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MAESTRIA EN PSICOTERAPIA HUMANISTA

TERAPIA DE PAREJA

Ernesto Martínez Olivares


Compilador

2012
Elaboración de Antología para IUCR

Responsable: Ma. Julia Serrano V. Directora de Investigación.

Elaborado por Ernesto Martínez Olivares.

Edición: DPO, Instituto Universitario Carl Rogers, Puebla.

Este material ha sido elaborado con propósitos didácticos, sin fines lucrativos.

Se reservan los derechos de uso para IUCR, Puebla.

D.R. DPO, Instituto Universitario Carl Rogers, 2012


Bibliografía

Bandler, R., Grinder, J. y Satir, V. (1986). Cómo superarse a través dela familia.
México: Diana.

Díaz-Loving, R. y Rivera Aragón, S. (2010). Antología psicosocial de la pareja.


México: UNAM.

Zinker, J. C. (2005). En busca de la buena forma. México: Instituto Humanista


de Sinaloa.
Richard Bandler/John Grinder/Virginia Satir

ÜU'L/.l i-á »3 '

Un libro sobre la educación en


el arte de vivir como ser humano
Richard Bandler/John Grinder/Virginia Satir

Cómo superarse
a través de la familia

EDITORIAL DIANA
. M EX IC O
la. Edición, Agosto de 1983
3a. Impresión, Junio de 1986

§
*
t

ISBN 9 6 8 -1 3 -1 4 8 3 -2

T ítu lo original: CHANGING WITH FA M IL IE S - T rad u cto ra: Rosario


Gavito Pedregal - D ERECH O S R E S ER V A D O S <£ - Copyright ,
1 9 7 6 , by Science and Behavior Books, Inc. — Copyright , 1 9 8 3 por
E ditorial Diana, S. A ., R o b erto G ayol 1 2 1 9 , M éxico 1 2 , D. F . — Im pre­
so en M éxico — Printed in .-M ^ticg^^^ v f|

P rohibida la re p ro d u cció n total o parcial


sin autorización p o r escrito d e esta casa editora
A

B ob Spitzer, que
tanto hizo para que
fu era posible la actualización
de nuestra obra
Contenido

Algo acerca de nosotros y de este l ib r o .......................... 9


Prólogo ................................. .................................................. 11

PRIMERA PARTE

Introducción ..................................................................... 19
i Patrones de terapia familiar efectiva, nivel i ......... 21
i Patrones de terapia familiar efectiva, nivel i i ......... 57
Resumen ..................................... ..................................... 83

SEGUNDA PARTE

Introducción ................................................ ................. . 87


t Ciclo de comunicación calibrada ............................... 92
i Ciclo de comunicación retroalimentada .......... . 99
Recopilación de datos ........................ .. 103
Transformación del sistema ................... . . ............... 141
Consolidación de los cambios .................... .. 145
Resumen ..................................... .............................. 152

Epílogo ................................................................................... 157


Lecturas adicionales................................................................ 159
Bibliografía............................................................................... 162
A péndice............... ................................................................... 165
Notas ......................................................................................... 171
Algo acerca de nosotros
y de este libro

El proceso de escribir este libro nos ofreció a nosotros


tres la oportunidad de modificar, acrecentar e integrar di­
versas fracciones de nuestra experiencia común en la tera­
pia familiar e individual. Logramos comprender explícita­
mente cómo las técnicas de comunicación utilizadas en esos
contextos, eran aplicables a la redacción en conjunto de
esta obra. Tomando tres modelos muy distintos del mundo,
tres diversos tipos de antecedentes y, encontrando la manera
de utilizar esas mismas técnicas para comunicarnos entre
nosotros tres, pudimos trasladar al papel los conocimientos
adquiridos. Por lo anterior, queremos hablar a nuestros lee-
tores sobre algunos de los métodos que han demostrado ser
útiles y agradables en el proceso de la comunicación, no
solamente con las familias dentro del contexto de la terapia,
sino también con cada uno de nosotros durante el proceso
de la redacción de este volumen. Los mismos patrones que
aquí reconocemos como ejemplos de comunicación eficaz
entre los miembros de una familia dentro del contexto de
una sesión de terapia, constituyen precisamente los modelos
de comunicación que hemos utilizado para redactar conjun­
tamente este libro. Creemos que nuestra capacidad de ser
congruentes en nuestra comunicación, es una habilidad ob­
tenida a lo largo de toda nuestra vida; tanto en lo que se
refiere a la comunicación terapéutica, como a las relaciones
interpersonales. Nos complace muchísimo y nos proporcio­
na una gran satisfacción el hallar nuevas maneras para ser
más efectivos al comunicarnos con nosotros mismos, con
nuestros colaboradores en la redacción de este libro y, espe­
ramos, al transmitir a nuestros lectores algo de la emoción
y de la alegría que nosotros hemos experimentado en el pro­
ceso de la comunicación. Para nosotros, ésta es sinónimo de
experiencia, la aptitud de estar en contacto con lo que es­
tamos percibiendo, la capacidad de ver con claridad lo que
está a nuestra disposición en un momento dado, y de escu­
char con claridad los sonidos de la vida.
Estas habilidades, que constantemente estamos perfeccio­
nando dentro de nosotros mismos, fueron los ingredientes
esenciales que se utilizaron en la elaboración de este libro.
Debemos hacer notar que nuestra intención al realizar esta
obra, es la de ofrecer a los que deseen ayudar a sus semejan­
tes, algunos de los instrumentos, patrones y procedimientos
para fomentar en las familias las nuevas opciones de comuni­
cación que, hasta este momento, hemos utilizado únicamente
entre nosotros mismos. Invitamos e incitamos a cada uno de
nuestros lectores (en lo cual insistiremos siempre) a emplear
estas técnicas como una oportunidad de encontrar nuevas
posibilidades de comunicación para ustedes mismos y para
las familias con las cuales trabajen. Creemos que en nues­
tras vidas existen infinidad de procedimientos para ser prác­
ticos e imaginativos, dimensiones enteramente nuevas acer­
ca de la comunicación humana, que aún no hemos descu­
bierto.

Cordialmente,
R ichard B andler
Jo h n G rinder
Virginia Satir
Prólogo
Este libro trata de la gente que hace daño y de la que
desea ayudar a superar ese agravio.
El m undo está lleno de buenas intenciones asi com o de
la evidencia de que dichas intenciones no siem pre llegan a
realizarse. L os padres desean lo m ejor para sus hijos; los hijos
para sus padres; los terapeutas para sus pacientes, y éstos
para aquéllos. ¿Como es p o sib le, entonces, q u e todas estas
personas tan bien intencionadas tengan tantas relaciones pla­
gadas de penas y conflictos, cuando lo qu e pretenden es pre­
cisam ente todo lo contrario? Creem os qu e se trata de algo
q u e está fuera del conocim iento y del control de una y otra
de las partes; una pieza fallante. Pensamos que todos p od e­
mos agregar, estudiar y utilizar am pliam ente esta pieza* En
este libro exponem os nuestras ideas para hacer eso mismo
con las fam ilias: ayudarlas a encontrar la pieza faltan te.
N o es muy d ifícil con cebir cóm o p u ed e uno considerar­
se una persona realm ente responsable si se carece de una
cabal com prensión de la diferencia qu e existe entre lo que
la gente se propone al com unicarse y lo que es en sí la m a­
nifestación de esa com unicación. Creem os qu e si a las perso­
nas se les proporcionan los m edios necesarios, no sólo q u ie­
ren, sino que se resuelven a instruirse y cam biar. Esta es una
ruta norm al de la vida afirm ándose a sí mismo. Creem os
que todo el m undo posee los atributos que le son necesarios;
nuestra labor com o terapeutas fam iliares consiste en hacer
qu e estas cualidades les sean accesibles y provechosas. En
este sentido, ninguna persona es frágil. Es decir, todo lo que
afecte o concierna a un ser hum ano pu ede ser discutido con
él abiertam en te, siem pre que se le presente en la form a ad e­
cuada y en el m om ento oportuno. De h ech o , para nosotros
el com portarnos hacia otro sem ejan te com o si no pudiésem os
aceptarlo plen am ente con todos y cada uno de sus aspectos,
equivaldría a una ofensa. Pensamos qu e al preocuparnos
por él constituye el más delicado de los hom enajes. A ve­
ces es necesario qu e el terapeuta, cuando está evidente­
m ente de acuerdo con las metas de progreso del paciente
con quien está trabajando, colabore con las partes q u e esa
persona desea perfeccion ar, de m anera qu e el m édico se con ­
vierta en un guia firm e en lo q u e respecta a las facetas obs­
tructivas del sujeto. En ocasiones resulta difícil para el tera­
peuta estar presente mientras la otra persona está luchando,
no obstante, la lucha constructiva constituye el proceso qu e
nos ayuda a madurar. O pinam os qu e en cu alquier m om ento
determ inado cada cual se desem peña lo m ejor qu e pu ede
con los conocim ientos que posee. Respetam os esta realidad,
asi com o el deseo y la capacidad de cam biar, y deseam os tanto
dirigir com o sostener esta lucha. En este sen tido, p or lo tan­
to, no tiene por qué haber fracasos.
Nuestro en foq u e supone que el terapeuta, en persona,
constituye el principal instrum ento para iniciar el cam bio.
Nuestra opinión es que él es quien m odela lo qu e se pro­
pon e cam biar. N os referim os específicam ente al proceso y
no al contenido. N uestro propósito es cam biar la m anera de
enfrentarse, la cual es un proceso y, por consiguiente, el em ­
p leo y enseñanza del proceso por parte del terapeuta cons­
tituye una consideración prim aria. H ay qu e subrayar muy
especialm ente la particularidad de los canales sensoriales del
terapeuta: su capacidad de ver, escuchar, sentir, oler y gustar
necesita estar desarrollada, operante y lúcida. En nuestro
m odelo es indispensable qu e el terapeuta descubra los datos
y los patrones de com unicación en lugar de deducirlos. A d e­
más, tiene qu e ser capaz de distinguir entre los estímulos
qu e hacen surgir conocim ientos y experiencias pasados para
él m ism o, y aqu ellos qu e proceden enteram ente de la per
sona con quien está trabajando. Esto significa qu e el terapeu­
ta es absolutam ente capaz de distinguir entre sí mismo y sus
lim ites y los de las personas qu e lo rodean. Existe una gran
diferen cia en el resultado terapéutico según sea qu e el te­
rapeuta h a ble y reaccione a una prolongación de si m ism o,
o qu e lo haga con la persona qu e está sentada fren te a él.
E l m antener claram ente el concepto de lo qu e es usted y lo
qu e soy yo, constituye el impulso de todo esto, y el provocar
un encuentro entre am bos es la m eta.
Consideram os qu e hasta nuestro tiem po, la evolución de
la condición del ser hum ano está apenas en la infancia. Por
consiguiente, a todos nos corresponde convertirnos en explo­
radores, no en jueces; nos conceptuam os com o realizadores
de una contribución al m ejoram ien to d el ser hum ano. A
este propósito, esperamos que de cada una de nuestras expe­
riencias con los demás, salgamos un p oqu ito cam biados. Si
así no fuese, sentiríam os qu e hem os caído dentro de la cate­
goría de los jueces.
El m odelo que aqu í presentam os es un procedim ien to
que paso a paso va colocando las piezas f altantes entre lo que
la gente trata de lograr al com unicarse entre sí y el resul­
tado efectivo de dicha com unicación. N uestro sistema consis­
te en provocar nuevas experiencias en lugar de trabajar para
elim inar las antiguas. M uchos m odelos terapéuticos del pasa­
do parece que fu eron fincados sobre la idea de qu e existe
un ser ideal y que, por consiguiente, habrá que utilizar los
conceptos com o una m anera de alterar la personalidad para
hacerla encajar dentro del m olde “ideal”. Opinamos que no
existe un m od elo universal del ser hu m an o; creem os que
cada persona posee su propio m odelo y su propio ideal. Nos
alegram os de ello, y es esta singularidad la qu e nos hace
esforzarnos en nuestra labor. L o anterior confirm a el hecho
biológico de que cada ser hum ano es realm en te único.
Q uerem os subrayar qu e el m odelo de terapia fam iliar
qu e aq u í presentam os fu e con cebido com o un m edio d e o b ­
tener experiencias. O pinam os que se desperdician m ucho
tiem po y esfuerzo en la creación de m odelos qu e más adelan­
te utiliza la gente para sustituir a la experiencia. A las fam i­
lias (o sea las personas que acuden a los terapeutas en busca
de ayuda) se les encasilla entonces dentro de las categorías
contenidas en el m od elo, en lugar de com prenderlas y res­
ponderles en form a creativa. O frecem os nuestro m odelo com o
una m anera de ayudarle a participar plen am ente en la em o­
cionante experiencia de efectuar cam bios en las fam ilias;
tom ando parte en el proceso de su desarrollo, en su adqu isi­
ción de experiencia, en sus alegrías y en sus pesares. Nuestro
m odelo consiste, esen cialm en te, en una form a de apoyar a
los que ayudan a la gente para que se arm onicen al proceso
continuo del crecim iento de las fam ilias con las que están
trabajando; que es una m anera de ver, escuchar, sentir, per­
cibir, experim entar y responder clara y creativam ente al pro­
ceso de com unicación y cam bio en la terapia fam iliar.
L a conclusión a que nos han llevado nuestra experiencia
y la observación de la gente qu e hem os conocido, es que ésta
ha aprendido cinco “no-libertades” personales, erróneam en­
te llamadas civilizadas, que las com prim en y las atan. Damos
una lista de ellas ya corregidas, incluyendo lo que fu e co­
rregido:

1.La libertad de ver y oír lo que existe AH O RA , en lugar de lo


que debía, podría, fue o será visto u oído.
2. La libertad de sentir lo que se siente A H O RA , en lugar de lo
que se debería, podría, fue o será sentido.
3. La libertad de sentir lo que se siente A H O RA , en lugar de lo que
se diría, podría decirse, se dijo o se dirá.
4. L a libertad de alcanzar lo que usted quiere, en Jugar de lo que
usted debería querer alcanzar, sin tener que esperar a que alguien
se lo ofrezca.
5. L a libertad de arriesgarse por su propia cuenta, en lugar de estar
únicamente esperando a que un cambio en la situación haga
posible que usted obtenga lo que desea para sí.

Resumiendo:
Cuando yo pueda ver y oír lo que existe aquí ahora, sentir,
lo que siento ahora;
decir lo que siento, pienso, y veo ahora;
cuando pueda alcanzar lo que deseo ahora;
y pueda arriesgarm e por mi propia cuenta ahora;
cuando pueda com unicar todo esto congruentemente ahora;
y pueda obtener retroalim entación creativa ahora;

Entonces me encuentro en posibilidad de enfrentarme con


ingenio y buena fortuna a h situación externa y a mi vida
interior.

AHORA

Este libro es nuestro esfuerzo por convertir en libertades


las “no-libertades” de la gente.
PRIMERA PARTE
Introducción

En las siguientes páginas expondremos nuestra opinión


particular sobre el multifacético y apasionante campo de la
terapia familiar. Lo mismo qu\en cualquier otra área com­
pleja de la conducta humana, la capacidad de los terap un
para realizar la terapia familiar, sobrepasa con mucn
habilidad de comprender y comunicar claramente a las ó
más, qué es lo que específicam ente llevan a cabo a u n
practican la terapia familiar. La intención de este lib;o
tratar de hacer comprensibles al lector los patrones que he
mos entrevisto en nuestra práctica de la terapia familiar, y
poner al corriente la teoría con su práctica. Particularmente,
al extractar los patrones de esta terapia, esperamos lograr
varios objetivos: primero, al obligarnos a nosotros mismos
a enterarnos de los patrones de nuestra propia conducta al
ejercitar la terapia familiar, seremos más sistemáticos en
nuestra labor y mucho más eficaces como auxiliares de la
gente, y, segundo, podremos comunicar más auténticamente
nuestras experiencias a los que estén involucrados en la te
rapia familiar, a fin de hacer posible un diálogo significati­
vo entre todos nosotros a medida que nos ayudamos mutua
mente a ser más dinámicos y exitosos en nuestro trabajo.
La manera en que esperamos alcanzar estas metas es tra­
zando un plano o modelo explícito de nuestro comportara i en
to en la terapia familiar. Por modelo explícito queremos
decir que se trata de una guía de conducta que pueda utili­
zar cualquiera que desee trabajar como terapeuta familiar
efectivo. Esta guía para la práctica de la terapia familiar será
clara si ofrece al terapeuta los patrones necesarios para traba­
jar efectiva y creativamente en forma paulatina de modo
que sea posible el aprendizaje y el empleo de dichos pa­
trones. A nuestro juicio, los modelos o planes de compor­
tamiento no pueden ser considerados como verdaderos o
falsos, correctos o incorrectos, sino, más bien, han de ser con­
ceptuados como útiles o inútiles para el propósito para el
que fueron creados. Puesto que el patrón que aquí ofrece­
mos tiene la finalidad de auxiliar a cada uno de ustedes a
que llegue a ser un terapeuta familiar más positivo, se los
exponemos invitándolos a que copien el modelo, así como
los patrones que aquí identificamos para aplicarlos en su
terapia familiar.
La primera tarea que habremos de emprender es la de
adquirir alguna experiencia común que cada uno de nos­
otros, como terapeuta familiar, pueda reconocer. Si logra­
mos éxito en este punto, entonces todos juntos podremos em­
prender el viaje hacia una mejor comprensión de nuestra
actividad. Si conseguimos descubrir esta experiencia, enton­
ces tendremos un punto común de partida o referencia, des­
de el cual podamos fabricar el modelo, que será beneficioso
para todos. En un campo tan complejo como es el de la
terapia familiar, hay tantos puntos desde los que podríamos
partir, que nos es sumamente difícil elegir entre todos ellos.
No obstante, hemos decidido comenzar con los patrones de
la comunicación verbal; los que emplean el terapeuta y los
miembros de la familia para comunicarse entre sí, por me­
dio de la palabra. Esto no constituye una afirmación de que
la palabra sea más importante o que tenga alguna prioridad
sobre otras formas de comunicación, como son los movi­
mientos del cuerpo, la entonación de la voz, etcétera, sino
simplemente, como un emplazamiento, un conjunto de expe­
riencias que todos compartimos y desde el cual podemos
partir,
A fin de ayudar a cada uno de ustedes, a medida que
vayan leyendo este libro, a relacionar las palabras impresas
en esta página con los verdaderos sentimientos, impresiones,
sonidos, aromas y sabores, con la emoción de trabajar con
una familia de verdad empleando su propia experiencia,
procederemos a presentar extractos de transcripciones, para
ilustrar los patrones de nuestra propia experiencia que de­
seamos exponer lo más vividamente posible como modelos.
Finalmente, tal como empezamos, nos gustaría recordarles
que traten de identificar los patrones de las transcripciones
de esta primera parte del libro, que está planeada única­
mente para que ustedes adquieran práctica en la identifica­
ción de los patrones. Una vez que hayamos identificado algu­
no, no volveremos a examinarlo cada vez que se presente, sino
que continuaremos avanzando hacia otros nuevos. E i la
segunda parte los clasificaremos en grupos naturales que
les ayudarán a organizar su experiencia en la terapia fami­
liar. Les sugerimos que tomen asiento, respiren sosegada­
mente, y ejerciten su capacidad para relacionar las palabras
que están leyendo con su propia experiencia.

Patrones de terapia familiar efectiva

Nivel I

Hay varios detalles importantes que el terapeuta familiar


imparcial da por sentado cuando entra de lleno a una sesión
familiar. Primero, el hecho de que la familia haya acudido
en busca de la terapia es ya una afirmación de que tiene
esperanzas de poder cambiar. Nos consta por experiencia
que esto es cierto, aun cuando los miembros de la familia
no se percaten de ello. En efecto, aun en el caso extremo de
los casos judiciales, la familia ha prefefido venir a la terapia y
no ir a la cárcel. Por lo tanto, su presencia en la terapia
es un reflejo de las esperanzas que tiene de continuar siendo
una familia, y de que, de alguna manera, piensa que es ca­
paz de cambiar.
Segundo, suponemos que por el hecho de que la familia
se encuentra en nuestra presencia en busca de terapia, es
porque reconoce, en cierta forma, que necesita ayuda para
efectuar esos cambios, La experiencia nos ha demostrado
que conviene suponer que la familia posee los recursos nece­
sarios para realizar dichos cambios, y nuestra tarea, entonces,
consiste en ayudar a esas personas a reconocer y aceptar los
medios que ya existen en el sistema familiar, aunque de mo­
mento no sean considerados ni aprovechados. El terapeuta
se esforzará por fomentar la armonía y la mutua confianza
entre los familiares (este primer paso es indispensable para
realizar los cambios). SLno existe confianza, no se intentarán
verdaderos riesgos ni se lo.grarán cambios positivos.
Tercero, al aceptar al terapeuta particular, la familia lo
está reconociendo como el guía que la orientará en el cam­
bio. Él le servirá de ejemplo. Más claramente, el terapeuta
le ofrece un modelo de apertura; la libertad de elegir, de
entre lo que está disponible, lo que sea relevante para el
terapeuta y la familia en ese lugar y momento. Esto requie­
re que el terapeuta esté en contacto con sus propios proce­
sos, así como con las necesidades de la familia. Este modela­
do tiene lugar no sólo a nivel consciente, sino también a
nivel subliminal, es decir, los mensajes transmitidos por me­
dio de la postura corporal, el tono de voz, etcétera, del tera­
peuta, sirven de norma a los miembros de la familia.
Comenzamos con la descripción de una sesión de aper­
tura. El terapeuta acaba de presentarse a sí mismo y ha me-
morizado los nombres de los diferentes miembros de la fa­
milia. Sírvanse acompañarnos en una incursión a través de
la sesión terapéutica en la cual mostraremos algunos métodos
para hacer surgir los fenómenos deseados. Advertimos al lec­
tor que la siguiente transcripción es parcial y está fragmenta­
da. La parte citada relacionada con Dave es sólo un trozo
de la transcripción. El terapeuta utiliza los mismos patrones
y dedica el mismo tiempo y esmero a cada miembro de la
familia, por turno. A fin de presentar estos patrones en una
forma clara, hemos suprimido algunos fragmentos de las
transcripciones.

T erapeuta: Bueno, me da mucho gusto estar aquí con ustedes esta


tarde. Me pregunto qué es lo que cada uno de ustedes desea
cam biar al venir aquí para trabajar conmigo. Ignoro si el pro­
ceso por el que pasaron para decidirse a venir fue fácil o difícil;
pero lo que sí sé, es que el hacerlo, constituye el primer paso
para efectuar esos cambios que todos desean hacer, (pausa)
Dave ( dirigiéndose al padre de fam ilia), tengo curiosidad por
saber si podría usted darnos algún indicio sobre las esperanzas
que tiene para usted mismo y para su familia. ¿Podría decirme
qué es lo que usted espera, específicamente, que cam biará por
el solo hecho de que ustedes vengan aquí?
D ave: Bueno . . . creo que, como familia, no estamos jalandv) pa­
rejo . . . que nos está haciendo falta algunas cosas . . . no estoy
muy seguro. No puedo inferirlo, palparlo.
T erapeuta: Está bien, Dave; ¿podría usted nombrarme alguna cosa
que le esté faltando?

Hay varios ejemplos importantes que claramente surgen


de esta corta transcripción. Primero, el terapeuta estima o
presupone que:

1. H ay cosas que la familia desea cambiar. (. . . me pregunto qué


es lo que cada uno de ustedes desea c a m b ia r. . . ; . . . esos cam­
bios que todos desean . . . ; podría usted darnos algún indicio
sobre las esperanzas que tiene . . . ; . . . qué es lo que usted espera,
específicam ente, que cambiará . . . )
2. L a familia pasó por el proceso de resolverse a acudir a la te­
rapia. ( . . . si el proceso por el que pasó para decidirse a venir
fue f ác i l . . . )
3. El proceso del cambio se ha iniciado ya. (. . . el hecho constituye
el prim er paso para efectuar esos cambios . . .)

Nótese que el terapeuta no le pregunta a la familia si es­


pera ser capaz de cambiar; más bien, presupone que lo es,
y en lugar de eso, les pregunta cuáles son los cambios espe­
cíficos que desean realizar. De esta manera, la familia enfoca
su atención hacia cuáles son los cambios y las esperanzas,
más que el hecho de si tales cambios y esperanzas existen. El
loenia es sistemático en las formas de lenguaje que utili-
iL.aitií;iKv , hipótesis verbales (presuposi-
r u r u s )1 como un instrumento para hablar con la familia
durante la terapia. En otras palabras, en vez de usar las for­
mas de lenguaje de la columna A, utiliza las de la colum­
na B:

A B

¿Tiene usted esperanzas? ¿Cuáles son sus esperanzas?


¿Pasó usted por algún proceso al ¿Su proceso para resolverse a venir
resolverse a venir aquí? aquí, fue fácil?
¿Cada uno de ustedes desea efec­ ¿Cuáles son, específicam ente, esos
tuar algunos cambios? cambios que cada uno de ustedes
desea efectuar?

Por m eJíi' dei inteligente uso de las hipótesis verbales


i a n >/apcuta puede ayudar a la. fa
íaviHís mas ixaportantes para lograr lo que desea
er ia >eai* i :u a ;x kifi<
Nos coiiáta por experiencia que es muy importante darse
cuenta de que el terapeuta familiar tiene que hacer contacto
con , de L taru^í . . toiv^o, maividuaL Debe
^ ímu* • que cualquiera de ellos sea el vocero
df ioí* cierrá:,, F 1 terapeuta elabora una serie de contratos
* ,s uno para cada persona de la familia. De esta
manera i eco noce explícitamente la integridad e independen­
cia de cada uno. La base de una terapia familiar consiste en
la habilidad del reraoeuta para integrar las necesidades inde-
de cada miembro de la familia
<<: nbidad de su sistema familiar. Al examinar con los
individuos los cambios apetecidos, el terapeuta utiliza sa­
biamente lar, hipótesis verbales (presuposiciones). Las formas
de lenguaje de que él se sirva, serán eficaces sólo hasta donde
sean congruentes con las necesidades de crecimiento de la
familia, ’
Otro modelo que sigue en importancia al ilustrado en la
transcripción anterior, es la forma delicada que emplea el
terapeuta para iniciar el proceso de reunir datos. Son varios
los patrones que utiliza en la transcripción. Comienza con
una declaración sobre su persona (m e da m ucho gusto . . .)}
luego hace una serie de “preguntas”, que no Jo son real­
mente en el sentido literal de la palabra. Tomen nota, por
ejemplo:

m e pregunto qué es lo que cada uno de ustedes . , .


ignoro si el proceso . . . fu e fácil o d ifíc il. , .
tengo curiosidad por saber si podría usted darnos al­
gún indicio . . .

La forma peculiar del lenguaje utilizado en este inte­


rrogatorio se conoce como preguntas im plícitas,2 Cuando
las preguntas se encuentran implícitas como aparecen en
los ejemplos antes dicho? .*o demandan una. respuesta, .tan­
que sí inician el procese ^ Serlos puntos a la atención
de los oyentes (en este ca*o .sU s puntos se refieren a rúales
esperanzas con respecto a qu é cam bios, son retenidos „>or ^iaa
uno de los miembros de la familia). Además, esta ,onrip •
interrogatorio abre la posibilidad de que cuaícruer;’ íe ?/s
oyentes responda,.si así le oes* a. Fu oirás palabras e /•**.por-
eiona al oyente el máximo opciones sobre como y cuando
responderá. Esto nos parece nuy importante en las fases
iniciales de la terapia familiar, cuando el terapeuta está
reuniendo datos. Finalmente, junto con este patrón, el tera­
peuta hace una pausa luego de haber planteado algunas
preguntas, a fin de permitir que cualquier persona de la
familia responda, si así lo desea.
Una de las alternativas que tiene el terapeuta cuando no
recibe contestación verbal a sus preguntas, es elegir a uno
de los miembros de la familia y, llamándolo por su nombre,
solicitarle su respuesta. Una vez más? sírvanse tomar nota de
que, aun después de identificar a ese miembro de la familia,
el terapeuta es muy discreto en su interrogatorio, empleando
primero la pregunta implícita, tengo curiosidad de saber si
usted podría . . . Además, utiliza otro patrón importante a
medida que se vuelve más directo en su propósito de reunir
mayor información; se vale del patrón de las órdenes corteses
(postulados de conversación)? El terapeuta desea que Dave,
que es el jefe de la familia, responda a las preguntas im­
plícitas que le ha estado dirigiendo No obstante, más que
expresar un mandato, como por ejemplo:

D ave, dígam e, específicam ente, lo que usted . . .

el terapeuta le pregunta:

lP odría decirm e, específicam ente, lo qu e usted . .. ?

De nuevo, más adelante, después de que Dave ha contes­


tado, el terapeuta vuelve a emplear la misma forma, el man­
dato coitos (postulado de conversación):

Dave, ¿podría usted nom brarm e alguna cosa q u e le


esté faltando?

El detalle importante de este patrón consiste en que,


aunque lo que dice el terapeuta presenta la form a de una
pregunta que podría ser contestada simplemente con un si
o un no, tiene toda la fuerza de una orden. Analicemos un
ejemplo común y cotidiano: usted y un amigo suyo se en­
cuentran en la misma hab tación; suena el teléfono; su ami­
go lo mira a usted y exclama:

¿Puedes contestar el teléfon o?

Esta frase tiene la forma de una sencilla pregunta que


puede contestarse simplemente con un si o un no, aunque la
reacción típica será que usted conteste el teléfono. En
otras palabras, usted responderá como si su amigo le hubiese
hecho petición directa.

Contesta el teléfon o.
El empleo de la fórmula si o no a una pregunta, en casos
similares, es la manera cortés de hacer una petición directa.
Una vez más, el terapeuta, al utilizar hábilmente este patrón,
deja a las personas de la familia el máximo de libertad para
responder.
Volvamos ahora a la transcripción.

T erapeuta: Sí, Dave, ¿podría usted nombrarme alguna cosa que le


esté faltando?
D ave: Deseo varias cosas para mí, y realmente creo que mi familia
también tiene necesidad de algunas otras.
T erapeuta: ¿Podría usted indicarme cuáles son esas cosas?

El terapeuta ha iniciado la tarea de llegar a comprender


en qué forma desea cambiar Dave. Este procedimiento lo
repetirá con cada miembro de la familia. A fin de obtener
buenos resultados en la terapia familiar, el terapeuta necesita
comprender tanto los recursos reconocidos y utilizados ac­
tualmente por la familia, como las esperanzas en las que
puedan ponerse de acuerdo; el estado deseado del sistema
familiar, por el cual estén de acuerdo en trabajar. Todos y
cada uno de los intercambios verbales y no verbales con los
miembros de la familia, proporciona al terapeuta datos para
comprender el estado actual del sistema familiar y, al mis­
mo tiempo, facilitan a la familia la oportunidad de instruir­
se. Por medio de la comunicación inteligente, el terapeuta,
desde un principio, ayuda a las personas de la familia a
descurir una meta conquistable para efectuar sus cambios,
un estado deseado. En este caso particular, el terapeuta está
preguntando al padre qué cosa es la que desea cambiar; qué
cambios en la familia le parecerían aceptables; qué es lo
que desea para sí y para su familia, Dave trata de responder,
y dice:

. . . qu e nos están haciendo falta algunas cosas .. .


. . . deseo varias cosas para m í . . *
. . . tam bién tienen necesidad de algunas otras . . .
El oído del terapeuta necesita estar despejado y alerta,
para poder detectar aquellas partes de los mensajes verbales
que no recojan porciones específicas del mundo de experien­
cias del interlocutor. Si el terapeuta está dispuesto a admitir
que no comprende las generalidades que escucha, de ellas
puede deducir algún significado. Específicamente, más que
suponer que su concepto de las generalidades que se están
diciendo es el mismo que el miembro de la familia trata de
comunicar, el terapeuta puede tomarse el tiempo y la energía
necesarios para determinar con mayor precisión el mensaje
procedente de la persona con quien está trabajando. Puede
conseguir lo anterior de una manera franca y gentil, pidien­
do a la otra persona que explique con exactitud a qué se está
refiriendo cuando emplea esas generalidades.
Nos parece muy importante subrayar que, en tanto que
el terapeuta está haciendo uso del patrón de las hipótesis
verbales (presuposiciones), las preguntas explícitas y los man­
datos corteses (postulados de conversación) a fin de recopi­
lar datos y establecer contratos individuales para efectuar cam­
bios con los miembros de la familia, está, a su vez, ofreciendo
información. Proporciona su comprensión de los mensajes
expresados por la familia; por ejemplo, al formular pregun­
tas como la siguiente:

¿qué cam bios específicos espera usted para sí mismo?

sutilmente ofrece su interpretación de lo que para él signi­


fica la presencia de la familia que acude a la terapia, esto
es, que su tarea consiste en efectuar los cambios. Este pro­
ceso de dar-y-tomar es un ejem plo de comunicación, y es en
sí mismo, una comunicación.
En cada una de las respuestas de Dave, el terapeuta pue­
de identificar una forma de lenguaje que no es capaz de
especificar alguna parte especial de la experiencia de Dave
(la forma: algunas cosas). Esto constituye un ejemplo de pa­
trón común; la gente que acude a nosotros en busca de ayu­
da, no siempre es explícita respecto a qué es lo que desea o
espera obtener. Nuestra labor, entonces, consiste en ayudarla
a ser específica. Esto se refleja en las palabras que emplea
para comunicarse con otros. Cuando alguna parte de una
frase recoge una porción determinada de la experiencia del
oyente, decimos que esa parte tiene un índice referen cia!*
Cuando una parte de la frase no recoge una porción deter­
minada de la experiencia del oyente, entonces decimos que
carece de índice referencial. Cada vez que Dave responde su
frase ha incluido una parte que no ha recogido una parte
específica de la experiencia del terapeuta (tener un índice
referencial). Esto es una señal para que el terapeuta solicite
a su interlocutor que le proporcione un índice referencial:

podría usted decirm e una cosa . . .


podría usted decirm e en qu é consisten algunas de
esas cosas . . .

Aquí el terapeuta está ayudando sistemáticamente a Dave


a que identifique lo que desea. Al mismo tiempo, está pro­
porcionando a los miembros de la familia una manera efec­
tiva de comunicarse. Cuando el terapeuta escucha algo que
no puede relacionar con su propia experiencia, más que de­
jar pasar por alto la comunicación fallida, o aparentar que
efectivamente comprende, o que puede leer el pensamiento
de Dave, sencillamente identifica la parte de la frase que no
pudo entender o inquiere acerca de ella. Cualquier suposi­
ción tiene que verificarse. El terapeuta, al exigir una comu­
nicación clara, transmite a la familia el mensaje de que él
toma muy en serio tanto su capacidad para comprender como
la de ellos para comunicarse, y que está interesado en com­
prender realm ente lo que ellos desean.

T erapeuta: ¿Puede usted decirme cuáles son algunas de esas cosas?


D ave: Bueno, no sé . . . creo que sencillamente he perdido el con­
tacto . . .
T erapeuta: ¿Perdido el contacto con?
D ave: No sé . . . no estoy seguro.
T erapeuta: ¿Qué es, específicamente, lo que usted no sabe, de qué
no está usted seguro ?
D ave: . . . Bueno, ya no estoy seguro de lo que quiero para mí o
para mi familia. Estoy un poco asustado.
T erapeuta: . . . ¿asustado de?

El terapeuta continúa ayudando a Dave para que alcance


a comprender qué es, definitivamente, lo que quiere para
sí y para su familia. Uno de los patrones más importantes
que conocemos es la habilidad del terapeuta para descubrir
qué es lo que está faltando en el sistema familiar. Esta capa­
cidad para dicernir lo que falta es decisiva para auxiliar a
la familia a efectuar cambios, y es aplicable a muchos niveles
diferentes de conducta. Por ejemplo, una cuestión que nosr
otros hemos verificado específicamente, es la que se refiere
a la libertad que tenga cada miembro de la familia de solici­
tar lo que desee. Si dicha libertad le falta a cualquiera de ellos,
entonces nosotros nos esmeramos para buscar la forma de que
la consiga. Este es un ejemplo de algo muy importante que es­
tá faltando en una planeación de alto nivel El proceso de
identificar las partes de experiencia fallantes y el ayudar a
aquel con quien está uno trabajando a que las recupere o a
que integre las experiencias incompletas (lograr una unidad
de la experiencia), constituye una de las intervenciones más
poderosas que nosotros, como terapeutas, tenemos a nuestra
disposición. El simple proceso de integrar las cosas, ya sea
a nivel verbal o no verbal, tiene un profundo efecto físico y
neurológico sobre la persona implicada.
Al nivel de patrón verbal, Dave ha producido uña serie
de frases, a cada una de las cuales le falta alguna cosa. El
terapeuta está respondiendo sistemáticamente, reconociendo
primero que algo falta y luego inquiriendo sobre ello, de
una manera directa. Veamos, por ejemplo, lo que dice Dave:

sencillam ente he perdido el contacto.

Al escuchar esta frase, el terapeuta trata de descifrar su sen­


tido. Oye que Dave describe su experiencia por medio de la
expresión verbal perder contacto. Además, Dave declara, es­
pecíficamente, que él ha perdido el contacto. Pero el tera­
peuta, al tratar de comprender lo que Dave le está diciendo,
se da cuenta de que ha omitido manifestar con qué, especí­
ficam en te, ha perdido el contacto. En otras palabras, el tera­
peuta comprende que la locución p erd er contacto, es una
expresión de alguno que está perdiendo el contacto con algo
o con alguien, y que ese algo o ese alguien no se declara (fal­
ta), o que, en términos de una descripción de lenguaje, ha
sido su prim ido;s Esto podemos representarlo de la manera
siguiente: cuando el terapeuta (o cualquier persona que ha­
ble el idioma) oye que alguien emplea la locución p erder
contacto, sabe que se está refiriendo a una descripción del
proceso que ha tenido lugar entre la persona o la cosa que
hace el contacto y la persona o la cosa que lo percibe:

PERDER CONTACTO

persona/cosa persona/cosa
que toca tocada

P E R D E R CO N TACTO (persona/cosa que hace el


contacto
persona)cosa qu e recibe el contacto)

Lo sorprendente de esto consiste en que, aun cuando la frase


que escucha el interlocutor (en este caso, el terapeuta) no
incluye alguna o varias de estas partes, sabe, por su com­
prensión del idioma, que ambas están sobreentendidas. Pon­
gamos por caso que, cuando el terapeuta o cualquier otra
persona que habla español escucha la siguiente frase, deduce
que se sobreentiende algo más de lo que realmente se está
manifestando.

perdí el co n ta cto ------- > PER D I C O N T A C T O


(yo, alguien, algo)
Una de las mayores tentaciones del terapeuta consiste
en querer suplir, según su propio discernimiento, lo que ha
sido suprimido, perdiendo así la oportunidad de enterarse
de lo que está faltando al miembro de la familia.
En vista de que el terapeuta puede utilizar su propia
comprensión del lenguaje para determinar cuándo está fal­
tando alguna cosa, puede escuchar y responder sistemática­
mente, inquiriendo sobre las partes que estén sobreentendi­
das, pero no expresadas. Extractando de la transcripción te­
nemos,

Dave pieza suelta terapeuta

no sé . . , saber qué . . . ¿qué es lo que usted no


sabe?
sencillamente he per­ . . . perdido el contac­ ¿con qué ha perdido us­
dido el contacto to con qué . . . ted el contacto?
no sé . . . saber qué . . . ¿qué es lo que usted no
sabe?
no estoy seguro . . . seguro sobre ¿sobre qué no está usted
qué... seguro?
estoy un poco . . . asustado de ¿de qué está usted asus­
asustado qué... tado?

Escuchando con atención y utilizando su conocimiento del


lenguaje, el terapeuta puede ayudar sistemáticamente a Dave
a que perciba lo que ha suprimido.

Terapeuta: ¿Asustado de qué?


D ave: Bueno, yo sé que M arcie (la esposa y madre de fam ilia) está
dependiendo de mí.
T erapeuta: ¿Cómo sabe que M arcie está dependiendo de usted,
Dave?
D ave: Pues porque la conozco muy bien; simplemente lo percibo.
T erapeuta: Sí, me doy cuenta de que la conoce usted muy bien, y
lo que estoy tratando de percibir es cómo se comunica usted con
ella. ¿Podría decirme, específicamente, cómo en este momento,
percibió que ella está dependiendo de usted?
D ave: Por supuesto; observe usted la rjianera en que ella me está
mirando, por eso sé que está dependiendo de mí.
Las palabras tienen su alcance. Debemos comprender que es­
tos términos son idiosincráticos de la persona que los em­
plea, y no hay garantía alguna de que la otra persona les dé
el mismo sentido. Por eso es necesario analizarlas siempre.
Cuando cada uno de nosotros utiliza su propio sistema
de lenguaje para describir sus experiencias, selecciona cier­
tas palabras que transmitan al oyente su significado. Por
ejemplo, empleamos sustantivos para describir algunas por­
ciones de nuestra experiencia. Como ya dijimos anterior­
mente, si utilizamos sustantivos que carezcan de un índice
referencial relativo a alguna parte específica de la experien­
cia del interlocutor, no lograremos comunicarnos con la de­
bida claridad. Igualmente, cuando nosotros (aunque incons­
cientemente) seleccionamos verbos para describir los proce­
sos o las inclinaciones que experimentamos, tenemos opciones
acerca de qué tan específicos seremos y, consecuentemente,
cuán clara será nuestra comunicación. Por ejemplo, si yo tomo
el verbo besar para describir un proceso de mi experiencia,
comunico mucho más información que si escojo el verbo
tocar, aun cuando ambos describan correctamente mi aven­
tura.

besé a Ju d ith contrasta con toqu é a Ju d ith

El verbo besar transmite todo el sentido que tiene el verbo


tocar, con la explicación adicional de que toqué a Judith
con mis labios. Es decir,

besar = tocar con los labios

Podemos decir entonces, que el verbo besar (en relación con


el verbo tocar) es más descriptivo, proporciona al interlocu­
tor más información acerca del proceso que se está descri­
biendo. El verbo besar por supuesto, podría estar más deta­
llado si especificara dónde tocaron los labios a la persona que
fue besada. A este proceso se le conoce como especificación
de versos.6
A medida que el terapeuta avanza en su tarea de ayudar
a las personas de la familia a comprender qué es lo que están
buscando, establece un modelo para poder comunicarse con
claridad. Dentro del intercambio verbal, puede revisar los
verbos que los miembros de la familia utilizan para descri­
bir sus experiencias, y solicitarles que especifiquen estas des­
cripciones del proceso hasta que él pueda sacar alguna con­
clusión de todas sus narraciones. Una vez más, y extractando
de las transcripciones, tenemos:

Dave terapeuta

sé que M arcie e s tá . . . t como sabe usted que M arcie


e stá . . ?
simplemente lo percibo . . . c cómo percibió usted, específica­
mente ...?

El terapeuta, al insistir sistemáticamente en su capacidad


para comprender los mensajes individuales de los miembros
de la familia, está presentando un ejemplo de comunicación
clara, al mismo tiempo que les enseña formas específicas
para que logren comunicarse verbalmente con mayor cla­
ridad.

T era p eu ta : Dave, ¿qué advierte usted ahora mismo?


D ave: M e siento algo tenso . . . me salta el estómago; usted sabe . . .
cuando M arcie me m ira de ese modo, me siento raro.
T erapeuta: Raro ¿en qué form a?
D ave: U sted sabe, siento una gran confusión. . . la dependencia
hace que me sienta tenso.
T erapeuta: ¿A cerca de qué se siente confundido, Dave?
D ave: Usted sabe . . . la dependencia hace que yo me sienta con­
fundido.
T erapeuta: ¿L a dependencia de quién le hace que se sienta con*
fundido?

El lenguaje humano es una puerta de acceso para el en­


tendimiento entre el locutor y la persona con la que se
habla. La comprensión de cómo la lengua humana refleja
esto último, constituye un instrumento esencial para los te-
rapen tas. Así pues, en traremos en detal les, para demostrar
cómo queda ilustrado este concepto en la presente entre­
vista.
r: " 4LiT?nes interesantes en esta parte de la
t* .n so v t iOí\ *'r r t n ^ \ e ha c - 1 v un
f - : w~
roce i-í'i ' sie lingáisí í'*o poi ~r. -dio del
c <.r*l 1 j ;»ie 1* pir*»ciíif* * 'm lunes activas de su iem ¡<<
¿ .i ‘tas que se usan comúnmente para re-re se ra s
p s v.ai ivas de su experiencia. Los nombres uü-
lizan f ^ ^raímente para representar las porciones más inac­
tivas ' desira experiencia, (como silla, mesa, estufa, espejo,
etcéu / mientras que los verbos se emplean normalmente
representar las partes más activas de la misma (correr,
5 • * v, cb'ervar, escuchar, etcétera). Sin embargo, por medio
de la rcminalización, las partes activas de nuestra
c r i' - c l i las ~ ^1. sentamos de una manera inactiva. Por
iplo, cíi las lentes frases, las dos palabras impresas
en letra cursiva parecen ejercer la función de sustantivos.

veo gatos
veo frustración

La palagra gatos sirve para separar del mundo de la ex­


periencia a un tipo particular de animal, en tanto que el
término frustración representa algo totalmente distinto. Frus­
tración se relaciona con el verbo frustrar, que a su vez se
parece mucho a la palabra anterior y tiene un significado
similar. El verbo frustrar es el nombre de un proceso por
el cual algu ien/alguno está frustrando a alguien. Haciendo
uso de la clase de representación visual que desarrollamos
previamente en nuestra discusión del proceso lingüístico de
la supresión, tenemos que

F R U S T R A R (alguien/ algo qu e causa la frustración,


alguien qu e está siendo frustrado)
Por lo tanto, cuando el terapeuta (o cualquier otra persona
que hable español) escucha la frase,

veo frustración.

podrá descubrir al verificar sus conjeturas sobre el signifi­


cado de la frase, que ésta implica más de lo que superficial­
mente aparenta. Específicamente, tenemos,

veo frustración- ------>VER (YO, F R U S T R A R [alguien/algo/


alguien])

En el ejemplo que estamos ofreciendo, el proceso lingüístico


de emplear un nombre para hacer una descripción verbal (el
proceso de nominalización) también incluye el proceso de su­
primir la información relacionada con la descripción verbal
inicial.
En la transcripción, Dave emplea dos nominalizaciones,
confusión y depen den cia. A medida que el terapeuta insiste
tratando de comprender el actual sistema familiar y lo que
sus miembros desean, tropieza con estas nominalizaciones.
Como algo típico de estas últimas, se ha suprimido tanto del
material relacionado con el verbo de la representación del pro­
ceso, que el terapeuta no es capaz de comprender íntegra­
mente la comunicación de Dave. Entonces tienen lugar los
siguientes intercambios:

Dave Terapeuta

U na gran confusión. . . ¿A cerca de qué se siente confun­


dido?
L a dependencia hace que yo . . . ¿L a dependencia de quién le hace
q u e .... ?

Nótese que el terapeuta es metódico en sus respuestas; iden-


tífica las nominalizaciones, y
a) devuelve el nombre a su forma verbal:

confunsión ---------- » sentirse confundido


dependencia ---------- » la dependencia de quién1

b ) supone que Dave es una de las partes suprimidas de la nomi-


naíización:

gran confusión ---------- > acerca de qué se siente


confundido, Dave?
la dependencia hace ---------- > ¿la dependencia de quién le
h ace...?

c ) inquiere acerca de la otra parte de la nominalización que ha


sido suprimida:

una gran confusión ---------- » ¿acerca de qué se siente


usted confundido?
la dependencia hace ---------- » la dependencia de quién
le hace a u s te d . . .

