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Jean-Michel Vappereau: «La única construcción simbólica efectiva es el

chiste» Juan Manuel Granja, Escritor y periodista - 12 de diciembre de


2016

Diez años estuvo cerca de Jacques Lacan el matemático y psicoanalista


francés Jean-Michel Vappereau, primero como alumno de su seminario y
luego como paciente. Vappereau entró en contacto con el gran
psicoanalista debido al interés de Lacan en la matemática y la topología
(escritura matemática que se vale de grafos, superficies y nudos).
Vappereau reside en Buenos Aires, donde ha desarrollado un estudio
muchas veces al margen de las instituciones académicas que considera
«escolares» y no muy innovadoras. Vappereau se muestra como un
conversador vehemente. En un café de Recoleta, sin apartarse de un libro
de J. L. Austin, desliza frases enteras en francés para luego volver al
español, retoma los muy variados temas que le interesan con insistencia,
pero desde ángulos distintos. En esta ocasión, comenta algunos de los
vínculos que existen entre psicoanálisis y lenguaje, un lazo que abre su
reflexión a una serie de asuntos culturales e históricos pero también de la
vida cotidiana.

La matemática como escritura


Las matemáticas y la topología no son una formalización del psicoanálisis,
son una modificación de la matemática desde el psicoanálisis. Se puede
decir que la matemática es una forma de escritura. Por su parte, el
psicoanálisis es muy innovador: hay cosas que no pueden decirse sin el
psicoanálisis, se da la necesidad de escribir sobre otra epistemología y
existe una epistemología lacaniana. El psicoanálisis se ocupa de lo
simbólico, eso es muy importante porque la ciencia se ocupó de la
naturaleza, de la vida en la naturaleza, de la máquina o de lo electrónico.
Hay un olvido de lo simbólico, hay una destrucción paranoica de la lengua,
de las lenguas, del lenguaje y, para mí, eso es muy peligroso. No soy
ecológico pero pienso que la destrucción del planeta empieza por la
destrucción del lenguaje en la humanidad misma. Es muy difícil para el
joven de hoy reinventar su lengua y lo que suele suceder es que cada
generación hace una nueva lengua.

Escritura, texto religioso y burocracia

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El psicoanálisis es una escuela para aprender a leer, a escribir y a hablar.
Considero que en la civilización occidental, que deviene imperialista (hay
un imperialismo científico y capitalista), la escritura es determinante.
Existen civilizaciones de la palabra hablada, como las que existen en
algunos lugares de África, de la Amazonía o de los Andes, y reducirlas a
tradición oral ya es imperialista, se trata de civilizaciones orales. Lacan
enseña que la inercia de la palabra hablada es distinta a la de la palabra
escrita. Cuando un pueblo adopta la escritura, hay una tendencia de esa
cultura hacia el texto religioso, en primer lugar, y después hacia la
burocracia. China, por ejemplo, es la gran civilización dogmática y
burocrática. Otro ejemplo es el de Francia en el siglo XVII, donde Richelieu
y el Rey Sol crearon un poder absoluto a través de la burocracia. Luego de
la Revolución francesa, los Estados modernos se hacen bajo el mismo
modelo de la burocracia del siglo XVII que, además, proviene del Vaticano,
que es la sede misma del dogmatismo y la burocracia.

La lengua cambia constantemente, eso es el psicoanálisis


El psicoanálisis es una manera de leer que va a cambiar la manera de
considerar las cosas. Existe un prejuicio que produce una dominación de la
escritura burocrática. ¿Qué es la academia? La academia es hacer creer al
pueblo que el Estado puede ocuparse de todo y cumplir con la lengua. Eso
es falso. La lengua cambia constantemente, eso es el psicoanálisis. Los
niños van a reinventar la lengua, no van solo a aprender la lengua: para
captar la lengua es necesario reinventarla. Los adultos ya no pueden
hacerlo y, en este sentido, los niños son los mejores lingüistas. Según
Lacan, el inconsciente no es la condición del lenguaje, el lenguaje es la
condición del inconsciente y el inconsciente es la condición de la
lingüística. Para estudiar las lenguas y los lenguajes, es necesario tomar
en cuenta los descubrimientos, la práctica y los resultados tanto de Freud
como de Lacan. Para mí, estamos frente a una crisis de civilización que es
completamente paranoica y el psicoanálisis es la única forma de tratar la
paranoia. Freud dice que el paranoico es un sujeto que no alcanza a leer.

