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TRASTORNOS de ANSIEDAD

Cada día es más frecuente escuchar que alguien padece de un trastorno de ansiedad. Es que la sociedad
en que vivimos , con su inseguridad e incertidumbre de alguna manera propicia este tipo de patología. Para
comprender mejor de qué estamos hablando vamos a explicar que es la ansiedad en términos psiquiátricos
.
¿Qué es la Ansiedad?
Se comprende mejor la naturaleza de la ansiedad examinando tanto lo que es como lo que no es. Por
ejemplo, aunque la reacción física es coincidente con el miedo (respuesta autonómica ante el peligro:
"luchar o escapar") la ansiedad puede diferenciarse del miedo en varios aspectos. Cuando uno tiene miedo,
en general ese miedo está dirigido a algo en concreto, algún objeto o situación externos. Aquello que uno
teme es en general algo plausible. Se puede temer no cumplir un plazo, no aprobar un examen, no poder
pagar las cuentas o ser rechazado por alguien que a uno le interesa. En cambio, cuando uno experimenta
ansiedad, en general uno no puede especificar qué es lo que la produce. El foco de la ansiedad es más
interno que externo. Pareciera ser la respuesta a un peligro indefinido, distante o, incluso, ignorado. Se
puede sentir ansiedad de "perder el control" de uno mismo o de alguna situación. O se puede sentir un
vago sentimiento de ansiedad porque "puede suceder algo malo."
La ansiedad afecta a todo nuestro ser. Es a la vez una reacción fisiológica, conductal y psicológica. A nivel
fisiológico, la ansiedad puede incluir reacciones corporales tales como aumento de la frecuencia cardíaca,
tensión muscular, ahogo, sequedad bucal o transpiración. A nivel conductal, puede sabotear la capacidad
de acción, la expresión o la capacidad para lidiar con situaciones cotidianas.
Desde el punto de vista psicológico, la ansiedad es un estado subjetivo de aprehensión e intranquilidad. En
casos extremos, puede llevar al individuo a sentirse alienado e incluso a tener miedo de morirse o de
volverse loco.
El hecho de que la ansiedad se manifieste en el ámbito fisiológico, conductal y psicológico tiene
implicancias importantes para la recuperación. Un programa completo de recuperación del trastorno de
ansiedad debe actuar en los tres niveles para lograr:
1. Reducir las respuestas fisiológicas.
2. Eliminar la conducta elusiva (cuando exista).
3. Cambiar las interpretaciones subjetivas (o "diálogo interno") que perpetúan el estado.
Desde el modelo cognitivo conductual sostenemos que la modificación de las interpretaciones subjetivas o
"creencias" causa la modificación de las respuestas fisiológicas y ayuda al cambio de las conductas
elusivas. A su vez, la práctica de conductas desconfirmadoras es un medio para facilitar y reforzar el
cambio de las creencias o interpretaciones subjetivas.
La ansiedad puede aparecer de diferentes formas y en diferentes niveles de intensidad. Puede ir desde una
simple sensación de intranquilidad a un total ataque de pánico con presencia de palpitaciones,
desorientación y terror. La ansiedad que no se conecta con ninguna situación en particular, que "aparece de
repente", se llama ansiedad flotante o en casos más severos, ataque de pánico espontáneo. La diferencia
entre un episodio de ansiedad flotante y un ataque de pánico espontáneo está dada por la confluencia de
cuatro o más de los siguientes síntomas (la presencia simultánea de cuatro o más síntomas define al
ataque de pánico):
• Disnea (falta de aliento)
• Palpitaciones (aumento o irregularidad de la frecuencia cardíaca)
• Temblores
• Transpiración
• Ahogo
• Náuseas o malestar abdominal
• Entumecimiento
• Mareo o falta de estabilidad
• Sensación de alienación, de falta de contacto con uno mismo
• Calores o escalofríos
• Miedo de morir
• Miedo de volverse loco o de perder el control
La ansiedad que surge solamente en respuesta a una situación específica, se denomina ansiedad
situacional o ansiedad fóbica. La ansiedad situacional se distingue de los temores diarios en su tendencia a
ser desproporcionada o irreal. El temor desproporcionado a manejar en autopistas, ir al médico o confrontar
a su esposa, son ejemplos de ansiedad situacional. Ésta se transforma en fóbica cuando uno comienza a
evitar dicha situación, es decir, si uno directamente no toma autopistas, no va al médico o no confronta a su
esposa. En otras palabras, la ansiedad fóbica es la ansiedad situacional en la cual permanentemente se
omite la situación.
