“Los paradigmas de la Criminología de Lombroso a Becker”
La Criminología surge como respuesta a la demanda social de estudio de las
fuentes del comportamiento antisocial a mediados del siglo XIX, basándose en la metodología científica con la finalidad de promover la mecánica para prevenir y tratar esa conducta. Paulatinamente la Criminología ha ido configurando sustancial a través de la evolución histórica y para sintetizar la génesis de la misma, tomaremos como punto de referencia y partida la escuela positiva de Lombroso culminando así con la visión del enfoque del etiquetamiento revelado por Becker dándole amplitud al análisis del comportamiento antisocial. La palabra Criminología fue utilizada por prima vez en 1872 y posteriormente por Garofallo en 1885 y Topinard en 1887, pero lo cierto, es que los origines del estudio científico de las conductas antisociales y los mecanismos de control social utilizados para su orden, son previos a estas fechas, pero para el recorrido de nuestro trabajo de desarrollo partimos desde el que fuera el principal miembro de la escuela positiva, Cesare Lombroso, así como Garofallo, Ferri y Fioretti. Estos autores circunscriben al movimiento del positivismo filosófico, el cual consolida la idea del verdadero saber, es el derivado del método científico, motivo por el cual tratan de aplicar la metodología de las ciencias naturales a la comprensión de fenómenos antisociales, en este caso, la criminalidad. Pero lo novedoso de la “Scuola Positiva” es la defensa de la idea de la determinación biológica del delincuente. Lombroso plasma las primeras teorías sobre la base biológica del delincuente, partiendo de características desarrollas desde el embrión y procedimientos evolutivos incompletos que podían derivar en criminales atávicos. Caracterizo sujetos desviados a partir de cráneos y estructuras anatómicas de delincuentes condenados, pero estas observaciones no encontraron apoyo empírico en los estudios de sus seguidores. Garofallo defendió que el comportamiento antisocial se encontraba en la deficiencia psíquica y moral de características hereditarias, Ferri apuntó a las determinaciones de Lombroso diciendo que solo tiene efecto cuando confluye con otros elementos criminógenos de caracteres físicos (temperatura, clima, hora) y sociales (familia, educación, hábitos de consumo, economía). Seguidamente la escuela de Chicago, fundadores de la Criminología empírica en Estados Unidos, como Robert Erza Park, Ernest Burgess, Henry Mckay, trata de estudios como los cambios de las estructuras de organización social en las grandes ciudades de principios del siglo XX se relacionan con la causa de desviación. Este incremento al crecimiento se dio por los flujos de inmigración, que caracterizaban una multietnicidad , la pobreza y la movilidad constante, que raramente presentaban esa estructura social organizada, por lo que sus habitantes presentaban valores prosociales, lo que marcaba una distinción entre adinerados y no pudientes económicamente, postura de Park, McKenzie, Burgess. Snaw y McKay sostenían que la criminalidad mantenía patrones de distribución relacionados con la organización de la nueva ciudad, y basándose en los círculos concéntricos de Burgess, elaboran la teoría de la desorganización social, en la que explican que existen determinados factores ecológicos destacando, la pobreza, la movilidad y la multiculturalidad, lo que permite justificar las tazas de delincuencia en las diferentes zonas urbanas. El psicólogo Edwin Shuterland, desarrolló la teoría de la asociación diferencial, según esta teoría, el principal elemento explicando el comportamiento antisocial, no es la predisposición genética, ni la debilidad moral, ni la pobreza y el desorden, sino un exceso de contactos con otros entornos prodelincuentes, por el cual se aprenden conductas desviadas. La tesis fundamental es que el comportamiento desviado, igual que otro comportamiento humano, se aprende mediante el contacto con otras personas. Shuterland elabora un total de nueve preceptos, de los cuales destacamos los siguientes: El comportamiento delictivo es aprendido, ni se hereda, ni se inventa El comportamiento delictivo se aprende por interacción con otras personas por medio de un proceso de comunicación La parte fundamental de este aprendizaje se desarrolla en los grupos personales íntimos Posteriormente Burgess y Akers profundizan en los mecanismos de aprendizaje, introduciendo elementos de refuerzo diferencial, es decir balances que la persona realiza entre refuerzo y castigo anticipado. Igualmente Sykes y Matza desarrollan el concepto de técnicas de neutralización, es decir incorporar mecanismos para justificar comportamientos socialmente desviados. En las teorías de anomia y la tensión, la idea fundamental es que la existencia de determinadas circunstancias estructurales, como cambios en los sistema de valores, puede debilitar la eficacia de las normas sociales de las ordenación y regulación del comportamiento individual generando una suerte de ausencia de normas sociales o sociedad amónica que llevaría a un incremento de las tazas de criminalidad. La literatura criminológica ha destacado a Robert Merton como principal autor del enfoque de la amonia. Albert Cohen retoma dichas nociones funcionalistas para explicar el origen de la conducta antisocial, para llegar así a la teoría de las subculturas juveniles. Cohen utilizó la noción de tensión expuesta por Merton, considerándola limitada en su contenido para explicar el comportamiento antisocial juvenil, diciendo que la frustración causal de la desviación no estaría provocada por desajuste de características económicos, sino más bien relacionado con el estatus y reconocimiento social, emergiendo así las bandas delictivas como mecanismo para aportar gratificaciones inmediatas a las tensiones de los jóvenes. Cloward y Ohlim aceptan esta postura, pero incorporan un nuevo elemento a la ecuación: la existencia de oportunidades ilegitimas, es decir, que a lo anterior se precisaría de la existencia de oportunidades para el aprendizaje del comportamiento desviado. Por su parte Travis Hirschi, elabora la teoría de los vínculos sociales, según la cual existen cuatro tipos de vínculos, que unen a las personas a la sociedad, evitando así la aparición del comportamiento antisocial: el apego; el compromiso; la implicación; y las creencias. Así todas aquellas que tengan debilitados dichos vínculos, pueden ser propensas de infringir las normas. Hasta este momento la Criminología se había concentrado en el estudio de las causas del comportamiento antisocial, sin embargo las teóricos del etiquetamiento como Becker, proponen cambiar la lente con lo que se observa la criminalidad, para estudiar los procesos por los cuales un comportamiento llega a ser definido como desviado. Se entiende al comportamiento antisocial como una consecuencia de un proceso por el cual una conducta ha sido establecida como desviada y se ha decidido reaccionar ante ella, se juzgara como comportamiento desviado entonces toda aquella conducta que se etiquete como tal. Considerando la naturaleza desigual de las sociedades contemporáneas, el enfoque del etiquetamiento conviene que son los grupos dominantes y poderosos los que determinan que debe ser etiquetado como desviado y quien es marcado como tal.