Professional Documents
Culture Documents
Esta hecho sin ningún ánimo de lucro por lo que queda totalmente
PROHIBIDA su venta en cualquier plataforma.
¡Disfruta de la lectura!
Nota
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad.
Algunas autoras ya han descubierto los foros que traducen sus libros
ya que algunos lectores los suben al Wattpad, y piden en sus
páginas de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs
de descarga, grupos y foros.
Corrección:
Karito
Angel
Diseño:
Gatubela
Raizabel
Revisión final:
Phoebe
Karito
Derechos de
Autor
La Princesa Controversial
ISBN 978-0-9967818-1-7
“Ellos no pueden mantenerte ahí para siempre. Algo tiene que pasar pronto.
¿Cómo está Eddie? ¿Ha habido alguna novedad?”
“Él está bien. Y no, nada.” Oigo el sonido de un anuncio en el fondo. “¿Qué es
eso?”
“La última llamada para abordar. Tengo que irme. Te llamo cuando aterrice,
¿Okay?”
“Okay.” Miro a Damon cuando cuelgo, leyendo su expresión. “Él viene de
vuelta.”
Preocupación. Está escrito en su rostro por la noticia. “No vayas a hacer
ninguna locura.”
“Damon, ¿cuándo terminará esto? Ellos no pueden mantenernos prisioneros
aquí para siempre.”
Lo veo respirar fuerte, sacando su teléfono de su bolsillo cuando suena. “¿Sí?”
se voltea y empieza a caminar. “Voy para allá.”
“¿Qué pasa?” pregunto, al segundo que corta la llamada, levantándome de
las piernas de mi abuelo.
“Reunión en la oficina del Rey.” Rápidamente me empuja hacia adelante, su
forma de recordarme que no puedo estar afuera sin él. “Puedes almorzar con
la Reina Catherine mientras estoy ocupado.”
Me adelanto cuando veo que Damon va por el camino equivocado. “¿Qué
pasa?” “¿Crees que encontraron a quien hizo esto?”
“No sabré nada hasta que llegue ahí, Adeline.”
“Pero me dirás, ¿verdad?”
Damon me mira, cauteloso y con afecto. “Sí.”
Camino más rápido para llevar a Damon a la oficina del Rey sin demora.
Estoy caminando para acá y para allá, la alfombra bajo mis botas cerca de
desgastarse. Han estado ahí dentro por dos horas. El Rey, el Primer Ministro, el
jefe de MI6, los de seguridad, Sir Don, Davenport y David Sampson. La única
persona importante que falta en la lista de invitados es el mismo Dios.
Yo soy la única mirando las puertas, la única a la que parece importarle si las
barras de ésta cárcel olvidada por Dios se abrirán pronto. Por supuesto, estoy
desesperada por oír esas noticias, primero y más importante, pero mi ansiedad
solo se amplía por el hecho de que será el fin de mi cautividad.
Cuando las puertas de la oficina del Rey se abren, me detengo abruptamente,
mirando quien sale. Es Davenport. Él me mira. El rostro de piedra del hombre
que ha servido a mi padre tan incondicionalmente por tanto tiempo está
suave, y ha estado así por las pasadas dos semanas. Todo este desastre nos ha
afectado a todos, pero Davenport, el impenetrable, hombre frío, parece
profundamente afectado. Es un consuelo saber que es humano después de
todo. Asintiendo, él pasa a mi lado, bajando las escaleras mientras el resto de
la habitación se vacía. Veo a Damon en el mar de cabezas y me acerco a él.
“¿Y bien?” pregunto, poniéndome a su lado. “¿Han encontrado al
responsable?”
“No.”
Su respuesta corta me desanima, toda mi esperanza desaparecida. Veo
mientras él mira hacia atrás, poniendo su mano en la parte baja de mi espalda
para empujarme.
“No hay pistas. Ni evidencia. Ni motivo. Nada.”
Me guía hacia las escaleras, Damon revisando el área antes de acercarse a mi
oído. “Parece que Eddie se vio atrapado en medio de un fuego cruzado de
alguien cazando ilegalmente.”
“¿Qué?”
“Nadie confiesa cazar ilegalmente, especialmente cerca del territorio Real. Yo
sé eso, ellos saben eso. Se ha acordado que la Familia Real puede dejar
Claringdon, pero se tomarán medidas extra de seguridad.”
Mi alivio es profundo, por Eddie y por mí, aunque no estoy segura de lo que
significa extra seguridad. Pero sí sé que los republicanos estarán aún más
molestos. Medidas extra es solo otra razón para que protesten sobre la pérdida
de dinero y espacio que somos. “Así que, ¿puedo irme?”
“Puedes irte.” Damon nos detiene al final de las escaleras, sosteniendo la cima
de mis brazos. “Pero, y óyeme bien, no me detendré de pedir que te retengan
aquí en Claringdon, si cometes un error, ¿me oyes? No tontos paseos por
Londres. No intentos alocados para escapar de Kellington. Tú te me escapas,
jovencita, y…y…” él no sabe qué, pero no necesita encontrar una amenaza.
Pongo mi mano sobre su boca. “Te juro que no iré a ningún lado.” Mi promesa
es seria, y él asiente, agradecido. “Sin decirte,” agrego.
Me rueda los ojos. “Eres un real dolor en mi trasero, señora.” Me libera y se
aparta, arreglando su traje. “Iré por el auto.”
Corro por las escaleras mientras le escribo un emocionado mensaje de texto a
Josh. No me molesto en llamar a Kim o Jenny para que me ayuden. Tomará
demasiado tiempo. Reúno todas mis cosas rápidamente, todo metido en una
bolsa, descuidado, con manos frenéticas antes de que retiren la decisión de
liberar a todos. No llamo por la ayuda de ninguno de los sirvientes, sacando mi
maleta yo misma, de prisa, mis latidos rápidos.
“Su Alteza.” Me llama Davenport desde el otro lado de la galería, pero no me
hace detenerme. Más bien me hace correr más, mi maleta saltando cada
grada detrás de mí mientras corro. “Su Alteza.”
Me detengo, cerrando mis ojos, rezando porque me permitan irme. “¿Sí,
Mayor?”
“Al Rey le gustaría verla.”
Mi corazón se hunde. Todo dentro de mí se hunde. ¿Me ordenará de nuevo ir a
España con Haydon? Mirando a Davenport, trato de leerlo, trato de evaluar lo
que voy a enfrentar. Él no tiene ninguna expresión, está de vuelta a ser el
Davenport que todos conocemos y no amamos. “Estaba a punto de irme.” Mi
declaración no importa. Su brazo hace un gesto hacia la oficina de mi padre, y
lo sigo con mis ojos, mirando la puerta detrás de la cual está el Rey sentado.
Tragando grueso, abandono mi maleta en las escaleras y me devuelvo, mi
corazón en mis pies mientras llego a la oficina.
Davenport abre la puerta y me anuncia. No estoy sorprendida cuando veo a
David Sampson y a Sir Don relajados en las sillas opuestas al escritorio de mi
padre. Su presencia ha sido constante durante todo el encierro. El Rey está
como es usual, cubierto de humo, masticando el final de su puro, pero luce
cansado, su rostro gris, muy lejos de sus mejillas rosadas a causa del alcohol que
usualmente tiene. El espacio está lleno de sillas, traídas para sentar a todos los
hombres que se reunieron aquí.
“Padre.” Sueno dócil, tímida, y solo aumenta por mi creciente agitación.
“Siéntate, Adeline,” ordena, inhalando fuertemente su puro. Hasta mis
movimientos son cautelosos, mi cuerpo lentamente cayendo en la silla, mis ojos
constantes entre cada hombre. “Vas a regresar a Kellington,” me dice, firme y
brusco. “No dejarás la propiedad hasta que tengas permiso.”
Asiento, aunque me estoy preguntando si cada otro miembro de esta familia
ha recibido la misma advertencia. Así que, me han movido, pero sólo de una
prisión a otra. Todavía no podré ver a Josh. Las prioridades del Rey pueden
haber cambiado desde toda ésta locura, pero no he olvidado que yo estaba
en proceso de ser enviada a España con Haydon. Mi mente se vuelve loca,
preguntas y preocupaciones mezcladas, causando un alboroto que no me
deja pensar bien.
“La Monarquía ha sido destruida por los medios éstas pasadas semanas.”
Padre mira a David Sampson, quién asiente suavemente, como animando al
Rey a continuar. “Necesitamos algo que sea el centro de atención y olvidar el
incidente de Edward. Buenas noticias.”
Él no necesita continuar. Yo sé exactamente lo que está a punto de decir.
Buenas noticias. Como un compromiso. Mi caja torácica está sosteniendo los
brutales latidos de mi corazón, aunque estoy luchando por no permitir que mi
ira y dolor se muestren. Necesito pensar algo rápido. Así que ¿ahora voy a ser
utilizada como una distracción de una negatividad?
Ser obligada a casarme con un hombre que no amo. Padre estaría matando
dos pájaros de un solo tiro, por así decirlo. Que ingenioso de su parte.
“Entiendo,” digo, mi voz calmada y directa, aunque por dentro me estoy
desintegrando. Palabras se forman en mi cabeza, palabras sensatas, mi instinto
de supervivencia asomándose. Necesito comprarme un poco de tiempo.
Me siento recta en mi silla, mirando directamente a los ojos de mi padre. “Me
gustaría ir a Evernmore,” digo, y su cabeza se inclina un poco, interesado. La
propiedad Real en las Islas de Escocia es lo más cercano a la zona silvestre de
Inglaterra, nada en millas y millas. Es donde pasamos nuestras navidades, y
donde el Rey y la Reina Consorte vacacionan. Es donde los miembros de la
Familia Real escapan cuando necesitan espacio. También es una fortaleza
menos de todas las otras residencias Reales. “Sé mi papel en las buenas noticias
de las que hablas.” Sueno muy calmada, y honestamente no sé cómo lo estoy
haciendo. “Estoy pidiendo algunos días para procesar esto. Para procesar mi
futuro.”
El Rey es raramente sorprendido. Pero mi falta de ataque---mi aparente
conformidad---ha hecho que se recueste en su silla, sus ojos moviéndose entre
David, Sir Don y yo. David, noto, también está un poco asombrado.
“No veo por qué no,” dice padre. Me aflojo con alivio, agradeciéndole
profundamente en mi cabeza por darme éste poco de libertad antes de
encerrarme en esta sentencia de por vida.
“No estoy seguro de que eso beneficie a nadie,” dice David, y lo miro, furiosa.
“Simplemente hagámoslo.”
“Dos días,” digo, rechinando mis dientes, volviendo mis ojos suplicantes al Rey.
“Sólo dos días, padre. Eso es todo lo que pido.” Puedo sentir que David no
confía en mí. No lo dejaré influenciar a mi padre, no le permitiré quitarme éste
regalo. Se sienten como cien años mientras espero que mi padre decida de
qué lado está, cien años de aguantar la respiración y mis temblores.
“Dos días,” dice padre finalmente, haciendo a David gruñir y a mí saltar de mi
silla de euforia.
“Muchas gracias, Su Majestad.” Rodeo su escritorio y hago algo fuera de lo
común, me inclino y beso su mejilla. “Voy a disfrutar del aire libre y caminar por
todos los senderos hacia el lago que nos mostraste cuando éramos niños.”
Una sonrisa de mi padre es un privilegio excepcional, así como cualquier
muestra de afecto. Recibo ambas. Él me sonríe, frotando mi mano que
descansa en su hombro. La suavidad, sé que, es sólo porque finalmente parece
que obedezco su orden, aun así, la recibo. “Dos días,” afirma. “Puedes irte
mañana en la mañana. Haré que el helicóptero Real te lleve.”
“Prefiero ir en auto.” Protesto. No debería estar presionándolo, pero el viaje a
Escocia me hará matar más tiempo. “Además,” continúo, “no hay necesidad
de dar a los republicanos una excusa para criticar nuestros hábitos de gasto.”
