las hi-
jas. En ese entonces, ese hecho era presentado como causal para inten-
tar un cambio de tenencia. De habernos atado a los cánones de la lógi-
ca jurídica, bien podía decidirse el futuro de las niñas en base a un he-
cho del pasado, y modificarse para adelante toda su cotidianeidad de vi-
da. En primera instancia se ordenó un cambio de tenencia a favor del
padre, ya que la madre no era lo suficientemente madura para sostener
la educación de las hijas. En la apelación, y merced a un trabajo enor-
me de equipo, que consistió en escuchar a las chicas, dejarlas expresar
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7 . Angeles Baliero de Burundarena
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7 . Angeles Baliero de Burundarena
soluciones son mejores que los de antes. ¿Por qué? Creo que hoy todos
conocemos el ordenamiento legal vigente constitucional e infraconstitu-
cional de los niños. Por el otro, observo que los resultados se alejan de
la eficacia que pregonan sus fundamentos. ¿Por qué? No lo sé, y me lo
pregunto muchísimo. Tal vez debamos volver a las fuentes y trabajar con
la Convención en la mano.
Toda pretensión o toda petición que se haga por parte de los padres
en favor de sus hijos con o sin letrado o por parte de un niño en perso-
na, está en el catálogo de derechos que regula la Convención, que es
Constitución Nacional. En consecuencia, cuando uno no sepa qué ha-
cer... porque la complejidad de las historias de vida se ha patentizado
en la actualidad... tomemos con nuestra mano la Convención. Es que de
lo contrario, pediremos atávicas medidas de protección sobre el niño y
lo seguiremos tratando como objeto de amparo, pensando las medidas
de acuerdo a nuestra creencia o prejuicio, tratando de “normalizarlo”
restringiéndole su carácter de sujeto de sus derechos. Como consecuen-
cia de ello, las atribuciones conferidas a los encargados legales de los
niños, no pueden constituirse en un elemento que permita afectar o su-
primir, a través de su ejercicio, los derechos humanos de los niños. En
tanto repasemos el mandato constitucional para los niños, nos conven-
ceremos de que el curso evolutivo de ellos con relación a sus competen-
cias está contemplado en el art. 5.
Para generar esa coincidencia entre el mandato legal, el discurso y la
acción, debo, Convención mediante, convencerme de que el niño es
competente para ejercer sus derechos personalísimos. Esta competencia
no se alcanza en un momento preciso, se va formando, requiere una
evolución, no se adquiere o pierde en un día o en una semana. Bajo es-
ta denominación, se analiza si el sujeto puede, o no, entender acabada-
mente aquello que se le dice, cuáles son los alcances de la compren-
sión, si puede comunicarse, si puede razonar sobre las alternativas —
que se han pensado para él— y si tiene valores para poder juzgar, al
decir de Aída Kemelmajer de Carlucci.
En la actualidad observamos que el trabajo de los Juzgados de Fami-
lia se encuentra interferido en muchos casos por cuestiones burocráti-
cas, de mero trámite, proveídos inoficiosos, que se imponen con tal fuer-
za que los hace irreplicables. Alejan la convergencia, disocian el mundo
real del mundo jurídico, y en definitiva porque “no lo vemos”, estas cir-
cunstancias formales perjudican a los sujetos a quienes les reconocemos
derechos, pero cuyo reclamo es sobrepasado por las voces de quienes
los debemos escuchar.
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Ante semejante denuncia, el juez dice: “urgente, hay que hacerle psi-
codiagnóstico al padre”. El señor va al Cuerpo Médico Forense y la pe-
ricia le sale perfecta, todo está bien dentro... El juez dice: “pericia psi-
quiátrica al padre”. Le hacen la pericia psiquiátrica; el señor estaba en-
cuadrado dentro de los términos de la normalidad.
Entonces, los abuelos acompañan el informe de una psicóloga que dice
que urgente debe restablecerse el contacto porque por la edad de los abue-
los, el afecto, el cariño, la ruptura intempestiva del vínculo con los nietos
les estaba afectando la salud. La madre impugna ese informe y dice: no,
cómo los van a ver por más que la psicóloga lo diga, si en el fuero penal
está este otro proceso en trámite.
Entonces, el juez civil dice: vayan al Cuerpo Médico Forense para
que diga el Cuerpo Médico Forense cómo están los abuelos, cómo es-
tán los chicos y que diga la psicóloga forense si se puede restablecer
urgente el régimen de visitas. La psicóloga forense dice: no se puede
restablecer el régimen de visitas porque la angustia que advirtió en
Ana, de cinco años, es tan grande que no es bueno en este momento
favorecer ningún contacto.
Entonces el juez dice: “Una perito aconseja el restablecimiento del vín-
culo con urgencia porque la salud de los abuelos se está afectando por la
falta de sus nietos..., la profesional del Cuerpo Médico dice que no al res-
tablecimiento del vínculo, porque ello afecta la salud psicológica de la niña
Ana...”, entonces el juez designa una tercer profesional de la salud. Es la
tercera perito quien propone: como en realidad la niña está angustiada, y
los abuelos también, entonces con la presencia de la madre, deberían fa-
vorecerse las visitas con los abuelos. No se tuvo en cuenta que los abuelos
convivían con el padre de Ana, procesado por abuso y corrupción agrava-
da. Tampoco que era la madre (ex-nuera y ex-esposa) la denunciante. Se
iba a provocar una situación de choque insostenible, ante la presencia de
la niña en el domicilio de sus abuelos.
Bueno, ya íbamos por tres pericias; por suerte el contacto estaba in-
terrumpido, porque si no la cosa hubiera sido peor. Cuando me corren
vista yo lo primero que propongo, pido, es hablar con la terapeuta de la
chiquita, su psicóloga individual, en el intento de conocer la actualidad
de su estado. El informe que me hizo fue determinante para pedirle al
juez que mantuviera el impedimento de contacto entre Ana y su grupo
familiar paterno, ¿por qué? porque la perito asistente social designada
había dicho que en tanto los abuelos pidieran perdón a los nietos... en-
tonces podían verlos. Trae el tema de todo el ritual del perdón, lo quie-
re aplicar a este caso, pero se los pide a los abuelos. Cuando vi eso ha-
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7 . Angeles Baliero de Burundarena
blé con la psicóloga individual. El tema del perdón no tiene nada que
ver acá. ¿Cómo los abuelos tienen que pedir perdón por algo que no hi-
cieron? Además ¿cómo podrían actuar de ese modo si ni siquiera reco-
nocieron el hecho o la posibilidad de que hubiera sucedido? Además yo
me opuse, en defensa de mi representada Ana, de 5 años, a que las vi-
sitas se realizaran en otro lugar como se había propuesto. Yo entiendo
que no se trata de un cambio de ambiente, no se trata de la plaza o de
la casa ni se trata del perdón o no que a nadie corresponde; se trata de
que los abuelos no consideran ni siquiera la posibilidad de que la niña
—su nieta— pudo haber sido afectada por un agravio fortísimo por par-
te de su padre, hijo de ellos.
¿Cómo iban a tratar a esa nieta que era víctima de su propio hijo, fren-
te a lo cual ellos negaban cualquier tipo de posibilidad de abuso? Era un
daño mayor el que se le producía; más bien lo que aconsejé es que los
abuelos fueran a un grupo de familiares no abusadores de chicos abusa-
dos, porque con todo el respeto por los abuelos, que siempre es importan-
te traerlos a los procesos de familia, porque pueden dar muchísimo, creo
que acá lo que tenemos que preservar es el derecho de Ana a su intimidad,
a no ser agraviada, a su salud. A cualquier precio.
Aun con la sentencia penal de la jueza, que tuvo en cuenta las prue-
bas para poder procesar por corrupción agravada por el vínculo y abuso
deshonesto a ese señor, consideré para dictaminar, no sólo el relato de
la chica sino todos los síntomas físicos que se sucedieron después del
abuso reiterado del que era víctima cada vez que iba a la casa de los
abuelos y el padre a solas la llevaba a su dormitorio. La niña estaba al
borde de psicotizarse.
Estaba con crisis asmáticas, con una angustia fortísima, no comía,
dormía con la luz prendida, estaba con pánico; los síntomas médicos, el
informe del Hospital Pedro de Elizalde, el doctor Garrote y su equipo
fueron los que hicieron el informe y lo sostuvieron desde que empezó el
expediente. Tanto en sede penal como en sede civil, porque en estos ca-
sos lo que se trata desde el abusador, es de tirar abajo el basamento
científico del informe diciendo que no citan la bibliografía en que lo sus-
tentan... que no se sabe de qué cita científica es la sugerencia del pun-
to 3, punto 4, porque el Código dice que los informes deben estar rea-
lizados de tal forma y nó como surge del informe, etc., etc.
En general los imputados por estos delitos amenazan a los profesiona-
les intervinientes con demandarlos por mala praxis. Los testigos que ofre-
ce el abusador decían: “es imposible, lo conozco desde que era chiquito,
jugaba con mis hijos, era del barrio, se recibió de arquitecto, es tranquilo”.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Sin embargo este padre fue capaz de colocar a su hija en una situa-
ción tremenda.
La otra cuestión que decantaba del peritaje se refería a la relación de
Fede con su papá. Se decía: “puede no ver a Ana, pero a Fede sí”. El her-
manito era menor que Ana. Entiendo que hay que apoyar a la madre, cuya
soledad en esta situación era puntual. Creo que no en vano era una jueza
mujer, que fue muy valiente en dictar esa sentencia. El señor procesado lue-
go empezó a merodear el colegio, el Jardín de Infantes, con lo cual la ma-
dre vino a pedir auxilio y pedía al juez que le impidiera acercarse a cinco
cuadras a la redonda de la escuela, porque le producía un daño enorme a
su hija. Así se resolvió, luego de pelear mucho, estas medidas.
¿Con esto qué les quiero mostrar?, ¿con esto qué les estuve relatando?
Que todas las acciones que se tomaron en el expediente civil (no así en el
penal, el penal fue como un relojito que caminó rápido, se buscó todas las
pruebas que se pudo y finalmente elevó a juicio el expediente). En el juicio
civil todas las medidas que se pedían costaba mucho sacarlas, ¿por qué?
porque todo era tamizado en función de que la madre le llenó la cabeza a
la hija, de que en la familia de la madre estaban enojados porque el otro
señor no les pagaba la cuota alimentaria, etc., etc. ¿Cómo la madre va a
utilizar el cuerpo de la niña, causándole más daño?
