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'..cSfl»
,

COMPLUTENSE

123256443
\
.


TRATADO COMPLETO
DE

ENFERMEDADES VENÉREAS,
) Con la esposicion de sus sintomas y de su método curativo racional,
arreglado á los principios de la Medicina orgánica , con la historia
critica, de las teorias y de los métodos curativos generalmente
recibidos. ri . , -. . .

POR A. J. L. JOURDAN,
v ' Doctor en Medicina.

oei iSe>jf¿e de

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TOMO I.

MADRID:
fmpnnta de D. RAMÓN VERGES, co//« </« /o Greda. 1835.
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•' •.1 , •'• • ••' . r ••'•''•.•.';..••'...

La esperiencia es ciega si no la Ilustra el raciocinio , y este es


muy vago y muy falso si no se funda en la esperiencia.
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• i/ . •

escritor del siglo último dice que el úni


co medio de encontrar la verdad es separarle del
camino por donde se estravia la multitud. Cons
tantemente he tenido presente este pensamiento^
eminentemente filosófico, en las investigaciones,
cuyo resultado presento al público. La esperien-
cia adquirida en muchos grandes hospitales, en
tre otros el de la ex-guardia imperial en el Gros-
Caillou , en el cual he dirigido por mucho tiempo
la asistencia médica de los enfermos de. mal vejaé-
reo^ me fya convencido de que:las Jdeás teóricas y
terápuétioas i consignaidas -jen. 'las. innumerables
obras que se han publicado desde el..;siglo XVI
acá sobre las enfermedades venéreas, se halla
ban raras veces de acuerdo con los hechos , lejos
de ser la espresion rigorosa de estos. Mi conven
cimiento va fundado en quince años de continua
observación y meditación- El lector imparcial de
cidirá si he hallado la velSJád, ó si me he alucina
do como algunos otros.
Creo que he seguido constantemente el precepto
de Voltaire, tan frecuentemente infringido en
nuestros dias : ff Al esponer una opinión ,1o mismo
•j-ifflftft: *i /nrji tff ffffftrfjt . mft•'* *tt •ttfi • ' tijtftrt 'ri*>i
que al apoyarla o al combatirla, no te valgas de
palabras injuriosas ,7 que irriten al autor sin ilustrar
á nadie: nada de animosidad ; nada' de ironía."
No me atrevo á lisonjearme de que la crítica se
conducirá siempre conmigo de este modo , pues
Kajp muchos hombres 'propensos á esclamar cotno
¿l'de'La-Bruyerei rf'Yo no escucho riada: ¡qué
me importa que tengáis razón ! vuestra lógica me
prueba una verdad desventajosa para mí , y asi
cierro mis oidos."''•/ f •/-i!!•>.• .'ú -•.-••.: .^ji.. :no
- .'fíe procurado no omitir ningún hecho positi
vo , no desentenderme de ninguna objecion , y no
eludir ninguna dificultad. Asi debe proceder el
hombre cuando se propone defender la .verdad.
Si la teoría que sustituyo á la antigua presenta
aun incertidumbres, o si parece en algunos .ca^;
sos insuficiente , debe atribuirse ái la debilidad
de mis esfuerzos : otros , mas hábiles , concluirán
lo que yo comienzo. ' . ',. ' ' .. : , •••.•e
• • • ' t
,•":O'vjO;i ao: .ACD oLtou^x: su

-::r.•• :í••. orí '.id is ó fL&fy7 i,i c:L::Í:^fí sil í¿ i'iiLh


\ . i: .••'". -- — •. .r t ^¡ -O.) n].

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TRATADO
' \, •i,• • •kA'"I'a 1- ".í '
•.$,.. f C*'
ENFERMEDADES VENÉREAS. *&•£*£

LIBRO PRIMERO.
DE LAS ESFEBMEDADE5 VEMÉ»EAS COMStDEBADAS EN SUS SiNTOMA».

Siiam si omnia a veieribiu in»enía innt , hoe


Kmper no»um erit , usus ci 'm»entorum ab alüi
Kieniia ei dispositio.
SFVF.C-.

i hubieramos de atenernos rigorosamente á la etimo


logia de las palabras , solo deberian llamarse enfermedades
venereas las que se manifiestan en consecuencia del contac
to de los órganos genitales de un sugeto sano con las de otro
que los tubiera inflamados ó ulcerados: por consiguiente, las
que se siguen á la unión de los dos sexos, pero la costumbre, .
que puede mas que la gramática , lo ha establecido de otro
modo ; en términos que se da aun el nombre de venéreas:
1 .° A las enfermedades que sobrevienen despues del con
tacto de toda superficie viviente intacta 6 escoriada , con la
superficie inflamada ó ulcerada de los órganos de la gene
racion. ' i' ! : /, » rr,.' ••!.•,
2,u A las .que dependen de la aplicacion mediata ó inme
diata de una superficie yiva á una parte cualquiera del cuer
po atacada de una afeccion dependiente del acto venéreo.
3° A ciertas enfermedades, que, durante el curso de al
guna de las precedentes, se desarrollan en órganos mas ó
Tom. I. 1
2
menos distantes del punto en que verificó su accion la cau
sa excitante.;"; .
* •: Asi las enfermedades venéreas , tanto directas como in
directas, son unas primitivas .y .oteas secundarias ó conse
cutivas. Las primitivas se han llamado tambien locales , y las
secundarias han recibido igualmente los nombres de gene
rales , constitucionales , sintomáticas ó simpáticas , segun la
teoria á que se ha recurrido para esplicar su desarrollo.
V" £ .i . t

SECCIÓN PRIMERA.

De las enfermedades venéreas primitivas.

tas enfermedades venéreas primitivas son el resultado de


•tina exaltacion mas ó menos limitada de la accion vital de las
partes en que se desarrollan. El contacto inmediato es la con
dicion , si no absolutamente indispensable, á lo menos la mas.
comun para su manifestacion. Asi es que no se las observa
sino en las regiones del cuerpo, cuya situacion permite apli
car á ellas , bien sea una superficie, atacada de inflamacion ó
ulceracion contraida en consecuencia de la union de los dos
sexos, ó bien alguna cantidad del fluido segregado por esta
superficie. Por esto es también por lo que solo se manifies
tan en el tejido mucoso ó ehiel cutáneo, á no .ser que for
mada accidentalmente una solucion de continuidad en algur
no de estos tejidos , sobre todo en el último , ponga , esta al
descubierto las .partes subyacentes. < . . "• .... .¡
Para facilitar la descripcion detestas enfermedades piier
den dividirse en tres grandes/séries, segun que la reacción
orgánica de que dependen todas , se manifiesta de un modo
especial por una inflamacion solamente , ó por ulceraciones , ó
por excrescencias y vejetaciones. Si. parece poco regular esta
.division ,'Considerada (#n respecto á.la»teoria, tiene á lo mer
nos la ventaja de ser cómoda para la práctica, ventaja ¡ que
para'él médico es superior á 'todas las demas.
l'tr." •' i"i ' .:i: •• •': . • ¡. tA>' .'• í.¡.Xt : :•
-le r.fi oít.M't lo • :,iu'ii:-'i ,.'tui .'••' •" 'i£t. •, :i•• •'.• ...
'' CAPÍTULO PRIMERO.
• De las enfermedades venéreas primitiva» caracterizadas por la
'i inflamacion de las membranas mucosas. ' 'í

' •" Las enfermedades venéreas primitivas' mas comunes son


las que consisten en una flegmasia de las membranas mu
cosas. Todas las membranas de esta clase pueden "padecerlas,
pero no todas estan igualmente espuestas., y ninguna do ellas
Ib está en un mismo grado en todos los puntos de su e**.'
tension. Esta diferencia depende no solo de que la situacion.
que ocupan no permite á todás ponerse en contacto con una.
superficie capaz de ejercer sobre ellas una estimulación mon
tosa , sino tambien y principalmente , de que no toda.; re
visten órganos destinados , por la funcion que desempeñan
en la economia , á esperitnentar por intervalos una mayor
ó menor exaltacion pasagera de la actividad. vital que , es
tendiéndose hasta ellas, las haga eminentemente accesibles &
la accion de diversas causas irritantes. Por esta razon es !&
membrana mucosa genito-urinaria la mas espuesta á las fleg
masias venéreas primitivas, pues ninguna otra reune estas
dos condiciones en el grado que ella. En efecto, no se co
noce otra , á no ser la del estómago, en la? que sea mas pro
longado el contacto , mas intimo y mas necesariamente acom
pañado 'de turgencia y de orgasmo , á lo menos en uno de
los dos sexos. Se observan estas inflamaciones en las dos es-
tremidades de la membrana mucosa del tubo digestivo, en
el ojo, en la nariz, en el conducto auditivo esterno, pero'
son raras en estas porciones del sistema mucoso. Pueden
sin embargo desarrollarse en ellas, ya por una causa im
prevista , ya por falta de limpieza , ó ya en fin, y es lo mas
comun , por aquellas acciones contrarias á los fines de la
naturaleza y á los preceptos de la moral, sugeridas por el
libertinage y por una imaginacion depravada.
Por ser un flujo el fenómeno mas notable, ó á lo me-
menos el mas comun de todos los que caracterizan estas di
versas enfermedades , han deducido de él los nombres pro
pios para designarlas. Por esto , mientras los médicos ere-
A
yeron que el material suministrado por los órganos genita
les , principalmente por la uretra del 'hombre, en casos de
inflamacion de este conducto , era semen corrompido , die
ron á esta afeccion el nombre de gonorrea , agregándole los
epitetos de uretral , vaginal, nasal, .ocular ¿Ce. , segun el
sitio que ocupaba. Esta denominacion hecha ya popular, so
brevivió aun al error que hizo introducirla en Nosologia.
Swédiaur , adoptando la idea de que la materia del flujo es
una simple mucosidad , aunque segregada en mayor cantidad
por los foliculos, y queriendo por otra parte reunir bajo un
nombre comun todos los flujos venereos que provienen de
las diversas membranas mucosas , propuso para la inflama
cion aguda el de blenorragia, y para la inflamacion crónica
el de blenorrea ; nombres que no tardaron en adoptarse uno
y otro. En estos últimos tiempos reconoció Mr. Capuron que
las denominaciones introducidas por su predecesor daban una'
idea falsa de la enfermedad , pues en el dia está bien averi
guado que' las membranas mucosas no suministran verdade
ro moco sino en el estado de salud, y que toda causa irri
tante que modifica; su accion, alterando su tejido , debe ne
cesariamente influir tambien sobre ,los caracteres y la com
posicion del humor que segregan. Consiguiente á este prin
cipio se ha servido de la palabra catarro yenéreo , la cual,
sin prevenir sobre la naturaleza del material suministrado:
por las superficies inflamadas, .indica que. la enfermedad tie
ne por carácter principal un flujo ocasionado por la union
de los dos sexos. Esta innovacion no podia considerarse co
mo una mejora , pues , en efecto , si solo se quiere atender
a) flujo, bien puede conservarse la antigua denominacion de
gonorrea; puesto que segun observa Bosquillon, .yayos signi
fica entre los griegos no solo el semen, sino tambien las par
tes genitales. Por oira parte ninguno de los nombres pro-,
puestos hasta el dia podria admitirse en una nomenclatura
metódica y regular, tanto porque todos estos nombres están
tomados de un fenómeno y no de la naturaleza inflamatoria
de la enfermedad, como porque esta última no siempre, ni
en todos los casos, viene acompañada de flujo. i« f
....¡El curso de las flegmasias venéreas de las membranas
mucosas esteriores es semejante al de las inflamaciones que
5
puede producir cualquiera otra causa, no soló en estas mem
branas , sino aun en las del mismo órden situadas en lo in
terior. Sus efectoa son tambien idénticos , solo que son mas
notables.
Cuando la irritacion es ligera, se hincha la membrana por
el aflujo de una cantidad mayor de sangre. Se pone rubi
cunda , adquiere una sensibilidad mayor, y produce mas ca-i
lor. Las exhalaciones perspiratorias y las secreciones folicu
lares se hacen en ellas mas abundantes. Los estimulantes ha
bituales que antes apenas se percibian , causan sensaciones
mas vivas , las cuales se advierten por esto mismo, y son al
principio un. leve cosquilleo ó prurito, luego un dolor sor
do y gravativo, y á veces solamente una especie de moles
tia vaga é indefinible. Al cabo de cierto tiempo disminuyen
estos diversos sintomas, sin que las partes vecinas ni menos
aun los órganos distantes hayan sufrido de un modo nota
ble , y todo se restituye poco á poco al órden natural.
Pero si la irritacion ha sido, fuerte, los accidentes, en lu
gar de disminuir pronto, adquieren mas intension: la ru
bicundez y el calor aumentan progresivamente por el aflujo,
impetuoso á veces , de una considerable cantidad de sangre,
la cual unas veces ingurgita los .vasos, los hace mas percep
tibles, y aun los presenta á manera de una red sobre el fon
do encarnado de la membrana , y otras parece que solo se
acumula por partes, y forma entonces ya puntos rojos, ya
chapas del mismo color mas ó menos estendidas. El dolor se
hace vivo y agudo porque la flegmasia se estiende á los te
jidos subyacentes. Las secreciones mudan de naturaleza y de
aspecto: al principio son serosas y trasparentes, despues'
viscosas , opacas y con un color v.erde ó amarillo ó con es«t
trias encarnadas, resultado evidente de una exhalacion san
guinea ; algunas veces tambien se suprimen enteramente. La
membrana en tal estado padece mucho por el contacto de
sustancias , cuyo tránsito ó presencia no la ocasionaba an
tes ninguna. impresion dolorosa , y se turban mas ó menos
las funciones del órgano entapizado por ella. La irritacion
se propaga por grados á porciones de esta membrana mas dis
tantes del punto en que se habia fijado al principio, sigue sus
ramificaciones y llega de este modo á interesar los órganos;
6
que reciben prolongaciones de ella. Se estiende tambien á to
das las partes inmediatas que corresponden á estas , segun
el modo particular, de sensibilidad <• irritabilidad de cada
una. A estos sintomas se agregan casi siempre otros que anun
cian la afeccion de órganos mas distantes , y en cuyo núme
ro se cuenta desde luego la aceleracion del movimiento cir-
. culatorio que constituye la fiebre, despues el. desarrollo de
flegmasias ó irritaciones, las cuales parecen no ser mas que
producciones simpáticas de la enfermedad primitiva cuando
se fijan en otras membranas mucosas ; pero que , cuando se
establecen en órganos de otra especie, producen accidentes
diversos en razon de la estructura de estos últimos , y á cu
ya mayor parte se han dado nombres que indican uno de
sus sitilomas mas notables: el desórden que ocasionan en las
funciones. En estas flegmasias intensas , la membrana muco
sa suele sufrir pérdida de sustancia y se forman ulceracio
nes en ella. Estas son comunmente muy superficiales, á me
nos que el tejido de la membrana haya sufrido una altera
cion profunda, pero en este último caso cambia su modo la
inflamacion ; pasa al estado crónico: modo que adquiere aun
con mucha frecuencia desde el principio, y bajo el cual es
generalmente mucho mas temible , á causa de las alteraciones
orgánicas que ocasiona. Entre estas lesiones , que varian al
infinito en razon de la testura y de las relaciones de las par
tes que las padecen , son las mas comunes la degeneracion
fibrosa, cartilaginosa y cancerosa , principalmente las dos pri
meras.
Las flegmasias crónicas de ciertas membranas mucosas
esteriores,. cuando se han propagado mas allá de su sitio pri
mitivo , suelen llegar á ser tambien la verdadera causa pró
xima de varias fiebres intermitentes , y con mas frecuencia
de la fiebre hcctica.
ARTÍCULO PRIMERO. .,,... .
De la inflamacion de la membrana mucosa genito-urinaria en el
hombre. : • '

La inflamacion de la membrana mucosa genito-urinaria


puede fijarse en el hombre , ya en la superficie del glande.
7
ya en la uretra. EQ el primer caso .toma el nombre de go
norrea falsa , esterna ó bastarda , y ^en el segundo de gonor
rea verdadera, interna ó uretral. Los nombres de balanitis
y de uretritis, de los cuales el último fue propuesto por Bosf
quillon, merecen la preferencia porque estau deducidos, del
sitio.de la enfermedad, y porque indican su carácter infla
matorio.
- "::. La inflamacion .d.el glande y la de la uretra pueden exis
tir juntas ó separadas. Es muy probable que la accion de la
causa irritante se dirija al principio siempre al glande , pero
que no siendo en la mayor parte de casos bastante enprgir
ca para desarrollar una flegmasia en la superficie de esta es-
.pansion de la uretra y del doblez de la piel que la cubre , se
propague por continuidad de tejido á la membrana del conduo.
.to que es mucbo mas impresionable. Esta esplicacion parece.»
lo menos mas admisible que todas las que se han discurrido
para dar razon del desarrollo de la inflamacion uretral, y las
cuajes pueden reducirse en último analisis á estas dos : 1 ? , ej
principio irritante es absorvido por los vasos linfáticos del
glande , que le, ban á depositar luego en la fosa navicular:
¿8.», el fluido escalador es absorvido por la uretra que obra
sobre él como lo haria un tubo aspirante. La primera de es*
.tas dos teorias es contraria á los hechos anatómicos , porque
no hay vasos linfáticos que vayan desde el glande á la ure?
tra ; la segunda lo es á las leyes.de la fisica , puesto que la
uretra tiene una cavidad demasiado considerable para que se
verifique en ella un fenómeno propio de tubos capilares;
uno y otro, en fin, repugnante los principios de la fisiolo.r
gia, porque no hay. hecho alguno auténtico que autorice para
admitir que los linfaticos depositan los liquidos absorvidos
en otras partes mas que en las glándulas linfáticas colocadas
al paso de aquellos, en el conducto torácico ó en algunas
venas, y todos los conducios escretorios estan dotados de una
facultad espulsiva absolutamente contraria á la de absorver
que se le atribuye tan gratuitamente. • . . . ,'. L . ;

De la inflamacion del glande ó .de la balanitis,


•'•- • •'..[•• u ¡ . r ,'.: ! i-.:íi ,.¡ .....x.'| / ' • i : i
. En ciertas circunstancias sobreviene una inflamacion en
8
el glande , la cual ocupa unas veces sola la corona de este árga
no , y otras se estiehde á toda su superficie. Tambien suele apo
derarse la flegmasia del prepucio , el cual no es verdadera
mente mas que una prolongacion de la piel , como la mem
brana estendida sobre el glande , pero su cara interna lo mis
mo que esta última, se aproxima mucho á las membranas
•mucosas, á lo menos en los hombres, en quienes el replie
gue prepucial es de cierta longitud. En uno y otro caso pue
den seguir á la inflamacion flujo ,6 ulceraciones. Solo exa
minare en este articulo la primera de estas dos consecuen
cias , que es la menos comun. '
Cuando el glande se inflama se pone rubicundo , lustro*
so, hinchado y doloroso. E1 enfermo siente calor en él, pero
•Comunmente no esperimenta escozor ni ardor al orinar , á
no ser que la flegmasia se haya estendido , como suele ha
cerlo hasta el sitio en que la nembrana que cubre el glande
se confunde con la que entapiza la uretra , cuyo orificio se
presenta en tales casos mas rubicundo que de ordinario. Al
declinar la inflamacion, y principalmente cuando ocupa de
preferencia la corona del glande y se estiende hasta el doblez
del prepucio, el humor untuoso que segrega habitualmen-
te el glande , se hace mas abundante ; adquiere un olor mas
fuerte, mas penetrante, y se mezcla con el producto de la
exhalacion que se verifica en la superficie misma del glande,
en el cual se deslie ó se disuelve en parte. De aqui resulta
un flujo amarillento que al principio es seroso y luego se
vuelve espeso y viscoso. El epidermis del glande se despren
de con bastante frecuencia en forma de lamiriitas , que no
deben confundirse con las capas membraniformes del sebi
llo que se observa frecuentemente en los sugetos que cui
dan poco de su limpieza.
La balanitis tiene comunmente un carácter agudo, y no
dura mas que algunos dias cuando no está complicada con
ulceraciones. Generalmente es una enfermedad muy leve, y
tan insignificante que muchos' hombres la desprecian entera
mente. Sin embargo, aun en los casos en que no está acom
pañada ni dé flujo ni de ulceraciones, puede ocasionar la
hinchazon de los testiculos , una ligera tumefaccion de las
glándulas de la ingle, y aún verdaderos bubones inguinales.
9
El fimosis y el parafimosis suelen ser tambien la consecuencia.
Pasa bastantes veces al estado crónico,
Esta afeccion es propia esclusivamente dé los sugcios
que tienen el glande constantemente cubierto por un pre
pucio largo y contraido. No cabe duda en que puede sobrevenir
8 veces sin que preceda el coito, pues en una experiencia referi
da por Bell , la ocasionó la aplicacion entre el prepucio y el glan
de de una planchuela la empapada en materia gonorraíca. Pero
no es este su origen mas frecuente. Reconoce comunmente por
causas la falta habitual de limpieza en el miembro, y la perma
nencia prolongada del esmegma ó sebillo ¡ pues este se altera al
fin, ya espontaneamente, ya por mezclarse con la orina, y ha-
ciéndose irritante ocasiona la inflamacion de las superficies, con
lüs cuales se halla en eontacto. El uso diario de ciertas bebidas,
de la cerbeza por egemplo, y segun se asegura, de los es
párragos cuando se comen muchos, suele producir una bala-
nitis pasagera. La compresion, el frote, el abuso de los pia•
ceros venéreos , la masturbacion, en una palabra, la aplica
cion de toda especie de irritante , y la presencia de todo cuer
po estraüo sobre el glande, pueden igualmente llegar á ser
causa directa de la balanitis, lista afeccion es mas comun en
los niños que en ios adultos.
Cualquiera que sea el origen de la inflamacion del glan
de, el flujo que resulta presente siempre los mismos carac
teres, No hay medio alguno por el cual se pueda reconocer
por solo el aspecto dé ia materia segregad», si la enfermedad
depende de relaciones intimas con una muger ó de cualquie
ra otra causa. Ni el carácter contagioso del material que
fluye. puede servir para resolver este problema, pues se han
visto balanitis ocasionadas por la administracion de ciertas
sustancias , á por la irritacion habitual del sebillo que se
han comunicado durante el acto venereo. En fin, un veteri
nario refiere el hecho curioso de un caballo-padre , en el cual
sobrevino, despues de haberle hecho tomar cantáridas, una
inflamacion del glande seguida desde luego de úlceras que
«e propagaron á las partes genitales de las yeguas. que cu
brió en tal estado. Mr. Merat ha hecho una observacion
semejante , pero mas interesante aun , pues fue la de un hom-
Tomo, L 2
to
hre atacado de una gonorrea bastarda, el cual comunicó á
su muger en dos diversas ocasiones un flujo con todos los
caractéres de una blenorragia. Marido y muger eran de una
conducta arreglada, y no sospechaban de su mutua fidelidad.
Mr. Merat aconsejó la incision del prepucio como único me
dio de evitarlas recaidas de" la flegmasia del glande, facilitan
do la aplicacion directa de los medios de Hmpieza , y habién-
dose sometido el marido sin titubear á esta leve operacion,
no volvió á renovarse la enfermedad ni en él, ni en su
muger.

De la inflamacion de la uretra, ó de la uretritis. '

La inflamacion de la membrana mucosa de la uretra des


arrollada en consecuencia del coito, presenta un número ca
si infinito de modificaciones, y antes de darlas á conocer,
conviene describir el curso que sigue en un sugeto jóven,
robusto , de buena salud habitual, que no cometa ningun
escesa ni en el régimen ni en el método curativo , que pa
dezca por primera vez la enfermedad, y en el cual se haya
apoderado la inflamacion de la membrana en toda la esten
sion del conducto que entapiza, pero sin estenderse á los te
jidos subyacentes. Este método es preferible al que reune
los sintomas suministrados por un gran número de enfermos
que se hallan en circunstancias diferentes de edad , de tem
peramento y de salud, para formar un cuadro que no se
parezca á ninguno de los casos que se encuentran en la prac
tica.
Historia general de la enfermedad. — Algun tiempo des
pues del acto fenereo, ó solamente tambieu despues de un
contacto superficial del miembro con las partes genitales in
flamadas ó ulceradas de una muger, comienzan á manifestar
se varios sintomas que anuncian una leve irritacion de la
uretra. El paciente esperimenta ya en el orificio de este con
ducto , ya en una porcion mayor ó menor de su estension,
algunas veces tambien en todo el glande, una titilacion pru-
riginosa, mas bien agradable que molesta, acompañada de
una sensacion de calor suave, que escita ganas mas frecuen
tes de orjnar, aumenta el apetito venéreo, y ocasiona erec
ciones prolongadas, sobre.todo durante el sueño. A este cos
quilleo se agrega una especie de entorpecimiento en las ingles,
en el cordon espermático y los testiculos, con una sensacion de
plenitud , de peso y de constriccion en toda la parte inferior
del miembro, y á veces latidos de cuando en cuando, y aun
punzadas pasageras. . • ' -•t
La titilacion que al principio era vaga y se sentia en
muchos puntos, aunque generalmente se la refiere al glan
de, que es la confluencia comun de todas las sensaciones es-
citadas por las irritaciones del aparato genito-urinario , se
concentra al cabo de dos ó tres dias hacia la estremidad del
miembro. Muda de carácter , llega por grados á hacerse do
lor, y no tarda en convertirse en un escozor incomodo , sobre
todo al orinar. El orificio de la uretra adquiere una grande
sensibilidad y se inflama; sus bordes se ponen encarnadas,
se hinchan y se apartan un poco uno de otro, parecen en al
gun modo como escoriados, y resudan á gotitas un humor
.seroso y transparente, blanquecino ó ligeramente amarillento
que mancha la camisa. Tío tarda el ^enfermo en sentir una
tension acompañada de ardor ^desagradable, con dolores lan
cinantes á todo lo largo de la uretra, la cual se pone dura y
abultada. Las ganas de orinar se hacen cada vez mas frecuen
tes , pero la estrechez debida á la tumefaccion de la mem
brana mucosa, y que se aumenta aun momentaneamente por
la irritacion que ocasiona la necesidad de orinar, y despues
"por el paso de la orina , hace que esta última salga forman
do un chorro mas delgado de lo regular, y que disminuya
aun de un modo progresivo pero muy rápido. Este chorro
se interrumpe muchas veces, y sale comunmente formando
espirales , esparramado ó bifurcado, como sucede siempre que
la configuracion del conducto se halla alterada de un modo cual
quiera. Una titilacion muy molesta en el cuello de la vejiga,
y en el ano escita frecuentemente la espulsion de la orina de
un modo tan imperioso que llega á hacerse casi involuntario,
se repite á cada instante por decirlo asi , y que á 'la menor
gana de orinar se ve obligado el enfermo á disponerse sin
dilacion. El liquido, al pasar, ocasiona una sensacion de
calor urente, bastante dolorpsa para hacerle gemir y aun llo-

.
12
rar, esto' es lo que lia hecho que se dé á esta afeccion el
nombre de purgacionescon que. la designa el vulgo. En
el momento en que empieza á salir la orina es cuando se
sienten los dolores mas vivos , los cuales disminuyen un po
co mientras sale el liquido, y vuelven á hacerse mas inten
sos cuando salen las últimas gotas: fenómeno que depende
principalmente, como yo lo he observado , del movimiento
mas rápido que las comunican los músculos del perineo agi
tados de contracciones casi espasmódicas. La frecuencia y la
duracion de las erecciones se aumentan , principalmente por
la noche , cuando el enfermo está echado de espaldas , y en
una cama blanda y con mucha ropa. Los dolores violentos
que ocasionan turban el sueño y suelen obligar al enfermo
á levantarse. Estos dolores hacen el acto venereo , si no ab
solutamente imposible, á lo menos muy desagradable y muy
penoso, tanto mas , cuanto que el paso del semen ocasiona un
ardor insoportable , que podria compararse con el que pro
ducirla un hierro ardiendo. La ereccion y la eyaculacion sue
len ocasionar tambien una hemorragia que proporciona un
alivio momentaneo. En tal estado esperimenta el enfermo á
todo lo largo de la pared inferior de la uretra una sensacion
de incomodidad inesplicable, entremezclada algunas veces
con dolores lancinantes , que puede llegar hasta hacerle mo
lesta la progresion y hasta imposibilitarle el permanecer mu
cho tiempo de pie ó sentado, y aun cruzar las piernas. Se
ve atormentado ademas por un estreñimiento pertinaz y por
un tenesmo , del cual se queja á veces mas que de la uretri-
tis misma. . ,. ; .
El flujo, que continúa dia y noche sin interrupcion, se
•aumenta poco á poco , y se hace muy abundante, consistiendo
en un material espeso, blanquecino al principio, y luego
amarillento, algunas veces entremezclado con estrias sangui
nolentas y aun sangre pura , en fin , parduzca ó de un verde
sucio que exhala un olor particular. Esta materia deja en
Jas camisas manchas amarillentas, verdes ó de un color gris
sucio, mas pálida en la circunferencia que en el centro, y
que no pueden quitarse restregándolas despues de secas.
Pasados los primeros quince dias, mas ó menos, la in
flamacion comienza á declinar. La disuria disminuye, la mis
13
mo que la sensacion de ardor causado por el paso de la ori
na y del esperma ; las erecciones sort menos dolprosas y me
nos frecuentes; la materia del flujo adquiere mas consisten
cia y opacidad ; se hace ligoso entre los dedos y se disminu
ye poco á poco; no tarda en cesar enteramente y recobran-
.do asi la membrana mucosa su estado natural, se termina
la enfermedad.
, Dada la reunion de circunstancias que he supuesto antes
de bosquejar esta historia, la ureíritis emplea comunmente
cuatro ó seis semanas en recorrer sus diferentes periodos;
y no deja otras reliquias que una cierta susceptibilidad ma
yor ó menor del conducto que cede solamente con el tiem
po y con algunas precauciones. Pero está muy lejos de pre
sentarse siempre en esta forma y seguir este curso franco,
pues la modifican casi al infinito la edad, la constitucion del
.enfermo, el estado de sus demas órganos, su régimen y gé
nero de vida habitual, las consecuencias de otras inflamaciones
.de la uretra que haya padecido anteriormente, y aun tal vez
ciertas influencias atmosféricas. Todas estas circunstancias
inducen una multitud de irregularidades en su curso, y la
complican con accidentes, de los cuales muchos se convier
ten en enfermedades reales despues de su cesacion, y aun
enfermedades cuya mayor parte son mas importantes y di
ficiles de curar que la afeccion que las ocasionó. Nada hay
mas caprichoso, si puede decirse asi, que esta enfermedad.
Sin embargo pueden reducirse á cinco capitulos principales
las numerosas variaciones de que es susceptible.
Variaciones relativas á la ¿poca de la aparicion de. Ja
enfermedad. — Es raro que la inflamacion de la uretra se
anuncie por sintomas precursores bien manifiestos, ó á lo
menos los enfermos no fijan la atencion en ellos sino cuando
la esperiencia les ha enseriado á observarse, y les ha hecho
conocer la importancia de aquellas leves sensaciones ó i nCo
modidades , que desprecian la mayor parte de los que nunca
las han padecido. Sin embargo, á veces se observan prodro
mos bien manifiestos, principalmente escalofrios ligeros, se
guidos de una fiebre poco intensa. Hunter hace mencion tam
bien de un hombreen quien, el flujo uretral fue precedido
eu dos ocasiones diferentes de accidentes poco comunes, como
. ,
una sensacion estraordinaria en las partes genitales , con la
mayor parte de los demas accidentes de la enfermedad , de lo
cual saca una conclusion, un poco arriesgada por el siglo en
que vivia, pero contra la cual nadie suscitará dudas en el
dia, y es que el estado inflamatorio puede existir por un es
pacio de tiempo bastante considerable, antes que se manifies
te el flujo.
La época en que comienza á manifestarse este último no
deja de ser la misma á que generalmente se refiere la apari
cion de la enfermedad, por mas erronea que sea esta costum
bre, pues aunque casi siempre se manifiesta del tercero al
sexto ó el octavo dia, sin embargo muchas veces se perciben
ya indicios al dia siguiente, y aun algunas horas despues de
pasar la noche con una muger. En otros casos mas raros no
sobrevienen sino al cabo de doce, quince, veinte ó treinta
dias. Puede tambien no establecerse hasta pasadas seis sema
nas segun Hunter, cincuenta y ocho dias segun Bell, y mu
chos meses segun Duncan y Swediaur. Pero pueden po
nerse dudas en esto hasta que se haya demostrado la rea
lidad del fenómeno por hechos incontestables, sin que sea
posible sospechar, durante el curso de un periodo tan largo
la influencia de alguna otra causa mas que el acto veoéreo
á que se achaca. Por lo demas la mayor ó menor prontitud
con que se presentan los primeros sintomas de la uretritis no
influyen en nada sobre la naturaleza y la violencia de los
sttcesivos, como lo han creido algunos autores, pues se ven
todos los dias inflamaciones muy graves de la uretra que se
manifiestan al cabo de un tiempo bastante considerable,.otras
moderadas que se declaran poco despues del acto vénereo
y vice versa,. ••••
Variedades relativas al asiento, é mas bien á la esten-
sion de la enfermedad. — La inflamacion principia siempre
"por la parte anterior de la uretra, y en muchos casos parece
fileno se propaga mucho mas allá de su orificio, de suerte que
•permanece casi concentradaidebajo del frenillo del prepucio, en
x la porcion de conducto que toma el nombre de fosa navicular.
Hunter asegura que rara vez la ha visto penetrar ámas de pul
gada y media ó dos pulgadas de profundidad , distancia que
él llama esfension especifica <Je la inflamación , y aun se cree
bastante generalmente , desde las investigaciones cadavérkas
de Terraneus, y sobre todo desde la publicacion de la obra
de Cockbuc.ne , que esta region de la uretra es el asiento, si no
esclusivo, álo menos el mas frecuente. Esta opinion se fun
da principalmente eq que los enfernos refieren sus dolo
res á la estremidad del miembro, y en que las inspecciones
cadavéricas rara vez han presentado vestigios de inflamacion
mas allá del punto indicado, pero se sabe, por una parte, y
como ya lo he advertido, que todas las irritaciones de la ure
tra, y aun las del cuello de la vejiga, producen la misma
sensacion que si tuvieran su asiento hácia la estremidad del
miembro viril ; por ptra parte , la muerte disipa, en general,
una parte de los vestigios de la inflamacion en todos los pun
tos en que esta no ha llegado á un cierto grado de intension.
Ademas los dolores sordos, pero continuos, que los enfermos
sienten hasta el cuello de la vejiga , el peso en el perineo,
el tenesmo, la tumefaccion, que puede reconocerse fácilmen
te con solo el dedo en toda la longitud de la uretra, las pe
queñas nudosidades que se descubren muchas veces en este:
conducto á mayor ó menor distancia unas de otras, y que,
duelen á la presion por el frote que sufren las partes veei-
nas.inilamadas; en fin, las estrecheces que se encuentran en
puntos muy diferentes de la ostension del conducto, y con
mas frecuencia aun hacia su parte posterior que hácia la ante
rior, todo autoriza para creer que Morgagni no se engañó
cuando afirma que la enfermedad no ataca la fosa navicular
sino al principio, y" que en la mayor parte de sugetos se es
tiende muy adentro por ét conducto. Sin embargo , M. Culle-
rier se ha acercado aun mas á la Verdad cuando ha dicho que
el asiento del mal no se limita á un solo punto , sino que
se estiende ya á una parte, ya á otra , y algunas veces á
todas á un mismo tiempo ó sucesivamente: observacion que.
por lo demas no se habian ocultado enteramente á, la sagaci
dad de Hunter , y que M. Delpech ha reproducido¡ en :estos
últimos tiempos. ¡ ' . , ..I.... , •:•!.•: ,ivi.jf<f <•t:•' ?-t,.i
El esperimento de Swediaur no deja duda alguna sobre
esto, y creo deber referirle aqui , porque no se ha puesto
tanta atencion en el como merece. Queriendo este célebre
práctico asegurarse si todo estimulo siempre que tuviera bas-
16
tante energia para producir una violenta irritacion , era ca-
paz.íle ocasionar un flujo semejante al que proviene del coito
con una muger enferma, .discurrió inyectarse con amoniaco
diluido en agua por la uretra , que comprimia con una ma
no por detras del frenillo, para impedir que el hquido pe
netrara mas allá de la fosa navicular , y para que obrara exac
tamente sobre este punto. No tardaron en aparecer los sin
tomas de una violenta urelrifis , y desde el dia siguiente se
presentó un flujo amarillo verdoso. Este flujo continuó por
cinco dias con disminucion progresiva del dolor; pero en»
tonces se establecio una segunda inflamacion mas profun
da en un sitio donde ningun dolor se 'habia hecho sentir
aun, y donde no habla podido penetrar ninguna gota de la
inyeccion. Esta nueva inflamacion se estendió al parecer desde
el sitio á que se habia limitado la primera, hasta una cier
ta distancia mas adentro en el conducto. Se siguió á ella un
flujo abundante acompañado de los mismos sintomas que la
precedente , y duró seis dias, despues de los cuales se cal
maron los accidentes, Swediaur se creia ya bueno cuando
sintio muy distintamente los sintomas de una tereera infla
macion que parecia estenderse desde los limites de la segun
da hácia el F'eru montanum , hasta el cuello de la vejiga , y
la cual vino acompañada de ardor de orina con un flujo tan
abundante como los dos precedentes, uPor de pronto, dice,
yo me alarmé seriamente, pues veia que la inflamacion que
habia escitado el amoniaco se comunicaba muy evidentemen
te de una parte de la uretra á otra, lo que me hacia temer
no sobreviniera al fia una flegmasia de toda la superficie
interna de la vejiga, la cual podia tener consecuencias pe
ligrosas. Permaneci en este estado entre la esperanza y el te
mor por siete ú ocho dias , hasta que al fin observé con gran
satisfaccion mia , que la inflamacion se disminuia por grados
lo mismo que la evacuacion, sin estenderse mas allá de la u,
retra ; y me vi enteramente libre de todos los sintomas de
estas tres blenorragias, como pudiera llamarlas con raaon;
ai fia de la sexta semana.0 Esta curiosa observacion no ne
cesita comentario, y habla mas alto que todos los discursos
que pudieran acumularse.
Concluyamos pues que la inflamacion puede '
l•• 1.° 'Limitarse á una parte solamente de la membrana mu-
• cosa de la uretra, lo que no sucede lal vez sino en iu prin
cipio , ó cuando ha permanecido muy ligera.
2'.° Apoderarse poco á poco del conducto entero, 7 aun
.propagarse á mayor distancia como manifestaré en seguida.
. 3.ü Fijarse en diversos puntos de su estensión, sea en el
mismo momento, sea de .un modo sucesivo, j aun dislocarse
.y trasladarse alternativamente de uno de estos punios á otro
ú oiros muchos.
4.° Establecerse, aumentarse, mantenerse en tal estado y
disminuir en un sitio, y. luego en el momento en que la dis
minucion de sintomas anuncie al parecer que se acerca á su
término, renovarse en un punto situado mas profundamente,
presentando en él la sucesion de los mismos periodos, y á
veces sintomas mas graves. í,, .
5.° En fin, cuando se manifiesta sucesivamente en muchos
puntos, ya puede ofrecer una conexion inmediata entre los
sintomas de una y otra enfermedad, ya no presentar ningun
vestigio de esta conformidad, y dejar un intervalo de muchos
<lias entre el fin de una afeccion y la aparicion de la otra.
i .Importa conocer todas estas circunstancias cuando se
trata del pronóstico de la enfermedad y de pronunciar sobre
la duracion probable que puede tener, porque la inflamacion
«ede casi siempre en poco tiempo cuando no se estiende mu
cho por el conducto; al paso que generalmente es larga y re
belde cuando ha interesado sus partes mas profundas, y con
mucha mas razon cuando ha llegado hasta el cuello de la
vejiga.
Por lo demas es probable que en este último caso no ten
ga la flogosis por todas partes la misma intension, á lo me
nos en la. mayor parte de sugetos , y que sea mas ó menos
viva en una ó muchas regiones de la uretra que en las de
mas. Asi se esplicaria cómo ciertos autores han podido decir
que de diez veces las nueve tienen su asiento en el estremo
del conducto, y cómo se llega tan fácilmente á reconocer su
foco principal, comprimiendo poco á poco la uretra desde la
raiz del miembro ásu orificio, hasta encontrar un punto mas
doloroso que los otros : medio aconsejado por Bell, y cuya efi
cacia conocen todos los prácticos. Yo añadiré que aunque la in-
Toiuo I. 3
18 '
flamacion se apodere á veces por si misma dé la uretraf en
toda su «stensioñ , esta desgracia es las mas veces el re"-
sultado de las faltas cometidas por el enfermo ó por el que
le asiste. •
En todo lo que va dicho no he tenido en consideracion,
mas que la inflamacion de la superficie de la membrana mu
cosa uretral, la que los antiguos llamaban erisipelatosa.
Mas adelante examinaré los accidentes producidos por aque
lla que no solo se apodera de todo el grosor de la mem-'
brana, sino que tambien se propaga al tejido celular subya
cente, se estiende algunas veces hasta el tejido esponjoso
de la uretra sin perdonar las glándulas diseminadas á lo
largo de este conducto, y aun se apodera de los cuerpos ca
vernosos y de los tegumentos del miembro. '
Variedades relativas al número y á la intension de los
sintomas de la enfermedad. — Son casi infinitas las dife
rencias que presenta la uretritis bajo este aspecto. No to
dos los fenómenos enumerados en la historia general de la en
fermedad se hallan constantemente reunidos en el mismo
individuo. Muchas veces es tan leve la xiretritis que incomo
da poco al enfermo , y apenas la percibe , al paso que en
otros casos adquiere tanta violencia que llega á causarle tor
mentos crueles. Cada uno de sus sintomas puede tambien
•manifestarse separado de los demas, aunque, en rigor, es-
•te caso es muy raro. •"! .•:
El dolor puede ser moderado, ó muy vivo, y en este
último caso puede sentirse solamente al salir la orina y el
semen, ó persistir en el intervalo de las emisiones, caracte
rizado entonces <, ya solamente por una sensacion de peso
.y de molestia, ya por un calor quemante, ya tambien por
•latidos y punzadas mas ó menos frecuentes. Hay muchos ca
sos en que np se siente en ninguna época de la enfermedad,
'aunque el flujo sea muy abundante, y cu tal caso son .poco
ifrecuentes las 'ganas :de orinar. En otros sugetos, al contra-
T¡O, se :mani{iestii may vivo, aun cuando haya poco ó nin-
>gun ilujo, y continúa por uu espacio de tiempo mas ó menos
largo antes de aparecer este último ,tó antes que se resta-
.blezca de nuevo si se habra suprimido repentinamente. A es
ta variedad de la urctritis es á la que se ha dado el inusa-
do y extravagante nombre de gonorrea seca. Tambien se le
da el nombre de gonorrea aboriada, ó est.rangaria venérea,
porque casi siempre viene acompañada de una supresion dé
orina ^ mas¡ ó menos¡ completa (1 ). En algunas circunstancias
aunque continúe ej flujo,. cesa el dolor, unas veces. para
siempre, y otra s para declararse de nuevo ahi cabo dé algun
tiempo, pero en el mayor número de enfermos persiste
con diversas modificaciones en su caracter y en su inten
sion i por todo el curso de la inflamacion. En . general se'
observa al principio un prurito que se convierte con mas
ó menos rapidez en un dolor sucesivamente mayor, y que
vuelve á sentirse al fin, cuando al mitigarse este retro
cede en sentido inverso por todos los grados que babia re
corrido antes. Tambien es bastante frecuente el persistir
esta titilacion pruriginosa hasta el fin de la enfermedad, sin
elevarse hasta el grado que constituye el verdadero dolor.
••.• Aunque el' flujo. ¡precede comunmente al dolor, sin em
bargo , á veces no se. «stabloee sino despues de la aparicion
de este; su cantidad varía mucho segun los sugetos: unas
vdces es continuo y muy abundante, y otras se reduce á
una simple .exudacion. Sus cualidades no son menos variables
«Q¿. ."y.t ^. , sI¡i'.A¡lr,iítu:*^ sliiiil/Td oo:v,'.íj:nuu: , fu : iot\ o$
'( i ) Ksta variedad de la inflamacion de la membrana mucosa
geruto- urinaria no, es tan rara como se cree, aunque mucho ¡mas
frecuente en la níuger que en el hombre. ,M. Cullerier, que dice lia-
Ler observado algunos casos en que los. enfermos sentían dolores y
punzadas eo(i la uretra, sih que acompanara flujo, suporte que :estos
. dolores ,er,an nerviosos r simpáticos, muchas veces ilusorios.,, y que
se verificaban en hombres meticulosos y enfermos cavilosos. Añade
que repugna á la esperiencia constante el que una membrana mu
cosa esté sumamente irritada sin que se manifieste una secrecion in
mediatamente 6 poco tiempo despues de esta impresion. A esto pue-
íé responderse qu> es 'notorio qué una irrit'dcion muy viya y muy
¿olorosa pueíffe 'fijarse por muchas. horas, y aun por muchos dias, en
látiretra, sin ocasionar ningun. flujo; que se observa 'con frecuencia
este fenómeno' en consecuencia de los escesos:eri comer y beber, y
que la membrana mucosa uretral esperimínta entonces algo de se-*
mejarnte á lo¡que sufren la conjuntiva y la membrana ^mucosa de¡
las vías aereas en lo qiie.se ha llamado tambien escleroftalmia y co..
riza seco. , o^itJíyu t'.fi .• :•• :J .'!ii:.\ u /•• :':::'.t• ua,*''' :J
segun los individuos y segun los periodos de la enferme
dad: en general la materia que al principio es mucosa y
transparente, se espesa por grados, se vuelve opaca, per
maneciendo siempre mucosa, despues toma la apariencia
de pus, se vuelve amarillenta, verdosa, luego de un color
blanco sucio, con la consistencia de crema, y retrocede al
fin sucesivamente por todas las modificaciones que habia re
corrido desde el principio hasta presentarse de nuevo fluida,
trasparente, y viscosa, como clara de huevo. Pero mu
chas veces se mantiene siempre amarillenta, ó adquiere desde
luego un viso verde. Suele ser mas ó menos oscura, mez
clada de ramos de sangre ó enteramente sanguinolenta. En
ciertos casos sobreviene una hemorragia, y aun bastante co
piosa para causar inquietudes, pues Bell dice haber visto mu
chos enfermos que han perdido dos ó tres libras de san
gre en pocas horas. Esta hemorragia parece que debe atri
buirse mas bien á una exhalacion que á la rotura ó á la
corrosion de algun vaso, como se suele decir, i Todas estas:
modificaciones dependen del grado de la inflamacion y de
la constitucion del sugcto, y no tienen nada de constante
ui en su aparicion , .ni en su sucesion^. con)O.lo.cree:,el¡vul*
go por una preocupacion bastante generalizada , y que los
medicos deben procurar destruir, porque altera,, sobre' n)a-
nera la tranquilidad de ciertos enfermos, cuando; por e-
jempto, la materia que fluye continúa Asiendo amarillenta.
Efectivamente, se puede comprobar, siempre que se quiera/
que bastan algunas horas para que el flujo mas 'beríigno al
parecer adquiera un color amarillo, y aun verdoso,, des.-
pues de un ejercicio violento, ó de infracciones' de régimen.'.
Toda supeficie exhalante, natural y accidental presenta i-
gualmente alteraciones en et color, ia densidad y las demas
cualidades^ de sus productos, segun, el grado de escitaqioi^
que pueda comunicarle, una causa externa,, ó fo.estlmulaqioo,
mas ó píenos viva de órganos que simpatjc¡en especialmente
con ella. Por otra, parte se ven todos los dias flujos uretra?
les , que siendo blancos desde el principio,, duran muchísimo
tiempo; al paso que otros : que adquiriendo, :profnto y coíar
servando un color verde muy subido, ó muy cargados de
sangre, se terminan bastante pronto. Sin embarga, se debe
considerar en general como un signo favorable que el ma
terial «e vuelva espeso y viscoso al paso que la enfermedad
avanza, aunque esto no es nunca anuncio infalible de una
terminacion pronta de esta última. i.
-¡ 'La. .tumefaccion varia tambien en razon del grado de
la flegaaasia. Cualquiera que sea la intension de esta , siem
pre produce en el conducto una disminucion notable en
su cavidad, de donde resulta que se hace con diücullad la
escrecion de la orina, y que hay una disuria mas ó menos
manifiesta. Pero si la inflamacion hace progresos, la tume
faccion de las paredes de la uretra aumenta en la misma pro
porcion, y, la espulsion de la orina que al principio solo e-'
ra dificil, se suspendo al fin enteramente, lo cual es sin em
bargo bastante raro. Tambien debe tenerse presente que
cuando la uretritis es simple ó no complicada con la inflama
cion de la prostata, la retencion de orina es con mas írc-
Gueneiairesultado de las imprudencias del enfermo que con
secuencia de la inflamacion abandonada á su curso natural,
y defendida de todas las influencias exteriores é interiores
que son caparos de exasperarla. Todo lo que aumenta la in
flamacion, convierte la disuria en í«curia, y las principales
causas do esta exacerbacion molesta son casi siempre. las in
fracciones dei re'gimen, ó los errores del metodo curativo, el
uso indirecto de bebidas, escitantes, la esposicion del miem
bro viril al frio, las inyecciones acres y astringentes hechas
inoportunamente, el uso de purgantes, sobre todo drásticos,
Ó aunque suaves,, ¡repetidos, la administracion de .loa balsar
micos in.lcriormente mientras qne la inflamacion está en to
da su fuerza, un ojercicio violento, &&.-. ,.ü r.-i TT ef o . m
r. '..Variedades... relativas, á fojnftuericia que la enfermedad
ejerce sobre las parles inmediatas ó distantes. — Adomas de
los sintomas puramente locales que vienen enumerados, to,
davia csperimen la el enfermo casi siempre otros cuya violen
cia suelo ser uo menos considerable, y los cuales dependen
de la afeccion de las partes inmediatas que participan más ó
«oenos de la irritacion de la membrana mucosa de la ure
tra, sobre todo cuando es intensa, K... .;. :.| ; ,.; .,.....)
¿r'lt,0'u La .superficie, del glande «e.pone á vec<}$. tensa, lisa,
rubicunda ó Livida, y. adquiere una especie de scmi-trans
22.
pnrencia ; sobré todo 'á la inmediacion del••orificio de la .úre• •
tra, y aun muchas veces se presenta como escoriada ; en..ta^:
les casos adquiere una gran sensibilidad y suministra una •
exhalacion amarilla y fétida mas ó menos abundante. En
fin , algunas veces se observa al mismo tiempo una i ulcera
cion manifiesta , ó bien conservan los tegumentos su inte
gridad, pero cuando se los comprime se ve salir un material?
puriforme de un gran número de puntos pequeños. Este.
es un principio de balanitis. Se incha el balano asi como.to
do elmiembro, el cual permanece muchas veces en un es-'
tado habitual de semiereccion ; el menor contactó, y annel
movimiento que le comunica la progresion, producen en él
dolores mas ó menos vivos, pero muchos enfermos no pre
sentan ninguno de estos fenómenos, entre cuya falta total
y su intension tan grande que haga temer la gangrena .del
miembro viril, se concibe fácilmente que hay un número in
finito de grados que se presentan todos los dias en la prác
tica.,,
%? .La tumefaccion del glande puede llegar al estremo.
de hacer que sea imposible retirar el prepucio hácia atras
cuando este es largo y estrecho, ó traerle de nuevo á su situa
cion 'despues de haberle retirado detras del banano*, lo cual
constituye el fimosis en el primer caso, y el porafimosis e.n
el segundo. El fimosis puede tambien depender ya de la in
flamacion del prepucio, ya solamente de la irritacion causada
por la materia del flujo sobre la estremidad de este repliegue
de la piel, en elcual.se desarrolla una hinchazon edematosa*
con. durezas callosas algunas veces, que estrechan la aberiui*
ra, ó la privan de su estensibilidad natural^ Este último ac
cidente casi nunca deja . de sobrevenir cuando el miembro
permanece péndulo, y las sacudidas de la progresion ó dela
equitacion bastan, como lo he visto muchas veces, para oca
sionarle en'sugetos que habian estado libres de él, mientras
habian guardado quietud. Se disipa por si mismo cuando la
membran*Tttucosa de la uretra vuelve á su estado natural*
'••S.0''' 'Los dolores del miembro se propagan con bastante
frecuencia á las ingles, las cuales se hacen casi siempre mafc
6 menos Sensibles, y suele observarse, que una ó muchas
áticas aumentan de volúmen y de consistencia.
23
En' este cdso pueden presentarse muchos¡ fenómenos diferen-
tes; unas veces el tejido celular que rodea las glándulas irri
tadas participa de la irritacion, la cual se hace bastante viva
para hacer que cese completamente la de la uretra : se dice
entonces que la purgacion se ha suprimido sin causa cono.'
eida, y. el bubon pasa de un modo rápido á la supuracion.
Esto es muy raro. Otras veces el flegmon inguinal progresa
con mas lentitud, y la purgacion disminuye en razon de sus
progresos, para aparecer de nuevo y aumentarse despues de
•la resolucion , si termina de este, modo. Finalmente, otras ve
ces, y esto es lo mas frecuente, permaneciendo ileso el teji
do celular de la ingle, no se establece un verdadero bubon,
y la hinchazon de las glándulas linfáticas no influye en la in
tension de la inflamacion uretral, á lo menos de Un modo
sensible. ' '
4.° En ciertos sugetos se apodera una irritacion mas d
menos viva de los vasos linfáticos del miembro, cuya piel en
tales casos se presenta casi siempre hinchada y dolorosa tam
bien, y á veces con una rubicundez erisipelatosa. Los vasos
irritados se hinchan; forman una ó muchas cuerdas duras y
tensas que se manifiestan á lo largo de todo el dorso del
miembro, y desaparecen unas veces de un modo insensible cer
ca de su raiz, ó á las inmediaciones del pubis, y otras se es
tienden mas lejos y entran evidentemente en las glándulas de
la ingle. Se consigue fácilmente coger y pellizcar estas cuer
das entre los dedos, y muchas veces resulta de esto un en-
grosamiento momentáneo del prepucio que dificulta ó impo
sibilita su inversion. Este accidente se observa principalmen
te cuando el prepucio, participa de la inflamación del conduc
to. Algunas veces tambien se nota una tumefaccion bien ma
nifiesta del repliegue en el sitio en que toma orígen la
cuerda hinchada. Esta flegmasia vascular tiene por efecto inevi
table hacer el miembro viril ruas rigido,y sensible, y por coa-
siguiente mas dolorosas las erecciones. . i < •!•«•:•: r.
• 5.° La irritacion se propaga co» bastante frecuencia á lo
•largo de los conductos deferentes y asi se apodera de las de
mas porciones del cordon espermático. Generalmente se pre
senta este hinchado en toda su estension , desde el testiculo
hasta la ingle. Sin embargo , se han visto enfermos en
quienes no presentaba mas que uno ó dos puntos hinchado*,
pecinaneciendo sano en el resto de su ostension. Esta com
plicacion se anuncia por el dolor, por una sensacion de 'ti
rantez y alguna dificultad de andar.
6. En muchos enfermos, ademas de una ligera tension
y tumefaccion del cordon espermático, hay una sensacion
particular é indefinible de molestia en los testiculos, y aun
con mucha frecuencia adquieren estas glándulas una suscep1.
tibilidad tan grande, que no pueden sufrir el menor contacto,
y aun llegan á hacerse el asiento de una tumefaccion que por
la causa mas leve puede aumentarse mucho. .••• •t• ' <. ,«•'t
La inflamacion del testiculo ó la orchítis es uno de los
accidentes mas comunes de la uretritis. La llaman vulgar
mente, hernia humoral porque simula hasta cierto punto
una hernia, y porque se creia que estaba producido por la
transmutacion del humor de la gonorrea á los testiculos, ó
porque se atribula á la estancacion del esperma en estas glán
dulas. Se la observa mas veces á derecha que á izquierda, y
en ciertos casos raros pasa alternativamente, y aun muchas
veces de seguido, de un testiculo á otro; en algunos otros
casos, mas raros" aun, se apodera delas dos glándulas á.uh?/
Jnismo tiempo. Las principales causas que pueden desarro
llarla son, los baños.frios., locales ó generales, la esposicion.
repentina del miembro viril á una temperatura fria y húme
da, ó á una corriente de ayre, las inyecciones^irritantes en
la uretra, los purgantes drasticos, la presion (le un brague
ro sobre el cordon espermático , el abuso de los placeres
<lel amor, la equitacion, los vayvenes de un carrnage mal
holgado, todo ejercicio violento, como el baíle,. la esgrima,
.ó solamente un paseo largo, Un golpe recibido en los testi
culos, la compresion de estos órganos cuando se cruzan las
piernas, la tirantez que sufren cuando se los deja colgar á
su arbitrio, el uso de un suspensorio mal hecho, demasia
do estrecho, muy apretado, los esfuerzos de la tos ó del vó
mito, los que se hacen cuando al resbalar se procura evitar
la caida, cuando se quiere repeler ó mover un cuerpo resis
tente, ó levantar un peso, Scc. Estas Causas obran, ya su
primiendo repentinamente la inflamacion de la uretra, antes
que haya recorrido sus difetentes periodos , ya irritando el tes-
ticulo rm'smo, y siempre alterando el grado de ir rilar ion res
pectiva de los dos úrganos, de modo que la del testículo lie.}
gue á hacerse bastante fuerte para hacer cesar en todo o ej|
jjarte la de la membrana teutíosa uretral , para aUaorlá
cu algnu moda á si, y cotiocatrarla en.uri nue\4 foco. J^to
da ra/.on de por qué la orchitis no se declara casi nunca .sino
cuando la uretritis está próxima á terminar, y cuandq.el < m-
ferino se considera enteramente curado, Esta inflamacion se
anuncia: per una sensibilidad :osc.ura ;y, fcha lig^ra.tM«)flftfiirf(yfc
del epididimo, sobre, todo en simparte iuieriof ,ipn.su.'iMVMWlCftSl
#1 testículo , donde se advierte una dureza algo desigual... JSo
Jarda en iniariarse ia glándula misma, y iMI loriüar un lu-
BIOB blando y unifoFme,, ehcual.se endurece .
{loco: ^í«copo, ad(í*!pPB: JÍÍK vqJitnqeg! ^Q
enorme < triple, quadruplo,;ó. algui»ae.:Vf
Je es natural. Unas veces se proeuta el escrolq rubi'cundot.fl
inflamado, y otras .no participa nada de la en&roiedad, üj
peJeroao í«fr«, grand.,3s¿; dolores.*: de ¿iva ,ñ?mríi\(¡wt.f&iíli$ftp
l^n,, abomo'áñatlofi de 'UA» ieosSciOn^^ip^WiSn; pl .ap*sote<Bñ
los lor»os , en el abdomen , con u na. desabori g^BpíaJj y ¡ i r,.i 1 1-
teces en el cordon espermático, el cual «e pone sensible y;*a
hincha mas o menos , y ea tales iérojinos á veces que llega
á comprimirsel.y.toasii eítrangularee. pojr.fel, ftpjljo, ¿oguii>aj,,^íj
desarrolla luna fiebre niap;ó oieoosífinleq^a} el piílsqise •ptine
acelerado ,. fuerte y duro; la píei 'soca ¡ J ardorosa ; la jenguai
sucia ; tiene sed , náuseas y vómitos; la orina es transparen
te, rubicunda, y poco abundante, Generalaientefintonces elJUfcJ
jo;$i-&U:bsistia aun, es dftiiene entQMmeHte ó disminuyp mu
cho, ka enfermedad dmra; Qfibo, doce o quince.,dias., :
pues d«,este espacio de Uempo comienza el tumor á T
decer*e sin que por estp.s^ perciba fluctuacion e» ^K.ftl
lanfe volveré á, tíW3T.4e4ístPS: di verso^ modos d«. terminacion,,
-^7,° ,l<& inflamación: n»,|wrlm^ne(^ siempre, jiQ^lia^íi^J^
membrana mu.cosa uretral, pu;e*^ apodS:^alg#ilM^'l^^s^
las partes subyacentes, del tejido celular sub-roucoeo .5? dqj
tejido reticular, ya de la uretra ,ya del cuerpo, cabernoso,
principalmente e«¡la, pa,r.t,? inferior de^n^ie.mbtrq^PiiqiípydienT
Jo Ja; uretra, en oste estado de COSM prolongarla ,á,prqporcion
que lo bace el mienabro yiril , durantí Ja^
Tomo /. 4
tales casos son muy frecuentes , resulta que este órgano , en la*
gar de permanecer recto, se cncorba hácia bajo, y mas rara vez
hacia uno de los lados, Este accidente se conoce coa e) nom*
bre de purgaciones de garabatillo 6 gonorrea cerdada , porque
en efecto el miembro se presenta encornado y retenido como
por una cuerda tirada con fuerza. De esto resulta durante la
ereccion dolores crueles, que privan al cntcruio de desean*
so y de sueño, y que á veces vienen acompañados de tenesmo,
de hormigueó y de dolores en los cordones espermáticos j en
los testiculos , en las ingles y en los lomos.
8.° Pasando el dedo por la parte inferior de la Uretra,
por detras del escroto y á lo largo del miembro, suelen des
cubrirse unas especies de tubérculos , cuyo volúmen casi no
escede en general al de una cabeza de alfiler, pero que son al
gunas reces mucho mas gruesos. La mayor parte de los autores
los consideran como foliculos mucciparos de la uretra ¿ cuyos
orificios estan cerrados por la inflamacion, de modo que el li
quido segregado por sus paredes se aumenta en su interior*
Hasta que la anatomia patológica haya pronunciado sobre es
to, parecerá tal tez mas exacto considerarlos como otros tan
tos flcmoncitos del tejido celular sub.mucoso. Sea lo quiera,
la inflamacion que existe en estas nudosidades puede ser inas
ó menos viva y terminarse de diversos modos. .
9.° La irritación se propaga muchas veces á lo largo de
los conductos escretorios de las glándulas de Cowper, y se
apodera de estas glándulas mismas , ó del tejido celular que
las rodea. De aqui toman origen , entre el escroto y el ano,
uno ó muchos tumores mas ó menos voluminosos, circuns
critos que causan dolores sumamente vivos. El dolor se au
menta aun cuando se los comprime, y despues de la emision
de la orina, cuya necesidad se hace mucho mas frecuente que
de ordinario. Generalmente entonces el Itujo es de un color
terde 'sucio, muy teñido eti sangre y muy fétido; algunas ve
ces se suprime, d bien sobreviene una disuria mas ó menos
manifiesta. "
1 0.° La inflamacion puede estenderse tambien á la pros-
tata. Esta .complicacion hace siempre á la uretfitis sumamen
te grave, ,pues las relaciones intimas de la glándula con la-
uretra , cuyo origen abraza exactanietite, hacen que su iu,
flamacion , designada con el nombre de proslati/is , sea una
de Jas enfermedades mas crueles y mas terribles que se co
nocen.
- Muy pocas veces sé observa esta afección en estado agu
do; pero es muy comun, como se verá en lo sucesivo, ob
servarla con un carácter de cronicidad que hace sus conse
cuencias mas graves aun. : ir. , r • ••• <:: ••:it.i ¡ < ,
.. La invasion de la prostatitis aguda es sierppr* pronta
y su curso rápido. Se anuncia por una desazon suma,
por una sensacion de plenitud, de tensión , de pesadez
y de .caflor , que se estiejide idesde la forte superior
del perineo y del cuello de la vejiga hácia el ano. .A está
sensacion incómoda .se sigue muy pronto un dolor fijo, con
tinuo y pulsativo, iel cual per la roa* leve presioji del perineo
se hace mas vivo, y se aumeuta siempre ¡q»e,el*BÍ¡eroM» *&
é'**Pí8*af ófhífceesíuerfios para ello. Tawbieoíftfiáeáteh pujos
violentos y ganas continuas de orinar. El enfermo se queja
deque tiene en el .recto un grueso cuerpo estraño, que le
parece que va á salir. Introduciendo¡ el dedo en. el intestino
jrecto se percibe en su parte anterior una elevacion mas ó menos
manifiesta formada por la prostata , y tán.fiefisiible que apenas
sufre el mas leve contacto. Cuando el enfermo trata de orinar,
pasa mucho tiempo antes que se presenten las primeras go
tas, y lejos de acelerar su salida las contracciones del diafrag
ma y de los musculos abdoaánajeis:, per iel contrario: tío ha-,
cen mas que oponerle un huevo obstáculo, porque aplican
ñas y roas contra el .tumor el cuello de ..la vejiga, cuya aber.,
tora llega á borrarse completamente de este modo. El enfer
mo no consigue .orinar S!ÍK> suspendiendo sus esfuerzos; yi
•siempre ; c©n : mucho trabajo, laa orina causa una .sensacion de
calor quemante al pasar; fluyeron lentitud y con un chor
ro delgado,t cuya tenuidad es relativa al grado de estrechez.
Esta se aumenta poco á poco hasta el estremo "de no!dejarla
salir sino gota á gota , y aun basta impedir absolutamente su
salida. Se observan en esto muchas variedades, segun que
la . próstata v.hinchándose toda ella, y pob decirlo asi, desde la
circunferencia al centro , obstruye mas ó menos completa
mente la uretra , la cual está ya estrechada por la tu-
mefaccion de su membrana mucosa , ó segun que la inflama-
cron *tr)( iMJ^tjateííámei lenólos. 'd4íierei^» puntttS &e. lal
glándula ,; la abulia masi pppttnf lado¿ que per? dt*o , ;y. desvíai
asi el conducto de su direccion habitual. Si se introduce una
sonda en la uretra, penetra' fácilmente hasta la prostafa;, por
que no' encuentra obstáculo hasta ella ; pero desde que llega
á este órgano se deMéné, y'si>'»e tí ^quiere obligar á que pase;
su contacto causa dolores punzantes. El pulso se presenta He.1
no , duro y frecuente, y la sed es mas ó menos iriten-
sa ; en una palabra , se declara la fiebre con todos los sinto*
mas generales de las grandes inflamaciones. Esta enfermedad
dura comunmente'óchóó' nueve dias ,despues, de los cuales
.declina. j ' ,-.\ ri'l' r r.i •i!: o!:.itn :-^rf h'i
''H.f'iEn algunos enfermos Ja irritacion dela membra
na mucosa de la uretra se propaga hasta la vejiga , hasta los
uréteresyawrt' hasta los'riñiontís, .n.r :*• i .e,• • ;'-;•• '¡«
•'.;;•Iñ in'flamacion'puede apocterarse de toda la vejiga;i pero
fes mas veces no pasa de los limites del cuello de este órga
no. Eii este último caso si la irritacion no es muy fuerte,
es bastante comun que la' necesidad de orinar se «nuncie de
un modo.,. casi repcfritítioi, poi* títi 'dolor' vivo en )ai raia :dél
iníembro. El C'ueroo'de ta.vejigai^qgita'doideconirácciones e$a
pasmódicas rápidas , vence impetuosamente la resistencia de
las fibras del cuello,y bac/e tatv imperiosa la. necesidad. dees*
pele»' la iorina, que d'«rtfermti,i'dispierto ó dormido , áe ve
obligado<á saiisfflcdrlai'ei} ^¡rtisiaiile 'mismo, en cualquiera si
tuacion que 'se' h»H*';";sitÍolo cual sei escapa «1 • liquido á su
pesar, ó inunda sua' vestidos y ¿u :ca«ia. Al mismo tiempo' te
rapidez del chorro de la' orina aumenta los dólor'es que O.1
casúsna al 'salir, y comunmente^ siente aun el enfermo dcs'^
pues de oirinarr':tino mas ó .menos 'fuerte en. la estremidad
del glande. Las- erecciones , menos 'frecuentes, le son mas
molestas al eafermo queanies, porque aumentan hasta UQ
grado inesplicable los dolores del perineo y del ano. La ori ni
no sale sirio ;en muy ppq¿efia¡ cantidad, "y con esfuerzos ca
da ;ve(z mas violentos;, m.ihuái ouo 0*i iis-if,.ílo fi?. s'ii\\i#
*! r'Si la irritacion del cuello de la vejiga es mas intensa, la
orina no fluye sino en pequeña cantidad , gota á gota, con-
tauchos esfuerzos y'dolores laiicinaiítes. En fin, si la inflama
ción v la estcechei del cuello se: aumentan aun , la retencion
29
de orina se hace completa. "Ento nces se presentan los síntomas
mas alarmantes. A lasgatias de orinar renovadas incesantemen
te , y á los esfuerzos continuos que necesita, se agregan te
elevacion de la vejiga enormemente dilatada por encima d^l
empeine, dolores vivos y profundos en esta viscera y en to
das las partes que la rodean, nauseas,\óraitos, accesiones defie-
t re precedidas de escalofrios, olor uritioso del aliento y del sudor,
Ansiedades estremadas, dificultad de respirar , modorra,' de
lirio, movimientos convulsivos; en una palabra, todas las es
cenas de una verdadera fiebre tifoidea que se termina por la
muerte; i "\ '•' '' , •'
1á. En ciertos sugetos se observa que la uretritis ocasio-
Tia en los tejidos fibrosos de las articulaciones , y en los mús
culos, ó tal vez mas bien en sus vainas y en sus aponevroses,
dolores que simulan, los que toman el nombre de reumáti-
"cos. : Estos dolores se fijan principalmente en los muslos, en.
las 'nalgas y en los músculos abdominales ; pero tambien sue
len bacerse generales. Hunter ha observado casos en que es
tos dolores obligaban al enfermo á conservar una posicion
enteramente horizontal , y eran tan violentos que le hacian
prorumpir en gritos. Este sintoma es raro en la inflamacion
de la. membrana ''mucosa dela uretra, 'aunque sin embargo
no le es tanto que cualquiera médico atento , siempre que
haya cristo Algunos de estos enfermos, no haya tenido ocasion
.de observarle en grados diversos. Esto debe sorprender tart-
io menos , cuanto que se conocen ejemplos bien averiguados
de reumatismos musculares y de 'dolores articulares que se
.han terminado. espontaneamente por una inflamacion de la
"uretra ; que la supresion repentina de esta ocasiona con fre
cuencia afecciones semejantes , y ,que por consiguiente hay
ien algtinos sugetos una conexion bien manifiesta ejntre las
'dos enfermedades. Lo mismo podria decirse de otras muchas
inflamaciones que ocasionan dolores .ya en las articulaciones,
ya á lo largo délos miembros , oque alternen con ellos. - [
;,:'¡ií&;. oLa irritacoion del conducto escretorio de la vejiga
-puede per su sola violencia, ó por efecto ya de una alte.i-
•racion de la atmosfera , ya de una falta en el régimen,, ya de
•una ;.predisposicion particular, principal mente cuando está
complioada con una inflamacion deJa prostata ó del cuello de
30
la vejiga , comunicarse á los aparatos digestivo, circulatorio;,
y aun respiratorio, y producir de este modo una fiebre con
tinua , caracterizada por un pulso frecuente , dilatado á duro;
por el calor alituoso ó acre de la piel, por una sensacion de
.calor y de dolor en el epigastrio ó en el ombligo, por una
sed grande, por nauseas, por vómitos, por cámaras serosas ó
/biliosas y masó menos abundantes, por una tos frecuente,
convulsiva y las mas veces seca, Scc. Este caso no es co
mun; sin embargo se ha observado que los sugetos ataca
dos de una urctritis intensasen muy sensibles á las influen
cias atmosféricas, y que la menor causa basta para suscitar
-e» ellos 'frecuentés escalofrios, y aun para ocasionar una ver-
dadera fiebre, que se exaspera todas las tardes, y que sigue
.^1 curso de las fiebres catarrales comunes. . ,
1.4. Iluriter sospechaba que la irritacion de la membra
na mucosa de la uretra podia' comunicarse al peritoneo .por
medio de los conduetos deferentes, y rita en su apoyo el ca
so de un enfermo que tenia una urctritis aguda , á la cual
combatió con el método antiflogistico. En su 'consecuencia se
contuvo el flujo, pero .sobrevino tencion, en la parte inferior
del vientre, al lado derecho .precisamente por debajo del li
gamento de Poupart : un poco 'mas cerca sin embargo del
hueso ileon §e percibia una dureza en este sitio, y el enfer
mo sentia dolor en él. Este dolor se propagó á todo el vien-
.tre, ocasionando escalofrios, cada tercer dia, con un pulso dér
bil, de lo cual dedujo Hunter que en este caso habia una in
flamacion del peritoneo, procedente en su concepto de que
«1 conducto deferente derecho estaba afectado en toda su por
cion intra-abdominal. Esta explicacion casi no parece admi
sible, porque se concibe dificilmente una inflamacion del con*
dueto deferente bastante grave .para transmitirse al peritóneo
sin que* haya sufrido el testiculo ; y el silencio de Hunter
.anuncia que. esta: glándula permaneció intacta. Tal vez de»
pendia la peritonitis de una irritacion de la vejiga, porque
se sabe que no es raro hallar el peritoneo inflamado en una
estension mayor ó menor en s.ugefos atacados de una inflama
cion catarrál del reservorio de lá orina. Yo he visto muchas
veces desarrollarse la peritonitis en consecuencia de una di
latacion considerable de la vejiga y de la acumulacion en ella
sr
de una grande cantidad de orina por efecto de una obstruc
cion de la uretra. Del mismo modo se han hallado varias veces
vestigios de inflamacion en el peritoneo , en las pleuras ó en
las meninges, en consecuencia de uretritis muy agudas oca
sionadas por el cateterismo forzado , j las cuales se habian
terminado por la muerte.
El desarrollo de una peritonitis durante el curso ó en
consecuencia de una inflamacion aguda de la .uretra, aun
suponiéndola en conexión .con esta última flegmasia por una
relacion intima de tejidos, no tiene de estrano mas que lo
que tendria la coincidencia que se ha notado muchas veces
entre la peritonitis y la metritis, 6 entre el hidrocele y la ure•
tritis crónica , como diré mas adelante. *
Variedades relativas al modo de terminacion de la ure-
trtiis y de sus complicaciones. — La inflamacion de la mem
brana mucosa de la urcl ra y las flegmasas secundarias , cuyo
desarrollo ocasiona con bastante frecuencia , pueden termi
narse de muchos modos diferentes. ' ' •i:.•>•• •: 4.
Primero , por resolución. Este es el modo mas comun , y
tal vez el que la enfermedad seguiria siempre, en los casos
en que no se esliendo mas allá de los limites de la uretra,
si no se turbara el curso natural de la enfermedad por ajguna
falta en el régimen , por alguna omision de las precauciones
que dicta la higiene, ó por algun error en el método curativo.
La resolucion de la flegmasia de la membrana exige un
tiempo variable segun el grado de la inflamacion , y tambien
segun el temperamento ó la salud general del sugeto. A ve
ces bastan tres semanas ó un mes, al paso que en otros casoi
se necesitan seis semanas, dos meses y aun mas. > . . ::•• ' ...•,
Este rumbo es tambien el que toma casi siempre la in
flamación del testiculo, el cual empieza por ablandarse, con
servando su esceso de volúmen, y despues disminuye por
grados hasta volver de nuevo á sus dimensiones habituales.
Sin embargo, pocas veces es completa la resolucion , pues cu
muchos casos queda un poco de tumefaccion en el epid ¡elimo,
el cual continua duro y sensible á la presion. Este estado de
COsas, sobte todo la dureza r suele persistir .meses y anos y
aun por toda la vida sin causar la menor incomodidad y sin
disminuir en nada las facultades viriles del sugeto. Algu
ñas veces tambien conserva el cuerpo del testículo mas
volúmen que el que tenia antes de inflamarse, y el cual per
manece tambien , aunque rara vez, un poco duro y abultado.
Esta tumefaccion, mas comun por otra parte en la nretritis
crónica que en la aguda, no debe inspirar ningun temor, j
no hay egemplo de que haya degenerado en cáncer, á no se?
quei la inflamacion se haya renovado con frecuencia ó lenta
mente bajo .el influjo de una causa cualquiera. Las. mas veces
se disipa la tumefaccion poco á poco, pero debe hacer al en*
ferino muy circunspecto en el caso en 'que llegue á contrae»
una nueva flegmasía de la uretra, pues basta entonces la me*
nor causa para que la .irritacion ataque al testiculo y se con.*
fcentre en él. Tambien..se, h'a observado,en;,varios sugetos qud
la tumefaccion inflamatoria de esta glándula s« ha terminado,
no por una induracion parcial ni una hipertrofia general, si*
110 por una atrofia mas ó menos graduada,' y aun algunas
veces, t olaL ; j.; , r.ba'Jir»:: .<ilirr.i- ul i.ir.¡i • •i. ." .i; ••, ¡
La resolucion es el moda de terminacion mas favorable
'de las demas inflamaciones accesorias dependientes de la;ure-
.teitis , principalmente de la de la prostata, porque todas lai
demas' esponené al enfermo á graves incomodidades , consecu
tivas, y aun á grandes peligros. Esta, resolucion se anuncia
siempre por la disminucion progresiva de la intumescencia
.y del dolor, y en los casos de prostatitis .por la! cesacion de
la fiebre, asi como por el restablecimiento gradual del curso
de la orina. ...•;•. i i •• •.•',':' .•••! ••.'.\.r't
.-,j, Guando la uretritis, en lugar de resolverse de? un modo
lento y graduado, desaparecelo se disminuye notablemente
con mas ó menos rapidez, y Aparecen al mismo tiempo fenó»
menos morbosos en algun otroiwgano, se acostumbra decir
que s^e termina por delllescencia, ó que, se verifica una me'
iasiasis, segun que se hace.refere.ncia á la desaparicion de la
flegmasia pcimitiva ó ála manifestacion de la enfermedad qoe
la sucede, ,Eh efecto, es constante que Ja inflamacion cesa <>
desaparece algunas veces de pronto en la uretra bajo la in
fluencia de divelrsafcícausás, y!.q'ue?«e manifiesta despues tn»
mediatamente' ó .al cabo dé algun tiempo, en otros puntos
de la economia. El testiculo es oi que en tales casos se inflama
con mas frecuencia segun ya he dicho; pero muchas veces

i
l
$3
tam'bien se inflamala' conjuntiva, : de lo que resulta una of
talmia mas ó menos aguda y mas ó menos intensa. En otros
casos, mucho mas raros.se observa una flegmasia de la mem
brana .mucosa de las fosas nasales ó de la del conducto au
ditivo esterno. Tambien suele atacar las partes internas del!
oido, lo cual ocasiona una sordera completa. Muchas veces
se desarrollan del mismo modo sintomas de irritacion en la
membrana mucosa de la boca, de Ja faringe, de la laringe,
da los bronquios, y se manifiestan ien estos sitios ya eri for-.
ma de flujos, ya de ulceraciones, y otras veces en la de la
margen del ano, ocasionando en ella un desarrollo de escres-
ccncias. En ciertos sugetos se forman tumores crónicos ó
hidropesias en las articulaciones, principalmente en las de la
rodilla , del codo,'del pie- y de la cadera. En otras circuís-'
Uncias se inflama el periostio al principio, y despues pasado
algun tiempo el tejido mismo huesoso, lo que produce perios-
toses , dolores osteocopos, exostoses y necroses. Finalmente,
se ha visto cubrirse la piel de erupciones diversas, y ademas,
segun aseguran algunos , se han visto otros muchos órganos
presentando anomálias morbosas, por egemplo, el cerebro y
sus dependencias, cuya acepcion ha ocasionado cefalalgias vio
lentas, emiplegias y aun enagenaciones mentales. La mayor
parte de estas metastases se han considerado domo sintomas'
de lo que se ha llamado infeccion general ó sifilis constitu
cional. Sin embargo, he debido enumerarlas aqui, porque mu-í
chos autores han pretendido que jamas sucedia á la gonor
rea el estado que se ha designado con el nombre de sifilis, y
han dicho, copiando literalmente á Bell, que todo hombre
despreocupado convendrá en que este hecho jamas se ha pro
bado suficientemente. Al contrario, no hay otro mas incon-
testablo. Sin embargo, debo añadir que como las afecciones
que suceden á la delitescencia de la uretritis son siempre el
resultado dela accion directa de una causa irritante sobre
el órgano donde se lijan, no se diferencian de las que se ob
servan en un sugeto perfectamente sano, sino porque suelen
ÍP acompañadas de la supresion repentina ó de una disminu
cion sensible de la flegmasia uretral, pues es raro que esta
última se disipe del todo, á menos que no fuera ¡riiu'y Jefe ó
estuviera á punto de desaparecer, por ¿-•: . lío¡•>
Tomo f, 5
34
2.° Por supuracion. El humor* que fluye en la uretritis.
no ea pus, aunque tiene las apariencias de tal. Es un produc
to de la secrecion propia de la membrana mucosa , cuyas cua*
lidades varian en razon de las modificaciones diversas que
produce la inflamacion en la testura de esta membrana. Pero
á veces se mezcla con él un verdadero pus procedente ya de
la superficie de una ó de muchas úlcera's, ya de algunos pe
queños flemones que se desarrollan á lo largo de la uretra,
ya, en fin, de abscesos formados en las glándulas de Cowper
ó en la prostata. . > • • ..
Mas adelante haré ver que es casi imposible averiguar con
certeza la existencia de una úlcera en la uretra. La naturaleza
del flujo no serviria de ningun ausilio bajo este aspecto, pues
to que no se conocen caracteres por medio de los cuáles se pue
da llegar á distinguir el verdadero pus : él del tejido celular,
de la materia exhalada por una membrana mucosa inflamada.
Algunas veces se supuran los hacecitos de vasos linfáticos
del pene, y se desarrollan en ellos uno ó muchos pequeños
abscesos .dispuestos en lirica unos detras de otros en forma
de rosario, á lo largo, de la parte afecta. Este modo de termi
nacion es muy raro respecto de las tumefacciones de las glán
dulas inguinales, aun en los casos en que participa de la
afeccion el tejido, celular inmediato. Sin embargo se verifica
en ciertos casos. ,.i J¡¡i'••.. •; ••«].f.'.i' .,'' r'n.n i" •i',•••' ••• ¡. •',,•
La inflamacion del testiculo se termina pocas veces por
supuracion, á menos que no sea muy intensa, y que el arte
no haya hecho nada en el principio para combatirla. Esta ter
minacion apenas se observa una vez entre quinientas, según
Bell. La violencia de, los sintomas inflamatorios y del carác
ter decididamente pulsativo de los dolores, deben hacer te
mer la supuracion , y se reconoce que se ha formado por la ,
pastosidad del sitio de la inflamacion, y por la fluctuacion
que se percibe en él. El absceso puede formarse ó debajo de
la piel del escroto, ó en el cuerpo mismo del testiculo. Este
segundo caso es mucho mas grave que el otro, porque la
resistencia de la túnica albuginea impide que el pus se dirija
al ester.ior, de lo cual resulta muchas veces que la sustancia
de la glandula se;¡desorganice enteramente antes que la fluc
tuacion se haya hecho, perceptible^ .^i, •,. .••:•
35
Los flemones sub-mucosos de la uretra , lo mismo que
todos los tumores inflamatorios , tienen mas tendencia á abrir
se al esterior que á la cabidad de la uretra cuando la infla
macion llega en ella, como sucede .algunas veces, al grado
necesario para ocasionar la formacion del pus. Sin embargo,
algunas veces este se busca salida por el conducto, y Huye
repentinamente al esterior, ó refluye á la vejiga para salir des*
pues con la orina.
Lo misino sucede con los abscesos que se desarrollan etí
la inmediacion de las glándulas de Cowper. Estos abscesos
son por lo regular numerosos, aunque no se percibe mai
que un solo tumor prominente al esterior. Suelen ocasionar
considerables perdidas de sustancia en las partes 'inmediatas,
como lo ha visto Monteggia. ' • ...i.•.,•i••;..ii -¿ ¡;
-•; .Todas estas colecciones puruléntasi pueden. aftari^ paso á
un mismo tiempo al esterior y al iríteribi?; siguiendose de es
to. fistulas urinarias, de las cuales no me ocuparé sino cuan
do trate de los accidentes de la uretritis crónica, á la cual se
observa en. efecto que suceden coj» mucba mas' frecuencia.
Cuando la inflamacion de la prostata se tertiriha por su
puracion, lo que no es raro., persisten los sintomas' hasta
mas del octavo ó décimo dia despues de la invasion. El en
fermo tiene fiebre con recargos precedidos muchas veces déi
escalofrios ; por la tarde se disminuyen los dolores un 'poco,
y la dificultad de orinar suele hacerse menor; el dedo intro-.
ducido en el recto percibe un tumor con fluctuacion. La su-"
puracion, como lo ha hecho observar Desault,.parece que no
ataca el cuerpo mismo de la glándula, sino que se forma so-,
lamente en sus membranas y en el tejido celular diseminado
al rededor de dos lóbulos que; la^componen ; porque aunque se ;
encuentren muchas veces en .este sitio depósitos muy esten.i
sos, casi nunca se la halla disuelta iy destruida, sino que per
manece entera , y aun muchas veces mas gruesa que en el es
tado natura!. Unas veces se presenta el tejido celular del ór
gano como infiltrado de materia purulenta ; otras veces se
acumula el pus en muchos pequeños focos formados entrei
los lóbulos; y en fin, otras veces forma una coleccion coasi~
derable que se manifiesta casi siempre en la cara esterna de
Ja glándula aliado ya de la vejiga, ya del recto,, rara vez en
36
su cara internareis Jo interior de la uretra, ó ata enfrada
del cuello de la vejiga. Este foco único suele abrirse espontái-
ricamente al interior, en la vejiga, en el recto, en la uretra,
pero este último rumbo , menos desventajoso que los otros,
no le toma sino en pocos casos. La supuracion de la prostata
es un accidente siempre terrible, muchas veces mortal y con.i
tra el cual tiene la cirujia pocos recursos. *: ,;:• . .1
3.° Por gangrena. Este modo de terminacion es muy
raro , pero no carece de ejemplos. Andree ha hallado en la
uretra de un hombre que murió por una retencion de óri.i
na, una sustancia que llenaba este conducto desde el glande
hasta el verurnontanum , y la cual parecia depender de la mem
brana mucosa esfacelada. Guando la inflamacion se comunica
á todo el pene, lo cual casi no sucede sino cuando coincide
con, la ufetritis una. violenta gastro-enteritis, puede terminar
se por la gangrena » y en este caso se limita la mortificacion
casi siempre á los tegumentos, pero tambien suele apoderar
se de todas las partes del miembro viril , el cual 'cae comple^
tamente, como consta por ejemplos que nos han transmitido
Forest entre otros*-, £;'í.'••v"V :/i i .••• -í.if.lid.i f.l i '.••'.;.'*
r^nLa inflamacion del testículo puede ser bastante intensa
para ocasionar la gangrena; pero para esto es preciso que el
cordon espermático, 'hinchado sobre manera, se halle compri
mido por un a'nillo inguinal naturalmente estrecho y rigido.
Se. concibe segun esto cuan raro debe ser este terrible ac
cidente. .^,.' >PÍ ..i'rl PO.I •••.:. *:t p:: • ;'• .TUI r|-ví '. f!:.;i;!
La gangrena de la prostata, de la cual hacen mencion
algunos autores, es tambien muy rara. <••
ciÁf.li Por su paso al estado crónico. La uretra conserva
aua mucho tiempo despues depurada la inflamacion de que
ha, estado atacada, una cierta irritabilidad morbosa que se
manifiesta por un 'Cosquilleo mas ó menos sensible cuando
salela orina, y á la cual acompaña una grande tendencia del
testiclulo . á inflamarse, por poco <íue se descuide el separar
todas las causas de irritaeioíitnde esta glándula. Alguna» ve
ces tambien se observan copos ó filamentos tenues nadando
en la orina, sobre todo despues de algun esceso en el régi-
men. Estos leves accidentes inspiran grandes temores á cicr"
tos enlcrnios, pero nbjitienen. nada de alarmante , y se disipan'
. '37
por si mismos/ Pueden Uarar por meses y , iauti áffofc,' 'y'''*?!
tiempo ayudado de la influencia de un género dé vida a'rre*-
glada llega á disiparlos. Examinando el orificio de la uretra se
encuentra su membrana interna blanda, floja y mas pálida
que en el estado natural; y cuando se la comprime, se hace
salir un moco amarillento de un número infinito de peque
ños punios. •'*: ' r.-.ir'Vn r. --
Tambien suele suceder á la inflamacion de la uretra un
estado particular del conducto , que se designa comunmente
«on el nombre de espasmo: estado muy semejante á aquel
que esperimentan los sugetos que retienen por demasiado
tiempo su orina, y contraen la mala costumbre de resistir las
ganas de orinar, por medio de las cuales anuncia la vejiga la
necesidad de descargarse. Este espasmo está sujeto á las mas
singulares anomalias ; unas veces solo presenta un débil obs
táculo al paso de la orina ó de las sondas, y cesa repentina
mente, otras veces al contrario, no permite orinar sino por
un chorro muy delgado , y aun se opone muchas veces eh-
• toramente á la salida del liquido ó á la introduccion de las
algalias. En las inspecciones cadavéricas 'no presenta el rriiem-
bro nada que esplique Ja interrupcion del curso de la orina, ó
solamente se observan los vestigios de una flegmasia muy le
ve , sin engrosamiento perceptible de las paredes del con
ducto. Unas veces no tiene el enfermo .flujo alguno, y solo se
queja de una disuria' inconstante acompañada de un ligero
ardor de orina; otras veres está sujeto á un flujo de materia,
ya puriforme y blanquecina, ya elara y transparente, la cual
es menos abundante', pero mas espesa que en la uretritis agu.f
da; este flujo no está acompañado ni de calor, ni de dolores;
ni de erecciones. Los flujos de esta especie pueden durár mu
chos años, y aun toda la vida. Todos los dias se ven algunos
que cuentan ya diez, quince, veinte años y mas, y que por
la menor causa se .exasperan ó se suprimen. Muchas veces no
son continuos, sino que cesan. de tiempo en tiempo y por in
tervalos mas ó menos inmediatos, Comunmente se 'les da el
nombre de gonorrea benigna ,' para distinguirlos dé los flu
jos que acompañan á la uretritis aguda , y los cuales toman
el de 'gonorrea virulenta. Tambien se los denomina blenorrea á
flujo habitual; Darwia les daba el nombre de gonorrea fria.
38
Cuando están sujetos á intermitencias irregulares , . se 'les da
.el nombre de gonorrea intermitente ó periódica. Antes de
ahora se atribulan estos flujos á la relajacion y á la debilidad
de los vasos exhalantes de la uretra; pero esta teoria combatida
.victoriosamente ppr Hunter, ,no merece en el dia que uos
detengamos á refutarla. . r¡¡ .j':¡ ,.\. :;?.;• ,...,.
Mientras que la flegmasia crónica no pasa mas alia de la
superficie de la membrana mucosa, puede durar en tal esta
do por muchos aiios seguidos , sin ocasionar mas accidentes
que una leve comezon á lo largo del conducto, y un ilujo ha
bitual que deja en la camisa pequeñas manchas blanquecinas,
grises, amarillentas ó verdosas. Este flujo persiste siempre, ó
desaparece por algunas semanas ó meses enteros, ó en fin,
no se interrumpe nunca mas que dos ó tres dias en el discur
so de una larga serie de anos. Los sintomas se exasperan y
se renuevan con todos. Jos caracteres, de una hueva ¡afeccion
con motivo del menor esceso, ya en el coito, ya en la mesa,
ya en el ejercicio. El abuso del coito contribuye principal
mente á aumentar ó á reproducir el flujo , y aun algunas •
veces con tanía abundancia que el sugeto no duda que ha
contraído una nueva enfermedad.. Muchas veces también sé
limita este abuso á escitar una sensacion desagradable de ar
dor y de escozor en la uretra, y si la uretritis ha estado com
plicada en otro tiempo con una inflamacion del testiculo, se
hincha la glándula y se pone dolorosa por algunas horas ó al
gunos dias. La dureza que con tanta frecuencia queda en el
cpiclidimo, aumenta tambien momentáneamente de estensiou
y de consistencia. A propósito de esto hace Mr. Delpech una
advertencia m uy importante, y. es que continuamente no: sé
atiende mas que á la renovacion de los dolores y del .flujo en
la ocasion en que la cesacion casi completa de los unos y del
otro hacia esperar el fin próximo de la enfermedad, al paso
que con un poco mas de atencion se podria comprobar sin
dificultad que la nueva inflamación no tiene siempre el mis
mo asiento que la antigua, y que por consiguiente se la puede
considerar en la mayor parte de casos menos como una exacer
bacion de esta última , que como una afeccion nueva. Se deja
entender cuan importante es esto para el método curativo.
No sucede ya lo mismo cuando la inflamacion reside ai
39
mismo tiempo en los tejidos subyacentes.' En tales casos se
concentra en un solo punió ó en muchos á la vez, y de es
to pueden resultar dos afecciones diferentes, pues unas" ve
ces pasa la inflamacion de la membrana mucosa al tejido ce
lular que tapiza su superficie esterna, y otras veces por el
contrario se comunica de las partes subyacentes á la membra
na. Los efectos inmediatos no son idénticos en estos dos ca
sos, aunque el resultado final sea siempre el mismo, es de
cir, la estrechez del conducto. , '•(. i «oi.iu. \t
Dije antes que no es raro que se desarrollen pequeños'
flemones á lo largo de la Uretra , ya .sea 'solamente en el te
jido celular, ya sea tambien en el tejido esponjoso del con
ducto y del miembro. Estos flemones se terminan frecuen
temente por induracion, y producen dé este modo nudosi
dades, ya aísladas, ya aglomeradas y dispuestas á manera de
cuentas de rosario, y las cuales suelen ser bastante volumi
nosas para dificultar la emision de la orina y la ereccion, y
para ocasionar una verdadera purgacion de garabatillo cró
nica, .sin que la sonda «ncuentre callosidades ni éngrbsSínien-'
to en la superficie <le la uretra. Son otros tantos núcleos de:
inflamacion situados á una distancia mayor ó menor de la
superficie secretoria, que pueden exasperarse por la menor
causa esterna ó interna. Puede suceder en este caso que la
membrana mucosa permanezca mucho tiempo intacta en me
dio de los progresos lentos, pero cada vez mayores, del tu*1
naor desarrollado debajo de ella ; que presenten uri aspecto
semejante al que resultaria , empleando la comparacion bas
tante exacta de Hunter, de la. accion de un bramante atado
al rededor de la uretra; que no exista' ningun vestigio de flu."
jo, y que este último no se haga sensible sino ten. la¡ épocsf'
en que comienza á afectarse la membrana misma , lo que su
cede siempre cuando la estrechez ha llegado á un cierto grado,
á causa de la distension que el chorro de orina ocasiona ne
cesariamente en la porcion del conducto situada detras del
obstáculo. Los mc'dicos de la edad media habian observado
con mucho cuidado este caso, demasiado descuidado en el
dia, y habian notado ,qúe muy frecuentemente no era segui
da de flujo la disuria crónica sino despues de haber subsis
tido por algun hempou. -jicyí ..«i < c \. u li
En el segundo caso la inflaoíacion cíe la membrana mu
cosa uretral, disminuyendo de intension y de estension , y
concentrándose en uu punto mas particularmente propio
para su existencia , como sucede á toda inflamación que pa
sa del estado agudo al estado crónico, parece ganar en pro
fundidad lo que pierde en superficie. Se propaga á las par
tes subyacentes, cambia su modo de nutricion, altera por
consiguiente su testura, y da origen ya á ulceraciones mas
ó menos estensas, ya, loque es. mucho mas comun, á adhe
rencias , á depósitos de .mateeia concrescible , que contraen
los tejidos, aumentan su grosor, y los privan de su flexibili
dad y de su estensibilidad naturales. De aqui resulta un in-
üirto de las paredes del conducto que estrecha su cavidad , y
que se acompaña siempre de un engrasamiento mas ó menos .
notable de la membrana mucosa. Si en este caso se introdu
ce una sonda ea la uretra, se nota qué ésta está sumamente
sensible en toda su estension, pero particularmente en un
punto. Desde que el instrumento llega, á. este sitio sufre el
enfermo un dolor róriy viva; cree que le. punzan y .por. un
movimiento automático se ve impelido á coger la mano del
aperador para contenerle. Si á pesar de esto continua este
último sus tentativas, el doler se hace mas intenso, la sonda .
encuentra una ligera resistencia, y por poco gruesa que sea
se percibe que! queda apretada en el sitio donde reside la sen
sibilidad morbosa; cuando se la saca viene cargada de rauco.
sidades , y aun á veces de sangre , de la cual sale tambien
una pequeSa cantidad por el orificio de la uretra. El enfer
mo se re atacado de un flujo que persiste sin interrupcion,
ó que se renueva por intervalos mas ó menos distantes. Cuan-
do orina siente dolor, y un obstáculo en el sitio en que se
detiene el liquido, donde persiste una sensacion particular,
por la cual puede designarle aun despues de satisfecha la
necesidad de orinar. ¡. ••n.i (. :...', , ,.••i:.. •, i.•. .'. : ..• e
;.. Estos san Jos dos modos .con <jue pueden formarse las
estrecheces de la uretra. En ambos casos progresa la lesion
orgánica con mucha lentitud , pero de un modo continuo. El
enfermo .apenas hace caso, al principio, y como no preve los
tormentos que Je esperan., ,solo se. inquieta por las frecuen
tes exasperaciones del flujo, las cuales le hacen temer, yaque
41
ha quedado mal curado , ja que ha contraido una nueva go
norrea; ó si nada de esto sucede, no fija su ateacion mas
que en los infartos simpáticos de uno ú otro testiculo, á loa
cuales está, muy espuesto el enfermo. Todo ejercicio violen
to, todo alimento muy escitante, las bebidas alcohólicas y los
escesos venéreos agravan su estado. El frio le es igualmente
muy nocivo; razon por la cual padece mas en invierno que
en estio, y durante los vientos de norte y éste, mas que du
rante los del sur ó del oeste. Ademas del frio hay aun otras
circunstancias que pueden aumentar las incomodidades can
sadas por una estrechez; asi es que se ha observado que la
dificultad de orinar era siempre mayor durante el frio de las
accesiones de fiebres intermitentes. ..., :
Mr. Lallemand, que ha tenido muchas ocasiones de dise
car uretras afectadas de estrecheces, describe del modo si
guiente el estado de las partes en un enfermo que entró en
el hospital afectado de estranguria , y el cual murió dos dias
despues por una perforacion espontánea del estómago. " En
contré» dice, en la corbadura sub-pubiana una estrechez
por la cual pasaba con dificultad una sonda acanalada. Abier
to el conducto en toda su longitud, presentó en el punto
estrechado un engrosamiento circular de la membrana mu
cosa, que principiaba y concluia de un modo insensible, de
suerte; que el 'trozo cariado se parecia por cada lado á un
uso dividido en la direccion de su eje. El borde esterno no
era menos convexo que el que correspondia á la superficie
del conducto, y de este modo el .cilindro que formaba el obs
táculo, adelgazad^ por sus dos extremidades y abultado por
el cendro, t sobresana. ta.nto al.esterior como al inferior. Dise
cando la membrana mucosa, la encontré tan adherida en el
sitio de la alteracion, que no pude sacarla entera; lo que prue
ba que el tejido celular que. unia estas partes habia partici
pado de ]& afeccion de la membrana mucosa. El tejido alterado
era de un color blanco amarillento, firme, resistente, poco
elástico y muy facil de rasgar; no presentaba ninguna apa
riencia de fibras manifiestas, y aun hubiera podido decirse
que una sustancia albuminosa se habia depositado en los in
tersticios ,de la membrana mucosa y del tejido celular subya
cente
'• ' rr,
como en una esponja. £ib puedo dar una idea mas exac-
I JJiaJ U,. ilJ J.».jA, n |f .r.lBJUw.' C.'iIIJ i. ,
Tumo I. 6"
,
tá de este:cflin'dro, que cómparárídble al que Se forma por'
la osificacion del periostio al rededor de un hueso largo frac-'
turado; y asi como el periostio hinchado por la inflamacion,
se cubre de fosfato de cal, y conserva la formá de urt cilin-^'
dro adelgazado oor sus dos estremidádes , del mismo modo la'
membrana mucosa y el tejido celulár' qué' iá' rodea conservaír
en sus mallas, despues de disipada la inflámacion, una sus
tancia albuminosa que aumenta su volumen y densidad/'
Asi de cualquiera modoi que se haya establecido la estré.»:
chez la inflamacion , de la cual depende la infiltracion del li-'
quido coagulable, se mitigá poco á poco, y no queda ya ves
tigio alguno cuando la induracion llega á su último término.
La sensibilidad disminuye tambien por grados, y ál fin se es-
tírigue enteramente cuando la membrana ha perdido entera
mente su testura primitiva, de suerte , que los dolores que'
aun siente el enfermo, no tienen ya su asiento en la super
ficie endurecida como antes, sino que dependen únicamente
¿fe la irritacion de las partes sanas que la rodean'. ;i ' .•
'v 'Las estrecheces déla tíretrá 'tienen comúnmente poca es-
tension. Sin! embargo, parece que :su grosor y su longitud
aumentan sin cesar como su dureza. En la mayor parte dé
casos se limitan á una, dos ó tres lineas de estension, pero

