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La muerte de la pintura
Primera Plana N° 333 - 13 de mayo de 1969
Sin firma de autor (probablemente ejército de Rubbers es todavía mas vetusto: allí
escrito por Alberto Cousté) estarán Presas, Pettoruti, Supisiche, Forte.
Grela, el inevitable Soldi, el fenecido Battle Pla-
n arte venerable -el más antiguo entre nas, Pierri, Stapinato. Diez años atrás, los hom-
que la pintura, al desintegrarse, transfirió su nobiliario que porta hace más de un lustre el de
prestigio (y su poder de comunicación) a los mandarín de la Revolución, Jorge Romero
objetos, vivos o inmóviles; del mismo modo, al Brest, 64, sigue, impertérrito, atrayendo hacia
volatizarse los artistas, sus despojos han des- su cabeza una fronda de vituperios y alaban-
cendido hacia la mirada de cada espectador. zas. Sólo de vez en cuando se le filtra entre los
Es la mirada la que crea. Y el fenómeno tiene la resquicios de su conversación espumosa, ina-
magia de una ceremonia de Pentecostés. cabable, algún suspiro melancólico: “La gente
Los plásticos o los artistas visuales, como pre- me quiere tan poco, y he hecho tanto por ella:”
fiere llamarlos Romero Brest, han enfilado ya Recibe en un escritorio pequeño, detrás de un
por caminos heterodoxos. Algunos producen arsenal de pipas y dando la espalda a un cua-
teorías, como Luis Felipe Noé, autor de una dro de Macció. Su voracidad por la vida le so-
Antiestética y de una segunda predicación, to- bresale de los labios apenas ensaya su prime-
davía inédita, “El arte entre la tecnología y la ra historia: “Una tarde soleada de setiembre, el
rebelión”; otros, como Luis Fernando Benedit, año pasado -narra-, entré a la National Gallery,
se proponen cambiar el hábitat y hasta el pai- en Londres. Iba como simple turista, sin libreta
saje del espectador mediante obras que esta- de apuntes, con el placer visual como única
blecen una relación íntima con la tecnología y compañía. Contemplé los Arnolfini, las Venus
la naturaleza. Un sector más vasto engendra de Velázquez, algún Turner, durante dos horas
artículos de consumo. Jorge de la Vega, can- cortísimas. Salí, y en Trafalgar Square estaban
ciones; Pablo Mesejean, Edgardo Giménez, los hippies y el sol. Allí brotaba la vida. Percibí,
Delia Cancela, Dalila Puzzovio y Carlos Squirru, en una suerte de revelación, que el siglo pasado
ropa, adornos, zapatos, monogramas de papel. entendía al museo como algo más rico e inten-
Pretenden convertir a cada espectador en un so que la vida. Eso se acabó ya. La tortilla no
consumidor, multiplicando, la audiencia hasta se he dado vuelta, pero empieza a doblarse”.
el infinito. Casi todos ellos vieron derrumbarse Desde su trono en el Centro de Artes Visuales
su castillo de naipes tropezaron con la indife- del Instituto Di Tella, Romero Brest puede dar-
rencia del comprador masivo y tuvieron que re- se el lujo de proponer religiones. Supone que
cluirse en capillas que eran simples sustitutos “el arte del futuro elegirá estos rumbos: 1) Ar-
de las antiguas galerías de arte (discos de tira- tesanía tecnológica: objetos funcionales. 2) Ar-
je mínimo, recitales en el Di Tella, boutiques en tículos de consumo: ropa, adornos, papel, dan-
los aledaños de las calles Florida y Charcas). za, música. 3) Poetas, incógnitas de toda épo-
Sólo de la Vega acaba de alcanzar, hace un par ca, impredecibles. Pero, seguramente -aclara-,
de semanas, una audiencia considerable: sus condensarán su testimonio en situaciones, no
canciones sirven de apertura y estribillo en el en objetos”.
ciclo “Tato siempre en domingo” (Canal 11). Un libro se ha infiltrado ahora en todos sus
Nadie puede predecir dónde desembocarán pensamientos: “Las palabras y las cosas”, de
los esqueletos de la pintura tradicional o los Michel Foucault, “que me proporcionó el edificio
pañales del recién nacido que la reemplaza. teórico para mis intuiciones”. Supone que la
Las explicaciones suman centenares, y hay pintura, que fue un medio insustituible para co-
tantas profecías como personas en el juego. nocer la realidad, “está perdiendo terreno ace-
Pero es difícil oír una sola respuesta que suene leradamente”. Decide que “en el siglo XIX, la
a verdadera. representación (esto es, la atribución a un obje-
to de sentidos que lo trascienden y lo superan)
Las voces de los oráculos consiste en obtener verdades, en saber. Hoy,
Pendiente de si mismo, hábil jardinero del titulo saber es penetrar en la secreta intimidad de los
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sales de barrio, con resultados catastróficos. Acaban de invitarlo a la Bienal de San Pablo y
Giménez concibió la escenografía del film es posible que vaya: “Tal vez pinte figuritas en
“Psexoanálisis” (1988), y Puzzovio, el vestuario papel, para que la gente las haga un bollo y las
de Libertad Leblanc. La linea “Dalila” de vesti- tire, o a lo mejor presento un show, con las chi-
dos se vendía, mientras tanto, en 84 boutiques. cas del Maipo y yo entre ellas, vestido de mí
“Nos interesa vivir en nuestras propias esferas mismo”.