El inconsciente no es un fenómeno natural


Creo que Freud emplea una epistemología bastante clásica aunque es
muy innovador en su práctica: su deseo se llama el inconsciente. No es
una simple hipótesis, el inconsciente es una constatación práctica del
trabajo de Freud. Hay inconsciente porque Freud lee de un modo en el

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cual el inconsciente exista. Si no hay lectura, no hay inconsciente, puesto
que el inconsciente no es un fenómeno natural, es un fenómeno de lo
simbólico. Es necesario leerlo.

Contra el terrorismo intelectual


Tuve la suerte enorme de encontrarme con Jacques Lacan. Si no lo
hubiera conocido, jamás hubiera hecho psicoanálisis ni me hubiera
interesado psicoanalizarme. Antes de conocerlo, para mí un psicoanalista
era sinónimo de un tipo delirante, lo relacionaba con la psicoterapia, la
sugestión, con el terrorismo intelectual. Con Lacan comprendí que el
psicoanálisis es otra cosa y tiene que ver con un retorno a Freud desde el
comentario crítico que hace el propio Lacan. Estoy contra el terrorismo
intelectual de los grupos analíticos y también de los enemigos del
psicoanálisis, muchas veces creados por el propio psicoanálisis. El
psicoanálisis no es una discusión ni una conversación, es una forma de
discurso, es una práctica, tiene que ver con inventar una manera de leer,
una manera de escribir y también de hablar. Todo eso lo fui aprendiendo
mientras hacía mi análisis con Lacan.

¿Qué es la matemática?
Estudié matemáticas en París e iba a las charlas de filosofía de Jean-
Toussaint Desanti, profesor de filosofía y matemático. Él hizo un estudio
sobre una teoría matemática para verificar si es posible hacer una historia
de la matemática. Hay que entender que una teoría matemática se
compone exclusivamente de texto escrito. Así, Desanti explora una teoría
que se llama teoría de la función real para averiguar si es posible atravesar
todos los manuscritos en todas las lenguas sobre matemática hasta
Cantor. Desanti va a constatar en su tesis que hay un momento en el cual
el hilo se pierde: ni siquiera en matemática es posible hacer una historia.
La historia es una disciplina que busca métodos para leer documentos y
reconstruir hechos, hay una versión más histérica o más literaria de la
historia. Michelet, por ejemplo, es un histérico admirable. Con Desanti yo
quería preguntarme, «¿qué es la matemática?». Pero es con Lacan con
quien voy a empezar a tener una respuesta. La matemática no es una
potencia del pensamiento, no es cuestión de cerebros enormes, el
matemático es un hombre que va a introducir una nueva letra en el texto
para obtener una solución a un problema. La matemática no expresa la

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estructura de la naturaleza, es un lenguaje humano, forma parte de lo
simbólico.

El narcisismo: una tensión erótica violenta


La diferencia entre hablar y escribir es muy poco reconocida porque es
necesario introducir la noción de narcisismo. El narcisismo no es una cosa
negativa o un defecto, Freud dice que la paranoia ocurre cuando el sujeto
no alcanza a practicar el narcisismo. Con el estadio del espejo de Lacan se
dan dos posiciones del sujeto en su cuerpo: mi cuerpo en el espejo como
el cuerpo de otro —extrínseco— y, a la vez, yo soy intrínseco a mi cuerpo.
Coordinar las dos posiciones parece un acto simbólico imposible. Es
necesario comprender que el narcisismo es una tensión erótica violenta
pero que es necesaria para practicar lo simbólico. No podemos confundir
narcisismo con autosatisfacción o autosuficiencia, al contrario, es como
tomar un mapa de la ciudad y ubicarse. Hay toda una patología imaginaria.
Existen delirantes que dicen que están aquí y que a la vez están allá, es
una variación imaginaria sobre el narcisismo que no marcha bien para esa
persona. Mi lengua son dos lenguas: escribo una que es diferente de la
que hablo, no me doy cuenta y digo «es mi lengua», y muchas dificultades
vienen de esta tensión enorme en el narcisismo. Hablar, el hecho de decir
algo, es un acto imperativo. El discurso del amo es la metáfora. La
metáfora impone un nuevo uso de una palabra que no es ni correcta ni
incorrecta. El poeta es como un maestro que se vuelve imperativo y que va
a dirigir las cosas de una manera imperativa. Lee Homero. La odisea, por
ejemplo, es un discurso de amo. Por lo general, decimos que el poeta es
un soñador, que escribe cosas incomprensibles, pero no: estamos en una
sociedad paranoica que suele desconocer estas dificultades.