Es loca esa forma de plantearse las cuestiones frente a un abuso se-
xual infantil. Pero los operadores del sistema judicial en el que estoy
comprometida hace muchos años decían en la práctica, fuera del expe-
diente: Pero si el señor no mata una mosca, ¿vos le viste la cara?, ¿vos
viste? Bueno, pero no importa lo que uno ve, importa lo que dice el Dr.
Garrote, del Hospital Elizalde; importa lo que dicen el resto de los pro-
fesionales que decían que no había fabulación; miren que para que una
pericia diga: “es imposible que haya fabulación por la edad de la niña y
porque pudo sostener su relato siempre”.
No fabula la niña, los dibujos que hizo no podían ser aprendidos por
la edad que tenía, o sea que lo que dibujó es lo que vio, no había otra
cosa, los síntomas clínicos, el propio relato; la niña le dijo al Dr. Garro-
te: “cuando vuelvo de la casa de papá tengo gusto a pelo en la boca”.
La Sra. jueza fue prudente, porque recolectó muchas más pruebas que
el solo dicho de la niña.
Frente a eso, la reticencia del operador, y del operador mujer, porque las
mujeres muchas veces son “pro hombres”, no sé qué es lo que pasa; dicen:
“no, porque es el padre, y del todo no está acreditado”. A mí me llegó a de-
cir el juez de la causa civil: “que lo hayan procesado por corrupción agra-
vada por el vínculo no significa que sea una condena, eso es como un em-
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7 . Angeles Baliero de Burundarena
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
sario, o para siempre, yo pienso que debe ser así, y que las medidas en
este caso estuvieron bien tomadas. Podrá revincularse en tanto él lo pida
y esté de acuerdo.
A partir de este caso me planteo la dificultad de internalizar los pos-
tulados de la Convención en el tema del abuso sexual infantil; pensemos
que el artículo 19 es expreso sobre esta situación. La dificultad de inter-
nalizar los postulados de la Convención nos lleva a priorizar la medida
de protección al niño y no a reclamar el ejercicio efectivo del derecho
que él o ella tienen para resguardar su intimidad, su dignidad y su na-
tural proceso de crecimiento.
Es mucho más complicado reclamar el ejercicio efectivo del derecho a
no ser explotado sexualmente o a que no existan injerencias en la intimidad
de cada uno, que pedir nuevas pericias, que pedir que nos traigan la prue-
ba de otro lado, es mucho más fácil lo segundo que lo primero, pero a nues-
tro sujeto de protección lo que le conviene es que lo acompañemos para el
ejercicio efectivo de sus derechos.
Ahora voy a presentar otro caso.
El sábado me llamó de un Tribunal del interior del país un juez, para ha-
cerme una consulta por este problema. En realidad la consulta era por una
cuestión más de criterio, para sopesar la autoridad de él con el organismo
administrativo del lugar; pero lo que me relató, en base a una secuencia de
decisiones “en favor del niño”, a mí me hizo replantear todo lo que iba a
decir hoy, y es lo que estoy diciendo: que hay como una divergencia, diso-
ciación, entre lo que dice la ley y lo que se hace.
Fíjense esta situación: el padre de Wilson, de 9 años, está preso por homi-
cidio; tiene 39 años; la madre tiene 38 años, es una mujer golpeada y vive
con su hija de 17, con Wilson, y tiene otra hija de 19 que vive en pareja con
su novio y tiene una chiquita de 1 año. Resulta que Wilson, que está inserta-
do en el contexto de esta familia, de 9 años, llega a la escuela el día lunes pa-
sado y amenaza a un compañero con un arma de juguete; se arma un revue-
lo en la escuela y la directora lo expulsa y dan intervención, por la Ley de Vio-
lencia, al juez del lugar.
El juez del lugar inmediatamente dispone sacarlo del hogar y ordena un
allanamiento en la casa familiar en búsqueda de otras armas, porque dice
que esa familia es de alto riesgo, una familia de malas costumbres y que
probablemente deben tener armas en la casa. Entonces, concomitante a la
exclusión del niño de la escuela y del hogar, realizan un allanamiento en el
hogar familiar y no encuentran ningún arma.
Al niño lo envían a un Hogar de Admisión que hay en el lugar, una
especie de hogar de tránsito, a la espera de qué hacer con esta situa-
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7 . Angeles Baliero de Burundarena
ción, porque ya es una familia que tiene problemas, porque el padre es-
tá preso y la hermana de 17 fue golpeada por el padre, y la madre es
golpeada y no sabe que hacer con los hijos; la de 17 anda por malos
caminos; entonces, mejor sacarlo a Wilson y ponerlo en el Hogar de Ad-
misión a la espera de qué hacer.
Hacen el martes una reunión con los encargados del Hogar de Admi-
sión, que deciden, a mi criterio correctamente, que acá lo que hay que ha-
cer es fortalecer el vínculo con la madre y colaborar con ella en la educa-
ción de Wilson, pero por ahora que se quede en el Hogar de Admisión, has-
ta ver cómo responde la madre a esta situación.
El niño quedó sin escolaridad, porque a su vez en la escuela lo expul-
saron pues antes ya había llevado una especie de cuchillo que no era cu-
chillo y ahora llevó un arma de juguete; es un elemento de disociación y de
perturbación para el resto del alumnado, por lo cual hay que aislarlo.
En consecuencia, deciden que había que fortalecer el vínculo materno,
y el juez ordena régimen de visitas a favor de la madre los fines de sema-
na que se lo podía llevar. La madre cuando recibe la notificación, fue todo
junto: se enteró de que al chico lo habían sacado de la escuela, se enteró
de que lo habían echado, se enteró de que estaba en un Hogar de Admi-
sión y se enteró de que iba a tener obligaciones para con la Justicia a par-
tir de la mala conducta del hijo.
Entonces, la madre se presenta en el Juzgado, según relató el juez, y le
dice: mire, el fin de semana que viene hay una procesión de la Virgen, y
nosotros somos muy devotos de ella así que yo lo quiero llevar a la proce-
sión. En consecuencia se le dice que sí. Que está bien. Pero ¿qué pasó? El
viernes el chico rompió dos vidrios del Hogar de Admisión, se peleó con un
compañero y le tiró una naranja y entonces como medida educativa lo cas-
tigaron y lo mandaron al cuarto de arriba. Cuando va la madre a buscarlo
para la procesión, le dicen: no, no puede salir porque está con una medi-
da de prevención, porque rompió dos vidrios, imagínese que eso no lo po-
demos pasar por alto, así que no lo va a poder llevar. La mujer se fue.
El niño se escapó, se escapó porque él quería ir a la procesión también,
miren ustedes qué elemento valioso se perdió el Equipo de Intervención,
porque ante una creencia profunda en una religiosidad popular tan enrai-
zada, había que trabajar sobre eso y no sobre el vidrio de una institución
que, bueno, después vemos cómo se puede colocar el vidrio o quién pone
la masilla y quién pone el material; pero se perdió, se perdió la víctima, lo
están tratando de proteger y lo castigan.
¿Dónde está la Convención? Esto pasó la semana pasada, y es un juez
que todo lo funda en la Convención. ¿Qué nos pasa que la Convención la
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La joven me decía que la madre estaba con un camisón que era muy
transparente, que le daba vergüenza que saliera así a la calle, y que la ma-
dre estaba muy mal; ella quería ponerle un batón y los policías no querían
que fuera al cuarto a buscarlo. Increíble.
Claro, porque como las abuelas dijeron que había una situación de ries-
go puntual derivada de la convivencia de María y su madre, el juez ense-
guida cambió la carátula y puso “Protección de persona”. Entonces María
dice: no quiero que me protejan. No quiero que nadie me proteja.
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ría pide que no se tomen más medidas de coerción contra ella. Con
lo que terminó el acto, previa lectura, etc., etc., etc.”
La causa tardó en cerrarse ocho meses más, casi un año. María entró
en una depresión profunda, porque el padre, que era un débil, el que vivía
en el mismo domicilio, cortó la vinculación. Porque ella le fue a pedir ayu-
da al padre, para que se pusiera firme delante de su propia madre, y el pa-
dre le dijo no. A las primas no se las dejaron ver más.
Tuvo un intento de suicidio, en el Nacional Buenos Aires, por lo cual
no la expulsaron sino que le pusieron una medida que le justificaba las
faltas hasta tanto se recuperara; y bueno, el expediente se cerró final-
mente, pero costó muchísimo.
Yo hice las denuncias de mi parte, y eso jorobó mucho y promovió en la
gente del Juzgado una alianza en contra de la madre y en contra de la hi-
ja. La protección de la persona de María fue cualquier cosa menos protec-
ción, porque las posiciones a partir de este hecho de violencia general den-
tro del Poder Judicial, porque no se tuvo en cuenta que no se puede llevar
a una chica por la Policía a ningún psicodiagnóstico, porque no se tuvo en
cuenta eso, las posiciones se rigidizaron, fue imposible trabajar, porque el
sistema dejó de ser creíble para María, para su mamá, para las abuelas,
para el Juzgado, o sea que empezamos todos a pelearnos por escritos y fue
una lucha campal; pero, María tuvo un intento de suicidio.
Entonces, ¿cómo lograr que la Convención los Derechos del Niño y
las acciones, que el discurso y las acciones coincidan?; es una respon-
sabilidad nuestra, es una responsabilidad de volver a la fuente. Hay que
buscar la guía de la intervención que es la Convención, no queda otra,
porque estamos expuestos por la cantidad de trabajo que hay, por la
complejidad de situaciones que se nos plantean, a decir bueno, está
bien, que venga el informe. Y hay que pensar cómo se hace un informe,
hay que pensar cómo se notifica una audiencia en un juicio de abuso,
hay que pensar cómo se notifica a los padres que se le ha promovido un
juicio de insanía a sus hijos.
Estos mínimos detalles que causan un agravio profundo en la familia, es
lo que hay que tratar de evitar; si no lo hacemos es inútil la intervención,
es iatrogenia para la persona y nuestra intervención es inútil en vez de útil,
y el resultado no es lo que esperábamos.
A mi criterio el juzgador no puede decidir una situación bajo aperci-
bimiento de la fuerza pública para obtener una prueba indicativa del es-
tado psicológico de la niña y su madre sin tener en cuenta las conse-
cuencias y los daños que dicha acción provoca. Pero la necesidad de co-
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7 . Angeles Baliero de Burundarena
increíble, había que prepararlo al juez para recibir al rabino. Se les dio
a los chicos tratamiento psicológico, se les puso el departamento en
condiciones de habitabilidad, se les dio apoyo domiciliario educativo, to-
do ello desde la comunidad.
