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Cátedra: Oller
Ficha sobre formalización de argumentos en la lógica de primer orden
Temas: Formalización de argumentos en lógica de primer orden. Principio de reflexión
retrógrada. Criterios de adecuación de formalizaciones. Validez deductiva y forma
lógica. Asimetría entre validez deductiva e invalidez deductiva. Indeterminación de la
formalización
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Podemos hacer un diagrama muy sencillo que resume la cuestión y plantea algunos
problemas:
(Formalmente) válido
Argumento en el
Argumento en un lenguaje de un
lenguaje natural sistema lógico
Formalización
(Formalmente) inválido
Según esta concepción, que los libros de textos de lógica para humanidades expresan de
manera más o menos explícita, por un lado nosotros tenemos argumentos en un lenguaje
natural, en castellano, en inglés, en latín (como en el ejemplo del argumento de
Anselmo), y lo que queremos hacer es aplicar los métodos de la lógica matemática a la
evaluación del argumento en el lenguaje natural. Este proceso implica forzosamente un
paso que consiste en la traducción de las oraciones que componen un argumento en un
lenguaje natural a uno de los lenguajes de la lógica. A ese proceso particular de
traducción se lo suele llamar ―formalización‖.
(Aj Ap)
Esta oración dice que hay un individuo, Hume, que tiene simultáneamente dos
propiedades, la de ser filósofo y la de ser escocés. La formalización en lógica de
predicados refleja esta intuición: estoy predicando de un individuo, de Hume, que es,
simultáneamente, filósofo y escocés.
(Fh Eh)
Parece tener la misma estructura superficial que la oración (3). ¿Cómo formalizamos la
oración (4)? Para formalizarla, primero tenemos que pasar por una paráfrasis que la
acerque a la estructura que va a tener en el lenguaje de la lógica de predicados. La
paráfrasis ―Hiroshi es japonés y Hiroshi es alto‖ sería adecuada si la estructura lógica de
(4) fuese la misma que la estructura lógica de la oración (3). Sin embargo, no lo es
porque, cuando yo digo que Hiroshi es un japonés alto, no estoy diciendo que Hiroshi
tiene la propiedad de ser alto sin más sino que estoy diciendo que Hiroshi tiene la
propiedad de ser alto qua o en tanto que japonés. Supongamos que tengo una pulga
amaestrada, Tweetie. Y digo:
Ahora bien, una pulga grande, ¿es grande sin más, está dentro de las cosas grandes sin
más? No, es grande en tanto que pulga, qua pulga.
Separar ―japonés‖ de ―alto‖ me puede llevar a una conclusión desacertada, a una
contradicción explícita, si lo hacemos con la siguiente oración:
En castellano, uno puede afirmar sin contradicción que Hiroshi es un japonés alto, pero
un basquetbolista bajo. Sin embargo, si traduzco (6) de la siguiente manera:
(Jh Ah Bh B'h),
donde h es Hiroshi, J es ser japonés, A es ser alto, B es ser basquetbolista y B' es ser
bajo, podemos inferir una contradicción. ¿Por qué está mal esta formalización? Porque
puedo concluir que Hiroshi es al mismo tiempo alto y bajo. En efecto, se sigue, por
eliminación de la conjunción, que Hiroshi es alto y es bajo al mismo tiempo:
Es decir, se sigue una contradicción. Sin embargo, en castellano la oración (6) no parece
entrañar ninguna contradicción. Para hacer más explícita la contradicción, uno tendría
que señalar que alguien es alto si y sólo si no es bajo. Sobreentendiendo ese
bicondicional, uno puede concluir una contradicción explícita:
(Ah Ah)
(Kh Lh)
Para traducir ―japonés alto‖ usamos la letra K y para ―basquetbolista bajo‖ la letra L.
La idea, entonces, es que una vez hecho este proceso de traducción que llamamos
―formalización‖ obtenemos un argumento traducido en el lenguaje de algún sistema de
lógica; por ejemplo, en el lenguaje de un sistema de lógica proposicional clásica.
Entonces, como lo que tenemos ahora es un argumento en ese sistema, podemos
aplicarle los métodos que ese sistema nos proporciona para evaluar argumentos
expresados en el lenguaje de ese sistema.
