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INTRODUCCION

Para quienes sostienen que Derecho y Economía son dos disciplinas totalmente distintas e
incluso que se oponen, podemos darles un alcance contrario, y más bien señalar que no sólo
tienen mucho en común, sino sobre todo se complementan de manera interesante. Derecho
Económico, asimismo es un término que corresponde a una disciplina o especialidad del
Derecho muy ligado a la Economía, que sin embargo, tampoco es propiamente la Economía
como disciplina. Entonces, nos encontramos frente a un buen número de especialidades
derivadas de estas dos disciplinas centrales y en las cuales se combinan aspectos de ambas,
como el Derecho Financiero, Derecho de la Competencia, Derecho Comercial, Derecho
Empresarial, Derecho Mercantil, a las que habría que considerar como elemento común que
son áreas propias del desarrollo económico, y que incluyen temas de actualidad,
especialmente porque están ligados a las políticas de desarrollo de los países, de la
disminución de índices de pobreza, y al mejoramiento de condiciones de vida de las personas.
Entonces podemos indicar que tanto el Derecho como la Economía conjugan aspectos
centrales en la resolución de las grandes cuestiones de las naciones para la búsqueda de
desarrollo y en general del bien común. El presente ensayo no tiene por objeto agotar la
materia, y tampoco esto será posible, debido a que si quisiéramos establecer una diferencia
entre el Derecho y la Economía, lo cual sería muy complicado en principio, sin embargo un
primer alcance a esta diferencia sería que la primera cautela el orden público y la segunda es
menos formal, por lo tanto va evolucionando y adaptándose de manera más natural a las
distintas conductas y hábitos de las personas, con el fin de cubrir sus necesidades básica y a
partir de éste, aumentar su bienestar.

Este ensayo, presenta un par de aspectos en la relación interdisciplinaria de la Economía y el


Derecho, su vinculación en dos aspectos puntuales como los contratos, política económica y
Legislación, por citar algunos, ya que seguramente podríamos referirnos también a las
empresas, a las finanzas, las inversiones públicas o privadas, fusiones, adquisiciones y un
listado innumerable de temas que comprometen ambas disciplinas. Lo cierto es que este
artículo concluye en que ambas disciplinas no pueden desligarse, y que ambas tienen como fin
a la persona y su mejoramiento de condiciones de vida.
INCIDENCIA DE LA ECONOMIA EN EL DERECHO

RESEÑA
El derecho y la economía mantuvieron relaciones frías y distantes
durante mucho tiempo. A lo largo del siglo XX, sin embargo, esta
distancia empezó a acortarse debido a fenómenos que ocurrieron al
interior de ambas disciplinas. Los abogados de finales del siglo XIX
estaban todavía mayormente preocupados por cuestiones clásicas de
derecho civil. Así como hay “médicos de familia”, podría decirse que
el abogado típico era un “abogado de familia”.

Las ramas del conocimiento tienden a relacionarse entre sí y las ciencias que forman parte
de sus diversas categorías siempre caminan de la mano en temas de investigación y
desarrollo; es el caso de la economía y el derecho, que se enfocan en un mismo punto: el
Buen Vivir de la ciudadanía. Lo importante en economía son las relaciones sociales,
aquellas que se manifiestan en la búsqueda por satisfacer necesidades. El derecho por
otro lado, es el que ha tenido dentro de sus fines garantizar aquello que busca la
economía. Por ello, se podría decir que el objetivo en el estudio de estas dos ciencias es el
comportamiento humano. Dicha concordancia se acoge, en el concepto de ciencia
económica anotado por el reconocido economista Lionel Robbins, que en 1932, en su obra
“Ensayo sobre la naturaleza y significancia de la Ciencia Económica” manifiesta que la
economía es “la ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre
fines y medios escasos susceptible de usos alternativos”.
Dicha concordancia se acoge, en el concepto de ciencia económica anotado por el
reconocido economista Lionel Robbins, que en 1932, en su obra “Ensayo sobre la
naturaleza y significancia de la Ciencia Económica” manifiesta que la economía es “la
ciencia que estudia el comportamiento humano como una relación entre fines y medios
escasos susceptible de usos alternativos”. Desde los comienzos de la economía como un
conocimiento sistemático y con un objetivo definido (el bienestar social), se ha tenido la
intuición de que hay un vínculo entre ésta y el derecho. Ya los economistas clásicos
buscaban descubrir leyes que propiciaran la eficiencia en la sociedad. Adam Smith, en su
obra “Investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones”, vio el
papel crucial de los monopolistas y de los efectos de la intervención del gobierno en los
sistemas de precios y de políticas proteccionistas. Pone como ejemplo a un grupo de
comerciantes que establecen un nuevo mercado y se concede un monopolio temporal; él
observa que aquello se puede justificar bajo los mismos principios sobre los cuales se
permite a su inventor la patente por la creación de una máquina o de un libro nuevo a su
autor. Se puede verificar aquí cómo la ley se constituye en un incentivo productivo y cómo
a partir de un análisis económico, ésta se ha materializado posteriormente en una ley. En
el ejemplo se muestra como las dos ciencias se relacionan y son aplicables en la
actualidad en ámbitos como: el tributario, laboral, Ley de Competencia, sanción de
decretos de gasto público, etc., expresiones prácticas que forman parte del estudio del
derecho económico, el cual a decir de Richard Posner (referente importante en esta área),
analiza los mercados explícitos, es decir, la manera con la cual la normatividad regula de
forma directa a los mercados mediante la implementación de impuestos o subsidios, con el
control de la competencia desleal, control de precios, tasas de interés, regulación del
mercado cambiario, de capitales, etc.

