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CLINICA ADULTOS SEGUNDO PARCIAL

 Lacan, Conferencia en Yale


 Said, Estructuras diferenciales y conjetura clínica
 Freud: dinámica de la transferencia
 Freud: recordar, repetir, reelaborar
 Freud: puntualizaciones sobre el amor de transferencia
 Said, la angustia en la clínica y el deseo del analista
 Said, declinaciones del amor de transferencia
 Lacan: intervención sobre la transferencia
 Freud: conferencia 17 y conferencia 23
 Freud: pegan a un niño

LACAN- CONFERENCIA EN YALE- 1975

Intenta responder como ha llegado a ser psicoanalista. Ser analista es un trabajo muy duro, es
un trabajo inhabitualmente fatigante.
Cuando le preguntan si elegía a sus pacientes, él dice no los elegía así como así, sino que ellos
tenían que testimoniar de lo que esperaban como resultado de su pedido. Estos pacientes no
solamente vienen a nosotros, sino que vuelven! ¿Qué puede introducirlos a encontrar tal
satisfacción en el análisis, cuando pasar por el análisis es una experiencia tan inconfortable?
No todos son capaces de hacerlo. Es preciso tener una cierta dosis de él, haber escuchado
bastante sobre el para saber que puede tener ciertos efectos, esos efectos con los cuales
cuenta realmente la gente que emprende un análisis, lo que yo llamo los analizantes. Ellos
cuentan con esos efectos particularmente por relación a las cosas que entorpecen su camino,
cosas que tienen que ver, no con el pensamiento, sino más bien con algo que les impide
funcionar lógicamente, con algo que los parasita (ejemplo una fobia, obsesión) o en el caso de
las histéricas, cosas que se manifiestan ellas mismas por el cuerpo.

¿Qué vemos, que escuchamos cuando emprendemos el análisis de una neurosis? Vemos, dice
Freud, que la gente habla irresistiblemente de su mama y su papa, mientras que la única
consigna que le damos es decir lo que piensan, lo que creen pensar, pues en verdad nadie
piensa y es pura ilusión que se piensa.
Lo que nosotros escuchamos en el curso de un análisis es un esfuerzo por salir de todo eso por
un camino que no tiene nada que ver ni con el pensamiento ni con la creencia, sino salir de
todo eso diciendo únicamente lo que está realmente en la cabeza.
Lo que ahí es fantástico es que, cuando la gente toma este camino, se ven siempre conducidos
a algo que asocian esencialmente a la manera en que han sido educados por su familia.
El ICC está estructurado como un lenguaje, con una reserva: lo que crea la estructura es la
manera por la cual emerge el lenguaje al comienzo en un ser humano. Los lenguajes tienen
algo en común, no todos porque hay excepciones, pero hay algo en común en los lenguajes
que encontramos al tratar a los sujetos que vienen a nosotros a análisis.
Las fases oral, anal, fálica están profundamente ligadas y mezcladas con la adquisición del
lenguaje, ejemplo: el aprendizaje de la higiene está ligado a la concepción que tiene la madre
de lo que ella espera del niño, especialmente los excrementos.
Cuando hablamos de neuróticos y síntomas, se puede decir que los neuróticos son lo que son
la mayoría. Felizmente no son psicóticos. Lo que es llamado un síntoma neurótico es
simplemente algo que les permite vivir. Ellos viven una vida difícil y nosotros intentamos
aligerar su incomodidad. A veces les damos el sentimiento de que son normales, gracias a Dios
no los volvemos bastante normales para que terminen psicóticos. En ese punto hay que ser
prudentes, muchos de ellos tienen la vocación de llevar las cosas al límite.

Un análisis no tiene que ser llevado demasiado lejos, cuando el analizante piensa que es feliz
de vivir es suficiente.

En cuanto a la demanda: se trata de hacerlos entrar por la puerta, que el análisis sea un
umbral, que haya para ellos una verdadera demanda. Esta demanda: ¿Qué es aquello de lo
que quieren ser desembarazados? De un síntoma.
Un síntoma, es curable. La religión es un síntoma.
Quizás el análisis sea capaz de producir un ateo viable, es decir, alguien que no se contradiga
todo el tiempo.
Trato de que esta demanda los fuerce a hacer un esfuerzo, esfuerzo que será hecho por ellos.
Ser desembarazados de un síntoma, no les prometo nada. Porque incluso con un síntoma
obsesivo, de los más molestos que haya, no es seguro que ellos harán el esfuerzo con
regularidad para salir de eso. En este filtrado hay una apuesta de suerte.
Yo pongo el acento sobre la demanda, en efecto, es preciso que algo empuje. Y eso no puede
ser ‘’conocerse mejor’’, cuando alguien me demanda eso, lo despido.

De mis analizantes aprendo todo, todo lo que es PSA. Y les tomo prestada mis intervenciones a
ellos, y no a mi teoría. A la palabra ‘’palabra’’ la sustituí por significante y desde allí ya tiene
varias significaciones posibles. En ningún caso una interpretación psicoanalítica debe ser
teórica, sugestiva, imperativa, debe ser equivoca.
La interpretación analítica no está hecha para ser comprendida, está hecha para producir olas.

Finalmente concluye pidiendo que alguna de sus colegas pueda responderle porque han
llegado a ser analistas. Lo que me sorprende, dice, es hasta qué punto ignoramos como
terminamos por encontrar nuestro lugar, aquí o allá, a la bartola porque somos aspirados a
algo.
Es cierto que yo llegue a la medicina porque tenía la sospecha de que las relaciones entre el
hombre y la mujer desempeñaban un papel esencial en los síntomas de los seres humanos. Eso
me ha empujado progresivamente hacia aquellos que no han tenido éxito en eso

LA ANGUSTIA EN LA CLINICA Y EL DESEO DEL ANALISTA – SAID- 2010

Para Freud la angustia es un concepto articulador fundamental, su relevancia es tal que hace
desprender de la señal de la angustia la operación de la represión, mecanismo basal de la
neurosis.

Lacan dedica todo un seminario a la angustia, el 10. Lacan toma a la angustia como relación
esencial al deseo del Otro.
Freud inventa un dispositivo para el abordaje de la neurosis: clínica bajo transferencia,
asociación libre, atención flotante, y un principio elemental: la abstinencia. No interviene, ni se
orienta por el deseo de sanar. Opera en abstinencia, convocando a la emergencia del deseo
del paciente. Convocando a la emergencia del deseo entramado al deseo del Otro que lo
habita, que habla en él.
La abstinencia es entendida por Freud como privación sensible que impulsa el movimiento
desiderativo. La no respuesta inmediata a la demanda.
Freud, no accediendo a satisfacer la demanda del paciente, convoca al despliegue asociativo, a
la producción en acto de las determinaciones ICC. Define allí el lugar del analista: abstinencia,
privación que opere como causa de deseo. El dispositivo inventado por Freud, llama a la
emergencia del deseo.

