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COMPLUTENSE
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TRATADO COMPLETO
DE
ENFERMEDADES VENÉREAS,
) Con la esposicion de sus sintomas y de su método curativo racional,
arreglado á los principios de la Medicina orgánica , con la historia
critica, de las teorias y de los métodos curativos generalmente
recibidos. ri . , -. . .
POR A. J. L. JOURDAN,
v ' Doctor en Medicina.
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TOMO I.
MADRID:
fmpnnta de D. RAMÓN VERGES, co//« </« /o Greda. 1835.
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TRATADO
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ENFERMEDADES VENÉREAS. *&•£*£
LIBRO PRIMERO.
DE LAS ESFEBMEDADE5 VEMÉ»EAS COMStDEBADAS EN SUS SiNTOMA».
SECCIÓN PRIMERA.
.
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rar, esto' es lo que lia hecho que se dé á esta afeccion el
nombre de purgacionescon que. la designa el vulgo. En
el momento en que empieza á salir la orina es cuando se
sienten los dolores mas vivos , los cuales disminuyen un po
co mientras sale el liquido, y vuelven á hacerse mas inten
sos cuando salen las últimas gotas: fenómeno que depende
principalmente, como yo lo he observado , del movimiento
mas rápido que las comunican los músculos del perineo agi
tados de contracciones casi espasmódicas. La frecuencia y la
duracion de las erecciones se aumentan , principalmente por
la noche , cuando el enfermo está echado de espaldas , y en
una cama blanda y con mucha ropa. Los dolores violentos
que ocasionan turban el sueño y suelen obligar al enfermo
á levantarse. Estos dolores hacen el acto venereo , si no ab
solutamente imposible, á lo menos muy desagradable y muy
penoso, tanto mas , cuanto que el paso del semen ocasiona un
ardor insoportable , que podria compararse con el que pro
ducirla un hierro ardiendo. La ereccion y la eyaculacion sue
len ocasionar tambien una hemorragia que proporciona un
alivio momentaneo. En tal estado esperimenta el enfermo á
todo lo largo de la pared inferior de la uretra una sensacion
de incomodidad inesplicable, entremezclada algunas veces
con dolores lancinantes , que puede llegar hasta hacerle mo
lesta la progresion y hasta imposibilitarle el permanecer mu
cho tiempo de pie ó sentado, y aun cruzar las piernas. Se
ve atormentado ademas por un estreñimiento pertinaz y por
un tenesmo , del cual se queja á veces mas que de la uretri-
tis misma. . ,. ; .
El flujo, que continúa dia y noche sin interrupcion, se
•aumenta poco á poco , y se hace muy abundante, consistiendo
en un material espeso, blanquecino al principio, y luego
amarillento, algunas veces entremezclado con estrias sangui
nolentas y aun sangre pura , en fin , parduzca ó de un verde
sucio que exhala un olor particular. Esta materia deja en
Jas camisas manchas amarillentas, verdes ó de un color gris
sucio, mas pálida en la circunferencia que en el centro, y
que no pueden quitarse restregándolas despues de secas.
Pasados los primeros quince dias, mas ó menos, la in
flamacion comienza á declinar. La disuria disminuye, la mis
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mo que la sensacion de ardor causado por el paso de la ori
na y del esperma ; las erecciones sort menos dolprosas y me
nos frecuentes; la materia del flujo adquiere mas consisten
cia y opacidad ; se hace ligoso entre los dedos y se disminu
ye poco á poco; no tarda en cesar enteramente y recobran-
.do asi la membrana mucosa su estado natural, se termina
la enfermedad.
, Dada la reunion de circunstancias que he supuesto antes
de bosquejar esta historia, la ureíritis emplea comunmente
cuatro ó seis semanas en recorrer sus diferentes periodos;
y no deja otras reliquias que una cierta susceptibilidad ma
yor ó menor del conducto que cede solamente con el tiem
po y con algunas precauciones. Pero está muy lejos de pre
sentarse siempre en esta forma y seguir este curso franco,
pues la modifican casi al infinito la edad, la constitucion del
.enfermo, el estado de sus demas órganos, su régimen y gé
nero de vida habitual, las consecuencias de otras inflamaciones
.de la uretra que haya padecido anteriormente, y aun tal vez
ciertas influencias atmosféricas. Todas estas circunstancias
inducen una multitud de irregularidades en su curso, y la
complican con accidentes, de los cuales muchos se convier
ten en enfermedades reales despues de su cesacion, y aun
enfermedades cuya mayor parte son mas importantes y di
ficiles de curar que la afeccion que las ocasionó. Nada hay
mas caprichoso, si puede decirse asi, que esta enfermedad.
Sin embargo pueden reducirse á cinco capitulos principales
las numerosas variaciones de que es susceptible.
Variaciones relativas á la ¿poca de la aparicion de. Ja
enfermedad. — Es raro que la inflamacion de la uretra se
anuncie por sintomas precursores bien manifiestos, ó á lo
menos los enfermos no fijan la atencion en ellos sino cuando
la esperiencia les ha enseriado á observarse, y les ha hecho
conocer la importancia de aquellas leves sensaciones ó i nCo
modidades , que desprecian la mayor parte de los que nunca
las han padecido. Sin embargo, á veces se observan prodro
mos bien manifiestos, principalmente escalofrios ligeros, se
guidos de una fiebre poco intensa. Hunter hace mencion tam
bien de un hombreen quien, el flujo uretral fue precedido
eu dos ocasiones diferentes de accidentes poco comunes, como
. ,
una sensacion estraordinaria en las partes genitales , con la
mayor parte de los demas accidentes de la enfermedad , de lo
cual saca una conclusion, un poco arriesgada por el siglo en
que vivia, pero contra la cual nadie suscitará dudas en el
dia, y es que el estado inflamatorio puede existir por un es
pacio de tiempo bastante considerable, antes que se manifies
te el flujo.
La época en que comienza á manifestarse este último no
deja de ser la misma á que generalmente se refiere la apari
cion de la enfermedad, por mas erronea que sea esta costum
bre, pues aunque casi siempre se manifiesta del tercero al
sexto ó el octavo dia, sin embargo muchas veces se perciben
ya indicios al dia siguiente, y aun algunas horas despues de
pasar la noche con una muger. En otros casos mas raros no
sobrevienen sino al cabo de doce, quince, veinte ó treinta
dias. Puede tambien no establecerse hasta pasadas seis sema
nas segun Hunter, cincuenta y ocho dias segun Bell, y mu
chos meses segun Duncan y Swediaur. Pero pueden po
nerse dudas en esto hasta que se haya demostrado la rea
lidad del fenómeno por hechos incontestables, sin que sea
posible sospechar, durante el curso de un periodo tan largo
la influencia de alguna otra causa mas que el acto veoéreo
á que se achaca. Por lo demas la mayor ó menor prontitud
con que se presentan los primeros sintomas de la uretritis no
influyen en nada sobre la naturaleza y la violencia de los
sttcesivos, como lo han creido algunos autores, pues se ven
todos los dias inflamaciones muy graves de la uretra que se
manifiestan al cabo de un tiempo bastante considerable,.otras
moderadas que se declaran poco despues del acto vénereo
y vice versa,. ••••
Variedades relativas al asiento, é mas bien á la esten-
sion de la enfermedad. — La inflamacion principia siempre
"por la parte anterior de la uretra, y en muchos casos parece
fileno se propaga mucho mas allá de su orificio, de suerte que
•permanece casi concentradaidebajo del frenillo del prepucio, en
x la porcion de conducto que toma el nombre de fosa navicular.
Hunter asegura que rara vez la ha visto penetrar ámas de pul
gada y media ó dos pulgadas de profundidad , distancia que
él llama esfension especifica <Je la inflamación , y aun se cree
bastante generalmente , desde las investigaciones cadavérkas
de Terraneus, y sobre todo desde la publicacion de la obra
de Cockbuc.ne , que esta region de la uretra es el asiento, si no
esclusivo, álo menos el mas frecuente. Esta opinion se fun
da principalmente eq que los enfernos refieren sus dolo
res á la estremidad del miembro, y en que las inspecciones
cadavéricas rara vez han presentado vestigios de inflamacion
mas allá del punto indicado, pero se sabe, por una parte, y
como ya lo he advertido, que todas las irritaciones de la ure
tra, y aun las del cuello de la vejiga, producen la misma
sensacion que si tuvieran su asiento hácia la estremidad del
miembro viril ; por ptra parte , la muerte disipa, en general,
una parte de los vestigios de la inflamacion en todos los pun
tos en que esta no ha llegado á un cierto grado de intension.
Ademas los dolores sordos, pero continuos, que los enfermos
sienten hasta el cuello de la vejiga , el peso en el perineo,
el tenesmo, la tumefaccion, que puede reconocerse fácilmen
te con solo el dedo en toda la longitud de la uretra, las pe
queñas nudosidades que se descubren muchas veces en este:
conducto á mayor ó menor distancia unas de otras, y que,
duelen á la presion por el frote que sufren las partes veei-
nas.inilamadas; en fin, las estrecheces que se encuentran en
puntos muy diferentes de la ostension del conducto, y con
mas frecuencia aun hacia su parte posterior que hácia la ante
rior, todo autoriza para creer que Morgagni no se engañó
cuando afirma que la enfermedad no ataca la fosa navicular
sino al principio, y" que en la mayor parte de sugetos se es
tiende muy adentro por ét conducto. Sin embargo , M. Culle-
rier se ha acercado aun mas á la Verdad cuando ha dicho que
el asiento del mal no se limita á un solo punto , sino que
se estiende ya á una parte, ya á otra , y algunas veces á
todas á un mismo tiempo ó sucesivamente: observacion que.
por lo demas no se habian ocultado enteramente á, la sagaci
dad de Hunter , y que M. Delpech ha reproducido¡ en :estos
últimos tiempos. ¡ ' . , ..I.... , •:•!.•: ,ivi.jf<f <•t:•' ?-t,.i
El esperimento de Swediaur no deja duda alguna sobre
esto, y creo deber referirle aqui , porque no se ha puesto
tanta atencion en el como merece. Queriendo este célebre
práctico asegurarse si todo estimulo siempre que tuviera bas-
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tante energia para producir una violenta irritacion , era ca-
paz.íle ocasionar un flujo semejante al que proviene del coito
con una muger enferma, .discurrió inyectarse con amoniaco
diluido en agua por la uretra , que comprimia con una ma
no por detras del frenillo, para impedir que el hquido pe
netrara mas allá de la fosa navicular , y para que obrara exac
tamente sobre este punto. No tardaron en aparecer los sin
tomas de una violenta urelrifis , y desde el dia siguiente se
presentó un flujo amarillo verdoso. Este flujo continuó por
cinco dias con disminucion progresiva del dolor; pero en»
tonces se establecio una segunda inflamacion mas profun
da en un sitio donde ningun dolor se 'habia hecho sentir
aun, y donde no habla podido penetrar ninguna gota de la
inyeccion. Esta nueva inflamacion se estendió al parecer desde
el sitio á que se habia limitado la primera, hasta una cier
ta distancia mas adentro en el conducto. Se siguió á ella un
flujo abundante acompañado de los mismos sintomas que la
precedente , y duró seis dias, despues de los cuales se cal
maron los accidentes, Swediaur se creia ya bueno cuando
sintio muy distintamente los sintomas de una tereera infla
macion que parecia estenderse desde los limites de la segun
da hácia el F'eru montanum , hasta el cuello de la vejiga , y
la cual vino acompañada de ardor de orina con un flujo tan
abundante como los dos precedentes, uPor de pronto, dice,
yo me alarmé seriamente, pues veia que la inflamacion que
habia escitado el amoniaco se comunicaba muy evidentemen
te de una parte de la uretra á otra, lo que me hacia temer
no sobreviniera al fia una flegmasia de toda la superficie
interna de la vejiga, la cual podia tener consecuencias pe
ligrosas. Permaneci en este estado entre la esperanza y el te
mor por siete ú ocho dias , hasta que al fin observé con gran
satisfaccion mia , que la inflamacion se disminuia por grados
lo mismo que la evacuacion, sin estenderse mas allá de la u,
retra ; y me vi enteramente libre de todos los sintomas de
estas tres blenorragias, como pudiera llamarlas con raaon;
ai fia de la sexta semana.0 Esta curiosa observacion no ne
cesita comentario, y habla mas alto que todos los discursos
que pudieran acumularse.
Concluyamos pues que la inflamacion puede '
l•• 1.° 'Limitarse á una parte solamente de la membrana mu-
• cosa de la uretra, lo que no sucede lal vez sino en iu prin
cipio , ó cuando ha permanecido muy ligera.
2'.° Apoderarse poco á poco del conducto entero, 7 aun
.propagarse á mayor distancia como manifestaré en seguida.
. 3.ü Fijarse en diversos puntos de su estensión, sea en el
mismo momento, sea de .un modo sucesivo, j aun dislocarse
.y trasladarse alternativamente de uno de estos punios á otro
ú oiros muchos.
4.° Establecerse, aumentarse, mantenerse en tal estado y
disminuir en un sitio, y. luego en el momento en que la dis
minucion de sintomas anuncie al parecer que se acerca á su
término, renovarse en un punto situado mas profundamente,
presentando en él la sucesion de los mismos periodos, y á
veces sintomas mas graves. í,, .
5.° En fin, cuando se manifiesta sucesivamente en muchos
puntos, ya puede ofrecer una conexion inmediata entre los
sintomas de una y otra enfermedad, ya no presentar ningun
vestigio de esta conformidad, y dejar un intervalo de muchos
<lias entre el fin de una afeccion y la aparicion de la otra.
i .Importa conocer todas estas circunstancias cuando se
trata del pronóstico de la enfermedad y de pronunciar sobre
la duracion probable que puede tener, porque la inflamacion
«ede casi siempre en poco tiempo cuando no se estiende mu
cho por el conducto; al paso que generalmente es larga y re
belde cuando ha interesado sus partes mas profundas, y con
mucha mas razon cuando ha llegado hasta el cuello de la
vejiga.
Por lo demas es probable que en este último caso no ten
ga la flogosis por todas partes la misma intension, á lo me
nos en la. mayor parte de sugetos , y que sea mas ó menos
viva en una ó muchas regiones de la uretra que en las de
mas. Asi se esplicaria cómo ciertos autores han podido decir
que de diez veces las nueve tienen su asiento en el estremo
del conducto, y cómo se llega tan fácilmente á reconocer su
foco principal, comprimiendo poco á poco la uretra desde la
raiz del miembro ásu orificio, hasta encontrar un punto mas
doloroso que los otros : medio aconsejado por Bell, y cuya efi
cacia conocen todos los prácticos. Yo añadiré que aunque la in-
Toiuo I. 3
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flamacion se apodere á veces por si misma dé la uretraf en
toda su «stensioñ , esta desgracia es las mas veces el re"-
sultado de las faltas cometidas por el enfermo ó por el que
le asiste. •
En todo lo que va dicho no he tenido en consideracion,
mas que la inflamacion de la superficie de la membrana mu
cosa uretral, la que los antiguos llamaban erisipelatosa.
Mas adelante examinaré los accidentes producidos por aque
lla que no solo se apodera de todo el grosor de la mem-'
brana, sino que tambien se propaga al tejido celular subya
cente, se estiende algunas veces hasta el tejido esponjoso
de la uretra sin perdonar las glándulas diseminadas á lo
largo de este conducto, y aun se apodera de los cuerpos ca
vernosos y de los tegumentos del miembro. '
Variedades relativas al número y á la intension de los
sintomas de la enfermedad. — Son casi infinitas las dife
rencias que presenta la uretritis bajo este aspecto. No to
dos los fenómenos enumerados en la historia general de la en
fermedad se hallan constantemente reunidos en el mismo
individuo. Muchas veces es tan leve la xiretritis que incomo
da poco al enfermo , y apenas la percibe , al paso que en
otros casos adquiere tanta violencia que llega á causarle tor
mentos crueles. Cada uno de sus sintomas puede tambien
•manifestarse separado de los demas, aunque, en rigor, es-
•te caso es muy raro. •"! .•:
El dolor puede ser moderado, ó muy vivo, y en este
último caso puede sentirse solamente al salir la orina y el
semen, ó persistir en el intervalo de las emisiones, caracte
rizado entonces <, ya solamente por una sensacion de peso
.y de molestia, ya por un calor quemante, ya tambien por
•latidos y punzadas mas ó menos frecuentes. Hay muchos ca
sos en que np se siente en ninguna época de la enfermedad,
'aunque el flujo sea muy abundante, y cu tal caso son .poco
ifrecuentes las 'ganas :de orinar. En otros sugetos, al contra-
T¡O, se :mani{iestii may vivo, aun cuando haya poco ó nin-
>gun ilujo, y continúa por uu espacio de tiempo mas ó menos
largo antes de aparecer este último ,tó antes que se resta-
.blezca de nuevo si se habra suprimido repentinamente. A es
ta variedad de la urctritis es á la que se ha dado el inusa-
do y extravagante nombre de gonorrea seca. Tambien se le
da el nombre de gonorrea aboriada, ó est.rangaria venérea,
porque casi siempre viene acompañada de una supresion dé
orina ^ mas¡ ó menos¡ completa (1 ). En algunas circunstancias
aunque continúe ej flujo,. cesa el dolor, unas veces. para
siempre, y otra s para declararse de nuevo ahi cabo dé algun
tiempo, pero en el mayor número de enfermos persiste
con diversas modificaciones en su caracter y en su inten
sion i por todo el curso de la inflamacion. En . general se'
observa al principio un prurito que se convierte con mas
ó menos rapidez en un dolor sucesivamente mayor, y que
vuelve á sentirse al fin, cuando al mitigarse este retro
cede en sentido inverso por todos los grados que babia re
corrido antes. Tambien es bastante frecuente el persistir
esta titilacion pruriginosa hasta el fin de la enfermedad, sin
elevarse hasta el grado que constituye el verdadero dolor.
••.• Aunque el' flujo. ¡precede comunmente al dolor, sin em
bargo , á veces no se. «stabloee sino despues de la aparicion
de este; su cantidad varía mucho segun los sugetos: unas
vdces es continuo y muy abundante, y otras se reduce á
una simple .exudacion. Sus cualidades no son menos variables
«Q¿. ."y.t ^. , sI¡i'.A¡lr,iítu:*^ sliiiil/Td oo:v,'.íj:nuu: , fu : iot\ o$
'( i ) Ksta variedad de la inflamacion de la membrana mucosa
geruto- urinaria no, es tan rara como se cree, aunque mucho ¡mas
frecuente en la níuger que en el hombre. ,M. Cullerier, que dice lia-
Ler observado algunos casos en que los. enfermos sentían dolores y
punzadas eo(i la uretra, sih que acompanara flujo, suporte que :estos
. dolores ,er,an nerviosos r simpáticos, muchas veces ilusorios.,, y que
se verificaban en hombres meticulosos y enfermos cavilosos. Añade
que repugna á la esperiencia constante el que una membrana mu
cosa esté sumamente irritada sin que se manifieste una secrecion in
mediatamente 6 poco tiempo despues de esta impresion. A esto pue-
íé responderse qu> es 'notorio qué una irrit'dcion muy viya y muy
¿olorosa pueíffe 'fijarse por muchas. horas, y aun por muchos dias, en
látiretra, sin ocasionar ningun. flujo; que se observa 'con frecuencia
este fenómeno' en consecuencia de los escesos:eri comer y beber, y
que la membrana mucosa uretral esperimínta entonces algo de se-*
mejarnte á lo¡que sufren la conjuntiva y la membrana ^mucosa de¡
las vías aereas en lo qiie.se ha llamado tambien escleroftalmia y co..
riza seco. , o^itJíyu t'.fi .• :•• :J .'!ii:.\ u /•• :':::'.t• ua,*''' :J
segun los individuos y segun los periodos de la enferme
dad: en general la materia que al principio es mucosa y
transparente, se espesa por grados, se vuelve opaca, per
maneciendo siempre mucosa, despues toma la apariencia
de pus, se vuelve amarillenta, verdosa, luego de un color
blanco sucio, con la consistencia de crema, y retrocede al
fin sucesivamente por todas las modificaciones que habia re
corrido desde el principio hasta presentarse de nuevo fluida,
trasparente, y viscosa, como clara de huevo. Pero mu
chas veces se mantiene siempre amarillenta, ó adquiere desde
luego un viso verde. Suele ser mas ó menos oscura, mez
clada de ramos de sangre ó enteramente sanguinolenta. En
ciertos casos sobreviene una hemorragia, y aun bastante co
piosa para causar inquietudes, pues Bell dice haber visto mu
chos enfermos que han perdido dos ó tres libras de san
gre en pocas horas. Esta hemorragia parece que debe atri
buirse mas bien á una exhalacion que á la rotura ó á la
corrosion de algun vaso, como se suele decir, i Todas estas:
modificaciones dependen del grado de la inflamacion y de
la constitucion del sugcto, y no tienen nada de constante
ui en su aparicion , .ni en su sucesion^. con)O.lo.cree:,el¡vul*
go por una preocupacion bastante generalizada , y que los
medicos deben procurar destruir, porque altera,, sobre' n)a-
nera la tranquilidad de ciertos enfermos, cuando; por e-
jempto, la materia que fluye continúa Asiendo amarillenta.
Efectivamente, se puede comprobar, siempre que se quiera/
que bastan algunas horas para que el flujo mas 'beríigno al
parecer adquiera un color amarillo, y aun verdoso,, des.-
pues de un ejercicio violento, ó de infracciones' de régimen.'.
Toda supeficie exhalante, natural y accidental presenta i-
gualmente alteraciones en et color, ia densidad y las demas
cualidades^ de sus productos, segun, el grado de escitaqioi^
que pueda comunicarle, una causa externa,, ó fo.estlmulaqioo,
mas ó píenos viva de órganos que simpatjc¡en especialmente
con ella. Por otra, parte se ven todos los dias flujos uretra?
les , que siendo blancos desde el principio,, duran muchísimo
tiempo; al paso que otros : que adquiriendo, :profnto y coíar
servando un color verde muy subido, ó muy cargados de
sangre, se terminan bastante pronto. Sin embarga, se debe
considerar en general como un signo favorable que el ma
terial «e vuelva espeso y viscoso al paso que la enfermedad
avanza, aunque esto no es nunca anuncio infalible de una
terminacion pronta de esta última. i.
-¡ 'La. .tumefaccion varia tambien en razon del grado de
la flegaaasia. Cualquiera que sea la intension de esta , siem
pre produce en el conducto una disminucion notable en
su cavidad, de donde resulta que se hace con diücullad la
escrecion de la orina, y que hay una disuria mas ó menos
manifiesta. Pero si la inflamacion hace progresos, la tume
faccion de las paredes de la uretra aumenta en la misma pro
porcion, y, la espulsion de la orina que al principio solo e-'
ra dificil, se suspendo al fin enteramente, lo cual es sin em
bargo bastante raro. Tambien debe tenerse presente que
cuando la uretritis es simple ó no complicada con la inflama
cion de la prostata, la retencion de orina es con mas írc-
Gueneiairesultado de las imprudencias del enfermo que con
secuencia de la inflamacion abandonada á su curso natural,
y defendida de todas las influencias exteriores é interiores
que son caparos de exasperarla. Todo lo que aumenta la in
flamacion, convierte la disuria en í«curia, y las principales
causas do esta exacerbacion molesta son casi siempre. las in
fracciones dei re'gimen, ó los errores del metodo curativo, el
uso indirecto de bebidas, escitantes, la esposicion del miem
bro viril al frio, las inyecciones acres y astringentes hechas
inoportunamente, el uso de purgantes, sobre todo drásticos,
Ó aunque suaves,, ¡repetidos, la administracion de .loa balsar
micos in.lcriormente mientras qne la inflamacion está en to
da su fuerza, un ojercicio violento, &&.-. ,.ü r.-i TT ef o . m
r. '..Variedades... relativas, á fojnftuericia que la enfermedad
ejerce sobre las parles inmediatas ó distantes. — Adomas de
los sintomas puramente locales que vienen enumerados, to,
davia csperimen la el enfermo casi siempre otros cuya violen
cia suelo ser uo menos considerable, y los cuales dependen
de la afeccion de las partes inmediatas que participan más ó
«oenos de la irritacion de la membrana mucosa de la ure
tra, sobre todo cuando es intensa, K... .;. :.| ; ,.; .,.....)
¿r'lt,0'u La .superficie, del glande «e.pone á vec<}$. tensa, lisa,
rubicunda ó Livida, y. adquiere una especie de scmi-trans
22.
pnrencia ; sobré todo 'á la inmediacion del••orificio de la .úre• •
tra, y aun muchas veces se presenta como escoriada ; en..ta^:
les casos adquiere una gran sensibilidad y suministra una •
exhalacion amarilla y fétida mas ó menos abundante. En
fin , algunas veces se observa al mismo tiempo una i ulcera
cion manifiesta , ó bien conservan los tegumentos su inte
gridad, pero cuando se los comprime se ve salir un material?
puriforme de un gran número de puntos pequeños. Este.
es un principio de balanitis. Se incha el balano asi como.to
do elmiembro, el cual permanece muchas veces en un es-'
tado habitual de semiereccion ; el menor contactó, y annel
movimiento que le comunica la progresion, producen en él
dolores mas ó menos vivos, pero muchos enfermos no pre
sentan ninguno de estos fenómenos, entre cuya falta total
y su intension tan grande que haga temer la gangrena .del
miembro viril, se concibe fácilmente que hay un número in
finito de grados que se presentan todos los dias en la prác
tica.,,
%? .La tumefaccion del glande puede llegar al estremo.
de hacer que sea imposible retirar el prepucio hácia atras
cuando este es largo y estrecho, ó traerle de nuevo á su situa
cion 'despues de haberle retirado detras del banano*, lo cual
constituye el fimosis en el primer caso, y el porafimosis e.n
el segundo. El fimosis puede tambien depender ya de la in
flamacion del prepucio, ya solamente de la irritacion causada
por la materia del flujo sobre la estremidad de este repliegue
de la piel, en elcual.se desarrolla una hinchazon edematosa*
con. durezas callosas algunas veces, que estrechan la aberiui*
ra, ó la privan de su estensibilidad natural^ Este último ac
cidente casi nunca deja . de sobrevenir cuando el miembro
permanece péndulo, y las sacudidas de la progresion ó dela
equitacion bastan, como lo he visto muchas veces, para oca
sionarle en'sugetos que habian estado libres de él, mientras
habian guardado quietud. Se disipa por si mismo cuando la
membran*Tttucosa de la uretra vuelve á su estado natural*
'••S.0''' 'Los dolores del miembro se propagan con bastante
frecuencia á las ingles, las cuales se hacen casi siempre mafc
6 menos Sensibles, y suele observarse, que una ó muchas
áticas aumentan de volúmen y de consistencia.
23
En' este cdso pueden presentarse muchos¡ fenómenos diferen-
tes; unas veces el tejido celular que rodea las glándulas irri
tadas participa de la irritacion, la cual se hace bastante viva
para hacer que cese completamente la de la uretra : se dice
entonces que la purgacion se ha suprimido sin causa cono.'
eida, y. el bubon pasa de un modo rápido á la supuracion.
Esto es muy raro. Otras veces el flegmon inguinal progresa
con mas lentitud, y la purgacion disminuye en razon de sus
progresos, para aparecer de nuevo y aumentarse despues de
•la resolucion , si termina de este, modo. Finalmente, otras ve
ces, y esto es lo mas frecuente, permaneciendo ileso el teji
do celular de la ingle, no se establece un verdadero bubon,
y la hinchazon de las glándulas linfáticas no influye en la in
tension de la inflamacion uretral, á lo menos de Un modo
sensible. ' '
4.° En ciertos sugetos se apodera una irritacion mas d
menos viva de los vasos linfáticos del miembro, cuya piel en
tales casos se presenta casi siempre hinchada y dolorosa tam
bien, y á veces con una rubicundez erisipelatosa. Los vasos
irritados se hinchan; forman una ó muchas cuerdas duras y
tensas que se manifiestan á lo largo de todo el dorso del
miembro, y desaparecen unas veces de un modo insensible cer
ca de su raiz, ó á las inmediaciones del pubis, y otras se es
tienden mas lejos y entran evidentemente en las glándulas de
la ingle. Se consigue fácilmente coger y pellizcar estas cuer
das entre los dedos, y muchas veces resulta de esto un en-
grosamiento momentáneo del prepucio que dificulta ó impo
sibilita su inversion. Este accidente se observa principalmen
te cuando el prepucio, participa de la inflamación del conduc
to. Algunas veces tambien se nota una tumefaccion bien ma
nifiesta del repliegue en el sitio en que toma orígen la
cuerda hinchada. Esta flegmasia vascular tiene por efecto inevi
table hacer el miembro viril ruas rigido,y sensible, y por coa-
siguiente mas dolorosas las erecciones. . i < •!•«•:•: r.
