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Moctezuma Xocoyotzin, o Moctezuma ‘el respetable hijo último’, nació en

1466, tres años antes de que su padre, Axayácatl, fuera elegido sexto emperador
o tlatoani azteca. Su educación no se diferenció en nada de la que correspondía a
cualquiera de los hijos de la pipiltin o nobleza azteca, con los que compartió
el calmecac. En esta escuela para muchachos de la aristocracia se imponía una
rígida disciplina, se castigaba duramente y las materias de estudio eran amplias y
variadas, desde artes bélicas hasta historia, filosofía y tradiciones, además de
proporcionar una intensa instrucción religiosa y una severa formación moral.

Moctezuma II

El «señor de la casa de las flechas»


En 1481 murió Axayácatl, cuyo reinado se caracterizó por la conquista de la
ciudad de Tlatelolco, gemela de Tenochtitlán, y por la expansión del imperio; su
hermano Tízoc fue el elegido para sucederle. Durante el breve reinado de este
emperador, el joven Moctezuma, pasada ya la adolescencia, participó en sus
primeras campañas militares y pronto se distinguió tanto por su valor como por
su preparación y su sentido táctico y estratégico. Estas virtudes le hicieron
acreedor a una alta dignidad militar, la de «señor de la casa de las flechas».
Tízoc fue depuesto y condenado a muerte en 1486 por el propio consejo
elector, que nombró tlatoani a Ahuítzotl, hermano de los dos anteriores
emperadores. Ahuítzotl intensificó las campañas militares de conquista y sentó
las bases de la organización imperial; sin embargo, su política estuvo encaminada
a obtener botines de guerra y tributos de los vencidos, no a integrar a los pueblos
de México en una estructura común. A ello debe añadirse el incremento de las
llamadas «guerras floridas», efectuadas con el único propósito de hacer
prisioneros para sacrificarlos a los dioses. En la primera de sus campañas, que le
llevó hasta el istmo de Tehuantepec, capturó a unos 20.000 prisioneros que
fueron inmolados al inaugurarse el templo de Huitzilopochtli, el más importante
de los dioses aztecas, un dios al que había que alimentar con sangre humana para
evitar el fin del mundo y la caída del universo en el caos.

Montezuma es elegido emperador de los


Aztecas
Además de buen soldado, Moctezuma era un hombre de profunda religiosidad, lo
que le llevó al sacerdocio. A la muerte de Ahuítzotl, en 1502, el consejo
elector decidió que él era quien mejor podía desempeñar el cargo de tlatoani
como sumo sacerdote y «señor de la casa de las flechas», hombre de probadas
virtudes guerreras y religiosas, amante del orden, con gran sentido de la justicia y
profunda sabiduría. Cuando la decisión estuvo tomada, los encargados de
comunicarla al nuevo emperador lo encontraron barriendo humildemente el
templo de Huitzilopochtli, una actividad no habitual en él y muy conveniente
para la ocasión, máxime cuando sabía que su elección estaba de hecho asegurada.
Moctezuma inauguró su reinado sustituyendo a todos los funcionarios del
gobierno, que fueron reemplazados por jóvenes de familias nobles. Era la
primera muestra de ruptura con el pasado y de una nueva manera de concebir el
imperio, la dignidad del tlatoani y su forma de ejercer el poder. Con la
sustitución de los cargos públicos no sólo se rodeaba de funcionarios que debían
el cargo a su persona, con lo que pretendía asegurarse su fidelidad, sino que
confiaba la administración del imperio a una casta determinada, la de los nobles,
que por su propio interés y por su formación podía dar mayor homogeneidad a la
labor de gobierno. Por otra parte, y de forma paulatina aunque rápida, rodeó
a la figura del emperador —es decir, a sí mismo— de un estricto ceremonial
destinado a enaltecer la soberanía del tlatoani y a reforzar su papel de
máximo dirigente de la confederación formada por Tenochtitlán, Texcoco y
Tlacopan.
Mapa de la Triple Alianza

Operaciones militares de expansión del


imperio de Moctezuma
En la línea de consolidar el imperio y de asegurar la hegemonía de los aztecas en
México, no descuidó las operaciones militares. La primera de sus expediciones
conquistó Atlixco; a continuación mandó a su ejército contra los
tlaxcaltecas, los cuales opusieron gran resistencia. El emperador envió
refuerzos de la confederación al mando de su hijo Tlacahuepantzin, que fue
derrotado y muerto. Este grave revés minó el prestigio militar de Moctezuma,
quien se vio obligado a detener todo tipo de operaciones bélicas durante los años
1504 y 1505 debido al hambre que azotó México. Cuando reemprendió las
campañas, sus objetivos eran varios: recuperar el prestigio perdido, incrementar
las rentas de Tenochtitlán con los tributos de nuevos territorios, debilitar a sus
aliados de la confederación y vertebrar la organización política y administrativa
de su imperio.
En 1508 las tropas aztecas llegaron hasta América Central, pero tuvieron
que retirarse tras fracasar en Amatlán. La expedición se repitió en 1513 y
consiguió dominar e imponer tributos a los pueblos de las actuales Honduras
y Nicaragua, donde se estableció el límite máximo alcanzado por el imperio,
que nunca logró conquistar a los tlaxcaltecas.
Moctezuma dividió sus territorios en provincias y estableció el pago de tributos
de acuerdo con la producción de cada una de ellas. Creó una gigantesca
estructura política, militar, religiosa y administrativa en la que se incluían
gobernadores, recaudadores de impuestos, tribunales de justicia, guarniciones
militares y correos. No obstante, esta organización no consiguió homogeneizar el
imperio, que consistía en el puro y simple dominio azteca sobre los demás
pueblos mexicanos, los cuales se sentían sojuzgados no sólo por la necesidad de
pagar tributos a sus conquistadores, sino porque parte de estos tributos eran en
vidas humanas, destinadas a saciar la sed de sangre de los dioses.