En nuestro trabajo hemos encontrado un par de formas


que resultan muy prácticas para identificar y enfrentar las
nominalizaciones en las comunicaciones entre los miembros
de la familia dentro del contexto de la terapia familiar. Pri­
mero, las personas no son capaces de enfr entarse a las circuns­
tancias cuando representan los procesos de su experiencia
como hechos, inactivos y fijos, suprimiendo la mayor parte
de la información acerca de las partes que contribuyeron a
producir ese proceso. Si la ausencia de algo que ellos desean
en sus vidas se representa como un proceso, con las partes
que lo componen ya identificadas, entonces tienen la posi­
bilidad de actuar para influir y cambiar el proceso para
conseguir lo que desean. La comprensión de cómo llegaron
sus vidas al punto en que ahora se encuentran, les ayuda a
reconocer el siguiente paso hacia el logro de lo que anhelan
para sí mismos. Si, no obstante, lo que ellos desean está re­
presentado por un hecho, en el que están faltando la mayor
parte de las piezas, hay muy pocas probabilidades de que in­

i Que equivale a: ¿Quién que dependa de usted? . . .


fluyan en él y lo hagan cambiar. Literalmente, son víctimas
de su representación. Cuando las nominalizaciones se con­
vierten en representaciones del proceso y las partes del mismo
son reconocidas, entonces es posible enfrentar las circuns­
tancias» Dave se siente confundido acerca de lo que hará
cuando Marcie lo mira en cierta forma. La comprensión del
proceso específico por medio del cual se produce “ una gran
confusión” , constituye un paso preliminar muy importante
para cam biarlo.
En segundo lugar, cuando una familia acude a nosotros
en busca de ayuda, por lo general son capaces de admitir
que buscan para ellos mismos alguna nominalización, como
am or, calor, apoyo, respeto, com odidad, etcétera. No obs­
tante, a menos que el terapeuta permanezca alerta para rela­
cionar estas palabras con la experiencia (desnominalice estas
nominalizaciones), proveyendo las supresiones, etcétera, de
cada uno de los miembros de la familia, hay muy pocas pro­
babilidades de que los individuos queden satisfechos. En
otras palabras, puesto que cada persona de la familia consi­
dera de una manera diferente el am or, el calor, etcétera, estas
palabras se relacionan con la experiencia (desnominalizar
la nominalización) de manera diferente para cada uno de
ellos. Lo que para uno representa calor, para otro puede sig­
nificar sofocación, Al relacionar metódicamente palabras con
expe cencías determinadas (desnominalizando) con cada una
de ! s personas de la familia, el terapeuta puede identificar
la experiencia o el grupo de experiencias que todos los fami­
liares sean capaces de admitir como la realización de sus
deseos y esperanzas, como individuos y como familia. Al des­
nominalizar, el terapeuta establece las experiencias que serán
satisfactorias para toda la familia, mismas que entonces podrá
ayudarles a crearlas. Estas experiencias constituyen el estado
deseado del sistema familiar; hacen posible que el terapeuta
analice cuáles son en ese momento, los recursos familiares,
y cuáles necesitarán producir, a fin de conseguir el estado
que ellos están de acuerdo en conquistar (por medio del pro­
ceso de la desnominalización) por parecerles atrayente. Por
medio de este proceso, se establece una trayectoria para que
tanto el terapeuta como la familia organicen la experiencia
de la terapia familiar.
Muchas veces, en la práctica de nuestra profesión, al utili­
zar las técnicas verbales de la desnominalización, algún miem­
bro de la familia dará comienzo con una nominalización y,
en el proceso de relacionarla con determinadas experiencias,
proporcionará otra nominalizapón como una de las piezas
(altantes. Por ejemplo,

D ave: U sted sabe, siento una gran confusión. . .


T erapeuta: ¿A cerca de que se siente usted confundido, Dave?
D ave: L a dependencia hace que me sienta confundido . . .

Tomemos nota de lo que aquí ha sucedido: Dave emplea


una nominalización, con f usión, que en cierta forma está rela­
cionada con una parte de su experiencia que él desea cam­
biar. El terapeuta aplica la desnominalización verbal. Dave
responde proporcionando una de las piezas faltantes; sin em­
bargo, la pieza que él facilita es en sí una nominalización.
El terapeuta, apercibido, aplica de nuevo la desnominali­
zación:

T erapeuta: ¿Quién que dependa de usted le hace que se sienta


confundido, Dave?

Este es un ciclo con el que nos topamos frecuentemente en


nuestra práctica de la terapia familiar. Al aplicar metódica­
mente a cada nominalización la técnica de la desnominali­
zación verbal, el terapeuta consigue ayudar al miembro de la
familia a que identifique exactamente qué proceso está per­
cibiendo o dejando de percibir en lo que está experimentan­
do. Este proceso de desnominalización cíclica (que consiste
en alcanzar la descripción de la palabra con las cosas que se
encuentran en el mundo “real” de la experiencia) permite
que tanto el terapeuta como los miembros de la familia
comprendan las experiencias específicas que puedan crear
conjuntamente para proseguir con el proceso del cambio y
el crecimiento.
Un segundo patrón importante en esta parte de la trans­
cripción es el contenido en las declaraciones que hace Dave:

la dependencia hace que m e sienta tenso . . .


la dependencia hace que m e sienta confundido . . .

Ambas frases presentan la misma forma, y cada una de ellas


afirma que existe algo (dependencia) fuera de la persona im­
plicada en la descripción que determina que dicha persona
experimente cierta sensación. Es decir, cada una de estas
frases afirma que hay una relación de causa y efecto sobre la
cual no tiene ningún control la persona involucrada y que,
literalmente, hace que tenga cierta experiencia.
Los lingüistas han identificado cierta clase de frases como
las siguientes:

Max hace qu e Sue pese 150 k los martes.


y
M ildred obliga a T om a tener 2 m de estatura los
sábados.

como mala conformación sem ántica.8 Esto es, las frases de


este tipo hacen afirmaciones que están en desacuerdo con
nuestra comprensión corriente sobre la manera en que fun­
ciona el mundo. Específicamente, estas frases declaran que
una persona está ocasionando que otra tenga cierta experien­
cia. Sin embargo, puesto que, según afirma la frase, la se­
gunda persona está teniendo una experiencia que la mayoría
de nosotros considera que está fuera del control consciente de
los seres humanos, las frases, literalmente, carecen de senti­
do. En otras palabras, puesto que Sue (o cualquier otra
persona) no puede controlar su peso en determinado día
de la semana, no tiene ningún sentido el afirmar que Max
es la causa de que ella controle su peso en esa forma.
Dentro del contexto de la terapia, hemos encontrado muy
práctica una extensión de esta variedad lingüística. Específi­
camente, cualquier frase como:

Él m e hace sentir triste

se conoce como m ala conform ación sem ántica de causa y


efecto.9 Los siguientes ejemplos pueden ayudarles en su prác­
tica a identificar el patrón:

Ella m e hace sentir en ojado


R ealm en te él la pon e triste.
Cam inar a lo largo de la playa hace q u e m e
sienta reanim ado.

Comprendemos que estas frases pueden ser una descripción


válida de una experiencia personal. No obstante, lo que esta­
mos diciendo es que la relación causa y efecto que cada una
de estas frases parece reclamar, no es necesaria. Al practicar
nuestra terapia con las personas, hemos determinado que,
con demasiada frecuencia, su congoja y su falta de libertad
y de elección están relacionadas con ciertas partes de su
experiencia, que ellas representan con el patrón de mala
conformación semántica de causa y efecto que acabamos de
identificar. Esto, típicamente, toma la forma de:

Esto causó aqu ello.


Soy incapaz.
Esto es inalterable.

En el ejercicio de nuestra profesión hemos visto que es muy


conveniente ayudar a las personas para que tengan la alter­
nativa de discernir si una expresión, un ademán, una sonrisa,
o una palabra en particular de alguien, tenga que ejercer
necesariamente sobre ellos el efecto que pretenden. Típica­
mente, la gente que no cuenta con tales alternativas, tiene
muy poco o ningún control o responsabilidad sobre su pro­
pia vida. Como terapeutas hemos comprobado, específica­
mente, que somos capaces de ayudar con eficacia a nuestros
clientes a que alcancen estas opciones, pidiéndoles que des­
criban detalladamente el proceso por el cual alguien les
ocasiona que sientan o perciban lo que están experimentan-
c o. El proceso de ayudar a aquel con quien se está trabajando
para que comprenda la manera específica que le impide tener
una alternativa en su comunicación verbal o no verbal con
los demás, implica típicamente los patrones lingüísticos que
ya hemos ilustrado, especialmente la desnominalización y la
especificación de los verbos* Hemos comprobado que este
patrón constituye un modelo muy eficaz.

Volvamos ahora a la transcripción.

D ave: Usted sabe, la dependencia hace que me sienta confundido.


T erapeuta: U n momento Dave; déjeme ver si entendí bien. Cuando
usted ve que M arcie lo mira de cierta manera, sabe que ella está
dependiendo de usted y se siente tenso, ¿no es así, Dave?
D ave: Sí, es cierto. Nunca lo he podido captar completamente, usted
sabe, tal como acabo de sentirlo, cuando usted me lo dijo ahora
mismo.
T erapeuta: Vamos a verificar esto, Dave. (volviéndose hacia M arcie,
la esposa y madre de Fam ilia. M arcie, usted escuchó lo que
Dave ha dicho a propósito de que él sabe que usted está depen­
diendo de él cuando lo mira de cierta manera, y yo me pre­
gunto s i . . .
D ave: (interrumpiendo) Sí, M arcie, tú sabes, cuando entrecierras
los ojos y te inclinas hacia adelante, como ahora, sé que no estás
contenta conmigo, y . . .
T erapeuta: U n momento, Dave. (volviéndose hacia M arcie) M arcie
¿no está usted contenta con Dave, ahora?
M arcie: No, estoy tratando de comprender lo que está sucediendo
aquí, y . . .

Una de las formas en que las personas de la familia oca­


sionan dolor e infelicidad para ellas mismas, es creyendo
que son capaces de conocer los pensamientos y las emociones
de la otra persona, sin que ésta les comunique directamente
esos pensamientos y esas emociones. A esto lo conocemos
com o mala form ación semántica de la Lectura del Pensa­
m ien to .10 La Lectura del Pensamiento se realiza en cualquier
situación en ia cual una persona afirma que conoce la ext>e-
riencia interior de otra, sin tener una comunicación jrc
de la experiencia de esa segunda persona. Con m ia
cuencia, esto presenta la forma de:

Si m e am aras, lo sabrías sin qu e yo te lo dijera.

Extractando de la transcripción, tenemos:

Dav© Respuesta del terapeuta

Y o sé que M arcie está dependiendo ¿Com o sabe usted que M arcie


de mí. está . . . ?
Sé que no estás contenta conmigo. ¿Cóm o sabe usted, específicam ente,
que . . . ?

En estos dos intercambios, podemos identificar tanto el pa­


trón de la Lectura del Pensamiento, como una de las mane­
ras en que el terapeuta enfrenta ventajosamente este proceso
al s o l i c i t a r específicamente una descripción detallada del pio-
cedim ;L. por medio del cual la persona (Dave, en este
caso) obtuvo la información que asegura poseer. Este proceso
(Lectura del Pensamiento), constituye una de las maneras
más funestas de ocasionar que las personas de. la familia, con
la mejor intención del mundo, distorsionen su comunica­
ción y causen sufrimiento. Nos damos cuenta de que es fac­
tible tener una gran comprensión acerca de la experiencia
interior de otra persona, sin necesidad de que ella nos la
describa oralmente y con lujo de pormenores. Una de las ha­
bilidades que seguimos puliendo en nuestra práctica como
terapeutas es la capacidad de identificar y comprender la
experiencia de otra persona a través de los mensajes simi­
lares (no verbales) que nos ofrece. El ton', de ia voz, L pos­
tura, los movimientos de las manos y de los pies, el ritmo de
la conversación, todos constituyen importantes mensajes que
cada uno de nosotros utiliza en nuestra profesión. Cumpli­
mos con la regla de verificar explícitamente nuestra compren­
sión de los mensajes no verbales, en lugar de basar la co­
municación adicional sobre nuestra supuesta comprensión
de dichos mensajes. Lo que hemos observado infinidad de
veces, es que las personas, cuando están presionadas, tienden
a. alucinar la experiencia interior de los demás y actúan
sogún estas quimeras, sin analizarlas previamente a fin de
confirmar si corresponden a la experiencia real de la otra
persona. Una vez que se inicia este proceso de Lectura del
Pensamiento sin verificación, la comunicación clara se en­
torpece y finalmente se desploma, y descubrimos a una familia
que sufre. Nos consta que la capacidad del terapeuta para
identificar y enfrentar efectivamente el patrón de la Lectura-
del-Pensamiénto, constituye una de sus intervenciones más
importantes para ayudar a una familia a trasladarse de un
sistema rígido y cerrado a otro que les permita la libertad
de crecer y transformarse.
Estrechamente ligado al patrón general de la Lectura del
Pensamiento existe otro muy importante, el de la E quiva­
lencia C om pleja,n que se refiere a los nombres que las per­
sonas relacionan con su experiencia.

terapeuta Dave

Dígame, detalladamente, cómo per­ Claro, fíjese usted en la manera


cibió usted, precisamente ahora, en que ella m e está mirando . . .
que ella estaba dependiendo de por eso sé que está dependiendo
usted . . . de mí.

Me pregunto s i . . . Cuando entrecierras los ojos y te


inclinas hacia adelante, sé que no
estás contenta conmigo.

Dave está ofeciéndonos una excelente demostración sobre la


manera que tiene la gente de calibrar su experiencia. Dave
ha decidido que, siempre que Marcie lo mira de cierta ma­
nera (no especificada), ella está dependiendo de él, está expe­
rimentando un estado interior que él califica como “de-
pendencia”. En el segundo ejemplo, Dave ha determinado
que, siempre que Marcie entrecierra los ojos y se inclina
hacia adelante, no está contenta con él. Ambos casos tienen
en común que Dave ha igualado una parte de la conducta
observable de Marcie con su comunicación total, y luego
la ha rotulado como una experiencia interna

Ejemplos de Equivalencia Compleja


C onducta observable E xperiencia interna

M arcie mira en cierta forma = M arcie está dependiendo de


Dave

M arcie entrecierra los ojos y = M arcie no está contenta con


se inclina hacia adelante Dave.

Lo que aquí estamos demostrando es que la gente se causa


a sí misma sufrimientos y dificultades, cuando aplica una
palabra (etiqueta) a alguna parte de su experiencia y con­
funde la etiqueta con la experiencia. Un fenómeno muy
poderoso que hemos observado en nuestra profesión, es el
hecho de que la gente presta gran atención a diferentes por­
ciones de su experiencia y, subsecuentemente, puede llegar
a poner la misma etiqueta a otra experiencia totalmente dis­
tinta. Por ejemplo, para las personas que utilizan más am­
pliamente su capacidad visual, la palabra respeto, tendrá,
lógicamente, alguna relación con el contrato visual, en tanto
que las que enfatizan las sensaciones corporales (sistema
cinestético representativo), pondrán mayor atención a la
forma en que los demás los tocan. Según este proceso, las per­
sonas pueden emplear la misma palabra para describir expe­
riencias muy diferentes. A dicho proceso lo designamos como
Equivalencia Com pleja (o sea, experiencias representadas
por palabras) y, típicamente, pueden ser muy diversas para
personas diferentes. Es decir, que en lugar de utilizar la retro-
alimentación (como por ejemplo, preguntándole a Marcie lo
que estaba sucediendo), Dave ha calibrado su experiencia,
mos con la regla de verificar explícitamente nuestra compren­
sión de los mensajes no verbales, en lugar de basar la co­
municación adicional sobre nuestra supuesta comprensión
de dichos mensajes. Lo que hemos observado infinidad de
veces, es que las personas, cuando están presionadas, tienden
a alucinar la experiencia interior de los demás y actúan
según estas quimeras, sin analizarlas previamente a fin de
confirmar si corresponden a la experiencia real de la otra
persona. Una vez que se inicia este proceso de Lectura del
Pensamiento sin verificación, la comunicación clara se en­
torpece y finalmente se desploma, y descubrimos a una familia
que sufre. Nos consta que la capacidad del terapeuta para
identificar y enfrentar efectivamente el patrón de la Lectura-
del-Pensamiénto, constituye una de sus intervenciones más
importantes para ayudar a una familia a trasladarse de un
sistema rígido y cerrado a otro que les permita la libertad
de crecer y transformarse.
Estrechamente ligado al patrón general de la Lectura del
Pensamiento existe otro muy importante, el de la E quiva­
lencia C om pleja,n que se refiere a los nombres que las per­
sonas relacionan con su experiencia.

terapeuta Dave

Dígame, detalladamente, cómo per­ Claro, fíjese usted en la manera


cibió usted, precisamente ahora, en que ella m e está m ira n d o . . .
que ella estaba dependiendo de por eso sé que está dependiendo
usted . . . de mí.

Me pregunto s i . . . Cuando entrecierras los ojos y te


inclinas hacia adelante, sé que no
estás contenta conmigo.

Dave está ofeciéndonos una excelente demostración sobre la


manera que tiene la gente de calibrar su experiencia. Dave
ha decidido que, siempre que Marcie lo mira de cierta ma­
nera (no especificada), ella está dependiendo de él, está expe­
rimentando un estado interior que él califica como “de-
pendencia”. En el segundo ejemplo, Dave ha determinado
que, siempre que Marcie entrecierra los ojos y se inclina
hacia adelante, no está contenta con él. Ambos casos tienen
en común que Dave ha igualado una parte de la conducta
observable de Marcie con su comunicación total, y luego
la ha rotulado como una experiencia interna

Ejemplos de Equivalencia Compleja


Conducta observable E xperiencia interna

M arcie mira en cierta forma = M arcie está dependiendo de


Dave

M arcie entrecierra los ojos y = M arcie no está contenta con


se inclina hacia adelante Dave.

Lo que aquí estamos demostrando es que la gente se causa


a sí misma sufrimientos y dificultades, cuando aplica una
palabra (etiqueta) a alguna parte de su experiencia y con­
funde la etiqueta con la experiencia. Un fenómeno muy
poderoso que hemos observado en nuestra profesión, es el
hecho de que la gente presta gran atención a diferentes por­
ciones de su experiencia y, subsecuentemente, puede llegar
a poner la misma etiqueta a otra experiencia totalmente dis­
tinta. Por ejemplo, para las personas que utilizan más am­
pliamente su capacidad visual, la palabra respeto, tendrá,
lógicamente, alguna relación con el contrato visual, en tanto
que las que enfatizan las sensaciones corporales (sistema
cinestético representativo), pondrán mayor atención a la
forma en que los demás los tocan. Según este proceso, las per­
sonas pueden emplear la misma palabra para describir expe­
riencias muy diferentes. A dicho proceso lo designamos como
Equivalencia Com pleja (o sea, experiencias representadas
por palabras) y, típicamente, pueden ser muy diversas para
personas diferentes. Es decir, que en lugar de utilizar la retro-
alimentación (como por ejemplo, preguntándole a Marcie lo
que estaba sucediendo), Dave ha calibrado su experiencia,
de manera que, cada vez que percibe ciertos movimientos de
Marcie, él “ sabe” lo que ella está sintiendo» Tómese nota
de que el terapem*' * i dos diferentes tinos de re so rb ­
ías p * iaw d c J ». di Equivalencia Ce- ; ;eja'¿! partir
de *líí \ i £t linimiento de Dave, Primero, eí tera­
peuta :,/cúi,i2hi o icstiiiíuii.u que Dave*le ha presentado, sobre
la í - rt-^ra del Pensamiento y la Equivalencia C o iif *a
i ví11' ■él emplea. Esto cumple dos propósitos: el
peuta verifica para asegurarse de que ha comprendido el
proceso de Lectura del Pensamiento que Dave está expo­
niendo: al mismo tiempo, la reexposición del terapeuta per­
mite que Dave escuche la descripción completa del proceso.
De hecho, aquellos con quienes trabajamos con frecuencia
se reirán de muy buena gana cuando se les repita el debate
que acaban de tener, al reconocer que la pretendida relación
es completamente falsa. La reexposición del terapeuta hará
posible para otros, por primera vez, la comprensión de todo
el proceso, La respuesta de Dave es un buen ejemplo de esto.

N unca lo he p odido captar com pletam ente; usted sabe,


tal com o acabo de sentirlo cuando usted m e lo dijo . . .

?La segunda' respuesta que elabora el terapeuta consiste


en enfrentar en la familia el patrón de la Equivalencia Com­
pleja a partir de la Lectura del Pensamiento, al volverse al
otro miembro de la familia implicado (en este caso, Marcie)
pidiéndole que declare si la Equivalencia Compleja de la
Lectura del Pensamiento de Dave fue o no correcta. Según
se comprueba en la transcripción, Dave estaba alucinado.
(Utilizamos esta palabra siempre que nos referimos a ideas
“ prefabricadas” cuando no se dispone de datos objetivos.
Nuestra mente t ene que producir algo de todas las cosas.
Nosotros no consideramos esto como algo patológico dentro
de este contexto, solamente lo tomamos como dato expli­
cativo). Marcie no estaba realmente descontenta con él en
aquel momento. Hemos comprobado en la terapia, que gran
parte del sufrimiento que experimentan los miembros de una
familia está relacionado con la comunicación calibrada, la
cual se basa en la Equivalencia Compleja y la Lectura del
pensamiento. Esto hace que la habilidad del terapeuta para
percibir y enfrentár efectivamente estos patrones sea de gran
importancia.

M a rcie: No, estoy tratando de comprender lo que está sucediendo


aquí, y . . .
T erapeuta: Gracias, M arcie (volviendo a D ave). Dave, quisiera
que intentase usted algo nuevo para usted mismo y para M ar­
cie. ¿Está dispuesto a probar algo nuevo, Dave?
D ave: Está bien, de acuerdo . . . trataré. ¿De qué se trata?
T erapeuta: Dave, quiero que mire usted de frente a M arcie y que
le diga cómo está usted sintiéndose precisamente ahora, y según
lo haga . . .
Dave (in terru m p iend o): Oh, no; créame que me gustaría pero no
puedo.
T erapeuta: ¿No puede usted, Dave? ¿Qué se lo impide?
D ave: ¿Eh ? ¿Que qué me lo impide?
T erapeuta: Sí, Dave, ¿qué le impide a usted m irar de frente a
M arcie, mientras le dice lo que está usted sintiendo?
D ave: No lo sé . . . en verdad no lo sé. Sencillamente no puedo.
T erapeuta: Dave, ¿podría usted decirme lo que pasaría si lo hi­
ciese?
D ave: ¿Qué sucedería? No lo sé . . .
T erapeuta: } Supóngalo, Dave!

En esta parte de la transcripción, el terapeuta le pide a Dave


que intente algo nuevo, algo que va en sentido contrario a Ja
comunicación calibrada, implicada en la Lectura del Pensa
miento y la Equivalencia Compleja que se está desarrollando
entre él y Marcie. La respuesta de Dave consiste en manifes­
tar que le es imposible hacer lo que le pide el terapeuta:
sencillam ente no puedo. Ahora, el terapeuta sabe por expe­
riencia (mirando directamente a Marcie cuando se comunica
con ella) que mirarla directamente cuando le habla, sí es
posible para él. Por lo tanto, si Dave piensa que eso es impo­
sible, entonces su declaración es una señal de que se ha
pedido realizar un acto que está fuera de su patrón del
mundo y, más detalladamente, fuera de su modelo de lo que
es posible para él con M arcie. Uno de los patrones que más
nos ha ayudado a organizar nuestras experiencias en la tera­
pia familiar, es nuestra capacidad para vislumbrar los límites
de los modelos del mundo de todos los miembros de la fami­
lia; es decir, cuáles, acciones están literalmente fuera de los
límites que ellos se han marcado a sí mismos. En los sistemas
del lenguaje natural (verbal), existe un pequeño número de
expresiones que los lógicos denominan operadores m oda­
les12 de posibilidad y necesidad. Estos consisten en palabras
y frases que específicam ente identifican los límites del mo­
delo del mundo del que habla. Al reconocer estos límites,
nos encontramos en capacidad de ayudar a la persona impli­
cada a ensanchar su modelo para incluir en él lo que desea
para sí y para su familia, convirtiendo en elección algo que
había considerado como inevitable. En el siguiente inter­
cambio entre Dave y el terapeuta,

Operadores modales Respuesta del


Dave terapeuta

Es que sencillamente no puedo . . . ¿Q u é se lo im pide?

simplemente no puedo . . . ¿Q ué sucedería si usted


lo hiciera?

ambas respuestas del terapeuta ayudan a Dave a extender los


linderos de su mundo para continuar el proceso del cambio
hacia lo que él desea para sí y para Marcie.
En seguida proporcionamos la lista de las frases y pala­
bras más comunes en la lengua española que identifican los
límites de un modelo personal y, en oposición, las dos recu­
saciones verbales que según hemos comprobado, resultan
ser las más efect’vas para ayudar al cambio de estos límites.

Operadores modales Recusaciones del


de posibilidad terapeuta

incapaz de, no puedo, imposible, ¿q u é se lo im pide?


no debo, no hay manera
Operadores modales Recusaciones del
de necesidad terapeuta

tengo que, es necesario, debo, ¿ qué sucedería si usted


no hay alternativa, forzado a, lo hiciera?

Las recusaciones que el terapeuta hace a estas frases y pala-


bra claves, que identifican los límites del modelo familiar
sobre lo que les es factible, han resultado, según nuestra
experiencia, sumamente efectivas al cooperar con el proceso
del cambio. El tipo de intercambio ilustrado en la siguiente
parte de la transcripción está estrechamente ligado con los
operadores modales:

D ave: Oh no, en verdad me gustaría mucho, pero simplemente no


puedo.
T erapeuta: ¿Qué se lo impide?
D ave: No lo sé realmente . . . sencillamente no puedo.
Terapeuta: Dave, ¿qué sucedería si usted lo hiciera?
D ave: Realm ente no lo sé.
Terapeuta: ¡Supóngalo usted, Dave!

Frecuentemente, cuando se usan patrones verbales para ayu­


dar a la familia en el cambio, hemos escuchado la respuesta,
no lo sé. Hemos comprobado que el pedirles a las personas
que adivinen, los alivia de la presión de tener que saber con
exactitud, y, por lo tanto, pueden producir material más
relevante. Al responder con un congruente suponga una y
otra vez, hemos capacitado a los miembros de la familia
para que manifiesten algo importante respecto a lo que les
impide conseguir algo para sí mismos. Una persona que dice
ignorar la respuesta de alguna pregunta, al solicitársele que
la imagine, invariablemente genera una respuesta. Ésta sólo
puede provenir de un lugar: su modelo del mundo. En
consecuencia, su réplica nos revela muchísimo acerca de la
manera como coordina su experiencia, cuáles son sus recur­
sos y los límites que acepta, etcétera.
Prosigamos ahora con la transcripción. Esencialmente, en
la parte que nos saltamos, el terapeuta siguió trabajando con
Dave, ayudándole a comprender qué cosa es la que desea para
sí y para los miembros de su familia. Para llevar esto a cabo,
el terapeuta se asegura principalmente de que comprende lo
que Dave le está relatando; le insiste para que trate de co­
municarse en un lenguaje privado de nominalizaciones, su­
presiones, verbos relativamente no especificados, o nombres
carentes de índice referencial. Reanudamos la transcripción
precisamente después de que el terapeuta ha puesto su
atención en Marcie, la esposa y madre de familia.

T erapeuta: Bueno, M arcie, ha tenido usted la oportunidad de ob­


servar y escuchar mientras yo trabajaba con Dave, su esposo.
Me pregunto de qué se habrá dado cuenta entretanto. ¿Estaría
usted dispuesta a dárnoslo a conocer?
M arcie: Seguramente; creo que veo claramente lo que usted está
tratando de hacer. Usted sabe, no soy ninguna tonta; tengo ojos,
me doy idea.
T erapeuta: ¿Qué es lo que usted notó específicam ente, M arcie?

El terapeuta está demostrando aquí un principio muy im­


portante: ha dirigido su comunicación verbal a uno de los
miembros de la familia. A lo largo de esta etapa, los demás
han tenido la oportunidad de observar y de escuchar el pro­
ceso de comunicación entre Dave y el terapeuta. Éste le pide
ahora a Marcie que haga algún comentario sobre el inter­
cambio entre él y Dave. Al solicitarle su opinión, empleando
preguntas implícitas y órdenes corteses (postulados de con­
versación), el terapeuta consigue varios objetivos:

a) Transmite a cada miembro de la familia el mensaje de que,


no solamente acepta los comentarios sobre su conducta y
acerca del proceso de la comunicación, sino que, de hecho,
los anima, y toma en serio su capacidad para comprender
y sacar conclusiones de su práctica, y que está interesado
en saber lo que esa experiencia significa para ellos.
b) Solicita que o¿ro miembro de la familia le exponga los re­
sultados de su capacidad para sacar conclusiones de una
complicada fase de la interacción familiar.
El terapeuta le pide categóricamente a Marcie i. r * v-
fieste qué es lo que ha aprendido y deducido de
ción entre él y Dave. Esta es una forma muy impor , iv
que el terapeuta se vale para ofrecer explícitamente *< *}-
saje de que, aunque su comunicación verbal ha estado f i n ­
gida a Dave, todos los demás miembros de la familia están
involucrados al mismo tiempo; todos ellos participan del
proceso de la comunicación, En segundo lugar, cuando el
terapeuta alienta a Marcie a que haga comentarios acerca
de ¿>u experiencia sobre la interacción Dave-terapeuta, le está
solicitando que repita una prueba de observación con la cual
todos ya estamos familiarizados. Cuando éramos niños, cada
uno de nosotros aprendió muchísimo de lo que sabemos del
mundo al observar y escuchar la manera en que nuestros
padres y otros adultos se comunican. En esta ocasión, el con-
texto invita abiertamente a “escuchar”, en contraste con gran
parte de la experiencia de nuestra infancia, en la cual esto
nos estaba tácitamente prohibido. Al repetir explícitamente
esta situación, el terapeuta le proporciona a Marcie la opor­
tunidad de actualizar sus antiguos conocimientos, así como
sus conceptos sobre su sistema familiar original.
Cada uno de nosotros coordina y representa sus propias
experiencias, y cada cual utiliza diferentes formas y estilos
que son únicos para cada uno de nosotros. Mi experiencia del
“mismo mundo” diferirá del de ustedes en algunos puntos. A
través de nuestra herencia genética inicial y de nuestra am­
plia experiencia de la lucha por la vida, cada cual se ha fabri­
cado un plano o modelo del mundo que utiliza para orientar
su conducta. No observamos al mundo directamente, sino
que más bien lo contemplamos a través de los modelos que
hemos establecido para ayudarnos a organizar nuestra expe­
riencia progresiva. Los medios de que nos valemos para crear
y elaborar nuestros modelos del mundo constituyen las tres
normas universales de la modelación humana: la supresión,
la distorsión y la generalización.13 Cuando prestamos aten­
ción únicamente a partes seleccionadas de nuestro medio
ambiente e ignoramos otras, estamos haciendo uso del prin­
cipio de modelación conocido como supresión. Cuando nos
representamos un objeto bidimensional, estamos distorsio­
nando. Cuando nos aproximamos a una entrada que jamás
habíamos vislumbrado, extendemos la mano y asimos el tira­
dor de la puerta, lo hacemos girar y abrimos sin que nin­
guna decisión consciente intervenga en el proceso, estamos
haciendo uso del principio de modelación conocido como
generalización, esto es, según nuestra experiencia anterior,
siempre que veíamos y tocábamos una puerta con tirador,
conseguíamos abrirla simplemente al asir la perilla, darle la
vuelta y tirar de ella, así que generalizamos respecto a la nueva
experiencia (la nueva puerta). A través de nuestros años de
práctica, cada uno de nosotros ha desarrollado ciertas estra­
tegias (la mayoría de las veces, de manera inconsciente) para
modelar nuestra experiencia. Al pedirle a Marcie que haga
algunos comentarios acerca de lo que percibió durante el
diálogo entre Dave y el terapeuta, este último tiene oportu­
nidad de comparar su conocimiento del modelo creado por
él mismo, con las impresiones de Marcie. Específicamente, el
terapeuta puede enterarse, al escuchar la respuesta de Marcie,
de cuál de las distintas maneras de representar su experiencia
es para ella la más valiosa, esto es, qué sistema de represen­
tación14 es el que Marcie utiliza más. ¿Cómo puede el tera­
peuta precisar esto partiendo de la respuesta que le propor­
cione Marcie? En seguida, ofrecemos una lista de verbos
descriptivos, así como otros fragmentos de las frases emplea­
das por ella, que en su mayoría está íntimamente relacionada
con las descripciones de un proceso o de un verbo:

____________________ Marcie
creo ver claramente tratando de hacer ojos darse idea

Nos referiremos a estos vocablos como palabras de proceso


(predicados) que, en esbozo, incluyen verbos, adverbios, ad­
jetivos9y nom inalizaciones. De los ocho predicados que Marcie
ha utilizado en esta primera comunicación, cuatro son pala­
bras que presuponen una representación visual de su expe­
riencia. Los otros cuatro no están especificados con respecto
a la clase de representación que señalan. Por ejemplo, una
persona puede hacer algo o intentarlo por medio de sonidos
(una representación auditiva) o por medio de sensaciones (re­
presentación cinestética), etcétera. Una manera de compren­
der un importante tipo de planeación en la comunicación de
Marcie, así como en su habilidad para interpretar (o m ode­
lar) su experiencia, es advertir que su elección de los predi­
cados confirma que la manera principal por medio de la cual
ella produce una representación de su experiencia es creando
imágenes de la misma. En los vocablos que aquí estamos
exponiendo para nuestro modelo de terapia familiar, los
predicados que Marcie seleccionó denotan que el sistema
representativo que más utiliza, es el visual. En seguida pro­
porcionamos una lista de algunos de los predicados que em­
pleó Dave para expresarse al principio de la transcripción.

Dave
sentir jalando seguro captar palpar

querer sentir necesitar saber perdí contacto

De los diez predicados de esta lista que Dave utilizó, más de


la mitad presuponen un sistema de representación cinesté­
tica, es decir, Dave coordina su experiencia, su modelo del
mundo, a base de sentimientos. En consecuencia, el sistema
representativo que más utiliza, es el cinestético. Los demás
predicados que emplea son consistentes con esta declaración,
en tanto que son indeterminados con relación al sistema re­
presentativo.
Conocer el sistema representativo que una persona usa
con más frecuencia, constituye, según nos consta, un tro­
zo de información sumamente importante. Hemos descu­
bierto que es conveniente utilizarla en nuestra práctica a fin
de establecer una comunicación efectiva. Si como terapeutas
podemos ser sensibles al sistema representativo empleado
con más frecuencia por la persona con la cual estamos traba
jando, entonces tenemos la alternativa de transferir nuestra
comunicación dentro de su sistema, De esta manera, nos ga­
namos su confianza, pues estamos demostrándole que com­
prendemos su experiencia progresiva, al cambiar, por ejemplo,
nuestros predicados para que coincidan con los suyos. El ser
claros sobre la manera en que la otra persona organiza su
experiencia del mundo, nos permite evitar algunos de los
típicos patrones de “clientes remiso-terapeuta frustrado”, tales
como los descritos en la primera parte de L a Estructura de
la M agia, I I , de Grinder y Bandler:

En ios últimos años (durante los seminarios de servicio activo) hemos


advertido que los terapeutas interrogaban a las personas con
quienes estaban trab aja ¿do, sin tener ningún conocimiento de ios
sistemas representativos utilizados. Típicamente, ellos sólo emplean
los predicados de sus propios y más estimados sistemas repre­
sentativos. He aquí un ejemplo;

Persona visual: mi marido, sencillamente no me considera como


una persona valiosa.
Terapeuta: ¿Q ué opina usted sobre eso?
Persona visual: ¿Cómo dice?
Teroreua: ¿qué opina usted que su marido no piense que sea
usted una persona?

Esta sesión siguió y siguió hasta que el terapeuta salió y dijo a los
autores:

Me siento frustrado; esta mujer está dándome mucho quehacer.


Se opone a todo ío que yo hago.

Hemos presenciado cómo los terapeutas que utilizan esta clase de


comunicación equivocada, desperdician con sus pacientes mucho
tiempo valioso . . . El terapeuta de la transcripción anterior realmente
estaba tratando de ayudar, y la persona que lo acompañaba tam­
bién procuraba cooperar; pero sin que ninguno de los dos fuera
sensible a los sistemas representativos. En estas condiciones, la co­
municación entre las personas generalmente es fortuita y tediosa»
Cuando dos personas intentan comunicarse utilizando predicados
diferentes, con frecuencia llegan incluso a ofenderse.
Típicamente, los cinestéticos se quejan de que la persona audi­
tiva y la visual no son sensibles. Los visuales sostienen que los
auditivos no les prestan atención porque no hacen contacto visual
durante la charla. Las personas auditivas deploran que los cinesté-
ticos no escuchen, etcétera. El resultado es que, generalmente, un
grupo llegue a considerar al otro como deliberadamehte malo, per­
judicial o patológico.

La verdad que estamos ilustrando es que una de las apti­


tudes vigorosas que nosotros, como terapeutas, podemos desa­
rrollar, es la capacidad de ser sensibles respecto a los siste­
mas representativos. Para que ocurra el cambio, para que
las personas con quienes trabajamos estén dispuestas a com­
prometerse, para que lleguen a confiar en nuestra direc­
ción para efectuar la mudanza, tienen que estar plenamente
convencidas de que nosotros comprendemos su experiencia
y de que somos capaces de comunicarnos con ellos respecto a
ella. En otras palabras,, en nuestro papel de auxiliares de las
personas, aceptamos responsablemente la misión de hacer
contacto con la gente a quien estamos tratando de ayudar.
Una vez que lo hayamos realizado (uniformando los sistemas
representativos, pongamos por caso) podremos ayudarlos a
ampliar sus alternativas para representar su experencia y co­
municarla. Este segundo paso, o sea, el de conducir al indi­
viduo hacia nuevas dimensiones de experiencia, es muy im­
portante. Con mucha frecuencia, hemos observado que los
miembros de la familia se “especializan”; uno da especial
importancia a la representación de la experiencia, otro a la
parte cinestética de la misma, ectétera.
Por ejemplo, hemos descubierto en la transcripción que
el principal sistema representativo de Dave es el cinestético,
en tanto que el de Marcia es el visual. Una vez que hemos
hecho el contacto, nos ponemos a trabajar para asistir a Dave
a desarrollar su capacidad de explorar las dimensiones visua­
les de su experiencia, y también ayudar a Marcie a relacio­
narse con las sensaciones corpo ales.15 Sobre esto tenemos dos
importantes resultados:

a) Dave y M arcie aprenden a comunicarse mutuamente de una


manera eficaz.
b) Cada uno de ellos amplía sus alternativas para representar
y comunicar sus experiencias, convirtiéndose así en seres
humanos más evolucionados, más cabales, más capaces de
expresar y aprovechar su potencial humano.

Dentro del contexto de la terapia familiar, al identificar


el sistema representativo más usado por cada miembro de la
familia, el terapeuta se entera de qué partes de la experien­
cia activa de la familia están más al alcance de cada uno de
ellos. Esta comprensión permite que el terapeuta sepa, dentro
de los patrones de comunicación familiar, dónde buscar la
comunicación defectuosa y en qué punto fallan para lograr
la comunicación que pretenden. Por ejemplo, si una persona
de la familia es principalmente visual, y otra es auditiva, el
terapeuta tiene que estar muy alerta para advertir cómo se
comunican entre sí, cómo se retroalimentan mutuamente.
Especialmente cuando nos encontramos bajo presión, cada
cual tiende a depender únicamente de su sistema represen­
tativo original. Llegamos a admitir una parte de nuestra
experiencia como un equivalente del todo, aceptando, por
ejemplo, sólo lo que vemos como equivalente a lo que es to­
talmente perceptible no sólo a través de nuestros ojos, sino
también a través de nuestra piel, nuestros oídos, etcétera.
Esto explica la íntima relación que existe entre los sistemas
representativos y las variaciones de la Lectura del Pensamien­
to y de las Equivalencias Complejas desarrolladas por los
miembros de la familia.
Tocante a este punto de la presentación de los patrones
que hemos reconocido como prácticos al organizar nuestra
experiencia en la terapia, vamos a cambiar la manera de pre­
sentar la transcripción. Hemos identificado los más impor­
tantes de los patrones verbales que aparecen en nuestro
modelo de terapia familiar y, con la introducción del prin­
cipio de los sistemas representativos, hemos comenzado a
trasladarnos hacia el siguiente nivel de patrones. Las comu­
nicaciones verbales y la capacidad de ustedes para percibir
las discrepancias que hemos presentado, constituyen partes
muy importantes de un modelo efectivo para la terapia fa­
miliar. Sin embargo, estos patrones verbales, junto con la
habilidad que tengan ustedes para responderlos de una
manera sistemática, como quiera que sea, constituyen sola­
mente una parte del modelo total. En la presentación del
trasunto hasta este momento, nos hemos limitado a informar
sobre los patrones verbales. En esta forma, esperábamos en­
contrar un punto de referencia común, desde el cual cada
uno de ustedes pudiera relacionar lo que estamos describiendo
en este libro con su propia experiencia adquirida en la tera­
pia. Esperábamos que, al hallar este punto de referencia
común, ustedes pudieran ser capaces de utilizar en el ejerci­
cio de su profesión, los patrones que hemos examinado.
Ahora nos trasladamos al siguiente nivel de experiencia,
una de cuyas partes está formada por los patrones verbales
que acabamos de analizar.

Patrones de terapia familiar efectiva

Nivel II

Como ser humano, cada uno de nosotros posee muchas


alternativas sobre la forma de presentarnos (o sea el sistema
que empleamos para comunicarnos). La mayor parte del
tiempo, a medida que nos encontramos, nos separamos y nos
volvemos a reunir, no efectuamos decisiones conscientes sobre
la manera de comunicarnos. Por ejemplo, normalmente, no
seleccionamos conscientemente las palabras precisas, y aún
con menos frecuencia, elegimos conscientemente la forma
sintáctica de las frases con las que nos expresamos verbalmen­
te. No obstante, aun en este nivel de planteamiento de la
comunicación, las selecciones inconscientes que realizamos
son sistemáticas y nos dan a conocer mucho acerca de las
formas que utilizamos para organizar nuestra experiencia, cre­
cimiento y transformación. Esta, en efecto, constituye una
manera de interpretar los patrones verbales que hemos exa­
minado en el Nivel I. Estas normas de selección, realizadas
por las personas con las que estamos trabajando en la tera­
pia, con respecto a la estructura de las frases que utilizan
para presentarse a sí mismas, constituyen las rutas por las
que el terapeuta puede llegar a comprender rápida y eficien­
temente su modelo del mundo y la manera en que organizan
su experiencia.
La comunicación verbal constituye solamente una parte
del complejo proceso de la relación entre las personas. Al
mismo tiempo que alguien se presenta por medio de las
palabras y los patrones verbales precisos que ya hemos ex­
puesto, mantiene también algunas partes de su cuerpo en
determinada postura mueve las manos y los pies, los brazos
y las piernas con ademanes uniformes o irregulares, rítmicos o
descompasados; charlar en un tono de voz melodioso, estri­
dente, áspero o cantarín; habla con un tono constante, o
aumentando o disminuyendo la velocidad; mueve los ojos
rápida y est rutadoramente, o mantiene la mirada inmóvil,
con los ojos enfocados o fuera de foco; altera el ritmo de su
respiración, etcétera. Cada uno de estos ademanes, gestos,
entonaciones, etcétera, son elecciones que realizan general­
mente a nivel inconsciente, sobre la manera en que se pre­
senta a sí mismo, o sea la manera que utiliza para comunicarse.
Cada uno constituye, en efecto, un mensaje acerca de su
experiencia activa, de ia manera en que coordina su mundo,
de lo que percibe más sutilmente» Lo mismo que con los
patrones verbales, los cuales, tan pronto como los ha vis­
lumbrado el terapeuta, puede emplearlos para realizar una
intervención terapéutica eficaz, también, en el caso de los
mensajes transmitidos por la voz de la persona, los movimien­
tos de su cuerpo, etcétera, el terapeuta puede adiestrarse en
la identificación de los patrones e intervenir para ayudar a
esa persona a progresar y efectuar cambios.
Una de las maneras más prácticas de proceder en esta
complicada área, según nos consta, consiste en que los tera­
peutas aprendan a reconocer los patrones de congruencia e
incongruencia. Cuando una persona se comunica congruen­
temente, todos los mensajes que transmite concuerdan; son
consisterir.es, coinciden entre sí. La comunicación meongruen-
•r- , , ^ la o tra persona
te se manifiesta cuando los mensajes que * . s
— t* y i/in d e su vuí- y ias
envía por medio de su cuerpo, la entonación ^ ndej. a
palabras que emplea, no concuc - » A tin ^ ^ ^
desempeñar esta mescolanza y r j pender a ^ - (_arto
ñera positiva, ya dentro de la í * o en ^
diano que tenemos iiin lámeme, debemos 1 ,
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caminos para recibir y ^ -<■anizar r '«la esta in 1^ '
puede sustituir la capa* idad d*-? ¡ erapei ta aerKe ^ . ¡a
sentir. A fin de distinguir la c- mmicación eon p r;> as
incongruente, el terapeuta «-¡ene que ^ fc‘Pe/ d\^TO pac ,r
vías de acceso. Si dejara de h-t <i 'o, cot *ería ei - - ^®nroll¿.arse
por alto los mensajes de «. a a pcisuiia> Ff rr>v ^
preocupado, o bien, alucn*. i 'fm aje? \^aS^r,r r un
recibir los que en reai:dad ^ ^án exptr:^ « n-
^terapeuta no aguza, todos í >A< c í>eí‘~*L'a o Tf *. , / <ri.
zará éxito en la Lectura de- 7 c/is^miento, rs** 3 1 ^ rid
tincar y responder positivamente a los
la persona con quien está trabajando. . L
Cada uno d e nosotros >,:- e u - sistema n e r ^ i a ^ - y ^
tona personal, y una visión ~ modelo de* u ^ otrQ sujeto
únicos para cada persona. Cuando c o n o c e m o s ^ reípecto
y nos comunicamos minuciosamente, somos sen ^ ev«iuar
al otro individuo, con la esperanza de aP*®"¡(¿ ‘así como
su singularidad y lograr una verdadera reí g ' rimentar
nosotros cambiamos y progresamos a través ° " ' j u^ac¡¿ n es¡-¿
nuestras diferencias. Gran parte de n" f tr* a ¡ e verbal que
encauzada hacia la seguridad de que ei ícng ^ s e re _
intercambiamos con los demás (el español, P °r ^ capacj_
fiere a este libro), concuerde l o bastante com° a a jas perso-
tarnos a establecer el contacto. Esto p r o p o r c i o n a jeníuaj e
ñas que pertenecen al mismo grupo de cU!t^IjengUaje cor-
una base para la comunicación. En el caso e rciona
poral, tonalidad vocal, etcétera, casi no se n r ^ conoce
ninguna educación formal; en realidad, lo ^ueg-n embar.
acerca de estas formas de lenguaje es muy P(* ° _ yoIumen
go, estos mensajes no verbales constituyen el ¡ humanos,
de la información con que se comunican los seres
Uno de los medios para hacernos más perceptivos a las
variaciones que existen de persona a persona en el lenguaje
no verbal que transporta gran parte de nuestra comunicación,
consiste en analizar las diferencias que se advierten en el
lenguaje corporal y en las gesticulaciones propias de cada
cultura. En algunas de ellas (como en la italiana, pongamos
por caso) sostener la mano con la palma hacia arriba más o
menos al nivel del mentón y extendida al frente, abriéndola
y cerrándola, es una manera de decir adiós, mientras que
entre nosotros, este gesto quiere decir acércate. También
hemos comprobado que dentro de las distintas culturas exis­
ten muchas diferencias en lo que respecta al significado de
los elementos del lenguaje no verbal. Para una persona, la
frente arrugada puede indicar ira y disgusto, mientras que
para otra, es simplemente signo de concentración. Asimismo,
el desviar la mirada de la persona con quien se está hablan­
do inmediatamente después de escuchar una pregunta y antes
de responderla, significa, en el comportamiento de una per­
sona, algo así como estoy m olesto y no deseo responder; en
tanto que para otros, esto es simplemente una manera de
sugerirse a sí mismo (o sea, trazarse una imagen que le sirva
de base para replicar) una respuesta adecuada. En palabras
correctas, esto significa (más o menos), estoy coordinando mi
experiencia en imágenes, y contestaré dentro de un m om ento.
Cada uno de los movimientos corporales, así como las pos­
turas, las entonaciones de la voz, etcétera, que utilizamos en
los lenguajes no verbales con los que nos comunicamos, son
el resultado de nuestra propia historia personal y de nuestro
propio sistema nervioso; p is de ellos, si acaso, son cons­
cientes, y casi ninguno está uniformado, ya sea dentro de
nuestra cultura o a través de otras. El rasgo que aquí esta­
mos señalando es el de que, aun cuando 3a mayor parte de
la comunicación entre las personas es no verbal, muy poco
de ellas está calibrada, y existe mucho espacio para la mala
comunicación, especialmente en lo que se refiere a los fenó­
menos de la Lectura del Pensamiento y de la Equivalencia
Compleja que ya hemos examinado anteriormente.
Una visión muy general del proceso de la comunicación
que nos ha resultado muy útil al organizar nuestra experien­
cia, es que cada comunicación (constituida por la postura
corporal específica, los movimientos, el tono y el ritmo de la
voz, las palabras y la sintaxis de la frase) puede ser interpre­
tada como un comentario sobre tres áreas de la experiencia
presente:

el comunicador, el Y o ;
la persona a la que se dirige la comunicación, el Otro; y
el Contexto.

