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EL CERVANTES DE RICARDO ROJAS

Carlos Orlando Nallim


Universtdad Nacional de Cuyo

Desde hace algunos años, sin prisa y sin pausa, trabajo en un proyecto
que titulo Cervantes en las letras argentinas. Estando ya en prensa el primer
tomo, inicio los trabajos que contendrá el segundo con Ricardo Rojas y su
labor a favor de aquel autor clásico y su obra.
He elegido a Ricardo Rojas porque este ilustre polígrafo argentino, que
murió a los 75 años, el29 de junio de 1957, en su tarea de trabajaren pro de
la cultura desde muchas áreas, empeñado desde su juventud y hasta su
muerte en mover a los argentinos a través del periodismo, de las aulas
universitarias y de sus libros, merece ser tenido en cuenta cuando, en su afán
de obviar un posible vacío o paréntesis cultural entre España y la Argentina,
entre España e Hispanoamérica, batalla a través de una ciclópea y duradera
lucha para enraizar la cultura de este continente en los orígenes que marcan
fundamentalmente la tradición y la lengua. Tenía razón Roberto F. Giusti
cuando allá por 1912, en su ensayo Nuestros poetas jóvenes caracteriza a
Rojas como "un soñador, pero también un predicador, y tiene, en efecto, de
éste, el genio oratorio" 1 •
Este soñador y este predicador seguirá su tarea a través de El país de
la selva (1907), Blasón de plata (191 0), La argentinidad(1916). Historia de
la literatura argentina (1917-1922) etc. Fue en estos tiempos en que
emprende su labor de difusión y de análisis de la gran figura de Cervantes y
su obra, que como toda la gran literatura española clásica podía perder
predicamento, en una sociedad argentina que era "invadida" por inmigrantes

13n
y con una clase culta que se jactaba de europeizante con los ojos clavados
en París, y que hablaban francés o pretendían hablarlo.
No cabe duda, que con la Historia de la literatura argentina, su obra
magna que todavía hoy asombra por el caudal de información y el valor de
su médula espiritual-hecha por una sola persona- su autor pasó a ser ya el
"maestro" de las letras argentinas.
Este "maestro" de las letras argentinas, pretendía seguir, sin solución
de continuidad, una tradición que incluía la cultura española, la americana
colonial y la nueva cultura argentina y americana. El instrumento necesario
era la lengua castellana, aún con sus diversos matices americanos, regio-
nales y provincianos. Por lo tanto Cervantes se erigía en figura prócer de ese
instrumento necesario y al mismo tiempo paradigmático.
En un libro de poemas, que no es precisamente uno de los mejores del
autor, Ricardo Rojas, entre tanta poesía de circunstancia, divagaciones
sentimentales y hasta falta de lirismo, incluye lo que para nosotros es un
buen soneto, a pesar de que el libro deba incluirse en la corriente modernista
que el autor no alcanzó a manejar con soltura. Pues bien, en Los lises del
blasón (Buenos Aires, 1911) nos sorprende con un soneto dedicado a don
Quijote que dice así:

Gloria en la tierra al paladín andante,


que a la grupa del ágil Clavileño,
fue de la tierra al cielo con su sueño
con brida de oro y lanza de diamante.

Mejor que sobre el flaco Rocinante


venció a la eternidad de su heroico empeño,
velivolando en su corcel de ensueño
sobre la noche del jardín galante.

¡Y así lo admiro porque así me asombra!


acoceando nubes en la sombra
dejó en los astros chispas de sus huellas,

Y volvió de lo azul con nueva fama,


que para humana gloria lo proclama
Caballero del Sol y las Estrellas.