Padre mueve su mano sin darle importancia mientras apaga su puro. “Los
costos se tomarán del ducado. No pueden quejarse por eso. Por aire es más
seguro, y eso es todo.”
Humo sale de su boca mientras habla, envolviéndome. Tosiendo, me alejo de la
nube de humo y me rindo a sus deseos, simplemente agradecida por su
permiso.
“Gracias.” Me alejo, consiente de la expresión amarga de David hacia mí,
como también la de Sir Don.
Nada me encantaría más que darles una mueca victoriosa, pero me freno,
manteniendo mi cabeza en alto. Ellos tendrían un anillo en mi dedo en este
instante, y Haydon y yo asomados en el balcón presentándonos como la
pareja más feliz del mundo. David está desesperado por ser parte de la Realeza
por medio de éste matrimonio, mientras Sir Don es simplemente un viejo tonto
anticuado intentando defender las tradiciones Reales. No tengo idea de cómo
voy a arreglar ésta pesadilla tan pronto como salga de la oficina. Por ahora,
solo necesito alejarme de aquí. Necesito encontrarme a mí misma, y aún más
que eso, necesito ver a Josh. Él sabrá qué hacer.
22
La sombra del helicóptero es un puntito en el terreno inhóspito debajo de
nosotros, creciendo cuando planeamos sobre las colinas, y reduciéndose
cuando se hunde en medio de los valles. Y el ruido, un consistente, ruidoso
zumbido en mis oídos, ha ayudado a despejar los gritos en mi cabeza. Mientras
los muros de la propiedad Evernmore aparecen en el horizonte, lejos, lejos a la
distancia, espero tener un poco de tranquilidad para amortiguar la constante
preocupación atormentándome. Pasamos el lago, las aguas quietas y
misteriosas, y terreno verde disperso por todos lados. La belleza de éste lugar es
casi hechizante, el paisaje no es diferente de cientos de años.
Nuestro descenso es un poco agitado, el viendo batiendo el páramo mientras
el piloto nos lleva a tierra. La sensación de mis pies tocando suelo de nuevo, me
tiene respirando otra vez, una voz a través de los audífonos diciéndonos que
podemos aterrizar. El personal de Evernmore me recibe, la visita inesperada
seguro los hizo volverse locos. Damon baja primero, tomando mi mano para
ayudarme a bajar, y trotamos hasta que estamos lejos de las hélices del
helicóptero. Asiento saludando a las personas listas para saludarme, uno
tomando mi abrigo, y flanqueándome hacia la entrada del castillo, lleno de
cientos de años de historia. El eco de mis botas golpeando el suelo de piedra
que es sordo por las paredes y tapicerías de ladrillo.
Me dirijo a las escaleras que me llevan a mi suite, Damon siguiéndome, dando
órdenes a los sirvientes para que traigan mis maletas. Por centésima vez, reviso
la hora en mi teléfono, y de nuevo, mentalmente calculando la hora de
aterrizaje de Josh. Si estoy en lo correcto, y estoy segura de que lo estoy, él
debió haber aterrizado hace una hora. ¿Por qué no ha llamado?
“Te dejaré para que te instales,” dice Damon, saliendo de la habitación
mientras me quito mis botas.
“Gracias, Damon. Estoy segura de que la cocinera te hará algo si tienes
hambre.”
“Voy directo a la cocina.” Sonríe, y se la devuelvo. Sé que a él le encanta éste
lugar, especialmente el cordero que sirven con el té.
Aunque estoy escuchándolo, pego un brinco cuando suena mi teléfono, y me
apresuro a responder. “Josh.”
“¿Qué está pasando?” pregunta inmediatamente. “Aterrizo en Londres y tú has
dejado el maldito país.”
Sonrío para mí misma. Él está ofendido, y no puedo culparlo. “Necesitamos
hablar.”
Hay silencio durante unos momentos. “¿Estás terminando conmigo?”
“Dios, no.”
“Entonces explícame por qué arrastraste tu trasero a Escocia.”
“Porque si no lo hacía, me tendrían comprometida con Haydon Sampson y le
hubieran dicho al mundo antes de que yo pudiera discutir. Me he comprado
un poco de tiempo.”
Un gruñido. Un profundo y hostil gruñido. “Dime que me estás jodiendo.”
“No te estoy jodiendo.” Me acerco a la ventana y miro hacia el lago. “Pensé
que con todo lo que ha pasado, mi vida---y yo---dejaríamos de estar en la lista
de prioridades del Rey. Estaba equivocada. He subido a la cima. Están
planeando usar mi compromiso con Haydon Sampson como una distracción
por así decirlo. Una distracción de la negatividad rodeando a la Realeza por el
accidente de Eddie.”
Oigo a Josh ahogándose al otro lado del teléfono, mi información obviamente
difícil de tragar.
“Realmente no estás jodiéndome, ¿verdad?”
Suspiro, sintiendo la presión invisible cayendo sobre mí. “Es ahora o nunca,
Josh.”
“Es ahora, eso es lo que es.” Él está absolutamente enfurecido, y mientras parte
de mí está agradecida por su compromiso y dedicación, la otra parte está
llena de temor. Sólo me pregunto si él de verdad sabe la tormenta de mierda
que estamos a punto de crear. “¿Dónde estás?” pregunta. “Dime
exactamente dónde estás.”
“La propiedad Evernmore. Está en el medio de la nada. Tengo dos días libres
del Rey antes de que tenga que volver a Londres y anunciar mi compromiso.”
“Estaré ahí ésta noche.”
“¿Cómo?”
“Alquilaré un avión. Un maldito cohete si necesito hacerlo. ¿Dónde está el
aeropuerto más cercano?”
“Glasgow.”
“Te llamaré cuando esté ahí. Necesitaré instrucciones.”
Fuertes ruidos se oyen en el fondo, el bullicio del aeropuerto cada vez más alto.
“Llamaré a mi gente. No hables con nadie hasta que yo llegue, ¿Okay?”
“No debería ser muy difícil. No hay nadie aquí, excepto Damon, el personal y
yo.”
“O llamadas. Por favor no contestes ninguna llamada.”
“¿Por qué? ¿Quién podría llamarme?”
“Tu padre. Davenport. Sir Don. El maldito Haydon Sampson o su imbécil padre.
No quiero que hables con ninguno de ellos hasta que esté contigo. Dime que
entendiste, Adeline.”
Él está preocupado de que me laven el cerebro. O, peor, que me sigan a
Escocia y me arrastren de vuelta a Londres. Eso no va a pasar. Al menos, no por
algunos días. Aun así, confirmo lo que él quiere oír, imaginando que se siente
indefenso. Y puedo entender por qué. Hay demasiadas facetas por ser de la
Realeza, tantas obligaciones y protocolos que seguir. El extremadamente
desconocido para el público británico en general, más aún para un
americano. Él debe pensar que todo esto es muy arcaico y absurdo. Pero no lo
es. “Entiendo. Por favor, sólo apresúrate.”
Parte de mí odia que lo necesite tanto, aunque no siento que me asfixio por
eso. Más bien me siento…aliviada.
Nos despedimos, y paso varias horas interminables familiarizándome con
Evernmore, caminando por los corredores del castillo sola. Josh me envió un
texto no mucho después de nuestra llamada para decirme que alquiló un
avión desde Heathrow hacia Glasgow, y desde ahí, tiene un helicóptero
esperando para traerlo aquí. Nunca he estado más agradecida de que tiene
tanto dinero. Mis oídos han estado escuchando por el sonido de las hélices del
helicóptero mientras paseo, y busco en el horizonte a través de cada ventana.
He estado vagando mientras lo busco. Han pasado más de dos semanas
desde la última vez que lo vi. Dos semanas de pura miseria. Dos semanas de
estar constantemente reviviendo cada momento que pasé con él, temiendo
olvidarlos. Dos semanas de quedarme dormida con su foto en mi teléfono en la
almohada al lado de mi cabeza. He extrañado su divertida y arrogante
presencia. Dos semanas de aguantar las quejas de Helen sobre el estrés del
bebé. Dos semanas de silencio estoico de madre. Dos semanas de pensar lo
cerca que estuve de perder un hermano. ¿Qué hubiera hecho sin Eddie?
Hemos hablado por Skype cuando está lejos, naturalmente, pero no he temido
perderlo después de cada despliegue, vuelve a casa. Y hace dos semanas,
casi no lo hace.
Necesito ver a Josh. Emocionalmente, mi corazón ha extrañado su compañero.
Físicamente, estoy literalmente ardiendo de la anticipación por verlo. Besarlo.
Sentirlo en todas partes.
Es cuando estoy tomando las escaleras de caracol en el ala oeste que lo oigo.
Un helicóptero. No hay equivocación. Es tenue, pero está ahí. Con mi corazón
en mi boca, corro por las escaleras buscando una ventana que dé al sur,
deteniéndome frente a la primera que encuentro. Jadeando por aire, miro a
través del vidrio, teniendo que limpiar la humedad que se forma por el calor de
mis respiraciones. Lo veo. En la distancia, una figura en el horizonte. Josh.
Lanzándome hacia el resto de las escaleras, corro a través del castillo,
empujando al personal quienes se alejan de mi camino, sin duda alarmados
por mi extraño comportamiento. Mis mejillas duelen por la sonrisa en mi rostro,
mi piel hormigueando, mientras anticipo su toque. Paso rápido por las puertas,
moviéndome por el camino que usan los helicópteros, mis ojos
entrecerrándose, viendo que está cerca. Moviendo mis manos frenéticas en el
aire me pongo a saltar. No tiene sentido. El piloto no puede posiblemente
perderse la gran propiedad en medio de la nada. Incapaz de contener mi
emoción, todo se siente un millón de veces mejor cuando sé que él está
conmigo, le envío un mensaje de texto.
¡Puedo verte!
Mis brazos van al aire de nuevo, ondeando como una loca.
“¿Señora?”
Me volteo, mi rostro brillando con una sonrisa, y ni siquiera la confusión de
Damon puede alejarla. Él me hizo prometer que no me escaparía. No estoy
huyendo. Él no puede castigarme por esto.
“¿Me perdí el memo?” él se rasca la cabeza, su confusión es clara mientras
mira de mí al helicóptero.
“Es Josh,” le digo, sonriendo cuando él me da una mirada de asombro.
Luego sus ojos desaparecen, escondidos detrás de sus lentes, como reuniendo
paciencia. “Debería haberlo sabido.”
Mi teléfono suena, y miro hacia abajo para leer su mensaje.
Tienes buena vista. Ni siquiera he dejado Glasgow. Problemas técnicos con el
helicóptero.
Hielo corre por mi piel, y me volteo, el helicóptero ahora cerca---
suficientemente cerca para ver el emblema de la realeza a un lado. “Oh Dios
mío.”
“Ese no es Josh, Adeline,” Damon me mira gravemente. “Es el Rey.”
Estoy como una estatua, mirando con horror, entumecida y confundida,
mientras el helicóptero cae a tierra. Mi padre se baja, y mi temor se multiplica
cuando veo a David siguiéndolo de cerca, al igual que Sir Don y el doctor
Goodridge. “¿Padre?” pregunto mientras se dirige hacia mí. No me gusta su
mirada. No en absoluto. Es fija y determinada.
“Estoy aquí para cazar,” dice mientras pasa, mi cuerpo moviéndose para
seguirlo. “Y deberíamos discutir los arreglos.”
“¿Qué pasó con mis dos días?”
Se detiene y se voltea, mirándome de arriba abajo. “Tu destino está escrito. Dos
horas, o dos días, el resultado será el mismo. Debemos hacer planes para el
anuncio y la conferencia de prensa. Hay mucho que hacer.”
Él continúa, sin importarle dejarme pasmada.
