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Serie: “Una vida con propósito”

Serie: “Una vida con propósito”


Charla 3: “¿Qué guía tu vida?”
Eclesiastés 4:4.
Introducción: Thomas Carlyle, un famoso escritor norteamericano, escribió: “un
hombre sin propósito es como un barco sin timón”. Y tenía toda la razón; cuando
alguien carece de propósito en su vida, va vagando sin rumbo, sin dirección y sin
norte. El timón de un barco cumple la función de guiar a la nave. Sin timón, el
barco es llevado por loes fuertes vientos en cualquier dirección y corre el riesgo
de hundirse (Stg. 3:4).
Así como un barco necesita un timón que lo guie, así nosotros los seres humanos
necesitamos de un timón que guie nuestra vida. ¿Qué es lo que guía tu vida?
Quizás lo que te guía en este instante sea un problema y eso fue lo que te motivo
a estar aquí en primer lugar, quizás te está guiando el plazo de una deuda que
se vence pronto o tal vez una exigencia como ganar los parciales en la
universidad. Incluso puedes estar siendo guiado por un mal recuerdo, un temor
constante o una mala costumbre. Hay cientos de circunstancias, razones y
sentimientos que guían tu vida. Sea lo que sea, algo guía tu vida en estos
momentos. A continuación te mostrare alguna de las más comunes:
1. La culpa: muchas son las personas que pasan toda su vida huyendo de
sus errores y avergonzados por su pasado. Las personas que viven llenas
de culpa son controladas por sus recuerdos. Estas personas permiten que
su futuro sea controlado por su pasado. Son personas que se castigan a
sí mismos, saboteando sus propios logros.
Pero te tengo una buena noticia: si piensas que tu pasado y las malas
decisiones que tomaste en el son obstáculos para recibir la bendición de Dios,
puedes estar tranquilo. Si confiesas a Dios tus pecados y te arrepientes de
todo corazón, Él te perdonara. Séalo que sea: un aborto, promiscuidad
sexual, drogadicción, mentiras, abuso sexual, robo, homosexualismo, lo que
sea que hayas hecho esta perdonado si confías en Jesús.
El propósito de Dios para tu vida no está sujeto a tu pasado. Dios es experto
en darles nuevas oportunidades a las personas. Él hizo de un asesino como
Moisés un gran líder y de un cobarde como Gedeón un gran héroe. La Biblia
dice que la persona a la que Dios perdono sus pecados es feliz (Slm 32:1).
2. La ira y el resentimiento: Las personas que tienen a la ira y
resentimiento como guía se aferran con todas sus fuerzas a heridas que
nunca logran superar. En vez de perdonar y así deshacerse de su dolor,
lo mantienen una y otra vez en sus mentes. Son una especie de
masoquistas. Sienten placer al sufrir.
Entre más rencor guardes, mas serás un esclavo de aquel a quien tanto
odias. Quizás odias a tus padres porque nunca fueron buenos, odias a ese
otro y rompió tu corazón, odias a ese chico que abusó sexualmente de ti, a

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ese hombre que asesinó a tu ser querido, a aquel profesor que te llamo
mediocre, etc. Nunca experimentaras libertad si persistes en odiar y recordar
ese cruel pasado.
Recuerda esto: los que te hicieron daño en el pasado no pueden seguir
haciéndotelo a menos que te aferres al dolor por medio del resentimiento.
Como dice la canción: “lo que paso, paso”. Nada lo podrá cambiar. Perdona.
Olvida y se libre. Avanza, pues la vida tiene aún cosas lindas que ofrecerte.
Según la Biblia es una necedad entregarse a la amargura y el resentimiento
(Jb. 5:2). Te repito: perdona y se libre. Píntate la cara color esperanza.
3. El temor: tus temores pueden ser el resultado de experiencias
traumáticas, de falsas expectativas, de haber sido criado en un hogar con
una rígida disciplina, etc. Cualquiera que fuere la causa de ellos, las
personas condicionadas por el temor pierden oportunidades porque
temen aventurarse a emprender cosas nuevas. Prefieren ir a lo seguro.
Evitando los riesgos y tratando de mantener el statu quo.
Pero tú no tienes por qué temer porque Dios está contigo. El profeta Daniel
experimento una situación que a cualquiera de nosotros llenaría de temor,
pero él estaba tranquilo porque confiaba en Dios (Dn. 6). Dios te ama y su
amor hecha fuera todo temor. Cuando sientas temor, échalo fuera con el
amor de Dios (1 Jn. 4:18).
4. El materialismo: Creo que todos tenemos un amigo o conocido que vive
obsesionado con la apariencia. Vive afanado por tener el ultimo celular, el
mejor carro o moto, por tener la mejor pinta de ropa, por tener la novia
más guapa o el novio más guapo, etc. Si no conoces a alguien así tal vez
tú seas esa persona.
Para el materialista el deseo de adquirir se convierte en la meta principal de
su vida. Este deseo de querer siempre más se basa en la idea equivocada
de que cuanto más tengas serás más feliz, más importante y vivirá más
seguro, pero los tres conceptos son erróneos.
Las posesiones solo proveen felicidad temporal. Como las cosas no cambian
tarde o temprano nos aburrimos de ellas, entonces queremos otras nuevas
más grande y más modernas.
El mito más común respecto al dinero es que cuanto más tengas, más seguro
estarás. No es así, se pueden perder las riquezas por muchas razones que
están fuera de tu control. La verdadera seguridad se fundamenta solo en algo
que no te pueden quitar: tu relación con Dios.
5. La necesidad de ser aceptado: Que triste es ver a personas que viven
solo para llenar las expectativas de otros, de sus padres, pareja,
profesores, amigos, etc. Es triste ver como la vida de estas personas es
controlada por terceros.
Conozco personas que viven tratando de ganarse la aceptación de unos
padres imposibles de agradar y conozco también a otros que viven

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atormentados por la presión de grupo, preocupándose siempre por el “qué


dirán”. Tristemente aquellos que siguen al mundo, por lo general terminan
perdidos en él.
Querer agradar a todo el mundo es un camino directo al fracaso, como dice
el refrán: “no somos monedas de oro para agradar a todo el mundo”. Dejarte
influenciar por la opinión de los demás te garantiza perder los propósitos de
Dios para tu vida.
Conclusión: Las anteriores solo son algunas de las cosas que pueden guiar
tu vida y cómo pudiste notar todas llevan al fracaso. Si tu deseo es vivir una
vida con propósito debes permitir que el Espíritu Santo guie, controle y dirija
tu vida a los propósitos de Dios, pero eso es un tema para otra ocasión.

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