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Historia del arte y la cultura Mendoza Reyes Raúl Alejandro

MOVIMIENTOS ARTISTICOS
Introducción

Cronológicamente hablando la música a partir del siglo XX es conocida como


música contemporánea. Su origen se encuentra en los movimientos nacionalistas
que surgieron durante el Romanticismo tardío, que desembocaron en multitud de
tendencias, como, por ejemplo, el Impresionismo o el Expresionismo.

El siglo XX está marcado por multitud de cambios acelerados; los problemas


socioeconómicos y políticos surgidos a partir de la Revolución Industrial dan como
resultado, a principios de siglo, la Primera Guerra Mundial (1914-1918), la
Revolución Rusa (1917) y la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Estas guerras
provocan un cambio en las mentalidades de la población. Muchas personas se ven
obligadas a abandonar sus países. Aun así, al terminar la Segunda Guerra Mundial
tiene lugar la reconstrucción de todos los ámbitos, política, económica, social y arte.
El desarrollo de la tecnología y de los medios de transporte provocan que en
cualquier parte se conozca lo ocurrido en el mundo entero con total inmediatez.

Esta es una época de replanteamiento del arte, tanto en el ámbito estético como
formal. Los movimientos surgen con un nexo común: la ruptura con el pasado más
reciente. La relación con otras culturas europeas aporta nuevas visiones a la
creación artística. A finales del siglo XIX, será la pintura la que asuma el liderazgo
en el terreno artístico, pues anticipará los cambios y las vanguardias que surjan en
el cambio de siglo. Estos cambios también se ven reflejados en la música. Los
recursos tradicionales musicales habían sido explotados por los autores románticos
hasta límites insospechados, y ahora busca nuevos caminos para romper de alguna
forma con el pasado. Los estilos vanguardistas musicales se yuxtaponen en el siglo
XX buscando la novedad y la experimentación, por medio de cambios estéticos que
da lugar a todo tipo de composiciones.

LA ÉPOCA DE LOS ISMOS.


Las revoluciones y las guerras han sido solo una cara de la contienda del hombre:
los movimientos de arte son otra. Por encima del estruendo y la confusión se ha
escuchado la voz del siglo XX, pues plumas y pinceles son también armas en la
lucha social y espiritual por sobrevivir.

Las artes son formas de acción y por ello los artistas, al igual que los reformadores
sociales y revolucionarios lanzan al viento sus gritos de batalla, esparcen sus
proclamas, proponen panaceas y formulan sus propios “ismos” y cismas. A finales
del siglo XIX, credos estéticos relativamente sencillos como realismo, naturalismo,
simbolismo e impresionismo tenían sus fieles seguidores. En comparación, el siglo
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XX se ha vuelto una airada torre de Babel en que se han entremezclado las voces
de constructivismo, dinamismo, intimismo, orfismo, paralelismo, suprematismo,
sintetismo y vorticismo. Aún perduran movimientos conocidos como cubismo,
dadaísmo, fauvismo y surrealismo.

A menudo ismos y cismas han conducido a callejones sin salida y a veces a


importantes nuevos caminos. En definitiva, lo que importa es si sus cuadros, música
o poemas son dignos de contemplarse, escucharse o leerse. El acto de crear a
veces substituye a la importancia del objeto creado. Acontecimientos al azar y
selecciones aleatorias tienden a hacer de cierto arte reciente una ejecución o una
actividad. Cierta expresión artística ha quedado supeditada al diseño anterior. Hallar
poesía en donde nadie antes la hubiese advertido es la misión eterna del artista, le
lleve su búsqueda a las ruinas de la antigüedad, hileras de casuchas o a un
basurero. Un pintor puede planear su cuadro como un puñetazo visual y un
compositor concebir su música como una agresión premeditada al oído. A juzgar
por las reacciones causadas por las primeras exhibiciones de Picasso y el
escándalo con que fue recibida la Consagración de la primavera de Stravinsky, el
éxito que algunos artistas han tenido ha sobrepasado sus ambiciones más
descabelladas. Pero los valores nacidos del éxito que conlleva la conmoción pronto
declinan y los artistas han aprendido que se puede soplar alguna vez la trompeta
angelical del Juicio, pero no todos los días.

