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1 El pensar y el decir: Ser socidlogo Sabemos con arreglo a raz6n y experiencia, que nuestras elecciones tienen algo que ver con los traumas infantiles. Ser sociélogo, por ejemplo. ‘Voy a contar algo personal. Resulta que hace varios aifos dietaba un cur- 0 sobre Max Weber para la Maestria en Ciencias Sociales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en una oportunidad un ‘lumno me comento su deseo de hacer un trabajo monogeifico sobre la re- lacién que existe entre el saber y el mal. El pedido de este alumno me trajo asf un recuerdo infantil que paso a relatar: Yo ten{a mas 0 menos nueve o diez afios y cursaba el tercero o el cuar~ to grado, cuando nos visitaron miembros de la polieia para dar una clase {e educacién vial. En esa época recuerdo que la gente solia decir que: Policia tiene que preocuparse més por perseguir a los ladrones”. Recuerdo en un momento de su exposicion: “Hay gente en ver. de hablar tanto tiene que perseguir més a tos ladrones”. Escuché esta afirmacién en forma de pregunta, es decir, eref ‘que estaba preguntando: “éHay alguno que piensa que la policfa en vez de ‘Petseguir a los ladrones, habla?”. Levanté la mano ante la mirada de todos y uedé con la mano levantada mientras el policia al acerearse hasta mi, dijo: “Usted no tienen idea de lo que hace la policia”. No puedo asegurar que en ‘se momento decid ser socilogo, pero si que recuerdo haber quedado con ‘Bu dosis de incertidumbre que con el tiempo se convirti en una inquietud Propésito de la relacién entre el saber y el poder. Porque, si esto es lo que todo el mundo y yo le pregunto a la persona que es supuestamente la $Petiene que informar acerca de la certeza o error de lo que pienso y al con- ‘mula la pregunta, es porque debe haber algan problema en el mismo punto de partida. Bueno, después con los afios vino todo lo que vino, por preguntar tanto, y uno cada ver. pregunté menos. El tema es el de la razén y el del compromiso con la verdad que se toma quizé desde la eleccién misma de una carrera cientifica. Asi es que ‘conocemos la incomodidad que nos produce preguntarnos acerca de la con- ciencia y no por “una cuestiOn de puja de intereses”, de ser asf, serfa mas sencillo. Es porque no se aleanza a comprender del todo si se puede vivir ‘mas o menos cémodamente con o sin conciencia acerca de. Pero se trata al fin, de una cuestién acerca de la fe en la razon que me hizo volver a recordar el trauma infantil que esté ligado también a la sensacién de perplejidad que lo cotidiano suele producir. Dijimos més arriba que en la modernidad reduce su magnitud, la idea de destino. Asf, cuando leemos un texto original y fundante de la moderni- dad como lo es El principe de Maquiavelo, sucede que Maquiavelo tiene la perplejidad de un hombre que descubre algo nuevo. Ni mas ni menos. No es que sea “maquiavélico”, es que esté deseubriendo algo nuevo, como si descubriera el oxigeno y se preguntara “équé es esto?”. El, como veremos més adelante, esté tratando de nombrar lo que ve. A veces, es frecuente que la verdad cientifica o lo que se propone serlo, revuelve los cimientos del sue- lo en donde se estaba parado y se la rechaza. Siguiendo con el ejemplo de EL Principe, todavia hoy se insulta a un politico diciéndole “maquiavélico”. A pesar de que descubramos que el comportamiento de un politico bastante que ver con lo que sefialé Maquiavelo hace més o menos quinien- tos afios, seguimos asombrados ante la demostracién cotidiana de aquella impresién. 2. La antigiiedad de la modernidad: Sentido y forma Dijimos en el inicio que el mundo moderno es secular. da cuenta centralmente de la separacion entre religiOn y politica. Habiamos sefialado también dos posibilidades para caracterizar a la modernidad y mencionamos a propésito dos autores: Berman y Giddens (1938...). Asi, primero hace una mirada cultural de la modernidad, mientras que el se~ gundo caracteriza sociolégicamente a la época en cuestién. Por lo tanto no coinciden en la apreciacién acerca de su antigiiedad, Berman le atribuye a la modernidad una antigiiedad de més 0 me- ‘os quinientos afios, mientras Giddens (1990) nos habla de las institucio- nes europeas que surgen a partir del siglo XVII en adelante, En el primer sentido se puede decir que se trata de un punto de vista cultural, al pensar en aquellas cuestiones novedosas que aparecen en la reflexién. Recordemos aqui que le otorgamos, es cierto, un peso significativo al hablar de cambios, transformaciones, modos de pensar, a un grupo en particular, a un estamen- to." Extiendo el misterio y digo que hay un grupo de personas que tiene en la historia de la humanidad una funcién relevante en el destino del hombre y de las sociedades. Estas personas han observado, por ejemplo con atencién ala Iglesia, que también por otra parte es una creaci6n del mismo estamen- to. 2Quiénes son esos sefiores?: Los intelectuales. 