están situadas.
Unas solo ocupan una porcion de la circunferencia de la
•uretra, ai paso que oiras se apoderan de toda su cfreunfe-
rencia. Las poniéras alterati la; direccion del conduátb ',' y le
desvian trias ó menos en razon de su grosor. Las segundas o"
circulares presentan muchas diferencias, las cuales sin em-

ya con mucho grosor; otras teces por


guiares V oresentan una abertura central escavada en forma
o '5» * . , . • .,,.,. í
de embudo.
Con iespécto á su asiento supone Ducamp, que de seis
casos, en los cinco existe, el obstáculo 'entre las cuatro pulga-'
dás'y'mediay las cincóy'üiíédia, y'quecle cin¿o casos, en los'
.cuatro .se ,le encáienla ?ent?e cuatro, pulgadas y .nueve lineas
..y. cinco pulgadas, ,y ¡tres . lineas. Las ha, encontrado tambien,
.como, en otro tiempo Bell .y otros, muchos, en el orificio de
_la uretra, á dos y á cuatro .. pulgadas de profundidad, pero
considera la parte inedia del conducto como la, mas expuesta
fá. esta especie de ajieracion.. Mf. . LaHeraand ha demostrado
muy claramente que esta asercion era errónea, y <jue pafa
.conseguir una evaluacion, si no rigurosa, á lo menos aproxi-
mativa en cuanto fuera posible, se necesita desde luego, cuan
do un enfermo padece .muchas estrecheces .á un tiempo,, no
"fijar la atencion sino en aquella que ocupa la region mas
profunda, y ver despues: en un cierto número de sugétos
qué proporcion existe con. respecto ajas estrecheces situadas
.«a,Jal. ó cuaj .parte de, la..uretra. Procediendo. de este modo,
fie: reconoce que el mayor número de jas ; estrecheces tienen
su asiento hácia la cornadura sub-puhiana de la uretra, es
decir, casi á seis pulgadas, lo cual guarda conformidad con
los datos que nos, han dejado la. mayor parte de los autores.
Sceminereing se ha equivocado cuando ha dicho que no se
".la$ encuentra nunca en la. pbreipn, de condueto correspon
diente á la prostata, pues no hay mas diferencia que el ser
.mucho mas raras en este sitio que en los demas. ,
. : Puede no haber mas que una sola estrechez, pero tam
bién pueden existir muchas á un tiempo. Hunter ha conta
do seis, Mr. Lal le mand siete, y Calo t hasta ocho en un mis
mo sugeto. En este ultimo caso siempre hay una mas estre
cha, de mas estension que las otras, y generalmente es la
mas antigua y la mas inmediata al cuello de la vejiga.. Si se
encuentran otras entre esta y la vejiga, son mas anchas que
Jas. que tienen su asiento entre ella y el orificio de Ja uretra,
. porque como la ha 'advertido Mr. Lallcrnand , la orina re te
nida habitualmente por el principal obstáculo, obra sobre las
que están situadas detras y las distiende, ó bien son endure
cimientos de .un soló lado que no .impiden la distension de
-esta parte del conducto; 'al paso que la porcion anterior, por
el contrario, no recibiendo ya la influencia del chorro de la
orina, se contrae tanto mas fácilmente sobre si mismo,
o 'Ahora me resta describir los accidentes producidos por
la coartacion de la uretra. El enfermo no principia comun-
• inente á notarlos sintí desptíes .qxie la inflamación se ha re
novado muchas veces, bajo la influencia de causas acciden
tales, de las cuales no ha hecho aprecio, y no refiere el ori
gen de su enfermedad mas que al momento en que ha es-
perimentado una molestia notable y permanente en la emi
sion de la orina. El sitio y la naturaleza de la coartacion no
influyen sobre el carácter de estos accidentes, los cuales no
varian mas que en razon de la estrechez del paso que que
da abierto á la orina, y de la antigüedad de la enfermedad;
•es decir, en razon del grado de estrechez, de la estension jr
del número de las estrecheces. .•'•- . .•.''•'• 1£..
Los unos se limitan á la uretra y á sus dependencias , y
los otros dependen de la afeccion consecutiva del resto del
aparato urinario y de otras diversas regiones del organismo.
'"•• Siempre que la inflamacion dé las paredes de la uretra,
ilc cualquiera modo que haya empezado, ha dejado un nu
cleo de induracion en su espesor , hay retencion mas ó menos
graduada de la orina. Este liquido sale con menos facilidad:
en lugar de fluir á caño lleno por un chorro largo, igual y
• uniforme , sale con mas lentitud formando un chorro me
nos voluminoso, algunas veces oblicuo y casi siempre com
puesto de dos ramas separadas ó entrelazadas en espiral ó re
torcidas.. Un ligero escozor mientras que sale la orina, pru
rito en el condueto y peso éh el perined son casi las únicas'
incomodidades que siente el erifermo en* esta época. Sin em
bargo, el grado de escitacioa del conducto las hace variar,
mucho, y la mas leve irritacion inmediata ó distante las exaspe-
: ra, y repitiendose asi las inflamaciones sucesivas, aceleran los
progresos de la' tesiotí orgánica que 'ya existe •,' y suelen oca
sionar otras nuevas por su concentración en otros puntos.
-• '• i De esto resulta que el chorro de la orina se hace pro-
•. gresivamente mas delgado y menos fuerte; que el enfermo
emplea mas tiempo en orinar, aunque orina menos de cada
vez; que la necesidad de .evacuar la orina se renueva mas á
": menudo y de un modo cada vez mas imperioso; que la es-
pulsion de este liquido exige esfuerzos cada vez mas violen
tos .y sostenidos, y viene acompañada de dolores vivos y «le
"'"tumefaccion del miembro; y que si despues d« haber orinado
el enfermo cuanto puede, comienza de nuevo o redobla sus
: 45
esfuerzos, obliga aun á que salga una nueva 'cantidad de li
quido. Este último fenómeno prueba que la vejiga no se deso
cupa completamente. Asi es que forma en la region hipo-
gástrica, sobre todo cuando el enfermo no ha orinado hace
algun tiempo, un tumor duro y renitente acompañado de
tirantez en las ingles y de dolores obtusos por encima de
los pubis. No se puede comprimir este tumor sin ocasionar
una sensacion dolorosa , y las mas veces tambien sin esci
tar las ganas de orinar. La orina impelida por un lado con
fuerza por la vejiga , y retenida por otro por la coartacion ó
estrechez de la uretra, dilata la porcion de conducto situa
da detras del obstáculo , de modo que forma una bolsa mas
ó menos grande, de las cuales ha visto Chopart algunas cuyo
.volúmen igualaba al de un huevo de gallina. Esta bol
sa ocupa el perineo hasta la raiz del miembro, por debajo
del escroto , donde se la reconoce por un tumor poco doloro
so, que no altera el color de la piel, que presenta poca re
nitencia, y en cuyo centro se percibe una fluctuacion pro
funda. Desde que la vejiga deja de obrar, se contrac la ure
tra sobre si misma, y arroja la orina que la, distendia, y esto
Lace que siga saliendo por algun tiempo gota á gota cierta
cantidad de este liquido, cuando el enfermo creia haberla
arrojado toda. Puede suceder en tales casos que se acumu
len y permanezcan detras del obstáculo algunas arenillas, y
que adquieran un gran volúmen, y aun que lleguen á mul
tiplicarse. En ciertos casos se ha visto que á beneficio de su
movilidad podia la orina aplicarlas contra la abertura del
Obstáculo y que la cerraban completamente á manera de
compuerta , ocasionando de este 'moda una retención de ori
na pertinaz y á veces mortal. .'. .••lia r."¿'••..' r.í :•' t ' •.•) l:\
: La dificultad de orinar llega con el tiempo á ser aun ma
yor. El liquido , en lugar de alejarse al salir del miembro,
cae directamente entre los pies del enfermo, yn en forma de
un pequeño chorro continuo , ya tambien gota' á gota. Este
fenómeno indica la presencia de muchas estrecheces ; porque
segun la advertencia de Mr. Lallemand , w cuando no hay mas
-que una sola estrechez, con tal que no esté situada muy cer
ca del cuello dedá vejiga , sale [comunmente la orina im-
pelida á una cierta distancia , aunque, el chorro sea muchas
46
•vieces'muy ddgado:y vitoreado á«nrdscado ;í pero cuando hay
-muchas cae la orina perpendicularmente entre los 'pies del
-enfermo, y cuando su número es considerable hay inconti
nencia completa de orina. En efecto, se concibe que una so
la eátrechez , siendo grande , puede producir fácilmente una
•retencion completa ; pero que cuando la orina puede .pasar,
no hallando mas obstáculo que este, .salga con bastante fuer-
-ia aunque en un chorro muy delgado. Asi corno pasando al
: traves de muchas estrecheces. pequeñas pierde la orina suce
sivamente .toda su .celenidad'y ioae. siempre perpendicula?-
-mente.'* ¡.' .: 't v.> .••• !m::¡ r.1 ,.:•:!':; ,i. .: uu rl '.I. svüvn'>.i
...• i En esta época de .la enfermedad sé te el paciente ,ator-
, mentado de continuas ganas de orinar , y, como lo ha dicho
-muy bien Ducamp, pasa su existencia en la triste alterna-
c tira ^de estar siempre dominado por una necesidad imperio-
-sa y de temer satisfacerla. Tira de su miembro con fuerza,
varia sus posiciones de mil modos diferentes , y no consigue
-arrojar algunas cucharadas de liquido sino despues de haber
.sufrido contracciones espasmódicas de casi todos los múscu
los del cuerpo , yqtue persisten muchas veces .despues de
esta escnsa evacuacion pira renovarse en cada nueva emision.
Los esfuerzos que hace obran principalmente sobre el pecho
-y el cerebro , y son /tan violentos que tiemblan las piernas,
la respiracion se hace laboriosa , el rostro se pone'encendi-
-do y permanece hobitualmente de un color subido , la fren-
'te se inunda 'de sudor , las materias fecales y el semen sa
len con la orina, y sobrevienen hernias, hemorroides y.pro-
cidancias del rectoi.M.¡/',ii: i...,.. . , n, o.... i i .¡ >.. .
-i :c. En 'fin /creciendo sin cesar los obstáculos de la uretra,
el cuello de la vejiga pierde la 'facultad de/ resistir á las con
tracciones de 'su cuerpo, y no opone ya inás que una débil
barrera al liquido, y asi llega el momento en que esta bar-
;rera queáa cateramente destruida, de tal suerte ,que la ori-
-ha no está ya' 'retenida' sino? por la¡ estrechez mas apretada,
:y que toda la porcion de conducto situado .detras del obstá
culo llega á hacer 'realmente parte de la cavidad vesical. La
«strechez hace entonces hasta, cierto, punto el oficio de cuc-
.llo de la vejiga; peroi como está destituida. de toda,coritrao-
:tilidad, deja salir el'> fluido gota á gota segun va llegando á
/ la :v^iga: , y el 'enfertno 'lia puede ya' ni retener ni espalar lai
orina á stt arbitrio. ': .a'.'aí . •> i.:n: ' i... ...• ' • t. ••'... o
Asi es como las estrecheces de la uretra. ocasionan igual
mente la. incontinencia y la retencion de orina desde que lle
gan á un cierto grada\ ' i. :.ü:.: :.i:ho .¡ m ¡-..••iioV «:' :.|¡ .¡.¡á
La incontinencia de orina se verifica de dos modos muy
diferentes , que importa no confundir uno con otro , aun
que en los dos casos sale la orina gota á gota. En efecto, unas
veces se verifica el goteo algunos instantes despues que el
enfermo ha orinado , y depende de que cierta cantidad de li
quido , acumulada detras del obstáculo, ó entre las diversas;
estrecheces cuando existen muchas, atraviesa poco á poco la
abertura de estas en virtud de solas las leyes de la grave
dad , desde que la vejiga y los músculos abdominales sus
penden sus :étmtracciones enérgicas. Otras veces se' verificaí
con motivo de cualquiera accion muscular un poco fuerte,
como cuando el enfermo tose, marcha ó hace algun esfuer
zo , y en estos casos depende de que habiendo perdido el cue
llo de la vejiga su contractilidad , la accion de los músculos
abdominales , comprimiendo la vejiga, ocasiona la salida .de
algunas gotas de orina al traves de la abertura de la estre
chez, que en aquel momento es la única que se opone á su
salida. En uno y otro caso no tiene la incontinencia otro in
conveniente, aunque grave á la verdad, que hacer al enfermo
molesto para si mismo y para los demas, por el olor desa
gradable que exhala su ropa empapada habitualmente de ori
na. Nunca sobreviene sino cuando la estrechez ha llegado al.
estremo de obstruir casi completamente el conducto. No su
cede lo mismo con la retencion, en cuya produccion.se ha¡
calculado que intervienen las estrecheces de la uretra con,
respecto á las demas causas reunidas en la proporcion aproxi
mada de nueve á uno. Puede manifestarse en todas las epo
cas de la enfermedad , y mucho tiempo antes que la'*¿tre-
chéz haya hecho grandes progresos, bajo el influjo¡ .de. toda
agente externo ó interno, capaz de exasperar la inflamacion,
local, supuesto que resulta de aqui una hinchazon mas con
siderable, y la acumulacion , en el punto inflamado, dé una•
siecrecion espesa y tenaz ; <los circunstancias , cuya concurre»*.
cia simultánea suele aumentar la estrechez bastante para ccr
rar enteramente el conducto. En este estado dtí cosas eses-
cesivo el padecimiento é inminente el peligro. Los accidentes
se desarrollan con una grande rapidez en razon de la irri
tación habitual de la vejiga , segun he indicado ya al ha
blar de la retencion de orina causada por la urctritis aguda.
Si la naturaleza ó el arte no llegan á restablecer pronto el
paso de la orina, se acumula este fluido en cantidad sucesiva
mente mayor detras del obstáculo , en la uretra, en la ve-
jiga,.en los ureteres y en los riñones mismos. Estos diversos/
órganos se inflaman, y su inflamacion suele comunicarse ali
peritóneo. En la mayor parté de estos casos se apodera la
gangrena de alguno de los puntos irritados, y sobrevienen
los formidables sintomas de un derrame de orina , sea que
la rotura se verifique en el órgano mas distendido y mas ir
ritado ; es decir, la porcion de uretra situada detras del obs
táculo , sea que se forme en el cuerpo mismo de la vejiga,
en cuyo caso la orina se derrama en la cabidad abdominal,
y ocasiona la muerte inevitable del enfermo. *: ; t ...
Al paso que la uretra se dilata por detras de la estrechez,
sufre tambien una irritacion mas y mas considerable. Los
foliculos mucosos de su porcion prostática redoblan su acti
vidad y adquieren mayor desarrollo , en términos que des-,
pues de la muerte se encuentra comunmente la membrana,
mucosa de esta region inyectada , engrosada, fungosa y cu-,
bierta de una capa muy tenaz de materia mucosa purulen
ta. Este estado es el que ocasiona el flujo mucoso y á veces
puriforme que mancha la camisa del enfermo , ó viene de
lante del chorro de orina; las capas membraniformes de que
suele salir cubierta la sotada ; el aspecto cenagoso de la ori
na; el sedimento turbio que deposita en el fondo del vaso;
la prontitud con que se descompone ; y el olor fétido, aná
logo ai de la carne podrida que exhala cuando se corrompe.
Suele suceder en tales casos que se desarrolla una infla
macion más ó menos aguda de la prostata , y que la supura
cion consiguiente destruye esta glándula totalmente ó en gran
parte. En este caso la orina es purulenta , y introduciendo
el dedo en el intestino recto no se percibe ya la prostata , á.
solo se perciben algunos fragmentos de ella , y todo lo de
mas blandujo y aplastado. Pero las mas v.eces se hace este úr-
49
. gano el asiento <le una inflamación crónica, la cunl le hace
mas voluminoso , y ocasiona en su testura diferentes altera
ciones que se confunden impropiamente bajo ia denomina
cion de escirro , y que la anatomia patológica no ha dado á
conocer aun sino de un modo muy imperfecto. Efectivamen-
te unas veces se pone la prostata mas blanda y fácil de des
garrar ; otras veces adquiere una consistencia análoga á la
del tejido fibroso y aun cartilaginoso , y cuando se la parte se
advierto su sustancia firme, de un color moreno blanqueci-
•no , dividida por medio de fuertes^tabiques membranosos qu«
la atraviesan en diferentes direcciones. En algunos sugctos se
forman cálculos en ella; pero siempre que estas concrecio
nes no estan. descubiertas por lo interior de la vejiga, care
cemos de medios capaces de comprobar su existencia.
El infarto crónico de la préstata, bien dependa de esta
causa, bien sea la consecuencia de una antigua prostatitis agu
da que no haya terminado sino en parte por resolucion, crece
•con una suma lentitud ; y por esta razon se observa tan ra
ra vez en los jóvenes, al paso que es tan comun en los hom
bres de cierta edad , y aun puede decirse que es muy raro el
libertino. que no llega á sentir mas ó menos sus efectos en la
.yejez, 7 que no expia asi los errores de su juventud. Suele
aumentar el volúmen de la glándula en terminos de duplicarle
y triplicarle , y aun «e ha visto llegar á igualar este órgano
«n grosor un huevo de oca, segun Wichmann, óel puño,
segun Petit, y pesar hasta nueve onzas. Su aumento de vo
lúmen puede verificarse en la parte media , y en el sitio que
corresponde inmediatamente al orificio vesical de la uretra, 6
sola'mente en las partes laterales , ó en fin, en la parte media y
^n las laterales á un. mismo tiempo. En este último caso el
orificio del conducto se halla elevado hácia la sinfisis del pú-
sis , al mismo tiempo que la uretra sufre una presion lateral
mas ó menos fuerte, de suerte que muchas veces al salir esta
dela vejiga parece que se hunde en la prostata, donde forma
iun recodo de cinco, seis ó siete lineas de profundidad. En él
primero hay tambien elevacion del orificio vesical del con-
ílucto hácia la sinfisis; pero se nota ademas , examinando la ca
lidad de la vejiga , uno ó muchos tubérculos mas ó menos
voluminosos , situados al nivel del orificio de la uretra, y los
Tomo!, 7.
50
cuales forman ten este sitio una especie de válvula que suele
oponer un obstáculo insuperable á la introduccion de la son
da. Finalmente, en el segundo solo está comprimido el con*
dueto, j no sufre deviacion muy notable, á menos que la hin
chazon no sea unilateral; circunstancia en la cual puede ha
ber , segun Frank, no disuria ó iscuria, sino incontinencia
de orina ; porque no pudiendo la uretra contraerse sobre
si misma por todos los puntos de su circunferencia , no pue
de cerrar exactamente el orificio de .la vejiga. Aunque po
drá parecer minuciosa la indicacion de todas estas modifica
ciones , importa sin embargo conocerlas en razon del influjo
que tienen sobre las dificultades masó menos grandes que
se encuentran cuando se practica el cateterismo.
La induracion de la prostata, «e .reconoce por las mismas
senales que su inflamacion 'aguda , aunque con la diferen
cia que el tumor parece mas duro al tacto, que puede to
cársele con el dedo , que causa pocos dolores , que el enfer
mo no tiene fiebre, y no esperimenta tan frecuentes ganas •
de orinar: esta afeccion produce alguna alteracion en las fun
ciones del intestino recto , la sensacion de un peso que re
fieren los enfermos á la márgen del ano, y un tenesmo casi
habitual. Ocasiona tambien en ciertas circunstancias acciden
tes análogos á los que produce un cálcalo en la vejiga, pe
ro con esta importante diferencia , que no se declaran, á lo
menos rara vez, antes de la invasion de la iscuria, de mo
do que hagan sospechar anticipadamente la aparicion y la .na
turaleza del mal. La orina se presenta viscosa y glutinosa,
y al enfriarse forma en el sedimento largos filamentos
pegajosos elásticos, que presentan el aspecto de una jale
tina trémula, ó de la freza de ranas , como decia Fabri-
«io de Hilden, que se adhieren al fondo del vaso con mu
cha tenacidad , y que suelen prolongarse hasta dos ó tres pies
antes de .desprenderse. Está reconocido que este moco fila-
mentoso viene enteramente de la prostata, pues Home ha
hallado l» estremidad de un filamento nadando en la vejiga
-de un cadáver , mientras que la otra estremidad dividida en
muchos filamentos iba á introducirse en los orificios de los
conductos excretorios de la glándula.
« .i , El infarto crónico dela prostata ejerce upa grande i a
fluencia sobre 'la secrecion' y la escrecion del esperma. U na sim
ple estrechez del condueto la tiene ya poderosa ; porque di
ficultando la eyaculacion , se detiene el semen detras del obs
táculo , y retrocede á la vejiga , ó sale poco á poco despues
del acto cuando ha cesarlo. la ereccion , de modo que la ¡n.i-
yor parte de los^hombres atacados de esta especie de afec
cion son inhábiles para la reproduccion, y esto ha hecho
que se considere la impotencia en el número de los sínto
mas de la si filis confirmada ; y ademas sucedo con frecuen
cia que en él último :momento del orgasmo venéreo se sien»
ten en la uretra' panzadas penetrantes, y salen por el miem
bro gotas de sangre en lugar de semen , cuya emisión oca
siona casi siempre une dolor muy agudo. Por otra parte el
coito aumenta constantemente la dificultad de orinar , exal
tando la irritación en. el punto iu.flamado , y haciéndola ocu
par una ostension mas considerable. Por esto se sigue á él
va flujo que se manifiesta casi inmediatamente, adquiere su
mayor, grado de intension el dia mismo de su: aparicion , per
manece despues estacionario por dos ó tres dias, disminuye
tuego y desaparece al cabo de cuatro cS cinco. ¡ ' '• , • •• . ..
-••' JPero estos fenómenos no son' entre los trae tienen rela-
cion con la secrecion del esperma los Tinicos que ocasionan
el infarto crónico' de la prostata ^ pues por una parte la ir
ritación. se propaga á 'U> la'ngo'de los conductos eyaculadores y
deferentes hasta .el testiculo , el cual se. infarta frecuentemen
te, ya un permanece habitualmente mas .sensible y mas abul
tado. Ademas la eyaculacion se efectúa con mas prontitud
que anteriormente , y el enfermo, suele tener poluciones por
el dia acompañadas generalmente como el acto mismo 'vené
reo de un .dolor mas i<5 ingerios vivo. Pasado algun tiempo>
haciendo siempre progresos la irritacion , llega á verificar
se la emision del esperma en un estado de semi-ereccion:
basta para, ocasionarla el roce del miembro durante la mar
cha ó ilaoequitacío»:;,via«* ideas lascivas , la escitacion ocasio-
nada por el vino , la proximidad de un gran, brasero Scc.
Finalmente, en el último periodo se verifica sin ninguna
sensacion voluptuosa , siempre que el enfermo hace algun
esfuerzo para espeler las .últimas golas de orina ó para la de
fecacion. Cuando Haga el mal á este estado, que antes se
.atribuia á la debilidad de las vesiculas seminales ,' y de cuya
etiologia exacta careciamos antes que la diera Mr. Lallemand,
se pierde el apetito , las digestiones se hacen laboriosas y
ccompañ'edas de eruptos ,,el enfermo cae en el marasmo ¿ y se
debilita 'de un modo notable, tanto en lo fisico como en lo
moral. :':•... s ' ' '' iii* f.í,i.ü:..-'' -••r:'oiod er..i vi '•• • • '••i'
He dicbo ya que la orina impelida hacia el obstáculo pop
las contracciones de la vejiga > dilata la porcion del conduc
to situado detras de la estrechez; la irrita , la .inflama y alle-<
ra su testura. Esta distension de la uretra puede dar lugar
á la erosion del conducto , á su rotura ó al desarrollo de un
flemon en las partes inmediatas. : ;- - ., ..• : ; ... í,-:ú
Si la lesion se limita á una simple erosion , la orina se
infiltra lentamente en las partes subyacentes, y escita en ellas
una inflamacion , cuyo resultado final, es la produccion deI
•una bolsa-de paredes organizadas y guarnecidas de una pseu-
do-membrana mucosa que se distiende y se aumenta mas y
mas. Al cabo de un cierto tiempo , muy largo á veces, llega,
ó. adquirir, esta bolsa bastante wMmén par,a poder perci-;
birse en el periaeo y para íornwir ;«n él un iuinor con fluc4
tuacion del grosor de una avellana ó de una nuez. Al abrir
se este tumor, ya espontáneamente, ya por medio del arte,
fluye una cierta cantidad de pus mezclado oon osina , y 'estei
último liquido que continúa saliendo dé Ja -yp^tra ;hacei la he:-r
rida fistulosa. En este! casó' se establecen las fisicas urinarias'
sin preceder .ningun accidente gravé. ; •• . ;.;,.i c:r .i.1
Pero no sucede lo mismo cuaado\siendo muy grande la
rotura de la «iretra , la jcnuoa.. retenida por el .obstáculo se/,
insinúa con mas ó menos prontitud , segun' la energia con-i
tractil de la vejiga, ene el .tejido celular del perineo y del
escroto. Este último se distiejide en estremo / y adquiere mu
chas veces el volumen de. una caJbeza de niño. La infiltra
cion se eatiende con bastante. frecuencia Á las ingles ,. á la par-,
te 'inferior del abdomen y á taaa 'esterision mayof ó.menor^
de los muslos. En ciertos casos se propaga por debajo de la
piel del bajo vientre hasta los. hipocondrios y partes latera
les del pecho. Mr. Boyer la ha visto estenderse á los lomos,
á la espalda y hasta los homwplatos. Estas diferencias depen
den del sitio de la rotura, de la uretra. En cfettto r el tum«r
S3
sé manifiesta en el perineo ó en el escroto siempre que la ro-
lura se .verifica en la parte inferior de la porcion membra
nosa del conducto , que es lo mas comun. Pero cuando la
rotura se ha formado hácia el cuello de la vejiga ó en al
gun punto de la superficie del cuerpo de este reservorio, la
orina sube generalmente por encima de las paredes de la
pelvis. ! :: >
Esta infiltracion urinosa es un accidente de los mas ter
ribles, y se la reconoce fácilmente por los progresos rápidos
del tumor , por la especie de crepitacion ó de murmullo qud
se percibe cuando se la comprime, y que se parece al que
produce el enfisema. Tambien se la reconoce por la tension
de la piel , la cual se presentan edematosa y lustrosa , y por
la disminucion de los accidentes que dependen de la estran-
gurit. No tarda en desarrollarse una violenta inflamacion,
que se apodera de todas las partes inundadas de orina; la piel
adquiere un color rojo violado, livido ; se cubre de escaras
gangrenosas , las cuales al desprenderse dan salida á una sa
nies corrompida mezclada con orina. Esta sanies arrastra tro
zos esfacelados de tejido celular y de piel. Toda la region
que ocupaba la. orina se convierte en una vasta úlcera , y el
apósito está siempre empapado del fluido que la rotura su
ministra sin cesar. Algunas veces ha caido en gangrena to
do el escroto , la piel del miembro , la de las ingles, del pe
rineo y de la parte superior de los .muslos , y han quedado
los testiculos despojados de sus túnicas , vacilando en medio
de esta enorme úlcera y suspendidos por los cordones es-
permáticos. Si ei enfermo sobrevive á uu estrago tan terri
ble , la fiebre que habla sido violenta y acompafiada ¡de mo
vimientos convulsivos y de delirio , sobre todo antes de la
abertura del depósito, se calma poco ái.póco, la úlcera se
limpia y se cubre de "mamelones rubicundos , la piel de la¿
partes inmediatas, se aproxima insensiblemente á su centro,
y tiende á cubrirle ; pero como la solucion de continuidad:
del condueto permite siempre el paso á la orina, no pue
de efectuarse la cicatrizacion en todos los puntos por los cua
les fluye este liquidorDe aqui proceden una ó muchas aber
turas que no tienen .tendencia alguna á obliterarse, y que
se han llamada fistulas urinarias?.';,. . .•: .¡:..,_ '. ;l ¿ii
u
• ••- Estas fistulas no tienen comunmente mas que '• un sofo
orificio interno, pero comunican con el esterior por muchas
aberturas muy distantes á veces de la rotura uretral. Casi
siempre corresponden sus orificios estemos al; perineo, al
escroto, ó á las nalgas. Sin embargo se han visto alguna vez
situados á los lados del pecho, en las paredes del bajo vientre,
en las ingles y en los muslos. Una fungosidad rojiza y firme
indica el sitio de estos orificios exteriores. Algunas veces es
tá indicada su travesia por una cuerda que se estiende dési
tic la uretra á. su orificio externo. Estas fistulas suministrar»
continuamente un pus seroso que deja manchas amarilla*
en la camisa , y que exhala un olor fuerte y desagradable. Era
el acto de orinar el enfermo se insinua por ellas una parteí
' del liquido, ocasiona una sensacion de calor y de irritacion,
y empieza á fluir al momento gota á gota. Muchas veces":
sigue este camino preternatural la mayor parte del liquida
espulsado, y aun algonas veces pasa todo por él, por estar
la uretra muy estrechada ó completamente obstruida, como
lo ha visto Mr. Boyer en un enfermo que orinaba cuarenta
años habia por uua ancha fistula situada delante del escroto;
Las fistulas urinarias, como todas las demas, están ta
pizadas por una psuedo-membrana mucosa que suministra
una secrecion masó menos abundante. La direccion dé sir
travesia varia mucho ; unas son rectas, y otras sinuosas ^. es*>
tas son las mas comunes. Su cavidad es comunmente des-
• igual y angosta de trecho en trecho, por lo cual, la orina noi '
puede recorrerla libremente. Resulta de esto que se estanca
en ella, la irrita, y produce durezas y callosidades , y aun.
ocasiona de cuando en cuándo nuevos depósitos que dis
laceran las parte» Inmediatas de la uretra en diversas direci./
cienes, las desorganizan cada vez mas, y llegan á apoderarse
de los órganos :fibrosos y de los huesos, los cuales suelen
quedar descubiertos, y se ven atacados de caries mas ó me^,
nos estensas. • : Vfr :r; ^ abnyil :-
- A todas estas causas de desórdenes suele agregarse aií«l'
otra: la formacion; de concreciones calculosas en los senos
de las fistulas urinarias. Estos cálculos, que pueden adquirir
un vohimen considerable, se oponen á la curacion aun cuan
do llegue á cerrarse la rotura de la uretra. Su presencia es
55
•una causa continua de irritacion, y producen sin cesar nue
vos depósitos , hasta que la naturaleza los espele ó el arte los
estrae. • ,.
Los flemones, que segun.be dicho, son con bastante fre
cuencia resultado de la distension escesiva de la uretra por
detras de la estrechez, dependen de que la inflamacion de la
membrana mucosa se ha propagado al tejido celular subya
cente: es decir, que su modo de formacion no se diferencia
de los abscesos análogos, aunque mucho mas pequeños, con
que se complica á veces la uretritis aguda. Una sensacion de
molestia y de peso en el perineo anuncia su próxima inva
sion, y no tarda en desarrollarse en esta region un tumor-
cito que se aumenta poco á poco y se hace el asiento de do
lores pulsativos. Pronto se percibe claramente con el tacto
Ja fluctuacion en el, y al mismo tiempo experimenta el enfer
mo horripilaciones mas .ó menos fuertes y fiebre. Una vez
establecida la supuracion, se aumenta el tumor y se reblan
dece de dia en dia.
El absceso puede abrirse al esterior ó en la uretra; los
fenómenos que ocasiona varian mucho en una y otra cir
cunstancia, pues si la supuracion se dirige hácia él perineo,
Jos tegumentos de esta region se ponen rubicund®s,se adel
gazan, se ulceran, y al fin fluye una cierta cantidad de pus
blanco homogeneo, que no contiene ninguna partícula de
orina. Si, pof el contrario, se abre el depósito. en la uretra,
corresponde la abertura unas veces delante de la estrechez,
de modo que la orina no encontrando ningun obstáculo que
Ja detenga, puede pasar sobre ella sin penetrarla; otras ve
ces se efectua la perforacion detras del obstáculo: y enton
ces la orina, que se insinúa en el foco del absceso, da lugar
á todos los sintomas dependientes de una infiltracion urinosa.
Despues de la abertura del absceso puede.borrarse su ca-
•bidad contrayéndose poto á poco las paredes sobre si mismas.,
o bien .permanece fistulosa la abertura por la cual pasa el
.pus. La fistula incompleta que resulta de esto, se llama cie
ga esterna ó ciega interna segun que tiene su abertura en
Ja piel ó en la uretra. La interna depende de la filtracion de
la orina, y puede acarrear todos los accidentes que se han des
crito mas arriba al hablar de las fístulas urinarias. La ester
• . . 56
na está sostenida ya por la denudacion de la uretra, ya por;
la separacion habitual de las paredes del foco, la cual depen
de del peso del escroto , ya , en fin , por la estrechen de la
abertura y la sinuosidad del trecho fistuloso, que no permi-
liendo salida libre al pus, llegan á veces á ser causa de que
se formen nuevos depósitos. ....\ .. ;• . >
Los efectos de las estrecheces uretrales distan mucho
de permanecer limitados al conducto y á las partes que de»
¡penden inmediatamente de él, pues todo el resto de la .eco*
iioiuia puede resentirse, aunque la vejiga es el órgano que
•sufre los primeros y mas graves ataques. . ' V.. í
-•• Uno de los efectos mas notables es el estado de plenitud en
que permanece la vejiga continuamente , porque siendo muy]
^estréchala especie de hilera que da pasoá la orina, los esfuer•!
zos deespulsion de la vejiga cesan antes que llegue á vaciarse,
no pudiendo sus contracciones, como las de todos los demas
órganos musculares, durar mas de un cierto tiempo, aunque
el estimulo que las produzca continúe en el mismo estado. >
íc.I:De este estado habitual de plenitud resultan diversas coa-?
secuencias mas ó menos graves. . .. s. . v, '.::. '..:.„/
' Al principio está el enfermo atormentado incesantemen
te por la necesidad de orinar , necesidad que con la irritacion
progresiva de la vejiga se hace mas y mas urgente é, impe
riosa, al paso que cada emision se hace menos copiosa y acom
pañada de mas esfuerzos á causa de los progresos continuos
del obstáculo. El enfermo, victima de padecimientos que se
exasperan por el menor esceso, goza de una vida penosa y
uaiserable; y no pudiendo dedicarse á ninguna ocupacion^
•ni entregarse á ningun placer, ni aun gustar jamas de las
dulzuras de un sueno tranquilo, se hace sombrio y moroso,
y huye déla sociedad para entregarse á ideas lúgubres y me
lancólicas. La irritacion de la membrana mucosa de la vejiga
activa la secrecion del fluido que JaMiabrifica , y las mucosir
dades que. suministra, esta membrana se mezclan con la. ori*
«a alterando su trasparencia, y haciendo mas rápida su .des
composicion al mismo tiempo que le comunican un olor fé
tido. Mas adelante forman un sedimento espeso que se rer.
une en el fondo del vaso sin adherirse á él , y que al fin llega
.á adquirir el carácter purulento. ,• -i::'•': :t\ l• &úi\i& •¿.u oiiia
. . 57
r'' El aumento de accion de las fibras musculares le hace
adquirir un desarrollo mas considerable, y la membrana
mucosa , empujada por la orina , sale por entre sus manojos,
separándolos y aíslándolos hasta cierto punto , de lo cual re
sulta aquella disposicion particular que se ha designado con
el nombre de vejiga con columnas, pero que depende tambien
muchas veces de un vicio congénito de conformacion. . •• •
Las paredes de este órgano suelen perforarse ya por un
reblandecimiento de su tejido, ya con mas frecuencia por
una inflamacion gangrenosa, y la orina se infiltra en el te
jido celular, llevando consigo á todas partes la inflamacion,
la supuracion y la gangrena, como antes he dicho, ó se derra
ma en el peritoneo, en el recto , ó en cualquiera otra porcion
del conducto intestinal , por ejemplo, en el colon, con el cual
haya contraido adherencias la vejiga. :'< . '
í Pero las mas veces adquiere la flegmasia vesical un carác- i
ter de cronicidad y altera el tejido del órgano , el cual se en
gruesa, se encoge al mismo tiempo que disminuye la esten-
sion de su cavidad. En ciertos casos , que á la verdad son
muy raros, sufre tambien esta viscera la degeneracion can
celosa , como lo han confirmado con observaciones auténti-
eas ¡Chopart, Desault, Mr. Lallemand, y abofa recientemente
tambien Mr. Souberbielle.
En algunos sugetos los ureteres y los riñones parti
cipan con el' tiempo de la distension y de la irritacion de la
vejiga.
Los ureteres se ensanchan á veces en términos que su
cavidad iguala casi la del intestino delgado: pero la disten
sión. no es siempre igual en todos los puntos de su estension,
y con bastante frecuencia se limita á uno solo.
:\ Los rinones aumentan de volúmen. Su tejido se pone
blando, descolorido, y la sustancia cortical se confunde con
l.t sustancia mamilar. Parece que en tales casos se halla la
secrecion urinaria, si no suspendida enteramente, á lo menos
considerablemente disminuida. Pero la inflamacion puede pro
pagarse tambien basta estos órganos, ya á uño solo, ya á
los dos ; se forman abscesos en ellos, y muchos á veces, co
mo Stoll lo ha observado : estos abscesos se abren en la pel
vis , y continúan despues suministrando pus, ó permanecen
Tomo f. 8
58
intactos, y destruyen la sustancia renal hasta que sobreviene
la muerte. En todos estas' casos esperi menta el enfermo en
la region lumbar tiranteces , dolores sordos ó agudos , los
cuales muchas veces son intermitentes, y repiten por acce
siones. '•:•'.'. i. •:'. . : ' V '.
La influencia da las irritaciones crónicas de la uretra so.*
bre las demás membranas miseosas no/ ha sido estudiada po*
los modernos coa todo el cuidado que! debiera. Sin embargo,
los antiguos, Celso y Areteo entre otros,, habian notado
la acción que estas irritaciones ,. sobee todo cuando la vejiga
participa de ellas, ejercen sobre el estómago y las demas
visceras abdominales, cuando refieren la pesadea del estóma
go, tas nauseas, los astios, las alteraciones de la digestion,
y los dolores en d baja vientre , fijos particularmente sobre
el ombligo, á los que estan sujetos los enfermos en tales can
sos. Hay algunos hechos bien confirmados que no permiten
tampoco? dudar que hay una relacion intima entre la mem
brana mucosa de la uretra y la de las vias aéreas en el es
tado patológico como en el fisiológico. Asi es que se encuen
tran á Teces enfermedades, crónicas de la uretra, á las cuales
suceden secreciones morbosas del tubo intestinal ó de lo»
bronquios, y que no es raro ver enfermos atacados de estre
checes de este conducto, propensos á las indigestiones , á las
diarreas y á los catarros pulmouales. ':
Lo mismo puede decirse de la influencia de estas afec
ciones sobre las membranas serosas que es menos conocida
aun. Sin embargo se ha observado muchas veces que ocasio
naban en la túnica vaginal del testiculo una irritacion cró
nica, cuyo resultado ha sido el desanclo de un hidrocele,
que ha desaparecido por si mismo despues de curada la afee-'
cion principal. Es verdad que en este caso el testiculo mismo se
hallaba casi siempre simultaneamente irritado, abollado mu
chas veces , muy duro , y mas ó menos voluminoso por efec
to de un infarto que se habia establecido en e'l con mas ó
menos lentitud.
Esta orchitis crónica se diferencia de la aguda en que
empieza siempre por el cuerpo mismo del testiculo y no se
estiende al epididimo sino al cabo de mucho tiempo; No le
causa al principio al enfermo mas que una ligera incompd&
59
dad ,y el dolor .cuando la afeccion hace progresos, permane
ce en general tan sordo, que , como ha dicho Bell, podria
"Creerse que es efecto principalmente del aumento de volúmen
y del peso de la glándula. Es raro que se afecte la piel del
escroto , y no se inflama nunca sino cuando la enfermedad ha
subsistido por mucho tiempo. Esta flegmasia está muy sujeta
á recaidas mientras persiste la estrechez uretral , y la menor
irritacion del conducto basta para renovarla á un grado mas
ó menos notable. Por haber desconocido esta circunstancia
varios autóres, entre otros Bell , kan colocado la orchitis
crónica entre los accidentes de la sifilis confirmada : por no
haber notado la causa inmediata de que depende, le asigna
ban arbitrariamente otra, situada mas lejos y diseminada en
ift economia entera. i yf.,
•En 'fin , las irritaciones crónicas de la uretra, principal
mente cuando la prostata participa de ellas, ocasionan CON
bastante frecuencia bajo la influencia de las alternativas at
mosféricas o de cualquieiía otra causa , accesiones febriles , al
principio irregulares, pero que al fin adquieren una especial
de regularidad, y se asemejan perfectamente á las de una
.fiebre intermitente comun , con las cuales tas han equivocado
Varios prácticos, hasta que la insuficiencia de los planes mas
metódicos, y las relaciones de la accesion con las alteraciones
del cursó déla Orina, les han hecho ver :el error en que ha-
bian caido. La fiebre no es continua en este caso, por
que, como lo ha advertido Mr. Lallcmand, las pasiones, las
influencias atmosféricas, 'el régimen, &c. , tto obran nunca
en nosotros de un modo uniforme; á la que agregaremos
<jue la secreciott de la oririajnó es tal vez tan continua como
se supone, y que 'la salida de este liquido es intermitente. Sin
'embargo y no es.iar^ que las accesiones repitan con cierta re
gularidad cada tercer dia; algunas veces se presentan con to
dos k>s tipos imaginables, pero comunmente dejan entre si
TJuátro ó cinco dias de intervalo, de suerte que Bosquillon no
duda que la tiebre quintana , de que hablan los autores, de
pende muchas veces de una causa de esta especie, Al paso
que la enfermedad se agrava se hacen mas frecuentes las
accesiones; el pulso se presenta al principio contraido, vivo
y precipitado; poco despues se desarrolla, la lengua se pone
60
amia , la piel ardorosa : y se observan todos los caractéres de
la fiebre inflamatoria. . , : . . . • : ... HI;, ...j .•»
De las causas, qué. ademas del acto venereo, pueden dar
lugar á la ure.tritis , y de las propiedades contagiosas ,,del
flujo. — Nos inclinamos á considerar como enfermedad ver
nérea todo flujo por la uretra, porque estas especies dp
flujos se manifiestan las mas veces en consecuencia del cojtq;
. pero hay otras muchas causas tan capaces como esta de pror
ducir la uretritis, aguda ó crónica, y todos sus sintomas y
sus diversas consecuencias, principalmente las estrecheces de
la uretra. Estas causas deben dividirse en dos' clases, segun
que obran en la uretra de un modo directo, ó por el Ínter*.
.medio de algun otro órgano. , . ¡;.:lc ti!i :T.,Í;P li.'V n,••fl
•Entre las causas directas ó locales de la uretritis se CQr
locan los contactos frecuentes de las partes genitales, la mas
turbacion, el abuso delos placeres venéreos con una muger
perfectamente sana, sobre todo cuando á esto se agrega la
influencia de la falta de limpieza , y cuando hay una, grande
desproporcion entre el miembro y la vagina; el acto ..far
uérco consumada con una muger que tiene leucorrea , ó qué
se halla en el periodo menstrual; una contusion en el peri
neo, la compresion de esta parte , 'como sucede á los hombre?'
que no estan acostumbrados á montar á caballo , ó como se
.observa en los camelleros en las ludias orientales ; la. intrór
.duccion frecuente ó la permanencia prolongada de una C;MIT
.delilla en la uretra, la inyeccion de un liquido irritante <;a
este conducto, ,y la presencia en su interior de una estrechez
ó de un cuerpo estrafío, venga de fuera ó de la vejiga. lisias
.diversas causas no obran en todos los sugetos, ni todos los
que se resienten de su influencia sufren en un misino grado;
de donde resulta que la uretritis que, producen puede.,iser
leve ó intensa , pasagera ó durable , y caraciemadas'ya solamen
te por el ardor de orina, ya tambien por un flujo mas,ó mer
nos abundante y de diversos colores. Sin embargo, general-
. mente la enfermedad es levq y se disipa pronto^ ,,yi, r,h.¡[i
i, Las causas internas no son menos numerosas ni menos
variadas. Ocupan el primer lugar las irritaciones de Jas di
versas partes del conducto alimenticio. La erupcion, de los
L4ient,es .está acompañada algunas veces de un flujo blanque
6*1
ciño por la uretra : este accidente es mas raro en los ninos
.que en las niñas; sin embargo, Hunter y Mr. Rayde le han
iobservado. Se ha visto el mismo efecto producido por la abul-
sion de un diente. Ciertos alimentos ó medicamentos, como
.la cerveza nueva, los espárragos, el té, la trementina, las.
.especias, las cantáridas escitan en la uretra una irritacion
.que generalmente se limita á hacer dolorosa la emision de la
•orina, pero que tambien ocasiona muchas veses un flujo abun
dante de mucostdades. Schenk habla de un hombre que se
.producia á su arbitrio una gonorrea comiendo berros, y:
esta propiedad de las plantas cruciferas, notada por Hipócra
tes en muchos pasages de sus obras, debia ser muy conoci
da en otro tiempo «n la Grecia, puesto que Aristófanes se
.creyó autorizado para hacer alusion e ella en una de sus co-
.medias. Enlajes casos comunmente se atribuye el ardor dé
orina a la acrimonia del fluido que sale de la vejiga; pero
.hasta que esté demostrada ..la existencia real de es-ta acrimo-
.nia, será mas conforme á los principios fisiológicos admitir
una irritacion de la membrana mucosa uretral, tanto mas,
cuanto que la secrecion habitual del conducto se aumenta
en este caso, y que examinando la orina con atencion , casi
siempre se ven nadar en ella algunos filamentos. La presen-
tcia de lombrices, principalmente de ascárides, en la par.te
inferior del conducto intestinal, suele ocasionar tambien un
flujo uretral, sobre todo en los niños. Brendel y Oefterdniger
.refieren tambien ejemplos de este accidente en hombres
atormentados de hemorroides , y no era muy raro observarle•
principalmente entre las mugeres,en el tiempo en que goza
ba de un gran crédito en Alemania el método de Ksempf
para la curacion de las enfermedades del bajo vientre por
medio de lavativas. Del mismo modo suele acompañar un
leye flujo uretral al estreñimiento habitual. Finalmente, se
^a be que no es raro presentarse la extremidad del miembro
rubicunda é inflamada en las gastrp-enteritis, violentas. , Jr¿
. La irritaeíou de la membrana mucosa de las vías aereas
JQS ..casi* tan eficaz como la .del aparata digestivo para ocasio
nar la uretritis. Schenk habla de un asma que altcrnaba^con
la estranguria. líosquillou ha visto romadizos y anginas t«i;,-
minarse ppr.,u,nflujpLa hunda rite de la uretra , fenoayjínp que
no W raro \ifc 'CdrtsWíueiic'ia de las fnfláfflaeidnes de pecho.
Bennet dice que ha observado 'gonorreas acompañadas 'de tos
violenta y de oor<esk>h de pecho, que se conteman cuantiola
materia de :la espectoracioh adquiria una cierta consistencia, y
se hacia la tos un poco menos fatigosa. Esta coincidencia, bas
tante frecuente entre las irritaciones de las dos membranas
mucosas, es la que'ésplica las supuestas tisis ^pulmonares ve-
xléíeaS', de que han hablado algunos autores, y las que hoy
apenas admite nadie. Explica tambien las gbttóffeafc 'epidémi1-
casi es decir , aquellas que atacan casi á un mismo tiempo á un
gran número de stigetos dé diferente edtul y sexo, sin qne se
las pueda atribuir á otras causas que al estado de la atmósfe
ra , lo mismo que todas las demas afecciones catarrales. Es
tas gonorreas epidémicas han sido observadas por Fabre, Gau-
lard, Morgagni y Noel, pero sobre todo por Bass, en con
secuencia de calores muy fuertes cuando á estos sucedia una
temperatura fria y húmeda, que multiplicaba singularmen
te las inflamaciones catarrales del pecho. Se sabe ademas qué
las causas capaces de 'ocasionar estas últimas, pueden tambien
producir una uretritis mas ó menos violenta, y ocasion'at
ó reproducir un flujo, como la impresion de un ayre frio y
húmedo en toda la superficie del cuerpo, ó solamente en las
partes inmediatas á loa órganos genitales, la inmersion de to
do el cuerpo ó de las extremidades inferiores eti'el agua fria,
la circunstancia de haber estado sentado algun tiemoo en tró
banco de piedra 8cc. Stoll estaba bien penetrado de esta ver-
áad cuando dijo que los sintomas venéreos corresponden al ca
rácter de la constitucion reyhante, y que se comunican mas 6
menos fácilmente> y persisten con mas ó m'enoá pertinacia se
gnu las cualidades del ayre, la estación yelí:c1imá; '•', ,' ; (J
La inflamacion de la uretra seguida ó no de flujo depen
de con mucha frecuencia de una flegmasia crónica 'de la ve
jiga, ó de la presencia de un cálculo en este ie&érVdríb, en
Jos ureteres ó en los riñones. •niIilni •, i:.;.iirní••ji
rM" En ciertos sugetos la ocasionan las; irritaciones de los te
jidos fibroso 'y muscular í'es 'decir, el reumatismo y líi gota.
Hijiócrates' na puesto la estranguria en el número de sintomas
q'irc áctímpá'fiárt''frecueIntemente los' dolores articulares. Mur-
, Barthez y M. Couecou han descrito muy bien la gonorrea
63
artritica, y Dcplaígne ha observada un dolor tic gota on el
dedo gordo, al cual sucedia un flujo por la uretra semejante
á la gonorrea venérea , el cual alternó en lo sucesivo con es
te mismo dolor. Bell no dudaba de la existencia de la gonor
rea reumática, por haber visto muchos cufermos atacados
alternativamente de flujos por la uretra, y de dolores en la»
rodillas y en las demas articulaciones grandes. Añade tam
bien que estos flujos se observan con bastante frecuencia en
los obreros que trabajan habitualmente en el agua, como los
fontaneros ,, y uno de sus. enfermos. l$ aseguró 9116 jamas;
iba á trabajar al arca del agua sin contraer un flujo uretra),
porque entonces se veía obligado,! tener los pies y las pier
nas continuame!) te en al agua por muchos dias seguidos. M.
Lagneau refiere un ejemplo análogo que le comunicó M. Mar
tin de Strasbourg; era un hombre de cincuenta años. con un
ataque de reumatismo fijo en los músculos del hombro dere
cho; les dolores eran muy vivos, pero cesaron como por en
canto á la aparicion de un Unjo mucoso por la uretra en
teramente semejante á una blenorragia comun, aunque el
enfermo no habia contraido jamas ningun sintoma venereo
en $u juventud, . ,••, .i:.:i... .
'.••, Una irritacion del sistema linfático puede ocasionar la de
la uretra. Tal es el orígen de la gonorrea que se ha llamado
escrofulosa cuando se verifica en sugetos atacados de infar
tos en las glándulas del cuello; pero que varios autores, M.
Baumes entre otros, han procurado, aunque en vano, distin
guir de la. que se establece en consecuencia del acto venéreo.
En fin , muchas irritaciones crónicas de la piel se compli
can con flujos uretrales. En este caso se hallan principalmen
te las costras lácteas, la sarna , la lepra y las herpes, respecto
de las cuales pueden consultarse con fruto las investigacio
nes de Bigarous. La uretritis ocasionada por la lepra era par
ticularmente muy comun en el siglo XV, y puede creerse que
esta es la que describió tambien Moises, aunque no pueda
dudarse, segun el estado de. las costumbres entrelos he*.:
brcos, que la gonorrea dependia muchas veces tambien de la
'incontinencia, á la cual eran muy inclinados. - : ' 'o im'V
Del mismo modo una de las consecuencias mas terribles.
de la uretritis: la estrechez del conducto puede suceder no
64
sóloá'la inflamacion de fe membrana mucosa ocasionada por
íiria causa que no sea el acto venéreo, sino tambien desarro-i
liarse con motivo de una influencia dirigida desde luego é
inmediatamente á las partes circunstantes de la uretra. Asi
Mr. Richerand ha visto sobrevenir este accidente despues de
la inflamacion del conducto ocasionada por una torcedura
violenta del miembro, y Mr. Boyer en consecuencia de una
contusion en el perineo en sugetos que jamas habian tenido
blenorragia. Hunter habla tambien de estrecheces uretrales,
que ha encontrado, una en mn jóven escrofuloso, de edad de
diez y nueve años , y que la padecia ya despues de ocho años,"y
T)tra;en un niíio de cutro años, y á los cuales se siguió la formacion
<3e una fístula en el perineo. Mr. Lallemand cita igualmente el
tjemplo de un hombre que le consultó por una fístula en el
perineo. Este hombre no habia conocido jamas otra muger
mas que la suya, ni habia percibido nunca el .mas leve flujo
por el miembro, ni la mas simple escoriacion en la superficie
del prepucio ó del glande; no estaba sujeto á ninguna afec
cion herpética, reumática ó gotosa, y no podia atribuir su en
fermedad á ningun accidente: segun los pormenores que se
pudieron consegui» de él , Mr. Lallemand hizo, depender la in
flamacion que habia dado lugar á la estrechez, del esceso en
el coito.' • ' .•••' . •' "í
'•"' Recuérdese ahora el cuadró que bosquejé de los efectos'
producidos por la uretritis en las diversas partes del cuerpo,
principalmente en los^tejidos mucoso, seroso y fibroso, sobre
los "aparatos digestivo, respiratorio y urinario, y quedaremos
convencidos de que hay reciprocidad de influencia entre to
das estas partes y la uretra, de tal modo que no puede irri
tarse ó inflamarse una de ellas sin que el estimulo se trans
mita mas ó menos al conducto escrctorio de la orina, por
poco .que' este se halle predispuesto á inflamarse, asi como.'
tampoco puede la uretra inflamarse sin que la irritación se
apodere de aquel tejido u órgano de la economía que se ha-
He mas particularmente dispuesto á ella. :•:.;•.. ,•
'.' '.'•Asr. todo. estimulo cualquiera que sea interno ó externo,
que obra sobre la uretra, puede ocasionar en ella una inüa-
seguida do flujo, que en nada se distinga fle la que
en consecuencia idel coito. Los sintomas, sus vai-'
65
oriedades, los incidientes, y las consecuencias, todo es idéntico.
.La materia segregada es perfectamente semejante en iodos
los casos; es'decir, que varia siempre en cuanto á la aburi.
•dancia y el color, segun el grado de la .inflamacion, sobre
.cuyo curso no influye nada la causa ocasional de la enferme-
idad. Esto lo reconoce implicitamente Mr. Lagneau cuando
.dice que no hay signo alguno patognomónico que pueda ha
cer distinguir si el flujo es ó no susceptible de traer consigo
.la sifilis. Sucede con la gonorrea, decia Bell, casi lo que con'
Jas viruelas : es menos la materia de la enfermedad que las
demas circunstancias, la que influye en el desarrollo de sin
tomas graves ó moderados ; asi es que una misma muger y
.con el mismo flujo comunica sintomas los mas terribles á
algunos sugetos , y los mas benignos á otros. No puede ca
si dudarse, añade el mismo, que estas Variedades dependen
. en gran manera de la constitucion del enfermo y de su mo
do de vivir. Yo me estiendo á mas que Bell, pues creo qué
no se puede tener duda alguna sobre esto. '• .
- '¡ Sin embargo Mr. Wedekind ha pretendido últimamente
haber hallado un carácter cierto para distinguir la gonorrea
virulenta de la que no lo es. Este carácter consiste en que
en los hombres que han sido contagiados durante el coito,
se desarrollan en la fosa navicular inmediatamente por de
tras del orificio dela uretra; dos .pequeños tubérculos lenti
culares , situados uno al lado de otro, y muy sensibles al tac
to. "Examinando, dice, muchos sugetos que despues de un
•coito sospechoso temian haber contraido la gonorrea, pude
•siempre anunciar de antemano la invasion de la enfermedad
por ía formacion incipiente de estos tubérculos que distin
guia ya antes del flujo. Guando no percibia estos tumorcitos
no sobrevenia la gonorrea á pesar del prurito en el glande
y. en el prepucio, y no obstante el ardor de orina. Estos tu
mores se aumentan y se hacen mas sensibles cuando los la
tios del orificio del conducto principian á hincharse, y cuan
do un humor mucoso y filamentoso baña el glande: Se en
gruesan ademas en la invasion de la disuria y del periodo
inflamatorio. Estos tubérculos son siempre, la parte mas sen
sible. Disminuyen de volumen y de sensibilidad al paso que
disminuye la gonorrea , y no se puede considerar esta en-
Tomo I. . . 9 "
- 66
toramente disipada, mientras que aquellos no se han hecho-
enteramente insensibles. Todos los accidentes de la enferme
dad pueden desaparecer, no solo por algunos dias, sino por
meses enteros , y aun puede el sugeto. creerse perfectamen
te curado ; sin embargo una impresion de frio , un esceso
en el régimen, un ejercicio violento., un eseeso en el coito
con una persona sana ; .en una palabra, tocio lo que irrita
la uretra puede reproducir el flujo, mientras que las dos
• granulaciones de que se trata han permanecido mas ó me
nos sensibles." Dispenso al lector, íde las congetaras de Mn.
.Wedekind sobre la naturaleza de estos tuberculos y sobre
su propiedad de segregar el virus gonorraico. Todo lo que
puedo decir es , que tengo actualmente á la vista dos hom
bres en quienes estos tubérculos estan muy desarrollados, y
los cuales no han padecido yWias uretritis. Por esto no pue
de tampoco decirse , con el autor aleman , que existen siem- .
pre en la gonorrea verdadera , y que aumentan , disminuyen
y se disipan con ella. r.i;
Segun todo lo que precede deberia ser fácil determinar
cuándo y cómo es contagiosa la uretritis j es decir, suscep-r
tibie de producir en las membranas mucosas de una perso
na .sana con las cuales se ponga el miembro en contacto, una
irritacion que ocasione, una inflamacion pura y simple,, una
flegmasía complicada ,.ya de flujo, ya; de. ulceraciones, .ya ea
fin , escrescencias ;:pero esta cuestión, lejos de estar resuelta,
no se ha tocado hasta ahora , ni tampoco se ha emitido' ja*
mas en términos lan generales como los que acabo de em
plear , porque no se la ha considerado sino bajo el punto de
vista de la uretritis por. causa .venérea, sin tener considera
cion alguna con las flegmasias análogas que proceden de otro
origen; ni tampoco establecen nada de positivo los autores
con relacion á la época en que el flujo comienza á ser con
tagioso y deja de serlo. La mayor parte de ellos se contenta
con decir en términos vagos , que es prudente conside
rar todo.; flujo uretral contraido con una muger intestada,
como muy sospechoso y aun como .virulento, lo cual es bien
confuso; pues haré ver en el capitulo siguiente que no se
consigue mas fácilmente en la tquger que en el hombre dis
tinguir la inflamacion de la rneuibrana mucosa geni lo-uri-
* •i t}, • Ai i« •.••',u .r"
V. .
67
naria, desarrollada en consecuencia del coito de la que so
breviene bajo la influencia de cualquiera otra causa. Al
gunos, sirt embargo , y Bell es de ellos , se espresan de un
modo mas positivo. u Yo creo, dice el ••práctico ingles, que
«l contagio np es ya de temer cuando el i flujo se hace tras
parente y glutinoso como el moco: creo tambien que es á
veces inocente mucho tiempo antes que se perciba esta alte
racion. Las inyecciones astringentes, los atemperantes, los
ligeros purgantes, y el tiempo solo en algunos casos le ha1.
cen perder su color; adquiere una apariencia mucosa, y aun
.se disminuye, pero vuelve luego á ponerse amarillo y apa
rece con mas fuerza que antes. En ciertas circunstancias se
Je puede considerar como privado absplutamente de la facul
tad de comunicar el contagio, A lo menos yo no he visto
nunca ejemplos de lo contrario, y creo con fundamento que
se reconocerá en todos los casos, que -la materia del flujo deja
de ser contagiosa desde que la inflamacion , quq primitiva
mente le ocasionó, se halle enteramente disipada , cualquiera
que sea el método curativo adoptado.. Por el contrario, estoy
convencido por un gran número de hechos, que mientras sub
siste la inflamacion primitiva de la gonorrea, cualquiera que
sea su antigüedad ,. la materia que produce es tan contagio
sa como en el principio/' La opinion de Bell me parece exac
ta, con la diferencia, sin embargo , 'que para mi no es du
doso que el flujo , que sin contradiccion deja de ser conta
gioso desde que consiste solamente en una simple exudacion
de moco viscoso y claro, vuelve á serlo desde ""que exaspe
rándose la inflamacion , adquiere de nuevo el aspecto purifor*
me. Asi creo, y me fundo para esto en mucha» observacio
nes que me han dejado fuera de toda duda , que un flujo
mucoso , lo que cpmunmente se llama purgacion habitual^
no es contagioso mientras la uretritis crónica permanece en
el mismo.grado, pero .que llega á serlo desde que una causa
cualquiera , como lo oscitacion de los alimentos y bebidas , ó
de los placeres del amor , -agrava la flegmasía de tal modo,
que el que le .padece puede ó no comunicarle á una misma
muger segun el ardor con que se entrega en sus brazos,
puesto que el coito es una xle las principales causas de ^osci
tacion para la uretra. . .•...*•: : ¿ ''••::•'••].•
68
Esta última circunstancia no se habia ocultado á Brii , au
tor demasiado olvidado, y cuyo libro contiene un gran núme
ro de hechos interesantes. Brú hace observar que se necesita
una especie de froté ó de electrizacion para que la materia del
flujo adquiera una propiedad contagiosa, y que obra al pa
recer tanto mas seguramente, cuanto el que la recibe se halla
en un estado de orgasmo considerable. Muchos hechos apo
yan esta proposicion , confirmada ademas por la influencia bien
conocida de las pasiones y de las emociones en todas las secre
ciones. Se sabe que ciertas mugeres frecuentadas impunemente
por algunos hombres, infestan desde luego á otros, á cuyas
caricias se entregan con ardor, en lugar de abandonarse co
mo á los otros maquinalmente ó con repugnancia. Esta es la
razon de por qué las enfermedades venéreas son menos co
munes en las mugeres, aun las mercenarias, que en los hom
bres , los cuales no pueden nunca hacer como ellas un papel
pasivo en el acto venéreo. Las observaciones recogidas por M.
Evans, no deja» duda alguna en esto. Pero ademas de la es
titacion del coito hay otras muchas circunstancias que pueden
ocasionar la enfermedad en el que se expone á contraerla;
porque aun prescindiendo de la disposicion mecánica de las
partes, la cual no deja de influir, puesto que los hombres pri
vados de prepucio contraen con menos frecuencia enferme
dades venéreas , nadie ignora que él miedo , los escesos dé
toda clase y todas las causas de escitacion favorecen en ge
neral el contagio de cualquiera naturaleza que sea.
-•: . De lo que precede deduzco que todo hombre atacado de
flujo, aun el mas benigno al parecer, debe abstenerse de re
laciones intimas con las mugeres hasta su perfecta cura
cion , tanto por su propio interes como por el de las per-
sonas que se entreguen á su discrecion. . '.':••
\:•• •• vil*-.: ¡- ..•• • . !..: • •:.. .t . ii < ..,
b
i. . ..B'*: '••'I "r
De la inflamacion de la membrana, mucosa génito-urinaria
.1 •/ •: .r. u .: i .•/. . éft U.muger; :{.•¡•\':' •'¡•••' . .• t -•' -.¡j'
,•£¡.v .:'.•• ! ••••.lia i••,...'! i:j ••: 51..^ lu:.i"'lú.V... !l ';l.••i. 'i'n.iÜHl
La inilamacion de la membrana mucosa que tapiza los
aparatos genital y urinario , ocasiona en .general sinloutas me-
69
nos violentos; y no ocasionan consecuencias tan terribles en
la muger como en el hombre. La mayor parte de los auto
res aseguran con Bell que esta diferencia consiste en que
las partes afectadas son menos numerosas , menos profun
das , y en que la uretra es mucho mas corta , pero es evi
dente que depende de otras causas , y que se la debe atri
buir , por una parte á que en la muger estan estos dos apa
ratos no tan estrechamente unidos, y menos complicados, ó
.si se puede decir asi, menos concentrados; y por oira parte,
á que presentan una superficie menos estensa , y á que las
aberturas de comunicacion en el egteriór son mas dilatadas.
Resulta pjues hasta de su disposicion anatómica que la irri
tacion encuentra un número mayor de puntos diferentes en
que fijarse , y que variando los sintomas inflamatorios en ra
zon de la situacion , del modo de sensibilidad y de las fun
ciones de las partes afectadas, no podria formarse como en
el hombre una descripcion general de la enfermedad á que
pudieran referirse todos los casos particulares, como otras
.tantas variedades producidas solamente por la constitucion
.individual y por la influencia de las circunstancias exterio
res. Por esto convienen generalmente todos en admitir cua
tro variedades principales. Estas variedades pueden existir
aisladas ó reunidas y todas se manifiestan, algunos dias des
pues del acto venéreo por una titilacion y una sensacion de
calor, que comunmente producen en la muger un apetito
\enéreo mas vivo, y que no tardan á degenerar en dolor.
En la primera , la flegmasia ocupa solamente la vagina.
Se desarrolla una tumefaccion mas ó menos considerable en
«ste conducto, en cuya longitud esperimenta la enferma una
.sensacion particular de constriccion, y cuya hinchazon suele
aumentarse sobre todo en el orificio, en términos que apenas
puede introducirse el dedo por él. La membrana mucosa
está seca al principio, ó á lo menos poco humedecida, pero
.no tardan en hacerse* mas intensos el calor y el doior , y en
•establecerse un flujo IMS ó menos abundante. Esta variedad
de la enfermedad , á la cual podria darse el nombre de Elv-
iroiits, esla menos incómoda .y la menos dolorosa; pero se
han engañado los que han dicho .que es mas comun que Jas
otras. En esta,:*oma en ,k iflaelcUi* dpl hombre, principia
(70.
la inflamacion á la entrada del conducto bulbo.interino/, ,que
es la parte nías sensible, y se propaga poco á poco á lo larga
de este conducto, de modo que ocupa una porcion mas ó me
nos estensa de la membrana mucosa. Hunter pretende que
es raro verla esceder ei primer tercio de la longitud dela
•vagina; otros fijan sus limites casi al atedio de este conduc
to. Lo cierto es que puede ocuparle todo, y aun estenderse
hasta el orificio del útero, el cual en tal caso se hincha y
se pone doloroso/como lo ha visto muy claramente Bugnone.
M. Cullerier ha observado ea una tuuger que padecia uu
descenso de la matris, \m flujo abundante por el hocico de
tenca , y advierte con este motivo que estos casos no son
tan raros como parece, y que si se tienen por tales es sola
mente porque -la disposicion de las partes impide reconocer
los siempre que existen. Es probable que.en ciertas mugeres
se propague la inflamacion hasta la cara interna de la matriz.
En la segunda variedad se desarrolla la irritacion á los
alredores del orificio de la uretra, desde el clitoris hasta la
estremidad sub-pubiana de la vulva. En estos casos la tume
faccion es comunmente muy dolorosa ; esperjmenta la mu-
.ger ilna sensacion semejante á la qae produciria la presen
cia de un cuerpo que tendiera sin cesar á salir por la vul
va, y la orina al regar las partes causa un calor , una ten
sion y una rigidez desagradables, y que no* tardan ten con-
' vertirse en dolores agudos. Todos estos 'sintomas se exaspe
ran al paso que se aumenta la flegmasia. La mas leve pre-
.sion del dedo, y aun el contacto dé la camisa , se hacen in
sufribles ; á los tormentos de la paciente se agregan aun fre
cuentes erecciones del clitoris, y. la exudacion que existiVen
el principio se convierte 'por grados . en. 'un flujo copioso.
V" La uretra misma es el asiento de la inflamacion en la
tercera variedad. Los sintomas que 66 observan en este caso
son idénticos á los que se observan en el hombre, á lo me
nos en la que tiene relacion coro la influencia, de la enferme
dad sobre la emision de .la orina, pues el paso de este li-
quidoocasiona desdéluegO'uhcosquilleoacompañadode calor,
y esta ligera, disuria¡ puede', en concepto de Bell .prolongarse
meses enteros sin que sobrevenga flujo. Pero en la.mayoí
¡parte de enfermas la sensibilidad del conducto se aumenta
JZT1 "d*a* llegan á hacerse tnuj
de un modo: rápido••? .en pocos
frecuentes las ganas de orinar, las emisiones de este liqui
do ocasionan dolores vivos, y se establece uir flujo abu udan-
te por la uretra. ,.í;,' « io»i;n i .'IiJHB:I r..i:i i •
• Se distingue este caso ile aquel en el cual la mntcria re
fluye desde 1* vagina hácia la uretra, introduciéndose en élla,
porque en este, comprimiendo el, conducto de dentro á fuera
despues de haber enjugado bien las partes 'con un paño, no
se consigue hacer sain nada. en ír; ,..'.'|'IT '.
i :i En'iin ,' en la cuarta variedad se fija la inflamacion en
las ninfas, en la cara interna de los grandes labios, en la
comisura posterior de la vulva y en la fosa navicular.
La enferma siente en estos casos cuando marcha ó cuan
do está sentada un ardor .j 5 dolores mas. ó menos vivos que „
dependen del irbteí y de • kticoatpresH»ui"í *<••'. ..».; ..• •
••••: En todas estas variedades las partes inflamadas están ru
bicundas, abultadas y sumamente sensibles. La orina al pa
sar por ellas causa un ardor insufrible, que no debe ronj'un-
dirse con. el que ocasiona la inflamacion de la uretra misma.
Por lo demas los sintomas presentan variedades casi infini
tas en su intension. A veces principia la enfermedad sin pre
ludios bien perceptibles, y recorre sus diversos periodos sin
causar ninguna incomodidad grave. .Otras veces , por el con*
Irario, se hinchan Io& grandes labios, la parte superior in
terna de Io& mnslos^; la region.póbici .yi el hipogastrio • las
glándulas inguinales aunaentan - de. volumen, y se .ponen do*
lorosas, de suerte que la¡ enferma marcha con mucha inco
modidad.. El flujo presenta tambien los, mismos caraetéres .y
Jas mismas, variedades que en el hombre, es decir, que apa
rece al principio ¡limpio' y ^trasparente, despues amarillo', ver,-
de, .sanguinolento y de un olor mas ó menos fuerte; - ,
En algunas mugeres adquieren estos sintomas algo mas
de intension durante el periodo menstrual y despues de él.
•• Los pormenores ¡que he dado de los accidentes que la
• urelritis ^ocasiona.en ' éF hombre, .trie dispensan de insistir
mucho en los que pncde ocasionar .en la mnger la inflama
cion de la membrana mucosa •génito-tiiínaria^ y asi me K- -
initaré á advertir que i» disaria'és menos frecuent'e y en ge
neral menos aguda, paro que la irritacion parece propagar-
.'

171
se con mucha mas frecuencia á la "vejiga .y 7 á; los rinones,
pues hay pocas enfermas que no se quejen de dolores en la
.region nipogástrica ó en los lomos, y cuyas orinas no den
por sedimento una cantidad mayor ó menor de mucososi-
dailcs. Por lo demas la irritacion' se estiendo frecuentemente
á los vasos y á Lis glándulas linfáticas , y quizá á las venas.
Hunter ha visto salir del centro de uno de los grandes labios,
•hinchado y mas infartado que el otro, una cuerda dura que
subia hácia el púbis, pasaba sobre la ingle del mismo lado y
se perdia en una de .las glándulas inguinales ;i la altura del
ligamento de Poupart. No se la podia percibir sino compri
miendo las partes con un poco de fuerza, y entonces causa
ba dolores vivos. En otras circunstancias el cordon sigue por
los ligamentos redondos, sobre los cuales se manifiestan al
gunos tumorcitos precisamente á su salida'dél abdomen. Ea
otras tambien sube este cordon á lo largo del ángulo que
forma el grande labio con el muslo. Todas estas variedades
.dependen de la situacion del foco principal de irritacion y
de la disposicion de los vasos '. linfáticos ó; de las venas. Del
mismo modo pueden desarrollarse flemones en el tejido ce
lular subumcoso ; y en efecto, no es jaro encontrar cerca
del orificio de la vagina , en la superficie interna de los gran
eles labios, ó tambien en el monte de Venus, abscesos que
suelen degenerar en fistulas. Tambien se observa con has*.
tao te frecuencia que la materia del flujo inflama ó escoria el
perineo, el ano y la parte inmediata de los muslos. En fin,
en la uiuger como en el hombre puede la irritacion comu
nicarse á los aparatos digestivo y circulatorio, y resultar de
esto náuseas, vómitos, fiat ulencias en el estómago y en los
intestinos, y una fiebre mas .ó menos intensa ,' segun el
temperamento de la enferma y el grado de irritabilidad de
Jas partes afectadas, o •, .i;. •
La inflamacion de la membrana génito-urinaria es sus
ceptible de los mismos modos de terminacion en la raugcr
que en el hombre. Sin embargo,: debeiesceptuarse la gan
grena, la cual no se ha observado quizá nunca, á no ser
en los casos de complicacion con una flegmasia interna muy
intensa. Pero en cambio tiene mucha mas tendencia á ad
quirir el carácter crónico y á ocasionar de este modo flujos
73
que pueden prolongarse sin término, y aun hacerse habitua
les, porque á, cada periodo menstrual espcrimentaa una
nueva exacerbacion. Si la inflamacion ha fijado su asiento en
Ja uretra, puede tambien producir en ella estrecheces, las
cuales son á la verdad mucho mas raras y menos graves en
sus consecuencias que en el hombre, pero de cuya existen
cia ha dudado sin razón Bell, puesta que ha sido confirmada
por las observaciones de llunter, y ha visto ejemplos de ella
Mr. Lallemand. • . ,.:. i ¡ .,,'.¡,. •••«> .r
. ,:•• £jl,acto venéreo no es en la muger lo mismo que en el
hombre la única causa de las flegmasias de l% membrana
mucosa gc'nito-urinaria y de, los flujos mucoso-purulentos
que dependen de, ellos, pues todas las que he, enumerado en
el articulo anterior, puede producir igualmante en ella los
mismos resultados, pero hay otras aun que dependen de la
organizacion de la muger y que merecen un exámen par
ticular. . , . i*..:í/,i-i •:: o ,rt, o,!¡ t:r. ••:: .r. ff to•'r. n•' i
Por de contado es bien obvio que una irritacion mecánica
cualquiera puede ocasionar la inflamacion de la vagina. Bell
cita á propósito de esto el ejemplo de una jóven atormenta
da por espacio de. quince dias de un flujo muy abundante,
verdoso, sanguinolento y de un olor desagradable! á la cual'
se la habia considerado ya atacada de una sifilis confirmada,
y se trataba de sujetarla al metodo curativo correspondiente,
cuando ella misma descubrió en su vagina un pedazo de es
ponja fina que se habia quedado oculto en ella, y cuya es-
traccion hizo cesar el flujo el dia mismo. Ademas, se sabe
que á los primeros actos venéreos suelen seguirse en las jó
venes, cuando no hay..proporcion eittre Iqs órganos, flujos,.
sobre cuya causa es fácil engañarse, y las cuales, segun la
juiciosa observacion de Mr. Cullerier, ponen en mucha per
plejidad á los tribunales en' una causa de violacion, cuando!
los medicas consultados por los magistrados los califican de
sifiliticos, y el reo,, sin embargo, prueba que está sano.i El
mismo fenómeno suele observarse tambien en las mugéres,
que no habiendo usado de la venus en mucho tiempo , se en
tregan despues á ella con ardor. ,.•,., . B: ,,., t.... ...'i; „/iJ
No es menos cierto que las irritaciones de las demas
membranas mucosas pueden comunicarse á la de la vagina,
Tomo I. 10
-AsiMr. Rayer ha reunido un gran número de hechos, los Cú'a¿
les confirman que la erupcion de los dientes ocasiona en las
niñas flujos semejantes á los que se han observado en los
niños, aunque mucho mas frecuentes. Mr. Capuron refiere
tambien el ejemplo curioso de una niña de tres años, en,
quien durante la epidemia catarral de 1803, se manifestó al
mismo tiempo que el catarro pulmonar una viva inflamacion
de las partes genitales, acompañada de un flujo blanquecino
y de ardores incómodos al orinar, la cual se disipó con la in
flamacion de la membrana gastro-pnlmonar despues de ha
ber causado grandes inquietudes á los padres. Mr. Boisscau
me ha 'dicho que ha observado tres rasos semejantes á estej
sin mas diferencia que no haber habido en ellos bronquitis.
Tambien saben todos que !a leucorrea, catarro agudo ó cró
nico de la matriz y de la vagina, depende en general de una
irritacion crónica de las vias digestivas , y que ' las epidemias"
catarrales la agravan siempre, ó le ocasionan tambien algtH.
nas veces momentáneamente cuando no eVistia. . j
1: Esta última afeccion, sea en el estado agudo, sea en el
crónico, se parece perfectamente á la inflamacion de la va
gina que sobreviene despues del coito; el color, el olor y la
consistencia del flujo va.rian igualmente segun el estado de
las partes y el grado de irritarion de la membrana mucosa,
solo que los dolores son profundos , al paso que en la gonor
rea se hacen sentir comunmente á la inmediacion de la vul
va. Pero este carácter tambien .falta siempre que fe flegma-
sia venérea se estiende hasta la matriz ó cerca de ella.¡' ..•"'•'• •*
-.• '• la mismo puede* decirse dé )tí¿ flejes que sobrevienen éh
muchas rougeres p¿c» tiempo¡ antes de la. 'menstruación ó in»
mediatamente despues; .i. •i¡.n..;.íi- .r.rl ..•• .:•. . f
-•' Asi de cualquiera modo qué .la inflamacion de la mem
brana mucosa geni to-urinaria se haya desarrollado en la mu-
ger, siempre se presenta bajo el mismo aspecto Jkcori los
mismos caractéres,, prescindiendo de las innumerables modi
ficaciones que dependen del grado de la flegmasia y del tem-'
perantento de eada individuo. INo solamente no hay la mas
leve diferencia en la materia del flujo, sino que tambien l*s
accidentes locales y simpáticos suelen ser absolutamente se
mejantes. E» verdad que 4tí ka supuesto que el {hijo es bla.h-.
(¡ ; .\ om»\.
co en la Ieucorr"ea y verdoso ó amarillento en la gonorrea;
pero, esta .señal no. tiene: valor alguno, .puesto que en una
y otra afeccion el color del "flujo varia al infinito. Solo 'lá
confesion de la muger puede hacernos conocer la verdadera
causa del malí . :' . ..•:•i • ••L• i. i .'.¡-.t
El problema de las enfermedades contagiosas de esta en
fermedad es aun mas difícil de resolver en la muger que en
el hombre. Se han visto hombres que han contraido uretri-
tis mas ó menos aguda con mugeres en las cuales era impo-
sible-deseubrir vestigio alguno de enfermedad. Hunter supo
ne que en tales casos recibe el hombre la infeccion de la mate
ria depositada por otro en la vagina, y la cual sale adherida á su
pens antes de haber tenido tiempo de' obrar en la muger;
Esta explicacion apenas satisface, y parece mucho mas sen
cillo admitir que en este caso se desarrolla espontaneamente
«n el ¡hombre la inflamacion uretral, de lo cual se tienen
por otra parte tantos ejemplos incontestables. Ademas de es
to es bastante comun encontrar hombres que han contrai
do gonorreas por haber tenido comercio con mugeres, esen-
tas por lo demas de toda sospecha., antes ó despues de la
menstruacion, ó algunos dias despues del parto, ó durante
el flujo de los loquios, ti en fin, durante el curso de una leu
correa crónica, y sobré todo aguda. La conclusion que natu-
ralmcuie emana de estos hechos , es que la membrana mu
cosa de los órganos génito-urinarios, con todas las demas
de su clase, suministra lo mismo en la muger que en el
hombre, cuando .llega un cierto, grado de inflamacion , una
secrecion que aplicada á cualquiera otra superficie mucosa
sana, puede excitar en ella una irritacion, en cuya conse
cuencia se desarrolla una flegmasia mas ó menos intensa se
gun la energia con que ha obrado el liquido morboso, ó mas
bien segun la susceptibilidad del tejido que le ha recibido.
Asi pues dicta la prudencia que no se concurra al acto ve
néreo con ninguna muger atacada de una flegmasia, por poco.
«intensa que sea , de la membrana interna de la vagina, cual
quiera que sea la causa ; porque si algunas veces se puede
visitar impunemente á una muger en este estado, por efec
to de la costumbre ó por falta de susceptibilidad , de lo cual
nos suministran ejemplos muchos hombres, tambien. la es
76
pcriencla diaria demuestra sin réplica que el principio con-¡
tagioso se desarrolla ó adquiere una actividad mayor duran
te el coito, ya por el calor y la turgencia escesiva de las par
tes genitales, ya porque estas últimas se hacen entonces mas
sensibles á la accion de todas las causas irritantes. *

ARTÍCULO III. .
i
De la inflamacion de la membrana mucosa del ojo.
^ ' :•

Cuando la materia del flujo que suministran las partes


genitales se pone en contacto con la conjuntiva , puede sus-:
citar en ella una inflamacion.
• .• Esto se observa principalmente en los recien nacidos, cu
yos párpados se impregnan durante el parto del liquida
puriforme que baña la vagina. Este mismo fenómeno se ob
serva en los adultos cuando llevan los dedos al borde libre
de sus párpados despues de baber tocado los órganos geni
tales inflamados ó ulcerados. A lo menos esta cansa está
admitida desde Yanswieten, y todo inclina á creer que obra
con mucha mas frecuencia que lo que se supone. Sweiliaur
refiere que un . hombre acostumbrado á lavarse los ojos
con su orina , siguió un dia esta misma costumbre despues
de un coito impuro, y contrajo una oftalmia de las mas gra
ves. La misma observacion habia hecho ya Astruc, y des
pues la hemos repetido Mr. Delpech y yo.
: Generalmente se admite tambien que la inflamacion de
la conjuntiva puede depender de la supresion repentina de
la flegmasia genital, por consiguiente, de una verdadera
metastase, y tambien se es plica de este modo por qué es mas
comun en los hombres que en las mugeres. Pero los he
chos relativos á este punto de doctrina no se han presen
tado con bastante exactitud; en efecto, si se observa á ve
ces que sobreviene una oftalmia, entre la cual y una gonor
rea suprimida repentinamente existe una relacion manifiesta
ó aparente de causalidad , la esperiencia demuestra que el
flujo uretral ó vaginal •no cesa siempre al tiempo de la in
vasion ocular que con bastante frecuencia persiste en toda
su fuerza,, y que cuando se suprime 6 se disminuyo consi
derablemente , es porque estaba ya dispuesta á terminarse^
Por k> demas la inflamacion del ojo apenas sobreviene , se
gun la obsevacion de Astruc, y que ya habia hecho Hipó
crates, sino en los sugetos predispuestos á las oftalmias por
su especie de ocupaciones, ó en aquellos que en el curso de'
una gonorrea han espuesto sus ojos á una corriente de ai
re ó á cualquiera otra causa capaz de escitar una irrita
cion bastante fuerte para suspender en todo ó en parte la
que existia en las partes genitales. Nada tiene de particular
que una flegmasia nueva muy aguda suprima algunas ve
ces otra antigua ya, que estaba próxima á curarse, ó que
nunca habia llegado á ser muy intensa. Por lo demas la flegma
sia ocular suele declararse con una grande rapidez; pues Bell
ha visto el flujo parpebral establecido en menos de veinte y;
cuatro horas, en consecuencia de la supresion casi completa
de una gonorrea abundante , la cual fue ocasionada por un
esceso de vino deOporto.
Aunque se ha querido hacer una especie particular de
esta oftalmia , no se diferencia en nada de la inflamacion de
la conjuntiva desarrollada en cuaelesquira otras circunstan
cias. Puede del mismo modo seguir un curso agudo ó ma
nifestarse de un modo crónico.
En M primer caso los sintomas son semejantes á los de
Cualquiera otra oftalmia, sofoque casi siempre son mas in
tensos. Con bastante frecuencia se observa que la conjun-'
tiva se infarta en pocas horas, tanto en la éara interna de
los párpados, como sobre el globo del ojo, en el cual for
ma un rodetg circular que rodea la córnea trasparente, y 'Ja'
cubre á veces del todo. El enfermo siente dolores intolera- '
bles , y no puede sufrir la luz mas escasa. Las superfi
cies inflamadas resudan un humor trasparente al princi-í
pio, pero que no tarda en adquirir viscosidad y un color'
amarillento ó verdoso; este humor fluye á veces en cantidad
escesiva , y mezclado con lágrimas abundantes y calientes, y
al pasar por los párpados , las mejillas y los lados de la
nariz produce en estas partes eritemas de mucha estension. '
Sucede con frecuencia que las glándulas linfáticas subma- '
xiiares y cervicales se infartan y se abultan.
variedad, e$á, la que, s£ bfl dado,
inent<? el qombrq d,<? oftalmia kienonrígica Q gonoi:raú;a ,
razon de la analogia que existe entre la materia que fluye
de la conjuntiva y la que sale por la uretra, ó la vagina.; P#
¿ colear, del, flujo, ni su presen,ci^

suficiente paja, establecer una espeqie.d^iqtadé


lermedad , variando al infinito estos do,s fenome.nos: se?-,
gun la irritabilidad de .las partes, y el grado, de ja
; •:.: • !i DI.' ii ;:...• .ií.i.,::;.. : .| ,a.l ü:i u i'.i.o :i rp.
o quiera. vHeganda la, oftalmia 4,esí? gr«dq de; VÍQ.T,
Ilencia, e| cual segun todqs cpnvienen es bastante rarq, <;0ns-¡
t^tuye una afeccion de, las mas terribles, porque propqgán.r
doso rápidamente á las partes internas del' ojo , acarrea pron
tamente des(5.rdenes irremediables en la organizacion de este
jivecip^oj delicado órganq. Jfa^ta^qu^ 1^ apfltonaia patológi-
ClS b<\ya descrito e^toSldesordeaes, de, un modo especial y coa
precision, podrá formarse una idea por \o& que Mr. Am-.
ijon ha reconocido dppwiden de. la oftalmia puriforme de
los recien-nacidos, entre la cual y la oftalmia blenorrágica hay
mucha ;re}aci'9Pf:v i: ,;,.,,g^.. .,, „., l;;;i,:!cm ".,.& BTM•;J..i.'o.i d
Cubado pop el contrario la. ^egtua^'a sigue i\n.cuv?o m^s,
lento, ocasiona tambien sintom.as, menos graves , y; suele .de-|
jgir en su consecuencia rubicundez y tumefaccio.n efl el bor
de de los párpados con algunas manchas en la córn.ea,.
este,, \iltimp casq es raro, que esté acompañada de una
laeion puriforiBle. . .... ,.-, ; , í ... ,.. \¡
¿ Es contagipso. el flujo que se verifica en la inflam.icion
muy aguda de la conjuntiva? Es probable que cuando !h^a
adquirido un alto grado, de intension las flegmasias de todas
las membranas mucosas , son susceptibles de trasmitirse de
ujli.sngeto á,otro, ya por medio de los vapores, ó ya de los,
h.umo.res que segregan las superficies enfermas. Muchos prác
ticos, tanto ingleses como, italianos, creen que la oftalmia,
ta.n impropiamente llamada de Egipto , es contagiosa , y al
gunas observaciones hechas por Mr. Chaussier corroboran
esta opinion , pues este sábio fisiólogo ha visto que la om-
cosidad verdosa que fluia de la conjuntiva en un hombre
atacado de oftalmia , en consecuencia de una blenorragia su-
primida, gozaba Be la propiedad dé producir por el contac
to una oftalmia seinejante en una persona sana. ":
OO'i'J Olí;: ••'••'!:'• .M , i •.:*.:!''•• .i .¡' •• . . r;': /• •.{

•..:•,: ,.¡ ARTÍCULO IV.

