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I' ■ •ESTUDIOS
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A. ERNST.
CON -UNA U 5 U N A .
C A R A C A S-
IM P R E N T A NACIONAL.
F E B R E R O — 18 7 8.
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A . E R H S T ,
C A R A C A S
IMPRENTA NACIONAL.
F E BR E R O — 1 8 7 8 ’
§
EST U DI OS
CAFÉ EN VENEZUELA.
IN TRO D U C CIO N .
P R IM E R A P A R T E .
A pesar de 110 ser raros los casos do esta naturaleza, ni uno solo se
halla citado en las obras de terato lo g ía publicadas por M oquiu-Taudou,
M asters y otros autores. Nosotros hemos observado los cinco casos siguientes.
P ertenece á este caso la forma conocida bajo el nom bre de Café caraco
lillo, en alusión á la sem ejanza entre la semilla y las conchas de ciertos
moluscos univalves, v. g. del género Cypreea.
E l ovario de la flor del café, tiene dos cavidades, cada una con un hue-
vecillo, y generalm ente se desarrollan ambos, formando dos sem illas en el
fruto m aduro. (Yréase la figura I a en la lám ina que acom paña este escrito).
Pero sucede algunas veces que uno de los huevecillos no se desarrolla, ó
aborta, en cuyo caso el otro tiene mas lugar, y ocupa todo el espacio interior
de la baya, adquiriendo una forma ovalada, en lugar de la planoconvexa que es
la norm al de cada semilla. L a causa puede ser doble: ó uno de los h u e
vecillos no fué fecundado, ó si lo filé, no tin o la suticieute alim entación p a
ra su ulterior desarrollo. P or eso se hallan estos frutos mas bien en los
extrem os de las ram as, y sobre todo en árboles débiles ó raquíticos. La
propiedad es h asta cierto grado hereditaria, lo que hemos visto com probado
en siem bras hechas de propósito. Así se esplica sin du d a la existencia de
árboles que solo producen café caracolillo, y de los cuales se nos h a asegu
rado liai muchos en la G uayana.
E n el comercio se conoce esta anom alía bajo el uom bre d e café de M oca;
pero seria un error creer que todo el café que proviene de dicha localidad
tuviera esta forma, aunque parece ser m as común por allí que en otros países.
Los granos del café caracolillo son pequeños, apéuas tienen un centím etro de
largo y ciuco m ilímetros de g ru e so ; su peso es (m uestras de un año de edad) por
térm ino medio 185 m iligramos, m ientras que el peso de un grano norm al, en
igualdad de circunstancias, se halló de 230 m iligram os. La m uestra núm e
ro 2 es café caracolillo, y la figura 4 representa la sección transversal de
uno de sus granos.
4. Café morocho.
ü esígnanse con este nombre los granos de café en los cuales el eudos-
permo de cada semilla está dividido en dos p artes separadas, una que es
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m ayor y que envuelve casi por completo la otra. Tam bién el café caracoli
llo presenta á veces esta anom alía. Los granos son relativam ente graneles
(12 á 13 m ilím etros de largo, y !) á l<> de an c lio ,) y su peso por térm ino
medio era 410 miligramos en una m uestra que tenia algo m as de un año
de edad. V éanse las m uestras núm ero 3 y 4, y ademas las liguras 2 y 3,
que representan secciones transversales de granos de café morocho.
5. Adhesion de Frutos.
Uno de nuestros amigos, el señor Carlos Eugelke, nos lia m ostrado frutos de
café formados por la adhesion de varios, como lo indicaban los surcos longitudina
les del pericarpio. H ab ia al mismo tiempo adhesión parcial entre las semillas,
pero ninguna de estas estaba bien form ada. No ileb& confundirse esta anomalía
con la que menciona Lunau (H ortus jam aicensis, K ingston 1814, vol. I,
pág. 214), do hallarse á veces en árboles jóvenes y fuertes algunas bayas
con tres semillas. No hemos visto tal cosa en V enezuela; pero es posible
que exista tam bién en nuestros cafetales. (3)
SE G U N D A P A R T E .