El espectador, al enfrentarse a las creaciones y progresos del arte contemporáneo,


básicamente cuenta con dos formas de contemplar el mundo: desde dentro o desde
fuera, esto es, subjetiva u objetivamente, a través de la emoción o de la razón. Estos
criterios no se contraponen ni excluyen obligadamente, pues para la percepción
emocional se necesita la mente y el espíritu y sin un impulso emocional incluso la
proposición más racional seria hueca y sin sentido.

REALISMO
El Realismo es una corriente estética de las artes que se da en toda Europa en la
2ª mitad del siglo XIX y que tiende a la representación de lo real y lo concreto,
evitando cualquier tratamiento idealizador o subjetivo. Si el Romanticismo buscaba
la fuente de inspiración en el mundo interior (intimismo, subjetividad,
sentimentalismo, evasión...), el Realismo intenta reflejar la realidad externa de forma
objetiva y despersonalizada por medio de la observación y la documentación.

Para el triunfo del Realismo tienen importancia fundamental las transformaciones


sociales que se van produciendo a lo largo del siglo XIX y que traen como
consecuencia el ascenso de la burguesía, que se confirma como clase dominante.
París a finales del siglo XIX, entre el absolutismo de Luis XVI, Napoleón II, el
terrorífico reinado revolucionario, la república, el imperio Napoleónico, la
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restauración, la monarquía constitucional, así como su comuna socialista, con todo


esto a cuestas la atención no estaba realmente al tanto de la revolución industrial,
dando comienzo a cambios profundos y radicales. El cambio de una economía
agraria a una economía urbana. Y como ningún cambio está exento de impactar a
todo lo que le rodea, veamos por ejemplo el campo científico, la modernización de
los procesos industriales, una puerta que se abrió a novísimas posibilidades para el
arte. Desde complicados elementos decorativos hasta entonces laboriosamente
realizados, ahora es posible abastecer la demanda impuesta por lo práctico y lo
pintoresco.

La pintura a su vez debe al avance científico el perfeccionamiento de los pigmentos


químicos, la sustitución de los pigmentos naturales, reproducciones a menor precio
dio a los artistas una mayor distribución, llegando a un público nuevo. La música
obtuvo medios y facilidades por la imprenta mecánica, la distribución masiva, mejor
calidad y durabilidad en instrumentos. La estandarización en la manufactura dio a
los compositores una seguridad razonable de obtener los complejos efectos
instrumentales que exigían en sus orquestaciones. El impacto del cambio se hizo
notar. La sustitución escultórica mitológica e histórica por temas más
contemporáneos. La incorporación pictórica de los nuevos descubrimientos físicos
respecto a la naturaleza de la luz y su percepción por el ojo humano. Novelistas,
poetas y escritores buscaban un punto medio entre las realidades de la época
revolucionaria y las limitaciones tradicionales de la expresión poética. Y
compositores se lanzaban a la empresa de armonizar nuevos descubrimientos
acústicos que abarcan la física sonora desde la aceptada tonalidad. La energía
artística ahora era encauzada de los temas históricos y exóticos, a la vida diaria y
sucesos aparentemente triviales, dando luz al nuevo mundo de la gran ciudad en
busca de material de inspiración. Lo artificial substituyo a lo natural y los encantos
urbanos eclipsaron a los de la naturaleza. Lo cotidiano predominó sobre lo insólito
y la realidad prevaleció sobre lo no presente.
El arte realista vinculado a un público burgués, cansado del sentimentalismo y del
idealismo romántico, demanda temas más cercanos a su entorno inmediato y
personajes con los que pueda identificarse. Los héroes apasionados e idealistas de
la literatura romántica son sustituidos por personajes comunes, de clase media que
viven conflictos propios de su época y con los que el lector se identifica. El
proletariado, clase social que surge con las revoluciones industriales, aparece
esporádicamente; se da protagonismo a personajes de la clase obrera, los reflejos
de las situaciones de injusticia. El escritor realista vive en Una sociedad en que los
valores burgueses se encuentran cada vez más consolidados; esa sociedad será
su punto de partida: es decir, ya no huye de la realidad, sino que se propone
retratarla, frecuentemente con intención crítica.
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Se suele presentar al Realismo como antítesis del Romanticismo. Ello es inexacto;


más bien el Realismo surge por evolución a partir del Romanticismo, aunque con el
tiempo se oponga a él. El Realismo desarrolla ciertos elementos románticos: el
interés por la naturaleza, o por lo regional, lo local, lo costumbrista; y elimina o
depura otros elementos: se frena la imaginación, se rechaza la fantasía y las
explosiones del sentimiento.