A menudo, la ansiedad simplemente aparece al pensar en una situación en particular. Cuando uno siente
malestar al pensar qué podría suceder si uno tuviera que afrontar, o al momento de afrontar, una de las
situaciones temidas, está experimentando lo que se denomina ansiedad anticipatoria.
Existe una diferencia importante entre la ansiedad (o pánico) espontánea y la ansiedad (o pánico)
anticipatoria. La ansiedad espontánea tiende a aparecer de repente, crece rápidamente, y luego
desaparece gradualmente. Por lo general se llega al pico de ansiedad en cinco minutos, y le sigue un
período de disminución gradual que dura una hora o más. En cambio, la ansiedad anticipatoria, tiende a
generarse de modo más gradual en función del encuentro - o el simple pensamiento - de la situación
amenazadora y luego disminuye rápidamente. Puede que uno "se vuelva loco preocupándose" por algún
motivo durante una hora o más y luego se olvide por completo de la preocupación, al encontrar algo en qué
ocupar la mente.
Desde el punto de vista de la terapia cognitiva (Aaron Beck) la ansiedad se caracteriza por los siguientes
parámetros de la tríada cognitiva:
(1) visión del futuro como incierto
(2) visión del entorno como peligroso
(3) visión de uno mismo con carente de capacidad o recursos para superar esos peligros.
Si aceptamos que el futuro nunca puede ser absolutamente cierto y observamos que algunas veces la
interpretación del entorno como peligroso puede ser exagerada pero otras veces puede ser cierta, siempre
será necesario fortalecer la visión de uno mismo como capaz de enfrentar las posibles situaciones futuras.
Sobre esa base, puede desarticularse la demanda absolutista de certidumbre y la "no-soport-itis" de la
incertidumbre.
En resumen, un abordaje cognitivo se enfocará en tres objetivos:
(a) Aumentar la confianza en la propia capacidad (Bandura la denominó "autoeficacia").
(b) Abandonar la demanda absolutista de certidumbre con respecto al futuro. (Albert Ellis)
(c) Investigar objetivamente los riesgos reales y desarrollar las aptitudes y planes necesarios para
enfrentarlos dentro de lo posible. Lo cual incidirá en facilitar los puntos anteriores.
Con respecto a los recursos auxiliares que suelen emplearse en los trastornos de ansiedad podemos citar
el aprendizaje de destrezas para el afrontamiento . Ellas son:
- Respiración diafragmática (y más lenta) y técnicas de relajación.
- Desensibilización ante el estímulo evocador con respuesta de relajación.
- Uso de las "tarjetas de afrontamiento" con frases a recordar.
- Empleo de distractores y externalización.
La Ansiedad Normal en Contraposición con los Trastornos de Ansiedad
La ansiedad, entendida como temor apropiado a los peligros o como inquietud que activa nuestro estado de
alerta ante situaciones o desafíos presentes o previsibles en el futuro, es una parte inevitable de la vida en
la sociedad actual. Es importante darse cuenta de que existen muchas situaciones que surgen en la vida
cotidiana en las que resulta apropiado y lógico reaccionar con este estado emotivo. Si no sintiéramos
ningún grado de ansiedad en respuesta a los desafíos diarios que implican un potencial éxito o fracaso,
significaría que algo anda mal. Los trastornos de ansiedad se distinguen de la ansiedad normal, cotidiana,
por poseer algunas de las siguientes características: 1) mayor intensidad (por ejemplo, los ataques de
pánico), 2) mayor duración (la ansiedad permanece durante meses en vez de desaparecer una vez pasada
la situación que la generó), y 3) conducir a la fobia que perturba su vida.
