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UNIVERSIDAD MODELO
ESCUELA DE HUMANIDADES
SEXTO SEMESTRE
MODERNISMO EN HISPANOAMÉRICA
PRIMER PERÍODO
PORTAFOLIO DE EVIDENCIAS
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN-------------------------------------------------------------------------------------3
DESARROLLO----------------------------------------------------------------------------------------3
EJERCICIO 1: Comentario sobre un pintor impresionista-----------------------------3
EJERCICIO 2: Una exposición universal-------------------------------------------------4
EJERCICIO 3: La triada de la vida bohemia---------------------------------------------5
EJERCICIO 4: Decadentismo inglés ------------------------------------------------------7
EJERCICIO 5: Chejov-----------------------------------------------------------------------8
EJERCICIO 6: Teatro naturalista----------------------------------------------------------9
EJERCICIO 7: La psicología del hastío--------------------------------------------------10
EJERCICIO 8: Parnasianos----------------------------------------------------------------11
EJERCICIO 9: Simbolistas-----------------------------------------------------------------12
EJERCICIO 10: Teatro poético-----------------------------------------------------------13
Conclusiones de cada actividad-------------------------------------------------------------------14
Referencias-------------------------------------------------------------------------------------------16
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INTRODUCCIO N
UNIDAD 1: Hacia una definición del Modernismo
OBJETIVO: Analizar producciones centrales de la lírica y prosa modernistas hispanoamericanas para
reflexionar sobre las propuestas teóricas y expulsiones de este movimiento.
Aventurar una definición del modernismo adviene un esfuerzo por hacer un recuento histórico, pero
más aún idiosincrático. El arte –no me cansaré de decirlo– es una búsqueda materializada del alma
humana. He aquí, pues, que habrá que revisar aquello que nos hace poseedores de pinceles, letras, y
notas. Desde Renoir hasta Marx, pasando por Baudelaire, Ibsen, Mallarmé y Rimbaud; el recorrido
por el modernismo es un dolor que se disfruta.
DESARROLLO
EJERCICIO 1: Comentar e ilustrar la obra de alguno de los pintores
impresionistas.
Así se erguía la Torre Eiffel en 1889. La proeza tenía un motivo tan sencillo como complicada la
realización. Más que una rememoración de la toma de la Bastilla, que añejaba entonces por 100 años,
el esfuerzo por alzar una de las obras de ingeniería más espectaculares de nuestra modernidad es el
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como en Francia ni vidas tan sin compromiso ni tan en inaccesibles torres de marfil como la
de Mallarmé. La clase media inglesa tiene todavía suficiente vigor para absorberlas o para
segregarías.
o Oscar Wilde (arriba) es un escritor burgués triunfante mientras parece soportable a
la clase dominante, pero tan pronto como comienza a disgustarla es "liquidado" sin
compasión. En Inglaterra el dandi asume en cierto modo el papel del bohemio, lo
mismo que fue ya su contrapeso en Francia. Es el intelectual burgués que pasa de su
propia clase a otra superior, mientras el bohemio es el artista que ha caído en el
proletariado. La melindrosa elegancia y la extravagancia del dandi cumplen la misma
función que la depravación y la disipación del bohemio. Son la encarnación de la
misma protesta contra la rutina y la trivialidad de la vida burguesa, con la única
diferencia de que los ingleses se acomodan al girasol en el ojal más fácilmente que
al cuello abierto.