En Francia, uno de los principales centros creativos del Realismo, destacó Gustave
Charpentier. En su obra se reflejan los problemas laborales del proletariado,
alejándose de los temas épicos, literarios o históricos que hasta entonces eran
comunes en la ópera. Su obra más destacada fue Louise, una historia de
trabajadores parisinos, cuajada de elementos autobiográficos, que luchan por
sobrevivir en circunstancias difíciles. A pesar de su audacia -era poco habitual
encontrar en un escenario de ópera a proletarios- alcanzó gran éxito entre el público
burgués parisino. Por otro lado, el inglés Holst autor de la suite orquestal The
Planets, en la que cada una de las piezas está dedicada a un planeta que es
retratado musicalmente por sus características “astrológicas”. La referida a Marte,
la más célebre de ellas, describe la tormentosa vivencia de la guerra de modo
dramático. Escribió la obra durante los dos años iniciales de la I Guerra Mundial y
en ella se recoge el estupor causado por la carnicería provocada por la maquinaria
bélica. Los recursos empleados consiguen una eficaz atmósfera para “el portador
de la guerra”.

El descubrir un muevo mundo vasto para explorar al tratar de escuchar los colores,
contemplar los sonidos y saborear perfumes, estas sinestesicas mezclas
permitieron crear y desarrollar una hipersensible paleta sonora. En el caso de
Debussy, siendo capaz de expresar en sonidos toda una gama de imágenes, que
fueron desde volátiles perfumes (Rumores y perfumes en el aire del atardecer),
liquida arquitectura (La catedral sumergida), fosforescentes paisajes marinos (La
mar), fiestas exóticas (Iberia, fiestas), hasta fastuosos fuegos de artificio (Fuegos
de artificio). Se ampliaron los límites del umbral de la percepción para llegar a
sensibilidades mas delicadas y estimular las capacidades del espíritu para nuevas
experiencias subliminales, moviéndose en el difuso plano entre la sensación y la
ideación. Por lo mismo también siendo considerados Simbolistas, debido a que las
imágenes y las revelaciones de algo sobrepasan los simples estímulos sobre los
sentidos, así que llegados este punto ellos se separan definitivamente de la
objetividad de los realistas e impresionistas, que se contentaban puramente con la
descripción cuidadosa.

EXPRESIONISMO.
Existen dos tendencias generales en el arte del siglo XX: la objetiva preocupada por
los problemas de la forma en la obra de Arte, una tendencia que busca un tipo de
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renovación puramente estética, formal y no relacionada con los contenidos ni con la


temática; y la tendencia subjetiva, que trata de analizar el contenido de dicha obra,
donde la concepción formal y la técnica se ponen al servicio de un contenido
concreto.

Son dos caminos que siguen una evolución diferente durante el siglo XX. El
Expresionismo pertenece de lleno a esta segunda modalidad estética. Toda obra
artística comunica algo al espectador, pero lo característico de la obra expresionista
es que es consciente de ese deseo de comunicar algo. Desean una pintura de
contenido, de esos mensajes van más allá de lo estrictamente plástico (formas y
colores). Estos mensajes suelen ser sociales, políticos o éticos. Como consecuencia
del contenido sobre la forma, esta deja de ser bella para convertirse en soporte del
mensaje, por lo que las figuras se distorsionan o se retuercen si así lo exige la idea.

Las composiciones musicales expresionistas, al igual que las pinturas, buscaban


reflejar los estados anímicos y los sentimientos de su creador, pero siempre
generando un sistema completamente nuevo, mediante otro lenguaje; intentando
salir de las convenciones y escapar a lo tradicional y académico. Se puede observar
en muchas de las composiciones la liberación absoluta de la música, el escape a
las formas normales y las proporciones se hacen evidentes en la atonalidad y en las
rítmicas irregulares y cambiantes. El fin de la necesidad de hacer algo que sea
“estéticamente bello” es algo que caracteriza fuertemente a la música expresionista,
ya que, en paralelo con los pintores de este movimiento, las composiciones no
pretenden esconder nada; por lo contrario, muestran abiertamente la “fealdad” y lo
“extraño” como algo real, cotidiano y aquello con lo que el hombre debe lidiar para
aceptar y comprender su mundo. Las obras expresionistas tienen un enfoque
psicológico y no natural, describen mundos intangibles con nuevas técnicas y
nuevos símbolos, colores discordantes y formas distorsionadas. La música
expresionista, con sus disonancias inquietantes, busca excitar y no calmar al
oyente, y la literatura expresionista intenta sobrecoger al lector con revelaciones
subjetivas.