El psicoanálisis y lo simbólico
El significado es la manera en que el significante se rompe en el cuerpo:
hay letras que van a hacer efecto en el cuerpo. Cuando yo tengo una
emoción muy fuerte puede ser un significante que se rompió. Cuando hago
un lapsus, un acto muy rápido, la ruptura de semblante inmediatamente va
a recuperarse como una palabra nueva o como un chiste. Entonces, hay
una estructura que puede funcionar muy rápidamente o de forma muy
extendida. El tiempo en el psicoanálisis no es algo fijo o dividido en
pasado, presente y futuro. Eso es la deixis: los pronombres personales
«yo, tú, él» cambian a medida que hablo: presente, futuro, pasado son

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cosas de deixis: mi presente deviene el pasado, mi futuro deviene
presente. La deixis es ubicar(se): acá y allá, pero allá deviene acá y
viceversa. La noción de lo deíctico no responde al nombre propio, son
cosas que pueden estudiarse en la gramática, la gramática no es una cosa
que debería devenir dogmática sino que no es completa, es lacunar. Es
necesario continuar el estudio de la lengua y lo simbólico. Creo que hay un
solo lenguaje, el simbólico, y dentro de lo simbólico hay varias lenguas y
diferentes sistemas de escritura. El psicoanálisis es una invitación a seguir
estudiando ese gran abanico de maneras para practicar lo simbólico.

Freud es como el jazz


Para mí, Freud es como el jazz. Si hay algo que salva a Estados Unidos de
la catástrofe esclavista, es el jazz. Es algo formidable que los antiguos
esclavos pudieran haber inventado un nuevo género para participar en el
sueño americano y que además va a influenciar a muchos otros tipos de
música. Inventar un género no es algo que se haga a menudo. Para
aprender es necesario reinventar. Lacan le pregunta a Jakobson cómo
alguien deviene lingüista, y Jakobson responde que lo logran quienes
mantienen un lazo infantil con la lengua. Sin embargo, no se debería
llamar «infantil», porque son los adultos quienes infantilizan a los chicos.
Hay un autor polaco, Gombrowicz, que habló de la inmadurez y en contra
de lo academicista: la universidad y la escuela no deberían ser escolares.
Lacan, por ejemplo, dice que su asociación profesional con la escuela
freudiana es una ironía porque los psicoanalistas mismos son
completamente escolares, hay muy pocos como Freud, que fue
verdaderamente innovador y que se cuestionaba y reinventaba las cosas.

El Tao
Me gusta hacer una práctica minimalista. Por eso admiro mucho el Tao Te
King (y no tanto Confucio, que deviene en burocracia): son 80 páginas con
una escritura china que también se puede leer desde el grafismo. Esa
escritura está cerca de la matemática y a la vez es más estética que la
matemática. La primera frase del Tao Te King es que el Tao verdadero no
es el Tao que puede ser dicho, es muy parecido a lo que va a descubrir
Cantor en matemática: el conjunto de todos los conjuntos no es un
conjunto. Entonces, en esta escritura antigua hay una razón material, no
se trata de una analogía. Sin embargo, tampoco es una sistematización, es
algo que tiene que ver con el estilo y la estética. Es apasionante.