Me siento mal. “Padre!” corro detrás de él, rodando los ojos a David, incapaz
de hacerle saber que él tiene que ver con esto. Y ahora que lo pienso…”
“¿Dónde está Davenport?” pregunto.
“Enfermo.” El Rey se detiene en la puerta donde uno de los sirvientes toma su
abrigo. ¿Enfermo? Él nunca ha estado enfermo. Nunca, aunque no puedo
negar que ha estado extraño las últimas semanas. Pero en su forma de ser, no
físicamente enfermo. Esto es todo muy extraño. Y desalentador. Muy
desalentador. Devuelvo mi mirada a Damon, tal vez buscando respaldo. No sé
por qué. No hay nadie que pueda ayudarme.
“John debe estar aquí pronto,” el Rey le dice al personal. “Preparen su
habitación, también suites para Sir Don, Sampson y el doctor.”
Genial. ¿Mi hermano mayor también? No tengo ninguna oportunidad. Apenas
logro evitar sostener mi rostro y enterrarlo en mis palmas, pero no puedo evitar
la inflamación de mi garganta. David y Sir Don siguen a mi padre como los
perros que son por los corredores del palacio hacia su oficina. La puerta se
cierra antes de que pueda entrar, y miro la madera por una eternidad, mi
cabeza hecha un caos. Mis ojos caen en la ventana al sonido de otro
helicóptero. No es Josh. Él sigue en Glasgow. Es John. Uno más para
molestarme.
“¿Su Alteza?”
Volteando mi cabeza hacia el otro lado, veo al doctor Goodridge. Él siempre
ha lucido viejo para mí, pero hoy luce excepcionalmente viejo. ¿Cuánto
tiempo más va a poder seguir al Rey donde quiera que vaya?
“¿Está bien?” me pregunta.
Parpadeo y regreso mi mirada a la puerta de la oficina de mi padre.
“Necesita controlar a esa chica, señor,” dice David, su voz clara a través de la
puerta.
“Ella es muy rebelde.” Hay algunos tintineos, innegablemente de vidrio contra
vidrio, la botella de licor sobre el borde de un vaso. “Si es una lucha para mí
mantenerla bajo control, ¿cómo supones que lo haga tu hijo?”
Empujo la puerta y entro, antes de siquiera pensarlo. “No me voy a casar con
Haydon,” digo, tan estable como puedo. “Y no puedes obligarme.”
“Lo sabía,” me gruñe David.
“Oh, cállate,” le grito. “Esto no tiene nada que ver contigo. Deja de meterte en
mi familia. No me casaré con tu hijo.”
El Rey me apunta con su vaso. “No te equivoques, mi niña, harás lo que yo
digo.”
“No,” grito, perdiendo mi mierda. Suficiente en suficiente. No más. Ya no seré
manejada por sus expectaciones. Ignoro las expresiones asombradas que estoy
recibiendo, tomando el control, al diablo con todos ellos. “Me niego a casarme
con Haydon, y es injusto que le pidan que se case conmigo, especialmente
cuando…cuando…” siento que estoy empezando a hiperventilar, sin aire.
“cuando…”
“¿Cuándo qué?” gruñe David.
Inhalo y exhalo diciéndoles lo que he estado desesperada por decirle al
mundo. “Cuando estoy enamorada de alguien más.”
Mi confesión se hace eco alrededor de la habitación, a través de las paredes
de piedra. Y luego hay silencio. Silencio ensordecedor. Durante siglos, solo hay
silencio y tres pares de ojos mirándome. Oh, mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
“¿El banquero?” se ríe padre.
Ya es suficiente. Ya he empezado. “No, no es Gerry Rush.”
“¿Entonces quién?”
Respiro fuerte para decir su nombre, intentando ignorar el hecho de que estoy
lanzando a Josh a los lobos. Pero no podemos seguir así. “Josh.”
Mi padre luce muy confundido, David molesto, y Sir Don solo cierra sus ojos,
probablemente pensando que su trabajo es deshacerse de él.
“¿Quién diablos es J…?” la pregunta del Rey se desvanece, cuando lo
entiende. Tenía razón todo el tiempo. El Rey y su gente no son responsables por
la destrucción de la habitación de hotel de Josh. Ellos realmente no tienen
idea. “¿El americano?” pregunta. “¿El hijo de Jameson?”
Asiento con fuerza. “Eso es correcto.”
Padre estalla en risas. Es la más insultante reacción a mis noticias. “Que
absurdo.”
“¿Por qué?” pregunto con calma.
“Es americano.”
“¿Y?”
“¿Un americano en la familia Real? No lo creo. Deja de vivir con tu cabeza en
las nubes, Adeline. Te casarás con Haydon Sampson y será la última vez que
hablaremos sobre eso.”
“Estás equivocado,” le digo cortante, con calma, y el Rey se hace para atrás.
“Yo lo amo,” libera sus dientes, un verdadero Rey león. “Lo prohíbo.”
“No me importa.”
“Serás desterrada.”
“No me importa.”
“Perderás todo!” grita.
“No todo,” le digo fríamente, dándole a cada hombre de la habitación un
momento para que me pongan atención. “Lo tendré a él.” Josh es lo único que
me importa en el loco mundo en que nací. La única persona a la que me
inclino es a él. Me volteo y me alejo antes de que me den permiso. “Buen día,
Su Majestad.”
“Adeline!”
Mis pasos se hacen más rápidos por el sonido de mi padre gritando, mis pies
llevándome al garaje del castillo al final del ala este. Tomo el primer set de
llaves que encuentro en el gabinete de la pared y presiono mi pulgar en el
botón, haciendo que las luces de una Land Rover al fondo parpadeen. No
conduzco lo suficientemente bien, así que me alejo lentamente, el castillo
haciéndose más y más pequeño en el espejo retrovisor. Cuando las puertas de
la propiedad aparecen a la vista, rápidamente acelero cerrando los ojos, mis
brazos hacia adelante lista para el impacto. Llámame loca, llámame
desesperada, llámalo extremo. Pero es la única forma de salir de mi nueva
prisión. Conduzco hacia ellas con nada menos que determinación,
aguantando un grito y cerrando mis ojos cuando llego a ellas. El metal
manteniéndome encerrada se golpea abriéndose, el Land Rover temblando
violentamente, dolor en mis brazos. “¡Oh, por Dios!” giro bruscamente,
chocando con una figura de césped mientras lucho con el volante para
alinear el auto de nuevo, chocando por todas partes. Soy golpeada, mi frente
choca contra la ventana del auto. Grito, pero mantengo mis manos donde
están, golpeando bache tras bache, ninguno de ellos ayudándome a
enderezar el auto. El persistente sonido de mi teléfono no me distrae de ganar
control del Land Rover, y solo lo saco de mi bolsillo cuando estoy en terreno liso,
conduciendo estable. Espero ver a Damon llamando, loco e histérico, pero es
Josh. Sólo la vista de su nombre en la pantalla envía mis emociones hasta el
final y a mi adrenalina drenándose. “Josh,” estallo, manteniendo un ojo en la
carretera, una mano en el volante. “Mi padre. Era mi padre en el helicóptero.
Me siguió a Escocia. Vino a discutir los arreglos. Conferencias de prensa,
anuncios. No sabía qué hacer.”
“Maldito infierno, Adeline,” respira fuerte. “¿Dónde estás?”
“Me fui. Estoy conduciendo hacia el sur.”
“¿Sola?”
“No tuve tiempo para pensar Josh.” Necesito calmarme. Ahora, mantener mi
cabeza en orden es lo primordial.
“Necesitas calmarte.” Dice, pero no suena muy calmado él mismo. “¿Cuánto
falta hasta que llegues a algún tipo de civilización?”
“No sé. Hay una pequeña villa a treinta millas de aquí.”
“¿Cómo se llama?”
“Sellington Heights.” Oigo a Josh diciéndole el nombre de la villa a alguien, y
luego el sonido de las hélices de un helicóptero, haciéndose más fuertes y
ruidosas, hasta que se ve forzado a gritar. “El piloto dice que puedo estar ahí en
treinta minutos. Encuentra un campo al norte de la villa. Conduce despacio
para que podamos verte, ¿entiendes?”
Asiento, preguntándome cómo diablos llegué a esto. Yo, huyendo, y Josh en un
maldito helicóptero intentando encontrarme. Es una locura, pero, aun así, está
sucediendo.
“Adeline, ¿me oíste?”
“Sí, te oí.” Mi teléfono vibra y rápidamente miro la pantalla para ver una
llamada de Damon. “Damon está tratando de llamarme.”
“¿Te estará rastreando?”
Miro por mi espejo retrovisor, hacia la carretera detrás de mí.
“Indudablemente.”
“Sólo sigue conduciendo. No muy rápido. Sólo llega al campo en una pieza,
¿Okay?”
Mi sonrisa es pequeña, pero no puedo evitarlo. “¿Ya te estás arrepintiendo de
esto?”
“Nunca. Ya te lo dije. Estoy preparado para perder todo lo que tengo, excepto
tú. Ahora, lleva tu trasero real a ese campo.” Él cuelga, y suelto en teléfono en
mi regazo, poniendo mis dos manos de nuevo en el volante. Ignoro las
llamadas de Damon, manteniendo mi atención en la carretera. Mi principal
objetivo, el objetivo más importante, es llegar a Josh a salvo.
Hay docenas de campos. Mi mente está hecha un alboroto, no puedo ni
siquiera decidirme sobre a cuál voy a entrar. Me detengo en unas grandes
puertas de madera y salto de la Land Rover, corriendo voy hacia el pesado
pestillo y lo muevo. Se abren lentamente. Me volteo y vuelvo al auto, pero mis
pasos se detienen cuando oigo un familiar y distante sonido. Miro al cielo, el
ruido creciendo cada segundo. Él está aquí. Necesito llegar al medio del
campo. Me volteo con urgencia y me congelo. Damon llega a la Land Rover y
apaga el motor, sacando las llaves. “Adeline, ¿qué diablos?”
Mis pasos retroceden, mi atención entre el cielo y Damon. “No intentes
detenerme, Damon. Por favor, tú sabes que no puedo hacer lo que me están
ordenando.”
Damon mira hacia el frente, su cabeza inclinada hacia atrás, arrugas en su
frente. Sigo su vista, viendo un helicóptero aparecer en los árboles a la
distancia.
“Tengo que irme,” le digo, retrocediendo.
Damon sacude su cabeza, lleno de desesperación. Él parece pensar por un
momento. Y eventualmente suspira. “¿Quién diablos va a mantenerme
ocupado si no te tengo a ti?”
Siento alivio y sonrío. “Gracias Damon, por todo.”
“Solo vete,” ordena, directo y firme, sus ojos de vuelta en el cielo.
Pero no lo hago. En su lugar, corro hacia él, lanzando mis brazos sobre sus
grandes hombros y lo abrazo con todo el amor y aprecio que siento por él. Y él
me lo devuelve. No hay palabras. No se necesitan. Gentilmente separándose
de mí, da un paso atrás y asiente.
Tomo su orden silenciosa y me voy, corriendo tan rápido como mis piernas me
llevan al centro del campo, mis brazos en el aire como loca. El helicóptero
gradualmente baja, desplazándose, las hélices levantan el césped a mi
alrededor. Mi teléfono vibra en mi mano.
“Aléjate, vamos a aterrizar,” grita Josh cuando respondo.
Me alejo, mi brazo sobre mi cabeza para cubrir mi rostro del viento, mi ropa
ondeando al frente. Al momento en que el helicóptero descansa en el suelo, la
puerta se abre y Josh sale, corriendo hacia mí. La vista de él me tiene
paralizada, tantas emociones manteniéndome donde estoy. Es demasiado, mi
alivio se intensifica. Un sollozo sale de mí. La única energía que me queda, la
uso para sostener sus brazos cuando choca contra mí. Al momento en que
nuestros cuerpos se unen, mi corazón explota, así como mis ojos. Me aferro a su
espalda, sosteniéndolo con toda mi fuerza. “No sabes lo feliz que estoy de
verte,” lloro en su cuello, incapaz de calmarme.