Un argumento del lenguaje natural puede ser válido o inválido. Efectivamente nosotros
hemos analizado, reconstruido, argumentos en el lenguaje natural y discutido su validez
o invalidez. Por ejemplo, vimos el argumento de Popper en contra del historicismo y lo
evaluamos. Recuerden que en ese ejemplo nunca pasamos a un lenguaje formal, lo
analizamos en el lenguaje natural y discutimos su pretensión inferencial deductiva y
señalamos que para que fuera exitosa debíamos agregar alguna premisa. Agregada esa
premisa teníamos un argumento deductivo en el cual esa pretensión deductiva era
exitosa, aunque podía cuestionarse la verdad de la premisa agregada. Uno puede
discutir, y de hecho se ha discutido durante 2500 años, la validez o invalidez de
argumentos en el lenguaje natural. La aparición de la lógica matemática y su éxito en la
tarea de formalizar el razonamiento matemático llevó a pensar que era posible expandir
el campo de aplicación de la lógica matemática a argumentos que no son argumentos
matemáticos. La idea es que si bien uno puede evaluar argumentos del lenguaje natural
y calificarlos de válidos o inválidos, parece que la lógica matemática puede ayudarnos
en esa tarea. No es que no la podamos llevar a cabo sin la lógica matemática sino que
ésta puede ayudarnos proporcionándonos métodos matemáticamente precisos. Por
ejemplo, parece una ventaja decidir si un argumento proposicional es válido realizando
una tabla de verdad, ya que se trata de un proceso mecánico, algorítmico.
Ahora la pregunta es: ¿esto qué tiene que ver con el argumento original? El argumento
traducido al lenguaje de un sistema de lógica es formalmente válido. ―¿Y qué?‖ me
pueden decir con su escepticismo juvenil y alocado. ¿Cómo se relaciona la validez del
argumento formalizado con la del argumento del lenguaje natural?
Vamos a ver un ejemplo de este proceso que les estoy explicando. Supónganse que se
les presenta un argumento en el lenguaje natural:
Si la neurosis obsesiva es una dolencia hereditaria, entonces
el número de neuróticos obsesivos con antecedentes
familiares de esa dolencia será significativamente mayor que
el número de neuróticos obsesivos sin antecedentes
familiares. No es el caso que el número de neuróticos
obsesivos con antecedentes familiares de neurosis obsesiva
sea significativamente mayor que el número de neuróticos
obsesivos sin antecedentes familiares de esa dolencia. Por lo
tanto, la neurosis obsesiva no es una dolencia hereditaria.
Ahora bien ¿este argumento del lenguaje natural es válido o inválido? Si quiero aplicar
los métodos de la lógica matemática para evaluar ese argumento lo primero que tengo
que hacer es traducirlo a algún lenguaje de la lógica matemática. Existen muchos
lenguajes de la lógica matemática, de manera que eso no es un problema trivial. Pero en
este caso bastará con traducirlo al lenguaje de la lógica proposicional. El lenguaje de la
lógica proposicional revelará de manera adecuada la estructura inferencial del
argumento. Su formalización es muy sencilla: (p → q) es ―Si la neurosis obsesiva es
una condición hereditaria, entonces el número de neuróticos obsesivos con antecedentes
familiares de esa dolencia será significativamente mayor que el número de neuróticos
obsesivos sin antecedentes familiares.‖ Es decir que p traduce ―La neurosis obsesiva es
una condición hereditaria‖, q traduce el consecuente ―El número de neuróticos
obsesivos con antecedentes familiares de esa dolencia será significativamente mayor
que el número de neuróticos obsesivos sin antecedentes familiares de esa dolencia‖. La
segunda premisa afirma ―No es el caso que el número de neuróticos obsesivos con
antecedentes familiares de neurosis obsesiva sea significativamente mayor que el
número de neuróticos obsesivos sin antecedentes familiares de esa dolencia.‖ La
conclusión afirma que ―No es cierto que la neurosis obsesiva sea una condición
hereditaria‖.
(p → q)
q
p
A su vez, este argumento es una instancia de una forma argumental que ya vimos que se
llama modus (tollendo) tollens.
Esta esperanza que tenemos cuando aplicamos este procedimiento es, como les decía,
que la validez o invalidez formal se refleje en la validez o invalidez del argumento en
lenguaje natural. A esto un autor canadiense, John Woods2, lo llama ―el principio de
reflexión retrógrada‖. Es decir, uno tiene la esperanza de que las propiedades formales
de los argumentos se reflejen retrógradamente, hacia atrás, en la validez o invalidez del
argumento en el lenguaje natural. Como se verá, el principio de reflexión retrograda no
es verdadero y vamos a ver por qué no lo es.
