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Los minerales son sustancias químicas esenciales para el organismo humano que se
encuentran en la naturaleza. Los podemos obtener principalmente de las plantas, (que a su
vez los toman de la tierra) y del agua que bebemos.
Pero hoy en día, se nos plantea un reto al respecto de estos nutrientes, ya que se observa
un déficit de los mismos en nuestra dieta como consecuencia, por un lado, de los métodos de
agricultura intensiva que se vienen practicando, lo cual resulta en un empobrecimiento de
los minerales del suelo y, por otro, del procesado de los alimentos.
Alimentos ricos en minerales
Macrominerales:
Denominados así porque los necesitamos en cantidades diarias superiores a 100
mg (en adultos). Entre ellos se encuentran: calcio, fósforo, magnesio, sodio o potasio,
cloro, azufre. Éste último podemos obtenerlo a través de la ingesta de aminoácidos
azufrados.
En cuanto al sodio, potasio y cloro, son considerados
como “electrolitos” porque siempre van asociados al agua e intervienen en el
equilibrio iónico y osmótico y en los gradientes eléctricos. Disueltos en este medio, son
conductores de la corriente eléctrica.
Microminerales u oligoelementos:
Necesarios en muy pequeñas cantidades. Dentro de este grupo encontramos:
o Elementos traza: cuyas necesidades oscilan entre 1 y 100 mg diarios. En esta
categoría se incluyen: hierro, cinc, manganeso, flúor y cobre.
o Elementos ultratraza: cuya ingesta diaria es inferior a 1 mg. Aquí se
engloban: selenio, molibdeno, cromo, yodo, boro y cobalto.
Absorción y disponibilidad
A diferencia de las vitaminas, algunas de las cuales pueden ser fácilmente destruidas ante
determinados procesos, los minerales son elementos que siempre mantienen su estructura
química, de tal modo que no son destruidos o alterados por el calor o la acción de otros
elementos como el oxígeno o los ácidos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que sí se
pueden perder por lixiviación, es decir; al lavar o cocer los alimentos cuando no consumimos
esa agua.
Así pues, determinadas técnicas culinarias como la cocción al vapor conlleva que se queden en
el agua parte de los minerales. Hay que valorar pues si resulta conveniente desecharla o no.
Por ejemplo, el ácido fítico contenido en la cubierta exterior de algunos cereales, o el ácido
oxálico contenido en algunos vegetales como las espinacas, pueden unirse a algunos minerales
reduciendo significativamente su biodisponibilidad. Por ello, para elaborar pan (sobre todo
integral), recomendamos la utilización de masa madre, ya que ésta actúa sobre el ácido fítico
contenido en el salvado, desactivando su acción quelante.
Otro factor que afecta a la biodisponibilidad es la carga magnética del quelato en cuestión.
Puesto que nuestro tracto intestinal tiene una carga magnética negativa, lo mejor para
facilitar una buena absorción sería que el quelato tuviera carga magnética neutra, puesto que,
si su carga también fuera negativa, sería repelido lejos de las vellosidades intestinales,
dificultándose su absorción. En cambio, una carga positiva del quelato resultaría en una fuerte
atracción por las paredes intestinales en las cuales quedaría pegado, entorpeciéndose la
absorción y pudiendo ocasionar efectos secundarios.
Hay que tener en cuenta que los minerales pueden resultar tóxicos si se ingieren en exceso,
razón por la que se han establecido unas recomendaciones diarias teniendo en cuenta los
distintos estados de la persona.
Minerales orgánicos vs minerales
inorgánicos
Las formas minerales queladas con ácidos orgánicos (sales orgánicas), denominados así
porque se encuentran en los organismos vivos y contienen átomos de carbono, presentan
la cualidad de contener uniones débiles entre el ligando y el mineral, lo cual permite que la
digestión gástrica las rompa fácilmente. Se absorben por tanto, mejor. En este grupo podemos
encontrar los gluconatos, los citratos, los picolinatos, los lactatos, los orotatos y
los aminoquelados.
Estas formas son las que vamos a encontrar en forma de suplementos y también en los
alimentos, especialmente en el reino vegetal y animal. Además, este tipo de solución salina
presenta también alta biodisponibilidad de su contenido en minerales y oligoelementos al
quedar ionizados tras su preparación con agua.
En cuanto a los quelados inorgánicos, por el contrario, no suelen ser muy biodisponibles,
tienen más efectos secundarios asociados y una mayor toxicidad que los orgánicos. Uno de los
ejemplos más conocidos respecto de los efectos secundarios de las formas inorgánicas es el
del Hierro, que suele producir intolerancias gastrointestinales. Los sulfatos, óxidos, fosfatos y
carbonatos forman parte de este grupo.
Uno de los ejemplos más conocidos respecto de los efectos secundarios de las formas
inorgánicas es el del Hierro, que suele producir intolerancias gastrointestinales. Encontramos
esta forma mineral en el reino vegetal.