Esto fue muy importante, el haber aceptado el consejo de un profesio-
nal de la salud como para cambiar y hacer una pequeña modificación to-
mando del entorno algo significativo para ellos y poder lograr una satisfac-
ción a los derechos de los niños que debíamos proteger.
Para terminar, les quiero decir que las historias de los niños que he
traído para compartir con ustedes pretenden reflejar la difícil experien-
cia de nuestra tarea diaria y los múltiples elementos que configuran el
sistema familiar, el sistema judicial, otros sistemas involucrados y sus
interacciones, lo que a veces amplifica las dificultades, limitando las po-
sibilidades de operatividad.
Por otra parte tenemos pruebas fehacientes, como hemos visto en este
último caso, sobre la importancia del trabajo interdisciplinario tanto en los
Juzgados de Familia como en las Defensorías de Menores.
Es mi deseo que se logre la convergencia de pensamiento y acción
para generar la ocupación del territorio natural de los niños que por de-
recho les corresponde.
Es mi deseo que más allá de las instituciones que se han creado para
defender a los niños y sus leyes, se instale definitivamente en el pensa-
miento de los profesionales involucrados la necesidad de aunar acciones
para pensarlos como protagonistas y actores de sus derechos así como la
Constitución los ha definido.
183
8
El rol de la querella
en el marco de un proceso penal
que tiene a los niños y adolescentes
como víctimas de los delitos
contra la integridad sexual
Abogada, egresada del Posgrado interdisciplinario de problemáticas infanto-juveniles del CEA, UBA. Ex Coor-
dinadora General de las Defensorías de Niñas, Niños y Adolescentes dependientes del CDNNyA de la CABA.
Actual Vocal de la Legislatura al CDNNyA.
Mi objetivo en esta mesa, que voy a compartir con los colegas profe-
sionales abogados de los equipos técnicos de las Defensorías Zonales de
Niñas, Niños y Adolescentes de Palermo y Plaza Lavalle, en el marco del
curso sobre “Malos Tratos y Abusos” que coordina la Lic. Eva Giberti, es
presentar el abordaje institucional y jurídico que desarrollan las Defen-
sorías Zonales del Consejo de Derechos de la Ciudad de Buenos Aires.
185
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
186
8 . Cecilia Sosa
Según el art. 61 de la Ley 114 las Defensorías Zonales tienen por ob-
jeto diseñar y desarrollar un sistema articulado de efectivización, defensa y
resguardo de los derechos de las niñas, niños y adolescentes. Dentro de los
objetivos específicos se encuentra la defensa de los derechos de niños, ni-
ñas y adolescentes cuando los mismos se encuentren vulnerados o sea po-
sible su vulneración.
Cuando se habla de la defensa nos referimos a la exigibilidad de su efecti-
vización a través de una política pública, como son las Defensorías Zonales.
Es interesante conocer los distintos motivos que llegan a la consulta de
los equipos (ver anexo I, Pág. 208).
Durante el año 2002 se han atendido 8.208 motivos de consultas; lue-
go estos motivos de consulta son traducidos a derechos contenidos en la
CDN reclamados.
Los derechos más solicitados son:
• Derecho a la familia
• Medidas de protección contra situaciones de violencia
• Derecho a un nivel de vida adecuado
• Derecho a la identidad
2%
12 % Otros
Violación
Abuso
El total es de todas
86 % las consultas de
Defensorías, referidas
a cualquier vulneración
de derechos.
187
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Otro dato importante es que 71% de los consultante por este delito son
mujeres. El comportamiento en relación con la edad, es que bajan las con-
sultas a medida que aumenta la edad.
Con relación a nuestro modelo de abordaje, en el marco de la protec-
ción integral de derechos, la intervención de nuestros servicios se realiza a
través de las tres profesiones que los integran: abogados, trabajadores so-
ciales y psicólogos.
Principios que guían nuestro trabajo;
2 “El interés superior del niño supone la vigencia y satisfacción simultánea de todos
sus derechos...”, “es la plena satisfacción de sus derechos”. Según Miguel Cillero
Bruñol en Infancia, Ley y Democracia en América Latina, Emilio García Méndez-
Mary Beloff, Compiladores.
188
8 . Cecilia Sosa
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
190
El rol de la querella
en los casos de abuso sexual infantil.
Defensoría Palermo
Gabriela Vázquez: Abogada de la Defensoría para Niñas, Niños y Adolescentes, Zona Palermo, Ciudad
de Buenos Aires.
Fernando Valsechi: Abogado de la Defensoría para Niñas, Niños y Adolescentes, Zona Palermo, desde 1997
hasta 2004. Actualmente Defensor adjunto de la III Circunscripción Judicial de la Provincia de Neuquén.
191
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Estrategia de intervención
Proceso judicial
192
8 . Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi
2 C.N. Crim., sala V (int).- Filozof, Navarro, González Palazzo, causa 6.425, “R.S”, resuelta el
13/5/1.997, Revista Doctrina Judicial del 27 de enero de 1999, página 164; ver Boletín de
Jurisprudencia Nº 2/97 Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional.
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8 . Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Pericias
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8 . Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi
Debate oral
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1. Declaración de la víctima.
2. Circunstancias en que se daban los hechos de abuso.
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8 . Gabriela Vázquez • Fernando Valsechi
10 Sentencia.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Conclusiones
El estudio del caso nos lleva a los profesionales que trabajamos en el te-
ma a reflexionar sobre las siguientes cuestiones.
En primer lugar, la legislación y jurisprudencia resultan difusas, por lo
que la aplicación del derecho contiene una significativa carga de arbitrarie-
dad. Futuras reformas legislativas en la temática deberían contener algunas
consideraciones verditas en este texto.
En segundo lugar, resulta fundamental garantizar los derechos expli-
citados en la CDN, apoyando desde las políticas públicas la creación de
espacios en donde las víctimas de este tipo de delitos (en especial las
niñas, niños y adolescentes) puedan ejercer su derecho a ser oídos y de
alguna manera se restituyan sus derechos vulnerados y se repare el da-
ño del que han sido objeto.
En tercer término, se rescata la importancia del trabajo interdisciplina-
rio en el abordaje de la temática del abuso sexual infantil.
En cuarto lugar, creemos que resulta necesario continuar investigando y
estudiando algunas cuestiones, tales como la valoración de la prueba en los
procesos de abuso sexual.
Finalmente, es importante señalar que, como profesionales que trabaja-
mos con niños, niñas y adolescentes, resulta primordial escuchar sus de-
mandas, pensarlas desde los derechos vulnerados y evaluar cuál es el mo-
mento oportuno para realizar una denuncia, a fin de evitar las consecuen-
cias negativas que ésta pueda ocasionarles.
200
Caso de abuso sexual
y violación agravada.
Defensoría Plaza Lavalle
Liliana Peluso: Abogada, integrante del equipo técnico de Defensorías de Niños, Niñas y Adolescentes del
Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Daniela Arias: Abogada. Se desempeña en el ámbito privado en los fueros civil, laboral, comercial y fami-
lia. Fue asesora en la Legislatura porteña. Actualmente es integrante del equipo técnico de Defensorías de
Niños, Niñas y Adolescentes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
202
8 . Liliana Peluso • Daniela Arias
203
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Creemos que nuestra participación fue decisiva para que el caso tuvie-
ra una resolución como la que tuvo, por el trabajo de red que se realizó, pa-
ra la obtención de nuevos testigos que aportaran datos, o bien para ubicar
al supuesto novio de la niña a quien su padre acusaba de haber sido quien
tuvo relaciones con ella, o el testimonio de su psicóloga, con quien noso-
tros la revinculamos a través del hospital público; esta última fue nuestro
permanente canal de comunicación con la niña, ya que siempre se evitó re-
victimizarla volviendo a someterla a contar en distintos ámbitos lo que le
había pasado. Por otra parte, fue el testimonio de su psicóloga el que en el
juicio dejó claramente expresado cuál era el real daño que la niña había su-
frido y la gran dificultad de que pudiera esto superarse totalmente.
En cuanto a la prueba, corresponde primeramente mencionar que
existe cierta complejidad en este tipo de casos a la hora de probar la co-
misión de delitos contra la integridad sexual; en este sentido podemos
referir una cita jurisprudencial de la sala 5ª, causa 6425 Radaelli S. De
fecha 13/5/97 J.A. 1998 T III 1210, que al respecto dijo: “...que en es-
te tipo de delitos contra la honestidad es casi imposible la obtención de
testigos directos del hecho, debiendo basarse el juzgador en las declara-
ciones de la víctima, de las personas que tomaron conocimiento de lo
acontecido a través de sus dichos y en las conclusiones a las que arri-
ban los expertos en las respectivas pericias”.
Por su parte la doctrina ha dicho: “los delitos de abuso sexual se con-
suman en un marco de privacidad que conspira habitualmente para la
incorporación de elementos probatorios, por ello el testimonio de la víc-
tima adquiere plena prueba al no advertir interés u odio tendiente a per-
judicar al imputado” (C.N. Crim. y Correc. Sala IV, Barbarosh Gerome,
causa 17.531, Rodas Jaras Domingo, C. 0 8/ 11/01).
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8 . Liliana Peluso • Daniela Arias
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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8 . Liliana Peluso • Daniela Arias
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RED DE DEFENSORÍAS DE NIÑOS, NIÑAS Y ADOLESCENTES Cuadro N° 1. Derechos según edad y sexo
208
Medidas de protección 15 9 19 15 15 9 16 12 16 12 19 14 2 7 102 71 7 180
especial de derechos
Anexo 1
Nivel de vida adecuado 158 115 113 83 136 97 107 75 100 80 88 89 33 36 60 735 575 60 1370
Otros 14 9 8 10 16 5 7 6 10 8 10 5 4 8 69 43 8 120
S/I 12 9 9 10 10 5 9 6 8 8 9 2 1 3 20 58 43 20 121
Totales 976 873 728 687 682 554 571 493 518 578 467 470 116 162 333 4.058 3.817 333 8.208
• Se han registrado 10 consultas realizadas por GRUPOS de niñas/os y adolescentes referidas al Derecho al Desarrollo Humano / Autonomía (2), Nivel de
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
• La Defensoría de Constitución comenzó sus actividades en noviembre de 2002. • La Defensoría de Don Bosco cesó sus actividades en el cuarto trimestre de 2002.