Esto lo representamos visualmente por medio del símbolo:

Y = el Y o

O — el Otro

G — el Contexto

Hemos comprobado que resulta muy útil verificar la comu­


nicación de una persona en relación con su capacidad de
permanecer alerta y comunicarse acerca de cada una de estas
dimensiones. Por ejemplo, si alguna persona, en determinado
momento, es incapaz de advertir y representarse a sí misma
y a los demás (comunicar) cada una de estas partes de la
experiencia humana, significa que esta incapacidad actual
está relacionada con las dificultades de su vida que la han
traído a la terapia. En consecuencia, esto nos indica el punto
donde pódeme intervenir para ayudarla a desarrollar su
aptitud para e rimentar y comprender cada una de estas
partes de la experiencia humana, proporcionándole así más
oportunidades para sí. Nótese que los mismos procesos de mo­
delación detallados en los patrones de comunicación verbal
del Nivel I de esta parte del libro, también aparecen aquí
en este patrón de nivel superior. Cuando algún miembro de
la familia nos dice:

estoy asustado

comprendemos que ha borrado (lingüísticamente) una por­


ción de su experiencia; específicamente, quién o qué lo está
asustando. Cuando una persona de la familia no es capaz de
percibir y comunicar sos propios sentimientos e ideas, o su
experiencia de otro familiar con el cual se está comunicando,
o el contexto en el que tiene lugar la comunicación, está
borrando (a nivel de conducta) una porción de su experien­
cia, así como una parte de su potencial como ser humano.
Hemos constatado que el proceso de restaurar esta supresión,
constituirá para el individuo una experiencia instructiva muy
poderosa, y le ayudará a obtener más oportunidades en el
curso de su vida.
Uno de nosotros (Virginia Satir) ha identificado cuatro
categorías o posturas de la comunicación que las personas
adoptan cuando se encuentran bajo tensión. Cada una de
estas categorías de Satir está caracterizada por una postura
corporal, una serie de gestos, acompañados por las sensacio­
nes corporales y la sintaxis. Cada cual constituye una cari­
catura:

Categorías de Satir Caricatura de

conciliadora servicio
recriminatoria autoridad
superrazonable intelecto
impertinente espontaneidad
I) Conciliador
Palabras — asentimiento — ( “Lo que usted quiera está bie.i.
Estoy aquí para com placerlo.” )
C uerpo — concilla — { “Soy incapaz'7. )
Fuero interno — ( “No soy nada; sin él estoy p e rd id o . No valgo
nada” . )

E l conciliador habla siempre en un tono o b s e q u i o s o ,


de agradar, disculpándose, sin disentir jamás, no im p°rta
que se trate. Es el “hombre del sí”. Había como si IC™
hacer nada por sí mismo; busca siempre la a p r o b a c i ó n
guien. Más adelante podrá comprobar que, si desempenara
este papel tan sólo cinco minutos, experimentaría repugnanaa
y deseos de vomitar.
Para realizar una buena labor conciliadora resulta de gran
ayuda el imaginarse a sí mismo como algo que carece abso­
lutamente de algún valor. Es usted afortunado si le permiten
comer. Le debe gratitud a todo el mundo, y es responsable de
todo lo que resulte mal. Usted sabe que pudo haber detenido
la lluvia si hubiera ejercitado su inteligencia; pero carece de
ella. Naturalmente que aceptará cualquier crítica que se le haga.
Por supuesto que agradece el hecho de que alguien le dirija
la palabra, sin tom ar en cuenta lo que se le diga o la forma
en que se lo diga. No osaría pedir nada para sí. Después de
todo, ¿quién es usted para solicitarlo? Además, si se porta
bien, todo vendrá por sí solo.
T rate de ser la persona más empalagosa, sufrida y servil. Im a­
gínese a sí mismo como si estuviera físicamente semiarrodillado,
tambaleándose un poco, extendiendo la mano en forma supli­
cante, y asegúrese de levantar la cabeza de manera que le duela
el cuello, forzando los ojos, de modo que tras breves instantes,
estará usted sufriendo una jaqueca.
Cuando usted habla en esta postura, su voz será plañidera y
destemplada, debido a que el cuerpo mantiene una posición tan
disminuida que a usted le falta el aire, suficiente para expre­
sarse con una voz profunda y armoniosa. Persistirá diciendo
“sí” a todo, sin im portar para nada lo que sienta o lo que
piense. Su actitud conciliadora es la postura corporal que co­
rresponde a la respuesta apaciguadora.

2) Recriminador
palabras — disienten — ( “Jam ás haces nada bien. ¿Qué es lo
que te pasa?” )
C uerpo — acusa — ( “Yo soy el que manda aquí” ).
Fuero interno — ( “Me siento solo y fracasado” ).

El recrim inador es un buscafaltas, un dictador, un amo. A c­


túa como un ser superior, y parece estar diciendo, “si no fuera
por ti, todo marcharía bien” . El sentimiento interno es de tiran­
tez en los músculos y en los órganos. Entre tanto, la presión
sanguínea aumenta. L a voz es áspera, tensa y con frecuencia
chillona y estrepitosa.
L a recriminación de categoría exige que usted sea lo más
gritón y tiránico que pueda. Que rebaje a todos y a todo.
En el papel de recriminador sería conveniente que usted se
representase a sí mismo apuntando acusadoramente con el dedo
índice e iniciando sus frases con: “nunca haces esto, o siempre
haces aquello, o por qué tú siempre, o por qué tú nunca . .
y así sucesivamente. No se preocupe por la respuesta. Es lo de
menos. El acusador está mucho más interesado en darse impor­
tancia que en enterarse realmente de algo.
Y a sea que lo sepa o no, cuando usted está censurando, res­
pira entrecortadamente, o retiene completamente el aliento, de­
bido a que los músculos de la garganta se encuentran en tensión.
¿H a visto usted alguna vez a un recriminador de categoría, con
los ojos saltones, los músculos del cuello y las fosas nasales des­
tacándose, con el rostro enrojecido y la voz que suena como si
alguien estuviera paladeando carbón? Imagínese que está usted
de pie, con una mano sobre la cadera y el otro brazo extendido
con el dedo índice apuntando al frente. Su cara está crispada,
los labios torcidos, las fosas nasales ensanchándose a medida que
usted vocifera, insulta y censura todo, cuanto existe bajo el sol.
3) Computador

Palabras — ultrarazonables — ( “Si uno observara cuidadosamen­


te, podría notar las manos gastadas por el trabajo de alguien
aquí presente” ),
C uerpo - computa - ( “Estoy calmado, sereno y tranquilo55).
Fuero interno — ( “M e siento vulnerable” ).

El com putador es muy correcto y razonable, no manifiesta


ningún sentimiento. Es calmado, sereno y tranquilo. Se le podría
com parar con un diccionario o con una computadora. E l cuerpo
se siente seco, frecuentemente frío y disociado. L a voz es desa­
brida y monótona, y las palabras tienden a ser abstractas.
Cuando usted sea un computador, utilice las palabras más
rebuscadas, aunque no esté muy seguro de su significado. Esto
al menos, le hará parecer inteligente. De cualquier m odo nadie
lo escuchará después del primer párrafo. P ara que usted se
posesione realmente de este papel, trate de im aginarse que su
espina dorsal es una varilla de hierro, larga y pesada, que
sube desde sus caderas hasta la nuca, con un collar del mismo
m etal de 30 cm de anchura rodeándole el cuello. M antenga
toda su persona tan inmóvil como le sea posible, incluyendo sus
labios. Le costará trabajo tener quietas las manos, pero trate
de hacerlo.
Cuando usted desem peñe el papel de com putador, su voz
naturalm ente se volverá inexpresiva, pues de pies a cabeza carece
Je^ sensaciones. Su mente está concentrada en perm anecer in­
móvil, y está ocupado en elegir las palabras adecuadas. Después
ae todo, usted no debe equivocarse jamás.
L o triste de este papel consiste en que p ara m uchas personas
«-presenta una meta ideal. “Pronuncie las palabras correctas;
j demuestre ningún sentimiento; no reaccione55.

i) im^ertmente

Palabras ~ improcedentes - (L as palabras no tienen sen tid o).


Cuerpo — anguloso y distorsionado.
F u ero E tern o - ( “Nadie me toma en cuenta. No hay sitio para
m í5’ ).

Cualquier c-ísa que diga o haga ^ impertinente


extem poráneo ce ¿ asp e cto ’o ave a** r ?
diciendo o haciendo. Jam ás corresponde a Í2 ocasión, o a ^ensa-
ción interna es a e vértigo, L a voz puede ser c a r f ? T ^ ^ r^eilüdo
eno desacuerdo tonal con las palabras, y ésí r de subir y
b ajar, puesto que no está enfocado a ninguna parte.
Cuando usted represente el papel del impertinente, le será
muy conveniente imaginarse a sí mismo com o una especie de
trompo desequilibrado, girando siempre, pero sin que sepa hacia
dónde va, y sin darse cuenta de cuándo liega. Está usted dema­
siado ocupado moviendo ios labios, el cuerpo, los brazos y las
piernas. Asegúrese de no estar nunca de acuerdo con sus pala­
bras. Ignore las preguntas de todo el mundo; tal vez responda
con alguna propia, sobre un tema diferente. Q uite del traje de
alguien una pelusa imaginaria, desate las agujetas de los zapatos,
y así por el estilo.
Imagine que su cuerpo se mueve en diferentes direcciones
a la vez. Junte las rodillas en forma exagerada como si fuera
cascorvo. Esto hará que sus caderas sobresalgan y le facilitará
hundir los hombros haciendo que sus brazos y manos se muevan
en direcciones opuestas.
Al principio, este papel aparenta ser un descanso, pero des­
pués de algunos minutos de representarlo, surge la terrible sole­
dad y la falta de objetivo^ No lo notará mucho en tanto pueda
seguir moviéndose lo bastante aprisa.
Para practicar, adopte usted las cuatro actitudes físicas que
hemos descrito, sosténgalas por tan sólo sesenta segundos y ob­
serve los resultados. Puesto que muchas personas no están ha­
bituadas a sentir las reacciones de su cuerpo, a usted le parecerá
al principio que está tan ocupado pensando que no siente nada.
Continúe así y comenzará a percibir las sensaciones internas que
ya ha experimentado tantas veces. Entonces, en el momento
en que se encuentre de pie, relajado, tranquilo y capaz de mo­
verse, observará que su sensación interior cambia.
Tengo el presentimiento de que estas formas de comunica­
ción se aprenden en la temprana infancia. Representan lo
mejor que el niño puede colegir de lo que observa y escucha
a su alrededor. A medida que el niño trata de abrirse paso a
través del complicado y con frecuencia amenazador mundo que
lo circunda, emplea uno u otro de estos medios de comunica­
ción. Después de ponerles en práctica lo suficiente, ya no es
capaz de distinguir su reacción de su autovaloración o de su
personalidad.
El uso de cualquiera de estas reacciones fragua otro esla­
bón en el sentimiento de baja autoestimación o baja capacidad
de un individuo (ver Peoplem aking9 de Virginia S atir). Las
actitudes prevalentes en nuestra sociedad refuerzan también estas
formas de comunicación (muchas de las cuales se aprenden en
el regazo m aterno).
“No te impongas; el pedir cosas para ti es egoísta”, refuer­
za al conciliador.
“No consientas que nadie te rebaje; no seas cobarde” , for­
talece al recriminador.
“No seas tan serio. ¡Disfruta de la vida! ¿A quién le im­
porta?” animan al impertinente.
“No permitas que nadie se a más listo que tú. Sé más inte­
ligente que todos los que te rodean. ¡Explícalo todo pero no lo
experimentes!” (alientan al com putador).

(.Peoplemaking, de Virginia Satir, pp, 63-72; Science and


Behavior Books, 1972)

Finalmente, a la excelente descripción que hace Satir de


cada una de estas posturas de comunicación, nosotros agrega­
ríamos las correlativas sintácticas que hemos hallado para com­
plementarlas.

Categoría 1 de Satir — Conciliador

Empleo de los adverbios: si, solamente, apenas, siquiera, etcétera.


Utilización de modo subjuntivo de los verbos: pudiera, quisiera,
etcétera. Violaciones a la Lectura del Pensamiento.
Categoría 2 de Satir — Recriminado!*

Empleo de los cuantificadores universales; todos, cualquiera,


cada y e x , etcétera.
Empleo de las interposiciones negativas: ¿Por qué no? ¿Cómo es
que no puedes? etcétera. Violaciones a Causa-Efecto.

Categoría 3 de Satir — Computador (superrazonable)

Supresión del sujeto en los argumentos nominales; el sujeto de


Sos verbos activos tales como yo veo puede verse, o el objeto
de Sos verbos cuando éstos son reflexivos como en me molesta
— ■ X es molesto. Empleo de sustantivo carentes de índices refe-
rencloles: eso, uno, gente, etcétera. Empleo de nominalizaciones:
frustración, esfuerzo, tensión, etcétera.

Categoría 4 de Satir — Impertinente

Esto categoría, según lo hemos com probado, es una rápida alter­


nación de las tres primeras; por lo tanto, la sintaxis que la iden­
tifica es una rápida variación de ios patrones sintácticos descritos
anteriormente. Igualmente, la persona que presenta esta condi­
ción, muy rara vez emplea en sus respuestas pronombres que
se refieren a porciones de las frases y preguntas del terapeuta.

(The Structure of Magic, II, John Grinder y Richard Bandler,


p. 53; Science and Behavior Books, 1976)

Una manera de comprender cómo estas actitudes pueden


resultar provechosas en la práctica, es dándose cuenta de que
cada uno de estos patrones es útil para enfrentar diversas cir­
cunstancias, dado el contexto apropiado; pero que ninguno
de ellos es por sí solo completo. Por ejemplo, los mensajes
acerca del yo y del contexto, han sido suprimidos por el
conciliador. Comprendiendo que cada uno de éstos presenta
una alternativa, nosotros, como servidores de las personas, nos
sentimos capaces de ayudar a los sujetos con quienes trabaja­
mos para que tengan estos otros mensajes como alternativas
para la reacción. Otra manera de utilizar estas categorías de
Satir, que nos ha parecido oportuna, es la de cada una de las
actitudes representa un patrón universal de incongruencia
que se presenta frecuentemente.
Como terapeutas consagrados a la profesión de auxiliar a
las personas, diariamente nos enfrentamos con la tarea de
responder a los lenguajes no verbales. Por lo tanto, el pro­
blema con el cual nos encaramos es el de cómo interpretar
los enredos y complejidades de los mensajes no expresados
a fin de poder cooperar eficazmente en la renovación y el
progreso de la persona con la cual estamos trabajando. Hemos
podido comprobar que existen dos formas muy efectivas de
afrontar esta dificultad: primero, preguntar escuetamente
lo que significa algún movimiento corporal, o cierta ento­
nación, etcétera, repetitivas o lo que le parezcan ser al pa­
ciente (ya sea como imagen, sonido o sensación). Segundo,
hemos descubierto que una terapia muy dramática y eficaz
se puede basar exclusivamente sobre un juicio de igualdad o
discrepancia, congruencia o incongruencia, con respecto a
los mensajes que recibimos.16
Tómese nota de que ninguna de estas alternativas requiere
de que el terapeuta se sirva de la Lectura del Pensamiento.
En el primer caso, únicamente solicita que se le explique en
palabras (la relación completa de la Equivalencia Compleja),
y, en el segundo, 110 le señala ningún significado oral al men­
saje no verbal que está recibiendo, sino qnc simplemente
determina si los mensajes coinciden o no sí, A conti­
nuación proporcionamos algunos ejemplos de estos patrones,
tomados ulteriormente de la misma transcripción.

T erapeuta: Sí, M arcie; y me pregunto cómo podría usted saber si


Dave la está respetando.
M arcie: Bueno, por un detalle; él tiene que aprender a prestarme
atención; ¿cómo podrá respetarme si ni siquiera me presta aten­
ción? Como en este momento . . .
T erapeuta: M arcie, ¿cómo sabe usted que Dave no le está prestando
atención?
M arcie: Compruébelo usted por sí mismo; todo este tiempo, como
de costum bre. . . estoy hablando y él tiene la vista fija en el piso.
Terapeuta: Así que, si usted está hablando y nota que Dave no
está mirándola, ¿sabe entonces que él no le está poniendo nin­
guna atención?
M arcie: Eso es, veo que ha captado usted la idea.
Terapeuta: Bueno, yo no estoy tan seguro. Me gustaría que usted
le preguntara a Dave si él estaba o no prestándole atención a
usted, ¿de acuerdo?
M arcie: De acuerdo. Dave, me gustaría mucho saber si me estás
prestando atención. (Al decir esto, M arcie se inclina hacia ade­
lante, apuntando a Dave con el dedo índice de la mano iz­
quierda y con la derecha sobre su cadera, hablando con un tono
de voz estridente y tenso, y con los músculos del cuello y gar­
ganta en tensión).
D ave: Por supuesto, M arcie, tú sabes que . . .
Terapeuta (interrumpiéndolo) : Espere un momento, Dave. (vol­
viéndose hacia ella). M arcie, quiero decirle algunas cosas que
acabo de notar cuando le preguntaba a Dave si él le estaba pres­
tando atención, ¿de acuerdo? Tuve cierta dificultad para com ­
prender exactam ente lo que usted estaba comunicando. Escuché
las palabras que usted utilizaba, pero, de alguna manera, el
estilo en que usted movía su cuerpo y su mano izquierda, así
como su tono de voz> como que no iban de acuerdo con lo
que decía.
M arcie: Oh, es cierto. Bueno, fue idea de usted el que yo le pre­
guntara a Dave. Yo ya sabía que él no me estaba prestando
atención.

Prescindiendo de los patrones que ya hemos examinado,


notamos que el terapeuta está ejercitando sus sentidos (su
capacidad receptiva) para descubrir la incongruencia en la
comunicación de Marcie con Dave. Específicamente, las pa­
labras que él escucha no están de acuerdo con el tono de voz,
ni las posturas y los movimientos de las manos de ella. Sin
tratar de atribuirle ningún significado a estas sugerencias
no verbales, simplemente las expone a Marcie y declara que
le fue muy difícil comprender su comunicación. Reflexio­
nemos sobre lo que aquí ha sucedido: el terapeuta percibe
la Lectura del Pensamiento así como la Equivalencia Com­
pleja efectuados por Marcie:

no m e pon e atención = no m e m ira cuando estoy hablando


En seguida, procede a desarticular este fragmento de comu­
nicación calibrada al pedirle a Marcie que verifique con
Dave su equivalencia compleja a partir de la lectura del pen­
samiento. Cuando ella interroga a Dave acerca de esto, el
tono de su voz, su postura corporal y sus ademanes no van
de acuerdo con sus palabras. El terapeuta vuelve a interve­
nir, haciéndole ver a Marcie las incongruencias que él ha
notado en su comunicación, y le expresa la dificultad que
ha tenido para comprenderla. La reacción de Marcie clara
mente indica que está completamente calibrada con respecto
a la comunicación de Dave; está absolutamente convencida
de que él no le está prestando atención si no la está m iran do.
Puesto que está plenamente persuadida de ello, la tarea que
el terapeuta le ha pedido que realice no es congruente con
lo que ella piensa, y el resultado es una comunicación incon­
gruente.

M arcie: 'Oh, es cierto; bueno, fue idea de usted el que yo le pre­


guntara a Dave. Y o ya sabía que él no me estaba prestando
atención.
T erapeuta (volviéndose hacia D a v e ): Dave, quisiera que contes­
tara usted a la pregunta de M arcie.
D ave: Por supuesto; bueno, en realidad yo estaba escuchando lo
que M arcie (el terapeuta le hace señas a Dave de que hable di­
rectamente con M arcie), lo que estabas diciendo, M arcie (m i­
rán d ola). Oh, no tiene casa (mirando el suelo).
T erapeuta: Dave ¿qué le sucedió precisamente en ese momento?
Parecía que estaba mirando a M arcie y luego volvió a bajar la
vista.
D ave: Oh, es que vi otra vez esa mirada en la cara de M arcie. Sé
lo que significa: no está contenta conmigo.
T erapeuta: M arcie, ¿es o no es cierto lo que dijo Dave?
M a rcie; No; en realidad, yo estaba observando la cara de Dave y
pensando en lo mucho que me gustaría creerle.
T erapeuta: Dave, explíquenos cómo es que termina usted mirando
al suelo en lugar de ver a M arcie de frente.
D ave: ¿Cóm o dice?
Terapeuta: M e gustaría que describiera lo que le sucedió cuando
estaba platicando con M arcie y mirándola y luego terminó
bajando la vista.
D ave: Oh, es mi costumbre. No me expreso muy bien cuando
estoy tenso; usted sabe, ya se lo estaba explicando antes. Y
cuando M arcie me mira de esa manra, se me van las ideas,
¿comprende lo que le digo?
T erapeuta: Y cuando está usted tratando de escuchar y comprender
a M arcie ¿qué es lo que le hace term inar mirando al suelo?
D ave: En verdad, quiero escuchar y comprender lo que está di­
ciendo, y si trato de mirarla y noto en su cara esa expresión,
como la de antes, ya no escucho lo que está diciendo. Es cier­
to . . . de veras.
Terapeuta: M e pregunto (volviéndose hacia M arcie) si se dio cuen­
ta de que Dave no estaba mirándola a usted sino al piso, no
porque no estuviera prestándole atención, sino porque lo verda­
deramente importante para él es poner atención a lo que usted
está diciendo. ¿Sabía esto?
M arcie (comenzando a llorar suavem ente): Sí, Dave, te creo.
T erapeuta: Y usted, Dave, cuando ve esa expresión en el rostro
de M arcie; y que pensaba que se debía a que ella no estaba
contenta con usted, ¿comprende que esa es la m anera en que
M arcie le demuestra su interés y atención?

Esta parte de la transcripción muestra varios patrones


muy importantes. Nótese que algo del sufrimiento relacio­
nado con Marcie y Dave proviene directamente del sistema
de comunicación calibrada que ellos han empleado mutua­
mente. Marcie, de acuerdo con la manera en que coordina
su experiencia, ha establecido la Equivalencia Compleja de
que si Dave no la mira, no le está prestando atención. Según
la forma en que Dave coordina la suya, resulta que, siempre
que él está mirando a Marcie y percibe en su cara cierta
expresión, tiene que desviar la mirada a fin de permanecer
atento. Este es precisamente el círculo vicioso de la comu­
nicación fallida con que nos topamos tan a menudo: el acto
que algún miembro de la familia efectúa para conseguir
algo, es, precisamente, la sugerencia o señal para otro fami­
liar de que el primero no lo está haciendo. El ciclo se pro­
longa indefinidamente, porque no existe, en los actuales
patrones de comunicación, posibilidad alguna de retroali­
mentación.
Este intercambio entre Marcie y Dave, constituye un
magnífico ejemplo de la manera en que los patrones de Equi­
valencia Compleja y de Lectura del Pensamiento pueden
eslabonarse para crear una cadena de comunicación calibrada
que redunda en sufrimiento para toda la familia. Podemos
analizar el proceso paso a paso para identificar el patrón en
su totalidad y separar sus elementos.

1. Tanto M arcie como Dave son personas solicitas y de buena


fe. Desean sinceramente comunicarse entre sí. M arcie co­
mienza a hablar: Dave la observa y escucha.
2. M arcie se esfuerza por expresarse correctam ente, y Dave se
empeña en comprender. El ahínco que M arcie pone en co­
municarse, hace que cambie la expresión de su rostro, entre­
cierra los ojos para crear imágenes mentales que la ayuden
a coordinar su comunicación (hay que recordar que el siste­
ma. de representación que ella utiliza más es el visual), y
se inclina hacia adelante. Dave, en otras ocasiones, ha ob­
servado en el rostro de M arcie una expresión similar y ha
notado en ella movimientos parecidos cuando no está con­
tenta con él. Eso es, Dave tiene una Equivalencia Compleja
de:

1 'a rd e entrecierra los ojos y se inclina hacia adelante


— M arcie no está contenta con Dave.

3. De acuerdo con la Equivalencia Compleja, Dave “sabe” lo


que M arcie está pensando y sintiendo; esto es, utilizando la
Equivalencia Compleja, practica la Lectura del Pensamiento
para determinar la experiencia de M arcie. Esta es la primera
sección de la comunicación calibrada.
4. Puesto que Dave al notar los gestos antes dichos, “sabe55
que M arcie no está contenta con él, está tenso y le cuesta
trabajo escuchar y comprender lo que ella está diciendo.
Consecuentemente, desvía su mirada de M arcie y la fija en
el suelo. Tómese nota de que esta desviación es el resultado
de su deseo de comprenderla, además de su Lectura del Pen­
samiento.
5. M arcie se percata de que Dave ha desviado ios ojos de ella
y los ha clavado en el piso. Anteriormente, M arcie ya ha
notado este movimiento de parte de él, cuando no le está
prestando atención. Por lo cual, M arcie tiene la Equivalencia
Compleja de:
Dave desvía su mirada de M arcie y la fija en el suelo
= Dave no le está prestando atención a M arcie.

6. Por medio de la Equivalencia Compleja, M arcie “sabe” que


Dave no le está prestando atención, ella “conoce” la ex­
periencia interior que Dave está sintiendo. Ahora es M arcie
la que está leyendo el pensamiento; esto constituye la si­
guiente porción de la comunicación calibrada.
7. Puesto que M arcie “sabe” que Dave no le está prestando
atención, acrecienta sus esfuerzos para captar la atención de
él, inclinándose aún más hacia adelante y entrecerrando más
los ojos, según trata de coordinar su comunicación de m a­
nera más efectiva (creando imágenes de las formas que
podría utilizar para obtener su atención). Adviértase que es­
tos cambios que ella está experimentando son la consecuen­
cia de su deseo de comunicarse con Dave, además de su
Lectura del Pensamiento.

Dave y Marcie se encuentran ahora encerrados dentro de


un círculo vicioso. Mientras más empeño pone Marcie en
expresarse con mayor claridad, más indicios le ofrece a Dave
de que no está contenta con él, y mientras más percibe
Dave estas señales, más corresponde él a ellas, tratando de
comprender, ofreciéndole a ella las señales de que no le está
prestando atención, y mientras más percibe Marcie estas se­
ñales, más se esfuerza en comunicarse y captar su atención,
y mientras más . . . Después de cierto tiempo (cuando el ciclo
ha girado varias veces), Marcie estará efectivamente disgus­
tada con Dave, y él dejará realmente de prestarle atención,
a fin de evitar el molesto sentimiento que ella le causa. Este
último paso da el toque final a la comunicación calibrada
tal como lo confirman la Equivalencia Compleja y la Lectura
del Pensamiento sobre las cuales se basa dicho ciclo de co­
municación.
En la práctica, hemos comprobado que uno de los resul­
tados de los ciclos de la comunicación calibrada, tal como
los que hemos observado entre Marcie y Dave, consiste en
que, a medida que sigue fracasando la comunicación en di­
versas formas, se llega a desconfiar del propio valor como ser
humano. Por ejemplo, Marcie puede llegar a poner en duda
si es digna de atención de Dave, y éí puede llegar a pregun­
tarse si Marcie está descontenta con él porque no es capaz
de proporcionarle felicidad.
Un patrón íntimamente relacionado con el sistema del
que se vale el terapeuta para romper una comunicación cali­
brada, es el de la traducción. El sistema de representación
que más utiliza Marcie es el visual, y, supeditado a éste, es
el tipo de Equivalencia Compleja que ella establece: Dave
no le presta ninguna atención a menos que la esté m irando
mientras ella habla. Pero el sistema primario de Dave es el
cinestético. Puesto que él se siente incómodo (tenso y en
blanco) cuando nota que ella lo mira de cierta manera, desvía
sus ojos y los clava en el suelo, a fin de ser capaz de poner
atención. El terapeuta reconoce este patrón y lo manifiesta
explícitamente, a fin de traducirlo de un modelo de mundo
(el de Dave) al que utiliza Marcie.
Omitiendo una parte de la transcripción, nos adelantamos
hasta otro ejemplo de incongruencia:

T erapeuta (volviéndose hacia el h i j o ) : Muy bien, Tim , solamente


háblame de alguna cosa que te gustaría cam biar en tu familia.
T im (m irando rápidamente hacia su m a d re ): Bueno, realmente no
sé . . . m am á siempre dice que no se hable sobre . . .
M arcie (interrumpiendo, inclinándose hacia adelante en su asiento,
apuntando con su dedo, moviendo su cabeza lentamente de un
lado al o t r o ) : Adelante, cariño; di lo que gustes (tono de voz
estridente).
T im : Ah . . . creo que no lo deseo . . . tal vez luego.
T erapeuta: M argaret (la hija quinceañera), cuando M arcie le habló
a Tim hace un momento ¿qué fue lo que notaste?
M argaret: Bueno, pues no sé . . . ella parecía estar algo enojada y . . .
Terapeuta: ¿Qué fue lo que le dijo a Tim ?
M argaret: Cielos, la verdad no recuerdo.

En este intercambio se advierten varios ejemplos prove­


chosos: primero, nótese que las palabras que emplea Marcie
para expresarse no coinciden con la postura, los ademanes y
el tono de voz que utiliza cuando dialoga. Entre los mensajes
conflictivos que Marcie le está enviando a Tim (de doce
años), éste tiene que decidir a cuál responderá. Podemos re­
p r e s e n t a r visualmente este proceso de la siguiente manera:

1 ~ voz estridente
2 - dedo que apunta
3 — cabeza que se sacude
Marcie
4 — palabras — adelante, <
di lo que gustes

Tim decide (no es preciso que lo haga conscientemente) acep­


tar el primer grupo de tres mensajes y responder a éste más
que al último.
El terapeuta ha reconocido otra pieza de identificación
incongruente; en este caso, más que comentarlo él mismo, le
pide a otro miembro de la familia que lo haga. Su respuesta
permite que el terapeuta determine varias cosas: Margaret,
aparentemente, no se ha percatado de la incongruencia; úni­
camente declara la información que ha recibido visualmente.
Uno de los desafortunados pero muy comunes patrones resul­
tantes de la comunicación incongruente, es que la gente
expuesta a ella decide cerrar una de sus mayores fuentes de
información. En otras palabras, en vista de que los mensajes
que están recibiendo no concuerdan, su respuesta a esta
incongruencia (la manera en que ellos la resuelven) consiste
en suprimir sencillamente una de las fuentes de los mensajes
que no concuerdan. En el caso de Margaret, ella se da cuenta
de cómo se veía su madre, pero no de lo que dijo.
Varios hechos desafortunados resultan de este tipo de
decisión tomado por Margaret. Primero, ella ha marcado una
pauta, por medio de la cual, siempre que le ofrecen una co­
municación incongruente (una situación en la que los men­
sajes de la otra persona no concuerdan), selecciona sistemá­
ticamente la información que recibe visualmente. Esto la
priva de una fuente importante de conocimiento acerca de
las demás personas y del mundo que la rodea. Segundo, cuan­
do Marcie (o cualquier otra persona) se comunica de una
manera incongruente, está indicando que ella misma se en­
cuentra insegura, dividida, o con más de una opinión acerca
de lo que está aconteciendo. La comunicación incongruente
es un indicio de que la persona tiene más de un plan o mo­
delo de comportamiento, y de que dichos planes o modelos
se encuentran en pugna. Puesto que estos esquemas o guías
de su comportamiento chocan entre sí, cuando trata de res­
ponder a las demás personas, ofrece mensajes de cada uno
de estos modelos y las comunicaciones por tanto no con-
cuerdan. Cuando Margaret decide responder a sólo un grupo
de los mensajes (derivados de uno de los modelos del m un­
do de Marcie), pierde el contacto con la otra porción de su
madre. Cada uno de los modelos que posee Marcie constitu­
yen realmente un recurso y forman parte de ella. Cuando las
personas que la rodean llegan a responder a sólo una de estas
partes, la misma Marcie comienza a perder contacto con la
otra parte, y se vuelve completamente inconsciente de ese
otro recurso del que podría disponer.
Típicamente, ella bloquea su progreso y crecimiento como
ser humano viviente y creativo, su comunicación permanece
incongruente y se siente dividida, paralizada, hasta confusa,
acerca de lo que realm ente desea.17 Tercero, cuando Marcie
se comunica de manera incongruente, los demás miembros
de la familia arrostran la tarea de precisar a cuál grupo de
mensajes habrán de responder. Tomemos el caso de Margaret:
ella se percata únicamente de los mensajes que recibe visual-
mente. Nótese que ella rotula los signos no verbales: p arecía
estar algo enojada. Esto, por supuesto, es un patrón que ya
hemos identificado varias veces, el de la Equivalencia Com-
pleja:
1 — tono de voz estridente
2 — dedo que apunta
3 — cabeza que se sacude
Marcie
y— . . , parecía estar algo
enojada . . .
4 — palabras — adelante, cariño,
di lo que gustes
para Margaret
Esta Equivalencia Compleja, en particular, es muy probable
que se convierta en una parte de la comunicación calibrada,
es decir, cada vez que Margaret mira y escucha las señale-
anteriormente descritas, sin importar lo que esté sucediemi**
ella decidirá (de nuevo, quizá inconscientemente) que Marcie
está algo enojada. En esta forma el fenómeno de la común:
cación incongruente sirve de base para establecer la EqiK-
valencia Compleja de la cual procede la Lectura del Pensa­
miento y las secuencias de la comunicación calibrada, qu
con tanta frecuencia son motivo de sufrimiento. Al pedirla
a varios miembros de la familia que describan sus exper je*
cias de los procesos corrientes, el terapeuta comienza a (h
cubrir las reglas y los modelos de lo que les está y lo que
les está permitido hacer, decir, o notar respecto a sí misino
y a cada uno de los otros,18
Algunas de las reglas que, según liemos comprobado, resul­
tan muy útiles para llegar a comprender los sistemas fami­
liares, especialmente los comprendidos dentro-del contexto
de la terapia, son el tipo de reglas que delimitan lo que Ut<
personas de la familia pueden percibir y poner en pr:’ :n <\
cuando experimentan comunicaciones incongruentes. O-ra
manera de comprender estas reglas consiste en p re c ia i *
canales receptivos que pueden utilizar los miembro? tí**
familia. Estos constituyen, a menudo, los patrones de Ev »'*-
valencia Compleja que se presentan una y otra vez. El am °
rior ejemplo de Margaret y Marcie sugiere que la información
proveniente del canal receptivo visual reclamará prioridad
sobre las otras vías cuando hav una' mala armonización..
Otro grupo de reglas tambi^ 1 muy notable, según nos
consta, es el que determina ^vales son los canales de trans­
misión que se pueden emplear para expresar qué tipo de
mensajes y qué m iem bros de la fam ilia habrán de transmi­
tirlos.

T erapeuta: Sí, Marcie, comprendo que usted se preocupe por lo


que M argaret esté haciendo en la escuela. Me pregunto si usted
se lo haría saber directamente, hablándole ahora mismo del in­
terés que siente usted por ella.
M a rcie ; Qué tontería; por supuesto que sabe que me intereso por
ella.
T erapeuta: ¿Está usted segura, M arcie? ¿Cóm o sabe usted que ella
está al tanto de su preocupación? ¿Cuándo fue la ultima vez
que usted se lo dijo?
M arcie: Mire usted, esas cosas no es necesario decirlas; después de
todo, soy su madre; quiero d e c i r .. . (baja la voz, se detiene)
T erapeuta: Está bien, M arcie, continúe e inténtelo, usted sabe, siendo
su madre y todo lo demás.
M arcie: M argaret, y o . . . ( p a u s a ) .. . (ríe n e rv io sa m e n te )... esto
es realmente difícil. No veo qué . . . está bien (se ríe) estoy
preocupada por ti, M argaret. Me intereso por ti y por lo que
estás haciendo.
T erapeuta: (volviéndose hacia M argaret) Y bien, M argaret, ¿oíste
lo que te dijo?
M argaret: Por supuesto que s í . » . pero la cabeza me da vueltas . . .
y me da gusto.
T erapeuta: M argaret, ¿quisieras decirle algo a M arcie?
M argaret: Oh, oh . . . mmm, déjeme v e r . . . bueno, en realidad,
quiero decirte que tu cara se veía muy linda y tierna cuando
decías lo que expresaste. Quiero decir q u e . . , de verdad me
dio gusto observarte y escuchar tus palabras, y siempre que
quieras decir algo así otra vez me encantará oírlo.
T erapeuta: M arcie (volviéndose hacia e lla ), ¿la oyó usted? (seña-
lando a M argaret)
M arcie: (llorando suavemente) Sí, la oí.

Aquí, el terapeuta empieza por examinar el ya conocido


patrón de la Lectura del Pensamiento. Induce la retroali­
mentación calibrada al pedirle a la madre que se identifique
con su hija para descubrir si su alucinación es o no exacta.
Marcie se rebela de inmediato. Lo cual en seguida le indica
al terapeuta que está implicada una regla familiar; específi
camente,. la norma de que,, en esta familia, la declar 1
interés de la madie p*x sL' hija (y, según hemos comprobado,
esta regla probablemente también se aplica a los demás fa­
miliares) no se puede comunicar verbal mente. En otras
palabras, dentro de los términos que hemos estado desarro­
llando, la regía elimina el *anal a:: transmisión de la expre­
sión verbal de los mensaies d
El terapeuta permanece con Marcie animándola hasta que
logra que ella quebrante la norma familiar contraria a ex­
presar el afecto por medio del contacto corporal. T an pronto
como la madre ha realizado esto, él se vuelve hacia la hija y
trabaja con ella para proporcionarle retroalimentación positiva
a Marcie. Luego, proyecta este nuevo conocimiento, o sea la
capacidad de servirse del canal de transmisión de la expre­
sión verbal directa a fin de comunicar el afecto, y consigue
que la hija, a su vez, quebrante la regla. Luego, establece
otra opción para expresar mensajes de amor e interés dentro
del sistema familiar. Sospecha, y luego verifica, que existe una
regla en contra de la madre y la hija (y, probablemente en
contra de los demás miembros de la familia) para expresar
físicamente su amor e interés, esto es, reconoce otro canal
de transmisión que ha sido eliminado por una norma.

T erapeuta: M arcie, tengo una corazonada. ¿Podría usted imaginarse


alguna forma de expresarle a M argaret, ahora mismo, su cariño?
M arcie: Humm, no sé cómo . . . yo . . . no . . . no puedo.
T erapeuta: Bueno, ¿está usted dispuesta a aprender otra manera
de expresarle su afecto a M argaret?
M arcie: Claro, de acuerdo. Me gusta lo que he aprendido hasta el
momento.
T erapeuta: M arcie, me gustaría que se pusiera usted de pie, y des­
pacito se acercara a M argaret y la abrazara gentilmente.
M arcie: ¿Cóm o? Qué tontería; esta clase de co sas. . . oh, ya lo
dije antes (se levanta y atravesando la habitación, se acerca
a M argaret y lentamente, al principio con torpeza y luego con
más gracia, la abraza)
Terapeuta: (volviéndose con calm a hacia T im ) Y bien, Tim , ¿de
qué te has dado cuenta al observar todo esto?
T im : (sorprendido) Ahh, que yo también quiero.

Esto constituye un excelente ejemplo de lo que resulta


de una intervención teiapéutica para ayudar a una familia
a expresar congruentemente sus sentimientos y a preocuparse
los unos por los otros. El terapeuta los apoya para que sean
congruentes en la expresión de los mensajes importantes.
Conforme esto sucede, inmediatamente generaliza este nuevo
conocimiento para incluir otros canales de transmisión (otras
opciones de expresiones armoniosas) y a los otros miembros
de la familia.

Resumen
En la Primera Parte, hemos tratado de iniciar el desarro­
llo de un modelo de los sistemas dentro de los cuales hemos
encontrar útil metodizar nuestra experiencia dentro de la te-
rapia familiar. Hemos conseguido esto, primero, tratando de
encentrar un punto de experiencia común sobre el cual edifi­
car nuestro modelo. Este punto de experiencia común aparece
aquí expresado en palabras que cada uno de ustedes puede re-
lacionar con las ricas y complejas experiencias verdaderas que
hayan tenido en su trabajo como terapeutas familiares. Como
lo manifestamos anteriormente, los modelos de experiencia,
nuestro modelo de terapia familiar, deben de ser juzgados
como útiles o inútiles, y no como verdaderos o falsos, correc­
tos o incorrectos. Para que un modelo sea útil el primer
requisito consiste en que el lector sea capaz de relacionarlo
con su propia experiencia; de ahí la necesidad de un punto
de referencia común. Hemos seleccionado los patrones de
lenguaje como el punto de referencia común; éstos constitu­
yen los Patrones de Terapia Familiar, Nivel I.
El segundo nivel de los patrones que hemos examinado
implica tanto los patrones verbales como los no verbales. No
hemos tratado de ser exhaustivos, conocemos muchos modelos
más que hemos encontrado sumamente útiles dentro de nues­
tra práctica de la terapia familiar. Antes bien, hemos tratado
de identificar el m ínim o de patrones que consideramos ne­
cesario para una terapia familiar creativa, dinámica y eficaz.
En la parte que sigue, la Segunda, agruparemos estos patrones
dentro de clases naturales, especificando algunas de las for­
mas en las cuales los adaptamos a una planeación efectiva
de más amplio nivel. En esta próxima parte, enfocaremos tam­
bién las opciones que tiene el terapeuta para ayudar a los
miembros de una familia a cambiar los patrones de su sis­
tema, y hacer así posible el proceso de cambio y crecimiento,
tanto para cada uno de ellos como individuos, como para la
familia como un todo.
SEGUNDA PARTE
Introducción
En esta parte del libro presentaremos el modelo total de
la terapia familiar. Los modelos de conducta compleja son
modos de coordinar explícitamente la propia experiencia
a fin de actuar eficazmente en esta área. No cabe duda cue la
terapia familiar es uno de los campos más complejos de la con­
ducta humana. Para que nuestro método sea útil a cada uno
de los terapeutas familiares, tiene que reducir la complejidad
a un nivel, que nosotros, como humanos, podamos manejar.
En el modelo que aquí presentamos, hemos tenido en mente,
con toda claridad, este requisito; hemos identificado lo que
consideramos ser el mínimo de diferencias, las cuales permi­
tirán al terapeuta metodizar su experiencia en la terapia fa­
miliar, a fin de que pueda actuar en forma eficaz y creativa
a la vez. Esto significa, según nuestra experiencia, que cuando
tenemos cuidado de hacer las distinciones que presentamos
en nuestro modelo, así como cuando coordinamos nuestra
experiencia dentro de la categoría especificada en el modelo
de la secuencia establecida, obtenemos resultados efectivos y
dinámicos en nuestra tarea con las familias.
En la Parte I de esta obra, hemos examinado y propor­
cionado ejemplos de algunos de los patrones que consideramos
necesarios para realizar una terapia familiar positiva. En esta
parte del libro, agrupamos estos patrones dentro de clases
naturales. Estas clases especifican una secuencia por medio
de la cual el terapeuta puede emplear provechosamente los
patrones del primer nivel; le revelan un sistema que le per­
mite aplicar eficazmente los patrones identificados en la
Parte I El resultado de esta división constituye una estra­
tegia e x p l í c i t a y formal para la terapia familiar. Explícita
en° c u a n to a que especifica tanto las partes del proceso de la
terapia familiar (los patrones de la Parte I), como la secuen­
cia dentro de la cual pueden aplicarse. Puesto que la estra-
tegia es explícita, también es asimilable. Formal, en cuanto
a que es independiente del contexto; se adapta igualmente a
c u a l q u i e r sesión de terapia familiar, sin importar los “pro­
blemas” particulares que la familia aporte a la sesión. Una
vez más, enfatizamos que existe un proceso independiente
del c o n t e x t o . Nuestra atención está concentrada básicamen-
te en el t to ^ 1 ** T< ^ ? m‘,] * m?erer nuevas
aplicaciones etc ? * t <* : . t atpenut únicamente
de las forman *• uen 1 padrones que se presenten
en Id m .rr - ern, * . m »¿ira \ ios miembros de la
familia. Po q !IV e Pro( eso e¿- ^aependieme de la dura­
ción de la sesión terapéutica. Otra manera de explicar lo
que intentamos decir * mndw señalamos que la estrategia
propoiri^nari;: 1 ' yií es íonnaí e, expresar
que és:t s * «a> *~:r • **'• t . s ,( k c l i, en los
patronea de '¿níreiuamiento co a ti sistema familiar, sin im­
portar ios problemas específicos que se descubran dentro de
esa familia.
Para nosotros es de gran im portancia insistir en la d ife­
rencia que existe en tre el contexto y el proceso. N uestro m o­
delo de terapia familiar está diseñado para ayudar a la
fam ilia a enfrentarse efectivam ente en el nivel de procesos.
Es decir, independientem ente de que los m iem bros de la
fam ilia piensen que su ‘‘problem a'* se en cu entre dentro del
ám bito del sexo, del dinero, de los m étodos empleados para
la educación de los hijos, de los parientes políticos., de la dis­
ciplina, o de lo que sea, la terapia familiar eficaz am pliará
sus alternativas para expresar una comunicación congruente,
así com o para enfrentarse en todas las áreas de su experiencia
com o fam ilia. Al practicar nuestra profesión, hemos com­
probado que, ayudando a ios m iem bros de una fam ilia a
conseguir nuevas alternativas en el nivel de proceso en cual-
qn ier área del contexto, estas alternativas se extienden hacia
otras regiones de su experiencia.1
Además, nuestro modelo está diseñado para proporcio­
nar al terapeuta una manera de coordinar sus conocimientos
a fin de tener una dirección, una manera de saber lo que viene
a continuación, no porque decida de antemano lo que sucede­
rá, sino examinando los patrones que ofrece la familia. Tal vez
lo más importante para el continuo crecimiento de un tera­
peuta familiar eficaz consista en que esto le proporciona una
manera de obtener retroalimentación, una forma de encon­
trar lo que realmente funcione. Esperamos que usted acepte
este modelo y lo encuetnre provechoso en su ardua pero
satisfactoria labor como auxiliar de la gente.
Es útil, estimado lector, que al utilizar los patrones del
modelo de terapia familiar que hemos creado, tenga usted
una concepción clara y definida del proceso que llamamos
comunicación. Quisiéramos recordar al lector que lo que
presentamos como nuestra imagen de la palabra com unica­
ción, no abarca completamente nuestro conocimiento ni nues­
tra experiencia. Por el contrario, lo ofrecemos como una
guía que ayude a encontrar el sentido de nuestro modelo
de terapia familiar. Visualmente, podemos representar el
proceso de la comunicación en los siguientes pasos:

Ahora ofrecemos una breve descripción de estos pasos


específicos dentro del proceso de la comunicación:
/. C o m u n icació n (comunicador): = ]os mensajes proporciona­
dos por la persona que efectúa la comunicación, quien ofre­
cerá estos mensajes en muchas formas diferentes — posturas
corporales; movimientos de las manos, los brazos, etcétera;
patrones de movimientos oculares; ritmo y tonalidad de la
voz; velocidad de la respiración; palabras, sintaxis de las fra­
ses, etcétera. Además, estos mensajes pueden encontrarse
o no dentro de la percpción consciente de la persona que se
está comunicando.
2. Experiencia (receptor) — los mensajes recibidos por la per­
sona a la cual se dirige la comunicación. Los mensajes soi|
captados a través de los varios canales sensoriales: ojos, oídos,
piel,' etcétera. Estos mensajes pueden encontrarse o no dentro
de la percepción consciente de la persona que los está reci­
biendo.
3. Conclusión (receptor) = }a comprensión lograda por la per­
sona que recibe los mensajes en cuanto a lo que éstos signi­
fican, U na vez más, el receptor puede alcanzar la compren­
sión tanto dentro como fuera de la percepción consciente.
4. Generalización (receptor) = la manera en que la persona
que recibe los mensajes los relaciona con su experiencia
pasada, y la forma en que el receptor utiliza su comprensión
de los mensajes recibidos para am oldar sus concepciones y
reacciones para definir su empleo en el tiempo presente,
y, sin intervención en el futuro.
5. Conducta de Respuesta (receptor) — ja forma en que reac­
ciona la persona que recibe los mensajes. Este paso del ciclo
de la comunicación equivale al primer paso, cuando el co-
mumcador original y el receptor han intercambiado posicio­
nes. Esto es lo que significa en el diagrama de la página 89,
la flecha que gira hacia atrás, conectando el último paso
del diagrama con el primero.

