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ACTITUDES DE LOS PADRES QUE GENERAN ANSIEDAD A LOS NIÑOS

Errores de los padres que crean ansiedad en los hijos

Sofía Gil Guerrero

La familia es el contexto de crianza más importante durante la infancia. Y, como es de esperar, las
pautas de crianza parental juegan un papel fundamental en el desarrollo del niño.

Hay ciertas conductas de los padres que generan ansiedad o miedos en los niños. Conocer e
identificar cuáles son las principales conductas de los progenitores, que pueden ocasionar que los
más pequeños se preocupen demasiado, es el primer paso para ayudar a nuestros hijos a reducir
su ansiedad.

Por ello, a continuación, señalamos aquellas actitudes de los padres que generan o exacerban la
ansiedad de los niños. Vamos a hablar de cómo la sobreprotección y la hiperexigencia pueden influir
negativamente en el bienestar emocional de los pequeños.

Dos actitudes de los padres que generan ansiedad a los niños

1. Sobreprotección.

Proteger a los niños de manera excesiva e innecesaria no beneficia a los pequeños sino todo lo
contrario. Cuando sobreprotegemos a nuestros hijos les estamos impidiendo que exploren y
descubran el mundo que les rodea por ellos mismos. Con la mejor intención de protegerles de este
“mundo peligroso y hostil”, lo único que provocamos es que los niños adquieran miedos e
inseguridades. La sobreprotección genera ansiedad en los menores al hacerles herederos de
nuestros miedos y al inculcarles la falsa creencia de que el mundo en el que estamos inmersos es
amenazante, peligroso y hostil.

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Además, cada vez que resolvemos sus problemas, pensamos, actuamos o tomamos decisiones por
ellos, se empequeñecen, su sentimiento de autoeficacia disminuye y su autoestima se hace cada
vez más pequeña. Si les resolvemos todos sus problemas, ¿cuándo van a aprender a resolverlos por
ellos mismos y a desenvolverse sin miedo por el mundo?

Cuando sobreprotegemos a los niños les estamos transmitiendo “me necesitas para poder funcionar
en el mundo” y poco a poco el niño va interiorizando el mensaje de “yo solo no soy capaz”.

2. Hiperexigencia.

Exigir a nuestros hijos demasiado con frecuencia promueve que se conviertan en niños con altos
niveles de ansiedad. Nuestros hijos deben y merecen ser niños felices pero no perfectos. Los hijos
de padres muy exigentes desean que sus padres les valoren positivamente. Por este motivo, los
niños a los que se le exige en exceso tienen miedo a equivocarse y se sienten muy insatisfechos,
avergonzados y culpables cuando no consiguen cumplir con las expectativas de sus padres.

La presión y las exigencias desmesuradas dificultan a los niños actuar de manera espontánea y libre.
No quieren decepcionar a sus padres y se preocupan en exceso por cumplir con sus expectativas,
sin embargo, se olvidan de disfrutar de las cosas que hacen.
Desear que nuestros hijos se comporten siempre de manera correcta, obtengan unas calificaciones
académicas excelentes, no comentan ninguna falta de educación, no se peleen con otros niños o
estén siempre dispuestos y encantados de realizar todo aquello que le proponemos es
simplemente…¡misión imposible!

La hiperexigencia, al igual que la sobreprotección, no favorece que los niños piensen, actúen y se
relacionen con el mundo de manera libre e independiente, sino que son los progenitores lo que
imponen a los niños su manera de actuar sin tener en cuenta sus necesidades e intereses.

El ser humano es imperfecto, por lo que exigir a nuestros hijos que sean los mejores en todo aquello
en lo que se embarquen solo va a promover que sean niños que no disfruten del presente y que,
por el contrario, se preocupen en exceso por lo que los demás van a opinar de ellos, convirtiéndose
así en personas ansiosas, inseguras, con baja autoestima y vulnerables emocionalmente.

Nuestra responsabilidad como padres es criar niños autónomos, responsables, independientes y


por supuesto felices. Debemos dejar de llevar a cabo cualquier pauta de crianza que promueva el
miedo, la dependencia y la inseguridad en los niños.

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