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"El triunfo de la verdad"

Presentándote tú en todo como ejemplo de buenas obras; en la enseñanza mostrando integridad, seriedad, palabra
sana e irreprochable. Tito 2:7-8
El triunfo de la verdad depende de la influencia de los que creen en ella. Mediante la labor personal, una vida bien ordenada,
piedad, fe y tierna compasión, promovemos la verdad. Tenemos un cielo que ganar. La mayor recompensa se le ofrece al
vencedor. Sí, se nos presenta un eterno peso de gloria para inducirnos a correr de tal manera que obtengamos la inmarcesible
corona de la vida.
El que está decidido a vencer tiene una lucha sin cuartel ante sí. Debe combatir virilmente la buena batalla de la fe. Tiene que
esforzarse correctamente cada día en procura de pureza y excelencia moral. Eso lo requiere Dios para que pueda representar
a Cristo. Debe creer en las promesas de Dios y confiar en Cristo, para que los que lo rodean vean que dispone de un tesoro
inagotable.
Sus palabras deben ser correctas; su espíritu recto. Sus manos jamás deben debilitarse al hacer la obra que Dios le ha
confiado. Encontrará dificultades, pero siempre debe ser valiente y alegre. Debe tratar a todos como adquiridos por la sangre
de Cristo, sin parcialidad ni hipocresía. El Espíritu Santo es su ayudador. Por medio de Cristo, que lo fortalece, lo puede
soportar todo.
Los talentos que Dios ha confiado requieren un rendimiento proporcional. Dios acepta “según lo que uno tiene, no según lo
que no tiene” (2 Corintios 8: 12). No espera del hombre que tiene un solo talento lo que espera del que tiene cinco. Si los ricos
quieren satisfacer todos sus deseos y gozar de las cosas buenas de esta vida, serán juzgados como corresponde. No quieren
honrar a Cristo obedeciéndole humildemente y llevando la cruz. Viven para complacerse a sí mismos y así deshonran a Dios;
él declara: “Honraré a los que me honran” (1 Samuel 2: 30)…
Solamente los que usan fielmente sus talentos, con un solemne sentido de responsabilidad, hacen una gran obra, debido a
su constante fidelidad… Solamente los que lo glorifiquen al aumentar sabiamente los talentos que les ha confiado para ayudar
a la causa de Dios, son grandes para él (Manuscrito 53, del 3 de abril de 1899, “Palabras de instrucción para los que están
relacionados con el sanatorio”).

La Palabra de Dios contiene la verdad, y todos los que apoyan la verdad de Dios para este tiempo están haciendo una obra
para la eternidad. Los que aplican la Palabra de Dios a la mente y el corazón están definidamente poniéndose de parte de
Dios y del universo del cielo. Se pondrán corazón a corazón y mano a mano en defensa de lo santo y lo puro, de lo que
soportará la prueba de los siglos. Los que apoyen el error mediante las palabras, la pluma y la voz, y mediante la opresión
de los que están relacionados con la verdad, están del otro lado, con el primer gran apóstata, y los hombres malvados que
son sus instrumentos. La Palabra afirma que estos “irán de mal en peor, engañando y siendo engañados”. Y en uno de
estos dos lados estarán los hombres hasta el fin.
Todas nuestras facultades pertenecen a Dios. Son suyas por creación y redención. Dios ha dado a cada cual su medida de
poder y espera que lo ponga del lado de la verdad. Así resplandecerá. El cristiano debe permanecer con un interés íntegro
del lado del Señor. “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor” (1 Corintios 13: 13). La fe contempla más allá de las
dificultades desanimadoras y se aferra de lo invisible, de la Omnipotencia misma; por eso no se la puede derrotar. La fe, la
esperanza y el amor son hermanas, y su obra se combina perfectamente para resplandecer en medio de la oscuridad moral
del mundo. Hay que instruir a los niños y los jóvenes; al ignorante hay que enseñarle mediante paciente esfuerzo para que
sepa qué es la verdad. Hay que impartírsela línea sobre línea (Manuscrito 46, del 2 de mayo de 1897, “La exposición de tus
palabras alumbra”).

Jesús nos lo advierte en el evangelio de hoy para que no nos hagamos esclavos del pecado, sino
que seamos fieles a Dios, que en cada momento nos pide nuestra libre y generosa disponibilidad
para cumplir su Voluntad.

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