• 5.° La irritacion se propaga co» bastante frecuencia á lo
•largo de los conductos deferentes y asi se apodera de las de
mas porciones del cordon espermático. Generalmente se pre
senta este hinchado en toda su estension , desde el testiculo
hasta la ingle. Sin embargo , se han visto enfermos en
quienes no presentaba mas que uno ó dos puntos hinchado*,
pecinaneciendo sano en el resto de su ostension. Esta com
plicacion se anuncia por el dolor, por una sensacion de 'ti
rantez y alguna dificultad de andar.
6. En muchos enfermos, ademas de una ligera tension
y tumefaccion del cordon espermático, hay una sensacion
particular é indefinible de molestia en los testiculos, y aun
con mucha frecuencia adquieren estas glándulas una suscep1.
tibilidad tan grande, que no pueden sufrir el menor contacto,
y aun llegan á hacerse el asiento de una tumefaccion que por
la causa mas leve puede aumentarse mucho. .••• •t• ' <. ,«•'t
La inflamacion del testiculo ó la orchítis es uno de los
accidentes mas comunes de la uretritis. La llaman vulgar
mente, hernia humoral porque simula hasta cierto punto
una hernia, y porque se creia que estaba producido por la
transmutacion del humor de la gonorrea á los testiculos, ó
porque se atribula á la estancacion del esperma en estas glán
dulas. Se la observa mas veces á derecha que á izquierda, y
en ciertos casos raros pasa alternativamente, y aun muchas
veces de seguido, de un testiculo á otro; en algunos otros
casos, mas raros" aun, se apodera delas dos glándulas á.uh?/
Jnismo tiempo. Las principales causas que pueden desarro
llarla son, los baños.frios., locales ó generales, la esposicion.
repentina del miembro viril á una temperatura fria y húme
da, ó á una corriente de ayre, las inyecciones^irritantes en
la uretra, los purgantes drasticos, la presion (le un brague
ro sobre el cordon espermático , el abuso de los placeres
<lel amor, la equitacion, los vayvenes de un carrnage mal
holgado, todo ejercicio violento, como el baíle,. la esgrima,
.ó solamente un paseo largo, Un golpe recibido en los testi
culos, la compresion de estos órganos cuando se cruzan las
piernas, la tirantez que sufren cuando se los deja colgar á
su arbitrio, el uso de un suspensorio mal hecho, demasia
do estrecho, muy apretado, los esfuerzos de la tos ó del vó
mito, los que se hacen cuando al resbalar se procura evitar
la caida, cuando se quiere repeler ó mover un cuerpo resis
tente, ó levantar un peso, Scc. Estas Causas obran, ya su
primiendo repentinamente la inflamacion de la uretra, antes
que haya recorrido sus difetentes periodos , ya irritando el tes-
ticulo rm'smo, y siempre alterando el grado de ir rilar ion res
pectiva de los dos úrganos, de modo que la del testículo lie.}
gue á hacerse bastante fuerte para hacer cesar en todo o ej|
jjarte la de la membrana teutíosa uretral , para aUaorlá
cu algnu moda á si, y cotiocatrarla en.uri nue\4 foco. J^to
da ra/.on de por qué la orchitis no se declara casi nunca .sino
cuando la uretritis está próxima á terminar, y cuandq.el < m-
ferino se considera enteramente curado, Esta inflamacion se
anuncia: per una sensibilidad :osc.ura ;y, fcha lig^ra.tM«)flftfiirf(yfc
del epididimo, sobre, todo en simparte iuieriof ,ipn.su.'iMVMWlCftSl
#1 testículo , donde se advierte una dureza algo desigual... JSo
Jarda en iniariarse ia glándula misma, y iMI loriüar un lu-
BIOB blando y unifoFme,, ehcual.se endurece .
{loco: ^í«copo, ad(í*!pPB: JÍÍK vqJitnqeg! ^Q
enorme < triple, quadruplo,;ó. algui»ae.:Vf
Je es natural. Unas veces se proeuta el escrolq rubi'cundot.fl
inflamado, y otras .no participa nada de la en&roiedad, üj
peJeroao í«fr«, grand.,3s¿; dolores.*: de ¿iva ,ñ?mríi\(¡wt.f&iíli$ftp
l^n,, abomo'áñatlofi de 'UA» ieosSciOn^^ip^WiSn; pl .ap*sote<Bñ
los lor»os , en el abdomen , con u na. desabori g^BpíaJj y ¡ i r,.i 1 1-
teces en el cordon espermático, el cual «e pone sensible y;*a
hincha mas o menos , y ea tales iérojinos á veces que llega
á comprimirsel.y.toasii eítrangularee. pojr.fel, ftpjljo, ¿oguii>aj,,^íj
desarrolla luna fiebre niap;ó oieoosífinleq^a} el piílsqise •ptine
acelerado ,. fuerte y duro; la píei 'soca ¡ J ardorosa ; la jenguai
sucia ; tiene sed , náuseas y vómitos; la orina es transparen
te, rubicunda, y poco abundante, Generalaientefintonces elJUfcJ
jo;$i-&U:bsistia aun, es dftiiene entQMmeHte ó disminuyp mu
cho, ka enfermedad dmra; Qfibo, doce o quince.,dias., :
pues d«,este espacio de Uempo comienza el tumor á T
decer*e sin que por estp.s^ perciba fluctuacion e» ^K.ftl
lanfe volveré á, tíW3T.4e4ístPS: di verso^ modos d«. terminacion,,
-^7,° ,l<& inflamación: n»,|wrlm^ne(^ siempre, jiQ^lia^íi^J^
membrana mu.cosa uretral, pu;e*^ apodS:^alg#ilM^'l^^s^
las partes subyacentes, del tejido celular sub-roucoeo .5? dqj
tejido reticular, ya de la uretra ,ya del cuerpo, cabernoso,
principalmente e«¡la, pa,r.t,? inferior de^n^ie.mbtrq^PiiqiípydienT
Jo Ja; uretra, en oste estado de COSM prolongarla ,á,prqporcion
que lo bace el mienabro yiril , durantí Ja^
Tomo /. 4
tales casos son muy frecuentes , resulta que este órgano , en la*
gar de permanecer recto, se cncorba hácia bajo, y mas rara vez
hacia uno de los lados, Este accidente se conoce coa e) nom*
bre de purgaciones de garabatillo 6 gonorrea cerdada , porque
en efecto el miembro se presenta encornado y retenido como
por una cuerda tirada con fuerza. De esto resulta durante la
ereccion dolores crueles, que privan al cntcruio de desean*
so y de sueño, y que á veces vienen acompañados de tenesmo,
de hormigueó y de dolores en los cordones espermáticos j en
los testiculos , en las ingles y en los lomos.
8.° Pasando el dedo por la parte inferior de la Uretra,
por detras del escroto y á lo largo del miembro, suelen des
cubrirse unas especies de tubérculos , cuyo volúmen casi no
escede en general al de una cabeza de alfiler, pero que son al
gunas reces mucho mas gruesos. La mayor parte de los autores
los consideran como foliculos mucciparos de la uretra ¿ cuyos
orificios estan cerrados por la inflamacion, de modo que el li
quido segregado por sus paredes se aumenta en su interior*
Hasta que la anatomia patológica haya pronunciado sobre es
to, parecerá tal tez mas exacto considerarlos como otros tan
tos flcmoncitos del tejido celular sub.mucoso. Sea lo quiera,
la inflamacion que existe en estas nudosidades puede ser inas
ó menos viva y terminarse de diversos modos. .
9.° La irritación se propaga muchas veces á lo largo de
los conductos escretorios de las glándulas de Cowper, y se
apodera de estas glándulas mismas , ó del tejido celular que
las rodea. De aqui toman origen , entre el escroto y el ano,
uno ó muchos tumores mas ó menos voluminosos, circuns
critos que causan dolores sumamente vivos. El dolor se au
menta aun cuando se los comprime, y despues de la emision
de la orina, cuya necesidad se hace mucho mas frecuente que
de ordinario. Generalmente entonces el Itujo es de un color
terde 'sucio, muy teñido eti sangre y muy fétido; algunas ve
ces se suprime, d bien sobreviene una disuria mas ó menos
manifiesta. "
1 0.° La inflamacion puede estenderse tambien á la pros-
tata. Esta .complicacion hace siempre á la uretfitis sumamen
te grave, ,pues las relaciones intimas de la glándula con la-
uretra , cuyo origen abraza exactanietite, hacen que su iu,
flamacion , designada con el nombre de proslati/is , sea una
de Jas enfermedades mas crueles y mas terribles que se co
nocen.
- Muy pocas veces sé observa esta afección en estado agu
do; pero es muy comun, como se verá en lo sucesivo, ob
servarla con un carácter de cronicidad que hace sus conse
cuencias mas graves aun. : ir. , r • ••• <:: ••:it.i ¡ < ,
.. La invasion de la prostatitis aguda es sierppr* pronta
y su curso rápido. Se anuncia por una desazon suma,
por una sensacion de plenitud, de tensión , de pesadez
y de .caflor , que se estiejide idesde la forte superior
del perineo y del cuello de la vejiga hácia el ano. .A está
sensacion incómoda .se sigue muy pronto un dolor fijo, con
tinuo y pulsativo, iel cual per la roa* leve presioji del perineo
se hace mas vivo, y se aumeuta siempre ¡q»e,el*BÍ¡eroM» *&
é'**Pí8*af ófhífceesíuerfios para ello. Tawbieoíftfiáeáteh pujos
violentos y ganas continuas de orinar. El enfermo se queja
deque tiene en el .recto un grueso cuerpo estraño, que le
parece que va á salir. Introduciendo¡ el dedo en. el intestino
jrecto se percibe en su parte anterior una elevacion mas ó menos
manifiesta formada por la prostata , y tán.fiefisiible que apenas
sufre el mas leve contacto. Cuando el enfermo trata de orinar,
pasa mucho tiempo antes que se presenten las primeras go
tas, y lejos de acelerar su salida las contracciones del diafrag
ma y de los musculos abdoaánajeis:, per iel contrario: tío ha-,
cen mas que oponerle un huevo obstáculo, porque aplican
ñas y roas contra el .tumor el cuello de ..la vejiga, cuya aber.,
tora llega á borrarse completamente de este modo. El enfer
mo no consigue .orinar S!ÍK> suspendiendo sus esfuerzos; yi
•siempre ; c©n : mucho trabajo, laa orina causa una .sensacion de
calor quemante al pasar; fluyeron lentitud y con un chor
ro delgado,t cuya tenuidad es relativa al grado de estrechez.
Esta se aumenta poco á poco hasta el estremo "de no!dejarla
salir sino gota á gota , y aun basta impedir absolutamente su
salida. Se observan en esto muchas variedades, segun que
la . próstata v.hinchándose toda ella, y pob decirlo asi, desde la
circunferencia al centro , obstruye mas ó menos completa
mente la uretra , la cual está ya estrechada por la tu-
mefaccion de su membrana mucosa , ó segun que la inflama-
cron *tr)( iMJ^tjateííámei lenólos. 'd4íierei^» puntttS &e. lal
glándula ,; la abulia masi pppttnf lado¿ que per? dt*o , ;y. desvíai
asi el conducto de su direccion habitual. Si se introduce una
sonda en la uretra, penetra' fácilmente hasta la prostafa;, por
que no' encuentra obstáculo hasta ella ; pero desde que llega
á este órgano se deMéné, y'si>'»e tí ^quiere obligar á que pase;
su contacto causa dolores punzantes. El pulso se presenta He.1
no , duro y frecuente, y la sed es mas ó menos iriten-
sa ; en una palabra , se declara la fiebre con todos los sinto*
mas generales de las grandes inflamaciones. Esta enfermedad
dura comunmente'óchóó' nueve dias ,despues, de los cuales
.declina. j ' ,-.\ ri'l' r r.i •i!: o!:.itn :-^rf h'i
''H.f'iEn algunos enfermos Ja irritacion dela membra
na mucosa de la uretra se propaga hasta la vejiga , hasta los
uréteresyawrt' hasta los'riñiontís, .n.r :*• i .e,• • ;'-;•• '¡«
•'.;;•Iñ in'flamacion'puede apocterarse de toda la vejiga;i pero
fes mas veces no pasa de los limites del cuello de este órga
no. Eii este último caso si la irritacion no es muy fuerte,
es bastante comun que la' necesidad de orinar se «nuncie de
un modo.,. casi repcfritítioi, poi* títi 'dolor' vivo en )ai raia :dél
iníembro. El C'ueroo'de ta.vejigai^qgita'doideconirácciones e$a
pasmódicas rápidas , vence impetuosamente la resistencia de
las fibras del cuello,y bac/e tatv imperiosa la. necesidad. dees*
pele»' la iorina, que d'«rtfermti,i'dispierto ó dormido , áe ve
obligado<á saiisfflcdrlai'ei} ^¡rtisiaiile 'mismo, en cualquiera si
tuacion que 'se' h»H*';";sitÍolo cual sei escapa «1 • liquido á su
pesar, ó inunda sua' vestidos y ¿u :ca«ia. Al mismo tiempo' te
rapidez del chorro de la' orina aumenta los dólor'es que O.1
casúsna al 'salir, y comunmente^ siente aun el enfermo dcs'^
pues de oirinarr':tino mas ó .menos 'fuerte en. la estremidad
del glande. Las- erecciones , menos 'frecuentes, le son mas
molestas al eafermo queanies, porque aumentan hasta UQ
grado inesplicable los dolores del perineo y del ano. La ori ni
no sale sirio ;en muy ppq¿efia¡ cantidad, "y con esfuerzos ca
da ;ve(z mas violentos;, m.ihuái ouo 0*i iis-if,.ílo fi?. s'ii\\i#
*! r'Si la irritacion del cuello de la vejiga es mas intensa, la
orina no fluye sino en pequeña cantidad , gota á gota, con-
tauchos esfuerzos y'dolores laiicinaiítes. En fin, si la inflama
ción v la estcechei del cuello se: aumentan aun , la retencion
29
de orina se hace completa. "Ento nces se presentan los síntomas
mas alarmantes. A lasgatias de orinar renovadas incesantemen
te , y á los esfuerzos continuos que necesita, se agregan te
elevacion de la vejiga enormemente dilatada por encima d^l
empeine, dolores vivos y profundos en esta viscera y en to
das las partes que la rodean, nauseas,\óraitos, accesiones defie-
t re precedidas de escalofrios, olor uritioso del aliento y del sudor,
Ansiedades estremadas, dificultad de respirar , modorra,' de
lirio, movimientos convulsivos; en una palabra, todas las es
cenas de una verdadera fiebre tifoidea que se termina por la
muerte; i "\ '•' '' , •'
1á. En ciertos sugetos se observa que la uretritis ocasio-
Tia en los tejidos fibrosos de las articulaciones , y en los mús
culos, ó tal vez mas bien en sus vainas y en sus aponevroses,
dolores que simulan, los que toman el nombre de reumáti-
"cos. : Estos dolores se fijan principalmente en los muslos, en.
las 'nalgas y en los músculos abdominales ; pero tambien sue
len bacerse generales. Hunter ha observado casos en que es
tos dolores obligaban al enfermo á conservar una posicion
enteramente horizontal , y eran tan violentos que le hacian
prorumpir en gritos. Este sintoma es raro en la inflamacion
de la. membrana ''mucosa dela uretra, 'aunque sin embargo
no le es tanto que cualquiera médico atento , siempre que
haya cristo Algunos de estos enfermos, no haya tenido ocasion
.de observarle en grados diversos. Esto debe sorprender tart-
io menos , cuanto que se conocen ejemplos bien averiguados
de reumatismos musculares y de 'dolores articulares que se
.han terminado. espontaneamente por una inflamacion de la
"uretra ; que la supresion repentina de esta ocasiona con fre
cuencia afecciones semejantes , y ,que por consiguiente hay
ien algtinos sugetos una conexion bien manifiesta ejntre las
'dos enfermedades. Lo mismo podria decirse de otras muchas
inflamaciones que ocasionan dolores .ya en las articulaciones,
ya á lo largo délos miembros , oque alternen con ellos. - [
;,:'¡ií&;. oLa irritacoion del conducto escretorio de la vejiga
-puede per su sola violencia, ó por efecto ya de una alte.i-
•racion de la atmosfera , ya de una falta en el régimen,, ya de
•una ;.predisposicion particular, principal mente cuando está
complioada con una inflamacion deJa prostata ó del cuello de
30
la vejiga , comunicarse á los aparatos digestivo, circulatorio;,
y aun respiratorio, y producir de este modo una fiebre con
tinua , caracterizada por un pulso frecuente , dilatado á duro;
por el calor alituoso ó acre de la piel, por una sensacion de
.calor y de dolor en el epigastrio ó en el ombligo, por una
sed grande, por nauseas, por vómitos, por cámaras serosas ó
/biliosas y masó menos abundantes, por una tos frecuente,
convulsiva y las mas veces seca, Scc. Este caso no es co
mun; sin embargo se ha observado que los sugetos ataca
dos de una urctritis intensasen muy sensibles á las influen
cias atmosféricas, y que la menor causa basta para suscitar
-e» ellos 'frecuentés escalofrios, y aun para ocasionar una ver-
dadera fiebre, que se exaspera todas las tardes, y que sigue
.^1 curso de las fiebres catarrales comunes. . ,
1.4. Iluriter sospechaba que la irritacion de la membra
na mucosa de la uretra podia' comunicarse al peritoneo .por
medio de los conduetos deferentes, y rita en su apoyo el ca
so de un enfermo que tenia una urctritis aguda , á la cual
combatió con el método antiflogistico. En su 'consecuencia se
contuvo el flujo, pero .sobrevino tencion, en la parte inferior
del vientre, al lado derecho .precisamente por debajo del li
gamento de Poupart : un poco 'mas cerca sin embargo del
hueso ileon §e percibia una dureza en este sitio, y el enfer
mo sentia dolor en él. Este dolor se propagó á todo el vien-
.tre, ocasionando escalofrios, cada tercer dia, con un pulso dér
bil, de lo cual dedujo Hunter que en este caso habia una in
flamacion del peritoneo, procedente en su concepto de que
«1 conducto deferente derecho estaba afectado en toda su por
cion intra-abdominal. Esta explicacion casi no parece admi
sible, porque se concibe dificilmente una inflamacion del con*
dueto deferente bastante grave .para transmitirse al peritóneo
sin que* haya sufrido el testiculo ; y el silencio de Hunter
.anuncia que. esta: glándula permaneció intacta. Tal vez de»
pendia la peritonitis de una irritacion de la vejiga, porque
se sabe que no es raro hallar el peritoneo inflamado en una
estension mayor ó menor en s.ugefos atacados de una inflama
cion catarrál del reservorio de lá orina. Yo he visto muchas
veces desarrollarse la peritonitis en consecuencia de una di
latacion considerable de la vejiga y de la acumulacion en ella
sr
de una grande cantidad de orina por efecto de una obstruc
cion de la uretra. Del mismo modo se han hallado varias veces
vestigios de inflamacion en el peritoneo , en las pleuras ó en
las meninges, en consecuencia de uretritis muy agudas oca
sionadas por el cateterismo forzado , j las cuales se habian
terminado por la muerte.
El desarrollo de una peritonitis durante el curso ó en
consecuencia de una inflamacion aguda de la .uretra, aun
suponiéndola en conexión .con esta última flegmasia por una
relacion intima de tejidos, no tiene de estrano mas que lo
que tendria la coincidencia que se ha notado muchas veces
entre la peritonitis y la metritis, 6 entre el hidrocele y la ure•
tritis crónica , como diré mas adelante. *
Variedades relativas al modo de terminacion de la ure-
trtiis y de sus complicaciones. — La inflamacion de la mem
brana mucosa de la urcl ra y las flegmasas secundarias , cuyo
desarrollo ocasiona con bastante frecuencia , pueden termi
narse de muchos modos diferentes. ' ' •i:.•>•• •: 4.
Primero , por resolución. Este es el modo mas comun , y
tal vez el que la enfermedad seguiria siempre, en los casos
en que no se esliendo mas allá de los limites de la uretra,
si no se turbara el curso natural de la enfermedad por ajguna
falta en el régimen , por alguna omision de las precauciones
que dicta la higiene, ó por algun error en el método curativo.
La resolucion de la flegmasia de la membrana exige un
tiempo variable segun el grado de la inflamacion , y tambien
segun el temperamento ó la salud general del sugeto. A ve
ces bastan tres semanas ó un mes, al paso que en otros casoi
se necesitan seis semanas, dos meses y aun mas. > . . ::•• ' ...•,
Este rumbo es tambien el que toma casi siempre la in
flamación del testiculo, el cual empieza por ablandarse, con
servando su esceso de volúmen, y despues disminuye por
grados hasta volver de nuevo á sus dimensiones habituales.
Sin embargo, pocas veces es completa la resolucion , pues cu
muchos casos queda un poco de tumefaccion en el epid ¡elimo,
el cual continua duro y sensible á la presion. Este estado de
COsas, sobte todo la dureza r suele persistir .meses y anos y
aun por toda la vida sin causar la menor incomodidad y sin
disminuir en nada las facultades viriles del sugeto. Algu
ñas veces tambien conserva el cuerpo del testículo mas
volúmen que el que tenia antes de inflamarse, y el cual per
manece tambien , aunque rara vez, un poco duro y abultado.
Esta tumefaccion, mas comun por otra parte en la nretritis
crónica que en la aguda, no debe inspirar ningun temor, j
no hay egemplo de que haya degenerado en cáncer, á no se?
quei la inflamacion se haya renovado con frecuencia ó lenta
mente bajo .el influjo de una causa cualquiera. Las. mas veces
se disipa la tumefaccion poco á poco, pero debe hacer al en*
ferino muy circunspecto en el caso en 'que llegue á contrae»
una nueva flegmasía de la uretra, pues basta entonces la me*
nor causa para que la .irritacion ataque al testiculo y se con.*
fcentre en él. Tambien..se, h'a observado,en;,varios sugetos qud
la tumefaccion inflamatoria de esta glándula s« ha terminado,
no por una induracion parcial ni una hipertrofia general, si*
110 por una atrofia mas ó menos graduada,' y aun algunas
veces, t olaL ; j.; , r.ba'Jir»:: .<ilirr.i- ul i.ir.¡i • •i. ." .i; ••, ¡
La resolucion es el moda de terminacion mas favorable
'de las demas inflamaciones accesorias dependientes de la;ure-
.teitis , principalmente de la de la prostata, porque todas lai
demas' esponené al enfermo á graves incomodidades , consecu
tivas, y aun á grandes peligros. Esta, resolucion se anuncia
siempre por la disminucion progresiva de la intumescencia
.y del dolor, y en los casos de prostatitis .por la! cesacion de
la fiebre, asi como por el restablecimiento gradual del curso
de la orina. ...•;•. i i •• •.•',':' .•••! ••.'.\.r't
.-,j, Guando la uretritis, en lugar de resolverse de? un modo
lento y graduado, desaparecelo se disminuye notablemente
con mas ó menos rapidez, y Aparecen al mismo tiempo fenó»
menos morbosos en algun otroiwgano, se acostumbra decir
que s^e termina por delllescencia, ó que, se verifica una me'
iasiasis, segun que se hace.refere.ncia á la desaparicion de la
flegmasia pcimitiva ó ála manifestacion de la enfermedad qoe
la sucede, ,Eh efecto, es constante que Ja inflamacion cesa <>
desaparece algunas veces de pronto en la uretra bajo la in
fluencia de divelrsafcícausás, y!.q'ue?«e manifiesta despues tn»
mediatamente' ó .al cabo dé algun tiempo, en otros puntos
de la economia. El testiculo es oi que en tales casos se inflama
con mas frecuencia segun ya he dicho; pero muchas veces
i
l
$3
tam'bien se inflamala' conjuntiva, : de lo que resulta una of
talmia mas ó menos aguda y mas ó menos intensa. En otros
casos, mucho mas raros.se observa una flegmasia de la mem
brana .mucosa de las fosas nasales ó de la del conducto au
ditivo esterno. Tambien suele atacar las partes internas del!
oido, lo cual ocasiona una sordera completa. Muchas veces
se desarrollan del mismo modo sintomas de irritacion en la
membrana mucosa de la boca, de Ja faringe, de la laringe,
da los bronquios, y se manifiestan ien estos sitios ya eri for-.
ma de flujos, ya de ulceraciones, y otras veces en la de la
margen del ano, ocasionando en ella un desarrollo de escres-
ccncias. En ciertos sugetos se forman tumores crónicos ó
hidropesias en las articulaciones, principalmente en las de la
rodilla , del codo,'del pie- y de la cadera. En otras circuís-'
Uncias se inflama el periostio al principio, y despues pasado
algun tiempo el tejido mismo huesoso, lo que produce perios-
toses , dolores osteocopos, exostoses y necroses. Finalmente,
se ha visto cubrirse la piel de erupciones diversas, y ademas,
segun aseguran algunos , se han visto otros muchos órganos
presentando anomálias morbosas, por egemplo, el cerebro y
sus dependencias, cuya acepcion ha ocasionado cefalalgias vio
lentas, emiplegias y aun enagenaciones mentales. La mayor
parte de estas metastases se han considerado domo sintomas'
de lo que se ha llamado infeccion general ó sifilis constitu
cional. Sin embargo, he debido enumerarlas aqui, porque mu-í
chos autores han pretendido que jamas sucedia á la gonor
rea el estado que se ha designado con el nombre de sifilis, y
han dicho, copiando literalmente á Bell, que todo hombre
despreocupado convendrá en que este hecho jamas se ha pro
bado suficientemente. Al contrario, no hay otro mas incon-
testablo. Sin embargo, debo añadir que como las afecciones
que suceden á la delitescencia de la uretritis son siempre el
resultado dela accion directa de una causa irritante sobre
el órgano donde se lijan, no se diferencian de las que se ob
servan en un sugeto perfectamente sano, sino porque suelen
ÍP acompañadas de la supresion repentina ó de una disminu
cion sensible de la flegmasia uretral, pues es raro que esta
última se disipe del todo, á menos que no fuera ¡riiu'y Jefe ó
estuviera á punto de desaparecer, por ¿-•: . lío¡•>
Tomo f, 5
34
2.° Por supuracion. El humor* que fluye en la uretritis.
no ea pus, aunque tiene las apariencias de tal. Es un produc
to de la secrecion propia de la membrana mucosa , cuyas cua*
lidades varian en razon de las modificaciones diversas que
produce la inflamacion en la testura de esta membrana. Pero
á veces se mezcla con él un verdadero pus procedente ya de
la superficie de una ó de muchas úlcera's, ya de algunos pe
queños flemones que se desarrollan á lo largo de la uretra,
ya, en fin, de abscesos formados en las glándulas de Cowper
ó en la prostata. . > • • ..
Mas adelante haré ver que es casi imposible averiguar con
certeza la existencia de una úlcera en la uretra. La naturaleza
del flujo no serviria de ningun ausilio bajo este aspecto, pues
to que no se conocen caracteres por medio de los cuáles se pue
da llegar á distinguir el verdadero pus : él del tejido celular,
de la materia exhalada por una membrana mucosa inflamada.