De acuerdo con nuestra experiencia, el proceso de la


comunicación entre dos o más personas, rara vez ocurre en
esta secuencia; más bien, los pasos se enciman unos sobre
otros. Por ejemplo, aun cuando yo disponga mi cuerpo en
cierta postura, mueva las manos, los pies y los ojos, emita
la voz con cierta entonación, hable a una velocidad especí­
fica, construyendo frases determinadas, al mismo tiempo
observo los movimientos de quien me escucha; cambia la
postura de su cuerpo, mueve las manos, afirma o niega con
la cabeza, etcétera. Estos movimientos me ofrecen mensajes
que yo incorporo, tanto dentro como fuera de la percepción
consciente, a mi comunicación de ese momento. En conse­
cuencia, igual que con cualquier modelo que produzcamos,
hemos diferenciado y separado el flujo progresivo de la ex­
periencia, a fin de procurar la plena comprensión de todos
los mensajes y establecer nuevas alternativas para nosotros
mismos.
En nuestro papel de terapeutas familiares, existe una
manera de que com prendam os la tarea que nos hemos echado
a cuestas, y que consiste en aliviar el sufrimiento de i a? T u ­
sonas que acuden a nosotros, creando para e^ías nuevas aíí^~
nativas, ya sea como individuos o como un:tiad familiar, O
padecimiento de la familia se convierte. • ;ra el te n peí;* \
en una j de que hay que efectuar una érgicn Ante)f ■■ >
ción para - jal izar el cambio. El sufrimit-l;íg, por lo ía^u,
constituye en sí, un provechoso mensaje. Nosotros ]~
pretamos como un deseo de evolucionai -a ur ¿ k 'í
que la perdona pre- vsa de ayuda, para alcanzar dio1 * na­
ción. De una mane a más precisa, nosotros trabajain r ,ira
descubrir las necesidades de los miembros de la familia, ayu­
dándoles a cam biar los patrones de com u nicación q u e je s
están causando su frim iento. Utilizando el modelo de comu­
n icación en cin co pasos, presentado previam ente, nos pre­
guntamos cóm o podemos ejercitarn os para ser más capaces
para descubrir los patrones que están siendo causa de angus­
tia para la fam ilia, y cóm o podrem os reorganizar los recursos
familiares a fin de transform ar los patrones de sufrimiento
en otros de com u nicación positiva, que cada m iem bro de la
fam ilia pueda u tilizar para ob ten er lo que desea. Otra ma­
nera de m anifestar lo an terior consiste en preguntar: ¿cuáles
son las earacterísfic?% d^ los patrones de mala comunica­
ción en las famina r */Uc t \ ^ 3^
¿Y cóm o, específicam ente, p ó d e le ? in terv en ir rn "i E te rn a
de la íarr;:i> ? ’.id\ * : ’ ¿ u ^ i ^-Mar
los patrones de , ursos £ <± ellos
m

mismos? A. fin de responder a estas preguntas, describirem os


dos patrones límites de comunicación; el patrón de comu­
nicación calibrada, que se convierte para las personas involu­
cradas en sufrim iento e insatisfacción, y el patrón de comu­
nicación re tro alim entada, que da por resultado alternativas
para las personas implicadas. Ya fuera que la comunicación
sea congruente o incongruente, el proceso de la misma con­
tinuará, en ambos casos, cada uno de nosotros actúa o reac­
ciona. Típicamente, la forma de actuar dentro del contexto
de la comunicación incongruente es prematura, impropia y
caótica, mientras que, en el contexto de la comunicación
congruente, actuamos oportuna, creativa y adecuadamente
a la ocasión.

Ciclo de comunicación calibrada

Ahora vamos a describir las características específicas de


un ciclo típico de comunicación calibrada2 que es motivo
de sufrimiento para las personas involucradas. Utilizamos el
modelo de cinco pasos.

L C o m u n icació n (comunicador): Tanto en la formación como


en la enunciación del ciclo calibrado, la persona que inicia
los m ensajes está actuando incongruentemente. Es decir, los
mensajes inducidos por la postura y los movimientos corpo­
rales del comunicador, el tono y el color de su piel, el ritmo
de su discurso, las palabras, la sintaxis de la frase, etcétera,
no corresponden. Generalm ente, el comunicador que es in­
congruente en su comunicación, no se percata de que los
mensajes que está of Kendo al receptor, no concuerdan.
Esto es posible debido „■ que sólo se da cuenta de algunos de
los mensajes que está expresando: el grupo de mensajes con­
flictivos permanece fuera de su percepción consciente. Por
ejem plo:

George: (moviendo lentamente su cabeza de un lado al


otro, respirando superficial e irregularmente, apoyando
el cuerpo sobre su pierna derecha y adelantando ligera­
mente la izquierda, el tono de la voz áspera y estridente,
la mano izquierda levemente extendida, apuntando con
el índice y la mano derecha extendida con la palma ha­
cia arriba)
Oooh, m adre, qué amable de tu parte venir a visi­
tarnos.

En este caso, los mensajes transportados por ei cuerpo de


George (sus movimientos, respiración, tono de voz y pala­
bras) no concuerdan. No obstante, si se le preguntara acerca
de ello, probablemente él se daría cuenta únicamente de las
palabras que ha pronunciado, mas no de los mensajes con­
flictivos llevados por sus otros canales de comunicación. El
grupo de mensajes del que George está más consciente, está
íntimamente relacionado con el sistema representativo que él
utiliza con más frecuencia. Comprendemos que George, en
una situación como esta, no está mintiendo ni tratando de
engañarse a sí mismo o a su suegra, ni tampoco de ser hipó­
crita. Antes bien, nosotros sabemos que, al encontrarse ines­
peradamente con su suegra a las puertas de su casa, él
experimenta varias reacciones simultáneas. U na parte de
George responde tratando de ser cortés, dándole la bienve­
nida, otra parte de su ser se encuentra sorprendida, trastor­
nada y molesta, etcétera. L a cuestión para nosotros consiste
en que cada uno de los mensajes enviados por George es
una representación válida de una parte de sí mismo, en ese
preciso momento. El negar, ignorar, o juzgar mal cualquiera
de estos mensajes y las partes de George que los produjeron,
sería tanto como negar o ignorar algunos elementos impor­
tantes de la persona, que pueden servirle como poderosos
recursos. De hecho, pueden constituir una oportunidad para
la evolución y el cambio. Además, según hemos comprobado,
es literalmente imposible negar o ignorar, de hecho, alguna
parte de una persona; esa parte continuamente se confirmará
a sí misma, hasta que sea aceptada, posiblemente transfor­
mada e integrada dentro de la persona completa. U n ejem ­
plo tomado de la psiquiatría tradicional sobre esta afirm a­
ción continua de una parte negada o ignorada, es la conver­
sión de síntomas. Nosotros comprendemos que las partes de
George que originaron los mensajes conflictivos sean modelos
inconsistentes del m undo que él aún no ha integrado
2. E x p e r ie n c ia (receptor): Ahora el receptor lia^c frn,í> ,í L
tarea de interpretar la com unicación o fien d a pi»* í 1 como
nicador: un p~*n* de mensajes qu*3- n- > rot¿cu(-roa.i, qut nc
encajar- fritar s* Típicam ente, el rec^pt n ¡ r e s t a r é 'i»a a l e
ción «r- ’v ; a mensajes que íe llegan a tro ve i* dr uno
d e , su des de recepción y pasará por alto los demás,
Más claramente, de acuerdo con nuestra experiencia, el re­
ceptor será consciente de los mensajes que lleguen a través
de uno de sus canales receptivos, mientras que los mensajes
restantes serán recibidos y aceptados fuera de su percepción
consciente. U na vez más, los mensajes que capta el receptor
están estrechamente relacionados con el sistema representa­
tivo que utiliza con más frecuencia. Aquí, el punto más im­
portante consiste en que, cuando el comunicador ofrece al
receptor una comunicación incongruente, éste representa todos
los mensajes conflictivos, algunos dentro de su conciencia,
y otros fuera de ella. Si el receptor se percata de que algu­
nos de los mensajes chocan entre sí, por lo general estimará
conscientemente al comunicador como un hipócrita o m
mentiroso. Si el receptor capta únicamente los mensajes que
concuerdan (recibiendo y aceptando a nivel inconsciente los
mensajes que chocan entre sí), entonces, típicamente, al prin­
cipio se sentirá incómodo, y, si continúa recibiendo comuni­
cación incongruente, después de cierto tiempo él mismo se
volverá incongruente en sus respuestas. Esta descripción com ­
prende los elementos esenciales del proceso por el que los
niños se vuelven incongruentes a través de un aprendizaje
natural procedente de padres bien intencionados. Además, las
personas que se concentran en el contexto más que en el
proceso, son vulnerables a la incongruencia. A propósito,
este proceso constituye la base de muchas de las molestias
que padecen los terapeutas que todos los días se enfrentan
a la tarea de comunicarse con las personas incongruentes con
las que trabajan. Algunos patrones de mala comunicación
(los procesos por medio de los cuales los miembros de la
familia se causan sufrimiento a sí mismos) se descubren en
los sistemas producidos entre los terapeutas y aquellos con
quienes trabajan. Este es uno de los motivos por el que los
terapeutas frecuentemente se sienten agotados al final de
la jornada y algunas veces les causa problemas en sus pro­
pias vidas.
C on clu sión (receptor): Enfrentado con la tarea de interpre­
tar el significado de un grupo de mensajes conflictivos, el
receptor, típicamente, termina por tener una de estas dos
experiencias:

a ) Si, en el Paso ( 2 ) , Experiencia (receptor), e¡ receptor


ha coordinado su recepción de los mensajes conflictivos
de modo que se percata únicamente de los mensajes con­
sistentes, llegará a la conclusión consciente de que el
comunicador únicamente proyecta los mensajes de los que
tiene noción. jSegún se d ijo anteriormente, recibirá y acep­
tará los mensajes conflictivos a nivel inconsciente, y, por
lo general, llegará a la conclusión (a nivel inconsciente)
de que el comunicador señala los m ensajes recibidos fue­
ra de la percepción consciente. E l resultado de este pro­
ceso es que el receptor produce dentro de sí mismo mo­
delos conflictivos de esta experiencia y generalmente se
siente confundido.
b ) Si en el Paso ( 2 ) , Experiencia el receptor ha
coordinado su recepción de los mensajes conflictivos de
m anera que se dé cuenta de que no concuerdan, consi­
derará al comunicador como falso o manipulador, o hasta
perverso o astuto.
4. Generalización (r e c e p to r): Frecuentemente, dentro del con­
tacto de la comunicación incongruente, las experiencias ante­
riores (especialmente las procedentes de la familia de origen
del receptor) son activadas y disparadas por los mensajes
conflictivos. Pudiera ser que, por ejemplo, la peculiar com­
binación de mensajes incongruentes a través de los canales
sensoriales específicos, se asemejen a un patrón de comuni­
cación incongruente proveniente de uno de los padres del
comunicador; o tal vez, los sentimientos de confusión expe­
rimentados por el receptor activen el recuerdo de experiencias
pasadas en las que también se sintió confundido. Si, por
ejemplo, dos personas tienen una historia de intercomunica­
ción, y una de ellas, al expresar su enojo en el pasado ha
extendido constantemente su dedo, señalando a la otra per­
sona, entonces, cuando ella sea incongruente en alguna forma
que específicamente incluya el apuntar con su dedo, la se»
gunda persona reaccionará únicamente a la parte de la co~
municaci6n incongruente que com prende el dedo que apunta;
esto es, por lo que se refiere a la segunda persona:

dedo que señala =* la otra persona enojada

sin im portar qué otros mensajes puedan acom pañar al dedo


que apunta. Este tipo de generalización, el tom ar una parte
de alguna experiencia compleja y aceptarla como representa­
tiva de la experiencia total, es, una vez más, un ejemplo de
lo que nosotros conocemos como Equivalencia C om pleja . Ade-
más3 cuando la segunda persona determina que ei significado
del dedo que apunta es que la primera persona está disgustada,
nos ofre un ejem plo típico del patrón que conocemos como
Lecturc í 1 Pensamiento. U na característica distintiva de los
tipos de generalización llamados Equivalencia Compleja y
Lectura leí Pensamiento, es su rigidez, su inflexibilidad. La
persona que produce estos tipos de generalizaciones carece
de instrumentos de revisión para averiguar si son precisas
o no. Sus conclusiones son fijas y operan automáticamente,
muchas veces independientemente del contexto dentro del cual
se presentaron. Reiteramos que las generalizaciones constitu­
yen un instrumento, una forma importante de coordinar
nuestra experiencia. Este libro es, en sí mismo, una serie de
generalizaciones sobre nuestra experiencia en la terapia fami­
liar. Solamente cuando las generalizaciones se hacen rígidas
y permanentes, incrustándose profundamente en la percep­
ción de los mensajes de intercomunicación de la persona,
ésta pierde sus alternativas para responder. Estas generaliza­
ciones constituyen, literalmente, presuposiciones; un filtro de
generalizaciones derivadas de su experiencia anterior. Se en­
cuentran tan profundamente incrustadas en la conducta
de la persona, que ésta distorsionará los mensajes que está
recibiendo para acomodarlos a sus generalizaciones, antes que
aceptarlos tal como son y experimentar el mundo directa­
mente. Estos patrones constituyen ejemplos magníficos de pro­
fecías autorrealizadas; impiden a la persona que opera con
ellas percibir el mundo en el lugar y en el tiempo presentes.
Distorsionan la experiencia reciente, de suerte que convenga
a sus conceptos previamente determinados, y el mundo se
convierte en una monótona repetición del pasado. Estos dos
patrones, la Equivalencia Compleja y la Lectura del Pensa­
miento, componen la base de los ciclos de comunicación
calibrada, que son causa de sufrimiento dentro de los siste­
mas familiares.
C o n d u cía d e Respuesta (receptor): j ) e acuerdo con lo men­
cionado anteriormente, la respuesta puede ser considerada
como el principio de un nuevo ciclo de comunicación. Ade­
más, salvo que el receptor de la comunicación incongruente
original sea él mismo congruente, responderá incongruen­
temente, iniciándose otro ciclo de comunicación calibrada.
Los terapeutas tienen que evitar cuidadosamente el fomentar,
sin darse cuenta, la comunicación calibrada con aquellos con
los que están practicando la terapia, para no ser ellos mismos
quienes refuercen los patrones destructivos, en lugar de encon­
trar nuevas alternativas junto con las personas de la fami­
lia. U n ejemplo de lo anterior es cuando el terapeuta reaccio­
na ante el ataque de un miembro de la familia hacia otro,
como si él (el terapeuta) fuera el agredido.
Típicamente, los ciclos de comunicación calibrada entre los
miembros de una familia irán haciéndose más y más breves,
hasta que simplemente el levantar una ceja desatará dolor
y rabia en los demás familiares.
A continuación proporcionamos un ejemplo de un ciclo
de comunicación fuertemente calibrada, y por lo tanto dolo-
rosa, que está tomado de una sesión de terapia familiar.
En esta entrevista la familia consta de tres miembros:

H enry — el padre y m arido: conciliador, teniendo como pri­


mario el sistema cinestético representativo;
M ich ele — la esposa y m adre: acusadora, teniendo como pri­
mario el sistema visual representativo;
C arol — la hija (1 6 a ñ o s): superrazonable, teniendo como
primario el sistema auditivo representativo.

Anteriormente, en la transcripción, cada uno de los miembros de


la familia identificó el nombre de lo que cada cual deseaba para
sí (o sea, sus nominalizaciones) de la manera siguiente:

Por Equivalencia Compleja

Henry — am or ..................................................................................... ser tocado


(especialmente por M ichele)

M ichele — respeto .................................. ser mirada

C aro! — igualdad .......... .............................................................. ser escuchada


(y creída)

Hay que advertir en esta parte de la transcripción, cómo las


experiencias que desea cada miembro de la familia (sus
Equivalencias Complejas) interactúan tan plenamente entre
sí que, aunque los nombres originales muestran una ligera
coincidencia, encajan dentro de un estrecho ciclo de comu­
nicación calibrada.

M ich ele: . . . A estas alturas, no me importa lo que hagas; no veo la


diferencia. . . (apuntando con el dedo índice de la mano izquier­
da y hablando con voz estridente)
Carol: Está bien (interrumpiendo) . . . entonces me retiro . . .
M ich ele: . . . (interrumpiendo y levantando la voz). No te atrevas a
darme la espalda, tú . . .
C arol: Pero es que tú dijiste que no importaba lo que yo hiciera,
así q u e . .. (volviéndose hacia Henry) . . . t ú escuchaste lo que
dijo ¿verdad?
H en ry: ¿Eh?
M ich ele: Henry, otra vez está faltándome al respeto.
H enry (acercándose a Michele y rodeándole la cintura en forma
protectora) : . . . Bueno, tal vez yo podría . . .
M ichele (interrum piéndole): Por Dios, Henry, no me manosees.
Hablo en serio sobre la desobediencia y la falta de respeto de
la chica.
H enry (hablando con voz apagada y temblorosa, y con los ojos
bajos y h ú m ed o s): Y o sólo trataba d e . . . oh, olvídalo (mirando
a otra p arte).
M ich ele: ¡Dios mío, ahora tú también!
C arol: Esto es ridículo; mam á, creo que me m archo, ¿de acuerdo?
M ich ele: No me interesa en lo más mínimo lo que hagas ahora.
C arol: ¡M uy bien, adiós!
M ichele (g ritan d o ): Jovencita, te lo he dicho una y mil v e ce s. . .
Henry, ¿por qué no haces algo?
Carol: Pero tú dijiste . . .
H enry (junto con C a r o l) : ¿Cóm o?

Nótese cómo los nombres aparentemente diferentes de lo


que desea cada miembro de ía familia (nominaiizaciones)
interactúan en la realidad: Carol desea igualdad, que defi­
niéndolo como una experiencia, significa que desea ser escu­
chada tan seriamente como ella escucha a los demás. Michele
anhela respeto, que para ella significa que los otros miembros
de la familia tienen que m irarla cuando está haciendo algo
que los incluya a ellos. Michele comienza por expresar (oral­
mente) que a ella no le importa lo que haga CaroL Ésta,
con su modelo de mundo (auditivo), toma en serio las pala
bras de Michele y se da la media vuelta, ignorando los men­
sajes incongruentes de los movimientos corporales y el tono
de la voz de su madre. Entonces Michele explota, pues para
ella, el darse la vuelta equivale a una falta de respeto a su
persona. Carol busca el apoyo de Henry y le pide que verifi­
que lo que ha dicho Michele. Henry, dado su sistema cines-
tético representativo, ha pasado por alto los m atices del in­
tercambio, q u e req u ería de representación visual y auditiva
para su com pleta com prensión, C uando M ichele le pide a
Henry qu e le responda, él lo hace en la m anera más adecua­
da a su m odelo del m und o; se acerca a ella, y la toca. No
obstante, ella reclam a su aten ción v i s u a l y no reconoce el
contacto cin estético de Henry com o una respuesta cariñosa,
gl se sien te rechazado y lo dem uestra al alejarse desairado.
Esto, por supuesto,- para M ich ele constituye una señal de
que él no la “respeta'’. A hora C arol le pide permiso a M i-
chele para m archarse. E lla le responde incon gru en tem en te, . .
y el ciclo vuelve a empezar. Esto es un ejem p lo de la form a
en qu e m uchas palabras de sentido d iferen te (n o m in alízacio
nes) pueden estar estrecham ente relacionadas; tan estrecha­
m ente, en efecto, que com ponen lo que nosotros conocem os
como ciclo de com u nicación calibrada.
E l resto de este lib ro m uestra algunas de las opciones a
disposición del terapeuta para su intervención eficaz y crea­
tiva en dichos ciclos de com u nicación calibrada.

Ciclo de comunicado*» r o * '

Ahora describirem os brevemente la form a en que los cinco


pasos d el c iclo de comunicación en los que existe una retro-
alim en tación se diferencian de los ciclos de comunicación
calib rada.

L Comunicación (comunicador): £ n el caso en que el com uni­


cado? es congruente (cuando todos los mensajes concuerdan) i.
no hay problem a; el com unicador está unificado dentro de |
su expresión, En el caso en que el com unicador es incon- ;
gruente, estará en contacto con su experiencia presente, de ,
m anera que él mismo detectará la incongruencia de su co­
m unicación. Esto le otorgará muchas elecciones.
2. E x p e r ie n c ia (receptor): Si el com unicador es congruente en
su expresión, no habrá dificultades. Si el com unicador es
incongruente, el receptor, al percatarse de la incongruencia,
está en libertad de llam ar gentilm ente la atención del co-
municador sobre la incongruencia, y, si se le solicita, el
receptor puede ofrecer al comunicador retroalimentación
adicional a fin de ayudarle a integrar sus mensajes conflic­
tivos así como los modelos de los cuales éstos proceden.
Por ejemplo, cuando se encuentra frente a una persona que
mueve lentamente la cabeza de un lado a otro, mientras
asegura que efectivamente desea lavar los platos, el recep­
tor puede com entar cortésmente: “T e oí decir que deseas
lavar los platos, y, al mismo tiempo, observo que tu cabeza
se mueve lentamente de un lado a otro. M e pregunto si po­
drías ayudarme a descifrar este dilema” . El detalle impor­
tante consiste en que el receptor tiene la prerrogativa de hacer
comentarios, y que el comunicador incongruente tiene la de
aceptar la crítica sin sentirse agredido, sin que su autoesti-
mación3 sea vea amenazada. Estos son los componentes esen­
ciales de la comunicación con retroalimentación.
En el caso en que el receptor no se da cuenta inicial­
mente de la incongruencia dentro del grupo original de men­
sajes, solamente puede advertir una vaga inquietud que señala
la discrepancia entre el significado de los mensajes recibidos
a nivel consciente y el significado de los recibidos a nivel
inconsciente. En este caso, el receptor está en libertad de
mencionar el hecho de sentirse intranquilo, así como de in­
dagar, junto con el comunicador, el origen de su desasosiego.
Para esto se requiere que el receptor sea sensible a su propia
experiencia corriente, y que también sea capaz de exam inar
su sentimiento de confusión, sin que su autoestimación se
vea involucrada.
C on clu sión (receptor): Cuando los mensajes que son acep­
tados por el receptor sean congruentes, no tendrá ningún
problema para comprender el significado de lo que el co­
municador le indica. Cuando el comunicador ofrezca mensa­
jes incongruentes, ya sea que el receptor haya coordinado o
no los mensajes conflictivos de manera que se percate de que
ellos no concuerdan, llegará a la conclusión de que algo
relacionado con la comunicación, no funcionó para él. Esto
puede ocurrir dentro de la conciencia del receptor, y enton­
ces estará en libertad de exponer gentilmente las conclusio­
nes discordantes a las que ha llegado, partiendo de los
mensajes conflictivos, y, posiblemente, hasta proporcionará
la retroalimentación específica al comunicador (p or ejem ­
plo, que la postura corporal del comunicador no corres­
pondía con el tono de voz que em pleaba), a medida que
indague junto con él las características de la incongruencia.
Si el receptor no se ha dado cuenta de los peculiares men­
sajes conflictivos (esto es, cuando él ha organizado su expe­
riencia de m anera que únicamente capta los mensajes que
concuerdan, habiendo recibido y aceptado a nivel incons­
ciente los mensajes conflictivos), llegará, típicamente, a la
conclusión de que se encuentra confundido. Cuando el re­
ceptor es sensible a su propia experiencia y reconoce su
confusión, está en libertad de comentarlo y tiene la opción
de solicitar la ayuda del comunicador para "resolverla. Lo
que aquí resulta de gran importancia es que tanto el receptor
como el comunicador tienen la alternativa de exam inar su
comunicación sin que su autoestimación se vea amenazada
(sin que el intercambio se convierta en una controversia
vital) sino, por el contrario, aprovechan la ocasión como
un motivo de evolución y cambio.
4. Generalización (receptor): L 0 qUe distingue este paso en el
ciclo de comunicación retroalimentada de la form a en que
el receptor realiza las generalizaciones dentro de un ciclo de
comunicación calibrada, consiste en que, cuando el receptor
capta los mensajes incongruentes y éstos evocan alguna ex­
periencia del pasado, es lo bastante sensible respecto a su
experiencia corriente como para percatarse inmediatamente
de que sólo se encuentra parcialm ente presente en la inter­
acción; parte de su atención se ha trasladado a otra época,
a otro lugar y a otra experiencia. Esto le ofrece la oportu­
nidad de proseguir con la comunicación^ reencauzando su
atención con el conocimiento de que isíe algo incompleto
en relación con el patrón particular de ^congruencia expues­
to por el comunicador. Comprende que parte de su expe­
riencia en ese momento le está llegando de alguna otra
parte. Puede, por supuesto, comentar con el comunicador
lo que está sucediendo, y posee la facultad de solicitar retro-
alimentación para ayudarlo a resolver el patrón incompleto
procedente del pasado que está distrayéndolo por el momento.
U na form a en que el ciclo retroalimentado difiere del
ciclo calibrado, consiste en que, siempre que el receptor
se encuentra confundido o está consciente de que un suceso
anterior está interfiriendo y distrayéndolo de sentir viva­
mente el presente, inmediatamente presta atención a esa ex­
periencia sensorial a fin de descubrir qué es lo que está acon­
teciendo. Al ser capaz de establecer contacto inmediato con
su situación actual, y, especialmente, con el comunicador,
puede utilizar su experiencia de confusión o distracción para
saber más acerca de sí mismo y sobre la persona con la que
se está comunicando. Est* : ~nh:ir cur-iesquier
patrones que estén distorsio* * n c 4 . • ’ncia al aceptar
una parte del m ensaje comt i' ^3fr x 1 ■nmicacu i com ­
pleta (E quivalencia Compleja \ ^ «v.. p aín nts de
“ conocim iento55 de la experiencia i ^v-n u t 1 c o r n il «cador
sin exam inarlos junto con él j. *r«* pión (L 'c tu ra
del Pensam iento). Así pues* ^ g e n e rá is ' t ne «- - re­
ceptor produce y utiliza, dent»^ 2- *„ ’ * •' «< - •- do,
constituyen regias flexibles para la interpretación, las cuales
continuamente son revisadas y actualizadas a. través de la
experiencia sensoria!.
C o n d u cía d e Respuesta (receptor): Sí el com unicador inicio
este ciclo con una comunicación incongruente, entonces, o el
receptor ha percibido conscientemente los m ensajes conflic­
tivos y ha comenzado a revisarlos ju nto con el comunicador,
utilizando la retroalimentacK j ha captado cierta confu­
sión y ha empezado a exam»r H a Si "«ir^guno de estos dos
casos se ha presentado, ^ t ( ~cer, s la conducta
de respuesta del receptor reflejara la incongruencia, esto es,
el receptor ofrecerá al com unicador original un grupo de
mensajes incongruentes. Si tanto el comunicado? i-i>c j" como
el receptor original tiene libertad de comentar e inesgar sobre
cualquier confusión o incongruencia, sin necesidad de que
el intercambio se convierta en motivo de controversia, enton­
ces, tarde o temprano, una o otra de las personas involucra­
das, según se vayan trasladando del com unicador al receptor,
descubrirá los patrones de la m ala com unicación y empezará
a exam inar esta oportunidad de adquirir conocimientos.
U na m anera de aclarar la utilidad de estas form as espe­
cíficas de los ciclos de com unicación (calibrada y retroali-
m entada) consiste en com prender que la tarea del terapeuta
estriba en ayudar a los miembros de la familia a cam biar sus
patrones de comunicación de los círculos calibrados a los
ciclos retroalimentados (ver página 1 1 8 ). O tra modalidad
para utilizar este modelo, se basa en que el terapeuta, revise
sus propios patrones de com unicación con la fam ilia para
evitar que él mismo se vea complicado en los destructivos
patrones de comunicación. Estas alternativas particulares para
la eficaz intervención del terapeuta constituyen el foco de
atención de la Segunda Parte, Presentamos el modelo de co­
municación de cinco pasos a fin de que se utilice para la
mejor comprensión de la form a en que todas las intervencio­
nes técnicas específicas encajan entre sí.
Vam os ahora a ofrecer más detalladamente las alternati­
vas de intervención convenientes para los terapeutas, basadas
sobre este modelo de comunicación.

El nivel de planeación más común contenido en nuestro


modelo de'terapia familiar consta de tres fases:

L Recopilación de datos
1L Transformación del sistema
IIL Consolidación de los cambios.

I. Recopilación de datos

En la primera fase de la terapia familiar, el terapeuta


trabaja en unión de los miembros de la familia a fin de
recopilar datos que le ayudarán a crear junto con ellos, una
experiencia inicial (Fase II) que luego pueda servirles como
modelo para su evolución y cambio futuros. La cuestión a la
que el terapeuta debe enfrentarse es la siguiente: ¿Qué expe­
riencia preliminar servirá mejor como modelo para la fa­
milia? Una de las miras princip íes de las actividades del
terapeuta durante esta fase, coi . e en deterir iu ir exacta­
mente cuál experiencia, de hec^ , tilia; •* ■ ir?veiaimente
como modelo. A esta serie de acoques deí a , n nosotros
la conocemos por determ inación h i estadj d istado. Esen­
cialmente, el estado deseado c o n s te en s? ripción de
una clase de vida para la famiir que satisfaga los deseos
de cada miembro de la misma. En otras palabras, uno de los
medios de que se vale el terapeuta para organizar sus acti­
vidades durante esta fase, consiste en procurarse la informa­
ción que le indique la forma en que los propios miembros
de la familia desean vivir.
En el proceso de precisar este estado deseado por la fami­
lia, el terapeuta escucha y observa, estudiando ampliamente
a las personas a medida que comienzan a dar a conocer sus
temores y esperanzas respecto a sí mismos como individuos
y acerca de la familia como un todo. Esto identifica la se-
RICHARD BANDLER, JOHN GRINDER, VIRGINIA SATIR

Intervención del terapeuta

Familia Familia
Ciclos de comunicación Ciclos de comunicación
calibrada retroalimentada

Incongruencia j. —
► j Congruencia

¡
Interpretación de parte deh A preciación de todo el
mensaje como si fuera I mensaje (conflictivo o n o );
la totalidad | retroalimentación
(Equivalencia Com pleja) ,

Presunta comprensión d e l'


mensaje sin
comprobación i
(L ectu ra del Pensamiento)

Í
/ Generalización flexible,
I actualizada, comprobación a
j través de la experiencia

l sensorial

Consecuencias j- -► j Consecuencias

Conducta inoportuna, ) j Conducta oportuna, adecuada,


inadecuada, caótica J inventiva para el contexto

SISTEMA CERRADO j — { SISTEM A ABIERTO


gunda categoría de información que el terapeuta está bus­
cando: la información referente al estado actual de la fami­
lia. A fin de actuar eficazmente dentro de la Fase II, el
terapeuta tiene necesidad de saber:
no sólo lo que pretende la familia (a lo cual le llamaremos
el estado apetecido), sino también los recursos que la familia
ha perfeccionado hasta el momento.
Hacemos notar que lo que estamos designando corno
estado actual y estado a p etecid o , son nominalizaciones. Éstas
son útiles únicamente hasta el punto en que tanto el tera­
peuta como la familia comprendan que el estado presente
no consiste realmente en un estado, sino en un proceso (la
interacción corriente y la comunicación). Además, el estado
deseado (o sea, la experiencia que los miembros de la fami­
lia y el terapeuta crearán en la Fase II) constituye apenas
el primer paso del proceso para abrir el sistema familiar a
las posibilidades de la evolución y el cambio.
Hemos observado en nuestra práctica que el estado de­
seado identificado por los miembros de la familia con ayuda
del terapeuta, sin tener en cuenta lo diferentes que puedan
ser las familias entre sí, consiste invariablemente en un
estado en el que todos los familiares llegan a comportarse
más congruentemente de como lo hacen en su actual situa­
ción. Una vez más, para nosotros, la congruencia constituye
un proceso; el proceso siempre actual del aprendizaje y la
integración.
¿Cuál de los patrones para enfrentar las circunstancias
que la familia y sus componentes ofrecen al terapeuta puede
servir mejor como medio para establecer un ambiente para
el cambio y el crecimiento, ya sea que los miembros de la
familia consideren o no a estos patrones como recursos en un
principio? Para producir una experiencia modelo realmente
efectiva, el terapeuta tiene que conocer tanto la dirección
del cambio como los recursos actualmente disponibles de las
personas con las cuales está trabajando.
La tercera característica de la terapia familiar eficaz y
creativa, se presenta durante esta fase en la que el terapeuta
trabaja con los miembros de la familia para disponerlos a
participar activam ente en la creación de la experiencia mo­
delo. El acto de participar en la creación de esta experiencia,
requerirá que los miembros de la familia actúen de manera
diferente a como lo han estado haciendo anteriormente. En
otras palabras, tendrán que arriesgarse. Existen varias formas
específicas de las que el terapeuta puede valerse para ayudar
sistemáticamente a la familia a realizar estas rectificaciones.
Primero, el terapeuta procura ganarse la confianza de la
familia en su papel de agente del cambio. Actúa como un
modelo de congruencia, al comunicarse él mismo de manera
congruente (todos los mensajes que ofrezca tienen que ser
compatibles). La forma en que se mueva debe ir de acuerdo
con el tono de su voz, que a su vez concuerda con las pala­
bras que utiliza, que a su vez coinciden . . . Además, el tera­
peuta debe estar alerta a fin de identificar el sistema repre­
sentativo más usado por cada uno de los miembros de la
familia. Una vez que haya determinado esto, puede incre­
mentar la confianza de cada uno de los familiares cambiando
sus propias palabras de proceso (predicados) a las del sistema
representativo de la persona con quien está hablando. Aún
más efectivo que sólo reemplazar sus palabras de proceso
(predicados) por las del familiar con quien está comunicán­
dose, es que el terapeuta familiar altamente calificado mo­
difique el énfasis que pone sobre los diferentes tipos de sis-
temas de comunicación que seleccione, para utilizar con un
miembro particular de la familia. Por ejemplo, con una per­
sona de la familia cuyo sistema representativo más utilizado
sea el visual, el terapeuta competente se comunicará con ella
usando los movimientos de su cuerpo, brazos y manos (cual­
quier serie de señales que el miembro de la familia pueda
ver). Con una persona de la familia cuyo sistema primario
sea el cinestético, el terapeuta efectuará frecuentes contactos
físicos, tocando para comunicar o subrayar ciertos puntos a
fin de estar seguro de que la persona los comprende. El tera­
peuta hace uso de su habilidad en la comunicación tanto
para poner un ejemplo como para determinar el proceso de
la comunicación efectiva. Así, pongamos por caso, cuando un
miembro de la familia ofrece al terapeuta una comunicación
verbal con una supresión que la hace ininteligible, él solici­
tará la información faltante, en lugar de hacer conjeturas
sobre lo que pudiera ser. O bien, si un familiar está leyendo
el pensamiento o comunicándose, de manera incongruente,
terapeuta puede comentarlo cortésmente demostrando tanto la
importancia que tiene la libertad para hacer comentarios como
la de comunicarse claramente con los demás miembros la
familia. En tanto se comunica, el terapeuta d.i luga"
que los familiares respondan, utilizando los mandatos ~ >1 te­
ses (postulados de conversación) así como las pregunté: *rr
plícitas. Hace ver que valora la capacidad que tiene la ia ni*
lia comprender y participar en e! ;*.oceso coi. -¿te
iir( «dolos a hacer comentados i,obre : ’ tercambL. :jue
se Jzan entre él y otro miembio de L : nilia. Por medio
procedimientos hace contacto u vi dual con cada
u~ los íam¿< ares a fin de fomeri • * ;> confianza ¿o su
hX *ad c aio ' ^rr unicador v agente ^ : cambio»
se£ da impo .aate de la ion d; , era
pe, . oar tyurí^ a los miembros de ia. íar^Lia «a pi ara,
pr jil asiste en compartí: con e* lanilla: mV/-
n . . que ix. reunido, empleanJo afablemente -^xd «u
d*^ T"p; > fílente, las personas de la familia com ‘n/m
p* aniíes ~ desean para sí y para sus farrubare^;
esta dai* incluye invariablemente una nominalización.
A Cu~lid a j , * información, el terapeuta va i s -
nali?ando; i'm; rs, va convhtiendo la representación -n
suceso en us . roe eso. Una de las cosas que ocurre cuando
realiza lo anreiior v comparte su información con los miem­
bros de la f 'ííuaa, consiste en que la manera como llegaron
al lugar en *yoe a^ora se encuentran, es vista como una serie
de pasos de un proceso. Al llegar a considerar su propia his­
toria familiar como un proceso paulatino y comprensible, los
familiares pueden abrigar la esperanza de que existe un
próxim o paso dentro de! proceso que les permitirá efectuar
los cambios que pretenden. El terapeuta, por supuesto, no
tratará de garantizar el que cada miembro de la familia posea
la misma comprensión que él tiene (su tarea no consiste en
adiestrar terapeutas familiares). Tampoco se reservará la
información oportuna derivada de la familia. Por el contra­
rio, utilizando su habilidad de comunicador, ofrecerá a los
miembros de la familia los detalles que cada cual necesite
para comprender la posibilidad del cambio. A medida que
comparte su información acerca del proceso de la comuni­
cación dentro de la familia, describe lo que experimenta
(sin evaluarlo ni juzgarlo). Esta diferencia entre la descrip­
ción del proceso y la evaluación de la conducta de otra per­
sona, constituye, en sí, un importante medio de aprendizaje
para toda la familia.
Uno de los logros obtenidos del hábil uso que hace el
terapeuta de los sistemas representativos, de la congruencia
y de la participación de datos con todos los familiares, es que
éstos lleguen a comprenderse y confiar los unos en los otros.
Encontramos que es muy satisfactorio cuando somos capaces
de ayudar, por medio de nuestra capacidad para la comu­
nicación, a un miembro de la familia a que comprenda per­
fectamente que cuando la otra persona no entiende su comu­
nicación, no se debe a que sea astuta, loca ni malvada, sino
porque sencillamente, sus mutuas comunicaciones no están
haciendo entre sí ningún contacto, puesto que cada cual
está prestando atención a una porción diferente de su expe­
riencia compartida.
Contrariamente a lo que la gente espera, la diferencia en
sí puede convertirse en una oportunidad para el crecimiento;
encierra las simientes de la emoción y del interés, así como
el reto de un nuevo conocimiento, siempre que se le encauce
en esa dirección. Por supuesto que la diferencia puede usarse
también en forma negativa; entonces la semejanza puede
convertirse en un factor aglutinante. Tanto la semejanza
como la diferencia son esenciales, pues ambas manifiestan
la singularidad de cada ser humano. Gran parte de la tarea
del terapeuta consiste en equilibrar estas dos características
y, específicamente, emplear su habilidad en ayudar a los
miembros de la familia a transformar las diferencias que an­
teriormente les han ocasionado sufrimiento, en una oportu­
nidad de cambio y crecimiento.
Cuando el terapeuta trabaja con los familiares para ayu­
darles a comprender los pasos del proceso por medio del cual
han llegado a su actual situación, y les ensena a distinguir
entre el lenguaje descriptivo y el de en ju iciam ien to, la fa­
milia frecuentemente descubre en el pasado un episodio
invalidante, basado generalmente en la incomunicación. Este
hallazgo puede ser utilizado para ayudarles a comprender que
cualquier experiencia del pasado puede ser revelada, com­
prendida y aprovechada.
El resultado de los procesos que fomentan la confianza
de cada miembro de la familia en el terapeuta como agen­
te del cambio, y la información que éste comparte con los
familiares, da por resultado que los miembros de la familia
se sientan deseosos de emprender riesgos, de aventurarse en
terrenos desconocidos y que traten de construir nuevos
puentes dentro de la familia. Al preparar cuidadosamente a
los familiares durante la Fase I, el terapeuta es capaz de
comprometer sus esperanzas, sus energías y su participación
activa para fomentar una experiencia que les servirá como
modelo en su futuro crecimiento.

Determinación detestado deseada

La presencia de una familia en una sesión de terapia,


constituye una afirmación de que su estado actual (su actual
manera de enfrentarse, comunicarse e interactuar) no es
satisfactorio. Es una afirmación de que la familia reconoce,
en alguna forma, que existe una discrepancia entre lo que
constituye su experiencia actual como familia y lo que ellos
desean para sí. El caso típico dentro de nuestra experiencia
es el caracterizado por la llegada de los familiares a la sesión
inicial de terapia; cada uno de los cuales tiene cierta idea
de lo que desea cambiar. El móvil principal del terapeuta
estriba en hallar cuáles son esos cambios. La manera
simp]e y efectiva de conseguirlo consiste en o¡*t i terap
se p '^ n te a sí mLo.uo con cada uno de i'»: " i*"* bros ó
far< ^ s y l: s pre^rnt'* q^é es especifica th o* I \uc ^esean
en , 1 4 ru íj :oi E. pro­
ceso i ~i mu If > ^ j,- c *i las í?.n i , r 1 r ~e
a}\ J ' i *os ^ ~ ' c „>l,t i ¡;pf í »n El re> me n ^ da
cuenta cL q~e, j. la t¿uc " , o/ i?x: (las esA.ranz, e-
cííicas de esta r? > l; ' t n oan i*' > :i *r*o. rs*e 1" *' mía
en -jue ¿í o tí 1 <-aa 'ufe tm,,' o rs oí :o pro i orr» d<?
c';r>\ »>; J/m , ' „a ie/n2’ ,►r "* o f' ‘ < • oascience, con
él corno modelo.

/ Qué es lo q u e desea para usted mismo y para su familia?


¿En q u é fo r m a , específicam en te, le gustaría que cambiaran u sted
y su fa m ilia ?
/Q u é es Jo que espera usted de la terapia para sí y para su familia?
Si u sted p u d iera cam biar o hacer cam biar a su familia, ¿cuáles
a esos cam bios?
Si yo le diera a usted una varita m ágica ¿cóm o la emplearía?

Cualquiera de estas preguntas iniciará el proceso para deter­


minar el estado deseado por la familia,. A medida que lo-
miembros de la misma comiencen a contestar a las preguri^s
del terapeuta, o*r v-xán, típicamente, sus ideas, en forma >>
nomínalizaciones, respecto a lo que desean para sí y pai-
sus familiares» Por ejemplo, muchas de las familias con las
que liemos trabajado declaran que anhelan más am or> res­
paldo, com odidades, respeto¿ etcétera. Cada una de estas
palabras representa en forrea de suceso lo que de hecho es
un proceso, en el que faltan [<t mayor parte de sus piezas. En
algunas ocasiones, los raien *ob de la familia o Trenzarán
expresando lo que no desean* Utilizando los p a u v i^ lingüís­
ticos presentados en la Primen * Parte, .el terapeuta trabaja
individualmente con cada lan ihar para garantizar las decla­
raciones positivas de lo que ellos, desean; declaraciones ple­
namente reconocidas por ellos acerca de lo que cada cual
desea para sí.
Como señalábamos en la primera parte de este libro, las
nominalizaciones implican los procesos de lenguaje de su­
presión,, falta de índices referenciales y verbos indeterm inados.
Cuando un miembro de la familia dice que desea mas am or
omite mucha información necesaria; a quién desea amar esta
persona, o por quién desea ser amada, y en qué forma, espe­
cíficamente, desea esta persona que la otra o las otras la
amen. Al identificar y enfrentar sistemáticamente las supre­
siones, la falta de índices diferenciales, los verbos indetermi­
nados, así como las nominalizaciones, el terapeuta reúne la
información que necesita para enterarse de qué es lo que
desea la familia.
Durante esta fase de la terapia familiar, el terapeuta hace
uso de su capacidad comunicativa a fin de relacionar las
palabras empleadas por la familia con lo que ellos desean.
El terapeuta logra vincular las palabras de un miembro de
la familia con su experiencia (ha desnomínalizado adecuada­
mente su lenguaje) cuando su comprensión es lo bastante
precisa como para saber qué conducta observable le indicaría
a la persona lo que realmente desea; cuando sea capaz de lle­
var a cabo una secuencia de conducta, con el familiar, que
puede ser reconocida como un ejemplo de lo que desea dicho
individuo.
Existen dos formas de procedimiento para unir adecuada-
mente el lenguaje y la experiencia (desnomínalización):

a) U tilizado distinciones lingüísticas de supresión, ausen­


cia de ir 1 referenciales, verbos indeterminados, nomina­
lizaciones i e r adores modales:
o
b) H acer que los miembros de la fam ilia representen una secuen­
cia .le conducta que sea un ejem plo de lo que ellos desean.

Estas dos formas generales de comenzar el proceso de la


desnomínalización están, según lo hemos comprobado, más
estrechamente relacionadas de lo que ambas categorías po­
drían sugerir. Más claramente, cuando un miembro de la
familia se encuentra describiendo verbal mente lo que desea,
o lo que le impide obtenerlo, casi siempre, tanto esta persona
como los demás familiares, estarán representando ante los
propios ojos del terapeuta el tema que se está desarrollando.
Es decir, los miembros de la familia hacen coincidir su co­
m unicación verbal con su conducta no verbal. Conociendo
esto, el terapeuta puede acelerar el proceso de comprender
lo que desea el familiar, captando las señales no verbales que
están siendo enviadas en estos puntos de la sesión de terapia,
deteniéndose luego para revisar ese proceso. Para nosotros,
estos dos procedimientos para relacionar el lenguaje con
la experiencia, están completamente integrados. Como una
guía para nosotros dentro de esta área, fraguamos, tanto para
nosotros como para los miembros de la familia, experiencias
que incluyan tantos canales sensoriales y sistemas representa­
tivos como sea posible. Esta operación constituye para nos­
otros una hipótesis básica sobre las condiciones más efectivas
para aprender y cambiar. Al decidirse a representar una ex­
periencia, en lugar de simplemente hablar acerca de ella
con la familia, el terapeuta compromete todos los canales
sensoriales de los familiares para realizar experiencias (visua­
les, auditivas y cines té ticas).
El proceso está terminado cuando el terapeuta comprende
cuál es la clase de conducta observable que constituye el
ejemplo adecuado de lo que desean los miembros de la fa­
milia, es decir, la desnominalización está terminada una vez
que el terapeuta ha establecido cuál experiencia (Equivalen­
cia Compleja) es considerada por los familiares como un
ejemplo de lo que anhelan.
Una de las principales tareas del terapeuta en la Fase I
queda concluida cuando ha unido venturosamente el len­
guaje con la experiencia de cada una de las personas de la
familia (desnominalizaciones). Sin embargo, aún le falta dar
un paso muy importante dentro de esta área, cuando está
procurando reunir información sobre la situación deseada
por la familia, como unidad. La desnominalización individual
puede redundar en una serie de experiencias (Equivalencias
Complejas) que en cierta forma no están relacionadas entre
sí. A fin de establecer para la familia, tomada como unidad,
un estado apetecido que sea útil para que el terapeuta io
utilice para orientar su conducta al crear con la familia una
experiencia unificada, el terapeuta debe encontrar alguna
manera de coordinar las experiencias que los familiares desean
para sL Es decir, tiene que elegir una vía de desnominali­
zación, por medio de la cual, las experiencias individuales
(Equivalencias Complejas) que ellos necesitan coincidirán
parcialmente, o por lo menos, se acoplarán. Puesto que el
terapeuta va a utilizar estas Equivalencias Complejas como
base para la creación de una experiencia con la familia den­
tro de la Fase II, estas experiencias con las que la familia
está de acuerdo, tendrán que encajar entre sí. En el proceso
para integrar en forma delicada y cortés las diversas expe­
riencias deseadas por cada una de las personas de la familia,
cualquier cosa que sea común dentro de dichas experiencias,
surgirá espontáneamente. A lo largo de nuestra práctica de
Ja terapia familiar, con frecuencia hemos observado que las
descripciones verbales más disímiles, una vez que se rela­
cionan con la experiencia, se fusionan automáticamente
para los familiares implicados.
El terapeuta podrá estar seguro de haber unido adecuada­
mente las palabras con la experiencia de los miembros de la
familia (desnominalizado a la familia como unidad) cuando
el resultado sea una serie de experiencias (Equivalencias
Complejas) que concuerdan entre sí. A medida que el pro­
ceso continúa, si el terapeuta nota que la coordinación entre
los familiares es muy escasa, puede solicitarle a alguno de
ellos que presente (ya sea en forma de una descripción verbal
o por medio de cualquier sistema representativo, es decir,
con imágenes, movimientos corporales, etcétera) un ejemplo
de alguna ocasión en que haya fracasado en conseguir lo que
más deseaba. Mientras alguno de los familiares realiza esto,
el terapeuta puede preguntar entonces a los demás en qué
forma coincide la descripción con lo que ellos anhelan (sus
desnominalizaciones). Nos consta que esto jamás ha dejado
de producir una coincidencia parcial con las experiencias
(Equivalencias Complejas) que los diferentes miembros de la
familia desean.
El resultado del proceso de aclarar lo que desea cada uno
de los miembros de la familia, consiste en que tanto el tera­
peuta corno los familiares llegan a comprender cuáles son
los componentes esenciales de una experiencia que produci­
rán conjuntamente como una parte de la Fase II de la sesión
de terapia familiar. El grupo de coincidencias parciales (Equi­
valencias Complejas) que resultan al relacionar las palabras
con la experiencia (desnominalización) sugiere la estructura
que será utilizada para la Fase II. Antes de que el terapeuta
y la familia comiencen a construir efectivamente esta expe­
riencia, se necesita otra clase de información. Si usted posee
un plano de San Francisco, le será de gran utilidad siempre
que tenga la intención de visitar y explorar esa ciudad; sin
embargo, el plano de nada le servirá a menos que usted
sepa dónde se encuentra actualmente con relación a San
Francisco» El mapa le será provechoso únicamente sí usted
puede llegar a San. Francisco desde el lugar en que ahora
se encuentre.. La principal labor del terapeuta consiste en
ayudar a la familia a trasladarse del lugar en que se halla
actualmente hasta donde quiere estar. La otra clase de infor­
mación necesaria para el terapeuta se basa en los recursos
actuales y en los patrones corrientes para enfrentar las cir­
cunstancias que ahora existen dentro de la familia.

