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Mi encuentro con Pedro

Casaldáliga en Sao Félix de


Araguaia
Tuvo lugar los días 15, 16, 17 y 18 de febrero de 2019. Llegué desde
Santa Cruz de la Sierra. Cuatro días pletóricos de emociones intensas,
lágrimas abundantes y bendiciones copiosas. Encuentro inédito, dichoso
que te deja huella y te marca para siempre.

Pedro, hace años, nos había visitado en Santa Cruz de la Sierra en el Plan
3000. Quiso conocer el proyecto misionero Hombres Nuevos. Nos alentó y
confirmó en el camino de los pobres.

Personalmente suspiraba por pisar esa tierra casi mítica de Sao


Félix Do Araguaia. Tierra fecundada por la palabra, la poesía, la vida y el
testimonio cuasi martirial de un profeta; tierra cuajada de presencias
apostólicas, rebosante de humanismo solidario, con los indígenas y
desposeídos de sus tierras y de su cultura.

Un encuentro doloroso y entrañable


Encontrarme con Pedro Casaldáliga y fundirme con él en un abrazo largo y
apretado, ahora que está postrado por la enfermedad, fue muy doloroso y
entrañable. No hubo palabras. No habla. Solo gestos, abrazos, besos, las
manos apretadas, transmisión de sentimientos profundos. Acontecimiento
de dos almas gemelas, la suya de profeta mayor y la mía de aprendiz a
profeta menor. Pero nos une entrañablemente la utopía y el sueño de Dios:
el REINO.

Mi ser profundo se conmovió. Me transmitió el calor humano, evangélico,


trascendente del Dios de Jesús, pura ternura, compasión y misericordia.

Vibramos entre el entrañamiento y la fragilidad, entre el abrazo


apretado y la impotencia, estando en presencia de un testigo, marcado por
la parresía de los Hechos de los Apóstoles.

Los agustinos y Pedro


Visitar a Pedro Casaldáliga y encontrarme con los Agustinos que le
acompañan y cuidan: Felix Valenzuela, viejo amigo, José Saraiva e Ivo
Cardozo, era reconocer el gesto agustiniano que están haciendo con él.
Ojalá den continuidad al carisma profético de Pedro Casaldáliga,
perpetuando su memoria testimonial, su mística, su archivo y sus obras
sociales. Será en el futuro el museo y el santuario de Pedro Casaldáliga en
Sao Félix do Araguaia.

Y llegó, al fin, el día del encuentro, el 16 de febrero de 2019, día en que


Pedro cumplía 91 años. Quería estar presente en la acción de gracias de
Pedro y su comunidad.

Lucha por la liberación


En medio de aquellos paisajes deslumbrantes, despertar a orillas del río
Araguaia, majestuoso, con su fauna salvaje y florestas imponentes, que
anuncian la proximidad del Amazonas, era como despertar deslumbrado
por la fuerza del sol, reverberando en las aguas turbias del Araguaia.
Despertar soñando con el encuentro con Pedro, toda una vida encarnada
en esa lucha por la liberación de todas las esclavitudes que oprimen, en
busca de un mundo habitable para todos, porque el actual no lo es.

Ivo Cardozo, me lleva al encuentro para celebrar los 91 años de Pedro. Allí
llegan y se arraciman, en aquella acogedora capilla, diseñada por el P.
Maximino Barredo, personas de la comunidad que han hecho el camino
con Pedro, le admiran, le quieren y le siguen. Vivienda y capilla son ya
ahora santuario y en un futuro, museo, memoria agradecida del paso
liberador de un testigo del Reino en el siglo XX y XXI.

Allí se respiran aires, presencia de comunidad real, de comunión, de envío,


de compromiso, de hermanos itinerantes, alegres en la esperanza, por el
camino de los pobres. Se vive la koinonía y la diakonía. Comienza la acción
de gracias multiplicada por la animación alegre de Fray José Saraiva osa.
Todo es gracia, memoria, reconocimiento, afecto colegial, empatía con
Pedro, regalo de Dios a la prelacía de Sao Félix do Araguaia, al Brasil, al
mundo y a la Iglesia.

Doblegado por el parkinson


En tiempos de invernada eclesial, Pedro Casaldáliga fue como un levante
auroral, que será aurora espléndida más tarde en el 2013 con el obispo de
Roma, Francisco.

Ahora Pedro, doblegado por el parkinson, guarda silencio, sufre


calladamente. Son las huellas martiriales de la persecución de los
dictadores, terratenientes, fazenderos o las multinacionales que no toleran
discursos humanistas, ni saben del compartir solidario.

La prelatura, alentada por Pedro, con su fuerza profética y combativa, se


opusieron al avasallamiento de las tierras de los indígenas del pueblo
Apyawa, de los Karaja y de los Xavante. Y promovieron también la
educación y la salud. No faltaron tampoco ciertas jerarquías eclesiásticas
que también molestaron.
Pero Pedro por dentro, estaba emocionado, le podían los sentimientos, que
nos contagiaba a todos. Sentimos la ternura de Dios en la emoción
contenida de Pedro, que ya no puede más a causa del parkinson.

Mi encuentro le conmovió. Cuando le pregunté si me conocía, movió la


cabeza asintiendo. Solo una vez me dijo: “Gracias por venir”.

Pedro Casaldáliga y Nicolás Castellanos

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