De la iííflamacibtí de" la membrana mnrosn <ld conduelo aml itiro


ínri,.'U:.,a u,¡ : i¿tfefJ¿yd£ .la cafa del 'Uitifaf. • "i ,••''
ii>I;{'<aiia ", uiii f <i¡;'• i;< ujoi inl .ii. ,:.!.;!,.•, • :• •,- i!• ';:.í
La inflamacion .de la membana del conducto auditivo es*
téVtíó en consecuencia de la aplicacion dilecta de la materia
que 'fluye de las parteé genitales inflamadas ó ulceradas , sé.
adinrte toetiós por Ib's' resuhadofe de la observacion \ que por
él; cohbcimiefttd qué aé"liénc;:*É tós éstrávios 'á ipie conduce
d libeHfnage; ÍSo pu'ede diferenciarse bajo ningun aspecto
ée la qiiei depende 'de cualquiera otra causa , j pOresto cred
que no: debo dár ;la descripcion , y remito para esto «1 lector*
á ía'iescelente obr^a dé Mr. Itard. •' ,¡'i; •:•".:'!.; • .i i.
-••l'Lo mismo haré con feSpeicto á las'flegmasiasde la metóbra^
na' tnucosa que 'tapiza las partes intertiás del oido, dá lo me^
litis la .caja del tambor. Estas otitis profundas pueden sobre-
vfeiiii* eti ciíxnsdcueticia de urfa supresion fepentina de la inj
ilamacion de las partes genitales, tomando en tal caso el nom
bré de rtietastáticas , 6 depender dé lá propagacion de la de Itf
boca;á lo largó de la trompa de Eustachi. La secreción.
abundante que las acompaña despues de haber llenado la
raja del tambor, unas Teces rasga la membrana de este y sa
le por esta abertura , y otras veces refluye á las celulas mas-'
toidoas , y ocasiona la 'caries de la apofi.se mastoides. La in
flamación puede adquirir también e\ modo crónico ¿ y dar 'ití." J
gar á ulceraciones , á necroses y á caries en el vestibulo. •" '
- .••: ' •.i.' .j i •! •" ., '!••• '! | ••' ''u'. :;, ;. . ..." .j". .íi..i:. i

ABIfiCUlO V;J '••' " '-'V .' ' .fi" ••••,:


-•,. '.n • : ••i•''i i.'J':] . i íi', ¡u:* ifií y •.:. •.. iii^i.' u . ',oq íiu.í
-"••'•••i Dé'feitlflaifaa'cioii.de' fá i«<rt¿»r4i^bibcoya

'Bell ha visto algunos enfermos 'atacados de gonorrea'


que presentaban tambien Uri flujo semejante por Ja nariz.
Un hombre que padecia una hinchazon' del tésticulo, fue'
acometido repentinamente de un flujo abundante por una
80
de las fosas nas.iles; el material se parecia mucho al que fluía
antes por 1* uretra, y la membrana pituitaria paregia scu-
sible y ligeramente inflamada, "pero no resultaba sino poco
ó ningun dolor ; este hombre esperimentó despues dos veces
una enfermedad semejante. Otro fue atacado en el curso de una
gonorrea de un flujo nasal, que se moderó muchas veces e,nj
lo sucesivo, pero sin disiparse jamas de^ todo; su membrana
pituitaria se presentaba de un rojo subido y muy sensible,
aunque sin embargo no parecia ulcerada. .,: , • ..,• ;. |
r;.i ,M. Boissean me ha comunicado un hecho semejante.
Un hombre sugeto desde.su juventud á romadizos , que se
hicieron mas y mas frecuentas en consecuencia de dos fie
bres intermitentes, contrajo una gonorrea, y al, fin de esta,
aparecióla irritacion nasal, como lo habia hecho hasta enton
ces despues . de toda flegmasia de una membrana mucosa,
cualquiera, pero con mas intension y acompañada de una se
creción mas abundante. Algun tiempo despues se complicó
gon una, irritacion.de. los bronquios y del estómago, ; lo íque
dio lugar .á una fiebre llamada catarral, despues de cuya ce
sacion quedó la membrana pituitaria mas sensible que nun
ca. Desde entonces la irritacion nasal adquirió un carácter,
crónico, aunque sin complicarse con la menor ulceracion,
&£ hizo,! habitual , y .Ja abundancia, el color y el olor de las
mucosidades ;se presentaran constantemente en razon inver
sa de la gravedad de los sintomas de irritacion que se desar
rollaban á veces en el estómago, ó dela actividad de las fun
ciones de la piel. - ...y . , >••,•i•r ;•'',' •/• r..fn .(.. ••.'•.^t .\c.•.\ ••A
-r,;Las reflexiones, que be.hechq.íi propósito ,de la oir;
talmia llamada blenorrágica son, aplicables, igualmente. á este
caso. La predisposicion individual y la accion, directa de las
causas de irritacion pueden esplicar muy bien estas flegma
sias nasales, que no se diferencian del coriza comun mas
que por su pertinacia y su curso lento, pero que se pare
cen perfectamente. 4 Jos corizas habituales y crónicos, inter
mitentes á veces, á que estan sujetas ciertas personas, y los
cuales pueden lo mismo que aquellos acarrear consecuencias
graves, ya propagándose poco á.poco á los órganos respira
torios y auditivos, y.a dando lugar á ulceraciones, ¡ó ^tscres-,
cenejas Po]ig0í#s, ,% la membrana. .nasal Tambien. f
81
bable que este flujo, á lo menos en cierta época , y sobre td1.
do cuando es claro y trasparente, goce de propiedades conta'-
giosas ; juzgo asi por la accion "que el fluido nasal ejerce,
en casos de coriza muy agudo , sobre el labio superior , en el
cual ocasiona durante la fuerza de la inflamacion una ligera
inflamacion erisipelatosa, y aun escoriaciones ó pústulas que
se comunican muchas veces á las personas sanas por el con
tacto. Ademas se observa todos los dias que los diferentes
individuos de una misma familia se ven atacados sucesiva
mente de coriza, y segun la juiciosa advertencia de un es
critor moderno, esta comunicacion es mas rápida cuando
hay en la casa algun niño acariciado de todos. Añadiré
con respecto al olor , de cuya incomodidad se quejan la ma
yor parte de las personas atacadas de estas flegmasias cró
nicas , y que tanto atormenta su imaginacion, sobre todo
cuándo tienen la mania de dedicarse á la lectura de libros
de medicina, que las. mas veces no es perceptible para los
circunstantes, y que parece depender de una perversion de
la facultad olfativa , producida esta misma por la modifi
cacion que la irritacion crónica ha inducido en la testura de
la membrana nasal. ,••¡ .'••.:;• •i .i• • /••,.:• ^ r ,;,í»
i'!'.' i. : :, ' ... ARTÍCULO VI, )
De la inflamacion de la membrana mucosa de la boca.
. • • La inflamacion de la membrana mucosa que tapiza la bo
ca puede resultar tambien de la aplicacion de las partes ge
nitales ó del pecho enfermas; pero es raro que se limite á
ocasionar una exhalacion puriforme, ó á lo menos los enfer
mos , no teniendo en tales casos en consideracion una causa
que no sospechan, se creen ó se les considera como ataca
dos de una angina comun. En la mayor parte dé casos oca
siona la formacion de úlceras mas ómenos estensas, de las
cuales hablaré particularmente en el capitulo siguiente. Solo
cuando llega este caso es cuando llama la atencion y alarma
á los enfermos. '.. ••'•.",
Esta flegmasia se concentra generalmente hácia las partes
posteriores de la boca, el velo del paladar y las agallas, j
se anuncia por la dificultad de tragar, por la rubicundez
y la tumefaccion de la .membrana mucosa, por una exhalación
Tomo I. ^\
82
mas o menos abundante de moco, viscoso , j por la forma
cion de una capa blanquecina sobre las agallas. Las mas
veces termina en pocos dias por resolucion, pero algunas
veces ocasiona la formacion de un absceso en la campanilla
ó en el velo del paladar. En otros casos sigue un curso cró
nico, caracterizándola entonces una mediana dificultad de tra
gar , una sensacion habitual de dolor y de sequedad en las
fauces, una. rubicundez ligera de la membrana que las ta
piza , y muchas reces una tumefaccion habitual de las amig
dalas.

ARTÍCU10 VII.

Be la inflamacion de la membrana mucosa del recto.

La inflamacion de la membrana mucosa de este intestino


puede depender en los dos sexos de un vicio infame, y en
Jas mugeres desaseadas de la accion irritante de la exhalacion
puriforme de la vagina, que corre á lo largo del perineo hasta
él ano. Esta flegmasia es con mas frecuencia crónica que agu
da , pero muy propensa á exasperaciones pasageras.
Cuando es aguda se manifiesta por la tumefaccion y viva
rubicundez de las partes, las cuales se resienten del mas leve
contacto y del paso de las materias, aun las menos consisten
tes, al mismo tiempo que el enfermo siente en ellas una es
pecie de pulsacion acompañada de calor y de pesadez. Si lar
inflamacion es muy violenta se propaga al tejido celular que
rodea el recto, y suele producir en él abscesos, de Itw cuales
resultan fistulas mas ó menos profundas, se estiende también
á los órganos inmediatos, como la vejiga en el hombre, la
matriz y sus dependencias en la muger , y ocasiona en ellos
«na multitud de accidentes, entre los cuales me limitaré á se
ñalar la inflamación de la vejiga , la disuria , la estranguria,
el catarro vesical , y dolores violentos en la region del sacro,
semejantes á los que resultarian de un golpe violento recibido
en esta parte del cuerpo.
Cuando la flegmasia es crónica , casi no se anuncia mas,
que por una sensacion habitual de picazon, que no se pre
senta á vece» sino por intervalos mas ó menos distantes, á
83
no ocurrir una exacervacion accidental de irritacion; pero el
enfermo esperimenta un flujo habitual que mancha su cami
sa , ó bien espele cuando quiere escretar ó soltar alguna lla-
tulencia copos de mucosidades semejantes á la clara de huevo.
Este flujo es en general el único sintoma de que se quejan y se
aburren al principio los enfermos, pero con el tiempo sobre
vienen otros mucho mas graves , pues la membrana mucosa del
recto continuamente irritada llega al fina desorganizarse, y se•
forman en ella de trecho en trecho coartaciones circulares en
número á veces de dos ó tres y mas , las cuales suben hasta
ocho y aun diez pulgadas por el intestino. Al rededor de es
tas estrecheces, cuya presencia se conoce fácilmente con el
dedo, se notan pliegues duros y divergentes, algunos de los
cuales son bastanto prominentes para constituir verdaderos
tumores diferentes , que alteran la cavidad intestinal , de
tal suerte que la sucesion de estos tumores da lugar á devia
ciones alternativas del intestino recto en direcciones diversas
y- á veces contrarias. La situación del enfermo es deplorable
en tales casos, pues las materias fecales retenidas por encima
de la coartacion superior, irritan constantemente la membra
na mucosa, y esto produce un flujo puriforme, siempre
abundante, y á veces escesivo; las ganas de obrar son conti
nuas ; necesita esfuerzos violentos , y las materias fecales sa
len reducidas á un volúmen muy pequeño, el cual se dismi
nuye mas cada dia ; la escrecion llega al fin á hacerse casi impo
sible, y el enfermo se halla entonces en una situacion aná
loga á la de un enfermo que padece estrecheces en la uretra,
que incapaz de pensaren ninguna otra cosa, solo se ocupa
de su estado. Una especie de instinto le induce á usar con
frecuencia de lavativas , las cuales ni entran ni salen sino con
dificultad, ni descargan el intestino sino de un modo muy
imperfecto. Sin embargo, el liquido inyectado, mezclado con
la materia del flujo, deslie los escrementos y los arrastra poco
á poco al estertor, lo que rodea al enfermo de una atmós
fera sumamente fétida. Su frente y toda su cara se cubren
sucesivamente de gruesos granos encarnados que degeneran
en pústulas rodeadas de una estensa areola roja 6 pardusca,
y los cuales se multiplican en la misma proporcion que se
aumenta la enfermedad. Se pierde el apetito , asi como tam.t
84 ,
bien el sueño,. y 'desaparece la gordura. Es bastante general
tambien el presentarse fiebre de cuando en cuando; sobre-?
vienen cólicos, el vientre se meteoriza, y el enfermo sucumbe
á una peritonitis ó á la inflamacion del tubo digestivo; aun
es dichoso en medio de esta funesta complicacion , pues le
libra de los horrores de la degeneracion cancerosa del recto, :
á la cual le conduce infaliblemente su enfermedad cuando la
muerte no se anticipa á impedir que sé establezca. .•• I
Entre todos los accidentes que acabo de describir no hay
uno siquiera que no pueda depender de las hemorroides, y
que no se observe frecuentemente en esta cruel afeccion, y
solo el conocimiento de las costumbres del enfermo permite
qu'e se atribuyan dos desórdenes á urt origen venéreo, pues los
sintomas son absolutamente idénticos en uno y otro caso.

.CAPÍTULO IL ..it•* t.

De las enfermedades venéreas primitivas., caracterizadas por la ulce


racion de las membranas mucosas esteriorcs. •

:: La inflamacion de las membranas mucosas esteriores , cu


ya historia he bosquejado en :el capitulo preceder) te, suele
complicarse con ulceracion.es, ya durante el periodo de agu
deza, ya cuando ha adquirido un caracter crónico, y esto es
mucho inas comun. Pero la aplicaciou de la superficie infla
mada ó ulcerada de los órganos genitales á la de esta misma
clase de membranas en una persona sana, no ocasiona siem-,
pre una simple inflamacion acompañada de un flujo mas ó
menos notable, sino que tambien suele dar lugar desde lue
go y directamente á ulceraciones, que acostumbran llamar
caballos. Yo no adoptaré esta denominacion vulgar, que solo
la costumbre ha hecho que se conserve en el vocabulario mé
dico. Recuerda en efecto la idea de una úlcera que va siem
pre en aumento, y que corroe pocoá poco y con dolores las
partes vecinas, (1) aunque en muchos casos permanecen
estacionarias, y son casi indolentes.
fi ) Los Cirujanos de la edad media hablan con. frecuencia de una úlce
ra corrosiva de las partes genitales, que se designaba entonces con el nom
bre de caries (cariesi) . • •
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ulceraciones venéreas : primitivas pueden manifestar.*
se en todas las superficies mucosas que pueden ponerse, en
relacion, ya directamente con las partes genitales¡ de un in.r
dividuo enfermo, ya con otra superficie mucosa, en la cual
el contacto de estas últimas haya desarrollado antes el apara
to morboso que sucede siempre á. su irritacion. Asi es que
se las observa en los hombres en la cara interna del príepur
cio, en la base ó partes laterales del 'frenillo, detras, de la co
rona del glande ó en el glande mismo, principalmente hácia
su raiz, á la entrada del orificio de la uretra y, en la uretra
misma; en las mugeres en i la cara interna de los grandes Li
bios, principalmente en¡ su comisura posterior, .en toda la
estemion! de las ninfas, en la superficie del clitoris y de su
prepucio, en los bordes de la uretra, en la entrada de la v*t
gina, en el interior mismo de este conducto, en el cuello de
Ja matriz, «n «l pezon y areola que le rodea; finalmente, en
los dos sexos en la superficie interna de los labios, partico.í
larmerite del inferior, al rededor de su comisura , en la cara
interna de los carrillos, en la .punta, bordes ó, base de la
lengua, en'la bóveda palatina, en las. agallas, en el velo del
paladar, en sus pilares y en la campanilla, en la faringe, en
la laringe, en la cara interna y, bordes de los párpados, en>
Ja superficie del ojo, en el conducto auditivo externo, en las
fosas nasales, al rededor del ano, á la entrada y en lo inte
rior del recto.
Estas alteraciones son menos comunes que las flegmasias
simples con flujo en la proporcion de uno á cuatro ó cinco
segun Hunter, de uno á tres segun Bell. Sin embargo, es
te cálculo puede no ser exacto, porque no se ha establecido.
sino por úlceras, para las cuales se habian reclamado los au
xilios de la medicina: es decir, por las mas graves. Muchas
•veces se forman en consecuencia del coito, sobre todo en
las mugeres, algunas que se disipan por si mismas cuando
no las exaspera ningun accidente, y para cuya curacion no
consultan jamas las personas que por la regularid..id de su
conducta se consideran libres de todo temor, y sufren en
silencio esta leve incomodidad. .. : . i
- . El tiempo que media entre la aplicacion de la materia
irritante y el desarrollo de la úlcera varia mucho. Sin em
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Largo , se 'puede fijar el termino medio del tercero al texto
dia. Algunas veces se presentan las ulceraciones mucho mas
pronto al cabo de tres, seis, doce, veinte y cuatro ó treinta
y seis horas. Hunter asegura que pueden lardar en mani
festarse un mes y aun seis semanas; pero á pesar de la au
toridad de este grande práctico , es muy difícil creer en la
posibilidad de tanta tardanza.
El modo que tienen de desarrollarse no se conoce sino
muy imperfectamente : casi no se le ha estudiado coa algu
na atencion mas que en la superficie del prepucio y del glan-
da , porque en general estas soluciones de continuidad no
se sujetan al exámen del medico sino cuando llevan ya al"
gun tiempo de duracion y cuando, han adquirido algun
aumento. .' • : ",
En las partes cubiertas de una verdadera epidermis', como
el prepucio, el glande, el pezon y una porcion de los órga
nos genitales esternos de la muger, parece que deben su
orígen ya á una especie de desgaste ó de erosion de está
membrana, ya á su destruccion por un fluido que exhala la
membrana subyacente, ya ea fin á un pequeño tubérculo
duro que se inflama y se abre. En el segundo de estos tres
casos, que es el mas comun, se eleva un granito rogizo, pun
tiagudo , del grosor de una cabeza de alfiler , cuya punta
blanquea muy pronto, se aplana insensiblemente, se hace
vesicu losa , trasparente , y al fin se abre para dar salida- á
un fluido rojizo y trasparente. Poco tiempo despues se en
sancha la erosion, y hace progresos mas ó menos rápidos. So
eentro se escaba , sus bordes se endurecen , y su superficie
exhala una materia puriforme , viscosa y espesa.
Durante la sucesion de estos fenómenos siente el enfer
mo al principio una picazon que. poco á poco se hace incó
moda, y al fin se convierte en una sensacion de verdadero
dolor , y acompañada siempre de un calor mas ó menos vivo,
cuando la ulceracion se apodera de superficies de cierta es-
tension.
En las demas superficies mucosas, que solo tienen cuan
do mas un epitelium muy delgado, parece que las ulcera
ciones se establecen en ellas en consecuencia del reblande
cimiento, de la destruccion de la membrana entera, ó solamen
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te de una parte de su espesor, es decir, por el mismo meca
nismo, que un gran número de las que se observan en la
membrana vellosa de las vias alimenticias.
Sea del modo que quiera, una vez desarrolladas las ul
ceraciones presentan una superficie ya rubicunda y granu
jienta, ya cubierta de un barniz pardusco ó blanquecino ,,se
gun la intension de la flogosis que las acompaña. No es ra
ro en el primer caso que no lleguen á percibirse, porque
cansan poco dolor, y porque en general se cicatrizan con ra
pidez; ó si por casualidad ó por la pequeña exudacion que
suministran repara en ellas el enfermo,' no Íes da importan
cia ninguna, y las considera como un recaleniamiento que
no merece ninguna atencion particular. En el segundo caso,
mientras la flogosis permanece casi imperceptible, las úlceras
conservan su fondo pálido , y rodeado á veces de una linea
rubicunda ó pardusca , y permanecen estacionarias , basta
que adquiriendo en ellas la accion vital mas energía , se lim
pian por grados , y se cubren de granulaciones bermejizas,
á las cuales sucede al fin una cicatriz sólida. . • •
.. • Tal es el curso ordinario de las ulceraciones, á las cua
les se da comunmente el nombre de caballos ó úlceras vene
reas benignas. En las que se denominan malignas, corrosivas,
Jfagedenicas ó serpiginosas, la superficie ulcerada dotada de
, una esquisita sensibilidad, es el asiento de dolores urentes
y continuos. La úlcera se aumenta rápidamente en esten-
sion, con mas frecuencia que en profundidad, aunque sin
embargo algunas veces en uno y otro sentido. Hace progre
sos ya por toda su circunferencia , ya solo por un lado , al
paso que se cicatriza por el otro, y frecuentemente se pro
paga de este modo á grandes distancias, perforando la mem
brana mucosa y consumiendo las partes inmediatas hasta los
huesos, despojándolos de &us cubiertas , y afectándolos de ne-
crose por la destruccion de los vasos que les suministraban
la sangre. Los bordes se presentan entonces rubicundos ó
libidos, duros y sanguinolentos ; la superficie sucia, cenicien
ta, y algunas veces cubierta de trozos desprendidos; la base
se presenta comunmente dura ó infartada.
. Finalmente, en otras úlceras la inflamacion, que es muy
viva, viene acompañada de. un infarto muy estenso, no li-
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mitarlo xetmo'eb el caso precedente; eon mbicundez y calo»
en las partes inmediatas, y tendencia manifiesta hácia la gan
grena, la cual llega á realizarse, destruye rápidamente los
órganos , y aun puede ocasionar la muerte del. enfermo. Si
la gangrena (.t) scilimita á destruir una parte de la super-^
ficie ulcerada^ pero se renueva. con frecuencia , de modo que
«penas desprendida .una escara, aparezca de nuevo la mortifi
cacion, y destruya cada vez un grosor poco considerable de te-?
%jidos, resulta lo que varios prácticos han llamado úlcera es—,
folialiva. Aiiganas observaciones parecen anunciar que estas'
especies dé úlceras son mucho mas comunes en¡cjertos tiem
pos que en otros, y que la constitucion atmosfQricajqfluye
mucho en ellas, n ? /•'ii. • . ,• . .... -•I... -, • ••, .,t
Las ulceraciones de estas dos últimas especies, es decir,
las fagedénicas. ó, serpiginosas y, las ga,ngren<wasy ejercen
siempre una influencia mas ó menos decidida, tanto sobre*
las partes inmediatas , como sobre el resto de la economia. No.
solamente alteran las funciones del órgano en que, se esta
blecen , escitando, vivos dolores, sino que tambien Ocasisnan
casi siempre fiebre, y la irritacion de toda su superficie,

, (l). Digo gangrena por conformarme con eHenguage usual , pues real
mente la alteracion de que aqui se trata'corresponde á [agangrena de hos-
pit'tl.¡ entre la cual y ciertas úlceras venéreas, sobre todo lasque Hun-
ter llamaba mas particularmente asi, existe una grande analogía , indi
cada' ya por Pouteau y M.T. Boyer. En efecto, la gangrena de hospi
tal se. manifiesta !en forma de pequeñas manchas irregulares y deprimidas.,
cubjerras de un barniz m.ucoso,, pirdus.có , y muy adherido , las cuales se
fprVnatí sobre' liria base, dura'" é.iiiflamadsi , 'y estan rodeadas por un cír-'
culo. amoratado: estas manchas no .tardan en reunirse, y aumentan de.
astension en todos sentidos, de modo que la herida no presenta ya
mas que una superficie de un color gris ceniciento, con bordes rubicun-,
íos¡t purpureos, tirantes, dolorosos y vueltos hacia fuera. Si á esto se
agregü el olor particular que exhala la supuracion, la influencia que el es
tado de. las vias gastricas ejerce sobres los progresos de la enfermedad,'
y en fin, la circunstancia de haberse atribuido tambien la gangrena de
hospital á un virus, parecerá mas íntima aun la relncion entre las dos
afecciones. Considerandolas bajo este punto de vista, sera sin dudamenos
difícil resolver la cuestion de las propiedades contagiosas de la gangrena
de hospital, admitidas por Champean, Pouteau, Dussaussoy , Steidele, :
Brugmans, Rieser , Vautren , Colla, y MIYI. Delpech Kluysqueus,
Blackader ; refutadas por MM. Devillíez , Double, Guillon , Hennen,
teveillé Percy Dupuytreri ,Richerand , y problematicas aun para muchos á
pesar de los esperimentosdeM. OUivier y las observaciones de M. Riberi, ..
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trasmitiendose;! los vasos y glándulas linfáticas mas inmediatas,
y probablemente tambien á las venas , ocasiona en ellos in
flamacion é infarto. Ademas, cuando están sujetas á fre
cuentes y continuas irritaciones, pueden sufrir todas ellas la
degeneracion cancerosa. í ^••v .¿ *; . ,•-•: ';i r. ' . . ..l
Estas variedades principales, entre las cuales existe una
infinidad de grados intermedios, dependen de la mayor ó
menor intension de la inflamacion , de la irritabilidad del
sugeto y de una multitud de circunstancias estertores, entre
las cuales debe ocupar el primer lugar la influencia del regi
men, del género de vida, del estado de los demas órganos
y del método curativo. Pero hay otras aun que dependen
del sitio mismo de las ulceraciones, y que voy á dar á co
nocer recorriendo' sucesivamente las diversas partes sobre las
cuales oueden fijarse estas últimas. inu oú o'.rJl:i 10.' o
n :• i'¿ ' .:.:;'í:;J
f . ' í:' ;• (;.;-'.•;, . , '.i.í u;'Sii.. et.io'U., ¿oí i ••>
:¡ i.' •J • ARTICU1O PRIMERO. .1 aoa.•.i : ',:: • i
i.,., '•',:...' '.,.1.1 ...... •,:1., •..:>,'•• - , '.' •' .
(: De las ulceraciones de ,1a superficie ittterna del prepucio:' i
o ,,;iíí nbi'J ftiüi ( "ii., y del frenillan Y.oIliiJini i:i i '''••;

Las úlceras venéreas pueden manifestarse en todos los


puntos de la cara interna del prepucio , pero se las observa
principalmente en la base de este doblez , . al .rededor de sfc
orificio y'lcri ¡el frenillo;, partes que poti su situación y su con
figuracion están mas espuestas qué las demas á los efectos
•del contacto y de la permanencia de toda materia irtitan-
te. .Las del orificio, muy comunes principalmente en los su-
getos que tienen el glande habitualmentu cubierto, se pre
sentan casi siempre Jiajo la apariencia de grietas paralelas á
las arrugas que el prepucio presenta en esta parte: sin embar
go tambien suelen ser de una figura redonda. Las otras
.varian al infinito con respecto á la figura. En .general todas
-son dolorosas* por. causa de la movilidad del prepucio y de
los estirones que sufre este pliegue al retraerle para descu
brirlás. ,
La irritacion se propaga algunas veces, principalmente
cuando el pr.epucio es muy largo , á las partes subyacen
tes y circunstantes, pero sin estenderse muy lejos, de mo-
Tomo I. 12
do que, ptoáuce feáltós fardes' y'en la váse dé la
urt infarto—circunscrito, poco grueso, indolente, mas ó
menos duro^y á v«ces bastante consistente para que, exa
gerando mucho , ¡se¡, haya comparado su dureza con la del
cartilago. La ulceracion se parece entonces á una pequeña
cúpula. Puede esta sin duda cerrarse á pesar de esta compli
cacion , pero su curacion marcha con lentitud, y se cubre
de una cicatriz rubicunda é hinchada, que conserva ten
dencia á destruirse mientras persiste la intumescencia, la
cjuait piufede; durar, mas .ó, menos .tiempo, pero en general se
disipa por si misma , cuando nada llega á irritar el sitio
donde reside. , . .•!.."
_,. , JSr» ciertos casos adquiere la úlcera él carácter fagedéni-
co en consecuencia do la constitucion particular del sugeto,
ó por efecto de una irritacion cualquiera., como la que produ
cen los frotes frecuentes , la marcha y la equitacion. Puede
en tales casos hacerse serpiginosa y recorrer toda la super
ficie del prepucio, ó ser fija , y estenderse ya en latitud , ya en
prolmulidad. Bajo esta ultima forma , que es la mas comun,
penetra el frenillo, y no deja en él sino una brida mas ó
menos gruesa , qne despues suele destruir, corroe el prepu
cio, le cercena de un moda raro, le destruye enteramente, y
¡aun corroe la piel del miembro , y hasta la del pubis, de las ingles
y .del escroto. ¡Ete medioide estos terribles estragos puede el en
ferino permanecer sin fiebre ; pero las .mas veces tiene el pulso
ívivo y contraido, un catar acre en la piel, desvelo y una sed
ardiente. Yo he visto una ulceracion de esta especie que con-
laba ya veinte y cinco años, aunque se habian empleado mu
chas veces todos los métodos curativos generales, y la cual
habia desojado al miembro de toda su piel y una parte de
la region púbica , donde se descubria un infarto de mucha
esteusion, cuya superficie se veia escavada todos los dias por
la supuracion de pústulas profundas; esta úlcera enorme,
cubierta de granulaciones rubicundas y minada en todos sen
tidos por muchos senos, suministraba en abundancia un ichor
de una fetidez repugnante; el enfermo por lo demas lo pa
saba bastante bien, pero al fin se apoderó de él una fiebre
lenta que le condujo al sepulcro. v ; t '' :¡¡:í/3
. , : La irritacion, en lugar de concentrarse de este modo cu
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un espacio mas ó menos limitado, y de estenderse despues
poco á poco, suele acometer mayor número de partes á la vez;
asi da lugar á una hinchazon mas ó menos considerable, que
priva al prepucio de la estension necesaria para descubrir «I
glande, y la cual es siempre una complicacion grave, no solo
porgue oculta las úlceras situadas por debajo, sino tambien
porque estas tienen en tales casos, como ya lo habia obser
vado Guy de Chauliac, mas tendencia á adquirir el carácter
fagedenico , del cual puede, librárselas muchas veces en pocos
dias por medio de la incision del prepucio. : Esto es lo qjMf
se llama fímosis. Unas veces es la hinchazon; puramente ede
matosa y debida á una infiltración de serosidad en las areo
las del tejido celular, de lo cual resulta un tumor indolente;
blando y semitrasparente; otras veces tiene un verdadero^
carácter flegmonoso, las partes estan rubicundas y dolorosas,
y cuando la inflamacion escede ciertos limites, termina por
la gangrena total ó parcial del prepucio. Algunas veces tatn-
bieh se estiende la mortificacion á los órganos subyacentes,
y se desprenden en todo ó en parte el glande ó el miembro,
ó solamente una porcion de 'la circunfererieü''¡de iá uretra.;
cuya pérdida es seguida de la formacion de una fistula uri
naria, casi siempre incurable, o de una disposicion análoga
á la que se observa en los individuos afectados de hipospadias.
La gangrena^ se establace á veces con una rapidez asombrosa,
pues Mr. Delpeclí dice haber visto un joven de constitución
delicada, que habiendo contraido ulceraciones en el glande
y el prepucio, perdió estos órganos en la noche misma siguien
te á la manifestación de la enfermedad. La reaccion: febril que
precede á esta teri.i ble termi nacion', cesa , el pulso se pone
pequeño, yí «I ,enfermo:ervua estado de postracion •mas' tí mW,
nos notable, la cual ni aun espera para declararse á que la
gangrena" se haya establecido enteramente, pues principia á
observarse desde que la inflamacion llega á su mas aUo grado.
Despues decaidas los escaías, que se desprenden con bastante
prontitud, y que comunmente llevan consigo las úlceras, queda
una herida , cuya cicatriz no tarda mucho en formarse , á no ser
que la mortificacion baya cercenado las partes de un modo
muy irregular, y sobre todo que haya destruido mucha piel.
En los hombres que tienen estrecho el orificio del pre
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pucio, sucede con Crefcuencia que icuando .quieren retirar por
fuerza este pliegue cutáneo detras de la corona del glande,
su orificio, que es menos elástico que sus hojas interna y ester
na , obran á manera de una ligadura que comprime todas las
partes que abraza. Deeste accidente, al cual se ha dada el nom
bre depttrafimps"isi, resulta que «1 .tutaor fornlado por el pre»;
puciO se halla dividido en dos mitades, una anterior y otra
posterior. El glande se pone de un color rojo subido muy
dolorosa, y la especie de ligadura q.ue le a f>rietá, se dislacera,
produciendo de. este modo heridas que supuran ó que con-'
vierten en úlceras corrosivas ó gangrenosas.; Algunas veces
conserva el tumor el carácter edematoso ¿ pero en ciertos ca
sos llega la inflamacion hasta el punto de ocasionar la mor
tificacion de todas las pactes situadas delante dé, la estrangu
lación. Y ar.j'nuru'fn nnla;i f"jlirii ;.H ,v. .II:OIIIJ?DÍ; Ti)' i>i;3
no"Las úlceras del prcpncio se complican frecuentemente con
la tumefaccion de las glándulas de la ingle. :vi' i ', 'f.•.if. \ • i
A estas úlceras pueden seguirse despues de su curacion,
y aun en las circunstancias mas favorables, accidentes poco
graves á la verdad, pero incómodos.. Asi es que se observan á ve*.
ees bridas al rededor del prepucio, formadas por cicátrices irre
gulares, que producen un fimósis permanente, 6 que dejan
en él un infarto crónico que le mantiene habitualmente con
traido y prolongado, ó en fm, que le contraen de tal modo
qué .apenas deja en él paso para la orina. Al cicatrizarse es
tas úlceras en algunos su ge tos contraen adherencias con una
parie de la superficie ulcerada correspondiente del glande.
Casi no es necesario añadir que todos estos accidentes son el
resultado del abandono de los enfermos, y que por consi
guiente apenas se los observa sino cuando las úlceras han
sido tan benignas y tan poco dolorosas que no han llamado
la atencion de sugetos no acostumbrados á la limpieza, ó cuan
do! la enfermedad principal se ha complicado con un fiínosis
gue ha persistido por mucho tiempo. : ifij.¡! >••••;. U.

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93
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ARTÍCULO IL.
t ** • * ..* *t * .'"."
Délas ulceraciones del glande, • ¡.•¡•:• ::/.
.'•r/ i'ii••.•• 'i:: b o•'., ¡ •••tiMi•• /:. •:•> i'—frnjr.. i> u., ' t.BB
- "Aunque se hallen con menos frecuencia ulceraciones ve
néreas en el glande que en el prepucio, sin embargo, suelen
multiplicarse tanto en aquel que llegan á formár una especie
de corona al rededor de su base, ó bien se establecen en el
dorso del órgano, ó en fin, .se fijan en el orificio de la ure
tra. Tambien se ven en ciertos sugetos cubriendo toda la su.:
pcrficie del glande. / n •: : '• •.•••
' Unas hay cuyo modo de formacion no se diferencia al
parecer del de las escoriaciones del dermis producidas por una
sustancia vesicante, y son 'superficiales y poco estensas. Efec
tivamente son simples escoriaciones que rara vez fijan la aten
cion del enfermo, y mas rara vez aun la del médico. En gene
ral desaparecen casi con tanta prontitud como se habian mani-,
festado, y no queda vestigio alguno de ellas desde que se-
reproduce la epidermis. • „: HV.'t\...MI ...
Guando ha sido mas profunda la destruccion de la mem
brana sub- epidérmica, la ulceracion presenta una superficie
granujienta y cubierta de desigualdades. Sus bordes son
blandos, deprimidos y cortados de un modo irregular; Dura
mas, porque necesita mas tiempo para la formacion de una
verdadera cicatriz, la cual se hace necesaria en tales casos
por la pérdida de sustancia.
La flogósis que la ha escitado pasa algunas veces al es
tado crónico, ya desde luego, ya al cabo de un cierto tiem
po , y la úlcera se cubre de una costra gruesa , pardusca y como
lardácea. En este estado permanece estacionaria con su base
un poco dura, hasta que sucediendo alguna ligera estimula
cion, la reanima y ocasiona la caida de la. capa reblandecida
que la cubre, y pone su superficie en las condiciones .nece-
sarias para que se verifique la cicatrizacion , la cual .sé hace
generalmente de la circunferencia hácia el centro, aunque
por otra parte varie mucho en su modo segun la forma y
la estension de la ulceracion.' nv.ii.ii f::.'. i! : • ¡ii :.!JHt.!*¡ ito
Si la úlcera se: hace iagedénica, rara vez adquiere la for-
ma serpiginosa de modo que surque ligeramente una esten-
sion mayor ó menor de la superficie del glande.
En general es fija y hace sus estragos de fuera á dentro.
Asi es como llega. á destruir el glande en, todo ó en parte, y
aun hacen desaparecer sucesivamente todo el miembro viril.
Sobrevienen hemorragias mas ó: menos fuertes, y>á veces .bas
tante abundantes , para no dejar otro recurso mas que ía
amputacion del miembro , y casi siempre sobrevienen bubo
nes inguinales, los cuales por el contrario se observan rara
vez en las variedades precedentes..; .i .;;• ü ,: íuvii '.«,i o'..ifii
Si la inflamacion tiende á terminarse por gangrena, las'
partes se mortifican de una vez, ó solamente. capa por capa, de
abodoque el miembro suele llegar á destruirse asi por partes
hasta el púbis. -•. • - •: :.. ij¡. ,• ,, * •: •,{.-«• • '.. •>.> - ¡ •:••w:'.:í
- La fiebre y la tumefaccion de las glándulas de la ingle .
no son los únicos accidentes á que pueden dar lugar las ul
ceraciones, tanto del glande como del prepucio. E1 dolor se
propaga frecuentemente hasta la region púbica , y basta to
car aun ligeramente el bello de esta parte para ocasionar una
sensacion de inquietud y de molestia. La membrana mucosa
de la uretra suele tambien irritarse, y el enfermo siente en
ella un calor desagradable , sobre todo al pasar la orina. Hun-
ter ha observado que cuando se rasgaba la cicatriz de una
úlcera, aunque el enfermo no se hubiera espuest6 á una nue-.
va infeccion, se ponia la uretra dolorosa aun antes de co
menzar la supuracion, y es un hecho que á la formacion de
una úlcera precede generalmente uri prurito en toda la es
tension del glande, que suele escilar frecuentes ganas de
orinar. Huáter ha visto también curado un flujo habitual y
una irritacion, que despues de mucho tiempo se; hacia: sen* r
tir á todo lo largo del conducto, á beneficio.de una ulceracion
que sobrevino en el glande. Los hechos de esta especie no
podrán menos de. multiplicarse cuando se estudien con aten
cion los fenómenos que acompanan á las diversas enferme
dades de los órganos genitales, en lugar de entregarse á es
tériles especulaciones sobre la teoria de su produccion.. .
. El acto venereo no es lamniea causa de las ulceraciones
del glande ni de la cara interna.de! prepucio , pues se han.;
visto, algunos que han sobrevenido en el curso du la balanitis
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producida por falta de limpieza , como. en e) de la: uiretriris,
cualquiera que haya sido su causa ocasional. Tambien puet-
tlen depender de una irritacion mecánica ,por ejemplo, de la
introduccion forzada del pene en una vagina muy estrecha.
:Yo he visto dislaceraciones del frenillo procedentes de esta
causa, que por negligencia se han convertido en verdaderas
úlceras corrosivas : esto se observa con frecuencia en los pai
ses orientales, segun refiere Mr. Weizrnann , y esta particu
laridad justifica á los legisladores que les han prescrito ablu
ciones frecuentes. Del mismo modo puede fijarse la irritacion
•herpética en la superficie del miembro, y producir cu el ul
ceraciones serpiginiosas ó fijas, acompanadas de rubicundez,
tile calor y de supuracion. i , • . •. '
. • ¿Existen señales por medio de las cuales se pueda dis-
tingir una ulceracion venérea del miembro, de otras que no
proceden de coito ? Si se ha de dar crédito á los autores debe
resolverse esta cuestion por la afirmativa , pues Bell , entre
otros, dice positivamente que las úlceras venéreas tienen siem
pre el mismo aspecto con corta diferencia , y que es^imposible,
teniendo alguna esperiencia, dudar de su naturaleza. Seles
asigna por caracteres esenciales una superficie de color blan
quecino ó pardusco, bordes rubicundos, irregulares y corta
dos perpendicularmente, y en fin, una base dura é infartada.
Pero esta no es mas que una de las numerosas formas que
pueden presentar, y que he descrito con cuidado. Tampoco
es esta la forma bajo la cual se las encuentra con mas fre
cuencia, á lo menos en el glande, pues á menos que no se las
liaya irritado con tónicos estimulantes, ó que el enfermo no sea
de una constitucion muy irritable , ó en fin, que se haya entre
gado al ejercicio, á los escesos de comer y beber, al trato de las
mugeres, &c. , se presentan rubicundas, granujientas, de
primidas por los bordes y sin infarto en la base. En fin , si
sé quiere se las puede hacer pasar alternativamente por este
último estado y por el precedente, es decir , hacerlas sucesiva
mente duras, y descoloridas, y despues bermejizas y sin ca
llosidades • aplicando alternativamente tópicos irritantes y
emolientes. Asi pues el aspecto de una úlcera del miembro
no permite nunca sacar ninguna consecuencia relativa á la
causa que la ha ocasionado, pues hay una infinidad de cir
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cunstancias, exteriores ó inherentes al sugeto , que hacen va.s
riar al infinito este aspecto, segun el grado de energía que
comunican ála reaccion inflamatoria. Sucede con esteaspecr
.to lo que con el color y la consistencia del liquido que fluye
en la uretritis , y si se quiere generalizar aún mas , lo que
con la exhalacion de toda superficie inflamada ó ulcerada,
pues la esperiencia diaria nos demuestra que la menor altera
cion en el régimen , y aun en la temperatura atmosférica,
en una palabra, que cualquiera causa de irritacion cambia , á
veces de un modo repentino, la supuracion mas loable en
-una materia amarilla , verdosa , sanguinolenta ; conversion
que no puede depender sino de una modificacion nueva que
sobrevenga en la actividad vital de la parte enferma. El mis-?
•nao Bell se ha visto precisado á reconocer esta verdad incon
testable , y asi termina diciendo que solos los resultados pue
den hacer conocer si la úlcera es verdaderamente venérea,
de modo que en el dia no se consideran como tales sino aque
llas que hacen progresos en lugar de circatrizarse en pocos
dias, y se" adopta implicitamente la opinion deHunter; á sa
ber, que una úlcera venérea no tiene ninguna disposicion á
curarse por si misma. Esta es otra cuestion que examinaré mas
adelante; pero sin pasar de aqui puedo establecer con toda con
fianza que la confesion del enfermo es el único indicio en que
podemos fundarnos para sospechar una causa mas bien que
otra, pues yo no creo que sea necesario refutar seriamente
á los que han pretendido hallar en el olor especifico de la
supuracion un signo patognomónico de la úlcera venérea, no
existiendo este olor sino cuando la úlcera presenta los carac
teres de la gangrena de hospital. ... :.,,•,• ..:.. .¿. nn.'.l,
;" ">lfi ': ','t ; '•''•' . " ' iV;: ,r'i'/ •..••;.ü: <•' .,
. . • ARTÍCULO III. ...
i * •- *

oi.¡ De las ulceraciones de 1? uretra. , -[ •ü ,•,„'.. -.\


• . S • .
.'•.."i-' ,;,,. , . . ,;, •;• . i ,•;'. .t r ¿.,, .;
. ; La membrana mucosa de la uretra , como las de su especie,
está espuesta á ulcerarse en el curso de sus inflamaciones. No
pudiendolos médicos concebir que la supuracion se estable
ciese sin destruccion de tejido, atribuyeron por mucho tiem
po el flujo que se observa en casos de esta inflamacion á la
• 97
materia suministrada poruna ó muchas úlceras. Las inspec
ciones de los cadáveres demostraron al fin que esta etiologia
era falsa. Pero despues se dió en el estremo opuesto, soste
niendo que nunca se forman úlceras en la uretritis. Este ac
cidente es verdaderamente mucho mas raro en la inflamacion
aguda que en la crónica ; aunque las cicatrices y las bridas
que se han encontrado algunas veces en el conducto , no peiv-
miten dudar de que sucede realmente. • t•¡ •,>
i. En efecto estas ulceraciones pueden ser el resultado de la
inflamacion misma, como las qu,e suelen propagarse por al
conducto despues de haber acometido los bordes del orificio
de la uretra, y que causan dolores vivos al enfermo cuando
la orina pasa por ellas. Asi es que Mr. Boyer habla de una
úlcera venérea que destruyó la parte inferior'de la uretra en
«na grande estension, y produjo de este modo una especie
de hipospadias. Pero en la mayor parte de casos dependen de
dislaceraciones hechas con sondas introducidas en la uretra,
de pequeños flemones s'ub-mucosos que se han abierto en su
cavidad, ó de violencias esteriores que han ocasionado su ró-
tura. Se indican como signos propios para reconocerlas un
flujo de mucosidades sanguinolentas ó mezcladas con pus,
dolores mas ó menos agudos en algun punto dé la uretra,
que se aumentan, óá lo menos se manifiestan con la presion,
con el paso de la orina , con.la eyaculacion del .esperma j
con la introduccion de las sondas y de las candelillas. Pero
todos estos caractéres son muy equivocos. Sobre todo el último
puede depender de uno de estos puntos de irritacion que
tan frecuentemente persisten despues de la curacion de la
uretritis, y los cuales vienen á ser causa de las estrecheces del
conducto. '. •.'
• La cicatrizacion de las úlceras de la uretra puede dar lu
gar á Ja formacion de bridas análogas á las que se observan
en las cicatrices esternas despues de una desorganizacion con
siderable del tejido cutáneo. Se atribuyen tambien á la adheren
cia mutua de dos úlceras situadas una enfrente de oira las
bri'das de diversas formas, ya mas ó menos circulares, ya obli
cuas de un lado á otro, algunas veces trasversales, otras lon
gitudinales, que se encuentran en ciertas uretras. Estos tabi
ques estan formados por una especie de cuerdas blanquecinas,
Tomo I. 13
98
cuya consistencia se aproxima á la del tejido fibroso.
Muchas veces estan apoyadas en una ligera base vascular
que sobresale en lo interior del condueto, y se continua con
su membrana interna. Ducamp cree que en¡ muchos casos
son debidas á exudaciones plásticas, e» cu}o centro sedes-*
arrollan vasos que las unen á los tejidos inmediatos. Esta
opinion no carece de verosimilitud, y no se le puede objetar
que el paso de la orina se opondria á la formacion de estas
membranas accidentales, puesto que se forman semejantes á
ellas en los .vasos sanguineos, en los cuales el movimiento
del fluido es continuo é incomparablemente mas rápido, co
mo lo han demostrado las bellas observaciones de M. Jones,
repetidas despues por todos los anatómicos.
! . Sea de esto .lo que quiera, las cicatrices irregulares y las
bridas de la uretra dan siempre lugar á estrecheces perma*
nenies , las cuales dificultan mas ó menos el curso de la orina.
ARTÍCULO IV.
• De las ulceraciones de la membrana mucosa g^nito-urinaria en la
u . muger. , r ...

Como la membrana mucosa de las partes genitales ester


nas presenta una superficie mucho mas estensa en la muger
que en el hombre, las ulceraciones venéreas que puede pa
decer son tambien en ella casi siempre mas numerosas. Estas
ulceraciones nada presentan de particular en el modo con
que se desarrollan. Aunque se establecen particularmente en
las partes que rodean la entrada cíe la vagina, no es raro
Iverlas en lo interior de este conducto, .y aun en el orificio
de la matriz, bien sea, como Hunter lo creia, porque se es*
tienden poco á poco dé fuera ádentro, sea mas bien porque
no hay ningun punto del conducto, vulvo jiieriuo, en
el cual no pueda dejar el miembro una materia irritante. En
general la inflamacion que las acompana es menos intensa
que en el hombre , y los accidentes que ocasiona son menos
graves tambien*; sin embargo las de la horquilla son mas te
mibles que Jas otras, porque los movimientos delas estre-
midades inferiores las irritan , y porque la enferma no pue
de estar sentada *iu comprimirlas. Toda irritacion esterior
i \ • .*. .. ".. k.
99
la i exaspera cualesquiera que sean su naturaleza y su grado.
Algunas veces existe una tumefaccion de los grandes y de
Jts pequeños labios, taWfconsiderable que estrecha con fuerza,
' aun oblitera casi enteraraenta la entrada de la vagina y la de
/a uretra, de lo cuál resulta que el coito es casi impractica
ble, que la emision de la orina se hace can dificultad y á eos*
ta de dolores, sobretodo cuando baña las superficies ulcera
das. Es raro que la inflamacion se termine por gangrena: sin
embargo se la ha visto producir la mortificacion de las nin
fas y de los grandes labios. * .
. • Estas ulceraciones adquieren con bastante frecuencia un
carácter fagedénico y serpiginoso. Los accidentes que oca
siona entonces varian en razon de su diferente asiento , pues
si ocupa» la cara interna de los grandes labios ó las ninfas,
producen en ellos surcos profundos, escotaduras y perfora
ciones, ocasionando áveces en ellos senos fistulosos. Guando es
tan situadas á los alrededores del clitoris, corroen este cuer
po y penetran hasta la uretra, produciendo una abertura fis
tulosa mas ó menos ancha, por la cual fluye habitualmente
la orina á la vagina. Del mismo modo cuando estan coloca
das hácia la horquilla pueden perforar la pared posterior de
la vagina y anterior del recto, lo que da lugar á otras fistu
las mas desagradables aun, por ser su consecuencia inevitable
el paso de las materias fecales al conducto bulbo-uterino.
Por lo demas el üujo que suministran estas diversas ul
ceraciones tiene una tendencia natural á dirigirse hacia la
comisura posterior, de suerte que si se omiten las diligencias
de limpieza, se apodera del perineo y del ano, en el cual su
accion irritante ocasiona inflamacion, exudacion, pústulas,
úlceras y vegetaciones.
Las ulceraciones de la membrana mucosa génito-urina-
ria no son siempre en la muger como ni en el hombre con
secuencias del coito, pues pueden ocasionarlas los frotes con
tinuados por mucho tiempo, y la introduccion forzada de
un cuerpo duro y muy voluminoso. En efecto, no es raro
que las dislaceraciones que acompañan con tanta frecuencia
á los primeros actos venéreos , se conviertan en úlceras.,
circunstancia que nunca debe perderse de vista en una cau
sa de estupro. Tambien pueden provenir ulceraciones de los
100
.repetidos frotes á qtte recurren las mugeres para mitigar el
'prurito que esperimentan cuando padecen en los órganos
.genitales de una afeccion pruriginoOT&ependtente de la leu
correa, de las hemorroides ó de las ascárides en el recto, y
la cual tiene por caractéres la rubicundez y la tumefaccion
de estas partes acompañadas de un prurito insoportable y de
•erupciones papulosas ó aftosas. Durante el embarazo estaa
las mugeres espuestas á ulceraciones de las partes genitales
que las molestan mucho; adquieren á veces una grande es-
tension , destruyen los grandes y pequeños labios, y escitan
un prurito estraordinario. Tambien se observan á veces es
coriaciones en los grandes labios y en los muslos en aque
llas que padecen una leucorrea habitual , y las ulceraciones
que sobrevienen cerca del ano, en las hemorniides muy
graves, se propagan frecuentemente á la vulva.• por simpa
ria ó por falta de limpieza. El descenso de la vagina ó de la
matriz puede ocasionar un efecto semejante. Tambien es
bastante comun la formacion de ulcerasen las partes genita
les en la época en que cesa enteramente la menstruacion ; en
una palaba, todas las irritaciones directas ó simpáticas de la
membrana mucosa genito-urinaria pueden ocasionar en ella
•una flegmasia aguda ó crónica , complicada cor* iulceraciones,
cuya superficie segrega un liquido puriforme, y que es abso
lutamente imposible distinguirlas de las .úlceras venéreas por
que toman todas las formas que pueden tomar estas últimas,
ocasionan los mismos accidentes, y aun pueden en ciertas
circunstancias ser contagiosas, es decir, pueden exhalar nú
•. Afluido que irrite é inflame las superficies mucosas sanas que
Apongan en contacto con ellas; • .

¿". -''•••.; . ARTÍCULO V. :M.T...':} ..': i

. • . ..il . De las ulceraciones del pezon y de la areola del pecho que le


ari i'.I.ir.s:.i.•'. i ...-.i .i'ui r.lrqdeas. i •:¡ o bí..i.t "¡«i .': • \:
O'ti:'t .(•:i •..\ .of••':! . lú'i .ii,;ü£ ''íi.ik / /Ullt 7 CH}J.\; • i , '• llií
i Estas úlceras suelen observarse en. las mugeres públicas,
pero mas particularmente en las que crian, ó en las que se
hacen mamar por tina persona enferma. Cuando son recien-
tes y superficiales se curan en poco tiempo, muchas veces
101 •
despues de haberse cubierto de una costra. Si son antiguas,
•y sobre todo si la inflamacion que las*acompaña se ha esten
dido mas , ó si corroyendo han llegado hasta el tepdo 'telu-
lar, se manifiestan muy pertinaces , y ocasionan dolores in
tolerables que no permiten continuar la lactancia , y ade
mas abscesos numerosos diseminados al rededor del pezon,
algunas veces un solo flemon muy grande que ocupa todo
el pocho y el infarto de las glándulas linfáticas de la axila,
aunque con, menos frecuencia que lo que podia creerse.
i . , Ño es posible distinguir estas ulceraciones venéreas de
4as que dependen tínicamente de la mala conformacion del
pezon , ó del modo vicioso con que el niño hace la suc
cion. Estas ultimas suelen dar lugar á accidentes semejantes,
y aun yo las he visto acompañarse algunas veces al cabo dé
cierto tiempo con pústulas en diversos patitos del órgano
cutáneo, sin poder tener Ja mas minima sospecha de la con
ducta de la muger. Sin embargo, debemos confesar que las
grietas de los pechos producidas por un niño que tenga la
•boca sana , se curan en general con mas facilidad y prontitud
<jue lasque han sido ocasionadas por un niño cuya boca es
té llena de úlceras ó inflamada. Pero esta misma observacion
•es aplicable á todas las superficies mucosas del cuerpo; sus
flegmasías y sus ulceraciones tienen comunmente menos
tendencia á persistir cuando dependen de una causa mecáni
ca, que cuando han sido producidas por la aplicacion de una
superficie semejante inflamada ó ulcerada. Por lo demas
regla tiene tambien sus escepciones, aunque se encuentraíi8
todos los dias en la práctica casos que la confirman.
ARTÍCULO VI.
De las ulceraciones de la memLrana mucosa nasal.

Las ulceraciones venéreas de las fosas nasales, llamadas


ozenas, complican á veces á las flegmasias agudas de la mem
brana mucosa que tapiza estas cavidades; pero es mucho mas
comun que acompañen á sus inflamaciones crónicas. En ta
les casos examinando lo interior de la nariz, cuya membrana
está mas rubicunda, mas esponjosa y mas inyectada que en
el estado .natural, se percibe algunas; veces á un» profundt
102
dad mas 6 menos considerable, pero comunmente en la par
te anterior del tabiqué y sitio donde la porcion cartaligino-
sa se junta con la huesosa, anchas erosiones superficiales , de
bordes ondeados, y cuya superficie está sembrada de granu
laciones muy finas, ó cubierta .ya de una escara blanqueci
na, ya de una costra pardusca y firme, y rodeada de un bor
de inflamado. Pero la existencia de estás úlceras es dijicil de
comprobar siempre que no se puedan percibir con la v^la,
lo cual es bien frecuente, porque aunque se fijen principal
mente en el tabique y conchas inferiores, no hay region en
las fosas nasales donde no puedan formarse, y se han encon
trado eu el suelo de estas cavidades, en su bóveda, en sus di
versas conchas y en todos los senos que se abren en ellas, prin
cipalmente en los frontales y en los maxilares. El olor desagra
dable y repugnante del moco nasal que se ha comparado al de
una chinche despachurrada, no hasta para descubrir su presen
cia, porque á veces se verifica en personas que solo padecen una
simple flegmasia crónica. Por lo demas se han visto ulcera
ciones que han hecho los mayores estragos sin producir nin
gun flujo, y á esta variedad bastante rara es á la que varios
prácticos, entre otros M. Boyer, quieren que se reserve es<-
elusivamente el nombre de ozena, aunque nada hay que
justifiquesemejante distincion. Sin embargo, el aspecto puru
lento de la materia que fluye por las ventanas de la nariz au
toriza para sospechar su existencia, cuando á esto se agrega
la permanencia de los sintomas de irritacion. Pero el diag
nóstico no adquiere una verdadera certidumbre, sino cuan
do una sanies fétida y negruzca, á veces sanguinolenta, sale
mezclada con pequeños fragmentos de hueso durante los es
fuerzos que el enfermo hace para sonarse, y cuando un es
tilete introducido en la fosa nasal roza contra superficies ru
gosas y descubiertas.
En efecto, estas ulceraciones estan muchas veces com
plicadas con necroses , mas ó menos estensas, que se apode
ran de las concúas inferiores, del tabique cartilaginoso, del
vómer, de los huesos propios de la nariz, de todo el etmoi-
des, del cuerpo del esfenoides, de los huesos palatinos, del
ángulo inferior del occipital, y hasta de algunas porciones
del maxilar superior y del pómulo. Estos huesos se des
103
prenden comunmente del todo , conservando su consisten
cia y testara propias. M. Delpech ha dicho que la caries «o
los ataca nunca , pero esta asercion es muy exagerada , pues
se observa algunas veces una tumefaccion bastante conside
rable de la bóveda ósea del paladar, y todo induce á creer
que en ciertos casos comienza la enfermedad por el perios
tio, y aun tal vez por el tejido huesoso, de suerte que la ul
ceracion do la membrana pituitaria es en tales casos conse
cutiva. Sea como quiera , el resultado constante es que la caída
de todas .estas piezas huesosas y los desórdenes orgánicos que
son inseparables , ocasiona la perforacion del paladar, el hun
dimiento del lomo y punta de la nariz, la dificultad de res
pirar y de tragar , la alteracion de la voz que se hace gan
gosa, la disminucion , la depravacion ó la perdida total del
olfato, la deformidad del rostro, la dificultad de la pronun
ciacion, y comunmente la epifora, porque la enfermedad se
propaga á las vias lagrimales. Estos estragos tan considera
bles llegan á aniquilar á los enfermos y á quitarles la vida
en medio de los sintomas de una fiebre héctica , cuyo cur
so se hace casi siempre mas rápido aun por la tristeza y la
melancolia. Tambien suele suceder que la degeneracion can
cerosa se apodera de tas superficies ulceradas, y convierte
asi la nona y una parte de la cara en una vasta y horri
ble úlcera corrosiva, cuyos progresos son ya incoercibles.
Verdad es sin embargo, que un estado tan deplorable es,
si no siempre , á lo menos en la inmensa mayoria de casos
la consecuencia de los malos metodos curativos que se han
seguido desde el principio!
•'¡'• "Se ha cometido un grande error en atribuir todos estos
. desórdenes á las ulceraciones, porque asi ellos como estas nd
son mas que el resultado inmediato de la. inflamacion cróni
ca Je la membrana mucosa; y el pronóstico que debe formar
se es tanto mas irrste, cúalito mas antigua es esta flegmasia, y
cuanto mas profundamente alterada está la membrana en su
teMura. Las ulceraciones no son mas que una -complicacion
bastante frecuente á la verdad, pero <jfte no aumenta la gra
vedad del .«nal , sino en cuanto que anuncia que ha echado
raices profundas, y q«e opondrá una resistencia tenazá los
esfüersos mas poderosos del arte, si es que no se manifiesta
10Í
enteramente rebelde. INo puede menos de admirarse la relacion
que existe entre la enfermedad cuando llega á este grado, y el
muermo de los caballos, sobre todo la variedad crónica, sea que
se considere esta última con la Fose como una simple flegma
sia de la membrana mucosa nasal , sea que se admita con M.
Dupui que la inflamacion está acompañada en esta enferme
dad con el desarrollo de tubérculos. Sin embargo, es de notar
que la irritacion desorganizadora casi nunca se propaga enel
hombre á las glándulas linfáticas inmediatas, al paso que en
el caballo se infartan constantemente estos órganos. ' •',
Las ulceraciones de la membrana pituitaria pueden de
pender de un número bastante grande de causas. A veces so
brevienen en consecuencia de las viruelas ó despues de -la
estirpacionf de un pólipo. Algunas veces suceden á un cori-
aa crónico ó á la inflamacion de la membrana producidas por
sustancias irritantes ó por contusiones; pero en las personas
afectadas de herpes es en las que principalmente se observan.
Mientras la flegmasia que las acompañais leve y poco estensa,
el liquido que exhalan no despide olor alguno; pero en los ca
sos contrarios se observanMos mismos fenómenos que en la
ozenaporcausa venérea. Este no parece pues que se diferencia
de todos los demas sirio porque teniendo generalmente su
asiento mas profundo, no. comienza á percibirse sino cuando
Jos estragos de la inflamacion han desorganizado ya un gran
número, de partes. ..' .
ARTÍCULO VH.
De las ulceraciones dé la membrana mucosp de lá' boca. ,' /
Estas ulceraciones pueden depender de ósculos lascivos, de
acciones reprobadas por la naturaleza, de la lactancia y del .uso.4
de algunos instrumentos, como cucharas, pipas, vasos, &c.
.que hayan servido á personas enfermas. IStnguna parte de ,1a
cavidad bucal ni aun de la faringe está libré de este accidente,
; Las úlceras de los labios pueden ocupar :su superficie
interna ó sus comisuras. Unas veces se presentan en forma
de grieta», y otras en forma de escoriaciones mas ó menos
estensas, y cubiertas generalmente de ,uua capa bla;nca ó ce
nicienta. En muchos casos son indolentes. Sin embargo,. á
veces se hacen dolorosas , y la irritacion que las ha ocasionado
105
se trasmite á las partes subyacentes , las Cuales se i
y sé hinchan considerablemente. En ciertos sugetos se ha-¡
icen fagedénicas , corroen los labios de dentro á fuera, y los
destruyen casi enteramente , ó los perforan de parte á parte.
Las ulceraciones que se manifiestan en la parte interna
de los carrillos no se diferencian de los precedentes , y tam
bien suele observarse que atraviesan la region en que se han
formado, dando lugar en estos casos á fístulas salivales , cuyo
trecho puede ser recto ó sinuoso.
: Las encias son las partes de la boca menos espuestas á
ulcerarse. Sin embargo se forman en ellas ulceraciones que
pueden destruir tambien todo el grosor de su tejido , y de
jar descubiertos los arcos alveolares. • . '• • '..'•;i. i
"Las ulceraciones de la lengua son bastante comunes , yi
causan mucha molestia por la movilidad de este órgano. Al
gunas veces estan acompañadas de una tumefaccion mas ó
menos notable de él, y su superficie se presenta tambien
con bastante frecuencia fungosa y propensa á dar sangre. La
inflamacion que las ocasiona puede por afecto de negligen
cia, sobre todo de un mal método , dar lugar á la degenera
cion cancerosa. Cómo es raro que estas úlceras sean muy jgran-
des, muy sórdidas, ó que tengan una base dura , cree Hunter
que casi nunca son venéreas, aunque confiesa ingenuamente
que no podria designar los caractéres distintivos de estas
últimas. • ' ' . .. ri :•¡!:. . •; a i:r.!l,. :l •
Ninguna de todas estas úlceras se anuncia por sintoma
alguno particular, y por lo comun estan ya perfectamente
formadas cuando el enfermo fija por primera vez la atencion
en ellas. No sucede lo mismo cotí las de la garganta , pues
Srecede á su formacion algunos dias antes alguna dificultad
e tragar, á la cual sucede un dolor fijo, limitado comun
mente á un soló lado. AlguÉbs veces ataca la ulceracion desde
luego al velo del paladar ó á la campanilla, pero es mucho
mas frecuente establecerse sobre una de las amigdalas, ó tam
bien sobre las dos. Su aspecto varia mucho, pues unas veces
tienen un color ceniciento , el cual sobresale aun mas por la
rubicundez erisipelatosa de las partes inmediatas, las cuales
se presentan tambien algo hinchadas. Otras veces presentan
unaTomosuperficie
I. rubicunda, inflamada
14 y* muy: dispuesta
P á dar
106
sangre por poco que se la estimule. En muchos casos perma
nece estacionaria , pero en otros se apodera con mas ó me
nos celeridad de las partéis inmediatas, corroyéndolas po$
grados, y destruyendo rápidamente las amigdalas, la úvula,
el velo del paladas y, sus pilares. A veces, se estimule la infla
macion poco á poco á. los alrededores , y produce en ellos CST
caras amarillentas, de cuya caida quedan nuevas úlceras. Se
apodera tambien poco á paco de la membrana palatina , la
destruye , estiende su accioa á tas hvosos del paladar , y lo$
hace caer en una necrose , y asi al desprenderse las piezas
necrosadas, queda una perforacion por la cual se comunican
libremente las fosas nasales y la boca , y la cual altera de un
modo particular el metal de la voz. Sin embargo muchas ve
ces principia la alteracion por las mismas superficies hueso
sas , ó por el periostio ; y la membrana mucosa , desprendida
por una pequeña coleccion purulenta , s.e atenúa gradual
mente hasia que al fin se úlcera. .••. . i
Estas ulceraciones ocasionan frecuentemente el infarto de
las glándulas linfáticas cervicales, como, las procedentes el
de las submaxilares.' : '.. ,. oit. : •:' i,ci t .t • '• . - . • ••¡
Siempre que la flegmasia es poco intensa , el enfermo no
padece mucho como no sea al hacerla deglucion, ó á lo menos
no son sus dolores tan vivos como á primera vista pudiera
creerse por la estension de las úlceras, pues comunmente se
limitan á una sensacion de molestia y de incomodidad, en toda
la garganta. Pero cuando la inflamación es mas violenta, cuan
do tiene tendencia hácia la gangrena , como sucede algunas
veces, á cuando las úlceras con que se complica adquieren el
carácter fagedénico , esperimenta, el epfermo una sensacion
muy desagradable de ardor, con dolores escesivos á veces, lo*
cuales se aumentan aun por lo& esfuerzos que hace para des
prender el moco espeso que f(|fetPU(flula incesantemente en
sus fauces. Pio es raro en tales casos que se propague la in
flamacion á las partes internas del oido, á lo largo de la»
trompas deFallopio, y que ocasione de este modo una sor*
dera pasagera ó permanente , segun la estension de los desóír
denes que produzca en la caja del tambor. • •• •., .-\
Las ulceraciones; de la faringe se consideran como raras,
y quizá solo porqrae, se las percibe difícilmente , á causa dje
T07
Ja campanilla, del velo del paladar y dé la Lase -.de la lengua
que Jas ocultan. Presentan las mismas modificaciones que las
precedantes, aunque en general menos graves porque no estan
tan sujetas á la »ccion de los irritantes , á no ser por un mal
método. Sin embargo, suelen adquirir el carácter jfegedémeo,
y la inflamacion que las acompana puede propagarse á los
tejidos subyacentes hasta las mismas vértebras cervicales, cuya
caries ocasiona en este caso. '
La inflamacion venérea de la boca puede estenderse:bastá
la laringe, y producir en ella ulceraciones, las cuales des.4
truyen á veces la epigtótis, y aun algo de la glótis, y pene
trando las partes blandas de piarte á parte, dan lugar a fis
tulas aereas, de lo cual existen algunos ejemplos. La fleg
masia crónica de la laringe , que es una de las afecciones
mas terribles que se conocen, toma.el nombre de tisis larin
gea. Son pocos los escritores que la lian comprendido en til
número de las enfermedades venéreas , á lo menos de las
primitivas, aunque no tiene ni mas ni menos derecho que otras
muchas. '• • • • ;; 'i^tf tob: ::.•:•\ "" „,' ,' t.:-. '. .. i
íío haré mérito de las diversas causas que ademas del ac
to venéreo pueden dar lugar á la produccion de luceras en
la feoea y eti la garganta, porque seria muy larga su sola
enumeracion. Recordaré únicamente que toda flegmasia
aguda ó crónica de la membrana mucosa que tapiza estas
partes, puede complicarse con ulceraciones , como nos lo
prueba todos los dias la angina y sus muchas variedades , y
como se vé á la desigualdad de un diente producir en la
parte contigua del carrillo 6 dela lengua, una úlcera que
se forma de un modo • lerfto , sin escitar dolores*, y que pre
senta un aspecto sórdido. : ' .t. *' •• .•*,
¿ Las úlceras venéreas de la garganta , tienen caracteres
ciertos con que puedan distinguirse de las que no lo son?
Me será permitido, sin duda, en vista de loque viene dicho,
limitarme á decir que es imposible establecer semejante dis
tincion: pero esta cuestion es demasiado inportante para que
baste tocarla tan superficialmente. : •' • -•>
La boca de los recien nacidos es frecuentemente el asien-
to de úlceras, cuya supuracion, aplicada al pezon de las no
drizas , produce desde luego en él una flegmasia seguida
108
de ulceraciones. Puede suceder que el niño haya adquirido
el gérmen de la enfermedad al atravesar los órganos genita
les de su madre , y que asi sea realmente venérea esta enfer
medad en la acepcion rigurosa de la palabra. Pero cuando
se carece de toda noticia sobre la salud anterior de la madre,
ó sobre todo cuando se llega á descubrir que esta ó el padre
han tenido en otro tiempo alguna enfermedad venérea , se
declara sin titubear que el niño padece la sifilis, 1.° cuando
entre otros sintomas presenta flegmasias, simples ó compli
cadas con úlceras ó vegetaciones en algunas de las membra
nas mucosas estertores: 52.° cuando los pechos de sn,nodriza
se cubren de úlceras, en cuya consecuencia sobrevienen in
fartos de las glándulas linfáticas de la axila. Dejo á un lado
.esta última circunstancia, sobrela cual me he esplicado ya
antes, .para.no ocuparme mas que de la primera. En gene-
ral se califican de venéreas las úlceras bucales de los niños
cuando ,son de un color gris sucio, cuando su circunferen-
¡C¡a presenta una rubicundez erisipelatosa, cuando sus bor
des estan infartados y cortados por igual, y cuando no existe
.reajcíion febril; Pero por de contado las úlceras venéreas no
ltienen en los niños mas que en los adultos, ni en la boca
:mas que en la superficie de las otras membranas mucosas
<es!;e.r.ipres, el privilegio de presentar constantemente estos
.candiéres , pues¡ varian al infinito segun la intensión, de la
jQegmfisia., siendo á veces bermejizas y granujientas , y estan
do Qtra's Veee& cubiertas de una costra blanquecina , cenicien
ta y i amarillenta, en unos casos estacionarias y como larda
ceas,,ten, otrps rubicundas, serpiginosas ó corrosivas, y en
c$fp^itfinalmejite,}ibidas, parduscas, negruzcas y gangreno
sas. En segundo lugar, cuando es intensa la flegmasia que
.coincide con ellas,.hay aceleracion y frecuencia de pulso, calor
•ea Jarf)ieU .escalosfrios vagos é irregulares, en una palabra,
^ovjniieqto .febril bien,.perceptible, pero que no siemprees
.Continuó. Por ,otra parte, se advierten los mismos fenómenos
ígn., J.as aftas,,: pues: estas, cuandp han pasado al estado cróni*-
co , se convierten en úlceras de bastante estension cubiertas
Je una; gruesa costra blanca: en el estado agudo pueden com-
-plicarse. igualmente con una gangrena superficial, y ademas
.vienen precedidas ni acompañadas de fiebre. Esto
109
se aplica igualmente á las aftas que sobrevienen tauchas* ve
ces de un modo inesperado y sin causa conocida, pero se
gun todas las probabilidades, en consecuencia de una irri
tacion del estómago ó de los intestinos delgados, en per
sonas muy sanas por lo demas, y las cuales se presentan ea,
la lengua, en lo interior de los labios y de la boca exacta
mente con el mismo aspecto que las úlceras venéreas inci
pientes , y las cuales por una disposicion particular ó por un
mal metódo se estienden á veces , y se convierten en úlce
ras rebeldes y aun corrosivas. En fin , no es raro en las
épocas en que reinan las afecciones catarrales, ver alternar
ó coexistir úlceras en la boca y en las partes genitales , las
cuales se manifiestan en tales casos epidémicas y contagiosas,
de lo cual se halla un ejemplo notable en las consultacio
nes escogidas de los médicos de Montpeller, y se trasmiten
entonces de los niños á las nodrizas, , sin que pueda sospe.:
charse de ninguil modo la infeccion venérea en los primeros.
Hunter refiere el caso notable de un nifio que se su-
•pom'a haber comunicado la 'sifilis á su nodriza, porque pocos
dias despues dé su nacimiento se cubrió su boca y su cuer
po de úlceras que daban un pus muy espeso, porque la no
driza fue acometida algunas semanas despues de úlceras en
.el pezon con hinchazon de las glándulas axilares, y en fin,
porque el padre habia padecido una gonorrea catorce años
antes. Hunter, reflexionando que los dos esposos vivian en
una ¡reciproca aficion y fidelidad, y habian tenido ya tres
hijos , de los cuales los dos primeros gozaban de una perfec.r
ta salud, y el cuarto habia muerto pocos dias despues de na
cer, de una violenta enteritis con escoriacion casi general de
la piel , decidió , á pesar del dictamen de muchos comprofe
sores , que las úlceras del pezon de la nodriza no eran venér
reas, y eso que á estas se agregaron .otras semejantes en la
base de las, uñas y ocasionaron su caida. Sospechando que el
género de vida de esta muger habia: podido contribuir en gran
parte á sostener su primera enfermedad y á producir oirá
•nueva, la hizo entrar en el hospital, y desde que se la colocó en
una cama abrigada y se la asistió con buenos alimentos, prin-
. cipió á .recuperarse, y bastaron cinco ó seis semanas para res-
tablécerlaj v[¡ •",.kJ.Lij^.,^JÍ •\ ,,!„.,, „- iouob:/¡ •..:,; u i.h .^ c' ,¡ui
no
Todos los dias'sc observan muchos de estos casos*, qu«
causan la desesperacion de algunas familias , y contribuyen
á aumentar de un modo asombroso la mortandad en los es
tablecimientos públicos destinados á recoger los niños espó-
íitos. A pesar de esto debia renunciarse ya aquella bárbar»
preocupacion que hace considerar como infestados de sifilis
á aquellos desgraciados niños, cuya boca ulcerada compro
mete la salud de las mugeres que les dan el pecho. Mas ade
lante demostrare que no es posible admitir la trasmision
congénita de las enfermedades venéreas , y asi debo limitar
me aqui á sentar algunos principios generales que emanan
de la discusion precedente.
1.° Es stimamente tafo encontrar enfermedades vené
reas en kw niños recien "nacidos, y entre todos los ejem
plos de 'ellas que se han citado , no hay tál vez uno solo esen*
tO de toda contestacion, i
Pero como se encuentran á veces vestigios evidentes de
metritis en algunas recien nacidas, segun lo ha observado
Mr. Serih, puede suceder tambien que durante el curso de
la Vida fetal, sobre todo ten los individuos del «esto femeni--
no , sea acometida la membrana mucosa de la vagina de
lina inflamacion simple y complicada con flujo y con úlc'e-
ras : precisamente estas afecciones, sobre las cuales queda
tanto que averiguar aun , no podrian llamarse venéreas, aun
que tuvieran su asiento en las partes genitales.
2.° Es muy comun por el contrario que los recien na.¡
cidos padezcan inflamaciones mas ó menos violentas y ulce
raciones en toda la estensión de las vias alimenticias, prin-
cipalmente en la' estfemidad superior del conducto.
3.° Estas flegmasias vienen muchas veces hasta de la época
de la vida intra-uteriná, pufes las investigaciones de MM. Chaus-
sier , Billard , Veroh , Ollivier &c. han demostrado que el
feto lio está libre de las inflamaciones ;dél tubo digestivo.
4.° Pero lo mas del itiempo se las debe atribuir á la*ac-
fcion de uria leche muy "atitigüd, Circunstancia que se veri
fica principalmente en casi todos los niños espositos; aunque
pueden depender también del destete ó de la denticion. -
- -5.p Jjslfrá tVeéuefitemerite&eÓéJpanadas'de erupciones pus
tulosas y de ulceraciones en toda la superficie de la ptelt. :,•'
111
6.° Abrevian comunmente la duracion de la, vida fetal,
y se oponen al desarrollo de la criatura, la cual nace debil,
flaca y miserable.
7.° Los enfermos acometidos de, est^s flegmasías cxhalan
de la superficie de las partes enfermas una malcria capaz
de irritar las "membranas mu.cosas ó las porciones análogas
de piel de personas sanas, y de producir en, ellas inflamaciones
seguidas de ulceraciones , Á las cuales suceden algunas ve
ces infartos linfáticos, ó sintomas análogos , ya en otras mem
branas mucosas, ya en otras regiones de, la piel. -:
8.° Todos estos fenómenos son precisamente los mismos
que resultaban de ui>í inflamacion vqn$rea. tjl aspecto j£
aun la. propiedad contagiosa de las úlceras bucales de un ni-
ífa reciep aacido no bastan ni autorizan para^ admitir que 509
de naturaleza venérea, auncíue estas dos circunstancias, sor
bre todo la segunda , justifican las precaucion.es que se tor
man para librar las personas sanas de los inconvenientes que
tendrian las relaciones muy intimas con semejante niño ( I ).
. ! . INo ba sidp mas feliz la distincion que se ha tratado de

. ' (i) En el momento en que corrijo la prueba de esta cuartilla, recibo


un folleto, en el cual ha reunido M. Bourgogne todas las antiguadmelai.
daciones en favor de la supuesta trasmisibilidad congénita de las enfer
medades venéreas. Este folleto no ha alterado mi convencimiento, el cuaí
«e funda en un exámen profundo de los hechos; pero me pone en el caso
de añadir algunas reflexiones a lo que acabo de escribir. Las ulceras en la
boca no son las unicas señales que se dan de la existencia de la sífilis en
Un recien nacido : la corrugacion ó la destruccion de la epidermis y de la
piel , las manchas negras y lividas;, los puntos ulcerados en la superficie
¿«1 cuerpo, los ojos empañados y hundidos, el rostio desfigurado por la
demacracion con el aspecto de la vejez son los demas sintomas que se inT
ílican. \Ef claro, exclama Doublet, que estos son los del virus venéreol
que se suponga un estado semejante en un adulto , y a escepcion de aque
llas rutiperos que giran eternamente en un mismo circulo, todos los méT
dicos que han estudiado las enfermedades con cuidado, y han inspeccip.-
vado los cadaveres , no veran en él otra cosa mas que los accidentes de
una inflamacion de las vias digestivas. ¿Y por qué se juzga de diverso mo.r
do con respecto á los niños? Porque no se han hecho hasía ahora bastan
tes inspecciones cadavéricas, porque son poco conocidas aun las enferme
dades de' feto, y porque nadie quiere quedarse corto cuando la sífilis pro
porciona un medio tan cómodo de salir del paso. Sin embargo, Swediaup
habia dicho ya: "debo advertir que los niños estan sujetos á verrugas ú
«tras es£resc.er)Cías en el arlo, en las partes genitales ó en otras regionpf
del cuerpo, las" cuales de ningun modo dependen,, como comúnmente s$
establecer entre las ulceraciones venéreas de la garganta y
de lo interior de la boca , y las que son producidas por la
accion del mercurio, las que complican el escorbuto, ólas
que sobrevienen en la angina.
Segun Bell , las úlceras que suceden á una antigua in^
ilamacion catarral, son limpias, de un color r<Jjo bermejizo,
y estan acompañadas de un grande dolor. Pero estos carác
téres no son mas constantes que aquellos por los cuales se
pretende distinguir una ulceracion venérea de otra que no
lo sea. Dependen tambien del grado de la .flegmasia y del
estado del sugeto.
En cuanto á las úlceras mercuriales y escorbúticas, se
"dice que las primeras son siempre mas numerosas, super
ficiales, no corrosivas y de un color lácteo, y las segundas
tambien poco profundas, pero irregulares, fungosas, corro
sivas, y de un color rojo oscuro ó libido. Se ha recurrido
hasta al olor especifico de las ulceraciones mercuriales ; pero
todos estos caractéres no son mas constantes y fijos que los
precedentes , ni denotan otra cosa mas que la nulidad de la

'piensa, del virus sifilítico, sino mas bien de acido predominante en pri
meras vias." ¡Y en el el ¡a se sabe lo que significa esta acidez de primeras
Vías! Cuando se examinan los hechos citados por los autores , se advierte
que unos se refieren á enfermedades del feto, y otros á afecciones desar
rolladas^! tiempo de la denticion ó del destete, es decir, en épocas siem
pre tumultuosas. Esto es lo que ha dado motivo para decir que la .sífilis
congénita no se manifestaba casi nunca al nacer con signos evidentes, de
suerte que por una parte se ha supuesto que sacrificaba la mayor parte de
los niños antes de nacer, y por otra, que perdonaba un cierto número
hasta una época mas ó menos distante del nacimiento. Se nos presentara
mas de una vez la ocasion de notar que en la historia de la sífilis todo es
maravillas: todo es misterio. ¿ Puede decirse otra cosa al ver que te pre
tende que los hechos, aun los mas contradictorios , se agrupen todos, ven
gan ó no al caso , en un mismo cuadro, y que se refieran los afectos mas
inconexos a una sola y única causa, que se supone arbitrariamente en ac
cion ó en estado de inercia ? Ya es tiempo de desengañarse y de dejar de
persuadir al público que haya enfermedades, que siendo siempre leves pa
ra el que las contrae, cuando no tiene la desgracia tan comun de verse mal
dirigido , sean capaces de acarrear resultados mas fatales para su inocente
posteridad que para él. Es ya tiempo que los médicos estudien las reglas
de la crítica, y las apliquen a sus tecturas y á sus citas, es decir, que du
den de todos los hechos que no se conformen con las leyes conocidas del
organismo, cualquiera que sea el lustre del nombre de aquel que los re
fiera.
113
teoría , que consiste en considerar al cuefpo viro como una
cera blanda y pasiva, sobre la cual hace cada causa morbi
fica una impresion especial, siempre idéntica , sin conside
racion á las diferencias de edad , de sexo y de constitucion,
. mientras que por el contrario las enfermedades son el pro*
ducto de los mil y mas modos diferentes con que la eco
nomia animal puede rehacerse sobre estas mismas [causas,
sin que la diferencia que existe entre ellas influya de otro
modo mas que en razon de la mayor ó menor intension con
que irritan los tejidos.
La propiedad contagiosa de las ulceraciones de la boca
es innegable en muchos casos ; pero no siempre se verifica,
ni con mucho, es decir, que el flujo que suministran estas
úlceras y el vapor que exhalan pueden ser bastante irritan
tes para ocasionar una inflamacion en las partes sanas es-
Euestas á su impresion , sin que haya podido determinarse
asta* ahora cuales son las circunstancias que favorecen ó se
oponen á la produccion de este fenómeno. No me detendré
á refutar la opinion de aquellos que han sostenido que el
contagio podia trasmitirse por medio de la saliva. Solo di
ce que no es la saliva en si misma , sino el moco bucal , al
cu^-.sirve de vehiculo, y cuyas cualidades se han alterado
por una inflamacion siempre desconocida cuando es cróni
ca ó sin úlceras , el que se convierte en tales casos en agen
te propagador de la enfermedad.
, i <
ARTICULO VIII.
•• ' : •'
De las ulceraciones de la margen del ano y de la mucosa
del intestino recto.
t : . . . . . • .
Estas úlceras , poco frecuentes en los dos sexos , pero co
munes en las mugeres públicas , suceden siempre á una in*
flamacion preliminar de la membrana mucosa, y se las ob
serva .principalmente cuando esta se ha hecho crónica.
Las de la márgen del ano se conocen con el nombre de
rhagades , y se presentan en forma de fisuras largas y estre
chas, situadas las mas veces en los intestinos de los pliegues.
Cuando son superficiales y poco dolorosas, cuando sus bor-
Tomo I. 15
MI
des son blandos y lisos, y cuando su superficie exhala un
pus blanco consistente y de buena cualidad, se curan con bas
tante prontitud. Pero cuando ^stau profundas é irritadas,
cuando causan dolores muy vivos durante la defecacion , la
.marcha y la equitacion, cuando están acompañadas de un in
farto limitado ó difundido, en fin, cuando sus bordes están
duros, callosos , vueltos hacia afuera, y cuando suministran
una serosidad icorosa y sanguinolenta, constituyen una en
fermedad tan grave como molesta. Tambien algunas veces ad
quieren en este último caso el carácter corrosivo y destru
yen el esfínter del ano, delo cual resulta la salida involun
taria de las materias fecales. t.
Las ulceraciones de la superficie interna del recto, con
que frecuentemente se complican las flegmasias crónicas de
este órgano, son mas graves que las precedentes porque pue
den existir despues de mucho tiempo, y hacer grandes estra
gos antes que se las perciba. Si se hacen corrosivas, pueden
atravesar la pared esterior del intestino y penetrar de este mo
do en la vejiga y en la vagina. De este accidente siempre
terrible resultan fístulas recto-vaginales y recto-vesicales. Es
tas úlceras se complican las mas veces con coartaciones, bri
das ó tuberculos en el recto, lo que aumenta también su gra
vedad. Ademas las estrecheces que producen cuando tienen
mucha ostension , son mas graves que en las que suceden á
la inflamacion simple, porque es absolutamente irreparable
la perdida de sustancia, en cuya consecuencia se ha formado
una cicatriz estensa e irregular. /,
Estas úlceras suelen ocasionar el infarto de las glándulas
inguinales inferiores de uno ú otro lado, ó de los dos á un
tiempo.
Las hemorroides ulceradas y las dislaceraciones del ano
causadas por la introduccion ó la espulsion . de un cuerpo
muy voluminoso , se parecen mucho á las ulceraciones vené
reas de la estremidad inferior del recto, en términos que al
cabo de un cierto tiempo no es ya posible distinguirlas.
' ' La supuracion que suministran estas últimas es conta
giosa, como lo acreditan muchos hechos bien averiguados,
entre otros uno que ha observado. M. Delpech^ ... ..'-.., i
"..:•* -.í¡• Oí ¡:K:t3 *.:../ ,í..i!, ".. •• V ¡i*lüi.•'> ...•'í ' •', "í ' '••.>
f • * 115 • • •
• • •, • . '• 'I ,y. . • I .

ARTÍCULO IX.
;
De las ulceraciones de la conjuntiva,

La inflamacion venérea de la membrana mucosa del glo


bo del ojo se complica casi siempre con úlceras , cuando es
muy violenta , ó cuando hace mucho tiempo que dura: las
que se forman en el borde libre de los párpados ocasionan
la caida de las pestañas que nacen de él, áno ser que el te»
jido cutáneo no haya sufrido una alteracion profunda, y que
no se hayan destruido sus bulbos ó raices. Las que se
desarrollan en la cara interna de Jos párpados pueden al cu.c
rarse contraer adherencias con otras situadas en frente de
,ellas en el globo del ojo. Las que se forman en la córnea
dejan, despues de curadas, cicatrices que alteran ó destruyen
totalmente la trasparencia de esta membrana.
Cuando estas ulceraciones adquieren un carácter fagedé-
nico, lo que sucede con bastante frecuencia , corroen todo el
grosor de las membranas esternas del ojo: de aqui la pro^
cidencia del iris, la deformidad ó la obliteracion completa de
la pupila, la evacuacion del cristalino, la del humor vitreo
y la pérdida total del ojo.
•' • ':
ARTÍCULO X.
.
' -

De las ulceraciones del conducto auditivo estenio.