“Lo sé, bebé. Confía en mí.” Soy callada, besada, acariciada, apretada, mi
cabello ondeando sobre mi cabeza, nuestra ropa también, el sonido del
helicóptero ensordecedor. Pero lo oigo tan claro como si estuviéramos en
silencio. A regañadientes, me separo de él, lo dejo tocar mi rostro, besar cada
centímetro de ella. “Éstas pasadas semanas han sido un infierno. No te vas a
alejar de mi vista de nuevo.”
Sus palmas sostienen mis mejillas, sobre mis hombros y por mis brazos, hasta que
llega a sostener mis manos, sus dedos enlazándose con los míos, reforzando sus
palabras. “Nunca.” Mira detrás de mí, y me volteo para seguir su mirada,
encontrando que Damon se nos ha acercado. Mi jefe de seguridad levanta su
teléfono. “Deberían irse.”
Él me está advirtiendo. “Gracias.”
Damon se encoge de hombros. “Estaba pensando en retirarme antes, de todos
modos.”
Soy jalada hacia el helicóptero, pero mantengo mis ojos en mi amado
guardaespaldas hasta el último segundo, mis muchos años con Damon
pasando por mi mente. Su presencia, su consuelo. Voy a extrañarlo demasiado.
Y luego, él sonríe, como sabiendo lo que estoy pensando. Tal vez porque él lo
está pensando también.
Damon lentamente levanta su mano cuando soy forzada a voltearme y subir.
Josh coloca los auriculares sobre mi cabeza y asegura mi cinturón antes de
hacer lo mismo por él y tomar mi mano. Él me mira y sonríe, pequeña pero
expresiva, mientras lentamente nos levantamos del suelo.
23
Espero que donde vayamos a ir tenga un espacio para poder ponernos al día
por el tiempo perdido. Pero no lo hubo. Al segundo en que aterrizamos en un
pequeño campo en las afueras de Londres, fuimos rodeados por el equipo de
relaciones públicas de Josh y sus guardaespaldas, nos empujaron en la parte
de atrás de un auto parqueado a unos metros del helicóptero. Oleadas de
palabras de pánico y aceleradas combinadas, y era obvio que cada uno de
éste equipo, la mayoría americanos, no tenían la mínima idea de cómo
saludarme. Todos ellos hacían una reverencia. Era vergonzoso, pero Josh
parecía encontrarlo divertido, al igual que Bates y sus hombres. Los dejé hablar
sobre tácticas en el viaje de vuelta a Londres, aunque difícilmente escuché una
palabra, la mayor parte del tiempo, lo pasé acurrucada al lado de Josh,
preguntándome cómo llegamos a esto. Técnicamente, estoy huyendo. Estoy
huyendo de mi familia, y solo es cuestión de tiempo antes de que los medios se
enteren de mi paradero.
Soy cubierta por la chaqueta de uno de los miembros de seguridad y soy
sacada del auto, rodeada por cada ángulo, apretada en el medio para no ser
vista. No reconozco donde estamos, aunque parece una residencia por las
pequeñas vistas que he tenido a través del ejército de personas
flanqueándome. Vi a Bates recibir una llamada antes. Él me miró todo el
tiempo que estuvo hablando. Sonreí mientras él asentía durante su
conversación, sabiendo que era Damon en la línea dándole instrucciones. Era
tranquilizador saber que aún ahora, mi jefe de seguridad me está cuidando.
Cuando la gente de Josh se dispersa, estamos en el vestíbulo de un lujoso
edificio, y miro a Josh. “La casa de un amigo,” me dice. “Él está en Los Ángeles.
Dijo que podíamos quedarnos aquí.”
De repente me siento como una molestia. Nos llevaron al último piso, el
ascensor abriéndose en un enorme penthouse. “No es un palacio,” dice la
publicista de Josh cuando sale detrás de nosotros, “pero está fuera del radar
por ahora.”
“Yo odio los palacios,” digo despreocupadamente, dejando que Josh me guíe
hacia la ventana que está cruzando el lugar. La vista de Londres es
extraordinaria. Nunca lo he visto así. “Oh.” Me río ligeramente, señalando el
cielo. “Y en caso de que extrañe mi casa, puedo ver Kellington.”
La residencia Real, ubicada en medio de uno de los parques más pequeños de
la realeza y una hilera de terrazas, luce muy pequeño desde aquí, insignificante
en medio de la grandeza de Londres. “Oh, y ahí está la casa de mis padres.”
Claringdon luce cualquier cosa menos insignificante, la estructura colosal
parece que ha crecido durante cientos de años. La falta de la bandera me
dice que el Rey no ha regresado todavía. No, él está en Escocia,
indudablemente todavía despotricando. El doctor Goodridge probablemente
ha tenido que darle un sedante.
“¿Por qué no tomas una ducha?” pregunta Josh detrás de mí, envolviendo sus
brazos alrededor de mi cintura. “Uno de los chicos ha ido por algunas cosas
para que te cambies, pero hasta entonces, hay una bata limpia detrás de la
puerta.”
Me volteo en sus brazos. “¿Y qué vas a hacer tú?”
Sus ojos azules lucen cansados, les falta la chispa brillante que amo tanto. Y su
cabello oscuro está hecho un desastre. Su barba está crecida también. Todo
por mí. “Tengo algunas cosas que revisar con todos.”
Muevo mis ojos hacia la habitación, donde una docena de personas se han
reunido, laptops abriéndose por todos lados, personas rodeando la habitación
con sus teléfonos, otros tomando notas en tabletas. Es un poco caótico, todos
ellos hablando fuertemente. Suspiro, odiando el significado de ésta escena. De
nuevo, todo es por mí. “¿No debería saber yo lo que está pasando?”
“No, confía en mí para lidiar con eso.” Toma mis hombros y me voltea
guiándome hacia adelante, persistente y firme. “¿Cuándo te tendré solo para
mí?” me quejo cuando entramos a la ducha, toda de marfil negro y acero.
“No descansaré hasta que sepa exactamente qué vamos a hacer, así que
necesitas tener paciencia.”
“Ya te dije, llévame a América.”
“¿Tienes tu pasaporte?”
Me miro en el espejo. “Sácame a escondidas.”
Josh rueda sus ojos y enciende la ducha, llenando la habitación de vapor.
“Sólo has lo que te digo.”
Me da una toalla y presiona sus labios sobre los míos. “Por favor, Su Alteza.”
Me río y frunzo el ceño. “Así que, ¿tengo que encerrarme aquí mientras discutes
con tu gente cómo lidiar conmigo?”
“Oh, yo sé cómo lidiar contigo.” Él se agacha, sus manos en mi trasero
apretando duro. “Pero no estoy seguro de que todos ahí afuera quieran oír los
detalles, cariño.”
“No, pero yo sí,” le digo, incitándolo, dando un pequeño mordisco a su barbilla.
“Quiero detalles explícitos.”
Josh gruñe, capturando mis labios gentilmente. “Tenemos mucho que
compensar.”
“Sí, lo tenemos.”
“Tu trasero va a quedar ardiendo malditamente demasiado.”
“Bien.”
Sonríe sobre nuestro beso, igual que yo, y lo abrazo fuerte. “Quizá hasta te deje
sentarte en tu trono.”
Me río, perdiendo el contacto de nuestros labios. “Eres terrible.”
“Y a ti te encanta.” Me voltea y palmea mi trasero. “A la ducha.”
“Sí, señor.”
Me guiña el ojo y me deja para ducharme.
Para el momento en que estoy envuelta en la lujosa bata, mi teléfono está a
punto de explotar con llamadas perdidas. No puedo ver quién me ha llamado,
porque a éste punto, mi decisión de huir es todavía completamente irreal.
Después de toda la adrenalina corriendo mientras huíamos, dejando a Damon,
dejando a mi familia, me siento cansada. Exhausta. Aun así, sé que hay mucho
que hacer. Es tiempo de reanimar mi trasero real y conocer las nuevas personas
que me van a representar. Al menos, por ahora.
Entro al espacio abierto del penthouse, encontrando a todos sentados
alrededor de una enorme mesa, y dejan de hablar cuando me ven. “No se
detengan por mí,” les digo, sintiendo mis mejillas calientes.
Josh se recuesta en su silla y palmea su regazo, y yo camino hacia él,
sentándome y entregándole mi teléfono. “Se niega a dejar de sonar.”
Él lo toma y se lo pasa a su publicista. “Deberías encargarte de esto.”
Ella asiente fuertemente. “¿Su código pin?”
Josh se ríe, y yo le frunzo el ceño. “Es mejor que ella te lo escriba.” Toma un
lapicero y lo pone en mi mano, sacando una hoja de papel. Escribo mi código
para Tammy y luego me relajo en el regazo de Josh.
“Así que,” digo sonriente, “¿ya han resuelto como van a lidiar con mi
encantadora familia?”
Mi pregunta pone algunas sonrisas alrededor de la mesa, todas genuinas, una
mujer luciendo un poco deslumbrada. “No puedo creer que estoy sentada en
una mesa con la Princesa Adeline de Inglaterra.”
Tammy le da una mirada despreciativa, y yo le sonrío. “No soy tan importante
como lo hacen ver, créeme.”
“Es la tercera en la línea para el trono británico, señora,” me recuerda Tammy.
“Eso la hace bastante importante para nosotros los mortales.”
“Habla por ti misma,” bromea Josh, moviéndome en su rodilla. “Para mí, ella es
simplemente mi novia y la mujer que amo, y estoy cansado de mantener eso
oculto. ¿Así que, ¿Qué pasa ahora?”
Sonrío por dentro, acurrucándome más.
Tammy luce casi severa. “Lo hacemos público antes de hablar con ellos,” dice,
sacando algunas notas y entregándomelas. “Una conferencia de prensa. Una
vez que se sepa, se sabe. No hay nada que los de la Realeza puedan hacer.
Serán nuestras palabras, no las de un periodista. Sólo una simple declaración
de que ustedes están saliendo juntos.”
“¿Sólo saliendo?” pregunto, presionando mis labios juntos atrevidamente.
“Porque…ouch!” salto en el regazo de Josh cuando él me golpea en las
costillas, y todos alrededor de la mesa se ríen. Me hace sentir mejor estar
rodeada por personas normales. Personas que no tienen palos metidos en sus
traseros. “Okay, saliendo,” les digo. “Si deben insistir.”
Josh se ríe, enterrando su nariz en mi cabello. “Te amo.”
“Basta. Estás haciendo a todos sonrojarse.”
Él cambia su postura, concentrado. “¿Cuándo se dará la declaración?”
“Mañana,” responde Tammy rápidamente.
“¿Por qué no ahora?” digo inmediatamente, mañana sintiéndose muy lejos. Los
publicistas reales están haciendo un plan mientras hablamos. El menos tiempo
que les demos para hacer eso, mejor. Tammy pasea sus ojos alrededor de la
mesa, una oleada de encogimientos de hombros. “Así que la daremos ésta
noche,” dice.
“¿Estás segura?” me pregunta Josh, moviéndome en su regazo. Mirando
directo a mis ojos, hablando clara y consistentemente. Determinadamente. “Yo
estoy listo, Adeline. Yo saldría a la calle en éste segundo gritándoselo a todo el
que oiga, pero necesito saber si tú estás lista también.”
¿De dónde viene ésta duda? ¿No he probado mi compromiso?
“He estado lista por semanas.” Él asiente, firme y seguro, mientras inhala,
manteniendo sus ojos en los míos. “Envíenla apenas esté lista,” le ordena a
Tammy, levantándose de su silla y llevándome con él. “Y si ya terminamos, me
gustaría un poco de privacidad, por favor.” Se inclina y me lanza sobre su
hombro, y yo chillo, asombrada. “Josh!”