1. Enfermedades del árbol de café causadas por condiciones desfavorables del suelo.
a. Situación del cafetal.
m iendan las tierras algo ligeras, m edianam ente mezcladas con piedras, y de
ben evitarse los lugares cenagosos ó donde abundan capas de arcillas com
pactas ( Madriz, Cnltivo del Café, Taris 1869, pag. 13 ).
No pocas veces se procede á hacer nuevas fundaciones, sin haberse ex a
m inado previam ente la n aturaleza del subsuelo, aunque esta exploración nada
tiene de difícil y requiere mui poco tiempo.
100.00 100.0
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(A n álisis I es de Lévy, Revue scient, et industr., vol. X X IV , 74, citada
en el Dictionnaire îles A nalyses chim iques p. Violette & A rcham bault, P aris
1851, -vol. 1, pág. 180. A nálisis 11 es de Letellier, citada en F rém y e t Pe-
lonze, T raité de Chimie générale, P aris 1857, vol. V I, pág. 533).
Supongam os que las hojas caídas vengan á descomponerse sobre el mis
mo terreno del cafetal, y que se devuelvan á éste, como debería ser, la
pulpa después do la descerezacion, y el pergam ino despues de venteado el
café trillado. El terreno pierde entonces solam ente las sustancias m inerales
contenidas en los granos de café. Un cafetal que produzca v. g. 100 quiu
tales anuales pierde por co n sig u ien te'325 libras de ellas, cantidad en la cual
los carbonates de potasa y de cal representan más de la m itad, y los fosfatos
más de u n a sesta parte, sin mencionar las combinaciones menos im portan
tes. A ndando los años, se empobrecerá más y m ás el suelo del cafetal, y
por consiguiente las cosechas se dism inuirán. P o r fin llegará un tiem po en (pie
el suelo quede convertido en una escoria im productiva, y los debilitados á r
boles se m ueran, por decirlo así, de ham bre.
R esulta de estas consideraciones la necesidad de em plear abonos, y so
bre todo abonos m inerales que contengan las sustancias perdidas.
Será este mejoramiento del suelo aun m ás necesario en lugares, donde
por el declive del terreno la pérdida de aquellas sustancias minerales se
verifica adem as por las aguas de lluvias que ya disuelren, ya a rra stra n cons
tantem ente con la tierra movediza una porcion de ellas, probablem ente aun
m ayor que la cantidad contenida en los granos de café.
Respecto del carbonato de p o tasa liai que observar que la m ayor p arte
de los cafetales de Venezuela no es deficiente en esta m ateria, á lo menos
en las regiones de la sierra costanera, cuyas rocas, esencialm ente gnéisicas,
contienen de 45 á 50 por 100 de feldespato, m ineral que d a cerca de 17 por
100 de potasa. Pero no sucede lo mismo coji el ácido fosfórico, que debe
darse al suelo por medio de abonos fosfatados, como v. g. el fosfato de c a l.
Acompañamos m arcada con el núm ero 5 una m uestra de café que es
una comprobaciou del estado raquítico resultante de la insuficiencia de su s
tancias n u tritiv a s y del agua. P u d iera llam arse café enano ó café cebada,
pues los granos tienen solo 5 á 0 m ilím etros d(* largo y apenas 4 de grueso,
y cien de ellos pesan ( dos años despues de cosechados) no más de cinco
gramos. La m uestra proviene de la H acienda “ El Rosario,” á f leguas
distancia de Santa Lucía, y que es propiedad del señor S antiago Sosa.
ella empiezan a secarse sus extrem os, m uriéndose de inanición una p arte
del árbol, m ientras que o tra sigue vegetando C3 ii mucho vigor.