9
Dra. en Filosofía y Letras, UBA. Directora del Programa de Investigación en Infancia Maltratada, Facultad de Fi-
losofía y Letras, UBA. Docente de la Carrera de Posgrado de Especialización en Violencia Familiar, Facultad de
Psicología, UBA. Libros: Maltrato Infantil, 1999, Ed. Miño y Dávila, Madrid; La escuela ante los niños maltrata-
dos, 2000, Paidós, Bs. As.; Los límites de la objetividad en los casos de abuso sexual infantil, 2003, Editorial
Universidad, Bs. As.; La crisis estructural argentina y su impacto en la infancia, 2004, Madrid.
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
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9 . María Inés Bringiotti
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
no. Paralelamente aparece lo que tiene que ver con el maltrato emocional
y, casualmente o no, en la década del ’70 recién se tipifica el abuso sexual
infantil, que ustedes saben que tiene una larga data; pero el hecho de que
no le pongan un nombre, unos indicadores y una tipología específica hasta
1970 está mostrando algunas cuestiones.
Las cinco formas básicas del maltrato son: el maltrato físico, el maltra-
to emocional y el abuso sexual infantil, que serían las activas, no sólo mal-
trato con los golpes, las palizas, las torceduras, sino con humillaciones, gol-
pes, sobrenombres, insultos. Y por el lado del abandono, de lo pasivo, te-
nemos el abandono físico y el abandono emocional.
Tampoco quiero dejar de mencionar que en este momento, los que tra-
bajamos en estos temas tenemos que tener sumo cuidado al tipificar el
abandono físico. En este momento, especialmente, cuando la crisis es tan
fuerte, uno tiene que buscar elementos o indicadores que le permitan estar
lo más seguros posible frente a esa familia, si esa familia realmente es
abandonadora física de sus hijos o la familia está en una situación tan ex-
trema que no puede hacer algo más por los hijos. La famosa frase de no
judicialicemos la pobreza ya está como hasta gastada, porque queda bár-
baro decirla pero en realidad estamos apuntando a eso.
Hay familias con muchas carencias que sin embargo se las rebuscan o tie-
nen un cuidado mínimo del hijo, entonces si el chico no está como debe estar
atendido, probablemente la responsabilidad no sea de la familia sino del Esta-
do; entonces sería muy inadecuado llamarlo abandono físico intrafamiliar, ha-
blemos mejor de abandono físico social o estatal, y nos vamos a encontrar con
una cantidad de chicos impresionante, muchos más que los que son abando-
nados por las familias. Y si la familia realmente está haciendo todo lo que pue-
de, no debe ser considerada como una familia abandonadora física; aunque el
chico esté abandonado físicamente, el responsable está en otro lado.
Son esas cinco formas, maltrato físico, maltrato emocional, abandono físico,
abandono emocional y abuso sexual, las formas básicas del maltrato infantil.
Y también cuando se habla de formas de malos tratos en las cuales
los niños son víctimas, se han incluido también formas que tienen que ver
más con las cuestiones sociales como el trabajo del menor, la mendici-
dad, la corrupción, o sea, cuando hay un descuido o una incitación direc-
ta al niño, por ejemplo por parte de los adultos responsables, a beber, fu-
mar, consumir drogas, iniciación a la prostitución, e incluso valores co-
mo: “si te pegaron mañana vas y se lo devolvés, porque si no lo reventás
vos a golpes te reviento yo cuando venís de la escuela”. Estas frases que,
dichas todos los días y sistemáticamente, van construyendo una idea de
cómo hay que relacionarse con los demás.
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9 . María Inés Bringiotti
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Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
neos que son producidos por los golpes de la pareja, entonces uno está acá
claramente frente a un caso de violencia conyugal y maltrato prenatal.
La adopción inadecuada es una manera de definir la adopción cuan-
do tiene alguna falla que no pasa justamente por lo legal; a lo que apun-
ta esto es que yo puedo hacer una adopción legal con todo en regla y
demás, y que sea una mala adopción. O sea, por los motivos por los cua-
les adopto, por la manera en que me manejo con el adoptado, por la ma-
nera en que le oculto información. Y puede haber algún caso en que una
persona no puede ocuparse de su hijo y no hace una adopción legal, se
lo da a una persona que sabe que se va a ocupar, que lo quiere, y efec-
tivamente el chico (ojo que no estoy fomentando que hagan esto, estoy
dando un ejemplo) es educado, atendido, y aparte se le dice la verdad
de su origen. Entonces, hay una diferencia entre una cosa y otra que ex-
cede la cuestión meramente legal.
Secuestro y sustitución de identidad se había puesto como forma de
maltrato, pero institucional y social; lo había incluido David Finkelhor,
que es un especialista en abuso sexual infantil, americano; yo creo que
en el año 1987 escribe un artículo sobre el estado del arte, las formas
de malos tratos que se conocían hasta el momento, e incluye en esto lo
de secuestro y sustitución de identidad y pone como ejemplo lo que ha-
bía ocurrido en Argentina y Guatemala. O sea que antes de que acá lo
consideráramos como tal o se empezara a considerar así, de afuera que-
da tipificado de esta manera.
El Síndrome de Munchäussen lleva ese nombre por el Barón de Mun-
chäussen, un personaje sobre el que hace unos años hicieron una película;
transcurre en la Edad Moderna, él va de pueblo en pueblo contando histo-
rias que en realidad son fabulaciones, historias fantásticas como las de Ju-
lio Verne, y con eso se gana la vida, le dan para comer, le dan dinero, y él
va contando, entonces cuenta cosas irreales.
A raíz del Barón de Munchäussen y de sus cuentos fabulados se le po-
ne ese nombre a un síndrome que implica inventar o crear una enfermedad
o signos de enfermedad a un chico, de manera que el cuerpo médico, el
equipo médico, intervenga de alguna manera, y entonces así, en vez de ser
la madre la que actúa sobre el niño, la que afecta al niño, es el médico.
Hago una aclaración, porque no es que los médicos sean idiotas, lo que
ocurre es que las personas que cometen el Síndrome de Munchäussen, has-
ta ahora en un 90% han sido madres, pero no se sabe si es porque es una
característica asociada al ejercicio de la maternidad de la madre o porque
es la madre la que está generalmente con los chicos. Ha aparecido algún
Munchäussen de padres también, pero en general las madres son madres
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Lo voy a leer rapidito, pero necesito hacer una aclaración: donde dice
clase social más baja, no estamos diciendo que porque es clase baja hay
más maltrato o una cuestión de diferenciación en este sentido; lo que ocu-
rre, cuando uno indaga distintos estratos sociales, es que los que pertene-
cen a una clase desfavorecida están continuamente, sostenidamente, día a
día, bajo el impacto de una serie de factores de riesgo mucho mayores que
los que podemos tener los que no pertenecemos a ese grupo, y acá esta-
mos hablando de factores de riesgo, no de causa.
Y ahí otra diferencia metodológica: si alguien dice que algo es un factor
de riesgo no hay que considerar de ninguna manera que eso es la causa.
Voy a dar un ejemplo más didáctico: si uno tuviera que tomar la decisión
de fumar o no fumar o dejar de fumar, creo que lo conveniente es que uno
dijera: “no fumo, porque el cigarrillo es un factor de riesgo alto para el cán-
cer de pulmón”. Decir que es factor de riesgo alto para cáncer de pulmón
es una cosa que no tiene nada que ver con decir que es la causa. Hay per-
sonas que fumaron toda la vida y no tienen cáncer de pulmón, y gente que
no ha fumado nunca y tiene cáncer de pulmón por otro motivo.
Cuando uno habla de causa está hablando de una causa que produce
un efecto; como para explicar el problema de cáncer de pulmón, hay una
multicausalidad, en la cual el cigarrillo es un factor alto; de la misma ma-
nera estamos hablando acá de los factores de riesgo.
No estamos diciendo que pertenecer a una clase social baja, ser desem-
pleado, subocupado o tener menor nivel educativo o familia monoparental
es la causa del maltrato físico. Estamos diciendo que son factores de ries-
go que están afectando a los sujetos que pertenecen a ese grupo. Si yo ten-
go muchos factores de riesgo presentes y pocos factores de protección, es-
toy en una situación más desfavorable; así tiene que ser interpretado, nada
más. Porque vamos a continuar con esto y vamos a ver que hay familias
monoparentales con problemas de hacinamiento y una serie de cosas, y sin
embargo no hay maltrato; si ésta fuera la causa, debería haber maltrato. In-
sisto porque a veces se interpreta mal. Esto tiene que ver con las caracte-
rísticas socioeconómicas, estos factores de riesgo suelen estar presentes
cuando hay maltrato físico.
Y dentro de las características psicológicas, encontramos en los suje-
tos que maltratan mayor ansiedad, depresión, mayores problemas de pa-
reja cuando hay pareja, mayor potencial de maltrato, menor apoyo so-
cial —el tema de las redes de apoyo, aparece como muy lábil en este
caso—, y algo muy importante es cómo fue la crianza en su propia in-
fancia, si esos padres fueron abandonados o maltratados en la infancia:
es bastante probable que, de no haber intervenido algo para cortar ese
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9 . María Inés Bringiotti
221
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
de qué forma transmitir esto, en este caso aparecía el castigo físico como
práctica educativa correctiva, y como ustedes saben, el castigo físico como
práctica correctiva es algo que tiene una buena tradición —años atrás era
algo que no sólo hacía la familia sino que hacía la escuela—, entonces mu-
chos de estos padres decían: “bueno, pero a mí me molían a palos y yo y
mis hermanos salimos todos bárbaros”, o sea, funcionó; o padres que le
dieron una paliza a la hija porque vino tarde y en el barrio hay inseguridad
o mataron alguna chica o la violaron y le dijo “no vengas a tal hora” y la
chica no obedeció, entonces le dio una paliza: “después de esta paliza no
va a salir más”. En realidad hay una intencionalidad de cuidado mal lleva-
da a cabo, que no es lo mismo que el que descarga agresión o frustración
en un chico y le pega.
Cuando uno habla de maltrato físico, es importante que discrimine en
esa familia que tiene delante, cuál sería la motivación por la cual aparece
el maltrato físico, es decir, no hay un paquete unificado.