Solo un gusto estravagante ó una casualidad pueden ha


cer concebir la posibilidad de desarrollarse ulceraciones ve
nereas en el conducto auditivo esterno. Sin embargo, los au
tores indican algunas que designan con esta denominacion.
Estas úlceras son comunmente simples, aunque algunas ve
ces la inflamacion que las acompaña se propaga á la membra
na del tambor y la destruye, y á la caja del tambor, oca
sionando del mismo modo la caida de los huesecillos, varias es-
foliaciones, flujos habituales por el conducto esterno, y una
sordera mas ó menos completa. - •i•.,', i .
Los herpes, la falta de limpieza y cualquiera otra .causa
116
irritante, pueden producir de un mismo modo en el
ducto auditivo úlceras que en nada se distinguen de las pre
ceden tes. .*
ARTÍCULO XI, N

/•••• . De los bubones. - ..:


Coloco aqui la historia de los bubones , porque se acos
tumbra hacer su descripcion despues de la de las úlceras
venéreas, pues estarian mejor colocados sin duda entre las
enfermedades venéreas secundarias, puesto que casi siempre
son consecutivos á flujos ó á ulceraciones. Sin embargo, co
mo suelen encontrarse tambien algunos que no han sido pre
cedidos de otros sintomas locales, se puede en rigor dejarlo
sin grande inconveniente entre las enfermedades venéreas
primitivas. ,. •, t
Se da el nombre de bubon á todo tumor producido por
la tumefaccion de los ganglios linfáticos, aunque esta deno
minacion deberia reservarse, como lo estaba en su origun,
para designar los que sobrevienen en las ingles.
Lqs bubones pueden desarrollarse en todas las regiones
del cuerpo donde haya glándulas linfáticas á las que vayan á
parar vasos de la misma especie , procedentes de partes que
padezcan flegmasias, ulceraciones ó escrescencias venéreas,
en una palabra, alguno de los fenómenos patológicos con
que se anuncie la irritacion de estas partes desarrollada me
diata ó inmediatamente en consecuencia del coito. Asi es que
se observan en la ingle, debajo de la mandibula inferior, en
el cuello, en la axila, en la sangria y á lo largo del muslo,
pero los mas comunes de todos son los de la region ingui-*
nal, los que el vulgo llama incordios. Sin embargo el asiento
de estos últimos bubones no es siempre el mismo , porque
aunque generalmente se manifiestan por encima ó por debajo
del pliegue de la ingle, se observan tambien en la parte in
ferior del bajo vientre , delante del ligamento de Poupart,
algunas veces cerca del pubis , en el monte de venus , ó tam
bien en el muslo á una distancia considerable, por cuya cir
cunstancia los han distinguido en inguinales, abdominales y
crurales. Pueden desarrollarse en una sola ingle ó en las dos
117
á un mismo tiempo; y algunos prácticos creen haber obseiv
vadoqueen el primer caso son mas frecuentes al lado izquier
do que al derecho. Por lo demas su situacion no corresponde
siempre á la de las ulceraciones cuando suceden á estas úl
timas, pues se observa , aunque con poca frecuencia á la ver
dad , que una úlcera situada en un lado del prepucio ó del
miembro, da lugar á un, bubon del lado opuesto. En fin,
generalmente no se hincha mas que una sola glándula, auni.
que el infarto pueda apoderarse de muchos de estos órganos,
los cuales forman otros tantos tumores distintos unos de o-
tros, á veces en número de cinco á seis, constituyendo en
este caso lo que se llama bubon compuesto ó múltiple. *
La forma del tumor las mas veces es prolongada ú o\al
en la ingle , y redondeada en todas las demas regiones del
cuerpo.
Los bubones ban recibido epitetos diferentes segun Jas
circunstancias que preceden ó acompañan su desarrollo. Si
los sintomas primitivos, en cuya consecuencia se manifiestan,
anuncian un alto grado de irritacion ó de inflamacion, de
suerte que haya una relacion bien perceptible entre esta úl
tima y el infarto' flegmasico de las glándulas, se dice que son
simpáticos. Si sobrevienen cuando la inflamacion primitiva
es leve, cuando está proxima á su fin , cuando las ulceracio
nes son muy poco extensas ó estan ya cicatrizadas, por ejem
plo , despues de dos ó tr^s meses , sobre todo si se ban pre
sentado algunos oíros accidentes secundarios, como pústulas
ó rhagades; en una palabra , cuando hay una grande des
proporcion aparente entre la intension de los sintomas pri
mitivos y el infarto glandular, y no se percibe conexion evi
dente entre este último y las demas afecciones que padece el
enfermo, toman el nombre de sintomáticos. Finalmente, se '
llaman primitivos ó esenciales cuando se manifiestan sin que
haya ningun fenómeno de irritacion primitiva: caso bastan
te raro , pero de cuya realidad no puede dudarse por apo
yarla un gran número de hechos. auténticos.
Todo bubon se anuncia por una sensacion de molestia,
tirantez y de dolor vago en la parte que debe ocupar. Exa
minando esta última se descubre en ella un pequefio tumor
duro y movible, que duele cuando se le comprime y cuando
«e mueve la extremidad correspondiente, si tiene su asiento
en el pliegue de la ingle ó en la axila. Si la enfermedad no
hace progresos ulteriores se dice que el bubon es glanduloso,
pero es bastante frecuente que el tumor aumente de vo
lumen poco á poco, que el tejido celular que le rodea se
infarte y forme cuerpo con él, que la glándula pierda la mo
vilidad que antes conservaba: esto es lo que toma el nombre
.de bubon celular ó Jlegmonoso, caracterizado principalmente
por un tumor mas ó menos doloroso, perceptible al traves
de los tegumentos, los cuales se inflaman y se ponen ru
bicundos. Los movimientos de la parte, y principalmente los
de la estremidad correspondiente, son en tales casos muy di
ficiles, y aun muchas veces no puede el enfermo hacer nin-
guno. i
Los bubones , como todos^os tumores inflamatorios, puer
den terminarse por resolucion, por gangrena, pora supura
cion y por induracion, ó pueden pasar al estado crónico. i
. ..La resolucion es la terminacion mas feliz y mas apeteci
ble , porque no deja ningun vestigio de enfermedad, pues
las partes se restituyen á su estado natural sin presentar la
menor serial esterior de desorganizacion.
. Esta terminacion es la que se observa en la mayor parte
de los bubones inguinales que sobrevienen en el curso de
ks gonorreas , y en casi todos los maxilares ó cervicales que
deben su origen á las inflamaciones' de la membrana mucosa
bucal. La tumefaccion glandular disminuye en este caso
por grados, y con ella el dolor y la molestia que sentia el en
fermo. Si la resolucion se hace de un modo rápido y casi re
pentino, toma el nombre de delitescencia, de la cual pueden
resultar algunos accidentes. Uno de los casos mas notables en
esta especie es el siguiente, que observó M. Lemercier. Un
sugeto contrajo en el glande úlceras, á las cuales siguió diez
dias despues un bubon inguinal. Al cabo de seis dias era el
tumor del volumen de un huevo , rubicundo , doloroso al
tacto, prolongado de fuera á dentro y ancho en su base. Gon
los tópicos emolientes, la quietud, la dieta y las bebidas di-
luentes se calmaron de tal modo los dolores, que á los tres
dias se levantó el .enfermo, y permaneció cerca de cuatro ho
ras ea su cuarto sin brasero. Le acúmetro un escalofrió coa
«9 •
temblor general , y se volvió á la cama. Por' la tarde sintió
mucha incomodidad, fiebre y un gran dolor de cabeza. Al
renovar las cataplasmas se vió que el bubon babia disminui
do mucho. Durante la noche tuvo mucha agitacion , un des
velo continuo y una violenta cefalalgia. Al otr.o dia por la
manana continuaba la cefalalgia , el bubon habla desapareci
do casi enteramente, y las úlceras del glande habian supura
do menos que lo que solian; en la tradedeeste dia, que era
el décimo de la aparicion del tumor, sobrevino un ataque
bien caracterizado de epilepsia. Por espncio de tres dias re-,
pitieron estos ataques cada siete ú ocho horas. Pasado este
tiempo sin mejoría alguna , M. Lemercier aplicó un vejigatorio
ála region inguinal; y desde que estecomenzóá obrar, disminu
yó la intension y la duracion de los ataques; cuando la su-,
puracion estuvo establecida, las glándulas de la ingle sein-,
fartaron de nuevo , se reprodujo el bubon, y los ataques fue
ron siempre en disminucion, hasta que al un cesaron para no
volver á aparecer. . ¡
, v , La gangrena, resultado de una inflamacion muy intensa,
es un accidente muy raro , y que ademas no pone en tanto pe-:
ligro como podria creerse. Es mas ó menos circunscrito segun,
q,ue ataca solamente la piel, ó penetra hasta los tejidos subcu-,
taneos, y no tarda en limitarte; luego caen las escaras , y la
úlcera marcha con rapidez hacia su curacion,
¡ La supuracion se anuncia por la remision de los sínto
mas, por una pulsacion profunda en el bubon, y por el re-.
blandccimiento del tumor. Este se hace mas prominente, y¡
comienza á sentirse en su vértice ó en algun otro punto una
fluctuacion, que al principio es poco perceptible. No pocas
veces esperimenta el enfermo en este caso una fiebre ligera,
acompañada de escalofrios irregulares , la piel se adelgaza
poco á poco en el punto reblandecido , hasta que al fin se ul
cera, y entonces la abertura da salida á un pus homogéneo,
hjan&> y consistente siempre que el tejido celular que rodea
las glándulas es abundante , como en, la ingle ó en la axila, y.
por el contrario, seroso, amarillento y con copos cuando es
te tejido es escaso, como e u el cuello. Esta terminacion pro
mete una curacion bastante pronta cuando se establece de un
modo rápido, completo y uniforme, p,ues entonces se limpia
» 120
el foco por grados , nacen de sus paredes granulaciones ber.*
mcjizas, por medio de las cuales contraen mutuas adherencias,
hasta* que por fin no queda mas que una cicatriz imper
ceptible.
Este es el curso de los bubones que se han llamado in
flamatorios, flemonosos, ó tónicos , y en los cuales se su
ceden los fenómenos con mus ó menos rapidez segun que la
flegmasia es mas ó menos intensa. Pero no siempre se veri
fica esto de un modo tan feliz, pues la inflamacion despues
de haberse manifestado por algun tiempo bajo la forma agu
da , adquiere el carácter crónico, ya en toda la estension, ya,
solo en una parte del tumor. Los fenómenos que ocasiona
en este caso son los mismos que cuando se presenta desde
el principio bajo la forma crónica, y el bubon toma el epi
teto de indolente ó atónico. • ,
El ourso de los bubones indolentes es muy lento. La
glándula, ó las glándulas, porque comunmente en tales casos
se hinchan á un mismo tiempo muchos de estos órganos, per-
manecen mas ó menos tiempo separadas unas de otras, r .
apenas se perciben los progresos del infarto. El tumor des
pues de haber adquirido un cierto volúmen , permanece casi
en el mismo estado, sin tendencia manifiesta á la supuracion
fti á la resolucion, y no causa sino poco ó ningun dolor. La
piel adquiere un color violado , ó no sufre alteracion alguna
en su color. Algunas veces ss forma un* infiltracion serosa
en medio de las partes subyacentes, y todo el tumor adquiere'
un aspecto edematoso.
Puede suceder en este caso que el tumor, despues de
haber permanecido muchos meses en este estado de indolen
cia , se avive repentinamente y supure en toda su estension,
presentando la misma serie de fenómenos que los bubones
agudos. Pero comunmente la supuracion no se establece en
ellos sino de un modo parcial, y los abscesos que se forman
unos despues de otros en diversos puntos, no se presentan
sino á épocas m:is ó menos distantes , lo que hace muy larga
la curacion. Finalmente, si la flegmasia crónica persiste coa
pertinacia, las partes en que se fija pierden todas las condi
ciones de su organizacion primitiva, por el desarrollo de las
producciones accidentales que caracterizan la degeneracion
121
cancerosa. Se deja conocer que existe una multitud de gra
dos intermedios entre el estado de un bubon que sigue fran
camente el curso de la inflamacion aguda, j esta terrible ter
minacion, la cual del mismo modo que los fenómenos que
la .preceden, depende casi siempre de las imprudencias del
enfermo ó del método curativo que se ha empleado.
. . Las mismas causas pueden hacer tambien que un bubon
de aquellos que se han llamado impropiamente inflamatorios,
puesto que con solo la diferencia de grados todos tienen es
te carácter , no supure en toda su estension. En este caso
quedan en él durezas y un foco de irritacion crónica , en me
dio del cual sobrevienen en ,1o sucesivo nuevas inflamacio
nes parciales que se suceden unas á otras con intervalos mas
ó menos prolongados , y por meses y aun años enteros , dan
do orígen á senos y úlceras fistulosas. En otras circunstan
cias llega la inflamacion á destruir el tejido celular en tales
términos, que la piel adelgazada, de color purpurino ó livi
do y casi desorganizada, ha perdido ya las condiciones nece
sarias para que pueda verificarse su adherencia , ó bien se
redobla sobre si misma , de modo que llega á ponerse en con
tacto con el fondo por su superficie seca ó esterna. En otros
casos se cubre la úlcera de vegetaciones fungosas, blandas,
que dan sangre al menor contacto, y las cuales no suminis
tran ningun flujo, ó solo exudan una serosidad rojiza, y sus
bordes, irregularmente cortados, son duros y se revuelven
hácia afuera. A veces se descubren en ellos algunas glándu
las hinchadas, y que han quedado descubiertas por la supu
racion del tejido celular, las cuales no penden ya mas que
de un débil pediculo, y hacen casi el efecto de un cuerpo es-
trafío por su presencia. Finalmente, en ciertos casos, que
apenas se observan sino dentro de los hospitales nial admi
nistrados ó muy llenos de enfermos, se apodera de la úlcera
la gangrena de hospital, y unas veces devora poco á poco las
partes profundas destruyéndolas, por decirlo asi, capa por ca
pa, y otras veces ataca con preferencia la piel, se estiende en
todas direcciones, llega al púbis, sube hasta el ombligo y.
aun mas arriba, desciende por los muslos, sin dejar libre el
escroto, y puede adquirir de este modo dimensiones enor
mes, reproduciendo todos los fenómenos de que he hecho ya
Tomo 1. 16
122
mencion al hablar de las ulceraciones del prepucio. El me
nor esceso en el régimen, 'la mas leve irritacion de las vi'as
gástricas ó del sistema nervioso bastan en tal casó para ace
lerar los progresos de esta úlcera fagedénica, para cubrir su
superficie de escaras gangrenosas, separadas por unas como
costras, sórdidas y descoloridas, y ocasionan la destruccion de
las cicatrices irregulares, que cuando nada turba á la natu
raleza, se organizan comunmente en diversos puntos, al pa
so que la úlcera se estiende. El enfermo cae en el marasmo,
y casi siempre viene á perecer,: ó si se cura , es solo á costa
de enormes cicatrices irregulares y ceri bridas, que le dejan
estropeado para toda su vida. .Jamas se desarrollan nuevos
bubones en las glándulas linfáticas inmediatas á un antiguo
bubon ulcerado; pero es comun , cuando este último persiste
mucho tiempo, el "ver sobrevenir una inflamacion y ulcera
ciones en la garganta, ó afecciones del sistema fibrosó, ^eri
particular' del periostio; • *"J ••'": .:ti:¡:r.'i i
Consistiendo los bubones en la irritacion de una ó mu
chas glándulas linfáticas y del tejido celular que las. rodea,
pueden depender de una causa que obre directamente sobre
estas partes , como una fuerte compresion ó una percusion,
que aunque leve, se repita con frecuencia. Asi es que se ob
servan con frecuencia en la ingle de losginetes, que por lle
var dinero ú otras cosas en los bolsillos, sufren á cada paso
del caballo un choque rudo en esta region. Pero las mas
v«ces dependen de una irritacion en las partes inmediatas.
Frecuentemente se forman bubones inguinales en los hom
bres cuando principian á hacer uso de sondas ó de candelillas,
y- para decirlo en una palabra , siempre que la uretra , el glan
de, el prepucio y las partes genitales esternas de la muger
son e! asiento de una irritacion, la cual tiene la mas decidida
tendencia á estenderse á las partes inmediatas, como lo ha
ce con demasiada frecuencia por la imprudencia del enfermo
ó la mala direccion del método curativo. La causa de los bu
bones puede ser mas remota aun , pues resultan muchas ve
ces de la supresion repentina de'un herpe situado en un punto
cualquiera de alguna de las estremidades. jNo pocas veces sobrevie
nen en consecuencia de una' puntura en un dedo
' ''ó de un pá-
123
nadizo, lo mismo que durante la aplicacion de un plan mer
curial en forma de fricciones. Algunas veces complican las
ulceraciones de las piernas , de los muslos y de los brazos , y
en este caso desaparecen ó disminuyen con el auxilio de la quie
tud, de la posicion horizontal y de la aplicácion de los emo
lientes á las úlceras. Cruikshank ha visto algunos dependientes
de las hemorroides , es decir, de una irritacion permanente!
de la membrana mucosa del recto , lo cual autoriza tal vez
para atribuir á esta misma causa los que se presentan como
uno de los sintomas comunes de la peste , y los que suelea
manifestarse tambien en el tifo. Las glándulas del cuello se
hinchan á veces en la angina y en la odontalgia. Se obser
va igualmente la tumefaccion de las glándulas de la axila en
las mugeres atacadas de cáncer en los pechos , en algunas re
cien paridas cuando no crian , y en las nodrizas cuando des
tetan.
Cualquiera que sea la causa ocasional de los bubones pre
sentán siempre los . mismos caractéres , ó por mejor decir , se
observan constantemente en su curso y en su terminacion in
finitas variedades que dependen de la disposicion del súgeto
y de la mayor ó menor violencia con que han sido irritadas
las partes. Solo las circunstancias conmemorativas hacen co
nocer si deben ó no su origen á una enfermedad contraida
por el coito, y muchas veces es permitido dudar de la etio
logia dé aquellos que se han designado con el nombre de
esenciales , porque pudiendo una afeccion depender de tantas
causas diversas, seria por lo menos una ligereza el achacarla
á una de ellas con preferencia á todas las demás, cuando no
hay mas fundamento que la analogia , algunas circunstan
cias equivocas ó sospechas vagas.
.'tZf. ¡,... .. Vu CAPÍTULO HÍ;.'K,:' MU •-'., .'.,.•i.-•.. .:
•I, \-< I
De las enfermedades venéreas primitiva», caracterizadas pW flegma
sias ó ulceraciones de la piel. : r.!.' rír. .o!. . .• , t
SJiIW ....'•• .
* » "• A. O

Las enfermedades venéreas primitivas son mucho menos


frecuentes en la piel, que en las membranas mucosas, por
estar aquella cubierta de una epidermis que la defiende de
m'
la impresion dela materia irritante. Pero esta barrera es in
útil á veces, pues el liquido que exudan las superficies in
flamadas ó ulceradas penetra la cuticula , y estiende su ac
cion hasta el tejido muy irritable cubierto por ella. Sin em
bargo , es probable que en general no se verifica este efecto
sino en los puntos en que una flegmasia ligera , y circunscrita
haya exaltado ya de antemano la actividad vital del dérmis,
y ocasionado , ya un pequeño tumor flegmonoso ,ya una erup
cion papulosa, flictenosa ó pustulosa. Apoya al parecer esta idea
el no encontrarse apenas las afecciones de que se trata sino
entre las clases indigentes de la sociedad abandonadas á la in
mundicia. En ciertas circunstancias la materia irritante se
pone en contacto con una porcion de piel privada acciden
talmente de su epidermis, como sucede, por ejemplo, á los
que asisten á una parturienta infestada, ó á los que curan úl
ceras venéreas. Se pretende tambien que pueden manifestarse
en consecuencia de una sangria hecha con lanceta que haya
servido. para abrir un bubon. Los resultados no son idénti
cos en los dos casos, pues en el primero se forman unas ve
ces simples pústulas , y otras ulceraciones , y en el segundo
siempre es una ulceracion la que se establece. '. '»
Se observan comunmente estas pústulas y estas ulceracio
nes primitivas en el prepucio, en el miembro, en la parte an
terior del escroto, en los grandes labios, en el perineo, y en
la region inferior del vientre inmediatamente sobre el púbis.
Pueden tambien desarrollarse al rededor de la nariz y en la
concha de la oreja. Tambien se observan en el ombligo, so
bre todo cuando esta cicatriz está hundida , pero con mucha
mas frecuencia en las mugeres que en los hombres, á causa
de las precauciones que toman frecuentemente para evitar la
fecundacion. Las que se desarrollan accidentalmente en con
secuencia de una escoriacion, tienen casi siempre su asiento
en los dedos ó en la mano.
./. Pasados seis dias, ocho, quince, ó mas despues del coi
to , se desarrollan en las partes que acabo de indicar pústu
las aísladas en general poco numerosas, anchas, redondeadas
húmedas, complanadas , ó ligeramente tuberculosas, de un
color de rosa mas ó menos subido , y cuya superficie sumi
nistra un fluido •mucoso bastante abundante. Si estas pústu
las llegan á escoriarse, ó si la inflamacion que las ha oca
sionado aumenta de intension, se convierten en úlceras. No
es raro verla tambien en las membranas mucosas , en las cua
les solo se necesita para percibirlas un exámen mas detenido,
porque su color rojizo apenas se marca sobre el fondo ropo
de la membrana. r.. i.r * • i,.. <
Pero las ulceraciones venéreas de la piel no son siem
pre consecuencia de pústulas semejantes á las que vienen di
chas, pues á veces precede á ellas una erupcion papulosa, ó
una ligera conmocion que se prolonga per muchos dias , ó en
fin , una leve alteracion en el color y en la sensibilidad de la
piel , la cual parece rubicunda ó irritada por uno ó dos dias,
despues de los cuales se manifiesta repentinamente la úlcera.
;-, *Una vez establecidas estas ulceraciones, presehtan absolu
tamente las mismas variedades que las de las membranas mu
cosas, pues unas veces son estacionarias , otras ambulantes y
serpiginosas, algunas veces esfoliativas ó gangrenosas, en ti
nos casos superficiales y de un aspecto pálido ó bermejizo,
en. otros fagedénicas y destruyen el dermis* con el tejido ce
lular, y aun disecan enteramente los músculos ó atacan los
cartilagos y los huesos, como sucede principalmente con bas
tante frecuencia con los de la nariz y de la concha de la ore
ja. Unas son indolentes, y .otras¡ muy dolorosas *, pero en ge
neral la piel que las rodea presenta hasta cierta distancia un'
color rojo y como erisipelatoso. La mayor parte de ellas dan
•un pus viscoso , verde y fétido; algunas sin embargo le dan
de buena calidad. Todas estas variedades dependen del gra
do de la inflamacion local , de la constitucion , de la salud ge
neral ydel régimen asi higiénico. como terapéutico detenfer-'
ino. Ademas el aspecto de una úlcera limitada al tejido celu
lar debe diferenciarse esencialmente, como lo advierte 'sabia
mente Bell, del de una úlcera que afecta las vaynas de los
músculos y los huesos, y asi es dificil, si no imposible , pre
sentar .un cuadro exacto de las variedades que resultan úni
camente de la situacion de estas ulceraciones. ° •.'•:¡.i*>
En vista de esto, ¿que juicio debe formarse delos carac
teres , por medio de los cuales quieren la mayor parte de au
tores que se pueda distinguir una ulceracion venérea de la
piel, de todas las ciemas , tales como la profundidad , el cor
126
te de los bordes á bisel, 'sobre todo cuando se halla en las
piernas, el fondo desigual, tuberculoso, y siempre lleno de un
pus verdoso P Estos caractéres no tienen nada de constantes,
j existen lo mismo en las úlceras no venéreas que en las que
lo son. Las ulceraciones venéreas de la cara esterna del pre
pucio en particular, son casi con tanta frecuencia elevadas
sobre el nivel de la piel, como deprimidas por debajo de él,
tanto que por esto Mr. Carmichael , ha hecho de ellas un gé
nero distinto. :• ••••,:t r:.••:i ;•¡ '.'• i. • ..: •' ••- i K • • . t
,,./ Se ha designado con el nombre de herpe prepucial (Jier—
pes preputiatis) una enfermedad muy comun , que por. «a
asiento y su curso se parece perfectamente á las ulceraciones
venéreas del prepucio ; pero á la cual rehusan sin embarga
varios' escritores este último epiteto, aunque' muchas veces «e
manifiesta algunos dias despues que el paciente se hubo en
tregado á una muger sospechosa. Esta enfermedad, que han.
descrito M. IVoysion, M. Bateman y Santa Maria, principia'
por una comezon con calor, seguida inmediatamente de man
chas rubicundas, spbre las'cualesse elevan pequeñas vejigui-'
lias , que por su trasparencia parecen tan rubicundas como
el fondo que cubien. Al cabo de veinte y cuatro horas se
aumentan estas vejiguillas, se ponen opacas, adquieren un
color lacticinoso, no tardan en confundirse unas. con otras y
en adquirir asi el aspecto pustuloso. Si el exantema ocupa la
cara interna del prepucio de modo qué las vejiguillas perma
nezcan habitualmente cubiertas y humedecidas , se abren estas
hácia el cuarto ó quinto dia, y cada mancha primitiva se ha
lla reemplazada por una pequeña úlcera con base blanca y
cou bordes un poco elevados , de la cual resuda un poco de
serosidad turbia ó rojiza. Estas ulceraciones abandonadas á si
mismas, no tardan en cicatrizarse y la costra que se forma en
su superficie, cae al cabo de unos quince dias. Si por el con-.
trario se han presen laclo las manchas en la cara esterna del:
prepucio, rara vez sobrevienen ulceraciones, sino que el li-.
quido contenido. en jas vejiguillas comienza á desecarse há
cia el dia sesto, resultando de esto una costra dura y termina
da en punta , que cuando cae descubre la parte perfectamen
te Ctirad0>••f:y nob¡ii: >• •: r.íiif i'••rj¡ii;i*V -
¿co-
127
mo podrá distinguirse de las verdaderas pústulas y ulcera
ciones venéreas del prepucio, sobre todo cuando se observa'
en tin hombre de conducta poco regular , y tanTo mas cuan
to qué propende á recaidas frecuentes, y que cuando se
aplican irritantes á la parte flogosadal la accion de estasi'stfá*'
tandas produce al instante una dureza; 'circunscrita en la»'
partes adyacentes? .:.:IO3, "i ;. .: : •i'.wí
( Concluyamos pues acerca de esto, como ya lo hemos he
cho al.'habiar de las membranas mucosas , que no existe en.
la forma el aspecto y él color de las ulceraciones cutáneas 'hín.^
gtí ni carácter que nos autorice para creerlas dependientes;
del coito mas bien que de otra causa; ó en otros terminos,'
que todas las causas irritantes, sean las que quieran , cuando
obran sobre la piel ó sobre las membranas mucosas, ocasionan
en ellas fenómenos patológicos absolutamente 'semejantes.
siempre que son idénticas las circunstancias inherentes al'
enfermo mismo. ' ' '•''
CAPÍTULO IV.
. • . . ; '.•,• ¡ i.. \f.
^Be'las enfermedades venéreas' primitivas caracterizadas por
-.-?•'.', v .f escresc$neÍ3¡Bú' vegetaciones.'.' ti '•'•..•>(!
, •~ .•. i, . (i • i,- :',,;•• • • ¡. i • ', i' '• '.

La aplicacion de las partes genitales inflamadas ó ulcera


das á la píelo al origen de una membrana mucosa , ocasiona
con mucha frecuencia en la superficie de estos últimos órga
nos el desarrollo de producciones que 'se elevan más ó me
nos sobre su superficie. Estas producciones accidentales han
recibido el nombre de vegetaciones cuando consisten en el
desarrollo escesivo de algun pliegue de las membranas •, y
ef de escrescencias cuando su • consistencia es mayor que la de
los tegumentos de que nacen, y de los cuales penden por una
especie de pediculo ; pero como varian casi al infinito con re
lacion á su forma, á su consistencia y á sus demas cualida
des esteriores , se les han dado tambien otras muchas deno
minaciones , tomadas casi ¿odas de la semejanza mas ó menos
notable que se ha creido hallar entre ellas y diversos obje
tes. Asves que se han llamado:
Puerros , los que representan tubérculos prolongados,
filiforiñes , redondeados , duros y renitentes.
128
. , Berrugas ., las que tienen la forma de pequeños tubér
culos duros con pediculo ó base ancha , redondeados , cortos
aplanados., y cuya superficie es escabrosa y dura al tacto.
Coliflores, aquellas cuya base delgada se divide en mu
chas ramas, cada una de las cuales termina en tumores duros
y granugientos , situados casi á un mismo nivel, y cuya su
perficie suele presentarse bañada de un licor verdoso.
Higos ó mariscos, los que tienen la forma de un higo
abierto ó entero, cuyos bordes se presentan" muchas veces
corroidos ó frangeados , sobre todo cuando su vértice mira
á la piel , y las cuales suelen ser tambien cónicas y semejan
tes á pirámides tendidas sobrela piel.
Crestas de gallo , aquellas sobre cuya base estrecha y
oblonga se eleva una espansion lisa, purpurina, cuyo borde
cortante presenta una especie de apéndices separados unos de
otros por escotaduras mas ó menos profundas. Las crestas
que se forman en el prepucio estan tendidas , y tienen una de
sus caras ligeramente cóncava para acomodarse á la conve
xidad del glande.
En todas las demas partes son derechas y erguidas como
la cresta que adorna la cabeza de los gallos . ó blandas y pén
dulas como los apéndices carnosos que guarnecen la parte
interior del pico de estas aves.
Condilomas, la$ que siendo blandas , lacias y esponjosas,
6 muy duras y como callosas, presentan al estremo de un pe
diculo estrecho una cabeza lisa , redondeada y voluminosa,
que han comparado á los condilos articulares de los huesos.
Grosellas ó acacias , cerezas ó guindas , segun su volu
men y su color rubicundo ó moreno, las que son'redondea-
das , perfectamente lisas, y pendientes de un pediculo del
gado. :?..'•
Moras ó frambuesas, tambien segun su color'rojizo ó vio
lado, aquellas que bajo un cierto volumen , consisten en una
aglomeracion de granitos separados por ranuras profundas.
Fresas , las que se parecen á Jas precedentes , pero cuya
superficie rojiza presenta surcos menos .profundos.
Estas diversas escrescencias sobrevienen á veces pocos dias
despues del coito , sirt haber precedido á ellas ningun otro
sintoma; pero las mas veces. se manifiestan pasado mas ó menos
129
tiempo despues de un flujo 6 de una úlcera venerea. Asi cuan*
do acompañan á la gonorrea comunmente se presentan há
cia el fin de la enfcrmed, cuando casi ha cesado el flujo. Del
mismo modo en el caso de ulceraciones vegetan general
mente en la. superficie ó en los bordes de una cicatriz re
ciente , sobre todo cuando por debajo de esta permanece una
dureza, como indicio de que persiste un foco de irritacion.
Tambien se observan con bastante frecuencia en la superfi
cie de las pústulas y de las ulceraciones ; tomando en este últi
mo caso el nombre de fungosidades. Asi es como ciertas úlce
ras venéreas del miembro , cubiertas de excrescencias blandu
jas y como poliposas, ocultan frecuentemente toda la superfi
cie del glande, desfigurándole de un modo estraordinario. Las
uretritis crónicas muy antiguas se complican á veces con fun
gosidades semejantes en la porcion prostética del conducto.
Del mismo modo ciertas pústulas, que se llaman por esta ra
zon vegetativas, tienen su superficie viva , hendida, rojiza y
cubierta de granulaciones ó de especies de digitaciones fun
gosas. ,. .uiu *.t;i '.':i l.i.: t.f CM c*>.i .i:; 9 .i[ , ncri•.tíi9 ..i
Las excrescencias venéreas se desarrollan : en el hombre en el
prepucio, eri el glande, principalmente alrededor de su corona
y á los lados del frenillo, yá veces tambien sobre el cuerpo
mismo del miembro viril; en la muger en el borde de los gran
des labios, en elclitoris y su repliegue prepucial, en toda la
ostension d« la vulva y en el pezon; y en los dos sexos alre
dedor del orificio inferior del recto, en el perineo, en la ure
tra, en la lengua, en el paladar, en la superficie interna de
los carrillos, en los pilares del. velo palatino , en el borde de
los párpados, en la superficie del ojo, en el conducto auditivo
esterno, «n las ventanas de la nariz, en las fosas nasales, en
la cavidad del ombligo , en la region superior e interna de
los muslos cerca del pliege dé la ingle, y hasta en la axila.
Pero las regiones del cuerpo, en Jas cuales se encuentran con
mas frecuencia , son los bordes de los gratules labios, el
glande, la márgen. del ano y el perineo. . • .
Se desarrollan igualmente en la piel y en la superficie de
las membranas mucosas, aunque con mucha mas frecuencia
en .estas últimas, y en las porciones de 'su estension, en que
estan mas espuestas á sufrir un cierto grado de frotacion y
Tomo I. 17
130
de irritacion. Unas solo «e adhieren a la epidermis, al paso
t|uc otras penden del dérmis mismo, pero sin penetrar nuti
ra á mayor profundidad. Unas veces se presentan aisladas, y
otras reunidas muchas juntas, y Varian mucho por el volu
men. Algunas veces adquieren dimensiones y puso enormes,
ó se comprimen unas contra otras en términos de formar
grandes masas. Se han visto algunas que cubrian todas las
partes genitales esternas dela muger desde la horquilla hasta
encima del monte de venus , la region del ano , la lengua en
tera, y toda la superficie del paladar. Se infiere fácilmente
que en los casos en que adquieren una esterision tan con
siderable , hacen el coito impracticable , dificultan la salida de
las materias fecales, se oponen al parto, y son tambien un
obstáculo para la masticacion ó la deglucion. . . • . . . ;¡
•i•' En general á la aparicion de las excrescencias venéreas
precede un leve prurito en la superficie de las partes donde
yan á desarrollarse. La comezon se aumenta por grados, y
se hace á veces intolerable; pero cesa desde que se termina
la erupcion , y entonces no queda mas que una ligera sen
sacion de tension en la piel. Sin embargo no siempre existe
este prurito, ó ! por mejor decir, no siempre es tan fuerte
que le perciba el enfermo. El tejido inmediato conserva casi
siempre su color natural; ó adquiere cuando mas un ligero
color rosáceo, porque' si á veces se observan escrescencias,
á cuyo desarrollo precede una ligera infla marion, es bien.
cierto que no sucede nunca sino á una débil irritacion, y
que' toda la inflamacion un poco viva parece que disipa en
teramente la disposicion de las partes. á producirlas. . .. >
' Las escrescencias duras 'y firmes .son comunmente secas;
pero las blandas exhalan en general un liquido blanquecino,
rojizo, amarillento ó verdoso, y de un olor, á veces insopor
table. Estas producciones accidentales apenas causan dolores
sino cuando son muy voluminosas, ó cuando se bailan com
primidas, apretadas 4 estiradas por algun cuerpo duro, co
mo sucede muchas veces á las del ano; pero cuando llegan
'á escoriarse se hacen dolorosas, dan sangre con facilidad, y
«e cubren de ulceraciones, ya profundas, ya superficiales, ó
degeneran en una dilatada úlcera snniosa y iageclénica, la cual
puede tambien ocasionar senos. En electo, Bell dice que La
**» .
visto Un» fistula del ano producida por esta causa. La irri
tacion que sufren se trasmite á veces á las glándulas linfáti
cas inmediatas, sin que este fenómeno sea mas peculiar de
la muger que del hombre, como parece que lo creia Bell. A
veces tambien se hinchan de un modo asombroso , y causan
punzadas penetrantes , y esto agregado á su apariencia sórdi
da puede hacer creer que hay degeneracion cancerosa. Aban
donadas á si mismas, unas veces persisten , lo cual sucede
muchas veces con los puerros y las verrugas, otras veces
caen ó se consumen espontáneamente, pero con mucha fre
cuencia vuelven á presentarse muy pronto en el sitio mismo,
ó se reproducen á los alredores , porque el tejido que los
produce conserva la disposicion que tenia antes. • ,
En otro tiempo se atribuian todas las estrecheces de la
uretra á escresceneias. formadas, ten su interior, y, á las cua
les se daba el nombre de carnosidades ó. da o.arúnenlas. Est*
doctrina se mantuvo mucho tiempo entre los cirujanos, pe
ro la anatomia demostró al un que era falsa. Si u embargo,
no ha habido raao.ii para considerar, segun despues se ha
hecho, las vegetaciones uretrales como entes quiméricos. Se
las encuentra algunas veces, aunque muy pocas á la verdad,
y no afectan ninguna region del condueto mas particular
mente que otra , aunque Bell haya supuesto que jamas se
formaban á mas de media pulgada de la: estremidad del
glande. En efecto, Mi Labstein ha encontrado algunas de
tras del veru montanum. Estas escrescencias presentan tam
bien las mismas variedades que las que nacen en otras par
tes; y si tienen mas importancia que estas últimas, es por
que necesariamente deben dificultar mas ó menos el curso
de la orina. A poco desarrollo que adquieran , es facil con
fundirlas con una prolongacion de la membrana mucosa ure
tral redoblada sobre si misma; error del cual ha referido un
ejemplo Siebol. .¡"i •,'.., ••:•••• • i, ,/
- . Pueden nacer vegetaciones «n. la piel ó en las membrnas
mucosas en consecuencia de toda irritacion leve , pero prolon
gada. Asi es que se las observa á veces producidas en las partes
genitales por simples escoriaciones en personas que jamas
han tenido ni flujos ni úlceras venéreas. La falta: de limpieza
es una de las principales causas, y por esto son tan frecueu
t"33
tes entre las 'clases indigentes del pueblo. Muchas veces 'tároV-
bien se desarrollan en el curso del embarazo , en consecuen
cia de marchas violentas, despues del abuso del coito, despues
del de la masturbacion efectuada con un cuerpo duro. Al
gunos observadores superficiales han considerado á veces co-
TDO escrescencfas de esta clase , ya restos del himen , ya plie
gues ó arrugas de la vagina , ya tambien tumores formados
por la procidencia de este conducto, como lo refiere M. Cui-
ílerier.1 'f •
-"^Acostumbran considerar como sintomas venéreos tó^.
das estas escrescencias , sobre todo las que llaman puerros,
por suceder frecuentemente que se desarrollan en consecuen
cia de ulceraciones venereas, ó que se manifiestan durante
el curso de la gonorrea. Se ha dicho tambien que eran con
tagiosas, porque á veces sobrevienen á una muger despues
del coito con un hombre que las padecia desde algun tiempo
antes, aun cuando hubieran cedido á la cauterizacion en
este último , sin reproducirse despues jamas. Pero esta opi
nion no ha sido admitida por todos los autores. Bell, entre
otros no titubea en declarar que comunmente , á lo menos
noventa y nueve veces de ciento , los puerros no son mas
que una enfermedad absolutamente local , para cuya curación
no se puede contar mas que con los tópicos. Esta era tam
bien :la opinion de Hnnter, adoptada despues por muchos
médicos. Sin embargo, con la ¡autoridad de Bell se ha hecho
•una eatfepcion en favor de las vegetaciones fungosas ó vas
culares , que se han declarado , y se consideran aun en el
dia como venéreas, aunque su modo de desarrollarse se pa
rece perfectamente al de los puerros ó de las berrugas , y
aunque la diferencia que existe entre ellas y estas últimas
depende únicamente de circustancias individuales. Es verdad
que casi no puede dudarse que el fluido exhalado por las
vegetaciones blandas goza de cualidades irritantes bastante
graduadas para poder ocashmar una inflamacion en las par
tes sanas con que se ponga en contacto; pero aqui, como
respecto de todos los demas sintomas venéreos sin escepcion,
no existe ningun carácter por el cual se pueda reconocer que
•la "Vegetacion es realmente venérea, y aun la confesion mis
ma del enfermo e& insuficiente cuando ha trascurrido un
Í33
largo espacio de tiempo despues del coito sospechoso , pues
otras muchas causas pueden haber contribuido, sin saberlo
el, ó sin haber fijado la atencion en ello, á desarrollar las
producciones anómalas que se notan en él.

- SECCIÓN II.
DE LAS ENFERMEDADES VENÉREAS SECUNDARIAS.

Mientras que los efectos , mediatos ó inmediatos , de un


comercio impuro se limitan á la parte en que se desarrollan,
y principalmente á los órganos de la generacion, se designa á
cada uno de ellos con un nombre particular. No sucede lo
inismo en tos casos en que se desarrollan fenómenos patoló
gicos mas ó menos numerosos en partes distantes de aque
llas en que tienen su asiento las enfermedades yenéreas pri
mitivas, como sucede en algunos sugetos. Los nosologistas
admiten en estos casos la idea de que estos accidentes estan
unidos , no solamente con las afecciones primitivas, sino tam
bien entre si por una intima relacion de causalidad, y qué
constituyen una especie de enfermedad distinta de todas las
demas. En consecuencia los comprenden todos, sean los que
quieran; bajo la denominacion colectiva de sífilis (1) ó de bu
bas. A este nombre suelen sustituir el de enfermedad ve
nerea , y con mas frecuencia el de enfermedad venérea con
firmada ó constitucional, porque suponen /contra la opinion
de Hunter, á quien se debe la introduccion de esta última
palabra en nosologia , que su causa está difundida y dise
minada en fados los puntos de la economia. Añaden ademas
: • !./...,k. • .......' ••.:..':

(i) Fracastor es el primero que ha empleado la palabra sífilis ; pero


como no ha dado su etimología, cada uno la ha esplicado a su modo.
Fallopio , cuya opinion adopta Saubages , Ja deriva de auv , con, y
de qiKia. , ami¡tad , por ser esta enfermedad el resultado de ana re
lacion íntima, Keverwyck la deriva de auf , cerdo , y de <p/;.ia , amis
tad, de suerte que significa segun él, amor impuro ó vergonzoso. Bos.
quillon le da por raiz <n$K*í , que quiere decir deforme , porqre las en
fermedades vene'reas cuando se desarrollan en la cara hacen quu se mire al
enfermo con asco. En esta ultima hipotesis debería escribirse sífilis. Pero
es evidente que .debe conservarse la ortografía de Fracastor, que supone
que esta enfermedad tomó el nombre del Pastor Siphilus , á quien la dio
Í34
unas veces con Peyrilhe, que es tau y difícil' determinar lo
que debe entenderse por bubas, supuesto que en un mismo
caso hay práctico que asegura que existe, y otro que no
existe; otras veces, con Astruc, que es de tanta estension,
y comprende un número tan grande de sintomas diversos,
que parece menos un mal único, que una reunion de todas
las enfermedades; que es.casi imposible dar una definicion fi
losófica; y que en lugar de esforzarse inútilmente á. definir
la, es míjor hacer una descripcion exacta y una enumera
cion de sus principales sintomas, para dar á conocer su na
turaleza, su genio y su carácter , con el órden y la conexion
delos efectos que produce. (1) ' i.
,.• Si deseamos no separarnos de los datos suministrados
j>or la esperiencia , ni de las reglas que da la lógica , conven
dria llamar enfermedades venereas secundarias , y por con
siguiente bubas ó sifilis á todos los accidentes morbosos que
se manifiestan dtjspues de las irritaciones venéreas primitivas,
con tal que existan entre estas y aquellas las relaciones de
una causalidad evidente, cualquiera que sea por lo demas
la region del cuerpo en que se manifiesten; y la época en que
se declaren. Pero no es esta la conducta que se ha observado.
En general no se da el nombre de secundarios mas que á
los sintomas que se desarrollan al: cabo de uu cierto tiempo,
de muchas semanas , de algunos meses, y aun de un número
mayor ó menor de años , como diez, veinte, treinta, cuaren
ta y mas. Los que sobrevienen sin mas intermedio que el de

el Dips del Sol en castigo de que había destruido sus altares p.ira levantar
otros al Rey Alcithoiis. Esta alegoría , imitada de Hornero, alude sin du
da a la o.pinion , dominante en aquel tiempo, segun la cual la epidemia del
siglo quince dependía de la influencia de la constitucion atmosférica.
• Primus Regí qui sanguine futo _
Instituí! divina, sacrasque in montibus araf,
Syphilas , ostendit turfes per corput achoret.. • • '
Insomnes primas noctes, combultaque membrat .
Sensit ,etá primo Iraxit cognomina morbut,
Syphilidemque ab eo labem dixere coloni.

' (t) Struthi us ha espresado este pensamiento del modo siguiente (Quvm
enim hic morbut non sit unas timplex tea eo pluribus simflicibat unitm
ilíi genut subalternar» dari non potest , neo definitio una , ted descriptio
fotiut.
algunos dias no recibetí este ep/tetd', ó si se les da algunas
veces, es cuando se manifiestan en un órgano muy distante
de la parte primitivamente afectada. En todos los demas ca
sos se les da el nombre de simpáticos , ó bien se los consi
dera como complicaciones, y se agrega su historia á la de
los accidentes primitivos, sin reflexionar que, procediendo de
este modo , se separan hasta cierto punto de estas últimas afec
ciones que evidentemente corresponden á ellos de un modo
inmediato, al paso que se les agregan otras enfermedades
que sobrevienen despues de semanas, meses ó años, ó que no
se declaran sino en los hijos de los que las han padecido.

CAPITULO PRIMERO.
Be las enfermedades venéreas secundarias en particular.

El deseo de no apartarme demasiado del método adopta


do por mis predecesores , me ha impedido seguir el que de
bia sugerirme la definicion rigurosa que acabo de dar. Ha
biendo descrito ya por esta razon , sobre todo al hablar de las
flegmasías de la membrana mucosa génito-urinaria , un nú
mero bastante grande de afecciones venéreas secundarias, me
considero dispensado de volver á hablar de ellas en los arti
culos siguientes. -"'
Por las descripciones de MM. Lagneau y Capnron me
propongo formar el cuadro de los sintomas atribuidos á la
sifilis. El órden conque se suceden es casi el siguiente, se
gun M. Lagneau: las úlceras ó los puerros en las partes ge
nitales son generalmente los primeros que se manifiestan;
despues aparecen los bubones, la inflamación y las úlceras de
las fauces, las cscrescencias eu las partes genitales y en el
ano, las pústulas en la superficie del cuerpo, los dolores , la
tumefaccion, la caries y la necrose de los huesos, la cefalea,
la hemicrania, la alopecia , las oftalmias rebeldes, la dema
cracion , el marasmo, y otros sintomas irregulares, á los cuales
pone fin por ultimo la muerte despues de un espacio de tiem
po mas ó menos considerable.
M. Capuron forma un cuadro mucho mas. estenso y masi
espantoso' aun de las afecciones que produce la sifilis : á sa-
136
ber, catarros agudos ó crónicos de la uretra, de la vagina,
de los ojos, de- la nariz, de los oidos, del ano; tumores de
diferente naturaleza; abscesos ,fistulas, vegetaciones ó escres-
cencias en las partes genitales; los párpados inflamados, en
grosados, rubicundos, ulcerados , cancerosos , los ojos inun
dados siempre del humor de las lágrimas, y mas ó menos
alterados en su estructura y en su funcion ; la ¡córnea tras
parente oscurecida, alterada; la condensacion del humor vi
treo, la concrecion y la opacidad del cristalino , la fistula la-
f .x's grimal , la disminucion ó la pérdida de la vista ; la inflama-
/•-" , «• «ion y la ulceracion del órgano interno del oido , coa dola-
f•/ . res mas ó menos agudos ; la caries de los huesecillos conte-
f * ^\.> nidos en la caja del tambor; flujos de pus, de sanies, de se-
A .f.z _ .Tosidad ó de sangre por el conducto auditivo esterno, acom*
' j; ' ,,* panados de una fetidez insufrible, un zumbido continuo cou
^disminucion ó pérdida del oido; la inflamacion dela mem
brana mucosa que entapiza lo interior de la boca y de las
foses nasales ; la ulceracion de la bóveda del paladar , de la
lengua, de las encias, de la campanilla, de las amigdalas, de
la faringe, de la laringe, la fungosidad y el cáncer de la na
riz ; la caries de los huesos del paladar , de los cartilagos de
la laringe, de los huesos propios de la nariz , del vómer ; la
deformidad de la cara; la alteracion ó la pérdida de la voz; la
corrosion de las encias, la caries, la vacilacion y la caida de
los dientes, la fetidez del aliento ; la piel cubierta de manchas,
cuya forma, color y esteosion varian al infinito; erupciones
numerosas, secas ó húmedas con prurito ó sin él; hendi
duras ó grietas ; vegetaciones ó. escrescencias de toda especie»
el desprendimiento ó la caida de la epidermis, tubérculos,
pústulas en diferentes sitios del cuerpo, la caida del pelo, de
los cabellos y aun de las uñas, úlceras del mas mal carácter,
tumores mas ó menos, duros; dolores insufribles en casi to
do el cuerpo, y principalmente en las estremidades , los cua
les suelen simular el reuma ó Ja gota, la caries, el reblan
decimiento o la mortificacion de los huesos , la tumefaccion
dolorosa ó indolente de las glándulas linfáticas; dolores vio
lentos de cabeza; temblor ó convulsion de los miembros; la
paralisis, el insomnio, latos, la dificultad de respirar, la tisis
tuberculosa, ó la ulceracion de los pulmones, el sincope ola
137
palpitacion dé corazón; la afeccion hipocondriaca, melancó
lica ó histérica ; el infarto ú ostruccion de las visceras ab
dominales; la hidropesia, las hemorragias, la debilidad , la lan
guidez j el abatimiento de las fuerzas ; la fiebre lenta, la diar
rea , ó los sudores colicuativos ; la demacracion , el marasmo
y la muerte, .
Si se trata de establecer un poco de órden en esta lar
ga y asombrosa enumeraciorffte sintomas incoherentes, se re
conoce que pueden referirse á afecciones de los sistemas lin
fatico, mucoso, cutáneo, fibroso, huesoso, seroso y nervioso.

ARTÍCULO PRIMERO.

De las enfermedades venéreas secundarias que tie nen su asiento en


el sistema linfático.

Las enfermedades venéreas secundarias cuyo asiento se


establece en el sistema linfático , son las mas evidentes de
todas , y en las que es menos posible en ciertos casas poner en
duda su relacion de causalidad con los accidentes primitivos.
• A estos se refieren no solamente los bubones con que se
complican tan frecuentemente las flegmasias simples , y sobre
todo las ulceraciones de las membranas mucosas, sino tambien
los que se han llamado sintomáticos , porque sobrevienen mas ó
menos tiempo despues de la desaparicion de los sintomas pri
mitivos, ó faltando todos los accidentes esteriores. En muchos
casos dependen, sin duda estos últimos únicamente de una
causa citerior que ha dirigido su accion de un modo direc
to á las glándulas linfáticas; pero tambien suelen depender
deque hallándoselas glándulas mas ó menos estimuladas
siempre que .las partes de donde nacen sus vasos aerenles
han estado ó estan aun inflamadas, ulceradas , ó solamente
irritadas , subsiste esta disposicion masó menos tiempo desr.
pues de curada la afeccion esterior, ó despues de .extinguida
la irritación de las superficies mucosas, y puede pasar al gra
do morboso desde que una influencia cualquiera llega á des
arrollarla mas ya exasperarla: Asi,es como se esplica la for
macion de los bubones secundarios en consecuencia de un
Tomo I. 18
138
ejercicio violento^ ó solamente tambien de la eso/itacion vene
rea, cuando se presentan en la inmediación del antiguo sitio.
de la enfermedad. Si se presentan en otras partes, lo cual es
muy raro,, se concibe fácilmente que dependen de la relación
que existe entre las diversas partes del sistema linfático , lo
mismo que entre las de todos los demas aparatos orgánicos,
y la cual hace que toda irritacion desarrollada en un punto
sea capaz de producir otra en otro punto mas ó menos dis
tante. . • •! 'tí . .¡ i.: ":••' . , •/•;•¡• .. L' •'•:.. . ^-...:iO>
Estos bubones secundarios, los "cuales no son muy co
munes, no se diferencian en nada de los primitivos; solo si que
tienen mas tendencia á formarse de un modo crónico.

De las. enfermedades, venéreas secundarias que tienen su asiento


en el sistema mucoso.

Todas las membranas mucosas pueden irritarse , infla-*


marse, ulcerarse, ó cubrirse de vegetaciones durante el cur-
so ó en consecuencia de una enfermedad venérea primitiva.
ISo diferenciandose las afecciones que resultan de esta de las
que se observan despues de una irritacion directa é inmedia
ta , tengo poca que añadir con respecto á esto , á lo que He
.dicho en. la seccion, primera• •¡...• ,i¡ •• . '.*.,.&•• . :
Hasta la membrana mucosa de las vias digestivas puede
padecer á veces. Sin embargó no parece susceptible de con
traer la afeccion directamente por el contacto del material
que suministran las superficies inflamadas ó ulceradas ; por
que , en muchos casos .referidos por Hunter , lia sido tra
gado este material por descuido, sin que haya resultado nin
guna alteracion perceptible en la salud. Pero las. irritaciones
de las membranas mucosas estcriores ¡influyen, energica
mente en:el estómago. Por ninas "q^ue se han. empeñado los
médicos en abultar el cuadro de las enfermedades venéreas,
y aunque muchos escritores han agregado. á ellas hasta la he
patitis, nadie lo hizo jamas con la. irritacion gástrica é intes
tinal, causa , si no única , á Jo menos la mas comun , de la fie
bre que acompaña frecuentemente á estas enfermedades; Sin
St
' 139
embargo , no se debe atribuir este silencio á que haya sido des
conocida ó mal percibida la' irritación del tubo digestivo bas
ta el momento en que las importantes investigaciones de M.
Broussaís llamaron la atencion general sobre ella. Lo que lo
prueba suficientemente es que se han supuesto , JLi aun que
se ha admitido tambien por muchos médicos [que la causa
material á que se atribuyen las enfermedades sifiliticas pue
de existir por muchisimo tiempo en el organismo, y produ
cir la fiebre, entre otros sintomas, sin que resulte ninguna
afeccion local, de lo que podemos convencernos leyendo la
Nosologia de Saubages, y en el uia está bien demostrado que
estas supuestas fiebres sin causa aparante son casi siempre el
resultado de una flegmasia de algunos de los órganos que
concurren á la digestion, principalmente del estómago y de
los 'intestinos delgados. Se debe sopechar tanto mas .esta
causa en el caso de que se trata aqui , cuanto que si \z fiebre si
filitica puede aparecer, y se declara muchas veces en efecto
cuando no se ha empleado el mercurio; se observa con mu
cha mas frecuencia , segun confiesan todos los autores, cuan
do se 'iia administrado este medicamento, cuya accion irri
tante se ejerce, mediata ó inmediatamente, pero siempre de
un modo especial sobre el aparato digestivo. • i . '•<. .'..'
.••••'En cuanto á las irritaciones consecutivas de las demas
membranas mucosas, importa notar que la influencia de la
flegmasia- primitiva, sobre todo cuando esta ha terminado
por ulceraciones, puede no ser bastante enérgica para ocasio
narlas, y bastar sin embargo para aumentar la escitabilidad
natural de estas membranas, y constituirlas en las condicio
nes favorables al desarrollo de los diversos modos de irrita
cion si llegan á obrar sobre ellas algunos estimulantes este-
riores: .He aqui por qué estando la membrana que reviste las
dos estremidades, del. conducto alimenticio y la que.tapizad
ojo, mas espuestas que las otras á las influencias esteriores,
"y dotadas ademas de 'Utíá sensibilidad mayor; llegan ta set
tambien mas particularmente el asiento de irritaciones con
secutivas á las de los órganos genitales* tObÜWJ 70¡Ü1 irU Mí¡
Todas estas irritaciones se limitan comunmente ai gra*
do necesario píira ocasionar 'el desaroWo '^Ae¡ vejelaciones
dítersas? pero cuando ¡adquieren el carácter ñe'gmásko^ la
uo
que es mucho mas comun , pueden estenderse á mas ó me
nos distancia, siguiendo las ramificaciones de la membrana
mucosa , del modo que se ye con bastante frecuencia en el
curso de la uretritis aguda. ; •'• 'j
Asi es como la de la conjuntiva se propaga algunas veces
á las vias lagrimales, y ocasiona el atascamiento, la ostruc-
cion , la obliteracion , y aun la destruccion completa de estos
conducios; en una palabra , todos los accidentes y todos los
resultados del tumor y de la fistula lagrimales. Del mismo
modo la de la boca' se estiende unas veces al órgano interno
del oido por la trompa de Eustaquio , y llega á serla causa
del martilleo y zumbido de oidos, ó de una sordera pa-
sagera ó permanente segun la estension de los desórdenes
que produzca lotrás veces á la laringe, en la cual puede, cuan
do se fija en ella de un modo crónico , dar lugar á una
de las afecciones mas temibles, la tisis laringea. A veces
tambien se estiende á lo largo de la traquearteria y de los
bronquios, y ocasiona un verdadero catarro pulmonal. r .,
Del mismo modo puede suceder que todas estas irrita
ciones no se limiten ála membrana mucosa, y se estiendan
á una porfundidad mayor ó menor por el tejido mismo de
los órganos cubiertos por ella. De aqui , por ejemplo, la irri
tacion bemórrágica del pulmon, ó la emoptisis, su irritacion
ileg música, ó la pneumonia, con todas las. consecuencias que
trae consigo: el asma y la tisis pulmonal,¡que los .son con
mucha frecuencia. De aqui tambien las inflamaciones profun
das , agudas y crónicas del ojo , designadas con el nombre
de iritis , no porque interesen solamente el iris, pues todas
las demas partes sólidas del órgano de la vista estan igual
mente interesádas , sino porque se hacen notar sus efectos
mas particularmente en esta membrana, y las cuales pueden
traer consigo el hipopyon , 10 catarata y el glaucoma. --• ,
,,: Cuando la irritacion se verifica en una viscera importan-
le , tal como el pulmon, y sobre todo el estómago , y dura por
mucho tiempo , dasaparece la gordura, y se pone el enfermo
de un color pálido , amarillo ó aplomado. Esta demacracion,
que se verifica á veces de un modo muy rápido , ha sido
considerada como un sintoma de la sifilis , y se le ha dado
el nombre dé consuncion sifilítica , cuando está acompañada
de fiebre hcctica , con sudores nocturnos abundantes , 6 con
ptros signos de coliquacion, y el de atrofia sifilitica , cuan-,
do no hay fiebre, sino solamente un pulso habitualmente mas,
vivo. Casi siempre está acompañada de una sensacion conti
nua de molestia ó de ansiedad con desvelos pertinaces , y.
con una susceptibilidad tal que las menores bagatelas son
causa de tormentos para el enfermo , el cual no es ya capaz:
de ninguna aplicacion seria. .,. .. .•'....- '.I
Al bosquejar esta larga serie de fenómenos patologicos
que muchos escritores , principalmente Astruc y sus secua
ces han colocado entre los efectos consecutivos de las en
fermedades venéreas, estoy lejos de pretender que su relacion
con estas últimas , aunque posible rigurosamente hablando,
sea evidente , demostrada , ni aun probable siempre. Verdad
«s tt'ue se observan con bastante frecuencia en sugetos que
han estado ó que estan todavia atacados de enfermedades ve
néreas , pero el método curativo , la predisposicion , la in
fluencia directa de los agentes esteriores sobre los órganos,
,y la de .las afecciones de otras partes del cuerpo , con las
cuales tienen estes conexiones y relaciones mas intimas, son
seguramente la causa principal y tal vez la única. Sin embar
go, la analogia debe ser oscura , ó precisamente porque loes,
se cree salvar la dificultad considerando el caso dudoso, como
una sifilis disfrazada , enmascarada , simulada , ó tambien
degenerada. Mas cientifico hubiera sido procurar demostrar
la conexion que existe entre la afeccion considerada como
sifilitica y la enfermedad venérea que la precedió : de este
modo se. hubiera reconocido muy pronto que esta relación
no podria admitirse sino en' tanto que no hubiera otro modo
de esplicar los fenómenos morbosos , y que serirv imposible
.referirlos , ya á la influencia directa de las causas esteriores
sobre los órganos que los producen , ya á la influencia sim
pática de las irritaciones establecidas en otros órganos. Pero
el método ordinario se concilla mejor con la pereza natu
ral del entendimiento humano. Hunter estaba bien pene*
trado.de esta verdad cuando dijo que desde que se presen
ta una enfermedad, en cuyo diagnóstico esperimenta el prác
tico alguna dificultad, al instante le ocurre lo venéreo. Si es
ta idea, añade el mismo, le conduce á hacer una investiga
cion escrupulosa , seria uua ventaja ; pero en muchos 'casos
solo sirve para satisfacerle á él mismo. Aunque las viruelas,
dice Bosquillon , se hallan frecuentemente complicadas con
oftalmias , se haria ridiculo cualquiera que se atraviera á afir
mar que todas las oftalmias dependen de virus variólico. Pues
esto es sin embargo lo que se ha hecho respecto de muchos
sintomas estraños á la sifilis , que por casualidad se han ha«
Hado de tiempo en tiempo complicados con ella. •. i

ABTÍCULO III. : it
.'¡..,!:'. ,...¡,.i t. i• • ;•t

De las enfermedades venéreas secundarias que tienen su asiento en


el sistema cutáneo y sus dependencias.

Las irritaciones cutáneas, flegmásicas, ulcerativas y ve


getativas estan en el concepto de muy comunes en consecuen
cia de las enfermedades venéreas primitivas. Las flegmásicas
y las vegetativas se designan generalmente con el nombre de
pústulas, aunque esta denominacion no conviene á todas las
enfermedades áque se aplica , y de las cuates muchas entran
en la clase de verdaderas ulceras. : ] •' t••>'• '•: ' v ¡'"it*
Las pústulas venéreas secundarias se han colocado en ór
denes bastante numerosos, á saber:
1 ,° Las simples manchas que tienen poca ostensión , y es
tán muy separadas unas de otras. Toman el nombre de efe
lides sifilíticas cuando tienen un color cobrizo, yelde pús
tulas formicarías cuando son rojizas y parecidas á los peque*
ños equimoses producidos por las picaduras de las hormigas
6 de las pulgas. Se observan principalmente en el pecho, en
tre los hombros y en; los brazos; pero tambien se forman en
la cara, y aun suelen manifestarse en otras partes del cuerpo.
2.° Las pústulas urticarias , de las cuales ha dado M. Ali-
bert una descripcion muy buena, son unos granitos, las mas
veces duros y renitentes, mas ó menos anchos por la vase,
un poco aplanados por el vértice., irregulares , desigualesy muy
variados en su forma, aíslados ó agrupados , y enalgun mo
do confundidos unos con otros, blancos unas veces y sin mu
tacion de color en la piel, y otras de color de rosa , y qué
se parecen á los que producen las ortigas. Basta pasar ligera
143
mente la mano sobre ellas para disipar el prurito leve que
ocasionan. Permanecen en el mismo estado por dos ó tres
dias, y pasado este tiempo se deprimen y forman pequeñas es
camas , que á su caida no dejan mas que manchas oscuras.
Jamas producen ni costras ni úlceras. . . ' . •A
3.° Las pústulas miliares. Estas son unos granitos casi
imperceptibles, redondeados, terminados como en punta, ro
deados de una areola inflamatoria , y los cuales deben su nom
bre á su semejanza con los granos del mijo. Estas pústulas
no son precedidas ni acompañadas de comezon. Tienen al prin
cipio un color rojo vivo que se vuelve pálido cuando se acer
can á su curacion. Al instante que se desvanece dejan rezu
mar una pequeña cantidad de serosidad blanquecina ó amarilla,
cuya disecacion da lugar á unas escauíitas trasparentes que
caen con facilidad y se reproducen rápidamente. Muchas ve
ces se reunen y se agrupan en diversas partes del cuerpeen
forma de chapas de color de amaranto. Son mas comunes
en la frente que en ninguna otra parte. ...'!. : u
4.° Las pústulas psóricas, llamadas tambien sarna sifítá-
tica ó gálica, porque se parecen perfectamente á los granos
de la sarna, son unos tumorcitos cónicos, tan pequeños áve
ces que apenas se los percibe. No causan prurito ni contie
nen serosidad alguna. Cuando llegan á disiparse cae la epi
dermis en forma dé escamas pequeñas, . r( í. .,.:.: ¡
i, .Las pústulas lenticulares representan unos tubérculos pla.r
nos que tienen la forma , el col^r y el volúmen de lentejas.
Son parduscas en su origen , se vuelven amarillentas con el
tiempo, y adquieren tanto mayor densidad cuanto son mas
•antiguas. Su superficie es lisa y cubierta de una película te
nue. Al cabo de un cierto tiempo se cubren de escamas ó
de costras pequeñas. Algunas veces se desprenden entera
mente por si mismas. . .. ,..,.. .u. . ,:...;. .1, u:i ¡.nb
: '• 6." Las pústulas mtriseas se han llamado asi porque, los
tubérculos redondos ú ovales que las componen , y que ad
quieren á veces un grosor considerable , se parecen á las me-
risas ó á las bayas de acacia. Al principio son roji/.as, ber
mejizas y húmedas, y al. fia se: Aiuehren de un roja subida,
violadas , azules , ó tambien negras. Eu general son esfericas
y aisladas, pero á veces se bailan muchas reunidas por un
144 .
pediculo delgado y que representan una especie de racimo.
M. Caparon ha visto una muger cuyo cuerpo estaba cubier
to , sobre todo en el pecho y en la espalda , de pústulas se
mejantes á. cerezas casi maduras. Yo he observado un caso
semejante en un hombre de cuarenta años.
'• 7.° Las pústulas escamosas se reconocen por su forma
complanada y por su poca elevacion. Son unas ligeras esca
mas , ya continuas, ya separadas, como hojitas de salvado , de
bordes duros , elevados y rojizos, mas pálidas en el centro, en
el cual suele verse un pequeño tubérculo, y rodeadas de una
areola de color de cobre, estas pústulas son muy comunes.
8.° Las pústulas crustáceas, llamadas tambien lepra sifi
litica , estan caracterizadas por costras gruesas, prominentes,
desiguales , rugosas y muy desarrolladas , unas veces solita
rias y otras confluentes, fáciles de desprender, comunmente
negruzcas, algunas veces amarillas , en otros casos blanque
cinas , y bajo las cuales se halla una superficie viva que su
ministra una supuracion mas ó menos abundante. Estas cos
tras , producidas por una exhalacion de la piel que no tarda
en desecarse por la accion del aire , se adhieren casi siempre
por su circunferencia , pero rara vez por el centro , á cau.-
sa del liquido que se reune en él. Unas se forman lentamen
te y son poco gruesas, y estas estan adheridas por todas
partes á la piel. Otras se manifiestan rápidamente, son grue
sas, duras, desiguales y casi siempre parduscas. A veces se
elevan en forma de pezoncitos, de conos, ó de pirámides de
diez á quince lineas de altura; cuando se forman en la fren
te y estan dispuestas unas al lado de otras en forma de ro
sario, cosa que es bastante comun , se les da el estravagan-
te nombre de corona de Venus. Si la comezon que escitan ha
ce que el enfermo se rasque, resultan úlceritas que no tar
dan en cubrirse de nuevas costras. .. .i
9.° Las pústulas serosas son unas vejiguitas llenas de
serosidad y cubiertas de una epidermis , lisa algunas veces
y tersa , pero las mas fruncida y arrugada. Cuando se abren
se cierra pronto la vesicula para llenarse de un nuevo liquido;
pero cuando se rasga la cuticula, la supeficie del dérmis, que
se presenta un poco elevada sobre el nivel de los tegumentos,
se deseca al cabo de algunos dias, si la pústula es reciente y
U5
ha sitio indolente ; al paso que se ulcera cuándo es antigua
y ha estado acompañada de dolores. En este último caso su
ministra una materia mas bien puriforme que serosa.
10. Las pústulas serpiginosas, que se llaman tambien úl
ceras venereas pustulosas , tienen por carácter el presentar
ulceraciones costrosas, que corroen y surcan el cutis, hacien
do siempre progresos en una direccion al paso que se cica
trizan en otra. • ..
De este modo suelen recorrer espacios de mucha esten-
sion, describiendo circunvoluciones de diversas formas y mag
nitudes, segmentos de circulo, circulos enteros, grecas ó lar
gas espirales, que simulan la progresion de la culebra, es
pecies de cifras ó de letras. En ciertos casos la úlcera movi
ble que forma la base, de superficial que era el principiot
se hace luego profunda , conoce todo el grosor del dérmis,
destruye todo el tejido celular subyacente, y aun deja desnu
dos los músculos.
Estos diversos exantemas pueden desarrollarse en todo el
cuerpo; se los observa en la frente, en el dermis del' cráneo,
en la superficie de la nariz, á los alredores de la boca, en la
barbilla , en la concha de la oreja , en el conducto auditivo
es temo, en el pecho, en los miembros y en los órganos $e-
xuales, en las plantas de los pies y en las palmas de las ma
nos. Bell supone que atacan á las partes que se tienen ha-
bitualmente cubiertas antes que á las que están siempre es-
puestas al aíre. Esta asercion no es nada exacta , porque las
erupciones llamadas sifiliticas son mas comunes en el rostro
y en los brazos que eri ninguna otra parte. Tampoto estan
libres de padecerlas las membranas mucosas esteriores, pue$
se las ve frecuentemente en la vulva, en él pezon, en el pa^
ladar y en la lengua. A su aparicion suele preceder una esr
pecie de orgasmo febril , y una tension general de la piel ; pero
lo mas comun es no anunciarse de ningun modo su pró
xima invasion, la cual se verifica poco á poco, ó de un mor
de brusco y repentino. En general principian por una lige
ra comezon, ó por pequeñas manchas de un color rojo pá
lido , que apenas se elevan sobre los tegumentos , y cuya fro
tacion desprendé la epidertais en forma de ligeras escamas furr
furaceas. La afección de la piel sigue haciendo progresos, y
Tomo 1. 19
146
el dermist suministra tma 'secrecion mucosa tfoé se* cfesecsí
para' producir una costra mas ó menos gruesa , debajo de
la cual continúa la accion ilegmasica hasta ocasionar muchas
•veces la formacion de una verdadera úlcera. Si la piel en que
Sé haila el exantema está eti' contacto consigo misma, lo
que la mantiene mas hútoeda , y la asemeja hasta cierto pun
ió á las membranas mucosas, como entre las nalgas, á los la
dos del ano, entre el escroto y los. muslos, en la entrepier
na y en las axilas j en lugar de cubrirse de una costra , se
convierte en una superficie blanda y húmeda que deja exha
lar una materia blanca. Esto es lo que se ha llamado pús
tula húmeda , la cual constituye tambien á veces un acciden
te venereo primitivo, como lo he advertido en la primera sec
ción de este libro. .,' ': • '<;:>. '.• .'"¡ ' ¡.!. i.i.JVi •J•'¿. ''.i'
,.: En ciertos casos se apodera de las pústulas la gangrena
romun ó de hospital , y hace grandes estragos. Casi siempre
depende este accidente de la influencia de una atmósfera vi
ciada por emanaciones pútridas ; pero algunas veces se veri
fica igualmente cuando la estacion permanece por mucho
tiempo caliente y húmeda. Se le observa con bastante fre
cuencia en las pústulas lenticulares, cuyos tubérculos gan-
grenados en el centro caen y dejan en consecuencia una
•úlcera poco estensa que se cicatriza fácilmente. Despues de
la curacion de estas afecciones cutáneas, quedan las mas ve
ces en las partes donde estaban manchas morenas al princi
pio, y despues cobrizas, cuya duracion van'a mucho.
La costumbre introducida me imponia la ley de referir
esta inmensa serie de enfermedades exantemáticas , que se con
sideran generalmente como sintomas de la sifilis. ¿Pero en qué
indicios se funda la relacion establecida entre ellas y las afec
ciones venéreas primitivas? Debemos confesar que no se apo
ya mas que en hipótesis, tales, por ejemplo, como la supues
ta especialidad del color cobrizo, de las erupciones, el cual
no solamente no pertenece á todas las que se colocan en la
esfera de la sifilis , sino que tambien se encuentra en gra
dos mas ó menos sensibles , en un gran número de flegma
sias superficiales y crónicas de los tegumentos comunes. Ni
«n el modo de alteracion de la piel , ni en el color ó ¿exten
sion de la afeccion , ni en su asiento existe nada que autori
147:
ce para pronunciar sobre la causa de que depende. Las cir
cunstancias conmemorativas y los sintomas coexistentes en
las partes genitales no conducen tampoco mas que á pro ha
bilidades, y no procuran ninguna certidumbre, puesto que
por una parití el exantema puede haber sido ocasionado por
una irritación diferente de las enfermedades venéreas locales
que se observen actualmente, ó que poco antes se hayan ob-
servado en el sugeto, y que por otro lado se parece á veces
tanto á la sarna, ó á ciertas variedades de tina ó de herpesi
que no se las podria distinguir. . ..'.:'. ¡ !,• . •-'" ,1 ,' • .1
•En electo, las irritaciones de las vias digestivas producen
frecuentemente erupciones cutáneas , que varian al infinito,
sin hablar de las manchas escorbúticas, bastante poco comu
nes en el dia , ni de las petequias que se manifiestan al fin de
las gastro-enteritis violentas; nadie ignora que ciertos alimen
tos, los licores fermentados, las bebidas calientes , las lombri
ces , el estreñimiento pertinaz ocasionan , á veces con una.
prontitud estraordinaria , alteraciones en el color y en la lcs-i
tura de la piel. Tampoco es raro en los niños que durante
k>S primeras meses de su vida , .ó en la epoca de su prinae-r
ra denticion , se desarrollen en la cara y aun en el tronco
pequeñas pústulas acompañadas de una viva comezon , y las
cuales se ulceran á fuerza de rascarlas los enfermos, y dejau
trasudar un fluido mucoso, cuya desecación produce costras
blancas, amarillas ó verdosas, que se llaman costras lacteas ó.
usagre. Del mismo modo las irritaciones pasageras del
aparato digestivo que ocasionan un ligero movimiento febril
hacen salir , generalmente en los labios, pústulas dolorosas y
costrosas al iin de la accesion. Se observan igualmente man
chas semejantes á las efelides llamadas sifiliticas en ciertos ca
sos de flegmasia crónica del higado ; y la accion irritante
del mercurio ocasiona tambien con frecuencia erupciones cu
táneas , cuya descripcion se hallará en otra parte. Sin embar
go, están muy lejos los exantemas de depender siempre de¡
una irritacion de las vias alimenticias , pues pueden lambieu
suceder á la sobreescitacion de los demas aparatos orgánicos,
á la del sistema nervioso, por ejemplo , en las pasiones vivas
y.¿€^ l,í hipocondria; á la del sistema fibroso en el reuma,
pero sobre todo á la de los órganos genitales. Por esto la
costumbre de la masturbacion ocasiona principalmente en la
cara pústulas rojas , á veces muy gruesas y. con supura
cion ( 1 ) , semejantes á las que se observan en los jóvenes,
al aproximarse á la pubertad, y en las jóvenes al tiempo de
su primera inestruacion , cuando esta importante funcion se
establece con dificultad y cie un modo tumultuoso. Se obser
va tambien que en ciertos casos de supresion de mestruos,
cada vez que debian fluir, se cubre el cuerpo de granos pus
tulosos que supuran y luego se secan. En fin, las mugeres
que han llegado al último término del embarazo , ó las re
cien paridas , sobre todo cuaudo son pobres y estan mal alo
jadas , cuando habitan un país pantanoso, ó cuando se las
somete á un régimen estimulante durante su sobreparto,
estan sujetas á pústulas llamadas impropiamente lácteas, que
les causan un prurito muy incómodo , y cuya superficie ex
hala un humor seroso que se deseca, forma costra, y cae
en forma de escamas. La conexion que existe entre la piel y
el aparato genital , se manifiesta algunas veces mucho mas en
el estado' patológico. Asi es que M. Alibert ha visto una jó
ven , en la cual la comezon de la cabeza ocasionada por la ti
ña, no se calmaba sino para hacer que la .enferma esperi-
meritara un prurito violento en las partes genitales , en las
cuales se manifestaba entonces una erupcion de granos ro
jizos. Las afecciones exantemáticas que no dependen de la
acción directa de un irritante cualquiera sobré la. pie} , pue
den depender ^e un húmero tan grande de irritaciones inte
riores, que es siempre muy dificil reconocer su causa. En el ma
yor número dé cas.os son el resultado de una exaltacion de
la actividad vital de los órganos idigestivos. Sin embargo, .se
refieren algunas veces de un modo , si no evidente ,á lo me
nos probable, á las irritaciones de los órganos genitales. Se
conjetura por costumbre que son sifiliticas cuando se .batí pre
sentado en consecuencia de accidentes venéreos primitivos;
cuando se han manifestado despues .qfcecótfofr sintomas te
nidos por sifiliticos , se han desarrollado ó han hecho gran-
' ''
. (i) Esta observacion se ha hecho en toaos los tiempos ; pero los mé
dicos, dela edjad' inedia :sobre todo> le daban una grande, importancia , por
que servia de apcyp a.utía de sus teorías. Cotnmuniíer coiluin multiflican-
tes fártiiiiiiltt teiiltMsi'apparent , dic» Coarad .SchéltógiJ ot ;nlu.: u.^.]
149
des progresos, <5 solamente tambien cuando han sohreveni-.
do despues que el enfermo se ha espuesto al riesgo de la in
feccion , y cuando sus padres han padecido algunas de estas
enfermedades. Es fácil concebir cuanta incertidumbre pre
senta la etiologia en estos casos, y las dudas se multiplican
aun si se reflexiona que la mayor parte de los métodos cu
rativos usados contra las enfermedades venéreas, consisten
principalmente en el uso de sustancias que ejercen una ac
cion estimulante muy viva sobre la membrana mucosa gas-
tro-intestinal. No puede pues admitirse con fundamento una
relacion de causalidad inmediata entre un exantema y un sin
toma venéreo primitivo, sino cuando el exámen atento del en
fermo no permite sospechar la influencia de alguna otra ir
ritacion interior, lo que conduce á deducir que este caso
debe ser infinitamente raro (1).
Independientemente de las ulceras cutáneas que suelen
suceder á las pústulas, se encuentran tambien , aunque mas
rara vez, otras cuyo desarrollo se verifica sin mas anuncio
(i) Mr. Vaidy , que ha curado herpes tenidos por venéreos mediante
un me'todo puramente local , hace con este motivo reflexiones que consi
dero util referir aqui : ¿ Hay herpes venereos? Si damos un crédito impli
cito á las aserciones de un gran número de autores, debemos considerar la
cuestion como resuelta por )a afirmativa ; pero si queremos ver el asunto
conejos despreocupados, nos veremos impelidos á dudar de la existencia
délos herpes venereos, ó mas bien áno concebir la trasformacion de la
sifilis en herpes. La coexistencia ó la sucesion de la sifilis y del herpe en
un mismo individuo, prueba tan pocp la produccion recíproca de una en
fermedad por otra , como la coexistencia ó la sucesion de una herida y de
un herpe: y aunque en esta ultima complicacion los sectarios mas deci
didos de las teorias áé los vicios no ha« encontrado jamas esta especie de
alianza que creen descubrir en lo que llaman herpe venéreo; sin embargo
me parece evidente la identidad de los dos casos. Asi en uno corno en otro,
l.i. afeccion primitiva, sea la herida , sea la erupcion sifilitica , no' ha hecho
nías que escitar el desarrollo del herpe en un sugeto predispuesto ya á esta
enfermedad; y del mismo modo que se ve muchas veces un herpe ocasio
na Jo oor una .herida subsistir despues que esta se ha cicatrizado , del mis
mo niod'o' se ve tambien" el herpe. ocasionado por Ja irritacion que produjo
en la piel la erupcion sifilitica., persistir despues de la curacion radical de
la sifilis. En uno y ot»o caso hay siempre dos afecciones que curar j y ' obs
tinarse en combatir un herpe subsiguiente a una enfermedad venérea .por
solos los remedios indicados contra lasifilis, no es mas racional que pre
tender curar por medio de un vendaje unitivo la que reconoce una herida
por .-ausa determinante. M. Vaidy concluye diciendo que no ei mas ad-
n,isible la degeneracion psórica de las sífilis. - .,..,'. ..ia •í.í\,¿í, ,
150
que un ligero prurito y una alteracion que apenas .se perci
be en el color de la piel. Una vez establecidas todas estas úl
ceras se conducen absolutamente del mismo modo que las
primitivas, y presentan las mismas fases, las mismas modi
ficaciones y las mismas variedades. Si es ya muy dificil com
probar la procedencia venérea de estas últimas, mayor es aun
ía dificultad cuando se trata de ulceraciones secundarias , y
venimos á parar con respecto á ellas á las incertidumbres
que palpamos respecto de fas pústulas, supuesto que carecen
como estas últimas de caractéres univocos y constantes , que
dependen de las mismas causas , y que asi unas como otras:
no son mas que terminaciones de la inflamacion del der
mis. Efectivamente, ¿que ventajas se podrian sacar de la re-i
gla , estravagante cuando menos, dada por Swediaur , quien•
despues de haber dicho que estas úlceras son raras en las
piernas, añade que si en las regiones del cuerpo superiores
á las rodillas se encuentran algunas rebeldes á los remedios
locales, de dificil curacion, y cuya naturaleza parezca dudo
sa, no nos engañaremos si sospechamos que dependen de un
principio sifilitico oculto? Por de contado este carácter dé re
beldia no se manifiesta, en estecomo en otros muchos casos , si
no cuando se aplican remedios irritantes ó se emplea un méto
do estimulante interno, y desaparece desde que, mudando de
método, se ponen en práctica los atemperantes y los antiflo
gisticos, tanto esterior como interiormente. En segundo lu
gar, la fisiologia ha llegado á penetrar muy adentro en la
medicina para que hoy satisfagan indicios tan vagos y doc
trinas que reducen la economia animal á una condicion casi
pasiva, atribuyendo á causas esteriores unos efectos que de
penden visiblemente de la accion del organismo.
. • ' Vanos autores han supuesto que las úlceras consecuti
vas, tanto las de la piel como las de las membranas muco
sas, jamas se complicaban con bubones, pero la esperiencia
se declara contra semejante asercion.
-"'tVerdad es que los bubones son mas raros en este caso
que en él de ulceraciones primitivas ; pero esta diferencia de-
pehíde probablemente de que la irritacion ulcerosa, llamada
secundaria , es generalmente menos viva , y se presenta con
carácter crónico. • • ••«•'• »-•" .^..vi :•'•-¡ .m:.. ,.
151
'•..Se Ka dicho tambien, refiriéndose á Hunter, que e\ flui
do suministrado por estas úlceras no goza de propiedades
contagiosas. Tambien este es un error , porque el ícor que
fluye de las ulceraciones cutáneas, en ciertas circunstancias
irrita é inflama manifiestamente la piel de las personas sa
nas cuando se aplica á ella. ]Ni es necesario para esto que la
enfermedad tenga un origen venéreo, como lo acreditan los
fenómenos de la epidemia del siglo quince, los del mal de
Scherlievo, los del mal de la vahia de San Pablo, Scc. , de
los cuales trataré en el libro siguiente. Pero no es cier
to que la inoculacion del pus procedente de una sifilis
constitucional haga resentir siempre su presencia en to
do el órganismo, y yo no comprendo en qué fundamento
apoya esta asercion M. Gavillo!, á no ser que considere la
formacion de un bubon cemo un signo de infeccion general,
porque en los tres últimos esperimentos que se han hecho
sobre la inoculacion del pus venéreo , y de los cuales se ha
hablado tanto, los resultados se limitaron á tumefacciones
glandulares que en dos de ellos cedieron á un simple mév
todo antiflogistico. •"«•'••
De estas úlceras, las que se forman en Jas palmas de las
manos, en las plantas de los pies, y en los dedos de unas
y otros, lo mismo que las de la márgen del ano, se han de
signado con el nombre de rhagades. Estas rhagades suceden
unas veces á las pústulas escamosas, y otras, lo que es menos
comun, vienen precedidas de una erupcion purpurina que
levanta, desprende y hace caer la epidermis. Algun tiempo
despues de la descamacion, se forman en el dérmis grietas,
cuya profundidad varia mucho , y cuya direccion correspon
de á la de los pliegues producidos por la flexion de las par
tes. Estas grietas son generalmente secas, pero en ciertos ca
sos exhalan en mediana cantidad un humor que por la ac
cion del aire se convierte en láminas furfuráceas, ó tam
bien producen un flujo sanioso, comunmente muy fétido,
que humedece la superficie y sus alrededores. Tambien pue-
«fen inflamarse y hacerse dolo rosas r supurar, cubrirse de ve
getaciones fungosas y propensas á dar sangre, ó adquirir el
carácter fagedénico, escavar profundamente las partes blan
das, y aun penetrar hasta los huesos, los cuales en tal casa
152
Hégan á cariarse muy pronto. Tampoco lia habido el menor
motivo racional para suponer, como se ha hecho , una cone
xion inmediata entre estas rhagades y los accidentes venéreos
primitivos. Solo se las encuentra en las clases inferiores de la
sociedad, y son efecto de la falta de limpieza, del mismo mo
do que las consecuencias fatales que suelen traer consigo,
$on el de la negligencia y de la incuria. ' .'
Hay todavia otras úlceras que se forman de un modo
particular, pues suceden á verdaderos furúnculos crónicos. Hay
una especie de tumor, designado con el nombre de ¿oma,
que se manifiesta debajo de los tegumentos, las mas veces
en las piernas, rara vez en los brazos ó en el tronco, y al
gunas veces en la cabeza, particularmente en el cráneo. Este
tumor indolente ó casi indolente al principio, es blando , aun
que no conserva la impresion del dedo; pero no tarda en
hacerse doloroso; el tejido celular que le separa de la piel,
y aun esta misma, se confunden con él, los tegumentos se
ponen rubicundos, adquieren un color violado, despues mo
reno, y al fin se ulceran. La ulceracion hace progresos con
mas ó menos rapidez, sobre todo cuando una porcion de la
piel adelgazada llega á gangrenarse , como suele suceder.
En" todos los casos desde que la gangrena se establece se
percibe una masa blanca mas ó menos considerable de teji
do celular mortificado, que se aisla poco á poco, y que des
prendiéndose enteramente con el tiempo, deja al descubier^
to una úlcera profunda y desigual limitada por una piel del
gada , frangeada y flotante. Estos tegumentos se destruyen
poco á poco .por los progresos de la accion ulcerativa, y que
dan reducidos por fin á bordes dotados de condiciones mas
favorables^la cicatrizacion, cuyo trabajo comienza efectiva
mente á verificarse. A las carnes fungosas y pálidas que ocu
paban el fondo de la úlcera suceden mamelones celulosos
coasistentes, y al cabo de seis semanas ó dos meses acaba de
formarse la cicatriz, pero blanda, morena, deprimida y fá
cil •; de destruir. En ciertos sugetos se observa qué es
tos furúnculos crónicos se suceden sin ninguna inter
rupcion por años enteros, y van recorriendo sucesivamen
te tola la superficie del cuerpo. A veces se desarrollan tan.
cerca unos de oiros que se confunden entre, $1.,. y como, los
153
nuevos sostienen á los antiguos por la renovacion de la in
flamacion, no se verifica la cicatrizacion ni en unos ni en
otros , de suerte que por su reunion pueden dar lugar á una
úlcera muy estensa, cuya superficie es desigual, la circun
ferencia muy irregular, y la duracion casi indefinida. M.
Delpech , de quien tomo la descripcion de estas ulceraciones,
ha visto algunas que tenian hasta veinte y dos pulgadas de
circunferencia, y estaban situadas en los hombros, en los
lomos y en las nalgas , y subsistian despues de muchos años.
Cuando el tumor se forma cerca de un hueso muy inmedia
to á la superficie del cuerpo, las partes blandas que le cu
bren, incluso el periostio mismo, son el asiento del infarto,
el cual puede confundirse en tal caso con un periostose. Cuan
do se desprende el tejido mortificado queda el hueso al des
cubierto; pero como su propio tejido no se haya alterado al
mismo tiempo , rara vez sufre una esfoliacion perceptible.
¿ Con qué señales se reconoce que estos furúnculos cró
nicos, corresponden á una enfermedad venérea mas ó. menos
antigua? INingun autor lo dice. Asi pues seria siempre permi
tida la duda mientras no nos saquen de esta incertidumbre,
lauto mas cuanto que se sabe lo comunes que son los fu
rúnculos en el curso de las irritaciones crónicas de la mem
brana mucosa gastro-intestinal, y hasta qué grado suele lle
gar su pertinacia y su tendencia á la recaida. .
Bell coloca en el número de los resultados consecutivos
de las enfermedades venéreas una alteracion de la piel y del
tejido celular subcutáneo, de la cual provienen nudosidades
y tuberculos. Esta afeccion, dice, se manifiesta en general re
pentinamente en vacias partes ; sin embargo , algunas veces
permanece limitada á una de las estremidades ó al escroto. La
piel conserva su color natural , pero se vuelve dura y se en
gruesa mucho. El enfermo sufre al principio poca molestia,
y aun rara vez siente grandes dolores , siempre que la altera
cion cutánea no llegue á udfgrado considerable. Pero cuando
la parte se hincha estraordinariamente, como sucede á veces,
resultan tormentos escesivos. La estremidad afectada ó el escro
to adquieren desde luego un volumen enorme, y seabre despues
al paso que aumenta la hinchazon. De aqui resultan úlceras
que suministran una materia ténue y $cre, que permanecen
Tomo L 20
154
siempre sórdidas, y que se curan "pocas veces. Bell no dic&
que es lo que le ha determinado á considerar como depen
diente de la sifilis esta afeccion , que solo ha observado en
sugetos procedentes de paises calientes , y la cual tiene mu
cha relacion con la. elefantiasis-; ' ' , ,...''" •.•••:• '.•'••
La alopecia , la calvicie , o la caida espontánea del pelo , ha
entrado tambien en el número dé los accidentes venéreos con
secutivos. Este síntoma, que era otras veces muy comun, es
tan raro en el dia , que entre mil enfermos apenas se halla
«no que le padezca. :De . esta sola circunstancia podria ya in
ferirse que depende menos de la enfermedad quedelos mé
todos, curativos. En efecto , los cabellos no comienzan casi á
caer sino en los sugetos que han tomado una gran cantidad
de mercurio, y que se han estenuado por una irritacion cró-
ttica , fija' . .despues de mucho tiempo en una de las visceras
principales; absolutamente como se le observa en consecuen
cia de todas las enfermedades graves y en todas las conva
lecencias largase y penosas. Esto esplica el por qué la alopecia
era frecuente cuando los médicos curaban las enfermedades
yenareas por el método de la salivacion^
-: Las afecciones de las uñas se hallan con corta di
ferencia en el mismo caso. El borde de la raiz de estas
láminas córneas y el tejido situado debajo de su estremi-
dad se ponen dolorosos, anas veces sin causa aparente ¿ y
otras por alguna ligera lesion esterior ; las partes dolorosas
se hinchan y se ponen de un color rojo subido. La ulcera
cion se establece al. principio en la parte esterior alrededor
de la base de la una, y presenta comunmente una superfi
cie fungosa , húmeda , pardusca , que da $angre al menor con
tacto y de la cual fluye un icor fétido. La una misma se des
prende poco á.ipoco del borde suelto á la base, y la ulcera
cion se apodera desde luego de la superficie que queda des
cubierta. Si la 'supuracion es moderada conserva aquella al
guna consistencia, ó se reblandece poco, y presenta un co
lor blanco páJido^ron urta ligera hinchazon é inversion hácia
fuera; si por el contrario el pus fluye en grande cantidad, se
reblandece mas, se descompone de un modo insensible, y se
reduce á algunos residuos córneos sin consistencia , que se
revuelven hacia; ¡afuerai En este estado de cosas la estremidad.
;.; J. f- iv J\
1 55,
del dedo de la mano ¿ ¿5 del pie, se 'prese ota hinchada y.de;
un color violado. El enfermo siente casi siempre dolores vi
vos, y algunas veces llegq á un estado de necrose la última
falange. En otras circunstancias, nmcho mas raras, es el te
jido mismo de la uña el asiento de la alteracion, de suerte
que llega á ponerse áspera y escabrosa por separarse y hen-
dirse sus láminas. Nada hay que anuncie que deban con
tarse entre las enfermedades venéreas estos accidentes, que
ya^,de tiempo muy antiguo eran muy corrí unes en los lepro
sos^ y que aun en el dia se encuentran de cuando en cuando
en. el escorbuto y la plica polaca. ., ; • i i. •• •, io r '• - • ^
: , i . . '. . ' . • / .

• > ARTÍCULO IV.


¿r,: .• '.. '.', :;'. " ", • i .•' ! ! .: • ;;! .! f.ii .i .:••.'. .i úi
De las enfermedades venéreas secundarias que liencn su asiento en
•. "" el sistema fibroso. ,• • i t

He hablado en la primera seccion de los dolores erráticos


que suelen sentirse en las articulaciones ó eu la continuidad
de los miembros en muchos enfermos atacados de una in
flamacion de la membrana mucosa genito-urinaria , algunas
veces antes de la aparicion de la flegmasia , y con mas fre
cuencia durante su periodo de aumento. Todos convienen en
que estos dolores tienen su asiento en las aponevroses , en las
capsulas fibrosas, en los ligamentos pea una palabra , en el te-'
jido fibroso , entre cuyas diversas partes y los órganos geni
tales existen conexiones intimas, como lo demuestran de un
modo evidente en el estado sano la sensacion particular de lan
guidez q,ue sucede al acta venéreo, y en el estado patológico,
las artritis iemoro^tibial , coso-femoral y humero-cubital i que
no pocas veces sobrevienen, en las mugeres principalmente,
despues de la supresion repentina de una gonorrea. Pero ni
á.estas ni á las flegmasias articulares las consideran como «in-
tomas de la sifilis, y se contentan; con llamarlas simpáticas,
ó metastáticas, segun qu.ee! flujo continúa.. ó^se suprime. ..
TSo se hallan en el mismo caso otros dolores que se ma
nifiestan á veces, ya durante el curso de los accidentes ve
néreos primitivos, ya: masó menos tiempo despues de sude-i
saparicion.. Aquellos pasan por .indudablemente sifiliticos, y

/
156
pueden ser agudos ó crónicos, fijos 6 vagos, continuos ó in
termitentes , superficiales ó profundos. En este último caso
se les da el epiteto de osteocopos, porque parece tener su
asiento en los huesos , y porque producen una sensacion
análoga á la que el enfermo esperimentaria si le desgarraran
sus miembros. Montetesauro fue el primero que les asignó es
te carácter, quien los conocia por su propia esperiencia, y
quien sin embargo los considera, no en las articulaciones,
como lo habian hecho todos sus predecesores, sino en las app-
nevroses de cubierta y en los tendones. Afectan con prefe
rencia el cráneo, los omoplatos, el cuerpo de la tibia , el del
cubito y del radio, mas rara vez el del femur y del humero.
Tambien suelen observarse, aunque mucho mas rara vez, en
el esternón, en las tuberosidades del humero y en el olecra*
. non, es decir>..que acometen principalmente, no, como se
Ka dicho , los huesos mas compactos , ó los puntos de un
hueso, en los cuales es mas manifiesta esta propiedad, sino,
como lo ha advertido M. Wedemeyer , las regiones en que el
sistema fibroso es mas abundante. A veces se hacen intolera
bles, y privando al enfermo de todo reposo , le hacen caer
en una demacracion rápida. Cuando son erráticos y ocupan
mucha estension , los compara comunmente el enfermo á una
corvadura general.
Se han buscado eni vano caractéres con que poder dis
tinguir estos dolores de los del reumatismo. Se ha dicho que
su tendencia á permanecer en un mismo sitio servia para
reconocerlos, pero frecuentemente son tan erráticos como los
del reumatismo , y cuando son fijos anuncian casi siempre
una lesion del periostio ó del tejido mismo huesoso, la cual
tarda poco en manifestarse de un modo mas evidente. Se ha
supuesto tambien que dejaban al enfermo descansado duran
te eldia , en terminos de no quedarle muchas veces mas que un
vago recuerdo , pero que cuando llegaba la tarde comenzaban
á avivarse, iban en aumento hasta cerca de la medianoche,
permanecian en su mas alto grado una ó dos horas , y á ve
ces mas, que eran entonces pungitivos, quemantes, dislace
rantes , que disminuian al amanecer y se disipaban al rayar
el sol. Pero estas exacerbaciones nocturnas no son constan
tes. Tampoco constituyen un signo patognomónico , puesto
157
que se notan tambien muchas veces en los dolores reumati
cos, como lo ha dicho muy bien Swediaur, y que en gene
ral todos los dolores de cualquiera causa que dependan ator
mentan mas vivamanteá los enfermos por la noche que por
el dia. En este caso pues, como en otros muchos, no se pue
de tomar ningun indicio del carácter de la enfermedad para
establecer la etiologia, y es preciso recurrir á las circuns
tancias conmemorativas. •'
Pero si la conexion de estos dolores con una irritacion ve
nérea no puede ponerse en duda cuando se los ve alternar , ya "
con flujos de la uretra ó la vagina , ya con ulceraciones de
las partes genitales, como se verifica algunas veces, no su
cede lo mismo cuando se manifiestan muchos años despues
de curadas las enfermedades venéreas primitivas , porque en
tonces hay mucha mas razon para atribuirlas á alguna irri
tacion visceral, que es frecuentemente la causa , como nos
lo prueban evidentemente el escorbuto y el cólico de plomo,
y como se nota igualmente durante las accesiones de fiebre
causadas por una ligera afeccion catarral; ademas de que
pueden tambien depender de los mismos remedios con que se
procura combatirlos, puesto que segun dice el mismo M. Cu-
ílerier en muchos casos no llegan á hacerse escesivos sino en
consecuencia de los métodos mal dirigidos, es decir, de la admi
nistracion de una escesiva cantidad de mercurio. En fin', aun
cuando se manifiestan poco tiempo despues de aparecer úlce
ras venéreas, y aun subsistiendo estas, no siempre es cierto
que haya correlacion entre unos y otras ; porque , como Jo
observa Bell, se descubre constantemente en tales casos al
guna causa evidente , á la cual se pueden atribuir con mas
fundamento, y se ha notado que este fenómeno no se verifi- .
caba jamas sino en enfermos que habian estado espuestos á
la influencia del frio y de la humedad , como los soldados y
ciertos artesanos. Es tambien constante que se encuentran
estos dolores con mucha mas frecuencia en los hombres que
en las mugeres, al contrario de lo que sucede con los que
preceden ó acompañan á la gonorrea.
Ademas se han reunido en un solo grupo los dolores
causados por la irritacion de las aponevroses, de los ligamen
tos , del periostio , de la sustancia de los huesos , y quizá
tambien de la. membrana medular. Esta confusion, de la que
solo podrá sacarnos la anatomia patológica, depende de que
la mayor parte de los autores insisten muy poco en la des
cripcion de las enfermedades venéreas , que parecen suponer
las conocidas por el lector , y se apresuran á esponer el mé
todo curativo y preconizado por la rutina.
Se designan con el nombre de periosloses unos' tumores
dolorosos y circunscritos debidos á la inflamacion del perios
tio , y cuya consistencia suele ser tan grande que pueden
• inducir á creer que existe un verdadero exostose. M. Delpech,
ha reconocido que en este caso se desarrolla una falsa mem
brana entre el periostio inflamado y el hueso ; que esta
membrana es al principio blanda y como fluctuante cuan
do tiene poco grosor ; que si seducidos por las apariencias
se abre en estos casos el tumor , se ocasiona la mortificacion
de la falsa membrana, del periostio y del hueso subyacente,
de suerte que se hace inevitable una esfoliacion ; pero que si
se omite toda operacion , se hace el tumor al cabo de un cierto
tiempo menos doloroso, disminuye despues hasta desapare
cer, dejando algunas desigualdades y una ligera depresion
Gn el hueso. Se encuentra entonces el periostio adherido in
mediatamente á este úhimo, destruida la falsa membrana, y
el hueso mismo ligera y desigualmente rcabsorvido en su su
perficie y en el punto correspondiente.
Esta afeccion, en la cual no insistiré mas, ¿se refiere
realmente á las enfermedades vej^éreas primitivas? Solo se cree
a^i porque existe muchas veces con pústulas de diversas es
pecies, con úlceras corrosivas en la piel, con exostoses, y con
diversos infartos. Pero todos estos mismos accidentes pueden
.depender de mil causas diferentes,. de la enfermedad venérea
contraida de ocho ó diez años antes, y de la cual se quiere que
dependan.
AR'i'ÍCULO .V. •,.:,,

De las enfermedades venéreas secundarias que tienen su asiento en e!


¡ sistema huesoso.

