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PRIMARIO:

INSTITUTO GENERAL SAN MARTÍN Escuela 17 de Agosto


Cooperativa de Trabajo Limitada de Enseñanza SECUNDARIO - TERCIARIO
Adscripto a D.I.P.E.
25 de Mayo y Tablada - (5105) Villa Allende - Córdoba
C.C. Nº2 - TE:(03543) 431070/435131 -TELEFAX:(03543)433137
E mail: nivelsecundarioigsm@yahoo.com.ar

Para leer y reflexionar antes de redactar….


Es frecuente leer y escuchar la expresión “educar en valores”, expresión que genera cierta
confusión: ¿se enseñan los valores como si fueran entidades o se transmiten por la actuación de
los agentes que formamos la Institución (¿Una reformulación del “Haz lo que yo digo mas no lo
que yo hago”?). En la observación de nuestras actuaciones, es frecuente ver cómo caemos en
paradojas comunicacionales. Veamos:
La comunicación paradójica es aquella que plantea en sus mensajes dos o más demandas
simultáneas, que son imposibles de cumplir porque se excluyen entre sí. Por ejemplo,
expresiones como “debés ser más espontáneo”, “sólo los que comparten estos valores pueden
pertenecer a la escuela”, “sé honesto”, “sé sincero”… todas ellas implican una paradoja. ¿Por
qué? Porque en esas expresiones se convierte en mandato y obligación lo que tiene que surgir de
una convicción, de un deseo. Si un alumno fuera honesto porque se lo manda la profesora no
sería honesto, sería obediente. Lo mismo podríamos decir respecto de la sinceridad, la libertad y
la espontaneidad. Cuando nos proponen estas paradojas nos quedamos sin salida: si hago caso
del mandato del otro que me obliga a ser sincero, honesto, libre, al mismo tiempo estaría
decepcionándolo. Se lo decepciona si se acepta su exigencia y se lo decepciona si se la rechaza.
No hay salida. No hay forma de que ese tipo de comunicación llegue a buen puerto. Para poder
sobrevivir a un vínculo paradójico (sin salir de él) sólo queda la alternativa de desdoblarlo;
manejar dos tipos de vínculos uno aparente y otro real, uno sentido y otro simulado, lo cual lleva
peligrosamente a un desdoblamiento de la propia identidad. Insistir sólo en el “cumplimiento”
tiende a favorecer estrategias de simulación, es decir, a establecer comunicaciones paradojales.
Las personas simulan aceptar la demanda del otro aunque esta respuesta no surja de una
convicción interna y reservan sus verdaderos sentimientos y forma de pensar. Recordemos esto
cuando diseñemos nuestra estrategia de comunicación con alumnos, familias, directivos y
docentes en este proyecto. Limitemos nuestras aspiraciones, no pretendamos imponer lo que
tiene que surgir de un proceso de convicción, en tanto los valores caen dentro del espacio de
libertad de las personas y los grupos.
Como nos enseña Edgard Morin la complejidad se aborda estableciendo distinciones y, en este
sentido, en virtud de lo leído en el párrafo anterior: los adultos, como primera distinción, se
constituyen en el primer paso de “observación y reflexión”.
Luego, nos animamos a señala como segunda distinción, una visión deficitaria sobre nuestra
juventud actual. No nos parece que el lugar de partida más potente sea presuponer que nuestra
juventud no tiene valores. Sin duda los jóvenes de hoy no se nos parecen; pero este escenario de
diferencias generacionales conflictivas se reitera en todas las épocas. Nos atrevemos a pensar
que esa diferencia se consolida hoy como un subsistema cultural al que llamamos cultura
juvenil. Los jóvenes tienen su propio lenguaje, priorizan valores a su modo, tienen sus pautas de
relación entre varones y mujeres, hacen una focalización temporal diferente, tienen una
apropiación muy grande las tecnologías de la comunicación, etc.
Sin embargo no podemos dejar de reconocer que, en gran parte, nuestros jóvenes son como
nosotros los hemos educado y son diferentes a nosotros porque uno de nuestros principios
educativos fue no seguir las pautas educativas de nuestros padres. En realidad, hemos sido
bastante exitosos en nuestro proyecto pero nos sentimos desconcertados con los resultados y, en
muchos casos, renegamos de nuestras propias decisiones. Es muy probable que hayamos fallado
en muchos aspectos como padres y educadores. Seguramente no alcanzamos el equilibrio
deseado. Pero esto no justifica que deleguemos en otros las responsabilidades que nos caben.