Algunas veces se supuran los hacecitos de vasos linfáticos
del pene, y se desarrollan en ellos uno ó muchos pequeños
abscesos .dispuestos en lirica unos detras de otros en forma
de rosario, á lo largo, de la parte afecta. Este modo de termi
nacion es muy raro respecto de las tumefacciones de las glán
dulas inguinales, aun en los casos en que participa de la
afeccion el tejido, celular inmediato. Sin embargo se verifica
en ciertos casos. ,.i J¡¡i'••.. •; ••«].f.'.i' .,'' r'n.n i" •i',•••' ••• ¡. •',,•
La inflamacion del testiculo se termina pocas veces por
supuracion, á menos que no sea muy intensa, y que el arte
no haya hecho nada en el principio para combatirla. Esta ter
minacion apenas se observa una vez entre quinientas, según
Bell. La violencia de, los sintomas inflamatorios y del carác
ter decididamente pulsativo de los dolores, deben hacer te
mer la supuracion , y se reconoce que se ha formado por la ,
pastosidad del sitio de la inflamacion, y por la fluctuacion
que se percibe en él. El absceso puede formarse ó debajo de
la piel del escroto, ó en el cuerpo mismo del testiculo. Este
segundo caso es mucho mas grave que el otro, porque la
resistencia de la túnica albuginea impide que el pus se dirija
al ester.ior, de lo cual resulta muchas veces que la sustancia
de la glandula se;¡desorganice enteramente antes que la fluc
tuacion se haya hecho, perceptible^ .^i, •,. .••:•
35
Los flemones sub-mucosos de la uretra , lo mismo que
todos los tumores inflamatorios , tienen mas tendencia á abrir
se al esterior que á la cabidad de la uretra cuando la infla
macion llega en ella, como sucede .algunas veces, al grado
necesario para ocasionar la formacion del pus. Sin embargo,
algunas veces este se busca salida por el conducto, y Huye
repentinamente al esterior, ó refluye á la vejiga para salir des*
pues con la orina.
Lo misino sucede con los abscesos que se desarrollan etí
la inmediacion de las glándulas de Cowper. Estos abscesos
son por lo regular numerosos, aunque no se percibe mai
que un solo tumor prominente al esterior. Suelen ocasionar
considerables perdidas de sustancia en las partes 'inmediatas,
como lo ha visto Monteggia. ' • ...i.•.,•i••;..ii -¿ ¡;
-•; .Todas estas colecciones puruléntasi pueden. aftari^ paso á
un mismo tiempo al esterior y al iríteribi?; siguiendose de es
to. fistulas urinarias, de las cuales no me ocuparé sino cuan
do trate de los accidentes de la uretritis crónica, á la cual se
observa en. efecto que suceden coj» mucba mas' frecuencia.
Cuando la inflamacion de la prostata se tertiriha por su
puracion, lo que no es raro., persisten los sintomas' hasta
mas del octavo ó décimo dia despues de la invasion. El en
fermo tiene fiebre con recargos precedidos muchas veces déi
escalofrios ; por la tarde se disminuyen los dolores un 'poco,
y la dificultad de orinar suele hacerse menor; el dedo intro-.
ducido en el recto percibe un tumor con fluctuacion. La su-"
puracion, como lo ha hecho observar Desault,.parece que no
ataca el cuerpo mismo de la glándula, sino que se forma so-,
lamente en sus membranas y en el tejido celular diseminado
al rededor de dos lóbulos que; la^componen ; porque aunque se ;
encuentren muchas veces en .este sitio depósitos muy esten.i
sos, casi nunca se la halla disuelta iy destruida, sino que per
manece entera , y aun muchas veces mas gruesa que en el es
tado natura!. Unas veces se presenta el tejido celular del ór
gano como infiltrado de materia purulenta ; otras veces se
acumula el pus en muchos pequeños focos formados entrei
los lóbulos; y en fin, otras veces forma una coleccion coasi~
derable que se manifiesta casi siempre en la cara esterna de
Ja glándula aliado ya de la vejiga, ya del recto,, rara vez en
36
su cara internareis Jo interior de la uretra, ó ata enfrada
del cuello de la vejiga. Este foco único suele abrirse espontái-
ricamente al interior, en la vejiga, en el recto, en la uretra,
pero este último rumbo , menos desventajoso que los otros,
no le toma sino en pocos casos. La supuracion de la prostata
es un accidente siempre terrible, muchas veces mortal y con.i
tra el cual tiene la cirujia pocos recursos. *: ,;:• . .1
3.° Por gangrena. Este modo de terminacion es muy
raro , pero no carece de ejemplos. Andree ha hallado en la
uretra de un hombre que murió por una retencion de óri.i
na, una sustancia que llenaba este conducto desde el glande
hasta el verurnontanum , y la cual parecia depender de la mem
brana mucosa esfacelada. Guando la inflamacion se comunica
á todo el pene, lo cual casi no sucede sino cuando coincide
con, la ufetritis una. violenta gastro-enteritis, puede terminar
se por la gangrena » y en este caso se limita la mortificacion
casi siempre á los tegumentos, pero tambien suele apoderar
se de todas las partes del miembro viril , el cual 'cae comple^
tamente, como consta por ejemplos que nos han transmitido
Forest entre otros*-, £;'í.'••v"V :/i i .••• -í.if.lid.i f.l i '.••'.;.'*
r^nLa inflamacion del testículo puede ser bastante intensa
para ocasionar la gangrena; pero para esto es preciso que el
cordon espermático, 'hinchado sobre manera, se halle compri
mido por un a'nillo inguinal naturalmente estrecho y rigido.
Se. concibe segun esto cuan raro debe ser este terrible ac
cidente. .^,.' >PÍ ..i'rl PO.I •••.:. *:t p:: • ;'• .TUI r|-ví '. f!:.;i;!
La gangrena de la prostata, de la cual hacen mencion
algunos autores, es tambien muy rara. <••
ciÁf.li Por su paso al estado crónico. La uretra conserva
aua mucho tiempo despues depurada la inflamacion de que
ha, estado atacada, una cierta irritabilidad morbosa que se
manifiesta por un 'Cosquilleo mas ó menos sensible cuando
salela orina, y á la cual acompaña una grande tendencia del
testiclulo . á inflamarse, por poco <íue se descuide el separar
todas las causas de irritaeioíitnde esta glándula. Alguna» ve
ces tambien se observan copos ó filamentos tenues nadando
en la orina, sobre todo despues de algun esceso en el régi-
men. Estos leves accidentes inspiran grandes temores á cicr"
tos enlcrnios, pero nbjitienen. nada de alarmante , y se disipan'
. '37
por si mismos/ Pueden Uarar por meses y , iauti áffofc,' 'y'''*?!
tiempo ayudado de la influencia de un género dé vida a'rre*-
glada llega á disiparlos. Examinando el orificio de la uretra se
encuentra su membrana interna blanda, floja y mas pálida
que en el estado natural; y cuando se la comprime, se hace
salir un moco amarillento de un número infinito de peque
ños punios. •'*: ' r.-.ir'Vn r. --
Tambien suele suceder á la inflamacion de la uretra un
estado particular del conducto , que se designa comunmente
«on el nombre de espasmo: estado muy semejante á aquel
que esperimentan los sugetos que retienen por demasiado
tiempo su orina, y contraen la mala costumbre de resistir las
ganas de orinar, por medio de las cuales anuncia la vejiga la
necesidad de descargarse. Este espasmo está sujeto á las mas
singulares anomalias ; unas veces solo presenta un débil obs
táculo al paso de la orina ó de las sondas, y cesa repentina
mente, otras veces al contrario, no permite orinar sino por
un chorro muy delgado , y aun se opone muchas veces eh-
• toramente á la salida del liquido ó á la introduccion de las
algalias. En las inspecciones cadavéricas 'no presenta el rriiem-
bro nada que esplique Ja interrupcion del curso de la orina, ó
solamente se observan los vestigios de una flegmasia muy le
ve , sin engrosamiento perceptible de las paredes del con
ducto. Unas veces no tiene el enfermo .flujo alguno, y solo se
queja de una disuria' inconstante acompañada de un ligero
ardor de orina; otras veres está sujeto á un flujo de materia,
ya puriforme y blanquecina, ya elara y transparente, la cual
es menos abundante', pero mas espesa que en la uretritis agu.f
da; este flujo no está acompañado ni de calor, ni de dolores;
ni de erecciones. Los flujos de esta especie pueden durár mu
chos años, y aun toda la vida. Todos los dias se ven algunos
que cuentan ya diez, quince, veinte años y mas, y que por
la menor causa se .exasperan ó se suprimen. Muchas veces no
son continuos, sino que cesan. de tiempo en tiempo y por in
tervalos mas ó menos inmediatos, Comunmente se 'les da el
nombre de gonorrea benigna ,' para distinguirlos dé los flu
jos que acompañan á la uretritis aguda , y los cuales toman
el de 'gonorrea virulenta. Tambien se los denomina blenorrea á
flujo habitual; Darwia les daba el nombre de gonorrea fria.
38
Cuando están sujetos á intermitencias irregulares , . se 'les da
.el nombre de gonorrea intermitente ó periódica. Antes de
ahora se atribulan estos flujos á la relajacion y á la debilidad
de los vasos exhalantes de la uretra; pero esta teoria combatida
.victoriosamente ppr Hunter, ,no merece en el dia que uos
detengamos á refutarla. . r¡¡ .j':¡ ,.\. :;?.;• ,...,.
Mientras que la flegmasia crónica no pasa mas alia de la
superficie de la membrana mucosa, puede durar en tal esta
do por muchos aiios seguidos , sin ocasionar mas accidentes
que una leve comezon á lo largo del conducto, y un ilujo ha
bitual que deja en la camisa pequeñas manchas blanquecinas,
grises, amarillentas ó verdosas. Este flujo persiste siempre, ó
desaparece por algunas semanas ó meses enteros, ó en fin,
no se interrumpe nunca mas que dos ó tres dias en el discur
so de una larga serie de anos. Los sintomas se exasperan y
se renuevan con todos. Jos caracteres, de una hueva ¡afeccion
con motivo del menor esceso, ya en el coito, ya en la mesa,
ya en el ejercicio. El abuso del coito contribuye principal
mente á aumentar ó á reproducir el flujo , y aun algunas •
veces con tanía abundancia que el sugeto no duda que ha
contraído una nueva enfermedad.. Muchas veces también sé
limita este abuso á escitar una sensacion desagradable de ar
dor y de escozor en la uretra, y si la uretritis ha estado com
plicada en otro tiempo con una inflamacion del testiculo, se
hincha la glándula y se pone dolorosa por algunas horas ó al
gunos dias. La dureza que con tanta frecuencia queda en el
cpiclidimo, aumenta tambien momentáneamente de estensiou
y de consistencia. A propósito de esto hace Mr. Delpech una
advertencia m uy importante, y. es que continuamente no: sé
atiende mas que á la renovacion de los dolores y del .flujo en
la ocasion en que la cesacion casi completa de los unos y del
otro hacia esperar el fin próximo de la enfermedad, al paso
que con un poco mas de atencion se podria comprobar sin
dificultad que la nueva inflamación no tiene siempre el mis
mo asiento que la antigua, y que por consiguiente se la puede
considerar en la mayor parte de casos menos como una exacer
bacion de esta última , que como una afeccion nueva. Se deja
entender cuan importante es esto para el método curativo.
No sucede ya lo mismo cuando la inflamacion reside ai
39
mismo tiempo en los tejidos subyacentes.' En tales casos se
concentra en un solo punió ó en muchos á la vez, y de es
to pueden resultar dos afecciones diferentes, pues unas" ve
ces pasa la inflamacion de la membrana mucosa al tejido ce
lular que tapiza su superficie esterna, y otras veces por el
contrario se comunica de las partes subyacentes á la membra
na. Los efectos inmediatos no son idénticos en estos dos ca
sos, aunque el resultado final sea siempre el mismo, es de
cir, la estrechez del conducto. , '•(. i «oi.iu. \t
Dije antes que no es raro que se desarrollen pequeños'
flemones á lo largo de la Uretra , ya .sea 'solamente en el te
jido celular, ya sea tambien en el tejido esponjoso del con
ducto y del miembro. Estos flemones se terminan frecuen
temente por induracion, y producen dé este modo nudosi
dades, ya aísladas, ya aglomeradas y dispuestas á manera de
cuentas de rosario, y las cuales suelen ser bastante volumi
nosas para dificultar la emision de la orina y la ereccion, y
para ocasionar una verdadera purgacion de garabatillo cró
nica, .sin que la sonda «ncuentre callosidades ni éngrbsSínien-'
to en la superficie <le la uretra. Son otros tantos núcleos de:
inflamacion situados á una distancia mayor ó menor de la
superficie secretoria, que pueden exasperarse por la menor
causa esterna ó interna. Puede suceder en este caso que la
membrana mucosa permanezca mucho tiempo intacta en me
dio de los progresos lentos, pero cada vez mayores, del tu*1
naor desarrollado debajo de ella ; que presenten uri aspecto
semejante al que resultaria , empleando la comparacion bas
tante exacta de Hunter, de la. accion de un bramante atado
al rededor de la uretra; que no exista' ningun vestigio de flu."
jo, y que este último no se haga sensible sino ten. la¡ épocsf'
en que comienza á afectarse la membrana misma , lo que su
cede siempre cuando la estrechez ha llegado á un cierto grado,
á causa de la distension que el chorro de orina ocasiona ne
cesariamente en la porcion del conducto situada detras del
obstáculo. Los mc'dicos de la edad media habian observado
con mucho cuidado este caso, demasiado descuidado en el
dia, y habian notado ,qúe muy frecuentemente no era segui
da de flujo la disuria crónica sino despues de haber subsis
tido por algun hempou. -jicyí ..«i < c \. u li
En el segundo caso la inflaoíacion cíe la membrana mu
cosa uretral, disminuyendo de intension y de estension , y
concentrándose en uu punto mas particularmente propio
para su existencia , como sucede á toda inflamación que pa
sa del estado agudo al estado crónico, parece ganar en pro
fundidad lo que pierde en superficie. Se propaga á las par
tes subyacentes, cambia su modo de nutricion, altera por
consiguiente su testura, y da origen ya á ulceraciones mas
ó menos estensas, ya, loque es. mucho mas comun, á adhe
rencias , á depósitos de .mateeia concrescible , que contraen
los tejidos, aumentan su grosor, y los privan de su flexibili
dad y de su estensibilidad naturales. De aqui resulta un in-
üirto de las paredes del conducto que estrecha su cavidad , y
que se acompaña siempre de un engrasamiento mas ó menos .
notable de la membrana mucosa. Si en este caso se introdu
ce una sonda ea la uretra, se nota qué ésta está sumamente
sensible en toda su estension, pero particularmente en un
punto. Desde que el instrumento llega, á. este sitio sufre el
enfermo un dolor róriy viva; cree que le. punzan y .por. un
movimiento automático se ve impelido á coger la mano del
aperador para contenerle. Si á pesar de esto continua este
último sus tentativas, el doler se hace mas intenso, la sonda .
encuentra una ligera resistencia, y por poco gruesa que sea
se percibe que! queda apretada en el sitio donde reside la sen
sibilidad morbosa; cuando se la saca viene cargada de rauco.
sidades , y aun á veces de sangre , de la cual sale tambien
una pequeSa cantidad por el orificio de la uretra. El enfer
mo se re atacado de un flujo que persiste sin interrupcion,
ó que se renueva por intervalos mas ó menos distantes. Cuan-
do orina siente dolor, y un obstáculo en el sitio en que se
detiene el liquido, donde persiste una sensacion particular,
por la cual puede designarle aun despues de satisfecha la
necesidad de orinar. ¡. ••n.i (. :...', , ,.••i:.. •, i.•. .'. : ..• e
;.. Estos san Jos dos modos .con <jue pueden formarse las
estrecheces de la uretra. En ambos casos progresa la lesion
orgánica con mucha lentitud , pero de un modo continuo. El
enfermo .apenas hace caso, al principio, y como no preve los
tormentos que Je esperan., ,solo se. inquieta por las frecuen
tes exasperaciones del flujo, las cuales le hacen temer, yaque
41
ha quedado mal curado , ja que ha contraido una nueva go
norrea; ó si nada de esto sucede, no fija su ateacion mas
que en los infartos simpáticos de uno ú otro testiculo, á loa
cuales está, muy espuesto el enfermo. Todo ejercicio violen
to, todo alimento muy escitante, las bebidas alcohólicas y los
escesos venéreos agravan su estado. El frio le es igualmente
muy nocivo; razon por la cual padece mas en invierno que
en estio, y durante los vientos de norte y éste, mas que du
rante los del sur ó del oeste. Ademas del frio hay aun otras
circunstancias que pueden aumentar las incomodidades can
sadas por una estrechez; asi es que se ha observado que la
dificultad de orinar era siempre mayor durante el frio de las
accesiones de fiebres intermitentes. ..., :
Mr. Lallemand, que ha tenido muchas ocasiones de dise
car uretras afectadas de estrecheces, describe del modo si
guiente el estado de las partes en un enfermo que entró en
el hospital afectado de estranguria , y el cual murió dos dias
despues por una perforacion espontánea del estómago. " En
contré» dice, en la corbadura sub-pubiana una estrechez
por la cual pasaba con dificultad una sonda acanalada. Abier
to el conducto en toda su longitud, presentó en el punto
estrechado un engrosamiento circular de la membrana mu
cosa, que principiaba y concluia de un modo insensible, de
suerte; que el 'trozo cariado se parecia por cada lado á un
uso dividido en la direccion de su eje. El borde esterno no
era menos convexo que el que correspondia á la superficie
del conducto, y de este modo el .cilindro que formaba el obs
táculo, adelgazad^ por sus dos extremidades y abultado por
el cendro, t sobresana. ta.nto al.esterior como al inferior. Dise
cando la membrana mucosa, la encontré tan adherida en el
sitio de la alteracion, que no pude sacarla entera; lo que prue
ba que el tejido celular que. unia estas partes habia partici
pado de ]& afeccion de la membrana mucosa. El tejido alterado
era de un color blanco amarillento, firme, resistente, poco
elástico y muy facil de rasgar; no presentaba ninguna apa
riencia de fibras manifiestas, y aun hubiera podido decirse
que una sustancia albuminosa se habia depositado en los in
tersticios ,de la membrana mucosa y del tejido celular subya
cente
'• ' rr,
como en una esponja. £ib puedo dar una idea mas exac-
I JJiaJ U,. ilJ J.».jA, n |f .r.lBJUw.' C.'iIIJ i. ,
Tumo I. 6"
,
tá de este:cflin'dro, que cómparárídble al que Se forma por'
la osificacion del periostio al rededor de un hueso largo frac-'
turado; y asi como el periostio hinchado por la inflamacion,
se cubre de fosfato de cal, y conserva la formá de urt cilin-^'
dro adelgazado oor sus dos estremidádes , del mismo modo la'
membrana mucosa y el tejido celulár' qué' iá' rodea conservaír
en sus mallas, despues de disipada la inflámacion, una sus
tancia albuminosa que aumenta su volumen y densidad/'
Asi de cualquiera modoi que se haya establecido la estré.»:
chez la inflamacion , de la cual depende la infiltracion del li-'
quido coagulable, se mitigá poco á poco, y no queda ya ves
tigio alguno cuando la induracion llega á su último término.
La sensibilidad disminuye tambien por grados, y ál fin se es-
tírigue enteramente cuando la membrana ha perdido entera
mente su testura primitiva, de suerte , que los dolores que'
aun siente el enfermo, no tienen ya su asiento en la super
ficie endurecida como antes, sino que dependen únicamente
¿fe la irritacion de las partes sanas que la rodean'. ;i ' .•
'v 'Las estrecheces déla tíretrá 'tienen comúnmente poca es-
tension. Sin! embargo, parece que :su grosor y su longitud
aumentan sin cesar como su dureza. En la mayor parte dé
casos se limitan á una, dos ó tres lineas de estension, pero
están situadas.
Unas solo ocupan una porcion de la circunferencia de la
•uretra, ai paso que oiras se apoderan de toda su cfreunfe-
rencia. Las poniéras alterati la; direccion del conduátb ',' y le
desvian trias ó menos en razon de su grosor. Las segundas o"
circulares presentan muchas diferencias, las cuales sin em-
171
se con mucha mas frecuencia á la "vejiga .y 7 á; los rinones,
pues hay pocas enfermas que no se quejen de dolores en la
.region nipogástrica ó en los lomos, y cuyas orinas no den
por sedimento una cantidad mayor ó menor de mucososi-
dailcs. Por lo demas la irritacion' se estiendo frecuentemente
á los vasos y á Lis glándulas linfáticas , y quizá á las venas.
Hunter ha visto salir del centro de uno de los grandes labios,
•hinchado y mas infartado que el otro, una cuerda dura que
subia hácia el púbis, pasaba sobre la ingle del mismo lado y
se perdia en una de .las glándulas inguinales ;i la altura del
ligamento de Poupart. No se la podia percibir sino compri
miendo las partes con un poco de fuerza, y entonces causa
ba dolores vivos. En otras circunstancias el cordon sigue por
los ligamentos redondos, sobre los cuales se manifiestan al
gunos tumorcitos precisamente á su salida'dél abdomen. Ea
otras tambien sube este cordon á lo largo del ángulo que
forma el grande labio con el muslo. Todas estas variedades
.dependen de la situacion del foco principal de irritacion y
de la disposicion de los vasos '. linfáticos ó; de las venas. Del
mismo modo pueden desarrollarse flemones en el tejido ce
lular subumcoso ; y en efecto, no es jaro encontrar cerca
del orificio de la vagina , en la superficie interna de los gran
eles labios, ó tambien en el monte de Venus, abscesos que
suelen degenerar en fistulas. Tambien se observa con has*.
tao te frecuencia que la materia del flujo inflama ó escoria el
perineo, el ano y la parte inmediata de los muslos. En fin,
en la uiuger como en el hombre puede la irritacion comu
nicarse á los aparatos digestivo y circulatorio, y resultar de
esto náuseas, vómitos, fiat ulencias en el estómago y en los
intestinos, y una fiebre mas .ó menos intensa ,' segun el
temperamento de la enferma y el grado de irritabilidad de
Jas partes afectadas, o •, .i;. •
La inflamacion de la membrana génito-urinaria es sus
ceptible de los mismos modos de terminacion en la raugcr
que en el hombre. Sin embargo,: debeiesceptuarse la gan
grena, la cual no se ha observado quizá nunca, á no ser
en los casos de complicacion con una flegmasia interna muy
intensa. Pero en cambio tiene mucha mas tendencia á ad
quirir el carácter crónico y á ocasionar de este modo flujos
73
que pueden prolongarse sin término, y aun hacerse habitua
les, porque á, cada periodo menstrual espcrimentaa una
nueva exacerbacion. Si la inflamacion ha fijado su asiento en
Ja uretra, puede tambien producir en ella estrecheces, las
cuales son á la verdad mucho mas raras y menos graves en
sus consecuencias que en el hombre, pero de cuya existen
cia ha dudado sin razón Bell, puesta que ha sido confirmada
por las observaciones de llunter, y ha visto ejemplos de ella
Mr. Lallemand. • . ,.:. i ¡ .,,'.¡,. •••«> .r
. ,:•• £jl,acto venéreo no es en la muger lo mismo que en el
hombre la única causa de las flegmasias de l% membrana
mucosa gc'nito-urinaria y de, los flujos mucoso-purulentos
que dependen de, ellos, pues todas las que he, enumerado en
el articulo anterior, puede producir igualmante en ella los
mismos resultados, pero hay otras aun que dependen de la
organizacion de la muger y que merecen un exámen par
ticular. . , . i*..:í/,i-i •:: o ,rt, o,!¡ t:r. ••:: .r. ff to•'r. n•' i
Por de contado es bien obvio que una irritacion mecánica
cualquiera puede ocasionar la inflamacion de la vagina. Bell
cita á propósito de esto el ejemplo de una jóven atormenta
da por espacio de. quince dias de un flujo muy abundante,
verdoso, sanguinolento y de un olor desagradable! á la cual'
se la habia considerado ya atacada de una sifilis confirmada,
y se trataba de sujetarla al metodo curativo correspondiente,
cuando ella misma descubrió en su vagina un pedazo de es
ponja fina que se habia quedado oculto en ella, y cuya es-
traccion hizo cesar el flujo el dia mismo. Ademas, se sabe
que á los primeros actos venéreos suelen seguirse en las jó
venes, cuando no hay..proporcion eittre Iqs órganos, flujos,.
sobre cuya causa es fácil engañarse, y las cuales, segun la
juiciosa observacion de Mr. Cullerier, ponen en mucha per
plejidad á los tribunales en' una causa de violacion, cuando!
los medicas consultados por los magistrados los califican de
sifiliticos, y el reo,, sin embargo, prueba que está sano.i El
mismo fenómeno suele observarse tambien en las mugéres,
que no habiendo usado de la venus en mucho tiempo , se en
tregan despues á ella con ardor. ,.•,., . B: ,,., t.... ...'i; „/iJ
No es menos cierto que las irritaciones de las demas
membranas mucosas pueden comunicarse á la de la vagina,
Tomo I. 10
-AsiMr. Rayer ha reunido un gran número de hechos, los Cú'a¿
les confirman que la erupcion de los dientes ocasiona en las
niñas flujos semejantes á los que se han observado en los
niños, aunque mucho mas frecuentes. Mr. Capuron refiere
tambien el ejemplo curioso de una niña de tres años, en,
quien durante la epidemia catarral de 1803, se manifestó al
mismo tiempo que el catarro pulmonar una viva inflamacion
de las partes genitales, acompañada de un flujo blanquecino
y de ardores incómodos al orinar, la cual se disipó con la in
flamacion de la membrana gastro-pnlmonar despues de ha
ber causado grandes inquietudes á los padres. Mr. Boisscau
me ha 'dicho que ha observado tres rasos semejantes á estej
sin mas diferencia que no haber habido en ellos bronquitis.
Tambien saben todos que !a leucorrea, catarro agudo ó cró
nico de la matriz y de la vagina, depende en general de una
irritacion crónica de las vias digestivas , y que ' las epidemias"
catarrales la agravan siempre, ó le ocasionan tambien algtH.
nas veces momentáneamente cuando no eVistia. . j
1: Esta última afeccion, sea en el estado agudo, sea en el
crónico, se parece perfectamente á la inflamacion de la va
gina que sobreviene despues del coito; el color, el olor y la
consistencia del flujo va.rian igualmente segun el estado de
las partes y el grado de irritarion de la membrana mucosa,
solo que los dolores son profundos , al paso que en la gonor
rea se hacen sentir comunmente á la inmediacion de la vul
va. Pero este carácter tambien .falta siempre que fe flegma-
sia venérea se estiende hasta la matriz ó cerca de ella.¡' ..•"'•'• •*
-.• '• la mismo puede* decirse dé )tí¿ flejes que sobrevienen éh
muchas rougeres p¿c» tiempo¡ antes de la. 'menstruación ó in»
mediatamente despues; .i. •i¡.n..;.íi- .r.rl ..•• .:•. . f
-•' Asi de cualquiera modo qué .la inflamacion de la mem
brana mucosa geni to-urinaria se haya desarrollado en la mu-
ger, siempre se presenta bajo el mismo aspecto Jkcori los
mismos caractéres,, prescindiendo de las innumerables modi
ficaciones que dependen del grado de la flegmasia y del tem-'
perantento de eada individuo. INo solamente no hay la mas
leve diferencia en la materia del flujo, sino que tambien l*s
accidentes locales y simpáticos suelen ser absolutamente se
mejantes. E» verdad que 4tí ka supuesto que el {hijo es bla.h-.