La American Psychiatric Association (Asociación Psiquiátrica de los Estados Unidos) ha establecido un
criterio para el diagnóstico de los trastornos de ansiedad que se hallan enumerados en un manual de
diagnóstico utilizado por los profesionales de la salud mental. Este manual se conoce con el nombre de
DSM-IV ( Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders ) (Manual de Estadística y Diagnóstico de
los Trastornos Mentales). Las siguientes descripciones de diversos trastornos de ansiedad se basan en el
criterio de clasificación del DSM-IV. He aquí los trastornos de ansiedad definidos por el DSM-IV:
• Trastorno de Pánico.
• Agorafobia.
• Fobia Social.
• Fobia Específica.
• Trastorno de Ansiedad Generalizada.
• Trastorno Obsesivo Compulsivo.
• Trastorno por Estrés Post-Traumático.
• Trastorno por Estrés Agudo.
• Agorafobia sin Antecedentes de Trastornos de Pánico.
• Trastornos de la Ansiedad debido a un Estado Clínico General.
• Trastorno de la Ansiedad Inducido por Substancias.
En este mes vamos a hablar específicamente de dos de las patologías más frecuentes . EL Ataque de
Pánico y la agorafobia que puede llegar a ser una de sus derivaciones .
Trastorno de Pánico
El trastorno de pánico se caracteriza por repentinos episodios de aprensión o miedo intenso que aparecen
"de repente" sin motivo aparente, que denominamos "ataques de pánico". El "ataque" en general sólo dura
unos minutos (5 a 10 minutos), pero en algunos casos, puede volver en "olas" por un período de hasta dos
horas. Durante el ataque de pánico mismo, puede aparecer cualquiera de los siguientes síntomas:
• Disnea o sensación de sofocación
• Palpitaciones - aumento del ritmo cardíaco
• Mareos, inestabilidad o debilidad
• Temblores
• Sensación de ahogo
• Transpiración
• Náuseas o malestar abdominal
• Sensación de falta de realidad ( desrealización ), como si uno "no estuviese del todo allí".
• Entumecimiento o calambres en pies y manos
• Calores o escalofríos
• Dolor o malestar en el pecho
• Miedo de volverse loco o de perder el control
• Miedo de morirse
Al menos cuatro de estos síntomas están presentes en el ataque de pánico total, mientras que la presencia
de dos o tres, se denomina ataque de síntomas limitados.
Se diagnostica trastorno de pánico cuando: (1) se ha tenido ya dos o más ataques de pánico o (2) al menos
después de uno de estos ataques se ha continuado un mes (o más) con la preocupación permanente de
sufrir otro ataque de pánico o con la preocupación de las posibles implicancias de tener otro ataque de
pánico. Es importante reconocer que el trastorno de pánico por sí mismo, no implica fobias. El pánico, en
los trastornos de pánico, no surge porque uno se encuentre pensando o acercándose o entrando a una
situación temida, sino que ocurre espontáneamente e inesperadamente sin, ningún motivo aparente.
Además, los ataques de pánico no se deben a efectos fisiológicos de una droga (ya sea por prescripción o
por placer) o a un estado clínico.
Se puede sufrir dos o tres ataques de pánico sin jamás volver a sufrir otro o sin sufrir otro durante años.