ó••: Los exostoses , la caries y. la necrose, el reblandecimien


to de los, huesos y su eburnacian: se han colocado entre los
sintomas venéreos consecutivas• ,' • ' !••:
V 159
' Los exostoses se atribuyeron por ínucho tiempo á
una verdadera inflamacion del tejido huesoso. Esta teoria
íuede ser exacta en algunos casos ; pero la anatomia patoló
gica ha demostrado que no es aplicable sino á un número
:nuy pequeño , y que el trabajo morboso de que resulta la
'íscrescencia depende casi siempre de una afeccion preliminar
del periostio. Si la inflamacion de esta membrana se prolon
ga, la exudacion que se habia verificado en la superficie del
hueso , en lugar de absorverse, adquiere todos los- caractéres
de los cartilagos de osificacion, en cuyo interior se deposi
ta el fosfato de cal bajo la forma, ya de láminas, ya de
agujas entrecruzadas , hasta que al fin , solidificándose la ma
sa entera, se cubre su superficie de una capa de sustancia com
pacta , y su base comunica con el hueso normal en terminos
de formar cuerpo con el. Un exostose pues no es generalmen
te mas que un hueso nuevo sobre puesto al antiguo, y que
se forma por el mismo mecanismo que él ; este nuevo hueso
puede ademas , como todas las producciones preternaturales,
ser detenido ó modificado en su desarollo , y presenta en
su testura diversas fases relativas á la mayor ó menor abun
dancia y á la disposicion de los depósitos calcareos, los cuales
hacen que tenga unas veces la apariencia y la dureza del mar
fil , otras el aspecto retiforme de las estremidades de los
huesos largos , y otras, en fin, el de'una masa cartilaginosa
sembrada de laminitas ó de puntas huesosas. Lo mismo se
verifica cuando la membrana medular esid asiento de fenó
menos semejantes; pero entonces el cxostose se forma en la
cara interna del hueso. Por lo demas estos tumores anuncian
comunmente su desarrollo por un dolor local y profundo,
mas ó menos vivo, y marchan con rapidez; ó solo hacen pro
gresos lentos y casi insensibles. Son duros, adherentes al¡
órgano que les sirve de vase, incomprensibles é inmóviles.'
]No se llega á comprobar su presencia sino cuando son acce
sibles al dedo, porque ningun signo podria indicar con cer
tidumbre la existencia de los que se desarrollan en la cara in
terna ó en la cavidad misma de un hueso. En la mayor parte
de los sugetos permanecen estacionarios despues de haber
adquirido un, cierto volúmen, y no esperimentanya otra mu- '
danza que la que se verifica en su mismo tejido , para asimilar-
160
los mas ó menos perfectamente al hueso en que se forman.
Pero algunas veces, la irritacion que causan en las partes in
mediatas hace que estas se inflamen y se gangrenen , de suer
te que el tumor puesto al descubierto se ve atacado también
de necrose, y se esfoh'a Esta terminacion feliz es muy rara; lo
masfrecuente es, que el tejido preternaturalsegregue pus, cu
yos focos se aproximan poco'á poco á la superficie del cuerpo,
y abren al fin los tegumentos; entonces se percibe el hue
so nuevo , y aun en algunos casos el hueso antiguo, ataca
dos de necrose ó de caries mas ó menos estensa.
La causa mas comun de los exostoses es una violencia es-
terior ejercida sobre los huesos al traves de las partes blan
das ; pero muchas veces sobrevienen sin que se pueda decir
como. Se los califica de sifiliticos cuando han sido precedidos
ó acompañados de sintomas venéreos , cuando excitan do
lores profundos, cuando no son el resultado de un golpe ó
de una caida, y cuando no hay motivo para sospechar la exis
tencia de escorbuto ni de escrófulas, es decir, que se atribu
yen á la sifilis cuando no se encuentra otra causa á que
atribuirlos. M. Dolpech advierte que verosimilmente no hay
necesidad de la influencia especifica de la sifilis para produ
cir semejantes organizaciones preternaturales, puesto que se
observan en estados muy diferentes, y que el desarrollo y la
permanencia del estado de inflamacion bastan para producirlos,
y que asi la influencia de la sifilis, bajo este aspecto, debe redu
cirse á la de un simple agente de irritacion; pero añade que se
puede reconocer en general que el exostose que aumenta
á un mismo tiempo la densidad y el volúmen de un hueso
entero, como se observa en el cráneo, y algunas veces en la
tibia ó en el femur, está producido por la sifililí mas particu
larmente que por cualquiera otra causa. Se olvidó de decir
nos cómo y por medio de qué signos se puede adquirir este
conoci mento.
Este mismo escritor no cree que exista la caries venérea,y
sostiene que la sifilis puede solamente dar lugar á la necrose,
sea destruyendo las partes blandas que .cubren un hueso, y
privándole asi de la circulacion capilar, sin la cual no puede
continuar viviendo, sea escitando en él una inflamacion crónica
que acumula la materia solidificante en el punto" enfermo , y.
161
puede llevar la sobre saturacion hasta el punto de acarrear su.
muerte ó la necrose. Añade finalmente que ia caries acompaña,
si, algunas veces á la sifilis, pero que esestraua á esta última,
que su union con ella es casual , y se halla en el caso de una
•simple complicacion. ' * ; :,.-ii i i • i r» : >
•.' Yo por mi no creo que la caries y la necrose dependen
jamas inmediatamente de ninguna enfermedad venérea pri
mitiva ó secundaria propiamente dicha , y me parece que an
tes de admitir sin prueba una conexion inmediata entre es
tas diversas afecciones, deberia demostrarse que la lesion del
tejido huesoso no puede depender de alguna otra causa in
terna, al paso que hay tantas capaces de ocasionarla, y en
tre las cuales se colocan en primera linea las i notaciones vis
cerales crónicas. Pero yo no concibo tampoco cómo un parti
dario declarado del sistema admitido con respecto ála sifilis cons
titucional , puede desechar la caries del número de los acciden
tes de esta última, al paso que procede de distinto modo con
respecto á la necrose, y que permanece á lo menos en la du
da cuando se trata del exostose. La necrose y la caries, dos
terminaciones de la inflamacion del tejido huesoso, represen
tan perfectamente la gangrena y la ulceracion en las partes
• blandas. Una causa capaz de producir la una no puede dejar
de estar tambien en aptitud para producir la otra.
Por lo demas parece que solo por costumbre se inclu
yen aun las lesiones del tejido huesoso entre las enfermeda
des venéreas secundarias ; porque convienen todos en que se
han hecho raras desde que se siguen métodos terapeuticos mas
racionales: es decir,.en otros terminos, que su frecuencia de
pendia antes del método, y autorizan para: creer que aunen
el dia dependen con mucha frecuencia de esta causa. En efec
to , M M. Rose , Guthrie et Thomson no los han encontra
do jamas en enfermos curados sin mercurio, de modo que
los consideran como un resultado, de la accion de este me
tal sobre la economia. Lo que hay bien averiguado , es , por
una parte, que el mercurio produce fácilmente necFoses«nor-
mes , y por otra , que todas estas afecciones de los huesos, prin
cipalmente la caries y la necrose, no se Observan sino cuan
do se abandonan las enfermedades venereas locales á si mis
mas, y se ocasionan otras enfermedades mas graves empe-
Tomo I. %*
fiándose únicamente en combatir .en el resto dé .la economia,
la supuesta causa material á que se los atribuye. Esta opinion
no es nueva,, pues se la 'encuentra ya en Fallopio, Fernel, y
Faukner , quienes hacen depender formalmente las afecciones
de los huesos de la nariz y de la bóveda palatina del método
mercurial ..¡y^ipiienés aseguran! tambien q«e: jamas se Jas ob-
serva cuantio se recurre á otros métodos curativos. Hunter
la profesaba igualmente (1 ), y M Cullerier puede conside
rarse tambien en el número de estos , .pues dice que en el si
glo diez y siete los 'buenos efectos deláguáyaco , que tan loa
bles se hicieron desde luego, disminuyeron á proporcion del
número de enfermos sometidos de 'antemano á un método
mercurial desordenado, durante el .cual se manifestaban do
lores atroces y una infinidad de necroses. .,: •'. . • • i
-icio eifili'.r.l i:oft).Mj>.: '• '.'rí. ' " r : \t (..!i'„•' :..•'•'
-iViíiimí: ho* oit QÍí&i\\\.". .. •'ÁB.TÍÜU1O TI• '•'' ' *N •'•••.•. '••
• O • •• • t. !í . •*": • . .f ', i :• . x •.'•i•,: • . : f

De las enfermedades 'venéreas secundarias que tienen su asiento ea


•<. J.. ..: • i y ••••'• al ..sistema seroso. :•'. •' : : i''•• . / ">
-nn.vy¡q'ti ,o.'..—r ' •'• :¡. ¡ ! • • u .••'f :' •t' ••! ••'. v :••"' " t'"• " .£
/ : No hay iduda que las irritaciones .venéreas cuando se pro
pagan al testiculo, y ocasionan la inflamación crónica de esta
glándula , pueden atacar tambien la túnica vaginal, y pro-
4uoir un htdroceie. Algunas veces sobreviene este accidente en
el curso de la urctritis crónica. •• .••'•> . '.. .
: Tambien puede manifestarse una peritonitis parcial cuan
do el cuerpo ..de la vejiga participa ide la inflacion de la
membrana mucosa genito-uriiiaria; á lo menos un caso re
ferido por íLuuter., y del cual ae ha ablado ya, autoriza para

<i) He aquí como se espflica este grande práctico: "Algunas enfer-


niedades nuevas dependen únicamente del mercurio. .Las amígdalas se hin
chan en casos en que no ha ptecedido ninguna enfermedad venérea. El per
f'iosLtio., y probablemen"te| ¡tambien los huesos, se engruesan , y .las 'partes
que los cubren se ponen edematosas y dolorosas al tacto. Pero como éstas
enfermedades se manifiestan durante el uso del mercurio, no se las debe
considerar de ningun rm>do como venéreas, sino mas bien como una en
fermedad nueva, aunque se suponga con demasiada frecuencia que son
venéreas ,' y aunque v¡ partiendo de esta 'suposicion ^ se insista en el uso
del metcojio cwintQ.es pwbWkrjiHa «oiO nr.u<.:'bM¡ :... f t*.-tn
Se han visto hidropesias articulares ó hidrarthroses , co
mo consecuencia de artritis causada .por la supresion repen
tina de una gonorrea.
:: ¿Las demas membranas serosas pueden llegar á ser el
asiento de un estado ilegmásico con motivo de alguna en
fermedad venérea primitiva ó secundaria? Si se ha de dar
crédito á los autores, este fenómeno, se verifica con bastan
te frecuencia, pues hablan de pleuresías, de hidrotomx , de
frenesies, de hidroce'falos; de asc/tó.. causadas por la sifilis.
•<• Tambien se atribuye á esta la facultad de producir ít«e«-
rismas ,dé ocasionar palpitaciones de corazon, de dar lugar
al desarrollo de vegetaciones en las válvulas de esta viscera.
Cbrvisart, M. Escarpa y M. Larney sor* principalmente los*
que han emitido esta opinion, acerca de la cual M. Bertin se
esplica del modo siguiente en su escalente tratado de las en
fermedades del coraron::' "No queremos negar la influencia de
semejante causa; pero fundados en una práctica y una ob
servacion de veinte años,en el hospital de venéreos:, nos atre
vemos á asegurar, que se ha exagerado mucho esta influen
cia. Hemos inspeccionado muchos Cadáveres de sugetos afec
tados de enfermedades venereas¡, sin hallar ningun vestigio
de vegetaciones en las válvulas , y hemos hallado esta lesion
en personas que jamas habian padecido de sifilis , particular
mente en una joven que presentaba todas las señales fisicas de
la virginidad. " Tbdws los. 'médicos despreocupados no ven'
en el dia en ellas mas que el resultado de una hipertrofia, oca
sionada por una. flegmasia, ó á 16 menos por una irritacion
lenta y prolongada. •'ite*íiu* «u .mn/avloa n^:. , üi/¡ntnj i:¿
*•• •; Lo mismo puede decirse de las vegetaciones que se han en
contrado á veces en las superficies de la placenta , y que muchos
autores colocan igualmente en él vasto dominio de la sifilis.
En una palabra , la mayor parte de: las enfermedades se
han atribuido á la sifilis, lo que era tanto mas fácil, cuanto
que en el estado actual de nuestras costumbres , es raro en-,
contrar un hombre que no haya tenida relaciones con mu-
geres sospechosas. Ademas, cuando no puede recurrirse á
e*te subterfugio etiológia), queda todavia el de referir la
causa á los padres ó á los abuelos , argumento digno á la ver.;
dad del lobo de nuestro fabulista. < .,:>••i: < !••::hr.¡ .: L¡
: ARTÍCUIO Vthi' 'i .'/
*. ..,'.. .íi
Be las enfermedades venéreas secundarias que tienen su asiento en
, r.,j :,..: .,'.'. o! i. ..;'. «1 sistema nervioso , bí.íar) n¡, yb G3tt.M?.c
-.:'.., ••'• fi! •.;,•.:.'.'. bí.f :írr.:..: {, c • MUriq «.•,;.;:.. 7 i;*fiiinn•••. '
Es evidente que el sistema nervioso se afecta en un gran
número de enfermedades venéreas, puesto que en este apa
rato solamente es donde nacen las sensaciones dolorosos oca
sionadas por la mayor parte de ellas. Estas modificaciones pa-
sageras de la accion cerebral rio son sin embargo las que se
lian tenido en consideracion cuando se ha atribuido á las en
fermedades sifiliticas una influencia morbosa sobre el encé
falo y sus dependencias. Se ha supuesto que el principio ma
terial de la sifilis podia obrar directamente sobre el sistema
nervioso , y ocasionar accidentes semejantes á los que ocasio
na la impresion ,de otras diversas causas. . í.
No citaré la sordera , la afonia y la ronquera de la voz
que se han colocado en esta categoria, porque es evidente que
se han considerado sin fundamento los resultados inevitable»
del estado patológico de las membranas mucosas del órgano
interno del oido y del aparato bocal , como consecuencias de
una lesion de Los nervios que se distribuyen por estos órgar-
nos. Pero señalaré \z amaurosis , la afiuplcgia, la parálisis, y
yarias enngenaciones mentales t como la hipocondria, \a me
lancolia , la mania y la demencia , las cuales se han coloca
do en el número de las enfermedades venéreas secundarias,
ya porque pueden sobrevenir en sugetos atacados de sinto
mas venéreos primitivos, lo mismo que en todos los demas, ya
porque han cedido algunas .veces al; método mercurial: cir
cunstancias igualmente insuficientes una y otra para admitir:
una relacion necesaria de causalidad entre las lesiones que
se procura poner de este modo en relacion unas con otras.
- Es tal la incertidumbre , sobre todo con respecto á las
amauroses sifiliticas , que en todos los casos de esta especie
de que hablan los autores, no se descubre ningun indicio
que justifique la relacion establecida por ellos de un modo
puramente arbitrario; Por otra parte sorprende el que no ha
biendo incluido ninguna iievralgja propiamente dicha en el
165
cuadro de la sifilis , sé, haya establecido una escepcion para el
nervio óptico y la retina. . ; • ..i •. t.>
La paralisis puede depender de un exostose en la cara
interna del cráneo; pero aun no se ha llegado á demostrar
que estas lesiones del tejido huesoso ó fibroso hayan sido jamas
producidas realmente por las enfermedades venéreas.
En cuanto á la apoplegia y á la mania hay hechos autén
ticos que demuestran que pueden ser ocasionadas por el mé
todo mercurial.
. . Pero tan dudoso como es que la sifilis llegue jamas á ser
causa de enagenaciones mentales, es cierto que produce en
un gran número de enfermos, y sobre todo en muchos médi
cos, un trastorno mental, que consiste en que estos creen ver
una sifilis patente, disfrazada, ó degenerada , en todas las en
fermedades oscuras que se les presentan ; al paso que aque
llos , dominados por la creencia popular de que las enferme*
dades venéreas, cualquiera que sea el método con que se las
combata , dejan siempre en la economia un resto de fermen
to contagioso capaz de reproducir nuevos accidentes á una
época mas ó menos distante, se alarman á la menor incomo
didad que esperimentan , la consideran como una prueba de
infeccion, y pasan asi su vida en continuas zozobras. ¡Ojalá
pueda yo haber contribuido , si no á destruir, á lo menos á
debilitar estas dos preocupaciones que hacen la desgracia de
tantos hombres, y que introducen la alteracion y el desor
den en tantas familias! ' ',.' i ¡. tl
... Entre las irritaciones secundarias que pueden ser pro-,
ducíelas por las de las .partes genitales, hay una sobre cuyo
asiento no nos ha enseñado aun nada de positivo la a nato-,
mía patológica, pero que va siempre acompañada de un gran
trasi orno en la accion del sistema nervioso. Esta es la epilep
sia. Pison, Thierri de Héry, Scardona , MM. . Cullerier y Maí-
saimeu ve han referido ejemplos de esta enfermedad causada,
por la bifilis, pues en la mayor parte de casos, el resultado delt
método mercurial que emplearon , fue el único indicio en que
se fundaron para dar á la enfermedad el epíteto de venérea.
Mas en el que he descrito, tomado de M. Lecnercier, des
pues de la historia, de los bubones , fueron las relaciones mis
mas de las dos enfermedades,, y no los efectos siempre equi
166
vocos del mercurio los que decidieron á considerar 1®& ata
ques de epilepsia como una irritacion cerebral debida á la su
presion repentina y á la metastase de una irritacion linfáti
ca , que dependia tambien de una ulceracion venérea.
... • -•-• '.* •'• ,.:.'«í. '. .
•••'• CAPITULO ÍL ;
-•'...:': ' • . '••',•'..:'•: '.•• --• r'
De las enfermedades venéreas secundarias en general. .

Hay muchas circunstancias generale» que merecen exa


minarse con relacion á las enfermedades venéreas secunda
rias. En efecto, se debe indagar si entre las que toman es
te nombre, hay algunas que puedan conservarle, y si algu
nas de ellas le merecen realmente; cuál es la épocíí en que
se manifiestan, .cual el órden en que se suceden unas á otras,
en fin, cuál la conexion que puede existir, ya entre cada
tina de ellas y los diversos sintomas primitivos, ya entre ellas
mismas , unas con respecto á otras.
Que las irritaciones morbosas de los órganos genitales se
acompañan algunas veces de fenómenos patológicos en otras'
regiones del cuerpo', no puede ponerse en duda ; primerá-
meate porque la esperieneia lo asegura positivamente, y ade
mas porque basta la sola escitacion fisiológica de estos, órga
nos para desarrollar accidentes semejantes. Asi es que las ul
ceraciones venéreas se complican frecuentemente con. bubo
nes, y muchas veces tambien la gonorrea coincide con afec
ciones muy variadas en partes próximas ó distantes del cuer
po. Del mismo modo la masturbacion; y el abuso de los pla
ceres del amor producen pústulas en diversas regiones de' 'lai'
piel , principalmente en la cara. Este hecho no es menos cierto*
con respecto á otras membranas mucosas esternas , eti particu
lar de las que' tapizan las estremidades superior é inferior det
conducto alimenticio. Es pues innegable la existencia de «ier^
tes afecciones que coinciden con. los sintomas venéreos p'rinai-í
tivos ó que se siguen á tíílos.;' •';''i.j';i¿i ;'fii: lan:.niun oi .»l:ui
•• Algunos autores han' supuesto que jamas se observaba nin
guna de estas afecciones en consecuencia de la inflamacion
simple dte las membranas mucosas, y esta era la opinion de
BelL Al hablar de las metas tases de la flegmasia de la mem-
167
brana genito-uri natia en el hombre, hice ver que esta aser
cion .era contraria á la observacion, puesto que se ven á veces,
como lo .han observado entre otros MM. Freteau, Bertia,
Cullerier y Leveyllé, una multitud de .accidentes diversos que
.se manifiestan en consecuencia de estas trasmutaciones repen
tinas. Bell lo ha afirmado porque ha visto que estos acciden
tes , en cuyo número no comprende sin embargo mas que
las inflamaciones del testiculo y del cuello de la vejiga , &e
.exasperaban bajo ja influencia del mercurio, y no cedian si»
no á las sangrias ,generales y locales. En .fin, esta opinion so
lo se ha .emitido para satisfacer á las exigencias de una hi
pótesis , segun la cual las .ulceraciones y la gonorrea depen
derian de dos causas enteramente diferentes.
_, i .Pero la mayor parte de los .escritores .del dia, pues entre
Jos antiguos se cuentan algunos, como •Cockburne y Astruc,
que no pensaban del mismo modo, dicen unánimemente
que las afecciones venéreas secundarias suceden siempre , ó
á lo menos en la inmensa mayoria de casos, á las ulceracio
nes primitivas de las membranas .mucosas y del .tejido cutá
neo, asi como á las afecciones del sistema linfático que acom
pañan frecuentemente á estas. Esta asercion no tiene mas
fundamento que la precedente, pues la esperiencia ha demos
trado que las enfermedades venéreas primitivas, sean las que
quieran, pueden curarse ,en muchos sugetos por un método
puramente local, y aun sin socorro alguno del arte, sin que
«e sigan á ellas sintomas .consecutivos, y que todos estos, cual
quiera que sea la forma con que se presenten , se .hallan
tambien en este caso.
,. : Los antiguos no lo ignoraban , puesto que jamas hablan
ide ningun accidente secundario, sino es alguna vez de los
bubones, aunque conocian perfectamente todas las enferme-
dades venéreas primitivas. Los modernos mismos han podido
convencerse muchas veces, á pesar del empeño conque apli
can el mercurio, cuando las circunstancias se lo hayan per-
iniíido. Swediaur y Gintanner convienen en que un método
local basta para curar las úlceras .venéreas y los bubones , y
no recomiendan remedios generales sino por pura .precaucion,
es decir, por no chocar con las ideas dominantes. Bru lo ha
bia confirmado ya, como lo prueba un estado que da de
.
ochenta y un enfermos tratados con simples tópicos mercuria
les , y asegura que solo en cerca de una cuarta parte de ellos
se vieron aparecer de nuevo los mismos accidentes, ó des
arrollarse otros nuevos. Pero á los cirujanos militares ingle*
sos es principalmente á quienes debemos el conocimiento de
este resultado importante, tan contfario á las opiniones acre
ditadas; pues Hunter, sin pretender por otra parte que fue
ra perfectamente exacto, habia sentado por principio que si
entre cien personas no se encuentra una que contraiga la
sifilis despues de la gonorrea , no hay una entre ciento que
se libre de ella despues de las úlceras. Por desgracia no se
han establecido aun bastantes cálculos para poder evaluar con
precision la frecuencia relativa de los casos en que sobrevie
nen accidentes secundarios y de aquellos en que no se decla
ran. Sin embargo, tambien con respecto á esto poseemos ya
algunos datos aproximativos. Asi entre todos los enfermos a-
tacados de úlceras, que M. Guthrie ha asistido en el hospi
tal de York , solo se vieron seis en quienes se presenta
ron úlceras en las fauces, y erupciones cutáneas, únicos sin
tomas consecutivos que este médico observó. De doscientos
treinta y nueve casos de úlceras curadas en Edimburgo por
Thomson, solo hubo diez y nueve en los cuales sobrevinieron
accidentes despues de la curacion. En ciiicuenta individuos
que MM. Lead curó sin mercurio en Dover, y que pudo obser
varlos despaes {1), no halló mas que los que habia hallado M.
Guthrie que fuesen atacados de sintomas secundarios. Entre
ciento treinta y cuatro enfermos tratados en Francia por MiVÍ.

(i) Esta circunstancia es de la mayor importancia, y la tefierode in


tento, porque MM. Hufeland , Cullerier y otros han insistido sobre la
necesidad de observar mucho tiempo a los enfermos curados de este modo,
y han puesto sobre la du'acion ó la solidez de la curacion dudas que M.
^Gabrllaud ha reproducido diciendo, que el metodo antiflojistko, disipando
el eretismo, y alterando. el principio venéreo sin destruirle, ouede hacer
que la enfermedad desaparezca momentaneamente j pero que , si se oculta
de este modo por algun tiempo ,'cs para mostrarse luego bajo otra forma,
y que estas especies de curaciones anticipadas de.la sifilis parecen haber
engañado á algunos medicos, que practicando en los hospitales pierden muy
pronto de vista á sus enfermos. Pues justamente entre los doscientos trein
ta y nueve militares asistidos poc M. Thomson , ciento cincuenta y dos
que pudieron ser .observados todas las semanas) por espaci'o de tres a seis
afios, continuaron 'gozando de buena saludv 09 :;'( c ; ..i.i.uiJJ £.J
169
. Murray , Ebans y Browh; diez solamente los han presentado.
En fin, y esto es mas decisivo aun , MM. M'Gregor y Franklin
dicen que se han observado noventa y seis veces sintomas con
secutivos en mil nuevecientos y cuarenta venéreos curados sin
mercurio, y cincuenta y una en dos mil ochocientos veinte y
siete curados con este metal, de donde se deduce la proporcion
de uno á veinte en el primer caso, y de uno á cincuenta y cin
co en el segundo, evaluacion mucho mas favorable que las
de Bru y de M. Rose, quienes han admitido el primero la
proporcion de un' cuarto, y el otro la de un tercio. Sea lo
que quiera de todas las incertidumbres que aun reinan en
esto , y que solo el tiempo podrá disipar; lo que aqui nos
importa es la certeza bien averiguada de que los casos en los
cuales se desarrollan accidentes secundarios en consecuencia
de las enfermedades venéreas primitivas , son infinitamente
menos numerosos que aquellos en que no sobrevienen.
. - Es verdad que se ha supuesto que estos últimos casos no
debian considerarse como venéreos, y que la afeccion primi
tiva, aunque situada en las partes genitales, y aunque con
traida por el coito, no era de naturaleza sifilitica. Pero esta
objecion cae por si misma con solo recordar que las úlceras
venéreas no tienen caractéres univocos; que los que les han
asignado todos los escritores, despues de Hunter, espresan
solamente Una de las formas bajo las cuales pueden presen
tarse; en fia, que es mas que arbitrario negar la denomina
cion de venérea á una enfermedad que se desarrolla despues
del coito y con motivo de este. ,
Ademas, M. Hill nos .advierte tambien quede cincuenta
y un sugetos que estaban atacados de úlceras venéreas primi
tivas con los caractéres asignados por Hunter , á las que él
llamaba verdaderas ulceraciones venéreas, y á los cuales no
se administró mercurio, cuatro solamente padecieron sinto-
soas consecutivos; á saber, uno de ataque á las fauces, otro
de erupcion cutánea, y los otros dos, de erupciones cutáneas
con ataque á las fauces. . • ,• -i . f-.-r... ; , , ,,V ;í4
- . Por lo que hace á la época en que se declaran los acci
dentes secundarios, pocas cuestiones se han agitado mas ve
ces y por mas tiempo;que esta., Sin embargo apenas las hay
unas oscuras, porque en lugar de apoyarse, .,en. los hechos , ca-
Tomo I. 22
170
¿a uno se ha dejado llevar de sus opiniones particulares, Cuan
do un» afeccion se declara durante el' curso de un sintoma
primitivo, ó inmediatamente despues de su curacion, ó en
consecuencia de su desaparición repentina , puede creerse que
la irritacion que: le habia ocasionado ha podido contribuir á
producir aquella, ya por solo el'eféctb de la simpatía que exis
te entre las diversas partes del cuerpo, señaladamente entre
aquellas cuya estructura es análoga, ya por la influencia com
binada de esta: simpatia y de la accion, de'alguna otra causa
irritante, y de una predisposicion sobre ei órgano acometido
por la nueva enfermedad. Asi es que se cicatriza una úlcera,
pero el sitio que ocupaba permanece en un estado de irrita
cion , que no se estiende hasta el grado ílegmás.ico, y se li
mita á exaltar; la acción nutritiva ; de aq.ui provienen las ve*.
geracibnes y las esorescencias.. Del mismo modo la supresion
repentina de una gonorrea. ó de una úlcera. puede ocasionar
la sordera, el zumbido de oidos, úlceras en Ja cámarí'poste-
rior de la boca, ataques de epilepsia cuando hay en la mem
brana mucosa del órgano interno del oido, en la de la cavi-
'dad bucal en la áragnoides, una cierta predisposicion á ir
ritarse, á inflamarse bajo la influencia de la mas leve. causa
ocasional. ¿Pero se puede admitir del mismo modo una co-
nexioo necesaria y directa entre una afeccion local de los ór
ganos genitales y una. serie. de fenómenos patológicos separa
das la una de la otra por un intervalo de muchos años, y
aun de muchas generaciones? Mas adelante volveré á tratar
esta importante cuestion; pero debo decir aqui que ningun
hecho autoriza, para admitir nada de esto, y que repugna al
raciocinio, porque entonces seria preciso creer que la cau
sa comun de dos enfermedades permanece en inacción por
todo el tiempo que media entre ellas, y no se concibe que
una. causa actualmente existente pueda permanecer en un es-
'tado de perfecto reposo sin producir necesariamente los^fec-
ios- que, son inherentes á su naturaleza. Para admitir tal re
lacion con intervalos tan grandes serian necesarias tantas ob-
,servaciones auténticas como hay pocas y equivocas. Seria .ne
cesario ademas suponer que en este mismo espacio de tiem
po. no se ha espuestb^ organismo ;fi 'ninguna influencia ca-
•paz. dtí turbar la armonia de sus funciones, lo ea'dl^es inad-
"
17t
misible, cuando se sabe que la vida depende de la accion de
los cuerpos esteriores sobre los órganos, y cuan numerosas
son las causas que pueden producir enfermedades. Todo pues
induce á creer que «na afeccion 'cualquiera no puede consi
derarse como consecuencia de una irritacion .venerea primi
tiva, sino ruando se declara durante el curso de esta .última
ó muy poco tiempo despues de su cesacion. Hay interesantes
investigaciones que hacer para saber, á lo menos] aproxima
tivamente , hasta donde alcanza esta serie de relaciones en
tre dos ó muchas enfermedades sucesivas.
En la persuasion en que estabamos de .que todos los fe
nómenos patológicos , ó á lo menos la mayor parte de los
que sobrevienen en consecuencia de una enfermedad vené-
rea, dependen de esta última; se ha sentado por principio
que se manifiestan unos despues de otros, y que siguen un
curso regular y constante en su sucesion. Hun'ter supone que
se presentan al principio en las partes esteriores del cuerpo,
como la piel, la nariz, las amigdalas, y que se manifiestan
despues en los órganos mas profundos, tales como las apo-
nevroses, el periostio, 'tos tendones, lo que constituye. á su
parecer dos grados 'bien distintos de la sifilis, reproducidos
con corta diferencia en estos últimos tiempos por algunos
escritores , entre los cuales se distingue principalmente M.
Delpech* Otros admiten que estos sintomas se declaran suce- '
si vamente en el sistema linfático , en las membranas mucosas,
en el. tejido cutáneo., en los órganos fibrosos, y en el siste-.
ma huesoso.
Pero no hay nada de regular con respecto á esto. El or
den que se designa se invierte frecuentemente de mil mo
dos diferentes , y se han observado todas las combinaciones
imaginables. Asi es que el sistema linfático queda ileso mu
chas veces , aun despues de ulceraciones primitivas ; al paso
que se ven sobrevenir enfermedades diversas en membranas
mucosas distantes , señaladamente en las fauces, ó bien en el
tejido cutaneo , ó en fin, en el tejido fibroso. Se ha creido
tambien notar que la camára posterior de la boca se afectaba
con mas prontitud y mas frecuencia cuando no sobrevie
nen bubones. Algunas veces tambien se afecta el primero el
tejido fibroso. j.. •• •i ; i'•• ' ' í : . ' /J ••'• :.- .'. ,/.:.I, :c . i.*
i 72
Por lo dcm.ns es imposible que se observen en una mis
ma persona todos los accidentes consecutivos atribuidos á la.
sifilis. "Son, decia con gravedad Astruc , comunes á todos
los que la padecen eivgeneral , pero no lo son á ninguno en
particular." Hablando con propiedad, solo á la reunion de
un número mayor ó menor de ellos es á lo que se da el nom
bre de sifilis. Ésto, es lo que hace que en el knguage médico
no haya otra palabra que tenga una significacion mas vaga
que esta, puesto que no espresa un estado patológico cons
tante y siempre idéntico. Él órden con que se suceden los fe- .
námenos patológicos que se refieren á ella está subordinado en
gran parte , cuando todos los órganos están igualmente sa
nos, á la mayor ó menor analogia en la testura y en las fun
ciones, asi como á la mayor ó menor variedad en las oscita
ciones habituales; pero como este equilibrio perfecto es. muy
raro, si es que existe alguna vez, el órden en cuestion de
pende de las predisposiciones , ya originarias , ya adquiridas
por la influencia de las enfermedades anteriores, de los mé
todos curativos, del régimen, del género de vida , Scc. , lo cual
hace que tal ó cual parte se resienta antes que todas las jde-
mas, ó mas vivamente que ellas de una irritacion fija en cual
quier punto del cuerpo. Astruc ha espresado esta idea de un
modo estravagante, diciendo que el carácter de la sifilis es
el de acomodarse por lo comun al temperamento de los en
fermos y disfrazarse bajo la forma de las enfermedades que
padecia antes ( 1 ). En lia , si es permitido juzgar por observa-

(i) Bell ha presentado esta idea bajo otra forma no menos estraffa,
diciendo que la causa material de la sífilis puede existir en el sistema sin
bastante energía para manifestarse por los síntomas que la caracterizan co- .
nmnmente , y sin embargo ser capaz , en. diferentes circunstancias, lio solo
de producir grandes trastornos, sino tambien muchas enfermedades que
jamas se habían verificado , tales sobre todo como aquellas á las cuales es
tá ya dispuesta la constitucion, ó aquellas de que se hace susceptible cual
quiera individuo cuando casualmente se espone a ciertas causas. Por lo de
mas esta doctrina, de la cual podría aun presentar otras muchas muestras,
se refiere á la teoría de las enfermedades venéreas enmascaradas, de las
cuales he ablado ya, y volveré á hablar con mas estension en lo sucesivo.
Hay una particularidad digna de notarse, y es que Bell asegura que la
causa material de la sífilis no puede producir ninguna enfermedad depen
diente de un contagio particular , como la viruela , el sarampion y la
sarna ; al paso que MM. Cenoli y Marcolini han ocupado últimamente
173
clones que desgraciadamente no se han seguido haciendo con
bastante perseverancia , la constitucion atmosferica ejerce una
accion poderosa sobre el predominio de tal ó cual sintoma con
secutivo, como aparece que lo hace tambien sobre el de di
versos accidentes primitivos. La conexion que puede .existir
entre cada una de las enfermedades venéreas primitivas y las
secundarias es un punto de que nadie se vio ocupado antes
que M. Carmichael. Este médico admite que la úlcera de ba
se dura y de bordes perpendiculares es seguida de erupcio-
s- • ' • : •: ' í
la atencion de los medicos con las vacunaciones , en consecuencia de las
cuales se habian manifestado simultaneamente la vacuna y la .sífilis A la
verdad estos dos escritores han supuesto que la causa material de la sifi
lis se habia inoculado al mismo tiempo que la de la vacuna. ¿ Pero por
qué en el espiritu mismo del sistema dominante no hnbria podido la vacu
na sacar á esta causa del estado letargico en que se supone que puede
permanecer hasta la pubertad en los hijos de aquellos que han observado
una conducta desarreglada? ¿Por qué no se había de ver muchas veces
a esta misma escitar la de la viruela , que tantos teóricos han supuesto
igualmente en el mismo estado en todos los individuos de la raza huma-,
na , hasía que una circunstancia escitnnte viene a sacarla de la inercia,
como sucedió en un caso referido por Barry, en el cual se trata de una
señorita , que poco tiempodespues de haberse hecho mamar los pechos por
una enfermera, cuya boca acababa de comunicar úlceras venéreas á mu-'
chas recien paridas, fue atacada de unas viruelas confluentes , y quedó li
bre de la sífilis. ¿No se objetara cómo se ha hecho tantas veces, que dos
virus no podian existir á un mismo tiempo en el cuerpo , porque lo que es
posible para la sifilis y la vacuna , debe serlo tambien para la sífilis y las
viruelas ? Los hechos citados por M. Cerioli me parecen susceptibles de
una esplicacion mucho mas sencilla. Se trata de una niña, sana al pare
cer, la cual fue envacunada felizmente, y suministró fluido vacuno que
se inoculó en cuarenta y tres niños. La vacuna siguió su curso ordinario
en seis de estos ultimos, pero en los otros treinta y siete, en lugar de
erupcion vacuna, se descubrieron sintomas de sifilis, que se trasmitieron
a las nodrizas por sus pezones , y de los cuales los mas frecuentes fue
ron condilomas en la márgen del ano. Yo no puedo ver en esto mas que
un resultado de aquellas irritaciones de la membrana mucosa de las vias
digestivas, que son tan comunes en la infancia, y que ya he dicho que
seconfundian con los accidentes de la sifilis. En efecto , ¡como puede con
cebirse que el pus vacuno desarrollado en una niña que se supone infes
tada por sus padres en el acto de la concepcion , haya podido trasmitir
una enfermedad que no se manifestaba por ningun signo en ella ? ; Y co
mo seis niños de los inoculados con la materia de estas pustulas queda
ron libres de los accidentes que se desarrollaron en los demas ? No de
be titubearse en desechar como contraria á la naturaleza toda teoría que
ponga en la necesidad de acumular de este modo suposiciones que no pue
den probarse, y hechos que estan en contradiccion con los principios.
174
nes escamosas y psóricas en la piel, de ulceraciones profun
das en las amigdalas , de dolores osteócopos y de tumores en
los huesos; que despues de una úlcera sin base dura ni bor-,
des elevados, ni carácter corrosivo , despues. de la gonorrea'
y de las escoriaciones del glande. y del prepucio , «e observa
una erupcion papulosa que termina por dolores articulares
semejantes á los del reumatismo , por úlceras en las fauces,
acompañadas muchas veces de tumefaccion en las glándulas
linfáticas del cuello , pero nunca por tumores en los huesos;
que la úlcera de bordes elevados, cuando trae consigo acci
dentes consecutivos, lo que es raro, ocasiona una erupcion
papulosa que se convierte en ulceraciones superficiales , con
dolores en los miembros, y úlceras en las fauces, sin tumo
res en los huesos; en fin, que las úlceras fagedénicas y gan
grenosas generalmente traen consigo sintomas secundarios,
malignos y pertinaces; por ejemplo, manchas pustulosas y tu
bérculos, álos que se siguen úlceras comunmente serpiginosas
y corrosivas , ulceraciones estensas en la cámara pqsterior de la
boca , dolores pertinaces en las rodillas y en las demas arti
culaciones , muchas veces tumores en los huesos, y algunas
veces tambien afecciones en los huesos propios de la nariz.
La aparicion indicada por M. Carmichael es tan poco fi
siológica , que pareceria sospechosa , aun cuando no se
supiera que ha sido hecha para formar en cierto modo
un dominio aparte á cada uno de los diversos principios
especiales de que hace depender este médico las ulceraciones
venéreas , en lugar de atribuirlas á uno solo , como se ha
hecho hasta ahora. Por lo demas no comprende en ella mas
que las úlceras que se manifiestan en las partes genitales.
En fin, MM. Rose, Guthrie , Bacot , y Ennen le han ata
cado de un modo victorioso con hechos que demuestran que
ninguno de los numerosos accidentes venéreos, que se lla
man consecutivos, depende mas particularmente de uno de
los primitivos que de todos los demas , y que bajo este as
pecto reina una diversidad infinita , cuyo origen no puede
hallarse sino en la diferencia de los temperamentos individua
les y de las 'influencias esteriores , higiénicas ó medicas , que
obran; «Q ;eada sugetó. ,L .. ; .. . - :
Falta aun que tratar de la última cuestion , que es si
175
•exisje entre los diversos sintomas consecutivos una conexion
tal que se los pueda considerar como consecuencia los unos
de los otros. La mayor parte de autores responden por &
afirmativa, y de aqui ha emanado la^ opinion reinante que
hace que se considere la sifilis como una, enfermedad ge
neral de la:. economia. Segun Astruc, las enfermedades ve-
néreas locales llegan á ser, por una gradacion insensible las
primeros rudimentos de la sifilis incipiente, y la sifilis con
firmada no ataca una ó dos partes del cuerpo, no altera urfa
.ó dos funciones de la economia i sino que interesa casi todas
Jas partes y altera casi todas las funciones. A la verdad , los
órganos están unidos por medio de vinculos tan intimos , que
•ninguno de ellos puede enfermar sin que otros muchos
se resientan mas ó menos, pero solo aquellos cuya accion tís
absolutamente indispensable para mantener la vida, como el
cerebro, ó aquellos que tienen relaciones muy estensas, como
«1 estómago, son los que hacen sentir sus afecciones en toda
.la economia entera. Los órganos de la generacion, ni aun las
membranas mucosas esteriores, en las cuales suelen fijarse las
afecciones venéreas , no se hallan en este caso. Jamas se di
fundió la sifilis por toda la economia:: nunca se apoderó de la
generalidad de las partes del cuerpo de una vez, ni aun su
cesivamente; jamas, en fin, presenta el tipo de lo que se en
tiende, propiamente habland'a, por enfermedad constitucio
nal. Esta observacion importante , que á cáda paso se pier
de de vista, pertenece á Hunter (1). Siempre que las afec-
...'':i.. •:•,-; , 'i1 /':,:.!., ' '(
;• , j, •.J-'• .' i:•. iüi"" i..r.i ••.'j ¡.' , :
. fi) Hunter la ha espresado del modo siguiente .La palabra co/íí/z/»-
cional quiza no es en rigor termino conveniente, porque' hablandPo cfoh
•precision, se podria entender por ella una enfermedad , en la cual cada pan-
.te .del cuerpo obra de un mismo y único modo, como en todas las espe
cies de fiebres simpaticas 6 idiopaticas. Pero el virus Venéreo no parece
difundirse en los fluidos que circulan , sino para obligar,. digamoslo asi, á que
Ciertas partes del cuerpo recibairla' accion venérea, la cual es enteramen
te local, verificandose, erv diferentes partes,, .segun una 'su?«sion. regular de
susceptibilidades. Son pocas las partes que obran a un mismo' tiempo, v
una perspna puede hallarse afectada en toda su econorhia.de este modo, y
sin embargo hacerse .perfectamente bleji'todas sus funciones', ""tío prescin
diré de las aserciones estravagantesy de lasesplicaciones erronaas'qíieicoi-
tien.e este pas,age,. pues me basta deducir qpe:Hunterj que.es» el qu^'ha
introducido en medicina la palabra sifilis constitucional, no pretendia es-
presai con ella utíá afecciotiugBiiírarae lar econonJíl" ,iy OüaOtfnaOt
176
ciones venereas obran al parecer sobre todo el organismo,
hay razon para sospechar la influencia de una viscera, y
particularmente del estómago escitado por circunstancias ac
cesorias, entre las cuales se coloca en primera linea la
administracion del mercurio. Efectivamente se observa en
muchos casos que á los sintomas consecutivos precede una
grande inquietud, el desvelo, dolores erráticos en diversas
partes del cuerpo, con fiebre ó sin ella, cefalalgia con pérdida
del apetito, del sueño y del reposo, una emaciacion general
mas ó menos sensible, una alteracion considerable de la cara,
cuyo color es aplomado y cuya fisonomia está desfigurada,
en una palabra, toda la reunion de accidentes que anuncian
una irritacion crónica, fija en las membranas mucosas inter
nas ó en alguna de sus dependencias. Esto coincide perfecta
mente por una parte con las observaciones de M. Rose, el
cual ha observado siempre accidentes consecutivos tan leves,
cuando se desarrollaban en sugetos curados sin mercurio,
que confiesa, que un hombre no imbuido de las ideas domi
nantes con respecto á las sifilis , 110 hubiera reparado en
ellos ; por otra parte, con un hecho reconocido mucho tiem
po ha, á saber, que en general los sintomas consecutivos se
declaran en los sugetos muy irritables , en aquellos sobre lo
do que abusan de los placeres del amor y de los licores es-
.citantes, de lo cual se deduce sin dificultad el por qué estos
fenómenos son tan frecuentes en las clases inferiores de la
sociedad y en los hospitales civiles, en los cuales se alivian
casi siempre en poco tiempo con el descanso y un régimen
mas arreglado. Tambien.es facil segun esto red,ucirá su jus-
¿to, y^lor las sutilezas á que se ha recurrido para decidir si
Ja sifilis debia considerarse como una enfermedad aguda, cró
nica ó mista, y que al fin han conducido á este singular re
sultado; á saber, que las enfermedades llamadas venéreas,
es decir, los accidentes primitivos, son de naturaleza aguda;
al paso que la sifilis que constituyen en lo sucesivo es de na-
Wralezá crónica.
.Vj, De todo lo que precede pueden sacarse las conclusiones
siguientes.: , ..:•
1L^ Eás enfermedádes venéreas secundarias son las que
sobrevienen eri unar jíárte " del cuerpo '.diferente del órgano
177
puesto en contacto con una superficie inflamada ó ulcerada
mediata ó inmediatamente con motivo del coito.
2.a No se deben considerar como tales sino las que se de
claran durante el curso de una afeccion venérea primitiva,
ó muy poco despues de su curacion, ó inmediatamente des
pues de su supresion repentina. .;:,,• ,•
3.a Dependen algunas veces de la permanencia de un
ligero grado de irritacion en la parte que antes estaba in
flamada. A veces tambien dependen solamente de las irrita
ciones simpáticas que bay entre todos los órganos, y mas
particularmente entre algunos de ellos. Pero en la inmensa
mayoria de casos son el resultado de una irritacion directa
desarrollada por una causa accidental cualquiera , en la par
te donde se manifiestan , ó de la predisposicion que esta
parte tenia á irritarse. \
4.a Las ocasiona con mucha frecuencia la accion de re
medios muy activos , y en particular la del mercurio en los
órganos digestivos, de modo que se deben considerar como
enfermedades producidas por el arte, más bien que como
afecciones escitadas por la naturaleza.
5.a Los casos en que sobrevienen son mucho menos nu
merosos que aquellos en que se declaran, cuando se aban
donan á si mismas las enfermedades primitivas.
,•;-! 6.a No se las puede distribuir en un cierto número de
series correspondientes á tal ó cual modificacion de la irri
tacion primitiva.
7.a No observan orden ni regularidad en su aparicion
y, en su sucesion^:
8.a Cuando existen muchas á la vez, pueden ser indepen
dientes unas de otras , y ocasionadas por muchos focos dis-
tintos de irritacion, ó unidas al parecer entre si, y depen
den siempre en tal caso de alguna irritacion visceral crónica.
9.a No se las puede considerar como constituyendo una
enfermedad única, especifica, sui generis. •••i .A •.iÍ. vl*-t
• 10.a Por consiguiente la sifilis, tal como se la concibe gene
ralmente, no existe, puesto que los diversos estados patológi
cos que se confunden bajo este nombre, se componen de una
reunion eterogénea de sintomas producidos por la lesion de
una o muchas visceras, bajo la influencia de causas muy variadas.
Torno L • 23
173
,: •-•• \•.j l. i.I,nm. liui '•' .OTi::£:.'. ¡.nu nr.ri {,):¡i•li oi no o-^«it
.oiif, • SECCIÓN HL-^.f:.-.,;:.••.:.,^
':' <•'. ..'!.'! c; '•••• ••'•; i . .
DE LAS COMPWCACKKJIES DE 1.A.S ENFERMEDADES VENÉREAS.
'

Las enfermedades venéreas : se presentan muchas .v


complicadas , 'ya .nanas 'con otras, ^ra ;cpb otras diversas afec-
cioues agudas ó xrónicas- i:! no ín::•,';imi ;!i ,ij •••.•' m'lí••T.
-••' .No es faro hallar á un mismo tiempo: flegmasias simples
ó complicadas' con ulceraciones y .escresscencias en muchas
•de las membranas •mucosas esteriores q"ue han podido estar
,en contacto con una !Superficie enferma, ó con el producto
.de sus exhalaciones. 'Estei estado^de. cosas aumenta siempre la
gravedad del mal, porque multiplica los focos de 'irritacion,
y por consiguiente las fuentes de irradiaciones 'Simpáticas
-hácia los ^órganos, 'con los cuales comunica de un modo 'mas
particular cada extremidad de, membrana .mucosa. En casos
•deíesta especie es principalmente en los que sobreviesen, con
.frecuencia afecciones llamadas secundarias, y en ! lois que ad
quiere la enfermedad un carácter notable de tenacidad, prio-
•cipalmente cuando el. médico impelido de miras teóricas adop
tadas por imitacion, prescinde de los sintomas locales para
ocuparse esclusivamente de la destruccion de una causa ge
neral, de la cual «s costumbre hacerlos depender., y aun los
-exaspera con un metodo curativo escitante , cuya influencia
se estiende casi siempre á ellos, aunque no se le aplique si
no en regiones del cuerpo :mas ó monos distantes. c.7
En cuanto á las demas afecciones que pueden Eoesistir
con sintomas primitivos, sean los que quieran, su diagnósti
co no presenta mas ni menos dificultades que si existieran
solas, y no es necesario tenerlas en consideracion sino con
respecto al metodo curativo, en el cual suelen inducir mo
dificaciones' importan tes, es decir, que en esfe cago,, como en
todos los de complicacion, es preciso atender desde luego .al
• órgano mas amenazado , sobre todo si es el mas importante.
Sin embargo su etiologia suele presentar mucha oscuridad,
y no siempre es fácil distinguir los casos en que dependen
inmediatamente de; los accidentes venéreos mismos, de aque-
llos en los cuales su aparicion se refiere á la influencia, ya
• ii'2 A
179
de una predisposicion congéuita ó adquirida , ya de una cau
sa puramente accidental : de aqui depende la confusion que'
se advierte en la historia de las enfermedades venéreas se- -
cundarias, porque siempre que una afeccion no ha podido'
referirse desde luego á una causa evidente, se la ha atribui
do precipitadamente á la sifilis , segun la hipótesis general
mente admitida, que hace que se considere esta última como
el resultado de la accion en el organismo de un principio
material , cuyos efectos varian y se modifican casi al infinito..
Las enfermedades concomitantes de las afecciones venéreas
pueden influir en estas últimas ; ó. al contrario, recibir su in
fluencia. . . • -•'i r.i ••;••. .... .., .:-.': ; •' .*•• '..iir'
; En general, durante el curso de las que tienen un carác
ter muy agudo, los sintomas venéreos adquieren mas gravedad,
ó tambien terminan de un modo funesto. Asi el reumatismo.
agudo constituye casi siempre u«a complicacion funesta que
exaspera los accidentes locales. Lo mismo sucede, y aun en
grado mas superior, con las irritaciones del condueto alimen-'
ticio , pues se ha observado en todo tiempo , aun en el siglo.
de Hipócrates , que los sugetos atacados de sintomas venéreos
en las partes genitales ó en la cámara posterior de la boca, es
tan muy espuestos á Ja gangrena parcial ó total de estos ór
ganos en las fiebres que aun se llamaban poco ha adinámi
cas y atáxicas. Sin embargo esta regla dista mucho de ser ge
neral, como lo ha pretendido Plenk , porque tambien se ve
frecuentemente que estos sintomas, abandonados á si mismos,
desaparecen durante el curso de una enfermedad aguda cual
quiera, sin dejar ningun vestigio de su existencia; y á pe
sar de las aserciones de M. Schtnidt , las pobabilidades dte mor
talidad no son , en el tifo, infinitamente mayores para los in
dividuos atacados dela sifilis, que para los que estan escritos
de esta enfermedad, pues la gangrena misma de los órganos
genitales cuando sobrevienen , no acarrean necesariamente la
muerte. Todo depende en estos casos de una Biultitud de
circunstancias, muy dificiles de apreciar á veces, pero entre
las cuales se deben colocar como principales las diferencias casi
innumerables que se observan en las complexiones indivi
duales. '"'
Las enfermedades crónicas influyen menos que las agu-
180
idas en los sintomas venéreos primitivos y secundarios. Sirí
embargo , tampoco son siempre indiferentes , porque no pue
den estar dos órganos irritados en grados y con tipos idénticos
ó diferentes, sin rehacerse mas ó menos uno sobre otro, aun
cuando sean muy oscuras las conexiones simpáticas que tie
nen entre si en el estado natural, y tambien porque las alte
raciones orgánicas suelen deteriorar la economia. Bajo este
aspecto , las complicaciones mas graves son con las escrófulas,
y sobre todo con el escorbuto, enfermedades sobre cuya natu
raleza no estan de acuerdo los médicos, y las cuales parecen
consistir, la primera en una inflamacion crónica de las glándu
las linfáticas, desarrollada en consecuencia de una irritacion
lenta y continuada de .las membranas mucosas, particular
mente de las de la cabeza ; y la segunda en una irritacion cró
nica de todas las membranas mucosas complicadas de los acci
dentes simpáticos que acompañan generalmente á estas afec
ciones , y quizá tambien de una alteracion de la sangre, debi
da al modo imperfecto con que se hace la nutricion. Las fleg
masias venéreas hacen siempre grandes y rápidos progresos
en los escorbúticos; al paso que en los escrofulosos tienden
mas particularmente á adquirir el tipo crónico, y sobre todo
á complicarse con la tumefaccion de las glándulas linfáticas
inmediatas. , . . t
Es muy raro que las enfermedades venéreas ejerzan una in
fluencia saludable sobre otras enfermedades ; y cuando lo ha
cen es por medio de la irritacion derivativa que establecen,
como se ve algunas veces cuando la uretritis sobreviene en
un sugeto atacado de oftalmia, de un coriza habitual, ó de
un catarro pulmonal crónico. Pero en general estas compli
caciones son graves , tanto por si mismas como por la predis
posicion á las irritaciones que producen en partes distantes, las
cuales se hacen entonces mas accesibles á la accion directa de
las causas] morbosas. Tambien llegan á serlo muchas veces
'de un modo secundario , en razon del método curativo que
se emplea contra ellas , pues el mercurio , por medio del cual
se las combate casi generalmente , es en la inmensa mayoria
de casos el origen de accidentes innumerables, cuya espo-
sieJon se hará mas adelante.
LIBRO SEGUNDO.
DE LA TEORÍA Y DE LA HISTORIA DE LAS ENFERMEDADES
VENÉREAS.

Si quis curiosorum qu&rai cur hantí disser-


, .1 i f tationem de morbo gailico y utiplerisque vide-
vítur abmrdam etparadoxam , concinnaverim,
üv, , O..J' ' I"'«:? judicat , quis quid velil , quce enim alus absur-
Ji'l ' 'I " " ' da , cadem mihi vera videntur. SINAPIDS.

JLlasta ahora he espnesto simplemente los fenómenos que


acompañan álas enfermedades venéreas , y he referido en cuan
to ha sido posible sus sintomas caracteristicos á las lesiones de los
diversos tejidos, órganos ó aparatos que pueden ser su asiento.
He hecho ver que estos sintomas varian al infinito hajo el
punto de vista de su intension segun el estado particular de
cada órgano afectado, el de algunos otros órganos, ó de la
economia entera , y la energia mayor ó menor de las influen
cias esteriores, atmosféricas, higiénicas ó terapéuticas. He ma
nifestado, en fin, que no varian menos con respecto á sus com
plicaciones, segun que la irritacion morbosa obra simultanea
ó sucesivamente sobre un número mas ó menos considerable
de órganos ó de aparatos. Pero me he abstenido de toda es-
plicaciou, porque en las ciencias fisicas, y por consiguiente en
medicina tambien , el órden que los fenómenos siguen en su
manifestacion y en su encadenamiento, es lo único que nos
es permitido conocer, y porque estamos condenados proba
blemente para siempre á ignorar su esencia, es decir, por
qué y cómo se desarrollan.
Ño es esta la conducta que se ha observado hasta ahora,'pues
ansiosos los médicos por esplicar la formacion, la propaga
cion , la tenacidad y las repeticiones ó nuevas apariciones,
frecuentes de las enfermedades venéreas, han discurrido di
versas teorias, de las cuales algunas han caido en el olvido,
pero muchas de ellas subsisten aun en el dia. Estas últimas
182
pueden reducirse á tres principales. La una', que es la "mas
generalmente recibida , establece la existencia cie un princi
pio particular y especifico , llamado virus venéreo ó sifilitico,
cuja accion especial sobre los liquidos y los sólidos del cuer
po, ocasiona todos los accidentes que indican la presencia de
estas enfermedades. Las otras dos refieren los fenómenos mor
bosos á sola la irritacion de los tejidos vivientes, trasmitida
de unos en otros por un efecto puramente simpático. Pero
en la una, que pertenece á Hunter, se admite al mismo
tiempo un viras , y se supone que las simpatias desarrolla
das por la acción puramente local de este principio, son pro
pias para ocasionar en las partes irritadas de un modo se
cundario, movimientos semejantes á aquellos que el virus
Labia producido en las partes afectadas primitivamente: imi
taciones mas ó menos perfectas de la escitacion primordial.
En la segunda, por el contrario, se desecha la nocion de to
da causa material estran'a á la economia, y no se consideran
las enfermedades venéreas primitivas sino como focos de una
irritacion local , los cuales en ciertas' circunstancias escitan
simpáticamente las de otros órganos distantes, de los cuales
cada uno se rehace á su modo, es decir , en razón compues
ta de su testura propia y de sus relaciones mas ó rúenos es-
tensas con las demas partes. Aun podria admitirse una cuarta
hipótesis, la de M. Broussais, quien considera las enfermeda
des venéreas secundarias como el resultado de una irritacion
especifica propagada por la via de las simpatias ; pero es evi
dente que esta hipótesis entra en la de Hunter , de la cual
no se diferencia sino por el nombre impuesto á la causa es-
ciladora de los movimientos patológicos. ,
Antes de discutir estas diversas teorias, las cuales necesaria
mente deben' ejercer, y ejercen en efecto, una grande influen
cia sobre los métodos terapéuticos, es necesario examinar á
fondo la historia de las enfermedades venéreas que se halla
unida' á ellas del modo mas intimo. Los pormenores en que
voy á entrar probarán que esta cuestion no tiene, como se
ha supuesto, mas de curiosa quede útil, y que Bosquillon
tenia completa razon para decir , que no hay una enfer
medad cuyo método curativo tenga mas necesidad de ser ilus
trado por la erudicion que el de las enfermedades venéreas.
183
fi&br...'íuc. ,.;'l. '•.f. ¿e\¿r.•.'.•. v.> v '¡¡n I-\ ,:
i ! ..!i t! ;i? C&BtoLQ íPaiMEIWX , ,
••.'ilK;'•,'•I .'•'..•'. i.. .;'
De las diversas opiniones sobre el origen de la sifilis.

,•, i i. Es necesario: retroceder basta el siglo diez: y,seis para des


cubrir ivestigios evidentes de una teoria, ,eri la cual se réfie-
-ra .poaiti\aiBe;nte al .coito verificado en ciertas circunstancias
una serie mas ó menos considerable de enfermedades. Aun
que los antiguos conocian muy bien todas las que en di dia
-se colocan ien esta ' «ategoría r las doctrinas fisiológicás que
profesaban .no lesiipeiimitianireferirestas, afecciones á la veiv
-dader.vcausa <le que dependori , de suerte que en lugar de
íforihar una clase aparte, como lo han hecho los modernos,
reunieron las consideraciones que podian referirse á ellas á
-las que les sugeriaii las cnfernicdadas análogas desarrolladas
-por otras causas.' •;;;! '• . ¡ r. •, '.",. '• • . i,. ••• .i
-mJfcPeroiih^cia el fin del siglo XiWfuó 'la Europa acome
tida )de una epidemia que difundió 'por todas partes el terror
y Ja muecteJ Un concurso .de diversas circunstancias hizo
.que se ,admitiera desde luego una conexion intima entre es-
ta cruel afeccion y las enfermedades venéreas i que se con
sideraron como una degeneracion. Sin embargo, los prime
ros que la describieron se guardaron bien de considerarla co-
m,o nueva. Por el contrario, no vieron en ella casi todos mas
que una enfermedad conocida ya por los antiguos, pero que
habia adquirido un carácter epidémico, que había participa
do la Constitucion atmosférica del tiienrpo,' y que se habia he
cho de este modo una verdadera- peste 'general , la cual des
pues de haber hecho estragos por espacio de cerca de siete
años con un furor increible , se mitigó poco á poco , y al fin
se estinguió, dejando en pos de si consecuencias crónicas aná
logas á los accidentes observados ya en la antigüedad. Todos
los entendimientos estaban entonces subyugados por la astro-
logia judiciaria, y asf se atribuyó la enfermedad desde luego
á la influencia de las constelaciones y á la conjuncion de los
planetas, : Despues siguiendo la doctrina de Galeno, se echó la
culpa á una cierta mala constitucion de los húmores que se
suponia tomar su origen del higado y propagarse desde aqui
184
á las partes genitales. Ni las sustancias alimenticias se libra
ron de las sospechas , como ni tampoco, e! estado de la atmós
fera y las intemperies de las estaciones. En fin, las teorias
erróneas que reinaban sobre la naturaleza y las cualidades
del flujo periódico de las mugeres, condujeron á admitir un
virus particular y especifico, al cual se refirieron todos los
accidentes sifiliticos, y de este modo produgeron una idea
confusa del sistema que llegó poco á poco al grado dé esten
sión en que le vemos en el dia.
• , Tal era sobre poco mas ó menos el estado de las cosas
cuando hácia el año 15i 8, ciertos motivos de interes per
sonal inspiraron al español Oviedo la idea de achacar la
sifilis á los americanos (1 ), lo que fué tanto mas fácil, cuan
to que las afecciones de las partes genitales debian existir en
las Antillas como en todas las demas partes, y cuanto que
reinaba en ellas una enfermedad de la piel que parecia ha
ber sido muy contagiosa, sin hablar de la fiebre amarilla de
signada por Oviedo mismo bastante claramente, cuyos estra
gos atribuia tambien á la sifilis. El tono de seguridad con
que habló, y sobre todo la circunstancia de vivir en la época
misma del descubrimiento del nuevo mundo, en el cual ocu
pó puestos importantes, hicieron que desde entonces se con
siderara de un modo•.;.- casi ',-,.
general su opinion
. :..„„ .,;.. ,.,'como lamas
4j ,.,-, -.,
( i ) O/iedo emitió esta idei en tus dos tratados del palo de guayaco.
La reprodujo despues en su relacion sumaria de la historia natural de lar
Indias (Sevilla, ijaj , en fol. ) y en su historia natural y general de las
Indias (Sevilla, 1535, en fol.) Segun Antonio, la primera de estas tres
obras salió a luz en igi8, pero debe haberse publicado antes de esta épo
cai porqué hallamos ya la opinion del orígeri americano sostenida en 1318
por Schmauss de Salzbourg. (Lucubratiuncula Je morbo gallico et cura
eíus noviter reperta cum ligno indico. Viena , 1518 , in - 4.°} y por el cé
lebre Ulrricde Hutten: Libellus de guaiaci medicina et morm: gallico. Ma-
yenza , 1519, in - 4.° ) Schemauss no la presentó como una hipótesis de
su invencion , sino como una ídea.ya muy comun: Compertum est íaia
omnibus , dice, occidentales Indos , per plurimos annos hoc morbo gravi-
ter Jaborasse , medicinamque qua semper usi sunt contra huno morbum
( lignum indicum ) nostris mercatoribus íara iniicasse. El 'pasage siguiente
de Hunter es mucho mas positivo aun : Nibilis quidam hispanas , cum
quiestor in provincia esset ac morbo ípso graviter affigeretar , mons trata
ab indigenis medicina , usum eíus in Híspanlas attulit. Este pasage no
puede aplicarse á otro mas que a Oviedo, y prueba qaesu tratado del gua
yaco habia penetrado en Alemania., ', ''• '• ' '•' <•'•• '• •''.'
185
razonable y la mas veridica. Massa, Fuchs, Montano, Gui-
d!, Fallopio, Fepnel, , Grato de Kraftheim , Lowe, Hércu
les de Sassonia, Kudius, Calvo, Andres de Leon, Fabricio
de Hilden, Lister y otros muchos aunja adoptaron. Tambien
la abrazaron muchas personas estrafias al arte de curar, de
suerte que al cabo di cincuenta años, la procedencia ame
ricana de la sifilis pasó por uno de los hechos históricos mas
averiguados y mas incontestables. , o :•:••/\. i r. i '.:'. ..i •, .„
-, Sin embargo, en medio de este torrente general, algu
nos autores , Van Helmont entre otros , creyeron que la en
fermedad , aunque nueva , no procedia de América , sino que
habia tomado orígen en Europa , y que habia aparecido por
primera vez durante la época de la espedicion de los france
ses contra Nápoles. Esta hipótesis habia sido ya emitida por
Dodoens y por Sennert. Por otra parte Rangonus creyó de
ber admitir que la sifilis era originaria de la Galicia , y le
dió en consecuencia el nombre de maíum ,gahcum. Mucho
despues, en 1787, Howard sostuvo igualmente que no fue
traida de la América, y que la España fue su primera cuna.
Tambien se vieron aparecer de tiempo en tiempo varias
ideas singulares, destituidas de todo fundamento, ó apoya
das en aserciones frivolas, y algunas hipótesis, fundadas en
investigaciones mal hechas ó en pasages mal interpretados;
pero que apenas anunciadas caian en el olvido que merecian.
Sin embargo , dos de ellas debeu referirse a:jui , aunque no
fuera mas que por la razon misma de su estravagancia.
• • . :En 1680, Janson que habia pasado muchos años en las
Indias occidentales, sin advertir que la sifilis fuera . endé
mica en ellas , admitió que esta enfermedad habia sido lleva
da al nuevo continente por los esclavos negros trasladados
desde la costa de África , y de él es probablemente de quien
Sydenham tomó esta hipótesis. En 1684 vuelve á encontrarse
en Blancard , el cual se funda en varios pasages mal .inter
pretados de losásemos de Herrera y de Hernan Cortes. Esta
opinion sedujó igualmente al grau Boerahave , que la sostu
vo con teson; pero basta para destruirla recordar que no se
trasportó á América ningun negro antes de 1503 , época en
la cual se conocia por todas partes la sifilis en Europa.
Fioravanti nos ha presentado otra fábula mucho mas sin-
Tomo L 24
guiar aIan sobre el origen de esta. afeccion. La.Brocha duracion
del sitio de. Ñapoles ocasionó, segun él , hambre en el campo
frances y «spañol-, y los cantineros que surtian de viveres á
los soldados les vendian alimentos preparados con carne huma'
na, y todos lo» que hicieron uso de este horrible alimento no
tardaron en verse atacados de la sifilis., la cual se propagó des
pues por contagio á 3a Italia, la Francia y la España. Bacou
dio crédito á este cuento , y aun creyó hacerle mas verosi
mil 'apoyándole en suposiciones no menos absurdas ( 1 ). Mu
cho tiempo despues, en 1 639 , Henoist sostubo igualmente en
una tésis en presencia de la facultad de Mompcller, que la
enfermedad venérea trae su origen de la Antropofagia. Una
hipótesis semejante no merece refutacion. Basta advertir que
la ciudad de Ñápoles no fue sitiada ni .por los franceses ni.
por los españoles. . . ' , ¡- • .
Sin embargo, en medio de estas ideas extravagantes y aun
desconocidas las mas de los contemporáneos de sus autores,
nadie trató de ocuparse seriamente de la historia de la sifilis.
Este punto importante de la historia de la medicina no ha
bia sido ilustrado sino débilmente por los trabajos de Freind,
el cual adoptó el origen americano de la enfermedad por
los de Alliot, que sostuvo su antigüedad (2), y por los de
Beckett , que fué de la misma opinion, pero procurando de
mostrar que la sifilis procede de la lepra , y que esuira dege
neracion de ella (3). En fin, Astruc emprendió un trabajo
que habria podido fundar su gloria sobre bases sólidas si la
erudicion hubiera sido, ilustrada en él por una critica mas
severa , pero intimamente convencido de antemano de que la
sifilis procedia de América , de que era una enfermedad nue
va , de que se diferenciaba al principio en sus sintomas de lo
que es en el dia, y de que ha recorrido muchos periodos
distintos , quiso que todo sirviera para sostener su opinion.
Adoptó ciegamente las relaciones de Oviedo, desecha como

( i ) Constot enim ¡ dice , Cannibalos ad accidenteni iiesci carne huma.'


na , taque India , primum detecta cum esset , plurimum laboravit hoc
morbo ( neapolitano.')
(a) Qu<ef. med. an morbus antiquus syphilis. Paris, 1717. • .
(3) Philosoph. Transac. , n. 357, p. 839 ,11.36$ , p. 47 , n. 366. ,
p. 108.. . i .' • . » : i.' .i.'," M '•,
187
inexactas las autoridades que le contrariaban , procuró cuando;
no podia recusarlas debilitarlas con raciocinios capciosos y algu
nas veces ridiculos ; coa mucha frecuencia comprendió mal él
espiritu de las obras que analizabai, llegó hasta corromper el
testo, presentó aislados álgunos pasages, de los cuales, re-.
uniéndolos despues,, saoó conclusiones contrarias al sentido
que presentan; cuando se los lee en el órden con qué el au
tor los ha dispuesto, y en fin, cometió una infinidad de erro
res cronológicos imperdonables (1)¿ . ..'
Sea lo que quiera, su,' romance histórico, sobrela sifilis,
tuvo buena acogida , y no tardó en contar tantos partidarios
como lectores* Scliaarschmidt , Cren, Hialler, Van Swieten,i
Robertson', Cuiten, Turnbull:, Berírandi,,Arnemahn' y otros
muchos médico» célebres le adoptaron sin exámen.
Pero Sanchez no sé dejo arrastra» de:la' corriente. Aplicó
las reglas de una critica . severa al trabajo de Astruc!, le co.^,
mentó,. le refutó, y. llegó por, medio de discusiones lumino
sas á reunir un cierto, número de pasages que demostraban, .
ó á lo menos autorizaban, para creer que la sifilis .no es ori
ginaria de América ,. 'sino, quer»h* comenea^b en: Italia por
una epidemia que se ha propagada desde alli á.,ttnlaila'Eu-'
ropa ($}.,^a,n$wíeten (.3); combatió, esi» idéafcofli su. eru?.
4ic^n,álí^H*n?ferl?da.].nei'o Ssnctez le.-replicó con ¡ ventaja, y,
aun agregó algunos testimonios nuevos en favor de su opi
nion (4)4,,^ «.:': -. .Í.-..O r-i.vvj !•. . .
..Por.o^ac^affterelí Atóte; filasjgera pubJlqó: tambien unaf
disertacion , cuyo objeto;, esr probar que la sifilis no procede
de América ^5), Jín.inédico/e§pañ01 pubUcftejí, un libro.anó.|
(f) J3?i mortii,»veaereít^ Kbri.l^li Paris, 1736i in 4.5^- La 2.*
edicion , aumentada con tres libros , se publicó en Paris eni 1.740. La ter
cera, enriquecida .^n potas ppreV nüsmo. Asíruc^^ide..^S^, j .; r ,.
. (a) Disertacion sobre el origen de la enfermedali venérea,, eoila cual
se prueba que no ha sido traicia.de América , y que ha comenzadQ en Eu
ropa por una epidemia. Paris 17^2. •• i ,1
(3) CommeoJ. in Boqrahavii ¿4pfa>rism. Lyoa , 177^, ^T.^0 P. 373.
(4) Exámen histórico sobre la aparicion de Ja. enfermedad venérea en
Europa y sobre la naturaleza de esta epidemia. Lisboa., 1774,— Gaubiu^
ha hecho reimprimir los dos opúsculos de Sanchez, con un corto, prefacio
puesto .por él , en Leydeu, 1777 , en.8.° - •',:,. '.**[
( e; ) Esta disertacion se halla en el tomo 4.° de \z Sioria aniica del
Messicb, impresa en Cesena en 1781,.
188
nimo la misma idea algunos años despues ( 1 ). El libro de
este autor está muy bien escrito , y tiende á probar que la
sifilis no es originaria de Santo Domingo; que durante los
veinte primeros años siguientes al descubrimiento del nuevo
mundo nadie pensó. en hacer venir de allHa erífermedad ; que
Oviedo fue el primero que profirió. esta calumnia , y que la'
perversidad fué únicamente la que se 'la sugirió. ' . ; ••i:
Forster , que creia, siguiendo á Sanchez , que la sifilis no
ha venido de América; que. era conocida mucho tiempo an
tes del primer viage de Cristobal Colon , y que pudo haber
se desarrollado espontaneamente por un comercio intimo
entre personas atacadas de lepra , creia tambien que no la ha
bian llevado los europeos á los habitantes de las islas del Mar
del Sur , y que al contrario era endémica en estos pueblos
de tiempo muy anterior (2). Wall le combatió (3); pero
Samwell , cirujano de una de las naves comandadas por Cook,
reunió nuevos argumentos para demostrar que la enferme
dad existia en las islas Sandwich , y que ya estaba difundida
en ella antes del desembarco del célebre navegante ingles (4 X
Verdad es que Cook asegura que los isleitos dé Otaíti le da
ban el nombre de mal ingles , lo que indicarte al parecer que
la habia adquirido de los ingleses que desembarcaron f y obra
ría en 'contra de la relacion de Forster; pero yo oreo, con
M. Sprengel (5), que es preferible el testimonio de este úl
timo y de Samwell , porque el capitan Cook estaba entregado á
trabajos que:debiari parecerle mucho mas importantes que
las investigaciones sobre la época de la aparicion de la sifi
lis en las islas del mar del Sur. Ademas rio 'comprendia tam-
(i) La América vindicada de la calumnia de haber sido madre del
mal venéreo. Madrid 1785. ¡ • . •&'••,
(i) Observationr nade during á boyage round the luorld. Londres,
1780 , in 8.° p. 470. .. •• :
(3 ) Dissertations on select subjects in chemistry and medicine. Ox-
forc , 1783 , en 8.°
• (4) s4 narrative of the death of captain Cook .... with observatiúnt
respecting the introdaction of the venereal Jisease into the Sandwihe Is-
lans , Londres, 1786, en 8.°
(g) En su, traduccion alemana (Leypsick, 1791, en 8.°) del libro de
Perenotti , intitulado : Storia generate e ragionata de IPorigine : de U'
estenza , 6 spectfic* qualitá de IPinfezione venérea. Turiri, 1788, en ia°.
" j ' ^ : i. „ ^ . ^. .• t .: ••• . • -i
189
bien el idioma de los isleños como Forster , del cual tuyo t
que servirse muchas veces como de intérprete.
A pesar de todas estas tentativas que hicieron poca impre- '
sion, y en las cuales la preocupacion no vió mas que un re- '
sultado de la mania de controvertir , nadie dudaba de la in-1
falibilidad de Astruc, y los escritos de Sanchez estaban casi :
olvidados; cuando Hensler tomó vivamente la defensa, dio el
mas alto grado de verosimilitud á la opinion del autor, y de
dujo desussabias investigaciones lo&corolarios siguientes: que
la sifilis del siglo quince era una enfermedad enteramente
diferente de las afecciones que antes se conocian ; que se
manifestó bajo la forma de una verdadera epidemia; que. se
presento acompañada de accidentes , que considerados aísla
damente, todos habian sido observados mucho tiempo antes;
que no es posible determinar con una precision rigurosa el
año de su aparicion en Europa; y en fin, que no ha sido
traída de América ( 1 ). M. Sprengel seducido por los argumen
tos fuertes de Hensler , admitió su opinion (2). .¡'1
Algunos años antes habia adoptado Gruner el sistema del
orígen americano (3). Girtanner sostuvo tambien esta doc
trina con calor; y si ha defendido una mala causa, á lome
nos debe concedérsele el mérito de haber ilustrado muchos
puntos oscuros, y de haber escitado á los sabios á que pro
fundizaran seriamente una materia que se había tratado hasta
entonces superficialmente (4). Por desgracia sele puede recon
venir, como á Astruc, de una preocupacion ilimitada ydeuna
critica poco juiciosa muchas veces. Hensler, á quien habia ata
cado de un modo directo, le respondió con tanta energia co
mo urbanidad (5), y le opuso argumentos tan poderosos que
al fin le obligo á conceder que no se puede considerar la
primera
j. v vuelta• ... . de, Cristobal Colon como la. época
\ ...,.,:•*:•: :• de la apa-
V :•:
( i ) Gftchichie der Lustseuche ± die zuEude des XVJahrhuttderts in
Europa ausbrach. Altona, 1783, en 8.** ,•'••) • i
(2) En la traduccion cicada, y en el tomo II de su historia de la
Medicina.
(3) Morborum antiquitatet. Breslau , 1774, en 8.°
(4) ^ffbhandlungt ueber die venerische Krankheit. Gotinga, 1788,
1789, en 8.0 ...v .-. OVÍ.U&
(5) Ueber de» w ettíndiíchen Ursprung der Lustseuche.
1789, en 8.° .....
190
ricion de la sífilis en Eur.opa , lo que equivalia á una abju
racion completa, puesto que la enfermedad era conocida por
todas partes antes del segundo viage del Almirante á las In
dias. Éste nuevo trabajo de Hensler convirtió tambien á Gru-
ner;, el cual abandonó la opinion que habia defendido al prin
cipio , y al fin sostuvo que la sifilis habia tomado origen en
Europa (1). • •*
Tal es el cuadroí de las principales opiniones que se han
publicado sobre el origenvde la sifilis , las cuales se redu
cen á tres principales:
. 1.?. La enfermedad ha sido traida de América á Europa.
2.a Ha tomado origen en Europa mismo: ; *
3.* Trae su origen desde los primeros tiempos de la
sociedad.
Hay otra cuarta opinion, emitida pocos años ha, segun la
cual no existe la sifilis como enfermedad simple, sino como
un compuesto de; una serie de afecciones distintas, entrelas
cuales se establece una relacion material imaginaria.
: Voy á dar á conocer mas individualmente, estas diversas
opiniones , sirviéndome de guia para las dos primeras los es
critos de Heosler, de <J¡runer y de Mi Sprengeb Í:•••, •
wMÍi••:i •..'..,-. i ",,..:.! f . : :..,:» •i • :ii! ,.- i
-JV, ..,;• * CABlTULOUi ,.;
Del' origen.ápaericano de la sifili*.
Habiendo variado algo segun las diversas .épocasi los. ar>.
gumeotos que. se han empleado/para apoyar el sistema del
origen americano de las sifilis, me. limitaré á trascribir' los
de Girtanner,úItim9;defe.nsordelesta:;OpinÍQn.: .'.u ••• ¡.
Girtanncr ha. sostenido. las proposiciones siguientes:
. .},* Que la aparicion dp. la..sifi|is en Europa, data desde
el primer regreso de Cristobal Colon, y que la enfermedad
se , manifestó en los.cuarw» puntos en que el Almirante y
su gente saltó en tierra: en Lisboa, en Sevilla , en Galicia, y
sobre todo en Barcelona. "
i .jfyhrodisiacus slve dt tue foenerea. G«na, 1789, in fol. De morbo
¿alfico scriptores medid et historici partim rnri , partim inediti. Gena,
ilJttn:w$.°-.iiSfi'i;i(fg'uin.lr-yLlír scripioru.m de morbo gallito. Ge
na 1793 , — 1800, in 4.° •*.;'• -9 c ' • "
191
§.a Que era muy general en las Antillas , y que casi todos
sus habitantes la padecian ; que lo era lambicn mucho en él
continente, pero que en todos estos paises 'no manifestaba
tanto furor como despues manifestó en Europa.
3.a Que parece no haber sido entre los americanos mas
que una simple enfermedad cutánea; una especie de sarna,
• 4.a Que los españoles rio tenian la menor idea de 'ellti
antes de su primer viage al nuevo mundo , y que la contra
jeron en este pais por haber tratado con las mugeres delos
aborigenes.
5.a ' Que traida por ellos á Europa ño tardó en hacer pro
gresos rápidos , que un gran núttíero de los qu« la padecian
ya por haberla adquirido en la América misma , ó solamen
te en Espana , pasaron á Italia con las tropas de Gonzalo dé
Córdova , y la comunicaron á las mtigeres públicas de la
Calabria y de INápoles, las cuales hicieron lo mismV á su vez
con los fanceses , quienes la diseminaron despues :po¥l toda
la Italia r asi Como por Francia, desde donde se esparció á
todo el resto de Europa.
Antes de discutir estas proposiciones es indispensable fi*.
jar la época en que se .manifestó por primera vez en Euro
pa la epidemia , de la cual se supone que son una degenera
cion las enfermedades venéreas actuales. Hecho esto será fá¿
cil determinar en qué pais ste manifestó antes, y si esta de
generacion es una hipótesis admisible. • ¡•"'-
Todos los historiadores que han escrito , ya al fin del si
glo quince, ya al principio del diez y seis, convienen en que
la época de Ja espedicion francesa contra los napolitanos fue
la de la aparicion de una enfermedad nueva. Es pues necesa
rio para facilitar la inteligencia de las investigaciones qué
van á hacerse, esponer sucintamente el estado politico de la
Europa en estos tiempos remotos, y fijar las fechas de ciertos
sucesos que han de suministrar puntos de comparacion.
En 1499, Carlos VIH, Rey de Francia , resolvió hacer va
ler las pretensiones de la casa de Anjou , de la cual era he
redero , sobre el trono de Nápoles , ocupado por Fernando II:
levantó pues un ejército formidable , é hizo equipar una ar
mada en Genova. El 29 de agosto del año siguiente salió de
Viena en el Delñnado para tomar el camino de Italia , y
su armada se dió igualmente á la vela poco tiempo despues.
Una enfermedad le detuvo un mes en Asti , y despues atra
vesó la Lombardia y la Toscana, y se dirigió sobre Roma, á
la cual llegó el 31 de diciembre. El 21 de febrero de 1 495
se presentó delante de las puertas de Nápoles , y el 20 de
mayo fue coronado, é inmediatamente despues se puso en
camino para Francia con una parte de sus tropas, dejando el
resto del ejército á las órdenes del Conde "de Montpeusier,
Al llegar cerca de Fornova encontró el ejército combinado
de los venecianos y milaneses que querian disputarle el pa
so, pero que fueron batidos completamente el 6 de julio. Des
pues de esta accion, Cárlos continuó su marcha , y el ejército
de los aliados fue á embestir á INobara , cuyo asedio duró des
de el mes de agosto hasta el de setiembre. Sin embargo, el
Rey de España Fernando V, temiendo que los francese, sani-
mados cjjn acciones tan brillantes, procurasen entraren po
sesión de la Sicilia , que tenia en su poder desde la muerte
de Pedro III de Aragon, quien se habia hecho dueño de ella
por el degüello conocido en la historia con el nombre de vis
peras sicilianas, habia tomado el partido del Soberano des
tronado de Nápoles, y enviado en su socorro un ejército á
las órdenes de Gonzalo de Córdova. Este .gran capitan des
embarcó en Mesina el 24 de mayo, pasó despues á Calabria,
y se apoderó de Reggio. Aunque batido en Seminara por Au-
vigny , hizo progresos en las provincias meridionales. Fer
nando II volvió á entrar en su capital el 7 de julio , y los
.franceses, vendidos por la suerte, se vieron obligados á dejar
el territorio de Ñápoles hácia mediados del año 1496.
Tal es el sumario de los sucesos de que se ha hecho mé
rito para esplicar la propagacion de la epidemia del siglo
XV. Determinaremos ahora, en cuanto sea posible la época
en que aparecio esta por primera vez. • , , .
Fulgosi (1) dice que dos años antes de la llegada de Car
los á Italia', por consiguiente en 1492, se descubrió una en
fermedad nueva, la cual no sabian los médicos ni qué nom
bre dar, ni qué remedio oponer, y que los italianos la llama
ron mal frances, al paso que los franceses la denominaron
t . '
(i). De dictis factisque memoraíllibus coüectio. Milan , 1509 , in fol.
Hb. i. cap'. 4.
193
mal napolitano. Despues de haber descrito esta afeccion dé
un modo que no se la puede desconocer, añade que esta pes
te (iia enim visa est, estas son sus mismas palabras) fué traí
da de España á Italia y de Etiopia á España.
Capreoli , sabio jurisconsulto , pero historiador poco fiel,
refiere que en 1494 (biennio post 1492, como él se esplica)
apareció una enfermedad terrible que se llamó mal frances;
y la cual, segun dicen, se apoderó de casi toda la superficie
del globo (1).
Sabd I ico, historiador estimado, afirma que de 1493 á
1494 fue invadida la Italia de una enfermedad nueva que
recibió el nombre de mal frances (2). "il
Infessura nos dice que en el mes de junio de 1493 el
Embajador de España manifestó su sorpresa de ver que el ,
Papa acogia los judios que el Rey su señor habia arrojado
de la Peninsula como enemigos déla fe, por edicto del mes*
de marzo de 1492. Muchos de estos refugiados. estaban en-4
tohces alojados en tiendas al pie de las murallas cerca de una
de las puertas ; pero muchos consiguieron introducirse fur.4
tivamente en la ciudad, en la cual se cree, añade Infessura,.
que introdujeron el gérmen 'de una peste que mató mucha
gente. En abril de 1494, el Papa advirtió á Cárlos VIII
que no viniera á Roma porque reinaba en la ciudad una
grande peste (3).
Burchardi dice que el §6 de julio y el 21 de agosto.
de 1494, aniversarios de la muerte de Inocencio VIII y de
la entronizacion de' Alejandro VI, no se celebraron á causa
de una grande peste que desolaba á Roma (4). ' '.¡r
Delphini escribe con fecha 4 de enero de 1 494 , *t! Car-".
denal deSienne, que despues fue Papa con él nombre de
Pio. III, que tome precauciones en Roma, donde la peste, au ti
que. mitigada, no 'ha suspendido sin embargo¡ del todo sus .
tragosi Tambien escribe • el 20 de febrero :de 1494, con
., (i) De rebus Brixianotum ¡ib. XII. í en graebius , Hist. ?/<t/. ,
part..VII. p. 125. '" t . . .. . , ¡_',.•.!
i(a) Rad od. Historiarum «b urbe conditta enntacfes 5T.' Liáín ',' i ¿39,.
Lib. IX , p. 536.
(3) Diarium urUs Romir, Eccard, cerf>. hftt.:Ifled.^ai.^i.I^p. ft.oi».
' ^4) Diarium eurite roman^j^^ái^ífnd^o. ^f^..en Eccard , lot. <ii•., t.
II. o. 1017.. •••
Tomo /. 25
tivo de la llegada de los franceses, que debe temerse que el
paso de tantas tropas difunda mas la enfermedad por Italia,
la cual no está aun ubre de este azote (1 )• •
Saracini, escritor muy posterior á la verdad, hace notar
que la misma pesie existia en Ancoua en 1494 (á). •;
Estos cuatro últimos historiadores dan el nombre de peste á
la enfermedad. En efecto, esta se presentaba como una ver-,
tladcra afeccion pestilencial, puesto qne , segun el testimo
nio de Sabellico, atacaba un individuo de veinte. .Serenius, se
gun refiere Sebastian de Aquila , dice que era hthalis etiant
(fia, morte. Be roa Id la declara tambien lues pcstilentia pesti-
lentior.
', 'Es de advertir que la palabra poste tenia entontes una
acepcion mucho mas estensa que la que se le da en el dia,
pues se empleaba para designar no solamente todas las afcc-
(jioqeis contagiosas , sino tambien todas las que se hacian ge
nerales por una constitucion particular de la atmósfera , ó
por otras,circunstancias analogas. Esto es lo que resulta cla
ramente de la definicion de W ¡donan n : morbus mulliplex et
subitus uno et eodem iempore multitudini horrúnum eveniens.
Este escritor añade que se distinguian las enfermedades epi-r
d&uicas en particulares, como cuando un hombre era ataca
do .de la pústula maligna, de un carb.unelo 8cc. , yca gtm-
rales , las cuales eran ó endemicas, ó epidemicos , es decir,
pestilenciales , non ideo quod sint plurimum moriiferi , sed
ideo tjuod communicaniur muliij, ^i.similitudfnem.n^orbi pes-
filenfialis. Esta, costumbre duró ¡mucho tiempo, y se esten
dió el nombre de pesie á .etifermeda,des que en el dia casi
no juzgariamos susceptibles de ser calificadas de pestilenciales,
como el coriza, la sarna, &c. ,. ,'., .. ••. .-i",.'
.T¡i••Por otra parte, los medicos no veian mas que el mal
fpfmtes.zn Ja eaformedadique, devastaba á. lioma en los años
4493, y .1 494>. }' i:qw los historiailores; designan del mismo
modo con el nombre de peste. Leoniceno asegura qu^ se le
dejó «sta denomúiacion popular porque los médicos no le ha-
bian dado, oJtra_mas(Conyenien,te^ y porque fuq traida* por los

)i.vvehétía'iáÍ4,i^ 84,91.
(.i)' •Ñ6tWHlñft¿hiUiT(i'?tiiwM):¿na.^ '
¡ili
195
franceses , 6 á lo menos apareció en el tiempo en qte estos
ocupaban la Italia (1). Lo que hay de cierto, añade el mis
mo, es que el año de su aparicion fue señalado por inunda
ciones generales , y Infessura y Benedetti nos dicen que es
tas inundaciones se verificaron en el mes de octubre del aiio
1493. Pintor, médico del Papa Alejandro VI, dice queTles-
de1494á 1499 reinó entre los italianos una enfermedad
terrible que se llamaba comunmente mal frances, la cual ha-
hia recibido nombres diferentes en otros paises (2). Repasan
do con atencion su obra, cuya lectura se hace repugnante
,por una proligidad sin igual y por su estilo bárbaro, se lle
ga tambien á comprender que, segun él, la enfermedad, habia
tomado realmente origen en 1 4b'3 por la influencia de los
astros; pero que no adquirió el carácter pestilencial sino en
1494. Segun asegura Cataneo, el mal frances apareció en
Italia en 1494, cuando pasaron las tropas de Cárlos VIII. En
fin, Massa asegura que la afeccion se declaró en Italia ; que
no tenia aun nombre particular ; que el de mal frances le
habia sido dado por el pueblo , y que si él mismo le emplea
ba , era menos por creerle exacto , que para hacerse com
prender, por estar generalmente adoptada esta denominacion.
• De todos estos íestimomios reunidos resulta que el mal
frances se multiplicó prodigiosamente en Italia en el tiempo
y despues de la espedicion de Carlos, pero que existia ya en
1491Í en Roma y en Italia, segun Massa, Cataneo, Pintor,
Burchardi y Capreoli; en 1493, en Roma y en la alta Ita
lia segun Leoniceno, Fulgosi, Sabellico , Infessura y Del-'
phini ; en fia, aun en 1492, en la alta Italia, segun Fulgosi.
Pero aun suponiendo el testimonio de Fulgosi muy poco
concluyente, y aun no admitiendo el de Pintor cuando di
ce que la peste reinaba en Roma en el mes de marzo de

(i) El ejército frances contribuyó sin dada á propagar una , enferme


dad contagiosa que reinaba eri Italia antes de su ilígaJa ; sin embargo pue
de creerse, segun otros ejemplos , que si li espedicion de Cárlos VIII hu
biera tenido buen .exito , ó mas bien si este Príncipe hubiera conservado
su conquisía, la denominacion de mal frances no habria prevalecido l y isi
la de mal napolitano dada por los franceses a la epiderp^ai, .;,.., J,- •,.,£, ¿yl
¡rt- (i)
A a, Ve
i • morbo fiedo
. : et..'. occulto
,.J .; his
. . íemporibus ajfligent*. Rooia' •Pr".i7
" r : ry"i'SM. i ¿oo¿
. .' * '
^' . . '-
196
1 493, y con mas razon, cuando hace mencion del año 1483
no se podria alo menos recusar la asercion de lufessura ,el que
asigna el mes de junio de 1493 como la época en que se
manifestó la enfermedad en la ciudad de Roma. Esta época
es pues la que para evitar toda contestacion se puede tomar
por la fecha de su aparicion.
Examinemos ahora si coincide esta época con las prin
cipales circunstancias del descubrimiento del nuevo mundo.
Cristobal Colon despues de haber sufrido la repulsa de
Génova , de Portugal y de Inglaterra , obtuvo al lin de la
Corte de España la comandancia de tres pequeños buques y
de ciento y veinte hombres , con el titulo de Almirante j
de Virey de las tierras cuya existencia le habia rebelado su
ingenio. Salió del puerto de Palos el 3 ó el 4 de agojljo de
1493, dio vista á la isla de Santo Domingo el 6 de no
viembre, y tomó la vuelta de Europa 4 de enero del año
siguiente. Una violenta tempestad le echó sobre* las islas
a/.ores, donde saltó en tierra el 16 de febrero. Despues de
liaher permanecido alli por algunos dias se dio de nuevo á'
la vela, y vino á desembarcar el 4 de marzo de 1493 á Valde
Paraiso, donde Juan II, Rey de Portugal, le acogió muy bien.
Permaneció nueve dias en Lisboa, se volvió á embarcar y lle
gó el quince á Sevilla , dejó aqui sus equipages, y habiendo
tomado consigo algunos indios que habia embarcado, se fué
por tierra á Barcelona, para hacerse presente al Rey de Es
paña, que tenia á la sazon su corte en esta ciudad. Llegó á
ella á mediados del mes de Abril, al 'mismo tiempo que uno
de sus bajeles, separado de b pequeña escuadra por los vien
tos, llegó á fondear eu Galicia. i ... ••y.:'" 1.1: ..i
El hecho incontestable de la existencia del mal frances
en R.OUW. y en Italia en el mes de junio de 1 493 , basta para
que no pueda admitiese que la enfermedad haya podido lle
varse por las tropas de Gonzalo, puesto que este general no
Mego á Calabria sino en mayo de 1495. Pero como desde el
4. de marzo de 1493 , época del primer desembarco de Co
lon, hasta «1 mes de ¿.unio del mismo año, hay un interva
lo de cerca de tres meses , durante el cual algunos espiri
tus preocupados podrian suponer, aunque con muy poca
verosimilitud , que la enfermedad se habia propagado de Es
197
paña á Italia , examinemos si realmente reinaba en las Anti
llas y en el continente del nuevo mundo, cuando los espa
ñoles llegaron alli por primera vez. Para esto recorramos
sucesivamente las diversas autoridades qu,e invocan los par
tidarios del origen americano , apreciemos su grado de vera
cidad, y pesemos maduramente el grado de confianza que
debemos tener en ellas. Estas autoridades son Oviedo, Diaz
de Isla , Fernando Colon , Pedro Martin , Gomara , Herrera,
Guicciardini, y algunos otros tambien.
Oviedo, que nació en Asturias en 1478 , fue enviado en
1490 á la corte de Castilla, y colocado desde luego en casa
del conde de Villahermosa , y despues en calidad de pagc en
el cuarto de Don Juan-, Infante de España. Se hallaba en Bar
celona en 1493, cuando Colon volvió de su primer viage. y,
en Burgos en 1496 cuando el Almirante llegó por segunda
vez de América. Despues de la muerte de Don Juan: acaeci
da en 1497, pasó al servicio del Rey de Ñápoles, y poco
despues al de la Reyna. Se embarcó en t513 para América
con el titulo de Intendente de fas minas de oro de Dario.
Volvió en 1515, y poco tiempo despues se volvió á embar
car para Santo Domingo, al cual abandonó tambien en 1525
para venir á Espana, donde publica su sumario de la histo
ria de las Indias occidentales. Diez años despues publicó una
historia general de la América , de la cual no poseemos mas
que los diez y nueve primeros libros. El mismo año fue nom
brado Intendente de Santo Domingo , de donde le lla
mó la corte en 1545, y tres años despues obtuvo el cargo
de historiógrafo del Rey. Este bosquejo de su vida demues
tra que seria dificil encontrar un testigo que haya visto me
jor todos los sucesos relativos al descubrimiento de la Améri
ca , puesto que se hallaba en la corte de España cuando Co
lon llegó á ella á dar cuenta de su espedicion; que él mismo
fué muchas veces á las Indias, y que ocupó siempre en ellas
puestos elevados. Atribuye sin titubear el origen de la en
fermedad venérea á los americanos, y dice que los españo
les la contrajeron por medio de sus relaciones con las mu-
geres de aquel pueblo. Añade que necesariamente debe ser
endémica en el pais donde crece el guayaco, considerado en-
touces como un remedio soberano contra ella r porque la Pro»
19a
videncia que envia' las enfermedades á los hombres en cas
tigo de sus crimenes, pone siempre el remedio apar de la
enfermedad (1). No puede contenerse la. risa (estas son susí
palabras) cuando se le oye llamar mal frances ó mal napo
litano, porque, dice, estaria mas bien llamada mal america-.
no. Segun esto se le debe considerar, segun ya he dicho, co
mo el verdadero inventor de la hipótesis, por la cual se co
loca en América el foco de las enfermedades venéreas, en las
cuales Oviedo admite ademas una perfecta identidad «on el
mal frances, sin examinar ni un momento si es real «sta
identidad. , li • .... . . .
Pero Oviedo no habla de la primera vuelta de Colon' si
no eo su compendio; pues segun él mismo confiesa, habia
escrito este tratado de memoria solamente, por haber dejado
todos sus papeles en Santo Domingo. . . ••,:i¡.;':. ..4i
En la otra obra suya, redactada con presencia de las no
tas que recogió en América, no hace ya mencion sino del se
gundo viage del Almirante, y naturalmente debemos referir-
uois mas bien á aste último trabajo que á una relación.for
mada por simples recuerdos, aunque por otra parte Oviedo
lio cita ninguna autoridad en apoyo de un hecho de tanta
importancia, al paso que á cada página alega una infinidad
de ellas para sucesos mucho menos interesantes. Debe adver
tirse tambien que la segunda vuelta de Colon fue en 1 496,
y la enfermedad' pestilencial, que se llamó mal 'frances, exis
tia en Italia desde el afi'o 1493^:' • •Jii' ..«'— '
. :.l i'. • ...:.. ..£:„ •. .i•* ¡C'íOít .f.i t.• !'

