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Goloboff Gerardo Mario. Las lenguas del exilio. In: América : Cahiers du CRICCAL, n°7, 1990. L'exil et le roman hispano-
américain actuel. pp. 11-16;
doi : https://doi.org/10.3406/ameri.1990.1010
https://www.persee.fr/doc/ameri_0982-9237_1990_num_7_1_1010
César Vallejo
Es cierto que las literaturas occidentales nacen bajo este signo y lo nutren con
generosidad a lo largo de los tiempos. Protagonistas o autores deben pasar por
la prueba del alejamiento, casi siempre como castigo, como condena mayor.
Desde que uno de los primeros heroes tuvo que vagar veinte afios exclufdo de su
patria por haber desafîado los designios y las iras de un dios, atentar contra el
cfclope totalitario bajo cualquiera de sus formas supone el peligro de perder el
espacio primordial por muchfsimo tiempo.
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GERARDO MARIO GOLOBOFF
Son éstos los ejemplos mâs conocidos y ma's comentados por su magnitud.
Puede agregarse que, por di versas razones, hoy en dfa hay comunidades o grupos
de escritores albaneses en Yugoslavia, yugoslavos en Italia, hispanoamericanos
en Estados Unidos o en Israel, marroqufes, tunecinos y argelinos en Francia (o
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Las dificultades que estos grupos o personas encuentran en la vida diaria son,
conocidas o imaginables, las comunes a todas las minorfas. Las que deben
enfrentar especfficamente como escritores son menos visibles.
A pesar de todo, conozco pocos casos en los que esta situaciôn haya
conducido a la afasia. Antes bien, como otras experiencias profundas, la misma
debe haber arrojado beneficios literarios considerables y, sin caeren el consabido
recuento de obras maestras de la literature del siglo escritas en el exilio, creo que
ciertos textos (y hablo aquf muy fntimamente) no hubieran sido jam as posibles
de no mediar la distancia geogrâfica, corporal.
Desde esa reducida experiencia personal, puedo concebir que en algunos
escritores la recuperaciôn imaginaria del entomo perdido motive e impulse
muchas paginas, y que el contacto cotidiano llegue a ser (dependiendo de cada
uno el grado) un obstâculo mâs que una ventaja, una traba o un espejismo.
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Porque desde el dfa que comenzamos a vivir en medio de una realidad que se
nombraba de otro modo, emprendimos una tarea de recuperation, como si
hubiéramos sido designados depositarios ante nosotros mismos de un tesoro. Las
lenguas del exilio fueron imponiéndonos esa disciplina, ese destino. Frente a
elJ as, debimos veneer innumerables resistencias, nombrar de otra manera las
cosas y a nosotros mismos, traducirnos. Aceptar otra historia nominal, y dejar
también que ese lenguaje nos ocupara y nos colonizara. Comenzamos por el
« i cômo se dice ? » y al mismo tiempo nos encontramos pensando « i cômo se
decfa alia ? » o, lo que es aûn peor, mezclando inadvertidamente las lenguas en
un « fragnol », en un « spanglish », en un hispano argentino, en un « sabir », con
el sentimiento de haber perdido casi todo sin ganar casi nada.
Era, en defînitiva una misiôn que nadie, obviamente, nos habfa encomendado,
y en cumplimiento de la cual velâbamos por eso que era nuestra naturaleza,
nuestra primera y ûltima cultura : una lengua natal, congénita, no interrogada
antes porque no necesitaba ser cuestionada, porque habfa sido la de todas las
emociones, porque nunca tuvo que ser examinada y vigilada como otras. Sus
palabras eran atributos de las cosas ; les perteneefan en una relation évidente,
necesaria.
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si una lengua secreta, que ya no sirve mâs con fines exteriores, de la cual uno se
vale casi solo, y por la que cuida con una obstination creciente, como personas
que mantendrfan una creencia proscripta para el resto del mundo (Elias Canetti,
« Crises de mots » en Laconscience des mots, Paris,Albin Michel, 1984, p. 198)
Es esa intimidad cada vez mâs consciente y desnuda con mi lengua la que
puedo reconocer al exilio. i Cômo no habrfan de potenciarse entonces otros
reconocimientos, otras deudas, la observation de otros destinos cuyas huellas se
repetfan y se renovaban en estas vivencias ? i Hasta que punto no debfa también
a mis orfgenes judfos esa veneration por el lenguaje, por las lenguas y,
seguramente, el respeto por la escritura y por el libro ?
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Es, acaso, una de las pocas revanchas que el mfnimo hombre, el mlhimo
escritor, puede permitirse contra los totabtansmos que lo expulsan : resemantizar
el vocabulario que ellos usaron y gastaron ; encontrar, descubrir o inventar
nuevos sentidos a las palabras de su lcngua.
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