UBICACIÓN DEL TEMA

Es por ello, que toda actividad económica deberá ser regulada por el
Derecho, ya que al ser toda actividad económica de trascendencia humana,
tiene un carácter social que exige la presencia del Derecho.

La Economía puede encontrar en el Derecho un asiento y una seguridad


que facilite la realización de la actividad económica mediante un conjunto de
reglas de Derecho. El Derecho, como bien económico, muestra su vocación
para organizar la actividad económica tanto en su aspecto de ser cauce para la
circulación de los bienes y para la creación de riqueza como para establecer
las reglas del juego, para que no se lesionen entre sí los intereses
contrapuestos entre los hombres y los grupos sociales.[8]
De esta manera, el Derecho reintegra y coordina las dispersas
particularidades económicas, introduciendo disciplina y ordenación. La certeza
jurídica es el reflejo de una certeza conseguida en la misma esfera económica,
un verdadero y típico ejemplo de nacimiento del instituto jurídico del hecho
económico.

La Economía en sus relaciones con el Derecho adquiere un perfil jurídico


basado en la certeza que permite que su actividad dirigida a la creación y
circulación de riqueza se desenvuelva dentro de los intereses de seguridad, de
justicia y de libertad.

El problema de la relación entre Economía y Derecho está ligado a una


nueva fase histórica, a la revolución industrial y a sus consecuencias en el
plano político, social y económico.

Paralelamente se ha ido alcanzando una progresiva realización de la


personalidad humana, que primero se afirma en el plano moral y después en el
formal jurídico y, en fin, en el económico social.
ANTECEDENTES HISTORICOS

Aunque en el siglo XI'III se puede ubicar el comienzo formal

del análisis econóiriico en su situación clrísica, fueron los griegos los

que nos legaron la palabra "economía", limitando su significado a la

administración doméstica. Después de la Edad Media la economía

fue considerada corno un subconjunto de la filosofía moral; en el

siglo XVlI destaca la metodología desarrollada por Williain Yetty,

médico, poeta y economista inglés, denominada "aritmética política"

la cual representa una base de la econometría. Yetty conceptualiza

cada problema económico coino parte de un conjunto mayor, es decir,

tiene una conceptualización sistémica de la ciencia, por lo que Marx

lo considera el fundador de la economía moderna. Es a mediados

del siglo XVIIl que surge en Francia otra corriente a través de la

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PLANTEAMIETNO DEL PROBLEMA

¿CUAL ES LA IMPORTANCIA DE LA ECONOMIA EN EL DERECHO?

Así, tanto el Derecho como la Economía encuentran su propia unidad en


el elemento común de la sociabilidad o, más exactamente, en la misma
existencia concreta y real, en su estructura. Porque el Derecho es la misma
estructura, o la expresión de la exigencia de normatividad jurídica de la
existencia concreta y real y, por este motivo, también de la Economía. Para
alcanzar un fin particular querido por la voluntad individual, el Derecho es la
ciencia formal y la Economía la ciencia material de la sociedad. El Derecho
constituye el instrumento que coadyuva no sólo a la distribución de la riqueza
sino a un progresivo aumento de su producción, desde el momento que al
estructurar jurídicamente los procesos de la Economía vienen a establecer una
sociedad normativamente ordenada y, por consiguiente, logra un ordenamiento
de Derecho que aspira constantemente a alcanzar una más justa convivencia
humana.[10]

El Derecho a través de su normatividad, construye con carácter


obligatorio el caparazón que salvaguarda e impulsa la vida económica, claro es
que respetando su autonomía a fin de que fluyan libremente la producción, la
distribución y el consumo de los bienes.

Por su parte, la finalidad de la Economía es la producción para consumir;


mantener una Economía de productores.

