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La literatura infantil o de la captura del objeto: afios 80 Y 9° Actualmente se presentan muy seductoras las posibili abordajes 0 entradas que ofrece el campo de producciéa de la literatura destinada a los nifios. En esta oportunidad, ensayaré algunas de ellas, desde las mAs reconocibles por muchos has- ta, quizé, las mas descaradas e insolentes. Pese a mi empeio, con seguridad que la mayoria de las presuntas entradss per- maneceran semicerradas 0 invisibilizadas hasta el momento en que se tracen sus bordes exteriores que las autonomicen defnitivamente o hasta que se descubra Ja misteriosa cerradu- ra (epistemoldgica) que las revele de una buena vez. Y en estas maniobras de ensayo y de prueba intervienen varios actores. Al pronunciarme hacia una “captura” me encargo de enfa- tizar una manera de recorrer el territorio de libros para nifios ocupado por pobladores de indole diversa: padres, maestros, bibliotecarios, mercado editorial, politicas educativas (y las reformas sucesivas en sus curriculos y en sus contenidos), es pecialistas en Literatura Infantil (algunos part time y otros de “tiempo completo”), pedagogos y didactas en Lengua y Lite- La aldea literatia de los nies, Problemas, ambigiedades, paracojas ratura, Esos pobladotes que recorren el campo de la Literatu- ra Infantil constituyen indiscutibles puertas de entrada, El término “capturar” implica gestiones de bisqueda, de discernimiento, de reacomodamientos y de desplazamientos dentro de un campo sermantizado y, a veces, invisibilizado jdeoldgicamente, en el que se involucran fantasfa, imaginarios (Gocial y privado), pricticas de lecturas, armado y procesa~ niento de competencias lingaisticas y literarias, construccién, o re-instalacion de lectores de 1a cultura de la palabra y de la imagen visual; ademés, revela Ia existencia de actores de esa gestion, los que realizan la especifica tarea de captura. Esta diversidad de movimientos surge desde el cambio de lugar que la Literatura propiamente dicha ha exhibido hacia fines del siglo pasado sumado a la presencia dinamizadora de los studios culturales que han impuesto espacios de réfutacién postfoucaultianos, si se quiere Quiero sefialat que esas excentricidadcs, esos movimien- tos descentrados sucedidos en las calles literarias candnicas cuya eficiencia parecia estar incuestionada, han producido tun interesante acercamiento hacia las esferas piblicas -an- teriormente deslegitimadas por el cardcter de “minoridad” de transito donde se manifestaban vivamente tanto la cuestién del poder como de los discursos sobre el mismo y en cuyas méximas tensiones y enerucijadas estaba instalada la Infancia, De todos modos, observamos de inmediato que emergen dis tancias notables —caracter de los pactos narrativos, transaccio- nes “politicamente incorrectas” de la poética y de la estética, invencién necesaria de una gramética de In enunciacién, por ejemplo entre la denominadla Literatura propiamente dicha y la Literatura destinada a los nifios. Maria Adelia Diez Renner Por razones de tiempo expositivo omito singularizar este for- midable tayecto hacia el tertitorio de la Infancia y del uni- verso simbdlico que la penetra resignificandola y que produce cruces epistemoldgicos de variada indole. Sélo me permito sefialar que ese territorio se recuesta sobre los fragmentos, los sustitutivos de un modo de pensar lo literario, y por ende, la Literatura pata niftos, de los que da cuenta una multiplicidad de escrituras que revelan las modalidades politicas e ideol6gi cas propias en nuestra sociedad que no les reconoce privile- gios como antes a las operaciones literarias. Elespacio dela captura Papa —difo- gno podrias comprarme algin libro? =U libro? —progunee dl gPara qué quieres un malto libro? —Para her papd. —eQué demonias tiene de mala la tevision? Hemos cemprado un precoso televise de dece pulgadas _y abova vienes pidiendo un libro. Te ets echando a perder, Bij. Matilda, de Rosld Dab ‘A modo de abordaje descriptivo