En este "Elogio de Don Quijote", Rojas, fundándose en un episodio


como es el de Clavileño, cuyas raíces pasando por los libros de caballerías

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llegan a Las mil y una noches. vale decir a la cuentística oriental 2 ,
aprovecha la ocasión para escribir un verdadero ditirambo en verso,
acomodado a ciertas peculiaridades modernistas. Cualquier conocedor del
Quijote podrá ver en el soneto todo un tributo a Cervantes, autor que
siempre destacó por sobre todos los demás clásicos españoles. Fue
Cervantes quien con su singular libro, nos eleva al sueño que embelesa al
lector. Así como Rocinante, una caricatura del caballo pero bien asentado
en la realidad de cada día, sirve como corcel en la ficción novelesca,
Clavileño emerge de una tradición multisecular para llevamos hacia el cielo
con inusitada velocidad y, desde allí, poder ver esta nuestra tierra desde
las alturas, con una visión mejorada por la distancia. No deja huellas en su
andar. Su manejo es simple. Sus viajes celestiales.
Sí, es un verdadero ··caballero del sol y las estrellas", son don Quijote
y su escudero volando en el original y divertido episodio. Quien lo dude deberá
refrescar su lectura de las palabras de Sancho que nos relata su alucinación,
pues nos cautiva irresistiblemente.
Con esta introducción donde compiten el brillo de los versos y la
sosegada opinión que de Cervantes y el Quijote tenía el autor, pretendemos
introducirnos en una análisis más bien sintético, del extenso libro titulado
CervanteS' en el que Rojas intentó reunir sus estudios sobre el famoso
a1calaíno. Todo empezó con ocasión del tercer centenario de la muerte de
Cervantes, en 1916, cuando Rojas era profesor de la Universidad de La Plata.
Algunos puntos de su propuesta no pudieron llevarse a cabo como por
ejemplo la farándula estudiantil que, con personajes del Quijote, paseara por
las calles platenses. Se trataba de un acto divertido pero, a la vez,
aleccionador, fundado en aquellos desfiles limeños que se celebraban en el
mismo siglo XVII, cuando se empezaba a leer el Quijote en la capital virreina!.
En cuanto al programa estrictamente universitario, se publicaron las
Poesías de Cervantes", compiladas por Ricardo Rojas, autor de un prólogo
y de los comentarios. Dictó un seminario sobre el Quijote y un curso para todo
público sobre la vida de Cervantes. La intención de su prólogo y de todo su
trabajo sobre la poesía cervantina era comentar su lírica y revisar muchos
de los juicios tradicionales sobre la misma. Otro curso más amplio aún que
el de La Plata lo dictó como profesor de Literatura Castellana, de la Facultad
de Filosofía y Letras, en la Universidad de Buenos Aires, con un público más
amplio y con un programa más extenso ya que incluyó también la obra de
Cervantes. Según el autor, en el Cervantes:

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Todas estos trabajos de mi especialidad docente durante años
en las aulas, han sido aprovechados y refundidos en el presen-
te libro. con mayor extensión que en el prólogo de 1916 a las
Poesías de Cervantes, germen primero de esta obra, y con otro
orden que el de las lecciones orales. Con ello dejo fijado en
forma definitiva lo mucho que antes dije o escribí sobre
Cervantes5 •

Hasta aquí estamos de acuerdo con Rojas. Pero poco más adelante al
afirmar que cuando se trata de Cervantes, las fuentes españolas ya dan "muy
poco fruto a pacientes y sabios investigadores, porque se ha trabajado
mucho en ellas", cae en una afirmación temeraria. Pues, en aquella misma
época y más desde la actual, se nota que la crítica, con sus trabajos
tesoneros, ha fructificado con novedades y verdaderos hallazgos.
Cuando uno se acostumbra a leer a Rojas y en el caso de este libro,
"donde intento aquilatar la significación de Cervantes considerado como
poeta", no le parecerá extraño que para explicar el lugar sobresaliente que
toda una tradición crítica ha dado al Quijote, en desmedro de sus otras obras,
especialmente de su poesía lírica, nos llegue a decir un tanto pomposamente
que "el Quijote es la cumbre en el cielo, pero toda cumbre corona una montaña
hecha de piedras menudas y de arena, con rincones áridos o apacibles en
su falda".
El libro se divide en tres partes: 1 ra., el poeta lírico; 2da., el poeta
dramático y 3ra., el poeta épico. Se nos aclara que "las tres concurren a
describir la personalidad de Cervantes como poeta" y, luego, que se ha
logrado la unidad porque en su libro "tienen análogo valor psicológico los
documentos biográficos y los documentos literarios". Hasta aquí no hay
mayores problemas. Sin embargo, tenemos que invalidar aquello de que
"como en otros libros míos, he prescindido de notas marginales, porque creo
que el andamiaje usado para construir ciertos edificios, debe desaparecer
cuando el edificio está concluido". Está de más decirlo, ningún investigador
puede prescindir de un aparato crítico. A pesar de que Rojas afirme que él
hace como Cervantes cuando en el prólogo del Quijote se burla de las notas
de fácil erudición.
No podemos terminar este somero análisis de un prólogo, a mi modo
de ver, tan franco como necesario, sin recalar en el orgullo sano y casi
inocente del autor cuando entre otras cosas dice:

1380
he caído en poder de la arbitrariedad: sin justificación ni
proceso, he sido confinado en Ushuaia. la población más
austral del globo. Exilado en este lugar. ha traído, para
distraer mis ocios, los borradores y notas de mi Cervantes,
cuya elaboración empezó antes del 23 de abril de 1916,
tercer centenario de la muerte de aquel maestro. Tales son
las ingratas circunstancias en que he dado forma definitiva
a este libro.