brillantes -deciden- como “Lucy in the sky with La destrucción es el amor, creen muchos de
diamonds.” ellos, pero también hay quienes conciben que
O como Héctor Basaldúa, que también está en el amor es salvación. Roberto Jacoby, 24, uno
una esfera, aunque algo más penumbrosa. El de los adalides de “Experiencias 68”, defiende
piso de su casa brilla, el silencio es anormal, la el viraje de las artes plásticas hacia lo concep-
luz es débil, y hay pirámides de libros bien or- tual. Supone que la primera oleada de invaso-
denados que se yerguen hasta el techo. De en- res del Di Tella (Minujín, Puzzovio, Stoppani,
trada, coincide con Rodríguez. “Si los jóvenes Rodríguez Arias) vivían “la contradicción de es-
ya no pintan será porque no aman la pintura” (a tar contra de la sociedad y de querer, al mismo
sus espaldas, lo custodia un caballete). “Senti- tiempo, ser aceptados por ella. Otros, como
ría que alguien como Noé no siguiera trabajan- Ruano, Margarita Paksa o yo mismo, pretendí-
do, es un joven talentoso. ¿Jorge de la Vega ya amos que la sociedad cambie. Los primeros
no pinta? Bueno, cantar es también una forma matan el arte, no para destruir el engranaje si-
de expresarse. ¿Pero no le parece que tiene no para confirmarlo. Ese es el camino que Ro-
más valor el esfuerzo por expresarse, los años mero Brest ha llevado hasta sus últimas conse-
y años entregados a una misma tela, como ha- cuencias: legalizar y estetizar el sistema capi-
cemos los pintores de mi época?” talista”.
No, de la Vega no está de acuerdo. Tendido en También Pablo Suárez, 31, un ex estudiante de
una reposera de vinilo transparente, con las Agronomía, ha dibujado un sendero parecido.
manos sobre una planta de ocelote falso, cree El primer cuadro que pintó en su vida (1960)
que al hombre “se le he cambiado de súbito el fue ensalzado por al oficio que revelaba; el últi-
alrededor, porque la tecnología le trae a su ca- mo (abril de 1968) implicó una ruptura. “Ese
sa el mundo entero. También por eso se re- trabajo era un callejón sin salida -explica-.
conquistan los medios expresivos inherentes al Nuestros espectadores eran sólo los críticos,
hombre esencial: el vestido, la danza, el can- los intermediarios. algunos necrófilos. Hacía ra-
to”. En algún lugar del cuadro donde habla hay, to que la vida se había quedado afuera, y la
con certeza, una varita de incienso echando única aventura real consistía en salir del calle-
humo o una tercera persona agitando cisnes jón”. A partir de entonces, se lanzó a la acción
de polvo perfumado. “Ya no hay tiempo pare política: contribuyó a organizar, junto a Jacoby,
hacer, colgar o mirar un cuadro -dice de la Vega- la muestra “Tucumán arde”, en la CGT de Pa-
. En Estados Unidos, un chico de nueve años seo Colón, y concibió un slogan al que piensa
se quejó de que lo mandaran al colegio. “Yo no aludir en todos sus actos: “Usaré toda mi crea-
se para qué pierdo cinco horas por día”, alegó tividad paraacabar con el sistema. La eficacia
el chico. “De ese modo interrumpo mi educa- es la forma”.
ción”. Él también se declara adolescente, mu- O el instante es la forma, como parece haber
chacho de 14 años, con la educación incom- querido decir Benedit en la mejor exposición
pleta. Le dan “ganas de vomitar al lado de un individual de 1988, “Microzoo de acrílico”. Allí
cuadro”, porque “para sobrevivir, el artista creó un ambiente por el que evolucionaban
plástico tuvo que echar mano a la sorpresa”. animales libres y prisioneros. Las abejas salí-
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an volando de las salas asépticas de Rubbers, afrontaba duelos a muerte contra la esclerosis,
las hormigas excavaban galerías y cementerios el cine crecía alegremente. Ningún genio pro-
en esplendorosos hormigueros de plástico. Eso visto de pomos y caballetes podría ahora lu-
es lo que quiere Benedit, cambiar a cada ins- char sin desventaja contra las explosiones li-
tante el hábitat del hombre. Piensa organizar bres de “2001: Odisea del espacio” o de “EI
en 1969 una exposición de “prototipos fantás- submarino amarillo”, que se sirven de la pintu-
ticos” o “muebles de vida”. No es un teórico ra como si fuera un animal inferior, superándo-
como Noé o un autobiógrafo como los Squirru. la y esclavizándola.
