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Examen parcial “Literatura Argentina I”

Fecha: 12/06 de junio de 2017


Alumna: Milena Frank

Consigna

Corpus: Facundo (1845) de Domingo F. Sarmiento

a. Lea el siguiente fragmento:

“El discurso del roquismo en los alrededores de 1879 no sólo aparece como un epílogo correlativo al
Facundo de 1845, sino que ambos textos pueden ser leídos como capítulos de ese gigantesco corpus
que, si se abre con el Diario de Colón a fines del siglo XV, recorre trágica y contradictoriamente los
siglos XVI, XVII, XVIII y primera mitad del XIX; sin notas al pie, pura andadura. Esa constante que
si en su totalidad organiza una ‘literatura de frontera’ encabalgada en la dialéctica de lo parecido y lo
diferente, se va dramatizando entre lo que queda ‘de este lado’ y lo que amenaza ‘desde el otro’, entre
‘lo que se muestra por nosotros’ y ‘lo que por ello se agazapa’. Entre ‘lo que peligra aquí’ y ‘lo que
debe ser castigado allá’. Sin demasiados matices, tajante contraposición, drama elemental. Pura
guerra. Y que mediante una suerte de coro polifónico, comenta, provoca, sintoniza y explica una de
las manchas temáticas más densas de la historia de América Latina y de la Argentina. Sobre todo
cuando intenta, como sistema de justificación, la búsqueda de un orden causal”. (Indios, ejército y
frontera. Viñas, D.; 1982).

b. Formule y desarrolle tres procedimientos constructivos en concatenación con la lógica causal


que rige la identificación de un texto, en este caso Facundo (1845) de Domingo F.
Sarmiento, en tanto que “fundacional”, atendiendo a que, si bien son indisociables e
igualmente importantes para la reflexión crítica las prácticas de interpretación como las de
producción, son estas últimas las que se solicita/interesa atender en esta consigna.
c.
d. La formulación y desarrollo (mostración) solicitados en b. deben integrar el cuerpo de un
texto que incluya una introducción al comienzo y una reflexión crítica que dé cuenta de la
operatividad de los procedimientos “mostrados” en función de la línea hipotética sugerida.

Protocolos de presentación:

-Extensión máxima: hasta 2 carillas (sin contar citas, fragmentos del texto en cuestión y
bibliografía). Interlineado simple. Fuente Times New Roman 12. Márgenes: 2,5 cm.
-Citas y notas al pie: Normas APPA.

Entrega:

-De 12 a 14 hs. del lunes 12 de junio, en soporte papel, en FHUC.

Desarrollo:
La lectura de Facundo en tanto texto que ha sido erigido como “fundacional” requiere una tarea de
constante revisión crítica por parte del lector, para no continuar avalando la reproducción de la
lógica que el mismo texto legitima. Sobre todo, pensándonos como lectores argentinos de
literatura argentina, educados en una “tradición” que reúne algunas de las representaciones que en
este escrito queremos discutir en tanto impuestas por determinado locus de enunciación
dominante. Hablamos de una imposición de representaciones, en tanto a lo largo de la historia de
nuestro país ha habido, por un lado, un silenciamiento de las voces que se desvían de un orden
establecido, pero a su vez también, como muestra el corpus textual del que habla Viñas (1982),
más allá de un silenciamiento, un borramiento o supresión de aquellos otros que no fueran
blancos, descendientes de españoles, cultos, “civilizados”. La idea de la fundación, de establecer
un origen de la Nación, responde al proyecto de instaurar, en función de los intereses de
determinados grupos dominantes, cómo es el “cuerpo de la Patria” (Moyano, 2003), y con ello
borrar todos los actos de construcción que conlleva este proyecto. Por eso entendemos que Viñas,
en la cita de la consignas, señala la búsqueda de una “lógica causal” como “sistema de
justificación” de ese invento que es la Nación argentina.
En la actualidad pensamos la realidad discursivamente, y como consecuencia de ello podemos
decir que toda nación siempre será una construcción. Lo que hay que preguntarse entonces es
cómo la producción de un imaginario “nacional” incluye y por ende, excluye, a determinados
sujetos. Esto no sólo a nivel discursivo, sino que allí vemos el poder performativo de la literatura
“argentina” por ejemplo, cuyas estrategias para estandarizar un modo de concepción, nombrando
la realidad de determinada manera, afecta luego al cuerpo mismo de las personas que no ingresan
en ese orden establecido. En relación con esto, abordaremos a los propósitos de este examen, una
serie de procedimientos que nos permiten mostrar cómo opera la práctica de producción de una
lógica causal que identifica a Facundo en tanto “texto fundacional”, fijando así un modo unívoco
de pensar la historia de nuestro país que se continúa reproduciendo hasta nuestros días.
El primero de los procedimientos que identificamos en el texto elegido es la tipificación. En
Facundo no se crean nuevos “tipos sociales” sino que se reeditan aquellos construidos de acuerdo
a las lógicas binarias occidentales en las que se establece la dicotomía “civilización/barbarie”. La
tificación opera aquí, ya desde el título del libro Facundo o civilización i barbarie en las pampas
argentinas, y responde a un programa de escritura que ya se anuncia en la introducción:

“Razones de este género que han movido a dividir este precipitado trabajo en dos partes: la una en que trazo el
terreno, el paisaje, el teatro sobre que va a representarse la escena; la otra, en que aparece el personaje, con su
traje, sus ideas, su sistema de obrar, de manera que la primera esté ya revelando a la segunda, sin necesidad de
comentarios ni explicaciones.” (22)

Lo interesante es que en la primera parte no sólo se hablará del “paisaje” o el “terreno”, sino que
también en dicha descripción (y esto configura luego todo el texto, como el mismo sujeto señala
en la cita que elegimos), se establece una división entre el hombre de la ciudad, culto y civilizado,
que viste según la usanza europea, en contraposición con el gaucho, habitante de los campos y
llanuras, analfabeto, ligado a la ciencia vulgar, el saber práctico y la violencia, y con los salvajes,
de los cuáles no se sabe nada más que el hecho de que amenazan y roban en los campos “como
hienas”. Claramente, de quien más se habla es de la “barbarie”. Así se realizan por ejemplo, una
serie de clasificaciones de los caracteres argentinos como “el rastreador”, “el cantor”, “el
baqueano”, etc. Y comparaciones como: “el gaucho es con el cuchillo, como la trompa al
elefante” (54) en donde se establece el cuchillo como una extensión del cuerpo del “gaucho” y por
ende se asocia directa y naturalmente al gaucho con la violencia, el peligro.
Leemos entonces que hay un sujeto que se posiciona en el discurso describiendo cual naturalista 1,
las “costumbres” y “carácter” del habitante simbólico del pueblo argentino. Y finalmente no nos
miente en la cita que elegimos, ya que la dicotomía “civilización/barbarie” está ligada al
procedimiento de la espacialización del que hablaremos más adelante. Esto significa que según el
espacio en el que sean ubicados los sujetos se define su identidad. La primera pregunta que
realizamos en relación con esto es cómo se legitima esa posición y lo que enuncia. Ahí es en
donde encontramos que funciona otro procedimiento en el texto, la focalización.
Para naturalizar en el imaginario determinadas figuras como la del gaucho y generar un efecto de
verosimilitud, el sujeto que enuncia se vale de determinados recursos. En principio el uso de la
modalidad epistémica que identificamos en los embragues hacia el presente de escritura. Esta se
manifiesta en los verbos en primera persona del singular o plural: “notamos aquí”, “yo quiero sólo
notar aquí”, “imprime en mi parecer”, “estudiemos ahora”, “he querido explicar” entre otros. En
relación con esto, también las apelaciones al lector que funcionan de guía de la lectura, como las
menciones intratextuales al propio texto. Por ejemplo: “el lector debe recordar, al oír este lenguaje
en la boca de Rosas” (197), “el que haya leído las páginas que preceden” (19). Asimismo, los
epígrafes con los que se inicia cada capítulo tanto en francés como en inglés aparecen sin
traducción, y según leemos en la nota introductoria de Pedro Enríquez Ureña que posee la edición
con la que trabajamos (Ed. Losada) en las primeras publicaciones tampoco las tenía. Por lo que
observamos que el sujeto desde un locus de enunciación letrado apela a un lector semejante a éste.
De este modo, se focaliza fijando un punto de vista que en tanto único, se propone como una
lectura verticalista. Quien escribe en Facundo anuncia que conoce los “documentos públicos”, ha
contactado a un “testigo ocular” y posee otros papeles que legitiman la veracidad de lo que dice.
Esto se relaciona claramente con la concepción moderna de la referencialidad de la lengua, ya que
“ver es decir”, y se acepta la transparencia de la realidad que puede ser captada objetivamente, sin
dar cuenta de que aquel que mira siempre lo hace desde una posición.
Un recurso que nos llamó la atención y que vinculamos con el procedimiento de la focalización es
el del uso de metáforas espaciales para referir la propia escritura. Como por ejemplo: “penetremos
en la vida interior de sus habitantes” (31), “Da asco y vergüenza sin duda tener que descender a
estos pormenores indignos de ser recordados” () “He necesitado andar todo el camino que dejo
recorrido para llegar al punto en que nuestro drama comienza” (59) “Me es preciso dejar a Buenos
Aires para volver al fondo de las demás provincias a ver lo que en ellas se prepara” (130).
Entendemos que estas metáforas espaciales funcionan para focalizar, es decir, fijar un punto, un
modo de concepción estandarizado en y por este texto, y que no admite otra posición, más allá de
esta mirada absoluta sobre el mapa argentino, que ya traza en el primer párrafo del texto. Así, el
lector no puede sino leer lo que ese sujeto le hace ver y por ello resulta necesaria una práctica de
desmontaje de esta fijación interpretativa.
El último procedimiento que ya anticipamos al comienzo es el de la espacialización. Entendemos
que en este procedimiento se juega una posición en el continuum que es el espacio, y que esa
posición es fijada por la acción del sujeto de la enunciación. Claramente, lo que sucede en
Facundo es que ese sujeto anclado en un sistema de representaciones y valores modernos, fija el
espacio de manera binaria para cartografiar el cuerpo de la Nación. Así es como habla de un
territorio de ciudad y los campos en sus alrededores, y del desierto que se extiende más allá de lo
establecido como territorio argentino. Esta dicotomía se refuerza cuando el sujeto habla de este
último espacio:

“La inmensa extensión del país que está en sus extremos es enteramente despoblada y ríos navegables posee
que no ha surcado aún el frágil barquichuelo. El mal que aqueja a la Argentina es esta extensión: el desierto la
rodea por todas partes, se le insinúa en las entrañas, la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son

1
No llegamos a estudiar la personificación de la “República Argentina” en el texto, pero este aspecto puede ampliarse
en relación a cómo se construye ésta según una “fisonomía” y otras acepciones a las ciencias biológicas que
vinculamos en parte al impacto del positivismo europeo en los distintos campos del saber.
por lo general los límites incuestionables entre unas u otras provincias. Allí la inmensidad por todas partes,
inmensa la llanura, inmensos los bosques, inmensos los ríos, el horizonte siempre incierto (…) A sur y al norte
acéchanla los salvajes, que aguardan las noches de luna par caer, cual enjambres de hienas sobre los ganados
que pacen en los campos y sobre las indefensas poblaciones” (23-24)

Como vemos en la cita, la repetición del adjetivo “inmensa”, la alusión a la extensión inabarcable
del desierto delimita un territorio para la Nación separado de esa nada, de esa pura negatividad.
Pero esta operación encubre otro movimiento. Por un lado, se presenta un espacio vacío, inmenso
y despoblado. No obstante, por otro, se da cuenta de su productividad, y por tanto, se aboga por la
posibilidad de que sea poblado por personas que lleven el “progreso”, la civilización, a dichas
zonas.
Hemos visto hasta aquí cómo la tipificación en el texto reedita la dicotomía
“civilización/barbarie”, la focalización fija un punto de vista e interpretación y la espacialización
con la que se procede para cartografiar el “cuerpo de la Patria”, asignar valores al terreno, y con
ello a quienes habitan dichos espacios. Estos procedimientos operan en el texto legitimando un
locus de enunciación que reproduce una lógica moderna y neocolonial, en tanto se trata de
construir una nación desvinculada económica y políticamente de España, pero sin un corrimiento
de la episteme que establece cómo y qué se conoce. Así, volvemos a la cita de la consigna del
comienzo. La lógica colonial sigue imperando como se evidencia en Facundo, más allá de que se
haya logrado una independencia política. En este sentido, el texto de Sarmiento puede ubicarse en
el mismo corpus que el diario de Colón, Doña Bárbara de Rómulo Gallegos y otros, ya que
reproducen la violencia epistémica ejercida en la modernidad por naturalizar un orden causal
preestablecido.

Bibliografía

-Sarmiento, D. F (1845) Facundo. Buenos Aires: Losada, 1963.

-Moyano, M (2003) “Escritura, frontera y territorialización en la construcción de la nación”. En


Ciberletras. Revista de crítica literaria y cultura” USA, Yale University, Lehman College, CUNY,
n° 9. Recuperado de: https://pendientedemigracion.ucm.es/info/especulo/numero27/performa.html
[Consulta: 11 de junio de 2017]
-Viñas, D. (1982) Indios, ejército y frontera. Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI editores.

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