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Como hemos señalado, Chile no es el único país que cuenta con una
legislación que permite la separación de establecimientos educacionales por sexo.
Asi también la US. Supreme Court, en United States vs. Virginia, 518 U.S. 515
(1996), y basándose para tomar su decisión, en la Convención relativa a la Lucha
contra las Discriminaciones en la Esfera de la Enseñanza 1960 ya analizada, ha
considerado discriminatorios, por contrarios a la Equal Protection Clause de la
decimocuarta enmienda, solo aquellos sistemas de educación separada que no
proporcionan “a substantial equality in the separate educational opportunities” en los
aspectos relativos a opciones curriculares, financiación, prestigio, o apoyo a los
alumnos.
En primer término, el actual proyecto de ley es muy similar a aquel que fue
rechazado en general y que establecía la obligación que todos los establecimientos
educacionales con financiamiento público fueran de carácter mixto, Boletín 11.743-
04, el cual contenía un solo artículo. Éste, proponía modificar el Decreto con Fuerza
de Ley N°2 de 2009, que fija el texto refundido, coordinado y sistematizado de la ley
N°20.370, con las normas no derogadas del Decreto con Fuerza de Ley N°1 de 2005,
añadiendo un nuevo inciso final a la letra K) del artículo tercero del siguiente tenor:
"Los establecimientos educacionales públicos y privados que reciban aportes del
Estado deberán ser de carácter mixto, quedando prohibida la exclusividad por
género de sus estudiantes. Adicionalmente, no se podrán establecer limitaciones
en el porcentaje de alumnas y alumnos en razón del género, que signifiquen
limitar el ingreso a estos establecimientos.
Pues bien, en este sentido, la norma viene en agregar un inciso final nuevo al
artículo 9° que regula las comunidades educativas.
Lo primero que resulta extraño es que el mismo artículo 9° y que se pretende
modificar, señala en su inciso primero que “el propósito compartido de la comunidad se
expresa en su ADHESIÓN al proyecto educativo del establecimiento...”, con lo cual
queda claro que no es posible que se impongan obligaciones que pretendan alterar
el proyecto educativo sin que estas sean racionales, proporcionadas de acorde a los
demás derechos fundamentales garantizados en la Constitución. Menos aún cuando
la propia ley establece que las familias adhieren a ese proyecto, y no pueden
modificarlo salvo que el propio sostenedor voluntaria, libre y espontáneamente
permita que se desarrolle ese proceso de consulta, y que a la vez determine que este
sea vinculante.
En otro orden de cosas, cabe señalar que no obstante que el artículo 9° no fue
objeto de control preventivo obligatorio por parte del Tribunal Constitucional en su
oportunidad, las modificaciones introducidas por el presente proyecto de ley, al ser
perentorias para todos los establecimientos educacionales, pasan a erigirse como un
requisito más para el reconocimiento oficial, por lo que en virtud del artículo 19°
n° 11 inciso quinto, deben ser declaradas materia de ley orgánica constitucional.
Jorge Barrera R.
Abogado U. de Chile
Master of Public Interest Law and Policy, Universidad de California, Los Angeles.