Es en relación con el deseo del Otro que el deseo del sujeto se configura. Porta las máscaras de
ese lugar ‘’otro’’, otra escena. Si alguien es convocado a decir sobre su deseo, se produce un
movimiento que va desde objetos o logros mundanos y por ende apropiables para el yo a una
zona más imprecisa en que los objetos de la demanda muestra su insuficiencia.
Si el mecanismo deseante sigue interrogando, opera una reversión desde la demanda de un yo
que sabe lo que quiere, a la pregunta ¿Qué me quiere? Que quiere el Otro de mí en tanto
objetalizado para su deseo.
Se despliegan estas cuestiones del pacto con el Otro, como como un Dios y con el diablo,
aquello que es anhelado va transformándose en un compromiso que deja al sujeto a merced
del Otro.

El riesgo del propio deseo es que se entrame tortuosamente a un superyoico ‘’tener que
desear’’. Esta posición deja al sujeto objetizado para el Otro. Como objeto de un goce de otro
que habla en el. Allí se agotan las instancias imaginarias del fantasma y se presentifica un
punto limite, traumático, repetitivo.

La constitución subjetiva implica el tránsito por la dimensión del trauma, su re-encuentro sin
cobertura simbolica, imaginaria, sin velo, suscita el privilegiado afecto de la angustia. Afecto
que no engaña, que se siente en el cuerpo. En el límite, bordeando lo real, el movimiento del
deseo en dirección al goce, se hará sentir como angustia.
La posición del analista entonces: abstinencia que convoca al deseo del Otro. Cuando esto no
ocurre, cuando un tratamiento decurre sin angustia, indicara una limitación en tanto el deseo
no habrá podido horadar las demandas en que se coagula.

La angustia de castración acompaña la cura. La expectativa de angustia en análisis no implica


que el analista la provoque, no se trata de forzar al paciente, pero tampoco evitarla.

¿Cómo operar en abstinencia? ¿Cómo propiciar el deseo como semblante del objeto causa, sin
promover ni rechazar el amor de transferencia? Lacan trabaja con dos fórmulas en el
seminario de la angustia. La primera es la que desaconseja es ‘’Te amo aunque no lo quieras’’,
su correlato posible es el intenso odio, implica una ignorancia total de la cuestión del deseo y
sus consecuencias se pagan en la clínica.
Pero existe otra fórmula es ‘’Te deseo aunque no lo sepa’’ en ella se juega el objeto A, objeto
causa. Es articulada y no articulable. El objeto no termina de articularse a la cadena
significante, se lo cierne como un imposible que ‘’no cesa de no inscribirse’’. Es desde la
posición de semblante, de objeto A, que el analista convoca al deseo.
Si tal formula fuera decible, se diría al otro que, deseando sin saberlo, sin dudas siempre sin
saberlo, lo tomo como objeto de mi deseo por mí mismo desconocido.
Esta posición indica colocar al analista como localización del destino pasional amoroso del
analizante, pero que no excluyéndose, hace presencia de su función semblante en el
desencadenamiento, la precipitación de la verdad.
Esa parece ser la posición que mejor especifica el no aceptar ni rechazar el amor de
transferencia, sino habilitar un decurso deseante como deseo del Otro. Destino no siempre
transitable, muchos análisis se interrumpen por resistencia del analista.

Hay sin duda, una privación de goce en el análisis. También una aceptación y reorientación de
las formas en transformación de las vías del amor. Pasaje del amor de transferencia a las
alternativas contingentes del amor mundano.
Es un paso de la culpa a la responsabilidad, de la tragedia a la comedia.

Convocar al deseo en el otro no es sin consecuencias. El dispositivo del PSA llama a la


emergencia del deseo ICC. El movimiento desiderativo confronta al sujeto con la angustia de
castración, la angustia es correlativa de la puesta en movimiento de las eficacias del propio
dispositivo. La situación analítica propicia el amor de transferencia velando lo real de la causa
del deseo. El analista en el lugar de la causa sostiene el movimiento de pasaje por la angustia
de castración, la desuposicion de su saber, la potencia resolución de la transferencia amorosa.
Velar por la autonomía del paciente es sostener una ética del deseo.

DECLINACIONES DEL AMOR DE TRANSFERENCIA- SAID- 2010

Freud destaca en sus textos una cierta convicción nodal sobre el amor. Nos referimos a la
función de anudamiento, atributo del amor, que no podría sino mostrar alguna de sus caras en
la transferencia.
Lacan ahonda estas cuestiones con la concepción del sujeto supuesto a saber es decir, aquel a
quien supongo el saber, lo amo. Allí se juega una dominancia imaginaria que se deposita en el
quien, para el caso de la persona del analista.
Hay un pasaje transformativo en la cura que va desde el amor a quien detenta el saber cómo
conocimiento a la puesta en producción del saber ICC. Del saber-conocimiento imaginarizado
en el Otro, para el caso del analista, al saber significante, despliegue repetitivo y su función de
desgaste signico y creación poética, al saber-hacer, convicción y apropiación que instalada,
permite, soporta y disfruta el goce del ICC.

El discurso del analista en tanto precipitante del cambio de discurso del analizante, entraña la
emergencia posible de una renovada forma de amor.
El deseo del analista, dejando entrar en la escena de la clínica las formas del amor-deseo
analizante como deseo del deseo del Otro.

En la cura hay un tiempo y escenario repetitivo del despliegue pasional de amores y odios
regresivos que necesariamente van a entrar en la escena y cuya resolución, alcance, y destino
se jugaran las eficacias del acto analítico.

LACAN- SEMINARIO DE LA ANGUSTIA- 1962

Lacan toma el texto de Freud de ‘’Inhibición, Síntoma y Angustia’’ pero afirma que estos
términos no están en el mismo nivel, es preciso verlos en diagonal.
Los sujetos están inhibidos cuando nos hablan de sus inhibiciones. Estar impedidos es un
síntoma. Estar inhibidos en un síntoma metido en un museo. En la etimología impedimento es
‘’impedicare’’ que quiere decir ‘’caer en la trampa’’. Implica que impide, no la función, no el
movimiento sino al sujeto. La trampa en cuestión es la captura narcisista, la fractura que de
ello resulta en la imagen especular será propiamente lo que le da su soporte. El impedimento
está vinculado a este círculo por el cual, con el mismo movimiento con el que el sujeto avanza
hacia el goce, hacia lo que está más lejos de él, se encuentra con esa fractura intima al haberse
dejado atrapar por el camino en su propia imagen, la imagen especular. Es esta la trampa.