No siem pre será ventajoso q u ita r los chupones; á veces puedo ser más
conveniente conservar los más fuertes, quitando más bien algunas ram as
viejas é im productivas, para rejuvenecer de este modo el árbol En todo
caso necesita el último una alim entación más abu n d an te por medio de abo
nos adecuados.
La frondosidad excesiva es generalm ente la causa de la supresión más ó
inéuos com pleta de las llores y de los frutos, sea que el árbol agota sus
fuerzas antes de llegar al período de florecer, ó que la continua formación de
nuevas hojas no le hace llegar en su vida vegetativa al descanso que debe
preceder al desarrollo de los órganos de reproducción. En algunos árboles
frutales se corrige este defecto por medio de incisiones circulares en la cor
teza del tronco, ó por alam bres gruesos que se tuercen estrecham ente al
rededor de él. En uno y otro caso se dism inuye la energía de la subida
del agua, y se regularizan asi las funciones vegetativas. No cabe duda de
que lo mismo podrá hacerse con el árbol de café. Terrenos nuevos y fera
ces presentau sobre todo la dificultad que nos ocupa, siendo por eso conve
niente dejarlos d u ra n te algunos meses expuestos á los rayos solares, despues
de haberles quitado su prim itiva vegetación.
i
2. Enfermedades debidas á influencias nocivas de las condiciones
meteorológicas de la atmósfera.
A. Vegetales parásitos.
(4) Gafdeners Chronicle, número (¡, 18(¡!t; y Journal of the Li linean Society,
vol. XIV. (1871), liím. III, lig. 10.
(5) . La primera lámina presenta una rama con flores del café de Liberia.
15
destruye, lo mismo hace el ácido sulfúrico; pero el nítrico solo cam bia su
color, haciéndola m as claro, sin efectuar su disolución ni en 48 horas. El
alcool 110 los ataca, ni aun caliente.
Los micelios de los hongos son la base en la cual nacen sus órganos
de reproducción. Estos últim os difieren m uchos do aquellos de las p lantas
m as perfectas, y son adem as de forma mui variada.
H a sta ahora hemos observado en el hongo del “ Candelillo” solo dos
clases de órganos do reproducción: esporidios [Knospensporen do los auto
ses alemanes] y picnidios. Los prim eros se forman en hilos cortos, engro
sados hacia arriba, son de color parduzco y cada uno contiene 11110 ó v a
rios núcleos. A menudo se ven 4 á <¡ esporidios en un solo hilo. Se se
paran con el tiempo, y de ellos nacen en seguida nuevos hilos del m i
celio.
Los picnidios no se consideran generalm ente como órganos del hongo,
sino como parásitos que vegetan encim a de su micelio. Los que hemos o b
servado se parecen mucho á los esporidios, como se ve en la figura 5 de la
lám ina que acom paña n u estra Memoria.
No hemos observado los auteridios, ni los «Jogonios y esporocarpios, y
por falta de los últim os es imposible clasificar el hongo del “ Candelillo.”
Tan solo hemos visto algunas espgrulas separadas de forma ovalada y de
iJ i í m ilímetro do longitud. Según ciertas analogías, siendo las más
notables la vegetación superficial y la forma de los esporidios, creemos sin
em bargo que pertenece á la familia de los Erisifeos ( E rysiphei), y p ro b a
blem ente al género Erysiphe, y m ientras «pie se conozca por com pleto su h is
toria natural, proponemos nom brarlo provisionalm ente Erysiplie (? ) scandens
en alusfon á su modo de crecer. O bservaciones ulteriores, y sobre todo es -
perim entos de cultivar el hongo, «larán por cierto más ta rd e resultados m ás
satisfactorios.