(¡ ; .\ om»\.
co en la Ieucorr"ea y verdoso ó amarillento en la gonorrea;
pero, esta .señal no. tiene: valor alguno, .puesto que en una
y otra afeccion el color del "flujo varia al infinito. Solo 'lá
confesion de la muger puede hacernos conocer la verdadera
causa del malí . :' . ..•:•i • ••L• i. i .'.¡-.t
El problema de las enfermedades contagiosas de esta en
fermedad es aun mas difícil de resolver en la muger que en
el hombre. Se han visto hombres que han contraido uretri-
tis mas ó menos aguda con mugeres en las cuales era impo-
sible-deseubrir vestigio alguno de enfermedad. Hunter supo
ne que en tales casos recibe el hombre la infeccion de la mate
ria depositada por otro en la vagina, y la cual sale adherida á su
pens antes de haber tenido tiempo de' obrar en la muger;
Esta explicacion apenas satisface, y parece mucho mas sen
cillo admitir que en este caso se desarrolla espontaneamente
«n el ¡hombre la inflamacion uretral, de lo cual se tienen
por otra parte tantos ejemplos incontestables. Ademas de es
to es bastante comun encontrar hombres que han contrai
do gonorreas por haber tenido comercio con mugeres, esen-
tas por lo demas de toda sospecha., antes ó despues de la
menstruacion, ó algunos dias despues del parto, ó durante
el flujo de los loquios, ti en fin, durante el curso de una leu
correa crónica, y sobré todo aguda. La conclusion que natu-
ralmcuie emana de estos hechos , es que la membrana mu
cosa de los órganos génito-urinarios, con todas las demas
de su clase, suministra lo mismo en la muger que en el
hombre, cuando .llega un cierto, grado de inflamacion , una
secrecion que aplicada á cualquiera otra superficie mucosa
sana, puede excitar en ella una irritacion, en cuya conse
cuencia se desarrolla una flegmasia mas ó menos intensa se
gun la energia con que ha obrado el liquido morboso, ó mas
bien segun la susceptibilidad del tejido que le ha recibido.
Asi pues dicta la prudencia que no se concurra al acto ve
néreo con ninguna muger atacada de una flegmasia, por poco.
«intensa que sea , de la membrana interna de la vagina, cual
quiera que sea la causa ; porque si algunas veces se puede
visitar impunemente á una muger en este estado, por efec
to de la costumbre ó por falta de susceptibilidad , de lo cual
nos suministran ejemplos muchos hombres, tambien. la es
76
pcriencla diaria demuestra sin réplica que el principio con-¡
tagioso se desarrolla ó adquiere una actividad mayor duran
te el coito, ya por el calor y la turgencia escesiva de las par
tes genitales, ya porque estas últimas se hacen entonces mas
sensibles á la accion de todas las causas irritantes. *
ARTÍCULO III. .
i
De la inflamacion de la membrana mucosa del ojo.
^ ' :•
ARTÍCU10 VII.
.CAPÍTULO IL ..it•* t.
, (l). Digo gangrena por conformarme con eHenguage usual , pues real
mente la alteracion de que aqui se trata'corresponde á [agangrena de hos-
pit'tl.¡ entre la cual y ciertas úlceras venéreas, sobre todo lasque Hun-
ter llamaba mas particularmente asi, existe una grande analogía , indi
cada' ya por Pouteau y M.T. Boyer. En efecto, la gangrena de hospi
tal se. manifiesta !en forma de pequeñas manchas irregulares y deprimidas.,
cubjerras de un barniz m.ucoso,, pirdus.có , y muy adherido , las cuales se
fprVnatí sobre' liria base, dura'" é.iiiflamadsi , 'y estan rodeadas por un cír-'
culo. amoratado: estas manchas no .tardan en reunirse, y aumentan de.
astension en todos sentidos, de modo que la herida no presenta ya
mas que una superficie de un color gris ceniciento, con bordes rubicun-,
íos¡t purpureos, tirantes, dolorosos y vueltos hacia fuera. Si á esto se
agregü el olor particular que exhala la supuracion, la influencia que el es
tado de. las vias gastricas ejerce sobres los progresos de la enfermedad,'
y en fin, la circunstancia de haberse atribuido tambien la gangrena de
hospital á un virus, parecerá mas íntima aun la relncion entre las dos
afecciones. Considerandolas bajo este punto de vista, sera sin dudamenos
difícil resolver la cuestion de las propiedades contagiosas de la gangrena
de hospital, admitidas por Champean, Pouteau, Dussaussoy , Steidele, :
Brugmans, Rieser , Vautren , Colla, y MIYI. Delpech Kluysqueus,
Blackader ; refutadas por MM. Devillíez , Double, Guillon , Hennen,
teveillé Percy Dupuytreri ,Richerand , y problematicas aun para muchos á
pesar de los esperimentosdeM. OUivier y las observaciones de M. Riberi, ..
89
trasmitiendose;! los vasos y glándulas linfáticas mas inmediatas,
y probablemente tambien á las venas , ocasiona en ellos in
flamacion é infarto. Ademas, cuando están sujetas á fre
cuentes y continuas irritaciones, pueden sufrir todas ellas la
degeneracion cancerosa. í ^••v .¿ *; . ,•-•: ';i r. ' . . ..l
Estas variedades principales, entre las cuales existe una
infinidad de grados intermedios, dependen de la mayor ó
menor intension de la inflamacion , de la irritabilidad del
sugeto y de una multitud de circunstancias estertores, entre
las cuales debe ocupar el primer lugar la influencia del regi
men, del género de vida, del estado de los demas órganos
y del método curativo. Pero hay otras aun que dependen
del sitio mismo de las ulceraciones, y que voy á dar á co
nocer recorriendo' sucesivamente las diversas partes sobre las
cuales oueden fijarse estas últimas. inu oú o'.rJl:i 10.' o
n :• i'¿ ' .:.:;'í:;J
f . ' í:' ;• (;.;-'.•;, . , '.i.í u;'Sii.. et.io'U., ¿oí i ••>
:¡ i.' •J • ARTICU1O PRIMERO. .1 aoa.•.i : ',:: • i
i.,., '•',:...' '.,.1.1 ...... •,:1., •..:>,'•• - , '.' •' .
(: De las ulceraciones de ,1a superficie ittterna del prepucio:' i
o ,,;iíí nbi'J ftiüi ( "ii., y del frenillan Y.oIliiJini i:i i '''••;
,l:írq si'..um oliiüi'••.l!. f.-.'M : •" cf.oi »•: ;o... v ,"i •, ..IT V.JIH
-DT] bb obilno {3 r:i'i'jiiea i;.. ^'i:l atJ'* ,.iIIL:HOi! .oí i¡ I
93
,<.- .ia
ARTÍCULO IL.
t ** • * ..* *t * .'"."
Délas ulceraciones del glande, • ¡.•¡•:• ::/.
.'•r/ i'ii••.•• 'i:: b o•'., ¡ •••tiMi•• /:. •:•> i'—frnjr.. i> u., ' t.BB
- "Aunque se hallen con menos frecuencia ulceraciones ve
néreas en el glande que en el prepucio, sin embargo, suelen
multiplicarse tanto en aquel que llegan á formár una especie
de corona al rededor de su base, ó bien se establecen en el
dorso del órgano, ó en fin, .se fijan en el orificio de la ure
tra. Tambien se ven en ciertos sugetos cubriendo toda la su.:
pcrficie del glande. / n •: : '• •.•••
' Unas hay cuyo modo de formacion no se diferencia al
parecer del de las escoriaciones del dermis producidas por una
sustancia vesicante, y son 'superficiales y poco estensas. Efec
tivamente son simples escoriaciones que rara vez fijan la aten
cion del enfermo, y mas rara vez aun la del médico. En gene
ral desaparecen casi con tanta prontitud como se habian mani-,
festado, y no queda vestigio alguno de ellas desde que se-
reproduce la epidermis. • „: HV.'t\...MI ...
Guando ha sido mas profunda la destruccion de la mem
brana sub- epidérmica, la ulceracion presenta una superficie
granujienta y cubierta de desigualdades. Sus bordes son
blandos, deprimidos y cortados de un modo irregular; Dura
mas, porque necesita mas tiempo para la formacion de una
verdadera cicatriz, la cual se hace necesaria en tales casos
por la pérdida de sustancia.
La flogósis que la ha escitado pasa algunas veces al es
tado crónico, ya desde luego, ya al cabo de un cierto tiem
po , y la úlcera se cubre de una costra gruesa , pardusca y como
lardácea. En este estado permanece estacionaria con su base
un poco dura, hasta que sucediendo alguna ligera estimula
cion, la reanima y ocasiona la caida de la. capa reblandecida
que la cubre, y pone su superficie en las condiciones .nece-
sarias para que se verifique la cicatrizacion , la cual .sé hace
generalmente de la circunferencia hácia el centro, aunque
por otra parte varie mucho en su modo segun la forma y
la estension de la ulceracion.' nv.ii.ii f::.'. i! : • ¡ii :.!JHt.!*¡ ito
Si la úlcera se: hace iagedénica, rara vez adquiere la for-
ma serpiginosa de modo que surque ligeramente una esten-
sion mayor ó menor de la superficie del glande.
En general es fija y hace sus estragos de fuera á dentro.
Asi es como llega. á destruir el glande en, todo ó en parte, y
aun hacen desaparecer sucesivamente todo el miembro viril.
Sobrevienen hemorragias mas ó: menos fuertes, y>á veces .bas
tante abundantes , para no dejar otro recurso mas que ía
amputacion del miembro , y casi siempre sobrevienen bubo
nes inguinales, los cuales por el contrario se observan rara
vez en las variedades precedentes..; .i .;;• ü ,: íuvii '.«,i o'..ifii
Si la inflamacion tiende á terminarse por gangrena, las'
partes se mortifican de una vez, ó solamente. capa por capa, de
abodoque el miembro suele llegar á destruirse asi por partes
hasta el púbis. -•. • - •: :.. ij¡. ,• ,, * •: •,{.-«• • '.. •>.> - ¡ •:••w:'.:í
- La fiebre y la tumefaccion de las glándulas de la ingle .
no son los únicos accidentes á que pueden dar lugar las ul
ceraciones, tanto del glande como del prepucio. E1 dolor se
propaga frecuentemente hasta la region púbica , y basta to
car aun ligeramente el bello de esta parte para ocasionar una
sensacion de inquietud y de molestia. La membrana mucosa
de la uretra suele tambien irritarse, y el enfermo siente en
ella un calor desagradable , sobre todo al pasar la orina. Hun-
ter ha observado que cuando se rasgaba la cicatriz de una
úlcera, aunque el enfermo no se hubiera espuest6 á una nue-.
va infeccion, se ponia la uretra dolorosa aun antes de co
menzar la supuracion, y es un hecho que á la formacion de
una úlcera precede generalmente uri prurito en toda la es
tension del glande, que suele escilar frecuentes ganas de
orinar. Huáter ha visto también curado un flujo habitual y
una irritacion, que despues de mucho tiempo se; hacia: sen* r
tir á todo lo largo del conducto, á beneficio.de una ulceracion
que sobrevino en el glande. Los hechos de esta especie no
podrán menos de. multiplicarse cuando se estudien con aten
cion los fenómenos que acompanan á las diversas enferme
dades de los órganos genitales, en lugar de entregarse á es
tériles especulaciones sobre la teoria de su produccion.. .
. El acto venereo no es lamniea causa de las ulceraciones
del glande ni de la cara interna.de! prepucio , pues se han.;
visto, algunos que han sobrevenido en el curso du la balanitis
95
producida por falta de limpieza , como. en e) de la: uiretriris,
cualquiera que haya sido su causa ocasional. Tambien puet-
tlen depender de una irritacion mecánica ,por ejemplo, de la
introduccion forzada del pene en una vagina muy estrecha.
:Yo he visto dislaceraciones del frenillo procedentes de esta
causa, que por negligencia se han convertido en verdaderas
úlceras corrosivas : esto se observa con frecuencia en los pai
ses orientales, segun refiere Mr. Weizrnann , y esta particu
laridad justifica á los legisladores que les han prescrito ablu
ciones frecuentes. Del mismo modo puede fijarse la irritacion
•herpética en la superficie del miembro, y producir cu el ul
ceraciones serpiginiosas ó fijas, acompanadas de rubicundez,
tile calor y de supuracion. i , • . •. '
. • ¿Existen señales por medio de las cuales se pueda dis-
tingir una ulceracion venérea del miembro, de otras que no
proceden de coito ? Si se ha de dar crédito á los autores debe
resolverse esta cuestion por la afirmativa , pues Bell , entre
otros, dice positivamente que las úlceras venéreas tienen siem
pre el mismo aspecto con corta diferencia , y que es^imposible,
teniendo alguna esperiencia, dudar de su naturaleza. Seles
asigna por caracteres esenciales una superficie de color blan
quecino ó pardusco, bordes rubicundos, irregulares y corta
dos perpendicularmente, y en fin, una base dura é infartada.
Pero esta no es mas que una de las numerosas formas que
pueden presentar, y que he descrito con cuidado. Tampoco
es esta la forma bajo la cual se las encuentra con mas fre
cuencia, á lo menos en el glande, pues á menos que no se las
liaya irritado con tónicos estimulantes, ó que el enfermo no sea
de una constitucion muy irritable , ó en fin, que se haya entre
gado al ejercicio, á los escesos de comer y beber, al trato de las
mugeres, &c. , se presentan rubicundas, granujientas, de
primidas por los bordes y sin infarto en la base. En fin , si
sé quiere se las puede hacer pasar alternativamente por este
último estado y por el precedente, es decir , hacerlas sucesiva
mente duras, y descoloridas, y despues bermejizas y sin ca
llosidades • aplicando alternativamente tópicos irritantes y
emolientes. Asi pues el aspecto de una úlcera del miembro
no permite nunca sacar ninguna consecuencia relativa á la
causa que la ha ocasionado, pues hay una infinidad de cir
96
cunstancias, exteriores ó inherentes al sugeto , que hacen va.s
riar al infinito este aspecto, segun el grado de energía que
comunican ála reaccion inflamatoria. Sucede con esteaspecr
.to lo que con el color y la consistencia del liquido que fluye
en la uretritis , y si se quiere generalizar aún mas , lo que
con la exhalacion de toda superficie inflamada ó ulcerada,
pues la esperiencia diaria nos demuestra que la menor altera
cion en el régimen , y aun en la temperatura atmosférica,
en una palabra, que cualquiera causa de irritacion cambia , á
veces de un modo repentino, la supuracion mas loable en
-una materia amarilla , verdosa , sanguinolenta ; conversion
que no puede depender sino de una modificacion nueva que
sobrevenga en la actividad vital de la parte enferma. El mis-?
•nao Bell se ha visto precisado á reconocer esta verdad incon
testable , y asi termina diciendo que solos los resultados pue
den hacer conocer si la úlcera es verdaderamente venérea,
de modo que en el dia no se consideran como tales sino aque
llas que hacen progresos en lugar de circatrizarse en pocos
dias, y se" adopta implicitamente la opinion deHunter; á sa
ber, que una úlcera venérea no tiene ninguna disposicion á
curarse por si misma. Esta es otra cuestion que examinaré mas
adelante; pero sin pasar de aqui puedo establecer con toda con
fianza que la confesion del enfermo es el único indicio en que
podemos fundarnos para sospechar una causa mas bien que
otra, pues yo no creo que sea necesario refutar seriamente
á los que han pretendido hallar en el olor especifico de la
supuracion un signo patognomónico de la úlcera venérea, no
existiendo este olor sino cuando la úlcera presenta los carac
teres de la gangrena de hospital. ... :.,,•,• ..:.. .¿. nn.'.l,
;" ">lfi ': ','t ; '•''•' . " ' iV;: ,r'i'/ •..••;.ü: <•' .,
. . • ARTÍCULO III. ...
i * •- *
'piensa, del virus sifilítico, sino mas bien de acido predominante en pri
meras vias." ¡Y en el el ¡a se sabe lo que significa esta acidez de primeras
Vías! Cuando se examinan los hechos citados por los autores , se advierte
que unos se refieren á enfermedades del feto, y otros á afecciones desar
rolladas^! tiempo de la denticion ó del destete, es decir, en épocas siem
pre tumultuosas. Esto es lo que ha dado motivo para decir que la .sífilis
congénita no se manifestaba casi nunca al nacer con signos evidentes, de
suerte que por una parte se ha supuesto que sacrificaba la mayor parte de
los niños antes de nacer, y por otra, que perdonaba un cierto número
hasta una época mas ó menos distante del nacimiento. Se nos presentara
mas de una vez la ocasion de notar que en la historia de la sífilis todo es
maravillas: todo es misterio. ¿ Puede decirse otra cosa al ver que te pre
tende que los hechos, aun los mas contradictorios , se agrupen todos, ven
gan ó no al caso , en un mismo cuadro, y que se refieran los afectos mas
inconexos a una sola y única causa, que se supone arbitrariamente en ac
cion ó en estado de inercia ? Ya es tiempo de desengañarse y de dejar de
persuadir al público que haya enfermedades, que siendo siempre leves pa
ra el que las contrae, cuando no tiene la desgracia tan comun de verse mal
dirigido , sean capaces de acarrear resultados mas fatales para su inocente
posteridad que para él. Es ya tiempo que los médicos estudien las reglas
de la crítica, y las apliquen a sus tecturas y á sus citas, es decir, que du
den de todos los hechos que no se conformen con las leyes conocidas del
organismo, cualquiera que sea el lustre del nombre de aquel que los re
fiera.
113
teoría , que consiste en considerar al cuefpo viro como una
cera blanda y pasiva, sobre la cual hace cada causa morbi
fica una impresion especial, siempre idéntica , sin conside
racion á las diferencias de edad , de sexo y de constitucion,
. mientras que por el contrario las enfermedades son el pro*
ducto de los mil y mas modos diferentes con que la eco
nomia animal puede rehacerse sobre estas mismas [causas,
sin que la diferencia que existe entre ellas influya de otro
modo mas que en razon de la mayor ó menor intension con
que irritan los tejidos.
La propiedad contagiosa de las ulceraciones de la boca
es innegable en muchos casos ; pero no siempre se verifica,
ni con mucho, es decir, que el flujo que suministran estas
úlceras y el vapor que exhalan pueden ser bastante irritan
tes para ocasionar una inflamacion en las partes sanas es-
Euestas á su impresion , sin que haya podido determinarse
asta* ahora cuales son las circunstancias que favorecen ó se
oponen á la produccion de este fenómeno. No me detendré
á refutar la opinion de aquellos que han sostenido que el
contagio podia trasmitirse por medio de la saliva. Solo di
ce que no es la saliva en si misma , sino el moco bucal , al
cu^-.sirve de vehiculo, y cuyas cualidades se han alterado
por una inflamacion siempre desconocida cuando es cróni
ca ó sin úlceras , el que se convierte en tales casos en agen
te propagador de la enfermedad.
, i <
ARTICULO VIII.
•• ' : •'
De las ulceraciones de la margen del ano y de la mucosa
del intestino recto.
t : . . . . . • .
Estas úlceras , poco frecuentes en los dos sexos , pero co
munes en las mugeres públicas , suceden siempre á una in*
flamacion preliminar de la membrana mucosa, y se las ob
serva .principalmente cuando esta se ha hecho crónica.
Las de la márgen del ano se conocen con el nombre de
rhagades , y se presentan en forma de fisuras largas y estre
chas, situadas las mas veces en los intestinos de los pliegues.
Cuando son superficiales y poco dolorosas, cuando sus bor-
Tomo I. 15
MI
des son blandos y lisos, y cuando su superficie exhala un
pus blanco consistente y de buena cualidad, se curan con bas
tante prontitud. Pero cuando ^stau profundas é irritadas,
cuando causan dolores muy vivos durante la defecacion , la
.marcha y la equitacion, cuando están acompañadas de un in
farto limitado ó difundido, en fin, cuando sus bordes están
duros, callosos , vueltos hacia afuera, y cuando suministran
una serosidad icorosa y sanguinolenta, constituyen una en
fermedad tan grave como molesta. Tambien algunas veces ad
quieren en este último caso el carácter corrosivo y destru
yen el esfínter del ano, delo cual resulta la salida involun
taria de las materias fecales. t.
Las ulceraciones de la superficie interna del recto, con
que frecuentemente se complican las flegmasias crónicas de
este órgano, son mas graves que las precedentes porque pue
den existir despues de mucho tiempo, y hacer grandes estra
gos antes que se las perciba. Si se hacen corrosivas, pueden
atravesar la pared esterior del intestino y penetrar de este mo
do en la vejiga y en la vagina. De este accidente siempre
terrible resultan fístulas recto-vaginales y recto-vesicales. Es
tas úlceras se complican las mas veces con coartaciones, bri
das ó tuberculos en el recto, lo que aumenta también su gra
vedad. Ademas las estrecheces que producen cuando tienen
mucha ostension , son mas graves que en las que suceden á
la inflamacion simple, porque es absolutamente irreparable
la perdida de sustancia, en cuya consecuencia se ha formado
una cicatriz estensa e irregular. /,
Estas úlceras suelen ocasionar el infarto de las glándulas
inguinales inferiores de uno ú otro lado, ó de los dos á un
tiempo.
Las hemorroides ulceradas y las dislaceraciones del ano
causadas por la introduccion ó la espulsion . de un cuerpo
muy voluminoso , se parecen mucho á las ulceraciones vené
reas de la estremidad inferior del recto, en términos que al
cabo de un cierto tiempo no es ya posible distinguirlas.
' ' La supuracion que suministran estas últimas es conta
giosa, como lo acreditan muchos hechos bien averiguados,
entre otros uno que ha observado. M. Delpech^ ... ..'-.., i
"..:•* -.í¡• Oí ¡:K:t3 *.:../ ,í..i!, ".. •• V ¡i*lüi.•'> ...•'í ' •', "í ' '••.>
f • * 115 • • •
• • •, • . '• 'I ,y. . • I .
ARTÍCULO IX.
;
De las ulceraciones de la conjuntiva,
- SECCIÓN II.
DE LAS ENFERMEDADES VENÉREAS SECUNDARIAS.
el Dips del Sol en castigo de que había destruido sus altares p.ira levantar
otros al Rey Alcithoiis. Esta alegoría , imitada de Hornero, alude sin du
da a la o.pinion , dominante en aquel tiempo, segun la cual la epidemia del
siglo quince dependía de la influencia de la constitucion atmosférica.
• Primus Regí qui sanguine futo _
Instituí! divina, sacrasque in montibus araf,
Syphilas , ostendit turfes per corput achoret.. • • '
Insomnes primas noctes, combultaque membrat .
Sensit ,etá primo Iraxit cognomina morbut,
Syphilidemque ab eo labem dixere coloni.
' (t) Struthi us ha espresado este pensamiento del modo siguiente (Quvm
enim hic morbut non sit unas timplex tea eo pluribus simflicibat unitm
ilíi genut subalternar» dari non potest , neo definitio una , ted descriptio
fotiut.
algunos dias no recibetí este ep/tetd', ó si se les da algunas
veces, es cuando se manifiestan en un órgano muy distante
de la parte primitivamente afectada. En todos los demas ca
sos se les da el nombre de simpáticos , ó bien se los consi
dera como complicaciones, y se agrega su historia á la de
los accidentes primitivos, sin reflexionar que, procediendo de
este modo , se separan hasta cierto punto de estas últimas afec
ciones que evidentemente corresponden á ellos de un modo
inmediato, al paso que se les agregan otras enfermedades
que sobrevienen despues de semanas, meses ó años, ó que no
se declaran sino en los hijos de los que las han padecido.
CAPITULO PRIMERO.
Be las enfermedades venéreas secundarias en particular.
ARTÍCULO PRIMERO.
ABTÍCULO III. : it
.'¡..,!:'. ,...¡,.i t. i• • ;•t
/
156
pueden ser agudos ó crónicos, fijos 6 vagos, continuos ó in
termitentes , superficiales ó profundos. En este último caso
se les da el epiteto de osteocopos, porque parece tener su
asiento en los huesos , y porque producen una sensacion
análoga á la que el enfermo esperimentaria si le desgarraran
sus miembros. Montetesauro fue el primero que les asignó es
te carácter, quien los conocia por su propia esperiencia, y
quien sin embargo los considera, no en las articulaciones,
como lo habian hecho todos sus predecesores, sino en las app-
nevroses de cubierta y en los tendones. Afectan con prefe
rencia el cráneo, los omoplatos, el cuerpo de la tibia , el del
cubito y del radio, mas rara vez el del femur y del humero.
Tambien suelen observarse, aunque mucho mas rara vez, en
el esternón, en las tuberosidades del humero y en el olecra*
. non, es decir>..que acometen principalmente, no, como se
Ka dicho , los huesos mas compactos , ó los puntos de un
hueso, en los cuales es mas manifiesta esta propiedad, sino,
como lo ha advertido M. Wedemeyer , las regiones en que el
sistema fibroso es mas abundante. A veces se hacen intolera
bles, y privando al enfermo de todo reposo , le hacen caer
en una demacracion rápida. Cuando son erráticos y ocupan
mucha estension , los compara comunmente el enfermo á una
corvadura general.
Se han buscado eni vano caractéres con que poder dis
tinguir estos dolores de los del reumatismo. Se ha dicho que
su tendencia á permanecer en un mismo sitio servia para
reconocerlos, pero frecuentemente son tan erráticos como los
del reumatismo , y cuando son fijos anuncian casi siempre
una lesion del periostio ó del tejido mismo huesoso, la cual
tarda poco en manifestarse de un modo mas evidente. Se ha
supuesto tambien que dejaban al enfermo descansado duran
te eldia , en terminos de no quedarle muchas veces mas que un
vago recuerdo , pero que cuando llegaba la tarde comenzaban
á avivarse, iban en aumento hasta cerca de la medianoche,
permanecian en su mas alto grado una ó dos horas , y á ve
ces mas, que eran entonces pungitivos, quemantes, dislace
rantes , que disminuian al amanecer y se disipaban al rayar
el sol. Pero estas exacerbaciones nocturnas no son constan
tes. Tampoco constituyen un signo patognomónico , puesto
157
que se notan tambien muchas veces en los dolores reumati
cos, como lo ha dicho muy bien Swediaur, y que en gene
ral todos los dolores de cualquiera causa que dependan ator
mentan mas vivamanteá los enfermos por la noche que por
el dia. En este caso pues, como en otros muchos, no se pue
de tomar ningun indicio del carácter de la enfermedad para
establecer la etiologia, y es preciso recurrir á las circuns
tancias conmemorativas. •'
Pero si la conexion de estos dolores con una irritacion ve
nérea no puede ponerse en duda cuando se los ve alternar , ya "
con flujos de la uretra ó la vagina , ya con ulceraciones de
las partes genitales, como se verifica algunas veces, no su
cede lo mismo cuando se manifiestan muchos años despues
de curadas las enfermedades venéreas primitivas , porque en
tonces hay mucha mas razon para atribuirlas á alguna irri
tacion visceral, que es frecuentemente la causa , como nos
lo prueban evidentemente el escorbuto y el cólico de plomo,
y como se nota igualmente durante las accesiones de fiebre
causadas por una ligera afeccion catarral; ademas de que
pueden tambien depender de los mismos remedios con que se
procura combatirlos, puesto que segun dice el mismo M. Cu-
ílerier en muchos casos no llegan á hacerse escesivos sino en
consecuencia de los métodos mal dirigidos, es decir, de la admi
nistracion de una escesiva cantidad de mercurio. En fin', aun
cuando se manifiestan poco tiempo despues de aparecer úlce
ras venéreas, y aun subsistiendo estas, no siempre es cierto
que haya correlacion entre unos y otras ; porque , como Jo
observa Bell, se descubre constantemente en tales casos al
guna causa evidente , á la cual se pueden atribuir con mas
fundamento, y se ha notado que este fenómeno no se verifi- .
caba jamas sino en enfermos que habian estado espuestos á
la influencia del frio y de la humedad , como los soldados y
ciertos artesanos. Es tambien constante que se encuentran
estos dolores con mucha mas frecuencia en los hombres que
en las mugeres, al contrario de lo que sucede con los que
preceden ó acompañan á la gonorrea.
Ademas se han reunido en un solo grupo los dolores
causados por la irritacion de las aponevroses, de los ligamen
tos , del periostio , de la sustancia de los huesos , y quizá
tambien de la. membrana medular. Esta confusion, de la que
solo podrá sacarnos la anatomia patológica, depende de que
la mayor parte de los autores insisten muy poco en la des
cripcion de las enfermedades venéreas , que parecen suponer
las conocidas por el lector , y se apresuran á esponer el mé
todo curativo y preconizado por la rutina.