El embarazo es el sujeto revestido por la barra $. ‘’imbaricare’’ alude a la barra. Es cuando uno
ya no sabe qué hacer con uno mismo, busca detrás de que esconderse. Se trata de la
experiencia de la barra

La emoción se refiere etimológicamente al movimiento, es el movimiento que se desagrega, la


reacción catastrófica.

Turbación es caída de potencia, es trastorno. Es inhibición de la vertiente del movimiento. La


turbación es el trastorno, el transtornarse en cuanto tal, más profundo en la dimensión del
movimiento.

La angustia ¿Qué es? Se descarta que sea una emoción. Es un afecto. El afecto no está
reprimido, esta desarrumado, va a la deriva. Lo encontramos desplazado, loco, invertido,
metabolizado, pero no está reprimido. Lo que esta reprimido son los significantes que lo
amarran.

En cuanto al objeto a, se ha demostrado hasta que punto sostener con la mano para no dejar
caer es del todo esencial en cierto tipo de relaciones del sujeto. Cuando den con algo asi, se
puede estar seguro de que es un a para el sujeto. Esto produce un tipo de unión.

En cuanto al acting out es esencialmente algo, en la conducta del sujeto, que se muestra. El
acento esta en demostrar hacia el Otro. El es la demostración, la mostración hacia el Otro, que
solo esta velada para nosotros, como sujetos del acting out en la medida en que eso hablar y
que podría hacer verdad. En el caso del análisis, se dirige al analista
El acting out es un síntoma. El síntoma es interpretable pero con la condición de que la
transferencia este establecida, pero el síntoma no es la llamada al otro, sino que es goce
revestido, se basta a sí mismo. Se dirige hacia la cosa.
El acting out es el esbozo de la transferencia, es la transferencia salvaje, no hay necesidad de
análisis para que haya transferencia pero la transferencia sin análisis es el acting out. El acting
out sin análisis es la transferencia. La cuestión es saber cómo la transferencia salvaje se puede
domesticar. La cuestión es saber cómo actuar frente al acting out y hay 3 posibilidades:

 Interpretarlo: está condenado a tener pocos efectos, la mayoría de las veces el sujeto
sabe exactamente lo que hace. Este es un callejón sin salida
 Prohibirlo: a nadie se le ocurriría. Se prohíben muchas cosas en análisis como decirle a
los pacientes q no tomen decisiones importantes durante el análisis.
 Reforzar al yo: se trata de conducir al sujeto con la identificación. No se trata de una
identificación con la imagen como reflejo del yo ideal en el Otro, sino con el yo del
analista

PUNTUACIONES DE FRIZZERA

Lacan al principio fija dos parámetros que le permite ubicar la inhibición. Esos dos parámetros
son dificultad y movimiento del deseo, en tanto deseo sexual, tendiente a un recupero de
goce. Sería el ‘’movimiento con el cual el sujeto avanza hacia el goce’’. Le da estos parámetros
orden creciente. Crecen tanto la dificultad como el movimiento. Inhibiciones, síntomas y
angustias se hacen presentes desde un registro clínico, en el movimiento de un sujeto en
torno a su propio deseo.
Comienzo tomando a la angustia como la relación esencial con el deseo del Otro, en relación
con la caída de la mediación simbólico-imaginaria en torno del deseo como deseo del Otro. Se
desea en torno a un recupero de goce, como tensión hacia el reencuentro imposible con un
goce perdido. El movimiento del deseo en dirección a ese ‘’reencuentro’’ de la perdida de goce
no es sin angustia.
La angustia es lo que no engaña, seria responder ante la pregunta ¿Qué me quiere? La
angustia se siente en el cuerpo, no engaña, aunque falten las palabras para designarla.
El análisis conduce a confrontarse con la angustia de castración sin el sustituto de la
satisfacción pulsional del síntoma. Allí donde se respondía con el acto, acting out, pasaje al
acto, producir la acción. Es el lugar donde se pierden los refuerzos narcisistas, donde el Otro
no ofrece garantías, allí hay que producir el acto en juntura con el deseo. El cambio de posición
subjetiva pone al deseo como causa, ‘’donde eso estaba, el sujeto deberá advenir’’.
La posición del analista implica correrse, descentrarse del lugar de ‘’protección’’ de la imagen
especular, el acto del analista es también un acto sin garantías, sin garantías del Otro, no sin el
Otro.

SINTOMA:

 Formación del ICC. Formación sustitutiva que liga la angustia en tanto angustia de
castración.
 El sujeto es atropellado por un significante que proviene del discurso del Otro.
 Irrumpe de modo inesperado en los dichos del sujeto
 Acusa una hiancia en la cadena discursiva
 Indicio y sustituto descentrado de una satisfacción pulsional.
 Tiene carácter compulsivo
 Es resultado de un proceso represivo
 Anuda la angustia
 Tiene sentido que solo se interpretara correctamente en la medida que se relacione
con la realidad sexual.
 El síntoma del niño está en posición de responder a lo que hay de sintomático en la
pareja familiar

EMOCION
 Movimiento afectivo de gran intensidad. Reacción catastrófica, crisis histérica o cólera.
 Implica dificultad de movimiento
 Disminución de las aptitudes motrices
 Perdida del dominio real de la situación
 Deseo de no saber ( a favor de la resistencia)

TURBACION

 Estado de ánimo donde no se sabe qué hacer ni que decir. Más cercana a la angustia
 Desorientación, confusión. Falta la acción. Quedarse sin palabras, estado de pánico y
agitación.
 El Otro desfallece en su función. Si el Otro del analista desfallece en su función de
interpretación algo se produce: la transferencia sin análisis. Complicación: que
desencadene el acting out
 Relación con un significante en menos. Seria efecto de la caída de un significante falo.

IMPEDIMENTO

 Es un síntoma. El síntoma de la inhibición. No todo impedimento llega a ser síntoma


 Es ser ‘’tomado en una trampa’’ (la trampa es la captura narcisista)
 El deseo queda entrampado en el sostenimiento de la imagen especular, frenaje del
impulso deseante por perpetuarse en el ‘’prestigio’’, esto recubre la imagen de si no
exponiéndola. Un ejemplo muy frecuente es no decir lo que se piensa, no intervenir,
por miedo al error. La trampa narcisista como lugar de detención del impulso de deseo
 El impedimento resuelve la cuestión no exponiendo los ‘’emblemas’’ narcisisticos,
operando en la anticipación imaginaria como barrera

EMBARAZO

 Dificultad para poder enfrentar una situación y salir airoso


 Produce situación incómoda, vergüenza
 Se relaciona con el barramiento subjetivo, estar bajo la barra (Ejemplo que alguien se
sonroje, se ruborice, esto muestra estar bajo la barra, marcado por algo, por un
significante en más, es la incidencia de un significante fundante
 Perdida del sostén yoico. El sujeto queda expuesto a la relación con un significante en
más, un significante amo, del poder. No hay fortaleza del yo, es una forma ligera de
angustia.
 Complicación: que desencadene el pasaje al acto
 Aquí no hay defensa narcisista, no hay lugar de consistencia imaginaria en el que el
sujeto se refugie. El sujeto queda expuesto a los efectos de un significante fundante
para él, juega su escisión subjetiva.