También se puede sufrir varios ataques de pánico seguidos de un período sin ataques de pánico, y sufrir
otro al mes o a los dos meses. A veces un primer ataque de pánico puede ser seguido de ataques
recurrentes con una frecuencia de tres o más veces por semana, continuándose así hasta que la persona
recurre a la ayuda de un profesional. En todos los casos, existe una tendencia a desarrollar la ansiedad
anticipatoria o aprensión entre los ataques de pánico, por miedo de sufrir otro ataque.
La persona que sufre de trastornos de pánico, puede asustarse mucho con los síntomas y consultarle al
médico para que halle la causa clínica. Las palpitaciones y el ritmo cardíaco irregular pueden inducir al
electrocardiograma y otros análisis, que, en la mayoría de los casos arrojan resultados normales. ( A veces
pueden coexistir con los trastornos de pánico un prolapso de la válvula mitral o una arritmia benigna.)
Afortunadamente, cada vez más médicos conocen el trastorno de pánico y lo distinguen de los trastornos
puramente clínicos.
El trastorno de pánico solo se puede diagnosticar luego de descartar las posibles causas clínicas tales
como, por ejemplo, hipoglicemia, hipertiroidismo, reacción al exceso de cafeína o abstinencia de alcohol,
tranquilizantes o sedantes. Las causas del trastorno de pánico incluyen herencia, desequilibrio químico
cerebral y estrés personal. Las pérdidas significativas repentinas o cambios de vida importantes pueden
desencadenar un ataque de pánico.
Las personas suelen desarrollar trastornos de pánico en la adolescencia tardía o en la década de los
veinte. En la mayoría de los casos, el pánico se complica con el desarrollo de la agorafobia.
Entre todos los trastornos de ansiedad, en el que más se ha recetado medicación es en el trastorno de
pánico. Los trastornos de pánico pueden reducirse o bloquearse mediante diferentes medicaciones. El
problema con la medicación es que cuando se la deja el ataque de pánico suele volver. Esto sucede
generalmente con los tranquilizantes y algo menos, pero también, con los antidepresivos. Además, la
medicación dificulta o impide el uso de algunos recursos psicoterapéuticos, dificultando, prolongando o
bloqueando algunas veces la psicoterapia.
Por los motivos antedichos, un tratamiento eficaz del trastorno de pánico requiere incluir los recursos de
una terapia cognitiva conductual con modificación de los pensamientos y con ejercicios especiales de
exposición desarrollados especialmente para este trastorno. Además, se debe ser cauteloso con el uso de
la medicación, limitándola a los casos necesarios y a una dosificación y un tiempo prudentemente reducido
para evitar dificultar o impedir el empleo eficaz del resto de recursos terapéuticos destinados a una cura
más profunda y definitiva.
Agorafobia
La agorafobia es la más común de todos los trastornos de ansiedad. Se estima que el 15% de la población
general, sufre de grados variables de agorafobia. En los Estados Unidos, el único trastorno que supera esta
proporción es el alcoholismo.
La palabra agorafobia significa miedo a los lugares abiertos. Sin embargo, la esencia de la agorafobia es el
miedo a tener ataques de pánico sin poder ser auxiliado. Si se sufre de agorafobia, uno tiene miedo de
hallarse en una situación de la cual es difícil escapar, o en la cual podría resultar difícil conseguir ayuda, si
uno entrara en un ataque de pánico. Por ejemplo, uno puede evitar los supermercados o las autopistas, no
tanto por sus características intrínsecas, sino porque son situaciones que podrían resultar difíciles o
incómodas en caso de sufrir un ataque de pánico. Aquí es fundamental el miedo al ridículo. La mayoría de
los agorafóbicos no sólo le temen al ataque de pánico, sino también a lo que la gente puede pensar en
caso de verlos en un ataque de pánico.
Es común que el agorafóbico evite una serie de situaciones. Las más comunes son las siguientes:
• Lugares públicos muy concurridos tales como supermercados o centros comerciales, restaurantes,
teatros, etc.
• Lugares cerrados tales como túneles, puentes o la silla de la peluquería.