Una auténtica educación en valores comienza por valorar al otro. Confiar en nuestros jóvenes,
escucharlos abiertamente, estar dispuestos a aprender también de ellos es el primer paso de una
educación en valores con posibilidades de éxito. Sólo en ese contexto respetuoso y de apertura
puede adoptarse luego una postura no neutral sino crítica frente a la cultura juvenil en aquello
que amenace los valores de la democracia: la discriminación, el abuso de poder, la falta de
respeto por la ley, la violencia, la falta de valoración del esfuerzo y del trabajo.
Una educación en valores que quiera echar raíces en la vida cotidiana se sitúa en este contexto de
diálogo intercultural. Se trata de establecer un diálogo entre tradiciones muy ricas, con fuerte
acento comunitario, raíces territoriales profundas y fuertes, creencias colectivas y la cultura
democrática que tiene carácter menos territorial y más universal. ¿Cómo conservar lo mejor de
nuestras tradiciones criollas, mestizas e incorporar al mismo tiempo el discurso crítico de la
razón que no se somete a las tradiciones y trae la apertura del debate público que revisa la
validez racional de los argumentos que las sostienen? Este es un interrogante crucial que debe
resolver una educación que quiera construir una cultura democrática. La razón saca a la tradición
al espacio público del debate. Esa racionalidad es un eje de la cultura democrática. Territorio y
universalidad. Razón y creencia. Memoria e innovación. Diferencias culturales e igualdad de
derechos. Son tensiones a resolver en una propuesta educativa que quiera hacerse cargo de la
complejidad
Enseñar el respeto por la ley en las escuelas
El respeto por la ley es uno de los valores de la cultura democrática. Mientras colectivamente no
descubramos su importancia, sus beneficios, su sentido, no pasará del cómodo territorio de los
discursos. El Estado democrático se asienta en la subordinación de la autoridad a la ley. No hay
diferencias ante la ley. Esto supone salir de una visión patriarcal y asimétrica de las relaciones
sociales y pasar una visión más simétrica y contractual. La escuela tiene mucho para enseñar y
aprender acerca del respeto por la ley. En ella también hay normas y, por lo tanto, tienen que
existir límites y sanciones. Pero la formación en la cultura democrática no exige sólo que no
haya impunidad en la escuela, también exige que las normas estén abiertas a debate, que se
argumente su sentido, que se haga un contrato educativo entre todos los afectados por la tarea
escolar: directivos, docentes, alumnos, familias, personal auxiliar. En resumen, educar en valores
es avanzar en la construcción de una cultura democrática que impregne nuestra vida cotidiana
estableciendo un intercambio respetuoso que acepte la pluralidad y construya nuevos consensos
sociales. Un encuentro enriquecedor entre memoria, presente y proyectos comunes.
Otro buen recaudo es no confundir el campo de las normas y el campo de los valores.
¿Cuáles son las características de una buena normativa escolar?
Las normas suponen y ponen en marcha una relación organizada entre las personas; las normas
institucionalizan. El marco institucional mayor de una sociedad democrática es la Constitución
Nacional. No hay ninguna interacción entre personas que no siga cierta regla. Pero estas reglas
invisibles no se podrían llamar normas; reservamos esta palabra para la norma escrita y
publicada. Por otra parte, la norma democrática no atañe a la forma de pensar, a las creencias ni a
los principios morales de la persona. La norma se aplica al comportamiento humano. Para dar un
paso más diremos que las normas se aplican al comportamiento atestiguable de las personas. Es
decir, el lugar propio de las normas es el espacio público. Un hecho sólo es objeto de las normas
si puede ser atestiguado, contrastado con pruebas neutrales. El primer paso para que la norma sea
aplicable al espacio público es establecer los hechos.
De lo dicho se pueden concluir algunos criterios:
a) Ninguna norma escolar puede contradecir lo que establece la Constitución Nacional ni
otro marco legal o reglamentario vigente en el Estado Nacional y/o Provincial. De lo
contrario, perdería su carácter democrático legítimo.
b) Las normas escolares están llamadas a transitar por el espacio público en donde se
