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Palabras clave:
Estado laico, tolerancia, libertad de expresión, autonomía, sociedad plural.
“Democracy demands that the religiously motivated must translate their concerns into universal,
rather than religion-specific values. Their proposals must be subject to argument and reason, and
should not be accorded any undue automatic respect”.
Barack Obama
Hemos decidido incluir en este capítulo del módulo una reflexión del presidente Barack
Obama convencidos de que sintetiza el espíritu laico y democrático que creemos encarna la
Constitución Política de Colombia de 1991. Lo que señala el presidente Obama es que, en un
contexto democrático, quien sea religioso, debe traducir sus preocupaciones en un lenguaje
universal accesible a todos los demás, incluso en el lenguaje de quienes no comparten sus
mismas creencias. Con esto quiere señalar que son bienvenidas todas las creencias siempre
y cuando estén en capacidad de traducir en un lenguaje más universal y público sus valores
y preocupaciones. Las sociedades democráticas deben ser ante todo plurales, abiertas a la
convivencia entre quienes son distintos en un clima de respeto y diálogo. Por eso, se afirma que
son bienvenidos los aportes que pueda traer a la sociedad cualquier creencia, siempre y cuando
puedan explicar su valor en un lenguaje no religioso y comprensible para quienes no comparten
esa religión. Pero, por supuesto, hay que ser enfáticos en esta idea, que en un clima de respeto
sean bienvenidos los valores y preocupaciones de cada creencia o religión no implica que deba
aceptarse todo. En un contexto democrático, señala Obama, deben ser debatidas todas las ideas
a la luz de la razón, sin que se les conceda a priori autoridad sobre la sociedad solo porque para
unos u otros son creíbles. Los aportes a la sociedad que puedan hacer las distintas creencias
son válidos siempre y cuando sean razonables públicamente, pero de ninguna manera existe a
priori un predominio de una creencia sobre otra en una sociedad plural, democrática y laica.
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de donde emana la autoridad que legitima la Constitución misma. Pero, para la de 1991, la
Constitución sin dejar a mencionar a Dios planteará que es el “pueblo” la fuente de autoridad, el
pueblo como soberano, desde donde se legitima la autoridad de la Constitución.
No se puede olvidar que la Constitución de 1886 fue fruto del período histórico denominado “La
Regeneración”. Dicho movimiento político surgió en el país a finales del siglo XIX y fue liderado
por Rafael Núñez y Miguel Antonio Caro; este movimiento buscó revertir las políticas liberales
de periodos anteriores, como la descentralización del país en una república federal, los Estados
Unidos de Colombia o la independencia del Estado del poder religioso. Dentro de las grandes
transformaciones que traerá esta constituyente conservadora estará el énfasis profundo en la
filiación entre el Estado colombiano y la Iglesia católica, así como la concepción centralista del
Estado colombiano. Por supuesto, para 1991 esta orientación del Estado será cambiada por una
concepción mucho más pluralista, secular y sobre todo descentralizada.
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1.1 Libertad de expresión, de conciencia y autonomía
El argumento resulta bastante interesante para nuestra sociedad actual. Piensen en que desde
esta perspectiva no debería estigmatizarse ninguna idea previamente. Por ejemplo, si alguien
socialmente desea defender la idea de que debería dedicarse la totalidad del presupuesto del
ejército de la nación a la educación de los jóvenes, el tema no debe ser excluido a priori como
banal o insensato, resguardándonos en nuestras ideas dogmáticas que usualmente vivimos.
Eso sí, debería exigírsele que lo argumentara mucho mejor y a la vez que los detractores
planteen sus argumentos de por qué se oponen a dicha idea. En este orden de ideas, se tiene la
convicción de que solo las ideas mejor argumentadas prevalecen.
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Por supuesto, hay temas mucho más sensibles, por ejemplo, como cuando hablamos del
matrimonio entre parejas del mismo sexo o la adopción homoparental. Es claro que nuestras
costumbres se resienten con este tipo de debates, pero si nos centramos dogmáticamente en
nuestras ideas y costumbres y nos cerramos a debates racionales, no avanzaremos nada como
sociedad. Quizás, al final nuestras costumbres se reafirmen y se argumenten más sólidamente,
o, por el contrario, nos demos cuenta que nuestras costumbres no son tan sólidas como
creemos y cambiemos de ideas.
Así las cosas, no hay mayor mal que viole estas libertades que el paternalismo del Estado, es
decir, cuando el Estado decide comportarse como un padre con los ciudadanos diciéndoles
qué deben pensar, en qué deben creer, etc. No solamente el estado no puede regular la libre
expresión de los individuos, sino a la vez no puede interferir en las convicciones que cada uno
tenga y en eso consiste la libertad de conciencia.
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Bajo la defensa de la libertad de expresión, si se trata de adultos conscientes en pleno uso de
sus facultades racionales, el Estado no puede inmiscuirse ni prohibirles profesar estas ideas.
Obvio que están equivocados, no es razonable sostener que hay una “raza superior”, pero el
estado no va a acoger estas ideas, pero tampoco las puede prohibir. Cada cual es libre de
profesar, en su libertad, las ideologías que desee, siempre y cuando no genere un daño en sí
mismo ni en los demás.