INHIBICION

 Detención del movimiento en relación al deseo. No hay interrogante. Restricción a una


función del yo, una limitación funcional del yo no necesariamente patológica. Esta
detención del movimiento no es solo motriz sino del despliegue de cualquier función.
 Es un síntoma en el museo: el estar en un museo nos remite a la conservación de algo
de otro tiempo, una conservación estática que tiende a que lo antiguo permanezca
inmóvil.
 El ideal como imagen estática que impide cualquier deseo que implicaría cuestionar al
anterior, el impuesto. Detiene la creación.
 Encubre fobias cotidianas
 Predominio narcisista y predominio defensivo.
 Deseo de no movimiento
 Relación con el carácter ‘’yo soy así’’ Tiene algo de resignación forzosa y desafío al otro
 Salida de la inhibición: se hace síntoma pasando a ser impedimento o salir como acting
out.

ACTING OUT

 Formación que se expresa en el hacer. El OUT hace referencia a ‘’fuera de si mismo’’


 Se opone al recordar
 Escena burlesca
 Lacan: ‘’jugar una escena como opuesta a la lectura’’
 Ante el desfallecimiento del Otro el sujeto produce mostración, una escena que se
sostiene. Cumple la función de demanda de interpretación o intervención.
 Muestra y demuestra, se dirige al otro, lo llama. Lo que muestra es un deseo, una
problemática del deseo, pero no como en el síntoma, porque aquí no ha pasado por
los mecanismos del ICC.
 Muestra el objeto causa de deseo
 No es un síntoma. Produce indignación, rechazo en el Otro.
 Expresa una falta de deseo del otro
 Es transferencia sin análisis. Transferencia salvaje
 Pone en juego algo de lo indecible
 Se relaciona con el duelo

LACAN- INTERVENCIONES SOBRE LA TRANSFERENCIA- 1988

Lo que hace a la experiencia analítica debe comprenderse que se desarrolla entera en esa
relación de sujeto a sujeto, dando a entender con ello que conserva una dimensión
irreductible a toda psicología considerada como una objetivación de ciertas propiedades del
individuo.
En un PSA, en efecto, el sujeto, hablando con propiedad, se constituye por un discurso donde
la mera presencia del analista aporta, antes de toda intervención, la dimensión del dialogo.
El PSA es una experiencia dialéctica. Encararlo de esa manera debe ser una orientación propia
de nuestra reflexión. Sin embargo, los principios de este dispositivo fueron desvirtuándose.

Si Freud tomo la responsabilidad de mostrarnos que hay enfermedades que hablan y de


hacernos entender la verdad de lo que dicen, parece que esta verdad, a medida que se nos
presenta más claramente su relación con un momento de la historia y con una crisis de las
instituciones, inspira un temor creciente a los practicantes que perpetúan su técnica. Por ello,
habrá que plantearse si nos dejaremos cautivar por otras formas de psicología, o si, volviendo
a pensar la obra de Freud, no podremos volver a encontrar el sentido autentico de su iniciativa
y el medio de mantener su valor saludable.

La transferencia se estructura en términos puramente dialecticos. La transferencia no es nada


real en el sujeto, sino la aparición, en un momento de estancamiento de la dialéctica analítica,
de los modos permanentes según los cuales constituye sus objetos.
¿Qué es entonces interpretar la transferencia? No es otra cosa que llenar con un engaño el
vacío de ese punto muerto. Pero este engaño es útil, pues aunque falaz, vuelve a lanzar el
proceso.
La transferencia no remite a ninguna propiedad misteriosa de la afectividad, e incluso cuando
se delate bajo un aspecto de emoción, este no toma su sentido sino en función del momento
dialectico en que se produce. Pero este momento es poco significativo puesto que traduce
comúnmente un error del analista, aunque solo fuese el de querer demasiado el bien del
paciente.
Así la neutralidad analítica toma su sentido auténtico de la posición del puro dialectico que,
sabiendo que todo lo que es real es racional (e inversamente), sabe que todo lo que existe, y
hasta el mal contra el que lucha, es y seguirá siendo siempre equivalente en el nivel de su
particularidad, y que no hay progreso para el sujeto si no es por la integración a que llega de su
posición en lo universal: técnicamente por la proyección de su pasado en un discurso en
devenir.

FREUD- SOBRE LA DINÁMICA DE LA TRANSFERENCIA- 1912

Todo ser humano, por efecto conjugado de sus disposiciones innatas y de los influjos que
recibe en su infancia, adquiere una especificidad determinada para el ejercicio de su vida
amorosa, o sea para las condiciones de amor que establecerá y las pulsiones que satisfacera,
así como para las metas que habrá de fijarse, esto da por resultado un CLISÉ que se repite, es
reimpreso de manera regular en la trayectoria de su vida.
Según lo sabido, solo una parte de las mociones determinantes de la vida amorosa han
recorrido el pleno desarrollo psíquico, esas están vueltas hacia la realidad objetiva disponibles
para la personalidad CC. Otra parte de las mociones han sido demoradas en su desarrollo,
apartadas de la personalidad CC y solo pudieron desplegarse en la fantasía o han permanecido
en el ICC. Si la necesidad de amor de alguien no está satisfecha de manera exhaustiva en la
realidad, él se verá forzado a volcar sus expectativas libidinosas hacia cada nueva persona que
se le aparezca.
Es entonces entendible que las investiduras libidinosas aprontadas en la expectativa de alguien
que está insatisfecho se vuelquen hacia el medico. De acuerdo a lo sabido, estas investiduras
se harán de acuerdos a modelos, clises preexistentes, insertando al médico en una de las series
psíquicas que el paciente ha formulado en ese momento.

Las particularidades de la transferencia sobre el medico se vuelven inteligibles si se reflexiona


en que no solo participan expectativas CC sino también negadas o ICC.

En análisis se libra combate contra las resistencias del paciente, la resistencia muchas veces
hace subsistir la enfermedad aunque el extrañamiento respecto de la realidad haya vuelto a
perder su temporario fundamento. La resistencia acompaña todos los pasos del tratamiento,
cada ocurrencia singular, cada acto del paciente, tiene que tomar en cuenta la resistencia, se
constituye como un compromiso entre las fuerzas cuya meta es la salud y aquellas que la
contrarían.

