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LICEO José Antonio Carvajal

Copiapó
Nivel: Segundo medio
Departamento de Lengua y Comunicación
Profesor : Richard Valderrama

UNIDAD º1 “Sobre la ausencia: exilio, migración e identidad (narrativa) parte 1”

NOMBRE: ____________________________________________________________CURSO:_______FECHA: _____

OBJETIVO: Comprender el sentido de los textos latinoamericanos en un periodo especifico de la literatura


y su conexión con la unidad: “ Sobre la ausencia, exilio, migración e identidad ( narrativa).

Actividad: Lee el siguiente texto y luego desarrolla las actividades que el profesor te indicara.

El Boom latinoamericano

El Boom latinoamericano: Durante la década de 1960, y siguientes, hubo una explosión en la narrativa de los países
latinoamericanos que se ha conocido como el “boom” de la literatura latinoamericana.
Casi simultáneamente se publicaron varias obras que los críticos calificaban de “auténticas”, sin trazos de la literatura
francesa o americana de las cuales se alimentaban, y cuyas técnicas y temática rompían con los patrones establecidos
de la lucha entre hombre y naturaleza como fondo principal, que había sido hasta entonces, junto al regionalismo, la
mayor preocupación de la narrativa latinoamericana. Por primera vez, según el decir de Naomi Lindstrom, la ficción
latinoamericana “comenzó a asociarse con la imaginación, con la construcción narrativa innovadora y el tratamiento
original del espacio y el tiempo de ficción.
Nacía lo que se ha llegado a conocer como “realismo mágico”: lo fantástico ocurre en el mundo novelístico con la
naturalidad que ocurren las cosas cotidianas. Antes del “boom”, la narrativa latinoamericana era considerada, en
términos generales, banal e inconsecuente. Algunos nombres excepcionales se destacaban, entre ellos Miguel Ángel
Asturias, Jorge Luís Borges y Alejo Carpentier. Con los maestros del “boom”, Gabriel García Márquez (Colombia),
Mario Vargas Llosa (Perú), Carlos Fuentes (Méjico), Julio Cortázar (Argentina), José Donoso (Chile) y Guillermo
Cabrera Infante (Cuba), nacía una literatura más vibrante y más imaginativa. Todos tenían maestros comunes: Jorge
Luís Borges, Juan Rulfo, Ernest Hemingway, Virginia Woolf, la literatura Rusa, Franz Kafka, Jean Paul Sartre, Horacio
Quiroga, Juan Bosch, Gustave Flaubert, Albert Camus y William Faulkner.
Si bien el “boom” ha tenido muchos detractores, llegando incluso a ser considerado simple y llanamente como una
propaganda bien montada de las editoriales para vender libros, no hay dudas que el tiempo se ha encargado de
desmentir esto último y la calidad de esos autores, y la literatura que representan, ha ganado el respeto internacional
que merece. Hoy existen innumerables premios como incentivo a la creatividad literaria, y todo se puede trazar hasta
el “boom”.
Pero el “boom” tuvo un significado mayor. La reacción en cadena que desató en forma de actividad literaria, y que se
conserva hasta nuestros días, hizo obligatorio el estudio de las obras de otros autores, incluyendo la literatura
brasileña. Críticos como Ernesto Volkening, Luís Harss, Mario Benedetti (autor destacado de ficciones y poesía,
además), Julio Ortega y Emir Rodríguez Monegal, entre otros, hicieron un trabajo espléndido de investigación para
ayudar al respecto. Y los mismos autores, por medio de entrevistas y ensayos, ayudaron en la comprensión de sus
obras y las de sus colegas. Caso ilustrativo, el exhaustivo libro “García Márquez, Historia de un Deicidio”, que Vargas
Llosa escribiera acerca del proceso creativo en la obra de García Márquez. Casi todo lo que leí en el primer tomo de las
memorias del Gabo, “Vivir para contarla”, ya lo conocía a través de ese libro excelente de vargas Llosa.
Durante este período y los que le siguieron, las revistas y suplementos literarios florecieron en el continente y allende
los mares. Uno de esos fenómenos de colaboración internacional fue la revista trimestral “Libre”.

Publicada en Francia, bajo la dirección de Plinio Apuleyo Mendoza; su lista de más de treinta colaboradores por
edición era un “quien es quien” de la literatura del momento. Aunque sólo sobrevivió durante cuatro números, fue,
junto a la revista de Casa de las Américas, de Cuba, un foro importantísimo de difusión. Tengo la dicha de contar con
tres de esos ejemplares de Libre, pues el cuarto, que tenía un importantísimo trabajo de Juan Bosch sobre los
Panteras Negras, lo perdí en un tren en New York.
Las polémicas que se desataron fueron también un motor impulsor de actividad literaria de primer orden. Comenzó
con la acusación que hiciera Miguel Ángel Asturias, premio Nóbel guatemalteco, a García Márquez, señalando que
Cien Años de Soledad era un plagio de La Búsqueda de lo Absoluto de Honorato de Balzac. La polarización y el
rompimiento de muchos escritores con la Revolución Cubana, por el encarcelamiento del poeta Heberto Padilla en la
Isla, fue otro episodio de resonancia que agregó chispa a las letras del continente. Asimismo, fue importante la famosa
polémica que sostuvo Oscar Collazos, de Colombia, con Julio Cortázar y Mario Vargas Llosa, recogida en el libro
“Literatura en la Revolución y Revolución en la Literatura”. En Librusa apareció hace un tiempo una entrevista con
Collazos en la que rememora ese evento.

