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Servicios financieros para las agroindustrias El acceso al financiamiento es uno de los problemas
clave para el desarrollo y éxito agroindustrial. Las empresas del sector agrícola con frecuencia
tienen dificultades para acceder al capital, ya sea para nuevas empresas o para expandir negocios
existentes, porque son percibidas como negocios de alto riesgo1 y con bajos ingresos. Como
resultado, una cartera de inversiones en agronegocios no es una opción atractiva para los
inversionistas sedientos de altos ingresos si existen altos riesgos involucrados (y un estrecho
horizonte de inversión intertemporal). Es importante aclarar que el perfil de riesgo de los
agronegocios difiere del perfil de otros sectores, dado que los agronegocios se enfrentan a riesgos
de producción y precios anuales de intra e intercomercialización. Estos riesgos han sido
impulsados aún más por el aumento de la globalización del libre comercio de las materias primas
agrícolas. La restricción crediticia de los agronegocios es todavía más grave debido a la ignorancia
de la mayoría de los banqueros sobre este sector, lo que aumenta la posibilidad de negar
préstamos simplemente por una percepción de baja rentabilidad. Es por esto que es
extremadamente necesario crear un entorno favorable para ofrecer servicios financieros para el
sector.
Carlos A. da Silva, Doyle Baker, Andrew W. Shepherd, Chakib Jenane y Sergio Miranda da Cruz,
2013
Análisis de los obstáculos para la inclusión financiera en las microempresas de Bogotá
Estudios previos, como el de la fundación Bavaria y la Universidad del Rosario (2015), han
demostrado que el fracaso de los emprendedores se genera en gran porcentaje por falta de
recursos para la expansión de sus negocios, pues su capacidad de producción se ve afectada por la
insuficiencia de recursos, tanto para capital de trabajo como para la adquisición de activos fijos, lo
cual imposibilita el desarrollo de las microempresas en Bogotá, Colombia. De acuerdo con el
mismo estudio, las dificultades de acceso, y la consecuente exclusión de los servicios financieros
responden a factores como la falta de legalización de los negocios, la insolvencia económica y la
falta de vida crediticia, entre otros.
Cabe resaltar que el acceso al financiamiento por parte de los pequeños empresarios no es el
único síntoma de la exclusión financiera. Esta también se expresa en la escasa participación en
otros servicios financieros del nicho de mercado, como, por ejemplo, el uso de la banca
electrónica. Así, el desarrollo tecnológico de las entidades financieras, limita la utilización de
servicios basados en nuevas tecnologías para aquellos que no saben o no desean interactuar
financieramente en este segmento (Roa, 2013).
De las tres cuartas partes de los pobres del mundo que viven en áreas rurales, el 80% dependen
directamente o indirectamente de la producción agropecuaria como principal fuente de ingresos y
empleo (IFC 2011). Estos pequeños productores también desempeñan un papel fundamental en el
aumento de la oferta de alimentos, aún más importante que el de las grandes explotaciones
agropecuarias en los países pobres. A pesar de su importancia socioeconómica, los pequeños
productores suelen tener muy poco o ningún acceso al crédito formal, lo que limita su capacidad
para invertir en las tecnologías y los insumos necesarios para aumentar y sostener sus
rendimientos e ingresos, y reducir el hambre y la pobreza, tanto la de su familia como la del resto
de la población.
Las instituciones financieras interesadas en atender este mercado se enfrentan a toda una serie de
riesgos y desafíos asociados con la producción agropecuaria y los préstamos, como la
estacionalidad y la irregularidad consiguiente de los flujos de efectivo, los mayores costos de
transacción y los riesgos sistémicos, tales como las inundaciones, las sequías y las plagas y
enfermedades de las plantas. Aunque estas dificultades son aplicables en términos generales a los
préstamos a pequeños productores (de hecho a todos los préstamos al sector agropecuario), es
más complicado atender a unos pequeños productores que a otros. En el caso de los pequeños
productores en cadenas de valor bien estructuradas, en las que existe una sólida relación entre el
productor agropecuario y el comprador, se pueden aprovechar estas relaciones para reducir los
costos y los riesgos de los préstamos mediante la verificación compartida de la solvencia, el
seguimiento y la recaudación y/o el uso de garantías alternativas, como los contratos de venta y
las compras grupales. Las dificultades aumentan cuando se intenta ofrecer financiamiento a
pequeños productores en cadenas de valor no estructuradas, especialmente en el caso de los
cultivos básicos de bajo valor, cuyos productores no tienen relaciones sólidas con otros agentes de
la cadena de valor. El desafío es aún mayor cuando se intenta ofrecer financiamiento a los
agricultores de subsistencia o con mínima orientación a mercados locales.