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hay sustento racional para que obliguemos a que todas las mujeres se practiquen la ablación,
y segundo, se debe respetar siempre los derechos de las minorías que no comparten nuestras
convicciones culturales; luego, no podemos obligar a todas a que se practiquen la ablación.
En síntesis, el Estado es laico cuando se abstiene de adoptar creencias o ideas de grupos
particulares, en contra del pluralismo que debe imperar en la sociedad.
La otra idea que se ha venido presentando es que el Estado no puede intervenir en las creencias
e ideas que los individuos ostentan sin violar la libertad de conciencia de los sujetos. Así,
tácitamente estábamos hablando de la esfera pública y la esfera privada. La esfera pública es
el ámbito de las decisiones que nos conciernen a todos y se debe caracterizar porque en ella
se busque el beneficio general de todos y se haga bajo procedimientos racionales. Se trata del
ámbito propiamente político y público, en donde se decide aquello que nos concierne a todos
como, por ejemplo, si la educación debe ser reformada o no o sobre si el Estado debe entrar o
no en guerra, etc. Es el espacio propio de las decisiones políticas o públicas. Por otra parte, está
la esfera privada, que a diferencia de la pública solo concierne a cada individuo y se constituye
a partir de las preferencias y decisiones personales que tiene cada individuo. Por ejemplo,
la orientación sexual de un individuo concierne solo a su esfera privada y en ella ni el Estado
ni la sociedad tienen cabida, pero un tema como la paz con los grupos alzados en armas, en
la medida en que nos concierne a todos, hace parte de la esfera pública y todos estamos en
potestad de intervenir, pues vincula a toda la sociedad.
Pero ¿qué tiene que ver esto con el Estado laico? Bueno, lo primero es hacer énfasis en una
idea: estado laico no es lo mismo que estado ateo puesto que el ateísmo implica negación de la
divinidad y negación de Dios, pero el estado laico o secular no niega a Dios, simplemente en una
actitud de respeto hacia las distintas creencias crea un ambiente de tolerancia y respecto que
hace posible la convivencia. Los estados ateos, al prohibir la religión, violan la esfera privada del
individuo porque le impiden creer en lo que desee, por eso no tienen nada que ver con el estado
laico. La laicidad es un principio que consiste en dos proposiciones básicas; la primera es la
separación estricta del estado de las instituciones religiosas y la segunda es que las personas
de diferentes religiones y creencias son iguales ante la Ley.
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Es muy importante esta doble separación, el secularismo protege a creyentes como a no
creyentes. Se abre así una dinámica de respeto de parte del estado hacia las creencias de los
individuos, pero también en pro de ese respeto es que no se acepta a priori la influencia directa
de ninguna creencia en la esfera pública de la sociedad o en la política misma.
Recientemente el caso más famoso tiene que ver con el debate de la adopción homoparental.
Es evidente que, en Colombia, que es un país tradicionalmente católico, hay una fuerte oposición
a este tipo de reformas pues va en contravía de las creencias de la mayoría. Sin embargo, en
defensa del estado laico no se debe gobernar a partir de las creencias, con argumentos de razón
privada, si no se ha demostrado lo razonable de estas ideas. Por eso, la Corte Constitucional
le pidió a distintas facultades de psicología del país que conceptuaran racionalmente si esta
decisión era conveniente o inconveniente. Si se dan cuenta, por más que el país, en su mayoría
católico, lo que importa no son las creencias, pues en la esfera pública lo que importa es la
razonabilidad. Por eso, se equivocan quienes creen que es democrático imponer las creencias
de la mayoría; eso no es democracia. Las creencias pueden entrar en la esfera pública, como lo
dijimos en un principio, si logran demostrar su razonabilidad con argumentos que trasciendan la
creencia y sean lógicos incluso para los no creyentes.
También, hablar del estado laico implica que el estado y el poder en general no interfieren en
las creencias de los individuos ni los obliga a creer en algo o alguien en particular. Es decir, el
estado no interviene, es decir, deja en libertad para que el individuo sea autónomo en el ámbito
de sus creencias, siempre y cuando estas se desarrollen en el respeto del orden jurídico. En
síntesis, como ya lo venimos afirmando, la esfera pública no incide en la esfera privada.
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1.3 Tolerancia y sociedad plural
Una de las grandes reflexiones de la humanidad ha sido la que nos ha llevado a entender
la necesidad de fomentar la tolerancia, que no es otra cosa sino abrirnos al respeto de los
distintos, de quienes en privado viven de otra manera, para así entre todos construir una esfera
pública donde quepamos todos.
El filósofo inglés John Locke en su Carta de la tolerancia, a finales del siglo XVII, hace énfasis en
el valor de la individualidad del hombre y en cómo esta individualidad no puede ser violada por
el Estado ni por la religión. En ese sentido, el pensador sustenta que tiene que hacerse posible
una sociedad donde se respeten las convicciones individuales sin que el Estado o la sociedad
traten de influirlas o modificarlas. Esa fue la respuesta de Locke a las constantes guerras de
religión que sacudieron a Inglaterra en donde entre protestantes y católicos lavaron en sangre
a toda la sociedad buscando imponer sus propias convicciones. No es posible la convivencia
pacífica si no hay lugar a la tolerancia. El respeto se constituye en una instancia necesaria
para el reconocimiento de las ideas, creencias e ideologías de los demás, así como los demás
reconocen las que yo ostento.