Lo que se ha podido detectar es: situaciones en las cuales hay una in-
tencionalidad correcta de cuidado y de protección, pero como no se sabe
cómo hacer, aparece el castigo como forma de poner normas. Estos son pa-
dres recuperables a través de cierto trabajo específico que les permita en-
tender que pueden poner límites en su hogar y en sus hijos de otra mane-
ra que no sea matándolos a golpes; hay otras maneras de poner límites,
porque la respuesta de los padres inmediatamente es: “ah, bueno, enton-
ces dejo que haga lo que quiera”. O sea, cuando uno critica el maltrato fí-
sico, el riesgo que se corre es que muchas veces los padres lo interpretan
como que yo estoy diciendo que hagan lo que quieran, y así después tene-
mos otro tipo de problemas.
La idea es enseñarles que hay otras maneras de educar y de poner lí-
mites que no son con el castigo físico, que de ninguna manera estamos
diciendo que permitimos que hagan lo que quieran, estamos también to-
talmente en contra.
Hay otro grupo de padres que habitualmente no suelen pegar pero en
determinadas situaciones de mucho estrés, de presiones de todo tipo, de
dificultades de pareja, de empleo, de dinero, están con un nivel de irritabi-
lidad muy alta, están muy ansiosos, están preocupados, están... bueno, co-
mo decimos nosotros, con todos los pájaros volados; el chico les dijo algo
y la ligó en ese momento, y si la situación no es accidental sino que se man-
tiene en el tiempo aparece el castigo como una forma de descarga de esa
carga psíquica que tiene en ese momento el padre o la madre.
Y después nos queda un grupo que es por suerte, estadísticamente, el
menos significativo: es el que efectivamente pega por una cuestión de sa-
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9 . María Inés Bringiotti
dismo, o por una cuestión de que no le importa, que no hay ningún desa-
rrollo de empatía ni nada y desarrolla formas muy sutiles de castigo, que
en realidad uno no diría que son formas de castigo educativas, sino que ya
hablaría de algunas situaciones que tienen que ver con torturas o con si-
tuaciones que exceden lo que uno llama el maltrato físico.
Y por último tenemos un Estudio retrospectivo del castigo físico en
la niñez y adolescencia y las actitudes actuales acerca del mismo en
alumnos universitarios. Concretamente, tomábamos alumnos universi-
tarios de distintas disciplinas y se indagaba retrospectivamente sobre
cómo se aplicaban las prácticas de castigo en la infancia, si se aplica-
ban o no y cuál era su actitud actual frente al castigo en la educación.
Se entrevistó a alumnos universitarios de distintos países, porque es un
trabajo transcultural, con la idea de ver cómo eran las pautas educati-
vas en distintos contextos.
Es un tema que se está estudiando bastante ahora, porque se ve que
muchas formas de malos tratos en realidad aparecen por la falla en el
ejercicio de la función parental, de la puesta de límites o de normas, o
de lograr que el chico progrese, y en realidad eso se podría abordar de
otra manera; entonces se está trabajando mucho el tema de estilos pa-
rentales. Estilo parental, estilo docente, estilo de cómo uno se relaciona
con el otro para hacer algo juntos.
En Argentina se midió en Capital y Córdoba, Sevilla en España, Temple en
Estados Unidos, que fueron los que compartimos información, y después ha-
bía toda una cantidad de países de los que todavía no tenemos el procesa-
miento de los datos —países europeos, americanos, africanos, latinos —.
En Capital Federal, que fue donde nos tocó trabajar a nosotros, releva-
mos a 450 alumnos universitarios de Biología, Ingeniería, Psicología y Bi-
bliotecología. Se trató de tomar alguna carrera de ciencias duras y alguna
carrera de humanidades para que no fuera todo en un solo lugar. El 70%
resultó ser de sexo femenino; no es que fuimos a buscar las mujeres, se to-
mó al azar en lugares o en clases que nos permitían entrevistarlos. La me-
dia de edad era de 25 años, les digo esto para que se ubiquen con respec-
to a quiénes estaban respondiendo. Esto se hizo, se empezó el anteaño, se
terminó el año pasado, o sea que son personas cuya media es 25 años, ha-
bía de 22, de 23 y había otros de más edad. Estaban en la primera parte
de la carrera, lo que sería el primer ciclo; nos pusimos de acuerdo en que
fuera el primer ciclo para que fuera comparable.
Hay cuestiones que les van a sonar raras, pero como se medía en
varias partes del mundo, se preguntaba la etnia y la religión para des-
pués agruparlos y discriminar los resultados. En el caso nuestro, ob-
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blemática del maltrato infantil, maltrato físico, abuso sexual, nada. Uno se
enoja con un médico; pero si el médico terminó y los que le tienen que
transmitir esto no lo hacen, la falla va por otro lado.
En Derecho tienen una serie de reglas, normativas; pero algo que tome
la Ley de Violencia Familiar específicamente, el problema del maltrato in-
fantil en la formación de grado, es escaso.
Entonces, esto lo vamos viendo como una problemática que venimos
arrastrando en la formación que se les da a los distintos profesionales que
de repente se ven enfrentados al tema y tienen que ver cómo hacen para
poder dar una respuesta.
Si tenemos que hacer una síntesis de la situación de maltrato físico, uno
encuentra en casi todas las familias, cuando el maltrato físico ocurre, la
presencia de estas dos grandes situaciones que se articulan entre sí: alto
nivel de estrés, que puede significar muchas cosas, o sea problemas de pa-
reja, desempleo, situaciones del medio y acá estaría la influencia de todo
lo que tiene que ver con lo contextual, amén de las características indivi-
duales que llevan a manejar mejor o peor la situación de estrés; y en un nú-
mero muy alto encontramos esto que les decía: inhabilidades parentales en
el manejo y educación de los hijos. Porque me parece que ese subgrupo
que maltrata a un chico por una cuestión de una psicopatología diagnosti-
cable grave, por una cuestión de perversión o de sadismo, entra en un ám-
bito aparte, porque yo no puedo ahí hacer campañas de prevención ni pue-
do tomarlo como si fuera un papá o mamá común.
Estamos hablando de la gran mayoría que utiliza el maltrato físico como
práctica educativa o como descarga de las situaciones que no puede manejar.
Aparecen estas dos cosas muy asociadas, y a su vez estas dos cuestio-
nes están bastante relacionadas con lo que figura en los relevamientos: ha-
ber tenido experiencias negativas en la crianza en la propia infancia, o sea
la utilización del castigo corporal como práctica educativa; lo que yo les de-
cía antes: “Me pegaron a mí, les pegaron a mis hermanos”.
En general lo que ocurre es que de no intervenir alguna persona o al-
guna situación para cortar este circuito, la persona no tiene opción para
ver otra forma de educar que no sea pegando, por eso aparece esta cues-
tión de la repitencia, que uno dice: ni que fuera genético. Genético no
es, por suerte. Pero no hay modelos alternativos, no hay formas de ma-
nejar estos conflictos de otra forma que no sea violenta, entonces estas
experiencias negativas en el caso de que no haya algo que corte esto,
tienen un peso bastante fuerte.
Nos hemos encontrado con falta de conocimiento sobre las características
del desarrollo evolutivo del niño y las necesidades en cada etapa. Uno parte
228
9 . María Inés Bringiotti
de la idea de que, como es papá o mamá, debe saber lo que tiene que hacer,
y cuesta bastante que nosotros mismos nos demos cuenta de que muchos no
tienen la menor idea de lo que tienen que hacer, ¿por qué? porque su mamá
no la tenía, porque no tuvo donde mirarlo, y muchas veces manejos inadecua-
dos tienen que ver con ignorancia acerca de algunas cuestiones.
Por supuesto que hay algo más que eso, pero muchas veces se le exige
mal o se castiga al chico por pedirle que haga determinadas cosas para las
cuales no está preparado, porque no está maduramente preparado o por-
que no le corresponde a su ciclo vital. O sea, por ejemplo, pretender que
controle los pañales al año porque ya tengo otro chico. Y alguna que ma-
tó al hijo a golpes lo logró; si te matan así seguramente alguno va a con-
trolar, entonces si alguno controló el argumento es: “Ah, bueno, pero fula-
nita logró que controlara o sea que puede controlar”, entonces a veces los
padres te miran medio torcido cuando les decís: a los dos o dos años, y
medio por el desarrollo evolutivo, como que uno estuviera hablando de co-
sas que les parecen medio traídas de los pelos.
Los problemas socioeconómicos estructurales producen claramente el
problema del estrés y dificultan las habilidades parentales; si yo llego a
cualquier hora de la noche, harto, no me pagaron, no hay para comer, ten-
go esto y lo otro, es difícil que pueda relajarme, calmarme y ver cómo ma-
nejo el problema del chico que no hizo el deber para mañana.
Por otro lado está el tema del aumento de esta violencia que nosotros
vemos cotidianamente en la calle, que también va impactando digamos en
la tolerancia a la violencia; es como que se va viendo como naturalizado.
“Bueno, no es para tanto, te empujó contra la pared, no fuiste al hospital,
no te rompió nada, la sacaste barata”. Entonces uno va acostumbrándose
y tolerando cada vez un poquito más esta situación violenta. Lo mismo pa-
sa en las instituciones.
De todas maneras, están todas estas cuestiones que cualquier persona,
tiene, o sea, yo tuve mi propia experiencia de crianza, sé qué me pasó en
mi infancia, cómo me criaron, puedo saber o no saber lo que necesita el ni-
ño, puedo tener determinados problemas estructurales, todo esto está y es
cierto, el tema es por qué ocurre la conducta violenta física. Y acá me per-
mití traer algo que es bastante nuevo: no sé si será esto lo que finalmente
explicará, con lo que nos quedaremos, pero pareciera explicar bastante
bien, porque si uno toma en cuenta el maltrato físico o las otras formas de
maltrato hacia los niños, hay diferentes intentos de explicación de la vio-
lencia hacia los niños.
En un primer momento aparecieron, no sé si esto lo vieron en el curso
o no, lo que uno llamaba las explicaciones únicas, unicausales. O sea, ve-
229
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
nía alguien y ponía en el tapete todas las variables sociológicas, por ejem-
plo: “que el desempleo, que el barrio que era peligroso, que la migración”,
todo desde lo social. Después venía la otra línea, que era la que hablaba
desde la Psicología o desde la Psiquiatría, y decía: “bueno, pero los padres
que tienen ansiedad, que tienen depresión, que tienen problemas en la pa-
reja, que tienen esto y lo otro”. Llegó un momento en que aparecieron otros
que dijeron: “ojo, porque además cuando hay chicos maltratados no todos
los hijos de una familia son maltratados y de la misma manera; pareciera
que hay ciertas características de los chicos, que no es que los chicos ten-
gan la culpa ni nada por el estilo, ciertas características que movilizan a los
padres y entonces descargan sobre ese chico”. Entonces vinieron desde la
Neonatología y plantearon: “Bueno, cuando es un embarazo de alto riesgo,
cuando es un parto difícil, cuando es un chico con cardiopatías congénitas,
un chico con discapacidad, un chico con atraso mental, un chico que tiene
características de la familia del otro cónyuge que no lo quiere, un chico que
se intentó abortar” —podemos seguir enumerando— “estos chicos es más
factible que sean víctimas que otros”.
