You are on page 1of 4

capítulo 8 Influencia en grupo

¿Cómo influyen estos grupos en los individuos?

Las interacciones de los grupos tienen, a veces, efectos dramáticos. Los estudiantes universitarios
de tendencias intelectuales se codean con otros de este estilo y fomentan intereses comunes
entre sí. Los jóvenes descarriados se unen a otros igualmente desorientados y hacen crecer sus
tendencias antisociales.

La facilitación social: ¿cómo nos afecta la presencia de los demás?

LA MERA PRESENCIA DE LOS DEMÁS

Norman Triplett (1898), un psicólogo interesado en las carreras de bicicleta, se dio cuenta de que
los tiempos de los competidores eran mejores si pedaleaban juntos que cuando lo hacían solos
contra el reloj. Antes de divulgar su observación (que la presencia de otros favorece el
rendimiento), Triplett realizó uno de los primeros experimentos de laboratorio de la psicología
social. Niños a los que les dijo que agitaran la línea de una caña d~ pescar tan rápidamente como
pudieran, lo hicieron más de prisa trabajando con coactores que a solas.
En otros estudios se revela que en algunas tareas, la presencia de los demás estorba el
desempeño. La compañía de otros hace que cucarachas, periquitos y pinzones verdes aprendan a
recorrer laberintos más lentamente (Allee y Masure, 1936; Gates y Allee, 1933; Klopfer, 1958).
Este efecto disruptivo también ocurre entre las personas. Los demás reducen la eficiencia para
aprender series de sílabas sin sentido, completar laberintos y realizar problemas de multiplicación
complicados (Dashiell, 1930; Pessin, 1933; Pessin y Husband, 1933).

Zajonc (1965) tomó un campo de investigación para iluminar otro. En este caso, la iluminación
vino de un principio bien establecido de la psicología experimental: la estimulación mejora
cualquier tendencia de respuesta dominante. Al aumentar la incitación, mejora el desempeño en
las tareas fáciles para las que la respuesta más probable (la "dominante") es la correcta. Las
personas resuelven los anagramas fáciles más rápidamente, como akec, cuando están ansiosas. En
los trabajos complicados, para los que la respuesta apropiada no es la dominante, la estimulación
provoca una reacción incorrecta.

En varios sentidos, los experimentos posteriores confirmaron que la estimulación social facilita las
respuestas dominantes, sean correctas o inapropiadas. Peter Hunt y Joseph Hillery (1973)
descubrieron que en presencia de otros, algunos estudiantes se tardaron menos en aprender un
laberinto sencillo pero más en aprender uno complicado (¡tal como les pasa a las cucarachas!).
James Michaels y sus colegas (1982) descubrieron que los buenos jugadores de billar de una
asociación de estudiantes (que habían acertado 71 por ciento de sus golpes sin observadores) lo
hicieron mejor (80 por ciento) cuando cuatro personas se acercaron a verlos jugar. Los malos
participantes (que solos promediaron 36 por ciento) empeoraron (25 por ciento) cuando los
observaron atentamente.

MULTITUDES: LA PRESENCIA DE MUCHOS OTROS

En épocas de estrés, un camarada puede ser un consuelo. Pero con otros presentes, los individuos
transpiran más, la respiración se agita, los músculos se tensan más y aumentan la presión arterial y
el ritmo cardiaco (Geen y Gange, 1983; Moore y Baron, 1983). Incluso, una audiencia de apoyo
puede reducir el desempeño en una tarea difícil (Butler y Baumeister, 1998).

El efecto de los demás aumenta cuando crece su presencia (Jackson y Latané, 1981; Knowles,
1983).

Formar parte de una multitud también intensifica las reacciones positivas o negativas. Cuando se
sientan juntas, las personas amistosas son más agradables y las poco sociables son aún m~
desagradables (Schiffenbauer y Schiavo, 1976; Storms y Thomas, 1977).

¿POR QUÉ NOS EXALTAMOS EN PRESENCIA DE LOS DEMÁS?

Lo que uno hace bien, lo realizará con más vigor por la presencia de otros (a menos de que la
estimulación se vuelva excesiva y uno se haga demasiado consciente de sí mismo). Lo que a uno se
le dificulta, parecería imposible en las mismas circunstancias. ¿Qué hay en los demás que produce
exaltación? Existen evidencias que apoyan por lo menos tres factores posibles (Aiello y Douthitt,
2001): aprensión por la evaluación, distracción y mera presencia.

