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Unidad 2 / Escenario 3

Lectura Fundamental

Las buenas prácticas empresariales

Contenido

1 Desarrollo histórico de la ética empresarial

2 La ética empresarial

Palabras clave:
Ética, empresa, organizaciones, clientes, accionistas, empleados, buenas prácticas empresariales.
Como se ha estudiado en oportunidades anteriores durante el transcurso de este Módulo, la ética
se centra en la organización de las acciones, mediante la coherencia entre los actos y los principios
morales que los sustentan.

1. Desarrollo histórico de la ética empresarial

Los principios, dentro de una situación deseada, deberían ser auto–concertados dentro de las
empresas, pero en la actualidad estas prácticas necesitan del apoyo de la legislación y del Estado para
hacer obligatorio su cumplimiento, so pena de sanciones y multas por la no aplicación de las mismas.

Es de vital importancia y absolutamente necesario que la ley y el derecho tengan unas sólidas bases
éticas y morales para el desarrollo de la actividad empresarial, ya que son ellos los que le dan el
carácter humano y de bienestar social a las empresas, tan necesario para un correcto desarrollo de la
sociedad moderna y actual.

Desde los antiguos griegos, la observancia de las apuestas éticas para la regulación de todos los
ámbitos de la vida social del ser humano ha estado presente, y la actividad empresarial y comercial no
escapan a esta dimensión. Sin embargo, no fue sino hasta los años setenta donde se tomó, desde las
universidades, la propuesta de estudio, con características serias para crear la ética empresarial como
disciplina.

Fue en los Estados Unidos donde por primera vez se vio a la ética empresarial como un objeto de
estudio y desde donde las prácticas de las empresas ahora se ven revisadas, no solamente para la
optimización de los procesos y recursos, sino para la cimentación de las buenas prácticas, con base en
parámetros éticos y morales.

Debido a que la actividad empresarial no estaba regulada bajo líneas claras, ni convenios de buena
voluntad, las empresas tenían libertad para únicamente fijarse en la maximización de las ganancias, la
explotación de los trabajadores y los beneficios económicos. A partir de grandes casos que destaparon
increíbles prácticas de antivalores y de descuido de la ética y moral (Lockheed, Fiar, Olivetti, y Enron;
s.f.) se puso de relieve la importancia de este tema en las empresas.

En los ochenta y noventa, debido a estos escándalos, se hicieron convenios a nivel internacional
y campañas masivas. Tal es el caso de una empresa multinacional dedicada al cuidado del bebé, la
cual creó un manual de buenas prácticas empresariales. Esta iniciativa marcó el nacimiento de los

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manuales éticos dentro de las empresas. En este orden de ideas, la ética puede ser considerada
como un valor intrínseco de toda actividad económica y empresarial. Y más que una moda, la ética
empresarial es una necesidad, una exigencia que se hace cada vez más urgente, a medida que la
sociedad y la interconexión de las empresas se hace más compleja.

En la actualidad, la concepción de la ética dentro de la práctica de las organizaciones empresariales


se centra en el correcto desarrollo con los macroentornos, es decir, la observancia rigurosa de los
protocolos de conservación y buenas prácticas medioambientales, así como el uso de recursos
limpios, y de prácticas ambientalmente seguras.

De esta forma, se garantiza por medio de la acción de las organizaciones ser el eje ordenador de las
relaciones al interior de la sociedad, y así generar un concepto de desarrollo sostenible y sustentable,
que camine de forma armónica con los conceptos dados por la ética.

2. La ética empresarial

2.1. Las relaciones éticas al interior de las organizaciones

La empresa es un elemento vital dentro del desarrollo de la sociedad, ya que es por medio de las
empresas que los individuos pueden llegar a su realización, y a la construcción y aplicación de los
parámetros de comportamiento que la sociedad exige. Es por esto, que se le puede considerar
como una estructura viva, donde están reunidos y sincronizados, sobre la base del desarrollo de una
idea previamente establecida, los elementos necesarios para el avance aceptable de la actividad
económica; dentro de un espacio que favorece la creatividad, el trabajo coordinado y en equipo, las
normas de convivencia y la colaboración trabajan por un solo resultado, y este es la satisfacción del
comprador final o lo que se llamará: el cliente.