Se dan cuenta de que estas explicaciones sueltas no servían demasia-
do, porque estaba el área social por un lado, la psicológica por el otro, el
chico por el otro. Viene luego el modelo que está en todos los libros y repi-
ten en todos lados, que es el Ecológico Eco-sistémico de Belsky; alguien te-
nía que pensar en articular todas esas variables. Me quedé sin empleo, ven-
go a mi casa, tengo un problema con mi mujer, me la agarro con el chico,
es decir, todo está conectado.
Pero en realidad la mayoría se quedó con el modelo de Belsky, seguimos
repitiendo el modelo de Belsky, y lo que se notó ya en la década del ’90 es que
en realidad el modelo de Belsky lo que hace es articular un conjunto de varia-
bles, que en realidad son descriptivas, o sea, son factores de riesgo, no está
diciendo que eso es lo que produce la violencia. Durante mucho tiempo, en los
servicios hospitalarios, en los gabinetes psicopedagógicos, en distintas institu-
ciones, tenían un hermoso cuadernillo con los factores de riesgo; entonces ve-
nía una familia, la entrevistaban y marcaban: familia monoparental, una cru-
cecita; muchos hijos, una crucecita; desempleo, una crucecita; entonces, la fa-
milia López tiene 24 factores de riesgo presente y la Pérez tiene 5, o sea que
la familia López es alto riesgo y la de Pérez es bajo riesgo.
A nadie se le había ocurrido pensar: bueno, tiene 24 factores de riesgo
una y 5 la otra, ¿qué pasa con los factores compensatorios que tiene cada
una?, porque si la familia que tiene 25 de riesgo tiene 25 de compensa-
ción, capaz que equilibra y no está tan mal. Y si Pérez tiene 5 de riesgo y
ninguna compensación, en una pura matemática estaría peor.
230
9 . María Inés Bringiotti
231
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
dos los que estamos sentados acá los tenemos, porque nos lo dijeron en
la casa, en la escuela, en los medios de comunicación, en todo lo que
Uds. quieran: “Y, si se queda cuando le pegan es porque le gusta”, que
uno dice es un mito, es un estereotipo esto..., bueno eso es un esquema
cognitivo preexistente, se tiene en funcionamiento todo el tiempo y le ti-
ñe el abordaje del tema; es más que un mito, es más grave. La persona
tiene esa idea con lo cual, desde justicia, desde salud, desde donde sea,
piensa que realmente o provoca la situación o le agrada.
Decir que uno tiene un esquema significa que ese esquema cognitivo no
suele ser muy consciente, yo no soy consciente de los esquemas cognitivos
y por algún lado se me deslizan en la tarea. Tener esquemas cognitivos
preexistentes puede querer decir que tengo esquemas cognitivos buenos,
malos, adecuados o inadecuados. Si yo tengo un esquema cognitivo que di-
ce que si se queda es porque le gusta, paso al punto dos, voy a tener una
alteración perceptiva, porque quiere decir que cuando veo a la señora ahí
que no se va considero que se queda porque le gusta, y a lo mejor una ca-
da tanto se queda porque le gusta, porque, digamos, no descartemos la re-
lación sadomasoquista, pero no nos pasemos del otro lado, es una cada
tanto. Entonces tengo una alteración perceptiva.
Si yo tengo una alteración perceptiva, acá estamos hablando del niño, y
yo puse el ejemplo de mujer, las expectativas que tengo respecto al niño,
las interpretaciones y las evaluaciones de la conducta del niño van a estar
determinadas por estas alteraciones derivadas de los esquemas cognitivos;
por lo tanto, cuando el chico hace algo, el nene volcó el vaso de agua en la
mesa, yo integro toda esta información que tengo y selecciono la respues-
ta, que no es consciente, es un mecanismo de un segundo y casualmente
cada vez que el chico tira algo yo le pego.
O sea: estímulo-respuesta, ¿por qué? porque yo siempre interpreto que
el vaso lo tiró a propósito, me lo hizo a mí, está molestando, es un mal chi-
co; o sea, ese esquema está bien instalado y además, por la propia expe-
riencia por todo lo que tuve anteriormente, he internalizado que la respues-
ta es esta respuesta de castigo. Por lo tanto, cuando selecciono la respues-
ta implemento esa, que es en este caso la de castigo.
Milner señala que hay factores que son mediadores del procesamiento
de información, o sea factores que pueden hacer modificar esta respuesta
o factores que la pueden confirmar. Obviamente, si hay estrés ambiental,
real, o estrés percibido, subjetivo, es un factor que ya no se discute, por el
cual yo tengo alguna alteración en la manera en que veo las cosas; no es
lo mismo estar estresado que no estar estresado, puedo tener alteraciones
neuropsicológicas... sabemos que hay algunas enfermedades, algunas
232
9 . María Inés Bringiotti
233
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Cuando empiezan a pensar que para cada conducta hay una serie de
posibles explicaciones, de ahí uno puede enganchar la situación de que si
hay distintas interpretaciones de la conducta, debe haber también distintas
repuestas a lo que el chico hace. Y ahí es donde uno empieza a trabajar
muy despacito el tema de alternativas al castigo físico.
Qué podemos hacer para que el chico haga los deberes, porque no par-
timos de la base de que los deberes no los hace porque no tiene ganas. Y
ahí encontramos algo interesante, porque los padres en general pasan del
castigo físico, como yo les decía, a la negligencia.
Y nos ha pasado que más de un padre nos ha dicho... cuando le su-
gerimos por qué no pone una sanción, o sea si el chico va a jugar al fút-
bol los sábados, es algo que al chico le gusta, uno le explica previamen-
te que tiene que hacer la tarea, esto y lo otro, si no la hace, el castigo
va a ser que no va a jugar al fútbol, y el chico lo sabe de antemano, o
sea que no es arbitrario. Más de un padre me ha dicho: “pero, ¿usted
qué se cree, cómo le voy a hacer eso?, pobre chico, cómo le voy a ha-
cer eso, pobre chico...”, pero la paliza sí.
Entonces la idea es ¿qué castigo puedo implementar que yo sepa que
voy a ser capaz de poner en práctica?, porque si yo amenazo con algo
que después no cumplo, el chico piensa “ah, bueno, dejalo que diga lo
que quiera porque total yo sé que después no lo cumple”. “No vas a ir
al cumpleaños”; llega el fin de semana, tiene el regalito comprado, todo
comprado: “Y... me dio cosa”, entonces, fue. Entonces, no propongan al-
go que no puedan cumplir, parece lógico que no dejarlo ir al cumplea-
ños a lo mejor es muy fuerte, entonces piensen algo más pequeñito que
puedan cumplir. Esto que parece tan estúpido les aseguro que cuesta
mucho trabajo, porque es más fácil darle el “bife” rápidamente, es lo ha-
bitual, y queda ahí la cuestión.
234
9 . María Inés Bringiotti
Preguntas
235
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
236
9 . María Inés Bringiotti
237
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
238
10
El maltrato
hacia los niños
Cora Bertini: Lic. en Psicología, UBA. Especialización en Sexualidad Humana. Especialización en Terapia Fa-
miliar y de Pareja. Especialización en Maltrato Infantil y Abuso Sexual Infantil. Terapeuta de la Fundación
PROSAM-OSDE. Terapeuta del Centro Elvira Rawson. Programa de Asistencia al Maltrato Infantil. Terapeuta
del Centro de Asistencia a la Niñez y Adolescencia de Vicente López. Asistencia al Maltrato Infantil. Coordi-
nación de “Grupos de familiares no ofensores y de víctimas niños y adolescentes”.
Sandra De Luca: Lic. en Psicología, UBA. Pasante del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez, 1996. Profesio-
nal en la Casa Refugio para mujeres golpeadas y sus hijos, “Mariquita Sánchez de Thompson”, Dir. Gral. de
la Mujer (GCABA), 1997-1999. Participó en el Programa de Asistencia al Maltrato Infantil, Centro Elvira Raw-
son, Dir. Gral. de la Mujer (GCABA), 1998-2002. Realiza Asistencia Psicológica Integral, Mutual del Hospital
Garrahan, 2001-2004.
Nicolás Fariña: Licenciado en Psicología, UBA. Psicólogo Social. Director Técnico y Responsable del Hogar
de Tránsito “Buenos Aires” (perteneciente a Pronat’s). Psicoterapeuta del Programa de Asistencia al Maltra-
to Infantil y del Programa Noviazgos Violentos, de la Dirección de la Mujer del GCABA. Ex Coordinador Psi-
cológico del EDNA (Equipo de Maltrato y Abuso Infantil de la Diócesis de San Isidro). Prosecretario de ASAP-
MI (Asociación para la Prevención del Maltrato Infanto-Juvenil). Co-autor de artículos referidos a la espe-
cialidad leídos en el 13º Congreso de la Asociación Internacional de Prevención del Maltrato y la Negligen-
cia; Durban, Sudáfrica, septiembre 2000.
239
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Alicia H. Ganduglia: Lic. en Psicología UBA. Residencia en Psicología Clínica Infanto-Juvenil. Profesional
del Programa de Asistencia al Maltrato Infantil, Dir. Grl. de la Mujer, GCABA. Miembro fundador de ASAPMI:
Asociación para la prevención del maltrato infanto juvenil. Secretaria de Redacción de la revista “Temas de
maltrato infantil”, autora de distintos artículos. Colaboradora en los libros Violencia familiar y abuso sexual
e infantil, Edit., Universidad, y Abuso sexual en la Infancia, Ed. Lumen.
Nélida Sisini: Lic. en Ciencias Biológicas, UBA. Lic. en Trabajo Social, UBA. Coordinadora de Talleres de Pre-
vención en Violencia en el Consejo Municipal de la Mujer, GCABA. A cargo de la Línea ”T.E. Ayudo”, línea de
emergencia y contención para víctimas de maltrato y abuso sexual infanto-juvenil. Dir. Grl. Mujer, GCABA.