El micelio «le , este parásito sofoca las hojas del árbol «le café, porque
obstruye los estom as ó respiraderos «pie se* hallan en su envés, causando
así su m uerte. Lo mismo .sucede con los frutos verdes, si se esparce por
encim a del epicarpio, y en ambos sentidos es b astan te grave el daño que
produce. Hemos oido hablar de cafetales, en donde apenas liai árbol «pie no
tenga “ Candelillo,” y llegada á tal extensión, la enferm edad es una venia
d era plaga.
Es posible, aunque a caso no mui probable, «pie el conocimiento perfecto
de la historia natural «leí hongo nos conduzca al remedio co n tra sus e s tr a
gos. La aspersión con flor «le azufre daria sin duda buenos resultados,
como los ha dado contra la especie de Erysiphe que ataca los hojas de la
p arra (el Oidium Tttckeri «le algunos a u to re s). Pero este procedim iento es
difícil, por no decir enteram ente im practicable, en haciendas mui extensas.
M iéntras tan to no queda otro recurso que el de c o rta r las ram as atacadas
y de quem arlas, sistem a «pie en parte ha practicado con éxito feliz el señor
J . A. Mosquera, uno de los mas inteligentes cultivadores de cafó en Venezuela.
Los números í) y 10 de la coleccion ad ju n ta son m uestras ilu strativ a s del
“ Candelillo,” y los preparados microscópicos núm ero 11 y 12 servirán p a ra
confirmar la descripción que hemos presentado,
3. F uera del mencionado hongo liai aun varios otros que vegetan en
las hojas del cafó. Jierkeley encontró en algunas una especie nueva de J>e-
17
pazea, «]uc llama macidom. F orm a pequeñas m auclias circulares de color par-
duzco, y tiene espéralas fusiformes con siete núcleos, y oelio diezmilésimos
Í0.000S) (le pulgada de largo. Según O ersted (S istem a de los hongos, li.
qnenes y a lg as) el género Depiacn pertenecí* á Spharellti, y es de la familia
de los pirenomicetcs. La observación de Rerkeley se halla en e! citado Iu
forme del Director de los Jard in es R eales de Kew, pág. 21 .—-El número 13
de nuestra coleecion com prende hojas atacadas por este hongo, Berkeley
opina que la Depaxea es causa de la “ Mancha de hierro,” sin duda porque
las hojas que le fueron rem itidas, vinieron con esta denominación. lío que
remos contradecir el aserto de tan respetable autoridad, pero tendrem os más
adelante ocasion de com probar que la enfermedad llam ada así es generalm ente
de otro origen.
•1. Bajo el núm ero 11 presentam os algunas hojas del árbol de cafó ata
eadas en su cara superior por un liquen que creemos idéntico con la Striáida
compJanata de M ontagne ( Ramón de la Sagra, Icones Floree Cuban®, tab .
VII-, fig. 3 ). El mismo liquen se halla en muchos otros árboles de nuestra
llora v. g. sobre las hojas del bucare, del mango, de la magnolia etc., y no
puede cau sar daño« en el café, puesto que la cara superior de sus hojas no
tiene estomas, sino está cubierta con la capa no interrum pida de la cutícula.
Parece mui probable que el liquen mencionado viene á establecerse eu las
hojas del árbol de café, por medio de espéralas eaidas desde las coronas de
los árboles de som bra.
A fortunadam ente es una verdad lo que dice el Doctor .1. 1). Hooker en
su y a varias veces citado Informo (p á g . 2 1 ): ‘-P arece que en Venezuela
el café sufre poco de enferm edades, en comparación con otros países," pues
no tenem os la Hemiletn vastatrir, hongo cuyo micelio se desarrolla en c lin
terior de las hojas del árbol de café; tam poco so conoce aquí nada sem e
ja n te á Ja PeUicularia K o k m j« Cooke, otro hongo que en Misore’ (lu d ia s Orien
ta le s ) cubre las hojas del café con una sustancia gelatinosa y viscosa, can
sando su m uerte así como la de los fruto". (Inform e de K e«-, pág. 2 0 ):
B. A N IM A LES P A R Á SIT O S .
Comprendiendo en esta sección solo los anim ales que viven exclusiva
m ente sobre el árbol de eafé, no tenemos por fortuna m ás de uno que ataca
los cafetales de este país, produciendo en las hojas manchas irregulares de
aspecto algo cham uscado, enfermedad que por eso se ronore bajo el nombre
«le u Mancha de hierro.’’