“Adiós todos,” grita, palmeando mi trasero mientras me lleva al dormitorio.
Presiono mis brazos en su espalda baja y miro hacia arriba, mi rostro en llamas.
Tammy luce completamente exasperada, y el resto del equipo de Josh están
riendo entre dientes, como si sus expresiones de diversión pudieran ser notadas
por la publicista de Josh. Con todos los ojos sobre mí, ruedo los ojos lo mejor que
puedo y les grito que lo siento. Pero no lo siento en absoluto. He estado
esperando éste reencuentro durante semanas.
“No creo que Tammy lo apruebe,” le digo a su trasero. “Que se joda Tammy.”
Soy lanzada a la cama, el sentir las sábanas lujosas llevándome a la sensación
de que estoy en las nubes. “Que se joda la Realeza.” Josh aparece a la vista
después de que he quitado mi cabello mojado de mi rostro, su camiseta
saliendo de su torso. “Que se joda el público.” Es lanzada a un lado, y su
mirada, llena de mucho anhelo aterriza en la mía. “Y ahora tú vas a joderme,
Su Alteza.”
Bang!
Ese fue mi corazón. Y mi cuerpo. Y mi mente. Todo, explotando. De pie frente a
mí, está mi hogar. El primer lugar en mi vida donde siento que realmente
pertenezco. Mordiendo mi labio, veo mientras Josh lentamente se desnuda
hasta que me quedo sin aliento, la perfección de su desnudez. Mi bata es
lentamente abierta, la piel de mi estómago delicadamente acariciada.
“¿Alguna vez has querido algo tan mal que matarías por eso?” pregunta,
sacando mis brazos de las mangas. Asiento, y Josh sonríe, sus ojos subiendo de
mis piernas a mis caderas. Él besa la piel sensible, sonriendo a través de mi piel.
Lo siento desde mi estómago hasta mis pechos, y él muerde mis pezones. “Tú
me has descarrilado por completo, Adeline. Lucho para pensar más allá de ti.”
Mi cuerpo lentamente se inclina, mis ojos cerrándose con felicidad absoluta,
Josh sobre mí. Es cierto. Todo se desvanece cuando estamos juntos. No hay
dificultades, no hay problemas, nada que necesite ser arreglado. Somos sólo
nosotros, nuestros sentimientos, nuestra pasión…nuestro amor. Rápido, sólido
amor. Nada puede destrozar eso. Somos literalmente él y yo contra el mundo.
Tomo su cabello y jalo sus ondas oscuras, presionando mi pecho en su boca.
Estoy flotando. Más libre de lo que he estado nunca. Nada puede rivalizar éstos
sentimientos, los sentimientos de tu alma unida con otra, moldeándose,
mezclándose, uniéndose para hacer una persona más fuerte. Levantándose,
Josh descansa en sus talones, sus labios levantados en cada esquina, una
sonrisa oculta. “Ábralas, señora.”
Mis muslos se abren al instante, llevando mi dignidad con ellos. No podría
importarme menos, y la sonrisa oculta de Josh aparece, deslumbrando la
habitación. Él cae hacia adelante, sus palmas en el colchón a cada lado de mi
cabeza, su rostro suspendido sobre el mío. “Buena pequeña Princesa.”
Pura felicidad hace a mi corazón expandirse, mi sonrisa lo más ancha que ha
estado alguna vez. “Te he extrañado tanto.” Estirándome, descanso mi mano
en su mejilla, sintiendo su barba mientras él cae y se apoya en sus antebrazos,
nuestros torsos uniéndose. Suspiro, deslizando mis manos sobre sus hombros, la
sensación de su cuerpo me abruma completamente. Por primera vez en mi
existencia, tengo un propósito. Tengo a Josh, y tengo mis sueños que ahora,
pueden hacerse realidad.
Pequeños movimientos roban mi aliento, su rostro tan cerca del mío que inhalo
sus exhalaciones. Sus ojos nunca alejándose de los míos, sus palmas sosteniendo
mi cuello mientras él se mueve con dolorosa precisión. “Perfecto, ¿huh?”
susurra, uniendo nuestras bocas, nuestros labios descansando sobre los del otro.
“Perfecto,” digo, mis caderas moviéndose para encontrar cada empuje. Esto
es lento, es hacer el amor, y si hubiera una palabra que supere perfecto, sería
eso. Nuestra cercanía, nuestra conexión, el entendimiento que pasa entre
nuestros ojos mientras se mueve dentro de mí cuidadosamente. Nuestros
corazones se hacen más fuertes, nuestra piel resbalosa, nuestras lenguas
lentamente moviéndose. Todo lo que somos y tenemos en éste momento está
más allá de mi imaginación. Años de inclinarme hacia mi padre como Rey me
han hecho intolerante. Inflexible. No necesito un nuevo lord que me gobierne,
pero estoy dispuesta a admitir que Josh Jameson es mi Rey. Dispuestamente, mi
Rey. Puedo rendirme a él porque estoy segura de su amor. Sus acciones hablan
de adoración y generosidad, y me anima a sentir que valgo la pena. No me
inclino a nadie excepto a él, y es fácil de hacer, porque sé que enfrentaremos
todo juntos como iguales. Él me ama por quién soy. Siento una presión en mi
vientre, la suavidad de su vello golpeándome con una perfecta fricción,
dirigiéndose al sur. Gimo en su boca, mis dedos apretando sus hombros.
“Aprieta más fuerte,” murmura, moviendo sus manos a mi cabello húmedo y
haciéndolo un puño, como demostrándome. Sigo su orden sin dudar, cavando
mis uñas en su piel, mi beso haciéndose desordenado. “Eso es.” Sus caderas se
sacuden, perdiendo su control también. “Jesús, Adeline, ¿cómo sobreviví antes
de ti?”
Me pregunto lo mismo, mi vida pareciendo tediosa antes de que Josh entrara
en ella. Él muerde fuerte mi labio, su control deslizándose más, y se aleja,
sosteniendo su impresionante torso con sus brazos. Su nueva posición le da más
tracción, y él la aprovecha, abandonando sus cuidadosos golpes y
reemplazándolos con brutales estocadas. Mis manos golpean sus antebrazos
para sostenerme, mi cuerpo absorbiendo cada golpe con un grito. La
gratificación en su rostro es fuera de éste mundo, su mente perdida, su
necesidad pura. Estoy cautivada por la vista, olvidando mi propia necesidad
de dejar que el placer me reclame. Solo verlo tan absorbido sintiéndome, es
placer suficiente, mirándolo perderse completamente. Quiero verlo
desmoronarse, ver el orgasmo rasgar a través de él, oír los sonidos de su lucha
con la intensidad. Así que, me concentro sólo en Josh, olvidando mi propio
placer físico y complacerme ante la vista del suyo. Me maravillo con cada
segundo de su misión para encontrar su atrasada liberación. Sus mejillas se
encienden, sus ojos salvajes mientras me mira. “Hazlo,” le ordeno, clavando mis
uñas en sus antebrazos y flexionando mis caderas, llevándolo hasta la
empuñadura.
“Tú,” él jadea, sus golpes frenéticos. Sacudo mi cabeza y me aseguro de que
no se aleje moviendo mis manos a su trasero para empujarlo. “Hazlo,” le ordeno
de nuevo.
“Oh, maldición, Adeline,” dice jadeando, apretando sus ojos, su mandíbula
vibrando.
“Abre tus ojos, Josh.”
Se abren, el azul brillando. “Maldita seas, mujer.” Sus estocadas toman un
nuevo nivel de brutalidad, y él gruñe, sus ojos moviéndose atrás y adelante
entre mi rostro y mis pechos saltando. Sé el momento en el que llega al borde,
sintiéndolo dentro de mí engruesándose y pulsando.
“Ahí está.” Arrastro mis uñas sobre su glorioso trasero y su cabeza cae, sudor
goteando de su frente, su cuerpo deteniéndose. Él se viene, y es lo más
hermoso que he visto, viéndolo perder el control de su cuerpo, sin fuerzas, sus
brazos doblándose y se desploma sobre mí. Escondiendo su rostro en mi cuello,
lucha por respirar, sus caderas involuntariamente moviéndose mientras se vacía
en mí, mis paredes internas apretando su polla pulsante. Sonrío y lo encierro en
mis brazos, en lo más mínimo insatisfecha. “Bienvenido a casa,” susurro,
volviendo mi nariz hacia su sudoroso cabello y lo inhalo completamente.
Josh resopla, su peso muerto cae sobre mí. Mi sonrisa se amplía, mi abrazo
apretándose. “Te amo mucho, mujer.” Intenta besar mi cuello. Es tenue. Y sólo
me hace más feliz. Saber lo agotado que está. Sentirlo tocándome por todo mi
cuerpo. Sostener su peso. Sólo para saber lo cerca que está.
“Duérmete,” le digo, sintiendo mis propios ojos haciéndose pesados.
“Necesito verte.” Él suena casi listo para hacer lo que le dije. No está listo.
Lo callo y cierro mis ojos, y no pasa mucho tiempo antes de que oiga su suave
ronquido en mi oído.
Esto es perfecto también.
Esta es la calma antes de la tormenta.
}
24
Cuando abro mis ojos la mañana siguiente, está oscuro, el brillo del televisor
iluminando la habitación. Mi cuerpo está cálido, mi mente en paz, y mi cabeza
se levanta y cae con la respiración de Josh debajo de mi mejilla. La expansión
de su pecho debajo de mí, mi mano descansando en sus pectorales, mi pierna
sobre sus muslos. Levanto mi cuello, encontrándolo mirándome, su espalda
descansando en el cabecero. “¿Estás cómoda ahí abajo?” se inclina y le da a
mi cabeza un casto beso mientras mis extremidades empiezan
involuntariamente a moverse, estirándose maravillosamente.
“Oh, Dios,” gruño, cada músculo pulsando satisfactoriamente. “¿Qué hora es?”
“Las siete.” Él se mueve en la cama, acomodando su cuerpo hasta que
estamos lado a lado, rostro a rostro.
“¿Por qué está el televisor encendido?”
Hace un puchero, una sonrisa escondiéndose. “Escuché que hay unas noticias
de última hora.”
La conferencia de prensa. Mi estómago revolotea, parte nervios, parte
emoción, mientras mis ojos pasan de Josh al televisor donde está puesto el
canal BBC news. Es totalmente ridículo que dos personas saliendo sea un
asunto digno de las noticias. “¿Sabemos cuándo saldrá ésta noticia?”
“No puedo imaginar que pase mucho tiempo antes de que los medios se
vuelvan locos.” Colocando su mano en mi cadera desnuda, él flexiona su
agarre, ganando mi atención. “Estás nerviosa.”
Rápidamente lo corrijo. “Más que todo, estoy emocionada. Sólo saber que no
tendremos que escondernos más. No estoy nerviosa por la reacción del mundo,
sino más bien por las represalias de mi familia.”
Josh sonríe, aunque es pequeña y comprensiva. “No hemos discutido que
pasará una vez que todo se calme.”
“Si alguna vez se calma,” murmuro, poniendo mis manos unidas sobre la
almohada.
“Se van a calmar.” Un pequeño apretón en mi cadera me advierte que tenga
más fe. “Y luego tenemos que pensar sobre lo que pasará a partir de ahí.”
“¿Qué quieres decir?”
Él rueda sus ojos, un poco exasperado. “Tal vez se te haya olvidado, pero yo no
soy de aquí.”
“Oh,” suspiro, sintiéndome un poco tonta. No he pensado sobre nuestra
relación cuando debería haberlo hecho. “Bueno, claramente tú lo has
pensado.”
“No he parado de hacerlo,” admite.
“¿Y?”
“Y te quiero en los Estados Unidos conmigo. En todos los lugares conmigo, en
realidad. Donde sea que vaya, te quiero a mi lado.”
