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Virgen de Guadalupe Patrona de Sucre

Nuestra Señora de Guadalupe, una hermosa imagen con una infinita cantidad de incrustaciones de joyas
de inapreciable valor. En 1748, el lienzo se reforzó con una plancha maciza de oro y plata, representando
el manto de la Virgen, dejando de la pintura original el rostro de la virgen y el del niño.

Según relata la tradición oral difundida por el pueblo, una tarde encontraron una muía extraviada con una
extraña carga en su lomo. Se trataba de un enorme cajón que el animal cuidaba celosamente sin dejarse
atrapar. Se postraba para descansar, se escondía entre las plantas, salía luego pero sin descuidar jamás
su carga.
Finalmente, con ayuda de las autoridades y miembros de la santa iglesia, consiguieron atraparlo y al
descubrir su carga, cual fue la sorpresa porque encontraron una hermosa imagen de la virgen, de rostro
moreno, con un niño entre sus brazos: era la Virgen de Guadalupe.
La Virgen de Guadalupe es la Reina de la Hispanidad y su expansión hacia América data de los siglos XVI-
XVIII.
El 8 de septiembre se celebra a María en la Advocación de Guadalupe.

La Catedral Metropolitana de Sucre está ubicada en la Plaza 25 de Mayo de dicha ciudad, al sureste de la
Bolivia. Su construcción se inició el año 1551 y continuó durante casi un siglo después de varias
reconstrucciones y ampliaciones. El templo tiene una mezcla de características arquitectónicas de los
estilos renacentista y barroco. En un sector de la Catedral funciona un museo de arte sacro de los más
importantes de Bolivia.

Su campanario tiene decoraciones de cerámica y el Museo de la Catedral posee una de las mejores
colecciones en Bolivia de Arte Sacro del siglo XVI al siglo XVIII.
Junto a la catedral, se sitúa la capilla de la Virgen de Guadalupe (1617), que alberga la imagen de Nuestra
Señora de Guadalupe, la patrona de Sucre, pintada por Fray Diego de Ocaña en 1601. El culto popular ha
cubierto de adornos esta imagen en un manto con diamantes, esmeraldas y perlas, y es conocida como la
Mamita de Guadalupe.

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La Virgen de Guadalupe, patrona espiritual del mundo católico sucrense, despierta cada año por estas
fechas, las muchas veces adormecidas conciencias de sus fieles, quienes renuevan sus promesas de fe
frente a su imagen mediante procesiones, festejos, actos litúrgicos y otras muestras de devoción. Este es
el valioso legado de estas fiestas que se extiende incluso para la creciente diversidad de practicantes de
otros credos, ya que, como dice la ortodoxia católica, la salvación humana es el objetivo final de la fe. Por
ello, si la fe es esperanza, semejante emoción no es otra cosa que el motor de la búsqueda de algo mejor
para todos, más allá de que ese mundo mejor se ubique en la tierra o en el cielo.

Mucho se ha escrito sobre la historia de la Virgen de Guadalupe. Existen rigurosos relatos históricos y un
sinfín de mitos y leyendas que rodean la imagen de la Virgen que reposa plácidamente en su capilla
durante todo el año, hasta que a finales de octubre, desde el siglo XVII, su magnífica figura es
entronizada en el altar de la Catedral Metropolitana de Sucre para el regocijo de sus fieles.

Por ello, hacer un nuevo recuento que diferencie los mitos y leyendas de la Virgen de Guadalupe de las
narraciones historiográficas, que pretenden ser una voz autorizada para contar lo que realmente sucedió
en el pasado (cómo demostró Hyden White), no tiene sentido. Es decir, hacer de nuevo la separación
entre una y otra forma de ver la historia de la Virgen, resulta vano, porque la historia de esta imagen, es la
historia de la fe a la Mamita Gualala, en la que no se pueden distinguir mitos y leyendas de los hechos
verdaderos. Como escribe el teólogo Leonardo Boff, “las verdades de fe son un resultado histórico, no
cayeron ya maduras del cielo”.

Según relata Roberto Querejazu, la fe a la Virgen de Guadalupe o Virgen “Morena” se remonta a los
Reyes Católicos españoles Fernando II e Isabel I, que tenían a Guadalupe como la figura predilecta de su
devoción.