1. Grupo de prestigio Los intelectuales son un estamento, cuyo prestigio se apoya pre cisamente en la supuesta capacidad que imaginamos tienen para medir la dimensi6n y el significado que el pensamiento tiene sobre las transforma ciones sociales. Apreciacién que implica a la vez. considerar que los pensa- mientos dicen algo acerca de lo que le pasa a la gente y que los intelectuales dicen algo acerca de ello. Asi, y prestando atencién alos intelectuales, se pu- ede llegar a decir que la modernidad tiene una antigiiedad de casi quinientos afios. Agrego ademas que el libro de Berman es del afio 1982, casi quinien- tos afios después del viaje de Colon.’ En tal sentido, se puede decir que la modernidad comienza navegando en las carabelas y sigue navegando por Internet. Agrego, a propésito de los intelectuales y la relacién de este estamen- to con la Iglesia, que Antonio Gramsci (1891-1937) por ejemplo, observaba con admiracién y respeto a esos nifios que ingresaban a los monasterios para aceeder simultineamente al saber y al estamento del clero, lo que en gran parte de los casos significaba ascender socialmente. En El Nombre de la Rosa (Eco, 1980), se observa también la vinculacién entre el saber y el poder si recordamos como el bibliotecario, Jorge De Burgos, envenenaba las paginas y los monjes, morian en el intento de saber si en la segunda parte de la Poética de Aristételes, Cristo rie. Pero eso “no se podia saber”. Por lo tanto, durante muchos siglos y sigue vigente, la idea de que hay un oculta- miento del saber, y que hay algnien que puede legar a matar para que algo no sepamos, porque gracias a que “se sabe se puede dominar al mundo”, como piensa Cerebro. Incluso, cuando algiin grupo social acta de manera transparente, tiende a desarticular la misma posibilidad de interpretacién y discurso. Bs decir, cuando no se oculta, no tenemos argumento, cuando se acttia de manera transparente, nos quedamos sin discurso. Si observamos a ese estamento, podemos darle a la modernidad una ‘antigiiedad de més 0 menos quinientos afios, Colén incluido. Ahora, si ob- servamos a las instituciones, la ubicamos en el siglo XVII siempre, recuer- do, de manera aproximada. Por lo tanto, si hablamos de quinientos aiios de antigiiedad, pensamos en un acontecimiento que dio sentido a la mo- dernidad, a saber: el Renacimiento. Decimos que si ubicamos al origen de 2, No sé si Berman fue conscionte de esta relacién 3. Personaje de un dibujo animade de Steven Spielberg, "= Miguel Ange! Forte Ja modernidad en el Renacimiento, damos cuenta del momento del indivi- dualismo porque el hombre descubre la voluntad de la distineién, es decir: ‘Ser diferente del otro. Lo que significa, pensando en Simmel (1858-1918), la diferencia aparece bajo la forma de un deseo infinito de distinguir- ‘me del otro (Simmel, 1917). Por lo tanto y por ejemplo: hay que firmar los ‘eaadros, lo que implica ademas de afirmar la propiedad del punto de vista, a del objeto cuadro. Estos dos aspectos combinados inspiraron a los pinto- res renacentistas a llevar a cabo estrategias de marketing, de las que Rafael ‘Sanzio (1483-1520) fue un maestro y quiza quien introduce el marketing en las artes plisticas. Pero también habia hombres que eran deficientes en el ‘uso de aquella estrategia, como Leonardo Da Vinci (1452-1519), por ejem- plo.« En tal sentido puede decirse que Rafael era el que tenfa una vision més acabada del mundo que venfa, en el sentido de que en la modernidad los ob- jetos dejan de valer, para costar, con lo cual se abre otro inconveniente con la Iglesia, enemiga hist6rica del objeto que seculariza por la via del mercado: el dinero. Por lo tanto si, mercado mediante, las cosas comienza a costar, para dejar de valer, pasa a ser el dinero el objeto mAs corrosivo, subversivo yrevolucionario que el hombre invent6. Es asf que segiin Simmel, el dinero esel objeto més moderno de la modernidad porque separa y fragmenta, all fin cosifica, o si se prefiere seculariza (Simmel, 1900, Cap. 1). Si hay algo ‘moderno, y lo vamos a ver més adelante con el tema del desanclaje, eso es el dinero. Adelanto aqui que el dinero tiene la virtud de permitir relacionarnos sin establecer vinculos. Ahora bien, si en cambio tomamos la idea de Giddens de carécter so- ciolégico y pensamos en las formas‘de la modernidad, establecemos aprox- imadamente en el siglo XVII el comienzo de la época, porque es a partir del siglo XVIT cuando los estados europeos, fundamentalmente Francia e Inglaterra, comienzan a adquirir cierta estructura burocratico-racional.* Pero también la apreciacién de Giddens se relaciona con un mito fundacio- nal de la modernidad desde el punto de vista politico-institucional; a saber: la Revolucién Francesa de 1789. Asi, es que aprendimos desde Ia escuela 4. Ver Merezkovshi (1903) 5. La cioroncia que establezco entre sentido y forma se inspiran en Lefort (1982), 6. Me refieo a esto mas en detalle en el timo punto dela segunda part ba el titulo “La forma Estado: Max Weber’

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