someten a debate, en donde se piensa con los otros buscando normas de mejor calidad, las
más razonables.
Esto sólo se produce como consecuencia de la apertura a todas las preguntas de los
distintos miembros de la comunidad escolar que quieran expresarse.
c) Estos principios traen también una consecuencia: no todo se puede normar o legislar.
Si la ausencia de normas indicaría una ausencia de instituciones, el exceso de normas
mostraría una pretensión de control excesiva.
d) La norma no conocida no obliga. Por el contrario, la publicidad de los actos de
gobierno y de la legislación es algo central en el sistema democrático. No se puede pedir,
por ejemplo, a directivos, docentes, familias ni alumnos que cumplan con normas de las
que no fueron informados claramente con anterioridad y a las que no hayan dado su
consentimiento.
e) Las normas encuadran hechos que han sido atestiguados por testigos presenciales o
pruebas.
Pensemos acerca de la validez de nuestras normas: ¿Los alumnos/as y los adultos que los
tienen a su cargo son notificados y rubrican el AEC (Acuerdo Escolar de Convivencia) vigente
en la escuela en el momento que se incorporan a ella?
La norma como espacio cultural: normas y valores
Es propio de una cultura democrática limitar el poder del Estado y establecer un espacio
protegido de privacidad. La intimidad de una persona es un terreno que no cae bajo legislación.
En las normas escolares hay que tener cuidado de no avanzar sobre este espacio de privacidad.
En este terreno la calidad democrática de una escuela se concreta en la aceptación de la
privacidad y en el respeto. No invadir la conciencia de las personas; no tratar de prescribir
convicciones, creencias, valores. Las normas y los valores son inseparables pero no son lo
mismo y no hay que confundirlos.
La norma como límite
Como se podrá deducir de lo ya dicho, la presencia de normas en la escuela significa la presencia
de límites a determinados comportamientos que se consideran inapropiados. El aspecto
prescriptivo de una norma establece deberes, derechos y prohibiciones.
Establecer normas es poner límites a todos los actores escolares. No hay convivencia escolar
posible sin un encuadre, sin límites aceptados por todos. El límite normativo se enfrenta con dos
pulsiones profundamente humanas: el deseo y la agresividad. Las pulsiones son fuerzas
positivas; son parte de la energía vital. No son fuerzas negativas en sí mismas. Pero así como el
agua de un río alimenta la vegetación, pero si ese río desborda sus cauces se convierte en una
fuerza de muerte, lo mismo ocurre con las pulsiones. Respetar las normas supone controlar y
autolimitar los propios deseos y la propia agresividad.
Debido a que no se conoce históricamente un colectivo social que funcione sostenido sólo por el
autocontrol, la norma proporciona un control externo. Hay una consecuencia obvia de todo lo
dicho: nadie respeta las normas de manera espontánea y placentera. Es necesario hacer un
aprendizaje. Las normas son materia educativa, son parte del currículum de enseñanza. Llegar a
visualizar la imposibilidad de sobrevivir como grupo en la anomia es un aprendizaje que lleva
tiempo.
Para trabajar: En el Instituto, ¿hay dificultades para poner límites a los comportamientos
transgresores de las normas? ¿Esto se aplica a jóvenes y a adultos, o solamente a alguno de estos
dos grupos? ¿Cuáles serían las causas que explican la dificultad para sostener los límites? ¿Qué
recursos podemos poner en juego para facilitar el respeto por las normas?
Las normas se inspiran en valores pero no prescriben valores. El descubrimiento de un valor
y la adhesión a él son procesos que tienen una parte personal biográfica y ponen en juego la
libertad de cada persona y de cada colectivo humano. Las creencias, las convicciones se
construyen “de adentro hacia fuera” y no de “afuera hacia adentro”. No entender esto es caer en
las paradojas comunicacionales que describimos más arriba. Hay un contrato básico normativo
igual para todos; en el terreno de los valores la democracia supone un consenso en torno a los
Derechos Humanos como punto de partida. Más allá de esta base común, las diferencias
valorativas son buenas y legítimas.
Podemos preguntarnos: si cada uno elige los valores que desea, ¿no entraríamos en la anarquía y