La figura central en la historia del drama moderno es Ibsen (arriba), y no sólo porque
es el mayor ingenio dramático del siglo, sino también porque da a los problemas de la
concepción del mundo, propios de su tiempo, la más fuerte expresión dramática. Su
liquidación del esteticismo, el problema crucial de su generación, señala el principio y el fin
de su desarrollo artístico. Ibsen escribe ya en 1865 a Bjornson: "Si tuviera que decir en este
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momento en qué consiste el fruto principal de mi viaje, diría que consiste en que he arrojado
de mí el esteticismo, que tenía sobre mí tanto poder: esto es, un esteticismo aislado y con la
exigencia de tener un valor por sí mismo. Un esteticismo en este sentido me parece ahora un
azote tan grande para la poesía como la teología lo es para la religión". Según todas las
apariencias, Ibsen consiguió vencer este problema bajo la influencia de Kierkegaard, que
había desempeñado un papel muy importante en su desarrollo, aunque, como Ibsen mismo
afirmaba, no había comprendido mucho de las enseñanzas del filósofo.
La psicología que señala la dirección a la concepción del mundo de finales de siglo es una
"psicología de desvelamiento". Los hombres no sólo actúan, sino que motivan y justifican
sus acciones de acuerdo con su especial situación, determinada sociológica y
psicológicamente. Marx es el primero en señalar que ellos, empujados por sus intereses de
clase, no sólo cometen equivocaciones, falsificaciones y mixtificaciones, sino que toda su
ideología, toda su imagen del mundo es equivocada y falsa, y que no pueden ver ni juzgar la
realidad más que de acuerdo con aquellas premisas contenidas en el hecho de sus
circunstancias económicas y sociales. La doctrina en la que basa toda su filosofía de la
historia consiste en que en una sociedad diferenciada y dividida por distinciones de clase es
imposible de antemano el pensar correcto. El reconocimiento de que se trata principalmente
de una cuestión de autoengaño y de que el individuo aislado no es siempre consciente ni
mucho menos de los motivos de sus actos, tuvo una significación fundamental para el
desarrollo ulterior de la psicología.
Pero el materialismo histórico, con su técnica de desenmascaramiento, era él mismo
un producto de aquella concepción capitalista-burguesa del mundo cuyo fondo quería revelar
Marx. Antes de que la economía hubiera alcanzado su primacía en la conciencia del hombre
occidental, hubiera sido inconcebible semejante teoría. La experiencia decisiva del período
postromántico fue la dialéctica de todo el acontecer, la naturaleza antitética del ser y la
conciencia y la ambigüedad de los sentimientos y las relaciones intelectuales. El principio
fundamental de la nueva técnica de análisis fue la sospecha de que detrás de todo el mundo
manifiesto hay uno latente, detrás de todo lo consciente, un subconsciente, y detrás de todo
lo unitario en apariencia, una
contradicción. En vista de la
generalidad de esta actitud, no era
necesario ni mucho menos que
cada uno de los pensadores o
investigadores hubiera sido
consciente de su dependencia del
método del materialismo
histórico; la idea de la técnica de
desenmascaramiento del
pensamiento y de la psicología de
revelación formaba parte de la
propiedad del siglo, y Nietzsche no dependía tanto de Marx, ni Freud de Nietzsche, como
todos ellos de la atmósfera general de crisis propia de la época. Ellos descubrieron, cada uno
a su modo, que la autodeterminación de la mente era una ficción y que nosotros somos
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esclavos de una fuerza que trabaja en nosotros y con frecuencia contra nosotros. La doctrina
del materialismo histórico, lo mismo que después la del psicoanálisis, aunque con una
solución más optimista, era expresión de una constitución anímica en que el Occidente había
perdido la exuberante fe en sí mismo.
Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde
todos los vinos corrían.
Logré desvanecer de mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda alegría para
estrangularla di el salto sordo de la bestia feroz.
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Trascurre el intersticio de los siglos XIX y XX cuando el realismo observa para sí una notoria
decadencia para dejar lugar a un teatro de tipo subjetivo. La crítica social perdió relevancia
y la dramaturgia naciente, denominada teatro poético, planteó los problemas humanos desde
un punto de vista más profundo.
Las formas simbolistas se inscribieron como una nueva estética en la poesía y
manifestaron interesantes repercusiones sobre el género dramático del momento. También
cooperaron a la formación del teatro poético el sentido plástico de la escena wagneriana y las
maneras líricas del impresionismo pictórico.