Isabel I fue quien ofreció un apoyo determinante para que Cristóbal Colón realizara el descubrimiento de
América y el mismo Colón, como los conquistadores Hernán Cortez y Francisco Pizarro, se
encomendaron a Guadalupe para que les protegiera en las campañas colonizadoras del nuevo mundo
antes de partir en sus travesías, apunta Querejazu.

Una vez instalado el dominio colonial en América, señala Francisco Gil García, los conquistadores
ibéricos en su mayoría se declararon devotos a Guadalupe y por ello la orden de los Jerónimos que
custodiaban la imagen divina, mandaron emisarios al nuevo mundo a levantar altares en su honor. Así
llega a la Real Audiencia de Charcas, Fray Diego de Ocaña, con la misión de replicar la imagen y erigir
altares en el vasto territorio conquistado que recorrió de 1599 a 1605.

Según escribe el propio Ocaña en su crónica “Viaje por el Nuevo Mundo: de Guadalupe a Potosí, 1599-
1605”, las paradas del monje jerónimo en Potosí y La Plata fueron las más importantes para la misión que
le habían encomendado en el viejo mundo. Al parecer, Ocaña llegó a Potosí e inmediatamente se dispuso
a replicar la imagen de la Virgen Morena; Ocaña estaba en esos menesteres de devoción, cuando
conoció al Obispo español de Charcas, Ramiro de Vergara, que al ser de la región ibérica donde se
depositaba la imagen de la Virgen de Guadalupe, le guardaba una profunda devoción.

Inmediatamente, según relata Ocaña, le fue encomendado realizar otra réplica de la Santa Patrona de
Extremadura (España) para el obispado de Charcas que se encontraba en La Plata, núcleo político de la
Real Audiencia de Charcas.

Coincidencia fortuita, que el obispo de Charcas se encontrara en Potosí justo en ese preciso instante
cuando Ocaña realizaba la réplica de la figura guadalupana, tanto que podría ser una acción de la
providencia divina a la que aún no se le ha dado mucha relevancia por los fieles de la Mamita.

A partir de la llegada a Sucre, no obstante, iniciarán los sucesos milagrosos, legendarios y míticos que
envuelven a la patrona de Sucre, ya desde esas lejanas centurias. Ocaña relata:

“Comencé en casa del Deán (Obispo) a hacer la imagen como si yo fuera el pintor más extremado del
mundo y puedo afirmar con verdad que en toda mi vida había tomado pincel al óleo en la mano para
pintar, sino que ésta vez, que sin haber tenido maestro que me enseñara hacía, y con la ayuda de
Nuestra Señora, favoreciendo a mi buen deseo”. Texto tomado de la transcripción de Graciela Urioste,
sobre las crónicas de Ocaña.

Ahí se encuentra un primer mito sobre la creación de la Virgen de Guadalupe de Sucre. La historiografía
se encargará de desmentir este “milagro”, ya que resulta difícil creer que Ocaña haya sido enviado a
América a replicar imágenes de la figura santa, sin tener nociones de pintura. Sin embargo, se reconoce
el afán del creyente Ocaña, de brindarle un contorno milagroso a la creación de la imagen de la “Gualala”,
acaso para cumplir su misión de impulsar la fe y devoción de los católicos platenses.

¿UN HALLAZGO?
Un segundo mito sobre la aparición de la Virgen de Guadalupe, que persiste hasta estos días, es recogido
en una de sus versiones por Felipe Costas Arguedas, en su Diccionario del Folclore Boliviano. En sus
páginas se relata cómo un burro que cargaba una caja, frecuentaba un pastizal cercano a la Catedral y
que el animal corría despavorido cuando los pasantes curiosos por ver que había en su carga se le
acercaban. Tras varios intentos infructuosos por cazar a la bestia, se acudió a las autoridades
eclesiásticas con las que el animal reaccionó mansamente, dejando desmontar su carga. Para sorpresa
de todos, la caja contenía la imagen de la Mamita Guadalupe. Acto seguido se determinó que en esos
pastizales se construiría la capilla para su descanso y se la nombraría patrona de la ciudad, ya que los
sucesos de su hallazgo fueron interpretados como un designio divino.

Probablemente este mito se desarrolló con posterioridad a los sucesos descritos por la historiografía. Y
esto se podría explicar también por la importancia de que la fe reviste para los creyentes, como se verá al
seguir la narración del Monje Jerónimo Ocaña.