Siempre que uno se aproxima a un complejo patógeno, primero se adelanta hasta la CC, la
parte del complejo susceptible de ser transferida y es defendida con la máxima tenacidad.
Vencida aquella parte, los otros ingredientes del complejo ofrecen menos complicaciones.
Mientras más se prolongue una cura analítica y con más nitidez haya discernido el enfermo
que unas meras desfiguraciones del material patógeno no protegen a este de ser puesto en
descubierto, tanto más consecuente se mostrara en valerse de una modalidad de
desfiguración que, manifiestamente, le ofrece las máximas ventajas: la desfiguración por
transferencia. Todos los conflictos tienen que librarse en definitiva en el terreno de la
transferencia.

En la cura analítica, la transferencia se nos aparece siempre, en un primer momento, solo


como el arma más poderosa de la resistencia y tenemos derecho a concluir que la intensidad y
tenacidad de aquella son un efecto y una expresión de esta. El mecanismo de la transferencia
se averigua, sin duda, reconduciéndolo al apronte de la libido que ha permanecido en posesión
de imagos infantiles; pero el esclarecimiento de su papel en la cura, solo si uno penetra en sus
vínculos con la resistencia.

¿A que debe la transferencia el servir tan excelentemente como medio de la resistencia? Para
responder esto es necesario separar una transferencia positiva, de sentimientos tiernos, de
una transferencia negativa con sentimientos hostiles. La positiva se descompone en
sentimientos tiernos susceptibles de CC y la otra en ICC.
La transferencia sobre el medico solo resulta apropiada como resistencia dentro de la cura
cuando es una transferencia negativa, o de mociones eróticas reprimidas. Cuando nosotros
‘’cancelamos’’ la transferencia haciéndola CC, solo hacemos desasirse de la persona del
médico esos dos componentes del acto de sentimiento, en cuanto al otro componente
susceptible de CC y no chocante, subsiste y es el PSA el portador del éxito.

Concluyendo, las mociones ICC no quieren ser recordadas, como la cura lo desea, sino que
aspiran a reproducirse en lo ICC. El medico quiere dirigirlo a insertar esas mociones de
sentimiento en la trama del tratamiento y de su biografía, subordinándolas al abordaje
cognitivo y discernirlas por su valor psíquico. Esta lucha entre médico y paciente, entre
intelecto y vida pulsional, entre discernir y querer ‘’actuar’’ se desenvuelve casi
exclusivamente en torno de los fenómenos transferenciales. Es en este campo donde debe
obtenerse la victoria cuya expresión será sanar duraderamente la neurosis.

PUNTUALIZACIONES SOBRE EL AMOR DE TRANSFERENCIA- FREUD- 1915

La técnica analítica impone al médico el mandamiento de denegar a la paciente menesterosa


de amor la satisfacción apetecida. La cura tiene que ser realizada en la abstinencia, solo que
con ello no me refiero a la privación corporal, ni a la privación de todo cuanto se apetece, pues
quizás ningún enfermo lo soportaría. Lo que se quiere postular es este principio: hay que dejar
subsistir en el enfermo necesidad y añoranza como unas fuerzas pulsionantes de trabajo y la
alteración, y guardarse de apaciguarlas mediante subrogados. Es que uno no podría ofrecer
otra cosa que subrogados.
El analista jamás tiene derecho a aceptar la ternura que se le ofrece ni a responder a ella. Al
contrario, debería considerar llegado el momento, que la persona abandone su apetencia y
venciendo la parte animal del yo, proseguir el tratamiento. Se debe exhortar al paciente, tan
pronto ha confesado el amor en transferencia, a sofocar lo pulsional, a la renuncia y a la
sublimación.

¿Qué sucedería si el medico obrara de otro modo? Si al hacerlo creería que se asegure su
imperio sobre la paciente, que ganaría su liberación permanente de la neurosis, la experiencia
por fuerza le mostraría que ha hecho un falso cálculo. La paciente alcanzaría su meta, nunca en
la suya.
Si el cortejo fuera correspondido, sería un triunfo para la paciente y una derrota total para la
cura. Ella habría conseguido lo que buscan todos los pacientes en la cura: ACTUAR, repetir en
la vida algo que solo deberían recordar, reproducir como material psíquico y conservar en un
ámbito psíquico. En la posterior trayectoria de la relación, ella sacaría a relucir todas sus
inhibiciones y reacciones patológicas de su vida amorosa sin que fuera posible rectificarlas en
algo y esta vivencia concluiría en arrepentimiento. Es que la relación amorosa pone término a
la posibilidad de influir mediante el tratamiento analítico.

El medico retiene la relación amorosa, la transferencia de amor, pero la trata como algo no
real, como una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus
orígenes ICC y ayudara a llevar a la CC lo más escondido de la vida amorosa de la enferma, para
así gobernarlo. La paciente, cuya represión de lo sexual, no ha sido cancelada sino solo
empujada al trasfondo, se sentirá lo bastante segura para traer a la luz todas las condiciones
de amor, todas las fantasías de su añoranza sexual, todos los caracteres singulares de su
condición enamorada, abriendo desde aquí el camino hacia los fundamentos infantiles de su
amor.

Este enamoramiento de la paciente, es una re-edición de rasgos antiguos y repite reacciones


infantiles. Pero ese es el carácter esencial de todo enamoramiento. Lo que constituye el
carácter compulsivo, que recuerda a lo patológico, procede de su condicionamiento infantil.
Acaso el amor de transferencia tenga un grado de libertad menos que él se presenta en la vida
llamado ‘’normal’’: permite discernir con más nitidez su dependencia del modelo infantil, se
muestra menos flexible y modificable pero eso no es esto.
¿En qué discierne de un amor genuino? No hay derecho a negar el carácter genuino de este
amor de transferencia. Se singulariza por determinados rasgos: es provocado por la situación
analítica, es empujado hacia arriba por la resistencia que gobierna a esta situación y carece en
alto grado del miramiento por la realidad objetiva, es menos prudente, menos cuidadoso de
sus consecuencias, más ciego en la apreciación de la persona amada de lo que querríamos
concederle a un enamoramiento normal.
Para el analista queda excluido el ceder. La paciente tiene que aprender del analista a vencer
el principio de placer, a renunciar a una satisfacción inmediata, pero no instituida socialmente,
en favor de otra más distante, quizás mucho más incierta, pero intachable tanto en lo
psicológico como en lo social.
CONFERENCIA Nº 17: EL SENTIDO DE LOS SÍNTOMAS-1915