(1995-1998). Trabajo con madres adolescentes, Villa 31, Retiro, 1998. Integrante del equipo profesional de
Asistencia al Maltrato Infantil del GCABA, 1998 hasta marzo de 2000. Coordinadora del Programa de Asis-
tencia al Maltrato Infantil del GCABA, 1998-2003.
240
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
El programa de asistencia
al maltrato infantil...
• no poder detectarlo,
• no saber qué hacer, aun cuando se intuye o presume que existe,
• sentir impotencia ante la complejidad del problema,
• revictimizar a los niños.
241
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
“Si un niño
(Intebi-Osnajanski)
242
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
243
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
244
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
Detectar estas situaciones y actuar sobre ellas de manera adecuada es de vital impor-
tancia antes de que se produzca un daño psíquico, físico o emocional irreparable.
245
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Para no olvidar...
• A disfrutar de su niñez.
• A ser considerados importantes, tomados en serio, ser escuchados y
a que les crean.
• A decir no a caricias y a afectos no deseados.
• A rechazar el maltrato, el castigo físico, los ataques verbales.
• A confiar en sí mismos, sus sentimientos y sus percepciones.
• A la privacidad.
• A ser tratados con respeto y dignidad igual que cualquier adulto.
• A pedir y recibir ayuda.
246
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
Maltrato físico
247
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
SI UN NIÑO
Maltrato emocional
248
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
• Exhibicionismo.
• Voyeurismo.
• Estimulación de genitales.
• Sexo oral.
• Masturbación del adulto y/o del niño.
• Penetración genital con el dedo y/u objeto.
249
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Para no olvidar...
Lo primero que tendríamos que hacer los adultos cuando un niño re-
vela que estaría siendo víctima de abuso sexual es:
250
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
• En preescolares
- El relato del niño acerca del abuso sexual es uno de los indicado-
res más específicos (en todos los ciclos evolutivos).
- Signos de estrés post-traumático.
- Sexualización precoz, acompañada de un grado de curiosidad se-
xual no acorde para la edad.
251
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
• En adolescentes
- Conductas riesgosas y violentas.
- Retraimiento. Sobreadaptación.
- Coerción sexual hacia otros niños.
- Promiscuidad sexual. Prostitución.
- Fugas del hogar.
- Consumo de drogas.
- Conductas delictivas.
252
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
Como dijimos al comienzo, el relato espontáneo del niño es uno de los indicadores
más específicos de abuso sexual.
Pero...
Para no olvidar
Es excepcional que
• un niño fantasee o imagine sobre algo que está fuera de su campo de experiencia;
• las mentiras infantiles incluyan experiencias de victimización sexual y menos aún
que aporten detalles concretos que remiten a la sexualidad adulta.
Negligencia
• Falta de supervisión apropiada por parte del cuidador que expone a los
niños a daños físicos y psicológicos, pudiendo facilitar abusos sexuales.
• Negligencia física, educativa, emocional y/o médica, que ponga al
niño en riesgo psicofísico.
• Inducción del niño a realizar conductas delictivas.
• Abandono parcial.
• Exponer al niño a episodios de violencia conyugal, trastornos psico-
patológicos y/o adicciones de los padres o cuidadores.
Importante
Los cuidadores tienen la obligación de proveer al niño de todo aquello que
éstos no pueden proveerse por sí mismos para promover su crecimiento salu-
dable y su desarrollo, así como la protección frente a todo tipo de peligros.
De modo tal que los niños deberían tener asegurada su: alimentación /
vestimenta / vivienda / escolaridad / atención médica.
Para destacar...
254
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
Para no olvidar...
255
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
256
10 . Bertini • De Luca • Fariña • Ganduglia • Sisini
- varones,
- niñas en edad preescolar,
- niñas en edad escolar,
- adolescentes.
Para concluir
257
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Bibliografía
258
11
Explotación sexual
infanto-juvenil.
“La naturalización
de todos los abusos”
Profesora de Historia (UBA). Actual Presidenta del Consejo de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes del
GCABA. Fue Legisladora de la CABA (2000-1997) y Concejala (1997-1993). Delegada gremial docente en la
CTERA (1992-1983). Miembro de la Comisión Directiva de la Asociación Docentes de Enseñanza Media y
Superior. Coautora e impulsora de importantes iniciativas legislativas en materia de derechos de la infancia y
género (Ley 114: Protección integral de los derechos de niños, niñas y adolescentes; Ley 269: Creación del
Registro de deudores alimentarios; Ley 474: Creación del Plan de igualdad de posibilidades y de trato entre varo-
nes y mujeres; Ley 418: Salud sexual y reproductiva, entre otras).
259
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Esto tiene que ver con una dimensión cultural o ideológica. Entre sus
causas podemos señalar:
260
11 . María Elena Naddeo
Tratados internacionales
A lo largo del siglo XX ha habido una serie de intentos por pautar, nor-
matizar el ejercicio de la prostitución con el objeto de mitigarlo, reprimirlo,
contrarrestarlo.
He anotado los primeros acuerdos internacionales.
La primera acta-acuerdo internacional es de 1904.
Después una “Convención sobre la represión de la trata de blancas” de
1910; una “Convención para la represión de la Trata de mujeres y niñas”
de 1921 y, la más importante por la cantidad de Estados firmantes, la
“Convención para la represión del tráfico de personas y de la explotación
de la prostitución ajena” de 1949 (un año después de la “Declaración de
los Derechos Humanos”). Este es el primer acuerdo internacional firmado
por la mayoría de los Estados que integran las Naciones Unidas para po-
ner límite a la explotación de la prostitución ajena. (Fíjense como van cam-
biando los nombres: “trata de blancas”, “trata de mujeres y niñas”, etc.).
También he registrado algunos acuerdos internacionales importantes con
respecto al tema:
En 1966 fueron suscriptos los tratados internacionales sobre Derechos
Civiles, Políticos, Económicos, Sociales y Culturales. (Este es el segundo
grupo de Derechos Humanos.)
En 1980, la Convención Internacional sobre la eliminación de to-
das las formas de discriminación de la Mujer. Esta Convención Interna-
cional que se aprobó en una sesión mundial de las Naciones Unidas en
Copenhague (1979-1980), es quizá el hito fundamental en todo lo que
hace al tema de la mujer (incluso algunos de sus artículos dieron la ba-
se jurídica para las leyes de salud sexual y reproductiva, para el ejerci-
cio de derechos civiles, políticos, etc.).
El marco jurídico que hace a nuestro tema de hoy está basado en la
“Convención Internacional de los Derechos del Niño” (1989), de la cual
leeremos el artículo 34:
261
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Este artículo, como ven, es muy general. Aunque precisa bastante sobre el
tema, allí se une el concepto de abuso sexual con el de explotación. Pero com-
parado con otros artículos de la Convención Internacional referidos a Educa-
ción, Identidad, Salud, éste está muy poco elaborado en cuanto a su conteni-
do. Por esta razón, se firmó en el año 2000 un Protocolo Facultativo de la
Convención de los Derechos del Niño relativo a la venta de niños, la prostitu-
ción infantil y la utilización de niños en pornografía. Este Protocolo comple-
menta lo que señalaba la Convención Internacional en el artículo 34.
262
11 . María Elena Naddeo
gue teniendo más fuerza hablar de “prostitución infantil” porque tiene una
carga condenatoria en sí mismo, los especialistas en el tema y el Movimien-
to de mujeres cuestionan la utilización del termino “prostituta” porque só-
lo hace referencia a quien ejerce esta actividad (se pone la carga en quien
vende su cuerpo y no en quien está detrás de esa relación de opresión o
este intercambio comercial). Por esto se eligió el término “explotación se-
xual”, que pone la carga en quien utiliza, abusa, explota el cuerpo de ni-
ños, niñas, jóvenes y mujeres. Observen cómo el lenguaje tiene que ver con
el contexto y el contenido que le vamos dando. A pesar de todo lo anterior,
les aclaro que a veces yo sigo usando el término “prostitución”.
¿Por qué cité este texto? En primer lugar, porque me parece que es bue-
no que se conozca, porque este es un tema que está en discusión en el
mundo. De hecho los Ministerios de Trabajo de muchos países tienen a su
cargo programas relacionados con esta temática.
263
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
En otro aspecto, porque esto plantea un fuerte debate entre las organi-
zaciones que trabajan en el tema de la infancia y los especialistas, ya que
la mayoría de éstos no aceptan que se considere que la “prostitución infan-
til” sea un trabajo.
Personalmente, considero, sin lugar a dudas, que no se lo puede califi-
car como un trabajo sino como una de las formas de explotación y abuso
sexual que se establecen a partir de una relación de poder. Cuando este te-
ma se aborda en el universo de los adultos, de las mujeres que ejercen la
prostitución, también se genera el debate acerca de si se puede considerar
que esta actividad sea un trabajo. En realidad, para las mujeres que ejer-
cen la prostitución es un modo de subsistencia, una de las únicas maneras
que han conocido en su vida para poder sustentarse y sustentar a sus hi-
jos. Pero la palabra “trabajo” aplicada a la prostitución sigue siendo muy
cuestionada por organizaciones de mujeres, aunque aclaro que muchas
personas sostienen que hay que abordar el tema desde una mirada que in-
cluya a la prostitución como una forma de trabajo.
Lo que ocurre es que esta conceptualización implica una serie de con-
secuencias. Por ejemplo, si la prostitución de adultos es un trabajo, esto im-
plica que debe ser reglamentado, tener regulaciones por parte del Estado
con respecto a la salud y a la vida de las mujeres que la ejercen.
Durante los años ‘90, en la ciudad de Buenos Aires, este tema fue muy dis-
cutido cuando se sancionó el Código Contravencional o Código de Convivencia
Urbana. La polémica se instaló en los medios de comunicación de modo ne-
gativo, ya que había una fuerte presión de parte de la Policía porque al dero-
garse los “edictos policiales” se acababa una fuente de ingreso para quienes
“controlaban” clandestinamente las “paradas”, los lugares, etc.; una caja ge-
nerada a partir de una contribución económica semanal, diaria, mensual, de
las mujeres. En el momento en el que estaba en discusión, se planteaban di-
versas opiniones denominadas “reglamentaristas”, como la de los que querían
poner “zonas rojas”, libreta sanitaria, etc. Como legisladora, junto con muchas
representantes del movimiento de mujeres y organismos de derechos huma-
nos pensamos que reglamentar esto era, de algún modo, ponerle reglas a un
trabajo que asociamos con alguna forma de esclavitud, con formas denigrato-
rias de subordinación de la mujer.