(i) M. Moreau de Jonnes, que adtn'te el origen americano dfe la si


filis , no emplea un argumento mejor que esta deduccion teológica. Si se
Considera ,dice, que, el descubrimiento del huevo inundo agrego á todo lo
que se conocía series inmensas de seres n.te'tos,, parecera menos estraño
que lo que a primera vista se cree, que allidonde existía una raza de hom
bres diferente de la del antiguo mundo , haya afecciones diferentes de las
nuestras , y plagas que' en estos países desconocidos hasta entonces repre
sentaban las viruelas de E.tropa, la peste d.e Asia y la lepra de África. Es
verJad q ie M. Moreau .de Jonnes aplica mas particularmente estas refle
xiones a ! a fiebre amarilla, paro núnque'la diferencia entrela raza america..
na y la nuestra fuera dieí veces mayor , no bastaría aun para hacer creer
que e¡ organismo tenia, entre los individuos de esta ra?.a la propiedad de.
rehacerse de un modo absolutamente especial contra las causas morbíficas,,
al paso que vemos tenferniedadeff, el .tifus por ejemplo, que se manifiestan
easi con los mismos síntomas .eo el hombre y en los mamíferos rumiantes.
i199
-• rHay nias aun , y es qutí'aun cuando Oviedo hiciera ve-,
nir la enfermedad á España al tiempo de la primera vuelta
del Almirante, habria derecho para recusar su testimonio,
porque está muy lleno de! inexactitudes y de contradicciones
para que pueda fiarse en él. Los hechos que alega íion siem
pre inciertos, ; y las fechad qw,e pone son muchas veces falsas.
Sus mismo* contemporaneos no tenian una grande opinion
de él. Fernando Colon , hijo del Almirante, le acusa de con
siderar como otras tantas verdades Jas quimeras forjadas en
su cerebro, y de suplantar autoridades en apoyo de lo que
dice. Herrera / . foÍ6iis>i«an'oi1 ,reeotneñd.able y veridico, le echa
en .cara las bajas adulaciones y las mentiras groseras que lle
nan sus escritos. En fin, el respetable la Casa que le conocia
bien , trata su historia de falsa y de execrable. Oviedo abu
só de su autoridad., y temiendo despues ui) castigo merecido^
trató de justificar su conducta á los ojos del Soberano, pin
tando á los indios coma un pueblo malvado y disoluto, en
tregado á los, vicios mas horribles, á la lujuria 8ce. , y que
la Providencia habia: resuelto estermiuarlos enteramente por
ser. incorregibles*. , ^ .n,.c.'.:i\' , !,V. Kv .. ,¡: 'i. ;i 'í•• , .u
i ,Eüte es íil hombre] á q.uien:.lo,si,partidarios del; «rigen
Americano de la sifilis Ji'au citado cor) una confianza ciega ¿ y
cuya autoridad harí coniífiderado CQÍÍIO la de mayor peso. ¿Que"
puede inferirse de las relaciones de un historiador despreciado
de sus contemporáneos, y convencido por ellos mil veces,dé
infidelidad, auu cuando, él niisino no se contradigc.ra en sus
dos obras, con relacion; á 1$ épo^. de la, supuesta importa
cion de la enfermedad á. Espajjia ,, y Ja hiciera aparecer en ella
en tiempo oportuno? ¿Como es que no hubo hasta 1 5iá5 nin
gun escritor que conociese un suceso bastante notable para
empeñarse en buscar hasta las menores circunstancias que
pudieran tener relacion con el? „ . | :. .,..- i • .•...i•. r.i.
: Se; invoca tambien el tes|imolüio de, u|> cierto Diaz de Is-*
la, médico de Sevilla, el cual dice que poco tiempo despues
de volver Colon se vio la ciudad de Barcelona acometida de
una enfermedad terrible y pestilencial, por la cual se hicie
ron rogativas públicas para alcanzar de Dios que cesara. Pero
Wel&ch, que ha publicado una traduccion, latina del tratado"
de este médico ,;nos dice que la obra se escribió ea 1 555, de
200
suerte que no es probable que el autor baja podido ser tes
tigo de la primera vuelta del Almirante. Ademas de esto,
cuando Colon salió de Sevilla solo llevó consigo una comitiva
poco numerosa ; y asi ¿ cómo puede creerse que él ó los que
le acompañaban haran podido propagar en tan corto tiempo,
una enfermedad lan terrible como la que refiere Diaz de Is
la? Hay mas aun, y es que. esta pesie parece haber sido ente*
ramente imaginaria, porque Oviedo que se hallaba entonces
en Barcelona, no hace mencion de ella, aunque podia haber
servido maravillosamente para sus proyectos. Pero si se tiene
reparo en creer el silencio de un hombre que tiene por otra
parte lan poco peso, no se podria objetar contra Pedro Martin,
cuyas cartas hablan de la peste de Barcelona, aunque haca
mencion en ellas de la llegada de Colon, de las maravillas que
trajo consigo, de los indios que le seguian, y de la sensacion
que hicieron todas estas novedades. Este escritor tampo
co dice una sola palabra en su historia de América. E* evi
dente que si los compañeros de Colon hubieran esparcido los
gérmenes, de una enfermedad pestilencial en Barcelona,!»
misma epidemia habria debido declararse en todos los puntos
en que la fiola del Almirante tocó á tierra: en las Azores, en
Portugal, en Galicia, asi como en todo el camino de Sevilla á
Barcelona. Es asi que nada de esto dicen los historiadores, de
los cuales tampoco dice ninguno que los compañeros de Co
lon hayan sido atacados de la menor afeccion. Luego este si
lencio absoluto es espresivoen semejante circunstancia, porque
el pueblo teniendo generalmente la costumbre ¡de suponer
una relacion entre dos sucesos notables que se verifican en
un mismo año, la opinion del origen americano del mal
frances no habría dejado de seguir inmediatamente en Espa
ña á la noticia del descubrimiento del nuevo mundo.' ••'.,' '
La tercera autoridad que se refiere es Fernando Colon¿
el cual escribió la vida de su padre por las notas que pudie
ron recogerse en los papeles .de este último. Refiere que He-.
gando Cristobal Colon por tercera vez á Santo Domingo en
4498, .halló la colonia española reducida á ciento sesenta
' ,.hoiaibres atacados todos del mal frances. Poco deberia estra-
%'^ fiarse ,el hallar esta enfermedad en las Antillas en 1 498, y 116
• {^babia, necesidad de admitir para explicar este suceso que era
"
endémica en las islas, porque siendo ya conocido cinco años'
antes lo meaos en Europa, muy bien podria haber sido lleva
da á ellas en el segando viage de Colon ; pero las interesantes
investigaciones de M. Moreau de. Jonnes autoriza para creer
que la enfermedad de que habla Fernando Colon, era la fie
bre amarilla, la cual evidentemente reinaba ya por entonces
en América, y aun hacia en ella tales estragos, que al fin no se
hallaba quien quisiera ir á las Indias. Esta circunstancia es
importante bajo otro aspecto , puesto que el nombre de mal
frances, dado por Colon á una enfermedad que por diversos
pasages de Oviedo y de Herrera se ve claramente haber sido
la fiebre amarilla, da mucha luz sobre la epidemia italiana, y
nos manifiesta que se la debe considerar como una afeccion
enteramente diferente de las enfermedades venéreas, tanto de
las que conocemos en el dia, como de las que nos han dejado
descritas los antiguos. ' ..; •, • V. Y -'• L".
Se cita á Pedro Martir entre los que deben deponer en
favor del orígen americano de la sifilis. Pero ademas de que
no ha estado nunca en América, el vínico pasage que podria
suministrar un argumento plausible, y que anuncia que ha
bia en las Indias una enfermedad contagiosa causada por el**
libertinage, no se halla en ninguna edicion original, y solo
: existe en latraduccion francesa. Por otra parte, ¿qué relacion
puede hallarse entre una enfermedad causada por el libertina
ge, y la epidemia italiana que se comunicaba sin intermedio
del coito?. Las enfermedades venéreas, es decir, producidas,
por la union de los dos sexos en ciertas circunstancias, han,
sido conocidas en todo tiempo, como diré en otra parte,, y,
sia embargo los autores sistemáticos que hacen provenir del
mal frances Jos que se observan en el¡ dia , pretenden formaU
mente que rio habia la menor relacion entre los que existian
a»t€& del fin del siglo quince^y es.ta cr:uel epidemia., , ' , ....
i,fi .Lopez de Gomara refiere quecos ¡aborigenas de .¡Santo.
Domingo estaban todos infestados. fde una enfermedad , que
contrajeron los españoles por el trato con sus mugeres; poro
se ha dudado. siempre de la veracidad de este escritor qut; es^f
tá, sin cesar eu contradiccion consigo mismo y¡ con la cronp:.*, ^
logia. Parece que Oviedo fue su única guia, y
razones para creer que uo hiaoi mas que ,
TomoL 26
202
hace á la sifilis. En efecto emplealos mismos argumentos: e*
decir, que la existencia del guayaco en América es en su con
cepto una razon mas para creer que la enfermedad tuvo su
origen en esta parte del muado. ¿Se necesita recurir á seme
jantes argumentos cuando se trata de un hecho cierto é in
contestable? •'-'. :-' •i".;' i í.l ."""•,;:•:•.
Herrera habla de esta enfermedad como de una afeccion
muy comun entre los habitantes de la isla de Santo Domin
go , y dice que los españoles la recibieron de ellos. '• " l .
Pero Herrera nunca ha estado en América, y como no
escribió hasta 1600, su autoridad pierde toda la importancia
que se le ha querido dar. Ademas, á pesar de la poca esti
macion en que tenia á Oviedo, le copia á cada instante lo
mismo que á Lopez de Gomara. Se debe pues creer que ha
copiado particularmente estos autores por lo que concierne
á la historia de la sifilis, puesto que en el tiempo en que es
cribia todos estaban convencidos, creyendo á Oviedo, que
prócédia de América. Un historiador debia sospechar tanto
menos falta de fidelidad en este último con respecto á esto,
cuanto que era notorio que muchos españoles habian sido sin
gularmente maltratados por la fiebre amarilla en las* ¡Anti
llas;, y* cuattfó que, existiendo las enfermedades venéreas des
de los p'rimefos sigilos y por todas parte» donde ha habi
do hombres civilizados , ciertamente no habrian dejado
de contraerias tratando con las mugeres del .pais. ¿Pue
de exigirse de él que hubiera distinguido enfermedades moy
diferentes una de dtra cuando los médicos mismos no podian
hacerlo, no solamente en España, sino ni aun en Italia ?:^.U
'Eí célébre Guicciardini ha parecido tanto mas importan
te á"lbff 'defensores de la procedencia americana', cuanto ifue
étí:ígener'al es de una exactitud' escrupulosa, y^estuvo ade
mas encangado de' una comision fea España. Sin embargo'e&ei
autor no cífá:,hinguíña autoridad , y ademas ¿puede á pesar de
su justa celebridad superar á Fulgosi y Sabellico, cuando se
trata de uri hecho acaecido en 1492 y en 1493, puesto que
habiendo .nacido en 1482, no tenia en aquella época mas que
diez ú once años, al paso ,que los otros dos historiadores
,giróte ürmeha edad ? : s;.'l o'r.ivrí M;|i ylnif/I ..•
stírtto reunidos todos los testigos que dia Girtanner
203
para probar que la sifilis era endémica en el continente de
América , principalmente en el Perú y en la Florida. Estos
son Lopez de Cromara , Andres de Leon , Agustin de Zárate
y Beuzoni. Todos cuatro hablan de una enfermedad muy
general en el Perú, que tomó el nombre de berrugas , y que
infestó casi todo el ejército de Pizarro. Esta enfermedad con
sistia efectivamente en berrugas encarnadas del tamano de
«na nuez que se manifestaban en la nariz, en las orejas, en la
frente , en los carrillos ó por el cuerpo. Benzoni, que las pa
deció asegura que estas escrescencias , que aun en el día sue
len observarse, aunque muy rara vez, no causaban dolores.
López de Gomara describe la enfermedad como nueva , y siu
embargo pronuncia con toda seguridad que es la sifilis. Incon
secuencia inesplicable , porque si la er>fermeda4 era nueva
para los espanoles, ¿como Lopez de Gomara podia referirla á
la sifilis, es decir al mal frances, que le era conocido desde
cerca de cuarenta años antes (1), y la cual, suponiendo ver
dadero el orígen americano , debian haber padecido ya mu
chos de ellos en Santo Domingo, puesto que muchos de los
que siguieron á Pizarro , habian acompañado igualmente á
Colon en sus espediciones P Esta es una de las muchas con
tradicciones de Lopez, las cuales deberian haber hecho cono
cer cuan poco debia fiarse de su testimonio. Lo mismo hay con-
respecto á la Florida , descubierta al principio por'Cabot,y
que despues vió Ponce de Leon en 1512. ¿Que probaria la
^existencia de la enfermedad en. esta provincia,o en el Perú,
puesto que el punto importante de la cuestion es saber si ha
podido ser traida en 1493 de Santo 'Domingo á Europa?
Girtanner cita tambien entre sus autoridades á Fallopio,
Montano y Brassavola. Todos tres han escrito muy posterior
mente para que podamos atenernos á lo que dicen, y no han
hecho mas que repetir loque hallaron en las obras de sus pre
decesores. Sin embargo , conviene decir algo de Fallopio , por
que se ha dado cierta importancia á sus palabras. Segun esté
médico, Colon volvió a Europa con sus buques llenos de hom
bres atacados de la sifilis (2). Fallopio repite despues la his-

(i) El Perú no se descubrió hasta 1531. ,. ....•:i y ... i


( a ) Colon trajo efectivamente , la segunda ve? , españoles enfermo*.
204
toria de la propagacion de la enfermedad por las tropas ¿e
Gonzalo, agregando á ella algunos pormenores exagerados
y poco honoríficos para los españoles r pues los acusa de ha
ber mezclado yeso con la harina, y de haber enviado mer
cenarias infestadas de sifilis al campo de los franceses para
comunicarles su horrible enfermedad. Pero Fallopio está lle
no de inexactitudes históricas: supone la nota de Colon com
puesta de cuatro buques, y le hace permanecer dos años en
su viage, siendo asi que el Almirante salió con solas tres na
ves , y volvió al cabo de siete meses y once dias de navega
cion. Supone igualmente que los franceses sitiaron á Ñápo
les, cuando estos entraron en él sin tirar un tiro,, y le aban
donaron del mismo modo. Ademas de que la mayor parte de
su ejército jamas vio á los españoles , pues volvió acompa
ñando á Cárlos cuando este dejó á Ñápoles , y siendo asi tam
bien que la enfermedad reinaba ya por todas partes en la al
ta Italia, como lo atestigua entre otros Marcel de Come, ci
rujano de las tropas venecianas en el sitio de Novara. En fin,
y esta prueba no es menos fuerte que la anterior , estaban tan
lejos de considerar el coito como el origen del mal frances,
que un gran número de los que han descrito la epidemia
no hacen mencion de esta circunstancia , y que los que ha
blan de ella solo colocan el acto venéreo en el número de
los diferentes modos con que se podia contraer la infeccion.
Tales la historia del origen americano de la sifilis, y tal
el cuadro de las objeciones poderosas que se elevan contra
ella.
Esta opinion , que tuvo su origen en España, pero que
fué propagada principalmente por los alemanes , se adoptó
porque era seductora , y porque á primera vista no tenia na
da de improbable. Sin embargo no inspiró en el principio
una confianza general, por que en 1525 , Manard protesta no
entre los cuales se observaban algunos con el rostro de un color amarillo
de azafran. Esta circunstancia es principalmente la que condujo á M. Mo-
reau de Jonnes a creer que la fiebre amarilla era endemica de tiempo in
memorial en las antillas. Pero el Almirante no tenia ningun enfermo cuan
do volvió de su primer viage, lo que depende, segun M. Moreau de Jon
nes , de que durante él , no pasó mas que tres meses en el mar de las An
tillas , y que este periodo pertenece enteramente a la estacion seca, la
Cual Mía, vez permite que se desarrolle la fiebre amarilla.
205
poder decidir si la enfermedad viene de las -Antillas , ó si
como lo creen algunos médicos é historiadores, se ha mani
festado mas bien en la época en,que Cárlos hacia los prepa
rativos de su espedicion , y por el trato ilicito de un caba
llero leproso con una muger sana, de suerte que en tal caso
no seria mas que una degeneracion particular de la lepra.
Tambien en 1&46 no podia concebir Fracastor que un vagel
que acaba de llegar del nuevo mundo hubiera bastado pa
ra propagarla en el mismo año á todos los puntos de la Europa.
Esta hipótesis es inadmisible: . :
1 .° Porque el mal frances existia probablemente en Ita
lia antes de la primera vuelta de Cristobal Colon :' :'. '
2." Porque esta enfermedad reliaba en ella,á no quedar
duda ninguna, antes que llegara el ejército frances, y con
mucha mas razon antes que llegara el de los españoles:.
3.° Porque no hay ningun testimonio auténtico que au
torice para sospechar que existia en. Saato Domingo la sifi
lis, ni que los españoles hayan traído de esta isla ninguna
enfermedad que, se le parezca: n'..i ;;;/.',
;••¡&.° Porque, si se puede admitir que las Antillas estaban
entonces , como ahora, desoladas por epidemias, las sospe
chas deben recaer sobre la fiebre amarilla.
... í ,¡:••., h t ' .. •.:i.,- i •'
-CAPÍTULO IIL
• , i -• ¿--.".'-:'. .
.,.,!' . ,•• • •.i 1* .i : • . t
De la epidemia del siglo quince y de algunas enfermedades análogas
que se han referido á la sifilis.

Trátase ahora de hacer ver que no existe relacion algu


na entre las enfermedades venéreas y la epidemia que se de
claró hácia el fin del siglo quince. Para conseguirlo debo en
trar en algunos pormenores sobre esta afeccion , de la cual
nos .han quedado cuadros tan oscuros.
Reuniendo el testimonio de los historiadores y de los
médicos mas fidedignos, parece casi imposible dudar de que
se debió á los marranos (1), arrojados de España por Fer-
(i) Se daba esta denominacion de marranos (cerdos) á los judios y
moros, que por edicto de 1492 fueron espulsados de España por haberse
negado á admitir la religion cristiana. Estos infelices disimulaban su creen.

•.
206
liando antes del descubrimiento de la América. Fulgo-
si entre otros nos dice que vino de la Etiopia ( 1 ). Tén
gase presente que entonces.se llamaba África, y por consi
guiente Etiopia toda la parte de España que los moros ha
bian ocupado. Infessura, que describe los primeros estragos
de la epidemia en Roma, la llama positivamente peste mar-
tánica (ptstisest conlagis mettranorum }. Beaiveni, Bene-
detti y TYacastor tambien la tracen venir de España. Trilhe-
mius asegura igualmente que traia su origen de este pais(2).
En efecto, la época de su aparicion coincide perfectamen
te con la de la espulsion de los marranos. Fulgosi anuncia
que existia esta epidemia en Ltímbardia desde el año 1 492.
Tambien la hallamos ya e.n 1493 y en 1494 entre los ale
manes. Pomarus asegura que apareció en 1493 en la Sajo-
nia (3). Bunting asegura lo mismo respecto del pais de
Brunswick y de Luneburgo ( 4 ). Seguu refiere Sciphover
se declaró en 1 494 en la Westfalia , de donde se tras
mitió pronto á las costas del mar Báltico, á Pomerania
y á Prusia (5). Seguu Lint urius, se mainfestó en 1494,
en las orillas del RÍiin , en Suabta , en Franconia y en
Baviera ,(6). El parlamento de Paris de acuerdo con el
Obispo, ordenó en 6 de marzo de 1497 , para disminuir
los efectos de esta enfermedad contagiosa, la cual, segun

cia , pero continuaban clandestinamente en las prácticas que esta les im


ponia : de aqui vino el crimen de marranÍA que se inscribió despues en
el número de los delitos de religion. Los marranos vivían en la mayor in
mundicia, y la lepra era muy comun entre ellos. Obligados a dejar el terri
torio español , teniendo que dejaren él sus haberes , se retiraron la mayor
parte, á las costas septentrionales de África, doñee propagaron una en
fermedad contagiosa , segun refiere. Leon el 'Africano. La epidemia causó
tan grandes estragos entre ellos que de ciento setenta mil familias que pa
saron a Berberia, segun él P. Mariana , treinta mil quedaron estinguidas
(Fabrieiirs. Hist. rer. 'Germ.et Saíon, ad a. 1492).
(i) De dictis facthque' memorab. , 1, 1, c> 4.° ) , ;.ii , ,. • .• •
(a) Annal. Hirsaugeiit. , t. II, ad a. 1496.
' (3) Chronica der sachsen and Niedersachsen. Wicttemberg , 1^89.
(4) Neue w?lftaeadigeBranütch'wefg.tiAd.X¿ttnel>iíChrimica.!!Nfa%-
deburgo , i6»o , p. 293. . . .' i i uOiif.:- .." •! r ' ¡
( g ) Chroñca archicomit. Ol'demburg. en Meibom , Script. rer. Germ.
t. II, p. 188.
( 6 ) ¿ippenli. ad fascicul. tempor. en Pisitorius, Script. rer. Germ.
t. II, p. 106, ío8 ,110. . ..,.. ; .. . „
los registros, habia hecho grandes progresos en ios dos anos
últimos , que se hicieran salir de Paris los que la :habiari
adquirido fuera de la ciudad, y que se hicieran encerrar, man
tener y curar á los qué la 'habian contraido en ella. .Pores-
te edicto publicado eri 2$ de '• setiembre de 1497 por Jácobo
IV, sabemos que esta enfermedad reinaba tambien en Edim
burgo. Schellig, que parece h*i>er escrito en 1494, dice que
la enfermedad jatn appctrel in diversis regionibus. Reinaba
con tanto furor el añóde 1496enlaUngriatque el Rey Ula-
dislao atemorizado salio de Buda y dejó las riendas del Go
bierno en las manos de su C&nciller Baeoczy. B ral,' cuyas
poesias se publicaron en ¡149&;' asegura tambien la pronti
tud con que se propagó (1 ). Asi en menos de dos años in
vadió casi toda la Europa•'¡:^: •'•••i •••':.•'
— Esta enfermedad no solo se esparció por Roma, como
Infessura lo atestigua claramente , sino que tambien se' apo
deró de Ñapoles, como lo aseguran Zurita y Collenuccio. Leon
«1 Africano ¡dice que no se conocia en África hasta que lle
garon á ella los marranos (9). A estos es tambien á los que
l'ablo Jove; atribuye la propagacion (3). En fio , varios pa.í.
sagés de Pedro Martir ( 4) , de Francisco de Villalobos y de
Pedro Pintor (5 ), poco claros á la verdad, y que por esta ra
zon han sido recusados por los partidarios del orígen ame
ricano, parecen indicar que la epidemia existia ya en Espa
ña en los veinte ultimos años del siglo quince, es decir, an
tes del 1 490. . .i-.;:,-. •'\ -..-,'• „. ..-,.' .,.., -.JÜ.'q
i n No es. pues estrañb que* estas reuniones considerables de
lloinbres privados de todos los socorros de la vida, y envueU

( i ) Hic Laiitim adque ítalos invasii , ab ¿ilpibuf extra . .^ ?


Serpens , Germanos histricoiatqve premit ; ,. ; •.i•.;
Grassafur mediis jam Thraa.ibus etique Bohetnist
Et morbi genus id Sarmata quisque timet • .¿
Nec satis extremo tutantur inorbe Britanni^ .. -. v
Qaos rejluum cingit fucciduunque fretum. • . .• ¡ •• •

( 4) De totias África detcriptione l'tbri IX. Zurich , i¿gp, ¡n 8.8, 1.


, 3° P. 56. i i A. «
(3) Historia sai temporit , 1. IV , p. 79, 1. 1. Paris, 1558.
(4) Epístolas, Alcala, 1530, ep 68. . . ;v
(5) Tractatus de morbofado et oculto hit temporibttt afligente , cap. IV
S08
tos en la más repugnante inmundicia, compañera insepara
ble de la miseria, Layan difundido por tocios los pantos por
donde pasaban una enfermedad de la piel , contagiosa y com
plicada con accidentes escorbúticos, que casi no podian me
nos de ser producidos y sostenidos por k humedad y los'ca-
lores escesivos que reinaban entonces, segun refieren' todos
los historiadores juntos, con la privacion de alimentos sanos,
Esta es la idea que se forma naturalmente de la famosa epi
demia del siglo quince, cuando se lee la descripcion circus-
tanciada que da de ella Grunbeck (1), y la ;otra tan armonio
sa que ha dejado Fracastor (2). Estas dos descripciones nos
demuestran que la enfermedad tenia por sin tomas caracteris
ticos una erupcion general de pústulas que no supuraban por
todo el cuerpo; escrescencias terribles del grosor de una be
llota; por toda la piel y principalmente en la cara, las cua
les se convertian muchas veces en úlceras Corrosivas con un
flujo de materia icorosa y fétida, y ocasionaban al fin con
frecuencia la pérdida de los ojos, de la nariz , de las manos y
de los pies; tumores y dolores violentos en los huesos, los cua
les no dejaban á los enfermos ningun descanso por el dia,
y menos aun por la noche; en fm, una apatia,' una debili
dad y una postracion general del cuerpo. Casi siempre es
'-"•'• :• '•'•i ' ' 'j ' ; ...;.',..A • »'.: :r.i .r- ,•

(i) José Grunbek ha colocado en la portada de su libro, escrito ea 1 546,


la imagen grabada en madera de un cadaver cubierto enteramente de las
pústulas del mal frances. Este monumento, demasiado olvidado, es infini
tamente precioso. La edicion original de la obra de Grunbek, .la cual no
tiene fecha, es muy rara. Un ejemplar existe en la Biblioteca Mazarina. Ei
testo ha sido reimpreso por Gruner en su aphrodisiiicus, '
(a) Protinut informes totum per Corpus achares
Rumpebant, faciemque horrendam et pecterafcsde l, , ?} .
Turpabant ; species morbi nova ; pustula summeé
Glandis ad effigiem , et pituita marcida pingais, '
Tempore qUíS multo non post ad opería de hiscent • "*'
Mucosa multum sanie tabeque flitebat.
Quin etiam erndens alte ; et se funditus abdens
Corpora pascebat misere, nam siepius ips.^
' , '' '. Carne sua exutos artus , squallentiaque ossa
Fidimus ¡etfaido rosaorade hiscere iatu '• si•• . I
Ora, atque exiles reddentitt guttur'a voces.
Tum scepe aut cerasis , aut Phyilidis arbore tritti,
.'.I Fidisti pinguen ex indis manare íiquorum
I
209
aun constantemente se presentaban tambien úlceras corrosi
vas en las fauces. La enfermedad se comunicaba por toda es
pecie de contacto, mediato ó inmediato, basta por habitar
en el mismo cuarto , por el uso de unos mismos vestidos , por
el aliento &c. Su trasmision se verificaba tambien por el
coito, pero sin que esta via tuviera nada de especial , puesto
que Montañana aconseja un uso moderado de los placeres
del amor, como un medio de preservarse 6 de curarse. To-
rella coloca ademas positivamente los alimentos acres y la falta
de limpieza entre las causas capaces de producirla.
Esta epidemia no tardó en disminuir de un modo gra
dual , y parece, suguri refieren Guicciardini y Ulric de
Huttem,que no conservó su carácter pestilencial primitivo
mas que siete arios. Como en esta epoca se introdujo el uso
del lino, con el cual y los progresos de la civilizacion , y las
medidas mas severas de policia se consiguió que desaparecie
ra poco á poco la lepra; y como por otra parte , siendo el
acto venéreo una de las vias mas directas del contagio, á

Corticibus , mox in lenfum dursscere gummi.


• Hand secas hac sub ¿abe solet per corpora mucor
:• Difluire; hiñe demum in turpemconcrescere callum.
Unde aliquis ver tetatts , pulchramque jubentam
Suspirant, et membrn oculis deformia torvis
Prospiciens , fisdosque artas, turgentiaque ora,
'*• t Sepe deos, stepe ostra, miser , crudelia dixit.
Interea dulces somnas , ncctifque soporem .
, . Omnia per terras anintaliafessa trahebant;
lilis nulla quiet aderat ; sopor ornáis in auras
Fugerat; iis orieat ingrata siurora rubebat^
lis iniíiica dies, inimicaque noctis ¡mago.
Nulla Ceres illas , Bncchi non ulla jubabant
Muñera, non dulces epulte , non copia rfrum,
-u.} • ¿Van urbis, non ruris opesj non ulla voluptas.
-«:» U ji . ''..
Éste horroroso cuadro rio esta exagerado, porque Erasmo, pintando el es
tado de su antiguo amigo Ulric de Hutten, aquel célebre Martin , del mal
. frances dice: Beutus Ule sponsas , trunco naso, alteritm íruhens tibium,
Sfd minus feliciter qunm solent Suitzeri, mtinibus scabris, halitu gravi,
oculis languidisj caipite obvincto. Sanies et é noribuset ex auribus flucbaf,
^f/ii dígitos habent anuialos ; Ule etiam in femare getíut nnuhs... Nec u(r
lum cadaver est , cui non jungi malis , quam tarn futido cadavfri. Siqui.
dem hoc ipstim quod spirat mtrum est venenum; quod loquitur pestiresij
^d eintigit morí est.
Tomo I. 27
210
causa de la intimidad dcl contacto , se contraia principalmen
te por él la infeccion marránica , llegó á creerse que esta
y las enfermedades venéreas no formaban mas que una mis
ma enfermedad, á la cual se dio el nombre de sifilis. Se
supuso despues que esta enfermedad se habia mitigado por
grados, y la mayor parte de autores la consideraron desde
luego como una degeneracion de la lepra. Parece que los es-
pañojes hicieron lo mismo con respecto á la fiebre amarilla
de las Antillas, cuyos efectos confundieron con los del inai
frances y de las enfermedades venéreas propiamente dichas.
Leoniceno , aunque combatió el error de sus contemporáneos,.
fue sin embargo uno de los que mas contribuyeron á pro
pagarle, por el modo con que esplica la epidemia del siglo
XV. Este error tenia en efecto á su favor la observacion he
cha ya por Hipócrates, y repetida muchas veces por los mor
demos; á saber, que la constilucion atmosférica influye sin
gularmente sobre las enfermedades venéreas, y que muchas
de estas , la gonorrea por ejemplo , y aun diversas especies
de ulceraciones , son mas comunes en ciertas estaciones ó en
ciertos afios que en otros. Esta observacion es completamen
te exacta; y atendiendo bien á ella, se llega á percibir, que
las flegmasias de las fauces , que comunmente se consideran
como sintomas sifiliticos consecutivos , coinciden de un mo
do notable con el desarrollo de las enfermedades catarrales,
causadas por la influencia del cstado'de la atmósfera ó por
la supresion de sudores habituales. •
Hensler , cuyas sabias investigaciones han ilustrado tanto
la historia de la sifilis , conjeturaba tambien que esta enfer
medad habia sido resultado de una degeneracion y de una
especie de fusion de la lepra. Esta opinion fue adoptada por
M. Sprengel, quien sin embargo la modificó un poco, supo
niendo que la sifilis debia su origen á una combinacion en
teramente particular de la lepra coa las enfermedades vené
reas conocidas ya de los antiguos. Estos dos ilustres es
critores se han fundado no solamente en un hecho ave
riguado de mucho tiempo antes , y puesto en toda su evir
dencia por Sidenham; á saber, que la constitucion atmosféri
ca puede en ciertas circunstancias y de tiempo 'en tiempo,
alterar el carácter de las enfermedades crónicas, en términos
- . ,. \
de hacerles lomar un aspecto verdaderamente epidémico (I),
sino tambien en que muchos de los médicos que han escrito
sobre el mal frances están de acuerdo en considerarla como
Ja antigua lepra , disfrazada solamente bnjo una forma nueva
y desusada, lo que parecia tanto mas probable á primera vis
ta , cuanto que la época en que apareció esta epidemia es pre
cisamente la misma en que la elefantiasis desapareció poco á
poco de Europa, En efecto , Sebastian de Aquila apura todas
los raciocinios imaginables para hallar algunos rasgos de se
mejanza entre el mal frances de su tiempo y la elefantiasis.
Catarieo sin embargo le arguye de no haber visto esta
última , y no hay que estranarlo, pues Fracastor nos dice quR
desde mucho tiempo no se tema ya una idea exacta de lo que
era la elefantiasis de los antiguos, de suerte que se creia po
der aplicar por ligeras analogias al m ti frances las descrip-
cio'ries que nos habian dejado. Pero habia infinitamente mas
afinidad entre este último y otras muchas variedades de la
lepra, principalmente con las que se designaban con los nom
bres de malum mortuum , dcSaphaii y de Morphea. Torella
y Juan de Vigo continuaron tambien considerando esta en
fermedad como una especie de morfea , y Widmann la co
locaba espresamente entre las saphati, llamándola pustula
asafalica: sen formicales, y á la cual daba Brandt el nom
bre de impetigo ptstlhntialis , y que Grunbeck Hock refe
rian á la mentagra de Plinio. Era tal la persuasion de que
habia conexion entre todas estas afecciones, que Schcllig, des-

(i) Asi es como Hensler ha refutado la opinion de algunos escritores,


reproducida por Swediaur, que creían que la pestis inguinaria de la edad
media era lo mismo que la sífilis. Hensler cree que la peste puede tener
bajo la influencia de circunstancias particulares un caracter tal que sobre
vengan con preferencia los bubones en las ingles. Yo no discutiié e."ta hi
pótesis, que por lo menos estaría sujeta a controversia ; pero no puedo me
nos de advertir que no se esplican todos los puntos dela historia del mal
francet considerándole solamente como una afeccion crónica y que es
preciso admitir , oque esa enfermedad se presentó al principio con un ca
racter muy agudo , puesto que Sebastian de Aquila dice que era lethalit
etiam cita marte, ó q'te al mismo tiempo que la afeccion marránica, reinó
una epidemia de tifus ó de verdadera peste que desoló la Italia a fines del
siglo XV , y que duró solamente algunos años, al cabo de los cuales des
apareció. La aglomeracion de los marranos en la campiña de Roma da ua
alto grado de verosimilitud á esta última conjetura.
212
pues de haber dicho que se debe referir el mal frances á. la
formica , añade : De nominibus nos est curandum , cían rex ip-
sa nota fitit. En efecto , lejos de creerla absolutamente nue
va , la considera solamente como una afeccion mas generali
zada en su tiempo que en el pasado , y que se habia hecho
epidémica , con corta diferencia, como las epidemias que vemos
en el dia de viruelas ó de disenteria (1). Eün la obra deLeoni-
ceno hallamos una estensa numeracion de los motivos en que
se fundaban estas comparaciones. Pero lo que importa ad
vertir aqui es que aun los enemigos mas declarados de esta
opinion , como Leoniceno, Fracastor y Catanco, convenian
sin embargo en que se observaba á veces alguna afinidad en
tre las dos enfermedades. Asi es que Cataneo asegura haber
visto dos veces al mal frances degenerar en elefantiasis (á).
. No sorprende pues que la hipótesis de una afinidad en
tre 1» lepra y la sifilis haya tenido un número tan grande de
partidarios. De aqui es que Maynard sostuvo que estas afec
ciones solo se diferenciaban en el mas ó el menos, que Ve-
lla aplicó al mal frances lo que los otros habian dicho de la
lepra, que Manard adoptó el mismo modo de ver ; en fin,
que Paracelso en su lenguage singular daba á la sifilis de
su tiempo, que él creia una degeneracion de la epidemia dd

' (t) Esto está demosrrado hasta h evidencia por el pasngs sigufeute de
.Widmann: morbi peslilentialss aliquando sttnt febres,interduta carbitacufi,
ttonnuvquiim morbili el v.irto/te , vel alice cutis infectionrs , quales etiam
sunt vel pustulte formicales vel asafaticte dictas; malum Francia? qute aune
ah anuo 1457 usque ud pr¡tsentem annum 1500 de regiome in regionem
dílatatce sunt cum stevis accidentibut. Astruc ucha esta fecha de 1457 i V
supone q'teel autor ss engifra groseramante ;, pero todo lo que puede ad
mitirse es que tal vez debe laerse 147$, ^orqte sucedía ntachas vece.s es
cribir las milésimas como se las pronuncia en la lengua atemana , é inver
tir de este mo Jo el orden de las cifras.
(2) Era co..i sabt la despues de mucho tiempo , y Aetius. lo habia notado
ya, que las mugeres están menos sujetas á la lepra que los hombres; y coma
«e veia que estaban tambien menos espuestas á las enfermedades venéreas,
ss saco de &qui un nuevo argumento en favor de la afinidad de las dos a-
feocbnes. Esta pre/ogativa de las mugeres se suponía dependiente de la
mturaleza densa y fria de la matriz, que exige una larga permicencia del
séTien en esta viscera para que llegue a infestarse; al paso que los órganos
genitales del hombre par ser da una naturaleza calida y de una testura po
ro ,u , recibe muy fácilmente el germen de la infeccion. . ., . . •
213
siglo XV, el nombre de muido como producto de la combi
nacion! de la lepra con el malfrances primitivo. ,
Beckett no dijo nada de nuevo cuando sostuvo, coa mas
talento que fundamento que la sífilis debia su primitivo ori
gen á la lepra; opinion que tampoco Raymond estaba lejos
de adoptar, á la cual Allam:uul se acerró singularmente cuan-,
do pretendió que la enfermedad venérea provenia del pian , y
la que se difundió sin duda mucho , puesto que al leer á Tour-
nefort, Hasselquist , Pouppé-Desportes, y otros muchos, es
casi imposible determinar si lo que dicen debe entenderse de
la lepra, de la sifilis ó del yaws.
Otros por el contrario no atendiendo mas que á la dis
minucion de los estragos de una epidemia, cuyo carácter
pestilencial rio podia menos de ceder despues de la destruc
cion ó la disminucion de las causas que la habian ocasionado,
y confundiendola asimismo con las enfermedades venéreas,
que se presentaban tal ve/, mas frecuentemente á la observa
cion , ó á las cuales se aplicaba una ateucion mas seria des
pues de la modificacion que habian sufrido las teorias médi
cas , se figuraron que la sifilis era susceptible de recorrer pe
riodos sucesivas de aumento y de disminucion , para llegar
por fin á desaparecer totalmente. Esto es lo que Fracastor
aseguró el primero, y esto lo que repitieron despues Asiruc,
Hay mond , Swediaur.
Astruc establecia seis periodos desde 1494 hasta nuestros
dias. Al primer periodo daba una duracion de ciento y diez
años, durante los cuales se observaron úlceras en las partes
genitales , pústulas y úlceras corrosivas en la piel y en la bo
ca, tumores gomaicos y grandes dolores en los miembros. Su
segundo periodo no comprendia mas que doce años, desde
1514 hasta 1526, en cuyo tiempo los sintomas precedentes
se mantuvieron con la misma fuerza, y sobrevinieron otros
dos , los exostoíes y los puerros , de los cuales no se habia he
cho mencion antes. El tercero es de catorce años , desde 1 526
hasta i 540; la sifilis principió por este tiempo á mitigarse,
es dccir, que las pústulas fueron menos frecuentes ó menos
horribles , pero se advirtieron dos sintomas nuevos, el bubon
inguinal y la alopecia, lo que podia muy bien pasar por una
compensacion. En el cuarto periodo, que se esticude desde
2U
1 540 á 1 550, las erupciones cutáneas, los tumores goma icos
y los dolores desaparecieron en gran parte, pero se manifes
tó l.i gonorrea. El quinto periodo , que se estendió hasta 1610,
nada presentó de particular mas que la aparicion del ruido
de oidos. En fin, el último periodo, que comprende todos
.los arios siguientes á 1610, no presenta de nuei¿o mas que la
cristalina , nombre con el cual designa el vulgo la coleccion
de sintomas que sobrevienen en el ano despues de la sodomia.
En el capitulo siguiente haré ver que todos estos sintomas
dados por nuevos han existido, no solamente antes de la
época queAstruc les señala , sino aun en la mas remola an
tigüedad. Aqni me limitaré á bablar de la supuesta mitiga
cion gradual de la sifilis; y pnva refutar esta hipótesis referi
ré el pasagc .siguiente de Bru, el cual pinta muy bien lo que
puede verse todos los dias en ciertos hospitales. ** Kn ellos
hallaré cadáveres ambulantes, victimas de la enfermedad y de
los remedios, y los registros necrológicos me harán conocer si
los riesgos de la sifilis son verdaderamente menores en el
tiempo presente que en el pasado. Se veran enfermos, unos
sin pirtes sexuales, otros sin labios, estos sin poder moverse,
y aquellos sin poder pronunciar. Unos que han perdido los
dientes, la nariz, y están cubiertos de úlceras sórdidas y de
fistulas; otros que no orinan sino con trabajo, y se venobli-
g:iílos á tener siempre sondas ó candelillas en la uretra y en
la vejiga; algunos que se han vuelto* locos, sordos, ó fatuos,
por la accion demasiado viva de los remedios sobre la econo
mia ; otros cuyas articulaciones se han soldado por anquiloses.
En fin, se encontrarán algunos cuyo estómago, enteramente
deteriorado, se resiste á toda especie de alimento sólido, y
que esperan la muerte como un beneficio de la Providencia.
Por tétrico que sea este cuadro, lejos de estar cargado, qui
zá se hall.i aun distante de la verdad. ¿Pero los accidentes que
comprende son venéreos? ¿No son mas bien efectos de los
métodos, y señaladamente del uso de los mercuriales, de los
e.sciiantes de toda especie, como lo eran ya en el tiempo de
Ulric de Huten , esta ilustre y deplorable victima del espiri
tu de sistema? Cuando trate del mercurio examinaré esta opi
nion, que cuenta en el dia muchos partidarios, cutre los prác
ticos mas ilustrados de Inglaterra, y que comienza tambien á
215
adoptarse entre nosotros. Pero no puedo menos de notar una
singular contradiccion de los partidarios del orígen america
no, en la cual nadie ha reparado aun. En efecto, ¿COUJG pue
de ser que la sifilis haya venido del nuevo mundo con los ca
ractéres de los accidentes llamados secundarios, y que la ma
yor parte de'los que se llaman primitivos no se hayan pre
sentado basta despues, los unos despues de los otros:' ¿]No
rJeberia deducirse de esto *olo que la sifilis es una eiufeime-
dad fraguada del principio al fin por patológica» que no te
nian la mas. leve nocion de critica?
Voltaire ha hecho una reilexion mas profunda que lo
que tal vez creia él, cuando dijo: "la sifilis se parece á las
bellas artes, cuyo ¡mentor no se conoce. " Sin embargo yo
demostrare en lo sucesivo que se puede determinar apro
ximativamente la época de su orígen.
Raymond no trató como Asiruc de sistematizar la sifilis
contra todos los testimonios de la historia , contra todos los
principios de la nosologia y de una sana fisiologia. Se con
tentaba con creer que el mal vénereo ha existido siempre,
aunque en un grado menor, en las regiones calientes de la
Asia, lo cual está en conformidad con las nociones adquiridas
por los ingleses en las Indias, donde sus médicos se han con
vencido que la sifilis ha sido conocida en todo tiempo por los
Bramas. Pero creia tambien que los efectos producidos por
esta enfermedad han degenerado con el tiempo, y que ella
misma desaparecerá alguirdia en los paises en que la cultu
ra del terreno disipe los miasmas deletereos de que se halla
ba cargada la atmósfera. Esta opinion parece que domina en
el dia en la América septentrional , en la cual se ha hecho ca
si popular; pero no puede aplicarse mas que á los accidentes
venéreos consecutivos, porque la mitigacion de los primitivos
no puede esperarse sino de una reforma total en el método
curativo. He demostrado que la mayor parte de síntomas que
se asignan á la sifilis confirmada , son muy equivocos, y que
dependen las mas veces de otras causas diferentes de la in
fluencia de las afecciones venéreas primitivas. Esta verdad se
hará mucho mas perceptible aun dentro de poco , cuando exa
mine diversas enfermedades, en apariencia anómalas, que se
han agregado á la sifilis, por no saber donde colocarlas mejor
§16
Swediaur ha ido mas lejos aun que Raimond , pues su-^
pone que la sifilis ha dado ya mas de una vez la vuelta al
mundo. Quizá, dice, difundiendose el virus y multiplicándose
se divide y se consume por grados, en términos de estinguir-
se al fin enteramente y desaparecer de la superficie, si no del
globo entero, á lo menos de una parte de él , probablemente
para volver á aparecer con una nueva fuerza, despues de sU
glos ó de millares de arios en una ó muchas partes de la tier
ra." Segun él todas las afecciones de los órganos genitales
que se han descrito por los antiguos deberian considerarse
como efecto del virus venéreo envejecido , ó si se puede de
cir asi, gastado, atenuado, pero susceptible de recobrar algun
dia su antigua energía. Esta idea menos consoladora que la
de Raymond , pero tambien menos triste que la de Sanchez,
de la cual se hablará en uno de los capitulos siguientes, es
sin duda muy ingeniosa , pero nada mas, y cae por si misma,
estando bien demostrado que la epidemia del siglo quince no
tiene la menor relacion con las enfermedades venéreas pro
piamente dichas, y que solo un concurso casual de circunstan
cias h:t podido hacer que se establezca entre afecciones entera-
inenta diferentes por su asiento, sus causas y sus efectos,
una conexion en que nadie habria pensado , si la medicina
hubiera estado fundada entonces sobre la fisiologia y la ana
tomia patológica , en lugar de estarlo sobre el empirismo y
las opiniones populares. Para establecer esta demostracion
es necesario recorrer rápidamente la historia de varias enfer
medades, epidémicas ó no, que se han tenido por semejan
tes á la sifilis , tales como el mal de la vahia de San Patío,
el sibbens , el mal de sherlievo, el pian y el radesyge. •••' \¡
La enfermedad de la vaiha de San Pablo, cuya descrip
cion debemos á Bowmann , se manifestó á mediados del siglo
diez y ocho en muchos puntos del Canadá. Principiaba co
munmente por pústulas pequeñas en los labios, en la lengua
y en lo interior de la boca. Estas pústulas, bastante semejan
tes en el principio á pequeñas aftas, hacian progresos rápi-
.dos, y ccrroian en todos sentidos, en terminos de destruir
algunas. veces casi enteramente la lengua. El humor blanque
cino y puriforme que segregaban comunicaba la misma afec
cion á los que la tocaban. Se sentian dolores violentos en los
2i7
miembros, pero se disminuian comunmente cuando sobre venin n
úlceras en la superficie de la piel ó en el interior de la boca.
Frecúenitemenie se observaban bubones cervicales , axilares é
inguinales. Auna; época mas adelantada i se cubria el cuerpo
dé Ijerpqs:; acompanados rde' uu prurito insoportable ; se mat
nifestaban exostoses y caries en los huesos de la nariz, del
•paladar, del.cráneo,, de; la ¡pelvis y dé los miembros. Todas
Í8«i fancioaes sjjfriap: ilna. alteracion profaíida. Muchas veces
«e veian ¡caer las mandibulas', tdda la' parte inferior del crá
neo, los dedos', las paotorrillas, los pies y aun piernas ente
ras. En fm , anunciaban una muerte próxima la tos , .los do-
Jores, del pecho , la pérdida del apetito , la de todos; los senti
dos , y .e); enfermo terminaba su triste existencia en medio
de los tormentos mas crueles. Sin embargo se encontraban
constituciones bastante robuílasipara resistir.por muchos años,
y vivir por mucho tiempo una vida miserable, j. aun para
triunfar de un mal tari teriible. Por lo demás la enfermedad ata-
:caba con preferencia á los iiifios, los cuales nacían áveces con
«lia. Se comunicaba por el contacto inmediato, por la aplicacion
^el ptis:l por ebuso en comun .de .UBA misma ropa y de unos
mismos utensilios; se propagaba tambien , segun se asegura,
sin, mediar el mas minimo contacto , y muy rara vez atacar
ba las partes genitales. Algunas observaciones referidas por
Bow ma n prueban <}ue¡;!éra :susceplifole ¡;de¡ .cunarse > , espon tá-
neatnente sin el auxilio de ningun remedio'.. . El tiempo , la
Jiinpieza: y; las. precauciohea; higiénicas la han hecho des-
iapare¿ep.fiiT.'idu3 ¿&ñ¡; daisínog57'í ns nr,<ir.íJ'i¡;J o'/l .¡ li^..r,
ÍQ . í'Ki i$ibbehayíi5fwJn¿ euja.'hjstoria ha sido, hecha por Gil-
clírist , estaba en otro tiempo muy difundida en las montañas
.d» Esc6cÍA'.ií:partáeuí»rnaeIdté ciclas provincias de, Airstire y
de Gallo way, JEsta enfermedad principiaba las mas veces por
úlceras corrosivas en las . fauces y en lo interior de la boca,
Jas cuales hacían ;la deglucion; dificil,, causaban ronquera,
u ocasionaban la pérdida dtí la voz.. Estas úlceras llegaban á
apoderarse del.paladaif, de las< amigdalas, de la campa.nilla y
hasta • de loa huesos propios de la nariz. En ciertas circunstan
cias principiaba la afeccion por pústulas pruriginosas que
simulaban la sarna; pero no tardaba la parte de piel en que
so fijaban en engrosarse y edcyarse^ y adquirir un color de
Tomo I. 28
218
cobre. Finalmente, en algunos su gétos estaba caracterizado el
mal por escrescencias blandas y fungosas del grosor de una
frambuesa, que se manifestaban, en diversas partes de Ja su
perficie del cuerpo. El sistema huesoso rara^xez. se afectaba,
aunque no dejaron de verse alguna vez. atacados , segun Bell,
loS huesos íle los brazos, de las piernas y aun del cráneo. Los
infartos de las glándulas linfáticas eran sumamente raros. Se
notaban algunas veces ulceraciones. en las partes genitales, pe
ro nunca desde el principio. Cas,i nunca se comunicaba la 'en
fermedad pbr el coito , y unas bien por la lactancia y el uso
en carbura de unas mismos utensilios. Aunque en algunos
distritos alacaba las tres cuartas partes d¿ la poblacion, se
ha conseguido estinguirla casi enteramente, por la sola in-
iluenuia de la limpieza y de las mejoras introducidas en el
regimen de los habitantes, de suerte que en el dia es rara
en Escocia. ; ' :úiy. .£U rl.:/ • ,11 o uuúl. c¡bi...ú .íf.i . • ¡ / /
•nía Kl mal de Sherlievo, que se manifestó por primera vez
en el estio de 1 80Ü en muchos distritos de la provincia de
ÍMume , en llliria , ha sido descrito; por MM. Camhrieri , Bag-
ncris, lioné y Vial. Antes de su invasión se quejaban los en
fermos por espacio de diez , quince y aun trei uta dias de flo
jedad y de :dolores en los miembros. La voz se ponia ronca,
y la deglucion se hacia dificil. El velo del paladar, el pala
dar mismo, la .campanilla y las agallas se manifestaban náci
dos y rubicundos, pero todos estos sintomas se considera
ban como otros: tantos accidentes de un resfriado ó de. una
angina. ISo tardaban en presentarse aftas cubiertas de una
costra mucosa f blanquecina ,• y que hacian rápidos progresos
en estension á lo interior de los carrillos, en los labios , y
nías comunmente en la eampanill* y las. amigdalas, las cua
les se habian mantenido basta entonces simplemente flogosa-
das. La .voz se pcrdia del todo, ó sei hacia somamente ronca,
y despuos de alguií tiempo. se apoderaban ln¿ úlceras del pa
ladar' de 1» parle posterior da las! narices i¡ y aun de los.h\ae-
sos esponjosos de la nariz. Comunmente ^cesaban los dolores
ó se disminuian mucho desde que las úlceras comenzaban á
presentarse en la boca. Algunas veces se manifestaba la en-
l.ermedad bajo otra íbrma;loisisin tomas consistiaíi en tinaco-
tnezon general ^ á la quQ. sogttiíc' muy /pronto una erupción
8£ I
de pústulas semejantes á las de la sarna , y de manchas dé co
lor de cobre. 'Eludo mas comun de estas erupciones era la
frente y ta piel del cráneo, las orejas, la 'márgen del ano, los
órganos de la generacion y la parte interna de los muslos. Las
manchas formaban una ligera elevacion en la piel , como una
pequeña depresion hácia el centro, y se percibia por debajo
de ellas en toda su estension un reblandecimiento mas ó me
nos considerable. Este estado de cosas podia durar muchos
meses , y aun muchos años , pasados los cuales las pústulas
£e elevaban en forma de pequeños tubérculos que terminaban
por supuracion. Fluia de ellos una materia viscosa.,' .que de
secándose producia una costra gruesa. Muchas veces en lu
gar de una costra se desarrollaban fungosidades, que no tar
daban en ser sustituidas por úlceras , y de las cuales muchas
presentaban la apariencia y el color de frambuesas ó de mo
ras. E ri fin, las costras se desprendian, dejaban una mancha
cobriza ó cenicienta, que desaparecia lentamente y con difi
cultad. En cierta» circunstancias adquirian las úlceras un de
sarrollo tal, que todas las partes donde estaban situadas pre
sentaban un aspecto verdaderamente horrible, y muchas ve-
•ees se seguia á ellas la caries de los huesos inmediatos. En
otros casos sobrevenian cond ¡lomas y puerros en: el ano, úl
ceras en los talones, y tumefaccion en el escroto. La alope
cia no se ha observado sino ¡ana vez. Los exostoses eran ra
ros , y los infartos de las glándulas linfáticas poco comunes.
La enfermedad se comunicaba por el contacto mediato e inme
diato ; rara vez por el coito, y casi siempre por el uso de unos
mismos vestidos ó de unos mismos utensilios. Jamas se mani
festaba desde el principio eri las partes genitales , en las cuales
era ademas muy raro. observar' el menor sintoma por todo el
tiempo de su duracion, ni aun cuando la infeccion habia
sido contraida por el acto veíiéreo. Ninguna condicion, nin
guna edad, ningun sexo estaba libre de esta enfermedad , pero
atacaba mas generalmente á la clase menesterosa de la pobla
cion. En 1800 se contaban cuatro mil enfermos en una po
blacion de doce ó quince mil almas, y esto sin contar los su-
getos que por rubor ó por temor se obstinaban en callar, en
ocultar su estado. Muchos se han curado sin medicamentos,
otros por medio de un violento ejercicio y de grandes fatigas.
820
Desde los primeros momentos de su aparición La ido siempre
Ja enfermedad disminuyendo de frecueócia'y.áfilifllerisionl
.Todos los hechos <jue se han alegado para .probar que Labia
sido traida de afuera, se han hallado insuficientes ó equivo
cos, y los comisionados de Iq sociedad de medicina de Paris
creyeron.^ué se Labia desarrollado espontáneamente , en me
dio de circunstancias , favorables para su .produccion, tales
í:ouio la ,falta de limpieza de los habitantes , l;i humedad del
terrerio, lai pequenez de las habitaciones, siempre mal sanas,
los malos alimentos , la inmundicia de los vestidos , &c. " •
...'J Se puede 'comparar con. el mal de Sherlievpr la afeccion
que *se desarrolló en 1 8 i 8 en el comun, de Chavarme en Fran
cia , y, que. ha sido descrita cu compendio por M. Flama m.
lisia enfermedad principiaba por una sensacion de debilidad
general y de repugnancia al trabajo , seguida de dolores mas
o menos, vi vos en los miembros , que se aumentaban,. por la
noche ,, y gue Jos enfermos comparaban tá los del reumatismo.
Es^o* idolatres ¡)d araban:, segun, los difejretiiU;» .individuos, des
de quihcedias -hasta cuatro ó cinco Jmeáes', :y retícxrrian su-
ccsivaniente todas las articulaciones en algunos. Despues se
manifestába un infarto inflamatorio en los labios, Jos cuales
«fe tcubriat» interiormente de aftas bla.nquecinas^y se aquieta
ban, ¡adquiriendo doble y aun triple volúmen que el. natu
ral. ISo tardaba la inflamacion en manifestarse en las fauces;
acometia la campanilla , las amigdalas y el velo del paladar,
y resultaba una disminucion de la voz, tal que en muchos
individuos llegaba hasta la afonia. Desde que se manifestaban
estos, 'sintomas, inflamatorios disminuia.el dolor en. los miení-;
br'os , y aun cesaba entcram&nte¡ , ,al paso que l.bs.,primeros se
hacian mas intensos. En algunas personas se observó una
erupcion pustulosa en toda la superficie del cuerpo, pero mas
particularmente en la. cabeza , al. rededor del anó,,:y en las
partes genitales. Las pústulas estaban acompañadas de un do
lor pruriginoso insufriblfl.,lel¡}cuali6¡n embargo cesaba con
la salida del pus formado ^H l0» granos. .Estos eran bastante
gruesos y de un color rojo livido, y dejaban en la piel man
chas, cuyos vestigios, se percibian aun mucho tiempo despues.
En un sugeto se observaron los sintomas de la enfermedad
acompanados de una oftalmia de mucha duracion, con lágri-
•221
considerable. Este segundo periodo duraba algunas ve-
ees muchos mes.es y aiin un año. Esta enfermedad no quito
la vida á ningun enfermo, y las dos terceras partes de ellos
se curaron espontaneamente; y no por esto se abstuvieron los
médicos de administrar los mercuriales. Con razon ó sin ella se
creia en .el país que un soldado austriaco la habia comunicado á
uno de los habitantes del distrito, el cual la propagó despues á
sus parientes y á sus vecinos. No se trasmitia por la via del
coito, y los habitantes mismos creian que se habia estendido
particularmente por el intermedio de los utensilios destina
dos para tomar su alimento. .,. :, :
,,.:. .El yatvs, llamado tambien plan ó epian , es una afeccion
endemica en muchas partes del África meridional y de las In
dias occidentales, y de la cual nos han dado noticias circuns
tanciadas MM. Moseley , Saeffler y Thomson. Esta enfer
medad empieza por un estado de languidez y de incomodi
dad , acompanada algunas veces de fiebre, sobre todo en los
niños. No pocas veces se ve que la piel se cubre antes de la
erupcion de una costra blanca. A este estado , que dura po
cos dias, suceden unas especies de pustulitas en la frente y
en otras partes del cuerpo. •i ... . - . ••:t,
Las pústulas presentan desde el dia seis al diez una li
gera costra en su vértice , y se principia á percibir en ellas
Un pus de mala cualidad. Continuan creciendo, y se cubren
de otras costras irregulares , debajo de las cuales se halla al
levantarlas una úlcera de mal carácter. A una época que no
tiene nada de fija, y que varia desde el primer mes hasta el fin¡
del tercero, sobrevienen tubérculos, cuya aparicion mas ó me
nos pronta parece depender de la influencia del régimen. Una
segunda accesion de fiebre trae consigo comunmente una nue
va erupcion , de suerte que á un mismo tiempo , y en un mis
mo enfermo se ven pústulas en diversos grados de desarrollo;.
Jamas se forman tubérculos en la garganta, pero se descubren.
en ella úlceras que suelen destruir el paladar. Estos tubérculos
no suceden siempre á las pústulas; son redondos y de color de.
carne; por loque se le ha dado á la enfermedad el nombre afri
cano con que se la designa, ó de color blanco como pencas de
coliflores, y en tal caso son menos elevados y menos consisten-:
tes. Despues de haber durado algun tiempo se encogen, se de
222
primen sobre si mismos , y desaparecen, sin dejar señal nin
guna , ó cuando mas una pequeña cicatriz. Cuando es un
niño de pecho el que padece esta enfermedad , no tarda en es
coriarse el pezon de su nodriza por la accion irritante del pus
que fluye de las .úlceras bucales , se propaga la irritacion por
los tejidos inmediatos , y se forma una úlcera horrorosa que
llega pronto á cubrir todo el pecho. • •.•;'. '.i ^oi ..M ci ::
Si al contraer la enfermedad existia alguna úlcera grande,
suele librarse el enfermo de erupcion ; peto la úlcera adquie
ro un aspecto granujiento, se eleva y suministra una supu
racion abundante ; y si se consigue cicatrizar esta especie de
emuntorio natural, se declara el exantema al cabo de poco
tiempo. Esta enfermedad se mejora y cede comunmente por
si misma bajo la sola influencia de un buen régimen.
El radesyge es una afeccion propia de los habitantes de
la Escandinavia , para la cual se pueden consultar las obras de
MM. Holsty y Demaageon. Esta enfermedad principia siem
pre durante los tiempos frios, húmedos y nebulosos , por una
sensacion de peso en todo el cuerpo, laxitudes en los miem
bros y prurito en la piel. Los enfermos se retraen de toda
.especie de ocupacion , esperimentan rigidez en las articula
ciones con una cefalalgia frontal acompañada de tension y
de disnea. ; • ••. i: • OD '-• •, ••¡víí
La cara presenta un color pálido, aplomado, livido , al cual
sigue una rubicundez pictórica. Un coriza húmedo ó seco
obstruye las fosas nasales en términos de dificultar el paso
del aire. La nariz se hincha y se pone rubicunda, la voz se
vuelve ronca, la campanilla se prolonga, y sobrevienen do
lores vagos en los miembros, que se calman por la mañana á
beneficio de un sudor abundante , viscoso y un poco fétido.
Si se desprecian estos preludios, al cabo de algunos meses,
de uno 6 de muchos años, se forma en la superficie de la piel
una erupcion seca, blanquecina, farinacea ó furfuracea, cuyas
escamas caen para formarse despues mas gruesas, y hacen
la piel desigual , dura y escabrosa. En otros se desarrolla una
estensa erupcion húmeda, que escita un prurito fatigoso. Hay
enfermos que presentan, al principio en la cara y despuesen el
resto del cuerpo , una infinidad de pequeñas manchas de
diversos colores, como picaduras de pulgas, un poco ele
223 ,
vadas en sus bordes , que desaparecen algunas veces,' y de»¿
pues vuelven á aparecer, sobre todo por la influencia de una
temperatura húmeda. Estas manchas son las mas veces insen
sibles pues se las puede punzar con una aguja sin escitar do
lor. Cuando se rompen vierten un humor viscoso, y no tarT
¡dasa en .cubrirse de costras y de escamas , ó exudan una se
rosidad cuyo contacto inflama y ulcera las partes inmediatas.
Estas erupciones y estas manchas se acompanan ó preceden al
desarrollo de tubérculos cobrizos ó aplomados en diversas
regiones de la cara y despues en todo el cuerpo. Poco á poco
se engruesa y se arruga la piel de la frente; los párpados se hin
chan y se redobla hácia fuera ; los carrillos se aballan y adquie
ren un color rojo subido; los labios , hinchados tambien y re
traidos hácia atras, dana la boca una abertura escesiva ; la con
cha de la oreja se encorva hácia su cavidad ; los ojos se pre
sentan rodeados de un circulo rojo; su mirar es de medio la
do íyameoaaador; en una palabra , su rostro es tal que ins'r
pira horror y espanto. Los tubérculos una vez formados pre
sentan en su-vértice-ya jostras, y ya ulceraciones. Examinan
do la cáfriara posterior de la boca , se percibe la campanilla,
las amigdalas, y el veló del paladar hinchados ó cubiertos de
manchas que degeneran en úicefas sórdidas. Cuando Jos tur
liérculos han pasado al estado de ulceracion presentan borr
des duros., callosos, hinchados, desiguales y dan un humor
jrojo, fétido, que se deseca en forma de costras blancas , ro
jas ó morenas. La piel comprendida entre las úlceras ,,Asuele
tambien presentar hendiduras , surcos, grietas , y despojada
de su vello. Los violentos dolores 'de los miembros se mitigan,
y?, aun ..algunas veces, cesan enteramente desde que se ¡fija el
mal en la. superficie de los tegumentos. Cuando el mal llega
á este grado continúa haciendo progresos ,. y las úlceras des
pues de haber corroido la piel y las partes blandas .estienden
sus estragos hasta los huesos; dan un pus muy abundante y
de una fetidek insufrible, y á veces se desprenden de su fondo
porciones de. carnes fungosas. La caries se apodera de la bó
veda palatina, del vómer, de los hueses propios de la naris^
de lo cual resulta la pérdida de este última órgano. La voz se
muda y se debilita, el ejercicio de la palabra se hace con* la
mayor dificultad , se caen los cabellos, las Cejas y todos los pe
tes; y hasta los falanges de los dedos. Al mismo tiempo tie
nen los enfermos un apetito vorae , á veces una hambre ca
nina, siempre una sed inestinguible, un ardor quemante, so
bre todo por la tarde : fenómenos que presagian una muerte
próxima, la cual se verifica despues que las fuerzas se han
aniquilado enteramente por los sudores nocturnos y una
diarrea colicuativa. ^ !••'!. ') vi.& .V. .'¡:..ai
Las cuatro enfermedades cuya historia acabo de. bosquejar
en grande, se han considerado como degeneraciones de la sifi
lis, como modificaciones inducidas en esta afeccion por la in
fluencia del clima. Es verdad que en el dia todos de comun
.acuerdo colocan el rades^ge en la clase de hÉ Jeprasv y tam-
tien se sospecha que el yaws podria del mismo modo ino^te^
ner un origen sifilitico; pero nadie pone la menor duda con
.respecto á la enfermedad de la bahia de San Pablo y del mal
de Sherlievo, y aun se han sostenido que este último era una
endemia sifilitica, caracterizada únicamente .ó casi esclusi vanien-
te por sintomas consecutivos. • •<>) ••••' .J v T, n.. , /n.q
. ¿ Que es lo que vemos en estas diversas afecciones? Una
flegmasia bien evidente de la membrana muscosa de las vias
digestivas y de las aereas, desarrollada bajo la influencia re
unida del frio , de la humedad, de la falta de limpieza y casi
siempre de un mal régimen, la cual ad(juierc el carácter cró
nico, y se complica con accidentes simpáticos que tienen su
asiento particularmente en el tejido fibroso y en él órgano
cutáneo, donde se anuncian por dolores mas ó menos vivos,
por; pústulas costrosas ó fungosas , por úlceras sórdidas cuya
sanies es contagiosa , y produce una irritacion morbosa sobre
los tejidos sanos que se ponen en contacto con ella. Jamas se
presentan accidentes primitivos en las partes genitales , pero
por- los progresos del mal la membrana mucosa de estos órga<>
nos se irrita como todas las demas , se inflama, se úlcera, 4
te cubre día vegetaciones. Sobrevienen bubones en las glán
dulas linfáticas mas inmediatas á las superficies irritadas, y al fin
se estiende la afeccion hasta los huesos, principalmente las delas
fosas. nasales, produciendo en unos la necrose, y la caries
en otros. Se desprenden miembros enteros. La fiebre se decia•
ra algunas veces, pero tambien es frecuente faltar todo mo
vimiento febril. El coito «o es un medio de trasmitiese sino
295
en razon de la aproximacion iivtima, que estable^ y él ¡«pm
tagio se efectúa por medio de .todos los rontacios::inaagi-f
nables , y hasta por el intermedio mismo del aire segun ase
guran algunos. ., i .r
Todos estos sintomas se encuentran en la enfermedad que
Hipócrates describe en el libro octavo de sus epidemias ; ulce
ras en los órganos de la generacion , bubones en las ingles,
pústulas grandes en todo al cuerpo, abscesos cuya supuracion
era de mal carácter, y que penetraban basta los huesos ; últi
mamente , miembros enteros acometidos de gangrena. Los ha
llamos tambien en la bella descripcion que Lucrecio ha da.?
do de la peste siguiendo á Thucydides. "Si la.en.iermedadi
dice, no se dirigia álas narices, y no ocasionaba una hemor
ragia abundante de sangre negra y corrompida, se apodera
ba de los nervios , se difundia por las membranas y se insi
nuaba hasta en las partes de la generacion. Unos , atemorizados
de la muerte que los amenazaba de cerca , abandonaban al fue
go el órgano de la virilidad. Otros conservaban la vida , aunr
que privados de sus pies y de sus manos. Algunos perdian la
vida." Las menores alteraciones de la atmósfera bastaban,
segun la observacion de Bosquillon, para ocasionar todos estos
accidentes en los paises calientes. Las flegmasias viscerales,
acompañadas de úlceras pútridas en los órganos de la genera
cion en todo tiempo han sido en ellos, y son tambien en el dia>
muy comunes en estio, sobre todo cuando esta estacion es
escesivamente húmeda, y entonces sobrevienen al mismo
tiempo. tumores en las ingles , como ya Ib observó Hippócra.r
tes, y .a¡un parece , segun una historia ¡que se lee en uno de
los escoliantes de Aristófanes, que reinaron muchas, veces, eu
Grecia epidemias de esta especie, complicadas principalmente con
afecciones muy graves de las partes genitales , que se disipa-
.bon por si mismas; observación que ,Schotte;,ha hecho.iigual-
mcnte sobre los caballos en el Senegal , donde ha reconocido
'ademas que las visceras del bajo vientre y la superficie del
cuerpo estaban simultaneamente afectadas en la epidemia cjue
describe y que presenció. Pero los antiguos no. atribuian to
das «stas enfermedades á una -acrimonia especial.' JEl ¡pueblo
ignorante las atribuia á' la cólera de alguna Divinidad, asi
Tomo L 29 .
como tos médicos del siglo XV esputaron el mal frances por
la conjuncion de los astros. Hippócrates por el contrario nos
presenta el cuadro de ellas de modo que nos hace percibir
que consideraba las erupciones cutáneas, las diarreas, las of-
talmi.is, los dolores de oidos, las ulceraciones de la boca , y
las ulceraciones profundas de las partes genitales , como re
sultados de la sola constitucion atmosférica , variados en ra
zon de la estructura y de las simpatias mas ó menos esten
sas de los diferentes órganos.
Reyna, pues, una analogia notable entre estas epide
mias , de las cuales nos han dejado los antiguos un ligero
bosquejo , las que los modernos han tenido ocasion de ob
servar , algunas afecciones endémicas que se nos presentan
aun en el dia en diversas regiones del globo, y la terrible epi
demia que se declaró en el siglo XV. Por todas partes son
idénticas las causas , y casi idénticos los fenómenos.
¿Existe pues alguna relacion entre ellas y las enfermeda
des venéreas actuales? El fundamento, que ha habido para
compararlas es que estas últimas se consideran aun en el dia
como necesariamente sujetas, cuando se las abandona á la
naturaleza , á los mismos accidentes, principalmente á la ca
ries de ios huesos de la nariz, á erupciones .cutáneas , y á
ulceraciones ó fungosidades en la superficie de la piel. Pero
desde quela introduccion de un método curativo mas racional,
que confía á la naturaleza casi enteramente la curacion, ha
'permitido estudiar el curso de las enfermedades venéreas
abandonadas á si mismas , hemos podido convencernos, como
'lo he hecho ver en otra parte, que acarrean accidentes con-
secutivos con mucha menos frecuencia que lo que antes se
¡creia , y que estos accidentes son mucho mas leves y mucho
menos pertinaces. Sobre todo se ha reconocido que las afcc-
"¿fottes'dc los huesos son Jan poco frecuentes , que MM. Rose.
t<&ÍMhrie,'Hennbn y S. Goopét las atribuyen decididamente ni
mercurio; del mismo modo qué lo habian hecho ya en otro
tiempo F»^»pio.y Ferncl. • :¡. • .',.. .c:h:. ..i •
-ot • l'odcmos pues en el estado actual de nuestros conociV
• mica tos afirmar, que siendo la mayor parte de sintomas vené
reos llaruatios consecutivos, y sobre todo los mas gravee '
227
el resallado de un método muy escitante , de una irritacion
visceral crónica (1), no se pueden comparar con nuestras en
fermedades venéreas primitivas, ni el mal frances , ni ningu
na de las epidemias parecidas á él , y las cuales dependen to
das manifiestamente de una flegmasia visceral crónica , modi
ficada en sus .efectos simpáticos por la influencia de circuns
tancias estertores ó interiores. Si se hubieran inspeccionado

(i) Por no apartarme demasiado de mi objeto, no entro en pormeno


res sobre estas irritaciones , cuyo asiento varia, seguramente mucho. Sin
embargo, no puedo menos de advertir que en Inglaterra , donde la tras
plantacion de los dientes estuvo en uso por algun tiempo, se observó mas
de una vez que esta operacion , tan leve al parecer , ocasionó una serie de
fenómenos morbosos semejantes a los que acabo de enumerar, y los que
por consiguiente calificaron abiertamente muchos practicos como acciden
tes sifiliticos. Tales eran la ulceracion de las encías, la esfoliacion del borde
alveolar, Tos exostoses en varias partes del cuerpo, las ulceras en la gar
ganta , las pustulas y úlceras en la piel , en una palabra , toda la serie de
sintomas llamados secundarios , que tambien en estos casos se desarrolla
ron sin haber precedido á ellos ninguna afeccion primitiva. En muchos ca
sos de esta naturaleza que refiere Hunter, la enfermedad cedió al mercurio,
pero despues de haber resistido con pertinacia , y de haberse renovado mu
chas veces. En otros se disipó espontaneamente , ó por el uso de los ba-
fios del mar. En una joven que se vio atacada de ella , no se hizo mas que
arrancar el diente, y la encia se curó con tanta prontitud como cualquiera
otra úlcera venerea sin la menor alteracion en su salud desde entonces. Con
esce motivo hace observar Hunter que si la enfermedad hubiera sido cura
da con el mercurio . habría sanado del mismo modo segun todas las proba
bilidades, porque el diente habría caido durante la cura , y que en tal caso
se habría asegurado sin titubear que la enfermedad era de naturaleza vene
rea. Añade tambien que la admision de esta hipótesis obligaria ademas á
suooner que todos los sugetos de quienes se tomaban los dientes estaban
atacados de la sifilis , y que los dientes mismos son susceptibles de infec
cion ; pero que nunca dejaria de ser tan estraordinario el que ia enfermedad
•DO se anunciase por ningun síntoma, ni en la boca , ni en las demas partes
del cuerpo , en el verdadero propietario del diente , ni antes ni despues de
arrancarsele y trasplantarle en el individuo que caia enfermo al momento
despues de haberle recibido. Termina por ultimo diciendo que se debe con
cluir necesariamente de esto , que un diente sano trasplantado puede ocasio
nar una irritacion capaz de producir una enfermedad caracterizada por sín
tomas locales y generales, y que el número de afecciones que sé parecen
a la sifilis es muy considerable. La consecuencia es tan exacta como curio
so el hecho en que se apoya , porque nos demuestra sin replica que la ir
ritacion del periostio alveolar basta en ciertos casos , no solo para ocasio
nar graves accidentes locales , sino tambien para dar origen a todos los
síntomas consecutivos , como úlceras del paladar, úlceras y pústulas cuta
neas, exostoses, dolores osteócopos ; todo lo cual se acostumbra á atribuir
al virus venéreo. .., .r.r ,T ••:-' -• ,
los cadáveres, se hubiera llegado al instante á este resultado,
al cual ha conducido la anatomia patológica respecto de la
pelagra, del mal de la rosa ó de las Asturias , y del mal rojo
de Cayena, los cuales se parecen tanto al antiguo mal fran
ces y al nuevo mal de Sherlievo , que es estraño no haya tratado
,nadie de incorporarlos al inmenso dominio de la sifilis.
01 '•.• 'I'' •• 1 . tll".:-i. .• .: \". ¡t . :,'.;'i',':. 'U •', . i; ll;., ?;..,- ; ;i

CAPÍTULO IV.

„ De la antigüedad de las enfermedades venéreas.

Despues de haber demostrado que la enfermedad epidé


mica del siglo XV no pudo venir de América , y que no
tiene nada de comun con las enfermedades venc'reas propia
mente dichas, parecerá ocioso tratar de demostrar que estas
últimas datan de tiempos mas antiguos que aquellos á que
.se Acostumbra referir su primera aparicion. Pero no habicri-
, do emitido nadie hasta ahora esta opinion (1), ni aun aque
llos que han combatido mas victoriosamente la hipótesis del
."origen americano , puesto que todos han considerado el mal
francés como una verdadera epidemia de enfermedades vené-
' reas secundarias , es necesario por una parte refutar los ar
gumentos que se han empleado para sostener que los ma
les venéreos datan solamente desde la edad media, y por otra
parte buscar pruebas de su existencia en los tiempos ante-
ri.ores'á esta época.
; 0 Los dos principales argumentos que se han empleado pa
ra probar que las enfermedades venc'reas son nuevas, se fun
dan en la multitud de nombres nuevos que se dieron á la
epidemia del siglo XV, y del silencio que guardan, segun
.dicen, los ^escritores antiguos con respecto á la§ enferuieda-
-des contraidas por el coito. • . ,
? Eli efecto, no solamente no dieron las médicos mombre
'. particular á la epidemia que se manifestó á fines del siglo XV,
• sino que dejaron al vulgo la libertad de inventarlos á su ar-

' ' (i) ;festcfno es ¿ferígí pues Valres erice espresamente q'ie las enferme-
" naaes veriéresí sorVeírsu concepto tan antiguas corrio el genero humano.
• Censen , dice';' ilíMi M rito morbo (gallifo) esse novum , quodque non vide-
rint tifcuia prio.ra. Comment. pag. 463, 2.a edit.
229
bitrio , y adoptaron despues todos los nomhres de .que aquel
se habia servido para designarla, .'señaladamente los da mal
frances , mal napolitano, mal español. Pero estos ^nombres
nuevos, aun cuando se admitiera la identidad, el estado
morboso que designan con el qae se llama ahora sifilis , no
demostrarian que esta enfermedad era nueva mas que • la do
fiebre de Ungrta, mal dk las Barbadas, cólico de Pbitgau
correa prusiana'; cólico de, Madrid, 'fiebre rusa/, oftalmia de
Egipto &c., prueban que las afecciones á qué se aplicaban
fueran nuevas antes de crearlas. i •!. ',•=' • ,i,
Todo 'lo que puede deducirse es que se inventaron para
espresar ciertas modificaciones que una ;serie de circunstan
cias particulares inducian en las enfermedades conocidas' ya*,
dando asi á estas .últimas un nuevo, aspecto'; que engañaba
al vulgo , y aun inducia en error á muchos prácticos. Mien
tras que los nombres de las enfermedades no se han tomado
de la esencia de estas últimas, sino solamente de sus tenéd
menos mafr graduados ó de los sucesos que' acompanan su
aparicion; han debido variar como todas estas «ircunstaqciasl
de las cuales las primeras no tienen las mas veces constancia
absoluta. • • •' . ' , •' • *•• .i'•'•'•• •'••i. ,^
••: Leoniceno, que no creia que el mal frances fuese ab*
polutamente nuevo, aunque fue. testigo ocular, de su invaJ-
sion, hace con este motivo una advertencia llena de sagaci
dad , y es que la falta de nombre propio suele ser causa de
que se olvide una cosa conocida, y que un nombre nuevo
sustituido á una denominacion antigua , destruye frecuente-
•mente no sol'o el conociniiento de esta ultima, sino tambien
el de la cosa misma. "Una enfermedad estraordinaria , dice,
se difundió en Italia y en otros muchos paisés. Los médicos
titubean para decidir qué nombre le darán, y en que clase
la colocarán. Pero cuando reflexiono que todos los hombres
estan organizados de un mismo modo, que todos han naci
do bajo un mismo cielo, y que todos estan sujetos á la iiií-
.fluencia de las mismas circunstancias, me veo obligado á creer
que tambien han estado siempre sujetos á las mismas enfer
medades, y no puedo figurarme que la enfermedad desarro
llada repentinamente entre nosotros, no haya sido conocida
de nuestros predecesores/'. .',;-.#, . '. ' ; t.;í ' •••, ',. .:
230
Es bastante singular que los partidarios del origen ame
ricano, ó á lo menos de la.no antigüedad de las enfermeda
des venéreas , los cuales daban tanta importancia á las pala
bras, no hayan conocido que si este argumento tenia real
mente algun valor , probaria mas bien contra su opinion que
en favor de ella, porque si los escritores de los siglos XV y
XVI hubieran, estado persuadidos de que la -enfermedad era
originaria d« América, no habria faltado, entre los que han
descrito la epidemia , alguno que la llamase mal americano.
Ninguno absolutamente se halla eri este caso. Verdad es que
el hábil critico español Vives la llama lues indica en un pe
queno tratado intitulado: Concia desudare Christi; pero este
opúsculo no se imprimió. hasta el año 1530, es decir, seis
años despues de la publicacion del compendio de Oviedo, cu
ya existencia, lo mismo que la de la obra Ulric de Hutten
no podia ignorarla un hombre tan erudito como Vives. Ade
mas, Oviedo no habia persuadido á todos sus contemporá
neos, pues en 1575 procuró Alcázar en su tratado de Ciru
gia probar con Avicena, Punio, é Hippócrates, que la sifilis
era ya conocida de los antiguos. Delgado, en su libro sobre
el guayaco, publicado en 15á9, refiere que muchos españo
les atacados del mal frances, habiéndose embarcado para San
to Domingo, se curaron en él con el cocimiento del gua
yaco; medio., añade, de que se servian mucho tiempo había
«n esta isla contra una enfermedad análoga. Este pasage prue
ba evidentemente que aun cuándo Delgado no ignorase nin
guno de los pormenores de la espedicion de Colon, suceso
demasiado estraordinario para no escitar la curiosidad gene
ral , no creia tampoco en las relaciones interesadas de Oviedo.
i.~: La novedad de los nombres no es pues un argumento tan
•concluyeme como lo han creido Astruc, Haller, Girtanner y
otros en favor del origen moderno de las enfermedades ve
néreas , ó mas bien del mal frances considerado como idén
tico con estas afecciones. ¡ • .
•rj.f Lo mismo puede decirse del que se ha fundado en el silen
cio de los historiadores antiguos, de los cuales se dice que no
citan ningun individuo atacado de enfermedades contraidas
ipor el trato con muge res; aunque refieren muchos casos de
libcrtinage, y en el de los poetas, en los cuales añaden que
231
no se encuentra ningun pyix'ige que pueda aplicarse al mal
venéreo. Leclerc, sobre todo, ha hecho merito de esta supuesta
prueba, á la cual daba Freind tambien un alto grado <le im
portancia. Astruc la consideraba igualmente copio de un gran'
peso, y Girtnnner no se ha desdeñado tampoco di. emplearla.
íQue obgeto, esclainan estos cuatro escritores, habria ddo'
mas digno de satirizarse, si realmente sé hubiera tenido co
nocimiento de el! ';!•.(':! ; ''"i.
Las opiniones del vulgo , con relacion á las cosas que per
tenecen al arte de curar, son el producto de las teorias mé
dicas reinantes, modificadas solamente alguna: vez por falsas
interpretaciones, ó por conclusiones precipitadas y arriesga
das, aunque deducidas de hechos exactos en si mismos. Los
sabios adoptan las ideas de los médicos , y luego las toma el
vulgo de unos y otros, ya porque las oye repetir por todas
partes , ya porque tienen algo de'verosimíji' ya ; en fin, porque
presentan una apariencia de maravilloso que le agrada y le
seduce siempre. Estas ideas se arraigan al cabo de poco tiema
po en' tales términos que cuesta infinitos trabajos esterminar-
ías, y que todos los esfuerzos de la razon suelen ser inútiles
contra el poder del hábito que las sostiene. Por otra parle;
los antiguos , cómo se verá mas adelante, conocian tambien
como nosotros todos los iaccidentes venéreos, solo que tenian
opiniones diferentes de la nuestra en cuanto al origen de es
tos sintomas, porque por un lado no los hacian provenir
todos de una sola y única causa , como de un tronco .de don
de nacen una infinidad de ramas,' y por otro estaban tam
bien mtiy distantes de ci'oer que 'los placeres del. amor fueran
la causa comun. Sin embargo no ignoraban' el verdadero
origen de algunos, ó por mejor decir, sabian que aquellos se
manifestaban con mas frecuencia en consecuencia del coito,
que bajo la influencia de cualquier» otra causa. Asi es que
sus poetas no* han guardado tampoco un silencio sobre es
tos accidentes tan absoluto, como se supone, pues los re
sultados morbosos de los escesos de su tiempo han sido el
blanco de su malignidad, lo mismo que lo han sido de la de
Regnicr, de Marot, de Bayf , de 'Sigogne, de Berlholet , de
Saint-Amand y de Rabelais, íos:ijé pus contemporáneos.
. .iJEl pasage •en qAe.Horaqio (i)" habla del im»\ de Campar \
nia, apenas merece citarse aqui. Se na disputado mucho so
bre el sentido que debe darse á estos términos oscuros. Unos :
creen que designan. un .vicio moral, y otros que indican. una
afeccion morbosa particular. Pero es dificil establecer nada
de positivo con respecto á esto, pues del mismo modo pue
de. adá»*irse¡ ya fa.'dpinion «le Ast rue, que era tambien la mis
ma de Dacier; á saber, que es una quimera querer que se
entiendan de b sifilis estas palabras; ya la de Platuer, el cual
pretendia que, el Jnal¡de^C<Hfipanf.a tiene reakoe,ote alguna'
aünidad con esta última. Ueiske bace á este propósito una ad
vertencia. bastante curiosa. "Los autig.uos, dice, habian ob
servado iMia enfermedad particular de las fosas nasales y del
paladar en cienos sugetos atacados de esta afeccion; estos
pendianla facultad de pronunciar claramente, por, hacerse su
vo^igangqsa .6¡ roaca• <ie snertfe que se Iqs reconocia por el
timbre d« .eHa/' ¿No hajalfa aido.el mal d« Gampanja mas que
una inüanjiKrion crónica de. la m.::ml')rana pituitaria , con al
teracion de los b uosos , y tal vez con ulceracion de la nariz?
. .íijubenal aeespresa de un modo menos equivoco que Ho
racio.,; cuattdab^Wfl .de. los. Cinanseos ninth»do<>y'íjue;«l médi-
00^ éatirpa sónrióndosCi (2). Estas, especie* íde vegetaciones
fuágxasastpucéden con frecuencia ¡árla mas vergon/.osa de las
prostituciones.^ Estos son males venéreos en toda la eslension
dé la/ pakibra ^ ó segun suele espresarse, afeccipnes que diV
inaitianf/do ¡Un.:;origea impuro Cipero cuyo caráctóc. Venéreo
les: niegan, para salir de la dificultad, los partidarios del ori-
gen.moderno de la. sifilis: "La censura '.dir poetó, íjiíft As-
truc ,( :ns> recae itahto sobre iuna enfermedad vergonzosa• co-
:¡ i..i'l':¡',:•• •;' .ii:'i'i . •'. fi .•' .! lf¡ . t:n£ti:íM' ' .l! • .;¡.11
(i) Lib. i. Sat. í.
-J•) '• ••." no.. „••í;,:;...,,..:
:t.*rp f ''Seto'san Ix.vifrontem turpaaerüt.óris ; '.••. ..i'iB¡lni £¡ ojnd ii»p
.P.} '. Clvnptmum in morbum , iu faciem per mulla jocatut.t ,.i..•, 'n, ,,
,. . . f. • ¡.
..... Quts emm non vtcus abundat
'' .'Tristibus obsctenis. \Castigat farpia, cum sil ' ' •
: i 'ínter, socraticos natiísima fossa Cinced.os . ii ..•• ¡ ¡>... ..: : i.
Hispida mimbra qaid«m et tiur<e per brachia tf*fi ' ..¡. -.:n ,..:.(
Pro'nittutit atrocem anlmum , sed podice lisvi ,
'CárJuntütiüfaidé, medico ridente , marñc*. ' .' t'«"ü¡.i- lii:<v:
,
mo sobre costumbres "moy abominables y muy cri miróles.'1
El mismo raciocinio se ha aplicado á las Sátiras de Mar-•
cial sobre los higos (1 ). w Los higos, segun Astruc, son con
secuencia de abominaciones , pero sin infeccion venerea ; y eri
su concepto Marcial no se propuso mas que echar en cara
á los que los padecian que eran hombres afeminados , y qué
se prostituian. Esta fue sin duda la intencion del poeta; pero
esto es precisamente lo que hace tan precioso su testimonio^
como ya lo habia conocido muy bien en 1 608 Fabius Pacius
en su comentario de Galeno. - * ..'.*¿•
Marcial nos enseña que la especie infame de prostitucion,
objeto de sus epigramas , producia en su tiempo los mismos:
resultados que en el dia. No se necesita mas. El poeta no po*
dia emplear para comunicar sus ideas espresiones que aun
no habian puesto en boga las teorias médicas, y se contenta
con designar el efecto aparente de la enfermedad. ¿ Las vege
taciones que la sodomia ocasiona en el ano , serian tal vez de
dos especies , unas por contusion y otras po:r virus ? Cuando
interviene la misma causa , ¿ por qué no se ha de admitir el
misino efecto? Astruc debia colocar los mariscos de, Juvenal
y los higos de Marcial entre los accidentes de la sifilis, ó re
conocer que las excrescencias a coílu pueden no ser virulen-

( i ) Lib. I , epig. 66.


Cum dixi fieos, rides quasi , barbara verba,
Et dici ficus , Cneciliane , jubes.
Dicemus ficus , qitns scimus in arbore nascií
Dicemus fieos , Cteciliane tuot.
Lib. VII. epig. 71.
Picosa est uxor, ficosus ej ipse marital.
Filia ficosa est , et gener atque nepos.
Nec dispensator , nec villicus ulcere turpi¡
Nec rigidus fossor ¡ sed nec arator egez.
Cum sint ficosi pariter juvenesque seriesque f
Res mira est. Fieos non habet unus ager.
Lib. XI , Epig. 99.
Effugere non est, Baste basiaiores,
Instant^ morantur t persequuntur , ocurrunf,
Et hiñe , et iilinc , iqi/uer/uaque , quncúnque.
Non ulcus acre , pustutteve lacenles ,
Nec triste meníum sordidique lichenes. .\ • •
Tomo 1. 30
234
tas , y asi lo ha hecho tambien , sin reflexionar en lo absurdo
de semejante distincion.
Verdad es que la literatura antigua abunda poco en pa-
sages aplicables á las enfermedades venéreas. La de la edad
media nos presenta mas, porque en aquella época fué cuan
do se desarrollaron los primeros gérmenes de la teoria ac
tual. En una sátira titulada, de. corruplione omnium statuum
ti imminente inieriiu mundi (1 ), se ha hablado de tres re
sultados de la lujuria: el adulterio, la obscenidad y la lepra.
En el capitulo siguiente haré ver que en aquel tiempo
$e entendia por obscenidad un estado morboso particular
á que conducia el trato con las cortesanas. Las obras obsce
nas de Villon contienen tambien muchos pasages concernien
tes á las enfermedades que se contraian en los lupanares, j
entre los cuales se observa princípajaiente uno (á) que se
concilla perfectamente con las ideas que los médicos tenian
en aquel tiempo de la naturaleza y del carácter del flujo pe
riódico de las mugeres. Se halla otro mas claro y mas deci
sivo aun en la oda que Pacificas Maximas dedicó á Pria-
í* . * ' .V • ' * I- •' *.

