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LOS HOMBRES Y LOS DIOSES
Ex Mito DE PROMETEO
El don robado a los dioses
Del matrimonio de Gea y Urano, primeros entre los dioses,
nacieron los Titanes, entre quienes se cuentan Japeto y Crono.
Japeto es el padre de Prometeo; Crono, de Zeus. Primos por par-
te de su padre, el enfrentamiento de estos dioses sera crucial para
la historia de los hombres.
Los humanos fueron creados por los dioses inmortales' y,
en un principio, vivian en total bienaventuranza, sin necesidad
de trabajar para lograr su sustento. Pero ocurrié que, una ve7,
hombres y dioses se encontraron en Mecona, con la finalidad de
separar los lotes. Prometeo, el hijo de Japeto, representaba a los
mortales. Zeus, su primo, hijo de Crono y rey de los dioses, era
el delegado de los habitantes del Olimpo.
T Sostiene Ovidio en su Metamorfosis que fue Prometeo quien, siguiendo érdenes de
los dioses, model6 a los hombres con arcilla.4 Hesiodo Ovidio Euripides Virgilio y otros
Prometeo quiso engafiar a Zeus para favorecer a los hombres.
Para ello, tomé un buey y lo abrié. De un lado, puso la carne y
las visceras -es decir, la parte comestible-, envueltas en el vientre
del animal. Del otro lado, colocé los huesos pelados y los cubrié
con toda la brillante grasa. Hecho el reparto, se lo ofiecié a Zeus,
~Zeus, el més ilustre y poderoso de los dioses inmortales —lo
adulé Prometeo, el de corazén astuto-,elige, de las partes, la que
te dicte el corazén,
Zeus, gracias a su capacidad de anticipar los sucesos, se dio
Cuenta de la astucia tramada por su primo, Sin embargo, se dej6
llevar por el oftecimiento de Prometeo, como si lo que este habia
dispuesto hubiese logrado engafiarlo, y tomé con sus dos manos
fi blanca grasa. Y aunque conocia la falsedad, al ver que bajo la
brillante grasa solo habia huesos pelados, se irrit6, y la célera le
alcanzé el corazén.
~iHijo de Japero, amigo mio! le grité Zeus indignado-
iCtees que puedes vencerme a mi, que reino por encima de dio.
ses y hombres! Si querias favorecer a los hombres con esta treta,
solo lograste perjudicarlos. Ahora mismo les he de quitar el fue.
80. y nunca jamds volverén a tenerlo.
Ast habl6 Zeus, y los hombres se quedaron sin el fuego.
Pasé el tiempo. Prometeo veia suftir a los hombres. Sin fue-
80 para cocer los alimentos, sin fuego para protegerse del frfo ni
alumbrarse. Flacos, faltos de fuerzas para defenderse de las fieras,
y de inteligencia para sobreponerse a ellas. Y antes de que la raza
humana desapareciera de la Tierra, Prometeo, por segunda vez,
desobedecié la orden del rey de los dioses,
Subié hasta el Olimpo y le robs el fuego a Zeus. Lo escondié
en el hueco de una cafia y lo llevé hasta la Tierra,
Pero enseguida Zeus vio desde lejos el brillo del fuego, allé,
entre los hombres. No se digné a quitérselo por segunda vez; enLos hombres y ls dioses 3
cambio, les preparé un nuevo castigo. Un castigo sutil y encu-
bierto, del que los hombres ya nunca més podrian librarse. Las
carcajadas de Zeus resonaron por el cielo mientras le gritaba a
Prometeo, que permanecia en la tierra:
—jJapetonida’, te alegras de que me has robado el fuego y lo-
grado engafiar mi inteligencia! Yo, a cambio del fuego, les daré
un mal con el que todos se alegrarén de corazén. Ya verds a los
hombres acariciando con carifio su propia desgracia.
Eso dijo Zeus, cuando ya habia decidido crear a la mujer para
castigo de los hombres.
EI nacimiento de Pandora
En venganza por el robo del fuego cometido por Prometeo,
Zeus decidié el nacimiento de la mujer. Le ordend a su hijo
Hefesto, dios del fuego, mezclar tierra con agua, infundirle voz
y vida humanas, y crear una linda y encantadora doncella. Le
ordené también que la hiciera bella, con un rostro semejante al
de las diosas. Una diadema de oro fue el obsequio de Hefesto a
su nueva criatura.
Luego Zeus la condujo ante Atenea y le pidié a la diosa que
le ensefiara a tejer finos encajes. Palas Atenea la adorné con un
vestido de blancura resplandeciente y rodeé sus sienes con coro-
nas de hierba fresca trenzadas con flores. Afrodita la colmé de
gracia y sensualidad irresistibles. Después, Zeus la Ilevé junto a
Hermes, el dios mensajero. A él, le pidié que le diera a la mujer
una mente cinica y un cardcter caprichoso. Zeus mismo puso
en el coraz6n de la virgen la curiosidad, que pica y aguijonea los
sentidos.
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