Y como es don Ricardo quien escribe no podía faltar, a continuación,


que esto de su exilio en el extremo sur tenía algo de cervantesco y de
quijotesco. Ya que Cervantes fue cautivo de los infieles tras persecuciones
injustas y escribió su mayor libro (sic) "en una cárcel en donde toda
incomodidad tiene su asiento". Y de quijotesco porque pasados los cincuenta
años don Quijote abandonó la paz hogareña para lanzarse a luchar por la
justicia; y él por sus ideas también ha ido a parar como "presidiario" a Tierra
del Fuego y poder escribir incómodamente, sobre la base de sus notas, este
libro que resume su saber y su amor por Cervantes.
No hay que olvidartampoco que es aquí en este prólogo donde dice bien
explícitamente que admira a los arquetipos humanos como Cervantes y cree
en la fecundidad de los mitos estéticos como el Quijote.
Cuando en la primera parte de su libro, que titula "Cervantes, poeta
lírico", nos muestra su interés por, fundándose en documentación conocida
y autorizada, relevar la faz lírica del gran escritor, una y otra vez tiene que
adentrarse en las biografías o datos presumiblemente biográficos que van
apareciendo en su obra o que los suministran los biógrafos del siglo XIX y
principios del XX. Y como Rojas no es hombre de torcer el brazo, llega a
afirmar que

Si las obras de Cervantes, como fuente documental de


anécdotas autobiográficas son discutibles, no lo son como
testimonio de conocimientos sobre literaturas antiguas y
contemporáneas.

Esta afirmación seguida de otras sobre su vida en España e Italia lo


llevan a decir otra, y por lo audaz merece recordarse:

Claro es que la vocación poética de Cervantes, tan duradera


y precoz fue don nativo, aunque en Italia se perfeccionara por
la educación.
1381
Alejándose en el tiempo hasta el mismo Marqués de Santillana,
concluye:
Así, precoz y espontánea, como de poeta natural. fue la
vocación poética de Cervantes; pero, la educación artística.
aunque azarosa, no le faltó a su talento 6 .

Por un lado, nuestro crítico se apoya mucho en la biografía de


Cervantes y su obra para seleccionar aquellos episodios o escritos que
favorecen su tesis de que Cervantes es un gran poeta lírico. Por otro lado le
fastidia que la crítica, desde el mismo siglo XVII, haya señalado aquellos
versos del Viaje del Parnaso que, en tono de despiadada confesión, dicen en
un terceto:
Yo que siempre me afano y me desvelo
Por parecer que tengo de poeta
La gracia que no quiso darme el cielo.