Así mismo, la empresa, dentro de su relación con los individuos y la sociedad, basa su acción en la
garantía de las libertades individuales y la aplicación de los contratos sociales establecidos para lograr
el desarrollo de su función social. Peter Drucker, en su libro "Reflexiones básicas para acertar en los
negocios", afirma que el individuo dentro de la empresa está llamado a convertirse en el principal
actor y gestor de los valores éticos dentro de la organización empresarial, y que el papel de las
organizaciones es ser el “guardián de la conciencia de la sociedad y un factor esencial de solución
de sus problemas” (1998). Así pues, la empresa es el actor llamado a mantener el orden y equilibrio
dentro de la sociedad mediante la relación transparente y ética con los demás actores sociales. Tal

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como lo afirma Drucker: “corremos el riesgo de que la responsabilidad social socave el desempeño
económico y de rebote perjudique a toda la sociedad” (1998).

Tomando como base el concepto anteriormente expuesto, José Miguel Rodríguez, en su obra
"Globalización y consecuencias empresariales", nos habla acerca de la nueva visión que deben tener
los dueños de las organizaciones, y en general las empresas, para engranar de manera adecuada en la
sociedad, y ser garantes del correcto crecimiento tanto económico y social, no solo a nivel individual,
sino a nivel organizacional: “La creación de valor para el accionista, el aumento del precio en bolsa
de sus acciones se ha convertido en un auténtico valor cultural para el establishment y un objetivo
normativo que se defiende como socialmente imprescindible incluso desde el ángulo de los intereses
del conjunto de la sociedad...” (Rodríguez, 2002).

Estas situaciones, anteriormente descritas, son los estados ideales dentro de una relación armónica
y basada en sólidos conceptos éticos, pero cuando esta armonía y transparencia fallan aparecen
distorsiones y exclusiones al correcto desarrollo ético y moral de la sociedad. Con respecto a este
fenómeno, Etkin expresa los siguiente: “En estos casos, hay una racionalidad excluyente (la basada
en la ganancia) que se expresa diciendo que la misión de la empresa es la de producir bienes, servir
a los clientes y luchar para ser mejores, y aunque desde el mundo exterior se critique su inmoralidad
y su falsa ética, ello no afecta el modo de hacer negocios, porque el exterior es también parte de un
contexto competitivo sujeto a críticas...” (2007).

Lo anterior es lo único que refleja la sociedad actual, en donde las empresas luchan cada vez más
entre sí por adquirir cada vez más bienes escasos y por generar ganancias en esta transacción que
beneficia únicamente a quienes son los dueños o los socios de las mismas. Pero, a su vez, las empresas
deben entender que para lograr una función ética dentro de la sociedad deben ser interrelacionadas
entre los intereses de los dueños y accionistas, pero también deben tenerse en cuenta los intereses
de los empleados, los proveedores, los miembros de la organización y sobre todo debe tenerse
siempre en cuenta, el bienestar y favorabilidad de las condiciones de los clientes. Desconocerlo sería
desconocer valores éticos fundamentales como la justicia y la solidaridad.

Al respecto expresa Peter Drucker “... el problema es convertir una organización basada en el poder,
en una basada en la responsabilidad. No debe concederse a ninguna organización otro poder que el
necesario para su función social, y cualquier otra cosa que vaya más allá de esto, es una usurpación”
(1998). En otras palabras, se trata de aplicar valores y preceptos éticos al desarrollo empresarial; los
valores se convierten en la base para las decisiones y acciones a tomar en la empresa, evitando que los
mitos de la eficacia y de la racionalidad provoquen injusticias entre los integrantes de la empresa y/o
daño a terceros. De esta forma, los aprendizajes culturales, que se han convertido casi en verdades

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inmutables durante el ejercicio empresarial de la sociedad moderna, en donde el beneficio se queda
sólo en las empresas y estas no devuelven nada a la sociedad puede ser revertida.