el relativismo absolutos? La respuesta es no. Las normas no son plurales, son únicas: la misma
norma para todos. A esto lo podemos llamar principio de igualdad ante la ley, que también está
en el corazón de la democracia. La norma no cae dentro de lo optativo y no debería haber
impunidad para el que no la respeta.
No son negociables, de lo contrario dejarían de ser normas. El que no respeta una norma debería
ser sancionado como veremos más adelante. ¿Puede existir conflicto entre normas y culturas? Sí,
hay ejemplos históricos claros. Estamos invitados a abordar esos conflictos, pensarlos juntos y
llegar al acuerdo normativo que nos parezca más válido para todos.
La diferencia entre reglamentos de disciplina y acuerdos escolares de convivencia
Los AEC son propositivos y no sólo prescriptivos
Una de las diferencias entre un AEC y un “reglamento de disciplina” consiste en que los AEC no
sólo ponen límites sino que también proponen valores. Por ejemplo:
Reglamento de disciplina
“En esta escuela no se aceptarán los insultos o cualquier otra forma de falta de respeto
entre compañeros y/o con los docentes y autoridades escolares. (Límite)”
Acuerdo Escolar de Convivencia
“Deseamos que en nuestra escuela se viva un clima de confianza y respeto. (Propuesta.
Valor)
Por esto no se aceptará ninguna forma de maltrato entre sus miembros. (Límite)”
Para poder formular un AEC necesitamos, en consecuencia, ponernos de acuerdo entre todos
sobre los valores que deseamos aprender juntos. Es decir, volver a debatir cuál es la finalidad de
la escuela. Un AEC suele comenzar con una formulación de valores y fines educativos.
Para trabajar: En la escuela, ¿hay dificultades para poner límites a los comportamientos
transgresores de las normas? ¿Esto se aplica a jóvenes y a adultos, o solamente a alguno de estos
dos grupos? ¿Cuáles serían las causas que explican la dificultad para sostener los límites? ¿Qué
recursos podemos poner en juego para facilitar el respeto por las normas?
Tipos y Casos
Los AEC se caracterizan por renunciar a la pretensión de prescribirlo todo. Se trata de evitar la
casuística e intentar prever qué debe hacerse en cada caso. Los AEC proponen tipos de conducta
asociadas a valores. Por ejemplo:
Reglamento de Disciplina
“Los alumnos varones concurrirán a la escuela con el pelo cortado a dos centímetros del
cuello de la camisa. Los que usen pelo largo deberán recogérselo prolijamente.”
Acuerdo de Convivencia
“Con nuestra vestimenta y nuestros modo de dirigirnos a los demás ayudamos a que la
escuela se constituya en un lugar diferente que tiene una finalidad propia: enseñar y
aprender. Se evitarán, por tanto, las formas de vestir y los modales que dificulten la
concentración en la tarea. Si fuera necesario las autoridades escolares comunicarán
orientaciones más precisas sobre la vestimenta escolar.”
Jurisprudencia escolar
Al no caer en la casuística se evita el riesgo de la permanente desactualización de las normas. Si
no siempre habrá casos que no fueron previstos, pudiendo caer en un exceso normativo que no
facilite la toma decisiones por tener demasiadas prescripciones. La formulación de tipos de
conducta deseada es más estable y deja un espacio para “tipificar los casos”. Es decir, a partir de
una reflexión conjunta se puede definir en cuál norma se encuadra cada caso que ocurre, y así ir
estableciendo una jurisprudencia escolar. Siempre con el recaudo de no contradecir normas más
generales en vigencia.
Acerca de las sanciones
Como principio general, en la escuela como en la sociedad no es bueno que haya impunidad. Si
hay transgresión a las normas, lo esperable es que haya sanción.
En lo que se refiere al personal docente y no docente, éstos se ajustarán a la legislación vigente
que corresponde a una institución pública de gestión privada.
En lo que se refiere a los alumnos, se pueden pensar las sanciones de diferentes modos. A
continuación se presentan algunos criterios generales.
La sanción como parte del proceso educativo
La presencia de una sanción instaura al menos dos aspectos importantes para la formación de la
conciencia ética y democrática. En primer lugar, la sanción logra un cierto equilibrio, una cierta
reciprocidad entre el colectivo que se regula por una norma y los miembros que la transgreden.
