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Paul Flake

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Profesor Larsen

El Barroco del Sueño

Sor Juana Inés de la Cruz es reconocida como una voz bien progresiva y feminista de su época;

como una que escribió letras claras, potentes y a veces medio controversiales. Se pensaría, al leer las

obras como Hombres Necios que Acusáis, A Su Retrato, A Una Rosa o Detente Sombra, de que a la monja

no le costó expresarse o decir las cosas como eran. De hecho, parecería que ella se expresaba plena y

frecuentemente. Sin embargo, la realidad no era así necesariamente. Se revela mucho de cómo era Sor

Juana en una carta que ella escribió en respuesta al criticismo que recibió de parte del obispo de Puebla,

Manuel Fernández de Santa Cruz. Él la había criticado por dedicar demasiado tiempo a los estudios

mundanos. Entre las muchas cosas que Sor Juana escribió para defenderse en esta carta de respuesta,

ella eligió contar ciertos detalles de su vida y sus motivos. Entre ellos, Sor Juana dijo lo siguiente:

“Demás, que yo nunca he escrito cosa alguna por mi voluntad, sin por ruegos y preceptos ajenos; de tal

manera, que no me acuerdo haber escrito por mi gusto sino es un papelillo que llaman El Sueño” (Cruz

20).

Parecería que Sor Juana tuvo algún tipo de agenda en la gran mayoría de sus escritos. A lo

mejor, tuvo una audiencia bien fingida y un mensaje predeterminado. Esto no quiere decir que ella no

era investida en los temas que relató o de que no sentía motivación propia tratarlos. Pero tal vez esta

obra, Primero Sueño, sea distinta ya que se escribió por su propia cuenta. Para expresarse a ella misma,

y nada más, a través del potente medio de la poesía. El tema que Sor Juana explora en este poema se

trata de lo que, a ella, le fascinaba desde la temprana edad de 3 años cuando aprendió a leer: el persigo
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del conocimiento. En su obra tal vez más venerada y querida, Sor Juana Inés de la Cruz emplea el estilo

barroco para transmitir la incapacidad de los seres mortales para llegar al conocimiento perfecto.

Para comenzar la jornada que es comprender el mensaje escondido en la poesía barroco, tal vez

resulta informativo saber cómo este estilo artístico llegó a llevar el nombre de “barroco”. La palabra

viene del portugués, y se ocupaba en el siglo diecisiete para referirse a una perla malformada, (Nanfito).

El famoso escritor barroco de Cuba, Alejo Carpentier, explicó el barroco de esta manera: “El estilo de la

civilización se llama clasicismo. Al estilo de la barbarie, persistente, permanente debajo de la cultura,

¿no le daremos el nombre de barroco? Es llamada barroca la gruesa perla irregular. Pero más barroca,

más irregular todavía, el agua del océano que la ostra metamorfosea en perla, y a veces, inclusive, en los

casos de logro feliz, en perla perfecta.” Pues, desde su inicio, el barroco era medio controversial. Sin

embargo, aun los críticos reconocían el gran valor que se escondía debajo del confusión y desorientación

que a veces resulta con el estilo al comenzar a leerlo. Tal como es necesario bucear aun hasta las

profundidades del mar para recoger las perlas, así es necesario sumergirse en las obras barrocos para

recoger los tesoros de ellas.

Es interesante también saber de qué la perla, como símbolo en la tradición oriental, representa,

“genio en oscuridad”. Explicado por la autora Jacqueline C. Nanfito en su libro, El Sueño: Cartographies

of Knowledge and the Self, “that is precisely the essence of the baroque imagination: the construction of

an ingenious, elaborately embellished structure whose syntactic and semantic ornamentation is

carefully wrought by a dynamic and impassioned artistic imagination which delights in difficult conceits

and deliberate ambiguities.” Pero, ¿dónde se encuentra el valor en ocupar una estructura tan

embellecida, ornamentada e intencionalmente ambigua? La literatura no intenta decir algo solamente,

sino que crear algo. Así es lo que desea el estilo barroco, y lo que se demuestra plenamente en la obra