Eso suena perfecto, aunque sea surrealista. “¿Te das cuenta de que eso sería
casi imposible?”
“¿Por qué?”
“Porque tú eres tú y yo soy yo. Sin mencionar el hecho de que probablemente
me quiten todos mis privilegios, y eso incluye mi dinero y seguridad.” Las
consecuencias de mi relación con Josh no me molestan en lo más mínimo, pero
no es hasta éste momento que he considerado lo perjudicial que puede ser
para Josh. La perjudicación financiera especialmente, porque yo sé que la
protección no es barata. Ruedo sobre mi espalda, sintiéndome desanimada.
Un bajo gruñido tiene a Josh sobre mí, y me reprende rápidamente. “Detente.”
“Yo nunca---“una palma firme aterriza sobre mi boca.
“Una palabra más y te arrepentirás.” Ladeando su cabeza, ojos llenos de
molestia, lentamente aleja su mano. “¿Entendiste?”
“Entendido.” Estoy a punto de preguntar exactamente cómo lo lamentaría---
necesito detalles---pero soy distraída por la televisión. Oigo la mención de la
Realeza, y Josh debe haberlo escuchado también, porque se sienta
enfrentando la pantalla. Mi maldito corazón está en mi garganta cuando me
siento, mi mano buscando la de Josh para sostenerla. Aquí viene. El día, por así
decirlo. El mundo sabrá sobre Josh y yo.
Pero frunzo el ceño cuando aparece una imagen, el periodista no está en el
estudio de televisión como hubiera esperado, pero está fuera, en lo que
parece el paisaje. No hay fotos de mí o Josh. Es el Rey de Inglaterra, su foto
sobre la esquina derecha de la pantalla, el día de su coronación. ¿Qué está
pasando?
Me siento recta, escuchando cuidadosamente, mientras el reportero señala
detrás de él. “Se informa que el helicóptero experimentó una falla mecánica y
cayó en un campo anoche.” Frunzo el ceño mientras la cámara hace zoom en
los árboles. “El Rey estaba de regreso a Londres de su residencia en Escocia.”
Mi corazón de repente se detiene. “Se confirmó muerto en la escena.”
Un violento grito satura el dormitorio, y me toma unos confusos segundos para
darme cuenta de donde vino.
De mí.
“Maldito infierno.” Josh me agarra rápidamente, presionando mi cuerpo
tembloroso en su pecho, gritando sobre mi cabeza. “Tammy!”
Pone una toalla a mi alrededor, cerrándola antes de ponerse sus bóxers.
“Tammy!”
Puedo oír al reportero hablando, diciéndole al mundo que el Rey Alfred está
muerto. Mi padre está muerto. No. No, no puede ser. Debe ser una farsa. Me
alejo del abrazo de Josh, mi visión inundada de lágrimas. Furiosamente las
limpio, levantándome y acercándome al televisor. Josh está detrás de mí
rápidamente, intentando llevarme de vuelta a la cama. Lucho con él con todo
lo que tengo. “Suéltame,” le grito, empujándolo.
La cámara cae de vuelta en el periodista, su rostro solemne. “Los detalles son
escasos y el lugar del accidente es muy grande,” continúa. “No mucho es
claro, sólo una cosa. Hemos perdido a nuestro Rey y el mundo está sufriendo.”
El shock llega a mis músculos y caigo de rodillas frente a la pantalla, paralizada
ante el hombre que me está diciendo que mi padre está muerto. Oigo a Josh
maldecir detrás de mí, impotente, y oigo la puerta abrirse. Levanto mi mirada
borrosa hacia la puerta, donde Tammy tiene su laptop en sus manos, una
perturbada mirada en su rostro. “El príncipe John estaba a bordo también.”
“Oh, Jesús.” Las manos de Josh van a su cabello, y mis ojos caen en mi regazo,
moviéndose caóticamente. “Él no pudo haberlo estado,” me ahogo,
intentando enderezar mi cabeza. Pensar claramente. “No, no puede ser.”
Josh se me une en el suelo, tomando mis manos. “¿Adeline?”
“John no pudo haber estado en el vuelo,” digo de nuevo, ésta vez más claro,
mirando a Tammy.
“El Monarca y su heredero nunca viajan juntos. Por ésta exacta razón.”
Mi mano señala el televisor, aunque no puedo mirar. “Mi padre nunca hubiera
roto esa vieja regla. Él era un fanático de las reglas.” El Rey nunca hubiera
dejado a John viajar con él. Yo sé que no lo hubiera hecho.
Tammy sacude su cabeza, como no sabiendo qué decir. “Sólo les digo lo que
mi fuente me dijo.”
“Tu fuente está equivocada.” Me pongo de pie, y me toma un momento, mis
piernas como gelatina. “¿Qué si todos están equivocados?” Ésta vez miro el
televisor, y deseo no haberlo hecho. Hay una toma aérea del campo, los restos
del helicóptero Real hecho pedazos. “Oh, Dios mío.” Soy alejada, mi rostro
fuera del televisor. “Necesito mi teléfono,” ordeno, dirigiéndome a Tammy.
“Necesito llamar a Damon.”
“Lo apagué en caso de que la rastrearan.” Ella lo saca de su bolsillo
rápidamente, y una vez que he logrado encenderlo, veo docenas y docenas
de llamadas perdidas de Damon, Davenport, hasta mi madre. Y sé que la
pesadilla detrás de mí es cierta. Mis manos tiemblan mientras lucho por
desbloquear la pantalla, y cuando eventualmente llamo a Damon, él responde
apenas suena. El tono de su voz nunca lo he escuchado. Ansioso. Agrega
credibilidad al reportaje. “Adeline, ¿dónde estás?” Emoción llega hasta mi
garganta. “Dime que están equivocados,” sorbo, sintiendo a Josh cerca de mí,
listo para atraparme cuando mi miedo se confirma. “Dime que hay un gran
error.”
“No puedo,” Damon suspira, y yo me doblo, agonía partiéndome en dos, mis
gritos fuertes y entrecortados. No puedo seguir sosteniendo el teléfono, no
puedo enderezarme. Aterrizo sobre Josh, y él encuentra mi teléfono, hablando
de nuevo.
“Damon, es Josh.” Él usa su brazo libre para sentarme en su regazo, y me hago
pequeña en su pecho, mi mente confusa, mi devastación creciendo. “¿Y
John?” pregunta, seguido por una maldición.
“No,” lloro, presionando mi rostro en el pecho de Josh, como si pudiera
desaparecer en mi cielo y escapar de éste infierno. Su mano está detrás de mi
cabeza, sosteniéndome, masajeando, intentando reconfortarme.
“La llevaré de vuelta,” dice Josh, su voz inestable. “Necesitas prepararte para
su llegada…Sí…bien.” Cuelga, pero no se mueve, manteniéndonos en el suelo,
sosteniéndome. “Necesito llevarte de vuelta a Claringdon, bebé.”
“Esto es mi culpa.” Arrepentimiento y culpa llenándome, destruyendo todo en
su camino. Destruyéndome.
“No,” Josh gruñe. “No empieces a hablar así, Adeline.” Él me aleja de su
cuerpo, luciendo enojado, pero sus manos me tocan suavemente. “No le dijiste
que te siguiera a Escocia. No le dijiste que te persiguiera de vuelta a Londres.”
Mi barbilla tiembla incontrolablemente. “Necesito ver a mi mamá. Y a Eddie.
Necesito ver a Eddie.”
“Te llevaré ahora.” Él mira detrás de mí a Tammy, dándole un firme
asentimiento. “Será un caos fuera del palacio. Damon enviará más autos para
escoltarnos.”
“Lo tengo.”
“¿La declaración a la prensa?”
“La detuve…yo quería asegurarme de que estuvieran seguros ésta mañana.”
Josh suspira, obviamente aliviado. “Adeline.” Él me remueve de su regazo
suavemente.
“Necesitas vestirte, bebé. Te voy a llevar a casa.”
No tengo la voluntad ni la inclinación de ponerme decente. Así que Josh se ve
obligado a vestirme, mientras yo intento pensar en lo que está pasando.
No puedo.
Esto no puede ser real.
25
Las ventanas tintadas son lo único en medio de nosotros y el resto del mundo.
Montones de personas---espectadores, periodistas, cadenas de noticieros de
alrededor del mundo---están acampando fuera de Claringdon, la presencia de
la policía es mayor de lo que hubiera pensado.
Nuestro convoy es forzado a detenerse cuando llegamos a las puertas, una
motocicleta de la policía liderando el camino. Todo es un borrón. Sonidos,
movimientos, miradas. Siento que estoy flotando por fuera mientras observo
todo. Flashes, gritos. Hay hasta oficiales alejando a las personas de nuestro
camino. El palacio más allá de las rejas doradas luce melancólico, el brillo usual
apagado. Las banderas están a media asta, cada cortina de las docenas y
docenas de ventanas cerradas. Mi mano es ligeramente apretada por Josh,
aunque soy incapaz de notar el gesto, no puedo devolvérselo ni puedo mirarlo,
cuando sé que él me está mirando. No he dicho una palabra desde que
salimos del apartamento. Todo lo que puedo oír son los reporteros. Todo lo que
puedo ver es un helicóptero roto en un millón de piezas esparcidas alrededor
de un campo. Más lágrimas caen, más desolación y culpa me atacan.
¿Qué he hecho?
Somos conducidos hacia la reja de la entrada del palacio para evitar los ojos
de la multitud, y cuando me ayudan a salir del auto, miro hacia el cielo, viendo
helicópteros rodeando el espacio aéreo, más cámaras dándole al mundo las
fotos y filmaciones que están esperando. Somos el escenario. La producción
más anticipada.
Un brazo es colocado alrededor de mis hombros, y soy llevada al palacio. No
me doy cuenta de que es Josh quien me sostiene hasta que se abren las
puertas y todas las voces se detienen, los consejeros de mi padre quedando en
silencio y mirando a mi acompañante como el impostor que creen que es.
Miradas de juicio, ojos llenos de shock. Todo me tiene encontrando la mano de
Josh y sostenerla como si mi vida dependiera de eso mientras Sir Don y David
Sampson me miran. Lucen como si acabaran de volver a Claringdon, aún con
sus abrigos. “No estaban en el vuelo,” digo silenciosamente.
“Su Alteza se fue abruptamente.” El desprecio en las palabras de David me
cortó en dos, y miro lejos, silencio siguiéndole.
“Su Alteza.” Davenport es el primero en romper el silencio, moviéndose e
inclinando su cabeza en respeto. “Mis más profundas condolencias.”
Su oferta de simpatía es otra confirmación de que no estoy en un horrible
sueño. “¿Mi madre?”
“La Reina Consorte está en el Salón Claret, señora. Ella está esperando su
llegada.”
Dirijo mis ojos hacia David y Sir Don. Están como estatuas, juzgándome. No es
intencional, pero de nuevo dejo caer mi mirada hacia el reluciente piso de
mármol, llena de vergüenza. Ellos saben que esto es completamente mi culpa.
Me muevo hacia el Salón en una bruma de desolación, preparándome para
enfrentar a mi madre. Josh está a mi lado, su pulgar haciendo círculos sobre mi
piel donde están unidas nuestras manos. Las puertas del Salón están cerradas,
aun así, el dolor dentro de la habitación es tan fuerte que está traspasando la
madera gruesa y se pega en mi piel. Me estiro hacia el pomo y me alejo
cuando otra mano la toma primero. Volteando mis ojos, encuentro a
Davenport con su usual fría y estoica expresión. “Me parece que al señor
Jameson le gustaría tomar una taza de té,” me dice diplomáticamente, y miro
a Josh, sabiendo que él captaría la no muy sutil indirecta del Mayor.