(i) Pasquiltor. t. i, p. 113. Esta satira, escrita mucho tiempo antes


de la reforma, se ha hallado en Suiza en un antiguo manuscrito.
i . •' Ternis est libido f<sda v "f
Coníuncta pedis sequit , .. ,.
Per quas totum replet mundum.
Faga peíuiantia, .• •' . '• .7 ''',• ' «'r1
Quorum tr.ium vix^esí ullus . ^ .. • ,
Non fisJutus macula } ." ,.
Scilicet adulterar um^
Post hunc inmundicia^ • .,,,...,.'. , , • . , ..,•
Et leprosa sodomorum
Tertiant contagia. ,ic< T.'-,^ ..Ti,' - ", (
...-,.•'. '•. \. :• íi,^. ," V.i
(a) ^Euvres, 1744 , p. 140, 141.
En sublime , dangereux a íouchsr
Et au nombril d'une coulette vive,...' ,:,'. oí ,:ib.^rf 'Jf'^
En sang , qu'on mect.en poytettes secher., ,,.. .' Vu' v. j
Chez ees barbiers , cwand pjsine June arrive, \ia :;. í i :.'i. .
Dont l'un est noir, l'autre plus vert que cive 5
En chancres et'fix ec en ords cuveaux, .¡ *'.' .,•;.•
Oü nourrices essangent leurs drappeaulz;, ,. ., ..Ycii- '•"" .
En petits baingsd,e filies amoureuses . > . , . -,.,,. ;
(Quí ne m'entend n'a suivy les bordeauls) \\ . ..":, •',j,
Soyent frites ees larguei benimense^i'.,-, , i. ,m : .i\w i.o'A
Villon escribió su pequeño y su grande Testamento zt\ i$e,6 y 14^1.
T ^** ' *f^
J ^, ,\ Oi'.TO V.
23*
po (1). Eiras indicaciones b'astan , pufesto que püebsfni queiJoj
poetas anteriores al siglo .xvi han estado muy distantes de
guardar un silencio tan absoluto como quieren persuadir.
No puedo sin embargo dejar de advertir que cuando la
idea de una enfermedad venérea especifica pasó de losmédi-:
eos á todas las clases de la sociedad, lo cual no .sucedió hasta
d.espues de Paracelso, se apoderaron de ella tambien los: sa
tiricos, de modo que desde esta época uo hablan ya de ni o-*
gun sintoma venéreo en particular, como Id habian hecho
los antiguos , y como hicieron tambien Droyn y le Maíre, sino¡
solamente de la afeccion general , cuya existencia estaba ad-i
mitida, y de los tristes resultados que producia esta ó mas
bien el método curativo empleado. •>
Se encuentran tambien en los historiadores rasgos ma*
nifiestos de enfermedades venéreas ocasionadas ,por la vida/
licenciosa. Beckett refiere (2), segun un manuscrito hallado
en el colegio de Lincoln , que Juan de Gand, Duque dé Lan-
castre, murió (.en 1399) de una corrupcion de las partes,
genitales y de todo el cuerpo, la cual habia sido producida
por el trato con las mugeres. El autor del manuscrito asegu-i
ra haber visto perecer del mismo accidente á otros muchos
sugptos (3). Plinio el jóven refiere una anécdota casi seme-
(i) Tuque meam si non propias sanare Priapum
Decidet, \heu\ non hóc nobite robur erit.
¿tnte meis oculit orbatus priver , et ante
•fbcisuf fceJo nasüs ab ore cadat\ .:>.••• i L.V .v r .••í
Non me retpiciet, non me volet, ulia puella\
'• •• • In me etiam mittet tristia sputa puer.
•Lietior \he\t\ foto me non erat alter in orb«\ . . • • A * • ..t
"•- Si cadet hic , non me tristior alter erit ! •• v .¿s
IMtmiseruml Sardes quas marcidus ore remittitl
Ulcera qu&fado marcidut ore geritl • • •* • • •. i..
¿itpice me miserum , precor , o \ per poma , per hartos ¿ .. . •
Per caput hoc sacrum , per rigidamque traben
Hunc tgo enmendo tota tibí mente , Priape: •ii e: • .••. •••:
Pac valeat , fac sit sanus ut ante fuit. v , . .• ••T' " ' •- -..na
Pacificas Maxim us nació en 1400, y murió en^joo; escribió en su juven
tud poesías muy licenciosas , lascualesse publicaron en Florencia en 1489.
(a) Philot. trans. vol. XXXI , p. 47.
(3) Astrac y Bosquillon recusan estos hechos por ser el que los alega
un teólogo llamado Gascoigne, y suponen que los accideitte*''de que s«
trata dependían de otra causa mas que el virus venéreo. BósqaiHon se es
Jante ' ( 1 ) : Una muger que viendo á su marido atacado de
úlceras en las partes genitales, las cuales por la larga dura
cion de la enfermedad caian en gangrena, y perdidas ente
ramente las esperanzas de curacion, se precipitó con él en el
lago de Cosme. Josefo nos dice (2) que Apion fue atacado
de una úlcera en las partes genitales, las cuales cayeron en
putrefaccion , con dolores insufribles, lo que le causó la muer
te. Heredes, Rey de los judias, sufrió la misma suerte, se
gun refiere el historiador Hebreo (3). Es difícil creer que
todos estos accidentes no hayan sido el resultado del u§o fre
cuente de las mugeres, .aunque ni Plinio ni Josefo refieren
esta circunstancia. Pero no hay la menor duda sobrela causa
de la horrible enfermedad que arrebató al tirano Galero Maxi-
miano. Este monstruo de crueldad y de lascivia pereció por
ulceraciones en las partes genitales, y fistulas en el perineo,
y todo su cuerpo ulcerado exhalaba una horrible fetidez (4).
Palladlo, obispo de Hellenopolis, al principio del siglo V, di
ce (5) que un tal He ron despues de haber tenido relaciones
con una prostituta, fue atacado de un anthrax en el miem
bro, y perdió al cabo de seis meses sus partes genitales , por
haber caído estas espontaneamente en gangrena. Esta pala
bra anihrax ha servido de subterfugio á Astruc, porque,
el carbunclo , dice, es una enfermedad enteramente distinta
.*/•• . * - :. n W. .: *.¡ . '
* ' •i • . "**V^ ' ' * *•
presa sobre este particular del modo siguiente: "Es bastante comun, en
ciertos temperamentos y en ciertas constituciones atmosféricas , e1 tras-
formarse las irritaciones leves de la piel en úlceras de mala índole, que
suministran una materia contagiosa. Esto debe suceder con mucho ma
yor motivo en el glande y en la. parte interna del prepucio, por no estar
cubiertas estas pa.rres mas quede una epidermis muy tenue." Esta confesion
es demasiado preciosa para no cogerle .por la palabra; pero aunque yo no
dudo que se atribuyen al coito muchas enfermedades, aun de las partes ge
nitales , que dependen de otras causas , no por eso se debe dejar de con
siderarle como la causa mas frecuente de las afecciones que sobrevienen
en estos órganos , y no puede dudarse de esto desde que se dice positiva
mente que aquellas han sobrevenido en consecuencia del acto venéreo: to
da teoría debe callar delante de los hechos. • :. " L J
( r ) Epist. L. VI , ep. 24.
(a) Contra sfpion. II , p. 1069.
(3) jintiquit. judaic. XVII , 8, p. 597. . .*. :.'
(4) Histor. Ecclefiast. VIII, 28 , p. 353. r:••;! < ¡"/ •,•'• •
(5) En ,su historia de los Solitarios , c. 33. ...,,? t.i.¡...i.... . i....:¡
237
de la sifilis (1 ). Pero no se puede exigir de un sacerdote un*
exactitud en los términos que los médicos mismos no emplean
siempre , y asi debe bastarnos saber que la enfermedad de
Heron tuvo su asiento en las partes genitales, y que se declaró
en consecuencia de haber comunicado con una cortesana (2 ).
Si exáminamos ahora las obras de medicina , vemos mas
claramente aun que antes del siglo XV, y aun desde la mas
remota antigüedad se han observado todos los sintomas per
tenecientes á la clase de aquellos á que damos en el dia el
epiteto de sifiliticos. •
En el libro primero de esta obra he hecho ver que toda
causa irritante que obra sobre la membrana mucosa de los
órganos genitales, escita en ellos una inflamacion que princi
pia por una grande sequedad , mucha rubicundez y prurito
• i
( i ) Bosquillon no considera tampoco la enfermedad de Heron como
venérea, á no ser , dice , que se quieran designar cen este nombre todas
las enfermedades que se manifiestan despues de haber gozado de los pla
ceres de Venus. Pues sí, sin duda, todas las afecciones de las partes ge
nitales que suceden al coito deben llamarse venereas. ¿Pueden vituperar
esta conducta aquellos que, seducidos de vanas teorias , han llegado hasta
a admitir epidemias de enfermedades venéreas secundarias no precedidas
de sintomas primitivos, y desarrolladas sin previa comunicacion , ya entre
los dos sexos , ya entre dos individuos de uno mismo, es decir, enferme
dades venéreas que no son venereas? Por otra parte , Galeno llega a disi
par hasta la sombra de duda , pues llama anthrax del miembro a una ul
cera corrosiva semejante a una quemadura , y acompañada de fluxion, y á
veces de bubones y de fiebre. Leoniceno describe mejor aun esta enfer
medad en su curso y sus progresos, de modo qug es imposible desconocer
la ulcera gangrenosa á que M. Carmichael ha dado en estos últimos tiem
pos el nombre de eifoiíativa. \. . ' ••-
(a ) Muchos partidarios de la antigüedad de la sifilis han empleado pa
ra sostener su opinion argumentos que Ascruc y Girtanner recusan con
razon. Asi es que Gardano y Cezan creian hallarla en la peste de Atenas,
descrita por Thncydides. Alliot la veia indicada en un pnsage de la vida
de Augusto por Suetonio (¿iutic, 8o), en otro de la de Tiberio por Ta
cito (sinnal. Lib. 4) , y en las metamorfosis de Apuleyo (Lib. 10) aun
que realmente haya en este último alguna cosa que en rigor se puede en
tender de las enfermedades venéreas. Góris le aplicaba un pasage de Vale
rio Miximo ( Memorab. Lib. 3, .c. $. ). Calmet pretendía que se referia
á la enfermedad Lesviana de Luciano y de Ausone. Estos argumentos
mal elegidos son los que han dado tanta segundad a los partidarios del
origen americano. Sus adversarios se esfuerzan en vano por sostenerlos,
desechando el único que podria hacer al caso, y en el cual nadie ha pen
sado basta el dia: a sabir, la revolucion que han sufrido las teorias médicas.
158
que se convierte muy pronto en dolor lancinante. La mayor
parte de escritores modernos han prestado poca atencion á
estos preludios , siempre que no se prolongan por algunos
dias, como suele suceder , sobretodo en las mugeres, en cuyo
casose designan con el nombre de gonorrea seca (i). Pero
los médicos anteriores al siglo XV, lejos de mirarlos con esta
indiferencia , dabanlesla mayor importancia, y losconsiderabari
como una afeccion distinta, al paso que muchas "veces no ha-
cian mencion del flujo , pues sabian que era la consecuencia
frecuente y casi inevitable , como la expectoracion lo es de la
bronquitis. Admitian tambien dos especies de esta enferme
dad segun que se manifestaba ya en el glande ó en el orificio
de los órganos genitales de la muger, ya en lo interior de la
uretra. Como creian que el origen de la afeccion era dife
rente en estos dos casos, la atribuian, en uno ácausas ester
nas , y en otro á causas internas : la primera variedad , de
signada con el nombre de recaieniamienio fardar, calefactio,
incendium) , se abandonaba csclusivamente al dominio de
los cirujanos, al paso que la otra llamada ardor de orina, en
traba en el dominio de la medicina propiamente dicha.
Gui de Chauliac habla á cada paso del recalentamiento,
que atribuye á materiales impuros (fa:ditas,sordities} , de
positados alrededor del glande, y debidos á la falta de limpie
za ó al uso de las mugeres (2). Argelata procura evitar las fal
sas interpretaciones que podrian darse á este pasage notable,
diciendo que sobrevienen muchas veces pústulas en el miem
bro viril, ex materia'venenosa qua retinelur et remanet ínter
prceputium et pellem virgo: , ex actione viri cum fceda mu
llere (3). Por lo demas el mismo Gui de Chauliac se esplica
cie 'un modo muy claro, pues nos dice que el estado patológico
llamado faeditas virgos , sobrevenia propier decubitum cum
fceda mullere, y en el capitulo siguiente haré ver qué senti-
<lo se daba durante la edad media á • estas palabras faeditas
"•• • .• . " ¡•• c6'•'VttUl61 &' .;
-•'•"• -: ' " . ... o. . : . .it. i,,ig'u idUte*
(i) Quizá la uretritis era en otro tiempo seca con mas farcuencia que en
el día ; se sabe que las mugeres del campo estan menos espuestas al flujo
blanco que las de las ciudades; el salvage del Aveyron no empezó a pade
cer romadizos hasta mucho despues de haber empezado a usar vestido!.••. .
(a) Chirurgia , tr. IV. doctr. III , c. 7. tf. VI, doctr. , U , e. 7. "
(3) Phii. 7V««í.,vol. XXX ,p. 839.
239
mulierum. En tiempos mas remotos, .aun Lahfranc , Guillaume
de Salicet y otros, hablan.de la misma enfermedad en térmi-
nos que acreditan hasta qué punto se la juzgaba digna de aten
cion. Precisamente la tuvieron por muy respetable, puesto
que la autoridad llegó átomar algunas medidas para contener
su propagacion, estableciendo penas severas para los contra
ventores. Este es el sentido de los antiguos reglamentos da
dos en 1162 y en 1430 á las mancebías de Londres, y que
Beckett (1) nos ha conservado (S). Por otra parte, desde
el tiempo de Cario Magno existian establecimientos y reglai.
mentos casi semejantes en la mayor parte de las cíudadas prin
cipales de Europa. Todos los médicos y muchos historiadores
hablan de enfermedades contraidas en estos lugares. Asi , por
ejemplo, refiere Doglioni (3), que las meretrices de Venecia
comunicaban al principio del siglo XIV una afeccion parti
cular que se llamaba en itataliano vermocana. Algun tiempo
despues, en 1347, Juana, condesa de Provenza, estableció en la
ciudad de Aviñon una mancebia dándola reglamentos , en los
cuales se establecia que las mugeres que hubieran de entrar en
ella habian de ser reconocidas todos los sábados, á fin de ase
gurarse si habian'contraido algun malde carnalidad. Los auto
res que no han escrito oías que del malfrances, hablan poco ó
nada de la arsura, á no ser algunas veces con motivo de las
úlceras , que son su resultado mas comun; pero ios que han
tratado de todo el conjunto de las afecciones quirúrgicas, la
pintan como una enfermedad frecuentemente grave i que re-
(i) Phil. Trars , vol,XXX. p. 830.
(a) Los nombres de burning bfénningt que entonces daban los ingleses
ála inflamacionde la membrana mucosa génito-urinaria , recuerdan ta actual
denominacion popular de ourgaciones. Astruc y Girtanner no solo ponen
en duda la certeza de las relaciones de Becketc, sino que aun ademas sostie
nen , que aun suponiéndolas verdaderas , hay suficiente motivo para creer
que la arsura era un accidente dela lepra. Esta congetura carece de funda
mento, porque no se hace mencion de la. arsura en ta descripcion de la ileora,
tan bien hecha por Gordoo, Gui de'Grnulltac , y sobre toda" Tédánco' Aco
rno ni tampoco en las profijas insfrucCiones destinadas á bosquejar los sig
nos diagnósticos de esta enfermedad , entreforros en el largo' examen leprd-
sorati , que hace parte de la coleccion quirurgica' de Gesner. Ademas de
esto no es probable que se hubiera pasado en silenció .un sintoma tan chocan
te, al paso que se exarrri'nabürr ton la atencion rfras minuciosa una infinidad
de caracteres mucho menos evidentes y muy equivocos. . , ;' ',
(3) Cote notabili di Fenexia, p. »3. .R!i? '<? ' •bsra '3' '
340
sultaba del comercio con las mugeres, y todos le dedicaban un
exámen particular. Asi es que Juan de Vigo hace mencion de
ella en el segundo libro de su obra, al paso que es el quinto
en el que describe el mal frances. • • t•• • , ; ' - 'fi
: . Del ardor de orina que precede siempre á la gonorrea", y
que no se diferencia de la arsura mas que por su asiento,
han dado descripciones estensas Valescus (1), Juan de Tor-
namira (2), Gatinar, (3), Juan deGradi (4), Concoregio (5)
Magninus (6) , y otros médicos. Se atribuia generalmente á
una afeccion del hígado y de las vias urinarias. Algunas veces
tambien se la hacia depender de la accion de una materia acre
que venia de todas las partes del cuerpo, y principalmente del
higado ; en fin , en ciertas circustaucias se le consideraba co
mo el resultado del abuso de los placeres del amor que efec
tivamente le ocasionan en muchos hombres. Avicena (7) y sus
secuaces le atribuian á que el paso muy frecuente del licor
prolifico" traia consigo el humor destinado á barnizar la ure
tra; es [il ¡racion errónea sin duda, pero que á lo menos deno
ta que conocian una causa demasiado olvidada en el dia, aun
que es un gérmen abundante de flujos por las partes genita
les (8). En el siglo XIV, Ardern, citado porBeckct y Freind,
(9) solo aconsejaba contra esta afeccion las inyecciones de
leche, de lo cual deduce Astruc que una enfermedad, comba
tida con un remedio tan sencillo, no podia cod&iderarse como
precursora de la gonorrea. Pero prescindiendo de que el mé
todo propuesto por Ardern se considerarla aun en el dia muy,
racional en ciertos casos y en ciertos periodos de la uretritis

. . .
(i) Cfarificatorium super nono ^4/mantorit , p. 83.
(3) De curis aegritudin. tuper nono ^ilmansoris, Lyon , 1538 , ¡a, 4.
(4) Consilia , Venecia , 1521 , en folio.
($) Fiotfior. Med.,tr. III, c. i. „. !. ...
íi
;(8.)N£,sto no' era mas que la; aplicacion
', .*.b de
.*'••una«..teoría
i ;-^cc
muy ?:?
antigua, ei
da a que el primer efecto de la irritacion de las membranas mucosas , es
suspender su accion secretoria. Esta teoría se ha conservado'muchísimo
tiempo , pues Tisot , por ejemplo, dice con otros muchos. que los purgantes,
.repetidos p.rjvan á los intestinos
sensibles."•• '" de su moco
• ••' y los hacen de este modo mas
(9) '
241
conviene tener presente que como entonces habia tra^muro
de bronce entre la cirujia y la medicina , los cirujanos no se
encargaban de la asistencia del ardor de orina por no ser de
sus atribuciones , y solo insistian en la curacion de la arsura,
que corresponde á nuestra batanáis.
Segun dicen Astruc y Girtanner , la gonorrea , ,que es el
resultado casi constante del ardor de orina, no apareció hasta
«laño 1550; pero no se puede dudar un momento en colo*
caria en el número de la$ enfermedades mas antiguamente
conocidas. Se halla descrita con exactitud en el Levitico (1); y
Jas reglas sanitarias prescritas por el legislador acreditan has.•
tante que era contagiosa en alto grado entre los hebreos (2).
Los árabes Ali-Abbas (3), Abicena (4) , Abenzoar (5) y Al*
bucasis (6) lo han indicado claramente^ Constantino el África•
no(7) , Gario Pontus (8) y Roger (9) hacen tambien mencion
deella.En la célebre coleccion de sátiras atribuida á Curio (10)¿
se habla bajo. el nombre de gonorrea de una afeccion muy
difundida entonces en la ciudad de Roma. Esté término, al
eilal por una confusion de ideas bastante comun en todas las
lenguas, se daban dos sentidos diferentes, de modo que sig
nificaba, en lo moral, un vicio procedente de costumbres de*
pravadas, y en lo fisico una enfermedad de los órganos ge«
nitales, tomó su origen, segun Beroald, por corrupcion de
la antigua palabra gonorrea. Desde entonces se la halla á ca
da paso en las obras publicadas durante el siglo XV , por
ejemplo, en las deTornamira, Valescus, yConcoregio,de sueiv

(i). Levif. ig, v. 2. 33. •'•.!-'' ' -'


(a) No se concibe cómo Bosquillon ha podido pretender que Moises
no ha querido hablar sino de un simple flujo de semen , puesto que es evi
dente que la gonorrea de que se hace mencion era contagiosa, y se propa
gaba por medio del coito. Por lo demas el testo de la ley da claramente a
entender que la enfermedad se disipaba por sí misma, como lo hace .tambien:
en nuestros tiempos. .,Ot;. ;,," , • ¡ ¡ ,:¡, ...••- -, o .t¡
(3) Líber totius med., C. IX. , 38, p. 119, b, .
(4) Can. Lib. IH, fin , XX , tr. 1 1 , C. a» p. 7aJ. "'
(5) Geminum de med. facult. , L. 1 1 , tr. IV , C. 3 , f. 83. a.
(6) Líber, theor. negnon pract. , tr. XXI , C. 4. f. 94. O '•}
(7) Oper. I , V. 41, p. HO. . .. ;,M
(8) sfJ intius corp. tegrit. líber , I. III, 67 , p. 76 , b. •.". O ¡
(9) Chirurgia, tr. I, C. g6, f. sao , a. .••., ., .í
(10) Paiquiflorum tomi duo. eleutheoropolis , .154». . 4J'.i .xiat'i
Tomo L .31
242
te que se ve como trataban de flujos por la uretra mucho
antes de la epidemia italiana ., por el contrario ,. se hace poca
mencion de ellos durante esta última, pues Marcelo de Cos
me apenas los indica , asi como tampoco Grumbeck , Steber y
Pintor hablan de ellos sitio en terminos oscuros , aunque
Benedetti los describe muy bien, y en verdad que sin darlos
por una enfermedad nueva , y Cataneo , que fué el primera,
despues de Moises que los declaró contagiosos, pero en esta
época se atribuian á una causa diferente, y no se los con
sideraba como una consecuencia del mal frances, con el cual
, segun los misinos Benedetti y Cataneo no tenian relacion al
guna, de suerte que aun cuando realmente existiese duran
te todo este periodo, como en los precedentes, no es estraño
que otros escritores , como Massa , Mattioli , Rangoni , y el
mismo Fracastor al describir la epidemia italiana los pasen
enteramente en silencio.
. En ningun tratado de cirujia de la edad media falta la
historia de la inflamacion del testiculo que complica con tanta
frecuencia la u retí i tis; pero reinaba la costumbre muy anti
cuada de formar un capitulo separado de las enfermedades
del testiculo, y se necesitaron muchos años aun antes de re
nunciar á esta costumbre. Sea de esto le que quiera , lo que
hay de cierto es que hallamos este accidente descrito muy
claramente en Gui de Chauliac (1), Argelata (2), Gui
llermo de Salicct (3), y otros. Durante la epidemia del siglo
XV y del XVI hablan largamente de ella Benedetti (4) y Juan
de Vigo (5); pero á imitacion de todos sus predecesores con
tinuaron describiendola en capitulo separado. No hay duda
que la inflamacion del testiculo no coincide siempre con la
de la uretra , y que puede depender de otras muchas causas
pero como la uretritis ha existido en todos tiempos, es mas
natural creer que tambien en todos tiempos ha producido en
tre otros resultados los mismos accidentes que la vemos pro
ducir en el dia. Esta es la razon por qué no buscaré noticias,
."'•".' . i. ••
(i) Chirurgia; tr.. II , doctr. II, C. 7.
(a.) Chirurgia , Lib;I , tr. 0.8 , C. I.
(3) Chirurgia , L. I , C. fio-
(4) Loe. cit. XXV. 13. f. 30; . : •
(5) Pract. cop. II , 6 , C. t . . i. , ,
243
de la orchitis en tiempos anteriores á los de la edad media,
aunque se hallan muchas .en. Jos escritos de los árabes y de
Jos griegos. ... í '. . !*••
Tampoco deben haber sido raras cri ningun tiempo las
estrecheces de la uretra consiguientes á la gonorrea, pues
en efecto se las encuentra descritas con macha frecuencia,
pero siempre á una larga distancia de la enfermedad que es
causa de ellas. Asi es que Valescus nos enseña que se les atri-
buia muchas veces á escrescencias berrugosas ó carnosas des
arrolladas en los riñones ó en las vias urinarias (1). Pablo de
Egina aconseja cuando se presentan ulceraciones en la uretra,
que se introduzca en ella un cañon de pluma y despues una
sonda de lienzo untada con algun ungüento desecante (2), lo
que prueba que el orígen delas candelillas es mucho mas anti
guo que lo que comunmente se cree por Astruc. Aetius pro
pone tambien las inyecciones en este caso (3) , y este es tam*
bien el método curativo que empleaba Actuarias (4). Seria fa
cil encontrar. otros ejemplos análogos en Celio Aureliano, en
Celso y aun en las obras de Hippócrates. . )
Tambien conocieron los antiguos las fístulas urinarias,
que son la consecuencia inevitable de las estrecheces de JA
uretra abandonadas á si mismas. Gui de Chauliac hace men
cion de ella (5). Asi como tambien Valescus (6). Galero Ma-
xi miaño las padecia segun refiere Eusebio. Todos los ciru
janos de la edad media las consideraban , fundados en la au
toridad de Avicena , como las ulceraciones mas terribles que
pudieran presentarse, yá pesar de los progresos que los mo
dernos han hecho en la curacion de las enfermedades de las
vias urinarias, son aun con demasiada frecuencia el escollo
de la cirujia.
Tambien se han observado úlceras venéreas mucho tiempo
antes del fin del siglo XV. Argelata (7) y principalmente
. Vales-'
(i) PhiloH. , 1. v. , C. ai. . • •"••i. ¡•\)
(») III, 59. .-: .; '. ' Vi: O f. '
(3) Tetrab. IV , 1. II , C. 19. . .. • . . , ., ' ' ^
(4) Meth. Med. , 1. IV , c. 8. .••.c •:'..• :• H .1 ... ;
(5) Loe. cit. , tr. IV , doctr. II , C 7. • it^..yi t, i ¡ ..k .¡: •
(6) Philon. , 1. v. C. 6. .'-.• , i i" .^sw. i ü..v (a)
(7) Chirurgia,l. I. tr. XII, C. i. .3i.DtiV.J (ii)
244
cus (1 ) hablan de ellas con tanta claridad que es imposible
poner la menor duda sobre el sentido que deba darse á sus
palabras. En el siglo XIV hallamos tambien noticia de ellas en
Gui de Chauliac (2), en Gordon (3) y en Arnaldo de Villa-
nueva (4); en el siglo XIII, en Lanfrac (5) y en Guillermo
de Salicet (6); y aun en tiempos mas antiguos en Rogér(7)
y en Albucasis (8). Retrocediendo aun mas, seria fácil hallar
tambien reseñas de esta afeccion en los romanos y en los
griegos , pues Pablo de Egina, Aetius y Oribasio hablan con
bastante claridad de las úlceras venéreas, y difícilmente po-
dria citarse una sola variedad de ulceracion de las partes ge
nitales que Celso no haya descrito perfectamente. Puede leer
se con provecho sobre este particular una sabia disertacion
de M. Sprengel (9). Ya en el siglo XVI recopiló INicolus to
do lo que los antiguos habian escrito sobre las úlceras vené
reas, sus: efectos, sus variedades y su método curativo../ *
Las ulceraciones del miembro solian adquirir, en lo anti
guo lo mismo que en nuestros dias, el carácter corrosivo <5
gangrenoso , destruian los tegumentos del escroto , y ocasio
naban la caida de las partes genitales y la muerte. Dos citas
agregadas á las que dejo hechas, bastaran para apoyar este
hecho. Pablo de Egina asegura que la piel del prepucio se
gangrena en muchos casos, lo mismo que el glande en todo
ó en parte (10). Tambien se encuentra algo semejante á esto
en Celso (1 1 ). „• t ..'...
El fimosis y el parafunosis no han podido menos de existir
en todos los tiempos en que ha habido úlceras, puesto que
resultan de la tumefaccion inflamatoria ó edematosa causada
tu:'

(i) Plilon , 1. VI. C. 6.


(a) Chirurgia , \r. II , doctr. I. C, «.
• {3) Litttned. , p. I, C. 21, 93. '.'o'-'. • '. *••• *. " *. ¡ i::- ''•"' ••• '*• '
(4) Brebiar. , 1. II. C. 43.
(5) Doctr. , III , C. a.
(6) L. I, €.48. .i; y. .. . ...t.. •¡ ..;
(7) Chirurgia, 1. III, C. 34, 3$.
(8) De Chirurg. ,. 1. II. C. 56 , p. a5p. ,,
(9) Diss. de ulceribus virgae , Talle , 1790 — Tambien se puede coa-
suharlaobra de Perenottt .*• .O . \¡. .i::,.•. t * | .••' , .tu -A. v (,••)
(10) De rewed. VII, ¿7. .> .'; .v .; .»¡•,.;.•, '
(n) L. VI , C. 18. .t ..j , ü/ .,: .¡ j .. .A .,„;:: ',.)
por estas últimas. En efecto , se los encuentra, con bastante
frecuencia' en los escritos de la edad media. Gui de Chauliac
ha descrito el fimosis bajo el nombre de prcepulii clausura (1).
Ardern habla, tambien de ella segun refiere Beckett, lo mis
ino tfue Roger (§) y Albucasis (3). Argelata dice haber obser
vado el parafimosis (4). Pablo de Egina sobré todo le des-;
cribe con la: mayor exactitud, y le atribuye, ya á escrescen-
cias, ya á ulceraciones, aunque en general á una hinchazon'
inflamatoria (5). ¡'
-a'3 Si se ha de dar credito á Astruc, los bubones no fueron.
observados por, primera vez , hasta, que en 1532 los obser
varon Massa,y-en 154fr por Lobera. Pero como las úlceras
Venéreas se han observado hasta en los tiempos mas remotos,
debe haber sido lo uaismo respecto de los bubones, que las
acompañan con tanta frecuencia. Por esto , sin detenerme á
probar que se; han .viste bubones posteriormente al año de,
í¡493, en el. curso mismo de la epidemia del mal frances,
como. Ib atestigua Marcelo de Cosme., y anteriormente á 1532¿
Biré .solamente que se loa encuentra mas ó menos claramente
indicados ó descritos, en .Argelata, Guillermo de Salket, Lan-
franc, Ardern , Teodorieo &c. Argelata. advierte tambien.
que se los..obserVaba principalmente despues de haber lavado
las partes ulceradas con vino estiptico, sin haber empleado dé
antemano los purgantes , y los atribuye á la repercusion del
humor; por esto aconseja , cuando la inflamacion: es muy vi
va , que no se hagan mas remedios que lociones con agua
tibia sbla¿ r . ;f *:' .c'', n?' oL'üT .(L i .•ni'r:.'. ¡. ,.") ii.i:;.' .í
• \'j Los bubones son una de las; enfermedades que los médi
cos han debido conocer mas pronto, porque son tambien de
las que se perciben mas fácilmente con los sentidos. Asi es que
hacen .mencion frecuentemente de ellos Actuarius, Aetius , Pa
blo de Egina, Marcellus Empiricus, Galeno, Plinio, Celso
é Hipocrates. Los antiguos los atuibuian oomo. nosotros ái
causas diferentes , y no los hacian depender todos de la ac-
(i) Chirurgia, tr. VI. doctr. II.. (3. ,fj .i.' ' , i.ri , ,i'..r
(a) Chirurg. , 1. III. , C. 34 , 35. ••''•!, fw •- ....- ', . . >
(3) Chirurg., 1. III., C. 56, p. Kíp., .'" .( . M - . .'.i, v\
(4) Chirurg. , 1. II , tr. XXX, C. *. .:.
($) L. C. VI,SS,S6. .t'i.'J
946
«ion de un principio morboso particular ; de aqui sin du
da las varias denominaciones de Boi/(2«v $«^« y 4í/yer\w, con las
cuales las designaban los griegos. '. •'.- '•..fi.r* .-', ... '
Seria muy dificil reducir á un volúmen pequeño todo lo
que se halla en los escritos de los médicos de la antigüedad .y
de la edad media, relativo á los (exantemas que hoy se llaman
venéreos ó sifiliticos. Se encuentra efectivamente una infiói.i
dad de nociones sobre las enfermedades crónicas de la piel;
pero la imperfeccion de las descripciones, las cuales sin em
bargo no se limitan siempre,' como en el dia, á ipioiar.las es
camas y las costras producidas por la desecacion del tumor,
segregado, el cambio total que ha sufrida la nomenclatura,
la oscuridad de los términos, los mas de ellos desusados y ol
vidados en el dia, harian que fuera casi superior á las fuerzas
liumanas un trabajo completo sobreesta materia. Sin embar
go se encuentra uu número bastante 'grande de pasages que
indican de un modo muy claro, que se observaban realmente
varias de estas afecciones antes del fin del siglo XV. Asi'es que
Arnaldo de Villanueva anuncia que ha visto pústulas en él
escroto (1). Brunus trata de la fórmica del miembro ,;iy - se dé
ba entonces el nombre de fórmica á' una especie de herpe
pustuloso, serpiginoso ó corrosivo (2). Tornamira habla
igualmente de 'herpes en los' óVga nos de la generacion (3).
Aetius ha notado tambien costras pruriginosas en el escroto
y en las partes genitales de la muger, é indica una especie de
cristalina que pudo percibir por medio del speeulum en. \o
interior de la vagina (4). Pablo de Egina hace mencion de
una erisipela en la region del ano (5), y..Orivasioi de. las ul
ceraciones de la vagina, acompañadas de picazon y de cos
tras (6). • ••. Pi.fí. í-.'\\•• '••'•..«í' p ;..;I
, La cristalina, espresion vulgar que designa una de las
consecuencias comunes de un vicio solitario, no ba podido
menos de ser tan antigua como este vicio , muy difundido

(i) Breviar. , 1. II , C. 43.


(a) Chirurg. magna, 1. II. C. 14. -' .. . .1: fc*tvi .«'\ ^ '• -
(3) Clarificatoríum , p. 88. .,. . ''.;: ...i, ^. .-..-. i' •?
(4) Loe. cit, , c. IV. ,4. C. mjfc' :',; '. ..i '•' .. t. .-.•!.,Vi.O >
(<;) De re med. , III , gp. ,v .j ^ /x;< ..; .:•:.. . .^,ui.'';i ". i
(6) /id eunap., IV. , C. na. ., • ., .,1 '.'-i.' ;. • .
; 847
entre los antiguos, como lo está en el dia en todo el oriente.
En efecto, Celio Aureliano da la descripcion de ella (1), y á
esta es á la que deber* referirse las purtulce lucentes de que
habla Marcial ¿Como pues ha podido decir Astruc que el año
1610 fue QÍ primero de su aparicion?
En cuanto á las escrescencias ber rugosas , apenas hay una
afección local de las partes genitales del hombre ó de la mu-
ger de que hayan ablado con mas frecuencia los autores que
han escrito antes del siglo XVI. Lanfranc las coloca en el nú
mero de los accidentes que sobrevienen en el prepucio en
consecuencia del comercio con una muger impura (2). Teo
dorico- distingue dos especies, á las cuales da el nombre de
berrugas ó de puerros , segun que tienen una base ancha ó.
estrecha,, ó en forma de pediculo (3). Brunus (4), Roland
(5) y Albucasis (6) hacen igualmente mencion de ellas. Loa
escrito» de los Griegos y de los Romanos abundan tambien en
pasages relativos á las bcrrugas, las que atribuian á cau
sas diversas , pe.ro siempre á una irritación local, y que
por consiguiente ñolas hacen depender del coito en to
dos los. casos , y de las cuales .iadmitian dos especies des
critas ó indicadas, no solamente en Hippocrates i sino tam
bien en Dioscórides ( 7 ); , Punio (8), Celso (9 ), Gateno ( 10)
y Aetiu$(1t)v cuyas palabras copia Pablo de Egina (I 3)
Sin embargo Astruc sostiene que Mainard ha sido el pri
mero que ha hablado de ellas en 1514, al paso que, aun
cuando/ nos limitemos solamente á los autores que han escrito
sobre el mal frances, las hallaremos ya desigradas en 1497.
en la obra de Widman^ ;....•' i i.
-i,l ii;',.M'-'. ,, : . ... .Ti; ..•• •' • * •"*• *• * • •
.,"'"• ,. 1 ; ,• • : •:'.. i.. fci.i •. • ... • • .' ,
(i) Morb. cheron. , VI. , 9, * • ^" * '
(a) Cbirurgia. tr. III , doctr. III.. C. ri..
(3) Chiríirgia, III, 16, 38.
(4) Chir. magna, II, 14. V . ' /, •
(5) Chirurgia, III. 31. .: : '
.""-»., .
F
(6) Loc.cir., C. 73, p. 319.. • * •* i
(7) De ma/. «ed. , J. 8a.
(8) xxx,. 8;. ,...,..:
(9) V, a8, 14
(10) De tumor., pneter nat. , C. ig;
(n) L. c. , IV, 4,3, IV, 4, I0$. .
(xa) IV, 15, 111,59. •* • -'
§48
Lo mismo puede decirse de las escrescencia* carnosas 6
condilomatosas, tal vez mas frecuentes aun que las preceden
tes, y á las cuales se les daban los nombres de crestas, lagos,>
mariscos , moras, uvas / frambuesas , fresas , &c. segun las
diferencias que presentaban en su forma y su color. En es
ta ocasion escasearé las citas , precisamente'', j&orqae :seria. muy
fácil multiplicarlas hasta el infinito , y me limitaré á anunciar
las descripciones minuciosas quet se hallan" eW:.las obras <ie
Gillelmo de Salicet (1 ), de Leonardo de Bertapaglia (2), y
de Gui de Chauliatc (3). Estas cscrescencias han tenido mala
reputacion en todos tiempos: bien lo acreditan las sátiras de
Juvenal y de Marcial. Por lo demás los medicos antiguos nos
suministran tambien muchas noticias de ellas,' como puede
acreditarlo la lectura de las obras de Pablo de Egi na (4) y
de Aetius (5). ' i. .ü. 1 ;'• • '•¡f
En fin, tampoco eran desconocidas de los antiguos las
ragades ó fisuras de la piel, de las cuales^exuda un hu
mor que escita en las partes. circunstantes tina inflamacion
erisipelatosa,: acompanada de prurito y dedolbres pungitivos.
Lo mismo en aquellos tiempos que en nuestros dias se ob
servaban principalmente en los órganos genitales de la mu-
ger. y en la márgen del ano > en cuyos sitios era el anuncio
de :un vicio contrario a los preceptos de la moral. Celso (6)
y Scribonius Largus (7) hacen mencion de ellas. Aetius las
describe mas estensamente aun (8), lo mismo que Pablo de
Egina (9). En los escritos de los arabes ¡es principalmente
donde hallamos muchos pormenores sobre «Has., pues no hay
un solo cirujano de la edad media que deje de hablar de ellas.
En cuanto á los demas accidentes que hoy se, colocan en
tre los sintomas de la sifilis constitucional , jamas les ocurrió
á los antiguos tenerlas por dependientes de las afecciones que

(1) Chirurg., 1,4S. . * ... .., ....V


(2) De apostema! . , C. 16.
(3) C. IV, 3,7. .^ic , .;•...C; ••. ....
(4) VI, 8o. . , ,...>« .%i•¡• í
(¿) IV, a,C. 13. IV, 4, C. 10$. IV,»yC. a, 3,4.
(6) VI,, 8, 7.
(7) De comp. medie. , C. 89 , 90.
(8) IV, C. 3, 14, 15, IV, 4. C. lev.'. .'. .: . • ..k ."
(9) VI, 8o. .^; clu .'Mi"•!
249
observaban en las partes genitales. Debian ser menos frecuen-
te.s que ahora , porque se dirigian mas principalmente á cu- '
rar y á combatir las enfermedades locales, y cuando sobreve
nian se las atribuia á la accion directa de una influencia es-
terior sobre la parte en que se desarrollaba , ó á falta de cau
sa evidente, á alguna causa interna sugerida por las teorias
reinantes. Los antiguos nunca empleaban medicamentos in- —
temos para corregir los humores , aunque admitian tambien
vicios humorales semejantes á nuestros virus. En sus obras
no se halla niaguna serial del estado morboso que los moder
nos designan con el nombre de infeccion general, y cuando
mas hacen mencion de la fiebre, ó algunas veces de los do
lores que se manifestaban en las partes inmediatas al asien- -
to del mal. Sus teorias no les permitian atribuir como noso
tros á un orígen único los epifenómenos que esplicaban fá
cilmente de otro modo. Asi es que creian depender de la in
fluencia de la humedad, reunida al calor, las afecciones de
la garganta tan comunes entre ellos, y de las cuales ha da
do Areteo una escelente descripcion , asi como de todos los
accidentes que pueden complicarlas , y cuya frecuente coin
cidencia con las inflamaciones de las partes genitales co
nocian tambien perfectamente , sin que la simultaneidad de
estos fenómenos les haya sugerido otras ideas mas que la de
la accion de una causa esterior obrando á la vez en muchos
órganos.
Esta es la ocasion de manifestar las distinciones especio
sas que han inventado los partidarios del orígen moderno de
la sifilis, con el objeto de apoyar su sistema. Astruc se esplica
en estos términos: "Todas las enfermedades de que acaba de
tratarse, no dependian de un coito impuro, porque los órga
nos genitales estan espuestos á una infinidad de accidentes que
110 dependen del vicio venéreo." Esta proposicion es verdade
ra, aunque las partes genitales estan ya por su situacion mas
preservadas que ninguna otra de toda accion esterior, y aun
que Astruc apenas ha tenido en consideracion la influencia
que los demas órganos ejercen sobre ellas, principalmente en
el estado patológico. Pero cuando el trato frecuente con las
mugeres se considera espresamente como orígen de las en
fermedades que afligen á estas partes , segun lo es en la mar
Tomo J. 32
250
yor parte de los casos dichos, ¿ puede menos de admitirse la
existencia de una verdadera enfermedad venérea? INo, y sin
embargo no la conceden Astruc y sus partidarios, aun sin
esceptuar á Bosquillon, quien se ha manifestado muy sabia
mente escéptico en otros puntos. "Las mugeres públicas, di
ce Astruc, han sido en todo tiempo muy impuras en térmi
nos que los hombres licenciosos que las trataban debian con
traer con frecuencia flogoses, inflamaciones, abscesos , úlceras
y carcinomas en las partes genitales. El abuso mismo de los
placeres del amor bastaba para ocasionar estas enfermedades,
las cuales pueden en efecto depender de un semen acre, sa
lino y caliente, del aflujo de sangre prolongado por mucho
tiempo , y sobre todo del abuso de los afrodisiacos." Es pre
ciso estar muy preocupado para no conocer la puerilidad de
semejante raciocinio. ¿ Que entendia pues Astruc por esta im
pureza de las mugeres públicas , puesto que era capaz en su
concepto de producir dos órdenes de fenómenos, tan seme
jantes y tan diferentes á un mismo tiempo, en razon de la
sola diferencia de los tiempos? Sin embargo no se limita á
esto: Minadous habia dicho, en 1596, que la virulencia si
filitica depende de la corrupcion de los diversos sémeues mez
clados en la matriz de las mugeres mas disolutas; pero des
pues de haberse aproximado asi hasta cierto punto á la ver
dad , la preocupacion dominante de la procedencia america
na le separa y le conduce á la asercion mas estravagante, pues
declara que lo que acaba de decir solo debe entenderse de las
mugeres americanas. Astruc, satisfecho de esta última restric
cion, aprueba en lo demas el discurso de Minadous, sin per
cibir la inconsecuencia á que le conducia esto: porque si la
virulencia sifilitica provenia de la causa indicada por este úl
timo, no se concibe porque habia de ser mas propia de las
mugeres del nuevo mundo que de las del antiguo, pues aun
suponiéndolas tan disolutas como nos las representan las re
laciones falsas', ó á lo menos muy exageradas , de Vespucci (1),

(i) Oviedo se habia limitado á decir que las mugeres americanas, muy
esquivas con sus compatriotas , so abandonaban fácilmente a los espafioles;
hecho confirmado por Herrera y por Lacasa. Pero Vespucci añadió que in
citadas. por una tendencia irresistible á los placeres del amor, y no hallan
do los hombres bastante dispuestos á satisfacer sus deseos desenfrenado»,
251
adoptadas por Pauv, aun falta mucho para' que la deprava
cion de costumbres llegara entre ellas al grado en que llegó
cuando Cleopatra, las mugeres de la familia de "Augusto y la.
bija de 3S. escandalizaban á todo el mundo por su libertinage
desenfrenado. ¿Como no se ha percibido la contradiccion ma
nifiesta que hay en hacer depender una enfermedad del liber
tinage , y en pretender al mismo tiempo que ha tomado ori
gen en un pais, en el cual por la naturaleza misma de las co
sas no podian ser los éscesos de cualquiera clase , ni en efec
to eran con mucho iguales á los del pais, al cual se quiere que
han venido de aquel? Si hay enfermedades que se contraigan
con el trato con las mugeres , y que sin embargo no sean ve
néreas, ó por mejor decir, sifiliticas, es preciso que tengan
signos ciertos que puedan servir para caracterizarlas puesto
que segun el sistema que hoy reina debe variar de un modo
considerable el método curativo. ¿ Pero cuales son estos sig-
• ' •, •
se habian valido de bebidas escitantes y de irritaciones mecánicas: Faciunt
intumescere maritoruai inguinain tantam crassitudinem ut deformia vidian- .
tur et turpia , et hoc quodam earum artificio et mordicatione quorumdam.
animalium venenosorum , et huíut rei causa muid emittunt inguina , qu,e
iliis ob 'defectum cune ftaccescunt , et multi eoruín reitant eunuchi. Gir-
tanner acogió ejta anécdota tan poco fidedigna , y se sirvió de ella para fun
dar una hipótesis, por medio dela cual esplicabael primer desarrollo de la
enfermedad en America. Creia en efecto, que el veneno de los insectos con
ducido por el hombre a la vagina de la muger produce en esta úlceras que
comunica luego a los que tratan con ella. Es admirable lo que han traba
jado los autores por hallar una causa citerior y material de los accidentes
venéreos, sin que á ninguno le haya ocurrido que la accion vital sobreesci-
tada puede por si sola producirlos , y que las partes en que se desarrollan
no se conducen en este caso de un modo puramente pasivo. La hipótesi
de Girtanner. puede ponerse en la misma categoria que. la de Overcamp,
fraguada ya antes por Vanhelmont , y sostenida despues por Roberg y
Linder , quienes creian que la enfermedad habia tomado origen en Améri
ca del comercio de los indios con los monos ; que Ja de Llster , el cual
discurriendo segun un pasage mal interpretado de Oviedo, pretendia que
habia sido producida por el uso dela carne de iguana ; que la de Haupt-
mann,Lange, Abercromby , Hartsoekex, Calmee, Deidier y Juch, re
novada , en estos ulíimos tiempos, por M. Cullerier, quienes suponian, en
conformidad con la doctrina de Kircher , que los sintomas venéreos de
penden de gusanos ó insectos que se insinuan en las partes genitales y las
estimulan ; en fin , que la de Rechmann , el cual queria que la sifilis hubie
ra tomado origen en Egipto, de donde los judíos, despues de haberla con
traido durante su cautiverio , la llevaron á Palestina , pais en el cual la Ad
quirieron despues los cristianos en el tiempo de las Cruzadas. . •
252
nos? En el articulo de cada sintoma he probado que no exis
te ni uno, y que asi lo confiesan formalmente todos los que
han visto y han tralado enfermedades venéreas. Por otra par
te , ¿como podrán distinguirse estas enfermedades sifiloides 6
pseudo venéreas de las que lo son realmente, puesto que pa
ra aumentar aun mas las dificultades del diagnóstico, se quie
re que puedan provenir de una misma y única causa: del li-
bertinage , de la impureza de las mugeres enfermedades ve
néreas y no venéreas? Y no se pretenda que el mercurio sir
va de piedra de toque, porque todos los prácticos convienen
en que es nulo en muchos casos. Bell, que le consideraba co
mo un antidoto seguro , confiesa sin embargo que puede pro
ducir sintomas semejantes á los de la sifilis. En fin, Bosqui-
llon , que no consideraba como venéreas las úlceras de las
partes genitales descritas antes del siglo XV , se ve sin em
bargo precisado á conceder que eran muy dificiles de des
truir , y que las afecciones sifiliticas no son, como se ha ase
gurado, las únicas rébeldes á todos los remedios; sin contar
con que declara en otro pasage que las tres cuartas partes á
lo menos de las úlceras que se tratan como sifiliticas depen
den de otras causas. Se viene á parar evidentemente á las mas
estrañas inconsecuencias cuando se admite que afecciones que
proceden de una misma causa, que se manifiestan en las mis
mas circunstancias, y que presentan los mismos caractéres,
forman sin embargo, ya un grupo muy reducido , entre cu
yas partes todos reiría una intima conexion , ya una serie de
males independientes unos de otros y sin nada de comun en
tre ellos, segun que resultan ó no de una causa general , que
se admite sin la menor prueba , y aun sin la menor necesidad,
ó mas bien segun que se las encuentra descritas en tal ó en
cual siglo (1). río tardaré en dar otra prueba no menos cho-

•(i) Bru hace acerca de esto las reflexiones siguientes : " Parece .muy
singular decir que un sintoma venéreo no es sifilítico , pues venéreo y ti-
fifftica son términos sinónimos , y esto hace que tal modo de raciocinar
no sea mas que un juego de palabras. ¿ Hay alguna diferencia entre el mo
do venereo que produce un síntoma. de este nombre , y el que produce la
sifilis ? Si no la hay , todo síntoma venéreo es sifilitico por mas pequeño
qu« sea. Este argumento no tiene replica. Pero puede suceder que la irri
tacion venerea sea menor con este sintoma que con el otro ; podemos su-
253
cante de la influencia de la preocupacion y del espiritu de
sistema , y demostraré que los mismos escritores que se nega
ban á considerar como sifilíticas las enfermedades de los ór
ganos genitales descritas antes del fin del s¡g"]O XV , porque
los antiguos se limitaban á dar á conocer los caracteres de
cada afeccion local ; caractéres que por el contrario descuidan
la mayor parte de ellos, llegaron insensiblemente á colocar la
mayor parte de las enfermedades á que está espuesta la eco
nomia animal bajo el dominio de la sifilis, y formaron asi
de esta última un compuesto monstruoso de los accidentes
mas inconexos, del cual se conservó una idea confusa, que
se propagó tanto mas fácilmente cuanto menos se la compren
dia. Esto mismo probaré en el capitulo siguiente despues de
retroceder hasta el orígen de una teoria que produjo las su-,
tilezas mas estrafías, y la cual, á la manera de todas las doc
trinas médicas no se limitó á cambiar el curso de las espe
culaciones, sino que ejerció al mismo tiempo una influencia
poderosa , tanto sobre el método curativo de las enfermeda
des á que se referia, como sobre la felicidad dé la sociedad y
la rpaz de las familias.
„ \*(1) . .. : i*-: •..• .,. •...i•• . ;
ponerlo asi , y estos grados de irritacion que suponen una esfera de accion
det foco muy estensa , son los que pueden autorizar el uso de la palabra
sífilis , para espresar un grado cualquiera de infeccion ; pero sin dar jamas
á entender que esta sea general , porque si se comparase el efecto local
del modo veséreo al que se querría suponer general, se vería que este úl
timo era el termino de la vida. Ademas pueden existir muchos focos de
infeccion, de los cuales cada uno tendría su esfera de accion particular , y
podrían aun establecer otros siendo favorables las circunstancias Esto
lo prueba la posibilidad que hay de curar uno sin otro , aun tratándolos so
lo Idealmente , pues si estuvieran sostenidos por un foco comun , no se con
seguiría esto ciertamente.
(i) La sífilis es sin contradiccion la enfermedad á que mejor se apli
can las siguientes reflexiones de Mallebranche, que los médicos nunca me
dicaran demasiado. "Se presenta una enfermedad nueva , dice este fiókdfo;
hace estragos que sorprenden a todo el mundo , y esto hace una impre
sion tan profunda en la imaginacion, que por todas partes.se cree ver es
ta enfermedad. Si se le da el nombre, de escorbuto , por ejemplo, todas
las enfermedades seran escorbuto, y si el escorbuto es nuevo, todas las
enfermedades nuevas serán escorbuto. El escorbuto esta acompañado de
una docena de síntomas, entré los cuales habra muchos,. comunes á otras
enfermedades; pero esto no importa. Si se presenta un enfermo con algu
no de estos síntomas sera escorbuto lo que padezca, y ni se pensara si
quiera en las demas enfermedades que tienen los mismos síntomas. No se '
254

CAPÍTULO V.
Del origen , desarrollo , y modificaciones sucesivas que ha tenido la •,
teoria del virus venereo.
'-' >
Resulta de lo que viene dicho que no podria citarse una
•ola afeccion de las llamadas venéreas , ni un solo trastorno
de la economia aminal de los que se atribuyen comunmente
al coito realizado en ciertas circunstancias, que no se en
cuentre indicado ya enMos escritos de los medicos ó ciruja
nos griegos, romanos , arabes, ó arabistas, pues conocieron
las úlceras simples y corrosivas del prepucio y del glande,
los flujos de materia puriforme por la uretra .6 .la vagina , el
cáncer y la gangrena del miembro viril ; la inflamacion de las
glándulas inguinales, la hinchazon de los testiculos, los absce
sos, pústulas y gangrenas de la vagina, las fistulas del peri
neo y del escroto , las'iestrecheces de la uretra, las escrescen-
cias en la márgen del ano , en el miembro y en los grandes?
labios , las fisuras de la piel , y principalmente de la estremi-
dad inferior del recto, y dieron de ellas descripciones mas ó
menos estensas y mas ó menos luminosas. Habiendo tenido
ocasion de observar estas afecciones con frecuencia, como lo
acredita la prolijidad y los pormenores con que muchos de ellos
las describieron, ¿como es que no les sugirieron la idea de
la sifilis y del virus sifilitico , y no les decidieron á colocar en
un mismo grupo asi la multitud de alteraciones patológicas
quesuelen suceder masó menos inmediatamente al coi toi como
. *' "•
dudará que le sobrevendrán tambien todos los accidentes que se han visto
sobrevenir en esta enfermedad. Se le administrarán las mismas medicinas,
y causaran sorpresa el que no produzcan el mismo efecto que se ha crbser-
vado en los demas." Dejemos á un lado las opiniones, bien. perdonables
cin duda, de Mallebrauche sobre las supuestas enfermedades nuevas, y
principalmente sobre el origen reciente del escorbuto, tan bien conocido
de los antiguos como lo eran las enfermedades venéreas. ¿Y quien ha pin
tado mejor que él el curso progresivo de los errores a que conduce la ge- ) . -
néralizacion de ideas en medicina: en la rama de conocimientos humanos
eí que, es mas necesario no perder nunca de vista las particularidades, no
aplicar rigurosamente a los casos particulares los corolarios generales, cu.
yo unico objeto es facilitar mas el estudio, y las cuales presentan en ia
pracíica escepciones á cada paso, por decirlo asi. • ..fi . -;.. •
una infinidad de otras enfermedades que se desarrollan , ya,
durante el curso mismo de estas últimas, ya mas ó menos
tiempo despues de su curacion? Es evidente que las teorias
reinantes en las diversas épocas de la ciencia han sido la cau
sa de un silencio que solo la historia puede esplicar. •
Los antiguos consideraban el humor seminal como un so
brante de la digestion ó de los jugos destinados á alimentar
el cuerpo, y suponian que este sobrante provenia de todas
y cada una de las partes que descendian á lo largo de la mér
dula espinal hasta los riñones (1), que desde aqui se dirige
á los testiculos, y que estos, finalmente , le envian al miem
bro viril , por el cual sale al esterior. Esta teoria se halla ya
consignada en una de las obras atribuidas á Hippócrates, en
el tratado de genitura. Pitágoras la habia adoptado. Platon
la admitió. Alcmeon , Demócrito, Epicuro y la mayor parte
de los filósofos griegos la sostuvieron tambien. Aristóteles
pretendió en vano combatirla, y Galeno que le dió toda la
estension de que era susceptible , le aseguró por su autori
dad una dilatada dominacion en las escuelas de medicina. Y
esta fue la que Bufon reanimó con el fuego de su brillante
imaginacion cuando espuso su famoso sistema de las mole
culas orgánicas.
Discurriendo sobreesta hipótesis los antiguos, creian qut;
para mantener la salud era indispeneable la escrecion mo
derada del semen , y recomendaban en consecuencia un uso
racional de lo» placeres del amor, prohibiendo sin embargo
el entregarse á ellos antes de completarse la digestion , y pres
cribiendo de un modo minucioso las precauciones que deben.

( i ) La mayor parte de las teorías fisiológicas de los antiguos se han


establecido sobre esplicaciones erroneas de hechos exactos y bien obser
vados. Asi es que habiendo observado que los placeres del amor entorpe
cen las facultades intelectuales , causan una flojedad que se siente princi
palmente en los ríñones , y aun ocasiona cuando se abusa de ellos, una
afeccion caracterizada por dolores a lo largo de la espina del dorso, dedu
jeron de esto que el esperma emana de! cereWo y que sigue la direccion:
de la médula espinal. Otros pretendían que este licor era sangre elaborada
y digerida en algun modo por el calor de las partes genitales , y se fun
daban en que no pocas veces fl^ye sangre por el miembro cuando se re
pite sin moderacion el acto venéreo.
§56
tomarse para evitar en ellos todo riesgo. Admitian tambien que
cuando el semen permanece por mucho tiempo en sus conduc
tos naturales , se altera en ellos, y se convierte, independien
temente de la influencia de cualquiera materia estrana veni
da del esterior, en un veneno, que al fin llega á infestar no
solo sus reservonos propios y las partes vecinas , sino tam
bien el cuerpo todo (i); Esto es lo que debe entenderse por
el virus vital y genital de Plirtio. Persuadidos de que este
licor se convertia en vapores deletereos, que inducen el es
tupor en .el corazon y en el cerebro, consideraban su acu
mulacion como causa de la epilepsia , de la mania , de la me
lancolía , y de la ninfomania, del mismo modo que atribuian
á su acrimonia ciertas ulceraciones del miembro, y sobre to
do los flujos uretrales, los cuales tomaron de aqui el nom
bre de gonorrea. '..¡; • .,
Sin embargo, aunque los antiguos atribuian tantas con
secuencias desagradables á la continencia escesiva , reconocian
tambien por otra parte en el abuso de los placeres del amor
una poderosa influencia sobre la salud , pues habian notado
que este abuso , no solo era dañoso al cuerpo en general por
debilitarle y estenuarle, Vino que tambien daba márg.en en
muchos casos á diversas enfermedades , principalmente afec
ciones cutáneas. He aqui porqué el capitulo dedicado al ac
to venéreo era uno de los mas importantes de su higiene. Re
comendaban la abstinencia de este acto en los tiempos de epi
demia, precepto que viene ya desde Avicena , cuyas pro
pias palabras refieren, sin citarle, los escritores de la edad
media, por considerarlas como una maxima incontestable y
suficientemente conocida.
Pero por mala opinion que tuviesen de este supuesto vi
rus producido por la retencion del esperma, temian mucho
mas aun el flujo periódico de las mugeres. Aristóteles ha-

(i) Este es tal vez el origen de la palabra sifilis, como parece indicar
lo los siguientes versos de y^ulgerius ( Eccard , corp hist. mea. £vi , t. II, •
p. 1854), escritos al fin del siglo XIII, ó á principios del XIV.
Qui loca circuit venator veneris
Hic vir decanus est , qui viri especie .
Non vir , sed virus est , virosa facie
In viras viribus virens malitiee.
257
bia enseñado á considerar este flujo como el escedcnie de
los jugos nutritivos : como una especie de semen me
nos elaborado que el del hombre , y asi en razon de su.
crudeza se le atribuia una infinidad de propiedades perni
ciosas, las cuales sugirieron á los árabes la idea de atribuir
las viruelas á la sangre que refluye del cordon umbilical al
cuerpo de la criatura, y cuya enumeracion se baila en la obra
de Juan de Ketam (1). Todos conocen los sarcasmos de Lu-
»cani sobre el virus lunar , y todos los cuentos populares que
Plinio ha reunido (2) á propósito de los menstruos que él lla
maba maribus exitiales atqut pestiferos menses. En aquel
tiempo como en el de Moises se confundian todos los flujos
de cualquiera naturaleza que fuesen, con el flujo periódico,
bajo la denominacion de purgaiio ó rheuma. Esto lo prueba
un pasage, entre otros, de Hippócrates (3), en el cual dice
que sobrevienen bubones cuando los menstruos se convier
ten en pus , y producen úlceras cuya supuracion no puede sa
lir al esterior. De aqui las preocupaciones que nacieron con
relacion al flujo periódico , y que se han propagado hasta
nuestros dias entre el vulgo. Los bubones eran principalmen
te los que s.e atribuian á este flujo, en tales términos que el
poeta Lucilius (4) inventó la palabra imbubinare para indi
car el efecto que producia hinchando las ingles. Estas ideas
ce desarrollaron mas en la edad media , pues se consideró el
flujo menstrual como la reunion de las impurezas mas per
judiciales de todo el cuerpo (5). Se llegó hasta proscribir para
las curas el lienzo que habia, servido á las mugeres, y Mar.*
celo de Cosme insiste sobre la necesidad de abstenerse de
^l (6). Se prohibió el comercio con las mugeres en los dia»
inmediatos sucesivos á la menstruacion , por considerarle como

(i) Fatciculut medicina , Venecla , 1513 , en foj.


(») Hit!, nal. XXVIII , c. 6 , 7.
(3) Pe morb, mulierbr. , 1 , 7-9,
(4) Ex edit. Haber Kamp, p. sofj.
(g) Nota, decia Arnaldo de Villanaeva , quod taatrix est lia in corpa-
ft fflttlitris ¡acata , tanquam receptaculum omnium superfluitatum corporit,
quem admudum est tentina navii , ad quam omnet superfluitates decurrunt
(Sreviar. 1. III , c. 7.). Benedetti seesplica casi en los mismos términos:
•uelut navit carina corrinantium humorum locus est.
(6) Obs. XI} en Wslsch, Syll, obs. et cur. raed., p. 40.
Tomo /. 33
258
causa de la lepra y de «na infinidad de enfermedades, pre
caucion sanitaria que el Legislador de los hebreos habia eri
gido ya en otro tiempo en ley. Lo singular es que se temia
al flujo periódico mas que á todos los otros flujos de la va
gina , porque se creia que estos últimos estaban mejor elabo
rados , y eran capaces por esto de facilitar la resolucion de
los bubones ocasionados por aquel. C ualquiera que fuera el
flujo que padeciera unamuger se la daba el epiteto de rhóica,
y la enfermedad misma tenia el nombre de rnorbus Jemineus,
de suerte que el vulgo daba tambien el nombre de feminee
fluentes á los hombres atacados de flujo por la uretra , como
lo prueba un pasage de Beroald (1 ) , por el cual cree Hens-
ler que el $*i\íia. vcv<rof de Herodoto, sobre que tanto se ha
disputado, podria muy bien no ser otra cosa mas que la go
norrea.
En fin, cuando eran insuficientes estos tres modos de
espHcacion , .se recurria á otra teoria, y se suponia, en
conformidad con las ideas de Hippócrates (2), que cada parte
noble tenia un filtro por el cual se exoneraba de la materia
morbosa que pudiera formarse ó acumularse en ella , y se da
ba á estos filtros el nombre de emunioríos. El cerebro, el
corazon y el higado se consideraban como los órganos mas
esenciales á la vida , y se asignaba por emuntorio del pri
mero las glándulas del cuello , del segundo la de la axila , y
del tercero las de la ingle. Por esto achacaban al higado to
das las enfermedades que sobrevenian tanto en las partes ge
nitales como en las estrcmidades inferiores. Se suponia la for
macion de mía cierta discrasia de los humores en las visceras,
y que los jugos viciados se dirigian á los órganos genitales,
en razon de la testura floja y porosa de estos , quedaban lu
gar á ulceraciones, cuando eran de naturaleza viliosa; pero
que cuando eran de naturaleza sanguinea, flemática ó atra-
biliar permanecian unas veces mezcladas con la sangre, y pro-
ducian las hemorroides, y otras veces se separaban de este
liquido, se fijaban en la piel, y ocasionaban en ella fisuras,
exantemas y escrescencias. Los griegos no confundian de este
" " "" ' '

(i) Opuscuia , fol, C. CLVIII.


(a) De glandúüt, C. y-Ife locis , i. C: ip.••.' '
(*" U* i*
259
modo las hemorroides con los demas tumores que sobrevie
nen en el ano, pero inducidos en error por Avicena, los mé
dicos de la edad media, atribuyeron auna sola causa las afec
ciones que se manifestaban en esta 'region , y Albuca&is llegó
hasta sostener que las hemorroides se convertian en berru-
gás con el tiempo. De este modo se esplica por qué atribuian
tanta malignidad á estos tumores sanguineos ; preocupacion
que no está enteramente destruida, pues se hallan aun ves
tigios en el dia .entre el vulgo. •••:" -•' v':...•'. ,'i
O De este modo los antiguos, y mas particularmente los
medicos de la edad media, hacian depender las enfermedades
venéreas de cuatro causas, á saber, la continencia escesiva,
el abuso de los placeres del amor, la accion deleterea del flu
jo menstrual/ y 'una -discrasia de los humores formada en él
higado. . •••' ?.': :''.n •• i'li'.lJ -«.';: K.H : .:...; ::•i f. .,
•; •• Estas ideas se vieron a! fin abandonadas despues de ha-
4>er obtenido por mucho tiempo todos los votos. Sin embargo
se conservaron algunos vestigios, pues los hallamos no solo
durante el curso de la; .'epidemia áé\ :siglo XV y XVI, sino
taÉübien mucho tiempo despues de ia estincion de esta enfer
medad , pues era natural que la supuesta nueva afeccion que
se creyó resultar de la degeneracion y de la mitigacion gra
dual de esta , se señalara al principio con el sello de las doc
trinas recibidas antes de modificarlas y de destruirlas.
En efecto', Almenara hacía depender el mal frances de
una constitucion viciosa de los humores, la cual tomaba ori
gen en el higado , y se propagaba desde este hasta las partes
genitales. Cataneo le atribuia á una depravacion general de
la masa de la. sangre causada por el veneno de los mestruos;
y aunque se empezaba ya á creer que la union de los dos se-
,xos era la causa mas frecuente de las afecciones que se des
arrollan en los órganos genitales, sin embargo creia que las
personas dotadas de un higado seco y caliente , y de un cere-
:bro húmedo y frio , propendian igualmente á ellas de un mo
do particular. Esta última hipótesis tuvo partidarios hasta el
fin del siglo XVII. El mismo Astruc, queriendo buscar has
ta la causa que habia producido la sifilis en América , creyó
no poder señalar otra mas que la acrimonia y la especie de
virulencia del flujo menstrual en los paises calientes, sin ad
§60
vertir que en tal caso deberia haberse desarrollado necesaria
mente la enfermedad en todos los paises de la tierra que go
zan de una temperatura habitual muy elevada.
Sin embargo entre las teorias antiguas, álas que mas pron
to se renunció fue á la de la influencia del higado j ála de la
influencia del flujo periódico de las mugeres. ]No sucediólo mis
mo respecto del abuso de los placeres del amor , pues siguieron
aun por mucho tiempo considerados como una causa poderosa
de enfermedades venéreas. En 1 580, Calvo, aunque admitia el
orígen americano, sin embargo no podia menos de creer (1)
que la falta de moderacion en los placeres del amor entre dos
personas , aunque perfectamente sanas, es capaz de producir en
ellas sintomas trasmisibles á otros individuos. Falk, Kemme,
Schaefíer, Sitoni , Sinibald, y otros muchos han creido lo mis
mo en estos últimos tiempos. Colle y Doleus se habian esten
dido aun á mas, pues admitieron que la sifilis se declara á
veces espontaneamente, sin previa infeccion y por la sola in
fluencia de un aíre depravado (2). Ademas no estaban distan-
tes de creer con los antiguos que el licor seminal se altera
cuando permanece mas tiempo del regular en sus reservonos,
y que se convierte de este modo en causa de muchas afeccio
nes de las partes genitales. Esta teoria erronea produjo tam-
(i) Tal vez, no por opinion propia, sino por asentirá dos pasages sin
gulares y luminosos que Valles dejó consignados en sus comentarios á las
epidemias de Hippócrates y que copio literalmente:
Vix unquam, dies, niii ex congresu cum sordida mullere nascitur (gatti-
cum). Turnetsi ex multo etiam congressu eum non sordidis nasci potte ex~
istimo.
... Ob solam venerii immoderatum usum cifra uilam contagionem fií (sen-
su meo) id vitium , quod morbum galiicum vulgo appeüant. ' h
(a) Esta opinion ha sido admitida tambien por M. Cullerier. He aquí
lo que se lee en el Diario general de medicina ( t. XLII, p. 19), en un in
forme dado a la sociedad del Hepartamenro, por MM. Heurteloup, Biron,
Roussille—Chamsern , Cullerier y Double : "Uno de vuestros comisiona
dos, M. Cullerier, nos ha declarado que todos los afios observaba algunos
casos de enfermedad venérea bien confirmados, cuyo origen era imposible
descubrir, y que, aun teniendo en consideracion los errores en que podia
haber caido con respecto á esto , no estaba enteramente distante de creer
que en algunas circunstancias, muy raras a la verdad, no pudiera la en
fermedad desarrollarse espontaneamente." Nótese que se trata aquí no de
síntomas primitivos, sino de afecciones reputadas por secundarias, y cuya
causa , segun anteriormente he procurado demostrar, es verosímil que resi
de en una irritacion crónica. de las visceras abdominales.
,
261
bien la monstruosa preocupacion , sostenida por algunos mé
dicos, como Colle, Hafinrreffer y Kniphof,de que se podia que
dar libre de una gonorrea , teniendo comercio con una don
cella ó con una negra, y esta otra no menos funesta , la cual
subsiste aun en el vulgo; á saber, que la eyaculaciqn sola pue
de comunicar la enfermedad. Pero se achacaba principalmen
te á la mezcla y á la corrupcion del sémen de muchos en las
partes genitales de la muger, y este fue uno de los princi
pales argumentos que alegaron los que rehusaban creer el
orígen moderno de la enfermedad. Tal era la doctrina que
profesaban Ucay (1), Harris, Dionis , Gandane y otros mu
chos aun. Sea lo que quiera de estos débiles restos de las opi
niones antiguas, en las cuales se fijaba poco la atencion, la
deprabacion escesiva de costumbres en la edad media , multi
plicó singularmente las afecciones de las partes genitales, de
lo cual debió resultar un estudio mas meditado de estas en
fermedades, y en consecuencia un grande cambio en las ideas
formadas de antemano sobre su causa y su orígen. Asi , en
el curso del siglo VIH , comenzaron los médicos á no conten
tarse con los limites de las cuatro especies de causas con que
se habian contentado sus predecesores, y atribuyeron la mayor
parte de las enfermedades venéreas á un estado particular,
que designaron con el nombre de impureza (j'(editas , fce/i-
ditas , sardes, inmundities) . Este estado se manifestaba
principalmente en las mugeres , y la que presentaba señales
de ella tomaba el epiteto de impura e inmunda (fada foetida
inmunda). No se encuentra esta espresion antes de Guiller
mo de Salicet , que parece haber sido el primero que la em
pleó (*£); pero se la halla casi á cad^a página en los escritos

(i) Ucay se espresa de este modo : "Es sabido q'ie si una joven per
fectamente sana, y aun doncella si se quiere, para escluir toda sospecha de
mal venéreo se acompañara de media docena de jóvenes tan sanos como ella,
y se entregara al ternativamen tea todos ellos, ó unos ú otros, adquirirían desde
luego la sifilisólacontraerian todos juntos porla repeticion de actos venereos."
fio puedo menos de hacer notar que en esta hipótesis de la produccion de
las enfermedades venéreas por la mezcla de espermas , como en la del ví-
rus sifilítico, y en todas las de los antiguos , se suponía el cuerpo inerte,
Ó recibiendo de un modo pasivo la impresion de la causa escitante.
(a) Los autores de la baja latinidad daban el epíteto defcetida, como
en otro tiempo los latinos el de impura á toda muger que se abandonaba
262
dé Lanfrac, de Gui de Chauliac, de Valescus, Argelata, y
de oiros autores de la edad inedia (1). Designaban con ella
un estado contagioso que se consideraba como muy terri
ble (iá), porque podia comprometer la vida de los que llegaban
á padecerle, y llegar á ser causa de enfermededes graves que
se trataban esclusivamente con remedios locales.. ..••- :,•i
al primero que se presentaba. Es probable que varios medicos de la edad
inedia hayan empleado alguna vez Jas palabrasfieda yfietida en este sen
tido ; pero la nota siguiente prueba que les daban tambien otra acepcion,
en la cual naturalmente no hablan podido pensar los escritores estraños aJ
arte de curar. ,'í> .... ' y*.-
(i) Tratando de pustulii qu;e adveniunt virgx propter convenationem
cum fíena mullere (II, tr. 30, C. 3) Argelata, cuya obra ha servido por
mucho tiempo de manual á los cirujanos , describe la impureza, del modo
siguiente: Ex materia venenosa quue retinetur inter prapfitium ei oellín)
virgos causantur htie pusfulíS tales per hunc mydum , quoniam ex reten-
tione íilias mater'ue qvx remanet inter pellem ét pr&putium' ex actiotte' vt*
TÍ cum fieda muliere , quae non retpirat , putreftt. Valescus se esplica tn
los mismos términos con corta diferencia ( L. VI, C, <$): úlcera et oustu-
ííf fiant in virga... Causee possunt esse vainas, vel attritio et coi'tus cum
fceda, vel inmunda, vel cancerosa muliere.., jfuvenibus frefíteníius acci-
'dunt , quod coeunt cara fce mina habeníe uleus i» matrice , cam íaa confa-
giositiite .inficiunt virgam , et in ea fit uleus- No se puedfi decir que tos
médicos de la edad media entendian por este estado contagioso el" verda
dero cáncer de la nutriz, en primer lugar porque en su tiempo se atribulan
á úlceras todos los flijos puriformes de cualquiera naturaleza que fuesen^
y en segundo lugar porque Valescus distinguió muy bian la muger impura
de la qua padece una afeccjan cancerosa. La poca precision que se advierte
en todo lo qus estos diversos escritores han dicho de la impureza de. las
mugeres, aunque evidentemente atribuian á ella ideas particulares , ha ha
cho creer que no veian en ella mas que una cosa accesoria , como por
ejemplo , la falta de limpieza, ó una materia saniosa y puriforme que obli
gaba al uso de lavatorios , tanto mas , cuanto que Gadesden dice : Siquis vult
membrum ab Omni corrupjione servare cum a muliere recidit.) quam forte
habet suspectam de intniftidiiice ,'lavet ii/umeum acuií, ciento, atina. Pero
reflexionando bien sobre este pasage , se halla en él, no tanto un precep
to de limpieza, como la indicacion de un medio considerado como preser
vativo contra las inflamaciones erisipelatosas, las ulceraciones y los fluíos
causados por la impureza de las mugeres , en la cual se veia «1 origen de
un principio contagioso que no manifestaba sus efectos sino de un modo
local. Asi pues no sih fundamento considero esta doctrina de la edad me
dia como la que ha conducido por grados á la teoria de las enfermedades
venereas que hoy se halla admitida. •:
(a) Las palabras de Valescus, en el pasage citado arriba indican bas
tante que este estado pasaba por contagioso. En cuanto al riesgo de las en
fermedades que resultaban de el lo comprueban las palabras periculous in-
firmity ofburning, insertas ett el reglamento de 1163 hecho para las man
cebias de Londres , y que Beckett ha referido.
263
La teoria de este estado de impureza continuó desarrollán
dose progresivamente. Se estendió de un modo insensible , y
poco á poco escluyó de la nosologia á las que habian rei
nado antes que ella. En lugar de creer con los antiguos que
las afecciones de las partes genitales dependian de una causa
interna, se admitió que resultaban de una accion morbosa
ejercida primitivamente al esterior sobre los órganos. Pero de*
jando de considerar estas enfermedades como crisis saludables
procuradas por las fuerzes medicatrices de la naturaleza , no se
tardó en venir al estremo de no ver en Jas partes afectadas
mas que un foco que exhalaba por todas partes hácia el inte
rior una atmósfera terrible de infeccion.
Es preciso sin embargo descender hasta Cataneo para
hallar una trasmision sensible de estas ideas sobre la impu
reza contagiosa de las mugeres á la doctrina actual. Cataneo,
cujas obras son efectivamente las primeras que nos manifies
tan vestigios confusos de esta última, admitia un virus, que
viene siempre del esterior, que se forma del flujo periódico
de las mugeres , y del cual se exonera el organismo por me.1
dio de las afecciones cutáneas, de los dolores y de las fluxio
nes en:las articulaciones. Vochs, su contemporaneo, suponia
que los alimentos groseros y mucosos producian en las estaj
eiones húmedas un fermento glutinoso y viscoso con vertido por
la naturaleza en un licor acre y pútrido que ella misma es
pele del cuerpo , ya prontamente escitando la mas aguda de
las enfermedades', la peste , ya lentamente, ocasionando la mas
crónica de las afecciones , la sifilis (1). En esta época que cor-
(i) Este pasage de Vochs ccmtribuye á confirmar lo que antes he di
cho a propósito de la epidemia del siglo XV. Es muy importante, porque
prueba que en la época en que este médico escribia, no solo se confun
dian las enfermedades venéreas con una enfermedad verdaderamente epi
démica, sino que tampoco.se consideraba esta ultima como una afeccion
nueva. En efecto , Schelig , uno de los primeros que han escrito sobre et
mal frances (malum de Francia , como él le llamaba), le clasifica en el
género fórmica, especie de exantema muy comun en otro tiempo, ,peroi
desconocida en el dia, ó designado bajo otro nombre; y añade: de nomi-,
nibus non est curandum. , ,cum r&x ipsa sit nota. Widmann le nombra tam
bien, pustula" fórmicales. , seu asafaticíe. Wimpheling dice que el mal fran
ces , non quidem ut vulgus opinatur nobus est morbus, sed superioribus
annij íam visus quam ¿egerrine perpessus. Widmann pretende haberle vis
to desde el año 1457 , y Torella asegura que la peste que reinaba en tiem
po del Emperador Heraclius no se diferenciaba de el.
264
responde al fia de lo» diez primeros años del siglo XVI, prin
cipiaba ya á creerse que el libertinage es la causa de casi to
das las enfermedades de las partes genitales, aunque estas no
hayan recibido el nombre de venereas hasta 1527, tiempo en
que se le dió Santiago de B -thencourt , y no Fernel , como
ha dicho Astruc. Benedelti aseguraba que dependen de la ac-
éion de un virus desarrollado en los humores que'se exhalan
de los órganos genitales, principalmente en las mugeres, y
que este virus ocasiona una discrasia general de los fluidos.
Asi es que al tratar de cada enfermedad no deja de hablar
de la influencia que ejerce sobre ella esta tintura venérea,
como él la llama. Designa como consecuencias de la discrasia
venérea una infinidad de accidentes, bien conocidos antes de
su tiempo , pero que ni remotamente se atribuian á seme
jante causa. Esta idea rectificó sin duda algunos errores, é
hizo conocer, por ejemplo, la conexion que existe entre los bu
bones y las úlceras de la membrana mucosa de las vias ge-
nito-urinarias; pero no tardó en adquirir una ostension pro
digiosa, y en crear la doctrina de las enfermedades venéreas
enmascaradas. La introduccion de esta doctrina en la noso
logia corresponde precisamente á la época en que se renun
ció á las antiguas teorias, y de ningun modo pertenece á
Baglivi, como se ha pretendido. Las opiniones da Benedetti
se adoptaron casi por todas partes, y desde entonces las di
versas afecciones venéreas ó tenidas por táles dejaron de
examinarse aísladamente por los escritores, los cuales princi
piaron á formar un solo cuerpo de doctrina (1),

(i) Sceber, á quien imitó despue» Vochs, habia considerado ya algu


nos años antes que Benedetti escas afecciones como una consecuencia cró
nica de la epidemia del siglo XV, como un resultado de los humores acri
moniosos, cuyo germen habia dejado en la economía. Asi es como se esta
bleció poco a poco la conexion entre las dos enfermedades. Se advierte
tambien que esta opinion se propagó de un modo muy rápido, porque Ma
nar en una carta escrita en i tíití á un tal Santana , dice que los antiguos
conocían bien todos los accidentes venéreos, pero que no habían obser
vado en las descripciones el orden y la conexion que existen entre ellos.
Este pasage es la prueba mas decisiva que puedo alegar en favor de mi
opinion sobre el origen de la teoría actual , y demuestra que dejarían de
emitirse muchas aserciones aventuradas con solo persuadirse que importa
Jeer las obras de medicina por orden cronológico , y notar de este modo
las modificaciones sucesivas de las doctrinas medicas.
265
. ' 'Juan de Vigó,' que abrazó este huevo sistema, 'creia 'yá;
que la enfermedad venérea reviste todas las especies de for
mas, y que puede complicarse con otras muchas afecciones.
Vella discurria casi del mismo modo, pues decia que las par
tes genitales de la muger segregan un moco abundante y:
poco elaborado , el cual acumulándose se corrompe é infesta'
despues á los hombr'es insinuándose en su sangre (1). Lo
que hay de mas notable es, que admitia ya la posibilidad de
lo que Fabre llamó despues adquirir la sifilis sin accidentes
primitivos , pues pretende que estos no se .declaran siempre
en los órganos genitales, sino que la materia putrescente pue
de absorverse insensiblemente y comunicar la enfermedad á
todo el cuerpo al cabo de un cierto tiempo, y por una espe
cie de simpatia, hipótesis que se atribuye generalmente á Hun-
ter, aunque Barthez podria reclamar la invencion. Mientras
que el calor vital interior resiste á esta materia , añade , las
partes naturales son las únicas afectadas. Pero si la naturale
za llaga á sucumbir en la lucha, se apodera la putrefaccion
de todos los humores del cuerpo; asi como si el veneno halla
la masa de estos últimos dispuesta ya á corromperse , la in
festa enteramente sin interesar los órganos genitales que son
comunmente el foco del contagio (2).
Estabaq pues sentadas las bases del sistema actual de la
sifilis; pero aun no se habia sacudido enteramente el yugo
del galenismo, y á las ideas nuevas se asociaba por una estra-
vagante mezcla las del médico de Pérgamo y de los árabes.
Paracelso fué el que allanó este paso, pues echó por tierra la
teoria de los cuatro humores, é hizo tomar á la doctrina nue
va toda la estension de que era susceptible. Él fué el prime
ro que sostuvo que el libertinage es únicamente el que pro
duce la sifilis, y que nadie la padece sin la influencia de Ve
nus , á no contraerla en el acto mismo de la concepcion. Él
(i) Tambien erigióen principio que la enfermedad tráhit originem apar-
iibus dbsccenis , tamquam á propria minera. ' ,
(¿i) Bella parte de este principio para esplicar porqué la enfermedad
venerea no ha sido conocida de los antiguos , y dice que si se manifestó en
el siglo XV fue solamente porque una constitucion particular de la atmós
fera contribuyó singularmente a aumentar la depravacion de los humores,
'6 a lo menos su tendencia á depravarse. Esta opinion se aproxima mu
cho a la de Leoniceno. ,••'•
Tomo /. 34
266
faé el primero que refirió á esta enfermedad uña infinidad de
accidentes que se habian atribuido siempre á causas de otr
especie, principalmente los bigos, las rágades, la gonorrea
écc. Fue tambien el primero en admitir que la tintura vené
rea ejerce su poderoso influjo sobre la mayor Aparte de las en
fermedades. En fin, fue el primero que se declaró contra el
uso de los sudorificos, y proclamó al mercurio solo y único
especifico.
Paracelso produjo una revolucion muy importante en to
das las partes de la medicina para que sus ideas sobre la si-
lilis no llegaran á percibirse. Fernel las adoptó todas , y aun
se propasó á mas , pues fue el primero que admitió positiva
mente un virus especifico, que se aloja en las partes genitales,
produce úlceras y bubones, ó la gonorrea, y ocasiona mas
tarde otros: accidentes cuando llega á introducirse en la ma
sa dela sangre. Asi escomo Fernel fue el primero que dis
tinguió los accidentes de la sifilis en primitivos y en conse
cutivos, ó en signos de infeccion, ya local, ya general. Des
de esta época es precisamente desde la que comenzaron ;i con
siderarse como sintomas diversos de una misma y sola enfer
medad , y desde la que el nombre de enfermedad venerea se
hizo de un uso general basta entre el vulgo.
Habia ya sin embargo muchos años que los médicos , en
consecuencia de la adopcion de las ideas de Paracelso comen
zaban á creer que el virus venéreo, una vez introducido en
el cuerpo, no podia ya destruirse jamas enteramente, ó á lo
menos no cedia sino despues de la resistencia mas pertinaz,
ganando de este modo cada vez masen la opinion general la
doctrina de las enfermedades .venéreas enmascaradas ó tras-
formadas. Efectivamente la hallamos indicada por Gui, de quien
dice que jamas debemos lisonjearnos de obtener una cura
cion radical en las personas que han sido una vez infestadas,
porque la afeccion se reproduce siempre bajo una forma cual
quiera; preocupacion cuyo poco fundamento procuró, aun
que en vano, demostrar Massaria, desde el año 1598, y fa
cual se difundió muy pronto con una rapidez prodigios. Se
pretendia principalmente que el padre y la madre podian tras
mitir el virus á sus hijos. Amaus Lusitanus refiere la his
toria de un hombre que se casó diez unos despues de haber
267;
contraido una enfermedad venérea ,' dé la cual se creyó" per
fectamente curado: su muger parió desde luego dos'níñossa.4
nos, y despues de 7 años de casada parió un tercero atacado
de una sifilis que el autor hace depender de la que, el padre
habia padecido 17 años antes. Capo, di Vacca no;BeíJtóanifesr'
tó menos crédulo. Vull Ruduis ádoptó tambien la opinión ge
neral. Silvatieus se estendióaun mas, pues pretendió que to
dos los hijos nacidos de padres atacados de la sifilis , tienen
necesariamente en si mismos esta enfermedad. Hercules de
Saxonia queria que fuera susceptible de adquirir, las formas
das diversas, ya pesar dela incompatibilidad de tísta opinion
con el or/gen americano, adoptada por él, no estaba distante
de hacer provenir de ella la plica polaca , en lo cual le ha
imitado Wolframm en estos últimos tiempos. Mor,Éon;Sidmitia
tambien, aunque á la verdad mas en teoria que .en 'práctica,,
una especie de tisis pulmonal producida por la supresion pre
matura de una gonorrea ó por la curacion muy acelerada de
una úkera venérea. IÍ•!I.'Í .c¡;i . '•.
Baglibi dominado por la opinion común , creia que el
virus, una vez introducido en el cuerpo, no poflia /verificarse
jamas su total espulsion, y que los remedios empleados para
combatirle moderan sin duda su acrimonia, pero no le des r
truyen ; de suerte que al cabo de mas ó menos, tiempo apa
rece de nuevo bajola forma de otras enfermedades, frustran
do asi la sagacidad del médico mas hábil cuando no sospechan
la verdadera causa de las enfermedades que se presentan á su
observacion. Por lo demas, Baglibi indicó á lo menos lo que
ninguno habia hecho todavia, una señal que creia á propósito
para poder conocer las enfermedades venéreas énnaarEcdradas,
á saber, una sensacion de dolor fijo en el esternon. Aun
que esta señal sea ilusoria, sin embargo se debe agradecer á
Baglibi el haber conocido que una decision magistral no prue
ba nada en una ciencia establecida sobre hechos, y que cuan
do se admite la realidad de un estado morboso cualquiera • es
preciso saber asignarle. caractéres por los cuales puedan los
demas conocerle: ' ; j.iV.u . !fii•.-o^ . .UOM,;V••:•./ r! ^
Hofmann cayó en el mismo error, que .era el 'del siglo,
y del cual tampoco supo librarse Stahl, pueárao üabñend? lo
grado curar un niño de una enfermedad que le quitó la vida
268
á los 7 años, despues de haber gozado hasta entonces de una
buena salud, y no pudiendo asignar ninguna causa á esta
afeccion, sospechó que este niño habia sido contagiado por
la leche de su nodriza. Tambien sostuvo que la cesacion de
los accidentes venéreos no es una razon suficiente para creer
aniquilada la causa que les ha dado orígen. Asi es como se
desarrollaron poco á poco los gérmenes de opiniones que echa
ron bien pronto profundas raíces, y que combinadas con
las hipótesis de Boerahave sobre el asiento del virus venéreo
en el tejido pingüedinoso, crearon el deplorable método' cu
rativo por la salivacion. Werlhof pensaba del mismo modo
que Slahl; y si Astruc no adoptó su opinion de un modo po
sitivo, tampoco la desechó completamente.
i • A mediados del siglo XVIII fue principalmente cuando
Ja doctrina de las enfermedades venéreas degeneradas, conse
cuencia natural de la adopcion de un virus sifilitico , adqui
rió un ascendiente general y cuando se la redujo realmente á
sistema. Furstenau llegó hasta á pensar que todas las afeccio
nes histéricas dependen de un virus venereo oculto ó retro-
pulso en el cuerpo por un método curativo mal dirigido. No
habiendo podido curar un niño á quien sobrevino una inflar
íuncion en dos dedos, dedujo que el cuerpo del enfermo
ocultaba el germen adormecido de una virulencia sifilitica,
tanto mas., cuanto que la madre habia muerto tisica , y que
el padre habia observado una conducta muy desarreglada.
Gallos creia tambien que el histerismo tenia muchas veces un
:carácter venéreo , porque habiendo administrado el mercurio
•Á 'riña muger que le padecia , observó que se curó despues
de haber sufrido una salivacion abundante. Burggraf refirien
do los .pormenores de la inspeccion del cadáver de un nino
muerto de raquitis , atribuye esta enfermedad á una gonorrea
<jue el padre habia padecido en su juventud. Tambien Raus-
chert atribuye una caries general de los huesos del cuerpo,
4e .lo cual cita «n ejemplo curioso, á una enfermedad .vené
rela •héreditaria ? ó en otros términos, trasmitida por el acto
de la concepcion. Agostini , persuadido de que el virus pue
de permanecer por mucho tiempo adormecido sin manifestar
su presencia, calificó de venéreos, sin decir porqué señales,
•los, dolores de que: estaba atormentada una religiosa de 40
269
años, y los atribuyó á la infeccion que la nodriza de esta ha-
bia debido comunicarle (1).
Sin embargo, ninguno ha contribuido mas que Rosen
á propagar la doctrina de las enfermedades venéreas degene
radas, y sobre todo la de la trasmision .de la sifiljs de padres
á hijos, ó de su trasmisibilidad por la lactancia. Este médico
la estendió cuanto era posible , y adoptó sin exámen todos
los hechos que le parecieren propios para apoyarla. Asi es
que dos personas, que habian gozado 'de buena salud hasta
los 30 años, por haber esperimentado á esta época accidentes
venéreos, y pretender que dependian de la leche de su no
driza, Rosen tuvo esta esplicacion por satisfactoria. Un niño
de 9 años tuvo costras lácteas y aftas, y se curó de ellas á
beneficio del mercurio, ó tal vez solamente durante su admi
nistracion; de esto deduce el autor que estas afecciones eran
venéreas, y,lo esplica diciendo que la muger encargada de