de Ja Literatura Infantil, ‘nuncio la situacién de convivencia de tipos de captores, dife~ renciados desde su grado de interés y competencia, que irrum= pen cémodamente e insospechados, en el campo de captura. ‘Todos ellos se esfuerzan por apresar y retener el Objeto: La Literatura Infantil. Observaremos, entonces, moviéndose en el campo genérico, a > EscRITORES: instalados en el CAMPO DE LA PRODUC- c16N, lo sefializan y pelean por legitimarlo en busca de ar La ala literasia de Ios nisos Problemas,ambigiedades, paradojas Ls sus propias legitimaciones en el universo culrural (esfe- ras puiblicas, por ejemplo). En los afios ochenta ingresan a este tipo de produccién los LECTORES DE LITERATURA, a quienes alguna vez llamé “La Banda de los Cronopios” por sus posticas contrahegeménicas, por el empleo de procedimientos propios de lo literario: parodia, ironia, espacializaciones de corte surrealista, por un lenguaje arreferencial, por la ausencia de un sentido absoluto y edificante, por la abierta invitacién a los chicos para que cabalguen sobre los textos escritos y los transformen. Una Banda de lectores a lo Cronopio que se propuso desalojar los “mensajes de experiencia” (vid. Benjamin: 1913 y Agamben: 2000) y construir un sujeto lector a partir de la palabra ofertada posticamente y con hones- tidad ética, Confesos herederos de Maria Elena Walsh, escriben relatos que tracn a la memoria otros relatos; aunque sobreimpresos en ese juego de intertextos y de versiones ~cuil es el principio de un relato para nifios? {Cuindo surge la versién que deslimita o restringe la Creaci6n literaria popular y, luego, para los nifios?, la inventiva en su narrativa no s¢ rinde en ese flujo inago- tado de la modernidad. Dos autoras ejemplares en este plan de invenciones literarias son Graciela Montes con, Ia serie de los Odes, ofroso y Urias de dragén (para algu- nos estudiosos, estas dos novelas se inscribirian en ges- tos propios del posmodemismo) y Ema Wolf con Los imposibles © Historias a Ferndndez. Ambos, igualmente calmos y singularmente provocativos. Lo comin en ambas tareas de escritura literaria es la maniobra narra~ tiva que se presenta en dos planos: uno de superficie y otro subterréneo mas la presencia de un, diriamos, teje~ ‘Mais Adelia Diaz Rénner dor de las historias, que trazaré las tramas con esfuerzo manifiesto ante el lector. EpIToRES: instalados en el CAMPO DE LA DIFUSION, LA PROPAGANDA Y LA VENTA (MERCADO) Si bien hacia los ochenta hubo un auge de la produc- cién editorial con la apertura del rubro “infantil” en em- >presas argentinas tradicionales y 1a apertura de nuevas editoriales que recuperaron el aprendizaje del histérico Centro Editor de América Latina para un piblico 4vi- do por escucharse y reconacerse luego de tanto silencio otninoso durante la dictadura militar (1976-1983), el fin de siglo pasado presenta un panorama devastado por el desembarco de firmas editoriales que devoran y totalita~ rizan el mercado del libro infantil, En consecuencia, el puiblico queda a merced de sus millonarias producciones en una renovada instancia de neocolonialismo cultural YVerdaderas multinacionales que encantan a los usuarios de sus productos y que, al diversificarla, hacen mas di- ficultosa la eleccién de autores e ilustradores reconoci~ bles por los mediadores. Nombro a Editorial Santillana en tanto prototipo de este estado, también a Norma, de Colombia -quien capta el mercado latinoamericano de re, uv y el Fondo de Cultura Beonémica de México con sus varias y excelentes producciones que ofrecen un bajo precio de compra frente al nacional. Es decir, bajos costos y grandes tiradas. MEDIADORES: quienes debieran entre-mediar en el acto de vinculacién del libro a su lector y sostener un estado de control y vigilancia tanto de la produccién literaria ara nifios como tomar en cuenta los impactos socio~ culturales que la lectura produce. Lo deseable seria que actuaran como especies de bisagras subjetivizadas de la 29

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