2
Ver, por ejemplo, ―How philosophical is informal logic?‖, Informal Logic, 20, 139–167.
3
Massey, Gerald J. (1981). ―The Fallacy behind Fallacies‖. Midwest Studies in Philosophy 6 (1):489-500.
argumento original, no puedo afirmar con certeza que el argumento original es inválido.
Hay una asimetría entre validez e invalidez: si bien esta propiedad lógica de los
argumentos, que es la validez formal, se refleja retrógradamente en la validez de los
argumentos originales del lenguaje natural, no sucede lo mismo con la invalidez formal.
Si algo fue creado por Dios, entonces todo fue creado por Dios.
Todo fue creado por Dios.
Por lo tanto, algo fue creado por Dios.
(p → q)
q
p
(p → q) (v)
q (v)
p (f)
Un condicional con consecuente verdadero y antecedente falso es verdadero. De manera
que tenemos las dos premisas verdaderas y conclusión falsa. Este argumento es una
instancia de una falacia formal, la llamada ―falacia de afirmación del consecuente‖.
Entonces, para que el argumento formalizado resulte válido tenemos que traducir este
argumento en lenguaje natural al lenguaje de la lógica de predicados de primer orden,
dado que la validez del argumento en el lenguaje natural no puede ser reflejada en la
traducción a la lógica proposicional. Veamos cómo sería esa formalización. Usaremos
el símbolo , que vamos a llamar ―cuantificador existencial‖, y leeremos ∃xCdx ―existe
alguna entidad x —x se suele llamar ―variable de individuo‖— tal que Dios creó a esa
entidad‖. Vamos a utilizar una d minúscula para traducir ―Dios‖. Este tipo de signos, a
los que se suele llamar ―constantes de individuo‖, son la contraparte en este lenguaje
formal de los nombres propios en lenguajes naturales, o de expresiones que funcionan
como nombres propios. Tenemos una letra mayúscula C que es un predicado diádico y
que tiene dos lugares para llenar con letras de individuo, lugares que indicamos con una
rayita. C va a traducir ―— creó —‖.
Entonces la premisa es ―Si hay alguna entidad tal que Dios creó a esa entidad, entonces
para toda entidad se da que Dios la creó‖:
(∃xCdx → ∀xCdx)
La segunda premisa es ―Para toda entidad se da que fue creada por Dios‖:
∀xCdx
La conclusión es ―Hay por lo menos una entidad tal que Dios creó a esa entidad‖:
∃xCdx
Entonces, el argumento traducido al lenguaje de la lógica de predicados resulta ser:
(xCdx → xCdx)
xCdx
xCdx
(xφ → xφ)
xφ
xφ
También podemos comprobar que la conclusión se sigue de las premisas del argumento
derivándola en la lógica de predicados. Vamos a suponer que tenemos a nuestra
disposición esta regla derivada (válida), que es una de las reglas de descenso
cuantificacional:
xφ
xφ
Lo que hicimos es evidenciar que cuando yo tengo que traducir un argumento del
lenguaje natural a un lenguaje formal de un sistema lógico tengo que realizar una
decisión que es a qué lenguaje de cual sistema lógico lo traduzco. Eso presupone cierta
intuición que supuestamente los métodos de la lógica matemática nos permiten evitar.
Es decir, los métodos que nos proporciona la lógica matemática parecen no necesitar de
la intuición. Sin embargo, para realizar el proceso de traducción adecuadamente vamos
a necesitar de la intuición acerca de qué depende la validez del argumento.
Tenemos un verbo de acción, cantar, que está modificado por un complemento de lugar
(en el patio de Puan) y un complemento de tiempo (a medianoche). ¿Cómo se formaliza
esta oración en lógica de predicados, según las convenciones que ustedes van a ver en el
texto de Gamut? Se formaliza como una relación entre un individuo, Juan, un lugar, el
patio de Puan, y un tiempo, la medianoche. Es un predicado relacional de tres lugares de
argumento: un lugar de argumento está llenado por ―Juan‖, otro por ―el patio de Puan‖ y
otro por ―la medianoche‖. Entonces, tendríamos esta formalización: Cantando(Juan, el
patio de Puan, la medianoche):
Cjpm
C´j
Los lógicos no encontraron una manera de preservar esta inferencia del lenguaje natural
en primer orden hasta que, en 1967, a un filósofo estadounidense, Donald Davidson4, se
le ocurrió una manera de hacerlo en lógica de primer orden. La teoría de Davidson, en
este artículo famoso que se llama ―La forma lógica de las oraciones de acción‖, parte de
considerar que, en estos casos, lo que tenemos es un lugar de argumento oculto que
tiene que ser ocupado por acontecimientos o eventos. Y los acontecimientos son
entidades espacio-temporales. Si uno adopta esa perspectiva, si adiciona a su ontología
entidades espacio-temporales de un tipo particular, los acontecimientos o eventos,
entonces uno puede ofrecer una formalización adecuada de esta oración en primer orden
que respete las intuiciones respecto de las relaciones inferenciales entre oraciones de
acción en el lenguaje natural.