Determinación del estado presente


(L o que esta sucediendo actualm ente)

A medida que el terapeuta hace uso de las diferentes


formas que existen para relacionar el lenguaje con la expe­
riencia y, al mismo tiempo, reúne la información necesaria
para comprender el estado anhelado por la familia, se en­
cuentra comprometido en el proceso corriente de comuni­
carse, observar y escuchar la interacción de los diferentes
familiares. Así pues, en tanto que el enfoque del contenido
de la Fase I es el e*t( c'< deseado por la familia, d ¡j-^j : , s o
consiste en L;s ratro^rs de corTimicación que se
disponibles un-- :o la íam ¡I'r* en su estado actu 'dxíos
los mensajes verbales y no verbales de cada miemL--.- la
familia, así como las respuestas verbales y no verbales ^ne
estas comunicaciones provocan en los demás familiares, co ns­
tituyen el proceso para llegar a comprender el estado prese*. X
de la familia.
El compendio de información que se presenta en una
sesión de terapia familiar, es enorme; es decir, mucho más
de la que requiere el terapeuta para determinar la situación
actual del sistema familiar. Teniendo esto en cuenta, hemos
aislado algunos de los rasgos que consideramos más signifi­
car?' as y precisos de la interacción familiar; al hacerlo así,
h* ; identificado una manera para que los terapeutas or-
su experiencia en la terapia familiar a fin de que:

a) no se sientan abrumados por lo com plejo de la situación;

h) descubran los procesos que les perm itirán com prender sufi­
cientem ente la situación actual del sistema fam iliar, para
que puedan realizar eficazmente, ju nto con la fam ilia, la
experiencia de la Fase I I .

Esta es sencillamente, una forma de expresar que, en esta,


fase estamos ofreciendo un modelo de terapia familiar que
nos ha sido muy útil y efectivo a- través de nuestra práctica.
Como sucede con todos los modelos, éste no es ni único, ni
exhaustivo.
El primero de los patrones más amplios consiste en los
ciclos de comunicación calibrada que ya existan dentro de la
familia. Típicamente, los círculos calibrados que encontra­
mos ya están establecidos dentro del proceso familiar y son
considerados por los miembros de la familia como una parte
inalterable de su experiencia. Frecuentemente, el solo hecho
de saber que estos ciclos pueden cambiarse, constituye, qui­
zás, la información más importante que nosotros, como tera­
peutas, podamos proporcionar a las personas de la familia.
Tenemos la impresión de que al comprender el proceso
subyacente que origina estos ciclos de sufrimiento y mala
comunicación, nosotros, como terapeutas familiares, podemos
tener más alternativas respecto a la manera de ayudar a las
familias tanto a superar estos círculos ya existentes en su
sistema, como a evitar en el futuro la creación de otros nue­
vos. El patrón general del proceso por medio del cual se
desarrollan estos círculos en el seno de los sistemas familiares
se puede representar de la siguiente manera:

incongruencia—* de cisión—* generalización

Conclusión ( Equivalencia C om p leja-* L e c tu ra del Pensamiento)

v------------------------------------- , ------------------------------------------- >

Comunicación Calibrada

Analicemos cada uno de estos pasos sucesivamente. T íp i­


camente, el proceso se inicia cuando algún familiar se co­
munica incongruentemente; por ejemplo:

M ild red : . . . yo sólo quería ayudarte . . . (el tono de la voz es ás­


pero, se encuentra de pie, con las piernas separadas, el brazo
izquierdo extendido apuntando con el dedo índice; los hombros
tensos y arqueados, la respiración es superficial, el puño de la
mano derecha está apoyado en la cadera . . .)

En el ejemplo anterior, los mensajes proporcionados por la


postura y los movimientos del cuerpo, así como por el tono
de la voz, coinciden entre sí, pero no van de acuerdo con las
palabras ni con la sintaxis de la comunicación verbal (el
tipo clásico de incongruencia). Al confrontar una comunica­
ción de esta naturaleza, la persona (receptor) generalmente
reacciona decidiendo (paso 2 dei proceso) si responderá a
los mensajes verbales o a las análogos.
G eo rge: (acortan d o la respiración y extendiendo hacia Mildred las
m anos con las palmas vueltas hacia arriba, voz quejumbrosa)
. . . lo siento, M ildred, no comprendo . . .

La otra persona de este sistema familiar decide responder a la


parte análoga de la comunicación incongruente de Mildret.
En este caso, la decisión es dar prioridad a los mensajes análo­
gos que le llegan principalmente a través del canal visual más
bien que al auditivo (verbal). Ahora se realiza el proceso
de la generalización; en esta transcripción, la persona (George)
se da cuenta de que se siente mal, y esto lo relaciona (cons­
cientemente o no) con toda una serie de experiencias del
pasado, cuando Mildred se ha disgustado con él, en las que
se ha sentido mal.

T era p eu ta : George, ¿qué es lo que siente usted en este momento?


G eo rge: Bueno, mi estómago está tenso; me siento muy mal. (vol­
viéndose hacia M ildred) Mildred, cariño, sé que estás disgus­
tada y . . .

El siguiente paso en la creación de un ciclo de comunica­


ción calibrada lo constituye la Equivalencia Compleja. Las
señales o mensajes análogos que George está atendiendo, los
acepta como equivalentes al estado interior de Mildred eti­
quetado “enojo”. El proceso se integra con el siguiente paso,
cuando George acepta la generalización de la Equivalencia
Compleja en sí; esto es, en cualquier momento futuro en
el que George capte en Mildred los mensajes análogos descri­
tos anteriormente, él “sabrá” que ella está enojada. Cuando
este ciclo ha sido recorrido con bastante frecuencia, el nú­
mero de sugerencias análogas que George necesitará para
producir su Equivalencia Compleja disminuirá. Por ejem­
plo, hemos presenciado casos de comunicación calibrada en
los que el encogimiento de un hombro, el cambio de ritmo
en la respiración, o el trasladar el peso del cuerpo de una
pierna a la otra, constituyen mensajes suficientes para iniciar
una Equivalencia Compleja acompañada de Lectura del Pen­
samiento y un ciclo calibrado. En cada uno de estos casos, la
persona que practicaba la Lectura del Pensamiento era com­
plejamente inconsciente de la parte obsex/ahlc de la Equi­
valencia Compleja; es i ¿a sugerencia o señal que le
“ daba” la información °i absolutamente fuera de su
conciencia»
Otra forma muy t/ert < de x r n ir la información sufi­
ciente rompiendo e t^dc actual del si 1 u familiar,
coa r . agilizar co * > y * % p - ^ominaliz t es que las
pef'vo.i Emilia * j t p o sear p an i \ntro del
sistciii! drihf'ido fli a * J r n iam‘b*r identifica la nomina-
lizaci ] sJc { j ‘f*< |\t * x on real’ dad está declarando que
no le . ,r h io ic que actualmente está obteniendo de la
familia en lo «^le respecta a esta nominalización. En conse­
cuencia, cuando el terapeuta aprovecha su destreza, para des-
nominalizar las nominalizaciones de la familia dentro de
algún grupo ele Equivalencias Complejas que identificarán
la conducta observable actual, p lede lograr que el miembro
de la, famVi jfrezca (verbalmen^ * en forma, de actuación)
un ejemp.o de cómo lo que le y*í ede en sus experiencias
presente^ dentro de la familia, le impide alcanzar lo que
anhela. Casi siempre, según nuestras observaciones, el miem­
bro de la familia presenta un caso de comunicación calibrada
que es el núcleo de mucho sufrimiento e insatisfacción dentro
del sistema familiar.
Las dos estrategias que acabamos de exponer para reunir
la información necesaria para comprender el estado actual
del sistema familiar, tienen en común el hecho de identi­
ficar los patrones de comunicación calibrada. En la práctica
de nuestra profesión, hemos observado que el terapeuta posee
la información suficiente para comprender el estado actual
del sistema familiar, una vez que ha logrado identificar los
procedimientos principales empleados por la familia para
comunicarse de una manera calibrada; los lugares dentro
de los patrones de comunicación familiar en los que existe
muy poca o ninguna retroalimentación. El grupo de ciclos
calibrados dentro del sistema familiar, es la serie de reglas
de dicho sistema que el terapeuta tiene que conocer para
comprender la clase de lucha en que la familia está fallando.
Las reglas o ciclos de comunicación calibrada constituyen
lo que los investigadores en cibernética han llamado m eca­
nismos hom eostáticos. Estos mecanismos son los procesos por
medio de los cuales un sistema, ya sea que se trate de un
sistema simple, como el del control de la temperatura, o
de uno complejo, como el de una familia, se mantiene den­
tro de los mismos patrones de conducta y funcionamiento.
Para cambiar un sistema, se necesita transformar los proce­
sos homeostáticos; es decir, cuando en una sesión de terapia
familiar el terapeuta ha identificado los ciclos o regias de la
comunicación calibrada., ya posee la suficiente información
como para iniciar eficazmente el proceso de crear, junto con
las personas de la familia, la experiencia que todos han iden­
tificado como un ejemplo del estado deseado por ellos.

Resumen

La Fase I de la terapia familiar, Recopilación de Datos,


consta de tres partes principales. Son las siguientes:

\ 1. Preparación de los miembros de la fam ilia para crear una


\ experiencia que les sirva de modelo para su conducta futura.
< 2. D eterm inación del estado deseado para el sistema fam iliar.
( 3. D eterm inación del estado actual del sistema fam iliar.

El terapeuta puede llevar a cabo eficazmente la primera de


estas tres partes, esforzándose por generar entre las personas
de la familia seguridad y confianza en él, y compartiendo la
información que va reuniendo, asegurándose especialmente
de que cada uno de los familiares alcance a comprender el
proceso por el cual han llegado a la situación en que ahora
se encuentran y, en consecuencia, haciéndoles entender que
el cambio que ellos realizarán es sene'llámente el siguiente
paso de un proceso continuo que pueden aprender a con tro-
lar. El rasgo principal de la segunda parte, el de la determina­
ción del estado deseado por la familia, consiste en relacionar
las palabras con experiencias determinadas (desnominaliza-
ción de las nominalizaciones) que cada uno de los familiares
aporta a la sesión como su necesidad o esperanza particular,
así como las de su familia. La tercera parte se realiza cuando
el terapeuta ha identificado los ciclos de comunicación ca­
librada que impiden a la familia alcanzar lo que desea. El
terapeuta y los miembros de la familia tendrán una orienta­
ción clara, tan pronto como hayan determinado los estados
presente y futuro del sistema familiar. Esta información,
además de la disposición de la familia para aceptar el riesgo,
indican al terapeuta que la primera fase está concluida, y
que puede comenzar a producir Ja experiencia explícita que
servirá de modelo para el futuro del sistema familiar.
La anterior descripción de la Fase I constituye una versión
idealizada de nuestra experiencia, tal como suele serlo cual­
quier modelo; compone el grupo mínimo de patrones efica­
ces que hemos logrado extraer de nuestra labor dentro de la
terapia familiar como adecuado para la Fase I. Hemos com­
probado que es sumamente útil para organizar nuestras ex­
periencias dentro de la terapia familiar. Invitamos al lector
a que lo pruebe, cambie o modifique en cualquier forma
que le sea útil de acuerdo con el estilo personal de cada
quien.

ÍI. TTransformación del sistema

Una vez que el terapeuta ha reunido la información sufi­


ciente para comprender, por lo menos hasta cierto punto, el
estado actual del sistema familiar, el deseado por la familia,
y Ia forma en que el actual, como sistema, está cerrado a
las experiencias ambicionadas por los familiares, ya está listo
para ayudar a generar esa experiencia; dar los pasos necesa­
rios para hacer que el sistema se transforme en sí. Cuando
nos encontramos entrenando a los terapeutas familiares, la
queja más común que se nos hace es la de que son dema­
siadas las cosas que hay que atender. El propósito de este
libro es el de ayudar al terapeuta a discernir cuáles son los
elementos a los que hay que prestar atención y cuáles son
ajenos. Con demasiada frecuencia, los terapeutas familiares
desperdician sus principales recursos al concentrarse en todos
los detalles del contenido de los problemas de los miembros
de la familia. Estos úlimos, sin embargo, están calibrados al
problema; operando sobre expectativas y ciclos calibrados
y, aun cuando pueda haber tres, cuatro, cinco o más de ellos,
no les han encontrado solución. ¿Por qué, entonces, piensa
el terapeuta que él puede lograr más? Su ventaja consiste en
la comprensión de que también él tiene calibraciones, y
entonces se concentra, no en los problemas y en el contexto,
sino en los procesos de enfrentamiento y comunicación. Esto
le permite seleccionar información eficaz procedente de la
perspectiva del proceso, en lugar de dejarse agobiar por los
detalles. La transformación del sistema acarreará cambios
en el nivel de enfrentamiento, mas no en el del contexto.
Unjcambio en el sistema de cómo las personas de una familia
envían y reciben mensajes entre sí, constituye la meta de
la terapia familiar, no la solución de los problemas, ya que
éstos son demasiados. Todos los días, la gente necesita apren­
der a enfrentarse a las circunstancias, y necesita nuevas herra­
mientas en el nivel del proceso. De esta manera, el terapeuta
reúne información: una serie de esperanzas (nominalizacio-
nes) deseadas por los familiares, tales como más amor, afecto,
intimidad, libertad, confianza, respeto, responsabilidad, etcé­
tera .El terapeuta tiene que descubrir qué canales de recep­
ción y de transmisión son indispensables para que las personas
de la familia sepan cuándo obtienen lo que pretenden. Com­
parando lo que se anhela con lo que es posible expresar por
el momento, y basándose en las formas de calibración exis­
tentes en la familia, a medida que manifiestan lo que desean,
el terapeuta dispondrá de información muy valiosa. Una
manera de llevar esto a cabo, consiste en que el terapeuta
seleccione una serie de esperanzas (nominalizaciones), el esta­
do deseado por todos los familiares, y luego establezca, junto
con ellos, una experiencia dentro de esta serie de esperan­
zas (nominalizaciones) utilizando todas las técnicas que des­
cribimos aquí. El resultado no consiste únicamente en una
experiencia aislada fuera del sistema, sino que, por el con­
trario, se trata de algo mucho más importante. A fin de
que todos los miembros de la familia se trasladen desde su
estado presente hasta una sola experiencia dentro del estado
deseado, primero tendrán que aprender todo lo referente
al cambio. Deberán romper algunos ciclos calibrados y abrir
nuevos canales; descubrirán que todo esto puede llevarse a
cabo si el terapeuta se convierte en el modelo que ellos
han de emitir.
Por ejemplo, el marido (Fred) desea recibir mayor aten­
ción de parte de su esposa (Mary). Ella pretende que Fred
y su hija la respeten más. Judy, la hija, anhela gozar de ma­
yor libertad y también quiere que sus padres comprendan
que ella es casi una persona adulta. Esto constituye un con­
junto de información. Una vez que el terapeuta ha com­
prendido la forma en que Fred se da cuenta de cuándo su
esposa no está prestándole atención, y lo que podría ella
hacer (decir o representar) que le permitiría a su marido saber
que está obteniendo atención, ya tiene una desnominalización
lingüística del estado deseado. El terapeuta tiene necesidad
de esta información para cada miembro de la familia. A
continuación, tendrá que distinguir qué es lo que le impide
a cada familiar percibir que está obteniendo lo que desea,
o qué es lo que detiene a los demás miembros de la familia
para darle al primero lo que anhela. Lo anterior constituye
otro importante grupo de información. Por ejemplo, Fred
podría decir, “yo sé que mi esposa me pone atención cuando
es cariñosa y me toca”. Esto significa que toda la atención
que Mary le preste a Fred, que no sea cinestética (contacto
físico) estará fuera de la experiencia de Fred. Actualmente,
él puede percibir y apreciar la atención únicamente a través
de su piel, y no de sus ojos. Por consiguiente, cuando Mary
está prestando atención a Fred, pero no lo está tocando, él
no reacciona. La consecencia es qut * '*n^ ';nc Fiei' no
la respeta.
Estos conjuntos de informacu 1 * > i * c ■* ;oh
a fin de ayudar al terapeuta a c *im • -■ : ^ c ; r< - de
enfrentamiento que para nada eofte - > x x - a los
deseos de los familiares, El estado de,-* - o- f t.c - fuera
de los límites de un sistema que cc-ie . c, . ' -añera.
La tarea del terapeuta consiste *.n g.:.« r e< ni ir, o- rV la
familia hacia la expencia :a - c* q, or
medio de tres estrategias generales:

a) Intervención mediante 1 >"'> ' ge c fijas


del pasado ( ciclo1 de *. * i i,bi <
b) O frecer uo , p e r tt (\ i ieta~
posición p ria c o í i m n j i 1 3s c* mp

c ) T ran sfo jm IVion d jr ^ j - i • _ 10 - <*v.*s*:bración.

Estas tres tácticas se sobrepondrán parcialmente según las


técnicas individuales,, pero el resultado será instruir a ía. fami­
lia sobre las habilidades de las tres tácticas, así como ayu­
darles a obtener lo que desean, Por lo tanto, la transformación
de un sistema consiste realmente en agregarle los instrumen­
tos necesarios para lograr cualquier estado deseado, demos­
trando a los miembros de la familia la forma de realizarlo.
Los familiares se instruirán en los medios que les permitan
romper la comunicación calibrada, tendrán, medios para
concentrarse en el proceso y en las formas de comunicación
nuevas y más satisfactorias. Esto especialmente es lo que hace
que la tarea del terapeuta familiar sea ante todo la de un
educador.

Instrumentos d* desafiar las generalizaciones


fijas del pasado (Cm m úc. i xiLíiL^reneeo Calíllela)

A fin de que el terapeuta co rH b ^ ;7? u. crear una expe­


riencia que sea un ejemplo < esiade d^eado, pero que se
halle fuera de las posibiHdade* del estado actual del sistema
familiar, tendrá que romper los ciclos calibrados. Los fami­
liares deberán ver, o ír, y sentir en forma diferente a fin de
que puedan responder de manera diferente. Las transforma­
ciones necesarias para que esto se realice, deben de comenzar
por el terapeuta. Él tendrá que intervenir en los procesos
corrientes y proporcionar nuevos ejemplos de cómo com­
prender y corresponder a esas nuevas reacciones. Las inter­
venciones que rompen los ciclos calibrados pueden presentarse
en cualquiera de los cinco puntos de transición en donde
fueron producidos originalmente:

1. L a persona A se comunica incongruentemente.

2. L a persona B decide a cuál de los 'mensajes responderá.

3. L a persona B generaliza respecto a sus sentimientos y decisio­


nes sobre los mensajes.

4. L a persona B establece generalizaciones fijas (Equivalencias


Com plejas).

5. La persona B lee el pensamiento de la persona A (la calib ra).

El terapeuta puede intervenir en uno o más de estos puntos.


Para una intervención completa se requiere que el tera­
peuta se inmiscuya cíclicamente por medio de este proceso
hasta romper la calibración y los familiares aprendan la for­
ma de obtener retroalim entación en lugar de comunicación
calibrada. El contexto particular de la calibración rota es
importante únicamente por lo que respecta a la consecución
de la meta de proporcionar una experiencia que sirva como
ejemplo del estado apetecido. El valor real de la interven­
ción consiste en el grado hasta donde el terapeuta demuestre
a las personas de la familia que la retroalimentación les pro­
porcionará más de lo que ellos desean y más de lo que obten­
drían de la comunicación calibrada, y que aprenderán mucho
más acerca de los demás miembros de la familia cuando
utilicen la retroalimentación para romper ellos, por su propia
cuenta, los ciclos calibrados.
Rompiendo ios ciclos de comunicación calibrada en el punto
de transición de la incongruencia

Fred le dice a su esposa Mary: “Quiero que sea más cari­


ñosa conmigo”. Su voz es áspera y apremiante, sus cejas están
levantadas, como si estuviera reprendiendo por centésima
ocasión a un niño que no ha cumplido con sus tareas. Mary
se pone tensa y se echa ligeramente hacia atrás en su silla.
(El terapeuta ya había observado este patrón en otras dis­
cusiones anteriores). Mary, si el terapeuta se lo permite, re­
petirá su parte en el ciclo calibrado. Responderá al tono de
voz y a los ademanes de Fred Leyendo el Pensamiento espe­
cíficamente de que él está tratando de “ponerla en su lugar”.
En este preciso instante, el terapeuta decide intervenir en el
punto de transición de la incongruencia de Fred. Puesto que
tanto Fred como Mary están calibrados en esta área del con­
texto, la tarea consistirá en romper, para ambos, ese ciclo
calibrado. El procedimiento consta de dos pasos: primero, hay
que demostrarle a Fred que la manera en que se ve y la for­
ma en que se expresa, no hacen coincidir su intención con
sus palabras; o sea que, su apariencia exterior no corresponde
con su propósito interno, y tratar de enseñarle a comunicar
ambos grupos de mensajes congruentemente y uno por uno,
en lugar de hacerlo de manera incongruente y ambos a la
vez. Esto le enseñará a Fred un nuevo procedimiento para
comunicarse, y, al mismo tiempo, le ofrecerá a Mary una
información que no lleve dos mensajes conflictivos, entre los
cuales tenga que escoger.

T erapeuta: Acabo de oírle a usted decir verbalmente que deseaba


que M ary fuese más cariñosa. También percibí el tono de su
voz y lo observé moverse y actuar en una forma que no indi­
caba que usted fuera cariñoso cuando se dirigía a ella. (E l
terapeuta remeda la comunicación de Fred, exagerando los gestos
y los tonos análogos). ¿Podría expresar oralmente lo que estaba
sintiendo cuando efectuaba esto?
Fred ' (suspirando al reconocer la com unicación análoga) : Bueno,
sí, es como si esto ya lo hubiera yo pasado antes y, bueno, yo pido
y de todas maneras ella se aparta de mí.
Terapeuta: ¿De manera que usted se siente algo im portante, pero
al mismo tiempo desea que M ary le ofrezca más pruebas de
cariño?
Fred: Eso es, me parece que me siento algo desvalido (con voz y
aspecto desvalidos).

En este punto el terapeuta puede hacer que esta oportunidad


de aprender resulte aún más efectiva para la familia, ofre­
ciéndole a Fred dos ejemplos de la misma comunicación.
Veamos:

Terapeuta: Fred, ahora comprendo que usted se sienta algo así como
desvalido, cuando trata de com unicar su deseo de ponerse en
contacto con M ary, y me gustaría mucho poder ayudarlo. Cuan­
do pide mayor relación con M ary, y desea que ella sea más
cariñosa, dice usted que tal parece como si ella se retrajese
más. ¿Es cierto eso?
Fred: Así es.
Terapeuta: Bueno Fred, vamos a hacer de cuenta que yo soy usted
y que usted es M ary. En dos ocasiones voy a pedirle un contacto
cariñoso. U na vez, como lo vi a usted hacerlo, y otra vez en
form a diferente. ¿ Sería tan am able de sentarse, observar, escu­
char, y ver si puede com prender el rechazo de M ary?
F red: Por supuesto.

Entonces el terapeuta le proporciona a Fred dos ejemplos


de comunicación, uno incongruente, y otro congruente en
el que coinciden el tono de la voz, los gestos y las palabras.
En seguida, el terapeuta le pide a Fred que trate de comu­
nicarse en esta nueva forma. Cuando lo lleva a cabo, la res­
puesta de Mary es tomarle la mano.
La verdad es que la gente no se da cuenta de su incon­
gruencia, y la intervención en este punto de transición les
ofrece una oportunidad de adquirir conocimientos que pue­
den penetrar cualesquiera áreas, independientemente del
contexto específico. La persona que se da cuenta de su incon­
gruencia, lo mismo que las demás que escuchan y presen­
cian este proceso, descubre que está sucediendo mucho más
de lo que jamás comprendió. Esto nos lleva hacia el segundo
punto de transición en el que puede intervenir el terapeuta
a fin de romper los ciclos calibrados.

Rompimiento de los ciclos de comunicación calibrada


en el punto de transición de la decisión

Inicialmente, cuando Fred efectuaba su comunicación


incongruente, Mary reaccionó' poniéndose tensa; estaba cali­
brada (operando sobre una generalización fija procedente del
pasado) para responder únicamente a la comunicación aná­
loga de él. Cuando ella observaba el proceso en que el tera­
peuta le mostraba a Fred la diferencia entre su mensaje
intencional y el resultado exterior} ella a su vez estaba apren­
diendo acerca de cómo estaba calibrada para ignorar los otros
mensajes de Fred. No reconocía sus palabras, sino única­
mente los gestos y el tono de la voz. En resumen, ella deter­
minaba que el mensaje análogo era el verdadero, y a él res­
pondía únicamente. El terapeuta pudo haber elegido primero
este punto de transición para intervenir; por ejemplo:

T erapeuta : M ary, mientras escuchaba que Fred le rogaba que fuera


más afectuosa con él, observé que usted daba un respingo, y yo
me pregunto qué fue lo que vio, escuchó y sintió en ese m o­
mento.
Mary : Oh, que él sólo estaba criticándom e de nuevo; yo nunca
soy para él lo suficientemente .sensual.
Terapeuta: Escuché que Fred pedía algo para él. Q uiero saber si
usted podría decirme qué fue lo que la hizo sentirse como si él
la estuviera criticando. ¿Fue el tono de su voz o el aspecto
que tenía? ¿No creyó usted en lo que él le estaba pidiendo?
• Mary: Fue como si estuviera gritándome por haber com etido una
equivocación, Flrnm m .. . . no creo que estuviera pidiendo, sino
que estaba ordenándom e.
Terapeuta: ¿Q uerría usted verificar lo anterior? En este momento
tengo la impresión de que Fred experim enta cierta dificultad
para pedir las cosas en form a directa, y de que tal vez piensa
que no 1 J ndrá de cualquier manera, así que las solicita
de una muy torpe. Pienso que tal vez usted tampoco
sabe comprender mejor de lo que él sabe pedir. Creo que aquí
existe algo que ambos deben aprender, si es que están dispuestos
a ello. Me gustaría verificar esto con él para tratar de encon­
trar alguna salida a través de este impedimento.

A partir de este instante, el terapeuta puede mostrarle a


Mary que los dos grupos de mensajes que ella recibe son
válidos, y que ha estado respondiendo únicamente a uno
de ellos; a un gesto y a un tono de voz que no comprende.
Preguntando, ella puede obtener retroalimentación muy pro­
vechosa; persistiendo en la comunicación calibrada, sólo se
sentirá molesta. Al mismo tiempo, esto hace que Fred com­
prenda que su mensaje fue torpe, y que la reacción de Mary
se debió a su mensaje no verbal. Además, su comprensión de
la respuesta de Mary se debió a una mala interpretación
del mensaje no verbal de ella.

Rompimiento de los ciclos de comunicación calibrada


en el punto de transición de la generalización

El terapeuta puede también decidir romper la calibración


en el punto de transición de la generalización. Cuando Mary
percibió la comunicación incongruente de Fred, resolvió pres­
tar atención únicamente a la parte no verbal de dicha comu­
nicación. Así como Fred no comprendió que su manifestación
no correspondía a su propósito, tampoco Mary se dio cuenta
de que su respuesta no era adecuada a las intenciones de
Fred. Para Mary, los gestos y el tono de la voz de él no coin­
cidían con su concepto de pedir_, sino con el de ordenar. T e ­
nía la impresión de que estaba criticándola, ordenándole
que se sintera en cierta forma, tal como ella se siente cuando
la critican, y que estaba exigiéndole algo; así fue como ge­
neralizó Mary.
Examinemos más detenidamente el proceso de la genera­
lización.
/. Fred es incongruente en su comunicación, al ofrecerle a
M ary grupos de mensajes que no concuerdan. Específica­
mente, determina conscientemente pedirle a ella que sea más
afectuosa, y sus palabras coinciden con su propósito cons­
ciente; al mismo tiempo se siente desvalido, y este senti­
miento (casi en su totalidad fuera de su conciencia) se refleja
en su voz, sus gestos y su postura co rp o ra l. . .
2. M ary tiene que responder ahora. Ella advierte los gestos y
la postura del cuerpo de Fred, escucha el tono de su voz,
y reacciona a ese grupo de mensajes más que a sus palabras.
3. En su experiencia anterior con Fred (y con otros), el tono
de voz que ella escucha ahora, así como los gestos y la pos­
tura del cuerpo, los relaciona con exigencias que se le han
hecho.
4. L a decisión de M ary en el paso (2 ) anterior, además de
su experiencia previa con la parte de la comunicación in­
congruente de Fred a la que está atendiendo y respondiendo,
la llevan a hacer la generalización de que Fred está exi­
giéndole algo.
5o Desde tiempo atrás, estas exigencias para M ary, han estado
relacionadas con sentimientos de rabia e impotencia debido
a lo injusto de tales coacciones. Su reacción hacia Fred,
entonces, está basada, más en esos sentimientos de rabia e
impotencia que en la situación actual.

E l terapeuta tiene que estar consciente de que la comuni­


cación superficial frecuentemente encierra mensajes más pro­
fundos que, al revelarse, pueden ayudar a establecer la retro-
alimentación. Este proceso de generalización constituye otro
punto de transición en el que se puede romper la calibra­
ción. Por ejemplo:

T era p eu ta : M ary, en el momento en que Fred le hacía una pre­


gunta, yo trataba de imaginar lo que le pareció a usetd. ¿Qué
fue lo que sintió cuando Fred le pidió que fuera más cariñosa?
M ary: Bueno, sentí como si me regañara, ordenándome lo que tenía
que hacer.
T erapeuta: ¿Podría usted explicar qué fue lo que le hizo sentirse
así?
M ary: Bueno, se veía contrariado y su voz era de enojo.
T erapeuta: Ante esto ¿cómo se sintió usted?
M ary : Me puse a la defensiva, pues me sentí agredida.
T erapeuta: M ary, cuando usted nota que Fred, por su aspecto y
por el tono de voz, parece estar enojado, según acaba usted de
señalarlo ¿significa eso que él la esté criticando o agrediendo?
M ary: Por. supuesto; él se porta así conmigo con bastante frecuencia.
T erapeuta: Oh, ya veo. M ary, ¿alguna vez ha tenido usted la ex­
periencia de sentirse disgustada o furiosa consigo misma, y luego,
al hablar con alguien más, su expresión no resulta como usted
quería que fuera?
M ary: Bueno, sí; pero esto es distinto, él lo hace con m ucha fre­
cuencia.
T erapeuta: ¿Está tan segura? Es muy posible que este sujeto grande
y fuerte que se encuentra aquí, tal vez no se sienta muy fuerte
en su interior, así que, cuando le habla a usted de algo que es
importante para él, no sabe expresarse bien. ¿Existe esa posi­
bilidad?
M ary : Bueno, creo que sí.
T erapeuta: ¿Q uerría usted verificarlo? Tengo el presentimiento de
que cuando Fred se siente deprimido y se ve y se expresa en la
forma que acaba de hacerlo, usted lo mira y piensa “oh, Dios
mío; y ahora, ¿qué es lo que hice?”

Para romper la comunicación calibrada en el punto de tran­


sición de la generalización, se requiere que el terapeuta
tenga acceso a alguna experiencia que haya tenido el miem­
bro de la familia que impugne la generalización. O que,
sencillamente, el terapeuta pueda producir una, revisando
la generalización con los demás familiares. La generalización
puede romperse también lingüísticamente, por medio de la
exageración. El terapeuta podría decir, pongamos por caso:

T erapeuta: Mary, si usted cree esto, tanto Fred como usted se


encuentran en un verdadero aprieto. Entonces, si Fred no sonríe
continuamente y el tono de su voz no es jovial ¿es señal de que
la está criticando y exigiendo? ¿N o es eso lo que usted me está
diciendo?

Rompimiento de los ciclos de la comunicación calibrada


en el punto de transición de las generalizaciones fijas
procedentes del pasado (Equivalencia Compleja)
Las generalizaciones fijas procedentes del pasado consti­
tuyen el siguiente punto de transición, y es también otra
coyuntura en que el terapeuta puede intervenir. A Mary se
le puede ayudar a que elabore un programa que, en su ma­
yor parte, estará fuera del nivel consciente, y el cual consta
de los siguientes pasos:

Cuando Mary piensa que alguien está disgustado con


ella, eso, en cierta forma, hace que se sienta molesta. En
alguna otra ocasión, cuando Fred se comunica con ella, sin
estar disgustado, si ella se siente molesta en esa misma for­
ma, entonces tiene una generalización fija que dice, “si yo
me siento molesta en esta forma particular, entonces es que
Fred debe de estar enojado conmigo”.
Mary ha llegado a experimentar su mundo en cierta for­
ma, y ha aprendido a moverse dentro de él prestando aten­
ción exclusivamente a ciertos indicios fuera de ella, mientras
que, al mismo tiempo, ignora todos los demás mensajes que
está recibiendo. Esto reduce lo que le es posible experimen­
tar. Al hacer posible que Mary acepte y actúe de acuerdo
con los demás indicios actualmente inadvertidos, el tera­
peuta le ayuda a romper la generalización fija que la ha
mantenido esclavizada. En otras palabras, cuando Fred está
enojado y exigente, ofrece una serie completa de mensajes.
Al comunicarse incongruentemente, expone una pequ eñ a
parte de los mensajes de que se vale cuando está disgustado.
Mary, por medio de la generalización fija, está calibrada para
interpretar cualquiera de las comunicaciones análogas que
se presentan cuando Fred se contraría para demostrar que él
está enojado. De esta manera, por medio de su calibración,
ella responde únicamente a una parte del mensaje total de
Fred. La oportunidad que aquí se le presenta al terapeuta
consiste en hacer explícita la Equivalencia Compleja, clasi­
ficarla, y luego demostrar que no es necesaria y que, en
realidad, distorsiona el proceso de la comunicación.

M ary: Sí, sé lo que él estaba diciendo: que no soy lo suficiente­


mente buena, que ya está cansado de eso, y que no doy lo
bastante.
T erapeuta: Y o no escuché eso. ¿Q ué es lo que le hace pensar que
él quiere decir que usted no es lo suficientemente buena y que él
ya se cansó de eso?
M ary: Bueno, mírelo usted.
T erapeuta: ¿Q ué tiene el aspecto de él para hacer que piense que
ya está cansado de usted y que no es lo suficientemente buena?
M ary: É l siem pre se ve así cuando está cansado de que yo cometa
los mismos errores, hasta cuando no se trata más que de mi inca­
pacidad para controlar mi talonario de cheques.
T erapeuta: ¿De manera que, si Fred pone esa cara tan especial,
cualquier cosa que diga significa que está cansado de que usted
repita el mismo error?
M ary: Bueno, sí, algo por el estilo . . .
T erapeuta: Y qué tal si él pone esa cara y le dice que tiene que ir
al cuarto de baño ¿también es culpa de usted?
M ary: Bueno, pues no.
T erapeuta: ¿Entonces no es siempre?
M ary: No.
T erapeuta: ¿Es posible que Fred quiera decir alguna otra cosa
y que usted tal vez esté tomando esa cara como una manera
de castigarse a sí misma? ¿Existe quizás esa posibilidad? (ella
asiente con la cabeza). Cerciorémonos, ¿le parece?

Aquí se le presenta al terapeuta la ocasión de dar un nuevo


sentido y, por lo tanto, nuevas alternativas para responder
a la conducta familiar.
Rompiendo en esta forma los ciclos de calibración, no
sólo se demuestra que los miembros de la familia, como tales,
ni son médiums que puedan leer el pensamiento, sino q u e
tampoco son buenos analíticos. Lo más importante consiste
en que el terapeuta proporciona un modelo que los miem­
bros de la familia pueden utilizar cuando han sido, o suponen
haber sido, malínterpretados. Aprenden que la retroalimen­
tación funciona en dos sentidos, y que el revelar el proceso
que existe en el fondo de una respuesta, puede constituir
un instrumento tanto para comprender como para ser com­
prendidos. El éxito del terapeuta al romper los ciclos calibra­
dos, más adelante servirá de modelo para los familiares, y la
experiencia será también un incentivo para realizar cambios
posteriores, especialmente cuando éstos se efectúan suave y
gentilmente, sin reproches.
Una vez que una de las calibraciones está firmemente
establecida dentro de los patrones de interacción de una
familia, las respuestas pueden estar tan programadas que, si
un familiar dice X , el otro responde automáticamente Y.
Por ejemplo, el diálogo que se desarrolla cuando un miem­
bro de la familia comienza a hablar y otro le replica, “sé lo
que estás pensando; no tienes que decírmelo”, es típico de
lo que nosotros denominamos Lectura del Pensamiento. En
este momento, el terapeuta tiene la oportunidad de interrum­
pir la Lectura del Pensamiento cuantas veces sea necesario,
a fin de romper la calibración. Esto requiere únicamente
el interrumpir el patrón una y otra vez, hasta que la misma
interrupción se convierta en parte del proceso, de manera
que la intervención concerniente a la ruptura de la cali­
bración pueda ocurrir. Por ejemplo, cada vez que Amy em­
pieza a hablar, Bill, su marido, comienza a mover la cabeza
de uno a otro lado, negando, antes de que ella haya pro­
nunciado media palabra. Amy inmediatamente monta en
cólera, que es precisamente lo que Bill afirma que sabía que
iba a suceder. Entonces, Amy trata de replicar, manifestando
que eso la saca de quicio; pero, en cuanto empieza a hablar,
Bill comienza de nuevo a mover la cabeza. A fin de cambiar
este patrón, el terapeuta necesita interrumpir muchas veces
para conseguir la atención de los familiares. Si el terapeuta
hiciese la misma crítica que expresa Amy, sólo serviría para
establecer el mismo sistema que Bill sigue con Amy, sola­
mente que ahora sería Bill con el terapeuta. Es aquí donde
el buen humor y el patrón de interrupción se convierten en
poderosos instrumentos. El terapeuta les ordena a ambos de­
tenerse.

T erapeuta: Bílí, antes dijo usted que le gustaría tener algo de paz
y silencio, y que le agradaría que Amy dejara de fastidiarlo.
¿Cierto?
Bill: Eso fue lo que dije.
T era p eu ta : Creo que puedo ayudarlo si es que quiere ensayar con­
migo un pequeño experimento. ¿Está usted dispuesto?
Bill: Listo.
T erapeuta: M e gustaría que pusiera sus manos sobre la cabeza,
cubriendo las orejas y apretando. Si Amy comienza a gritar o
a regañar, apriete más sus manos para no oírla. Y , mientras lo
hace, podría utilizar sus manos para mantener quieta la cabeza,
porque he notado que, en cuanto Amy comienza a hablar, usted
balancea la cabeza de un lado a otro y ambos se marean y em­
piezan a disparatar. ¿Com pr de lo que le digo?
Bill: (riendo entre dientes, igual que A m y) Está bien, está bien.
T erapeuta: Ahora, Amy, esta es su gran oportunidad de manifes­
tarle a Bill lo que desea, pero recuerde que si grita o sermonea,
él apretará sus manos, así que, no se aturda. ¿De acuerdo?
A m y: (riendo) Qué lindo se ve así.
T erapeuta: Pienso que acaso no le parece a usted que él se vea
lindo siempre.
A m y : Sí, creo que sí, pero cuando veo esto, de esta manera, en
lugar de enojarme siento ganas de reír.
T erapeuta: Muy bien, tal vez ahora logremos establecer algunos
canales para que ustedes puedan realm ente escucharse mutua­
mente, pero tendrán que hacerlo despacio y no aturdirse por el
cambio. ¿Ambos están dispuestos?

Este tipo de interrupción del patrón (exageración humorís­


tica no verbal) proporciona un instrumento para detener
el proceso el tiempo suficiente para obtener algo nuevo a
través de los ciclos de calibración. Al mismo tiempo, puede
añadírsele al proceso otra dimensión, la cual también afecta
el punto de transición de la decisión, añadiendo a la ima­
gen el mensaje que fue suprimido por la calibración. Por
ejemplo, en este caso particular, el terapeuta podría añadir
estas instrucciones para Bill:

T erapeuta: Ahora, Bill, mientras mantiene las manos sobre las ore­
jas a fin de protegerse en caso de que Amy grite, quiero que
repita una y otra vez. y en voz alta, “no digas nada malo ni estre­
pitoso, soy sumamente frágil” . Y usted, Amy, cuando él haga
eso, quiero que grite tan fuerte como sea necesario para que
Bill la escuche decir: “no estoy gritando; escúchame, no estoy
gritando”. Muy bien, ahora ambos háganlo al mismo tiem po.

El resultado de este tipo de intervención es que, por lo ge­


neral, ambos miembros de la familia tengan una experiencia
que es familiar y, al mismo tiempo, divertida, sin reproches
y sin que ninguno de ellos resulte culpable. Simultáneamente,
se cansarán de las tonterías y estarán listos para ensayar un
nuevo sistema, después de habérseles ofrecido todo el ciclo
de una vez y en forma exagerada. Los mecanismos para
romper la Lectura calibrada del Pensamiento, serán tan
numerosos como los recursos del terapeuta. No obstante, el
proceso básicamente, es siempre el mismo: identificar la
Lectura del Pensamiento y hacer que el proceso que la ori­
gina sea tan evidente para ambas partes, que la necesidad
de la retroalimentación en sí, se haga evidente. Con mucha
frecuencia acabamos por decir a los familiares; “¿Tienen
ustedes el título de adivinos? ¿Están seguros de poseer las
credenciales? jNo sabía que las estuvieran concediendo!” En­
tonces ellos pueden aprender un par de cosas: primero, cómo
romper los ciclos calibrados sin hacer reproches, y segundo,
cómo establecer la retroalimentación. Al romper los ciclos
calibrados, se abre la puerta para que la familia empiece a
apreciar las diferentes maneras que cada uno de ellos utiliza
para enviar y recibir mensajes. La enseñanza más importante
consiste en que lo que se pretende decir no siempre es lo que
se dice. O, como nos agrada decir, el mapa no es el territorio.
Cuando dos personas tienen dos mapas diferentes, tal vez no
sean del mismo territorio. Si son capaces de comparar las
diferencias sin hacer recriminaciones, el experimento les pro­
porcionará a ambos viajeros una guía mejor. Discutir acerca
de cuál mapa es el verdadero, es una señal cierta de que am­
bos individuos han olvidado que no lo es ninguno.

Dando perspectiva del proceso


(Logrando una metaposición con respecto al proceso de sistema)

Las tres estrategias generales que presentamos en esta


sección, coincidirán hasta cierto punto; la diferencia radicará
más bien en el foco de la enseñanza. Las proporcionamos como
pautas para coordinar la conducta del terapeuta, no como di­
ferencias en el territorio, aislando una de otra. Teniendo
esto en mente, volvamos ahora al concepto de ayudar a los
miembros de la familia a obtener la perspectiva de los pro»
cesos de sistema. Para que el terapeuta ayude a los familia­
res a realizar lo anterior, es necesario que se los presente en
una forma concreta a fin de que puedan comprenderlos, y
tiene que facilitarles la oportunidad de ver, escuchar y hacer
que sus ánimos se vean involucrados. El proceso de sistema
es la manera en que todos los patrones que estamos expo­
niendo en este libro ajustan entre sí. El terapeuta logrará
establecer un sistema familiar solamente hasta el punto en
que él se pueda manifestar a sí mismo que el problema no
es el problema; los patrones de enfrentamiento son el origen
de los problemas individuales. Por lo tanto, cuando se pre­
senta una familia y la esposa afirma que Tom, su marido,
no es razonable porque se rehúsa a que ella busque un em­
pleo y tenga una profesión propia, y Tom la refuta con: “tu
responsabilidad son los niños y la casa y yo no puedo consen­
tir que los prives de su madre y de una infancia con segu­
ridad y cariño”, entonces la tarea del terapeuta no consiste
en declarar quién tiene la razón y quién está equivocado; no
es de su incumbencia arreglar un convenio. La resolución del
problema no es la mira principal del terapeuta. Aun cuando
este problema se resolviera, la comunicación calibrada que
fue precisamente la que lo ocasionó, produciría otro más. La
ocupación del terapeuta, entonces, consiste en romper los
ciclos calibrados y proporcionar un medio para estudiar las
oportunidades y recursos que posea la familia y que puedan
ser utilizados para disolver cualesquiera problemas especí­
ficos. La jurisdicción del terapeuta no radica en el contexto,
sino en el proceso; el proceso de cómo cada miembro de la
familia puede realizar las esperanzas que la resolución del
problema representa (como ejemplo). Su labor consiste en
acrecentar ese proceso para que los familiares puedan solu­
cionar sus propios problemas sin ayuda adicional. Enton­
ces, cada nuevo conflicto consituye una oportunidad para que
cada miembro de la familia obtenga lo que desea. Por con­
siguiente, el proceso de sistema consiste en el nivel de patro­
nes a ios cuales es sensible el terapeuta. Él desea comprender
el qué y el corno, no el por qué. Se esfuerza por auxiliar a
todos los familiares a establecer la retroalimentación. S i el
terapeuta familiar no opera a este nivel, se embrollará y se
convertirá en parte del proceso, lo cual resultará en nuevas
dificultades.
Por ejemplo: si el terapeuta le preguntara a Torn por
qué se opone a que Amy trabaje, Tom probablemente se
extendería en lo que ya le dijo y, al hacerlo así, aumentaría
la exigencia de que el terapeuta juzgase sobre quién tiene la
razón y quién está equivocado. En lugar de eso, si el tera­
peuta pregunta a Tom cóm o está logrando su propósito de
ofrecerles seguridad a sus hijos, y cóm o coincide Amy con
este propósito; entonces las preguntas del terapeuta produ­
cirán información y conciencia que le permitirán a la pareja
iniciar un nuevo derrotero. Preguntarle a Tom por qu é no
quiere que Amy salga a trabajar sólo refuerza las viejas ten­
dencias. El mismo terapeuta necesita desarrollar una pers­
pectiva al nivel de proceso. Esto significa que debe invo­
lucrarse libremente con sus ojos, sus oídos y su cuerpo,
respondiendo a los miembros de la familia, y permaneciendo
al mismo tiempo fuera de su sistema familiar. El terapeuta
se encuentra implicado en el proceso de examinar, abrirse
paso, tomar medidas y arrostrar riesgos. Los familiares están
involucrados en el contexto, tratando de encontrar su cami­
no, de verse bien y de no tener fallas. Están tratando de hallar
una forma de encararse con el presente; el terapeuta está
instruyéndoles con instrumentos que les servirán como re­
cursos para el resto de sus vidas. A fin de proporcionar ense­
ñanzas que penetren en esta forma en un sistema familiar, el
terapeuta tiene que agregar otra dimensión para la trans­
formación del sistema familiar. Esto se logra sencillamente
al ofrecer a los familiares una nueva perspectiva de su propio
sistema, visto con los ojos del terapeuta, La ruptura de la
calibración dará buen resultado sólo hasta el punto en que
los familiares comprendan que tienen que obtener retro-
alimentación y romper los ciclos de comunicación calibra­
da. La terapia familiar se hace aún más penetrante cuando
el terapeuta agrega a ésta su propia visión explícita del pro­
ceso de sistema, tanto desde el interior como desde fuera.
Los familiares, involucrados dentro del con texto, en un mo­
mento determinado necesitan hacer un alto y ponerse en
consonancia con el proceso, a fin de lograr una persepctiva
que les permita llegar más lejos. Quedarse con el contexto
tiene posibilidades muy limitadas. Muchas controversias del
contexto pueden resolverse mediante las nuevas formas de
enfrentamiento, una vez que las personas de la familia co­
mienzan a comprender su sistema y a obtener los instrumen­
tos necesarios para hacerlos funcionar a su favor. Nuestra
meta consiste en poner en las manos de cada miembro de
la familia tantos de estos instrumentos como sea posible.
Nuestro parecer es que los problemas son infinitos. El tera­
peuta se encuentra en una situación sin probabilidades de
triunfo si utiliza un planteamiento de “concentración en el
problema”. Por lo tanto, nosotros usamos un planteamiento
de “nuevas maneras de enfrentamiento”. El problema no
radica en el problema, sino en la manera de enfrentarlo.
Una de las técnicas más eficaces para lograr la perspectiva
del proceso del que nos percatamos en este momento, con­
siste en la plática, de la cual se vale el terapeuta para tra­
ducir los procesos de la familia en posturas y ademanes que
representen la comunicación que él ha observado dentro
de la sesión. Por ejemplo:

Jack, un padre de familia, podría comenzar de pie, er­


guido, con el cuerpo rígido, la cabeza levantada, aparen­
tando s;T superrazonable, un pilar de fuerza impenetrable.
Mientras él actúa en esta forma, Joyce, su esposa, está de
rodillas rente a él, en una actitud de reverencia, levantando
la vista tacia él, con admiración. Mientras tanto, cada uno
de sus t ?s hijos se encarama sobre la espalda de Jack, hasta
que éste ya no resiste el peso y cae al suelo. En ese momento,
Joyce se levanta de un salto, adopta una postura acusadora,
apuntando con el dedo y con las aletas de la nariz palpitantes,
hasta que finalmente Jack se incorpora y otra vez queda
tieso como un palo a fin de que Joyce pueda arrodillarse y
continúe idolatrándolo.
Esta manifestación visual ofrece a la familia una imagen
del proceso. Les permite observar la forma en que los patro­
nes de su ciclo de comunicación hacen cambiar el contexto,
en tanto que el proceso permanece invariable.

