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Los jóvenes internos deben ser reformados y educados bajo la premisa de acción
y reacción. Este lema vive siendo recordado por el rector Rasan. Los docentes de
la institución deben asimilar el lema y hacerlo funcionar cueste lo que cueste.
Estos jóvenes presentan un estado bastante lamentable, de humillación y un
desprecio, por lo tanto se les tilda de ineptos, desadaptados y brutos. Los
estudiantes repiten en su proceder, las mismas actitudes que le son impuestas.
Los jóvenes mayores reprimen a los pequeños e incluso les cobran por ciertos
beneficios para que puedan tomar uso de ellos. Un ejemplo de esto es el
procedimiento que vivió Pepino, quien tenía que pagar por la cama, cobija o
comida.
Toda la transformación del centro educativo, da comienzo con la llegada del señor
Clementh Mathie quien toma el cargo de celador del internado. Los docentes que
ejercen esta profesión lo hacen sin ninguna vocación y el rector Rasan lo afirma,
cuando manifiesta que está cansado, aburrido y desesperado por lo cual no puede
quedarse allí toda la vida. Es decir que su desempeño laboral lo realiza porque no
tuvo otra profesión que realizar.