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Poema 2

Pablo Neruda
Poeta Chileno

En su llama mortal la luz te envuelve.


Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas.
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.

2
Estos árboles…

Roberto Echazú
Poeta tarijeño

Estos arboles
tienen el recuerdo
de la lluvia.

Su memoria es húmeda
como el verano,
o el profundo perfume
de sus sueños.

Estos árboles
tienen el recuerdo
de la lluvia.

Sólo el otoño
con sus torres de oro
que resuelve
al viento su titular
espira.

Aman esta tierra,


y se mecen en el aire
como un extraño
augurio
que sortea la muerte.

3
Catorce de junio

José Saramago
Escritor portugués

Cerremos esta puerta.


Lentas, despacio, que nuestras ropas caigan
Como de sí mismos se desnudarían dioses.
Y nosotros lo somos, aunque humanos.
Es nada lo que nos ha sido dado.
No hablemos pues, sólo suspiremos
Porque el tiempo nos mira.
Alguien habrá creado antes de ti el sol,
Y la luna, y el cometa, el espacio negro,
Las estrellas infinitas.
Ahora juntos, ¿qué haremos? Sea el mundo
Como barco en el mar, o pan en la mesa,
O el rumoroso lecho.
No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere.
Su mirada aguda ya era una pregunta
A la primera palabra que decimos:
Todo.

4
Si alguien toca un día a tu puerta

Fernando Pessoa
Poeta portugués

Si alguien toca un día a tu puerta,


Diciendo que es un emisario mío
No creas, ni aunque sea yo;
Que mi vanidoso orgullo no intentaría
Tocar siquiera la puerta irreal del cielo.
Pero si, naturalmente, y sin oír
A alguien tocar, la puerta fueras a abrir
Y encontraras alguien como a la espera
De tocar, medita un poco.
Ese era Mi emisario y yo y lo que intenta
Mi orgullo que desespera
¡Abre a quién no llama a tu puerta!

5
Yo no lo sé

Jaime Sabines
Poeta mexicano

Yo no lo sé de cierto, pero supongo


que una mujer y un hombre
un día se quieren,
se van quedando solos poco a poco,
algo en su corazón les dice que están solos,
solos sobre la tierra se penetran,
se van matando el uno al otro.

Todo se hace en silencio. Como


se hace la luz dentro del ojo.
El amor une cuerpos.
En silencio se van llenando el uno al otro.
Cualquier día despiertan, sobre brazos;
piensan entonces que lo saben todo.
Se ven desnudos y lo saben todo.
(Yo no lo sé de cierto. Lo supongo.)

6
Autorretrato de adolescencia

Pablo de Rokha
Poeta chileno

Entre serpientes verdes y verbenas,


mi condición de león domesticado
tiene un rumor lacustre de colmenas
y un ladrido de océano quemado.

Ceñido de fantasmas y cadenas,


soy religión podrida y rey tronchado,
o un castillo feudal cuyas almenas
alzan tu nombre como un pan dorado.

Torres de sangre en campos de batalla,


olor a sol heroico y a metralla,
a espada de nación despavorida.

Se escuchan en mi ser lleno de muertos


y heridos, de cenizas y desiertos,
en donde un gran poeta se suicida.

7
Camino

Vicente Huidobro
Poeta chileno

Un cigarro vacío
A lo largo del camino
He deshojado mis dedos
Y jamás mirar atrás
Mi cabellera
Y el humo de esta pipa
Aquella luz me conducía
Todos los pájaros sin alas
En mis hombros cantaron
Pero mi corazón fatigado
Murió en el último nido
Llueve sobre el camino
Y voy buscando el sitio
donde mis lágrimas han caído

8
XX de Segunda naturaleza

Paul Eluard
Poeta francés

No avivan nunca la luz


No juegan nunca con el fuego
Asidos al desprecio por la victoria
Y confinando a sus semejantes
Gritando a la tormenta con los brazos abiertos
Ciegos por tener sobre el rostro
Los ojos igual que besos
Con la cara golpeada por las lágrimas
Han capturado al miedo y al hastío
Y solitarios unos para otros
Han reducido al silencio
Y le han obligado a gesticular
En el desierto de su presencia.

9
Más allá del olvido

Alejandra Pizarnik
Poetisa argentina

Alguna vez de un costado de la luna


verás caer los besos que brillan en mí
las sombras sonreirán altivas
luciendo el secreto que gime vagando
vendrán las hojas impávidas que
algún día fueron lo que mis ojos
vendrán las mustias fragancias que
innatas descendieron del alado son
vendrán las rojas alegrías que
burbujean intensas en el sol que
redondea las armonías equidistantes en
el humo danzante de la pipa de mi amor.