Com préndense acaso bajo este nombre tam bién otras manchas de aspecto
semejante, pero debidas á la vegetación de un hongo, como se ha dicho m ás a r rib a ;
pero generalm ente cíi la ‘‘ Mancha de hierro" el resultado de la presencia de
la larva de una pequeña mariposa nocturna, que en la zoología lleva el nom
bre de Centiosionut coffeelhtui S tainton. Hemos observado varias veces la
larva en el parenquiina de la hoja:;; hemos visto n crisálida en m ultitud
de casos, \ á menudo liemos capturado el insecto perfecto : pruebas que son
más (pie suficientes para que sostengam os la existencia ib* e. te parásito en
loti cafetales de Venezuela, donde su larva produce las destrucciones que se
conocen con el nom bre ya mencionado. Adem as es notorio que el insecto
3
existe 011 el B rasil y eu varios de las A utillos ( Dominica, M artinica, P uerto
Rico etc.), y »11 presencia en Venezuela tiene por consiguiente nada de. sor
préndente.
El eouoeido entomólogo Mr. Pickm an Mann lia publicado en el .[ » m i
tán ya liiralist de 1872 ( p&g. 332 á 311, 59f> á 007) una adm irable descrip
ciou de este insecto, y habiéndola encontrado exacta en todos aquellos puntos
que hemos podido verificar por nuestras observaciones propias, nos serviré
mo 3 de ella como base do la siguionte exposición, recordando q u e ya eu ae
siou del 10 de A gosto de 1872 so ha presentado íi la Sociedad de Ciencias
físicas y naturales de esta capital un trabajo sem ejante sobre esta m ateria.
1. Indicación de la presencia del insecto. A m enudo se nota que algu
ñas hojas eu los árboles de café presentan m anchas más i> ménos grandes
de un aspecto cham uscado y de un centro casi negruzco. Son producidas
por la larva de una pequeña m ariposa, la cual, después de haber llegado al
térm ino de su existencia larval, forma una crisálida ó capullo cubierto do un
tejido mui tino, blanco y de lustre sedoso.
2 . Nombres científicos. El nombre genérico ('emiostoma fué formado por
¿eller, y publicado en la Linntea entomologica, año do 1818. Es derivado
do las dos voces griegas J;emos (bozal) y stoma (b o c a ), porque los pelos
que crecen eu ambos lados de la cara, son tan largos que cubren entera
mente la boca. El nombre específico “ coffeellum" se lia tom ado del de lá
plan ta en que vive el insecto, y la term inación indica el tam año dim inuto
de éste. G uérin-M éneville describió posteriorm ente el mismo insecto bajo el
nombre de Elachista coffeella. E 11 el Brasil, donde es mui común y dism inuye
la cosecha del cate en tina quinta parte (Inform e de Kevr, pág. 20) s e lla
ma -b a rb o lc ta do cafezal,” ó sea m ariposa del cafetal; en las A ntillas fra n
cesas se conoce con el nombre de “ rouille,” en las inglesas con el de 11 ru st,”
(a m b a s p alab ras significan herrumbre, moho, tizón). E n tre nosotros el nom
bre “ M ancha de h ierro ” tiene mucha analogía con estos últimos.