La corriente “abolicionista” sostiene que la prostitución es una actividad
que denigra, perjudica y traumatiza la vida de quien la ejerce; por esto se-
ñala que hay que luchar por una sociedad donde el cuerpo de una mujer o
de una joven o de una niña no sean una mercancía que se compra y se ven-
de. Esta discusión está en la bibliografía sugerida para esta clase y también
es parte de los debates actuales sobre el tema.
264
11 . María Elena Naddeo
Código Penal
Explotación sexual
Causas
a. El primer grupo es el que tiene que ver con la pobreza, las desigual-
dades económicas y las migraciones rurales hacia los grandes cen-
tro urbanos.
c. El segundo grupo es el que tiene que ver con la “disfuncionalidad fa-
miliar” (tal como lo nombra la Declaración de Estocolmo). A veces
nosotros preferimos el término “desestructuración familiar” o “situa-
ciones de conflictividad familiar”.
d. El tercer grupo de causas tiene que ver con la discriminación de
género, el comportamiento sexual masculino irresponsable (esto
es textual).
266
11 . María Elena Naddeo
267
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Obviamente, hay en esta definición una parte más literaria y otra más
conceptual. En principio se distingue al género de lo biológico, ya que el
género es una construcción cultural que es distinta según la época, el lu-
gar geográfico, etc.
Ana María Fernández, en su Teoría de los Géneros, separa las cualida-
des que históricamente se pensaban como atributos inherentes a la condi-
ción de ser mujer o a la condición de ser varón. Si recorremos la historia
con una mirada crítica nos damos cuenta de que hay características que
tienen que ver con una cultura, con una visión crítica, con una sociedad en
un determinado momento. Al varón se le atribuyó el mundo de la cultura,
de la creación cultural; a la mujer, el mundo de la naturaleza. Nuestra ca-
pacidad reproductiva quizá haya sido la virtud que funcionó como trampa
inicial. Al varón se le atribuyó el mundo de la abstracción, del razonamien-
to; a la mujer, el mundo de la intuición, de lo sensitivo. (Aquello de que las
mujeres somos más sensibles, nos emocionamos más. Las mujeres llora-
mos; los varones, no. Esto lo hemos escuchado hasta el cansancio.)
El varón tuvo el lugar del sujeto; la mujer, del objeto.
El varón constituyó un individuo; la mujer, constituyó el género femenino.
Al varón se le atribuyó la metáfora; a la Mujer, la metonimia. (La me-
táfora es la representación abstracta de algo que se quiere nombrar. La me-
tonimia es una representación parcial de algo.) Por esto históricamente ha
parecido que el hombre fuera el todo; la mujer, solamente una parte.
Es a partir de la nueva visión de las relaciones entre los géneros que se
ha construido un lenguaje “no sexista”. Los y las especialistas insisten en
decir “niños y niñas”, “todos y todas”, con el objetivo de dejar de nombrar
con el sustantivo masculino a la “voz de la otra mitad de la humanidad”.
Como consecuencia de los anteriores atributos, al varón se le atribuyó
la esfera de lo público; a la mujer, la esfera de lo privado. Quizá hoy esto
parezca exagerado, pero pensemos que las mujeres fuimos consideradas in-
capaces jurídica y políticamente hasta la primera mitad del siglo XX. En Ar-
gentina, hasta 1947 no podíamos votar ni ser votadas. Además hubo que
esperar hasta 1986-1987 para equiparar derechos civiles con nuestros
compañeros varones (como la patria potestad compartida).
Nuestras madres y abuelas durante gran parte de sus vidas no pudieron
ejercer sus derechos políticos porque no eran consideradas ciudadanas. En es-
te sentido, durante el siglo XX se avanzó en un conjunto de equiparaciones.
Hay un texto de Diana Maffía, filósofa, pionera en el tema del feminismo y
actualmente Defensora adjunta del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires, cu-
yo título es “Capacitación política para mujeres”. Allí hay un artículo que se lla-
ma “De los Derechos Humanos a los Derechos de las Humanas”. La autora re-
268
11 . María Elena Naddeo
269
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
“En general son hombres casados. Hay gente que viene exclusiva-
mente y te hablan, te hablan” (Carolina, 25 años). Corcho, un poco
270
11 . María Elena Naddeo
271
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
272
11 . María Elena Naddeo
273
12
Malos tratos
contra niños
y contra niñas*
(*) Este artículo se incluye como complemento de los textos anteriores. No correspon-
de a una conferencia. 1987.
275
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
sión de Naciones Unidas, una Declaración a favor de “la niñez”, ahora apo-
yándose en la Declaración Internacional de Derechos Humanos.
Hasta ese momento se trataba de declaraciones, afirmaciones retóri-
cas y buenas intenciones; pero en 1953 el radiólogo Silverman advirtió
extrañas fracturas de los huesos que presentaban algunos niños. Fue el
antecedente de los trabajos de Kempe, creador de la expresión síndro-
me del niño golpeado.
En un primer momento se adjudicó la frecuencia del maltrato a psico-
patologías de los padres, hasta que los estudios permitieron reconocer que
el maltrato no estaba obligatoriamente ligado a psicopatologías sino a otras
razones habituales en la dinámica de la vida familiar.
En la década del ‘60 llevamos a cabo una encuesta que se inició en el Hos-
pital de Niños, donde se interrogaba a madres de clases populares, e incluyó
dos consultorios privados (clases altas y medias), intentando sondear las res-
puestas de las madres acerca de los castigos mediante los cuales sancionaban
a sus hijos. Supusimos que ellas deformarían sus respuestas y que nos nega-
rían sus prácticas violentas. No sucedió de ese modo. El 98 por ciento de las
madres admitió castigar a sus hijos de diversas maneras, aun sabiendo, según
consta en las respuestas, que el castigo no educa y que además ellas pegaban
cuando “se ponían nerviosas” (Giberti, E.: 1965, 2002).
Esas contestaciones maternas nos autorizaron a registrar una rea-
lidad constitutiva de organizaciones familiares que, en aquella épo-
ca, no recurrían al simulacro; por el contrario, se afirmaba: a los chi-
cos y a las chicas se les pega porque una adulta (madre) “se pone
nerviosa”. A sabiendas que esa práctica no educará positivamente a
los hijos, aliviaba en tanto y cuanto generaba la satisfacción que el
ejercicio del poder suscita. La apelación a la racionalidad materna
cuando se posicionaba a la madre como sujeto de encuesta, nos con-
ducía a respuestas que, si bien podemos consignar como ceñidas a
las pautas educacionales de la época, por ese mismo motivo demos-
tró el beneplácito racional ante los castigos. El pacto quedaba con-
sagrado entre quienes precisaban pegar “para aliviarse”, o sea, por
su propio bien (según la frase con destino inverso: se castiga a los
chicos por el bienestar de la adulta), y las prácticas sociales que ga-
rantizan la impunidad del sopapo “a tiempo” omitiendo las restriccio-
nes morales que derivan del trato con quienes son vulnerables de to-
da vulnerabilidad (Giberti, E.: “Los malos tratos contra niños y niñas”,
en Actualidad Pscicológica, noviembre 2002).
La comparación, 40 años después, cuando la Convención intentó reco-
nocer a los niños como sujetos con derechos, focalizó un tiempo cualitati-
276
12 . Eva Giberti
277
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
Perspectivas maltratantes
que no se analizan como tales
“Las niñas sufren de una y media a tres veces más abusos sexuales
que los niños. Se dan en todas las edades, pero más frecuentemente
entre los 10 y los 13 años. En el 46% de los casos, se repiten más de
una vez sobre la misma víctima.” Se refiere a España.
278
12 . Eva Giberti
“Los abusos tienen efectos diferentes para niños y niñas. Los niños
varones que han sido agredidos es más probable que abusen de
otros menores y suelen mostrarse agresivos, mientras que las niñas
suelen sentir depresión y ansiedad.
El hecho de ser niña es, indudablemente, uno de los factores que ha-
ce mucho más probable llegar a ser víctima de abusos sexuales. Los
resultados de los estudios coinciden en que las mujeres sufren el
abuso sexual infantil de una y media a tres veces más que los hom-
bres. Un sondeo nacional del Gobierno Federal de Estados Unidos
mostró, por ejemplo, que, en este país, las niñas sufren tres veces
más abusos que los niños.”
279
Selección bibliográfica
de textos acerca de maltrato
y abuso sexual contra niños
y niñas que pueden
encontrarse en Buenos Aires
281
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes
GROSMAN, C.; MESTERMAN, S.: Maltrato al menor. Ed. Universidad. Bs. As.
INTEBI, I.: Abuso sexual infantil. Granica. Bs. As. 1998.
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tes”, Cuadernos de Capacitación Familias del Nuevo Siglo. ISPCAN.
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abuso sexual. Ed. Universidad. Bs. As. 1998.
LAMBERTI, S. (compilador): Maltrato infantil (Riesgos del compromiso
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dós. Bs. As. 1997.
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desde el Trabajo Social. Espacio Editorial. Buenos Aires.
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SANZ, D. y MOLINA, A.: Violencia y abuso en la familia. Lumen/Humani-
tas, Buenos Aires, 1999.
TONON, Graciela: Maltrato infantil intrafamiliar. Propuestas de interven-
ción. Espacio Editorial. Buenos Aires.
VOLNOVICH, Jorge: Abuso sexual en la infancia. Ed. Lumen, Bs. As. 2002.
282
Indice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
Dr. Aníbal Ibarra [Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires]
Resumen histórico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
Los Cursos del Consejo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
Una pregunta engañosa acerca del maltrato
y el abuso sexual contra niños y niñas . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Lic. Eva Giberti
Palabras inaugurales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
Prof. María Elena Naddeo
1. Abuso sexual y malos tratos:
respuestas institucionales en el marco de un circuito
de protección integral de derechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Lic. Cristina Erbaro y equipo
2. Un espacio de escucha y visibilización
de situaciones de vulneración de derechos
de chicas y chicos: “la línea 102” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Lic. María Federica Otero
3. Evaluación psiquiátrica forense de niños y niñas
ante denuncias de abuso sexual . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Dra. Virginia Berlinerblau
4. Obstáculos institucionales de la intervención en casos
de abuso sexual infantil. Algunas respuestas . . . . . . . . . . . . . 79
Dr. Carlos Rozanski
5. Los malos tratos y los abusos sexuales
contra niños, niñas y adolescentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
Lic. Jorge Garaventa
Abuso sexual y malos tratos contra niñas, niños y adolescentes