10
Carta

Salvatore Quasimodo
Poeta italiano

Este silencio instalado en las calles,


este viento indolente que ahora se desliza lento,
entre las hojas muertas o se eleva
a los colores de insignias extranjeras...
Quizás el ansia de decirte una palabra
antes de que una vez más se cierre el cielo
sobre otro día;
quizás la inercia, nuestra peor maldad...
La vida no está en este tremendo, este sombrío
latir del corazón,
y no es piedad, no es más que un juego de la sangre
en que la muerte está en flor.
Oh mi dulce gacela,
yo recuerdo aquel geranio rojo
sobre un muro acribillado de metralla.
¿O tampoco la muerte ahora consuela
más a los vivos, la muerte por amor?

11
Respiración

Saúl Ibargoyen
Poeta uruguayo

El hombre respira
con su pecho de alambre:
arterias de cobre como fuego joven
venas de fierro adelgazadas
por el oxígeno negro de la asfixia
tubos obturados por mantecas de sangre
espinas huecas con su mensaje de ácidos gases
pelos de acero oscurecidos por las flemas
filamentos rígidos como coágulos de esperma
hilachas pegosteadas entre espumas y glándulas
estambres revolcados encima de sórdidos gargajos
redes de seda como calcinantes roncares.
Así se respira el hombre
enteramente
y no lo sabe
y vuelve a escribir
de espaldas a este sueño.
Y escribe y escupe y respira.

12
Amén

Álvaro Mutis
Escritor colombiano

Que te acoja la muerte


con todos tus sueños intactos.
Al retorno de una furiosa adolescencia,
al comienzo de las vacaciones que nunca te dieron,
te distinguirá la muerte con su primer aviso.
Te abrirá los ojos a sus grandes aguas,
te iniciará en su constante brisa de otro mundo.
La muerte se confundirá con tus sueños
y en ellos reconocerá los signos
que antaño fuera dejando,
como un cazador que a su regreso
reconoce sus marcas en la brecha.

13
Deseé alguna vez que un poeta me amase...

Chantal Maillard
Escritora española nacida en Bélgica

Deseé alguna vez que un poeta me amase.


Ahora duelen sus poemas en mi cuerpo‚
algo de mí que en él se reconoce hasta quebrar la imagen
de todo lo que fui.
Ahora deseo que me amase tanto que dejara de amarme
y sus palabras fuesen nieve
que el sol de junio fundiese entre mis pechos‚
allí donde su aliento insiste en acallar
esta tristeza antigua que siempre me acompaña.

14
15.

Verónica Delgadillo
Poeta Boliviana

Ya no soy yo
el frío ha roído mis huesos
este vacío es serio.
¿Puedes venir?
hoy en la mañana
vi pañuelos elevándose en la calle
desperté con cicatrices regadas por mi cuerpo.
Tengo miedo
algún miedo
no me siento y no me sé.
Estoy al revés
estoy mal hecho.
Alguien tiene que venir
ahora
a barrer esta casa
sin orillas.

15
Noche oscura del alma

Santiago Castelo
Poeta español

A veces tengo miedo a la espesura


y a veces la deseo. Se me asoma
el miedo al alma en quiebro de paloma
y a veces ese miedo es calentura
que quisiera asfixiarme. La ternura
del corazón el pecho me desploma
en un fuego de amor que al alma toma
y la convierte en presa de locura.
A veces tengo miedo. No sabría
decir de qué. Pero es un miedo ciego.
Miedo a la soledad, a la agonía,
miedo a perder mi parte de alegría
y a dudar de un cariño que no niego…
Tengo miedo, Señor. Y ya es de día.

16
Hijos Nuestros:

José Ernesto Delgado Hernández


Poeta puertorriqueño

que duermen en la tierra, levanten su voz ante la injusticia;


echen mano de la ilusión para ser felices;
pues nada existe más santificado que la inocencia; háganse fieles a su voluntad y no a
la de terceros. Den al desvalido el pan y la compasión de cada día y no la humillación
propia del “no es como nosotros”;
nunca ofendan su dignidad
ni rueguen perdón a quienes los ofenden;
si cayeran en tentación, levántense
porque de ustedes será la experiencia vivida;
sean libres… aprendan del bien o el mal
y Amen sobre todos los dolores, Amen…

17
La luna

Silvia Elena Regalado


Poetisa salvadoreña

En este planeta
la luna ya no gira
abandonó su cara obscura
en la hondonada.
Su luz se esconde
en la rueca de una bruja.
No juegues con ella,
podría ser cruel
y pincharte
hasta que brote un sol
del dolor contraído de tu sangre
y se sume a la vida una galaxia
y el movimiento fluya rotativo
y vuelva el sentido para ser día y ser noche
y despierte así, del sueño-para-siempre
esa lunita triste y detenida.