El insecto perfecto tiene con las alas abiertas apenas 5 á G m ilím etros
de ancho; el cuerpo mide dos milímetros de largo. La cabeza, la p arte ¡11
ferior del cuerpo, el lado superior de las alas delanteras y la piernas están
cubiertas de un finísimo polvo de color de plata, formado de escam as mi
croscópicas. La parte superior del cuerpo es de color am arillento; las a n
tenas son negras, de forma linear y aleznada, y algo más largas que la m itad
de las alas delanteras. Sus articulaciones basales son m ás gruesas y d en sa
mente cubiertas de pelos blancos, que casi tapan los ojos qne son negros,
t.as alas delanteras son mui largas en comparación con sil anchura. Eu el
ángulo anterior se nota una m ancha negruzca con viso azul, ribeteado en
dos lados de amarillo. Ademas se observan en la m itad exterior del ala dos
pequeñas fajas oblicuas del mismo color, y dos hileras de escamas negras
cpie desde la costa ó vena anterior se estienden más allá de la m ancha ne
gra, cortándose en un ángulo mui agudo. La orilla de todas las alas, ex
ceptuándose la anterior, está adornada con largas pestañas negruzcas. Las
alas posteriores son mui angostas y puntiagudas, \ en am bas caras de coloi
negruzco, lo mismo que el lado inferior de las delanteras. En la cabeza liai
un pequeño copete de pelos blancos, y detrás de él una m ancha lisa y De
gra, formada de escam as sum am ente pequeñas. El abdomen es formado de
ocho segmentos.
ID
este fin la larva se deja caer por un hilo de seda, y busca generalm ente un
repliegue cerca del borde en la cara inferior de la lioja. Al principio hace
* el tejido superior, despues el inferior, y eu seguida el capullo, cuyas hebras
exteriores corren en sentido longitudinal..
11. Considerando la im portancia de las hojao en la vida de los vejeta
les se com prenderá el daño que causan estos insectos. P o r fortuna es aun
de poca extension entre nosotros la influencia funesta del Cemiostoma ¡ pero
no es imposible que condiciones extraordinarias favorezcan un dia su d esa r
rollo en cantidades infinitas, convirtiendo eu plaga lo que hoi á la m ayoría
de nuestros agricultores parecerá sin duda una m era curiosidad. ¡ O jalá que
jam as p ara Venezuela sea o tra cosa! P or ahora el vínico remedio que pode
mos indicar es q u ita r y destruir las hojas en las cuales se observa el iusec-
to, p ara dism inuir asi su propagación.
El núm ero 15 de nuestra coleccion de m uestras p resen ta hojas atacadas;
núm ero 16 son hojas con crisálid as; el insecto perfecto no hemos podido
conseguir por ahora. Las figuras 6 , a —f de la lám ina se refieren igualm ente
á cata m ateria, y no necesitan explicaciones ulteriores.
TERCERA PARTE.
1. P ertenecen á los enemigos del árbol de café todas las nudas yerbas que
cubren el suelo á_su alrededor, y que absorben el agua y las sustancias
n u titriv as que contiene. Mas daño aun hacen las trepadoras de la familia
de las cucurbitáceas ( Momordica, Melothria, Cyclanthera), porque impiden
el desarrollo natu ral de las ram as del árbol. Ademas todos estos vejetales
facilitan el accso do insectos dañinos, y hacen el cafetal dem asiado tupido,
de modo que el aire no puede circular con facilidad. E u el últim o sentido
un árbol puede llegar á ser enemigo del otro, cuando no están sem brados
en suficiente distancia unos de o tr o s : defecto que se nota con frecuencia
en las plantaciones de este país.
2. Caracolea. V arias veces hemos hallado sobre las hojas del café ejern
piares do la Succinca Tamsiana Pfr., y en sus ram as el Otostomus clépiotus
var. ictericiis Ed. vou M art., y no hai duda do que am bas especies causan
allí algún daño, por pequeño que sea.