Josh le frunce el ceño ligeramente a Davenport antes de centrar su atención
en mí, tomando mis dos manos. “Necesitas estar con tu familia,” dice, y yo abro
mi boca para objetar, necesitándolo conmigo. Necesitando que se quede
cerca y me atrape cuando caiga, porque sé que lo haré. Pero él coloca un
dedo sobre mis labios, silenciándome. “No iré a ninguna parte.”
Tal vez, pero eso no los detendrá de obligarlo a irse. Busco en mis alrededores a
Damon, notándolo a solo unos metros de distancia, detrás de David y Sir Don. Él
me da una ligera sonrisa y levanta sus pulgares, su manera de decirme que
Josh estará a salvo mientras no estoy. Le creo. Asiento y respiro profundo,
mientras Josh se inclina y presiona sus labios sobre mi mejilla. “Te amo,” susurra
silenciosamente, solo para que yo lo oiga, y yo asiento cuando me deja para
calmarme.
Una vez que Josh se ha ido, Davenport abre la puerta, y el dolor que estaba
siendo parcialmente contenido dentro de las cuatro paredes del Salón Claret
se derrama, tan potente que podría levantarme. Oigo a Helen primero, sus
sorbidos incontrolables y ruidosos. Y veo a mi madre sentada en uno de los
sillones, mirando hacia la nada, mientras el tío Phillip ayuda a la tía Victoria a
servir té, no hay sirvientas o empleados a la vista. El tío Stephan está también
aquí, luciendo serio de pie al lado de la chimenea, su esposa a su lado, y
Matilda está en una silla al lado de la ventana, su rostro húmedo y pálido. Ella
es la primera en notarme, sus ojos levantándose, su rostro suavizándose. Luego
la puerta se cierra detrás de mí y el resto en la habitación levantan la mirada.
Todos los ojos sobre mí. Trago y camino hacia adelante con piernas inestables,
mientras mi madre lucha para levantarse con la ayuda del tío Stephan quien se
apresura a ayudarle. Nunca he visto a la Reina Consorte luciendo algo menos
que impecable. Ahora, ella luce pálida. Débil. Vulnerable.
Intento mantener mis emociones ocultas, solo para parecer fuerte por mi
madre, pero todas ellas quieren salir y no hay nada que pueda hacer para
alejarlas. No puedo respirar, voy corriendo hacia los brazos abiertos de mi
madre y me entierro ahí, escondiéndome, sintiendo su calidez, nuestros cuerpos
temblorosos uniéndose. “Lo siento mucho,” sorbo en su cuello, mojando su piel
con mi torrente de lágrimas. Ella no dice nada, ninguna palabra de consuelo o
tranquilidad, y a pesar del hecho de que me está sosteniendo, me destroza.
Gentilmente me separo para ver su rostro, y cuando lo hago, ella sostiene mi
mejilla, pensativa y silenciosa. Aprieto su mano, silenciosamente rogando que
ella no me haga responsable. Cuando finalmente habla, es con el tono suave
por el que se le conoce, aunque odio lo que dice. “¿Dónde has estado?”
Sacudo mi cabeza, remordimiento agitándose dentro de mí. ¿Ella no sabe?
“Estoy aquí ahora.”
“Que afortunados somos,” murmura el tío Phillip, llamando la atención de todos
en la habitación, incluyendo la mía. Sus ojos, llenos de desdén, están
firmemente clavados en mí. “Si no te hubieras largado a Escocia, el Rey
tampoco lo hubiera hecho. No estaríamos todos aquí, la familia devastada, el
país sorprendido.”
Él mueve un brazo furioso en el aire, resoplando disgustado. “Espero que estés
feliz. Tu insolencia nos ha costado nuestro Rey.”
Siento la mano de mi madre apretar la mía, aunque no dice nada, y yo me
encojo, sabiendo que merezco su ira.
“Mi esposo está muerto por tu culpa,” llora Helen, y cierro mis ojos, la mano de
madre apretando más. “Todo lo que tenías que hacer era casarte, malcriada y
engreída pequeña perra.”
“Por favor.” El tío Stephan salta a mi defensa, la única persona que sé que lo
haría. “Eso es suficiente.”
“Por favor, déjenos,” ordena mi madre, pasando su vidriosa mirada alrededor
de la habitación. “Me gustaría un momento con mi hija.” Nadie discute con la
Reina Consorte, todos inmediatamente dejando el salón en silencio. “Puedes
quedarte, Helen.”
Helen se detiene y mira sobre su hombro, confusión evidente en su rostro. Ella
espera hasta que todos se vayan antes de que se gire para enfrentar a mi
madre. “¿Catherine?”
Mi madre ladea su cabeza, pensativa, y la confusión de Helen se convierte en
preocupación. “Lo sé, Helen,” dice madre. “Sé tú pequeño secreto.”
¿Qué?
Helen se apresura a través de la habitación hacia nosotras, notablemente en
pánico. “Catherine, por favor.” Sus manos, llenas de pañuelos arrugados,
agarran a mi madre y la alejan de mí. El instinto me dice que intervenga, no
gustándome la fuerza usada por mi cuñada, ya sea que esté de duelo por la
pérdida de su esposo o no.
“Helen,” le grito, empujándola, aunque no me presta atención a mí,
quitándome del camino para llegar a mi madre.
“Catherine, te lo ruego. Por favor.”
El rostro de mi madre no revela nada, sus ojos mirando a su frenética nuera
mientras ella ruega y suplica.
“¿Qué está pasando?” pregunto, mi atención saltando entre las dos mujeres,
una completamente desquiciada, otra completamente impasible.
“Nada,” suelta Helen, empujándome lejos. “No sucede nada.” Sus ojos
sosteniendo los de mi madre, algo está definitivamente pasando entre ellas.
¿Qué?
Alcanzo a mi madre, alejándola para quitar sus garras de ella, desconcertada
cuando mi cuñada lucha conmigo. “Helen, suéltala,” grito, luchando para
apartarla de mi madre, su cuerpo moviéndose de atrás hacia adelante entre
nosotras.
“Suficiente,” grita madre, obligándome a detenerme, al igual que Helen. Ella
apunta una mirada furiosa hacia la esposa embarazada de su hijo, quien se
encoge, su cabeza sacudiéndose, como negando. Luego madre clava sus ojos
en mí, ojos que son usualmente suaves y amables, ahora furiosos y
determinados. Ella señala el estómago de Helen, causando que Helen lo cubra
con sus manos protectoramente. “Ese bebé no es de tu hermano.”
Mi boca cae abierta en completa incredulidad, mis ojos volando hacia los de
Helen. Ella se desploma, derrotada, y empieza a sorber de nuevo. “¿Qué?” Sé
que oí bien, pero el shock se ha llevado mi habilidad para formar una oración.
“Catherine.” Helen sorbe, alejándose. “Por favor no lo hagas.”
Madre, fría y dura, camina y se sienta en el sillón. “¿Qué crees que va a pasar,
Helen? ¿Qué tu hijo no nacido tome el trono? Es inconcebible.”
Ojos helados encuentran a una apagada Helen, mientras yo me quedo de pie,
quieta, intentando comprender ésta bomba. “Permanecí callada, ¿pero
creíste que no lo sabía? Puedes haber engañado al Rey, pero ciertamente no
me engañaste a mí. Ocho años intentando concebir y nada. ¿Y ahora por un
milagro estás embarazada?” Ella se ríe fríamente.
“La única pregunta que tengo para ti ahora, querida nuera es, ¿quién es el
padre? Porque estoy segura como el infierno que no es mi hijo.”
Oyendo a mi madre decir la palabra infierno es alarmante, una muestra de su
ira, aun si está hablando vacía de emociones. Miro, estática, incapaz de
comprender lo que estoy oyendo, mientras Helen da un paso atrás, lágrimas
fluyendo. “Catherine---“
“El trono les pertenece a mis hijos. Tú no eres ni mi hija, ni ese bebé que estás
cargando mi nieto.”
“Estaba desesperada,” dice Helen, sus palabras apenas se oyen a través de su
voz afectada. “Nuestro futuro dependía de eso. La presión del Rey era
demasiado.”
“No lo dudo ni por un momento.” Madre aleja la mirada de su nuera, mientras
yo aclaro lo que estoy escuchando. De acuerdo a lo que piensa el mundo, si
John no está, el hijo no nacido de Helen es ahora el Rey o la Reina de
Inglaterra, y un regente sería elegido cuidadosamente para reinar en su
nombre hasta que llegue a una edad adecuada. Pero ya no estamos en el
siglo dieciséis. No es que importe, ya que madre acaba de revelar la
impactante noticia de que el bebé de Helen es ilegítimo.
“Seré desterrada,” llora Helen. “No tendré nada. Seré odiada. Por favor,
Catherine.”
“Las únicas personas que saben de tu traición son Sir Don, David Sampson, y
nosotras en ésta habitación.”
Madre me mira y luego a Helen. “Planeo mantenerlo de esa manera. Para
evitarnos el escándalo, vamos a saltarnos a mi nieto no nacido. Éste es el siglo
veintiuno. Un niño gobernando será ridiculizado por el público. Burlado. La
Monarquía ya está bajo suficiente fuego sin darle más munición a los que nos
odian para que nos derriben aún más.”
Lo que está diciendo mi madre de repente me impacta. ¿Saltarse al siguiente
en la línea? ¿Saltarse al niño no nacido de Helen? “¿Dónde está Eddie?”
pregunto, mi mano estirándose a mi cuello, sintiendo su sofocación como si
fuera mía. Si la corona se está saltando al niño no nacido de Helen, entonces
estará aterrizando en la cabeza de Eddie. “Madre, ¿él lo sabe?” “Él lo sabe,”
suspira.
Mi preocupación se amplifica por un millón. Dios mío, él estará devastado. Él
quería la corona tanto como yo.
No en absoluto.
“Así que, ¿dónde está?”
La urgencia de ir corriendo a través de mí está aumentando cada segundo, mi
necesidad de llegar a mi hermano me está causando pánico. Él odiará esto.
Necesito encontrarlo. Consolarlo.
“Madre,” grito, perdiendo la paciencia. Su negación a responderme es
enloquecedora.
Ella me mira, y veo la pena en su rostro. Pena por la carga de la corona que
ahora va a caer sobre nuestro amado Eddie. “Helen, déjanos,” ordena la Reina
Consorte, y eso es todo lo que toma para que mi cuñada se apresure lejos,
sorbiendo incontrolablemente mientras lo hace. No tengo compasión por ella.
Está reservada toda para Eddie ahora. Tan pronto como se cierra la puerta,
madre se levanta y llega a mí, pero yo instintivamente me alejo, sin gustarme su
cambio, de su irreconocible dureza, a su suave y pacífico ser. “Adeline.” Ella se
estira por mis manos, y yo las alejo, aprensiva, retrocediendo más.
“¿Dónde está Eddie?” pregunto, mi mandíbula apretada. “Dime, madre.”
Sus hombros caen, derrotada. “No lo sé. Salió corriendo.”
“Esto es una locura,” grito, dirigiéndome hacia la puerta. Debería estar llorando
la pérdida de mi padre y hermano, en lugar de eso estamos lidiando con
mentiras y traición, luchando a través de la venenosa red que es mi familia.
“Adeline, espera.”
Ignoro a mi madre por primera vez en mi vida, abriendo la puerta, en una
misión para encontrar a Eddie. Él no puede dejar la propiedad, nadie entra o
sale, así que debe estar aquí en alguna parte. Me dirijo a la biblioteca, notando
la mirada ansiosa de Davenport mientras acelero el paso. Ni siquiera Josh me
detiene cuando aparece delante de mí, obviamente oyendo la conmoción,
Damon detrás de él. “¿Han visto a Eddie?” pregunto, sin detenerme, pasando
al lado de ellos y entrando en la biblioteca.
“No desde que regresamos,” confirma Damon, en mis talones.
“¿Qué está pasando, Adeline?” Josh se une a mi lado, sin intentar detenerme o
retrasarme, pero ordenándome que responda.