Se puede lograr una perspectiva más amplia si el tera­


peuta describe el proceso mientras lleva a los familiares a
través de este proceso tanto visual como físico:

Paso Uno: jack está erguido, Joyce de rodillas, los niños


empiezan a trepar sobre Jack.

T erapeuta: Veo que Joyce parece estar admirando la capacidad


que tiene Jack para controlar las cosas, y por ser alguien tan
listo a quien ella puede adm irar; mientras que los chicos están
tirando de él para que se fije en ellos, ya que siempre está muy
ocupado controlando las cosas y todos ustedes desean tener algún
contacto con este hombre grande, fuerte y enérgico. En vista
de que es tan difícil que él se dé por aludido, ustedes jalan
con más fuerza y se trepan encima de él, para que les preste
atención. Quizás tengan dificultades en la escuela y él tenga
que ayudarlos con la tarea. O tal vez ustedes lo bombardearían
con una serie interminable de “por qués” ; y, como él es tan
listo, tendrá que contestarles. Entre tanto, usted, Joyce, observa
y admira la habilidad que él posee para controlar las cosas,
hasta que Jack , que parece tan robusto, de repente cae al suelo
y sufre otro colapso. Ahora ustedes, chicos, pueden hacer con­
tacto; él puede concederles algo de su tiempo; pero la pobre
de Joyce se ve lanzada a la situación de tener que mantener
todo en orden. ¿ Y dónde está su alto y fornido varón? Ahora
la necesita para que se ocupe de él, así que ella lo regaña una
y otra vez hasta que finalmente lo amonesta para que se ponga
de pie. Luego, Jack se asusta tanto de lo que pueda hacer Joyce
que se esfuerza por levantarse tratando de aparentar que es
fuerte como un toro. Ahora, tiene que abandonar su relación
con los chicos pues debe esforzarse por reponer el tiempo que
estuvo enfermo. Ustedes, chicos, lo echan de menos, así que co­
mienzan de nuevo a encaramarse sobre él.
Esto agrega todavía otra dimensión a la imagen del proceso.
El terapeuta puede llegar aún más lejos y pedir a los miem­
bros de la familia que describan su experiencia interior a
medida que se mueven a través de este.ballet del proceso.
Por ejemplo, Jack, que se encuentra de pie, fuerte y erguido,
podría decir que en realidad se siente solo como la rama de
un árbol que está a punto de romperse. Mientras Joyce está
reprochando a un Jack quebrantado, podría expresar que
en realidad no está furiosa, sino atemorizada y desesperada.
Esto, también, puede agregarle perspectiva al proceso, el cual
podría ser llevado todavía más lejos, al preguntarle a cada
familiar, en cada situación, qué cosa sería la que suprimiría
la tensión. Jack podría pedirle a Joyce que se pusiera de pie
y que en lugar de admirarlo, lo ayudara. Cuando ella esté
de pie podría decir, “yo siempre quise ayudarte y estar a tu
mismo nivel, pero pensaba que tú podrías permanecer fuerte
solamente si creías que yo era débil y que necesitaba que
tú fueras así”. Esta clase de pespectiva sobre el proceso no
sólo remueve las censuras y rompe la calibración, sino que
también proporciona a la familia una conciencia del proceso.
Esto ofrece todavía otra oportunidad para que los familiares
la enfoquen en épocas de apuros. Anteriormente, sólo con­
taban con una perspectiva; la suya propia. Ahora, a esa pers­
pectiva pueden agregarle un proceso y una información de
cómo la visión sobre el mismo problema puede ser diferente
para cada miembro de la familia.
Una perspectiva del proceso de sistema proporciona a las
familias un medio para compartir sus diferentes aspectos
sin buscar defectos. Esto les ofrece la oportunidad de cono­
cer las diferentes alternativas disponibles dentro de su propio
sistema familiar para enviar y recibir mensajes. Cuentan con
un instrumento para comprender estas diferencias y sacar
de ellas valiosas enseñanzas. Por supuesto que no todas las
familias lograrán esta perspectiva en una sola sesión] cada
una desarrollará un sentido de proceso a su propio paso, un
centímetro cada vez, y cada uno de éstos les será muy apre-
ciable. La estrategia total del terapeuta al ayudar a las fami-
v • * él se sienta a gusto,
lias a conseguir esta visión, requiere q^e Cl , , c
• a \ hicer brotar las fuen-
que tenga paciencia y que sea capaz de
tes de la imaginación propias de la familia para es u rir
los medios que les permitan alcanzar esta perspec i a
proceso. aquí
Deseamos reiterar que los e je m p lo s pan Tenemos
hemos presentado, no son más q u e eso, e £ v ^ cidad
la esperanza de que cada terapeuta hará us ^ diná_
para sacar de estos modelos variaciones im
micas. No obstante, proponemos dos s u g e r e n c i a s .
*
recursos de los rnicm-
1. U tilizar íntegram ente la habilidad y 10 . n s D;ntor
S o s de la familia. Por ejemplo, » » n o * / £ roveche su¡
escultor o músico, hay que anim a r*° 4
conocimientos. v incluya el mayor nú-
2v Cuando e s té creando una e x p e r ie n c ia , - c a n a l e s receptivos
mero de canales de aprendizaje, to * n tativos, así como
(los sentidos), todos los sistemas r e ? dg este prin.
todos los canales de transmisión. L a ap . . tCK¡0S ios
cipio estimulará al máxim o el aPren
miembros de la familia.
t . . que se presentan dentro
Las crisis i de jas
i familias, ofrecen
luchan por
a todos sus miembros situaciones en . “ ge yen atrapa-
mantener su sentido de la propia estimacl0n- w aj que le
dos en un torbellino. Y es a usted, el terapeu a,
corresponde extraer de los datos la deSC” ^ " rlo en forma
en pequeños grupos de información, y P examinar
imparcial, a fm de que, en lugar de te m ^ t£ngan
innumerables trozos del contexto, los rai1
jni proceso, entonces
que enfrentarse con tres o cuatro pasos v ^
, . t • i la cual comenzaran a
podran lograr una perspectiva desde ^
progresar.

II. Transformación del sistema por medio


de la recalibración
, Ae u terapia familiar
Aunque el mejor resultado p o s ib le a e ‘ iva> r e t r o .
es un sistema absolutamente abierto, con r *
alimentación, libertad para indagar y adoptar nuevas medi­
das, esto no se logra si el terapeuta ataca y rompe al azar los
ciclos de calibración, como si fuera un toro dentro de una
c r i s t a l e r í a . El sistema familiar es una estructura delicada que
sirve de base para la interacción de un grupo de seres hu­
manos que no son perfectos, ni necesitan serlo, ¿Quién puede
iluminarse de la noche a la mañana? La paciencia es el prin­
cipal instrumento con que cuenta el terapeuta familiar acer­
tado. Nuestra tarea no consiste en transformar completamente
a un individuo de la familia. Esto bien podría dar por re­
sultado que esa persona se volviera ajena al sistema, agre­
gándole a éste aún más tensión. El trabajo del terapueta
consiste más bien en transformar el sistema como un todo
hasta un punto en que el esfuerzo y la tensión sean reducidos,
y la enseñanza y el apoyo puedan desenvolverse a fin de que
todos los miembros de la familia consigan seguir progresan­
do. Los terapeutas familiares no deben tratar de obtener
todo lo posible de cada miembro de la familia, sino que,
más bien, deben de sentir su camino, buscando un mínimo
de cambios por un máximo de resultados, mientras que, al
mismo tiempo, instruyen a los miembros de la familia a uti­
lizar la retroalimentación en vez de la calibración, así como
la forma de lograr la perspectiva del proceso de sistema.
El concentrarse en la consecución del máximo de cam­
bios con una familia en particular, puede dar por resultado
la mixtificación del sistema. Cada familia tiene ya la posibi­
lidad del cambio; nuestra tarea consiste en incrementar esas
posibilidades, las oportunidades de cambio y crecimiento para
todos los miembros de la familia. Una de las experiencias
más agradables que podamos tener, y la que continuamente
nos esforzamos por conseguir, es la que nosotros llamamos
efecto de bola de nieve, que consiste en una intervención
terapéutica que da por resultado el que la familia se hagan
cargo por sí misma del proceso de cambio. Un cambio de­
masiado rápido desarticularía el sistema familiar; uno dema­
siado lento desanimaría a los familiares que desean con
impaciencia algunas, nuevas oportunidades y experiencias.
Esta es la parte más espinosa de la terapia familiar, desen­
volver el sistema como un todo hasta un punto en que pro­
porcione una firme base de sustentación a los miembros de
la familia, quienes poseen los medios necesarios para avan­
zar en cierta dirección. Esta es la situación en la que los
familiares se sienten individualmente libres para tomar deci­
siones por sí mismos. El terapeuta debe darse cuenta de que
la terapia familiar está basada en la comprensión de que cada
cambio en cualquier persona de un sistema familiar, tiene
una repercusión en todas las demás. Por lo tanto, si el pe­
queño Johnny, pongamos por caso, es catatónico, el concen­
trar todas nuestras energías en la curación de los síntomas
de Johnny sería fútil, puesto que, tan pronto como él retorne
al sistema familiar, responderá al mismo como de costum­
bre, a menos que los patrones de ese sistema hayan sido
cambiados.
En realidad, concentrarse en el miembro de la familia
que presenta los síntomas, es tomar las cosas por su lado
difícil. A fin de que Johnny supere directamente su catatonía,
tendrá que cambiar enormemente en muchos aspectos, es­
pecialmente si el cambio va a sobrevivir cuando retome al sis­
tema familiar original. No obstante, si cada miembro del
sistema cambiara sólo un poquito, y en unas cuantas formas,
entonces el resultado sería que los cambios penetrarían el
sistema, y los síntomas de Johnny serían innecesarios. Este
principio es fácil de verificar, si usted pasa revista a su pro­
pia experiencia. Si ha dejado su hogar para asistir a la uni­
versidad o para hacer el servicio militar, o si solamente se
ha mudado a otro lugar y luego regresa para visitar a su fa­
milia original o a sus viejos amigos, podrá recordar cómo
han cambiado y evolucionado todos ustedes. Por lo tanto, al
principio, esa fue para usted una situación embarazosa, y,
en algunos casos, puede haberse mantenido así. Usted se sin­
tió ajeno al antiguo sistema, y esto es precisamente lo que
tenemos que evitar en la terapia familiar, si queremos que el
resultado sea un medio ambiente en el que cada familiar
pueda instruirse y evolucionar desde la base de apoyo que el
sistema familiar pueda proporcionarle a cada cual.
Suponga que se encuentra de pie frente a una pila de
vasos, de vasos con agua, que han sido colocados cuidadosa­
mente en forma de pirámide, de modo que cada hilera sos­
tiene a la de encima. La última consta de un solo vaso, la
siguiente de cuatro, la que le sigue de nueve, y la inferior
de dieciséis. Cada hilera de vasos proporciona una estructura
que sostiene a todos los vasos que están encima de ella. Si
usted quisiera tomar estos mismos vasos y erigir una nueva
estructura que le ofreciera más opciones acerca de cómo em­
prender la tarea de tomar un vaso, no comenzaría por coger
los de la hilera de abajo, ni tampoco tomaría todos los del
iado izquierdo. Tendría que empezar de arriba hacia abajo,
quitando una hilera después de otra, pues lo contrario sería
desastroso. Esto es algo similar a la forma en que debe proce­
der un terapeuta a lo largo de una sesión de terapia familiar.
Visualizando a la familia a través de la metáfora de la pirá­
mide de vasos, le ayudará a recordar que no debe caer en
la tentación de quitar el vaso empañado, sin tomar en cuenta
el posible efecto de su acción sobre los demás vasos.
Para organizar este proceso puede establecerse la regla
de que cada interacción que abra una puerta o rompa una
calibración, tiene que ser comprendida por todas las perso­
nas de la familia que la presencien. Más o menos, en esta
forma:

El terapeuta tiene un intercambio con el jefe de la fami­


lia y rompe un ciclo calibrado que tiene el padre respecto
a la comunicación con su hijo, Entonces, el terapeuta se diri­
ge al muchacho Dara asegurarse de que también él ha roto
su parte en el ciclo calibrado, y que comprende que su padre
ha cambiado (recalibrado). El siguiente paso consiste en que
el terapeuta se dirija a la madre, que se ha mantenido a la
expectativa, y la ayude a comprender y aceptar el cambio de
la relación entre su esposo y su hijo. Este ciclo se prolonga;
r r >\ paso conduce al siguiente, con todos los familiares po­
p;éndose de acuerdo a medida que se efectúa el cambio. F$te
proceso también comprende movimientos para lo(?;rv u
perspectiva correspondiente a la evolución familiar, Ruando
de una persona a otra, rompiendo los ciclos calibrados y luego
recalibrando el resto del sistema a esta nueva parte. El pro
ceso total de transformación se convierte entonces, en cierta
forma, en una nueva cadena en la que cada eslabón se enlaza
con el siguiente. Esto lleva al terapeuta a establecer el ritmo
y la dirección más conveniente para ese sistema familiar en
particular. Esto proporciona una salvaguardia contra saltos
aleatorios que podrían desequilibrar el sistema. En conse­
cuencia, romper la calibración, adquirir perspectiva respecto
a Ja, evolución de la familia, y forjar continuamente nuevos
eslabones en el sistema familiar, constituyen la estructura y
las estrategias que entrelazan las intervenciones individuales
para la transformación de un sistema familiar. Ellas compo­
nen la segunda fase de una sesión de terapia familiar, y abren
también el camino que conduce a la tercera y última fase del
plan familiar. En cierto sentido, nosotros, como terapeutas,
trabajamos para recuperar las partes desechadas, despertar
las adormecidas, y relacionar estas ventajas recientemente
adquiridas para obtener mayor fuerza y energía. Por tanto,
nosotros, en realidad, no estamos añadiendo nada al sistema
familiar; únicamente estamos poniendo a disposición de la
familia nuevas aplicaciones de los recursos que ya estaban
allí.

III. Consolidación de los cambios

En la fase tercera y final de la sesión de terapia familiar,


el terapeuta se ocupa de consolidar los cambios que los miem­
bros de la familia produjeron como parte del modelo de
experiencias en la Fase II. En esta fase hemos identificado
tres partes:
1. Exam en del proceso de la sesión terapia familiar;
2. Obtención, de cada uno de los familiares, de la retroalimen­
tación relativa al proceso;
3. Desarrollo y asignación de la tarea para hacer en casa.

Esta fase final constituye un importante paso en cada


sesión, ya sea que la experiencia específica que los miembros
de la familia y el terapeuta identificaron en la Fase I efecti­
vamente se hubiera presentado o no con todas sus caracte­
rísticas en la Fase II. El hecho de que la familia y el tera­
peuta se hayan ocupado en el proceso de trabajar conjunta­
mente para crear algo para ellos mismos, constituye la base
de cada sesión. Una vez más, el proceso es la base del cambio,
no el contexto específico. Visto desde esta perspectiva, cada
sesión de entrevista posee vida e integridad propias. La con­
tinuidad se establece al descubrir nuevos bloques de construc­
ción en cada reunión del terapeuta con la familia.
El propósito de la acción del terapeuta en esta fase final
de la sesión, consiste en ayudar a los miembros de la familia
a consolidar las ganancias obtenidas en la reunión, para
producir efectivamente una nueva historia familiar, que ahora
constituye la base de una nueva confianza para desafiar el
riesgo de cambiar y evolucionar. En verdad, la terapia fa­
miliar ocurre en el mundo de la realidad, con restricciones
reales de tiempo. Pero, cuando una sesión de terapia fami­
liar ha terminado, sus integrantes tienen la oportunidad de
probar sus alas por sí mismos. El terapeuta procura crear las
condiciones que hagan posible que la familia continúe el
proceso de cambio entre sesiones; la familia que vuelva será
diferente de la que se va.

Examen del proceso de la sesión

Una familia acaba de comprometerse en una sesión tera­


péutica cuyo propósito manifiesto es el de ayudarla a cam­
biar. T al como hicimos notar en nuestra presentación de las
Fases I y II, la clave de la eficaz intervención del terapeuta
familiar consiste en identificar y romper los ciclos calibrados
dentro de los patrones de comunicación existentes enirr *
miembros de la familia, esto es, proporcionar retroalui i-
ción determinada y consciente en los patrones de co .min-
cación familiar donde ésta ya no existe. Este examen posee,
esencialmente, los mismos elementos del proceso, por medio
del cual, el terapeuta, actuando una vez más como modelo
de comunicación congruente, proporciona retroalimentación
espec'fica sobre la sesión a los familiares. Este estudio de la
sesión realizado por el terapeuta, es consistente con el princi­
pio de ayudar a la familia a comprender el proceso por el
cual ha llegado a la situación en que ahora se encuentra. El
terapeuta comienza su observación recordándoles el estado
en que se hallaban cuando por primera vez llegaron a la
sesión de terapia, y luego, paso a paso, va detallando los
procesos que han ocurrido: lo que aconteció a lo largo de
la Fase I; la forma en que todos trabajaron juntos para com­
prender lo que deseaban, preparándose luego para producir
para ellos mismos una nueva experiencia de progreso; lo que
sucedió en la Fase II; las acciones específicas del terapeuta
y de cada uno de los miembros de la familia.
Este análisis proporciona al terapeuta la oportunidad de
mostrarle a la familia la comprensión de su experiencia al
trabajar con ellos para efectuar el cambio. El terapeuta iden­
tifica los pasos que considera importantes en el proceso del
cambio familiar, esto es, la identificación de los ciclos de co­
municación calibrada. Manifiesta cómo, en su percepción del
proceso, los familiares trabajaron cooperativamente a fin
de crear nuevas oportunidades para todos. Enumera cuida­
dosamente todos los pasos dados por la familia en el proceso
de conseguir estas nuevas opciones. Por medio de esta des­
cripción del proceso de la sesión, el terapeuta determina los
medios y la habilidad necesarios para que los familiares
continúen el proceso de cambio y perfeccionamiento que han
iniciado. Según nos consta, el resultado más deseable de una
sesión de terapia familiar no consiste simplemente en lograr
una experiencia que la familia pueda utilizar para su progreso
futuro, sino también en la com prensión de esa experiencia,
en el conocimiento de los instrumentos específicos empleados
por el terapeuta y los familiares en el proceso de su crea­
ción. Más deseable que la sola creación de una experiencia
de lo que ellos pretenden, es el aprendizaje explícito de la
habilidad necesaria para proporcionarles nuevos medios que
les permitan comunicarse como familia. Cuando se presenta
esta última clase de aprendizaje, la familia avanza hacia un
sistema verdaderamente abierto, que la capacita para enfren­
tar en forma creativa y eficaz cualesquiera perturbaciones
que pudieran presentarse, sin importar el contexto; un sis­
tema que tiene que utilizar y que puede seguir empleando
efectivamente los patrones de enfrentamiento que ellos mis­
mos han establecido. El resultado que más nos halaga es
cuando al terminar una sesión de terapia familiar, todos han
comprendido el proceso que ocurrió durante la reunión (de­
terminando de esta manera la dirección del cambio a largo
plazo mediante la identificación del paso siguiente), y apren­
dido explícitamente los instrumentos, habilidades y los pasos
dentro del proceso. Dicha sesión nos depara una oportunidad
similar a la experiencia de penetrar a una habitación con
lasjrentanas cerradas^ q u F a ía b r ir se dejan jver otro cuarto
c™ .l§s_Yeataiia&.±ambién cerradas; pero también con las lía-
ves (los instrumentos) necesarias para entrar al próximo cuar-
tQ y

Obteniendo retroalimentación de los miembros


de la familia

Conforme a los principios de actuar como modelo de


comunicación clara y efectiva, el terapeuta reconoce que
el proceso de la retroalimentación es un sistema abierto, fluye
en ambos sentidos; por consiguiente, se asegura de que todos
y cada uno de los miembros de la familia tengan ía opor­
tunidad de comentar sobre su experiencia del proceso de la
sesión terapéutica. Al mismo tiempo, por supuesto, esta re­
visión con cada persona de la familia permite, tanto al tera­
peuta como a los demás familiares, percibir los cambios que
han iniciado, comprender la manera en que pueden inter­
pretar el proceso que han experimentado dentro de la sesión,
así como apreciar la forma como han conocido los instru­
mentos del proceso de cambio. Durante este tiempo, además
de los comentarios sobre la sesión, los miembros de la fa­
milia, individualmente, tienen la oportunidad de hacer pre­
guntas para aclarar las partes de su experiencia que no puedan
entender completamente, poniendo a su alcance, de este
modo, los instrumentos que les son necesarios para su pro­
greso futuro, y de esta manera, romper la última de sus
viejas normas. Esta actividad también le proporciona al
terapeuta la oportunidad de ayudarlos a interpretar su ex­
periencia del proceso de cambio en el que se han compro­
metido, y, además, le permite cambiar y comprender las nue­
vas opciones que ahora tiene disponibles. Si terminamos una
sesión sin haber sacado ningún provecho de ella, debemos
tomarlo como una señal de que, en alguna forma, estábamos
en desacuerdo con la familia.

Tarea para hacer en casa

El proceso de cambio y progreso para la familia que se


inicia en la sesión terapéutica, no concluye al terminar ésta.
Cuando la familia vuelve a su hogar,, las experiencias que
han desarrollado junto con el terapeuta durante la sesión,
les sirven de modelo para efectuar cambios adicionales. Una
de las cosas que el terapeuta se esmera en conseguir den­
tro de su revisión, consiste en presentar el proceso de cambio
que ha comenzado en la sesión, de tal manera que, el siguien­
te paso en el proceso corriente sea notorio; de modo que
la familia estará consciente de hasta q u é punto pueden op­
tar por continuar su progreso después de la sesión.
Hemos seleccionado tres clases de tareas para hacer en
casa que nos han parecido pertinentes dentro de nuestra
práctica de la terapia familiar. La primera consiste en que
la familia, dentro de su hogar, designe un tiempo y un lugar
determ inados para practicar lo que conocemos por señales
de interrupción. Cuando los familiares salen de la sesión
terapéutica, no importa cuán efectivos, dramáticos y de largo
alcance hayan sido los cambios que lograron realizar, vuel­
ven a un medio ambiente que en su experiencia está ligado
con los patrones de comunicación calibrada que ellos están
cambiando. Las circunstancias físicas, por sí solas, constitu­
yen un poderoso estímulo para la reactivación de los ciclos
que les han ocasionado tanto sufrimiento e insatisfacción
en el pasado. Además del medio tangible, las experiencias
asociadas con el trabajo y la escuela, así como las actividades
cotidianas, conspiran para activar los antiguos patrones des­
tructivos. Las señales de interrupción consisten en claves o
pies sobre las que los familiares están de acuerdo (general­
mente son seleccionadas por ellos mismos justamente antes
de que termine la sesión terapéutica) y que cualquier per­
sona de la familia puede utilizar cada vez que localice alguno
de los patrones de comunicación calibrada que han estado
tratando de cambiar. El terapeuta debe estar pendiente para
ayudar a los familiares a escoger las señales adecuadas. Estas
señales o pies se eligen considerando:

a) el patrón de calibración que se va a interrumpir;


b) las capacidades' de los familiares implicados.

Por ejemplo, si el patrón que se va a interrumpir es uno en


que alguno de los familiares se rehúsa a escuchar a los demás,
entonces una señal de interrupción que sea auditiva no será
eficaz, mientras que, un signo cinestético y/o visual será lo
adecuado. Un ejemplo de la manera en que el terapeuta
debe considerar la capacidad individual de las personas de la
familia, es la que nosotros empleamos con las familias que
tienen niños pequeños. Hemos comprobado que es más efec­
tivo planear señales de interrupción que no dependan de
habilidades verbales. La experiencia nos ha demostrado que,
el empleo de posturas plásticas como señales de interrupción
para las familias con hijos pequeños, ha sido muy positivo.
Hemos constatado que esta señal, siempre que sea seleccio­
nada convenientemente, debe ser practicada por la familia.
Al dedicar un tiempo y un lugar determinados para practicar
la interrupción de los patrones destructivos, es más probable
que los miembros de la familia sean capaces de utilizarlos
efectivamente, bajo presión, que es cuando realmente se les
necesita. Las sesiones de práctica para interrumpir las seña­
les pueden proporcionar a la familia una ocasión para reír y
divertirse, cuando se les aborda como un juego o una forma
de solaz.
fLa segundar clase de tarea para hacer en casa, consiste en
programar ocasiones y lugares para que los familiares prac­
tiquen las formas especificas de retroalimentación que han
desarrollado en la sesión terapéutica para reemplazar los ci­
clos de comunicación calibrada que han logrado cambiar.
Durante estas sesiones, los miembros de la familia, actuando,
crean experiencias que anteriormente estuvieron relacionadas
con los ciclos de calibración, representando imaginativamen­
te su papel (inventando, y luego presentando situaciones en
que los miembros de la familia puedan imaginarse que los
antiguos ciclos de calibración están siendo activados), o, por
cualesquier otros medios, que sean capaces de descubrir a
fin de que mutuamente puedan proporcionarse retroalimen­
tación. A las familias les sugerimos que, durante estos ejer­
cicios, una de las personas no se comprometa directamente
en la práctica de la retroalimentación, sino que, cuando ésta
finalice, ofrezca retroalimentación a los demás miembros
que estuvieran directamente interactuando y retroalimen-
tándose simultáneamente. Este miembro externo posee tam­
bién la autoridad, concedida de antemano, de suspender el
ejercicio si considera que la retroalimentación se está con­
virtiendo, una vez más, en una forma de comunicación cali­
brada.
La tercera clase de tarea para hacer en casa, nos ha pare­
cido muy provechosa, consiste en sesiones programadas en
las que la familia explícitamente exam ina los instrumentos,
habilidades y los pasos del proceso de cambio en el que todos
están involucrados. Esta clase de práctica se diferencia de la
segunda, en que los miembros de la familia no están ejerci­
tando determinada clase de retroalimentación en determina­
da clase de situación, sino que, más bien, están identificando
y utilizando los procedimientos a nivel de confrontación.
Por ejemplo, la familia podría discutir y representar la ma­
nera en que, en unión del terapeuta, descubrieron y rompie­
ron un ciclo de comunicación calibrada en su última sesión
terapéutica. Entonces, los familiares aplican los pasos espe­
cíficos del proceso que han identificado en esa experiencia
a su interacción cotidiana desde la última sesión terapéutica,
tratando de captar y romper otros ciclos calibrados. De nuevo,
en este tipo de ejercicio, sugerimos que uno de los familiares
se mantenga fuera del compromiso directo en el proceso
para controlarlo en conjunto. Esta clase de práctica está
proyectada explícitamente para continuar el proceso del cam­
bio, y también para proporcionar a las familias la destreza
que les es necesaria para abrir su sistema actual. Esto es lo que
nosotros denominamos como el proceso de volverse congruen­
te, o sea, el proceso en el cual la gente que antes se sentía
forzada ahora se considera libre para elegir. Arriesgarse se
convierte ahora en la orden del día; se comparte la oportu­
nidad de probar nuevas situaciones, en las que el amor, la
solicitud, la emoción, todos forman parte de lo que nosotros
consideramos como el fundamental sentido de la existencia.

Resumen

Hemos expresado una y otra vez, en tantas formas como


fueran apropiadas para este libro, que la tarea total del tera­
peuta familiar consiste en ayudar a las personas de una fa­
milia a transformar los patrones obligatorios de conducta, en
patrones de elección ; elecciones para una conducta abierta y
creativa. Hemos presentado muchos modelos que esperamos
que cada terapeuta familiar considere útiles dentro de su
Paso 1 — Con el terapeuta actuando como coordinadoi

Paso 2 - C o n el terapeuta a c tu a n d o como intérprete


Paso 3 — El terapeuta con la familia que actúa por su propia
cuenta

profesión. En este primer volumen nos hemos reducido al


mínimo de patrones que consideramos necesarios para la
terapia familiar efectiva y dinámica. Los patrones más avan­
zados (incluyendo los de transformación) esperamos que cons­
tituyan el tema del Volumen II. Uno de los patrones de trans­
formación (la estructura de la forma en que los patrones
en sí pueden ser organizados), es la forma en que los patro­
nes que hemos presentado en este volumen pueden orde­
narse para lograr una terapia efectiva. La estructura básica
de la Segunda Parte de este volumen, consiste en un pa­
trón de transformación semejante, la agrupación natural de
los patrones de la Primera Parte, bajo los ttulos de:

I. Recopilación de datos
II. Transformación del sistema
III. Consolidación de los cambios
Ofreecmos un patrón adicional de transformación (represen­
tado gráficamente en las páginas 153 y 154) que resulta muy
efectivo, según nos consta. Este patrón de transformación
está enteramente de acuerdo con el patrón de transforma­
ción presentado anteriormente. Consta de los siguientes pasos:

1. El terapeuta hace contacto con cada miembro de la familia.


2. El terapeuta actúa como traductor para las personas de la
familia.
3 . E l terapeuta ayuda a los familiares a ponerse directamente
en contacto entre ellos mismos.

Invitamos al lector a clasificar por sí mismo dentro de es­


tas tres etapas del patrón de transformación, los patrones
identificados en la Primera Parte.
Epílogo

En este libro, hemos puesto de relieve los factores del


cambio así como el proceso para ponerlos en práctica, según
los concebimos. Deseamos puntualizar que este proceso sería
un proyecto inhumano si careciese de interés humano y em­
patia, y si no tomase en cuenta el alma y la personalidad del
individuo que tiene usted enfrente, así como las de usted
mismo. El perfeccionar su aptitud para localizar y utilizar
distintivamente las partes del proceso de cambio que ya he­
mos descrito, acrecentará en gran medida su comprensión
y le ayudará a comprometerse en una productiva aventura
terapéutica. Sin sentido humano, ésta se convierte en un
simple lavado de cerebro.
Lecturas adicionales

Cuando terminamos un libro, frecuentemente sentimos


el impulso de indagar un poquito más y quizás penetrar en
algunas áreas colindantes.
Si este es su caso, he aquí algunos libros y películas para
documentarse.

Barbach, Lonnie G., F o r Yourself: T h e Fulfillm ent of Fem ale Sexuality.


(P or tu felicidad: la plena realización de la sexualidad fem enina).
Editorial Diana, S. A. M éxico, 19 . .
Bernhard, Y etta. How to Be Som ebody, (Cóm o ser alguien). Open íhe
Door to Personal Growth. Millbrae, Calif.; Celestail Arts, 1975 (de
bolsillo).
Bernhard, Y etta. Self-Care. ( Autoprotección). Millbrae, C alif.: Celes­
tial Arts, 1975.
Birdwhistell, Ray L . Kinesics and Context, (Cinesia y con texto),
Essays on Body Motion Communication. (T ratados sobre la comu­
nicación a través de movimientos corporales). Nueva Y ork : Ba~
llantine Books, Inc., 1970.
Brooks, Charles, V. W . Sensory Awareness (Consciencia sensorial). M é­
xico: Editorial Diana, S. A. 19. . .
Drakeford, John W . Do you H ea r M e, H on ey? (¿M e escuchas, cariño?)
Nueva Y ork : H arper & Row, 1976.
Huxley, Laura. Y ou A re Not the T a rget, (T ú no eres el ob jetivo).
Nueva Y ork : Faw cett W orld Library, 1965 (de bolsillo).
Luthman, Shirley, con M artin Kirschenbaum, T h e D inam ic Fam ily.
(L a familia dinám ica). Palo Alto, Calif.: Science and Behavior
Books, Inc., 1975. Publicado también en sueco, holandés, danés y
alemán.
Lyon, H arold C., Jr . It’s m e and F m h ere. (Soy yo y aquí estoy). Nueva
Y ork: D elacorte Press, 1974.
Miller, Sherod (ed.) M arriages and Families, E nrichm ent through Com -
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de la com unicación). Beverly Hills, Calif., Sage Publications, 1975.
Missildine, W. Hugh. Y our In n er C hild of the Past. (E l niño interior
de tu pasado). Nueva Y ork: Simón & Schuster, Inc.
Nierenberg, Gerald I., y Henry H. Calero. M eta-Talk, The Guide to
Hidden Meanings in Conversations. (Charlas sobre el cambio, guía
para descifrar el significado oculto de las conversaciones). Nueva
Y ork : Cornerstone Library Publications, reimpresión 1975 (de bol­
sillo).
Phelps, Stanlee, y Nancy Austin. Assertive Wornan. (M u jer positiva).
San Luis Obispo, C alif.: Im pact 1975 (de bolsillo).
Rogers, Cari R. Becom ing Partners, M arriage and Its Alternatives. (C om ­
pañeros convenientes, el matrimonio y sus alternativas). Center /o r
Studies of the Person, L a Jolla, Calif.: A Detta Book, 1972 (de bol­
sillo).
Satir, Virginia. Conjoint Fam ily T herapy. (T erap ia fam iliar en grupo)
rev. ed. Palo Alto, C alif.: Science and Behavior Books, Inc, 1967.
(rústica) publicado también en japonés, holandés, francés, italiano,
sueco, alemán, danés, noruego, español y portugués.
Satir, Virginia. Peoplemaking. (M odelando a la gente). Palto Alto,
Calif.: Science & Behavior Books ,Inc., 1972 (rú stica). Publicado
también en holandés, danés, sueco, hebreo, alemán y español.
Satir, Virginia. S elf Esteem . (A utoestim ación). Millbrae, Calif.: Celestial
Arts, 1975 (rú stica).
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Selye, Hans. Stress without Distress. (Tensión sin angustia). Nueva
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Simeons, Albert T . M an}s Presumptuous Brain: An Evolutionary In ter­
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hombre: una interpretación evolutiva de las enfermedades psicoso-
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tú y nosotros). Nueva Y ork : Peter H. Wyden, Inc., 1971.
Smith, Gerald W. con Alice I. Phillips, C ouple T herap y Dictionary.
(T erap ia m atrim onial). Nueva Y ork : Peter H. Wyden, Inc., 1975.
Spitzer, Robert S. (ed .) Tidings of Confort and Joy, An Anthology of
Change. (N oticias de bienestar y alegría, una antología del cam bio).
Palo Alto, C alif.: Science and Behavior Books, Inc., 1975.
Thomm en, George. Is This Y our D ay? (¿E s éste su día?) New Y ork:
Avon Books, 1976 (rú stica).
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H elp ing Families to C ha nge. (Ayudando a las familias a cam b iar).
Hays, Kansas: The High Plains Comprehensive Community Health
Gente’ 1972.

Posters de Virginia S atir:


“Goals for Pairing” y “D eclaration of Self E teem ” . (Objetivos para
la pareja, y Declaración de auíoestim ación). Celestial Arts, 231
Adrián Road, Millbrae, CA 94030.

Videotapes por Virginia Satir:


Fam ily T herapy I : Fam ily in Crises; Com m unication I : Lectures and
Demonstrations; Com m unication I I : M ini-Lecture and Experiential
Exam ples. (T erap ia familiar I : Fam ilia en crisis; Comunicación I :
Disertaciones y demostraciones; Comunicación I I : Mini-conferen-
cia y ejem plos). Science and Behavior Books, Inc., P. O. Box 11457,
Palo Alto, CA 94306.

Filmaciones teniendo a Virginia Satir como consultante:


Insights (22 m inutos); A Better Place to Stand (25 minutos). (P er­
cepciones; U n mejor lugar para quedarse). Manitou Programs, Inc.,
I. D. S. Center — 49th. Floor, Minneapoiis, M N 55402.
Bibliografía

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nehart and Winston, Inc., 1974.
Bandler, R., y Grinder, J . Patterns of the H ypnotic T echniques of M ilton
H . Erickson, M .D. (Patrones de las técnicas hipnóticas del doctor
en medicina H. Erickson). Volumen i, Cupertino, Calif.: M eta Pu­
blications, 1975.
Bandler, R. y Grinder, J. T h e M agic of Patterns ¡T h e Patterns of M agic.
(L a magia de los patrones /los patrones de la magia'). Cupertino,
C alif.: M eta Publications, aparecerá próximamente.
Bandler, R., y Grinder J. T h e Structure of M agic. (L a estructura de la
m agia). Volumen i. Palo Alto, Calif.: Science and Behavior Books,
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(Program ación neuro-lingüística). Volumen i. Cupertino, Calif.: Meta
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Milton H. Erickson) Volumen o, Cupertino, Calif.: M eta Publica­
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Kartunnen, L. “ Remarks on Presuppositions” . (Comentarios sobre las
presuposiciones) en la Conferencia de Tejas sobre las funciones, pre­
suposiciones e implicaciones de la conversación, mimeografiadas en
marzo de 1973. Kartunnen posee una serie de disertaciones agudas
sobre el fenómeno de las presuposiciones de la lengua inglesa. Para
solicitar copias, sugerimos escribirle directamente a la Universidad
de Tejas.
Kuhn, Thomas. T h e Structure of Scientific Revolutions. (L a estructura
de las revoluciones científicas). Chicago: University of Chicago
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Palo Alto, C alif.: Science and Behavior Books, Inc., 1964.
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pensamiento y la realidad). Nueva Y ork : John Wiley and Sons, 1956.
Apéndice

Ámbitos sintácticos para identificar las presuposiciones


del lenguaje natural en el español

Al presentar el material de este apéndice nuestro propó­


sito es el de señalar el alcance y la complejidad del fenómeno
de las presuposiciones en el lenguaje natural. Además, al
catalogar algunos de los más comunes ámbitos sintácticos
dentro de los cuales se presentan ias presuposiciones, propor­
cionamos una oportunidad de práctica a los estudiantes que
se interesen en agudizar su intuición para reconocer las pre­
suposiciones. La lista de ámbitos sintácticos no es exhaustiva,
y no trataremos de presentar ninguna de las teorías que han
sido propuestas por diferentes lingüistas, analistas, semánticos,
o filósofos sobre las presuposiciones. Por el contrario, nuestro
objetivo es más práctico.
Hasta la fecha, las presuposiciones constituyen el punto
principal de estudio para un grupo de lingüistas que se con­
sideran a sí mismos como Semánticos Generativos. Al com­
pilar esta relación de ámbitos sintácticos, hemos tomado gran
cantidad de material de la obra de Lauri Kartunnen. Con­
súltese la Bibliografía para ver las fuentes»
1. Presuposiciones simples

Las presuposiciones simples son los ámbitos sintácticos


en los que se requiere la existencia de alguna entidad
para que la frase tenga sentido (ya sea verdadero o falso).

a) Nombres propios:
( George Sm ith salió temprano de la fiesta)
---------- > (existe alguien llamado George Smith)
donde---------- >significa que se presupone.

b) Pronombres personales:
él, ella, la, le, etc.
(le vi salir)---------- > (existe algún varón,
es decir, le, él)

c) Descripciones definidas:
(M e gustó la m ujer de los aretes de plata.)
---------- ^(existe una mujer con aretes de plata.)

d) Frases de nombre genérico:


Argumentos de nombre representando a toda una clase.
(si las orugas no tienen árboles en qué trepar,
se ponen tristes.)---------- » ( existen orugas.)

e) Algunos cuantitativos:
todo, cada uno, todos, algunos, m uchos, pocos, ninguno.
(si alguna de las harpías se presenta, yo me
m arch o) ---------- > ( hay harpías.)

2. Presuposiciones complejas

Se trata de los casos en que se presupone la existencia de


más de un solo elemento.

a) Cláusulas relativas.
Se trata de argumentos de sustantivos complejos, con una
frase seguida por un adjetivo o pronombre relativos; quién3
cuál, o que ( algunas de las mujeres que te han hablado, salie­
ron de la tienda.)
-- ------- > (algunas mujeres te han hablado.)
b) Clausulas subordinadas de tiempo.
Son las clases que se identifican por las palabras antes, después,
durante, desde, anterior, cuando, mientras (si la juez estaba
en casa cuando yo pasé, ella no abrió la puerta.)
---------- »(p asé por la casa de la juez.)

c) Frase de llave:
Son frases de llave las que comienzan con el argumento fue,
es, era, etc. (fue la presión extra la que estrelló la ventana.)
■—------ > ( algo estrelló la ventana.)

d) Frases de llave suelta:


Se identifican por la forma lo que (frase) es (frase) (lo que
Sharon espera lograr es ser bien acogida.)
— » ( Sharon espera lograr algo .)

e) Frases con énfasis:


Énfasis en la voz (si M argaret ha hablado con LA P O L IC ÍA ,
estamos perdidos.)---------- » (M argaret ha hablado con alguien.)

f) Adjetivos complejos:
nuevo, viejo, anterior, presente, previo.
(si Fredo lleva su anillo nuevo, yo seré eliminado.)
---------- » (Fredo tenía/tiene un anillo viejo.)

g) Números ordinales:
prim ero, segundo, tercero, cuarto, otros más.
(si puedes hallar un tercer indicio en esta carta, te haré una
em panada.)---------- > (ya se han encontrado dos indicios.)

h) Comparativos:
más que, menos que> m ejor, peor, etcétera.
(si conoces mejores jinetes de los que conoce Sue, dime quié­
nes son .)---------- » (Sue conoce, por lo menos, a un jinete) (si
conoces mejores jinetes que Sue, dime quiénes son.)
----- — >(Sue es una jinete.)

i) Comparativo:
tan x como . . .
(si la hija es tan chistosa como su marido, nos divertiremos.)
------- — > (el marido es chistoso.)
j) Palabras repetitivas:
además, también, tampoco, de nuevo, otra vez.
(si ella me lo dice otra vez, la besaré.)
---------- »(e lla me lo dijo antes.)

k) Verbos y adverbios repetitivos:


Los verbos y los adverbios que comienzan con re, como repe­
tidamente, regresar, restaurar, reiterar, reemplazar, renovar
(si regresa antes de que me vaya, deseo hablar con él.)
— ------» (É l ha estado antes aquí.)

1) Calificativos:
solamente, aún, excepto (sólo Amy vio a los ladrones del ban­
co. ) — ----- > ( Amy vio a los ladrones del banco.)

m) Verbos de cambio de lugar:


venir, ir, marcharse, llegar, partir, entrar.
(si Sam se ha m archado de su casa, está perdido.)
---------- > ( Sam ha estado en su casa.)

n) Verbos y adverbios de cambio de tiempo:


empezar, terminar, detenerse, iniciar, continuar, proseguir, ya,
todavía, aún, ya no.
(apuesto a que Henry continuará sonriendo.)
-— -----» ( H arry ha estado sonriendo.)

o) Verbos de cambio de estado:


cambiar, transformar, convertirse, volverse.
(Si M ae se convirtiera en una hippie, mucho me sorprende­
r ía )----------» (ahora, M ae no es una hippie.)

p) Verbos y adjetivos de hecho:


extraño, consciente, saber, percatarse, lamentar,
(es extraño que ella le telefoneara a M axine a media no­
c h e )------ -—> (ella le telefoneó a Maxine a media noche.)

q) Adjetivos y adverbios de comentario:


afortunado, felizmente, increíble, inocentem ente, afortunada­
m ente, necesariamente.
(es increíble que usted comprenda los sentimientos de su
p erro )------- —» (usted comprende los sentimientos de su perro.)
r) Cláusulas condicionales contraobjetivos:
Verbos en tiempo subjuntivo, (si nos hubieras escuchado a tu
padre y a mí, no estarías en la maravillosa situación en que
ahora te encuentras)----------» (n o nos escuchaste a tu padre
y a m í.)

s) Contrario a lo esperado:
si es que por casualidad, etcétera.
(si es que resuelves que deseas hablarme, te espero en el
basurero de la ciudad)---------- » (n o espero que tú quieras ha­
blar conm igo.)

i) Restricciones selectivas:
(si mi abogado se embaraza, me sentiré defraudado)
..--------- * ( m i abogado es una m ujer.)

u) Preguntas:
(¿quién se comió los bocadillos?)--------- > (alguien se comió los
bocadillos) (quiero saber quién se comió los bocadillos)
— — (alguien se comió los bocadillos.)

v) Preguntas negativas:
(¿no deseabas hablar con m igo?)------- —>pensé que deseabas ha­
blar conmigo.)

w) Preguntas retóricas:
(¿ a quién le importa que vengas o dejes de venir?)
------ — > (a nadie le interesa que vengas o no vengas.)

x) Falsas:
no.
(m e pregunto si no estás siendo un poquito injusto)
---------- > { creo que estás siendo injusto.)
Notas
Primera parte

1 El término hipótesis verbal o presuposición se refiere a las cosas que


el oyente debe suponer son verdaderas para el mundo empírico, para
que la comunicación verbal tenga algún sentido. Por ejemplo, si yo digo
cualquiera de estas dos cosas:

(a) ignoré a la hor?niga en mi plato


o
(b) no ignoré a la hormiga en mi plato
a fin de comprender lo que yo he dicho, se tiene que aceptar un mundo
empírico en el cual es cierto que:

(c) había una hormiga en mi plato ,

Todas las personas que habían o entienden el idioma español (o cualquier


otra lengua natural, emplean constantemente presuposiciones en su comuni­
cación verbal. El aprender a comprender y emplear este modelo aumentará
la eficacia de las comunicaciones. En este ejemplar viene incluido un apén­
dice, el A, que identifica alguna de las muchas formas de lenguaje que
contienen presuposiciones. Recomendamos que también se consulten las pá­
ginas 52-53 y 92-93 del volumen i de The Structure of Magia, Science Beha­
vior Books, 1975; las páginas 240-43 de Patterns of the Hypnotic Techniques
of Milton H. Erickson, M. D,, volumen i, Meta Publications, 1975; y la
Parte ii de The Structure of Magic, volumen n, Science and Behavior Books,
1976, para una exposición más amplia de los diferentes usos de este patrón
en el idioma inglés.
2 El empleo del patrón de comunicación verbal denominado preguntas
implícitas dentro del contexto de la hipnosis, se detalla en las páginas 237-
240, de Patterns of the Hypnotic Technique of Milton H. Erickson, M. D.
3 La aplicación del patrón de comunicación verbal llamado postulado
de conversación o mandato cortés dentro del contexto de la hipnosis se
expone en las páginas 241-246 de Patterns of the Hypnotic Techniques of
Milton H. Erickson, M. D.
4 El término índice de referencia alude a si una representación del len­
guaje toma o 110 una parte específica del mundo empírico del oyente. Como
por ejemplo, en las siguientes palabras y frases.

. . . esta página . . .
. . . el lector . . .
. . . Virginia Satir . . .
. . . el número de esta página . ..

todas ellas tornan una porción de la experiencia corriente del lector, en


tanto que las siguientes palabras y frases:

. . . esa sensación particular .. .


