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PRIMERA PARTE

EL ENTORNO
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cristianos.html

La historia de la Iglesia, es algo fascinante, porque más que personas y fechas se


trata de la obra de Dios en medio de su mundo que ha creado, el libro la vida
cotidiana de los primeros cristianos, nos va mostrando paso a paso la impresionante
historia con sus luces y sombras que van apareciendo en cada una de sus etapas.
Nos remontamos al siglo II, donde ha brillado con resplandor incomparable, el
adormecimiento de un mundo nuevo y al siglo III, donde la situación cambiara en
todo aspecto, las comunidades cristianas, que ya son florecientes, dejaran
impresionantes huellas.

Esta lectura de la vida de los primeros cristianos me ayuda a afianzar aún más lo
que se ha estado mirando en clase, por lo que se puede decir que todo rige entorno
a la capital del Imperio, hacia la que confluyen todas las rutas terrestres y marítimas
y en la cual giraba toda la vida macro estructural, que a primera vista era
indestructible; en todo ello aparece una sola generación de hombres, llamados
cristianos, sin embargo, eran una “secta extraña y nueva”, y comenzó a extenderse
a través de grupos de pueblos y fronteras geográficas, surcando todo el
Mediterráneo, para evangelizar, Éfeso, Filipos, Corinto, Atenas y llegar más allá de
Roma, “a los límites de occidente”, aunque el culto a los dioses paganos y al
emperador era parte de la vida de todos. Pero los cristianos, se negaban a hacerlo,
lo que provocó que el gobierno imperial empezara a interesarse por ellos. La vida
honrada y honesta de los cristianos chocaba con la sociedad de Roma. La renuncia
de los cristianos a ofrecer culto al emperador y a los dioses era considerada una
locura. A partir de aquí es cuando comienza una época de sufrimiento para la iglesia
por las múltiples persecuciones judías y romanas. Todo comenzó con el emperador
romano Nerón en el año 64 y aparecen los mártires que por cierto fueron
innumerables, muriendo entre refinados tormentos: crucificados, arrojados a las
fieras en el anfiteatro, envueltos en pieles de animales para los perros, o convertidos
en antorchas vivientes en los jardines, por solo reconocer la victoria de Cristo,
apedar de ello en Roma con fervor se seguía anunciando el mensaje del Evangelio.

Destacar también que la geografía cristiana hasta el siglo II es mediterránea y


marítima por lo que la evangelización empezaba por la metrópolis y las ciudades y
se limitaba a las grandes arterias y a las grandes vías de comunicación, en concreto
la navegación facilito la evangelización; mientras que en Lyon había comercio de
trigo, vino, madera y es uno de los mayores centros de manufuctura.

En definitiva, la presencia de Roma dio la unidad al mundo por la prosperidad y la


paz, al mismo tiempo que facilitaban los intercambios, también agudizaban los
deseos. El Imperio del siglo II hacía gala de un lujo y un refinamiento en la pulcritud
de tejidos y de toda clase de materiales que justificaban el impulso de la industria y
además las transacciones se veían cada vez más favorecidas, ya que contaban
con una moneda común, por lo que las personas viajaban para satisfacer su
curiosidad o ampliar su cultura, y otros por los estudios, todo esto era una verdadera
breva para el cristianismo anunciar el evangelio como lo había hecho el apóstol
Pablo, modelo de viajero cristiano.

También en este mundo romano en las grandes arterias, se encontraban las


tabernas, donde estas tenían mala reputación. El derecho romano reconoce que
en ellas se practicaba la prostitución, y que los dueños tenían fama de avaros,
granujas y rufianes; sus mujeres tenían fama de brujas y sus criadas de rameras.
Se les reprochaba el rebajar el vino con agua y la falta de higiene. Uno no
debía ser ni muy exigente ni muy formalista para alojarse en estos lugares.

Algo importante que se destaca en los cristianos de la época es la hospitalidad, ya


que lo tenían como modo sagrado. Todo extraño que divague por los caminos
debían ser acogidos por lo que los paganos se llenaban de admiración porque los
recibían en sus casas y los acogían, pero como regla general el huésped de paso
llevaba una carta de recomendación para evitar los oportunistas. El huésped podía
prolongar su estadía 2 ó 3 días como es la costumbre. Para un cristiano,
acoger al extraño es acoger a Cristo y manifestar la fraternidad que une a
todos los que llevan su nombre. Fraternidad y hospitalidad van unidas, como lo
dice ya la carta a los hebreos por lo que el extraño ya no era sólo un hermano, sino
un confesor de la fe a quien la comunidad ofrece una acogida especial.