La Economía es hecha para el hombre y no el hombre para la


Economía, la Economía tiene por fin el hombre, que es ordenada a la
naturaleza humana encarnada en la persona y que esta tiene por fin último la
bondad y la solidaridad.

Se requiere provocar la adecuación entre Derecho y Economía, dentro


de un clima de correspondencia, respetándose las autonomías respectivas de
acuerdo a su ordenación jerárquica para que puedan contribuir dichas ciencias
a la consecución de los fines humanos. Porque tanto el Derecho como la
Economía justifican su existencia en función del hombre, ya que estimular el
consumismo de nuestro tiempo, supone seguir propiciando el caos en que
vivimos. En este sentido, el Derecho es el instrumento al servicio de la
comunidad social para ordenar la Economía a la realización del bien común.

Para comprender la relación entre el Derecho y la Economía, es


necesario saber que la ciencia económica es un desprendimiento del Derecho
y este a su vez de la filosofía. Las primeras reflexiones sobre temas
económicos estuvieron relacionadas con temas de justicia.

Como podemos observar el Derecho y la Economía son ciencias


totalmente afines.

La Economía no es algo ajeno al Derecho y para entender la correlación


que existe entre estas dos áreas del conocimiento debemos empezar por
reconocer que muchos actos jurídicos; como el robo, la compra, el contrato y la
propiedad antes de pertenecer al Derecho, pertenecen al campo de la
Economía y si definimos que son actos económicos todos aquellos mediante
los cuales los hombres tratan de satisfacer sus necesidades, encontraremos
una sucesión de fenómenos que finalmente nos llevarán a sacar una
conclusión basada en que la Economía no basta para poner orden entre los
hombres y satisfacer así lo que constituye la necesidad suprema del individuo y
de la sociedad, razón por la cual nace el Derecho con el propósito de implantar
normas que regulen la convivencia humana y garantice los derechos de cada
uno de los pertenecientes a la sociedad.[13]

Mucho de lo que los abogados y jueces hacen tiene implicaciones


económicas. En sus labores como fiscales, jueces y frecuentemente como
legisladores, los conocimientos de Economía evitan que tomen decisiones
equivocadas e instrumenten políticas dañinas para la sociedad.

Por ejemplo, cuando ocurre un desastre natural, los precios tienden a


dispararse.

En estos casos la gente debe hacer menos uso de los recursos escasos
y los fabricantes deben producir más. Un incremento en los precios de esos
productos evita su consumo exagerado y también fomenta los aumentos en la
producción.

El abogado que se gradúe sin tener conocimientos económicos


fundamentales no entiende las leyes tan bien como sus colegas con
entrenamiento en Economía. Aquí se aprecia la importancia de la materia de
Economía.