Para describir sus reacciones a los hechos físicos, psicológicos y espirituales, el


expresionista altera, deforma y colora sus imágenes según la intensidad de sus
sentimientos. Por estas razones el expresionismo puede ir desde el tranquilo
espíritu nostálgico pasando por súbitas reacciones de choque y explosiones
histéricas, hasta pesadillas terroríficas. La tensión que crean las construcciones
musicales de este movimiento generan constantemente sensaciones de oscuridad,
nerviosismo, miedo y un constante desequilibrio que llaman inevitablemente la
atención del oyente, de la misma manera que la violencia de las imágenes.
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Respecto a la música expresionista, incluye obra de compositores como el húngaro


Béla Bartók como su Allegro bárbaro, también con rasgos folcloristas, o el ruso Igor
Stravinsky quien con su revolucionario ballet La consagración de la primavera,
causó una verdadera conmoción de repercusión internacional tras su estreno en
París. La suite escita, del ruso Sergéi Prokófiev, también recoge el espíritu
expresionista, en un autor que virará rápidamente hacia el neoclasicismo, como le
ocurriese algo más tarde a su compatriota ruso Dimitri Shostakóvich, tras el rechazo
político de su ópera Lady Macbeth de Mtsensk, de talante expresionista. Así como
en la ópera de Richard Strauss: Electra, Paul Hindemith con su ópera Asesino,
esperanza de las mujeres, usando como libreto el drama homónimo de Kokoschka.
En ambos casos, el expresionismo será algo transitorio, tornando luego los
compositores hacia tendencias más neoclásicas.

Pero será en la llamada “Segunda escuela de Viena”, donde encontramos los


mayores exponentes del expresionismo musical: Arnold Schoenberg, y Alban Berg.
Schoenberg logra romper definitivamente con el sistema tonal tradicional con su
ciclo de canciones: El libro de los jardines colgantes, y logra una de las cimas del
expresionismo musical con su ópera Expectación, y Pierrot Lunaire. Berg, alumno
de Schoenberg, y amigo de Klimt y Kokoschka, llevará a la escena operística dos
de las grandes obras teatrales pre-figuradoras del expresionismo: Wozzeck, y Lulú.
Schoenber y Berg resumían un proceso que en Wagner le tomaba un tiempo
considerable, el clímax de la obra alcanzado por la gradual intensificación de todo
el material en un crescendo melódico, armónico y dinámico extenso, ahora la
música se volvió toda clímax, con los extremos de notas altas y bajas, pasajes
suaves y fuertes, seguidos uno del otro de manera súbita y por cesuras repentinas
en vez de una progresión gradual. No se busca una resolución de las disonancias,
en este caso la disonancia existe libremente por derecho propio, con escasa o nula
relación con la consonancia. Las analogías van también en la otra dirección: el mejor
ejemplo lo constituye el Prometeo, poema del fuego de Skriabin, un intento de
armonizar música y color (que debía culminar en Mysterium), ejecutando al mismo
tiempo la música y la proyección de luces de colores, para dar lugar a una
experiencia mística. Skriabin también compuso el Poema del éxtasis, y proyectó
Mysterium, una obra para voces, coro, orquesta, danza, luces y olores, pensado
para ser representado en un templo hindú.

CUBISMO.
Durante el primer Renacimiento italiano los maestros descubren un procedimiento
para representar las tres dimensiones del espacio sobre usa superficie plana, o sea
bidimensional. La nueva fórmula que será conocida de ahora en adelante como
Perspectiva Renacentista, cautivó las voluntades artísticas durante casi quinientos
años. El Cubismo descubrirá que esa forma de representación no es la única, que
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es tan ficticia como cualquier otra ya que considera un único punto de vista y la
visión de un solo ojo.

