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Mientras este planeta final estaba en el abismo, Dios creó la vida en los otros planetas. Los
llenó de criaturas de toda índole según su voluntad. Dios creó ángeles, y serafines, seres
con unas capacidades especiales para servir en todo el universo.
Y por último para completar la creación de los seres superiores, Dios creó a Lucifer un
querubín al que encargaría de dirigir a los ángeles. Dotado de cualidades superiores a las
demás criaturas, Lucifer era el ser más expuesto al pecado, es decir; a tratar de vivir
separadamente de Dios. Su alto cargo le podría hacer pensar que él debía ser honrado y
adorado.
Este momento de altivez llegó pronto. Dios se reunía para tomar decisiones en cuanto a la
creación en el último mundo, llegaba la hora de organizar la tierra, de llenarla de hermosura
y hacerla partícipe del universo de Dios. Lucifer vio en estas reuniones la oportunidad de
estar a la misma altura de dignidad que Dios poseía, y pidió ser invitado a las sesiones de
planeación; pensó en él, en que podía tener muy buenas ideas. Pero… ¿Qué sabía él
acerca de crear, de dar vida? El único que tiene tal poder es Dios.
¿Qué es un Arcángel?
Es difícil explicarnos con certeza la naturaleza de los arcángeles, pero se debe asumir que
su condición de ángeles Supremos indica que están a la altura de la divinidad, es decir que
son iguales a Dios. Esto se deduce del nombre de un arcángel llamado Miguel, cuyo
nombre significa “Quien es como Dios”. Y en este contexto se deduce que un Arcángel es
uno de los seres divinos asumiendo el rol de un ángel, y trasformado en un cuerpo de ángel,
algo así como lo que hace Dios cuando se presenta en forma de Hombre.
Por su parte Miguel, por respeto a las mismas criaturas, nunca dio explicaciones de su
superioridad. Sería una descortesía, y un acto de engreimiento declarar lo que ya los
ángeles sabían por simple lógica. Miguel siempre había estado a la diestra del Padre, y su
amor y sabiduría había sido demostrado más allá de toda duda.
Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del Arcángel. Su
semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su
frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su
porte Noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba
a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. El Arcángel
Miguel era su consejero, y Lucifer conocía su infinita sabiduría y la supremacía que
tenía sobre todas las criaturas, pero se entusiasmó pensando en que solo
necesitaba un poco más de preparación para ser exaltado al puesto de Miguel si se
le daba la oportunidad de demostrar mayor creatividad. Así nació en él un
sentimiento de envidia, y de codicia. Ignoraba que su poder era limitado, y no podría
llegar jamás a ser semejante a Dios, no era un asunto de preparación, sino de
esencia, y al pedir un puesto mayor le fue negado, pero no porque Dios fuera egoísta,
sino porque quería impedir que Lucifer se decepcionara de sí mismo y fuera infeliz.
Lucifer por este rechazo tuvo un sentimiento de venganza y se decidió tomar
gradualmente la autoridad que le correspondía sólo a Aquel que era uno con Dios,
y el único Arcángel, el mismo que más tarde llegaría a este mundo como Cristo.
Con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor, El Padre con su Arcángel
a su lado declaró que Miguel era su misma presencia, dondequiera estuviera, y en la forma
que estuviera, tenía si misma dignidad. Su presencia debería reverenciarse tanto como la
del Padre. A él se le había encargado de obrar el proyecto de creación de la tierra y de todo
ser viviente que habría de existir en ella.
Dios ordenó a todos adorar a Miguel, Lucifer tenía celos, no obstante, cuando todos los
ángeles se inclinaron ante él para reconocer su autoridad y derecho de gobernar, se inclinó
con ellos, pero su corazón estaba lleno de odio. El Arcángel formaba parte del consejo
especial de Dios para considerar sus planes, mientras que él los desconocía. Temía ahora
que los ángeles no lo prefiriesen como antes, entonces aspiró a llegar a la altura de Dios
mismo. Se glorificaba en su propia exaltación. ¿No eran sus vestiduras brillantes y
hermosas? ¿Por qué había que honrar a Miguel más que a él?
Hubo discusión entre los ángeles. Muchos se sentían infelices porque no podían
indagar la inescrutable sabiduría del Arcángel, ni comprender la naturaleza de la
esencia divina compartida.
TALLER
“LA CREACIÓN”