Se designan con el nombre de periosloses unos' tumores
dolorosos y circunscritos debidos á la inflamacion del perios
tio , y cuya consistencia suele ser tan grande que pueden
• inducir á creer que existe un verdadero exostose. M. Delpech,
ha reconocido que en este caso se desarrolla una falsa mem
brana entre el periostio inflamado y el hueso ; que esta
membrana es al principio blanda y como fluctuante cuan
do tiene poco grosor ; que si seducidos por las apariencias
se abre en estos casos el tumor , se ocasiona la mortificacion
de la falsa membrana, del periostio y del hueso subyacente,
de suerte que se hace inevitable una esfoliacion ; pero que si
se omite toda operacion , se hace el tumor al cabo de un cierto
tiempo menos doloroso, disminuye despues hasta desapare
cer, dejando algunas desigualdades y una ligera depresion
Gn el hueso. Se encuentra entonces el periostio adherido in
mediatamente á este úhimo, destruida la falsa membrana, y
el hueso mismo ligera y desigualmente rcabsorvido en su su
perficie y en el punto correspondiente.
Esta afeccion, en la cual no insistiré mas, ¿se refiere
realmente á las enfermedades vej^éreas primitivas? Solo se cree
a^i porque existe muchas veces con pústulas de diversas es
pecies, con úlceras corrosivas en la piel, con exostoses, y con
diversos infartos. Pero todos estos mismos accidentes pueden
.depender de mil causas diferentes,. de la enfermedad venérea
contraida de ocho ó diez años antes, y de la cual se quiere que
dependan.
AR'i'ÍCULO .V. •,.:,,
(i) Bell ha presentado esta idea bajo otra forma no menos estraffa,
diciendo que la causa material de la sífilis puede existir en el sistema sin
bastante energía para manifestarse por los síntomas que la caracterizan co- .
nmnmente , y sin embargo ser capaz , en. diferentes circunstancias, lio solo
de producir grandes trastornos, sino tambien muchas enfermedades que
jamas se habían verificado , tales sobre todo como aquellas á las cuales es
tá ya dispuesta la constitucion, ó aquellas de que se hace susceptible cual
quiera individuo cuando casualmente se espone a ciertas causas. Por lo de
mas esta doctrina, de la cual podría aun presentar otras muchas muestras,
se refiere á la teoría de las enfermedades venéreas enmascaradas, de las
cuales he ablado ya, y volveré á hablar con mas estension en lo sucesivo.
Hay una particularidad digna de notarse, y es que Bell asegura que la
causa material de la sífilis no puede producir ninguna enfermedad depen
diente de un contagio particular , como la viruela , el sarampion y la
sarna ; al paso que MM. Cenoli y Marcolini han ocupado últimamente
173
clones que desgraciadamente no se han seguido haciendo con
bastante perseverancia , la constitucion atmosferica ejerce una
accion poderosa sobre el predominio de tal ó cual sintoma con
secutivo, como aparece que lo hace tambien sobre el de di
versos accidentes primitivos. La conexion que puede .existir
entre cada una de las enfermedades venéreas primitivas y las
secundarias es un punto de que nadie se vio ocupado antes
que M. Carmichael. Este médico admite que la úlcera de ba
se dura y de bordes perpendiculares es seguida de erupcio-
s- • ' • : •: ' í
la atencion de los medicos con las vacunaciones , en consecuencia de las
cuales se habian manifestado simultaneamente la vacuna y la .sífilis A la
verdad estos dos escritores han supuesto que la causa material de la sifi
lis se habia inoculado al mismo tiempo que la de la vacuna. ¿ Pero por
qué en el espiritu mismo del sistema dominante no hnbria podido la vacu
na sacar á esta causa del estado letargico en que se supone que puede
permanecer hasta la pubertad en los hijos de aquellos que han observado
una conducta desarreglada? ¿Por qué no se había de ver muchas veces
a esta misma escitar la de la viruela , que tantos teóricos han supuesto
igualmente en el mismo estado en todos los individuos de la raza huma-,
na , hasía que una circunstancia escitnnte viene a sacarla de la inercia,
como sucedió en un caso referido por Barry, en el cual se trata de una
señorita , que poco tiempodespues de haberse hecho mamar los pechos por
una enfermera, cuya boca acababa de comunicar úlceras venéreas á mu-'
chas recien paridas, fue atacada de unas viruelas confluentes , y quedó li
bre de la sífilis. ¿No se objetara cómo se ha hecho tantas veces, que dos
virus no podian existir á un mismo tiempo en el cuerpo , porque lo que es
posible para la sifilis y la vacuna , debe serlo tambien para la sífilis y las
viruelas ? Los hechos citados por M. Cerioli me parecen susceptibles de
una esplicacion mucho mas sencilla. Se trata de una niña, sana al pare
cer, la cual fue envacunada felizmente, y suministró fluido vacuno que
se inoculó en cuarenta y tres niños. La vacuna siguió su curso ordinario
en seis de estos ultimos, pero en los otros treinta y siete, en lugar de
erupcion vacuna, se descubrieron sintomas de sifilis, que se trasmitieron
a las nodrizas por sus pezones , y de los cuales los mas frecuentes fue
ron condilomas en la márgen del ano. Yo no puedo ver en esto mas que
un resultado de aquellas irritaciones de la membrana mucosa de las vias
digestivas, que son tan comunes en la infancia, y que ya he dicho que
seconfundian con los accidentes de la sifilis. En efecto , ¡como puede con
cebirse que el pus vacuno desarrollado en una niña que se supone infes
tada por sus padres en el acto de la concepcion , haya podido trasmitir
una enfermedad que no se manifestaba por ningun signo en ella ? ; Y co
mo seis niños de los inoculados con la materia de estas pustulas queda
ron libres de los accidentes que se desarrollaron en los demas ? No de
be titubearse en desechar como contraria á la naturaleza toda teoría que
ponga en la necesidad de acumular de este modo suposiciones que no pue
den probarse, y hechos que estan en contradiccion con los principios.
174
nes escamosas y psóricas en la piel, de ulceraciones profun
das en las amigdalas , de dolores osteócopos y de tumores en
los huesos; que despues de una úlcera sin base dura ni bor-,
des elevados, ni carácter corrosivo , despues. de la gonorrea'
y de las escoriaciones del glande. y del prepucio , «e observa
una erupcion papulosa que termina por dolores articulares
semejantes á los del reumatismo , por úlceras en las fauces,
acompañadas muchas veces de tumefaccion en las glándulas
linfáticas del cuello , pero nunca por tumores en los huesos;
que la úlcera de bordes elevados, cuando trae consigo acci
dentes consecutivos, lo que es raro, ocasiona una erupcion
papulosa que se convierte en ulceraciones superficiales , con
dolores en los miembros, y úlceras en las fauces, sin tumo
res en los huesos; en fin, que las úlceras fagedénicas y gan
grenosas generalmente traen consigo sintomas secundarios,
malignos y pertinaces; por ejemplo, manchas pustulosas y tu
bérculos, álos que se siguen úlceras comunmente serpiginosas
y corrosivas , ulceraciones estensas en la cámara pqsterior de la
boca , dolores pertinaces en las rodillas y en las demas arti
culaciones , muchas veces tumores en los huesos, y algunas
veces tambien afecciones en los huesos propios de la nariz.
La aparicion indicada por M. Carmichael es tan poco fi
siológica , que pareceria sospechosa , aun cuando no se
supiera que ha sido hecha para formar en cierto modo
un dominio aparte á cada uno de los diversos principios
especiales de que hace depender este médico las ulceraciones
venéreas , en lugar de atribuirlas á uno solo , como se ha
hecho hasta ahora. Por lo demas no comprende en ella mas
que las úlceras que se manifiestan en las partes genitales.
En fin, MM. Rose, Guthrie , Bacot , y Ennen le han ata
cado de un modo victorioso con hechos que demuestran que
ninguno de los numerosos accidentes venéreos, que se lla
man consecutivos, depende mas particularmente de uno de
los primitivos que de todos los demas , y que bajo este as
pecto reina una diversidad infinita , cuyo origen no puede
hallarse sino en la diferencia de los temperamentos individua
les y de las 'influencias esteriores , higiénicas ó medicas , que
obran; «Q ;eada sugetó. ,L .. ; .. . - :
Falta aun que tratar de la última cuestion , que es si
175
•exisje entre los diversos sintomas consecutivos una conexion
tal que se los pueda considerar como consecuencia los unos
de los otros. La mayor parte de autores responden por &
afirmativa, y de aqui ha emanado la^ opinion reinante que
hace que se considere la sifilis como una, enfermedad ge
neral de la:. economia. Segun Astruc, las enfermedades ve-
néreas locales llegan á ser, por una gradacion insensible las
primeros rudimentos de la sifilis incipiente, y la sifilis con
firmada no ataca una ó dos partes del cuerpo, no altera urfa
.ó dos funciones de la economia i sino que interesa casi todas
Jas partes y altera casi todas las funciones. A la verdad , los
órganos están unidos por medio de vinculos tan intimos , que
•ninguno de ellos puede enfermar sin que otros muchos
se resientan mas ó menos, pero solo aquellos cuya accion tís
absolutamente indispensable para mantener la vida, como el
cerebro, ó aquellos que tienen relaciones muy estensas, como
«1 estómago, son los que hacen sentir sus afecciones en toda
.la economia entera. Los órganos de la generacion, ni aun las
membranas mucosas esteriores, en las cuales suelen fijarse las
afecciones venéreas , no se hallan en este caso. Jamas se di
fundió la sifilis por toda la economia:: nunca se apoderó de la
generalidad de las partes del cuerpo de una vez, ni aun su
cesivamente; jamas, en fin, presenta el tipo de lo que se en
tiende, propiamente habland'a, por enfermedad constitucio
nal. Esta observacion importante , que á cáda paso se pier
de de vista, pertenece á Hunter (1). Siempre que las afec-
...'':i.. •:•,-; , 'i1 /':,:.!., ' '(
;• , j, •.J-'• .' i:•. iüi"" i..r.i ••.'j ¡.' , :
. fi) Hunter la ha espresado del modo siguiente .La palabra co/íí/z/»-
cional quiza no es en rigor termino conveniente, porque' hablandPo cfoh
•precision, se podria entender por ella una enfermedad , en la cual cada pan-
.te .del cuerpo obra de un mismo y único modo, como en todas las espe
cies de fiebres simpaticas 6 idiopaticas. Pero el virus Venéreo no parece
difundirse en los fluidos que circulan , sino para obligar,. digamoslo asi, á que
Ciertas partes del cuerpo recibairla' accion venérea, la cual es enteramen
te local, verificandose, erv diferentes partes,, .segun una 'su?«sion. regular de
susceptibilidades. Son pocas las partes que obran a un mismo' tiempo, v
una perspna puede hallarse afectada en toda su econorhia.de este modo, y
sin embargo hacerse .perfectamente bleji'todas sus funciones', ""tío prescin
diré de las aserciones estravagantesy de lasesplicaciones erronaas'qíieicoi-
tien.e este pas,age,. pues me basta deducir qpe:Hunterj que.es» el qu^'ha
introducido en medicina la palabra sifilis constitucional, no pretendia es-
presai con ella utíá afecciotiugBiiírarae lar econonJíl" ,iy OüaOtfnaOt
176
ciones venereas obran al parecer sobre todo el organismo,
hay razon para sospechar la influencia de una viscera, y
particularmente del estómago escitado por circunstancias ac
cesorias, entre las cuales se coloca en primera linea la
administracion del mercurio. Efectivamente se observa en
muchos casos que á los sintomas consecutivos precede una
grande inquietud, el desvelo, dolores erráticos en diversas
partes del cuerpo, con fiebre ó sin ella, cefalalgia con pérdida
del apetito, del sueño y del reposo, una emaciacion general
mas ó menos sensible, una alteracion considerable de la cara,
cuyo color es aplomado y cuya fisonomia está desfigurada,
en una palabra, toda la reunion de accidentes que anuncian
una irritacion crónica, fija en las membranas mucosas inter
nas ó en alguna de sus dependencias. Esto coincide perfecta
mente por una parte con las observaciones de M. Rose, el
cual ha observado siempre accidentes consecutivos tan leves,
cuando se desarrollaban en sugetos curados sin mercurio,
que confiesa, que un hombre no imbuido de las ideas domi
nantes con respecto á las sifilis , 110 hubiera reparado en
ellos ; por otra parte, con un hecho reconocido mucho tiem
po ha, á saber, que en general los sintomas consecutivos se
declaran en los sugetos muy irritables , en aquellos sobre lo
do que abusan de los placeres del amor y de los licores es-
.citantes, de lo cual se deduce sin dificultad el por qué estos
fenómenos son tan frecuentes en las clases inferiores de la
sociedad y en los hospitales civiles, en los cuales se alivian
casi siempre en poco tiempo con el descanso y un régimen
mas arreglado. Tambien.es facil segun esto red,ucirá su jus-
¿to, y^lor las sutilezas á que se ha recurrido para decidir si
Ja sifilis debia considerarse como una enfermedad aguda, cró
nica ó mista, y que al fin han conducido á este singular re
sultado; á saber, que las enfermedades llamadas venéreas,
es decir, los accidentes primitivos, son de naturaleza aguda;
al paso que la sifilis que constituyen en lo sucesivo es de na-
Wralezá crónica.
.Vj, De todo lo que precede pueden sacarse las conclusiones
siguientes.: , ..:•
1L^ Eás enfermedádes venéreas secundarias son las que
sobrevienen eri unar jíárte " del cuerpo '.diferente del órgano
177
puesto en contacto con una superficie inflamada ó ulcerada
mediata ó inmediatamente con motivo del coito.
2.a No se deben considerar como tales sino las que se de
claran durante el curso de una afeccion venérea primitiva,
ó muy poco despues de su curacion, ó inmediatamente des
pues de su supresion repentina. .;:,,• ,•
3.a Dependen algunas veces de la permanencia de un
ligero grado de irritacion en la parte que antes estaba in
flamada. A veces tambien dependen solamente de las irrita
ciones simpáticas que bay entre todos los órganos, y mas
particularmente entre algunos de ellos. Pero en la inmensa
mayoria de casos son el resultado de una irritacion directa
desarrollada por una causa accidental cualquiera , en la par
te donde se manifiestan , ó de la predisposicion que esta
parte tenia á irritarse. \
4.a Las ocasiona con mucha frecuencia la accion de re
medios muy activos , y en particular la del mercurio en los
órganos digestivos, de modo que se deben considerar como
enfermedades producidas por el arte, más bien que como
afecciones escitadas por la naturaleza.
5.a Los casos en que sobrevienen son mucho menos nu
merosos que aquellos en que se declaran, cuando se aban
donan á si mismas las enfermedades primitivas.
,•;-! 6.a No se las puede distribuir en un cierto número de
series correspondientes á tal ó cual modificacion de la irri
tacion primitiva.
7.a No observan orden ni regularidad en su aparicion
y, en su sucesion^:
8.a Cuando existen muchas á la vez, pueden ser indepen
dientes unas de otras , y ocasionadas por muchos focos dis-
tintos de irritacion, ó unidas al parecer entre si, y depen
den siempre en tal caso de alguna irritacion visceral crónica.
9.a No se las puede considerar como constituyendo una
enfermedad única, especifica, sui generis. •••i .A •.iÍ. vl*-t
• 10.a Por consiguiente la sifilis, tal como se la concibe gene
ralmente, no existe, puesto que los diversos estados patológi
cos que se confunden bajo este nombre, se componen de una
reunion eterogénea de sintomas producidos por la lesion de
una o muchas visceras, bajo la influencia de causas muy variadas.
Torno L • 23
173
,: •-•• \•.j l. i.I,nm. liui '•' .OTi::£:.'. ¡.nu nr.ri {,):¡i•li oi no o-^«it
.oiif, • SECCIÓN HL-^.f:.-.,;:.••.:.,^
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DE LAS COMPWCACKKJIES DE 1.A.S ENFERMEDADES VENÉREAS.
'
)i.vvehétía'iáÍ4,i^ 84,91.
(.i)' •Ñ6tWHlñft¿hiUiT(i'?tiiwM):¿na.^ '
¡ili
195
franceses , 6 á lo menos apareció en el tiempo en qte estos
ocupaban la Italia (1). Lo que hay de cierto, añade el mis
mo, es que el año de su aparicion fue señalado por inunda
ciones generales , y Infessura y Benedetti nos dicen que es
tas inundaciones se verificaron en el mes de octubre del aiio
1493. Pintor, médico del Papa Alejandro VI, dice queTles-
de1494á 1499 reinó entre los italianos una enfermedad
terrible que se llamaba comunmente mal frances, la cual ha-
hia recibido nombres diferentes en otros paises (2). Repasan
do con atencion su obra, cuya lectura se hace repugnante
,por una proligidad sin igual y por su estilo bárbaro, se lle
ga tambien á comprender que, segun él, la enfermedad, habia
tomado realmente origen en 1 4b'3 por la influencia de los
astros; pero que no adquirió el carácter pestilencial sino en
1494. Segun asegura Cataneo, el mal frances apareció en
Italia en 1494, cuando pasaron las tropas de Cárlos VIII. En
fin, Massa asegura que la afeccion se declaró en Italia ; que
no tenia aun nombre particular ; que el de mal frances le
habia sido dado por el pueblo , y que si él mismo le emplea
ba , era menos por creerle exacto , que para hacerse com
prender, por estar generalmente adoptada esta denominacion.
• De todos estos íestimomios reunidos resulta que el mal
frances se multiplicó prodigiosamente en Italia en el tiempo
y despues de la espedicion de Carlos, pero que existia ya en
1491Í en Roma y en Italia, segun Massa, Cataneo, Pintor,
Burchardi y Capreoli; en 1493, en Roma y en la alta Ita
lia segun Leoniceno, Fulgosi, Sabellico , Infessura y Del-'
phini ; en fia, aun en 1492, en la alta Italia, segun Fulgosi.
Pero aun suponiendo el testimonio de Fulgosi muy poco
concluyente, y aun no admitiendo el de Pintor cuando di
ce que la peste reinaba en Roma en el mes de marzo de
•.
206
liando antes del descubrimiento de la América. Fulgo-
si entre otros nos dice que vino de la Etiopia ( 1 ). Tén
gase presente que entonces.se llamaba África, y por consi
guiente Etiopia toda la parte de España que los moros ha
bian ocupado. Infessura, que describe los primeros estragos
de la epidemia en Roma, la llama positivamente peste mar-
tánica (ptstisest conlagis mettranorum }. Beaiveni, Bene-
detti y TYacastor tambien la tracen venir de España. Trilhe-
mius asegura igualmente que traia su origen de este pais(2).
En efecto, la época de su aparicion coincide perfectamen
te con la de la espulsion de los marranos. Fulgosi anuncia
que existia esta epidemia en Ltímbardia desde el año 1 492.
Tambien la hallamos ya e.n 1493 y en 1494 entre los ale
manes. Pomarus asegura que apareció en 1493 en la Sajo-
nia (3). Bunting asegura lo mismo respecto del pais de
Brunswick y de Luneburgo ( 4 ). Seguu refiere Sciphover
se declaró en 1 494 en la Westfalia , de donde se tras
mitió pronto á las costas del mar Báltico, á Pomerania
y á Prusia (5). Seguu Lint urius, se mainfestó en 1494,
en las orillas del RÍiin , en Suabta , en Franconia y en
Baviera ,(6). El parlamento de Paris de acuerdo con el
Obispo, ordenó en 6 de marzo de 1497 , para disminuir
los efectos de esta enfermedad contagiosa, la cual, segun
' (t) Esto está demosrrado hasta h evidencia por el pasngs sigufeute de
.Widmann: morbi peslilentialss aliquando sttnt febres,interduta carbitacufi,
ttonnuvquiim morbili el v.irto/te , vel alice cutis infectionrs , quales etiam
sunt vel pustulte formicales vel asafaticte dictas; malum Francia? qute aune
ah anuo 1457 usque ud pr¡tsentem annum 1500 de regiome in regionem
dílatatce sunt cum stevis accidentibut. Astruc ucha esta fecha de 1457 i V
supone q'teel autor ss engifra groseramante ;, pero todo lo que puede ad
mitirse es que tal vez debe laerse 147$, ^orqte sucedía ntachas vece.s es
cribir las milésimas como se las pronuncia en la lengua atemana , é inver
tir de este mo Jo el orden de las cifras.
(2) Era co..i sabt la despues de mucho tiempo , y Aetius. lo habia notado
ya, que las mugeres están menos sujetas á la lepra que los hombres; y coma
«e veia que estaban tambien menos espuestas á las enfermedades venéreas,
ss saco de &qui un nuevo argumento en favor de la afinidad de las dos a-
feocbnes. Esta pre/ogativa de las mugeres se suponía dependiente de la
mturaleza densa y fria de la matriz, que exige una larga permicencia del
séTien en esta viscera para que llegue a infestarse; al paso que los órganos
genitales del hombre par ser da una naturaleza calida y de una testura po
ro ,u , recibe muy fácilmente el germen de la infeccion. . ., . . •
213
siglo XV, el nombre de muido como producto de la combi
nacion! de la lepra con el malfrances primitivo. ,
Beckett no dijo nada de nuevo cuando sostuvo, coa mas
talento que fundamento que la sífilis debia su primitivo ori
gen á la lepra; opinion que tampoco Raymond estaba lejos
de adoptar, á la cual Allam:uul se acerró singularmente cuan-,
do pretendió que la enfermedad venérea provenia del pian , y
la que se difundió sin duda mucho , puesto que al leer á Tour-
nefort, Hasselquist , Pouppé-Desportes, y otros muchos, es
casi imposible determinar si lo que dicen debe entenderse de
la lepra, de la sifilis ó del yaws.
Otros por el contrario no atendiendo mas que á la dis
minucion de los estragos de una epidemia, cuyo carácter
pestilencial rio podia menos de ceder despues de la destruc
cion ó la disminucion de las causas que la habian ocasionado,
y confundiendola asimismo con las enfermedades venéreas,
que se presentaban tal ve/, mas frecuentemente á la observa
cion , ó á las cuales se aplicaba una ateucion mas seria des
pues de la modificacion que habian sufrido las teorias médi
cas , se figuraron que la sifilis era susceptible de recorrer pe
riodos sucesivas de aumento y de disminucion , para llegar
por fin á desaparecer totalmente. Esto es lo que Fracastor
aseguró el primero, y esto lo que repitieron despues Asiruc,
Hay mond , Swediaur.
Astruc establecia seis periodos desde 1494 hasta nuestros
dias. Al primer periodo daba una duracion de ciento y diez
años, durante los cuales se observaron úlceras en las partes
genitales , pústulas y úlceras corrosivas en la piel y en la bo
ca, tumores gomaicos y grandes dolores en los miembros. Su
segundo periodo no comprendia mas que doce años, desde
1514 hasta 1526, en cuyo tiempo los sintomas precedentes
se mantuvieron con la misma fuerza, y sobrevinieron otros
dos , los exostoíes y los puerros , de los cuales no se habia he
cho mencion antes. El tercero es de catorce años , desde 1 526
hasta i 540; la sifilis principió por este tiempo á mitigarse,
es dccir, que las pústulas fueron menos frecuentes ó menos
horribles , pero se advirtieron dos sintomas nuevos, el bubon
inguinal y la alopecia, lo que podia muy bien pasar por una
compensacion. En el cuarto periodo, que se esticude desde
2U
1 540 á 1 550, las erupciones cutáneas, los tumores goma icos
y los dolores desaparecieron en gran parte, pero se manifes
tó l.i gonorrea. El quinto periodo , que se estendió hasta 1610,
nada presentó de particular mas que la aparicion del ruido
de oidos. En fin, el último periodo, que comprende todos
.los arios siguientes á 1610, no presenta de nuei¿o mas que la
cristalina , nombre con el cual designa el vulgo la coleccion
de sintomas que sobrevienen en el ano despues de la sodomia.
En el capitulo siguiente haré ver que todos estos sintomas
dados por nuevos han existido, no solamente antes de la
época queAstruc les señala , sino aun en la mas remola an
tigüedad. Aqni me limitaré á bablar de la supuesta mitiga
cion gradual de la sifilis; y pnva refutar esta hipótesis referi
ré el pasagc .siguiente de Bru, el cual pinta muy bien lo que
puede verse todos los dias en ciertos hospitales. ** Kn ellos
hallaré cadáveres ambulantes, victimas de la enfermedad y de
los remedios, y los registros necrológicos me harán conocer si
los riesgos de la sifilis son verdaderamente menores en el
tiempo presente que en el pasado. Se veran enfermos, unos
sin pirtes sexuales, otros sin labios, estos sin poder moverse,
y aquellos sin poder pronunciar. Unos que han perdido los
dientes, la nariz, y están cubiertos de úlceras sórdidas y de
fistulas; otros que no orinan sino con trabajo, y se venobli-
g:iílos á tener siempre sondas ó candelillas en la uretra y en
la vejiga; algunos que se han vuelto* locos, sordos, ó fatuos,
por la accion demasiado viva de los remedios sobre la econo
mia ; otros cuyas articulaciones se han soldado por anquiloses.
En fin, se encontrarán algunos cuyo estómago, enteramente
deteriorado, se resiste á toda especie de alimento sólido, y
que esperan la muerte como un beneficio de la Providencia.
Por tétrico que sea este cuadro, lejos de estar cargado, qui
zá se hall.i aun distante de la verdad. ¿Pero los accidentes que
comprende son venéreos? ¿No son mas bien efectos de los
métodos, y señaladamente del uso de los mercuriales, de los
e.sciiantes de toda especie, como lo eran ya en el tiempo de
Ulric de Huten , esta ilustre y deplorable victima del espiri
tu de sistema? Cuando trate del mercurio examinaré esta opi
nion, que cuenta en el dia muchos partidarios, cutre los prác
ticos mas ilustrados de Inglaterra, y que comienza tambien á
215
adoptarse entre nosotros. Pero no puedo menos de notar una
singular contradiccion de los partidarios del orígen america
no, en la cual nadie ha reparado aun. En efecto, ¿COUJG pue
de ser que la sifilis haya venido del nuevo mundo con los ca
ractéres de los accidentes llamados secundarios, y que la ma
yor parte de'los que se llaman primitivos no se hayan pre
sentado basta despues, los unos despues de los otros:' ¿]No
rJeberia deducirse de esto *olo que la sifilis es una eiufeime-
dad fraguada del principio al fin por patológica» que no te
nian la mas. leve nocion de critica?
Voltaire ha hecho una reilexion mas profunda que lo
que tal vez creia él, cuando dijo: "la sifilis se parece á las
bellas artes, cuyo ¡mentor no se conoce. " Sin embargo yo
demostrare en lo sucesivo que se puede determinar apro
ximativamente la época de su orígen.