Como muchos de los hermanos viajaban o estaban en otros lugares es valioso


rescatar las cartas que viaja de comunidad en comunidad, de país en país, esto era
motivo para mantener un lazo que une a los hermanos dispersos para así sentirse
juntos, en estas cartas llevaban mensajes de exhortación, especie de homilías que
las comunidades acostumbraban a leer durante la celebración eucarística, para la
edificación de todos.

Ya en las ultimas hojas de esta primera parte, el autor hace ver, que después de
ese breve recorrido en lo geográfico de este escrito el cristianismo como tal se
extiende como el fuego en los matorrales, La fe nivela las clases sociales y
elimina las distinciones sociales, cuando la sociedad romana lo que hacía
era dividirse en comportamientos estancos y levantar barreras. Todos se
incorporan y los lleva a llamarse con toda razón hermano y hermana. La comunidad
romana tiene el aspecto de una parroquia de gran ciudad, todos como una gran
familia hasta los extranjeros y las gentes modestas fueron los primeros en abrazar
el Evangelio. El rostro de la comunidad romana ha cambiado mucho desde la
muerte de Pedro y Pablo. Ahora son numerosas las familias acomodadas y con
fortuna que proveen de fondos para subvenir las muchas necesidades de los
hermanos de Roma y del Imperio. La generosidad romana llega muy lejos,
sostiene principalmente a los pobres y viudas de su propia comunidad. Ricos
y desheredados se complementan.

La fraternidad inspiraba un equilibrio en el reparto, como lo cuenta Justino: quienes


están en la abundancia y quieren dar, dan libremente, cada cual lo que quiere, para
ayudar a todos los que estén necesitados, esas son las características que son
propias de los cristianos, entre ellos no existía ni esclavos ni amos, no había
diferencia, todos se consideraban iguales y tenían un mismo corazón y daban hasta
su misma vida por el anuncio del evangelio (martirio), se asemejaban así a la pasión
de Cristo, por una sola cosa fraternidad en Cristo.

También podemos resaltar los oficios, su profesión, que los primeros cristianos
realizaban uno de ellos era el valor humanitario de la medicina que parecía inspirado
por Jesús mismo, este oficio estimulaba a los cristianos para ejercer esa profesión,
por el servicio que ello conllevaba entregarse a los demás, todos los seguidores
tenían profesiones diferentes porque debían trabajar para vivir, pero sin ningún
espíritu de codicia ni avaricia, para los que se convertían debían considerar su oficio,
como lo había dejado mandando por Pablo, con lo que ellos realizaban se sentían
protegidos por Dios mismo, porque el vino a socorrerlos y tenían su plena confianza
y seguridad en Él, y en este mundo de los oficios y profesiones, también se
encuentran los filósofos, algunos de ellos se convertían al cristianismo por tanto
divagar en búsqueda de la verdad, pero esa búsqueda los lleva a su conversión y
por ende la búsqueda de la verdad la encontraban en evangelio.

Algo más para subrayar es la condición de la mujer en la época, juega un papel


activo en las comunidades cristianas. Tanto en Oriente como en Roma, y tanto
en la Iglesia como en las sectas disidentes, mujeres con frecuencia ricas de fortuna,
contribuyen a la expansión cristiana, al mismo tiempo que la dignidad de la mujer
crece, el cristianismo exige el respeto a la vida, de igual la novedad del evangelio
era enseñar la igualdad del hombre y de la mujer.

Con todo ello lleva a concluir que a pesar de todo lo que se vivió en estas épocas
del cristianismo, frente a sus debilidades, tropiezos en favor de la fe, se ha
mantenido en pie y no ha dejado que se caiga, por eso hoy a nosotros cristianos del
siglo XXI, debemos seguir haciendo surgir otras sociedades nuevas en las que en
este tiempo del consumismo masivo podamos vivir testimoniando la verdad del
evangelio desde la fraternidad cristiana, por eso se hace apasionante leer la historia
de nuestra Iglesia, aunque para muchos, la historia es tan odiada, pero debemos
estudiarla, adentrándonos en sus épocas para que poco a poco reconozcamos el
valor de conocer, recordar y aplicar las lecciones de la historia que vivieron los
primeros cristianos a nuestra vida presente, ya que todo este conocimiento
adquirido puede salvar a la iglesia de divisiones y pecados, puede también traer
aliento y esperanza en tiempos de prueba, así como no lo enseñan nuestros
mártires, entregando su vida por la Cristo y su Iglesia.

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