Numerosos académicos han centrado sus investigaciones y estudios dentro de este concepto,
llegando a la conclusión de que no se pueden mantener separados los valores éticos que están
basados en la moral, de la actuación de la empresa. Así lo expresa Jorge Etkin: “Hay que superar el
muro que mantiene fuertemente separados dos mundos y cuya polarización es un grave peligro: el
mundo de la producción y de la asistencia, el del Estado y el mercado, el del interés económico y la
justicia social, las leyes de hierro de la economía y sus costos sociales” (2008).

Si una empresa aplica correctamente los principios éticos y las bases morales para el desarrollo de
sus acciones, siempre tendrá una excelente rentabilidad y sobre todo tendrá un correcto desarrollo
y contribución a la construcción de sociedad, ya que las prácticas éticas minimizan la posibilidad de
incurrir en delitos que al final terminan siendo onerosos y costosos para el correcto desarrollo de la
empresa dentro de su función económica y social.

Es pertinente destacar que la rentabilidad económica y los principios de ética empresarial no riñen
entre sí, ya que estos permiten un correcto desarrollo y la maximización de los beneficios de la
empresa en la sociedad, y las buenas prácticas empresariales permiten un ahorro dentro de los
procesos administrativos y de procedimiento de las empresas y de construcción de las prácticas
empresariales.

2.2. La ética empresarial como base fundamental de la relación empresarial y


organizacional

El sustento de la actividad empresarial son los individuos que trabajan en las empresas. Por ello, es
correcto afirmar que la ética empresarial no es más que la ética de los empresarios, de los trabajadores
y de los individuos que participan del proceso del desarrollo empresarial.

Por medio de las prácticas éticas, las empresas pueden asegurar el bienestar de los individuos
(trabajadores) y de la sociedad, a partir de la optimización de procesos de producción que harán que
los bienes y servicios ofrecidos sean de la mejor calidad y basados en un total respeto por los derechos
de los empleados.

Así pues, el compromiso ético de la empresa se ve reflejado en cómo esta favorece el adecuado
desarrollo de sus empleados, en cuanto respeta las normas sociales impuestas por medio de la figura
de la ley, en cuanto respeta al medio ambiente en el ejercicio de su función y en cuanto favorece el
desarrollo de la sociedad.

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2.3. La ética como articulador de las buenas prácticas empresariales

Cuando se habla de ética es importante tener en cuenta que también tiene una connotación dentro
del campo legal, ya que, al estar las empresas dentro del campo productivo y económico de un país,
estas deben estar reguladas y controladas por marcos jurídicos, que tienen leyes y códigos basados en
sólidos parámetros éticos y morales.

Así pues, la ética no es solamente aplicada a la sociedad, sino que tiene un sentido corporativista
enfocado dentro de la regulación de los aspectos sociales, basados en el acatamiento de los marcos
jurídicos de las leyes que obligan a las empresas a tener manuales y códigos de ética empresarial.

Sin embargo, es evidente que la influencia de la presión globalizadora hacia las empresas para
conseguir el éxito económico hace que lograr el equilibrio entre las buenas prácticas, de origen ético y
moral, y la legislación que favorezca el crecimiento de empresas éticas, sea difícil de conseguir.

A partir de estas reflexiones es que las empresas concentran sus acciones éticas por medio de códigos
de comportamiento que regulan sus actuaciones para hacerlas viables en la sociedad actual; un
manual de ética aplicada a las empresas asegura unas acciones prácticas para seguir en el desarrollo
empresarial.

Dentro de la relación con el Estado, las empresas deben observar ciertos parámetros de
comportamiento para que sus prácticas sean adecuadas y estén sujetas a los marcos legales
establecidos para la acción empresarial. A continuación, observaremos algunas:

Una organización debe, por obligación, acomodarse a los marcos jurídicos dictados por el Estado,
mediante el cumplimiento de las leyes establecidas en los campos: laboral, tributario, administrativo,
comercial y contractual. De esta forma, si una empresa contrata con entidades estatales debe, por
principios éticos preestablecidos, respetar los principios de transparencia, responsabilidad y economía,
y así mismo debe someterse al cumplimiento de los principios establecidos por los códigos legales del
Estado en términos de contratación.