“Necesito encontrar a Eddie. El hijo no nacido de John está siendo saltado, lo
que significa que Eddie es ahora el Rey. Él no quiere ser Rey. Necesito
encontrarlo.”
“Oh, Jesús,” suspira Josh, mirando a Damon. “¿Alguna idea?”
“El laberinto.” Se me ocurre mientras salgo por las puertas hacia los jardines de
Claringdon. Es donde siempre nos escondíamos cuando éramos niños, el lugar
más lejano del sofocante palacio al que podíamos ir de niños. Adrenalina corre
por mis venas mientras corro hacia la parte de atrás del terreno y me dirijo al
centro del laberinto eficientemente.
Y cuando llego al claro, lo veo. Sobre su trasero, recostado contra las espinillas
de nuestro abuelo, una botella de whisky en su mano. su gorro verde está en su
muslo, sus ojos cerrados, su cabeza floja y caída. “Eddie.” Me apresuro hacia él,
arrodillándome a su lado. El olor a escocés golpea mi nariz, fuerte y puro.
Su pesada cabeza se levanta, sus ojos apenas abiertos. Él está demacrado, en
un estado lamentable. “Hermana,” él arrastra las palabras, un brazo
desorientado buscándome. “Qué placentera sorpresa.”
Suspiro, pensando que hoy ha sido demasiado para todos. ¿Cuánto más
podemos soportar? Pero debo priorizar los problemas que nos están cayendo
sin parar. Eddie es mi prioridad ahora. Miro hacia atrás cuando oigo el sonido
de pasos pesados, encontrando a Damon y Josh acercándose a mí. Les
sacudo la cabeza cuando me ven en el suelo con mi ebrio hermano,
diciéndoles que nos dejen. Ambos hombres retroceden, y regreso mi atención
a Eddie.
“¿Ya lo sabes?” Me mira, un ojo cerrado, luchando para enfocar. “¿Ya oíste la
maldita broma que es nuestra familia?”
Suspiro, quitándole el whisky de su mano. “Ya lo escuché.”
“Devuélveme eso.” Gruñe Eddie, quitándola de mi mano fuertemente y
volcándola de nuevo. Mientras traga demasiado licor, él mira detrás de mí, su
gruñido aumentando. Es una mirada de mi hermano a la que no estoy
acostumbrada, no del famoso feliz y despreocupado príncipe. “Oh, qué bueno.
Madre está aquí.”
Miro sobre mi hombro, viendo a la Reina Consorte, sin aliento, su piel oliva
manchada de rosa. ¿Ella corrió hasta aquí? Dándole a mi hermano el beneficio
de duda, me detengo de reprenderlo por su falta de respeto, no porque la
mujer a la que se está refiriendo es la Reina Consorte, sino porque es nuestra
madre también.
Él está furioso, y entiendo completamente. “Eddie, la noticia es un shock, pero,
¿cómo crees que ponerte estúpidamente ebrio ayudará?”
Él me mira, su ceño fruncido en confusión. Luego la línea en su frente se suaviza,
y hace su cuello hacia atrás. “¿No lo sabes? Oh, hermanita bebé, hay mucho
más escándalo que debes saber.”
“Eddie,” le advierte madre, el volumen de su voz diciéndome que está más
cerca. “Aquí no.”
“Si tú no le dices, yo lo haré,” gruñe, sacudiendo su botella en el aire antes de
tomar otro trago grande.
Miro a mi madre con duda, sabiendo que me estoy perdiendo de algo. De
nuevo. Pero es preocupante que mi madre sepa todo. Ella se voltea hacia
Damon y Josh. “Déjenos.”
No puedo preguntarme lo que ella está pensando sobre la presencia de Josh y
lo que ella piense pueda significar para mí. Josh se adelanta para objetar, pero
es detenido por Damon. “Deberíamos darle a su Alteza Real algo de
privacidad con sus hijos,” le dice Damon silenciosamente a Josh mientras él me
mira por confirmación. Sonrío cuando veo su pulgar moviéndose de arriba
hacia abajo.
“Estaré bien,” le aseguro. “Espera en la biblioteca.”
Eddie empieza a reírse abruptamente, una risa fuerte. No tengo idea de lo que
está encontrando tan gracioso, en su estado de ebriedad. “Despídete, señor
Hollywood,” se ríe.
“Edward, basta,” lo reprendo, sin gustarme la mirada amenazante en el rostro
de Josh. Estoy segura de que, si no fuera porque Damon lo está sacando
gentilmente del laberinto, Josh estaría ahora sobre Eddie metiéndole sentido y
respeto. “¿De qué se trata todo esto?” ordeno.
Los ojos de madre se cierran, y Eddie continúa riéndose. “Adelante, madre.
Dile.”
“Las cartas,” suspira. “De las que oíste a tu padre hablando.” No había
necesidad de más aclaración. Solo la mención de las cartas era todo lo que
necesitaba.
“¿Qué hay sobre ellas?” Me tambaleo un poco en mis rodillas cuando Eddie se
levanta, atrapando mi brazo para enderezarse.
“Eran cartas entre dos amantes,” dice Eddie, alto y orgulloso.
Me levanto más rápido que él, confundida. “¿Quiénes?”
“Bueno, nuestra madre, por supuesto,” se ríe Eddie, tambaleándose un poco,
obligándome a atraparlo antes de que se tropiece con la estatua detrás suyo.
Mi confusión solo se triplica. “¿Madre?”
“Sí!” grita Eddie, como si fuera algo para celebrar. “Y el mayor Davenport.”
Lo suelto y me volteo para llegar a mi madre. “¿Qué?”
Su cabeza está hacia abajo, avergonzada, su usualmente perfecta postura
visiblemente laxa. “Es cierto.”
“¿Tuviste un romance con el mayor Davenport?” ¿Ese estoico, frío imbécil? ¿El
secretario privado de mi padre?
Ella respira profundo, sus ojos cerrándose. “Sí.”
Siento que todo el aire ha salido de mí. “Padre sabía,” digo, diciendo lo que sé,
ya que lo oí hablando sobre las cartas que no quería que cayeran en manos
equivocadas. “¿Él sabía y mantuvo a Davenport aquí?”
“Castigo.” Madre me da una sorprendentemente firme mirada. “Tu padre era
un hombre cruel, Adeline.”
Todo está claro en éste momento. La distancia que mi madre mantenía de
Davenport. La suavidad que vi en él recientemente con ella. Las miradas
intercambiadas, su rostro suavizándose solo cuando se trataba de la Reina
Consorte. “Él te ama.”
Ella no me responde, solo me mira, su máscara de vuelta en su lugar. “Tu padre
lo terminó hace muchos años.”
“Oh, Dios mío.” Me inclino hacia la estatua, buscando algo a lo que
sostenerme.
“Oh, no has oído nada aún, hermana.” Eddie se ríe, tambaleándose hacia mí.
Él se agacha para nivelar sus ojos con los míos, balanceándose terriblemente.
Su aliento es licor puro. “Éste romance entre el mayor y nuestra madre empezó
en 1981.” Un ojo se cierra, como si estuviera tratando de resolver algo. “El Rey lo
detuvo en 1985.” Su cabeza se inclina un poco, esperando que entienda lo que
me acaba de decir.
La posibilidad me golpea como un ladrillo. “Tú naciste en 1986,” susurro,
lanzando mis ojos a mi madre. “No,” suspiro, luchando por encontrar oxígeno.
“Sí!” Eddie anima, girando donde está. “Ese estirado imbécil es mi padre.” Se ríe
histéricamente. “Así que, todo éste tiempo he estado forzado a soportar ésta
ridícula maldita familia, y ni siquiera pertenezco aquí.”
“Edward, por favor.” Madre camina hacia adelante, sus ojos rogando. “No seas
así. Sí perteneces aquí.”
“Todos éstos años pude haber hecho lo que malditamente quisiera.”
Mi corazón sangra por él, mi estado de asombro luchando por comprender
quién necesita más mi apoyo. Ambos mi madre y hermano lucen destrozados.
“Lo siento mucho, Eddie,” digo, desorientada.
Él se burla, colocando su brazo alrededor de los hombros de nuestra madre.
“No lo sientas. Yo estoy malditamente encantado. Eres tú por la que siento
pena.”
“¿Por qué?” hago la pregunta antes de que mi golpeada cabeza lo entienda.
“Bueno, entiendes lo que esto significa, ¿verdad?” pregunta Eddie, haciendo
una exagerada reverencia, casi cayendo al suelo en el proceso. “Su
Majestad.”
Me congelo, iluminándome a través del dolor y shock que he tenido hoy. El
mundo desaparece debajo de mis pies, todo dando vueltas fuera de control a
mi alrededor. “No.” Doy un paso atrás y choco con la estatua de mi abuelo,
lastimando mi hombro. Pero no siento ningún dolor. Estoy adormecida. Esto no
puede estar pasando.
Mi cabeza se levanta y llevo mi atención a Josh. Él nunca se fue. Su rostro, lleno
de dolor, me dice que él también ha reconocido lo que esto significa.
“Soy Reina,” murmuro silenciosamente, como si nadie me oyera, no puede ser
cierto. No puede ser cierto. No puede ser, no puede ser. ¡No puede ser cierto!
Aun así, es cierto. Dolorosamente como es, sé que es cierto.
“Soy la Reina de Inglaterra,” digo de nuevo, mi voz rompiéndose, mis ojos
húmedos mientras veo a Josh retroceder, como si pudiera escapar de la
verdad, también.
“No.” Sacude su cabeza violentamente.
“¡No, Adeline, no!”
Sus manos van a su cabello, jalando duro mientras mis lágrimas fluyen.
Es un giro cruel, probablemente el más cruel, y no tiene nada que ver con la
corona que tanto odio y lo que viene con ella---la presión, el compromiso, la
carga de toda una vida.
Es la única cosa que no viene con ella.
La única cosa con la que no puedo estar.
Mi chico americano.
TAMBIÉN DE
JODI ELLEN MALPAS
SAGA MI HOMBRE
Seducción
Obsesión
Confesión
Devoción
Una noche—Deseada
Una noche—Traicionada
Una noche—Enamorada
NOVELAS INDEPENDIENTES
El protector
Lo prohibido
Elo gios a
Jodi Ellen Malpas
“Un romance valiente y vanguardista…Merece la pena.”
“Impredecible y adictivo.”
“Lo prohibido demuestra que Jodi Ellen Malpas no solo es una de las autoras de
género romántico más talentosas, sino también una de las más valientes. En
esta representación cruda y sincera de amor prohibido,Jodi trae una sexy y
apasionada historia de amor prohibido con personajes que te atraparán.Lo
prohibido es mi libro favorito del 2017!”
“!No tenemos las suficientes palabras ni elogios para describir esta obra! Tiene
de todo y MÁS con fantasmas del pasado añadidos y sorprendente suspense.
Pero sobre todo, va de un amor que puede vencer todo lo que se interponga
en su camino. !Una hermosa adición para una de nuestras sagas favoritas!”
Sian Lewis, sigue siendo maravillosa.Y gracias por tus constantes mensajes de
acoso.
Marion, ¡gracias por hacer que este proyecto no sea tan estresante ! Sabes que
estaba nerviosa. No tenia por qué estarlo.
A Bongo, Lisa P, Patty, Lisa S, Nicky, y a todas las chicas que se encargan de
mis páginas de fans, siempre estaré en deuda con vosotras por tener todo al
día por mí ! Verdaderamente sois un grupo de chicas maravillosas, genuinas y
reales. Echamos de meno a Sara en la pandilla, pero sé que estaría super
orgullosa de vosotras por hacer que todo esto sea una realidad. Y divertido. Y a
veces bastante sucio.
Y a todas mis lectoras, gracias por ser parte de mi mundo. Espero que sigáis ahí
por mucho tiempo.
JEM x
TRADUCIDO, CORREGIDO &
DISEÑADO POR