Corresponde a una acumulación de líquido atrapado entre el orificio inguinal y la entrada
al escroto o entre las capas parietal y visceral de la túnica vaginal. Es una condición poco frecuente, que se presenta como una masa indolora, no reducible, de consistencia renitente y, habitualmente, con transiluminación positiva. El cierre del proceso vaginal por encima del testículo y por debajo del anillo inguinal interno da lugar a un tipo de hidrocele menos común, el quiste de cordón. Se trata en forma expectante y sólo se opera en niños mayores de un año. (Rosario Herrería Herrera, 2017 ) El hidrocele es común en los recién nacidos y frecuentemente desaparece durante el primer año de vida, sin embargo, puede aparecer a cualquier otra edad. La túnica vaginal testicular, a semejanza del peritoneo (del cual procede), consta de una capa parietal y otra visceral, que se deslizan entre sí permitiendo la movilidad del testículo. En el interior de la cavidad formada por estas dos hojas, puede producirse un cúmulo de líquido dando lugar al hidrocele. Si la túnica vaginal está normalmente constituida, el derrame que se forma es un hidrocele vaginal. El hidrocele vaginal se manifiesta clínicamente como una masa ovoidea o levemente lobulada que distiende el escroto haciendo desaparecer sus pliegues característicos, cuyo volumen es muy variable, corrientemente entre 100 y 300 ml, aunque puede alcanzar volúmenes superiores al litro de un líquido claro. Su pared, que no es más que la capa parietal de la serosa adelgazada por la distensión, es una membrana translúcida. El conducto peritoneovaginal es permeable en el momento de nacer, pero luego se oblitera normalmente antes del primer año de vida. La obliteración puede que sea incompleta. Si queda permeable el segmento más proximal, el más cercano al orificio profundo del conducto inguinal, se producirá una hernia; si se obliteran los dos extremos, el proximal y el distal, persistiendo un segmento intermedio, se formará un quiste de cordón; si no se oblitera el segmento funicular, se desarrolla un hidrocele funiculovaginal; y finalmente, cuando el conducto peritoneovaginal no se ha ocluido en ningún punto, se constituye el hidrocele comunicante, es decir, una comunicación directa entre las cavidades vaginal y peritoneal . Generalmente se produce por causas desconocidas: es el hidrocele primario o idiopático. Clínicamente, Suele afectar a ambos testículos con igual frecuencia, habitualmente es indoloro y el motivo habitual de consulta suele ser para conocer la naturaleza de la masa. Incidencia: Aunque puede aparecer a cualquier edad, es más frecuente durante la adolescencia y periodo neonatal. A partir de la adolescencia la incidencia disminuye progresivamente. Además, existen otros dos subtipos: el hidrocele funicular y el hidrocele enquistado, en función de si el líquido acumulado se comunica o no con el con el peritoneo. La variedad “enquistada” del hidrocele del cordón espermático es una bolsa de líquido en cualquier parte del trayecto del cordón, que no comunica con la cavidad peritoneal de la túnica vaginalis, se considera como un hidrocele no comunicante. La presencia de una lesión delimitada y transiluminable situada a lo largo del trayecto del cordón espermático debe considerarse como un quiste de cordón (hidrocele del cordón espermático variedad “enquistada”). La variedad “funicular” del hidrocele del cordón espermático se presenta como una colección de líquido a lo largo del cordón que comunica con la cavidad peritoneal a través del anillo interno, el tamaño de la colección cambia con el aumento de la presión intraabdominal y se considera como un hidrocele comunicante. El hidrocele del cordón espermático variedad “funicular” es consecuencia de la permeabilidad del processus vaginalis lo cual corresponde a una hernia inguinal indirecta. El hidrocele del cordón variedad “enquistada” es un tipo de hidrocele no comunicante y generalmente desaparece en forma espontánea. El diagnóstico se establece con facilidad mediante la exploración física: una masa redondeada, regular, bien definida, indolora, translúcida a la diafanoscopia, sin el menor signo inflamatorio. La ecografía, suele ser de gran utilidad para el diagnóstico de patología concomitante. Ecografia-Dopller testicular: Permite la visualización de la anatomía intraescrotal y su vascularización, y puede distinguir áreas de flujo vascular intratesticular normal, aumentado (típico de las lesiones inflamatorias) o ausente (típico de la torsión). Alcanza una sensibilidad del 90% y una especificidad del 100%. Ecográficamente se visualiza una estructura redondeada u ovoidea, anecoica, bien delimitada, situada en el trayecto del cordón espermático, con el teste y el epidídimo situados caudalmente. El tratamiento de elección es el quirúrgico. Recientemente se han publicado algunos estudios que emplean la escleroterapia como el tratamiento de elección frente a la hidrocelectomía, está contraindicada en pacientes jóvenes donde se sospeche la existencia de un hidrocele comunicante con la cavidad peritoneal. En la inmensa mayoría de los casos de quistes testiculares en los niños no hay tratamiento sino observación de la evolución del quiste, una vez que se ha constatado el carácter benigno de la lesión. Suele desaparecer en el primer año de vida pero si persiste o crea molestias severas se recomienda intervención quirúrgica.El tratamiento del hidrocele adquirido deberá dirigirse a la causa que lo originó. Tipo de abordaje quirúrgico recomendado: 1. Abordaje inguinal: Hidrocele de cordón espermático variedad "funicular" asociado a hernia 2. Abordaje escrotal: Hidrocele de cordón espermático variedad "enquistada" (quístico) (Cenetec, s.f.)