La nueva tendencia supone un lenguaje visual y evocador,
mediante el cual se trataban de presentar los conflictos del ser humano
en su búsqueda de lo universal: la belleza, el amor, la verdad. Se
establecen desde un punto de vista filosófico porque, a través de ellos,
el humano encuentra su identidad. De esta manera, sus temas se
dirigen hacia la espiritualidad, desdeñando los motivos de la vida
cotidiana y su relación con el naturalismo. La visión intimista que
recrea esta dramaturgia persigue lo exquisito y lo sutil. Se realiza un
culto a la sensibilidad y a la interiorización humanas.
Plumas destacadas en esta corriente son las de Maurice
Maeterlinck (izquierda), Edmond Rostand y Gabriele D’Annunzio.
Es prueba de la inercia del deseo por la novedad el teatro poético. La polémica en las
calles termina por agotar los ánimos. Pareciera que fijar excesiva atención en las
problemáticas sociales inhibe al humano de sí mismo. Debía surgir un teatro humano,
demasiado humano, para retornar al alma su hogar natural. El subjetivismo es, al final, la
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Las Exposiciones Universales pueden haber sido un hito en cada ocasión; los ojos y las
mentalidades quedaban encantadas por igual. Se alaba el progreso de la ciencia y su
guarnición, la cultura. Pero es apenas una demostración efímera y falta de compromiso –lo
connotan ya los derrumbes de múltiples edificios construidos ex profeso para estas
monstruosas convenciones. Aunque no hay que verlo todo con pesimismo. El espíritu
humano también demanda entretenimiento.
Si el precio para entrar a un selecto grupo de autores malditos es pagar el infierno en vida…
Parece que todos los bohemios han firmado gustosos este contrato. La poesía emanada del
hastío participa de la humanidad, y es ella la musa de lo grotesco. Cada época de bohemios
pudo cincelar y sentir la piedra. Cada caída del martillo sobre la propia carne de marfil era
un aparecerse en algún sol lejano, allá donde las pieles arden con los colores de las vocales.
La elegancia inglesa ¡ni por casualidad pierde el porte! Así el dandi, la extravagante figura,
trotamundos de un paisaje con las vigas de fuera. La preferencia por el estilo chocante es una
representación tal cual de un cinismo único. Debe temerse que el paño del frac no salga de
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su lugar mientras se cruzan los barrios de Inglaterra, tan ínfimos como los de cualquier otra
parte de alguna ciudad infeliz.
El dios católico, el del castigo, vuelve a existir con Chejov, con dogmas que reducen al grado
de marioneta todo intento de humanidad. Pero, ¿es que había, entonces, otra alma sino la
sometida? Chejov es impresionista en la medida en que escribe lo que ve; un secreto a voces.
¿Y qué nos intenta decir toda la expresión artística del drama, del símbolo, y del desamparo?
Los ‘pensadores de la sospecha’ tienen los ojos tan profundos como llagas; ‘Dios’ ha muerto,
y el humano percibe el hedor. Por ello el pánico, la tristeza y el caos disimulado. ¿Dicen que
la filosofía no era importante para comprender la razón de nuestros abismos? ¡Absurdo!
Viajaron al pasado con el corazón a cuestas, en travesía por la duda de la musa, del Parnaso
y su deliciosa poesía. Si el spleen encontró sus huesos en las formas clásicas, ¿qué puedo
hacer, sino dar gracias porque exista la memoria?
¿Y no es la vida un símbolo a la que le falta el papel? He aquí que existe la hermandad con
el teatro, vitrina de nuestros adentros. Todos somos poesía. El teatro poético es casi un
pleonasmo (aquí no es posible resucitar para la siguiente función).
REFERENCIAS
Correa, Alicia y Orozco, Arturo (1994). Parnasianos y Simbolistas, en Literatura
Universal; introducción al análisis de textos. México: Alhambra Mexicana (pp. 336-345).