18
De viaje

Paul Celán
Poeta alemán

Hay una hora que hace del polvo tu escolta,


de tu casa en Paris, lugar de sacrificio de tus manos,
de tu ojo negro, el más negro ojo.
Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazón.
Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas - eso le está prohibido.
Los que quedan y hacen signos de adiós no lo saben.

Versión de José Luis Reina Palazón

19
Revelación

Giglia Talarico
Poeta boliviana

Es octubre
y un coro de cigarras
aturde la quietud
amenazante
de la tarde

pronto
vendrá la noche
y cerrará la puerta
a la cordura
guardando la certeza
que invade con
las sombras
territorios sagrados
de mi vida

20
7

Oliverio Girondo
Poeta argentino

La noche, navegando
como ayer,
como siempre,
por aguas de silencio,
de calma,
de misterio,
Y el campo, las ciudades,
los árboles,
lo inmóvil,
rodando por el aire,
como ayer,
como siempre,
a miles de kilómetros,
hacia el sol,
hacia el día,
para seguir de nuevo,
sin descanso,
sin tregua,
el mismo derrotero
de oscuridad,
de estrellas.

¡Qué motivo de asombro!


¡Cuánta monotonía!

21
Siempre en el poema

Amina Saïd
Poeta de Túnez

yo escucharé el silencio
antes que la palabra
abrevaré en su propia boca
entonces nacen las cosas
las palabras el mundo
digo: siempre en el poema
escucharé el silencio antes que las palabras
y tú respondes: si existe un dios
es allí donde habita
yo descubro la exacta vertiente
de la sombra y de la luz
donde termina donde comienza
y el silencio palpita como el mar
en su vientre de sal
palpita como el ala de un pájaro
domesticando lentamente el cielo
como el viento la tierra la vida
y si existe un dios sí
es allí donde habita

22
Conciliación

Blanca Wiethüchter
Poetisa boliviana

Contemplo el origen de los días


finalmente
sin acechar el tiempo.
Dentro de un silbido
florecido
al furtivo encuentro
con el milagro.

Encendida espuma
el mundo que nombramos
para ser arena
en una subterránea carrera
de voces y llamas.

Miro los hombres


forjando hierros
mueren,
abriendo
el centro de la tierra
y su hambre.

Digo transparencia
es el día
recogiendo historias
en los espejos.

Luz y surtidores nocturnos


me entregan una canción

23
Canto

Álvaro Diez Astete


Poeta boliviano

La niña
decía que el sol se iba
por las norias, feliz
caminaba escuchando
los latidos del día,
creaba un secreto jardín
en su pelo y reía,
el desierto la alzaba
suavemente,
la niña se iba
cielo adentro, la niña
llevada por vientos inmensos
se sabía lluvia,
tocaba largamente
sus párpados ya de aire:
de lo hondo
el sol
incendiaba su alma.

24
El Laberinto

Alfredo Herrera Flores


Poeta peruano

I
Agoniza
el alto día, más
solitario que el primer grito.
Quedan el olor a sangre y la masa informe
de los cadáveres, el pálido brillo de las armas,
los pasos abandonados
y algunos abrazos.
Soy el ojo que observa.
Un guardia derrotado se consuela
haciendo rodar un dado huérfano.
Las torres vigías han sido
desmanteladas. Sólo
unas fogatas dispersas se enfrentan a la oscuridad.

25
Compañeros

Susana March
Poeta española

Y yo te acompaño. Voy contigo. Hablamos.


No nos separa nada: ni distancia, ni sexos.
Vamos del brazo juntos, caminando
como dos compañeros.
A veces te detienes. Levantas la cabeza.
Miras, sin ver, el cielo.
Y es como una cascada
de luz sobre mis hombros tu silencio.
Sonríes contemplando
la inmensa soledad del campo abierto,
y dices algo hermoso
sobre el río, los álamos, el pueblo...

26
Patria del poeta cautivo

Humberto Quino Márquez


Poeta paceño, Bolivia

I
Brilla la soberbia
Y luego se apaga
En un lamento de sirena.

II
Y así aparece esta ciudad adorada por el vicio
Por la garrapatas y los funcionarios
En tanto / tu osario
En esa alta ladera de arena
Palabras y piedra
Sapiencia y seda
Mas / polvo sobre polvo.

III
Tus musas secaron sus ubres
El poeta se peinó con pensamientos
Así es la ira que desaira.

IV
Y llamar al poeta pan
Al pan poeta
Para que las palabras vivan y sueñen
Para que las palabras
No muerdan
No acaricien.

V
Yo también cuento fábulas.