Primer Sueño. El crítico literario, Leo Spitzer, enseñó de que el barroco español era una reelaboración de

dos ideas principales y a veces contradictorias; la medieval y la del renacimiento. Dijo Spitzer, “El tema
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barroco por excelencia es el desengano, el sueño opuesto a la vida, la máscara opuesta a la verdad, la

grandeza temporal opuesta a la caducidad.” Está entre estas distintas formas de pensar donde se

estableció el barroco— para intentar llenar el vacío ambiguo que se había creado. De allí nace el estilo

barroco, para satisfacer la petición de esta época, expresada en las palabras de Leo Spitzer decir, “que

nos muestra la polaridad entre los sentidos y la nada, la belleza y la muerte, lo temporal y lo eterno.”

En el Barroco existen dos movimientos estilísticos muy distintos: el conceptismo y el

culteranismo. Mientras el conceptismo procuraba decir las cosas con palabras sencillas, el culteranismo

se conoce como una forma de literatura que ocupa muchas palabras (si no demasiadas) para expresar

algo relativamente sencillo. Aquel que muchos reconocen como el padre de la segunda forma se

llamaba Luis de Góngora, (López). Él produjo un poema intitulado Las Soledades al que Sor Juana se

refiere varias veces desde el principio de su poema, Primero Sueño. La primera palabra del poema

Primero Sueño, “piramidal,” de hecho, se cree que le hace homenaje a la obra Las Soledades. Por lo

mismo, la interpretación del símbolo de la pirámide, en este contexto, se cree ser un arquetipo no del

Neoplatónico que representa, “spiritual wisdom and of the soul’s rise to enlightenment” más que lleva

connotaciones Egipto. Como se explica Luis Harss en su libro, Sor Juana’s Dream: “‘Egyptian’ knowledge,

in short: intuitive, magic, astrological, divinatory; esoteric knowledge drawn from arcane sources,

therefore demonic, terrifying. Throughout the poem, this form of knowledge is in conflict—and

occasionally Alliance—with other forms: revealed doctrine, Aristotelian and Scholastic method, science,

reason, and Greek clarity. The symbolic meeting point of dark and light knowledge,” (Harss 74).

Pero más que estas referencias directas a Góngora, es el estilo del poema mismo que es

reconocido como ejemplo claro de la forma poética que muchos reconocen como “el Gongorismo”. Un

análisis de las obras completas de Sor Juana concluyó así: “A modo de conclusión, nos sentimos

autorizados para afirmar que, en definitiva, el discurso sorjuanesco resulta anguilesco, de difícil captura

para quienes no aciertan a interpretar que el espíritu barroco -en sentido literario- impone la realización
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rizomática de obras cuyos ejecutores debían valerse, por fuerza, de signos y símbolos ambivalentes, es

decir, ambiguos.” Ciertamente, el valor profundo del poema no se puede apreciar con un solo paso del

texto. Por ser medias abstractas las imágenes que se retratan y muy densas las estrofas de conexiones

inesperadas a la mitología griega, prácticas médicas antiguas y símbolos universales, se requiere un gran

esfuerzo, de parte del lector, considerar el mensaje tejido entre tanta información. Tal vez allí, en la

forma poética misma que Sor Juana ocupó, podemos entender cierto aspecto del conocimiento mismo a

que Sor Juana deseó llamarnos la atención. El análisis siguió diciendo: “De este modo, Sor Juana Inés de

la Cruz asume su condición y su época aferrándose, tan sólo, a un único poder: el de la palabra” (Sulga y

Morillo 27).