Además de seguir cuidadosamente estos aspectos, la organización empresarial también debe actuar
con ética, transparencia y respeto por la ley en licitaciones y concursos. Y, a su vez, cumplir con todo
lo previamente acordado en los pliegos de las licitaciones y los concursos, y tener una actitud ética y
de cumplimiento de las leyes que protegen a los empleados.

Así pues, es de suma importancia observar la relación que tiene la organización con la comunidad
empresarial y los clientes, pues la relación debe estar fundamentada en la transparencia de la
información provista por la empresa, en relación a los productos que ella genera. Pero también está

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dada dentro de la sólida confianza en la calidad de los productos ofrecidos.

En esta medida, la empresa es la responsable de mantener en alto el concepto de transparencia,


responsabilidad y ética en la relación con el cliente, expresada en la calidad de los productos, la
honestidad y veracidad de la información.

Otro aspecto que es fundamental para observar las relaciones al interior de la empresa es la
organización empresarial dentro de sus deberes y protocolos. Para su buen funcionamiento, la
empresa tiene que desarrollar unas relaciones transparentes y de claridad de la información con
respecto a todos los actores que se relacionan con su actividad y que están a su alrededor, de esta
forma la organización puede desarrollar protocolos para el seguimiento, control y vigilancia de los
procesos licitatorios con otras organizaciones.

De igual manera, la relación con los accionistas debe estar enmarcada dentro de la observación de las
prácticas adecuadas para que se mantenga un crecimiento sostenible dentro de la empresa y asegure
un crecimiento, tanto de la inversión inicial de los accionistas, como de una estabilidad financiera para
la organización.

2.4. Los comportamientos éticos de las organizaciones con respecto a las


relaciones individuales en su interior

Por medio de una serie de acciones muy puntuales, las organizaciones crean protocolos de acción
que permiten que los individuos conserven un nivel adecuado de satisfacción, no solamente en el
ámbito personal, sino también dentro del ámbito financiero y económico. La primera acción necesaria
para observar el correcto desarrollo de la empresa es cumplir con lo estipulado por la legislación
para la protección de los derechos de los empleados, y pagar sueldos justos y cumplir con todas las
obligaciones dispuestas por la ley. De esta forma, la organización garantiza que se cumplen con todos
los acuerdos éticos de ley y que los empleados conservan un buen nivel de ingreso dentro del ejercicio
de la actividad empresarial.

Otras acciones a considerar son: promover el desarrollo profesional, social, en salud y familiar de los
empleados, favorecer la movilidad dentro de la empresa con base en los méritos de los trabajadores
y mantener siempre las condiciones de seguridad y dignidad dentro del ejercicio de las labores de los
empleados.

Con respecto a la relación con el medio ambiente, las empresas deben ser muy cuidadosas también

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en la creación de protocolos éticos que favorezcan el uso de procedimientos limpios y sostenibles en
el tiempo, para que el ejercicio de la actividad de la empresa sea amigable con el medio ambiente, y
por medio de estas buenas prácticas se logre adoptar mecanismos empresariales para el desarrollo
humano sostenible. Y como resultado de esto, se logra la obtención de certificados de calidad
del medio ambiente, mejorando la reputación de la empresa a nivel social e incrementando el
compromiso que esta tiene con las buenas prácticas y el desarrollo completo y armónico de la
sociedad.

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Referencias bibliográficas
Drucker, P. (1998). Reflexiones básicas para acertar en los negocios. Bogotá, Colombia: Grupo editorial
Norma.

Etkin, J. R. (2008). Gestión de la complejidad en las organizaciones. Buenos Aires, Argentina:


Ediciones Gránica.

Gilli, J J. (2011). La ética y la empresa. Buenos Aires, Argentina: Ediciones Gránica.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Ética empresarial


Unidad 2: La ética empresarial
Escenario 3: Ética y empresa

Autor: Gabriel Clavijo

Asesor Pedagógico: Juan Felipe Mejia


Diseñador Gráfico: Diego Calderón
Asistente: Laura Delgado

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