Si no hubiera sanción se diluye lo colectivo y se acentúa el individualismo, porque el encuadre
normativo se debilita.
En segundo lugar, la sanción favorece un aprendizaje cognitivo que consiste en poder establecer
una relación acción-consecuencia que permita el desarrollo de la capacidad anticipatoria de la
mente: mis decisiones producen consecuencias.
Criterios generales
La gradualidad
La sanción no puede aplicarse sin procesos previos de advertencia, llamados a la reflexión,
siguiendo un proceso creciente en la importancia de la sanción. No parece conveniente que la
primer respuesta de una institución educativa sea aplicar una sanción grave. Es importante
recordar que el objetivo principal de las normas es educativo.
Todos los sistemas de advertencias (amonestaciones, acumulación de llamados de atención en la
carpeta de observaciones, actas disciplinarias, etc.) son estrategias de gradualidad, aunque las
amonestaciones han quedado cargadas con otros significados por su origen y recorrido histórico.
La proporcionalidad
Un principio general de justicia pide que la sanción tenga relación con la transgresión. Aquí es
necesario calificar las transgresiones como leves, graves o muy graves. La sanción será
proporcional a esta calificación.
Siempre es bueno recordar que conviene someter a debate los argumentos que sostienen estos
criterios.
El sentido y las modalidades diversas de sanción
Las normas son inseparables de las sanciones, pero éstas pueden tener diversos sentidos y, según
ellos, hay diferentes tipos de sanciones.
Lo propio de un AEC es que incluye una diversidad de sanciones, y deja opciones para elegirlas
con un criterio educativo en relación directa con el contenido de la transgresión. Norma,
transgresión y sanción forman un conjunto integrado. Mencionamos a continuación diferentes
sentidos y tipos de sanciones que podría incluir nuestro AEC.
a) La palabra sanción alude a un sentido punitivo; en él se acentúa el estímulo del temor
para ejercer control sobre las conductas.
El extremo de esta postura es la doctrina del “vigilar y castigar”, que hizo célebre a M.
Foucault. El mensaje es “quien transgreda la norma tendrá consecuencias desagradables”.
Aunque de algún modo la presencia de sanciones no puede eludir este mensaje, resulta a
todas luces insuficiente y limitado. Apostar a la amenaza y al control externo no favorece
el desarrollo del autocontrol y la autonomía. Es muy importante evitar utilizar como
sanción lo que pertenece al campo de las áreas de enseñanza (por ejemplo, bajar la
calificación en una evaluación por una conducta negativa, dar como sanción la lectura de
un libro, etc.).
b) La sanción puede tener también un significado reparatorio. Si se ha hecho un daño se
propone una reparación. El daño puede ser moral o material y la reparación también lo
será. Es clara la ventaja educativa que tiene el enfoque reparatorio porque permite tener
una mayor conciencia del daño que puede producir una transgresión a la norma.
Disculparse ante quien se ha ofendido o que ha sido objeto de burla o ridiculización,
arreglar lo que se ha roto, reponer lo que se ha perdido o sustraído, favorece la percepción
de los acontecimientos desde la perspectiva de los otros.
c) La sanción puede apuntar al cambio de conducta y adoptar la modalidad de un contrato
de cambio de conducta en un tiempo determinado (actas acuerdos). Esta opción puede
acercarse a la figura de la “probation” (tiempo de prueba), la cual consiste en suspender
la sanción con el objeto de que la persona que haya transgredido una norma muestre
cambios de comportamiento; de lo contrario, la sanción se aplica. Aquí también se
acentúa el proceso educativo.
d) La sanción puede adoptar una forma experiencial. Proponer al alumno experiencias
que le favorezcan la empatía con los otros y el sentido comunitario. Propuestas de
trabajos comunitarios, experiencias en otros contextos. Se intenta ofrecer otro rol y otra
perspectiva al transgresor apuntando a la raíz de su comportamiento que puede fundarse
en la ausencia de una perspectiva colectiva o de una capacidad de empatía. Por ejemplo,
cuidar a los más pequeños, escuchar el relato de alguien que ha sido víctima de la
violencia, hacer juegos de roles, etc.
Un AEC se caracteriza por ofrecer diferentes formas de sanción privilegiando el enfoque
educativo de las mismas.