El retorno de Quetzalcóatl
De acuerdo con la mitología azteca, el dios Quetzalcóatl o serpiente de
plumas, enemigo de los sacrificios humanos, se había alejado de los dioses y
de los hombres y había anunciado su retorno glorioso en el cíclico año 1
Caña del calendario azteca, que coincidía con el año 1519. En ese momento
Moctezuma, con su profunda religiosidad, se sentía abrumado por múltiples y
siniestros presagios: había muerto y resucitado una de sus hermanas, aparecieron
cometas en el cielo, un rayo destruyó el templo de Huitzilopochtli, el lago de
Tenochtitlán creció… Moctezuma se preparaba para huir de la capital, pero fue
descubierto por sus nobles y tuvo que permanecer en su puesto, cada vez más
ensimismado y dedicado a interpretar los augurios. Pronto llegó a palacio un
correo procedente de la costa del Precioso Jade, o costa del golfo de México,
para informar al tlatoani de que habían aparecido en el mar casas flotantes
que transportaban a hombres blancos cubiertos de hierro, los cuales
dominaban a voluntad el rayo y el trueno y montaban unos aterradores animales
semejantes a los ciervos. Los presagios se cumplían: era el año 1 Caña y
Quetzalcóatl, o sus emisarios, regresaba a México por el oeste, como estaba
anunciado. Era preciso ganar tiempo para conocer sus intenciones y en cualquier
caso había que estar preparados para recibirlo.
Hernán Cortes y Moctezuma II

Hernán Cortez convierte en prisionero a


Moctezuma
El mundo de los aztecas, sin tiempo para organizarse y presa de sus
contradicciones, abría las puertas a los seres blancos que iban a convertirse en
sus conquistadores, a los hombres de Hernán Cortés. Los españoles
aprovecharon el resentimiento de los pueblos sojuzgados por los aztecas y
Moctezuma quedó paralizado por sus dudas religiosas, sin tomar en cuenta
la opinión de quienes veían en los seres blancos a simples mortales que
podían ser combatidos como cualquier otro invasor. La conjunción de ambos
factores permitió a Cortés entrar en Tenochtitlán, en 1519, cuya riqueza lo
cautivó, mientras que el aura del español anonadaba a Moctezuma, que le colmó
de regalos y ofrendas para apaciguarlo y tratar de que se retirase. Cortés, con
habilidad y decisión, logró apoderarse del emperador y convertirlo en su
prisionero junto con sus familiares más próximos. La situación era cada vez
más insostenible, porque entre los aztecas se alzaban voces de rebeldía y en caso
de enfrentamiento las fuerzas españolas, pese a su mejor armamento y al apoyo
de sus aliados tlaxcaltecas, serían totalmente insuficientes.
Hernán Cortes

Muerte de Moctezuma
En el mes de mayo llegó la fiesta del toxcatl y los aztecas se congregaron por
millares para celebrarla. Cortés se había ausentado de Tenochtitlán y la
fuerza española estaba al mando de Pedro de Alvarado, quien ante el temor
de que la multitud protagonizara una rebelión decidió dar un escarmiento.
A la provocación y la matanza respondieron los aztecas con sus armas y
lograron sitiar a los españoles. Cortés, que entretanto había regresado a
Tenochtitlán, tomó el mando de la situación y liberó a Cuitláhuac, hermano de
Moctezuma, para que convocara a los caudillos y restableciera la paz. Sin
embargo, con la liberación de Cuitláhuac, Cortés dio a los aztecas un nuevo jefe,
que relató a sus hombres las penalidades del cautiverio de la familia del tlatoani y
la actitud del propio Moctezuma. El consejo decidió elegir a Cuitláhuac como
emperador provisional, y éste se preparó para la guerra.
Cortés, perdida su primera baza, obligó a Moctezuma a hablar a su pueblo
para que depusiera las armas. El tlatoani apenas tuvo tiempo de pronunciar
unas pocas palabras, porque una lluvia de piedras cayó sobre él. Pocos días
después, el 30 de junio de 1520, moría a consecuencia de las heridas
recibidas, según las crónicas españolas, o apuñalado por sus carceleros,
según las crónicas aztecas.
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