• El transporte público, como por ejemplo, trenes, autobuses, subterráneos, aviones, etc.
• Quedarse solo en casa.
• En casos más avanzados, a salir a la calle solo.
Quizás la característica más común de la agorafobia es la ansiedad de sentirse lejos de casa o lejos de
"alguien que inspira seguridad" (en general el cónyuge, la pareja, los padres o cualquier relación primaria).
Puede que evite manejar solo, o puede que tenga miedo a manejar solo más allá de una cierta distancia del
hogar. En los casos más severos, el agorafóbico tiene miedo a caminar más de un par de metros de la casa
o directamente no sale de la casa. Conozco una mujer que no podía salir de su dormitorio sola.
Si se padece agorafobia, no sólo se es fóbico a una variedad de situaciones, sino que se está ansioso
durante la mayor parte del tiempo. Esta ansiedad surge de la anticipación por el hecho de que uno podría
llegar a quedar atrapado en una situación en la que entraría en pánico. Por ejemplo, ¿qué sucedería si a
uno le piden ir a un lugar que normalmente uno evitaría y uno tuviese que explicar por qué no va? O, ¿qué
sucedería si a uno de repente lo dejan solo? Es posible, también, que las grandes restricciones en sus
actividades y en su vida en general, le provoquen depresión. La depresión surge del sentirse sometido por
una situación en la cual uno no tiene control o una situación que uno siente que no puede controlar o
modificar.
La agorafobia parece tener su origen en el trastorno de pánico. Al principio simplemente se sufren ataques
de pánico que surgen aparentemente sin ningún motivo (trastorno de pánico). Sin embargo, después de un
tiempo, la persona comienza a darse cuenta de que los ataques aparecen con más asiduidad en lugares
cerrados, lejos del hogar, o cuando está sola. La persona comienza a tenerle miedo a esas situaciones. En
el momento en que comienza a evitarlas por miedo a entrar en pánico, ha comenzado a desarrollar la
agorafobia. Desde ese momento en adelante, puede surgir un trastorno leve, moderado o severo. En los
casos leves, puede que la persona se sienta incómoda en lugares cerrados pero que no los evite. Continúa
trabajando sola o haciendo las compras sola, pero no quiere alejarse demasiado de su casa. En los casos
moderados, se comienza a evitar ciertas situaciones, tales como viajar en transporte público, subirse a
ascensores, manejar lejos o ir a restaurantes. Si embargo, las restricciones son parciales, y existen ciertas
situaciones lejos de casa o lejos de otra persona que le inspiran seguridad de poder manejarlas, aunque le
produzcan cierta incomodidad. La agorafobia severa está dada por una restricción total de las actividades
hasta el punto en que la persona es incapaz de salir sola de su casa.
Aún no se sabe el motivo por el cual algunas personas que sufren ataques de pánico desarrollan
agorafobia y otras no. Como tampoco se comprende aún por qué algunas personas desarrollan trastornos
mucho más severos que otras. Lo que sí se sabe es que la agorafobia es causada por la combinación de
factores hereditarios y el medio ambiente. En general los agorafóbicos tienen un padre, hermano u otro
pariente con el mismo problema. Cuando un gemelo es agorafóbico, existen grandes posibilidades de que
el otro también lo sea. En cuanto al medio ambiente, existen ciertos tipos de circunstancias de la niñez que
predisponen a un niño a la agorafobia. Podemos citar, por ejemplo, crecer en una familia cuyos padres son:
1) perfeccionistas o excesivamente críticos, 2) sobreprotectores, y/o 3) excesivamente ansiosos, al punto
de transmitir a sus hijos que el mundo es un "lugar peligroso."
La agorafobia afecta a la gente en cualquier parte del mundo, de cualquier nivel socioeconómico.
Aproximadamente el 80 por ciento de los agorafóbicos son mujeres, aunque este porcentaje ha disminuido
en los últimos años.
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