Llena de metáforas, símbolos y dicción elevada, esta ornamentación excesiva que Sor Juana

ocupa majestosamente en Primero Sueño, crea un ambiente o sensación que lleva mayor importancia

que la cosa simple a la que está describiendo. Al comenzar el poema, Sor Juana demuestra esto

perfectamente al describir el hecho habitual del caerse la noche:

Piramidal, funesta, de la tierra

nacida sombra, al Cielo encaminaba

de vanos obeliscos punta altiva,

escalar pretendido las Estrellas;

si bien sus luces bellas

—exentas siempre, siempre rutilante—

la tenebrosa guerra

que con negro vapores le intimaba

la pavorosa sombra fugitiva

burlaban tan distantes,

que su atezado ceño


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al superior convexo aún no llegaba

del orbe de la Diosa (Cruz 1-13)

A primera vista, tal vez ni parece estar describiendo el anochecer. Sor Juana lo explica como una

oscuridad que viene del mundo y que lo cubre como nube. En la batalla que sucede entre la luz y esta

oscuridad, sale ganadora la oscuridad; más sólo por un periodo breve. Su triunfo sobre la luz es limitado

por el hecho de que la oscuridad es incapaz de alcanzar todas las luces celestes, los cosmos, en la gran

distancia. Inevitablemente, el sol reestablecerá su dominancia sobre lo oscuro. Por mientras, sin

embargo, es el silencioso calmo que calle sobre el mundo.

Estamos más acostumbrados a pensar en la oscuridad como algo que viene de la ausencia de

luz, más que una fuerza activa que contiende en contra de ella. Si existiera una lucha constante entre la

luz y la oscuridad, parece que la luz ganaría cada vez. Esta idea de la oscuridad persiguiendo a la luz

ciertamente nos resulta extraño. Sin embargo, al verlo como “símbolo ambivalente”, llegamos a

entender más lo que la poeta quería expresar. Es importante reconocer lo siguiente, de que, “Entre

otras muchas cosas, el Primero sueño es también una síntesis poética de una parte del legado de la

onirología occidental desarrollada hasta el Barroco como época frontera de una gran transfiguración

epistemológica,” (Méndez). Asociamos la luz con el entendimiento; como la iluminación de nuevas ideas

que nos provecha una perspectiva elevada de lo que gozamos anteriormente. En esta yuxtaposición que

crea Sor Juana, sin embargo, la autora identifica la oscuridad como el conocimiento del hombre, o tal

vez, mejor dicho, el afán de adquirirlo. Mientras más luz “conquistamos”, mayor oscuridad tenemos,

hasta dejar nuestro entendimiento frio y aún más confuso. Esto es lo inevitable, aunque haya cierta paz

que se encuentra entre el silencio de la noche. Pero sin importar cuanta luz mundana que es consumida,

el afán de adquirirla toda siempre resulta inútil. Ni importa cuánto luchemos para sumergir toda luz,

siempre están los cosmos allí, “exentas siempre, siempre rutilantes” (Cruz), que se burlan del esfuerzo.
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Existen diversas razones por los cuales Sor Juana podría haber eligió comenzar su poema

representando, desde la perspectiva de un espectador astral, a una lucha atmosférica de luz y oscuridad.

Entre ellos es un intento de cuestionar nuestro concepto del espacio, como es típico de la literatura

barroca. “In many ways, the Baroque represents the challenging of spatial and temporal limitations of

the artistic work, as the dynamic movement of its very line and form suggests the presence of other

realities beyond the canvas or the printed page,” (Nanfito). Pues desde el principio, Sor Juana expanda

nuestras mentes para caber lo lejano de cuerpos celestes, dejando nuestra imaginación abierta a todas

posibilidades. Esto se hace antes de que nos concentramos en el ser humano, tal vez para eludir los

conceptos presumidos del intelecto humano que fingimos comprender.