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El psicoanálisis es lo contrario de la criatura del doctor Frankenstein
Lacan me preguntó sobre el nudo borromeo, quería que se lo explique, y
conservo el papel en el cual no alcanzó a dibujarlo. Me encuentro con
Lacan en 1971, y en agosto del año siguiente le pido hacer análisis con él.
El hecho de conocer a Lacan, explicarle cuestiones sobre matemáticas y
analizarme con él permitió que haya una transferencia enorme. Me invitó a
comer al mediodía, porque a esa hora podía parar el trabajo en su
consultorio, y me decía que me iba a pagar pero yo decía que no, para mí
era tan magnífico que no quería que me pague. En un año voy y le digo
que quiero hacer un análisis con él, me dice que venga en septiembre
porque empezaban las vacaciones de julio. Así, empieza a recibirme
muchas veces en la misma semana pero si yo no le hablaba, él no me
daba un nuevo encuentro. Yo debía buscarlo, llamarlo para volver a verlo y
era muy interesante porque la práctica de Lacan no era estándar, me
comprometí mucho con ese análisis. Muchos matemáticos piensan que
Lacan no entiende matemática, que es un amateur, pero yo me di cuenta
de que Lacan era un gran lector y que lee muy bien la matemática. Hizo
muchos dibujos de nudos y superficies y me dio muchos documentos de
sus dibujos. De hecho, en 2006 hice una venta de documentos y dibujos
de Lacan y no para hacer dinero, sino para dar a conocer a los lacanianos
estos dibujos. Puse un precio muy alto, hice un catálogo de la venta y en
París 3.000 personas compraron el catálogo. Se hicieron tres
reimpresiones de este catálogo, que costó 15 euros. Hoy se puede ver el
catálogo en el sitio online de Patrick Valas, son 144 páginas de dibujos de
Lacan con tintas de colores. Lo más importante de haber podido conocer a
Lacan es que descubrí que no me gusta la psicología ni la psicoterapia,
sino el psicoanálisis, que es otra cosa muy distinta. No es sugestión, es
una práctica muy innovadora, se trata de estudiar lo simbólico pero no de
una manera escolar ni académica. No es como la neurociencia, tampoco
se trata de la pasión por la máquina o la tecnología. No se trata de
reconstruir un hombre mecánicobiológico, un sueño científico loco como la
criatura de Frankenstein. El psicoanálisis es lo contrario de eso.

La mafia y la palabra hablada


Hay que salir de la lógica clásica en el narcisismo para ver que la verdad
no es una cuestión dogmática sino de palabra hablada y que es más
imperativa que la escritura. La humanidad se desarrolló como civilización

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de la escritura, en la India, en la cultura mediterránea o en la filosofía y la
ciencia griegas se puede ver este desarrollo de la escritura. En las
civilizaciones de la lengua hablada, la palabra se vuelve muy imperativa:
es difícil vivir en una familia de la palabra hablada y la mafia es la
excreción de la familia hablada en la civilización escritural. La mafia
deviene en una familia delincuencial, y es una permanencia de la palabra
hablada en la civilización de la escritura en Italia. Por eso la ciencia política
no logra comprender a la mafia. Hay una especie de lucha entre la palabra
hablada y la escritura, pero no debería haberla, no debería ser un conflicto.
Es necesario reconocer la palabra hablada sin que se vuelva algo malo.
Los antropólogos se han dado cuenta de que antes de la invención de la
escritura no se encuentran fósiles humanos que hayan sufrido daños
físicos, los restos humanos con la cabeza o el cuerpo destrozados por
violencia son algo que aparece con la escritura. La sepultura viene de
antes junto a la palabra hablada, pero los fósiles maltratados vienen con la
escritura, hay una violencia de la escritura que va a imponerse hasta el
imperialismo.