En esta conferencia Freud hace una clara distinción entre el enfoque de la psiquiatría clásica de
su época y la del psicoanálisis. El describe a la sintomatología de la llamada Neurosis Obsesiva,
en donde hay conductas para muchos irracionales, y a diferencia de la psiquiatría que los
consideraban como “degenerados” y no trataban de explicar estas conductas, el plantea que
hay un sentido oculto detrás de cada síntoma.
Para esto el narra dos casos de su propia clínica en dónde quiere demostrar que siempre hay
un suceso precedente y desencadenante que está oculto a la conciencia del paciente. El dice
que el síntoma en es individual y Rico sentido, y este sentido se entrama con la historia del
enfermo. Coincide en este punto con Janet al considerarlos “exteriorizaciones del
Inconsciente”.
También hace una diferencia entre la sintomatología de la neurosis obsesiva y la de la histeria
de conversión. En esta última la angustia se aloja en el cuerpo y en la Neurosis Obsesiva el
sufrimiento esta en el alma, caracterizada por pensamientos recurrentes que el enfermo no
puede refrenar y son movidos a realizar acciones que no le dan satisfacción alguna. Estos
pensamientos son el disparador de una esforzada actividad de pensamiento que deja exhausto
al enfermo. Hay impulsos en estos pensamientos que no puede materializar entonces realiza
un montón de actividades para evitar llevar a cabo esas atrocidades para la conciencia. El
resultado es el triunfo de la huída y la precaución. El enfermo no puede dejar de hacer estas
rutinas, porque en ellas desplaza la pulsión que lo atormenta, pero no las suprime. Él lo
describe como un penar estrafalario. El plantea que analizar el síntoma te lleva al núcleo más
íntimo de un caso.
“El primer caso que plantea es el de una mujer de 30 años cuya acción obsesiva más
recurrente era la de correr de una habitación a la otra, detenerse en el medio frente a una
mesa, llamar a la mucama por cualquier tontería, despedirla y luego corría a la habitación
siguiente. Al preguntarle por qué lo hacía decía “no saber”, pero de pronto supo porque lo
hacía. Relato que en la noche de bodas su marido resulto impotente. Este había corrido de una
habitación a la otra reiteradas veces para intentar concretar el acto sexual sin éxito alguno; y
este exclamo que era “como para avergonzarse ante una mucama”. Por eso tomó un frasco
con tinta roja y manchó en vez de las sábanas, un mantel, para simular que había desvirgado a
su mujer. Freud hace un paralelismo entre mesa y cama. En este caso la paciente se identifica
con su marido, representa su papel. El núcleo de esta acción es el llamado a la mucama a quién
le pone la mancha ante los ojos y de esta manera salva al marido de la vergüenza.”
Con este caso Freud insinúa que detrás de estas acciones repetitivas hay algo oculto que casi
siempre seria de carácter sexual. Para demostrarlo plantea el siguiente caso.
“Cuenta el caso de una señorita de 19 años que tenía una molesta rutina a la hora de
acostarse. Digo molesta porque su ritual le llevaba casi 2 horas en realizarse y era un hecho
inevitable si quería dormir. Ella exigía que parasen todos los relojes de péndulo de la sala, y
sacar hasta el pequeño reloj de pulsera de su mesita de noche, porque no la dejaban dormir
con el tic-tac. También exigía que retirasen todos los floreros y jarrones de su dormitorio por
miedo a que se cayeran y también tenía un modo particular de acomodar sus almohadas, en
donde no podían tocar el respaldo, y ella debía acomodar la cabeza exactamente en el centro
del rombo que formaba el almohadón. Además exigía que sus padres dejaran la puerta
entornada de su dormitorio. Freud interroga en varias oportunidades a la paciente y después
de muchas resistencias de ella a asociar su sintomatología, descubren la relación que tienen
los relojes con el “latir” involuntario del clítoris en las noches. También al obligarlos a los
padres a dejar su puerta entreabierta exige que estos no tengan intimidad sexual. Freud
analiza cada detalle narrado por ella como si fuera un sueño desde su simbología, y vuelve a
demostrar que lo oculto y reprimido es de índole sexual.”

Freud concluye que los síntomas neuróticos tienen un sentido similar al de las operaciones
fallidas y los sueños y que están en vinculación directa con el paciente. El plantea que la tarea
del analista es descubrir esta situación del pasado en la que la idea estaba justificada y la
acción respondía a su fin. El habla de que los síntomas tienen rasgos “típicos” y rasgos
“particulares”. Es estos que se va a poder investigar la historia que los desencadeno. Los rasgos
típicos son los que van a ayudarnos para enmarcar al paciente en un diagnóstico, y los
“singulares” sirven de material para desentramar la vivencia particular.