eCej
4 Davidson, D. (1967) "La forma lógica de las oraciones de acción" en Donald Davidson. Ensayos sobre
acciones y sucesos. Barcelona, UNAM - Crítica, 1995, pp.133-187.
ese acontecimiento tiene lugar en el patio de Puan y ese acontecimiento tiene lugar a
medianoche.
Fíjense que no salimos del lenguaje de la lógica de primer orden. Y fíjense que de
e(Cej Eep Aem) sí se sigue eCej. Es decir, de existe un acontecimiento e, tal que
ese acontecimiento e es un canto de Juan, y ese acontecimiento e tiene lugar en el patio
de Puan, y ese acontecimiento e sucede a medianoche, se sigue que existe un
acontecimiento e tal que ese acontecimiento e es un canto de Juan:
Este esquema argumental es válido en lógica de predicados. Otra instancia de esta forma
argumental que ilustra esta manera válida de inferir es: Existe un individuo que habla
inglés, lee francés y comprende chino mandarín. Por lo tanto, existe un individuo que
habla inglés.
Resumiendo: estos dos principios claves que nos recuerda Massey son: (i) toda instancia
de una forma argumental deductiva válida es válida, pero (ii) no toda instancia de una
forma argumental deductiva inválida es inválida. ¿Qué tiene que ver esto con lo que
estamos viendo? Que podemos hacer una traducción correcta de un argumento en
castellano a un lenguaje de la lógica; que esta traducción nos dé como veredicto que el
argumento formalizado es inválido, pero que, sin embargo, el argumento original en el
lenguaje natural no sea inválido. Y es posible que, con un poco de ingenio, podamos
encontrar otra forma argumental, de la cual pueda decirse que el argumento original
(también) es una instancia, que sea válida. Vimos dos casos en los que esto puede
suceder. En el primer caso sucedió porque hicimos una formalización en el lenguaje de
la lógica proposicional que no revela una estructura inferencial suficientemente
profunda como para evidenciar la validez del argumento. En cambio, cuando lo
formalizamos en el lenguaje de la lógica de predicados, sí se revela la validez del
argumento. El segundo caso es el que ilustra el problema de la modificación del verbo y
la solución del Davidson: puede ser que ningún lógico haya sido lo suficientemente
perspicaz como para encontrar dentro de un mismo lenguaje una manera ingeniosa de
formalizar, por ejemplo, la modificación de los verbos de acción de manera tal de
preservar la validez intuitiva de ciertas inferencias. En la manera de formalizar la
modificación de los verbos que ustedes van a ver en el libro de Gamut, por ejemplo en
el ejercicio 1c del capítulo 3, esta validez intuitiva no queda preservada. Además,
¿cuántos lenguajes y sistemas de la lógica hay, potencialmente? Infinitos. Entonces, el
hecho de que no haya encontrado una formalización del argumento original del lenguaje
natural en ninguno de los lenguajes de los sistemas lógicos conocidos no quiere decir
que, en el futuro, alguien no conciba un sistema lógico ―sensato‖, en cuyo lenguaje
pueda formalizarse este argumento, de manera tal que resulte formalmente válido.
Esas dificultades que plantea la formalización de argumentos del lenguaje natural en los
lenguajes de la lógica matemática generan lo que ha sido llamado el problema de la
indeterminación de la formalización y este problema hace que la aplicación de la lógica
matemática a la evaluación de argumentos del lenguaje ordinario y de las disciplinas
especiales haya sido cuestionada por algunxs autorxs.
ACTIVIDAD 9
ACTIVIDAD 10
p: El vértice 1 es rojo.
q: El vértice 1 es verde.
r: El vértice 2 es rojo.
s: El vértice 2 es verde.
t: El vértice 3 es rojo.
u: El vértice 3 es verde
https://uba.academia.edu/CarlosOller