Para él, el Viaje, por el contrario, presenta a Cervantes "como un poeta


seguro de su mérito". Basta con acercarse a otros versos de esa misma obra
para darse cuenta de que él creía en su arte lírico.
Opinamos, y en ello coincidimos con Rojas, que la Galatea sí es un
buen ejemplo del afán lírico de Cervantes. La gran cantidad de versos
incluidos en esta obra, se debe fundamentalmente a dos razones. Primero,
porque así lo exigía el género pastoral, segundo porque indudablemente
Cervantes se creía verdadero poeta lírico. El libro se publicó en 1585, sin
embargo el autor prometió una y otra vez la publicación de una segunda parte,
que nunca vio la luz. ¿Sería "porque la moda del género había pasado", como
piensa Rojas? o simplemente ¿por qué el estro poético de Cervantes se veía
disminuido tras el primer intento frente a las grandes obras del género
pastoral aparecidos en su época?
Tenemos que pensar que en algún momento el ardoroso defensor de
la lírica cervantina se da cuenta de que no todo es oro y, casi humildemente,
advierte que "a pesar de sus muchos versos defectuosos, prosaicos e
insanablemente malos. No es por éstos, sin embargo, por los que los
debemos juzgar, sino por los buenos, puesto que los tiene"7 • En otras
palabras, admite sin rodeos que también hay en Cervantes versos medio-
cres; aunque es razonable afirmar que en el balance que se quiera hacer el
juicio debe inclinarse por la calidad de los buenos o mejores.
Rojas nos deja bien en claro que el hecho de que la crítica tradicional
dudara sobre la calidad lírica de Cervantes o, simplemente, la ignorara hizo
1382
que para el tercer centenario de la muerte de Cervantes y con el auspicio
de la Universidad de La Plata editara en 1916 su compilación de las Poesías
de Cervantes. donde incluye el Viaje del Parnaso, la Galatea, los versos
de las novelas, lo que a su parecer eran fragmentos líricos de su teatro y
las poesías sueltas. Así, reunió en este volumen más de quince mil versos
líricos que datan desde 1568 hasta 1616. Debemos dejar en claro que este
esfuerzo del compilador, lamentablemente, no ha ocupado un puesto
relevante en las distintas bibliografías -unas selectas, otras no tanto-
cervantinas, desde su publicación en 1916, hasta la fecha. Lo que no
podemos negar es que tiene razón Rojas cuando afirma que este volumen
demuestra la abundancia y el permanente cultivo de los versos por parte
del notable escrito,-&.
Son muchas las páginas que el crítico argentino dedica a la lengua
cervantina, pero a menudo se lamenta de que los estudiosos hayan preferido
siempre apoyarse en el texto del Quijote o en sus otras obras en prosa, más
cuando tenía a mano el tomo no muy distante de Julio Cejador y Frauca
ti tu lado La lengua de Cervantes.
En su constante elogio de Cervantes como poeta lírico, el poeta
argentino halla que en el romancero morisco y caballeresco, Cervantes fue
un precursor. Hoy no lo podríamos afirmar tan rotundamente y nos conten-
taríamos con decir que fue un cultor del género en aquella época¡ a la que con
razón solemos llamar Siglo de Oro 9 . Creemos que cuando dedica todo el
capítulo XIV a la Gala tea es más mesurado en sus alabanzas y se ajusta más
en su descripción de la obra. Alguien nos dirá que no era una novedad decir
que este libro pastoral más que una novela era "una antología lírica,
entremesada de prosa para describir el ambiente de su Arcadia platónica".
Al respecto, cabe recordar que a veces en este libro de Rojas emergen los
apuntes de clases cuando no las conferencias para públicos heterogéneos
y abundantes.
Esta primera parte del libro de Ricardo Rojas culmina con una
afirmación sobre El Viaje del Parnaso al que llama "una trascendente
bufonada lírica" y, como tal digno coronamiento en la obra múltiple del poeta,
que concluyó su vida como la había empezado: rimando versos [ ... Hoy r
nadie cree que el Viaje sea trascendente y mucho menos coronamiento.
Quizás, aquí como en tantas otras páginas del libro su peculiar estilo
discursivo lo haya traicionado. Una excelente exalumna suya y luego
excelente crítica literaria cuenta:
Y Rojas comenzaba su clase. Manejaba teatralmente su

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hermosa voz grave y sus manos finas y aristocráticas. Sus
exposiciones que, en verdad, eran conferencias, estaban
confiadas totalmente a su memoria. Jamás vi en sus manos
una guía. un plan, una ficha bibliográfica. Pero cuando
sonaba el timbre que anunciaba el término de la clase. la
disertación, que alcanzaba allí su climax, estaba conclusa.
cerrada, perfectamente equilibrada en sus partes. Rojas era
un orador nato, de expresión elegante y severa, en la que.
sin embrago. no faltaban los exordios retóricos, que adminis-
traba con cautela. precisión y efecto' 0 •