FREUD- PEGAN A UN NIÑO: contribuciones al conocimiento de la génesis de las


perversiones sexuales. 1919

Freud ubica el origen de estas fantasías a una edad muy temprana, antes de la edad
escolar. Luego, cuando el niño co-presencia en la escuela cómo otros niños son azotados por
los maestros, estas vivencias vuelven a convocar aquellas fantasías.
Freud perseguía averiguar algo más de estas fantasías tempranas, acerca de quién era el niño
azotado, si era siempre el mismo o un extraño y quien lo azotaba o si era el mismo azotando a
otro. Ninguna de estas preguntas tuvo respuesta, sus pacientes solo respondían “No sé nada
más sobre eso; pegan a un niño” una fantasía así, que emerge en la temprana infancia, quizás a
raíz de ocasiones casuales y que se retiene para la satisfacción autoerótica, sólo admite ser
concebida como un rasgo primario de perversión. Vale decir: uno de los componentes de la
función sexual se habría anticipado a los otros en el desarrollo, se habría vuelto autónomo de
manera prematura, fijándose luego y sustrayéndose por esta vía de los procesos evolutivos.
Con la emergencia de esta fantasía de paliza para la satisfacción auto erótica. Freud da cuenta
de una sexualidad perversa, porque el fantasma plantea una desviación de la pulsión en tanto
que no hay objeto genital de la pulsión. Luego Freud continua diciendo que “Una perversión
infantil de esta índole no necesariamente dura toda la vida, más tarde puede caer bajo la
represión, ser sustituida como una formación reactiva o puede ser sublimada. Pero si estos
procesos faltan la perversión se conserva en la madurez”.
La fantasía de paliza cambia más de una vez: su vínculo con la persona fantaseadora, su objeto,
contenido y significado.
“La primera fase de la fantasía de paliza se formula entonces acabadamente mediante el
enunciado:«El padre pega al niño».Dejo traslucir mucho del contenido que luego
pesquisaremos si digo, en lugar de ello:«El padre pega al niño que yo odio».“En verdad
podemos vacilar en cuanto a si ya a este grado previo de la posterior fantasía de paliza debe
concedérsele el carácter de una «fantasía». Quizá se trate más bien de recuerdos de esos
hechos que uno ha presenciado, de deseos que surgen a raíz de diversas ocasiones; pero estas
dudas no tienen importancia alguna.”Entre esta primera fase y la siguiente se consuman
grandes trasmudaciones. Es cierto que la persona que pega sigue siendo la misma, el padre,
pero el niño azotado ha devenido otro; por lo regular es el niño fantaseador mismo, la fantasía
se ha teñido de placer en alto grado y se ha llenado con un contenido sustantivo cuya
derivación nos ocupará más adelante.La segunda fase se formula así«Yo soy azotado por el
padre».Esta tiene un indudable carácter masoquista e inconsciente.“Esta segunda fase es, de
todas, la más importante y grávida en consecuencias; pero en cierto sentido puede decirse de
ella que nunca ha tenido una existencia real. En ningún caso es recordada, nunca ha llegado a
devenir-consciente. Se trata de una construcción del análisis, mas no por ello es menos
necesaria.”Continua “La tercera fase se aproxima de nuevo a la primera. Tiene el texto
conocido por la comunicación de las pacientes. La persona que pega nunca es la del padre; o
bien se la deja indeterminada, como en la primera fase, o es investida {besetzen} de manera
típica por un subrogante del padre (maestro). La persona propia del niño fantaseador ya no
sale a la luz en la fantasía de paliza. Si se les pregunta con insistencia, las pacientes sólo
exteriorizan: «Probablemente yo estoy mirando».En lugar de un solo niño azotado, casi
siempre están presentes ahora muchos niños”Recordemos que “La situación originaria,
simple y monótona, del ser azotado puede experimentar las más diversas variaciones y
adornos, y el azotar mismo puede ser sustituido por castigos y humillaciones de otra índole.
Empero, el carácter esencial que diferencia aun las fantasías más simples de esta fase de las de
la primera y establece el nexo con la fase intermedia es el siguiente: la fantasía es ahora la
portadora de una excitación intensa, inequívocamente sexual, y como tal procura la
satisfacción onanista.”La fantasía de la época del amor incestuoso había dicho:«El (el padre)
me ama sólo a mí, no al otro niño, pues a este le pega».La conciencia de culpa no sabe hallar
castigo más duro que la inversión de este triunfo:«No, no te ama a ti, pues te pega».Entonces
la fantasía de la segunda fase, la de ser uno mismo azotado por el padre, pasaría a ser la
expresión directa de la conciencia de culpa ante la cual ahora sucumbe el amor por el padre.
Así pues, la fantasía ha devenido masoquista.Es la conciencia de culpa el factor que trasmuda
el sadismo en masoquismo.Pues justamente en estos niños se ve particularmente facilitado un
retroceso a la organización pre genital sádico-anal de la vida sexual. «El padre me ama» se
entendía en el sentido genital, por medio de la regresión se muda en «El padre me pega (soy
azotado por el padre) ».
Este ser-azotado es ahora una conjunción de conciencia de culpa y erotismo; no es solo el
castigo por la referencia genital prohibida, sino también su sustituto regresivo, y a partir de
esta última fuente recibe la excitación libidinosa que desde ese momento se le adherirá. (sólo
esta es la esencia del masoquismo).
tercera fase, su configuración definitiva en que el niño fantaseador sigue apareciendo a lo
sumo como espectador, y el padre se conserva en la persona de un maestro u otra autoridad.
La fantasía, semejante ahora a la de la primera fase, parece haberse vuelto de nuevo hacía el
sadismo. Produce la impresión como si en la frase «El padre pega al otro niño, sólo me ama a
mí» el acento se hubiera retirado sobre la primera parte después que la segunda sucumbió a la
represión. Sin embargo, sólo la forma de esta fantasía es sádica; la satisfacción que se gana
con ella es masoquista, su intencionalidad reside en que ha tomado sobre sí la investidura
libidinosa de la parte reprimida y, con esta, la conciencia de culpa que adhiere al contenido.
En efecto, los muchos niños indeterminados a quienes el maestro azota son sólo
sustituciones de la persona propia.aquí se muestra por primera vez algo que semeja una
constancia en el sexo de las personas al servicio de la fantasía. Los niños azotados son casi
siempre varoncitos, tanto en las fantasías de los varones como en las de las niñas. Y este rasgo
no se explica evidentemente por alguna competencia entre los sexos, pues de lo contrario en
las fantasías de los varones tendrían que ser más bien niñas las azotadas; por otra parte,
tampoco tiene nada que ver con el sexo del niño odiado de la primera fase, sino que apunta a
un complicado proceso que sobreviene en las niñas. Cuando se extrañan del amor incestuoso
hacia el padre, entendido genitalmente, es fácil que rompan por completo con su papel
femenino, reanimen su «complejo de masculinidad» (Van Ophuijsen [1917] ) y a partir de
entonces sólo quieran ser muchachos. Por eso los chivos expiatorios que las subrogan son sólo
muchachos. En los dos casos de sueños diurnos -uno se elevaba casi hasta el nivel de una
creación literaria-, los héroes eran siempre sólo hombres jóvenes; más aún: las mujeres ni
siquiera aparecían en estas creaciones, y sólo tras muchos años hallaron cabida en papeles
secundarios.“La perversión ya no se encuentra más aislada en la vida sexual del niño, sino
que es acogida dentro de la trama de los procesos de desarrollo familiares para nosotros en
su calidad de típicos -para no decir «normales»-. Es referida al amor incestuoso de objeto, al
complejo de Edipo del niño; surge primero sobre el terreno de este complejo, y luego de ser
quebrantado permanece, a menudo solitaria, como secuela de él, como heredera de su carga
{Ladung} libidinosa y gravada con la conciencia de culpa que lleva adherida (constitución del
superyó).
La fantasía de paliza y otras fijaciones perversas análogas sólo serían unos precipitados del
complejo de Edipo.
La trasmudación del sadismo en masoquismo parece acontecer por el influjo de la conciencia
de culpa que participa en el acto de represión. Entonces, la represión se exterioriza aquí en
tres clases de efectos:-vuelve inconciente el resultado de la organización genital.-constriñe a
esta última a la regresión hasta el estadio sádico-anal-muda su sadismo en el masoquismo
pasivo, en cierto sentido de nuevo narcisista.“¿De dónde viene la conciencia de culpa?
Tampoco aquí los análisis nos dan respuesta alguna. Pareciera que la nueva fase en que
ingresa el niño la llevara consigo y, toda vez que perdura a partir de ese momento,
correspondiera a una formación cicatricial como lo es el sentimiento de inferioridad (típico de
la neurosis).E. Bleuler [1913a] (ver nota) ha admitido como algo asombroso e inexplicable que
los neuróticos sitúen el onanismo en el centro de su conciencia de culpa. Por nuestra parte,
supusimos desde siempre que esa conciencia de culpa se refería al onanismo de la primera
infancia y no al de la pubertad, y que debía referírsela en su mayor parte no al acto onanista,
sino a la fantasía que estaba en su base, si bien de manera inconsciente -vale decir, la fantasía
proveniente del complejo de Edipo.
Es de importancia incomparablemente mayor la segunda fase, inconsciente y masoquista:la
fantasía de ser uno mismo azotado por el padre.No sólo porque continúa su acción eficaz por
mediación de aquella que la sustituye; también se pesquisan efectos suyos sobre el carácter,
derivados de manera inmediata de su versión inconsciente.Los seres humanos que llevan en su
interior esa fantasía muestran una particular susceptibilidad e irritabilidad hacia personas a
quienes pueden insertar en la serie paterna; es fácil que se hagan afrentar por ellas y así
realicen la situación fantaseada, la de ser azotados por el padre, produciéndola en su propio
perjuicio y para su sufrimiento. “No me asombraría que alguna vez se demostrara que esa
misma fantasía es base del delirio querulante paranoico”.Las dos fases conscientes parecen
sádicas; la intermedia -la inconsciente- es de indudable naturaleza masoquista; su contenido
es ser azotada por el padre, y a ella adhieren la carga libidinosa y la conciencia de culpa.La
persona que pega es desde el comienzo el padre; luego, alguien que hace sus veces, tomado
de la serie paterna. La fantasía inconsciente de la fase intermedia tuvo originariamente
significado genital; surgió, por represión y regresión, del deseo incestuoso de ser amado por el
padre. Dentro de una conexión al parecer más laxa viene al caso el hecho de que las niñas,
entre la segunda y la tercera fases, cambian de vía su sexo, fantaseándose como varoncitos.
Algunos hallaban su satisfacción sexual exclusivamente en el onanismo tras fantasías
masoquistas;otros habían logrado acoplar de tal suerte masoquismo y quehacer genital que
por medio de escenificaciones masoquistas y bajo condiciones de esa misma índole conseguían
la meta de la erección y eyaculación o se habilitaban para ejecutar un coito normal.A esto se
sumael caso, más raro, del masoquista perturbado en su obrar perverso por unas
representaciones obsesivas que emergen con intensidad insoportable.“Es difícil que los
perversos satisfechos tengan razones para acudir al análisis; pero en los tres grupos
mencionados de masoquistas pueden presentarse fuertes motivos que los conduzcan al
analista.El «ser-azotado» de la fantasía masculina, como la llamaré en aras de la brevedad y
espero que sin dar lugar a malentendidos, es también un «ser-amado» en sentido genital, pero
al cual se degrada por vía de regresión. Por ende, la fantasía masculina inconciente no rezaba
en su origen «Yo soy azotado por el padre», según supusimos de manera provisional, sino más
bien «Yo soy amado por el padre». Mediante los consabidos procesos ha sido trasmudada en
la fantasía conciente «Yo soy azotado por la madre».La fantasía de paliza del varón es
entonces desde el comienzo, mismo pasiva, nacida efectivamente de la actitud femenina hacia
el padre. Entonces, como la femenina (la de la niña), corresponde también al complejo de
Edipo, sólo que el paralelismo entre ambas por nosotros esperado debe trocarse por una
relación de comunidad de otro tipo: En ambos casos la fantasía de paliza deriva de la ligazón
incestuosa con el padre.
Diversidades entre las fantasías de paliza de ambos sexos: En el paso a la fantasía consciente
que sustituye a la anterior [la tercera fase], la niña retiene la persona del padre y, con ella, el
sexo de la persona que pega; pero cambia a la persona azotada y su sexo, de suerte que al
final un hombre pega a niños varones. Por lo contrario, el varón cambia persona y sexo del
que pega, sustituyendo al padre por la madre, y conserva su propia persona, de suerte que al
final el que pega y el que es azotado son de distinto sexo. En la niña, la situación
originariamente masoquista (pasiva) es trasmudada por la represión en una sádica, cuyo
carácter sexual está muy borrado, mientras que en el varón sigue siendo masoquista y a
consecuencia de la diferencia de sexo entre el que pega y el azotado conserva más semejanza
con la fantasía originaria, de intención genital.