Algunos límites innegociables


Hay ciertos límites que de alguna manera deberían ser incluidos en todos los AEC, porque
reflejan consensos universales de las sociedades democráticas. Son límites que hacen al respeto
por la dignidad de todas las personas y al reconocimiento de sus derechos. En este sentido no se
aceptará en las escuelas ninguna forma de abuso de poder, de discriminación o de violencia.
Abusa de su poder el que valiéndose de una posición asimétrica con otros, disponiendo de mayor
capacidad de decisión, se vale de esto para someterlos a su voluntad o deseo. Abusa el que
manipula o instrumenta a los otros para el logro de sus intereses. Abusa el que hace realizar a los
demás actos en contra de su voluntad valiéndose de amenazas o sobornos.
Discrimina el que convierte las diferencias en desigualdades, el que no reconoce los derechos
comunes o el que aplica inequitativamente las normas.
No será aceptada en las escuelas la violencia en ninguna de sus manifestaciones.
La violencia entre pares o entre estamentos diferentes de la escuela es una forma destructiva de
resolver los conflictos en la escuela y en la sociedad.
Una escuela que quiera enseñar una cultura democrática lo hará sosteniendo firmemente estos
límites a comportamientos inaceptables para lograr una convivencia cotidiana que eduque en los
valores democráticos.
Orientaciones para la construcción de los Acuerdos Escolares de convivencia
Consideraciones generales para la elaboración de los Acuerdos Escolares de Convivencia

La construcción de Acuerdos Escolares de Convivencia (AEC), consiste en la revisión y renovación de la normativa


vigente en la institución. El sentido de este proceso, es construir un marco normativo que regule y promueva la
convivencia entre los integrantes de la comunidad educativa. Tanto la ausencia como el exceso de las mismas
interfiere el clima de trabajo escolar; ellas son necesarias porque establecen el encuadre de relación e intercambio
entre todos los miembros de la comunidad educativa. Es necesario revisar periódicamente las normas, teniendo en
cuenta que las mismas se sustentan en valores y promueven la construcción colectiva de la convivencia. Se sugiere
que el proceso de actualización se realice cada tres años.
Este proceso debe contar con la participación democrática de todos los actores involucrados: equipo directivo,
docentes, estudiantes, no docentes y padres.
Al momento de revisar, formular y reformular los AEC es necesario tener en cuenta algunas consideraciones:

Propósitos de los Acuerdos Normativos de Convivencia Escolar:


Establecer normas escolares en un marco democrático legítimo, de acuerdo a los principios de la
Constitución Nacional o los marcos legales del Estado Nacional o provincial.
Rescatar la plena vigencia de los Derechos Humanos, en el marco de una educación respetuosa de la
diversidad.
Propiciar una cultura participativa.
Elaborar estrategias escolares preventivas, que promuevan la convivencia y la salud integral de todos los
miembros de la escuela.
Acordar normas, destinadas a todos los miembros de la comunidad educativa, en base a los acuerdos
colectivos, las que se dejarán asentadas por escrito para garantizar un marco de equidad y justicia.
Establecer que dichas normas se aplicarán sólo al comportamiento de las personas en los espacios
públicos, no a sus creencias, pensamientos o principio morales.
Construir acuerdos de convivencia que no sean sólo prescriptivos como en los “reglamentos
disciplinarios”, sino también propositivos, estableciendo deberes, derechos y prohibiciones.
Promover el respeto por la alteridad, tanto en relación al semejante como al diferente en un contexto de
respeto mutuo.
Integrar las normas de convivencia con el proyecto educativo institucional (PEI).
Promover el sentido de pertenencia institucional, tanto para el proceso de integración social como el
cuidado del patrimonio institucional.
Establecer tiempos y espacios para construir instancias de diálogo, que permitan escuchar a todos y dar la
palabra a cada uno de los involucrados en las situaciones conflictivas.
Incorporar la noción de compromiso y acuerdo como fundamento de la convivencia y la responsabilidad
social compartida (ética ciudadana).

