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- En pacientes adolescentes son válidas todas estas razones, pero se debe enfatizar el punto 4. Esto cobra mayor trascendencia por la
reactivación de los problemas relacionados con el conflicto edípico, unida al duelo por la identidad infantil perdida y la necesidad de
asumir una nueva identidad.
- La devolución del paciente adulto que consulta espontáneamente ha resultado más fácil de aceptar como necesaria y factible.
Algunos indicadores que expresan tolerancia: la aparición de nuevas asociaciones relacionadas con los recuerdos reprimidos,
expectativas, miedos, etc. También la capacidad de aceptación de “seudo identidades” y de aspectos manifiestos y latentes de la
identidad)
- Un problema técnico es la elección del lenguaje. Éste debe ser claro y, dentro de lo posible, similar al del paciente o los padres
(evitar terminología técnica). Es recomendable utilizar el material de tests para aclarar lo que queremos comunicar al paciente, éste no
debe ser mostrado a los padres (secreto profesional).
Otra dificultad técnica es la secuencia. Se recomienda ir de lo menos a lo más ansiógeno. Lo más ansiógeno suele ser lo más enfermo
del paciente. Se recomienda seguir la misma secuencia que los padres siguieron en la presentación de los aspectos de su hijo (a menos
que sólo hayan presentado lo dañado del hijo).
- El psicólogo debe hacer reiteradas síntesis cada vez más comprensivas del caso, repitiendo la información que estima será objeto de
mayor resistencia por parte de los padres, para evitar la negación y la distorsión como mec. de defensa.
- La entrevista no tiene porqué ser una, sobre todo cuando se percibe que el paciente o los padres necesitan más de una oportunidad
para elaborar lo que es imprescindible decirles.
- El psicólogo debe estar preparado para la aparición de emociones polares, dado que en toda entrevista surgen sentimientos
reparatorios al mismo tiempo que envidia y celos hacia el psicólogo movilizados por la culpa de hacer consciente todo lo que aún no
han podido reparar y aún sienten destruido. La aparición de envidia, celos y rivalidad también puede surgir dentro de la pareja, cada
uno trata de mostrar que ha sido mejor padre, así el otro se transforma en el depositario de los errores y fracasos.
- Cuando surgen índices de fracaso en la entrevista, como las conductas estereotipadas o la insistencia en negar ciertos contenidos, es
oportuno hacer señalamientos poniendo más el acento en el tipo de vínculo con el psicólogo que en el contenido de dichas conductas.
Todo proceso psicodiagnóstico moviliza en el paciente y los padres fuertes ansiedades depresivas y paranoides. El interjuego de
ambas depende del tipo de relación establecida con el hijo. Es importante como pronóstico que en la entrevista surjan momentos
depresivos, aún cuando haya fluctuaciones con predominancia de ansiedades paranoides y confusionales. De ahí que se deba
desconfiar de una entrevista en que se acepte todo lo que dice el psicólogo, son casos en que las tendencias reparadoras se depositan
en el psicólogo maníacamente y se evita sentir dolor y culpa. Esto último es un mal pronóstico.
- Es importante comparar la dinámica interpersonal de la entrevista de devolución con la que se dio en la primera entrevista (si
disminuyeron las resistencias, si se da cambio de roles, etc).
- Una de las situaciones más difíciles en la devolución es la que se crea cuando el motivo manifiesto de consulta es leve comparado
con lo que el síntoma aludido está encubriendo. El psicólogo suele contraidentificarse con los aspectos más dañosos y dañados de los
padres que no pueden asumir la culpa y siente que si les dice la verdad los destruye. En otros casos, si se contraidentifica con el hijo y
piensa que esos padres son realmente malos, puede sentirse impulsado a utilizar la entrevista devolutiva para castigarlos,
incrementando la culpa que traen los padres.
- En algunos pacientes la culpa persecutoria los lleva a defenderse psicopáticamente de la integración de lo sano y lo enfermo, lo
manifiesto y lo latente, lo reparador y lo destructivo. Disocian y proyectan evacuativamente en el psicólogo los aspectos negativos que
luego no pueden reintroyectar.
- Es muy común en la entrevista devolutiva identificar al psicólogo con un juez. Esto determina la emergencia de fuertes sentimientos
de culpa en los padres, que si no alcanzan la calidad depresiva y se mantienen como persecutorios a lo largo de la entrevista,
determinan que el psicólogo sea revestido con significado de Superyó cruel que condena.
- La entrevista devolutiva tiene por objetivo, entonces, sintetizar o unir aspectos reparadores y destructivos, lo cual es posible si el
paciente o los padres pueden unir el pasado, lo que hicieron mal, con el futuro. Así podemos mostrar cómo el presente y el futuro
funcionan como elementos de reparación.
- Según la edad del paciente, el clima de la devolución de información a los padres variará. Cuanto mayor es el paciente mayor es
también la sensación de fracaso que traen los padres, más perceptible la enfermedad, más difícil el mantenimiento de viejas
racionalizaciones, más abundantes las pruebas de realidad de los trastornos del hijo. Más intensa es la culpa por haber dejado pasar
un tiempo precioso y mayor es la fantasía de irreparabilidad.
- En el caso de padres adolescentes, consideramos útil una entrevista conjunta. Planificar la terapia solamente con los padres puede
constituirse en una alianza de éstos con el psicólogo, lo cual favorecerá las resistencias al tratamiento. Ante los padres de pacientes
adultos, hay considerar el tremendo sentimiento de fracaso con que llegan.