En 1907 se realiza una gran exposición retrospectiva de Cezanne a la que acudirá


entre otros Picasso. Cezanne comenzó ya a reducir la Naturaleza a. formas
geométricas y había revelado la estructura fundamental de los objetos,
adelantándose con ello al Cubismo. A partir de comienzos de nuestro siglo empieza
a ser conocida la escultura negra y la Oceánica, y la civilización occidental empieza
a ser reconocida como una más entre tantas otras. El Cubismo tomará de la estética
negra sus aspectos formales, el tratamiento de la figura a través de planos
angulares

El Cubismo aporta la visión binocular y los diferentes puntos de vista reunidos en


un mismo lienzo, como el sistema frontalista egipcio Por otra parte con la aparición
de este movimiento de definen las dos tendencias estéticas fundamentales de todo
el siglo XX. Tendencia subjetiva. En esa línea se encuadra el expresionismo, el
Dadaismo y el Surrealismo, que en nuestros días vienen a desembocar en el arte
Pop y el Realismo crítico. Es la tendencia de los contenidos, de la profundidad
psicológica del cuadro y la tendencia objetiva. la encabezan el Cubismo y el
Futurismo italiano, que darán paso primero a los diferentes racionalismos y
posteriormente al arte Óptico y Cinético. Es la tendencia preocupada sobre todo por
la renovación estética, por la forma.

Los cubistas llevaron a cabo un estudio de la realidad a través del tiempo porque un
objeto representado en el lienzo desde distintos puntos de vista no es más que un
conjunto de momentos diversos incluidos en un mismo espacio que es la superficie
del cuadro. Precisamente por esta valoración que se le da a la manera de
representar, lo representado carece de importancia (es la tendencia objetiva,
renovación de forma). El pintor ya no se sale al aire libre, como en el para buscar
temas nuevos, sino que se pinta la primera cosa que se encuentra en el taller, en
esencia bodegones o naturalezas muertas. Tampoco interesa en absoluto el color
por lo que las obras son monocromas a base de ocres, grises y verdes.

El carácter especulativo del movimiento será la causa de los frecuentes contactos


de sus miembros con otras artes de vanguardia como el Ballet o la música, a la que
Stravinsky transplantó la estética cubista. Hay un rechazo de la perspectiva común
por artificiosa y anacrónica, superponiendo los planos y enfocando los objetos en
todos s sus aspectos, incluso en los invisibles. Disociación del color y la forma para
yuxtaponerlos, haciendo necesaria una selección a modo de síntesis. Si el Cubismo
rechaza una visión real del objeto también rechaza su colorido real. Color y forma
se disocian, no tiene nada que ver uno con el otro. Hay un culto por el objeto
fijándolo en su permanencia. Interesa la forma de representarlo, pero no lo que ese
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objeto significa en sí mismo. Hay también un rechazo del movimiento como


desnaturalizador. El movimiento no debe hallarse en el objeto sino en el espectador
que lo ve desde diferentes puntos de vista a su alrededor.

Nacido en la pintura las reverberaciones del cubismo fueron sentidas directamente


en la escultura y la arquitectura y de modo indirecto en la literatura y la música. Los
objetos naturales pueden ser reducidos a las formas del cilindro, la esfera y el cono.
El arte, como ellos dedujeron, no es una imposición a la naturaleza de formas
geométricas derivadas de la mente humana. Como resultado, la pintura cubista se
volvió un juego de planos y ángulos sobre una superficie plana. La teoría cubista de
la visión tomo en consideración el rompimiento y discontinuidad de la visión
contemporánea del mundo, en que los objetos son percibidos en forma mas
precipitada en partes y no de manera más descansada como “todos”. El mundo, en
consecuencia, fue contemplado fragmentariamente y de manera simultanea desde
muchos puntos de vista y no de modo total desde un solo punto de visión.

El equivalente musical de este nuevo concepto de espacio se encuentra en la


ruptura de la tonalidad tradicional, al igual que en la busca de nuevos recursos
musicales y medios de expresión. Stravinsky, como partidario decidido de los
principios del orden, había dicho que los “elementos sonoros se vuelven musicales
solo al organizarlos”. El sistema dodecafónico de composición musical que
Schoenberg elaboró fue la respuesta ala necesidad de un nuevo orden y una de las
formas más estrictas de organización tonal. Comenzó a escribir estableciendo una
secuencia determinada de las 12 notas de la escala cromática. Esta serie puede ser
tocada en el orden normal, pero hay otras tres derivaciones que son: inversión de
la serie, la retroversión en la que la serie tonal suena en sentido inverso y la
inversión de la retroversión; invertido, retrogrado y retrogrado invertido.