Sor Juana incluye algunos conceptos o teorías medievales de la ciencia para entablar esta

exploración del cerebro humano. En particular, ella se refiere a la manera de explicar el fenómeno

curioso del sueño. Como comenta Sigmund Méndez de la Universidad Autónoma de la Ciudad de

México, éste no es tan irregular entre el estilo barroco: “Una parte destacada de ese trabajado marco

barroco lo constituye la evocación de los procesos fisiológicos que, según antiguas conjeturas científicas,

desencadenan el sueño y que le proporcionan un contexto de explicación racional y naturalista.” Sor

Juana habla de los “vapores claros” que son transmitidos al celebro y producen el sueño, junto con un

balance de los cuatro humores. Esta idea pertenece a la filosofía de Aristóteles, quien explicó que el

sueño es resultado de los vapores producidos en el estómago durante la digestión, (Grossman y More

51). Utilizando esta teoría de Aristóteles, se proporciona un marco fisiológico sobre lo cual Sor Juana

podía edificar. Sirve como un fondo estable y tangible que facilita interpretaciones y conexiones

artísticas y aun abstractas que siguen en el cuento, casi como una forma de validación.

Pero las asignaturas que incluyó Sor Juana no se limitaron a la ciencia, sino también a la filosofía,

la historia, la astrología y la teología entre otras. Eso de involucrar una variedad de aspectos para

explicar una sola cosa no es un marco del estilo barroco únicamente, sino que también refleja una
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verdad que Sor Juana aprendió de sus esfuerzos personales al estudiar. Ella escribió en su carta a Sor

Filotea de la Cruz:

Yo de mí puedo asegurar que lo que no entiendo en un autor de una facultad lo suelo entender

en otro de otra que parece muy distante… no estorban, pero se ayudan dando luz y abriendo

camino las unas para las otras, por variaciones y ocultos engarces—que para esta cadena

universal les puso la sabiduría de su Autor--, de manera que parece se corresponded y están

unidas con admirable trabazón y concierto. (Cruz)

Pues, su táctica de aprender se muestra en su forma de enseñar. A ella no le basta decir algo de una sola

manera, si no que emplea un montaje de ideas distintas que se enlazan para dar mayor entendimiento.

La diversidad que hay en el poema no se limita a la ocupación de distintas disciplinas, sino en

una matriz de símbolos y metáforas. Es razonable especular de que la explicación del origen del sueño

que Sor Juana eligió ocupar, influyó la manera no tradicional que creó para narrar la venida de la noche.

Al describirla como vapor oscuro producido del mundo, ella hizo un paralelo entre la tierra y los seres

humanos. Es claro que Sor Juana, al desarrollar el ambiente de la noche y su llegada durante las

primeras doscientas líneas del poema, ya había comenzado a enseñar sobre la naturaleza del

conocimiento y el afán mortal para conseguirlo. Esto también revela otra característica del barroco,

como identificó Sigmund Méndez: “algunas de las principales figuraciones alegóricas desplegadas por la

autora [ponen] de relieve los muy antiguos tópicos a los que éstas responden, valorando su cualidad de

constituir auténticos símbolos de la imaginación onírica y poética en una modalidad arqueológica

característica de la phantasia docta del Barroco.” En muchos sentidos, parece que Sor Juana describió el

acto de anochecer como un arquetipo de la persecución vano de adquirir un plena comprensión. Desde

el principio, Sor Juana prefiguró la verdad inevitable con que el poema concluiría expresando: que el

conocimiento perfecto no se puede lograr. Las estrellas burladoras y la revolución diaria del mundo que
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erradica la oscuridad de la noche con el resplandor del día son testigos del mismo. Este arquetipo de la

noche y la tierra es una clara manifestación de la “fantasía docta” del barroco, y proporciona una

perspectiva amplificada del afán mortal, relatándolo metafóricamente desde un punto de vista

inesperado.