Su disertación, de tono y ademán dramáticos, el principio y su clímax,


el orden acabado, la elegancia, su calidad retórica, los efectos -hoy quizás
nos tentamos y los calificamos de "especiales"-, también señalan Rojas en
su obra escrita.
De las casi setenta páginas que en este libro Rojas dedica a "El poeta
dramático"; y frente a la ya muy extensa bibliografía sobre el teatro
cervantino, nos parece que algunos pocos capítulos podrían agregar algo a
lo que se dijo antes y sobre todo después del libro de Rojas. Si tuviésemos
que recomendar algunos comentarios de Rojas, señalaríamos los dedicados
a El trato de Argel, la Numancia, El rufián dichoso, La cueva de Salamanca
y a los Entremeses. Es tal su consideración por el teatro de Cervantes que
dice que ha estudiado primero el lírico y el dramaturgo no sólo sobre la base
de la cronología sino también por "método psicológico". Así se habrá de
comprender mejor al "poeta épico".
En la tercera parte del libro que titula precisamente "Cervantes, poeta
épico" dedica un capítulo a las Novelas Ejemplares, once al Quijote, uno al
Persi/esy otro al Quijote apócrifo, de Avellaneda. El capítulo quinto se titula
así "Donde se muestra que en el destino de Cervantes la ambición de las
armas y de la gloria fue repetidamente quebrada por adversidades y miserias,
hasta que, ya viejo, empezó a escribir en una cárcel el poema del idealismo
militante". Algunos lectores pensarán que tan extenso y extraño título imita
a algunos del propio Quijote, nosotros opinamos que es también fruto del
especial estilo de Rojas.
Debo aclarar que su estilo no me produce sonrisas ni rechazo, creo
que, simplemente, está tocado por su época y su personal idiosincrasia. Si
tuviera dudas, me apoyaría en Antonio Pagés Larraya, quien llegó a decir:

Nada digo ahora de esos veinte años de asiduo trato, salvo

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una cosa: nunca se atenuó mi respeto por su dignidad total;
jamás lo vi precipitarse por la pendiente del chisme o la
maledicencia. Rojas vivió algunos desgarradores padeci-
mientos con silencioso estoicismo. Su decoro, el amor a su
pueblo y a su país, sobrepasaron los límites previsibles de
la abnegación".

Es precisamente en este capítulo quinto donde Ricardo Rojas nos


cuenta de las "comisiones" de Cervantes en tanto que alcabalero hasta que
por una disposición de un juez arbitrario fue a dar a al cárcel de Sevilla por
unos meses; y aquí "tal vez" comenzó el Quijote. Esto le da pie a un arranque
discursivo. emotivo y grandilocuente que por ser relativamente breve lo cito:

[ ... ] dijérase que un hado prolijo habíale hecho perder la


mano en Lepanto, la libertad en Argel. la esperanza en su
patria, para que todo ese dolor, madurado en una cárcel,
floreciera en el poema genial que así resulta como una
biografía simbólica. en el aciago destino de su alma caballe-
resca.

En otro capítulo, al referirse a la prosa del Quijote, dice que como se


trata de un poema enciclopédico, a la vez simbólico y realista, l(aría de tono
muy a menudo, de acuerdo con los moldes literarios que el autor remeda a
los modelos vivos que pinta. Y ya, simplificando demasiado el tema, dice que
se trata de dos módulos de un solo estilo, "uno es el registro culto y épico de
Don Quijote, y otro el vulgar y paremiológico de Sancho"' 2 . Hoy los
abundantes estudios dedicados a la lengua del Quijote hacen la cuestión más
compleja y más precisa. Sin embargo hay otros temas en los que no se
equivoca. Por ejemplo cuando habla de la intención paródica del lenguaje
arcaico y la necesidad de un estudio detenido del vocabulario cervantino. A
los nombres de Julio Cejador y Frauca y Rodríguez Marín que Rojas cita,
añadiríamos hoy sin lugar a dudas entre otros el de Ángel Rosenblat.
Habiendo nombrado a Rosenblat, no tenemos más remedio que
detenemos en la crítica negativa que a veces le ofrece el Quijote. Diríamos
que es una especie de satisfacción frente a los grandes cervantistas que
alaban al Quijote y menosprecian su poesía. Así como muchos cervantistas
alaban al Quijote y vituperan sus versos, Rojas cree necesario repasar "los
descuidos de la improvisación junto a los aciertos de la maestría" que ofrece
la obra magna. Se entiende que este hallar incorrecciones y descuidos en el

1385
Quijote, porque lo escribió ca/amo currente, es historia que se remonta al
siglo pasado y por citar algunos nombres notables limitémonos a Clemencín,
Pellicer, Andrés Bello, Ramón Menéndez Pidal y Rodríguez Marín. Rosenblat,
autor de ese precioso libro titulado La lengua del Quijote, es terminante:

[... ] casi todas las faltas que se le han atribuido se deben a


conocimiento insuficiente de la lengua clásica, a nimiedad
gramatical o a incomprensión de los recursos expresivos de
la lengua del Quijote con sus juegos variados y sorprenden-
tes13.

