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Autonomía de la Voluntad:

Arturo Alessandri define la autonomía de la voluntad como "la libertad


de que gozan los particulares para pactar los contratos que les plazcan, y de
determinar su contenido, efectos y duración", y señala que esta voluntad es
soberana, que el contrato nace del acuerdo de voluntades.1 Por su parte López
Santa María señala que "El principio de la autonomía de la voluntad es una
doctrina de filosofía jurídica según la cual toda obligación reposa esencialmente
sobre la voluntad de las partes. Esta es, a la vez, la fuente y la medida de los
derechos y de las obligaciones que el contrato produce".2 En tanto que, para
René Ramos Pazos, la autonomía de la voluntad, “Es el principio rige en
derecho privado y consiste en que las personas pueden celebrar los actos
jurídicos que deseen determinando libremente sus contenidos y efectos”3.
Su fundamento filosófico es la libertad natural del hombre. Es fruto del
racionalismo de los tiempos modernos, plasmado en la revolución de 1789 con
la Declaración de los Derechos del Hombre y del ciudadano, incluso la sociedad
se explica como el resultado de un acuerdo de voluntades de los Hombres
destinado a constituirla, es la tesis del contrato social. Su límite es la libertad
de los demás. Aquí es irrelevante el concepto superior de justicia y las
consideraciones de seguridad social. Es la cúspide del individualismo, a pesar
de que el hombre es un ser social. En efecto, la libertad consiste en la
actuación en términos soberanos que una persona tiene reconocida por el
ordenamiento, pero la autonomía, agrega a dicha libertad, un reconocimiento
absoluto al acto emanado en ejercicio de dicha libertad. Es decir, es hacer y
que esto sea reconocido y eficaz ante los otros, esto es autonomía.
La autonomía de la voluntad sería el fruto del liberalismo económico, la
ley de la oferta y la demanda en un mercado sin trabas, ni proteccionismos, es
la mejor garantía del bienestar. Cabe hacer presente que no hay una
uniformidad en cuanto a la nomenclatura a utilizar, ya que en Derecho
Comparado se ha visto que se utiliza con preferencia el término Autonomía
Privada. Podemos concluir en base a las definiciones expuestas anteriormente
que las características de la Autonomía de la Voluntad son: preponderancia de
la voluntad de las partes, libertad para contratar, esto es, elegir tipo de
contrato, contraparte, contenido del contrato, contenido y efectos del mismo.
Como puede advertirse este principio ha llegado a tener tal
trascendencia que de él se derivan otros principios, a saber: a)

1 ALESSANDRI, Arturo. De los contratos. Ed. Jurídica de Chile, p. 11. (Nota: este libro carece de
fecha y número de edición).
2LÓPEZ SANTA MARÍA, Jorge. Los Contratos. Parte General. Tomo I, Ed. Jurídica de Chile.

Segunda Edición actualizada, Santiago, 1998, p. 233.


3RAMOS PAZOS, René. Derecho Civil I, Ed. Jurídica de Chile, Santiago, p.10.
Consensualismo b) Libertad contractual c) Fuerza obligatoria y d) Efecto
relativo.
Ramos Pazos, nos señala otro aspecto de importancia el cual es la
amplitud que puede llegar a tener la autonomía de la voluntad, que se puede
referir tanto a la forma como al fondo de los actos. Así, en cuanto al fondo de
los actos, se refleja en la amplia libertad que tienen las partes para estipular
las cláusulas de sus acuerdos, los derechos y obligaciones que recíprocamente
se imponen; su facultad sólo encuentra límite en el orden público y las buenas
costumbres. En cuanto a la forma de los actos, la autonomía de la voluntad se
manifiesta en la libertad que tienen las partes para expresar su voluntad en la
forma que más les plazca y convenga, salvo los casos en que la ley, atendida
la naturaleza de los actos, establece determinadas solemnidades, pues en tal
caso se afecta el orden público. En consideración de lo anterior, podemos
extraer que los elementos de este principio son los siguientes:

a) La libertad para contratar: que se ve reflejada esencialmente en que las


partes son las que eligen y deciden la oportunidad para contratar. La libertad
para contratar resalta el principio de la Autonomía de la Voluntad en su
vertiente clásica, esto es, como creadora de derechos subjetivos.

b) Libertad contractual: esta es, la que las partes fijan el contenido y los
efectos del contrato. Este elemento pone de manifiesto la función normativa
del contrato como creador de derechos objetivos.

Tradicionalmente la Autonomía de la Voluntad, se refleja en su máximo


esplendor en la mayoría de los contratos bilaterales en los cuales existe una
igualdad en el poder negociador de las partes, es decir que ambas puedan
establecer los términos del contrato acorde a la intención que buscan lograr
con la contratación. Como consecuencia de lo anterior, en los actos o contratos
en que se afecta ésta “igualdad negociadora” se producen alteraciones en los
efectos normales de los actos jurídicos bilaterales. Ejemplo de ello son los
contratos de adhesión, los contratos dirigidos y los contratos forzosos, en los
cuales se pueden observar como características centrales la carencia de la
igualdad entre las partes, y esencialmente una desigualdad marcada en el
poder negociador de las partes, afectando completamente el principio de la
Autonomía de la Voluntad.
Como manifestaciones o consagraciones de este principio, en el texto del
Código Civil chileno encontramos, el artículo 12 que señala que “podrán
renunciarse los derechos con tal que solo miren al interés individual del
renunciante y no esté prohibida su renuncia”. Asimismo encontramos el
artículo 1545 del mismo cuerpo legal, que señala que “Todos los contratos
legalmente celebrados son ley para las partes contratantes que no podrán ser
invalidados sino por el consentimiento mutuo o por causas legales”. Además
podemos agregar el artículo 1560 del Código Civil, “Conocida claramente la
intención de los contratantes, debe estarse a ella más que a lo literal de las
palabras”. Y por último encontramos el artículo 1567 establece la posibilidad
de que las mismas partes decidan dejar sin efecto un contrato celebrado por
ellas, esto es, resciliar el contrato. La citada disposición establece que “Toda
obligación puede extinguirse por una convención en que las partes interesadas,
siendo capaces de disponer libremente de lo suyo, consienten en darla por
nula.”

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