Más, para reseñar de otra forma esta misma idea, la poeta ocupa otra metáfora. Esta vez, se

enfoca más en la búsqueda del individuo y habla en términos más personalizados. A este fin, la autora

procura involucrar las teorías científicas como ya hemos mencionado. Al llegar el sueño como resultado

de estos vapores puros del estómago, Sor Juana describe como el alma del individuo se libra de la carne

mortal a la que éste está encadenado por el día:

La cual, en tanto, toda convertida

a su inmaterial ser y esencia bella,

aquella contemplaba,

participada de alto Ser, centella

que con similitud en sí gozaba;

y juzgándose casi dividida

de aquella que impedida

siempre la tiene, corporal cadena,

que grosera embaraza y torpe impide

el vuelo intelectual con que ya mide

la cantidad inmensa de la Esfera (Cruz, 293-303)

Esta técnica de ir desarrollando ideas a través de retratarlos de formas más especializadas e

individualizadas es también algo que demarca el estilo barroco. Aunque el anochecer de la tierra y el

sueño del ser humano son sucesos distintos, Sor Juana involucra a ambos para enseñar el mismo

mensaje. Al hacerlo, Sor Juana crea otro nivel, etapa o dimensión de su obra. El concepto va
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progresando desde un contexto general a una perspectiva particular y aún propia. “Aunque es de notar

que, aun dentro de esta clara dirección del discurso poético, predomina la contextura abstracta de lo

singular sin dejar marcas textuales más claras de un viaje interior propiamente ‘personal’; puede leerse

reflejando aspiraciones de un individuo, pero sin abandonar una cierta valencia alegórica sobre un

interior Viaje del Alma que medita temas universales” (Méndez). Es interesante notar de que la autora

evitó ocupar pronombres durante el curso del poema, con la excepción de una vez en el medio del

poema cuando escribió (sea por accidente o no), “mi entendimiento”, y por supuesto la última línea

reveladora, “el mundo iluminado, y yo despierta” (Crúz 617, 975 itálica agregada). Con estas dos pistas,

parece que al final el poema, “revela que lo aparentemente impersonal es, en realidad, personal”. Pues,

se revela tres distintos niveles del sueño, “como un somnium a la vez proprium (para sí

misma), commune (de sentido compartido con los demás hombres) y generale (por su dimensión

‘cósmica’)” (Méndez).

Por ser familiarizados con la historia de Sor Juana y su afán por el aprendizaje, la mayoría de los

lectores que leen Primero Sueño hoy reconocen, a lo mejor, un tono medio personal a lo largo del

poema. Esto está facilitado al leerlo en el contexto de otros escritos de Sor Juana, tal como Respuesta a

Sor Filotea que ya hemos mencionado. Pero al leer la obra del Primero Sueño sin la influencia de obras

aparte de ella, se muestra plenamente el efecto de ir achichando la perspectiva desde el extenso

universo, a la tierra, a un ser humano. Al relevar de manera sospechosa al final del cuento de que todo

ha sucedido en la mente de Sor Juana, es como un momento parecido a la película Incepción, en que nos

damos cuenta de un sueño entre un sueño. Nos hace cuestionar las dimensiones mentales del cerebro

humano que anteriormente fingimos entender. Tal inversión sirve como otra evidencia del barroco.

Claro que esta obra tan magníficamente escrita por la monja erudita Sor Juana Inés de la Cruz,

está entre los ejemplares más venerados de la literatura barroca de Hispanoamérica. De ciertos modos,

se puede decir que el poema Primero Sueño influyó de manera significativa el rumbo de este estilo
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literario único, y cómo lo definimos hoy. A través de ambigüedades calculadas, metáforas bien

formadas, la incorporación de diversas asignaturas y una matriz de perspectivas distintas, Sor Juana

muestra este “genio escondido” que constituye la perla irregular que es la literatura barroca. Al soñar

con Sor Juana, se expande nuestro entendimiento hasta darnos cuenta de la veracidad de la conclusión

a la que llega. Para un ser mortal, no se llega al conocimiento perfecto. Más, aun podemos soñar.
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Obras Citadas

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Historia Y La Literatura Iberoamericana. Comp. Nidia Burgos. Bahía Blanca, Argentina:
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