(«) Las enfermedades venéreas, reales ó tenidas por tales que se ob


servaban a vecls en algunas clases de personas , contribuyeron mas qué
ninguna otra tíausa a inventar la doctriító de la trasmisibilidad del virus
por la vía de la generacion, del, mismo niodo que en el siglo XVI habian
inducido á los médicos á exagerar en estremo la influencia de la constitu
cion atmosférica. Esto lo acreditan bastante las palabras de Almenara y
de Bethencourt, quienes dicen que se debe admitir en caridad (pie creden-
dumesi) esta causa cuando se trata de cierta chse de personas. Se tiene
tambien la prueba en el pasage siguiente' de , Victorius , escrito en 1551:
Gallicus progenitur mofbus adhuc nullo preexistente commertio iiiri cura
múflete , et contra. Sane cccurrerunt tnihi honestts et tanatte mulieres impe-
netrabilibus arcibusoiíera/e, sub ardua quippe et inviolabiii custodia qute
ex presentís cceli statu adque ex statu humorum ex eis putrescentiúm , cuip
ítatu imbecillium niembrprum malo futo in gallicum cectdere mtrbum.
Cuando cayeron las antiguas teorías y fue admitida por. todas partes la de
un virus específico, y no se pudo, ya acusar la depravacion del aire y &
achacó siempre por caridad al acto de la concepcion ó. al de la lactancia.
Asi es que Bru^dice á proposito del pasage de Victorius que en el dia cier-
.tamente seria profanar los apreciables epítetos de santo y honesto, el
aplicarlos á ciertas personas afectadas de la sifilís ,' porque es 'bien seguro
que solo por el pecado pueden haberla adquirido........ La sospecha seria
legitima sin duda si se tratara de afecciones locales, sobre todo en los ór
ganos dela generacion } .pero nclo'ser'ia sí solo recaía sobre síntomas con
secutivos , ó sobre algunos de aquellos que se consideran como propios de
la sífilis confirmada, por ejemplo, los dolores , los exostoses, las pústulas,
puesto que estas afecciones pueden depender de mil causas diversas, y que
por mas que se haya 'dicho no es cierto que muchas de ellas dependan siem
pre de una enfermedad venérea primitiva. ."•'
270
destetar al niño, teniendo como todas las nodrizas la mala
costumbre de pasar por su boca la papilla que le daba, le ha
bia comunicado la enfermedad de que probablemente estaba
atacada. Este médico, cuyo libro traducido en todas las len
guas de Europa, ha sido por mucho tiempo el código predia
leelo de medicina popular, dice en otra parte, .que si él vi
rus pasa asi de padres á hijos, sin manifestar su presencia
en los primeros, es porque absorvido de seguida por indivi
duos muy obesos ., no produce en ellos ningun sintoma sen
sible durante toda su vida, pero pasa al cuerpo del i'cto con
al sangre de la madre. Cuando tiene 'mucha acrimonia mata
al embrion; y cuando tiene menos llega este á su término,
y no se altera su salud sino al cabo de mas ó menos tiempo,
.pues siempre que se encuentra una enfermedad crónica y
que se resiste á los remedios , debe sospecharse constantemen
te la existencia de un virus oculto. Este Proteo, como le lla
ma Lieutaud, se presenta bajo todas las formas, y toma to
dos los disfraces imaginables. En las personas obesas es par
ticularmente en las que suele quedar frecuentemente en inac
cion, s.in dar señal ninguna de su presencia; pero basta
una revolucion general en la economia , una enfermedad gra
ve, el uso de aguas minerales ferruginosas ó de otras pre
paraciones marciales, las pasiones violentas, el esceso en los
placeres de la mesa, un ejercicio inmoderado, en fin, el trán
sito de un clima frio á un pais caliente, para que aparezca
de nuevo bajo la forma de alecciones sifiliticas mas ó menos
caracterizadas, mas ó menos complicadas , mas ó menos des
figuradas.
' ' /Aunque' bstas ideas eran ya muy estravagantes., no tarda
ron en presentarse mucho mas sencillas aun, pues &c admi
tió que la presencia continuada del virus solamente mitiga
do por los¡ remedios, es una causa poderosa de" la degrada
cion física y moral del género humano. Rosen no titubeó en
sostener esta hipótesis ; pero Sanchez le escedió aun si es po
sible, afirmándo que el mal venéreo aniquilará tarde ó tem
prano la sociedad, y que algun dia será en. Europa la causa
de una revolucion semejante á la que destruyó el imperio
romano. j(]5ó4ó'' pijes' ^é concillaban estas estravagan tes aser
ciones con otra hipótesis tan generalizada como ellas , la de la
871'
mitigacion, progresiva dela enfermedad desde el siglo XV.?
Thierri no se atrevióá tanto como Sanchez, y se contentó
con decir que la enfermedad venérea heredada por los niños
no comunica la infeccion sin duda , pero que la alteracion
de los gérmenes se deja, conocer por la debilidad de los ór.-
ganos principales , sobre todo del cerebro; como puede juz-^
garse por la falta de aplicacion, la ligereza , y la poca constan*
cia en las ideas y en el carácter.
• - Asi no contentándose con haber turbado para siempre
el reposo de aquellos que habian padecido alguna vez la si.,.
filis, se pretendió tambien hacerla gravitar hasta sobre aque
llos que no la habian padecido directamente , y ponerlos en
continua zozobra con respecto á la intemperancia de sus pa
dres, cuyas consecuencias funestas podian estenderse hasta
ellos. Rosen afirmó sin reparo ninguno que toda persona afei
tada de úlceras venéreas , que hayan desaparecido repentina
mente , ó que hayan sido curadas solo con un método local,
de una gonorrea que haya durado mucho tiempo, ó que se
haya curado demasiado pronto, de induraciones de las glán
dulas inguinales, &c. , por sana que esté en •apariencia, es
tá sin embargo enferma en el fondo, y necesita tomar mer
curio para recobrar realmente la salud. De aqui el consejo
.que da de examinar escrupulosamente su conducta antes de
casarse, á fin de convencerse de no haber padecido jamas ó
de esfar bien curado ; y en el caso en que haya solamente
la mas leve duda, someterse por pura precaucion al méto
do mercurial, aunque no haya la menor indicacion racional
para recurrir á el. INo echó de ver que este consejo era in
compatible con la supuesta imposibilidad de aniquilar todos
los restos del virus en el cuerpo, y que la hipotesis de la
trasmision de este virus de padres á hijos le hace aplicable
á todos los individuos sin escepcion, puesto que si no tie
nen ningun temor por su parte, nunca deben estar tran
quilos con respecto á la conducta que han podido tener sus
padres ó abuelos. ,i••*;: C*iJjri¡:,n ..Ti •
La teoria de las enfermedades venéreas trasformadas hi
zo rápidos progresos desde Rosen. Verdad es que Van Swie-
ten la coartó un poco negando su asenso á la herencia. del
virus, pero Stoll la adoptó eu el sentido ma* estenso, Fabre,
272
que fue uno de sus mas accérrimos partidarios , declaró que
no hay una sola enfermedad crónica que no pueda producir
el virus venéreo; que siempre que una afeccion se resiste te
nazmente á los remedios mas bien indicados, no debe titu
bearse en sospechar su presencia, y que la apariencia mas fu
gaz debe bastar para resolverse á la administracion de los an-
tisifiliticos. Hecker modificando un poco las ideas de sus pre
decesores, relativas á la posibilidad de una. degradacion su
cesiva del genero humano por la influencia de la sífilis , sos
tuvo que esta no se diferencia de las escrófulas , ó mas bien
que estas son una degeneracion de aquella , opinion que M,
Hufeland habia emitido ya antes que él , y que se encuentra
aun antes en Pujol.
En fin , despues de haberse limitado por mucho tiempo
. los médicos á copiarse unos á otros servilmente , sobrepujan
do siempre los unos á los otros , conocieron la necesidad de
someter al exámen de la critica una teoria á la cual no era
ya posible añadir nada. Andree, sucesor celoso de Van Swie-
ten, atacó la doctrina de las enfermedades venéreas trasfor-
madas del modo mas vigoroso; demostró qué esta doctrina
era hija de la ignorancia de las causas y del verdadero ca-,
rácter de las afecciones colocadas en esta categoria. liosquillon
tampoco condescendió con ella. "Me inclino, dice, á conside
rar todo lo que se ha dicho de los efectos del virus venéreo
hereditario, como el fruto de una imaginacion exaltada, ó
de la ignorancia. Parece demostrado que este virus no deja
vestigios que permanezcan ocultos por muchos arios, y que
no se desarrollen sino á la edad de la pubertad, ó hacia la
declinacion de la vida. Los que han admitido esta hipótesis
han tomado por sintomas del virus sifilitico ciertas enferme
dades producidas por una constitucion atmosférica parti
cular."
Girtanner desechó al principio completamente esta teoria.
Bretschneider hizo lo mismo, pero sin manifestar un escep
ticismo tan absoluto, pues admitió tambien ciertas enferme
dades venéreas ¿ronicas, epiteto que Sanchez habia sustituido
al de degeneradas. Stieglitz refutó como absurda y contraria
tanto á la sana fisica como á la observacion, la idea de hacer
depender algunas enfermedades de un virus hereditario; pero
&>Ier¿t»«íaéeste: viras
«adoptateme ; si h man'ifestai'se por , ningún sin toma pefc'ep-
tible;á los sentidos, y .que es capafc'skí producir .afecciones
que no se consideran como venéreas, tanto. porque no cor
responden al número de stís «foctbs1 ordinarios ,. cuanto por-
que-pueden depender tambien de' étrá. cawsa 'morbifica.; ;Gir-
tanner objetó con i!raz<iM|i qtíe rfo 46 puede ¡decir que hay en
fermedad venérea oculta cuandcfel^irtii no manifiesta su pre
sencia en el cuerpo por ni&gun ^sintoma ; porque aun su
poniendo dembstrada^su1B^isteocia', la 'cuestionJBC Jfedueiria.
enwnees á'eábe'r ; no ^i4iá"diseminado¡realm«nte.feoilia'iBCÓñoP
mía',. si no si ha turbado la¿ foni(!Í0né8/iDoaJÍftíwii>ísftt ámbar-'
g» por la' autoridad de Stieglitü', cujja :obra ,es una de las mas
notables entre.las que se han publicado en estos últimos tiem
pos; modificó la opinion qne .habia • emitido al principio , y
adoptó la hipótesis <le las ertfeí'ttieáádes venéreas ocultas de
la seguida ííerie. Siti csmyrgó'eslclartí que estas han sido'ad^'
tañidas únicaruént^ & p^drí'; íiorq^'ge'dieriviin muy natural-
mente del sistema recibido con respecto á la sifilis. La dificul
tad está en probar que existen en realidad y en asignarles ca^
ractéres distintivos, 'p'u'es el únlQo^queyse puede dar eis $u éün
rabilidad por medió del mercurio 'ó durante su administra
cion. Paftiendo de este principio, mucha* enfermedades' que'
nadie ha pensado nunca en incluir en el cuadro de la sifilis,
deberian colocarse en él; puesto 'que han sido algunas veces
tratadas con buen éxito :pdr,' tegíffitífc «riales , al paso que déy
beriari eácluirífe de la clase; de'líl»tf ^rdaderas eafermedades
venéreas oiras afecciones que siám'pre.se han. referido á ella,
y ?qu6' tambien le pertenecen incontestablemente porque él.
mercurio sea inútil, á' veces contra ellas ó las agrave; Este es
justamente el caso de decir, con Bosquillon, que el método
caratívo que ha producido lbueni••resultado:ia^'basta 'eii'tiin.i
gana circunstancia para caracterizar la naturaleza de una en-
fermedad. .J. ' .",¡ < ,.iaau:;niw>í.Ii nohiijo .;'• iirkioiAlcirnl»^
;: Sin embargo el abaso 'que se habia hecho progresiva.men.*
te de la teoria inventada en la edad 'media , y Tos estravioá
£ qtie condujo por grados , ¿rtáacierdn por fin á algunós^iflé4
dicos á reilexionar seriamente sobrelas doctrinas que él tiem
po parecia haber sancionado. Estas meditaciones tuvieron por.
Tomo I. 35
resultado el dar lugar á dudas sobre la existencia real del
nuevo Proteo, á cuyas trasiormaciones, ó desfiguraciones
se habian ido atribuyendo poco á poco la mayor parte dé
las enfermedades. ; ; , .-...i o : a[.
. Balfouiv fundándose tal vez en la autoridad de Boeraha-
ve, quien diez y seis aii'os antes habia comparado la gonor
rea al coriza, sostuvoy^ en 1767 que la flegmasia simple
de la membrana mucosa de los órganos genitales no es una
dependencia de la sifilis. Ellis adoptó esta opinion que Todc
y Dunean desarrollaron despues, pero á la cual dio Bell prin
cipalmente la mas grande estension. A pesar de los esfuerzos
de Andree, Oimann, .Baldirigcr, Sinunons, Mclzger , Cullen
Hunter y Harrison, el; práctico ingles causó una revolucion
general en Europa, si se esceptua «in embargo la Francia,
en la cual Bosquillon intentó en vano popularizar sus ideas,
y donde se continuó bastante generalmente en la persuasion
de que la gonorrea estaba producida por^uq \lurus yenéreo.
-[, Ya era. mucho sin duda haber separado la gonorrea de
la sifilis, y haber limitado esta última á las ulceraciones ya
sus consecuencias, pues se la despojaba de este modo de su
principal atributo. Pero no.pfrró en esto, pues hasta las mis*
mas úlceras venéreas se sustrajeron también á su domina
cion, aunque á la verdad de^un modo menos absoluto. .Gack-
burne fue el primero entre los modernos que empleó las
armas del raciocinio y los datos de la esperiencia para probar
que se pueden curar las úlceras venéreas de un modo pura
mente local, porque es raro, qué curadas de este modo se des
arrolle la si (ilis general. El mismo Astruc, á pesar de sus pre
ocupaciones, pensaba casi del mismo modo, porque aunque
consideraba las úlceras venéreas como la puerta principal por
donde el virus entraba en el cuerpo, sin embargo asegura
ba que muchas veces se curaban por si mismas ein que el en-
íermo espcrinienlase en lo sucesivo el menor síntoma de sifilis.
Esta era tambien la opinion deGirtanner, pues declara positi
vamente que rara.' ved sobreviene la infeccion general á las
úlceras venéreas curadas Vocalmente, aunque sin embargo
pretendia que se debia recurrir siempre al metodo curativo
general por pura precaucion, puesto que, si es inútil, no
Cu} i. .•' *• ir •••;;•• i. :'': ..i.,i/ i v;;::í'í.; :. »!n: .j'h..- •> n.,
•• i
*.i, . .i • . I^
275
puede á lo menos danar, asercion manifiestamente contraria
á la esperiencia. / /"a ,.• ,0ii...... < :,•ü:•• I.-, ^ni.n...•'. ¡H i.
'fcl edificio oeTia sifilis, cuya construccion habia' costado
cerca de tres siglos, llegó á verse conmovido hasta en sus
cimientos , desde que en las flegmasias de las partes genita
les, simples ó terminadas por ulceraciones, no se vio mas que
afecciones locales susceptibles de curarse por un método pu
ramente local tambien. Solo pues faltaba un paso que dar para
.derribarle enteramente, pues no le quedaba ya al virus ve
néreo otro camino para introducirse en la economia mas que
la absorcion directa, sin previa inflamacion ni ulceracion.
Todavia los fenómenos mejor estudiados de la sifilia desarro
llada sin previos sintomas locales debieron inducir grandes
modificaciones en las ideas recibidas' acerca de este virus,
desde que se reconoció que la aplicacion de un liquido mor
boso no es absolutamente necesaria para darle origen,
y que bastan para esto los Vapores5 embalados por una super
ficie inflamada. Esta conclusion emanaba naturalmente de un
hecho observado por M..' SehailV quien contrajo un bubon
axilar, esponiendo ' muchas 'teces al dia uno de sus dedos
recientemente curado de uri panadizo, y privado aun de epi
dermis, á las emanaciones de una gonorrea que padecia.
Asi no solo se veia atacada por médicos ••recdméridafbleis
la heredabilidad ó* trasmisión de padres á h'ijbs de las ehFer.i
tnedades venéreáá; dest'ruida la de la sifilis oculta, o* á lo me*
nos considerablemente reducida ; y adoptada de un modo
mas ó menos franco la localizacion de las enfermedades ve.4
nereas> sino que tambien estaba amenazada la existencia del
mismo virus venéreo; y habia hecho concebir dudas, qué
iban siempre en aumento; 'Ya hacia mucho tiempo 'que ger
minaban todas estas ideas en los entendimientos: en efecto,
Musitano habia empleado todos los resortes de la dialéctica
para probar que no ,hay. 'tal enfermedad venérea , sino sola-.
mente enfermedades diversas producidas por el coitoi 'Sina^-
pius se habia esforzado tambien para demostrar que esta en
fermedad no existe , que no debe su origen mas que á la ig
norancia de la mayor parte de los que ejercen el arte de cu
rar, y que se deben desechar todas las preparaciones mer
curiales, todos los sudorificos importados de las Indias á tanta
§76
costa, para limitarse ii los remedios simples de nuestro país
á la bardana, al cardo santo, al box , &c. ; pero perdió
su causa tjuel iendo reproducir una Opinion anticuada : la de
que los accidentes que se consideran como otros tantos sin
tomas de la sifilis, son casi siempre el resultado de la conti
nencia. Loa inconvenientes bien comprobados del mercurio
hicieron despues que *e atribuyeran las enfermedades .vené-
reas á la administracion de •.oste medicamento. Yo no insis
tiré aqui sobre el modo de pensar de Linder, que creía que
el mercurio aniquilaba la facultad de engendrar, matándo
los animalillos espermáticos , como ni tampoco sobre el de
Agostini que le atribuia la estranguria llamada venerea , por
que la primera ile estas dos hipótesis no merece una re
futacion seria ; y porque con respecto á la segunda, está bien
reconocido que la dificultad de orinar depende de una dege
neracion de la membrana mucosa de la uretra causada por
una irritacion crónica, que empieza por estrechar el conduc
to y acaba por cerrarle. Pero poco á poco se regularizaban
estas ideas. Ritter sostuvo en 1 747 una tésis, en la cual ase
guraba que los sintomas mas terribles de la sililis no depen
den tanto de la enfermedad misma como del uso del mercu
rio. Kornbeck desarrolló masaun esta asercion en \ 776. Se lle
gó hasta á»econocer una enfermedad mercurial una distinta de
la enfermedad venérea , y á atribuir á la primera una infi
nidad de enfermedades que antes se habian atribuido á la se
gunda. En 1811 un escritor anónimo atacó abiertamente las
doctrinas recibidas , y afirmó que no habia enfermedad vene
rea; que el estado morboso que se designa con este nombre
no es mas que la reunion de una multitud de afecciones
morbosas, de naturaleza diferente, y que el virus á que se
atribuyen como causa, no ha existido jamas (1), Yo. publi
qué despues, en 1816, una serie de articulos (2) dirigidos
á reunir todas las pruebas históricas que militan en favor
de esta opinion, porque me pareció que la mejor critica que
-1:0 / '.'J OT;i: ''í".T ...';." o'.l iJ''C. , V, . 'r. ."• • . " ... : í: ,?i:d iM'"* • I
(i). foire ¡a no existencia de la enfermedad venérea, Paris y Estras
burgo, 1811, en 8.°
(a) Consideraciones históricas y criticas totre la sifilis $ en el Diario
universal de ciencias médicas , t. I, II, y III. Este escrito se tradujo en
épete. Filadelfia , i8»3(.en.8.0.i ,:,
277
podia hacerse de la doctrina actualmente recibidá consistia
en analizarla desde su origen, y en ir notando los desarrollos
SUCesivOS... ,. ; . .,:i.• >n,. .; ..• :.. f'.i.if.íll
Mi Memoria, acogida favorablemente, promovió algunos
trabajos análogos, entre los cuales se distingue principalmen
te el del Dr. Lefeure (1), é inspiró, con respecto á la exis
tencia del virus venéreo y de la sifilis, como especie distin
ta de enfermedad ; dudas , que corroboraron desde luego los
bellos esperimentos de los médicos ingleses (2), repetidos
entre nosotros por MM. Richoud y Bobillier, sobre el mé
todo curativo delas enfermedades venéreas sin mercurio, asi
como las tentativas de M. Carmichael para demostrar que un
solo virus- sifilitico no basta, y que es preciso admitir muchos
para esplicar las diversas modificaciones que presentan las
afecciones venéreas de las partes genitales. , .
Voy ahora á esponer circunstanciadamente la teoria del
virus venéreo, tal como se la concibe en el dia , despues de
lo cual procuraré hacer ver que si es insuficiente y centrar
dictoria con. respecto á la teoria , es peligrosa con respecto á
la práctica. . , ¿

CAPÍTULO VL ,-
- ^ .... , . De la teoria actual del virus venéreo.¿ : .,, . ,:/\

.Estando casi generalmente admitida la teoria del virus ve


nereo, podria creerse que sus partidarios han conseguido cons
tituirla en un cuerpo de doctrina tan regular, que sea sen-,
cilio y fácil dar á conocer los dogmas que le sirven de base.
En, efecto, seria natural pensar que habiendo sido personifi
cado este virus y representado como una especie de genio
maléfico que atormenta sus victimas de mil modos diferen-
¡ ' :.!..! ¡: • ' i.:. <..-. •> '...• ti'j 0.0
(i) Consideraciones criticas 'sobre el virus venéreo y sobre el uso del
mercurio en la curacion de la sifilis, en los boletines de la Societiád ••mé
dica de emulacion, 1824, p. 33,65 y 149. . :.:, •:'/ ?.¡il ri> oihortí
(a) A propósito de estos esperimentos, dice M. Georget: "he aquí
pues un supuesto especifico y un famoso veneno de menos que oponer a
una enfermedad que hacia ya por si misma bastantes 'estragos sin necesi
dad de auxiliares en su accion destructora. " .¡.tes jfo
278
tes , su historia llevaria en todas sus partes el sello del me'to-
do y de la claridad; pero bien lejos de ser asi, reinan en tales
términos el desórden , la confusion, la incertid timbre y la
contradiccion en todo lo concerniente á su origen, su natura
leza , sus atributos, su accion y su propagacion, que tal
vez no hay doctrina médica cuya esposicion completa presen
te tantas dificultades. Sin embargo se la puede reducir á un
cierto número de corolarios que reunan bajo una forma dog
mática las aserciones esparcidas en los libros , y presenten
de este modo un cuadro fiel y bastante bien coordinado de las
opiniones que nadie hasta ahora ha tenido la idea de reunir y
de clasificar. Estos corolarios son Jos siguientes :
El virus venéreo es un ente particular: una materia es
pecificamente diferente de todas las demas..
No se conoce su naturaleza, pero sé juzga de su accion
por los efectos que produce.
Pertenece esclusivamente á la especie humana, y no se en
cuentra en los animales.
i' '.'i No se desarrolla espontaneamente, sino que se trasmite
siempre de individuo á individuo.
Es una materia fija , no volátil , que existe y se comuni
ca constantemente bajo la forma de liquido , por contacto in
mediato.
Puesto en relacion con una snperfície viva cualquiera, es
cita comunmente en el sitio de su aplicacion una irritacion
ó una inflamacion de naturaleza especial , y tal que la parte
enferma produce á su vez una materia enteramente semejan
te á la que la puso en estado patológico.
• No se limita á. producir la irritacion ó la inflamación de
las partes que toca, sino que penetra tambien en el resto de
la economia.
•:t Algunas veces, lo que sin embargo- es raro, se introdu
ce en el cuerpo sin haber producido ninguna irritacion local
perceptible..
4 «Stt.antroíJuCcion ,se verifica por la via de la absorcion , por
medio de los vasos linfáticos.
Una vez introducido se mezcla con la linfa , con la cual
pasa á la sangre misma , y despues á los humores que emanan
de esta. " f.• ...
279
. . Su accion se dirige ai principio álos fluidos , y no ataca
a los sólidos sino secundariamente. . '••:.-.i
Mezclándose con la masa de los humores altera su com
posicion.
..-... :ta alteracion que les hace sufrir no depende tanto de su
mezcla con ellos, como de la facultad que posee de asimilar
á su propia naturaleza los fluidos del cuerpo, con los cuales
se halla mezclado.
De aqui es que la mas pequeña particula de este virus
basta para escitar tarde ó temprano los mayores desórdenes.
la asimilacion de los fluidos puede ser lenta ó acelerada
por una infinidad de circunstancias.
Mientras que el virus, ya el que procede de la absorcion
directa, ó ya el producido por asimilacion , no existe sino en
pequeña cantidad, no resulta ningun efecto inmediato ó
sensible. •¡ ^ .\
Este agente puede pues permanecer mucho tiempo ocul
to é inerte en la economia. .' • .',:-• '• ¡•'
Puede tambien existir en ella por mucho tiempo, y no
producir mas que afecciones generales, como la fiebre, sin
ocasionar jamas ninguna lesion local > y oculta use despuesipa~
jpa aparecer de .nuevo mas tarde, de suerte que jamas haya'
certeza de la curacion perfecta de las enfermedades que pro
duce , por no haber nada que indique su espulsion completa.
Parece que necesita en ciertos casos de alguna causa esci*
tante que estimule y ,reanime su energia. •'!. .(.'.'. :'•i .
Solo cuando se halla acumulado en cierta cantidad es
cuando puede producir irritacion. En tal caso se fija en va
rias partes del cuerpo , las inflama y ocasiona desórdenes mas
ó menos considerables. ... '
.Desde que entra en accion desarrolla una serie determi
nada y regular ¡de accidentes , cuya reunion .constituye la en
fermedad especial llamada sífilis ó,gálico. i • iu:..';3.
Estos, accidentes no ceden sino á un método curativo
particular: á un medicamento especifico como ellos.
La naturaleza .por si sola jamas puede curarlos. :•' •''• n
Una vez mezclado el virus con la masa de los humores, con- •
tinúa alterándolos, asi como tambien á los 'sólidos , hasta que
el arte consigue su completa espulsion ó su neutralizacion. '>
280
Puede trasmitirse de padres á hijos por la via de la pro<
creacion , y aun saltar de una generacion á otra tercera , de
jando intacta la intermedia.
Puede comunicarse de un individuo á otro, aun cuando
no exista en el cuerpo sino en estado latente, y aunque no
se anuncie por ninguna señal esterior de enfermedad.
Puede sufrir varias modificaciones en su intension ó en sa
naturaleza , es decir , exasperarse ó mitigarse , segun las cir*
cunstancias de los tiempos, de los lugares &c. , y aun dege
nerar ó convertirse en otros virus. . ?. .••{
He creido que debia presentar estas diversas proposicio
nes en el órden , segun el cual parecen encadenarse mas na
turalmente', y derivarse mas de otras ; pero á fin de evitar re
peticiones , no seguire' el mismo rumbo de un modo rigu
roso en el exámen critico que voy á hacer ahora.
\.° Se ha trabajado por mucho tiempo en indagar si el
virus venéréo era ácido, alcalino, corrosivo, acre, pútrido,
y aun animado, es decir, compuesto de animalillos vivien
tes , cualidades que le concedieron unas despues de otras en
virtud de algunos de los fenómenos atribuidos á su accion so
bre la economia, ó sola me rite por la influencia de algunas teorías
recibidas en patologia general. Pero despues de largas diva
gaciones , se ha llegado por final convencimiento de que, co
mo lo ha dicho muy bien Bell , nada podria establecerse con
relacion á esto , mas que hipótesis gratuitas , mientras no se
halle el medio, desconocido hasta el dia,, de obtener el virus
en estado simple y sin mezcla. Asi pues se ha renunciado á
la indagacion de la causa , de la naturaleza ó de la composi
cion quimica de este agente, y generalmente quedan satisfe
chos en el dia los médicos con considerar pura y simplemen
te su existencia como un hecho averiguado e incontestable.
Si a embargo, los que establecen este axioma no refieren nin
guna prueba en su apoyo , y aun convienen esplicitameritc
en que no se puede demostrar, puesto que confiesan la im
posibilidad de sujetar el virus á los sentidos. Asi pues la ad
mision de este último no tiene oías fundamento que el sic
volo, slc jubeoi.' .1 iib i: ~ j«l .:• •) reír • l.¡»'. .:?.«• ni :\S'.' .' .vJ
n:. Hay mas aun: la naturaleza del virus venéreo no se con-
cilia .coa las ideas: generalmente admitidas con relacion á los
281
virus; pues en efecto, ¿que sentido se da á esta última es-
presion.? Dumas, y MM. Nacquart y Marc nos lo van á de
cir. Damas llama virus á todo principio que produce una
irritacion proporcionada á su fuerza inherente en las partes
sometidas á'«u accion inmediata, y cuyos efectos, aunque va-
riableá en razon "de las causas generales que las modifican al;
infinito , siguen sin embargo un curso constante, en el con-'
cepto de que son siempre relativos .á la naturaleza y á las
cualidades de la materia activa. Segun M. INacquart, un virus
es un principio, un gérmen, que, idéntico siempre, no ha-'
ce mas que trasportarse de. un individuo á otro , casi sin alAi
terarse , y que produce enfermedades esencialmente las mis
mas, cualesquiera que sean los tiempos, las circunstancias y
los lugares en que se observan. En fin, segun M. Marc, es
un liquido particular que posee incontestablemente la facul-.
tad contagiosa, y del cual hasta la mas pequeña cantidad reune
en si todas las condiciones necesarias para el desarrollo dela.
enfermedad , y basta para reproducirla siempre absolutamen-'
te' la misma. •, i •
La poca conformidad que se advierte entre estas tres de
finiciones , anuncia ya cuan vaga es la nocion sobre que se
versan. Pero tomándolas como son en si, '¿se ve que el virus'
venéreo posee las condiciones exigidas para que un principio
morboso merezca el nombre de virus ? Dejo á un lado la de
la liquidez, de la cual volveré á ocuparme mas adelante, pa
ra limitarme en esta ocasion solo á la mas importante ; la de
reproducir constantemente una enfermedad idéntica. Es pues
evidente que el virus sifilitico no posee esta propiedad , puesto
que el carácter de la identidad no se halla ni en la sifilis confirma
da, de la cual se dice que es tan variable en sus sintomas que se
manifiesta bajo el aspecto de todas las enfermedades conocidas,
ni aun en la sifilis local ó primitiva, la cual se manifiesta ya
en forma de flegmasias, con flujo ó sin el , de inflamaciones
terminadas rápidamente por úlceras , en fin , de simples irri
taciones que se limitan á activar la nutricion, y á producir
diversas hipertrofias. A la verdad , no puede decirse que ha
ya identidad entre semejantes accidentes , puesto que se eufci
da mucho de no reunidos en un mismo cuadro .siempre que
se. cree poder atribuirlos á otra causa que no sea el virus ve
TomoL 36
282
néreo , porque comunmente no se recurre á este último sino
para contar la dificultad que presenta con tanta frecuencia
la etiologia de las enfermedades. Ademas, las partes atacadas
de una afeccion que se dice sifilitica, no todas suministran
una materia capaz de producir una irritacion morbosa sobre
las superficies sanas puestas en contacto con ella , y aun las
que exhalan semejante materia, ni la dan en todos los casos
ni en todas las épocas de su vida. Las vegetaciones secas , por
ejemplo, no son contagiosas, como ni tampoco las úlceras
consecutivas y la mayor parte de las erupciones cutá
neas , si no son todas. La gonorrea tampoco posee esta pro
piedad sino en tanto que la inflamacion que constituye su
esencia subsiste en cierto grado de intension. De esto pues
se sigue que aun en los casos en que se supone la economia
saturada de virus, no comunica este la propiedad contagiosa
á todas las materias purulentas ó puriformes que resultan de
su accion. Se ha esforzado en vano Bell cuando ha creido es-
plicar esta singularidad diciendo , que el virus se encuentra
entonces diluido en una masa muy grande de liquido , porque
si es bastante poderoso para ocasionar una flegmasia en parte
distante, debe serlo tambien para trasmitir todas sus cualida
des al producto de esta inflamacion ; y si basta la mas peque
ña particula para producir accidentes cuando se pone en con
tacto con la superficie del cuerpo , con mucha mas razon de
beria bastar cuando se halla introducida en los humores, y ha
llegado á ser parte constitutiva de ellos,
Asi las ideas que se refieren á la palabra virus , sean por
lo demas exactas ó falsas , pues esto no me corresponde exa
minarlo aqui , no son aplicables á la materia 'que hace á cier
tas afecciones llamadas venereas susceptibles de trasmitirse
á personas sanas. Es innegable que las exhalaciones purifor
mes ó purulentas que salen de las superficies inflamadas ó
ulceradas en consecuencia del coito , poseen en ciertas cir
cunstancias la propiedad de producir fenómenos de irrita
cion en la superficie sajaa que se haya puesto en contacto con
ellas. Poco importa que se dé luego el nombre que se quie
ra al pus dotado de esta cualidad , siempre que no se le dé
el de, virus•', cu^a esclusion no traeria consigo la del conta
gio , ni aun la de la inoculación, como lo cree M. Cullerier
283'
el sobrino. Yo no concibo cómo este escritor ha podido de
cir seriamente que el término empleado para espresar los
hechos no es de importancia alguna para el asunto. M. Cu-
llerier no ignora que á la denominacion de virus es inhe
rente la idea de un agente especial, invariable, inagenable
y constante; y aplicar esta nocion á las enfermedades venéreas
es no solamente adelantarse á los hechos, sino tambien in
troducir en la patologia una hipótesis gratuita , que ejerce
despues la mas funesta influencia sobre la terapéutica ( 1 ).
2.° Se supone que el virus venéreo pertenece esclusiva-
mente á la especie humana. Esta asercion se funda principal
mente sobre algunos esperimentos, en virtud de los cuales
Hunter y Turrumbull han concluido que los perros , los co
nejos y los jumentos no son susceptibles de ser atacados de
la sifilis por inoculacion. Pero si el virus sifilitico no puede
inocularse á los animales, tampoco es susceptible de serlo
siempre á los hombres mismos (2). Por lo demas, se obser-
(i) La admision de un virus varioloso no impide recurrir al metodo
curativo apropiado á la enfermedad , al método antiflogístico como la de
un virus sonco no ha impedido á M. Mourombal tratar y curar la sarna
con solo los baños tibios. Pero no sucede lo mismo con respecto á la si
filis , pues siempre ha sido contra el virus contra el que se han dirigido
los auxilios de la medicina , sin tener en consideracion ninguna las afec
ciones locales, a pesar de que segun confiesan Bell y todos los prácticos
se observa todos los dias que se resisten al método curativo decorado con
el nombre de especifico. La teoría ha conducido en esta materia a los mas
estraños abusos. Asi Astruc , Lieutaud , Fabre y otros muchos afirman que
no deben alarmar para lo sucesivo alguno» síntomas que subsisten aun des
pues de empleado el método curativo general. El pasage siguiente de Fa
bre espresa su pensamiento muy claramente. rrSe observa que el flujo de
una gonorrea no cede las mas veces á las fricciones ; pero á pesar de esta
circunstancia se puede asegurar moralmente al enfermo la curacion radical
de la sifilis." ¿Quien habrá tan destituido de juicio que se persuada de que
la permanencia de un sintoma, aun despues de un método curativo cualquie
ra, no es una prueba clara de que la enfermedad no esta curada ? No se
concibe , dice Bru , cómo algunos se han atrevido á sostener la afirmativa
de la curacion de un enfermo que al fin de la curacion se halla con los mis
mos sintomas que antes de empezarla. Este es verdaderamente el caso de
esclamar con Argelata: imperiti medid duplici modo iucranturí de virga
et bubone.
(a) Bru se ha declarado enérgicamente contra la posibilidad de inocu
lar la sifilis. "Yo he intentado, dice, muchas inoculaciones en diferentes
enfermos que entraban en el hospital sin ningun sintoma de sifilis, y siem
pre fue en vanoi He repetido mis tentativas de diferentes modos , y sieni-
284.
van muy frecuentemente verdaderas enfermedades venéreas
en los brutos. Los perros y las perras suelen prescrita? se-,
.. " .•• -i.:, :•'•..i• . • t• • :.ri:. .1
pre con un pus reciente , lo menos sesenta veces en el espacio de g años.
Unas veces he hecho muchas picaduras con la pdnta de una lanceta im
pregnada de pus; otras veces he formado una úlcera con el vejigatorio en^
tre el prepucio y el glande , sobre la cual he puestcuhilas empapadas en
la materia ; otras veces he tomado sangre de una úlcera venérea, y la he
inoculado del mismo modo ; en fin, he introducido en la fosa navicular,
hebras de. hilas empapadas en pus tomado de una gonorrea ó de úlceras ve
néreas; he introducido candelillas en la uretra, habiéndolas frotado antes
con la misma materia. Todas las picaduras de lanceta hechas en el glande
y en el prepucio se han curado sin producir la menor inflamacion ; las úl
ceras de los vejigatorios no han durado mas que tres ó cuatro dfcs , aun
que abandonadas así mismas : en fin, yo no he podido notar el menor
indicio de inoculacion." M. Evaus por su parte asegura haber ensayado
inútilmente, aunque en muchas ocasiones , la inoculacion de la gonor
rea en sí mismo, y la inutilidad de estas tentativas, que han sido tambien
nulas entre las manos de otros esperimentadores , es muy notable porque
•demuestra que la eficacia del pus sifilítico es bajo este concepto muy in
ferior á la del amoniaco. Sin embargo por nías positivas que sean estas
aserciones fundadas en hechos numerosos, otros esperimentos establecen
que la inoculacion del pus gonorraico ó canceroso puede ocasionar ulce
raciones seguidas de hinchazon de las glándulas linfáticas inmediatas. Pero
con respecto a esto hay contradiccion en los autores. El hecho seria muy
raro segun Hunter, quien asegura haber aplicado varias veces pus venéreo
sobre úlceras, y no haber conseguido mas que una vez desarrollar una in
flamacion venérea. Al contrario, es muy comun, y casi constante, segun
M. Cullerier el sobrino, el cual habiendo hecho esperimentos en muchos
sugetos y repetídolos muchas veces en uno mismo, siempre ha visto desar
rollarse en el sitio de la inoculacion del pus sifilítico hecha con la lanceta
en el pene, ya por medio de picadura, ya por medio de erosion , úlceras
enteramente semejantes a las que habían suministrado la materia inoculada.
El mismo escritor refiere que tres discípulos del hospital del venereo han
tenido, en consecuencia de esperimentos semejantes , úlceras quehandura-
do mucho tiempo, y a las cuales ha acompañado el infarto de las glandu
las axilares; que los accidentes han cedido, en los dos, á los medios an-
tiflojísticos ; en fin, que otro que repitió el mismo ensayo algun tiempo
despues no esperimento ninguna irritacion local. Pero importa poco que
los ejemplos de accidentes consecutivos a estas especies de inoculaciones
sean raros ó comunes : no bastan para demostrar la existencia de un virus,
puesto que se ven frecuentemente resultados semejantes , y aun mas graves
dependientes de una simple puntura, punto de doctrina que acaban de
ilustrar en gran manera las observaciones de M. Schaw. Por otra parte
esta muy lejos de ser admitida la posibilidad óá lo menos la facilidad de
inocular la sífilis aun por todos aquellos que creen la existencia del virus.
Mr. Lagneau duda que se inocule la enfermedad introduciendo en la ure
tra una candelilla impregnada de pus gonorraico, y cree que el flujo cuan
do se establece no depende mas que de la irritacion mecánica causada por
la candelilla en las paredes del conducto. Esta es tambien la opinion da
283
nales equivocas de inflamaciones de la membrana mucosa
génito- urinaria, seguidas de gonorrea , de úlceras, de finjosis,
de parafimosis y de inflamacion del escroto. Lo$ tqros, cuan
do repiten el coito con demasiada frecuencia estan espuestos
á verse atacados de flujos por la verga que se comunican á
las vacas. Muchas veces se observan en los caballos granos
en la verga , inflamacion en el escroto, flujos por la uretra,
-úlceras en la cabeza del miembro y en la boca ; y aun á ve
ces las flegmasias' de los órganos genitales se manifiestan muy
pertinaces, ose complican con la hinchazon, ya delas glán
dulas linfáticas inguinales, ya de un testiculo ó de los dos,
que cede al metodo antiflogistico, aplicado con las modifi
caciones que indican las circunstancias particulares. A la vec-
dad, se ha pretendido que. todas estas afecciones eran pura
mente locales', porque no producen jamas en los brutos los
accidentes fatales que suelen ocasionar en el hombre; que se
las encuentra á veces en caballos capones, y que basta par#
ocasionarlas hacer ,un uso; escesivD de las sustancias lia rundas
afrodisiacas, como ha sucedido en 4800,,. 1801., y 180.8. en.^
dos distritos del departamento de los .altos Pirineos , donde
mas de 80 caballos y jumentos padres sucumbieron á una
blenorragia que se habia declarado, en consecuencia del uso
inconsiderado de las cantáridas, .En fin , se ha dicho que no
ieran sifiliticas dichas afecciones, porque se trasmitian si del
macho á la hembra, pero no de la hembra al macho. Esta
última asercion es demasiado estraña para merecer refutacion.
En cuanto á la ausencia de los accidentes consecutivos , esta
se esplica muy bien por la práctica que observan los veteri
narios de no recurrir, á un método terapéutico que produ
ce muchas veces efectos .mas terribles que los de la eniermcr
dad misma. De la objecion fundada en el abuso de los afro
disiacos, lo mas que puede concluirse es que las irritaciones
de las partes genitales son perfectamente semejantes, bien
í. .•. ') r • r ' '.' ... • í *••' • , ,•:"> ... i -.;.•' i y • • :
M. Cullerier el sobrino, el cual se espresa del modo siguiente ,.con .rela
cion a la inoculacion en general: 'r Creemos poder asegurar que el fluido
que sirve de vehículo al virus debe estar dotado 'de un grado de calor, de
una especie de vida, que conserve al virus la fuerza de unirse al nue
vo cuerpo a que se ha trasmitido." Mas exacto hubiera sido decir, que es
necesario que las partes espuestas al contagio se hallen en ciertas condi
ciones para recibirle. " •
•286
sean efecto del coito escesivo, ó del coito con un individuo
.enfermo, ó de cualquiera otra causa esterna ó interna. Asi,
por ejemplo, las que se observan en los caballos capones pa
recen depender de la acumulacion del humor sebáceo, favo
recida por la retraccion que sufre en aquellos animales el pe
ne atrofiado en parte, el cual no puede ya salir muchas ve
ces del prepucio al tiempo de orinar. Lo que basta confirmar
en este caso es que el coito desarrolla muchas veces acciden
tes en las partes genitales de los brutos, que se los observa
cu machos enteros , aun cuando las hembras que han cubier
to no padecieran ningun mal semejante , sino por el solo he
cho de la fatiga que han sufrido , abandonándose en estremo
á esfuerzos muy repetidos ó muy continuados; que estas afec
ciones pueden comunicarse despues á las hembras ; y en fin,
que suelen manifestarse de un modo epizoótico ó enzoótico
si se quiere, como Schotte lo ha visto en el Senegal. Se ve
pues que todos estos fenómenos son absolutamente idénticos
á los que se observan en la especie humana. . : .'
• •. 3.° El virus venéreo es, segun se dice, una materir fija,
un hquido. El hecho observado por Mr. Schall, y que he re
ferido en el capitulo precedente , se presenta contra esta aser
cion, haciendonos ver que en ciertas circunstancias los vapo
res que se elevan de una superficie atacada de una flegmasia
venérea, pueden ocasionar accidentes en partes distantes del
cuerpo, de lo cual puede inferirse que serian igualmente ca
paces de producirlas en otros individuos si estos se hallaran
al alcance de su influencia , y si ellos se acumularan en can
tidad bastante grande. Este modo de trasmision, de la cual
nos dan ejemplos otras inflamaciones, como la viruela, la
angina, el tifus 8cc. , es sin duda muy raro en los accidentes
venéreos. Sin embargo no puede tenerse por imposible que
se verifique algunas veces. En esta persuasion se viváa gene
ralmente durante la epidemia del siglo XV; y aunque esta
nada tuvo de comun con las enfermedades venéreas, como
lo he demostrado, se refirieron á estas últimas todas las ideas
que aquella habla sugerido, cuando se estableció la opinion
de que entre una y otras existia una conexion como la que
existe entre el efecto y la causa. Efectivamente sabemos por
Hume que en 1529 el Cardenal Wolsey, primer ministro
287
de Enrique VIII, fue acusado en la Cámára alia de Inglaterra
de haber hablado al Rey al oido , sabiendo bien que estaba,
[Wolsey infestado de la enfermedad, venérea. . , . .. ,
4.° Que el virus venéreo no se desarrolla jamas espontá
neamente en el hombre, como se ha supuesto, es imposible
determinarlo, puesto que nadie ha visto este principio. Pero
loque hay de muy cierto es que asi en el hombre como en
los animales , una infinidad de causas internas y esternas
producen en los órganos genitales de los dos sexos, flegma
sias que se comunican á oiros individuos. Por.lo demas va
rios escritores han creido que ,el virus venéreo se habia for
mado en cierta época en el cuerpo del hombre por el uso
de la carne de lagarto, por la pasion de la bestialidad &c.,
y que aun en el dia se formaba en él algunas veces de este
modo. Se ha recurrido tambien á esta especie de generacion
espontánea para esplicar el desarrollo de epidemias tenidas
por sifiliticas, cuando no se podian atribuir á un virus im
portado, como se ha hecho respecto del mal de Sherlievo, al
paso que en otros casos absolutamente semejantes, por ejem
plo, el mal de la bahia de S. Pablo; se ha admitido la impor
tacion sin prueba , únicamente porque no se podia demos
trar que no se habia verificado. . . <;:4 . ! r .,
Esta teoria de la propagacion constante del virus por via
de comunicacion, no hace mas que eludirla dificultad sin re
solverla, porque al fin es preciso llegará una época en que
el virus habia tomado origen en algun pueblo, y entonces no
se ve una razon para que se haya desarrollado en uno mas
bien que en otro; ó se hace preciso suponerlo innato en el
primer hombre, lo cual no se concilla, ni con la opinion de los
que creen la enfermedad nueva , ni con su no existencia en to
dos los individuos actuales de la especie, y ademas conduce á
los absurdos de la doctrina de los gérmenes preexistentes.
Pero esta teoria" presenta tambien dificultades de otra es
pecie. Es contradictoria con la que muchos médicos han dis
currido para esplicar la accion directa y general del virus so
bre la economia, y que voy á dar á conocer.
( 5.° Ha variado mucho el modo con que los partidarios del
virus venéreo han explicado su accion local. Generalmente
sé admite que la irritacion de las partes vivientes tiene, entre
288
otras propiedades , ia' tendencia á aniquilar, 6 á lo menos á
espulsar la causa que la ocasiona, escitando una secrecion,
con cuyo producto se remueve la sustancia irritante; pero la
propiedad contagiosa de que gozan las materias exhaladas en las
enfermedades trasmisiblfis por contacto inmediato, ha hecho
fraguar otras teorias, ya puramente quimicas, ya quimico-
orgánicas, ya, en fin, exclusivamente orgánicas. '• .'~5 • I
Los médicos quimicos suponen que poco despues de la
infeccion sobrevienen una inflamacion y una supuracion or
dinarias; pero que la causa que produce estos efectos obra
como un fermento sobre el pus , inmediatamante ó poco des
pues que se ha formado, y escita en él una fermentacion que
le hace sifilitico , de tal modo que á la sucesion manifiesta que
se verifica en la secrecion , se agrega otra no menos inme
diata en la fermentacion promovida por el fermento que vi
no de fuera; ••'• ,'. .u. \ «••:<•".• .. v :
-" Esta teoria e* ingeniosa, pero sin contar con que asimi
la los fenómenos propios del cuerpo vivo á los que se. ob
servan en las sustancias privadas de vida, y con que la ir-'
ritacion de los órganos genitales no viene siempre acompa
ñada de una secrecion, como en los Casos en que no se ob
servan mas síntomas que las excrescencias, lo cual es bastan
te comun , no esplica todos los fenómenos de la enferme
dad. Asi es que no se concibe el modo de existir del su
puesto fermento cuando la supuracion tarda algunas sema
nas en manifestarse despues que se ha verificado la irritacion;
ni cómo puede reproducirse cuando el flujo de una gonor
rea vuelve á aparecer despues de haber estado suspendido por
mas ó menos tiempo, ó cuando alterna con la tumefaccion
del testiculo; tampoco se concibe por qué la inflamacion no
se sostiene mas que por cierto espacio de tiempo en cada sin
toma, al paso que el fermento.no deberia cesar jamas de obrar
mientras que una nueva materia se agregue á él, ámenos que
una sustancia aplicada sobre la parte no llegase á contener el
movimiento interior , ó á impedirle qué se estableciera en la
nueva materia ; ni , en fin , porque los sintomas venéreos pre
sentan tantas variedades, al paso que deberian parecerse todos,
siendo tan fuerte la fermentacion en un caso leve como en
otro grave , y no diferenciarse unos de otros con respecto al
289:
riesgo qac Jos acompaña, mas que en razon del mayoría me-'
ñor número de sitios en que se manifestase esta fermentacion,
-;. Otros, á cuyo frente se hallan Barthez y Hunter , supo
nen que el cuerpo tiene la propiedad de producir, segun la'
naturaleza de la irrilaeion que sufre, una materia que irri-'
tando .de un modo especial los órganos, los hace? entrar en
una accion capaz de dar un producto absolutamente semejante
al principio ó agente que los ha puesto en esta accion. Segun
esta hipótesis, el virus venéreo irrita las partes vivas de un mo
do que lees propio, y escita .una inflamacion peculiar á este
modo de irritacion, el cual da á su vez un producto especial.
Asi ademas de la inflamacion que sobreviene entonces, siem
pre ó casi siempre tienen tambien las partes un modo parti
cular de accion, diferente de .todos los que acompañan á la.'
inflamacion en los demas casos: un modo de accion especifi-'
ca, la cual imprime las cualidades especificas de la materia se
gregada. Hunter ha llegado hasta decir que la inflamacion no,
es necesaria para entretener este modo , porque el virus ve-'
néreo se forma aun mucho tiempo despues que todos los'
sintomas de inflamacion han desaparecido. M¿ Berard , sin ad-'
mitir esta última asercion del prático ingles, la cual es con
traria á la observacion , ha parafraseado sus demas ideas en
UQ pasage demasiado curioso para no referirlo' todo entero..
^I^s evidente, dice, que aqui se considera la enfermedad bajo:
dos, fases diferentes ; se la analiza, se la descompone , no en'
realidad sino mentalmente. Esto no es separar el estado venéreo
de .la inflamacion , pues ni uno ni otro tiene una existencia
aislada é independiente.; no SOTO dos seres simplemente uni
dos ,*iino ;dós modificaciones que se confunden en la realidad,
y quei solo : se distinguen en.«l método curativo yen'su pre
dominio respectivo." ,\ •:••'•.• • i..i ;• m, ;j, .i
;,o.4)ejo ¿otros mas hábiles el cuidado de descubrir el sen
tido d«. .esta fase, y de «aplicar cómo dos modificaciones de
un estado, que son sin. duda alguna dos ostados di fcrcu tes,
puesto que no se parecen, sin lo cual dejarian de ser modi-
iicaciones, no constituyen sin embargo mas que.¡un solo y
único estado. Lo que no se puede ocultaronlos rózwnatok'n-
tos de Hunter y de su escuela , es que se fundan en la hi
pótesis dela incurabilidad de la sifilis por ningun otro ,reine-
Tomo 1. 37
290
día que por el que se consideraba entonces como especifico
y único eficaz. La idea del contagio no habria bastado para
conducir á esta mezcla estravagaute de la quimica y del vi
talismo , puesto que no. se ha recurrido á ella para esplicar
la propiedad contagiosa de otras enfermedades r como por ejem
plo, de la pústula maligna. Suprimase la palabra inflamacion,
la cual! recuerda siempre ai entendimiento la flegmasia agu
da del tejido. celular , ó el flemon , y no habrá ya precision
de violentar asi el raciocinio , á fin de sujetar los hechos á
una teoria demasiada estrecha para abrazarlos fodos. No se
verá, desde la mas leve sobre-eseitacion hasta la gangrena,
reas que una inmensa serie de grados de exaltacion de la vi
da , susceptibles de sobrevenir en cada una de los tejalos gene
radores, y de combinarse despues diversamente unos con otros,
y los cuales, espresarán los. fenómenos, patológicos sin necesi
dad de recurrir á causas especiales de irritacion. La vida se
manifiesta de mil modos diferentes en el reino animal, y sin
embargo á ningun fiMologista le ha ocurrido hacer depender
estos variedades de modificaciones particulares en los oscita
dores , puesto que por el contrario se han querido reducir
estos últimos á una sola,, al fluida eléctrico , y que todo lo
demas se ha atribuida á las innumerables combinaciones po
sibles de la testara. órganica, ¿Por qué pues establecer la
patologia sobre otras bases que la fisiologia, cuando nada au
toriza para ella ni aun el interés de la terapéutica, y cuan
do, por el contrario., este métoda compromete gravemente,
sancionando los mas. graves errores é inclinándose á recha
zar todos, los hechos, que tienden, á destruirlos ? .' i'• '
Estas reflexiones, son igualmente' aplicables á la hipóte
sis de M. Broussaís, entre la cual y la de Hunter no existe
mas que una diferencia puramente nominal ; pues aunque M.
Broussaís no se. haya espiicado nunca de un modo positivo con
respecto al virus venéreo,, le admite realmente, puesto quC
atribuye Jas enfermedades venéreas á una irritacion especial
y no hace mas que trasportar de este modo al organismo,
lo que Hunter decia: de un principio estrafio que obraba sobre
las partes, vivientes. M. Broussaís cree que los accidentes ve
néreos locales son el resultado de lo que él llama subinfa-
ma<r/.u/í, es decir de la flogosis de los vasos blancos agrega-.
291
da á la de los basos rojos. Prescindiendo de que esta alian
za se verifica en todas las ulceraciones , no se concibe bien
por qué se la ba de admitir mas bien en la uretritis por cau
sa venérea , que en las demas flegmasias de las membranas
mucosas. Ademas de esto, no se puede llamar subinflamato-
rio el estado de una úlcera venérea, en la cual llega la infla
macion al punto de escitar la fiebre, ó el de una ulceracion
gangrenosa que destruye el miembro viril capa por capa hasta
el púbis.
Ahora bien, ¿ Es necesaria le existencia de un virus es
pecifico para esplicar todos los accidentes locales que se le-
atribuyen ? No , sin duda. La analogia nos autoriza para ad
mitir que pueden sobrevenir espontaneamente flujos y ul
ceraciones en las mugeres públicas por efecto de la oscitacion
continua que sufren sus órganos genitales, y que ellas mis
mas aumentan aun por sus escesos en las bebidas. Para com
prender la trasmisibilidad de estas enfermedades no hay ne
cesidad de recurrir á otras circunstancias mas que á la alte
racion inducida en la composicion de los fluidos exhalados por
las partes mismas enfermas , cuya testura se halla modificada
por la irritacion. Estos fluidos se hacen desde entonces aptos
para ocasionar una inflamacion en las superficies sumamente
irritables del glande, del prepucio y de la uretra de las per
sonas sanas, del mismo modo que lo hacen en las partes in
mediatas de la enferma misma cuando esta no cuida. de su
limpieza. ¿No se observa todos los dias, aunque en casos di
versos, que las secreciones naturales adquieren esta propiedad
en un grado mucho mayor aun, y que la mucosidad segrega
da en casos de coriza escoría el labio superior ; que el humor
que fluye en la disenteria levanta la epidermis de toda la es-
tremidad anal del recto ; y que las lágrimas escitadas por un
violento pesar ponen rubicundas las megillas y la nariz? y
sin embargo no se ha admitido hasta el dia un virus disen
térico, un virus de coriza, ni un virus lagrimal.
6.° Se han inventado del mismo modo muchas teorias de
las enfermedades venéreas secundarias ó de la sifilis propia
mente dicha.
La mas antigua , que pertenece á los partidarios del vi
rus, presenta aun muchas mas contradiciones y singularida
292
.des; que aquella a que ste ha recurrido para espiicafr la'accion
local de este principio deletereo , pues supone que el virus es
absorvido por los vasos linfáticos , que asimila asi mismo los
humores del cuerpo, y que puede permanecer por mas ó me
nos tiempo en estado latente. . ••, •; •
La absorcion parece tan indispensable á los factores de
esta doctrina, que Bell ha llegado hasta decir que por todo
el tiempo que el virus permanezca sin ser absorvido T está tan
lejos de dañar como si jamas hubiera existido; aserción estra-
üa que ha coaducido poco á poco á considerar las afecciones
locales como particularidades insignificantes, sobre las cuales
no debia detenerse la atencion. Este mismo escritor suponia
<jue el virus penetra muchas veces en él cuerpo siu inflamar
aii corroer ninguna parte, y sin embargo afirmaba por otro
lado que es necesario un cierto grado de irritacion para es
fitar los absorventes á que se apoderen de. él. En ninguna
parte nos ensena el modo de conciliar entre siestas dos pro
posiciones, que al parecer se excluyen reciprocamente, lo mis
ino que todo el sistema á que sirven de andamiada, se fun
da en la opinion que entonces reinaba de que la absorcion
tiene por agentes los vasos linfáticos , siendo asi que las in
vestigaciones de los anatómicos modernos han demostrado que
se efectua , si no.en totalidad , á lo menos en su mayor parte,
por algunas de las raícillas de las venas (1).
Sea de esto lo que quiera, se suponia al virus dotado de la
propiedad de asimilar la linfa y sucesivamente los demas hu
mores del cuerpo á su propia naturaleza , por una especie de
ferment acion , semejante á la que preside á su formacion en
las afecciones locales. No se daba, esta teoria por cierta, sino

(i) Bru refiere que un enfermo que tercia ínteres en prolongaran permanen
cia en el hospital, viendo que las cinco ulceras venéreas que padecía estaban
á punto de cicatrizarse , discurrio bañar muchas veces el glande en espíri
tu de vino muy fuerte , .con lo cual no solo se hicieron .mucho mayores
las úlceras., sino que sobrevino un bubon que supuró. y se abiio; se apo
deró la gangrena de la úlcera y el enfermo murió. ¿ A qué se reduce en
este caso la teoríade ¡a absorcion y la del vírifs? ¿Obraría el alcohol como
virus? ¡Seria absorvido por los linfáticos ? Ningun hecho de cuanto? se co
nocen es liras propio. que .este .para demostrar sin réplica que todos los fe
nómenos de las enfermedades venéreas dependen dal moJo con que el or
ganismo &e rehace:3obre la causa irritante, y no de la naturaleza de esta.
solamente como probable ¿ como la tpie al parecer eta mas
verosimil. Estas son .ks espresiones de Bell y de Swediatir:
Esta teoria conducia necesariamente á admitir la presencia
material del virus en la linfa, la sangre y todas las secrecio
nes, sobre todo la leche , el semen yiJa' saliva acriminadas
por Selle, y el sudor, sospechoso tambien en concepto de
Boetlcher. ;.t.i" ',••.;t . li«. :v : nit .t ^. .u,. ir. .• ir
Todas estas aserciones eran puramente gratuitas. La san
gre de una persona atacada de sifilis no está mas infestada
que la de un varioloso, segun Darwin, ó la de un hidrofó-
bico, segnn MM. TroUet y Berlhold. u La sangre de un si •••
filitico , dice Hunter, no es contagiosa. Se la puede inocular
ain temer jamas la enfermedad, porque si fuera capaz de irriv.
tar una herida simple, y de ocasionar en ella una inflama
cion venérea , todo individuo en quien 'circulara esta materia,
ó que estuviera atacada de sifilis,. no : podria .menos de pade
cer una úlcera venérea si fuera herido en un sitio cualquie
ra, ó solamente arañado con un alfiler. La parte ulcerada de
este modo se trasformaria en una úlcera venérea. " Bell su
pone tambien que esta trasformacion sucede algunas ve
ces (1), pero tiene buen cuidado de advertir que es princi
palmente en los periodos muy adelantados de la enfermedad.
Yo añadire', que si se verifica realmente, cosa que nunca
he observado, no puede ser efectivamente sino en sugetos
cuya organizacion haya sido deteriorada hasta en sus funda
mentos por una serie continuada de métodos irritantes. ¿Pe
ro qué consecuencia puede deducirse de esto con respecto á
la sifilis, pues que suponiendo que el virus venéreo existie
se realmente, no sé podrian distinguir entonces sus efectos
particulares en medio de los que resultarian cielas numerosas
enfermedades acumuladas unas sobre otras por el arte, ó mas
bien por la torpeza del médico? Finalmente, aun cuando
esta infeccion de la masa de la sangre y de los humores es-

(a) Yo he visto las picaduras de las sanguijuelas aplicadas al perineo


degenerar en pequeños abscesos en sugetos que padecían úlceras venéreas}
el cerato simple ha bastado para acelerar ia cicatrizacion. He observado
que el ungüento mercurial entretenía estas pequeñas úlceras que se en
cuentran con tanta frecuencia en sugetos no venéreo?, porque la revulsion
a sobre el sitio mismo en que se han aplicado las' sanguijuelas.
294
tuviera bien demostrada , no se concibe que baya podido ser
vir de fundamento á una. preocupacion muy generalizada en
tre los m<:d¡cos , de los cuales ha pasado á las gentes del pue
blo , á saber, que una muger se arriesga mucho teniendo
relaciones con un hombre cuya sangre se halle impregnada
de virus, sin que la enfermedad se manifieste en lo mas mi
nimo al esterior , ó, en general, que una persona, en la
cual se halle el virus oculto de este modo, puede comunicar
la infeccion, aunque no se perciba en ella ningun sintoma
esterior de enfermedad, pues un gran número de observa
dores apoyados en la esperiencia han erigido en axioma in
contestable , que es necesario que la sifilis se manifieste por
alguna afeccion local para ser susceptible de pasar de un indivi
duo á otro, puesto que la inmensa mayoria de casos no se
comunica sirio por un contacto inmediato, y aun poruna
aproximacion muy intima.
Como las afecciones venéreas secundarias no se declaran
siempre inmediatamente despues de la aparicion de los sinto
mas primitivos, y como ademas no se manifiestan sino en
un pequeño número de partes á la vez, sin afectar jamas os
tensiblemente la economia entera, aun en los casos mas gra
ves, los partidarios del virus venéreo han procurado esplicar
esta particularidad, suponiendo que la asimilacion fermenta
tiva de los humores puede ser mas ó menos activa en razon
de ciertas circunstancias, que los limites actuales de nuestros
conocimientos sobre la organizacion no nos permitirá deter
minar tal vez nunca (1). Bell esquien principalmente ha he
cho valer este argumento, desarrollándole del modo siguien
te: " La asimilacion , diee, puede no solamente acelerarse ó
retardarse, segun la disposicion particular de los fluidos so-

(i) Esta hipótesis es la que los ha conducido á creer que el virus pue
de permanecer en estado latente por meses, afios y aun generaciones ente
ras. Sin embargo, supuesto que se admitía la posibilidad de introducirse
el virus en el cuerpo sin haber producido ninguna afeccion local , esta su
posicion habría debido bastar, como lo advierte Hunter, para debilitar la
de que puede existir por un espacio de tiempo considerable en la economía
antes de manifestarse ; porque es mas simple admitir su introduccion sin
previos síntomas locales, q:ie referirlo" siempre á la última afeccion local,
sea úlcera, sea gonorrea , sin contar para nada con los actos venéreos que
han podido realizarse despues.
295
bre los cuales debe obrar el virus, sino que tambien el gra
do mismo de irritabilidad dominante, que varia, segun los
individuos , ó en un mismo individuo segun las diferentes
ocasiones, puede hacer que los sintomas se manifiesten mas
ó menos tarde» Hay sagetos tan fáciles de estimular que sien
ten los efectos de la materia del contagio casi al instante que
penetra en el sistema. Al contrario, en otros dolados de un
temperamento mas frio es necesario que la materia se acu
mule en mayor cantidad para producir el misma efecto, lo
que necesariamente exige mas tiempo. Si ademas de esto los
efectos de esta materia no se manifiestan: igualmente en cada
parte del cuerpo en el instante en ijue se halla acumulada
de este modo, como parece que debia suceder,, puesto que
distribuyéndose los fluidos por todas partes , no. es posible
que los efectos de las enfermedades á que estan espuestos,
se limiten á tal ó- cual órgano, responden que en la sifilis
como en todas las enfermedades que afectan ciertas partes con
preferencia á otras, se encuentran muchas circunstancias de
las cuales, no puede darse razon- Existe tal vez una especie
de atraccion entre algunas partes y la. materia de ciertas en
fermedades , ó bien estas partes son mas fáciles de irritar que
otras,... Del mismo modo el virus quede permanecer oculto
por mas ó menos tiempo en la economia segun el grado de
irritabilidad del individuo. y el estado particular en que se
hallan entonces los fluidos r porque estos pueden estar en: ra
zon de estas circunstancias mas ó menos dispuestos á asimi
larse á la materia del contagio."' Otros han dicho , y viene
á ser casi lo mismo, que el virus venéreo obra al parecer con
tanta mas seguridad , cuanto el' que le recibe se' halla en un
estado de orgasmo considerable, y cuanto que la disposicion
particular fisica ó moral del sugeto influye 'no solo sobre
la intension , sino tambien sobre el desarrollo de su accion..
Asi es que en muchos casos, segun confiesan los mismos fau- \.
tores de la teoria del virus , este principio oculto no ejerce
su maligna influencia sino cuando una causa accesoria pre
para y decide su accion , pero , como lo ha notado juiciosa
mente Mr. Boisseau , ¿qué es una causa que se sustrae á to
dos nuestros sentidos, cuya accion es nula en el sugeto en
quien se la supone siempre que este no se halle predispues
296 :
to á sentir sus efectos, y la cual no ofera sino cuando se la
permiten las cansas ocasionales? Es preciso tener una incli-i
nacion muy decidida á realizar abstracciones para admitir una
entidad sin (fue .nada la demuestre que no puede nada por si'
tuLsun, y qoe no esplica'nada. En 'efecto, sus partidarios se'
ven obligados á recurrir •, al vitalismo para salvar las infinitas
dificultades que presenta, y ni con el auxilio de esta otra doc
trina llega aun á hacer concebir. como un virus diseminado
eo toda la masa de les.humoresveseneialmente 'irritante', 'f:
dotado de 'ila funesta propiedad .de convertir en su propia
naturaleza todos los fluidos que toca, ataca sin embargo es
tos órganos mas bien. «jiue aquellos, pues nadie considerará
como una explicacion exacta la hipótesis de Swediaur, el cual
supone q.ue cuando este principio ha echado raices en el
Cuerpo, se ¡njír principalmente en las partes mucitaginosa y.
gelatinosa (1) de la sangre, y en los órganos compuesios de
estos principios. Se podíia tolerar esta doctrina, si como la
de oJro viras., el de las escrófulas, no hiciera oías que sobre
cargarla patologia de sutilezas inútiles, y 'si los que están
knbaidos de icUá¡ prescindieran dpi 'método curativo directo
de la supuesta enfermedad virulenta, para dedicarse á com
batir las Amalas disposiciones dét sugeto; pero es otra su con
ducta^ puesi todos «us esfuerzos se dirigen constante y úfti-;
eamen>eeontitiiiel¡ i«qte tópatctico qwe admiten fundados en1
lavfei detotro;isin habei* tratado jarua&'de someterá una cri-
tiea savera los raciocinios sobre que se funda,
..i,;. Algunos modernos, cómo .Hunter y Darwin,han modi
ficada esta teoria de ¡un modo particular. Chocándoles sobre
toda q«e es iimposible concebir cótno una materia tenida por
aeréty. corrosiva.,, pueda'eirculár por machos dias y aun mu
chas semanas, con la sangre, sin producir ningun desórden;
C.ÓHIÓ estando viciada toda la masa del liquido circulatorio ha-
yan de limitarse los efectos de b .causa morbifica á ciertas
paptejs., yrea fin,.de que. toda secrecion es el resultado de mo
vimientos particulares en el órgano que la efectua, han dedu
cido que la materia contagiosa no es conducida por los vasos

_.(ij¡ 19o hay gelatina en la sangfft^. , /:...i¡;i> y .„ ... ;tí .:,'


S97
á las regiones del cuerpo distantes de la parte primitivamen
te afecta, sino que una accion morbosa , semejante á la que
el virus ha escitado en las partes genitales, se reproduce por
simpatia en otras partes, sin el concurso directo de esta sus
tancia. Creen que si una parte distante puede irritarse sim
páticamente, de modo que reciba los mismos movimientos
que el virus ha producido en el sitio primitivo de la enfer
medad, dará orígen á la misma especie de principio morbi
fico; pero que si los nuevos movimientos no son mas que una
imitacion imperfecta delos primeros, darán lugar á una ma
teria un poco diferente, y que no gozará de propiedades
contagiosas.
La única objecion especiosa que se les ha hecho, es que
parece estraño que no se observe nunca ó casi nunca que
las úlceras primitivas de la garganta produzcan por simpatia
afecciones venéreas secundarias en las partes genitales. A es
to se responde que de la existencia de una simpatia eviden
te entre dos partes, no se sigue que estas deban ser suscep
tibles en un mismo grado de sentir la influencia de sus es
tados patológicos respectivos, y que la diferencia de testura
induce necesariamente grandes modificaciones en esto. Pero
esta objecion cae por si misma. La reciprocidad de accion
entre las fauces y los órganos genitales se verifica en todos
los casos de irritacion viva, como puede observarse en el ti
fus, en el cual las flegmasias y las gangrenas de las partes
naturales no son raras, y como Hippócrates, cuyos ojos no,
estaban fascinados con la teoria del virus, lo habia observa
do ya en las epidemias catarrales. Hay ademas ejemplos de
esta simpatia en el estado fisiológico: la inmutacion de la
voz, en la época de la puvertad da una prueba notable, y
tambien se manifiesta, como lo advierte Catulle, por el abul-
tamiento del cuello en una doncella recien despojada de esta
cualidad. A la simpatia que existe entre las partes genitales
y los tegumentos comunes, se atribuyen tambien las erup
ciones pustulosas causadas tan frecuentemente por la mas-:
turbacion. ¿Por qué pues suponer un virus para esplicar las
pústulas que se desarrollan en la piel en las personas¡ cuyos' .
órganos genitales han estado sujetos á una viva ó continua
da irritacion, y que se manifiestan á veces COTí tanta- rapi-
Tomo I. 38
298
dez, que seria imposible atribuirlas razonablemente á la tras
mision de un principio morbifico, puesto que segun el dic
támen de Andree, confirmado por el de otros varios prácti
cos, se ven aparecer á veces estos exantemas veinte y cuatro
horas solamente desde que los sintomas venéreos se mani
fiestan en el sitio donde comunmente tienen su asiento? A la
simpatia, y no á un virus , es á la que se atribuye el fenó
meno singular de la correspondencia que existe entre la in
flamacion de la glándula parótida y la de los testiculos ó de
las partes genitales de la muger, en la enfermedad designa
da con el nombre de parótidas. Por medio de la simpatia es
tambien como los mismos partidarios del virus dan razon del
desarrollo de ciertos bubones, como lo demuestra el epiteto
de simpáticos con que los designan. En fin, la simpatia sola
es la que puede esplicar el infarto de las glándulas de la axi
la en el caso de un panadizo incipiente, porque entonces no
podria haber aun absorcion de un agente escitador, puesto
que es el dolor todavia el único sintoma, y no hay materia
alguna purulenta. ¿ Por qué pues se ha de recurrir á dos mo
dos diversos de esplicacion para fenómenos, entre los cuales
existe una semejanza tan decidida? Entre los sintomas vené
reos secundarios unos dependen de una especie de facultad
imitativa, ó como se espresaba Darwin de una asociacion sen
sitiva que existe en todos los tejidos similares, y en virtud
de la cual estos tejidos reproducen espontáneamente, en di
versos puntos de la economia , las afecciones que esta ó la
otra causa esterna ha producido en ellos en cualquiera par
te del cuerpo; otros dependen deque todo órgano, que por
una predisposicion inherente á su testura ó dependiente de
sus relaciones propende á salir de sus condiciones normales,
rara vez deja de incurrir en un estado patológico desde que
llega á turbarse la armonia en cualquiera region de la eco
nomia. Cuando se comprenden todos estos fenómenos bajo
la denominacion colectiva de simpatia, no se intenta espu
tarlos por ella , lo cual es imposible , sino solamente emplear
un término que esprese el encadenamiento y la coordinacion
de los hechos; que nos los represente desde luego en el en
tendimiento tales como se presentan en la naturaleza, sin
pronunciar por lo demas nada sobre su causa próxima , á la
299
cual no nos es permitido llegar. La teoria del virus no pre
senta estas ventajas ni esta simplicidad, puesto que amonto
na hipótesis sobre hipótesis, sin conseguir por esto llegar á
su fin, y tiene sin embargo la pretension de llegar hasta la
causa primera de los fenómenos. Sus partidarios lo han cono
cido bien , como lo prueba un pasage muy curioso de Du-
mas: habrian podido sin duda referirse estos virus á las de
generaciones de los sólidos y de los liquidos, considerando
jos principios especificos de que provienen como las causas
ocasionales y predisponentes de algunas especies particulares
de alteraciones ; pero para que se vea mas en claro lo que
les es propio y lo que tienen de comun con las alteraciones
generales , conviene separarlos. Por lo demas ignoramos si
las alteraciones especificas tienen por causas materias ó sus
tancias eterogéneas y particulares á cada especie de enferme
dad sostenida por ellas. Posible es que estas especies indeter
minadas de alteraciones ó de vicios afecten el cuerpo indepen
dientemente de los principios materiales que se han supues
to, y cuya existencia es por lo menos incierta* i
Mr. Broussaisha adoptado esta teoria de la simpatia, pero
sin renunciar á la idea de que los efectos secundarios de las
afecciones venereas primitivas constituyen una enfermedad
distinta que tiene su curso necesario ó imprescriptible. Segun
él, los primeros sintomas irritativosse repiten simpáticamente
en los tejidos análogos de la economia, de los cuales pasan á
otros, pues cuanto mas se repiten mas tienden á repetirse,
tendencia que es una ley general de la economia. Resulta de
esto que al cabo de cierto tiempo la sifilis forma una diatesis,
es decir , una aptitud particular de diversos tejidos á repetir
las diversas irritaciones que los afectan , ó cu otros terminos,
una simpatia de semejanza. Por lo demas coloca el asiento
de esta enfermedad en 'el sistema linfático. "Nosotros consi
deramos la sifilis , dicen MxVI. Roche y Sanson ,'. como una
inflamacion comunmente crónica del si tema linfático, princi
palmente del de las partes genitales, que puede desarrollarse
por la influencia de todas las causas -comunes de la irritacion
de estas partes , pero producida mas de ordinario por el con
tacto de un virus, ó pus irritante, segregado en los puntos'
inflamados ó ulcerados/' He demostrado en otra parte que
300
fa sifilis considerada como enfermedad única, no existe, que
se compone de un número mayor ó menor de enfermedades
distintas, pero modificadas al infinito bajo la influencia del
clima , de la constitucion , del regimen , del método curativo,
y que no se deben considerar en ella masque afecciones loca
les capaces de repetirse simpáticamente en otras partes, las cua
les pueden á su vez poner en arcion nuevas simpatias, aunque
siendo muy raro este último caso: he dicho tembien , y lo de
mostraré estensamente en lo sucesivo, que una infinidad de
accidentes que se atribuyen á esta enfermedad, son el efecto
de irritaciones viscerales crónicas, ocasionadas por el mucho
uso de los escitantes , de suerte que en todos los casos graves
e inveterados de si lilis, hay que considerar, no solo. los efec
tos simpáticos de las afecciones primitivas y de las diversas
afecciones secundarias que han podido ocasionar, sino tam
bien los resultados directos y simpáticos de los métodos cu
rativos puestos en práctica. INada de esto sucede cuando solo
se atiende á cada enfermedad local, como hacían todos los
antiguos; conduciendose asi, rara vez sobrevienen afecciones
secundarias ó .simpaticas , porque para desarrollarse estas ne
cesitan casi siempre que una causa directa sobre los órganos,
obre y desarrolle en ellos la predisposicion á irritarse , que es
lo que da márgen á la inflamacion de una parte distante. No
se puede pues admitir una diatesis sifilitica , porque las en
fermedades venéreas, aun las mas i ntensas , no ponen' nunca
en accion tantas simpatias como una flegmasia aguda, y so
bre todo crónica del conducto alimenticio ; caso en el cual
nunca se dice que haya diatesis. ,4
En cuanto á la opinion. de MM. Fxoehe y Sanson, que no
es nueva , pues Girtánner la habia emitido mucho tiempo antes
que ellos, no es mas ¡que una hipótesis gratuita. No basta de
cir que las enfermedades venéreas locales consisten en unain-
ílamaciou de las raícillas de los vasos linfáticos, que las sim
páticas son tambien flegmasias de estos mismos vasos , y que
estas diversas inilamacioiu'A son comunmente crónicas; es pre
cisó .presentar 'pruebas en áavor de todas estas aserciones, que
tienen contra si et raciocinio yiía dspeipencia , y que no soti
mas que una mezcla poco coherente de las ideas antiguas con
las de Ja escuela de Broussais. -K '••. „..,¡:.••; tí .¡ <ol.i:ií¡r.¡'.í.¡
:. /
301
7.? Se ha repetido hasta fastidiar que la naturaleza nopue-
de triunfar del virus venéreo;que no existe una sofa observa
cion autentica que confirme que la curacion se haya verifica
do nunca de un modo espontáneo ; que una úlcera abandona
da á si misma continúa , y empeora generalmente , por no de-
' cir siempre; que la mas leve ulceracion infesta constantemen
te todo el sistema, y que el virus no cede sino á un método
Curativo especifico como éh; " ' '•'i i-'1'' i''j."*í'.'; '.,'- , tr.
Yo he podido convencerme muchas veces de que estas es-
creciones eran falsas, y que las ulceraciones venc'reas se di
sipan por si mismas, á veces con prontitud, cuando ningu
na causa irritante llega á exasperar la inflamacion local. Esta
observacion se ha hecho tantas veces no solo con respecto á
las afecciones primitivas, sirio tambien con' respecto á los sin
tomas consecutivos/ que el mismo Astruc no tiene reparó eri
dicir que es posible que el virus venereo ceda á la sola fuer
za de la constitucion y al buen uso de los alimentos. Thierry
deHery, Brassavola, Frascastor, Lombard , Peyrilhe, Pascha-
lis eitan casos de esta especie. Fallope' refiere tíue algunos
galeotes plagados de galico hallaron áu curacion en los peno
sos trabajos de las Galeras. Las fatigas adía guerra disminuyejn
y aun sueleo disipar enteramente los sintomas sifiliticos de los
soldados en campaña, de suerte que, como lo ha dicho M. Pinel,
si el mal venéreo presenta el testimonio menos irrecusable
del poder de los medicamentos , 'fio por eso 'deja de entrar en
la regla general de^la mayor parteólas enfermedades cróiiic'as
con respecto ala eficacia de los medios tomados de la higiene
sola. Van Swieten nos fia conservado la historia de un joven
cubierto de erupciones calificadas de venéreas y de exostoses
y atormentado de dolores atroces, á quien ias duras ocupacio
nes de la labranza libraron en seis meses de una afeccion que
se reproducia sin .cesar, y; pa raí ¡cuya c<iiac,ió>i ;se habia sujeta
do cuatro ^oCes »1 ¡aso'dcl;!.metic»;ílriofí y'fres'»! del guayaco
Otro enfermo , de que habla M. Cífpuiron, tenia en la bo
ca úlceras venéreas complicadas con escorbuto, contra fas
cuales se emplearon ii%útilmante }os¡iantisifiliticos por espar
de dos años; ttp drá coa&ti<r«ste hombre u^CéscescVen el r
gimen , por.el ea»t se decía ró. 'mia tídltín ttí gastro-cefalitis ,
le puso en peligro de morir vp'erdali cafad áe ttn ines se ,
302
curado del escorbuto y de la sifilis, sin mas restos de enfer
medad que algunos infartos. Sonnini y Bruce nos dicen que
se curan perfectamente las enfermedades venéreas en Egipto y
en la Abyssinia sin mercurio y con remedios muy sencillos,
como se hacia en otro tiempo en Numidia, segun reGere Leon
el Africano. En América desaparecen estas afecciones casi siem
pre sin remedios; pero si el enfermo viene á Europa, se exas
peran , se hacen muy pertinaces , y sobre todo se resisten al mer
curio. Todos los dias se observan en la gangrena del prepucio oca
sionada por úlceras venéreas muy inflamadas, que despues de
caer las escaras dejan una úlcera bermejiza , la cual se cicatriza rá
pidamente sin que se declare ningun sintoma ulterior, aun
que el enfermo uo haya hecho uso de ningun remedio , mas
que de bebidas, diluentes y dela quietud. M. Lagneau con
fiesa en muchos sjtios.de su libro que estos dos últimos ¡me
dios bastan en muchos casos, y que esto mismo se observa
ba en otro tiempo en las salas de espectacion de Bicetre, en
las cuales algunos sugetos se curaban de casi todos sus sín
tomas locales sin mas que beber oxicrato. Dumas refiere la
historia de ,un hombre que habia dos años padecia úlceras ve
néreas en la cabeza, contra las cuales se habian empleado inú
tilmente las preparaciones mercuriales bajo muchas formas, y
el cual se curó rápidamente en consecuencia de una fiebre in
flamatoria biliosa complicada con una erisipela en la cara. El
mismo escritor concede en otra parte que las situaciones, ios
sudores, las diarreas,, en una palabra , todas las evacuaciones,
que como se s,ibe, no son mas que los resultados dela irri-i
tacion delos órganos; tienen una influencia bien averigua
da sobre la curacion de muchas enfermedades dependientes
del principio venéreo. Swediaur confiesa que no existe ningun
medio que convenga constantemente eu todos los casos de si-
filis , y que no .hay por consiguiente remedio alguno a nt isifili
tico universal. En fin, si despues de un número tan grande de
autoridades que no podian tenerse por sospechosas , fuera po*
sible dudar todavia ya de este axioma ,-ya de la eficacia sufi
ciente de las fuerzas de la naturaleza- para .estinguir espontá
neamente las afecciones venéreas de toda especie,. se disipá.r
rian las dudas, por Jas noticias que M. Ferguson ha publicado
sobre el método curativo adoptado eu Portugal, y sobre .todo
303
por las esperiencias decisivas de Beddoes , Rollo ;, Scott, Cruiks-
hank y Blair , asi como por las de MM. Rose, Thomson,
Hil!, Guthrie, Hennen , Richónd, y Bobillier.
Queda pues absolutamente siu fuerza el argumento á
que daban la mayor importancia los partidarios del virus
venéreo. ••:* '•• y 1: y ",'
La hipótesis de la infeccion general de la sangre y de los
demas humores por el virus venéreo ha dado lugar á la de
la trasmisibilidad de este principio por la via de la genera
cion. "Yo he visto varias veces, dice Bell, comunicarse la
enfermedad al fetus en casos en que ni en el padre ni en la
madre se manifestaba al esterior sintoma alguno dé mal ca
rácter. Cuando la madre está infestada, la materia del conta
gio debe pasar al feto con la sangre. Cuándo lo está el padre,
que es lo mas comun, no puede el virus trasmitirse sino por
medio del sémen." Bell creia ademas que el niñ'o puede con
tagiarse por la leche de su nodriza , en cuyo caso, segun él,
no siempre se presenta la enfermedad al rededor de la boca,
sino que infesta todo el sistema antes de próducirninguna afec
cion local. Esta doctrina , que Ástruc rebatia ya (1),se ve sos
tenida con vigor por M. Cullerier , quien pretende que no se
la puede negar sino por singularidad ó por espiritu de con
tradicción. A mi me parece por el contrario, que se acredita á
él mismo de singularidad , cuando cree apoyar dicha doctri
na con una observacion como la siguiente. "Una niña de
5 á 6 años , que jamas habia tenido roce con hombre alguno
y que habia gozado siempre de una salud perfecta, sintió do
lores nocturnos en todos los miembros, y le sobrevinieron
muchas vegetaciones en la vulva y en el ano. La madre ja
mas habia advertido mas incomodidad que una leucorrea muy
benigna, pero el padre habia padecido muchas gonorreas en
su juventud. Se acordó tambien, .cuando examinamos su vi
da anteacta, que acababa de sufrir una de estas enfermedades
de la cual se creia bien curado , cuando se decidió á comu
nicar con su muger, la cual se hizo embarazada en seguida.
Este coito habia reproducido también su {lujo, el cual duró

..
( i) Numquam luem veneream vere tic diriam et oatfiognomonicis sie-
nit cotttficuam , íure quati hereditario in infantes trantversam obtervavi.
304
aun por espacio de un mes." Yo preguntaria solamente á M.
Cullerier , por que la enfermedad de esta niña , que él califica
de venérea, no podria ponerse en el número de aquellos que,
segun él mismo confiesa, suelen desarrollarse espontaneamen
te , y entre las cuales una reunion de médicos recomenda
bles, á la cual pertenecia él mismo, ha creido deber colocar
el mal de Sherlievo. ¿Le pareceria mas sencillo suponer la
trasmision, por medio del esperma.deun virus, que sin afec
tar la madre, permanece aun cinco ó seis años sin manifes
tarse en el niño, que atribuir los accidentes de que fuera
atacado este último á una irritacion de las membranas mu
cosas, desarrollada pocoht¡empp antes de su aparicion, y cu
yos efectos, simpáticos se, haeja;n sentir al mismo tiempo en
otros órganos? El lector juzgará cual de estas dos esplicacio-
nes merece la tacha de singularidad (4).
En cuanto á, la hipótesis de la infeccion del niño por
la leche de su nodriza, no la habria sostenido Bell si se hu
biera acordado qué, en otro pasage de su, tratado refiere que
se harí visto personas que han tragado por equivocacion el
agua que habia servido para lavar úlceras venéreas, y sin
embargo no han contraido la sifilis. .: • i
(i) Se tiene presente aun la famosa historia, referida por Swediaur , de
un dragon, afectado da una úlcera sifilítica en la garganta, q.ie cohabitó
durapte^su. curacion con su muger exenta hasta entonces de todo síntoma
venéreo , y en Jastial no, se manifestó tampoco ninguno en lo sucesivo : el
niño que parió fue atacado algunas semanas despues de nacer de una úl
cera sifilítica en la garganta , en el mismo sitio en que el padre había te
nido la suya. Esta coincidencia de naturaleza y de situacion de un sínto
ma de la enfermedad mas irregular en la produccion de los innumerables
accidentes que se le atribuyen, bastaría para hacer sospechosa la anécdo
ta aun á los ojos del ; prosélito mas zeloso del virus venereo. Este es el
caso de, deci/ que el que quiere probar mucho DO prueba nada..M. :Chau-
ffard ha referido, unaiobse.ivacion fue.se parece a. la de M. Cullerier, y es
la siguiente; Una joven de 17 afios se /hallaba en un estado valetudina
rio y con tos desde que habia parido un niño muerto. En tal estado su
frió emociones morales bastante vivas , las cuales hicieron aparecer re
pentinamente sobre la piel manchas redondas , rubicundas al principio,
que adquirieron luego un color cobrizo. Desde entonces se anunció en
ella la' existencia de la sífilis. El marido y su muger eran tan .sanos como
prudentes,¡ pero el padre y la madre' de esta última, dé conducta relaja
da , habían contraído muchas veces la sífilis. Es pues evidente , dice el
autor , que esta enfermedad habia permanecido en inaccion y como ador
mecida , mientras que nada había favorecido su desarrollo ,yque despues
la pubertad, el matrimonio y el parto habían constituido tres grandes
305
--- Cuando se aldran hechos de esta clase en favor de la he-
redabiiidad del virus venéreo, no' se tiene presente que no
está probada la cooperacion del esperma en sustancia á la fe-,
emulacion: que la circulacion fetal es enteramente indepen
diente de la de la madre; que el fe'tus forma él mismo su
propia sangre , y que una multitud de hechos demuestran,
del modo mas positivo que esta espuesto en la matriz á las
mismas enfermedades internas que las que se ven desarro
llarse despues del nacimiento. Podria haber dudas sobre el
origen de la afeccion considerada como venérea cuando se
manifiesta inmediatamente despues del parto, j con respecto
á esta cuestion me refiero á los pormenores en que entré al
tratar de las úlceras venéreas, de la gangrena: ¿pero es per
mitido permanecer indeciso cuando la enfermedad no se de
clara sino al cabo de muchos años, y admitir que sea suscep
tible de permanecer en estado latente y adormecida hasta la
edad de la pubertad , como lo ha pretendido Bell , y que
el fermento morbifico preexistente pueda haberle visto con
tenido hasta entonces en el sistema por la superioridad de las
fuerzas vitales? Dejaré que responda Pujol á esta cuestion,
pues aunque el pasage siguiente es concerniente á las escró
fulas, se aplica perfectamente á la sifilis, cuya teoria presenta
crisis, tres perturbaciones mayores, las cuales ocasionando tuertes sa
cudidas en toda la economía, habian escitado la energía del veneno sifili
tico, y le habian comunicado una^nueva existencia. Afectó entonces el
pecho y trasladado despues por un movimiento rapido a todo el sistema
cutáneo, habia ocasionado en él la erupcion. Con este motivose gloría
M. Chaufrard de haber curado con las fricciones y la disolucion del su
blimado, continuadas por tres meses , una ehfermeda'd que habria cedido
en pocos dias a los diluentes , a los baños y a ia quietud. Basta citar he
chos de esta clase, de que abundan los libros: el lector instruido y
capaz de raciocinar los aprecia despues en su justo valor. He dicho en
otra parte , y Swediaur lo habh advertido ya antes que yo , que las fleg
masías , ulceraciones y escrescencias en las partes genitales de los niños
no son , por decirlo así , nunca venéreas. Sin embarga pueden ser¡lp\, y
*j,;fio se consigue reconocer su origen, pueden hacer creer que sé.^i^n
contraido accidentalmente, ó que han sido trasmitidas por los padres.
Una prueba de esto es el hecho siguiente, que me ha comunicado .M.
Demours. Una niña de g años padecia úlceras venéreas en la vulva; se
creyó al principio que, le,, enfermedad provenia de los padres pero como
ni uno ni otro habían tenido ningun síntoma , fue preciso renunciar a
esta idea; y á fuerza de indagaciones se averiguó que un viejo libertino
habia tenido la atrocidad de cometer acciones obscenas con esta desgra
ciada niña.
Tomo I. 39
306
k ináyonseiwó'jarífca ¿on la de aqúelfas. "Se advierte bas
tante generalmente que Tos niños en quienes llegan á de
sarrollarse' los fúnemenos raquiticos/ estan espaestos , lo;
mismo •íjoe los¡. escrofulosos , á «n romadizo haliii ual , que
kis 'impide respirar con .facilidad por las narices, lisie sinto-
ui.i me hizo creer desde luego que las afecciones catarrales
podian ser tan favorables al desarrollo de la raquitis, como
Jo: son al de'la*. escrófulas. En efecto, por observaciones re
petidas rae he convencido que muchos niños encanijados
han estado sujetos especialmente á los romadizos y á las
fluxiones de naturaleza catarral ; y he visto muchos , en
los cuales un romadizo pertinaz , aunque poco violento,
ha precedido :inmediatamente á ia primera aparicion de
los accidentes 'raquiticos. Estas observaciones me han he
cho dudar algunas veces si el acre catarral se habria conver
tido en ciertas circunstancias en materia virulenta de la ra
quitis ó de las escrófulas. Sea lo que quiera, es por lo me
nos 'muy 'cierto <jue las afecciones catarrales son .un podero
so' escitahte de estas enfermedades" virulentas.'" Dejemos á
atm lado la teoria humoral de Pujol, y veamos como habia
reconocido que las irrilaciones crónicas del sistema mucoso
eran la faúsa'de'ias afecciones atribuidas á.dos virus coja exis
tencia 119 admite ya nadie en el dia. ¿Por qué no se haria lo
mismo <Tfi, los efectos; que «¿'refieren ,á un tercer virus tan
hipotético como los otros, puesto que nada hay en esto que
repugne á las leyes conocidas del organismo , y supuesto que
podemos Apoyar, e,n la' autoridad de Jlip^ócrates esta teoria,
•que, tiene la ventaja d« UVar ^-j*,rpatologia de una infinidad
de eátraiías' sutilezas :, y de redecir la lCTápx:tttica á me^SdoS
tan sencillos como eficaces, en favor 'de los cuales habla igualr
mente el ejemplo de los grandes maestros de la antigüedad (1)?
'
V :M'a'Vo)tá«! ha riaifcHlizatlo "iá dOctrm% de la freredáb'ilictod 9é la fc
'ooniéfidó 'lite palabras 'Siguiente» 'err la b'oca.itergffiíjS'no Sidrac: "Hace mB-
•ctió ,t'Terrfpó que ejerzo la cirujia', y confieso qué 'debo a' la siftiis la mayor
parte de mi fortuna. Mas no por eso la detesto menos. Mi muger me la co
municó destfe la primera noche de casados, y tomo es una muger sj-
'lham'errt£rdfrlicad,a ?éVi lÉ,fb%.j>áé.aeiirrtítf'fc¡Mar%a;lh»ñor;v puBliéó en todo»
los pápe'lgs.'cre'TJSnd'res ^úB' "padecia 'a;ifi tet&tá .éJí'lttt;fl iéftiúndo , pero
cu? le nafch iaéaao^de'l'vientrérde'sáfnia3)'8fil'qíte éítí^áisgo'sicion er«
•«ntigaaehs^farnilia.'i' :'iobos islsaira A BE5boi:fi s! oTirv ,• •,••
.4*^

;•S A < '.n^¡


307,
_í.10.P Me. falta: quer examinar 'el liHíiriO: punjtp:iel de.Ia
sibiljd/id. de transformarse el virus venéreat en ptios principios
morbosos, princi palmen te en virus escrofuloso. Esta opinion,
combatida por Van Swieteri y por Cullen , reinaba .antes de
Boerahave , el cual no se atrevió á desecharla enteramente, y
se ha propagado :hasia¡íauestros días. §Qco,nfunde con la hi
pótesis de la trasfusijoh hereditaria ¡ deln.vir.u>.,yené:rep, puesT
to que se admite que este virus, mitigado y oscurecido en
los padres, puede pasar á los hijos bajo la forma de raqui
tismo ó de escrófulas. En este caso ¿segun ¡dicen;, deja el mer*
cu.v¡.o:de ser especifico: la forma estraña que ,.ha tomado el
vicio 'Venéreo supone en él ¡una degeneracion cualquiera, ua
nuevo ixkodo de ser, capaz de sustraer su causa materigl á lo$
«gentes medicinales que la combatian con buen éxito cuan
do consecvabfli i su* i cualidades anteriores y¡,verdaderan1ei)te
. .
.• , :L.as..objeciones precedentes se reproducen aqui en toda su
fuerza ; pero hay obras aun que se agregan á ellas y las corro-
boraii.. Supuesto que el virus venéreo se sustrae en algun mo-
4<*?al .'»a*pÍQr¡ífc de :la¡¡viiia , supuesto ^ queies «a agente.,especia^
é iitd¡ependiente del dogaaismo, en:el cuat.vaga, y eircialíi á,su
arbitrio, ¿cómo puede modificarse y trasformarse en otrof^eo
virtud de qué ley se conduce de este modo? ¿es por puro
caprjejio ? ¿ó bien tiene, como todos los seres orgamzados, pe-
FjEodos climatéricos isemeja ates á los que se han asignado á
JA sifilis misma, erigida de .este inodo no SQlai€n:iíiH eftte real
y distinto, sino aun en ser animado y viviente? ..
..,.... -Esta supuesta trasformacion no es mas que una sucesion
de.kritacioaes «¡n diferentes, tejidos. La prueba est^ en la$
úlceras, crónicas ,de la piel , cuya desecacion,, segun ,la obser
vacion de G.lissoht¡ llega á sér¡ muchas veces la caiisa, ocasio
nal de un raquitismo completo. "Esto es tari cierto ,.dic,e J?u.-.
jol , que para convertirse en virus raquitico los .acres erupti
vos, no es necesario: que sean trasladadosi al, torrente dje la
.ciicUJíiifioii por :médio del pus reabáorvido t'pug|s ej^arampion
£on ser enfermedad exenta de toda suptírac'iodi , deja muchas
veces, lo mismo que las viruelas, gérmenes de escrófulas y
de raquitis." Yo no infiero d.e esjo que las .verdaderas enfer
medades venéreas puedan convertirse en causa ocasional efe
308
escrófulas d de raquitis, sobre todo despues de una ó mu
chas generaciones; pero si deduzco que estas últimas enfer
medades pueden ser ocasionadas por las irritaciones viscera
les crónicas que se han colocado sin razon en el dominio de
la sifilis. ,•
ISo es solo el acto de la generacion el que se ha sospecha
do capaz de modificari la virulencia del principio venéreo,
pues dominados siempre por la idea de que este agente ocul
to goza de una existencia independiente, Bell y su copiante
Swediaur han admitido, en vista de los estragos estraordina-
rios que se observan áveces; que el virus mismo presentaba di
ferentes modificaciones , y que podia ser mas ó menos acre, mas
ó menos venenoso. Esta es la hipótesis que han regularizado
MM. Rose y Carmichael, cada uno á su modo, estableciendo
muchos virus venéreos. Mas sencillo y mas natural era, sin
contradiccion, atribuir estas supuestas modificaciones á la
constitucion del enfermo, á su estado de salud precedente,
al mayor ó menor grado de irritabilidad del cuerpo en ge
neral ó de los órganos afectados en particular, en fin, á las
circunstancias esteriores, tanto mas, cuantoque se observa con
mas frecuencia en ciertos tiempos que en otros; pero el rum
bo que se ha seguido acredita por lo menos la insuficiencia de.
un sistema, en el cual todos los hechos dejaron de valer des
de que se los estudió mejor, y no es uno de los menores ar
gumentos que se pueden sostener contra una teoria que se
ve obligada á multiplicar de un modo tan estrecho entidades
indefinibles.
Creo haber demostrado en este capitulo que la doctrina
del virus venéreo es un caos incomprensible de contradic.*
ciones, de subterfugios , de restricciones; una mezcla estra?.
fía de teorias humorales , quimicas y orgánicas , que han do
minado alternativamente en medicina. Me parece tambien que
se puede concluir y sentar por principio :
1.° Que el virus venereo no existe:
2.° Que las enfermedades venéreas primitivas son el fe-
sultado de la irritacion causada inmediatamente en las super
ficies vivas por el pus que segregan las membranas mucosas
genitales inflamadas ó ulceradas:
309
3.° Que las afecciones secundarias dependen de las simpa
tias que cxi'ten entre todas las partes del organismo , y la cual
no es igual ni en todos los sugetos , ni entre todos los órga-
ganos , ni en todas las circunstancias de la vida:
4.° Que ninguna de estas enfermedades es hereditaria.

FIN DEL TOMO PRIMERO.


. ,

I'.

.
. *;

.
. ,, .
ÍNDICE;. .•..:..-'..; «.f •;,..') r,C

DE LAS MATERIAS CONTENIDAS EN LA PRIMERA PARTE.

LIBRO PRIMERO.

De las enfermedades venereas consideradas en sus sin


tomas : .....'................i Pag. \

SECCIÓN PRIMERA.

Di las cnfermedcules venéreas primitivas... 2


CAvtl'Ul4O I. De las enfermedades venéreas primitivas
car.ac.teriz.adas por la inflamacion de las membranas
mucosas'. : 3
• Articulo I. De la inflamacion de la membrana mucosa
ge'nilo-urinrtria en el hombre .'. 6
De la inflamacion del glande ó de la balanilis 7.
De la inflamacion de la uretra, ó de la urelritis 10
Art. II. D¿ la inflamacion de la membrana mucosa gé-
nilo minarla en la mitger 68
Art. III. De la inflamacion de la membrana mucosa del
ojo 76
Art. IV. De la inflamacion de la membrana mucosa del
conducto auditivo esterna y de la caja del tambor 79
Art. V. Dela inflamacion de la membrana mucosa nasal. Id.
KAr•.. VI. De la inflamacion de la membrana mucosa de
la boca .". 81
Art. VII. De Ja inflamacion de la membrana mucosa del
recto 82
CAP. II. De las enfermedades venéreas primitivas carac
terizadas por la ulceracion de las membranas mucosas
estertores , 84
Art. I. De las ulceraciones de la superficie interna del
prepucio y del frenillo 89
Art. II. De las ulceraciones del glande 93
Art. III. De las ulceraciones de Ja uretra 95
Art. IV. De las ulceraciones de la membrana mucosa g¿-
nito-urinaria en la muger 88
Art. V...De las ulceraciones det pezon y dela areola del
pecho que la rodea..... 100
Art. VI. De las úlceras de la membrana mucosa nasal. 101
Art. Vil. De las ulceraciones de la membrana mucosa
de la boca. 104
Art. VIII. De las ulceraciones de la margen del ano y de
la mucosa .del intestino recto ..., 113
Art. IX. De las ulceraciones de la conjuntiva )\5
Art. X. De l(ts ulceraciones del conducto auditivo esterna. Id.
Art. XI. De los bubones \\ 5
CAP. III. De las enjermedades venereas primitivas ,.ca-
' racterizadas por flegmasias ó ulceraciones de la piel.. 123
CAP. IV. De las enfermedades venereas primitivas carao- •
¿erizadas por escrescencias ó vegetaciones .J27
••, i . i ... • • . .x y-
SECCIÓN SEGUNDA.
^^H
De las enfermedades venéreas secundarias ^33
CAP. I. De las enfermedades venéreas secundarias en
particular ígtj
Art. I. De las enfermedades venereas secundarias que
tienen su asiento en el sistema linfático J37
Art. II. De las enfermedades venereas secundarias que
tienen su asiento en el sistema mucoso ^ 30
Art. III. De las enfermedades venéreas secundarias que
tienen su asiento en el sistema cutánzQ y sus depen
dencias..., ,..vC«',.«;,r..r.»:^..J;.X j /oj
Art. IV. De las enfermedades venere^* secundarias míe
tienen su asiento en]el.&islejnii. jibrosp.••.'.. \ ce
Art. V. De las enferr^dtide^ vcnerc#é$secundarias que
tienen su asiento cn\fJg^h^»ffH^£mfsoso ^5«
Art. VI. De las enfcrmeda4&f*J2£J>éreas secundarias que
tienen su asiento en el sistema seroso ígg
Art. VII. De las enfermedades venereas secundarias que
tienen su asiento en el sistema nervioso \ g/
CAP. II. De las enfermedades venéreas secundarias en
• 166
SECCIÓN TERCERA.

De, las complicaciones de las enfermedades vene'reas.. 178

LIBRO SEGUNDO.

De la teoria ,
iría*y de la historia de las enfermedades venereas. 181
CAP. I. 'De las diversas opiniones sobre el origen de la
sifilis 183
CAP. II. Del origen americano de la sifilis 1 90
CAP. III. De la epidemia del siglo guinee y de algunas
enfermedades análogas que se han referido á la sifilis. 205
CAP. IV. De la antigüedad en las enfermedades vene'
reas 228
CAP. V. Del origen, desarrollo y modificaciones su
cesivas que ha tenido la tforia djel virus venereo 25.Í
CAP. VI. De la teoria actual del viras venereo 277
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