Hoy los autores del “boom” han encanecido, algunos, y como los maestros, otros han muerto. Pero su voz nunca ha
callado y sus obras posteriores, en la mayoría de los casos, han sido tan excepcionales, como las que los elevó a la
fama. Dos de ellos, García Márquez y Vargas Losa ganaron el Nóbel de literatura en 1982 y 2010. Gracias al “Boom”,
la narrativa latinoamericana goza hoy del mismo respeto en el mundo de que gozaba nuestra poesía en la que hace
tiempo se destacaban las figuras de Rubén Darío, César vallejo, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, entre otros
Literatura del exilio chileno

Después del golpe de Estado de 1973, la literatura chilena se vio escindida, fraccionada, dividida en su desarrollo;
producto de este corte histórico se produjo la diáspora y las manifestaciones literarias quedaron divididas en dos
instancias reales, aunque paradójicas, dado que la literatura de un país es siempre una: la que se escribe en el
interior (la literatura del "in-xilio" como la ha llamado el crítico Grínor Rojo) y la de los escritores que tuvieron, por
unas u otras razones, que partir al exilio, y que en diferentes países, como Suecia, Alemania Oriental, Estados Unidos,
México, Francia, España o Canadá continuaron con la producción literaria alterada, que se situaba y veía a Chile
desde la distancia y desde una nueva realidad.
La primera etapa de los escritores chilenos exiliados, estuvo definida por una literatura de carácter testimonial de esa
nueva realidad, cuya perspectiva fue la del testigo. Cabe aclarar que este tipo de literatura no se inaugura en Chile el
año 73: tenemos como un ejemplo paradigmático los poemas del Canto general de Pablo Neruda, escritos en gran
parte durante su exilio bajo el Gobierno de Gabriel González Videla. En esta nueva narrativa testimonial se relatan -se
hace relación como dirían los primeros cronistas- las experiencias de la tortura, el exterminio, y la no menos
traumática experiencia de integrarse en países donde tanto la idiosincrasia como la lengua son otras. A esto se suma
la imposibilidad de volver al país por un extenso período, en el que nacen y crecen hijos de exiliados, con una patria
ausente e imaginaria, que sólo se conserva en el recuerdo de un pasado y en la literatura que va grabándolo. Otro
aspecto de la literatura testimonial fue el intento de determinar cuáles fueron las causas del trance histórico. En una
segunda etapa, se desarrolló la reflexión sobre el destino de Chile y sobre el destino de una vida colectiva después de
1973. Entre las obras de este tipo, cabe destacar Una especie de memoria, de Fernando Alegría; El Libro Negro de la
Intervención Norteamericana en Chile, de Armando Uribe y Diario del doble exilio de Osvaldo Rodríguez. Al comienzo,
la literatura testimonial tiene un carácter de urgencia y denuncia. Lo más importante es dar cuenta de los sucesos
ocurridos durante la represión y sus consecuencias inmediatas, en un lenguaje transparente, más cercano a la
crónica que a la ficción. Entre estas obras, podemos mencionar Tejas verdes (1978) de Hernán Valdés, sobre los
campos de concentración y tortura en Chile; Genocidio en Chile de Carlos Cerda y Prisión en Chile (1975) de Alejandro
Witker.

En una segunda etapa aparecen novelas más preocupadas por desentrañar de la trama el nuevo lenguaje adquirido
en el exilio. Son obras más metafóricas y alusivas, como Viudas (1987) de Ariel Dorfmann, No pasó nada y otros
relatos (1985) de Antonio Skármeta, Frente a un hombre armado (1981) de Mauricio Wacquez o Casa de campo (1978)
de José Donoso. A fines de los años setenta y comienzos de los ochenta, van llegando a Chile, de mano en mano,
también libros de poesía editados en el exilio, como La ciudad de Gonzalo Millán, Ínsulas flotantes de Omar Lara, El
puente oculto de Waldo Rojas, Notas para una contribución a un estudio materialista sobre los hermosos y
horripilantes hechos de la (cabrona) tensa calma (1983) de Mauricio Redolés y Oscuro (1978) de Gonzalo Rojas.

Una de las formas más importantes de divulgación literaria producidas en el exilio, fueron las revistas; las que
buscaron reunir la dispersión de autores chilenos repartidos por el mundo y mantener un posible, aunque incierto,
diálogo con lo que ocurría dentro de Chile. Estas revistas, además de su valor literario, fueron muy significativas desde
una perspectiva política y reunieron en torno a ellas a gran cantidad de chilenos exiliados, escritores y lectores, que
encontraron en la escritura y la lectura un punto de referencia común. Las más significativas fueron Literatura
chilena en el exilio, la revista Araucaria, y Lar.

ACTIVIDADES:

1. Lee atentamente junto al profesor el texto 1 y el texto 2, procura tener una adecuada comprensión lectora de
ambos textos.

2. Desarrolla el vocabulario contextual del primer texto

3. Desarrolla el siguiente cuestionario, según el análisis de ambos textos.


Texto 1:

a) ¿Qué se entiende por el “boom latinoamericano?

b) ¿Qué consideraciones les dieron los críticos a las obras que se desarrollaban paralelamente al boom
latinoamericano?

c) ¿Cuál fue la principal creación o estructura literaria surgida en este periodo de la literatura
latinoamericana?

d) ¿Cómo era vista la literatura Latinoamérica antes de dicho boom?

e) Señale los principales percusores del boom de la literatura en Latinoamérica.

f) Luego de la gran aceptación y optima critica de los autores perteneciente al boom latinoamericano,
¿Dónde se vieron reflejados dichos trabajos de los autores que alcanzaron mayor realce en este
periodo literario?

Texto 2:

g) ¿Qué sucedió con la literatura chilena en el periodo del golpe militar?

h) Refiérase a las etapas que vivió la literatura dentro del golpe militar chileno.

i) Producto de las creaciones literarias en chile y en el mundo, ¿Qué fenómeno fue apareciendo?

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