3. Acaricies y Arañas. Las raíces del árbol de cafó están á veces iu
testadas do un ácaro de color blanco. Parece ser la misma especio que se
nota tam bién en otros árboles. , Cuando abunda, puede cau sar una enfermo
dad b astan te seria, y aun la m uerte de los árboles, porque hiriendo la
corteza do las raicillas mas tiernas, p a ra chupar su jugo, el auim alito pro
duce deformaciones en ellas que aniquilan las funcioues ‘de absorciou. El
señor José A utonio Mosquera de esta capital nos h a referido que en algunos
lugares de su hacienda erau en cierto tiem po m ui ab u n d a n te ; pero que de
»aparecieron como de repente, sin que pudiese conocer la causa.
A unque ninguna especie de arañ as vive de vejetales, sin em bargo la
excesiva presencia de sus lelas, sobre todo üi son form adas de anim alítos
gregarios, debe considerarse como incom patible con el buen estado del ca-
C
fetal. E s bieu cierto que las arañ as destruyen muchos insectos; pero al
mismo tiem po desfiguran el aspecto de los árboles, y los hilos fuertes y te-
naces de uua especie mui abundante, la yéphila hirtipes, dificultan h asta la
visita del cafetal.
i. Insectos. Bajo número 17 presentam os hojas de café con un gran
uúm ero de agujeros, de modo que se parecen á zarandas. Provienen de dos
haciendas de las riberas del T u v Como causa de este estrago nos han
sido rem itidos varios ejem plares de un coleóptero de la familia de los rincó
feros, el Geonemns quadrinodoeus Chev. [vulgarm ente llam ado pulgón], d e
signándolo como uno de los mas perjudiciales enemigos del café, que se
presenta en m ayor abundancia en invierno. Son sin duda las larvas de este
insecto las que producen la destrucción de las hojas, pues el coleóptero p er
fecto no es filófago, es decir, no se alim enta con hojas. E s un anim alito
mui común en todos los cafetales, y se conoce fácilmente por los cuatro n u
dos en la p arte posterior de sus élitros ó alas delanteras.
lío hemos visto h asta ahora troncos de cafetos atacados p o r larvas de
coleópteros, cosa que parece ser n ad a ra ra en otros países, v. g. cu varias
A ntillas inglesas, donde so conocen bajo el nom bre de “ borers” ó sea “ ta
ladradores.” Pero las hojas y ram as tiernas sufren con frecuencia daños de
parte do las Coccidas (vulgarm ente llam adas “ burriquitos d é l a virgen”), que
chupan su jugo, m ientras que diferentes especies de ortópteros (taras y g ri
llos) hacen en ellas graudes incisiones m arginales. Véanse las m uestras b a
jo uúm. 18 de la ad ju n ta coleccion.
Sucede á veces, aunque parece ser cosa rara, que el grano seco del
café en los almacenes es atacado pos uu gorgojo: no lo hemos visto, pero
uua persona fidedigna (el Sr. Anderson) nos ha referido el hecho. Acaso se debe es
fe ataque á la circunstancia de 110 e sta r enteram ente limpio el almacén, sobre
fodo después «le haber servido para gu ard ar caraotas, maíz, ú otros granos
que están mui expuestos á los estragos de coleópteros sem ejantes.
Repetidas veces hemos oido acusar á las abejas de ser enemigas del
café, por comerse sus flores. 5so hai nada de cierto en esto, como lo com prueba fá
cilmente la observación exacta do sus visitas. Las flores del café son pro
taudrae, es decir el pólcn sale de las an teras antes de que se abra el es
tigm a, de modo que se necesita la intervención de los insectos [especial
m entí' abejas y otros hiinenóptcrosj para que se efectúe la fecundación. P or
cbo se ve siempre uu gran número de estos anim alitos visitando las llores,
p ara chupar la miel que se halla en el fondo de la corola, y al hacer esto,
muchos granos de polen se adhieren á los pelos de que están cubiertos, y
quedan en seguida depositados en los estigm as abiertos de las llores visita-
dae con el mismo propósito de buscar aquel líquido dulce. Cuando ésto se
b a agotado, está también efectuada la fecundación; las an teras se secan y
se tuercen en espirales; la parte interior del tubo coroliuo so deseca y se
separa pronto del receptáculo. Las abejas no sou pues dañinas al c a lé ;
ellas no destruyen nada cu las (lores, mas bien contribuyen á que todas
ellas queden bien fecundadas, eondicion sin la cual no pueden producir
frutos.