Raymond no trató como Asiruc de sistematizar la sifilis
contra todos los testimonios de la historia , contra todos los
principios de la nosologia y de una sana fisiologia. Se con
tentaba con creer que el mal vénereo ha existido siempre,
aunque en un grado menor, en las regiones calientes de la
Asia, lo cual está en conformidad con las nociones adquiridas
por los ingleses en las Indias, donde sus médicos se han con
vencido que la sifilis ha sido conocida en todo tiempo por los
Bramas. Pero creia tambien que los efectos producidos por
esta enfermedad han degenerado con el tiempo, y que ella
misma desaparecerá alguirdia en los paises en que la cultu
ra del terreno disipe los miasmas deletereos de que se halla
ba cargada la atmósfera. Esta opinion parece que domina en
el dia en la América septentrional , en la cual se ha hecho ca
si popular; pero no puede aplicarse mas que á los accidentes
venéreos consecutivos, porque la mitigacion de los primitivos
no puede esperarse sino de una reforma total en el método
curativo. He demostrado que la mayor parte de síntomas que
se asignan á la sifilis confirmada , son muy equivocos, y que
dependen las mas veces de otras causas diferentes de la in
fluencia de las afecciones venéreas primitivas. Esta verdad se
hará mucho mas perceptible aun dentro de poco , cuando exa
mine diversas enfermedades, en apariencia anómalas, que se
han agregado á la sifilis, por no saber donde colocarlas mejor
§16
Swediaur ha ido mas lejos aun que Raimond , pues su-^
pone que la sifilis ha dado ya mas de una vez la vuelta al
mundo. Quizá, dice, difundiendose el virus y multiplicándose
se divide y se consume por grados, en términos de estinguir-
se al fin enteramente y desaparecer de la superficie, si no del
globo entero, á lo menos de una parte de él , probablemente
para volver á aparecer con una nueva fuerza, despues de sU
glos ó de millares de arios en una ó muchas partes de la tier
ra." Segun él todas las afecciones de los órganos genitales
que se han descrito por los antiguos deberian considerarse
como efecto del virus venéreo envejecido , ó si se puede de
cir asi, gastado, atenuado, pero susceptible de recobrar algun
dia su antigua energía. Esta idea menos consoladora que la
de Raymond , pero tambien menos triste que la de Sanchez,
de la cual se hablará en uno de los capitulos siguientes, es
sin duda muy ingeniosa , pero nada mas, y cae por si misma,
estando bien demostrado que la epidemia del siglo quince no
tiene la menor relacion con las enfermedades venéreas pro
piamente dichas, y que solo un concurso casual de circunstan
cias h:t podido hacer que se establezca entre afecciones entera-
inenta diferentes por su asiento, sus causas y sus efectos,
una conexion en que nadie habria pensado , si la medicina
hubiera estado fundada entonces sobre la fisiologia y la ana
tomia patológica , en lugar de estarlo sobre el empirismo y
las opiniones populares. Para establecer esta demostracion
es necesario recorrer rápidamente la historia de varias enfer
medades, epidémicas ó no, que se han tenido por semejan
tes á la sifilis , tales como el mal de la vahia de San Patío,
el sibbens , el mal de sherlievo, el pian y el radesyge. •••' \¡
La enfermedad de la vaiha de San Pablo, cuya descrip
cion debemos á Bowmann , se manifestó á mediados del siglo
diez y ocho en muchos puntos del Canadá. Principiaba co
munmente por pústulas pequeñas en los labios, en la lengua
y en lo interior de la boca. Estas pústulas, bastante semejan
tes en el principio á pequeñas aftas, hacian progresos rápi-
.dos, y ccrroian en todos sentidos, en terminos de destruir
algunas. veces casi enteramente la lengua. El humor blanque
cino y puriforme que segregaban comunicaba la misma afec
cion á los que la tocaban. Se sentian dolores violentos en los
2i7
miembros, pero se disminuian comunmente cuando sobre venin n
úlceras en la superficie de la piel ó en el interior de la boca.
Frecúenitemenie se observaban bubones cervicales , axilares é
inguinales. Auna; época mas adelantada i se cubria el cuerpo
dé Ijerpqs:; acompanados rde' uu prurito insoportable ; se mat
nifestaban exostoses y caries en los huesos de la nariz, del
•paladar, del.cráneo,, de; la ¡pelvis y dé los miembros. Todas
Í8«i fancioaes sjjfriap: ilna. alteracion profaíida. Muchas veces
«e veian ¡caer las mandibulas', tdda la' parte inferior del crá
neo, los dedos', las paotorrillas, los pies y aun piernas ente
ras. En fm , anunciaban una muerte próxima la tos , .los do-
Jores, del pecho , la pérdida del apetito , la de todos; los senti
dos , y .e); enfermo terminaba su triste existencia en medio
de los tormentos mas crueles. Sin embargo se encontraban
constituciones bastante robuílasipara resistir.por muchos años,
y vivir por mucho tiempo una vida miserable, j. aun para
triunfar de un mal tari teriible. Por lo demás la enfermedad ata-
:caba con preferencia á los iiifios, los cuales nacían áveces con
«lia. Se comunicaba por el contacto inmediato, por la aplicacion
^el ptis:l por ebuso en comun .de .UBA misma ropa y de unos
mismos utensilios; se propagaba tambien , segun se asegura,
sin, mediar el mas minimo contacto , y muy rara vez atacar
ba las partes genitales. Algunas observaciones referidas por
Bow ma n prueban <}ue¡;!éra :susceplifole ¡;de¡ .cunarse > , espon tá-
neatnente sin el auxilio de ningun remedio'.. . El tiempo , la
Jiinpieza: y; las. precauciohea; higiénicas la han hecho des-
iapare¿ep.fiiT.'idu3 ¿&ñ¡; daisínog57'í ns nr,<ir.íJ'i¡;J o'/l .¡ li^..r,
ÍQ . í'Ki i$ibbehayíi5fwJn¿ euja.'hjstoria ha sido, hecha por Gil-
clírist , estaba en otro tiempo muy difundida en las montañas
.d» Esc6cÍA'.ií:partáeuí»rnaeIdté ciclas provincias de, Airstire y
de Gallo way, JEsta enfermedad principiaba las mas veces por
úlceras corrosivas en las . fauces y en lo interior de la boca,
Jas cuales hacían ;la deglucion; dificil,, causaban ronquera,
u ocasionaban la pérdida dtí la voz.. Estas úlceras llegaban á
apoderarse del.paladaif, de las< amigdalas, de la campa.nilla y
hasta • de loa huesos propios de la nariz. En ciertas circunstan
cias principiaba la afeccion por pústulas pruriginosas que
simulaban la sarna; pero no tardaba la parte de piel en que
so fijaban en engrosarse y edcyarse^ y adquirir un color de
Tomo I. 28
218
cobre. Finalmente, en algunos su gétos estaba caracterizado el
mal por escrescencias blandas y fungosas del grosor de una
frambuesa, que se manifestaban, en diversas partes de Ja su
perficie del cuerpo. El sistema huesoso rara^xez. se afectaba,
aunque no dejaron de verse alguna vez. atacados , segun Bell,
loS huesos íle los brazos, de las piernas y aun del cráneo. Los
infartos de las glándulas linfáticas eran sumamente raros. Se
notaban algunas veces ulceraciones. en las partes genitales, pe
ro nunca desde el principio. Cas,i nunca se comunicaba la 'en
fermedad pbr el coito , y unas bien por la lactancia y el uso
en carbura de unas mismos utensilios. Aunque en algunos
distritos alacaba las tres cuartas partes d¿ la poblacion, se
ha conseguido estinguirla casi enteramente, por la sola in-
iluenuia de la limpieza y de las mejoras introducidas en el
regimen de los habitantes, de suerte que en el dia es rara
en Escocia. ; ' :úiy. .£U rl.:/ • ,11 o uuúl. c¡bi...ú .íf.i . • ¡ / /
•nía Kl mal de Sherlievo, que se manifestó por primera vez
en el estio de 1 80Ü en muchos distritos de la provincia de
ÍMume , en llliria , ha sido descrito; por MM. Camhrieri , Bag-
ncris, lioné y Vial. Antes de su invasión se quejaban los en
fermos por espacio de diez , quince y aun trei uta dias de flo
jedad y de :dolores en los miembros. La voz se ponia ronca,
y la deglucion se hacia dificil. El velo del paladar, el pala
dar mismo, la .campanilla y las agallas se manifestaban náci
dos y rubicundos, pero todos estos sintomas se considera
ban como otros: tantos accidentes de un resfriado ó de. una
angina. ISo tardaban en presentarse aftas cubiertas de una
costra mucosa f blanquecina ,• y que hacian rápidos progresos
en estension á lo interior de los carrillos, en los labios , y
nías comunmente en la eampanill* y las. amigdalas, las cua
les se habian mantenido basta entonces simplemente flogosa-
das. La .voz se pcrdia del todo, ó sei hacia somamente ronca,
y despuos de alguií tiempo. se apoderaban ln¿ úlceras del pa
ladar' de 1» parle posterior da las! narices i¡ y aun de los.h\ae-
sos esponjosos de la nariz. Comunmente ^cesaban los dolores
ó se disminuian mucho desde que las úlceras comenzaban á
presentarse en la boca. Algunas veces se manifestaba la en-
l.ermedad bajo otra íbrma;loisisin tomas consistiaíi en tinaco-
tnezon general ^ á la quQ. sogttiíc' muy /pronto una erupción
8£ I
de pústulas semejantes á las de la sarna , y de manchas dé co
lor de cobre. 'Eludo mas comun de estas erupciones era la
frente y ta piel del cráneo, las orejas, la 'márgen del ano, los
órganos de la generacion y la parte interna de los muslos. Las
manchas formaban una ligera elevacion en la piel , como una
pequeña depresion hácia el centro, y se percibia por debajo
de ellas en toda su estension un reblandecimiento mas ó me
nos considerable. Este estado de cosas podia durar muchos
meses , y aun muchos años , pasados los cuales las pústulas
£e elevaban en forma de pequeños tubérculos que terminaban
por supuracion. Fluia de ellos una materia viscosa.,' .que de
secándose producia una costra gruesa. Muchas veces en lu
gar de una costra se desarrollaban fungosidades, que no tar
daban en ser sustituidas por úlceras , y de las cuales muchas
presentaban la apariencia y el color de frambuesas ó de mo
ras. E ri fin, las costras se desprendian, dejaban una mancha
cobriza ó cenicienta, que desaparecia lentamente y con difi
cultad. En cierta» circunstancias adquirian las úlceras un de
sarrollo tal, que todas las partes donde estaban situadas pre
sentaban un aspecto verdaderamente horrible, y muchas ve-
•ees se seguia á ellas la caries de los huesos inmediatos. En
otros casos sobrevenian cond ¡lomas y puerros en: el ano, úl
ceras en los talones, y tumefaccion en el escroto. La alope
cia no se ha observado sino ¡ana vez. Los exostoses eran ra
ros , y los infartos de las glándulas linfáticas poco comunes.
La enfermedad se comunicaba por el contacto mediato e inme
diato ; rara vez por el coito, y casi siempre por el uso de unos
mismos vestidos ó de unos mismos utensilios. Jamas se mani
festaba desde el principio eri las partes genitales , en las cuales
era ademas muy raro. observar' el menor sintoma por todo el
tiempo de su duracion, ni aun cuando la infeccion habia
sido contraida por el acto veíiéreo. Ninguna condicion, nin
guna edad, ningun sexo estaba libre de esta enfermedad , pero
atacaba mas generalmente á la clase menesterosa de la pobla
cion. En 1800 se contaban cuatro mil enfermos en una po
blacion de doce ó quince mil almas, y esto sin contar los su-
getos que por rubor ó por temor se obstinaban en callar, en
ocultar su estado. Muchos se han curado sin medicamentos,
otros por medio de un violento ejercicio y de grandes fatigas.
820
Desde los primeros momentos de su aparición La ido siempre
Ja enfermedad disminuyendo de frecueócia'y.áfilifllerisionl
.Todos los hechos <jue se han alegado para .probar que Labia
sido traida de afuera, se han hallado insuficientes ó equivo
cos, y los comisionados de Iq sociedad de medicina de Paris
creyeron.^ué se Labia desarrollado espontáneamente , en me
dio de circunstancias , favorables para su .produccion, tales
í:ouio la ,falta de limpieza de los habitantes , l;i humedad del
terrerio, lai pequenez de las habitaciones, siempre mal sanas,
los malos alimentos , la inmundicia de los vestidos , &c. " •
...'J Se puede 'comparar con. el mal de Sherlievpr la afeccion
que *se desarrolló en 1 8 i 8 en el comun, de Chavarme en Fran
cia , y, que. ha sido descrita cu compendio por M. Flama m.
lisia enfermedad principiaba por una sensacion de debilidad
general y de repugnancia al trabajo , seguida de dolores mas
o menos, vi vos en los miembros , que se aumentaban,. por la
noche ,, y gue Jos enfermos comparaban tá los del reumatismo.
Es^o* idolatres ¡)d araban:, segun, los difejretiiU;» .individuos, des
de quihcedias -hasta cuatro ó cinco Jmeáes', :y retícxrrian su-
ccsivaniente todas las articulaciones en algunos. Despues se
manifestába un infarto inflamatorio en los labios, Jos cuales
«fe tcubriat» interiormente de aftas bla.nquecinas^y se aquieta
ban, ¡adquiriendo doble y aun triple volúmen que el. natu
ral. ISo tardaba la inflamacion en manifestarse en las fauces;
acometia la campanilla , las amigdalas y el velo del paladar,
y resultaba una disminucion de la voz, tal que en muchos
individuos llegaba hasta la afonia. Desde que se manifestaban
estos, 'sintomas, inflamatorios disminuia.el dolor en. los miení-;
br'os , y aun cesaba entcram&nte¡ , ,al paso que l.bs.,primeros se
hacian mas intensos. En algunas personas se observó una
erupcion pustulosa en toda la superficie del cuerpo, pero mas
particularmente en la. cabeza , al. rededor del anó,,:y en las
partes genitales. Las pústulas estaban acompañadas de un do
lor pruriginoso insufriblfl.,lel¡}cuali6¡n embargo cesaba con
la salida del pus formado ^H l0» granos. .Estos eran bastante
gruesos y de un color rojo livido, y dejaban en la piel man
chas, cuyos vestigios, se percibian aun mucho tiempo despues.
En un sugeto se observaron los sintomas de la enfermedad
acompanados de una oftalmia de mucha duracion, con lágri-
•221
considerable. Este segundo periodo duraba algunas ve-
ees muchos mes.es y aiin un año. Esta enfermedad no quito
la vida á ningun enfermo, y las dos terceras partes de ellos
se curaron espontaneamente; y no por esto se abstuvieron los
médicos de administrar los mercuriales. Con razon ó sin ella se
creia en .el país que un soldado austriaco la habia comunicado á
uno de los habitantes del distrito, el cual la propagó despues á
sus parientes y á sus vecinos. No se trasmitia por la via del
coito, y los habitantes mismos creian que se habia estendido
particularmente por el intermedio de los utensilios destina
dos para tomar su alimento. .,. :, :
,,.:. .El yatvs, llamado tambien plan ó epian , es una afeccion
endemica en muchas partes del África meridional y de las In
dias occidentales, y de la cual nos han dado noticias circuns
tanciadas MM. Moseley , Saeffler y Thomson. Esta enfer
medad empieza por un estado de languidez y de incomodi
dad , acompanada algunas veces de fiebre, sobre todo en los
niños. No pocas veces se ve que la piel se cubre antes de la
erupcion de una costra blanca. A este estado , que dura po
cos dias, suceden unas especies de pustulitas en la frente y
en otras partes del cuerpo. •i ... . - . ••:t,
Las pústulas presentan desde el dia seis al diez una li
gera costra en su vértice , y se principia á percibir en ellas
Un pus de mala cualidad. Continuan creciendo, y se cubren
de otras costras irregulares , debajo de las cuales se halla al
levantarlas una úlcera de mal carácter. A una época que no
tiene nada de fija, y que varia desde el primer mes hasta el fin¡
del tercero, sobrevienen tubérculos, cuya aparicion mas ó me
nos pronta parece depender de la influencia del régimen. Una
segunda accesion de fiebre trae consigo comunmente una nue
va erupcion , de suerte que á un mismo tiempo , y en un mis
mo enfermo se ven pústulas en diversos grados de desarrollo;.
Jamas se forman tubérculos en la garganta, pero se descubren.
en ella úlceras que suelen destruir el paladar. Estos tubérculos
no suceden siempre á las pústulas; son redondos y de color de.
carne; por loque se le ha dado á la enfermedad el nombre afri
cano con que se la designa, ó de color blanco como pencas de
coliflores, y en tal caso son menos elevados y menos consisten-:
tes. Despues de haber durado algun tiempo se encogen, se de
222
primen sobre si mismos , y desaparecen, sin dejar señal nin
guna , ó cuando mas una pequeña cicatriz. Cuando es un
niño de pecho el que padece esta enfermedad , no tarda en es
coriarse el pezon de su nodriza por la accion irritante del pus
que fluye de las .úlceras bucales , se propaga la irritacion por
los tejidos inmediatos , y se forma una úlcera horrorosa que
llega pronto á cubrir todo el pecho. • •.•;'. '.i ^oi ..M ci ::
Si al contraer la enfermedad existia alguna úlcera grande,
suele librarse el enfermo de erupcion ; peto la úlcera adquie
ro un aspecto granujiento, se eleva y suministra una supu
racion abundante ; y si se consigue cicatrizar esta especie de
emuntorio natural, se declara el exantema al cabo de poco
tiempo. Esta enfermedad se mejora y cede comunmente por
si misma bajo la sola influencia de un buen régimen.
El radesyge es una afeccion propia de los habitantes de
la Escandinavia , para la cual se pueden consultar las obras de
MM. Holsty y Demaageon. Esta enfermedad principia siem
pre durante los tiempos frios, húmedos y nebulosos , por una
sensacion de peso en todo el cuerpo, laxitudes en los miem
bros y prurito en la piel. Los enfermos se retraen de toda
.especie de ocupacion , esperimentan rigidez en las articula
ciones con una cefalalgia frontal acompañada de tension y
de disnea. ; • ••. i: • OD '-• •, ••¡víí
La cara presenta un color pálido, aplomado, livido , al cual
sigue una rubicundez pictórica. Un coriza húmedo ó seco
obstruye las fosas nasales en términos de dificultar el paso
del aire. La nariz se hincha y se pone rubicunda, la voz se
vuelve ronca, la campanilla se prolonga, y sobrevienen do
lores vagos en los miembros, que se calman por la mañana á
beneficio de un sudor abundante , viscoso y un poco fétido.
Si se desprecian estos preludios, al cabo de algunos meses,
de uno 6 de muchos años, se forma en la superficie de la piel
una erupcion seca, blanquecina, farinacea ó furfuracea, cuyas
escamas caen para formarse despues mas gruesas, y hacen
la piel desigual , dura y escabrosa. En otros se desarrolla una
estensa erupcion húmeda, que escita un prurito fatigoso. Hay
enfermos que presentan, al principio en la cara y despuesen el
resto del cuerpo , una infinidad de pequeñas manchas de
diversos colores, como picaduras de pulgas, un poco ele
223 ,
vadas en sus bordes , que desaparecen algunas veces,' y de»¿
pues vuelven á aparecer, sobre todo por la influencia de una
temperatura húmeda. Estas manchas son las mas veces insen
sibles pues se las puede punzar con una aguja sin escitar do
lor. Cuando se rompen vierten un humor viscoso, y no tarT
¡dasa en .cubrirse de costras y de escamas , ó exudan una se
rosidad cuyo contacto inflama y ulcera las partes inmediatas.
Estas erupciones y estas manchas se acompanan ó preceden al
desarrollo de tubérculos cobrizos ó aplomados en diversas
regiones de la cara y despues en todo el cuerpo. Poco á poco
se engruesa y se arruga la piel de la frente; los párpados se hin
chan y se redobla hácia fuera ; los carrillos se aballan y adquie
ren un color rojo subido; los labios , hinchados tambien y re
traidos hácia atras, dana la boca una abertura escesiva ; la con
cha de la oreja se encorva hácia su cavidad ; los ojos se pre
sentan rodeados de un circulo rojo; su mirar es de medio la
do íyameoaaador; en una palabra , su rostro es tal que ins'r
pira horror y espanto. Los tubérculos una vez formados pre
sentan en su-vértice-ya jostras, y ya ulceraciones. Examinan
do la cáfriara posterior de la boca , se percibe la campanilla,
las amigdalas, y el veló del paladar hinchados ó cubiertos de
manchas que degeneran en úicefas sórdidas. Cuando Jos tur
liérculos han pasado al estado de ulceracion presentan borr
des duros., callosos, hinchados, desiguales y dan un humor
jrojo, fétido, que se deseca en forma de costras blancas , ro
jas ó morenas. La piel comprendida entre las úlceras ,,Asuele
tambien presentar hendiduras , surcos, grietas , y despojada
de su vello. Los violentos dolores 'de los miembros se mitigan,
y?, aun ..algunas veces, cesan enteramente desde que se ¡fija el
mal en la. superficie de los tegumentos. Cuando el mal llega
á este grado continúa haciendo progresos ,. y las úlceras des
pues de haber corroido la piel y las partes blandas .estienden
sus estragos hasta los huesos; dan un pus muy abundante y
de una fetidek insufrible, y á veces se desprenden de su fondo
porciones de. carnes fungosas. La caries se apodera de la bó
veda palatina, del vómer, de los hueses propios de la naris^
de lo cual resulta la pérdida de este última órgano. La voz se
muda y se debilita, el ejercicio de la palabra se hace con* la
mayor dificultad , se caen los cabellos, las Cejas y todos los pe
tes; y hasta los falanges de los dedos. Al mismo tiempo tie
nen los enfermos un apetito vorae , á veces una hambre ca
nina, siempre una sed inestinguible, un ardor quemante, so
bre todo por la tarde : fenómenos que presagian una muerte
próxima, la cual se verifica despues que las fuerzas se han
aniquilado enteramente por los sudores nocturnos y una
diarrea colicuativa. ^ !••'!. ') vi.& .V. .'¡:..ai
Las cuatro enfermedades cuya historia acabo de. bosquejar
en grande, se han considerado como degeneraciones de la sifi
lis, como modificaciones inducidas en esta afeccion por la in
fluencia del clima. Es verdad que en el dia todos de comun
.acuerdo colocan el rades^ge en la clase de hÉ Jeprasv y tam-
tien se sospecha que el yaws podria del mismo modo ino^te^
ner un origen sifilitico; pero nadie pone la menor duda con
.respecto á la enfermedad de la bahia de San Pablo y del mal
de Sherlievo, y aun se han sostenido que este último era una
endemia sifilitica, caracterizada únicamente .ó casi esclusi vanien-
te por sintomas consecutivos. • •<>) ••••' .J v T, n.. , /n.q
. ¿ Que es lo que vemos en estas diversas afecciones? Una
flegmasia bien evidente de la membrana muscosa de las vias
digestivas y de las aereas, desarrollada bajo la influencia re
unida del frio , de la humedad, de la falta de limpieza y casi
siempre de un mal régimen, la cual ad(juierc el carácter cró
nico, y se complica con accidentes simpáticos que tienen su
asiento particularmente en el tejido fibroso y en él órgano
cutáneo, donde se anuncian por dolores mas ó menos vivos,
por; pústulas costrosas ó fungosas , por úlceras sórdidas cuya
sanies es contagiosa , y produce una irritacion morbosa sobre
los tejidos sanos que se ponen en contacto con ella. Jamas se
presentan accidentes primitivos en las partes genitales , pero
por- los progresos del mal la membrana mucosa de estos órga<>
nos se irrita como todas las demas , se inflama, se úlcera, 4
te cubre día vegetaciones. Sobrevienen bubones en las glán
dulas linfáticas mas inmediatas á las superficies irritadas, y al fin
se estiende la afeccion hasta los huesos, principalmente las delas
fosas. nasales, produciendo en unos la necrose, y la caries
en otros. Se desprenden miembros enteros. La fiebre se decia•
ra algunas veces, pero tambien es frecuente faltar todo mo
vimiento febril. El coito «o es un medio de trasmitiese sino
295
en razon de la aproximacion iivtima, que estable^ y él ¡«pm
tagio se efectúa por medio de .todos los rontacios::inaagi-f
nables , y hasta por el intermedio mismo del aire segun ase
guran algunos. ., i .r
Todos estos sintomas se encuentran en la enfermedad que
Hipócrates describe en el libro octavo de sus epidemias ; ulce
ras en los órganos de la generacion , bubones en las ingles,
pústulas grandes en todo al cuerpo, abscesos cuya supuracion
era de mal carácter, y que penetraban basta los huesos ; últi
mamente , miembros enteros acometidos de gangrena. Los ha
llamos tambien en la bella descripcion que Lucrecio ha da.?
do de la peste siguiendo á Thucydides. "Si la.en.iermedadi
dice, no se dirigia álas narices, y no ocasionaba una hemor
ragia abundante de sangre negra y corrompida, se apodera
ba de los nervios , se difundia por las membranas y se insi
nuaba hasta en las partes de la generacion. Unos , atemorizados
de la muerte que los amenazaba de cerca , abandonaban al fue
go el órgano de la virilidad. Otros conservaban la vida , aunr
que privados de sus pies y de sus manos. Algunos perdian la
vida." Las menores alteraciones de la atmósfera bastaban,
segun la observacion de Bosquillon, para ocasionar todos estos
accidentes en los paises calientes. Las flegmasias viscerales,
acompañadas de úlceras pútridas en los órganos de la genera
cion en todo tiempo han sido en ellos, y son tambien en el dia>
muy comunes en estio, sobre todo cuando esta estacion es
escesivamente húmeda, y entonces sobrevienen al mismo
tiempo. tumores en las ingles , como ya Ib observó Hippócra.r
tes, y .a¡un parece , segun una historia ¡que se lee en uno de
los escoliantes de Aristófanes, que reinaron muchas, veces, eu
Grecia epidemias de esta especie, complicadas principalmente con
afecciones muy graves de las partes genitales , que se disipa-
.bon por si mismas; observación que ,Schotte;,ha hecho.iigual-
mcnte sobre los caballos en el Senegal , donde ha reconocido
'ademas que las visceras del bajo vientre y la superficie del
cuerpo estaban simultaneamente afectadas en la epidemia cjue
describe y que presenció. Pero los antiguos no. atribuian to
das «stas enfermedades á una -acrimonia especial.' JEl ¡pueblo
ignorante las atribuia á' la cólera de alguna Divinidad, asi
Tomo L 29 .
como tos médicos del siglo XV esputaron el mal frances por
la conjuncion de los astros. Hippócrates por el contrario nos
presenta el cuadro de ellas de modo que nos hace percibir
que consideraba las erupciones cutáneas, las diarreas, las of-
talmi.is, los dolores de oidos, las ulceraciones de la boca , y
las ulceraciones profundas de las partes genitales , como re
sultados de la sola constitucion atmosférica , variados en ra
zon de la estructura y de las simpatias mas ó menos esten
sas de los diferentes órganos.
Reyna, pues, una analogia notable entre estas epide
mias , de las cuales nos han dejado los antiguos un ligero
bosquejo , las que los modernos han tenido ocasion de ob
servar , algunas afecciones endémicas que se nos presentan
aun en el dia en diversas regiones del globo, y la terrible epi
demia que se declaró en el siglo XV. Por todas partes son
idénticas las causas , y casi idénticos los fenómenos.
¿Existe pues alguna relacion entre ellas y las enfermeda
des venéreas actuales? El fundamento, que ha habido para
compararlas es que estas últimas se consideran aun en el dia
como necesariamente sujetas, cuando se las abandona á la
naturaleza , á los mismos accidentes, principalmente á la ca
ries de ios huesos de la nariz, á erupciones .cutáneas , y á
ulceraciones ó fungosidades en la superficie de la piel. Pero
desde quela introduccion de un método curativo mas racional,
que confía á la naturaleza casi enteramente la curacion, ha
'permitido estudiar el curso de las enfermedades venéreas
abandonadas á si mismas , hemos podido convencernos, como
'lo he hecho ver en otra parte, que acarrean accidentes con-
secutivos con mucha menos frecuencia que lo que antes se
¡creia , y que estos accidentes son mucho mas leves y mucho
menos pertinaces. Sobre todo se ha reconocido que las afcc-
"¿fottes'dc los huesos son Jan poco frecuentes , que MM. Rose.
t<&ÍMhrie,'Hennbn y S. Goopét las atribuyen decididamente ni
mercurio; del mismo modo qué lo habian hecho ya en otro
tiempo F»^»pio.y Ferncl. • :¡. • .',.. .c:h:. ..i •
-ot • l'odcmos pues en el estado actual de nuestros conociV
• mica tos afirmar, que siendo la mayor parte de sintomas vené
reos llaruatios consecutivos, y sobre todo los mas gravee '
227
el resallado de un método muy escitante , de una irritacion
visceral crónica (1), no se pueden comparar con nuestras en
fermedades venéreas primitivas, ni el mal frances , ni ningu
na de las epidemias parecidas á él , y las cuales dependen to
das manifiestamente de una flegmasia visceral crónica , modi
ficada en sus .efectos simpáticos por la influencia de circuns
tancias estertores ó interiores. Si se hubieran inspeccionado
CAPÍTULO IV.
' ' (i) ;festcfno es ¿ferígí pues Valres erice espresamente q'ie las enferme-
" naaes veriéresí sorVeírsu concepto tan antiguas corrio el genero humano.
• Censen , dice';' ilíMi M rito morbo (gallifo) esse novum , quodque non vide-
rint tifcuia prio.ra. Comment. pag. 463, 2.a edit.