El sentido de las sanciones escolares


En esta misma línea, resulta imprescindible acordar pautas en el tema de sanciones, ya que las
mismas tienen que reafirmar el carácter educativo de las normas, al impedir que se instale un clima de
impunidad frente a la impulsividad y a la propia agresividad (principio de igualdad ante la ley).
Resulta imprescindible incorporar el valor reparatorio de la sanción, ya que alude a reparar un
daño moral o material, favoreciendo el hacerse responsable de las propias acciones e incorporar el
sentido del semejante. En la aplicación de sanciones, se deberían tener en cuenta los siguientes criterios:
Desarrollar estrategias preventivas en relación a temáticas relacionadas a la violencia.
Destacar el valor educativo de las sanciones que se implementen por no cumplir los Acuerdos
Normativos.
Delimitar la diferenciación: contextualizar la sanción en relación al nivel de personal y edad de
los participantes.
Establecer la gradualidad: son los procesos previos de advertencia (llamados de atención,
instancias de reflexión, a través de diferentes estrategias).
Garantizar la proporcionalidad: La sanción será proporcional a la transgresión cometida (leves,
graves o muy graves), fundamentándola con argumento lógicos y no arbitrarios.
No pueden ser utilizadas como sanciones medidas que lleven a una pérdida de la regularidad o
afecten las calificaciones académicas.
Garantizar la neutralidad en la intervención, es decir ser justo y equitativo.
Promover instancias de diálogo, análisis y reflexión sobre lo sucedido con todos los implicados.
Propiciar la reparación del daño, a fin de internalizar la responsabilidad frente al daño moral,
físico o material.
Favorecer el reconocimiento del error, como proceso de aprendizaje en relación a la
internalización de las normas de convivencia escolar.
Solicitar la intervención de los especialistas (equipos técnicos de los diferentes ministerios y de
otros ámbitos) para atender y asesorar en las situaciones que así lo requieran.

Asimismo para el proyecto de Elaboración de los Acuerdos Escolares de Convivencia se podrá contar
con el asesoramiento y seguimiento de los equipos técnicos de la Subsecretaría de Promoción de
Igualdad y Calidad Educativa que se encuentran disponibles para consultas y demandas que
provengan del trabajo de construcción de los AEC.
ANEXO 1 - RESOLUCIÓN 149 (Firmado por Prof. W. Grahovac – Min. De Educ.)

a. El cuerpo normativo. Esta sección, conjuntamente con la siguiente, constituye el cuerpo


principal de los AEC.
b. Las sanciones. Estarán escritas aquí tanto las distintas sanciones acordadas junto con los
criterios básicos establecidos para su formulación y aplicación. En todos los casos, la
decisión final de las mismas pasan por el equipo directivo.
c. Los procesos de aplicación. La producción y la formalización de estos acuerdos normativos
de convivencia constituyen el comienzo de un cambio más que el final. Cambiar las
concepciones en torno a la cuestión de la convivencia constituirá una evolución progresiva y
un desafío de cambio cultural y social. Es importante que estas consideraciones se
encuentren presentes en el texto de los AEC.
En relación con los padres

La clave consiste en reconocer y autorizar las voces de los padres de los alumnos de todos los cursos y divisiones
del IGSM, en la formulación de las Acuerdos Escolares de Convivencia
Se sugiere que esta instancia se organice en base a una lectura a conciencia y una posterior discusión de las:
Normas Institucionales del IGSM, -referidas a los deberes y responsabilidades de padres y
alumnos- . y,
Conclusiones elaboradas por los alumnos
Como instrumento para volcar las conclusiones, se sugiere una consulta en forma de encuesta.
Para que este paso pueda ser desarrollado son indispensables, a su vez, dos condiciones. En primer lugar que se
establezca una comunicación planificada y sistemática a toda la comunidad educativa del Proyecto en marcha. En
segundo lugar, que las personas que se convoquen a participar tengan acceso a la documentación mencionada.
La encuesta girará en torno a tres aspectos básicos:
1. Origen de las normas que están en vigencia.
2. Las modificaciones que se sugieren.
3. La incorporación de nuevos artículos de normas o sanciones.
A modo de ejemplo se sugiere la siguiente planilla:

Normas
Estoy de No estoy de
Aspectos a consultar Modificaciones que sugiero hacer
acuerdo acuerdo

Sanciones

Estoy de No estoy de
Aspectos a consultar Modificaciones que sugiero hacer
acuerdo acuerdo

Incorporación de nuevos Artículos de normas o Sanciones.

Fuente: Programa Nacional de Convivencia Escolar. Ministerio de Educación (2008a)


Consignas para las familias
1. Leyendo los artículos de nuestras normas de convivencia escolar actual, exprese su opinión
poniendo una cruz (X) en la segunda o en la tercera columna según usted esté o no esté de
acuerdo con el texto.
2. En la cuarta columna bajo el encabezado “Modificaciones que sugiero” se pueden proponer
textos alternativos que podría tener el nuevo Acuerdo Escolar de Convivencia (AEC).
3. Si se desea incorporar normas o sanciones que no estén expresados, se lo puede hacer debajo
del título “Incorporación de nuevos artículos de normas o sanciones” en la primera columna.
Cronograma de actividades:
Se destinará 1 jornada de aproximadamente 2 horas reloj

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