Miedo a la evaluación

Nicolás Cottrell conjeturó que los observadores nos ponen nerviosos porque nos preguntamos
cómo nos están calificando. Para verificar si existe aprensión por la evaluación, Cottrell y sus
colegas (1968) pusieron vendas a algunos observadores, supuestamente para preparar un
experimento de percepción. En contraste con el efecto del público, la mera presencia de estos
individuos con los ojos cubiertos no fomentó las respuestas bien practicadas.

rringham y Messick, 1983). La aprensión por la evaluación también explica:

• Por qué las personas se desenvuelven mejor cuando su coactor es ligeramente superior (Seta,
1982). Influencia en grupo

• Por qué la estimulación disminuye cuando un grupo de estatus elevado se diluye, si se agregan
personas cuyas opiniones no nos importan (Seta y Seta, 1992).

• Por qué los individuos que más se preocupan por lo que piensen los otros son los más afectados
por su presencia (Gastorf y otros, 1980; Geen y Gange, 1983).

• Por qué los efectos de la facilitación social son mayores cuando los demás son desconocidos y es
difícil observarlos (Guerin e Innes, 1982).

Ser llevados por la distracción

Glenn Sanders, Robert Baron y Danny Moore (1978; Baron, 1986) llevaron más lejos el concepto
de miedo a ser evaluado. Plantearon la hipótesis de que cuando nos preguntarnos por el
desempeño de los coactores o por la reacción de la audiencia, nos distraernos.

Mera presencia

Zajonc cree, sin embargo, que la mera presencia de los demás produce algún estímulo, aun sin los
efectos del temor por la evaluación y la distracción excitadora. Por ejemplo, las preferencias por el
color de la piel son más firmes si se hacen juicios cuando otros están presentes (Goldman, 1967).

Ocio social: ¿los individuos se esfuerzan. menos en grupo?

Un equipo en el juego de jalar la cuerda proporciona un ejemplo. Otro es cuando se reúne dinero
en W1a organización (como la formación de un fondo común por venta de dulces para pagar un
viaje de grupo). Lo mismo pasa en un proyecto de clase en el que todos obtienen la misma
calificación. En estas "tareas de aditivas" (en las que los logros grupales dependen de la suma del
esfuerzo de todos), ¿el espíritu de equipo fomenta la productividad? ¿Los albañiles ponen hileras
de ladrillos más rápidamente si trabajan en equipo que si lo hacen solos? Una manera de abordar
estas preguntas es recurrir a simulaciones de laboratorio.
MUCHAS MANOS ALIGERAN EL TRABAJO

Hace un siglo, el ingeniero francés Max Ringelman (citado en Kravitz y Martin, 1986) descubrió que
los esfuerzos colectivos en el juego de la cuerda eran apenas de la mitad de la suma de los
impulsos individuales.

Los investigadores Bibb Latané, Kipling Williams y Stephen Harkins (1979; Harkins y otros, 1980) se
mantuvieron atentos a otras formas de investigar este fenómeno, al que denominaron ocio social.

ocio social Tendencia de la gente a hacer un esfuerzo menor cuando une su empeño para lograr
una meta en común, que cuando es responsable de manera individual.

John Sweeney (1973), un politólogo interesado en las implicaciones políticas de la inactividad


social, observó el fenómeno en un experimento en la Universidad de Texas. Los estudiantes
pedalearon bicicletas de ejercicio con más energía (medida por la salida eléctrica) si sabían que
eran vigilados individualmente, que cuando pensaban que su arranque coincidía con el de otros
participantes. En la condición del grupo, la gente se sintió tentada a pasearse sin esfuerzo,
aprovechando el desempeño del grupo. En éste y otros 160 estudios (Karau y Williams, 1993 y
figura 8-4) vemos un giro en una de las fuerzas psicológicas de la facilitación social: el temor por la
evaluación. En experimentos de ocio social, los individuos creían que eran calificados únicamente
cuando actuaban solos.

OCIO SOCIAL EN LA VIDA DIARIA

productividad laboral diaria? En las granjas colectivas del régimen comunista, los campesinos
rusos trabajaban un campo un día, otro la jornada siguiente, con pocas responsabilidades directas
en una parcela determinada. Para su propio uso, recibían pequeños terrenos privados. En un
análisis se encontró que éstos ocupaban uno por ciento de las tierras de labrantío, pero daban 27
por ciento de la producción agrícola soviética (H. Smith, 1976)

You might also like