. . . la gente que no logra comprender esta frase . . .
...alguien, alguna vez, en alguna parte, de alguna manera, algo —
. . . ninguno, todos, todas las veces que puedo recordar . . .

no toman ninguna porción específica de la experiencia del lector. Sugerimos


consultar las páginas 47-48 y 80-88 de The Structure of Magic, volumen i;
páginas 160-177 de Cojoint Family Therapy, Science and Behavior Books,
1964; 'y las páginas 217-224 de Patterns of the Hypnotic Techniques of
Milton H. Erickson, Ai. D., para una exposición más amplia.
» Una exposición más amplia sobre el empleo de este patrón verbal
viene reseñada en las páginas 40.43, 49-51 y 59-73 de The Structure of Magic,
volumen i; y en las páginas 209*231 de Patterns of the Hypnotic Techni-
ques of Milton H. Erickson , M. D.
ti El procedimiento consiste en solicitar a un miembro de la familia
que especifique sus descripciones de procesos (esto es, que especifique los
verbos) constituye una de las fórmulas que permiten al terapeuta asegu­
rarse de que está trabajando con el patrón utilizado por el paciente para
enfrentarse al mundo y no según el modelo del terapeuta proyectado
sobre el paciente. Una presentación más amplia de lo anterior aparece
en las páginas 48-49 y 90-92 de The Structure of Magic, volumen i.
7 La capacidad del terapeuta (o del hipnotista) para reconocer y em­
plear airosamente los patrones verbales de nominación constituye uno de
los más pedorosos modelos de intervención verbal que conocemos. Una
presentación más amplia de los usos de este patrón aparece en las páginas
43-44 y 74-80 de The Structure of Magic, volumen i; así como en las pá­
ginas 162-164 y 229-231 de Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton
H. Erickson, M. D.
8 Esta categoría de patrón verbal (Mala Conformación Semántica)
constituye uno de los más poderosos patrones de que pueden disponer los
terapeutas y los hipnotistas dentro de su comunicación. Consúltense las
páginas 51-53 y 95-107 de The Structure of Magic, volumen i, así como las
páginas 146-152 y 209-215 de Patterns of The Hypnotic Techniques of
Milton H. Erickson, M. D. En las referencias anteriores distinguimos tres
clases de mala conformación semántica: mala conformación semática de
Causa y Efecto, Lectura del Pensamiento y Representatividad perdida .
v La mala conformación semántica de Causa y Efecto resume todos los
casos en que una persona pretende que otra le está ocasionando algún
sentimiento, o idea, o algún estado interior, sin que exista ningún contacto
físico entre ambos. Opiniones que cada uno de nosotros puede llegar a tener
una opción acerca de cómo nos afectarán las palabras, la entonación de la
voz, las posturas del cuerpo, los ademanes, etcétera, de los demás. La
técnica que se emplea para identificar la mala conformación semática
de Causa y Efecto por medio de la forma de lenguaje con que se pre­
senta, se discute detalladamente en The Structure of Magic, volumen i,
páginas 51-52 y 95-98; en Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton
H. Erickson, M. D., volumen r, páginas 146-151 y 209-213; y The Structure
of Magic, volumen n, partes ii, iii, y v.
10 La mala conformación semántica de Lectura del Pensamiento, junto
con la mala conformación semática de Causa y Efecto, constituyen la
base de gran parte de los ciclos de comunicación calibrada que redundan
en desagrado y sufrimiento para los miembros de la familia. Consúltese
The Structure of Magis, volumen i, páginas 104-106, y Patterns of the
Magic, volumen i, páginas 104-106, y Patterns of the Hypnotic Techniques
of Milton H. Erickson, M. D., volumen i, páginas 151-152 y 213-215.
11 La Equivalencia Compleja es la relación que existe entre una palabra
o un grupo de palabras y alguna experiencia que dichas palabras designan.
Por ejemplo, para algunas personas la frase preocuparse por alguien
significa responder siempre que se solicita ayuda; para otras, expresa
saber lo que la otra persona necesita y proporcionárselo sin necesidad
de que lo pida; y para otras más, quiere decir acariciar suavemente; verse
contento cuando la otra persona se acerca, etcétera. Así pues, el pa­
trón de la Equivalencia Compleja viene a ser aproximadamente igual a
la idea de la definición de la(s) palabra(s) implicada(s); sin embargo, la
Equivalencia Compleja no es la definición corriente del diccionario, sino
que debe ser relativada al modelo del mundo particular de la persona.
Consúltense The Structure of Magic, volumen i, páginas 88-90; y Patterns
of the Hypnotic Techniques of Milton H . Erickson, M. D., volumen II.
Los operadores modales se examinan más detalladamente en The
Structure of Magic, volumen i, páginas 69-73.
13 En The Structure of Magic, volumen i, capítulo 1, se incluye una
discusión de estos tres principios.
14 El concepto de los sistemas de representación se refiere a la forma
en que cada uno de nosotros típicamente se representa a sí mismo el
mundo de la experiencia. Un suplemento de este patrón así como de las
formas en que puede emplearse eficazmente se proporciona en The Structure
of M agic, volumen n, parte i; y en Patterns of the H ypnotic T echn iqu es of
M ilton H . Erickson, M . D ., especialmente en el volumen n.
15 Esta técnica (la de los sistemas adicionales de representación) es la
metatáctica n, estudiada en parte i de The Structure of Magic, volumen n.
16 La congruencia es tal vez la dimensión que más importancia tiene
en la comunicación que cada uno de nosotros, como agentes del cambio,
puede fomentar; tanto al ser congruente en nuestra propia comunicación,
de los demás. Consúltense la parte ii de The Structure of Magic, volumen
ir, Peoplemaking, Science and Behavior Books, 1972, capítulos 4 y 5 y
Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton H. Erickson, M. D. vo­
lumen i i.
17 Recomendamos al lector consulte las partes i i y iv de The Structure
of Magic, volumen i i , para un examen más amplio sobre el desarrollo y
el uso de la incongruencia tanto en la terapia individual como en la
familiar,
18 En el volumen u de Efectuando Cambios en las Familias, tratamos
de investigar el concepto de las reglas^ su evolución y su utilización den­
tro de la terapia. Recomendamos el estudio de R. D. Laing sobre las reglas
en Politics of the Family and Other Essays, Tavistock London: el capítulo 7
de Peoplemaking y The Structure of Magic.

Segunda pane

1 Este fenómeno en el que ocurren cambios en áreas de conducta no


tratados expresamente en la sesión terapéutica, se examina en The Magic
of Patterns/The patterns of Magic (por aparecer, Bandler and Grinder).
El concepto clave es el del isomorfismo, patrón de la misma-forma. En
consecuencia, si un individuo realiza un cambio dentro del área de la
forma en que él se relaciona con su madre, (es decir, obtiene nuevas op­
ciones acerca de cómo se relaciona. con su madre) entonces, típicamente,
se sorprende a sí mismo con un cambio en su conducta respecto a la
manera en que se relaciona con su esposa, con sus compañeras de oficina,
etcétera. Los principios específicos por los que se generalizan dichos cam­
bios, serán presentados en la referencia citada anteriormente.

2 La comunicación calibrada, como suele suceder con todos los procesos


de comunicación, no es inherentemente mala ni motivo de sufrimiento.
Constituye la base del trabajo de equipo, ya sea dentro del contexto de
la coterapia, o en el ballet, las competencias deportivas de grupo, etcétera.
Sin embargo, igual que cualquier principio de comunicación y de modelado
del que estemos conscientes, dichos procesos de comunicación calibrada
deben ser examinados para verificar su utilidad. Cuando estos procesos
son motivo de dolor o descontentó para la familia, deben ser reexaminados
y hay que promover nuevas alternativas. Gregory Bateson nos ofrece una,
excelente discusión de las diferencias que existen entre la retroalímenta
ción y 1?. calibración, en su artículo “The Biosocial Integration of Behavior
in the Schizophrenic Family", en Therapy, Communication and Change ,
D. D. Jackson (ed.), volumen n; Science and Behavior Books, 1968, pp. 9 15.

3 La autoestimación es el conocimiento que una persona tiene de su


propio valor como ser humano. Consúltese Peoplemaking, Science and Beha­
vior looks, 1972, capítulo 3, y Conjoint Family Therapy, Science and
Behavkr Books, 1972, capítulos ii y iv, para una discusión más amplia
sobre este concepto.
4 El lector que haya tenido ciertaí experiencia con la hipnosis, reco­
nocerá este principio como el mismo que en el trabajo hipnótico se deno­
mina utilización . Consúltese la discusión de Erickson directamente en Ad­
vanced Techniques of Hypnosis and Therapy, Gruñe and Stratton, 1967,
(ed.), o Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton H . Erickson, M. D.
Meta Publicactions, 1975, volúmenes i y n.
ESTA EDICION DE 2 0 0 0 E JE M P L A R E S SE TERM IN O
DE IM PRIM IR E L 18 DE jü N IO D E 1 9 8 6 EN LOS
T A L L E R E S DE IM PRESIO N ES D E L A RO SA
C A L L E SAN TA C R U Z No. 9 8 COL. P O R T A L E S
0 3 6 6 0 M EXIC O , D. F .
AS RELACIONES interpersonales han sido por mucho tiempo un tema
medular en el área de la atracción. Este tipo de relaciones pueden concebirse
como: cualquier asociación característica entre dos o más personas que invo­
lucre cierta interacción y que pueda tener diversos fines, ya sea sólo un en­
cuentro casual, una amistad o una relación de pareja (Sánchez Aragón,
1995), o bien, como una serie de pasos interlazados que se dan a través del
tiempo y que determinan y definen el nivel de acercamiento e intimidad
que perciben los sujetos involucrados (Díaz-Loving, 1996).
La pareja como un modo característico de relación interpersonal, gene­
ralmente conlleva un proceso de vida en el cual se va desarrollando cierta
dependencia basada en el tiempo, las vivencias y evoluciones compartidas, lo
que conforma el ciclo por el cual la pareja nace y se desarrolla. Considérese
entonces a este proceso como una serie de etapas complejas, en ocasiones
progresivas, en otras regresivas, estáticas, dinámicas; estables y cambiantes,
con oscilación entre periodos de cercanía y de distancia caracterizado por
estadios de continuidad y discontinuidad (Sánchez Aragón, 1995).
Rage Atala (1990), considera que las etapas del ciclo vital de la pareja
son jerárquicas, ya que una sigue a la otra en una secuencia y además existen
hechos significativos que señalan el principio y el fin de cada una de ellas.
Menciona que cada ciclo tiene su propia problemática particular, no obstante,
cada etapa es -en cierta medida- autónoma, completa y distintiva en sí misma.
Cada fase se caracteriza por reacciones y comportamientos que parecen ser
más o menos consistentes en todos los seres humanos y que sirven para cum-

Rozzana Sánchez Aragón y Rolando Díaz-Loving son investigadores en la Unidad de Investiga­


ciones Psicosociales, Facultad de Psicología, Universidad Nacional Autónoma de México.
plir funciones específicas dirigidas a la realización de un periodo determina­
do. Estas reacciones y conductas suelen facilitar el paso a la siguiente etapa.
Cuando se ha alcanzado este nivel, es el momento de empezar a trabajar en
el siguiente ciclo. Por su parte, Cárter y McGoldrick (1980) plantean que el
ciclo vital de cada pareja está constituido por épocas consistentes en perio­
dos de equilibrio y de transición. Los primeros tienen cierta estabilidad, en
tanto que los segundos están caracterizados por una organización difícil de
predecir.
En esta evolución cambiante de la pareja, diferentes teóricos han apor­
tado una vasta variedad de propuestas teóricas sobre el Ciclo de Vida de la
Pareja, algunos de los cuales se mencionan a continuación:
-Levinger y Snoek (1972) distinguen tres fases de las relaciones:

a) Conciencia;
b) contacto superficial, y
c) mutualidad.

Etapa Procesos

Conciencia Al nivel de conciencia, una persona observa a otra, e incluye procesos que guían
la atracción como: rasgos superficiales, atracción física, competencia, calidez e
interés en actividades similares.
Contacto superficial Aquí, las personas están en interacción y viven los efectos de su interacción por
lo que los tipos, frecuencia e intensidad de las recompensas y los costos recibi­
dos del otro, determina la atracción; de igual forma, las actitudes similares y las
conductas dadas por los papeles sexuales determinan en forma importante a la
atracción.
Mutualidad Hay mucha autodivulgación concerniente a los sentimientos personales, se expre­
sa y comparte información sobre el bienestar de ambos miembros y se crean nor­
mas para la pareja,- se asumen responsabilidades para proteger y mejorar la rela­
ción y se eleva el compromiso emocional. Éste es el nivel de la relación en el cual
el contrato de la mutualidad es entendido y es el más importante en determinar
las conductas de la pareja, en este nivel una relación ha alcanzado cualidades inter­
personales únicas.
-Solomon (1973), dividió al ciclo de la pareja en cinco etapas:

Etapa Tareas

Matrimonio a) Separación de las familias de origen e inversión emocional en el com­


promiso emocional.
b) La pareja ha de aprender a lograr la satisfacción de necesidades mutuas.
Nacimiento a) La pareja habrá de desarrollar nuevos roles, sin descuidar su relación de
pareja.
Individuación a) La pareja habrá de aceptar la creciente independencia de los hijos y favo­
(Primer hijo va a la escuela) recer y estimular su socialización fuera de casa.
Partida de los hijos a) Los hijos adultos se alejan de los padres y relaciones externas.
b) Los padres deberán aprender a dejar ir a los hijos.
Integración de pérdidas a) Los padres habrán de afrontar pérdidas de tipo económico, social y bio­
lógico.

-Murstein (1976) establece que la selección de la pareja pasa por tres


fases, la primera consiste en la atracción entre los atributos físicos, sociales e
intelectuales de los miembros de la pareja, si el proceso continúa, se sigue
a una fase de comparación mutua de valores donde se negocia mediante
intercambios verbales y finalmente, se da un funcionamiento de la pareja
mediante roles individuales compatibles.
-Barragán (1976) propuso el estudio y tratamiento de la pareja como
una unidad específica y planteó seis etapas que comprenden desde el pro­
ceso por el cual los cónyuges se seleccionan, hasta la vejez y muerte. Cabe
mencionar que no hay límites precisos entre una etapa y la otra, una sucede
a la otra sin fronteras precisas. Dentro del estudio de cada etapa hay tres
líneas alrededor de las cuales se resumen la interacción que constituye a una
pareja. Dichas líneas son: Límites (que se refiere a la existencia de interferen­
cia por parte de algún miembro de la familia, amigos, profesión, diversiones,
intereses sociales, etcétera), Intimidad (tiene que ver con las variaciones en
cercanía emocional o física durante el proceso de vida compartida) y Poder
(que se refiere a las formas de dominio y a quién lo ejerce). Sus etapas son:
Etapa Tareas

Selección -La selección se hace con base en necesidades básicas,


de cada miembro de la pareja y tiene duración variable.
Transición y adaptación temprana -Los miembros de la pareja se enfrentan a la adaptación a
un nuevo sistema de vida con hábitos, satisfacciones y de­
mandas de su pareja.
Reafirmación como pareja y paternidad -Resolución de las dudas acerca de la adecuada elección
de cónyuge y; adaptación y solución de la tarea de ser
padres.
Diferenciación y realización -Consolidación de la estabilidad del matrimonio y termi­
nación de las dudas acerca de la elección de la pareja.
Estabilización -Ambos miembros se encuentran en transición de la mitad
de la vida, con una búsqueda de equilibrio entre las aspira­
ciones y los logros, con un re-arreglo de prioridades que
conduce a una estabilización de ambos miembros de la
pareja, y por consecuencia de la pareja misma.
Enfrentamiento con vejez, soledad y muerte -Estos temas producen fuentes de ansiedad para la pare­
ja quien necesita apoyo y afecto mutuos y también de
fuentes externas, familiares o sociales.

-Duvall (1977) amplió el trabajo previo al plantear ocho etapas y estable­


ció ciertas tareas de desarrollo para cada una de las etapas, su clasificación
es la siguiente:

Etapa Tareas

Parejas recién casadas y sin hijos -Establecimiento de una vida mutuamente satisfactoria.
-Ajuste a la posibilidad de ser padres y ante el embarazo.
-Adaptación a la nueva red de parientes políticos.
Parejas en periodo de crianza -Tener hijos y estimular su desarrollo.
-Establecimiento de un hogar satisfactorio.
Familias con hijos en edad preescolar -Adaptación a las necesidades e intereses de los niños para
estimular y favorecer su desarrollo.
-Manejar en forma enérgica y eficiente la disminución y eventual
falta de intimidad entre la pareja.
Familias con hijos en edad escolar -Ajuste a la comunidad de familias con hijos escolares.
-Estimular logros escolares de los hijos.
Familias con hijos en adolescencia -Lograr un balance entre la libertad y la responsabilidad.
-Establecimiento por parte de la pareja de interés y cui­
dados postparentales.
Familias en periodo de -Liberar a los jóvenes adultos de la dependencia paren-
"plataforma de despegue" tai con medios adecuados.
-Mantenimiento del hogar como una base de soporte.
Familias con padres de edad mediana -Reafirmación de la relación de pareja.
(síndrome del nido vacío, retiro o jubilación) -Mantenimiento de las ligas familiares antiguas y recientes
y los hijos.
Familia en la vejez -Afrontamiento de las pérdidas y del hecho de vivir
(hasta la muerte de ambos) solos.
-Cierre del hogar familiar o adaptación a la vejez.
-Adaptación al retiro.

-Estrada (1982) intenta integrar un ciclo en seis etapas:


•El desprendimiento.
•El encuentro.
•Los hijos.
•La adolescencia.
•El reencuentro (síndrome del nido vacío).
•La vejez.
-Argyle y Henderson (1985) hacen referencia a una serie de etapas que
diferentes autores consideran importantes de la relación de pareja y poste­
riormente citan un ciclo del matrimonio:

Etapa Proceso

Noviazgo Hay diferentes dimensiones que conforman al amor en esta etapa: deseabilidad, amor, com­
promiso y permanencia, y sexualidad. La cantidad de tiempo que emplea la gente en esta
etapa es variable y a veces no sólo se realiza con una persona sino también con otras. Algunas
de las actividades que realizan las parejas en esta etapa son: expresión verbal de afecto, auto-
divulgación: revelar aspectos íntimos, evidencia no material de amor; dar apoyo emocional y
moral, mostrar interés, sentimientos no expresados verbalmente: sentirse más feliz, más
seguro, más relajados cuando el otro está cerca, evidencia material de amor: dar regalos,
realizar actividades físicas, expresión física de amor: abrazar y besar, deseo de tolerar aspec­
tos menos placenteros del otro como tolerar demandas con el fin de mantener la relación.
Además, hay intimidad corporal y conocimiento que son simultáneos. Las parejas también se
involucran en aquellas actividades que pueden llevarlos a estar juntos; con el tiempo las citas
casuales se vuelven serias y en ellas se tiende a tener una relación monógama y
cierto nivel de compromiso mutuo. Braiker y Kelley (1979) han comentado que
esta progresión de cortejo casual a formal y matrimonio posee cuatro dimen­
siones principales:
-Amor: referencias de cariño, necesidad, apego e interdependencia.
-Conflicto-Negatividad: problemas y argumentos.
-Ambivalencia: confusión en sentimientos acerca de la otra parte, ansiedad
acerca del compromiso o pérdida de independencia.
-Mantenimiento -discusiones de la relación, divulgación, intentos de cambiar la
conducta del otro.
Es común que las parejas pasen a través de tres etapas: excitación inicial,
desilusión y alineación, y al compromiso final pero con un punto de vista más
real del otro.
Selección de la Pareja El principal producto final de tener citas con posibles parejas amorosas es la
elección de una pareja más o menos permanente. El proceso puede ser descri­
to en términos de una serie de filtros. El primer filtro de una pareja potencial es
el más fácilmente visible -una apariencia aceptable y atractiva-. Si la pareja se
empieza a conocer mejor, entonces encontrarán si son suficientemente simila­
res en antecedentes, intereses y valores. Finalmente, tiene que encontrar si son
compatibles en términos de ideas acerca de sus roles sexuales y otros aspectos
de interacción social. No todas las parejas van a través de esta secuencia. La
gente puede enamorarse a pesar de haber fracasado en el paso por estos filtros.
Algunas de las reglas durante esta fase son: llamar a la persona por su nombre de
pila, respetar su privacidad, mostrar confianza mutua, ser puntual, mirar a la per­
sona a los ojos durante la conversación, no criticar al otro en público, defender
al otro en su ausencia, guardar secretos, mostrar interés en las actividades diarias
del otro, ser leal al otro, comparar éxitos, dar regalos o tarjetas de cumpleaños, no
criticarlo públicamente, ser tolerante a los amigos del otro, devolver favores,
deudas y halagos, tocar a la persona intencionalmente y sorprenderse con rega­
los. Conforme la pareja se mueve de citas casuales a serias y posteriormente al
compromiso, hay un incremento en el nivel de amor. También hay un incremento
en el conflicto y negatividad, en donde se observa un incremento progresi­
vo,- esto se ve acompañado con diferentes reglas que emergen para ayudar a
regular estas áreas de conflicto potencial. Sin embargo, las habilidades del corte­
jo no están completamente cubiertas por las reglas. Para atraer a los miembros
del sexo opuesto, se pueden usar varias estrategias, por ejemplo-, sugerir que uno
piensa mucho en ellas, hacer cosas por ellas, estar de acuerdo y adscribir carac­
terísticas atractivas a uno mismo, directa o indirectamente -lo cual puede ser
llamado congraciamiento con el otro.
Periodo de la luna de miel Durante este periodo hay reajustes en cuanto a la compañía de amigos. Al
al nacimiento del primer hijo inicio hay una alta tasa de actividad sexual, cuatro a cinco veces a la sema­
na. El periodo de luna de miel es un punto alto de satisfacción marital, sin
embargo, hay ciertos problemas durante este periodo. En particular, las
parejas tienen que acomodarse mutuamente para trabajar en un patrón de
vida conjunto y satisfactorio. Los problemas más difíciles tienden a ser
sobre el dinero y el sexo y también puede haber problemas sobre la dis­
tribución del trabajo doméstico y la toma de decisiones. Cada miembro
de la relación tiene que romper en cierta forma con sus familias para vol­
verse más independiente de ellos. Esto es generalmente más duro para las
mujeres y más si la pareja está viviendo en la misma casa de sus padres.
Nacimiento del primer hijo Durante esta etapa se presta atención principalmente a los hijos, su naci­
a ia adolescencia miento, enfermedades, educación, etcétera. El marido está preocupado
por su carrera. La pareja tiene menos tiempo junta y el nivel de satisfac­
ción cae. La esposa utiliza más tiempo con sus hijos que con su marido y
estas relaciones se vuelven de lo más importante para ella. En los matri­
monios insatisfechos, los niños son la principal fuente de satisfacción.
Hijos adolescentes Éste es el punto más bajo de satisfacción marital, principalmente porque
las dificultades que se presenta tiene que ver con los adolescentes. La
esposa es más libre de preocupaciones sobre el adolescente, es proba­
ble que labore en cuando menos un trabajo de medio tiempo y puede
encontrar una nueva independencia, desarrollar nuevas habilidades, inte­
reses y apegos sociales.
Después de que los hijos se El periodo del “nido vacío" se vuelve muy reconfortante para la mayoría
han ido de las parejas. Los matrimonios débiles pueden encontrar un sentido en
este periodo, la pareja pasa más tiempo junta y puede encontrar que for­
man una entidad aparte. Todavía tienen un interés común en sus hijos y
usuaímente disfrutan a los nietos.
Matrimonios sin hijos Nota: El nivel de felicidad marital en los matrimonios sin hijos es ligera­
mente más alto que en aquellos que tienen hijos. Esto es particularmente
cierto para las parejas quienes no tuvieron hijos en forma voluntaria, pero
también para aquellos que no lo han decidido. En estos matrimonios la
esposa usualmente tiene un trabajo o carrera y puede ahorrar más que su
marido, hace más en la casa y tiene menos que decir en las decisiones,-
pero las parejas con hijos se satisfacen teniendo hijos y por alguna razón
viviendo más. Aunque los niños parecen reducir la satisfacción marital,
diversos estudios muestran que a pesar del sentido de la paternidad, la
mayoría de la gente dice que esto es una experiencia recompensante y
creen que mantiene a la pareja unida.
El carácter del vínculo marital cambia después de los 25 o 30 años de
matrimonio. Las parejas hacen más cosas juntas, hay más interacciones posi-
tivas y menos negativas. Hay menos sexo pero más seguridad. Hay más
familiaridad, pero menos excitación. El matrimonio, como sus miembros
en sí mismos se han vuelto más tranquilos y lentos, pero también conforta­
bles y relajados.

-Haley (1986) divide el ciclo de la pareja en seis periodos:


•Periodo de galanteo.
•El matrimonio y sus consecuencias.
•El nacimiento de los hijos y el trato con ellos.
•Dificultades matrimoniales del periodo intermedio.
•El destete.
•El retiro de la vida activa y la vejez.
-Tzeng (1992) plantea un ciclo octagonal compuesto por las siguientes
etapas:

Etapas Definición

Extraños Dos individuos son neutrales uno al otro, no son conscientes de las características del otro, no
hay estimulación o reacción psicológica, emocional o fisiológica en la presencia del otro.
Desconocimiento entre las personas.
Amistad Dos individuos se empiezan a conocer y forman una impresión mutua generalmente positiva,
cada uno tiene disposición positiva para involucrarse en una comunicación más profunda. La
mejor descripción de esta etapa es "amistosa, placentera o disfrutable". El mayor nivel de
involucramiento emocional es la manifestación positiva hacia la persona blanco, sin embargo,
a veces ni la persona puede reconocer niveles adicionales de intimidad. Posibilidad de
intimidad.
Atracción Cuando un individuo es excitado fisiológicamente por la presencia de la persona blanco, él o
ella pueden volverse conscientes de la atracción. Esto puede ser atribuido a factores como:
apariencia física, personalidad o intereses comunes. En esta etapa, la relación es frecuente­
mente parcial. La persona blanco puede percibir el estado emocional del otro y puede ser
que haya poca o nula reciprocidad. La principal característica de este estado emocional es
la proyección idealista del amor, más frecuentemente descrita como "enamoramiento".
Romance Esta etapa incluye involucramiento emocional recíproco y espontáneo de cada individuo.
El individuo se identifica con el otro e interactúa extensivamente a través de varios medios
de comunicación. Las manifestaciones conductuales de esta etapa incluyen besos románti­
cos, conducta sexual, autodivulgación, intimidad, exclusión de otros y absorción. El ro-
manee usualmente representa el pico del involucramiento en términos de comu­
nicación física y emocional.
Es la continuación de la etapa romántica y tiene que ver con la conformación de
un vínculo a largo plazo (como e! matrimonio o la cohabitación). El estableci­
miento del compromiso incluye un intercambio de derechos y responsabilidades
que pueden o no estar formalizados en términos de funciones sociales. La socie­
dad define y describe los papeles de sus miembros, incluyendo sus obligaciones
específicas y funciones generadas por el proceso del compromiso. La pareja
en este momento, desarrolla comunalidades en el mantenimiento físico y psico­
lógico de la vida diaria (respecto a los hijos, bienes, familia política, amigos,
etcétera). La característica más distintiva de esta etapa es la implicación de la
longevidad, en contraste con la naturaleza temporal de la etapa de romance. En
esta etapa'el énfasis es puesto en el aspecto positivo de la relación. Las pare­
jas esperan que el amor entre los dos, llene la idealización mutua como una unión
funcional. Frecuentemente, las parejas pueden fluctuar en sus niveles de compro­
miso por varias razones (circunstanciales e individuales). Parece razonable que
algo de conflicto matice la relación, especialmente si el conflicto tiene que ver con
el nivel de tolerancia entre los individuos. En la sociedad contemporánea, la gente
cambia sus compromisos frecuentemente modificando la relativa permanencia en
esta etapa. La longevidad del compromiso varía mucho puesto que se basa en las
normas sociales prevalentes, historia familiar y expectativas de la pareja y otros
significativos.
Conflicto Decline del amor. En el proceso de evolución de una relación a través de las eta­
pas del amor (atracción, romance y compromiso), el énfasis es puesto en las simili­
tudes en personalidad, intereses, valores y metas. Sin embargo, una vez que se lle­
ga al compromiso, varias circunstancias en las interacciones diarias pueden guiar o
cambiar el énfasis de las similitudes en las diferencias. Este cambio puede no ser
aparente y puede no reflejar diferencias genuinas, el crecimiento de pequeñas di­
ferencias pueden determinar problemas de ajuste. El conflicto se da cuando un
miembro de la pareja o ambos comienzan a enfocarse en muchas diferencias
pequeñas, que provocan hostilidad y forman barreras para continuar la relación
amorosa.
Disolución del amor Esta etapa representa el decaimiento del vínculo de amor establecido en el com­
promiso. Muchas causas determinan el abandono del amor, incluyendo aventuras
extramaritales, conflictos constantes y nuevas orientaciones de vida, etcétera. Es­
tos conflictos debilitan la función e intensidad de varios componentes del amor,
tales como compromiso e intimidad. En esta etapa, el amor ya no existe, aunque la
pareja pueda estar físicamente junta, la pareja "duerme junta pero no comparte los
mismos sueños". Emociones positivas como orgullo, curiosidad, deseo y afecto no
predominan en estas relaciones, pueden estar mezcladas con emociones de frus­
tración (enojo, desdén y odio) y/o con emociones de inhibición (miedo, vergüen­
za, indiferencia y pena), hay distancia y un sentimiento de vacío.
Separación/divorcio La disolución de la relación representa el umbral de la energía compartida y las
metas que habían contribuido a la formación y mantenimiento del amor. La diso­
lución es frecuentemente iniciada por factores estresantes, una relación nueva o
una relación que ya existía. Hay emociones negativas (enojo, desdén y odio)
combinadas con estrés, lo cual se vuelve un anestésico muy poderoso para sentir
las emociones positivas del amor que antes sí percibían. La disolución de la
relación a través de la separación física o divorcio, representa la nulificación de com­
promiso previo, aunque la decisión de entrar a la relación en las etapas de
atracción y romance hubiera sido sincera y válida. En esta etapa existen varios nive­
les de compromiso al respecto de los niños, las familias, etcétera. Desde el punto
de vista legal y físico, la separación y divorcio terminan oficialmente la relación
entre dos individuos. La disolución del amor y el divorcio pueden o no ocurrir
simultáneamente.

-Lamaire (1995) no plantea un ciclo tan esquemático como los de los


otros autores, pero sí considera que la pareja incluye una evolución en el
tiempo. Además, considera que la pareja debe concebirse, desde el punto de
vista funcional, como un conjunto ritmado por alternancias de fases.

Etapa Proceso

Primeras Fases No se está frente a un verdadero "nosotros", sino ante la percepción de un


deseo llamado "flechazo". La elección global del ser amado se impone a la
conciencia antes de cualquier reflexión crítica, razonamiento o cálculo. El
deseo se centra en la globalidad de los rasgos o de las apariencias del obje­
to del deseo. Las palabras utilizadas para definir los fenómenos que se viven
(como seducción, encantamiento) aluden a la influencia mágica o misteriosa
de los deseos imprevistos que surgen desde el exterior del sujeto. Hay pul­
siones parciales, mal integradas entre sí, e insuficientes o demasiado inesta­
bles para que se pueda instaurar una verdadera relación amorosa. Es así como
de modo súbito, a través del flechazo, o más lentamente, una vez que el de­
seo es ratificado por las instancias conscientes, se puede instaurar una relación
de pareja, si hay reciprocidad de sentimientos. Se multiplican los lazos y se
organiza un verdadero "nosotros" que los confirma como colectividad.
Las reacciones precríticas Se impone con sus coerciones económicas, sociales, etcétera, y obliga a los
interesados a catectizar a otros objetos aparte de ellos mismos. En la mayo­
ría de los casos, el deseo de mantener los beneficios de la fase anterior vivos
y recíprocos, y alienta una serie de fenómenos destinados a mantener la
idealización mutua y la satisfacción inauguradas por la luna de miel. Así
comienza una fase más o menos extensa en que aparecen reacciones que
llamaremos precríticas y que se dan en un periodo variable. Hay una
especie de apego al pasado, facilitado por el carácter maravilloso de su
recuerdo, puede entonces demorar la adaptación de la pareja a las fases
nuevas de su existencia, y a veces dejar aparecer demasiado tarde la
necesidad de una renovación. El fenómeno más importante de este
periodo consiste en que la pareja se comporta de modo colectivo e incons­
ciente, como si tratara de organizar importantes procesos de defensa
para ocultar o rehuir la falla que la amenaza, más bien que para neutralizar
o anular sus efectos.
En este primer periodo de la pareja, sus integrantes tratan a cualquier pre­
cio de evitar la pérdida de los inmensos beneficios narcisistas obtenidos
de la instauración de la relación amorosa. Así, la pareja refuerza los dife­
rentes tipos de colusión entre sus integrantes.. Sin duda es después de la
fase de luna de miel y antes de que aparezcan los procesos auténticos
de crisis, cuando estos fenómenos son más intensos. Aportan a los inte­
grantes de la pareja grandes satisfacciones en su relación objetal y gran­
des posibilidades de identificación mutua, que refuerzan la consistencia de
su Yo según una modalidad fusional o simbiótica.
Crisis y evolución postcrítica La crisis representa la antítesis de la fase de la luna de miel y permite
volver a catectizar al mundo exterior. Reaparecen entonces las manifesta­
ciones de agresividad mutua, que en la fase de luna de miel se habían
reducido y vuelto hacia el mundo exterior. La evolución diádica depen­
derá luego del equilibrio de fuerzas convergentes y divergentes en el
seno del microgrupo que constituye la pareja. Se pueden dar tres posi­
bilidades evolutivas:
a) La agresividad mutua y la descatectización del compañero siguen cre­
ciendo y conducen gradual o bruscamente a la disociación y muerte de
la pareja.
b) Se organizan cierto número de reacciones postcríticas y sus integrantes
se comportan como si quisieran apartar toda fuente eventual de nuevo
conflicto; pero al no poder catectizarse mutuamente y organi­
zar nuevas colusiones tratan de proteger a su relación limitando estrecha­
mente todas las catexis exteriores a la pareja misma, a riesgo de limitar su
propia expansión personal.
c) La pareja reorganiza nuevos vínculos. Después de las diferentes tenta­
tivas de la fase precrítica, luego del sufrimiento y el trabajo de duelo rea­
lizados durante la etapa de crisis, se efectúa un nuevo aprendizaje de las
relaciones que genera una mejoría de la comunicación entre los integrantes de
la pareja en torno a objetivos comunes. Sólo gracias a la crisis se crearán
nuevas atracciones, nuevas colusiones, después de la extensión de los deseos
mutuos iniciales y es por su intermedio que se instaurará una nueva ideali­
zación del compañero en una forma semejante a la creación del vínculo
amoroso.
Luna de miel y simbiosis Lo más destacable de esta fase es la anulación, la exclusión para cada una
de las partes de todo elemento agresivo con respecto al otro. Los enamorados
no se critican nada, y no solamente se perdonan todo, sino que ignoran el de­
fecto o la debilidad del elegido; no se es capaz de soportar la menor visión
desfavorable y hasta se rechazan las percepciones propias cuando no están
conformes en la visión idealizada que se tiene del otro. Esta idealización de
la que ya se habló, alcanza en esta fase sus aspectos más ostensibles y llega
hasta negar la realidad; hay una verdadera transfiguración del elegido. Esta
exclusión de todo factor agresivo se traduce también en la de la vida amoro­
sa misma que se considera que desde ese momento aportará toda clase de sa­
tisfacciones y sobre todo, sólo satisfacciones. Cada uno espera mucho del
otro y cada vez más. Cada uno se siente como fundido con el otro, como for­
mando parte de él -fusión que representa algo más que la posesión, una espe­
cie de grado más avanzado en la desaparición de los límites del Yo, y en todo
caso de los límites entre uno y otro. Si bien la agresividad queda anulada en
las relaciones interpersonales de los dos miembros de la pareja, ella resulta
desplazada y desde entonces pasa a reforzar la separación entre cada sujeto
y todos los otros, salvo el elegido los enamorados solos en el mundo. Así, los
límites que separan a los sujetos se atenúan, si es que no se borran, mientras que
tienden a erigirse progresivamente las fronteras que separan al grupo amo­
roso del resto del mundo. Una de las funciones decisivas del trabajo psíqui­
co de esta fase es constituir así las bases de la futura coalición conyugal.
En una pareja armoniosa la relación debe verse como privilegiada y distin­
guirse netamente de toda otra relación que cada uno pueda tener hacia fuera
de la pareja, mientras que en el interior de la misma sus miembros deben lle­
gar también a diferenciarse netamente uno del otro.
La fase de luna de miel introduce una toma de conciencia del proceso de
grupo, una especie de sentimiento de pertenecer al grupo que surge, con
mayor o menor importancia según las parejas, según las condiciones socio-
culturales, y por supuesto según las particularidades individuales de cada
sujeto. Así se confirma la función estructuradora y constitutiva de esta fase de
luna de miel en la organización diádica.
Crisis de la pareja, decepción, Un proceso de crisis es un proceso dinámico, necesario, fundamental y
falla y relación de objeto no obligatoriamente el punto de partida de un desentendimiento o de
una ruptura. Muy a menudo es el instrumento mismo mediante el cual la
pareja va a reestructurar su funcionamiento propio. El proceso de crisis
se introduce a través de la decepción experimentada por el sujeto
frente a una falla atribuida al objeto, entonces, la decepción aparece
cuando el objeto no responde ya a todos los deseos del sujeto. El obje­
to falla cuando menos en un aspecto: defraudó la expectativa. Aun
cuando el integrante de la pareja no haya cambiado objetivamente de
actitud, objetalmente su imagen interiorizada parece fallar y es sentida
de modo insatisfactorio con respecto a la expectativa del sujeto que de­
seaba. Hay que mencionar la frecuencia con que esta falla del objeto se
atribuye a una modificación de su valor social. La evolución del objeto
interno puede ser paralela a la del objeto externo. Entre los dos se sitúa
siempre la dimensión sociocultural, que delimita la atribución de un
determinado valor al compañero. A menudo es la comparación con un ter­
cero la que motiva la percepción de esta presunta falla.
Un proceso de crisis es un proceso dinámico, necesario, fundamental y
no obligatoriamente el punto de partida de un desentendimiento o de
una ruptura. Muya menudo es el instrumento mismo mediante el cual la
pareja va a reestructurar su funcionamiento propio.

-Sánchez Aragón (1995) por su parte, plantea un ciclo que retoma en


forma simultánea el número y edad de los hijos y el tiempo en la relación.

Etapa ¿q u é suced e?

Noviazgo de 0 a 6 meses Esta etapa inicia con la atracción y el conocimiento mutuo de la pareja, el
descubrimiento de personalidad, gustos, intereses y hábitos que permiten o
no la apertura de cada uno de los miembros de ésta hacia el otro.
Noviazgo de ó meses Aquí, la pareja se va estabilizando ya que sus miembros poseen un mayor
hasta el matrimonio conocimiento del otro en términos de diferencias y semejanzas, se da un
enfrentamiento de situaciones sociales nuevas y convencionales. Esta etapa
da la pauta para la posible formalización de la relación a partir de la nego­
ciación de diferencias y la aceptación de similitudes.
Matrimonio sin hijos con Este periodo se caracteriza por la vida conjunta de la pareja, se considera que
0 a 3 años de relación los primeros años de la vida en común representa el momento más difícil
debido a que es un tiempo de ajuste y conocimiento más profundo de la
pareja. En este momento de adaptación, se da un enfrentamiento y cumpli­
miento de responsabilidades y reglas acordadas sobre su dinámica de in-
relaciones que genera una mejoría de la comunicación entre los integrantes de
la pareja en torno a objetivos comunes. Sólo gracias a la crisis se crearán
nuevas atracciones, nuevas colusiones, después de la extensión de los deseos
mutuos iniciales y es por su intermedio que se instaurará una nueva ideali­
zación del compañero en una forma semejante a la creación del vínculo
amoroso.
Luna de mié! y simbiosis Lo más destacable de esta fase es la anulación, la exclusión para cada una
de las partes de todo elemento agresivo con respecto al otro. Los enamorados
no se critican nada, y no solamente se perdonan todo, sino que ignoran el de­
fecto o la debilidad del elegido; no se es capaz de soportar la menor visión
desfavorable y hasta se rechazan las percepciones propias cuando no están
conformes en la visión idealizada que se tiene del otro. Esta idealización de
la que ya se habló, alcanza en esta fase sus aspectos más ostensibles y llega
hasta negar la realidad; hay una verdadera transfiguración del elegido. Esta
exclusión de todo factor agresivo se traduce también en la de la vida amoro­
sa misma que se considera que desde ese momento aportará toda clase de sa­
tisfacciones y sobre todo, sólo satisfacciones. Cada uno espera mucho del
otro y cada vez más. Cada uno se siente como fundido con el otro, como for­
mando parte de él -fusión que representa algo más que la posesión, una espe­
cie de grado más avanzado en la desaparición de los límites del Yo, y en todo
caso de los límites entre uno y otro. Si bien la agresividad queda anulada en
las relaciones interpersonales de los dos miembros de la pareja, ella resulta
desplazada y desde entonces pasa a reforzar la separación entre cada sujeto
y todos los otros, salvo el elegido los enamorados solos en el mundo. Así, los
límites que separan a los sujetos se atenúan, si es que no se borran, mientras que
tienden a erigirse progresivamente las fronteras que separan al grupo amo­
roso del resto del mundo. Una de las funciones decisivas del trabajo psíqui­
co de esta fase es constituir así las bases de la futura coalición conyugal.
En una pareja armoniosa la relación debe verse como privilegiada y distin­
guirse netamente de toda otra relación que cada uno pueda tener hacia fuera
de la pareja, mientras que en el interior de la misma sus miembros deben lle­
gar también a diferenciarse netamente uno del otro.
La fase de luna de miel introduce una toma de conciencia del proceso de
grupo, una especie de sentimiento de pertenecer al grupo que surge, con
mayor o menor importancia según las parejas, según las condiciones socio-
culturales, y por supuesto según las particularidades individuales de cada
sujeto. Así se confirma la función estructuradora y constitutiva de esta fase de
luna de miel en la organización diádica.
Crisis de la pareja, decepción, Un proceso de crisis es un proceso dinámico, necesario, fundamental y
falla y relación de objeto no obligatoriamente el punto de partida de un desentendimiento o de
una ruptura. Muy a menudo es el instrumento mismo mediante el cual la
pareja va a reestructurar su funcionamiento propio. El proceso de crisis
se introduce a través de la decepción experimentada por el sujeto
frente a una falla atribuida al objeto, entonces, la decepción aparece
cuando el objeto no responde ya a todos los deseos del sujeto. El obje­
to falla cuando menos en un aspecto: defraudó la expectativa. Aun
cuando el integrante de la pareja no haya cambiado objetivamente de
actitud, objetalmente su imagen interiorizada parece fallar y es sentida
de modo insatisfactorio con respecto a la expectativa del sujeto que de­
seaba. Hay que mencionar la frecuencia con que esta falla del objeto se
atribuye a una modificación de su valor social. La evolución del objeto
interno puede ser paralela a la del objeto externo. Entre los dos se sitúa
siempre la dimensión sociocultural, que delimita la atribución de un
determinado valor al compañero. A menudo es la comparación con un ter­
cero la que motiva la percepción de esta presunta falla.
Un proceso de crisis es un proceso dinámico, necesario, fundamental y
no obligatoriamente el punto de partida de un desentendimiento o de
una ruptura. Muy a menudo es el instrumento mismo mediante el cual la
pareja va a reestructurar su funcionamiento propio.

-Sánchez Aragón (1995) por su parte, plantea un ciclo que retoma en


forma simultánea el número y edad de los hijos y el tiempo en la relación.

Etapa ¿q ué suced e?

Noviazgo de 0 a 6 meses Esta etapa inicia con la atracción y el conocimiento mutuo de la pareja, el
descubrimiento de personalidad, gustos, intereses y hábitos que permiten o
no la apertura de cada uno de los miembros de ésta hacia el otro.
Noviazgo de ó meses Aquí, la pareja se va estabilizando ya que sus miembros poseen un mayor
hasta el matrimonio conocimiento del otro en términos de diferencias y semejanzas, se da un
enfrentamiento de situaciones sociales nuevas y convencionales. Esta etapa
da la pauta para la posible formalización de la relación a partir de la nego­
ciación de diferencias y la aceptación de similitudes.
Matrimonio sin hijos con Este periodo se caracteriza por la vida conjunta de la pareja, se considera que
0 a 3 años de relación los primeros años de la vida en común representa el momento más difícil
debido a que es un tiempo de ajuste y conocimiento más profundo de ¡a
pareja. En este momento de adaptación, se da un enfrentamiento y cumpli­
miento de responsabilidades y reglas acordadas sobre su dinámica de in-
teracción, la familia extendida, los amigos, etcétera, mismos que permiten
a la pareja un nivel de organización óptimo.
Matrimonio con hijos Aquí, se empiezan a afirmar los roles de padre y madre en la pareja; los
con 3 a 7 años de relación cuales están determinados por sus respectivos antecedentes familiares;
por esto, la pareja se enfrenta a un nuevo ajuste y negociación de respon­
sabilidades y obligaciones en torno a su paternidad. Asimismo se empieza
a limitar la posibilidad de interacción entre la pareja.
Matrimonio con hijos En este periodo se consolida la pareja, buscando un equilibrio entre aspi­
con 7 a 14 años de relación raciones y logros individuales y en consecuencia de la pareja. La relación con
los hijos ya ha sido establecida y negociada por la pareja.
Matrimonio con hijos con En esta etapa se da una confrontación entre la pareja y los hijos adoles­
14 o más años en la relación centes, lo cual provoca un ajuste en la pareja, ya que los hijos piden indepen­
dencia y a la vez exigen más de la estructura familiar. Así, la pareja va poco
a poco enfrentando los cambios que surgen ante la posible separación o
salida de los hijos del hogar. Además, se vuelve a dar un ajuste intrapareja,
ya que es en este momento cuando poseen más tiempo para ellos mismos,
lo cual los lleva a redefinir su relación y así reencontrarse.

C o m p a r a c ió n y e v a lu a c ió n d e lo s c ic lo s
d e v id a d e la p a r e ja

Para Levinger et al. (1972), las fases de las relaciones se enfocan en dimen­
siones características. Es decir, la primera etapa de conciencia alude princi­
palmente a elementos cognoscitivos, la de contacto superficial se centra en
conductas y algunas cogniciones y finalmente la mutualidad abordada lo
emocional que caracteriza indiscutiblemente a las relaciones amorosas o de
pareja.
Solomon (1973) plantea cinco etapas en el ciclo de la pareja cuyas tareas
se ven limitadas conductualmente durante el matrimonio y el nacimiento, ya
que a partir de la individuación, los hijos y su proceso de socialización son
el foco de la relación.
Murstein (1976) se concentra en explicar las facetas de la selección de pa­
reja, en donde se inicia con una evaluación cognoscitiva, después conduc-
tual y posteriormente cognoscitivo-conductual. Es evidente que se olvida
del aspecto afectivo y que limita la vida de la pareja hacia etapas subse­
cuentes.
Barragán (1976) considera que son seis las etapas que vive la pareja, en
este caso, esta unidad específica sí vive un proceso, que aunque afectado por el
cambio de estatus (selección-adaptación-paternidad), es una mezcla entre la
dinámica misma de la relación y eventos sociales. La descripción de este autor
se basa en tres líneas cognoscitivas que guían la interacción conductual; no
obstante, olvida profundizar en el aspecto afectivo básico en este tipo de re­
laciones.
Duvall (1977) por su parte amplió el trabajo previo en cuanto al número
de etapas, pero es notable que el ciclo se fundamenta en el desarrollo de vida
(biológico y de socialización) de los hijos y las responsabilidades que impli­
can (aspectos cognoscitivos y conductuales).
Estrada (1982) y Haley (1986) integran un ciclo en seis etapas pero no
describen los procesos que siguen, además al igual que Duvall (1977) predo­
mina el énfasis en la vida familiar de la pareja.
Argyle et al. (1985), se enfocan en la descripción de las etapas durante
el matrimonio, iniciando con luna de miel y terminando con el despegue de
los hijos; sin embargo, hacen referencia a dos etapas que otros autores re­
toman como el noviazgo y la selección de la pareja. Las dos primeras etapas
son descritas en forma amplia, considerando afectos, cogniciones y con­
ductas, así como reglas en la interacción. Las fases del matrimonio inician
con aspectos cognoscitivos y conductuales propios de la pareja (vida sexual,
toma de decisiones) y siguen por el énfasis en los hijos y mantenimiento de
la familia (trabajo y dinero).
Tzeng (1992) en su planteamiento, considera que cada etapa de su octá­
gono es más o menos cognoscitiva, afectiva o conductual y sólo en algunas
(romance, compromiso, disolución del amor y la separación) se describe en
forma integral cada una de las dimensiones (cognoscitiva, afectiva y con­
ductual).
Lamaire (1995) dada su perspectiva clínica, sintetiza al ciclo de vida de la
pareja en términos de procesos cognoscitivos inconscientes y conscientes
que guían sus reacciones ante la pareja y al mismo vínculo.
Sánchez Aragón (1995) postula un ciclo que retoma simultáneamente
variables centrales en el estudio de la satisfacción marital (número y edad
de los hijos y tiempo en la relación) que no habían sido abordadas por otros
autores. Esta autora define en general aspectos cognoscitivos y conductuales,
segmentando la vida de pareja -tam bién- en relación con los hijos.