229
bitrio , y adoptaron despues todos los nomhres de .que aquel
se habia servido para designarla, .'señaladamente los da mal
frances , mal napolitano, mal español. Pero estos ^nombres
nuevos, aun cuando se admitiera la identidad, el estado
morboso que designan con el qae se llama ahora sifilis , no
demostrarian que esta enfermedad era nueva mas que • la do
fiebre de Ungrta, mal dk las Barbadas, cólico de Pbitgau
correa prusiana'; cólico de, Madrid, 'fiebre rusa/, oftalmia de
Egipto &c., prueban que las afecciones á qué se aplicaban
fueran nuevas antes de crearlas. i •!. ',•=' • ,i,
Todo 'lo que puede deducirse es que se inventaron para
espresar ciertas modificaciones que una ;serie de circunstan
cias particulares inducian en las enfermedades conocidas' ya*,
dando asi á estas .últimas un nuevo, aspecto'; que engañaba
al vulgo , y aun inducia en error á muchos prácticos. Mien
tras que los nombres de las enfermedades no se han tomado
de la esencia de estas últimas, sino solamente de sus tenéd
menos mafr graduados ó de los sucesos que' acompanan su
aparicion; han debido variar como todas estas «ircunstaqciasl
de las cuales las primeras no tienen las mas veces constancia
absoluta. • • •' . ' , •' • *•• .i'•'•'•• •'••i. ,^
••: Leoniceno, que no creia que el mal frances fuese ab*
polutamente nuevo, aunque fue. testigo ocular, de su invaJ-
sion, hace con este motivo una advertencia llena de sagaci
dad , y es que la falta de nombre propio suele ser causa de
que se olvide una cosa conocida, y que un nombre nuevo
sustituido á una denominacion antigua , destruye frecuente-
•mente no sol'o el conociniiento de esta ultima, sino tambien
el de la cosa misma. "Una enfermedad estraordinaria , dice,
se difundió en Italia y en otros muchos paisés. Los médicos
titubean para decidir qué nombre le darán, y en que clase
la colocarán. Pero cuando reflexiono que todos los hombres
estan organizados de un mismo modo, que todos han naci
do bajo un mismo cielo, y que todos estan sujetos á la iiií-
.fluencia de las mismas circunstancias, me veo obligado á creer
que tambien han estado siempre sujetos á las mismas enfer
medades, y no puedo figurarme que la enfermedad desarro
llada repentinamente entre nosotros, no haya sido conocida
de nuestros predecesores/'. .',;-.#, . '. ' ; t.;í ' •••, ',. .:
230
Es bastante singular que los partidarios del origen ame
ricano, ó á lo menos de la.no antigüedad de las enfermeda
des venéreas , los cuales daban tanta importancia á las pala
bras, no hayan conocido que si este argumento tenia real
mente algun valor , probaria mas bien contra su opinion que
en favor de ella, porque si los escritores de los siglos XV y
XVI hubieran, estado persuadidos de que la -enfermedad era
originaria d« América, no habria faltado, entre los que han
descrito la epidemia , alguno que la llamase mal americano.
Ninguno absolutamente se halla eri este caso. Verdad es que
el hábil critico español Vives la llama lues indica en un pe
queno tratado intitulado: Concia desudare Christi; pero este
opúsculo no se imprimió. hasta el año 1530, es decir, seis
años despues de la publicacion del compendio de Oviedo, cu
ya existencia, lo mismo que la de la obra Ulric de Hutten
no podia ignorarla un hombre tan erudito como Vives. Ade
mas, Oviedo no habia persuadido á todos sus contemporá
neos, pues en 1575 procuró Alcázar en su tratado de Ciru
gia probar con Avicena, Punio, é Hippócrates, que la sifilis
era ya conocida de los antiguos. Delgado, en su libro sobre
el guayaco, publicado en 15á9, refiere que muchos españo
les atacados del mal frances, habiéndose embarcado para San
to Domingo, se curaron en él con el cocimiento del gua
yaco; medio., añade, de que se servian mucho tiempo había
«n esta isla contra una enfermedad análoga. Este pasage prue
ba evidentemente que aun cuándo Delgado no ignorase nin
guno de los pormenores de la espedicion de Colon, suceso
demasiado estraordinario para no escitar la curiosidad gene
ral , no creia tampoco en las relaciones interesadas de Oviedo.
i.~: La novedad de los nombres no es pues un argumento tan
•concluyeme como lo han creido Astruc, Haller, Girtanner y
otros en favor del origen moderno de las enfermedades ve
néreas , ó mas bien del mal frances considerado como idén
tico con estas afecciones. ¡ • .
•rj.f Lo mismo puede decirse del que se ha fundado en el silen
cio de los historiadores antiguos, de los cuales se dice que no
citan ningun individuo atacado de enfermedades contraidas
ipor el trato con muge res; aunque refieren muchos casos de
libcrtinage, y en el de los poetas, en los cuales añaden que
231
no se encuentra ningun pyix'ige que pueda aplicarse al mal
venéreo. Leclerc, sobre todo, ha hecho merito de esta supuesta
prueba, á la cual daba Freind tambien un alto grado <le im
portancia. Astruc la consideraba igualmente copio de un gran'
peso, y Girtnnner no se ha desdeñado tampoco di. emplearla.
íQue obgeto, esclainan estos cuatro escritores, habria ddo'
mas digno de satirizarse, si realmente sé hubiera tenido co
nocimiento de el! ';!•.(':! ; ''"i.
Las opiniones del vulgo , con relacion á las cosas que per
tenecen al arte de curar, son el producto de las teorias mé
dicas reinantes, modificadas solamente alguna: vez por falsas
interpretaciones, ó por conclusiones precipitadas y arriesga
das, aunque deducidas de hechos exactos en si mismos. Los
sabios adoptan las ideas de los médicos , y luego las toma el
vulgo de unos y otros, ya porque las oye repetir por todas
partes , ya porque tienen algo de'verosimíji' ya ; en fin, porque
presentan una apariencia de maravilloso que le agrada y le
seduce siempre. Estas ideas se arraigan al cabo de poco tiema
po en' tales términos que cuesta infinitos trabajos esterminar-
ías, y que todos los esfuerzos de la razon suelen ser inútiles
contra el poder del hábito que las sostiene. Por otra parle;
los antiguos , cómo se verá mas adelante, conocian tambien
como nosotros todos los iaccidentes venéreos, solo que tenian
opiniones diferentes de la nuestra en cuanto al origen de es
tos sintomas, porque por un lado no los hacian provenir
todos de una sola y única causa , como de un tronco .de don
de nacen una infinidad de ramas,' y por otro estaban tam
bien mtiy distantes de ci'oer que 'los placeres del. amor fueran
la causa comun. Sin embargo no ignoraban' el verdadero
origen de algunos, ó por mejor decir, sabian que aquellos se
manifestaban con mas frecuencia en consecuencia del coito,
que bajo la influencia de cualquier» otra causa. Asi es que
sus poetas no* han guardado tampoco un silencio sobre es
tos accidentes tan absoluto, como se supone, pues los re
sultados morbosos de los escesos de su tiempo han sido el
blanco de su malignidad, lo mismo que lo han sido de la de
Regnicr, de Marot, de Bayf , de 'Sigogne, de Berlholet , de
Saint-Amand y de Rabelais, íos:ijé pus contemporáneos.
. .iJEl pasage •en qAe.Horaqio (i)" habla del im»\ de Campar \
nia, apenas merece citarse aqui. Se na disputado mucho so
bre el sentido que debe darse á estos términos oscuros. Unos :
creen que designan. un .vicio moral, y otros que indican. una
afeccion morbosa particular. Pero es dificil establecer nada
de positivo con respecto á esto, pues del mismo modo pue
de. adá»*irse¡ ya fa.'dpinion «le Ast rue, que era tambien la mis
ma de Dacier; á saber, que es una quimera querer que se
entiendan de b sifilis estas palabras; ya la de Platuer, el cual
pretendia que, el Jnal¡de^C<Hfipanf.a tiene reakoe,ote alguna'
aünidad con esta última. Ueiske bace á este propósito una ad
vertencia. bastante curiosa. "Los autig.uos, dice, habian ob
servado iMia enfermedad particular de las fosas nasales y del
paladar en cienos sugetos atacados de esta afeccion; estos
pendianla facultad de pronunciar claramente, por, hacerse su
vo^igangqsa .6¡ roaca• <ie snertfe que se Iqs reconocia por el
timbre d« .eHa/' ¿No hajalfa aido.el mal d« Gampanja mas que
una inüanjiKrion crónica de. la m.::ml')rana pituitaria , con al
teracion de los b uosos , y tal vez con ulceracion de la nariz?
. .íijubenal aeespresa de un modo menos equivoco que Ho
racio.,; cuattdab^Wfl .de. los. Cinanseos ninth»do<>y'íjue;«l médi-
00^ éatirpa sónrióndosCi (2). Estas, especie* íde vegetaciones
fuágxasastpucéden con frecuencia ¡árla mas vergon/.osa de las
prostituciones.^ Estos son males venéreos en toda la eslension
dé la/ pakibra ^ ó segun suele espresarse, afeccipnes que diV
inaitianf/do ¡Un.:;origea impuro Cipero cuyo caráctóc. Venéreo
les: niegan, para salir de la dificultad, los partidarios del ori-
gen.moderno de la. sifilis: "La censura '.dir poetó, íjiíft As-
truc ,( :ns> recae itahto sobre iuna enfermedad vergonzosa• co-
:¡ i..i'l':¡',:•• •;' .ii:'i'i . •'. fi .•' .! lf¡ . t:n£ti:íM' ' .l! • .;¡.11
(i) Lib. i. Sat. í.
-J•) '• ••." no.. „••í;,:;...,,..:
:t.*rp f ''Seto'san Ix.vifrontem turpaaerüt.óris ; '.••. ..i'iB¡lni £¡ ojnd ii»p
.P.} '. Clvnptmum in morbum , iu faciem per mulla jocatut.t ,.i..•, 'n, ,,
,. . . f. • ¡.
..... Quts emm non vtcus abundat
'' .'Tristibus obsctenis. \Castigat farpia, cum sil ' ' •
: i 'ínter, socraticos natiísima fossa Cinced.os . ii ..•• ¡ ¡>... ..: : i.
Hispida mimbra qaid«m et tiur<e per brachia tf*fi ' ..¡. -.:n ,..:.(
Pro'nittutit atrocem anlmum , sed podice lisvi ,
'CárJuntütiüfaidé, medico ridente , marñc*. ' .' t'«"ü¡.i- lii:<v:
,
mo sobre costumbres "moy abominables y muy cri miróles.'1
El mismo raciocinio se ha aplicado á las Sátiras de Mar-•
cial sobre los higos (1 ). w Los higos, segun Astruc, son con
secuencia de abominaciones , pero sin infeccion venerea ; y eri
su concepto Marcial no se propuso mas que echar en cara
á los que los padecian que eran hombres afeminados , y qué
se prostituian. Esta fue sin duda la intencion del poeta; pero
esto es precisamente lo que hace tan precioso su testimonio^
como ya lo habia conocido muy bien en 1 608 Fabius Pacius
en su comentario de Galeno. - * ..'.*¿•
Marcial nos enseña que la especie infame de prostitucion,
objeto de sus epigramas , producia en su tiempo los mismos:
resultados que en el dia. No se necesita mas. El poeta no po*
dia emplear para comunicar sus ideas espresiones que aun
no habian puesto en boga las teorias médicas, y se contenta
con designar el efecto aparente de la enfermedad. ¿ Las vege
taciones que la sodomia ocasiona en el ano , serian tal vez de
dos especies , unas por contusion y otras po:r virus ? Cuando
interviene la misma causa , ¿ por qué no se ha de admitir el
misino efecto? Astruc debia colocar los mariscos de, Juvenal
y los higos de Marcial entre los accidentes de la sifilis, ó re
conocer que las excrescencias a coílu pueden no ser virulen-
. . .
(i) Cfarificatorium super nono ^4/mantorit , p. 83.
(3) De curis aegritudin. tuper nono ^ilmansoris, Lyon , 1538 , ¡a, 4.
(4) Consilia , Venecia , 1521 , en folio.
($) Fiotfior. Med.,tr. III, c. i. „. !. ...
íi
;(8.)N£,sto no' era mas que la; aplicacion
', .*.b de
.*'••una«..teoría
i ;-^cc
muy ?:?
antigua, ei
da a que el primer efecto de la irritacion de las membranas mucosas , es
suspender su accion secretoria. Esta teoría se ha conservado'muchísimo
tiempo , pues Tisot , por ejemplo, dice con otros muchos. que los purgantes,
.repetidos p.rjvan á los intestinos
sensibles."•• '" de su moco
• ••' y los hacen de este modo mas
(9) '
241
conviene tener presente que como entonces habia tra^muro
de bronce entre la cirujia y la medicina , los cirujanos no se
encargaban de la asistencia del ardor de orina por no ser de
sus atribuciones , y solo insistian en la curacion de la arsura,
que corresponde á nuestra batanáis.
Segun dicen Astruc y Girtanner , la gonorrea , ,que es el
resultado casi constante del ardor de orina, no apareció hasta
«laño 1550; pero no se puede dudar un momento en colo*
caria en el número de la$ enfermedades mas antiguamente
conocidas. Se halla descrita con exactitud en el Levitico (1); y
Jas reglas sanitarias prescritas por el legislador acreditan has.•
tante que era contagiosa en alto grado entre los hebreos (2).
Los árabes Ali-Abbas (3), Abicena (4) , Abenzoar (5) y Al*
bucasis (6) lo han indicado claramente^ Constantino el África•
no(7) , Gario Pontus (8) y Roger (9) hacen tambien mencion
deella.En la célebre coleccion de sátiras atribuida á Curio (10)¿
se habla bajo. el nombre de gonorrea de una afeccion muy
difundida entonces en la ciudad de Roma. Esté término, al
eilal por una confusion de ideas bastante comun en todas las
lenguas, se daban dos sentidos diferentes, de modo que sig
nificaba, en lo moral, un vicio procedente de costumbres de*
pravadas, y en lo fisico una enfermedad de los órganos ge«
nitales, tomó su origen, segun Beroald, por corrupcion de
la antigua palabra gonorrea. Desde entonces se la halla á ca
da paso en las obras publicadas durante el siglo XV , por
ejemplo, en las deTornamira, Valescus, yConcoregio,de sueiv
(i) Oviedo se habia limitado á decir que las mugeres americanas, muy
esquivas con sus compatriotas , so abandonaban fácilmente a los espafioles;
hecho confirmado por Herrera y por Lacasa. Pero Vespucci añadió que in
citadas. por una tendencia irresistible á los placeres del amor, y no hallan
do los hombres bastante dispuestos á satisfacer sus deseos desenfrenado»,
251
adoptadas por Pauv, aun falta mucho para' que la deprava
cion de costumbres llegara entre ellas al grado en que llegó
cuando Cleopatra, las mugeres de la familia de "Augusto y la.
bija de 3S. escandalizaban á todo el mundo por su libertinage
desenfrenado. ¿Como no se ha percibido la contradiccion ma
nifiesta que hay en hacer depender una enfermedad del liber
tinage , y en pretender al mismo tiempo que ha tomado ori
gen en un pais, en el cual por la naturaleza misma de las co
sas no podian ser los éscesos de cualquiera clase , ni en efec
to eran con mucho iguales á los del pais, al cual se quiere que
han venido de aquel? Si hay enfermedades que se contraigan
con el trato con las mugeres , y que sin embargo no sean ve
néreas, ó por mejor decir, sifiliticas, es preciso que tengan
signos ciertos que puedan servir para caracterizarlas puesto
que segun el sistema que hoy reina debe variar de un modo
considerable el método curativo. ¿ Pero cuales son estos sig-
• ' •, •
se habian valido de bebidas escitantes y de irritaciones mecánicas: Faciunt
intumescere maritoruai inguinain tantam crassitudinem ut deformia vidian- .
tur et turpia , et hoc quodam earum artificio et mordicatione quorumdam.
animalium venenosorum , et huíut rei causa muid emittunt inguina , qu,e
iliis ob 'defectum cune ftaccescunt , et multi eoruín reitant eunuchi. Gir-
tanner acogió ejta anécdota tan poco fidedigna , y se sirvió de ella para fun
dar una hipótesis, por medio dela cual esplicabael primer desarrollo de la
enfermedad en America. Creia en efecto, que el veneno de los insectos con
ducido por el hombre a la vagina de la muger produce en esta úlceras que
comunica luego a los que tratan con ella. Es admirable lo que han traba
jado los autores por hallar una causa citerior y material de los accidentes
venéreos, sin que á ninguno le haya ocurrido que la accion vital sobreesci-
tada puede por si sola producirlos , y que las partes en que se desarrollan
no se conducen en este caso de un modo puramente pasivo. La hipótesi
de Girtanner. puede ponerse en la misma categoria que. la de Overcamp,
fraguada ya antes por Vanhelmont , y sostenida despues por Roberg y
Linder , quienes creian que la enfermedad habia tomado origen en Améri
ca del comercio de los indios con los monos ; que Ja de Llster , el cual
discurriendo segun un pasage mal interpretado de Oviedo, pretendia que
habia sido producida por el uso dela carne de iguana ; que la de Haupt-
mann,Lange, Abercromby , Hartsoekex, Calmee, Deidier y Juch, re
novada , en estos ulíimos tiempos, por M. Cullerier, quienes suponian, en
conformidad con la doctrina de Kircher , que los sintomas venéreos de
penden de gusanos ó insectos que se insinuan en las partes genitales y las
estimulan ; en fin , que la de Rechmann , el cual queria que la sifilis hubie
ra tomado origen en Egipto, de donde los judíos, despues de haberla con
traido durante su cautiverio , la llevaron á Palestina , pais en el cual la Ad
quirieron despues los cristianos en el tiempo de las Cruzadas. . •
252
nos? En el articulo de cada sintoma he probado que no exis
te ni uno, y que asi lo confiesan formalmente todos los que
han visto y han tralado enfermedades venéreas. Por otra par
te , ¿como podrán distinguirse estas enfermedades sifiloides 6
pseudo venéreas de las que lo son realmente, puesto que pa
ra aumentar aun mas las dificultades del diagnóstico, se quie
re que puedan provenir de una misma y única causa: del li-
bertinage , de la impureza de las mugeres enfermedades ve
néreas y no venéreas? Y no se pretenda que el mercurio sir
va de piedra de toque, porque todos los prácticos convienen
en que es nulo en muchos casos. Bell, que le consideraba co
mo un antidoto seguro , confiesa sin embargo que puede pro
ducir sintomas semejantes á los de la sifilis. En fin, Bosqui-
llon , que no consideraba como venéreas las úlceras de las
partes genitales descritas antes del siglo XV , se ve sin em
bargo precisado á conceder que eran muy dificiles de des
truir , y que las afecciones sifiliticas no son, como se ha ase
gurado, las únicas rébeldes á todos los remedios; sin contar
con que declara en otro pasage que las tres cuartas partes á
lo menos de las úlceras que se tratan como sifiliticas depen
den de otras causas. Se viene á parar evidentemente á las mas
estrañas inconsecuencias cuando se admite que afecciones que
proceden de una misma causa, que se manifiestan en las mis
mas circunstancias, y que presentan los mismos caractéres,
forman sin embargo, ya un grupo muy reducido , entre cu
yas partes todos reiría una intima conexion , ya una serie de
males independientes unos de otros y sin nada de comun en
tre ellos, segun que resultan ó no de una causa general , que
se admite sin la menor prueba , y aun sin la menor necesidad,
ó mas bien segun que se las encuentra descritas en tal ó en
cual siglo (1). río tardaré en dar otra prueba no menos cho-
•(i) Bru hace acerca de esto las reflexiones siguientes : " Parece .muy
singular decir que un sintoma venéreo no es sifilítico , pues venéreo y ti-
fifftica son términos sinónimos , y esto hace que tal modo de raciocinar
no sea mas que un juego de palabras. ¿ Hay alguna diferencia entre el mo
do venereo que produce un síntoma. de este nombre , y el que produce la
sifilis ? Si no la hay , todo síntoma venéreo es sifilitico por mas pequeño
qu« sea. Este argumento no tiene replica. Pero puede suceder que la irri
tacion venerea sea menor con este sintoma que con el otro ; podemos su-
253
cante de la influencia de la preocupacion y del espiritu de
sistema , y demostraré que los mismos escritores que se nega
ban á considerar como sifilíticas las enfermedades de los ór
ganos genitales descritas antes del fin del s¡g"]O XV , porque
los antiguos se limitaban á dar á conocer los caracteres de
cada afeccion local ; caractéres que por el contrario descuidan
la mayor parte de ellos, llegaron insensiblemente á colocar la
mayor parte de las enfermedades á que está espuesta la eco
nomia animal bajo el dominio de la sifilis, y formaron asi
de esta última un compuesto monstruoso de los accidentes
mas inconexos, del cual se conservó una idea confusa, que
se propagó tanto mas fácilmente cuanto menos se la compren
dia. Esto mismo probaré en el capitulo siguiente despues de
retroceder hasta el orígen de una teoria que produjo las su-,
tilezas mas estrafías, y la cual, á la manera de todas las doc
trinas médicas no se limitó á cambiar el curso de las espe
culaciones, sino que ejerció al mismo tiempo una influencia
poderosa , tanto sobre el método curativo de las enfermeda
des á que se referia, como sobre la felicidad dé la sociedad y
la rpaz de las familias.
„ \*(1) . .. : i*-: •..• .,. •...i•• . ;
ponerlo asi , y estos grados de irritacion que suponen una esfera de accion
det foco muy estensa , son los que pueden autorizar el uso de la palabra
sífilis , para espresar un grado cualquiera de infeccion ; pero sin dar jamas
á entender que esta sea general , porque si se comparase el efecto local
del modo veséreo al que se querría suponer general, se vería que este úl
timo era el termino de la vida. Ademas pueden existir muchos focos de
infeccion, de los cuales cada uno tendría su esfera de accion particular , y
podrían aun establecer otros siendo favorables las circunstancias Esto
lo prueba la posibilidad que hay de curar uno sin otro , aun tratándolos so
lo Idealmente , pues si estuvieran sostenidos por un foco comun , no se con
seguiría esto ciertamente.
(i) La sífilis es sin contradiccion la enfermedad á que mejor se apli
can las siguientes reflexiones de Mallebranche, que los médicos nunca me
dicaran demasiado. "Se presenta una enfermedad nueva , dice este fiókdfo;
hace estragos que sorprenden a todo el mundo , y esto hace una impre
sion tan profunda en la imaginacion, que por todas partes.se cree ver es
ta enfermedad. Si se le da el nombre, de escorbuto , por ejemplo, todas
las enfermedades seran escorbuto, y si el escorbuto es nuevo, todas las
enfermedades nuevas serán escorbuto. El escorbuto esta acompañado de
una docena de síntomas, entré los cuales habra muchos,. comunes á otras
enfermedades; pero esto no importa. Si se presenta un enfermo con algu
no de estos síntomas sera escorbuto lo que padezca, y ni se pensara si
quiera en las demas enfermedades que tienen los mismos síntomas. No se '
254
CAPÍTULO V.
Del origen , desarrollo , y modificaciones sucesivas que ha tenido la •,
teoria del virus venereo.
'-' >
Resulta de lo que viene dicho que no podria citarse una
•ola afeccion de las llamadas venéreas , ni un solo trastorno
de la economia aminal de los que se atribuyen comunmente
al coito realizado en ciertas circunstancias, que no se en
cuentre indicado ya enMos escritos de los medicos ó ciruja
nos griegos, romanos , arabes, ó arabistas, pues conocieron
las úlceras simples y corrosivas del prepucio y del glande,
los flujos de materia puriforme por la uretra .6 .la vagina , el
cáncer y la gangrena del miembro viril ; la inflamacion de las
glándulas inguinales, la hinchazon de los testiculos, los absce
sos, pústulas y gangrenas de la vagina, las fistulas del peri
neo y del escroto , las'iestrecheces de la uretra, las escrescen-
cias en la márgen del ano , en el miembro y en los grandes?
labios , las fisuras de la piel , y principalmente de la estremi-
dad inferior del recto, y dieron de ellas descripciones mas ó
menos estensas y mas ó menos luminosas. Habiendo tenido
ocasion de observar estas afecciones con frecuencia, como lo
acredita la prolijidad y los pormenores con que muchos de ellos
las describieron, ¿como es que no les sugirieron la idea de
la sifilis y del virus sifilitico , y no les decidieron á colocar en
un mismo grupo asi la multitud de alteraciones patológicas
quesuelen suceder masó menos inmediatamente al coi toi como
. *' "•
dudará que le sobrevendrán tambien todos los accidentes que se han visto
sobrevenir en esta enfermedad. Se le administrarán las mismas medicinas,
y causaran sorpresa el que no produzcan el mismo efecto que se ha crbser-
vado en los demas." Dejemos á un lado las opiniones, bien. perdonables
cin duda, de Mallebrauche sobre las supuestas enfermedades nuevas, y
principalmente sobre el origen reciente del escorbuto, tan bien conocido
de los antiguos como lo eran las enfermedades venéreas. ¿Y quien ha pin
tado mejor que él el curso progresivo de los errores a que conduce la ge- ) . -
néralizacion de ideas en medicina: en la rama de conocimientos humanos
eí que, es mas necesario no perder nunca de vista las particularidades, no
aplicar rigurosamente a los casos particulares los corolarios generales, cu.
yo unico objeto es facilitar mas el estudio, y las cuales presentan en ia
pracíica escepciones á cada paso, por decirlo asi. • ..fi . -;.. •
una infinidad de otras enfermedades que se desarrollan , ya,
durante el curso mismo de estas últimas, ya mas ó menos
tiempo despues de su curacion? Es evidente que las teorias
reinantes en las diversas épocas de la ciencia han sido la cau
sa de un silencio que solo la historia puede esplicar. •
Los antiguos consideraban el humor seminal como un so
brante de la digestion ó de los jugos destinados á alimentar
el cuerpo, y suponian que este sobrante provenia de todas
y cada una de las partes que descendian á lo largo de la mér
dula espinal hasta los riñones (1), que desde aqui se dirige
á los testiculos, y que estos, finalmente , le envian al miem
bro viril , por el cual sale al esterior. Esta teoria se halla ya
consignada en una de las obras atribuidas á Hippócrates, en
el tratado de genitura. Pitágoras la habia adoptado. Platon
la admitió. Alcmeon , Demócrito, Epicuro y la mayor parte
de los filósofos griegos la sostuvieron tambien. Aristóteles
pretendió en vano combatirla, y Galeno que le dió toda la
estension de que era susceptible , le aseguró por su autori
dad una dilatada dominacion en las escuelas de medicina. Y
esta fue la que Bufon reanimó con el fuego de su brillante
imaginacion cuando espuso su famoso sistema de las mole
culas orgánicas.
Discurriendo sobreesta hipótesis los antiguos, creian qut;
para mantener la salud era indispeneable la escrecion mo
derada del semen , y recomendaban en consecuencia un uso
racional de lo» placeres del amor, prohibiendo sin embargo
el entregarse á ellos antes de completarse la digestion , y pres
cribiendo de un modo minucioso las precauciones que deben.
(i) Este es tal vez el origen de la palabra sifilis, como parece indicar
lo los siguientes versos de y^ulgerius ( Eccard , corp hist. mea. £vi , t. II, •
p. 1854), escritos al fin del siglo XIII, ó á principios del XIV.
Qui loca circuit venator veneris
Hic vir decanus est , qui viri especie .
Non vir , sed virus est , virosa facie
In viras viribus virens malitiee.