CONFERENCIA 23.
LOS CAMINOS DE LA FORMACIÓN DEL SÍNTOMA

Los síntomas constituyen la base de la enfermedad


Formación del síntoma: El yo crea una barrera y rechaza la realidad, la energía libidinal se topa
con esta barrera y ya no puede pasar, entonces regresa al inconsciente y se crea la fijación
dentro de una de las organizaciones ya superadas, o en un objeto que resigno antes.
Pero, ¿dónde halla la libido las fijaciones que le hacen falta para quebrantar las represiones?
En las prácticas y vivencias de la sexualidad infantil, en los afanes parciales y en los objetos
resignados de la niñez
Así la escapatoria de la libido es posibilitada por la existencia de estas fijaciones.
Otro modo de formación del síntoma es por vivencias traumáticas como en el caso de la
neurosis infantil, sin embargo esta puede durar toda la vida. Entendiendo por trauma el no
cumplimiento del placer.
Otro modo es debido a las fantasías, que aunque algunas son toleradas por el yo, otras que
desarrollan un esfuerzo por la realización, crean un conflicto entre ellas y el yo y son sometidas
a la represión por parte del yo, entonces regresan al inconsciente; así desde las fantasías
ahora ya inconscientes, la libido vuelve a migrar hasta sus orígenes en el inconsciente hasta
los lugares de fijación. Sin embargo existe un camino de regreso de la fantasía a la realidad, y
es ... el arte. Al comienzo el artista es también un introvertido, y no esta muy lejos de la
neurosis, sin embargo encuentra el camino a la realidad a través de la sublimación
En la perversión, la libido alcanzara una satisfacción real aunque no normal, la libido escapa,
según el principio del placer, pero tiene que sustraerse del yo y de sus leyes y al hacerlo,
renuncia a toda la educación adquirida bajo la influencia de ese yo. En este caso, el yo no
acepta la libido, pero esta se escapa de él.
Hay casos en que todo el peso de la causación de síntomas recae en las vivencias sexuales de
la infancia, hay otros en que el acento recae sobre los conflictos posteriores.
Los síntomas, pues, crean un sustituto para la satisfacción frustrada por medio de una
regresión a la libido a épocas anteriores.
Para la formación del síntoma cooperan los mismos procesos inconscientes que contribuyen a
la formación del sueño: la condensación y el desplazamiento. Al igual que el sueño, el síntoma
figura algo como cumplido, pero por medio de la condensación, esa satisfacción puede
comprimirse en una sensación única y a través del desplazamiento se circunscribe a un
pequeños detalle de todo el complejo libidinoso.

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