3. ,1 ccs. Si bien es cierto que hai varias especies de aves que comen
una cantidad considerable de frutos de café [v. g. pericos, cotorras^ cono
tos etc.], especialm ente en haciendas situadas cerca de selvas, no es menos
cierto que m uchas otra9 sou mui útiles eu los cafetales por la destrucción
de insectos nocivos. Es pues, en nuestro concepto, práctica falsísim a la de
ahuyentar ó de m atar cualquier pajarillo, s o p re te sto de que pudiera robar
se algunos granos de café, y desearíam os que la escopeta se usara ménos
y con mas criterio solo contra los culpables.
6 . Cuadrúpedos. El rabopelado, el ratón y los m urciélagos comen el
fruto de c a fé ; tam bién hemos oido decir que lo mismo hace el zorro, pero
como este animal no puede tre p a r sobre los árboles, serán solo los frutos
eaidos que puede encontrar. Los estragos de cierta especie de ratón cam
pestre pueden llegar A sei mui notables. P orter refiere en el “ Tropical
A g ricnlturist” [London 1833, pág. 68 ] que en Jam aica los hacendados acos
(tim braban d ar un premio por cada cabeza de ratou entregada por los n e
gros, quienes los cazabau con perros. También eu Venezuela son bastante
grandes los estragos que causa este cuadrúpedo, trepando sobre los árboles
y comiéndose la p arte pulposa de los frutos, <le modo que los granos caen
al suelo y así se pierden.
7. Nos queda aún un enemigo del árbol de café, y eu nuestra humilde
opiuiou el más tem ible: el hombre. ¿O no merece acaso tal calificativo,
cuando en lugar de cuidar con solícito esmero el árbol que le regala su
precioso fruto, m ira con punible indiferencia su desarrollo, lo coloca en s i
tuaciones absolutam ente desfavorables, y aún lo m altrata al despojarlo con
ávidas manos de su valiosa carga '!
Hace dos ó tres años que fué enviado a la isla inglesa de Dom inica el
director del jard ín botánico de Trinidad, Mr. P restoe, para que inform ara
sobro las causas de la gran decadencia- del cultivo de café eu aquella isla.
R esultó que no eran (auto las enferm edades y enemigos naturales, sino más
bien la ignorancia y el carácter indolente de los habitantes, y la m ala o r
ganización de la colonia. [Journal of tlie Society o f A rts, vol. X X IV ,
?4S, 249].
Es uuesUa intima convicción (pie en este sentido nadie puede h ablar
de V enezuela: los resultados del cultivo, sobre todo en los últim os auos, sou
prueba elocuentísima de que. aquí el estado de las cosas es incom parable
mente mejor.
Pero, sin em bargo, creemos tam bién que el cultivo del árbol de café en
este país no ha llegado aúu al grado de perfección que puede y que debe
alcanzar. Una producción de solo una cu arta de libra de café beueficiado
por árbol por térm ino médio. es u n resultado uada satisfactorio. No es
objeto de esta Memoria en tra r en porm enores relativos á este asunto, que
en gran p a rte se roza con otras cuestiones im portantes de n u estra vida so
cial, y term inam os cou el fervoroso deseo de que en paz d u rad era y en dig
na lib ertad se realicen Las legítim as aspiraciones y esperanzas del gremio
agrícola, y que en lugar de un millón de quintales de cafó quo hoi
produce el país, los anales de nuestra estadística registrón pronto un número
doble.
A. E rn st .
D it jut DSErrj .t „ Litoft. à K. Utun.