257
bia enseñado á considerar este flujo como el escedcnie de
los jugos nutritivos : como una especie de semen me
nos elaborado que el del hombre , y asi en razon de su.
crudeza se le atribuia una infinidad de propiedades perni
ciosas, las cuales sugirieron á los árabes la idea de atribuir
las viruelas á la sangre que refluye del cordon umbilical al
cuerpo de la criatura, y cuya enumeracion se baila en la obra
de Juan de Ketam (1). Todos conocen los sarcasmos de Lu-
»cani sobre el virus lunar , y todos los cuentos populares que
Plinio ha reunido (2) á propósito de los menstruos que él lla
maba maribus exitiales atqut pestiferos menses. En aquel
tiempo como en el de Moises se confundian todos los flujos
de cualquiera naturaleza que fuesen, con el flujo periódico,
bajo la denominacion de purgaiio ó rheuma. Esto lo prueba
un pasage, entre otros, de Hippócrates (3), en el cual dice
que sobrevienen bubones cuando los menstruos se convier
ten en pus , y producen úlceras cuya supuracion no puede sa
lir al esterior. De aqui las preocupaciones que nacieron con
relacion al flujo periódico , y que se han propagado hasta
nuestros dias entre el vulgo. Los bubones eran principalmen
te los que s.e atribuian á este flujo, en tales términos que el
poeta Lucilius (4) inventó la palabra imbubinare para indi
car el efecto que producia hinchando las ingles. Estas ideas
ce desarrollaron mas en la edad media , pues se consideró el
flujo menstrual como la reunion de las impurezas mas per
judiciales de todo el cuerpo (5). Se llegó hasta proscribir para
las curas el lienzo que habia, servido á las mugeres, y Mar.*
celo de Cosme insiste sobre la necesidad de abstenerse de
^l (6). Se prohibió el comercio con las mugeres en los dia»
inmediatos sucesivos á la menstruacion , por considerarle como
(i) Ucay se espresa de este modo : "Es sabido q'ie si una joven per
fectamente sana, y aun doncella si se quiere, para escluir toda sospecha de
mal venéreo se acompañara de media docena de jóvenes tan sanos como ella,
y se entregara al ternativamen tea todos ellos, ó unos ú otros, adquirirían desde
luego la sifilisólacontraerian todos juntos porla repeticion de actos venereos."
fio puedo menos de hacer notar que en esta hipótesis de la produccion de
las enfermedades venéreas por la mezcla de espermas , como en la del ví-
rus sifilítico, y en todas las de los antiguos , se suponía el cuerpo inerte,
Ó recibiendo de un modo pasivo la impresion de la causa escitante.
(a) Los autores de la baja latinidad daban el epíteto defcetida, como
en otro tiempo los latinos el de impura á toda muger que se abandonaba
262
dé Lanfrac, de Gui de Chauliac, de Valescus, Argelata, y
de oiros autores de la edad inedia (1). Designaban con ella
un estado contagioso que se consideraba como muy terri
ble (iá), porque podia comprometer la vida de los que llegaban
á padecerle, y llegar á ser causa de enfermededes graves que
se trataban esclusivamente con remedios locales.. ..••- :,•i
al primero que se presentaba. Es probable que varios medicos de la edad
inedia hayan empleado alguna vez Jas palabrasfieda yfietida en este sen
tido ; pero la nota siguiente prueba que les daban tambien otra acepcion,
en la cual naturalmente no hablan podido pensar los escritores estraños aJ
arte de curar. ,'í> .... ' y*.-
(i) Tratando de pustulii qu;e adveniunt virgx propter convenationem
cum fíena mullere (II, tr. 30, C. 3) Argelata, cuya obra ha servido por
mucho tiempo de manual á los cirujanos , describe la impureza, del modo
siguiente: Ex materia venenosa quue retinetur inter prapfitium ei oellín)
virgos causantur htie pusfulíS tales per hunc mydum , quoniam ex reten-
tione íilias mater'ue qvx remanet inter pellem ét pr&putium' ex actiotte' vt*
TÍ cum fieda muliere , quae non retpirat , putreftt. Valescus se esplica tn
los mismos términos con corta diferencia ( L. VI, C, <$): úlcera et oustu-
ííf fiant in virga... Causee possunt esse vainas, vel attritio et coi'tus cum
fceda, vel inmunda, vel cancerosa muliere.., jfuvenibus frefíteníius acci-
'dunt , quod coeunt cara fce mina habeníe uleus i» matrice , cam íaa confa-
giositiite .inficiunt virgam , et in ea fit uleus- No se puedfi decir que tos
médicos de la edad media entendian por este estado contagioso el" verda
dero cáncer de la nutriz, en primer lugar porque en su tiempo se atribulan
á úlceras todos los flijos puriformes de cualquiera naturaleza que fuesen^
y en segundo lugar porque Valescus distinguió muy bian la muger impura
de la qua padece una afeccjan cancerosa. La poca precision que se advierte
en todo lo qus estos diversos escritores han dicho de la impureza de. las
mugeres, aunque evidentemente atribuian á ella ideas particulares , ha ha
cho creer que no veian en ella mas que una cosa accesoria , como por
ejemplo , la falta de limpieza, ó una materia saniosa y puriforme que obli
gaba al uso de lavatorios , tanto mas , cuanto que Gadesden dice : Siquis vult
membrum ab Omni corrupjione servare cum a muliere recidit.) quam forte
habet suspectam de intniftidiiice ,'lavet ii/umeum acuií, ciento, atina. Pero
reflexionando bien sobre este pasage , se halla en él, no tanto un precep
to de limpieza, como la indicacion de un medio considerado como preser
vativo contra las inflamaciones erisipelatosas, las ulceraciones y los fluíos
causados por la impureza de las mugeres , en la cual se veia «1 origen de
un principio contagioso que no manifestaba sus efectos sino de un modo
local. Asi pues no sih fundamento considero esta doctrina de la edad me
dia como la que ha conducido por grados á la teoria de las enfermedades
venereas que hoy se halla admitida. •:
(a) Las palabras de Valescus, en el pasage citado arriba indican bas
tante que este estado pasaba por contagioso. En cuanto al riesgo de las en
fermedades que resultaban de el lo comprueban las palabras periculous in-
firmity ofburning, insertas ett el reglamento de 1163 hecho para las man
cebias de Londres , y que Beckett ha referido.
263
La teoria de este estado de impureza continuó desarrollán
dose progresivamente. Se estendió de un modo insensible , y
poco á poco escluyó de la nosologia á las que habian rei
nado antes que ella. En lugar de creer con los antiguos que
las afecciones de las partes genitales dependian de una causa
interna, se admitió que resultaban de una accion morbosa
ejercida primitivamente al esterior sobre los órganos. Pero de*
jando de considerar estas enfermedades como crisis saludables
procuradas por las fuerzes medicatrices de la naturaleza , no se
tardó en venir al estremo de no ver en Jas partes afectadas
mas que un foco que exhalaba por todas partes hácia el inte
rior una atmósfera terrible de infeccion.
Es preciso sin embargo descender hasta Cataneo para
hallar una trasmision sensible de estas ideas sobre la impu
reza contagiosa de las mugeres á la doctrina actual. Cataneo,
cujas obras son efectivamente las primeras que nos manifies
tan vestigios confusos de esta última, admitia un virus, que
viene siempre del esterior, que se forma del flujo periódico
de las mugeres , y del cual se exonera el organismo por me.1
dio de las afecciones cutáneas, de los dolores y de las fluxio
nes en:las articulaciones. Vochs, su contemporaneo, suponia
que los alimentos groseros y mucosos producian en las estaj
eiones húmedas un fermento glutinoso y viscoso con vertido por
la naturaleza en un licor acre y pútrido que ella misma es
pele del cuerpo , ya prontamente escitando la mas aguda de
las enfermedades', la peste , ya lentamente, ocasionando la mas
crónica de las afecciones , la sifilis (1). En esta época que cor-
(i) Este pasage de Vochs ccmtribuye á confirmar lo que antes he di
cho a propósito de la epidemia del siglo XV. Es muy importante, porque
prueba que en la época en que este médico escribia, no solo se confun
dian las enfermedades venéreas con una enfermedad verdaderamente epi
démica, sino que tampoco.se consideraba esta ultima como una afeccion
nueva. En efecto , Schelig , uno de los primeros que han escrito sobre et
mal frances (malum de Francia , como él le llamaba), le clasifica en el
género fórmica, especie de exantema muy comun en otro tiempo, ,peroi
desconocida en el dia, ó designado bajo otro nombre; y añade: de nomi-,
nibus non est curandum. , ,cum r&x ipsa sit nota. Widmann le nombra tam
bien, pustula" fórmicales. , seu asafaticíe. Wimpheling dice que el mal fran
ces , non quidem ut vulgus opinatur nobus est morbus, sed superioribus
annij íam visus quam ¿egerrine perpessus. Widmann pretende haberle vis
to desde el año 1457 , y Torella asegura que la peste que reinaba en tiem
po del Emperador Heraclius no se diferenciaba de el.
264
responde al fia de lo» diez primeros años del siglo XVI, prin
cipiaba ya á creerse que el libertinage es la causa de casi to
das las enfermedades de las partes genitales, aunque estas no
hayan recibido el nombre de venereas hasta 1527, tiempo en
que se le dió Santiago de B -thencourt , y no Fernel , como
ha dicho Astruc. Benedelti aseguraba que dependen de la ac-
éion de un virus desarrollado en los humores que'se exhalan
de los órganos genitales, principalmente en las mugeres, y
que este virus ocasiona una discrasia general de los fluidos.
Asi es que al tratar de cada enfermedad no deja de hablar
de la influencia que ejerce sobre ella esta tintura venérea,
como él la llama. Designa como consecuencias de la discrasia
venérea una infinidad de accidentes, bien conocidos antes de
su tiempo , pero que ni remotamente se atribuian á seme
jante causa. Esta idea rectificó sin duda algunos errores, é
hizo conocer, por ejemplo, la conexion que existe entre los bu
bones y las úlceras de la membrana mucosa de las vias ge-
nito-urinarias; pero no tardó en adquirir una ostension pro
digiosa, y en crear la doctrina de las enfermedades venéreas
enmascaradas. La introduccion de esta doctrina en la noso
logia corresponde precisamente á la época en que se renun
ció á las antiguas teorias, y de ningun modo pertenece á
Baglivi, como se ha pretendido. Las opiniones da Benedetti
se adoptaron casi por todas partes, y desde entonces las di
versas afecciones venéreas ó tenidas por táles dejaron de
examinarse aísladamente por los escritores, los cuales princi
piaron á formar un solo cuerpo de doctrina (1),
CAPÍTULO VL ,-
- ^ .... , . De la teoria actual del virus venéreo.¿ : .,, . ,:/\
(i) Bru refiere que un enfermo que tercia ínteres en prolongaran permanen
cia en el hospital, viendo que las cinco ulceras venéreas que padecía estaban
á punto de cicatrizarse , discurrio bañar muchas veces el glande en espíri
tu de vino muy fuerte , .con lo cual no solo se hicieron .mucho mayores
las úlceras., sino que sobrevino un bubon que supuró. y se abiio; se apo
deró la gangrena de la úlcera y el enfermo murió. ¿ A qué se reduce en
este caso la teoríade ¡a absorcion y la del vírifs? ¿Obraría el alcohol como
virus? ¡Seria absorvido por los linfáticos ? Ningun hecho de cuanto? se co
nocen es liras propio. que .este .para demostrar sin réplica que todos los fe
nómenos de las enfermedades venéreas dependen dal moJo con que el or
ganismo &e rehace:3obre la causa irritante, y no de la naturaleza de esta.
solamente como probable ¿ como la tpie al parecer eta mas
verosimil. Estas son .ks espresiones de Bell y de Swediatir:
Esta teoria conducia necesariamente á admitir la presencia
material del virus en la linfa, la sangre y todas las secrecio
nes, sobre todo la leche , el semen yiJa' saliva acriminadas
por Selle, y el sudor, sospechoso tambien en concepto de
Boetlcher. ;.t.i" ',••.;t . li«. :v : nit .t ^. .u,. ir. .• ir
Todas estas aserciones eran puramente gratuitas. La san
gre de una persona atacada de sifilis no está mas infestada
que la de un varioloso, segun Darwin, ó la de un hidrofó-
bico, segnn MM. TroUet y Berlhold. u La sangre de un si •••
filitico , dice Hunter, no es contagiosa. Se la puede inocular
ain temer jamas la enfermedad, porque si fuera capaz de irriv.
tar una herida simple, y de ocasionar en ella una inflama
cion venérea , todo individuo en quien 'circulara esta materia,
ó que estuviera atacada de sifilis,. no : podria .menos de pade
cer una úlcera venérea si fuera herido en un sitio cualquie
ra, ó solamente arañado con un alfiler. La parte ulcerada de
este modo se trasformaria en una úlcera venérea. " Bell su
pone tambien que esta trasformacion sucede algunas ve
ces (1), pero tiene buen cuidado de advertir que es princi
palmente en los periodos muy adelantados de la enfermedad.
Yo añadire', que si se verifica realmente, cosa que nunca
he observado, no puede ser efectivamente sino en sugetos
cuya organizacion haya sido deteriorada hasta en sus funda
mentos por una serie continuada de métodos irritantes. ¿Pe
ro qué consecuencia puede deducirse de esto con respecto á
la sifilis, pues que suponiendo que el virus venéreo existie
se realmente, no sé podrian distinguir entonces sus efectos
particulares en medio de los que resultarian cielas numerosas
enfermedades acumuladas unas sobre otras por el arte, ó mas
bien por la torpeza del médico? Finalmente, aun cuando
esta infeccion de la masa de la sangre y de los humores es-
(i) Esta hipótesis es la que los ha conducido á creer que el virus pue
de permanecer en estado latente por meses, afios y aun generaciones ente
ras. Sin embargo, supuesto que se admitía la posibilidad de introducirse
el virus en el cuerpo sin haber producido ninguna afeccion local , esta su
posicion habría debido bastar, como lo advierte Hunter, para debilitar la
de que puede existir por un espacio de tiempo considerable en la economía
antes de manifestarse ; porque es mas simple admitir su introduccion sin
previos síntomas locales, q:ie referirlo" siempre á la última afeccion local,
sea úlcera, sea gonorrea , sin contar para nada con los actos venéreos que
han podido realizarse despues.
295
bre los cuales debe obrar el virus, sino que tambien el gra
do mismo de irritabilidad dominante, que varia, segun los
individuos , ó en un mismo individuo segun las diferentes
ocasiones, puede hacer que los sintomas se manifiesten mas
ó menos tarde» Hay sagetos tan fáciles de estimular que sien
ten los efectos de la materia del contagio casi al instante que
penetra en el sistema. Al contrario, en otros dolados de un
temperamento mas frio es necesario que la materia se acu
mule en mayor cantidad para producir el misma efecto, lo
que necesariamente exige mas tiempo. Si ademas de esto los
efectos de esta materia no se manifiestan: igualmente en cada
parte del cuerpo en el instante en ijue se halla acumulada
de este modo, como parece que debia suceder,, puesto que
distribuyéndose los fluidos por todas partes , no. es posible
que los efectos de las enfermedades á que estan espuestos,
se limiten á tal ó- cual órgano, responden que en la sifilis
como en todas las enfermedades que afectan ciertas partes con
preferencia á otras, se encuentran muchas circunstancias de
las cuales, no puede darse razon- Existe tal vez una especie
de atraccion entre algunas partes y la. materia de ciertas en
fermedades , ó bien estas partes son mas fáciles de irritar que
otras,... Del mismo modo el virus quede permanecer oculto
por mas ó menos tiempo en la economia segun el grado de
irritabilidad del individuo. y el estado particular en que se
hallan entonces los fluidos r porque estos pueden estar en: ra
zon de estas circunstancias mas ó menos dispuestos á asimi
larse á la materia del contagio."' Otros han dicho , y viene
á ser casi lo mismo, que el virus venéreo obra al parecer con
tanta mas seguridad , cuanto el' que le recibe se' halla en un
estado de orgasmo considerable, y cuanto que la disposicion
particular fisica ó moral del sugeto influye 'no solo sobre
la intension , sino tambien sobre el desarrollo de su accion..
Asi es que en muchos casos, segun confiesan los mismos fau- \.
tores de la teoria del virus , este principio oculto no ejerce
su maligna influencia sino cuando una causa accesoria pre
para y decide su accion , pero , como lo ha notado juiciosa
mente Mr. Boisseau , ¿qué es una causa que se sustrae á to
dos nuestros sentidos, cuya accion es nula en el sugeto en
quien se la supone siempre que este no se halle predispues
296 :
to á sentir sus efectos, y la cual no ofera sino cuando se la
permiten las cansas ocasionales? Es preciso tener una incli-i
nacion muy decidida á realizar abstracciones para admitir una
entidad sin (fue .nada la demuestre que no puede nada por si'
tuLsun, y qoe no esplica'nada. En 'efecto, sus partidarios se'
ven obligados á recurrir •, al vitalismo para salvar las infinitas
dificultades que presenta, y ni con el auxilio de esta otra doc
trina llega aun á hacer concebir. como un virus diseminado
eo toda la masa de les.humoresveseneialmente 'irritante', 'f:
dotado de 'ila funesta propiedad .de convertir en su propia
naturaleza todos los fluidos que toca, ataca sin embargo es
tos órganos mas bien. «jiue aquellos, pues nadie considerará
como una explicacion exacta la hipótesis de Swediaur, el cual
supone q.ue cuando este principio ha echado raices en el
Cuerpo, se ¡njír principalmente en las partes mucitaginosa y.
gelatinosa (1) de la sangre, y en los órganos compuesios de
estos principios. Se podíia tolerar esta doctrina, si como la
de oJro viras., el de las escrófulas, no hiciera oías que sobre
cargarla patologia de sutilezas inútiles, y 'si los que están
knbaidos de icUá¡ prescindieran dpi 'método curativo directo
de la supuesta enfermedad virulenta, para dedicarse á com
batir las Amalas disposiciones dét sugeto; pero es otra su con
ducta^ puesi todos «us esfuerzos se dirigen constante y úfti-;
eamen>eeontitiiiel¡ i«qte tópatctico qwe admiten fundados en1
lavfei detotro;isin habei* tratado jarua&'de someterá una cri-
tiea savera los raciocinios sobre que se funda,
..i,;. Algunos modernos, cómo .Hunter y Darwin,han modi
ficada esta teoria de ¡un modo particular. Chocándoles sobre
toda q«e es iimposible concebir cótno una materia tenida por
aeréty. corrosiva.,, pueda'eirculár por machos dias y aun mu
chas semanas, con la sangre, sin producir ningun desórden;
C.ÓHIÓ estando viciada toda la masa del liquido circulatorio ha-
yan de limitarse los efectos de b .causa morbifica á ciertas
paptejs., yrea fin,.de que. toda secrecion es el resultado de mo
vimientos particulares en el órgano que la efectua, han dedu
cido que la materia contagiosa no es conducida por los vasos
..
( i) Numquam luem veneream vere tic diriam et oatfiognomonicis sie-
nit cotttficuam , íure quati hereditario in infantes trantversam obtervavi.
304
aun por espacio de un mes." Yo preguntaria solamente á M.
Cullerier , por que la enfermedad de esta niña , que él califica
de venérea, no podria ponerse en el número de aquellos que,
segun él mismo confiesa, suelen desarrollarse espontaneamen
te , y entre las cuales una reunion de médicos recomenda
bles, á la cual pertenecia él mismo, ha creido deber colocar
el mal de Sherlievo. ¿Le pareceria mas sencillo suponer la
trasmision, por medio del esperma.deun virus, que sin afec
tar la madre, permanece aun cinco ó seis años sin manifes
tarse en el niño, que atribuir los accidentes de que fuera
atacado este último á una irritacion de las membranas mu
cosas, desarrollada pocoht¡empp antes de su aparicion, y cu
yos efectos, simpáticos se, haeja;n sentir al mismo tiempo en
otros órganos? El lector juzgará cual de estas dos esplicacio-
nes merece la tacha de singularidad (4).
En cuanto á, la hipótesis de la infeccion del niño por
la leche de su nodriza, no la habria sostenido Bell si se hu
biera acordado qué, en otro pasage de su, tratado refiere que
se harí visto personas que han tragado por equivocacion el
agua que habia servido para lavar úlceras venéreas, y sin
embargo no han contraido la sifilis. .: • i
(i) Se tiene presente aun la famosa historia, referida por Swediaur , de
un dragon, afectado da una úlcera sifilítica en la garganta, q.ie cohabitó
durapte^su. curacion con su muger exenta hasta entonces de todo síntoma
venéreo , y en Jastial no, se manifestó tampoco ninguno en lo sucesivo : el
niño que parió fue atacado algunas semanas despues de nacer de una úl
cera sifilítica en la garganta , en el mismo sitio en que el padre había te
nido la suya. Esta coincidencia de naturaleza y de situacion de un sínto
ma de la enfermedad mas irregular en la produccion de los innumerables
accidentes que se le atribuyen, bastaría para hacer sospechosa la anécdo
ta aun á los ojos del ; prosélito mas zeloso del virus venereo. Este es el
caso de, deci/ que el que quiere probar mucho DO prueba nada..M. :Chau-
ffard ha referido, unaiobse.ivacion fue.se parece a. la de M. Cullerier, y es
la siguiente; Una joven de 17 afios se /hallaba en un estado valetudina
rio y con tos desde que habia parido un niño muerto. En tal estado su
frió emociones morales bastante vivas , las cuales hicieron aparecer re
pentinamente sobre la piel manchas redondas , rubicundas al principio,
que adquirieron luego un color cobrizo. Desde entonces se anunció en
ella la' existencia de la sífilis. El marido y su muger eran tan .sanos como
prudentes,¡ pero el padre y la madre' de esta última, dé conducta relaja
da , habían contraído muchas veces la sífilis. Es pues evidente , dice el
autor , que esta enfermedad habia permanecido en inaccion y como ador
mecida , mientras que nada había favorecido su desarrollo ,yque despues
la pubertad, el matrimonio y el parto habían constituido tres grandes
305
--- Cuando se aldran hechos de esta clase en favor de la he-
redabiiidad del virus venéreo, no' se tiene presente que no
está probada la cooperacion del esperma en sustancia á la fe-,
emulacion: que la circulacion fetal es enteramente indepen
diente de la de la madre; que el fe'tus forma él mismo su
propia sangre , y que una multitud de hechos demuestran,
del modo mas positivo que esta espuesto en la matriz á las
mismas enfermedades internas que las que se ven desarro
llarse despues del nacimiento. Podria haber dudas sobre el
origen de la afeccion considerada como venérea cuando se
manifiesta inmediatamente despues del parto, j con respecto
á esta cuestion me refiero á los pormenores en que entré al
tratar de las úlceras venéreas, de la gangrena: ¿pero es per
mitido permanecer indeciso cuando la enfermedad no se de
clara sino al cabo de muchos años, y admitir que sea suscep
tible de permanecer en estado latente y adormecida hasta la
edad de la pubertad , como lo ha pretendido Bell , y que
el fermento morbifico preexistente pueda haberle visto con
tenido hasta entonces en el sistema por la superioridad de las
fuerzas vitales? Dejaré que responda Pujol á esta cuestion,
pues aunque el pasage siguiente es concerniente á las escró
fulas, se aplica perfectamente á la sifilis, cuya teoria presenta
crisis, tres perturbaciones mayores, las cuales ocasionando tuertes sa
cudidas en toda la economía, habian escitado la energía del veneno sifili
tico, y le habian comunicado una^nueva existencia. Afectó entonces el
pecho y trasladado despues por un movimiento rapido a todo el sistema
cutáneo, habia ocasionado en él la erupcion. Con este motivose gloría
M. Chaufrard de haber curado con las fricciones y la disolucion del su
blimado, continuadas por tres meses , una ehfermeda'd que habria cedido
en pocos dias a los diluentes , a los baños y a ia quietud. Basta citar he
chos de esta clase, de que abundan los libros: el lector instruido y
capaz de raciocinar los aprecia despues en su justo valor. He dicho en
otra parte , y Swediaur lo habh advertido ya antes que yo , que las fleg
masías , ulceraciones y escrescencias en las partes genitales de los niños
no son , por decirlo así , nunca venéreas. Sin embarga pueden ser¡lp\, y
*j,;fio se consigue reconocer su origen, pueden hacer creer que sé.^i^n
contraido accidentalmente, ó que han sido trasmitidas por los padres.
Una prueba de esto es el hecho siguiente, que me ha comunicado .M.
Demours. Una niña de g años padecia úlceras venéreas en la vulva; se
creyó al principio que, le,, enfermedad provenia de los padres pero como
ni uno ni otro habían tenido ningun síntoma , fue preciso renunciar a
esta idea; y á fuerza de indagaciones se averiguó que un viejo libertino
habia tenido la atrocidad de cometer acciones obscenas con esta desgra
ciada niña.
Tomo I. 39
306
k ináyonseiwó'jarífca ¿on la de aqúelfas. "Se advierte bas
tante generalmente que Tos niños en quienes llegan á de
sarrollarse' los fúnemenos raquiticos/ estan espaestos , lo;
mismo •íjoe los¡. escrofulosos , á «n romadizo haliii ual , que
kis 'impide respirar con .facilidad por las narices, lisie sinto-
ui.i me hizo creer desde luego que las afecciones catarrales
podian ser tan favorables al desarrollo de la raquitis, como
Jo: son al de'la*. escrófulas. En efecto, por observaciones re
petidas rae he convencido que muchos niños encanijados
han estado sujetos especialmente á los romadizos y á las
fluxiones de naturaleza catarral ; y he visto muchos , en
los cuales un romadizo pertinaz , aunque poco violento,
ha precedido :inmediatamente á ia primera aparicion de
los accidentes 'raquiticos. Estas observaciones me han he
cho dudar algunas veces si el acre catarral se habria conver
tido en ciertas circunstancias en materia virulenta de la ra
quitis ó de las escrófulas. Sea lo que quiera, es por lo me
nos 'muy 'cierto <jue las afecciones catarrales son .un podero
so' escitahte de estas enfermedades" virulentas.'" Dejemos á
atm lado la teoria humoral de Pujol, y veamos como habia
reconocido que las irrilaciones crónicas del sistema mucoso
eran la faúsa'de'ias afecciones atribuidas á.dos virus coja exis
tencia 119 admite ya nadie en el dia. ¿Por qué no se haria lo
mismo <Tfi, los efectos; que «¿'refieren ,á un tercer virus tan
hipotético como los otros, puesto que nada hay en esto que
repugne á las leyes conocidas del organismo , y supuesto que
podemos Apoyar, e,n la' autoridad de Jlip^ócrates esta teoria,
•que, tiene la ventaja d« UVar ^-j*,rpatologia de una infinidad
de eátraiías' sutilezas :, y de redecir la lCTápx:tttica á me^SdoS
tan sencillos como eficaces, en favor 'de los cuales habla igualr
mente el ejemplo de los grandes maestros de la antigüedad (1)?
'
V :M'a'Vo)tá«! ha riaifcHlizatlo "iá dOctrm% de la freredáb'ilictod 9é la fc
'ooniéfidó 'lite palabras 'Siguiente» 'err la b'oca.itergffiíjS'no Sidrac: "Hace mB-
•ctió ,t'Terrfpó que ejerzo la cirujia', y confieso qué 'debo a' la siftiis la mayor
parte de mi fortuna. Mas no por eso la detesto menos. Mi muger me la co
municó destfe la primera noche de casados, y tomo es una muger sj-
'lham'errt£rdfrlicad,a ?éVi lÉ,fb%.j>áé.aeiirrtítf'fc¡Mar%a;lh»ñor;v puBliéó en todo»
los pápe'lgs.'cre'TJSnd'res ^úB' "padecia 'a;ifi tet&tá .éJí'lttt;fl iéftiúndo , pero
cu? le nafch iaéaao^de'l'vientrérde'sáfnia3)'8fil'qíte éítí^áisgo'sicion er«
•«ntigaaehs^farnilia.'i' :'iobos islsaira A BE5boi:fi s! oTirv ,• •,••
.4*^
I'.
.
. *;
.
. ,, .
ÍNDICE;. .•..:..-'..; «.f •;,..') r,C
LIBRO PRIMERO.
SECCIÓN PRIMERA.
LIBRO SEGUNDO.
•
De la teoria ,
iría*y de la historia de las enfermedades venereas. 181
CAP. I. 'De las diversas opiniones sobre el origen de la
sifilis 183
CAP. II. Del origen americano de la sifilis 1 90
CAP. III. De la epidemia del siglo guinee y de algunas
enfermedades análogas que se han referido á la sifilis. 205
CAP. IV. De la antigüedad en las enfermedades vene'
reas 228
CAP. V. Del origen, desarrollo y modificaciones su
cesivas que ha tenido la tforia djel virus venereo 25.Í
CAP. VI. De la teoria actual del viras venereo 277
. . •
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