Seguramente que Rojas cuando habla de las incorrecciones de la prosa


cervantina abrevaba en las fuentes anteriores a Rosenblat, como no podía
ser de otra manera. Las "incorrecciones·· no son óbice para que Rojas
reconozca una y otra vez la maestría de Cervantes en el manejo de la lengua.
En el epílogo del libro, con singular acierto, Rojas repite a Clemencín
cuando en el prólogo de su edición del Quijote (1833-39) dijo:

[... ] de Cervantes puede decirse lo mismo que Veleyo


Patérculo dijo de Homero: ni tuvo antes a quien copiar, ni
después ha tenido quien le copie; y este es el único paralelo
que cabe entre el poeta griego y el fabulista castellano.

A lo que agrega Rojas: "Poeta épico, pues; sin predecesores en su obra.


Poeta, simplemente".
Alguna vez, Castagnino habló del Cervantes como una ''fundamental
biografía del Manco de Lepanto". Otra biografía que no podemos olvidar es
la que dedica al Gral. San Martín, El santo de la espada(1935); y por último
la de Sarmiento, en El profeta de la pampa (1945). Bien sabemos que
Sarmiento fue siempre una figura discutida y polémica; y, ahora, en la pluma
de Rojas recrudecerá la polémica sin fin, por los celos incomprensibles de
sus colegas y la ignorancia de ciertos grupos, políticos y caudillos. En fin,
tuvo que abandonar sus cátedras y aunque en 1946 fue distinguido con el
Premio Nacional de la Historia, no faltaron influyentes solapados que hicieron
que la Comisión de Cultura reviera el fallo, despojando así a Rojas del
merecido premio. De inmediato y en señal de desagravio, la Sociedad
Argentina de Escritores crea ese año el Gran Premio de Honor, siendo Rojas
el primer galardonado.
Volviendo al Cervantes debo recordar a quien fuera su discípulo

1386
predilecto, Antonio Pagés Larraya, que tanto lo acompañó y, además se
convirtió en un verdadero exégeta de la obra de Rojas. Este crítico afirma
atinadamente sobre la obra de Rojas, lo que nosotros, ahora podemos
aplicar a su Cervantes:

El fascinante impulso que contemporáneamente han recibi-


do las ciencias del lenguaje hace que, por lo menos en el
plano de su formulación, muchos análisis de ROjas parezcan
pretéritos. Lo que importa subrayar es su interés por el
aspecto lingüístico, desde la oralidad de las formas folklóricas
hasta la escritura más elaborada y experimentar•.

La personalidad de Ricardo Rojas como sus esfuerzos en favor de


nuestra cultura son fascinantes. es cierto. Vivió un presente complejo y su
Cervantes. como sus poemas. sus ensayos, sus biografías ... su pensamien-
to y su hombría de bien lo señalan como figura ejemplar en la primera mitad
de este siglo. Habrá que recordarlo siempre.

NOTAS

1. C1tado por Raúl H Castagnino en "El compromiso con la argentinidad", d1ario Clarín.
Buenos A1res. 9 de septiembre de 1982.
2. Vid. mi trabajo "Ciavileño: la tradición onental en una nueva obra de arte". Actas de/111
Congreso Nacional del Siglo de Oro Español Buenos Aires, U.BA. 1997. En prensa.
3. Buenos Aires. La Facultad. 1935. XVII. mas 424 páginas. Reeditado por Losada. como
volumen XXVI de las Obras Completas de Ricardo Rojas. Buenos Aires, 1948.
4. Ricardo Rojas. Poesías Completas. Buenos Aires. Coni. 1916. Cll. mas 530 paginas.
5. Ricardo Rojas. Cervantes. Buenos Aires. Ed. Losada. 1948. p. 15. Prólogo escnto en
Ushuaia el 23 de abril de 1934.
6. Ibídem, Caps. 1y 11.
7. Ibídem, p. 44.
8. lbidem. p. 50.
9.lbídem.Cap.XIll.
10. Celina Sabor de Cortazar. "Ricardo Rojas". Testimonios sobre Ricardo Rojas. Buenos
Aires. U.BA. 1984. p. 174.
11 Antonio Pagés Larraya "Los signos lejanos de una amistad". Testimonios sobre
Ricardo Rojas. ed. cit.. p. 145.
12. Ricardo Rojas. Cervantes. ed. cit., p 210.
13. Vid. Ángel Rosenblat. La lengua del Quijote Madrid. Gredos. 1971. p. 245. El autor dedica
toda la tercera parte de su libro a las "incorrecciones" del Quijote
14. Antonio Pagés Larraya en el discurso de asunción como miembro de número de la
Academia Argentina de Letras. en el capitulo "Tradición e innovación en la literatura
argentina".
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