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Orinoco, para luego internarse en el golfo de Paria. Colón en su carta a los Reyes Católicos,
expresa haber llegado al «paraíso terrenal», y confundido por la inusual salobridad de las
aguas, escribe:
...Torno a mi propósito referente a la Tierra de Gracia, al río y lago que allí hallé, tan grande
que más se le puede llamar mar que lago, porque lago es lugar de agua, y en siendo grande se
le llama mar, por lo que se les llama de esta manera al de Galilea y al Muerto. Y digo que si
este río no procede del Paraíso Terrenal, viene y procede de tierra infinita, del Continente
Austral, del cual hasta ahora no se ha tenido noticia; mas yo muy asentado tengo en mi ánima
que allí donde dije, en Tierra de Gracia, se halla el Paraíso Terrenal.24
Colón denominó a estos parajes paradisíacos como «Tierra de Gracia», expresión que ha
prevalecido para referirse al país por antonomasia. Pero al año siguiente, una expedición
comandada por Alonso de Ojeda recorrió la costa del territorio hasta llegar a la entrada del
actual lago de Maracaibo, en un golfo localizado entre las penínsulas de Paraguaná y de la
Guajira. En aquella travesía, la tripulación observó viviendas construidas por los indígenas añú,
erigidas sobre pilotes de madera que sobresalían del agua. Dichos palafitos le recordaron a
Américo Vespucio la ciudad de Venecia —Venezia, en italiano—, según lo manifestó en una
carta a Piero de Médici. Fue este un motivo que inspiró a Ojeda a dar el nombre de Venezziola
o Venezuela —Pequeña Venecia— a la región y al golfo en que habían hecho el
descubrimiento, y así recibió la denominación de golfo de Venezuela. El nombre acuñado por
el explorador envolvería luego a todo el territorio.23 Con posterioridad la región también fue
conocida como Tierra Firme, por ser la primera región no insular del continente en ser
explorada por los europeos.