27
Las huellas

Silvina Ocampo
Escritora argentina

A orillas de las aguas recogidas


en la luz regular del suelo unidas
como si juntas siempre caminaran,
solas, parecería que se amaran,
en la sal de la espuma con estrellas,
sobre la arena bajo el sol las huellas
de nuestros pies desnudos
tan lejanos, y mudos.
Dejando una promesa dibujada
nuestra voz entretanto ensimismada
se divide en el aire y atraviesa
la azul crueldad de la naturaleza
mientras solos cruzamos
la playa y nos hablamos.

28
PARA GRABAR VIDEO DE LECTURA CORAL

Carlota Isabel

Fernando Rosso
Poeta boliviano

Otra vez en otra hoja


el encanto peregrino que te acerca
me desvela.

Calan mi soñar tus formas


bellamente provenidas
y las gradas y lugares donde se ofreció besarte.

Sobre los restos de la ballena blanca


que de por si animaban nuestra compañía:
toda una despedida

¡Cuántas veces la más hermosa!

En el aire en tu ventana
en la calle solitaria
O en el pasto tendida feliz y amada.

Sin dejar de tener. Sin dejar de hacer


Sin olvidar ni decir.

29
PARA GRABAR VIDEO DE LECTURA CORAL

Luna (Ceguera)

Angélica Valeria Sandi Peña


Poeta boliviana

Le he perdido rastro a la risa


las puntas de mi pelo
esa noche mojaron
mi cuello.

La luz
sobre el cemento
se apagaba.

Ahí derramé
todas las semillas
de la mirada.

Llegaron los ciervos


para cenar
la mitad de mis sueños.

La luna mira
Y asienta su alma
en la espalda de los edificios
para sollozar.

30
El espejo

Porfirio Barba Jacob


Poeta colombiano

¿Mi nombre? Tengo muchos: canción, locura, anhelo.


¿Mi acción? Vi un ave hender la tarde, hender el cielo...
Busqué su huella y sonreí llorando,
y el tiempo fue mis ímpetus dominando.

¿La síntesis? No se supo: un día fecundaré la era


donde me sembrarán. Don Nadie. Un hombre. Un loco. Nada.

Una sombra inquietante y pasajera.


Un odio. Un grito. Nada. Nada.

¡Oh desprecio, oh rencor, oh furia, oh rabia!


La vida está de soles diademada...

31
No te busqué

Soledad Altamirano
Poeta hondureña

No te busqué
en las vetas desgastadas
del tiempo,
ni te grité en las voces
delgadas de los hombres.
Caminé largas noches
ahuecando las horas
con mis pasos
y no te encontré
por los hondos abismos.
Tan cerca de mí estabas,
que al roce de mi sueño
con tu dolor herías.
Te llevaba en el alma,
tallado en un poema.
Y un enorme dolor
me comenzó
a latir con tu llegada.

32
Escrito en un bus

Alfonso Gumucio Dagron


Escritor boliviano

Llevo un libro incómodo


quiero extraviarlo y no puedo
no me gusta, se me pega
no se deja abandonar
en una parada de bus bajo la lluvia
en la sala de desespera
del médico que cuenta mis costillas
en el banco del parque triangular
cagado de palomas
no se deja dejar
quiere querer
cree que soy su dueño
o su sueño y pesadilla
aunque ya consumí sin placer
hasta su última palabra
cree que le pertenezco

33
Huellas

Rubén Bareiro Saguier


Poeta Paraguayo

Bajo las plantillas gastadas


de mis viejos zapatos
van pasando las calles
torrentosas del mundo: caras
voces extrañas,
manos, copas amigas.
Ausencia.

El frío del camino


se me sube a los huesos
por los hoyos del cuero
que calca en cada suela
la forma exacta
de mi patria.

34
Soneto 2

Salvador Rueda
Poeta español

Tiene la mariposa cuatro alas;


tú tienes cuatro versos voladores;
ella, al girar, resbala por las flores;
tú por los labios, al girar, resbalas.

Como luces su túnica, tú exhalas


de tu forma divinos resplandores,
y fingen ocho vuelos tembladores
tus cuatro remos y sus cuatro palas.

Ya te enredas del alma en una queja,


ya en la azul campanilla de una reja,
ya de un mantón en el airoso fleco.

En el pueblo, andaluz, copla, has nacido,


y tienes --¡ave musical!-- tu nido
de la guitarra en el sonoro hueco.

35
Días en que una palabra

Alejandra Pizarnik
Poetisa argentina

Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días, sonámbula y
transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta, se cuenta casos y cosas: nido
de hilos rígidos donde me danzo y me lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo
incendiado, su espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nombres
creciendo solos en la noche pálida.)

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