Corregir el objeto
Lo que se denominó psicología en un principio nace como una traducción
en latín del tratado del alma de Aristóteles. Tomás de Aquino traduce a
Aristóteles para hacer un tratado del alma cristiana. Es interesante leerlo
porque, visto de este modo, la psicología surge como una versión profana
del tratado del alma de Santo Tomás, que es una versión católica de
Aristóteles. En cambio, el psicoanálisis es una aventura curiosa e
imprevisible que arranca desde el siglo XIX en este contexto del
capitalismo y la industria. Después de Hegel hay un corte porque, de algún
modo, va a acabar con la filosofía, y ese corte hegeliano va a producir
muchas cosas nuevas. Es la primera vez, por ejemplo, que la matemática
es independiente de la filosofía, porque la filosofía siempre trató de
mantener una tutela sobre la matemática. Luego de Hegel hay una
emancipación de la matemática y hay un desarrollo exponencial de la
lógica matemática y de la topología, la geometría y el álgebra. En el siglo
XIX, además, está la colonización, la industrialización y el maltrato a la
clase obrera en Inglaterra y en el capitalismo (hay que leer a Dickens).
Después, en el siglo XX, se producen los crímenes paranoicos de
Hiroshima, Nagasaki y Auschwitz. La cuestión para nosotros es cómo salir
de todo esto. No quiero esperar a mañana para empezar, quiero trabajar

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ahora, no quiero convencer a los otros, digo cosas y lo que importa es el
resultado, no la verdad total. Solemos equivocarnos pero también
podemos corregirnos. Lacan dice que la matemática sirve para corregir el
objeto, puesto que el sujeto es el sujeto de la palabra hablada y es
incorregible: siempre comete errores y lapsus.

Somos monstruos
Yo no puedo aconsejar qué texto de Lacan serviría para empezar a leerlo.
Para leer Freud y Lacan es necesario leer muchas otras cosas. Quiero
hacer una verdadera librería de psicoanálisis, es decir, que esté llena de
las diversas obras citadas por Freud y Lacan pero que no contenga textos
de psicólogos. Hay que comprender que el psicoanálisis es intervención.
En ese sentido, el problema de Sartre fue que quiso ser militante político,
pero no quiso entrar en el partido comunista. No se contentó con ser
filósofo, quiso intervenir. George Canguilheme, por otro lado, se hace
médico. Hace una tesis de medicina, trabaja como doctor de hospital y
luego hace una tesis de filosofía, pero eso no es lo interesante para mí,
puesto que yo creo que Canguilheme es el primer filósofo que fue capaz
de definir la vida. El biólogo no alcanza a definir la vida (la concibe como
lucha contra la muerte) pero Canguilheme, en su texto ‘Máquina y
organismo’, señala que la diferencia entre máquina y organismo es que la
máquina puede descomponerse en partes. El organismo, en cambio,
mantiene una relación interna y es difícil separar los órganos. La máquina
depende del automatismo, de la repetición, pero el organismo hace otras
cosas: se repara, cicatriza, crece, etc. El organismo, por lo tanto, es la
perseverancia. Aun cuando no marche bien, va a intentar superar su
deficiencia. En otro artículo, ‘El monstruo y la monstruosidad’,
Canguilheme dice que no hay monstruo natural. De una montaña gigante
se dice que es enorme, pero no que es monstruosa. ¿Qué se dice de los
monstruos? Se dice que son cuerpos vivientes. Los siameses, los
mutantes, los deformes... en todos ellos hay una perseverancia que va a
fracasar, puesto que el organismo muere. Existe una fascinación de la
humanidad con los monstruos como lo muestra, por ejemplo, El hombre
elefante en el cine. Pero lo que dice Canguilheme es que somos
monstruos porque somos débiles, prematuros y perseverantes. Somos
perseverantes hacia lo simbólico, hacia el intento de comprensión y
articulación de la realidad. El ser humano introduce lo simbólico para

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superar la deficiencia. En este sentido, el Alzheimer, por ejemplo, sería en
realidad un retorno a la deficiencia simbólica.

¿Por qué la guerra?