Su estilo es el del narrador, el del inventor de Sin embargo, todavía quedan en Buenos Aires
mundos. “Me enloquecería transformar una algunos templos donde se venera al difunto
plaza -se exalta-, las barrancas de la San Mar- como si gozara de una salud perfecta. En “Bo-
tín, por ejemplo: colocar allí 600 metros de ma- nino”, Guillermo Whitelow (uno de los encarga-
terial reflejante para que se duplique la imagen dos) suspira desdeñosamente: “¿La muerte de
del Kavanagh, o tapizar los senderos para ver la pintura? ¡Ay, qué tema tan aburrido!”, y refu-
los zapatos y los árboles al mismo tiempo, o ta, con un mohín, la presunción de que la gale-
cubrir las plantas de polietileno e instalar cale- ría -pavo real de las artes plásticas en la déca-
facción.” Y no son esos los únicos delirios que da del 60- ya no consigue pintores para expo-
le ocurren. ner: “¡Qué mentira! No tenemos ni un huequito
Luis Felipe Noe elige el estilo del ensayista, libre”. Otro de los ángeles custodios, Enzo Me-
quiere “suscitar conciencia, montar un espec- nichini, proclama que “eI cansancio o el capri-
táculo con frases sobre la Argentina”. Aunque cho individuales no son razones suficientes pa-
por ahora sus pretensiones son más módicas: ra decretar la muerte de la pintura”, y qua la
instalará un bar, en Reconquista y Córdoba, empresa sigue vendiendo triunfalmente a “in-
“para congregar gente, organizar happenings, dustriales, profesionales, hombres de nego-
para principalmente para ganarme la vida”. cios, bancos, museos y fundaciones”.
Margarita Paksa se imagina a sí misma como La letanía fluye idéntica, y casi en al mismo or-
una caudilla política. “Preferiría ser una buena den, cuando la pregunta se endereza hacia Na-
organizadora antes que una artista”. Su instru- talio Jorge Povarché, el dueño de Rubbers. Ha-
mento fue siempre el sonido: en 1968 grabó un bilísimo marchand, parece menos dotado pa-
disco que procuraba hipnotizar primero y eroti- ra las especulaciones teóricas. Por cierto, él no
zar después al oyente. “Yo no quiero hacer ob- cree eso: sostiene que la improvisación verbal,
jetos únicos”, se defiende. el ajetreo de la galería, el teléfono que llama in-
cesantemente, son vidrios que le perturban la
El misil y las armaduras claridad del lenguaje. “Podría contestar a sus
preguntas con la misma facilidad con que tomo
Quizás el asesino de la pintura (o de todo el ar- el desayuno -arguye-. Yo escribo cosas de
te tradicional) se llama cine, porque la heca- profundidad filosófica. Pero hoy no me siento
tombe empezó cuando llegaron Mack Sennett bien.” De todas maneras, arremete: “No hay tal
y David W. Griffith, y porque las maravillas de muerte de la pintura, sino deserciones. Pienso
la técnica (que las artes plásticas incorporaron que hay dos formas de deserción: aquella que
a sus juegos hace apenas una década) fueron implica abandono por no poder afrontar el he-
las parteras de “Intolerancia” (1918) o de la se- cho plástico con un contenido lo bastante hondo
rie “Fantomas” (que Louis Feuillade inició en como para que tenga vigencia, la de quienes
1912), dos obras precursoras del pop, del tientan todas las posibilidades técnicas y cientí-
camp, de las historietas. Mientras la pintura ficas, lanzándose hacia la aventura absoluta”.
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Por fin, respira y entona su jaculatoria definiti- quiem pare la pintura: allí se narraba la histo-
va: “Creo en el primer pintor de caballete. Creo ria de un mediodía de verano, en Biarritz. Al
en el arte, que es decir creación, que es decir borde del mar, un hombrecito bajo, cuadrado
fe, que es decir religión”. de hombros y con la cabeza teñida de caoba
Si la pintura no he muerto, por lo menos en- por los lanzazos del sol, dibujaba con su dedo,
frenta un estado de catalepsia: no se le oyen sobre la arena, figuras de leones griegos y chi-
los latidos, su aliento no empaña ningún espejo. vos mediterráneos, unicornios que danzaban
Y si ha muerto, en verdad, el acta de defunción tañendo sus largos cuernos tallados, templos
no puede escribirse con palabras, porque las en ruinas y volcanes distantes. El hombrecito
consecuencias de esa muerte son -como pre- dibujaba sólo para que la marea se llevara sus
tenden los desertores- una sumersión en la vi- delirios, esperaba ávidamente el avance de las
da, un acto revolucionario, un acoplamiento aguas y sonreía cuando el mar le arrebataba
amoroso de la realidad con el arte, o mejor to- sus criaturas. Aquel personaje pudo llamarse
davía, la explosión de un nuevo panteísmo se- de cualquier modo, pero en el cuento de Brad-
gún el cual el Arte es Todo. bury estaba prolijamente identificado. Era Pa-
En “Una estación de buen tiempo”, un cuento blo Picasso.
de Ray Bradbury, entonó quizás el mayor ré-
Carola Wilde tendría que renovar su Luis Triolo Ignacio, donde quiera que
suscripción a ramona estés, tenés que renovar.