Aún más, puede ser presentada sucesivamente en secuencias o de manera


simultánea, como diversas especies de contrapunto. También puede ser ejecutada
simultáneamente en forma completa o en parte, como en un acorde o cumulo de
sonidos, o bien puede ser tocada de manera seriada como en una melodía. Una
serie puede ser empleada como una entidad o disociada en varios temas o motivos
mas pequeños. Se ha estimado que por esta técnica son posibles casi 500 millones
de combinaciones distintas, lo que sin duda nos indica sus posibilidades casi
infinitas. La tonalidad, de este modo, es relativa y no absoluta, pues no hay un solo
centro tonal. Sin embargo, la tonalidad, en el sentido corriente no esta excluida y en
vez de ello, es englobada y trascendida. Una de las obras mas accesibles en el
sistema dodecafónico es el Concierto de violín de Alban Berg, esta obra incluye la
melodía y la armonía tradicionales impresionistas, como punto de partida en la
música atonal en los tonos son relativos entre sí, y no en relación a un núcleo o
centro tonal.
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SURREALISMO.
En 1924 el poeta André Breton, sacaba a la luz el Manifiesto del Surrealismo, junto
con la revista La Revolution Surrealiste. El nuevo movimiento planteaba no sólo el
uso constante de la provocación, la profunda insatisfacción por la realidad y los
materiales de deshecho, sino, sobre todo, la profunda convicción de que la razón
no era más que un molesto corsé, otro límite artístico que impedía el desarrollo
libre de la imaginación. Esta imaginación surrealista era la alternativa de recambio
para los falsos valores establecidos. André Breton, por el contrario, tomando como
punto de partida la obra clave de Sigmund Freud La interpretación de los sueños,
publicada en 1900, había llegado a la conclusión de que la única forma de romper
las ataduras de la razón era tener acceso al subconsciente. Los poetas
surrealistas encontraron el medio de penetrar en el subconsciente por varios
caminos que constituyen a su vez técnicas surrealistas fundamentales: el dibujo
automático, como la escritura automática, consistía en dibujar o escribir sin lógica,
moviendo libre e incontroladamente la mano y el pincel. Otra técnica surrealista es
la desorientación-reflexiva, mediante la cual se fijaban las imágenes surgidas del
subconsciente, plasmando en espacios perfectamente lógicos, objetos extraños
entre sí.

Dentro del surrealismo existen dos modalidades distintas de representación: Línea


objetiva de la que participan las obras que imitan formas de la realidad mediante
una técnica casi fotográfica y la línea antiobjetiva que son realizaciones más o
menos abstractas y que no reproducen las formas naturales. Las fantasías oníricas,
las imágenes de la memoria, las paradojas visuales y las diversas incongruencias
de las pinturas. Entraña una realidad más valida por debajo del mundo de las
apariencias, un mundo ilógico, subconsciente, metafísico y onírico, por detrás del
mundo lógico, consciente y físico. Los miembros de este grupo creyeron en la
superioridad de a realidad del sueño sobre la vigilia, de la fantasía respecto a la
razón y del subconsciente sobre lo consciente: la belleza convulsiva de los sueños.

En el terreno musical, no se conforma un grupo claro de compositores surrealistas,


se puede citar a Erik Satie como un buen referente, dadas sus relaciones con
artistas dadaístas y surrealistas, si bien para la época en la que se produce el
manifiesto surrealista, el compositor ya está en su último año de vida, y su última
composición, de 1924: Relâche (Esta noche no hay función), se considera de tono
más dadaísta que surrealista. Sin embargo, Satie llegó a relacionarse con un grupo
de jóvenes compositores que admiraron su audaz y personal estilo, y que así mismo
llegaron a establecer relación, además de con los dadaístas, con los surrealistas,
fue el llamado grupo de los seis, entre los que se destacaron los compositores
Georges Auric, Darius Milhaud, y Francis Poulenc, gran admirador de los escritores
surrealistas. Aunque el grupo como tal se disolvió a principios de los veinte, y
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muchos de sus integrantes viraron hacia el neoclasicismo, el espíritu surrealista se


