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| iF | ‘Claude Bictto, Hegamos a la siguiente ‘conclusidn: el puntocn comin de todas las conductas vulgares es la impreci- sibn, Cuando se es preciso, cuando se ‘esti atento a un poco de singularidad, ceualquicra sca,comodice Agamben, ya no sees vulgat. La vulgaridad, enton~ ces, nosamenazamasqueantes, porquc se hace bien evidente, sobre todo la televisi6n, queexisteen la genteun pro- fundo desco de renunciara los alla deros de Ia experiencia propia para trocarlapor as imagenes piadosasyco- Iectivas de una'“experiencia” ipo. Los reality-shows no dicen sino es0. Hay una sabidurta superior de! puc- lo, esdecie, una fuerade indiferencia delacualcienosintelecuales, los “ilus- ‘wados”, como nosotros, no tienen dca. Lacultiea popular(‘carmavalesca”do- cia Bajtin) no es una fGrmula vac, se ‘waduce en actitudesabsolutaments con tradictorias. Sea Ia idolatria de un club e admiradores,e1 consume erético de Jos iconos, el mimetismo insensato, el trance de fa identidad amenavada. Sea una irisin violetisima, exageracién infantil, gusto deloinflado y lotrucado. ‘Si ponemas la BBC, nos toparemos a menudo con programas burlescos que susan una risa artificial sistemdtica. Y bien, esa risa es muy conugiosa, y cconstituye una verdaderabofetadaato- 460s los valores (burgueses y peque‘io ‘burgueses: los mios) que exigen por lo ‘menoslaverdadde un panto detncuen- toeatree! especticulo yelpablico. La ‘cultura popular no dispone de una red intermedia entre ia encarnacién abso- uta yet irucajeroral. Esenesa ret don dese sitdala zonaque nos interesaa.us- tedes y a mi: la experiencia humanaen tanto se pucde restitwir algo, laimagen entanto que, poruna ver y gracias ci- ne, se pudo, comodijo Pierre Legendre, ialliy volverparacontar. ;Acaso late Ievisin (0 la publicidad) son los luga- res acalesde esa cultura popular? ,O no \— Pm Elamante o la jgnorancia del cine Serge Daney Junta y no dela mosis. ¥ fasaso6- Teras, nacidasde la irritacn y no de la rebeldia. Esen este semtidoguclasima- las peliculas tienen “todo falso”. Parahablar deuna peliculaquedio bastante trabajo ver sin quedarse dor Elamante es uno de-es0s films que ‘mido, s¢ sucle decir, como para dis- hacen ‘caer los parpados”. Aunque al: cculparse:" Se me cafan los parpaios!” gomenos Jecepcionante que lacampa- Esta expresiéa es una manera de re- flade intimidaci6a con que Fuc promo- ‘conocer que toda pelicula se proyecta vido, el producto tan slo daria listima ‘imultineamente dos veces: una sobre Ja pantalla dela sala, y ou sobre la e- tina persstomte denuestros ojps. Como ‘ila pelicula que “nos hacemos” fuera también un lienzo tendido en el fondo de nvestros ojos, que caer, sino fuc- 12 por e308 “broches de colgar ropa” ‘qué conatituyenusatre gusto porcoaco ‘3a bella lamada cine. Lapalicula que nos hace “caer los plspados” es aquela en Ta que, a cada momento, uvimos que “subimos are tina” como alguien se sube, en el bur- Jesco, el panialéno las medias. ¥ asfsc ean falsasKgrimas,nacidasde lacon sino se reparara en quecon Annaud ha cobrado al fin existencia operativa el prototipo de una nueva aza de cineas- tas: el “post cineasta”, es decir aque! ‘que no sabe nada de aquello que el cine supo. Eato no viene de ayer: el hombre enconiré tu camino de Damaseo hari unos diez anos, cuando tuvo ta ini- ‘cin realmente Fulgurante de que todo Jo que durante macho tiempo habia si- ‘do“ natural” encicine—quchayacn él hombres y mujeres, personajes y cucr- pos, afeclos y experieacias: en suma, historias— terminaria por caer on di ‘ers0s “continentes negros” alos que yao s¢ tendria acceso més que desde

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