Lacan lo dice muy bien: hay razón en lo real y esa razón se llama lenguaje.
El lenguaje cae en la tierra, pasando por el cuerpo. Los neuróticos —dice
Lacan— tienen razón de caer, de engranarse de la dificultad: esa entrada
de lo simbólico en el cuerpo se llama deseo, y a partir del deseo vamos a
transformar el mundo, nuestra actividad simbólica va a hacer un trazo en el
mundo, va a redibujar y recomponer el mundo. El único lugar salvaje hoy
es el fondo de los océanos o algún lugar en la Amazonía, pero es muy
raro, porque con el viaje, toda la naturaleza ha sido redibujada. Dijo
Einstein que hay cosas que podría hacer con su ciencia, pero que no
debería hacer, y eso es la política. Einstein le escribió a Freud a propósito
de la bomba atómica, y su pregunta fue: «¿Por qué la guerra?». La
respuesta es insuficiente y Einstein, por lo tanto, entendía mejor el
psicoanálisis de Freud que nosotros. Hay otro que entendió el rol de Freud
muy bien, Thomas Mann, que tiene un excelente texto sobre Nietzsche y
Freud. Había un uso de Nietzsche totalmente idealista y discriminador, y
Mann, en su época, ve el trabajo de Freud como ejemplo para decir a los
jóvenes que es mejor leer a Freud que buscar soluciones ideales. El
psicoanálisis tiene cosas importantes que decir, pero nunca debe tomar el
poder. El psicoanálisis trabaja el fracaso y la corrección, es diferente a lo
que ha pasado con la psicología. Goebbels, ideólogo de Hitler, desarrolló
un concepto analítico para hacer propaganda porque, cuando no hay
lectura, el inconsciente puede ser totalitario, la lengua sin lectura es
totalitaria, es la paranoia. El psicoanálisis debe decir cosas en la ciudad,
hay una ensẽanza política para el analizante que tiene que ver con las
consecuencias de hablar y escribir, una responsabilidad. Es una cuestión
ética, política y estética. El psicoanálisis tiene un estilo, una forma de decir,
una estética. Como dice un poeta ruso: «la verdad es siempre nueva». En
el psicoanálisis hay un comentario crítico constante. Desarrollar un
comentario crítico es aceptar los principios de una disciplina y criticarla
para ver qué se puede hacer con ellos. Es diferente de la contestación. La
crítica es una prueba, une épreuve. Para mí, el psicoanálisis existió dos
veces: Lacan es la repetición de Freud, pero no es una réplica, es un
comentario crítico. Todas las cosas en el mundo deben estar situadas y el
arte, por ejemplo, es expresarse con cierto estilo. El estilo es el medio

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elegido, la cuestión es cómo elegir el medio para hacer las cosas y eso es
la crítica.

La única construcción simbólica efectiva es el chiste


Creo que actualmente no hay una formación de psicoanálisis ni en la
universidad ni en las escuelas freudianas. El psicoanálisis es una
institución en sí misma: el analizante va a producir su institución analítica,
ya que el análisis es independiente, el consultorio es una cosa totalmente
aparte y debe ser protegida para que no sea dirigida desde afuera. No me
gusta la gente que quiere representar el psicoanálisis y llamarse heredero
de Freud o Lacan. Yo no pretendo representar al psicoanálisis. No hay
representante del psicoanálisis, lo mejor es devenir analizante y continuar
la práctica. No hay diploma para eso, así como no hay diploma para poder
hacer chistes. De hecho, para Lacan, la única construcción simbólica
efectiva es el chiste. Uno va a reír antes de reflexionar el chiste.

Aprender a leer
Construir el objeto: en el consultorio de un analista hay la promesa de un
objeto, para el paciente es la promesa de un objeto futuro a construir.
Representa también la lectura, se busca un analista para encontrar alguien
que lea, pero el analizante debe aprender a leer para así leer su
transferencia. Hacer un análisis no es para hablar y hablar, no es para
librarse de una constipación que dificulta hablar. Es hablar para darse
cuenta de que hay cosas de las que no puedo hablar. Lo primero en el
análisis es discutir con el paciente elhechodequenosetratadeunlocoyque es
preciso abandonar la locura de la bella alma, hay que hablar del
compromiso que implica el análisis. La mejor garantía para el análisis es el
analizante mismo. La responsabilidad del analista es empezar el análisis,
pero el analizante es quien realmente lo protagoniza. Según Lacan, el
análisis no es un asunto del yo y del mundo pero sí del sujeto y del
lenguaje.

Esta noticia ha sido publicada originalmente por Diario EL TELÉGRAFO

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