denota en algunas de sus obras, tales como Las tetas de Tiresias, ópera de Poulenc
basada en la obra homónima de Apollinaire, o en canciones que éste realizó sobre
textos de Eluard. Milhaud musicalizó también textos de autores relacionados con el
surrealismo, como Desnos y Supervielle. Auric, por su parte, también musicalizó
poemas de Eluard, Aragon y Supervielle (Cuatro cantos de la infeliz Francia, de
1943), y puso música a Orfeo (1950), film de Jean Cocteau con rasgos surrealistas.
Maurice Ravel, con El niño y los sortilegios, también tuvo un cierto acercamiento al
surrealismo. El encuentro de citas musicales deformadas, como se deforma la
realidad en la pintura, abundancia de ostinatos (automatismos musicales),
mezcolanza de estilos y géneros, improvisaciones libres como un reflejo del anhelo
de libertad y como reivindicación subversiva del principio del deseo, atmósferas
armónicas de gran libertad y extrañeza disonante ocasional (descontextualización),
yuxtaposiciones temáticas inesperadas. Cinco poemas de Paul Éluard, de Poulenc
Elegía para corno y piano, El martillo sin dueño, de Pierre Boulez y Partido, de
Kagel.

SINTETISMO
En este periodo del cubismo, el objeto se sintetiza en su fisonomía esencial, y esta
síntesis tiene lugar con todas o algunas partes del objeto. También hay un retorno
al color, ya que antes no les interesaba el “color local”, sólo el despliegue de luces
y sombras. Ahora las obras vuelven a ser más legibles. Les interesa el color
considerándolo como “materia”, y en el sentido de profundidad, sometido a las
formas que quieren expresar. Aunque realmente la introducción plena del color.
En ese momento histórico en París, confluyen la revolución cubista y la rebelión
sonora de Stravinsky, a través de la ruptura de la métrica, de sus innovaciones en
la esfera rítmica, de la utilización de las disonancias, la supresión de la tonalidad,
las nuevas posibilidades del timbre y el ruido, y un dinamismo subrayado
regularmente por episodios de asimetría y síncopas calculadas. Dado que esta
catarsis sonora tuvo lugar precisamente al mismo tiempo que Picasso y Braque
estaban experimentando con sus collages visuales, no dejas de pensar que existe
una conexión artística. Como en la Consagración de la primavera de Stravinsky, en
la que se mezclan elementos violentos para el púbico de esa época creando
asimetría sin perder la estructura. Encontramos también en la pintura del cubismo
sintético, que cada uno de los planos pintados del violín son una entidad disociada
y definida con claridad, por su color y textura. Era posible tratar el color como un
elemento independiente de la composición pictórica, separando la forma del color,
con el mismo planteamiento concurren los elementos dispares y frenéticos de la
música de Stravinsky, una visión de rito pagano y observaban la danza de una
muchacha a la que estaban ofreciendo como sacrificio al dios de la primavera, a fin
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de ganar su benevolencia. Esto se convirtió en el tema de La Consagración. La


Consagración estaba fuera del esquema habitual a través de la combinación de
varios factores: un sacrificio primitivo, amoral, el disonante acorde repetido 35
compases y un total de 280 veces en una sola sección. Fragmentos de dos y tres
notas que se reiteraban de forma monótona e incesante. Cambios frecuentes de
ritmos, casi cada compás difiere del anterior. La música no era simplemente fuerte
sino fortísimo, sin atenuación, largas secciones de percusión hasta cesar
repentinamente. Los pasajes melódicos aparecían con desesperante brevedad,
escalas exóticas. El desarrollo melódico disgustaba a los oídos habituados a las
formas sinfónicas del siglo diecinueve, era difícil de asimilar. La orquesta tenía que
ser vista como un instrumento de múltiples registros. Stravinsky mismo iba a negar
más adelante que la pieza fuera revolucionaria: “lo que estaba intentando transmitir
era el súbito acontecer de la primavera, la magnífica eclosión del renacimiento de
la naturaleza”.

Por su parte Satie introducía en los pentagramas de su música, indicaciones de


carácter que jamás tenían como objetivo la técnica del virtuoso, sino que trataban
más bien de influir en el estado de ánimo del intérprete, por medio de expresiones
desconcertantes ("sobre terciopelo amarillecido", "sin que el dedo se ponga
colorado", "como un ruiseñor con dolor de muelas"...). Él buscaba intuitivamente la
música que veía no sólo en las canciones populares, sino en la vitalidad divertida
de las Varietés, en la fanfarria del Circo, en el violín del Arlequín o en la atmósfera
del café; rompiendo con el sinfonismo beethoveniano y la ópera wagneriana
imperante en el panorama musical.
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BIBLIOGRAFIA

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