El C iclo de A c e rc a m ie n to -A le jam ie n to
de D ía z -L o v in g (1 9 9 6 )
Díaz-Loving (1996), contextualiza el establecimiento, desarrollo, manteni­
miento y disolución de una relación interpersonal en términos de un Ciclo
-basado en el tiempo- de Acercamiento-Alejamiento que es llamado así, dada
la percepción personal del nivel de cercanía o lejanía de la pareja.
La propuesta teórica de un ciclo de Acercamiento-Alejamiento de la pa­
reja, permite establecer y categorizar el tipo de relación e información que
los miembros de una pareja están procesando, desde la percepción hasta la
interpretación del otro como un estímulo. Dependiendo del grado de Acer­
camiento-Alejamiento en que se encuentra la relación, cada miembro va a
evaluar cognoscitiva y afectivamente tanto a la persona estímulo como al
contexto en el que se presenta ésta.
Para este autor (Díaz-Loving, 1996), una relación involucra una serie de
interacciones (reales o imaginadas) a través del tiempo, de manera que cada
episodio es afectado por eventos anteriores, en conjunto con las expectativas
del futuro. Desde la perspectiva de la dicotomía participante, la relación im­
plica sentimientos, emociones, atribuciones, deseos, esperanzas, desilusiones,
etcétera; durante y entre interacciones, los participantes reflejan lo que les
ha acontecido y lo comparan con lo que les gustaría que sucediera, o imagi­
nan lo que podría suceder. De cualquiera de las dos perspectivas, cada re­
lación existe a través del tiempo y es vista desde el Ciclo de Acercamien­
to-Alejamiento como un constante flujo dinámico. Las etapas que describe
este ciclo son las siguientes:

1. Etapa Extraño/Desconocido. Esta etapa se considera el primer paso de


una relación interpersonal, es decir, cuando uno de los sujetos percibe a
otro como un extraño. En este contexto, se percibe y reconoce al otro,
pero no se realizan conductas o cogniciones dirigidas al establecimiento
de algún tipo de relación o acercamiento. En este nivel de cercanía, la
información sobre el otro(a), contiene primordialmente aspectos físicos,
externos y descriptivos. Levinger y Snoek (1972), describen esta etapa a
través de dos círculos que no tienen contacto.
2. Etapa de Conocido. Aquí, ya que se percibió al otro, el sujeto puede
pasar a una etapa en la cual evalúa al estímulo, y con base en ello, cate-
goriza a esta persona como alguien que podría convertirse en un conoci­
do o mantenerse como extraño. Esta etapa se caracteriza por un cierto
grado de familiaridad, y conductas de reconocimiento (por ejemplo son­
risas, saludos) a nivel superficial, aunado a una historia prospectiva,
aunque manteniendo un bajo grado de cercanía o intimidad. De esta
manera, al evaluar los encuentros casuales con el conocido, así como sus
rasgos externos más sobresalientes, el sujeto pesa las ventajas y desven­
tajas de intimar, y decide si quiere continuar y hacer de ésta una rela­
ción más cercana, alejarse de ella o simplemente mantenerla en el nivel
de conocidos.
3. Etapa de Amistad. Ya que la persona decide adentrarse más en la re­
lación, pasa a una siguiente etapa en la que el simple interés de querer
acercarse más a la persona, implica una motivación afectiva común a
la amistad, o en algunos casos, una motivación instrumental, en la que la
persona piensa, que la interacción le ayudará a solucionar una serie de
necesidades. Con la amistad, se da una constante reevaluación, que lle­
va al mantenimiento o incremento de la amistad, así como una defini­
ción de las normas y alcances de la relación. Cabe señalar, que esta etapa
puede incluir sentimientos de intimidad y cercanía profundos. Sin em­
bargo, excluye aspectos románticos, pasionales o sexuales.
4. Etapa de Atracción. La etapa de Amistad incumbe ya al término de
atracción. Sin embargo, al referirse a las relaciones íntimas de pareja,
la atracción representa un aspecto central. Cuando las parejas inician la
construcción de cogniciones imbuidas en intereses románticos, se catalo­
ga como atracción. Aparece la unión como motivo, y con él, la locomo­
ción de acercamiento afectivo hacia el otro sujeto. Se acentúa un interés
por conocer al otro, de interactuar con él(ella), de encontrar formas y mo­
mentos, es decir, de hacerse más interdependientes.
5. Etapa de Pasión. En la etapa pasional, existe una respuesta fisiológica
y una interpretación cognoscitiva de intensidad que define a la relación
como una relación más cercana. Asimismo, esta etapa se conjunta de as­
pectos que tienen que ver con un involucramiento fisiológico, que impli­
ca deseo, entrega, desesperación y que comúnmente es efímero. Díaz-Lo­
ving (1996), menciona que esta etapa ha sido descrita por hombres y
mujeres mexicanos como: arrebato, sexo, deseo, ternura y amor (Díaz-
Loving, Canales y Gamboa, 1988).
6. Etapa de Romance. Esta etapa se caracteriza por la rebosante carga de
afecto e ilusión plasmada en ella, está vinculada a lo que los teóricos lla­
man romanticismo y devoción; y se conjunta con la etapa de la pasión.
Esta etapa ha sido caracterizada por los mexicanos como: comprensión,
amor, agradable, poesía, detalles, etcétera (Díaz-Loving et a l, 1988).
7. Etapa de Compromiso. La etapa de compromiso se refiere a aquellas
situaciones en las cuales los sujetos están de acuerdo en continuar den­
tro de su relación a largo plazo. Se ha hecho cada vez más común que la
pareja tome la decisión de comprometerse con base en antecedentes de
romance y/o pasión, a diferencia del pasado. Aquí, la pareja decide si es
adecuado comprometerse a una relación más íntima y a más largo plazo,
generalmente en forma de matrimonio. Dado el hecho que muchas ve­
ces la razón de este compromiso es el amor, se ha hecho más común que
las personas cancelen el compromiso cuando este sentimiento desa­
parece.
8. Etapa de Mantenimiento. Cuando el compromiso se consolida, re­
quiere del proceso de mantenimiento. Puesto que esta etapa permea el
diario convivir de la pareja a largo plazo, puede decirse que el manteni­
miento es la base de la estabilidad y evaluación de la familia. Esta etapa
involucra enfrentar y resolver los problemas e incógnitas que se presen­
tan por la rutina, la llegada de los hijos, el sustento económico y emo­
cional de la familia, el envejecer juntos, etcétera.
9. Etapa de Conflicto. Esta etapa florece cuando dados los cambios, pre­
siones y obligaciones de la vida cotidiana, surgen tensiones que las
personas no pueden manejar, lo cual conlleva a sentimientos de frustra­
ción, enojo, irritación y temor. Al no resolverse a corto plazo la proble­
mática, pueden crear una relación en la cual el mantenimiento se tiñe de
conflicto. Cuando el conflicto es recurrente, y el mantenimiento ya no
resulta placentero o funcional para uno o los dos miembros de la pareja,
se desarrolla de lleno la etapa de conflicto. Por lo general, esta situación
puede llevar a la gente a buscar ayuda externa, y en ocasiones profesio­
nal, para resolver el conflicto.
10. Etapa de Alejamiento. En esta etapa, dado que las personas se lasti­
man durante la relación, se va optando por una estrategia de evitación
del cotidiano contacto de pareja. Desaparece el gusto por interactuar y
conocer a la pareja. Al mismo tiempo, aparecen mayores sentimientos
de frustración y temor al interactuar (Díaz-Loving y Andrade Palos,
1996). En esta etapa contraria a la de Atracción, todo aquello que un día
nos parecía unir y acercar a la pareja, ahora parece alejarla. La evalua­
ción de la interacción se presenta sin aspectos positivos y atractivos, y a
su vez, fortalece los aspectos negativos, incluyendo en algunos casos,
hasta el hostigamiento físico y/o psicológico. Este sentir y problemática
de la pareja, es precisamente lo que da la pauta hacia la siguiente etapa.
11. Etapa del Desamor. Es cuando la evaluación de la interacción se pre­
senta con aspectos puramente negativos, lo cual lanza a los miembros
de la pareja a considerar que su relación está teñida por el desamor, si­
tuación en la cual, no sólo no hay gusto por conocer o interactuar, sino
que se busca activamente evadir y evitar al otro miembro de la pareja.
12. Etapa de Separación. En el momento en que la relación se torna inso­
portable, inmediatamente se vuelven más atractivas otras opciones (dejar
la relación o tener otra pareja), el descontento con la relación hace evi­
dente que lo más adecuado es separarse. En esta etapa, el compromiso
ya no es con la relación, ahora el compromiso es individual y consiste
en lograr la separación. Una relación en la cual se ha decidido no con­
tinuar más, produce un rompimiento que legalmente puede ser san­
cionado con el divorcio.
13. Etapa del Olvido. Después de la separación, no es poco común que
se presenten intentos por reintegrar a la pareja, sobre todo al comparar
la situación de soledad, o de la nueva relación, con una reevaluación
positiva de la antigua vida de pareja. Sin embargo, al paso del tiempo,
y con la absorción en las actividades de la nueva selección, se pasa a la úl­
tima etapa, la que cierra el círculo de la relación y del Acercamiento-Ale­
jamiento, el olvido.
De acuerdo con Díaz-Loving (1996), existen ciertas consideraciones al
respecto de este Ciclo de Acercamiento-Alejamiento:

1. Cada miembro de la pareja puede pasar con un orden distinto a través


de las diferentes partes de este círculo.
2. Los miembros no siempre viven en la misma categoría que su pareja.
3. En la etapa de mantenimiento, a sp ecto s, co m o la intim idad y el com­
promiso pueden mantenerse constantes a largo plazo, mientras que otros
aspectos como la pasión y el romanticismo tienden a ser variables, y por
tanto, de tipo cíclico, apareciendo y desapareciendo dentro de la relación.
4. El modelo del Ciclo de Acercamiento-Alejamiento, no intenta ser
determinista en el patrón de evolución de las relaciones. Algunas per­
sonas llegan a una etapa y no necesitan continuar a etapas posteriores,
y otras revierten o brincan de una etapa a otra no contigua.
5. El círculo de Acercamiento-Alejamiento considera aspectos primor­
dialmente psicológicos. Esto no significa que variables sociológicas no
deben ser contempladas dentro del ciclo vital de la relación sino que
pueden ser adicionados para crear una matriz, que retome la interacción
psicosocial.
6. Las etapas de la relación, enmarcan el estímulo al que responde el
miembro de una pareja. Al percibir al otro(a), la persona evalúa tanto
cognoscitiva como afectivamente a la pareja, el contexto social y la etapa
de la relación en que se encuentra.

Finalmente, cabe mencionar que el autor de este enfoque propone una


serie de hipótesis teóricas con base en el ciclo mencionado, de cómo se de­
sarrollan las relaciones íntimas. En primer término, se predicen correlacio­
nes positivas más altas entre las posiciones contiguas que entre las categorías
más alejadas. Asimismo, se predicen correlaciones negativas entre los polos
opuestos, por ejemplo amistad-conflicto, atracción-alejamiento, roman­
ce-separación, etcétera.
Con el propósito de explorar la forma en la cual son conceptualizadas las
etapas del Ciclo de Acercamiento-Alejamiento planteado, se desarrolló el
siguiente estudio.
M éto d o
Muestra: 120 sujetos mexicanos con escolaridad mínima de secundaria se
distribuyeron de la siguiente manera.

18-25 años 26-35 anos 36-45 años 46 o más años

Hombres 15 15 15 15
Mujeres 15 15 15 15

Instrumento y procedimiento: Cuestionario abierto en el cual se pedía a los


sujetos que caracterizaran en términos de pensamientos, emociones, senti­
mientos y conductas cada una de las etapas del ciclo (Extraños, Conocidos,
Amistad, Atracción, Pasión, Romance, Compromiso, Mantenimiento, Con­
flicto, Alejamiento, Desamor, Separación y Olvido).

R esultados
Los datos fueron procesados por medio de la técnica de Análisis de Conte­
nido para lo cual fue necesario:
1. Desarrollar 13 listados generales por cada etapa del Ciclo de Acerca­
miento-Alejamiento de las características dadas por hombres y mujeres
de ocho grupos de diferentes edades con sus frecuencias.
2. Definir cada característica en términos de tres categorías: cognosciti­
va, afectiva y conductual.
3. Crear 13 definiciones generales que incluyen las categorías antes men­
cionadas.

Los resultados obtenidos fueron los siguientes:

E xtraños
Es una etapa donde no existe relación(3)* pues hay desconocimiento de la
persona(18), se es objetivo(5) y se evalúa a partir del físico(3), lo que despier-

* Los números entre paréntesis se refieren a la frecuencia con la cual fueron nombradas las palabras
o frases.
ta en ocasiones atracción(20), curiosidad(25) e interés(14). En el aspecto
afectivo, no hay emociones ni sentimientos positivos(28), predomina la
desconfianza(37), pena o timidez(13), temor(12), incomodidad(lO) e inse­
guridad^) aunque a veces se siente agrado o simpatía(7).
Ante la presencia de un extraño se responde con indiferencia(34), precau­
ción o cautela(34), hay un acercamiento paulatino(21) en donde se establece
una plática trivial(27) siendo amable(25) pero serio(15); para así intentar
conocer y establecer una relación(ló). Aunque en esta fase no hay interac­
ción profunda(8) se da un juego de aceptación-rechazo(4) que va del coque­
teo^) a las conductas pasivas(5).

C onocidos
En esta etapa se incrementa el interés en la persona(lO), hay necesidad de
conocerla(12) para sí buscar posibles afinidades(13), no se perciben defec­
tos^) y se pretende establecer una buena relación(2) esperando que pros­
pere en amistad(28).
Aquí se sienten algunas emociones(14) como confianza limitada(42),
agrado o simpatía(35), tranquilidad(9), alegría(8), seguridad(5) y atracción(3);
aunque puede haber incomodidad(4) y nerviosismo(3).
Conductualmente se tiene interacción limitada(ó) aunque se busca acer­
cam iento^), se responde con conductas más abiertas(8), como comunicar-
se(38) sinceramente(3), ser amable(38), respetuoso(12) y puede haber contac­
to físico suave(2). Cuando la persona no es agradable se es indiferente(2).

A m ista d
La amistad es lo mejor que tiene el ser humano y es necesario cultivar(12),
es el inicio de algo más firme(6) que se caracteriza por el deseo de conocer
más a fondo a la persona y a su vida(18), por la solidaridad(15), la lealtad(4),
la incondicionalidad(4), la reciprocidad(3) la aceptación de la perso-
na(4) y la empatía(3). Asimismo se reconoce por la búsqueda de afini­
dades^), compatibilidades(3) y la complicidad entre sus miembros(3).
En esta etapa surgen emociones y sentimientos al ver a la persona(18)
que van desde el cariño(68), confianza(51), agrado/simpatía(23) y felici­
d a d ^ ); hasta seguridad(ll), tranquilidad(5) y amor(5).
Dentro de las conductas propias de esta etapa, se busca mayor acerca­
m iento^), pláticas con mayor intimidad(34), se es sincero(ló), abierto(3) y
respetuoso(ló); se comparte(28), hay apoyo mutuo(29), cuidado por el otro(2)
y comprensión(9). Hay contacto físico(8) y se conduce en forma amable(5) y
honesta(3).

A tracción
La atracción es la primera etapa del amor(2) durante la cual hay interés en la
persona(26), pues ésta gusta física(23) e intelectualmente(ó). Se fijan los
sentidos en alguien(15) en quien se desea adentrar(ló), se piensa continua­
mente en ella y/o en la relación(7) y se busca coincidir o ser afín con la per-
sona(13). Se le idealiza(ó) y admira(2), pero siempre teniendo un fondo
sexual(5).
En esta fase despiertan emociones intensas(22), como el agrado al estar
con la persona(41), necesidad de acercarse físicamente a ella(29), nerviosis­
mo^ 5), pena(10), locura pasional(7) y placer(4); todas estas emociones se
transmiten con la frase “sentir mariposas en el estómago” ante la presencia
de la persona estímulo(21). Además surgen algunos sentimientos más pro­
fundos^) como cariño o afecto(6), alegría(12) y cercanía emocional(ó); no
obstante puede haber cierto miedo al rechazo(2).
Durante la interacción, se hace todo por llamar la atención de la per­
sonará), se usa la coquetería(19) y la seducción(9) como recursos para ello
hay comunicación más profunda(14), se es respetuoso(2), atento y cordial(3),
se comparten actividades(3) y se cuida a la persona(2).

P asión
La pasión es una etapa plena(3), vital(3) y de enamoramiento(2), que incluye
romance(39). Es caracterizada por su irracionalidad(25), siendo lo más im­
portante el otro(17), pues ocupa todos los pensamientos(7). Hay un gusto
desmedido(4) que se ve plasmado en el interés por el bienestar de la per-
sona(3), se le idealiza(3) y se buscan afinidades(2).
Esta etapa del ciclo, es sinónimo de un desbordamiento de emociones(56)
basado fundamentalmente en el deseo sexual intenso por la pareja(51), ne­
cesidad de estar cerca del otro constantemente(26), amor(24), alegría(15),
“mariposas en el estómago”( ll) , ímpetu(17), desesperación(5), placer(5),
goce(3), cariño(4), confíanza(4) y seguridad(4).
La entrega sin medida o sexo(50) es la principal conducta de la pasión,
matizada por erotismo y sensualidad(9), acompañada de constante cercanía
física(ló), en la que se procuran apapachos, besos y caricias(7); por esto se
considera que hay que tener precaución(3). Asimismo, la cercanía favorece
la comunicación entre la pareja sobre necesidades y expectativas(ó).

R om a n ce
En el romance, la pareja está profundamente enamorada(8), por lo que se
considera que este momento es el ideal vivido(29), una única e indescrip-
tible(3) mezcla de irracionalidad(24), solidez/compromiso(15) y amistad(ó),
que hace que se vea todo color de rosa(6). En esta etapa hay deseo(12), inte-
rés(3) y el otro llena constantemente el pensamiento(3) lo que hace creer
que se vive para él/ella(4). Se cree que el romance incluye estabilidad(7),
entendimiento/comprensión(10), compatibilidad(4), conocimiento(4) y fi­
delidad^) pero que es de corta duración(7).
El amor(46) es el núcleo del romance y se ve complementado por emo­
cio n es^ ), como el agrado de convivir todo el tiempo con la persona(35) lo
que provoca felicidad(29), atracción(lO), sensibilidad(2), y “mariposas en el
estómago”(2) por un lado; y cariño(15), ternura(ló), confianza(ló) y tran­
quilidad^) lo que crea seguridad(3) en la relación, por el otro.
Dado el contacto físico íntimo(19) se van creando momentos agrada­
bles^), en los que hay comunicación profanda(ló) y sincera(4). Se com­
p a r te ^ ) la sexualidad(12) y sus expresiones físicas como besos, abrazos y
caricias(13). Los detalles(20) y el juego(8), son elementos centrales en esta
etapa, pues se busca complacer(12) a la pareja. Se es respetuoso(4) y se apoya
continuamente(2).

C om prom iso
El compromiso es la decisión de formar una relación sólida. La convicción de
que la pareja es la persona con la que se quiere vivir(59) pues es una etapa
en la que se toman las cosas con más formalidad(17) guiando a futuro(8), el
deseo de formar una familia(12). Esta parte fundamental de la existencia
humana(3), depende de una decisión voluntaria(14) y del peso que la socie­
dad le confiere(8). De entre sus características, se encuentra la unión de la
pareja(12), la fidelidad(14), la constancia(8) y el entendimiento(3) por un
lado; y el tratar de no quedar mal(35), la responsabilidad u obligación adqui­
r id a ^ ) y la limitación de la libertad(14) por el otro.
En términos de emociones y sentimientos, esta etapa es definida posi­
tivamente como una “promesa” de amor eterno(21), confianza(ll), seguri­
dad^), alegría(lO), cariño(6) y agrado(3). Y negativamente como ansiedad
o nerviosismo(7) y sacrifició(2).
Durante la fase de compromiso, se comparte todo(17), se procura al
otro(17), se comunica(5) sinceramente(2), lo cual sirve para crear acuerdos
entre la pareja(12); todo se da en un ambiente de respeto(9) y ternura(2).

M a n ten im ien to
El mantenimiento es sinónimo de compromiso o estabilidad(36), representa
una lucha conjunta contra obstáculos(12) y se considera importante, pues
permite seguir creciendo como pareja(15) y formar una familia(2). Aquí,
hay interés por la pareja(lO), aceptación(3), fidelidad(5), pérdida de la ima­
gen idealizada(2) y amistad(2) en donde se deben prever conflictos(2), pues
de otra manera se puede “estar” sólo por estar en la relación(3).
Las emociones y sentimientos experimentados durante esta etapa son
principalmente el amor(16), la confianza(14), la comprensión(ll), felicidad(5),
y seguridad(3); no obstante hay quienes consideran que las alegrías y los
sufrimientos durante el mantenimiento son cíclicos(4), por lo que también se
siente aburrimiento(8).
Durante la fluidez de la interacción(2), el no descuidar a la pareja alimen­
tándola con atenciones(57), es central en el mantenimiento de la relación
de pareja pues son también demostraciones de cariño(8). Otras conductas
importantes durante la convivencia “rutinaria”, son el cumplimiento de res­
ponsabilidades^) y la comunicación(20) sincera(4); asimismo el apoyo cons­
tante mutuo(12), el respeto(lO), compartir experiencias(7), paciencia(3),
cuidado(2) y tolerancia(5).
C on flicto
El conflicto es cuando los miembros de la pareja no pueden llegar a un
acuerdo o tienen dificultad para conciliar sus intereses personales(56) o
existe una falta de entendimiento entre éstos(15). Dada esta problemática(12)
no se desea estar con la persona(20), no hay interés en ella(2), se trata de
vencer al otro(3) y lastim arlo(ll). Se considera que el conflicto es inevita­
ble^), que se requiere de entereza para enfrentarlo(9) y que puede provocar
ruptura(5) o bien, ayudar a madurar a la pareja(6). De entre las posibles cau­
sas del conflicto, se encuentra la infidelidad(4), el incumplimiento de res­
ponsabilidades^) y el egoísmo(3). Pese a este matiz negativo, hay deseo de
resolver el conflicto(30) dadas sus implicaciones en la relación.
Durante el conflicto, surgen una serie de emociones y sentimientos ne­
gativos asociados al debilitamiento del amor(3) y su efecto en el individuo en
sí mismo y en la interacción. En el primer caso se observan: la angustia(13),
el dolor(6), la tristeza(l 1), la frustración(4), la preocupación(3), la culpa(3)
y el arrepentimiento(2). En el segundo: el enojo(25), el desagrado(18), la
desconfianza(ó), la desesperación(5), el rencor(4), el odio(2) y el temor(2).
Entre las conductas propias de esta etapa, se pueden observar comuni­
cación inadecuada(15) lo que lleva a grandes discusiones a veces innece­
sarias^), agresividad(l 1) y pleitos/peleas(l 1).

A leja m ien to
El alejamiento es el distanciamiento físico y emocional(óO) causado por di­
ferencias entre la pareja(19), por infidelidad(5), falta de pasión(5) o de com­
prensión^), que provoca una pérdida de interés(17), de compromiso(2) y
un no deseo de compartir(9). Se considera que esta etapa guía al olvido(6)
y representa la solución ante el daño mutuo(3) por medio de la reflexión
sobre la relación(13).
Al sentir que la relación ya dejó de funcionar(12), la persona siente prin­
cipalmente tristeza y depresión(33) estas emociones surgen del desamor entre
la pareja(18) y aunque el matiz es negativo, el miedo a terminar la relación(7)
crea extrañamiento y búsqueda de acercarse de nuevo a la pareja(17). Por
una parte, se siente desagrado hacia la persona(ll), desconfianza(5), resen­
timiento/rencor^) y enojo(9); y por otra, desesperación(4), dolor/sufrimien­
to(13), frustración(2), inseguridad(2) y sentimiento de soledad(4). Posterior
a la presencia de estos sentimientos y emociones, la persona se siente tran­
quila^).
Conductualmente, durante el alejamiento hay indiferencia hacia la per-
sona(14), falta de comunicación(13), evasión a todo lo que represente a la
pareja(7) y lágrimas(3).

D esam or
El desamor es falta de amor(40), de interés(40) y de ilusiones(17) en la pare­
ja, en donde no se quiere estar con la pareja(15) pues ya se perdió la atrac­
ción física(5). Otras razones del desamor son los conflictos emocionales(2)
que crean la idea de un fracaso(2), de una “negación a la vida”(2) o “lo peor que
puede pasar”(2). Esto repercute en la autoestima de la persona(4), no hay
aceptación del otro(3), crea una necesidad de afectarle(2), enfría la rela-
ción(3) y se olvidan los detalles(4); esto, hace que se piense en alternativas
que satisfagan necesidades(5).
El desamor, cuando no se encuentra lo que se busca(4), provoca una serie
amplia de sentimientos y emociones negativas. La tristeza y depresión son
el núcleo del desamor(35), seguidas por el sentimiento de soledad(8), el
dolor(9), incomprensión(5), desesperanza^), ansiedad(39, inseguridad(2),
extrañamiento(2), se siente falta de correspondencia(3) y con ello arrepen­
timiento^); también se experimenta enojo(14), rencor(7), odio(5) y des­
confianza^).
El alejamiento(23) y la indiferencia(14) son las principales manifesta­
ciones conductuales del desamor, seguido por faltas de respeto(2), de co­
municación^) y de lágrimas(2).

S eparación
La fase de separación es el alejamiento emocional y físico(41) de la pareja o
bien, el fracaso/final de la relación(30). Durante este lapso se presenta con­
fusión entre pensamiento y sentimientos(9), se piensa en uno mismo más
que en los dos(4), no hay interés(2) y se establecen límites(2) para evitar
más dolor(13), lo cual hace pensar al individuo en que la separación es una
decisión sana y necesaria(15). Algunas de las razones para esta decisión son
los conflictos(3) producto de incompatibilidades^) o infidelidad(2). Este
proceso uinevitable”(3) afecta directamente la autoestima(3). La separación
es la instancia en la que se busca un arreglo equitativo y razonable(15) para
olvidar(ó), iniciar una nueva vida(4) y para establecer otra relación(4).
La tristeza y la depresión son el corazón de la separación de la pareja, o
bien el desamor(14) evidenciado, seguidas del dolor(15), la soledad(13) pro­
vocada por el extrañamiento de la persona(7), angustia(4), resentimiento(5),
frustración(2) y desesperación(2); y por otro lado no se está a gusto con la
persona(9), se experimenta enojo(lO), desconfianza(3), desprecio(2) e insegu­
rid a d ^ ) con la pareja, aunque posteriormente pueda sentirse cierto alivio(5).
A nivel conductual, esta etapa se caracteriza por la indiferencia(S), la
pérdida de comunicación(9), la agresión(4) y las faltas de respeto(2).

O lvido
Aunque se considera que esta etapa es cuando se intenta arrancar los re­
cuerdos que quedan de la pareja(18), logrando la aceptación de que esa
relación es parte del pasado(14), se cree que jamás se olvida totalmente(21).
En esta “muerte total de la pareja”( l l) no hay interés en la pareja(13), hay
desilusión(ó) y en ocasiones se añora a la persona(8); esto favorece que
se desee conocer a otras personas(l 1), reiniciar la vida(8) y recordar lo po­
sitivo de la relación(18).
Las emociones y sentimiento en esta etapa se dirigen a dos vertientes.
Por un lado, hay ausencia de emociones y sentimientos(18) y por otro, hay
desamor(ll), tristeza y depresión(7), dolor(5), rencor(3), desesperación(2)
y en general un sentimiento intenso de separación(4). Finalmente la tranqui­
lidad es sentida como parte terminal a este proceso(14).
Conductualmente hay indiferencia(23) y esto crea falta de interacción(17).

D iscu sió n
Con base en la información revisada y los datos obtenidos en el presente
estudio, se hace necesario en este punto examinar:

1. Las propuestas teóricas de otros autores sobre el ciclo de vida de la


pareja.
2. Las definiciones generales obtenidas en este estudio.
3. Las diferencias y semejanzas entre lo planteado por Díaz Loving
(1996) y los datos obtenidos.

P ropuestas teó rica s


del ciclo d e v id a d e la p a r eja
Con base en las consideraciones conceptuales de cada uno de las propuestas
teóricas revisadas previamente, se propone el siguiente cuadro resumen que
intenta condensar las cualidades de dichos modelos:

Aspectos A spectos A spectos Núm. de


Autor cognoscitivos afectivos conductuales Descripción etapas

Levinger et di. X X X amplia 3


Solomon / ? ? limitada 5
Murstein X ? X limitada 3
Barragán / ? ? amplia 6
Duvall / ? / limitada 8
Estrada ? ? ? nula 6
Haley ? ? ? nula ó
Argyle et a/. / ? / amplia 6
Tzeng X X X amplia 8
Lamaire / ? ? amplia 5
Sánchez Aragón / ? / amplia 6

Analizando este esquema hay que hacer notar que:

I. Cada autor concibe diferentes número de etapas del ciclo de vida de la


pareja.
II. Algunas inician en el conocimiento y otros en el matrimonio, pero
en pocos hay coincidencias.
III. El énfasis es puesto en diferentes dimensiones en distintas etapas, por
ejemplo una etapa es afectiva, pero otra es cognoscitiva, mientras que otra
tiene elementos mezclados. Algo notorio es la deficiencia del aspecto
afectivo-emocional en las descripciones de la vida de la pareja, sobre todo
el considerar que ha sido afirmado que actualmente las relaciones de
pareja están dadas por el amor y sus correlatos y no sólo por aspectos
puramente cognoscitivos o conductuales. Al mismo tiempo en lo que
hay mayor énfasis es en el aspecto cognoscitivo.
IV. Al respecto de las variables que se ven inmiscuidas en la definición
de las etapas, Solomon, Barragán, Duvall, Estrada, Haley, Argyle et al.
(1985) y Sánchez Aragón (1995) se enfocan en el desarrollo biológico y
de socialización de los hijos como pautas del crecimiento o evolución
integral de la pareja; y no examinan a profundidad las determinantes
psicológicas del curso de vida de la pareja.
V. El deterninismo que caracteriza a los ciclos de vida de la pareja, es
ineludible, los autores indican una secuencia específica que no es modi-
ficable. Este determinismo se ve claramente permeado por los roles o
cambios de estatus social y tradicionalmente asignados a hombres y mu­
jeres.

Ya estimados los ciclos de vida que diferentes autores han delineado


durante más de 20 años, se considera que el Ciclo de Acercamiento-Aleja­
miento aportado por Díaz-Loving (1996) representa una aproximación
menos rígida y más psicológica que las anteriores, pues aborda procesos
psicológicos interrelacionados con otros elementos centrales en la concep-
tualización y disposición en el establecimiento, desarrollo, mantenimiento
y disolución de una relación de pareja. Este autor con sus 13 etapas, perfila
una serie de evoluciones individuales constantes y variables que pueden
corresponderse o no con la pareja, que pueden intercalarse con variables
sociológicas y que finalmente se encuentran en un marco mayor, que retoma
variables biológicas, sociales, culturales, individuales, evaluativas y conduc­
tuales.

V aloración d e las d efin icio n es o b ten id a s


La forma en la que se procedió al análisis de las definiciones generales de las
etapas del Ciclo de Acercamiento-Alejamiento, consistió en estimar el nivel
en el cual cada una de las ellas fueron descritas en términos cognoscitivos,
afectivos o conductuales.
La etapa de Extraños se caracteriza principalmente por conductas diri­
gidas al cuidado personal (indiferencia, precaución, plática trivial, amabili­
dad) seguidas de emociones negativas (desconfianza, timidez, temor e insegu­
ridad) que surgen ante la presencia de una persona desconocida.
La etapa de Conocidos es también más conductual pues permite una
mayor apertura (en comunicación y amabilidad), en comparación con la eta­
pa anterior; asimismo surgen emociones más positivas como confianza y
agrado, lo cual incrementa el interés en que la relación prospere en amistad.
La Amistad es también una fase donde además de las conductas (mayor
acercamiento, intimidad, apoyo y compartir); las cogniciones, como el deseo
de conocer más a fondo a la persona, la solidaridad y la valoración de que es
lo mejor del ser humano, definen la esencia de ese tipo de relación, que
además crean un vínculo de cariño y confianza no parecido a ningún otro.
En la conceptualización que se hace de la Atracción, es evidente la im­
portancia del aspecto emocional (agrado de estar con la persona, necesi­
dad de acercarse físicamente, emociones intensas, mariposas en el estómago)
y cognoscitivo (interés en la persona, gusto por el físico de ésta, deseo de
adentrarse). Lo conductual se circunscribe a la búsqueda de llamar la atención
de la persona y la coquetería.
La definición de la Pasión al igual que la atracción, es predominantemen­
te emocional (desbordamiento de mociones, deseo sexual intenso por la pare­
ja, necesidad de estar cerca del otro constantemente) y cognoscitiva (roman­
ce, irracionalidad, lo más importante es la persona); además, la entrega sin
medida (aspecto conductual) es una conducta inherente al aspecto emo­
cional.
Para la etapa de Romance, el aspecto cognoscitivo es central a su defini­
ción, pues incluye la idea de que es “el ideal vivido”, mezcla de irracionali­
dad y compromiso, lo cual vincula con el aspecto emocional cuyas definido­
ras fueron más mencionadas (amor, agrado de convivir todo el tiempo con
la persona, felicidad) y posteriormente con la consecuencia conductual de los
detalles, el contacto físico íntimo y la comunicación profunda.
En el caso del Compromiso, el factor cognoscitivo marca una diferencia
en relación con los otros factores, pues éste incluye la decisión de formar una
relación sólida o convicción de que la pareja es la persona con la que
se quiere vivir, el tratar de no quedar mal y la responsabilidad u obligación
adquirida. Los elementos afectivos (promesa de amor eterno, confianza y
seguridad) así como las conductuales (compartir todo, procurar al otro, crear
acuerdos) son mínimos en su descripción lo cual la hace una etapa princi­
palmente cognoscitiva.
El mantenimiento de la relación en forma interesante se concentra en lo
conductual (no descuidar a la pareja alimentándola con atenciones, comu­
nicación, cumplimiento de responsabilidades) y en lo cognoscitivo (estabili­
dad, se crece como pareja, lucha conjunta contra obstáculos); mostrándose
menos lo afectivo (amor, confianza, comprensión).
A diferencia del anterior, el Conflicto involucra más lo cognoscitivo (no
poder llegar a un acuerdo o tener diferencias para conciliar intereses perso­
nales, no se desea estar con la persona, falta de entendimiento) y lo afectivo
(enojo, desagrado, tristeza) pasando a último plano lo conductual (comuni­
cación inadecuada, agresividad y pleitos).
El Alejamiento muestra un patrón semejante al anterior donde lo afecti­
vo (tristeza y depresión, desamor, búsqueda de acercarse de nuevo a la pare­
ja) y lo cognoscitivo (distanciamiento físico y emocional, diferencias entre
la pareja, reflexión sobre la relación) guían a la etapa. Mientras que lo con­
ductual es menos rico (indiferencia, falta de comunicación y evasión).
El Desamor al igual que el Conflicto, es cognoscitivo (falta de amor,
falta de interés, falta de ilusiones) y afectivo (ansiedad, tristeza y depresión),
y lo conductual se reduce al alejamiento e indiferencia.
La Separación, continúa con este patrón cognoscitivo (alejamiento emo­
cional y físico, final de la relación, decisión sana y necesaria) y afectivo (inse­
guridad, dolor, desamor), en donde el aspecto conductual es mínimo (pér­
dida de la comunicación e indiferencia).
Por último, la etapa del Olvido muestra el mismo patrón; conformán­
dose primordialmente a nivel cognoscitivo (jamás se olvida totalmente, se
intenta arrancar los recuerdos que quedan de la pareja, recordar lo positi­
vo de la relación) y afectivo (ausencia de emociones y sentimientos, tranqui­
lidad, desamor); no obstante, las conductas están seriamente limitadas (indi­
ferencia, y falta de interacción).
Es evidente que la forma en la cual hombres y mujeres mexicanos carac­
terizan a las etapas del ciclo, refleja la importancia que le asignan a sus di-
ferentes pero complementarios aspectos. A continuación se presenta un
cuadro-resumen que señala lo obtenido en esta investigación:

Etapa Nivel cognoscitivo Nivel afectivo Nivel conductual

Extraños / / ✓
Conocidos / / ✓
Amistad ✓ / ✓
Atracción ✓ ✓ /
Pasión ✓ ✓ /
Romance ✓ / /
Compromiso ✓ / /
Mantenimiento ✓ / ✓
Conflicto ✓ ✓ /
Alejamiento ✓ ✓ /
Desamor ✓ ✓ /
Separación ✓ ✓ /
Olvido ✓ ✓ /

Como es evidente, las relaciones entre Extraños y entre Conocidos se


basan en intercambios superficiales-externos durante la posible interacción,
a diferencia de la Amistad que implica mayor significado e involucramiento.
Aquí lo que resulta interesante es la semejanza de la amistad con la etapa de
Mantenimiento de la relación, pues ambas se centran en las cualidades y com­
portamientos que se dan durante la interacción de dos personas, y el aspec­
to afectivo en un segundo plano; que si bien es importante para el matri­
monio, resulta fundamental para la amistad.
En lo tocante a las etapas de Atracción y Pasión, su semejanza es de llamar
la atención. Ambas etapas son fundamentalmente emocionales y enfocadas
en sus cualidades descritas. Equivalentes en la intensidad de su carga afec­
tiva, aparecen las etapas de Conflicto, Alejamiento, Desamor, Separación y
Olvido, pero en sentido negativo. Finalmente, las etapas de Romance y Com­
promiso, se caracterizan por ir dirigidas a la concepción creada en el individuo
de qué es, cómo funciona y de qué se caracterizan esas formas de relación.
Ya analizadas las etapas del Ciclo de Acercamiento-Alejamiento en cuan­
to a su carácter cognoscitivo, afectivo o conductual, se torna necesario valorar
las diferencias y semejanzas de las respuestas de los sujetos con lo plantea­
do originalmente en la teoría.

E valu ación d e l C iclo


d e A cerca m ien to -A leja m ien to d e la p a r e ja
En lo que toca a la forma en la cual los resultados de este estudio se vincu­
lan con lo planteado por Díaz-Loving (1996), puede señalarse lo siguiente:
Para la etapa de Extraños:

A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo 1er. Paso de la relación No existe relación


Percepción de desconocimiento Hay desconocimiento
Evaluación del físico Evaluación del físico
No hay cogniciones de acercamiento
Atracción
Curiosidad
Interés
Afectivo No hay emociones
Desconfianza
Timidez
Temor
Incomodidad
Conductual No hay acercamiento Acercamiento paulatino
Indiferencia
Precaución
Plática trivial
Amabilidad
Para la etapa de Conocidos

A sp ecto Díaz Loving (1996) propone Se obtuvo*.


Cognoscitivo Evaluación para continuar o no Esperanza de prosperidad
Familiaridad
Reconocimiento superficial Necesidad de conocer
Relación más cercana
Búsqueda de afinidades
Mayor interés
No se perciben defectos
Afectivo Confianza limitada
Simpatía
Emociones varias
Tranquilidad
Alegría
Conductual Poca cercanía Búsqueda de acercamiento
Encuentros casuales Interacción limitada
Sonrisas
Saludos
Comunicación
Amabilidad
Respeto
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Interés en mayor cercanía


Probable solución de necesidades
Reevaluación para mantener la relación
Hay normas
Conocimiento más a fondo
Solidaridad
"Es lo mejor"
Búsqueda de afinidades
“Algo más firme"
Afectivo Motivación afectiva
Cariño
Confianza
Simpatía
Felicidad
Emociones al verse
Conductual Mayor cercanía
Conversación más íntima
Apoyo mutuo
Compartir
Sinceridad
Respeto
Para la etapa de Atracción:

A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Inicio de interés romántico Interés en la persona


Interés por conocer
Interés en interactuar
Atracción física
Deseo de adentrarse
Fijar los sentidos en alguien
Búsqueda de afinidad
Afectivo Unión como motivo Necesidad de acercamiento físico
Acercamiento afectivo Agrado de acompañarse
Emociones intensas
Mariposas en el estómago
Nerviosismo
Conductual Se procura llamar la atención
Coquetería
Comunicación profunda
Seducción
Atención y cordialidad
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Entrega Entrega sin medida


Efímera Incluye romance
Irracionalidad
La persona es muy importante
Ocupación de todo pensamiento
Afectivo Respuesta fisiológica intensa Desbordamiento de emociones
Deseo Deseo sexual intenso
Desesperación
Necesidad constante de cercanía
Amor
ímpetu
Conductual Sexo
Cercanía física continua
Erotismo, sensualidad
Besos y caricias
Comunicación
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Ilusión Ideal vivido


Conjunción con la pasión Irracionalidad
Comprensión Comprensión
Compromiso
Deseo
Afectivo Rebosante carga de afecto
Amor Amor
Felicidad
Confianza
Ternura
Cariño
Conductual Hay detalles Hay detalles
Contacto físico íntimo
Comunicación profunda
Compartir
Besos, abrazos y caricias
En la etapa de M antenim iento:

A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Consolidación del compromiso


Base de la estabilidad Estabilidad
Formación de la familia Formación de la familia
Enfrentamiento de problemas Lucha conjunta
Sustento económico Interés por ía pareja
Crecimiento de la pareja
Afectivo Sustento emocional
Amor
Confianza
Comprensión
Aburrimiento
Felicidad
Conductual Atenciones a la pareja
Comunicación
Cumplimiento de responsabilidades
Apoyo mutuo
Respeto
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Tensiones no manejadas Dificultad para conciliar


Puede ser recurrente
Búsqueda de ayuda externa
Falta de entendimiento
Problemas
No se desea convivir
Deseo de solución del conflicto
Afectivo Frustración Frustración
Enojo Enojo
Irritación Desagrado
Temor
Angustia
Tristeza
Conductual Comunicación inadecuada
Peleas
Agresividad
Discusiones
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone.- Se obtuvo.-
Cognoscitivo Evitación del contacto cotidiano Distanciamiento físico y emocional
Fortalecimiento de aspectos negativos
Hostigamiento psicológico
Diferencias en la pareja
Pérdida de interés
No se desea compartir
Incomprensión
Afectivo Frustración Frustración
Disgusto por conocer Desagrado
Disgusto por interactuar
Temor
Tristeza y depresión
Extrañamiento
Dolor
Conductual Hostigamiento físico
Indiferencia
Incomunicación
Evasión
Lágrimas
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo Evaluación negativa de la interacción


Falta de amor
Falta de interés
Falta de ilusiones
No se quiere convivir
Pérdida de atracción
Afectivo Disgusto por interactuar
Disgusto por conocer
Tristeza y depresión
Enojo
Dolor
Soledad
Rencor
Conductual Evasión de la pareja Alejamiento
Indiferencia
Incomunicación
Falta de respeto
Lágrimas
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone.* Se obtuvo*.

Cognoscitivo La relación se torna insoportable


Atracción por otras alternativas
Compromiso individual
Decisión de no continuar Decisión sana y necesaria
Alejamiento emocional y físico
Final de la relación
Evitación del dolor
Búsqueda de arreglo equitativo
Afectivo Descontento Descontento
Tristeza y depresión
Dolo
Soledad
Enojo
Conductual Indiferencia
Pérdida de comunicación
Agresión
Falta de respeto
A sp ecto Díaz Loving (1996) propone: Se obtuvo:

Cognoscitivo intentos por reintegrar a la pareja


Reevaluación positiva
Jamás se olvida totalmente
Intentar arrancar recuerdos
Aceptación de la realidad
No hay interés en la pareja
Muerte de la pareja
Afectivo Ausencia de emociones y sentimientos positivos
Desamor
Tranquilidad
Tristeza y depresión
Conductual Indiferencia
Falta de interacción
D iferen cia s y sem eja n z a s e n tr e la teo ría
y los datos obten idos
Al analizar las semejanzas y diferencias entre la propuesta teórica y los datos
empíricos, se encuentra que los resultados de este estudio y las descripciones
de las etapas del Ciclo de Acercamiento-Alejamiento de la pareja (Díaz-Loving,
1996):

1. Mantienen en general concordancia conceptual.


2. Se diferencian en la importancia (cantidad y variedad) de los descripto­
res utilizados para definir las etapas. En la etapa de Extraños, Díaz-Loving
(1996) no reporta aspectos afectivos y únicamente un conductual, mien­
tras que los datos muestran desconfianza, timidez, temor e incomodidad
como elementos afectivos e indiferencia, precaución, plática trivial y ama­
bilidad como elementos conductuales. En la fase de Conocidos el autor
no cita elementos afectivos y los hallazgos indican confianza limitada,
simpatía, tranquilidad y alegría; asimismo en lo conductual no hay coinci­
dencia total. En la Amistad lo afectivo y conductual tienen sólo un des­
criptor y los resultados muestran cariño, confianza, simpatía, felicidad
por un lado, conversación más íntima, compartir, sinceridad y respeto por
otro. En la etapa de Atracción, por ejemplo el autor define lo afectivo
con unión y acercamiento afectivo, mientras que los datos mencionan
agrado de acompañarse, emociones intensas, mariposas en el estómago,
etcétera; lo conductual no es descrito en la teoría pero las respuestas de
las personas indican procurar llamar la atención, coquetear, comuni­
carse, seducir, etcétera. Durante la Pasión, Díaz-Loving (1996) indica
dos descriptores para lo cognoscitivo (entrega y efímera) y tres para lo
afectivo (respuesta fisiológica intensa, deseo y desesperación), mientras
que los datos en lo cognoscitivo indican entrega sin medida, romance,
irracionalidad, la persona es muy importante, etcétera, y en lo afectivo:
necesidad constante de cercanía, amor, ímpetu, etcétera; en esta etapa
Díaz-Loving omite lo conductual, pero los sujetos indicaron sexo, cer­
canía, erotismo, besos, caricias, etcétera.
En el caso del Romance el aspecto cognoscitivo concuerda entre autor
y resultados, pero lo afectivo y lo conductual mostró mayor riqueza en
los datos (amor, felicidad, confianza, ternura en lo afectivo y contacto
físico íntimo, comunicación y comparte en lo conductual). En la etapa
de Compromiso el autor cita como elemento afectivo al amor, y los hallaz­
gos indican amor, confianza, alegría, seguridad y ansiedad para caracte­
rizar a dicha etapa; lo conductual está ausente y los sujetos citan com­
partir todo, procurar al otro, crear acuerdos, respetar, etcétera. En el
Mantenimiento, el autor menciona que hay un sustento emocional y la
gente considera que hay amor, confianza, comprensión, aburrimiento y
felicidad; lo conductual no se menciona en la teoría, mientras que los
datos señalan atenciones a la pareja, comunicación, cumplimiento de
responsabilidades, respeto, etcétera.
En el Conflicto, coinciden las dimensiones cognoscitiva y afectiva, no
obstante, lo conductual es nuevamente omitido en la propuesta teórica y
presente en los datos (peleas, agresividad, discusiones). El elemento
cognoscitivo del Alejamiento se caracteriza -de acuerdo con el autor- con
evitación del contacto cotidiano, fortalecimiento de aspectos negativos y
hostigamiento psicológico; y los datos advierten diferencias en la pareja,
pérdida de interés e incomprensión. En el Desamor, la teoría menciona
uno o dos elementos por cada dimensión mientras que los hallazgos mues­
tran entre cinco o seis con frecuencias altas para cada dimensión. En gene­
ral, en el caso de la Separación y el Olvido, se describe lo cognoscitivo pero
no coincide lo teórico con lo empírico y lo afectivo y conductual, prácti­
camente no es abordado por el autor y si es ampliamente expresado por
la gente.
3. Distan en el énfasis puesto en los aspectos cognoscitivos, afectivos
y conductuales, por ejemplo, para Díaz-Loving la etapa de Extraños es
fundamentalmente cognoscitiva y en los resultados de este estudio, se en­
cuentra que es una etapa ante todo conductual. La etapa de Conocidos se
considera cognoscitiva y conductual pero los datos indican su papel con­
ductual. La Amistad y el Mantenimiento se definen como etapas cognos­
citivas, pero los resultados indican que además son conductuales. La
Atracción se considera cognoscitiva y la Pasión prácticamente afectiva
(Díaz-Loving, 1996), sin embargo, ambas son -de acuerdo con los hallaz­
gos- cognoscitiva y afectiva. En el caso del Romance y el Mantenimiento
ambas se consideran primordialmente cognoscitivas y los resultados
apoyan esta caracterización. Las etapas de Conflicto y Alejamiento son
puntualizadas como etapas cognoscitivas y afectivas y los datos apo­
yan esto. El Desamor es explicado como una etapa afectiva, no obstante
muestra ser también cognoscitiva. A la separación se le ve como cog­
noscitiva, sin embargo, los resultados indican que además es afectiva; y
por último la etapa de Olvido se ve como cognoscitiva y los resultados
señalan su papel afectivo.

Cabe mencionar que, aunque en general este autor sí retoma las dimen­
siones cognoscitiva, afectiva y conductual en las descripciones, el aspecto
conductual se ve limitado en más de la mitad de las etapas, mientras que el
afectivo no es muy profundizado y el cognoscitivo es el que muestra mayor
fortaleza. Esta postura coincide con la forma en la cual los psicólogos sociales
han guiado y/o formulado sus propuestas teóricas en general, pues al igual
que Walster y Walster (1978), Heider (1958), Murnstein (1970), Byrne y
Clore (1970). Dhir y Markman (1984) y Williams y Barnes (1988); Díaz
Loving (1996) se inclina hacia la evaluación cognoscitiva de un estímulo.
Asimismo, dentro de las teorías que consideran los tres elementos, lo afecti­
vo y más lo conductual es poco explícito (por ejemplo Aron, Aron y Smollan,
1992; Hatfield, 1988; Sternberg, 1986).
Finalmente, se considera que si bien el Ciclo de Acercamiento-Alejamien­
to muestra disparidad en ciertos aspectos con los datos obtenidos, éstos tienen
la determinación de enriquecer y profundizar en la definición de las etapas
del ciclo citado, pues representa la aproximación más completa al estudio de
la pareja dada la importancia que da a los determinantes psicológicos indi­
viduales inmiscuidos en procesos de índole bio-socio-cultural en relación con
un estímulo en particular.

B ib lio g rafía
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