Es por esto que el laicismo tiene por objeto garantizar y proteger la libertad de creencias y
prácticas religiosas de todos los ciudadanos, puesto que no se trata de recortar las libertades
religiosas, se trata de asegurar que las libertades de pensamiento y la conciencia se apliquen
por igual a todos los creyentes y no creyentes. Piensen en esta pregunta: ¿qué sucedería en un
Estado dominado por una única religión con las personas que no compartieran dicho conjunto
de creencias? El estado laico en pro de la defensa de la igualdad, del respeto y de la convivencia
democrática, busca no solo respetar las creencias de unos y otros, sino a la vez abrir espacios
para que convivan minorías con las mayorías e incluso para quienes no crean puedan encontrar
un lugar dentro de la sociedad.
Así, el secularismo, que es el fundamento del estado laico, busca defender la absoluta libertad
de creencias religiosas para coexistir entre ellas sin una mutua interferencia, pero a la vez busca
proteger el derecho a que las creencias religiosas se manifiesten en la medida en que no incidan
sobre los derechos y las libertades de los demás. Literalmente, el secularismo consiste en que
no tenemos argumento alguno para afirmar la existencia de Dios, pero tampoco para negarlo;
luego, a diferencia del ateísmo que sí niega la existencia de Dios, el secularismo es respetuoso
con las múltiples creencias y solo exige de ellas ese mismo respeto de ellas hacia las demás.
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La laicidad garantiza que el derecho de las personas a la libertad de la religión siempre se
equilibra con el derecho a ser libres de religión y también otorgar las garantías para los no
creyentes.
La no discriminación implica que, sin importar las creencias religiosas o las convicciones
filosóficas o ideológicas, todos los ciudadanos tienen igualdad de acceso a los servicios
públicos estatales, como la salud pública, los servicios de seguridad, la educación, etc. La
prestación de estos servicios públicos debe ser secular, es decir, que nadie está en ventaja o
desventaja en el acceso a estos servicios por motivos de creencias.
Como lo señalamos ya, en una sociedad secular o en un estado laico, las personas religiosas
tienen derecho a expresar sus creencias públicamente, pero también tienen todo el derecho
a expresarse quienes racionalmente pueden oponerse o cuestionar esas creencias. En una
sociedad secular no puede haber lugar a dogmas intocables. Las creencias religiosas, ideas y
organizaciones no deben tener una protección privilegiada. En una democracia, todas las ideas y
creencias deben estar abiertas a la discusión.
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Asimismo, el estado laico implica que las leyes, los derechos y las decisiones públicas no deben
estar sujetos a la religión establecida, así sea una religión o creencias que tiene la mayoría. Todo
el mundo es igual ante la ley, independientemente de su religión, creencia o no creencia. Los
procesos judiciales no pueden ser reemplazados por códigos religiosos, no hay lugar a que la
ley civil sea reemplazada por mandatos religiosos. La religión o las religiones no juegan ningún
papel en el estado de manera directa.
En este tema hay que ser enfáticos. La Biblia o los textos sagrados, sean los que sean, tienen
un valor cultural significativo, sin embargo, no son fuente directa de ley civil en el Estado laico.
El Estado es soberano pues predomina su Ley por encima de cualquier decálogo o ley religiosa.
Las leyes y principios religiosos son válidos en la medida que puedan hacer parte del debate
público racional, de otra manera no hay porque sostener su valor a priori. Si lo pensamos de otra
manera, recaeríamos en lo que hoy sustenta a lo que se denomina el “Estado Islámico” un orden
social y político que se funda en el Islam, que ha tomado a las escrituras sagradas como fuente
de derecho; radicalismo puro.
El Estado laico no debe ser entendido de ninguna manera como una institución antirreligiosa
o anticlerical. Es gracias al estado laico que se da garantías a las libertades religiosas y se
hace posible la convivencia pacífica entre diversos credos en una sociedad. Pero como hemos
señalado, la religión y las creencias pertenecen a la esfera privada de cada individuo, por eso
ni el estado, ni los partidos políticos, ni la sociedad, puede legítimamente luchar contra las
creencias que son enteramente personales. La verdadera lucha debe darse en pro de la mutua
tolerancia, comprensión y convivencia pacífica. El estado laico en defensa de la democracia
debería abrirse a los distintos discursos y credos de las distintas religiones y creencias
siempre y cuando se traduzcan sus demandas en un lenguaje público accesible incluso para
el no creyente. Pero desde ninguna perspectiva el estado debe luchar por hacer realidad los
propósitos de alguna religión o creencia, así ésta sea de la mayoría de la población. El estado
debe trabajar y luchar es por dar garantías a los intereses públicos, sin que esto entre en
detrimento de las minorías.
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INFORMACIÓN TÉCNICA
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