PREGUNTA PROBLEMATIZADORA
El derecho y la economía mantuvieron relaciones frías y distantes
durante mucho tiempo. A lo largo del siglo XX, sin embargo, esta
distancia empezó a acortarse debido a fenómenos que ocurrieron al
interior de ambas disciplinas. Los abogados de finales del siglo XIX
estaban todavía mayormente preocupados por cuestiones clásicas de
derecho civil. Así como hay “médicos de familia”, podría decirse que
el abogado típico era un “abogado de familia”. En un mundo aún
cuasi-rural, con comunidades y familias extensas estrechamente
vinculadas, sin las presiones de la urbanización y la masificación de la
producción y del consumo, los abogados todavía redactaban contratos
civiles, fungían como asesores de la salud del vínculo conyugal y, ante
todo, supervisaban que la transferencia de la propiedad de una
generación a la siguiente se diera sin mayores sobresaltos.
Los cambios económicos de comienzos de siglo XX llevaron a los
abogados a desempeñarse en nuevas esferas: aumenta
considerablemente la participación en la economía de empresas y
sociedades de todo tipo. Surge un “abogado empresarial” que se aleja
cada vez más del modelo del “abogado de familia”. Este abogado
tiene que entender el lenguaje de los negocios y el clima económico
general: su competencia jurídica se vuelca ahora en facilitar y
optimizar el desarrollo de los negocios. Las universidades
latinoamericanas responden al desafío e integran en sus currículos,
con mayor o menos calidad, cátedras en contabilidad, micro y
macroeconomía. El derecho, pues, se abrió a la economía por
exigencia de su nuevo y más poderoso cliente: la empresa bajo la
forma de la sociedad de capitales.
La economía, a su vez, se abre hacia el derecho: su apertura no se
hace, sin embargo, por razones prácticas sino por razones teóricas. No
se les pide a los economistas que sepan más derecho: en el currículo
de economía de los Andes, por ejemplo, no hay ni una sola materia de
esa disciplina. Su nuevo interés en el derecho parte de una teoría
compleja del crecimiento económico que ha dado varios premios
Nóbel en los últimos años y que podría ser descrita en dos tesis
fundamentales y que le dan a los economistas una mirada general (y a
veces soberbia) sobre el conjunto del derecho.
Según la primera tesis, que se denomina “teorema de Coase”, el
derecho contemporáneo es sorprendentemente superfluo: los
individuos, por sí solos y sin intervención del derecho, pueden hacer
la asignación más eficaz de los recursos productivos de la sociedad
siempre y cuando los “costos de transacción” tiendan a cero. El
derecho regulatorio contemporáneo, además, tiende a ser generador de
estos costos de transacción y, por tanto, de ineficiencias. Por estas
razones el derecho debe ser estrictamente supletivo. Su contenido,
además, debe ser lo más parecido a lo que las partes pactarían en un
libre mercado. Desde esta primera tesis, por tanto, existe una visión
altamente desfavorable del derecho: en primer lugar sus normas
regulatorias e intervencionistas generan ineficiencias; en segundo
lugar, su contenido debe extraerse mediante el estudio de las
asignaciones de recursos que haría el mercado cuando funciona libre y
sin trabas.
La segunda tesis de la economía contemporánea (usualmente
imputada a Douglass North) no piensa que el derecho sea superfluo.
Todo lo contrario: piensa que el crecimiento económico se logra
siempre y cuando exista un cierto marco jurídico de protección a la
propiedad. Desde esta visión, el crecimiento económico se logra
cuando el derecho consolida de la forma más fuerte posible el derecho
de propiedad. El significado de esta fórmula general es ambiguo, pero
su punto principal consiste en afirmar que el derecho debe impedir la
apropiación de rentas por parte de terceros que no hayan aportado el
capital o la tierra usados en la producción.
Tomadas en su conjunto, estas dos teorías económicas le dicen al
derecho lo siguiente: primero, que las normas jurídicas deben verse
desde el punto de vista de la optimización de la asignación de los
recursos productivos; segundo, que tal optimización, en general,
recomienda la adopción de un derecho liberal, espontáneo y no
intervencionista; tercero, que el derecho, como ciencia, debe tender a
replicar los resultados que el mercado obtendría si pudiera funcionar
adecuadamente; cuarto, que los derechos de propiedad deben ser
reforzados y consolidados dentro de una estrategia general para lograr
el crecimiento económico.
Estos mensajes pueden ser correctos pero creo que su mera
enunciación muestra ya unos defectos protuberantes: el primero, y
más importante, muestra que la economía desecha los múltiple
objetivos que debe alcanzar el derecho. Puede que el derecho sea un
coadyuvante del crecimiento económico, pero no es claro que tal deba
ser su objetivo primordial o preferente. Los objetivos del derecho no
son prefijados por una ciencia, sino que resultan de las prioridades de
una comunidad política. Segundo, los economistas tienden una teoría
demasiado restrictiva sobre las normas: para ellos sólo existe derecho
liberal de los negocios y todo derecho sancionatorio, si acaso, debe
respaldar el funcionamiento de mercados libres. Con ello deslegitiman
casi todo el conjunto del derecho del estado providencia. Finalmente,
y por razones análogas, las recomendaciones de la economía muestran
una preferencia ideológica desmesurada hacia una cierta forma de
estado y sociedad. Ello puede ser mostrado en un ejemplo que me
parece rotundo: investigadores en Brasil han mostrado que cuando los
jueces utilizan razonamiento económico en sus fallos (para establecer
las consecuencias de los mismos), 4 de cada 5 fallos terminan siendo
desfavorables a la protección de derechos fundamentales. Es decir: el
argumento consecuencialista económico tiene, de entrada, un cierto
sesgo entre los intereses de grupos sociales.
Una observación final: dado que el derecho es una de las principales
herramientas de armonización social, es fundamental que los
académicos de la economía y del derecho ayuden a construir
concepciones y marcos comunes de análisis. La economía y el
derecho han venido interrelacionándose cada vez más. Pero
interrelacionarse no significa necesariamente dialogar. Convendría
pasar a un diálogo fecundo, y no sólo a la proyección sobre el otro de
las respectivas ortodoxias disciplinares. Este diálogo debe, en todo
caso, recordar lo siguiente: el derecho no le pertenece a los
economistas y, ni siquiera, a los abogados. Aún más enfáticamente: el
derecho no le pertenece a los clientes de los economistas y de los
abogados. El derecho le pertenece a la comunidad política que lo crea
y que establece en él sus estándares de conducta y sus aspiraciones
sociales.

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