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2010
El DNA antiguo nunca estuvo tan de moda. Los avances registrados durante los últimos diez años
en este terreno han sido motivo de que la revista Science haya seleccionado los estudios sobre
DNA de organismos extintos como uno de los diez campos más relevantes de la pasada década. La
misma revista consi- deraba también la publicación del borra- dor del genoma Neandertal como
uno de los diez avances o breakthroughs más im- portantes del año 2010. Cuando pensa- mos lo
calientes que están aún las con- troversias acerca de la publicación del genoma humano, parece
increíble que ya conozcamos buena parte del genoma del “otro” humano, desaparecido hace unos
30.000 años. Esto ha sido posible gracias a un esfuerzo conjunto de una serie de grupos de
investigación liderados por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig
(Alemania), y en concreto por el investigador sueco Svante Pääbo [Green et al., Science, 328:710
(2010)].
hace miles o millones de años. Esta posi- bilidad comenzó a vislumbrarse a me- diados de la
década de los 80, cuando se
anunciaron una serie de resultados espec- taculares que luego no pudieron ser con- firmados. Las
muestras aisladas no sólo
estaban fuertemente degradadas (fragmentadas y modifi- cadas químicamen- te) sino que
también aparecían masiva- mente contaminadas con DNA de origen bacteriano, vírico o humano.
Después de un reflujo en el entusiasmo ini- cial, la situación ha cambiado radical- mente en la
última década. Esto se ha debido sobre todo al desarrollo de tecno- logías diseñadas para trabajar
con DNA degradado, para amplificarlo por PCR y para identificar y ensamblar mediante
procedimientos bioinformáticos la aguja de las secuencias relevantes en medio del pajar de DNA
contaminante [Stiller et al., Genome Res 19:1843 (2009)]. De esta forma ha sido posible secuenciar
el ge- noma del mamut (a partir de pelos, en los que el DNA está bien preservado por la queratina,
una proteína muy resistente) y estudiar su relación filogenética con los elefantes [Miller et al.,
Nature 456:387 (2008)]. Fue posible secuenciar el DNA mitocondrial del Neandertal [Briggs et al.,
Science, 325:318 (2009)] y demostrar, mediante DNA procedente de restos orgánicos y
conservado en sedimentos congelados, que mamuts y humanos convivieron en Alaska durante
casi tres mil años, contradiciendo la idea de un rápido exterminio de los primeros [Haile et al.,
PNAS, 106:22352 (2009)]. Ha sido posible describir a partir de un dedo encontrado en una cueva
de Siberia lo que podría ser un nuevo tipo de humano, con una evolución independiente de
neandertales y humanos modernos, que vivió en Asia Central hace 40.000 años [Krause et al.,
Nature 464:894 (2010); Reich et al., Nature 468:1053 (2010)]. Y así, hasta llegar a la publicación del
ge- noma Neandertal y desvelar no sólo las diferencias genéticas con nuestra especie, sino que
muy probablemente existió en Europa flujo genético entre neandertales y humanos, o dicho de
forma menos académica, que las relaciones entre ellos no fueron siempre inamistosas. Se calcula
que europeos y asiáticos (pero no africa- nos) hemos heredado entre un 1% y un 4% de nuestros
genes de antepasados neandertales. En este descubrimiento ha habido participación española, en
con- creto el análisis de muestras de doce indi- viduos Neandertales hallados en la cueva del
Sidrón (Asturias) que murieron hace 49.000 años a causa del derrumbamiento de una cueva.
Grupos de investigación españoles acaban de publicar un artículo sobre este tema en el que
analizan gené- ticamente estos individuos y muestran que probablemente formaban un grupo
familiar con características patrilocales (es decir, que las mujeres procedían de fuera del clan
familiar, como sucede en la mayor parte de las comunidades huma- nas primitivas) [Lalueza-Fox et
al., PNAS, 108:250 (2011)].
En los 1960 los científicos descubrieron que las células llevan a cabo un número
limitado de divisiones pero llega un punto en que dejan de dividirse.
Los científicos creen que cerca del 10% de las células de las personas muy
mayores están en senescencia.
Eliminación
Cuando el fármaco fue suministrado después de que los ratones envejecieran, los
científicos encontraron una mejora en la función muscular.
"Nunca había visto algo semejante" explica el doctor James Kirkland, uno de los
investigadores.
Su colega, el doctor Jan van Deursen, explica a la BBC que "quedamos muy
sorprendidos por este efecto tan profundo. Realmente creo que es muy
significativo".
"Me siento optimista de que esto pueda realmente tener un impacto. Nadie quiere
vivir más si la calidad de vida es mala" dice el doctor Deursen.
"O desarrollar un fármaco que las ataque basado en las proteínas especiales que
estas células producen".
El doctor Jesús Gil, del Consejo de Investigación Médica del Reino Unido, afirma
que "el hallazgo debe ser tomado con un poco de cautela, porque es un estudio
preliminar".
Pero agrega que es una investigación "fascinante" que "sugiere que si te deshaces
de las células senescentes puedes mejorar los fenotipos (características físicas)
asociados al envejecimiento y mejorar la calidad de vida en el humano
envejecido".
Hallan tres tipos de flora intestinal
En nuestro intestino viven unos 100.000 millones de bacterias de unas 1.000
especies distintas, lo cual es unas 10 veces más del total de células en
nuestro organismo.
Especie dominante
"Analizamos la flora intestinal de unas 200 personas y vimos que éstas se agrupan
en tres distintos tipos o ecosistemas, y cada uno tiene una especie dominante"
agrega.
Estoy convencido de que enfermedades como la obesidad, diabetes, la enfermedad
de Crohn, la colitis ulcerosa y el cáncer de colon y recto e incluso el asma, el acné y
muchos otros males, están vinculados a la flora intestinal y a alteraciones que
ocurren en éstaDr. Jeroen Raes
Tal como explica el doctor Raes, todavía no saben porqué las personas tienen
alguno de estos ecosistemas de flora intestinal pero creen que podría deberse a
las diferencias como nuestro sistema inmune es capaz de distinguir entre las
bacterias beneficiosas y las bacterias perjudiciales.
Lo que es claro, dicen los científicos, es que estos tipos de flora intestinal no están
vinculados a factores como la edad, género, nacionalidad o índice de masa
corporal.
Diagnóstico de enfermedades
Tal como explica el doctor Raes, todavía deberán llevar a cabo más estudios para
poder determinar, por ejemplo, si una persona nace con su tipo determinado de
flora o es algo que cambia con el paso del tiempo.
Tampoco se sabe si estos tres tipos de flora intestinal son igualmente beneficiosos
o uno es más perjudicial o beneficioso que otro.
"Y con esto podríamos diagnosticar una enfermedad o incluso modificar la flora
intestinal para prevenir el desarrollo de esa enfermedad" agrega el científico.