Ocaña relata que una vez terminada la imagen de la Virgen Morena que él pintó gracias a la inspiración
divina, se iniciaron una serie de celebraciones religiosas en las que participó toda la población, incluida la
gente de las comunidades cercanas que cantaron coplas en quechua, que se siguen interpretando en la
actualidad con diversas variaciones.

El acto principal de esos días de festejo litúrgico, prosigue Ocaña, fue la representación de la obra de
teatro “Nuestra Señora de Guadalupe y sus milagros”, que el mismo Ocaña escribió apresuradamente
para esta ocasión en base a su conocimiento sobre los milagros de la Virgen realizados en el viejo
mundo.

Probablemente la representación escénica conmovió al público y alimentó su fe en el poder divino de la


nueva Patrona de La Plata, sin embargo fue evidente que los milagros no dejaban de ser ajenos a su
contexto. El mito de la aparición por intersección divina de la Virgen cargada por esa celosa bestia, que se
amansó ante las autoridades eclesiales para revelar su tesoro, sería una primera forma de reconocer un
primer milagro de la “Gualala” en las nuevas tierras americanas, donde ahora ejercía su poder divino. De
nuevo se ve la ferviente necesidad de los fieles de alimentar la fe.

Desde entonces los milagros de la mamita “Gualala”, los mitos y leyendas, si se les quiere llamar así, no
cesaron, alimentando la fe de los creyentes. Que este año nuevamente fue reafirmada y festejada con la
Celebración de la Virgen de Guadalupe, como se ha venido realizando desde hace siglos a principios de
septiembre, con las continuas variaciones que impone el paso del tiempo y con el componente
permanente de
renovar la fe de los católicos.
La diversas formas de las expresiones de fe hasta el presente
Si bien la celebración de la Patrona espiritual de Chuquisaca es uno de los actos centrales de la vida
católica de la región desde 1601, a lo largo de los siglos la celebración inevitablemente ha evolucionado.

Ya en tiempos de la Colonia era tradicional sacar a la virgencita de su capilla para realizar una procesión,
luego, diverso actos litúrgicos como las prenovenas, novenas y la roma menor, se ofrecían en honor a la
patrona.

En la República, a esta procesión se le adhirieron otros elementos, como la instalación de altares


alrededor de la plaza donde vecinos de la ciudad y gente de las comunidades cercanas, instalaban altares
en los costados del recorrido donde se exhibían objetos de plata y oro, que representaban una especie de
ofrenda para la Mamita. La celebración terminaba en la capilla de El Abra, donde también existe una
imagen de la Virgen Morena, en ese lugar se realizaba un festejo popular en el que los bailarines Thanta
Morenos eran invitados a amenizar la circunstancia. Esta sería la primera danza que se practicó para el
festejo de la Virgen, explicó el investigador Felipe Medina.

Ya en el siglo XX, las prácticas relacionadas con la celebración se mantuvieron de un modo similar,
conservando la tradición como símbolo de devoción.

Pero a partir de 1987, el comité de festejos incorporó una variación fundamental en el programa, que con
los años se convertirá en la ahora tradicional Entrada de la Virgen de Guadalupe. El comité organizativo
incluyó a un grupo de devotas que ahora se las conoce como las “Gualalas” cuya presidenta es la señora
Aida Peredo de Acosta, quienes con el apoyo del comunicador Moisés Torres, impulsaron las primeras
formas de un desfile folclórico en honor a la Virgen.

Peredo recuerda que desde entonces ellas, Las Gualalas, se han encargado de organizar este desfile
bajo la única motivación de su devoción a la mamita.

“Hemos hecho de todo, las gualalas éramos más jóvenes entonces, para solventar los gastos que
significaba organizar la entrada de los conjuntos folclóricos, invitábamos a grupos del exterior y había que
pagarles todos sus gastos y nosotras los cubríamos haciendo kermesses y otras actividades para
recaudar recursos económicos, todo por la Mamita”, recuerda Peredo.

El mito de la aparición de la imagen de la Virgen cargada por un asno, ante las autoridades
eclesiales sería el primer milagro de la “Gualala”

"Las gualalas éramos más jóvenes entonces. Para solventar los gastos nosotras hacíamos
kermesses y otras actividades para recaudar recursos económicos, todo por la Mamita"

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